Literatura

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Sueño de una noche de verano: El laberinto del amor. Javier Lazo Bianco El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen. W. Shakespeare Suscrito a toda época y a todo espacio, el amor siempre ha tenido un papel importante en las manifestaciones artísticas del hombre. Se lo ve como un pequeño motorcillo que impulsa ciertas conductas. Y, uno de los que mejor jugó con los engranes del motorcillo amatorio, es sin dudas William Shakespeare. En sus poemas, comedias y tragedias se condensan los arquetipos del hombre, la fatalidad de ser vivo y la rebeldía que arde bajo la piel de cada uno de nosotros. Los caminos que se van tejiendo bajo los personajes es un imperioso juego de títeres manejado por el dramaturgo, esta vía de acontecimientos y todo lo antes mencionado puede reflejarse en Sueño de una noche de verano, comedia de la que nos ocuparemos en estas breves líneas. Recorremos la comedia a través de sus cinco actos, división estructural común para el género. Todo el desarrollo de la comedia nos introduce a un laberinto de sucesos que salen mal. El error y la torpeza es lo propio de una comedia. Es aquél error, lo que hace a este género entretenido. Baudelaire tuvo alguna vez un tratado sobre la risa, él pensaba que había un elemento demoniaco en la risa, una motivación del mal, un signo de burla. Efectivamente es debido a eso que las comedias dan risa, el prefigurar que nosotros no cometeríamos tal error. Para el caso, la sucesión de acontecimientos de Sueño de una noche de verano está precisamente pensada, está realmente en armonía con el desarrollo de los personajes, con el entrabado de lo que sale mal y como el amor se apodera de este extraño laberinto de malentendidos. Hay un elemento importantísimo que nos ayuda a explicar la articulación de amor en el texto: Los factores fantásticos. Esa atmósfera fantasiosa, los personajes, sus poderes, el amor como algo más perteneciente a esa dimensión que a la nuestra. Primero porque Oberón puede manipular el amor, administrarlo, controlarlo. Mientras que la dimensión humana no puede explicarlo, ni si quiera. Y ahí reside otra característica de los personajes de Shakespeare; lo

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Breve análisis de Sueño de una noche de verano.

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Sueño de una noche de verano: El laberinto del amor.

Javier Lazo Bianco

El amor, como ciego que es, impide a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen.

W. Shakespeare

Suscrito a toda época y a todo espacio, el amor siempre ha tenido un papel importante en las

manifestaciones artísticas del hombre. Se lo ve como un pequeño motorcillo que impulsa

ciertas conductas. Y, uno de los que mejor jugó con los engranes del motorcillo amatorio, es sin

dudas William Shakespeare. En sus poemas, comedias y tragedias se condensan los arquetipos

del hombre, la fatalidad de ser vivo y la rebeldía que arde bajo la piel de cada uno de nosotros.

Los caminos que se van tejiendo bajo los personajes es un imperioso juego de títeres manejado

por el dramaturgo, esta vía de acontecimientos y todo lo antes mencionado puede reflejarse en

Sueño de una noche de verano, comedia de la que nos ocuparemos en estas breves líneas.

Recorremos la comedia a través de sus cinco actos, división estructural común para el género.

Todo el desarrollo de la comedia nos introduce a un laberinto de sucesos que salen mal. El error

y la torpeza es lo propio de una comedia. Es aquél error, lo que hace a este género entretenido.

Baudelaire tuvo alguna vez un tratado sobre la risa, él pensaba que había un elemento

demoniaco en la risa, una motivación del mal, un signo de burla. Efectivamente es debido a eso

que las comedias dan risa, el prefigurar que nosotros no cometeríamos tal error. Para el caso, la

sucesión de acontecimientos de Sueño de una noche de verano está precisamente pensada, está

realmente en armonía con el desarrollo de los personajes, con el entrabado de lo que sale mal y

como el amor se apodera de este extraño laberinto de malentendidos.

Hay un elemento importantísimo que nos ayuda a explicar la articulación de amor en el texto:

Los factores fantásticos. Esa atmósfera fantasiosa, los personajes, sus poderes, el amor como

algo más perteneciente a esa dimensión que a la nuestra. Primero porque Oberón puede

manipular el amor, administrarlo, controlarlo. Mientras que la dimensión humana no puede

explicarlo, ni si quiera. Y ahí reside otra característica de los personajes de Shakespeare; lo

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volátil del amor, lo impulsivo. Es así que el amor plaga la comedia y nos muestra lo más idílico

de sus ironías.

El concepto de sueño también se ve elaborada de manera brillante en la comedia, es un sueño

caótico, laberíntico. La encantadora ligereza del mundo de los elfos concierta con la vicisitud

humana; hasta los movimientos y las pasiones de los enamorados parecen desarrollarse según

ensueños, se desenvuelven en absurdas dificultades y se disipan en encanto gobernado por el

capricho de Amor. Una alegre y absurda metamorfosis se apodera hasta de los humildes

artesanos, que no son fantoches marginales en el cuadro, sino que se hallan envueltos en una

misma atmósfera mágica. El mundo fantástico de las alegorías del Renacimiento y el mundo

amoroso de las novelas caballerescas con sus fuentes que encienden o hielan el amor, hallan

aquí su más perfecta y poética expresión. Y el metateatro obtiene un rol fundamental para la

comprensión del universo creado por Shakespeare.

Tenemos un laberinto de amor, un sueño catártico donde se presenta un amor que cubre todas

las paredes del laberinto. Donde las construcciones, acto por acto, escena a escena, constituyen

un ladrillo para el laberinto en general. La maestría de Shakespeare para pensar al hombre,

introducirlo y extraerlo del mundo, hacen de Sueño de una noche de verano una comedia

genial, bellísima y trascendente al tiempo.