Libro Naj Dorf Gm Mihail Marin

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7 UN TORNEO ÚNICO, DOS LIBROS EXCEPCIONALES De cuando en cuando, se nos recuerda que usar la rica herencia ajedrecística del pasado es condición indispensable para hacer progresos significativos. Esto tam- bién se aplica a otras disciplinas aparte del ajedrez, pero para nosotros sería útil iden- tificar los elementos específicos de este concepto, de alguna manera ambiguo, al que llamamos “herencia”. Pienso que gran- des torneos, partidas de grandes juga- dores, grandes análisis (preferiblemente reunidos en grandes libros) son algunos de los elementos más importantes. Una circunstancia extremadamente favorable es cuando varios de estos elementos se combinan, por ejemplo, cuando un gran jugador y comentarista escribe un libro sobre un torneo en el que ha participado. Probablemente, todo esto nos dejará un libro inmortal. Con toda seguridad, los torneos de Nueva York de 1924 y 1927 no serían recordados como pilares de la historia del ajedrez si Alekhine no hubiera escrito sus mundial- mente famosos libros dedicados al análisis de estos eventos. Me arriesgaría a afirmar que lo contrario es, hasta cierto punto, cierto: El propio Alekhine tampoco hubie- ra sido el mismo si no hubiera escrito estos libros. Solo el cercano examen del estilo de Capablanca (quien jugó en ambos tor- neos) permitió al genio ruso detectar los puntos débiles de su gran rival y derrotar- lo en la maratón de Buenos Aires. La lista de libros como este puede conti- nuarse sin duda alguna, pero hay uno que destaca claramente en un pedestal que nunca ha vuelto a ser sacudido desde que el libro fue escrito: El Torneo de Grandes Maestros Internacionales, Zúrich 1953, de David Ionovich Bronstein. Potentes juga- dores pertenecientes a diferentes genera- ciones admiten haber aprendido amplia- mente de las maravillosas explicaciones de Bronstein y muchos lo consideran el mejor libro de ajedrez escrito hasta la fecha. Hace un cuarto de siglo aproximadamen- te, también a mí me cautivó la tercera edi- ción de este libro (esta última mención se revelará más tarde como esencial) y lo leí página por página, o, por utilizar el dicho de mi profesor de historia en el instituto, “¡Desde el título hasta el precio!” Por pri- mera vez en mi vida experimenté una clase de ajedrez de nivel verdaderamente alto y desde entonces he mantenido esta sensación. En los últimos años, la editorial española Chessy, dirigida por el gran maestro Alfon- so Romero, comenzó a reeditar una serie de raros y desconocidos libros de gran valor. Aquel que más me intrigó desde el momento en que lo vi en la estantería de una librería fue Quince aspirantes al títu- lo mundial – Torneo de candidatos Zúrich 1953– de Miguel Najdorf. La edición origi- nal había sido publicada en Argentina en 1954 (dos años antes de la primera edi- ción del libro de Bronstein), pero, aparen- temente, no gozó de fama mundial y per- maneció dentro del espacio ajedrecístico sudamericano. 29 Najdorf con fotografías.indd 7 13/10/15 05:10

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ajedrez

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UN TORNEO ÚNICO, DOS LIBROS EXCEPCIONALES

De cuando en cuando, se nos recuerda que usar la rica herencia ajedrecística del pasado es condición indispensable para hacer progresos significativos. Esto tam-bién se aplica a otras disciplinas aparte del ajedrez, pero para nosotros sería útil iden-tificar los elementos específicos de este concepto, de alguna manera ambiguo, al que llamamos “herencia”. Pienso que gran-des torneos, partidas de grandes juga-dores, grandes análisis (preferiblemente reunidos en grandes libros) son algunos de los elementos más importantes. Una circunstancia extremadamente favorable es cuando varios de estos elementos se combinan, por ejemplo, cuando un gran jugador y comentarista escribe un libro sobre un torneo en el que ha participado. Probablemente, todo esto nos dejará un libro inmortal.

Con toda seguridad, los torneos de Nueva York de 1924 y 1927 no serían recordados como pilares de la historia del ajedrez si Alekhine no hubiera escrito sus mundial-mente famosos libros dedicados al análisis de estos eventos. Me arriesgaría a afirmar que lo contrario es, hasta cierto punto, cierto: El propio Alekhine tampoco hubie-ra sido el mismo si no hubiera escrito estos libros. Solo el cercano examen del estilo de Capablanca (quien jugó en ambos tor-neos) permitió al genio ruso detectar los puntos débiles de su gran rival y derrotar-lo en la maratón de Buenos Aires.

La lista de libros como este puede conti-nuarse sin duda alguna, pero hay uno que

destaca claramente en un pedestal que nunca ha vuelto a ser sacudido desde que el libro fue escrito: El Torneo de Grandes Maestros Internacionales, Zúrich 1953, de David Ionovich Bronstein. Potentes juga-dores pertenecientes a diferentes genera-ciones admiten haber aprendido amplia-mente de las maravillosas explicaciones de Bronstein y muchos lo consideran el mejor libro de ajedrez escrito hasta la fecha.

Hace un cuarto de siglo aproximadamen-te, también a mí me cautivó la tercera edi-ción de este libro (esta última mención se revelará más tarde como esencial) y lo leí página por página, o, por utilizar el dicho de mi profesor de historia en el instituto, “¡Desde el título hasta el precio!” Por pri-mera vez en mi vida experimenté una clase de ajedrez de nivel verdaderamente alto y desde entonces he mantenido esta sensación.

En los últimos años, la editorial española Chessy, dirigida por el gran maestro Alfon-so Romero, comenzó a reeditar una serie de raros y desconocidos libros de gran valor. Aquel que más me intrigó desde el momento en que lo vi en la estantería de una librería fue Quince aspirantes al títu-lo mundial – Torneo de candidatos Zúrich 1953– de Miguel Najdorf. La edición origi-nal había sido publicada en Argentina en 1954 (dos años antes de la primera edi-ción del libro de Bronstein), pero, aparen-temente, no gozó de fama mundial y per-maneció dentro del espacio ajedrecístico sudamericano.

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Recientemente comencé a leer el libro de Nadjorf, en parte porque esperaba revivir algunas de las emociones artísticas provo-cadas hacía ya tiempo por su mucho más famoso “hermano”, pero también porque no había tenido la ocasión hasta enton-ces de conocer el universo ajedrecístico de don Miguel. No pasó mucho tiempo hasta que sentí que, a pesar de lo pareci-do de sus títulos, los libros trataban even-tos completamente diferentes. Una breve comprobación me reveló que la lista de partidas era la misma, lo que me dejó aún más confundido sobre... la causa de mi confusión.

La partida que mejor explica la situación se llevó a cabo en la primera ronda.

Euwe - KotovTorneo de Candidatos, Zúrich (1),

30.08.1953

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Unos movimientos antes, las negras ha-bían sacrificado una calidad en e3, debili-tando considerablemente el flanco de rey enemigo. Su problema principal ahora es que varias de sus piezas están “congela-das” o bloqueadas en el flanco de la dama, sin posibilidad aparente de trasladarse al flanco contrario. Kotov decidió que la úni-ca manera de conectar la separación de los dos destacamentos de piezas impli-caría atacar el peón en d5 con 24 ... ¦e5 Esto significó dejar de lado definitivamen-te las posibilidades de atacar, mientras

que la amenaza al peón central probó ser ilusoria. Euwe jugó con precisión en un momento difícil y logró aumentar la domi-nación del flanco de dama hasta atrapar a uno de los caballos con una elegante ma-niobra táctica.

Najdorf escribe que las negras deberían haber obtenido una buena oportunidad de ganar con:

24 ... ¤h5!

Un movimiento natural, que sería un buen candidato para cualquier especialista en la defensa Benoni. Sin embargo, estaba casi convencido de no haber visto este patrón en el libro de Bronstein. La línea principal de Najdorf es: 25 ¥f3

También menciona que 25 ¤c6 (con la in-tención de prevenir que la reina negra se desplace al flanco opuesto vía d8) pierde tras 25 ... ¥xc6 26 dxc6 d5! Una excelente manera de abrir la comunicación entre los dos flancos.

He examinado otras continuaciones, pu-diendo contestarse todas de la misma ma-nera: 25 g4

-+-+-+k+

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-+-+-+P+

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-zP-+P+LmK

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Diagrama de análisis

25 ... £d8! Este rápido traslado de la dama justifica que Najdorf considere 25 ¤c6. 26 ¦f1 (Después de 26 gxh5 £h4 el alfil en g2 no puede neutralizar la presión de

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nada menos que cuatro piezas negras) 26 ... ¥xg4! 27 hxg4 £h4+ 28 ¢g1 ¦xc3 ame-nazando ...¥e3+ con un ataque decisivo.

A las blancas les falta un tiempo en la línea 25 £b7 £d8 26 ¤c4 El caballo es tabú por-que la jugada ¦a8 está atando a la dama, pero 26 ... ¦xg3 crea amenazas decisivas.

Finalmente, despejar la tercera fila no ayu-da tras 25 ¤b5 £d8 26 ¦c3 (o 26 ¤c4 £g5 y las blancas ya no pueden defender más los cuadros negros) 26 ... ¦xg3 27 ¦xg3 ¥f4 con la intención decisiva de invadir las casillas negras.

25 ... ¤xg3!

El comienzo de una buena secuencia de ataque.

26 ¢xg3 £d8!

La misma maniobra temática que en lí-neas previas.

27 ¦h1

Un intento desesperado por mantener de-fendido el peón en h3.

Como señaló Najdorf, 27 ¤e4 se responde con 27 ... ¦xe4! Ciertamente, tras 28 ¥xe4 £g5+ las blancas pierden el único defen-sor del rey dejando a Su Majestad expues-to al ataque combinado de la dama y los alfiles.

Véase el diagrama siguiente

27 ... ¥f4+!

Una manera inesperada de acelerar el ata-que.

28 ¢g2

28 ¢xf4 conduce a problemas típicos de

jaque mate en dos movimientos tras 28 ... £h4+

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Diagrama de análisis

29 ¥g4 (Esta línea es incluso de un mayor valor estético que 29 ¢xe3 £d4++) 29 ... £h6++

28 ... £g5+ 29 ¢f1 £g3 30 ¤d1

Esta es de hecho una excelente ilustración práctica de una de las teorías más famo-sas de Bronstein, aquella acerca de la de-bilidad de los cuadros negros. Habiendo invadido por completo sobre las casillas negras, las negras extienden su ataque a los cuadros blancos.

30 ... ¦xf3+! 31 exf3 £xf3+ 32 ¢g1

Esta es la única oportunidad de sobrevivir. Najdorf solo analiza 32 ¤f2 ¥g3–+

32 ... £g3+ 33 ¢f1

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-+-+-+k+

+-+l+p+p

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sN-zpP+-+-

-+-+-vl-+

+-+-+-wqP

-zP-+-+-+

tR-+N+K+R

Es evidente que las negras tienen el em-pate en su bolsillo, lo que justifica la me-jora sugerida por Najdorf en el vigésimo cuarto movimiento (24 ... ¤h5!). De todas formas, puede seguir jugando si lo desea.

33 ... ¥xh3+ 34 ¦xh3 £xh3+ 35 ¢e1 £h1+ 36 £f1 ¥g3+ 37 ¤f2 £xd5

-+-+-+k+

+-+-+p+p

-sn-zp-+p+

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-+-+-+-+

+-+-+-vl-

-zP-+-sN-+

tR-+-mKQ+-

Las negras tienen cuatro peones por una torre y una mejor coordinación. Al mismo tiempo, la situación del rey blanco es muy precaria. La posición de las negras es más fácil de jugar, por no decir más. Tras leer este buen trozo de análisis (aunque con-tiene una imperfección), capté inmediata-mente el tono general del libro de Najdorf. En vez de caer en discursos abstractos y teóricos, como Bronstein, prefirió identifi-car los momentos críticos de las jugadas y someterlos a un concienzudo examen.

Hay cierto simbolismo en la oposición de enfoques de ambos autores, ¡sobre todo

si además consideramos que vivían en las antípodas! Observar la misma realidad desde diferentes hemisferios puede ofre-cer diferentes perspectivas.

No hace falta decir que fui inmediata-mente a comprobar los comentarios de Bronstein sobre esta partida. No tengo pa-labras para describir mi confusión en esos momentos frenéticos. Descubrir que mi memoria ajedrecística no era tan buena como yo pensaba era un mal menor com-parado con tener la confirmación de que el libro no contenía mención alguna sobre 24 ... ¤h5. Y aun así, la peor situación pro-bó ser la real: Bronstein reseña esta parti-da más bien lacónicamente, considerando que el plan que implicaba el sacrificio de calidad era erróneo y que Euwe ganó una buena partida. Y aunque me sentí aliviado al creer que mi honor personal había sido salvado y que aún podía contar con mi me-moria, me olía algo. Este tipo de posición solía ser el pan de cada día de Bronstein y de Najdorf. De hecho, este último se pasa media página alabando la originalidad y la creatividad de Bronstein, dejándolo clara-mente por encima del resto de sus com-petidores. ¿Cómo pudo Bronstein dedicar comentarios tan indiferentes a esta parti-da en vez de mostrar entusiasmo por ella?

Este no es el único ejemplo de este tipo sino uno de los primeros que me intriga-ron y también uno de los más chocantes.

Algo incluso más desconcertante que esto es que, a lo largo del libro, Bronstein men-ciona a veces que cierto movimiento o línea había sido analizado por Najdorf. An-tes de hacerme con el libro, hubiera creído que se refería a comentarios ocasionales realizados en revistas, pero dado el inter-valo de dos años transcurrido entre am-bas publicaciones queda bastante claro que había leído los Quince aspirantes. Así pues, volviendo a la situación de la partida Euwe - Kotov: incluso tras recibir una clara

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pista sobre la naturaleza prometedora del ataque, no dijo nada sobre ello (?!). No es el Bronstein que uno esperaría.

Llegado un punto decidí que conservar ambos libros a mano era el mejor modo de proceder. La verdadera crisis llegó cuando leí los análisis comparativos de una parti-da en la decimoprimera ronda.

Keres - ReshevskyTorneo de Candidatos, Zúrich (11),

16.09.1953

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zp-wq-+p+-

-zp-+pzp-zp

+-zp-zP-+-

-+P+-+-zP

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-+-+-zPP+

tR-+QmK-sN-

Keres jugó la apertura muy enérgicamen-te y logró debilitar la posición del rey ene-migo manteniendo mientras tanto el lide-razgo. Ambos autores critican el siguiente movimiento: 16 £g4+ De hecho, esto mantiene al menos parte de la ventaja de las blancas. Tras 16 ... ¢h8 debería haber continuado con 17 exf6 (mejor que con 17 £f3 ¤d7 como en la partida, que al final acabó en empate) 17 ... ¦g8 18 £h5 ¦g6 19 £f3 ¤c6 20 0–0–0

Véase el diagrama siguiente

Las negras todavía tienen que encontrar una manera de recuperar el peón mientras las blancas están muy activas. Sin embar-go, esta posición relativamente arriesgada del rey blanco hace que las cosas no sean tan claras como deberían.

Ambos libros recomiendan 16 f4 como

una muy potente jugada. Contienen al-gunas líneas, en ocasiones idénticas y en otras complementarias entre sí, mayor-mente de naturaleza especulativa, pero este es no el quid de la cuestión. El verda-dero shock llegó cuando leí el siguiente comentario de Bronstein:

“Botvinnik recomienda:

16 exf6

Y quizás esto sea lo más significativo de estas cinco páginas para el lector.”

Después de unos minutos casi sin alien-to decidí que esto ya era demasiado. Bronstein es conocido por haber desem-peñado en los últimos años mucho tiem-po, tinta y energía en convencer a todos aquellos dispuestos a escucharle o leerle de que Botvinnik estaba muy alejado de la imponente imagen del Patriarca del Aje-drez Soviético a la que estamos acostum-brados. No, definitivamente no, el último comentario, altamente elogioso, no pudo haber sido escrito por Bronstein.

El mejor método para recuperar mi cal-ma tras aclarar este paradójico asunto fue comprobar lo que ya venía sospechando: que Botvinnik estaba, como casi siempre, en lo cierto. Cuando todo parece derrum-barse a tu alrededor, solo ayuda apoyarse en los valores inamovibles en los que has confiado durante tanto tiempo.

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Aquí ofrezco una posible continuación de la línea de Botvinnik:

16 ... £e5+

Eliminar el peligroso peón es, relativamen-te, la mejor manera de detener la amena-za del mate en dos. 16 ... ¢h8 desperdicia un tiempo, dejando que la reina se dirija directamente a h5: 17 £h5 £f4 18 ¤h3 £xf6 19 ¦f3 £g7 20 ¤g5 con la amenaza decisiva ¤xf7 20 ... ¢g8 perdería la reina después, de hecho, 21 ¤xe6 seguido de ¦g3

16 ... ¢h7 expone al rey a un jaque en e4: 17 £g4 ¦g8 18 £e4+ ¢h8 19 ¦ad1 ¤c6 20 ¤f3 las blancas mantienen su peón ex-tra y retienen una posición dominante. Lo que es peor (si es que hay algo peor que eso) es que la operación simplificadora 20 ... ¦ad8 21 ¦xd8 ¦xd8 22 ¦xd8+ ¤xd8 deja a las negras impotentes tras 23 £g4 seguido de un mate en g7.

17 ¢f1 £xf6 18 £g4+

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zp-+-+p+-

-zp-+pwq-zp

+-zp-+-+-

-+P+-+QzP

zP-zPR+-+-

-+-+-zPP+

tR-+-+KsN-

18 ... ¢h7

El rey intenta tomar parte activa en la de-fensa. La idea es detener 19 £e4+ con 19 ... £xg6 sin estropear más la estructura de los peones y debilitar la séptima fila.

18 ... ¢h8 conduce a un final desesperado tras 19 £e4 £f5 20 £xf5 exf5 21 ¦d6 ¢h7

22 ¤e2+–

19 ¦ad1

Defendiendo su torre, las blancas refuer-zan la amenaza de £e4+

19 ... £f5

Forzado. 19 ... £g6 pierde el caballo tras 20 £f3 ¤a6 21 £b7.

20 £xf5+ exf5 21 ¦d6 ¤a6 22 ¦d7 ¤b8 23 ¦c7 ¤a6 24 ¦b7

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-+P+-+-zP

zP-zP-+-+-

-+-+-zPP+

+-+R+KsN-

El rey está dominado, la estructura de peo-nes del flanco del rey está en ruinas. Las negras pueden renunciar alegremente.

El mérito del movimiento de Botvinnik es que mantiene una ventaja más o menos decisiva con movimientos simples. El aná-lisis de Najdorf y Bronstein contiene algu-nas líneas elegantes, pero desde un punto de vista práctico también implican un ries-go mayor de confundirse y estropear todo.

Tras un inyección de confianza al confirmar mi sistema general de valores, me sentí lo suficientemente fuerte como para ir en busca de la verdad. Recordaba vagamen-te que mi amigo Yuri Garrett, un editor y organizador italiano que conoció muy bien a Bronstein, me había dicho que las

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tres ediciones del libro diferían las unas de las otras. La editorial de Yuri Caissa Editori había traducido al italiano la que se podía considerar como la versión más completa, conservando todas las cosas valiosas aña-didas por la nueva edición sin eliminar lo que habían cortado del original.

Aparte a un lado la edición rusa de 1983 y abrí el libro italiano. Las sorpresas se suce-dían unas tras otras.

La referencia inicial a la sugerencia de Bot-vinnik era mera información sin elogio al-guno. Era de hecho tan lacónica que uno podía pensar que el autor había incluido el comentario casi como una ironía. También podía significar que alguien había jugado con las ediciones posteriores antes de en-viarlas a imprenta sin el conocimiento ni el consentimiento de Bronstein.

Esto parece una mera especulación de momento, pero fueron apareciendo nue-vos elementos.

En los comentarios al vigésimo cuarto mo-vimiento de la partida Euwe – Kotov, tal y como se imprimió en la edición italiana, está escrito: “Se estableció que tras 24 ... ¤h5 las negras obtienen un fuerte ataque. Por ejemplo:” y aquí se da la línea principal de Najdorf.

Al principio sentí que el no haber men-cionado en ninguna parte el nombre de Najdorf podía ser ligeramente injusto, es-pecialmente si este no era el único caso de este tipo. Tras pensarlo un poco más ampliamente, estoy listo para admitir que este enfoque crítico es exagerado. Compa-remos este asunto con una situación coti-diana. Puede suceder que jugadores de si-milar fuerza utilicen programas de análisis del mismo nivel. Lógicamente, llegarían a líneas muy similares sin que ninguno hu-biera robado información del otro. En esos días remotos, la gente tenía que utilizar

sus mentes para realizar análisis y esta ne-cesidad las mantenía a tono para ese pro-pósito. Lo que tenían en común eran los principios generales del ajedrez, que equi-valía hasta cierto punto a utilizar los mis-mos mecanismos. Es cierto que los juegos de Zúrich del 53 fueron analizados una y otra vez por grandes maestros de todo el mundo y que el mismo Najdorf podría haberse inspirado en algún artículo pu-blicado, digamos, en la Unión soviética, o simplemente por el análisis post-mortem conjunto.

Una vez más, en el caso del análisis de Bot-vinnik, esto es secundario. El verdadero problema surge ahora.

Bronstein continúa con un comentario que no se encuentra en el libro de Najdorf: “Sin embargo, se descubrió más tarde que no se tiene que defender necesariamente el peón en g3 y que las blancas pueden jugar simplemente 25 ¤c4 ¤xc4 26 £xc4

-+-+-+k+

+-wql+p+p

-+-zp-+pvl

+-zpP+-+n

-+Q+-+-+

+-sN-tr-zPP

-zP-+P+LmK

tR-tR-+-+-

26 ... ¤xg3 27 ¤d1 £d8 28 ¤xe3 ¥xe3 29 ¦c3 £g5 30 ¦xe3 £xe3 31 ¦a3 “.

De nuevo había algo que no parecía del todo correcto. La posición final es gana-dora para las blancas, pero la secuencia completa (sin ningún otro comentario) es antinatural, casi como si el autor deseara probar a toda costa la naturaleza equivo-cada del ataque de las negras. Esto no es menos sorprendente que el comentario

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de la tercera edición llamando al anterior sacrificio de calidad “erróneo”. Por su ca-rácter, esperaríamos que Bronstein tratara de probar que el ataque era correcto, no lo opuesto. Además, ¿cómo podía un ju-gador atacante con su imaginación llamar “simple” a la línea anterior?

Más allá de estas consideraciones genera-les, hay algunos fallos en el análisis.

Lo primero es que las negras no tienen que exponer sus piezas con ...¤xg3, sino que pueden jugar 26 ... ¦xg3. La principal amenaza es el familiar ...£d8, seguido del traslado de la reina al flanco del rey, lo que fuerza en mayor o menor medida 27 ¦a8+ ¢g7. El mejor consejo para las blancas es detener ...¥f4 con 28 ¦f1.

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+-wql+pmkp

-+-zp-+pvl

+-zpP+-+n

-+Q+-+-+

+-sN-+-trP

-zP-+P+LmK

+-+-+R+-

Con un peón por la calidad y un control perfecto de los cuadros negros, las negras no están para nada forzadas a atacar. Pue-den restaurar la harmonía de su posición con 28 ... ¦e3, preparándose para defen-der f7 con ... ¦e7 si lo necesita, pero tam-bién manteniendo varias amenazas con ... £b7, con un ataque doble en reserva. Las blancas no están en crisis de manera inmediata, pero las negras pueden estar al menos satisfechas con su posición. ¡Iría más lejos y diría que el mismo Bronstein sería simplemente feliz jugando con las negras!

En segundo lugar, tras 27 ¤d1 de la línea

de Bronstein, las negras tienen una mane-ra imaginativa de evitar grandes pérdidas materiales.

-+-+-+k+

+-wql+p+p

-+-zp-+pvl

+-zpP+-+-

-+Q+-+-+

+-+-tr-snP

-zP-+P+LmK

tR-tRN+-+-

27 ... ¤xe2! 28 ¤xe3 ¥f4+ 29 ¢h1 ¤g3+ 30 ¢g1 ¥xe3+ 31 ¢h2 ¤f5. El equilibrio material es poco habitual (dos peones por dos calidades), pero las negras deberían estar bien gracias a su inquebrantable es-tabilidad en los cuadros negros. Un plan posible es ...¥d4 seguido de jaque perpe-tuo) (...¥e5–d4, combinado con ...¤g3 si el rey va a h1).

Más tarde en la línea, las blancas deberían jugar 29 ¢xg3 ganando, ya que tras 29 ¦c3 todavía es posible 29 ... ¤f5 con opor-tunidades de aguantar.

Es posible que Bronstein tuviera un mal día cuando comentó esta partida. Cuan-do revisó las ediciones posteriores, debió darse cuenta de los errores en esta línea y quiso hacerlo desaparecer.

Aunque es posible, no parece probable.

Bronstein escribió un prólogo muy emo-tivo para la tercera edición, mencionan-do entre otras cosas que muchos de sus amigos le habían aconsejado no cambiar nada esencial. Todos estuvieron de acuer-do en que sería mejor mantener la frescu-ra de las primeras impresiones más que adaptarlas a la evolución del pensamiento ajedrecístico durante tres décadas. Desde

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este punto de vista, podría haber elimina-do su “línea simple”, dejando la variante de Najdorf. Además, ¿por qué añadiría el ma-tiz de que todo el ataque es poco sólido?

Alguna vez oí rumores sobre el descon-tento de Bronstein por la segunda y terce-ra edición de su libro. Si los rumores son ciertos, puedo entenderle perfectamente. Hay una brecha clarísima entre su prólogo y la naturaleza de algunos de los cambios operados en el texto que sugieren que él no tuvo ningún control sobre la nueva pu-blicación.

Tras concluir esto, contacté inmediata-mente con Yuri para preguntarle por su opinión. Después de un tiempo, mi ami-go italiano me dijo que recordaba que Bronstein solía decirle algunas cosas que nunca antes había entendido por com-pleto, pero que ahora cobraban todo su sentido. “Añadieron cosas inútiles y elimi-naron comentarios interesantes – solo por razones de espacio y propaganda” es uno de esos comentarios que Bronstein solía hacer. Solo reconocería la primera edición como verdaderamente “suya”. Pero enton-ces volvemos de nuevo al problema del prólogo a la tercera edición...

La verdad absoluta sobre este asunto per-manecerá probablemente ensombrecida por el misterio para siempre, pero esto no es esencial. Después de todo, también hay manchas en el sol.

Creo que las nuevas generaciones pue-den continuar aprendiendo mucho de la obra maestra de Bronstein, pero el estudio combinado de ambos libros que mencio-namos en este artículo es el método más rentable. Tras absorber las abstractas ex-plicaciones de Bronstein, uno debe tam-bién entrenar sus habilidades concretas consultando la concreción de las líneas de Najdorf.

Los libros no son como los jugadores, no compiten unos contra otros. Los dos clási-cos que mencionamos aquí son bastante buenos por separado, pero creo que bri-llan más intensamente si se tiene en cuen-ta conjuntamente.

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