LIBRO PEPITAS DE PLATA - PADRE ELIECER SALESMAN

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Transcript of LIBRO PEPITAS DE PLATA - PADRE ELIECER SALESMAN

LIBRO§ QUENO DEBEN FALTARENUN HoGARcATóuco

NOVENAYBIoGRATÍn

DE SANJUANBOSCO

90. Edición.

NOVENANÍnLICA ALNrÑoJEsÚs

29a. Edición.

ORACIONESPARA TODASLAS OCASIOI§ES4a. Edición.

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PROLOGO.

Cuando hace 18 sigtos San Poli-carPo le pidió un consej o al famosomártir San lgnacio de Antioqu ía,este Ie escri b¡ó diciéndole: «Tienesque Ped¡rle a D¡os que te concedael don de la sab¡du ría,y hacer cadadía algo por aumentar la que yaPosees». Las páginas de este libroquieren ayud ar a los lectores a pro-gresar un Poco más en su sab¡du ríayasíllegar aser mejores y más felices.

a quien se lo P¡de y a quien pone la

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presentamos hoy, pueden Ser esa((cuota inicial» para ir adquiriendo unpoco más de la sab¡du ría espiri tualque tanto necesitamos todos.San Gregorio Magno, famosoPontífi ce, afirmaba: «JeSús, Como en

las bodas de Caná puede Y quiereconvertir en vino de Sabiduría nuestraignorancia pero pr¡ mero exige quellenemos Con buenas lecturas las ti-najas de nuestro entendimiento. Tan-

to más vino de sab¡duríaobtendrá ca'da uno, cuanta m ayor abundancia debuenas lecturas haya echado en su

cerebro».Al rnás grande sabio de la lglesia Ca-tólica, Santo Tomás de Aquino le Pi-d¡eron un consej o para obtener sab¡-du ría y respond¡Ó. «Leer buenos l¡-bros. Volverlos a releer. Tratar de asi-milar y record ar lo que allíSe enseña.Pedir la iluminaciÓn del Espíritu San-to. Preferi r las lecturas mas fáciles de

entender para cada lector, y no dej arningún,d ía sin Ieer alguna página deun libro espiritual)). Muchos han prac-ticado este sabio consej o y han ob-tenido preciosos proEresos en 3abi-du ría. Ahora nos toca el turno a noso-tros.Un notable conferencista modernoanda repitiendo de ciudad en ciudad:« El día en que Ud. se acueste sinhaber leído algo formativo, ese díafue perdido para su cerebro ,y no tuvoprogreso intelectual, Lástima que al-gunos y algunas, el único ¡¡bro queconsultan cada año es...el Directoriotelefónico».Para cuantas personas Ia vida es tor-mentosa, inút¡|, ruidosa, como un to-nel vacío que rueda loma abqo, ha-ciendo en gran ruido pero sin tenerningún contenido . LPor qué?. Porqueno ded¡can unos minutos cada día apensar un poco, mientras leen un

Iibro formativo. Este sí que sería elriego que llenaría de frutos prove-chosos el campo de su vida d¡ari a.Los delegados de 110 países de latercera Comunidad religiosa masgrande de la lglesia Católica enviaronun rnensaj e a sus colegas del mundoentero, efi el año 2002,y allí insisten17 veces en que si alguien quiereobtener sab¡duría y progresar espiri-tualmente tiene que leer algo for-mativo cada día. Y terminan d¡ciendo:«Si no leemos por nuestra cuental¡bros espirituales, r'ros quedaremosignorantes. Cada cual debe tener in-quietud por leer, estud¡ar y aprenderalgo nuevo cada día».Este I¡brito puede servir para lograrcumplir lo que han recomendado tanimportantes person ales de nuestrasanta relig¡ón.

EXISTE U¡r LLBRO ALLE ALEJALA TRISTEZAY EL DESA¡VIIWO.

S^E TITT.]LA,COMO ALEJARLA

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DEPRESIO¡,I"

METODOS PARA TENER PAZFELICIDAD Y PROGRESO

CAPíTULO 1

ACEPTAR LA VIDACOMO LLEGA.

üarnbio provechoso. A San JuanBosco cuando estaba mori bundo, Iosque lo asistían Ie recomendaban fre-cuentemente que p¡diera a NuestroSeñor le conced¡era la curaci J'r, peroél en cambio repetía. «Señor: Hága-se tu santa voluntad. Oue no se ha-ga lo que yo quiero, sino lo quequieres Tu". Esta es la más bellaoración que se pueda decir en mo-mentos de dolory de sufri miento.Una respuesta impresi nante.Narra Ia Santa B¡blia que cuandoIlegaron los mensaj er s a contarl e al

Santo Job que todos sus h¡j os habíanrnuerto en un terremoto y que losguerrilleros le habían asesinado a to-dos sus obreros y Ie habían robadotodos sus animales, Job exclamó re-signado: «D¡os me lo d¡ó D¡os me loqu¡tó, bend¡to sea D¡os» y el L¡broSagrado añade esta bella noticia:r«En todo esto Job no pecó con sulengua». Y decía muy sabiamente:«rSi recib¡mos y aceptamos de Dioslos b¡enes que nos concede, ¿Por-qué no aceptar tamb¡én los malesque permite que nos sucedan?)).Y añade Ia Santa B¡blia que en todassus grandes penal¡dades Job nopecó con su lengua. LOué se dirá denosotros cuando nos lleguen losmomentos negros y d¡fíciles?, Oj aláque sepamos imitar al Santo Job.

¿S erá que se sufre porque D¡os noestá contento con nosotros?. H ay

B

un dato interesante en la Santa Bibliacuando habla del Patriarca Job. EI

era el hombre cuya vida Ie era másagradable a D¡os, eh su tiempo. De éldijo D¡os hablando con sus ángeles:«¿Han visto a mi sielvo Job?. Esun hombre santo de excelenteconducta, que teme ofender a D¡osy se aparta de todo lo que es malo.No hay otro tan bueno como él enla tierra (Job Cap. l). Y sus amigosdecían de él : "enseñó a muchos aportarse biell , defend¡ó a los débiles,ayudó a los necesitados, animó a losque estaban tristes e infundió fortale-za a los que ya no podían más». (JobCap. 4). Y sin embargo D¡os perm¡t¡óque se llenara de llagas de pies acabeza, que lo echaran de su casa ytuviera que irse a vivir a un basurero;que durante el día los muchachos seburlaran de él y por la noche el de-monio Io atormentara con pesad¡llas.

¿Por qu é? Porque, según dij o Jesús:D¡os al árbol que más quiere, rnás lopoda con sufri mientos para que pro-duzca mas frutos para la vida eterna(Jn. 15)

Una buena escogencia. A SanFrancisco de Sales le preguntaron:¿Qué prefi ere: morir joven o llegar auna buena ancianidad?.¿lr directamente al cielo cuando sennuera o pasar antes por el purga-torio?. Y respondió: «Ninguna deesas cosas deseo más que la otra.Ya Nuestro Señor pensó desde todala etern¡dad qué era lo que más meconvenía y eso será Io que me suce-derá. Yo quiero estar siempre com-pletamente de acuerdo con su San-tísima Voluntad. EI no necesita demis consej os . Él es el que sabe. No-sotros somos los que no sabemosqué es Io mejor. Por eso lo más

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conven¡ente es colocarse en sus ma-nos y dejarle que obre según su infi-nita sab¡duríay su gran bondad".

Las declaraciones de una personacontrariada. Aunque ya es algo muyconocido, sin embargo conviene re-cord ar lo que d¡ce una gran placa enuna sala intern acional de conviven-cias: «Pedí a D¡os que me hicierafuerte pa ra sobresalir, y Él perm¡t¡óque yo siguiera siendo siempre dé-b¡l para que me conselve hurn¡lde.Pedí a D¡os su ayuda para hacerobras g,randes y pasar la vida gozarl-do, y El me d¡ó tamb¡én penas ysuiri mientos para que ayude a lasalvación de otros, y le vaya pagan-do mis pecados.

Le pedí r¡quezas, paz, honores y co-modidades para obten er, Ia felicidadaquí en la tierra, y El perm¡t¡ó

tamb¡én que rne llegaran pobre zd,angustias, hum¡llaciones e inco-mod¡dades no sea que apegándo-me demasiado a los goces de estavida pueda olvidary echar a perderlos goces que me esperan en lavida eterna. No recj bí todo lo que Iepedí a D¡os, pero El me dio Io quernás necesitaba. Mis oraciones fue-ron escuchadas contrariando mispi'opios deseos, p ara que se for-talezca mi voluntad y yo logre ob-tener una verdadera personal¡dad.

Ahora me he convencido una vezmas que sí es verdad lo que dij o élApóstol San Pablo. «Todo sucedepara el b¡en de los que aman aD¡os» (Rom.B).

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CAPITULO 2

NORMAS OUE PRODUGENTRANQUILIDAD.

Muchas cosas empezaron por uncomienzo arnargo. Cuando San Pa-blo curó a un paral ítico en Listra, loque le vino aél enseguida fue una tre-menda pedrea que lo dej ó mediomuerto. Parecía entonces que aquelmilagro había sido inút¡l. Pero se fuea sanarse de sus heridas a un hogarmuy p¡adoso y allí un joven llamadoT¡ moteo al ver el valor, la paciencia yhasta Ia alegría con que el Apóstolsufría todo por amor a Cristo, se con-mov¡ó, se hizo bauttzar y en adelantefue el mas apreciado colaborador deSan Pablo. Es que D¡os saca bienesde Io que en apari encia parecen sermales.

Los dos golpes fuertes en la cara.San Vicente de Paúl era capellán delas cárceles de París. Un día un ricole regaló un pequeño costal con dosk¡los de monedas de oro y de plata.El santo se fue a visitar a los presos yal llegar a la celda de uno de ellos ledio el pequeño costalado de mone-das a un guardia y Ie d¡j o: «Láncelecon fu erza el costal a Ia cara de esepreso» -Así !o hizo, y el otro al sentirel duro golpe empezó a maldecir yquej arse dlciendo: «Además de queme tienen preso ¿todavía me gol-pean? -Y no se tomó el trabaj o demirar qué contenía el costal con elcual Io habían golpeado.Entonces el santo mandó recogerlo yal pasar por la celda de otro preso Ievolvió a decir al guardta. «Láncelecon fu erza el costalado de monedascontra Ia cara de ese» -Así lo hizo elguardián. Y el preso, mientras se

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trataba de estancar con un pañuelo lasangre gue le salía por las nari ces acausa del golpe, abrió el pequeñocostal y al encontrar allítantas mone-das de oro Y Plata, empezó a gritar:«¡Guardias, vengan, venganl A míme tienen Preso por una deuda queno Pude Pagar. Aquí he encontradotodo el d¡nero que yo estoy debien-do» -En ese momento entró asu cel-da San V¡cente y le d¡io: «Muy ¡Bien!MUY b¡en. Lo felicito porgue Ud. envezde ded¡carse a renegar por haberrecibido un golpe, lo que hizo fueaprovech ar aquello con lo que to gol-pearon, para pagar sus deudas. Yomismo haré venir aquí et ju ez pa raque Ie reciba la bolsa de monedas y lodejen en libertad» -Y así suced¡ó.Y el santo al na rrar este hecho en suspred¡caciones decía: «Así debemoshacer cuando nos lleguen los golpesde sufri mientos, de enfermeOades,

de pobreza y malos tratos. En vez deded¡carnos a renegar, aprovechar to-do eso para ofrecerlo a D¡os y así irlepagando las grandes deudas que Ietenemos por nuestros pecados».

Unos camb¡os que se desean ha-cer y que no convienen. Decía elgran pred¡cador Monsabré: «Si Diosme conced¡era su omn¡potencia por24 horas, verían cuantas cosas cam-biaríayo. Cambiaría mi economía, misalud, m¡ buena fama, mis amigos yfamiliares. Pero si me conced¡eratamb¡én su gran sab¡duría, con todaseguridad gue yo dej aría todas lascosas como están, porque Io queD¡os permite que nos suceda es loque mas nos conviene, aunque no-sotros no lo entendamos así porahora. AI f¡ nal de esta vida veremosque todo suced¡ó para bien de los queaman a D¡os. S¡ Dios permite que

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E

las cosas sucedan así, debe sergue convienen paranuestro mayorb¡e11 .

Un accidente. Vi ajan dos personas.La una perece en el accidente. Laotra se conserua con vid a. ¿Por quéperm¡tió Dios que uno de ellos pasaraen ese instante a la eternidad? No-sotros no Io sabemos, pero El sílo sa-be muy b¡en y es el dueño de la vida yjamás Ia muerte llega sin gue I Crea-dor asílo permita. Porqué el otro coJ,l-servó Ia vida y se ha recuperado tansatisfactoriamente ¿Por qué en aquelpreciso momento apareció un joven yen su autornóvil IIevó ráp¡damente alhendo al hospital? Es que D¡os si-gue haciendo milagros en nuBS-tras vidas.

Ouizás D¡os tenía planes de que elsobreviviente se ded ica ratoda víapor

bastante tiernpo a hacer el bierl . D¡ostiene planes que nosotros no co-nocemos y que debemos aceptar yestar agradecidos. Lc cierto es queno se cae un cabello de nuestra ca-beza sin que D¡os así lo haya orde-nado.

EI cambio obtenido en una cárcel.El escritor OSCAR WILDE (1 900)por ded¡carse a placeres que no eranlícitos fue llevado a Ia cárcel, Y allíelsufri miento le obtuvo enseñanzasque los placeres no le habían conse-guido. La tremenda prueba de la cár-cel modifi có su modo de pensar y vol-vió cri stiano el que había vivido hastaentonces como un pagarlo.

El carcelero decía: «Lo que él hayasido antes, yo no Io sé ni lo juzgo. Pe-ro lo que si sé,y Io sé muy bien, esque aquí en la cárcel se comportó

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como un santo)). Y el mismo Wildeescr¡bió después: «Yo entré a la cár-cel con un corazón duro y da ñado , ysalí de allí con un corazón noble yconvertido". Lo que puede el sufri-miento.

A ALIIEIV DESEA ADAUIRIR t/¡üAGRA¡ü PACIEIVC IA LE CoI]rr:/rcA./tr

LEEREL LIBRO,, CIEIV F.. O RA[[.I LAS P/\R,A

LLEGA]? '4L ÉXITO",

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CAPíTULO 3

COMO HACER UNALIMONADA CON CADA

LIMONAZO OUE RECIBIMOS.

A su tiempo todo se entenderá.-Dice Ia Santa B¡blia «Las obras deDios son todas buenas. A su tiempose sabrá que todo ha sido conve'niente y útil, Llegada la hora, todo loque D¡os permite que, suceda, cum-ple el fi n por el cual El perm¡t¡ó quesuced¡era (Ec. 139). Una santa afi r-maba: «Vivir sin sufri r, seria no ga-nar nada parael cielo». Cuando nosllegue el desánimo no lo atri buyamosa las cosas que nos suceden sino a laopinión que tenemos acerca de ellas(Epicteto). Hay que hacer como Jo-sué y Caleb, los cuales cuando Moi-sés Ios envió a explorar Ia tierra pro-metida, no solamente se fij aron en los

males, peligros y sufrimientos que allíles esperaban, sino en las grandesposibil¡dades que la lucha por con-quistar esas tierras iba a proporcio-nar al Pueblo de D¡os.Tengo que fi rm arl e a Dios un che-que en blanco: que su santa volun-tad disponga de rní y de mis bienesüomo mej or le parezca. Pues lo queÉl permita siempre será para mi ma-yor bien. Aunque ahora no lo entien-da, uo día lo entenderé sino en estavida síen la otra.Por una paliza, una convers¡ón.En la ciudad de F¡lipos, San Pablo Ieechó el demonio que tenía una jovenesclava, el cual la ha cía adivinar ycon eso les produ cía buenas ganan-cias a sus dueños. De rabia porquese les acababa el negocio, los tiposexcitaron al populacho y le d¡eron so-berana paltza al apÓstol y Io echaronencadenado a la cárcel. Él y su

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comp ñero rezaban y cantaban en laprisión, y los demás presos los escu_chaban admirados.

A medianoche hubo un terremoto yse les soltaron las cadenas, y seabrieron las puertas. El .rr.ál"roquería suicidarse creyendo que lospresos se habían fugado, pero pablolo llamó y le drjo qué ahí estaban to-dos los prisioneros. EI carcerero emo-cionado se arrodiiló a tos pies derapóstol y preguntó: «¿eué debo ha_cer para salvarme?»> y él le respon_dió: <<Crea en el Señor Jesús y seránsalvos Ud. y su familia». y los ins_truyó acerca de Jesucristo y todos rosde esa casa se hicieron iautizar enesa noche y quedaron supremamen_te contentos de su nueva ieligión.

Cualquiera .hab-ría podido decir que

san Pablo había fracasado ar echar

el demonio de la esclava pues la res-puesta fue una espantosa paltza, pe-ro de aquello sacó D¡os la conversióndel carcelero y de toda su familia. Asíque cuando algo desagradable nossuceda, er vez de desanim arnospensemos: ¿y qué bien querrá Diosobtener con este sufri miento que meha llegado? -Seguramente que algobueno se va a obtener de cada con-trariedad.

Los tres caminos. A un matri moniole comunicaron que su h¡j ito qued aríaciego ,y los esposos en vezde deses-perarse y maldecir, lo que hicieronfue exclamar: «S¡ D¡os así lo ha per-mit¡do, hágase su santa voluntad» -Yles pregunt ron por qué no protes-taban por tan triste noticia y ellosrespond¡eron: «Es que ante Ia contra-riedad hay tres caminos: el de re-negar, el de rabiar en silencio ,y el de

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acePtar en Paz lo que D¡os permiteque nos suceda".

El Pr¡ mero es dañoso. Et segundo esinÚtil. El tercero es el único que ag ra-da a D¡os Y que llena de paz el alm a.Por eso no nos queda otro caminoque repetir con Ia sagrada B¡bl¡ a: «siaceptamos de Dios los bienes, ¿porqyé no aceptar también los maies?¡El sabe mejor qué nosotros to quemas nos conviene!». ¡oué belloej emplo de paciencia!

Algo queda todavia. un enfermo seretuerce desesperado y se quej a enIa cama del hospital. Pero el otro tull¡-do le d¡ce: ((Yo no puedo mover undedo, Pero sin embargo puedo oírmÚsica, leer y habl ar y con eso estoycontento». Ese «Sin embargo» lte-*nÓ de consuelo al otro eñfermo.Porque cuando no nos fijamos solo

en lo que nos falta, Sino en lo que aunnos qued a, puede volver otra vez laaleg ríaal corazÓrl .

No confundir aceptación con apa'tía. El aceptar la vida como D¡os hapermitido que nos llegue no signifi cares¡gnaciÓn fatalista, cruzarse debrazos y no hacer nada por remediarla situación. Lo irremediable hay quéaceptarlo, porque es inÚtil tratar deque ya no Sea aSí, Sería Como darleCabezazos a una muralla de Piedra.pero a lo demás hay que esf orzarsepor tratar de ponerle remedio. Puedeser que la solución no llegue muy fá-cilmente, pero si hay alguna esperan-za de remediar un mal no tenemosderecho ano tratar de remediarlo.

Un lema antiguo y hermoso. No ol-videmos aquel lerna y oración que ya

en el s¡glo cuarto repetía la gente y

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que tanto b¡en ha hecho atantas per-SONAS: .,SEÑOR: DAME FUERZAPARA CAMBIAR LO OUE SE DEBECAMtsIAR, CONCÉOEME EL VA-LOR PARA ACEPTAR LO OUE NOSE PUEDE CAMBIAR, Y SABIDU-RíA PARA RECONOCER LA DIFE-

,q Gada cual le talta algo. En un busde transporte intermunicipal le de cíaun ciego al que estaba asu lado: (( ¿AUd.que le falta? Amí me falta lavista.¿Y a usted también debe faltarle al-go, porque a cada cual... algo le fal-ta? - Los dernás pasaieros cornen-taban: «Tiene razón el ciego». PeroacePtar con áni mo resignado lo quenos falta, produce una gran pa z.

CAPITULO 4

ACEPTAR LA REALIDAD

Lo que D¡os ha permitido. Tengoque aceptar con paciencia lo queD¡os ha permitido que yo sea,y Io queme haya suced¡do. Soy lo que soy, noporque así lo haya querido yo, sinoporque D¡os así Io permit¡ó. Es Diosquien me dio este cuerpo con esas li-mitaciones; esta clase de inteligen-cia, este corazón, este temperamen-to, este carácter.Ouizás no me guste ser así, pero cier-tamente ello me viene porque un Diosque tanto me ama ha permitido gueasí sea. ¿Y para qu é?. Seguramenteque para m¡ bien y para el bien deotros. No solo debo aceptar con pa-ciencia esto que D¡os ha permitidosino también con alegría y agrade-cimiento. Porque aunque yo no Io

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entienda así, seguramente que serápara mi mayor bien.

En vez de maldecir, Io que debo ha-cer es exclarnar. ««Bendito sea Dios».Y añadir: «Señor yo no sabia lo quedecía cuando me guejaba de lo quepermitías que me sucediera. Todo loque has permitido gue me suceda lohas hecho con amor, bondad y del¡-cadeza para conmigo y para el biende los demás. Todo Io d¡spusiste y or-denaste con exquisita sab¡duría: mifamilia, el ambiente donde he vivido,mis inclinaciones y hasta mis desilu-siones. LaE ordenes que he recibidoy las proh¡b¡biones que me han dado.Y hasta esos pecados ajenos que mehan hecho sufri r. Pues no habrían su-ced¡do si Tú no lo hubieras perm¡tido.Acepto Señor todas estas circuns-tancias contra las cuales tantas ve-ces me he resistido y he protestado.

No mires a mis protestas de niñorebelde, sino a rni aceptación queahora quiero hacer de tu santísimaVoluntad». (P. Lombard¡).

Una petición muy especial. Cuandola enferma ADELA KAM fue llevada ala V¡ rgen de Lourdes, donde sus fa-miliares tenían Ia esperanza de queobtuviera la curación, mientras otrosenfermos gritaban: "Señor haz queyo vea" . "V¡rgencita haz que yo oiga"."Señor hazque yo pueda andar", ellaen cambio repetía "Señor, haz queyo acepte. Hazque yo sepa aceptarlo que me sucede". Y aunque tuvoque sufri r nueve años de enferme-dad, del pulmón, de la cabezay de losoj os y recibir dos mil inyecciones yd¡ez operaciones quirúrgicas, y tuvoque mori r a los 29 años, ella siempresonreía. Y repetía. ««Un día llegaré acomprender el por qué y Ia misteriosa

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razon de estos dolores que pareceninútiles».

La llamaban <sla doctüra del dotor»Y Adela afi rmaba: «h ay que aprendera estar enfermo como se aprendecualguier otra profesió¡»> y sonre ía. ycuando le avisaron que se acercabaSu muerte exclamó. «Señor: retrasadel momento de la muerte hasta quese cumPla la medida de dolor quemas me conviene parapurifigarme detodos mis pecados y pa ra obtener etmayor provecho para los demás». Y§ünreía. Con razÓn et sabio medicoAlexís Carrel que se dedicó a estu-diar cómo la V¡ rgen Santísima enLourdes, a los enfermos que no tesconcede la cu ración les obtiene unamaravillosa paciencia pa raaceptar toque D¡os ha permitido que tes su-ceda, exclamÓ: «Nunca habíaimaginado que un enfermo pudiera

llegar a ser tan feliz. No obtienen lacu ración, pero sí obtienen la acep-tación de lo que les sucede ,y eso lestrae una gran paz>>.

Lo que se gana aceptando el dolor.En 19 1B un impío descreído llevó suhij ita total mente paralizada al Sarl-tu ari o de Nuestra Señora en Lourdes,diciendo: «Si la veo completamentecu rada prometo convertirme. Peroesta cu ración va a ser imposible».Tan pronto la niña fue presentada an-te la imagen de la V¡rgen M aría,acompañada de muchos enfermosmas, el Padre Capellán exclamó.«Hermanos enfermos, ¿hay aquí al-guno que quiera aceptar pasar en-fermo el resto de su vid a, con tal deconseguir la conversión de un peca-dor descreído? En medio del silenciogeneral , una muj er casi paraltzadaque se movía ayudada por dos

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muletas gritó: «Yo)). Y una m amá quellevaba a su h¡j ito sordomudo añadió:«Acepto tener que soportar por todala vida Ia mud ez de m¡ hij o con tal deque el pecador se convierta». En esemismo instante quedó cu rada la niñaparalizada , y el incrédulo papá cayóde rodillas diciendo: «creo, Señor,creo». Son los milagros de conver-sión que se obtienen aceptando lacruzde sufrimientos de cada día.

MILES DD PERSO]VAS I{A¡üADQTJIRIDO FUERZA DE VOLL]NT,4DLEYENDO EL FORMIDABLE LIBRO

QUE SE TITULA,,EL COMBATE ESPIR/TUAL'

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CINffiBA?E

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CAPíTULO 5

SOBRELLEVAR LAADVERSIDAD

permite que nos suceda es lo quemás nos convieJle.

Lo contrario de lo que pensaba.Decía uno: «Un día me propuse: hoyno tendré ninguna contrariedad» ,y alsalir a la cal le, por querer esquivar unbus me arrol ló una bicicleta y del ca-bezazo Ie derramé el ají a una vende-doray tuve que pagar las empanadasque cayeron a una alcantari lla sin ta-pa (dicen que les quitan la tapa paraque se ventilen). Yo estaba estrenan-do un vestido de color ratón y me fui acasa a cambiarlo, porque había que-dado totalmente lleno de barro y alláme en cargaron que fuera a donde unamigo a devolverle un reloj que noshabía prestado,y subí al bus que noera y me bajé en un sitio lleno de la-drones y allá me robaron el reloj .

Y entonces me acordé de aquel re-fránque d¡ce. ((El hombre propone y

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II

D¡os dispone»» y de aquella otra en-señanza tan provechosa que re-comiend a: «h ay que reírse de unomismo y gozar de Io ridículo que tienela vida)). S¡ uno se toma demasiadoen serio se enferma de los nervios.El 50 por ciento de las enfermedadesnerviosas se deben a que no seacepta lo vida corno es y como su-cede, y me puse a silbar y en vez derebelarme contra Io suced¡do me d¡j e:<«si opongo rni voluntad a la voluntadde D¡os, que perm¡t¡ó gue esto su-ced¡era, ffie estoy fabricando unacruz, pero si acepto alegremente Ioque me va llegando y coloco mi vo-luntad paralela a la de Dios, ffie es-taré fabri cando una escalera parasubir al cielo".

El pr¡ mer rnedio de santif¡cación.Decía el gran pontífice Pío Xll «EIpr¡ mer medio de santifi cación es

saber soportar Ia vida con dócil acep-tación de Io que D¡os permite que nossuceda, convencidos de que todo su-cede para bien de los que arnan aD¡os».

Un caso h¡stori co: S¡ hubieran pre-guntado a un judío en tiempcs del reyNabucodonosor: ¿Qué es mejor paraUds. Ios creyentes, quedarse en pazen su país, o ir desterrados a un paísextranj ero?- -Quizás hubiera d¡choque lo rn or era quedarse en su país.Pero a D¡os no Ie pareció así, y suce-d¡ó que los judíos que fueron Ilevadosal destierro de Babilonia conseruaronsu fe y adquirieron un gran valor paradefender y practicar su relig¡ón, y encambio los que se quedaron en supaís perdieron la fe y llegaron a unespantoso grado de relaj ación decostumbres. Es que el sufri mientopreserva y fortalece.

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Algunas ventajas de Ia advers¡dad,Una persona pensaba. «Dios meayuda rnucho por la santidad que yotengo» pero vinieron sus faltas y de-b¡lidades y caídas y ahora p¡ensa.«Dios me ayud a, no pgrque yo tengosantidad, sino porque El es muy bue-no». Hasta nuestros defectos nos ha-cen provecho, porque ellos derrurn-ban Ia m ural Ia de nuestra vanidad.Una señora que ahora es muy devotadeclaraba. ((S¡ mi esposo no se hu-biera muerto y no rne hubiera dej adoen el desarnparo; si mis familiares,por una calumnia que alguien me in-ventó, no me hubieran abandonado,yo nunca habría encontrado a D¡os,yhabría seguido en el materialismo yen Ia irnp¡edad. Nadie puede tratar-nos mal si D¡os no se lo permite paranuestro bieJJ, D¡os podría no haberpermitido eso, pero si lo perm¡t¡ó, poralgún fi n bueno será. Dios tiene un

4A

plarl , un fi n secreto cuando permite

que ciertos males nos sucedan. Nada

malo puede sucedernos sin el perrni-

so de Dios.

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. R.E CT.] E,IVT E,MEIVTE A

CAPíTULO 6

UN ENEMIGO MORTAL OUEHAY AUE COMBATIR

CADA DIA.

Atacante a la puerta. Todos tene-mos un enemigo que busca cada díahacernos el rnayor mal posible: es elorgullo. Cada cual tiene un ídolo queadora día y noche es su propio yo, suegoísmo. De vezen cuando algún ex-plosivo hace volar el ídolo. Ese explo-sivo es Ia incomprens¡ón, o la critica,las humillaciones o las tentaciones ydeb¡lidades y entonces sentimos tri s-teza e indignac¡ón. Como vivimos in-fl ando demasiado nuestro Yo, poreso hacen falta los p¡nch azos de hu-rn¡llaciones que Io desinflen(Larrañaga).

Tres ídolos: p¡den cada día que Ios

adoremos: la sensual¡dad, las rique-zas y el orgullo y en cualquier mo-rnento tenemos el peligro de caer enidolatría, en el error de adorar eSoS

ídolos (ViganÓ).

Los excesos. Quien vive sirviendo asu orgullo y a su egoísmo cae en dosextremos opuestos: cuando todo leresulta bien demuestra una alegríaque le lleva hasta el desequil¡brio ycuando las cosas salen mal le llega ladepresión también hasta el desequ¡-librio. Hacia quién Io alabe y Io felicitasiente y demuestra amor y pred¡lec-ción. Pero hacia quien no le adora Su

egoísmo y le critica, siente y demues-tra anti patíay hasta odio.

Síntomas de esta enfermedad.Ouien tiene Ia enfermedad esp¡ritualdel egoísmo y orgullo siente que es

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mártir del trabajo y le parece que losdemás no actúan lo sufi ciente. T¡ eneresentimiento por la falta de alaban-zas hacia su labor. Menosprecia loséxitos de los demás y trata de des-prestigiar aquien no !e alaba.

Exalta su prop¡a labor: «yo h¡ce €s-to», Se atri buye a sí mismo los éxitosIogrados. Cultiva Ia autosufi ciencia ya Ia vez el desprecio por el aporte delos demás. Prej uzga a los otros y loscondena sin conocerlos. Aspira a al-tos cargos y sufre fuerte desilusión sino los consigue o los p¡erde. Alimentael resentimiento contra los que Ie hanherido en su orgullo. Hace obras conel fi n de prolongar su buen nombrer.¡Orgullo y vanidad son los nombres deeste modo de proceder.

Aviso de lo alto. Jesús insistía mu-cho paraque evitemos este gran mal.

De cía frecuentemente: «Tengan

cuidado paÍano hacer sus buenas

obras por aparecer, por que ento]l'ces pdrderían todo el premio que

Dios les iba adar por ellas» (tvl at.6).

Con este aviso quiere el Señor des-

te rrar de nosotros la más tiránica de

las pasiones, la vanaglori a, la vani-

dad; el deseo de ap arecer, que ataca

especialmente a quienes se dedican

a hacer el bien. Es una enfermedadque llega precisa rente después que

uno ha realizado obras buenas. Y Je-

sús insiste en tres obras buenas que

pueden producir vanidad o vanaglo-

r¡ a: la limosna, el ayuno o mortifi ca-

ción y la oracióJ1 .

Sentíalásti ma el Redentor acerca de

los fariseos que sacaban de esas tres

obras el alimento parasu vanidad.

«Ayuno dos veces por seman?».«Doy el d¡ezmo de todo».

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Y oraban en plena calle con los bra-zos extend¡dos... Jesús sabe muyb¡en que esa fi era del orgullo es as-tuta y ataca donde nadie podía ima-ginar, y roba los premios que D¡os ibaa conceder. Por eso nos pone en so-bre aviso: «Cuidado, ho sea que porservir al orgullo se les queden sinpremio de D¡os, las buenas obras quehacen»>. (San Juan Crisóstomo).

Un enfoque equivocado. «El orgullohace que todo quede referido a nues-tro yo. Aquella interuención que tuve;aquella persona que me alabó; esacolaboració que me pidieron; esaspersonas que me consultal'l ... y la ca-beza anda recordando cosas satis-factori as para Ia vanidad ,y Ia imag¡-nación s¡gue engordando al propio«yo» entre deseos insaciables de fu-turas grandezas y temores de perderel bri llo de la propia imagen.

Si nos llenamos de orgullo acausa de

nuestros propi s éxitos nos estamosalej ando de Dios porque le estamosrobando a Él la glori a que se merece.

El orgullo, el amor pro io es un balónlleno de humo, del cual salen tem-pestades de protestas cuando lo pin-

chan. Afortunadamente nuestras mi-

se¡ as y debilidades y las críticas de

los demás y las desilusiones lo van

pinchando continuamente para que

no se nos suban a la cabeza los hu-

rnos dañosos de la vanidad.

Un apetito desordenado. El orgullo

es un deseo desordenado de sobre-

salir y de ser esti mado. Así como el

glotón tiene apetito desordenado de

comery beber, y el avaro tiene apetito

desordenado de poseer d¡nero y bie-

nes y el sensual tiene un apetito de-

sordenado de gozar placeres sexua-les, así la persona orgullosa tiene un

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apetito desordenado y exagerado derecibir alabanzas y aprecios y de so-bresalir entre los denlás. La palabra«soberbia» viene de dos palabras dellatín. «super ¡.. ire» estar más arri baque los demás. Subir más alto que losotros. Pero todo el que se enorgu-llece será humillado. (Santo Tomásde Villanueva).

El vacío que vamos a dejar. Ouieresaber, cuan grande es el vacío queUd. va a dej ar en este mundo al mo-ri rse? Meta la mano en una vasij a lle-na de agua , y al sa carla mire qué tan-to vacío ha quedado.... Cuando Ud.yyo nos muramos el mundo seguirá lomismo, o uizás mej or. EntoncesLparaqué tanto orgul I o? . ¿QLIIERtr EVITHR EL ORG\ILLO?

LEAEL LIBRO TITULADO(( EL PEC'\DO"

SE VAAIMPRESIO¡üAR

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CAPíTULO 7

SER ORGULLOSO ES COMOALIMENTARSE CON HUMO.

Una decepc¡ón. V¡ no una vez unhombre aped¡rme que Ie autografi araun libro mío para regalárselo a su es-posa el día en que ella cumplía años.Mi vanidad me hizo pensar que enverdad un l¡bro mío era algo precioso,pero luego me desilusioné.

Le pregunté al hombre: ¿Tendrá ellauna gran sorpresa con este regalo?-Claro que s¡, se llevará una enormesorpresa porque lo que esperaba co-mo regalo de cumpleaños era unabrigo de $ 300.000 y no esto. -Al es-cuchar la respuesta de aquel hombrecaí de las nubes de mi vanidad y hu-m¡ldemente tuve que aceptar que loque nuestro orgullo nos hace creer

que somos es una tri ste fal sedad.

(Og Mandino)-

Remedio efi caz. Si me lleno de orgu-

llo record aré mis caídas y recaíd?s,

mis debil¡dades y rnis miseri as espiri-

tuales. Si un extremo del barco se

eleva demasiado, el otro extremo se

hunde. Si me elevo por orgullo, me

hundiré probablemente en pecados

de impureza, de ira o de avaricia que

me record arán lo débil y miserableque soy. (Og Mandino)'

La experiencia de un veterallo.Benj amín Franklin en su autobio-graiia d¡ce: «Advertí que mi defecto

áominante era el orgullo y me propu-

se practicar la hum¡ldad y evitar toda

cont radicción directa a Io que afi rma-

ran los otros. Me negaba el placer de

cont radecir a los demás y de señalar

lo equivocados que estaban. Y así

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ii

I,

logré gue mi conversación se volvieramás agradable y en 50 años nadie haescuchado de mis labios una expre-sión desagradable o humillante. Éerome d¡ cuenta que el orgullo es qui-zás la pasión más d¡fícil de domi-nar y que necesita un esfuerzo conti-nuo para no dejarlo aparecer. Es ver-dad que lo disfrazamos y hasta loamordazamos, pero cuando menospensamos aparece por ahí. Y hastanos hace sentirnos orgullosos denuestra humildad».

Los dos gue buscan el pr¡ merPuesto. HaY dos amores que se d¡s-Putan nuestro interés y el pri merpuesto en nuestro Corazón: el amorde D¡os Y el amor propio. EI amor deDios, cuanto más crece n nosotrosrnayor felicidad y paz nos consigue.En cambio el amor propio exag.r?-do es Ia más temible de nuestras

inclinaciones y nos lleva a excesoslamentables.

El vive encendiendo el instinto denuestra d¡gnidad personal y el deseode obtener gloria y alabanzas; endu-rece el corazóny nos vuelve esclavosdel egoísmo. Por eso hay que com-batir continuamente el amor propiocomo se hace con las malezas o ma-las hierbas en los cultivos. Y tratar deno fomentar aquello que pueda hacercrecer el orgullo y Ia vanidad.

Lo que desea el corazon. El cora-zón humano está siempre sed¡entode afecto , y le queda rnuy d¡fícil dej arde amar un obj eto que ya está arnan-do si no encuentra otro mej or y que Ieatraiga mas. Por eso es necesariotratar de encender en nosotros elamor de D¡os, para que este vayasustituyendo al dañino amor propio.

52 53

Convencernos, con la ayuda de la fe,que lo que ama y busca el amor pro-p¡o es transitorio, Vano,y engañoso,ylo que busca el amor sobrenatural síes duradero y valioso y nos trae go-zos infi nitos para la etern¡dad.

Algo que puede arruinar. DecíaSanJuan Bosco: «Para tener verdaderaefi cacia en el trato con los demásnecesitamos refren ar nuestro orgulloy amor prop¡o. S¡ se dan cuenta quelo que buscamos es alimentarnuestra prop¡a vanidad, perdemosinfl uencia. Muchas veces Ia infl uen-cia hacia los demás se va a la ruinaporque nos ded¡camos a darl e gustoal amor prop¡o y a alimentar la propiavanidad. S¡ lo que se busca es lucirsey aparecer, pueden llegar muchosfracasos. Pero si lo que se busca esla glori a de D¡os, llegarán admirableséxitos espirituales. Sl buscamos

nuest ra propia glori a, obtendremos

serios disgustos. Si buscamos sola-

mente tener contento a Dios conse-

g u i remos pa zy perfecciÓJ',l )) .

El peligro de las alturas. El humilde

San Bernardo ex6lamaba'. «Le tengo

pavor aser elevado a altos cargos y a

recibir honores y alabanzas. Porque

yo, mise raole, cuando sin merecerlo,

iecibo altos puestos y honores, por-

que los demás ignoran mis maldades

acausa de la agilidad qué tengo para

ocultarlas y dis¡mularlas, tengo el pe-

ligro de oividarme enseguida de lomalo y déb¡l que he sido, y ernpiezo a

creerme en m¡ interior tal cual me

creen los demás que no conocen la

miseria de mi corazón. Y comienzo a

creer lo que dice la buena fama que

me dan los otros y no atiendo a lo que

me reclama mi cónciencia- Y tiendo a

creerme tanto más santo y perfecto,

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cuanto más elevado estoy. Me aplau-do a mí mism y empi ezo acreermernejor que los demás». (Si esto decíaun santo ¿Qué d¡rernos nosotros?).

CAPITULO 8

¡a.

lr

VANIDAD DE VANIDADES YTODO VANIDAD.

Dos inseparables. orgullo es laimpureza del espíritu, y esta impure-za es la hermana mayor de la impu-reza del cuerpo. Donde llega la her-mana mayor llega también la herm a-na menor.Por eso el experi me tado sacerdoteDon Bosco repetía: ((Solo el saberque alguien es orgulloso, basta pa-ra saber que tamb¡én s desho-nesto, porque el castigo del orgulloes la imp reza. Lo sé, por los l¡brosque he leído y por la experien ;ia de35 años dir¡gier do espiritualmente atoda clase de individuos».Muchas personas no logran con-servar la pureza de su alma y de sucuerpo porque han levantado una

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;!

estatua como Ia que mandó hacerNabucodonosor pa ra que todos laadora ran: es su orgullo, su vanidad,la irnagen de su propia estimac¡ón, yviven deseando que las gentes laadoren como si los éxitos que hanobtenido fueran frutos de su esfu erzoy no de la bendición de Dios. Y enton-CeS sigue cumpliéndose lo que anun-ció JesÚs «Todo el que se enorgulle-ce será humillado».

Una parábola de actualidad. Cuan-do JesÚs na rrÓ la pa rábota del fariseoY del Publicano estaba pensandoquizá en nosotros porque sabía gueel gran pelig rÓ en nuestra vida espi-ritual es creer con orgullo que uno lo-gra Ser Santo Por Su Solo esfue rzo yolvidarse de reconocerse pecadoi,déb¡!, miserable y manchado delantede Dios Y no record ar que solo suPerdón Y su misericordia pueden

llevarnos a Ia santidad. EI fariseodespués de sus palabras de orgullovolvió asu casa tal cual estaba antes:un costal lleno de orgullo y vacío desantidad. Pero el publ¡cano al reco-nocerse pecador y totalmente nece-sitado de Ia ayuda de D¡os, volvió asucasa santifi cado (Luc,18).

Permanecer santame nte i n d ¡feretl -te. El santo Cura de Ars narraba queun santo muy antiguo quiso un díadar una lección esp¡ritual a un d¡scí-pulo suyo y le d¡j o: «Vaya al ce-menterio e insulte a los muertos»>. Elotro lo htzo así y cuando volvió lepreguntó el santo: "¿Qué Ie res-pondieron los rnuertos? -Nad a, nada-Entonces ah ora vaya y los alaba ylos felicita" -Asílo hizo y al regresar levolvió el santo a preguntar ¿Qué lerespond¡eron?-Nad a, nada. -Y le enseñó esta

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conclusión: así debemos hacer noso-tros en la vida: no reaccionar de iraporque nos tratan mar y nos insuttan,ni estallar de alegría porque nos fe_licitan y alaban. porque cada cuar esúnicamente lo que es ante Dios, y na-da mas ni nada menos. No somosmas porque nos felicitan ni menosporque nos critican.

Píldoras de sabidu ría. pensemosque Dios nos puede quitar de un mo_mento a otro todo aquello de lo cuarnos enorgullecemos.

La persona orgultosa no acepta unachanza ni una parabrita argo hiriente.!l orgullo le hace estattar énseguida.Quien se pavonea porque tuvó éxi-tos, y goza oyéndose repetir sus pa_negíricos y alabanzas, se hace an_tipático ante los demás y, tarde otemprano, Dios le humillará.

Nadie es humilde si no recibe humi-llaciones. Dos terri bles enemigos dela santidad son el orgullo y la impu-reza. Siempre deberíamos repetiraquella bella frase del salmo «No anosotros, Señor, no anosotros; sino atu nombre, sea Ia gloria» (Salmo 115).

Mensajes del L¡bro Santo. San Pe-dro y el Apóstol Santiago citan en suscartas una frase del !¡bro de los Pro-verbios (Prov. 3,34) que d¡ce. ((D¡osresiste a los orgullosos, pero a loshumildes les concede sus graciasy bendiciones". San Lucas da unanoticia miedosa. Que quienes se de-jan llevar por el orgullo como losfariseos, frustran y hacen inútil el planque D¡os tenía para ayud arl os.(Luc.7,30).San Juan en su pri mera carta recuer-da que una de las tres concupis-cencias o m alos deseos que hacen

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pecar a la gente del mundo es ,,lasoberbia de la vid?, e! busc ar el pro-Pio honor Y alaban zas y no la glo riade Dios».

Algo que producía tristeza a Je-súS. Cuando el Divino Maestro ve íacomo se comportaban algunos orgu-llosos que en lo que hacían y re zabLnY regalaban, lo que buscaban era in-flar su propia vanidad, sen tía trist ezaporque se daba cuenta de que esta-ban Perdiendo todo to que estabandando, o haciendo. Y les anunciaba:«Ya recibieron su recompensa acáen Ia tierra)) (Mat.6,1 2). Por lo tantoSe estaban quedando sin las recom-pensas gue Dios tiene prepa radas enel cielo.

Tengo que preguntarme: ¿por quiénesto} obrando o aYudando? Sola-mente Para mímismo, paraaumentar

m¡ buena fama y adquirir popularidady aumentar mi orgullo? Pobre de mísiestásuced ¡endo as í porq ue entoncesme estaré quedando sin premio parala eternidad. En la puerta del cielo loque tendrá verdaderos premios seráaquello que tenga por sello (s hechopor amor Dios".

Y S^ER{S

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I

CAPITULO 9

EN OUE HAY OUE PENSARPARA LIBRARSE DE ESTE

MAL TAN GRANDE.

Remedios para evitar el orgullo.Preguntarse. ¿Qué soy? De la nadasalíy a Ia nada tiendo. No tengo nadapropio. Todo me ha sido prestado pa-raque lo administre. Soy frágil.Tengorn alas inclinaciones. Mis éxitos y bie-nes dependen de la ayuda de D¡os yatri buirme algo o buscar mi orgullo enalgo es una locu ra.

¿Qué puedo?. ¿De qué soy capazpor mi mismo sin la ayuda de D¡os? yentonces ¿ or qué enorgullecermede m¡ ¡mpoten cia? (Tanquerey). Je-sús me s¡gue rep¡tiendo: «Sin mínada podéis hacer».

¿Qué valgo? ¿Qué tengo que no lohaya recibido? Y si lo he recibido,Lpor qué me voy a llenar de vanidadpor lo que no es mío? (San Pablo).Soy pecador: y comparado con lossantos y con la santidad de Dios nosoy en perf cción sino un pollo mo-jado y un burro muerto (S. Monfort)

Desastres posibles: Puede uno serdiscípulo de Jesús por tres años yverlo hacer los más m aravillosos mi-lagros y luego negarlo por tres vecescomo San Pedro. Puede uno oír alSeñor hablar maravillas y ver a losparal íticos salir saltando y oír a Iosmudos empezar a hablar y a cantar, yluego vender a Jesús por treinta mo-nedas como lo hizo Judas. Y entorr-ces ¿por q é presumir de que valealgo en fortaleza o en santidad? Hayque obrar nuestra sant¡dad contemor y temblor. (1 Cor. 2,3).

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El Narcisismo. Cuentan que Narcisoera tan hermoso que por estarse mi-rando en un pozo de agua cristalinacaYÓ de cabeza y Se ahogó. EI nar-cisismo lleva a hacer obás no poramor a Dios sino por conseguir famaY buen nombre , y dese ar que todosnos aprecien y hablen muy bien denosotros.Triste condic¡ólt. EI orguttoso es elsepulturero de su aleg ria;se cotocaen el Centro de todo. Se sube men-talmente a un pedestat o sitio muyalto donde espe ra ser apreciado y fe-licitado. Tiene un concepto demásia-do elevado de si mismo y de tos hono-res que merece y de esa rnanera secondena a sí mismo a la infelicidad.No Puede haber aleg ría verdaderacuando uno se toma demasiado enserio y vive suspirando por obteneralabanzas y felicitaciones y apreciode los demás.

Terr¡ ble afi rmac¡ón. La Sagrada B¡-blia afi rma cuatro veces que D¡osodia el orgullo y que siente antipatíapor el modo de cornportarse el orgu-lloso. Los profetas presentan siem-pre al orgullo com compañero inse-parable de la maldad y afi rman quedespués del orgullo llegan siempre lahumillación y la v rgüenza, las d¡vi-siones, Ias peleas y la ruina. Con ra-zón el salmista exclamaba'. «Presér-vame Señor del orgullo y asíqued arélibre de un gran pecado»(S. 19). Esque el orgullo del ser humano cierralas manos del dador de todo b¡en(Marmion).

El caso de San Luis. Cuenta la histo-ria que San Luis Gonzaga por ser elhij o mayor de una familia muy ri ca ycon altos puestos de gobierno, sentíaen su juventud violentas tentacionesde orgullo, de sentirse mas que los

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otros y de tratar de atraer hacia él laadrniración de los demás. Y llegó adominar de tal manera su vanidad y aun grado tan grande de humildad quesentirse alabado se le convertía enun martirio. Todo Su gusto era morti-ficar su orgullo en todo lo que le fueraposible, dentro y fuera de casa.Recordaba con frecuencia que Nues-tro Señor nos da todos sus fayores,sus perdones, su Pa raíso, pero quehay algg que Dios no cede anadie: suglori a. El d¡ce en la Escritura: «yoso} el Señor y no cedo a nadie lagloria y la alabanza gue merezco»(|s.42,8). El orgulloso trata de atri-buirse y ganarse pa ra si mismo, tagloria Y la alabanza que solo a D¡osdebe atri buirse. Y esto no convienede ninguna manera.

lmped¡mento en el camino. En unavisión contempló San Juan Bosco

que se iba hacia el Paraíso con 800personas y llegaba allí con unasochenta únicamente. ¿Oué les habíasuced¡do a las otras? -Que se habíanquedado en el camino recogiendo fl o-res sin perfume y corri endo tras rnari-posas que no se dej aban alcanzar. Yuna voz le expl¡có: muchos quisieranllegar a Ia santidad y al Paraíso perose quedan buscando alabanzas hu-manas y aparecer bien ante los de-más y se p¡erden |os verdaderos pre-mios que Nuestro Señor tiene reser-vados para quienes se ded¡can a ser-virlo a El y a buscar la gloria de D¡os yno lo gue infl a el propio orgullo. Lomas natural que le puede suceder aquienes se ded¡can a infl ar su vani-dad, será que se desinflen por lasdesilusiones.

Temor just¡ficado. Decía Santa Te-resita: «S¡ yo cometiera un pecado de

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orgulfo, por ejemplo creyendo que yaadquirí tal o cual virtud o que la puedoconseryar por mi propio esfuerzo oque los éxitos dependen de mis cuali-dades Y esfuerzos y no de la ayudade D¡os, ffie vendrían tales males eS-Pirituales gue ya no se ría ca paz deperseverar en el b¡en, porque el orgrJ-llo es nuestra ruina".

Tengo qué pensar en esto: Soy pe-cador, sujeto y enredado en muchasPasiones; Por mí siempre voy ata na-da Y Pronto caigo; pronto soy venci-do. Fáci lmente me lleno de afán y decobardíay soy muy inclinado adesa-nimarme y desfallecer. Soy más débilde lo que puedo pens ar. Tengo mu-cho de qué humillarme y menos degué alabarme. Entonces ¿por quétanto orgullo y vanidad?.

(Kempis. lmitación de cristo 3,4)

¿Qué es la ambición? Es un desor-denado deseo de honores. Peca porambición quien desea honores parasí, sin d¡r¡girlos a D¡os que es el autorde todo lo bueno que tenemos y quehacemos (Piscetta).

¿Que es la vanagloria? Vanagloriaes el deseo desordenado de recibiralabanza por cosas que no merecenen realidad, por ejemplo vestidos lu-josos, adornos, joyas, luj o en carros;peca también de vanaglori a quienbusca alabanzas y felicitaciones enpersonas que no tienen la sufi cientecapacidad de apreciar |os verdade-ros valores por ej emplo niños, perso-nas ignorantes etc.

Algo que se quita porque no se me-rece. Hay una falta que se llama«Herejia de la vanidad» y consisteen aprop¡arse uno para si mismo los

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honores y gloria y alabanzas que sele deben tri butar a Dios que fue el quenos conced¡ó los éxitos y las cualida-des que tenemos. Y es un deber deD¡os para con su honor quitarle a lapersona orgullosa, y vanidosa mu-chas bendiciones y ayudas que !e ibaa conceder, y pasar sus mej ores ayu-das y bendiciones a las personas quehum¡ldemente reconocen que todo loque son y obtienen es obra de la mi-sericord iadel Señor D¡os» .

(Chautard )

El peligro del cacareo. En los cam-pos cuando Ia gallina pone un huevoempieza a cacarear y viene entoncesla cornej a que es como un ratón gran-de y se roba el huevo. Así les sucedea ciertas personitas que cuando ha-cen obras buenas emp¡ezan a publ¡-carlas y a hablar de ellas con todo elmundo. V¡ ene entonces el demonio r

de la vanidad y les roba el premio que

iban a recibir del cielo (S. Franciscode Sales).

Los travesaños de la escalera. Es-

taba una escale racon los travesañosde abajo metidos en un lodazal y los

de arri ba recostados en una bellapared de mármol blanco. LoS Pel-daños de arri ba llenos de vanidadpreguntaban con desprecio a los de

ab a1o: ¿Está sabroso el barro? -Pero

vino el albañil y dió vuelta a la esca-le ra, y los peldaños que antes esta-ban abaj o y que ahora están arri ba

preguntan a los que antes estabanani ba y ahora están entre lodo: ¿Si-gue sabroso el barro?

Este apólogo puede traernos la lec-

ción de que si ahora estamos muy en

alto, uh día podremos estar muy

ab a)o, y que por eso no nos conviene

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humillar a los que están mas abajo,porgue «Gomo cada uno trate, asíserátratado". Esa es la ley de la viday siempre se cumplirá (Schwartz).

Un destino fatal. EI Papa Pío Sépt¡-mo a quienes le hablaban de losgrandes tri unfos que había con-seguido Napoleón, respond¡ó: ««Sustri unfos no du rarán mucho, por-que es rnuy orgulloso y vanidoso,y la B¡blia dice que D¡os resiste yhumilla alos orgullosos».

Y así sucedió unos años después.Napoleón que había llevado al Papacientos de k¡lómetros prisionero, fuellevado él también pr¡sionero por mi-les de k¡lómetros, y mientras el Pon-tífice que era humilde regresó l¡bretri unfal mente a Roma, un 24 de ma-yo, Napoleón murió tri ste en el des-tierro. Dios humilla alos orgullosos.

CAPITULO 10

GUALIDAD OUE PRODUGEENERGIAS Y ALEGRIA.

El experimento del hipnotizador.Del modo opti mista o pesimista con

que pensamos de nosotros mismos,

depende mucho la energ ía que ten-

dremos pa ra trabaj ar. Un siquiatralngles hizo este ensayo: hipnotizó a

trJs levantadores de pesas que le-

vantaban cada uno 45 Kgms. y les

dij o y les repitió que ellos eran

fuertesyvigorosos.Yenseguidacada uno de ellos levantó 60 Kgms.

Después los volvió a hipno\irar y les

rep¡t¡ó vari as veces que ellos eran

débiles. Ninguno fue capaz de

tevantar entonces más de 15 Kgms.

De ahísacó la conctusión de que del

modo opti mista o pesimista con que

cada cual piense acerca de símismo,

74 75

de ello depend erá en gran manera sucapacidad paraactuary tri unfar.

Reírse de sí mismo. Todos tenernosel peligro de caer en la enfermedadsicológica que consiste en vivir infra-valorandose a sí mismo y no apre-ciarse en lo que verdaderamente valey puede. Y uno de los remedios paraevitar esta enfermedad consiste ensaber reírse de sí mismo cuando secorneten tonterías. Cuando somoscapaces de reírnos de nosotros mis-mos estamos sanos neruiosamente,pero Guando vivimos enfadándonoscontra nuestra persona y conv¡rtien-do en dramas Io que apenas son co-medias que deben hacer reír, esta-mos ya en peligro de enferm arnos delos nervios.lnmadurez y perfeccionismo. Hayque saber cerrar un ojo ante muchosaspectos algo negativos de Ia vida de

cada dÍa. La persona inmadura es co-

mo el adolescente, que quiere que to-do sea perfecto y se desencantacuando algo no resulta a perfecciót1 .

En Cambio quien tiene madurez, nopretende que todo sea perfecto, por-que entonces no podría pretendernada, sino que se contenta con lo im-perfecto , ya que no es posible con-seguir lo otro. Jamás se pone cornolema aquello de que las cosas se ha-

cen a perfección o no se hacen, sinoque se esrnera porque se vaya pro-

gresando en lo que Se hace, Peroacepta que las cosas perfectas no se

Conseguirán sino en el cielo.Gomparación. Los pesimistas creenque todo tiempo Pasado fue mej or,

pero cuando uno se dedica a leer lah¡stori a antigua se da cuenta que las

situaciones actuales son infi nitamen-te mej ores que las antiguas.(Carnegie).

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Buen remedio. Decía un sab¡o:«Uno de rnis secretos pa ra mante-nerme siempre alegre es hacer devez en cuando la lista de mis éxi-tos. Logro entonces convencermeque por cada cosa desagradable queme sucede en la vid a, me llegan tam-bién nueve más cosas ag radables yplacenteras».

Y una sana pregunta. Decía el santoEscri vá: ¿ ómo se puede ser pe-sirnista y no optimista si Jesucristoprometió que estará con nosotroshasta el fi n del mundo ,y anunció queha recibido todo poder en el cielo y enla tierra y que EI nunca nos abando-nará si nosotros no lo abandonamosaEl?.Buenas conclusiones. El famosoescritor Murfhi repetía: "Corno Iapersona piensa, así puede su-cederle. En toda mi vida he conocido

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m aravillosos prodigios obtenidos porgentes que aprendieron a llenarse depensamientos optimistas y a des-terrar de su mente todo pensamientopesimista y derrotista. Quien se llenade pensamientos alegres y optirnis-tas log ravencer la frustración y la me-lancolía y se l¡bra de la esclavitudemocional que proviene de la tris-teza; y se convierte en persona vic-toriosa)).

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PARA NrÍN SP SA¡rAN/rE¡r T EC OMIIENE C OI\TS^E GUIR Y L,EER

EL snwpÁTrco LrBRo,,AATTOLO GIA DEL BtlE¡T

Consejo de un especialista. Un sa-bio conferencista tan afamado, quemuchas personas viaj aban más de20A kilómetros para escuch arl o, re-petía: «El médico sana las heridds,pero es solamente D¡os el que da Iacu ración. Ouien práctica la oracióncon fe, obtiene m aravillas. Quien sa-be orar y ora todos los días, obtieneefectos admirables. La inspiración yla sabiduría y las mej ores solucionespueden estar escondidas, y saldrán afl ote cuando aprendamos a orar, aorar mucho y a no cansarnos de orarsiempre».

¿Y si no hay respuesta?. El granconferencista añadía. <« ¿Por qué sioramos, a veces no encontramos lasrespuestas que necesitamos?. Oui-zás sea porque nos falta cooperarcon pensamientos positivos: creerque sí nos va a suceder lo bueno que

BO

HUMOR".

B1

ped¡mos. Paraobtener lo que se pideen Ia oración se necesita muchas ve-ces tener la convicción de que sí seobtendrá. La respuesta ala plegariahecha con toda fe y acompañada deactitud positiva es muchísísimas ve-ces la realización de to mejor que de-sea el corazól,l».

Saberguiar la mente. S¡ cambiamosnuestra actitud mental de negativa enPositiva, y nuestras emoc¡ónes detristes en alegres, probablementecambi arán tarnbién nuestras reat iza-ciones, de fracasos aéxitos. Pero pa-ra ello es necesario cambi ar la direc-ción de nuestra mente y no |Ieva rladel recuerdo de un fracaso pasado attemor de un fracaso futuro, sino delrecuerdo agradecido de éxitos obte-nidos en el pasado, a tas sanas es-peranzas de victorias que nos podránllegaren el poruenir.

I

Un tesoro escond¡do. Para cadauno de nosotros tiene el buen D¡osguardados y preparados muchos pe-queños éxitos(y qutzás también muygrandes) como en un tesoro escon-d¡do. Para encontrarl os se necesitaunirse mentalmente con el pensa-miento y el buen deseo a la obtenciónde esas buenas realizaciones, y es-perar que sí llegarán , a su tiempo ycuando hayamos pagado esa cuo-ta inicial que consiste en esforzar-nos por conseguirlas; y creer que síes posible obtenerlas. Creamos enesto: «Sí podré conseguir lo buenoque deseo obtener. A su tiempo, si nome canso de luchar y de esforzarme,todo lo que sea mej or para mi vida ypara mi verdadero bien espiritual ymaterial, Io podré conseguir». Perotener cuidado, porque si vivimos cre-yendo que vamos a fracasar, podre-mos fracasar.

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Gons¡derar lo que valemos. Si cadauno de nosotros no tuviera mas cu a-I¡dades que defectos, no habríamossido creados a imagen y semej anzade D¡os. Desafortunadamente nospuede suceder como los avaros y aciertos lirnosneros, que teniendo suhabitación llena de b¡lletes y de mo-nedas, viven de manera rniserable.Estando llenos de cualidades queDios nos d¡ó podemos vivir despre-ciandonos a nosotros mismos y repi-tiendo que no somos nada y que noservimos para nada. (Mentira e ingra-t¡tud, así se llama ese defecto). Poreso al llegar el examen de concienciadebemos aver¡guar siempre cualesson nuestros aspectos pos¡t¡vos,los valores reales que tenemos. Nosquedaremos admuados y daremosgracias a Nuestro Señor. Todos tene-mos un fondo bueno. A veces nosportamos mal ,y muy rn al, pero en el

fondo no somos totalmente malos.

mente.

Valemos más de lo que nos imag¡-nemos. p araevitar una actitud depr¡-

mida que hace mucho daño a la per-

sonalidad es necesario despertar esa

una actitud mucho rnás positiva de loque aparenta. cada persona vale

siempre más de lo que aparece, por-

que tiene un fondo bueno y positivo,

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el cual hay gue descubri r en nosotrosmismos yen los demás.lmagen equivocada. Ouien sota-mente piensa en sus defectos, Iimita-ciones Y fal las, se forma una imagenequivocada de su propio yo ,y esto lelleva a pensamientos de melancolíayfrustración y a replegarse en sí mis-mo y su actuaciÓn es pobre. P araob-tener Ia alegría de vivir es necesariodescubri r los factores positivos quecada cual posee, las cualidades y ap-t¡tudes que tiene , y que qu izá des-conoce o no aprecia suficientemente.Ouien revaloriza su pr pia imagenprogresaráen su modo de actuar.

OPtimismo. Cuentan de un coronetdel tiemPo de Napoleón, que des-Pués de una derrota llegó donde sujefe y le dljo: «M¡ Generá1, la batallaSe ha-Perd¡do, pero todavía ter€-mos tiempo pa raganar otra)».

Es algo parecido a lo que decía Chur-chil en Ia segunda guerra mundial.«De derrota en derrota llegamos a lavictoria fi nal». Porque aunque sep¡erdan batallas, Io importante es noperder la guerra. Los campesinosdecían:«Las tardes más bellas llegan des-pués de las mañanas más tristes». Y«Nunca llueve tanto como despuésde que el sol ha sido muy quemante».Tri unfante n es quien nunca ha reci-bido derrota sino quien nunca se de-cla radefi n itiva me nte derrotado.

¿Hubo tie pos mejores?. En unpapiro del siglo quinto antes de Cris-to, er Egipto, está escrito. «La vidaestá rnuy cara. EI dinero no alcanzapara nada. Los h¡j os son rebeldes, y ala gente joven no Ie gusta rezar)).

¿Es que puede alguien acordarse decuando los tiempos no eran d¡fíciles y

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el d¡nero no estaba escaso? (Emer-son)

V¡sión Positiva. Así como no hayterreno tan estéri I que si se le riega,se Ie abona y se le cultiva, ho puedaconvertirse en un hermoso jardín o enun campo fért¡!, así no hay caráctertan áspero ni un temperarnento tanmal inclinado que no pueda vencer-se, reformarse y llegar a ser una per-sonal¡dad agradable y simpática, sise pide la ayuda de D¡os y se perse-vera en tratar de mej orar día por día(San Francisco de Sales.).Aunque el optimista pueda estar aveces tan equivocado como el pesi-mista, lo cierto es que mucho másfeltzy vive más años y los vive mejor.Cultivemos y practiquemos el opt¡-mismo y no nos arrepentiremos dehaberl o cultivado y de haberlo prac-ticado.

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EL LIBRO AUE I4IAS CO¡üTRrBL|YEAFOffi PERSO¡üAS

OPTIMISTAS SE TITT.JLA:

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TRIU¡TFHR E¡ü LAVIDA)>.

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CAPíTULO 11

ToDoS NEcEStTAIvtoSUNA TVIADRE OUE NO

SE NOS IUUERA.

Refugio seguro. E I famoso padreFoucauld, ap¡stol del Árii.á, deió es-crito: « En tiempos de grande ansie-dad, de temores y d¡fióuttades inte-riores, no sab¡endó donde refujarmeY temiendo ser dominado por el m alespíritu, lrle puse totalmente en m a-nos de María Santísim a, encomer-dándome a su co razón de Madre delPerpetuo Socorro, Auxiliado rade loscristianos, F.lugio de lor d¿cadores,Consuelo de toJ aflígidos'|-Salud delos enfermos. Me colóqué án sus bra-zos como un niño pa ra que e¡a comobuena Madre me fuera guiando pa rahacer Y lograr, no to que yo quer ía,sino lo que :lla misma desáab;ó, ra

glori a de su H¡j o. Desde aquel mo-mento me consideré siempre plen a-mente tuyo oh Madre de D¡os y hesentido día por día y hora por hora, tupoderosa intercesión y tu cariñosa ymaternaI protección».

Un apóstol simpático. De el padreAime, el que propagó con más inten-sidad Ia obra salesiana en Colombia,un hombre de una simpatía tan im-presionante que para recorrer unacuadrao cien metros por las calles deBogotá demoraba media hora porquetodos, chicos y grandes, pobres y ri-cos querían salud arl o y escuch ar susamables palabras, dice su b¡ógrafo:«Ante la V¡ rgen M aría era como unniño. Cuando hablaba de EIIa seentusiasrnaba, le bri llaban los oj os ysu palabra se volvía elocuente yconrnovedora. Siempre en sus ser-rnones recomendaba la devoción aM aría Santísima. Le gustaba llarnarla

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Madre- En la predicación, en la confe-sión, en la visita a los enfermos, alch arlar con los niños, siempre habla-ba de M aría Santísim a. Hasta en eldelirio de su agon ía todavía reco-mendaba la devoción a M aría Auxi-liadora. No emprend ía ob ra algun?,Por Pequeña que fuera, sin encomen-darse a EIla. A la V¡rgen M aría acu-día en las horas difíciies de peligros,calamidades Y problemas, y d ía y no-che le rezaba. Cómo le impiesioñabaa la gente verlo con las manas juntasy la confianza d¡buj ada en su rostro,rezar devotamente ante ta imagen deM aría Auxi I iado ra. M uchas personasdeclararon que su devoción m arianacreció notablemente al escuch ar loshermosos sermones del Padre A¡me.EI repetía frecuentemente ta frase desu Patrono san Juan Bosco:«Propaguen la devoción a M arí¡Santísima y verán lo gue son los mi-lagros».

La Virgen en Fátima. Cuando aquel13 de mayo de 19 17 los tres niños,Jacinta, Francisco y Lucia vieron en-tre un estallido de luz, que se les ap a-recía una Señora más bri llante que elsol, y rodeada de resplandores, pre-tendieron huir. Pero un gesto de laMadre amorosa y una dulce palabralos detuvo. «No teman. No les voy ahacer ningún daño)). Ella era her-mosísima, más que toda hermosuraantes vista, oo se parecía a ningunade las im ágenes que los niños habíanvisto. Parecía tener unos 18 años.Túnica blanquísima hasta los pies uncordón dorado colgado del cuellodescendía por el manto. Su rostro delíneas purísimas e infi nitamente deli-cadas. Sonreía con una bella soll-risa pero acompañada de una som-bra de tristeza por los pecados delmundo. Sus oj os eran negros. En suúltima aparición d¡j o. «YO SOY LAVIRGEN DEL ROSARIO)).

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Es que el rosario, ahora y como entiempos antiguos de grandes peli-gros, nos Ilevará a la victoria contralos enemigos del alma y de la sal-vación. De sus brazos llevaba col-gado un rosario lleno de cuentas quedespedían rayos de luz y que pare-cían perlas.En sus seis apariciones siempre re-comendó rezar el rosario y encomen-dar a los pecadores para que se arre-pientan y se conviertan. P¡d¡ó tam-bién que recemos por Ia pazdel mun-do,y promet¡ó que al fi n su corazónlnmaculado Tri unfará.

LAS ULTIMAS PALABRAS DE LASANTíSIMA VIRGEN EN FÁTIMA,en su última apari ción, fueron estas:

«NO OFENDAN MAS A DIOS, OUEYA ESTÁ MUYOFENDIDO»»

"APARICIOIVES DE LAYIRGE¡ü DE FÁTIIIM)>.

t//VA I{ISTORIAMUYEM)CTOIVAIVTE: LoS TRES ¡üÑoS

augWERO¡ü ALA WRGENr.

94 95

Preguntas que impresionarl . SanAgustín preguntó a su numeroso pú-bl¡co en uno de sus emocionantessermones. «está cada uno de Uds.contento de la pureza de su alma?».S¡lencio total... y añad¡ó:«Estará D¡os contento de la pu rezade nuestra alma?». y estalló en llan-to y todos los oyentes empezarontambién a IIorar. Porque Io más segu-ro es que D¡os no estará contento, nimucho ni poco de la pureza de nues-tra propia alma. Afortunadamentenos dejó Nuestro Señor una granProtectora para ayudarnos a recu-perar Ia pureza que hemos perdido,es la lnmaculad a,la Purísim a,la queno tuvo ni s¡quiera la mancha del pe-cado original. María Santísima, laque Ie pisa Ia cabeza a la serpienteinfernal. A EIIa le decimos. «<aquí tepresentamos n uestra pu re za destro-zada, pisotead a, requemanchad a,

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hecha pedazos. Ayúdanos MadreSantísima a recuperarla». Y su pro-tección poderosa nos ayud ará a re-cuperar la pureza perdida y destro-zada. Muchos han ensayado acudir aElla y han logrado éxitos admirables.Ensayémoslo ahora nosotros. Jamásse oyó d cir que alguno haya recurri-do ala Madre de D¡os y que EIla lo ha-yaabandonado. (San Bernardo).

Madre de Misericordia. La palabra«Miseri cordia» viene de dos palabraslatinas: miser: miserable. Y cordis:corazón, Osea, es un corazón que seapiada y compadece de los rnisera-bles y déb¡les. Ya en el año 662 un li-bro mariano muy popular en Cons-tantinopla decía. «La Madre del M¡-sericordioso se mostró siempremuy misericordiosa durante la vidacon toda clase de personas. Ella,Madre Inmaculada, mira con oj os de

miseri cordia a nuestra alrna tan pe-cadora. Ell riega con SuS bendicio-nes a nuestra alma que se ha vueltotan estéri I a causa de los pecados, yla hace producirfrutos de santidad.

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Como Madre bondadosa viene en so-corro de las almas que Se hallan in-fectadas Por el Pe cado y las pasio-nes. fU aría trajo al mundo al rnejorMédico, a Cristo que es el que me-jor sabe sanar las almas y los cuer-pos. Madre del Salvador, supl ícale atÚnico que es rico en mis lri cordia quetenga Piedad de nuestra alma que hallegado a ser presa de pecados sinnúmero ,y que nos perdone nuestraslransgresiones tan frecuentes y da-ñosas)).

Deundel

9B

tal Hijo, tal Madre. En el año milgran teólogo escri bió: «La MadreMisericordioso no puede dej ar

de ser Misericord¡osa. En su vidaterrenal mostró misericordia y com-pasión haciendo toda clase de favo-res, y ahora llevada al cielo se ma-n ifiesta con m aravi I losas m i lag rose intelvenciones admirables y si-gue demos trando con hechos con-cretos su extraordinaria miseri cordia:conversiones, reconciliaciones depecadores, crecimiento de santidaden sus devotos, tentaci ones que selogran vencer, tristezas que se ale-)an, favores especialísimos que seconsiguen, pazque se obtiene, saludque se recupera. Jesús gue esnuestro Abosl,ado ante el Padre,tiene junto a El una Abogada queruega continuamente por noso-tros y nos consigue ayudas prove-chosísimas. EIla que conoce muybien nuestra gran deb¡lidad no dej aun solo día de interceder por los pe-cadores que nos encomendamos a

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su protecc¡ón. Tú, la Miseri cordiosísi-ma entre todas las creaturas, pide alMisericordiosísimo que con genero-so corazón nos conceda su perdón ysu eterna salvación».

Un pacto rnuy consolador. Un san-to en Etiopía (Africa), tuvo una visiónen la cual oyó que Jesucristo hacíaeste pacto con su Madre Santísima:«Prometo que a quienes publiquen turnisericordia y confíen en Ella,y poramor a Tí ayuden a los pobres y con-suelen alos afl igidos y canten himnosen tu honor y te d¡rijan fervorosas ple-gari as les concederé bellísimas ale-grías que )amás habían imaginado yte concederé poder para salvarlos yprotegerlos»». ¿Ouién no desea obte-ner tan bellos regalos?. Pues a cum-plir las sencillas condiciones que exi-ge Jesucri sto, el Hijo de María.

.TRATAD O DE LA lrc,RD/ÜERADEVOUOIV ALA WRGEIV>>.

u¡ü LLBRO QUE fA TRAIVSFOFI O

A MILI O]VES DE PERS O¡üAS .

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Un libro famoso. Cuando el futuroJuan Pablo ll era un simple obreroque en tiempos de la guerra mundialtrabajaba en una fabrica de produc-tos minerales, llevaba siempre consi-go el libro «Tratado de la verdaderaDevoción a la V¡rgen Maria», com-puesto por San Luis De Monfort, y IoIeía en los ratos l¡bres. Al fi n el l¡broquedó totalmente recubierto de cal yde soda. Pero el joven Woltyla quedótambién totalmente lleno de devociónhacia la Madre de D¡os, y afi rmabadespués: « Ouien emp¡eza a leer «Eltratado de la verdadera Devoción a laV¡ rgen María)), queda bajo su infl ujo.Es un l¡bro que lo tiene todo: estilo,fervor, convicción, intensa sol¡d ez,efocuencia, ¡nspiracióJ'r. Con razóneste l¡bro se ha ganado, junto con«Glorias de María)), de San Alfonso,un puesto de pr¡ merísima impor-tancia en la lglesia Católica. De ese

tratado dij o su autor San Luis DeMonfort: «<es una buena preparaciónal reinado de Jesucri sto». En los si-guientes renglones vamos a exponeralgunas de las ideas contenidas entan importante tratado mariano.

La frase preferid a. La frase que másag radaba de su l¡bro a San Luis deMonfort era esta. «De M aría Santí-sima nunca se hab¡ará demasiadobien)). Y repetía: «La MaCre de D¡osno es más amada y más invocada porIa gente, porque no se le ha hecho co-nocer y estimar más. Cuanto más seestime a una persona más se le ama-rá. Si recordáramos que EIla es laObra Maestra de Dios y que la Santí-sima Tri nidad, para Ia salvación delmundo, eligió a María para que pormedio de Ella nos llegarael redentor,y que en el cielo, Jesús que ha sido elhijo más cari ñoso que ha existido,

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Slgue amando inmensamente a suSantísima Madre y no le niega ningúnfavor que Ella pida pa ra nosotror, laamaríamos rnucho más y nos engo-mendaríamos con tctal confi anza asu poderosa interces¡ón )) .

Experiencia personal. San Monfort,recordando su experiencia personal,afirmaba que la devoción a la V¡ rgeneS causa de muchísimos éxitos espi-rituales y material es, pa ra sí mismo yen favor de otros, y que el descuidaresta devoción trae deterioro en lavida espiritual. Y afi rmab a: «Si a Je-sÚs le fue necesa ria y provechosa tapresencia de M aría en Su vida terre-nal, ¿cuánto más lo será para noso-tros que somos tan déb¡les Y tan ne-cesitados de ayudas?. No otvidemosdarle gracias a Dios de vez en cuan-do Por los favores gue nos ha conce-dido por medio de M aríaSantísimá».

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Falsa devoc¡ón. lnsiste San Luis ensu famoso l¡bro que hay el peligro deque nuestra devoción a M aría Sarl-tísima V¡ rgen sea fal sa ,y que lo serási no nos lleva a enmendarnos denuestras malas costumbres, si nosda pena hablar de Ella, si es solodevoción exterior y no del corazón, sinos imaginamos que estamos ha,ciendo demasiado en su honor. Diceque es fal sa la devoción de quien síse conmueve ante una imagen deNuestra Señora pero no su con-mueve ante una situación de pecadoque le está esclavizando se alrn a.Una devoción a Ia V¡rgen gue noconsiga la enmienda de la vida no esgrata a Nuestro Señor. Demostré-mosle nuestra devoción a la MadreSantísima siendo misericordiososcon los necesitados.

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Cuatro detalles. Y continua diciendoel Santo: ((Existen cuatro modos dedemostrarle a la V¡ rgen M aría nues-tra devoción: venerándol a, amándo-la, imatándola, e invocándola. Venc-rarla: osea admirar sus grand ezas:es Madre de D¡os, Virgen Purísima,Madre Misericordiosa y nos trajo alSalvador. Amarla: con el afecto de unhij o cari ñoso a la mej or de las M a-dres. Nadie después de Dios nosama tanto como Ella. Irnitartra: en supureza, e ñ su amor a Jesús, en su ca-ridad para con los necesitados deayud a, en I paciencia ante el dolor,en su fe inmensa a pesar de tantasd¡fi cultades que se Ie presentaron. ln-vocarla: si lo hacemos experimenta-mos el poder de su intercesión y eldeseo tan inmenso que tiene de ayu-darnos. EIIa tiene mas deseo de ayu-darnos que el que nosotros tenemosde recibir sus ayudas. Si no hemos

obtenido más favores de su genero-

sidad es porque no le hemos pedido

más y con m ayor fe. Jamás n rdie ha

recurri do a su bondad sin se aten-

d¡do»

CRE,ER AUEPODEMOS

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CAPíTULO 12

EL TESORO MAS ESTIMADOEN UN HOGAR.

D¡ce la leyenda egipcia que cuandoD¡os estaba fabri cando a Adán delbarro de Ia tierra, uh cangrej o le mor-d¡ó un dedo y le sal¡ó una gota de san-gre y que de esa gota d¡vina fabricó elcorazón de Ia madre. Esto para s¡g-nifi car que el amor materno tiene algod¡vino en su generosidad, eh Ia su-bl¡m¡dad de su heroísmo y en su bon-dad.

Notable d¡ferencia. Dos niños estánjugando en la calle y ambos caen alsuelo. El pri mero de ellos siente queunas manos cari ñosas Io acari cian, Ieenj ugan las lágr¡ mas, !e quitan el pol-vo de sus vestidos y lo levantan del

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sueto, anim ándolo a seguir contentosu viaj e hacia la escuela. El tiene unamadre cariñosa y ella ha llegado aconsol arl o y animarl o. El otro esperainútilmente que alguien venga a ayu-darlo. Ti ene que levantarse él solo,limpi ar el polvo de sus vestidos, secarsus propias lágri mas y seguir triste ysolitario, llorando por la calle vacía.Ese niño... no tiene rnadre (JoséSelgas).

Avarios hombres muy duros y agrios,se les nota en la tremenda asperezade su rostro que de niños sufri eron laorfandad y tuvieron que crecer sin el

amor de una madre-

La película de Ia vida: pensemos en

una pequeña película de nuestra vi-

da. pri mera escena: LYes ese niñitollo rando en una cuna y una muj er,

que no ha dorrnido en toda la noche,

109

cuidando de él como su m ayor teso-ro? Ese niño eras tú ,y la muj er, tu m a-dre amable. Segunda escena: ¿vesesa madre joven gue corre en buscade un remedio, mientras el niño lloraen su enfermedad?. ¿La ves llorandoangustiada y p¡d¡éndole al médicoque no dej e mori r al ser que ella másquiere? ¿Y no reconoces en esa bue-na madre a Ia que te trajo al mundo?.Ese enfermito eras tú.

Gonclusión :es necesari o cumpliraquello que aconseja la S. B¡bl¡a:«Recuerda Io mucho que tu madresufrió porti y demuéstrale tu grat¡tudcon cari ño y tu buen comportamien-to».

Nos amó pr¡ mero. Nuestra madrenos amó aÚn antes de que nosotrosnaciéramos. La llenábamos de ilu-sión y gozo mientras esperaba

nuestro nacimiento, Cuando el serhumano nace lo espera el amor. Y esun amor gratuito, gue no espera lepaguen en d¡nero ni en recomenda-ciones, sino solamente que Ie devol-vamos amor por amor.

Triste real¡dad. Terri ble suerte la dequien carece del amor materno en suniñez. En las casas donde recogenniños hu értanos se ve en el rostro deellos Ia tristeza de no haber experi-mentado el amor maternal. Dicen losespecialistas que Ia inmensa mayo-ría de las enfermedades mentales(que ocupan más camas que otrasenfermedades),se debe a que caFe-cieron de amor de madre en la ni-ñez. Pocos seres nacen tan incapa-ces y por tan largo tiempo de valersepor sí mismo, como la criatura hurn a-na. Pero Dios Io ha permitido así por-que al nacer Ie espera el amor. Y

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bendito sea D¡os por ello. Amemos a

nuestra madre, porque ella nos amópri rnero. Y recordemos la promesadel l¡bro Santo: «Ouien honra a lamadÍe, es como el que atesora».

Retrato de una mujer. El último ca-pítulo del l¡bro de los proverbios en laS. B¡blia presenta el retrato autenticode una buena mamá. Dice así: «Ellavale más que una colección de esme-raldas y d¡amantes. Buena trabaj a-dora. Amable y exigente. Piadosa ycumplidora de su deber. Generosa yahorrativa. Madruga a cuidar de sucasa y de su familia y se preocupaporque a ninguno Ie falta nada. Tra-baj a hasta muy tarde. Sabe corregir atiempo y dar buenos consej os..,(Prov. 31). Preséntale esta lista decualidades a un amigo tuyo y él ted¡rá: «Ese es el retrato de tu SantaMadre».

THAr GRAATDE sER;i LAI4IADRE

I\]EHASTADIOSSt]ISoTE]VER L/JVA.

112113

Mamá: ¿po_r qué tienes la cara tanmanchada?. Una mujer tenía la caratremendamente manóhada p"ro suhijito no había reparado ,"riárenteen eso, pues el amor gue sentía porella no le dejaba fijar su atención ensus defectos físicos. pero ar lrágar erprimer día de a escuela, sus

"á?lpr-ñeritos empezaron a preguntarle:¿Por qué su mamá tiene Ia cara tanmanchada?. Entonces at volv"i á

"r-sa se le acercó y mirándola fijamenteal rostro re preguntó con toda tonfian-za: ¿mamá: por qué su merced tienela cara tan manchada ? Ellase ü"o-gió el delantat, se secó las maná, qr.tenía humedecidas por estar lavandolos platos, y sentándolo sobre sus ro-dillas le contó Io siguiente: «Cuandotu eras todavía muy pequ ñito, ,n 0,,mientras estabas durmiendo

"hlá "r-na cuando yo volvía de la calle Oecomprar el mercado, nuestra humilde

casita se había incendiado y las lla-mas invadían todas las habitaciones.Las amigas me gr¡taban: ((vecina noentre a la casa porque se quem aráto-talmente». Pero tú estabas en Ia cunay yo no podía dej arte morir allí. Asíque atravesé por entre el terrible in-cendio, te envolví en un impermea-ble, y salí contigo en mis brazos,mientras me caían en la cabezatizo-nes ardiendo. Uno de esos tizonesme cayó en la cara y me la deforrnópor completo, pero logré salvarte Iavida. Esa es la razón por Ia cual tengola cara tan manchada». -El niño secolgó del cuello de la buena mamá,ledió un beso y le dij o: «?hora te amodos veces, una porque eres mi rna-má, y otra porque por salvarme Iavida tienes la cara tan manchad€l».Ouién sabe cuantas canas menostendría nuestra madre, y cuantasarrugas menos en su rostro, si no nos

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hubiera tenido a nosotros Pero por loque hizo Por amor a sus hijos tend rágloria Y una belleza inmensas pa rasiempre en el cielo.

Una buena representación: et Pon-tífi ce San Gregorio Magno h¡zo pintarun cuadro de su santa rnadre y man-dó que Ie colocaran en su mano uncatecismo, Porque ella fue la gue leenseñó Ia religión cuando él erapequeño. Hizo que la pintaran bendi-ciendo con la mano derech a, en re-cuerdo de las mil bendiciones que tanbuena mujer le dio du rante su vid a.Le hizo pintar una túnica blanca enseñal de su gran sant¡dad ,y un cin-turón rojo en recuerdo de lo muchoque tuvo que sufri r por cri ar b¡en asuh¡io, y debajo mandó escri bir lafamo-sa frase de San Pablo que dice: «Lamujer se ganará el cielo criando yeducando bien sus hryos» (1 Ti m.)

-

La golondri na y el viento del norte.Los rusos cuentan Ia leyenda de unagolondrina que en diciembre se fuecon una inmensa bandada de avesmigratorias hacía el sur, huyendo delos terri bles fríos del invierno, pero alllegar a Belén se perd¡ó del grupo,pues cuando por la mañana se des-pertó ya las otras se habían ido y sequedó sin saber a donde d¡rigirse.Ese día oyó zumbar tenebrosamenteal tem¡ble viento frío del norte queamen azaba d¡ciendo. «Golondri na,esta noche te mataré de frío>». Pero aldía s¡guiente se la encontró y le dijo:<<¿Dónde te escondiste anoche quete busqué para matarte y no te pudeencontrar?)). -Ah, es que en el esta-blo un buey manso me perm¡t¡ó dor-mir junto a sus narices ,y el aire tibiode sus pulmones no permit¡ó que memuriera de frío)). -Pues esta nochem ataré al buey y te mataré a t¡ -

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exclamó el viento. -y en verdad esanoche bramó más fuerte que nunca elvendavar, arrancó er teóno oár es-tablo y mató de frío al buey, d¿ a hgotondrina no ra rogró matái. Ái o-ia s¡-guiente la encontió volando por elpueblo de Belén y le pr"§rntó:-¿Dónde te escond¡áte ,ró.né qr.no logré encontrarte?-Ah, gg que un par de ancianos mepermitieron refugiarme junto

" ,, fo_gón caliente y aitl puOe liOrrrr-" d"l

frío y no congelarme.-Pues esta noche conge laré a losancianos, apagaré el fogOn y , ti temataré de frío, -gritó fuñoso'"i ven_tarrón. y así lr.r, áquella nocná soplócon terrible viorencia et viento rreiáoo,derribó las ventanas. Entró aáár.¡t,de los dos ancianos, y lo hizo mor¡rde frío, perg la golondrina no la iogroencontrar- y ar día siguiente mientrasella revoloteaba ceróa de una .rár,118

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de Belén le preguntó el viento enfure-cido: -adónde te metiste anoche queno logré encontrarte para matarte?.Ah, respond¡ó ella muy contenta. -Yoentré a la cueva donde acababa denacer el Niño Jesús y la V¡ rgen Santame perm¡tió dormir entre el corazónde tan buena madre y la cabecita detan precioso niño, y allí no sentí ni elmás mínimo frío, sino el más agrada-ble calor de amor. -Ah, golondri n a,golondri na -exclamó gimiendo el tre-mendo viento frío, -has logrado des-cubri r el único sitio a donde mi frial-dad mortaljamás logrará llegar: el co-razón de la más Santa de las Madresy la cabecita del más bondadoso delos h¡j os!... y d¡ciendo esto se fué bra-mando por entre peñascos y pal-meras hasta desaparecer en el de-sierto.Corazón de madre tan bueno y gene-roso como el de María Santísima, no

hay otro y no lo podrá haber jamás.Protector tan poderoso y buen'amigocomo Jesucristo, nunca será posibleencontrarlo, y ellos los dos éstar¿nprontos a defendernos de todo mar sinos les acercamos, con fe, con fiafizáy verdadero amor.

Buena enseñ anza. Cristo nos ense_ñó con su ejemplo el cuarto manda_miento. Ét quiso tener una madre y lahonró con su obediencia nasia-quecumpli sus treinta años. Su- prir",milagrg (el convertir el agu,

"ñ vino

en las Bodas de Caná), l;hiio por tosruegos de la Madre §antísima. y ensu muerte renunció a muchos otrosconsuelos, renunció a su fama, á to_da otra clase de ayudas ,át"iiJ"r,menos al consuelo de tenerjunto a sien la cruzala Madre Doloroá,iirr. vunas de sus úl imas palabras-fueronpara confiar al discípulo amado (San

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Juan) que se encarg ara de cuidar yatender bien a la Santísima Madre.Con todo esto nos enseñó a tener connuestra mamá los más exquisitos de-talles de amor, respeto y considera-ción.

Dos madres. Los católicos amamosmucho a Ia V¡ rgen M aría porque Ellale dio a Jesús las manos con las quebendice, la lengua y los labios conque él pronunc¡ó sus m aravillosasenseñanzas que tanto bien nos ha-cen , los pies con los cuales va enbusca de los pecadores, y que cla-vados en la cruz obtuvieron nuestraeterna salvación; el corazón que tan-to nos ha amado y que no dej a unsolo minuto de amarnos; portodo esoque le dio a Jesús queremos muchoa M aría Santísima y Ie damos graciasy la felicitamos. Pero tarnb¡én hayotra mujer que nos htzo a nosotros

esos mismos regalos que Maríahizoa Cristo. Es nuestra madre que nosregaló el cerebro que nos producetan provechosas ideas, los oj os conlos cuales logramos contemplar lasrn aravillas de la natu ral eza, los oídosque escuchan los mensaj es de losdemás y las bellas armonías, el cora-zón con el cual amamos a D¡os y alprój imo, Ias manos con las que garla-mos el sustento de cada día y los piesque nos sirven para recorrer los ca-minos de este mundo, Bend¡ta túseas M aría que nos diste a Cristo quepagó todas nuestras deudas. Y ben-d¡ta mil y mil veces también nuestramadrecita de Ia tierraque formó en suvientre nuestro cuerpo, nos cu¡dócuando de niños nada podíamos ha-cer por nosotros mismos, fue mej o-rando con sus consejos y buenas pa-labras nuestra personalidad, y nos haacompañado por tanto tiempo con su

gran amor. A eila hay que ofrecerre

cari ño en esta vida y plegarias si ya

óásó ala eternidad. Y en su compa-

ñía espe rarnos gozar en el cielo para

siemPre.

123122

CAPITULO 13

UN MANDAMIENTODE ENORME IMPORTANCIA.

Dos obselvaciones. San Pablo seadmiraba de que cuando D¡os d¡ctósus diez mandamientos en el monteS¡naí, al único que Ie promet¡ó premioinmediatamente fue al cuarto manda-miento. Dij o asíNuestro Señor:«Honra a tu padre y a tu madre yserás feliz. Y se prolong arán tusaños sobre la tierra (Deut.s,16). Esaes una observación positiva.

Pero existe también una obselY?-ción negativa. Una vez una señorale decía a un sacerdote educador:«Por qué no le insisten más a Ia genteacerca de la importancia que tiene elcumplir el cuarto mandamiento? Es

124

que son demasiadas las veces que

olvidan los hijos honrar a sus padres

como lo debieran hacer». Esta obser-

vación tiene gran fondo de verdad'

Una Página admirable' En la Biblia

hay un libro t'*amente agradable Y

muy Práctiáo ó'" tiene más de mil

toítáot dá. giql utilidad' Se llama

EL Ecuesn§frco, de Ben sirac' El

capítulo tercero de ese hermoso libro

trae una O" i" más imPlegionantes

páginas que se haya podido escribir

acerca del cuarto manbamiento' Dice

así, inspiraáo pot Dios' «Quien honra

;;ü padre obtiene Perdón de sus Pro-

pios Pecados' OYl"ltrata bien a su

madre es co o si se encontrara un

frecioso tesoro' Quien honra a su

padre, será también honrado Por sus

hijos, Y cuando rece será escuchado

por Dios El Ñ" trata bien a su Padre

recibirá bendiciones durante su vida'

125

Y obedece a Dios quien se esfuerzapor tratar bien a su madre. De obra yde palabra debes honrar a tu padre yasí obtendrás bendic¡ón. La bendi-ción del padre trae muchos bienes alos h¡jos, pero la mald¡ción de Ia ma-dre trae desgracias.

Ti enes que cuidar de tu padre en suvej ezy tratar de no causarl e tri steza.Aunque su mente se deb¡lite y d¡gaerrores a causa de su vej ez tienesque ser comprensivo con é1. Recuer-da que los favores hechos al padrenunca qued arán sin recompensa ysirven para obtener perdón de peca-dos. El día de la tri bulación D¡os seacord ará de ti para ayudarte, si a

tiempo ayudaste a tus propios pa-dres»». Son palabras inspiradas, d¡g-nas de ser releídas varias veces ypracticadas du rante todo Ia vid a.

126

Filmadoras y grabadoras. El rnuY

sabio pontífi ce Pio Xll decía a los

esposos: «Recuerden que unas fi l-

madoras de películas van fi lmando

día por día el comportamiento de

Uds. Son los oj itos de sus hijos- Y

unas grabadoras van glabando horapor hora lo Uds. dicen. Son los oídos

de los niños de su casa. Por eso es-

fuércense porque todo lo que d¡cen y

hacen les haga bien a ellos, y ningún

ej emplo o comportamiento de los pa-

pás les Pueda hacer mal'

Un recuerdo inolvidable. En lngla-

te rra un joven de 20 años buscaba a

su padre para matarl o. Tuvieron que

ence rrarl o en una casa de reposo

rnental. Y el papá se admiraba Porque él nunca golpeó ni trató mal a su

r-,ii o. Al fi n un hl pnoti zador logro que el

joven volviera a record ar los días de

su pri mera infancia y vino asaber que

127

Cuando el niñito estaba en la cuna, elpapa llegaba borracho y corría portoda la habitación detrás de laesposatratando de golpearla, mientras ellalloraba y gr¡taba. Los ojos y los oídosdel niño grabaron estas escenas ydesPués llegado a la edad m ayor elodio estalló en su corazón contra etque había tratado de golpear al serque él más quería, asu propia mam á.Nada se olvid a, ni lo bueno ni to malo.Prudencia pues en nuestras actua-ciones delante de los menores.

Lo gue h¡cieres te lo harán. Un an-tiguo refrán enseña: «Hijo eres, pa-dre SeráS. 'Lo que hicieres te loharán. Joven eres, viejo se rás. co-mo trates te trataráll». La ¡ey ine-xorable de Ia vid a, gue siempre secumple, es y será esta: como cadacual trate a los demás, así de esamisma manera será tratado por

ellos después. O como decía Jesús:«la medida que cada cual ernpleapara dar a los otros esa misma medi-da se empleará paradevolverle y dar-le en cambio)).El niño de la cob¡ja. Un hombre llenode salud y de v¡gor estaba cansadopor que su padre ya muy ancianlto sehabía vuelto bastante cansón en lacasa , a causa de que a su cerebro yaIe llegaba poca irrigación de sangre ,yle hacía cometer errores. Y un día lle-no de cóleraechó al viej ito a Ia calle yIe d¡j o: «A mi casa ya no volverámás». El ancianito tiritando de frío lerogaba d¡ciendo: «Hijo regál eme algocon qué cubri rme contra el frío». Elmalvado hij o llamó a su h¡j ito peque-ño y le dij o: «Vayaallá al ri ncón dondehay una cobij a o manta viej a de lana yregál esela al viej o para que se cu-bra». -Como el niño tardaba en vol-ver, el hombre se fue a buscarlo y lo

128 129

encontró part¡endo en dos Ia cobij a omanta con unas tij eras. -¿Oué estáshaciendo -rug¡ó el papá rnalhumora-do? -mira -le dijo el niño en su inocen-cia. -Estoy part¡endo por mitad estacob¡j a, para darle la mitad al abuelitoy guardar Ia otra mitad paracuando túte hayas sacrificado por darme edu-cación, casa,y alimentación y cari ño,y te vuelvas viejo y canson, y yo tetenga que echar a la calle y tu me pi-das algo con qué cob¡jarte contra elfrío. Te daré esta media cobija queme ha sobrado de la que le d¡ste alabuelo». EI hombre se quedó asom-brado; nadie sino D¡os podía haberpuesto en labios de un niño una not¡-cia tan impresionante. Era como sinuestro Señor Ie dij era: «Lo que hoyhaces contra tu padre anciano, otroslo harán contrat¡ , cuando llegues a laancianidad». Y llamó a su papacitotan viejo y canson y Io recibló de

nuevo cariñosamente en su casa'

Quería irse preparando un buen trato

ü; cuánoá a et le llegaran los años

áá f , veiez Y de la debilidad '

Hasta aquí arrastré a mi abuela'

Una mujer de un genio ferozvivia en

un apartamánto dét quinto Pis de un

edificio, con su abuelita que a causa

de la veiezse había vuelto bastante

caPrichosa Y cansonS

Y un día, OásPu¿s de ula agril dis-

cusión, la nieta agarrÓ de un Pie a la

ancian, v iá á"utitÓ escaleras abajo'

Hasta ef cuarto piso la guapa. abuela

no llorO ni t" qüe¡o' Pero al llegar al

tercer piso ámd"'-O a llorar y a decirle:

«Deténnr* Li"t'' Que hasta aquí

arrastré ;; también a mi abuela'

cuando efia era anciana y cansof'Ia>»'

-¿Cómo nos tratarán a nosotros

cuando lleguemos a la veiez? ' Eso

ááp"nderáLn mucho del modo como

130131

tratemos ahora a los ancianos. Porque la ley de la vida es: «Como cadacual trate, así le trataráll ». Con ra-zón insistía tanto Jesucri sto en estegran consej o: «Traten a los demáscomo quieren que los demás lostraten a Uds.».

Buen presagio. Se llama presagio auna señal que indica y anuncia algoque va a suceder en el futuro. Unavez el notable educador P. Jeguselcuando estaba recién ordenado desacerdote fue a visitar a una familia yse d¡ó cuenta que una joven llamadaMagdalena trataba supremamentebien a sus ancianos padres y asu an-cianisimo y muy déb¡l abuelito. Concari ño Ie dijo.»» Magola (así Ia Ilama-ban en su casa), en su ancianidad vaa tener muy buen trato de parte deotras personas porque Ud. Dernues-tra una admirable caridad para con

sus Padres Y :Y abuelo'» 50 años

después volíió Jegusel a aquella ciu-

;;"t visitando un ancianato se en-

contró .on'üágoalena que estaba

siendo admirabi"*"nte bien tratada

allí por las religiosas que d]i:91?: el

;i;ñ;i vá¡ui"Éontó' o§u anuncio de

hace *"o,J r''t" se ha cumplido a la

ffi;. rt¡it familiares con una genero-

sidad admirable me están pagaldo la

pensiÓn en este ancia ato en el cual

las buenut religiosas me tratan como

si yo tuerá " ñi¡u o s.u P'oni1-ya*''Me siento i'n ieliz' tan aPreciada Y

bien ,t"ío'oá Por todas' Y mis Pa-

rientes me visitan por turno cada do-

mingo Y Pu=o ho¡9s felices en su

agradable TPu!,i:' No siento las

amarguras de la velez» El !.l:,nutt'le resPoñáio'' Es que en sllYldu t"esta ,r*óiünoo lo que anyl:ó san

Pablo: «« Lo que 93d" cuál cultiva'

eso"ot"-"f,J;''Ud'cultivÓcariñoY133

132

car¡dad hacia los ancianos y ahora ensu ancianidad esta cosechando tam-b¡én cari ño y caridad. Bend¡to seaDios!.

Algo gue h¡zo estremecer. Suced¡óque afi nales del siglo 2A. El ju ez leyóla sentencia a un hombre por asesinoy ladrón. El sentenciado se puso depies y exclamo: « acepto la sentenciapor que me la merezco. Pero yo pidoque la condena se haga extensiva aotros dos seres que son pri ncipalí-simos responsables de m¡ dedicacióna la maldad. Uno es ese hombre quecuando yo peleaba con mis compa-ñeritos en vez de invitarme a no seragresivo me decía: ((muy bien. Delesduro. No se dej e. Vénguese y atáque-los»>. Ese hombre que es mi padre,aquípresente, ffie fué llevando haciala agresividad y el cri men. Y aquíestatarnbién una muj er que cuando yo

llegaba a la casa con algo robadg "n

u"l=de casti arme Por mi maldad me

animaba y decía: «<Vivo el jovencito'

ü;t bien. rsta demostrando que es

;;i inteligente» -Y así con su alca-

huetería me hizo caer en el vicio de

robar. Paraellos pido también la sen-

tencia de condenación, Por qug en

i"=de llevarme Por el camino de la

hánotubilidad y de la amabilidad' ffie

encaminaron hacia la agresividaf V el

robo». La mamá caYÓ desmaYada' El

papá quedó Pátido,como una botella

áá'tecn". lod demás que esta.ban allí

pr"r"ntes rePetían estremecidos de

[rrot. «los que siembran vientos' co-

iechan temPestades» '

Una madre reemplaza a .otl".lrlo'dre. Cuando santa Teresa de Avila' a

los quince años, quedó huérfana de

madre empez Ó a enflaquecerse de

tanta tristez a Y a no Poder comer ni

135134

dormir. Entonces se arrodilló anteuna imagen de ta Santísima Vlgen yle dijo: « Madre Santrsima: y ";t

soycapaz de vivir sin mamá "n

é ta i¡erra¿Quieres tú reemp lazar a la mama_cita que se me muriói - y rJ parec¡Ogrre Ia Virgen.le aceptaOa su pátr:cion.Y en adetante recobró ;;á"ür,, yencontró en la Madre de Dios ioOoslos consuelos y ayudas qu;rr'rr_macita d" lp. tierra ya no le' podiá pro_porcionar. Aloo paiecido r"'rl"Joió asanta Teresita del Niño JesúscranOosiendo muy niña se le murió su santamadre. pronto .rp.=O a sentir unatristeza insoportabre parecrá'iue

ioaa enloquecer o a morir de tantJ tÁt"_za. Pero un día, estando rezañdo un_te una imagen de Nuestra Señoá, l"pareció ver que la Virgen le ,onr.ir.Esa sonrisa Ie devorvid ra aregría v enadetante ra seguridad d¿ qñ'iá t¿r-dre del cieto ie reemp la)aría- a' la

rnamá de la tierra, la mantuvo confi a-da y llena de gozo y de paz.

Al volver del funeral. Cuando SanJuan Bosco volvió del funeral de suamadísima madre, Mamá Margarita,entró al templo de María Consola-dora y de rod¡llas ante la imagen deM aría Santísima le d¡j o: «Madre que-rid a, V¡ rgen M aría, LQuieres tú reem-plazar a mi mamacita buena que seha muerto?. Es que sin madre yo nopuedo vivir». Y la Vi rgen Santa acep-tó de tal manera su humilde petición,que en adelante, en los 32 años queIe quedaron de vid a, San Juan Bos-co, sint¡ó día por día la poderosísimaintervención de la reina del cielo ensu favor.

lmitemos estos bellos ej emplos. Lla-memos en nuestro socorro a la M a-dre de Jesús y EIla vend rá siempre

136137

en nombre de su queridísimo Hijo atraernos los auxilios mate rial es /"s-pirituales que necesitamos y un díanos lleva ráde su mano hacia el Reinoeterno en el Cielo. Oj aláque asísea.

,ILI,

138 139

CAPITULO 14

SITUACION A LA CUALTODOS PODEMOS LLEGAR

Vivir la tercera edad con buenhumor. Un testimonio de Basilio San-tos. ¿Quién soy, qué hago? Soy unreligioso m ari sta de 82 años, viej o,enfermo, achacoso y débil, pero aúnme queda humor para escri bir sobremi vida y mis miserias, aunque no seaescritor. De joven era fuerte, robusto,deportista y muy sano. La vida essueño, decía CalderórJ. Un conj untode sueños han sido pa ra mí estos BZaños que llevo sobre las espaldas.Han pasado ráp¡damente mi niñez,mi adolescencia, m¡ juventud, miedad adulta y,sin darme cuenta, es-toy terminando mi tercera edad .

Esta últirna etapa ha sido para mí deabundantes gracias porq ue ha

crecido mi vida de oración, et silencio,la vida escondid a, et descanso, laquietud Para encontrarme conmigomismo y pa ra prepa rarme at en_cuentro con Dios, al fi nal de estecorto viaje.Aunque física y mentalmente estoyPerdiendo energías, me parece queespiritualmente puedo subir a eleva-das cumbres. Dios no jub¡la ni arr¡l-Cona a nad¡e, aunque el desgaste eSley de lavid a.Yo estoy tratando de hace r aho raunasíntesis de sab¡du ría espigando fra-ses bonitas, Y ya tengo más de 600que intento practica r. Antes me diópor recopilar chistes y junté unos S00.Trato de estar bien con todos, sinclaudicar en Ia verdad, que siempretiene rnuchos lados. t\4e parece quecon Sonrisas, bromas, Saludos yatenciones estoy logran lo un m ayoracercamiento a mis hermanos. Vale

140141

la pena ser sembrador de sonrisas.Yo me siento felizy dedico tres horasd¡arias a mi form ación personal, cosaque nunca pude hacer de joven. Ha-cer el bien a los demás se ha conver-tido en míen una pasión.Conseruo luctdezde mente; no se meha oxidado Ia sustancia gris y meocupo con gusto en labores apostóli-cas y esp¡rituales. Támbién tengo unagranj a con conejos que son una m a-ravilla. Se reproducen de manera ex-traordinaria. A míme sirve de d¡strac-ción y de alegríatanta abundancia.

Además, con esa ocupación evitoque las p¡ernas se me paral icen o se-quen y la guad aña de Ia muerte seacerque para segarlas. D¡cen que alos ancianos la muerte nos penetrapor Ia planta de los pies. La verdad esque a unos nos ataca por los pies y aotros por Ia cabeza. Yo estoy

contento con mi granja y con los pe-queños servicios que realtzo en estacasa. También me hago presente enlos patios para estar con los niños, ydesempeño pequeños servicios en el

colegio, según mis posib¡l¡dades.

¿Cuáles son mis preocupacionesa los 82 años? Podría resumirlas enel s¡guiente elenco que he anotado ytengo siempre en mi mesa para no ol-vidarme, pues se me olvida ensegu¡-da lo que pienso, Io que leo y Io queme d¡cen. Pero repito de nuevo, yvuelvo a leer. Bueno, esto es lo queescri bí:

1, Nunca pensar que mi enfermedady mi vej ezes la peorde todas

2. Nunca desconfi ar de mis esfuerzosy posib¡l¡dades

3. Nunca considerarme un estorboparalos demás

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4. Nunca vivir replegado en mi

enfermedad y limitaciÓn

5. Nunca converti r mis achaques en

tema ordinario de conversación

6. Nunca ensimismarme en Pen-

samientos pesimistas cuando

sienta soledadT. Nunca creer que por estar enfer-

mo tengo más derechos que los

demásg. Nunca ser exigente con los de-

más, ni quej arme de mis doloresg. Nunca buscar que se compadez-

can y apiaden de mis dolores y

soledad10. siempre estar atento

sidades Y Problemasmás .

11. siernpre ser estímulo para qule-

nes me rodean y me cuidan

12. siempre perrniti r de buena gana

la a¡uda de los demás

a las nece-de los de-

143

13. Siempre salir de mí mismo y olvi-darme de mis enfermedadei

14' Siempre mostrarme contento, p a-ciente Y amable con los que mevisitan

15. Siempre hacer algo útil pa ra losotros, aungue solo sea sonreír omirar

16. SiemPre ag radecer, bendecir yalabar al Señoren mi o ración

17 - Siempre creer gue la enfermedades una gracia que Dios me da

18. S¡empre mirar a Cristo pa rareco-noCer el valor redentor del sufri-miento

La función de los ancianos. Yo creoque el papel de los ancianos es man-tener el optimismo y el uen humor.No Presentar caras amargas ni abu-rridas, no ser intole ranteé ni critico-nes sino mostrar prudencia y com-Prens¡ón. Debemos ofrecer

144 145

serenidad en un mundo en el que to-do es prisa, debemos estar abiertos alos cambios, part¡c¡par y animar enlas tareas que realizan los demás, te-ner capacidad de escucha y aceptareste momento h istórico.

No debemos sentar cátedra ni rnos-trarnos como maestros o consej eros,sino acercarnos a los jóvenes comoamigos, ser modelos de bondad y pa-ciencia y estar siempre alegres por-que nuestra mayor riqueza es habergastado Ia vida en favor de los de-más. Estas son las cosas que heaprendido a hacer en mi jub¡lación yveo que todos me aceptan y me quie-ren. Yo vivo alegre porque se queD¡os nunca me abandona y que metiene un gran premio en el cielo.

CAPITULO 15.

UNA LABOR IIIUY ESPEGIALY lt4UY PRoDUcTtVA

Este sí que es un tema der cuar quí-zás m uy pocos han oíd ) habr ar.ouehaY cuatro míl millones de seres hu-rnanos que toda vía no han oído ha-blar de cristo y de nuestra santa reli-gión' Es un verdadero PROBLEMA yconsíste en que cada díarnueren enel mundo rnás de cien rnil personassin haber sabido nada de laverdade-ra relígió,l ' o sea gue en cada tictacdel reloi rnuere algüi"n sin haber co-nocído la religión de Cristo.

¿cómo se llarna este problern a?su nornbre es : MlslorrlEs. cuatromíl millones de no_creyentes en cris-to' Desfile interrninrOle, pár"ce po-co: un cuatro y nueve ceros. pero si146

los gue no conocen nuestra santa re-ligión emp¡ezan a desfi lar ahora porfrente a nosotros de a seis en fondo,seis por segundo, pasará esta sem a-na, este mes, este añc y no habránterminado de desfi lar. ¿Sabe cuandohabrán terminado de pasar? Dentrode quince años ¿Cómo les parecesemej ante cantidad?.

¿Y que hacer? lrse de rnisionero?Oj alá cada familia deseara tener unrnisionero predicando la verdaderareligión en tierras de infi eles. Sería uninmenso honor y una bendición paratodos en esa casa. Qué m aravillosodeseo sería ese! Pero aunque noso-tros no vayamos a mision ar sí pode-mos ayud ar desde aquí. Y cóm o?Los dos grupos de ejército. Cuan-do un ej ército va al combate se divideen dos grupos. El pri mero va ade-lante a luchar, a conquistar. Son los

147

combatientes. EI segundo se quedaen la ciudad y en el iampo preparan_do provision s, armas, comestibles,ropas, medicinas. Así sucedía con elejército gu.e consiguió Ia l¡bertáJ paravarios paíse ; de A érica del sur.Adelante iba Bor ívar con sus inven-cibles guerreros combatienáo y .on_quistando la libertad para la [atria.Atrá.s quedaba Santander ayüáaOopor los campesinos, los obreás , lasamas de casa, las costureras y pana_deras, los fabricantes de armáJ-V lo,que r cogían animales. Todo

-este

grupo formaba la retaguardia, eñ-viando provisi nes para que los de lavanguardia pudieran resultar vence_dores. Así sucede en las misiones:adelante van 300.000 mision ros ymisioneras predicando, enseñandocatecisffio, fundando puestos de sa_lud , escuelas, hospitaies, ancianatosy asilos, para atraer a las g"nt",

148

pobres y poder asíenseñarles la salt-ta relig¡ón. Y aquí nos quedarnos Iosde Ia retaguardia enviándoles oracio-nes, sacrifi cios, limosnas y toda clasede provisiones posibles,

¿Y que provisiones son las quemas necesitan?. Ante todo ORA-ClÓN. EI papa Juan Xxlll decía:algunos afi rman: 'si no puede hacerrnás, rece". Com o? Es que rezar es lode menos? Eso es lo que más vale. SiJesús promet¡ó "Todo lo que p¡dan alPadre en mi nombre se lo concede-fá", ¿Cómo no nos va a conceder laconversión de los infi eles si Ie pe-d¡mos ese favor con confi anza yperseverancia?

No hay que ser miopes. Las perso-nas que on miopes tienen el defectode que no ven sino lo gue está muycerca. H ay quienes son miopes

149

espiritualmente. No se fij an sino en

sus problernas y en los de su familia y

ciudad. Y los de los demás países delmundo? Y esos 4.000 millones queno conocen a Cristo no les interesanada gue se conviertan? Y esos100,000 que se mueren cada día sinhaber oído hablar de la verdaderareligión , LNo les importa nada gue sesalven? Hay que mirar ampl¡amentey rezar portodos siempre.

Segunda provisión: LA LIMOSNA.Hay un dato aterrador: la fábrica dec¡garril los Marl boro gasta cada añoen hacerl e propaganda al vicio de fu-m ar el doble de d¡nero que los catól¡-cos del mundo entero gastamos enayud ar a las misiones para hacerlepropaganda a Cristo y a su santarelig¡ón. ¿No nos da vergüenza?

150

" coMo HAÓrns n NCo' DAlvDo

LIMOSNAS E]V LATIERRA'ALGO gu, ME })NWENE LEER Y

MEDIá+R ME PIIEDE HAcERMUCHO BIEN.

151

El sueño de una señora tacaña. Erauna mujer bastante piadosa, cumpti_dora de sus deberes .aseros, buenatrabajadora, pero no ayudaba en na-da a las misiones. y una noche tuvoun su( ño en el cual vió que ,á pr._sentaba aljuicio de Dio, .on nlrn_to bastante brillante, que representa_ba sus buenas obras y sys trabajos yoraciones de cad a día. pero *rndoya iba a acercarse al Divino fiürnrlla detuvo San pedro y le dijo: ;trrii*que su manto tan adornaáo de bue_nas obras tiene un roto feísimo án lamanga derecha,,. Ella volvió ,- rirahacia ese lado y vió con horror queallí había un ro o inmenso y horrible yun letrero que decía: ,,No ír¡"á riAionada para las misiones, para exten-der el Reino de Dios entre los infie_les". Llena de horror hizo ,ñ-movi_miento brusco y...se despertó. Aquelmismo día abrió una alcancfa'i'ue

152153

tenía en la cu ál depositaba Io que es-taba ahorrando para comprarse nue-vos vestidos y llevó el dinero al Sr.Cura párroco para que lo enviara amisiones, y se propuso rezar mas enadelante por las misiones y los misio-neros, porque no quería que a la horadel juicio tuviera que pasar por la ver-güenza de tlevar un roto asquerosoen el manto de sus buenas obras, porno haber ayudado a extender nuestrasanta religión . ¿Me podrá suceder amí algo sernej ante? Todavía tengotiempo de evitar que tal cosa me su-ceda.

Una ayuda muy provechosa. ElPapa Juan Pablo II decía: "Quien de-sea ofrecer algo supremamente pro-vechoso para las misiones, ofréz-cale a Nuestro Señor los sufri-rnientos de cada día soportados conpaciencia, por amor a D¡os y por la

conversión de los infietes". y el ama_bre pontífice Juan XXI, excramaba::.Ah, si yo tograra que todos los cató-Iicos que sufien, oiiá.¡erañ su-üaor_cimientos grandes o pequeños aDios, por tJconveisión áel;'i".r_dores, conseguiríamos Ia salvaciónde m illones Oe-a tm;;,,.

El paseo de Santa Teresita. Cuando"rl giqnnática santica que murió desolo 2g años, estaba sufriendo losterribles padec¡m¡eÁios de la tuber_culosis, col un pulm n desh".nó y hfalta casi absollta áe respiración, elmedico le recetó que cad a díahicieraun corto paseo por etjardí; ü;;oxi_genarse. pero a cada paso que elladaba sentia como si le ctavaran unpuñal en el estómag . Entonces laenfermera te dijo: ,,ño

.te- oñt;;;;r_sear si esto la hace sufrlr tantísimo,,_y ella respondió ,,Es qu" cada paso

154155

que doy lo ofrezco por un misio-nero que esté fatigado o desani-mado, y por la conversiÓn de los queno conocen todavía a Jesucristo".Con razón el Papa la declarÓ patronauniversal de las misiones, Y eso queella no se fue de misionera ni sal¡Ó desu convento, pero desde allí ofrecíasus oraciones y sacrifi cios por lasmisiones y los misioner s. Poco an-tes de mori r p¡dió que le dij eran a lagente amiga que el d¡nero que iban agastar en coronas de fl ores para suentierro lo entregaran como limosnapara los misioneros de tierras lej a-nas.

Algunos datos. En Los 1.200 sitiosde misión que los catÓlicos tenemosen el mundo, h ay 1.800 hospitalescon 120.000 enfermos. 2.500 orfel¡-natos con 180.000 niños. Más tres milpuestos de salud. Cien leprocornios.

120 ancianatos. Escuelas profesio-nales para. indígenas, negros y paralos parias de ta l-nO¡a.

_U,n, pregunta final. Un hombre so_ñó que se.moría y que al presentarse

ante el Tribunal de Cristo, á-óir¡noJuez l"^ p,rgguntó: ¿eué nú"-"n elmundo? y ét responáió, ;pó, ,iiiami_lia hice esto_ y esto... po, mi barrio y miciudad, esto y to otro. por d ó;ña hi_ce aquello....y entonces Jesús conuna mirada bondadosísima l" pre_guntó: "Y pol ffií, y por mi religión ypar? gue otras personas me co_nocieran y amaran gue hizo?,,. Elhombre s¡n liO en "r" r omento lamás grandelgrgri enza de su ,idr,porque pof Cn¡t_o, por su religión ypara que los infieles conocieran iamaran a nuestro Salvador noháOrahecho nada. Afortunadamente fuetan grande su susto, que de puraemoción se lespertó. y al ora.!-h,

156 --157

ded¡cado a ofrecer oraciones, sacri-fi cios y limosnas por las misiones,porque no quiere que a la hora fi nalcuando el D¡vino Redentor le dicte lasentencia defi nitiva vaya a tener quepasar por la terri ble vergüenza de nohaber hecho nada por extender nues-tra santa relig¡óJl . Y si a mí me pre-gunta hoy Cri sto ¿QUÉ HE HECHOPOR HACERLO AMAR Y CO.NOCER MEJOR?, ¿Cuál será mirespuesta?. Tengo que irla pre-parando con mis generosos compor-tamientos.

Las tres clases de personas. Unsanto contempló en una visión queante el trono del Divino Ju ez prepa-rándose a recibir la sentencia defi n¡t¡-va para toda Ia eternidad, las gentesse presentaban en tres grupos:a) LOS "MANOS VACIAS" . Los queno d¡eron nada para Dios y para su

relig¡ón. Se les olvidó aquel mandatode Ia S. B¡blia que d¡ce: "No te pre-sentes a D¡os con las manos v?-cías" (Deut. 16,16), lban vestidos deharapos y como no d¡eron nada, norecibieron nada en premio,

b) LOS MICHICATEROS. La gentellama "michicato" al que da lo menosposible como con cuentagotas, y dernanera tacaña, avara y miserable.Allí estaban los que para D¡os y parasu santa religión daban lo que no lescostaba nada, lo que de ninguna ma-nera Ie empobre ía y que al fi n decuentas, casi nada valía. Vestian tra-jes modestos y no elegantes y Jesúspasó por junto a ellos sin darles ma-yores muestras de aprecio y cari ño.En ellos se cumplía el lema bíblico:"Quien poco cultiv?, poco cose-cha".

158

c) LOS GENEROSOS: En este grupo

rb encontraban las Personas que

óumPlieron el lema de Abel en la Bi-

blia: "para el Señor, lo meior". quie-

Á", tuvieron generosidad en dar di-

nero, tiemPo, Palabras Y obras Para

hacer conocer mas a Cristo Y a su

sánta religión. Vestían trajes hermo-

iiii*os llénos de diamantes y perlas'

; J;;rcristo se acercaba' los saluda-

ba uno Por uno, Y les daba su agrade-

cimiento y felicitación y les prometía

enormes premios par alaeternidad'

¿En cuál de estos tres grupos

estaré Yo en el día del iuicio? Sin

duda que voy a estar en uno de los

tres, Porque otros no los hay' Puede

=á. qü" hasta ahora haYa estado en

el primero en el de los "manos va-

cías", o en el segundo' el de los "taca-

ños". Pero graci-as a Dios que todavía

fueOo Prtát*e al tercer gruPo' el de

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los generos( s, y así recibir la felicita-ción de Nuestro Señor y su premioeterno. Tengo que repetirle la peticióndel profeta; " Señor, te pido que mecambies este corazón que es frío co-mo si fuera de p¡edra, por un corazóngeneroso y lleno de amor hacia t¡,

como e! mej or corazón de carne" (Ez.11 ,19).

Y Jesús cumplirá aquello tan conso-lador que él prometió en el evangelio."Quien ofrezca por Mí algo que lecueste, recibirá cien veces mas enesta vida y después Ia vida eter-na" ( Mt. 19,29) ¿Qué mej or negociopuede haber que ser generoso conCristo y con su santa relig¡ón? A D¡osnadie Ie trabaj a a baj o precio ni gra-tuitarnente. Nadie es tan buen pa-gador como él . LOué voy a hacer deahora en adelante para que NuestroSeñor sea más conocido y amado y

porque la religión católica se extienda

cada día más y más?. Oue Dios me

ilumine, y que yo obed ezca a sus

santas iluminaciones!

LAS WASAIVIISTADES

CORROMPEIVr AS BI.]EIVAS

160 16 1

CAPITULO 16.

DESTI NO DEL CUAL NADIESE PUEDE LIBRAR.

Aviso provechoso. El libro delEclesiástico en laBiblia dice ,,piensaen lo gue te espe raat fi nri de ta vi-da, Y así evitárás rnuchos pecá-dos"' Muchísimas personas hancumPlido este conseió y han conse-guido mejorías impresiohani., en sucomportamiento.

El núrnero de tos gue vi aian. cadadía mueren en el mundo rná, de cier-to veinte mil personas. son 120.000viajeros que parten pa rala eternídad.Ciento veínte cohetes que vuelan ha-cia el otro rnundo llevando mil atmascada uno' Y el día rnenos pensadouno de los Pasaieros ser quien es tá

leyendo estas líneas. Lo mas impor-tante no es el cuando ni el como ni eldonde será Ia muerte de cada uno,sino si está preparado o no para partirhacia Ia eternidad y darle cuenta alD¡vino Ju ezde lo que hizo, dij o, pen-só y ev¡tó. Por eso Jesús repetía fre-cuentemente:"Estén preparados, por que el díarnenos pensado vendrá el Hijo delhornbre a tomarles cuentas, y en-tonces pagará a cada cu ál según ha-yan sido sus obras y según su con-ducta" (Mt. 24,42)Pasajeros del próximo vi aje: Aler-ta! Hoy salen 120.000 ataúdes lle-vando cada uno su cadáver. Proba-blemente ya nació el árbol del cuálvan a fabricar mi ca)a mortuoria ypuede ser que esté ya fabricado miataúd. Cada tic-tac del reloj pantendos personas para Ia eternidad.

162163

Y en el momento menos pensado so-nará el tic-tac de mi partida de estemundo. Y solamente me llevaré lasobras buenas o malas que haya he-cho. Todo lo demás se qued ará aquípara que lo disfruten otros. ¿eué mellevaré entonces?. Conviene que re-vise desde ahora Io que estoy echan-do en el equipaj e que tend ré que pre-sentar para que Io revisen en Ia adua-na de Ia muerte.

Los dos pasajeros. Al avión inter-continental subieron tres pasaj eros.un sacerdote y dos viaj eros más. A laizquierda del sacerdote se sentó unhombre tosco, con lentes oscuros yun maletín en su mano. A su derechase sentó un joven risueño y al egre lle-vancio también un maletín. Entabla-ron conversación el sacerdote y el jo-vencito y éste le contó que sus pa-dres le habían prometido un paseo a

164

visitar unos familiares en Norteamé-rica si obtenía buenas cal¡f¡ cacionesen sus estudios y d¡ploma de honoren conducta y que allí en el maletínllevaba sus cert¡fi cados de aproba-ción del año y la rnedalla de honorque se había ganado. lba feliz y con-tento a pasar sus va caciones en unpaís desconocido. Y al llegar a NuevaYork, subieron los guardias al avión yordenaron a los pasaj eros permane-cer quietos en sus puestos. Se acer-caron luego a nuestros tres pa-saj eros. Revisaron el maletín del jo-ven: d¡plomas, medalla de honor, To-do biér'l . Y Io dej aron descender delav¡ón, y alláa Io lej os se veía el alegregrupo de familiares aguardándolo.Luego los guardias se acercaron alhombre que iba a la izquierd a. Estetrató de esconder el maletín pero loamenazaron con la ametral ladora sise movía. Le revisaron su equ¡paj e y

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al¡í encontraron droga proh¡bida. Lecolocaron unas esposas en las m a-nos y lo IIe aron pr¡sionero. Y el sa-cerdote comentaba: Qué d¡stinto ter-minó el viaj e de mis dos compañeros.Y todo a causa de su equipaj e. EI quellevaba cosas buenas terminó inau-gurando feltz unas gozosas vacacio-nes. Y el que llevaba cosas malas ter-minó siendo llevado a una triste pr¡-sión, por el resto de sus días. Y perl-saba: así será a Ia hora de Ia muerte:revisarán el equ¡paje de obras quehayamos amontonado durante la vi-da: si son buenas, el destino fi nal se-rá felic¡dad etern a, pero si son mal?s,nuestro último destino será una triste-za para siempre . ¿Oué estoy echaJl-do día por día en mi equipaj e para laetern¡dad? ¿Qué voy a echar en ade-lante?.Hermoso Epitafi o. En una tumba deEstados Unidos hay este epitafi o:

"viv¡ó santament€, por que viviópensando que tenía que morir" Demuchísimas personas se podrá repe-tir otro tanto: pensaban frecuente-mente que Ia muerte les iba a llegar yque tendrían que dar cuenta al crea-dor de todo lo hecho, d¡cho y pensadoen la vid a, y esto les movió a llevaruna conducta tal que no les traj eratristezas en la hora fi nal sino d¡cha ypremio. Es un pensamiento transfor-mador que hace evitar muchas mal-dades.

El árbol de la vida. Los árabes d¡cenque la vida humana es como un in-menso árbol al cuál D¡os sacude ca-da año y se le caen todas las hoj assecas y que esas hoj as secas quecaen son las personas que muerencada año. Un año, y puede no estarlej ano, al sacudir D¡os el árbol de Iavid a, una de esas hoj as secas que

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caerán será Ia mía, mi existencia¿Me habré preparado deb¡damentecon una conducta santa para esta fe-cha? Todavíatengo tiempo para irmepreparando. Pero si no lo hago ahora,puede ser que cuando llegue la horade mi muerte me encuentre sin Ia

debida preparaciól'l , y eso seríafatal!

El secretari o det rey Salomón,Cuenta la leyenda que el secretariodel rey Salomón al ir subiendo unaescalerade palacio vió a la muerte enun descanso de Ia escalera, pero ellatenía una cara de tri steza y d¡sgustoespantable. El hombre lleno de terrorse fue a donde el rey a ped¡rle que leprestara el caballo más veloz que tu-viera, para huir de aquel sitio dondehabía visto la muerte. Salomón leprestó su prop¡o caballo y el se-cretari o part¡ó en veloz carrera haciala ciudad de Jericó, distante 18

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kirómetros. cu ndo ya iban llegando

aJericó, el iaballo caYÓ .tn'"I3 de

cansancio junto ? una Palmera Y allí

vió el hom'nre a la muerte Pero ella

estaba anora alegre' MuY im resio-

nado re P,"g;'r'tO:"¿eor qué en el Pa-

lacio la ví ián tristé Y esanimada Y

aquí la veo i'n alegre Y oPtimista? Y

ella ,"rPoñdro: - rJq'á Dios me diio:

Hoy tiene que trlep-e el alma del se-

cretario oi"éY S'tomón' Pero él de-

be mori, '"iuintrada de la ciudad de

Jericó t ro Oensab a" ¿CÓIo lograre

hacer ".{o"

5üG;iá án Jerusalén?

"Más he aquí que si se logró hacer lo

mandaoiiV tjLhombre quedó muer-

to allf at ínsi'nt""'Yo he de morir yo

no se OonOe' Yo he de morir Yo no se

cuando. iá he de morir Yo no se co-

mo. Pero'rá qu" sí se de cierto es que

si muero en buena amistad con Dios'

me salvaré P ra siempre' Amen'

Dos funerates at tiempo. En el ce_menterio central de Bog;ü r¡mos fle_gar dos entierros al misño t¡empo. fluno, el de un hombre rico, iárlro 1,muy conocido. Centenares y cente-nares de automóviles. Miles de coro_nas de flores. eué o¡scuÁ;;,. quegentío. y mientr s estaban üespi_diéndolo, pasaron cuatro hombre-citos

'evando en una tabra er cadáver

9g ,n compa ero, obrero de una are-nera, que había muerto ,"óütroopor un alud de arena. Ni atauJii"rro,y al pasar

??fjr"nte áipanteón dondeiban a ente rrar al ricá, to, que lleva_ban al pobre se detuvieron por unmomento v parecía gue er cadáver3:j

,g:plrdo are?"¿ ñr¡raoa at cadá_ffi#;;¿Qué te llevaste de éste mun do?r siel otro le hubiera podido responder lehabría dicho: "Lo mismo q e tú. Lasobras buenas y ras m aras. Las

oraciones y las limosnas, los sufri-rnientos soportados por amor a Dios,los deberes de cada día bien cum-pl¡dos, y también los descuidados,los pensamientos santos y los da-ñados; los favores hechos y los fa-vores negados; el tiempo bién apro-vechado para hacer el bien, y tam-bién el tiempo perdido...el habercompart¡do con los necesitados loque tenía o el haberme aguardadotodo egoísticamente para mí...todo lodemás ha quedado defi nitivamenteen esta tierray ya no me pertenece!¿Y después?. Aquel bri llante uni-versitario se preparaba para llegar aser un profesional de fama nacional.Y un día se encontró con San FelipeNeri el cu ál Ie hizo estas preguntas:

¿Qué desea ser?...Un doctor afama-do y muy apreciado.¿Y después?... Un profesor de launiversidad. ¿ Y después? Rector.

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+Y después? Ministro de educa-ción... ¿y después? Tenerun hogrr,u.no9 hijos, bastantes riquezas y mu_cha fama.¿Y desRlés^? Elvejecer y morir. ¿ydespués?,. Ag.ri e]-jov", .áll o y etsanto re recordó ra frase de Jesús enel evangelio: ¿De qué le sirv" , unoganar todo e! mundo si después sepierde a sí mismo? (Mat. ié,ZA¡Desde entonces el ün¡versitar¡oabandonó sus pensamientos deorgullo y vanidad, se dedicó , pi"pr_rarse para el sacerdocio y llegó a serun gran misionero. Es que a lá luz delos cirios que van a arder j;;ü anuestro cadáver se ven las óosas yvanidades del mundo de una ,rñ"r,muy distinta y ya no se les conceOeun valor exagerado y en cambio a lasrealidades que nos esperan en laeternidad sí ante er recuerdo de Iamuerte que nos espera se les

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concede entonces Ia importancia quese merecen.

Yederman. Volvamos a record araquí el muy sabido ej emplo de Ye-derman, aquella representación te a-tral que se acostumbraba hacer en elatrio de ciertos templos de Alemaniaen tiempos de cuaresm a. La palabraYederman signifi ca: un hombrecualquiera, uno de tantos, cual-quiera de nosotros. Era un drama entres actos.

En el primer acto. Aparece Yeder-man charl ando con sus amigotesacerca de negocios, de deportes, demuj eres y de política ,y de pronto em-pieza a oírse a lo lej os una voz caver-nosa que gr¡ta: Yederman, Yeder-man! Los demás salen huyendo anteesa voz tan tenebrosa y mientras élse queda allí solo aparece nada

menos que LA MUERTE con su gua-daña ,la cuál Ie d¡ce: "Yederman ven-go a llevármelo a la eternidad" -Ohno, señora muerte, yo no estoy pre-parado para irme para allá ni tengo elmenor deseo de mori rme todavía.¿Por qué no busca uno que esté bienenfermo, o muy anciano o totalmentedesesperado?. No señor, es a Usteda quien D¡os me envió a llevármelo.

-Pero señora yo no estoy preparado,

-No importa, Jesús les advirt¡ó queestuvieran preparados por que El lle-garíaa Ia hora menos pensada...- Ah,señora déme un año de plazo paraprepararme!. -No puedo- Concé-dame al menos un mes y me preparoa b¡en mori r - No me es permitido

-Déme entonces un día para arreglarmis cosas -No puedo. -Lo único quele puedo conceder es una hora deplazo. Son las once de la noche. A lasdoce en punto tendrá que partir para

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la eternidad. Así que busque quién lo

acomPañe...ságrhoo Acto' Yederman va en

busca de quien lo quiera acompañar

;ñ * viaje hacia la eternidad' Se en-

cuentra con unos amigotes que iban

con él a emborracharse cada sema-

na Y les ruega que lo quieran acom-

pañar, PeroLttot le responden: «La'áinriu oice que los borrachos no en-

trarán al reino de los cielos' Así que

ná poOemos ir a acomPañarlo"' Bus-

ca enseguida a otros amigos que

t*.u"ntában con él las discotecas'

bailes y reuniones pecaminosas y les

suplica que lo acompañen' pero ellos

le rePlican: "Es que no sabe que los

imPuros n Poseerán el Reino de

Dios?"

-asi lo afirm alaBiblia' Por lo tanto no

podemo, á.omPañarlo'-Y así todos

ñi O"*ás comPinches' Y el Pobre se

queOa solo desilusionado'

Tercer Acto. Aparece Yederman tri s-te y avergonzado y la muerte a su la-do lista a llevárselo. Falta un minutopara las doce de la noche. Yedermanexclama "Qué tristeza. Tendré queirme solo para la eternidad. Nadie meacompaña!.-Pero en ese momento se oyen en unri ncón unas vocecitas que d¡cen.«No, no se irásolo, nosotros le acom-pañaremos en su viaj e hacia Ia eter-nidad. Y aparecen unos enanitos deltamaño del dedo pulgar. -

¿Quiénes son Ustedes? PreguntaYederman. -Somos sus buena§'obras. Las pequeñísimas limosnasque hizo de vez en cuando. Los po-cos favores que ha cía. Las frías y cor-tas oraciones que rezó raras veces.Las poquísimas lecturas formativasque hizo.¡..» Yederman al ver seme-jantes enanos tan insignificantes ex-clama entri stecido: "Qué vergüenzal

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Tener que presentarme ante el trono

de Dios con estas obras buenas tan

escasas y tan pequeñasl ¿Por qué no

lo pens é atiempo? ¿Por qué no hice

más obras buenas, más oraciones y

mayores limosnas y favores cuando

tuve tiempo para hacerl o? Lastima,ya es demasiado tarde! -Y en ese

momento se oyen los campanazosde un reloj marcando las doce de lanoche. La muerte se lanzacontraél,yqueda convertido en cadáver, y se

cierrael telón.

Conclusión. Las personas que asis-

ten aesta representación vuelven si-

lenciosas asus casas pensando: "Yo

soy yederman. Ya la muerte se vino a

llevarme y puede ser que el tiernPo

que me queda para hacer obras bue-

nas y rezar y leer buenas lecturas Y

ganarme premios parael cielo sea ya

muy poquito. Tengo que aprovechar

el poco tiempo gue me queda de vidap?la preparar mi viaje hacia la eter-nídad" ¿eué ideas me sugiere esteejemplo?.

El águila negra. En una de sus visio_nes misteriosas vió san Juan Boscoque a un salón lleno de gente llegabaun águira negra lrevand-o corgad.a desus garras una cinta morada y que re_voloteaba por sobre ta multiíulbus_cando a alguien en especial. Al fin seacercó a uno de los allí presentes y ledejó caer sobre su caheza rá- áintamorada. EI santo se acercó a obser_u?, y vió que la cinta decía: ,,Eite

esel que va a morir primero,,. El buensacerdote narró a los presentes loque había visto y se propuso prep ararmuy bien a aquel individuo y oOtrroque aquel gue iba a morir primero ,.confesara y comulgara. péro áür¡"nse asustó demasiado y acusó al

santo de estar atemorizando a la gen-te. Llegó elju ez a proh¡birle anunciaresas cosas y San Juan Bosco le es-cri bió en un papelito. "Dentro de unmes, uno llamado Ferraris, que estáaquí presente y que ahora goza demuy buena salud, habrá muerto".Cerró el sobre, lo selló con lacra y loentregó alju ez p¡diéndole que volvie-ra al mes s¡guiente. A los treinta díasregresó el funcion ari o y se encontrócon que estaban cantando un fune-ral. ¿Cómo se llamaba?. Abr¡ó el so-bre y allí estaba escrito:"Ferrari s".Aquel ind¡viduo el día anterior habíaido a una panadería, compró pan ca-liente y Io com¡ó con agua fría,y sufrióun cólico y murió...Si ahora llega unáguila negra al sitio donde estamos ytrae en sus garras un letrero que dice:"Este es el que se va a morir prime-ro", a quién le caerá? -Y si ese letre-ro cae sobre mi cabeza, ¿Estaré bien

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preparado para mori r?...Pecador note acuestes nunca en pecado -No seaque despiertes Ya condenado -EI de-monio al oído te es tádiciendo-No reces ni te prepares -sigue dur-miendo -Señor, que yo viva este díacomo si fuera el Último de mi vida ,ysiIo es, te bendigo y te pido que mi pasoa la eternidad me suceda en un mo-mento en el que mi alma esté sinpecado y en perfecta amistad conti-go. Si a í es, que llegue la muertecuando uiera, que estando prepa ra-do no tend ré ni temor ni peligio deperderme pa rasie pre.

Muertes envid¡ables, La igtesia Ca-tólica tiene especial devoc¡On a SanJosé pa raobtener una buena muerte,Porque él tuvo la muerte más feliz yenvidiable gue haya pod¡do tenercriatura alguna. Murió (q uizás un 19de marzo) rodeado de Jesús y de

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M aría, Ias dos mej ores compañíasque se puedan tener en la última ago-nía. Por eso muchísimas personas lepiden a este santo que les consiga lagracia de tener una buena y santamuerte y él les concede tan gran fa-vor, Veamos un ej emplo,Cuenta el P. Jegusel que el año en elque fue ordenado sacerdote vis¡tó alSr. Félix Cortés, que en ese tiempoera el sacristán del santu ari o del NiñoJesús en Bogotá , y vió que junto a sucama tenía el cuadro que represerl-taba asan José mori bundo, acompa-ñado por Jesús y M aría, consolán-dolo. - ¿Por qué tiene ese cuadroaq uí? -preguntó el sacerdote - «Esque Chepito (así llamaba el Sr. Cor-tés asan José) es que Chepito me vaa conceder una buena muerte. Yo lepido ese favor muchas veces. -Pa-saron veinte años. Volvió P. Jegusel avisitar a Don Félix y al ver el cuadro

de San José junto a su cama le dijo:"Ud. Sigue teniendo a este santo ensu habitación', _Sí, sí, repitió éi-_,,E,gue Chepito me va a conceder unabuena y santa muerte,,. poco des_pués el buen sacristán se enfermó. yuna noche estando todos los religio_sos sal sianos de la comunidad delsantuario recitando en ra capiilá rossalmos que eltos rezan antes de ir aldescanso, llegó el nuevo sacrist án yles dijo: "p_arece que Don F¿lir;á ,,a morir". Ellos suspendieron el ,á=o yse trasladaron en grupo hacia ra ñáoi-tación der enfermó. un santo sacer-dote había lregado y Ie había daáo raunción de los enfermos, lo confesó, lecelebrólasanta misa y Ie d¡o Iá sáérr-da comunión. Los nu-eve sacerdotesse arrodiilaron arrededor der mori-bundo, y mientras el superior de lacomunidad le dab a la Bendic¡On pa-pal (que vale como si la diera el Sumo

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Pontífi ce en persona) y le rezaba lasúltimas oraciones, el buen señor Cor-tés dio un suspiro y entregó su almaal Creador. Me deseo y deseo a mislectores una muerte así: confesado,ungido con el óleo santo, recién co-mulgado, y con nueve sacerdotes al-rededor del lecho encomendando sualma a D¡os. En verdad que síle sirv¡óel haber ped¡do muchas veces a SanJosé que le conced¡era una buenamuerte.

Hacia el lado al que el árbol estéladeado. D¡ce el l¡bro Santo que ha-cia el lado a! que el árbol esté ladea-do, hacia ese lado caerá. Si alguienestá ladeando hacia el cielo, hacien-do obras buenas, llenando sus díasde pequeñas oraciones, evitando lomás posible el pecado y asistiendofrecuentemente a la Santa Misa, reci-tando el rosario, leyendo buenos

l¡bros y ayudando con generosidad a

los pobres, cuando en el momentornenos pensado muera, su alma vo-lará hacia Ia eternidad feliz, porquehacia ese lado estaba inclinada susexistencia y su conducta. Pero quienvive pecando descaradamente y olvi-dándose de hacer obras de caridad,limosnas y buenas lecturas, y no rezacasi nada y no pide perdón a D¡os ca-da día de sus maldades y no proponeseriamente su enmiend a, en el día enque no pensó y de Ia manera que me-nos imaginó, le llegará la muerte. Yhacia el lado hacia el cu ál se habíainclinado su existencia , h acia ese la-do qued ará, y si era hacia el lado de Iaconden ación y del castigo, hacia eselado volará su alm a, y será una des-gracia que a nadie quisi éramos de-sear.Un l¡bro gue carnb¡ará a las per-sonas, San Alfonso de Ligorio

escri bió un l¡bro formidable que lleva

ya centenares de ediciones y que

conmueve hasta a las piedras, se

titula-. ,,prepa raci ln para la muertey la eternidad". Es una lectura que

impresiona profundamente y trans-

forma alos lectores. Así por ej emplo,

el Padre Juan del Rizzo, el que pro-

pagó por colombia la devoción al

Niño Jesús, na rraba que cuando él

era un joven de 21 años no Pensabasino en tener dinero y gozar la vid a'pero que un día su párroco le Prestó

el libro "PreparaciÓn para la muerte y

la eternidad" recomendándole que lo

leye ra. Lo leyó y carnb¡ó de tal mane-

ra su modo de pens ar que en ade-

lante ya no pensó sino en salvar su

propiá alma y ayud ar a otros a obte-

ner la eterna salvación. EntrÓ al se-

minario, se hizo sacerdote, se vino a

Améri ca y du rante cincuenta años,

hasta su santa muerte, trabaj ó

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incansablemente para obtener la sal-vación de muchas almas. Pregunte-mos ese bellísirno l¡bro en l¡breríasreligiosas o casas curales. Su lecturapuede transform ar por completo lavida de cualquierade nosotros.

Estar preparados. ¡Mañana, ma-ñana! Arquías, ambicioso personaj ede Atenas, por la fu erza se habíaapoderado del poder. Así como élconspiró, también se tramó un com-plot contra él para quitarle Ia vid a. Nofue tan secreta la cosa que no llegaraa oídos de un amigo de Arguías, elcu ál escri b¡ó una esquela enterándo-lo de todo, y se la mandó con unesclavo. Arguías, el recibir el men-saj e, dijo al esclavo: Dale las graciasatu amo y d¡le que más tarde Ia leeré.-Señor r replicó el esclavo; -se tratade algo muy urgente !Bah! -dijo Ar-qu ías; -estas son las horas de placer;

mañana leeré este pergamino. Peroel tirano echó mal las cuentas, Porque antes de la noche había estalla-do la revoluciÓn y los conj uradosasaltaron el palacio, cayeron sobre ély le dieron muerte. LQuién nos ase-gu rael próximo mañana?

El paraíso es nuestro. Se lee en lavida de San Felipe que en el mo-nasterio de Santa Marta, una monj a

llamada Escolástica Gazzi,vino a ha-bl ar con él afi n de confi arl e un pensa'miento que ella nunca había hechoconocer a nad¡e, y era, que ella seríaCondenad a. Apenas San FeliPe, la

vio le d¡j o: " ¿Por qué p¡ensa, Escolás-tica, por qué piensa así? El ParaísoeS nUeStfO!". "NO, p¡ense que Se Va a

conden ar. Le repito que el paraíso es

nuestro y ésta es la Prueba. Dígame:por quienes muriÓ Jesucristo? "Por

tOS pecadOfes". Bien, TePUSO San

186187

,.t,-

;

Felipe, ¿Y quien es Uste d? "una pe-cadofo", respond¡ó la rnonj a. "Elt-tonces, concluyó el Santo, el p araísoes suyo porque es una pecadora peroarrepentida de sus pecados". Estaconclusión volvió Ia pazal corazóndeSor Escolástica. La tentación la dej óy no la molestó más.

CAPITULO 17.

EL PARAISOOUE NOS ESPERA

Las ultimas palabras, Un sábadopor la noche estaba agonizando elgran sabio de la Edad Media, el Arzo-bispo San Anselmo y sus d¡scípulosle pidieron ,que les dej ara un últimorecuerdo. El mirando hacia lo altorep¡tió varias veces "ALLA.., DON-DE" -"ALLA...- DONDE" , y expiró.Los oyentes no entendieron en esemomento cual era el mensaj e que leshabía dado, pero al día s¡guiente, do-mingo, oyeron en el Oremos de laSanta Misa las palabras de San Pa-blo que dicen: ¡ALLA deben estarnuestros pensamientos. DONDEestán los verdaderos goces, en elcielo" "Aspirad a las cosas de arrib a,

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no a las de la tierra" (Col 3,2)Y enten-d¡eron entonces el muy provechosomensaj e que les había dej ado su sa-bio arzobispo. Es algo que a cadauno de nosotros nos puede hacerinmenso bien : Ilevar frecuentementelos pensamientos hacia ALLÁ DON-DE están los maravillosos gozos quenos esperan en la eternidad.

El caso de Ia joven vanidosa. Entiempos de San Agustín(hacia el año400) había en Roma una)oven llama-da Melania, muy ri ca y vanidosa quese ded¡caba a fiestas y luj os y un do-mingo por Ia tarde cuando se d¡r¡gíaaun baile pasó por frente a un templo yoyó que hablaba un elocuente pred¡-cador. Entró por curiosidad a oírle yescuchó una explicación tan hermo-sa del cielo que nos espera, que alterminar la misa, eñ Yez de seguirhacia el sitio del baile se fue a su

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casa, vend¡ó sus joyas y luj os, y re-part¡ó el dinero entre los pobres y seded¡có desde entonces a una vidallena de piedad y de buenas obras yllegó a ser tan santa, que al mori r lelevantaron un templo en Rom a. Y aquienes Ie preguntaban la razón porla cu ál había cambiado tanto, Ies res-pond ía "Es que me puse a pensar enel Paraíso Eterno que nos espera yme dij e. bien vale Ia pena hacer todolo más posible para conseguirlo". -

¿Haremos también algo nosotros porconseguir ese destino tan m aravi-lloso que nos esperaen la eternidad?El viejito de Ia cueva, Cuenta SanLeonardo que en una cueva, aislado,vivía un pobre viej ito, enfermo. Un díallegaron allíunos viaj eros y le pregun-taron: ¿Usted no se aburre aquítansolo, tan pobre y tan enferm o?-Sí, si,a veces me aburro-¿Y qué hace paraque se le vaya el aburri miento? -Pues

salgo a la puerta de la cueva y mirohacia arri ba y me vuelve la aleg ría.Los viajeros salieron y miraron y uni-camente lograron ver unas unascuantas nubes. Entonces le dij eron:-Pero si desde esa puerta no se vensino las nubes - Ah - les respond¡ó elanciano: "Es que yo miro hacia el cie-lo y me digo: allá seré feliz para siem-pre. Allá no habrá dolor, ni pobreza, nisufri mientos, ni vej ez, ni muerte, sinoalegría, Juventud, salud y gozo parasiempre. Y ese pensarniento me llenade alegría" -Ah, si en nuestros mo-mentos de pena y de sufri miento pen-sáramos también en el cielo que nosespera, cuanto aumentaría nuestraalegríatEl remedio para los momentos d¡-fi ciles. Cuando San Juan Bosco erajoven sacerdote, un día se fue a visi-tar al apóstol mas famoso de su ciu-dad, que era San Benito Cottollengo

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y le preguntó: "Padre ¿Qué consej odebo darles a quienes vienen a con-tarme que están atormentados de pe-nas y sufri mientos? -Y el venerableanciano, abri endo la ventana de suhab¡tación y señalándole el cielo azulle d¡j o: "H ábl eles del cielo. No olvideque un pedacito de cielo arreglamuchas d¡fi cultades". San JuanBosco le hizo caso y en adelante a to-da persona que Ie venía a contarterri bles angustias le hablaba con el1 -tusiasmo del Paraíso Eterno que nosespera al fi nal de nuestra existenciaterrenal.Y suced¡ó que sus oyentes cambia-ban como por encanto. Casos huboadmirables como el de aquel hombrecon cara de desesperado que llegó ala habitación del santo y sin salud ar aninguno de los que esperaban turnopara hablar con é1, entró violenta-mente hacia su presencia y Ie dij o,

"Padre, estoy desesperado, quierosuicidarme"-Y después de desahogarse contán-dole todas sus angustias, oyó que elPadre Bosco empezaba a hablarledel hermosísimo cielo que nos espe-ra si logramos sufri r con paciencia laspenas de esta vid a, y sus ojos empe-zaron a bri llarl e de emoción y Ia cal-rna retornó asu corazón.Al desped¡rle Ie dij o emocionado: Pa-dre, que bello habla Ud . ¿Por qué nonos recuerdan con rnás frecuenciaeste destino maravilloso que nos es-pera? -Y al salir iba tan contento quesaludaba sonriendo atodos y sonreíahasta a las columnas del corredor. Lanoticia de que después de esta vidatan llena de problemas y d¡fi cultadesnos espera un premio increíblementehermoso en Ia eternidad Ie había lle-nado de paz y serenidad . LPensare-mos en eso de vezen cuando?

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¿Cómo será aquello? San Pabloque logró ir en la vida hasta el tercercielo(Cor 12,2), cuando las gentes lepreguntaba como sería aquello tanhermoso del P araíso respondía: N¡

ojo vió, ni oído oy6,lo que D¡os tie-ne destinado para los que lo aman(1Co r2,9). A cuantos y cuantas hanmovido estos goces que nos esperanen la eternidad, a realizar grandesobras con tal de ganarse esa gloriaque nunca tend rá fi n! Nos rnoverántambién anosotros?

Y que haremos allá? AI PaPa SanGregorio le preguntaban: -¿Y qué

haremos en el Paraíso? -Y él respon-día: "Allá amaremos y Seremosamados. Amaremos a DioS, a la

V¡rgen Santísim a, a los ángeles y los

Santos y al s mejores Personas quehan vivido en esta tierra Y seremosamados por ellos para siempre. EI

mas grande deseo del ser humano esam ar y ser amado, y este deseo severá cumpl¡do perfectamente en elcielo. Será el amor más puro, másintenso y más consolador y alegradorque pueda imaginarse. Y para siem-pre".

¿Y que obtendremos? Le decía lagente aSan Agustín: ¿Oué obtendre-mos en el paraíso? Y su respuestaera esta: "Allá D¡os nos concederátodo lo bueno que deseemos y mu-chísimo rnás. Nada bueno que de-seemos se quedará sin obtenerlo.Entonces si que se cumpl¡rá lo que d¡-ce el salrno 145. "Dios satisface losdeseos de sus fi eles" y lo que anunciael salmo 103: "El Señor colmaránuestros anhelos y nuestros másfuertes y valiosos deseos".¿Cuales serán nuestras cual¡da-des? Los santos afi rman que en elcielo tendremos todas las cualidades

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que una persona pueda tener en estemundo y muchas más. Allísí que ve-remos cumplidas aquellas palabrasde San Pablo. " Dios tiene Poder Y

bondad para darnos mucho masde lo que nos atrevamos a Pedir o adese ar" (Ef. 3,2) Juventud , ri qu eza,Salud, santidad, inteligencia, bondad,amor de D¡os y del prój imo, hermosu-ra total del alm a; paz y tranquilidad,perpetua aleg ría. Y esto sin peligrode que se acabe o se Pierda o dismi-nuya,y poseído todo ParasiernPre.

Sin fi n. Cuando Santa Teresa eSCu-

ch aba aquellas palabras del evan-gelio que afi rman acerca de JesÚs:"Su reinO no tendrá fi n", Se llenabade emociÓn y deCía'. "Para siempre,pa ra siempre, P ara siempre" -Y seproponía no aceptar en esta tierra na-

da que le pudiera impedir conseguir-se el Paraíso Eterno.

Flerrnosura. Cuando la M amá deSan Juan Bosco: Marg arita, que erauna viej ita pobre, e ignorante se leapareciÓ hermosísim en una vis¡ón,desPués de muerta le dijo: «Aquí teespero. Diles a todos que bien vale lapena sufrir un poco en la tie rracon talde gozar para iempre en el cielo,,. Esun me saj e para Cada Uno de noso-tros.

CAPITULO 18.

EL CIELOAUE NOS ESPERA

Estadística. Dicen los historiadoresque la palabra que más veces repetíael gran predicador Don Bosco en susserrnones era "PARAÍSC". BB veces seencuentra en sus sermones escritos. Yel recuerdo que dej ó a sus arnigos pocoantes de morir fue este: "Díganles atodos que los espero en el Paraíso".Su discípula predilecta Santa MariaMazarello le aprendió la Iección y de Ioque más hablaba a sus religiosas eradel cielo que nos espera. Y del más fa-moso salesiano de los que han vividoen Ti erra santa. S¡món Strugi decíanlos árabes. "Ti ene la cabeza de Paraí-so. Siempre piensa en el paraíso yhabla de é1". Con razón estos perso-naj es llevaron tanta gente a la santi-dad.

ROYECTHDO

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Lo que espera más allá. El famosísi-mo compositor de mÚsica, SebastiánBach, cuando estaba mori bundo de-cía a los que estaban asu lado: "Aho rairán mis ojos agozar de los mejores co-lores, Y mis oídos de tas mejores músi-cas. Pero Io mejorde todo: veré ami se-ñor Dios".

Lo que vio una Santa. Dice Santa Te-resa: "Contemplé en una visión la lle-gada de la Vi rgen M aría at cielo el díade la AsunciÓn, rodeada de una gloriatan inmensa que desde ese día quedécon gran deseo de honra r ata Madre deD¡os y de hacer cuatquier sacrificio contal de conseguir el cielo. Vi también alos querubines que rodean el trono deNuestro Señor, tan bellos, con una her-mosura tan impresionante, que desdeentonces los seres humanos de latie rrame parecieron un hormiguero".Será una metamorfosis. Asicomo unfeo y asqueroso gusano, at envotverse

en su capullo y reposar por un tiempo,sale luego convert¡do en una bellísirnamari posa , asínos sucederátambién undía a nosotros si logramos conseguirnuestra eterna salvación. Dej aremoslas fealdades y defectuosidades de es-ta vida y adquiri remos una hermosurafascinante que nos acompan ará parasiempre en el cielo. Bien vale la penasacrifi carnos ahora un poco, con tal deadquiri r t n preciosa y duradera cua-lidad.

Como el cóndor. Un norteamericanollegó al sur de Colombia y con sus len-tes de largo alcance vió allá en una altí-sima roca un nido de cóndores y estu-dió cuidadosamente a que horas no es-taban en el nido ni allí cerca los papásde los p¡chones. Y sub¡ó a esa horay sellevó un pequeño condorito. Lo tuvo enel Jardín de su casa bastante tiempoallá en Norteaméri ca, cortándole lasplumas cuando le crecían, para que no

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tratara de volar. Después de unos añosno le volvió a cortar las alas pero ya elanimalito no sentía ganas de volar En-tonces el gr¡ ngo sintió lastima de aquelanimal hecho para elevarse por las al-turas y que ahora se quedaba arras-trándose por el suelo y lo volvió a llevara la altísima roca de donde lo había sa-cado. Cuando el cóndor desde Ia en-cumbrada roca divisó el cielo azul, sin-t¡ó despertarse en él un gran deseo devolar por los aires, desplegó sus gran-des alas y desapareció en el lrorizonte.A cuantos de nosotros nos hace faltaalguien que nos señale el bello cieloque nos espera en la eternidad y nosrepita el antiguo lema "Para mayorescosas has nacido. No te quedes escar-bando como gallina entre los basure-ros, elévate con tu pensamiento comoun cóndor o un águila hacia el éter azuldonde con sus brazos abiertos te espe-ratu Padre D¡os". El último diálogo deSanta Mónica. Cuando San Agustín

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dej ó su vida de pecado y a sus 30 años

se convirtió, un dia su madre Santa Mó-

nica le d¡jo: "Ya obtuve todo Io que de-

seaba en esta tierra: que te hicierascristiano católico. Ahora me puedo mo-

rir en paz". Y en una de sus últimas no-

ches , asomándose a la ventana de su

habitación acompañada de su hij o,

mientras contemplaban el bellísimocielo estrellado se pusieron MÓnica y

Agustín a pens ar y a hablar acerca de

cémo será el cielo y cuáles serán los

gozos que allá nos esperan'Y tan ernocionados estaban que no

sentian pasar las horas. Pocos días

después la buena madre voló a la eter-

nidad a recibir el premio de sus sufri-

mientos, oraciones y buenas obras.

Oué bueno seríaque también nosotrosde vez en cuando al contemplar el fi r-mamento pens áramos un poco en loque en el más allávamos a gozar. Este

pensamiento nos puede animar a ser

mejores y a dedicarnos con mayor

entusiasmo a las buenas obras por lascuáles vamos a recibir premio en elparaíso eterno.Un pensamiento dominante en el Re-dentor. En los labios y en el pensa-rniento de Jesucristo estaba continu a-rnente presente el cielo que nos espe-ra. Así cuando hablaba a gentes quesufrían les decía: "Alégrense porquesu prernio será muy grande en elcielo" (Mt.s,12) Cuando enseñaba arezar recomendaba decir: "Padrenuestro que estás en el cielo" (Mt.6,9).A un joven que Ie pedía un consejo pa-ra ser perfecto le d¡jo: "vende lo quetienes dálo a los pobres y tendrás ungran premio en el cielo" (Mt. 19,21) Alos discípulos que volvieron entusias-mados a contarle que habían ido a pre-dicar en su nombre, Jesús les dijo:"Alégrense por que sus nombresestán escritos entre los que se van asalvar, en los cielos" (Luc. 10 ,20).

204 205

PIE¡üSA ^E/V EL CIEL AUE TE

^ESPERA YTEA¡ü@S YS^ER,4S MEJOR.

Y al recomendar la pureza exclamaba:"Dichosos los puros por que ellosverán a D¡os" (en el cielo) (Mt. 5). Si

Jesús hablaba tanto del cielo y pen-saba tanto en é1, ¿Por qué no pensarnosotros un poquito más en este impor-tante fi n que nos espera y por qué nohablar un poco más de él?. Nos haríainmenso bien!Remedio seguro. Necesitamos quiennos ayude a lograr conseguir mas se-guramente un puesto en el cielo. Al-guien que tenga gran poder para ello.Narrael bellísimo Iibro t¡tulado: "Las fl o-recillas de San Francisco", que un dis-cípulo de este santo observó en una vi-sión que para subir al cielo se presen-taban dos escaleras, una roj a y unablanca. Y que por la escalera roj a su-bían muchos pecadores, pero al llegara Ia parte superior veían la majestad deD¡os tan reluciente y estremecedoraque del susto se venían otra vez a tie-rra, Entonces una voz les d¡jo. "suban

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por la escalera blanca". Y al fi nal de laescalera, eo vez de ver el bri llo des-lumbrante de la divinidad, lo que vie-ron fue a la amabilísima Virgen María,la cuál con sus brazos abiertos y unadulcísima sonrisa los recibía, y de sumano los llevaba ante su hijoJesucristo pa ra ped¡rle que lesconcediera un puesto en el cielo. Y conesto se quiso enseñar que siendo muydevotos de Nuestra Señora habrámucha mayor posibil¡dad de log rarconseguir un puesto en el Pa raísocuando nos llegue la hora de partir deesta tierra hacia la otravid a.

Como en la transfi guración. CuandoPedro, Santiago y Juan vieron a Jesústotalmente resplandeciente, en el díade la transfiguración, y acompañado deMoisés y EIías sintieron tanta emocióny alegría que ya no querían baj ar delMonte Tabor sino quedarse para siem-pre allí. ¿Qué será entonces cuando

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contemplemos para siempre a Jesu-cristo en el C¡elo, lleno de gloria y m a-jestad?. Nuestro gozo será tan grandeque no sentiremos pasar el tiempo ,y lornej or será que ese gozo no se acab aránunca e irá siendo cada vez rnej or ymás completo. No nos vayamos a per-der ese admirable Paraíso por darlegusto a nuestro traicionero egoísmo enesta tierra.

CAPíTULO 19

UNA VIRTUD OUE ATRAEMIJCHAS SIMPATIAS,

La mansedumbre. Es la virtud quernodera la ira pa ra que esté siernpredirigida y gobernada por la razón y nocometa excesos ni irnprudencias. La S,B¡blia dice que Dios escog¡ó y prefi rió aMoisés por dos cualidades: su fe y sumansedumbre. Y añade. "Moisés eraun hombre humilde y lleno de man-sedumbre, con rnayor humildad ymansedumbre, eue cualquier otrohombre de su tiernpo sobre Ia tierra"(Num.12,3)Y Jesucristo cuando dispuso recomen-darnos que lo im¡tá ramos a El, nos pro-puso hacerlo en cuanto a la manse-dumbre: "Aprended de Mi que soymanso y humilde corazóh... y ha-llareis Ia paz para vuestras almas"(Mt. 11 ,29)

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Elogios. El l¡bro de los proverbios en laSagrada Escritura elogia mas de sieteveces la mansedumbre, y dice quequien cultiva esta virtud tiene palabrassuaves y ellas son como árboles de vi-da y cal man tempestades sociales.EI L¡bro del Eclesiástico cuya lecturahace tanto bien, habla 12 veces de lamansedumbre y afi rma que ella es untesoro. Que es la alegría para quien latiene y para los que le tratan a él y quelo contrario, la tra, la du reza y el mal-genio son verdaderos desastres.

Jesús empteza su sermón de la mon-taña prometiendo: "Los mansos so-rán d¡chosos y poseerán Ia tierrapromet¡da" (Mt.s) con lo cuál quiereafi rmar que con esta virtud lograránllegar a ser los dueños de los corazo-nes (todo contrario de los déspotas ymalgeniados que son odiados y sus-citan antipatías). Es gue la única llaveque logra abri r el corazón es Ia bon-dad.

214 211

Cristo llega hasta prohibir decir a otrosalguna palabra dura, como por ej . im-bécil ,y anuncia que quien emplee pa-labras ofensivas serájuzgado por ello,y Io mismo quien vive airándose contralos demás (Mt 5,22) y recornienda quesi alguien está enoj ado con otro, antesde presentar su ofrenda en el altar vayapri mero a reconciliarse con el que estádisgustado y solamente desoués dehaberse reconciliado se atreva a pre-sentarse ante el altar.(Mt 5,23).

Ejemplos admirables. El Redentorcon la más exquisita mansedurnbreaceptaba a los niños, que a veces soncansones, y toleraba a los apóstolesque eran rudos y duros de cabeza paraaprender.Se comparaba a un amable pastor quecuando se Ie pierde una oveja no lacastiga ni la golpea ni Ia insulta, sinoque con toda bondad la lleva sobre sushornbros hasta el rebaño. San Pedro

dice en una carta suya: "Jesús al serinsultado no respondía con insul-tos; al ser ofendido no arnen azaba"(1 Pdr. 2,23) Y el profeta lsaías habíadicho de él: "A la caña medio partida nola acaba de partir; a la lámpa ra medioapagad a, no la acaba de apag dr, no gri-tará alegando contra los demás"(|s.42,3)

Reacciones inespe radas. Cuando lossamaritanos se negaron a darles hos-pedaj e a Jesús y los apóstoles por quese dir¡gían hacia Jerusalén, dos deellos los más violentos, Santiago yJuan, le p¡di ron permiso a Jesús pa rahacer descender en contrade ellos unode esos rayos que están por allá deso-cup?dos en las nubes y acabarlos. pe-ro El, lleno de mansedumbre los re-prend¡ó y les d¡jo: "No han comprendi-do todavía cuál es el espíritu que yo hevenido a recomendar". Algo tambiénmuy impresionante suced¡ó cuando en

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el tri bunal del Sumo sacerdote, Cristole dijo a Anás que Él nunca había ha-blado ocultarnente sino qu ) siempresus enseñanzas las había dado en pú-blico, delante de todos, y entonces unempleado maleducado le dió un tre-mendo e inj usto bofetón. Jesús úni-camente Ie respond¡ó: "S¡ he habladomal, pruébame qué fue Io malo quedije. Pero si he hablado b¡en ¿Porqué me golpeas?". Estas palabras deCristo eran necesarias para,que nofuera a imaginar alguno que El habíadicho algo ofensivo al Sumo Sacerdo-te, pero es admirable su serenidad alpronunciarl as. No lanza maldiciones niamenazas. Es una actitud tremert-damente d¡fícil para uno que ha sidogolpeado con inj us icia y brutal¡dad. Ypone muy de manifi esto Ia formidablepersonalidad de Jesucristo con su per-fecto y total dominio de sus emociones.Con razón muchísimos le decirnoscuando tenemos peligro de estallar en

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iras y malos genios. "Jesús manso yhumilde de corazón, haz nuestro cora-zónsemejante al tuyo".Los santos y la mansedumbre. SanPablo habla más de siete veces de quelos seguidores de Cristo debemospracticar siempre la virtud de la manse-dumbre, e insiste en que tratemos deevitar toda explosión de ira, toda am ar-gura y toda palabra agria o hiriente. Yañade. "sean por el contrario, bonda-dosos, amables, mansos con todos".Luego recuerda que unos de los frutosque el espíritu santo trae a quienes Ioinvocan son la bondad, la amab¡l¡dad ylapa z contodos (Gal . 5,22)San Francisco de Sales decía: "Du-rante 18 años no tuve otro propósitoque el de ser manso y amable, y mepropuse como lema aquel del famosoAbad San Odilón que decía: "Prefieroque me d¡gan que me excedo en bon-dad y en rnansedumbre y no que me t¡l-den de que soy demasiado r¡guroso".

Es preferible que d¡gan: "no se eJt-fada nunca" y no que d¡gan: "solo seenfada por razones graves". A susdiscípulos les repetía:"Si quieren sacarmiel no le den puntapiés a la colmena"."Más moscas se cazan con una gota demiel que con un barri lde hiel".

San V¡cente de Paul, el gran promo-tor de obras de cari dad en Paris y entoda Francia, afi rma: "Cuando yo erajoven mi genio era amargo y me dícuenta que con la ira y Ia aspereza nose ganan alrnas y síse hace mucho mala la gente. Pero que en cambio quienvive con aire sonriente y amable col'r-tenta a todos. El rostro demasiadoseri o y severo cuya mirada espanta,alej a a las personas. Si no se tienenmodales amables no se Iograconquistar los co' razones; poco seconsiguen frutos de apostolado, y se vavolviendo uno como tierra estéri I. Poreso me propuse pedir a Dios todos los

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concediera mansedumbre y bondad yIe doy gracias porque ha escuchado mioraciól'1 ".

Y de este hombre que en su juventudhabía sido agrio ,y de mal genio , ya alfi nal de su vida decía la gente lo que élrnismo había dicho de San Franciscode Sales: "D¡os mío, si el padre V¡centees tan manso y amable, ¿Cómo lo se-rás Tu?-Lpediremos más la mansedumbre y laamab¡lidad y el buen genio? Quien piderecibe.San Juan Bosco. En el seminario erauno de lo jóvenes de más fuerte ca-rácter. Terco, discutidor, d¡fícil de ce-der en las discusiones. Pero un día al f¡-nal de su bachillerato encontró en unabanca de la capilla el impresionantel¡brito "lmitación de Cristo" y empezó a

leer unas pág¡nas de él cada día. Sucambio fue tan radical que al volver avacaciones a su tierra, los que antesdiscutían con él le preguntaban: ¿Qué

remedios le dieron para carnbiar tanto?Y el respondía "la lectura de un libro lo-gró conseguir mi conversión".El buen Padre Chevrier. El SumoPontífi ce canonizó hace poco a un sa-cerdote que dedicó su vida entera a so-correr y educar niños pobres en Fran-cia. El padre Chevrier. Este apóstol dela caridad era famoso por su impre-sionante mansedumbre y amab¡lidadcon todos, especialrnente con los másabandonados y miserables. El andabarep¡tiendo: "El buen seguidor de Cris-to debe ser como el buen pan.": To-dos deben tener derecho a devorarlo.Devorar su tiempo, devorar su salud,sus bienes materiales, sus palabras,sus buenos ej emplos, su vida entera".Y suced¡ó que un día llegó a consultarleuna muj ercita que tenía muchísimomiedo de condenarse y además estabaen una situación económ ca terri ble,yel padre Chevrier le habló con tal emo-ción acerca de la misericordia de Dios y

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le ayudó con tanta generosidad, que Iapobre mujer volvió a su casa llena dealegría y repitiendo: "Oh D¡os, si tueres tan amable y bondadoso cornoel Padre Chevrier, ya no tengo miedoa morirme y presentarme ante tu jui-cio". Oj alá de muchos de nosotrospudiera la gente decir algo parecido, acausa de nuestra bondad y manse-dumbre.El puñetazo de San V¡ cente. Con peli-gro de aparecer repetitivos, volvamos anarrar aquí el hecho que le suced¡ó alamable San V¡cente de Paul, el cuálandaba por las cal les muy agachado ysin levantar la vista y por esa causa novió a un hombre que venía en direccióncontraria y le dio un cabezazo. El otroque era un neurótico furi bundo, le d¡ótremendo bofetón. San V¡cente podíahacerlo arrestar pues era el confesorde la reina , copellán de las fu erzasarmadas y director espiritual del Minis-tro de Justici a, pero lo que hizo fue

arrod¡llarse ante el que Io había golpe a-do, y pedirle perdón por el cabezazogue Ie había dado. El otro quedó con-fundido. Averiguó el nombre de ese pa-drecito tan humilde y el sitio donde vi-vía, y al día s¡guiente estuvo muy demañana en el templo de los padresLazaristas y antes de que San Vicenteempezara la celebración de la misa seconfesó con é1, le pidió perdón, y enadelante fue su gran amigo. Es que elhumilde santo qu ería practicar Io quedecía San Francisco de Sales: "Si al-guien me sacara el ojo derecho, conel otro ojo lo seguiría mirando concari ño". En verdad entre la manse-dumbre de Cristo y sus santos y lamansedumbre nuestra, existe un abis-mo impresionante. Oj alá tratáramos deimitarlos un poco más. Seríamos masfelices y haríamos más felices a los de-más.Los bandoleros de San Francisco.Hacia el año 1.200 había en ltalia

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muchos bandoleros que asaltaban alos viajeros por el camino. Y una veztres de ellos sentían mucha harnbre yse acercaron a un convento de frarl-cis canos a pedir que les regalaran unpoco de alimento. El superior los despi-d¡ó de malas maneras diciéndoles queellos eran unos atracadores y que nomerecían sino la cárcel, y no les dio na-da. Pero al llegar San Francisco supoesto y envió al superi or a buscar a lostres bandoleros, pedirles perdÓn por elmal trato que les había dado y decirlesque vinieran al convento pues les ibana dar el alimento que necesitaban. Asílo hicieron y este modo tan lleno dernansedumbre del gran santo los con-movió tan profundamente que dej aronsu vida de bandolerismo, se hicieronreligiosos Franciscanos y pasaron san-tamente el resto de su vid a. Es que lamansedumbre hace muchisimo mayorbien que la demasiada seriedad.

Consejo practico. Oj alá pudiérarnosleer el capítulo 30 de la vida de SanFrancisco de Sales(escrita por Sáles-man). Allí encontramos ej emplos ad-mirables y únicos acerca de la man-sedumbre del más amable santo queha existido después de Cristo, y puedeser que esa |ectura logre transformarnuestro carácter bastante agrio y algoseco, eñ un carácter lleno de manse-dumbre y de bondad. La biografía deSan Francisco de Sales ha transfor-mado miles de personas agrias en per-sonalidades amables y simpáticas.¿No logrará también esto en algunosde nosotros? Hagamos Ia prueba.Nada vamos a perder leyéndola. Ni si-quiera el tiempo, porque su lectura nosproducirá muy buenas ganancias es-pirituales.

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Este libro se consigue en

INDICE

Capítulo No. 1 Método para tener pazfelicidad y progreso

Capítulo No.2 Normas que producentranquilidad

Capítulo No.3 Como hacer unalimonada con cada limon azo querec¡bimos........ ! r.. !.,. r... r r ¡. ¡. ¡ t r....

Capítulo No.4 Aceptar la real¡dad.

Capítulo No. 5 Sobrellevar laadversidad

Capítulo No.6 Un enemigo mortalque hay que combatir cada día

Capítulo No.7 Ser Orgulloso escomo alimentarse con humo

Capítulo No. I Vanidad de Vanidady todo vanidad

Capítulo No. I En que hay que pensar

Pá9.

I

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para l¡brarse de este maltan grande

Capítulo No. 10 Cenergías y aleg ría.

ualidad que produce LIBRO§ auv HAcE¡r uvt GR/t¡rBIEI{A Los LECToREs

Capítulo No.11 Todos necesitamosuna Madre que no se nos muera 90

Capítulo No.12 El tesoro másestimado en un hogar... ¡. ¡ ¡,.,. ¡,..,....,..,.,. r.. 108

Capítulo No. 13 Un Mandamiento deenorme importancia..¡.,.¡...,!,..... r...¡,r.....¡¡. 124

Gapítulo No .14 Situación a la cualtodos podemos 1|egar...........,...,...¡......,..., 1 39

Cap¡tulo No. 15 Una Labor muyespecial y muy productiva...¡.......¡.!....¡....! . 146

Capítulo No. 16 Destino del cualnadie se puede I¡b rar..., ¡,....... ¡. ¡ r,.,.......... r.. 162

189

Cap¡tulo No. 18 EI cielo gue nosESpefa r..... ! r ¡... r.. r.. r r r.. r. r... ¡... r.. ¡. !.. r r. ¡... i ¡ r ¡ . 199

Cap¡tulo No. 19 una virtud que atraeMuchas simpatías...,... t ¡ ¡ r. r ¡. r r.. t,. r., t,,. r. ¡... ¡ 209

75

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