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LITERATURA CUBANA FINISECULAR: UN BALANCE POSIBLE Es curioso cómo los fines de siglo -del XVIII a la fecha- han coincidido con períodos favorables para el desarrollo de la literatura cubana. Las décadas finales de estas centurias han sido testigos de diversos procesos de maduración y creatividad que han marcado algunas de las etapas más pródigas, complejas y definitorias de la literatura nacional. Los años finales del setecientos, por ejemplo, propiciaron el florecimiento de una tímida pero importante llegada del iluminismo a la isla, que significativamente preparó el terreno para el surgimiento de las primeras muestras de una literatura que ya podía ser considerada como esencialmente cubana, luego de tres siglos de presencia hispánica en la isla. Este proceso, que es estimado por los estudiosos de la nacionalidad cubana como el origen ya visible de una primera conciencia nacional, distinta a la metropolitana, tiene algunos de sus catalizadores en la fundación de instituciones tan importantes como la Sociedad Económica de Amigos del País y del primer periódico cubano, El Papel Periódico de la Habana, instituciones alrededor de las cuales aparecieron los que, para muchos, son los primeros poetas cubanos, Manuel de Zequeira y Manuel de Rubalcava, influidos por el neoclasicismo europeo, pero autores de poemas en los que lo cubano ya se hacía presente. La décadas finales del XIX, por su parte, luego de la paz precaria lograda tras del Pacto del Zajón y con el ambiente conspirativo que culminaría en la guerra independentista iniciada en 1895, fueron el espacio crítico propicio para la maduración de dos procesos estéticos de enorme trascendencia para la literatura del país (e incluso de la lengua): de un lado la conformación definitiva de su novelística, forjada entre el costumbrismo, el romanticismo tardío y el realismo, gracias a novelas como Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde, junto a la cual aparecen las obras de Ramón Meza, Nicolás Heredia, etc.; y, por otro camino, la culminación del modernismo poético americano, que tiene en Cuba a dos cultores de la talla de José Martí y Julián del Casal -quienes, junto a Rubén Darío, forman el trío magnífico de esa tendencia poética, la primera totalmente forjada en tierras americanas y con capacidad para influir las viejas escuelas europeas. No es casual, por supuesto, que esos dos períodos finiseculares, convulsos y agónicos, pero a la vez feraces para la cultura, generaran dos de los eventos más importantes de la historia del país: la forja de los primeros caracteres diferenciadores de una nacionalidad y, cien años después, el nacimiento de una república cubana, oficialmente independiente -aunque mediatizada por la intervencionista Enmienda Platt. Ahora, apenas a cuatro años del siglo XXI, la literatura cubana vive otra vez uno de sus momentos más interesantes como fenómeno estético y social, al tiempo que el país, en lo económico y en lo político, se ve abocado a transformaciones de impredecibles consecuencias, que pueden cambiar la faz de la sociedad cubana para la entrada en la próxima centuria. Y es que una oscura pero determinante relación entre las esferas de la cultura, por una parte, y la economía y la política, por otra, parecen alentar, nuevamente, un auge de creatividad propio de estos fines de siglo -en lo que ya pudiera ser una característica cíclica de la literatura cubana. CRISIS Y DIÁSPORA, SIGNOS DE LOS TIEMPOS La década del 90 se abrió para la vida cubana con la instauración de un llamado "período especial en tiempos de paz", nombre tras el cual apenas se escondía un fenómeno con un nombre muy concreto y de efectos previsibles: crisis económica. Esta crisis, por la que todavía transcurre la economía cubana, trajo entre sus primeras consecuencias la virtual paralización de la industria editorial y poligráfica del país, que en el decenio precedente había vivido uno de sus momentos de esplendor -coincidente, por cierto, con la emergencia de una nueva promoción de escritores que, desde sus primeros textos, revelaban una actitud estética diferente de la que caracterizó a los años 70. Así, en el año 1991, con la falta del papel tradicionalmente importado de la Unión Soviética, se produce una drástica reducción en la circulación de periódicos y revistas, junto a la desaparición de varios órganos culturales de larga historia y notable importancia en el contexto cultural de la isla. Paralelamente, las editoriales del país ven agotarse su producción y, en varias de ellas, se dejan de aceptar nuevos originales. Los caminos para los escritores cubanos que viven en Cuba parecen cerrarse entonces, hasta que, a partir LITERATURA CUBANA FINISECULAR http://cubaalamano.net/sitio/promocion/enflitcu.htm 1 de 8 21/09/12 12:00

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  • LITERATURA CUBANA FINISECULAR: UN BALANCE POSIBLEEs curioso cmo los fines de siglo -del XVIII a la fecha- han coincidido con perodos favorables para eldesarrollo de la literatura cubana. Las dcadas finales de estas centurias han sido testigos de diversosprocesos de maduracin y creatividad que han marcado algunas de las etapas ms prdigas, complejas ydefinitorias de la literatura nacional.Los aos finales del setecientos, por ejemplo, propiciaron el florecimiento de una tmida pero importantellegada del iluminismo a la isla, que significativamente prepar el terreno para el surgimiento de lasprimeras muestras de una literatura que ya poda ser considerada como esencialmente cubana, luego detres siglos de presencia hispnica en la isla. Este proceso, que es estimado por los estudiosos de lanacionalidad cubana como el origen ya visible de una primera conciencia nacional, distinta a lametropolitana, tiene algunos de sus catalizadores en la fundacin de instituciones tan importantes como laSociedad Econmica de Amigos del Pas y del primer peridico cubano, El Papel Peridico de la Habana,instituciones alrededor de las cuales aparecieron los que, para muchos, son los primeros poetas cubanos,Manuel de Zequeira y Manuel de Rubalcava, influidos por el neoclasicismo europeo, pero autores depoemas en los que lo cubano ya se haca presente.La dcadas finales del XIX, por su parte, luego de la paz precaria lograda tras del Pacto del Zajn y con elambiente conspirativo que culminara en la guerra independentista iniciada en 1895, fueron el espaciocrtico propicio para la maduracin de dos procesos estticos de enorme trascendencia para la literatura delpas (e incluso de la lengua): de un lado la conformacin definitiva de su novelstica, forjada entre elcostumbrismo, el romanticismo tardo y el realismo, gracias a novelas como Cecilia Valds, de CiriloVillaverde, junto a la cual aparecen las obras de Ramn Meza, Nicols Heredia, etc.; y, por otro camino, laculminacin del modernismo potico americano, que tiene en Cuba a dos cultores de la talla de Jos Marty Julin del Casal -quienes, junto a Rubn Daro, forman el tro magnfico de esa tendencia potica, laprimera totalmente forjada en tierras americanas y con capacidad para influir las viejas escuelas europeas.No es casual, por supuesto, que esos dos perodos finiseculares, convulsos y agnicos, pero a la vezferaces para la cultura, generaran dos de los eventos ms importantes de la historia del pas: la forja de losprimeros caracteres diferenciadores de una nacionalidad y, cien aos despus, el nacimiento de unarepblica cubana, oficialmente independiente -aunque mediatizada por la intervencionista Enmienda Platt.Ahora, apenas a cuatro aos del siglo XXI, la literatura cubana vive otra vez uno de sus momentos msinteresantes como fenmeno esttico y social, al tiempo que el pas, en lo econmico y en lo poltico, se veabocado a transformaciones de impredecibles consecuencias, que pueden cambiar la faz de la sociedadcubana para la entrada en la prxima centuria. Y es que una oscura pero determinante relacin entre lasesferas de la cultura, por una parte, y la economa y la poltica, por otra, parecen alentar, nuevamente, unauge de creatividad propio de estos fines de siglo -en lo que ya pudiera ser una caracterstica cclica de laliteratura cubana.CRISIS Y DISPORA, SIGNOS DE LOS TIEMPOSLa dcada del 90 se abri para la vida cubana con la instauracin de un llamado "perodo especial entiempos de paz", nombre tras el cual apenas se esconda un fenmeno con un nombre muy concreto y deefectos previsibles: crisis econmica. Esta crisis, por la que todava transcurre la economa cubana, trajoentre sus primeras consecuencias la virtual paralizacin de la industria editorial y poligrfica del pas, queen el decenio precedente haba vivido uno de sus momentos de esplendor -coincidente, por cierto, con laemergencia de una nueva promocin de escritores que, desde sus primeros textos, revelaban una actitudesttica diferente de la que caracteriz a los aos 70.As, en el ao 1991, con la falta del papel tradicionalmente importado de la Unin Sovitica, se produce unadrstica reduccin en la circulacin de peridicos y revistas, junto a la desaparicin de varios rganosculturales de larga historia y notable importancia en el contexto cultural de la isla. Paralelamente, laseditoriales del pas ven agotarse su produccin y, en varias de ellas, se dejan de aceptar nuevos originales.Los caminos para los escritores cubanos que viven en Cuba parecen cerrarse entonces, hasta que, a partir

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  • de 1994-95, se comienza a producir una tmida revitalizacin de la vida editorial en la isla, todavainsuficiente para las expectativas de los escritores y los lectores.La quiebra productiva de la industria cubana del libro fue tan violenta que se trataron de hallar solucionesdesesperadas al vaco y la demanda que dejaban las cifras de 2.500 ttulos anuales (en todas lasliteraturas) que se publicaron en los aos 80. Primero fueron las tristes plaquettes, hechas de recortera,que albergaban algn cuento o grupo de poemas, mal presentados y peor distribuidos. Luego fueronapareciendo opciones de coedicin con instituciones extranjeras, que tuvieron un momento especialmentegrato con la publicacin en 1994 de los cien pequeos volmenes de la coleccin Pinos Nuevos, financiadapor autores y editores argentinos; ms tarde, la creacin de un Fondo Para el Desarrollo de la Cultura, quedestinaba ciertas cantidades de divisa a esta esfera intelectual y que propici la aparicin de coleccionescomo La Rueda Dentada, para textos de poco volumen, de los cuales se han publicado ya una cantidadestimable.En cualquier caso, de aquellos promedios milenarios de ttulos y millonarios de ejemplares slo qued elrecuerdo: as, en 1994, a pesar de todos los esfuerzos, apenas se alcanz los 300 ttulos, y en 1995 selleg a unos 400 y algo ms de un milln de ejemplares.Sin embargo, este perodo crtico -no slo para la poligrafa, como se sabe- engendr varios fenmenosque distinguiran el actual desarrollo de la literatura cubana.El primero de ellos, sin duda, fue la necesidad que se impuso a los escritores de buscar solucioneseditoriales fuera de las fronteras de la isla. As, la literatura cubana, que haba vivido casi al margen de losmercados internacionales, tiene por primera vez en varias dcadas que volver a enfrentar el reto de lacompetencia y la bsqueda de espacios editoriales, desafo para el cual no pareca estar preparada. Poreso la primera opcin de los escritores fue poner la vista en concursos internacionales que, adems dedinero, les dieran posibilidades de publicacin, y se produce entonces una verdadera avalancha deintentos, premiados muchas veces con reconocimientos en algunos de los ms importantes certmenes decuento, poesa, ensayo y novela de la lengua espaola.No es casual, por ejemplo, que en el concurso de cuentos ms reconocido entre los autoresiberoamericanos -el Premio "Juan Rulfo", patrocinado por Radio Francia Internacional y el Centro Culturalde Mxico en Pars- desde su fundacin en 1984 hasta 1989, no apareciera ningn cubano entre losgalardonados. En cambio, a partir de 1990, cuando Senel Paz obtiene el mximo galardn con su relato "Elbosque, el lobo y el hombre nuevo", se dio una especie de clarinada y los cubanos se hicieron figurasimprescindibles en el certamen. As, entre 1991 y 1995 obtuvieron algunos de los premios de este concursolos escritores Jess Daz, Arturo Arango, Reynaldo Gonzlez, Miguel Mejides y Reynaldo Montero. En esteperodo, adems, otros autores obtienen reconocimientos de relevancia, como el premio de poesa "RafaelAlberti" que mereci Jos Prez Olivares; el Premio Planeta-Mxico (Joaqun Mortiz) que se lleva DanielChavarra con su impresionante novela El ojo Dyndimenio; o el reconocido galardn teatral "Tirso deMolina" que merece el dramaturgo, poeta y narrador Abilio Estvez, entre otros.Al mismo tiempo, se produce una bsqueda de espacios editoriales -cada vez ms menguados,comercializados o exclusivos en pases como Espaa y Mxico-, que tiene escasas pero notablescompensaciones. Tal vez la ms visible de todas haya sido la cantidad de antologas de cuentos y poesapublicadas fuera de Cuba en este perodo, lo que, adems de mostrar la calidad de que hoy disfrutan esosgneros en el pas, advierten de su inters en otros mercados de la lengua. En el caso del cuento,antologas como El submarino amarillo, publicada por la UNAM, en Mxico, La isla contada, editada enEspaa por la casa vasca Gacoa, o A labbra nude, impresa por Feltrinelli en Italia, han obtenido unanotable recepcin crtica en la que se ha llegado a afirmar, incluso, que la ms potente cuentsticacontempornea de la lengua es, precisamente, la cubana.Sin embargo, en la bsqueda de espacios editoriales los autores han encontrado valoracionesextraliterarias que tradicionalmente han gravitado sobre la literatura y el arte que se hace e la isla y en lasque el factor poltico juega un papel cada vez ms importante, y que a veces se traduce, incluso, en lafacilidad editorial para los autores que abandonan la isla y la dificultad para los que an viven en ella, conindependencia, muchas veces, de la calidad artstica.No es casual, entonces, que el fenmeno de la crisis poligrfica y econmica de la isla, junto a la bsquedade mercados editoriales forneos signados a veces por un factor ideolgico, haya trado como resultado elxodo de muchos escritores cubanos que, bien por motivos polticos o slo por razones econmicas,

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  • deciden emigrar en busca de ambientes ms propicios para el desarrollo de su carrera. Una larga lista en laque aparecen escritores como Jess Daz, Lisandro Otero, Manuel Pereira, Manuel Daz Martnez, LuisManuel Garca, Eliseo Alberto Diego, Zoe Valds, Norberto Fuentes, Ramn Fernndez Larrea, Len de laHoz y un extenso etctera se lanzan a un exilio (que recorre diversas posiciones polticas, que van delenfrentamiento abierto al silencio tranquilo), en el que nutren la ya por entonces abultada relacin deautores cubanos radicados en el exterior, entre los que figuran los nombres de Guillermo Cabrera Infante,Edmundo Desnoes, Gastn Baquero, Antonio Bentez Rojo, Roberto Gonzlez Echevarra, y tantos otros-muchos de ellos ya muertos fuera de la isla, como Severo Sarduy, Reynaldo Arenas, o esos clsicos de laliteratura cubana que son Jorge Maach, Lydia Cabrera, Labrador Ruiz, Lino Novs Calvo o CarlosMontenegro...El crecimiento geomtrico de la dispora es, entonces, otro de los signos de los nuevos tiempos y entre susconsecuencias inmediatas est la apertura del ncleo de la literatura nacional (cuyo lgico espacio es laisla), que al dispersarse, ha perdido gran parte de su relacin de continuidad y contigidad, por lo que paralos estudiosos resulta prcticamente imposible establecer coordenadas de sistematicidad debido a que elacceso a esa literatura enfrenta la dificultad de la dispersin en varios pases y la imposibilidad de sucirculacin en Cuba. Por supuesto, esta dispersin provoca una real sensacin de vaco, que se manifiestaadems en trminos de edicin y circulacin. Este vaco sin embargo, es pasajero en cuanto a creacinglobal, pues con independencia de sitios de residencia y filiaciones polticas, todos esos escritoresmantienen -incluso a pesar de ellos mismos o de las instituciones oficiales cubanas- una relacin depertenencia con una literatura nacional que est por encima de voluntades polticas ms o menospermanentes: la de estos autores sigue siendo literatura cubana y como tal debe ser asumida por los quevaloran los procesos culturales.Entre los efectos a largo plazo de esta dispora, mientras tanto, est la ms peligrosa ruptura de unarelacin del escritor con su ambiente natural (geogrfico, cultural, lingstico), del que generalmente senutre y al que suele dirigirse, lo cual puede obligarlo a un lamentable desarraigo que, en general, no ha sidoespecialmente favorable para los autores emigrados en las ltimas dcadas, cuyas obras -las ms de lasveces- han quedado estancadas entre la nostalgia y el resentimiento poltico, ingredientes que aplicados enexceso suelen ser fatales para la obra artstica -como es evidente en un autor de la talla de GuillermoCabrera Infante, definitivamente anquilosado por la neurosis de la lejana y el odio exacerbado.As, mediada la ltima dcada del siglo, la literatura cubana se presenta como un cuerpo escindido, difuso,sin la necesaria interactividad entre el autor y sus lectores naturales y con el factor poltico gravitando comouna nube oscura y persistente sobre las proposiciones estticas de muchos escritores de hoy.LOS ESPACIOS POSIBLESLa crisis y la dispora son, sin embargo, slo los fenmenos ms visibles y lamentables de una evolucinartstica cuyo signo ms caracterstico, tal vez, sea la ganancia de espacios de reflexin y anlisis por lams reciente literatura de la isla.El hecho de que la literatura escrita en Cuba durante las dcadas del 60 al 80 dependiera para supublicacin casi exclusivamente de su aceptacin por las editoriales cubanas -todas estatales, como sesabe- impuso normas de censura y autocensura que gravitaron sobre la creacin artstica, determinndolaincluso. Esta situacin se hizo particularmente visible en la dcada del 70, cuando las valoracionesideolgicas se impusieron de un modo ms frreo y se exigi, desde posiciones reductivistas y ya comopoltica cultural, la creacin de una literatura "revolucionaria" -en su forma y en su contenido, como soladecirse entonces- que de algn modo trat de alentar la existencia de un realismo socialista cubano, quelleg a fraguar en obras y autores hoy totalmente olvidados. Pero esa coyuntura alent, lgicamente, laelaboracin de aquella literatura reafirmativa en trminos polticos, de la cual desaparecieron todos losconflictos capaces de problematizar, verdaderamente, las circunstancias de la realidad cubana.Pero la dcada de los 80, con la llegada de una nueva promocin de escritores, produjo cambiosimportantes en las perspectivas ideolgicas de la literatura cubana, al tiempo que una flexibilidad mayor enla poltica cultural permiti una cierta dosis de crtica y problematizacin de la realidad dentro de la creacinliteraria.No obstante, la estrecha relacin escritor-instituciones estatales se mantuvo y slo la incapacidad derespuesta por parte de las editoriales cubanas, en los 90, permiti su ruptura y, con ella, una notableganancia de independencia del artista con respecto al Estado (que hasta entonces no slo lo edit, si no

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  • tambin lo promovi nacional e internacionalmente en muchos casos). Pero, con la distancia entre esos dospolos lleg a la literatura cubana una posibilidad de exploracin en nuevos espacios temticos yargumentales antes vedados -la marginalidad, el homosexualismo, la corrupcin en las esferas oficiales, laprostitucin, el desencanto, el exilio, etc.- con una perspectiva crtica e interrogativa que, en las nuevascircunstancias, casi siempre ha sido asimilada con sabidura poltica por las esferas burocrticas y depoder.A estos nuevos espacios de reflexin y creacin se debe, sin duda, la existencia de muchas obras quedesde perspectivas antes inditas analizan, enjuician o simplemente reflejan lados oscuros de la sociedadcubana, en un tardo aunque necesario balance con la memoria o en una indagacin en lacontemporaneidad.TENDENCIAS Y ANTITENDENCIASAhora bien, qu literatura se escribe bajo estas nuevas realidades, relaciones y condiciones?Como antes queda dicho, cualquier acercamiento a la actual literatura cubana corre el riesgo de ser parcialen la medida en que la circulacin de obras se ha dispersado, a lo que se suma la circunstancia de quemuchas piezas, escritas en estos aos, an no han tenido su posibilidad editorial por razones econmicasya ms que conocidas. No obstante, ciertas regularidades provisionales se pueden establecer, de acuerdoa comportamientos generales de los textos publicados y conocidos.As, una de las caractersticas de la actual literatura cubana es la preponderancia de los gneros "breves" -la poesa y el cuento- sobre los extensos - la novela y el ensayo -, lo que guarda relacin no slo con unatradicin ya establecida de amplio cultivo de la lrica y el relato breve en el pas, sino que responde en granmedida a la necesidad de los escritores de establecer un vnculo de inmediatez entre la literatura y sucontexto contemporneo especfico.La inexistencia de una reflexin sostenida sobre aspectos lgidos de la vida cubana en los medios deprensa -con excepcin de algunas publicaciones culturales y de pensamiento, como las revistas Temas, LaGaceta de Cuba y Unin, que suelen ocuparse de algunas problemticas tradicionalmente relegadas- hahecho sentir la obligacin a muchos autores cubanos de transferir a su literatura la necesidad del dilogocon su presente que tendra su mejor espacio en la prensa cotidiana. Esta interrelacin, que puede llegar aser reduccionista entre arte-realidad, dicta entonces pautas y urgencias, y ha propiciado la presencia casipermanente de la realidad ms inmediata en un sector significativo de la literatura actual, sin que por ello-en los ejemplos ms atendibles, claro est- se haya creado un nuevo costumbrismo que se agote con lapropia circunstancia que lo engendr. Por el contrario, poetas y narradores se han lanzado desde laesttica a una reflexin tica -y a veces poltica- de un mundo cambiante que, de algn modo, exige suvaloracin y que encuentra en el arte un espacio posible. Junto a esa creacin, por supuesto, ha afloradootra, de menos vuelo esttico, que ha cultivado una cierta literatura "del perodo especial", poblada dejineteras, dificultades econmicas, balseros y renegados, que atiende ms al pulso de la moda que de lopermanente y que por lo general pone de relieve el juicio ideolgico - ahora de signo contrario al recurridoen los 70- sin que medie muchas veces el necesario tratamiento artstico de los contenidos.Por otra parte, la extensa y profunda tradicin potica cubana, de sostenida calidad durante casi dos siglos- de Jos Mara Heredia a la fecha- ha mantenido sus niveles de excelencia pero, alejada del arte afirmativoy de consignas que la permearon en una poca, ha optado en los ltimos aos por un examen casisostenido de la relacin del individuo con su contexto, en valoraciones ticas de indiscutible trascendencia ydesde un tono intimista que se cultiva a partir de la pasada dcada.Sin embargo, no deja de ser un hecho contradictorio que un gnero como la novela (el ms cultivado yconsumido internacionalmente y el que mejor aceptacin tiene por las editoriales de la lengua), se hayavisto rezagado en su desarrollo dentro de Cuba. Cierto es que muchos de los autores que radican en elexterior han publicado varias novelas en estos aos y algunos con ms xito del que la calidad de los textoshaca presumir. Pero, sea como sea, ah estn las novelas de Jess Daz - La piel y la mscara -, ZoeValds - La nada cotidiana -, Joaqun Baquero Malecn -, Eliseo Alberto Diego - La eternidad comienzaun lunes-, y las de Manuel Pereira, Iglesias Kennedy y otros entre los que, tensando la cuerda de laspertenencias culturales, podran incluirse tambin autores llamados cubano-americanos como OscarHijuelos y Cristina Garca, entre los de ms reconocimiento internacional.Dentro de la isla, mientras tanto, son contadas las novelas que hayan tenido una resonancia en los ltimos

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  • tiempos. Adems, ocurre que en gneros especficos como la ciencia ficcin -tan productivo en los 80- muypoco se ha publicado luego de la salida de Cuba de algunos de sus figuras ms activas - Dana Chaviano,Chely Lima, Alberto Serret, Antonio Orlando Rodrguez-, mientras que en el policiaco, que inund librerasdurante los 70 y los 80 -a pesar de la calidad lamentable de la mayora de sus muestras -, poco nuevo seha producido en este perodo reciente.Un sector de la literatura a veces olvidado por los crticos es el de la dramaturgia, que en Cuba, sinembargo, tuvo una importante presencia editorial. Ahora, cuando esa relacin texto-edicin tambin se havisto deteriorada (al punto de desaparecer casi por completo), la escritura teatral ha tenido una importanteevolucin que slo es perceptible a travs de los espectculos para los que ha sido concebida. Noobstante, la calidad literaria de dramaturgos como Abelardo Estorino, Abilio Estvez o Alberto Pedro,dueos de tres estticas diferentes pero que a su vez se complementan - y que van de la visin potica dela realidad al realismo ms descarnado -, permiten hablar de una saludable dramaturgia que, ya en el planodel espectculo teatral, ha optado por un vanguardismo experimental a ultranza, muchas veces crtico yotras francamente vaco.JVENES Y POSTMODERNOSEs tambin una tradicin en Cuba la necesidad de reafirmacin generacional. Con frecuencia, por ello, seoye hablar de nuevos escritores que, an siendo nuevos, ven llegar a unos autores que son "novsimos" o,incluso a "ultranovsimos", como si la edad fuera el signo distintivo posible y ms importante en unaevolucin esttica.Ahora bien, lo que parece indudable es que en los aos de crisis que marcan la primera mitad de los 90 seprodujo un importante relevo generacional que tiene evidentes connotaciones de cambio esttico -lo cual sehace especialmente visible en la narrativa.Los autores que emergieron en los 80 y protagonizaron una reaccin contra la literatura anterior(excesivamente politizada y francamente maniquesta), se distinguan, entre otras caractersticas, por unapreocupacin tcnica hacia los recursos dramticos empleados en sus textos, por la creacin de personajescrebles y aferrados a sus circunstancias y por el establecimiento de cdigos generalmente realistas, enbusca de una clarificacin de condiciones vitales que los afectaban como artistas y como personas. No escasual, entonces, que muchos de ellos escribieran, preferentemente, sobre personajes jvenes oadolescentes - Senel Paz, Arturo Arango, Jos Ramn Fajardo, Luis Manuel Garca, etc.-, que buscan sulugar en el mundo, que no es otro que el propio lugar de estos entonces jvenes escritores.Estos autores que emergen en los 80, maduran en la dcada del 90 y comienzan a hacerse notablesincluso fuera de la isla - con esa misma esttica, profundizada en su relacin con los referentes reales porla ganancia de espacios antes mencionada -, son seguidos, sin embargo, por una promocin ms joven quese impone la ruptura como sistema, el postmodernismo como esttica y la hereja como perspectivapoltica.Hijos de la crisis econmica, de la cada del socialismo real, de la prdida de valores sociales y morales, deldesengao que trajeron ciertos acontecimientos histricos - las Causas 1 y 2 del 89, por ejemplo, queconcluyeron con fusilamientos, destituciones y purgas en los cuerpos armados cubanos -, estos nuevos onovsimos escritores han optado por una literatura que parece depender slo de s misma - referentestextuales- y que va dirigida, muchas veces, slo a s misma, en tanto que experimento artstico de ciertocarcter circular.De ah que en sus obras se advierta una aparente vocacin evasiva, con la cual tratan de desentenderse dela realidad circundante o que, cuando es reflejada, se hace por caminos simblicos para asumirla concriterios alejados del realismo tradicional. No es casual, por ello, que abunden los mundos mticos ycerrados, las bsquedas en los universos de la cultura, la recreacin de textos previos ms que laindagacin en la realidad. Pero justo es anotar, tambin, que esta postura no es ms que una clara reaccincontra el reflejo realista predominante durante dcadas en la literatura nacional y hacia el cual estosjvenes autores, ms conectados con las tendencias postmodernas internacionales -a las cuales quierenafiliarse a cualquier precio-, no parecen sentir ninguna afinidad.Esta tendencia, sin embargo, no es la nica entre estos jvenes que se asumen a s mismos como herejespolticos y postmodernos estticos, pues hay otros de ellos que s se interesan por el tratamiento directo dela realidad, pero lo hacen con dosis crticas altamente explosivas, en la mayora de los casos.

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  • En cualquiera de las dos tendencias, la relacin problemtica de estos jvenes con una realidad que hacambiado y en la cual no encuentran el sitio al que ellos parecan aspirar (o al que se les inculc quedeban aspirar), marca sus afinidades estticas, temticas e ideolgicas, que se caracterizan ms por laruptura con la obra de sus predecesores que en la continuidad epigonal.Lamentablemente, la circulacin y conocimiento de estos escritores es, en estos momentos, parcial y muyincompleta, precisamente a causa de la crisis poligrfica que todava persiste. Proyectos editoriales como lacoleccin Pinos Nuevos, que se ha mantenido por varias ediciones, han permitido la publicacin de algunosde ellos, en los brevsimos volmenes que caracterizan a la coleccin, pero que en las cantidades muylimitadas de ejemplares que se imprimen, dificultan su circulacin y su relacin con los lectores.BALANCE POSIBLEAs, en medio de un evidente relevo generacional, atravesando una larga crisis de produccin industrial queha reducido la cantidad de ttulos y ejemplares, dispersa y alterada por una dispora que cada da sumams nombres, la literatura cubana se acerca al fin de siglo. Estticamente, sin embargo, sus caractersticasde diversidad y polifona - artstica, tcnica, e incluso ideolgica- abren un abanico de opciones realmentenotable, que se complementa con la pluralidad de bsquedas -en la memoria o en la contemporaneidad, enla cultura o en la realidad ms chata- que dan una apariencia de vitalidad a la literatura cubana a pesar dela desinformacin y la tarda edicin de muchas obras. Lo convulso de este fin de siglo para la sociedadcubana parece tener una viva correspondencia en su creacin literaria que, a pesar de todas las crisis ydispersiones, ha crecido en estos aos como si los tiempos difciles fueran, en verdad, los mejores para elarte.LITERATURA A FAVOR O EN CONTRA...La literatura cubana de los ltimos 35 aos ha sufrido, como ningn otro sistema artstico del mbitooccidental, el estigma de la ideologizacin. Una apreciacin enconadamente ideolgica, erigida comomedida valorativa fundamental, ha tratado de reducir, a lo largo de este perodo, el espectro de la literaturade la isla a travs de la categorizacin poltica ms simplista o simplificante de los procesos estticos y losresultados artsticos.Si bien es cierto que en ocasiones los juicios ms serios emitidos sobre esta produccin literaria se hanpreocupado por trascender el plano de su posible y ms evidente filiacin poltica, resulta sencillamenteasombrosa la mantenida insistencia por definir la creacin de los escritores cubanos a partir de unasupuesta (y para algunos hasta necesaria) manifestacin poltico-literaria "a favor de" o "en contra de", sinimportar, al lanzar estas definiciones distintivas, los verdaderos y ms ocultos valores de la obra artstica, laevolucin interna de esta literatura y mucho menos las intenciones personales de sus creadores. Con talesvaloraciones, como es lgico concluir, no se est haciendo ms que extrapolar al plano de los procesosestticos lo que ha sido la disyuntiva poltica del pas luego del 1 de enero de 1959.La polarizacin poltica que se produjo en el ya lejano inicio de este perodo oblig a los escritores y artistascubanos a una necesaria toma de partido: mientras en Cuba se estatua como precepto de toda una polticacultural la frase de Fidel Castro "Con la revolucin todo, contra la revolucin nada", fuera de la isla losescritores y artistas que entonces emigraron parecieron concordar en que su lema era "Contra la revolucintodo, con la revolucin nada". As se engendraba un antagonismo de puro valor ideolgico que las esferaspolticas internas y externas trataron de asumir como esencia esttica de la creacin de los escritorescubanos.Pero el esquema ideologizante se resiente cuando trata de aplicarse a los casos individuales. Fuera deCuba tal vez el ms notable ejemplo de esta "incongruencia" sea el del gran poeta Gastn Baquero,radicado en Espaa desde 1959, antiguo redactor-jefe del anticomunista Diario de la Marina, y hoy por hoyuna de las grandes voces lricas de la lengua espaola, quien a pesar de su decisin poltica (abandonar laisla) ha mantenido su obra potica posterior alejada de la contaminacin ideolgica expresa de su opcinantisocialista, que s ha hecho manifiesta en ms de un artculo periodstico. Mientras, en el interior delpas, autores como Jos Lezama Lima o Virgilio Piera mantuvieron casi inalterados sus tradicionalescredos estticos, lo que provoc, durante un largo perodo, suspicacias y hasta acusaciones de diversandole sobre la "pureza" y "validez" ideolgica de su literatura, porque sta evada el compromiso polticoevidente y necesario en "un escritor del socialismo", aun cuando -al igual que Baquero, pero en otrosentido- escribieron textos periodsticos de fervoroso entusiasmo revolucionario, en especial Lezama, quedurante los aos 60 ocup incluso cargos en importantes instituciones culturales del pas.

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  • Ahora bien, como la lucha ideolgica alrededor del proyecto cubano lejos de apaciguarse no ha hecho msque incrementarse, el hijo bastardo de ese enfrentamiento de ideas sociales -el arte- ha sido asumido,tambin de parte y parte, con una notable dureza de enfoques polticos matizados por la intransigenciaideolgica. Un ejemplo? En su reciente libro Mea Cuba el gran narrador cubano Guillermo Cabrera Infantehace la manifiesta divisin de los escritores cubanos en castristas y anticastristas y, con sus simpataspolticas, deja correr sus juicios estticos favorables o condenatorios... Otro? Las editoriales, revistas yestudios acadmicos cubanos ignoraron durante largusimos aos a los autores "disidentes", pues se lesconsideraba, antes que escritores, enemigos ideolgicos del rgimen, cuya memoria y labor haba queolvidar hasta hacerla desaparecer y, por tanto, se les retiraba el derecho de pertenecer a la literaturanacional, incluso en la escala mnima de los diccionarios acadmicos...Sin embargo, en honor a la verdad, es justo reconocer que el proceso de valoracin ideolgica de laliteratura ha atravesado diversos momentos en la Cuba revolucionaria: desde perodos que van delmatrimonio feliz entre los artistas y el poder, tpico de los aos 60, al perodo de una frrea perspectivaideolgica de los procesos culturales, hasta el arribo de una etapa de mayor comprensin de lasnecesidades expresivas de los artistas, como la alcanzada a partir de los aos 80 y patente en muchsimostextos narrativos, poticos y dramticos, filmes y productos plsticos y en la flexibilidad incipiente de laseditoriales y revistas cubanas respecto a la publicacin de obras de "los que se fueron".No obstante, fuera del pas (y en muy diversos medios, incluso los aparentemente ms alejados de estecontrapunto ideolgico cubano) lo ms comn ha sido que la apreciacin de las cualidades del arte de laisla se haya mantenido casi inalterable, y an a estas alturas se considera con frecuencia que la literaturacubana se mueve entre la reafirmacin (revolucionaria) y la negacin (contrarrevolucionaria) sin otrosmatices que considerar: se milita o se disiente, sin considerar que en la obra artstica de cada uno de esosautores hay tantos grados de matiz ideolgico y, sobre todo, esttico, que hacen imposible tal simplificacindesde una perspectiva poltica.Fuera de Cuba la magnitud de esta polarizacin tiene un reflejo ms que evidente en el acceso de losautores cubanos "disidentes" o "problemticos" a ciertos circuitos editoriales que, en cambio, sonprcticamente inaccesibles para los que viven y escriben en el pas. En este fenmeno, por supuesto, noentran a decidir las valoraciones de calidad esttica que deberan primar en cualquier proyecto editorial.Ahora bien, el proceso ms interesante de superacin de los esquemas polticos trasladados a la obraliteraria se ha producido en la isla a partir de la dcada del 80, en especial gracias a la labor de una nuevageneracin o promocin de autores que llegan a la literatura en estos aos y traen con su labor unapreocupacin que los distingue: colocar a la obra artstica en el campo de los deberes estticos y alejarla,todo cuanto sea posible, de la contaminacin poltica inmediata y oportunista.Varios fueron los sntomas que evidenciaron el cambio de cualidades de la literatura cubana a partir de los80 y que hicieron totalmente obsoleta la vieja divisin ideolgica esquematizante. Por ejemplo, rpidamentese hizo notable cmo en la poesa se reaccionaba contra la comunicacin directa del llamado"conversacionalismo" y se trataban temas ms trascendentes (o ms trascendentalistas) desde unaperspectiva donde el yo del poeta volva a ocupar un nivel protagnico, mientras se interrogaba unarealidad desde una postura que propenda a la participacin ms que a la fcil reafirmacin.Mientras, en la narrativa aparecan nuevos personajes y se comenzaba a escribir sobre "zonas oscuras" dela realidad y se propona, en fin, una imagen polismica, contradictoria, multiforme de la vida cubanacontempornea, totalmente diversa de la patentada en aos anteriores.En general, los autores vivos y actuantes en la literatura cubana de la isla, por encima de esquemticos "afavor de" o "en contra de", se han lanzado a la ms profunda y necesaria reflexin de su circunstanciadesde una perspectiva que s le es propia a la literatura: su necesidad de enjuiciamiento crtico de larealidad, su intencin de testimoniar artsticamente la cotidianeidad del pas y su vocacin participativa,desde presupuestos estticos, en la dificilsima vida diaria que comparten con varios millones de cubanos.No obstante, resulta imprescindible decir, a estas alturas, que los espacios crticos y reflexivos en los quese mueve esta nueva literatura cubana no han sido obra de un generoso decreto sobre la funcin de unaliteratura: ms que han sido espacios de silencio ganados a la esquematizacin burocrtica, a cdigos decensura y autocensura no escritos pero actuantes, a la apreciacin politizante del arte y al oportunismoideologizante que han sufrido con alevosa insistencia y que ciertamente alent la produccin de un arteafirmativo y "sinflictivo" y siempre mir con sobradas reservas -y censur, cuando pudo hacerlo- un

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  • proyecto artstico esencialmente crtico y enjuiciativo. Pero obra a obra los escritores cubanos, en tanto queciudadanos inmersos en un proceso social difcil y multifactico, han ido reclamando y recuperando esederecho a la crtica y a la reflexin, a ubicar su luz en zonas oscuras para darle su imagen peculiar a lacreacin: la imagen de una literatura que, aun refirindose a una realidad altamente politizada en cada unode sus actos y acontecimientos, ha sabido recuperar sus verdaderas capacidades artsticas y misionessociales, para valer, ante todo, como productos estticos antes que como piezas de servicio polticoinmediato...

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