Limericks - Ezequiel Zaidenwerg, Raquel Cane

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    Legales

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    Haba cierta artista de San Telmoque al inspirarse se calzaba un yelmo.

    Eso impide -aunque pesa!-que pierda la cabeza,

    se explayaba la artista de San Telmo.

    Haba un poetastro que rimabajunto a un crter, al borde de la lava.

    Su mtodo volcnicoera un poco mecnico,

    y al resbalar, rim: Mi vida acaba!.

    LimericksEzequiel Zaidenwerg - Raquel Can

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    Haba cierto cura en Sarandque dorma abrazado a un manat.

    Tan mullido animallibra de todo mal,

    predicaba aquel cura en Sarand.

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    Haba una familia de Fray Bentosque slo se nutra de condimentos:

    su cena era una tazacolmada de mostaza.

    Esa austera familia de Fray Bentos!

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    Haba un chacarero de Corrientesque cultivaba soja entre los dientes.

    Aunque la gente hable,es lo ms sustentable,

    deca el chacarero de Corrientes.

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    Haba un cirujano de La Plataque operaba vestido de pirata:

    Es que as me relajoy nunca yerro el tajo,

    arga el cirujano de La Plata.

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    Haba un prisionero de Bagdadque ansiaba recobrar su libertad.

    Montado a una tortugalogr darse a la fuga

    el feliz prisionero de Bagdad.

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    Haba un seora de San Luisque daba asilo a un loro en la nariz.

    Cuando ella estornudaba,Salud!, le contestaba

    el loro a la seora de San Luis.

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    Haba una cantante del Saharaque padeca una curiosa tara:

    slo poda cantarsi estaba en alta mar.

    Esa infeliz cantante del Sahara!

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    Haba un estilista de Las Vegasque desplegaba su talento a ciegas:

    su glamorosa esquilaamontonaba en fila

    a todos los vecinos de Las Vegas.

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    Haba un jubilado de Sunchalesque avanzaba con pasos laterales.

    Llamaban el Cangrejoa tan extrao viejo

    los mordaces vecinos de Sunchales.

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    Haba un ricachn que en sus orejasmand a instalar unas pesadas rejas.

    Con tales precaucionesno entraban los ladrones

    a robar en sus prsperas orejas.

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    Haba un escultor porfiado en Pueblaque se obstinaba en esculpir la niebla.

    Su arte evanescenteno cautiv a la gente,

    y eso indign a aquel escultor de Puebla.

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    Haba un fino sibarita en Saltaque explicaba muy serio al comer palta:

    Slo como el carozoporque es lo ms sabroso,

    y as instaur una nueva moda en Salta.

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    Haba una mujer de Ciudad Gticaque posea una sonrisa hipntica.

    Arrobado, su esposoun da cay a un pozo

    para consternacin de Ciudad Gtica.

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    Haba un velocista en Paraguayque a cada paso se quejaba: Ay!.

    Pero este duro tranceno frenaba el avance

    de aquel audaz campen de Paraguay.

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    Haba un profesor de Fuerte Apacheque exageraba al pronunciar la h.

    Un da, el pedagogo,al grito de Me ajogo!,

    muri en su baadera en Fuerte Apache.

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    Haba un malabarista de La Faldaque tena seis brazos en la espalda.

    La verdad, no me culpode parecer un pulpo,

    se jactaba al espejo el de La Falda.

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    Haba un vagabundo de Esperanzaque rezongaba: No hacer nada cansa.

    Luego, en cosa de un mes,falleci por estrs

    aquel sufrido vago de Esperanza.

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    Haba una sonmbula en Mornque bailaba, dormida, reggaetn:

    perreaba con empeosin perturbar su sueo,

    esa vivaz durmiente de Morn.

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    Haba cierto mdico en Moscque recetaba tragos de shampoo.

    Beber este espumantedeja el colon radiante,

    repeta el galeno de Mosc.

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    Haba un camarero de Chernbilque no poda mantenerse inmvil:

    a causa del plutoniole titilaba el moo

    a aquel activo mozo de Chernbil.