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para niños de 2 basico

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  • LA FUERZA DE LA GACELA

    En la selva de Congolandiatodos los animales,grandes y pequeosvivan en paz.La serpiente, por jugar,se enroscabaen la gorda patadel elefante.El hipoptamo tomaba solpanza arribasoltando unos bostezosque hacan temblar la tierra.

    Los osos bailabanal son de una msicaque slo ellos oan.La jirafallevaba sobre su lomo,trotando,a los hijos del leopardo.

    Tenan un rey,Len I,muy viejo.Y, como casi todos los viejos,sabio.No se enfadabani cuando su hijo Leoncnse negabaa tomar clase de rugidosporque decaque era aburridsimo.

    El joven len,en vez de rugir,se pona a imitarel grito de Tarznque andaba por ahde rama en ramacon sus monos detrs.

    Pero un dase acab la tranquilidad.Un tigrevenido de lejanas tierrasestaba sembrando el terrorentre los sbditos de Len I.

  • No dejaba cebra,jabal o conejocon vida.De ese modo,los dems animales carnvorosde la selvase quedaban sin comer.Los cachorrosya no podan salirde sus casaspara jugar y correra sus anchas,por miedo a que los cazara.A una hija del elefanteestuvo a puntode echarle la garra encima

    y la pobre se llev tal sustoque se qued muda.A partir de ese momentono pudo barritarni poco ni mucho.

    (Esta cosa tan rara, barritar,es lo que hacen los elefantespara expresarse,siempre y cuandono se hayan quedado mudoscomo la desdichada elefantita.)

    Flacospor la falta de alimentos,demacradospor las noches sin dormir,nerviosospor el perpetuo miedo,los animales no encontrabanremedio a sus males.

    Para buscarlo,Len I los reuni a todosen un claro que habafrente a su cueva-palacio.Se retorca los bigotes y,por sorprendente que pareciera,pues era muy cuidadosode su aspecto,llevaba la corona cadasobre una oreja.

  • -Mis amados sbditos-dijo con voz algo trmulaa causa del hambrey el disgusto-:los he convocadopara que entre todostratemos de solucionarla grave situacinque estamos padeciendo.

    -Muy bien!-gritaron los animales,entusiasmados.

    -No podemos seguirsoportando la presenciade ese tigre extranjeroque vaca nuestra despensa,nos impide dormir tranquilosy nos convierteen un pueblo temeroso.-Y deja mudosa nuestros hijos!-se lament el elefante,mientras su hijaasenta con la cabeza.

    El reyles dirigi una mirada compasivay continu:-Nuestra dignidadnos obliga a hacerle frentedejando atrs el miedo!-Muy bien dicho!-corearon de nuevo.-Siempre hemos sidoamantes de la paz.Si alguna veznos comimos un explorador,fue en pocas de necesidad.

    Pero ya no es posible la pazcon un enemigoque nos acosa por todas partes.Hay que acabar con l!

    -Bravo!

    -Todos con nuestro rey!

    -Viva Len I!

  • El monarca sonri satisfechoy pregunt:-Quin se ofrecepara llevar a cabo esa misin?Hubo un largo silencio.

    Cada uno miraba a su vecinocomo si la cosa no fuera con l.Nadie pareca decidirse.

    -Estoy esperando!-dijo el rey,echndose la coronasobre la otra orejaen un gesto de irritacin.

    Su hijo Leoncn pens que,siendo el heredero del tronodeba dar ejemplo.Y se adelant.

    -No se puede negarque eres de mi misma sangre!-exclam el monarca,satisfecho-.Y qu piensas hacercuando te encuentrescon el enemigo?Porque lo que es rugir,lo haces fatal.-Aunque soy joven,tengo fuertes garrasy afilados colmillos.Sabr usarlos, padre.Entonces la serpiente,el leopardo y el elefantetambin dieronun paso al frente.No iban a permitirque Leoncn fuerael nico capazde demostrar valoren un momento tan crtico.

    -Aj! Veo que todavapuedo estar orgullosode mi pueblo-dijo el rey-.

  • Seguro que entre los cuatroconseguirndevolvernos la tranquilidad.Vayan ahora mismoy que tengan suerte.Los bravos guerrerosse marcharonentre aplausosy gritos de entusiasmo.

    Pero los que se quedaronpasaron horasde gran inquietud.Qu les sucederaa sus cuatro amigos?

    Traeran la piel del intrusocomo trofeo?

    O seranvctimas de su crueldad?

    Podran, al fin,vivir tan felices como antes?

    Tuvieron la respuestaal da siguiente,cuando los aguerridos viajerosse presentaron ante Len Iy los dems habitantesde la selva.

    Por desgracia, su aspectono era nada victorioso.Venan cabizbajosy con sealesde haber sido derrotadosen la contienda.Uno junto a otroguardaban silencioesperandoque alguno se atrevieraa ser el primeroen relatar lo ocurrido.

    -Que es para hoy!-tron el monarcade muy mal genio.

  • El leopardo,con una pata enyesadase decidi a hablar.

    -Majestad,ese tigre extranjeroes la fiera ms terribleque he conocido.

    Cuando yo estaba al acechopara atacarlo,me descubriy se lanz sobre msin darme tiempo siquieraa decir:

    Viva frica!

    Y ya lo ven,me dej esta pataen tales condicionesque no s si tendr que andarcon muletasel resto de mi vida.

    -A m cont el elefante-me dio un zarpazo tan ferozen la trompaque no puedotomar mis alimentosms que con cuchara.

    Qu humillacinpara un animal de mi raza!-Yo no tuve mejor suerte-dijo la serpiente-.Quise utilizar la astucia,como tengo por costumbre,y espera que el tigre estuviera dormidopara clavarlemis colmillos envenenados.Pero el muy traidorestaba despierto.Y bien despierto!Tanto que,cuando me tuvo cerca,se abalanz sobre mllevndose la mitad de mi piel.-Y diciendo estoTirit de fro-.

  • No scmo voy a pasar el inviernoas, casi desnuda!

    Leoncn,por ser el hijo del rey,se senta ms avergonzadoque sus compaeros.Pero no le qued ms salidaque confesar la verdad.-Se acuerdande la hermosa borlaque adornaba la punta de mi rabo?Pues bien,el enemigo me lo cercende un solo bocadoy ahora no parezconi siquiera un len.Se dio la vueltapara que todospudieran comprobarlo.En efecto,el rabo de Leoncn eracomo el de un gato casero.Nunca haba vistoal rey tan furioso.

    -Son un montn de imbciles!-exclam-,Si yo no fuera tan viejo,les ensearaa luchar como es debido!

    En las filas de atrsson una voz dbil y dulce.-Tal vez yo-Eh? Quin eres?Habla ms fuerte,

    que no se te oye!-Digo que tal vezyo pueda conseguirque el tigre nos deje tranquilos.Todos giraron la cabezapara ver quin hablaba.Era la gacela,el animal ms indefensode la selva.El nico que no tieneni garras, ni veneno,ni arma algunacon que defenderse o atacar.

  • Sus palabras recibieroncarcajadas y frases burlonas.-Lo vas a matar?-O quiz se muera de miedoal verte.-Te comers su cadver?Ella contest con mucha calma:-Ya sabenque soy vegetariana.

    -A ver, a ver-dijo el rey, intrigado-.Qu puede hacer una gacelaque no hayan conseguidolos animalesms fuertes y poderosos?-No lo s todava;pero voy a probar.Sin apresurar el pasoy sin importarle las burlasque segua oyendo a sus espaldas,la gacela se alej.

    Len I, temiendo lo peor,se puso de pie.-A ustedes-dijo, dirigindosea los cuatroque haban vuelto derrotados-,el tigre los puso en retirada,pero, al menor,salvaron sus vidas.A ella, en cambio,se la tragar de un bocado.Todos los que se reanmomentos antesse quedaron serios,con expresin preocupada.

    Aunque pensaranque era una insensata,tenan cario a la gacelay no queranque le pasara nada malo.-Corran tras ella!Detnganla!-orden el rey.Pero la madredel elefante herido,que era ms vieja an

  • que Len Iy por eso ms sabia,dijocon su voz de bajo profundo:-Yo la dejara-No ves que nosotrosno pudimos con el tigre?-protest Leoncn.Ella contestcon tono de reproche:-No seas pretencioso.

    Eso no quiere decirque la gacela tampoco pueda.-Pero esten peligro de muerte!-exclam el leopardo.

    El rey,ponindose derecha la corona,decidi:-La seguiremosa prudente distancia.Y cuando sea necesario,intervendremos para defenderla.Deslizndose entre la espesurasilenciosamente,sin abrir la bocay hasta conteniendola respiracin,fueron tras la gacela.

    Ella, sin darse cuenta de nada,AnduvoHasta que divis al tigretumbadoa la sombra de un rbol.Los demsse quedaron agazapadosdetrs de unos altos matorrales.El tigre abri un ojo perezoso,pero no se sobresaltlo ms mnimoni se puso en guardia.

    Cmo iba a asustarsede una gacela?Ella continu avanzandohasta llegar a su ladoy le dijo:-Nos tienes muy disgustados.

  • El tigre se incorporsin dar crdito a lo que oa.

    -No se puede andar por el mundodando mordiscosy arrancando pieles-continu la gacela-.Te parece bonito?Leoncn, en su escondite,Susurr:-Ahora! Ahora se la come!Pero se equivocaba.

    El tigre baj la cabezay dijo:-No creas que me gustavivir as.Estoy solo.Unos cazadoresmataron mi familia,all, tras las montaas.Yo no les quera hacer mal,pero tena hambreTus compaeros me atacarony me defend.La gacela parpade, pensativa,y sus largusimas pestaasabanicaron el aire.

    -Y si te dejamosvivir con nosotros,te portars bien?Los animalesque estaban al acechoesperaban impacientesla respuesta;pero l,azotando la tierra con el rabo,pareca dudar.

    Entoncesla gacela se le acerc msy le dijo algo al odo.

    El tigre la mir a los ojos,se puso de piey ech a andar tras ellacomo si nuncahubiera roto un plato.

  • Len y sus acompaantesse pegaron una carrerapara no ser descubiertosy llegar primero al lugardonde vivan.

    All los encontr la gacelay les contla conversacinque haba tenido con el tigrey que ellos ya conocan.-Y slo asconseguiste amansarlo?

    -pregunt el rey,intrigado por saberqu haba dicho la gacelaal odo del tigre.-Bueno, le dije algo msLe dije, le dijeLa gacela trataba de recordar.-Ah, s! Le dijePor favor.Las dos palabrasque a nadiese le haba ocurrido usar,corrieron de boca en bocacomo una frmula mgica.Hasta la elefantitaque se haba quedado mudadel sustolas pronuncidespus de barritar a gustoy tan fuerteque de la palmera ms cercanacay una lluvia de cocos.

    La fuerza de la gacela Carmen Vzquez-Vigo

    EDICIONES SM

    LA FUERZA DE LA GACELALa fuerza de la gacela