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MEXICO: LA REVOLUCIÓN RECUPERADA

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lv1 éxico está sembrado en mis más íntimos recuerdos de

niño. Graciela -la muchacha de la casa que se hacía lla­

mar por sus amigos Eufemia- tenía las paredes de la

alcoba empapeladas con fotos de Jorge Negrete, Pedro Infante y

Miguel Aceves Mejía; limpiaba la casa oyendo Radio Metropolitana,

que transmitía sólo rancheras, y cuando cocinaba y planchaba, can­

taba corridos con su voz chillona. Yo quería a Eufemia porque sabía

perdonarme de veras y en ella comencé a sentir a México.

En el colegio estuve a punto de completar el álbum Los Reyes

del Ring, una colección de héroes de la lucha libre en la que Santo,

el Enmascarado de Plata, Chorro de Humo y el Médico Asesino

saltaban de página en página. Cuando comencé a capar clase y a

cambiar las tediosas tardes deportivas por programas de cine doble,

las películas mexicanas se volvieron mi pequeño mundo: caballos,

carabinas, tequila y puños. Vi muchas veces Ay jalisco no te rajes, No­

sotros los pobres, La cárcel de Cananea y Juana Gallo, con María Félix, la

Doña. Sin olvidar, desde luego, las películas en blanco y negro de

Cantinflas y de Tintán.

Después vino la universidad con La región más transparente, de

Carlos Fuentes; Los de abajo, de Mariano Azuela; Pedro Páramo y El lla­

no en llamas, de Rulfo. Rulfo siempre. Las puertas de la Revolución

Mexicana se me abrieron de par en par: Villa y sus caballos; Zapata

y sus bigototes; Lucio Blanco, el leal; Felipe Ángeles, el cañonero.

El México insurgente deJohn Reed y el mismoJohn Reed se convir­

tieron en una obsesión que, como los corridos de Heraclio Berna!

el Siete Lenguas, La Valentina -y la revolución- tienen la maña de Irse

sólo para poder volver.

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10 ALFREDO MoLANO

Cuando a mí ya se me había olvidado México, los zapatistas

saltaron a escena y se tomaron San Cristóbal de las Casas, Ocozin­

go, Las Margaritas. Fue el primero de enero de 1994. Pensé que se

trataba de un pataleo de ahogado -una intentona utópica pero tras­

nochada dirigida por algún antropólogo- que el Ejército mexicano

aplastaría con brutalidad, la misma que usó para ahogar en sangre

el movimiento estudiantil del 68. Confieso que tenía sobre ellos la

idea de Octavio Paz: "restos del gran naufragio de las ideologías

revolucionarias del siglo xx". Pero los días pasaban y los zapatistas no se rendían. Los muer­

tos de siempre eran pocos: cinco muchachos amarrados con alam­

bre, fusilados en Ocozingo, y otros tantos indios muertos en la cu­

neta de una autopista. Más aún, entre cable y cable de las agencias

internacionales de prensa se colaban ideas un tanto extrañas: "No

somos una guerrilla clásica que pega y huye, sino que pega y avanza,

y vamos para el D. F ... Intentamos poner en práctica la legalidad

basada eu nuestra Carta Magna ... nuestra lucha se apega al derecho . ~

constitucional. Hay ricos que comen tranquilamente sentaditos en ~ su mesa mientras los campesinos se andan pelando el lomo ... ¡1 TL~ es el acta de defunción de las etnias indígenas de México".

La resistencia armada desembocó en una tregua gracias a la

mediación de la Iglesia, de la sociedad civil, de la proximidad de las

elecciones y del bochorno que Salinas sentía ante gringos y cana­

dienses, sus socios en el TLC. Se habían movilizado más de s.ooo in­

dígenas y copado una zona tan grande como nuestro departamento

del Valle. Los náufragos, pues, no eran náufragos corrientes.

Las ganas de conocer esta Utopía Armada de escopetas viejas

y fusiles de palo se disparó cuando Carlos Fuentes volvió a abrir­

me los ojos con un artículo ya clásico que tituló: "Chiapas, don- .J.. de las piedras gritan": "La insurrección chiapaneca ha venido a

confirmar una sospecha nacional: sin reforma política, la reforma

económica es frágil y, aun, engañosa ... El sistema político y eco­

nómico mexicano, antidemocrático e injusto, es el responsable

del estallido chiapateco ... La insurrección ha tenido la ventaja de

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.1 ·,......... • • .,· GuadaJ,upe Tepeyac \..... ,•·ias Margal'i¡as ..•..

Conútan

GUATEMALA

despertar a. México de su complacencia y autocongratulación pri­mermundista".

Después de sobrevolar el pico de Orizaba y los volcanes-neva­

dos de Popocatepelt e Iztaccihuata, que silenciosos han visto pasar

imperios, ejércitos y constituciones, aterricé en Ciudad de México,

el D. F., con sus 18 millones de habitantes, considerada una de las zó­

nas más contaminadas del mundo. Sin embargo, no se ven vehículos

fumando, como en Bogotá, y si no fuera por los "plantones" --o sea

las marchas de protesta-, la circulación urbana sería más o meJ).OS

llevadera. Al Zócalo -la plaza mayor del D. F.- llegaron el año pasa­

do más de 3.000 manifestaciones. En México existen asociaciones de

todo: de latoneros de Monterrey, de choferes de Jalapa, de tortilleras

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1 2 ALtRfo:Do MoLA;'\iO

de Oaxaca, de caballistas de Torreón, de usuarios de terrazas del D.

F., de terratenientes de Chiapas. Es decir, desfilan por las principales

avenidas no menos de 10 manifestaciones diarias. Lo que da cuenta

clara no sólo de la multitud de rostros que tiene la llamada sociedad

civil -que en México es una poderosa realidad cotidiana-, sino del

clima de libertad que existe aun en condiciones políticas tan difíciles

para el Gobierno como las que creó el levantamiento de Chiapas.

Logros de la vieja revolución. Camacho Solís siendo alcalde del D. F. se

vio ante el dilema de prohibir los plantones o aguantar los madrazas

en los trancones, y optó por lo segundo, y se hizo tan popular que se

convirtió en el rival del malogrado Colosio. México está volviéndose

hoy un hervidero. El PRI -Partido Institucional de la Revolución, que

gobierna desde hace 6o años- cumple en política el mismo papel de

invernadero que tiene la densa polución que cubre el D. F. y que no

deja respirar a México y recalienta su clima.

El PRI es un partido de corte imperial que, además de liquidar

la revolución, ha monopolizado el poder mediante el clientelismo,

la corrupción y la manipulación de la oposición. En México se com­

binan el, despotisrp.o y el....J2.opulismo de una manera tan sorpren-..

dente, que hay algo histórico en esa mezcla. Hay una tradición de

imperio que viene de ~ontezu~a, continúa y se fortalece con ~

¡j.n Cor~s, con_~, con el inocente ~Austria,

y se prolonga eh el ~ y en lo que llaman hoy el Prirato. Por

eso, quizá, la democracia es tan peculiar: el presidente -;;;~rcicio escoge a dedo su sucesor y la maquinaria del PRI pone los votos

para elegir al candidato ya elegido de hecho. El pueblo, en verdad,

refrenda la elección del sucesor sin tener opción distinta. Una de­-e:::..-

~ Pero baJo esta tendencia están las fuerzas que siguieron al

cura Hidalgo, uuáre¡:, a don Francisco l. Madero, a don Venus-...__....---. ---- ~ tiano Carranza y a Lázaro Cárdenas, las mismas que firmaron la

Constit~n de 1917"que con~naba la separación de la Iglesia

y el Estado, la jornada laboral de ocho horas, la reforma agraria y

la nacionalización del petróleo. Esta voluntad, sin embargo, se fue

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M~:XICO: LA REVOLUCIÓN RECUPERADA

secando en el PRI con la presidencia de Miguel Alemán -durante la

Guerra Fría- hasta convertirse en una verdadera pirámide de pie­dra con los presidentes De la Madrid y Salinas.

13

El sistema político -que es el mismo PRI- ha impedido el

surgimiento de un partido verdadero de oposición apelando a un

clientelismo tan grosero como el nuestro, a t;na corrupción más ..

institucionalizada que la nuestra y a ]a cooptació~ de la intelectuali­

dad, tan pateucá"como la nuestra. El clientelismo ha erosionado la

Jegitimidad de la democracia porque tiende a sustituid_a; el Estado

se ha convertido en una bolsa con fa que se paga todo respaldo po­

lí~co; y los artistas e i!!.!._electuales son hoy vulgarmente comprad~ ,,A

por el Estado-P'"artido. Octavio Paz, un ejemplo, recibirá del Estado 11/' mexicano hasta su muerte 4.ooo dólares mensuales. Lo mismo su­

cede con muchos escritores, ensayistas, poetas, etc, etc.

El sistema tampoco descuida su cola. El sindicalismo -de corte

cooperativista- es manejado todavía por u¿; especie deJ;;é Raquel

Mercado de g6 años. Los sindicatos son meras agencias de empleo.

El movimiento campesino es un instrumento electoral que aho¡;ó

la reforma agraria y se conforma con hacerles la segunda voz a los

terratenientes. Por su lado, los indígenas -más de tres millones- son .. ----reconocidos y santificados sólo en los textos de antropología,, en los

museos y en las guías turísticas; de resto son ignorados, discrimina- ( dos, excluidos.

El Estado-Parti.qo mexicano ha dividido a México en dos.

l¿no, el ric14 el que entró pisando recio con sus botas texanas al

Primer Mundo y desayuna con cornflakes, y el otro, el llamado Mé--xico Profundo, de huraches, que camina ligerito y come tortilla. . ....--... Son Méxicos que el n~o divorcia cada vez más. Los asala-

riados mexicanos perdieron 257.500 millones de dólares, mientras

_J,.3..fan;Wlias, según la revista F~ amasaban una fortuna calculada

en 22.goo millones de dólares. La privatización dio como resultado

siete millones de desempleados y el surgimiento de 24 multimillo­

narios, dentro de los que se encuentran algunos "favoritos" del ré­gimen salinista.

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14 ALFR~:Do MoLANO

Hospedado en el Hotel El Principal -como decir Residencias

Doran tes en Bogotá-, a pocas cuadras del Zócalo, comencé a buscar

con sumo cuidado y sigilo el contacto que me pondría en camino

de los zapatistas. Mi sorpresa fue mayúscula cuando por teléfono,

Epigmenio !barra -un conocido periodista mexicano cuyo número

llevaba desde Colombia- me dijo que "el viaje a la zona de opera­

ciones se estaba P?r{iendo difícil porque la tregua se podría romper·

en cualquier momento, pero que de todos modos hablar con el

subcomandante Marcos iba a ser imposible porque el hombre es­

taba preparando la guerra". Yo sudaba frío y para que nadie oyera

lo que me decía, escondía el teléfono entre mis piernas. Uno no

está acostumbrado a tanta libertad. Colgué asustado y me dispuse a

matar el tiempo. Entré a una librería cualquiera. Cogí al descuido

los Cuadernos de Rulfo, que acababan de salir al mercado; notas y

borradores de sus trabajos mayores y de travesuras menores -como

un poema- que habían permanecido inéditos. Abrí el libro en la

página 20 y leí:

¿Dónde estabas?

¿Dónde estabas? Parecía encontrarte

entre los ruidos más pequeños

en aquellos que baten sus sonidos y se confunden

con las palpitaciones

con el murmullo de la tierra

con la canción de un pájaro

con el grito de la sangre.

Parecía encontrarte

apenas devuelta corno iris

de una constelación sin esperanza.

Me faltabas. Eras como un sueño

que nunca llega y que remotamente

nos espera entre dos estaciones.

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Mf:XICO: LA REVOLUCIÓN RECUPERADA

No había duda. Yo estaba en México, en la Avenida Insurgen­tes con Avenida División del Norte.

ENTREVISTA EN COYOACÁN

Esperando el contacto para llegar a Guadalupe Tepeyac -donde

presumiblemente tendría lugar la entrevista con los zapatistas-, me dediqué a recorrer avenidas, parques y museos.

En Méxic9 JQ<i9 es gra~_de. Las avenidas y los edificios públicos han sido planificados para hacer del D. F. la capital de un imp<:_rj._o. Con­

trasta tanta imponencia con el enjambre de desempleados que en los

semáforos se arremolinan revendiendo frutas, cigarrillos o condones.

El Museo de Antropología, que agrupa parte de lo que se lo­

gró salvar de la conquista castellana, es el testimonio mudo y dolien­

te de lo que fue destruido. Se sale en silencio. Un silencio parecido

al que hay en el fondo del pueblo mexicano: mitad melancolía, mi­

tad orgullo.

No se tiene la misma sensación en Xochimilco. A pesar del

turismo que todo lo falsifica, hay algo auténtico y alegre en el goce

de la gente que va a pasear por los canales, a comer chilaquiles y

a tomar tequila al son de violines y trompetas. Xochimilco ha sido

desde los aztecas, un jardín.

Las guías turísticas recomiendan también la Plaza Garibaldi.

Llegar no es fácil porque está en el mero centro del D. F. Hay que

franquear las avenidas y calles adyacentes colmadas de vendedores

ambulantes, ladronzueJos y ~s. Es un lugar similar al sector de

los Mártires en Bogotá. Pero ya en la placita se siente algo muy fa­

miliar: mariachis y conjuntos norteños cantando o acompañando a

quien quiera cantar. Un despechado susurrando "Paloma negra, pa­

loma negra, ¿dónde andarás?"; una cuarentona borracha que trata

de sostenerse en el hombro de un músico; una pareja que se derrite

oyendo María Bonita. México sabe cantar.

Coyoacán es un pueblo en medio del D. F. que no se ha dejado

engullir por el monstruo. Vive a otro ritmo, no tiene afán de llegar

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16 ALFREDO ~toLANO

a ningún lado. Las casas son grandes, tienen solares y tapias, árboles

y flores. Viven artistas, intelectuales, profesionales. En una casa azul

y amarilla se amaron y se odiaron Frida Kalho y Diego Rivera. Y a

pocas cuadras queda la casa donde vivió Leon Trotsky y donde fue

asesinado por órdenes de Stalin.

Los domingos la plaza de Coyoacán se llena de alegría y sol:

hay titiriteros, artesanos, poetas y, claro está, cantantes que entonan

a voz en cuello canciones viejas. Los falsetes arrancan aplausos fre­

néticos al público que los espera en éxtasis.

Mientras la tarde cae pausada y plácida, conversamos con un

grupo de vecinos ricos de Coyoacán que llevan 30 años reuniéndo­

se en el mismo sitio para "platicar" sin guión. Quise catearlos con

respecto a Chiapas y a Chiapas llegué a pesar' de las vueltas.

Los vecinos de Coyoacán ven la situación grave. Desde el año

1 g28, en que mataron al general Álvaro Obregón, vencedor de Vi­

lla y de Zapata, aquí cerca, en un restauraniquese lla~"ib;;.La Som­

brilla de San Ángel, en el país no había habido un magnicidio. Hoy

los mexicanos· respiran un aire de tristeza por Colosio y por Ruiz

Matieu. No obstante, piensan que el gobierno de Salinas ha sido un

mail.dato extraordinario. ·"' Se habla mucho de que dentro del PRI hay una división enor­

me porque el pueblo ya está cansado de votar siempre por candi­

datos impuestos. Nadie, absolutamente nadie, quería votar por ese

p~~tido: En esta preciosa villa de Coyoacán la mayoría de la gente

es panista (del Partido de Acción Nacional). El PRI lleva siendo el

partido único s8 años; es un partido donde un presidente pone al

otro y el otro al otro: el auténtico dedazo. La gente está cansada del

dedazo ·porque es una manera de disfrazar la reelección, que en

México es un pecado que no se perdona porque por las reeleccio­

nes de Porfirio Díaz comenzó la Revolución Mexicana.

Creen que la reforma hecha por Salinas al artículo 27 de la Cons­

ti/ución -que permite privatizar los ejidos y las tierrdS comunales- pre­

paró el camino al TLC. Los ejidos son tierras que la Nación reparte a los

campesinos para que las trabajen, pero no las da en propiedad priva-

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da, sino e~.fl~n. El ejido viene desde Emilian.o_Zap_<Ha. Todos los presidentes-dervrexico han sido revolucionatios y, lógicamente, han

respetado el ejido. Pero respetar el ejido, en nuestro sentir, es un error

porque con una o dos hectáreas no se puede hacer nada.

La reforma del Artículo 27 de la Constituc.~§n permite escritu­

rar las tierras del ejido a los particulares. Antes el ejidá~~o sólo tenía

posesión sobre la tierra, ahora puede vender o comprar, alquilar e .

hipotecar y así hacer propiedades grandes y rentables. En Estados 1 ·

Unidos unos pocos producen para todos. La Reforma del 27 va a

acabar con los flojos que no quieren ni saben trªb'!iar. El fl~J~e no tiene medios económicos sale del niú~~do. Va a tene~-q~e-~~-naer su

tierra. Va a pasar de todo, el capití~L~){tr<l_njero se e~!-á llevando todo. En manos del capital extranjero está quedando la América entera. Lo que intere~~~~ que el país produzca y no tenga que lmpóitar'ñiñgún

La Iglesia Mayor de Cayoacán.

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H ALFREDO Müi.ANO

grano. Que venga quien sea con tal de que se produzca. Si viene el

capital extranjero, bienvenido. Así no habrá tierra ociosa.

La industria tendrá que ser c~!Tipetitiv~. Hoy, si no se es com­

petitivo, no se sobrevive. Es el reto en todo el mundo. Hay otro

capítulo muy importante: las maquiladoras, ·,obreras que rematan

confecciones, cosen partes o arman pequeñas maquinarias con pie­

zas traídas. Están contempladas en el, TLC muy ampliamente por el

desempleo tan grande que existe dentro de la clase trabajadora. Las

maquiladoras van a ganar dos o tres veces más que hoy. De 15 pesos

diarios pasarán a ganar 45·

No obstante, en México la pequeña industria casi, casi, ha des­

aparecido porque por la calidad, el producto mexicano no es com­

petitivo. No hay buen terminado ni control de calidad. El que no sea

competitivo no vende.

Los vecinos no entienden cómo el levantamiento en Chiapas

se demoró tanto. Porque los gobiernos anteriores nunca se dejaron

sentir allá. El Centro Indigenista lo dirigían extranjeros, el Gobier­

no nunca miró hacia allá. A la fecha hay una mujer -mepªrece que

es sueca o suiza- que se quedó en l_a __ ~~lva. Es la protectora de los indios, la madre de toda esa gente. Las familias ricas se apoderaron

de las tierras que tienen más valor, tanto en los Altos como en los

Bajos de Chiapas. Era lógico que, en un momento determinado,

viniera la protesta. La protesta fue y el Estado no hizo nada, nada.

Esto es para la historia de Méx~co. La-mayoría deTagente estuvo de

acuerdo con el conflicto porque esa era la única manera de que el Gobierno mirara hacia allá.- ·

A los hacendados les han quitado las tierras invadiéndolas.

Aquí hay formas de que los avivatos se queden con la tierra. Los

vivos han_tenido.apoyüpqlítico. A través de muchos engaños y de

much;s trácalas~IosTnit~ot'se-fueron quedando con las tierras.

Lo primero que tiene que hacer el gobierno de Zedilla es solucionar el problema de tierras en Chiapas, pero inaugurar un

gobierno con un problemón como ese, no es bueno. Eso termina en fusiles.

['vl f: X l C O: l. A R r: VOL U C 1 Ó N RE C U P 1-~ RADA

Salinas fue al diálogo y paró todo; hizo un alto al fuego y dijo:

vamos a concertar. Pero no se ha resuelto nada precisamente por­

que hay muchos intereses y mucho político que está metido en ese

problema.

A la larga las aguas vuelven a su cauce. Hay que devolver la

tierra a sus propietarios. El movimiento de Chiapas es muy fácil di­

solver: nada más devolviendo la tierra a los hacendados.

La Iglesia ha jugado un papel muy importante en Chiapas,

monseñor Samuel Ruiz ha sido el abanderado del movimiento; di­

cen que es el verdadero comandante de la revuelta. Por eso será que

a Marcos lo llaman subcomandante. En México el problema es la tierra, no la droga, no hay fábri­

cas de droga, pero es un puente entre Colombia y Estados Unidos.

La droga la traen de Colombia.

i> DON SAMUEL, LA FE

Al tercer día, por fin, apareció el contacto. Me dijo simplemente

que nos encontráramos en el próximo vuelo que salía para Tuxtla

Gutiérrez, mil kilómetros al sur de Ciudad México. Así fue. En el

viaje se me acercó y me dio el nombre del hotel en que debería hos­

pedarme en San Cristóbal de las Casas. Agregó -sin más- que un tal

Gregario pasaría a recogerme a más tardar en dos días.

Tuxtla Gutiérrez es la capital del Estado de Chiapas. Una ciu­

dad del estilo y eltaniañ-o de \!iÚ~vi~~:O.~io. Vive del petróleo, la ge­

neración de energía eléctrica y la gran ganadería. Acaté el consejo

que da el subcomandante Marcos en un folleto titulado CHIAPAS: el

sureste en dos vientos, una tormenta y una profecía, publicado en enero

del 94: "En Tuxtla Gutiérrez no se detenga mucho, es sólo una gran

bodega". La carretera a San Cristóbal atraviesa el valle del río Grijalva,

un río idiota, dice Rulfo: "Miles de metros antes de su desemboca­

dura, ya cuando viene por lo planito y puede echarse a descansar

para siempre en el golfo de México, le entra lo loco y se desbor-

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20 AL F RE ll o :VI o LA 0-i o

da hacia todos lados como cualquier animal matrero que no quiere

enderezar camino". Como decía, la carretera sube trabajosamente

hasta los Altos de Chiapas entre cultivos de maíz y bosques de pino;

un matrimonio para nosotros extraño. Tan extraño como los cultivos

de flores de exportación -también en galpones cubiertos de plásticos

como los de la sabana de Bogotá pero trabajados por ejidatarios-.

Poco a poco los letreros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional

(EZLN) pintados en las paredes se hacen más frecuentes y alternan

con los de "Coca-cola es Revolución" que anuncian la introducción al

mercado de un nuevo envase de 1.500 milímetros cúbicos.

San Cristóbal de las Casas es el Popayán de México. Una ciu­

dad de 100.000 habitantes. Conserva intacta buena parte de la ar­

quitectura colonial, tiene obispo, cuartel del Ejército y es centro de

un gran mercado regional indígena. Es muy visitada por antropó­

logos y turistas europeos que suelen dejar al comercio anualmente

más de So millones de dólares. Dice Marcos, el subcomandante,

que por cada mil turistas hay 14 camas; en cambio por cada mil

chiapanecos hay 0,3 camas de hospital, y remata: "Aquí todo es caro

menos la muerte". Me hospedé en el hotel Diego Mazariego -espléndido y carí­

simo- a esperar el nuevo contacto. Mientras tanto recorrí muchas

veces las calles principales de la ciudad, cuyo primer pastor fue el

célebre Fray Bartolomé de las Casas, quien -como se recordará­

adelantó un aguerrido alegato para demostrar que los indios tenían

alma y por tanto no podían ser sometidos a la esclavitud. Quizás esta

defensa a ultranza se conservó en silencio durante más de 450 años

en la memoria colectiva de los indios y ha sido la base de la acción

evangélica de don Samuel Ruiz, obispo de San Cristóbal desde los

años 6o. En las calles y plazas, en los almacenes y restaurantes, por

todos lados, vendían fotos de Marcos, camisetas de Marcos, afiches

de Marcos, y los indígenas han hecho para vender por miles, muñe­

cos de trapo con ojos azules y pasamontañas.

Don Samuel -como todo el mundo lo llama- fue el perso­

naje más importante de Chiapas hasta el primero de enero del

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Mf.X!(O; LA RE\"OI.l:cr()N RECUPERADA

94, cuando apareció el subcomandante Marcos, cabeza visible del

EZLN. El obispo es hijo de uno de esos campesinos cristeros que

en los años 20 y al grito de ¡Viva Cristo Rey! -como nuestros con­

servadores y chulavitas- se alzaron contra la revolución mexicana

tratando de restablecer la perdida influencia de la Iglesia católi­

ca sobre el Estado mexicano. Estudió teología en Roma, rápida­

mente ascendió en la jerarquía y fue nombrado Obispo Titular

de Chiapas por su Santidad Juan xxm en 1959. Monseñor Ruiz

era un purpurado ordinario de anillo y báculo hasta cuando, por

allá a finales de los años 6o, fue invitado a una reunión previa a

la 11 Conferencia Episcopal Latinoamericana en Melgar .Lnuestro

Melgar- por monseñor Valencia Cano, obispo de Buenaventura.

Soplaban los vientos del Vaticano 11 y de la Alianza para el Progre­

so. Las tropas norteamericanas invadían a Santo Domingo y en

Patio Cemento moría Camilo Torres. En la reunión, Gerardo Rei­

chel-Dolmatoff dictó una conferencia en la que sostuvo, sin más,

que la evangelización en el continente "es simple y llanamente un

atropello contra las culturas locales y un acto de dominación". El

planteamiento -recuerda don Samuel- "me dejó aturdido, con­

fundido. Entonces le pregunté al doctor Reichel si en las culturas

indígenas la religión e~a algo secundario: -y él-m.e--respohdfó: "En

todas las culturas indígenas la religión es un elemento definitiva­

mente aglutinante"'. Desde ese día la cultura es para don Samuel

una manifestación de Dios, es decir, una forma del Verbo divino.

La civilización blanca, occidental y formalmente católica aplasta a

las minorías étnicas y les impide encontrar su propio camino hacia

"la Iglesia autóctona". Respetar la cultura indígena es, ni más ni

menos, respetar a Dios. El siguiente paso lo da don Samuel, asociado a monseñor

Sergio Méndez, obispo de Cuernavaca, con la doctrina de la teolo­

gía de la liberación. La violencia, o la injusticia institucionalizada,

es una situación de pecado. Así, el compromiso con los oprimidos

queda inserto en la agenda de la Diócesis de San Cristóbal. Para

don Samuel, la teología de la liberación no es una teología de la

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22 ALFRt:no MoLANO

revolución, sino una teología de la esperanza. Es la fe. En marzo de

1994, cuando el presidente Salinas acusó a los dirigentes del EZLN

de ser profesionales de la violencia, Marcos le respondió: "Somos

profesionales sí, pero de la esperanza". La enseílanza se había he­

cho carne y sangre en los insurrectos.

No obstante, al obispo no se le puede hacer responsable del

camino que han escogido los zapatistas. U na y otra vez, desde el

1 º de enero, lo ha desaprobado con energía. Pero los intereses

creados, sobre todo locales, no le perdonan su opción pastoral. En

México es un pecado grave la intromisión de la Iglesia en asuntos

sociales y, por tanto, políticos.

Por aquellos aílos 6o en Chiapas se estaba produciendo un

proceso histórico de enormes repercusiones regionales: la expan­

sión de la ganadería extensiva a costa de los ejidos, y la expulsión

de los indígenas hacia la selva Lacandona, epicentro del levanta­

miento zapatista, 30 aílos más tarde. Hay que anotar que a Chia­

pas nunca llegó la Revolución Mexicana y que la reforma agraria

fue hecha por los terratenientes como un medio para disponer de

mano de obra barata. La mayoría de latifundios fue declarada por el Estado-Partido bienes inafectables, es decir, no susceptibles de

expropiación. Por su lado, los ejidos asignados a los indios eran

tan estrechos, que los ejidatarios tenían que salir a jornalear a las

haciendas cafeteras y ganaderas. En los aílos 70, con el petróleo,

la construcción de hidroeléctricas y la elevación de los precios del

café, la demanda de carne y productos agrícolas se disparó y la gran

propiedad se tornó más agresiva.

Los indígenas comenzaron un éxodo que monseílor Samuel

interpreta como una parábola en su opción por los pobres. Miles y

miles de indígenas llegan a la selva Lacandona, en la frontera con

Guatemala, a fundar ejidos auspiciados por el Gobierno para des­

congestionar los Altos de Chiapas y otras regiones en desarrollo. La

selva había sido explotada por chicleros en los aílos 40 y 50, y en los

6o había comenzado la explotación comercial de las maderas finas

como la caoba y el cedro. pe suerte que cuando los indios llegaron,

Mf:XICO: LA REVOLUCIÓN RECUPERADA

ya los comerciantes de recursos naturales estaban esperando. Asa­

lariados y ejidatarios tumbaron la selva para luego abandonar sus

"mejoras" bajo presión de los ganaderos que, ni cortos ni perezosos, ampliaron sus haciendas.

En 197 4, conociendo muy a fondo los conflictos generados

por estos desplazamientos, don Samuel convocó el I Encuentro In­

dígena de Chiapas, con ocasión del v Centenario del nacimiento de

Fray Bartolomé de las Casas.

EL 1 2 de octubre se reunieron en la catedral 2 .ooo indígenas

que deliberaron en sus propias lenguas sobre la falta de tierra, edu­

cación, salud, y la discriminación comercial. "Por todos lados nos

rechingan -denunció un indígena-, nos chingan con el impuesto,

por vender pagamos, pagamos por comprar, pero nada recibimos.

No tenemos carreteras ni hospitales. Nos compran barato y nos ven­

den caro".

La teología de la liberación comenzaba su viacrucis. Don

Samuel cerró los seminarios y dedicó todo su esfuerzo a la forma­

ción de catequistas. La Iglesia autóctona se abría camino. Al mismo

tiempo la situación social y la económica de campesinos e indígenas

continuaba deteriorándose. Pero, a diferencia de lo que sucedía

antes, se comenzó a buscar las soluciones a espaldas del Estado-Par~

tido. Nacieron nuevas organizaciones indígenas como la Unión de :

Uniones Ejidales, la Central Independiente de Obreros Agrícolas yj

Campesinos, la Organización Campesina Emiliano Zapata. /

La presión por la tierra y la invasión de predios aumentaron y

en consecuencia la represión: pueblos quemados, enfrentamientos

sangrientos con la fuerza pública, torturas, desaparecidos, juicios

sumarios. El general Absalón Castellanos, jefe militar de la zona,

adoptó la doctrina del "enemigo interno" como estrategia para res­

tituir el orden y militarizar 1~-regiÓn. ECconflicto se agudizó y don

Samuel fue acusado de promover una guerra religiosa contra el or­

den constituido.

Por aquellos días llegaron a México más de 2o.ooo refugiados

guatemaltecos expulsados por la estrategia de "tierraa~id~-;;; pues-

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ta en práctica por el presidente Ríos Montt. Los cuerpos élite del

Ejército de Guatemala, apoyados por las feroces Patrullas de Auto­

defensa Civil -que son la versión local de nuestras Cooperativas de

Seguridad- quemaban y asesinaban a diestra y siniestra. Un millón

de indígenas fueron desplazados de sus lugares de origen y trabajo.

El gobierno mexicano tomó medidas para recibir humanitariamente

su cuota de refugiados, pero pronto cedió a las presiones de los mili­

tares guatemaltecos y organizó campamentos de reubicación forzosa

en Quintana Roo y Campeche, no muy lejos de Chiapas. Sin embar­

go, muchos refugiados fueron a parar a la selva Lacandona, huyendo

de esta nueva servidumbre. El cuadro se complicaba.

La violencia creciente, la represión oficial y sobre todo la

privada, llevada a cabo por los grupos paramilitares que en Mé=

xico se llaman Guardias Blancos y que son financiados descara­

damente por los ganaderos, condujeron a don Samuel a fundar

el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas. El

choque entre la diócesis y el gobierno de Chiapas no se hizo es­

perar. El padre Joel Padrón, párroco de Simojobel, fue tomado

preso y acusado de "invasión de tierras y pandillerismo". Los ran­

cheros publicaron un plegable en el que decían que la propiedad

privada había desaparecido en la región a causa de las invasiones

promovidas por el padre Padrón. Una marcha indígena obligó,

sin embargo, a que el entonces gobernador, Patrocinio González,

pusiera en libertad al cura.

La posición de don Samuel en la Iglesia mexicana se hacía

cada vez más solitaria. El espíritu del CELAM de Medellín se ex­

tinguía; don Sergio, el obispo de Cuernavaca, había muerto; los

otros dos obispos de Chiapas lo respaldaban con tibieza. Pero lo

que más gravitaba en su contra era el hecho de que el Vaticano y.· el Estado mexicano estaban en plan de restaurar las relaciones di- 1

plomáticas, rotas desde hacía más de un siglo. De hecho, la Iglesia

católica volvía a ser la Iglesia oficial del Estado mexicano. Mon­

señor Priggione, nuncio de Su Santidad, tildó a don Samuel de

pastor descarriado.

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Meses antes del levantamiento zapatista y en medio de una

cargada atmósfera, el Papa Juan Pablo 11 inició su tercera visita a

México. Don Samuel escribió una célebre carta pastoral, "En esta

hora de gracia", que es un testimonio valiente y una severa adver­

tencia sobre los peligros que amenazaban al país. Atacaba la política

neoliberal -y el TLC- como remedio a los males que padecen los

mexicanos pobres y sobre todo los indios de Chiapas.

Monseñor Samuel Ruiz es un hombre pequeño y grueso; tie­

ne la vehemencia de nuestro monseñor Castrillón, pero en más ca­

rismático y su opción más militante. El capitalismo es para él ateís­

mo práctico.

Cuando llegué a San Cristóbal lo primero que hice fue tratar

de entrevistarlo. Fracasé. Me atendió cortés, pero me dijo que la

situación era en extremo delicada porque la tregua se podía rom­

per en cualquier momento. Razón por la cual prefería que me atu-

Paisaje de Chiapas.

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ALFREDO MoLANO

viera al comunicado que la Comisión de Intermediación expediría

de un momento a otro. Tuve que aceptar, sin remedio, su decisión.

MARCOS, LA VOZ

Cuando había perdido ya casi toda esperanza en el contacto y es­

taba dispuesto a aceptar la derrota, llegó Gregorio, un indígena

tolojobal, pequeño, comunicativo y gran observador. Me dijo que

saldríamos al otro día a las 5 a. m., pero que nos sería muy difícil

"platicar" con el "Sup" porque estaba muy ocupado.

Supuse que el "sup" era el subcomandante Marcos y que el

cambio de sufijo debía ser entendido como una modalidad cariñosa

y muy respetuosa de señalarlo como el Superior, el Supermán, a la

manera como los pobladores de las barriadas del D. F. designaban a

su héroe el Superbarrio. Por lo demás, entendí -sin proponérme­

lo- que las máscaras tienen un lugar muy destacado en la cultura mexicana. Además de las máscaras ceremoniales aztecas -que hoy

todavía se usan en fiestas populares-, están las figuras legendarias

del Santo, el Enmascarado de Plata, y del mismo Superbarrio. Se­

guramente los pasamontañas y paleacates con que los zapatistas "se

amordazan el rostro" hacen parte de esa tradición. Marcos dice que

hay razones de seguridad para usarlos, pero que además son 11~~!l:..

tídoto contra el cauciillismo. En una ocasión declaró:

"No entendemos por qué se preocupan tanto de nuestros ros­

tros si antes del 1 º de enero no existían ... Pero si quieren saber

qué rostro hay detrás del pasamontañas, es muy sencillo: tomen un

espejo y véanlo".

A la hora indicada abordé con Gregario un campero y co­

menzamos el viaje con destino a Guadal u pe Tepeyac, situado a unos

250 km al suroeste de San Cristóbal. A la salida de la ciudad encon­

tramos el primer retén militar. Yo había machacado toda la noche

una coartada para explicar quién era y qué hacía, y sobre todo para

dónde iba. El militar que nos hizo el pare se acercó a la ventanilla

del chofer y mirando sin recelo nos preguntó lo previsto. Gregario

M~:XICO' LA Rl<:VOI.UC!ÓN RECUPERADA

respondió sin inmutarse: "Periodista colombiano que va a Guadal u­

pe Tepayac". En Colombia la respuesta equivaldría a decir: vamos a

La Uribe, a visitar a Tirofijo. El soldado no se inmutó y se limitó a

desearnos feli:z;,viaje. Quedé sin aliento y francamente avergonzado con la paranoia\ que los colombianos estamos acostumbrados ama­

nejar para poder defendernos.

Pasamos luego por el cuartel de Rancho Grande, sede de la

División Militar que ha sido hostigada repetidamente por los zapa­

tistas. Son instalaciones modernas que, como dice Marcos, parecen

una "universidad o una colonia para trab,Yadores". Lo que asombra

de la operación hecha por el EZLN el 1 º de enero no es precisa­

mente la toma de los pueblos, ya que tenían a su favor la relativa

sorpresa con que actuaron, sino el repliegue sobre un eje de 300

kilómetros -sometido a intensos bombardeos-, que duró por lo me­

nos 10 días y que costó unas 25 bajas.

La historia del origen y la gestación del EZLN está por escribirse.

Se ha asumido que es la confluencia de tres fuentes: las condiciones

económicas y sociales reinantes en Chiapas; la tradición zapatista de

lucha por la tierra representada en las mil y una organizaciones po­

pulares que afloran desde los años 6o, y la experiencia política de un

puñado de intelectuales que tenía viva la herida del 68, cuando el

Ejército mexicano asesinó a cientos de estudiantes en la plaza de las

Tres Culturas, con miras a reprimir un movimiento de protesta que

podría empañar la imagen de México en los juegos Olímpicos.

Hay que hacer notar que los indígenas de Chiapas han sido

considerados desde la Conquista indios levantiscos y que la rebelión

ha sido una constante histórica. En años muy recientes la guerrilla

de Lucio Cabaúas abrió un frente local en Simojovel, que fue liqui­

dado a sangre y fuego antes de poder salir a la luz pública. También

hubo intentos de un grupo maoísta -uno de cuyos dirigentes era

Raúl Salinas, hermano del presidente que terminó en la cárcel- y

pasado el tiempo muchos de los exmaoístas de Chiapas orientaron

el Programa de Solidaridad, equivalente a nuestro PNR y en el que

la actual Red de Solidaridad de Samper se inspiró.

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28 A l. F K F l) (_) ~~ () l. :\ N o

Se supone que al comienzo de los años So el núcleo fundador

del EZLN se instaló en el hervidero que en esos días era la selva Lacan­

dona. Miles de campesinos expulsados de sus tierras y de refugiados

guatemaltecos convergieron en la región para recomenzar sus vidas,

asediados por madereros, ganaderos y narcotraficantes. Se dice que

las primeras armas del EZLN fueron conseguidas tras derrotar un gru­

po de narcos que había escogido también la selva para instalar labo­

ratorios y tentar fortuna con cultivos ilícitos. Algunos inclusive eran

ganaderos y ·comerciantes de madera. Se inició así lo que Marcos ha

llamado "la larga acumulación de las fuerzas del silencio".

Esta semilla está compuesta de sobrevivientes, según parece,

de la guerrilla urbana de los años 70, liquidada a punta de guerra

sucia. El crecimiento organizativo -dice Antonio García, un incisivo

observador de la historia de Chiapas- "fue un trabajo de filigrana,

lento pero seguro, implantándose poco a poco en cañadas, monta­

ñas y valles en donde otras organizaciones independientes y oficia­

listas realizaban formas de organización pacífica". Pero por fin, el

12 de octubre de 1992, 1o.ooo indios armados simbólicamente con

arcos y flechas se tomaron San Cristóbal y derribaron la estatua de

don Diego de Mazariego, fundador de la ciudad.

El esquema insurrecciona! zapatista es diametralmente opues­

to a la Teoría del Foco inspirada por el Che Guevara. Pero la cosa va mucho más allá: ell Q de enero el mundo conoCió un nuevo lengua­

je de izquierda, libre de todo esquema, creativo, profundo. Quizás

el primer brote revolucionario de la era poscomunista, qué alguien

ha calificado de humanismo armado.

El viaje hacia la selva Lacandona continuó sin tropiezos. De

Comitán, un pueblo grande donde se acaba la carretera pavimen­

tada, seguimos hacia Margarita, también tomada por los zapatistas.

A la salida está situado el último retén militar de la zona. Es un

campamento improvisado en una lomita cavada de trincheras. Un

oficial se nos acercó y nos advirtió: "El comandante Marcos no está

recibiendo, ayer no más devolvieron a unos paraguayos. Por nues­

tra parte no hay problemas, ni más faltaba. Saluden al Sub de parte

(vf f: X 1 C O : L A H. l<. V O l. U C 1 Ú N R E C U 1' E R A D A

nuestra". En realidad nosotros en Colombia no estamos acostum­brados a tanto profesionalismo.

El Ejército mexicano es un cuerpo nacido de la Revolución,

que tiene algo de Villa, algo de Zapata y mucho de Obregón, el gene­

ral que venció tanto la Contrarrevolución de Victoriano Huerta como

a la poderosa División del Norte y a los guerrilleros de Morelos. Pero

ante todo es un ejército cuyo enemigo histórico -la amenaza princi­

pal a su soberanía- ha sido la Unión Americana. No hay que olvidar

que México perdió la mitad de su territorio en una guerra contra los

gringos. Razón por la cual es el ejército latinoamericano más inde­

pendiente y "desideologizado". Pocos oficiales mexicanos han sido

entrenados en Estados Unidos y por tanto la doctrina del "enemigo

interno" no ha tenido la importancia que sufre en el resto del conti­

nente. Es, además, un brazo obediente del poder civil. Al punto de

que en enero detuvo la contraofensiva cuando el presidente Salinas

lo consideró prudente. Esta conducta hizo posible la tregua. Salinas

ofreció inclusive el perdón si los zapatistas entregaban las armas. A lo

que Marcos respondió de inmediato para que todo el país lo oyera:

"¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿Los que

durante años y años se sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras

con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra, que acabamos

por dejar de tenerle miedo? ¿Los que nos llenaron las bolsas y el alma de

declaraciones y p-romesas? ¿Los muertos, nuestros muertos, tal mortalmente

muertos de muerte 'natural: es decir, de sarampión, tosferina, dengue, có­

lera? ¿Nuestros muertos, tan mayoritáriamente muertos, tan democrática­

mente muertos porque nadie hacía algo, porque todos los muertos, nuestros

muertos, se iban así no más sin que nadie llevara cuentas, sin que nadie

dijera por fin el ¡YA BASTA! que devolviera a esas muertes su sentido, sin que

nadie pidiera a los muertos de siempre, nuestros muertos, que regresaran a

morir otra vez, pero aho-ra para vivir?"

Tremendas preguntas que nuestro Gregario recitó de memo·

ria mientras nos acercábamos al primer retén zapatista.

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30 ALFREDO Moi.ANO

Había viajado desde San Cristóbal observando el mismo pai­

saje hecho de pinos y maíz; un bosque claro que, si no fuera por los

ejidos que le interrumpían, me habría hecho sentir el bosque que

creó Walt Disney para poner su Bambi. Pensaba para mis adentros

que con ese ejército tan civilista y con esa selva tan civilizada, los

zapatistas tenían que ser una guerrilla muy particular. Y lo es por­

que no se considera guerrilla sino un ejército regular, con mando

central, código militar, bandera y todas las cláusulas que exige el Protocolo II de Ginebra para que una fuerza armada deba ser re­

conocida como beligerante. Salinas nunca aceptó este estatus y por

eso obligó a los medios de comunicación a llamarlos "trangresores

de la ley". No reconocerlos como fuerza beligerante fue uno los

principales escollos para que el diálogo de la catedral se convirtiera

en mesa de negociaciones. En efecto, poco después de decretada la

tregua y por mediación de don Samuel, se iniciaron las conversacio­

nes de paz entre el Gobierno y los zapatistas. Camacho Solís logró

arrancarle a Salinas no sólo el sí a la tregua, sino la legitimidad de

las condiciones de miseria de Chiapas como razón del alzamiento.

Pero no pudo avanzar más. Salinas no aceptó las principales de­

mandas políticas del EZLN, sintetizadas en las consignas de libertad,

democracia, justicia y dignidad.

Los zapatistas consideran que lo que hay que cambiar de ver­

dad son las condiciones políticas puesto que impiden el verdadero

ejercicio de la democracia que, de ser efectiva, permitiría la lucha

por las reformas económicas. Así, el sistema político, o mejor dicho,

el esquema Estado-Partido del PRI, es en esencia el objetivo princi­

pal del zapatismo. Marcos sostiene que el EZLN no quiere tomarse

el poder-a diferencia de todo movimiento insurrecciona!- porque

el poder conservatiza. Su propósito es contribuir a crear un sistema

democrático real y práctico.

"Los compañeros han sido claros en que el Ejército zapatista no busca

el poder. ¿Por qué nos quieren hacer partido si nosotros no queremos el poder?

Nosotros querernos vivir en paz, con democracia, libertad y justicia".

M f: X 1 C {) : l. A R 1<: V O l. L' <: 1 Ó N R E C {) PERA DA

Esta frase que Gregario recitó también de memoria me hizo

recordar la tesis del cura Juan, quien dirigió muchos años un inter­

nado en Vichada: La guerrilla -decía el misionero- nunca se toma- ·•

rá el poder, pero sería difícil entender los cambios que Colombia

ha vivido últimamente -incluida la nueva Constitución- si no exis-tieran los alzados en armas.

¿Cuál sería, pues, la sociedad que busca el EZLN?

"En nuestros sueños hemos visto otro mundo. Un mundo verdade­

ro, un mundo definitivamente más justo que en el que ahora andamos.

Vimos que en este mundo no eran necesarios los ejércitos, que en él eran

la paz, la justicia y la libertad tan comunes, que no se hablaba de ellas

como cosas lejanas, sino como quien nombra pan, pájaro, aire, agua,

como quien dice libro ... Así eran nombradas las cosas buenas en este

mundo. Y en este mundo eran razón y voluntad el gobierno de los más y eran los que mandaban gente de bien pensar; mandaban obedeciendo, no

era ese mundo verdadero un sueño del pasado, no era algo que venía de

nuestros antepasados. Era de adelante que venía, era del siguiente paso

que dábamos. Así fue que nos echamos a andar para lograr que ese sueño

se sentara a nuestra mesa, iluminara nuestra casa, creciera en nuestras

vidas, llenara los corazones de nuestros hijos, limpiara nuestro sudor,

sanara nuestra historia y para todos fuera. Todo para todos, nada para

nosotros los del EZLN".

Poco después del retén del Ejército mexicano nos encontra­

mos con otro, el de la Sociedad Civil, es decir, de las organizaciones

que vigilaban la tregua y que form<iron también un cordón alrede­

dor de la catedral de San Cristóbal cuando allí se desarrolló el diá­

logo. Así, tanto en uno como en otro lado se interponían entre los

zapatistas y el Ejército. La Sociedad Civil ha jugado un papel impar~

tantísimo como instancia de intermediación y veeduría. Claro está

que hay una gran polémica alrededor de su verdadera identidad,

porque no todos aceptan -sobre todo los gremios económicos- que

está compuesta sólo por organizaciones populares.

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El paisaje iba cambiando poco a poco. Los pinos fueron

desapareciendo y en su lugar surgían matas de café y de plátano.

Cuando aparecieron -¡por fin!- los árboles de yarumo, estábamos

en territorio zapatista. El retén consistía en un lazo atravesado en

la carretera, tres indígenas armados con escopetas y un radio de

comunicaciones sin batería. Muy cortésmente los zapatistas pi­

dieron prestada la batería de nuestro carro para poder llamar al

comando y avisar que llegaba Gregorio con un periodista colom­

biano.

DOS VERSIONES SOBRE HECHOS POR TODOS CONOCIDOS

La cuestión agraria y el atropello a los derechos humanos -que es­

tán íntimamente ligados- constituyen la causa vital del levantamien­

to indígena. Por eso, antes de adentrarnos en territorio zapatista -y

mientras esperamos la famosa autorización- conversé con algunas

personas que pueden ilustrar la situación que vive México hoy con

la llamada revolución zapatista.

1 . La tierra Joel Padrón es el párroco de Simojovel, un pueblo no lejos

de Guadalupe, muy conocido porque allí renació, al comienzo de

los años So, el movimiento indígena y campesino contra la gran

propiedad. Un eco del viejo zapatismo. El padreJoel fue uno de los

fundadores del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de

las Casas en 1989, bajo los auspicios de monseñor Sergio Méndez y

de don Samuel Ruiz. El Centro ha sido una piedra en el zapato del

PRI y sobre todo del exgobernador de Chiapas Patrocinio Gonzá­

lez, primo político del presidente Salinas. González Garrido es un

rico ganadero de la región, doctorado en derecho y economía en

la Universidad de Cambridge y nombrado por Salinas secretario de

Gobernación (ministro del Interior) en 1993.

Las denuncias permanentes sobre violación de derechos hu­

manos en Chiapas fueron respondidas por González Garrido acu-

Mf:x1co LA HEVoLuctúN Rt:CUPERADA

san do a Joel Padrón de robo, despojo, apología del delito, asocia­

ción para delinquir y porte de armas. Bajo estas sindicaciones fue

encerrado en la cárcel de Cerro Hueco a propósito de un asunto de

menor monto. Un movimiento de indignación encabezado por el mismo don Samuellogró ponerlo en libertad

Para el padre Joel Padrón el problema alrededor del que gira

el conflicto de Chiapas es la tierra. Un problema que lleva cinco

siglos sin ser resuelto y que ha atropellado y atropella tO<l()s los días

la cultura indígena, su religión, su dignidad. La historia indígena

después de Cortés es la historia del despojo y }:le la lucha por recu-perar lo perdido '\ ' , , 1

La Independencia en 1810 fue un intento tímido y derro­

tado de recuperación; después, con la Revolución Mexicana apa­

rece el campesino, recupera la tierra y consagra ese principio en

la Constitución de México. La tierra es de quien la trabaja'. El de­

recho de propiedad sobre latierra es el trabajo, no el documento

de compraventa. Constitucionalmente en México la tierra no es

una mercancía -o no lo era hasta la reforma hecha por Salinas

del artículo 27 de la Constitución-. Era y debería seguir siendo

un instrumento de trabajo, la base de la subsistencia. Pero la Re­

volución Mexicana no llegó a Chiapas. Acá -opinó el sacerdote­

rige todavía el sistema feudal. En 1981, en Simojovel, el indio

todavía tenía que pagarle impuestos al hacendado por trabajar la

tierra. La pregunta es: ¿De quién es la tierra? ¿Cómo puede ser el

indígena, descendiente directo de los mayas, el mexicano legíti­

mo, desp~jado de su tierra? La tierra es la identidad indígena, la base de su cultura.

En Chiapas -nos informó- el proceso de recuperación es len­

to. En 197 4 se realizó en San Cristóbal el primer Congreso Indíge­

na para celebrar los soo años del nacimiento de Fray Bartolomé de

las Casas. El pueblo indígena apareció y dijo su palabra: La tierra

es nuestra. Y comenzó así la recuperación. Primero, por la vía legal,

siguiendo los postulados de la Revolución Mexicana. Los indios soli­

citaban la tierra porque eran trabajadores, campesinos, pero los ha-

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34 ALFR~:no MoiANo

cendados tenían el poder político. Los indios, cansados de burlas,

decidieron romper amarras y lanzarse a la toma de tierras En realidad los hacendados no tenían títulos. En el Porfirato

el Gobierno dio tierras a cambio de la construcción de carreteras y

de ferrocarriles, pero los títulos nunca se legalizaron. Los "propieta­

rios" no vivían en la tierra, vivían en la ciudad. Tenían un encargado

que habitaba la Casa Grande -Komo le llaman ellos-, que era casa

de vacaciones para los--dueños, que carecía de títulos refrendados;

por eso el indígena acude primero al reclamo en derecho.

En ~1 7 4 empezó una escalada de lucha por la tierra y como

no hubo respuesta legal, el indígena se tomó las tierras. Entonces sí

entró el Gobierno a respaldar a los hacendados y se desató la repre­

sión. En algunos lugares fue la fuerza federal, en otros, la seguridad

pública local -o del Estado-, y a veces fuerzas públicas pagadas por

el mismo propietario. Hubo desalojos; violentos desalojos. El Ejér­

cito sacaba a la gente y quemaba las casas. En algunas ocasiones la

población tuvo que vivir bajo los árboles, escondida en la montaña,

en tierras nacionales, porque era desalojada por la guardia. Sólo

después de varios años con Villa y Zapata pudo volver a retomar su

propiedad en algunas zonas Según el cura, la Revolución Mexicana decretó -articulo 27-

que la tierra era de quien la trabajara. No hablaba de propiedad. ¡ . ' El Estado mexicano le daba al campesino o al indio un pedazo de

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tierra nacional para que viviera d~ No podía venderlo ni hipote-

carlo. El pedazo le alcanzaba para subsistir como campesino con su

familia. Cuando sus hijos se hacían mayores, podían solicitar tam­

bién tierras ejidales. Así que poco a poco se fueron acabando las tie­

rras libres. Salinas decidió romper, modificar, el 27 constitucional y

volver la tierra mercancía para que el capital pueda entrar a acumu­

lar en tierras. Decidió hacer que la tierra adquiera valor comercial

buscando ponerla al servicio de la rentabilidad. El gran problema,

según ~adrón, es que los campesinos -que no tienen créditos ni

asistencia técnica, que son, pues, muy pobres- van a vender su pe­

dazo de ejido para subsistir, y así el latifundio va a volver a México.

M f: X 1 (;O: l. A RE VOL U C: IÓN RE C lJ P 1': RAnA

2. La propiedad

Entrevisté también a un propietario medio de Altamirano,

una región muy rica en ganadería, donde los Guardias Blancos -los

paramilitares de Chiapas- tienen una larga trayectoria. La mayoría

de los ganaderos han sido despojados de sus tierras por el Movi­

miento Indígena. Por eso el conflicto en Altamirano viene de lejos

y podría llegar a ser muy sangriento si se rompe la tregua.

La mayor parte de las haciendas de Altamirano son Ran­

chos, la traducción literal de Ranchs. Es decir, extensiones de en­

tre 500 y 3.ooo hectáreas con documentos que datan de la época

de Porfirio Díaz. En aquel entonces eran consideradas grandes

extensiones, pero a medida en que los indígenas presionaron e

invadieron, las haciendas se fueron reduciendo de tamaño y hoy,

dicen los dueños, el rancho más grande no pasa de 500 hectáreas.

Hay unas pocas de 2.000, de 3.000 hectáreas. Hay una de 3.6oo hectáreas. En general no sirven, según sus propietarios, sino para

criar ganado y el ganado no da sino en grandes extensiones. En

algunas partes se siembra maíz y los hacendados contratan indios

para recoger la cosecha a cambio de maíz. "No voy a decir que les

pagamos totalmente apegados al salario mínimo, pero no les ro-.,__

bamos. Dinero no se les da porque son gentes muy dada$ al trago ) y entonces se alcoholan". . /

"El problema", me dice el hacendado -echándose su som­brero de fieltro para atrás y recostando las piernas sobre el taburete

que tenia a mi lado-, "es que hace 20 años trajimos a Altamirano

unos frailes muy trab~adores, pero al obispo -Don Samuel- no le

gustaron y los reemplazaron por curas rojos, que -según los terrate­

nientes- pusieron en contra nuestra a los indios. Les hicieron decir

que no se les pagaba, que los maltratábamos, cuando todo eso era

una vil mentira porque todos los propietarios en diciembre les llevá-,

bamos sus cosas de regalo, su aguinaldo". Las tierras no podían ser'

intervenidas por el Gobierno.

Pero entonces ya hubo un grupo que empezó a no querer

trabajar, a portarse mal, a pedir tierras. "Nosotros no veíamos el

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3(j ALFREDO MotANO

problema porque sabemos que estamos dentro de la legalidad.

Es más, nosotros siempre estamos de parte del gobernador, del

presidente de la República". Las autoridades mandaban inspec­

ciones seguidas a ver qué se producía, cómo se tenían los ran­

chos y si estaban o no trabajados. Hacían pagar un certificado

de inafectabilidad del predio. Es decir, un documento que dice

que el Gobierno no puede quitarles la tierra porque está bien

trabajada. "Nosotros sabemos positivamente que las tierras que

tenemos son legales totalmente y que no se las hemos quitado a

otra gente. Los indios comenzaron a pedir las tierras nuestras y

luego las invadieron".

GUADALUPE, POR FIN

El camino hacia Guadalupe es una trocha rodeada de selva. De tan­

to en tanto hay avisos que señalan zonas minadas y consignas del

EZLN. Los ejidos sembrados de maíz, un poco de plátano y algo de

café irrumpen a intervalos en el paisaje para recordar que se está

en Chiapas. El Valle de la Soledad, suave y ondulado, es enorme. Era una

hacienda del general Absalón Castellanos, que fue comandante mi­

litar de la VII región militar con sede en San Cristóbal. Hace un año

los indios invadieron el predio y reemplazaron la ganadería exten­

siva por maíz. A la entrada de la hacienda cuelga un aviso que dice:

"Favor respetar la invasión". El general Castellanos es una figura odiada por los campesi­

nos y los indígenas. Se le atribuyen numerosos atropellos contra las

comunidades y el asesinato y la desaparición de líderes populares.

Bajo sus órdenes actuaron los soldados que en junio de 1g8o incen­

diaron el pueblo de Golonchán y asesinaron a varios indios. Una

mujer que sobrevivió al sangriento ataque recuerda:

''El general fue el que nos mandó a matar. Nos acordonaron los sol­

dados y, al parejo de los terratenientes, que iban disfrazados, comenzaron a

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M 1:. X 1 LO : J. A H E \' O l. lJ C 1 Ú 1\ R r: e L; p l·. R A 1> A

disparar contra nosotros. Murió mucha gente. Mucha. Quemaron nuestras

casas y de uno en uno, venían matando cristianos".

El general, que fue también gobernador de Chiapas, es uno

de los promotores de la Unión de Defensa Ciudadana que finan­

cian y orientan los ganaderos de Ocozingo y Altamirano, y de don­de -se dice- han salido los famosos Guardias Blancos.,)

A raíz de la ofensiva del 1 º de enero, el EZLN tomó prisionero

al general y después de 20 días de cautiverio lo juzgó y lo condenó a

vivir en libertad "hasta el último de sus días con la pena y la vergüen­

za de haber recibido el perdón y la bondad de aquellos a quienes

tanto tiempo humilló, despojó, robó y asesinó".

El EZLN no secuestra ni- boletea~Pero ha establecido, entre

otras muchas leyes -reforma agraria, reforma urbana, trabajo, indus­

tria y comercio-, la Ley de Impuestos de Guerra, "obligatoria para

todos los civiles que vivan de la explotación de-la fuerza de trabajó o

que obtengan algún provecho del pueblo en sus actividades". Así, los

campesinos y comerciantes pagan el 7% de sus ingresos, los media­

nos propietarios el 15% y los grandes hacendados el 20%. Uno de

los objetivos políticos del EZLN, a corto plazo, es su reconocimiento

como fuerza belig~rant~ y. por eso -y sin duda por convicción ética­

respeta escrupulosamente el Protocolo II de Ginebra.

Por fin, después de un día compléto de viaje, llegué con Gre­

gario, mi guía y cronista, a Guadalupe Tepeyac, un pueblo de unas

1 oo casas; 50 tienen teja de zinc regalada por el Programa de So­

lidaridad y 50 conservan su techo de palma. Se parece a cualquie­

ra de nuestros pueblos de colonización en Guaviare o en Caquetá.

Se formó con indios "enganchados" por los madereros y chicleros

en los años 50 y -como en Colombia- por campesinos desplaza­

dos por la expansión ganadera en los años 6o. Hay que recordar

que la violencia precedió todos lo; procesos de poblamiento de la

selva Lacandona. Guadalupe es un ejido constituido por un progra­

ma oficial llamado Nuevos Centros de Población Ejidal, que tenía

como objeto descongestionar las zonas de Chiapas y Oaxaca, donde

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38 ALFREDO Moi.ANO

la gran ganadería se encontraba en plena prosperidad. En Guada­

lupe, Altamirano y Ocozingo inició el EZLN su "larga acumulación

de fuerzas en silencio", hasta mayo del año 93, cuando hubo un

primer encuentro militar con el Ejército mexicano. El contacto fue

mantenido por el Gobierno en secreto para evitar explicaciones a

sus socios en el TLC. Habría sido bochornoso que un país que estaba

entrando al Primer Mundo tuviera guerrilla como cualquier repú­

blica bananera. Pero es evid~-~t~-q~~ el Gobierno no desconocía la

gravedad de ia perspectiva y trató de atajarla invirtiendo miles de

millones en la zona mediante el Programa de Solidaridad. Se debió

correr aquí una verdadera carrera contra el tiempo entre las dos

fuerzas, que desde enero del 94 protagonizan un capítulo definitivo

en la moderna historia de México.

El Programa Nacional de Solidaridad (PRONASOL), que dirigió

el malogrado Col<-:'~9· es un ambicioso plan asistencialista que busca

en realidad amortiguar los problemas y conflictos causados por las

políticas de apertura y privatización. Y, por supuesto, ganar o conser- .

var las clientelas electorales del PRI. En Chiapas en el93 se invirtieron ~ 8oo millones de dólares en hospitales, vías, escuelas, tejas de zinc, cár­

celes y cuarteles. Un modelito bien conocido. En Guadalupe, la obra

más sobresaliente -y de qué manera salta a la vista- es un gigantesco

hospital con más de 1 oo camas, 92 médicos y paramédicos y salas de

todo tipo: desde ultrasonido hasta medicina nuclear. Una obra sim­

plemente ofensiva -y ridícula- en un pueblo que carece de alcantari­

llado. Salinas lo inauguró tres meses antes de la aparición pública del

EZLN. Marcos escribió al respecto: "El Programa de optimización de la

pobreza, esa pequeña mancha de socialdemocracia que salpica ahora

al Estado mexicano y que con Salinas de Gortari lleva el nombre de

PRONASOL, es una caricatura burlona que cobra lágrimas de sangre a

los que bajo estas lluvias y soles se desviven".

Al lado de ese hospital me alojé a esperar, durante tres eter­

nos días, al subcomandante.

A Marcos lo buscábamos muchos, pero el hombre estaba in­

aprehensible. Las razones -se nos explicó- eran varias: Primera, se

Mf:xtco: 1.:\ Hl<:VOLUCIÓN RECUPI·:RADA

le había tildado dentro del EZLN de excesivo protagonismo, lo que

podría derivar, según sus compañeros, en un peligroso culto a la

personalidad. Segundo, siendo plural la dirección del EZLN, es razo­

nable que otros miembros del Estado Mayor, llamado Comité Clan­

destino Revolucionario Indígena, comenzaran a darles la cara a los

medios de comunicación. Tercero, se rumoraba con insistencia la

inminente reanudación de hostilidades, hasta el punto de esconder

los niños en un lugar seguro previendo un bombardeo. Una avione­

ta vigila constantemente los movimientos de los zapatistas. Marcos

ha especializado "un equipo de cocineros en aluminio a la espera

de que el pájaro caiga".

Además de los periodistas paraguayos que el Ejército mexi­

cano nos había mentado, había un equipo chileno, ganador del

premio José Martí de periodismo con un libro titulado: EZLN: El

ejército que salió de la selva. Estaban también dos reporteros de gue­

rra norteamericanos. El uno era un violinista consumado, que

en su vida normal debía de ser algo alcohólico y "probón". Esta­

ba feliz porque la espera se había convertido en una especie de

terapia, y aseguraba haber recobrado el goce de ver y de escu­

char. El otro era un hombre nervioso y rápido que había estado

en Camboya, Laos, Bosnia, Uganda y Guatemala. No se quitaba

un chaleco antibalas y un morral con equipo de fotografía. En

los bolsillos delanteros llevaba su identificación, una jeringa con

morfina y una carta despidiéndose de la mamá. No hablaba espa­

ñol y su trabajo consistía en tomar fotografías con las que armaba

las crónicas.

Por ratos yo conversaba con una periodista mexicana que

quería hacer un reportaje humano con el subcomandante -y sólo

con él- y que se alimentaba con macrobióticas y todo tipo de com­

plementos minerales. Había una pareja de maestros recién casa­

dos que venían a integrarse -entre besos y lágrimas- al EZLN. Pero

quizá ningún personaje era tan fuerte como un campesino de Mo­

relos, tierra natal de Zapata, a quien una compañía petrolera ha­

bía destrozado su finca para pasar un oleoducto. El hombre puso

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40 ALFRt.uo YloLA'\o

la queja en un lado y en otro y ni el Gobierno ni la compañía qui­

sieron reconocerle un centavo. Entonces, venía a pedir un fusil. Días antes, según nos contaron, había salido un italiano que

en representación de un grup'o anarquista llegó a ofrecer sus servi­

cios como experto en volar trenes y abrir cajas fuertes. También se

había regresado un tipo a quien los niños llamaban, desde lejos, la

Bruja, porque tenía el pelo largo y enmarañado, y sobre quien na­

die nunca supo nada. Por último, se había ido un irlandés del norte

que vino con su chelo a tocarle a Marcos una sonata que había com­

puesto para él. La tocó y se fue sin más ni más. El subcomandante Marcos nunca apareció. Pero una noche

llegó el mayor Moisés a decirnos que la entrevista sería con el co­

mandante Tacho, en un sitio llamado Aguascalientes. Se hacía añi­

cos el sueño de conversar con Marcos. Traté de modificar la decisión

del Comité Clandestino apelando al subterfugio de ser considerado

una excepción, pero no, la regla era para todos. Tuve que aceptar el

hecho como cuando a uno se le cae la casa encima.

El mayor Moisés me condujo en el "camioncito" de tres tone­

ladas, famoso en las crónicas periodísticas, a Aguascalientes, muy

cerca de Guadalupe. Los zapatistas bautizaron el sitio con el nom­

bre de Aguascalientes en honor al pueblo donde se reunió la Con­

vención de 1914 en la cual Zapata y Villa rompieron con Venustia­

no Carranza y adoptaron el Plan de Ayala, Programa Agrario de la

Revolución Mexicana. En la nueva Aguascalientes se reunieron las

Convenciones Nacionales Democráticas convocadas por el EZLN en

agosto y septiembre del 94· Como se sabe, el presidente Salinas decretó una tregua uni­

lateral el 12 de enero, cuando estaba en marcha la contraofensiva

del Ejército mexicano. La tregua dio lugar a un diálogo entre la

delegación del Gobierno, encabezada por Camacho Solís, a quien

Colosio había desplazado como sucesor de Salinas, y la delegación

zapatista, coordinada por Marcos. Las reuniones tuvieron lugar en

la catedral de San Cristóbal y estuvieron mediadas·por don Samuel

Ruiz, el obispo.

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Las "Convers~iones en la Catedral" fracasaron al no poder

transformar el diálo~o en negociación. De un lado, el gobierno de

Salinas aceptó sólo las demandas económicas locales y rechazó las

reformas políticas propuestas por el EZLN, consistentes en reforma

electoral, gobierno de transición, convocatoria a una constituyente

y revocatoria a la modificación de artículo 27 constitucional. Tam­

poco se quiso reconocer a los zapatistas como fuerza beligerante.

De otro lado, el asesinato de Colosio afectó sustancialment~ fa fi­

gura de Camacho Solís como mediador. Salinas de Gortari prefirió

pasar agachado y entregar a Zedillo el problema vivo. Hoy la razón

es más clara: la guerra habría acelerado la devaluación y asustado

la inversión extra~era, con lo cual México habría caído durante su

gobierno en la crisis monetaria y de credibilidad en que está hoy.

Marcos le comunicó al Consejo Estatal de Organizaciones

Indígenas y Campesinos, la base del EZLN, el rompimiento de las conversaciones así:

"No queremos una paz humillante. Conocemos esa paz hace 500 años

y sabemos lo que cuesta. Quieren comprarnos ahora con limosnas a cambio

de dejar solos a nuestros hermanos de otras tierras y colores, quieren comprar

nuestra lucha y nuestra sangre con remedios de justicia, con limosnas de

libertad y propuestas de democracia ".

El EZLN convocó entonces la Convención Nacional Democrá­

tica ( CN D) con el fin de consolidar una presencia civil y popular

en todo el país, de cara a las elecciones que se avecinaban. El 8 de

agosto de 1994 se reunieron en el corazón de la selva Lacandona

6.ooo personas provenientes de todo México, que expresaban los

más heterogéneos intereses populares: campesinos y politólogos,

estudiantes y colonos, "marxistas jubilados y renacidos", presiden­

tes municipales e indígenas, gays y obreros: una verdadera nave de

locos, reunida bajo una carpa gigantesca azul y blanca presidida

por la bandera de México versión zapatista; es decir, rOJO, blanco y verde, en vez de verde, blanco y r~jo.

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42 ALFREDO MoLAN<>

El comandante Tacho abrió las sesiones y dio la bienvenida a

los delegados: "Nosotros aquí estamos levantados en armas contra

el mal gobierno, pero no contra el pueblo mexicano, estamos dis­

puestos a obedecer lo que él diga ... El EZLN hace entrega formal de

Aguascalientes a la Convención Nacional Democrática".

Marcos enseguida tomó la palabra y dijo: "Bienvenidos a

bordo: esperamos de esta Convención Nacional Democrática, la

organización política y legal de una lucha, la lucha por la demo­

cracia, la libertad de justicia. El EZLN se hace a un lado, pero no

para. Esperamos hasta que se abra el horizonte y ya no seamos

necesarios, esperamos de la CND la oportunidad de desaparecer de

la misma forma como aparecimos, de madrugada, sin rostro, sin

futuro; la oportunidad de volver al fondo de la historia, del sueño,

de la montaña". Inaugurada la Convención, se desgajó un violento vendaval

que excitó con la fuerza de una tormenta tropical el de por sí exal­

tado ánimo de los convencionistas: "Zapata vive, la lucha sigue",

gritaban todos. A la mañana siguiente, Marcos, lamentando la empapada ge­

neral, informó sobre el decomiso de 6.ooo condones sin usar: "O

sea que la lluvia les pegó muy duro". Alguien desde el público le

preguntó que cuándo se iba a quitar el pasamontañas, y el subco­

mandante respondió: "Si ustedes quieren, me lo quito ahora mis­

mo". La gente respondió delirante: "No, no te lo quites, no".

L~ Convención llegó a los siguientes acuerdos básicos:

~~. La democracia plena en México deberá ser precedida por

un período de transición que desmonte las estructuras del Estado­

Partido y del régimen presidencialista. 2. La lucha por la transición democrática será pacífica y apela­

rá a las elecciones, a la resistencia civil y a la defensa de la voluntad

popular. 3· Los 10 puntos del EZLN (tierra, trabajo, techo, salud, ali­

mentación, educación, libertad, independencia, democracia y justi­

cia) son el programa de la CND.

~1f:XJCO: LA REVOLUCIÓN RI<:CUPERADA

4· El gobierno de transición tendrá como tarea fundamental

la convocatoria de una Asamblea Constituyente y la reforma del ré­

gimen electoral, que garantice elecciones limpias, libres y pacíficas.

5· La nueva Constitución debe tener carácter participativo, reconocer los derechos de las minorías étnicas y sociales, y respetar

la división de poderes y el federalismo.

La 1 Convención Democrática (agosto del 94) sentó las bases

y definió las metas de un movimiento político de carácter nacional

e independiente. Fue un acto de apoyo y de legitimación al EZLN.

Sin embargo, el PRI ganó holgadamente las elecciones, el PAN

(conservador) se fortaleció y el PRD (oposición) se debilitó. El EZLN

denunció numerosos fraudes, sobre todo en Chiapas y Tabasco. La

segunda Convención (septiembre del 94), a la que asistieron--poco

menos de 2.ooo invitados, refrendó la debilidad de la oposición electoral al Estado-Partido.

En el escenario donde se desarrollaron las Convenciones tuvo lugar la entrevista con el comandante Tacho.

TACHO, LA FUERZA

Arroyito revoltoso, ¿qué te dijo aquel clavel?

Dijo que no ha muerto el jefe, que Zapata ha de volver.

Corrido Popular

El comandante Tacho, un indígena tzetlal de 40 años, es eljefe de

Marcos, el Número Uno en la línea de mando del EZLN y la figura

más acatada por los pueblos indígenas de Chiapas. La frustración

que me causó no poder conversar con el subcomandante se fue

disipando a medida que la entrevista con Tacho avanzaba. Sus res­

puestas rápidas y agudas me mostraron que aunque Marcos ha sido\~ la voz de la insurrección, el comandante Tacho representa la fuerza,

\' del movimiento.

-Comandante, ¿usted cómo se ganaba la vida antes? ¿Cómo llegó al EZLN?

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44 ALFR~<no tvloL.-\NO

coMANDANTE TACHO: Me he ganado la papa con el café. Pero

también fui albañil y soy carpintero. Me gusta la construcción de

casas. Antes de ser soldado zapatista, trabajaba en el campo; co­

mencé la lucha como miembro de algunas organizaciones indí­

genas independientes. Mi padre me llevaba a las reuniones de la

organización porque no quería que yo agarrara otras ideas, que

dejara a la familia y me fuera a la ciudad. Me costó mucho enten­

der qué discutían y cómo se organizaban, pero poquito a poco

empecé a entender cómo era todo y a participar en las luchas de

mi pueblo. En una marcha que hicimos al D. F. para pedirle al Gobier­

no tierra, techo, educación y buen comercio, la cosa se puso muy

caliente. Nosotros le gritamos al Gobierno demandas y el Gobier­

no nos respondió mandándonos los "azules", o sea, los judiciales

armados. Tocó correr. Encarcelaron a nuestros dirigentes y a mu­

chos los torturaron. A más de uno desaparecieron; otros aparecie­

ron asesinados. A partir de ahí empezamos a discutir, dentro de la

organización, en qué estábamos, cuál era el resultado de la lucha,

¿qué ganábamos? Nada, respondimos. Nada.

Un día, después de una reunión, los zapatistas me cacharon

y empezaron a preguntar que cómo veía yo la cosa. Les respon­

dí que no veía por dónde salir. Entonces alguien preguntó: Ta­

cho, ¿estarías dispuesto a coger las armas? Pues sí -dije yo-, pero

¿quién las tiene? ¿Dónde están? ¿Acaso hay gente armada? Pues sí

-dijo uno-, hay gente con armas y tú la conoces. Ah, pues si yo la

conozco, entonces adentro. Cogí para adentro y aquí estoy.

La propaganda del Gobierno dice muchas cosas. Nos llama

-y nos manda llamar- transgresores de la ley. No es así. Lo que

nosotros estamos haciendo es cumplir la Constitución de 1917,

que dice que el pueblo de México tiene siempre el derecho de

cambiar su forma de gobierno, y en eso estamos. La verdad es que

somos meros indios de cara tapada que luchamos por la tierra, la

libertad, la justicia y la dignidad, que lo es todo.

MI::XJCO: LA REVOI.l.'CIÓN Rl'~CUPERADA

-¿Cómo entienden ustedes la dignidad?

C.T: La dignidad es un derecho de todos los indígenas y de

todos los mexicanos. Es un derecho humano·. Eso nunca se nos

ha concedido y es sólo por eso que tenemos que morir y, si es

necesario, matar. Yo pregunto: ¿Acaso no es una obligación del

Gobierno -de cualquier gobierno- darles préstamos baratos a los

campesinos y ayudarles a conseguir una casa limpia? Chiapas tiene

1 o empresas productoras de electricidad que, incluso, le venden

energía a Centroamérica, y aquí la población indígena no tiene luz eléctrica.

El Comandante Tacho.

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46 ALFREDo MoLANO

Nosotros pensábamos que no eran necesarias las armas y que

la educación era un derecho, pero aquí no tenemos maestros y

nuestros hijos están sin escuela. ¿Cuál es la razón? El Gobierno no tiene interés en los pueblos indígenas ni en los campesinos, obre­

ros, maestros, estudiantes, colonos. Se ve claro que ya no lo tienen.

El supremo gobierno es la injusticia. No tiene interés en lo que nos

corresponde como mexicanos. Para nosotros, indígenas de Chiapas

-y de todo México-, exigir la escuela, la salud, el techo es mera dig­

nidad porque siempre nos han discriminado.

-Pero, comandante, esas carencias se pueden resolver con el

Programa de Solidaridad Nacional (PRONASOL) y no con las armas.

C. T.: Lo que da PRONASOL son migajas. Solidaridad es para noso­

tros un engaño. El Hospital de Guadalupe es una borona que sobró

de la torta que engorda a otros y llena su bolsa. Con eso de Solida­

ridad nos quieren chingar. Solidaridad es una trampa. Por ejemplo,

en este pueblo, llegan ellos y dicen: Vamos a hacer so casas. Pero el

Gobierno sólo hace la publicidad de las so casas, y no las so <;:~a~-Si protestamos, dicen que somos muy pendejos, muy malcriados. Hay

interés de los ricos en ponerle a la realidad una máscara. En algunas comunidades, por ejemplo, hay necesidad de ca­

sas culturales. PRONASOL da la varilla y el cemento. Pero ¿quién es

el que pone la mano de obra? El indio, el campesino. Cuando ya la

obra está acabada, viene el camarógrafo y encuentra la Casa Cul­tural pintada con el nudito de Solidaridad hecho con la bandera

mexicana, que es su símbolo. Solidaridad se apropia de nuestro tra­

bajo porque la obra queda como de ellos en las películas. La cámara

se lleva ese presente como si fuera el trabajo del Gobierno y con eso

engaña al pueblo mexicano. Aquí en Guadalupe Tepeyac llegó la luz porque la trajo ese

elefante que está ahí (el hospital). El animal se ve rechulo. El ele­

fante está ahí. Mira para adentro: No hay nada de atención. Los

doctores que vinieron no sabían manejarlo, los tratamientos co­

menzaban y no terminaban. Por dentro está lleno de salas, lleno de

1\lf:xiCO: LA Hr:VOLUCIÓN RECliPERAllA

letreros: que sala de cirugía, que sala de Rayos X, que sala de espera.

Puras letras. Sin embargo, ahí vino el camarógrafo con sus luces a

sacar en la televisión todas las salas que hay. Pero no dice que en la

realidad no sirven para nada.

El Gobierno, el mal gobierno, cree que con el hecho de decir

que las cosas son así, así son. Pero la realidad no es así. Por eso el re­

surgir del 1 ºde enero. Si hubiera llegado justicia, si realmente los pue­

blos indígenas tuviéramos lo que nos pertenece, nuestros derechos,

nuestra dignidad, no habríamos tenido que levantarnos en armas.

-Hay un aspecto que me llama mucho la atención: el reco­nocimiento que ustedes exigen al Estado mexicano de las autorida­

des indígenas.

C.T.: Las comunidades indígenas nombran libre y democrá­

ticamente sus propias autoridades y las respetan porque nos saben

gobernar. Como zapatistas en armas reconocemos que los pueblos

indígenas sí sabemos gobernarnos. Si no supiéramos, yo creo que ya

nos habrían hecho pedazos. Tenemos todo un territorio gobernado

por nosotros mismos, no por el Ejército zapatista, ni por el Comité

Clandestino, sino por los indios. El Comité es el que representa, el

Ejército zapatista es el que defiende y está dispuesto a morir para

defender los derechos del pueblo. El EZLN no someterá a los indios

para poder gobernarlos. ¡No! Eso es lo que hace el PRI. Todos estos

pueblos ahora se gobiernan solos y eligen sus autoridades. Entonces

es muy, cómo te dijera, muy visible, muy notable, ver que los indios

sí pueden ser gobierno.

-Comandante, ¿los mandos militares del EZLN son también

autoridades indígenas?

C.T.: Lo que pretendemos hacer es que los pueblos elijan sus autoridades libre y democráticamente. Queremos que las autoridades

municipales sean salidas de los pueblos, sean autoridades indígenas.

Lo que nosotros pedimos es que se respete la voluntad -que es muy

popular- de los pueblos. Somos un brazo del movimiento zapatista,

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48 A L F R 1<. l) () M () L A N o

pero no somos una autoridad tradicional, sólo tenemos una tarea

militar y política. Entonces, somos una autoridad adentro del movi­

miento zapatista, pero no somos autoridad civil en las comunidades.

-Hemos hablado de justicia y dignidad. ¿Cómo entienden

ustedes la libertad? C.T.: Es lo que exactamente no tenemos. Libertad de expre­

sión, libertad de movimiento. Ahora nosotros hemos escapado de

las manos del enemigo, ahora podemos dar la palabra y se nos oye;

podemos movernos porque no estamos acasillados, como estuvimos

hasta hace poco y estuvieron nuestros padres, que eran parte de las

haciendas. En 1984 y 1985, cuando empezamos a formar las organi­

zaciones campesinas, mandaban asesinar a nuestros dirigentes sólo

porque ellos decían las necesidades que tenían sus pueblos. Los des­

aparecían o los encarcelaban. Eso no lo olvidamos. Sólo en 1994 los reporteros del mundo _pudieron llegar a

saber qué estaba pasando de verdad en México, en Chiapas. Las

armas nos dieron la oportunidad de poder decir cómo estamos vi­

viendo acá, de poder decir que no tenemos esa libertad de ir a la

televisión y de pasar por ahí a decir cómo estamos viviendo aquí.

No nos daban esa oportunidad. Ni siquiera de escribir un artículo

en un periódico. ¿Por qué? Porque no le convenía al Gobierno. El

Gobierno siempre está en beneficio de los ricos y de él mismo. Deja

decir sólo lo que lo favorece. En México tenemos un canal de televi­

sión que se llama Televisa. Televisa habla todo a favor del Gobierno.

Ahí no se puede decir nada zapatista porque lo borran.

Otra cosa: no podemos pasear sin que nos revisen de acá para

allá, aun en el mismo territorio nuestro. Chiapas está lleno de rete­

nes de soldados, de policías, de judiciales, de migración. Si uno sale

a buscar chamba para ganar dinero y no tiene los papeles que ellos

mismos dan, entonces uno es un guerrillero guatemalteco, uno es

contrabandista, uno es ... una serie de cosas. No hay respeto.

Nosotros demandamos esas libertades: ser libres de poder de­

cir y de poder ir donde pensamos que debemos ir. Que por lo menos

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pudiéramos decir, por ejemplo, bueno, es que nos morimos por en­

fermedades curables porque nos falta el agua potable, o la energía

eléctrica. Eso no lo podíamos decir. Al Gobierno no le gusta que uno

diga eso. Por eso nos tenían atrancados, callados. La libertad que hay

en México es para quien tiene la lana. Esa es la libertad. Si estamos

hablando de quien tiene la lana, ya sabemos de qué libertad habla­

mos. La libertad de irnos a la cárcel por decir que los indios se están

muriendo de vómito, de calentura, de diarrea, de parásitos.

Tuvimos que arriesgarnos con las armas para que nos oyeran

nuestra falta de libertad. Tuvimos que arriesgamos como Ejército za­

patista, como tropas insurgentes, para que supiera el mundo qué es

lo que está pasando con nosotros, para que pudiéramos decir: ¿Saben de qué nos estamos muriendo? De diarrea. Una vergüenza, pues.

-Comandante, a mí me sorprende muchísimo que ustedes

digan ser un movimiento político armado que no busca el poder. ¿Qué quiere decir eso?

C. T.: Eso quiere decir que respetamos la voluntad popular. No

tenemos el objetivo de tomarnos el poder, sino de que se cumplan

nuestras demandas. Nosotros, como EZLN por ejemplo, no podemos

ser presidentes municipales. ¿Por qué? Porque si nos eligen, vamos

a descuidar el mando de tropa que nos han mandado tener y eso

nunca podemos permitirlo porque sería como perder la libertad que

hemos ganado. No podemos perder de vista que nuestra carrera no

es llegar -digamos- a esa casa que está ahí, sino exigir que esa casa se

utilice bien, que sirva para todos, nos aloje a todos. Nuestra misión es

ir viendo que se hagan bien las cosas; ese es nuestro trabajo. Nuestro

objetivo no es ir a tomar posesión de la casa. No. Eso es exactamente

lo que hace el Gobierno. Nosotros somos un movimiento político

militar y no una autoridad civil. Nosotros, el EZLN, queremos meter en

esa casa una mesa de negociación con asientos para todos.

No aceptamos del lomo, el hueso; queremos es que todos co­

man hueso y lomo. Queremos que se cumpla la voluntad del pueblo

y para eso nos hemos armado.

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50 ALFREDO Mot.ANO

-Por esa vía ¿no cree que, a la larga, los méritos se los puede

ganar el Gobierno? C.T.: Nosotros sabemos bien que el mismo gobierno de aho­

ra, corrupto y asesino, no perdura. Sabemos que el pueblo no se va

a perder en esa casa. Lo que perdura son nuestras ideas de libertad,

dignidad, justicia y democracia. Los mexicanos necesitamos demo­

cracia para que los pueblos sean realmente dignos, atendidos con

justicia, con libertad. Para eso estamos. Para hacer la democracia y

luego defenderla. Nosotros sí queremos que la casa funcione, pero

no para unos pocos. Por eso, lo primero que tenemos que hacer es

entrar para que funcione con nosotros todos adentro, con todo el pueblo. El chiste es que tienen que abrir la puerta, o nosotros, el

EZLN, la tumbamos.

-En Colombia es posible que pronto se inicie un diálogo

entre el Gobierno y la guerrilla ...

C.T.: Ante todo, compañero, ql;liero decirte que hay una di­

ferencia muy grande entre un ejército )Y una guerrilla. Un ~jército

tiene un territorio y una jerarquía-úrríca de ñíando0iene un po­

der sobre muchos hombres armados que defienci~n un territorio;

tiene además unas leyes que hace cumplir. Las guer~~no tienen

mando centralizado n~ territorio definido. Una guerrilla no hace la

guerra, hace guerritasl Nosotros, como Ejército zapatista, estamos en capacidad de combatir al ejército oficial con una guerra de po-

siciones. \ En•seguncJ.dlugar, quiero decirte que nosotros fuimos al diálo:

g()_~ólo para que nos escuchen, para que nos oigan y nos entiendan

por qué estamos alzados en armas. Fuimos al llano a decir nuestra

palabra. El Gobierno nos presentó un documento y, como siempre,

nos dijo: Léanlo y fírmenlo. Nosotros les contestamos: No. Primero

vamos a consultar entre nosotros. Fuimos y consultamos con las co­

munidades y ellas nos dieron su palabra: No vayan a firmar porque es engaño, es pura mentira. Entonces volvimos a la catedral y le res­

pondimos al Gobierno: No, no vamos a firmar porque son mentiras:

rv1 f~ X 1 C O ; l. A R E V O L U L I Ó N R 1': C U P E R A D A

en go días ustedes no pueden arreglar un problema que lleva soo

años. Ahora les toca a ustedes tener paciencia.

No podemos creer más en mentiras. Con el hecho de que la paz

quede ahí plasmada en un papel no la va a haber. El Gobierno lo que

quiere es ir a decirle al mundo: ¿Saben qué? Ya tenemos paz, ya cum­

plimos. ¿Cómo van a cumplir si la paz está sólo en un pinche papel?

Firmamos la paz cuando se esté cumpliendo lo que nos man­

dan pedir los indios. Nos prometieron poner una emisora en 30

días y ya van 180 días. Imagínate para llevar la libertad a todo Méxi­

co ¿cuánto van a durar .. .? ¿y para llevar la educación a todos los ni­

ños mexicanos ... ? Nuestras bases nos han dicho: ustedes no pueden

negociar puro local, puro Chiapas. No se les olvide que ustedes son

mexicanos, que son Liberación, pero Nacional. El Gobierno nos ofreció que con nuestras armas vigiláramos

la frontera y que así nos perdonaba. ¿De qué nos van a perdo­

nar?, como les preguntó Marcos. N os otros tenemos dignidad.' Es

lo único que nunca perdimos. Nos ofrecieron nuestras armas em­

buzonadas a cambio de un papel firmado. ¿Para qué? Para que su

publicación desmoralice a nuestra gente, al pueblo mexicano y al

mundo entero. Nosotros cuidamos nuestra palabra. Por eso no se

firmó. Sabíamos del fraude que iba haber en las elecciones y tal

como dijimos lo hicieron. Entonces son muchas las cosas por las cuales no se firma la

paz. Uno de los puntos más importantes es el reconocimiento del

Ejército zapatista como fuerza beligerante y de eso no quisieron

hablar. Ellos saben que somos un ejército, pero no lo reconocen.

Reconocernos como Ejército es comenzar a hablar de igual a igual.

Es la justicia, lo que nosotros entendemos por justicia. Las palabras

de Camacho Solís son así como muy enternecidas, como que no

te quiere engañar, pero nosotros ya sabemos, pues, de esas mieles.

Ahí es donde está la diferencia. Nosotros fuimos a decir qué es lo

que nuestro pueblo necesita y a escucharles a ellos qué es lo que

proponen para el pueblo. Pero de ahí a venirnos a amarrar con un

trato hay mucha distancia.

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52 ALFREDO Moi.ANO

Nosotros no nos olvidamos del general Zapata. Cuando go­

bernaba don Francisco l. Madero, el general Zapata hizo el Plan

de Ayala, se lo entregó y le dijo: "Este es el Plan de Ayala que tú

tienes que cumplir". Zapata salió y Madero lo cambió por el plan de San Luis Potosí, que no era demanda de indios ni de campesinos.

Entonces el general Zapata volvió y le dijo: "Si no cumples el Plan '

de Ayala, de nuevo en armas". Nosotros sabemos del engaño y no

vamos a repetir la historia.

EL GATILLO DE LA ESPERANZA

Aunque la Comandancia del EZLN no limitó el tiempo de la entre­

vista, al final Tacho me pidió que tratara de salir de la zona lo más

pronto posible porque consideraba inminente una ofensiva del

Ejército mexicano. Cuando regresé a Guadalupe Tepeyac, el gru­

po de periodistas que también buscaba a Marcos ya se había ido.

Tengo que confesar que los argumentos de los zapatistas so­

bre la reanudación de hostilidades no me convencieron. A Salinas

no le convenía dejar el país incendiado ni a Zedillo recibirlo así, y

a Marcos tampoco le servía romper la tregua puesto que en reali­dad esta había sido lograda con la intermediación de la sociedad

civil, cuya conquista es el verdadero objetivo del EZLN. Así que los

preparativos militares que alcancé a ver en la selva Lacandona me

parecieron más ejercicios de calentamiento que toma de posicio­

nes para una guerra. No obstante, posesionado Zedillo se abría el interrogante de

cuándo y cómo se desencadenaría la ofensiva. Cabía la lejana po­

sibilidad -que muchos acariciábamos- de que se encontrara una

salida exclusivamente política. La debilidad del PRI, la atmósfera

de violencia generalizada -y generalizable-, la importancia del

"Sello Godivez:" en el Ejército, es decir, del espíritu civilista en las

Fuerzas Armadas y, sobre todo, el hecho previsible de una masacre

de grandes proporciones, eran factores que hacían pensar en una

solución civilizada. Otros más realistas pensaban que la ofensiva

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sería tanto militar como política. El esquemita del garrote y laza­

nahoria, que no es más que la otra versión del uso de todas las

formas de lucha, se impondría a la larga buscando obligar al EZL::-<

a negociar por medio de las armas en condiciones ventajosas para

el sistema. Pero poner en marcha esta estrategia suponía, ante

todo, tiempo: tiempo para las labores de inteligencia, tiempo para

destapar la crisis económica acumulada y para aplacarla y tiempo

para desgastar las fuerzas que apoyaban la insurrección. Muy po­

cos pensaban en un desenlace exclusivamente militar porque era

claro que Zedillo no tenía con qué pagar su costo político. Una

guerra integral tampoco aquí cabía.

La opinión pública esperaba que el conflicto estallara con la

posesión del nuevo gobernador de Chiapas, Eduardo Robledo, un

hombre del PRI cuya elección era considerada fraudulenta por el

PRO, que reclamaba el triunfo de su candidato, el señor Avendaño,

un abogado progresista. Hubo escaramuzas y un ensayo de insu­

rrección civil por parte de los zapatistas que pretendían formar

un gobierno alternativo alrededor de Avendaño. De hecho, Chia­

pas tuvo dos gobernadores, uno en Tluxtla y otro en el Instituto

Indígena en San Cristóbal de las Casas. A mediados de enero se

presentaron enfrentamientos armados con saldo de varios muer­

tos en la región de Ocozingo y Altamirano. Los Guardias Blancos

entraron de frente en el conflicto acusando al Gobierno de entre­

guista y al Ejército mexicano de contubernio con la subversión.

Pero la atención de los mexicanos estaba puesta desde fines de

diciembre en otra parte: en la crisis financiera.

La economía mexicana venía pidiendo su ingreso al Primer

Mundo sobre la base de una masiva afluencia de capitales extran­

jeros -so centavos de cada dólar que recibió América Latina se

quedaron en México-, del pacto social entre el Gobierno, el sindi­

calismo priísta -el go% de la clase obrera- y los empresarios, que

logró bajar la inflación al 7%, y una tasa de cambio artificial, pero

fija. En realidad, bien miradas las cosas, el modelo funcionaba so­

bre una premisa esencialmente política: la solidez del PRI. Por esa

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54 ALFREDO MoLANO

razón Salinas pasó agachado en enero del 94 y aceptó la tregua,

que le--permitió_ manejar el miedo como resorte electoral a favor

del Estado-Partido y ganar las elecciones con Zedillo. El PRD, prin­

cipal rival del Gobierno, se vino abajo no sólo por sus vacilaciones

frente al triunfo salinista en 1g88 y por su política económica tam­

bién neoliberal, sino porque su estructura de partido en nada se

diferencia de la del PRI. El relativo vacío dejado por el PRD permitió

que la voz cantante de la oposición comenzara a desplazarse hacia

el EZLN, cuya fuerza política se hizo evidente cuando la ofensiva

militar empezó a tomar forma a mediados de diciembre y los in­

versionistas extranjeros comenzaron a sacar sus haberes: 18.ooo

millones de dólares en dos semanas. La suma era tan gruesa, que

el alza de interés en Estados Unidos estaba muy lejos de explicar

este retiro masivo y nerviosismo de las divisas. Así, la economía

mexicana se desplomó. No tanto porque el zapatismo fuera fuer­

te, sino porque el México que Salinas ornamentaba tenía pies de

barro, como lo demostraban el estallido de Chiapas, los asesinatos

políticos de Colosio y Ruiz Matieu y la crisis de credibilidad en que

cayó el PRI a pesar del triunfo electoral.

Por su parte, los zapatistas insistían en el desconocimiento de

Robledo como gobernador de Chiapas y en el reconocimiento de

la Comisión de Intermediación (CONA1), encabezada por monseñor

Samuel Ruiz. Zedillo cambió cartas: aceptó a monseñor, pero man­

tuvo movimientos militares que alejaban -pero no cancelaban- la

posibilidad de una ofensiva, como reiteradamente lo declaró Mar­

cos. Inclusive hubo provocaciones que fueron claramente ensayos

para evaluar la capacidad y modalidades de reacción zapatista. Pero

en general la crisis económica veló los preparativos militares que,

hoy es claro, ninguno de los contendientes ha descuidado.

Zedilla continuó fiel a la estrategia que formuló a mediados

de enero, en plena debacle económica, al aceptar hacer algunas

reformas políticas que el zapatismo había pedido con insistencia:

elección del alcalde del o_ F., independencia de la rama electoral,

democratización interna del PRI. Reformas apenas suficientes para

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calmar las demandas populares sin modificar a fondo el carácter

presidencialista del Estado mexicano ni el de su hermano gemelo,

el esquema autoritario del Partido-Gobierno. Es decir, Zedilla ni

siquiera siguió el consejo del Gatopardo, de quitarse el anillo para

no perder el dedo, aceptó tan solo cortarse las uñas.

En los primeros días de febrero el gobierno de Clinton asu­

mió la responsabilidad de aflojarles a los mexicanos 20.000 millo­

nes de dólares. Es evidente que sin ese apoyo los días de Zedillo

estaban contados y la anarquía subsiguiente agravaría más la crisis

económica. Por ese hueco las fuerzas políticas del PRD y de los

zapatistas se habrían colado hacia el poder, perspectiva que natu­ralmente no convenía a los inversionistas extra~eros ni a la cla­

se dirigente mexicana. Pero el apoyo de Clinton tenía un precio:

recuperar la credibilidad en el Estado mexicano y restablecer el

orden en Chiapas sin afectar los derechos humanos. -~~ ;,_~ ,-~ La tranquilidad que el gobierno mexicano necesitaba otor­

gar a la banca internacional y a los empresarios nacionales no po­

día correr el peligro de provocar la reacción de una oposición que

pusiera al descubierto la debilidad política del PRI.

Hoy es claro que Zedilla tiene que lidiar con 11na oposición

cada vez más orgánica que recoge las voces de la derecha (PAN), del

centro (PRD), de la izquien:j.a armada (EZLN), cuyo objetivo compar­

tido es tumbar al PRI al grito de "Democracia". Pero también debe

afrontar las demandas de su propio partido, hondamente dividido

entre los Dinosaurios -la vieja guardia burocrática y autocrática

(Salinas, Córdova)- y los nuevos líderes ( Colosio, Camacho Solís),

que buscan afanosamente sacar el agua que por todas partes se le entra al barco de revolución institucionalizada.

El Gobierno debe afrontar las exigencias de los empresarios

y las demandas populares; las presiones democratizadoras de la

oposición y la pesada inercia de su propio partido. Necesita tanto

el garrote como la zanahoria para tratar de sostenerse en medio

de vientos cruzados. En esta última semana Zedilla ordenó la cap­

tura de Marcos y de la cúpula del EZLN, pero reemplazó al gober-

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' 56 A l. F R 1-: ll o M () l.,\ " o

nador elegido de Chiapas por un gobernador interino que abriera

la puerta a todos los sectores políticos; tomó posiciones militares

claves -incluidos Guadalupe Tepeyac y Aguascalientes-, pero pro­

metió a la vez una ley de amnistía e indulto.

Por su parte, el EZLN se repliega a la selva Lacandona y de­

clara la guerra irregular contra el Ejército mexicano, mientras

150.000 personas se toman el Zócalo -corazón de México- para

protestar contra las medidas represivas y mostrar el respaldo po­

pular al zapatismo. Zedillo recula, suspende la ofensiva militar e

invita al diálogo. El PRI pierde las elecciones en Jalisco, y en Gua­

najuato, Michoacán y Yucatán, las cosas pueden ir por el mismo

lado acelerando la descomposición del partido de gobierno. El

EZLN amaga con la movilización militar de sus fuerzas en los esta­

dos de Guerrero, Oaxaca, Puebla, Veracruz y Tabasco.

Mientras tanto, la crisis económica no cesa con los 20.000

millones de dólares de Clinton porque todos son para pagar a

los banqueros, financistas e inversionistas extrartieros. Ni un solo

dólar de esos va a entrar a México ni se va a invertir en resolver

los dramáticos efectos locales de la devaluación. El desempleo se

acrecienta a ojos vistas y más de un millón de obreros han sido des­

pedidos en los últimos meses; la inseguridad y la violencia social

están desatadas: el atraco callejero es el pan de cada día, los asal­

tos bancarios se suceden sin interrupción y los secuestros son tan

frecuentes, que hasta se negocian por televisión, frente a cámaras.

. Zedillo, pues, tiene un margen de juego estrecho y no puede po­

nerse a jugar con candela. La represión haría estallar la caldera y

volar en mil pedazos el sistema político.

En realidad, la estrategia del garrote y la zanahoria más que

astucia, refleja debilidad. Para hacer la guerra o para hacer la paz

se necesitan un Estado fuerte y un gobierno con amplia acogida

popular, premisas que, es evidente, México no_ tiene. El conflicto

de Chiapas se resolverá sin duda por vía política, 'pero esa solución dependerá tanto del control que cada parte ejerza sobre sus armas

como del juego que se le permita a la sociedad civil.

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MLXICO: LA REVOLUCIÓN RECUPERADA

AL REGRESO

México se me quedó metido como una de esas canciones que se

encaracola en la cabeza. Antes de volver a Bogotá, una nostalgia

anticipada me regresaba, sin permiso, al olor de las tortillas en las

calles de Coyoacán, a la risa de las marimbas en San Cristóbal, a los

colores sin miedo con que el pueblo pinta sus casas y a la sensación

infantil -mitad miedo, mitad atracción- que me causan los enca­

puchados.

En cierta medida yo compartí con los servicios de inteligen­

cia la estéril obsesión de saber quién era la persona de Marcos.

Los medios y el Gobierno han especulado incesantemente con su

identidad para poder encerrarlo en un estigma. Ha sido clasificado

como jesuíta español, antropólogo guatemalteco, terrorista inter­

nacional, teólogo de la insurrección, comunista, homosexual. Ze­

dillo, inclusive, ha dado ya su número de cédula.

Marcos escribió en un comunicado su propia versión.

"Marcos es gay en San Francisco, negro en Sudáfrica, asiático en

Europa, chicana en San Isidro, anarquista en España, palestino en Israel,

indígena en las calles de San Cristóbal, chavo banda en Neza, rockero en

cu, judío en Alemania, ombusdman en la Sedena, feminista en los partidos

políticos, comunista en la posguerra fría, preso en Cintalapa, pacifista en

Bosnia, mapuche en los Andes, maestro en la CNTE, artista sin galería ni

portafolios, ama de casa un sábado por la noche en cualquier colonia de

cualquier ciudad de cualquier México, guerrillero en el México de fin del

siglo xx, huelguista en la CTM, reportero de nota de relleno en interiores,

machista en el movimiento feminista, mujer sola en el metro a las 1 o p. m.,

jubilado en plantón en el Zócalo, campesino sin tierra, editor marginal,

obrero desempleado, médico sin plaza, estudiante inconforme, disidente en

el neoliberalismo, escritor sin libros ni lectores, y -es seguro- zapatista en

el sureste mexicano. En fin, Marcos es un ser humano, cualquiera, en este

mundo. Marcos es todas las minorías intoleradas, oprimidas, resistiendo,

explotando, diciendo "¡Ya basta!" Todas las minorías a la hora de hablar

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58 1 ALFREDO MOLANO

y mayorías a la hora de callar y aguantar. Todos los intolerados buscando

una palabra, su palabra, lo que devuelva la mayoría a los eternos fragmen­

tados, nosotros. Todo lo que incomoda al poder y a las buenas conciencias,

eso es Marcos. Es el gatillo de la esperanza".

Leyendo lo que el subcomandante escribe y dice, uno tiene

que darle la razón a cierto periodista mexicano que le aconsejó al

Gobierno: "Déjenle las armas pero quítenle la maquinita de hacer comunicados".

[ 1995]

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CUBA: CUARENTA AÑOS

E l avión sobrevoló la isla. Con sobrada razón, Cuba, alegre y

luminosa, ha sido llamada la Reina de las Antillas. Desde el

aire se ve el verde, el bermejo y el azul marino que la definen

y alinderan.

LA BRISA DEL CARIBE

Mientras aterrizábamos me pasaron por la cabeza, como ráfagas,

las primeras imágenes que tuve hace 40 años sobre Cuba: una fo­

tografía de la revista LiJe donde se ve a Fidel conversando con el

periodista Herbert Mathews en la Sierra Maestra, y otra mostrando

a Fidel con una paloma posada en su hombro izquierdo cuando en­

traba triunfante en La Habana. Yo tenía 14 años y la insolencia me

recorría el cuerpo y el alma. A mi generación, que en enero del 59

comenzaba a dejar la niñez, el triunfo de Fidel se nos antojaba parte

de la ola democrática que derrumbaba dictaduras; Rojas Pinilla y

Pérezjiménez habían caído estruendosamente.

No deja de ser paradójico que llegara a Cuba cuando ningu­

na de las luces que la Revolución encendió todavía lo estaba, salvo

una, la más importante, la de la dignidad. Nosotros, los de los años

6o, vimos siempre la isla como el Faro de América, como el atajo al

socialismo, como la llave del siglo xxr. No fueron impresiones sola­

mente; fueron ideas de carne y hueso, hierro y pólvora.

Cuando llegamos a la universidad traíamos la sangre exaltada

contra el Frente Nacional y habíamos oído hablar, "entre sueños de

otro sueño", de jorge Eliécer Gaitán, de Guadalupe Salcedo. Un día

supimos que un grupo de estudiantes y de campesinos alzados en

[59]

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