Literatura 11
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EXPOCIE�CIA 2011
Recopilación de poemas realizada por los alumnos de la etapa 4
POEMAS SOBRE EL AIRE
-selección-
XAVIER VILLARUTIA GO�ZÁLEZ México, 1903 – 1950
Foto tomada de http://www.los-poetas.com/a/xavier.htm
Aire
El aire juega a las distancias: acerca el horizonte,
echa a volar los árboles y levanta vidrieras entre los ojos y el paisaje.
El aire juega a los sonidos:
rompe los tragaluces del cielo, y llena con ecos de plata de agua
el caracol de los oídos.
El aire juega a los colores: tiñe con verde de hojas el arroyo
y lo vuelve, súbito, azul, o le pasa la borla de una nube.
El aire juega a los recuerdos: se lleva todos los ruidos y deja espejos de silencio para mirar los años vividos.
RAFAEL ALBERTI Cádiz, España, 1902 – 1999
Foto tomada de http://click-pensador.blogspot.com/2010/09/la-libertad-no-la-tienen-los-que-no.html
I�VITACIÓ� AL AIRE
Te invito, sombra, al aire. Sombra de veinte siglos, a la verdad del aire, del aire, aire, aire.
Sombra que nunca sales de tu cueva, y al mundo no devolviste el silbo
que al nacer te dio el aire, del aire, aire, aire.
Sombra sin luz, minera por las profundidades de veinte tumbas, veinte siglos huecos sin aire, del aire, aire, aire.
¡Sombra, a los picos, sombra, de la verdad del aire, del aire, aire, aire!
-El Aire Ya No Es Aire - Miguel Otero Silva
El aire ya no es aire, sino aliento; el agua ya no es agua, sino espejo, porque el agua es apenas tu reflejo y ruta de tu voz es sólo el viento.
Ya mi verso no es verso, sino acento; ya mi andar no es andar, sino cortejo, porque vuelvo hacia ti cuando te dejo y es sombra de tu luz mi pensamiento. Ya la herida es floral deshojadura y la muerte es fluencia de ternura
que a ti me liga con perpetuos lazos: tornóse en rosa espléndida la herida y ya no es muerte, sino dulce vida,
la muerte que me das entre tus brazos.
FEDERICO GARCÍA LORCA Granada, España, 1898 - 1936
Foto tomada de http://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/garcia_lorca.htm
Preciosa y el aire
Su luna de pergamino Preciosa tocando viene por un anfibio sendero de cristales y laureles. El silencio sin estrellas, huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta su noche llena de peces. En los picos de la sierra los carabineros duermen
guardando las blancas torres donde viven los ingleses. Y los gitanos del agua levantan por distraerse, glorietas de caracolas y ramas de pino verde.
Su luna de pergamino Preciosa tocando viene. Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme. San Cristobalón desnudo, lleno de lenguas celestes, mira la niña tocando
una dulce gaita ausente. Niña, deja que levante tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos la rosa azul de tu vientre.
Preciosa tira el pandero y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue con una espada caliente. Frunce su rumor el mar. Los olivos palidecen.
Cantan las flautas de umbría y el liso gong de la nieve. ¡Preciosa, corre, Preciosa, que te coge el viento verde! ¡Preciosa, corre, Preciosa! ¡Míralo por dónde viene! Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.
Preciosa, llena de miedo, entra en la casa que tiene, más arriba de los pinos, el cónsul de los ingleses. Asustados por los gritos tres carabineros vienen, sus negras capas ceñidas y los gorros en las sienes. El inglés da a la gitana un vaso de tibia leche, y una copa de ginebra que Preciosa no se bebe.
Y mientras cuenta, llorando, su aventura a aquella gente,
en las tejas de pizarra el viento, furioso, muerde.
CI�TIO VITIER
2009Florida, USA, 1921 - La Habana, Cuba
Foto tomada de http://yohandry.wordpress.com/2009/10/02/murio-el-destacado-intelectual-cubano-cintio-vitier/
El Aire
Estoy despierto, sí, estoy mirando fríamente algunas cosas
que van dejando ya de ser secretas. Están ahí, como los árboles
en el desnudo aire. Sí, estoy despierto. Hasta la casa de mi infancia es de los otros:
la han pintado de un color chillón, entran y salen por los cuartos de mi alma,
hablando de otro asunto. La luz invade el patio de mis ocultas nadas. También miro con deseo ese rostro que es ninguno y que viene como un ave malherida
de los que sufren y sonríen. ¡Oh pueblo innumerable! Estoy despierto. Estoy mirando el polvo bañado por la luz,
las tinieblas disueltas en el aire cuando empieza a dibujarse la verdad:
el árbol, la alegría, el sacrificio. Y sé que aún tengo más recuerdos en la sangre
de los que puedo recordar, y más olvido del que puede olvidarse en este mundo. Pero qué importa, al fin, si la mitad
de aquella vida se me desprende y cae, si tanto sueño, al fin, ha despertado, si no hay sitio que no me esté mirando ni instante en que el azar no me visite.
Quiero ser como tú, ¡oh rostro de los pobres!, misterio del dolor y la sonrisa, porque el aire,
el simple aire límpido y vacío, llenará nuestras voces y esperanzas.
POEMAS SOBRE EL
AGUA -selección-
AMADO �ERVO Tepic, México, 1870 - Montevideo, Uruguay, 1919
Foto tomada de http://www.ecured.cu/index.php/Amado_Nervo
La Hermana Agua
Un hilo de agua que cae de una llave imperfecta; un hilo de agua, manso y diáfano, que gorjea toda la noche y todas las noches cerca de mi alcoba; que canta a mi soledad y en ella me acompaña; un hilo de agua: ¡qué cosa tan sencilla! Y, sin embargo, estas gotas incesantes y sonoras me han enseñado más
que los libros.
El alma del Agua me ha hablado en la sombra –el alma santa del Agua- y yo la he oído, con recogimiento y con amor. Lo que me ha dicho está escrito en páginas que pueden compendiarse así: ser
dócil, ser cristalino; esta es la ley y los profetas; y tales páginas han formado un poema
Yo sé que quien lo lea sentirá el suave placer que yo he sentido al escucharlo de los labios de Sor Acqua; y este será mi galardón en la prueba, hasta que mis huesos se regocijen en la gracia de Dios.
MIGUEL ARTECHE Chile, 1926 -
Foto tomada de http://www.chilepoesia.uchile.cl/arteche.html
El Agua
A media noche desperté. Toda la casa navegaba. Era la lluvia con la lluvia de la postrera madrugada. Toda la casa era silencio, y eran silencio las montañas de aquella noche. No se oía
sino caer el agua.
Me vi despierto a medianoche buscando a tientas la ventana; pero en la casa y sobre el mundo no había hermanos, madre, nada.
Y hacia el espacio oscuro y frío y frío el barco caminaba conmigo. ¿Quién movía todas las velas solitarias?
Nadie me dijo que saliera. Nadie me dijo que me entrara, y adentro, adentro de mí mismo
me retiré: toda la casa.
Me vio en el tiempo que yo fui, y en el seré la vi lejana, y ya no pude reclinar
mi juventud sobre la almohada.
A medianoche busqué mientras la casa navegaba. Y sobre el mundo no se oyó
sino caer el agua.
ÁLVARO MUTIS Bogotá, Colombia, 1923 –
Foto tomada de http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/mutis/
Lied marino
Vine a llamarte
a los acantilados.
Lancé tu nombre
y sólo el mar me respondió
desde la leche instantánea
y voraz de sus espumas.
Por el desorden recurrente
de las aguas cruza tu nombre
como un pez que se debate y huye
hacia la vasta lejanía.
Hacia un horizonte
de menta y sombra,
viaja tu nombre
rodando por el mar del verano.
Con la noche que llega
regresan la soledad y su cortejo
de sueños funerales.
JOSÉ ASU�CIÓ� SILVA Bogotá, Colombia, 1865 – 1896
Foto tomada de http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/silva.htm
Paisaje Tropical
Magia adormecedora vierte el río
en la calma monótona del viaje
cuando borra los lejos del paisaje
la sombra que se extiende en el vacío.
Oculta en sus negruras el bohío
la maraña tupida y el follaje
semeja los calados de un encaje
al caer del crepúsculo sombrío.
Venus se enciende en el espacio puro,
la corriente dormida una piragua
rompe en su viaje rápido y seguro
y con sus nubes el poniente fragua
otro cielo rosado y verdeoscuro
en los espejos húmedos del agua
DORA CASTELLA�OS Bogotá, Colombia, 1924
Foto tomada de http://www.colarte.com/colarte/foto.asp?idfoto=238626
Amor, como los ríos
Oculta fuerza de agua soterrada,
nos sorprendió el amor tan de repente,
que al mirarse a los ojos hondamente
se desbordó el amor en la mirada.
Y brotó aquella fuente enamorada,
con fuerza tan vital y jubilosa,
que fue en verdad y amor la más gozosa
en que jamás me viera arrebatada.
Fue aquel amor, pasión tan verdadera,
-¿era tierna o sensual, dulce o ardiente?-
¡ya nunca más sabremos cómo era!
Que tus labios juraron en los míos:
vivirá nuestro amor eternamente,
y nuestro amor pasó como los ríos.
LEÓ� DE GREIFF
Medellín, 1895 – Bogotá, 1976
Foto tomada de http://migueleguedez.wordpress.com/2008/07/26/leon-de-greiff-colombia/
Balada del mar no visto, ritmada en versos diversos
No he visto el mar. Mis ojos
–vigías horadantes, fantásticas luciérnagas; mis ojos avizores entre la noche; dueños
de la estrellada comba; de los astrales mundos; mis ojos errabundos
familiares del hórrido vértigo del abismo; mis ojos acerados de viking, oteantes;
mis ojos vagabundos no han visto el mar...
La cántiga ondulosa de su trémula curva no ha mecido mis sueños;
ni oí de sus sirenas la erótica quejumbre; ni aturdió mi retina con el rútilo azogue
que rueda por su dorso... Sus resonantes trombas,
sus silencios, yo nunca pude oír...: sus cóleras ciclópeas, sus quejas o sus himnos; ni su mutismo impávido cuando argentos y oros de los soles y lunas , como perennes lloros diluyen sus riquezas por el glauco zafir...!
No aspiré su perfume!
Yo sé de los aromas de amadas cabelleras...
Yo sé de los perfumes de los cuellos esbeltos y frágiles y tibios;
de senos donde esconden sus hálitos las pomas preferidas de Venus! Yo aspiré las redomas
donde el Nirvana enciende los sándalos simbólicos;
las zábilas y mirras del mago Zoroastro... Mas no aspiré las sales ni los iodos del mar.
Mis labios sitibundos no en sus odres la sed
apagaron: no en sus odres acerbos mitigaron la sed...
Mis labios, locos, ebrios, ávidos, vagabundos, labios cogitabundos
que amargaron los ayes y gestos iracundos y que unos labios –vírgenes- captaron en su
red! Hermano de las nubes
yo soy. Hermano de las nubes,
de las errantes nubes, de las ilusas del espacio: vagarosos navíos
que empujan acres soplos anónimos y fríos, que impelen recios ímpetus voltarios y
sombríos! Viajero de las noches
yo soy. Viajero de las noches embriagadas; nauta
de sus golfos ilímites, de sus golfos ilímites, delirantes, vacíos, - vacíos de infinito..., vacíos...-Dócil nauta
yo soy, y mis soñares derrotados navíos...
Derrotados navíos, rumbos ignotos, antros de piratas...!el mar! Mis ojos vagabundos
–viajeros insaciados- conocen cielos, mundos, conocen noches hondas, ingraves y serenas,
conocen noches trágicas, ensueños deliciosos, sueños inverecundos... Saben de penas únicas, de goces y de llantos, de mitos y de ciencia, del odio y la clemencia,
del dolor y el amar...!
Mis ojos vagabundos, mis ojos infecundos...:
no han visto el mar mis ojos, no he visto el mar!
E�RIQUE GARCÍA TRI�IDAD
Madrid, España, 1950
Foto tomada de http://bletisadas.blogspot.com/2009_08_01_archive.html
Brindis
Aquel hombre del norte alzó su vaso y brindó sin dudar por el futuro.
Alguien dijo:
— Con agua te aseguro no se debe brindar, con vino acaso...
— Con agua —insistió—, sí, no es un mal paso
brindar con este líquido tan puro que nos sobra en Europa y es tan duro conseguirlo en el sur donde es escaso.
Brindar y luego repartir a manos llenas, de norte a sur, de sur a norte: Esto es progreso, así somos humanos.
Para todos el agua y que no importe ni el idioma ni el dios ni la frontera, ni la sed ni el color ni la bandera.
POEMAS SOBRE EL
FUEGO -selección-
JOSÉ EMILIO PACHECO México, 1939
Foto tomada de http://www.eluniversal.com.mx/notas/516802.html
El fuego
En la madera que se resuelve en chispa y llamarada
luego en silencio y humo que se pierde
miraste deshacerse con sigiloso estruendo tu vida
Y te preguntas si habrá dado calor
si conoció alguna de las formas del fuego
si llegó a arder e iluminar con su llama
De otra manera todo habrá sido en vano
Humo y ceniza no serán perdonados
pues no pudieron contra la oscuridad
—tal leña que arde en una estancia desierta
o en una cueva que sólo habitan los muertos
PABLO �ERUDA Parral (Chile) 1904 - Santiago de Chile 1973
Foto tomada der http://www.educarchile.cl/Portal.Base/Web/VerContenido.aspx?ID=60484
El fuego cruel
Aquella guerra! El tiempo un año y otro y otro
deja caer como si fueran tierra para enterrar aquello
que no quiere morir: claveles, agua, cielo,
la España, a cuya puerta toqué, para que abrieran, entonces, allá lejos, y una rama cristalina me acogió en el estío
dándome sombra y claridad, frescura
de antigua luz que corre desgranada en el canto:
de antiguo canto fresco que solicita nueva
boca para cantarlo. Y allí llegué para cumplir mi canto.
Ya he cantado y contado lo que con manos llenas me dio España,
y lo que me robó con agonía, lo que de un rato a otro me quitó de la vida sin dejar en el hueco más que llanto,
llanto del viento en una cueva amarga, llanto de sangre sobre la memoria.
Aquella guerra! No faltó la luz
ni la verdad, no hizo falta la dicha sino el pan,
estuvo allí el amor, pero no los carbones: había hombre, frente, ojos, valor
para la más acribillada gesta y caían las manos como espigas cortadas
sin que se conociera la derrota, esto es, había poder de hombre y de alma,
pero no había fusiles y ahora les pregunto
después de tanto olvido: qué hacer? qué hacer? qué hacer?
Respóndanme, callados,
ebrios de aquel silencio, soñadores de aquella falsa paz y falso sueño,
qué hacer con sólo cólera en las cejas? con sólo puños, poesía, pájaros,
razon, dolor, qué hacer con las palomas? qué hacer con la pureza y con la ira
si delante de ti se te desgrana el racimo del mundo
y ya la muerte ocupa la mesa el lecho la plaza el teatro
la casa vecina y blindada se acerca desde Albacete y Soria,
por costa y páramo, por ciudad y río, calle por calle,
y llega, y no hay sino la piel para pelearle, no hay sino las banderas y los puños y el triste honor ensangrentado
con los pies rotos, entre polvo y piedra,
por el duro camino catalán bajo las balas últimas
caminando ay! hermanos valientes, al destierro
JORGE TEILLIER Chile, 1935-1996
Foto tomada de http://cronopias.wordpress.com/2008/07/16/586/
Sentados frente al fuego
Sentados frente al fuego que envejece
miro su rostro sin decir palabra.
Miro el jarro de greda donde aún queda vino,
miro nuestras sombras movidas por las llamas.
Esta es la misma estación que descubrimos juntos,
a pesar de su rostro frente al fuego,
y de nuestras sombras movidas por las llamas.
Quizás si yo pudiera encontrar una palabra.
Esta es la misma estación que descubrimos juntos:
aún cae una gotera, brilla el cerezo tras la lluvia.
Pero nuestras sombras movidas por las llamas
viven más que nosotros.
Sí, ésta es la misma estación que descubrimos juntos.
—Yo llenaba esas manos de cerezas, esas
manos llenaban mi vaso de vino—.
Ella mira el fuego que envejece.
LEÓ� DE GREIFF
Medellín, 1895 – Bogotá, 1976
Foto tomada de http://migueleguedez.wordpress.com/2008/07/26/leon-de-greiff-colombia/
Canción de Dinarzada
Tú fuiste mía, ardiente Dinarzada:
todo tu ser se le entregó a mi ruego!
todo tu ser se le rindió a mi Nada!
todo tu fuego se fundió en mi fuego!
Tú fuiste mía, ardiente Dinarzada!
Ya qué me importa el torvo rumbo ciego!
Es lumbre para mí la desolada
llanura yerma! Alígero navego
bajo la tempestad desmelenada!
Todo tu fuego se fundió en mi fuego!
Tu grande corazón, tu alma extasiada,
tu espíritu finísimo, a mi ruego
se rindieron: donáronse a mi Nada!
Noche: en tus brazos únicos me entrego,
Dinarzada sutil, noche soñada…
Tú fuiste mía, ardiente Dinarzada!
Todo tu fuego se fundió en mi fuego!
MERCEDES DURA�D
San Salvador, Salvador, 1933 – 1999
Foto tomada de http://www.elsalvador.com/noticias/edicionesanteriores/julio9/ESPECTACULOS/espec6.html
El fuego
El gozo de la joven panadera
Brotó de las caricias matinales
Del fuego que convierte a los trigales
En panes de morena caballera.
El rojo crepitar de la madera
Quemó las inclemencias invernales;
La lumbre de los soles tropicales
Doró la juventud de la pradera.
El fuego atardecido en la herrería
Moldeó la dimensión de los balcones
En rizos de enrejada fantasía.
El fuego, corazón de los talleres,
Llevó en universales expresiones
Aliento de artesanos menesteres
POEMAS SOBRE LA ELECTRICIDAD
-selección-
Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, España, 1910 – Alicante, España, 1942)
Foto tomada de http://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/biografias/manila_miguel_hernandez.htm
El rayo que no cesa
Un carnívoro cuchillo de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo alrededor de mi vida.
Rayo de metal crispado fulgentemente caído, picotea mi costado
y hace en él un triste nido.
Mi sien, florido balcón de mis edades tempranas, negra está, y mi corazón, y mi corazón con canas.
Tal es la mala virtud del rayo que me rodea, que voy a mi juventud como la luna a mi aldea.
Recojo con las pestañas sal del alma y sal del ojo y flores de telarañas de mis tristezas recojo.
¿A dónde iré que no vaya mi perdición a buscar? Tu destino es de la playa y mi vocación del mar.
Descansar de esta labor
de huracán, amor o infierno no es posible, y el dolor me hará a mi pesar eterno.
Pero al fin podré vencerte,
ave y rayo secular, corazón, que de la muerte nadie ha de hacerme dudar.
Sigue, pues, sigue cuchillo, volando, hiriendo. Algún día se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía. ¿No cesará este rayo que me habita el corazón de exasperadas fieras y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?
¿No cesará esta terca estalactita de cultivar sus duras cabelleras como espadas y rígidas hogueras hacia mi corazón que muge y grita?
Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia y ejercita en mí mismo sus furores.
Esta obstinada piedra de mí brota y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.
RAFAEL GUTIÉRREZ GIRARDOT Sogamoso, Colombia, 1928 – Alemania, 2005
Foto tomada de http://leerliteraturacolombiana.blogspot.com/2008_11_01_archive.html
El rayo de tus furiosas libertades
Oh Simón, andariego dios andino ¿por qué no soltás
De una vez el rayo de tus furiosas libertades
Sobre esta voraz mala yerba que pudre tus
Amadas praderas de américa?
Vos, el infatuado, el incansable,
El sembrador de huracanes, único y verdadero rostro
Del fuego aquí en nuestro fuego, el perseguido y
Perseguidor del buitre criollo, decime ¿cómo no ibas
A irrumpir cabalgando impertérrito con tus épicas hogueras
Errantes caballerías en un libro
¿Dónde se dicen libertades?
JUA� GIL-ALBERT España, 1904 – 1994
Foto tomada de http://www.miguelhernandezvirtual.com/visita_virtual/exposiciones/index3.htm
Fuego eterno
A Heráclito de Éfeso
¿Será verdad que un fuego primitivo
llevamos dentro?
¿Que esto que por los aires,
luz sideral latiendo, contemplamos,
anima nuestro cuerpo como parte
de un rutilar inmenso que nos tiembla
bajo nuestra piel?
Eso que llaman luz, esa armonía,
eso que tan ajeno nos parece,
campo en que respiramos,
¿será esta misma llama irreductible
de nuestra intimidad?
¿No seremos acaso lo que somos
o nos parece ser sino las chispas
de esas frondas oscuras, palpitantes,
en cuyo anhelo todo se resume
como un aparecer sin esperanza?
¡Raza del hombre!
¡Ah, delicioso infierno de la tierra!
Tal vez será un reposo haber llegado
a tu fragante orilla.
Aquí donde la carne y sus placeres,
este sufrir tan nuestro,
la fruición de las manos laboriosas,
los objetos del arte y sus impactos
como de permanencia,
los besos que intercambian
quienes se van y vienen,
todo lo excelso, claro, fugitivo,
que aflige y nutre a un tiempo,
dan el tibio interregno en que se cuece
nuestra ternura.
Luego de haber surgido de la luz
y antes de que en su día
se incorpore,
in eterno,
a su luz.
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER Sevilla, España, 1836 – Madrid,
Foto tomada de http://www.pitodoble.com/2010/04/06/gustavo-adolfo-becquer/
Dos rojas lenguas de fuego
Dos rojas lenguas de fuego
que, a un mismo tronco enlazadas,
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama;
dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan;
dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata;
dos jirones de vapor
que del lago se levantan
y al juntarse allá en el cielo
forman una nube blanca;
dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son nuestras dos almas.
OCTAVIO PAZ México, 1914 - 1998
Foto tomada de http://www.google.com/search?q=octavio+paz&ie=utf-8&oe=utf-8&aq=t&rls=org.mozilla:es-ES:official&client=firefox-a
El fuego de cada día
Como el aire hace y deshace
sobre las páginas de la geología, sobre las mesas planetarias, sus invisibles edificios:
el hombre. Su lenguaje es un grano apenas,
pero quemante, en la palma del espacio.
Sílabas son incandescencias.
También son plantas: sus raíces
fracturan el silencio, sus ramas construyen casas de sonidos.
Sílabas: se enlazan y desenlazan,
juegan a las semejanzas y las desemejanzas.
Sílabas:
maduran en las frentes, florecen en las bocas.
Sus raíces beben noche, comen luz.
Lenguajes: árboles incandescentes de follajes de lluvias.
Vegetaciones de relámpagos,
geometrías de ecos: sobre la hoja de papel el poema se hace
como el día sobre la palma del espacio.
POEMAS SOBRE LA
TIERRA -selección-
PABLO �ERUDA Parral (Chile) 1904 - Santiago de Chile 1973
Foto tomada de http://www.poemas-del-alma.com/pablo-neruda.htm
La tierra
La tierra verde se ha entregado a todo lo amarillo, oro, cosechas,
terrones, hojas, grano, pero cuando el otoño se levanta
con su estandarte extenso eres tú la que veo,
es para mi tu cabellera la que reparte las espigas.
Veo los monumentos de antigua piedra rota,
pero si toco la cicatriz de piedra
tu cuerpo me responde, mis dedos reconocen
de pronto, estremecidos, tu caliente dulzura.
Entre los héroes paso recién condecorados
por la tierra y la pólvora y detrás de ellos, muda,
con tus pequenos pasos, eres o no eres?
Ayer, cuando sacaron de raíz, para verlo, el viejo árbol enano, te vi salir mirándorne desde las torturadas y sedientas raíces.
Y cuando viene el sueño a extenderme y llevarme a mi propio silencio
hay un gran viento blanco que derriba mi sueño y caen de él las hojas, caen como cuchillos
sobre mí desangrándome.
Y cada herida tiene la forma de tu boca.
GABRIELA MISTRAL Vicuña, Chile, 1889 – Nueva York, 1957
Foto tomada de http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/mistral.htm
La tierra
Niño indio, si estás cansado, tú te acuestas sobre la Tierra, y lo mismo si estás alegre, hijo mío, juega con ella...
Se oyen cosas maravillosas al tambor indio de la Tierra:
se oye el fuego que sube y baja buscando el cielo, y no sosiega. Rueda y rueda, se oyen los ríos en cascadas que no se cuentan. Se oyen mugir los animales; se oye el hacha comer la selva. Se oyen sonar telares indios. Se oyen trillas, se oyen fiestas.
Donde el indio lo está llamando, el tambor indio le contesta, y tañe cerca y tañe lejos,
como el que huye y que regresa...
Todo lo toma, todo lo carga el lomo santo de la Tierra:
lo que camina, lo que duerme, lo que retoza y lo que pena; y lleva vivos y lleva muertos el tambor indio de la Tierra.
Cuando muera, no llores, hijo: pecho a pecho ponte con ella,
y si sujetas los alientos como que todo o nada fueras, tú escucharás subir su brazo
que me tenía y que me entrega, y la madre que estaba rota tú la verás volver entera.
AURORA REYES México, 1908 - 1985
Foto tomada de http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=article&sid=2513
Madre �uestra La Tierra
A ti, Coatlicue, Madre omnipresente;
principio y fin de todo ser terrenal.
Cuando dormías, Madre
¿elásticas hamacas mecidas por el tiempo?
halo de niebla apenas
en la blanca serpiente de tu órbita,
un diamante de labio transparente
cristalizó la sombra de tu cuerpo.
Tu corazón fue líquida mirada,
juventud sideral enamorada.
En tu vientre, la rosa giratoria congregando
vertientes,
igniscentes anillos, vorágines en danza;
caos elementales de esférica alegría…
Y tu piel invisible se fue haciendo manzana.
Primavera terrestre en los cielos nupciales:
manto de aérea nube, satélite de plata,
lenta falda de víboras sedientas,
germinal atributo de oscuras dinastías
entrelazado génesis mortales.
Aprendiste en silencio el secreto profundo;
los varones del sol te lo dijeron
luz a luz, rayo a rayo, en las entrañas.
Fueron en ti las duras raíces de las piedras,
las estaciones broncas, las causas vegetales,
metrópolis enhiestas de verde muchedumbre,
litorales de sílabas cautivas
en los ojos de luces minerales.
Amaneceres, muertes, nacimientos.
Borbotaron fecundos manantiales
al áspero pezón de la montaña
y juntaste en el cuenco de la mano
los mares verticales de tus lágrimas.
Un día primordial edificaste
la arquitectura grácil del poema
¿almendra del anhelo!?
y el Hombre fulguró en la superficie
del frutal paraíso de tu sueño;
en la espina y la roca conmovida,
en el ala tendida del relámpago,
en la cuna solar de las crisálidas,
en el vértigo vivo del océano.
Le llamaste con todos los nombres de los seres:
pétalo rojo, sorprendido insecto,
fosforescente fiera del corazón del monte
y pájaros y peces de dorada centella.
Horas de soledad y fantasía
ensayando contornos, volúmenes, colores,
en el fruto esperado de la siembra:
¿Cómo será el delirio como espuma?
¿Y la mano del viento como ola?
¿Y la noche en el ojo de la estrella?
El amor con los dedos del silencio
construía la tela de tus cielos…
Apareció la imagen bajo perfil humano:
¡Niebla y polvo cayeron en su mínimo espejo!
Surgió para decir las formas nuevas
que no alcanza tu mano de inocencia,
para viajar tus signos infinitos,
multiplicar por dos tu pensamiento,
escuchar tu canción en su palabra
y poder abrazar tu propio pecho
cuando en ti se desnudan los amantes.
Y abarcar tu destino, poseído
en la suma total de las presencias:
amar tu amor en el espacio abierto,
en el fondo marino de la sangre,
en el barro que anuda las distancias,
en la perla de sal que nos dejaste;
repetir tu latido en la tiniebla
de la frente quebrada del cadáver.
Ahora estás mirándome en mí misma
como el eco insondable del espejo:
Inmensurable Madre,
sembradora
pasión desesperada,
grávida golosa,
volcánica, tenaz,
Diosa legítima,
Coatlicue sin quietud,
¡Devoradora!
Madre nuestra La Tierra
que fluyes en el poro de todo lo viviente,
reflejas tu emoción en los plurales,
caminas desde el centro de lo Uno,
prologas el hechizo de los números pares;
que rondas en el paso y la caída,
respiras en el hueco sonoro de la noche,
sonríes en el astro de fuegos tutelares
y en los trémulos cauces del verbo de la leche.
Mueren las extensiones en tus brazos,
de ti nacen honduras y pilares;
¡Qué sabor de granada turbulenta!
¡Qué perfume colérico de sangre!
Eres punto y esfera, muslo de agua,
nido y fosa y atmósfera radiante,
y todas las palabras y los niños
y los gajos de todas las naranjas.
Gravitas en los cálices ocultos,
en la rama calcárea de mis huesos,
en mi vientre de sombra sacudida,
en la memoria de algo
que de ti se desprende y conmigo comienza.
Turba mis continentes tu frescura entrañable
transitada del río callado del misterio,
húmeda de esqueletos y yerba derretida,
devastados veranos y pétreos yacimientos.
¡Tierra de sumergido paraíso
en donde no hay lugar para el destierro!
Ante los horizontes del abismo
en que vierte universos lo perpetuo,
interrogo a la luna de mi muerte:
¿Cómo será la luz como semilla?
¿Y la raíz profunda como vuelo?
¿Y el pacto del silencio y el silencio?
Cuando tomo en mis manos un puñado de tierra
y resbalan sombríos planetas por mi tacto,
me ahoga una ternura dolorosa de niebla,
derrúmbanse los arcos de mi nombre
y ruedo hasta los últimos paisajes
de la tierra que sube por mis labios.