Libro II - Los Mitos de Átharos Hades -...

232
Libro II - Los Mitos de Átharos Jenifer Baulo Feijoo Hades El rapto de Proserpina, de Pedro Pablo Rubens (1577-1640) «La muerte no es el más grande de los males: es peor querer morir y no poder.» Sófocles (496-406), “Electra” «Cerbero, monstruo zafio y cruel, ladra como un perro con sus tres gargantas a los seres que allí cumplen condena» Dante Alighieri (1265-1321), La Divina Comedia, Infierno” Canto VI.” 1

Transcript of Libro II - Los Mitos de Átharos Hades -...

Page 1: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Libro II - Los Mitos de Átharos Jenifer Baulo Feijoo

Hades

El rapto de Proserpina, de Pedro Pablo Rubens (1577-1640)

«La muerte no es el más grande de los males: es peor querer morir y no poder.»Sófocles (496-406), “Electra”

«Cerbero, monstruo zafio y cruel, ladra como un perro con sus tres gargantas a los seres que allí cumplen condena»

Dante Alighieri (1265-1321), La Divina Comedia, Infierno” Canto VI.”

1

Page 2: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

2

Page 3: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Preludio

Hola, vuelvo a ser yo, Texyn. ¿Os acordáis de mi? Vivo en Littêrmundus y

me alimento de vuestra imaginación, deseos y miedos, y a su vez soy el guardián de

vuestras memorias e historias. ¿Sabéis ya quién es Allen? Lo sé, lo sé, tengo ya

cierta edad y mi memoria ya no es lo que era, pero como os dije al principio Allen

es un héroe, y lo poco que conocéis de él ahora no es más que el principio de su

viaje. ¡Irónico! Él salvó a los mundos de ser completamente destruidos y ahora no

es más que pocas palabras y vagos recuerdos. Pero su vida fue bastante peculiar y

si, dentro de toda historia hay sitio para el amor. A medida que vayas leyendo estás

torpes lineas os daréis cuenta que Allen hace siempre las cosas al revés y puede

que, a pesar de ser un héroe, os decepcione en varias ocasiones, es inevitable

cometer errores. Yo los cometo constantemente, ahora mismo casi cometo el error

de adelantarme a los acontecimientos, una vez más. Por poco os revelo cómo se

destruyeron los mundos. ¡Que descuido! Me enfrasco escribiendo y pierdo la

razón, para mi el tiempo no es algo que me afecte realmente.

En fin... ¿Queréis que repasemos lo que hemos leído y escrito juntos?

Dejemos Littêrmundus y centrémonos en Átharos. Existen países gobernados por

reyes y reinas, príncipes y princesas, pero... ¿quienes son los que tienen el poder

sobre esa superficie azul a la que los mortales llaman mar? Exacto. Océano. Se

encargan del control de mercancías, de la delincuencia en alta mar y de atrapar a

piratas realmente peligrosos, además de fijar fronteras y límites de pesca entre

países e islas. Eran respetados, pero con el tiempo y las dificultades, ir por el

camino sencillo era lo fácil. Se corrompieron haciendo tratos con piratas, pasando

mercancía peligrosa, mintiendo y matando por conseguir sus propias tierras. ¿Os

acordáis de aquel mapa que os dibujé? Allen estuvo dos años en Ogigia, esa

3

Page 4: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

pequeña isla al norte de Parthos. Mucho más al norte encontraréis unas tierras e

islas gobernadas por la Unión Federal de Océano. Sí, al final consiguieron sus

tierras, y por no alargar más la historia, lo que pasa en esas tierras ya os digo que

no es nada agradable.

En cambio, los Místicos, realmente son un misterio, son sanguinarios y

crueles, harían cualquier cosa por poder utilizar sus extraordinarios poderes. Sus

ambiciones son muchas, sabéis que Wisam, el tío de Allen, es el líder de los

Místicos, pero que sigue ordenes de ella. ¿Quién es ella? ¡Ja! No os pienso dar las

respuestas tan fácilmente. Ah... Texyn, ¡qué malvado que eres! Leed, queridos, y

sabréis cuales son las ambiciones y objetivos así como la historia de cómo nacieron

los Místicos.

Conocéis a Allen, sus miedos y su pasado. Ahora os toca conocer a otra

persona. Podría deciros que es más importante que Allen, pero os mentiría. Ambos

se complementan y el uno sin el otro estarían perdidos. Ellos son la última

oportunidad de Átharos.

La segunda persona de la que hablo se llama Elisabeth. ¿Recordáis la

existencia de un segundo collar? Bueno, éste dato os lo puedo adelantar. Elisabeth

es princesa de Parthos, cuya capital también es llamada Parthos. Elisabeth está por

detrás de su hermano mayor, Iván, en la linea de sucesión al trono. Es sacerdotisa

del templo de Apolo y es guardiana del segundo collar. Esto es muy divertido para

mi, porque, aunque no lo sepáis, Elisabeth ya ha aparecido en la historia. Je, je, je,

os dejo con la intriga. Ahora seamos serios.

Ya sabéis que, cuando todo parece ir bien, un ser puede cambiarlo todo.

Ahora os contaré la historia de cómo la pureza e inocencia de Elisabeth murieron

junto a su país en una guerra rápida y sangrienta...

4

Page 5: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

5

Page 6: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Capítulo cinco: La tristeza de ella.

«Te contaré un secreto, algo que no se enseña en tu templo: los dioses nos

envidian. Nos envidian porque somos mortales, porque cada instante nuestro

podría ser el último, todo es más hermoso porque hay un final. Nunca serás mas

hermosa de lo que eres ahora, nunca volveremos a estar aquí...»

David Benioff (Troya)

«El que no valora la vida no se la merece.»

Leonardo da Vinci (1452 – 1616), humanista italiano.

6

Page 7: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

El mar se extendía azul y tranquilo al rededor de Parthos. La gente del

pueblo festejaba las fiestas de verano con comidas familiares, paseos por la playa al

atardecer, fuegos artificiales por la noche y por supuesto música y bailes populares.

En la Casa Real, los niños y los no tan niños, reían y corrían de arriba a bajo

por el enorme prado lleno de flores que rodeaba el templo de Apolo. Los

sirvientes con una sonrisa dibujada de oreja a oreja preparaban la comida de ese

día.

– ¡Princesa! - llamó alguien a lo lejos -. ¡Princesa! ¡Su amigo ya está aquí!

La princesa se giró sobre sus botines color caramelo y corrió pradera abajo

saltando los rosales que había en la entrada al templo, hacia la entrada principal. La

sirvienta, al ver a la princesa con una blusa color beige cáñamo, unos pantalones

cortos azul claro y un cinturón color caramelo al rededor de la cintura, la paró en

seco con un gesto.

– Princesa, con el debido respeto – tosió -. ¿Dónde está su ropa de

sacerdotisa?

– Me la pondré después, Alice, te lo prometo – la besó en la mejilla y la

esquivó con mucha agilidad.

Corrió entre las columnas, bajó escaleras y atravesó el patio interior. En el

centro del patio y rodeada de flores, se erigía una magnífica fuente dedicada al dios

Poseidón donde aparecía con su carro tirado por animales marinos. No se podía

creer que él estuviera otra vez allí. ¿Habría olvidado el pasado? Ella quería creer

que si, aunque antes tenía que cerciorarse de una cosa. A lo lejos, mientras ella

corría a toda prisa, pudo ver a su mejor amigo saludando a sus padres, con besos y

abrazos.

– ¡John! - dijo la princesa lanzándose a su cuello.

– Princesa, yo también me alegro de verte - dijo vergonzoso, notando la

7

Page 8: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

mirada y las risas de todos los allí presentes.

– Vayamos detrás del templo de Apolo, todos están allí – dijo ella cogiéndole

de la mano y tirando de él.

– Un momento – John obligó a la princesa a detenerse delante de él.

Ella le sonreía, haciendo que esos ojos negros brillantes, se cerraran un poco,

resaltando sus mejillas y alargando aquellos labios rosados. Sonrió.

– Estás realmente hermosa – dijo suspirando.

Ella seguía sonriendo cuando le abrazó con mucha fuerza. Él se sorprendió

al principio, pero se dejó mecer por ella, acariciando aquel cabello liso, sedoso

largo y rojizo, tan largo que le sobrepasaba las caderas. Se quedó un instante

oliendo aquella fragancia dulce que desprendía el pelo de ella y luego, le besó un

mechón de pelo. Ella lo abrazaba con fuerza, pero, al sentir el contacto de John su

sonrisa se había esfumado. No sentía... nada. Tal vez tristeza.

– Hacia muchísimo tiempo que no nos veíamos... – dijo ella intentado fingir

alegría.

– Lo sé, me fui precipitadamente, pero, eramos unos críos y yo tenía que

obedecer a mi padre. Siento haberte dejado sola en tu peor momento.

Aunque tu cumpleaños en Ogigia fue divertido.

Aquel brillo en los ojos que la princesa había tenido fue apagándose poco a

poco, como si estuviera recordando algo triste. Algo que había sucedido hace años.

John la miró preocupado. La rodeó con el brazo y la atrajo hacia su pecho, le besó

la cabeza con cariño e intentó cambiar de tema.

– A ver listilla – le dijo John -. ¿Dónde está tu querido hermano?

Llegaron a los parados verdes y llenos de flores algo cansados. Desde allí, el

mar era claramente visible, azul transparente, tranquilo y relajante. Iván, el

hermano de la princesa, dos años mayor que ella, jugaba y cuidaba de los niños

más pequeños, junto con la mejor amiga de la princesa, Annabel.

8

Page 9: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Al llegar allí, Iván y John comenzaron a exhibir sus habilidades, dándose

puñetazos y patadas el uno contra el otro. Mientras ellos se peleaban, los más

pequeños jugaban con las mayores.

– Ely – dijo una niña de siete años -. ¿Podemos peinarte y decorar tu pelo con

flores del jardín de Lucas?

– Claro que si, Haydee – dijo la princesa sentándose en el césped.

Entre Haydee, Roxana y Annabel, peinaron la larga cabellera de la princesa

en una larga trenza, decorada con gardenias de un blanco puro y acacias redondas

y amarillas. Mientras las pequeñas terminaban de anudar el largo pelo de Ely, de

entre los matorrales salió Lucas con un gran ramo de rosas, vestido con el atuendo

propio de los sacerdotes del templo de Apolo, camiseta, pantalones y capa azules,

ésta última bordada con los símbolos de los cuatro elementos, los símbolos de

Parthos, los símbolos del templo de Apolo.

– Hola princesa – dijo Lucas con su habitual sonrisa, colocándole una rosa

violeta entre el pelo a la altura de la oreja -. La rosa violeta significa larga

vida. A través de ella te deseo buena salud y buenos deseos.

Ely no podía apartar la vista de aquellos ojos verde transparente y de aquel pelo

rubio, era tan atractivo que ella no podía comprender como semejante persona

había puesto su vida al servicio de los dioses.

– ¿Cómo está Escalus? - le preguntó él.

– Bueno, genial, como siempre – sonrió –. Ayer por la noche le cantamos a los

guardianes una nana, parece que a Escalus le encanta la música.

– Eres única, princesa – dijo éste haciendo una reverencia -. Cuídese, las flores

están inquietas desde hace días.

– Sí, yo también lo he notado – dijo una voz saliendo de entre el césped.

– Hola, Terra – dijo la princesa -. ¿Dónde has estado?

9

Page 10: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Explorando – dijo éste poniéndose a la altura de Lucas.

Lucas se quedó mirando a aquel espíritu guardián de la tierra que flotaba a escasos

centímetros de su cara. Los ojos grandes y brillantes de Terra le transmitieron el

tan esperado mensaje.

– Los Místicos... - dijo en un susurro Lucas como pensando para sus adentros.

Lucas miró a las cuatro flores que crecían bellas y puras delante de él. Pensó que

no podía permitir que aquellos desalmados de los Místicos tocaran su jardín y

marchitaran sus flores. Sonrió.

– Mis queridas flores – les dijo a Haydee, Roxana, Annabel y Ely –. Hay unas

rosas azules que reclaman mi atención, que disfrutéis del día – dijo éste

alejándose.

Ely se levantó y le cogió del brazo.

– Pero vendrás a comer, ¿no?

– Por supuesto – dijo acariciando la mejilla de la princesa –. No me iré muy

lejos princesa – sonrió.

Ely vio como la capa azul del sacerdote ondeaba con el viento mientras se alejaba.

El viento jugaba con los mechones sueltos de su trenza, haciéndole cosquillas en la

cara. Se los apartó. Se sentía sin aire, ansiosa y nerviosa a la vez. Algo andaba mal,

lo presentía.

– Ely mira – la llamó Haydee a unos pocos pasos de ella –. ¡He encontrado

una margarita! ¡Y Roxana un trébol de cuatro hojas!

Ely sonrió como pudo. Su amiga Annabel la abrazó.

– ¿Como estás?

– Extraña...

– Es John, ¿verdad?

Ely se cruzó de brazos pensativa.

10

Page 11: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Le odias? - preguntó Ann.

– No... pero... tampoco le quiero como antes.

– ¿Qué vas a hacer?

– Aprender del pasado. Seremos amigos y nada más.

Ann suspiró, aquella respuesta la había relajado un poco pero todavía estaba

nerviosa.

– ¿De que has hablado con Lucas? Pareces abatida...

– No es nada, acabo de recordar que tengo algo que hacer – dijo mientras

corría en dirección al bosque - ¡Vuelvo enseguida!

Corrió por el prado verde en dirección al bosque. La trenza que le llegaba más

abajo de las caderas, volaba con el viento. Atravesó la llanura, se adentró en el

bosque, bajó por unas escaleras improvisadas de madera y llegó a la playa. A pesar

de que estaban en verano, hacía un poco de frío.

– Terra – llamó Ely al espíritu guardián que la había seguido –, dime... ¿Por

qué lloran los árboles? ¿Por qué se lamentan las flores? ¿Por qué tiembla el

césped?

– No tienes de que preocuparte – dijo éste sentándose en su hombro –.

Tranquilízate y canta para mi.

Ely suspiró y se sentó en la arena de la playa, notando la brisa contra su cara,

escuchando las olas del mar romper contra las rocas delante de ella y las gaviotas

volando en dirección a un barco que se encontraba bastante lejos de aquella cala.

Ely se quedó mirando como el pequeño espíritu se acurrucaba entre sus manos

contra su pecho.

– ¿Estás cómodo? - le preguntó la princesa sonriendo.

– Lo estoy... lo estaría más si me cantaras.

La princesa sonrió y suspiró. Cogió aire y con una voz dulce y fuerte,

11

Page 12: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

comenzó a cantar la canción que su madre le cantaba en susurros cuando era

pequeña y lloraba por miedo a la oscuridad. Era tan relajante, que se dejó llevar por

el propio sonido de su voz y fue aumentando de tono. Se dejó mecer por la brisa,

por el sonido de las olas contra las rocas y por el sonido del aire en traspasar por

los árboles del bosque. La naturaleza era su acompañamiento. Terra flotó cerca de

Ely, observando la paz que se dibujaba en su cara cuando cantaba aquella canción.

No podía creer que ese sentimiento de paz pudiera ser perturbado de alguna

manera.

Pero la realidad era distinta, cuando se suponía que esa canción debía de ser feliz y

reconfortante, era triste y melancólica, pero de alguna manera llena de esperanza.

Una ráfaga de viento elevó la trenza de Ely formando eses en el aire. La flor que

Lucas le había regalado salió volando sin poder llegar a alcanzarla. Ella sabía que

Lucas no se enfadaría por perder la flor, la dejó volar libremente sin dejar de

cantar, mirando como la flor llegaba hasta el barco que tenia frente a ella, bastante

lejos. Pensó que la flor caería al mar, pero vio como una silueta se movía en la cofa,

arriba del todo del palo mayor. Pero aun así, no dejó de cantar, teniendo el

presentimiento de que esa sería su última vez.

Suspiró. Había ido a hablar con él pero éste se había negado a ayudarla en su

descabellado plan. Estaba muy enfadada, y lo que antes le había parecido una

minucia, ahora la enfurecía todavía más. ¿Dos semanas? Pensó. Wisam le había

pedido dos semanas más. Era patético, ella ya no estaba segura de si era un juguete

realmente entretenido o un estúpido mortal incapaz de terminar nada.

12

Page 13: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Aburrida, se paseaba por el barco de un lado a otro. De repente escuchó una

voz y una melodía realmente embriagadora. Chascó los dedos y apareció en la cofa

mirando a lo lejos.

– Interesante – se dijo, notaba algo extraño allí, algo muy poderoso.

Siguió mirando, atenta a todo movimiento y se percató de una flor suspendida en

el aire. Con un gesto la acercó y la cogió.

– ¿Una rosa violeta? - se preguntó.

La fue girando entre sus manos enguantadas. La rosa comenzó a arder. Ella

sorprendida, la dejó caer en el suelo, donde se consumió. Se inclinó y pasó la mano

por encima de las últimas llamas que quedaban ardiendo. En la madera había

quedado un mensaje grabado.

«No te lo permitiré.»

Ely, ahora un poco más calmada, subió por el lado del bosque y volvió a

recorrer el camino andado. Se dirigió a su habitación con Haydee, Roxana y

Annabel, para ponerse su ropa de sacerdotisa. Era ropa sencilla, consistía en una

falda larga azul con dos de los cuatro símbolos de Parthos bordados y una blusa

azul oscuro con los otros dos símbolos. En los pies se anudó unas sandalias de

cuero color canela.

Cuando entraron al salón, la mesa ya estaba lista. La compartían los reyes, la

princesa, los sirvientes, sacerdotes y sacerdotisas y amigos por igual. Reían, bebían

y comían, se deleitaban con los mejores manjares que la cocinera Alice y Lucas,

13

Page 14: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

habían preparado con las hortalizas, plantas y verduras que crecían en el magnífico

jardín que rodeaba la Casa Real. No había criados que sirvieran la comida, toda

estaba puesta encima de la mesa y cada uno, cogía y comía lo que quería, incluidos

los sirvientes, considerados parte de la familia.

Fire, el espíritu guardián del fuego, se encontraba junto a Lucas, quejándose

de que la comida estaba cruda. Lucas, sabiendo que en realidad a aquél pequeñín,

la comida sino estaba quemada no estaba en su punto, lo ignoró con una sonrisa.

Regen, la espíritu guardiana del agua, ayudaba a Lucas con las infusiones de plantas

exóticas que crecían alrededor del templo de Apolo. Terra también ayudaba

seleccionando las plantas.

Aria, la espíritu guardiana del Aire, era la única que ni hablaba, ni se quejaba, ni

ayudaba, ni jugaba, únicamente se mantenía callada, sentada en el hombro de Ely.

– ¿Te pasa algo, Aria? - le preguntó la princesa -. ¿Por qué no ayudas o juegas

con los demás?

– No puedo – dijo secamente –, hoy no es un día feliz. Me lo están

advirtiendo los Anemoi.

La princesa, sin darle mayor importancia, le contestó bromeando un poco con ella,

aunque ya sabía que Aria era fría y distante.

– Bueno – dijo comiendo un poco de coliflor con bechamel y taquitos de pavo

al horno -. ¿Y qué te dicen?

Aria miró a Ely con esos ojos indiferentes que ella siempre ponía cuando estaba

mosqueada.

– No quiero que te lo tomes a broma.

Ely dejó de comer y cogió a Aria entre sus manos y la miró a los ojos.

– Vale, no me lo tomaré a broma, dime que es lo que te preocupa...

Aria voló hasta la oreja de Ely y le susurró:

– Esto es algo que deberíamos hablar con Escalus, es algo que le concierne a

14

Page 15: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

él también, y a los guardianes.

Ely se quedó pensativa, no sabía si tomárselo seriamente o seguir comiendo, pero

Aria no era del tiempo bromista, además, tenía razón. Ese día no era exactamente

un día feliz, primero Lucas y su aura de misterio e inquietud, luego los árboles y

plantas sollozando intranquilas, y por último, esa sensación de peligro que iba

creciendo dentro de ella. Se levantó e hizo un gesto afirmativo hacia Aria.

– Disculparme – dijo la princesa –, quiero ir un momento ha decirle algo a

Escalus – dijo mientras se dirigía hacia la puerta -. ¡Vengo enseguida!

– Vale – le dijo su madre -. ¡No tardes! - chilló cuando su hija ya había doblado

la esquina.

Dimítri rió.

– Después de tanto tiempo sin verte John, ¡y mi hija se va a hablar con un

árbol!

– Déjala – le recriminó Hanaka –, es la princesa, consiéntela un poco,

¿quieres? - sonrió.

– ¿Pero eso no lo he echo siempre? - dijo bromeando con su esposa.

Todos rieron. Aria se dedicó a avisar a los guardianes de lo que pasaba,

susurrándoles para que los que podían verles y oírles no se enteraran. Éstos no lo

dudaron ni un momento y fueron tras Ely.

Una vez en el templo, los cinco se dirigieron hacia Escalus.

– Veo que la has avisado, Aria – dijo el gran árbol –, no como otros...

– ¡Es que no he podido! - se quejó Terra –. Primero Lucas y después las

plantas, si se lo decía allí se hubiera enterado el sacerdote, y a estas alturas

todos lo sabrían y no dejarían que Ely hiciera el ritual...

– ¿Que ritual? - preguntó la aludida.

– Ely – le dijo Regen –, el mar, el lago, el río... no paran de decirme que corres

15

Page 16: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

peligro. Pero no entran en detalles.

– A mi - empezó Fire –, normalmente el sol no me dice nada, pero lo he

notado diferente, está inquieto, Apolo y Helio me avisan de algo, pero lo

mismo, no especifican.

– Princesa – dijo Terra –, las plantas, como podrás escuchar y entender porque

yo te enseñé el lenguaje de las plantas, están constantemente advirtiéndonos

de un inminente peligro al acecho.

– Mi padre me ha mandado un Céfiro a decírmelo – dijo Aria –. Los Místicos

se han revelado contra las leyes no escritas de los dioses, una vez más.

– ¿Eso qué quiere decir? ¿Una vez más? ¿Quiénes son los Místicos? - preguntó

Ely muy preocupada.

– ¿No te han explicado nada acerca de un antepasada tuya llamada Anna? -

peguntó Escalus.

– La verdad... uf... - dijo Ely mientras subía por las ramas de Escalus para

sentarse en la más alta - … la verdad es que no... uf... realicé mis votos hacia

los dioses, sabiendo sólo lo que mi madre y los sacerdotes me han enseñado.

– Entonces tendré que explicarte el origen de los Místicos y de un libro

especial.

– ¿Un libro?

Las ramas de Escalus se movieron, y de entre las hojas apareció un libro

encuadernado en piel, cerrado con llave.

– Es precioso... pero – dijo apoyando el libro en sus piernas –. Sí esta cerrado

con llave significa que esconde algo realmente importante y hasta puede que

peligroso.

– Puede ser y – dijo Escalus –. Y la llave que abre ese libro se encuentra

dentro de mi...

16

Page 17: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

RELATO DEL ÁRBOL SAGRADO DE APOLO, ESCALUS

El poder que albergo lo desconoce todo el mundo a excepción de la reina y

los sacerdotes. Y en este caso, a excepción de los Místicos también. La mayoría de

las personas que saben lo que protejo no tienen deseos impuros, tampoco conocen

el gran poder que este viejo tronco oculta, pero la ambición de las personas o

incluso la ambición de los dioses, puede ser muy grande y peligrosa.

Anna, fue reina de Parthos y sacerdotisa del templo de Apolo. Estamos

hablando de siglos atrás. Ella no pudo contener la curiosidad y la ambición de

semejante poder, el poder de los dioses ni más ni menos. Así que, pensado que

podría llegar a ser inmortal y más poderosa que los propios dioses, rompió el sello

de Apolo, así también como los votos que realizó. Anna era incapaz de ver a los

espíritus guardianes por culpa de su impuro corazón.

Anna, no solo fue capaz de dominar los cuatro elementos, sino que pudo

comprobar algo curioso de ellos. La mente humana está preparada para poder

controlar un solo poder, por lo que el collar sólo te ofrecía la posibilidad de abrir

tu mente y controlar los cuatro, pero si un humano intentaba aprender los secretos

de éste, podría llegar a controlar el poder que eligiera, pero no los cuatro, pues

carecía de la capacidad mental necesaria. Los humanos que abusaron de tanto

poder, murieron intentando aprender más de uno, pero era inútil si carecían del

collar.

Anna, al ver que los humanos podían aprender un elemento, se le ocurrió

crear una especie de grupo secreto a los que llamó, los Místicos. Formado por sus

hombres y mujeres de confianza, ya que el grupo era secreto, se limitaba a las

personas que lo formaban.

17

Page 18: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Aprendieron a dominar los poderes y a descubrir no solo el dominio de

éstos, sino sus diferentes usos.

Con el fuego descubrió que no solo podía crear y dominar con destreza el

fuego, sino que también su forma líquida, la lava.

Con el agua descubrió que no solo podía dominarla en todas sus formas,

líquida, sólida y gaseosa, sino que ésta, usada con la energía vital de los humanos,

resultaba ser curativa. Curaba las heridas más grandes, cicatrizandolas en pocos

minutos.

Con la tierra, no solo podía dominar las rocas, la arena, la tierra que pisaba,

las plantas creándolas y dominándolas, sino también aquello que había sido

extraído de ésta, los metales y los minerales.

Con el aire, podía controlarlo como con los otros poderes, pero lo que

descubrió de éste, fue algo mágico... podía volar, pero no volar en ese sentido, más

bien era flotar entre éste, estar suspendido entre el aire. Porque Aria, más que el

aire, más que la fuerza de éste, es aquello que fluye al rededor de las personas.

Anna, enseñó y educó a los Místicos, no por el buen camino sino que los

entrenó como si fueran un ejército a sus ordenes, ella tenía el collar y su poder, ella

tenía el control sobre los humanos, se creía una diosa.

Eso duró bastantes años. En aquella época reinaba la primera prohibición

que impuso Zeus a los dioses después de la negativa respuesta y el rechazo de los

humanos a la ayuda que ellos ofrecían. Los dioses se enfadaron con Anna. No solo

había roto el sello de Apolo, sino que también había utilizado unos poderes que no

eran suyos y que además, estaba prohibido por aquellos votos que había realizado,

pero que al haber roto el sello, había renunciado a ellos. Los dioses, enfadados por

tales osadías y falta de respeto, enviaron a Apolo a que castigara a su sacerdotisa,

pero Apolo enamoradizo y romántico por excelencia, se enamoró de Anna.

Apolo defendía a Anna delante de los otros dioses y ellos comenzaron a

18

Page 19: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

perder la paciencia, y el echo de que Anna engendrara a una hija de Apolo y no de

su marido para poder seguir con el linaje de la familia, fue el motivo por el cual

Anna fue conducida como castigo al Tártaro, donde sufre su castigo eterno. A

Apolo se le ordenó sellar otra vez el collar dentro de Escalus y la hija de Anna y

Apolo fue criada por el marido de ésta como una sacerdotisa más, ignorando su

pasado y su linaje celestial. Los Místicos, para no ser castigados también por los

dioses, se escondieron en los Bosques de Emrrid, donde perfeccionan sus poderes

y sus habilidades en el combate. Más tarde se desplazaron a Lethern, pero eso ya es

otra historia.

Los Místicos no aceptaron que los dioses enviaran a su líder Anna al Tártaro

y pensaban, y creían firmemente, que el collar y ese poder les pertenecía a ellos ya

que no entendían porque los dioses habían creado ese collar y lo habían dejado en

manos de los humanos, pero prohibiéndoles usarlo, no entendían ni encontraban

la lógica para ese simple hecho.

– Y supongo que las respuestas a todas esas preguntas más a las mías que

ahora me rondan por la cabeza se encuentran dentro de este libro, ¿me

equivoco? - preguntó Ely.

– Así es, algunas de ellas. Pero antes de que hagas el ritual y seas capaz de abrir

el libro... – las ramas de Escalus dejaron de moverse para luego hacerlo otra

vez. Ely lo interpretó como un suspiro – ...responderé a tus preguntas, sólo a

aquellas en las que tenga el conocimiento necesario.

– Bien... ¿por qué el libro está cerrado con llave? - preguntó la princesa

pasando la mano por encima de aquellas letras doradas.

19

Page 20: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Los Mitos de Átharos

– En ese libro se explica el origen del collar y muchos más secretos – empezó

a explicar Escalus –, en aquella época, cuando Anna aun no había roto el

sello, los únicos dioses que podían mezclarse con los humanos, y solo con

las sacerdotisas de sus respectivos templos, eran Ártemis y Apolo. Pero

cuando ocurrió todo lo de Anna, Zeus prohibió a éstos mezclarse con los

humanos, esa es la doble prohibición.

– Pero antes, los dioses se mezclaban con los humanos ¿no? Tenemos muchas

historias que lo confirman.

– Así es, eso fue hace muchos siglos, antes de que los humanos perdieran la fe

en los dioses, antes del Cinturón de Timmoë.

– ¿Perder la fe en los dioses? - Ely se rascó la cabeza –. Todo es muy

complicado...

– Verás... - prosiguió Escalus –, tu formas parte del linaje de la primera familia,

corre por tus venas la sangre de la primera familia, y tu familia siempre ha

sido creyente y devota, y así te han educado, pero ahí fuera, los demás

mortales lo ignoran todo, lo que hace que esas personas sigan con su vida es

eso, seguir vivos, la muerte es aterradora para cualquiera.

Ely se quedó pensativa.

– ¿Sabes que aun no has contestado a mi primera pregunta?

– Bueno, tendré que contarte lo que ese libro oculta entre sus páginas, una de

las historias, de las demás... ya ni me acuerdo.

20

Page 21: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

EL ORIGEN DE LOS COLLARES

Un día, el adivino Tiresias, tuvo una visión. Una visión inesperada, cuyos

protagonistas eran los dioses. Pero lo que realmente le preocupaba al tebano

Tiresias, no era a quien iba dirigido el mensaje, sino el mensaje en sí, ya que no fue

capaz de interpretarlo de ningún modo.

Aun así, se dirigió al templo más cercano del poderoso Zeus, y se lo explicó. El

dios, desconcertado, le preguntó a Tiresias directamente.

«¡Oh, Oráculo! Tu que vaticinas tales desgracias entre los dioses nuestros, ya que mencionas

semejante desgracia ante mi, te ruego que des consejo a este dios preocupado.»

Tiresias, que sin saber porque, contestó al dios sabiendo perfectamente la

respuesta.

«¡Oh, magnánimo Zeus! A tu hijo Hefesto, un collar del hierro más poderoso y fuerte del que

jamás haya sido creado, forjará para almacenar los cuatro poderes que los humanos, creados de

Prometeo, no han sido capaces de domar ni poseer. Llama a tu hermano Poseidón, a su esposa

Anfítrite, a Océano y a todas las divinidades marinas y los dioses que rigen el poder del Agua,

haz llamar también, a tu hijo Apolo, al propio Hefesto, a tu hermana Hestia y a Helios,

aquellos que mantienen contacto con el Fuego purificador. Más tarde, llamarás a tu hija

Ártemis, a tu hija Atenea, a tu abuela Gea, a tu hijo Dionisio, el dios nacido dos veces, y a tu

hermana Deméter, aquellos en contacto con la Tierra, incluso con la más profunda, tendrás que

llamar a tu hermano Hades. Y por último, haz llamar al señor de los vientos, aquel que ayudó

al magnífico Ulises, aquel que mueve los vientos y los retiene, Eolo, que rige a los Anemoi y a

todos aquellos con el poder del Aire.

Más tarde, enviaras a tu hijo Hermes con un mensaje para los Cíclopes, ellos fueron quienes

21

Page 22: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

crearon el maravilloso casco de la invisibilidad de Hades, el tridente de Poseidón y el rayo, trueno

y relámpago del glorioso Zeus, mas no les será difícil crear dos bolas de cristal del tamaño de un

grano de maíz, que partirán a la mitad, y de manera aleatoria, Hefesto soldará las cuatro partes

al magnifico collar que forjó. Mas las bolas de cristal tienen que ser especiales, no solo tienen que

tener la capacidad de albergar el poder de los cuatro elementos, sino que deben de tener la

capacidad de conectarse con la mente, ya sea la de un dios o la de un humano.

Una vez que hayas convocado la asamblea y el collar haya sido terminado, los dioses deberán

ceder parte de su poder y almacenarlo en el collar.»

El poderoso Zeus así lo hizo, pero los designios y el corazón de Tiresias aún no

estaban calmados, sus profecías seguían llegando cada vez con más fuerza. Por lo

que fue a visitar el templo de Zeus, una vez más.

«Mi querido Tiresias, tus sabias palabras y consejos han sido llevados a cabo por todos los dioses

que mencionaste, incluyéndome a mi, he aquí el collar con el poder de los dioses.»

Pese a que Zeus se lo enseñaba como si el oráculo pudiese verlo, ya que era ciego

por culpa de una diputa entre el propio Zeus, allí presente, y su esposa Hera,

Tiresias era capaz de verlo con mucha claridad y nitidez. Su corazón se había

calmado un poco, pero de alguna manera seguía inquieto.

«¡Oh, Zeus! Hay algo que me aflige y no deja de torturar mi viejo corazón. Estoy muy agradecido

de que mis consejos hayan sido llevados a cabo por los dioses, eso me enorgullece, pero siento que

no es suficiente, mis visiones me muestran que hay dos poderes mucho más poderosos que los

propios de la naturaleza, dos poderes que pasan desapercibidos incluso para los dioses.»

Zeus, sintiendo lo mismo que el oráculo, pero sin saber la respuesta, tuvo que dejar

que el tebano, siguiera con su explicación.

«Siendo sincero, lamento no haberlo visto antes, pero habrá que añadir dos poderes más al collar,

pero las visiones me muestran que eso es prácticamente imposible, por lo que habrá que crear otro.

22

Page 23: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Esta vez, los Cíclopes tendrán que crear solo una bola, que se partirá a la mitad y que Hefesto,

en otro collar soldará. Vos, magnánimo Zeus, deberéis llamar a Selene, a Hipnos, a Geras, a

Ártemis, a las Moiras, a Nix, a Némesis, a Hades, a Ate, a Hécate, a Érebo, a las Erinias, a

las Keres, a Eros, a Tánato, al profundo Tártaro y a... Moros, y ellos depositarán, en él, el

poder de la luna y el de las sombras.»

Un silencio estremecedor reptó por las paredes de mármol del templo e hizo bailar

las llamas de las velas proyectando sombras contra la pared. Zeus, aún cogido por

sorpresa, se dejó llevar por las palabras de Tiresias... las había comprendido a la

perfección.

«Si tú, tebano, osas decir tales cosas, es que son ciertos tus designios y no palabras de un simple

loco, pues yo mismo te di el don de la profecía, y estoy seguro, que tus predicciones son y serán

siempre acertadas. Por lo tanto, y sin más remedio que el olvido para los dioses, haré lo que nos

aconsejas.»

No obstante, Tiresias aún no había finalizado sus consejos.

«Oh, hijo de Cronos y Rea, más mis consejos son varios, pero los más sensatos son llevados a

cabo. Una vez que los collares estén acabados, deberán ser custodiados sólo por humanos.

En la tierra, el árbol más noble y más fuerte de todos, Escalus recibirá poderes especiales de la

madre Gea, a la vez, Hades creará La Sala de las Sombras.

Un templo al rededor del árbol será levantado en honor a Apolo, pues será la divinidad

encargada del primer collar, los cuatro elementos.

Por otro lado, La Sala de las Sombras, en un sótano frío y sombrío, creado por el dios del

inframundo, ocultará un poder mayor incluso que los elementos que rigen el mundo de los

humanos. Encima del sótano, se creará un templo dedicado a la diosa Ártemis, será la divinidad

encargada del segundo collar, luna y sombras. Apolo y Ártemis, serán los únicos dioses que

mantendrán contacto directo con los humanos, sólo con las sacerdotisas humanas que protegerán

23

Page 24: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

los collares de la codicia de los humanos y de otros peligros al acecho.

Una gota de sangre de dos familias elegidas al azar, deberá ser derramada en el centro de los

collares y sus destinos estarán conectados de esa manera para siempre.»

Y así fue, como Zeus siguió al pie de la letra los consejos de Tiresias. Una vez todo

dispuesto, solo faltaban dos gotas de sangre de las familias elegidas. Para el templo

de Apolo, se eligió a la familia que poseía las tierras donde se encontraba Escalus.

Los mortales, devotos, aceptaron su destino.

La Sala de las Sombras fue creada en los terrenos de una familia modesta y el templo

fue construido con una entrada secreta que parecía descender a los mismos

infiernos. La familia, sin decir palabra, aceptó su destino.

Los collares fueron guardados. Apolo, encerró el collar dentro del corazón del

árbol, sellado con su propio poder.

Ártemis por otro lado, y dejándose envolver por las sombras de aquella sala,

escondió el collar entre éstas, y selló el lugar con su poder.

24

Page 25: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Los dioses son, también, esclavos de su destino. Pues la profecía decía que los

dioses serían llevados al olvido por los humanos y pese a querer cambiar algo, era

inevitable que sucediera.

Primero, los humanos dejarían de creer tanto en ellos y de darles culto a diario. En

respuesta, los dioses dejarían de ayudar y de involucrarse con ellos, hasta tal punto,

que entre los humanos, los dioses serían llegados a denominarse como seres

inventados, seres de ficción o como a muchos les gusta denominarlos, pero que al

fin y al cabo viene siendo lo mismo... seres mitológicos.

Pero a pesar de ello, los mortales recurrirán a los dioses en el ultimo momento, con

suplicas y lamentos, deseando la ayuda de los dioses. Y como el tiempo desgasta la

fe de los dioses en los humanos, éste, fue menguando poco a poco con el paso de

los siglos, hasta que el poderoso Zeus, acabó prohibiendo todo el contacto con los

humanos, por un problema que ocurrió entre una mortal y un dios. Entre Apolo y

Anna.

Lo que Tiresias si sabía, y todo gracias a sus predicciones, no solo era que el

reinado de los dioses sobre los humanos llegaría a desaparecer, sino que en una

25

Page 26: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

nueva era, los dioses volverían a resurgir de sus cenizas. Tiresias creía que tanto los

humanos, como los dioses, eran unos cabezotas, se necesitaban mutuamente, pero

no querían reconocerlo.

Lo que Tiresias no pudo llegar a ver, era si el collar traería paz o guerra entre los

mortales. Puesto que, por primera vez no tenía una respuesta, dejó que el destino

siguiera su curso, sabiendo que, algún día, llegarían esas personas especiales que

encontrarían la solución a los problemas de mortales y dioses.

Por el momento, tanto mortales como dioses solo tenían que esperar a que las

predicciones de Tiresias se cumplieran.

Ely suspiró y pasó su mano por encima del sello. Sus ojos mostraban tristeza.

– Es una pena que los dioses hayan sido llevados al olvido por los humanos,

cuando nosotros los necesitamos tanto...

– De alguna manera, Ely, fuiste elegida por los dioses – dijo Fire.

– Pero tengo tantas preguntas... yo tampoco entiendo porque Tiresias mandó a

los dioses crear el collar, ni porque tenía que ser custodiado por los

humanos...

– La respuesta está siempre en los mortales – dijo Escalus.

– Eso lo dices siempre, pero la historia que me acabas de contar no me ha

desvelado nada, sino al contrario, ahora tengo muchas más preguntas que

antes – miró a los guardianes -. ¿Dos collares? ¿Hay otro?

26

Page 27: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Así es – dijo Regen –. Shadow y Luna son nuestros hermanos, pero todavía

están encerrados en la Sala de las Sombras, en Athos – dijo apenada.

– ¿Por qué? - preguntó Ely sin entender nada.

– El libro – dijo Escalus –, simplemente fue cerrado y prohibido por los

dioses por contener información innecesaria, ya que los únicos que deberían

saber los orígenes de los templos debían de ser únicamente las sacerdotisas.

– ¿Y no era más fácil destruir el libro?

– De ese libro solo existen dos ejemplares, uno aquí completo, y otro en Athos

al que le faltan muchísimas páginas – dijo Aria –. El de Athos se intentó

destruir quemando sus páginas, pero hubo muchos sacerdotes que creyeron

en la importancia de éste y lo transcribían...

– … haciendo difícil su completa destrucción – prosiguió Ely.

– Exacto. Además los dioses, después de meditarlo mucho, creyeron que era

innecesario destruir el libro, ya que contenía su historia. La manera más fácil

que encontraron de alejar el libro de humanos curiosos fue creando el cierre

que ves – dijo el árbol –, esa forma que tiene de rombo, es la forma que

tiene el collar sellado dentro de mi.

– ¿Qué dios escribió el libro?

Escalus rió.

– Ese libro no lo escribió un dios, sino un guardián de Littêrmundus.

– ¿Littêrmundus? - preguntó Ely confusa.

– Todo a su debido tiempo, querida. No es necesario que ahora mismo sepas

todas las respuestas. Paciencia princesa.

Ely suspiró. Intentó pensar y encajar partes de la historia en su mente.

– ¿Qué pasa con los Místicos? - preguntó Ely preocupada -. ¿Están en camino

para recuperar aquello que creen que les pertenece?

27

Page 28: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Así es, e intentarán por todos los medios rescatar a su líder de la cárcel del

Tártaro.

– Eso quiere decir... - pensó -. ¡Que todos estamos en peligro!

Ely se puso de pie en la rama sosteniendo aun el libro.

– Aquí es donde queríamos llegar – sonrió Fire –. En el libro dice que Tiresias

creía que los dioses resurgirían de sus cenizas y que los mortales volverían a

tener fe en ellos.

– Y que sigue esperando por esas personas especiales que ayudarán a los

dioses a resurgir... - prosiguió Terra.

– ¿No creeréis que yo...?

– Así es – dijo Regen sonriendo –. Eres muy, muy especial – dijo volando

frente a Ely –. No solo nos puedes ver, oír, escuchar, sentir... sino que te

hemos podido enseñar muchas cosas sobre los elementos, aprendes y los

sientes, te comunicas con ellos. ¡Y todo eso sin el collar!

– Además – empezó a decir el árbol –, eres la única sacerdotisa que se ha

comunicado conmigo, es cierto que todos me hablan, pero nadie me

entiende, ni me escucha, ni siente que yo también tengo alma – las hojas del

árbol empezaron a bailar con el aire –. No solo eres especial, sino que yo, te

he elegido a ti.

Ely se tuvo que sentar. Todo aquello era demasiado para asimilarlo, pero sus votos

eran más fuertes que cualquier otra cosa, o eso creía ella.

– Está bien – dijo otra vez en pie –, haré ese ritual, siempre y cuando no tenga

que romper mis votos.

– Al contrario – dijo Escalus –, los reforzará, el ritual será una manera de alejar

a los Místicos de aquí y de salvar a todo el mundo, el problema será...

– … que esteré en peligro – dijo Ely suspirando –. Lo sé, pero no me importa,

28

Page 29: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

de alguna manera, no se como pero... creo que me he estado preparando

para este momento... decidme que tengo que hacer.

El aire volvía a jugar con las hojas de Escalus. Los espíritus guardianes

dormitaban entre las ramas más bajas del árbol. Ely miraba a lo lejos, el mármol

del templo, su casa, el jardín, el pueblo, el mar... Suspiró. Quería proteger aquello

que era importante para ella. Aquello que iba a hacer no era huir, al contrario, era

ponerse en el punto de mira del enemigo para poder salvar a su familia y amigos.

– Está bien... ya he dicho antes que lo haré, aunque eso implique que muera en

el intento – sonrió con tristeza.

– Debes encontrar la entrada a los infiernos – dijo Escalus –, debes

preguntarle a Tiresias que es lo que espera de todo esto.

– Bien, según me has dicho – dijo girando el mapa –, tengo que ir a Sedah y

una vez allí, buscar la entrada a los infiernos, que según parece, permanece

abierta día y noche.

– Así es, pero recuerda las tres condiciones para bajar.

– Ser una heroína. Desciendo de Apolo así que creo que no habrá problema.

La segunda es no comer nada durante mi estada en los infiernos, se

controlar mi apetito – sonrió –, y la tercera para poder salir de allí es... bajar

viva... y eso es lo que tengo pensado hacer en principio.

29

Page 30: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Ely soltó una carcajada extraña, entre la sorpresa y el miedo.

– Eso... - dijo cerrando el libro –, aun no me lo puedo creer... es demasiado...

yo soy descendiente ni más ni menos que de Apolo.

– Lo eres, así que, creelo de una vez – dijo Fire –, el sol te ha estado

iluminando todo éste tiempo.

– Cierto – dijo Ely sonriendo -. ¿Cuánto tiempo nos queda, antes de que

vengan los Místicos?

– ¿Tiempo? - preguntó Aria retóricamente –. Ellos ya están aquí.

El cielo estaba completamente ennegrecido por la noche y no había ninguna

estrella brillando en lo alto, estaban ocultas por nubes esponjosas y enormes que se

mecían lentamente al compás de la brisa. Un grito de dolor rompió la calma de la

noche. Risas. Contempló como la sangre brotaba de la herida sin desenfreno,

ensuciando las prendas de lino y manchando el suelo de rojo. Dolor. Se retorcía en

el suelo, le faltaba el aire, boqueaba en busca de algún resquicio de oxígeno para

llenarse los pulmones, pero lo único que alcanzó a saborear era el sabor de su

propia sangre. Óxido. Ese sabor le repugnaba. Volvió a notar otra punzada de

dolor en el pecho. Bajó lentamente la vista hacia la espada que lo atravesaba. Con

dificultad levantó la vista hacia aquel hombre de ojos azules. Sonreía. Sabía el

trágico destino que le esperaba. En apenas unos segundos, la espada salió de su

cuerpo y en un movimiento brusco de la muñeca de aquel hombre le cortó la

30

Page 31: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

cabeza que cayó rodando por el suelo.

El hombre de ojos azules la cogió por el cabello. De su mano surgieron

lenguas de fuego que comenzaron a consumir la cabeza. Todos los allí presentes

contemplaron como el fuego iba quemando la carne, que burbujeaba como si se

estuviera derritiendo. Dejó caer lo que quedaba de la cabeza del hombre encima

del cuerpo inerte de éste, comenzando a arder en llamas altas y rojizas. En

segundos, y con un fuego irreal, el cuerpo quedó reducido a cenizas.

– Esto es lo que pasa cuando te descuidas – dijo el asesino apoyado contra la

barandilla de mármol que rodeaba el templo.

Encendió un cigarrillo y miró con furia a sus soldados. Dio una calada y expulsó el

humo lentamente.

– La próxima vez tened cuidado – miró a la mujer medio desnuda arrodillada

frente a las cenizas del hombre, con los ojos desorbitados llena de miedo –.

Esperad dos semanas y luego podréis hacer lo que queráis.

Cogió a la mujer por un brazo y la alzó con rudeza. Ella intentó zafarse de él

gritando, con los ojos llenos de lágrimas, horrorizada por si volvían a surgir las

llamas. Él, desquiciado, la lanzó al suelo al pie de sus soldados.

– Cuando terminéis con ella matadla...

– ¡No! - chilló la mujer arrodillada, sucia y desnuda –, por favor – juntó las

manos delante de su cara mirando a aquel hombre, suplicando por su vida –.

Haré lo que sea, pero no me matéis...

Un soldado la cogió por los pelos e hizo que se levantara.

– Wisam – dijo el soldado con confianza –, tal vez pueda ser útil.

– ¿Tal vez? Espero que no te hayas vuelto un blando Hernán - Wisam sonrió y

lanzó el cigarro contra el templo –. Haced con ella lo que os proponíais y

matadla... no es tan difícil ¿no es lo que ibais a hacer antes de que un guardia

de la Casa Real os descubriera?

31

Page 32: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Oh, Zeus, ayúdame - rezó la mujer en voz baja –. ¡Oh dioses, no dejéis que

me maten!

– Joder – dijo Wisam enfadado -. ¿Una sacerdotisa? ¿Entre todas las mujeres

una sacerdotisa? - se atusó el pelo y se frotó los ojos del cansancio –. No la

matéis, ocultar su muerte sería demasiado trabajo...

– Lo que os decía señor – dijo Hernán que aun la tenía agarrada por el pelo –,

su vida a cambio de inmunidad. Es justo, pasearnos por aquí durante dos

semanas como si ya fuera nuestro, vistiendo sus ropas y bebiéndonos su

fortuna – se echo a reír y los otros soldados se palmeaban la espalda y

sonreían entre ellos.

– Eso estaría bien – dijo frotándose la barbilla –, unos cuantos soldados de los

míos infiltrados entre los guardias de la Casa Real... me gusta – dijo

sonriendo. Se giró bruscamente y miró a la mujer -. Consigue que mis

soldados entren en el ejército del rey y te dejaré vivir.

– ¡Júralo! - le pidió la mujer -. ¡Haz el juramento de los dioses! ¡Dilo y te

creeré!

Wisam sonrió ante la osadía de la mujer. Era estúpido, así que optó por hacerlo.

– ¿Como era? - fingió pensar. Su mano estalló en llamas a un ligero

movimiento, se llevó esa mano al pecho y después realizó una cruz en su

pecho que ardió en llamas –. No se de que servirá éste juramente ya que sólo

sirve para los dioses – miró a la mujer que todavía lo miraba desafiante –,

esta bien, lo haré – la cruz todavía ardía en su pecho –, lo juro por las aguas

del Éstige, no te mataré si nos ayudas... ¿contenta?

Wisam movió la mano con brusquedad y las llamas se apagaron. Ordenó a sus

soldados recoger todo. Se marchó de allí un poco enfadado por lo sucedido, era

innecesario.

– Señor – lo alcanzó un soldado -. ¿Qué hacemos después con la mujer?

32

Page 33: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Qué estúpidos sois, una vez que tengamos lo que queremos la matáis.

– Pero señor, el juramento...

– Sandeces, recuerda, he dicho no te mataré es decir, yo, por lo que la mataréis

vosotros, ¿entiendes?

– Sí, señor – contestó el soldado que se marcho raudo a seguir con sus

obligaciones.

Wisam encendió otro cigarro y miró al cielo.

– Patético – dijo.

No supo si lo decía por lo de esa noche, o si se lo decía a si mismo. Todo

eso, los últimos veinte años de su vida, todos los crímenes que había cometido,

habían sido por amor a ella, ni la fama, ni la fortuna le importaban, él sólo quería el

poder para poder estar con ella, conseguir la apoteosis y por fin, hacerla suya.

Sus manos y pies se pegaban como pegamento a aquél mármol blanco y liso

y su cabello rojizo caía suelto hacia abajo. Sus ojos verdes resplandecían. En cuanto

el templo se quedó en silencio y vacío, se soltó del mármol y cayó ágilmente en el

suelo de piedra fría, sus ojos volvieron a ser negros y el verde desapareció. Se atusó

el pelo y se inclinó ante aquél montón de cenizas negras. Con un gesto de su mano

elevó las cenizas y las introdujo en un recipiente sin tocarlas. Lo cerró y lo enterró

33

Page 34: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

fuera del templo. Rezó por el alma de aquél guardia, que pese a todos los funerales,

su alma estaba condenada a vagar por el Campo de las Lamentaciones y los Lloros

en los infiernos.

– Lo siento – susurró ella mientras se escabullía otra vez dentro del templo.

Dentro, Escalus se encontraba en un estado de duermevela y no se percató de la

presencia de las dos muchachas.

– Ely, son ellos, no hay duda.

– Lo sé Ann – dijo la princesa apretando los puños con rabia –. Son unos

asesinos. Acabemos con ellos, hay que investigar.

– ¿Por dónde empezamos? - dijo Ann enfundada en las ropas azules de las

sacerdotisas, las mismas que las de la princesa.

Las dos muchachas atravesaron el túnel de piedra que unía la Casa Real con el

templo de Apolo y se encaminaron a la puerta principal.

– Es tarde, pero debemos ir a hablar con ella – dijo Ely mientras se enfundaba

dentro de aquella capa negra que la cubría por entero.

Ann rió.

– Para nosotras es tarde, pero para ella es temprano – se puso la capa negra y

se ocultó detrás de la capucha –. Déjame a los guardias a mi.

Abrieron la pesada puerta de madera sin ninguna dificultad. Visualizaron a lo

lejos la reja y el camino que llevaba al pueblo. Contaron en total unos diez guardias,

los cuales hablaban animadamente entre ellos. Ely y Ann se escondieron detrás de

un árbol. Ann, respiró por la nariz y lo soltó por la boca lentamente, estiró el brazo

derecho y lo elevó con fuerza con el puño cerrado. Al lado de cada guardia

comenzó a brotar una rama espinosa con hojas violetas, que al llegar a la altura

adecuada, brotó de la punta una flor negra con pigmentos dorados. Los guardias,

intrigados, miraron las flores embobados. Ann rió silenciosamente y abrió la palma

de la mano con brusquedad y las flores dejaron salir un polvo brillante que los

34

Page 35: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

guardias respiraron sin poder evitarlo. Al cabo de unos segundos los cuerpos de los

guardias dormidos cayeron lentamente encima del césped, gracias al poder del aire

que estaba ejerciendo en ese momento Ely. Ann miró a los ojos violeta de ella.

– No se cuando me acostumbraré a estos cambios – susurró –, tus ojos...

– Sí, lo sé – la interrumpió Ely. Sus ojos volvieron a su color original, un

negro intenso –, cuando uso el poder de Aria, el poder del aire, se tornan

violeta claro, si uso el poder de Fire, se tornan rojos, si uso el de Regen se

vuelven azules y si uso el poder de Terra, adquieren un color verde muy

bonito.

– No es un juego – dijo Aria secamente –. Ahora formamos parte de tu alma,

y el sello y el collar que ahora posees, te ayudan a poder controlar los cuatro

elementos, sino, no podrías.

– Lo sé – dijo abriendo la verja de barrotes negros y largos –, me lo tomo

seriamente, ahora lo que me preocupa es toparme con los Místicos.

Corrieron por el camino de tierra todo lo rápido que pudieron, hasta que a

lo lejos dejó de verse la Casa Real. En cuanto llegaron a la entrada del pueblo se

dirigieron a la taberna. El ambiente todavía era tranquilo y no había mucha gente

por las calles. Se deslizaron por la pequeña puerta de madera oscura con rapidez.

Una vez dentro se quitaron la capucha. Ely estudió el interior, las pequeñas

velas ardían en las paredes y en las mesas, las paredes estaban recubiertas de

pequeñas piedras de colores que relucían con la luz de las velas, proyectando en el

techo miles de pequeños puntitos de colores brillantes que semejaban estrellas.

En la taberna no había nadie, la gente todavía aun estaba por llegar, a

excepción de un grupo de gente que comía y bebía animadamente en una esquina.

Ann se fijó en uno que tenía una cicatriz realmente rara y repugnante, le

gustó. Ely se fijó en uno de los jóvenes muchachos de pelo negro y ojos azules,

tubo la sensación de que lo conocía de algo, pero no lo recordaba con claridad.

35

Page 36: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Tenía prisa y se dirigió a la barra.

– Quiero ver a Filis, Guneo – dijo la princesa.

El tabernero, alto, feo y de complexión ancha miró a la princesa de arriba a bajo

con cara de pocos amigos. La princesa se cruzó de brazos y sonrió.

– Es extraño verte a estas horas por aquí, el asunto que quieras tratar con Filis

debe de ser... muy importante – dijo Guneo mientras limpiaba un vaso –.

Voy a buscarla – dijo mientras se secaba las manos en el pantalón.

Guneo se deslizó al interior de la cocina y Ann cogió a Ely por la capa y le susurró

al oído: - El guapo de ojos azules no deja de mirarte, Ely. Ella se quedó pensativa y

le contestó: - Es que tengo la sensación de conocerle, pero no acordarme de él,

tengo miedo de que me salude y no me acuerde de su nombre.

Ann se echó a reír, no pudo evitarlo, dejó de hablar en voz baja.

– Eso... ha sido demasiado, no he podido evitarlo.

– ¡Por los dioses! Eres tan escandalosa – Ely se subió a la barra y saltó dentro

mientras se quitaba la capa -. ¿Qué te apetece beber? ¿Algo digno de

Dionisio o tal vez, algo más ligero?

– Un tej, por favor – dijo una mujer regordeta saliendo de la cocina – y que sea

doble.

– Está bien – dijo Ely preparándolo con esmero –, lo vas a necesitar y tal vez

yo también...

– Todavía eres joven – le recriminó la mujer dando un largo trago a su copa –.

Veamos, ¿qué vienes a pedir?

– Información – dijo ésta subiéndose a la barra –, quiero la posición de ciertos

barcos, de echo, quiero un mapa de la posición exacta.

– Uf... esto es algo delicado... ¿qué “ciertos barcos” son esos? Y por favor, no

me asustes.

36

Page 37: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Barcos de Océano camuflados entre los pescadores, piratas y marineros de

Parthos, especialmente aquellos que lleven éste símbolo.

La princesa saltó con agilidad al suelo, cogió lápiz y papel y comenzó a dibujar. En

cuanto lo terminó lo sostuvo en el aire para que Filis lo viera.

– No parece tener ningún sentido, parecen lineas sin ton ni son... - dijo Filis

pensativa.

Ann le arrebató el papel a Ely y comenzó a juntar las lineas.

– Joder, pero si era claramente visible, una manzana - dijo Filis palmeándose

la frente.

– Así es – comenzó Ely a explicar –, es el símbolo que llevan los tripulantes en

el pecho, además, de que a cada uno se le distingue por una franja de colores

en el cuello.

37

Page 38: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Los Místicos – dijo Ann –, tus chicos, Filis, deben tener cuidado con ellos,

pero necesitamos saber cuantos son.

– Está bien, es posible que mis chicos os puedan ayudar, esto lo tendréis... -

pensó –, dentro de una semana y media.

– Es mucho tiempo, no se si disponemos de tanto...

– Intentaré que mis chicos se den prisa.

– Gracias Filis.

Filis les dedicó una cálida sonrisa y se adentró otra vez en la cocina. Ely

suspiró y se dejó caer en una silla, notaba la mirada de aquel chico clavada en su

espalda. Le ponía nerviosa y la molestaba aquella incesante mirada.

Dos muchachos entraron en la taberna. Reían y parloteaban entre ellos

mientras buscaban el sitio adecuado para sentarse. Eligieron sentarse al lado de la

chimenea, al lado de aquel grupo de ocho personas, donde se encontraba el

muchacho de pelo negro y ojos azules.

– ¡Guneo! - chilló el chico joven de pelo color zanahoria -. ¡Tenemos hambre!

Ely se levantó y se acercó a él.

– Iván, John... - dijo mirándolos con los ojos entrecerrados -. ¿Qué se supone

que estáis haciendo aquí?

– ¡Hermanita, lo mismo podría preguntarte yo! - chilló Iván con los brazos

abiertos –, pero no lo voy a hacer - Ann apareció detrás de Ely –. Ann, que

hermosa te veo esta noche – dijo levantándose y le besó la mano con

delicadeza. Ella lo ignoró como siempre.

Ely se sentó al lado de John.

– Increíble que vosotros seáis amigos, no se como lo aguantas.

– Tu hermano es bastante divertido.

– No, no lo es, es un incordio.

38

Page 39: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Guneo llegó con bebidas para los cuatro. Iván se mofó de su hermana diciendo

que una damisela como ella no debería beber algo tan fuerte.

– Apostemos – dijo John.

– Siempre que apuestas contra mi hermana pierdes.

– No siempre...

– Siempre – corroboró Ann.

Ely se echó a reír recordando todas la apuestas anteriores.

– La primera fue – dijo recordando en voz alta –, cuando eramos pequeños y

decías que no me atrevía a salir fuera de la Casa Real.

– Perdí – admitió John –, pero tu cara cuando se enteró tu madre, fue épica –

dijo sonriendo mientras cogía su copa.

– Vale, me acuerdo de aquella en que John decía que Ely sería incapaz de

trepar a Escalus...

– Tenía seis años, y un poco de miedo a caerme – reconoció ella.

– Pero... - continuó Iván –, lo hiciste.

– Sí, perdí – volvió a admitir John –, pero tu cara cuando te caíste, fue épica.

Ann miró a John y sonrió.

– Pierdes, pero te gusta el resultado – le dijo.

– El resultado es bastante satisfactorio.

Iván dejó su copa con rudeza en la mesa, había recordado la mejor apuesta de

todas.

– Ya se, mi favorita fue la de hace dos años.

– ¿Cual? - preguntó Ely.

– Hace dos años papa insistió en celebrar tu cumpleaños en Ogigia.

– Si, aunque fuera una estúpida escusa para poder ir a Baco y beber hasta

39

Page 40: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

hartarse.

– Eso lo sabíamos todos – rió –, pero aquella fue la mejor, ¿os acordáis?

– Sí – dijo Ann –, recuerdo las palabras exactas de Iván «Si pierdes John, harás

lo que yo te diga durante una semana, si mi hermana pierde, que lo dudo

mucho, realizará mis tareas por una semana.» - dijo Ann poniendo una voz

profunda y gutural imitando a Iván.

– ¿Se supone que estabas intentando imitar mi voz? - preguntó molesto.

– Exacto – se apartó el largo y rizado pelo negro de los hombros y bebió un

sorbo de su copa sin dejar de sonreír.

– No recuerdo muy bien en que consistía la apuesta – dijo John.

– Tenías que atraparme – dijo Ely –, literalmente no, corrimos por toda Ceres

durante dos horas, y ni siquiera lograste rozarme, fue magnifico y tu cara al

comprobar que yo era más rápida, fue épica.

Ann e Iván se carcajearon, mientras Guneo dejaba una bandeja con churros y

chocolate caliente y humeante.

– Sí, ahora recuerdo – hundió la cara en su manos –, recuerdo aquella horrible

semana... fuiste cruel Iván, muy cruel...

– No fui cruel, fue divertido.

Ann calvó sus ojos verde oscuro en los ojos negros de Iván.

– En vez de utilizarlo para cosas productivas, lo utilizaste para molestar y

reíros...

– Fueron bromas de muy mal gusto – dijo John –, pero una apuesta era una

apuesta, al fin y al cabo.

Todos miraron los churros dorados y llenos de azúcar blanco, se relamían dichosos

ante tal manjar. Todos atacaron. Agarraron la taza con ambas manos y se

embriagaron con el dulce olor del chocolate. Delicioso. Ely miró a un niño rubio

40

Page 41: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

de ojos verdes claros, que miraba babeando el chocolate que ella se bebía.

– ¿Quieres? - le preguntó.

– Sí – dijo él sonriendo –, por favor.

Ely se lo sentó en la falda y le dejó beber su chocolate y comer churros.

– ¿Cómo te llamas pequeño?

– Mario – dejó el churro dentro del vaso y se limpió con la manga de la camisa

el chocolate que tenía en las comisuras –, y de mayor, me uniré a ti.

Iván y John se echaron a reír ante aquel comentario.

– Pero... ¿cuántos años tienes, Mario?

– Siete, tengo siete años.

– Eres demasiado joven y yo demasiado mayor.

– Pero es que eres muy guapa.

– Qué inocente eres – le dijo Ely -. ¿Sólo por eso te casarías conmigo?

Mario pensó.

– Si – dijo al fin. La inocencia personificada.

– Pues entonces yo no quiero a un hombre tan superficial, hay algo más que lo

físico... ¿te has enamorado alguna vez, Mario? - le preguntó Ely sonriendo.

– Pues claro que no, soy demasiado pequeño para saber eso.

Ely y Ann se miraron la una a la otra y rieron.

– Eres demasiado listo y a la vez demasiado ignorante – Ely lo estrujó entre

sus brazos -. ¡Que monada!

– Ven con la tita Ann – dijo alargando los brazos y sentándolo en su regazo.

– Puede que también quiera unirme a ti – dijo levantando la cabeza para

mirarla.

Ann lo estrujó y le comió a besos.

41

Page 42: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– El efecto monada – dijo Iván apoyado en la mesa –, que envidia.

– Lo echo de menos – coreó John a Iván.

Iván le revolvió el pelo al pequeño.

– Más te vale aprovecharte de tu apariencia, desaparecerá dentro de muy poco,

cuando menos te lo esperes.

– Ese consejo llega demasiado tarde, tampoco quiero escucharlo de un

perdedor – dijo Mario mirándolo muy serio.

– ¿Perdedor? - preguntó molesto.

– Sí, ¿o acaso no es así? - sonrió y se abrazó al cuello de Ann -. ¿No te gustaría

estar en mi lugar?

– Serás... - Iván se mordió el labio, respiró hondo y bajó los puños –, oye... -

miró a Mario entrecerrando los ojos -. ¿De verdad eres tan inocente como

aparentas?

Mario lo ignoró y ahora se encontraba en el regazo de Ely bebiendo chocolate

tranquilamente. Iván se sentó impotente, fingió llorar.

– Este crío me saca de quicio...

John le dio unas palmaditas de consuelo en la espalda.

– ¿Mario? - llamó una voz detrás de ellos.

El chico de pelo negro se acercó a la mesa, en dos pasos estaba ya detrás de Ely.

Ella echó su cabeza hacía atrás y lo miró de cerca, lo miró a sus ojos azules, él

sonreía.

– Siento si este rebelde de mirada tierna os está molestando – dijo guiñándole

el ojo a Mario y este movió la cabeza con firmeza, se decían entre si, misión

cumplida.

– Para nada – dijo Ely levantándose y dejando a Mario en el suelo –, me llamo

Elisabeth.

42

Page 43: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Yo Allen.

Los dos se estrecharon la mano un poco cohibidos y vergonzosos, sin dejar de

mirarse a los ojos. Ex abrupto, ella se acercó más a él y chillo.

– ¡El chico pesimista!

– ¿Me reconoces? - preguntó él –, por que yo te reconocí nada más verte

entrar por la puerta.

– Vale, he tardado, pero te recuerdo perfectamente, solo que has cambiado.

– ¿Para mejor o para peor? - preguntó Allen poniendo los brazos en jarras.

– Para mejor claro – ella sonrió –, y dime... ¿has encontrado aquello que

andabas buscando?

– Sí, lo encontré y gracias a ti.

– Me alegro.

Ann se levantó y se puso al lado de Ely.

– Como veo que no estás interesada en presentarnos lo haré yo misma – le

tendió la mano a Allen –. Encantada, soy Annabel, y ahora – dijo apartando

a Ely con la cadera –, si eres tan amable de presentarme a tu amigo, el del

pelo castaño...

– ¿Quién?

– El sexy de la cicatriz en el rostro – se mordió el labio –, seguro que hay una

gran historia detrás de ella...

– ¿Hipólito? ¿Sexy? - Allen se aguantó la risa –, si claro, te lo presento, os

presentaré a todos.

Allen comenzó a presentarlos, y Ely presentó a su hermano y a su mejor amigo de

la infancia. La taberna se había llenado de hombres y mujeres que reían, bebían,

cantaban y bailaban a la luz de las velas. Allen y Ely habían estado hablando

durante horas y habían reído y bebido.

43

Page 44: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Qué fueron, dos minutos, cinco? - preguntó Allen bebiendo –. Dijiste

cuatro palabras bien dichas y me quitaste un peso de encima.

– ¿De verdad? Cuéntame.

– Tal vez la próxima vez.

– ¿Hay próxima? - preguntó ella esperanzada.

– Claro, nuestra estancia en Parthos es indefinida.

– Eso quiere decir que acabáis de llegar, ¿cierto? - Allen asintió –. Podríamos

quedar mañana y os enseñaría Parthos como Zeus manda.

– Estaría genial. ¿Sabes? - Allen se llevó la jarra a los labios y dio un largo

trago -. Eres una de esas personas que ves por primera vez y, aunque crees

que es imposible volver a verla, esperas con ansias encontrarte con ella en

cualquier otro lugar.

– Oh, vamos, lo que pasa es que te recordé algo bonito de tu pasado... no se –

dijo ella pensativa -, un comienzo nuevo, tal vez.

Allen sonrió, era exactamente lo que él pensaba. Todos salieron al frío veraniego

de la noche. Ely y Ann se enfundaron en sus capas, lo mismo hicieron John e Iván,

los cuatro iban de negro.

– Quien os viera pensaría que os habéis escapado de casa – dijo Atedus.

– Tal vez lo hayamos echo – dijo John, Ann le dio un codazo –, o tal vez no.

Todos se despidieron y cada grupo fue por su camino. Allen miró como ella se

alejaba y chilló: - ¡Recuerda lo de mañana! Ella se giró sonriendo, por un momento

él volvió a revivir aquella maravillosa sonrisa de hace dos años, se sintió mejor al

comprobar que todavía seguía ahí. Se estiró, estaba cansado.

– ¿Qué ha sido eso? - le preguntó Gil.

– Nada – dijo sonriendo Allen.

– ¿Nada?

44

Page 45: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Exacto, nada.

– ¿Me lo vas a contar?

– Tal vez.

Gil miró a Allen detenidamente mientras caminaban en dirección al barco.

Alegría. La podía distinguir y sus ojos no mentían. ¡Por primera vez, después de

aquella masacre en Athos, él estaba sonriendo de verdad! Una inmensa satisfacción

lo inundó, aunque no fuera él el causante de tal felicidad. Miró a aquella mujer de

pelo liso, largo y rojo como el fuego, se encontraba lejos, pero podía distinguir

perfectamente su despreocupación y alegría. Volvió a mirar a Allen pensativo... esa

chica... ¿no sería ella por casualidad? Gil recordó que cuando todavía se

encontraban en el corazón de Ogigia entrenando, hace apenas cuatro meses, las

mujeres de Virgilia no dejaban ni un momento en paz a Allen, él las tenía

hechizadas con su encanto, y ellas sabían que no tenían ninguna posibilidad con la

frialdad de él, pero ellas nunca se rindieron, es más, les gustaba aquella frialdad.

– Vamos Allen – le había dicho una muchacha rubia de ojos marrones -. ¿Por

qué no te decides ya y eliges a una de nosotras?

Allen se había limitado a mirarla con cierto desdén, y luego sonrió.

– Mi corazón ya ha sido robado – había dicho despreocupado.

Ellas se habían sentido confusas y luego ilusionadas por la posibilidad de ser una

de ellas.

– ¿Soy yo? - seguía insistiendo la rubia –, vamos, dinos quién es.

– Cuando Hermes deje de ser el dios de los ladrones, yo, os confesaré quién es

ella – se marchaba, pero se giró sonriente –, no es ninguna de vosotras.

Tanto la rubia como las demás habían quedado decepcionadas, pero, tenían

el segundo plato por si el primero fallaba. A partir de ese momento en el que

supieron que el recuerdo de aquella desconocida mujer en el corazón de Allen era

mucho más fuerte que la presencia de ellas, se abalanzaron sobre Gil. Eran como

45

Page 46: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

leones feroces, les encantaba sentarse en las gradas con sus voluptuosos y

sugerentes vestidos, a mirar como muchos muchachos jóvenes, guapos y

musculosos se entrenaban en la arena. Lo que ha Gil le molestaba era no saber

cuándo se habían conocido Ely y Allen, le tenía intrigado.

Pasaban los días a una velocidad apabullante y a Allen le desconcertaba.

Siempre iban todos juntos, la tripulación del Pigmalión y el grupo de Ely, John,

Iván y Annabel. Todos se lo pasaban genial, habían ido en calesa hasta los pueblos

de las afueras y a las ciudades cercanas a Parthos, habían nadado en cascadas, lagos

y ríos, habían comido manjares hasta ahora desconocidos para ellos, platos típicos

del país. Ely le había hablado con euforia y satisfacción del patrón de Parthos,

Apolo. Se le rendía culto en todo el país, no se le rezaba muy a menudo y tampoco

se le ofrecían sacrificios, aunque Ely le había confesado secretamente que ella y

Ann eran sacerdotisas de uno de los templos de Apolo, concretamente el que se

encontraba en la Casa Real, aunque, le aclaró Ely, no solo se le rezaba a Apolo en

aquél templo, sino que también se les rendía culto a los demás dioses. Le había

enseñado la cultura, la música y el arte de su pueblo, le había enseñado con gran

alegría y orgullo la obra que estaba financiando su padre.

– Todavía quedan algunas cosas que pulir – le había dicho Ely –, pero nuestro

querido amigo Pándoco es todo un experto en su trabajo.

Pándoco los había recibido con los brazos abiertos y se había inclinado

46

Page 47: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

delante de Ely e Iván, un gesto que sorprendió a todos, pero que pasaron por alto,

como un gesto de respeto. Pándoco había hablado emocionado de su obra

maestra, habló de todo el proyecto y los guió a través de cuadros y esculturas.

Cuando estaban apunto de despedirse, se llevó los dedos a los labios y se los besó

con emoción.

– ¡Brillante! - dijo –. Las nueve musas han sido mi guía y mi inspiración en

estos últimos meses, de echo, llamaré a esto, Museo, en honor a ellas. Este

gran palacio guarda el pensamiento en todas sus formas: elocuencia,

persuasión, sabiduría, historia, matemáticas, astronomía...

Todos le aplaudieron. Había sido una semana divertida y entretenida, de

echo, Allen no solo estaba feliz por lo grande y maravilloso que era la capital de

Parthos, sino porque podía explorarlo y sentirlo al lado de Ely. No sabía definir

con exactitud que era lo que sentía por ella, ¿la quería? Sí, pero... ¿qué tipo de

querer? En su interior intentaba buscar la respuesta, pero no la encontraba y a cada

día que pasaba, sentía la necesidad de pasar más tiempo con ella, antes de que

tuviera que marcharse y no poder volver a verla.

– ¿Beth? ¿Por qué me llamas Beth? - preguntó Ely extrañada.

– He decidido que Beth es más bonito – dijo Allen.

Beth pensó.

– Tal vez, bueno, dejaré que me llames así.

– Es tu nombre...

– Pero no estoy acostumbrada, todo el mundo me llama Ely.

– Pero yo no soy todo el mundo, soy Allen, y me gusta más Beth.

Ely lo miró exasperada. Se dio por vencida. Sólo dejaría que él la llamara

así... sólo porqué era él... ¿qué significaba eso? ¿Sentía algo diferente cuando estaba

con él? La princesa pensó. Allen de la noche a la mañana había entrado en su vida

47

Page 48: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

y se había convertido en una persona especial con la cual se sentía a gusto... ¿Eran

amigos? Sí, se había dicho la princesa a si misma. ¿Quería que fueran más que

amigos? Tal vez... Ely sacudió la cabeza intentando despejar su mente y evitar

pensar en aquello. Filis le había dicho que esa noche sus chicos tendrían el material

sobre el cual ella podría trabajar, la hora de ponerse seria había llegado, de echo,

Escalus le había confesado algo horripilante y a la vez demoledor.

– Tal vez yo muera pronto.

– ¡No!

Ely se había enfadado ante aquel comentario, de hecho, casi se echó a llorar.

Todo eso implicaba a su familia y al pueblo. Se acercaban las fiestas y ella no tenía

ánimos para nada, se sentía triste y agotada, pero era fuerte y valiente y había

ocultado su miedo y tristeza, detrás de su sonrisa falsa, pero... con Allen había sido

distinto, sino hubiera sido por el mensaje de Filis, ella habría seguido en las nubes

pensando en él y pasándolo bien, el mensaje la había devuelto a su verdadero

cometido, debía proteger aquello, debía desaparecer de allí, debía dejar todo

aquello atrás. Estrujó la bolsa de cuero que llevaba siempre atada a la cintura con

una correa marrón de cuero trenzado. El collar. Debía protegerlo, aunque ahora ya

no tuviera ningún valor para los Místicos, pero eso era algo que ellos no sabían.

Además, el collar era muy importante para los espíritus guardianes de la tierra, el

fuego, el aire y el agua, el collar los protegía a ellos.

Los guardianes habían sido su guía en el aprendizaje de los elementos y el

lenguaje corporal con el que controlarlos, la precisión y el cálculo necesario para

usarlos.

A la edad de siete años, ella, ya podía hablar con Escalus y escucharle; a los

ocho pudo distinguir a los guardianes jugueteando en las ramas del gran árbol; a

los nueve se volvieron grandes amigos; a los diez se volvió una gran nadadora y

48

Page 49: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

conocedora de todo tipo de aguas y su beneficio; a los once aprendió el lenguaje de

la naturaleza, el de las plantas y el de la tierra; a los doce su forma de respirar y de

comprender el aire cambió por completo al descubrir sus diferentes utilidades, el

silencio por aquella época fue una de sus mejores armas. A los trece podía

mezclarse con el fuego de una hoguera y salir ilesa, y todo aquello, sin el collar, era

impresionante. Pero no fue hasta los dieciséis, hasta el ritual de sangre, cuando su

cuerpo, alma, sejem o espíritu y sheut o sombra se fundieron con el de Escalus, no

fue hasta entonces, cuando se dio cuenta de que todo aquello era muy grande y tal

vez, la superase. Pero todo el mundo esperaba grandes cosas de ella y con el

tiempo, se hizo más fuerte. Nunca imaginó la llegada de los Místicos, es más,

ignoraba su existencia, nunca imaginó que llegaría a sentir tanto miedo y tristeza,

nunca se había sentido tan frágil y Allen había sido una distracción de sus

propósitos, tal vez no se volverían a ver nunca. Reconocía que le dolía pensar de

esa manera, pero Escalus le había dicho hace mucho tiempo, que sería interesante

averiguar las respuestas que desentrañaba el collar, pero nunca tuvieron ningún

motivo para ponerse en marcha, nunca tuvieron ningún motivo para cambiar el

curso de los siglos. Hasta ese momento, los Místicos y sus propósitos, fueron la

chispa que faltaba, la pieza que todavía no encajaba, fueron el motor que encendió

la vocecilla en el alma del gran árbol que le decía «Peligro», ellos fueron el motivo

por el cual Ely comenzó a sentir esa enorme inquietud, pero también fueron los

causante de que ella se pusiera en marcha y comprendiera que su destino era aquel,

debía encontrar respuestas. Supo entonces, que llevaba preparándose para aquello

toda su vida.

49

Page 50: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

El mapa era exacto y preciso. Estaba marcado con cuidado y esmero el

punto exacto de los barcos. Ely y Ann, sentadas bajo Escalus, miraron

horrorizadas que la mayoría de los barcos se encontraban debajo del acantilado

donde se encontraba el templo de Apolo, una cala tranquila donde no suele ir

nadie. En el centro del mapa había una marca más grande con signos de

exclamación.

– ¿Que significa? - preguntó Ely.

– Tal vez es por ahí por donde debemos empezar – dijo Ann –. Debe ser el

barco del líder.

Ely se levantó y salió del templo, Ann la siguió inspeccionando todavía el

mapa. Subieron hasta el acantilado lentamente. Esa mañana había una espesa

niebla que cubría el mar, una espesa niebla que se disipó en cuanto Ely utilizó el

poder de Aria y sus ojos se tornaron violetas, con su mano las apartó sin ninguna

dificultad, los barcos aparecieron tranquilos y apacibles sobre la calmada superficie

de aquella cerrada y pequeña cala. Eran demasiados, a simple vista no podía contar

cuantos eran, pero gracias al mapa, podían saberlo.

– Ciento sesenta y siete barcos, Ely – dijo Ann levantando la vista del mapa –,

son muchos.

– No para el poder de Fire – respondió ella.

– ¿Pretendes...?

– Sí – no dejó que terminara la pregunta –. Lo haré si es necesario, espera aquí,

me será más fácil pasar desapercibida si voy sola con Regen.

– Está bien, ten cuidado – le sonrió Ann con empatía.

Ely miró a lo lejos. Sabía exactamente donde se encontraba el barco del líder, lo

intuía. Regen voló hasta situarse delante de ella, bajo sus pies vio aguas turbulentas

y rocas afiladas.

50

Page 51: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Estás preparada? - preguntó.

Ely hizo un gesto afirmativo con la cabeza y respiró hondo. La primera vez

que vinculó su alma con la de Regen había acabado agotada y en cama por varios

días, era difícil, pero no imposible. La piel lisa y blanca de Regen se resquebrajó y

su pelo plateado dejó de emitir ese brillo terrenal para caer al vacío y desaparecer

en el aire. Las manos y pies de Regen desaparecieron y como una corza, se

desprendió de esa diminuta forma y en un estallido de color azul, tomó su

verdadera y única forma. Ely miró a aquel ser de cabellos, ojos, piernas, brazos,

pechos y boca transparentes, hecha puramente de agua, con cuerpo de mujer. El

agua de su cuerpo se movía incesante y brillaba hasta la cabellera larga y ondulada,

un ser muy hermoso. Ely miró a los ojos húmedos de Regen que a pesar de ser

transparentes, ¡Se podía palpar la vitalidad en ellos! Ella estaba viva y el incesante

movimiento del agua que recorría su cuerpo como la sangre por un cuerpo

humano, era la prueba. Tan azulada y transparente a la vez.

– Ely – dijo con una voz realmente madura, diferente a su vocecilla habitual –.

Debes quitarte la ropa, no hago milagros.

Ely pudo apreciar que la acuosa comisura de sus labios transparentes y

uniformes esbozaban una tímida sonrisa ante tal petición. Ely se deshizo de su

ropa de sacerdotisa y de sus zapatos. Regen se acercó a Ely y la besó, posando

únicamente los labios con suavidad en su frente. Ella notó como la espíritu entraba

dentro, como el poder de ella la traspasaba y la hacía gemir, el poder la abrumaba.

Regen se apartó con brusquedad y se lanzó dentro. Su cuerpo se estiró y

envolvió a Ely dentro de una capa de agua que se filtró por los poros de su piel.

De los pechos de Ely brotó una fina capa blanca y azulada a la par que

transparente, un vestido echo completamente de agua. De la punta de sus pies y

por la pierna, la piel comenzó a ceder y a encogerse, dejando al descubierto unas

lineas azules que se extendieron por la pierna, el brazo, los hombros y la cara, hasta

51

Page 52: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

llegar a los ojos y estos adquirieron un tono azul marino profundo. «Mi poder es

tuyo, princesa, tienes la protección de los dioses» dijo Regen desde el interior de Ely.

Ely se lanzó al mar sin pensárselo desde aquella tremenda altura, para caer

suavemente sobre la superficie y caminar tranquilamente en dirección a los barcos.

Su cabello rojizo ondeaba lentamente sobre el aire como si éste fuera el mar

y el agua que estaba pisando la tierra firme que la sostenía. Se escabulló con

rapidez, agilidad y libertad de movimientos entre los bracos de los Místicos y los de

Océano, gracias a la facilidad de movimientos que ese vestido le proporcionaba.

Llegó sin ninguna dificultad al más grande de los buques que había por allí.

Miró hacía el mástil y escuchó atentamente las voces de miles de personas en

cubierta.

Cerró los ojos y su cuerpo desapareció convertido en agua para deslizarse

dentro del barco sin ser vista. En cuanto reconoció al asesino del guardia que

enterró secretamente fuera del templo, se escondió y volvió a adquirir su forma

humana y su condición sólida y su piel morena, sin dejar de estar vinculada con el

alma de Regen. Agudizó su oído para poder oír la conversación de aquel hombre.

– Wisam – le dijo un hombre canoso, de cierta edad, pero robusto –. Dentro

de tres días termina el plazo que te dio ella para poder llevar a cabo el plan,

¿estás preparado?

– Almirante Jin – dijo Wisam –, no seas un incordio, lo tengo todo controlado,

tengo a más de sesenta hombres infiltrados en la guardia del rey – sonrió

satisfecho –. ¿Y a que no adivinas que evento se celebrará dentro de tres días

por la noche en el pueblo?

– Lo sé, y eso es muy cruel de tu parte, hacerlo exactamente ese día –

carraspeó –, de echo creo que hasta es buena idea.

– Lo es sin duda – se cruzó de brazos –. El templo quedará vigilado

únicamente por diez guardias y... ¿adivina? Todos están bajo mis órdenes –

52

Page 53: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

se regocijaba con su momento de gloria.

Una mujer hermosa, de pelo negro y ojos rojos subía con elegancia y superioridad

las escaleras del castillo de popa para encontrarse con los dos hombres.

– Veo que estás de buen humor Wisam, espero que esta vez no me defraudes,

no quiero que pase lo mismo que con tu sobrino, Allen – ella se sentó

provocativa –, por cierto... ¿qué se sabe de él?

– Él no es un problema, su barco sigue destrozado e irreparable en la pequeña

cala al este, tenían suficiente dinero para comprar otro y los materiales, pero

un barco como el que ellos han pedido les tardará meses, de momento, sigue

estando en nuestro punto de mira y al alcance, una vez que tengamos el

collar de los cuatro elementos podremos atacarle a él. Sin barco no tiene

escapatoria.

La mujer sonreía satisfecha. Se levantó y se acercó a Wisam.

– Me encanta verte tan emocionado, mirarte es divertido – rió –, tres días, y

por favor – se alejó y estiró los brazos a los lados sin girarse -. ¡Qué empiece

el espectáculo!

Ely volvió a usar el poder de Regen y convirtió otra vez su cuerpo en en una

solución acuosa, deslizándose entre la madera y las grietas, para escabullirse hacia

el mar. Una vez lejos de los barcos volvió a su forma humana. Caminó lentamente

por el agua hasta llegar a la playa donde la esperaba Ann, que había bajado del

acantilado, había atravesado el bosque y había bajado las improvisadas escaleras de

madera hasta la playa. Ely cayó de rodillas en la arena. Regen salió con dificultad de

su cuerpo para adquirir otra vez su forma diminuta de pelo plateado, ojos grandes

y negros enfundada en un vestido azul. Ely cogió arena entre sus manos y respiró

hondo. Le dolía el pecho y se sentía realmente agotada, no le quedaban fuerzas y

estaba totalmente empapada y desnuda. Ann la cubrió con una manta gruesa y

suave. Ely temblaba de frío, le costó ponerse en pie. Estaba pálida y sus labios

53

Page 54: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

habían adquirido un color morado por culpa del frío.

Ann ayudó a Ely a llegar a sus aposentos y la ayudó a tomar un relajante y

cálido baño. La vistió y la dejó dormitar, sin dejar de estar consciente, acurrucada

en el lado derecho de su grande y mullida cama. Se sentó a su lado y la observó.

– Mirate – le recriminó -, deberías haber vuelto antes – le tocó la frente –,

tienes fiebre.

Ann salió de la habitación y se encaminó a la cocina a por agua fría y un paño.

Alice canturreaba mientras amasaba un gran bollo de masa. Las demás criadas

charlaban y pelaban la fruta para el desayuno de esa mañana. Alice miró como su

hija cogía un paño.

– ¿Y eso?

– La princesa tiene fiebre, será mejor que le preparéis un desayuno especial –

sonrió –, de mientras yo cuidaré de ella – abrió el grifo y dejó que el agua

cayera –. Mama, avisa a Hanaka, debe saberlo.

– Claro que si hija, ahora ve, y vosotras – chilló Alice a sus compañeras –, a

pelar patatas y verduras, voy a hacer un caldo que lo cura todo.

Ann sonrió y subió con cuidado las escaleras intentando no derramar el agua.

Cruzó pasillos y subió más escaleras llenas de alfombras. Allí se encontró con Iván

que le hizo derramar un poco de agua sobre su brazo.

– Genial – se quejó Ann –, ten más cuidado, príncipe, o este agua terminará en

tu cabeza.

Lo apartó con el codo y siguió subiendo escaleras. Iván miró la espalda de ella

mientas subía.

– ¿Pasa algo con mi hermana? - preguntó.

– Tiene fiebre – dijo Ann sin girarse y sin pararse –, puedes ir a verla, pero no

la agobies.

Iván sonrió y la siguió. Ann mojó el paño, que Regen enfrío, Iván no podía ver a

54

Page 55: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

los espíritus guardianes. Se lo colocó a Ely en la frente y la tapó mejor.

– Voy a ayudar a mi madre con el desayuno, cuida de ella, vuelvo enseguida –

dijo Ann y se escabulló a toda prisa cerrando la puerta tras de si.

Iván miró a su hermana y se sentó en la cama.

– Hermanita, creía que tu nunca te ponías mala, que eras fuerte – le susurró.

– Todos tenemos nuestras debilidades – dijo ella –, pero todavía sigo siendo

más fuerte que tu – tosió.

– Está bien, descansa, duerme – se levantó y se sentó en el sillón de terciopelo

rojo –. Me quedaré aquí leyendo, yo te cuidaré.

Ely sonrió, cerró los ojos y se durmió.

Era medio día y su fiebre ya había bajado. Su pecho le había dejado de doler,

aunque su respiración todavía era un poco forzada. Había salido al balcón y se

había sentado en el sillón contemplando el pueblo a lo lejos y respirando aquél aire

con olor a mar.

Había hablado con Lucas de lo que oyó en el barco, del ritual con Escalus y

de los Místicos, y Lucas la había escuchado con paciencia y empatía.

Las sacerdotisas y sacerdotes del templo de Apolo no son elegidos y elegidas

al azar. La princesa de sangre real es la más importante y la que debe hacer el pacto

de sangre, las demás, son simples devotas que han aceptado servir a los dioses.

Ann, podía controlar y hablar con las plantas, era innato en ella y no solo

55

Page 56: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

porque fuera la mejor amiga de la princesa, sino porque ese poder latía dentro de

ella, lo había aprendido igual que lo habían echo los Místicos.

Haydee era capaz de comprender y entender el aire y sus corrientes, era una

niña con mucho talento, la habían encontrado abandonada en Ogigia, por unos

padres que temían el poder que latía dentro de ella, creyendo que estaba maldita o

poseída.

Roxana no le temía al fuego y podía comunicarse con el sol. Vivía con sus

padres en una pequeña granja al norte del país, hasta que sin querer sus poderes se

descontrolaron y quemó su granja y a todos los animales. Sus padres la trajeron al

templo preocupados por su enigmático don con el fuego, no estaban enfadados,

sino preocupados por si su hija salía lastimada. La habían aceptado en el templo

como a una más de las sacerdotisas y sus padres venían a verla en las fiestas.

Políxena, había sido una mujer pura que quiso servir a los dioses de forma

incondicional. Por encima de todo. Dejó su hogar, Ethol, y todo lo que allí tenía,

dejando atrás a su familia. Su destino había sido cruel, morir violada en manos de

los Místicos. Ely juró que se vengaría por ello.

Lucas era mucho más especial y misterioso. Nadie sabía nada de su pasado y

nadie sabía de donde venía. Un día, el día después de que naciera la princesa, se

había presentado en la Casa Real, trayendo consigo un don increíble e insistiendo

en que quería convertirse en sacerdote. Y, así lo hizo, se convirtió en el mejor

sacerdote de todos e incluso tenía buena mano con las plantas, se le daba tan bien,

que Hanaka, la reina de Parthos y madre de Ely, le cedió su jardín salvaje, un jardín

en el que ella había puesto mucho empeño pero que nunca llegó a crecer nada y sí

crecía, moría al cabo de pocos días. En unos meses Lucas había domado aquel

jardín y lo había convertido en una utopía digna de los dioses. Rosas, jacintos,

laureles, magnolias, margaritas, narcisos, cerezos, ninfeáceas, cactáceas... y muchas

flores más, todas distribuidas ordenadamente alternando setos, formando un

56

Page 57: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

pequeño laberinto en miniatura, con sus respectivas estatuas de diferentes dioses y

su fuente enorme y grande donde las nueve musas; Calíope, Clío, Polimnia,

Euterpe, Terpsícore, Erato, Melpómene, Talía y Urania, parecían deleitarse con el

agua, jugueteando con ella. Las flores crecían por doquier subiendo por el mármol

azul de las columnas de estilo jónico del templo hasta llegar a la parte más alta

donde las ramas de Escalus sobresalían hacia el cielo.

Lucas era todo un misterio, pero para la princesa era como un hermano más,

e incluso podía considerarlo como un padre, siempre estuvo en los buenos y malos

momentos, ayudándola y aconsejándola. Ely no sabía porque, pero sentía que

podía confiar en él, es más, debía hacerlo, puesto que necesitaba sus sabios

consejos y, efectivamente, su don profético. Él era capaz de ver el pasado y el

futuro.

– Tienes muchas preguntas a las que yo no encuentro respuesta – dijo Lucas

mientras cortaba rosas azules para adornar la mesa.

Ely, sentada en la fuente, observaba a aquel hombre alto, atractivo, de pelo dorado

recogido en una sencilla trenza y ojos verdes. Suspiró apoyada en sus puños.

– No se que hacer...

– Debes hacer lo que muy acertadamente Escalus te ha aconsejado que hagas.

– ¿Tu también crees que deba bajar a los infiernos? - lo miró a los ojos -.

¿Podré entrar? ¿Qué voy a encontrar allí abajo? ¿Qué debo preguntarle a

Tiresias?

– Creo que – le sonrió –, lo sabes, ¿verdad?

Ely pensó.

– Creo que... si – se encogió de hombros –. Son demasiadas preguntas, no se si

habrá tiempo.

– En el Averno no existe el tiempo mortal.

57

Page 58: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Qué quieres decir? - preguntó confusa.

– Lo sabrás en cuanto bajes – acarició la mejilla de la princesa –. Se que estás

preocupada por los Místicos, quieres protegerle a él, ¿verdad?

– Sí, quiero hacerlo – se levantó –, pero antes quiero estar segura de que es él...

pero... ¿y si lo es? ¿qué hace con el collar? ¿ha roto el sello?

– No lo juzgues todavía, le has conocido y sabes que no es mala persona... –

su voz tembló y sus ojos verdes se cerraron apesadumbrado, acababa de ver

algo. Lucas cerró los ojos atormentado por aquellas imágenes, ¡qué crueles

podrían llegar a ser las personas!

Lucas dejó las rosas al lado de la fuente y se alisó la capa. Era cierto que él

estaba mucho más implicado en ello que su hermana, pero ese no era suficiente

motivo para justificar lo que había visto, la sangre que había sido derramada en

vano, ni las prohibiciones de Zeus le hubieran detenido a él... suspiró. Su hermana

acababa de fallarle, tendría que hablar con ella más tarde.

– ¿Estás bien, Lucas? - preguntó la princesa preocupada.

Lucas le sonrío y le regaló aquel ramo de rosas azules. Le acarició la melena rojiza y

la besó en la cabeza.

– Tienes el mismo color de pelo que ella – farfulló.

– ¿Qué? - la princesa agarró las rosas y las olió.

– Decía que debes asegurarte de que Allen es la persona de la que estaban

hablando los Místicos.

– De verdad, Lucas, de verdad que yo oí como decían su nombre – dijo

afligida.

– Eres muy valiente y fuerte, de hecho, has echo algo que ninguna sacerdotisa

ha echo jamás, y es cuestionarse sus votos.

– ¿Eso es malo?

58

Page 59: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– No – rió –, al contrario, es algo bueno, se que elegirás el camino correcto.

Recuerda que no es lo mismo preguntar que actuar, en ningún momento has

ido en contra de tus creencias – no dejó de sonreír –, y ahora... - la cogió por

los hombros y la miró a los ojos –, sabes que tienes tres escasos días antes de

que ellos se pongan serios y vengan a buscar algo que no les pertenece, y

créeme, lo sé, harán cualquier cosa.

Ely sabía lo que implicaban esas palabras, sabía que los Míticos serían

capaces de matar a todo aquel que osase entrometerse en su camino, incluso a ella,

y si ella moría, las esperanzas de Escalus y la de los guardianes se esfumarían, el

collar quedaría a merced de ellos, los poderes que ahora albergaba en su alama, con

su muerte volverían al collar y volvería a ser un peligro para todos, podría suceder

lo peor. De momento sabía lo que tenía que hacer, averiguar todo lo que pudiera

de Allen y su pasado.

Ann bajó de la calesa y corrió hasta el barco, corrió hasta el Pigmalion donde

hacía más de tres horas que la tripulación la esperaban a ella, a Iván, a John y a Ely.

Encontró el barco destrozado, sin mástil, inservible. Lo miró detenidamente.

– ¡Ann! - la llamó una voz de mujer.

– ¡Fly! - chilló la sacerdotisa bajando los peñascos rocosos con rapidez.

Atedus, Dírian, Hipólito, Gil, Allen, Adán, Mario y Fly se encontraban en la playa

jugueteando con el agua y la arena.

– ¿Donde están los demás? - preguntó Atedus.

– Ha habido un pequeño problema – dijo Ann –. Ely tiene fiebre y debe

reposar, pero...

59

Page 60: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Pero? - preguntó Allen.

– Pero cuando la madre de Ely se enteró de que había quedado en comer con

vosotros, nos dio permiso para que vengáis a nuestra casa. Así que ya estáis

subiendo todos a la calesa.

Todos se miraron, era una invitación tentadora, a todos les mordía la curiosidad

por saber como era la casa donde vivían. Sin hacer preguntas se subieron

emocionados. El látigo rasgó el aire y los caballos comenzaron a trotar por el

camino de piedras.

– ¿Está bien, Beth? - preguntó Allen preocupado.

– Si, no te preocupes – dijo Ann sonriendo –, ella es fuerte – suspiró y se

recostó –. Sólo que debería haber vuelto antes, se forzó demasiado –

masculló por la bajo.

Llegaron al muro de piedra. Ann asomó la cabeza y le hizo un gesto al

guardia para que abrieran la pesada puerta de hierro. Una vez dentro todos se

bajaron y siguieron a Ann. Miraron embobados aquella magnífica casa blanca y

azulada, con cortinas blancas, rodeada de maravillosas flores exóticas, bancos

blancos y enormes fuentes con estatuas.

Ann les hizo entrar sin miedo y los condujo al patio interior. Columnas

decoradas en extremo con imágenes de dioses y sus historias, plantas altas y verdes,

y una exquisita y magnifica fuente dedicada al dios Poseidón en su carro tirado por

animales marinos, nereidas, sirenas y tritones.

Una mujer alta, hermosa, de pelo rojizo rizado y ojos marrones se acercó a

ellos enfundada en su ropa de sacerdotisa de pantalones y camisa unida en una sola

pieza, resaltando su delgada silueta, cubierta con un manto con los símbolos del

templo de Apolo.

– Bienvenidos – dijo sonriendo –. Lamento que mi hija os haya preocupado,

sentiros como en casa. Mi nombre es Hanaka.

60

Page 61: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Iván se acercó a ellos seguido por un hombre alto y fuerte que a simple vista

destilaba simpatía y amabilidad.

– Chicos, os presento a mi padre, Dimítri.

– Encantado de conoceros – dijo Dimítri estrechando la mano de todos y

besando la de Fly –. Espero que disfrutéis.

Todos estaban mudos y abrumados por tanta amabilidad, halagos y objetos caros.

Miraran donde miraran, parecía que todo tenía un brillo especial. Escucharon risas

y dos niñas salieron entre las plantas corriendo y jugueteando entre ellas. Corrieron

a subirse a la espalda de Dimítri y a tirarle de la barba. John llegó respirando fuerte

y agotado, como si hubiera corrido durante horas.

– Ellas...uf... - señaló a las dos niñas –, son...uf... - respiró y se apoyó la mano

en el vientre -, ...traviesas... uf... son demasiado escurridizas...

– Muchacho, no me digas que estos pequeños brotes te han machacado – le

dijo Dimítri.

– ¡Aplastado! - chilló emocionada Roxana levantando el puño.

– ¡Vencido! - chilló Haydee mientras se aguantaba la risa.

Dimítri soltó una gran y larga carcajada.

– Debes entrenarte más – le dijo Iván.

– ¿Eso crees? - le preguntó John mientras se abalanzó sobre él.

Comenzaron a pelearse en el suelo.

– ¡Señorito! - dijo una mujer de pelo negro y regordeta que entraba con una

cesta de paja con ropas limpias –. Deje de revolcarse por los suelos, luego

soy yo la que debe limpiar sus ropas.

Los dos se levantaron y se sacudieron la tierra. John entrecerró los ojos y miró a

Iván.

– Tenemos una pelea pendiente.

61

Page 62: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Lo mismo digo – dijo Iván ajustándose el cuello de la camisa.

– Alice – la llamó Hanaka -. ¿Qué has echo de comer?

Alice se encaminó hacia la cocina.

– ¡Pan con lengua! – y se esfumó por una puerta.

Hanaka se encogió de hombros.

– Siempre me hace lo mismo – sonrió.

Hanaka y Dirían, llevando a caballito a Haydee y de la mano a Roxana, enseñaron

la casa a los invitados. Les enseñaron la biblioteca, el salón, la cocina, la sala de

música, las habitaciones, incluso el almacén y los baños, luego salieron fuera y les

enseñaron el campo de flores, el acantilado y las magnificas vistas. Estaban apunto

de llegar al templo de Apolo cuando un guardia se arrodilló en el suelo delante de

Dimítri.

– Señor, el rey de Ethol desea hablar con vos.

– ¿Es urgente? - se rascó la barba –. No he recibido notificación alguna de su

visita.

– Lo siento señor, no creo que sea urgente, pero...

– Lo sé – besó a Hanaka en la mejilla y se disculpó con los demás –, nos

vemos en la mesa para comer, será divertido.

Se alejó acompañado del guardia, de Haydee, todavía en su espalda, y de Roxana.

Gil se giró y miró a Hanaka.

– Dígame, ¿usted y su marido son los reyes de Parthos?

– Sí, lo somos – dijo encogiéndose de hombros.

Todos se sorprendieron y miraron a Gil y a Hanaka.

– ¿Y su hija es la princesa? - preguntó Allen sorprendido.

– Sí, por lógica y por derecho creo que si, que lo es, es la princesa de Parthos –

sonrió –. Siempre tan despistada, olvida siempre que lo es – se palmeó la

62

Page 63: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

frente y suspiró.

Todos se miraron entre ellos un poco avergonzados y cohibidos.

– Se lo que estáis pensado. ¿Cómo alguien puede olvidar ser la princesa de un

país tan grande? - preguntó Ann retóricamente -. ¡Ja! Esta es mi Ely.

– A veces es demasiado despistada y alocada, pero aun así todos los habitantes

se la quieren mucho y la respetan – dijo la reina –, aunque el trono le

corresponde a Iván, ella seguirá ligada a esta Casa Real hasta que mi hijo se

case y tenga hijas – miró a su hijo y suspiró –, pero... ¿quién querría casarse

con un hijo tan desastroso?

– Gracias, madre, por el alago – dijo cruzado de brazos.

Hanaka les enseñó el templo, construido en medio de aquél jardín de rosas.

Un thólos (de planta circular) de gran envergadura, de mármol blanco y columnas

azules, donde las plantas crecían por doquier grandes, verdes y fuertes. Les enseñó

la sala donde se les rezaba a los dioses y el altar de las ofrendas. En cada esquina

había una pequeña estatua de un dios. A la derecha, una estatua de mármol blanco

de la diosa Hera seguida por un pavo y adornada con una corona de oro; Poseidón,

también de mármol, adornado con un tridente de plata; Hades aguantando el

cuerno de la abundancia, lleno de pepitas de oro; Afrodita rodeada de palomas y

con un diminuto ceñidor de bronce en la cintura; Deméter sosteniendo un

pequeño ramillete de espigas doradas; Ártemis seguida de un ciervo y en posición

con su pequeño y diminuto arco de plata preparado para disparar; Atenea,

engalanada con su casco y su escudo de bronce donde se podía ver la cabeza de la

Gorgona, y en su hombro reposaba una diminuta lechuza de oro. A la izquierda, y

también en figuras diminutas alternando mármol, oro, plata y bronce, se podían

ver representados al dios Ares, sosteniendo una lanza larga de bronce; Hefesto

sosteniendo un pesado martillo también de bronce; Perséfone sosteniendo una

granada cuyos frutos eran de bronce; Hestia, representada con una bandeja de

63

Page 64: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

plata donde ardía un pequeño fuego; Hermes, representado con sus pequeñas alas

de plata en las sandalias y en el casco. Y por último, el dios Dionisio, sosteniendo

en sus manos un racimo de uvas de bronce.

La sala era grande, de ventanales altos por donde pasaba mucha luz, no había

rincón sin iluminar, todo brillaba y todo tenía su propio resplandor. Todos

contemplaron aquellas magnificas posesiones, aquellas pequeñas estatuas tan bien

trazadas, tan bien formadas, tan bien detalladas. Nunca habían visto tanta

perfección en un mismo cuarto. Y allí, detrás del altar, se podía contemplar al

omnipotente y magnifico Zeus, una estatua de más de tres metros sentado en un

trono de mármol, sujetando un rayo de oro. Y sobre su cabeza, parecía descender

lentamente un águila de pico de plata y garras afiladas de bronce, que a pesar de su

condición de piedra dura y fría, las plumas parecían suaves y delicadas.

Una sacerdotisa se encontraban admirando la obra.

– Alteza – dijo la sacerdotisa inclinándose en señal de respeto.

– Hele – dijo la reina -. ¿Cómo te encuentras?

– Mejor – se giró y dejó ver a los allí presentes su cara. Una piel grumosa y

rojiza, no tenía ceja derecha y su oreja estaba deforme y llena de costras –,

estaba esperando a Ely.

– ¿Esa hija mía está levantada en vez de estar descansando? - suspiró –. Es

puro nervio, no puede estar quieta ni un momento.

Hele sonrió.

– La he visto salir agobiada de su habitación, me dijo que iría a ver a Lucas y

que luego me vendría a ver a mi, que la esperara en la sala de oraciones.

– Entonces si está con Lucas, estarán en el jardín salvaje, ¿vienes con

nosotros?

– Sería un placer acompañaros – miró a los allí presentes que evitaron mirala a

la cara -. ¿Repugnante, verdad? No hace falta que hagáis el esfuerzo de

64

Page 65: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

mirarme.

– No es por faltarle al respeto – comenzó a explicar Adán –, es solo que...

– Lo sé, he pasado por esto incontables e innumerables veces – dijo señalando

su rostro –. No es nada agradable de ver, sino fuera por la princesa ya habría

muerto hace mucho.

– ¡Hele! - le reprochó la reina.

– Es cierto, majestad, sin Ely, yo no podría... - se miró las manos y cerró los

ojos con impotencia –. Os daré un consejo – les dijo mirándolos a todos

sonriendo –, no juguéis con fuego, os podríais quemar o peor aún, podríais

matar.

Hele se marchó por la puerta pisando fuerte el suelo con sus mocasines

azules. Hanaka la siguió y les hizo un gesto a los demás para que la siguieran.

Caminaron entre las columnas y a diferentes intervalos se podía ver como las

ramas del gran árbol se mecían lentamente con el aire. Columna, árbol, columna,

árbol... era la secuencia de imágenes que en ese momento Allen podía distinguir de

aquella apresurada caminata hacia el jardín salvaje. Columna, árbol, columna... miró

el árbol detenidamente. Supo que no era un árbol cualquiera, parecía un árbol

especial, estaba rodeado de una belleza inusual y de un brillo casi celestial. Escuchó

una risa gutural, pero amistosa. Se paró y dejó que los demás se perdieran entre las

columnas. Se quedó solo y se acercó al árbol. A la izquierda vio una pequeña sala y

pudo distinguir una figura alta, de más de cuatro metros de altura. En los cabellos

de la estatua se podía apreciar un resplandor plateado, de unas hojas de laurel. En

las manos de la estatua descansaba una gran lira de oro. Lo reconoció al instante,

ese era el dios Apolo. El ruido de las hojas del árbol lo devolvió a la realidad,

distraído como estaba, contemplando aquella magnífica estatua. Se acercó más al

árbol y lo rodeó. Los rayos del sol se filtraba entre las verdes hojas y las grandes

ramas jugando con la luz y alterándola en pequeños haces que iluminaban el suelo

65

Page 66: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

rocoso y la arena marrón oscuro donde las raíces del árbol descendían. «Hola,

príncipe» Escuchó. Vagamente y girando, miró entre las columnas. Allen estaba

solo. Volvió a girarse lentamente y contempló con sus ojos azules al gran árbol.

– Mi nombre es Escalus.

La voz resonó en su interior. La estaba escuchando en su mente, pero era como un

susurro, una voz lejana.

– ¿Escalus? - preguntó Allen mirando al árbol, en cierto modo se sentía

estúpido hablando con el árbol –, te llamas Escalus.

– Exactamente – le dijo el árbol.

A Allen le sorprendió que le respondiera con aquella voz tan potente, ya no era un

susurro. Se asustó ligeramente y se tropezó con una de las raíces. Se cayó. Sentado

miró como las ramas seguían moviéndose. Entonces se percató de que no hacía

viento.

– ¿Qué eres? - le preguntó Allen sin levantarse del suelo.

– Un árbol – Escalus rió –, no creo que ésta sea la respuesta que buscas.

– Vaya, un árbol con sentido del humor – dijo Allen –, me llamo Allen.

– Lo sé.

– ¿Lo sabes?

– Se algunas cosas, por ejemplo, se el poder que guardas dentro de ti.

Allen lo miró extrañado.

– Sube hasta la rama más alta de mi – dijo el viejo árbol –, debo enseñarte

algo.

– ¿A mi? - dijo Allen poniéndose en pie -. ¿Por qué a mi?

– Debes saber que este es el templo de Apolo y yo, soy un árbol sagrado, el

poder de Gea me protege y los dones de Apolo me sustentan. Tengo ciertos

dones proféticos y he visto vagamente quién eres y tu destino – las ramas se

66

Page 67: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

pararon un momento para luego volver a moverse lentamente, Allen lo

interpretó como un suspiro –, pero por desgracia yo no puedo contestar a

ninguna de tus preguntas.

Allen lo miró angustiado. Volvió a notar que el corazón se le encogía. ¿Cuánto

hacia que no sentía aquella opresión? ¿Dos años? Y sólo había una persona que

podía tranquilizarlo. Suspiró. Vislumbró la rama más alta. En segundos, sus ojos

cambiaron, su cuerpo se volvió ligero y las sombras lo engulleron. Apareció en la

rama más alta, se tambaleó, tubo que agarrarse a otra pequeña rama para no caerse.

– Bien – el negro de sus ojos desapareció –, ya estoy aquí arriba.

– Ese poder que posees – dijo el árbol mientras pensaba –, lo controlas mejor

de lo que me había esperado.

– ¿Gracias?

– Bien – rió el árbol –. Creo que a estas alturas sabrás que existe otro collar, a

parte del tuyo, pero desconoces donde y qué poderes tiene.

Movió sus ramas para dejar al descubierto su tronco y el sello. Allen lo miró

detenidamente y pasó la mano por encima de él.

67

Page 68: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Es extraño – dijo Allen sin dejar de tocarlo –, lo siento distinto... es como

si...

– Es como si no albergara ningún poder.

– ¿Es falso?

– Lo es.

Allen rascó el tronco. Su dedo quedó manchado por un polvo negruzco.

– Esto es una marca de fuego.

– Así es.

– ¿Donde está el collar?

El árbol parecía meditarlo.

– Ya sabrás que los Místicos están en el país.

– Sí, lo sé – dijo Allen –, me los he cruzado en el puerto y en el pueblo, pero,

parece que no me reconocen.

– Debes de tener cuidado, debes proteger a Ely, debes proteger los collares,

debes protegerte a ti.

Allen bufó.

– ¿No son demasiadas cosas las que debo hacer?

El árbol soltó una sonora carcajada que hizo estremecer sus hojas y algunas

cayeron al suelo.

– No te preocupes, Ely también deberá protegete, es más, ya lo está haciendo.

– ¿Ely no habrá echo...?

– Así es – le interrumpió –, ha echo lo mismo que tu. Creo que debes hablar

con ella para saber lo que planea. Ella sabe todo aquello que tu no sabes, y tu

le explicarás a ella todo lo que tu sabes.

Las ramas dejaron de moverse. Ese incesante palpito que había sentido en

sus manos, en la yema de sus dedos, en todo su cuerpo... desapareció. No había

68

Page 69: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

notado aquella extraña sensación, no supo que estaba ahí hasta que simplemente

desapareció y fue como si aquel árbol se hubiera dormido. ¿No estaría muerto,

verdad? Se preguntó Allen. Intentó hablar con el árbol pero éste no le respondió y

aquel incesante movimiento de sus ramas y hojas había cesado. Ahora colgaban

inmóviles. Él ya no podía hacer nada allí. Se deslizó entre las ramas y acabó

ágilmente de cuclillas en el suelo. Se levantó pensativo.

Ahora sabía donde estaba el collar. ¡Había estado a su lado desde que había

llegado a Parthos! Prácticamente. Debía hablar con Ely, tenia muchas preguntas y

tal vez ella tuviera las respuestas que el árbol no había sabido darle, o quizá, el

árbol no quería dárselas.

Los Místicos... ¿sabría ella el peligro que desentrañaba su sola presencia? El

árbol le había dicho que tuviera cuidado, que los Místicos están más furiosos que

nunca. ¿Por qué habían esperado dos años? Se preguntaba Allen. Desde que él

huyó con el collar de la Luna y las Sombras, los Místicos no habían echo acto de

presencia.

– Me temo lo peor – dijo Luna flotando pensativa a su lado –. Creo que han

estado esperando este momento, creo que ellos lo han echo posible.

– ¿A qué te refieres? - preguntó Allen.

– Los dos collares están juntos en el mismo sitio y los Místicos al acecho.

Demasiadas coincidencias. El barco de Adán quedó destrozado y lo hizo un

Místico, creo que siempre supieron donde estábamos, pero no en el lugar

adecuado. El echo de que quisimos ir a Sedah fue uno de los motivos por lo

que impulsó a los Místicos a destrozar el Pigmalion, porqué sabían que

daríamos la vuelta para poder regresar sanos y salvos a tierra firme, a

Parthos... y... - respiró hondo y cerró sus grandes ojos negros - ...sin barco,

no podemos huir de ellos.

Allen meditó las palabras de Luna por un segundo. Tenía razón.

69

Page 70: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

¡Destrucción! Los Místico estaban decididos a destruir todo Parthos si fuera

necesario. En Athos Wisam había cometido el error de subestimarlo, había

cometido el error de no aplicar toda la fuerza sobrenatural que poseía. Ahora

estaban preparados y listos para usar aquellos poderes extraños, los usarían para

hacer daño solamente. Estaban dispuestos a conseguir los dos collares ahora

reunidos. No tenían ni idea de que ya no les servirían, los collares en si, carecían

del poder que ellos ansiaban, del poder que ellos anhelaban. Pero aun así, todo el

mundo en aquel país corría peligro. Beth corría peligro.

Allen salió disparado del templo. Esquivó columnas y bajó escaleras. Miró a

todos lados y pudo distinguir las siluetas de sus amigos a lo lejos, subiendo una

pequeña empinada colina por un camino de tierra. Corrió hasta alcanzarlos. Se

quedó sin aliento al contemplar las maravillosas vistas, el verde intenso, el aroma a

todo tipo de flores exóticas, ese brillo casi... celestial. Contempló el jardín salvaje

en todo su esplendor. Meneó la cabeza. Por un momento se había olvidado de su

verdadero cometido. Dejó a sus amigos riendo y hablando con Hanaka,

contemplando las flores lentamente, sin prisa. Él corrió por aquel pequeño e

intrincado laberinto de setos y flores. Escuchó el suave rumor del agua. Una

fuente. Se dejó guiar por aquel sonido hasta que encontró la fuente de las musas.

Ella estaba allí acompañada por un hombre hermoso, de piel fina, ojos verdes y

pelo dorado que parecía brillar intensamente con los rallos del sol.

– ¿Allen? - preguntó Ely acercándose a él -. ¿Qué haces aquí?

– Tenemos que hablar, Beth – le dijo agarrándola por el brazo. Miró a Lucas.

– Lo entiendo – dijo sin perder su cálida y afectuosa sonrisa –, a solas.

Lucas recogió las rosas azules que había esparcidas por el suelo y silenciosamente,

se marchó.

– ¿Qué pasa? - preguntó Ely extrañada.

Allen la miró a los ojos intensamente. No sabía qué buscaba en ellos.

70

Page 71: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Parpadeó. La cogió por el brazo y se la llevó hasta el templo, esquivando el camino

por donde la reina y los demás venían. Ely no dijo nada. Allen estaba muy extraño.

Parecía inquieto, alerta... precavido. Ely se dejó guiar por él, quería escuchar lo que

tenía que decirle. Allen miró a los lados y entre las columnas. Ningún guardia a la

vista. Empujó a Ely dentro de la sala de oraciones, donde la estatua del dios Apolo

de cuatro metros los observaba.

Ely se limitó a esperar a que Allen hablara. Él cerró los ojos y escrutó los

alrededores con el poder de las sombras. No podían permitirse el lujo de titubear y

cometer errores en aquellas circunstancias. Abrió los ojos y cogió a Ely por los

brazos.

– Ahora podemos hablar, no hay ningún Místico por los alrededores.

Ely se sorprendió, no le salían las palabras y su labio inferior temblaba.

– Lo sé – dijo Allen –, debes calmarte, ese árbol, Escalus, me lo ha dicho, me

ha dicho que has echo el ritual.

– Sí... - contestó Ely abrumada por los ojos de Allen. El azul parecía saltar y

gritar de rabia.

– ¿Sabes que no hay vuelta atrás? - la zarandeó -. ¿Qué lo que has echo durará

lo que dure tu cuerpo?

Ely movió la cabeza. Le daba vueltas, todavía se sentía un poco débil. Allen la soltó

y dio un paso hacia atrás.

– Perdona, estoy... - se apretó las sienes –, estoy demasiado nervioso.

Ella respiró y por fin las palabras empezaron a brotar.

– ¿Has podido escuchar la voz de Escalus?

– Si – respondió él.

Los hombros de Ely se relajaron y su corazón dejó de latir alocadamente para

tranquilizarse. Eso era buena señal.

71

Page 72: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Qué te ha dicho?

– Que te proteja, a ti, a mi y a ambos collares – dijo mientras quitaba el suyo

de dentro de la bolsa de cuero.

Ely se acercó y lo miró maravillada. Lo tocó, le dio vueltas, lo sintió. Sintió el

palpito que nadie era capaz de notar excepto ella y Allen. Ely sacó su collar de una

bolsa atada a su cinturón y se lo enseñó. Él hizo lo mismo que ella había echo con

su collar. Se quedaron callados mientras uno sujetaba el collar del otro.

– Entonces... - empezó a hablar Ely -. ¿No rompiste el sello?

– No – dijo –, aunque lo hubiera echo sin remordimientos, ya que yo no era

sacerdote del templo de Ártemis.

– ¿No lo eras?

– No, yo era el príncipe de Athos, y mi misión en la vida era muy distinta a lo

que yo me pensé que sería, de echo, Athos, la Casa Real de Athos, es

diferente a la tuya.

– ¿En qué sentido? - quiso saber.

– Aquí se puede respirar la alegría, palparla y sentirla. Este país parece brillar

con una luz diferente a la de Athos. En Athos todo era más oscuro y triste,

tal vez porque la mayoría del año el cielo permanece encapotado y llueve

mucho, excepto en verano – suspiró –. No se cómo explicarlo en palabras,

se me hace difícil y no encuentro las palabras adecuadas. Pongamos como

ejemplo que Athos es oscuridad y Parthos la luz.

Ely se deslizó por la pared y se sentó junto a Allen donde éste se había sentado

abatido mientras describía como era su país.

– Pero antes de contarte quien soy y qué fui, quiero que antes me expliques

una cosa – se giró para poder mirarla mejor a los ojos –. Quiero que me

digas quienes son los Místicos y el poder que posee tu collar.

72

Page 73: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Ely sonrió. El collar de los cuatro elementos comenzó a vibrar en las manos de

Allen, y Regen, Fire, Aria y Terra, salieron al encuentro de sus hermanos, Luna y

Shadow que también salieron disparados del collar que tenía Ely en las manos en

cuanto se sintieron unos a otros. Rieron, lloraron y se abrazaron.

– El poder que alberga mi collar, es el poder de los elementos que rigen la

vida; fuego, aire, agua y tierra – le devolvió a Allen su collar y ella cogió el

suyo por la cadena de plata para dejarlo frente a sus ojos mientras daba

vueltas sobre si mismo –, y los Místicos... - suspiró y apartó el collar para

poder mirar a Allen a los ojos –. Los Místicos fue uno de los mayores

errores que mi familia ha cometido en siglos.

Ely se lo explicó todo, absolutamente todo, desde principio a fin, contándole

lo que creía y lo que haría. También le dijo que le dejaría leer los Mitos de Átharos,

libro que por cierto, él también poseía, pero era el ejemplar que habían intentado

quemar siglos atrás. Allen por su parte, explicó todo lo que había echo en Athos, lo

que había sido, lo egoísta que había sido y lo cobarde que fue al huir. Le explicó lo

que hizo en los últimos dos años. Entrenando en Ogigia, no sólo físicamente sino

que también espiritualmente.

– ¿El linaje de tu familia desciende de Apolo?

– Así es – admitió Ely recostando la cabeza en la piedra de la sala de oraciones

de Apolo –. Escalus me dijo hace tiempo, cuando hice el ritual de vinculación,

que debía bajar a los infiernos para buscar a Tiresias.

73

Page 74: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Eso mismo he intentado yo – dijo Allen –. Sentía como que mi camino no

estaba definido, faltaban cosas por unir, no podía evitar sentir cierto miedo

hacia el poder que poseía, sentí la necesidad de devolverlo, pero ¿a quién?

¿Al templo? Sabía que mis preguntas no eran las acertadas y que para acabar

con aquella angustia y confusión que crecía día a día en mi, decidí que lo más

sensato era preguntárselo a alguien que supiera del tema, pero,

desgraciadamente, todos los que sabían algo estaban muertos. De ahí que

pensara en Sedah y en Tiresias. Ya que bajaba, mejor preguntar al causante

de la creación de los collares, ¿no te parece?

– Es muy lógico lo que has dicho, de echo, es exactamente lo que me dijo

Escalus que hiciera – cerró los ojos –. Me es difícil pensar en dejar Parthos,

presiento que si me marcho ya nunca volveré. No se lo que me depara

Sedah, no se que camino me dirá Tiresias que debo seguir, no se nada, todo

lo que se no me sirve. Pero lo que si se, es que si me marchó, no volveré. Es

un extraño presentimiento.

– Pero alguien tiene que hacerlo – dijo Allen mirando al techo también con la

cabeza recostada en la piedra fría –, nos a tocado, pero ahora podemos

hacerlo juntos.

– ¡Qué bien! - exclamó Luna.

– ¡Si! - dijo Regen –. Ya sabéis lo que dicen – dijo flotando con los brazos

cruzados delante de ellos –, la unión hace la fuerza. No tenéis prisa, el único

motivo por el que momentáneamente os debéis preocupar, es por los

Místicos.

– Cierto – dijo Allen –, tres días. ¿Por qué tres días?

– No lo sé – dijo Ely encogiéndose de hombros –, pero si lo que me has dicho

es cierto, eso de que han forzado a que los dos collares se encuentren en el

mismo sitio al mismo tiempo, creo que están preparando algo grande, algo

74

Page 75: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

muy desastroso. De hecho, hay más de setenta Místicos infiltrados en las

filas de mi padre.

– Me lo temía – se rascó su barba de dos días –, pero tenemos el factor

sorpresa. Creen saberlo todo pero no saben nada. Saben que estoy en

Parthos pero no me reconocen. Saben que aquí están los dos collares pero

no saben que el poder que ocultaban ahora fluye por nuestras venas, por

nuestra alma y nuestro espíritu – sonrió enigmáticamente –, y es más, no

tienen ni idea de que nos conocemos, ¿verdad Beth?

Ely sonrió. Estaba un poco más feliz, ahora se sentía apoyada y protegida.

– Creo que no hace falta que te diga que quiero irme sin que mi familia sufra

ningún daño.

– Lo sé, y te ayudaré, de echo, toda la tripulación del Pigmalion te ayudará,

ellos saben toda mi historia.

– Allen – dijo Ely abrazándose las piernas y apoyando el mentón en sus

rodillas –. Dentro de tres días cumplo dieciocho años. Ellos quieren atacar el

templo cuando no haya nadie en él y todos estén festejando mi cumpleaños.

El templo quedará custodiado por diez guardias y... siento decir que están al

mando de Wisam, son todos Místicos.

Allen se quedó con la boca abierta. Sorprendido, meditó.

– Creo que es obvio porqué esperan tanto – bufó –, tal vez sea más fácil así,

tus padres estarán a salvo, todo tu pueblo lo estará, lejos de esos desalmados.

– Tienes razón – Ely se levantó con determinación –, tenemos que ponernos

en marcha, ahora ya no estoy tan sola como creía.

– No, no lo estás – dijo Allen sonriendo cariñosamente.

– Debo contárselo a mi hermano y a John.

– ¿Por qué ha ellos?

75

Page 76: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Mi hermano no es sacerdote, no quiso serlo, mi madre le dio a elegir y él se

negó. Mi madre lo aceptó sin reproches, ya que ella siempre nos ha dado esa

opción a elegir, a decidir nuestro camino. Pero al nacer yo, todo cambió.

Empecé a desarrollar una complejidad diferente a las otras sacerdotisas.

Cuando era pequeña sólo estaban mi madre, Annabel y Lucas protegiendo el

sello. Crecí y pude comunicarme con Escalus y con los espíritus guardianes.

Desentrañé y descubrí cosas hasta antes desconocidas, incluso cosas

desconocidas que la misma sacerdotisa Anna ignoró. Enseñé a mi hermano

a usar el poder del fuego, ya que era innato en él. Se lo enseñé de una

manera distinta de cómo lo aprendieron los Místicos, ellos fueron educados

desde la perspectiva bélica, yo simplemente le enseñé a mi hermano a sentir,

a utilizarlo para el bien.

– No creo llegar a entenderte del todo – dijo Allen confuso.

– Creo que ya no es el hecho de si una mente humana es capaz de controlar

un sólo poder, es el echo de que una persona Ha nacido para ser uno con el

elemento, es decir, no es la incapacidad de la mente lo que limita el poseer

más de un poder, es la propia alma la que lo limita. Hay muchas personas en

el mundo que se sienten a gusto en diferentes momentos. Quizá parezca

absurdo, pero escucha, tiene su parte lógica. Yo, por ejemplo, puedo ser una

persona que ha pasado la mayor parte de su vida rodeada de bosque, de

plantas y otros animales, quizás haya llegado a sentirlo de otra manera. Esa

alma se identificará con el poder de Terra. Si, por otro lado, soy una persona

amante del mar que se pasa la vida dentro de él, seguramente esa alma se

identificará mejor con Regen. Y así con los otros dos poderes. El alma elige

qué poder, el espíritu lo siente y el cuerpo lo ejecuta, lo hace posible.

– Eso tiene mucho sentido – dijo Allen rascándose la cabeza yendo de un lado

a otro. No había visto los poderes desde esa perspectiva. Nunca se había

76

Page 77: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

echo esas preguntas.

– Ven, vayamos a la biblioteca, allí te lo podré explicar mejor – dijo Ely debajo

del marco de la puerta.

– Pero tu madre te está buscando, princesa – dijo Allen –, una tal Hele, te

busca.

– No importa, eso puede esperar, esto no.

Allen ladeó la cabeza. Ella tenía razón. Dejaron el templo y recorrieron el

largo pasillo de piedra que conectaba el templo con la casa. Subieron escaleras y

giraron miles de veces a la derecha y otro tanto a la izquierda, subiendo más

escalaras, hasta llegar a una puerta de madera gruesa con tiradores dorados. Ely la

abrió y dejó que el aire, el olor a tinta, hojas, cuero y velas llenase sus pulmones. Le

encantaba ese olor. Estanterías llenas de libros, pasillos interminables, paredes

llenas de más libros, no había espacio sin ocupar. En el centro de la sala había una

enorme columna donde una escalera se enrollaba hasta lo alto. Subieron aquellas

escaleras enmoquetadas y rodearon la columna. Un pequeño pasillo conducía a

una puerta, Ely la abrió y dejó entre ver un estudio revuelto, desordenado con

papeles, libros y plumas por doquier. Allen entró y cerró la puerta.

– Mi madre dice que soy el orden dentro del caos – rió Ely apartando papeles

y cogiendo una silla para que se sentara Allen –. Se exactamente donde está

cada documento, a pesar del desorden, e ahí mi complejidad.

Allen se sentó. Ely iba de un lado a otro de la pequeña habitación, cerró la

puerta con llave, recogió papeles y ordenó el escritorio. Sus ojos adquirieron un

color verdoso, un verde claro y de la estantería más alta comenzó a descender un

enorme y voluminoso libro encuadernado en piel, que cayo suavemente en las

manos de Ely. Allen no se sorprendió, seguramente eso no era más que costumbre,

estaba seguro que los poderes de Ely eran mucho más poderosos, destructores y

complejos. Ella dejó el libro en el escritorio y se sentó. Allen pasó las manos por

77

Page 78: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

encima del libro y leyó el título.

– Los Mitos de Átharos – lo cogió y se sorprendió al notar lo mucho que

pesaba –, es totalmente diferente al que yo poseo – hizo un gesto de

negación con la cabeza y se cruzó de brazos – . El mio no es ni la mitad de

gordo que este. ¡Le faltan prácticamente todas las páginas!

– ¿Qué has podido leer de tu libro?

– La historia de los collares fue quemada, sólo nos quedó una fragmento de lo

que era en un manuscrito de un sacerdote de Apolo, mencionaba el segundo

collar, pero no mencionaba ni sus poderes, ni el lugar donde se encontraba,

apenas decía algo de Apolo, lo decía y se podía deducir que el templo del

segundo collar estaba dedicado a éste dios. En el libro que yo poseo se

pueden leer fragmentos diversos, de escritos posteriores, letras totalmente

distintas. He llegado a la conclusión que es una recopilación de echos que les

sucedió a los sacerdotes. Como por ejemplo – se masajeó las sienes cansado

de tanto pensar y recordar –, hay un capítulo que se titula Soberbia, Némesis y

un triste final.

– No recuerdo haberlo leído en mi libro...

– Lo que suponía, ese capitulo se refiere a la historia de mi familia, a su pasado

y al porqué de su presente.

– ¿Qué dice ese capítulo?

– Para resumirlo te diré que mi familia está maldecida por un dios, dejaré que

te la leas, no te preocupes.

Ely le sonrió con empatía y sacó el collar. Abrió el libro.

– ¿Por qué éste tiene una cerradura?

– Los dioses intentaron quemar los dos libros, pero, como ya sabrás, el hecho

de que muchos sacerdotes lo hubieran leído, memorizado y transcrito,

78

Page 79: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

imposibilitaba su completa desaparición. Se dieron por vencidos, el tuyo

resultó chamuscado, y el que tenemos aquí decidieron cerrarlo y que fuera

custodiado por Escalus, quien hace poco me lo dio.

Ely comenzó a pasar páginas buscando algo en concreto, fue enseñado los

capítulos importantes. Le señaló el capítulo donde se hablaba de los Místicos, el

capítulo de la historia de los collares y muchas otras anotaciones más que

posteriores sacerdotes (e incluso tal vez los dioses) habían anotado, creyendo que

sería importante recordarlo. Y hasta ahora, tenían razón, esas anotaciones y todas

las descripciones eran igual de importantes que el primer contenido. Todo eran

piezas que debían unirse cuidadosamente. El rompecabezas todavía no estaba

completo, faltaban muchas cosas, demasiadas. Pero en aquel pequeño cuarto, Allen

y Ely comprendieron que debían unirse, seguir juntos, luchar si hiciera falta. No

sabían los motivos exactos sobre cómo usarían los Míticos el poder de los collares,

pero tenían la ambición de poseerlo y de utilizarlo en contra de los designios de los

dioses. Por una parte ellos entendían esta incógnita de saber el porque de la

existencia y la custodia de los collares, pero había una manera más fácil de lograrlo,

de saberlo y entenderlo sin llegar a matar, sin llegar a mancharse las manos de

sangre. De momento tenían la vista fija en Sedah y en buscar la entrada al Averno.

– John – explicó la princesa –, todavía no sabe que posee ese don, pero

entiende mejor que nadie el poder del aire, incluso Aria se ha sentido muy

segura al lado de él – pensó –. Creo que sería de gran ayuda, yo puedo

enseñarle a usar su don, a moldearlo y hacerlo útil.

– ¿Qué hay de Ann?

– ¿Ella? – sonrió con dulzura –, es cómo una esponja. Todo lo que le explico y

enseño lo absorbe al instante, tiene una capacidad de concentración

increíble, su poder con las plantas es muy grande - paró y se mordió el labio

-. Yo las entiendo y de hecho, puedo preguntarles cosas a las plantas, a los

79

Page 80: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

árboles, pero todavía no domino el lenguaje de la tierra. Ella sabe interpretar

las rocas, la tierra y la arena. A veces se pasa los días en la playa jugando con

la arena entre sus manos.

Allen estaba fascinado, encantado con todo lo que Ely le explicaba, quería saber

más.

– Hele – dijo Ely palmeándose la pierna –, ella es especial. Guneo es su

hermano, el tabernero. Ella era famosa en la isla por crear los mejores

manjares que jamás hayas podido degustar, su mano con los fogones, su

control con el fuego es mágico. Pero intenta lograr cosas más allá del alcance

de su se sejem, de su espíritu. En cuanto a los mortales tenemos el límite en

nuestro cuerpo y en lo que abarca. Por eso he llegado a pensar... - se detuvo

y volvió a morderse el labio.

– ¿Qué has llegado a pensar? - quiso saber Allen.

– No quiero que te rías, es simplemente un pensamiento que me ronda por la

cabeza.

– No me voy a reír, cualquier razonamiento puede llevar a un debate – sonrió

–, explícate, yo también daré mi opinión.

– Bueno – suspiró –, creo que ya sabrás lo que son los espíritus guardianes.

– Sí, son alma y espíritu – contestó.

– Te falta algo, son algo más – se aclaró la garganta –, es algo que está ahí, que

no se puede tocar, ni saborear, ni oler, ni escuchar, algo que tu controlas a la

perfección, pero que tu poder te permite oírlas y tocarlas, tal vez olerlas –

dijo Ely pensativa.

– Sheut – dijo Allen comprendiendo –, la sombra de la persona.

– Tan insignificante, pasa tan desapercibida y es bastante importante. Los

guardianes son alma y espíritu. El espíritu moldea el alma y la sombra hace

posible que tengan forma humana, por eso ellos no tienen sombra cuando

80

Page 81: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

les da la luz, carecen de ella porque la usan para ser visibles, humanamente

hablando.

Allen cogió a Luna entre sus manos. La miró fijamente.

– Eres tan idiota – dijo Luna –, tanto tiempo juntos y no te diste cuenta de

que carecemos de ella, visiblemente hablando.

– No me lo tengas en cuenta, todavía me es difícil fijarme en las pequeñas

cosas.

– He llegado a pensar que las sombras son algo más que simples manchas

negruzcas en cualquier superficie – prosiguió -, más allá de los objetos o de

la luz del sol o cualquier otra fuente de luz. En los mortales, son algo más,

todavía no lo se, pero hablando ahora de los guardianes, creo que su sheut les

da esa apariencia humana y esa consistencia carnosa, pero claro está, no

sangran, sería como pinchar la masa del pan.

– Vaya comparación – se quejó Fire –, si nos pinchas, nos duele, no como en

un cuerpo humano, pero nos duele, es un dolor espiritual.

– Su verdadera forma es todo – dijo Ely ignorando a Fire amablemente -, en

su verdadera forma se desprenden de la coraza que es el sheut, dejando al

descubierto todo su potencial espiritual, alma y espíritu, pero – dijo mirando

a los ojos de Aria –, tenéis algo más, algo que los humanos carecen, ¿verdad?

Aria flotó hasta el escritorio y se posó. Miró a los dos humanos a los ojos y meditó

el asunto. ¿Estaría bien si se lo contaba? Aria estaba segura que si pedía permiso a

su padre no le contestaría. Suspiró.

– Está bien – puso los ojos en blanco -, os lo explicaré. Remontémonos a la

creación de los humanos.

– Prometeo – dijo mecánicamente Allen.

– Exacto, vuestro padre, vuestro creador – se aclaró la garganta –,

seguramente hayáis escuchado o leído la frase “y fueron creados a su imagen

81

Page 82: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

y semejanza”.

– Sí, en algún lado la he leído – dijo Ely incorporándose en la silla.

– Pues, bien, así es, Prometeo quería intentar crear a dioses nuevos, a mejores

dioses. Pero se equivocó, no quiero decir que seáis un error, pero descubrió

que no era posible de la manera en que lo intentó. El alma y el espíritu, junto

con la sombra, sheut, era inestable – Ely se removió en la silla –, exacto – le

contestó Aria –, los dioses son simplemente, lo mismo que nosotros, pero

con matices diferentes, eso os lo explicaré luego.

» Prometeo descubrió que lo que había intentado crear moría con facilidad,

apenas duraba, a penas tenía la forma de un humano, apenas se parecía a él.

Entonces, y con ayuda de Atenea, decidió crear el cuerpo carnal que poseéis,

a partir de agua de lluvia y tierra, e incorporar alma, espíritu y sombra, pero

la sombra que os incorporó en aquel entonces no tenía la forma irreal e

intangible que tiene ahora, la sombra se fue amoldando al cuerpo, al alma, al

sejem. Esa es la parte importante de un humano, pues os mantiene en pie, a

nosotros por ejemplo nos deja tocar, ser tocados, comer, llorar, reír, sentir

las emociones humanas. Con el paso del tiempo esta sombra se va haciendo

cada vez más fuerte, cosa que trae consigo la longevidad. De ahí a que la

sombra innata con la que nacieron los dioses sea eterna y duradera, por eso

son inmortales. Los mortales en cambio, al ser una sombra distinta, artificial,

por decirlo de alguna manera, va cogiendo fuerza con el paso de los siglos, y

la longevidad humana cada vez es mayor.

– ¿Quieres decir que algún día la raza humana llegará a ser inmortal? -

preguntó Allen.

– No creo – contestó Aria –, ya he dicho que vuestra sombra es diferente en

muchos aspectos, tal vez llegará a un punto en el que os estancaréis. Ahora

lo que os quiero explicar es eso que diferencia a dioses y mortales. La calve

82

Page 83: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

es el alma. No tiene más complejidad que el hecho de que las alamas de los

dioses poseen una fuerza, una determinación, un poder que los caracteriza,

un poder que crece con el paso de los siglos.

» Nunca nos hemos parado a pensar de qué color es el alma. No tiene

porque tenerlo, puede incluso que sea transparente y no se pueda ver, pero

no es el caso. El alma de los humanos carece de ese poder, por lo que el

alma es opaca, blanca, y el espíritu es una secuencia, por decirlo y explicarlo

de alguna manera sencilla, como miles de hilos entrelazados, que crecen a

medida que el cuerpo envejece.

Allen movió la cabeza en gesto de aprobación.

– Yo siempre he pensado que el alma crece a medida que envejece el cuerpo –

explicó Allen –, el cuerpo se hace más débil y no resiste, el alma se

“desborda” y el cuerpo muere en cuanto Tánato pone sus manos encima,

logrando que cuerpo y alama se separen.

– ¿Qué más piensas que viene después? - preguntó Aria movida por la

curiosidad por las innegables verdades que decía Allen.

– Creo – dijo pensativo –, que depende. Cada dios tiene su función en la

muerte de un humano. Tánato separa cuerpo y alma. Ésta alma es conducida

por Hermes a los infiernos y allí, después de que Caronte las cruce al otro

lado, son conducidas, o, a los Campos Elíseos o al Tártaro.

– ¿Qué pasa si esa alma es destinada a ir al Tártaro?

– Hablando siempre hipotéticamente – prosiguió –, creo que si esa alma es

destinada a ir al Tártaro es que no se merece volver a la vida, y sufre su

castigo eterno, y su alama es engullida por las sombras devora-almas del

infierno, las Keres, desapareciendo así para siempre.

– Bien – intervino Shadow –. ¿Y si esa alma es conducida a los Campos Elíseos?

83

Page 84: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Creo que esto va a sonar un poco absurdo, pero – sonrió –, creo que esas

almas en concreto, “viven” felices en una utopía, agotando todo aquello que

conocieron en vida, tal vez sin dejar de olvidar ciertos sentimientos. Creo

que es un proceso lento, pero que permite a esas almas renacer nuevamente

y reencarnarse sucesivamente.

– Sin la vida no hay muerte y sin la muerte no hay vida – miró a Allen a

los ojos y luego a los de Ely -. ¿Creéis que es un círculo vicioso? ¿Qué existen un ilimitado número de almas que viven, mueren y vuelven a vivir y morir?

Ely y Allen asintieron mientras se miraban un poco abrumados por tanta

información.

– Deciros que el espíritu posee los recuerdos, la forma de ser, de comportarse

y de vivir que tuvo en vida el alma-cuerpo, es lo que caracteriza a la persona,

es lo que los mortales llamáis, personalidad – dijo Regen.

– Imaginaos – dijo Terra –, que el alma es el papel, el espíritu la tinta. Dejemos

de momento de lado la parte carnal, el cuerpo y la parte oscura, la sombra.

Digamos que en vida, el cuerpo escribe con el sejem el alma. Cuando éste

proceso es interrumpido por la muerte, después de que el papel escrito

llegue a los Campos Elíseos, poco a poco se va borrando la tinta, se elimina

el espíritu del alma. Por poner el ejemplo de Aria, los hilos que forman el

espíritu han adquirido los rasgos humanos de la persona en concreto, ésta

forma en la muerte desaparece, para dejar al descubierto su núcleo, el núcleo

de energía que es el alma, para dejarla limpia.

– Los humanos poseéis otro tipo de inmortalidad distinta a la de los dioses. Sabéis que moriréis, que dejaréis de sentir, de pensar, de recordar. Vivís sabiendo que ese día podría ser el último e intentáis vivir al máximo, algunas personas dentro de la monotonía y la rutina,

84

Page 85: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

pero lo sabéis y lo intentáis. Es por esto que los dioses os envidian, conocéis y comprendéis lo importante que es estar aquí, lo importante que es ser consciente, lo importante que es atesorarlo. Ellos lo ignoran, hasta el punto de no importarles el existir o el no existir, porque no mueren, son eternos.

– ¿Qué tipo de inmortalidad dices que poseen los humanos? - preguntó Ely.

– El alma es inmortal, por supuesto, pero ¿qué tipo de inmortalidad buscan los humanos? Una muy distinta a la que la naturaleza del mundo les ofrece. Antiguamente se glorificaba a los dioses por ello, porque los humanos codician la inmortalidad de los dioses y los dioses codician la mortalidad de los humanos. Pero un humano inmortal es una abominación. Carece de las cualidades necesarias para vivir eternamente, enloquecería. En cambio un dios mortal, un dios que ha visto, vivido y conoce, también enloquecería. El mundo está bien repartido equitativamente, y Zeus se encarga de que siga así.

Los espíritus guardianes de los collares se habían sentado en el escritorio encima

de libros, papeles y tinteros. Mirando, escuchando, razonando y pensando todos

juntos acerca de la complejidad de la vida mortal y la vida divina.

– Saber esto sigue sin sacar ese miedo que tiene los mortales al morir – dijo

Ely –, a pesar de conocer lo que nos depara, seguimos teniendo miedo a

dejar de ser nosotros, a desaparecer sin más.

Allen le dio la razón en silencio moviendo la cabeza arriaba y abajo.

– Dejando de lado todo esto, y retomando el principio de la conversación –

dijo Aria –, decir que las almas de los dioses tienen color. Mi alma es violeta

igual que la de Luna. La de Shadow es negra, la de Regen azul, la de Terra

verde y la de Fire roja. Nuestra verdadera forma no es más que alma y

85

Page 86: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

espíritu expuesto a los ojos humanos, yo soy aire, mi espíritu lo es, Regen es

agua, Terra es tierra, Fire es fuego, Shadow es sombra y Luna es luz selenita

– respiró -. ¿Qué quiero decir con que tienen color? La sombra, el sheut, es

negra, carece de ciertos aspectos humanos, nuestra alma los complementa y

los hace posibles.

– En resumen – dijo Ely –, los humanos somos cuerpo, alma, espíritu y

sombra, sin ello no podríamos vivir, es un conjunto que se complementa. Y

los dioses y vosotros, no es que carezcáis de cuerpo, es que el sheut es

vuestro cuerpo, es lo que siempre habéis tenido y somos nosotros, los raros,

los que sin un cuerpo echo de agua de lluvia y tierra no existiríamos, somos

los seres frágiles que deben ser protegidos.

– Exacto. Lo único que muere en este complejo tapiz es el cuerpo, lo único

que desaparece es el espíritu, el sejem.

Allen se mesó el pelo.

– Vale, hay algo que todavía no me cuadra. ¿Qué pasa con la sombra? ¿Muere,

desaparece o tal vez perdura como el alma?

Todos los guardianes se miraron entre ellos y sonrieron.

– Si.

– Lo son.

– Claro que lo son.

– ¿Es que alguien lo dudaba? - preguntó Aria.

– ¡Eh! Qué yo lo supe desde que entró en aquella dichosa sala – corroboró

Luna.

– Nosotros lo intuimos, pero todavía no habían indicios – le recordó

Shadow.

Allen y Ely se miraron mientras fruncían el ceño.

– ¿Qué pasa? - preguntó Ely.

86

Page 87: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Una de las profecías más antiguas que éstas tierras jamás ha conocido se está cumpliendo al fin.

– La profecía de Tiresias decía “que algún día, llegarían esas personas especiales que

encontrarían la solución a los problemas de mortales y dioses."

– No es posible, ¿nosotros? - preguntó Allen –, es decir ¿yo? - rió –. Es

imposible.

Ely lo miró y movió la cabeza. Le agarró por el hombro y se acercó a él.

– Debes creértelo – dijo convencida –, del mismo modo que yo tuve que

aferrarme a la creencia de que descendía ni más ni menos que de Apolo, y si

ellos lo dicen – dijo mirando a los guardianes –, debe de ser la pura verdad –

retiró su mano del hombro de él y se recostó en la silla, cruzando las piernas.

Allen posaba de un lugar a otro sus ojos azules. Primero a los guardianes y después

a Ely, y así sucesivamente hasta que suspiró y se frotó la cara.

– Vale – dijo al fin –, estáis poniendo una carga muy grande encima de mis

hombros, sólo os digo que tal vez no sea el mejor lugar para dejarla, tal vez

se desmorone y se pierda – levantó los brazos –, lucharé y seguiré lo

marcado, pero no os prometo que salga bien, de momento, esto tiene pinta

de ir a peor.

– Tu siempre tan negativo – recordó Ely –, si comienzo éste viaje en busca de

respuestas, ten por seguro que no moriré en el camino, tal vez al final, pero

moriré con las respuestas.

Allen la miró detenidamente. Se cruzó de brazos y la miró entrecerrando los ojos y

frunciendo el ceño.

– Eres muy valiente, tal vez demasiado, e impetuosa – suspiró –, piensa antes

de actuar – sonrió –, aunque, podemos empezar este viaje juntos, ¿te parece

bien, Beth?

– Me parece genial.

87

Page 88: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Hacía rato que habían dejado atrás el jardín salvaje y el templo de Apolo.

Estaban todos reunidos en el gran salón hablando animadamente mientras la

comida iba llegando a la mesa. El tiempo había pasado y Allen había desaparecido.

Tampoco encontraron a Ely en el jardín. Hanaka había sonreído y había añadido: -

Normal, mi hija no ha dejado de hablar de él en toda la semana. Gil había mirado a

la reina con cierto desdén. ¿Qué se pensaba? ¿Que los dos estaban juntos en ese

momento? Gil miraba con nerviosismo la puerta, deseando con todas sus fuerzas

que Allen entrara por ella, le sonriera y alejara de él aquellos malos pensamientos,

aquellos celos y rabia contenida que afloraban a él sin motivo alguno. Suspiró e

intentó concentrarse en la conversación que estaban teniendo. En esos momentos

el rey entró por la puerta fumando alegremente, mientras Roxana colgaba de su

brazo izquierdo y Haydee llevaba unas cestas.

– Cariño – dijo Hanaka -, ¿qué tal la inesperada reunión?

– Aburrida, pero sumamente gratificante – sonrió y se sentó en el sofá al lado

de su mujer. Dio una calada a su cigarro y mientras soltaba el humo dijo :- Se

ve que la hija del rey de Ethol, la que se marchó de su país para casarse, ha

venido a visitarnos seguida por su marido y sus hijos. Y han creído

conveniente el compartir un delicioso manjar con nosotros.

Hanaka se emocionó y se acercó a Haydee.

– El olor es exquisito – posó su dedo en los labios de su marido –, no me lo

digas, lo acertaré... mm... - olisqueó el aire –, chocolate... del bueno...

88

Page 89: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

¿naranja?

– Exacto – Dimítri retiró la tela blanca que cubría la cesta –. Éste chocolate ha

sido elaborado con zumo de naranja.

– Lo he probado – dijo Mario acercándose - pero mi preferido siempre será el

de leche.

Hanaka le revolvió el pelo.

– Tienes el mismo gusto que mi hija.

Una criada que pasaba por allí se detuvo frente a la reina e hizo una ligera

reverencia.

– Señora, unas criadas dicen que han viso a su hija hace dos horas entrando en

la biblioteca...

– Mi hija – interrumpió Dimítri –, siempre rodeada de libros, ¿a quién a

salido?

Hanaka le sonrió a la criada para que continuara.

– Sí, en la biblioteca, acompañada de un atractivo muchacho de pelo negro.

– ¿Sabéis cómo iba vestido? - preguntó Gil mientras se mordía las uñas.

– Dicen que el muchacho iba de verde.

La criada sonrió y se alejó rauda a cumplir sus quehaceres.

– Está con Allen, no hay de qué preocuparse – dijo Dírian.

– Pero tal vez tengan la amabilidad de comer con nosotros – soltó Fly.

– Claro, yo quiero comer con mi hermano – dijo Mario comiendo chocolate

con Haydee.

El rey ordenó a uno de sus guardias comunicar a su hija que estaban apunto de

empezar a comer, éste, servicial se inclinó y se alejó ondeando su capa escaleras

arriba.

89

Page 90: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Shadow seguía hablando animadamente. Era un tema del cual era un experto y se

sentía identificado.

– Si el cuerpo muere antes de que el alma se “desborde”, es decir, si el cuerpo muere por algún elemento externo (guerras, epidemias, enfermedades...) Sin intervención directa con Tánato, el alma-espíritu se desprende todavía joven e inestable, por lo que pueden pasar tres cosas: primero, que el alma-espíritu se niegue a dejar el mundo de los vivos y vague incesante como mero espectador sin cuerpo y sin sheut; segundo, que Hermes encuentre éstas almas y las conduzca al Campo de las Lamentaciones y los Lloros; y por último, que en tal caso, el cuerpo del difunto haya sido debidamente enterrado con una moneda debajo de la lengua y pueda pagar al barquero Caronte para que éste lo lleve al otro lado de la laguna Estígia, hacía la Morada de los Jueces. Minos, Radamantis y Eáco, ellos decidirán si el alma-espíritu merece ir a los Campos Elíseos o al Tártaro, hay un tercer sendero, pero éste raramente se utiliza – se cruzó de brazos –, y todo esto hablando siempre hipotéticamente.

– Ya claro – dijo Allen estirado en la silla –, el alma es algo complejo.

– Difícil de entender – dijo Ely –, pero no imposible.

– El alma ha estado haciéndose más poderosa durante siglos – interrumpió

Regen -, pero los mortales os limitáis a vosotros mismo y no dejáis que se

libere, sacar toda esa fuerza, canalizarla en algo positivo, en algo útil. Todavía

90

Page 91: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

desconocéis lo abrumadora que es ese pequeño foco de energía concentrada,

al que llamamos alma. Todavía desentraña misterios. Podéis utilizar los

elementos que os rodean, solo debéis aprender a canalizarlo en el alma, y

hacer vuestro el poder. En eso consiste saber dominar cualquier elemento, ya

sea agua, fuego, tierra, aire, las sombras e incluso la luna.

Ely suspiró exageradamente.

– Entonces me queda un largo camino todavía y muchas cosas que aprender –

le rugieron las tripas -. ¡Oh, dioses! - se levantó de golpe de la silla -. ¿Cuánto

tiempo llevamos hablando? ¿Una hora? ¿Tal vez dos? Mi madre me mata.

– Tranquila – dijo Allen –, seguramente se estén pensando cosas que no son, y

todo seguramente porque Fly habrá dejado volar su imaginación al saber que

los dos estamos juntos, solos.

– ¿Qué quieres decir? - preguntó Ely sin entender nada.

Allen la miró y también suspiró exageradamente.

– Eres demasiado inocente – se levantó y sonrió –, es mejor que nos demos

prisa – giró sobre sus pasos y miró a los guardianes –. Eso también va por

vosotros.

Ely giró la llave de la puerta y salieron de la pequeña pero acogedora habitación.

Rodearon la columna bajando las escaleras enmoquetadas y salieron al pasillo. En

las escaleras se toparon con un guardia.

– Princesa – se inclinó ligeramente –, su padre la reclama para comer juntos.

– Gracias – dijo Ely automáticamente cogiendo a Allen por el brazo en un

acto reflejo y bajando las escaleras sin detenerse –, ya nos íbamos.

Se alejaron del guardia que se quedó en la escalera mirando como los dos

desaparecían descendiendo escalones hacía el comedor. Ely y Allen se miraron

inquietos. Ella apretó los dedos en el brazo de él.

– Dioses – dijo mientras caminaban –, ahora soy incapaz de distinguir entre

91

Page 92: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Místicos y los guardias de mi padre.

Allen apoyó su mano en la de ella.

– Será difícil pasar por esto, pero – sonrió –, no pienso rendirme.

Entraron en el salón donde todos estaban sentados charlando. Callaron al verlos

entrar sonriendo y bien agarrados.

– Me alegro de que hayáis pensado en honrarnos con vuestra humilde

presencia – dijo Gil amargamente mirando con odio a Ely que se estremeció

y soltó a Allen sin pensarlo.

Allen se apoyó en el respaldo del sofá, sin percatarse de la mirada de Gil y de sus

amargas palabras. Sonrió tremendamente feliz.

– ¿Y mis padres? - dijo Ely recorriendo la estancia con la mirada.

– Han ido un momento a la cocina con las peques – dijo Ann.

– Bueno... ¿Dónde estabais? - preguntó Atedus.

– En la biblioteca – dijo Ely ignorando la mirada de Gil –, he querido enseñar

un libro muy importante a Allen.

Ann miró a Ely dubitativa.

– ¿Se puede saber el título? - preguntó Dirían.

Allen miró a Ely y los dos se encogieron de hombros.

– Los Mitos de Átharos – soltó Ely sabiendo que los allí presentes sabían de la

existencia de los collares, al menos, el de Allen –. El que posee Allen no es ni

la cuarta parte del que poseo yo, creí que sería interesante comentarle ciertas

cosas, como que – rodeó el sofá y se colocó delante de todos –, los Místicos

tienen más de cien barcos vigilando la Casa Real de Parthos y otros tantos

soldados infiltrados en las filas de la guardia real de mi padre.

Todos se quedaron boquiabiertos y Gil se había levantado con brusquedad

apretando los puños.

92

Page 93: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Hemos estado hablando – continuó Allen muy serio –, y hemos llegado a

ciertas conclusiones – se frotó los ojos –. Hablaremos más tarde – se estiró e

hizo crujir sus dedos –, ahora tengo mucha hambre.

Comieron y charlaron, riendo y disfrutando de todo aquello que los rodeaba.

Las risas, la diversión y la despreocupación se apoderó de las mentes de Ely y

Allen, dando prioridad a cosas sin importancia, dejando transcurrir el tiempo a

pasos agigantados.

Los guardianes miraban la estancia desde lo alto de una de las vigas de

madera oscura. Todos compartían maravillados el exquisito chocolate con naranja

que Ely les había regalado. Shadow era el único preocupado que se encontraba

sentado en el alfeizar de la ventana. Ely lo vio cabizbajo y supo que se había

encantado hablando y riendo. Suspiró. Era la tercera vez que le pasaba aquello. Su

corazón latía deprisa al recordar lo cerca que estaban los Místicos y el peligro que

corría a cada hora que pasaba. Pero había algo que le daba más miedo todavía y era

el de dejar Parthos, el huir... ¿Realmente lo haría? ¿Dejaría a su familia y hogar?

¿Para perseguir qué?

Se recostó en la silla, cerró los ojos y se frotó las sienes. Miró. Intentó mirar.

Nada. No veía absolutamente nada, el camino que debía seguir estaba oscuro y

difuso. Recordó que de pequeña soñaba y veía claramente que de mayor quería ser

sacerdotisa como su madre, lo soñaba, veía el camino y lo seguía. ¿En qué

momento dejó de ver por donde iba? ¿En qué momento dejó de ver lo que tenía

93

Page 94: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

delante? Ely estaba confusa, pero ahora sabía lo que debía hacer. Además de eso

tenía cierta curiosidad sobre Sedah y sobre las preguntas que debía hacerle a

Tiresias. Ahora no solo la impulsaban sus votos, sino la curiosidad por conocer y

saber más y más sobre aquella profecía que hacía siglos llevó a los mortales a

olvidar parcialmente a los dioses.

– Papa – dijo Ely pensativa con la mirada perdida -. ¿Recuerdas aquel buque

que terminaron de construir hace un mes?

– Sí – dijo Dimítri dejando su copa en la mesa –. Es un buen barco, de buena

madera y capaz de resistir cualquier tempestad – dijo sonriendo orgulloso de

sus astilleros.

– No lo usa nadie, todavía – aclaró la princesa. Levantó la vista y miró a su

padre seriamente –. Dáselo a Adán, regálaselo a la tripulación del Pigmalión.

El rey dejó de sonreír y miró a su hija a lo ojos. Padre e hija se aguantaron la

mirada y todo el mundo en la mesa los miraba. Adán intentó enfocar el asunto

desde otra perspectiva.

– No hace falta, princesa, gracias de todos modos – agradeció -, nosotros

hemos pagado a los astilleros del rey para que nos construyan uno, en dos

meses lo tendremos listo para partir.

– Demasiado tiempo – dijo la princesa –, y la tripulación del Pigmalión sabe

porque – miró a su padre otra vez –, regálales ese barco y dentro de dos

meses te quedas con el que ellos pagaron.

El rey sonrió.

– ¿Por qué tanta prisa, hija mía?

– No es prisa, es necesidad – dijo ella automáticamente.

Dimítri suspiró.

– Esta bien – miró a Adán –. Capitán, mi barco es suyo. A su total disposición.

Adán se quedó sin habla.

94

Page 95: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿De verdad?

– Sí, bueno, mi hija lo ha pedido con tanta seriedad que, seguramente tengáis

prisa por partir – sonrió –, que no os de vergüenza pedir las cosas, no me

cuesta nada cederos ese barco... bueno, rectifico, no me cuesta para nada

cederos al nuevo Pigmalión.

Adán estaba que no cabía en si de gozo, estaba deseando ver ese barco,

trasladar todas sus cosas de aquel destrozado barco que los había refugiado

durante aquellas semanas en Parthos, necesitaba, ansiaba verlo.

Dimítri, Hanaka, Adán y Fly terminaron de comer y se prepararon para bajar

al puerto a mirar su preciado y renovado Pigmalión. Los demás se quedaron

jugando y pasando la tarde en el prado verde, detrás del templo de Apolo, al lado

del jardín salvaje. Atedus y Dírian jugaban con los peques, Haydee, Roxana y

Mario, a los piratas. Ann había conseguido dar caza a Hipólito y charlaban

animadamente sentados en el césped. John e Iván, como siempre, se exhibían, esta

vez con sus espadas, dando estocadas, sin cortase un pelo en destrozarse la ropa y

arañarse la piel con la afilada punta. Hele, Gil, Allen y Ely estaban sentados en el

césped atentos a lo que iba a hacer Ely.

– Perdona por no haberlo echo antes, Hele – se disculpó la princesa.

– No importa – dijo ésta recostando la cabeza en las piernas de ella.

Ely miró a Gil. Parecía que éste la odiaba y ella creía saber porque.

– Gil – dijo Ely –, fijate en lo que voy a hacer, será interesante.

Gil asintió. Allen también miró fijamente el rostro quemado de Hele.

– ¿Veis estas quemaduras? No es nada para el poder de Regen.

– ¿Quién es Regen? - preguntó Gil.

– Soy yo – dijo la aludida flotando de espaldas a Gil –. Empecemos, he dejado

un cacho de chocolate a medio terminar.

95

Page 96: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Una espíritu guardiana? - preguntó Gil confuso.

– Es largo de explicar – explicó Allen –, y no pienso explicarlo dos veces, así

que espera a mañana cuando estemos todos reunidos.

– ¿Todos te refieres, a toda la tripulación?

– Exacto, ahora, fijate en lo increíble del poder del segundo collar.

Los dos se fijaron como Ely toqueteaba la cara de Hele que se estremecía

con el contacto de las manos frías de ella sobre su piel sensible. Los ojos de la

princesa adquirieron un tono azulado que se movía incesante en su iris como las

olas del mar, hasta llegar a la pupila que adquiría un azul más suave y penetrante.

La yema de sus dedos se tornaron de un tono entre el azul y el morado. Fue

tocando la quemadura de Hele y allí donde tocaba, allí era donde sanaba. La piel de

Hele se estiraba y la quemadura desaparecía dejando entre ver una piel reluciente,

pálida y sin imperfecciones.

– Estoy utilizando el agua natural que constituye nuestro cuerpo, de esta

manera sano sus heridas – dijo Ely. La punta de sus dedos quedaron sin

color adquiriendo su tono rosado. Los ojos también volvieron a la

normalidad. Hele se levantó y se tocó la cara. Despejó uno de sus mechones

cobrizos y se lo pasó por detrás de la oreja –. Lo que pasa es que no hago

milagros y su ceja, tendrá que crecer natural.

– ¿Por qué necesitabas que Regen estuviera presente? - preguntó Allen.

– Podría haberlo echo sin ella, pero, estando ella, me da más confianza. En

cualquier caso, utilizar los poderes de una manera requiere cierta

concentración, si el poder que llevo dentro llegara a desbordarse, los

guardianes podrían frenarlo a tiempo antes de que destruya mi corazón y mi

cuerpo – miró a Allen a los ojos –, cuando has utilizado tus poderes... ¿no

han estado Shadow y Luna siempre a tu lado? ¿No has notado que alguna

vez no controlabas del todo los poderes? Seguramente ellos te hayan

96

Page 97: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

ayudado en muchas situaciones.

– En muchas – recordó Allen la primera vez que los utilizó y sus

consecuencias –, apenas llevo dos años utilizándolos y simplemente he

descubierto que puedo desplazarme con ellos y ver en la oscuridad – pensó

–, otras veces lo he utilizado para transportar objetos pesados de un lugar a

otro, es bastante útil.

Ely sonrió.

– Creo que el poder de las sombras y el de la luna es mucho más que eso,

debes aprender muchas cosas todavía, yo en cambio, llevo desde los ocho

años en contacto con ellos y todavía no llego a desentrañarlos del todo, lleva

su tiempo – suspiró –, un don así, no sólo hay que protegerlo, sino cuidarlo

y entenderlo. No es algo para tomar a broma o para que sea utilizada como

un arma. En mis votos no hay ninguna norma que prohíba usar los poderes,

tenía prohibido romper el sello, no utilizarlos, tampoco hay ninguna norma

que prohíba enseñarlos, por eso los Míticos no han recibido un castigo por

parte de los dioses, a pesar de codiciarlo y usarlos para fines bélicos, no han

roto ninguna ley no escrita de los dioses.

– ¿Qué quieres decir con eso? - preguntó Gil.

– No esperes a que los dioses vengan a rescatarnos o algo por el estilo – dijo

Ely muy seria –, los Místicos, dejando de lado sus poderes, sus ambiciones y

codicia, son problema de los mortales y no de los dioses.

– En resumen, si los Místicos no molestan a los dioses con sus actos o

incumplen alguna ley impuesta por ellos... los dioses no harán nada para

impedirlo – razonó Allen.

– Sí, en teoría – dijo una voz detrás de ellos.

– ¡Lucas! - se alegró la princesa.

– Los dioses a veces están más cerca de lo que creéis – Lucas miró a los ojos

97

Page 98: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

de Allen y Allen miró los verdosos ojos del sacerdote –. Tal vez cierta diosa

debería haberte ayudado tiempo atrás, ya que era la patrona de tu país.

Silencio. Sus miradas estaban cargadas de seriedad y a la vez de tristeza y de

recuerdos que era mejor no rememorar. Allen negó con la cabeza.

– Como bien dice Ely, ahora los collares y sus consecuencias, son nuestro

problema, si cada mortal comenzara a rezar pidiendo ayuda por cualquier

pequeño problema, los dioses no darían abasto. Nuestra decadencia en la fe

y las prohibiciones de Zeus son muy buen ejemplo de ello. Nosotros

envidiamos a los dioses por su inmortalidad y ellos nos envidian por poder

morir.

– ¿Es eso lo único que diferencia a mortales de dioses, la... inmortalidad? -

preguntó retóricamente Lucas, esta vez sonriendo –. Seguramente os habréis

dado cuenta de que no es solo eso.

– ¿Los poderes? - preguntó Hele –, los dioses poseen esa energía, “eso” no se

si me entiendes...

– Los dioses pueden metamorfosearse en ser humano, fenómeno natural o

animal – dijo Gil intentando definir lo que Hele intentaba decir –, los

mortales no.

– El sheut – dijo Allen pensativo recordando la conversación con Ely en la

biblioteca –, el sheut de los dioses es diferente al de los mortales... ¿en qué?

Lucas sonrió satisfecho sobre el camino que estaba tomando la conversación.

– Exacto – dijo acomodando unas flores de jacinto que llevaba en las manos –,

os contestaré a todos. “Eso” que Hele no ha podido definir con exactitud y

que Gil a corregido añadiendo lo de las metamorfosis, Allen lo ha asociado

perfectamente con el sheut, la sombra. ¿Cuántos tipos de sombra existen? -

fingió pensar –, bien, la respuesta es... incontables. Son demasiadas y

distintas, cada sombra, cada persona es distinta y única. En cuanto al echo de

98

Page 99: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

que Zeus sea el dios de los cielos y de la hospitalidad, Afrodita la diosa del

amor, Dionisio el dios del vino, Apolo el dios de la música, Ártemis diosa

del bosque, Hera diosa del matrimonio, et cetera y así con todos los dioses, no

es elegido al azar ni tampoco lo eligieron los mortales, los dioses nacieron

por algo, para un fin, para ser únicos. Como los mortales. Pero los dioses no

podrían ser dioses sin los mortales y los mortales no podrían ser mortales

sin los dioses. Uno está por encima del otro y el otro está por debajo de éste

– se aclaró la garganta –. Cada persona en esta tierra se considera única y

cada persona cree que hay algo que la define y cree que ha nacido para algo,

para seguir un camino. Su camino.

» Los poderes de los collares en efecto, son una parte de los dioses, pero

cambiaron de utilidad en cuanto crearon a los espíritus guardianes por error,

los dioses se dieron cuanta de que habían creado, que habían dado forma a

un alma-espíritu dotado de sheut, que personificaban las fuerzas elementales

que sostenían el mundo mortal y divino. No se asustaron, pero si se

preocuparon, aquellos no eran los poderes que ellos poseían, aquello era

mucho más grande y poderoso que palpitaba y crecía. Cuando Tiresias

escuchó aquello por boca de Zeus, se asustó, su antigua visión no había sido

clara del todo, y ahora, estaba más confundido todavía, aquel poder era

demasiado misterioso y no sabía en que iba a desencadenar aquello.

Únicamente los dioses que se reunieron para crear el collar de los elementos,

depositaron en él sus conocimientos y un toque de su sheut, y lo mismo

ocurrió cuando Tiresias dijo que había que crear otro, les dijo a los dioses

que debían utilizar los mismos métodos que con el primero, pero que el

poder debía de ser distinto. Y ahí fue cuando Tiresias vio la solución, no la

vio con claridad, pero era la única que tenían.

– Que los collares fueran custodiados por los mortales... - dijo Allen -. ¿Tiene

99

Page 100: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

eso algo que ver?

– Sí, y mucho – sonrió Lucas –, y también el echo de que los patrones de los

templos hayan sido Apolo y Ártemis – suspiró –. Tiresias les dijo a los

dioses textualmente “el poder que habéis creado accidentalmente no os

pertenece, aunque los guardianes sean como vuestros hijos, ellos pertenecen

a los mortales”.

Todos estaban atentos pensado e Hipólito y Ann se habían sentado en el césped a

escuchar la conversación.

– ¿Por qué sabes tanto? - preguntó Gil incómodo -. ¿Cómo puedes saberlo si

fue hace siglos? Incluso lo que dijo Tiresias palabra por palabra, siempre y

cuando quiera creerme que Tiresias en verdad dijo eso.

– No se si será por eso – dijo Ely mirando a Lucas –, tal vez te lo haya

revelado tu don profético.

– Claro – le revolvió el pelo color melocotón a causa de los rayos del sol al

anochecer que incidían directamente en ellos –, es imposible que lo supiera

de otra manera, he leído el libro de Los Mitos de Átharos y he sacado mis

propias conclusiones, pero el don que extrañamente poseo me revela cosas

y... ya sabéis que no es cuando yo quiero, viene sin preguntar y a veces veo a

personas que ni siquiera conozco y sus vidas – se encogió de hombros –,

esto que os he contado lo he intuido, tal vez sea por la influencia de la gente

del Pigmalion y su rumbo el que haya motivado a mis visiones a hacerme ver

cosas que sucedieron hace siglos – mintió.

– ¿Cuál es la conclusión a todo esto? - preguntó Ann.

– Eso... no lo sé – volvió a mentir Lucas –. Vuestro camino es difícil de ver,

pero creo que sabéis que debéis hacer, ¿verdad?

Todos se miraron entre ellos. La mirada de Ely y Allen se cruzaron y sonrieron.

Los dos dijeron a la vez: - Sedah.

100

Page 101: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Todo se resume a eso – sonrió Lucas –. Tal vez vuestro camino se vea

definido mejor en cuanto os encontréis con Tiresias, tal vez a él le suceda lo

mismo que a mi y vea con mejor claridad las cosas en cuanto vuestras almas

ansíen lo mismo – se apartó un mechón dorado hacia atrás y dio la espalda a

los allí reunidos. Giró la cabeza hacía atrás y miró a los allí presentes con

unos ojos que ocultaban más de lo que decía –. En fin... elegid el camino

difícil, es más emocionante que cualquier otro, es un consejo – levantó la

mano y los despidió alejándose hacia el jardín salvaje.

El cielo había amanecido cubierto de nubes blancas y esponjosas, haciendo

destacar el brillante azul del cielo. Ely, Ann, Iván y John descendían por el camino

de tierra hacia los astilleros del puerto, donde la tripulación del Pigmalion se

preparaba.

– Supongo que a estas alturas Allen debe habérselo contado todo a ellos – dijo

Ely –, como yo he echo con vosotros.

Iván cogió a su hermana por el brazo y la obligó a girarse para que le mirara a los

ojos.

– Dime, hermanita... ¿si no hubieras conocido a Allen... te hubieras marchado

sola?

Ella le sostuvo la mirada.

– En principio, si – se zafó de la mano de su hermano con un gesto brusco -.

101

Page 102: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

¿Es que no piensas que es cruel y egoísta por mi parte el pediros que os

enfrentéis a los Místicos? ¿No creéis que es peligroso?

Iván se llevó las manos a la cabeza y suspiró.

– Haces esto porque es tu deber, porque como princesa de Parthos te sientes

en la obligación de proteger a tu pueblo y a tu familia, también lo haces por

tus creencias y tus votos, pero... ¿que hay de la gente que tanto te quiere?

¿No has pensado en ello? ¿En todo lo que dejas atrás? ¿A papa y a mama?

– Vamos – replicó Ely –, no me dirás ahora que la mejor opción es

explicárselo a nuestros padres, porque, entonces si que te equivocas.

Iván pateó una piedra.

– Ayer por la noche no me podía creer lo que me decías, pero, si de verdad

nuestros padres están en peligro, ¿no es mejor que lo sepan y estén

preparados?

– Iván, intento hacelo de manera que pueda irme tranquila, sabiendo que

estáis bien.

Iván sonrió y caminó de un lado para otro, primero apoyándose en un árbol y

después sentándose en una roca, para acabar de pié frente a Ely.

– Elisabeth – dijo estaba vez muy seriamente -. ¿No estarás pensando en

marcharte sin nosotros verdad?

– No claro que no haría eso – dijo Ann –, está claro que yo iré con ella,

siempre, hasta el fin del mundo.

– Muy bonito Ann – dijo Ely sonriendo –, me conmovería si fueras un

hombre, pero se que te interesa venir por ese tal Hipólito.

Ann enrojeció.

– Tal vez, en parte sea por eso, pero sabes que desde el principio he estado a

tu lado, somo hermanas.

– Lo sé – le sacó la lengua –, era por meterme un poco contigo.

102

Page 103: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Iván se cruzó de brazos y frunció el ceño.

– No me mires así – dijo Ely señalando con el dedo su frente –, sabes que no

puedes venir conmigo porque papa y mama se quedarían sin sucesor.

– Pero ahora no necesitan que engendre a una hija para seguir con el linaje de

la familia, ahora ese protocolo, esa especie de tradición familiar se ha roto, la

función del templo y Escalus ahora es otra. Ahora simplemente son cuatro

piedras y un estúpido árbol.

– Cuidado con lo que dices, príncipe – se enfadó Ely –, ese estúpido árbol

como has llamado a Escalus, ha sido mi punto de apoyo en todo momento,

sino hubiera sido por él yo ahora estaría perdida, confusa – suspiró y se

sentó en una roca -. ¿Qué puedo decir para que desistas en tu empeño de

acompañarme?

Iván sonrío feliz ante su victoria.

– Nada – rió –, ademas – se sentó a su lado –, hermanita, sólo vamos a Sedah

y volvemos.

– ¿Volver? - rió irónicamente –. Los Místicos están al acecho, detrás de mi y de

Allen... - se frotó las sienes -. ¿Todavía crees que después de todo y de tener

las respuestas, Tiresias me dirá que quedarme aquí sería lo lógico? Creo que

no, eso, hasta yo lo sé – se levantó de un salto –. En cuanto me aleje de éste

país, dejaré de ser la princesa de Parthos a convertirme únicamente en yo,

Elisabeth.

– ¿Qué? - preguntó Iván sin entender nada y miró a John y a Ann –, decidle

algo.

– Ely – dijo John poniendo una mano en su hombro cariñosamente –, creo

que estás loca...

Iván se cruzó de brazos satisfecho y sonrió.

– Pero lo tuyo no es quedarte quieta, lo tuyo son las aventuras – se rascó la

103

Page 104: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

barbilla –, puedes contar conmigo, soy el hijo menor de mi padre, no creo

que le importe que me lance a la mar perseguido por unos locos de negro

con poderes raros.

En el rostro de Iván la sonrisa se esfumó y los brazos le cayeron a los costados.

– Ya lo ves – dijo Ely satisfecha –, Ann y John me apoyan... ¿harás tu lo

mismo y te quedarás con papa y mama a cuidar de ellos y a procurar que no

les pase nada?

– No – se miró las manos, apretó los puños y dejó que el fuego emergiera y las

rodeara. Acercó sus manos a los ojos de Ely -. ¿Para que me enseñaste a

controlar el fuego? ¿Eh? ¿Para que? ¡Dime! El fuego es destructor y

peligroso, no hace bien a nadie.

– Iván – dijo Ely cogiendo las manos en llamas de él. Sus ojos se tornaron

rojos y consumió el fuego entre sus manos –, olvidas algo muy importante –

le sonrió con cariño –, el fuego es calor, calidez para aquellos que tienen frío.

También es purificador y es uno de los elementos más misteriosos de todos.

– ¿Por qué? ¿Misterioso?

– Sí. Con el agua. La ves, la sientes, la oyes, la consumes. Con la tierra. La ves,

la sientes, la oyes, la cultivas. Con el aire. Lo ves, lo sientes, lo oyes, lo utilizas.

El fuego. No lo ves a no ser que tu mismo lo crees, no lo sientes sin sentir

cierto dolor, no lo oyes a no ser que algo se consuma... lo utilizas a pesar de

lo peligroso que es, por el único motivo de sentir su calidez y poder

contemplar su luz irreal – apretó las manos de su hermano entre las suyas –.

Tierra, la pisas, agua, la bebes, aire, lo respiras, fuego... es uno de los

elementos cuya existencia no es posible sin los otros. Intenta quitarle el aire a

la tierra y está morirá. Intenta quitarle el agua a la tierra y se secará. Intenta

quitarle la tierra al agua y está desaparecerá. Intenta quitarle la tierra al aire y

esté dejará de existir. El fuego necesita de los otros para ser, pero no

104

Page 105: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

precisamente por ello debes considerarlo peor o mejor, o incluso inferior,

todo lo contrario, sino, fíjate en el sol.

Todos escuchaban a Ely con respeto y sonreían.

– Iván, con ésto intento decirte que tu alma a escogido el fuego porque te

sientes más a gusto con él, intenta comprender por qué y canalizalo en algo

positivo.

– Lo... - se mordió el labio inferior -, lo siento. No quería decir eso,

simplemente sin ti no sabría todo lo que se. Si te marchas, te echaré de

menos.

– Yo también te echaré de menos.

– Pero, con ello no quiere decir que me de por vencido, iré contigo y antes de

irnos dejaré una carta a papa y a mama explicándolo todo, de ese modo,

sabrán lo que hacemos, donde estamos y el problema al que nos

enfrentemos, nos apoyarán en la distancia y estarán avisados, y yo... - levantó

la mirada y miró a Ann de reojo –, podré cuidar de ti personalmente.

Ely se percató hacia donde miraban los ojos de su hermano. Puso los ojos en

blanco y se mesó el pelo.

– Eres un cabezota, no te puedo hacer desistir – se enfurruñó –, está bien,

puedes venir.

Iván la cogió en brazos efusivo.

– Gracias hermanita, creí por un momento que me dejarías aquí solo,

aburriéndome, haciendo cosas aburridas, mientras vosotros os lleváis toda la

diversión – la dejó en el suelo.

– Lo que yo decía, ¡se lo toma a broma! - dijo indignada.

Ann la cogió del brazo y siguieron caminando rumbo al nuevo y renovado

Pigmalion atracado en el puerto.

– No le hagas caso, espero que lo entienda cuando se encuentre cara a cara

105

Page 106: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

con los desalmados de los Místicos – alzó la voz para que Iván la oyera -, no

sabe cuan terrible puede ser el poder que poseen y cuan terrible son las

atrocidades que cometen – recordó el asesinato en el templo.

Iván y John las ignoraban.

– Por fin voy a salir de este aburrido y monótono país – dijo Iván estirándose.

– Y yo por fin me desharé de las ataduras de mi padre y de los estúpidos de

mis hermanos mayores, se creen mejores que yo.

Ely se acercó a John y le pasó un brazo por los hombros poniéndose de puntillas,

ya que él era mucho más alto que ella.

– Creo que dentro de ti – dijo Ely tocando el pecho de John cerca de su

corazón – late un poder todavía por descubrir, una tal Aria, creo que una

espíritu del aire, le gustaría conocerte más a fondo...

– ¿El aire? - preguntó John emocionado -. ¿Es ese el poder que se identifica

con mi alma?

Ely se apartó de él de un salto y asintió con la cabeza.

– Así es... ¿estás preparado para un entrenamiento especial?

– Sí, maestra – dijo inclinándose un poco.

– Eso, eso – miró a su hermano -, ahora debes llamarme maestra.

– Ni hablar, no tienes fe tu ni nada. ¡Ja!

Todos se marcharon sonriendo bajando por el terraplén. Ely se quedó

pensativa mirando los cientos de barcos parados encima de la tranquila superficie

del mar. No podía dejar de tener la sensación de que algo malo iba a pasar, la

sensación de que nada de lo que tenía planeado iba a salir bien. Dentro de ella

intentaba guardar una pizca de sensatez y otro tanto de firmeza, las necesitaba, no

podía parar ahora, de hecho, algo le decía que no podía hacerlo.

106

Page 107: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Iván, Gil, John, Ann, Hipólito, Atedus, Fly, Dirían, Mario y Adán comían

pausadamente, masticando con paciencia el pescado, sin dejar de mirar

a Allen y a Ely.

– ¿De verdad podemos estar tranquilos comiendo? - preguntó Fly.

– Sí, claro que si – respondió Allen inmediatamente.

– De todas formas nada va a cambiar – dijo Ely fríamente –, ya podéis

preparaos para lo peor.

Todos dejaron caer el tenedor y ahora miraban aun más fijamente a Ely,

incluso Allen. Ella los miró con indiferencia, estaba harta de dar falsas esperanzas

de salir de allí impunes.

En ese instante en el que ella se llevaba el tenedor a la boca, un escalofrío le

recorrió la espalda, el tenedor cayó de sus manos y sus ojos adquirieron el color

verde de Terra. Con la mirada perdida cayó hacía atrás impulsada por una fuerza

invisible. Allen la agarró antes de que tocara el suelo, ella seguía con la mirada

perdida y los ojos desorbitados de color verde. Ann se levantó de su asiento para

correr al lado de Ely, todos observaban e hicieron corro al rededor. Allen seguía

sujetando a Ely y Ann le cogió la mano a ella y cerró los ojos. Una vibración

molesta le hizo retirar la mano de inmediato.

– No puedo – dijo impotente –, no puedo ver lo que está pasando.

– Mierda – dijo Allen apartando el pelo rojo de la cara de ella -. ¿Beth?

Vamos... ¿que te pasa?

El barco comenzó a zarandearse violentamente. Los platos cayeron al suelo y

107

Page 108: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

todos se agarraron como pudieron para no caer. Allen agarró a Ely contra su

pecho y la mantuvo segura. La mano derecha de Ely se levantó. El terremoto

apenas duró unos segundos, luego todo fue tranquilidad. La mano de ella cayó y

los ojos volvieron a su color natural. Allen la miró.

– ¿Beth?

Los párpados de ella se fueron bajando poco a poco, hasta cerrarse del todo. Allen

la levantó.

– Esto es malo – dijo confuso –, no se que ha pasado pero no puede ser nada

bueno – miró al rededor -. ¡Terra!

El espíritu guardián no contestaba, en su lugar apareció la dulce y apacible Regen,

seguida de Fire y Aria que trasportaban a Terra, para dejarlo encima de Ely, entre

sus manos. Todos miraron la escena, los dos estaban inconscientes.

– ¡Por Zeus y toda su estirpe! - se alarmó Fly –, todo esto me supera, algún día

conseguiréis que mi corazón se pare por completo.

– ¿Ely? - se acercó Mario -. ¿Está durmiendo? - preguntó.

– Si, lo está – dijo Adán empujando a su hijo hacia las escaleras –, dejemos que

descanse, está muy cansada.

Adán y Mario salieron a cubierta. Los demás recogieron y Allen seguido de Ann,

llevaron a Ely a sus aposentos. La dejó encima de la cama. Cogió a Terra entre sus

manos y lo dejó encima de la almohada.

– Todavía respiran – dijo Allen aliviado. En ese momento entró Gil

preocupado –. Ann, ¿qué ha podido pasar?

– No lo sé, esto nunca antes había pasado, y si algo extraño o diferente

sucedía, siempre teníamos a Ely que nos sacaba de dudas. Ahora tengo

miedo porque ella no está para apaciguarlo.

Ann se sentó en el borde de la cama y miró a Ely detenidamente. Allen rodeó su

cama y se apoyó en la pared mirando a Ann.

108

Page 109: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Dime... ¿qué has sentido tú? Cuando empezó el terremoto.

– No lo sé – dijo apenada –, es algo confuso, una sensación extraña y oscura,

es como si algo o alguien hubiera tomado por fin una decisión. La tierra se

lamenta por ello.

– Parecerá una idiotez – dijo Gil al lado de Ann mirando el plácido rostro de

Ely –, pero yo también he sentido algo. Y lo he oído.

– ¿De verdad? - pregunto Ann -. ¿Qué has podido oír que yo no? - estaba

ligeramente molesta.

– La tierra no ha temblado por el motivo que creemos todos, sino que, ha

hablado y la he oído – sus ojos violeta centellaban de veracidad -.

«Destrucción. Fuego. Muerte.» Eso es lo que he entendido.

Ann lo meditó intensamente. Odiaba reconocer que ella no lo había entendido

pero, ¿por qué iba a mentir Gil sobre aquello? Tal vez su alma se sentía mejor con

el poder de Terra, por lo que... ella y Gil compartían la misma esencia. Suspiró.

– Tal vez tengas razón – dijo sin admitirlo del todo –, pero si lo que dices es

cierto... ¿qué quiere decir?

– El árbol – empezó Allen a atar cabos –, ese... Escalus – recordó al fin –, me

advirtió que esta vez los Místicos iban a ser más peligrosos y destructivos de

lo que yo recuerdo.

– ¿Todavía más? - preguntó Gil recordando los cuerpos ensangrentados,

quemados y torturados de los invitados al cumpleaños de Xioe, hace dos

años.

– Se lo que estás pensando – dijo Allen mirando a Gil sonriendo tímidamente

–, pero, dejaron a mis padres con vida, a mucha gente con vida, creo que a

Wisam le frustró que me fuera con el collar, pero ¿matar a su hermano?

– No, lo hubiera echo de todos modos – dijo Gil pensativo –, pero no lo hizo

109

Page 110: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

por motivos que desconocemos, pero lo que has querido insinuar con eso...

es que en esta ocasión te preocupa que quieran arrasar con el pueblo e

incluso matar a los padres de Ely.

Ann se estremeció al escucharlo. Tomó la mano de Ely entre las suyas y negó con

la cabeza.

– No es posible, me niego a creer en eso – suspiró y se lamentó –. Si eso

llegara a pasar... nosotros... - su voz se quebró y las lágrimas cayeron por su

rostro –, si eso pasa – contuvo el llanto –, nosotros no podremos hacer

nada.

Iván entró en la habitación, había estado escuchando detrás de la puerta

entreabierta. Se acercó y abrazó a Ann que hundió su cara entre su pecho.

– Lo que hemos conocido, lo que hemos vivido – dijo Ann limpiándose la

nariz en el hombro de Iván –, desaparecerá, seguramente consumido entre

las llamas... - las lágrimas no paraban de brotar de sus ojos por más que los

cerraba. Se mordió el labio inferior -. ¡No quiero que eso pase! - no pudo

aguantar más y comenzó a llorar desconsoladamente.

Iván la abrazó con fuerza.

– Lo que Ann quiere decir – dijo Iván –, es que nos superan en número, en

eficacia y en poderes.

– Lo sé – dijo Allen enfadado sentado en la esquina de la cama con la cabeza

hundida entre sus manos –, lo sé y me siento impotente, porque todo apunta

a eso, los tres días, el terremoto... se han estado preparando.

– Van a arrasar con Parthos. Van a destruir la capital de este país – dijo John

en la puerta.

– Ely no quería, pero, debemos avisar a mis padres, a mi padre para que

prepare un ejército.

Allen se levantó y miró a Iván todavía abrazando a Ann.

110

Page 111: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿¡Un ejército!? ¿¡Sin la preparación adecuada, sin los poderes necesarios!?

¿¡Con Místicos infiltrados entre las filas de tu padre!? ¡No! - dijo enfadado -.

¿Es que no ves por qué Ely no quería decirle nada a vuestros padres? Ella

pensaba que la mejor solución era marcharse de aquí y alejar a los Místicos,

confundiéndoles para que nos persigan y... más adelante, acabar con ellos,

pero, no ahora y todos sabéis porqué.

La tierra volvió a temblar y el barco se zarandeó de un lado a otro. Ely se levantó

de golpe. Un sudor frío perlaba su frente, sus ojos negros miraban a la nada

desorbitados, jadeaba con fuerza buscando aire, como si hubiera estado horas y

horas corriendo. Terra se levantó y flotó haciendo eses en el aire, parecía mareado.

– Escalus – logró decir al fin ella–, él... - respiró fuerte, parecía asustada.

Ely se sentó en la esquina de la cama con dificultad agarrándose el pecho. Allen se

arrodilló frente a ella y le cogió las manos.

– Respira hondo – le acarició la mejilla –. No estás sola, nosotros estamos

aquí.

Ella confundida y abrumada por los ojos azules de Allen, cerró los suyos e intentó

tranquilizarse.

– Escalus ha muerto – logró decir con los ojos anegados en lágrimas –, ha

muerto... - volvió a decir.

– ¿Ha dicho algo? ¿Te ha avisado de... ?

– Lo único que me ha dicho – interrumpió -, gastando sus últimas fuerzas, ha

sido... «He vivido demasiado tiempo, muchos siglos, ya es hora de dejar éste lugar. Ely, se

que harás lo correcto, no desfallezcas pase lo que pase, si lo haces solo beneficiarás a quién

consiguió hacerte daño, no te rindas nunca. ¡Busca las respuestas! ¡Salva a todo Átharos!»

Y después, en un leve murmullo, escuché «Destrucción. Fuego. Muerte.»

– Eso último fui capaz de escucharlo – dijo Gil –, sólo lo último.

Todos callaron. Lo único que se podía oír en aquella pequeña habitación era el

111

Page 112: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

crujido de la madera del barco y el llanto de Ely y Ann. Ely agarraba con fuerza la

mano que le había tendido Allen, dejando que sus lágrimas mojarán sus manos y

las de él.

112

Page 113: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Capítulo seis: Tragedia.

«- Las civilizaciones tienen su auge y su decadencia, amigo mío - insistí -. Los antiguos dioses dan paso a otros nuevos.» Marius, en Lestat el Vampiro, Anne Rice.

«A veces el temor constituye una advertencia. Es como si alguien te pusiera la mano en el hombro y te dijera: “No pases de aquí”.»

Lestat, en Memnoch el diablo, Anne Rice.

«La muerte no llega nada más que una vez, pero se hace sentir en todos los momentos de la vida.»

Jean de la Bruyère (1645 – 1719) escritor francés.

113

Page 114: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Ella se paseaba de un lado a otro del castillo de popa aburrida y desquiciada,

estaba perdiendo la paciencia. Sus ojos rojos miraban con furia a Wisam.

– Tres días – dijo al fin ella –, te di tres días y... ¿para qué?

– Tenía algo en mente – contestó Wisam –. El plan era perfecto, atacar en el

decimoctavo cumpleaños de la princesa, pero... me he cansado de la

incompetencia de los de Océano.

– ¿Has hablado con el Almirante Jin?

– Si, lo he echo. Me recomienda... no... mejor dicho, me ordena no eliminar

por completo la capital de Parthos del mapa, dice que le supondría muchos

problemas.

– ¿Problemas? - ella rió –. Me parece que nuestro querido Almirante no sabe

en que situación se encuentra. Océano y los Místicos me pertenecen - se

acercó a Wisam y lo rodeó con un brazo apoyando la cabeza en su hombro

–, si quieres hacer las cosas bien, debes terminar con Parthos y traerme el

collar de los elementos, junto con el de tu querido sobrino.

– Lo sé – dijo excitado –, una partida de mis hombres quemará y saqueará el

pueblo buscando a Allen para matarlo y arrebatarle el collar, no podrá huir él

solo, dejando a sus amigos desprotegidos y sin barco con el que huir. Los

otros guardias restantes vendrán conmigo a la Casa Real de Parthos, lo

destruiremos todo, no quedará nada en pie, los collares serán nuestros y

nadie sabrá nunca que fue lo que le pasó a la capital de Parthos.

– Bien, eso me hará muy feliz – sonrió y se separó de él, se sentó en el asiento

tapizado y dejó que Kami le diera un masaje en los hombros.

– Me he cansado de esperar – dijo Wisam con una sonrisa pícara subiéndose el

cuello de la camisa con la franja roja mientras su pelo comenzaba a arder en

llamas sin llegar a quemarse –, atacaremos ahora mismo, será divertido.

114

Page 115: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Bajó las escaleras y dio la orden de prepararse para atacar. Giró sobre sus pasos y

miró el pueblo tranquilo, sus casas blancas relucían con los últimos rayos de sol.

Éste se estaba ocultando y el cielo estaba adquiriendo un tono naranja-violáceo.

Esta vez dirigió la vista hacia el castillo de popa donde ella disfrutaría del

espectáculo.

– Pronto, serás mía – se dijo a si mismo –, en cuanto posea el poder suficiente.

Los barcos tomaron posición. Aquellos que controlaban las plantas hicieron

resonar la tierra, miles de zarzas se enrollaron a los barcos hasta la costa de

Parthos, todos ellos corrieron por ellas emocionados. Los que controlaban el aire

se habían suspendido en éste observando a sus compañeros, su momento todavía

no había llegado y esperaban pacientes, con un pañuelo violeta cubriendo sus

narices y bocas. Los Míticos que controlaban el agua caminaron por encima del

mar sonriendo hacía la masacre que se avecinaba.

Los que controlaban el fuego eran considerablemente el grupo más

numeroso de todos ellos. Puños ardiendo en llamas, ojos chispeantes, cabellos

consumidos en llamas que refulgían en la oscuridad de la noche. Querían sangre,

querían emoción... todos ellos querían llevar sus poderes al límite, sin restricciones,

descubrir la magnitud de lo que poseían. Estaban todos realmente emocionados y

excitados, no les importaba en lo más mínimo las vidas que iban a arrebatar y la

ciudad que iban a arrasar, simplemente les importaba su disfrute y su placer.

Una vez que Wisam pisó tierra junto con su grupo de hombres y mujeres,

115

Page 116: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

sombríos y misteriosos, los pescadores y mercaderes que se encontraban cerca

temieron lo peor y comenzaron a correr, pero ya era demasiado tarde. Los Místicos

se lanzaron a por todos aquellos que corrían. ¡Oh, si! Aquello parecía una auténtica

carnicería. En pocos minutos la gente yacía ensangrentada, descuartizada,

aplastada en el suelo. Las casas, unas ardían las otras se venían abajo. La gente

chillaba aterrorizada y corrían en busca de ayuda hacia la Casa Real.

Mania, una mujer vestida de negro con una franja verde en el cuello dejó

caer el cuerpo sin cabeza de una niña pequeña que llevaba en las manos dentro de

una de las plantas carnívoras que había creado. Miró hacía los lados en busca de

más víctimas. Pateó una puerta y la tiró abajo. Buscó por todos los rincones, y, por

fin, en un sótano frío y oscuro pensó que encontraría la diversión que esperaba.

Bajó las escaleras con las manos extendidas.

– ¿Hola? - aguantó la risa -. ¿Hay alguien ahí? No voy a haceros daño – intentó

poner la voz más inocente que pudo. Se retiró el gorro y dejó caer su melena

castaña hacia atrás –. He venido a ayudaros.

Escuchó el arrastre de unos zapatos hacia su derecha. Deslizó las manos e hizo

brotar una flor, cerrada. Cerró su mano en un puño y la fue abriendo lentamente, e

igual hizo la flor al mismo ritmo que Mania. Ella se puso frente a la flor. Del

centro de está brotó otro tallo con la punta redondeada que comenzó a emitir una

luz rojiza. Dos pares de ojos la miraban aterrorizados. Ella sonrío.

– ¿No es fantástico? - se agachó y miró la flor –. Es el milagro de la naturaleza,

una luz tan intensa – sonrió y miró al niño de no más de seis años abrazando

a su madre -. ¿No quieres tocarla?

El niño, movido por la curiosidad, se zafó del abrazo de su madre y se acercó a la

flor. La madre intentó evitar que su hijo se acercara pero en vano, no se fiaba de

aquella mujer, y retrocedió hasta dar con la pared.

– Eres un buen niño – dijo Mania. Sus dedos se habían vuelto largos, verdes y

116

Page 117: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

llenos de espinas afiladas. El niño contempló la flor embobado. Mania le

acarició el pelo.

– Es solo un niño – logró decir la madre –, no... no le hagas daño.

Mania lanzó una sonrisa pícara a la madre que a causa de aquella extraña luz rojiza

junto con aquella oscuridad, le dio un toque siniestro que llenó el corazón de la

madre de auténtico terror. La madre corrió hacia las escaleras y se agarró con

fuerza a la barandilla. Sus ojos desorbitados no dejaban de mirar a su hijo.

– Mami, está flor es muy bonita – dijo el niño sonriendo –, puedes...

La voz del niño se ahogó por culpa de la sangre que comenzó a emanar de su

boca. Mania retiró sus retorcidos, verdes y espinosos dedos del corazón del

pequeño. Su cuerpo sin vida cayó al suelo formando un charco de sangre.

– Parece mentira, ¿verdad? - estrujó el corazón del pequeño entre sus manos y

luego lo dejó caer al lado del cuerpo inerte del crío -. Qué de un cuerpo tan

pequeño pueda salir tanta sangre.

Mania miraba a la madre. Sus manos volvieron a la normalidad pero todavía

manchados de sangre y goteando sobre el charco. Se lamió los dedos. La madre

temblaba de pies a cabeza. Cogió fuerzas y subió las escaleras a trompicones.

Mania la seguía de cerca jugando con su presa, podía matarla ya pero entonces no

habría diversión, además, ella quería probar algo. Necesitaba más luz que aquella y

algo más de espacio.

La madre consiguió llegar a la puerta, pasó por encima de ella y salió afuera.

El aire le azotó la cara y sus ojos se abrieron todavía más, las lágrimas no paraban

de caer y caer. ¿Qué era todo aquello? Se preguntaba. Miró las casas destruidas,

miles de fuegos ardían contra el cielo nocturno, el aire tenía un hedor nauseabundo

y repugnante, tubo que taparse la boca con la manga de su vestido. El ejército del

rey luchaba con todas sus fuerzas contra el enemigo, pero era inútil. Todo estaba

lleno de sangre y cuerpos tirados por doquier. Cuerpos medio calcinados y cabezas

117

Page 118: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

sin cuerpo en las aceras. Ella empezó a gritar, no sabía si de impotencia, de rabia o

simplemente creía haberse vuelto loca. Mania la observaba y se reía. La madre se

dio la vuelta y la miró con furia.

– ¡Monstruo! ¡Asesina! - lloraba -. ¿Por qué?

Mania no contestó. La piel de su brazo se estiró, adquirió un tono verdoso y

marrón. Sus dedos se juntaron para formar una punta afilada. En segundos y sin

moverse del sitio, alargó su brazo-zarza unos cuatro metros y atravesó el pecho de

aquella mujer que la miraba furiosa. La mujer ahogó un grito. Sus ojos miraban al

cielo y su boca estaba abierta en una mueca imposible. La sangre brotó y de un

tirón, Mania recogió su brazo-zarza para volver a la normalidad. El cuerpo

perforado de la mujer no llegó a tocar el suelo sino que comenzó a arder en llamas,

para cuando tocó el suelo ya no era más que un montón de cenizas.

– No está mal – aplaudió el hombre que había quemado el cuerpo –.

Mejoramos con el tiempo, Mania.

– Era algo que siempre había querido probar, me hubiera gustado hacerlo

contigo, pero, me he tenido que conformar con ella.

El hombre se sacó la capucha y dejó ver unas facciones bien marcadas y unos ojos

grandes y marrones.

– ¿El qué te hubiera gustado hacer conmigo? - preguntó tontamente jugando

con ella.

– Haz lo que quieras, Hernán, sigue matando y cállate – se atusó el pelo –,

haces que me pierda toda la diversión – y se marchó corriendo calle abajo.

Hernán sonrió desde el tejado donde había estado hablando con Mania y se dejó

caer hacia atrás, cayendo entre las llamas del templo que acababa de destruir.

118

Page 119: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Wisam atravesó lo que quedaba de la verja derretida de las murallas. Miró la

extensa explanada de la entrada hacia la Casa Real llena de cuerpos inertes de los

soldados de la guardia del rey y otros cubiertos con las prendas negras de los

suyos. Los soldados del rey habían luchado ferozmente y habían defendido su

territorio a pesar de que sabían que iban a perder. Muy heroico. El grupo de los

Místicos infiltrados, había echo un buen trabajo y se había encargado de matar a

todo el mundo, exceptuando a las criadas y a los reyes.

Con paso firme pero decidido, Wisam subió la pequeña colina hacia el

templo de Apolo. Se paró justo al pisar el suelo de mármol y se volvió para mirar

hacia el pueblo. Parthos ardía, lloraba, gritaba, se consumía, moría. Wisam sonrió

de satisfacción y pensó que en aquel momento, tal vez Allen ya estría muerto y

enterrado, y el collar de Luna y Sombras era por fin suyo. Él conseguiría el poder y

ella una de las runas que tanto ansiaba.

Se ajustó el cuello de la camisa y se pasó su mano ardiente por el pelo. Las

llamas desaparecieron y en su lugar se pudo ver el pelo recortado, firme y castaño

oscuro que lo caracterizaba. Respiró y entró dentro del templo, donde los últimos

supervivientes de Parthos yacían debajo del gran árbol. Se colocó frente a ellos y

los miró sonriendo.

– Espero que mis hombres no os hayan tratado con mucha dureza – cogió a la

reina por el brazo obligandola a levantarse –. Mi reina, su belleza me

abruma, pero su hija es más hermosa. Y más joven.

Hanaka le escupió en la cara. Wisam la abofeteó y luego se limpió.

– Se lo que buscáis y se lo que sois – dijo Hanaka enfadada zafándose de la

mano de él –, no conseguiréis que rompa el sello para vuestro disfrute.

– No tenía pensado que lo hicieras tú, sino, tu hija – la empujó al suelo y cayó

junto a su marido.

119

Page 120: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Un Místico se arrodilló ante él.

– Señor, tengo que informarle de algo importante.

– Procede – dijo automáticamente.

– Mi señor, estoy en la obligación de comunicarle que su sobrino Allen, no se

encontraba en Parthos.

– ¿¡Qué!? - se giró, con paso apresurado corrió hacia las columnas y se asomó

para ver el pueblo –. Eso es imposible, sino está en la capital ni en los

pueblos de al rededor... debe de estar aquí, en la Casa Real.

– No mi señor, hemos pensado lo mismo que usted pero...

– Pero... ¿qué? - volvió al centro del templo junto al árbol -. ¿Donde está la

princesa?

Otro de sus soldados se acercó.

– No lo sabemos.

Wisam se masajeó las sienes y miró a sus soldados.

– ¿Habéis mirado por todos lados? - preguntó desquiciado.

– Sí, señor.

– ¿De verdad?

– Si se fija bien, amo, en Parthos ya no queda nada en pie salvo éste templo.

Eso lo hizo momentáneamente feliz, pero no lo suficiente para olvidar que

su sobrino Allen y la princesa no aparecían por lugar alguno. Unas hojas cayeron

de lo alto del árbol en el hombro de Wisam. Éste la cogió y miró hacia arriba,

todos miraron hacia lo más alto del árbol y contemplaron la esbelta figura de la

princesa y su cabello largo y sedoso. Ella con agilidad fue saltando de rama en

rama hasta caer al suelo, delante de Wisam.

– Efectivamente, eres mucho más hermosa que tu madre y...

– No – interrumpió Ely –, no intentes adularme o lo que quiera que estés

120

Page 121: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

haciendo para que rompa el sello, porque, no lo haré.

– Hija... - intentó hablar con ella su madre.

– Cállate – ordenó Wisam –, está hablando conmigo – se giró y cogió un

mechón rojizo de Ely -. ¿De verdad no me harías ese pequeño favor?

– Ni en sueños – retiró con brusquedad la mano de Wisam.

– Yo no se qué tienen las mujeres de esté país que me rehuyen. Debe de ser el

clima.

Ann, a escondidas mientras Ely entretenía al manda más, rompió las cuerdas que

ataban a Hele y a las pequeñas Roxana y Haydee, los demás, incluyendo a Alice, su

madre, estaban demasiado lejos para ayudarlas y podrían verla. Abrió un agujero en

el suelo con los brazos extendidos y metió a las tres dentro.

– Seguid hacía delante, cerraré el agujero para que no os descubran, podréis

ver el túnel gracias a unas flores luminosas que he creado que parecen

dientes de león, son muy bonitas y brillantes, pero no las toquéis, se

apagarían todas al instante como una especie de camuflaje – dijo en un

susurro.

Wisam alzó la voz.

– Corred – insistió Ann y cerró el agujero.

Con agilidad se subió a las ramas de Escalus para ocultarse entre el follaje, mirando

la escena que tenía lugar y preparada para cualquier imprevisto, por si Ely

necesitaba de su ayuda.

121

Page 122: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Allen miraba con furia e impotencia, mordiéndose el puño, cómo ardía

Parthos. Sus ojos claros captaban el brillante fragor de las llamas que destruían

todo a su paso y mostraban un brillo intenso. Tenía ganas de llorar, quería llorar...

necesitaba llorar, pero, no podía hacerlo ni debía. Gil miraba a Allen desde proa.

Sentía la ansiedad de Allen, sentía la impotencia de no poder hacer nada. Sus ojos

violetas se centraron en las llamas que estaban consumiendo miles de vidas. Sonrió

lleno de tristeza y pesar, era más doloroso mirar y no poder hacer nada, que luchar

y perder. Se sentó en la barandilla de madera del Pigmalion y hundió la cara entre

sus manos.

Fly salió a cubierta evitando mirar la ciudad, mirando al suelo y el reflejo de

las llamas y de las sombras contra éste. Llegó al lado de Allen y lo miró apenada. Él

no le devolvió la mirada, ni siquiera la apartó ni un segundo de la ciudad.

– Se lo que está pasando dentro de tu cabeza – dijo Fly sabiendo que él la

estaba escuchando a pesar de que parecía estar lejos de allí.

Allen dejó de morderse el puño y dejó caer sus brazos a los costados, pero no

apartó la vista ni un segundo, del templo donde ella estaba.

– Dije que éste plan era absurdo, no debería haberla dejado ir. Esto la va a

matar por dentro y corre peligro allí sola.

– Si tanto te preocupa, deberías haber ido con ella, ¿no crees?

– Eso es muy cruel – suspiró –, y no quiero verle la cara a ese malnacido de...

Wisam – pronunció el nombre con dificultad.

– ¿No es noble que ella intente salvar a sus padres a pesar del peligro?

– Lo es, y no lo discuto, pero sigo pensado que deberíamos habernos

marchado antes, sin mirar atrás – miró a Fly confuso por sus palabras –, eso

es lo que hice yo – dijo dándose cuenta –, huí, eso me carcomió por dentro

todavía más, estuve dos años sufriendo por los que murieron aquella noche

de fiesta en Athos, lo recuerdo, pero, sufrí todavía más cuando me asaltaba la

122

Page 123: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

incertidumbre de si mis padres seguirían con vida o no.... yo... - sus ojos

parecían estar apunto de llorar pero él reprimía las lágrimas.

Fly lo abrazó.

– Se que no quieres que ella pase por lo que tu pasaste, pero las dos únicas

opciones que tiene son moralmente destructivas para ella. Huir dejando todo

atrás sin saber si sus padres seguirían con vida culpándose durante lo que le

restara de vida, o quedarse y presenciar su muerte. Ella ha decidido lo

segundo y está preparada para ello, sabe que es imposible que ellos salgan

con vida de ésta, incluso creo que sabe que tal vez ella morirá – Allen le

devolvió el abrazo al escuchar lo que no quería escuchar. Él apoyó su

barbilla en la cabeza de Fly –, pero – dijo ella deshaciendo el abrazo y

cogiendo a Allen por los hombros. Lo miró a los ojos –, ella tiene algo que

tú no tuviste aquella trágica noche de hace dos años.

– ¿Qué es lo que ella tiene? - preguntó Allen confuso.

Ella suspiró y soltó a Allen alejándose un poco.

– Iré a ayudar a Atedus y Dirían con el túnel de rescate de Ann – sonrió

amargamente –, espero que podamos salvar a alguien.

Allen se revolvió el pelo mirando como Fly se alejaba por las maderas donde el

Pigmalion, el nuevo Pigmalion, permanecía amarrado.

– ¿¡Qué es lo que tiene!? - volvió a preguntar.

Fly miró la arena de la playa a sus pies y giró sobre sus botas de cuero marrón

oscuro.

– ¡Te tiene a ti, idiota! ¿O vas a quedarte ahí pasmado? ¡Ella te necesita a su

lado! ¡Los dos camináis por el mismo camino! ¡Toda la tripulación del

Pigmalion comparte destino y coincidencias! ¡Abre los ojos!

123

Page 124: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

El ambiente estaba tenso. Los Místicos con la franja roja en el cuello se

habían retirado y habían dejado paso a los que llevaban una franja violeta y azul.

Aire y agua. Pensó rápidamente Ely sabiendo exactamente lo que Wisam se

proponía hacer.

– Rompe el sello – ordenó Wisam perforando con sus ojos azules los negros

ojos de Ely.

– No.

Wisam suspiró y se apoyó en una columna. Hizo un gesto a sus soldados y

éstos cogieron a las criadas, entre ellas, Alice. Ann temblaba de puro nervio e

impotencia, todavía no había sucedido pero sus ojos se llenaron de lágrimas que

pugnaban por salir.

Los Místicos del aire sostuvieron los cuerpos en éste, ellas chillaban y

gemían de puro miedo, pataleando suspendidas sin poder coger o agarrarse a nada,

sin sentir el suelo firme bajo sus pies. Los Místicos del agua deslizaron las plantas

de los pies hacia los lados bajando los brazos, tocándose la punta de los dedos,

formando una pirámide con las manos. Las criadas recurrieron en ultimas

instancias a los dioses, suplicando por sus vidas. Menos Alice, que pedía salud y

protección para su hija y un buen lugar en el Averno, porque ni los dioses podían

ayudarlas ahora, ni ellas podían salvarse de ninguna manera. Los soldados en

formación, manteniendo la posición, hicieron un gesto brusco con las manos y

respiraron con fuerza. No pasó nada.

– ¿Estáis bien? - preguntó Wisam -. ¿O acaso no os atrevéis a terminar vuestro

124

Page 125: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

trabajo? ¡Matadlas!

– Amo – dijo uno –, hemos sentido algo extraño – dijo mirándose las manos

–, es como si nos controlaran.

– No digas bobadas, eso es imposible.

Mientras Wisam debatía el tema con suma delicadeza y sensatez, Ely pudo hablar

con sus padres durante unos breves instantes.

– Dudo que os pueda sacar de aquí... pero... no quiero que muráis – dijo de

espaldas sin mirarlos y sin hacer ningún gesto que delatara sus intenciones.

– Mi niña... - dijo su madre –, te queremos, pero tampoco queremos que

mueras...

– No puedo creer que con tan pocos hombres en sus filas, hayan acabado con

mi ejército – se lamentó el rey.

– Contaban con el factor sorpresa... ahora no se si ha sido buena idea no

deciros nada, pero, quería protegeros...

– Lo sabemos, no te preocupes pequeña, sus poderes han sido temibles y

hemos resistido como hemos podido – Dimítri se agarraba el vientre con

fuerza.

Ely se percató de toda la sangre que se estaba acumulando en el suelo a sus pies.

Su padre estaba gravemente herido.

– ¿Dónde está el collar? - le preguntó su madre.

– Vinculé mi alma a la de los espíritus guardianes y traspasé el sello de Apolo a

mi cuerpo – dijo bajándose la manga de su camiseta azul, dejando al

descubierto su hombro y el tatuaje.

– ¿Espíritus guardianes? - preguntó su padre.

– Sí – explicó Ely –, pocas personas podíamos verlos, pero digamos para

abreviar que me han ayudado desde que era pequeña, en lo bueno y en lo

125

Page 126: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

malo, y me protegen y me cuidan.

– Con eso me es suficiente – dijo su madre seria –, moriré, sabiendo que estás

a salvo, no te preocupes por nosotros, sigue el camino que dictan los dioses

y sobre todo, y sobre el dictamen celestial, pon ante ello tu propio juicio –

las lágrimas caían por su rostro. Se quitó un anillo de plata de su mano

derecha –. No dejes que las vidas hoy perdidas en ésta cruenta matanza se

pierdan. Lucha siempre y no dejes que los Místicos se salgan con la suya –

cogió la mano de su hija y depositó el anillo.

– Te queremos hija, a ti y a tu hermano – dijo su padre –, se que harás lo

correcto y ahora, deja de retener nuestra muerte – Ely no había podido

reprimir las lágrimas y se había arrodillado ante sus padres y los Místicos

observaban la escena, incluso Wisam dejó de perder el tiempo. Dimítri

limpió las lágrimas de los ojos azules que caían por el rostro de su hija -.

¡Vive y no te rindas! Ese es nuestro último deseo.

– Os quiero – cerró los ojos y dejó que el poder que había retenido de los

Místicos saliera.

El suelo tembló y miles de estalactitas de hielo se clavaron en la piel de las

criadas, perforándolas por completo. Los que ejercían el aire dejaron de hacerlo y

los cuerpos se deslizaron por las estalactitas y estalagmitas. La sangre roja, más roja

que nunca, se deslizó por éstas. Ely lloraba. La mano de su padre se había ido

resbalando poco a poco hasta caer inerte mientras goteaba sangre. No quería abrir

los ojos, pero, tuvo que hacerlo. Reprimió un grito al ver los cuerpos retorcidos de

sus padres, perforados y ensangrentados. Temblaba, pero, los rostros de sus padres

no mostraban miedo a la muerte, sus rostros sonreían y Hanaka y Dimítri se

habían cogido de la mano para morir juntos. Ely se levantó con los brazos a los

lados y miró a Wisam con furia, esta vez con los ojos rojos.

– Vaya, esto es muy interesante... ¿controlas el agua?

126

Page 127: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Sí.

– Vaya, magnífico, acabo de pensar que a ti, no te mataré, eres bastante valiosa

y demasiado hermosa como para matarte.

– Eres odioso – sus puños, sus ojos y su melena comenzaron a arder en llamas

de ira y furia.

Involuntariamente las llamas alcanzaron las ramas más bajas de Escalus y

éste comenzó a arder. Ann, todavía noqueada por lo que acababa de suceder y sin

pensar en Ely, oscurecido su mundo, se deslizó hacía el suelo, abrió el agujero del

túnel y se marchó sin poder reprimir el llanto, las lágrimas y su voz. Llegó

corriendo a la playa y allí dejó descargar su llanto a pleno pulmón, gritando y

aporreando el suelo arenoso, Iván y John intentaron consolarla.

Escalus ardía. Ely ardía de rabia y comenzó a luchar con Wisam. Él era el

líder de los Místicos y un luchador nato, ella una princesa que había recibido clases

de protección aderezadas con poderes celestiales. El combate estaba bastante

igualado.

Los dos, jadeando, ahora más tranquilos y sin llamas en su cuerpo, solo un

molesto humo que salía allí donde había ardido la piel. Ely se lanzó hacía Wisam

cambiando sus ojos rojos por el azul. Su rapidez no dio tiempo al líder a reaccionar

y ella fue capaz de agarrar el brazo de Wisam. Ella rió. El hielo comenzó a

apoderarse del cuerpo de él, incapacitándolo para realizar cualquier movimiento.

Los soldados dieron un paso para intentar ayudar a su amo, pero éste negó con la

cabeza y su pelo comenzó a arder en llamas, consumiendo el hielo con dificultad.

Ely no dejó que terminara y cambió sus ojos al verde. Ramas violáceas, rojizas y

espinosas cargadas de veneno comenzaron a trepar por las piernas de él. A pesar

de su situación, sonrió.

– Agua, fuego y tierra, si ahora me dices que controlas el aire, me

127

Page 128: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

sorprenderás.

– Así es.

– Has roto el sello y te has echo con el collar – declaró.

– Sí – ella saco el collar de la bolsa y metió el anillo de su madre. Se puso el

collar y anudó la bolsa a su cinturón –. Me pertenece y jamás será tuyo – sus

ojos se tornaron rojos, su pelo se alzó como una inmensa llama -. ¡Jamás! -

repitió.

Con estrépito, el gran árbol comenzó a caer derrumbando la parte oeste del

templo. La confusión del momento fue la calve perfecta. Los Místicos de las

plantas ayudaron a su amo a zafarse de las zarzas. Los del fuego terminaron de

derretir el hielo y Wisam asestó un golpe a Ely que la dejó semiinconsciente en el

suelo, cerca de los cuerpos de sus padres.

Aquél golpe había sido demasiado bruto y las articulaciones de Ely le fallaron y sus

fuerzas menguaron. Sus ojos se estaban cerrando a pesar de que ella no quería.

– Eres sorprendente y una rival bastante digna – dijo Wisam de pie frente a

ella –, pero a pesar de ello, sigues siendo una princesita mimada.

Borroso, negro, borroso, sombras, Allen. Fueron las últimas imágenes que Ely

pudo ver antes de cerrar por completo sus ojos, ahora, por fin, negros.

Allen miró a Ely inconsciente en el suelo. ¿Había llegado tarde? Corrió y se

arrodilló a su lado. La gente a su alrededor todavía estaba confusa y sorprendida

por su repentina aparición. Allen cogió a Ely entre sus brazos y luego se enfrentó

cara a cara con la mirada de su tío.

– Eres...

Allen escupió al suelo y dejó que el collar de Luna y Sombras centellara y tintineara

en su pecho, por fin había aceptado su destino.

– Vaya... has sabido como crecer, mi querido sobrino – sonrió falsamente con

los brazos abiertos como si esperar un abrazo -. ¿Te has echo también más

128

Page 129: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

fuerte?

– Y más listo – dijo al fin –, y... si de algo estoy seguro es que los collares,

jamás serán tuyos.

– Parece que todo el mundo se ha puesto de acuerdo para fastidiarme el día –

miró a Ely y luego a su sobrino –, un momento – se dio cuenta al fin -. ¿Os

conocéis?

Fue demasiado tarde. Las sombras emergieron, más horribles que nunca. El tronco

de Escalus se había consumido y ahora no eran más que simples cenizas. Allen dio

un paso atrás y dejó que las sombras los engulleran. Los Místicos abrumados por

aquel poder salieron del templo.

– Recuerda, querido tío, lucharemos y lo haremos hasta el final – sus ojos se

volvieron violetas –, atente a las consecuencias de tus propios actos, una vez

más, te quedas solo, manchado de sangre y sin nada. Me das pena – y se

esfumó dejando tras de si, el típico rastro negruzco y a un Wisam con los

ojos desorbitados por la furia y los puños apretados.

El templo de Apolo estalló en miles de pedazos de mármol que se dispersaron.

Trozos grandes de columna azulada en llamas cayeron en el jardín salvaje

aplastando flores y rompiendo la fuente de las ninfas, otros trozos blancos cayeron

al mar estrepitosamente. Wisam se encontraba jadeando y rodeado de fuego,

contemplando la mancha negruzca que habían formado las sombras de Allen.

Comenzó a caminar lentamente pisando las cenizas de lo que una vez fue el pasillo

que conectaba la Casa Real con el templo. Miró con furia a sus soldados.

– Sigue en Parthos – dijo más para él mismo que para sus seguidores -.

¡Buscadlo! ¡Matadlo y traédmelo! - nadie se movió recordando lo fuerte que

era ella y lo bien que controlaba los poderes, pues estuvo apunto de vencer a

su líder y el extraño poder que poseía él, terrorífico y devastador -. ¿Es que

tenéis miedo de dos simples mocosos?

129

Page 130: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Ella apareció delante de Wisam rodeada de un humo rojizo y espeso que dispersó

con la mano.

– Otro fracaso inminente – rió –, tu cara es bastante divertida, sólo por eso

vale la pena dejar que se lleven los dos collares.

Wisam ardía de rabia e impotencia. Un grupo de hombres y mujeres uniformados

de negro, unos con la franja roja otros con la franja verde, se postraron ante ella y

ante Wisam.

– Mis señores – dijo Hernán inclinándose –, la capital ha sido completamente

destruida, ¿quiere que nos encarguemos de los pueblos de los alrededores?

– Eso ahora da igual – dijo mordiéndose el puño furioso –. Allen y Elisabeth

han escapado, pero presiento que siguen en Parthos.

– Nosotros iremos tras ellos, los buscaremos y luego los mataremos – dijo

Mania –, será un placer matarlos por vos.

Wisam sonrió.

– Entonces estáis perdiendo el tiempo aquí, id y matadlos – todos se

dispersaron chillando eufóricos –, esos collares deben ser míos.

– Y las runas serán mías – dijo ella todavía rodeada por aquel extraño humo –,

he de irme querido, tengo unos asuntos que atender – sonrío.

– Eris – pronunció Wisam lentamente –, eres una diosa que se aburre

fácilmente.

– Lo sé, desde aquella boda a la cual no fui invitada pero que al final acabó

gustándome – suspiró exageradamente -, no he vuelto hacer nada

interesante.

– ¿Interesante? - Wisam pasó su mano por encima del bordado dorado que

tenía en el pecho. Una manzana, el símbolo de la diosa Eris –. Troya tal vez

ardió por tu culpa.

130

Page 131: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Mía? ¡Ja! - rió desplegando sus alas negras y largas, como las de un

murciélago, pero no eran feas y repugnantes sino elegantes y majestuosas –,

yo solo puse el granito de arena, Zeus se encargó de hacer la montaña, me

encantó como terminó eso, espero que esto acabé igual o peor, de

momento.... Troya uno Wisam cero, vas perdiendo querido.

El humo rojizo a su alrededor la engulló, sus alas encerraron su cuerpo y

desapareció engullida por aquel humo que todavía flotaba en el aire.

– ¿Perdiendo? - se cruzó de brazos – es obvio, soy un mortal que aspira a la

apoteosis, se empieza perdiendo, sino luego la victoria no resultaría tan

dulce.

131

Page 132: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Capítulo siete: Sedah

«[...] el tema había sido la naturaleza de la Historia, la imposibilidad de dar ninguna explicación coherente de los acontecimientos que no fuera en sí misma una falsedad. La imposibilidad de conocer la verdad por medio de generalidades

y la imposibilidad de aprender sin estudiar por medio de ellas.» Daniel y Armand, en La reina de los condenados, Anne Rice.

«Pues los dioses, aunque tardan en ver, ven muy bien cuando el hombre que deja de venerarlos enloquece.»

Sófocles (c.496 b. c. - c.406 b.c) “Edipo en Colono”

132

Page 133: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

El barco navegaba veloz por la costa, rodeando lo que una vez fuera el

puerto más grande y transitado de todo Átharos. Aria ejercía su poder e impulsaba

el barco a mucha velocidad, huyendo de los Místicos que se habían percatado del

cambio de barco y que el viejo Pigmalion, que se encontraba en la cala oeste,

estaba abandonado, ahora ya, destruido y quemado por los Místicos.

Les perseguían y estaban bastante cerca. Los Místicos intentaban

atacar, pero los espíritus guardianes defendían el barco, desprendidos de su sheut,

dejando ver su fantástica, celestial y verdadera forma. Fire imponía respeto, su

cuerpo encendido en llamas rojizas se movían incesantes con un extraño latido,

como si un corazón palpitara y estuviera vivo. Sus facciones y constitución eran las

de un hombre fuerte, con dos puntos rojos llameantes como ojos, sus manos y sus

pies apenas tenían la forma de los dedos, en su lugar, llamas amarillas y anaranjadas

tocaban el suelo de madera del Pigmalion, sin llegar a quemarlo. Proporcionaba la

luz adecuada para poder ver en aquella noche oscura.

Terra era duro y corpulento, era como un hombre hecho completamente de

piedra, una piedra plana y rugosa. Tenía manos humanas, pero sus piernas

terminaban en una especie de garra curvada que daba el aspecto de estar afilada.

En su rostro solo se podían apreciar dos ojos tallados en la piedra que se movían y

parpadeaban. Una inminente hiedra mantenía las piezas de su cuerpo unidas.

Aria flotaba encima del barco, proporcionando aire a las velas. Su cuerpo era

intangible, era como humo blanco, con forma de mujer, cabello y pechos incluidos,

no tenía pies, el rastro de humo se difuminaba en las caderas, dejando una estela

blancuzca en el cielo que desaparecía al cabo de unos segundos. Su pelo formaba

ondas en el aire y se rizaba en la punta. Su cuerpo también producía un extraño

palpito de vitalidad.

Regen se había disuelto en el agua del mar e impulsaba el barco desde abajo,

controlando las corrientes marinas.

133

Page 134: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Luna y Shadow seguían en su diminuta forma, no eran necesarios, de

momento. Los espíritus de los elementos eran visibles a los ojos de todos al

haberse desprendido de su sheut. Los Míticos se fascinaron al verlos e incluso

sintieron algo de pavor.

Allen apareció en cubierta con Ely en los brazos. El barco tembló a causa del

poder que ejercían los espíritus para repeler el ataque de los Místicos. Para no caer,

Allen apoyó el cuerpo de Ely en el suelo agarrándole la cabeza. Gil y Ann

corrieron agachados hacía Allen esquivando rocas, fuego y flechas de hielo.

– ¿Qué ha pasado? - preguntó Gil.

– Lo que tenía que pasar – dijo Allen apartando el pelo de la cara a Ely –.

Beth, abre los ojos, por favor.

Ann extendió la mano cerca de la nariz de Ely e hizo emerger de la palma de su

mano una extraña flor de pétalos azulados y pigmentos morados que desprendían

una fragancia fuerte y penetrante. Ely se removió inquieta en los brazos de Allen

arrugando la nariz. Dejó salir un gemido de dolor y se agarró el vientre con ambas

manos mientras abría los ojos lentamente.

– Bienvenida – dijo Ann cerrando la palma de la mano haciendo desaparecer

la flor en un estallido de polvo azul -. ¿Estás bien?

– No – dijo mirando al cielo negro plagado de estrellas reprimiendo las

lágrimas, la miró -. ¿Y tú? ¿Estás bien?

Ann se mordió el labio y las lágrimas cayeron silenciosas por sus mejillas.

– Si, estoy bien – suspiró, cerró los ojos y sonrió apesadumbrada –, no hay

otro remedio.

Ely se zafó de los brazos de Allen y ayudada por Ann se levantó para mirar

mejor lo que les rodeaba. Parthos seguía ardiendo y gritando. Ely se tapó la boca

con las manos llorando silenciosamente sin dejar de ver su hogar consumido en

llamas altas y devastadoras. ¿Se había equivocado? Todos habían luchado pero en

134

Page 135: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

vano, habían muerto de las maneras más crueles. Ahora entendía lo que era una

guerra, y no una cualquiera. Los Míticos cada vez estaban más cerca del barco.

Luna y Shadow se miraron entre ellos y asintieron. El sheut de Luna comenzó

a resquebrajarse y una luz blanca comenzó a emerger por las fisuras. Su pelo

dorado adquirió un tono violeta. El sheut, la sombra, por fin se desprendió del

todo, dejando ver una figura estilizada de mujer. Su pelo era ondulado, sus ojos

eran violetas, sus labios blancos como el mármol, su piel blanca y fría, un vestido

blanco la cubría hasta los pies y se difuminaba en éste. En sus manos se podía

apreciar la forma de dedos mortales. Una extraña luz violeta emergía de ella.

El sheut de Shadow comenzó a descomponerse, como si se derritiera y las

sombras comenzaron a crecer, expandiéndose a lo alto del barco. En pocos

segundos, una figura alta, de complexión fuerte y espalda ancha, miraba con sus

ojos rojos penetrantes desde una altura considerable a la tripulación del Pigmalion

que miraban embobados a los dos seres que acababan de aparecer ante sus ojos.

En el vientre del gigante Shadow se podían apreciar caras y manos que intentaban

salir produciendo un ruido estridente y lastimoso. Las manos de Shadow parecían

arder con un fuego negro infernal, igual que su cabellera. Sus piernas eran negras y

delgadas. Allen miró a ambos, el uno al lado del otro, Shadow gigante, Luna del

tamaño de una persona.

– ¿Qué hacéis?

– Tú solo no podrás transportar entre las sombras un barco tan pesado y cargado de gente – dijo Shadow con una voz potente y gutural. Señaló

con su gran dedo a Allen –, tu corazón no lo soportaría, tu espíritu tampoco.

– Cuando estuvimos en Sedah, te peleaste con Gil porqué no te dejaba ir solo

– dijo Luna con una voz melódica –, yo intenté explicarte que con nuestro

poder sería posible y que queríamos ayudarte, pero te negaste a escucharme.

135

Page 136: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Lo siento – dijo Allen –, pero en aquel momento no pensé demasiado,

perdona Luna.

Los Místicos al ver a Shadow se sintieron un poco cohibidos y por unos

momentos dejaron de lanzar flechas de hielo y rocas en llamas, preguntándose qué

sería aquella cosa enorme y terrorífica.

– Ahora déjanos a nosotros, os sacaremos de aquí.

– Gracias, Shadow – dijo Allen.

Allen se acercó a Ely, la abrazó por detrás y le tapó los ojos.

– No quiero que lo último que recuerdes de tu hogar sea el día de hoy.

– Déjalo Allen – dijo Ely intentando quitar la mano de Allen de sus ojos –, soy

capaz de verlo... se que...

– Lo sé – la interrumpió y le dio la vuelta para que le mirar a él y no a Parthos

–, no dudo de tu capacidad, solo digo que después recordarlo será

demasiado doloroso, deja que esté a tu lado, hazme caso.

Le miró y agachó la cabeza. Lentamente lo abrazó y dejó que él la acunara de

un lado a otro. Shadow y Luna se habían estado mirando a los ojos durante un

largo rato. Luna asintió y con una rapidez propia de algo inhumano, Shadow estiró

las manos y engulló entre éstas a Luna que se convirtió en polvo blanco y violeta

que cubrió todo el barco. El cuerpo gigante de Shadow comenzó a engullir el

barco entre sus fauces hasta acabar cubriéndolo por completo, cubriendo con un

halo de oscuridad a la gente que navegaba en él. Los pequeños puntos brillantes

que pertenecían a Luna comenzaron a brillar intensamente con aquella luz violeta

que la caracterizaba. Los Míticos retrocedieron en sus barcos cubriéndose el rostro

con el brazo, la luz era demasiado intensa y cegadora. En segundos el barco

desapareció dejando un rastro negruzco y violeta en el aire.

– Fantástico – dijo Hernán acuclillado en la barandilla del barco -. ¿Qué le

decimos ahora al manda más?

136

Page 137: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Qué tal la verdad? - dijo Mania sentada en la barandilla haciendo girar una

rosa violeta entre sus manos.

– ¿Qué es esa rosa?

– Un mensaje – se acercó la rosa a los labios –, un mensaje de un sacerdote

muy pesado – suspiró –, sólo reaccionará ante Eris... pero... ¿es un mensaje

de advertencia o simplemente una amenaza? Apolo debería ser más sutil y

un poco más directo.

– No puede. O hubiera echo algo en cuanto a lo sucedido en Parthos, Zeus

debería ser un poco más benevolente, ni siquiera por ayudar a unos

inocentes ha movido un rayo por zanjar su prohibición. ¡Qué cruel! Me

encanta.

– Por cierto – dijo Mania sorprendida -. ¿Has visto quién iba en ese barco?

– Sí, uno de los nuestros.

– ¿Estará infiltrado?

– No lo sé – dijo Hernán –, él siempre ha sido uno de los mejores con el

dominio del fuego y en la lucha también. Wisam le tenía mucha estima.

Mania pensó todavía con la flor en la mano.

– Hablaremos con Wisam – sonrió –, esperemos que esté infiltrado, sino

Wisam le matará. Y esa lucha sería algo digno de presenciar.

Ella se aguantó la risa y se ajustó su vestido de gasa blanca, mirando como

los humanos sonreían y se reían de su propia estupidez.

– Se ríen de ti, tal vez no me desagradan tanto como yo creía – miró hacia el

137

Page 138: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

barco de los Místicos –, son crueles, pero igual que tu no has echo nada aquí,

yo tampoco lo hice en Athos, no me puedes reprochar nada.

Él la ignoró.

– Al menos yo he estado a su lado y la he ayudado y aconsejado – se mesó su

cabello dorado y miró a su acompañante con sus penetrantes ojos verdes.

– Pero tenías motivos ocultos, admítelo Apolo... digo, Lucas, has estado

dieciocho años arrodillado ante esa mocosa mortal, ¿te has vuelto a

enamorar?

– No, hermanita, claro que no – sonrió –. La quiero y no te lo voy a negar,

pero me atrajo desde un principio su gran parecido a ella – suspiró -.

Ártemis, tal vez ella pueda deshacer la maldición que pesa sobre Anna y yo.

– Es decir – dijo ella acariciando a su ciervo de pelaje color canela –, que lo

que le pase a los mortales te da igual, tú sólo quieres que Elisabeth rompa la

maldición que pesa sobre ti y Anna.

– Exacto – dejó que su cabello dorado cayera mechón a mechón y sus

facciones se alargaran, un incipiente pelo negro ondulado con reflejos

azulados emergió largo y sedoso, un halo celestial lo envolvió, sus ojos

azules resplandecían.

– Bravo – dijo Ártemis aplaudiendo –, pensé que te habíamos perdido, pero,

ahora dime hermanito, ¿ahora me hablas después de tantos siglos en

silencio?

– Vale, está bien – dijo Apolo sentándose en una roca acomodando su lira en

el regazo –, ya se que no nos llevamos bien, pero necesito un favor.

– Claro – dijo despreocupada -. ¿Cuál es ese favor que piensas pedirme?

– Deshaz el cinturón de nubes que separa Átharos en dos.

– ¿Qué? ¿Te has vuelto loco? - se recogió el pelo hacía atrás en un retocado

138

Page 139: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

moño dejando algunos mechones sueltos -. Ese cinturón lo creamos Hera,

Afrodita, Atenea, Hestia, Gea, Deméter y yo, aunque quisiera no podría

deshacer lo que ya está echo. La maldición de Timmoë.

Apolo sabía la respuesta desde un principio, pero escucharla era mucho peor.

Suspiró mirando como ardía Parthos, de verdad que allí había sido bastante feliz,

muy feliz junto a Anna y ahora aquellos recuerdos se sucedían en su cabeza.

Recordó la primera vez que la vio. Estaba resplandeciente mientras miraba

seriamente a Escalus. Él había viajado a Átharos con el único cometido de volver a

sellar el collar en el árbol, sin tener porqué revelar su verdadera identidad, pero

Anna había sido muy perspicaz y le había descubierto. Para su sorpresa, se

encontró siguiéndola, ya que su mera presencia le era indiferente y sin la

intervención de las flechas de Eros, que una mortal le ignorara era inusual, a pesar

incluso de que ella se había percatado de su atractivo.

– Eres enamoradizo de nacimiento y, si los libros no mienten, todos acaban

mal, el que peor lo pasas eres tu... ¿no te cansas de amar una y otra vez? - le

había preguntado Anna.

– No lo controlo yo, es inevitable – había sonreído él -, y, aunque duela, no

cambiaría ese sentimiento por nada.

– Vaya... – Anna parecía haber recordado algo -, me gustaría saber qué se

siente al estar enamorada tan profunda y amargamente.

– Hazlo, enamórate de mi, los mortales lo hacéis constantemente – él se había

divertido molestándola pero ella, ella no estaba interesada.

– Ni en sueños hijo de Zeus, ni en tus mejores sueños.

Todos aquellos recuerdos, lo distante que había sido Anna al principio y lo

cariñosa que fue al final lo tenían atrapado en el pasado irremediablemente. Volvió

a suspirar con la mirada fija en las llamas.

– No te pongas así, todavía no ha bajado a los infiernos y ya estás pensando en

139

Page 140: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

que crucen el cinturón – Ártemis se encogió de hombros y se subió al ciervo

–, de todos modos cuenta conmigo, tal vez deshacerlo no podría, pero algo

se podrá hacer.

Apolo sonrió y vio como su hermana se alejaba adentrándose en el bosque. Se

puso en pie de cara a las cenizas que una vez fueron la capital de Parthos. Acarició

su lira.

– Ayudar no hubiera podido aunque quisiera, estaba escrito que Parthos debía

morir y así ha sido, pero tocaré por las inocentes almas que vuelven al

Averno para ser una vez más purificadas.

Suspiró. A su lado había aparecido Hermes que contemplaba el estropicio. Todo

sembrado de almas desconcertadas y perdidas que se lamentaban junto a su cuerpo

mortal.

– ¿Mucho trabajo? - preguntó.

– Bastante, a éste paso no daré abasto – Hermes se encogió de hombros –, tal

vez deba colgar las alas – se estiró –. Odio las guerras.

Apolo le sonrió y Hermes salió corriendo a cumplir su trabajo guiando almas al

infierno. Apolo se encogió de hombros, cerró los ojos y empezó a tocar la melodía

más hermosa jamás oída por mortales.

Cogió su vestido de seda brillante por las puntas y subió las escaleras de

mármol, lo soltó y miró la cúpula de nubes doradas encima de su cabeza. Suspiró.

Se apresuró a cruzar la plaza para seguir subiendo escaleras ribeteadas en oro y

plata. Llegó a una gran puerta con tiradores, se ajustó su diadema plateada y sin

tocar la puerta, la abrió. Rodeó la fuente que se encontraba en el medio y se acercó

140

Page 141: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

al trono sentándose en uno de sus brazos.

– Querido, quedarte aquí mirando lo que pasa te destroza por dentro – suspiró

–, elimina las prohibiciones, total tus hijos ni las cumplen.

– Algunos si lo hacen – rió –, además si las cumplieran no serían mis hijos. Las

prohibiciones están para romperse, para darse cuenta de que hay algo en la

vida, tanto mortal e inmortal, por lo que vale la pena romperlas.

Zeus miró el cúmulo de nubes frente a él. Unas imágenes se sucedían

lentamente. Parthos ardiendo, los Místicos riendo y bebiendo eufóricos. Allen

abrazando a Ely. Zeus cerró los ojos apesadumbrado. Tenía un mal presentimiento

en cuanto al destino de Átharos. Hera se levantó y miró hacia el mundo mortal

apoyada en una columna de oro. Zeus se colocó a su lado.

– ¿Crees que algo de esto servirá? Todo el mundo sabe que ese tebano ciego

estaba loco, le hicimos caso y creamos algo que no alcanzamos a

comprender – rió –, y ni siquiera él tiene respuestas, vaya don más molesto

le otorgaste.

– Todo sucede por algún motivo – se mesó su larga barba –, de momento

dejemos que mi protegido siga su largo viaje.

– Tu protegido... - dijo Hera con cierto odio.

– Ni se te ocurra hacer nada o te mando directa al Tártaro, me contuve en

cuanto respecto a Heracles, pero no haré lo mismo si tocas a Allen – la miró

desafiante –, recuerda que él es la salvación para todos. ¿No tienes miedo,

querida?

– ¿Miedo? ¡Ja! - se cruzó de brazos y fulminó con la mirada a su infiel marido

–. Átharos es grande, sólo que ahora está dividida, siempre nos quedará la

otra mitad. ¿Cómo lo llaman los Athareños? ¿Tierras Inexploradas?

– No te quedes quieta creyendo que no sucederá. Todos los dioses que residen

en el Olimpo y los que no tienen miedo a que los mortales consigan vivir sin

141

Page 142: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

nuestra ayuda y protección... ¿sabes lo que significaría eso? Nuestra muerte y

desaparición.

– Hay excepciones, pero no podemos morir.

– ¿Eso crees? - preguntó Zeus volviendo a sentarse en su trono –, todo es

posible, ha sucedido pocas veces en circunstancias difíciles, pero, puede

suceder – sonrió mirando lo enfadada que estaba su esposa –. Se lo que

piensas y no. Ni nosotros somos superiores a ellos, ni ellos inferiores a

nosotros, tampoco quiero decir que seamos iguales, ellos son frágiles y

nosotros no. Nos sentimos atraídos hacia ellos por todo lo que les sucede,

por todo aquello que les ronda por la cabeza, sus actos, su vida, su a veces

inutilidad, su extraño don para aprender ciertos poderes... nos resulta

atrayente y no podemos evitarlo, nos entretenían, pero ahora les necesitamos

para subsistir, en cuanto a ellos, parece ser que en el pasado no fuimos lo

suficientemente útiles, todavía no tengo claro qué es lo que piensan los

mortales sobre nosotros, qué somos y hasta donde podemos llegar, pero,

deberían saber y tener en cuenta que también tenemos nuestras limitaciones.

– Interesante razonamiento hermano – dijo Hades apareciendo tres escalones

más abajo del trono.

– Vaya, Hades, es inusual verte por aquí.

– Lo sé, he echo un esfuerzo por venir, necesitaba un poco de... luz.

– Seguramente viene a pedir algo – dijo Hera descendiendo las escaleras, se

paró a su lado y lo miró a los ojos.

– Querida cuñada, querida hermana, ni que me hubieras leído la mente.

Ella lo ignoró y continuó bajando escaleras, rodeó la fuente y cerró la pesada

puerta con un fuerte golpe sin tocarla.

– ¿Está enfadada?

142

Page 143: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Y cuándo no lo está? - preguntó Zeus sonriendo–, en fin – se levantó y

abrazó a su hermano -. ¿Qué necesitas?

– Inmunidad – dijo –, tengo entendido que tu protegido y una sacerdotisa,

descendiente de mi querido sobrino Apolo, tienen pensado cruzar la puerta

y hacerme una visita, me complace enormemente...

– ¿Pero? - preguntó Zeus –, siempre hay un pero.

– Está muy bien eso de las visiones de ese Oráculo, hasta dejé que viviera en el

Averno y seguir consciente, profetizando cosas y eso, pero... ¿sabes qué es lo

que me convencería de que ese Allen y Elisabeth son en verdad nuestra

esperanza de salvación? O cómo quieras llamarlo.

– Pide, y si mi convences, tal vez te pueda ayudar.

– Quiero ponerles a prueba, será divertido, eso si, quiero que me prometas y

me jures por las aguas de la laguna Estígia – en su mano apareció una copa

de oro con agua en su interior –, prometeme que pase lo que pase allí abajo,

no interferirá nadie.

– ¿Qué clase de prueba? - preguntó cogiendo la copa con recelo.

– A cambio, yo te juro – en su mano apareció una copa de plata, también con

agua del Estígia. La levantó en señal de juramento –, te juro que no morirán,

te juro que yo mismo les ayudaré a entrar y salir del infierno, es más, ocultaré

a sus ojos aquello que más temen. No verán la realidad, sino un simple

espejismo de lo que en realidad es mi reino.

Zeus pensaba y daba vueltas a su copa, Hades le sonreía. Era una oferta tentadora.

– Acepto – dijo al fin levantando su copa –, recuerda éste juramento, entran y

salen con vida.

– Lo recordaré, tranquilo, la prueba no será muy dolorosa – los dos bebieron

de sus respectivas copas –, mi hijo Shadow me ha ido informando de los

143

Page 144: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

progresos de Allen, me gustaría comprobarlos, es bastante interesante que

un cuerpo tan frágil pueda poseer tamaño poder. ¡Y sigue creciendo! En

cuanto a ella, tengo serias dudas, pero parece también poseer ciertos

conocimientos y una fe innegable en nosotros, también quiero ponerla a

prueba.

– Muy bien, pero ahora seré yo quien te pida algo.

– Adelante, hermano, pide lo que desees.

– Habla con Hécate, quiero que con su magia nos transmita lo que está

ocurriendo ahí abajo.

– Vaya, veo que no quieres perderlo de vista.

– Por supuesto que no, es mi hijo.

Hades bajó los escalones sonriendo, llamó a las sombras que formaron una puerta

negruzca por la que salía un extraño vaho.

– Es por eso que dejo que ellos dos entren y salgan con vida de mi territorio.

El cuerpo mortal se muere en mi mundo. No quiero que el equilibrio entre

muerte y cuerpo se desestabilice, a pesar de todo él es mortal, predomina en

él.

Hades miró a su hermano y se encogió de hombros.

– En fin, el que él no sepa que es tu hijo... ¿facilita o empeora las cosas?

– Ni lo uno ni lo otro, nadie lo sabe, excepto su madre, tal vez intuyó algo – se

giró y dio la espalda a su hermano -, de hecho, me uní a su madre con la

forma de su marido.

Hades rió y entró en las sombras, antes de que éstas se cerraran, Zeus, escuchó la

voz del dios del inframundo mofándose de él.

– Normal que Hera estuviera enfadad.

144

Page 145: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Lanzó otro tronco al fuego que habían echo en la arena para calentarse, su

luz era acogedora y todos se habían sentado a su alrededor. John se sentó al lado

de Ely que estaba envuelta en una manta gruesa, con los ojos fijos en la madera

que se consumía delante de ella. Su cara no tenía expresión alguna pero sus ojos

estaban rojos por haber llorado todo el día. Ann e Iván también miraban hacia la

nada, totalmente callados. Allen miraba la montaña de tierra negruzca. La tenía al

lado, podía alcanzar la cima en segundos y descubrir que eran esas nubes grisáceas

que cubrían la cima, pero él no necesitaba subir, sino, bajar. Ely se levantó y fue a

situarse junto a Allen. Los dos, en silencio, contemplaron la montaña.

– ¿Es ahí donde está la entrada? - preguntó Ely.

– No lo sé... con seguridad – suspiró –, pero si quieres puedes llamarlo

corazonada, es ahí.

Ely llamó a Terra que se situó delante de ella, de una pequeña alforja que tenía el

espíritu sacó un libro enorme que dejó poco a poco en las manos de ella.

– ¿Los Mitos de Átharos? – preguntó Allen.

– Recuerdo haber visto un mapa de los infiernos en él.

– ¿Un mapa del Averno donde ningún hombre mortal puede salir con vida? -

se rascó la barbilla –, está claro que éste libro fue escrito por dioses.

– Escalus me dijo que lo había escrito un guardián de Littêrmundus.

– ¿Littêrmundus? ¿Qué es?

– No lo sé. Me dijo que llegado el momento sabría las respuestas.

Ely acercó el collar a la cerradura del libro y éste se abrió. Pasó las páginas con

rapidez sabiendo exactamente lo que buscaba.

145

Page 146: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

146

Page 147: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Aquí está.

Allen cogió el libro y miró detenidamente aquellos trazos y nombres, la letra era

irregular pero los dibujos eran bastante explícitos.

– Cabe la posibilidad de que sea inventado – dijo él.

– También cabe la posibilidad de que sea sólo un pequeño esquema de lo qué

en realidad es el Averno.

– O que sea el verdadero – dijo pensativo –, espera – le acercó el mapa –, hay

dos puertas.

– ¿En serio?

– Mira, aquí hay unas escaleras y aquí hay una puerta, la Puerta de Marfil.

– Lo dices como si fuera un problema – él la miró –, mejor, tenemos más

posibilidades de encontrar la salida.

Allen cerró el libro y siguió mirándola.

– ¿Estás bien, Beth?

– Por supuesto – le arrebató el libro de las manos y volvió a poner el mapa –,

me centro en el camino que debo seguir, nada más.

Él suspiró sin dejar de estar preocupado. Algo en el mapa llamó su atención.

– ¿Érebo? - preguntó.

– Éste mapa es bastante raro, pero esa parte está más abajo, aquí hay unas

escaleras que lo indican – miró con curiosidad el río y su nombre –,

Phlegethon, el río del fuego, nunca he visto un río de fuego, sería bastante

emocionante verlo.

– Tengo entendido – explicó Allen –, que el Érebo es el lugar más sombrío e

inaccesible de los infiernos, esa escalera me desconcierta, es como si te

dijera, baja y ven, no lo entiendo.

– Eh... ¿qué son éstas sombras con rostro cadavérico?

147

Page 148: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Son las Keres, las sombras devora-almas, con mi poder soy capaz de

invocarlas, pero tenía entendido que las Keres solo se encontraban en el

Tártaro, alimentándose y torturando a las almas corruptas.

– Vaya, éste mapa es bastante raro.

– Al menos tenemos una noción de lo que nos podríamos encontrar, pero no

me fiaría mucho de ese mapa.

– Tienes razón – dijo Ely.

Ella cerró el libro y se lo devolvió a Terra. Allen no paraba de mirarla, ella le

sostuvo la mirada con los brazos cruzados.

– No quiero que me mires con lástima.

– No lo hago, créeme – sonrió –, piensa que vamos a bajar nosotros dos solos,

no voy a dejar que nadie más baje, dejo que bajes conmigo porque

compartimos mismo camino, nada más.

– ¿Nada más? - preguntó ella un poco desilusionada.

– Exacto, nada más – se estiró –, estoy cansado, tu también debes estarlo,

deberías dormir.

– No tengo ganas de dormir, cerrar los ojos sería...

Ely se desplomó en los brazos de Allen y él la llevó hasta donde todos

descansaban, la dejó al lado del fuego y la tapó con una manta.

– ¿Cuando te diste cuenta? - preguntó.

Allen sonrió y con un gesto mandó callar a Shadow para no despertar a nadie.

– Es una minucia, el poder de hacer caer a las personas en un estado de

duermevela lo aprendí hace un año, pero, es mi secreto, nadie se lo espera.

– No está mal – reconoció Luna – espero que seas igual de listo para llegar a

tu destino.

148

Page 149: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

El sol empezó a iluminar la oscura arena de la playa de Sedah, iluminando

con sus rayos la hoguera ya consumida. Allen pateó la arena con el pie y suspiró

mirando como amanecía. No había encontrado la entrada, pero se había pasado

toda la noche leyendo los Mitos de Átharos, ese tocho de libro que no era ni la

mitad del suyo. Era mucho mejor de lo que él había pensado. «El descenso al

Averno es fácil: la puerta del negro Plutón permanece abierta día y noche; volver

atrás es lo difícil.» Era una frase intrigante. ¿Qué se había tomado Virgilio cuando

escribió eso? ¿De verdad sabía de lo que hablaba? Allen cada vez estaba más

desconcertado. Cerró el libro y se lo devolvió a Terra.

– Por más que busco, no la encuentro.

– Tal vez deberías pararte a pensar – dijo Terra -. ¿Buscas una puerta? ¿una

grieta en la montaña? ¿Un agujero en el suelo? ¿Un túnel?

Se frotó las sienes y en un momento de máxima inspiración miro la cumbre de la

montaña.

– Eres brillante Terra – miró al espíritu –, no busco una puerta, ni una grieta,

ni un agujero... ni siquiera un dichoso túnel, busco aquellas extrañas nubes.

Esa es la puerta.

– Vayamos – dijo una voz detrás suyo. Le miró a los ojos enfadada –, y ésta no

te la perdono, me debes una.

Allen levantó las manos y negó con la cabeza.

– No se de qué me hablas, Beth.

– Ese poder tuyo no sé si es interesante o molesto, no vuelvas a dormirme de

149

Page 150: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

aquella manera, yo también puedo hacerlo.

– ¿Cómo has sabido...?

– De alguna manera... tus ojos cristalinos se volvieron de un penetrante negro,

pero me di cuenta demasiado tarde.

– Está bien, necesitabas dormir – sonrió -. ¿Cómo te encuentras ahora?

– Mejor, gracias... ¿vamos? - dijo Ely dirigiéndose hacia la maleza del bosque.

– Pero... ¿y ellos? - señaló a la tripulación del Pigmalion -. ¿No avisamos? No

van a bajar con nosotros, pero al menos avisar...

– ¿Para qué? - se sentó en una roca y suspiró. Lo miró en silencio durante

unos minutos, él esperó a que ella hablara-. ¿Sabes qué rige el dios Aión?

– No – dijo Allen pensativo -. ¿A qué viene esa pregunta?

– Creo que es algo que debes saber. Aión es dios de la eternidad, del tiempo

que no cesa, a diferencia de Crono, el tiempo que se acaba. Antes de nada,

decirte que no confundas al padre de Zeus, Crono, con el dios del tiempo,

Chronos – le hizo un gesto a Allen para que se sentara a su lado. Él

obedeció -. Crono es el dios del tiempo humano, Chronos en cambio, es el

dios del tiempo en general, es decir, del tiempo que rodea al universo,

conduciendo la rotación de los cielos y el eterno paso del tiempo. Es pura

energía, es como una fuerza más allá del alcance y el poder de los dioses más

jóvenes.

– Creo haber leído algo sobre eso – se masajeó la sien -, Chronos se aparece

ocasionalmente a Zeus con forma de un anciano de largos cabellos y barba

blancos, pero si, mayormente aparece alejado de todo. Y si mal no recuerdo,

algo que los diferencia a uno del otro es que el símbolo de Crono es la hoz

con la que destronó a su padre, y a Chronos se le suele ver con un reloj en

las manos.

150

Page 151: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Exacto, aprendes rápido – dijo sonriendo -. A nosotros – prosiguió -, a los

mortales, sólo nos rige Crono en nuestra muerte, cuando solemos decir que

el tiempo se nos ha acabado. En vida nos rige Aión y Chronos, porque

nuestro tiempo no cesa jamás, sigue caminando aunque yo muera, aunque tu

mueras, ese tiempo que no implica directamente a una persona. Es como si...

- buscó las palabras adecuadas –, como si Crono tuviera un reloj por cada

mortal en la tierra, Aión les da cuerda, Crono los detiene cuando ya no son

necesarios.

» En el Averno, las cosas se rigen de manera distinta. Según el mapa y otros

escritos, en el infierno crecen las plantas, pero ¿de verdad crecen? ¿o

simplemente siempre son las mismas?

– Vale – meditó Allen –. ¿Quieres decir que si nos marchamos ahora, bajamos

y luego, si Zeus quiere logramos salir de allí, que el único tiempo

transcurrido en nuestra marcha será el tiempo que tardemos en llegar a la

cima y volver?

– Exactamente, eso creo, tal vez... – Ely miró a Ann tapada con una manta

durmiendo plácidamente –. Querrán acompañarnos, se negarán a dejarnos ir

solos y creo que tu y yo sabemos porque no pueden venir con nosotros.

– Tienes razón – se revolvió el pelo y suspiró. Ely se levantó y se puso frente a

él. Los collares brillaban encima de sus pechos. Allen le tendió la mano -,

¿nos vamos, princesa?

– Con mucho gusto – posó su mano en la de él – pero antes necesitamos algo

para pagar al barquero.

– ¿Monedas?

– No, eso es para los muertos, nosotros necesitamos una rama de oro.

Allen sonrió y se frotó la cara.

– ¿Creías que iba a ser fácil? - le preguntó Ely sonriendo.

151

Page 152: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Lo esperaba... - suspiró -, en fin, dime cómo podemos conseguirla.

– Sencillo – se encogió de hombros -, necesitamos encontrar a la sibila de

Cumas, ha de estar en el pueblo – dijo Ely señalando los tejados que

asomaban entre los árboles.

Los dos se cogieron de la mano y desaparecieron de la playa. Una vez en el pueblo

fueron preguntando a la monótona gente de los alrededores, pero todos los

ignoraban.

– ¿Qué les pasa? - preguntó Allen.

– Todo parece apagado y sin vida...

Una anciana vestida de gris y negro cogió a Allen del brazo.

– Después de una guerra a nadie le queda espíritu para nada más, menos a la

gente de las afueras. Si queréis respuestas, buscad el templo.

La anciana soltó el brazo de Allen y le tocó el culo sin pudor.

– ¡Señora! - se quejó Allen.

La señora sonrió y se alejó de ellos.

– Acabas de alegrar el viejo corazón de ésta anciana, joven. Te estaré

esperando.

La anciana desapareció entre las calles. Ely se echó a reír.

– Parece simpática – se cruzó de brazos y entrecerró los ojos mirando a Allen

-, y es lista, sabe donde tocar...

– No... ¿tu también?

Ely seguía riendo.

– Anda, hagamos caso a esa anciana y vayamos a buscar el templo.

– Nadie nos responde... ¿cómo sabremos dónde está el templo?

– Hoy estás espeso, ¿eh? - lo cogió del brazo y caminaron calle abajo -, el

templo está a las afueras de la ciudad, la anciana lo ha dicho.

152

Page 153: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Allen se frotó los ojos.

– La falta de sueño pasa factura, pero tu también lees entre líneas...

– Venga, busquemos el templo antes de que todos se despierten.

Consiguieron dejar aquellas calles tristes y carentes de color. A las afueras de

Cumas todo parecía brillar. Los campos estaban bien trabajados y los agricultores

saludaban al pasar sonriendo. Las colinas eran verdes y el bosque frondoso.

– Es realmente bonito pasear por aquí...

Ely se distraía con cualquier cosa. No quería perderse nada. Llegaron a la entrada

del bosque. Un pequeño camino embarrado y lleno de hojas se adentraba entre los

frondosos árboles cuyas ramas y hojas resplandecían con los primeros rayos de sol.

Los dos se giraron. No veían ningún templo por los alrededores.

– Conclusión – dijo Allen encogiéndose de hombros -, está en el bosque.

Caminaron durante un rato, apartando ramas y saltando árboles caídos, hasta llegar

a la cascada. El agua caía cristalina y potente por la roca grisácea y oscurecida por

el verde musgo que crecía en ella. Las ramas de los árboles y otras plantas que

crecían por doquier ocultaban parte de la cascada y del río. Ely bajó hasta el río

sorteando pinchos y raíces, y caminó por encima de unas rocas planas y

resbaladizas, apartando las ramas de los árboles que no les dejaban ver más allá.

– Oh...

Ely se llevó la mano a la boca. Aquel templo era magnifico. Allen se adelantó a Ely

y miró por encima de su hombro.

– ¿Cómo... - Allen también se había quedado sin palabras -... cómo algo tan

hermoso puede estar tan...?

– ¿Alejado? ¿Olvidado? - Ely suspiró -. A pesar de lo hermoso que es, el

deterioro es evidente.

El templo se alzaba en medio del río sustentado por una pequeña isla

formada por rocas y tierra. Tenía un único árbol a su lado. Un cerezo en flor. El

153

Page 154: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

templo era un thólos, de planta circular, pequeño, apenas tenía cinco columnas,

todas ellas decoradas; pero las plantas y la humedad de la zona habían ido

deteriorando el mármol y los dibujos. Se podía ver el interior completamente, el

altar y a una mujer de blanco rezando. Ely señaló el puente que conectaba la orilla

del río con el templo. Era de madera clara decorado con inscripciones. También

estaba en mal estado y crujía ruidosamente bajo sus pies. Subieron las cuatro

escaleras que los separaban de aquel modesto, pero hermoso templo. La mujer se

giró.

– ¡Usted! - exclamó Allen.

– Ya te dije, joven, que te estaría esperando – dijo la anciana con una sonrisa.

– No se acerque – dijo Allen bromeando poniéndose detrás de Ely.

– ¡Oh, no seas crío! - le reprochó Ely -, tenemos prisa. ¿Recuerdas?

– ¿Qué queréis? - preguntó la mujer.

Allen la miró más detenidamente.

– La buscamos a usted – sonrió.

– ¿Cómo sabes que ella es la sibila?

– Porque nos estaba esperando.

– Muy perspicaz, muchacho, pero yo no soy la sibila – dijo la anciana

girándose -, os estaba esperando porque vuestras preguntas y desesperación

por encontrar el templo, ¡se oían hasta en las islas Mombrobya!

– Vale, no hace falta que se vaya tan lejos – Ely se puso seria -, si usted no es la

sibila... ¿quién lo es?

– Yo soy una antigua sacerdotisa, lo era antes de la guerra, después, me

quitaron mis credenciales. Soy la única que queda e intento por todos los

medios que éste templo no se pierda, pero a la gente le da igual, han perdido

la fe. Lo único que les importa es la estabilidad que jamás tendrán si siguen

154

Page 155: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

equivocándose como mortales que somos – hizo una breve pausa en la cual

sus pequeños y arrugados ojos se humedecieron -. La sibila murió hace

muchos siglos...

– ¡Genial! - dijo Allen con ironía. Miró a Ely -. ¿A ese dichoso barquero no le

es suficiente unas monedas?

Ely iba a contestar pero la sacerdotisa no la dejó.

– Tu conoces poco el poder que posees – dijo la anciana acercándose a Allen

-, parece saber más ella – señaló a Ely.

Allen levantó las manos en señal de rendición.

– Vale, esta bien, no puedo con esta anciana, ¿cómo sabe ahora el poder que

poseemos?

– Hijo, colgado en el pecho que lo tenéis, llevándolo con orgullo.

Ely se acordó del collar y lo tocó.

– Conozco bien la historia, me la contó mi padre, una historia que heredó de

su familia cuando acogió en su casa a un sacerdote del templo de Apolo,

Brais, aunque lleva muerto muchos siglos – sonrió y miró a Allen -. Si no te

empiezas a conocer a ti mismo, vas a empezar a odiarte, si bajáis vivos no os

aceptará monedas.

– Dejemos de hablar de mi, ¿vale? - dijo Allen mosqueado -, los problemas

que tenga que solucionar ya lo haré; ahora tenemos otra problema diferente.

– Queréis bajar a los infiernos, ¿me equivoco?

– Así es – Allen señaló la cima de la montaña cubierta de nubes -, y esa es la

entrada.

– Yo os creo y siento que la entrada a los infiernos está en ésta isla, pero la

gente del pueblo se reiría de vosotros.

– Más bien nos ignoran – dijo Allen mosqueado de brazos cruzados.

155

Page 156: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

La mujer cogió a Ely del brazo y comenzaron a caminar hacia el árbol. Bajaron dos

escalones. Era pequeño el jardín, parecía compenetrarse con el templo. El cerezo

en flor estaba en una esquina y bajo éste había un improvisado banco de piedra

grisácea rodeado por hojas y pétalos rosas. Allen las seguía.

– La sibila está muerta, pero no espiritualmente hablando... mm... - la anciana

pensaba -, visto así tampoco está muerta materialmente.

Mientras hablaban llegaron bajo el árbol. Las ramas sobre sus cabezas se agitaban

con la suave brisa, resplandecían con el sol y cantaban con el sonido de la cascada,

suave y penetrante.

– Su regalo, fue volver a la vida más hermosa que nunca.

– Éste árbol...

– Lo es, os presento a la sibila de Cumas.

Ely se acercó hasta el tronco. Terra había salido del collar, todavía medio dormido.

Había notado el poder de aquél árbol. El pequeño espíritu se abrazó a la corteza.

Ely hizo lo mismo escuchando con los ojos cerrados.

– Lo sabía... - dijo el pequeño espíritu.

– Pero es feliz – le dijo Ely -, y nos da permiso para hacerlo.

Terra le sonrió. El pequeño volvió a mirar al árbol y comenzó a jugar con sus

ramas y sus flores.

– ¿Para qué nos da permiso? - preguntó Allen.

Ely se limitó a sonreírle. Alzó la mano hacía una de las ramas y ésta bajó

lentamente hasta situarse en la palma de su mano. Ely acarició dos de sus pequeñas

ramas y las arrancó con suavidad. Al verla, Allen sonrió y entendió por fin aquella

sonrisa de sabelotodo. Es cierto que no había dormido en toda la noche y se sentía

nervioso por bajar a los infiernos, pero no entendía las palabras de la anciana.

¿Odiarse a si mismo? Imposible.

156

Page 157: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Ely le enseñó triunfante las ramas con alguna que otra flor y se fue alejando, pero,

el árbol no la dejó. Una de sus ramas se había interpuesto entre ella y Allen.

– Pero... - Ely estaba indecisa y Allen la miraba confundido. Ella se encogió de

hombros -, intuyo que quiere que coja dos más, por si acaso.

– Hazle caso, mejor prevenir que curar.

Ely arrancó dos ramas más y le dio las gracias al árbol. Luego miró a la anciana y la

abrazó mientras Allen toqueteaba las cuatro ramas.

– Muchas gracias por la ayuda.

– De nada pequeña, tal vez yo deba darte las gracias a ti.

– ¿A mi? ¿Por qué?

– Si, puede que hace menos de dos años hayamos tenido una guerra civil, pero

gracias a ti, princesa de Parthos, nos ahorraste una cruel y sangrienta guerra

con Ethol. En la mina trabajaban nuestros maridos con un certificado de

Parthos; podían salir de Sedah para ir a trabajar. A Océano le fastidiaba que

se saltaran su control, pero tenían que ceder, eran las leyes. La inminente

guerra de Parthos y Ethol parecía estar a la vuelta de la esquina y con ella,

nos implicaría también a nosotros, con un rey tan débil que ha caído

fácilmente ante simples amenazas.

Ely calló.

– Siento que hayas sufrido tanto, pero esta anciana tenía que agradecértelo – se

sentó en la roca bajo el árbol -. Cada vez me cuesta más llegar hasta éste

hermoso pero abandonado templo y cuando yo falte, nadie lo recordará.

– Sólo puedo decirle dos cosas, la primera, no hace falta que se disculpe, ¡es el

pasado! Lo había olvidado, además, la capital de Parthos, mi hogar, ha sido

borrada del mapa por la guerra, no se preocupe, tengo la corazonada de que

volverá a resurgir de sus cenizas, se lo prometo; y segundo, lo único que yo

157

Page 158: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

puedo hacer es despejar el camino hasta aquí, apartando troncos y maleza, le

costará menos llegar – sonrió -, y... tranquila, yo recordaré éste templo.

La anciana por fin dejó que las lágrimas salieran.

– Por cierto – Ely le tendió un pañuelo -, ¿a qué dios está dedicado el templo?

– A Igea, hija de Asclepio, cuyas virtudes heredó de su padre, diosa de la salud.

Siempre la rezo para que me ayude a no morir sin encontrar a alguien que no

olvidé jamás éste hermoso templo que fue y ha sido solo para ella.

Ely le sonrió. Allen, ajeno a la conversación, se acercó a ellas confuso y

mosqueado, con las ramas en la mano.

– ¿No eran de oro?

– Es cierto – dijo Ely mirándolas -, ¿las aceptará ese barquero tan maniático?

– Lo hará, os las ha dado la sibila, ergo, son especiales.

Allen se las guardó en el cinturón y le tendió una mano a Ely.

– Ahora si, ¿estás lista, princesa?

Ella se levantó y cogió su mano por segunda vez.

– Por supuesto, ¡vayamos de una vez!

Sin soltar la mano de Allen Ely besó la arrugada mejilla de la anciana.

– Muchas gracias.

Las sombras los envolvieron y desaparecieron.

– Suerte... y que Zeus os proteja.

158

Page 159: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Aparecieron en lo alto de la montaña. Diez luces azuladas se veían entre las

nubes grisáceas de la cima y desde allí arriba, se podía apreciar una especie de

agujero negro que se adentraba en el espesor negruzco de aquel manto de raras

nubes. Se veía perfectamente la entrada desde arriba, pero desde abajo, pasaba

totalmente desapercibida.

– ¿Entramos? - peguntó Allen mirando aquellas pequeñas luces azuladas bien

alineadas, formando un decágono estrellado.

Ely se agarraba con fuerza a él, pues estaban suspendidos únicamente por el poder

de las sombras, tan inestable como terrorífico.

– Me vas a romper alguna costilla como sigas apretando más.

– Me he mareado – dijo retirando su abrazo y cogiéndose únicamente del

brazo de Allen –, no es que me impresione para nada la altura, que lo sepas.

Allen sonrió. Estiró el brazo con normalidad y formó unas irregulares escaleras

con sombras que se adentraban en la negra puerta del averno.

– Vale, puedes soltarme y bajar con normalidad, no te vas a caer, te lo

prometo.

Ely miró las escaleras y luego a Allen.

– Están torcidas – rió.

– Ja, ja, muy graciosa – se inclinó –, las damas primero.

– Está bien – bajó unos cuantos peldaños hasta la apertura, se giró y miró a

Allen desde abajo, sonrió y se lanzó dentro.

No tubo sensación de caer al vacío. Ni la sensación de estar flotando. Era una

mezcla entre ambas. Cuando se dio cuenta ya estaba tocando gentilmente un suelo

empedrado. A su lado se levantó polvo grisáceo y luego escuchó una tos. Ely rió.

– Deberías bajar con un poco más de gracia, como yo – le tendió una mano y

lo ayudó a levantarse.

159

Page 160: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– He echo exactamente lo mismo que tu has echo – se sacudió el polvo del

pelo y de la ropa.

Los dos se acercaron al saliente y comprobaron que eran más escaleras que

bajaban, no eran capaces de ver el fondo, ni siquiera Allen usando el poder de las

sombras.

– ¿Qué pasa si salto? - preguntó Ely.

– No lo sé – la cogió del brazo para detenerla –, pero no lo intentes, hay

escaleras, ergo, bajemos por ellas.

– Muy bien, bajemos.

Las ramas que llevaba Allen en el cinturón comenzaron a brillar con una luz tenue.

Ely las cogió y las flores cayeron. La luz que desprendían fue aumentando

iluminando todo a su alrededor, cegándolos por unos instantes. La luz explotó,

literalmente, y unas pequeñas chispas se apagaron lentamente cayendo al suelo. Ely

le pasó unas ramas a Allen.

– Oro... ¡son de oro!

160

Page 161: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Capítulo ocho: Desafío

«La Historia no importa - dijo -. El Arte no importa; son cosas que implican

continuidades que en realidad no existen. Sacian nuestra necesidad de modelos,

nuestra hambre de significados. Pero al final nos estafan. El significado lo hemos

de crear nosotros.»

Lestat, en La reina de los condenados, Anne Rice.

«- Un cantante puede hacer añicos un vaso si logra dar el agudo preciso - añadió

-, pero la manera más fácil de romper ese vaso es, simplemente, dejarlo caer al

suelo.»

Marius, en Lestat el Vampiro, Anne Rice.

« - [...] Permíteme que te haga una última pregunta. Eres el diablo. Está claro.

Pero dices que no eres malvado. ¿Cómo se entiende eso?

- Otra pregunta irrelevante. Te responderé de forma algo misteriosa. Resulta

completamente innecesario que yo sea malvado. [...]»

Lestat y Memnoch, en Memnoch el diablo, Anne Rice.

161

Page 162: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Todo estaba oscuro y una densa capa grisácea los envolvía, pero a pesar de

todo, los escalones eran visibles a cada paso que daban. Llevaban caminando

mucho tiempo y todavía no llegaban al final. Ely se sentó en uno de los escalones y

dejó escapar un largo suspiro. Se acercó para mirar al vacío, pero seguía sin verse

nada. Allen despejó el aire grisáceo delante de sus ojos y buscó a Ely.

– Estoy cansada – dijo ella –, no se cuanto llevamos así, pero horas, seguro.

– Menos quejarse y más caminar, oigo agua – se concertó –, es un río.

– Según el mapa es el Acheron, el río de la Tristeza – se levantó y se apoyó en el

hombro de Allen –, si de verdad estamos cerca, deberíamos escuchar llantos.

– Tienes razón, bajemos un poco más.

Ciento dieciséis escalones más contó Ely antes de pasar por el puente

agrietado que conectaba las escaleras con el Campo de las Lamentaciones y los Lloros.

Una sensación preocupante recorrió su espalda. Se agarró al brazo de Allen sin

prestar atención a los llantos y a los gritos de lástima. El suelo arenoso tenía una

consistencia blanda y pegajosa. Los árboles putrefactos se retorcían en sus raíces,

algunos caídos, otros partidos, sus ramas apuntaban al cielo en un intento

desesperado para alcanzar algo de luz, una luz que no tendrían jamás. Caminaron

hasta encontrar otro río. Ely consultó el mapa, era el río Styx, el río del odio. Los

dos concluyeron que era mejor pasar ese tramo cuanto antes y llegar hasta Caronte.

Las almas no eran tan visibles como habían pensado. Algunas se dejaban ver,

pero sus espíritus perdían fuerza y su forma mortal perdía consistencia,

provocando así una muca horrible en sus rostros. Unas eran juguetonas, almas de

niños que a pesar de estar condenados a permanecer en aquellos repugnantes

campos, jugaban y reían, una risa que en aquel lugar sonaba fría y lúgubre. Otras

eran fastidiosas y molestaban a las demás almas. Otras se cruzaban en el camino de

Allen y Ely atravesándolos, haciéndolos sentir inseguros y temerosos.

162

Page 163: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Por fin, exhaustos, llegaron al mulle de madera podrida y carcomida. Desde

allí se podía ver toda la Laguna Estígia e incluso un poco el otro lado. El genio

barquero no se encontraba allí, ni se le veía por ningún lado. Ely se asomó para

verse reflejada en el agua. Algo brillaba en el fondo.

– Son monedas – declaró.

– ¿Monedas? - preguntó Allen agazapado a su lado.

– En fin – Ely se puso en pie y se sacudió aquel polvo grisáceo que se le metía

por la nariz -. ¿Dónde está ese gran barquero que nos cruzará al otro lado?

Un fuerte viento seco y hediondo hizo que los dos retrocedieran unos pasos

asqueados. Delante, a escasos centímetros, Caronte los observaba, o eso parecía, ya

que sus ojos quedaban tapados detrás de una harapienta túnica marrón. El

barquero estiró los brazos y en ella apareció un remo. Ely se fijó en su piel violeta y

en que estaba suspendido en el aire.

– Mortales – un vaho salía de debajo de la capucha mientras hablaba –,

mortales que osan entrar en los dominios de los muertos y pretenden salir

de aquí con vida.

– ¿Eres Caronte, verdad? - preguntó Allen –, sabemos el riesgo que corremos

al haber entrado aquí, ahora solo necesitamos que nos cruces al otro lado.

– Y encima dando órdenes – les dio la espalda y se encaminó hacia el agua -.

¡Ven! - chilló a la tranquila y calmada superficie de la laguna. Unas burbujas

aparecieron y entre éstas, una barca de madera donde ardía, en proa, un

fuego rojizo. Caronte subió flotando, pues pies no tenía aparentemente, y se

volvió a girar para mirar a los mortales –, subid.

Ely no se lo pensó dos veces y saltó a la barca. Allen se lo pensó dos veces, pero al

final accedió.

– Serán cuatro ramas de oro – dijo Caronte extendiendo su gran mano. Sus

dedos eran largos y deformes, y sus uñas también tenían un color negruzco,

163

Page 164: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

su piel violeta dejaba al descubierto pequeñas venas azuladas.

– ¿Cuatro? - se quejó Ely -. ¿No eran dos? ¿Una por cada uno?

– Pesáis dos veces más, estáis cargando en mi barca eso que llamáis cuerpo, es

molesto y bastante limitado. Son cuatro ramas – insistió –, además, todavía

poseéis vuestro sheut – dijo señalando las sombras reflejadas en la madera –,

si lo preferís, mejor seis.

– No – dijo Ely –, está bien, cuatro ramas de oro.

Se las colocó en la mano. En comparación las ramas parecían pequeños palillos.

Caronte cerró con fuerza la mano, pero las ramas traspasaron sus tejidos y la

madera del barco, para acabar cayendo en el fondo de la laguna, donde miles de

monedas brillaban.

– ¿Qué ha sido eso? - preguntó Ely con curiosidad.

– Mi maldición – dijo el barquero que comenzó a remar tranquilamente, sin

prisas.

– ¿Una maldición?

Caronte giró la cabeza encapuchada y desde la oscuridad la miró y se echó a reír.

– Eres bastante curiosa, hacia tiempo que no mantenía una charla tan animada

– volvió a posar la vista en el horizonte –, si me vuelven a coger

trasportando a mortales al otro lado, me volverán a encerrar otro año más,

pero en fin, espero que valga la pena – se quitó la capucha y dejó al

descubierto un rostro cadavérico, apenas con carne y piel, con una larga

barba blanca. No tenía párpados y daba la sensación de que tenía los ojos

muy abiertos. Miró a Ely con sus ojos violetas –. Fui un genio infernal muy

codicioso, el puesto de barquero estaba vacante, aprovecharon y me

castigaron con ello. En teoría, debería pasar a todas las almas al otro lado

para ser juzgadas, todas deberían tener ese derecho, pero, las riquezas son mi

debilidad, y si nadie puede pagarme, yo no les dejo pasar, los condeno a

164

Page 165: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

pasar cien años en el Campo de las Lamentaciones y los Lloros. Mi castigo

es saborear que tengo las monedas, que tengo el oro, para luego perderlas en

lo profundo de éstas aguas y no poder recuperarlas, pasando por encima de

ellas constantemente. En el fondo de ésta laguna se haya la riqueza más

grandiosa de todo el Averno.

– No es uno de los castigos más crueles que haya escuchado – dijo Allen.

Caronte miró enfadado al mortal que osaba burlarse de él.

– Lo es, no menosprecies cualquier castigo por no infligir dolor y sangrar.

Todavía te queda mucho que aprender, pues existe otro tipo de dolor.

Lentamente, muy lentamente, me voy pudriendo en éste agujero, siempre

haciendo lo mismo, me conozco los infiernos como la palma de mi mano.

– Eso es bastante interesante – dijo Ely sentada al otro lado de la barca –, y

dime, ¿qué nos puedes decir del Érebo?

– Que no es tan fácil entrar – se mesó su larga barba enredada –, os estoy

llevando al otro lado y sólo hay dos caminos, o los Campos Elíseos o el Tártaro.

– Tengo un mapa que indica un tercer camino – abrió el libro y le enseñó al

barquero el mapa –, además, alguien me dijo, no hace mucho, que había tres

caminos en los infiernos, pero, que el tercero, raramente se usaba.

El barquero dejó de mirar el mapa y no osó mirar a los ojos de Ely directamente.

– Vuestro mapa – empezó a explicar sin mirar a los mortales –, os indica que

en el Érebo está el Palacio de Hades... ¿necesitáis ir allí o sólo estáis

preguntando por curiosidad, algo que los mortales no deberían saber?

– Curiosidad – dijo Ely cerrando el libro y devolviéndoselo a Terra –. No hace

falta que contestes.

Silencio. El último tramo hasta llegar al otro lado fue silencioso y molesto. Allen

no dejaba de mirar, con el poder de la luna, en todas direcciones. Sentía un extraño

hormigueo en la piel y una excitación extraña. Se sentía genial en aquel lugar y

165

Page 166: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

quería saber más y más. Por el contrario, Ely parecía agobiada, pero aun así la

curiosidad la impulsaba a seguir adelante. La barca paró y Caronte se esfumó, tal y

como había venido.

– Me hubiera gustado darle las gracias al menos – dijo Ely.

Allen se encogió de hombros y saltó a la madera sobresaliente, podrida y medio

hundida en la laguna. La barca comenzó a sumergirse y Ely saltó corriendo a los

brazos de Allen. Éste la ayudó a no caerse.

– Eso ha sido peligroso – dijo él.

– Sí, a saber qué tipo de agua es esa y qué habita en sus profundidades.

– No estoy seguro de si solamente hay oro ahí abajo, tiene que haber algo que

le impida a Caronte recuperar parte del dinero – suspiró –, prefiero no saber

qué es.

Los dos miraron como la barca se sumergía y desaparecía en aquella agua turbia y

negruzca. Ely había memorizado el mapa, y a pesar de la espesa vegetación que los

envolvía, era capaz de saber hacia donde debían dirigirse. Los árboles, sauces

llorones, movían sus ramas lentamente, un extraño viento las mecía suavemente.

Ely las iba apartando con cuidado y Allen la seguía.

– ¿Qué buscamos exactamente?

– Según el mapa, estamos pisando la Morada de los Jueces, Radamantis, Minos

y Éaco.

– ¿Les necesitamos para algo?

– No tengo ni idea – se paró y miró a Allen a los ojos –, pensemos. ¿Quieres ir

directamente a los Campos Elíseos? Puede que no podamos entrar tan

fácilmente, digo yo...

– Tienes razón, vayamos a pedirles consejo – se rascó la cabeza –, no había

pensado en eso.

166

Page 167: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Tal vez no deberíamos haber venido así, de la nada, deberíamos haber

pensado un poco las cosas antes, o al menos hablarlo, yo se a donde voy y a

que, tú pareces más interesado en otras cosas – dijo Ely sin malicia alguna.

– Lo estoy, no te lo voy a negar. Estoy interesado en lo que me rodea, quizá no

lo sepas bien, princesa, pero toda mi vida ha sido un infierno, poseo el poder

oscuro, ¿comprendes? Mi corazón está lleno de oscuridad y eso no lo podrá

cambiar nadie.

– Tal vez sí...

– No – la interrumpió de manera ruda –, he dicho que nada podrá cambiarlo,

tanto mi alma como mi corazón, están condenados. No se quien te has

creído que eres para pensar que puedes solucionarlo, doña “he vivido bien

toda mi vida”.

– Vaya, perdona don “pesimista”, la próxima vez que hablemos de sufrimiento

me iré a echar una siesta, así no tendré que escuchar sandeces – dijo

malhumorada.

Le dio la espalda y se encaminó apresurada escondiéndose detrás de los árboles y

pidiéndoles, con el poder de Terra, que la ocultasen durante unos instantes, pues

sin querer no era capaz de controlar sus lágrimas y salían sin previo aviso.

Allen pateó el suelo y se sentó en una roca, soplando y despeinándose.

– Soy un idiota – se dijo a sí mismo en voz alta.

– Claro que lo eres – le contestó una voz entre la oscuridad.

Allen se puso en pie y miró hacia todos lados. Detrás suyo unas sombras se

arremolinaron y de ellas emergió un hombre que atrapó entre sus brazos a Allen,

que se asustó y se apartó. El hombre emergido de las sombras se sentó a sus

anchas en éstas y levantó las manos.

– Tranquilo, no he podido resistirme a tus encantos, me encanta que seas tan

tenaz con respecto a los poderes que utilizas, que por cierto – sonrió –, y sin

167

Page 168: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

ánimo de ofender, me pertenecen.

– ¿Quién eres?

– ¿Creíais que estabais solos? En mi mundo nunca lo podrías estar –

despareció y volvió a aparecer emergiendo entre las sombras al lado de

Allen. Le tendió la mano –. Hades, encantado – le estrechó la mano –, señor

de todo lo que ves y dueño de... tu alma.

– ¿Hades? - preguntó confuso –. ¿El mismísimo Hades? - todavía no se lo

creía.

Hades le sonrió.

– En fin, ¿qué te cuentas, mortal?

– Vaya, no te había imaginado de ésta forma – dijo mirándolo de arriba abajo.

– ¿Por qué? ¿No soy tu tipo? - dijo con una sonrisa pícara.

– No, me refiero a que, ¡aparentas ser sólo un poco más mayor que yo! - dijo

desilusionado -, ¿y la prominente barba?

– Es anti-estética, ese es más el estilo de mi hermano.

– Tu pelo negro, tus ojos de color... ¿amarillo brillante?

– Je, je – dijo Hades curioso –, no te ofendas, es color ocre.

– ¿Todo vestido de negro y con una capa? - Allen se palmeó la frente –, eres

atractivo y misterioso a la vez que desprendes un toque malévolo, rodeado

por tantas Keres.

– Son mis sirvientes y... gracias por los cumplidos, cualquiera diría que te

gustan los hombres...

– Pues no – dijo Allen sonriendo –, me encantan las mujeres, de eso no hay

duda, no confundas mis cumplidos, pensé que serías más...

– ¿Viejo? ¿Diferente a ti?

– Exacto.

168

Page 169: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Creo que ya sabes la respuesta, ¿¡Qué inmortal querría ser feo y viejo!? – se

frotó las manos –, ahora vayamos a asuntos más importantes – desapareció y

volvió a aparecer sentado más arriba entre sus sombras –. Veo que has echo

llorar a tu acompañante.

– ¿Llorar?

Hades bajó lentamente hasta apoyarse en el hombro de Allen.

– Creo que es bastante peligroso que os separéis – rió –, aunque ya ha sido

imprudente que bajéis a mis dominios siendo... ¡mortales! - chilló de repente

enfadado. Respiró hondo –. Bien, bien, no estoy enfadado, al contrario, me

alegro que visitéis mis dominios, pero... ¿no habíais pensado en darme una

visita? ¿Ni un regalo? ¿Ni un pequeño detalle? ¡Qué desconsiderados!

– Vives en el Érebo... - razonó Allen.

– Así es.

– Me intriga mucho y me rondaba por la cabeza, ir.

Hades se carcajeó.

– Me caes bien, no tienes miedo.

– ¿Por qué habría de tenerlo?

– Pareces muy seguro de ti mismo y de tus poderes, cuando, en realidad, no

has aprendido nada y eres débil.

– No me he estado entrenando en Ogigia durante casi dos años, para que

ahora un dios, me diga que no es suficiente – lo miró enfadado y luego relajó

la expresión hasta casi conseguir una tímida sonrisa –. Ya lo sé. Por eso

mismo quiero bajar, quería probarme a mi mismo, y comprobar que es tan

inaccesible y sombrío como dicen los escritos.

– Me impresionas, pero... - Hades lo fulminó con una mirada terrorífica y

Allen fue retrocediendo poco a poco -. ¿Crees que serías capaz de dominar a

169

Page 170: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

alguna Ker en su lugar de nacimiento? ¿Que serías capaz de controlar las

sombras que residen aquí abajo? ¿Que serías capaz de aguantar la imponente

fuerza del Phlegethon? ¿Crees que serías capaz de adentrarte en mis dominios

y mencionar mi nombre sin ninguna represalia? - en algún momento Hades

había alzado la voz.

– Yo no... - Allen estaba confuso y aturdido, no dejaba de retroceder mirando

al dios, subido en las sombras que lo sostenían. Era realmente imponente y

aterrador –, yo...

Se resbaló. Cayó al vacío por un agujero. Cayó y cayó hasta que se golpeó

fuertemente contra el frío, oscuro y duro suelo del Érebo. En segundos el cuerpo

de Allen fue rodeado por oscuras sombras que se reían. Hades aplaudía arriba.

Acarició a una de sus repugnantes y monstruosas sirvientas.

– No le hagáis nada al chico, esperad a que encuentre a la chica – se bajó de

sus sombras y empezó a caminar tranquilamente –. ¡Esto va a ser divertido!

En el centro de la Morada de los Jueces, una especie de templo se alzaba

majestuoso y bien cuidado, cosa sorprendente allí abajo, ya que todo, o estaba

podrido o consumido en la oscuridad. Ely lo rodeó fijándose en lo bello que era.

De marfil y mármol blanco, se erigía sobre un podio que sólo permitía la entrada

desde dos lugares a través de una amplia escalera. Las columnas estaban echas al

170

Page 171: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

detalle. El capitel estaba coronado con dos volutas en espiral realmente pequeñas y

detalladas. En el friso, Ely pudo reconocer imágenes de héroes que habían bajado a

los infiernos por uno u otros motivos y habían podido volver a salir. Estaban

representados Heracles, con el perro Cerbero; Orfeo junto a su esposa Eurídice;

Eneas, junto a su padre Anquises y Ulises junto a... Ely se quedó mirando aquella

representación de un anciano vestido con una túnica... Tiresias.

Se frotó los ojos rojos de haber llorado, por una estupidez ahora que lo

pensaba detenidamente, y siguió mirando la cornisa y el frontón triangular

decorado en relieve.

– ¡Oh, ma chérie! - escuchó una voz detrás suya, ella se giró y vio a un hombre

de pelo corto y barba rizada que se acercó a ella horrorizado -. ¡Tienes un

aspecto horrible!

– Yo...

– ¡Oh, no digas nada! - la cogió del brazo y subieron las escaleras.

En el centro de la estancia, una larga mesa llena de manjares esquistos y bebida

deliciosa, eran consumidos por dos hombres que charlaban y reían entre ellos.

– Chicos, tenemos un caso desesperado – dijo el hombre que tenía agarrada a

Ely del brazo.

– ¡Huy! Éaco ha estado otra vez dándole al... - hizo un gesto con la copa y se

desplomó en la silla.

Radamantis rió.

– Es una mortal – mencionó Éaco lentamente.

Los dos hombres pararon de reír, se levantaron repentinamente y toquetearon el

pelo de Ely.

– Hacia tiempo que no bajaba nadie – dijo Minos –, es bastante interesante y

fuera de la rutina.

Los tres hombres se apartaron y miraron a Ely detenidamente, la sentaron a la

171

Page 172: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

mesa y le pusieron un plato de comida.

– Come algo, estás demasiado cansada – dijo Éaco.

– Es cierto, tienes pinta de ir a desfallecer en cualquier momento – dijo

Radamantis.

– ¿Quieres carne?

– ¿Pescado?

– ¿Tal vez verduras?

Miles de platos comenzaron a amontonarse frente a Ely, y ella, desconcertada, no

sabía que hacer.

– ¿O... quizás fruta? - Minos le ofreció la bandeja. Ely la examinó.

Plátanos, mango, papaya, caquis, fresas, cerezas, frambuesa...

– ¿Cuál es tu fruta favorita, ma chérie?

– El melocotón – contestó Ely.

Uno de los jueces le ofreció un delicioso, anaranjado, jugoso y suave melocotón.

Ella lo cogió, pues no lo había pensado pero algo de hambre tenía. Lo olió, su

fragancia le hizo rugir las tripas. Antes de poder darle un bocado, el maravilloso

fruto que tenía entre las manos se pudrió en segundos, y una sustancia negra y

repulsiva se deslizó entre sus dedos. Ely se levantó asustada, la silla cayó y alguien

la sostuvo de los hombros.

– Es realmente malo jugar con este tipo de cosas – un hombre se acercó a la

mesa y miró a los jueces con fiereza, después cogió una granada entre sus

manos y la partió dejando sus frutos rojizos al descubierto. Se los enseñó a

Ely -. ¿Te recuerda algo?

Ely miró al hombre misterioso y atractivo que había surgido entre las sombras

como si nada. Estudió sus ojos ocre y recorrió la indumentaria negra y la capa que

lo envolvía. Un aura de sombras lo rodeaba y los jueces se habían puesto tensos al

172

Page 173: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

verle.

– Hades... - se dio cuenta al fin y se llevó una de las manos a la boca y la otra

agarrándose al pecho –, por poco lo incumplo, lo que tantas veces me repitió

Escalus, una y otra vez.

– No debes comer nada en los infiernos, sí de verdad quieres salir de aquí con

vida – lanzó la granada a la mesa y fulminó a Éaco con la mirada.

Se retiró el pelo hacia atrás y pasó su brazo por los hombros de Ely.

– Querida, un error puede cometerlo cualquiera – le dijo Hades mientras los

dos bajaban las escaleras.

– Sí, como por ejemplo Perséfone, Lucas siempre la llamaba la tonta, siempre

decía que ella era una diosa, que debería haber sabido que no debía comer

nada aquí abajo, pero aun así lo hizo.

Hades se carcajeó.

– Eso es bastante divertido – se frotó los ojos –, teniendo en cuenta que yo la

rapté, me pertenecía, debía hacerlo, ese era su destino.

– Tal vez... - Ely se apartó con brusquedad de Hades -. ¿Qué hago hablando

contigo tan naturalmente?

– ¿Por qué no deberías hacerlo? Mientras me respetes, lo demás estará bien,

hoy no me enfadaré.

– ¿Es un día especial?

– Lo es o más bien... lo será – se rascó la barbilla -. ¿Sabes? Voy a invitarte a

mi humilde morada... ¿qué me dices? ¿Aceptas?

Hades le tendía la mano y Ely recelosa miraba hacia los lados pensando.

– No te preocupes – dijo Hades –, tu acompañante está bien, de echo, yo me

encargaré de que lo esté, he enviado a mis criadas. Ellas le llevarán a donde

tu estés, te lo prometo.

173

Page 174: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Ely miró al rey de los muertos. Realmente tenía un aura distinta a cualquier otra,

hasta su piel parecía distinta y brillar de una manera diferente. Era glorioso y

hermoso, a la par que temible y oscuro. Miró la mano tendida de Hades y luego le

miró a los ojos. Ella era débil cuando se trataba de curiosear y sobretodo de

aprender. Tenía la oportunidad de pisar el palacio de Hades, ¿iba a rechazarlo?

– Acepto la invitación – dijo estrechando la mano del dios.

– Es un placer, Elisabeth.

Hades la atrajo hacia él y la oscuridad los engulló rápidamente, levantando algo de

viento putrefacto que hizo balancearse las ramas más cercanas de los sauces,

asustando a alguna que otra sombra que dormitaba en ellas.

El Palacio de Hades estaba echo todo de piedra grisácea, suave a la vez que

rugosa. No había velas, ni lámparas de aceite, ni nada que produjera o

proporcionara algo de luz, pero aun así, todo era claramente visible, pues el palacio

de Hades tenía unas magnificas vistas al río Phlegethon, tan ardiente, imponente y

destructivo como cálido y luminoso.

Ely se había apoyado en la barandilla del balcón mirando hacia el río. Su luz

la maravillaba. Podría pasarse horas y horas contemplándolo, igual que cuando

Parthos todavía existía, y ella y Ann se tumbaban en el césped y miraban como

anochecía, y después, se quedaban embobadas durante horas mirando el cielo

completamente estrellado.

174

Page 175: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

«El Phlegethon... ¿no debería ser más imponente? ¿debería poder estar, yo, una

mortal, admirándolo como si tal? ¿Y la fuerza de la que hablaban los escritos? ¿Y

aquel poder destructivo y el miedo de ser devorado entre sus llamas?» pensó Ely. A

ella la atraía inevitablemente, era algo inexplicable, estaba cerca de la mayor fuente

de calidez y fuego, después del sol. Pero ella sabía que el sol estaba fuera de su

alcance, en cambio, el Phlegethon estaba allí mismo, y ella podría aprender de él. Era

parecido al fuego que había en la barca de Caronte, ardía sin estar consumiendo

nada y parecía fluir por encima de la lava.

– ¿Quieres hacerlo?

– ¡Fire! Me has asustado.

Fire se sentó en la barandilla donde estaba Ely apoyada.

– Yo te ayudaré, se que te mueres por vincular tu alma conmigo, pero, nunca

has tenido un motivo para hacerlo – sonrió y miró al Phlegethon –, yo también

quiero intentarlo.

– Oh, Fire. ¿Te has sentido excluido porque eres con el único que todavía no

me he vinculado? - le miró con empatía –, sabes que con quién más a gusto

me siento es contigo.

– Sí, y por eso no te culpo.

Ely se mesó el cabello y se lo apartó hacia atrás. Miró a Fire totalmente

concentrado observando las llamas que surgían del Phlegethon. En sus ojos tenía un

brillo intenso. No lo quería, el guardián del fuego lo deseaba y lo anhelaba.

– Mi pequeña invitada – dijo una voz masculina detrás de ella. Hades. La cogió

por los hombros –. Dime... ¿Qué te parece mi palacio? ¡No! No me

contestes... magnifico, ¿verdad? ¿Y sus vistas? Espléndidas, por supuesto.

– Se me hace raro estar aquí, como si fuera irreal. Incluso el ambiente es

diferente. Me siento una extraña en éste lugar.

– Normal... eres una masa carnal latente y viva en un cementerio de almas

175

Page 176: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

vivientes. En principio no deberías estar aquí.

– ¿Y por qué lo permites? ¿Por qué no me expulsas o me castigas o lo que sea,

por haber entrado?

Hades se apartó uno de sus mechones sedosos de la frente.

– Verás – cogió a Ely del brazo todo lo cariñosamente que pudo y la condujo a

una sala de piedra con una enorme fuente en el centro, donde una mujer

muy hermosa añadía una jarra de agua. El agua de la fuente comenzó a

teñirse de negro y en los bordes se arremolinaba una espuma grisácea –. Te

presento a Hécate.

Ely miró a la diosa y la diosa le dedicó una mirada indiferente.

– Cuando quieras – dijo la diosa un poco molesta –, tengo otros asuntos que

atender.

– Bueno, ya que mi hermano ha sido tan amable de hacerte venir hasta aquí, lo

aprovecharé, no lo tomes como algo personal.

Hécate puso los ojos en blanco y masculló algo inteligible para los oídos de Ely.

Hades encaminó a su invitada hasta el borde de la fuente.

– No te castigo, porque, como ya te dije antes, hoy es un día especial – tocó la

superficie negruzca del agua. Unas imágenes aparecieron –, desciendes de

una sacerdotisa llamada Anna – hizo el mismo gesto que había echo Hécate

con los ojos –, Anna a su vez, engendró a una hija, Hana, con Apolo... - las

imágenes sobre el agua pasaban a gran velocidad –, durante siglos tu linaje

ha sido ocultado, pero desciendes de de Apolo, y éste, le otorgó algo a Anna

que estaba prohibido – Hades dio la vuelta a la fuente y susurró detrás de la

oreja de Ely –. Poder.

» Y él – en el agua la imagen de Allen apareció rodeado de horribles Keres,

sombras y oscuridad. Él yacía inconsciente –-. Él es mucho más que tú. Pese

a todas las prohibiciones y todas las restricciones que él mismo impuso por

176

Page 177: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

los actos egoístas de los mortales, yació en el lecho de su madre

metamorfoseado en el que él cree su padre.

– ¿Qué quieres decir? - preguntó Ely confusa.

– El padre de Allen es Zeus – dijo totalmente indiferente, como si hablara del

tiempo.

– ¿Me estás diciendo que Allen posee... ?

– Exacto – la interrumpió Hades –, eres lista y una de las mejores sacerdotisas

que jamás haya conocido.

– ¿Por qué me lo cuentas a mi? ¿La vida de Allen? ¿No deberías explicársela a

él?

– No, y tu tampoco lo harás. Su condición de héroe, su condición de ser semi-

divino le abrirá innumerables puertas y senderos y él se preguntará porqué.

Creo que ya conoces el pasado de Allen – movió otra vez las aguas y Ely

pudo observar a un Allen de poco más de ocho años, solo, sangrando y en el

barro llorando –. Nunca supo quién era en realidad, ni siquiera cuando se

llevó el collar del templo.

Unas imágenes de Allen, el Allen que Ely recordaba del pasado, hace dos años, el

Allen de dieciséis años que pedía algo de felicidad en aquella ventana en la isla de

Ogigia. ¡Cuanto había cambiado! Pero en la imagen estaba rodeado de sombras y

una luz violeta, un sello y dos guardianes sonriendo. Uno de ellos habló y su voz se

escuchó claramente.

« - Tendrás que sacrificar algo tuyo... algo valioso.

– ¿Sacrificar algo mio? ¿Valioso?... no tengo nada valioso. »

– Él creía – dijo Hades mientras la imagen de Allen desapareció y el agua

volvió a oscurecerse y a quedarse en calma –, que su alma no era nada

177

Page 178: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

valioso, ¿te lo puedes creer? ¡No sabe quién es! ¡No tiene ni idea!

– Pues díselo... - dijo Ely.

– ¡No! - dijo Hades enfadado –. No puedes pretender presentarte ante alguien

que lleva toda su vida buscándose a si mismo y decir “tu eres así y esto es lo

que eres”. Debe descubrirlo por si mismo, o de lo contrario nada de lo que

haga podrá salvarlo ya de la oscuridad que amenaza con consumirle.

El agua burbujeó y aquella imagen de Allen inconsciente apareció de nuevo, pero

esta vez estaba sentado masajeándose las sienes y mirando a su alrededor. Sus ojos

eran negros, su piel estaba adquiriendo un tono negruzco apagado y una mueca de

dolor asomaba a su rostro.

– La oscuridad lo va a matar – habló Hécate otra vez con indiferencia.

– ¿Donde está? - dijo Ely mirando la imagen y escuchó un grito de dolor que

salía de lo más profundo de Allen -. ¡Dime dónde está! ¡Me lo prometiste! -

miró a Hades.

– Aquí mismo, en el Érebo. Se muere y no hay nada que puedas hacer.

– Hay una delgada linea entre la oscuridad total y la luz, la iluminación. Algo

debe mantener a raya a las Keres, a las sombras y a la oscuridad. Hades, tu

poder emana de ambos collares, solo hay una explicación para ello – Ely

miró a los ojos ocre del dios, sonrió, corrió hacia la ventana y saltó -. ¡Fire!

Fire ya se había desprendido de su sheut y se encontraba a su lado. Era todo llamas,

fuego y calidez. Penetró en la piel, en el alma, en el ser de Ely. Quemó su ropa y en

su lugar, una falda negra de carbón ardiendo y llamas por su pecho. Descalza y con

su pelo ardiendo en una gran llama anaranjada y roja, se tiró al río Phlegethon sin

mirar atrás, sin mirar a Hades que sonreía satisfecho.

178

Page 179: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

El dolor era palpitante e insufrible. A cada minuto que pasaba su cuerpo se

estremecía y lo hacía gemir de dolor. Algo dentro de él lo estaba llenando, pronto

se desbordaría. Su piel tenía un color grisáceo tirando a negro, sus ropajes verdes

parecían ir perdiendo color y apagándose, a su alrededor un aura negruzca resurgía

de su alma y su cabello ondeaba en el aire como tentáculos. Sus ojos azules se

habían apagado y aquel blanco brillante se había oscurecido por completo. Yacía

en el suelo jadeando y pugnando por no dejar que las Keres que lo rodeaban

tuvieran intención de beber su sangre y devorar su alma.

– Tal vez yo pueda ayudarte – dijo una voz.

– ¿Quién eres? - pregunto Allen con dificultad mirando al rededor. No había

nadie, más bien su vista solo alcanzaba a ver a las Keres de pie o flotando

sobre su cabeza, lo demás era todo oscuridad.

– Soy tu condenación, muchacho, soy invisible y por mucho que busques no me

encontrarás – rió aquella voz aguda y masculina -. ¿Quieres mi ayuda?

Allen luchaba interiormente para que su alma se estableciera y dejara de provocarle

aquel dolor lacerante, mientras se pregunta qué diantres le estaba pasando.

– ¿Quién... eres? - volvió a preguntar Allen.

– Ya te lo he dicho – se mofó la voz –, estás rodeado de Dioses Oscuros...

¿qué creías? ¿qué el Érebo era un lugar tranquilo y apacible? ¡Qué ingenuo!

Tu alma ha reaccionado con la de tu amigo espíritu, os estáis vinculando,

pero según mi punto de vista... no estás lo suficientemente preparado para

ello. Morirás.

179

Page 180: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Cómo lo sabes? Todavía tengo fuerzas y lucharé por mantener mi vida.

– Pero estas cometiendo un error. Y dudo mucho que ahora seas capaz de ver

la solución.

– ¿Eres un dios verdad?

– Así es – contestó la voz.

– Has dicho que eras mi condenación.

– Sí, eso ya es inminente.

– Eres el dios Moros ¿verdad?

– ¡Oh! Me abruma que un mortal sepa de mi existencia, apenas soy conocido y

apenas soy mencionado en los escritos.

– Tu poder supera con creces al de Hades, eres uno de los... - el dolor cada vez

era más insoportable -, ...uno de los Dioses Oscuros. Tienes sometidos a

todos los dioses, eres el único con poder suficiente para hacer temblar a

Zeus o no cumplir su mandato, tienes unas leyes que se deben cumplir –

respiró hondo encogido de dolor en el suelo –, el único con poder suficiente

para subyugarte o hacerte retroceder es Caos.

– Vaya – una figura oscura y alta, apenas visible, se inclinaba para ver mejor a

Allen. Era como humo negro que en cualquier momento pudiera

desaparecer –. Sabes mucho, es interesante.

– Puede que para la mayoría pases inadvertido, pero he leído un libro que los

demás no poseen...

– Sí, soy uno de los dioses más infravalorados del mundo, nadie quiere dedicar

un templo a un poder oscuro y destructivo, nadie le reza a las sombras, a no

ser que me quieran vender su alma a cambio de algo interesante... - la

sombra con forma apenas humana temblaba excitada –, y tú y tu alma, sois

lo más interesante que me ha pasado en siglos...

180

Page 181: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Allen chillaba por el dolor y las sombras a su alrededor reían. Moros las mandó

callar y se acercó al mortal.

– Cualquier mortal humano ya habría muerto... tienes algo especial.

Allen no contestaba. Se retorcía y se mordía el brazo en un intento desesperado

por sofocar el dolor con más dolor, pero lo único que consiguió fue una herida y

sangre caliente y palpitante. Las Keres, las bebedoras de sangre y no las otras, las

devora-almas, aspiraron la dulce fragancia de la sangre que se mezcló con las

sombras, todas ellas se arrastraron por los suelos hasta Allen. Éste retrocedía

asustado, dolido, ya casi consumido en vida.

– ¡No! - chilló Moros y desintegró a las Keres convirtiéndolas en cenizas y

polvo. Las otras suspendidas en el aire dejaron de sonreír y se alejaron

asustadas –. Parece ser que nadie entiende una simple orden... él me

pertenece.

– Yo no le pertenezco a nadie...

– Vaya, tienes más agallas de las que pensaba – Moros pensó –, hagamos un

trato.

– No quiero tratos contigo.

Moros soltó una gran carcajada que resonó y la oscuridad le hizo eco.

– Eres valiente, tu mismo has dicho que nadie puede decirme que no y eso se

aplica a ti, asqueroso mortal – Moros suspiró –, además, el trato que quiero

hacer contigo, te... beneficia...

– Te escucho o al menos lo intentaré – dijo Allen forzándose en abrir aquellos

ojos totalmente negros y mirar a aquella masa de humo negruzco que le

hablaba.

– Cuando vayas al mundo de los vivos, si es que llegas a salir de aquí con vida,

claro está, quiero que me dediques un templo, construye uno realmente

magnifico, hazlo en el lugar más sombrío y terrorífico que encuentres y si

181

Page 182: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

cerca hay una ciudad, todos sus males serán absorbidos por el templo.

– ¿Quieres soliviantar las penas y los males de una ciudad? No eres tan malo

como parece... o como dicen...

– No, no. No me malinterpretes Allen, simplemente me alimento del mal, soy

el Mal, soy aquello que crees que puedes hacer, soy aquello incorrecto que

acabas haciendo, tu sueño, tu pesadilla, tu condenación... - rió –, cuanto más

grande la ciudad... mejor.

– Bueno, ¿y en qué exactamente, me beneficia a mi esto? ¿De qué me sirve

dedicarte un templo? – dijo Allen tumbado en el suelo, el dolor parecía estar

remitiendo.

– Te enseñaré todo lo que se, es una gran oferta viniendo de un dios y más

de... mí – rió –, te enseñaré todo lo que debes saber del poder de Shadow, mi

hijo, y cómo utilizarlo en ese cuerpo tuyo.

Allen miraba hacia arriba, miraba las sombras que se arremolinaban encima de su

cabeza, como nubes esponjosas, grises y negras.

– Me parece un trato bastante justo... creo que acepto – Allen se levantó para

mirar otra vez a Moros pero ya no estaba.

En su lugar simples sombras danzaban de un lado a otro, como las sombras que

viera una vez en el templo de Ártemis en Athos, en la Sala de las Sombras.

De repente y sin previo aviso, el corazón se le aceleró de golpe y la sangre fluyó

rápida por sus venas. El brazo derecho le palpitaba de dolor y todavía sangraba

donde se había mordido. Cayó de rodillas en el suelo negruzco agarrándose el

pecho. Cada vez su corazón latía más rápido, molesto y agudo, no llegaba a ser

dolor pero esa sensación lo hacía enloquecer. Cayó como un saco en el suelo,

sudando y lleno de tierra y polvo. Antes de cerrar los ojos y de que su corazón

callara de repente, vio una luz cálida y deslumbrante a lo lejos, y escuchó una lejana

y familiar voz.

182

Page 183: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– No te preocupes si parece que la oscuridad está a punto de consumirte,

porque no importa cuantas veces pase, yo, te sacaré de ella.

La luz del Phlegethon se filtraba por las enromes ventanas de la habitación,

iluminando la mullida cama con dosel que ocupaba la mayor parte de la estancia.

– Me has sorprendido...

– ¿De verdad? - preguntó ella mientras vendaba el brazo derecho de Allen.

– Bueno, teniendo en cuenta que nadie ha podido decírtelo, el que hayas

descubierto tu sola que la calidez y las llamas del Phlegethon son lo único con

poder suficiente como para destruir la oscuridad, me sorprende realmente.

– Bueno, si mi vida o mi cuerpo hubieran estado en serio peligro, tú me

habrías ayudado, ¿verdad Hades? - dijo Ely sentándose en el borde de la

cama.

– Te crees muy lista... ¿por qué crees que te hubiera ayudado? - se paseó por la

habitación hasta detenerse en la ventana y contemplar las llamas del río –, es

más... ¿por qué estás tan segura de que lo hubiera echo?

– Verás, estoy completamente segura de que mal alguno no quieres hacernos,

ni a mi ni Allen – miró el rostro de Allen, mojó el paño y le limpió la cara de

tierra y sangre. Volvió a posar su mirada en la imponente espalda de Hades

–. Lo supe desde que te vi. Si me hubieras querido algún mal me hubieras

dejado comer el melocotón, si hubieras deseado nuestra perdición no me

hubieras permitido pisar tu palacio ni saltar al Phlegethon, tampoco hubieras

183

Page 184: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

dejado que Allen hablara con Moros.

– Bueno, eso último no está tan claro. Moros hace lo que le place, yo ahí no

podía opinar... por lo demás... veo que eres muy observadora – Hades se

sentó en una butaca roja frente a Ely que permanecía sentada en la cama al

lado de un Allen exhausto –, puedes preguntar lo que quieras, pareces estar

rebosante de preguntas.

Ely miró fijamente al dios. Tan atractivo como atrayente, como oscuro y horrible.

Estaba ligeramente asustada, pero presentía que Hades en esa ocasión se

abstendría. Agarró con fuerza el collar entre sus manos y suspiró.

– ¿Qué tipo de intenciones tiene Moros?

Hades había apoyado su cabeza en la mano.

– ¿Te refieres a lo de bien y mal?

– Sí... en parte.

– Mal, ayudará a Allen a vincularse con sus espíritus guardianes. Bien, tal vez él

muera en el intento.

– Creo que no tenemos la misma visión del mal y del bien, hipotéticamente

hablando – farfulló Ely.

– ¿A no? Todo aquel que me ofrezca almas, que haga crecer mis posesiones...

mi suministro, le estaré muy agradecido. El Averno, mis dominios, no es en

si algo malo para castigar a los mortales, es simplemente la morada de las

almas. - Hades calló unos segundos y se revolvió el pelo -. ¿Qué te dicen a ti

las palabras “Dioses Oscuros”?

– ¿Qué me dicen?

– Sí, lo primero que se te venga a la cabeza.

Ely lo pensó dos segundos.

– Miedo, oscuridad, horror, poder, mal... - se paró y miró al dios –, pero

184

Page 185: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

también en un acto reflejo o algo, me vienen a la mente los opuestos

valentía, luz, belleza, vulnerabilidad, bien...

– Lo uno no puede existir sin lo otro, es una totalidad. En su momento te dije

que Allen es semi-divino, tiene un poder que sobrepasa incluso a su parte

mortal, pero en vano, él intenta canalizar el poder de las sombras a través de

su parte mortal, cosa que lo lleva al estado en el que está. Sin tu

intervención, sin la luz que arrojaste sobre él, dejando paso al poder de su

alma inmortal, habría muerto, de echo su corazón se paró y murió durante

unos segundos.

– Lo sé – dijo Ely abrazándose a si misma –, vi a Tánato, le vi emerger de la

nada, su forma era temible, de echo no pensé mucho en lo que hice,

simplemente no quise que tocara a Allen.

– ¿Te dijo algo Tánato?

– No lo sé...

– Recuerda los sonidos que captaste, estabas vinculada a un espíritu, tu poder

era mayor, debiste haber oído algo.

– Unas cadenas – dijo Ely recordando. Se alisó el vestido de lino blanco

anudado a la cintura que le había prestado Perséfone, tan hermosa y tan

delicada. Dejó de mirar el vestido y se concentró en la conversación –, era

un sonido como de unas cadenas siendo arrastradas. ¿Por qué no la salvas a

ella?. ¿Ella? ¿Pero quién es ella?

Hades se removió en la butaca. Miró esta vez con más intensidad a Ely. Sus ojos

ocre resplandecían. Ely se levantó y fue a sentarse en el alfeizar de la ventana para

estar cara a cara con el dios. Ella le miraba esperando una respuesta.

– Ah... si... ella... - contuvo la respiración –, te digo exactamente lo que te dije

de él – dijo señalando a Allen –, no puedes decirle a una persona como es y

menos, quien es. Eso lo descubre uno mismo a lo largo de su vida, y solo lo

185

Page 186: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

descubre en el caso de que realmente lo éste buscando. Una vez que eso

pasa, la persona cambia.

Ely suspiró. Miró por la ventana, miró a lo que sería el cielo del Érebo. Imposible,

definitivamente imposible. El Érebo era oscuro y eso mismo era en toda su

totalidad, oscuridad y más oscuridad. Jamás lograría ver los límites, puesto que la

oscuridad está en todas partes.

– Primero me dices que responderás a todas mis preguntas y luego me evitas,

no eres un dios serio – dijo sonriendo ligeramente. Su cabello rojizo

resaltaba en comparación con el blanco del vestido. Se lo retiró hacia un lado

y apoyó la frente en el frío cristal.

– Vienes en busca de respuestas fáciles – Hades rió –. ¡Ojalá todas las

preguntas tuvieran respuestas fáciles! Bien, ahora dejo que me hagas una

última pregunta, las demás hacérselas a ese tebano loco, que para eso habéis

bajado a mis dominios.

– ¿Por qué?

Hades meditó.

– ¿Esa es tu pregunta? ¿No quieres pensarlo detenidamente?

– No – Ely miró con sus ojos negros a los del dios. Eso que brillaba era

determinación -. ¿Por qué? - repitió Ely la pregunta más lentamente.

– Simple y difícil a la vez. Ni el peor ni el mejor de los dioses podría

contestarte. Un problema que afecta directamente a los dioses, por eso

tenéis en vuestro poder la protección de muchos de ellos, pero no todos

piensan igual. He aquí un ejemplo. ¡Moi! - acompañó la palabra con un gesto

afeminado. Forzado, por supuesto –. Zeus está completamente seguro que

su hijo será el fundador de la Nueva Era, como lo llamamos los dioses.

Nueva Era refiriéndonos a que se decidirá el destino de los humanos. La

inminente guerra que se acera.

186

Page 187: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Una guerra?

– Así es y los humanos tenéis todas las de perder. Comprende que los dioses

estamos cansados de ser infravalorados a la vez que somos adorados, nos

abruma el poder del sentimiento humano, mucho mayor que el nuestro. Sois

egoístas y devotos por igual, os contradecís totalmente. Con vuestros actos

nos estáis llevando a la locura y a la inminente desaparición. A vosotros,

mientras sigáis vivos os da igual, pero mientras el mundo se desequilibra y se

desestabiliza sin nosotros, vosotros seguiréis aferrados a la ciencia y a la

tecnología para prosperar. No me entiendas mal, no estoy diciendo que os

equivocáis en creer en ello, pero cuando sea demasiado tarde os acordaréis

de nosotros, como sucede hoy en día. ¿Sabes las súplicas tan estúpidas que

llegan a mis oídos? No quieras saberlas.

– ¿Estás prediciendo una especie de Fin del Mundo?

– Algo así. Pueden pasar muchas cosas. O la Nueva Era, la Guerra entre

mortales y dioses o el Fin del Mundo.

– Eso de Nueva Era suena genial, creo que me quedaré con ese propósito,

quiero que resurjáis y volváis a caminar entre nosotros sin ningún problema.

– Eso ya lo hacemos.

– ¿Cómo?

– Bueno, se que Zeus a prohibido muchas cosas pero, Átharos está dividida.

El Cinturón de Timmoë, mantiene al mundo separado en dos. A un lado

Tierras Inexploradas, como lo llamáis vosotros, y al otro los Nubyles, como

os llaman ellos. Eso es lo que os han enseñado, lo que os han echo creer,

cuando en realidad, antes de las prohibiciones Átharos era un mundo

completo, ahora está dividido. Fieles e infieles – levantó las manos haciendo

un gesto de completa debilidad -. Llevando a debate en qué lado están los

187

Page 188: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

fieles y los infieles.

– Las llamamos Tierras Inexploradas por algo. Los que han cruzado para saber

lo que hay al otro lado nunca han vuelto y nadie sabe qué hay al otro lado,

algunos dicen que el paraíso, otros que es el horizonte, el final de todo, que

si sigues caerás y morirás.

– Ellos, los Theysts os llaman Nubyles de forma despectiva, como diciendo

que vuestros pensamientos y creencias están en las nubes, que habéis

perdido la fe. El cinturón fue creado mediante la furia y la ira, en un

momento de la historia donde la tensión estaba por todas partes y podía ser

peligrosa. Puedo decirte que al otro lado se encuentra la puerta que

comunica con el Olimpo y muchos otros lugares que seguramente has leído.

Seguramente si llegáis a cruzar al otro lado os sorprenderéis de lo diferente

que es todo. Incluso cuando vayáis caminando por una ciudad os topéis por

casualidad con un dios. ¿¡No es fantástico y emocionante!? Dioses y mortales

conviviendo como lo hacían hace siglos. Sin prejuicios, sin exclusión, todos

juntos siendo iguales. Esos valores se han ido perdiendo en éste lado y la

maldad crece y se expande, por eso no me importa que la entrada a mi

mundo éste en Sedah, me gusta. Puedo salir y mezclarme con los mortales,

pero, no debo ni quiero. Y eso es por las prohibiciones de Zeus. Tal vez

tengamos parte de culpa, pero no toda.

Ely volvió a apoyar la frente en el gélido cristal y suspiró.

– En cierta manera tienes parte de razón... - dijo Hades sosteniendo en su

mano derecha una copa. Le dio un sorbo –. Nadie está seguro de nada. Las

cosas van y vienen, permanecen o se pudren. Pero siempre ha de haber

alguien que tome una decisión.

– Allen dijo hace unos días, cuando Parthos todavía era... mi hogar – dijo con

cierta pesadez –, dijo que tanto los guardianes como yo le estábamos

188

Page 189: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

poniendo una carga demasiado grande encima suyo y que podría llegar a

caerse...

– Tienes miedo de fracasar. Tienes miedo de que lo que elijas no sea lo

correcto. Estás aterrorizada, te asusta lo que pueda llegar a pasar. Te asusta

que lo que decidas implique la destrucción de Átharos.

– ¿No crees que es cruel de mi parte pensar de esa forma?

– En absoluto. Te estás cuestionando y estás buscando los pros y los contras.

Eso quiere decir que intentarás hacer lo posible para que la Nueva Era

resurja, ¿me equivoco?

– No. Estás en lo cierto, si nadie va hacer nada, si todo el mundo va a seguir

sentado y yo ya no se cual es mi camino... ¿por qué? - sonrió -. ¿No es

sencillo? Lo intentaré y lo haré con todas mis fuerzas...

– … para llegar al final y por lo menos poder decir que lo intentaste – terminó

él la frase por ella –. Me parece bien si ese es el camino que has elegido.

Ella le sonrió.

– Recuerda la primera norma de tus votos, es importante – se levantó de la

butaca y se fue a sentar junto a Ely.

– Se feliz por encima de todo y sobre todas las cosas – dijo Ely citando uno de

los pasajes de sus votos.

– Eso implica ser feliz por encima de los dioses.

– Pero entonces no hay ningún mal en las personas que no creen en vosotros,

no han echo nada, simplemente son felices.

– ¿Crees que todos aquellos que niegan nuestra existencia, de verdad lo creen

así? ¿Que son felices? Nosotros no queremos imponeros nada. El mundo,

Átharos, es de todos, pero a pesar de vuestra inferioridad os estáis

adueñando de él y le estáis llevando por el peor de los caminos, nosotros

189

Page 190: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

tenemos nuestro ego y nuestras creencias, el mundo es la unión de muchos

dioses, de nuestros antepasados, nosotros lo hemos moldeado a nuestras

necesidades, todos los dones que recibís son fruto del equilibro y sin

nosotros, el equilibrio se perdería. No sé como explicarte la situación para

que la entiendas. Los dioses no queremos que penséis en nosotros de la

misma manera que lo hicisteis hace siglos. No somos una amenaza.

– Nunca he pensado en vosotros como una amenaza sino como en un

consuelo. Siempre os tendría a vosotros, pasara lo que pasara.

– Eso es exactamente lo que quería oír. Me habéis colmado de dicha – sonrió

-, el rey de los muertos está de vuestra parte, mi ira nunca caerá sobre

vosotros, pero tampoco mi ayuda. Os he puesto a prueba y habéis pasado

con creces. Confío en vosotros y en vuestro criterio. No nos volveremos a

ver hasta el día de vuestra muerte... tal vez.

– ¿Tal vez? - Ely se sentó al lado de Hades con los pies tocando el suelo –,

espero que no te moleste – dijo ella mientras apoyaba la cabeza en el

hombro del dios y cerraba los ojos.

Hades se sorprendió pero la dejó dormitar tranquila.

– ¿Quién eres? - preguntó Hades en alto a pesar de que ella ya estaba dormida

- ¿Ella? - cogió a Ely en brazos y la recostó al lado de su sobrino –. Nunca

entenderé esa extraña manía de Tánato y de Moros de hacer las cosas a su

manera. Vaya par de hermanos más molestos.

– ¿Hablas solo? - Perséfone entró riendo en la estancia –. Hécate te busca, dice

que tu hermano quiere verte.

– Está bien – miró a su esposa y se encaminó hacia la puerta.

– Estás raro. Será la segunda vez que vayas al Olimpo, no es propio de ti.

– Los mortales cambian – sonrió y se paró de espaldas a ella -. ¿Eso implica

también a dioses?

190

Page 191: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Será el cansancio, pero me gusta más el Hades de mal genio y enfadado que

el pacífico de ahora.

– Para ti seré todo lo malo que quieras – sonrió –, hoy ha sido un día bastante

divertido, me gustaría que todos fueran así.

– Puede que antes de lo que imaginas – dijo Perséfone mirando a Hades de

reojo –, serían emocionantes. ¿No crees?

191

Page 192: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Capítulo nueve: El profeta Tiresias

« [...]Está escrito que el mundo siga siendo un misterio. Y, si tiene alguna

explicación, no somos nosotros quienes vamos a dar con ella, de eso estoy

seguro.[...]» Lestat, en El ladrón de cuerpos, Anne Rice.

«- [...]Cuantas más vueltas le da uno al asunto, más tiende a igualar el ateísmo

con el fanatismo religioso. Pero me parece que esto es un engaño. El mundo es

un proceso, y nada más.»

Lestat, en El ladrón de cuerpos, Anne Rice.

«Puede que éste mundo sea el infierno de otro planeta»

Aldous Huxley (1894 - 1963)

192

Page 193: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Se despertó adolorido y mareado. Nada de lo que veía le era familiar pero le

resultaba reconfortante. Se sentó en la cama y se puso sus botas verde oscuro

lentamente, se frotó la cara y se estiró. Caminó por la estancia hasta detenerse en el

gran ventanal que daba al llameante y caudaloso río.

– Sigo vivo – dijo mirando su reflejo en el cristal –, vivo...

Su propia voz le sonaba extraña y sentía la boca pastosa.

– Por poco – dijo Shadow –, no sabes controlarte, todavía no sabes.

Allen meditó esas palabras y recordó lo mucho que se había estado esforzando

durante los últimos dos años. Todavía le quedaba mucho por aprender. Enfadado

miró a Shadow.

– No me mires así, sabes perfectamente que la culpa la tienes tú.

– Pero yo... - cerró los ojos y caminó hacia la puerta -. ¿Qué diantres me falta?

– Tiempo, es lo que necesitas. Moros te lo ha ofrecido en bandeja y ahora no puedes rechazarlo. No corras Allen, no corras – le aconsejó.

Allen suspiró con la mano apunto de girar el picaporte. Abrió la puerta.

– ¿Por qué no he muerto? - recordó la luz -. ¿Qué era...?

– Ella está a tu lado, Allen. Tal vez siempre lo ha estado.

– ¿Beth? - miró a los ojos de Luna -. ¿Donde está?

– Esperando. Te está esperando a ti.

Allen ignoró a Shadow y salió al largo pasillo. Caminó por encima de la alfombra

violeta que cubría todo el suelo con cierta prisa sin pararse a mirar los cuadros y

figuras que decoraban el palacio, tenia la certeza de saber donde se encontraba ella.

No lo sabía, no sabía el motivo, pero necesitaba verla. Se paró delante de una

enorme puerta de madera negruzca y escuchó unas risas tras ella. Receloso agarró

el picaporte y abrió la pesada puerta.

193

Page 194: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Hola, bienvenido – dijo una mujer hermosa. Su larga cabellera negra caía

suavemente sobre sus hombros y su fina piel blanca parecía brillar.

– Perséfone...

– Así es.

Allen miró la estancia. Sólo había dos personas allí y ninguna de ellas era ella.

– Un momento... - una mujer apartó suavemente a Perséfone y miró a Allen

con sus ojos marrones muy abiertos.

Lo rodeó y lo miró con cierto interés.

– ¿Pasa algo?

– Posees un gran poder innato – se paró detrás de él –, y ese poder también es

parte de mi.

– ¿Quién eres?

– No lo sé... ¿lo sabes tu? ¿Sabes quién soy yo? ¿He de ser alguien para decirte

lo que veo?

– Sí. Debes ser alguien cuando puedes sentir y ver a través de mi, también

dices poseer un poder increíble y estabas hablando y riendo tranquilamente

sentada con la Reina de los Muertos en el palacio de Hades en el Érebo – sonrió –,

claro que debes de ser importante.

Ella se echó a reír.

– Vales la pena muchacho, te has ganado con creces lo que te voy a ofrecer –

la diosa rebuscó dentro de su túnica y sacó un libro –, te ayudará, créeme.

Allen receloso cogió el libro con ambas manos y leyó el título.

– No... no... no es posible – dijo tembloroso -. ¿Hécate?

– Muy bien, debo irme – dijo Hécate –, Allen – delante de ella apareció una

puerta negra que ella abrió –, recuerda mis palabras: el libro sólo lo puedes

leer tú.

194

Page 195: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Qué quieres decir...? - preguntó Allen, pero para cuando terminó, la puerta

y la diosa habían desaparecido.

Perséfone suspiró.

– Príncipe – dijo ella dirigiéndose a Allen. Lo cogió por los hombros y le miró

a los ojos –, la Nueva Era no es posible sin ti y sin Elisabeth, es la única

opción viable que tenemos, ni la destrucción de unos ni de otros será lo

correcto, ni la Guerra ni el Fin del Mundo. Yo no soy de gran ayuda, ahora

no lo soy, todavía me quedan unos cuantos meses aquí abajo, apenas acabo

de bajar, pero en cuanto salga, espero poder ser útil.

– Vale, me acabo de levantar y no entiendo nada. Primero Hécate y éste libro y

ahora no se que de una Guerra, el Fin del Mundo y la Nueva Era – suspiró -.

¿Qué me he perdido?

Perséfone se limitó a sonreír, con un gesto de su mano unas sombras se

concentraron en el centro y formaron una abertura.

– Entra, te llevarán justo donde está ella. Y ella podrá contarte todo lo que ha

pasado.

Allen le dio el libro a Shadow para que lo guardara y se adentró en las sombras.

Antes de que éstas se cerraran Perséfone pudo escuchar la voz de Allen a lo lejos.

– Gracias mi reina, gracias.

195

Page 196: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Unas extrañas partículas luminosas impregnaban el lugar, flotando y

desplazándose lentamente, arrojando una extraña luz cálida contra el césped y los

árboles. El verde, el marrón, el blanco y otros miles de colores parecían tener un

brillo distinto.

Avanzó por el césped, pisando con cuidado, fijándose en todo lo que le

rodeaba. A su izquierda un campo enrome se extendía verde y luminoso, donde

miles de árboles crecían altos y fuertes. Almas de niños correteaban de arriba abajo

por los prados y jugaban entre las ramas de los árboles. Otras almas simplemente

cantaban, charlaban o dormitaban sobre el césped contemplando las motas

blanquecinas que flotaban por doquier. Todas aquellas almas tenían algo en

común. Todas parecían felices. No había dolor físico, tampoco placer físico pero

era un mal menor, no tenían ni frío ni calor, ni hambre ni sed, ni siquiera una

responsabilidad concreta, simplemente estaban muertas y parecían gozar de ello.

A su derecha, la famosa Llanura de los Asfódelos, tan puramente blanca y

violeta, como grande e intrigante. A lo lejos, en el horizonte se podía ver un raro

árbol de corteza violeta y ramas cuyos frutos eran las esporas blancas que flotaban

en el aire. También había almas a su alrededor, pero diferentes a las que se

encontraban en los prados. Éstas habían perdido el espíritu para dejar el alma

limpia o casi limpia, algunos hilos todavía surgían y bailoteaban. En la Llanura de los

Asfódelos las almas volvían a renacer. Aquellas flores no eran un mal presagio, sino

otra oportunidad. Pero si algo tenía en claro Allen mientras contemplaba aquello,

era que ya no eran mortales, podrían pensar y haber sido mortales en otra vida,

pero allí abajo eran otra cosa.

Caminó en busca de Ely, intentando retener en su memoria todo aquello tan

maravilloso e indescriptible que estaba viendo, tenia la rara sensación de que

cuando saliera de allí le costaría recordarlo.

196

Page 197: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Rojo, blanco y aquella sonrisa. Si, sin duda estaba contemplando a Ely.

Sonrió y se lanzó a abrazarla. Ella deshizo el abrazo y lo miró seriamente, y sin que

él pudiera anticiparlo, ella le dio un puñetazo en la cara.

– ¡Au! - se quejó Allen frotándose la cara -. ¿A qué ha venido eso?

– Eso por casi morirte, idiota, casi me matas a mi del susto, pensé que te

perdía.

Allen se ruborizó. Le costaba admitir ese momento de flaqueza y debilidad.

– Todavía me queda un largo camino.

– Lo sé, pero yo puedo ayudarte, se que puedo.

– Después de lo que pasó en la Morada de los Jueces sigues queriendo

ayudarme... creo que no te merezco – sonrió.

– Estamos juntos en esto y, bueno, aquello fue realmente estúpido, no pasa

nada, en parte también fue culpa mía porque fui muy injusta. Querías

aprender todo lo que pudieras aquí abajo y yo solo quería terminar lo más

rápido posible para marcharme, me comporté como una egoísta.

– Pero yo también dije cosas crueles ¿no crees?

Un hombre mayor vestido con una túnica los interrumpió.

– Está muy bien que os hayáis perdonado, pero está discusión puede esperar.

En realidad aquí la expresión “perdiendo el tiempo” no tiene mucho sentido,

pero un día aquí en el Averno, es un minuto allí, en Átharos.

– ¿Cuanto tiempo llevamos aquí? - preguntó Ely al hombre mayor.

– Cinco días.

– ¿¡Cinco días!? - preguntaron Allen y Ely al unisono –, y lo que es más

importante – continuó Allen -. ¿Quién eres tu? No te pareces en nada a las

almas que habitan por aquí, eres... carnal. Extrañamente carnal. Visiblemente

hablando, claro.

197

Page 198: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Os presento – dijo Ely –, Allen, éste es Tiresias.

– Saludos, príncipe Allen.

– Encantado, pero, ya no soy príncipe desde hace dos años, no se porque

todos tienen la manía de seguir llamándome así.

– ¡Oh, ya lo creo que lo eres! Te sorprenderías de lo que te queda por vivir,

amigo mío – el anciano se sentó en una roca y Ely, sin perder su sonrisa, se

sentó en el césped frente a él. Allen hizo lo mismo –, tu vida es otra historia.

– ¿Ha visto mi... futuro?

– No lo sé – se atusó su gran barba canosa y con sus ojos completamente

blancos, suspiró –. No se si ver es el verbo adecuado para describir lo que se

y lo que siento, pero ¿eres tú ese muchacho que veo? - se quedó pensativo –,

no eres ni la mitad del hombre que veo yo... o... ¿si lo eres?

– Vaya, es cierto que está usted loco – dijo Allen –, venimos con otro tipo de

preguntas, lo que deba saber sobre mi ya lo descubriré. No tiene en claro

nada de lo que ha visto hasta ahora, ha cometido muchos errores, en vida y

ahora al juzgarme por lo que ha visto.

El oráculo se quedó inmóvil. Con la mirada perdida sin decir nada.

– Allen, creo que te has pasado. Llevo un rato hablando con él y es bastante

simpático e inteligente, en ningún momento he visto signos de demencia

senil, tal vez chochea un poco, pero diantres, está muerto ¡lleva siglos

muerto!

– No, el muchacho tiene razón – dijo al fin Tiresias –, te estaba poniendo a

prueba.

– ¿Otra? Parece que no somos de confianza...

– Lo sois, pero ya son muchos siglos esperando. Esperando por vosotros.

Quería comprobar... - parecía que le costaba hablar –, que sabías cual era el

198

Page 199: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

objetivo del viaje que os traéis entre manos, que lo importante aquí es el

futuro de Átharos y el surgimiento de la Nueva Era.

– ¿Nueva Era? - preguntó Allen.

– Así es – contestó Ely –, mientras tu dormías a pierna suelta, yo estuve

hablando con Hades sobre los collares y los espíritus guardianes. Ahora no

estoy completamente segura de si en verdad Hades quería tranquilizarme o

asustarme más, pero el caso es que nuestras acciones futuras determinarán el

futuro de todo Átharos – se aclaró la voz –, tres cosas podrían pasar; la

primera, la Guerra entre dioses y mortales...

– Perderíamos – dijo Allen.

– Lo sé, injusto, pero nosotros lo somos más y nos lo mereceríamos, nos

adueñamos de algo que en primer lugar no era nuestro sino que los dioses

decidieron compartirlo con nosotros, además de eso, lo estamos

destruyendo poco a poco. Aunque tenemos suerte, los dioses no desean esa

guerra, nos han cogido cariño a los mortales, ¿no es bonito? - dijo Ely

emocionada.

– Si tu lo dices... - dijo Allen –, sigue contándome, la segunda cosa que puede

pasar.

– Es muy cruel... - Ely miró a Allen preocupada, cerró los ojos, suspiró y lo

soltó –, el Fin del Mundo, tanto de dioses como de mortales.

– ¿Y como podría pasar eso?

– No lo sé – dijo Ely mirando al adivino -. ¿Tiresias?

– Prestad mucha atención... - los dos se acercaron más para escuchar lo que

tenía que decir –, ...no lo sé con claridad, pero... algo tiene que ver con la

primera, segunda y tercera Generación.

– ¿Hablas de los Titanes y los Cíclopes?

199

Page 200: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Y de otros seres diferentes a los dioses y aquellos que no deben ser

nombrados – se alisó su gran barba –. Sí, es una imagen borrosa y oscura,

pero el Fin del Mundo no sería posible sin sus creadores, la tierra es una

extensión de Gea, al igual que lo es el cielo de Urano y el mar de Pontus.

– ¿Quieres decir que la tercera generación de dioses no sería capaz de destruir

el mundo, tal y como lo conocemos?

– Bueno, tal vez pudieran, pero siempre hay confusiones, ni Zeus es el dios del

cielo ni Poseidón el dios del mar. Son reyes, lo gobiernan y puede que el

estado de éstos determinen el ánimo de esos dioses, pero ellos no lo crearon.

– Es cierto – dijo Ely recordando –. Hades se ha denominado a él como rey

de los muertos y no como dios. Él es un dios, lo cual no implica que lo haya

creado, es decir, que para que el Fin del Mundo sea posible deberíamos

enfurecer, dioses y mortales, a los Titanes, Cíclopes y demás.

– Exactamente – Tiresias señaló a Allen -. ¿Lo has entendido muchacho?

– Si, más o menos... Zeus pertenecen a la cuarta generación, ¿me equivoco?

– No, no te equivocas – dijo Ely –, has leído y aprendido mucho en poco

tiempo, me sorprendes.

– Vamos a ver si te puede sorprender más querida – dijo Tiresias sonriendo -.

Allen, empecemos. En primer lugar existió, realmente, el Caos. Luego Gea,

de ancho pecho, sede siempre firme de todos los inmortales que ocupan la

cima del nevado Olimpo...

– No quiero decepcionaros – interrumpió Allen -, pero no me se toda la

dichosa Teogonía de Hesíodo de memoria, apenas he empezado a

interesarme por mis dioses hace apenas unos años.

– Empecemos por algo más fácil, tenemos tiempo – dijo el profeta sonriendo

–, dejemos las Generaciones, son algo difíciles para una mente como la tuya

200

Page 201: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

muchacho. Por el principio, sabes que lo primero era el Caos... ¿qué sigue?

– Caos engendró a Gea, al Tártaro, a Eros, Érebo y Noche.

– ¿Qué puedes decirme de Gea?

– Volviendo atrás y citando lo que dijiste, la tierra es una extensión de ésta

diosa, ella misma es la tierra y ella sola, engendró a Urano el cielo, para que

la cubriese y la protegiera, a las Montañas y al Mar.

– Parece tan fácil explicado así – suspiró Ely –, hay tantas preguntas todavía...

– ¿Y qué es el mundo sin preguntas? ¡Nada! No habrían respuestas y sin

respuestas no habría resultado y sin preguntas – dijo Tiresias levantando los

brazos –, no habría nada.

– Discutible – dijo Allen.

– Prosigamos, ahora sigue tu, muchacha – le dijo a Ely, ignorando a Allen.

– Bien... - pensó ella –, Gea junto con su hijo Urano engendraron a los

innombrables, a los Cíclopes, a las Titánidas y a los Titanes.

Los ojos de Tiresias siempre fijos en un punto concreto, sin pestañear, señalaba

con el dedo y preguntaba.

– Allen, nombra un Titan y una Titánide, los más importantes que creas.

Allen pensó detenidamente.

– Cronos y Rea – dijo al fin.

– ¿Por qué?

– Cronos tiene un papel muy importante en la historia, protagoniza la primera

Revolución Divina. Destronó a Urano.

– Buena respuesta, si hubieras contestado mal te habría atizado – sonrió –.

Elisabeth, los hijos de Cronos y Rea.

– Hades, Poseidón, Hera, Deméter, Hestia y, como no Zeus.

– Perfecto... ¿algo importante que comentar?

201

Page 202: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Zeus protagonizó la segunda Revolución Divina destronando a Cronos –

dijo Allen –, la Titanomaquia, que después provocaría la Gigantomaquia.

Tiresias rió.

– Aquí es donde quería llegar yo. Esas guerras entre dioses fueron

impactantes, pero Zeus nos otorgó a todos el ajustado equilibrio, aunque

esas guerras sucedieron antes de que el hombre existiera, muchos Titanes

fueron encerrados en el Tártaro, solo unos pocos se salvaron y entre ellos,

nuestro creador Prometeo – suspiró y se puso serio –, si por alguna

casualidad el Fin del Mundo llegara a producirse, tened claro que no sería

posible sin los Titanes. Esa es mi respuesta.

– Tiene sentido, y mucha razón... pero – dijo Ely –, sin la corrupción de éstos

el Fin del Mundo tampoco podría desencadenarse. Esa es mi respuesta.

Tiresias la miró con curiosidad. Ella estaba en lo cierto. ¿Quién podría corromper

el mundo sino los mortales? La respuesta era clara y sencilla. Elisabeth no era

cualquier persona y lo demostraría a lo largo de su existencia.

– Dejemos de lado el Fin del Mundo – dijo Allen que se había estirado en el

mullido césped a sus anchas –, esperemos que no ocurra. Nunca - sonrió –.

Necesitamos otro tipo de respuestas. ¿Hace falta que pregunte?

Tiresias rió con fuerza. Estaba claro que estaba ante dos personas completamente

especiales.

– Habéis conseguido que me sienta momentáneamente feliz después de tantos

siglos, os merecéis explicaciones y respuestas, claro – se aclaró la garganta -.

Ya sabéis que mis visiones vienen y van, gente que no conozco, dioses que

jamás conoceré, imágenes desconcertantes, futuros negros... pero algo si se –

Tiresias se puso serio, se alisó aquella túnica marrón que llevaba puesta y

sonrió –, id muchachos. Id y devolved los collares a su origen. Como dijo

antes Allen, he cometido muchos errores en mi vida, y uno de ellos fue no

202

Page 203: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

saber interpretar una de mis visiones, fue extraña, era la primera y última

vez, que todos los dioses y mortales caminaban por el mismo sendero.

– Tuviste miedo – dijo Allen –, por eso recurriste a Zeus y ahora te preguntas

que hubiera pasado si no lo hubieras echo, ¿habría sido para mejor o para

peor?

– Exacto. Pero como os iba diciendo, debéis devolver los collares. Buscad la

morada de Zeus, la morada de los dioses. Id en busca del Monte Olimpo. Es

lo mejor, vuestras decisiones a lo largo de éste viaje, vuestras vivencias, serán

el motor de la Nueva Era – tosió –. No hace falta que lo entendáis, sino que

lo sintáis.

» Os queda un largo camino por recorrer y debéis hacerlo por vuestros

propios medios. Juntos. Y descubrir las respuestas que atañen a vuestros

corazones.

» Elisabeth, tu vida no ha sido un camino de rosas precisamente. Tú misma

sabes lo duro que ha sido todo; princesa, guerrera, sacerdotisa y mujer al

mismo tiempo. Tus manos están manchadas de sangre, te culpas por lo que

pasó aunque sabes que no la tienes, ahora esos muchachos gozan de paz

porque tú se la diste, sus almas perecieron en el Tártaro, pero era lo que

merecían, así lo dictaminaron los jueces. Según mi opinión no se merecían

haber sido enterrados, has soliviantado su dolor al mínimo, no se lo

merecían... – sonrió tímidamente –, eres demasiado buena persona Ely,

seguramente te va a odiar mucha gente. Mi consejo, aprende a ser un poco

más egoísta, no te hará daño.

» Allen... - dirigió su mirada al muchacho aunque no le pudiera ver -. ¿De

qué huyes? - le preguntó indignado -. Deja de correr y párate, te estás

dejando una gran parte importante de tu yo atrás. Un pensamiento ha estado

rondando tu mente desde que te marchaste de allí. El ir a Athos a expiar tus

203

Page 204: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

pecados es una muy buena decisión, te ayudará a elegir mejor tu camino, te

guiará, además, seguro que te sorprenderás de lo que verás y oirás.

» Éste viaje será muy importante, no solo para Átharos sino, también para

vosotros dos. Todos son tan serios respecto a éste tema y según mi punto de

vista no hace falta tomarlo como algo tan malo. La Guerra, el Fin del

Mundo o la Nueva Era... solo están acelerando el proceso de desaparición y

destrucción, nada más. Si los collares hubieran seguido sellados, la tensión y

el olvido entre mortales y dioses podría mantenerse otros tantos siglos más...

¡incluso milenios!

» Otro factor que aceleró todo de un modo alarmante, fueron los Místicos,

el gran error de tu familia, Elisabeth, aunque no debes sentirte afligida por

ellos, estás luchando, eso es suficiente. Pero está claro que los Místicos no

quieren los collares para hacer algo bueno. Mis visiones son poco claras

respecto a ellos, ya que parece haber algo que me lo impide y creo saber

porqué. A ese grupo de sanguinarios los guía un loco por su propio deseo de

alcanzar la apoteosis, y a éste loco, lo guía un dios. Más concretamente una

diosa, por los poderes que me impiden ver más allá. Es una de los Dioses

Oscuros, y a ésta le acompañan en su descabellado plan otros dioses. Ya se

que no veo con claridad quién es, pero puedo decir que es maléfica y

discordante a al vez que benéfica y sanadora.

» Supongo que estaréis pensado que mis visiones son contradictoras y que

estoy loco y chocheo, tal vez sea así – sonrió –, el vivir eternamente o

incluso el estar consciente eternamente, puede convertirse en una tortura –

suspiró –, supongo que no os he dado las respuestas que queríais oír, pero si

os he dado aquellas que necesitabais.

– Nos has dado un nuevo camino, un nuevo destino – dijo Ely –, eso es más

que suficiente – se levantó y se sacudió el vestido blanco –, muchas gracias –

204

Page 205: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

le dijo al oráculo cogiéndole de las manos –. De verdad, gracias.

– Nos has dado una buena razón para continuar – Allen cerró los ojos

sonriendo –, un camino para encontrar también nuestra felicidad, o un

atisbo de ella. Debemos proteger aquello por lo que tantas personas

perdieron la vida.

– Pero – dijo Ely –, tus visiones...

– No – contestó el oráculo a la pregunta que no dejó que ella pronunciara –,

no lo veo. Intentaré explicarte que es lo que siento – se alisó su barba

canosa, cogió aire y cerró los ojos –. Todo oscuro, completamente oscuro.

Una gota rojiza cae y se expande, formando islas y continentes. Gritos y

lamentos surgen de la tierra, pero... dos figuras mortales lloran y se lamentan

por el sufrimiento. Sus lágrimas forman ríos, lagos y mares, y convierten los

gritos y los lamentos en risas y cantos. Esas dos figuras se cogen de la mano

y caminan por el mismo sendero. Una luz cálida y blanca llena la oscuridad y

se acerca a las dos figuras mortales. Esos dos mortales sonríen y desaparecen

junto con la luz.

Tiresias abrió los ojos y dejó salir un gran suspiro.

– Ahora, analicemos la visión desde un punto de vista más subjetivo.

Entendiendo la oscuridad como destrucción, podríamos decir que son los

Místicos y la gota rojiza, sangre inútilmente derramada, batallas y muertes

que sucederán en otras islas y continentes, no necesariamente han de ser los

Místicos quienes las provoquen, pero la mayoría de ellas si. Los gritos y los

lamentos son la gente que sufrirá por ello. Pero aun queda esperanza. Hay

dos figuras mortales cogidas de la mano que lloran. Sus lágrimas se

convierten en esperanza, ayuda y felicidad. Entendiendo a esas dos figuras

como mortales, como personas, mujer y hombre. Elisabeth y Allen. Una luz

cálida, obviamente proviene de los dioses, parece que éstos os tienden una

205

Page 206: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

mano, os permiten buscar y entrar en el Olimpo.

Tiresias se detuvo unos segundos, pero parecía que no tenia ganas de continuar su

relato.

– Tiresias – Allen se levantó del césped –, usted ha dicho que su visión le

muestra que “Esos dos mortales sonríen y desaparecen junto con la luz. “ Implicando

que, y según usted somos nosotros, ¿qué significa desaparecer? Entendiendo

que la luz sea algo bueno.

– Sabía que me preguntarías eso – el oráculo también se levantó de la roca y

dejó pasar a dos niñas que corrían pradera abajo –, no quiero que al deciros

esto cambiéis de parecer. Hay muchos caminos que podéis escoger, pero

sólo hay uno que nos beneficie a todos, incluso a vosotros aunque vuestro

destino sea morir al llegar al final del viaje. Los sacrificios por el bien común

son recompensados.

– ¿Pretende decirnos que si realizamos todo eso que nos ha dicho, moriremos?

- preguntó Allen -. ¿Nos está pidiendo que sigamos un camino que nos

llevará a una muerte segura?

– Allen – Ely apoyó la mano en su hombro –, todos los caminos que

decidamos pisar nos llevarán a eso, a morir. Todo el mundo camina por

distintos senderos y vive experiencias diferentes, pero al final, todos nos

encontramos. Algún día moriremos, mejor hacerlo por una causa noble que

no por deseos egoístas.

– Beth... ¿estás segura de que quieres hacerlo? Puede que después lo

lamentes...

– No, no lo lamentaré. Y sí, quiero hacerlo – sus ojos negros no mentían,

estaba segura de lo que quería -. ¿No se merece el mundo vivir en paz? Ésta

es la vida que nos ha tocado vivir.

Allen le cogió la mano y la sostuvo un rato. Miró hacia arriba, hacia aquel extraño

206

Page 207: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

cielo luminoso e intenso, donde miles de partículas redondas bailoteaban. Se decía

a si mismo que ojalá, en el pasado, hubiera tenido la fuerza y la firmeza con la que

Ely decidía escoger su camino.

– Realmente – miró el césped sin dejar de sostener la mano de Ely –, no hay

otro camino que quiera recorrer que no sea el mismo por el que caminas tu.

Ely soltó la mano de Allen y poco a poco lo abrazó con cariño.

– Pues caminemos juntos por el mismo camino, hagamos lo correcto.

Tiresias les había acompañado a la salida de los Campos Elíseos. Allen y Ely se

encontraban debajo de uno de los arcos de piedra grisácea por donde crecía una

hiedra frondosa de un verde intenso.

– Muchachos – dijo Tiresias llamando la atención –, antes de irme quiero dejar

claro algo – los colores que rodeaban al oráculo empezaron a apagarse y él a

desaparecer –, el hecho de que tengáis a los dioses de vuestra parte no

implica que os vayan a ayudar. Tal vez os faciliten y os abran ciertas puertas,

pero... esto es algo por lo que los mortales debéis luchar, es vuestra lucha

para con los dioses. Demostradles que la fuerza de antaño todavía no se ha

perdido, que la gloria pasada de Átharos sigue viva en vosotros,

demostradles que valéis la pena, que merecéis su bendición y protección

eterna, que no juzguen a la humanidad por los actos cometidos de un solo

207

Page 208: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

hombre. Hacedles saber que los unos sin los otros no sería posible en éste

mundo, no sería lo que es ahora. Tenéis a dioses de vuestra parte pero

también tenéis dioses en contra vuestra, amigos y enemigos. Tened cuidado.

Sonrió y su imagen desapareció, dejando en su lugar aquellas motas luminosas que

estaban por doquier y que iluminaban con calidez los Campos Elíseos.

Ely miró las escaleras que conducían a la Morada de los Jueces y el extenso

manto de sauces llorones que lo cubrían todo. Allen miraba de un lado a otro. Los

Campos Elíseos, luminosos y cálidos, a lo lejos, más allá de la Morada de los Jueces

estaba el Tártaro.

– ¿Quieres ir? - dijo Ely bajando las escaleras.

– ¿A dónde?

– Al Tártaro.

– No... bueno... -Allen miró a lo lejos. Le tentaba. Suspiró –, no creo que fuera

capaz de soportarlo. Keres realmente abominables, puesto que es su lugar de

nacimiento, torturas y almas siendo consumidas. No, no lo soportaría.

– Según ciertos libros sobre mi antepasada Anna, ella esta allí – dijo Ely

mirando con tristeza el cielo del Averno. Tan luminoso y claro cerca de los

Campos Elíseos y tan oscuro y rojizo en el Tártaro –. Ojalá pudiera hacer algo

por ella.

– ¿De verdad? ¿No fue ella quien creó a los Místicos? ¿No fue ella quien pese

a sus votos rompió el sello...

– … y se enamoró de Apolo? – le interrumpió ella.

Allen la miró a los ojos, aquellos ojos negros que parecían ver a través de él.

– Quiero saber la verdadera historia, no la que les conviene a los dioses.

– ¿Quieres decir que ella no debería estar allí?

– No, no debería, es un presentimiento – sonrió –, y sabiendo la personalidad

208

Page 209: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

de nuestro dios, demasiado guapo Apolo, seguramente él todavía aun la ame

a pesar de los siglos que han pasado.

Allen bajó los escalones de dos en dos y se situó al lado de ella.

– Tiresias ha dicho que nuestro viaje resolvería nuestras dudas y problemas.

Sigue adelante, tal vez puedas salvarla.

– Tal vez...

Los dos se adentraron en el espeso manto de árboles. Tiresias les había indicado

por donde podrían salir, debían dirigirse a la Puerta de Marfil.

– Por cierto, Beth – apartó unas cuantas ramas y esquivó unas rocas -. ¿Y ese

vestido?

– Me lo ha dado Perséfone.

– ¿Qué ha pasado con tu otra ropa?

– Quemada.

Allen se giró para mirarla.

– ¿Quemada?

– Claro – lo adelantó y siguió caminando –, me tiré de cabeza en el Phlegethon

para salvar a cierta persona.

Allen la cogió del brazo. Ella se soltó.

– No te preocupes, no es la primera vez que me vinculo con los espíritus

guardianes.

– Podrías haber...

– ¿Muerto? - rió –, o podrías haber muerto tu. Tranquilo, sabía que no iba a

morir.

– ¿De verdad?

– No – volvió a reír y dejó escapar un largo suspiro –, que bien sienta reírse

después de todo lo que ha pasado.

209

Page 210: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Allen se quedó callado y pensativo.

– ¿Qué te pasa, Allen?

– No es tan fácil vincularse con los espíritus. Si no hubiera sido por ti, yo

habría muerto en el intento.

Ely recordó su charla con Hades. Hijo de Zeus. Una idea surgió en su mente.

– No estabas preparado. Fue el entorno lo que hizo reaccionar a tu alma con la

de Shadow. No querías hacerlo, de echo, no habías pensado en hacerlo, por

eso te ha salido mal, pero no te preocupes, la próxima vez te ayudo – apoyó

sus manos en sus hombros –, y ya sabes, no puedes comparar el poder

oscuro con el que yo poseo, eso mismo me dijiste tu.

– Cierto, pero... ¿cómo sabías que el echo de tirarte a ese río ardiente me

salvaría?

– Esas llamas es lo único que puede poner en orden a la oscuridad – le sonrió

–, es por eso que se que puedo ayudarte, aunque hayas rechazado la oferta

una y otra vez.

– Lo siento, me ofusco y no veo con claridad, pero esta vez acepto la oferta –

sonrió –, eso quiere decir que debemos permanecer juntos ¿no?

– Hasta que muramos – dijo sonriendo Ely caminando entre arbustos.

– ¡Que pesimista! - dijo Allen sabiendo que lo decía en broma.

– Ahora te toca ser a ti el optimista – dijo feliz.

– Oye... - dijo éste dándose cuenta –, estas realmente feliz... ¿te ha pasado algo

aquí abajo que te haya motivado?

Se paró y miró a Allen con sus ojos brillando de emoción.

– He visto a mis padres, Allen, les he visto – señaló hacia la luz –, los he visto

en los Campos Elíseos, juntos. He visto – sus lágrimas caían sin que ella se

diera cuenta – he visto a la gente de Parthos allí.

210

Page 211: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Allen sonrió.

– ¿No es eso un alivio?

– Sí.

– Entonces, ¿por qué lloras?

Ella se secó las lágrimas.

– No lo sé – ahora reía y lloraba al mismo tiempo –, estoy agradecida de que al

menos podrán volver a renacer.

– No nos rindamos, ahora más que nunca tengo en claro lo que debo hacer.

¿Puedes ver tu camino, Beth? ¿Puedes ver por donde vas?

Ely terminó de secarse las lágrimas y meditó durante unos segundos. Sus ojos se

abrieron como platos.

– Sí, si... lo veo. Puedo verlo.

– Eso es genial.

– ¿Qué es esto? - preguntó Ely –. Tiresias y el mapa dicen que es por aquí.

– Si te fijas no es muy profundo – dijo Regen.

– Pero es justo por donde el Aqueronte desemboca en la laguna Estígia, la

corriente podría arrastrarnos.

Regen pensó y fue flotando hasta el agua. Se sumergió justo donde el río y la

laguna se unían. Salió al cabo de unos segundos toda mojada. Su cabello plateado

brillaba todavía más a causa de las gotas de agua que resbalaban por sus mechones.

211

Page 212: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Usa tu poder Ely – le dijo –, noto que es un agua distinta, de alguna manera,

pero no por ello diferente. Si has podido con el Phlegethon, podrás con

estas aguas – se encogió de hombros –, además, la otra orilla no está tan

lejos.

– Muy bien – cogió a Allen de la mano -. ¿Preparado?

– Siento estar tan débil física y mentalmente – se disculpó –, no tengo energías

para cruzarnos al otro lado.

– No te preocupes – le dijo Ely.

– Si las cuentas no me fallan – dijo sonriendo –, has estado más dos días infernales durmiendo.

– No es suficiente, necesito dormir más.

– Si, ya claro, claro – se quejó Ely –, callaos, necesito concentrarme.

Ella cerró los ojos, apretó la mano de Allen, cogió aire y lo soltó lentamente. Abrió

los ojos. Regen la observaba y Allen a sus ojos ahora azules.

– Bien, allá vamos – estiró las piernas –. Allen, debes hacerlo al mismo tiempo

que yo, así me será más fácil.

– Muy bien, estoy preparado.

Cuando los dos estaban apunto de pisar las aguas, un crujido detrás de ellos los

desconcertó. Ely se sobresaltó, soltó la mano de Allen y sus ojos volvieron a ser

los de siempre.

– ¿Quién anda ahí? - preguntó ella ligeramente mosqueada.

– ¿Ma chérie? - un hombre se asomó entre la maleza –, soy yo, Éaco.

Ella le miró y se cruzó de brazos.

– ¿Qué quieres? Todavía no he olvidado lo que pasó hace cuatro días.

– Ni nosotros tampoco, chérie – dijo arrodillado ante ella –, ha sido muy raro

que Hades os salvara. Nos ha dejado a los tres anonadados. Él no suele ser

212

Page 213: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

tan...

– ¿Permisivo? ¿Bueno? - Ely levantó a Éaco del suelo –, lo sé. Ya me ha

advertido que una vez que termine con lo que veníamos a hacer nos

largáramos. No nos volveremos a ver hasta que muera, o no. Ni su ira ni su

ayuda caerá sobre nosotros – suspiró -. ¿Qué querías?

– Disculparme y... - Éaco saco de debajo de su túnica una extraña caja negra

con un dibujo en la tapa –, quería ofrecerte esto – le tendió la caja –. Debes

disculparnos, a Minos, a Radamantis y obviamente a mi, hacia mucho

tiempo, siglos, que no veíamos una mortal.

– Está bien, no hace falta que te disculpes – Ely cogió la caja recelosa y pasó la

mano por el dibujo -. ¿Una serpiente?

– Así es – ahora Éaco hablaba en voz muy baja –, ella ha estado aquí. Estuvo

en el Érebo hablando con él. Le pedía ayuda, pero éste se la negó – su

expresión era la de un niño asustado –, está tramando algo, algo muy malo

que solo la beneficia a ella y a los quince.

– ¿Ella? ¿Ella quién? - preguntó Ely confusa -, ¿los quince?

Unos árboles comenzaron a agitarse y Éaco se asustó.

– No tengo tiempo – cogió las manos de Ely con las que sostenía la caja –,

póntelo una vez que salgas de aquí, no te lo saques nunca, te protegerá de

ella.

Éaco se esfumó entre la maleza dejando a Ely y Allen totalmente confundidos. Ely

se giró y miró a Allen.

– ¿Quién diantres son los quince y... ella? - le preguntó a Allen.

– ¿Quince? No tengo ni idea a lo que se refiere y ella... - Allen pensó –, ella... -

realmente lo estaba pensado –, no hace mucho... - se cruzó de brazos -. ¡Si!

Fue él. ¡Un Místico! Él me advirtió.

213

Page 214: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿De qué te advirtió?

– Me dijo que tuviera cuidado con ella.

– ¿Pero quien es ella?

– ¿Será la diosa que lidera a los Místicos? ¿Esa diosa que impide a Tiresias

verla?

– Discordante y sanadora a la vez – se dijo Ely a si misma mientras miraba la

caja. Suspiró –. Terra – llamó a su espíritu –, guarda la caja, una vez que

salgamos ya te la pediré.

– Está bien – dijo Terra guardando la caja en su diminuta alforja junto con el

libro los Mitos de Átharos.

– Bien – los ojos de Ely adquirieron un color azul cielo.

Cogió a Allen del brazo y lo arrastró hasta la otra orilla caminando ágilmente sobre

la superficie del agua.

– Por fin – sus ojos negro miraron en dirección a la Puerta de Marfil –, por fin

hemos cruzado.

– Que rapidez – dijo Allen todavía fascinado por la sensación de caminar

sobre el agua –, no me has dado tiempo a disfrutarlo.

– Si eso otro día, quiero salir ya.

– Está bien, sigamos.

Continuaron caminando dejando atrás los Campos Elíseos y la Morada de los Jueces. A

su derecha pudieron ver las famosas Islas Elíseas, radiantes en un mar de oscuridad

cuya entrada era para los privilegiados. Allen se detuvo de repente.

– Espera, falta algo...

– ¿El que?

– Cerbero.

Los dos se miraron a los ojos agudizando el oído. No, no se escuchaban aullidos.

214

Page 215: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Allen tampoco notaba la presencia del animal. Notaba algo, pero no desprendía

una maldad propia de algo salvaje y fiero como lo es Cerbero.

– Hay varios escritos que hablan del perro de Hades – explicó Allen mientras

caminaban en dirección a la puerta –, unos dicen que custodia la entrada,

otros que la salida.

– Y tu lógica te dice que si no estaba en la entrada lo estará en la salida,

¿Verdad?

– Exacto, así que es mejor tener cuidado, por si acaso.

Caminaron con paso firme sobre la tierra marrón oscuro, sin dejar de mirar aquella

gran construcción que se erigía poderosa entre aquella niebla oscura y densa. Ely

tosía a causa del polvo. Allen usó el poder de la oscuridad para abrir un camino a

través de aquella molesta niebla.

– No te canses – dijo Ely acabando de toser –, gracias.

– De nada.

Continuaron hasta que escucharon una especie de rugido. No era gutural y sonoro,

sino más bien como un ronquido. Luego escucharon unas notas musicales, tal vez

de un arpa, tal vez de una lira. Los dos corrieron curiosos guiados por el suave

sonido de las notas y por aquel extraño ronquido que contrarrestaba la suave y

melódica música. Se toparon de frente con un hermoso joven de ojos azules, pelo

largo negro, ondulado, con reflejos azulados. Vestía una sencilla túnica azul oscura

que destacaba con su pálida piel, y unas sandalias marrones de cuero trenzado. El

cabello lo llevaba extremadamente cuidado y decorado con unas hojas de laurel.

Estaba sentado en un trípode y portaba en sus brazos una lira. A su espalda, un

arco y flechas.

– Apolo... - dijo Ely anonadada.

– Princesa – se inclinó y miró al monstruoso animal de tres cabezas que

dormía plácidamente –, me he tomado la libertad de dormirle para que tu y

215

Page 216: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

tu acompañante puedan salir sin problemas – tocó unas notas más y se

acercó a ellos dos.

– Supongo que gracias – dijo Allen cohibido, tanto por la belleza del dios

como por su mera presencia –, no esperábamos encontrarte precisamente

aquí abajo.

– Lo sé – sonrió –, ha sido algo fuera de la rutina. Pero vuestras caras al verme

han sido realmente dignas de ver – rió.

Ely miró fijamente al dios. Tenía la extraña certeza de conocerle, de saber quien es,

de sentir un cierto cariño hacia él, no como dios, sino que quizás como un

hermano, tal vez...

– Lucas – dijo Ely –. Lucas – repitió.

Apolo la miró con cariño y abrió los brazos dando a entender que le permitía un

abrazo. Ella lo abrazó con fuerza llorando estúpidamente.

– Siempre a su lado princesa, siempre – le dijo acariciando su pelo –, intentaré

protegerte, haré lo que pueda.

– Para eso está la familia, ¿no? - dijo Allen con empatía. Apolo lo miró sin

dejar de sonreír.

Apartó a Ely y le secó las lágrimas.

– Ya lo creo que eres especial – le dijo –, no me puedo creer que me hayas

reconocido.

– Ni yo, ha sido extraño, realmente extraño – sonrió – pero me hace feliz, me

hace feliz el saber que sigues a mi lado.

– Tal vez tenga ciertos motivos ocultos para seguir a tu lado – dijo seriamente.

– ¿Motivos ocultos?

– Sí – se arrodillo y cogió la mano de Ely –, te pido por favor que la salves.

Salva a mi querida Anna.

216

Page 217: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Yo? - se apartó bruscamente –, yo no puedo... no puedo hacerlo. No estoy

preparada.

– Si puedes – dijo Apolo – yo se que tú puedes hacerlo.

Ely le dio la espalda al dios y cerró los ojos. No se creía capaz de hacerlo. Tampoco

tenía muy claro que es lo que debía hacer.

– Yo te contaré toda la historia, la verdadera historia. Te lo prometo – dijo

Apolo inclinándose levemente.

– No puedo – repitió Ely –, lo siento.

Cogió del brazo a Allen y lo arrastró hasta la enorme Puerta de Marfil. Por el marco

de la puerta crecía una espesa hiedra verde donde destacaba una extraña flor azul.

Apolo se acercó y con un simple gesto abrió la pesada puerta. Ely volvió a mirarle

a los ojos y repitió: - Lo siento. Y cogida a Allen se encaminó hacia aquella luz tan

conocida, la luz del sol.

El sol era cegador, pero no hacía calor. Allen y Ely salieron al bosque de pinos por

una cueva en la montaña. Al principio era espaciosa pero se fue estrechando a

medida que salían. Allen pensó que una vez que la Puerta de Marfil se cerrara al otro

lado, la cueva volvería a ser una simple cueva y no la salida del Averno.

– Au... - dijo Ely quitándose un pincho del pie, comenzó a sangrar por la

herida –. Perséfone tenía que haberme prestado también... au... unos zapatos

– se apoyó en un árbol.

– Ven – dijo Allen –, apóyate en mi.

217

Page 218: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Ely se agarró a Allen.

– En el Averno esto no me pasaba y todo era maleza y árboles ¿por qué ahora?

– No tengo ni idea – dijo cansado –, ahora que estamos fuera me siento más

cansado que antes, lo que necesitamos es dormir, al menos yo. Ya tendremos

tiempo de pensar estas cosas más adelante – Allen cogió a Ely en brazos.

– ¡Oye! No estoy inválida, simplemente descalza – se agarró a su cuello para

no caerse.

– ¿Vas a caminar descalza por el bosque hasta el mar? Mira, levanta el pie –

Ely lo levantó y un hilo de sangre goteaba en el suelo –. Se que podrías

utilizar el poder de Terra para no hacerte daño – comenzó a caminar entre

árboles y rocas, la luz les rodeaba – pero los dos estamos cansados, así que

menos quejarse, encima que me preocupo por ti.

– Vale, ya no me quejaré, gracias, pero mejor me subo a tu espalda.

Cuando llegaron al Pigmalión todo el mundo seguía durmiendo plácidamente en la

arena de la playa, acurrucados en mantas alrededor de una hoguera ya consumida.

Allen estaba muerto de sueño y dejó caer a Ely en la arena y corrió a meterse

debajo de una manta.

– ¿Pero qué...? - Ely se levantó molesta pero no se quejó ya que sabía que él

estaba realmente cansado. Le pegó una patada para que le hiciera sitio y se

durmió junto a él.

218

Page 219: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿ Por qué están durmiendo juntos? - preguntó Gil.

– No lo sé – dijo Ann.

– Se ven tan bien juntos, ahí, abrazados, que da pena despertarlos – dijo Fly.

Gil le dio una patada a Allen. Ann intentó despertar a Ely.

– ¿Qué pasa? - dijo Ely bostezando y frotándose los ojos.

– ¿Y ese vestido? - preguntó Ann. El blanco del vestido era tan claro que

cegaba.

– ¿Por qué estáis durmiendo juntos? - preguntó Gil mosqueado.

– No sé – dijo Allen levantándose y acercándose a la orilla para mojarse el

rostro –, me muevo mucho cuando duermo.

– Estábamos cansados, me daba igual donde dormir, solo quería dormir – dijo

Ely medio muerta. Se levantó con dificultad –. Me duele todo – se estiró –,

es la ultima vez que me tiras al suelo de esa manera – le recriminó a Allen.

– Perdona princesa, la próxima vez la llevo en volandas hasta una cama con

sábanas de lino rosa y dosel de seda – dijo irónicamente.

– ¡Me dejaste caer, así, sin más, como un saco de arena! - empezó a discutir

ella.

– Tenía sueño, lo único que quería era llegar y meterme debajo de la manta.

No te quejes que te he traído todo el camino. Podía haberte dejado en la

mitad, cansada como estabas no podrías haber usado tus poderes.

Los dos siguieron discutiendo incoherencias para los demás que observaban.

– Vale – dijo Allen –, déjalo, me duele la cabeza. Tenemos otro problema

importante.

– ¿Cuál?

– El Cinturón de Timmoë. Eres tu la que habló con Hades no yo.

– Muy bien, fuiste tu quien habló con Moros, no yo.

219

Page 220: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¿Cómo sabes lo de Moros?

– ¿Cómo no iba a saberlo? ¡Suicida!

– Nos hemos levantado de malhumor – dijo Dirían sonriendo.

– ¡Cállate! - dijeron los dos al unisono y comenzaron a hablar al mismo tiempo

–. Éste idiota casi se mata. Casi me muero del susto. ¿Qué habría pasado?

– Ella no solo habló con Hades, sino que Éaco le ha dado una caja rara y a

llamado a Apolo, Lucas. ¡Es de locos!

– ¡Callos los dos! - dijo Fly –, y sentaos a desayunar.

Los dos se sentaron sin quejarse, separados el uno del otro.

– ¿Qué nos hemos perdido?

– Han bajado a los infiernos – dijo Shadow.

– ¿Sin nosotros? - se quejó Gil.

– ¿Cuándo?

Fly les tendió un cuenco de un potaje de dudosa procedencia. Los dos comieron

con avidez.

– Primero Athos – dijo Ely mirando a Allen –, ya nos preocuparemos más

tarde del Cinturón de Timmoë.

– En la biblioteca de Athos los teólogos de mi padre han estado investigando

ese cinturón desde hace generaciones.

– ¿Quienes dices?

– Los eruditos de Athos, son un grupo que acogen a todo aquel que quiera

investigar al rededor de todo lo teológico, científico y tecnológico. Pero les

interesa mucho más la teología que otros ámbitos. Tienen cientos de libros.

Algo habrá que podamos usar para poder cruzarlo.

– Bien, entonces – la discusión y el enfado parecían haberse esfumado –,

siguiente parada, Athos. Será divertido e interesante ver donde naciste y

220

Page 221: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

creciste.

– Parce que te entusiasma la idea.

Ely lo miró con desdén.

– ¿No has oído lo que ha dicho Tiresias?

– Tiresias dijo muchas cosas

– Por eso mismo. Necesitas ir a buscar algo ¿no? Y arreglar lo que hiciste, haya

sido tu culpa o no.

– Tienes razón – dijo con cierta pesadez. Se levantó y se estiró –, tengo que

hacer algo con mi inseguridad.

Se pasó la mano por el pelo y por la ropa. Un polvo gris y negro se dispersó por el

aire.

– Necesito ropa nueva y una ducha.

– Y yo – dijo Ely –, no volveré a vestir de azul. Nunca – se levantó y se ajustó

la falda del vestido.

– ¿Por qué? - quiso saber Ann todavía vestida con las prendas azules de

sacerdotisa.

Ely no contestó, ni siquiera miraba a Ann. Allen miró a Ely y contestó por ella.

– No volverá a vestir de azul por el mismo motivo que yo no volveré a

vestirme de verde.

– Nuevas metas, nueva vida – se encogió de hombros –, empecemos de cero,

pero bien.

Fly los miró a los dos sonriendo. Meneó la cabeza y se cruzó de brazos.

– Venga, recojamos todo y acerquémonos a Cumas, al pueblo de Sedah.

Compremos ropa nueva y provisiones. Estamos en las últimas.

– Yo me quedo en el barco – dijo Hipólito.

– Yo también – dijo Atedus –, quiero revisar el barco de arriba abajo y mirar

221

Page 222: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

las cuerdas.

– Entonces yo también me quedo – dijo Adán.

– Muy bien – dijo Dirían – a mi me apetece ir al pueblo, además – dijo

sonriendo –, Fly necesitará un par de brazos fuertes para traer las

provisiones.

– Pues venga – dijo Fly –, a despertar a los peques. Mario, Roxana y Haydee se

vendrán con nosotros al pueblo. Gil, Iván, John, Hele y Ann. ¿Que hacéis?

¿Os venís?

– Esperad un momento – dijo Gil confuso y un poco mosqueado -. ¿Soy el

único que quiere saber qué es lo que ha pasado?

– Claro que no eres el único – dijo Fly –, todos queremos saberlo, pero,

podemos esperar.

– ¿Esperar a qué? - preguntó ya enfadado.

– A que recuperen un poco de color, quizás – dijo Hele –, están terriblemente

pálidos. Parece que se vayan a desmayar.

Gil los miró otra vez. Los dos estaban doblando las mantas y recogiendo un poco.

Parecían realmente cansados y sí, estaban pálidos. Sus pieles bronceadas habían

perdido color, como si hubieran pasado meses encerrados en un lugar en la que la

luz del sol no podía llegar. ¿Cómo era el tiempo en los infiernos? Se preguntó Gil.

Sus celos se la habían vuelto a jugar. Tenía miedo de que Ely le arrebatara aquello

por lo que había estado luchando. No lo iba a negar. Quería Allen, le amaba

demasiado. Había reprimidos sus sentimientos desde siempre, pero, al salir de

Athos pensó que tal vez aquello significaba una oportunidad. Fue uno de los

motivos que le impulsó a seguir a Allen. Pero estaba claro que el príncipe solo le

veía como a un hermano. Era difícil dejarle marchar después de tantos años

amándolo en secreto.

– Esta bien – dijo al fin – podemos esperar.

222

Page 223: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

Aquella casa no encajaba para nada en aquel pueblo. Cumas era bastante

grande para la poca actividad marítima que reinaba por los alrededores, por culpa

de los Maelstroms y los Saltstraumens que rodeaban la isla. Las casas eran todas de

un gris apagado y sin vida, ningún color definía las casas, ni nada colorido como

las flores para resaltar y crear un poco de belleza en aquel paraje tan triste. Incluso

la gente parecía estar bastante cansada y sin vida, pero la mayoría de la gente que

residía en ella eran personas que ya habían pasado los cincuenta. Los jóvenes que

podían se marchaban de aquella isla en cuanto podían permitirse el lujo de

abandonarla por el peaje que había puesto el gobierno de Océano, en contra de la

voluntad de los ciudadanos, pero ellos no tenían ni fuerzas ni ganas de quejarse.

Los tripulantes del Pigmalion se habían dividido en grupo para ir más rápido

y salir cuanto antes de aquella trampa mortal que era Sedah, habiendo soldados de

Océano sueltos por ahí y sabiendo que los Místicos y éstos tenían una especie de

pacto o tregua.

John, Gil, Iván y Dírian se ofrecieron voluntarios para ayudar a Fly con las

compras de las provisiones y su posterior traslado al barco. Allen y Mario se fueron

juntos. Allen quería cambiar sus ropajes verdes por algo más oscuro, algo que fuera

con su personalidad, con su pasado y con el poder que latía dentro de él, algo

más... negro. Y Mario simplemente quería ir con su querido hermano.

Ann, Roxana, Haydee, Ely y Hele se marcharon juntas para comparar otra

ropa y quitarse de encima aquellas prendas de sacerdotisa que ahora simplemente

223

Page 224: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

eran un doloroso recuerdo de su trágico pasado. Todas habían decidido junto con

Ely el no volver a vestir nunca más de azul. Puede que para la gente que no supiera

sobre ellas y escucharan su absurdo motivo, podrían llegar a burlarse de ello. Pero

era importante para ellas. Pues sería como una especie de luto por un país arrasado

y familias destrozadas. Todas ellas se pusieron de acuerdo en elegir otro color que

las caracterizara, todas decidieron vestir de rojo.

Una anciana muy amable les había indicado donde podían encontrar a una

sastre muy famosa, se encontraba bastante lejos, a las afueras del pueblo, pero ellas,

decididas y tal vez un poco curiosas por saber donde vivía el sastre, decidieron ir

allí. La casa estaba rodeada por un jardín donde solo había césped y tierra revuelta,

era un poco triste comparada con la fachada de la casa de color celeste, penetrante

y alegre. La hiedra crecía entre las columnas y las puertas, las ventanas eran de una

madera clara y cálida.

– Normal que una casa como ésta este lejos – dijo Hele –, el estilo no pega

nada con el pueblo.

– Es muy bonita – dijo Haydee – como un castillo.

– De princesas – dijo Roxana.

– Y tengo vestidos de princesa también – dijo una voz de mujer.

Asomada a la ventana, una mujer de tez pálida, cabello rubio y ojos marrones les

sonreía.

– Supongo que habéis venido a comparar, ¿no?

– Por supuesto – dijo Ann.

– Con los tiempos que corren cualquier medida de seguridad es mínima –

cerró la ventana y dentro de la casa se escucharon pasos y el cerrojo de la

puerta al abrirse –, pasad queridas.

Todas entraron sonriendo. El pasillo de la entrada estaba todo decorado con

retales de telas de hermosos estampados y materiales, desde lunares y flores, hasta

224

Page 225: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

cáñamo y seda. No había rincón alguno sin un trozo de tela. Las paredes de una de

las salas estaban llenas de preciosos y hermosos vestidos, algunos ribeteados de

oro, otros de plata y otros con encajes muy finos. Había algún que otro un poco

estrafalario, raro e incluso voluminoso y horrible. Pero todo estaba inundado de

colores.

– Es todo tan colorido.... ojalá el pueblo de Cumas fuera igual – dijo Ann.

– Lo intenté – dijo la mujer –, de veras que lo intenté. Llevé mis vestidos al

pueblo, pero, fue unos meses después de la guerra. Cuando el antiguo rey

fue derrocado las casas ya habían sido despojadas de su colorido y la gente

había perdido la fuerza y las ganas de volver a quejarse o de hacer algo por

mejorar – sonrió –, aunque ahora no es como en aquel entonces, ahora

incluso tenemos alguna que otra fiesta – se sentó en una butaca –, basta de

charla. ¿Que se os ofrece chicas?

Todas, incluidas las pequeñas miraban en todas direcciones fascinadas.

– Queríamos cambiar de estilo – dijo Ely.

– Vestir menos de azul – dijo Hele – algo más...

– ¡Rojo! – dijo Roxana –, como el fuego.

– Pues adelante chicas, podéis mirar, toquetear y probaros todo aquello que os

guste.

Todas se dispersaron emocionadas. Menos Ely que se mantenía pensativa e iba de

habitación en habitación buscando aquello más cómodo y característico. Encontró

una resistente camisa de lino blanca, muy sencilla. Rebuscando en un armario

donde había miles de pantalones de muchos colores y tamaño encontró unos rojos

de corte estilo pirata que le llegaba un poco más abajo de las rodillas. Se miró al

espejó. Su pelo rojo extremadamente largo le caía liso hasta las caderas. Encima de

una mesa de caoba oscura había unas relucientes tijeras. Las cogió con la mano

derecha y con la izquierda se agarró la melena. Su mano temblaba. No estaba muy

225

Page 226: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

segura de lo que estaba apunto de hacer. Ahora ya no era un princesa cuyo

objetivo era ser perfecta a los ojos de los demás. Ahora podía ser simplemente ella.

No tenía ningún peso encima de sus hombros que conllevara una

responsabilidad mayor que la de hacer surgir la Nueva Era. Si quedaba algo de

aquello, tenía que quitárselo de encima. Cerró los ojos y se lo cortó. Entre sus

dedos se deslizaron miles de mechones largos, brillantes y rojizos. Dejó las tijeras

en su lugar y volvió a mirarse al espejo. Se miraba y se veía extraña, irreconocible.

– Creo que esto también te quedaría bien – dijo la costurera cogiendo de un

cajón algo rojo oscuro.

Le levantó los brazos a Ely y se lo colocó.

– Todavía no nos ha dicho como se llama.

– Minerva, me llamo Minerva.

– Creo que ese nombre le paga mucho.

– Ya está – dijo apretando las hebillas.

– ¿Un corsé?

– Pero no uno cualquiera – dijo recogiendo el cabello del suelo –, está echo de

un material resistente al agua y al fuego. No lo lances a una hoguera, porque

obviamente acabará quemándose, pero es bastante resistente. Y es un corsé

bajo pecho, lo que te proporciona facilidad de movimientos y firmeza en los

pechos. Además – se sentó en una butaca y comenzó a coser un retal rojo –

es del color que me habéis pedido. Mientras termino esto para ti, ves al

cuarto de al lado, abre el armario del fondo y busca allí unas botas marrones

de tu talla. Son cuero del bueno y la suela es impermeable. Un lujoso

capricho.

Ely siguió las indicaciones de Minerva y encontró unas botas marrones altas con

cordones trenzados, le quedaban un poco grandes pero nada que no se pudiera

solucionar apretando los cordones. Minerva la ayudó con los pantalones

226

Page 227: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

ajustándolos en el bajo y con las mangas de la camisa. Ely se miró al espejo y se

pasó las manos por el apretado corsé. Le faltaba algo.

Minerva se acercó y le colocó la tela que había estado cosiendo en la cintura.

– Tienes músculos de luchadora – dijo aguantando con los labios una aguja –,

lo sé, he cosido miles y miles de uniformes militares y se cuando un cuerpo

está tonificado y cuando no. No sé quien eres y qué vas a hacer, pero se que

esto te será muy útil – le colocó una daga en la tela que acababa de ponerle.

Enganchó la funda de la daga a la tela –, de esta manera la daga queda oculta

entre el nudo y puedes desenfundarla sin que se note.

– Gracias, no sé qué decir....

– En cuanto veas la factura sabrás qué decir – dijo Minerva bromeando –, por

ser vosotras os haré un precio – sonrió y se marchó a la otra habitación

donde Haydee y Roxana reían.

Ely se miró otra vez en el espejo. Sonrió. Aquella media melena le sentaba bien. Se

le estaba empezando a rizar. No dejaba de sonreír y de mirar su nuevo atuendo.

Nunca llegó a imaginar que se vería así. Nunca llegó a imaginar que se cortaría el

pelo tan corto.

– ¿¡Que te has echo!? - preguntó Ann entre la sorpresa y el entusiasmo -. ¡Me

encantas!

– Tú también me encantas – dijo Ely mirándola.

– ¿Verdad que sí? Todo sea por la comodidad – la miró un poco cohibida –, se

que hemos dicho de vestirnos de rojo pero no he podido resistirlo.

Ann llevaba su melena negra y rizada recogida en una modesta coleta. Eso hacia

resaltar sus grandes y verdes ojos. Llevaba una camisa verde claro y un corsé bajo

pecho verde oscuro, era del mismo estilo que el que llevaba Ely. Y una falda larga

que le llegaba un poco más allá de las rodillas, verde con dibujos de flores rosas y

azules.

227

Page 228: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Tranquila – dijo Ely acercándola al espejo –, ese es tu estilo sin duda.

Ann deslizó sus pies enfundados en unas sencillas botas verde oscuro y abrió las

piernas.

– Tengo total libertad de movimientos y por debajo de la falda llevo las medias

negras. Así no se me ve la ropa interior – sonrió –, el corsé es parecido al

tuyo, pero es que son tan cómodos.

– Lo sé – las dos se miraban en el espejo haciendo posturas –, creo que hemos

echo un gran cambio.

– Y además está preciosa – dijo Terra.

– ¡Mirad! - entró Haydee chillando.

Haydee saltaba y se movía ágilmente con su vestido blanco, medias negras y botas

blancas.

– ¿No crees que vas muy blanca? - dijo Ely.

– Bueno, Haydee siempre ha sido de mancharse poco – dijo Ann –, es su

estilo.

– Fluyo como el aire – dijo cantando de un lado a otro –, soy el aire.

– Me hace gracia esa niña – dijo Aria persiguiéndola.

Hele y Roxana entraron vestidas igual. Con una sencilla camisa roja y unos

pantalones largos de un rojo más oscuro y unas botas negras.

– Sencillas pero únicas – dijo Fire –, me enamoráis chicas.

– Gracias Fire – dijo Roxana –. Hele y yo pensamos que sería divertido

vestirnos igual ya que las dos utilizamos el mismo elemento.

Ely miró a Regen que estaba de brazos cruzados a su lado.

– Dime, querida – empezó Ely a animarla -. ¿Qué te parece Fly?

– ¿A que viene esa pregunta? Supongo que muy soñadora y fantasiosa... - se

dio cuenta y pensó –, si bueno, tal vez sea mi elemento la que la caracterice.

228

Page 229: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Ahora estarás más pendiente de ella.

Todas se miraron entre ellas y se sorprendieron del corte de pelo de Ely.

Impactaba verla con él tan corto, sobretodo las pequeñas, que nuca la habían visto

de otro color que no fuera el azul y con el pelo extremadamente largo y cuidado.

– De está manera es más fácil, pensad que ahora la higiene se pone más difícil

en alta mar – dijo Ely.

– Es cierto – dijo Hele –, no lo había pensado.

– Os habéis puesto muy frescas – dijo Minerva con un gran saco a su espalda

y otro arrastrándolo por el suelo – pero estamos entrando en otoño y en

cuanto os deis cuenta estamos ya en invierno – sacó un montón de abrigos y

bufandas de pieles suaves y calentitas –, elegid la que más os guste. Esto

corre por cuenta de la casa.

Todas eligieron abrigos bastante largos con botones grandes y gorros suaves. Las

bufandas iban acorde con los colores que habían elegido. Estaban más que

preparadas. Pagaron todo y salieron al porche.

– Gracias por todo Minerva – dijo Hele.

– Gracias – dijeron las pequeñas.

Ely miraba al lastimoso jardín.

– ¿Qué le pasa al jardín? - preguntó Ely.

– Mi hija intentó plantar rosas, pero nunca consiguió que florecieran. Y creo

que ya es tarde para volver a intentarlo.

– ¿Su hija? - preguntó Ann.

– Murió. Hay enfermedades que no se pueden superar y aunque ella era una

mujer fuerte, Tánato me la arrebató de las manos – miró a lo lejos mientras

se encendía un cigarro, debajo de un árbol había una roca redondeada. Era

su tumba –. Se que le hubiera encantado ver éste jardín y todo el parado

229

Page 230: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

lleno de flores. Tal vez en estas tierras no podrá crecer nada colorido.

Estamos sentenciados a la oscuridad y la monotonía.

Ann y Ely se miraron.

– ¿Lo hacemos? - dijo Ann emocionada.

– Un regalo por ser tan buena persona – dijo Ely cediendo su abrigo y

bufanda a Hele para que la sujetara.

– ¿Que vais a hacer?

– Intentaremos realizar el sueño de su hija.

Las dos se cogieron de las manos y cerraron los ojos. Se concentraron. La tierra

tembló ligeramente. Unos pequeños brotes surgieron de la tierra, abriéndose paso.

Los tallos comenzaron a crecer lentamente. Se soltaron y con las manos

extendidas hacia los lados comenzaron a correr por el prado, saltando y sonriendo.

Empezaron a brotar pequeños arbustos de rosas de todos los colores,

incluso colores inimaginables. Minerva salió corriendo al jardín con la boca abierta

y los ojos llorosos. Cayó de rodillas junto a unas rosas increíbles y extrañas.

– ¿Azules? ¿Violetas? - cogió un pétalo, lo apretó en su puño y se lo acercó al

corazón –, mis colores, nuestros colores. - Miró a la tumba de su hija y luego

al cielo.

Ann y Ely acabaron extenuadas en el suelo. Había costado y habían agotado todas

sus fuerzas, pero estaban satisfechas de su trabajo. ¿Vida espontánea? No. Habían

utilizado todos los recursos posibles que la madre Gea les había ofrecido. Habían

utilizado su espíritu para poder crearlas. Ely se levantó feliz y corrió por el prado.

Llamó con un gesto a las otras que dejaron los abrigos en el porche y corrieron

junto a Minerva que todavía miraba en todas direcciones sin poder creérselo. Ely

comenzó a rodar entre las rosas ignorando las espinas, aunque costaba hacerlo.

– Malditas espinas – dijo quitándose unas cuantas del brazo.

– ¡No manches la ropa nueva! - la regañó Ann.

230

Page 231: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– ¡Lo siento! - dijo levantándose y sacudiéndose el césped y algún que otro

pétalo.

Algo a lo lejos llamó su atención. Una muchacha de poco más de veinte años le

sonreía. - Gracias. Escuchó en un susurro. Ely le sonrió y le dijo adiós con la

mano. La muchacha desapareció caminando entre las rosas.

– ¿Beth? – dijo alguien detrás suyo.

– ¿Allen? - preguntó Ely mirando a Mario y al susodicho -, ¿y vosotros por

aquí?

– Veníamos a ver a una tal... Minerva – dijo Allen.

– Sí – dijo Mario –, quiero algo bonito y donde Allen se ha comprado su ropa

no me gusta, es fea.

– ¿Cómo que fea? - dijo Allen ajustándose la clámide, mirando sus botas y

pantalones negros, hasta la camisa era negra –. A mi me encanta.

– Eso es lo importante, que te guste a ti.

Mario soltó la mano de Allen y se marchó corriendo para encontrarse con Haydee

y Roxana.

– Por cierto, Beth – dijo Allen serio -. ¿Qué diantres le has echo a tu pelo?

– Ha sido un cambio radical – dijo dando una vuelta sobre si misma -, ¿tan

mal estoy?

– No – dijo sonriendo y le quitó un pétalo blanco que tenía enredado en su

pelo rojizo –, estas preciosa.

– Gracias, no sabía si éste cambio iba a ser buena idea, pero veo que si.

Los dos comenzaron a caminar entre las rosas.

– ¿Estás nervioso?

– No mucho – dijo entre dientes –, bueno... tal vez un poco. Es que... no sé...

volver a ver a mis padres va a ser muy raro, no sé como mirarles a los ojos.

231

Page 232: Libro II - Los Mitos de Átharos Hades - trabalibros.comtrabalibros.com/.../b97/fd/1/filename/libro-ii-hades.pdf · Libro II - Los Mitos de Átharos ... Aquel brillo en los ojos que

– Inténtalo, Tiresias dijo que te sorprenderías y que sería buena idea, además –

dijo mirando al grupo de niños y adultos que jugaban con las rosas –, nos

tienes a nosotros para todo y nosotros te tendremos a ti, ¿no? Ahora somos

como una especie de familia.

Allen sonrió. Aquellas palabras le animaban, le hacían sentir bien y más si las decía

Ely. Entonces recordó algo importante.

– Beth...

– ¿Si?

– Feliz cumpleaños.

232