Livro_arquitectos de La Comunidad

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10 AÑOS ARQUITECTOS DE LA COMUNIDAD Uruguay

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Hace 10 años se impulsó, desde el seno de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (sau), la formación del Programa Arquitectos de la Comunidad, inspirado en el Programa Arquitecto de la Comunidad (pac) de Cuba y en las enseñanzas del arquitecto argentino Rodolfo Livingston sobre una nueva forma de ejercer la profesión y de hacer arquitectura.

El Programa se hizo realidad gracias a los aportes y la creatividad de un gran equipo de arquitectos que trabajaron para formularlo y adaptarlo a nuestro medio.

Arquitectos de la Comunidad promueve el acercamiento del profesional a toda la sociedad y especialmente a aquel que no utiliza los servicios de un arquitecto. Por eso ha instalado consultorios barriales y promociona los servicios de una forma accesible para la población. Entendemos que esta es una forma de devolver lo que se nos entregó en nuestra formación universitaria.

Arquitectos de la Comunidad propone la práctica colectiva y el trabajo en equipo, desde la atención cliente —que siempre la hacen dos arquitectos— hasta los debates grupales del consultorio y los plenarios y talleres de todos los integrantes del programa.

Este no es un libro técnico de arquitectura, pero en él se registran casos que ilustran nuestro trabajo y nuestra postura frente a la arquitectura cotidiana.

En estos 10 años hemos capitalizado muchos aprendizajes y estamos orgullosos del camino emprendido. Por lo tanto, queremos trasmitir nuestra visión y experiencia a aquellos que se interesen y a quienes les entusiasme conocer nuevas prácticas, ampliar su campo de trabajo o darle un nuevo rumbo a su profesión.

SOCIEDAD DE ARQUITECTOSDEL URUGUAY

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Arq. Alicia Berasategui

Claudia AmengualArq. M.ª Virginia Jorcin

Arq. M.ª Magdalena Bervejillo

EQUIPO EDITORIAL:

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© Arquitectos de la Comunidad

Correo electrónico: [email protected]

Teléfono: [598] 2410-1515

Equipo editorial:

Arq. Alicia Berasategui

Arq. M.ª Magdalena Bervejillo

Arq. M.ª Virginia Jorcin

Colaboradora: Arq. Alicia Meliá

Textos:

Claudia Amengual

Corrección:

Maqui Dutto

Diseño:

Manosanta desarrollo editorial

www.manosanta.com.uy

Zelmar Michelini 1116

Tel.: [598] 2902 7681

Impresión:

Manuel Carballa

Octubre 2010, Montevideo, Uruguay

Depósito Legal: 353 004

ISBN: 978 9974 98 172 0

AGRADECIMIENTOS

A toda la gente que nos contrató, nos conoció, usó nuestros servicios y nos recomendó.A los cientos de clientes que, a su manera, ya sea manifestándolo, recontratándonos o recomendán-donos, nos agradecen por los servicios prestados.A las instituciones que nos apoyaron: mvotma, instituciones barriales en cada consultorio.A los colegas que desde los inicios nos unimos en esta aventura que hoy ya da sus frutos. A los que fueron ingresando y se pusieron la camiseta desde el principio y a los que vendrán.A los colegas que aportaron su valioso tiempo y trabajo militante para que este proyecto sea hoy una realidad.A los funcionarios de la sau, por la colaboración permanente en el trabajo de nuestros equipos.

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Esta publicación fue posible gracias a la colaboración del mvotmay a ebital Ingeniería y Construcciones - Una empresa de campiglia

Este libro fue preparado por Arquitectos de la Comunidad Uruguay, para conmemorar

nuestros 10 años de trabajo.

Colaboraron con diferentes aportes todos los integrantes actuales del programa,

también los ex integrantes, con quienes mantenemos lazos de camaradería y

compartimos una misma visión de la función del arquitecto en nuestra sociedad.

Las obras y trabajos que se exponen son apenas una muestra a modo de ejemplo

del amplio universo de casos e intervenciones realizadas, de las cuales lo que nos

importa resaltar es la innovación en la relación cliente-arquitecto.

Valoramos la colaboración de la escritora Claudia Amengual, quien llevó adelante

el texto de este libro con entusiasmo y compromiso con nuestro programa.

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Índice

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Arquitectos de la Comunidad . . . . . . . . . . . . . . . 13

Una misma visión, distintas experiencias. . . . . . . . . 13

I. Orígenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

Auscultando la realidad . . . . . . . . . . . . . . . . . .19

II. ¿Qué signifi ca ser un

arquitecto de la comunidad? . . . . . . . . . . . . . . . . 23

El compromiso profesional . . . . . . . . . . . . . . . .25

Una nueva forma de ejercicio de la profesión � . . . . . . 26

Tras los pasos de Rodolfo Livingston . . . . . . . . . . .28

Decodifi cando las necesidades

y los deseos ocultos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .28

El Método � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30

III. La arquitectura de una idea . . . . . . . . . . . . . . 31

Arquitectos de la Comunidad en Uruguay . . . . . . . .33

Cómo trabajan � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

El arancel y el acto arquitectónico � . . . . . . . . . . . . 34

¿Qué implica llamarse �

arquitecto de la Comunidad? . . . . . . . . . . . . . . . 35

La organización del programa. . . . . . . . . . . . . . .37

El reglamento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .37

Los consultorios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .39

Allí donde la profesión se acerca a la gente . . . . . . .39

Consultorios � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

Experiencias de consultorio . . . . . . . . . . . . . . . .43

Yatay � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43

Colón � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44

Mercedes � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

Malvín � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46

8 de Octubre � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46

Ciudad de la Costa � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

General Flores � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48

Paysandú � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

¿Cómo ingresar al programa

Arquitectos de la Comunidad? . . . . . . . . . . . . . . .50

Formarse, querer y poder . . . . . . . . . . . . . . . . .50

Evaluaciones e informes . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51

Entender para crecer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .51

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Las comisiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54

Los foros � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54

Los talleres � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

La socialización del trabajo � . . . . . . . . . . . . . . . . 56

Las reuniones de camaradería � . . . . . . . . . . . . . . 56

IV. Nosotros y los otros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57

La imagen institucional . . . . . . . . . . . . . . . . . .59

Actividades paralelas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60

El Fin de Semana del Patrimonio . . . . . . . . . . . . 60

Participación en muestras de artes plásticas � . . . . . . 61

Participación en las ferias �

del latu y en ExpoPrado . . . . . . . . . . . . . . . . . 62

Los medios � . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63

V. La relación con el Estado . . . . . . . . . . . . . . . . 65

El convenio � credimat . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

VI. El trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

Buenas prácticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

La reforma del Mercado de los Artesanos . . . . . . . .72

Un balcón, un aljibe y un sueño . . . . . . . . . . . . . .72

Sede social para la Universidad de

la Tercera Edad (uni 3)en la Ciudad de la Costa . . . . .74

Funcionalidad, espacialidad y un canto a la vida . . . .74

Cocheras techadas para una cooperativa

de viviendas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .76

El triunfo de la autogestión guiada . . . . . . . . . . . .76

Reforma y mantenimiento de la sede

del Instituto Nacional de Semillas . . . . . . . . . . . .77

Una puesta a punto y una lección de

ética profesional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .77

Calidad de vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .78

Reformas en la casa de Martín y Natalia . . . . . . . . .79

Reformas en una casa de la calle Parva Domus . . . . .81

Reformas en la casa de una familia

de Pueblo Victoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .82

Arquitectura que deja huella . . . . . . . . . . . . . . .82

Edifi cios de propiedad horizontal . . . . . . . . . . . . .83

El gigante despierta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84

Adecuación del acceso principal

a un edifi cio institucional . . . . . . . . . . . . . . . . 86

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Un cliente con espíritu accesible . . . . . . . . . . . . 86

VII. Entrevistas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87

Entrevista al arquitecto Ricardo Muttoni . . . . . . . . 89

Entrevista a las arquitectas

Silvia Domingorena y Perla Coppola . . . . . . . . . . .92

VIII. La experiencia con y en el exterior. . . . . . . . . . 95

Intercambio y reconocimiento . . . . . . . . . . . . . . .97

De Uruguay a la bshf. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98

Premio bshf 2002

Arquitecto de la Comunidad de Cuba

La Habana, Cuba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

Premio bshf 2004 - Common Ground Community

Nueva York, Estados Unidos . . . . . . . . . . . . . . . 100

Premio bshf 2004

Programa Rural de Salud y Medio Ambiente

Orissa, India . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101

Premio bshf 2005

Rehabilitación de vivienda con energía solar

Gotemburgo, Suecia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102

Premio bshf 2006

Empresa de vivienda de Johannesburgo

Johannesburgo, Sudáfrica . . . . . . . . . . . . . . . . 103

De Uruguay a Colombia

Neiva, Encuentro Internacional . . . . . . . . . . . . . . .

Hábitat Colombia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104

De Ecuador a Uruguay

Colegio de Arquitectos de Ecuador,

Provincial Pichincha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

De Entre Ríos a Uruguay

Visita de los colegas de caper . . . . . . . . . . . . . . 106

De Uruguay a Ecuador

XVI Bienal Panamericana de Quito 2008 . . . . . . . . 107

IX. Epílogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109

Un epílogo y una puerta abierta. . . . . . . . . . . . . 111

X. Arquitectos de la Comunidad

Los integrantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113

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Prólogo

La presente publicación es el testimonio gráfi co del trabajo de un grupo de profesionales que han desa-rrollado una nueva forma de hacer arquitectura.

La esencia es la paulatina mutación del libre ejer-cicio de la profesión, desde el estudio particular hasta una práctica colectiva, con las garantías necesarias. Esa práctica, en la que las responsabilidades se asu-men individualmente pero acompañados por el saber y el control del grupo, permitió aproximar al arqui-tecto a la mayoría de la población, que prescindía de nosotros. El desafío era transformar la práctica para transformar la realidad.

Estos cambios son procesos y no pretenden sus-tituir otras formas, sino convivir con ellas. En estos procesos hay refl exiones sobre la práctica y luego adecuaciones a la realidad para ir mejorándola. Prác-tica-teoría-práctica es la síntesis de la concepción metodológica dialéctica que guía la Educación Popu-lar y que subyace en el encuadre del programa.

Quizás lo fundamental de esta experiencia radica en que procede desde la Sociedad de Arquitectos del Uruguay y que, más allá de ajustes y visiones, se enmarca estrictamente en los reglamentos, la ética, los honorarios y la responsabilidad profesional.

Diez años de vida hablan de un proyecto que dio respuesta a la necesaria aproximación del arquitecto a la sociedad.

Porque sabemos de las difi cultades para instru-mentar procesos colectivos, porque conocemos que se sacan fuerzas de pequeños logros y del agra-decimiento de la gente, por estos diez años y por muchos más, y con un orgullo indisimulado, a las y los colegas de Arquitectos de la Comunidad: ¡¡¡fe-licitaciones!!!

Arq. Ricardo Muttoni

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Arquitectos de la ComunidadUna misma visión, distintas experiencias

Unidas como están a la vida de las personas y a la historia de los pueblos, las palabras cuentan más de lo que dicen. Arquitecto proviene del latín architectus, i, y esta abreva en el griego arkhitékton, es decir, ‘constructor o artesano principal’. No extraña, pues, que el arquitecto sea un artesano, pero también un artista del espacio y de las formas.

Hace diez años, la profesión del arquitecto se vio enriquecida en Uruguay con la instauración de un proyecto alentado por valores humanistas. Sobre la base de la solidaridad, la promoción social, la ética profesional y el compromiso, Ar-quitectos de la Comunidad abrió el camino hacia una nueva forma de entender la arquitectura.

En esta década de esfuerzo, los Arquitectos de la Comunidad han probado su vocación de servicio sustentada en la claridad de objetivos y en un método de trabajo que busca afi anzar los lazos entre el profesional y el cliente. En el trayecto, dignifi can la profesión y van abriendo surcos de experiencia en equipo, con un sentido comunitario hacia adentro y hacia afuera del programa.

Los Arquitectos de la Comunidad saben que de su buen desempeño depende en gran medida el bienestar de las personas. Su participación activa en todo el proceso de construcción de una vivienda los involucra con las familias y los compromete con la aventura humana. Ayudan a pensar y a ver, guían, sugieren, concretan lo imaginado en posible y, más de una vez, ahorran al cliente dinero, tiempo y esfuerzo.

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Dice Gastón Bachelard en su Poética del espacio: «Sin la casa, el hombre sería un ser disperso. Lo sostiene a través de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida. Es cuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano». Efectivamente, la casa es una primera dignidad de la persona, un derecho. Desde ese enfoque los Arquitectos de la Comunidad conciben su trabajo y lo extienden a todas aquellos actos profesionales que requieren la intervención de un arquitecto.

La arquitectura es un arte, un ofi cio y una vocación. Es, también, una actividad generadora de recursos, fuente de inversión, ahorro para el cliente, constructora de ciudades, creadora de comunidades y una particular visión del mundo. Además de esto, los Arquitectos de la Comunidad hacen de su trabajo una forma de vida.

Una década después de haber iniciado el camino, una evaluación crítica arroja resultados positivos. Los Arquitectos de la Comunidad pueden estar orgullosos de lo que han hecho y seguros de que es posible ir a más. Deben ir a más. Aún no han llegado a todos aquellos que necesitan de sus servicios, pero a cuyos reque-rimientos el programa se adaptaría sin hacer cambios radicales en su estructura y articulándose con otros sectores sociales.

Desde la madurez de un programa que ha sorteado innumerables obstáculos y cumplido todas las exigencias de la profesión, los Arquitectos de la Comunidad han alcanzado la mayoría de edad y demostrado la seriedad de su emprendimiento.

Estos diez años de trabajo confi rman que aquella idea inicial era acertada. El pasado es un crédito abierto hacia el futuro y un aval para continuar andando. Ahora se vuelve imprescindible refl exionar acerca del presente y preguntarse si es posible hacer cambios para mejorar el desempeño, difundir su trabajo y avanzar hacia una integración más plena con la sociedad que ha confi ado en ellos y los impulsa a crecer.

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I. Orígenes

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OrígenesAuscultando la realidad

En octubre de 1998, motivada por la percepción de que la imagen del arquitecto llegaba distorsionada a la gente, la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (sau) contrató a la empresa Cifra con la fi nalidad de analizar el vínculo entre el arquitecto y la comuni-dad. La encuesta arrojó resultados sorprendentes.1 Un 31 % de las personas encuestadas había cons-truido o hecho reformas en los últimos cinco años. De ese 31 %, solo un 2 % (en capital e interior) había contratado a un arquitecto.

Si se tomaban en cuenta la edad, la educación y el nivel socioeconómico, la encuesta indicaba que los menores de treinta años, los profesionales univer-sitarios y los encuestados pertenecientes a hogares

1. Los datos completos de la encuesta de Cifra pueden ser consultados en el Boletín sau de marzo de 1999.

de más altos recursos mostraban mayor tendencia a contratar a un arquitecto.

Las razones esgrimidas por quienes no se habían inclinado por esa opción —y habían preferido hacer el trabajo solos con albañil o con constructor— iban desde la convicción de que un arquitecto implica-ba un alto costo hasta la percepción de que la obra no tenía la envergadura sufi ciente que ameritara la contratación del profesional. Había que acercar los arquitectos a la gente.

Para eso, se volvía imprescindible señalar las ven-tajas de su contratación y los errores de percepción vinculados a estos profesionales. El argumento del costo elevado se transforma en falacia cuando el clien-te debe pagar el doble por algo que pudo haber sido hecho correctamente en una primera instancia por un profesional competente y habilitado. Es decir, muchas veces lo barato termina por ser más caro.

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El argumento de que el arquitecto es un profe-sional al que solo atañen grandes obras se diluye al constatar las ventajas de contratarlo para obras típicas de la arquitectura doméstica, tales como re-estructura o redistribución del espacio disponible, soluciones de iluminación, calefacción o ventilación; mediación técnica en confl ictos con viviendas colin-dantes; atención a edifi cios de propiedad horizontal, trámites de regularización, etc. La respuesta, por tan-to, abarca la arquitectura cotidiana desde la que se estructura una ciudad. De este modo, la actuación de un arquitecto también se refl eja en mejoras generales para la población.

Los cambios debían operarse a dos puntas. Por un lado, el gran público debía reconocer la profesión de arquitecto. Por el otro, los arquitectos debían apren-der a presentarse y a relacionarse con sus potenciales clientes, algo para lo que no estaban preparados.

Para mejorar las condiciones del hábitat po-pular debe haber muchos y muy buenos ar-quitectos trabajando en ello.

Ricardo Muttoni, «El nicho de mercado», editorial del Boletín sau, marzo de 1999.

El desafío consistía en persuadirlos de que la contratación sería benefi ciosa. Esto obligaba a los arquitectos a observarse y a hacer una evaluación crítica de aquello que no estaban comunicando bien. Decidir cómo presentarse —esto es, determinar el registro de lenguaje, la actitud frente al cliente y la claridad de los actos profesionales— se volvió el eje de la refl exión.

Los arquitectos demostraron tener una capacidad de autocrítica profunda. Pronto se hizo evidente que la formación universitaria no alcanzaba a cubrir ciertos aspectos de la práctica profesional. Del mismo modo, gran parte del ejercicio transcurría sobre prejuicios que volvían al arquitecto un profesional competente en el aspecto técnico, pero poco pragmático a la hora de relacionarse con el resto de la sociedad.

La experiencia de Arquitectos de la Comunidad, según la aplicación del Método del arquitecto Ro-dolfo Livingston, había dado frutos en otros países y proponía una aproximación a la imagen que se estaba buscando.

A instancias de su presidente, el arquitecto Ricardo Muttoni, y tras un debate que evaluó las ventajas de su implementación en Uruguay, en mayo de 1999 la Comisión Directiva de la sau decidió impulsar la creación del programa. Algunos integrantes de aque-lla directiva, como los arquitectos Rodolfo Juanche,

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Alicia Artigas, Perla Coppola y Sylvia Domingorena, también confi aron en el proyecto y se integraron a él, y otros, como y el arquitecto Sergio Somoza, lo promovieron incansablemente. El 24 de noviembre del mismo año quedó constituida la organización Arquitectos de la Comunidad que operaría en la ór-bita de la sau. Luego tomaron su turno desde la Co-misión Directiva las arquitectas Iris Rozada, Victoria Mazal y otros muchos arquitectos de la Comunidad, quienes aportaron toda su creatividad para continuar desarrollando el Programa. La misma Perla Cóppola, siendo integrante del programa, fue presidenta de la sau durante el período 2002-2004.

Estamos planteando la necesidad de adaptar nuestro ejercicio profesional a las necesida-des de la población… Estamos promoviendo nuevas fuentes de trabajo… Estamos traba-jando en un proyecto denominado Arquitec-tos de la Comunidad.

Ricardo Muttoni, «El nicho de mercado», editorial del Boletín sau, marzo de 1999.

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Ricardo Muttoni

Egresado de la Facultad de Arquitectura en 1979, se desempeñó como docente durante varios años en la misma facultad. Ha realizado tareas de investigación orientadas a la vivienda de in-terés social, cooperativas y vivienda rural. En su actuación profesional ha concretado más de 200 obras, que superan los 25.000 metros cuadra-dos construidos. Ha participado en varios con-cursos de arquitectura e integrado el Colegio de Jurados de la sau. Ha publicado trabajos en re-vistas especializadas nacionales y extranjeras. Ha integrado el Claustro y el Consejo Interino de la Facultad de Arquitectura. Su participación gremial en la Sociedad de Arquitectos del Uru-guay lo llevó a ser su presidente por el perío-do 1998-2000. Bajo su presidencia, en 1999 se

creó Arquitectos de la Comunidad. Desde 1984 a 2004 fue integrante de la Unidad de Vivienda de la Comisión de Programa del Frente Amplio. Desde el año 2000 integra la mesa coordinadora del Frente de Vivienda y Hábitat del Movimiento de Participación Popular. En 2003 fue miem-bro de la Dirección Nacional del Movimiento de Participación Popular en calidad de suplente. En 2004 fue elegido para integrar la Convención Nacional del Frente Amplio. Desde marzo de 2005 a marzo de 2007 fue coordinador general del Programa de Integración de Asentamientos Irregulares. Desde marzo de 2010 a la fecha, forma parte de la Comisión Directiva del Plan de Integración Socio-habitacional (Plan juntos)en carácter de delegado del mvotma.

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II. ¿Qué signifi ca ser un arquitecto de la comunidad?

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¿Qué signifi ca ser un arquitecto de la comunidad?El compromiso profesional

Para ingresar al programa Arquitectos de la Comu-nidad es requisito ser un profesional arquitecto. La precisión no es menor por cuanto implica una for-mación universitaria que certifi ca la idoneidad para llevar adelante la tarea.

El perfi l diferencial está marcado por la pertenencia a un grupo que actúa con un método innovador de trabajo y un objetivo claro. Dicho método, que se verá más adelante, fue defi nido por el arquitecto argentino Rodolfo Livingston a partir de su experiencia en Cuba con la implementación del programa Arquitecto de la Comunidad.2

Los arquitectos de la Comunidad trabajan en grupos de dos y no reciben al cliente en un estudio, sino en un

2. Rodolfo Livingston, El método. Buenos Aires: Ediciones de la Urraca, 1995.

consultorio. Los consultorios están ubicados en distintas zonas de la ciudad, al nivel de la calle, y ofrecen un ám-bito hospitalario que invita al cliente a pasar sin sentirse intimidado. De ese modo, son los arquitectos quienes se adaptan a las necesidades de la gente y vuelven accesi-ble ese primer contacto. La relación profesional-cliente,

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tantas veces entorpecida por prejuicios, se ve facilitada por esta modalidad de trabajo.

[…] facilitar las condiciones de contratación de los servicios profesionales de un arquitecto, con pautas claras que establezcan qué presta-ciones brindará, qué responsabilidades asume y cuál es el costo por concepto de honorarios.

Ricardo Muttoni, «Nueva fuente de trabajo, nueva visión del arquitecto»,

en Boletín sau, marzo de 1999.

Una nueva forma de ejercicio de la profesión

Los arquitectos de la Comunidad tienen un compro-miso serio con la sociedad y, muy particularmente, con su comunidad. Ese compromiso no se resiente en absoluto ante el ejercicio digno y redituable de la profesión. Se traduce en la búsqueda de un mayor acercamiento a la comunidad local y al cliente, en particular. De este modo, se generan lazos para una buena relación arquitecto-cliente.

Desde el comienzo los objetivos planteados han sido los siguientes:

• Desarrollar una práctica profesional que se dirija, en principio, a sectores de la población

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que rara vez acceden a un arquitecto, con un servicio permanente de asesoramiento y aten-ción personalizada.

• Promover y difundir las ventajas de la contra-tación de un profesional arquitecto.

• Ampliar el universo de usuarios al facilitar las condiciones de contratación de los servi-cios profesionales de un arquitecto y, de esa manera, generar la demanda del servicio.

• A través de una participación más amplia en los procesos constructivos, minimizar los perjuicios derivados de la carencia de asis-tencia técnica.

• Ayudar a mantener y mejorar el stock habi-tacional y optimizar el uso de los recursos económicos de los usuarios.

La contratación de un profesional arquitecto enriquece el entorno construido… mejora la calidad de vida de la comunidad.

Ricardo Muttoni, «Nueva fuente de trabajo, nueva visión del arquitecto»,

en Boletín sau, marzo de 1999.

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Tras los pasos de Rodolfo LivingstonDecodifi cando las necesidades y los deseos ocultos

Rodolfo Livingston es un arquitecto argentino que vive su profesión tal como la concibe, esto es, con un sen-tido práctico y humanista basado en el respeto por el cliente y la dignifi cación de la profesión de arquitecto. Fue el promotor del Arquitecto de la Comunidad de Cuba e inspirador del programa en Uruguay.

En setiembre de 1999 visitó Montevideo, invitado por la sau, para iniciar un ciclo de cursos orientado a aquellos arquitectos interesados en la propuesta de Arquitectos de la Comunidad. En aquella oportunidad, respondió algunas de nuestras preguntas. Transcribi-mos aquí parte de la entrevista.3

Mi profesión es la de arquitecto y me dedico a la microarquitectura. Atiendo familias comunes y no necesariamente proyectos de casas nuevas […] Hay innumerables problemas referidos a la vivienda que se

3. La entrevista completa se publicó en el Boletín sau de setiembre de 1999.

le presentan a la gente, relacionados con cambios en su familia o con las mudanzas. También se producen cambios en las costumbres y los gustos. […] Todos estos cambios se traducen en escenas. Las escenas necesitan escenarios: los escenarios son las casas de las personas. Pero la mayor parte de las personas no llama a un arquitecto para hacer estos cambios. […]

No solo la gente común ignora que los arquitectos tenemos la función de prever los pequeños cambios que se van a producir a lo largo de los años. […] Por otra parte, la gente responde a sus necesidades cambiantes por su cuenta, porque los arquitectos es-tán para hacer torres de vidrio. Y en las facultades también se preparan arquitectos para hacer obras grandes. Pero el grueso de la energía constructiva y económica no está en la construcción de viviendas nuevas, sino en la infi nidad de pequeñas reformas que hace la gente por su cuenta.

La mayor parte de las viviendas son reformadas por sus propietarios una o más veces durante su vida

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útil. Estas reformas representan entre el 60 y el 80 % del volumen constructivo total de un país.

Entonces, hay dos mundos desconectados: una cantidad de necesidades de la gente y, por otro lado, un mundo creciente de profesionales preparados para hacer grandes obras, que no tienen trabajo. […]

La realidad demuestra que el pensamiento previo a la obra economiza materiales. Muchas veces, el aná-lisis del problema conduce a la no realización de la obra, simplemente a una reorganización del espacio. Eso la gente no lo sabe.

Lo que planteamos nosotros es una nueva forma, una nueva modalidad del ejercicio profesional, que puede dar no solo trabajo, sino también satisfacción a los arquitectos.

La gente empieza a ver que puede llamar al arqui-tecto sin necesidad de que se apodere de toda la obra. Ve que no es un personaje inaccesible, sino que está a alcance de la población de la misma manera que está el médico, el psicólogo, el abogado.

Primero, hay que aprender a interrogar al cliente. Hay que aprender a decodifi car la demanda. Cómo se escucha, qué preguntas se hacen. Después, viene: ¿cómo se hace para pensar una casa sin necesidad de hacer una reforma? […]

Nosotros nos basamos en un estudio serio —no larguísimo, pero serio— del cliente, de los posibles

Rodolfo Livingston (Argentina, 1931)

Arquitecto egresado de la Universidad Nacio-nal de Buenos Aires en 1956. Ha atendido a más de tres mil clientes en forma personal. Las reformas y viviendas nuevas son sus te-mas preferidos. Fue profesor en varias uni-versidades y dicta seminarios de posgrado, ligando siempre la arquitectura con la vida, eje principal de su pensamiento. Es el creador de la especialidad Arquitectos de Familia, un sistema de diseño participativo que ha recibi-do dos premios internacionales (Best Practi-ces, Estambul 1996, y World Habitat Awards,Bruselas 2002). Durante la década de 1990 supervisó la aplicación del programa Arqui-tectos de la Comunidad en Cuba. Es autor de 10 libros con 38 ediciones.

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desarrollos futuros, etc. Eso se vincula con el pago: ¿cómo no te va a pagar un cliente, aunque no hagas una obra, si le ahorraste 20.000 dólares?

La participación activa y creadora del cliente hace que, si uno no cree que el otro puede ayudar, entonces no se puede aplicar el Método. Es decir, el Método se basa en la escucha del cliente, en la participación crea-dora del cliente y en la creatividad del arquitecto.

[…] cuántos errores se hubieran podido evi-tar, cuánto dinero se hubiera ahorrado con el asesoramiento oportuno y adecuado de un arquitecto.

Rodolfo Livingston

[…] no es solo el mantenimiento lo que se descuidó, sino también el pensamiento, lo que resulta más costoso todavía, porque pen-sar es lo más económico que hay y no pensar es carísimo.

Rodolfo Livingston

El Método

El Método es el título de uno de los libros del ar-quitecto argentino Rodolfo Livingston, quien a principios de la década del sesenta desarrolló en Cuba una forma de construir que propone un acer-camiento entre el profesional y el usuario. «El tema ‘vivienda’ no se refi ere solamente a las construccio-nes, sino también a las personas que las habitan y cuyas costumbres, sueños y padecimientos debe-mos conocer e interpretar», dice Livingston.

El Método se basa en la constatación de una brecha entre el usuario —que manifi esta descono-cimiento y confusión ante la eventualidad de con-tratar a un arquitecto— y el profesional que no ha sido entrenado para tratar con el cliente. Establecer los canales adecuados de comunicación optimiza cualquier empresa.

El Método protocoliza la relación cliente-arqui-tecto por medio de una serie de etapas presentadas con tal claridad que alejan cualquier duda o recelo. Cliente y arquitecto saben a qué atenerse porque desde el principio de la relación El Método les pre-senta claramente las reglas de juego.

En tal sentido, se vuelve imprescindible capacitar al arquitecto para que sepa decodifi car la demanda oculta del cliente y así responder a sus reales necesidades.

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III. La arquitectura de una idea

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III. La arquitectura de una ideaArquitectos de la Comunidad en Uruguay

Cómo trabajan

Recibirse de arquitecto es la primera condición para integrar el programa, pero el título universitario no basta. Ser un arquitecto de la Comunidad implica ad-herir a una serie de valores, concebir la profesión de una manera determinada y adaptarse a una dinámica de trabajo en grupo que tiene sus propias reglas de funcionamiento. El Método del arquitecto Livingston fue tomado como referencia y adaptado a las condi-ciones particulares del Uruguay.

En este sentido, el trabajo en parejas es decisivo. De ese modo, no solo hay un respaldo mutuo, sino que se habilita un escenario de discusión y crítica que da solidez a cualquier proyecto y proporciona un ámbito de mayor seguridad tanto para el cliente como para los profesionales actuantes.

Estas parejas comparten el tiempo de su guardia en el consultorio, visitan el sitio del cliente, preparan informes, proyectan, intercambian ideas, debaten y ofrecen un acto profesional más sólido. De ahí que sean tan importantes las relaciones interpersonales y que la solidaridad se transforme en un factor de cohesión indispensable dentro del programa.

El trabajo en parejas se ve reforzado por el trabajo grupal. Las asambleas, los plenarios y todas las instan-cias de reunión, como talleres y cursos, proporcionan no solo un saludable intercambio de conocimiento y experiencia, sino que permiten un doble control, in-terno y externo, del ejercicio de la profesión.

Esta operativa acerca a clientes y arquitectos, a la vez que propicia el trabajo colectivo que permite el traslado de experiencias entre colegas y lleva la profesión a ámbitos de la sociedad adonde antes no llegaba.

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Se trata de un enfoque riguroso en lo que respec-ta al ejercicio ético de la profesión, que constituye el marco protector para un desarrollo digno de todos los profesionales arquitectos y una garantía para el cliente, que recibe un servicio de calidad.

El arancel y el acto arquitectónico

Muchas veces, comprender un arancel profesional resulta engorroso para el cliente. El programa Ar-quitectos de la Comunidad se ciñe al arancel de la sau, pero ofrece una modalidad original y clara en lo que respecta a la presentación y al cobro de los honorarios.

El presupuesto es desglosado en actos arquitectóni-cos que se corresponden con las distintas etapas y que están fi jados de acuerdo con la categoría de la edifi ca-ción y los metros cuadrados en los que se interviene. El cliente podrá optar por una, algunas o todas de estas etapas y tendrá claro, desde el inicio, a qué atenerse de acuerdo con sus posibilidades e ingresos.

La etapa de la consulta es de vital importancia en todo el proceso. Es en ese momento cuando cliente y arquitecto toman contacto y establecen una suer-te de pacto desde el que desarrollarán su relación. Algunas veces, esta relación empieza y acaba en la

propia consulta. Otras veces, se extiende hacia su-cesivas etapas, cada una de las cuales constituye un acto arquitectónico perfectamente delimitado y arancelado.

La intervención de un arquitecto de la Comuni-dad comprende todas las acciones para las que está preparado un arquitecto; acciones tan diversas como confección de anteproyectos y proyectos, dirección de obra, asesoramiento en la presentación de trámites, elección de presupuestos, compraventa de inmuebles y resolución de los problemas que presenta el man-tenimiento permanente de las construcciones.

Una orientación adecuada ahorra gastos y tiempo. La inspección ocular y el diagnóstico primario bien hecho producen un informe de situación en el que se determina la magnitud del trabajo y los pasos a seguir. Algunas veces, esta primera instancia es sufi ciente para dar una solución a la problemática planteada. Cuando la complejidad amerita estudios más profundos y la inspección ocular es insufi ciente, el arquitecto proporciona un presupuesto en el que incluye sus honorarios y un plan de trabajo. Muchas veces lo que se requiere es la elaboración de un diag-nóstico, la determinación de la terapéutica a aplicar y la confección de una memoria constructiva, para luego hacer un llamado a precios y asesorar al cliente en la elección de la empresa a contratar.

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¿Qué implica llamarse arquitecto de la Comunidad?

Los arquitectos de la Comunidad, como su nombre lo indica, tienen por objetivo estar cerca de la pobla-

ción. Sin embargo, llamarse de la Comunidad hace creer a muchos que el trabajo es gratuito o que está subvencionado por algún tipo de convenio con las in-tendencias o con el Estado. En el caso de Montevideo, por otra parte, la existencia de los centros comunales

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zonales (ccz) mezclaba las denominaciones y propi-ciaba la idea de una alianza simbiótica entre los ccz y el programa. Lo cierto es que los ccz han apoyado el trabajo de Arquitectos de la Comunidad y es común en los consultorios recibir clientes que vienen deriva-dos de esos centros; pero, más allá de esa confi anza, el accionar de ambas entidades siempre ha sido in-dependiente.

El acercamiento a la gente y a los barrios no im-plica la gratuidad del trabajo. Muy por el contrario, en Arquitectos de la Comunidad se dignifi ca la profesión con el respeto por la justa remuneración y la aplicación

del arancel de la sau. En este sentido, el programa es garantía de ejercicio honesto de la profesión y se enorgullece de ello.

Sabido es que la profesionalización requiere de una retribución acorde que permita al profesional susten-tarse y actualizarse de manera continua. Solo a partir de esa actualización le será posible ejercer con niveles óptimos de calidad.

Vivir de la profesión es un derecho humano que debería ser reivindicado como un camino hacia la realización personal plena.

El control que se ejerce desde el propio programa refuerza el cumplimiento de esta pauta fundamental para el desarrollo sano de cualquier profesión. Pero mucho más importante que cualquier control es la red de confi anza que se va tejiendo día a día, y que permite a los arquitectos fi arse uno del otro. Sobre esas bases funciona el programa.

Por otra parte, la convocatoria anual de la sau y los cursillos de iniciación preparan a los interesados en participar del programa e invitan a desarrollar una nueva experiencia de trabajo y una visión especial de la profesión, porque hay algo en el espíritu de Arquitectos de la Comunidad, una unión íntima con el aspecto social de la profesión, un sentido de equipo que lleva a comprometerse con el programa más allá de los intereses personales.

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La organización del programaEl reglamento

El reglamento consigna la creación de Arquitectos de la Comunidad y defi ne el programa como «una modalidad de trabajo en equipos integrados por ar-quitectos socios de sau que se ubicarán en los barrios para facilitar el acceso al servicio profesional de sec-tores de la población que hasta ahora han prescindi-do del asesoramiento de arquitectos o que no cuen-tan con un profesional de confi anza».

Asimismo, establece que los servicios serán regu-lados por el Código de Ética y Ejercicio Profesional de la sau. Todo arquitecto del programa aportará a la sau una parte de los honorarios percibidos y volcará un porcentaje a un fondo común con el que se cubrirán costos de infraestructura y otros gastos.4

La fi nanciación provendrá del cobro de honorarios, los cuales se ajustarán al arancel que establece la sau.

4. El reglamento del programa se encuentra en sau.

Si bien el trabajo se realiza en parejas de arqui-tectos, cada profesional será responsable técnica y legalmente por su desempeño.

El trabajo se coordina desde los consultorios ubicados en diversos puntos de la ciudad y de fácil acceso al público.

Los arquitectos de la Comunidad utilizan los distin-tivos de la sau y un distintivo especialmente diseñado para el programa. Además de ser socios de la sau, deberán estar inscritos en la Caja de Jubilaciones y Pensiones de Profesionales Universitarios y en la Di-rección General Impositiva.

La Asamblea de Arquitectos de la Comunidad está integrada por todos los arquitectos de la Comunidad y es convocada y presidida por la Mesa Coordinadora de Arquitectos de la Comunidad, que también fi ja el orden del día.

Existe una Mesa Ejecutiva compuesta por cinco miembros electos entre todos los integrantes del programa.

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La Mesa Coordinadora de Arquitectos de la Co-munidad está integrada por los coordinadores de los locales y la Mesa Ejecutiva. Es la que en reuniones periódicas conduce la marcha del programa.

Los coordinadores son los representantes del grupo, y les corresponde elevar las propuestas provenientes del consultorio, así como informar acerca de las deci-siones de la Mesa Coordinadora y tomar los recaudos necesarios para el cumplimiento del reglamento.

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Los consultoriosAllí donde la profesión se acerca a la gente

El consultorio es aquel «establecimiento privado don-de se despachan informes o consultas sobre materias técnicas».5 El origen de la palabra consultar, en tanto pedir consejo o información, hunde sus raíces en el latín consultare, que signifi ca ‘deliberar, discutir’. El consejo o la información, por tanto, son hijos de un intercambio de ideas previo.

Desde este punto de partida que presupone una interacción entre cliente y arquitectos, se trabaja en los consultorios de Arquitectos de la Comunidad.

Los primeros consultorios estuvieron ubicados en viejos locales que afe tenía en desuso. A través de un convenio se acordó realizar trabajos de refacción, pin-tura e iluminación para recuperar esos locales deterio-

5. La defi nición corresponde a la primera acepción de la palabra según la 22.a edición del Diccionario de la Real Academia Española. Las demás acepciones presentan matices interesantes.

rados a cambio de instalar allí los consultorios. Así fue que se establecieron los consultorios de Manga y Colón; en cambio, en el caso de la estación Yatay, la instalación no pudo concretarse por problemas logísticos.

Debido a que la convocatoria inicial para integrar el programa superó la cantidad de gente esperable, hubo que salir a buscar, en Montevideo, otras locaciones que no fueran las estaciones de afe. Se abrieron entonces los consultorios de 8 de Octubre, Yatay y Malvín.

En el área metropolitana y en otros departamen-tos del país también se congregaron arquitectos de la Comunidad: Ciudad de la Costa, Minas, San José, Maldonado, Salto, Paysandú, Mercedes y Nueva Hel-vecia. En cada una de esas ciudades, cuya realidad es bien distinta a la de la capital, la implementación del programa marcó su impronta y aportó claras variantes. En la actualidad están funcionando los de Ciudad de la Costa, Mercedes y Paysandú.

El consultorio está ubicado al nivel de la calle, con cartelería visible que luce el logo de la sau y el de

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Arquitectos de la Comunidad. Constituye una invita-ción a pasar, no intimida y da la sensación de ser un lugar accesible, donde los problemas y deseos serán atendidos. En algunos casos, un cartel adicional explica los servicios que allí se brindan.

Cuando el potencial cliente llega, siempre hay dos arquitectos de guardia que lo reciben y escuchan. Otras veces, el primer contacto es telefónico, pero en todos los casos la sede de trabajo donde el arquitecto se asienta y desde donde se proyecta es el consultorio. Cada consultorio tiene su número de teléfono, pero además existe en Montevideo una línea rotativa.

Integrados al barrio, los consultorios son una cálida forma de llevar la profesión a la gente. Pequeños en superfi cie, austeros, equipados con lo necesario, re-sultan un ámbito acogedor para entablar una relación y afi anzar los lazos profesionales.

Desde allí se organiza el trabajo. En su seno fun-ciona la comunidad de los arquitectos —unos vein-te por consultorio— y constituyen, además, el lugar donde periódicamente se celebran las reuniones. En la actualidad, un centenar de profesionales conforma Arquitectos de la Comunidad.

La relación con el barrio no se reduce al acerca-miento del cliente. También se buscan los caminos para integrarse al entorno. Así, durante el Fin de Semana del Patrimonio cada consultorio ofrece los servicios de sus profesionales para hacer visitas guiadas por distintos lugares de interés arquitectónico. Asimismo, se ha colaborado con escuelas en la elaboración de murales, se ha prestado asistencia técnica en el mon-taje de exposiciones fotográfi cas itinerantes y se ha es-tablecido contacto con agrupaciones de comerciantes para propiciar el desarrollo de la zona.

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Yatay (Paso Molino)Av. Agraciada 4266, tel. 2307 0000

8 de Octubre (Unión-Maroñas)Av. 8 de Octubre 4385, tel. 2509 2013

Gral. Flores (Goes-Reducto)Av. Gral. Flores 2906, tel. 2208 5515

Consultorios

Línea rotativa en Montevideo: tel. 2410 1515

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MalvínAv. Italia 4023, tel. 2614 0552

PaysandúGral. Leandro Gómez 1194, tel. 4724 1957

Ciudad de la CostaAv. Gianattasio Km. 22.100, tel. 2682 0529

MercedesGiménez 703, tel. 4532 4102

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Experiencias de consultorio

Yatay

Se acababa el tiempo de estar en el fondo de la sede de sau donde nos habíamos alojado todos los arqco-munitarios antes de emprender nuestra emancipa-ción locativa. Fueron buenos tiempos: compartíamos un espacio (donde ahora es la biblioteca) y nos inven-tamos un sistema complejo para atender las llama-das. Nos divertíamos al trabajar todos juntos y em-pezar a aplicar nuestro método. Esas fueron nuestras primeras lecciones.

Fuimos el primer consultorio que se emancipó. De acuerdo con el contrato que habíamos fi rmado con afe, nos tocaba ir a la estación Yatay. Sin embargo, el lugar era casi inaccesible y el local —en estado de precariedad— estaba ocupado por intrusos. Del allí solo adoptamos nuestro nombre y empezamos a buscar un local adecuado.

Lo encontramos en el Paso Molino sobre Agracia-da, en una zona de gran movimiento comercial. Nos

mudamos el 22 de agosto de 2000, con una pequeña ceremonia a la que asistieron los arquitectos Ricardo Muttoni, José Luis Olivera —presidente electo por ese entonces— y medios de prensa.

En aquel momento éramos treinta y dos arquitec-tos, y tuvimos que armar tres turnos fi jos y rotativos extras e incluso abrir los sábados. Fue el grupo más numeroso. Luego, poco a poco, llegamos al número

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ideal de veinte y comenzamos a atender en dos turnos, matutino y vespertino, de lunes a viernes.

Nuestra primera coordinadora, Nancy Igoa, estuvo desde un principio en el diseño del programa y apor-tó su muy buena dinámica y capacidad de liderazgo para que el consultorio marchara a la perfección. Hoy hemos logrado un grupo unido que tiene como claro objetivo el progreso permanente del programa.

Colón

El consultorio de Colón estuvo abierto desde 2000 a 2006 y tuvo tres locales. El primero, según lo recuer-da uno de sus integrantes, era «un cuartito en el án-gulo de la estación de trenes que daba a tres frentes. Era luminoso y en buen estado, aunque con falta de pintura, y había que sacar una mampara que lo divi-día por la mitad. Un grupo se encargó de los arreglos y quedó precioso». Luego vendría un local sobre Av. Garzón y, fi nalmente, el lugar defi nitivo en el Centro de Comerciantes de Colón.

Desde la inauguración de este consultorio hasta su cierre, seis años más tarde, no solo fue una de las sedes de Arquitectos de la Comunidad, sino que se constitu-yó en base de operaciones para otras actividades. El apoyo durante el Fin de Semana del Patrimonio y la

participación en actividades zonales —por ejemplo— estaban entre ellas.

El consultorio funcionó con los altibajos de todo colectivo humano. De los veinte integrantes iniciales, la mayoría vivía en zonas lejanas y eso implicaba un desgaste importante en transporte y tiempo que se po-tenciaba por la crisis económica que atravesaba el país. Junto con esta contrariedad, los roces naturales de toda convivencia fueron volviendo inviable su operativa. En diciembre de 2006, el consultorio cerró y algunos de sus integrantes se distribuyeron en otras sedes.

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Mercedes

El consultorio de Mercedes fue inaugurado el 29 de junio de 2002 en la sede departamental de la sau. De los ocho integrantes iniciales, dos eran de Dolores. Por aquel entonces, una vez a la semana, los arqui-tectos se trasladaban a esa ciudad.

Actualmente somos diez integrantes que cumpli-mos guardias en el consultorio por la mañana. La di-námica de trabajo tiene sus especifi cidades, diferentes a aquellas de nuestros estudios particulares. Conside-ramos que el trabajo en equipo nos ha enriquecido y la formación de parejas para responder a los llamados ha estimulado el intercambio generacional.

Durante ocho años hemos sido partícipes de la vida de Mercedes a través de nuestra actividad profesional, que reforzamos con un micro radial semanal patro-cinado por empresas locales vinculadas a la cons-trucción. Durante el programa respondemos dudas de los oyentes acerca de cuestiones vinculadas con su vivienda. No esperamos a que los clientes vengan; nosotros vamos hacia ellos.

La experiencia de Mercedes tuvo uno de sus mo-mentos culminantes durante el temporal de diciembre de 2006. Arquitectos de la Comunidad trabajó conjun-tamente con la Intendencia de Soriano y el Ministerio de Desarrollo Social. Los daños fueron terribles: desde

voladuras de techos hasta fi suras de muros, humeda-des y daños estructurales de todo tipo.

En 2005 ya habíamos participado en un equipo de trabajo durante un tornado. En 2007, cuando la ciudad quedó una vez más bajo agua, colaboramos con el Comité de Emergencia departamental y con la sau.

Fue muy importante acompañar a nuestra gente durante unos días de dolor en los que muchos tuvie-ron que abandonar su casa y subsistir en condiciones de precariedad. Más que nunca se hizo evidente el compromiso que debe alentar la actividad de todo arquitecto.

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Malvín

Por medio de un contrato de comodato con la Barraca Colla, en camino Carrasco y 20 de Febrero, consegui-mos un local en ruinas, pero con mucho potencial.

Hicimos la obra por medio de un convenio con la Escuela de la Construcción de utu. Los estudiantes adquirieron experiencia y nosotros logramos nues-tro local. Al fi nal, hicimos varias jornadas de trabajo colectivo donde todos (los 24 integrantes y nuestros familiares) aportamos nuestro esfuerzo para terminar el consultorio.

El premio a tanto trabajo fue un local único, con pa-redes de ladrillo bolseadas, pisos de madera, grandes ventanales, cielorraso y luminarias, puertas dobles de madera totalmente restauradas, una cocina, un baño y un jardín posterior que le daba un carácter especial a todo el consultorio.

Nos instalamos a fi nes del 2000, pero hicimos la inauguración en marzo del siguiente año, en un día de calor insoportable, con la presencia de autoridades de la sau, miembros de la directiva y empleados de la Barraca Colla, medios de prensa, familiares y amigos. En el 2004 el local se vendió y, ante esa nueva situación, alquilamos un nuevo consultorio sobre Av. Italia. A partir de ese momento, adquirimos nuestro nombre defi nitivo: Consultorio Malvín.

Este nuevo local es más amplio. Tiene dos ambien-tes: el delantero, donde recibimos a nuestros clientes, y el posterior, donde mantenemos reuniones de trabajo y charlas técnicas. Por medio de un gran cartel y con una fachada pintada con los colores institucionales, logramos destacar sobre la importante avenida.

8 de Octubre

Cercano a la esquina de 8 de Octubre y camino Co-rrales opera nuestro consultorio, que defi nimos como «la sala de emergencias de un hospital». Sa-bemos que nuestra labor va más allá del ejercicio de la arquitectura.

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La zona presenta carencias de toda índole y hay que actuar un poco como asistentes sociales, otro poco como psicólogos o mediadores en los confl ictos entre vecinos. De ahí que los arquitectos enfoquemos nuestro trabajo como un servicio a la comunidad.

Algunas veces, la precariedad —o la irregulari-dad— de las construcciones hace nacer una primera idea de demolerlas, pero la experiencia ha demostrado que muchas veces es posible encontrar una solución adecuada a las necesidades y posibilidades del cliente sin recurrir a medidas extremas.

Los arquitectos de la Comunidad nos hemos inser-tado en el barrio; nuestra labor también ha abarcado asesoramiento a comisiones barriales y gremiales,

recorridos guiados durante el Fin de Semana del Pa-trimonio, elaboración de artículos para la prensa zonal, entre otras actividades.

Esta forma del ejercicio de la profesión permite el aprendizaje mutuo de los respectivos códigos (cliente-arquitecto) y afi anza nuestros vínculos.

Ciudad de la Costa

En 1999 comenzaron nuestras reuniones en el estu-dio particular de la arquitecta Alicia Artigas, quien era la delegada de la Sociedad de Arquitectos para el departamento de Canelones.

Éramos más de veinte arquitectos compartiendo el entusiasmo por conquistar un nicho importante de clientes en una zona que crecía rápidamente pero sin una propuesta clara, ni urbana ni constructiva.

Comenzamos a tener reuniones semanales en la Asociación de Fomento de San José de Carrasco, que nos cedía sus instalaciones. Eran reuniones enrique-cedoras, en las que se hablaba tanto de cuestiones teóricas como de las difi cultades y las necesidades reales para ejercer la profesión en equipo.

De esa forma, nos fuimos empapando del Método Livingston. Deliberamos acerca de los caminos más apropiados para su aplicación y, fi nalmente, decidimos

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salir a la búsqueda de un lugar propio, donde estable-cer nuestro primer consultorio.

Llegó de la mano de un conocido comerciante de la zona, que nos ofreció en comodato el lateral de una construcción en la acera norte de la Av. Giannattasio, a la altura del km 22.

Inauguramos en setiembre del año 2000.Fue una época fermental, llena de energía y volun-

tad para alcanzar los objetivos planteados.Hoy, con la perspectiva que dan estos diez años y la

experiencia acumulada por el grupo, nos sentimos con mayor aplomo y coherencia, tanto en nuestro funcio-namiento como en nuestras prestaciones de servicio profesional.

En setiembre de 2003, buscando una mejor ubica-ción en zona comercial, nos mudamos al consultorio actual, en la calle Viña de Mar casi Av. Giannattasio, al que mejoramos en equipamiento y terminaciones y que tiene en la zona el reconocimiento de los vecinos.

La nuestra es una historia corta, pero llena de ex-periencias muy valiosas desde el punto de vista pro-fesional y humano.

General Flores

En junio de 2002 fue inaugurado el consultorio en General Flores 2906, que desde entonces funciona en el mismo lugar. Su primer emplazamiento había sido en Belloni y Carlos A. López, en uno de los locales de

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afe —más precisamente, en la estación Manga— y luego hubo un breve pasaje por un local en General Flores y Lorenzo Fernández.

El actual consultorio tiene una planta baja amplia. Allí se atienden las consultas. En la planta alta hay una sala con una gran mesa en torno a la que se celebran las reuniones del grupo.

La participación en distintas actividades comunita-rias ha afi anzado los lazos con el barrio. Las consultas aumentan y los vecinos identifi can el consultorio como parte de su paisaje cotidiano.

Paysandú

Con el impulso de la Sociedad de Arquitectos del Uru-guay y la posterior convocatoria de la Comisión Dele-gada de Paysandú, se conformó el grupo para organi-zar la creación de Arquitectos de la Comunidad.

Los colegas de la Delegada Paysandú que resolvieron conformar el grupo original fueron ocho: Beatriz Anselmi, Sergio Babic, Fabiana Bartesaghi, Juana Galizzi, Andrés Hitateguy, Miguel Laviano, Lauro Pons y Adrián Silva.

Tras varias reuniones se decidió que el mejor local para instalar el consultorio era el añejo edifi cio sede de la Sociedad Española Cultural y Recreativa, ubicado en la calle Leandro Gómez 1194, cerca de las ofi cinas

municipales. El 8 de noviembre de 2001 se suscribió un convenio con dicha Sociedad, por el cual se acon-dicionarían un sector del local y la fachada, a cambio de un determinado plazo de alquiler.

Varias empresas del medio local y nacional apo-yaron el emprendimiento con diferentes aportes. Se refaccionó y pintó la fachada, se construyeron baños, se cambiaron aberturas y pisos y se reacondicionaron habitaciones, que luego serían utilizados en parte por la Sociedad Española y en parte para la instalación del consultorio.

Finalmente el 23 de enero de 2002 se inauguró el consultorio de Arquitectos de la Comunidad en la «remozada sede de los españoles».

En el transcurso de estos años se han fi rmado suce-sivos convenios similares al inicial, lo que ha permitido al programa continuar en el local de origen.

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¿Cómo ingresar al programa Arquitectos de la Comunidad?Formarse, querer y poder

Cada año, la sau hace un llamado abierto para el ci-clo de charlas de iniciación al ejercicio liberal de la profesión, destinado a los arquitectos que acaban de obtener su título. Una de esas charlas es una presen-tación del programa Arquitectos de la Comunidad y una invitación a integrarse que se hace extensiva a todos los socios.

El profesional interesado debe participar de un cur-sillo de preparación y hacer una pasantía de tres meses en alguno de los consultorios. Durante la pasantía, el

candidato trabaja junto a las parejas de arquitectos y no solo es testigo de la puesta en práctica del quehacer arquitectónico, sino que se empapa de los ideales que acompañan el ejercicio de la profesión en Arquitectos de la Comunidad.

Transcurridos los tres meses, se evalúa al candidato tomando en cuenta principalmente su desempeño en términos de adaptación, capacidad de trabajo en grupo y compromiso, pues el éxito del programa depende del buen funcionamiento colectivo.

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Evaluaciones e informesEntender para crecer

El espíritu crítico ha sido guía constante para mar-car el rumbo del programa. La operativa de los consultorios contempla estas evaluaciones que se dan de manera directa por la propia dinámica de trabajo en parejas, y que se refuerza en los ple-narios y asambleas. El autoexamen está implícito en el espíritu de Arquitectos de la Comunidad. Es a través de esta actitud honesta y refl exiva que se hace posible corregir errores, orientar la acción y continuar con aquellas prácticas que la experiencia demuestra correctas.

El trabajo de los Arquitectos de la Comunidad está basado en parámetros de calidad sometidos a prueba y actualización. Periódicamente se realizan encuestas de satisfacción cuyos resultados han sido positivos y estimulantes: 95 % de los clientes se ha manifes-tado conforme. Asimismo, el control realizado por la recopilación y el análisis de datos permite hacer estadísticas y visualizar el estado de situación en un momento determinado.

De las gráfi cas se desprende que de todas las lla-madas, 51 % se concreta en consultas. De estas, 32 % culmina en trabajo efectivo.

De las consultas, el 40 % se vincula a cuestiones constructivas (soluciones constructivas específi cas, resolución de patologías de la construcción, etc.). Le siguen los temas de diseño, que en el 2009 llegaron al 28 %, reforma y obra nueva. Luego los temas de gestión —20 % en todo el período—, trámites de diverso tipo, informes y asuntos legales.

Quizá el dato más importante sea el que permite saber por qué un cliente se acerca a Arquitectos de la Comunidad. Del total de consultas atendidas en el 2009, el 32 % correspondió a clientes que ya habían trabajado con el programa y a personas que habían sido reco-mendadas por algún cliente. Eso prueba un nivel de satisfacción más que aceptable y constituye un buen termómetro para determinar que se está en el rumbo correcto y que el desempeño profesional es bueno. Un cliente satisfecho no solo es un cliente que vuelve, sino

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otro cliente que viene de su mano. Tradicionalmente los clientes se acercaban a los arquitectos por algún tipo de vínculo —familiar, allegados, amigos—. La novedad es que el actual cliente no tiene ninguno de esos vínculos con los integrantes del programa; llega por el simple hecho de que el programa los puso a su alcance.

La recomendación de los Centros Comunales Zona-les también indica una buena relación con el barrio.

Y no es despreciable la cantidad de consultas deriva-das de la promoción y difusión, ya sea por medio de folletería, ya por la exposición en los medios.

Pero hay mucho trabajo por delante. Arquitectos de la Comunidad debe afi anzar sus puentes de comuni-cación con la gente. Es imprescindible llegar al gran público para hacer conocer las posibilidades que el programa brinda.

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Gráfi ca 3. Relación entre llamadas y consultas (en porcentajes)Todos los locales (abril de 2000 - junio de 2010)

Gráfi ca 5. Cantidad de consultas, según temas (en porcentajes)Todos los locales (abril de 2000 - junio de 2010)

Gráfi ca 6. Cantidad de consultas, según medio de difusión (en porcentajes)Todos los locales (abril de 2000 - junio de 2010)

Gráfi ca 4. Relación entre consultas y trabajos (en porcentajes)Todos los locales (abril de 2000 - junio de 2010)

SOLO LLAMADAS 49 CONSULTAS 51

SOLO CONSULTAS 68 TRABAJOS 32

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Otras formas de trabajo: entre todos

Las comisiones

Dentro del programa se establecieron comisiones de diferente índole cuyo cometido es desarrollar áreas de interés.

Comisión Formación: Tiene como fi n organizar los eventos, tanto para tener actualizados a los miembros en varias materias como para buscar las dinámicas de perfeccionamiento del programa. Esto implica abordar temas como la revisión permanente del reglamento, la elaboración de presupuestos, los procesos de antepro-yecto, la resolución de patologías, entre otros.

Comisión Difusión: Su objetivo es fomentar la difusión del programa y darle unidad a su imagen. Se encarga de organizar los stands de ferias, imprimir los afi ches, folle-tos y almanaques, coordinar los artículos en revistas y las apariciones en prensa. Esto incluyó en una oportunidad la contratación de una agencia de publicidad.

Comisión Arancel: Su función primaria es articular el arancel de la sau en una planilla funcional al pro-

grama en la que prime la claridad. Esta comisión, ade-más, actualiza los aranceles, a los que agrega aquellos puntos necesarios según los nuevos requerimientos y, por último, desarrolla los protocolos correspondientes a cada acto arquitectónico.

Comisiones temporarias: Pueden ser creadas según las necesidades, con un fi n específi co y a término.

Los foros

Gracias a los avances informáticos y a Internet, con-tamos con varios foros.

Foroarqcom: Foro general, abierto a todos los miembros y directiva de la sau, tiene como cometido difundir información interna y externa y horizontali-zar el conocimiento. Cualquier miembro acude al foro para solicitar información técnica o administrativa y rápidamente recibe las respuestas. También se utiliza para difundir congresos, charlas y exposiciones.

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Foros particulares: Cada comisión, cada consul-torio y la coordinadora de Arquitectos de la Comu-nidad tienen su propio foro, que sirve para facilitar el trabajo en común.

Los talleres

Organizados por la Comisión Formación, los talleres apuntan a mejorar el funcionamiento del programa, tanto en la interacción de sus miembros como en su actualización profesional y en mejoras administra-tivas u horizontalización de criterios.

Taller Técnico: Son jornadas de intercambio de conocimientos técnicos en las que se exponen y dis-cuten trabajos realizados por los Arquitectos de la Comunidad.

Taller Organizativo: Son jornadas de evaluación y propuestas dirigidas a mejorar el funcionamiento del programa. Se realizan periódicamente, por lo general en Montevideo. Son obligatorios para los integrantes y los consultorios de otros departamentos mandan delegados que luego trasmitirán las experiencias al resto. En alguna oportunidad se realizaron talleres en otras ciudades para fortalecer los vínculos con los colegas de otros puntos del país.

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La socialización del trabajo

El programa innovó en este tema y se logró trabajar en equipo. Lo primero es constituir las parejas, en cuyo seno se discuten y se suman propuestas para devolver a los clientes. Es en los grupos de referencia, los con-sultorios y los foros, donde naturalmente se logra la socialización del trabajo. Con este sistema se ha enri-quecido notoriamente la capacidad de trabajo y cono-cimiento de los arquitectos comunitarios, y se ha dado una mejor respuesta a las demandas de la sociedad.

Las reuniones de camaradería

También los arquitectos comunitarios buscan otros espacios para confraternizar, donde conocerse y diver-tirse fuera de las estructuras laborales. Esto ayuda a crear otras redes de unidad, tanto dentro de los con-sultorios como de todo el colectivo del programa. Entre otros encuentros cada diciembre se reúnen arquitectos y familias en una multitudinaria fi esta de fi n de año.

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IV. Nosotros y los otros

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Nosotros y los otrosLa imagen institucional

El logo del programa es el producto de tiempo y re-fl exión destinados a reforzar nuestra intención de buscar elementos que nos identifi caran como Arqui-tectos de la Comunidad.

La instalación de los consultorios a nivel de ca-lle, los carteles y folletos, la participación en ferias y exposiciones, la presencia en programas de radio y televisión, las notas de prensa y un tímido espacio en la Web (dentro de la página de la sau) han permitido dar a conocer el programa, pero estamos lejos de explotar todo nuestro potencial.

Sabemos que, si tuviéramos más y mejor difusión, aumentaría considerablemente el número de consul-tas. El cliente potencial existe, pero para que se acerque es necesario que nuestra presencia en los medios sea fuerte y continua. Tratamos, dentro de nuestras posi-bilidades, de habilitar esa comunicación para estar en el lugar y el tiempo en que somos necesarios.

Hemos precisado experiencia para afi anzar nuestro funcionamiento interno, diseñando cada aspecto de nuestro actuar. Ahora, ya consolidados como progra-ma, podemos y debemos mostrarnos con más fuerza hacia el exterior.

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Actividades paralelasEl Fin de Semana del Patrimonio

Cada año, el Ministerio de Educación y Cultura y la Co-misión del Patrimonio Cultural de la Nación dedican un fi n de semana a la celebración de nuestro patrimo-nio. Durante esos dos días, el país entero se moviliza, las puertas de algunos edifi cios se abren y los urugua-yos salimos a reconocer aquello que nos pertenece y que también defi ne nuestra identidad nacional.

Estimulados por la posibilidad de ser parte de esta movida cultural, Arquitectos de la Comunidad pone al servicio de la población su experiencia y conocimientos profesionales. Ya en caminatas guiadas, ya en ómni-bus —embanderados con el logo del programa—, nos unimos a la fi esta popular y colaboramos para que sea algo más que un paseo.

Uno de los integrantes del consultorio de Colón recuerda: «El recorrido rural era una excursión de todo el día. Salíamos con varios ómnibus y concurría muchí-sima gente. Algunos autos nos seguían. En el lugar se daba una charla breve y se dejaba tiempo para recorrer el lugar. Luego, volvíamos al ómnibus y seguíamos el

camino. Al mediodía, parábamos para almorzar en una cantina del club de una cooperativa. Creo que llega-mos a ser unas trescientas o cuatrocientas personas. Durante dos años terminamos con un concierto en la iglesia de Colón. La jornada comenzaba a las ocho y media de la mañana y terminaba cerca de las siete de la tarde, en la iglesia o en la plaza».

Es ya tradicional el circuito por las casonas del Prado y son muchas las personas que se acercan año

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a año y llenan los ómnibus que están a disposición para estos eventos. «Lo mejor de toda esta movida es lo agradecida que queda la gente y lo contentos que quedamos nosotros por haber aportado nuestro granito de arena a un acontecimiento cultural que es construido por todos los uruguayos», dice una inte-grante del consultorio Yatay.

Participación en muestras de artes plásticas

Desde el 2005 se ha prestado colaboración para el montaje de varias exposiciones fotográfi cas. Ese año, por ejemplo, durante la celebración del Fin de Sema-na del Patrimonio, la muestra estuvo dedicada a don Carlos Solé.

La experiencia se repitió en el 2006 y el 2008, con una exposición itinerante de fotos de los barrios Paso Molino y Belvedere, y una muestra de cuadros de Car-los Paez Vilaró en el marco del homenaje a las culturas afrouruguayas, respectivamente.

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Pero, además, hemos participado en la implemen-tación de concursos y posterior pintura de murales en escuelas públicas. En esas experiencias, los arqui-tectos hemos interactuado con maestros y niños en

un esfuerzo colectivo por embellecer y mejorar los edifi cios escolares.

Imposible sería enumerar aquí las participaciones, pero sirvan las citadas a modo de ejemplo para apre-ciar cómo nuestra tarea va más allá de la defi nición tradicional de un arquitecto.

Participación en las ferias del latu y en ExpoPrado

Arquitectos de la Comunidad ha participado en las ferias Constructa (2005, 2007 y 2009) y Expohogar

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(2006, 2008 y 2010) en el predio de exposiciones del Laboratotio Tecnológico del Uruguay (latu). Para tales eventos, que constituyen un medio de acercamiento al público, la Comisión de Difusión de Arquitectos de la Comunidad diseña y arma el stand institucional, que modifi ca según las necesidades de cada caso. Además,

son los propios arquitectos del programa los que están allí para atender a las demandas del público.

La Comisión de Difusión también tiene a su cargo los materiales de promoción —volantes, banderas, banners, almanaques, tarjetas personales y trípticos— así como la publicidad en diarios, revistas y páginas clasifi cadas, además de la organización de lanzamien-tos de convenios y fi estas de camaradería.

Los medios

Las apariciones en televisión, en varios ciclos de pre-sentaciones para la promoción del programa credi-mat (crédito del mvotma para compra de materiales)

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y del Programa Arquitectos de la Comunidad, per-mitieron una difusión masiva que se hizo notar en el aumento de las consultas.

Del mismo modo, se ha participado en programas radiales —especialmente en emisoras comunitarias— y se colabora con periódicos y boletines zonales con artículos de interés general vinculados al manteni-miento de las construcciones.

El consultorio Mercedes tiene una aparición sema-nal en una emisora local en la que se brindan consejos para mejorar la sanidad de las viviendas y se responde a las preguntas de los oyentes.

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V. La relación con el EstadoV. La relación con el Estado

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La relación con el Estado

Ya desde el comienzo, la existencia Arquitectos de la Comunidad estuvo pautada por el convenio realizado con afe para el usufructo de las estaciones de tren en desuso. Luego, en diferentes momentos, se obtuvo la declaratoria de interés ministerial, como en el caso del Ministerio de Trabajo y el de Cultura.

Pero los que durante más tiempo se desarrollaron y permitieron que el programa tuviera una difusión a todo nivel fueron los convenios realizados con el Mi-nisterio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (mvotma) y credimat (crédito para la compra de materiales de construcción surgido de la coopera-ción entre los gobiernos de Uruguay y Alemania).

El convenio credimat

La crisis de los años 2001 y 2002 signifi có un quiebre profundo en la sociedad uruguaya. Todas las activi-

dades se vieron resentidas y el trabajo de los arqui-tectos no quedó a salvo de ese retroceso.

Con el objetivo de asistir a los grupos de población de menores recursos en el proceso de construcción o refacción de las viviendas, en agosto del 2001 el mvo-tma y la sau fi rmaron un convenio para difundir los programas Arquitectos de la Comunidad y credimat.

Este fue reforzado por un nuevo convenio, fi rmado en el 2004, en el que se estipulaban las pautas de re-lación entre ambas entidades fi rmantes y un programa

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de promoción conjunta en aquellas áreas de infl uencia de Arquitectos de la Comunidad.

Finalmente, en el 2006, el mvotma y la sau ratifi ca-ron el convenio del 2004, en el que también se dispo-nía que Arquitectos de la Comunidad promocionaría entre sus clientes el programa credimat, en tanto el mvotma ofrecería apoyo institucional en el marco de una campaña publicitaria.

Asimismo, el convenio establecía que el mvotmaotorgaría a la sau un monto de dinero determinado con cargo a la cuenta especial de credimat. Esta suma sería entregada contra las rendiciones de cuentas de sau-Arquitectos de la Comunidad por el pago de los servicios de promoción y por concepto de asesoramien-to técnico de sau-Arquitectos de la Comunidad a cada familia benefi ciaria que lo solicitara.

El asesoramiento técnico que propiciaba este conve-nio buscaba facilitar las relaciones entre el cliente y el profesional actuante y, en este sentido, comulgaba con el espíritu del programa Arquitectos de la Comunidad.

El convenio indicaba que el arquitecto debía relevar ciertos datos para sustentar las estadísticas del mvotma, así como elaborar un informe en el que se diera cuenta de los detalles de la intervención técnica. El Ministerio, a su vez, extendería un certifi cado para asesoramientodonde fi gurarían los datos del benefi ciario, el monto del crédito y los datos del arquitecto actuante.

En el mismo convenio se establecía que todo el mate-rial para la difusión debía hacer mención al mvotma, a la dinavi, al programa credimat, al programa Arquitectos de la Comunidad y a la sau. Esto permitió a Arquitectos de la Comunidad desarrollar importantes campañas publicita-rias para difundir tanto el crédito como el programa.

Este libro y su difusión son, también, producto de ese esfuerzo mancomunado.

La necesaria integración

Las familias de autoconstructores cambian su vivienda y la ciudad, con motivación y es-fuerzo, pero también necesitan el apoyo fi -nanciero y el asesoramiento que les permita alcanzar un mejor producto fi nal.

El Estado puede y debería integrar a las políti-cas públicas a los Arquitectos de la Comunidad, para que con su compromiso social y experien-cia profesional acompañen a esas familias en un trabajo de esfuerzo compartido para la me-jora de la calidad del stock habitacional.

Arq. Daniel Caff erattaCoordinador del Programa credimat, mvotma

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VI. El trabajo

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El trabajoBuenas prácticas

Cada vez que un arquitecto de la Comunidad atien-de el teléfono, sabe que puede estar al inicio de un camino, pero no sabe hasta dónde lo llevará. La ex-periencia de estos diez años nos ha confi rmado que nuestro trabajo va más allá de lo profesional y que un arquitecto no solo debe estar actualizado técnica-mente. Es imprescindible que también esté prepara-do para tratar con las personas, identifi car sus pro-blemas, orientarlas hacia el mejor rumbo que per-mita satisfacer sus necesidades de acuerdo con sus posibilidades reales. Nuestra tarea más importante es ayudar al cliente a pensar la mejor solución.

Cuando entramos a una casa, nos ponemos en con-tacto con la intimidad del cliente. Esto nos genera una

doble responsabilidad, porque somos conscientes de que deposita en nosotros una confi anza que trasciende nuestra condición de arquitectos.

Hemos sido testigos de los cambios positivos que nuestra acción ha signifi cado para algunas familias o para colectivos humanos que han modifi cado su vida o su trabajo a partir de las transformaciones operadas en su medio personal o laboral. Nosotros no hacemos magia, pero colaboramos para optimizar los distintos ámbitos de desarrollo.

Los casos que a continuación narramos, y que nos llenan de orgullo, son apenas una muestra variopinta del largo recorrido que Arquitectos de la Comunidad ha hecho a lo largo de esta década.

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La reforma del Mercado de los ArtesanosUn balcón, un aljibe y un sueño

Arq. Adriana Castaño, Arq. Silvia Prada

Un día de mayo de 2001 el teléfono sonó en el con-sultorio de Yatay.

La reparación de un balcón en el Mercado de los Artesanos de la plaza Cagancha motivó esa primera consulta, pero pronto se hizo evidente que existía un sueño colectivo y que aquellos doscientos diez arte-sanos solo necesitaban el impulso y la orientación profesional para concretarlo.

Helena, Marga, Carlos, José y Claudio integraban la Comisión de Local de la Asociación Uruguaya de Arte-sanos. Planteada nuestra forma de trabajo de acuer-do con el Método, los lazos comenzaron a afi anzarse. Pronto pudimos encontrar formas de participación que permitieron integrar a todos aquellos artesanos que así lo quisieran y al público en general. Un papelógra-fo y unos cuadernos invitaban a expresar opiniones, necesidades y deseos.

Era una época difícil para el país, pero el desafío contaba con el estímulo imparable de todas las uto-pías. Aprobado el proyecto, los balcones de las dos

fachadas fueron reparados y se inició el proceso de reformar el local, vincular las dos plantas e integrar el edifi cio al espacio verde de la plaza.

Nuestra profesión nos relaciona con todo el devenir humano y nos conecta, a veces, con las raíces profundas que se hunden en la historia. El edifi cio donde funciona el

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Mercado de los Artesanos data de 1880. Al excavar para la instalación sanitaria, descubrimos un aljibe antiquísi-mo. Huelga comentar la emoción y la sorpresa.

Pero la relación fue más allá de cuestiones cons-tructivas. Un día, mientras el proyecto estaba en mar-cha, el teléfono volvió a sonar. Esta vez la consulta excedía los límites de nuestro trabajo profesional, pero aun así nos identifi caba como Arquitectos de la Comunidad: la Comisión de auda estaba en el trance de evaluar una nueva forma de funcionamiento y bus-caba nuestra ayuda para organizar la dinámica de su reunión de acuerdo con el Método.

Las consultas se sucedieron una tras otra y así los nuevos proyectos, los trabajos de mejoramiento y man-tenimiento de todo el edifi cio nos ligan hasta el día de hoy a esta comunidad de artesanos.

Nos llena de orgullo contar esta experiencia. Cada vez que pasamos por allí y vemos la pujanza de esos hombres y mujeres que confi aron en nosotros para llevar adelante su sueño, recordamos que también hay algo de amor artesano en el ejercicio profesional de los arquitectos.

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Sede social para la Universidad de la Tercera Edad (uni 3)en la Ciudad de la CostaFuncionalidad, espacialidad y un canto a la vida

Arq. Rosana Rolfi , Arq. Gustavo Parnás

La Universidad de la Tercera Edad —o uni 3, como se la conoce— es una prueba de que la edad no consti-tuye una barrera para el aprendizaje, la socialización y el enriquecimiento cultural de las personas. En el año 2000, la sede de Ciudad de la Costa fue declarada de interés departamental y ese hecho fue el punto de partida hacia una sede social propia.

La complejidad del desafío nos obligó a aguzar la creatividad. Las personas que asisten a uni 3 provienen de medios socioeconómicos diversos y sus intereses van desde la literatura a la danza, pasando por el ejer-cicio físico, la artesanía y los idiomas. Un factor común las une y es el impulso vital que alienta su aventura.

Desde un principio supimos que estos clientes trabajarían en el proyecto con entusiasmo, y así fue. Determinaron con precisión cada una de las nece-sidades y elaboraron un programa ajustado a ellas. Pronto entendimos que para enfocar nuestra tarea

debíamos tener presentes dos conceptos: funciona-lidad y espacialidad.

Las historias de vida, la experiencia de estas per-sonas que dedicaron su tiempo a trabajar junto con nosotros en la elaboración del proyecto contribuye-ron a crear una buena comunicación entre clientes y arquitectos. Finalmente, luego de un intercambio

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de ideas y común esfuerzo, comenzó a perfi larse una propuesta que conjugaba las necesidades con las posibilidades materiales.

El resultado cumplía con los requisitos de bienes-tar, armonía con el entorno, respeto a la ecología, cos-to adaptado al presupuesto disponible y, sobre todo, un enfoque arquitectónico moderno que refl ejara el espíritu renovador de uni 3. Un sistema constructivo mixto en el que la solidez de la albañilería se en-contrara con la calidez de la madera fue la base del proyecto fi nal.

Otorgado el permiso de construcción, ya estamos a punto de comenzar la primera etapa de la obra. Una obra que nació bastante antes de aquella primera llamada de uni 3 a Arquitectos de la Comunidad y que

desde entonces no ha hecho más que seguir su proceso de gestación. No pasará mucho antes de que veamos concretado otro sueño.

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Cocheras techadas para una cooperativa de viviendasEl triunfo de la autogestión guiada

Arq. Mariela Abate, Arq. Helena Difi lippo

La llamada llegó al consultorio de Malvín. Nadie po-día prever entonces que una relación laboral muy particular estaba a punto de iniciarse. Uno de los directivos de una cooperativa de viviendas pedía ase-soramiento para construir treinta cocheras que no sólo mejorarían las instalaciones generales, sino que serían un medio para recaudar fondos por concepto de alquiler.

La propuesta era original: los cooperativistas, fi eles a su espíritu de autogestión, querían participar ac-tivamente en el proceso. Por otra parte, la escasez de presupuesto acicateó la creatividad: primero nos propusimos reutilizar unas losetas de hormigón que habían sobrado de la construcción de las viviendas, y luego, con el asesoramiento profesional adecuado, fue posible también fabricar las piezas de hierro reticulado en la propia cooperativa.

Luego de los estudios de viabilidad, la opción ele-gida consistió en cercar 903 m² y techar en dos eta-pas 45 cocheras, con posibilidad de construir otras 23.

Durante nueve meses, arquitectos y cooperativistas trabajamos en equipo. El resultado nos confi rma que la creatividad, el esfuerzo y la profesionalidad superan cualquier escollo económico y concretan en realidad las necesidades y los deseos.

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Reforma y mantenimiento de la sede del Instituto Nacional de SemillasUna puesta a punto y una lección de ética profesional

Arq. Álvaro Más, Arq. Marcela Nowinski

Cuando llegamos al inase, después de una llamada de su directora ejecutiva, nos sorprendió el edifi cio enclavado en un gran parque, a pocos kilómetros de Montevideo, con galpones transformados en inver-naderos y grandes extensiones de campo cultivado. Nos sorprendió, también descubrir aquel collage de reparaciones, ampliaciones y reformas hechas a tra-vés de los años y de sucesivas administraciones.

El desafío consistía en recuperar aquel edifi cio que ofrecía tantas posibilidades, pero que estaba deterio-rándose a la vista de todos. El presupuesto era acotado y debimos armar un plan de trabajo adecuado a la circunstancias. Para el caso, propusimos las siguientes etapas: relevamiento general y estudio de la situación; determinación de patologías y terapéutica; interven-ción en interiores y exteriores; mantenimiento; llamado para buscar precio de acuerdo con el dinero disponible y supervisión técnica de las obras.

La historia comenzó en el 2007. Tres años más tarde la relación de confi anza mutua nos permite continuar con aquel plan inicial e ir agregando obras no previstas. Nobleza obliga destacar un detalle nada menor en todo este proceso: la directora ejecutiva que hizo aquella pri-mera llamada es familiar directa de una arquitecta del programa. A solicitud de esta profesional, se comunicó con la línea rotativa y la consulta fue tomada por la pareja de arquitectos que en el momento estaba de guardia. Esta ética desde la que trabajamos es también nuestro aval.

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Ampliación de vivienda unifamiliar en Ciudad de la CostaCalidad de vida

Arq. Joselyn Rotela, Arq. Beatriz Zeballos

La Ciudad de la Costa se ha constituido en una de las áreas de mayor explosión demográfi ca en toda América del Sur. Enclavada en un entorno arbolado próximo al río, permite la ilusión de una vida más reposada a salvo del ajetreo de la ciudad. En el 2008, una familia de la zona decidió ampliar su casa y je-rarquizar el acceso junto con la fachada principal.

La familia sabía lo que necesitaba: un estar más amplio, un tranquilo lugar de trabajo y un acceso a la vivienda más destacado. Nosotros debíamos pensar cómo hacerlo. El primer inconveniente era la cercanía de la vivienda con el límite de los retiros laterales y frontales. El segundo, aumentar el área edifi cada den-tro de los márgenes de la reglamentación vigente. Pero el mayor desafío era la difi cultad de llevar adelante la obra con la familia viviendo en el lugar.

Demolimos la cochera y el alero del porche. En planta baja construimos un espacio que se integra con el living comedor y que se continúa en una es-calera hacia una segunda planta, donde se construyó

un estudio. Los ladrillos de vidrio que acompañan el trayecto de la escalera permiten la entrada de luz y logran una atmósfera cálida.

Ampliamos la abertura del acceso principal y lo coronamos con una pérgola en madera dura con ten-sores de acero. Para la fachada elegimos piedra gris y ladrillo bolseado. El resultado: una vivienda aco-gedora, integrada a su entorno y adecuada para las necesidades del grupo familiar.

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Reformas en la casa de Martín y NataliaAyudar a pensar

Arq. Gustavo Delfi no, Arq. Nolberto Llaguno

Con la ilusión de todo comienzo, Martín y Natalia nos manifestaron su voluntad de reformar su re-cién adquirida vivienda. Se trataba de un bien en régimen de propiedad horizontal y en mal estado de conservación.

En este caso, nuestra tarea prioritaria fue ayudar a pensar, dilucidar con los clientes cuáles eran sus nece-sidades y deseos y, fi nalmente, obrar de acuerdo con el presupuesto disponible. Pero, además, quisimos ir más allá y enfocamos el proyecto con la mente puesta en ampliaciones futuras que pudieran contemplar la lle-gada de hijos y la actividad profesional de Martín, que estaba a un paso de obtener su título de abogado.

De aquella primera consulta —un poco a tientas y con más dudas que certezas—, acabamos con una construcción plena de aire y luz, integrada a los jar-dines y patios. Se cambiaron pisos, revestimientos y aberturas; se solucionaron las humedades; se amplió la cocina; se rehabilitó un patio; se cambió la insta-lación sanitaria; se construyó un dormitorio al frente,

un nuevo baño, una escalera principal en el hall y un porche de acceso.

Dicen los arquitectos cuando relatan el proceso: «Esta era la casa que Martín y Natalia querían, pero que no expresaban directamente en su proyecto». Como recuerda el arquitecto Livingston, muchas veces nues-tra contribución más importante es ayudar a pensar.

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Reformas en una casa de la calle Parva Domus Al principio fue una ventana

Arq. Mariana Misol, Arq. Antonio Del Castillo

En el barrio montevideano de Punta Carretas, hay una calle con un nombre que dispara las más diversas fan-tasías. En esa calle hay una casa antigua, construida con materiales nobles que ha sido reciclada varias veces a través de los años. Su dueña se comunicó con nosotros. Quería cambiar una ventana que daba al frente, cuyo estilo nada tenía que ver con el de la construcción.

La calidez de aquella casa no admitía aquella ven-tana de aluminio; mucho menos la cortina de enro-llar en pvc. Apenas entramos nos invadió el olor del cafecito con el que nos esperaban, entendimos que la casa irradiaba hospitalidad y que todo en ella debía ser una invitación a sentirse a gusto. La conversación pronto derivó hacia ámbitos más personales y, otra vez la profesión de arquitecto se involucró con la intimidad de una familia. La reforma iba más allá de lo estético; era una cuestión de bienestar. Aquella casa pedía más que el cambio de una ventana. El Método nos permitió identifi car las reales necesidades de sus moradores y canalizar sus deseos en hechos factibles.

A partir de la propuesta original, terminamos por hacer bastante más: retirar el cielorraso, excavar hasta el nivel de la vereda, agregar un entrepiso de hierro y una escalera construida dentro de un volumen de vidrio. Y, por supuesto, cambiamos la ventana por una de madera cuyo diseño motivó varios encuentros con los clientes. Nos consta que nuestro trabajo signifi có una mejora de su calidad de vida.

Hoy nos llena de alegría transitar por la calle Par-va Domus, en especial si hay sol, y ver destacarse en la fachada aquella ventana que fue el origen de un cambio más profundo.

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Reformas en la casa de una familia de Pueblo VictoriaArquitectura que deja huella

Arq. María Virginia Jorcin, Arq. María Alejandra Pérez

La arquitectura tiende lazos que trasciende lo profesio-nal. Es posible saber cuándo comienza la relación con un cliente, pero no cuándo terminará. El día en que una familia de Pueblo Victoria solicitó nuestros servicios por una humedad en el garaje, no podíamos saber que era el inicio de un camino de más de cuatro años.

Después de evaluar propuestas y proyectos, no solo acabamos por cambiar la losa del garaje, sino que hicimos modifi caciones adecuadas a los deseos y a las posibilidades económicas de nuestros clientes. La ampliación total no llevó más de 4 m², pero supuso poner a punto la instalación sanitaria, reorganizar el espacio interior con pequeñas reformas y mejorar la fachada. Todo ello con la familia viviendo en la casa durante el proceso.

La extensión en el plazo de la obra obedeció a fac-tores económicos. Nuestro trabajo debió adaptarse a la situación particular de aquella familia e ir acompa-sando su entusiasmo por mejorar sus condiciones de vida con las posibilidades reales de hacerlo.

Cuando terminamos, ya nada era igual. La casa y la familia habían cambiado, pero ambas se mantenían en pie. Es posible que las transformaciones hayan permitido esta supervivencia. Nunca sabremos si nuestra tarea afectó para bien los vínculos familiares, pero presenti-mos —y nos gusta creerlo— que, además de reformar la casa, colaboramos en la mejora de su estilo de vida.

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Edifi cios de propiedad horizontal

Al buscar nuevos nichos de trabajo, fue una sorpresa constatar que muchos edifi cios de propiedad horizontal no contaban con un técnico arquitecto para asesorarlos y atender sus necesidades en cuanto al mantenimiento de la propiedad. Así fue que armamos una propuesta de trabajo que adecuaba los honorarios en una planilla de fácil lectura y salimos a ofrecer nuestros servicios. La respuesta fue excelente. Los administradores y co-propietarios han encontrado en Arquitectos de la Co-munidad un apoyo que hasta ese momento no tenían.

Los temas planteados van desde una cuenta de me-dianería hasta asesoramiento en temas relacionados con la aplicación de la Ley de Propiedad Horizontal. A eso se suman consultas por problemas constructivos, como modifi caciones o ampliaciones de la copropiedad en espacios comunes, adecuaciones para accesibilidad, cambios en los accesos, en las zonas de retiro frontal, o construcción de barbacoas y parrilleros.

No menor es la intervención que ha tenido Arqui-tectos de la Comunidad en dar solución al manteni-miento de las construcciones: impermeabilización de azoteas, reparación de tanques de agua, renovación de fachadas y pozos de aire, humedades varias, pér-didas en las instalaciones sanitarias, desprendimien-tos de hormigones, cambio de aberturas o cañerías, entre otras.

También es muy apreciada la intervención en los controles o supervisiones de obra. Para la copropiedad, como para el administrador, contar con un arquitecto que sea el nexo entre la empresa constructora y el edifi cio es una garantía y un respaldo.

Los administradores encuentran en este programa el apoyo, la imparcialidad y la transparencia impres-cindibles en cada una de las actuaciones, lo que hace que los copropietarios conozcan sus obligaciones y vean respetados sus intereses.

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Rehabilitación de los exteriores del Palacio DíazEl gigante despierta

Arq. María del Rosario Bolioli, Arq. María Cecilia Reggiardo

Pocos edifi cios montevideanos son tan emblemáticos como el Palacio Díaz. Desde su ubicación céntrica próxima al cruce de 18 de julio y Ejido, el monumen-tal palacio exhibe su arquitectura art déco de la dé-cada del treinta, cuando fue construido por los seño-res Ramón y Pedro Díaz.

La inclusión del edifi cio dentro del patrimonio municipal permitiría exonerar el pago total o parcial de la contribución inmobiliaria siempre y cuando se rehabilitaran su fachada principal, torre y medianeras hacia 18 de Julio.

Con esta propuesta recibimos la primera consul-ta y, de inmediato, supimos que no se trataba de un trabajo común. El Palacio Díaz iba a requerir el tra-tamiento especialísimo que se da a todo aquello que es excepcional.

El trabajo demandó un estudio previo exhaustivo que incluyó un acuerdo acerca de los parámetros plan-teados por la Comisión de Patrimonio de la Intendencia Municipal de Montevideo.

Nuestro objetivo iba más allá de una lavada de cara. Pretendíamos mejorar las condiciones de seguridad, habitabilidad e higiene. Esto incluía la rehabilitación de los exteriores, que comprende trabajos de albañi-lería, reparación de aberturas de hierro y colocación de cerramientos de protección.

La obra está en marcha. Recuperar este edifi cio no solo para sus habitantes, sino para la ciudad toda, es un desafío. Poco a poco, el gigante despierta.

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Adecuación del acceso principal a un edifi cio institucionalUn cliente con espíritu accesible

Arq. Teresita Amarillo, Arq. Ana María Cozzano

La consulta llegó al consultorio de Malvín en 2009 y solo proponía una adecuación del acceso principal a un edifi cio institucional para cumplir con la legis-lación vigente. Las arquitectas Ana María Cozzano y Teresita Amarillo fueron más allá y propusieron un plan de accesibilidad que eliminara las barreras ar-quitectónicas existentes. El plan incluía adecuación de baños y ascensores, dotación de pasamanos, se-ñalización y circulaciones horizontales.

Si bien el plan propuesto fue dejado para más ade-lante, se puso en marcha el proceso de adecuación de los accesos y de uno de los baños de la planta baja. El trabajo de las arquitectas, en este caso, no se limi-tó exclusivamente a satisfacer la demanda inicial del cliente, sino a asesorarlo con respecto a la importancia

de la accesibilidad en un edifi cio público con gran po-tencial. Todo edifi cio debe tener condiciones para que las personas puedan ingresar a él, pero la accesibili-dad signifi ca algo más. Accesibilidad signifi ca que el usuario pueda llegar, ingresar, usar y egresar.

La mejora de estas condiciones permite que todas las personas utilicen el inmueble de manera más se-gura, equitativa, autónoma y confortable. Las barreras arquitectónicas, urbanísticas, del transporte y sociales no afectan únicamente a las personas con discapaci-dad; todas las personas y las diversas características por las que atraviesan a lo largo de la vida se ven favorecidas por la ausencia de barreras. Si un espacio es apto para una persona con difi cultades, es mejor aún para quien no las tiene.

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VII. Entrevistas

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Entrevista al arquitecto Ricardo MuttoniEl arquitecto al servicio de la sociedad

El arquitecto Ricardo Muttoni, presidente de la sau desde 1998 al 2000, fue impulsor del programa Arquitectos de la Comunidad y se constituyó en uno de los pilares del proyecto. Diez años después conversó con las arquitectas María Magdalena Bervejillo y María Virginia Jorcin.

—¿Cómo ves el programa a diez años de su inicio?—Estoy maravillado, alegre y feliz de que estemos celebrando los diez años de funcionamiento de Ar-qcom, aunque debo decir que no estoy muy enterado de cómo ha sido todo el proceso. La idea surgió en Cuba y, cuando conocí a la arquitecta Selma Díaz, que vino de visita a ver a fucvam (Federación Uru-guaya de Cooperativas de Ayuda Mutua) y me contó de la experiencia cubana y del arquitecto Livingston, pensé en la posibilidad de implementarlo aquí. Se me ocurrió que podía ser una forma de brindar un servicio desde el ejercicio libre de la profesión, pero regulado por el gremio. Claro que no fue fácil al prin-cipio. Había que hacer entender que no se trataba de ejercicio desleal de la profesión. Quizá estos diez

años de Arquitectos de la Comunidad también sean una buena oportunidad para refl exionar acerca de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay como institu-ción. También acerca de la formación universitaria. La facultad sigue preparando artistas con técnica. Se estudia desde el trabajo de algunos héroes y no de la arquitectura popular. El paradigma es la genialidad y no el servicio social. Y lo digo claramente y convenci-do: esto destroza al arquitecto, que también debe ser servidor de su sociedad.

—Pero, volviendo a Arquitectos de la Comunidad…—Es que todo está relacionado. En 1990 habíamos hecho una encuesta para medir la autopercepción de los arquitectos. Diez años más tarde hicimos otras

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dos para saber cuántos estaban trabajando en la función pública y cómo nos veían desde afuera. Fue entonces cuando caímos en la cuenta de que algo funcionaba mal, sobre todo con respecto a los sec-tores de menos recursos. Los datos indicaban que el arquitecto es un profesional que trabaja para gente que tiene dinero y que, de los que habían construido en los últimos cinco años, el 96 % no había utilizado a un arquitecto. Hay un costo social que no se mide: las consecuencias de una vivienda insalubre o preca-ria, por ejemplo. Por otro lado, la construcción está ahora en valores inalcanzables debido a varios facto-res. Uno de estos factores es la normativa municipal, exigente, sin términos medios; un sistema puntilloso que termina provocando que muy pocos lo cumplan y el resto ni se acerque. La normativa es tan exigente que excluye a más del 60 % de la población. Intenta contemplar a todos, pero no debemos olvidar nunca que nada hay más injusto que tratar igual a los des-iguales. Yo pretendía que el arquitecto de la Comuni-dad fuera una aproximación a las necesidades reales de la gente. Para mí era casi un desafío, una revolu-ción en la forma de ejercicio de la profesión.

—Es cierto, nosotros reconocemos en el programa una voluntad y una vocación de corte social. Y he-mos experimentado el agradecimiento de las per-

sonas a las que con nuestro aporte le hemos me-jorado su forma de vida. Pero también es justo que podamos vivir de nuestra profesión y muchas veces ese cliente no tiene el dinero sufi ciente para pagar la obra y nuestros honorarios. Surge el problema, porque esas personas necesitan un crédito, pero no tienen garantía. Entonces para generalizar el ser-vicio de los arquitectos tendríamos que asociarnos con el Estado, porque al Estado le interesa que el hábitat mejore. Y a través de convenios se pueden cubrir los honorarios.—Con respecto a eso, al instaurar el programa de Ar-qcom estábamos creando un instrumento que facili-tara racionalmente y en forma colectiva un aterrizaje de nuestra arquitectura para dar respuesta a sectores que no acuden a los arquitectos, y no estoy hablando solamente de los más carenciados.

—Algunos colegas entendieron que podíamos ser competencia desleal, pero nosotros actuamos con transparencia, hacemos los aportes correspondien-tes, cobramos el arancel, cumplimos con el código de ética del arquitecto…—Quiero expresar mi preocupación porque un grupo de directivos de SAU se ha opuesto a Arqcom. ,creo que no se entendió el proyecto. Estuvimos casi dos años discutiendo el reglamento y llegamos a acuer-

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dos que contemplaran los estatutos de sau, el código de ética, el arancel, todo. Quizá tenga que ver con la naturaleza humana y el miedo a los cambios.

—Esa actitud nos ha obligado a dejar convenios por el camino.—Nosotros tenemos que empezar a reconstruir la cuestión. Arqcom tiene que buscar su camino. Este es un momento de cambios y podemos apostar todos juntos, el país entero, cada uno por un lado diferen-te. Y en este cambio hay espacio para la intervención

puntual en pequeña escala. Ahí entra Arquitectos de la Comunidad, sobre todo porque es una organiza-ción que fi ja pautas y reglas de juego, que compite sanamente y tiene una visión colectiva del asunto. Eso es lo que hay por delante. La idea es abrir mu-chas líneas de acción. Creo que Arquitectos de la Co-munidad va a encontrar un nicho de trabajo. Sería una garantía que fuera parte de la sau, pero una sau que colabore, no que ponga palos en la rueda. Para eso se necesita buena voluntad de todas las partes. Ojalá se logre, por el bien de todos.

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Entrevista a las arquitectasSilvia Domingorena y Perla CoppolaA pulmón y a corazón

—¿Cómo evalúan el programa después de diez años?P. C. —Los consultorios fueron una puerta abierta para que la gente se acercara. Yo creo que hoy, a diez años, en la situación actual del país, y teniendo en cuenta que ha sido todo a pulmón y a corazón, la estructu-ra de Arquitectos de la Comunidad perfectamente se puede insertar en las políticas públicas. Se puede y se debe. Estamos preparados para ello. […] Y vos ves que la gente sigue construyendo donde se le ocurre, en el retiro frontal, lateral o del fondo, el cuartito de arriba… Para mí, el arquitecto tiene que estar en la elaboración de esos proyectos porque es el único que puede decir

cómo hacer las cosas y cuánto dinero va a costar.S. D. —A mí me admira realmente que Arquitectos de la Comunidad siga en pie después de diez años, ha-biendo pasado por momentos de crisis de trabajo, en los que el mantenimiento del programa implica casi como una situación milagrosa que se da por un toque mágico que tiene el programa y que cada integrante de alguna manera percibe y valora.

—¿Piensan que el arquitecto hoy está cumpliendo con su función social de una manera efi ciente?S. D. —Realmente creo que la contribución del ar-

Las arquitectas Perla Coppola y Silvia Domingorena fueron dos de las fundadoras del programa en Uruguay. A diez años de aquella iniciativa, accedieron a responder las preguntas de las arquitectas Alicia Berasategui, María Magdalena Bervejillo y María Virginia Jorcin. Recogemos aquí algunas de sus impresiones.

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quitecto puede y debe ser mayor. Se sigue gastando, se sigue construyendo, y el famoso criterio de «aho-rramos el arquitecto» sigue siendo el peor gasto que hace la gente. Construye mal, no aprovecha lo que podría, empeora lo que ya está.P. C. —Yo creo que solos no podemos. Nosotros de-pendemos de que las intendencias sean conscientes, de que salgan a decir «no construyan en cualquier lado», que se haga de la manera que corresponda y el bps también obre de esa manera, no como freno sino como reguladores de las distintas situaciones. La ciudad se sigue haciendo sola. Se debe trasmitir que hay un plan de ordenamiento, ordenanzas municipa-les, aspectos legales que todos debemos cumplir para el desarrollo de la ciudad.

—¿Qué opinan acerca de ofrecer nuestros servicios profesionales a otros sectores, como instituciones públicas o privadas?S. D. —El desarrollo de Arquitectos de la Comunidad tiene que pasar por una colaboración directa, una subcontratación o por convenios. Cuando hay un gru-po de profesionales armados con una línea de trabajo, o agrupados, es mucho más fácil establecer un conve-nio con cualquier institución.P. C. —La preparación que tienen los Arquitectos de la Comunidad encaja perfectamente en el encuadre

que le están dando ahora a la política de vivienda. Y la estructura del programa es muy adecuada para es-tablecer convenios, contratos, etcétera.S. D. —No solo la formación, sino la experiencia que han desarrollado en estos diez años de ir viendo co-sas, situaciones, problemas de la gente, de ir viendo cómo resolver esto, aquello, las difi cultades, los hace idóneos para encarar ese tipo de trabajo.

—¿Qué apreciación hacen de la relación que existe entre los miembros del programa?S. D. —Para mí signifi có vincularme con una cantidad de gente, compartir, aprender, recibir y dar apoyo. Fue un intercambio riquísimo. El hecho de trabajar de a dos o en grupo es importante. […] Para ser de Arquitectos de la Comunidad hay que tener determi-nado perfi l.P. C. —Yo me acuerdo de que mi idea era hacer un centro de asistencia para ayudar a la gente. Y no todo el mundo tenía esa sensibilidad.

—¿Cómo ven a Arquitectos del Comunidad dentro del gremio?S. D. —El programa solamente pretendía (y pretende) ocupar un nicho de mercado que está disponible y en el que no todos los arquitectos estaban interesados.P. C. —Al principio, algunas personas nos veían como

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un megaestudio. El concepto es equivocado; el me-gaestudio es para grandes obras, grandes proyectos y grandes inversiones, y lo nuestro no es eso, nunca lo fue y la prueba está a la vista. Para mí habría que rever los estatutos de la sau y promover programas de trabajo. Que existan programas laborales. Otros gremios tienen ya experiencias, como los médicos con el casmu, los dentistas con redentis…

—¿Qué nuevo enfoque propondrían para un mejor desarrollo del programa?P. C. —Para desarrollar mejor el programa debe-ríamos, primero, valorarlo más en la interna del gremio. Se deberían hacer los contactos con las intendencias, los ministerios o cualquier institu-ción que se presente. Una herramienta fuerte es el

Congreso de Intendentes. Se les debe trasmitir que lo de la canasta de materiales o los planos econó-micos de vivienda no pueden ir solos, tienen que ir con asesoramiento profesional. ¿Se imaginan qué pasaría si los medicamentos salieran de los labora-torios y llegaran al paciente sin la intervención de un médico? Tenemos pruebas abundantes en estos diez años de gente que hizo su vivienda usando los materiales de la manera más increíble. Para que lo que se construya, fundamentalmente a nivel popu-lar, signifi que una verdadera mejora en la calidad de vida de los ciudadanos, el profesional formado para tales fi nes debe estar allí antes de que se haga nada. Todo peso invertido en vivienda debe estar bien colocado, no se puede gastar y después volver a gastar. Así no avanzamos.

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VIII. La experiencia con y en el exterior

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La experiencia con y en el exteriorIntercambio y reconocimiento

¿Qué signifi ca que un programa como Arquitectos de la Comunidad desarrollado en Uruguay tenga con-tacto con el exterior? En primer lugar, corresponde a estos tiempos en los que es imposible sustraerse a los fenómenos de integración que propone el ímpetu globalizador. Para crecer ya no alcanza la presencia en el propio país; hay que estar en el mundo. De ahí que nuestro esfuerzo por establecer redes con otros países sea un aspecto cada vez más importante den-tro del programa.

Por otro lado, este contacto es prueba de una visi-bilidad que, poco a poco, vamos ganando. El hecho de que en el exterior sepan de nuestra existencia implica un reconocimiento de nuestros logros.

Cada vez que un Arquitecto de la Comunidad se traslada al exterior, o durante las instancias de en-cuentro en Uruguay, el intercambio de conocimiento y experiencia ha sido fecundo. Podemos aprender de

otros y ellos pueden aprender de nosotros. El enri-quecimiento profesional se ve estimulado por este ida y vuelta que afi anza lazos y permite acceder a nuevas formas de llevar adelante nuestro trabajo.

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De Uruguay a la bshf

La Building and Social Housing Foundation (bshf) es una entidad independiente sin fi nes de lucro que, desde 1976, está abocada a la investigación en el área de la vivienda a escala internacional y a la difusión de conocimientos. Esta investigación tiene aplicación práctica y está enfocada en la mejora de las condicio-nes del hábitat, a través de programas innovadores, menos burocráticos, en los que se optimiza el apro-vechamiento de los recursos y se promueven la co-operación y la autogestión.

Entre sus actividades, la bshf patrocina un con-curso que otorga dos veces al año el Premio Mundial

del Hábitat, materializado en becas de ejecución para aquellos proyectos ganadores. En el marco de este concurso y con el propósito de que la propuesta gana-dora sea difundida, cada año se organizan jornadas de intercambio con visitas de estudio a los sitios ganado-res, a fi n de fomentar la difusión de buenas prácticas en el campo de la vivienda y facilitar la transferencia de conocimientos y experiencias. En ellas participan profesionales de varios países y de diversas disciplinas. El espíritu de esta dinámica es que estos profesionales regresen a su país con ideas innovadoras que puedan ser transferidas en el medio local.

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Premio bshf 2002 - Arquitecto de la Comunidad de CubaLa Habana, CubaArq. Cecilia Olivera, Arq. Laura Ballo, Arq. José Pedro López

En el 2002, el programa Arquitecto de la Comuni-dad de Cuba —que venía funcionando desde 1994— resultó ser uno de los ganadores del Premio Mun-dial del Hábitat. Esto implicó un reconocimiento y constituyó un impulso para todos quienes estamos en la misma senda.

Los arquitectos José Pedro López, Laura Ballo y Ce-cilia Olivera viajamos a Cuba para una visita de estudio que duró cinco días. La oportunidad fue propicia para conocer el lugar donde se había iniciado el programa pac y para contar la experiencia uruguaya, que por aquel entonces llevaba tres años. Nuestra presentación despertó gran interés en todos por tratarse del mismo programa desarrollado en una organización política y económica totalmente diferente a la cubana. Confi rma-ba la posibilidad de reproducir la experiencia en una economía de mercado y dentro del ejercicio liberal de la profesión con el apoyo de una organización gremial, que en nuestro caso es la sau.

A lo largo de las diez horas de trabajo que ocupa-ron cada jornada, los arquitectos uruguayos asistimos a presentaciones, concurrimos a los consultorios de Centro Habana, Pinar del Río y Santa Cruz, discutimos el funcionamiento del programa, recorrimos La Haba-na Vieja y charlamos in situ con algunos usuarios.

Más allá de las diferencias —en diez años, los cubanos habían intervenido en medio millón de ca-sos y su plantel ascendía a ochocientos arquitectos que cubrían el 90 % del territorio y actuaban con el apoyo de una subvención estatal—, este inter-cambio de experiencias confi rmaba la viabilidad del programa en contextos sociales tan distintos como Uruguay y Cuba.

La visita fue más que interesante y vimos expe-riencias valiosas que nos permitieron comprobar la calidad de nuestra formación profesional en las áreas técnicas (estructura, instalaciones, etcétera) y la cali-dad de nuestro trabajo en los aspectos formales.

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Premio bshf 2004Common Ground CommunityNueva York, Estados Unidos

Arq. Ana María Cozzano

En setiembre de 2004 visitamos Nueva York para co-nocer una experiencia que iba a permitirnos constatar una vez más que la arquitectura puede cumplir una importante función social.

La Common Ground Community es una organiza-ción sin fi nes de lucro creada para mejorar la vida de aquellas personas con bajos ingresos o en situación de calle. La apuesta va más allá de lo edilicio; el programa también facilita el acceso a los sistemas de salud y presta asistencia en la búsqueda de empleo.

Apoyado en exoneraciones impositivas y en con-tribuciones privadas, el programa se aboca a la res-tauración de edifi cios de altísima calidad que han sufrido un proceso de degradación y están ocupados por población marginal —muchas veces vinculada al ámbito delictivo—, y proporciona, a cambio de una contraprestación mínima, viviendas económicas

a aquellas personas que no accederían a ellas de otro modo. Se trata de viviendas de transición que se constituyen en una primera oportunidad para romper el círculo de indigencia en el que algunos han caído. Más allá de las diferentes realidades, el intercambio de experiencias permitió encontrar patrones comunes y discernir cuáles de los aspectos de aquel programa eran aplicables en Uruguay, ya que lo que verdadera-mente importa es el concepto de vivienda de transición, conjuntamente con la práctica de brindar las herra-mientas para la reinserción social y laboral.

Desde todo punto de vista fue una oportunidad úni-ca que nos permitió el contacto con otras realidades y nos ofreció prácticas innovadoras para replicar en nuestros países.

Como siempre, la diversidad se constituyó en fuente de enriquecimiento.

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Premio bshf 2004 - Programa Rural de Salud y Medio AmbienteOrissa, India

Arq. Natalia Brener

La India es tierra de contrastes. Pujante y en desa-rrollo, presenta también niveles de escandalosa po-breza. Orissa es uno de las regiones más pobres y, por si esto fuera poco, sufre desastres naturales con frecuencia.

Hasta allí llegó la ong Gram Vikas. Luego de de-tectar que un altísimo porcentaje de las muertes en esa región se debía a las condiciones de sanidad —en especial, vinculadas a las difi cultades de acceso al agua—, la ong puso en marcha el Programa Rural de Salud y Medio Ambiente. Cada familia construyó su propio cuarto de baño con saneamiento conectado a un depósito común sobre una torre que todo el poblado ayudó a levantar. Además de resaltar los valores co-munitarios, el proyecto afi rmaba el valor de la mujer como agente de cambio.

Junto con veintiocho participantes de dieciocho paí-ses, la arquitecta Natalia Brener viajó a Orissa en el

2004, en el marco de una visita de estudio para conocer el emprendimiento ganador del premio World Habitat Award. En su informe destacó «el orgullo y la autoes-tima de los pobladores y en especial de las mujeres. Nos mostraban la limpieza de sus baños, el nivel de participación, la alegría de los niños en las escuelas y su afán por aprender. Explican el empoderamiento de la práctica por los pobladores y el intenso y meritorio trabajo de los integrantes de Gram Vikas».

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Premio bshf 2005 - Rehabilitación de vivienda con energía solarGotemburgo, Suecia

Arq. María Virginia Jorcin

La información acerca de las visitas de estudio im-pulsadas por la bshf que se centrarían en el Proyecto de Rehabilitación de Vivienda con Energía Solar en Gårdsten, Gotemburgo, llegó a la arquitecta María Vir-ginia Jorcin justo cuando necesitaba asesorarse acerca de precalentamiento de agua con paneles solares.

Tras manifestar su interés, fue invitada a participar en mayo de 2006. Durante la semana que duró su esta-día en Suecia, Jorcin compartió junto con personas de todo el mundo —vinculadas a los sectores académico, empresarial, público y privado— las buenas prácticas relacionadas con la efi ciencia energética.

Gårdsten fue elegido por ser uno de los barrios más degradados de la ciudad. Es uno de los muchos que Suecia construyó dentro del programa 1.000.000 de viviendas, para solucionar su défi cit habitacional después de las grandes guerras.

Para revitalizar Gårdsten se necesitaba trabajar interdisciplinariamente, comprometiendo a los usua-rios e introduciendo las tecnologías de vanguardia. La efi ciencia energética se empleó también para sol-ventar los gastos de la rehabilitación; los costos de la energía no gastada se invirtieron en la propuesta y lograron una solución sustentable que es ejemplo de rehabilitación urbana.

La oportunidad fue propicia para hablar acerca del programa Arquitectos de la Comunidad, que ya era co-nocido por las autoridades de bshf pero no por el resto de los asistentes. A su regreso a Uruguay, la arquitecta se puso en contacto con los organismos relacionados con el tema, para trasladar lo aprendido durante su experiencia y aportar así a la comunidad local. Hoy sigue formándose en esta materia y colabora con la Comisión de Efi ciencia Energética de la sau.

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Premio bshf 2006 - Empresa de vivienda de JohannesburgoJohannesburgo, Sudáfrica

Arq. Gabriela Gallardo

En octubre de 2007, la arquitecta Gabriela Gallardo fue seleccionada por la bshf, junto con otras veinte personas de todo el mundo, para participar en las jornadas de intercambio que anualmente organiza la fundación. En Johannesburgo tuvo la oportunidad de conocer algunos de los proyectos llevados a cabo por la Empresa de Vivienda de Johannesburgo (jhc) que son tomados como ejemplo en otros lugares del país.

Luego de los cambios sociopolíticos de 1994, Su-dáfrica experimentó una transformación signifi ca-tiva en el perfi l de los centros urbanos marginales. Muchos edifi cios abandonados fueron ocupados de manera ilegal, lo que produjo gran deterioro de ba-rrios enteros.

La jhc fue creada para dar respuesta a la situación y comenzó su tarea de rehabilitación de esos centros urbanos, que incluyó reutilizar edifi cios vacíos en el

centro de la ciudad. En este proceso, el ahorro ener-gético fue considerado prioritario.

Además de brindar apoyo para la obtención de la vi-vienda, se incentivó la participación de los integrantes de la comunidad, lo que generó un mayor compromiso con el mantenimiento de las viviendas y su entorno.

El efecto que ha tenido la jhc sobre la ciudad de Johannesburgo es notorio. Lo que una vez fue una zona deteriorada se ha transformado en ejemplo de rehabilitación urbana que contribuye a consolidar el sistema democrático sin discriminación racial.

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De Uruguay a ColombiaNeiva, Encuentro Internacional Hábitat Colombia

Arq. Mariana Misol

En setiembre de 2007, tuvo lugar en la ciudad colom-biana de Neiva el VIII Encuentro Internacional Hábi-tat Colombia, bajo el lema Ciudades intermedias: los desafíos para la internacionalización.

Arquitectos de la Comunidad vio en este encuentro una posibilidad de integrar su método de trabajo a esta propuesta de revalorización de las ciudades como punto de convergencia de la actividad humana. En el marco de un proceso de globalización y de migración masiva del ámbito rural al urbano, la ciudad se rei-vindicó como síntesis de lo global-local por conjugar la apertura al mundo sin descuidar la protección de cada identidad específi ca.

Con este sentido de entidad integradora, se hizo evidente que la ciudad requería —y requiere— de inversión pública y privada para llevar adelante las transformaciones necesarias que mejoren la calidad de vida de sus habitantes.

Arquitectos de la Comunidad Uruguay y Arquitectos de la Comunidad de Cuba expusieron sus respectivas

experiencias. El Método fue altamente valorado y se discutió acerca de las posibilidades de implementarlo en la ciudad de Neiva.

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De Ecuador a UruguayColegio de Arquitectos de Ecuador,

Provincial Pichincha

En julio de 2007, una delegación de colegas ecua-torianos representantes del Colegio de Arquitectos de Ecuador, Provincial Pichincha (cae-p), nos visitó durante tres días. Tiempo atrás habían manifestado interés por conocer la operativa del programa Arqui-tectos de la Comunidad. Su intención era implemen-tarlo como proyecto piloto en Quito y extenderlo más tarde al resto del país.

La situación en Ecuador era similar a la de Uruguay en lo referente a los prejuicios para contratar a un ar-quitecto. Existía, además, precariedad en el régimen de viviendas de cierta franja de la población, lo que volvía necesaria la intervención de profesionales que con-tribuyeran a regularizar la situación y fueran el nexo entre esa población y las autoridades competentes.

Simultáneamente, una resolución gubernamen-tal implementaba un plan de vivienda por el que las personas de bajos recursos recibirían un monto para regularizar, reformar o construir. En todos los casos debía actuar un arquitecto. Eso aumentaba las pro-

babilidades de trabajo y se adecuaba bien al formato del programa.

Al cabo de esos días de fructífero intercambio, se fi rmó un memorando de entendimiento entre la sau y el cae-p, en el que se manifi esta la voluntad de tender lazos profesionales de mutua cooperación entre ambas instituciones.

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De Entre Ríos a UruguayVisita de los colegas de caper

En octubre de 2009, algunos colegas de la Junta Eje-cutiva del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Entre Ríos (caper), Regional Este, y otros profesiona-les argentinos viajaron a Montevideo para entrevis-tarse con representantes del programa Arquitectos de la Comunidad.

La intención de la Junta Ejecutiva es lograr que este tipo de acciones pueda implementarse en localidades entrerrianas a partir de la gestión de la institución que nuclea a los arquitectos de la provincia.

En un clima de confraternidad, los visitantes co-nocieron diferentes obras en Montevideo ejecutadas a partir del programa y conocieron el trabajo de los profesionales uruguayos.

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De Uruguay a EcuadorXVI Bienal Panamericana de Quito 2008

Arq. Gabriela Gallardo, Arq. Ana Milován

En noviembre de 2008 se desarrolló la Bienal Pana-mericana de Quito bajo el lema Sentir la arquitectu-ra latinoamericana. La participación de Uruguay se destacó con la presencia de los arquitectos Mariano Arana, Aldo D’Agosto, Miguel Ángel Odriozola Gui-llot y Gabriela Gallardo, quien fue la encargada de presentar el programa Arquitectos de la Comunidad de la sau dentro del Seminario del Hábitat Social. La coordinación para Uruguay en la confrontación Panamericana de la baq estuvo a cargo de la arqui-tecta Ana Milován.

La exposición de las arquitectas Gallardo y Milo-ván trasmitió la experiencia innovadora de Arquitec-tos de la Comunidad en lo que hace al ejercicio libe-ral de la profesión, al intercambio y enriquecimiento tanto profesional como personal, así como también la satisfacción de brindar un servicio al alcance de toda la comunidad.

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IX. Epílogo

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EpílogoUn epílogo y una puerta abierta

El epílogo es, en cierto modo, una forma de cerrar una historia. Pero esta historia no ha de cerrarse porque, a diez años de su comienzo, refuerza sus convicciones a través de estas páginas que han pretendido recorrerla. Estas páginas quedan abiertas hacia el futuro y serán la puerta por la que seguiremos transitando quie-nes hemos hecho una forma de vida de este proyecto.

Nos impulsa el reconocimiento de los clientes que han solicitado nuestros servicios y que, tiempo después, han vuelto o nos han recomendado a otros. Ese es uno de nuestros mayores galardones y también nuestro crédito.

Hoy redoblamos las ganas, la energía, la experiencia y la fortaleza. Otros vendrán a continuarnos, a mejorar lo que llevamos hecho. La arquitectura es construcción; la construcción es vida en movimiento.

Arquitectos de la Comunidad seguirá su camino de dignifi cación de la profesión de arquitecto, para la gente, con la gente y por sus sueños.

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X. Arquitectos de la Comunidad

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INTEGRANTES: Malvín: Beatriz Alcaraz, Teresita Amarillo, Alicia Berasategui, Rosario Bolioli, Ana Cozzano, Cecilia Curbelo, Gabriela Gallardo, Alvaro Más, Ana Milován, Marcela Nowinski,

Gabriela Pacheco, José Pañela, Cecilia Reggiardo, Claudia Severi, Adriana Sosa, Alejandro Taroco. Ciudad de la Costa: María Cecilia Antonoff , Andrea Bianchi, Cecilia Caballero, Magdalena

Castro, Sandra Debitonto, Antonio Del Castillo, Rossana Lacaze, Mariana Misol, Alicia Molina, Gustavo Parnás, Paola Pérez, Leonel Rodrigues, Rosana Rolfi , Joselyn Rotela, Josefi na Torres,

Alejandro Trucillo, Beatriz Zeballos, Ruth Zürcher. 8 de Octubre: Gustavo Delfi no, Jorge Ferrés, Nolberto Llaguno, Lidia Machado, Alicia Meliá, Ana Ravaschio, Ana Resnichenko, Carla Rovira,

Virginia Ruiz, Virginia Varese. Gral. Flores: Ximena Ayestarán, Gabriel Blechman, Silvana Casali, Vilma Ceriani, María de los Ángeles Fonseca, Horacio Herbert, Ana Jeruchim, Mónica Lloret,

Fabiana Milán, Mónica Misol, Silvana Mussi, Magdalena Perera, Natalia Porley, Claudia Rebollo, Patricia Ricciardi, Ignacio Rodríguez, Inés Sarries, María Rosario Suárez, María de los Ángeles

Villar. Mercedes: Alejandra Abelar, Germán Arias, Silvia Cantoni, Pablo Curti, Luz Denis, Carla Di Stasio, María Noel Ferreira, Mariana Gross, Enzo Perini, Pilar Rienzi, Inés Rosales, Álvaro Torres,

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Rosario Urdangarín. Paysandú: Fernanda Alves, Mª del Huerto Correa, Gonzalo David de Lima, Mónica Ferraris, María Eugenia Gavirondo, Paula Lanfranconi, Eduardo Lancieri, Marcelo Russi,

Adrián Silva, Cristina Sosa. Yatay: AndreaTardi, Verónica Eccher, Victoria Meneses, Adriana Premru, Fabiana Panizza, Mónica Fernández, Silvia Prada, Adriana Castaño, Alejandra Pérez, Mª

Virginia Jorcin, Mª Elena Reolón, José Luis Outeda, Sandra Tabárez, Mª Magdalena Bervejillo, Mariana Piñeiro, Gabriela Veloso, Sandra Toledo, Cecilia Olivera, Álvaro Gelabert, Carolina Castells,

Natalia Cardona. Algunos de los ex-integrantes: Adriana Alonzo, Alberto Leira, Alicia Artigas, Alicia Urrestarazu, Álvaro Domingorena, Ana Villaverde, Andrés Cacho, Andrés Eliseo Cabrera,

Andrés Nogués, Angelo Olivera, Monica Barceló, Carlos Ríos, Cecilia Crocco, Claudia Coronel, Nancy Igoa, Gabriela Caraballo, Gabriela Elhordoy, Germán Ducuing, Graciela Muslera, Griselda

Sandoval, Helena Difi lippo, Iris Rozada, Juan Camma, Laura Ballo, Lilián Moreira, Magela Bielli, Marcelo Vergara, María del Carmen Zarrillo, María José Iglesias, Mariela Abate, Natalia Brener,

Néstor Pereira, Perla Coppola, Roberto Callicó, Rossana Scarpelli, Sandra Rosas, Serrana Calvo, Susana Scapiego, Sylvia Domingorena, Verónica Suárez, Vicky Mazal ○

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10 años10 años

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Hace 10 años se impulsó, desde el seno de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (sau), la formación del Programa Arquitectos de la Comunidad, inspirado en el Programa Arquitecto de la Comunidad (pac) de Cuba y en las enseñanzas del arquitecto argentino Rodolfo Livingston sobre una nueva forma de ejercer la profesión y de hacer arquitectura.

El Programa se hizo realidad gracias a los aportes y la creatividad de un gran equipo de arquitectos que trabajaron para formularlo y adaptarlo a nuestro medio.

Arquitectos de la Comunidad promueve el acercamiento del profesional a toda la sociedad y especialmente a aquel que no utiliza los servicios de un arquitecto. Por eso ha instalado consultorios barriales y promociona los servicios de una forma accesible para la población. Entendemos que esta es una forma de devolver lo que se nos entregó en nuestra formación universitaria.

Arquitectos de la Comunidad propone la práctica colectiva y el trabajo en equipo, desde la atención cliente —que siempre la hacen dos arquitectos— hasta los debates grupales del consultorio y los plenarios y talleres de todos los integrantes del programa.

Este no es un libro técnico de arquitectura, pero en él se registran casos que ilustran nuestro trabajo y nuestra postura frente a la arquitectura cotidiana.

En estos 10 años hemos capitalizado muchos aprendizajes y estamos orgullosos del camino emprendido. Por lo tanto, queremos trasmitir nuestra visión y experiencia a aquellos que se interesen y a quienes les entusiasme conocer nuevas prácticas, ampliar su campo de trabajo o darle un nuevo rumbo a su profesión.

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Arq. Alicia Berasategui

Claudia AmengualArq. M.ª Virginia Jorcin

Arq. M.ª Magdalena Bervejillo

EQUIPO EDITORIAL:

10 AÑOSARQUITECTOS

DE LA COMUNIDADUruguay

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