literatura de posguerra civil española

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2. Rima LXXIV (N° 24 Libro de los Gorriones) Establecer conexiones temáticas y de ambiente con la leyenda El rayo de luna y la Rima LXXI. Un poeta mortal lo màximo que puede hacer para revelar a sus lectores su visiòn de lo inefable es captar los aspectos evanescentes de la realidad que para èl simbolizan mejor la belleza ideal, las ideas sin palabras. La luz, intangible, en cierto sentido, como dice Bècquer, invisible, completamente evanescente, durante siglos ha sido el acompañamiento poètico de las visiones betìficas, ingluso la sustancia de la misma visiòn. ( Marìa del Pilar Palomo, Edmund L. King y Gabriel Celaya. pàg. 294) Éstas tres obras presentan un personaje, como en el caso de El Racho de luna un poeta, ensimismado, capaz de crear todo un mundo con extrañas criaturas sólo con su imaginación. Se nos describe a un poeta que, a altas horas de la noche, vaga entre el sueño y la vigilia debiendo desconfiar de su vista. Es en este momento donde cree ver, en el caso de El Racho de luna y la Rima LXXIV, una figura, una mujer que se desvanece, efímera, fugas, similar a un sueño. La existencia de este personaje nunca es puesto en duda. Esta imagen lo enciende por dentro y lo desespera por atrapar esa fugacidad. Esta empresa imposible lo lleva a la desesperación, y en el caso de El Racho de luna lo lleva a la perdición. En la Rima LXXI no se trata de una visión, la ilusión pasa por el sentido del oído. El narrador cree escuchar un murmullo seguido por una voz que le dice su nombre, una voz delgada y triste y luego la ilusión pasa al olfato, huele a sirio, humedad e incienso. Esta aparición que narra el poeta sucede siempre a altas horas de la noche, cuando la realidad se confunde con el sueño y se presenta sólo en tres sentidos, la vista, el oído y el olfato, pero nunca con el tacto, el narrador nunca podrá alcanzar a ese ser fugas. 4. La visión de la mujer en las leyendas La ajorca de oro y El monte de las ánimas.

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literatura de posguerra civil española, trabajo práctico

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2. Rima LXXIV (N° 24 Libro de los Gorriones)

Establecer conexiones temáticas y de ambiente con la leyenda El rayo de luna y la Rima LXXI.

Un poeta mortal lo màximo que puede hacer para revelar a sus lectores su visiòn de lo

inefable es captar los aspectos evanescentes de la realidad que para èl simbolizan

mejor la belleza ideal, las ideas sin palabras. La luz, intangible, en cierto sentido,

como dice Bècquer, invisible, completamente evanescente, durante siglos ha sido el

acompañamiento poètico de las visiones betìficas, ingluso la sustancia de la misma

visiòn. (Marìa del Pilar Palomo, Edmund L. King y Gabriel Celaya. pàg. 294)

Éstas tres obras presentan un personaje, como en el caso de El Racho de luna un poeta,

ensimismado, capaz de crear todo un mundo con extrañas criaturas sólo con su imaginación. Se

nos describe a un poeta que, a altas horas de la noche, vaga entre el sueño y la vigilia debiendo

desconfiar de su vista.

Es en este momento donde cree ver, en el caso de El Racho de luna y la Rima LXXIV, una figura,

una mujer que se desvanece, efímera, fugas, similar a un sueño. La existencia de este personaje

nunca es puesto en duda. Esta imagen lo enciende por dentro y lo desespera por atrapar esa

fugacidad. Esta empresa imposible lo lleva a la desesperación, y en el caso de El Racho de luna

lo lleva a la perdición.

En la Rima LXXI no se trata de una visión, la ilusión pasa por el sentido del oído. El narrador

cree escuchar un murmullo seguido por una voz que le dice su nombre, una voz delgada y triste y

luego la ilusión pasa al olfato, huele a sirio, humedad e incienso.

Esta aparición que narra el poeta sucede siempre a altas horas de la noche, cuando la realidad se

confunde con el sueño y se presenta sólo en tres sentidos, la vista, el oído y el olfato, pero nunca

con el tacto, el narrador nunca podrá alcanzar a ese ser fugas.

4. La visión de la mujer en las leyendas La ajorca de oro y El monte de las ánimas.

En las leyendas de Bécquer, muchas veces el mal está representado por mujeres que son las que

llevan al hombre a la perdición.

Tal es el caso de la representación de la mujer en las leyendas La ajorca de oro y El monte de las

ánimas donde se describe una mujer de belleza abstracta:

Ella era hermosa, hermosa con esa hermosura que inspira el vértigo; hermosa con esa

hermosura que no se parece en nada a la que soñamos en los ángeles (...) hermosura

diabólica, que tal vez presta el demonio a algunos seres para darlos sus instrumentos

en la tierra. (Bécquer; 2012, 219)

Mientras que en El monte de las ànimas la belleza de la mujer se encuentra reforzada por el

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adjetivo "hermosa" y especìficamente en la descripciòn de una expresiòn: Beatriz se

mordiò ligeramente los labios...

Estas mujeres tienen la caracterìstica de ser las dos caprichosas, vanidosas, sobervias

(como en El monte de las ànimas) y avarientas (como en La ajorca de oro), dispuestas a

poner en riesgo la vida de sus amantes por conseguir lo que desean.

Esta belleza es la que quita los hombres la cordura y los obliga a actuar en contra de las

tradiciones y de las creencias religiosas. Esa repentina pérdida de la razón se paga con un

castigo, a uno la locura y a otro con la muerte.

1)

En Cantares Gallegos, Galicia en su totalidad es el objeto principal. Rosalìa se encarga de

tomar la voz del pueblo y plasmarla en sus poemas, pone su mirada en mitos, leyendas y

costumbres, para reflejar un paisaje abarcador de su tierra, desde la geografìa hasta las

comidas.

Describe a su tierra como un paraìso, Galicia es el locus amoenus de su poemario:

Dulces aires de Galicia,

quitadores de las penas,

encantadores del agua,

amantes de la arboleda,

mùsica de verdes cañas

del maìs de nuestras vegas

compañeritos alegres,

rumor de todas las fiestas,

llevadme en las alas vuestras

como si fuera hoja seca. (Rosalìa de Castro. Cantares Gallegos. pp. 66)

Galicia es el paraìso perdido donde se acientan sus raìces, su tierra represnta la familia y sus

antepasados:

Prados, rìos, arboledas,

pinares que mueve el viento,

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pajarillos piadores,

casita de mi contento.

(...)

Adiòs, adiòs, que me voy,

yerbitas del camposanto

do mi padre se enterrò,

yerbitas que besè tanto

tierra que a las dos criò. (pp. 70 y 72)

Està descripta desde el recuerdo, desde la añorancia de volver a su tierra o el dolor de la partida.

Rosalìa describe a lo largo de sus poemas, como dice Mauro Armiño, el mundo vivo de Galicia,

con sus campesinos y gaiteros, sus mozas, sus fiestas, sus comidas, vestimentas, etc:

(...)

ellas de negro se visten

delgaditas y ligeras,

refajo y pañuelo negro,

zapato y media de seda,

negra chaqueta de raso,

mantilla de misma pieza,

con terciopelo adornado

cuanto encima de sì llevan; (pp. 44)

las comidas:

Papiñas con leite

tambèn che darèi;

sopiñas con viño,

torrexas con mel.

Patacas asadas

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con sal e vinagre,

que saben a noces.

¡Què ricas que saben! ( 1997 Obras completas, Cantares Gallegos pp13)

unos venden limonadas,

otros agua que refresca,

aquellos dulce resolio

con soquillitas de almendras;

los de màs allà sandìas

con deliciosas ciruelas; (pp 52)

retrata fiestas populares, como las que se hacen en honor a la Virgen:

Cuando las campanas tocan

y la mùsica resuena,

como en cielo, por las naves

de la recogida iglesia;

cuando los cohetes rompen

en el aire y voces frescas

por el espacio con gaitas

y con tambores se mezclan,

entonces la piedra baila

tan aelgre y tan contenta

que aunque un ciento de personas

brinca y salta encima della

como si fuera muchacha,

màs que una pluma ligera, (pp 54)

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como ya dijimos, Rosalìa describe tambièn las costumbres de su tierra, un ejemplo son los rezos a

San Antonio:

Mi santo San Antonio,

dadme un marido

aunque el tamaño tenga

de un grano de mijo.

Dàdmelo, santo,

aunque sus pies sean cojos,

los brazos mancos. (pp80)

los bailes tradicionales como las muiñeiras:

-Santa, santaza,

no sois cuplida

diciendo cosas

que hacen herida.

Habladme sòlo

de las muiñeiras

de aquellas vueltas

reviraderas,

de aquellos puntos

que ahora se llevan

de afuera adentro,

de dentro afuera.

Estas son algunas de las notas de costumbrismo que describe Rosalìa. Ella se encarga de

representar en sus poemas un cuadro viviente de Galicia, desde su gente hasta el paisaje.

2) Un tòpico recurrente de la literatura de Rosalìa son las oscuras sombras. Estas sombras nos

pueden llevar a dos interpretaciones: por un lado tenemos la sombra como apariciòn, un ser

fantasmal que vaga entre el cielo y el infierno y con quien la narradora dialoga. La otra

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interpretaciòn es la sombra como un sentimiento personificado, es decir, que en la sombra como

simbolo de la angustia, la soledad, la desesperanza,etc. Un ejemplo de esto es el siguiente poema:

Cuando creo que te has ido,

negra sombra que me asombras,

al pie de mi almohada

tornas hacièndome mofa.

Si cantan, tù eres quien canta;

si lloran, tù eres quien llora;

y eres el rumor del rìo.

y eres la noche y la aurora.

En todo estàs y eres todo,

para mì y en mi misma moras,

ni me abandonaràs nunca,

sombra que siempre me asombras.(Rosalìa de Castro. Follas Novas. 1992. pp45)

La sombra es lo que la acecha, la persigue a donde valla, es por esto que hablamos de la doble

interpretaciòn del sìmbolo de la sombra, es un sentimiento del cual no puede desligarse y es un

fantas que va con ella, oscureciendo lo que toca.

La sombra es tambièn un adjetivo,:

tambièn vosotras, sombrìas paredes solitarias.(pp31)

una dualidad, como alguien enamorado de su tristeza:

adiòs, sombras queridas; adiòs sombras odidadas;(pp31)

Sombras tambièn como un lugar y a la vez un estado del alma, un lugar del alma:

Sòlo en mì misma buscando en los oscuro

y entrando en la sombra,

vi la noche que nunca se acaba

en mi alma sola. (pp37)

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Tambièn se la puede ver como una caracterìstica que algo adiquiere con el tiempo:

Fueron algunos tan puros

como el fulgor de la aurora,

otros cual la esperanza

que el enamorado sueña,

y finalmente inquietos,

mitad luz, mitad sombras,

mitad placer sin nombre,

y mitad una sorpresa aterradora. (pp43)

Las sombras como un recuerdo latente quede puede reaparecer en cualquier momento:

Mas no, que tengo miedo

de ver en el lìquido cristal

a sombra de aquel negro

desengaño sin cura ni consuelo. (pp46)

Son utilizadas como algo que va cubriendo el espacio, oscureciendo todo a su paso:

Todo està negro, en sombras se enuelve la vereda. (¡Ni a oscuras! pp71)

Si bien el tòpico de las sombras es utilizado para representar diferntes representaciones, todas coinciden con un escenario oscuro, pesimista, de desesperanza, angustia y dolor. Las sombras no son queridas, no son deseadas, pero existe en la narradora esa dualidad ya mencionada, como alguien que se ha enamorado de su dolor.