Lipset, Reconsiderando Los Requisitos Sociales de La Democracia

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Reconsideración de los requisitos sociales de la democracia SEYMOUR MARTIN LIPSET En este artículo analizo los factores y procesos que afectan las perspectivas de institucionalización de la democracia en todo el mundo. Examino variables culturales y económicas, tradiciones religiosas, diversos sistemas electorales, la importancia de una sociedad civil participante y los métodos mediante los que deberían estructurarse los partidos políticos para mantener la estabilidad. Llego a la conclusión de que, como las democracias recientes poseen niveles bajos de legitimidad, es necesaria una cautela considerable sobre las perspectivas a largo plazo de su estabilidad. En la década de los ochenta y a principios de los noventa, en muchos países tuvo lugar la democratización al mismo tiempo que profundas crisis económicas. Esas condiciones ya han provocado el malogro de la democratización en una serie de países. Para lograr la legitimidad, lo que las nuevas democracias necesitan sobre todo es eficacia, en particular en el ámbito económico, pero también en la organización política. Si pueden emprender la vía real hacia el desarrollo económico, pueden mantener sus casas políticas en orden. También lo contrario es cierto: los gobiernos que desafían las leyes elementales de la oferta y la demanda no lograrán el desarrollo y no institucionalizarán sistemas democráticos genuinos. La expansión reciente de la democracia, lo que Huntington (1991) ha denominado "la tercera ola", comenzó a mediados de los setenta en Europa meridional. Después, a principios y mediados de los ochenta, se difundió a América Latina y las Filipinas, y después, a finales de los ochenta y principios de los noventa, a Europa del Este, la Unión Soviética y partes del Africa subsahariana. No hace mucho, la abrumadora mayoría de los miembros de Naciones Unidas tenían sistemas autoritarios. A fines de 1993, más de la mitad, 107 de 186 países, celebraron elecciones competitivas y poseían diversas garantías de derechos políticos e individuales, o sea, un número de países de más del doble de dos décadas antes, en 1970 (Karatnycky 1994:6; Freedom Review 1993:3-4,10). La democracia es muy débil en los países islámicos (donde, como analizaré más adelante, pocos países son democráticos) y en partes de África. No obstante, aunque no sean plenamente democráticos, "más de 30 países africanos están en proceso de transición de un gobierno autoritario, civil o militar, a otro más pluralista" (Schneidman 1992:1; Diamond 1992b: 38-39; Diamond, 1993b:3-4). El cambio hacia la democracia no es simple. A los países que con anterioridad poseían regímenes autoritarios les puede resultar difícil establecer un sistema democrático legítimo ya que sus tradiciones y creencias tal vez sean incompatibles con el funcionamiento de la democracia. En su obra clásica Capitalism, Socialism, and Democracy, Schumpeter (1950) definió la democracia como "un acuerdo institucional para llegar a decisiones políticas en el que los individuos adquieren el poder de decidir por medio de una lucha competitiva para ganar el voto del pueblo" (p. 250). 1 Esta definición es bastante amplia y no puedo investigarla exhaustivamente en este análisis. 2 Me centraré en cambio en aspectos como variables culturales y económicas, en el debate sobre sistemas electorales, en acuerdos constitucionales (e.g., presidentes versus parlamentos), en la importancia de una sociedad

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Texto acerca dos requisitos sociais da democracia, segundo Lipset.

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  • Reconsideracin de los requisitos sociales de la democraciaSEYMOUR MARTIN LIPSET

    En este artculo analizo los factores y procesos que afectan las perspectivas deinstitucionalizacin de la democracia en todo el mundo. Examino variables culturales yeconmicas, tradiciones religiosas, diversos sistemas electorales, la importancia de unasociedad civil participante y los mtodos mediante los que deberan estructurarse lospartidos polticos para mantener la estabilidad. Llego a la conclusin de que, como lasdemocracias recientes poseen niveles bajos de legitimidad, es necesaria una cautelaconsiderable sobre las perspectivas a largo plazo de su estabilidad. En la dcada de losochenta y a principios de los noventa, en muchos pases tuvo lugar la democratizacin almismo tiempo que profundas crisis econmicas. Esas condiciones ya han provocado elmalogro de la democratizacin en una serie de pases. Para lograr la legitimidad, lo quelas nuevas democracias necesitan sobre todo es eficacia, en particular en el mbitoeconmico, pero tambin en la organizacin poltica. Si pueden emprender la va realhacia el desarrollo econmico, pueden mantener sus casas polticas en orden. Tambin locontrario es cierto: los gobiernos que desafan las leyes elementales de la oferta y lademanda no lograrn el desarrollo y no institucionalizarn sistemas democrticosgenuinos.

    La expansin reciente de la democracia, lo que Huntington (1991) ha denominado "latercera ola", comenz a mediados de los setenta en Europa meridional. Despus, aprincipios y mediados de los ochenta, se difundi a Amrica Latina y las Filipinas, ydespus, a finales de los ochenta y principios de los noventa, a Europa del Este, la UninSovitica y partes del Africa subsahariana. No hace mucho, la abrumadora mayora de losmiembros de Naciones Unidas tenan sistemas autoritarios. A fines de 1993, ms de lamitad, 107 de 186 pases, celebraron elecciones competitivas y posean diversas garantasde derechos polticos e individuales, o sea, un nmero de pases de ms del doble de dosdcadas antes, en 1970 (Karatnycky 1994:6; Freedom Review 1993:3-4,10). Lademocracia es muy dbil en los pases islmicos (donde, como analizar ms adelante,pocos pases son democrticos) y en partes de frica. No obstante, aunque no seanplenamente democrticos, "ms de 30 pases africanos estn en proceso de transicin de ungobierno autoritario, civil o militar, a otro ms pluralista" (Schneidman 1992:1; Diamond1992b: 38-39; Diamond, 1993b:3-4). El cambio hacia la democracia no es simple. A lospases que con anterioridad posean regmenes autoritarios les puede resultar difcilestablecer un sistema democrtico legtimo ya que sus tradiciones y creencias tal vez seanincompatibles con el funcionamiento de la democracia.

    En su obra clsica Capitalism, Socialism, and Democracy, Schumpeter (1950) defini lademocracia como "un acuerdo institucional para llegar a decisiones polticas en el que losindividuos adquieren el poder de decidir por medio de una lucha competitiva para ganar elvoto del pueblo" (p. 250). 1 Esta definicin es bastante amplia y no puedo investigarlaexhaustivamente en este anlisis.2 Me centrar en cambio en aspectos como variablesculturales y econmicas, en el debate sobre sistemas electorales, en acuerdosconstitucionales (e.g., presidentes versus parlamentos), en la importancia de una sociedad

  • civil participante, y en los mtodos mediante los que deberan estructurarse los partidospolticos para establecer y mantener la estabilidad. En suma, en los factores y procesos queafectan las perspectivas de la institucionalizacin de la democracia.

    Cmo surge la democracia?La poltica en los pases depauperados

    Al analizar la democracia, quiero aclarar mis prejuicios y mi parcialidad desde el inicio.Coincido con las preocupaciones bsicas de los padres fundadores de Estados Unidos deque el gobierno, un Estado poderoso, es de temer (o sospechoso, para usar el trmino de losabogados) y de que es necesario encontrar medios de controlar a los gobiernos a travs defrenos y contrapesos. En nuestra poca, como lo han documentado los economistas, esto hasido especialmente evidente en pases con bajos ingresos. La "curva de Kuznets" (Kuznets1955; 1963; 1976), aunque an se discute, indica que cuando un pas menos desarrolladoempieza a crecer y urbanizarse, la distribucin del ingreso empeora, pero despus se vuelvems equitativa a medida que la economa se industrializa (Olson 1963; Weede yTiefenbach 1981; Todaro 1981: 134; Bollen y Jackman 1985b; Muller 1988; Chan 1989;Weede 1993).3 Antes del desarrollo, la estructura de ingreso por clase se asemeja a unapirmide alargada, muy ancha en la base, estrechndose o ms delgada hacia la mitad y lacspide (Lipset 1981:51). En esas condiciones, el Estado es la principal, y habitualmente lams importante, fuente de capital, ingreso, poder y estatus. Esto es especialmente cierto ensistemas estatistas, pero tambin caracteriza a muchas economas llamadas de libremercado. Porque que una persona o un organismo del gobierno est dispuesto a renunciaral control a causa del resultado de unas elecciones es una conducta asombrosa y no normal,no es aparentemente una "opcin racional", sobre todo en organizaciones polticas nuevas,menos estables y menos legtimas.

    Marx observ con frecuencia que la desigualdad intensa va asociada a la escasez y que porlo tanto el socialismo, que l crea que iba a ser un sistema igualitario y democrtico con unEstado polticamente dbil, slo poda darse en condiciones de abundancia (Marx 1958:8-9). Intentar avanzar hacia el socialismo en condiciones de escasez material tendra porresultado abortos sociolgicos y represin. Los comunistas demostraron que Marx estabaen lo correcto. Weffort (1992), un estudioso brasileo de la democracia, ha aducido confuerza que, aunque "la igualdad poltica de los ciudadanos, (...) es (...) posible ensociedades caracterizadas por un alto grado de desigualdad [econmica]", la contradiccinentre desigualdad poltica y econmica "abre el campo a tensiones, distorsionesinstitucionales, inestabilidad y violencia recurrente (...) [y puede impedir] la consolidacinde la democracia" (p. 22). Cientficos sociales contemporneos descubren que una mayorafluencia y tasas superiores de bienestar han estado en correlacin con la presencia deinstituciones democrticas (Lipset, Seong y Torres 1993:156-58; vase tambin Diamond1992a). Ms all del impacto de la riqueza nacional y de la estratificacin econmica, loscientficos sociales contemporneos tambin coinciden con el anlisis de Tocqueville deque la igualdad social, percibida como igualdad de estatus y respeto por los individuosindependientemente de su condicin econmica, es sumamente favorable a la democracia(Tocqueville 1976: vol. 2, 162-216; Lipset 1981:439-50; Dahl 1971:85-104; Sartori1987:343-345; Dogan 1988:11-12). Pero como lo acenta Weffort (1992), "una condicin

  • social tan `mnima' como sta est ausente en muchas democracias recientes, (...) [lo cualpuede] contribuir a explicar la tpica inestabilidad democrtica de esos pases" (p. 8).

    La economa y la organizacin poltica

    En el siglo XIX, muchos tericos polticos observaron la relacin existente entre unaeconoma de mercado y la democracia (Lipset 1992: 2). Como lo ha documentadoGlassman (1991), "Marxistas, economistas capitalistas clsicos y hasta monrquicosaceptaron el vnculo entre capitalismo industrial y democracia parlamentaria" (p. 65). Estetipo de economa, incluido un campesinado independiente sustancial, produce una clasemedia que puede combatir al Estado y proporcionar recursos a grupos independientes,conclusin a la que han llegado tambin muchos estudiosos del siglo XX como Weber(1906:346 ss.), Schumpeter (1950), Moore (1966), Skocpol (1979) y Berger (1986; 1992).

    Schumpeter (1950) sostuvo que "la democracia moderna es producto del procesocapitalista" (p. 297). Moore (1966), destacando su acuerdo con los marxistas, lleg a lasiguiente conclusin: "Sin burgus no hay democracia" (p.418).

    Berger (1992), desde la vertiente conservadora, observ que mientras que "no ha habidoningn caso de democracia poltica que no haya sido una economa de mercado, (...) hahabido numerosos casos de economas de mercado no democrticas" (p. 9). Es decir, elcapitalismo ha sido una condicin necesaria pero no suficiente (Diamond 1993a). Comohemos dicho con anterioridad (Diamond, Linz y Lipset 1988:xxi), las democracias "msavanzadas en su desarrollo capitalista (tamao del sector de mercado de la economa,autonoma de su clase empresarial) son tambin las que han estado ms expuestas apresiones en favor de la democracia".

    Waisman (1992:140-55), indagando para explicar por qu algunas sociedades capitalistas,en particular en Amrica Latina, no han sido democrticas, ha indicado que la propiedadprivada de los medios de produccin no basta para fomentar la democracia. Waisman haargumentado que es necesaria una fuerte economa de mercado. All donde el Estado limitaal mercado, all donde fomenta la autarqua (una economa autosuficiente que limita lacompetencia), prolifera el autoritarismo. Un mercado libre necesita democracia yviceversa.

    Pero en tanto que el movimiento hacia una economa de mercado y el crecimiento de unaclase media independiente han debilitado el poder del Estado y ampliado los derechoshumanos y el gobierno de la ley, ha sido la clase obrera, sobre todo en Occidente, la que haexigido la expansin del sufragio y los derechos de los partidos (Therborn 1977;Rueschemeyer, Stephens y Stephens 1992: 59, 97-98, 140-43). Como lo observ JohnStephens (1993), "El desarrollo capitalista est asociado al surgimiento de la democracia,en parte porque est asociado con una transformacin de la estructura de clase quefortalece a la clase obrera" (p. 438).

    La corrupcin, un problema capital del ejercicio del poder, es inherente en sistemasconstruidos sobre la pobreza (Klitgaard 1991:86-98). El Estado debe asignar recursos que

  • controla, como empleos, contratos e inversin de capital. Cuando el Estado es pobre,acenta criterios particularistas y personalistas. La eliminacin de "redes" personales sobrelos recursos controlados o influidos por el Estado es obviamente imposible. Pero esdeseable la promulgacin de leyes y normas que reduzcan el impacto de las redes perso-nales, reglas que exijan la aplicacin de estndares impersonales de meritocracia; sinembargo, ha tomado mucho tiempo llegar a institucionalizar esta actitud en los pases ahoraricos y generalmente ha ido en contra de las tradiciones y necesidades de la gente en lospases menos ricos. Por ello, como adujeron Jefferson, Madison y otros a fines del sigloXVIII, cuanto menos tiene que ver el Estado, mejor; cuantos menos recursos econmicospuede controlar directamente el Estado, mayores son las posibilidades de una organizacinpoltica libre.

    Por lo tanto, se puede justificar sociolgica y polticamente una economa de mercadocomo el mejor camino para reducir el impacto de redes nepotistas. Cuanto ms amplia lagama de fuerzas de mercado, menos cabida habr a que las lites con acceso privilegiado alpoder y a los recursos del Estado vayan en busca de beneficios.

    No obstante, ms all de limitar el poder del Estado, en regmenes nuevos y pobres sedeberan aumentar los estndares de propiedad y deberan aplicarse estndares explcitos yobjetivos para asignar la ayuda, los prstamos y otras fuentes de capital procedentes deafuera del Estado. La realizacin de esto la facilitara, como es lgico, un cuerpo defuncionarios eficientes seleccionados a travs de estndares de meritocracia. Cost muchosaos que las reformas a los funcionarios del Estado se afianzaran en Inglaterra, EstadosUnidos y varios pases europeos (Johnston 1991:53-56). Tampoco ser fcil cambiar lasnormas y las reglas en los pases depauperados contemporneos, aunque Corea del Surparece un caso nico al haber logrado hacerlo en un periodo de tiempo relativamente breve(Seung-Soo 1992; Macdonald 1992).

    La centralidad de la cultura poltica

    La democracia requiere una cultura que la sustente, la aceptacin por la ciudadana y laslites polticas de principios que fundamentan la libertad de expresin, de los medios decomunicacin, de reunin, de religin, derechos de los partidos de oposicin, el gobiernode la ley, derechos humanos y afines (Almond 1956:34-42; Pye 1965:3-26; Dahl 1971:1-16; Bobbio 1987:63-78; Diamond, Linz y Lipset, 1990:16-18). Esas normas noevolucionan de la noche a la maana. Intentos de desplazarse del autoritarismo a lademocracia han fracasado despus de la mayora de los levantamientos desde laRevolucin francesa en 1789 hasta la Revolucin de febrero en Rusia en 1917, desde losque tuvieron lugar en muchos de los nuevos pases en Amrica Latina en el siglo XIX hastalos de frica y Asia despus de la Segunda Guerra mundial. Linz (1988) y Huntington(1991) observaron que las dos olas previas de democratizacin fueron seguidas por "olas alrevs" que fueron testigo del renacimiento del autoritarismo. "Slo cuatro de los diecisietepases que aprobaron instituciones democrticas entre 1915 y 1931 las mantuvieron a lolargo de los aos veinte y treinta (...). Una tercera parte de las 32 democracias enfuncionamiento en el mundo en 1958 se haban convertido en autoritarias a mediados delos setenta" (Huntington 1991:17-21).

  • Estas experiencias no son un buen presagio para los esfuerzos actuales en los estados excomunistas de Europa del Este o en Amrica Latina y frica. Y el informe ms reciente deFreedom House llega a la siguiente conclusin: "A medida que 1993 llega a su fin, lalibertad en el mundo est en retirada mientras que la violencia, la represin y el control delEstado van en aumento. La tendencia marca el primer aumento en cinco aos (...)"(Karatnycky 1994:4). Una "ola al revs" en formacin es muy manifiesta en el fricasubsahariana, donde "9 pases mostraron mejora mientras que 18 registraron un descenso"(p. 6). Y en Rusia, un movimiento protofascista se situ en cabeza respecto a todos losdems partidos, si bien con 24 por ciento de los votos, en las elecciones de diciembre de1993, mientras que los comunistas y sus aliados obtuvieron slo un poco ms del 15 porciento.

    Casi en cualquier parte donde ha tenido lugar la institucionalizacin de la democracia, elproceso ha sido gradual y la oposicin y los derechos individuales han surgido en el toma ydaca de la poltica (Sklar 1987:714). Como Martin Trow y James Coleman, entoncesestudiantes mos, y yo escribimos hace casi 40 aos:

    Los derechos democrticos se han desarrollado en las sociedades a travs de luchas dediversos grupos de clase, religiosas, sectoriales, econmicas, profesionales y demsunos contra otros y contra el grupo que controla el Estado. Cada grupo de inters desearealizar su propia voluntad, pero si no hay ningn grupo lo bastante fuerte para lograr elpoder total, el resultado es el desarrollo de la tolerancia. En gran medida el desarrollo delconcepto de tolerancia, de reconocimiento de los derechos de grupos con los que uno esten desacuerdo para competir por seguidores o poder, surgi de conflictos entre gruposfuertes e indestructibles en diferentes sociedades. Hubo una serie de procesos a travs delos que la tolerancia se volvi legtima. En algunas situaciones, grupos como las iglesiascatlica y protestante intentaron destruir a la faccin opuesta, pero finalmentereconocieron que la victoria completa de un grupo era imposible o slo poda ocurrir ariesgo de destruir el tejido de la sociedad. En esos conflictos, los grupos minoritarios o deoposicin desarrollaron una ideologa democrtica, una insistencia en los derechosespecficos de las minoras como medio para legitimar su propio derecho a existir. Estosgrupos podan despus obligar al grupo de poder dominante a garantizar esos derechos afin de impedir un levantamiento revolucionario u obtener ellos mismos el poder. Paraellos, rechazar su propio programa poda entonces significar una cuantiosa prdida deapoyo de seguidores que haban llegado a sostener los valores democrticos (Lipset, Trowy Coleman 1956:15-16).

    Como resultado, los sistemas democrticos se desarrollaron gradualmente, primero consufragio limitado y vinculado a la propiedad y/o a la alfabetizacin. Las lites sucumbieronlentamente hasta admitir que las masas tenan derecho de voto y tolerar e institucionalizarlos derechos de la oposicin (Almond y Verba 1963:7-8; Rustow 1970:357). Como Dahl(1971:36-37) ha subrayado, partidos como los liberales y los conservadores en la Europadel siglo XIX, formados con el propsito de obtener una mayora parlamentaria ms queganar el apoyo de un electorado masivo, no estaban presionados a involucrarse en unademagogia populista.

  • La poltica comparada indica que cuantas ms fuentes de poder, estatus y riqueza seconcentran en el Estado, ms difcil es institucionalizar la democracia. En esas condicio-nes, la lucha poltica tiende a abordar un juego de suma cero en el que los derrotadospierden todo. Cuanto mayor es la importancia del Estado central como fuente de prestigio ybeneficios, menos probable es que los que estn en el poder o las fuerzas de oposicinacepten las normas del juego que institucionaliza el conflicto partidario y que podraresultar en el derrocamiento de los que estn en el poder. De ah que, como hay que indicaruna vez ms, las oportunidades de la democracia sean mayores all donde, como en losprimeros tiempos de Estados Unidos y en menor grado en otros pases occidentales, lainteraccin entre poltica y economa es limitada y segmentada. En Europa del Norte, lademocratizacin dej que la monarqua y la aristocracia conservaran su estatus de lite, auncuando sus poderes se restringieron. En Estados Unidos, el Estado central no era una fuenteimportante de privilegios durante el primer medio siglo o ms, y los que estaban en elcentro podan por tanto renunciar a sus cargos con facilidad.

    La democracia nunca se ha desarrollado en ninguna parte mediante un plan, exceptocuando ste fue impuesto por un conquistador democrtico, como sucedi en Alemania yen Japn despus de la Segunda Guerra mundial. Desde Estados Unidos hasta Europa delNorte, la libertad, el sufragio y el gobierno de la ley crecieron de un modo fragmentario yno de un modo planeado. Para legitimarse, los partidos gubernamentales, aunque no lesgustara, en definitiva tuvieron que reconocer el derecho de las oposiciones a existir ycompetir libremente. Casi todos los jefes de democracias jvenes, desde John Adams yThomas Jefferson hasta Indira Gandhi, trataron de eliminar a sus oponentes. Como indica-mos con anterioridad, muchas de las nuevas democracias pronto son derrocadas, como enFrancia antes de 1871, en diversas partes de Europa despus de 1848, en Europa Oriental,Central y Meridional despus de la Primera Guerra mundial y repetidas veces en AmricaLatina y frica. Los xitos democrticos han reflejado las fuerzas variables de grupospolticos minoritarios y constelaciones afortuna-das tanto o ms que compromisos de losrecientes gobernantes con el proceso democrtico.

    Evaluaciones histricas entre naciones de los conceptos correlativos de la democracia handescubierto que los factores culturales parecen incluso ms importantes que los eco-nmicos (Lipset et al. 1993: 168-70; vase tambin Huntington 1991: 298-311). Dahl(1970:6), Kennan (1977:41-43) y Lewis (1993:93-94) han acentuado que el primer grupode pases que se volvieron democrticos en el siglo XIX (aproximadamente unos 20) erande Europa noroccidental o fueron instaurados por europeos noroccidentales. "Todavafaltan pruebas de que es la forma natural de gobierno para pueblos fuera de esosrestringidos permetros" (Kennan 1977:41-43).4 Lewis (1993), una autoridad sobre elOriente Medio, ha reiterado el punto de vista de Kennan: "En ninguna otra tradicincultural se ha originado un sistema [democrtico] de este tipo; queda por ver si ese tipo desistema transplantado y adaptado a otra cultura puede sobrevivir mucho tiempo" (pp. 93-94).

    En un plano ms particular, anlisis estadsticos recientes de los conceptos correlativosagregados de regmenes polticos han indicado que haber sido alguna vez colonia britnicaes la variable que se correlaciona ms con la democracia (Lipset et al. 1993:168). ComoWeiner (1987) ha sealado, ms all de las experiencias en Amrica y Australasia en el

  • siglo XIX, "cada pas con una poblacin de por lo menos un milln (y casi todos los pasesms pequeos tambin) que ha surgido del gobierno colonial y que ha tenido una expe-riencia democrtica continua es una antigua colonia inglesa" (p. 20). Los factores quefundamentan esta relacin no son simples (Smith 1978). En la comparacin britnica/nobritnica, muchas antiguas colonias britnicas, como las de Norteamrica antes de larevolucin o la India y Nigeria en pocas ms recientes, tenan elecciones, partidos, y elgobierno de la ley antes de llegar a ser independientes. En cambio, las colonias espaolas,portuguesas, francesas, holandesas y belgas, y los pases que controlaba la Unin Soviticano permitan la incorporacin gradual de "grupos externos" a la organizacin poltica. Deah que la democratizacin fuera mucho ms gradual y exitosa en las colonias ex britnicasque en otras partes; sus experiencias previas a la independencia fueron importantes comotipo de proceso de socializacin y contribuyeron a facilitar la transicin a la libertad.

    Tradicin religiosa

    La tradicin religiosa ha sido un importante factor de diferenciacin en la transformacin ala democracia (Huntington 1993:25-29). Histricamente, ha habido relaciones negativasentre la democracia y el catolicismo, el cristianismo ortodoxo, el Islam y el confucianismo;a la inversa, el protestantismo y la democracia han estado interrelacionados positivamente.Estas diferencias han sido explicadas por (1) el nfasis mucho mayor del protestantismo enel individualismo y (2) los vnculos tradicionalmente estrechos entre religin y Estado enlas otras cuatro religiones. Tocqueville (1975) y Bryce (1901) acentuaron que lademocracia es fomentada por una separacin de las creencias religiosas y polticas demodo que no se requieren posiciones polticas para cumplir con los estndares absolutosestablecidos por la Iglesia.

    Desde la poca de Tocqueville hasta mediados de los setenta, ha habido estudiosos que hanobservado que, entre los pases europeos y sus retoos de ultramar, los pases protestanteshan sido ms aptos que los catlicos para dar origen a regmenes democrticos (Lipset1981:57-58; Lipset [1970] 1988:90; Bollen 1979:83; Huntington 1991:79-82). PierreTrudeau (1960), escribiendo como politlogo a fines de los cincuenta, observ que loscatlicos han estado estrechamente vinculados al Estado, apegados a una iglesia que hasido jerrquica, y han sido "autoritarios en asuntos espirituales, y como la lnea divisoriaentre los espiritual y lo temporal puede ser muy tenue o incluso confusa, suelen ser pocoinclinados a buscar solucin en los asuntos temporales a travs del mero recuento decabezas" (p. 245). Los protestantes, en particular las sectas no relacionadas con el Estado,han sido menos autoritarios, ms congregacionales, participativos e individualistas. Perolos pases catlicos han contribuido significativamente a la tercera ola de democratizacindurante los aos setenta y ochenta, reflejando "los cambios importantes en la doctrina,llamados y compromisos sociales y polticos de la Iglesia catlica que tuvieron lugar (...)en los sesenta y setenta" (Huntington 1991:281, 77-85). Los cambios que han tenido lugarson primordialmente el resultado de la deslegitimizacin del llamado fascismo clerical oultraderechista en el pensamiento catlico y en el pensamiento y la poltica policatlica,una consecuencia de la derrota del fascismo en Europa y del crecimiento econmicoconsiderable en muchas de las importantes tierras catlicas en las dcadas de la posguerra,sitios como Italia, Espaa, Quebec, Brasil y Chile.

  • En cambio, los estados musulmanes (particularmente rabes) no han tomado parte en latercera ola de democratizacin. Casi todos siguen siendo autoritarios. El crecimiento de lademocracia en el futuro prximo en la mayora de estos pases es dudoso porque "lasnociones de libertad poltica no se sostienen en comn (...); son ajenas al Islam" (Vatikiotis1988:118). Como lo ha determinado Wright (1992), el Islam "ofrece no slo un conjuntode creencias espirituales, sino un conjunto de reglas mediante las que gobernar la sociedad"(p.133). Gellner (1991) ha destacado que "las sociedades musulmanas en el mundo moder-no ofrecen un panorama que es virtualmente una imagen especular de las marxistas. Estnbaadas en la fe, en realidad sufren de un exceso de ella (...)" (p. 506). En su elaboracinde la relacin presente y pasada de las creencias musulmanas con la organizacin poltica,Lewis (1993) observ:

    El Estado islmico era en principio una teocracia, no en el sentido occidental de un Estadogobernado por la Iglesia y el clero (...), sino en el sentido ms literal de una organizacinpoltica gobernada por Dios (...). En principio, el Estado era el Estado de Dios, gobernandoal pueblo de Dios; la ley era la ley de Dios (...). No es sorprendente, (...) que la historia delos estados islmicos sea la de una autocracia casi sin variacin (pp. 96, 98).

    Kazancigil (1991) ha ofrecido explicaciones paralelas de la debilidad de la democracia enel Islam y de la de pases cristianos ortodoxos que emanan de su fracaso "para disociar laesfera de lo religioso de la de lo poltico" (p. 345). En Europa oriental, sobre todo en Rusia,la Iglesia ortodoxa ha vinculado estrechamente ambas esferas. Como acentan Guroff yGuroff (1993): "La Iglesia siempre ha sido un rgano del Estado ruso, tanto bajo el zarcomo bajo la Unin Sovitica (...). Ni en la Rusia zarista ni en la Unin Sovitica la Iglesiaortodoxa desempe un papel activo en la proteccin de los derechos humanos o latolerancia religiosa" (pp. 10-11).

    Al observar que en la China confuciana "ninguna iglesia ni organizacin cultural (...)exista independientemente del Estado" (p. 25), y que "el Islam ha acentuado la identidadentre las comunidades religiosa y poltica", Eisenstadt (1968) hizo hincapi en la resultante"e importante similitud entre las sociedades china e islmica" (p. 27). Huntington (1993)inform que "acadmicamente no existe ningn desacuerdo respecto a la proposicin deque el confucianismo tradicional fuera o no democrtico o antidemocrtico" (p. 15; vasetambin Whyte 1992:60). Lucian Pye (1968; vase tambin Pye con Pye 1985) haapuntado a las similitudes entre las creencias confucianas y comunistas sobre "los derechosde la autoridad a la arrogancia (...) ambas han sido igualmente absolutas (...) detentando losmonopolios de oficialidad (...). Es significativo que (...) tanto el confucianismo como elmaosmo, en contenido ideolgico han acentuado explcitamente los problemas deautoridad y orden" (Pye 1968:16). Aunque algo menos pesimista, la evaluacin de HeBaogang (1992) de los factores culturales en la China continental llegaba a la conclusinque "la evidencia revela que la cultura antidemocrtica es en la actualidad ms fuerte quelos factores relacionados con la democrtica" (p. 134). Slo Japn, el pas confuciano msdiluido, "tuvo una experiencia sostenida de gobierno democrtico antes de 1990, (...)[aunque su] democracia fuera el producto de una presencia norteamericana" (Huntington1991:15). Los otros Corea, Vietnam, Singapur y Taiwan eran autocrticos. Como enlas otras culturas menos democrticas, "el confucianismo fundi a la sociedad con el

  • Estado sin proporcionar ninguna legitimidad a las instituciones sociales autnomas a nivelnacional" (p. 301). Claro que la situacin ha cambiado en los ltimos aos en respuesta alrpido crecimiento econmico, reflejando cmo los cambios econmicos pueden repercutiren el sistema poltico socavando la autocracia.

    Pero la India, un pas hind que se volvi democrtico antes de la industrializacin, esdiferente:

    El rasgo ms saliente de la civilizacin india desde el punto de vista de nuestro anlisis, esque es probable que sea la nica civilizacin completa, sumamente diferenciada, que a lolargo de la historia ha mantenido su identidad cultural sin estar ligada a un marco polticodado (...). En un grado mucho mayor que en muchas otras civilizaciones histricasimperiales, la poltica se conceba en formas seculares (...). Debido a la relativa disociacinentre el orden cultural y el poltico, en la India el proceso de modernizacin pudo seguir sucamino sin ser obstaculizado por una orientacin tradicional-cultural demasiado especficahacia la esfera poltica (Eisenstadt 1968:32).

    Estas generalizaciones sobre la cultura no son buen augurio para el futuro de la tercera olade democracia en los pases ex comunistas. La Iglesia catlica desempe un papelsustancial en el alejamiento de Polonia respecto al comunismo sovitico. Pero como hemosobservado con anterioridad, las zonas histricamente catlicas a fondo no se han contadoentre las ms receptivas a las ideas democrticas. Polonia est ahora agitada por conflictosprocedentes de los esfuerzos cada vez mayores de la Iglesia para afectar la poltica enEuropa Oriental, aun cuando relaja sus polticas en Europa Occidental y en gran parte deAmrica. El cristianismo ortodoxo es hegemnico en Rusia y Belarus. Ucrania estdominada por ambas iglesias, la catlica y la ortodoxa. Y los fascistas y comunistas sonfuertes en Rusia y en Ucrania. Los musulmanes son un grupo importante en las partes deAsia Central de la ex Unin Sovitica, y la mayora en algunas, zonas que se cuentan entrelas consistentemente menos democrticas de los estados soviticos sucesores. Dirigida porlos ortodoxos serbios, pero ayudada por los catlicos croatas y los musulmanes bosnios, laex Yugoslavia se est desgarrando de acuerdo con lneas tnicas y religiosas sin que hayaun fin ni pacfico ni mucho menos democrtico a la vista. Nos engaamos si ignoramos loscontinuos efectos disfuncionales de una serie de valores culturales y de las institucionesvinculadas a ellos.

    Pero los sistemas de creencia cambian; y el surgimiento del capitalismo, de una ampliaclase media, de una clase obrera organizada, de mayor riqueza y de educacin estasociado al secularismo y a las instituciones de la sociedad civil que contribuyen a crear laautonoma para el Estado y facilitan otras precondiciones para la democracia. En losltimos aos, en ninguna parte ha sido esto ms evidente que en los estados confucianoseconmicamente exitosos de Asia Oriental, estados de los que alguna vez se pens queeran candidatos casi desahuciados tanto al desarrollo como a la democracia. Tu (1993)observ su "dinamismo totalmente sin precedentes en la democratizacin y lamercadotizacin. Singapur, Corea del Sur y Taiwan celebraron con xito eleccionesnacionales en 1992, indicando claramente que la democracia en las sociedades confucianasno slo es posible sino tambin prctica" (p. viii). Nathan y Shi (1993), cuando informansobre "el primer sondeo de opinin cientficamente vlido realizado en China sobre com-

  • portamiento y actitudes polticas", expresan: "Cuando se la compar con los residentes dealgunas de las democracias ms estables y antiguas del mundo, la poblacin china calificms bajo en las variables a las que atendemos, pero no tan bajo como para justificar laconclusin de que la democracia est fuera del alcance" (p. 116). Sondeos realizados enRusia ofrecen conclusiones positivas similares (Gibson y Duch 1993), pero las eleccionesde diciembre de 1993 en las que los nacionalistas racistas y los procomunistas salieron bienlibrados indican que es necesario mucho ms. La democracia no est echando races engran parte de la ex Unin Sovitica, en los estados musulmanes menos industrializados nien muchos pases de frica. No se ve el fin de muchos de los esfuerzos para nuevasdemocracias; los cambios culturales requeridos no se han establecido con la suficienteclaridad para justificar la conclusin de que la "tercera ola" no se revertir. Segn laencuesta de Freedom House, en 1993 hubo "43 pases que registraron un descenso en sunivel de libertad [derechos polticos y libertades civiles] y 9 que registraron ganancias"(Karatnycky 1994:5).5

    Institucionalizacin

    Las nuevas democracias se deben institucionalizar, consolidar y volver legtimas.Enfrentan muchos problemas, entre los que se cuentan la creacin y el crecimiento de unaeconoma ms igualitaria; la reduccin de tensiones y tal vez el reemplazo de las antiguaslites civiles y militares; y la formulacin de sistemas electorales y administrativosdemocrticos viables que descansen en partidos polticos estables (Linz y Stepan 1989;Whitehead 1989; Di Palma 1990:44-108; Huntington 1991:208-79). Abordar todos estostemas inherentes a la institucionalizacin de la democracia requiere un libro, as que aqume limitar a lo siguiente: legitimidad, sistemas ejecutivos y electorales, sociedad civil ypartidos polticos, y por ltimo, gobierno de la ley y orden econmico.

    Legitimidad

    La estabilidad poltica en los sistemas democrticos no puede contar con la fuerza. Laalternativa a la fuerza es la legitimidad, un "ttulo a gobernar" sistmico y aceptado.' Lamayora de los pases de Europa del Norte y de la Commonwealth britnica, por ejemplo,desarrollaron instituciones democrticas a la vez que conservaron lo que se conoce comolegitimidad tradicional derivada de una monarqua ininterrumpida. Sin esas instituciones ytradiciones ya presentes, la democracia tal vez no se hubiera desarrollado como lo hizo, sies que se desarrollaba.

    Weber (1946), el manantial de la teora de la legitimidad, mencion tres modos por los queuna autoridad puede obtener la legitimidad y que se pueden resumir como sigue:(1) Tradicional a travs de "siempre" haber posedo la autoridad; el mejor ejemplo es elTtulo detentado en las sociedades monrquicas.

    (2) Racional-legal cuando la autoridad es obedecida porque hay una aceptacin popularde lo adecuado del sistema de normas de acuerdo con el cual se ha obtenido y se detenta elpoder. En Estados Unidos, la Constitucin es la base de toda autoridad.

  • (3) Carismtico cuando la autoridad descansa en la fe en un dirigente al que se creedotado de una gran vala personal, ya sea por Dios, como en el caso de un profeta religioso,ya sea simplemente por la exhibicin de talentos extraordinarios. El "culto a lapersonalidad" que rodea a muchos dirigentes es una ilustracin de esto (pp. 78-79).

    Como mejor se adquiere la legitimidad es mediante una eficacia prolongada, siendo laefectividad el desempeo real del gobierno y la medida en que satisface las necesidadesbsicas de la mayora de la poblacin y de los grupos de poder claves (como en losdirigentes militares y econmicos) (Lipset [1960]1981:64-70; Lipset 1979:16-23; Linz1978:67-74; Linz 1988:79-85; Diamond et al. 1990:9-16). Pero esta generalizacin no sirvepara sistemas nuevos para los que el mejor consejo institucional inmediato es separar lafuente y el agente de la autoridad.

    La importancia de esta separacin no se puede subestimar. El agente de la autoridad puedeser fuertemente combatido por el electorado y puede llegar a ser cambiado por voluntad delos electores, pero la esencia de las normas, el smbolo de la autoridad, debe permanecerrespetado y sin cuestionar. De ah que los ciudadanos obedezcan las leyes y normas, auncuando no les gusten los que las ejecutan. Esto sucedi en la Espaa posfranquista, dondese restaur con xito la monarqua y sta fue de gran utilidad, aunque pocos pases, si esque los hay, pudieran hoy hacer lo mismo. Despus de la Segunda Guerra mundial, Japn,gracias a MacArthur, realiz cambios espectaculares bajo la gida del emperador, evitandoel error cometido por los aliados al final de la Primera Guerra mundial. Despus de sta,los aliados depusieron la monarqua alemana y apoyaron lo que se convirti en laRepblica de Weimar. Winston Churchill se opuso fuertemente a esta accin, anticipandocorrectamente que los seguidores del antiguo imperio se opondran al nuevo sistemademocrtico porque no merecera su lealtad.

    La legitimidad racional-legal es dbil en muchos de los nuevos sistemas democrticos yaque con anterioridad la ley haba operado en inters de un explotador extranjero o de undictador domstico. Los esfuerzos por construir la legitimidad racional-legal implicannecesariamente extender el gobierno de la ley y el prestigio de los tribunales, que deberanser lo ms independientes posible del resto de la organizacin poltica. Como observaronAckerman (1992:60-62) y Weingast (1993), en las nuevas democracias, esosrequerimientos implican la necesidad de redactar una Constitucin "liberal" lo antesposible. La Constitucin puede ofrecer una base para la legitimidad, limitaciones al poderestatal y derechos polticos y econmicos. Como es de suponer, establecer una legitimidadestable cuesta tiempo.

    Los regmenes democrticos de la posguerra en los ex estados fascistas, creados, como laRepblica de Weimar, bajo los auspicios de los conquistadores, es obvio que no poseyeronlegitimidad desde el inicio. Pero gozaron de la ventaja de los posteriores "milagroseconmicos" de la pos-guerra que produjeron puestos de trabajo y un nivel de vida que fuesubiendo consistentemente. Estos nuevos regmenes haban sido econmicamente viablesdurante cuatro dcadas. La estabilidad de esos sistemas democrticos tambin estvinculada al desacreditamiento de tendencias antidemocrticas de derecha, fuerzas queeran identificadas con el fascismo y la derrota militar.

  • Para ser reiterativos, si los gobiernos democrticos que carecen de legitimidad tradicionalquieren sobrevivir, deben ser eficaces, o como en el ejemplo de algunas democraciaslatinoamericanas recientes y de la posguerra, tal vez hayan adquirido una especie delegitimidad negativa, una vacuna contra el autoritarismo debido a la malignidad de los reg-menes dictatoriales previos. Los pases de independencia reciente que son regmenesposrevolucionarios, posgolpe o posautoritarios son intrnsecamente inferiores en legitimi-dad. Por tanto la mayora de las democracias establecidas en Europa despus de la PrimeraGuerra mundial a consecuencia de los imperios austro-hngaro, alemn y de la Rusiazarista no duraron. En 1920, 26 de los 28 estados europeos eran democraciasparlamentarias; para 1938 slo 12 eran an libres (Mann 1993:2; Lee 1987). Como heobservado con anterioridad, los xitos democrticos posteriores a la Segunda Guerramundial en Amrica Latina y en frica fueron igualmente precarios y hace poco, en 1993,se ha presenciado un descenso considerable en los derechos polticos de muchasdemocracias nuevas. Ms all de los fracasos de efectividad econmica, para esos pases hasido difcil satisfacer las mltiples demandas estimuladas por grupos de referenciatransnacional y partidos revolucionarios. Han carecido de los recursos necesarios paraobtener la lealtad del estrato popular y de la lite, y los esfuerzos por crear la democraciahan fallado repetidas veces (Linz y Stepan 1978).

    Con todos los dems aspectos equivalentes, un supuesto rara vez logrado, los regmenesautoritarios no tradicionales son ms frgiles que los democrticos. Por definicin sonmenos legtimos; confan en la fuerza ms que en la creencia para conservar el poder. Poreso se puede partir del su-puesto de que como sistemas, son propensos a no gustar y a serrechazados por importantes segmentos de la poblacin. Y si son menos legtimos, habrms resentimiento, ms corrupcin y ms violaciones de las "normas". Los regmenes queconfan en la fuerza, con una baja aceptacin de la poblacin, son esencialmente inestablesy ms propensos a derrumbarse frente a una crisis. Ni siquiera un xito econmico rpidoles impedir desaparecer, como observ Tocqueville. Las autocracias, sobre todo en unapoca de difusin democrtica, enfrentan una situacin de catch-22: si como en la Espaade Franco, en Corea del Sur y en Chile, "cumplen en procurar progreso socioeconmico,tienden a reenfocar las aspiraciones populares entorno a metas polticas de voz yparticipacin que no pueden satisfacer sin poner fin a su existencia" (Diamond 1989a:150;Huntington 1968:5, 41). En cambio, si las autocracias fracasan econmicamente y/osocialmente, su falta de legitimidad facilitar un derrumbe.

    La historia, como en el caso de la Unin Sovitica, parece contradecir esto, ya que esergimen permaneci en el poder tres cuartos de siglo. Pero un sistema impopular que-bradizo no necesita derrumbarse. La autoridad de la polica represora, un ejrcito poderosoy la buena disposicin por parte de los gobernantes a usar la fuerza bruta puede mantener elpoder de un rgimen casi indefinidamente. El derrumbe de ese sistema tal vez requiera unacontecimiento capital y cataltico, una derrota en la guerra, una cada econmica drstica,o una ruptura de la unidad de la lite del gobierno. En la Unin Sovitica, una variedad dedatos econmicos y sociales a la mano antes de que Gorbachov llegara al poder indicabanuna enorme debilidad descensos en productividad y aumentos en la mortalidad queindicaban graves disfunciones en el sistema; el tamao y el alcance de su polica secretaera prueba de su baja legitimidad (Feshbach 1978, 1982, 1983; Amalrik 1970; Todd 1979).

  • Lo que sucedi en Berln Oriental en 1953, en Budapest en 1956, en Praga en 1968 y enPolonia en una serie de ocasiones desde 1955, poda ocurrir, y finalmente sucedi, enMosc. Ahora, claro est, sabemos que los crticos ms extremos estaban en lo cierto. Yaunque la situacin no produjo un derrumbe poltico hasta hace poco, tuvo por resultadoeconomas altamente ineficientes y relativamente improductivas.

    En contraste con las autocracias, los sistemas democrticos confan y pretenden activar elapoyo popular y competir constantemente por ese apoyo. La inefectividad del gobierno noes necesario que se desborde a otras partes de la sociedad y de la economa. La oposicinen realidad sirve como un mecanismo de comunicacin, centrando la atencin enproblemas sociales y gubernamentales. La libertad de oposicin alienta un libre flujo deinformacin sobre la economa as como sobre la organizacin poltica.

    Weber (1946:232-34) observ que un autcrata suele ser menos poderoso que ungobernante democrtico. Indic que debido a las restricciones de libertad de informacin,el dictador puede llegar a ignorar cundo burcratas o grupos de inters que se oponen a ldesconocen sus rdenes. Weber citaba como ejemplo el fracaso de las reformas agrarias deFederico el Grande. La burocracia estatal prusiana y las autoridades locales vinculadas a laaristocracia terrateniente simplemente desobedecieron las nuevas leyes. Y nadie se lo dijo aFederico. En cambio, en una democracia, la oposicin y/o la prensa suele exponer esesabotaje.

    Por lo menos dos veces en sus primeros aos en el cargo, Mijail Gorbachov pronuncidiscursos destacando las consecuencias disfuncionales de los regmenes de partido nico.En trminos similares a los de Weber, apunt que la burocracia ignoraba rdenes yreformas, a las que se opona. Gorbachov dijo que esto no poda suceder en un sistemamultipartidista. Por supuesto que l no abog por ms partidos, sino que convoc a laprensa sovitica y a la intelligentsia a cumplir las funciones de comunicacin ysealamiento con el dedo que en los pases democrticos maneja la oposicin (Gorbachov1987:R24; 1988:33).

    Los regmenes autoritarios no tradicionales tratan de obtener legitimidad a travs de cultosa la personalidad (por ejemplo, Napolen, Toussant, Daz, Mussolini, Hitler). Los nuevosautcratas carecen de medios para establecer regmenes legal-racionales mediante elgobierno de la ley. Los gobiernos comunistas, cuya ideologa marxista negabaexplcitamente la importancia de los "grandes hombres" en la historia y acentuaba el papelde las fuerzas materialistas y del "pueblo", se vieron obligados a recurrir a la legitimidadcarismtica. Sus esfuerzos produjeron los cultos de Lenin, Stalin, Mao, Tito, Castro, Ho,Kim y otros. Es interesante observar que los cuatro regmenes comunistas que vivieron unarevuelta a gran escala Alemania Oriental en 1953, Hungra en 1956, Polonia desde 1955hasta 1980 y Checoslovaquia en 1968 fueron tambin los que tenan cultos a lapersonalidad ms dbiles, en buena medida como la Unin Sovitica de 1989 a 1991.

    Pero la legitimidad carismtica es esencialmente inestable. Como se mencion conanterioridad, como mejor opera un sistema poltico es cuando la fuente de autoridad estclaramente separada del agente de la autoridad. Si el gobernante y sus polticas se

  • consideran opresoras o explotadoras, el rgimen y sus normas tambin sern rechazados.La gente no se sentir obligada a conformarse o a ser sincera; slo la fuerza no puedetransmitir un "ttulo para gobernar".

    Sistemas ejecutivo y electoral

    La democracia es recomendable no slo en trminos morales, sino como lo que endefinitiva facilita la estabilidad sistmica. La democracia capacita a la ciudadana paraconsiderar que la organizacin poltica incluye a todos los elementos sociales, y no slo alos que estn en el poder. El electorado se convierte en parte de la estructura legitimadora yes l, y no el gobierno, el que detenta la ltima autoridad. Miembros del electorado sonalentados a trabajar por cambios en el gobierno mientras permanezcan leales al sistema. Noobstante, los esfuerzos por institucionalizar la libertad en pases con bajos ingresosenfrentan graves dificultades inherentes al hecho de que los nuevos derechos democrticosfomentan demandas y acciones que desestabilizan la economa.

    Como ha destacado el socilogo canadiense Metta Spencer (1991), una preocupacinigualmente importante es "proteger los derechos de las minoras de la usurpacin por lamayora". All donde las minoras, en particular las tnico-lingstico-religiosas, sientenque no pueden compartir el poder (es decir, que sern "invariablemente eliminadas pormayora de votos en condiciones de gobierno de la mayora), y all donde esas m noriasforman mayoras en zonas prescritas, puede que traten de obtener la autonoma local osecesionarse como una va para convertir la minora cultural en mayora. Esto ha sucedidoen partes de la ex Yugoslavia y en la ex Unin Sovitica (p. 427). Las democraciascarecern de legitimidad a los ojos de las minoras que se sienten excluidas del poder. Deah que la transicin a regmenes electorales suela desestabilizar organizaciones polticasmulticulturales, como lo ha demostrado la situacin en muchos estados poscomunistas. Lateora de Calhoun (1947) de principios del siglo XIX sobre la mayora concurrente y laidea contempornea de Lijphart (1977) sobre sistemas de consocios indican solucionessimilares a este problema. Estas teoras proponan estructuras constitucionales que dieran alas minoras el poder de veto en el proceso de desarrollo poltico cuando sus interesesfueran afectados. Los esfuerzos por hacer esto en Chipre y Lbano han fracasado. Suiza porlo que parece lo logr. En la actualidad, Canad y Sudfrica buscan acuerdos comparables.Irnicamente, Lani Guinier (1993:1589-1642, en especial 1625-42) propone reformassimilares a las de Calhoun. No obstante, la propuesta de Calhoun pretenda preservar losintereses de los amos, y la de Guinier tena la intencin de facilitar las demandas de losdescendientes de los esclavos de aqullos.

    El federalismo, por supuesto, es el medio ms antiguo y de muchas maneras el mssatisfactorio para manejar esos conflictos entre grupos tnicos y otros, y definir las fronte-ras polticas regionales. Como adujo Horowitz (1985:598), el federalismo permite cincodiferentes mecanismos para reducir el conflicto: (1) extraer "la fiebre de un solo puntofocal"; (2) transferir poder y funciones de acuerdo a lneas tnicas; (3) ofrecer alicientespara coaliciones tnicas; (4) fomentar el conflicto intratnico dentro de las provincias,permitiendo as fisuras transversales; y (5), promover esfuerzos para "reducir las

  • disparidades entre los grupos". Pero est claro que el federalismo no es una panacea y quetiene tanto sus fracasos como sus logros.

    Sistemas ejecutivos

    Al considerar la relacin de estructura de gobierno con legitimidad hemos indicado que lasrepblicas con presidentes poderosos sern, cuando todos los dems aspectos son equi-valentes, ms inestables que las parlamentarias, en las que una realeza sin poder o jefes deEstado elegidos tratan de actuar el papel de un monarca constitucional. En las primeras,donde el ejecutivo es jefe de Estado, se combinan la autoridad simblica y el poderefectivo en una persona, mientras que en las segundas estn divididos. Con un solo cargoen la cumbre, es difcil que el pblico separe sus sentimientos sobre el rgimen de lo quesiente hacia los que hacen la poltica. Las dificultades para institucionalizar la democraciaen los mltiples regmenes presidenciales latinoamericanos a lo largo del ltimo siglo ymedio tal vez reflejen este problema. Estados Unidos presenta un caso especial en el que, apesar de combinar la autoridad simblica y el poder en la Presidencia, la Constitucin hasido tan reverenciada por su ideologa v efectividad durante ms de 200 aos que, ms quelo que especifica de los que ocupan los cargos, se ha convertido en la fuente ltima yaceptada de autoridad. Esta legitimidad constitucional (legal-racional) cost muchasdcadas desarrollarla. En una serie de ocasiones hubo fuertes intentos secesionistas antesde la guerra civil (por ejemplo, por los estados de la Nueva Inglaterra durante la guerra de1812, por Carolina del Sur en 1832, y por dirigentes abolicionistas en los aos 1840,rechazando una Constitucin que sustentaba la esclavitud). La guerra civil y elsubsiguiente crecimiento econmico a largo plazo legitimaron el rgimen constitucionalnorteamericano.

    Linz (1990a; 1990b) y Riggs (1993) argumentaron que los sistemas parlamentarios sonpreferibles porque el poder ejecutivo est disperso dentro de los gabinetes entre losmiembros del parlamento que representan a diferentes grupos o partidos en la cmaralegislativa. En cambio, cuando el poder se concentra en una sola persona, los grupos conlos que el presidente no est directamente involucrado (incluso dentro de su propio partido)sienten menos lealtad al rgimen y sus polticas. Linz tambin ha criticado la rigidez y elcarcter de suma cero de los sistemas presidenciales. El y Riggs creen que los problemasinherentes a los sistemas presidenciales explican mucha de la historia del fracasodemocrtico recurrente en Amrica Latina y en otras partes.

    Estos argumentos son discutibles (Lipset 1990a; Horowitz 1990). Como se ha indicado, lossistemas parlamentarios anteriores a la Segunda Guerra mundial en Alemania, Italia,Espaa y Europa Oriental, se derrumbaron. En 1958, Charles De Gaulle atribuy lainestabilidad de la III y la IV Repblica francesa a los sistemas parlamentariosmultipartidistas. Estas repblicas produjeron gabinetes efmeros e ineficaces. Para cambiarla situacin, De Gaulle introdujo un sistema complejo con un presidente poderoso quecomparta el poder con un primer ministro y con la legislatura. En Francia, estas reformashan tenido por resultado gobiernos ms eficaces y ms duraderos. La nueva Constitucinde Yeltsin, aprobada en diciembre de 1993, intenta un sistema similar para la Federacinrusa.

  • La evaluacin del valor relativo de los sistemas presidencial y parlamentario debe tambintener en cuenta la naturaleza de cada uno de estos sistemas. En los regmenes presi-denciales, el poder de promulgar legislacin, aprobar presupuestos y asignaciones y hacernombramientos de alto nivel se divide entre el presidente y las cmaras legislativas(generalmente dos); los regmenes parlamentarios son regmenes unitarios en los que elprimer ministro y el gabinete pueden salirse con la suya legislativamente. Un primerministro con una mayora parlamentaria, como suele suceder en muchos de los pases de laCommonwealth y en una serie de pases en Europa, es muy mucho ms poderoso y estmucho menos constreido que un presidente constitucional que slo puede proponermientras el Congreso es el que dispone (Lijphart 1984:4-20). El sistema dbil de autoridaddividida ha funcionado en Estados Unidos, aunque a veces ha producido mucha frustraciny alienacin. Pero como hemos dicho, el sistema se ha descompuesto repetidas veces enAmrica Latina, aunque se podra sostener que esto se explica no por los acuerdosconstitucionales, sino por las herencias culturales y los bajos niveles de productividad.Muchos sistemas parlamentarios no han logrado producir gobiernos estables porquecarecen de mayoras legislativas operativas. Por ejemplo, de los siete pases de Europa delEste que se alejan del comunismo, slo uno, Albania, ha elegido a un partido mayoritario.En Polonia, 29 partidos obtuvieron escaos en el parlamento en 1991 (Economist 1993a:5),aunque despus de las elecciones de 1993 el nmero se redujo a siete. Antes de lasreformas electorales de Yeltsin en diciembre de 1993, haba 14 facciones organizadas, cadauna de ellas con 48 representantes o ms en el Congreso ruso de Representantes delPueblo, ms 199 representantes que no pertenecan a ninguno (Economist 1993b:59). Y enla nueva Duma hay 12 presentes ms unos 120 independientes. Queda por verse si estassituaciones se solucionarn o no con el tiempo. No hay consenso entre los politlogosrespecto a qu sistema es superior, si el presidencial o el parlamentario, ya que ambos tipostienen muchas fallas.

    Sistemas electorales

    Los procedimientos para elegir y cambiar gobiernos tambin afectan la legitimidad (Lipset1979:293-306). Las elecciones que brindan a los votantes un modo efectivo de cambiar elgobierno y de sacar a los funcionarios proporcionan mayor estabilidad; las decisioneselectorales se aceptarn con ms facilidad en los sistemas en los que las normas electorales,la distribucin de fuerzas o las variables fuerzas de partido hacen que el cambio sea msdifcil.

    Los sistemas electorales que acentan distritos de un solo miembro, como los de EstadosUnidos y en buena parte de la Commonwealth, presionan al electorado a elegir entre dospartidos importantes. Los electores saben que si van en contra del partido del gobierno,pueden sustituirlo por la oposicin. En esos sistemas, los partidos son coalicionesheterogneas y aunque muchos votantes suelen optar por el "mal menor", ya que laoposicin suele prometer que cambiar el curso, los funcionarios pueden ser castigados porpolticas impopulares o porque presiden acontecimientos depresivos.

  • En sistemas con representacin proporcional, el electorado puede no ser capaz dedeterminar la composicin del gobierno. En este tipo, la representacin se asigna a partidosy corresponde a sus proporciones de votos. La representacin proporcional se us en laAlemania anterior a Hitler, en la Italia prefascista y en gran parte de Europa del Estedurante los aos 1920 y principios de los 30, y en la actualidad existe en el Israelcontemporneo, Italia, Alemania, Escandinava, gran parte de Europa del Este y en laFederacin rusa. Cuando ningn partido tiene la mayora, se pueden formar alianzas dediversas fuerzas. Un partido en una coalicin gubernamental puede obtener votos, perodespus puede ser excluido del nuevo gabinete formado despus de las elecciones. Partidospequeos, oportunistas o de inters especial pueden mantener el equilibrio de poder ydeterminar la forma y las polticas de coaliciones posteriores a las elecciones. La tendenciaa la inestabilidad y la falta de opcin en sistemas proporcionales se puede reducirestableciendo una votacin mnima para representacin, como la limitacin del cinco porciento que existe en Alemania y Rusia. De todos modos, los sistemas electorales, ya estnbasados en distritos de un slo miembro o en representacin proporcional, no puedengarantizar tipos particulares de resultados partidarios (Lipset 1979:239-306; Gladdish1993).

    Sociedad civil y partidos polticosLa sociedad civil como base poltica

    Ms importante que las normas electorales para alentar un sistema estable es una sociedadcivil fuerte, la presencia de miles de "instituciones mediadoras", incluidos "grupos, mediosde comunicacin y redes" (Diamond 1993b:4) que operan independientemente entre losindividuos y el Estado. Estas instituciones constituyen "subunidades capaces de oponerse yde contrarrestar al Estado" (Gellner 1991:500). Hace cuarenta aos, mi primer esfuerzoimportante por analizar "las condiciones que favorecen la democracia" (Lipset, Trow yColeman 1956:15) se centr en las sociedades civiles, destacando que "en una sociedadmuy compleja, el cuerpo de la ciudadana es incapaz de afectar las polticas del Estado. Silos ciudadanos no pertenecen a grupos polticamente pertinentes, si estn atomizados, losque controlan el aparato del poder central dominarn completamente la sociedad" (p. 15).

    Los grupos de ciudadanos deben convertirse en la base y en las fuentes de apoyo de lospartidos polticos institucionalizados que son una condicin necesaria para y parte de lamisma definicin de una democracia moderna. Como acentu correctamente Merkl(1993) reiterando a Schumpeter (1950), "El principal mecanismo para facilitar la for-macin de la voluntad popular, su generacin de opciones significativas y su repercusinen el gobierno, han sido los partidos polticos" (pp. 257-58). 0 como lo expresa Weffort(1992): "La construccin de la democracia es un proceso de (...) institucionalizacin delconflicto" (p. 111).

    Debemos nuestra conciencia de la importancia de la sociedad civil a Tocqueville (1976),quien a principios del siglo XIX vio en la difundida existencia de las asociaciones civiles elsecreto de por qu a los norteamericanos les fue tan bien polticamente y econmicamentecomparado con los pases europeos de su poca.' Tocqueville observ que la gente

  • (...) no puede pertenecer a esas asociaciones durante un cierto tiempo sin descubrir cmose mantiene el orden entre un amplio nmero de personas y mediante qu artilugios sehace que avancen, armoniosa y metdicamente, hacia el mismo objeto (...). Lasasociaciones polticas se pueden considerar por lo tanto como amplias escuelas libres,donde todos los miembros de la comunidad van a aprender la teora general de la aso-ciacin (...).(vol. 2:116) En sus asociaciones polticas, los norteamericanos de todas lascondiciones, mentalidades y edades, adquieren diariamente un gusto general por laasociacin y van acostumbrndose a usarla (...). Son estimulados mutuamente a todo tipode empresas. Despus, transfieren a la vida civil las nociones que han adquirido y lasvuelven tiles para miles de propsitos (vol. 2, 119).

    Una sociedad civil totalmente operativa es probable que tambin sea una sociedadparticipante Las organizaciones estimulan los intereses y la actividad en la organizacinpoltica ms amplia; pueden ser consultadas por instituciones polticas sobre proyectos quelas afectan a ellas y a sus miembros y pueden transferir esta informacin a la ciudadana.Las organizaciones civiles reducen la resistencia a cambios imprevistos porque impiden elaislamiento de las instituciones polticas respecto a la organizacin poltica y puedenmitigar, o por lo menos reconocer, las diferencias de inters con mayor anticipacin. Enuna tergiversacin de la definicin de Schumpeter (1950) de los partidos polticos como labase de la democracia, algunos valores y derechos democrticos han evolucionadoprimordialmente a travs del conflicto entre los grupos de la sociedad. En vez de luchar poralcanzar poder poltico de lite, los diversos grupos de clase, religiosos, econmicos,profesionales y afines compiten unos con otros y con el Estado por la atencin popular,por el poder de llevar a cabo sus propios programas. Como observamos con anterioridad,esos grupos de oposicin deben legitimarse alentando los derechos de otros grupos aoponerse a ellos, proporcionando as una base para la democracia. A travs de esosconflictos y sus ideologas diferentes, esos grupos forman una alternativa al Estado y sucontrol de la sociedad.

    Pero los sistemas totalitarios no tienen sociedades civiles efectivas. En cambio, o tratan deeliminar a los grupos que median entre el individuo y el Estado, o controlan a esos grupospara que no haya competencia. Y aunque al hacerlo puede que socaven la posibilidad deuna oposicin organizada, tambin reducen la efectividad del grupo en general, y reducenla educacin de los individuos para actividades innovadoras (por ejemplo, las "compaasciviles" de Tocqueville [1976, vol. 2:124]). En Occidente, las organizaciones polticas sebasan en una amplia diversidad de grupos que forman la base de los partidos (por ejemplo,sindicatos, grupos tnicos y religiosos, asociaciones de agricultores, organizaciones deveteranos, etctera). Afortunadamente, muchas de las nuevas democracias fuera del bloqueex comunista, como las de Argentina, Chile, Corea del Sur, Taiwan y Espaa, no fuerontotalitarias y haban institucionalizado algunas de las instituciones pluralistas de lasociedad civil mientras estaban bajo gobierno autocrtico (Scalapino 1989). Las nuevasdemocracias deben ser alentadas a formar ms de esos grupos civiles. Pero los dirigentes"recin creados" de esos grupos de inters lo ms frecuente es que slo se hayan "vuelto(...) [favorables a la democracia] durante el periodo de transicin" (Weffort 1992:12).

    Sin embargo, los pases de Europa del Este y de la ex Unin Sovitica enfrentan lasconsecuencias de la ausencia de una sociedad civil moderna, una falta que hace difcil la

  • institucionalizacin de organismos polticos democrticos. Esos pases no han tenido laoportunidad de formar los grupos civiles necesarios para aglutinarse en partidos politicosestables, salvo a travs de iglesias en algunos pases, como en Polonia, y en un surtido depequeas redes ilegales y autnomas (Sadowski 1993:171-80). En cambio, han tenido quecrear partidos "desde la nada". Grupos ideolgicamente fraccionados deben oponerse a losantiguos comunistas, que han estado bien organizados durante muchos aos y hanconstruido sus propias coaliciones. "En vez de consolidacin, hay fragmentacin: 67partidos lidiaron en las ltimas elecciones generales en Polonia, 74 en Rumania"(Economist 1993a:4). En consecuencia, los antiguos comunistas (ahora "socialistas") obien han sido votados como el partido mayoritario en el parlamento, como en Lituania, o sehan convertido en el partido ms grande, encabezando un gabinete de coalicin como enPolonia. En enero de 1992, el candidato a la presidencia apoyado por los comunistas enBulgaria reuni 43 por ciento de los votos (Malia 1992:73). Estas situaciones estnexacerbadas, como es de suponer, por el hecho de que la sustitucin de economas degobierno por procesos de mercado es difcil y es frecuente que las condiciones empeorenantes de que empiecen a mejorar.

    Sondeos recientes indican otros efectos ininterrumpidos de 45 a 75 aos de gobiernocomunista. Una abrumadora mayora (de un 70 por ciento) de la poblacin en casi todos lospases de Europa del Este coincide en que "el Estado debera proporcionar un lugar detrabajo, as como un servicio nacional de salud, vivienda, educacin y otros servicios"(Economist 1993a:5). El xito de la democracia en esos pases depende en gran parte de lacapacidad de su poblacin para adaptarse a la libertad, para romper con sus antiguos puntosde vista sobre el papel del Estado, y de su buena disposicin a aceptar la naturaleza cclicadel sistema de libre mercado, y por supuesto, de un desempeo econmico exitoso. GartonAsh (1990), Kohk (1992) y Di Palma (1991) han escrito con elocuencia sobre la persisten-cia de las estructuras y mentalidades comunistas, como lo hace el poltico y acadmicohngaro Tams (1992) cuando observa:

    Todos los sondeos y datos de encuestas muestran que la opinin pblica en nuestra reginrechaza la dictadura, pero le gustara ver a un hombre fuerte en el timn; est a favor delgobierno popular, pero detesta el parlamento, los partidos y la prensa; le gusta lalegislacin de bienestar social y la igualdad, pero no los sindicatos; quiere derrocar algobierno actual, pero desaprueba la idea de una oposicin regular; apoya la nocin delmercado (que es una palabra codificada para niveles de vida de estilo occidental), perodesea castigar y expropiar a los ricos y condena a la banca por depredar a la gente simpleobrera; est en favor de un ingreso mnimo garantizado, pero considera que el desempleoes un estado inmoral y quiere castigar o hasta deportar a los desempleados (p. 73).

    Los partidos polticos como mediadores

    Los partidos polticos deben ser considerados como las instituciones mediadoras msimportantes entre la ciudadana y el Estado (Lipset 1993). Y una condicin crucial para unademocracia estable es que existan partidos importantes que tengan una base de apoyosignificativa y casi permanente. Ese apoyo debe ser capaz de sobrevivir a los fracasosinequvocos de polticas por los partidos. Si este compromiso no existe, los partidos pueden

  • ser barridos del todo, eliminando as una oposicin efectiva. Por ejemplo, los republicanosen Estados Unidos, aunque bajaron mucho en apoyo electoral, siguieron siendo un partidode oposicin importante a principios de los aos 1930, a pesar de que la gran depresinempez bajo su gobierno y alcanz profundidades econmicas graves en desempleo,bancarrota e inestabilidad del mercado de valores que no se haban conocido hastaentonces.

    Si como en las nuevas democracias, los partidos no imponen esa lealtad, pueden sereliminados fcilmente. El partido Federalista de Hamilton, que compiti en los primerosaos de la Repblica norteamericana con los Republicanos democrticos de Jefferson,descendi abruptamente despus de perder la Presidencia en 1800 y pronto muri (Lipset1979:40-41; Dauer 1953). En recientes organismos polticos europeos posautoritarios, losprimeros movimientos democrticos que parecan tener apoyo de las masas el Partido deAccin en Italia, la Unin del Centro Democrtico en Espaa, que form un gobierno demayora en las primeras elecciones despus de Franco, la Unin Cvica en Alemania delEste, Solidaridad en Polonia fueron eliminados o descendieron enormemente en lasprimeras elecciones. Como mencionamos antes, el mismo patrn sucedi en una serie depases ex soviticos. Entonces se podra argumentar que tener por lo menos dos partidoscon una base de masas acrticamente leal es casi una condicin necesaria para unademocracia estable. La democracia requiere partidos fuertes que puedan ofrecer polticasalternativas y criticarse unos a otros. Histricamente, las separaciones transversales de laempobrecida India vinculadas con lealtades de casta, lingsticas y agrupaciones religiosashan contribuido a la institucionalizacin de la democracia produciendo un "fuertecompromiso con los partidos" por parte de una amplia mayora (Das Gupta 1989:95;Diamond 1989b:19). Hace menos tiempo, la volatilidad y la decadencia del sistema departidos se ha asociado con un descenso en la calidad y estabilidad de la democracia en laIndia (Kohli 1992).

    Fuentes de apoyo a los partidos polticos

    Hace veinticinco aos, Stein Rokkan y yo tratamos de sistematizar los factoresestructurales que fundamentaban la base de apoyo diversa de los sistemas de partidoeuropeos. En Party Systems and Voter Alignments (1967), analizamos las modernasdivisiones polticas en Europa como efecto de dos revoluciones, la nacional y la industrial.Estas transformaciones crearon divisiones sociales que se llegaron a vincular con lasdivisiones de partido y el comportamiento de los electores. La primera fue poltica y tuvopor resultado conflictos centro-periferia entre el Estado y la cultura nacional y una serie deotras subordinadas, como grupos tnicos, lingsticos y religiosos que solan estarlocalizados en la periferia, en regiones distantes. Esta revolucin poltica tambin condujoa conflictos Estado-Iglesia, luchas entre el Estado, que buscaba dominar, y la Iglesia, quetrataba de mantener sus derechos histricos corporativos. La Revolucin industrial fueeconmica y dio origen a conflictos tierra-industria entre la lite terrateniente y la claseburguesa cada vez ms numerosa. A stos siguieron conflictos capitalista-obrero, las luchasen las que se centr Marx.

  • Estas cuatro fuentes de conflicto, centro-periferia, Estado-Iglesia, tierra-industria ycapitalista-obrero han continuado hasta cierto punto en el mundo contemporneo y hanproporcionado el marco de referencia para los sistemas de partido de las organizacionespolticas democrticas, sobre todo en Europa. La clase se convirti en la fuente mssobresaliente de conflicto y del voto, sobre todo despus de la extensin del sufragio atodos los hombres adultos (Lipset y Rokkan 1967). Tanto Tocqueville (1976:vol. 2, 89-93)a principios del siglo XIX como Bryce (1901:335) al final del mismo siglo, observaron queen el fondo del conflicto del partido poltico norteamericano estaba la lucha entre interesesy sentimientos aristocrticos y democrticos. Las expresiones partidarias de los cuatromodelos de divisin han variado mucho internacionalmente (Lipset 1988:227-66;1985:187-252). Se han expresado plenamente en sistemas multipartidistas y se hancondensado en amplias coaliciones en sistemas bipartidistas como los de Estados Unidos yAustralia. Dadas todas las transformaciones en la sociedad occidental a lo largo de laprimera mitad del siglo XX, vale la pena notar cuan poco cambiaron los sistemas departido formal. Esencialmente, los conflictos se han institucionalizado y los sistemasoccidentales de partido de los aos 1990 se parecen a los anteriores a la Segunda Guerramundial. Los principales cambios tienen que ver con el ascenso y la desaparicin demovimientos fascistas y en algunos pases, con la divisin de los partidos de la clase obreraen dos importantes antes del derrumbe del comunismo. Esos partidos de clase obrera, comoes de suponer, fue-ron mucho ms fuertes en los mbitos polticos posteriores a la SegundaGuerra mundial que previamente. En las ltimas dcadas, todos los socialdemcratas ymuchos de los comunistas muy debilitados han cambiado de direccin ideolgica,renunciando a abogar por la propiedad estatal en beneficio de economas dirigidas por elmercado (Lipset 1991).

    Comenzando a mediados de los aos 1960, el mundo occidental parece que entr en unanueva fase poltica. Esta se caracteriza por el ascenso de los llamados "temasposmaterialistas, un medio ambiente limpio, el uso de la fuerza nuclear, una cultura mejor,estatus igual para mujeres y minoras, la calidad de la educacin, las relacionesinternacionales, una democratizacin mayor y una moral ms permisiva, sobre todo en loque concierne a los aspectos familiares y sexuales" (Lipset 1981:503-21). Algunosanalistas sociales han percibido este cambio como la con-secuencia social de un tercera"revolucin" en surgimiento, la Revolucin posindustrial, que est introduciendo nuevasbases de conflicto social y poltico. Inglehart (1990) y otros han apuntado a nuevas lneastransversales de conflicto un conflicto industrial-ecolgico entre los que suscriben elacento de la sociedad industrial en la produccin (y que tambin sostienen posicionesconserva-doras sobre temas sociales) y los que abrazan la insistencia posindustrial en lacalidad de vida y puntos de vista libera-les sociales cuando abordan ecologa, feminismo yenerga nuclear. Las preocupaciones sobre la calidad de vida son difciles de formularcomo temas de partidos, pero grupos como los partidos verdes y la Nueva izquierda oNueva poltica todos ellos grupos de clase media educadahan tratado de fomentarlos.

    Relaciones estables de la separacin partido-social se presentaron nuevamente en lossistemas posfascistas, as como en democracias posautoritarias ms recientes como Espaay Chile, pero como mencionamos con anterioridad, an no en muchas de las "democracias"poscomunistas, con la posible excepcin de Hungra. Los ex comunistas se han vuelto areunir como partidos "socialistas", mientras que los no comunistas formaron una gama de

  • partidos inestables liberales (laissez faire), populistas-nacionalistas, regionales y convnculos religiosos. Estos ltimos carecen de ideologas congruentes o de lazos consegmentos o estratos fijos de la sociedad, en particular con las clases sociales. La basetradicional de diferenciacin de partido que parece claro que surge en Rusia es el conflictocentro-periferia, el prime-ro que se desarroll en la sociedad occidental. El segundo,Iglesia-Estado (o Iglesia-laicos), tambin se est configurando en grados diversos. Latensin tierra-industria (o rural-urbano) es en cierto modo evidente. Irnicamente, elconflicto capitalista-obrero es an el ms dbil, tal vez por-que an no existen una clasecapitalista y una clase obrera organizada con independencia. A menos que se puedanformar partidos estables, la poltica democrtica competitiva no es probable que dure enmuchas de las nuevas organizaciones polticas de Europa del Este y de Asia Central. Noobstante, hay algunas pruebas de un tendencia hacia la consolidacin en Hungra y Polonia.

    El gobierno de la ley y el orden econmico

    Por ltimo, el orden y la productividad son importantes para la economa, la organizacinpoltica y la sociedad. Los padres de la Confederacin canadiense, que redactaron laprimera Constitucin del pas recin unificado en 1867, describieron el objetivo de laConstitucin como "paz, orden y buen gobierno" (Lipset 1990b:xiii). Bsicamente, elloshablaban de la necesidad del "gobierno de la ley" para establecer normas de "procesodebido" y un poder judicial independiente. Cuando el poder es arbitrario, personal e impre-decible, la ciudadana no sabr cmo comportarse; temer que cualquier accin puedaproducir un riesgo imprevisto. Esencialmente, el gobierno de la ley significa: (1) que laspersonas y las instituciones sean tratadas con igualdad por las instituciones que administranla ley: los tribunales, la polica y los funcionarios del Estado; y (2) que las personas y lasinstituciones puedan predecir con certidumbre razonable las consecuencias de sus acciones,al menos en lo que se refiere al Estado. Como ha enfatizado el Banco Mundial (1991): "Elgobierno de la ley es un elemento clave de predictibilidad y estabilidad donde los riesgosde las empresas puedan ser racionalmente determinados, los costos de transaccinreducidos y la arbitrariedad gubernamental tambin reducida" (p. iii). Aqu una vez ms,vemos las necesidades de la organizacin poltica y de la economa reunidas.

    Al analizar "los requisitos sociales de la democracia" he insistido repetidamente en larelacin entre el nivel de desarrollo econmico y la presencia de un gobierno democrtico.Como se ha dicho, un sinnmero de estudios empricos han seguido encontrandocorrelaciones significativas entre las variables socioeconmicas (como PNB, logros en laeducacin, nivel de atencin a la salud), por una parte, y resultados polticos (comoorganizaciones polticas libres y derechos humanos), por otra. (Lipset et al. 1993; Diamond1992a; Inkeles 1991; Bollen y Jackman 1985a; Bollen y Jackman 1985b; Bollen 1979;1980; .Flora 1973; Flanigan y Fogelman 1971; Olsen 1968; Neubauer 1967; Cutright1963).

    Algunos de los pases que han avanzado hacia la democracia en los ltimos aosejemplifican las implicaciones del modelo de desarrollo econmico (por ejemplo, Chile,Espaa, Corea del Sur y Taiwan). Antes de la democratizacin, ascendieron rpidamenteen medidas econmicas y de bienestar humano. Pero la relacin entre la economa y el

  • bienestar humano dista de ser consistente (Lipset et al. 1993). Las caractersticas de lademocracia ms populosa del mundo, la India, contradicen esa relacin, as como las deBotswana, Nueva Guinea Papa y Sri Lanka. La difusin de la democracia a algunos pasesmenos desarrollados en los ltimos aos tambin socava esa correlacin, aunque esto hasucedido en gran parte debido al fin del mundo bipolar: los dictadores del Tercer Mundo yano se pueden beneficiar de la tensin entre la Unin Sovitica y Occidente (sobre difusin,vase Di Palma 1990:15-21).

    Est claro que las correlaciones socioeconmicas son meramente asociativas y nonecesariamente indican causa. Otras variables, como la fuerza de los incidentes histricosen la poltica domstica, los factores culturales, sucesos en pases vecinos, efectos dedifusin procedentes de otras partes, dirigencia y comportamiento del movimiento tambinpueden afectar la naturaleza de la organizacin poltica. As pues, el resultado de la guerracivil espaola, determinado en parte por otros estados europeos, coloc a Espaa en unmolde autoritario, lo mismo que la asignacin de Europa del Este a la Unin Soviticadespus de la Segunda Guerra mundial determin el futuro poltico de esa zona y que lospases occidentales trataran de impedir las victorias electorales de las fuerzas alineadas conlos comunistas. En la actualidad, agencias internacionales y gobiernos extranjeros es msprobable que suscriban regmenes pluralistas.

    Karl y Schmitter (1991:270-71) argumentaron que la bsqueda de prerrequisitosdemocrticos es descarriada. Ellos explicaron las transiciones democrticas observando elproceso de elaboracin de pactos de regmenes polticos y partidos. Karl sostena, "Msque emprender una busca intil de nuevas precondiciones, es importante aclarar cmo elmodo de transicin de rgimen (a su vez condicionado por el derrumbe del gobiernoautoritario) establece el con-texto dentro del que pueden tener lugar interacciones estra-tgicas, porque esas interacciones, a su vez, contribuyen a determinar si la democraciapoltica surgir y sobrevivir o no (...) " (Karl 1990:19).

    Karl y Schmitter (1991) consideraron que el anlisis del comportamiento de las lites en laconstruccin de pactos era mutuamente exclusivo del estudio de los prerrequisitosdemocrticos. Yo no coincido con esta visin. El anlisis de los requisitos sociales estrelacionado con los cimientos de una consolidacin democrtica exitosa. Como los pactosson un medio de institucionalizar la democracia, el hecho de que surjan o se sostengan estvinculado con las probabilidades asociadas a la presencia o ausencia de esos requisitos.Como acentu Weffort(1992), "el funcionamiento procesal mnimo de una democraciapoltica implica ciertas condiciones sociales mnimas" (p. 18). As pues, no es necesariohacer una eleccin de "o esto-o lo otro" entre el estudio de las condiciones democrticas yla construccin de pactos, sino que son complementarios.

    Conclusin

    La democracia es una causa internacional. Un sinnmero de gobiernos democrticos ypartidos, as como diversas organizaciones no gubernamentales (ONGs) dedicadas a losderechos humanos, trabajan y proveen fondos para crear y mantener fuerzas democrticasen gobiernos recin liberalizados y presionar a los autocrticos para que cambien

  • (Economist 1993c:46). Diversas agencias internacionales y unidades, como la ComunidadEuropea, la OTAN, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), estnexigiendo un sistema democrtico como condicin para ser miembros o recibir ayuda.Parece que es operativa una difusin, un contagio o un efecto de manifestacin, comomuchos lo han observado, que alienta a las democracias a presionar por el cambio y a losgobernantes autoritarios a ceder. Se est volviendo torpe y poco provechoso evitar laselecciones libres, sobre todo en Amrica Latina, Asia del Este, Europa del Este y en ciertamedida en frica (Ake 1991:33). Pero la proclamacin de elecciones no asegura suintegridad. El mundo exterior puede ayudar, pero la base para una oposicininstitucionalizada, para la articulacin de intereses y valores, debe provenir de adentro.

    Resultados de investigacin indican que hemos de ser cautos sobre la estabilidad a largoplazo de la democracia en muchos de los ms recientes sistemas dado su bajo nivel delegitimidad. Como el estudioso brasileo Francisco Weffort (1992) nos ha recordado, "Enlos aos 1980, la poca de las nuevas democracias, los procesos de democratizacin polti-ca ocurrieron en el mismo momento en que esos pases su-fran la experiencia de unaprofunda y prolongada crisis econmica que tuvo por resultado la exclusin social y la po-breza masiva (...). Algunos de esos pases construyen una democracia poltica sobre uncampo minado de apartheid social (...)" (p. 20). Esas condiciones podran llevar fcil-menteal derrumbe de la democracia como ya ha ocurrido en Argelia, Hait, Nigeria y Per, y aldeterioro del funciona-miento democrtico en pases como Brasil, Egipto, Kenia, lasFilipinas y la ex Yugoslavia, y algunas de las repblicas de los transcrrales o"democracias de fachada", as como al renacimiento de movimientos antidemocrticos dederecha e izquierda en Rusia y en otros estados ex comunistas.

    Lo que las nuevas democracias necesitan sobre todo para alcanzar la legitimidad es laeficacia, sobre todo en el mbito econmico, pero tambin en la organizacin poltica. Sipueden emprender el camino hacia el desarrollo econmico, es probable que puedanmantener su casa poltica en orden. Pero como he intentado mostrar, las tensiones queprovienen del crecimiento econmico pueden socavar la estabilidad democrtica. Comoobserv Diamond (1992b) en sus escritos sobre frica, comentarios que se aplican tambina muchos de los pases ex comunistas: % Cmo puede el ajuste estructural [en laeconoma], que impone tanto dolor a corto plazo (...) , reconciliarse con la democracia?"(p. 41). Y algunos aducen que la perestroika (reforma econmica y social) debe preceder ala glasnost (libertad poltica). Estos sostienen que la perestroika es ms posible sin lasegunda en pases depauperados.

    Concluyo con una nota metodolgica. Parte de mi anlisis ha tratado de extraerconclusiones de las experiencias y/o rasgos estructurales de pases en democratizacin queacentan las correlaciones entre democracia y crecimiento econmico y cambios enestratificacin. Pero como he destaca-do, hay muchas otras relaciones. Dada la naturalezamultivariada de cualquier nexo causal que se sugiera, es inevitable que cualquier variable uorganizacin poltica dada esta-r asociada con resultados contradictorios. Huntington(1991:37-38) informa que los textos sobre democratizacin abarcan 27 variablesexplicativas independientes. Una analoga adecuada es con el campo de la medicina, dondelas estadsticas de probabilidad basadas en miles de individuos no pueden decir al mdicoqu hacer en un caso determina-do. Incluso nuestras ms obvias generalizaciones respecto

  • a los efectos benficos del desarrollo econmico no funcionarn necesariamente en un pasen concreto. Sabemos que los esfuerzos de desarrollo, proyectos que alteran los estilos devida y las relaciones sociales de las personas y cambian los niveles de expectativa comoresultado, pueden volver a la Este Pas 18gente vulnerable a ser reclutada por movimientosextremistas, religiosos o laicos. Como hemos dicho, Tocqueville (1976), al estudiar laRevolucin francesa prefigur las experiencias de Gorbachov en el reciente levantamientosovitico, al llegar a la conclusin de que un sistema poltico puede descomponerseprecisamente cuando las condiciones estn mejorando a consecuencia de crecientesexpectativas y del socavamiento de creencias y lealtades tradicionales (vol. 1, 6-13).

    La profusin de trabajo emprico, histrico y comparativo desde la Segunda Guerramundial, y especialmente la investigacin en los ltimos aos, han agregado mucho anuestra comprensin de las condiciones para la democracia. Hay una serie de afirmacionesque podemos anticipar ahora, con gran confianza, sobre los factores estructurales, cultura-les e institucionales que conducen al desarrollo de la democracia. Pero los resultadosespecficos dependen de contextos particulares: sobre si las instituciones iniciales electora-les y otras polticas son apropiadas a las estructuras de divisin y tnicas del pas encuestin, sobre el estado actual de la economa, as como, por supuesto, sobre lascapacidades y tcticas de los principales actores. Por ejemplo, Washington y Lincoln,Lenin y Gorbachov, Nehru y De Gaulle, cada uno de ellos tuvo un profundo efecto sobrelas perspectivas de la democracia en su poca y en su pas.

    Est claro, as pues, que no podemos generalizar median-te una frmula. Los diversosfactores que he revisado aqu configuran las probabilidades para la democracia, pero nodeterminan los resultados. El historial de los cientficos sociales como futurlogos no esbueno. Dahl (1971:208) y Huntington (1984), dos de los principales explicadores delenfoque de las condiciones estructurales, eran sumamente pesimistas sobre las perspectivasde ms poliarquas o democracias con anterioridad al ascenso de Gorbachov al poder. Estoes muy similar al fracaso de la mayora de los sovietlogos en la anticipacin del derrumbede la URSS (Lipset y Bence, prxima publicacin). El hecho de que la democracia venza ofracase sigue dependiendo de modo significativo de las opciones, comportamientos ydecisiones de los dirigentes y de los grupos polticos

    Traduccin: Este Pas1. Para elaboraciones, vase Lipset (1981:27); Dahl (1970:78; 1971:150-62; 1982:11);Huntington (1991:5-13); y Schmitter y Karl (1993:40-46).2. Para un examen de cmo las definiciones afectan los anlisis de la democracia, vaseSartori (1983:28-34; 1987:257-77).3. Estas generalizaciones no se aplican a los NICS de Asia Oriental, Corea del Sur,Taiwan y Singapur.4. Estas pruebas, como es lgico, han surgido en los ltimos aos en el Sudeste asitico,Este asitico, Amrica Latina y en diversos pases descendientes de Europa Meridional.5. En la encuesta de Freedom House, un pas puede desplazarse hacia arriba o haciaabajo respecto a las medidas de libertad sin cambiar su estatus como sistema democrticoo autoritario.

  • 6. Vase Dogan (1988) para escritos recientes sobre legitimidad. Vase tambin Lipset([1963] 1979:17).7. Gramsci, un prominente estudioso marxista, en los aos veinte tambin acentu lanecesidad de una "sociedad civil densa" que surge del capitalismo y que hace posible eldiscurso democrtico (Stephens 1993:414), como ms recientemente lo hicieron Lipset(1981:52-53) y Huntington (1984:202-3).

    El autor es Profesor Jr. Virginia E. Hazel y John T. Hazel de Poltica Pblica, y profesorde Sociologa en la Universidad George Mason. Tambin es Senior Fellow de la HooverInstitution y Profesor emrito de la Universidad de Stanford. Lipset fue elegido miembrode la National Academy of Arts and Sciences. Fue Presidente de la American SociologicalAssociation y de la American Political Science Association. Su libro Political Man recibiel Maclver Award; The Politics of Unreason (con Earl Raab) fue premiado con el GunnarMyrdal Prize. Tiene dos libros en prensa, uno sobre el excepcionalismo norteamericano yel otro (con Earl Raab) sobre los judos estadunidenses. En la actualidad colabora conLarry Diamond y Juan Linz en investigacin sobre las transiciones a la democracia.

    Este artculo se tom de American Sociological Review, 1994, vol. 59 (febrero: 1-22) y fueescrito con la ayuda proporcionada por la Hoover Institution de la Universidad deStanford y el Woodrow Wilson Center for International Scholars.Por razones de espacio, Este Pas no pudo publicar las extensas referencias bibliogrficasque acompaaban el texto original de Seymour Martin Lipset, sin embargo, para quien losolicite se las enviaremos a vuelta de correo.

    Produccin industrial

  • Exportaciones e importaciones totales

    Inflacin Mxico