LIBROS · trece -fecha en que escrihe esta divagación-"el día ama neció despeinado y ojeroso"....

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Por Em mal1l1el CARBALLO LIBROS 25 en este sentido, a las conversa- ciones sobre el tiempo: son una manera de salir del paso". Los políticos, a su vez, hablan de éste. "Es deci r: de nada"'- burlando así a los que creen que conversan con sus amigos ele los "secretos públicos". AqltÍ Reyes se burla de los fi- lósofos: el domingo vl'intitrés de enero de mil novecientos trece -fecha en que escrihe esta divagación- "el día ama- neció despeinado y ojeroso". Otro domingo, Domillgo S'ie- te de diciembre del mismo año, le sirve de pretexto para ha- blar de la verdael y sus matices de mentira. A veces, la verdad resulta inoportuna y, lo que es mús, innecesaria -como en el cuento que relata de Juanito V las brujas-; ansiar este tipo ele- verdad "es una inercia ló- gica, tina sol idi ficación elel es- píritu, y una falta de educa- ción". A \'l'ces se prcsenta co- lno una verdad a medias: "la de los políticos, la de los mé- dicos, la de toelo el que fornm- la diagnósticos o dice la buena ventura por sociologia, quími- ca, astronomía o quiromancia; 1,: ele los augurcs de toda espe- Cie, CJue ya ('n los dichosos tiempos ele Catón soltaban la risa al encontrarse". "La ver- dad cs. en esencia. un modo ele oportunidad. Es, vista desde afuera, una adecuación. -"Y, vista por dentro, un estado ele ánimo, como la ale- gría o la pena -oigo e1ecir al otro escéptico". Claro, el Al- fonso ;Reyes de esta gación es un frívolo para los que anuncian un porvenir me- jor, para nCJuellos que están seguros ele que la mejor ele las formas de la vida es la presen- te. Los lógicos "mecanistas" le responderán, indignados, que "la verelael innecesaria es una verdad absoluta". El co- noce ele antemano la objeción, pero no le convenece: su ojo derecho se llama dogmatismo; su iZCJuierdo, escepticismo. La postura ele I{('yes en est.a divagación se asocia con b tjue sustenta en l/JI 'illth-pl'ctc de I?cllá1/. Asi como I'inre Las- serrl' usó c!t'1 autur de La vida d" Jesús "como ele un patrón para apreciar valores actuales", l\eyes usa a Lasserre para in- sillua l' la convenicncia de "apreci:lr -simultáneamcnte - el mUlldo clos opuestas perspectivas". ]lustra· el co- ¡r;clltario COIl ulla fábula: "Un hombre se propuso un día no tener ideas preconcebidas, 110 tener prejuicios; y este mis- mo día percliú la vista. .'\1 si- guiente se colgó de una sola idea, como ckses¡wrado. y fUIl- de') ell ella tocio un sistema del mundo: y siguió a ciegas. Al tercer dia meelitó ('n sus dos experiencias. Y como al hacer- lo tuviera CJue confrontar lq REYE S DE AGUII,A cromca túnica griega. Ambos tienen "que soportar cOl-tesa- nias de monumento público". Goethe ahuyentaba a los ino- portunos' "turistas e1el intelec- to", "mostrándoles sus colec- ciones osteológicas": Reves, dándoles lecciones de cocina, hablándoles de su actual dieta, ambos, en primer término, per- maneciendo con la "máscara oficial" o Goethe, en detrimen- to de la esposa de Eckermanil. atrapó a éste entre sus garras, conversó en ycz de escribir li- bros de notas. Reyes, cortés "como indio mexicano", respe- ta la tranquilidad de las muje- res: escribe libros de notas, ca- rece de secretario. Goethe es, por extensión, una águila bicé- fala; l"\eyes, una solitaria águi- la azteca. El mejor elogio que ele am- bos podemos hacer -los p:l11e- gíricos suelen ser contraprodu- centes- consiste en signo irrefutable de la actuali- dada de un escritor. La segunda edición de El cazador ele Alfonso l{eyes con- vida más a una descripción de sus excelencias, a hac=r un:\ breve antología de sus ex- presiones afortunadas, ele sus ideas más jugosas, que a inten- tar una obvia valoración que, al declarar en tono ecuánime: "éste es uno de los libros más bellos y sugerentes que se han escrito en México durante nuestro siglo", no arrojaría más luz sobre El libro se abre con una "di- vagación" sobre el tiempo: "hablar del tiempo es habb ¡- de las grullas", del hombre: "¿ Qué es e] hombre? El hom- bre es un ser que habla del tiempo con sus semejantes", que habla de las grullas cuan- do es agricultor en la vida ° en la liter;'.tura, asociándo!:ls con la época propicia para arar; cuando l'S U!l aburrido ciudadano, el i(1L-ntifi- ca el tiempo con la política: ¡'Las conversaciones del tran- da sobre la política se parecen, ALFONSO NA '1' UR Al, EZA * A LF ° N soR EYE s, El ca- ::ador. L:.nsayos y divagaciones (1910-1921). Segunda edición. Te- zontle. México, 1954. 216 pp. ,'Y de aguda, aves de presa del espíri- tu, poetas de ale- gria supel-ior para quienes la felicidad es la belleza". Alfon- so Reyes pertenece a este tipo de naturalezas. Al ponernos en contacto con su obra perdemos tierra; ya en las alturas, el cau- tiverio resulta, paradój icamen- te, beneficioso, nutricio. Pero toda lectl1l'a tiene final. La caí- da siempre que se trate de su obra será dolorosa: nuestra re- lación con él es indirecta, de kctores. (Y un lector siemJ?re es una espera, una cosa pasIVa condicionada en su existir a la aparición de un nuevo libro). Una solución ficticia para pro- longar nuestra estancia en esa constelación de la Vía Láctea -El Aguila- consiste en to- mar la parte por el todo, una obra -en este caso El caza·- la vida, entablar conversación con ella: apócri- fos Ec1cennanns con un Goe- the ausente. Toda comparación es arbi- traria; entre nosotros, funesta. Ei pródigo siglo XIX mexicano sobreestructuró a sus escrito- res: Píndaros, Virgilios, Mar- ciales ... Pero hablar, asocián- dolos, de dos escritores de la misma familia -naturaleza-, es menos peligroso. Reyes co- mo Goethe tiene tantas caras como géneros existen en litera- tura. Como el germano es un pedagogo, sin pedantería, por- que nunca se 10 propuso como meta; un alacrán hembra, en- trañable alimento; el pastor -en lenguaje homérico- de la literatura de su país. A am- bos se les acusa de un mismo vicio: el de perfección en la obra, el del excesivo aprendi- zaje, nunca colmado, en la vi- da. A Goethe nos 10 presentan con una "vieja peluca" de cor- tesano; a Reyes, con una ana- Ver de nuevo Jil acorazado Potelllkin o Un f¡e}'ro aJldduz (',; \"ol\'er .... 1 tiempo de las pro- mesas. No se les más rango que ése. Aquí cstán las prue- bas. l\1ueran bs prom·::'sas. "Celuloide eres, y en celu- loide te convertirás". UNIVERSIDAD DE MEXICO o y el parto de las cámaras "ólo dió a luz un bombín y un par de zapatos viejos y gran- ·des. La idea de los Estados Unidos como lo inocente, lo puro, lo no-cont,uninado, cs una de las norte:ulll'ricanas centrales. Gran' parte de su literatura podría resumirse en este sentimiento; el mismo Hcnry Jamcs, ¿ no cstá en- fren6nclo b inocencia -"\'lli- gar" pero sana- de sus turis- las noxteamericanos, al refina- miento enfermizo aristocrú- tico, incomprensible a la es- pontaneidad, del europeo? "God's Country" es un dato de conCiencia inmediato, y con- duce a la justificación, a ia épica, al optimismo. La j u:.;- tificación requiere "villanos" que la sometan a prueba (El Gran F'fe Pies Morados, Pan- cho Villa, Kaiser, Gestapo, NKVD). La épica, da todas las' soluciones de antemana (recompensas, castigos, las tropas de la Unión salvan las situaciones con cronóme- tro; todo criminal está senta- do, ya, sobre la silla eléctrica). El optimismo vislumbra la per- feccióli absoluta del mej 01', de los mundos. Gregory Peck derrota, single-handed, a las fuerzas villanas, extranjeras, mal vestidas, anti-higiénicas. El que la hace, la paga. Happy Ending. tos. No deja márgenes de con- ciencia al espectador porque ésté -hombre o comunidad- no le interesa: el cine es para el público. El cine, dirigido al público, busca expresarse en sentido univoco, sin posibles dudas o interpretaciones acerca de lo que quiere decir: este es el bueno y este es· el malo; este pequeño montaje indica que nuestro héro::' ha la razón: este movimiento de cámara significa que tú, cre- tino de la fila H, prever un asesinato; esk "c1ose-up" ( <le una flor subraya la melancolía de nuestra heroína. Su filosofía es la de pan, pan, vino, vino. Y todo <u-k -la poesía, en primer término- vive de la significación múl- tiple, de llamar al pan guada- ña, risa, piedra, de explotar continuamente en la sangre de la participación. De ser, un po- co, riesgo, y también, respon- sabilidad: lo quc nunca ha si- do el cinc.

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Por Em mal1l1el CARBALLO

LIBROS25

en este sentido, a las conversa­ciones sobre el tiempo: sonuna manera de salir del paso".Los políticos, a su vez, hablande éste. "Es deci r: de nada"'­burlando así a los que creenque conversan con sus amigosele los "secretos públicos".AqltÍ Reyes se burla de los fi­lósofos: el domingo vl'intitrésde enero de mil novecientostrece -fecha en que escriheesta divagación- "el día ama­neció despeinado y ojeroso".

Otro domingo, Domillgo S'ie­te de diciembre del mismo año,le sirve de pretexto para ha­blar de la verdael y sus maticesde mentira. A veces, la verdadresulta inoportuna y, lo que esmús, innecesaria -como en elcuento que relata de Juanito Vlas brujas-; ansiar este tipoele- verdad "es una inercia ló­gica, tina sol idi ficación elel es­píritu, y una falta de educa­ción". A \'l'ces se prcsenta co­lno una verdad a medias: "lade los políticos, la de los mé­dicos, la de toelo el que fornm­la diagnósticos o dice la buenaventura por sociologia, quími­ca, astronomía o quiromancia;1,: ele los augurcs de toda espe­Cie, CJue ya ('n los dichosostiempos ele Catón soltaban larisa al encontrarse". "La ver­dad cs. en esencia. un modo eleoportunidad. Es, vista desdea fuera, una adecuación.

-"Y, vista por dentro, unestado ele ánimo, como la ale­gría o la pena -oigo e1ecir alotro escéptico". Claro, el Al­fonso ;Reyes de esta d~va­

gación es un frívolo para losque anuncian un porvenir me­jor, para nCJuellos que estánseguros ele que la mejor ele lasformas de la vida es la presen­te. Los lógicos "mecanistas"le responderán, indignados,que "la verelael innecesaria esuna verdad absoluta". El co­noce ele antemano la objeción,pero no le convenece: su ojoderecho se llama dogmatismo;su iZCJuierdo, escepticismo.

La postura ele I{('yes en est.adivagación se asocia con b tjuesustenta en l/JI 'illth-pl'ctc deI?cllá1/. Asi como I'inre Las­serrl' usó c!t'1 autur de La vidad" Jesús "como ele un patrónpara apreciar valores actuales",l\eyes usa a Lasserre para in­sillua l' la convenicncia de"apreci:lr -simultáneamcnte- el mUlldo descl~ clos opuestasperspectivas". ] lustra· el co­¡r;clltario COIl ulla fábula: "Unhombre se propuso un día notener ideas preconcebidas,110 tener prejuicios; y este mis­mo día percliú la vista . .'\1 si­guiente se colgó de una solaidea, como ckses¡wrado. y fUIl­de') ell ella tocio un sistema delmundo: y siguió a ciegas. Altercer dia meelitó ('n sus dosexperiencias. Y como al hacer­lo tuviera CJue confrontar lq

R E Y E SDE AGUII,A

cromca túnica griega. Ambostienen "que soportar cOl-tesa­nias de monumento público".Goethe ahuyentaba a los ino­portunos' "turistas e1el intelec­to", "mostrándoles sus colec­ciones osteológicas": Reves,dándoles lecciones de cocina,hablándoles de su actual dieta,ambos, en primer término, per­maneciendo con la "máscaraoficial" o Goethe, en detrimen­to de la esposa de Eckermanil.atrapó a éste entre sus garras,conversó en ycz de escribir li­bros de notas. Reyes, cortés"como indio mexicano", respe­ta la tranquilidad de las muje­res: escribe libros de notas, ca­rece de secretario. Goethe es,por extensión, una águila bicé­fala; l"\eyes, una solitaria águi­la azteca.

El mejor elogio que ele am­bos podemos hacer -los p:l11e­gíricos suelen ser contraprodu­centes- consiste en I~erlos,

signo irrefutable de la actuali­dada de un escritor.

La segunda edición de Elcazador ele Alfonso l{eyes con­vida más a una descripción desus excelencias, a hac=r un:\breve antología de sus ex­presiones afortunadas, ele susideas más jugosas, que a inten­tar una obvia valoración que, aldeclarar en tono ecuánime:"éste es uno de los libros másbellos y sugerentes que se hanescrito en México durantenuestro siglo", no arrojaríamás luz sobre ~us mérito~.

El libro se abre con una "di­vagación" sobre el tiempo:"hablar del tiempo es habb ¡­

de las grullas", del hombre:"¿ Qué es e] hombre? El hom­bre es un ser que habla deltiempo con sus semejantes",que habla de las grullas cuan­do es agricultor en la vida °en la liter;'.tura, asociándo!:lscon la época propicia paraarar; cuando l'S U!l aburridociudadano, el hombr~ i(1L-ntifi­ca el tiempo con la política:¡'Las conversaciones del tran­da sobre la política se parecen,

ALFONSON A '1' U R Al, E Z A

* A L F °N soR E Y E s, El ca­::ador. L:.nsayos y divagaciones(1910-1921). Segunda edición. Te­zontle. México, 1954. 216 pp.

,'Y h;~y l~atl1l'alezas deaguda, aves depresa del espíri­tu, poetas de ale-

gria supel-ior para quienes lafelicidad es la belleza". Alfon­so Reyes pertenece a este tipode naturalezas. Al ponernos encontacto con su obra perdemostierra; ya en las alturas, el cau­tiverio resulta, paradój icamen­te, beneficioso, nutricio. Perotoda lectl1l'a tiene final. La caí­da siempre que se trate de suobra será dolorosa: nuestra re­lación con él es indirecta, dekctores. (Y un lector siemJ?rees una espera, una cosa pasIVacondicionada en su existir a laaparición de un nuevo libro).Una solución ficticia para pro­longar nuestra estancia en esaconstelación de la Vía Láctea-El Aguila- consiste en to­mar la parte por el todo, unaobra -en este caso El caza·­dor~'-por la vida, entablarconversación con ella: apócri­fos Ec1cennanns con un Goe­the ausente.

Toda comparación es arbi­traria; entre nosotros, funesta.Ei pródigo siglo XIX mexicanosobreestructuró a sus escrito­res: Píndaros, Virgilios, Mar­ciales ... Pero hablar, asocián­dolos, de dos escritores de lamisma familia -naturaleza-,es menos peligroso. Reyes co­mo Goethe tiene tantas carascomo géneros existen en litera­tura. Como el germano es unpedagogo, sin pedantería, por­que nunca se 10 propuso comometa; un alacrán hembra, en­trañable alimento; el pastor-en lenguaje homérico- dela literatura de su país. A am­bos se les acusa de un mismovicio: el de perfección en laobra, el del excesivo aprendi­zaje, nunca colmado, en la vi­da. A Goethe nos 10 presentancon una "vieja peluca" de cor­tesano; a Reyes, con una ana-

• Ver de nuevo Jil acorazadoPotelllkin o Un f¡e}'ro aJldduz(',; \"ol\'er ....1 tiempo de las pro­mesas. N o se les dé más rangoque ése. Aquí cstán las prue­bas. l\1ueran bs prom·::'sas.

• "Celuloide eres, y en celu­loide te convertirás".

UNIVERSIDAD DE MEXICO

o y el parto de las cámaras"ólo dió a luz un bombín y unpar de zapatos viejos y gran­·des.

• La idea de los EstadosUnidos como lo inocente, lopuro, lo no-cont,uninado, csuna de las norte:ulll'ricanascentrales. Gran' parte de suliteratura podría resumirse eneste sentimiento; el mismoHcnry Jamcs, ¿ no cstá en­fren6nclo b inocencia -"\'lli­gar" pero sana- de sus turis­las noxteamericanos, al refina­miento enfermizo aristocrú­tico, incomprensible a la es­pontaneidad, del europeo?"God's Country" es un datode conCiencia inmediato, y con­duce a la justificación, a iaépica, al optimismo. La j u:.;­tificación requiere "villanos"que la sometan a prueba (ElGran F'fe Pies Morados, Pan­cho Villa, Kaiser, Gestapo,NKVD). La épica, da todaslas' soluciones de antemana(recompensas, castigos, lastropas de la Unión salvanlas situaciones con cronóme­tro; todo criminal está senta­do, ya, sobre la silla eléctrica).El optimismo vislumbra la per­feccióli absoluta del mej 01', delos mundos. Gregory Peckderrota, single-handed, a lasfuerzas villanas, extranjeras,mal vestidas, anti-higiénicas.El que la hace, la paga. HappyEnding.

tos. No deja márgenes de con­ciencia al espectador porqueésté -hombre o comunidad­no le interesa: el cine es parael público. El cine, dirigido alpúblico, busca expresarse ensentido univoco, sin posiblesdudas o interpretaciones acercade lo que quiere decir: estees el bueno y este es· el malo;este pequeño montaje indicaque nuestro héro::' ha perdido~

la razón: este movimiento decámara significa que tú, cre­tino de la fila H, deb~s preverun asesinato; esk "c1ose-up" (<le una flor subraya la intens~

melancolía de nuestra heroína.Su filosofía es la de pan, pan,vino, vino. Y todo <u-k -lapoesía, en primer término­vive de la significación múl­tiple, de llamar al pan guada­ña, risa, piedra, de explotarcontinuamente en la sangre dela participación. De ser, un po­co, riesgo, y también, respon­sabilidad: lo quc nunca ha si­do el cinc.

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desconfianza en todas las ideas-de.la antevíspera- con la feen una sola idea -de la víspe­ra- recobró súbitamente lavista. '"

_"¡ Eureka! -salió gritan­do a la calle-. Y de hoy másmi ojo derecho se llamará dog­matismo. y mi izquierdo es¡;ep­ticismo". Moraleja: "Vete alas antípodas, hijo mío".

En Madame CaiUnux 'V laficción finalista, J(ey~s' rei­vindica el l11isterió, recuerdala sola yerdad absoluta sobrela que se funda 1:1 naturalez:lhl'll1ana: "rl hombre es inex­plicable", incongruente; sepa­rn las pepitas de' oro de losminutos lúcidos" de las incon­tables arenas de los "minutosciegos". La mayor parte de losactos del hombre no están re­aidos por la finalidad: "Nih d'premeditación, ni no preme 1-tación, ni ambas cosas a la vez,ni ninguna de ellas. Sino otracosa. i La eterna otra cosa (ohhijos del azar y del misterio)que no nos es dable definir!"'.Descon fiemos, pues.: el mun­do y nuestra conducta son in­congruentes". La razón está departe de los coros de Eurípides,no de la lógica finahsta ..

Sir J:'dward Gray y la tra­gedia del síJnbolo le sirve paracontraponer el acto social conel acto revolucionario. El hom­bre en compañía de hombres esuna avispa sin aguijón. Lo quedice -no importa, es más, im­porta que no diga nada. Elhombre del centro, cuyo papelconsiste únicamente en ser sím­bolo, en encarnar a su gruposocial, habla con un aire de"inmovilidad trágica": "el va­lor de sus palabras está en sersuyas, está en el poder sobre­humano del centro; que no pre­suma, pues, de sutil, de fantás­tico o de innovador. Merezca,en silencio, el honor de encar­nar el centro; respete la invi­sible fuerza geométrica confia­da a sus manos; domínese, cas­tíguese, mátese". Lo que dicees "como el aire, invisible depuro ambiente. Cada una desus palabras es neutra, y hastala sintaxis que las liga estátoda predeterminada. El oídose desliza, oyéndolo, sin tropie­zos ni sobresaltos. Asegu10que hablaría con tono monó­tono y sin mover las manos:los ojos, cargados de vida, re­velarían -a pesar de la sereni­dad de la boca- toda la trage­dia de ser símbolo ; de no podertronar y estallar, de ser encar­nación de lo fijo; de no podercrear ni matar, de ser la encar­nación de lo eterno". Si elhombrr del centro debe pa­recerse a los de! círculo, éstosdeben identificarse entre sí:"Ya no importa lo que seamos,10 que valgamos: para ser so­ciales, para conversar con los

demás, hemos de ser comoellos, parecernos a todos. Ha­cerse sentir es ser grosero.¡ Ay del que quiera hablar co­mo lo que es! Ni al más finoy depurado escritor toleraríala sociedad un modo distintode charlar. Un hombre puedeescribir, si guiere (¡ oh solita­rio milagro de escribir!), qúegasta de la aventura; pero lasFurias Sociales no le puedenconsentir que sea aventurero.Al llegar al círculo, tiene queneutralizarse, escondiendo apunto su aguijón. Si le toca elc"ntro del círculo, llorémosley:t como lloraríamos al amigoconvertido en estatua".

El grupo humano en qtie vi­ve Alfonso Heyes trata de con­vertirlo en el hombre del cen­tro, quiere que lo encarne co­mo símbolo. Pero el hombredel centro, por definición, ese! que más se parece a sus se~

mejantes, el menos personal;sus actos siguen la corriente,nada tienen de revolucionarios.Heyes no posee la facultad mi­mética, es uno -individual­en la obra y en el obrar. Jo es-como quieren los "alejandri­nos de todas las épocas" ­"un manso y aseado cordero";por el contrario, es una "her­masa bestia de la tierra: elhombre desnudo"; "represen­ta la existencia humana en sucrudo aspecto de problema, deasombro, de guerra y de sim­bolo confuso".

En el ensayo De la lenguavulgaJ', Reyes parece respondera los que lo atacarán, cuandoaparezca El deslinde, de nousar una terminología másccherente, precisa y científica:"¡ Oh, no me deis a mi taleslenguajes como el de la filo­sofía moderna, que consta demeras voces artificiales y casiidénticas en todos los idiomasdel mundo! Este esperanto dela filosofía podrá ser muy ló­gico, mas no es lenguaje". Re­yes es un hombre revoluciona­rio que lucha con el lenguaje,un poeta -en prosa y en ver­so-- que rescata las palabrasde su función de "clisés", con­virtiéndolas en vida, en bulli­ciosa sangre ele su obra. (Elhombre del centro -convieneaquí insistir en él- se expresacon cadáveres, utiliza el espe­ranto) .

"La lectura monótona -di­ce en. La lectura estética- esel ritmo neutro y adecuado pa­ra la fácil comunicación de lasideas. Los trozos recitados conénfasis salen afuera sucios conese tamo, ese flogel o pelusillade la pasión". La lectura mo­nótona se identifica con la lec­tura estética porque no tratade persuadir, de demostrar:apela a la inteligencia de loshombres, no a su pasajero en­tusiasmo. La lectura enfática

"es inmoral; busca la victoria"."Es una de las formas posi­bles del engaño". Necesita pa­ra triunfar de la persuasiónsensible o emocional de suslectores: intenta demostrar. Lalectura monótona "es la leal­tad del lector: a través de ella,parece que la obra leída re~,ue­

na por -su sola. virtud. La lec­tura- enfática pertenece aún ala era de lá onomatopeya; noasí la monótona, que es la pro­pia de la cultura. Si aquélla esasiática, ésta es ateniense". Elénfasis es patrimonio de laoratoria; la monotonía dela lectura estética.

Alfonso Reyes suele publi­car sus notas con el título deEpílogos (Ver Epílogos de1953. Revista Universidad dtM éxico, Vol. VIII, NQ 6, febre­ro de 1954). En el ensayo Loslibros de notas nos habla deotro escritor que hacía lo mis­mo: "Rémy de Gourmont so­lía publicar sus libros de notasbajo el nombre griego de Epí­logos". En este ensayo, ade­más de citar a un escritor quelo antecedió en publicar estaclase de libros, se refiere a lacausa que los origina: "Los li­bros de notas -pulso febrildel tiempo- serán la litera­tura de mañana, y ya casi sonla de hoy".

Entre las clasificaciones queusa en T em peramentos de es­critor encontramos dos, paranosotros fundamentales: Escri­tores que escriben y escritoresque no escriben. En Méxicopara adquirir la ciudadanía li­teraria, los escritores debenpertenecer a la segunda cate.­goría: constituye un acto so­cial puro. Un escritor que noescribe complace a todos losde su oficio: "En ese: la tran­quilidad de todos reposa enese". Puede -"el que niás separece a todos resulta el pri­mero"- llegar a la Academiade la Lengua. Cuando este tipode escritor quebranta los sabiospreceptos -l:l1 el ensayo Losorígenes de la guerra tlterariaen LsjJaiía se encuentra unejemplo magistral- se le apli­ca "ese delicado procedimien­to, corona de la destreza y ladiscreción, que hoy conocemoscon el nombre de la conspira­ción del silencio". El santo pa­trono de la literatura mexicanadebería ser -de ser alguno­Juan Alfonso de Baena, el delCancionero, creador de este su­til procedimiento. El ejemploque es peligroso seguir, el delpropio Alfonso Reyes, el es­critor mexicano que más escri­be, que más enemigos tiene.

De las citas es un ensayo enel que Reyes nos confiesacuándo y por qué usa las comi­llas: "De mí diré que sólosiendo indispensable las uso--las citas-, porque han co-

,UNIVERSIDAD DE MEXICO

menzado a avergonzarme: sonel signo de lo no incorporado,de lo yuxtapuesto, de lo que nosabemos; ell<is sirven admira­blemente para exhibir el cuer­po extraño incrustado en nues­tro organismo. No puedo pa­sarlas: me punzan en la ga1-­ganta como los mosquitos t'n

el vino de que se quejaba Que­vedo". Previamente, y de mo­do genérico, había afirmado:"No se debe citar para enno­blecerse con la cita, sino pdraennoblecerla" .\ Mrs. Amyot, protagonistade un Cllento de Edith Whar­ton, ha legado a la posteridadsu nombre, símbolo de lainexactitud. Poseía dos "donesfatales: una memoria genial­mente obtusa y una extraordi­naria fluidez verbal". Todo lorecordaba, pero lo recordabaa medias. "El amiotismo esnuestra ley: errar es de huma­nos". "La inexactitud no ess,iempre fruto espontáneo. So­berbia flor de invernadero, eshija del leer y del escribir, ypudiera representársela comoun hombre que hojea un librode prisa. La cultura produceprimero, y después se pudre:de aquí la inexactitud".

M ontaigne y la mujer poseeuna de las más certeras imáge­nes del autor de Los ensayos:"Visto así, en conjunto, pare­ce indudable que Montaigne es'un ejemplo más de esta espe­cie de desamor que acompañasiempre al egoísmo". Cree, re­firiéndose a Jos Ensayos, "queno hay mejor medio para ig­norar la fisonomía de un hom­bre que conocerlo por milí-metros". .

La cuarta y última parte dellibro está formada por Unosmemuscritos olvidados. Eeyesdedica estas páginas a JesúsAcevedo "que sonreía tanamablemente cuando lograbasorprender, como en una vis­lumbre, el alma confusa de susamigos". Acevedo ya nos erarostro familiar, es uno de lospersonajes, junto con Carbo­nel, de La entre'vista de El pla­no obliclto (1920). La narra­ción es autobiográfica. Aceve­do aparece en ella disfraza­do, se apellida Robledo. Esaquí, corno lo pinta la dedica­toria de El cazador, un ser"ávido de almas". Aparte decIue sus rasgos espiritualescoinciden en la ficción y en lavida, Reyes lo delata -página39- cuando lo nombra por supropio apellido: "Acevedo yale ha entendido, y corta comoun rayo'·... Líneas despuésel error se subsana: de nue\'ovuelve a ser Robledo. l:."n des­cuido momentáneo del autorofrece la pista de este curiosodato.

(1'11.1'11 11 /a pág, 32)

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UNIVERSIDAD DE MEXICO

FERDINAND ZWEIG, El pensa­. miento económico y su pers­

pectiva histórica. Breviarios,93 .. Fondo de Cultura Econó­mica. México, 1954. 216 pp.

El material que ofrece la expe-riencia de la época niercantilista,dice el autor al principio, es lo qucconstituye actualmente el mayorinterés de nuestra generación. Ca­da generación comprende profnn­damente unas épocas y se distraeen ellas sin alcanzar de otras másque un conocimiento suoerficial.De esta manera, el autor hace vercómo.' un determinado momentohistórico, puede recobrar. a vecesla atención de los investigadores.La escuela canonista de la EdadMe<)ia, por ejemplo, caracteriz~da

por la doctrina de iustum pret1U'llly iushl'lll salm··iml/., ha dado lugara nuevas consideraciones. La es­cuela socialist¡¡, que solía ser con­siderada como perteneciente a losestudios políticos y sociales, hatomado hov gran importancia a losojos del 'economista mode;n?, yla ayuda ..prestada en los ultl~nos

tiempos, por la escuela marXIsta,para llegar a una· !nejor com~r~n­sión de la econotma monopoltstlcatan relacionada con el supuesto dela lucha de clases, Ita contribuídoa fortalecer esos lazos entre la eco­nomía y la escuela socialista.

Más adelante, y para mostrar elsentido de la preponderancia his­tórica de los pensadores, Zweigestablece comparaciones entre al­gunas figuras. deL pensamiento eco­nómico. Hace ver cómo, vgr.,aunque Carias Rodbertus ~sbozóprimero que Marx la tesIs delsocialismo científico y la ley dela plusvalía. éste tiene una impor­tailCia fundamental; porque. parala permanencia histórica de unpensador, 10 (Jue cuenta es la me­dida de su influencia V no necesa­riamente la originalidad de pen­samiento.

Se destaca en la obra la secciónreferida a los nensadores inmedia­tamente relacionados con CarlosMar~. En la parte dedicada a Le­nin se plantean con claridad lascircunstancias de la actitud de estepersona¡'e y se muestran las prin­,ioales facetas de su pensamlellÍo.Desgraciadamente esta sección seensucia al final con el a<rregado,tendencioso y un noco risible, deuna conversación ima!:(in~ria ~ueel autor. entabla con Le11ln qUIen,actuando allí de acuerdo con surosición ima<rinaria, habla de ca­n'ubciótt del Estado ruso, de chau­vinismo social y llama estún~~~5a nuestros contemooráneos SOVlf't1­

coso Algunas frases como "sólo Jos(Jue sufren llueden renovar el so­cialismo", dan una impresión ~u­riosa puestas en boca de Len~n.Zweig sigue a(luí, en suma. la nl1S­ma técnica de Renan que, al hablarde Cristo, lo presenta como UlI

hombre limpio y ma.gnifico, peroataca seriamente a los cristianos.

E.L.

MARIANO Rurz-FuNEs, Crimi­nalidad de los menores. Im­prenta Universitaria. México,1954. 400 pp.

Esta obra cuyo tema tanfo r,reo­cunó siempre al doctor Mar~an.oRuiz~Funes, con una nota preltrpl­nar de .Tulián Calvo y un breve pró­logo del autor, después de l1\laIntroducciótt que comprende losdos primeros capítulos:. ~nte~pre­taciones genéticas yClastftcaClonesde los menores delincuentl'S, des­"'Trolla la etiología de la d~lin.cuen­cia del menor en los sigUIentesintitulados: El medio ",,,biente,HZ cinematógrafo, PI med·io fe:mi­liar, La profesión, La escolarIdad,

La vagancia, La herencia" La edad,Factores psicolóqicas, Enfenneda.­des físicas, El alcoho¡'ismo, Las en­ferllledades lIIentales, El sexo eInterpretación etiológ·ica. de la de­litlcuencio de los menores. A con­tinuación aborda lo que a nuestroentender, sin menoscabo del valorcientífico de lo anterior, contieneel mensaje fundamental del libro:la parte llamada Problemas pena­les v crúninológicos, donde a travésde varios capítulos ofrece metódi­camente un panorama de 1<;\ delin­cuencia del niño y del adolescente,para concluir propugnando unanueva manera de ver tal realidad, ala luz del ámor y la comprensión,pues, citamos textualmente al maes­tro, rl1lletlOr está fuera del derechopenal. Las siguientes páginas lasdedica a la Jurisdicción de m.moresy al estudio de Un Cód;go del mp­nor enunciado sobre la base dela ;nás elemental justicia, que nonos permite tomar como decisiva laconducta criminal del menor par"castigarla, ¡mes solamente es eoi­sódica v, llar lo mismo, susceotiblcde ¡"re~ención, o cura, nero no decondena nenal. Para' terminar, en­foca la actnalidad de la delincnen­cia de los menores, agravada (Ies­pués de la última conf!ag-raciónmundial. ilnsti-ando cu aCierto conmultitud de estadísticas e investi­"'aciones realizadas en tal campo~or eminentes estudiosos. Una ex­tensa bibliografía cierra el libro,uno de los más importantes que sehayan escrito sobre tema tan tras­cendental.

A. L.

V. GORDON CHILDE, Los Orí­genes de la CivilizaCión. Bre­viarios, 92. Fondo de CulturaEconómica. México, 1954,291 pp.

Uno de los objetos primordialesde esta pequeña óbra es la: de indi­car que la historia justifica aúnla confianza en la idea de progre­so, cuando es enfocada con un cri­terio cientí fico, o sea impersonal,objetivo. "La actitud científica semuestra, [dice el historiador GordonChilde1, en el hábito de formulariuicios' imparciales sobre los hechos,dejando a un lado los sentimientosr-ersonales". Con la historia no debeocurrir lo que a Don Quijote conel Retablo de Maese Pedro. Hayque ser un espectador, tener laconciencia de estar sentado etl labl{tarn.. Por esto, agrega el autorque "la importancia atribuída porlos hombres de ciencia al númerov a la mensuración, no deja (le te­ilf'r relación con la exigencia de~doptar una actitud impersonal.El número, como siemore. condenalo humano al ostracismo. La tareaque el historiador debe realizar tie­ne que ser, C01110 se deduce de lodicho, un destacar lo significativo,lo esencial del progreso V no con­fundir los adelantos con las regre­siones. Si el historiador limita superspectiva a períodos breves, losaltibajos parecen más notables queel progreso. Hay que tener, enton­ces, una visión amplia. Todos es­tos pronósitos los realiza con acier­to V. Gordon Childe.

E. G. R.

GUSTAV BARTHEL, Historia delarte alemán. Breviarios, 87.Fondo de Cultura Económica.México, 19.53 .. 252 pp.

El autor de este tratado se preo­cupa por deslindar los cambios quetuvo el arte alemán en las etapasde su desarrollo; la situación geo­gráfica y la historia de Alemaniason las causas de que su arte estéíntimamente unido al movimientoartístico europeo; el arte alemán

siempre ha estado en lucha entre lopropio y lo extraño; esfuerzo quese puede compendjar en la frasede Goethe: "muere y realiza te" .que cada época ha seguido con pro­vecho. 1) Cuando Carlomagno lo­gra la unidad política ~' relig-iosade su imperio, nace el arte occiden­tal: el nuevo espíritu cristianoadopta las formas de la antigüe­dad. 2) El ~.rte atónico, en su con­templación de lo divino relega lasformas clásicas; encuentra sus pro­pios materiales expresivos que ser­virán de base p;'ra la futura rrran­deza del arte alemán. 3) En l~s

épocas sálica v estáu fica la arqui­tectura y la ,;intnra alcanzan nllagran perfección formal. 4) EnAlemania se im1'uso el goticismo,pero se le iml1rimió 1111 c?r;Í,cterI'I'O"io. S) En la ·alta Edad Mediael "estilo bhl'lIlo" tiende ,1 renre­sentar la realidad. en onosició11 al~. tendenci,l antprirw esniritual y?hstraccionista. 6) En la genera­("1011 .clásica. rica en ~lún1ero v ca­lidad (le artistas. se destaca Dl're­ro, quien enr~rlla (.>1 esn Íri111 J"'''­manista riel Rp'lacim;pnfo. 7) 17.1arte alel";¡'n t~r(h mucho en asimi­);", el ;',flujo it",liano. 1)ero aunonet~.rde lleva ~l harroco ;\ S" ll'''S~lto g-rado dp nerfpcc;,)P. ~) l7.1siglo XIX asnira a 10 ;nalc~n7.ahle

v el actual husca en el arte ahstrac­(o nuevas I:erspecti vas.

c. V,

A. S. TURBERVILLE, La Inquisi­ción Española. Breviarios, 2.Fondo de Cultura Económica,México, 1954, 154 pp.

Este libro de Turberville, que al­canza ya la tercera edición espa­ñola, permite pasear a grandes tran­cos entre las motivacioues religiosasy políticas que, en España. dieronsitio al surgimiento de la Inquisi­ción.

Con ecléctica nero aguda mirada,el autor revica el curso de los pro­cedimientos inquisitoriales, el ca­rácter de la organizacióu y la no­sible veracidad de sus cronistas.

El largo periodo de mucrte a loshereies, se inició en España el 6de febrero de l481. día en qne sellevó a cabo el primer auto de fecon la quema cle seis l'prsonas.Turberville aounta que, al vrin­cipio, las quemas fueron mucho másnumerosas, pero como entonces nose llevaban estadísticas, es oi fíciltener una iclea del número de íJer­sanas (JI,., se nurificaron en la' ho­<ruera. Mientras al<rlJl10s croni~ta~

~omo Pulgar, secretario de I~ rp;nah?bel, dicpn que el número de he­reies sacrificados l'Ie~aha a 2,000,otros. ~omo Llol'ente, ceñalan "1'1

increiblp total de 32,000 p sos (lerelniaciótl. en persona; pero Turber­ville anota que los sistemas decálculo de Llorente resnltan s;em­pre fantásticos y sus cifras invitana la duda.

Todo el manp;o in(luisitori" I ~e

muestra en el lihro. Se ve có,no,nor eje111])lo, allnnne la Iglesia "nonnede derram~r h sanp're de sn<;hi ios, ni ~ún la d"l más reacio"los incln;sidores l1udieron salvar es­te obstácnlo r1eiand" .simnlel1'"ntela eipcución del reo al Estado. Tur­berville h?ce ]'otar eme semeiante~rdid, no lihph~. a h Inquisiciónde la responcabilioa(1 ética, Pllec elvel'edicto de "rela iación" qne el Es­tado traducía en sentencia de muer­te. era transmitido por medio de nneu fem;.:"lo ("elajación) nnivprs'.I­mpnt" entpndirlo v cuando el In­quisidor dict?ha la "epa conocíanerfectamente su pnUivalenci~. Dei.,.ual m~nera ce relatan l"s ah',s"sd~ quP el nuehlo esnañol era víct.i­111'1: el más insignificante a¡;rrav10ner.•onal col1tra un funcion?rio dela Inqúisición se consideraba un

27

acto herético, y el culpable era cas­tigado por cometerlo.

Al final de la obra se discutenlas defensas que hicieron de laInquisición española hombres co­1110 De Maistre, Balmes V Men~n­

dez y Pelayo. Estos hábiles defen­sores aceptan por ej emplo que laInquisición utilizaha normalmentela tortura, pero al hacerlo no hacíasino seguir los procedimientos enboga de la é])oca; todavía en elsiglo XVII los trillllll~les de Esnañatenían el saludab1" hábito de aplicarla~ "emnullweras" y la calza.

Turherville rechaza a estos abo­g?dos haciend" notar que, aún Jos;ll:>S celosos defensores de la In·quisi,ión, 110 nretenden ho~' en díaiusti ficar todos sus aclos. Al final~eñala los horrendas lacras de -laInquisición que "tendió a falsea l'los valores morales" v urolongú elcastigo de los sentenciados, a ge­neraciones de r1e~cendienles (Ille sesUl)oní~n manchad"s ])or la, "malasangre". Pero ta'11bif.n SP rp.conocepn el libro (Iue h Inquisición 110fué la ímic" cnlpahle de los es');¡n­tos"s decenfrepos " los '''IC se llegópn Esp~ña en ,,1 intento ,le prote!!erla ortor10xi;¡. N o t",1"s l"s funcio­""rios de la I"nuisici011 fupron in­(Iignos y crueles. 111UC11l1S ,le ellos('lhr~h'CIn rf'l11V~l1ci(lns (11" ell santaactitud. 5ólo 11'1 for111;,hble efluí­vaco gener;' 1 hi7.o 110s;hle tal vezla conslll',,,,i'JIl de los horrores ill­(Iui,itoriales.

E. L.

MJ''NlTEL DURÁN. Ciudad ase­diada. Tezontle. México, 1954.95 pp,

El noeta esnañol 1\¡{~n"el D"d'l,nos entff~!:(a en Sil CiuJa¡! axedinda1111 ha7 de noenlas ,<lL1P. glr'1.11 ~lre_

rl.ed"r de 1.11'1 t~n'" Clt;¡(buo. L~ 1.,­lle del centro", "1 ns 1"'l'1oCl:llt'es". 4lElh~"C0 pn el iardí.,". "El v~q:ablln­

d,,". "Pascacielos", "Anllucios lu­rlill()~OSH. etC"_. nos p'l1e~tran 1111:1.

cind;¡rl en todas suc fac~tas. Hayupa frecuen tp comh;n~.ciólI líricap"tre 10 me,~.njco -el tranvía. lose1evadorps. I"s ~nU!1cios lumino·.l:::f).'- v Jos e1~1"'lFntf)'" "()ét;c()~ t'·a­rlicionaleo -pi cre"t'lScu!O los· ná ;a­ros, el silencio- fp nodría decir,llar ello n"e este libro es una "s­recie d~ fábri~a -con sus fundí­('jone~. sus 1"'lláott;n'ls. 511 p.rasa :vSil ruid0---- rle na1",hras hermas' s,1111 tr;:lrtnr ~~ nétrl1f)S n 11'1 ~anli.óll

de eS"II111a. Se uos h,hla de:b r";lf'''~ ,.lo lo~ trpnpt;,

q~~' ¡Jasan. heridos, a lo lejos".

o de:

"... los horrihles hueco~

que SOIl todo lo quP queda cuan­(do desaparece

un ser amado".

Además de lo mecánico que losojos del !loeta descubren en la dll­dad. Durán halla ell 'ésta, tambiéllcombinada con elementos selltimen­fales, la cotidian;¡ nrocesión de ven·dedores de periódicos:

"El vidrio empañado del hori­(zonte

vibrará ahora con los gritos(de los vendedores de

(periódicos" .

O percibe el vagabundo que espera:

"llegar al rei~lO del Gran Men­(drugo y la Cáscara Eterna".

Manuel Durán tiene una carac­terística que le da un carácter es­pecial a sus poemas: una frecuentenitidez. Sus poemas, en brazos dela fantasía: no dejan casi nuncade tener un sentido objetivo. Da,jJor así decirlo, un tratamiento so­lar a los paisajes citadinos, ve enpleno día no sólo las plazas, las

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De Andrés 'HENESTROSA

PRETEXTOSIgnacio M anúel Altam·irano escribió poco, si b.ie.n: siemp're

dentro de un límpido estilo. Su ideal era, dice Vrrn.na, verterdentro de la más depurada forma, como .esculpido vaso corintio,el vino puro de la sanqre indíqena. Su genio literario,.· el cau­dal de su informacióíi, la Vw".teria prima que'acutfiUlq desdeStt niiiez, bronca 'Y pueblerina,. la aparente facilidad ?lt~e trás­ciende sus pág'inas, crearon en sus ci'm:temp0rCmeos la .certezade que debiera escribir más, J' hasta Je in:ventarort una fama deescritor perezoso. Porque nunc(J faltart quie1'LCS, d.e buena ode mala fe, doliéndose o gozando .con 'ello, acusen a los escri­tores que quieren exaltar '0 ap'lacar' que escriben poco, depereza, y toman la parquedad en las :¡nfra,s' apariencias. Alta­mirano era un hombre de tradic'íp11, oraf, th.ás Que escrita, comoindio aue era. N o en balde ,encontró. en- la -cátcrlr.a,. en la tr:ibuna,en el diáloQo, la tierra ae sembradura aud reclamaba su bullentecspiritu. Eso sin. olviClQ.r (}tlC era un' eú:ritQr¡, ,/!'er,o .tambié'/'l, tmhombre de acción,. como.[o .han sido hasta ahort!Jos 1iftejoresameriaJ.n,os. Una mitad- escr.itor v otra mitad solaado. eso fuéese ind'io ejemplar. ¿No decía Daría ,o:Ue era Amé1íi:pa tierr.ade /Joetas 'V de qenerale.s? La, letra es milicia> se. pudiera' dqcir,COll:w se dice de' la vida. . '.

A una de estas dos razones se puede deheiY la' Parquedad' enlos escritores de este ranpo: a alfe pron,to llega el momento enque la conciencia de la Perfecci6n es .mayor oue la capácidadcreativa: este el caso de Pedro H enríquei Ure.i'ía:pongamospor' eiemPlo. O bien aue viniendo del mundo indípena. de f,atradición 'oral. no se alcanza a deshoior la lén{J~taúpafíola Queen cierto modr¡ nos es extraíía. der' halo de ll?naua de diiJsesnue tU710 para los nati7Jos ¡nexicanos desde que la overon hablar.Este el cdsn de Altam.irrl11.O. Inconscil?ntemente, aunc!w~ no corrauna oota de sanrlre india bor nuestras 7Jen.as, en todo' I?séritor(11nl?rirano, oPer~ I?sta verdad. Eso explica '!ue el' úrritor pu­rista dI' nuestras fierras lo sea I>or mrmerá 1nás ¡'xtremaaue loseshañoles. Altamirann nunca .·~uperrÍ muchas de la:f 71ivenciflsdel hasado indír¡ena. Ya no creía en ídolos. comn taml)()co creJaen dios .. pero l~ quedahan (.sta V otras suhl'rsticiones: GuardahIYsacramenft'. como el cáliz la hostir¡. al indio dI?! I>a.m.dn. En. 13IUlcí. p.n. 13 mI? casé, 1'11, 13 he dI? mor·ir. acostulnbraba decir.V IYsí fué. ) Y no aPlazó por almm,os años ln conr:l1Jsion .deEl 7.:é1rco . .dlo hor 110 renn1J,rlMla rll?sde el capíf1J10 XII en aueSI' hnhír¡ dl'tenido pnr rl?hHir rd nÚ1"I.ero ar¡orl?ro'1 ('omo recor­darán los lectores. pI techo dl?l loral en Mtl' I?scrih.frr. se vino alsuelo no hien el maestro aanr¡hr¡ la h¡,terta de 'r¡ rnlle ...

Escribía poco, por no deiar el testimonio de una pápinapreciPitada, a medio hacer, con las máculas dé la imProvisación.A plazaba con frecuencia sus colabo.raciones, prometidas al im­pulso de la ce;teza dI? oue "tenía con aué (¡j,ierer". como dice elhueblo, ,Por evitar el dramático encu';ntro' con el I1tonstruo dela expresión escrita, enn lo que crecía la leyenda de escritor pe­rezoso. Cuando le nr¡uiioneciban snsPropios reproches, Vl?ncien­do rl'sistencias sob~ra~.as, tomaba la pluma :v 1lert{a al paPelaauellas cosas IJW? a solas, mientras caminaba, mientras dormía,había memorip,ado, aunque sin cerrar la puerta a las sorPresasoue Pudieran lll?aar mientras escrihiera. De allí la conseia de aueim P¡:01Jisaba. A.~í escribió. esa jova (}ue es La Navidad en lasmontañas. Francisen Sosa haMa (dcanzado de Altamirano la Pro­mesa de escribirleali)o para El álbum de Navidad que se i~pri­mía en el folletín de La Iberia, periódico de Anselmo de laPortilla. Pero pasaban los días sin que se cumpliera. DesesPe­rado don Pancho Sosa casi lo secueStróduranie tres días, ale­iando a tocio aauel aue .Pudiera interntrnrir la creación a QueAltamirano estaba entregado. A 11tedida que las páginas ibansaliendo corrían a la imprenta. N o de otra manera se escribióel Facundo, el Uliscs criollo, el Martín Fierro, la Historia de mimadre ... Cuando el escritor mexic.a.no publicó La navidad enforma de libro, trajo a cuento el suceso. Y decía como doliÍ'n­dose de una acusación injusta, que Sosa "conociendo mi decan­tada pereza" casi lo había secuestrado para que escribiera aque­llas páqinas, de verdad. inmortales.

Miren, pues, lo que reclaman escrito.r.es f.arragosos, las mu­chas razones que suelen concurrir para que un escritor de quiense espera mucho, escriba poco.

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calles, los rascacielos, sino tambiénla noche, la -niebla, la oscuridad.Si Manuel Durán no se distingueespecialmente como poeta creativo,como poeta Cjue desordene de ma­llera extraordinaria la realidad, síes, en cambio, un poeta que entraa la caverna de la poesía actual conla antorcha saludable de la claridad.

E. G. R.

LUIS GARRIDO, Alfonso Reyes.Colección Cultura Mexicana,12. Imerenta Universitaria,México, 1954. 120 pp.

Al fonso Reyes en su larga can'e­ra (".lenta con una obra uumerosa vesnltndida, sus títulos acusan lamás variada actividad literaria. Ensn Obra poética (1952), en la queaparecieron poemas fechados den-

. t ro de un extenso lleríodo que seiniria en 1906, confirmó su granrali~ad de poeta; unas veces her­mético y otras accesible, pero siem­pre demanda la ·atención de los leé­tores; sÓlo ofrece esencias. En susensayos aporta algo nro¡)io. su 'sen­sibilid;:d, la que no discrimina -co­1110 en la mayoría- a su intelectobien dotado; sus facultades nuncase contraponen, sino que se aso­cian con la fortuna de un hom­bre rena('entista que pone alma ycuerro en cada una de sus lla];:bras.Prefiere el cuento a la novela; enesta forma sintética también im­llrime el espíritu modemo de ]0esencial. Los escritores i<')Venes mn­ciJO aprovecharán estudiando aten­tamente la obra y la vida de Reyesquien en repetid?'s ocasiones ha 'ex~nresado la esperanza de que su fide­lidad a las letras sirva de ~jemploa los jóvenes.

c. V.

MAX Aun, La poesía españo­la contemporánea. ImprentaUniversitaria. México, 1954.·230 pp.

A Max Aub le duele España. Es,,1 mal de LTnamuno. Pero a MaxJ\ ub le duele toda la Tierra. elC'1yo es un dolor que sólo tiene sullaga princioal en España. porque,11 generación 'estuvo allí en elmomento de la hericla cuando. co­1"'0 decía Larca,. España era. elúnico país del mundo en que la,:merte era espectáculo nacional.

y aquel dolor, que muchos lleva­"'0S dentro con mayor o menordio;nidad, sirve con frecuencia aMax Aub llara medir la estatUraoc los noetas nero. a veces. éU ""-­10ración es un tanto injusta. DeManuel Altolaguirre. poi eiemplo,c,e die: en este libro que ':ti.r;ne un1"equeno venero (le DoeSla, que"tiene un douaire infantil de pron­los, por lo que sus mejores versos!'on casi siemnre los primeros desus ¡·oemas". Esto no es acertado;Altolaguirre es uno de los másnítidos poetas españoles contem­poráneos, y algunos de sus poemasa\can zan tal unidad que no' esposible decir, como no sea con uncriterio formalista, que sus mejoresversos son éstos o aquéllos. Hayfine fijarse en ese mismo noema queJv[ax Aub incluye en 'u libro. Havque recordar ;'quel otro que em'­nieza: "Mírate en un es~ejo ylue;:;o mira I estos retratos tuvosolvidados. I pétalos son de tu he­Heza antigua, I y deja que denuevo te retrate I des1Jojálllloteasí <1e tu lJresen(e, etc. T~os "oe­mas de Altolaguirre adquieren' ra­ra vez ese tono <esotérico de :t1gu­nos de León Felioe.

Para M;:x Aub hay grandes ybuenos poetas: y entre los grandesque no siempre son :nuy buenostiene, por cierto, a León Felipe ya Unamuuo; entre los bueuos aManuel Machado; entre los bue­nos que a veces son grandes a Juan

Ramón y entre los grandes <¡ue,"cuando se les acopla el verso",on buenos, a Antonio M;:chado.Con los ejemplos es si.em;we difícilqtar . absolutamente de acuerdo,

nero cuando dice Max Aub: "Elnundo lo han 'hecho, lo han plan­tado los grandes poetas, y los bue­nos poetas lo han adornado", basta,encarnar las frases coIi algunos de

UN VERSIDAD DE MEXICO

los ídolos propios para ponerse oeacuerdo. Yo dejaría, por ejemplo.entre los grandes poetas que tiasiempre son bitenos, a Pablo Ne­ruda (y creo que Max Anb estaríaconmigo en este caso). Neruda noes ya de los que sólo adornan elmundo, es de los (lue lo ulantan,aunque a vece~ tenga (Iue recnrriral discurso noJítico. A Manuel AI­·tolaguirre. l~ongamos ~Jor caso, ha­bría qne dejarlo de todas "lanera,en tre los huenos poetas. El !Netadeseable, desde luego, sería u~o

siempr.e gran~le y bueno. nn !:ac'~­

dor del mundo que también .lo ,tdor­nani, ·un gig-ante' de oro.

Max Aub no encuentra más sa­lida nara el arte contemporáneo qnela del ·realismo sooialista. Cree que

· ,on los lJ'artidarios de Oriente enOccidente ·Jos únícos que' 1Jneden

· dar hoy obras i,mportantes' "por-· que sólo' ellos SOll' capaces de 'pro­

testar, de rebelarse". Pero no seaclara en el libro cómo piensa elautor Qne' .puede gniarse aquel rea­lismo. Tal vez la solución, hay queinsistir en ello, está en un neorrea­lismo orientado a conciliar 'esos dosulündos entre los CjI.!!l,1l1 ¡¡rtista va­'1m ahora, con un andar .de néndulo :el mundo de "la imagiliación" y el,de la realidad.

A eoto se' dirige aoaso' la motes­ta de Max Aub que se 'lamenta del,excesivo amor a los ·ra·roos, a losmalditos. "No niego la imnortancia

,de los raros, per.o C01110' condimen­to -dice-o ¿Quién .se sustenta ¡le.la sola llimienta. .o de' sal y clavo?'Sín dllda, sin ellos, a la lJoesía 'lefaltaría sabor, neno sin los ciernasla 1l0esía no exi,tiría. ,Pido sell('i­llamente un mundo má, ancho." Y

· muohos lo pedimos con él.·E.L

Francisco Monterd~ Fernándf'7..Imprenta Universitaria. Mé­xico, 1954. 222 pp,

E,te libro rle ,'rte ofrece remo,rl'lccion~" de la ohra del malogrado"intor Francisco MonJerde Fernán­dez, anien dp!;oups rie concienzudoarorendi'za'i e lop;ró dominar varíastécnicas V materiales, conocinlien­tos .que con su velnntail creadoraV' el entuoiasmo de 'la juventud em­nleó' en los 111ás diversos caniínos.

· Bu""",,rlo "ipmnre un estilo llrolliosp deió inflnir nor onuestás co­rrientes artí"ticas.· .ha,ta clue con losañno 'su talpntn creador nudo :\si­~';Ia.rlas. v dar los fr·utos psnerados.Como "rtista tuvo ·lJroblemas de1'1UY ·difenentes -índoles: ·escenogra­fía. ilustración de -libros, ¡:etrato,paisaie. que S\lOO plantear v resol­'-er .o·atisfactoriamente. dando a ca­da obra una forma adecuada a susnecesidades lllásticas. Comoletan aeste libro olliniones sobre el desana­reC'ido pintor de .algunas autorida­des en artes plásticas mexicanas.

C. V.

JUAN RUIZ DE ALARCÓN, T_u.\paredes oyen. 'Biblioteca delEstudiante Universitario, 6.(Se_~unda edición.) Edicionesde la Univel'sidad _Na.cionalAutónoma. Méxi.co, 1952.190 pp.

Comedia de enredos el~ tres ac­tos. N o <eS .preciso alabar ·ulla vezmás la obra de Juan Ruiz de Alar­cón, pues todo mundo conoce o haoído elogiar en la escu.ela o encUálCjuÍer otra part~, las excelenCIasde su tr-abajo,' .

:Hablaré entonces; direc.tamente.de Las/Jaredes ·oyen. Todo mllndocree r:¡ue los· :'J.¡ltores· clásicos delos Siglos de Oro, son 'Unos .viejosde larguísimas barbaS, que· se .mue­ren .de ·polvo· y de aburrimiento ,~'

que .escríb.\eron l,ma serie de cosas

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UNIVERSIDAD DE MEXICO

difíciles y poco divertidas (y n11l­chas veces no les falta razón) ; pe­ro he aquí que cualquiera que leaesta comedia por primera vez, sedará cuenta de qne se trata de unaobra fresca, brillante, pero sobretodo terriblemente divertida. Aun­que claro que no deja de ~ndar porallí su moraleja como en todaslas obras de este autor y que llegaa molestar un poco ,'\ las gentesque están acostumbradas al teatromoderno en donde el "mensaje"está muy bien disiml1l~do v nomolesta en abstoluto; pero claro,este defecto 110 es de la mavorimportancia y por otra parte' cnLas paredes oyen está mncho nll'­nos marcado que en cualq'ú'era delas otras obras de Alarcón. Novoy a decir que es una obra (IUedebe leerse como un acto de culturaelemental, pues no quiero dar aquíla impresión de estar haciendo unanota didáctica y a lo mejor nadieme lo creería. Creo que es una obraque debe leerse de cualquier ma­nera.

zapotccas" de fray Juan de Cór­doba, el argumento del Tr-itmfo delos Santos, los fragmentos inéditosde Sahagún, los extractos de laPrimera parte de los problemas .)1secretos 1IIaravillosos de las Indiasdc Cárdenas, del A rte en lengualIIi.rtew de fray Antonio de losReyes y de la Relación historiadade Ribera Flórez, el prólogo delSermonario de fray Juan Bautis­ta- son de insigne rareza y de per­manente interés literario c histó­rico.

«La escuela bibliográfica mexi­cana, en la que, tras de los vene­rables antecesores Eguiara y Be­ristáin, descuellan como figurasprincipales el propio Carcía Tcaz­!Jaleeta, Andracle y Leún, requeríauna nueva edición de la obra delprimcro de éstos, escasa hoy -laedición original se publicó en 1886y constaba de 362 ejemplares- yde IllUY elevado precio. Pero erainexcusable, sin alterar lo más mí­nimo el texto original, complemen­tarlo y ponerlo al dia, incorporandoa él Jos esfuerzos de muchos in­vestigadores beneméritos que si­guieren sus huellas. El Fondo deCultura Econúm;ca encomendó tallabor a don Agustín Millares Car­Io, bibliógrafo él mismo de renom-'bre internacional, que ha sabidocumplir airosamente su misión, conla colaboración de muchos bibliófi­los e investigadorcs que supieroncorresponder generosamente al em­peño. Fruto del trabajo constantede diez afias es esta nueva edición.En ella se adiciona la obra del in­signe historiador mexicano no sóloen su parte puramente bibliográ­fica -sumándole sustancialmentelas de Medina, León, Wagner, Val­tón, etc.-, sino asimismo en mu­chas cuestiones de detalle, tantoen las noticias biográficas de losautores como en las jugosas di ser­üciones aludidas antes y que fi­guran cn el cuerpo de la Bl:blio­grafía.

«El artículo preliminar sobre "Tu­troducción de la imprenta en Mé­xico", sobre todo, ha sido enri­quecido con una importante inves­tigación personal del señor Milla­res que viene a confirmar las con­clusiones del autor con nuevos ar­gumentos en favor de b primacíade Tuan Pablos. Al final de eseartículo, ahora se insertan ochentareferencias documentales, relativasa impresores del siglo XVI, en lu­gar de las nueve que dió Icazbal­ceta. El más importante estudiobibliográfico que se añade es elde la Doct1'ina C1'istiana en lenguaespmiola y mexiwna, de 1550, dela que se denuncia la existenciade tres ediciones di ferentes, data­das en el mismo año. En virtud debúsquedas ajenas y propias, los 118impresos que conoció García Tcaz­balceta, se hacen ascender a 180piezas bi!Jliográficas de las que engran parte han sido comprobadas,complementadas y en algún casoenmendadas las correspondientesdescripciones. Entre las adiciona­das -por no contar las fórmulasy tesis, que ya se incorporan or­gánicamente, ni el jubileo de Gre­gorio XTV (1592), publicado an­tes por el propio Millares-, la demás relieve es sin disputa la Cartay provisión l'eal sobre la yefor11l,agregoriana del calendario (1583),de que ahora se da noticia por pri­mera vez. Finalmente, se insertancomo apéndice una relación de im­presos mexicanos e1el siglo XVI cu­ya existencia consta sólo por refe­rencias más o menos seguras, yotra de aquéllos cuyos datos esen­ciales desde el punto de vista bi­bliográfico sólo han sido hasta elmomento objeto de conjeturas. Noescapará a nadie su indudable uti­lidad para futuras investigaciones.Algunas "adiciones" por el génerode las que recogió al final de sn

ble a costa de nuestras buenas ma­ner¡:s, optaremos por lo primero,11ermitiendo brevemente a cada unode los vates, la oportunidad -nosiempre oportuna- de su propiapalabra: "¡ Cuánto tiemJlO sin ver­te! ¡ Cómo lloro !", Brand Sánchez;"¡ Ay de la pena que lloro !", Ga­llardo Topete; "Con luz de llantosus ojos", Pérez Vázquez: "la llu­via matinal de sus pUJlilas", Sando­val; "Hay en el aire un llanto",M. Barba: "¿ Por qué será queellos lloran ?", Carcía Varela; y,por último -reconocemos el acier­to- "... se quej~n de veinte milmaneras" y "en fila india transcu­rre la idiotez" \,yestrup.

A. L.

ICAZBALCETA Y SU"nTBLTOCRAFlA"

«El más importante trabajo dedon Joaquin Carcía IC1zbalceta essin duda su Bibliografía Me:ricanadel Siglo XVI. * Esa obra, "delas más perfectas y excelentes queposee nación alguna" (Mcnéndezy Pelayo), consumió cuarenta añosde la vida fecunda de su autor ypor unánime ascenso le granjeó eltítulo de "verdadero fundador dela bibliografia l11~xicana moderna"(Medina). A los sesenta y ochoafias de su publicación, en 1886, laBibliogafía de Jcazbalceta siguesiendo un instrumento de trabajoindispensable y un legítimo orgullopara la cultura mexicana: con ellacouquistó México el primer lugaren esta clase de estudios en el con­tincnte americano, después sólocompartido con Chile gracias a laobra ingente de don José ToribioMedina.

»La obra del polígrafo mexicanono es sólo un acervo de descrip­ciones bibliográficas minuciosamen­te hechas. Para la historiografíapresenta además el aliciente de con­tener toda una serie de verdaderasmonografías acerca de diversospuntos de indudable interés his­tórico -"Introducción de la im­prenta en lVféxico", "De las reco­pilaciones de leyes", "Los Inédicosde México en el siglo XVI", "Laindustria de la seda en México","Noticias de los autos de fe cele­brados en México"-, sobre loscuales todavía son válidas sus con­clusiones y apenas si se ha adelan­tado gran cosa en su conocimientoposterior. Lo mismo puede decirsede la treintena de biografías -en­tre las que destacan las de frayPedro de Gante, don FranciscoCervantes de Salazar, don Fran­cisco Marroquín, fray Alonso dela Vera Cruz, Dr. Vasco de Puga,fray Domingo de la Anunciación,fray Bartolomé de Ledesma, frayPedro de Feria, fray Benito Fer­nández, fray Pedro de Agurto, frayMaturino Gilberti, fray Alonso deMalina, fray Juan de Córdoba, P.Pedro de Morales, fray Juan deGaona, fray Bernardino de Saha­gún, Dr. Diego Carcía de Palacio,fray Antonio de los Reyes, frayElías de San Juan Bautista y frayJuan Bautista- con que Icazbal­ceta adornó su obra. A su vez, losdocumentos que transcribe literal­mente o extracta por extenso -elTúmulo Imperial, las "Noticiasacerca de las antigüedades de los

" Bibliografía mex¡:ca.na del si­glo XVI. Catúlogo razonado de li­bros impresos cn México de 1539 a1600. Con biografías de autores "otras ilustraciones, precedido de unanoticia acerca de la introducciónde la imprenta en México, por Joa­quín García Icazba1ceta. Nueva edi­ción, por Agustín Millares Carla.México, Fondo de Cultura Econó­mica, 1954. Volumen especial de la"Biblioteca Americana", en folio,de 484 pp., encuadcrnación holan­desa.

H. M.

c.v.

intcligencia, disciplina y cultura tre­mendas para escribir su teatro. Nosda en Los elllpelios de una casa lasituación barrocamente complicadade una comedia de enredos muy desu época y del teatro español. Usamuchas veces del artificio dramá­tico, falto de lógica, para ayudara la complicación de las relacionesamorosas de los personajes; perolo emplea tan bien, tan en sus lu­g~res y COI~ tanta gracia, que unose olvida de que esto es permitidosólo en la farsa y --que la obra dcSor ·Juana no lo cs: La comedia esmás entretenida que chistosa; tieneun ritmo tan rápido que no da lugara posibles ausencias mentales. Hayuna escena de una gracia f rcsca ybrillante en el tercer acto, que pa­rece desusada en una ;nentalidadtan severa como la de su autora;s;n embargo, esta escena es una delas mejores en toda la obra.

Esta comedia no tiene ¡lÍngunaspretensiones y nadie puede cxigír­selas: no es otra cosa que un diver­timiento y cumple esta misión. Losempelios de tina casa cs una obraen tres jornadas y en verso, queen esta edición viene acompañadade un sainete segundo 'lue fué re­presentado junto con la obra du­rante el segundo intermedio. Esun juguete, un paso de comedia enel que los personaj es tratan de serlos autores contemporáneos de SorJuana, que se reÍtnen para criticary silbar la obra.

Libro de Cbilam Balam de chu­mayel. Prólogo y traducciónde Antonio Mediz Bolio.Biblioteca del Estudiante Uni­versitario, 21. (Segunda edi­ción.) Ediciones de la Univer­sidad Nacional Autónoma.México, 1952. 196 pp.

El núcleo de códices -mayas másimportante que se conoce es elChilam Balam, compilado en elsiglo XVIII por uno o varios indiosinstruídos en las letras curopeas.El Libro de Chilam Balan¡ tomósu nombre del sacerdote cuyas pro­fecías aparecen al final del manus­crito, encontrado a mediados delsiglo XIX en el pueblo de Chuma­\'el. El contenido de este texto noés otro que el de la tradición oralmaya que pasó de padres a hijos,hasta que hubo alguien capaz deconsignal1la por escrito; en los'textos no sólo se encuentra la cul­tura maya, sino que se deja verel influjo cultural de occidente; sulenguaje cuando explica fenóme­nos físicos es simple, pero cuandoen alegorías se refiere al porvenires ininteligible; su tono general esreligioso: las profecías abundan,se usa el acertijo como fórmula deiniciación religiosa; la historia tam­bién ocupa un lugar: cronologíassintéticas que los mayistas llaman"serie de los Katunes". Este libro,cuya traducción directa del mayase acredita a Mediz Bolio, presentaaspectos intcresantes no sólo parael investigador: en sus páginas hayfragmentos de belleza extraordina­na.

Siete poetas y un grabador, Ta­lleres Gráficos del Estado.Aguascalientes, 1954. 64 pp.

Este libri to, al que se entra porun estrecho "Pórtico", poem:t deGallardo Dávalos, donde se hablade mármoles pentélicos, trovadoresy fuentes de Juvencio, cumple malla aspiración del poeta que, segúaliter2l expresión, pretende dar "másgloria y prez a sus mayores". Pe­ro como para muestra basta unbotón, y expresar un juicio, dadaslas circunstancias, sólo sería po~i-

n.M.

Poesía indígena. Selección, ver­sión, introducción y notas deAngel Ma. Garibay K. Biblio­teca del Estudiante Universi­tario, 11. (Segunda edición.)Ediciones de la UniversidadNacional Autónoma. México,1952. 220 pp.

En rigor, no existió una lite­ratura escrita en lengua náhuatl,careciendo de un alfabeto, su nu­meroso acervo poético tuvo queser trasmitido oralmente de gene­ración en generación; cuando laconquista española determinó sudecadencia, los misioneros reco­gieron parte de la dispersa produc­ción, que de otro modo se hubieraperdido para siempre. De dos fuen­tes se tomaron los poemas que apa­recen en este libro: del manuscritodel padre Sahagún, y del tituladoCantares mexicimos, cuyo origense desconoce. Esta poesia anónimafué creada para acompañar losbailes -canto individual o colec­tivo-, en alabanza de _dioses ypríncipes, modalidad que se apro­xima a nuestros géneros épico yS2cro, además existen otros ~-oe­

mas que se acercan más a nuestralírica; su mundo poético-mitoló­gico varía su tono, del regocijo ala tristeza, según las circunstan­cias; pero su contenido, oscuro paranuestra ignorancia, sólo nos per­mite entrever sus dioses cruentos,sus batallas, y su desprecio epicú­reo por la vida terrenal; sus re­cursos expresivos son pobres, lasideas se repiten, las imágenes ensu mayoría se limitan a aves deplumaje fino, piedras preciosas yflores; sus intereses, como los decasi toda poesía primitiva, son re­ducidos. La selección, versión, in­troducción y notas de Garibay K.son meritorias en todo concepto.

e. V.

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ,

Los empeños de una casa. Bi­blioteca del Estudiante Uni­versitario, 14. (Segunda edi­ción.) Ediciones de la Univer­sidad Nacional Autónoma.México, 1953. 200 pp.

Esta comedia de enredos, de SorJuana, se publica por segunda vezen la Biblioteca del Estudiante Uni­versitario.

Ya el doctor Jiménez Rueda ha­ce el debido elogio y nos propor­ciona los datos biográficos de SorJuana en el intersentasímo prólogodc este libro. Es indudable que SorJ U2na cra una mente cxtraordinar;aque snplió su poca expcrienci<l con

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o

obra el gran bibliógrafo Inexicano,permiten asegurar que en la me­dlela de lo posible en obras de estana turaleza, la presente ha recQgidotodo lo esenciál que en la materiase ha publicado hasta el dí·a mis­mo de su aparición. En el aspectográfico, las 50 láminas fuera detexto que contenía ,originalmenteesta obra, se han alunentad0 hastaISi (facsimiles de portadas y co­lofones), muchas de ellas a dos co­lores; aparte de los grabados in­tercalados. También se ha agrega­do un minucioso il)dice analítico.

<tDon Primo Feliciano Velázquezpudo escribir que la' BibliogmfíaMexicana de/'Siglo XVI "inmor­taliza a Joaquín García Icazbalcetay da gloria a la nación". La nuevaedición de esta obra, que puede ca­li ficarse de monumental, es un'ineStimable servicio rendido a lacultura mexicana por el doctor donAgustín Millares CarIo. Constitu­ye a la vez el justo homenaje de­bido a su autor y un timbre de or­gullo legítimo para el Fondo deCultura Econúmica que con ella, aLos veinte años de su meritoria yhonrosa labor eclitorial, rinde el me­.recido tributo a la imprenta rnexi­CaI¡a.»

Cuando escribí lo anterior, de to­no estrictamente informativo, parallenar las solapas de la cubierta queampara al nueva edición de la mo­nlllnental obra de Icazbalceta, mehallaba penetrado por un dilatadoy <'abal conocimiento del libro y dela gran significación que ha tenidoy .está llamado a tener todaví<l. pormuchos años para la historia de lae.ultura colonial de México. Aúnme contienen sentimientos de ad­miración hacia la seriedad, la hon­ra.cl.ez y la peculiar técnica de tra­bájo del' modesto y genial autodicdacta mexicano. El tiempo y laocaSión no son propicíos para elcomentario ni para proseguir in­v.estigaciones posibles que, sin rec­tI flcar nada sustancial, traigan ma­yores esclarecimientos a las diver­sas cuestiones históricas que élabordó. Ditirambos ni elogios declase alguna son necesarios parap.onderar lo que· se alaba por elSImple hecho de existir. Quizá sípara apuntar lo que va de ayer ahoy: .del ayer en que era posibletrabajar con la acendrada dedica­ción, con la minuciosidad y el ri­gor, con el depurado interés cien­tifico y hasta diríamos con la ab­negación con que puso a contri­bución su inteligencia v su esfuer­zo don Joaquín García- Icazbalcetaen la segunda mitad del siglo pa~sado, y del hoy que todos contem­plamos y padecemos. Se trata deun ~lesti~o histórico ~ya sé quela h.lstona no sólo se estudia y se~sc:lbe-, de una "agp'nía" que esmdlspensable rectificar en aras delejemplo, del ejemplo humano delIcazbalceta que se siente palpitar ensu obra, y de nuestra voluntad dehombres vivos que se pretendenfieles a sí mismos, a su capacidady a su responsabilidad intelectuales.

T oda eso veo \'0 en el conocidolema de su ex-lilÍris, honrosa cifr:,.de' una vocación: O/ium sine litte­ris 11-/01'S. esto

J c.HILARIÓN FRÍAS y SOTO, Album

fotográfico. Edición, prólogoy notas de Andrés Henestrosa.Las Letras Patrias, 2. México,1954. 84 pp.

Este libro se inspira en la lite­ratura picaresca española. Sus mé­todos son semejantes a los de Que­vedo; pinta los vicios de la socie­dad con el fin de inoralizar ydivertir a los lectores; los colocafrente a un espejo de aumento endonde se reflejan, agigantados, losdefectos. Los tipos favoritos de lapicaresca española son los mismos

que trata· Frías y. Soto: La /ra­via/a, El peluquero, El eS/l/·dian/e.La técnica satírica de este escritortiene antecedentes en las sátirasanóilÍmas de nuestro siglo XVII!;pero Frías y Soto es un prosistaculto y sensible, su cr-iterio es delo más avanzado' dentro de sutiempo..' El· A lbltllt fOt'Ogl-áf'ico, como loindica su nombre, es una serie deimágenes de tipos mexicanos, cadauno dentro del marco de su respec­tiva actividad social; las líneas quedelimitan al modelo son parcas yproducen un 'efecto de realidad. Lasmujeres despiertan en Frías y Sotosentimientos. r-ománticos; pero noes ciego a 'las desdichas sociales deellas, compadece 'su precaria situa­ción- social .Principalmente ~irige

su desprecio. contra los detentado­res del poder: el clero, los polí­ticos' y'los ricos.. Frías y Soto antepone la verdad

a cualquier otra cosa, aun a la mi~­ma literatura, la realidad es su má­xima aspiración. No es raro pue'ssu gusto por la fotografía, la queseguramente le satisfac'e por laprecisión de sus medios illecánicosque logran una copia fiel de lanaturaleza.

Frías y Sotd es un modelo devirtudes liberales. Cree que la mo­ral se basa en la razóñ, y se burlade la superstición y del oscurantis­mo. En lo personal ama la verdad,la justicia, y la moderación; sumayor mérito es la integridad deS11 espíritu equilibrado que aún sabereconocer los méritos de sus adver­sarios políticos; su carácter es ele­g«nte, escéptico y satírico.

Con conciencia social escribe pa­ra un público numeroso, al queprocura educar ppr medio de labelleza y la verdad; es cuidadosoen su lenguaje; aunque por sus te­TP.as está expuesto al naturalismo

. no cae en él, sino en un realism~que por la sana intención de suironía es edificante.

Como Lizardi, también tiene con­ciencia de lo mexicano; lucha pordestruir los sentimientos de infe­rioridad del 'público; habla en fa­vor del mexicano víctimas de lascircunstancías desfavorables, quienen igualdad de circunstancias no esinferior al hombre europeo.

Debemos el Conociniiento de esteautor injustamente postergado, alentusiasmo de Andrés Henestrosapor las letras n~exicanas..

c.,V.

LUIS Rws, Canciones de ausen­cia. Universidad de Guanajua'.too Guanajuato, 1954. 80 pp.

Luis Rius presenta un libro depoemas en los que predomina lamelancolía serena que no degeneraen gritos. Los artificios de su ex­presión perma·necen casi invisihles:los adjetivos son elementales; lasrimas asonantes, sordas; la métricair-regular, llunca brillante.

El paisaj e es gris, provinciano,diáfano, encerrado en líneas rectas;la aldea y el ,campo mexicano tie­nen en la voz del poeta' la claridaddel jardín francés; sobrio paisajeque se aparta de la exuberanciabarroca: a un mínimo de materia,un máximo de. expresión:

"Mañana en el pueblo:claro despertar del alma.En el regazo del monte,las calles aprisionadasbrilla en quebrados surcosal oro de la mañana". '

El poeta pone sumo cuidado enla elección de sus materiales; des­carta lo superfluo, dej'a sólo Joesencial; va por los caminos de lapoesía pura dónde tieneri' lugar lasesencias, y los' sentimientos decan­tados en largo proceso de estudio;en fin, Rius domina una técnicaque somete todo movimiento del es-

pír.itu a.la .arquitectura del poema.La emoción del poeta es evi­

dente, no requiere falsos lujos ver­bales para mani festarse :

"Si a ti no fucia, corazón cautivo¿adónde el sueño?;¿dónde el ave del sueño posaríasu desgarrado vuelo ?"

En los versos anteriores la ecc­nomía de. las palabras es estricta.La. fOTllla interrogativa nos da d~

inmediato el clima; la interroga­ción qve se repite ahonda más lavaguedad del dilema que el poetaplantea: ¿qué objeto tendría elsuerro 'Si no existiera la emoción?La ima'gen ".ave· del sueñó" apo­yada por' la afirma<;ión de queposee un "desgarrado v\lelo" parece'agotar la .posibilid~d de poder aña­dir nuevos términos que definan al

'SVeño. angustiado del poeta. Peroaún agrega:

"Es tan frágil su pluma;tan ásperos los campos y los

vientos".

Estos dos versos participan dela tónica general de la poesía deLuis Rius, quien poema tras poemahabla en forma directa de lo tristeque es' la existencia del hombre yde lo insegllTo de su destino.

e. V.

BERNARDO JIMÉNEZ MONTE­LLANO, Poemas. (Con 'unanota de José Luis Martínez.)México, 1953. 98 pp.

Cuando muere un poeta deja vivauna parte silenciosa de su ser: sonsus papeles, sus proyectos, una par­te suya indefensa. Sus aplliltes ?on,.para el que debe rescatarlos con.la imprenta, como un mapa in.c,'II1­pleto que nos hubiera llevado alsitio en que se hallan 'Jiis 'pakhrasque no dijo el poeta. Les' poema,que forman este libro de BernardoJiménez Montellano son procluctc,de varias edades, y por ese motivono presentan un carácter organi­zado; leerlos viene a ser, pam losque no conocimos de eerca al :m­tor, cómo contemplar ún grupo deretratos suyos tomados en d¡sti.n­tas épocas.

El creador de "El arca del án­gel", su mejor lihro.acaso, nos dejaver aquí su clara facultad poé6:a.

"Un árbol crece a nuestro lal10y a cada palabra de tu vozuna hoja emerge,como la lengua verdeque perdura p0r -una semanao un año, o' para siempre,en un retrat-o que impresioneun jardinero o un caminante".

, Arbol de Eva y Adán que ,econtempla luego en el poema CO~I

e$píritu singularmente cómico:

"Que vengan los fotógrafos delnlun(lo

y se tomen todas las placasy lo hagan inmortal".

La comicidad de lo santo es 1111

aspecto que insiste en presentarse:

"Cuando los santos se colocanlas alas,

"cuando los santos se colocanla aureola".

y esa insistencia de 10 religiosocómico extrae de ciertos objetosrelaciones metafóricas que siemprellevan a las mismas figuras. Enlas nubes, por ejemplo, espera confrecuencia ver dibujos angélicos:

"Las nubes dieron pasoal azul del cielo parapresenciar -desde lacelestial barandilla- cómouna turba de ángelesaplaudía mi últimopar de banderillas".

O como dice en otro poema:

VNIV.EaSlDAD DE MEXIcO

"Y entre el alto abeto asoma.. la nube con la forma del ángel".

Las .magníficas líneas que JoséLuis Martínez cita enlazadas en lanota 'inicial; -son múestra indiscu­tible del auténtico poeta que latíaen Jiménez Montellano: "Todoslos hómbre's tenemos el muhdo anúestros pies, antes de cstar muer­tos". "Después' de la 'muerte, escostumbre dejar el mundo a nlles­tra espalda." "Es un muerto, ade­más, comparable a una isla; rodea­do de tierras por todos lados, 111e­nos por uno que viene a ser él mis-1110." . .

Sugestionado siempre por el cie­lo, prefirió tal vez por eso moriren el mar en donde "las extrañasregiones-subma,rinás I y el extrañoinfinito azul de aves I que se pier­de h¡¡cia arriba", lo acercaban alcélico paisaje. El" dramático poe­ma trunco {llIesto al fin¡¡1 del libro,relata un viaje del po~.ta hacia. elseno del mar, y de este viaje 11l1ll­

ca pudo retornar Bernardo Jim.éne~Monteljano para escribir el fin deese poema.

.... E, L."

ARISTÓTELES. E/ica Nicomaquea.Versión española' y notas deAntonio GÓmez· Robledo. (Bi­bliotheca: Scriptorum Graeco­rum et Romanorum Mexi{;a­na). México~_.lmprenta Uni­versitaria, 1954'.

La Bibliotheca Scriptorum Grae­corum et Romanor-um' Mexicana seenriqueee (;onsiderablemente al in­.c1uir, en esta colección de obrasbilingues,. la Etica- N icomaqltea deAri~tóteles·.. Obra de .importanciafi10sóficaextraordinaria: viene ';\servir al universitario, al maestro e,induso, al especialrsta,' .de maneraasombrosa. "Obra, ·eúm0 todo A ris·­tóteles, de tal influencia en- todala: historia: filosófica occidental que,en .mía 'bllena tradticc"Íón,' resultadocumento iridisg.ertsablepara po­der comprender .gran parte del des­envolvimiento de las disciplinas éti­cas contemporáneas. La versión es~

pañola y las notas' son de AntonioGómez Robled'o, quien nos explicaen el prólogo; los motivos que lollevaron a realizar esta magna em­presa. "He querido, nos dice, co­locarme en un plano realista, ha­ciendo lo que los mexicanos pode­mos hacer en gelleral y 10 que den:>sotros demanda el universitariomexicano a quien debe servir estaColección Bilingue. Lo que él nece­sí't<i es tener a S\l izquierda un tex­to orginal que 'mereZca confianza,y a su derecha una traducción' fielqHe le ayude a la comprensión delprimero." La Etica. Nicolllaquea delEstagirita, traducida por AntonioGómez Robledo, debe ser saludádacon toda clase' de parabienes por­(Jue, además de cumpli runa fun­cióI\ estudiantil necesaria, llena unhueco que en todas las bibliotecasestaba- reservildo para una obra deestas ·magnitudes.

E. G, R.

RonOLFO BATIZA, Tres ensayoss'obre el fideicomiso. México,Imprenta Universitaria, 1954.

Esta obra se compone de tres en-sayos. El primero, denominado: Elelemento contractital en la relaciónfidlKiaria, tiene la' finalidad de de­mostrar la naturaleza contr'actualdel fideicomiso mexicano, conclu­siói1 a que se llega una vez expues­tos los antecedentes del derechoangloamericano respecto. a la natu­raleza del "trust"· y de los contra­tos, y de ciertas corrientes jurídi­cas sudamericanas, antecedentes deb legislación mexicana, que per-

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· miten el tratamiento del .problemaa la luz de esta legislación. .

El segu!ldo ensayo, La 1-egla con­tm las perpetuidades en el inlst ye!'l el "fideicom.iso", se refiere, engeneral, a la condición suspensivaa que puede sujetarse el fisleicomi­so, para lo cual se hace "una exp.o.­sición der problema paralelo exis­tente en el COll'/,'lnon La'W, así como

de las raíces que tiene nuestra le­gislación a este respecto en las dePanamá, Chile y Francia.

El tercer y último. ensayo, 1:".1 li­deiccl1liso de seguro de vida, seorienta a explicar en forma siste­máticá, con la mira de implantarloeu M~xico, el "trust", cuyo patri­1110n:o consiste en una póliza de se­gnro, de diaria ,~pEcaciún en Nortee

américa. En este estucEo se realizaun análisis de los problemas legalesque su adopción originaría en 'elderecho mexicano.

La obra contiene, además. un ín­dice de materias, ',lll índice de au­tores y un' índice analitico. v ',resapéndices que, respectivamente, con­t'enen las dis'~osiciones reglamcn­tar'as del fide'comiso en la Ley Ge-

neral de Titulas y Operaciones deCrédito, las disposiciones relativasa operaciones fiduciarias en la LeyGel'eral ele Instituciones de Crédi­to y Organizacíones Auxiliares ylas circulares v ofic'os cí-rcubresd'ctaebs por la' Call1is·iÓ1·¡ NacionalBancaria, o ror ~t1 eondtkto, ;-;arallas instituciones fiduci.arias.

J J. R.

LAS REVISTAS'abandonado definitivamente la li­'teratura; otros, más racionales,pensaron que pronto volvería a pu­,bl:car. El ensayo que comentamos¡¡-<trece d.ar:.. la razóu. a estos últi­mos. El párra fa final sintetiza ad­mirablemente las tesis del estudio:"Su pluma tenía la socarronerí:laguda del mexicano. Supo aprove­char las circunstancias y preferirla burla y la ironía a lrinj·uria.Al fin, quizá fueron más eficacessus maliciosas sonrisas y sus sá­ti ras que muchos denuestos y vro­clamas de los periodistas insurgen­tes. En sus últimos días llegó acomprcnder que su Periquillo teníauna particularidad innegable, la descr la única obra novelesca pro­pia del país que se habÍ':! escrí topor un americano. Pero nuestroprimer novelista acertó no sólo ainaugurar el género de Hispano­anlérica: acertó, adenlás, al reve­larnos nuestra nac;onalidld cultu­ral y ;¡ enseñar al mundo lo queera distintivo de México." Gon"zález Guerrero reproduce en cuen­to -el único que de él se conoce­de Ramón López Velarde, hastaahora no coleccionado: El obse­quio de Ponee. El cuento en sí esdeplorable. López Velarde sapienteen la autocrítica, no reincidió enesta breve fórmula narrativa. Suprosa atrae desde el primer momen­to porque se advierte en ella alpoeta; en este cuento al esfumarseel poeta, se es fuma el mérito. Elsuplemento de este número estádedicado a Manuel Tasé Othón. Enel sc incluyen poes'ías, la comediaen un acto y en verso La radcna de.flores. dos prosas y varias cartas.Las obras e¡ue aquí se incluyen nocstán coleccionadas.

SUMMA, revista literaria. Núm.4. Guadalajara, agosto de 1954.

T a mayo" narte de este númeroestá dedicada al cnento. Unas bre­vcs re flexiot.les cohre cuento y "0­vela ele Salvador Echavarría y Ar~

iuro R¡vas Sáim "bren el sumario.Para Salvador Echavarría la di fe­rCllcia ohv·a q:'lC f'xistc ~lltre ;nil­

bos es la dimen,i,')\1: "El cuentopuro es inextensible: la novela puraes· inconden,a,ble", Riv;¡s SáillZ con;;tt· peclíliar iógk~ y estilo alucina­do, pasto,o, arhitrar¡·o. asocia elcuento "con la ingenuiebd y, porende, con la niñez". liLa :lOvcla-el'cc- es f ().rma dc madurez, pa¡-aadultos". Entre todo:; los ('uentosineluídos destaca el de Tomás Mo­jarra, La.. cartera. Este joven autoraún no domina los nroblemas delcuento, pero apunta las disposicio­nes esenciales: sabe ordenar los su­cesos en su secuela ',eméloral, sub­ravar el énfasís -C0I110 quiereF¿rster- en la causalidad de lossucesos narrados; resl~ol1lle con éx i­to a las dos pre;jnl1 t;!S hisicas delcuento: "i ,. luego?" -la historia-,"¿ 1;01' qu6?" -la trama-o La crea­cic',n ele personajes, defectuosa, leimpidió redondear su cuento. Des.­leídos poemas y reseñas bibliográ­ficas que en vez de aludir a los li,­bros que comentan, los eluden, cie­rran el número.

IDEAS DE MÉXICO, Año IV , Vol. 1,

Núm. 5. México, mayo-junio

de 1954.

El tr,:shulllar-te discurrir deOthón Lara Barba impide que susempresas, editoriales alcancen unmítiimo de periodicidad, logrando,en camb:o, mediante este bello "co­neo". averiguar el lugar donde seencuentra, constata" su afecto pO'rla poesí?.. Jaime Sahines en El poe­ma de los muslos se empeña en des­mentir las apreciaciones que 10 si­túan como el más aélreciable de lospoetas jóvenes.

CHICALOTE, correo de nuevaspoesías. Núm. l. Huejotzingo;octubre de 1954.

Del poeta neg.~·o Bernanl B. Da­die, anarece mas C]ue., un ,~)nema

una reveladora con teslOn : I Por­que no tengo auto / no soy, naraellos, un hombre! / i Porque no ten­go un castillo! no soy, para ellos.un hombre I / i Porque no tengoc.uenta en el hanco / no sov, paraellos, un hombre! / Lo sé". JoséPascual Bu xó ofrece una muestrade su poesía, jJreocu~ada tambiénnor sus semejantes: "Lo llevan ylo traen, / lo cnnujan y ,\corralan,'! y marcha / march;, s:n :11ás, /desnudo como el agua / pero notr?nsparente. / amurallado y sucio,/ descolloc:do é\.UIl 1""'ara ~l1S 111<tnos".

Fantasía y [I-cación poética cn Vi­en e~ 1.111 sl1Q:ercnte ~l1sa'yo de G~ r­eía Díaz: "1111 .~rall l;oeta vive 1':11

una nroximidaci inmediata a los,entido~. vive en la fantasía, y. loque re;; mAs irn·~nrtalljf'. vive en épo­ras de ¡-¡:iie::: o de barl1l1rie. En eda­des po de reflcxión, sino ele ;magi­n~ción' po ,le entendim'ento, ,inode fantasía. Homero. padre 11 prín­cipe de Ins parlas. nac.e en la bar­harie anti¡;rua, y Dante. cn la "re­toñada barbarie de Ttalia". A vece~;

los fil<">sofos son más bárbaros yni íios que 103 poetas.

LAS LETRAS PATRIAS. Revista delDepartamento de LiteraturadeIIMBA. NQ 3. México, julio­septiembre de 1954.

El sumario de este ní,mero seah re con una sorpresa: ¡:crl'lé.nrle.~

de Li:::a..rdi v los orirJenes rle la no­z'eia en M/rico ele Tasé Luis Mar­tínez. Este inteligente crítico denuestras letras tenía poco más deun año de no publicar. Los más.pesimistas supusi:e:mn que !:labía

ARMAS y LE.TRAS, Universidadde Nuevo León. Año XI, Núm.8. Monterrey, agosto de 1954.

ARTES DE MÉXICO, Núm. 4. Mé­xico, mayo y junio de 1954.

Lo fundamental elel número loconstituven los estudios de ManuelToussa'~t -La pintura I1/.1Iral enM éxico- y Raúl Flores Guerrero-Los Illumlistas del siglo XI X-oMiguel Covarrubias incursiona porlos mfi!:.es del Sllr _=-Poliuesi<l, M~.::

En Ru¡'én Darío y el modcrn:s­1110 en la literatura liispanoamerica­na se exrone llara consumo de es­tudiantes, 10 siguiente: "El moder­nismo se nos anarece hoy, en prin­cipio, como nna' nueva forma dt; re­volución poética que tiene 'u onge.nen un constante afán ele rlrscubnrnuevas formas noétlcas, liberandola creación estética de todo ~'1tgo

nreceptual". En Bernr7rdo. de Bal­buena.. y la Grande:::a.. M e:ncana en­contramos esta opinión implicita:"La Grande:::a Mexicana habla rol'su sólo título: es lo grandioso, dela ciudad, en o¡::osición a 10 peque­po. mezquino. de los pueblos; lasdelicadezas de la corte que hací'ldespreciar las miserias del cortijo".

AGÓN, Cuadernos mensuales defilosofía, arte y letras. Núm.1. Montevideo, abril de 1954.

AGÓN, Cuadernos mensuales defilosofía, arte y letras. Núm.2. Montevideo, tulio de 1954.

tiempo, ele aquí su .énfasis CI1 la lanesia y Micronesia-, dereniéndo-imp,trcialielad, esta imparcialidad se no en las "bellas y condescen-es, desde luego, Sil il1l.parC:·lllidad; dientes huríes y salvajes amables yha llegado ~ ella, al igual que los valientes", sino en l,~s artes de estqshistoriadores e1el positivismo, para pueblos. Toussaint ordena s:ntética-

En esta entrega se pide El premio hacerla un alegato incantroverti- mente el material de su trabajo:N obel para Alfonso Reyes, y ce ble, irrefutable, con instrumento "Estas obras pueden clasi ficarse de'anuncia que el "próximo número que se descarga en los opositores. la manera siguiente: pintura deco-será un homenaje --pobre tal vez- Altamirano usará este instrumento rativa; imágenes y escenas bíbli-al mexica;;ü universal en quien ve- para lanzarlo contra esa corriente cas; de la pasión de Cristo, vidasmas el porvenir de la inteligencia hispanizante que es también, a su de santos o simplemente religiosas;americana". El cuento de Enrique manera, imparcial'. unas cuantas son de carácter histó-Amorim, Contrafuego, está escrito "El mérito de Altamir~no -con- rico; otras mitológicas y finalmen-con prosa limpia y agil, y el de Val- c1t¡ye esta valiosa investigadora es te retrato:s". L~ s~tbia mano ele Vi-dés-La'¡.r~,·~e-gol'w,·co.f.l....I:ttu'nm ..y_. hafleT-€Fea6e--u-H--t~-Z.M~. s.el't.~_ ROJ.-º .. se.(:I~Ja Yd~r <:11. el Jor-;fantasía; ambos son lo mejor de que responde a la realidad de otros mato suntuoso, acerta o.este número. semejantes de su tiempo; por lo

mismo, no importan las 'deforma­ciones' que sufre d plateado, -¡-am­poco imrorta que su imparei.'llidadse haya ven'do abajo; pues d ge­nio noético de Altamirano hace quelos hechos en los ctnles 'ólretendióapoyar su éllegato, los internretecon m propio sentir y pensar comoocurre siempre en la obra litera­ria auténtica, de manera que alelevarlos a categoría artí~tica losrotenc:a, muestra su realidad ver­dadera y da así su personal. sub­jetiva -claro está- visión histó­r;c~. Así supera el 'realismo' de eU

tiempo y podemos hoy descubriren su obra una realidad tanto :násprofuuda. humana y autéut:ca re­velada por su imaginación creado­ra". Destacan. ~simismo, en rstenúmero los trabaios de Tustino Fer­nández sobre F.I diario de Waldec¡"';de Francisco de la Maza sobre El1I.rbanislllo neoclásico de IgnacioLastera; de Pedro Rojas sobre Lo­tándaro. y el de Raúl Flores Gue­rrero sobre El convento de Charo ysus ll1-lIrales. Los Anales del Ins­tituto de Investigaciones Históri­ca' constituyen, en definitiva, lamás importante publicación que seeditél C!l México sobre estos temas.

Ocupa la mayor parte de sus pá­ginas elbomenaje a Alfonso Reyes.Recogemos algunas opiniones: "Ree-yes tiene siete personalidades comolos gat~s siete vidas". "Penetrar ensu obra ~1:Úi:id.o ({lOS ha dicho enJeli f s~ntesi.s Rodríguú MQuegal'-:".es aleccionadora tarea. La simpleenumeraci6n de sus títulos sobreco­ge; la vastedad asombra; la cali,.dad, en" fin, admira". '''Yo les sugie­.1'0, cuando vayan a. México·, ¡11irenlas pirámides, la h:lz transparente,envolvedora, y, busquen a AlfonsoReyes ..." El propio Reyes colabo­ra con un breve ensayo, El supuesto

.0li1l1pis1llo de Goethe: "La maníade convertir a Goethe en una figu­ra de museo no le verdona ¡¡¡ a' lahora de la muerte".

ANALES DEL INSTITUTO DE IN­VESTIGACtoNES ·EsTÉncAs. Nº"22. México, 1954.

Manuel Toussaint abre la pagí­nación de este número con una bre­ve bistoria del Instituto de Inves­tigaciones Estéticas, que tan eficaz­

'mente dirige. El Instituto fué crea­,do en 1934, y desde entonces ha·realizado una múltíple labor mun­dialmente reconocida. Entre las 11lI-

·blicaciones más importantes que haeditado figuran, además de los Ana­les, Planos de la Ciudad de M é.ri­co (1938), del propio Toussaint,Justino Fernández y Federico Gó­mez de Orozco, la Sillería de San.Agustín (1941), de Rafael García'Granados, El Romance espmiol y el'Corrido me;ricano. Estudio compa­rativo (1939), de Vicente T. Men­daza, Arte Pl'ecolombino y de laAmérica Central (1944), de Salva­dor Toscano, Arte Colonial en Mé­.rico (1948), de Manuel Toussaint,:Arte Moderno y Centemporé.neo de,México (1952) de Justino Fernán­dez. Además, el Instítuto se hapreocupado de fomentar la inves­tiga6ón ele la Historia del Arte"fuera de la Universidad". Clemen­tina Díaz v de Ovando estudia gCU­

s'osamcnté La visión histórica deI,r¡nacio Manuel Altamirano.

Las principales teorías del autorde El Zarco, acerca de la historia,se resul11~n de la siguiente ;n,~nera :"Al.tami,rano está dentro del am­biente positivista-ci:entificista de s·u