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Gonzalitos,

educador

ALFONSO CANO JAIME

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DIRECTORIO Rodrigo Medina de la Cruz GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN.

José Antonio González Treviño SECRETARIO DE EDUCACIÓN.

Rafael Alberto González Porras SUBSECRETARIO DE DESARROLLO MAGISTERIAL.

Juan Francisco Pérez Ontiveros. DIRECTOR DE INSTITUCIONES FORMADORAS DE DOCENTES.

Profr. Flavio Vidales Jiménez DIRECTOR DE LA UPN UNIDAD 19 A MONTERREY.

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a

Dios

el ser de quien soy parte

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“No perecerá su memoria y su nombre será repetido de generación en generación” Eclesiástico cap. XXXIX v. 10

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Quiero manifestar mi agradecimiento más sincero a quienes con su apoyo moral hicieron posible este trabajo: a la maestra María Daría Elizondo Garza, por su asesoría, paciencia y tolerancia; al compañero Armando Hugo Ortiz, por su orientación y material bibliográfico; a mis hijos Damián y Daniela, por su comprensión y cariño; al cronista de Hualahuises, Lic. Napoleón Nevárez Pequeño, por aceptar escribir el prologo de mi primera obra literaria. A todos ellos… ¡Muchas gracias!

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Gonzalitos Educador

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Doctor don José Eleuterio González, “Gonzalitos”

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P r e s e n t a c i ó n

La Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 19A transcurre en su 33 aniversario y se congratula por una multitud de sucesos que la vitalizan y le hacen sentir orgullo de sus diferentes logros, principalmente el referente a las acciones de orden pedagógica que sus egresados han sembrado y lo hacen constantemente guiados por los derroteros surgidos durante su permanencia en tan digna institución. Un claro ejemplo de lo referido en el párrafo anterior lo encontramos en el maestro Alfonso Cano Jaime, exalumno y distinguido y polifacético profesional de la educación que dedicó parte de su tiempo para profesionalmente hurgar históricamente en la vida científica y técnicamente prolija del gran Benemérito neolonés Dr. José Eleuterio González, Gonzalitos. El maestro Cano Jaime alentado por su espíritu inquisitivo nos hace llegar una fuente de reflexión y acicate para la superación de nuestra vida personal y profesional, pues al abrevar en la vida y obra de “Gonzalitos”, solamente los insensibles y refractarios al humanismo y superación no sentirán el impulso

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que nos hace sentir la obra que a sus manos llega. Por eso la UPN 19A Monterrey agradece profundamente el esfuerzo realizado por su autor y se enorgullece de tenerlo ahora mismo como parte del personal docente y espera que esta obra sea un verdadero ejemplo y pueda iluminar el camino para que otros elementos de la comunidad universitaria dignifiquen su vida y la de la institución que les ha atendido en algún momento.

F.V.J.

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Prologo a edición digitalizada en el Bicentenario del Natalicio del

Benemérito de Nuevo León

Gonzalitos, Educador, se publica por segunda ocasión, ahora en una versión digitalizada, con el propósito de que la Unidad 19-A Monterrey de la Universidad Pedagógica Nacional, haga presencia en uno de los festejos conmemorativos del Bicentenario del natalicio del doctor don José Eleuterio González Mendoza, “Gonzalitos” (1813-1888), que organiza la Sociedad Nuevoleonesa de Historia Geografía y Estadística, en el panel que se realiza precisamente el 20 de febrero de 2013, en el auditorio del Museo de Historia Mexicana en la ciudad metropolitana de Monterrey, capital del Estado de Nuevo León, ciudad que fuera lugar de residencia por 55 años del primer Benemérito de Nuevo León. Utilizando las tecnologías de la información y la comunicación, hasta hoy disponibles, se presenta esta versión digitalizada de lo que fuera en su momento una edición impresa, respetando casi en su totalidad la versión original, solo fueron corregidos algunos errores ortográficos y omisiones, de esta manera las nuevas generaciones podrán disponer para su lectura de un disco compacto, que podrán

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leer con un equipo que tenga instalado ‘acrobat reader’ o cualquier otro lector del formato en pdf. Aprovecho esta oportunidad para invitar nuevamente a los interesados en la Historia de Nuevo León y sobre todo en la Historia de la Educación Regional, a leer y de ser posible difundir este documento para que los niños, los adolescentes y los adultos puedan recrearse en cincuenta y cinco años del acontecer político, social y cultural de nuestra ciudad capital, Monterrey, y de la vida y obra de uno de sus residentes más notables, en el siglo XIX, el doctor don José Eleuterio González Mendoza. Mi agradecimiento personal a la Unidad 19-A Monterrey de la Universidad Pedagógica Nacional, a su director el maestro Flavio Vidales Jiménez, por su generosidad, por hacer posible que esta versión que hoy se edita, pueda llegar a un cuantioso número de lectores.

El Autor

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Índice

Prólogo, 16 Introducción, 19 Contexto Histórico, Nuevo león en el siglo XIX, 24 Capítulo I Primera Cátedra, 37 1.- El doctor don José Eleuterio González 2.- Estado de la Educación a su llegada a Monterrey 3.- Hospital de Nuestra Señora del Rosario 4.- Farmacia, su primera cátedra 5.- Licencia de médico 6.- La cátedra de medicina Capítulo II El Colegio Civil, 63 1.- El seminario conciliar de Monterrey 2.- El Consejo de Salubridad 3.- Fundación del Colegio Civil 4.- Primeras distribuciones de premios 5.- Clausura del Colegio Civil durante el Imperio de Maximiliano 6.- Director del Colegio al Triunfo de la República 7.- Benemérito de Nuevo León

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Capítulo III Escuela de Medicina y Hospital Civil, 94 1.- Fundación de la Escuela de Medicina 2.- Separación de la Escuela de Medicina del Colegio Civil 3.- Primer Reglamento de la Escuela de Medicina 4.- Fundación del Hospital Civil 5.- Hospital escuela 6.- Ofrenda de gratitud al Benemérito Capítulo IV Escuela Normal de Profesores de Primeras Letras, 118 1.- La Escuela Normal Lancasteriana 2.- Inspector General de estudios primarios y secundarios 3.- Fundación de la Escuela Normal de Profesores de Primeras Letras 4.- La Ley de Instrucción Pública de 1870 5.- Reapertura de la Escuela Normal 6.- Primera reforma importante: Escuela Normal de Profesores de Instrucción Primaria

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Capítulo V Un importante legado, 148

1.- Con la vista recuperada: una recepción apoteótica 2.- Legado cultural: su obra literaria 3.- Testamento y muerte: legado material 4.- Honras fúnebres: un merecido epitafio

Efemérides Fechas significativas en la vida y obra de Gonzalitos, 172

1.- Fechas significativas en su vida 2.- Publicación de su obra histórica Médica y literaria 3.- Homenajes póstumos

Conclusiones Perfil de un educador, 190

Bibliografía, 194

Anexos: Proyecto de Ley de Instrucción Primaria de 1870

Proyecto de Ley para crear la Escuela Normal de Profesores de primeras letras, 199

El autor, 220

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DIRECTORIO GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN

Fernando de Jesús Canales Clariond GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN. SECRETARÍA DE EDUCACIÓN

José Martínez González SECRETARIO DE EDUCACIÓN.

Fernando Iturribarría García SUBSECRETARIO DE DESARROLLO ACADÉMICO E INVESTIGACIÓN. UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

Sanjuana Rodríguez Tovar DIRECTORA DE LA UPN UNIDAD 19 A MONTERREY.

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P r o l o g o

Escribir un libro es altamente satisfactorio y más aún cuando se trata de dar a conocer a un personaje que tanto aportó a nuestro Estado y que con el paso del tiempo hemos visto acrecentada la magnitud de su obra, me refiero al Dr. José Eleuterio González, “Dr. Gonzalitos”, como cariñosamente le llamamos, de quien el autor, Profr. Alfonso Cano Jaime, nos entrega una valiosa investigación fundamentada en destacados historiadores, así como en documentos originales que analiza en forma minuciosa. Nuestro autor nacido en Hualahuises, Nuevo León, que cuenta con una magnífica trayectoria dentro del magisterio y estudioso de la historia de la educación regional, cursó la Maestría en Educación en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Monterrey. Su permanencia en este importante centro educativo lo motivó a estudiar un área de la vida del Dr. Gonzalitos, que hasta la fecha no es conocida en su totalidad, me refiero a su desempeño en el campo educativo.

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El maestro Alfonso Cano Jaime, al rescatar la obra educativa del Dr. Gonzalitos y condensarla en su libro “Gonzalitos, Educador”, nos compromete a difundirla, pues considero que es una obligación que las nuevas generaciones conozcan y valoren las aportaciones realizadas por este gran humanista, designado acertadamente “Benemérito del Estado”. Esta consideración es doblemente significativa ya que el Dr. Gonzalitos sin ser originario de nuestra entidad generó múltiples beneficios a esta población. Su Cariño a nuestra gente lo manifestó en varios ámbitos de la sociedad: en la medicina, en contacto con los enfermos, atendiendo sus necesidades sin lucrar sus servicios; en la cátedra, difundiendo sus conocimientos sin reserva. En las letras, plasmando sus investigaciones de diversas áreas como apoyo permanente; y en general, dándose a sí mismo a cuanta persona solicitara su ayuda. Su vida y su obra son en estas páginas redescubierta para beneplácito de los seguidores de este ilustre hombre, ya que su imagen de docente, tan importantes como su camino en la ciencia, es aquí analizado y ponderado en forma clara y amena.

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Conocer la entrega y profesionalismo de este gran apóstol de la educación, siempre será ejemplo de modelo para quienes tienen esa gran responsabilidad de ejercer la noble y hermosa tarea de educar.

Napoleón Nevárez Pequeño Cronista de Hualahuises, N. L.

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Introducción Para realizar esta investigación histórica sobre el acontecer educativo que se vivió en el estado de Nuevo León durante el pasado siglo XIX, se tuvo que acudir a indagar en textos y en los archivos oficiales y particulares, lo sucedido durante el primer siglo de vida independiente, de 1821 a 1921, período que marca el nacimiento del Estado Libre y Soberano de Nuevo León y la creación de la Secretaría de Educación Pública, lo que permitió encontrar que dentro de este contexto, político, social y cultural, de la ciudad de Monterrey, destaca la figura del doctor don José Eleuterio González, (1813-1888) a quien se conoce cariñosamente con el diminutivo: Gonzalitos, después de releer algunas obras para saber ¿qué era lo que en realidad había aportado este personaje en beneficio de la educación?, ¿qué era lo que valía la pena de reseñar de su figura como educador?. Hay más de un motivo para presentar el proyecto: “Gonzalitos, educador”, y lograr rescatar la presencia y entusiasta participación del médico-educador en el desarrollo de la instrucción pública en sus diferentes niveles, en el más de medio siglo, los cincuenta y cinco años que vivió en Monterrey, la ciudad que

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tuvo la dicha de contarlo entre sus hijos adoptivos predilectos, desde su llegada a nuestra ciudad en 1833 hasta su muerte en 1888. Gonzalitos, dedicó su vida a servir a los pobres y a los humildes y a encabezar las mejores causas para beneficio de la niñez y de la juventud de nuestro Estado, fue tal su dedicación, que en un gesto de gratitud, la sociedad nuevoleonesa lo declara Benemérito de Nuevo León. A su iniciativa se deben: el establecimiento de las primeras cátedras de farmacia y ciencias médicas, que sentaron las bases para lo que posteriormente sería la Escuela de Medicina; la creación de la Junta de Sanidad, que se convertiría algunos años después, ya cuando la sociedad había evolucionado y tenía una mejor manera de organizar y administrar las instituciones, en el Consejo de Salubridad; la fundación del Colegio Civil, institución de instrucción pública, que contando con el apoyo del Gobierno del Estado, fue desde sus inicios un verdadero semillero de profesionales de la Literatura, el Derecho y la Medicina, impulsando con sus excelentes resultados, a la ciudad de Monterrey, hasta ser considerada como el centro educativo más importante en el noreste

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de México, y que en 1933 se convirtiera en la Universidad de Nuevo León; la creación de la Escuela de Medicina, primeramente como un centro educativo anexo al Colegio Civil y después como una institución de educación superior independiente; el establecimiento del Hospital Civil, que es el escenario anatómico indispensable para la práctica de los estudiantes de medicina, la mejor solución para resolver los problemas de salud pública y atender a la mayoría de los enfermos pobres de la ciudad, por lo que es considerado el precursor de lo que muchos años después sería la medicina social; la instauración de la Escuela Normal de Profesores de primeras letras, institución de instrucción pública que daría desde sus inicios, los mejores resultados en la formación de profesores primero y también de profesoras después. Su tarea educadora no se limitaba sólo a la enseñanza, a su inquietud y mejor disposición de buscar alternativas de solución a la problemática de la instrucción pública en Nuevo León, se deben también la iniciativa para la mayoría de las leyes y reglamentos que rigen la vida de estas instituciones en sus primeros años, la organización de las Juntas y del Consejo de Instrucción Pública; la realización de un buen número de obras didácticas de las ciencias médicas y de las

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ciencias auxiliares de la medicina, que son consideradas como muy importantes en su tiempo; la redacción de obras históricas, algunas de ellas pioneras en el tema que tratan; la creación de sus piezas literarias y oratorias en donde el educador expresa sus principios ideológicos y su filosofía. El resultado de esta investigación histórica se ha dividido en cinco capítulos: los primeros cuatro destinados a describir y narrar la fundación de cada una de las instituciones por Gonzalitos creadas, La primera cátedra, El Colegio Civil, La Escuela de Medicina y El Hospital Civil, así como La Escuela Normal de Profesores; en el quinto capítulo se describe y se comenta de manera muy somera su obra histórica, didáctica y literaria, así como los últimos años de su vida, para conocer su importante legado cultural y material; se ha agregado además una Efemérides para contar con una información oportuna de las fechas más significativas de su vida y su obra. La investigación y el trabajo sobre la vida y obra de este personaje, es difícil que concluya, todavía hay mucho que estudiar y que aprender de este extraordinario educador, sin embargo, tomado en cuenta su trayectoria, a manera de conclusión se presenta un diseño

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de lo que bien pudiera ser el perfil de un educador. Con el presente trabajo de investigación histórica, descriptiva y documental, no se pretende descubrir nada nuevo, pero si _siguiendo el ejemplo del educador_ ordenar de una manera más fresca, natural y amena, los datos rescatados de este pasaje del acontecer político, social y cultural de nuestro Estado, de tal suerte que permita a las nuevas generaciones recrearse en la interesante vida del doctor don José Eleuterio González, Gonzalitos.

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Contexto Histórico Nuevo León en el siglo XIX

Las ideas liberales surgidas de la Revolución Francesa en las postrimerías de siglo XVIII, pronto llegaron a América, un considerable número de colonias británicas se independizan de Gran Bretaña; se constituyen los Estados Unidos; las colonias españolas, siguen su ejemplo, inician su lucha por la independencia en México, el movimiento armado, después de varios intentos, se inicia por los criollos en 1810. Mientras que España se encuentra en guerra con la Gran Bretaña y ocupada por el ejército francés comandado por Napoleón Bonaparte, convoca un Congreso que habrá de emitir en Cádiz, en marzo de 1812, la Constitución Política de la Monarquía Española, en la cual dejan al rey solo el poder ejecutivo, esta constitución es promulgada en México en septiembre de 1813. Poco después Morelos, convoca en Chilpancingo un Congreso constituyente y promulga, inspirado en las constituciones francesa de 1793 y española de 1812, el discurso que se conoce como “Sentimiento de

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la Nación”, en el cual se declara que México es libre e independiente de España. La lucha continua once años más, ni la Constitución de Cádiz ni la de Chilpancingo fueron puestas en vigor, hubo acuerdos entre grupos antagónicos, el Plan de la Profesa y posteriormente el Plan de Iguala o de las Tres Garantías: la católica como religión única, unión de todos los grupos sociales, independencia de México; en septiembre de 1821, encabezado por Agustín de Iturbide, hace su entrada triunfal a la ciudad de México, el ejercito trigarante, para con ello consumar la independencia. En esta etapa de transición, el Nuevo Reino de León forma parte de las provincias internas de oriente junto a Coahuila, Tamaulipas y Texas, la ciudad más importante y capital de la provincia es Monterrey, un villorrio de siete mil habitantes; los nuevoleoneses se encuentran aislados de los movimientos políticos del centro, gente sencilla, dedicada a las labores agrícolas y ganaderas, algunas industrias de artesanías y pequeñas fábricas de hilados y tejidos, desarrollados principalmente por mujeres, pocos son los que saben leer y escribir, la educación la atiende el seminario y algunas escuelas de primeras letras, mal atendidas.

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Con grandes problemas políticos, económicos y sociales, México llega a la vida independiente, es necesario formar la nueva nación, los grupos antagónicos siguen en pugna, la economía es muy pobre, existe una gran deuda, los ingresos del estado son muy bajos y el gasto público está a la alza, en lo social también hay problemas, la nueva legislación permite el mestizaje, no hay entendimiento entre los diferentes grupos sociales. En mayo de 1822 Iturbide es proclamado emperador de México, volvía la monarquía, Nuevo León pasaba a ser una provincia del Imperio Mexicano, la situación duró once meses, las provincias centroamericanas se independizan de México, se convoca un segundo Congreso constituyente, que en noviembre de 1823, proclama la instauración de la república y elabora una nueva Constitución, que se promulga en 1824, en este Congreso, Nuevo León estuvo representado por fray Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra. México queda entonces constituido como la Federación de Estados Unidos Mexicanos, dividido en diecinueve estados libres y soberanos y cinco territorios, esta Constitución faculta a los estados a elegir gobernador y asambleas legislativas propias, a

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nivel federal se convoca a elecciones resultado electo Guadalupe Victoria para ocupar por primera vez el cargo de Presidente de la república y Nicolás Bravo como vicepresidente. En 1825, Monterrey cuenta ya con once mil habitantes, pero la gente sigue siendo sencilla, los nuevoleoneses pueden jactarse de ser laboriosos y austeros a la vez que respetuosos y creyentes, se establece la primera asamblea legislativa, la cual promulga la Constitución Política y convoca a elecciones para elegir al primer Gobernador del estado Libre y Soberano de Nuevo León, resultando un empate entre los dos contendientes, por lo que se decide echar “un volado” para dar por concluida la elección, así don José María Parás asume la primera gubernatura del Estado. Las condiciones que prevalecen en el estado son muy similares a las de toda la república, en lo político, lo económico, lo social y lo cultural, las principales preocupaciones del recién electo Gobernador son la educación y la salud pública, la gente es en su mayoría analfabeta, abundan los curanderos y charlatanes. El Gobernador, empieza por ordenar la vida de la entidad, decretando y disponiendo normas y reglamentos, establece por decreto, una casa de corrección, educación y

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beneficencia para la enseñanza; se fomenta la agricultura, la minería, el comercio y las artes y oficios; se adapta el Seminario Conciliar como universidad; se decreta la libertad de imprenta; se crea “La Gaceta Constitucional”, órgano informativo de gobierno. La lucha por el poder continua, son ahora centralistas y federalistas los grupos en pugna, al asumir la gubernatura don Manuel María de Llano en 1833, impone sus ideas liberales y reglamenta el derecho de cobros eclesiásticos en bautismos, casamientos y otros servicios religiosos, situación que alarmó a los católicos, en todo el país se comenzaba a combatir el sistema federal para instaurar el centralista, hasta que en 1836, se cambia la Constitución de 1824, por las Siete Leyes; se suprimen los estados y se centraliza el gobierno, Nuevo León pasa a ser un Departamento del centro; se refuerza el poder presidencial y se suprimen muchas libertades de los ciudadanos; el general Antonio López de Santa Anna, gobierna México. En Monterrey se establece como en todo el país la Compañía Lancasteriana para organizar la instrucción pública, fueron más los buenos propósitos que las realizaciones, por ese tiempo la ciudad fue tomada por el ejército invasor norteamericano, hasta que en 1848 se

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firma el Tratado de Guadalupe y México pierde definitivamente California, Nuevo México y Texas que se había declarado independiente en 1836 y se incorpora en 1845 a la Unión Americana. En la década de los cincuenta se acentúan las pugnas entre conservadores y liberales, entre estos últimos los reformistas quienes apoyan las nuevas tendencias de separar la iglesia del estado, surge un nuevo acuerdo entre los intelectuales liberales, el Plan de Ayutla, que después de destituir a Santa Anna, convoca a un nuevo Congreso constituyente para elaborar un nuevo proyecto de Constitución que se juró en febrero de 1857. Entre los aspectos más importantes contenidos en esta nueva Constitución, se respeta la forma de gobierno: federal, democrática, representativa y republicana; se declaran libres: la enseñanza, la industria, el comercio, el trabajo y la asociación; el gobierno podría intervenir en los actos de culto público y la disciplina eclesiástica; conservadores y liberales no se ponen de acuerdo y se traban en una guerra que dura tres años, la Guerra de Reforma. Mientras tanto en Nuevo León, el gobernador Vidaurri, destierra al obispo del

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Estado y advierte a los clérigos que no toleraría su intromisión en asuntos políticos, de esta manera manifestaba su postura de unirse en defensa de la Constitución, la sociedad nuevoleonesa optaba por el bando liberal y se ponía a las órdenes del presidente Juárez. En 1859, siendo presidente de México don Benito Juárez, concreta una serie de disposiciones que se conocen como las Leyes de Reforma, entre estas disposiciones se señala: la nacionalización de los bienes del clero, el cierre de los conventos, el matrimonio y el registro civiles, la secularización de los cementerios y la supresión de muchas fiestas religiosas. Monterrey experimentaba ya una gran transformación, era otro “México chiquito”, por sus instalaciones urbanas, la ciudad estaba dedicada al comercio, y ya se habían instalado las primeras industrias textiles en La Fama, contando con la más moderna maquinaria de su tiempo, se contaba también con una refinería de azúcar, la educación secundaria y superior contaba ya con un Colegio Civil. La guerra de secesión de los Estados Unidos, favoreció considerablemente este desarrollo, Monterrey se convirtió en el centro de distribución más importante del norte de

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México, tanto por su proximidad al vecino país, como por las facilidades que por ello brindaban sus autoridades, el oro circuló en grandes cantidades, proliferó el contrabando y la inmigración de numerosos extranjeros, se empiezan a formar las grandes fortunas entre los nuevoleoneses. Los conservadores inconformes, por su parte, buscan en Europa el establecimiento del segundo Imperio, en tanto México se ve amenazado por los gobiernos de España, Gran Bretaña y Francia, países que reclaman el pago de la deuda que se tiene con ellos, sólo Francia declara la guerra a México y en Puebla se libra una cruenta batalla en la que el ejército mexicano sale victorioso, el nuevoleonés Ignacio Zaragoza interviene en esta lucha armada, en su carácter de comandante en jefe del Ejército de Oriente, derrocando al ejército francés. Maximiliano de Habsburgo, Archiduque de Austria, acepta la corona del imperio mexicano, nuevamente se pierde la libertad y la soberanía de los estados, sin embargo el emperador se manifiesta liberal en sus ideas y apoya y respeta lo dispuesto en la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma, expidiendo además leyes para regularizar los salarios, las condiciones de trabajo, las pensiones y el

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establecimiento del sistema decimal de pesas y medidas, las leyes imperiales tampoco entraron en vigor. Estos conflictos provocaron trastornos sociales, pero también propiciaron cambios y aceleraron el proceso de maduración de los jóvenes, lo que da origen a una nueva rivalidad: la lucha generacional y no era precisamente por diferencia de edades o de educación, sino por una madurez, una manera muy distinta de ver las cosas y palpar la nueva realidad del país. En Nuevo León, durante la ocupación francesa, se practicó la represión cultural, la Ley de Instrucción General ordenaba la clausura de todos los colegios, sin embargo, aún cuando permanecían cerrados los planteles, a iniciativa del doctor don José Eleuterio González, los catedráticos continuaban impartiendo sus enseñanzas en domicilios particulares, por otra parte, se fomentó el cultivo del algodón y se mejoró la industria azucarera, Monterrey fue también con la presencia del Presidente Juárez, y los poderes federales: capital de México. Una vez fusilado Maximiliano en 1867, México pasa a su primer momento de modernidad, con el Triunfo de la República, esta se restaura en un período que dura diez

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años, se vislumbra una etapa de paz y progreso, luego asume la presidencia de México el general Porfirio Díaz para gobernar el país por treinta y cuatro años, durante este período que comprende de 1877 a 1911 y que se conoce como el porfiriato. Con el general Porfirio Díaz en la presidencia de la república y el general Bernardo Reyes como gobernador de Nuevo León, Monterrey entra de lleno a la modernidad, aún cuando la crisis había golpeado duramente la instrucción pública, se reconoce a la ciudad como el centro educativo más importante del noreste de México, el ferrocarril Monterrey-Laredo, propicia el comercio internacional y la inversión extranjera y con esta la creación de bancos, la llegada del teléfono y el telégrafo facilitan las comunicaciones, al perder fuerza el comercio se impulsa la industria. Con la consigna de “orden y progreso”, inicia de manera interina el gobierno del general Bernardo Reyes, bajo la administración de un fuerte autoritarismo con tinte democrático, sus primeras acciones como gobernante fueron: revisar las finanzas públicas, nombrar una junta de Mejoras Materiales presidida por un ciudadano que gozara de la confianza de la población, Gonzalitos fue el

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elegido, sus primeras obras fueron la construcción de un puente por la calle Zaragoza sobre el canal del Ojo de Agua, el inicio del edificio de la penitenciaría y el trazo de la Alameda; también se hicieron mejoras en el Palacio Municipal, el mercado y en el edificio de Colegio Civil; se estableció el servicio del transporte urbano; la instrucción pública mereció especial atención, mediante la creación de una Inspección de Instrucción Primaria, se reformaron los planes de estudios y se organizaron mejor las escuelas primarias; se modificó el plan de estudios del Colegio Civil tomando como modelo la Escuela Nacional Preparatoria y se reforma de manera muy significativa la Escuela Normal de Profesores de Instrucción Primaria. En este pujante marco económico en donde la fórmula impuesta por el gobierno del general Díaz era de “poca política y mucha administración”, se avanza al final del siglo, en 1889 el general Reyes asume por segunda ocasión la gubernatura del Estado, ya electo constitucionalmente, se establecen las primeras industrias metalúrgicas, la Cervecería Cuauhtémoc, y el primer Banco con capital regiomontano, se propició la inversión mediante la exención de impuestos, junto al establecimiento de fundidoras, llegaron a Monterrey fabricas de textiles, muebles, jabón,

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cigarros, cerillos, clavos, ladrillos, molinos de harina, pastas, embotelladoras y otros negocios dedicados al comercio. Este desarrollo económico se vio reflejado también en la educación, el ingeniero Miguel F. Martínez, representando a Nuevo León, llevó en 1889, al Primer Congreso Nacional de Instrucción Pública, el pensamiento pedagógico de los educadores nuevoleoneses.

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Fachada de la Casa del Campesino, edificio que ocupó Hasta 1853, el Hospital de Nuestra Señora del Rosario

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Capítulo I Primera Cátedra

1.- El doctor don José Eleuterio González.

2.- Estado de la educación a su llegada a Monterrey. 3.- El Hospital de Nuestra Señora del Rosario.

4.- Farmacia, su primera cátedra. 5.- Licencia de médico. 6.- La cátedra de medicina.

1.- El doctor don José Eleuterio González En la ciudad de Guadalajara, el 20 de febrero de 1813 nace José Eleuterio, segundo hijo del matrimonio formado por don Matías González, capitán de milicias y la señora doña María Ana Mendoza; personas de honorables familias y de buena posición, su nombre completo es José María Reymundo Eleuterio, según consta en el acta de bautismo realizado en la Parroquia del Sagrario, Catedral de Guadalajara, su única hermana y mayor que él, la llamaron Josefa. En Guadalajara pasa su infancia y realiza sus primeros estudios, contaba 12 años cuando es llevado por su tutor, tío abuelo y padrino de bautismo, licenciado don Rafael Mendoza, al Colegio Seminario de su ciudad natal, allí se le despierta su inteligencia y su prodigiosa memoria, al mostrar su inclinación por los cursos de humanidades, dando especial interés al

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cultivo de los clásicos griegos y latinos, a la vez que acompañado de su tutor visita talleres, oficinas y hospitales para conocer su inclinación profesional, decide abandonar la carrera eclesiástica e ingresa al Instituto Literario de Guadalajara donde estudia Filosofía y Retórica, suprimida la Universidad Literaria nace el Instituto de Ciencias en donde José Eleuterio decide estudiar Ciencias Naturales y otros cursos para el grado de Bachiller en Medicina, lo que le permitía practicar su vocación en el Hospital de San Juan de Dios, respondiendo así a sus cualidades y aptitudes de hacer el bien a sus semejantes. En enero de 1830 llega al hospital, en busca de salud, el sacerdote Fray Gabriel María Jiménez, religioso franciscano originario de Monterrey, Nuevo León y destinado a misiones en California, el doctor Bustamante, director del hospital, encomienda a José Eleuterio el tratamiento del religioso con quien encuentra gran afinidad tanto por su inteligencia como por su afición a la lectura y el estudio; confiando en que un cambio de clima favorecería su precaria salud, Fray Gabriel decide su traslado a San Luis Potosí, pidiéndole a José Eleuterio le acompañara en este viaje, ofreciéndole que al llegar lo recomendaría con los médicos del hospital a quienes considera buenos amigos y quienes además son

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catedráticos, lo que le facilitaría el poder continuar con sus estudios de medicina; la amistad y su espíritu caritativo logran que José Eleuterio decida acompañarlo, dejando Guadalajara con el agradecimiento por el hospedaje que le brindaran su hermana y su cuñado el licenciado don Félix Pérez Maldonado. Llegan a San Luis Potosí el 6 de octubre de 1830, se presentan en el hospital de San Juan de Dios, Fray Gabriel como enfermo y José Eleuterio como estudiante de medicina, es allí donde los doctores don Pablo de Cuadriello y don Pascual de Aranda reconocen las cualidades del recién llegado y lo designan practicante segundo del hospital, asignándole un sueldo de veinte pesos, a los pocos días y pretendiendo huir del clima frío de esta ciudad, el enfermo decide ir a Monterrey, en donde vive su madre y solicita ser acompañado por su médico de cabecera, quien acepta gustoso la invitación a la vez que siente el gran compromiso de asistir al paciente que le han encomendado, pronto emprenden el viaje hacia Monterrey, en donde permanecen hasta el mes de febrero del siguiente año, así es como José Eleuterio conoce esta ciudad capital. A mediados de julio de 1833, los habitantes de la ciudad de San Luis Potosí se

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ven afectados por una terrible epidemia de cólera morbo, Fray Gabriel dedica su tiempo a cuidar a los apestados con tal dedicación que durante el otoño, ve minada su quebrantada salud, sintiendo que se acerca la hora de su muerte, decide volver a su tierra natal, para morir al lado de su madre, nuevamente solicita un último servicio a José Eleuterio, quien sin descuidar sus estudios de medicina, durante estos años le ha brindado con cariño y esmero, toda clase de atenciones. Emprenden un segundo viaje a Monterrey, el religioso para morir y José Eleuterio para una larga vida de entrega y servicio a los humildes de la ciudad de su amigo Fray Gabriel María Jiménez, llegan el 12 de noviembre de 18331 , según sus familiares, o el 18 de diciembre del mismo año, como lo reseña en su biografía Hermenegildo Dávila2 , llega para permanecer en esta ciudad capital hasta el día de su muerte, lo cual ocurre cincuenta y cinco años después.

1 Carlos Pérez Maldonado, Por qué se vino a Monterrey, el doctor don José

Eleuterio González, en Humanitas UANL. pp 481

2 Hermenegildo Dávila González, Biografía del doctor José Eleuterio González. pp 18

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2.- Estado de la educación en Monterrey a su llegada Al consumarse la Independencia de la Nueva España, en 1821, la sociedad del Nuevo Reyno de León, recibe la noticia sin dar mucho crédito al suceso, ya que por su tradicional aislamiento, siempre estuvo desconectada de los principales acontecimientos de la guerra de independencia, luego de la entrada del Ejército Trigarante a la capital del país, y de la declaración de Agustín de Iturbide como emperador del Imperio Mexicano, en mayo de 1822, Nuevo León pasaba a ser una Provincia, es hasta octubre de 1824, cuando el Segundo Congreso Constituyente, expide una nueva Constitución que formaba la Federación de Estados Unidos Mexicanos y con ello Nuevo León nace como un Estado Libre y Soberano, hay elecciones presidenciales y Guadalupe Victoria toma posesión el 10 de octubre de 1824, como el primer presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Monterrey, la ciudad capital de Nuevo León, es entonces un villorrio de unos once mil habitantes, y cuenta con una sola escuela gratuita de primeras letras, con veintiún alumnos, sostenida con los réditos de un legado; son los nuevoleoneses, gente sencilla y llena de necesidades, laboriosos, patriarcales y

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emprendedores a la vez que respetuosos y creyentes, más ocupados en otros asuntos que en la vida política, pocos habitantes saben leer y escribir, al grado que se dificulta integrar el Ayuntamiento con personas capacitadas para los menesteres correspondientes, durante un largo proceso que se prolonga por siete meses, es redactada la Constitución Política del Estado, aprobada, promulgada y jurada el 5 de marzo de 1825, poco después se convoca a elecciones y el 3 de junio del mismo año se llevan a cabo, en una votación tan apretada que los dos contendientes, don José María Parás y don José Antonio Rodríguez, obtienen el mismo número de votos, por lo que la legislatura local dispuso que la suerte resolviera el conflicto y así con “un volado” se decide que José María Parás, sea el primer gobernador constitucional del Estado y José Antonio Rodríguez, vicegobernador. Es tal la preocupación del nuevo gobernante por cubrir las necesidades más urgentes de la población que envía al congreso local un proyecto de ley, por la cual se regirá la instrucción pública, y que queda comprendida en el decreto número 73, de fecha 27 de febrero de 1826, y que después de transcurridas tres semanas, tiempo señalado para que los involucrados presenten observaciones o reclamos, el ejecutivo estatal lo manda imprimir,

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publicar y poner en circulación, el 22 de marzo de 1826, para que se le dé el debido cumplimiento. El decreto consta de tres apartados en el primero se presenta un “Plan de Instrucción Pública, Prevenciones generales” en sus 11 artículos se expresa de manera general la forma en que deberá de corregirse la falta de preparación de la ciudadanía, respetando siempre las disposiciones que sobre el particular se señalan en la recién promulgada Constitución del Estado Libre y Soberano de Nuevo León, y en las atribuciones que la misma otorga al gobernador constitucional y a los alcaldes, así queda establecido que la corrección empezará siempre con la instrucción del individuo en las obligaciones cristianas y civiles, en el aprendizaje de algún oficio o ejercicio de industria útil, si no lo tiene, para pasar honestamente la vida; la corrección se puede hacer en alguna institución o en la casa de un empresario, labrador o maestro de arte u oficio, a cuyo cargo se ponga al individuo y quien quedará como responsable de dicha instrucción, señala a las casas de caridad, beneficencia, corrección y a las cárceles, como las instituciones que atenderán este ramo de instrucción, y de su cumplimiento cuidará el gobierno, los alcaldes, los ayuntamientos y procuradores síndicos con auxilio de los

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párrocos y de otras personas caritativas, sin reparar en gastos ni diligencias para este propósito. Refiere también las limitaciones económicas de las familias pobres, que no puedan enseñar por sí mismos o hacer enseñar dentro de casa a sus hijos y domésticos, las obligaciones cristianas y civiles, a leer, escribir y contar, sin excluirlos de la obligatoriedad de enviarlos a la escuela pública en el tiempo que no los tengan ocupados en labranza, pastoría u otra ocupación útil y necesaria, por la misma razón, serán obligados a colocar a sus hijos como aprendices con algún empresario, labrador o maestro de oficio, que les puedan enseñar alguna industria útil, por el contrario, se verá como prueba de virtud, patriotismo, honradez y de útil aversión a la inmoral ociosidad, de los padres, que aun siendo de familias acomodadas, inculcan en sus hijos la importancia y el amor al trabajo, a la vez que los dedican a las tareas de labranza o al aprendizaje de algún arte u oficio. Para la mujer rica o pobre, a quien además de enseñarle a leer, escribir y contar se le proporcionará instrucción en industrias propias de su sexo, como la habilidad para hacer medias, cintas, zapatos y ropas especialmente para las mismas mujeres, evitar

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con prudencia, que varones sanos y robustos se dediquen a hacer cigarros u otras obrillas más propias de la paciencia femenina, exhorta a los dueños de tenerías y otras fábricas, a los maestros de oficios mecánicos a que en provecho de sus semejantes y de toda la sociedad, sean liberales y francos en admitir aprendices y también sean celosos de su enseñanza y corrección, y a los labradores para que con facilidad reciban, tomen a su cargo y enseñen el oficio a muchachos huérfanos y desamparados. La educación es responsabilidad de la ciudadanía, con la vigilancia de las autoridades gubernamentales y municipales, como lo establece la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Nuevo León, aun prevalece en su contenido y disposiciones, la doctrina cristiana, como institución formadora de los valores morales, ya que señala como parte primordial de instrucción, el enseñar al individuo el cumplimiento de sus obligaciones, cristianas primero, civiles después, y todavía después el aprender un arte u oficio, involucra a los párrocos en el cuidado de este cumplimiento, se discrimina la instrucción para ricos y pobres, para hombres y mujeres y para huérfanos y desamparados, se señala el tiempo dedicado a la instrucción y se deja al criterio de los ricos el enseñar a sus hijos algún arte u oficio.

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El segundo apartado que comprende los artículos del 12 al 32 se refiere a la “Instrucción Primaria”, determina que se establecerán escuelas de primeras letras para niños y niñas, en la cabecera del distrito y en donde quiera que se pueda, y en donde quiera que se pretenda se dará licencia para ellas, en las escuelas de primeras letras se enseñará a leer, escribir y contar, el catecismo de la doctrina cristiana y un compendio de obligaciones civiles, obtenido del espíritu de la Constitución del Estado, de manera particular, deja en manos de las madres la buena crianza de las niñas, de quienes reciben necesariamente las ideas y la primera educación, las compromete a la enseñanza en la doctrina, en la moral, en los ejercicios domésticos, aun de la casa de campo, en hilar, tejer cintas, telas, medias, coser, lavar bien y demás labores proporcionadas a sus fuerzas, prolijidad, paciencia, curiosidad y delicadeza, en leer, escribir y contar y en conocer y explicar las colecciones de estampas morales e históricas, en las que figuren sucesos celebres de Historia sagrada y profana antigua y moderna, especialmente americana y que sean acordes con el nuevo sistema republicano, que lleven impresa una breve pero clara narración del suceso, y una explicación de la virtud o virtudes morales que en ella se expresan, todo tan claro

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y sencillo que lo puedan entender los niños, la enseñanza de la moral, debe ser común a niños, varones, viejos, hombres y mujeres. Estas lecciones de Historia servirán para que toda la ciudadanía en su conjunto aprenda de manera divertida la Filosofía moral, de igual manera se enseñará Geografía mediante una colección de mapas y globos terrestres, a la vez que las estampas y los mapas servirán para adornar las aulas de las escuelas y los establecimientos de instrucción primaria, el educando recibirá además clases de Urbanidad, educación física, formación militar, sembrar, trasplantar árboles, ensillar y montar a caballo, ordeñar cabras, jugar con florete y sable de palo, a nadar como ejercicio y adiestramiento para la propia conservación, Geometría, Gramática y ortografía castellanas, Lengua latina, analogías y diferencias entre las dos lenguas, y de ser posible Dibujo lineal. En el tercer y último apartado, que comprende los artículos del 33 al 40, refiere los buenos propósitos que el Estado tiene para con la “Enseñanza secundaria”, indica que si con el tiempo hubiese un bienhechor que quiera fundar en la capital o en algún pueblo del Estado, alguna cátedra de Agricultura, casa de campo, Química, Botánica, Mineralogía, Orictognocia, Anatomía, Economía política,

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Economía doméstica, Derecho civil o cualquier otra ciencia útil, será declarado Benemérito del Estado, y su nombre o su retrato será colocado en el lugar de su establecimiento; y cuando el Estado tenga posibilidad dotará la enseñanza en aquellos ramos que considere mas necesarios para la conservación de la vida humana, o como medio de subsistencia o riqueza, por lo pronto el Estado, con la anuencia de la autoridad del hospital, establecerá un profesor médico, cirujano, virtuoso, de talento, aplicación, práctica y erudito, a quien dotará de ochocientos pesos anuales, vitalicios y buscará que el Ayuntamiento de la ciudad capital, pueda asignarle otros doscientos pesos mas, sus obligaciones serán las de residir en la ciudad capital, enseñar cada día media hora de Medicina y otra media hora de Cirugía, los jueves enseñar solo media hora de Anatomía, Química o Botánica y los domingos enseñar media hora a matronas de conducta y aptitud un tratado de partos y enfermedades de mujeres y niños, deberá determinar el tiempo de estudio suficiente para que a sus alumnos se les pueda conceder licencia para ejercer como médicos cirujanos o parteras según sea el caso. Así mismo reconoce que por el momento, la enseñanza que imparte el Seminario Conciliar y que incluye Lengua latina de Retórica y Poética, Geometría, Aritmética y Algebra,

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Filosofía, Teología y los estudios jurídicos que imparte el famoso abogado don José Alejandro de Treviño y Gutiérrez y que incluye clases de Derecho civil y Derecho canónico, no puede ser mejor, que se cumpla lo dispuesto en el decreto número 55 sobre la explicación y enseñanza de la constitución tanto del estado como federal, por último se insiste en la enseñanza de la Historia y la Geografía con estampas y mapas de mejor calidad para este nivel educativo. 3.- El Hospital de Nuestra Señora del Rosario Desde su fundación, el 15 de agosto de 1793, este hospital dedica su atención a los pobres de la ciudad, tal es el deseo de su fundador, el tercer obispo del Nuevo Reyno de León, doctor don Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés, el Hospital de Nuestra Señora del Rosario, tuvo a lo largo de su historia diversos nombres: Hospital Real, Hospital General, Hospital para pobres, Hospital Provisional, Hospital de Monterrey, entre otros. Al consumarse la independencia, desempeñaba el cargo de Rector y Administrador del hospital el sacerdote Juan Antonio Sobrevilla y era atendido por el practicante Francisco José Arjona, en 1825

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aparece como médico cirujano José Cornelio de la Vara, con un sueldo de quinientos pesos anuales, mas dos reales diarios para comida, le siguió en el cargo José María Morales, y ya en 1827 estaba como médico cirujano el mismo Francisco José Arjona quien deja el cargo el 27 de septiembre de 1828. Ante esta vacante el Gobernador del Estado Joaquín García hizo venir al doctor Pascual Constanza quien se haría cargo de establecer la cátedra de la enseñanza médico-quirúrgica, autorizada en el decreto 73 de Instrucción Pública, para lo cual se firmaría un contrato avalado por el Congreso Estatal, por su parte el doctor Constanza, presenta el 22 de abril de 1929, un plan de estudios razonado para la enseñanza de la medicina y de la cirugía, teniendo a la Anatomía como base fundamental, este plan contempla también el estudio de la Fisiología, en el primer año, la Geología, la Patología, y la Nosografía, en el segundo año y la Clínica médica, que comprende la Semiótica y la Terapia, en el tercero y cuarto años, por lo que señala, se necesitan cuatro años para su estudio, para la cirugía se requieren tres años mas, en el primero Nosografía quirúrgica, en el segundo Cirugía operatoria y Clínica quirúrgica, y un año más para el estudio de la Obstetricia, debiendo tener el estudiante lecciones anticipadas de

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Física, Química y Botánica, lo cual le llevaría de un año a un año y medio, estipula también los equipos, instrumentales, aparatos y espacios necesarios para el estudio de cada una de las materias que comprenden el plan, así como los libros indispensables y cuyos autores serán los mismos que se estudian en la Universidad de México. El resultado no se hizo esperar y el Gobierno del Estado declara la imposibilidad física del erario público para satisfacer tales exigencias, ya que lo que se contemplaba era la posibilidad de una sola cátedra y un solo catedrático, y no la propuesta del Dr. Constanza que sugería el establecimiento de una escuela de medicina que superara a las que se tenía conocimiento operaban en ciudades importantes de Europa, el contrato le es rescindido, a la vez que no contaría con el hospital como el escenario anatómico indispensable para las lecciones, ya que a las autoridades del mismo no les parecía su manera de atender a los pacientes pues su jornada la empezaba ya al mediodía, además de que pedía por atenderlo, un salario muy alto, cuatro mil quinientos pesos anuales, que equivalía al cincuenta por ciento de todo el presupuesto de operación del nosocomio durante un año.

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Este es el primer intento de establecer la cátedra de medicina en Monterrey, mientras tanto la ciudad padecía la escasez de cirujanos al grado que desde 1832 la dirección médica del hospital estuvo en manos de boticarios, José Cristóbal Garfias primero e Ignacio Sendejas después, tal es la solución que por el momento le da su patrono espiritual el Obispo de Monterrey, Fray José María de Jesús Belauzarán y Ureña, cargo que ostenta a la llegada del estudiante de medicina a Monterrey, a quien el sacerdote llama “el niño médico”,3 por su corta edad y por el cuidado con que sigue atendiendo a Fray Gabriel; el 1º de mayo de 1834, lo nombra Director del hospital, para sustituir interinamente al señor Sendejas, quien ha solicitado licencia temporal para salir de la ciudad, de esta manera y con un sueldo de veinte pesos mensuales, el practicante de medicina, José Eleuterio González asume un compromiso que habría de durar 19 años, hasta que el nosocomio es clausurado en diciembre de 1853, por falta de recursos de la Mitra para continuar sosteniéndolo. 3 Aureliano Tapia Méndez, José Eleuterio González, Benemérito de Nuevo

León, pp 27

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4.- Farmacia, su primera cátedra. Al tomar posesión como director interino del Hospital de Nuestra Señora del Rosario, José Eleuterio, se da cuenta y comprende la urgencia de preparar boticarios, para entonces ya se habían establecido en Monterrey algunos médicos, mientras que, en los estados que conforman lo que fuera las provincias internas de oriente, sólo existen en operación dos farmacias, la propia del hospital de Monterrey y otra en Tampico Tamaulipas, mientras que en Coahuila y Texas la población no cuenta con este importante servicio, por lo que protegido con la disposición la Constitución Política del Estado y la garantía del Decreto 73 de instrucción pública, que da a toda persona para aprender y enseñar cualquier ciencia, decide abrir una cátedra de farmacia en la botica del hospital. Las clases inician el 1º de enero de 1835, con un programa que tendría cuatro años de duración y que incluye lecciones de Botánica, Química, Mineralogía y Farmacia, haciendo leer a sus alumnos los textos existentes para cada una de las materias, mas las lecciones orales que él mismo dictaba; Fray Gabriel María Jiménez, fallece el día último de febrero de este año, una vez cumplida la encomienda de asistir a su amigo hasta el final de sus días, José

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Eleuterio deja el convento y se va a vivir al hospital, lo que le permite dedicar todo su tiempo a la atención de los pacientes y a la enseñanza de sus alumnos, de estos primeros estudiantes, cuatro de ellos terminan sus estudios, y se establecen en distintas ciudades: Vicente Sepúlveda, se encarga de la farmacia del Hospital de Monterrey, Mariano Sena abre una botica en Saltillo, Ramón Manrique establece la suya en Linares y Jesús Sánchez pone su botica en Ciudad Victoria. Es tal la dedicación del “niño médico” a su trabajo que pronto adquiere fama y ya el pueblo hace referencia de él con el mote de “Gonzalitos”, mas no de un modo despectivo, sino de una gran muestra de cariño, admiración y respeto; cada día inicia su jornada, luego de un desayuno, que generalmente consiste en chocolate, a las cuatro de la mañana en verano y a las cinco en invierno, con un recorrido por las salas del hospital, acompañado de sus alumnos, con quienes ve y discute cada caso en particular, posteriormente hace visitas domiciliarias a enfermos que no están hospitalizados, llega a su casa al medio día para tomar una copiosa comida y luego de una siesta de una a dos horas, con ese gran amor al prójimo, ese deseo incansable de servir a los pobres, empieza su mejor tarea, la consulta, sin descanso hasta agotar a todos sus

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pacientes, a quienes recibe con una sonrisa y su famosa frase -”a ver creatura”- 4 en ocasiones llegan a ser más de 75 los pacientes atendidos, nunca cobra por estos servicios, para estar bien dispuesto al día siguiente y luego de una cena ligera, que muchas veces es también chocolate, siempre se dispone a dormir temprano. Lector consumado, lee constantemente, gusta de los clásicos a quienes prefiere en su idioma original, los temas científicos, la Cronología, Historia sagrada y profana, Literatura, Jurisprudencia, Astronomía, Física, Geología, Matemáticas, Geografía, Música y todos los temas relacionados con la Medicina y por supuesto la Biblia, de la cual suele recitar pasajes completos, es tal su afición por la lectura que por doquiera se le ve leyendo, así al caminar por las calles mientras visita a sus pacientes, o en los sitios de reunión; motivados por él, sus alumnos se aficionan también por el buen hábito de la lectura, lo que facilita el aprendizaje, la ciencia médica es casi un conjunto de principios empíricos, de esta manera, adquiere una amplia cultura, y logra incrementar sus conocimientos para desempeñar mejor la profesión que le permitirá servir convenientemente a sus semejantes. 4 Aureliano Tapia Méndez. op. cit. pp 73

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4.- Licencia de médico Como todo joven, Gonzalitos, se enamora, y el 7 de enero de 1836 contrae nupcias con María del Carmen Arredondo, el sagrario de la parroquia catedral de Monterrey es el escenario y su amigo el canónigo José Ángel Benavides el oficiante, sus amistades civiles y eclesiásticas, le aconsejan no casarse con aquella mujer, tanto por su origen, era hija bastarda del general Joaquín Arredondo y de Josefa González, como por su belleza y su carácter, el tiempo les da la razón, su matrimonio dura poco más de cinco años y en 1841 sobreviene el rompimiento, Carmen abandona a Gonzalitos para caer en los brazos del general Mariano Arista, este acontecimiento lo aflige y lo apena en alto grado, dejándolo en una situación moral profundamente desgarradora, sin embargo, logra superar la crisis y decide dedicarse de tiempo completo a servir a quienes más lo necesitan, a continuar con su cátedra de farmacia y a sus estudios de medicina; el matrimonio no tiene descendientes. La sociedad nuevoleonesa vive a plenitud y participa de las pugnas y conflictos que de la lucha por el poder y la defensa de sus ideologías enfrentan centralistas y federalistas, liberales y conservadores, y en 1836 al instaurarse el gobierno centralista de Antonio

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López de Santa Anna, Nuevo León cambia su situación política y deja de ser el Estado Libre y Soberano que había sido durante la República Federal, para convertirse en el Departamento de Nuevo León; Texas entra en conflicto por la misma situación y declara su independencia primero y su adhesión a los Estados Unidos después, el gobernador constitucional don Juan Nepomuceno de la Garza y Evia es sustituido el 8 de agosto de 1837 por don Joaquín García, quien asume la gubernatura por segunda ocasión. Gonzalitos, como director del hospital de los pobres, aprovecha todos los medios de que puede disponer para la investigación de las ciencias médicas, haciendo aplicaciones prácticas, da clases objetivas; en mayo de 1840, el semanario político de Nuevo León, hace pública la noticia de que el doctor González, ha ensayado en el hospital, con varios jóvenes, el pus vacuno para evitar el contagio de la peste. En diciembre de 1841, por disposición del entonces presidente de México, Antonio López de Santa Anna, asume el general José María Ortega un doble compromiso, la gubernatura y la comandancia del Departamento de Nuevo León, quien a petición de la Asamblea Departamental Legislativa, nombra la Primera

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Junta de Sanidad que queda integrada por los médicos: Francisco José Arjona, titulado ya en los Estados Unidos, Carlos Ayala, titulado en Guadalajara y Esteban Tamez con estudios realizados en la ciudad de México, el doctor Arjona había estado encargado de la dirección del hospital de Monterrey, y los doctores Ayala y Tamez habían asistido a la cátedra del doctor Constanza, y fueron beneficiados con becas para continuar sus estudios en otras ciudades, una vez que se rescinde el contrato del catedrático, y se dispone de los mismos recursos para becarlos; la primera acción importante de la Junta de Sanidad, es solicitar que el Congreso autorizara el examen y la expedición de licencia a los practicantes de medicina, entre los aspirantes a ser examinados se encuentra Gonzalitos, quien sustenta y aprueba el examen y recibe el 8 de marzo de 1842, del general Ortega, licencia para ejercer su facultad en todo el Departamento de Nuevo León. 6.- La cátedra de medicina. El Decreto 73 de Instrucción Pública, promulgado por el Congreso Constitucionalista en 1826 y que autoriza la enseñanza de la medicina en el Estado de Nuevo León, ya no tiene valor, pues el gobierno nacional continua centralizado, sin embargo no existe ninguna

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disposición que indique lo contrario, ante estas circunstancias, Gonzalitos decide establecer la cátedra de medicina, con las ciencias que se acostumbra estudiar, y así el 1º de abril de 1842, inicia con un grupo formado por cinco alumnos: Ignacio Garza García, Pablo Cantú, Francisco Peña, Manuel Guerrero y Blas María Díaz, un programa de seis años que contempla como estudios preliminares las mismas materias que llevan los boticarios y además, Anatomía, Fisiología, Higiene, Patología, Terapéutica y Clínica Médica, Obstetricia, Medicina Legal, y como ya es su costumbre, lecciones orales que el mismo dicta en la práctica diaria con los casos que se presentan en el hospital, escenario indispensable para la cátedra, en donde él imparte todas las materias. Gonzalitos, el educador, emprende con esta cátedra, lo que sería la Escuela de Medicina, un sueño que empieza a ser realidad: formar los profesores médicos que tanto se necesitan, muchas de sus lecciones orales, importante legado, serán después valiosas obras impresas, reconocidas en el mundo de la medicina. El 26 de octubre de 1842, el gobierno centralista del general Santa Anna, expide un decreto para fijar las bases de la organización de la enseñanza pública en todo el país, en el

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mismo dispone instituir una Dirección de Instrucción Primaria para la ciudad de México, así como instaurar Subdirecciones en las capitales de los Departamentos, confiando esta Dirección a la Compañía Lancasteriana; cumpliendo con esta disposición, el general José María Ortega, Gobernador y Comandante del Departamento de Nuevo León, autoriza a principios de 1843, el establecimiento de la Compañía Lancasteriana de Educación, con el propósito de remediar en algo la falta de instrucción de la población, pues todavía existe un importante número de habitantes que no saben leer y escribir, y quienes ostentan los cargos públicos son unos cuantos, que tuvieron la oportunidad de estudiar en el Seminario, que en ocasiones tienen que repetir en el puesto por no haber más ciudadanos preparados; al conocer los directivos de la compañía, el interés y la preocupación de Gonzalitos por la instrucción pública de la juventud, sus cualidades de ilustración, talento y virtudes como educador, lo admiten como uno de sus socios y le extienden el 8 de enero de 1843, un diploma en donde reconocen su patriotismo, su decidido empeño y su acierto en el progreso de la educación y la enseñanza pública de la juventud mexicana. Los demás acontecimientos que se suceden durante los seis años que se requieren

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para formar esta primera generación de profesores médicos, son muy diversos: en 1844, la ciudad de Monterrey, es seriamente afectada por la mas grave y extensa epidemia de fiebres palúdicas, que dura hasta la primavera del siguiente año, la población que contaba ya con 15,000 habitantes, pierde más de mil; una de sus víctimas es el Obispo don Salvador de Apodaca, a quien Gonzalitos atiende personalmente durante diez días hasta que muere, su cadáver fue embalsamado por el médico y pudo de esa manera hacer interesantes estudios sobre tan terrible mal; en 1846, durante la intervención norteamericana, hubieron de suspenderse las cátedras, el educador se ve obligado a abandonar la ciudad al ser ocupada por el ejercito enemigo; de sus discípulos, se sabe que Ignacio Garza García, presenta examen público de lo avanzado al concluir el tercer año, obteniendo brillantes calificaciones, lo que le permite continuar sus estudios en la ciudad de México, Pablo Cantú muere, Francisco Peña y Manuel Guerrero abandonan la clase durante el quinto año, Blas María Díaz, fue el primero en concluir satisfactoriamente sus estudios, presenta examen y recibe su licencia el 29 de agosto de 1848, es por tanto el primer médico formado por Gonzalitos.

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El Colegio Civil

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Capítulo II El Colegio Civil

1.- El seminario conciliar de Monterrey.

2.- El Consejo de Salubridad. 3.- Fundación del Colegio Civil.

4.- Primeras distribuciones de premios. 5.- Clausura del Colegio Civil durante el Imperio de Maximiliano.

6.- Director del Colegio al Triunfo de la República. 7.- Benemérito del Estado

1.- El Seminario conciliar de Monterrey. La instrucción secundaria en Monterrey, se remonta a 1712, cuando el Sr. Obispo Galindo de la diócesis de Guadalajara, que comprendía el Nuevo Reyno de León, autorizó al sacerdote Jerónimo López Prieto, la fundación de una iglesia a San Francisco y un seminario, el 10 de enero de 1713, el gobernador Francisco de Mier y Torre, en su informe, certificó que el seminario estaba fundado, en la manzana que ocupara después el Palacio de Gobierno, no obstante el empeño con que estudiaban sus alumnos, este colegio desapareció, luego llegaron los jesuitas a ser dueños del edificio y al ser expulsados perdieron la propiedad, la instrucción secundaria estuvo desatendida, hasta que en 1767 se abrió una cátedra de latinidad, gracias al legado que para tal propósito hiciera al morir doña Leonor Gómez de Castro.

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Fray Gabriel Badillo Fajardo, guardián del Convento de San Francisco Javier, abre poco después, una cátedra de retórica y de filosofía, estas cátedras fueron el germen del seminario conciliar, fundado en 1793, por el tercer obispo de Linares, don Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés, este fue el único plantel de instrucción secundaria, que en casi sesenta y cinco años atendió a los estudiantes que venían de las llamadas provincias internas de oriente, que comprende lo que hoy son los estados de Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y Texas.

Brillantes figuras de las letras iniciaron sus estudios en este seminario: Fray Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra, gloria de Nuevo León; don Miguel Ramos Arizpe, eminente coahuilense; don Lázaro de la Garza Ballesteros, Arzobispo de México; don José María Parás, primer Gobernador del Estado Libre y Soberano de Nuevo León; el sabio sacerdote, don Felipe de Jesús Cepeda, hijo de Saltillo, quien fuera director de la primera escuela oficial para niños de Monterrey establecida el 1º de agosto de 1835, y a quien se deben los textos para el estudio de las primeras letras,

El 19 de enero de 1824, el licenciado don José Alejandro de Treviño y Gutiérrez, magistrado presidente del Tribunal Supremo de Justicia del Estado Libre y Soberano de Nuevo León, funda en propiedad la cátedra de

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Derecho público, canónico y civil, siguiendo los mismos cursos de estatuto que exige la constitución de Jalisco, estudios que concluyeron los integrantes de la primera generación de abogados, el 27 de diciembre de 1826: Juan Nepomuceno de la Garza y Evia, Bernardo Wssell de Guimbarda, Ramón Gregorio Guerra, José Ángel Benavides, Valeriano Borrego, Santiago Montemayor Evia y Leocadio Garibay, quienes juraron su último curso y recibieron su pasantía el 8 de enero de 1827. El seminario conciliar continua formando sacerdotes y abogados, ya que esta cátedra, se imparte por más de treinta años, hasta que se abren los cursos de Jurisprudencia en el Colegio Civil, formó abogados de la talla de José de Jesús Dávila y Prieto, gobernador del Estado y primer Director del Colegio Civil; Domingo Martínez, gobernador del Estado; Francisco de Padua Morales, socio secretario al establecerse la Compañía Lancasteriana de Educación y gobernador del Estado durante la guerra por la intervención norteamericana; los hermanos Trinidad y Simón de la Garza Melo, escritores y gobernadores; el general y licenciado Lázaro Garza Ayala, gobernador, y otras figuras importantes de la política y las letras.

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2.- El Consejo de Salubridad. Gonzalitos, recibe la noticia del fallecimiento de su madre, por lo que tiene que viajar a Guadalajara, su tierra natal, al regresar a Monterrey, después de sufrir pena tan grande, se integra a sus tareas con su natural entusiasmo y deseoso de compartir sus conocimientos, así el 1º de enero de 1849, comienza un nuevo curso de farmacia, más completo que el primero; para entonces ya contaba con la colaboración de su discípulos: el médico Ignacio Garza García y el farmacéutico Vicente Sepúlveda, quienes impartían algunas de las materias, de este nuevo curso obtuvieron su título de farmacéuticos: Manuel García y Agapito Cantú. Con el apoyo de su colega el diputado y doctor zacatecano José Sotero Noriega, propuso al Congreso local la creación de un Consejo de Salubridad, mismo que se crea por el Decreto 115, el 19 de septiembre de 1851; este Consejo debería integrarse por todos los profesores médicos, que ejerzan legalmente la profesión de médico o cirujano, de quienes cuatro de ellos serían consejeros titulares y todos los otros consejeros adjuntos, el gobierno del Estado, se reserva en esta primera ocasión el nombramiento de los titulares, en lo sucesivo lo haría el propio Consejo; quedó debidamente

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integrado, el día 29 del mismo mes, siendo el gobernador constitucional del Estado, don Agapito García Dávila, su presidente natural, como lo dispone el propio decreto, y los doctores: Carlos Ayala, Esteban Tamez, Ignacio Garza García y José Eleuterio González, los consejeros titulares, Gonzalitos, fue nombrado vicepresidente, cargo que desempeñó, por el resto de su vida. El Consejo tendría las siguientes atribuciones: vigilar el correcto ejercicio de la medicina, examinar a quienes pretendan ejercerla, señalar aranceles para médicos y boticarios, determinar la farmacopea que regirá en el Estado, proponer al gobierno las medidas convenientes para mejorar la salud pública, resolver las cuestiones médico-legales e higiénicas, expedir licencias para abrir boticas, establecer cátedras de los diversos ramos de la ciencias médicas, indicarle al gobierno las reformas que se requieran para mejorar el servicio público de boticas, hospitales y cárceles, propagar y conservar la vacuna para prevenir la viruela, autorizar el ejercicio de parteros, y proponer al Congreso un Reglamento de Salud Pública, publicar anualmente el directorio oficial de los individuos que puedan ejercer la medicina y la cirugía o tener establecimiento de farmacia, para manejar los recursos provenientes de los

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derechos a exámenes para ejercer la medicina y las licencias para abrir boticas, el Consejo contará con una Tesorería. El Reglamento del Consejo de Salubridad fue propuesto por su vicepresidente y por su secretario el 20 de enero de 1852, aprobado por el H. Congreso del Estado en sesión extraordinaria el día 27 de abril, se manda publicar el 30 de junio del mismo año por el entonces secretario de gobierno, don Santiago Vidaurri; en el mismo se señalan las formas, los tipos y la periodicidad de las sesiones, el establecimiento de las comisiones pertinentes, la manera de votar para nombrar consejeros titulares, los requisitos para el examen y la titulación de quienes pretendan ejercer algún ramo de las ciencias médicas, los derechos que deberán cobrarse por estos servicios y las atribuciones de los consejeros titulares. Con base a este reglamento, el Consejo de Salubridad en Nuevo León, funcionó sin sufrir modificaciones de consideración, hasta después de fallecido Gonzalitos, sin embargo, para el gobierno del Estado, había desaparecido por completo, pues con la muerte de su vicepresidente, la mayor parte de sus consejeros titulares estaban ausentes, ya que nunca se habían sustituido, considerando la importancia que tiene el Consejo, para la

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buena marcha de la salud pública en la entidad, convoca a los profesionales de la medicina, para que en una sesión extraordinaria, acrediten a los nuevos consejeros titulares, quienes habrían de hacerse cargo de su reinstalación; el 9 de mayo de 1888, se realiza la protesta de ley, quedando integrado el Consejo, como lo señala el decreto de su creación, por el gobernador del Estado, licenciado Lázaro Garza Ayala, como su presidente natural, los doctores: Carlos Ayala y Mier como vicepresidente, Antonio García Garza como tesorero y Santos Garza como secretario; la distinción de ser el cuarto consejero titular fue para el doctor Juan de Dios Treviño, quien ocupaba ya la Dirección de la Escuela de Medicina. 3.- Fundación del Colegio Civil. Cuando en 1849, por segunda vez ocupa constitucionalmente la gubernatura del Estado, don José María Parás, luego de cubrir un breve período como gobernador interino al firmarse la paz con los Estados Unidos, su principal preocupación fue nuevamente la instrucción pública, en donde manifestaba su inquietud por la creación de una instrucción primaria que fuese gratuita y obligatoria, así como por la fundación de un instituto científico y literario, y la instauración de una biblioteca pública, cuyo

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sostenimiento corriera por cuenta del Estado; el primer paso que proponía era reservar un fondo para establecer este plantel en donde los ciudadanos se puedan formar en el cultivo de las ciencias y en todos los conocimientos útiles, el gobernador Parás no pudo ver cristalizada su obra, pues falleció el 18 de febrero de 1850. La Compañía Lancasteriana de Educación, continuaba prestando sus servicios, a la vez que la instrucción de primeras letras para niños y algunas, muy pocas niñas, de escasos recursos, seguía siendo compromiso de los Ayuntamientos, que muchas de las veces, la escasez de recursos les impedía cumplir con este importante ramo de la cultura; fue entonces que el gobernador don Pedro José García, envía al Congreso un decreto provisional, que con fuerza de ley es aprobado el 31 de octubre de 1850 y que reconoce a la Compañía Lancasteriana, como la Dirección General de Instrucción Pública en el Estado, dejando a los Ayuntamientos sólo el deber de vigilar el cumplimiento de su obligatoriedad a través de Juntas Subdirectoras; la Dirección tendría además otros compromisos: como el de crear los colegios, institutos literarios, bibliotecas, y todo lo aquello que impulse la instrucción pública, incluyendo desde luego la formación de profesores en el arte lancasteriano, cuya enseñanza también deberá ser gratuita, así

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permanece hasta que fueron evaluados los resultados, reflejando en significativo atraso, por lo que el Congreso y el gobierno del Estado, emiten un nuevo reglamento con fecha 10 de diciembre de 1853, por medio del cual se crea una Junta Directiva Estatal de Instrucción Pública, que operaría para la instrucción primaria el mismo método mutuo o sistema lancasteriano, pero sin la intervención de la Compañía Lancasteriana; esta Junta Directiva, tendría además la obligación de presentar al Congreso, un proyecto para el establecimiento de un Colegio Civil en esta ciudad capital; este compromiso no se cumplió. Por su parte, Gonzalitos, pretendía establecer una escuela de medicina que debería estar anexa al Hospital de Nuestra Señora del Rosario, pero la falta de recursos para sostenerlo propician su cierre definitivo, al ver que su anhelo se venía abajo, solicita al gobierno del Estado, con el auspicio del Consejo de Salubridad, la autorización para ofrecer un curso de partos, en el que podrían estudiar tanto hombres como mujeres, y ese mismo 10 de diciembre de 1853, le otorgan licencia de catedrático de obstetricia y le autorizan para que abra el curso propuesto a partir del 1º de enero de 1854, con el mismo plan de estudios que para esta cátedra se estudiaba en la ciudad de México, cabe

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mencionar que Gonzalitos fue maestro eximio y especialista reconocido en esta materia. El desarrollo de la educación pública y la cultura en el estado de Nuevo León, sigue estancado, viviendo esta desagradable situación, Gonzalitos, busca afanosamente en el consenso de la población pudiente de la ciudad, el apoyo necesario para la instauración de un Colegio Civil, como una estrategia para llevar a cabo su propósito: crear la escuela de medicina. Después de promulgada la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el 5 de febrero de 1857, los legisladores locales inician sus trabajos para redactar la nueva Constitución Política del estado libre y soberano de Nuevo León y Coahuila, que por disposición del decreto del 19 de febrero de 1856, dictado por el controvertido gobernador don Santiago Vidaurri, formaban una sola entidad, esta nueva Constitución local, fue promulgada el 4 de octubre de 1857 y el 4 de noviembre del mismo año, el Congreso local en su decreto número 13, faculta, al gobernador Vidaurri, para que proceda a la fundación de un Colegio Civil de instrucción pública, en el local que considere más conveniente para tal propósito, asignándole una suma para empezar la

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construcción de su propio edificio y recursos suficientes para su sostenimiento. Otro suceso beligerante, la Guerra de tres años, detiene la fundación del colegio, el 30 de octubre de 1859, el gobernador interino, ingeniero y general don José Silvestre Aramberri, haciendo uso de las facultades que le confiere el decreto señalado, funda el Colegio Civil, por considerar como imperiosa la necesidad de reorganizar en el Estado, la instrucción pública, la cual, se halla completamente desatendida; la recién creada institución, inicia sus actividades el 5 de diciembre del mismo año, con una matrícula de 70 alumnos, en el edificio que ocupaba la Casa Episcopal de Monterrey. Su plan de estudios secundarios y preparatorios, cuya duración sería de cinco años, contempla para el período de Latinidad, que era como se llamaba la secundaria, una duración de dos años y los estudios de: Gramática castellana y latina; para el período de Filosofía, que corresponde a la preparatoria, con duración de tres años, se estudiaría en el primer año: Sicología, Lógica, Metafísica y Filosofía Moral, idioma Francés; en el segundo año: Matemáticas, Cronología, idioma Francés; y en tercer año: Física experimental, Cosmografía y nociones de Química, idioma Inglés; estos estudios preparatorios serían

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indispensables para cursar las facultades mayores: Jurisprudencia, cátedra que venia Impartiendo el licenciado José Alejandro Treviño y Gutiérrez en el Seminario Conciliar; y la cátedra de Medicina, que tenía a su cargo el propio Gonzalitos, ambas escuelas se anexan a la naciente pequeña universidad, fue designado como primer director el licenciado José de Jesús Dávila y Prieto. 4.- Primeras distribuciones de premios. El primer año de vida del colegio es considerado de iniciación y ensayo, pero ya en el segundo y tercero la juventud estudiosa de todas las clases sociales, de Monterrey, de todo el estado de Nuevo León y de las entidades vecinas, veía coronado su esfuerzo, pues todas las actividades que realizaba tenían el vigoroso impulso del naciente centro educativo, don Santiago Vidaurri fue nuevamente elegido para ocupar el cargo de gobernador el 11 de abril de 1860, nombrando al licenciado Jesús María Aguilar, director del colegio, en sustitución del licenciado Dávila y Prieto. Era costumbre por esta época, que en el mes de agosto, los estudiantes de instrucción pública sustentaran exámenes públicos, durante los cuales se les cuestionaba sobre lo aprendido, y ellos contestaban recitando de

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memoria sus respuestas, al concluir la tarea examinadora, los alumnos mas sobresalientes recibían diferentes premios, que no tenían otro propósito que el de estimular a los niños al estudio, incitándoles su amor propio y el sentimiento que produce el valer ante sí y ante los demás, por estos reconocimientos, el niño recibía: diplomas, becas, juguetes, dinero, golosinas, libros, útiles escolares; y para que ejerciera mayor influencia, la entrega se hacía en un acto público solemne, que recibía el nombre de Distribución de Premios, similar a lo que hoy conocemos como fiesta escolar de fin de cursos o ceremonia de graduación. Sabiendo Gonzalitos, la importancia que la población le da a estos acontecimientos, tanto por lo que representan, como por ser algunos de los pocos eventos que se tienen en la austera ciudad de Monterrey, y que permiten reunir a la sociedad con sus autoridades y disfrutar de la agradable costumbre en una velada científica, artística y literaria; propone al entonces director del colegio licenciado Aguilar, se organice un programa con la participación de los alumnos, para realizar la primera distribución de premios, en el cual tomarían parte todos los estudiantes que se destacaran por sus cualidades artísticas y literarias, circularon las invitaciones y el 31 de agosto de 1861 se celebra la primera de estas

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festividades, en honor del doctor Fray Servando Teresa de Mier, a quien se le reconocen sus cualidades de ilustre nuevoleonés, sabio erudito y orador insigne; el evento resulta todo un éxito, los jóvenes estudiantes dieron muestra a la sociedad de la importancia que es para ellos el contar con una institución que atienda sus mas elementales y sentidas demandas de formación y superación. Con esta experiencia y con mayor esmero se prepara para el siguiente año, la segunda distribución de premios, se realiza el 30 de agosto de 1862, en el teatro Progreso, con un programa brillante, en el cual toman parte los alumnos mas distinguidos de los diferentes cursos de Latinidad, Filosofía, Ciencias Medicas y Jurisprudencia, en esta ocasión se ofrenda a la memoria del célebre mexicano don Miguel Ramos Arizpe, ilustre coahuilense, diestro estadista, sabio legislador y experto gobernante, el discurso oficial estuvo a cargo de Gonzalitos, quien para entonces ya había tomado la dirección de la juventud estudiosa, pues ya lo consideran su consejero, su mentor y el inspirador de las mas altas y nobles actividades, como en la anterior, se cuenta también con la presencia del gobernador Vidaurri, en esta ceremonia se hizo acompañar de personas de la mejor sociedad.

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5.- Clausura del Colegio Civil, durante el Imperio de Maximiliano. El gobernador Vidaurri se encontraba distanciado en sus relaciones con el presidente Benito Juárez, pues su gobierno siempre se distinguió por ejercer una plena autonomía con respecto al centro, la educación en Monterrey, seguía desarrollándose aunque de manera muy irregular, pues mientras que el Colegio Civil era ya reconocido como un importante centro educativo, de secundaria, preparatoria y profesional, incluso más allá de sus limites territoriales, otros niveles de la educación estaban descuidados, como la instrucción primaria pública y la formación de profesores, prueba de ello es el dato estadístico del Boletín Oficial publicado el 13 de enero de 1864, en el cual se señala el estado que guardan las instituciones de instrucción públicas y particulares que operan en Monterrey para atender alumnos de ambos sexos: El Colegio Civil 193 alumnos, Seminario Conciliar 65 estudiantes, Colegio de hijas de la caridad 238 niñas, Colegio preparatorio del señor F. Velarde 70 alumnos, Colegio Comercial de don Félix Galván 60 alumnos, Primer establecimiento público dirigido por don Fernando Guerra 171 niños, Segundo establecimiento público dirigido por don Armando Valdés 335 niños, Tercer establecimiento público de niñas dirigido por

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doña Margarita Reyes 182 niñas, Escuela particular de don Ursulo Vargas López 19 alumnos, Escuela Particular de don José María Lachica 35 alumnos, Escuela particular de don Joaquín Martínez 18 alumnos, Escuela particular de don Felipe Escamilla 37 alumnos, Escuela pública en San Bernabé dirigida por don Valentín Verastegui 53 alumnos, Escuela pública en San Pedro dirigida por don Toribio González, Escuela Pública en el mineral de San Pedro dirigida por don Simón Quiroz 24 alumnos, Escuela particular de doña Paula A. de Cause 15 niñas, Escuela particular de doña Josefa Chávez de Parragana 18 niñas, Escuela particular de las señoritas Espinosa 47 niñas, en total en Monterrey estudiaban 1682 alumnos de ambos sexos, en ningún caso se menciona la formación de profesores y en proporción se atienden mucho más estudiantes en niveles secundarios y superiores que en primeras letras. No obstante haber triunfado los liberales mexicanos contra el ejercito francés, en la batalla de Puebla el 5 de mayo de 1862, en el ámbito nacional continuaba la pugna entre liberales y conservadores, esta situación afectaba el desarrollo de las actividades políticas, sociales y culturales en todo el territorio nacional, una vez reforzadas las tropas francesas después de la derrota de Puebla, y ante el acoso y su inminente llegada a la

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ciudad de México, el presidente Juárez se ve obligado a abandonar la capital del país, iniciando el establecimiento itinerante de los poderes federales, en este recorrido por diferentes entidades del país y pese a lo tenso de sus relaciones con el gobernador Vidaurri, llega a esta ciudad de Monterrey, el 3 de abril de 1864, en donde permanece hasta el 15 de agosto del mismo año, durante este tiempo nuestra capital lo fue también de todo México; ante el avance y la inminente llegada de la tropa francesa, el presidente Juárez, deja Monterrey. Muchos traidores mexicanos, se habían unido a los franceses, incluso el mismo gobernador Vidaurri, se somete al Imperio de Maximiliano y jura fidelidad al emperador, después de abandonar Nuevo León, se une al séquito imperial, llegando a ser consejero y ministro de hacienda del imperio; el ejercito francés a cargo del general Castagny toma la plaza y reorganiza el gobierno local, nombrando al licenciado Jesús María Aguilar prefecto del Departamento, situación que vivía por segunda ocasión nuestro Estado, al licenciado Juan Nepomuceno de la Garza y Evia, lo nombra presidente del Tribunal de Justicia.

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En octubre del mismo año, cuando los alumnos del Colegio Civil llegan para el inicio de los nuevos cursos, al edificio que recién se les había asignado y que era el que pertenecía a la escuela pública para niños, contiguo al convento de San Francisco, se encuentran con que el espacio estaba convertido en cuartel y ocupado por las tropas; el colegio no tenía director, pues el licenciado Aguilar, se encontraba cumpliendo otra tarea, fungiendo como prefecto del Departamento de Nuevo León, de acuerdo al nombramiento que le diera el comandante del ejercito imperial; ante estos sucesos, los estudiantes deseosos de saber y dotados de un espíritu fuerte, acudieron a Gonzalitos, su guía, su mentor y consejero, para solicitarle se hiciera cargo de la situación, quien al ver que estos jóvenes estaban dispuestos a permanecer firmes y no abandonar sus estudios mientras no fuera del todo imposible continuarlos, asumió la dirección con tal generosidad que de inmediato dispuso la manera en que se llevarían las clases: los cursos menores, de secundaria y preparatoria se continuarían impartiendo en el mismo local en tanto se pudiera, no obstante la presencia de la soldadesca, recurrió a los amigos, a todos esos profesores desinteresados, amantes de la juventud estudiosa, quienes continuaban dando en sus casas las lecciones, pudo de esta manera asignarles catedráticos a los

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estudiantes de facultad mayor; diseminado y oculto fue como subsistió el colegio en medio de los trastornos que la invasión extranjera dejara en nuestra ciudad; en los exámenes, Gonzalitos, nombraba los sinodales, recogía las calificaciones, él lo hacia todo. Por eso cuando la administración francesa, en un afán de reprimir la cultura, decreta en la Ley de Instrucción General del 27 de diciembre de 1865, la clausura de todos los establecimientos de instrucción pública que ofrezcan estudios de secundaria, preparatoria y facultad, el Colegio no se ve afectado por tal disposición, como sucedió con muchos otros en el interior del país, pues aunque su plantel fue cerrado, continuaba creciendo en la sombra, ante la persistente dedicación de sus alumnos, quienes con más ahínco y sin tener otra distracción que su empeño por cumplir con la tarea escolar; el desinterés de sus catedráticos, quienes continuaban dando sus lecciones en sus propios domicilios; y por supuesto la dirección, la dedicación y el celo de su guía y protector, el venerable Gonzalitos, cuya casa se había convertido en aula para las lecciones de Retórica, Historia y Medicina, y en biblioteca también, su hogar era un templo de sabiduría. Como un reconocimiento a su virtud, y a manera de manifestar su admiración y

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agradecimiento, por tanta generosidad recibida, la juventud estudiosa le obsequió el 20 de febrero de 1866, precisamente en su cumpleaños, un baile y una velada literaria al cual no fueron invitados ningún oficial francés ni persona alguna que fuese afecto a la causa del imperio. 6.- Director del Colegio al Triunfo de la República. Después de que el general Mariano Escobedo ganara la batalla de Santa Gertrudis el 20 de junio de 1866, derrotando al ejercito invasor, y confiscando sus bienes, la situación en Monterrey, comenzó a volver a la normalidad, pues esta derrota propició que los invasores abandonaran la ciudad y se replegaran al centro, el general Escobedo, toma Monterrey el 6 de agosto del mismo año, para ya no entregar nunca mas la plaza a los imperialistas, reorganiza y establece un gobierno republicano en donde él mismo es gobernador y comandante en jefe, dejando posteriormente en manos de civiles la administración pública; el 9 de agosto de 1866, ordena la reapertura del Colegio Civil, confía su dirección y de la Escuela de Medicina, al doctor don José Eleuterio González, quien fue nombrado también catedrático de Anatomía, Operaciones y Obstetricia.

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Para entonces, la obra material del edificio propio que se construía para el colegio, se encontraba en soleras, por diversas causas había sido retardada su edificación, ya que los recursos asignados para tal propósito eran destinados a solucionar otros problemas sociales en aquellos tiempos aciagos de la invasión francesa, este edificio es el mismo que ocupó hasta que fue organizada la Universidad de Nuevo León en 1933, y que hoy ocupa la escuela Preparatoria número uno; queriendo el general Escobedo, rendir un justo homenaje al reivindicado presidente Juárez, develando un busto, que recién había recibido, y a la vez inaugurar la continuación de la construcción del edificio, colocando ahí la imagen de quien sería llamado Benemérito de las Américas, es el mismo general Escobedo quien convoca a la ciudadanía y preside la ceremonia del 16 de septiembre de aquel 1866, dejando en claro su amor a la patria recuperada, que era ante todo el motivo de la fiesta, el reconocimiento a los republicanos, en la figura de su presidente; en este evento, Gonzalitos, pronunció un importante discurso y algunos de sus discípulos recitaron sentidas composiciones, al finalizar la asamblea, el general Escobedo recibió calurosas aclamaciones y vítores, mezcladas con dianas y disparos de fusilería y artillería.

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Gonzalitos, por su parte, convocó a los padres de familia para que concurrieran a inscribir a sus hijos, con el firme compromiso de reanudar las actividades el próximo 15 de octubre en los cursos que en su oportunidad se darían a conocer, así como la lista de catedráticos responsables de cada materia y demás empleados del colegio, de quienes esperaba toda su dedicación y empeño para continuar dando a la sociedad los buenos resultados que hasta entonces había logrado. El 12 de agosto de 1867, envía al gobernador del Estado, una propuesta para modificar el plan de estudios del Colegio Civil, con el cual se separaría la secundaria de lo profesional, su duración sería de seis años, cada período con una duración de tres años, El periodo de Latinidad sería de Gramática y sus estudios abarcarían: Gramática castellana, latina, francesa e inglesa, Literatura, Dibujo, Música y Gimnástica; el segundo período continuaba llamándose Filosofía y comprendería las siguientes materias: Lógica, Metafísica, Etica, Matemáticas puras, Física, Historia natural, Geografía, Cronología, Historia universal y particular de México; los estudios profesionales continuaban conforme al plan de estudios vigentes; disponía que se establecieran academias extraordinarias, para regularizar a quienes estudiaban facultad y tuvieran estudios

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pendientes de secundaria o preparatoria; recomendaba la apertura de dos nuevas cátedras; Matemáticas mixtas o aplicadas y Teneduría de libros, ambas necesarias para el desarrollo de la población, dado el rumbo que había tomado la economía de la ciudad y del Estado. Con el propósito de organizar la administración del Colegio Civil de una mejor manera, Gonzalitos, envía el 20 de septiembre de 1868, al congreso local, un proyecto para el “Reglamento interno del Colegio y Hospital Civil” el cual es convertido en decreto y promulgado el 11 de enero de 1869, y mandado publicar por el entonces gobernador del estado libre y soberano de Nuevo León, el general Gerónimo Treviño, entre los apartados se encuentra lo referente a: el objetivo del colegio; las normas de higiene y seguridad; el comportamiento de los alumnos internos y externos, los horarios para unos y otros, sus obligaciones y derechos; la matrícula y las pensiones; los horarios de clase; de los planes de estudio: las asignaturas, los contenidos, la metodología, la evaluación y la acreditación; los asuetos y las vacaciones; los exámenes públicos; los premios; también se señala la organización de la administración desde las atribuciones y obligaciones del Director y la Junta Directiva, los derechos y obligaciones de

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catedráticos y empleados, las faltas y los castigos, las oposiciones a las cátedras, los perfiles de egreso, la certificación y titulación de los egresados, hasta los costos de los servicios que presta. En un documento por separado se presenta un proyecto de la nómina que el gobierno del estado debería de cubrir anualmente por los sueldos devengados, el sueldo más alto corresponde al director del colegio y asciende a 600 pesos, cincuenta pesos mensuales. Este primer período de Gonzalitos como Director del Colegio Civil, se prolonga hasta 1873, cuando es relevado en el cargo por el doctor José María Lozano, quien perdura hasta 1876, año en que toma Gonzalitos, por segunda ocasión el compromiso de su dirección, durante este período hay dos sucesos trascendentes: el 9 de noviembre de 1877, mediante el decreto núm. 22, se delimita el campo de competencia del Colegio, el cual queda destinado exclusivamente a la educación secundaria y preparatoria con un plan de estudios más completo, que comprende un total de 32 materias para cursarse en siete años; el otro suceso es la separación del Colegio, de las dos escuelas de educación profesional: la de Jurisprudencia, que estará a cargo del Colegio

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de Abogados, y la de Medicina que estará a cargo del Consejo de Salubridad; Gonzalitos permanece en el puesto de director, hasta el 18 de marzo de 1878, para pasar a ocupar la Dirección de la recién separada Escuela de Medica; es relevado por el señor Tomás Crescencio Pacheco, quien ocupa el cargo de Director del Colegio, hasta 1880, este año recibe nombramiento el doctor Francisco González, para ser sucedido en 1886 por el doctor Manuel Rocha, quien es Director del Colegio Civil precisamente cuando ocurre el deceso del educador. 7.- Benemérito de Nuevo León. Una vez restablecido el orden, la corriente republicana, conformada por hombres liberales, y que ostenta el poder gubernamental, hace una evaluación de los sucesos que mas impactaron el desarrollo económico, social y cultural de Monterrey en particular y de todo Nuevo León, se habían ya establecido las primeras industrias textiles, se cultivaba el algodón, algo de lo poco bueno que dejaron los franceses, pero sobre todo Monterrey se había convertido, por su ubicación estratégica, en el centro comercial más importante de la frontera norte de México, lo cual traía a la ciudad una nueva forma de vida, era una etapa de transición entre la austeridad de los

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años anteriores y la riqueza que ya empezaba a dar muestras de su grandeza, la sociedad neoleonesa estaba más integrada en su ideología y principios, seguía siendo una comunidad de católicos, pero respetuosa de sus gobernantes civiles, la educación superior continuaba su desarrollo y en medio de todo este avance en los aspectos mas importantes de crecimiento cultural, destacaba la figura siempre generosa y humanística de Gonzalitos, quien como guía natural de la juventud estudiosa tenía ya bien ganado un lugar prestigioso en el ánimo de la población, el reconocimiento y la gratitud a su obra humanitaria y constructiva ya había sido expresada oficialmente por el Ayuntamiento de Monterrey en 1865, por sus discípulos en su cumpleaños anterior, faltaba que el gobierno del estado hiciera lo propio.

El 20 de febrero de 1867, siendo gobernador el licenciado Manuel Z. Gómez, en uso de la facultad que le otorga la disposición del decreto 73 del 27 de febrero de 1826, referente al Plan de Instrucción Pública, vigente todavía por no haberse modificado ni derogado con anterioridad, expide un decreto en el cual declaraba al doctor don José Eleuterio González, Benemérito de Nuevo León...

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“por la parte activa que toma y ha tomado como iniciador o bien como cooperador de cuanto tiende al progreso de las ciencias, las artes y las mejoras materiales del mismo estado y en particular las de esta población... por su constancia y vigilante empeño en favor de la educación de la juventud... por su asiduo trabajo personal y su protección pecuniaria al establecimiento del hospital civil y militar de esta ciudad... y por la asistencia filantrópica y desinteresada que imparte a cuantos le ocupan en su profesión como diestro cirujano e inteligente médico y con particularidad a los pobres y desvalidos”.5

A la vez que lo nombra inspector general de estudios primarios y secundarios y miembro honorario de las juntas de beneficencia del mismo Estado; el decreto es firmado por el gobernador del Estado don Manuel Z. Gómez y por Narciso Dávila, oficial mayor. 5 Archivo General del Estado de Nuevo León, Colección de Leyes, Decretos

y Circulares, expedidos por el Gobierno del Estado.

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En respuesta a lo anterior, Gonzalitos, le envía un comunicado al gobernador, con fecha 22 de febrero de 1867, en el cual expresa su confusión por tan altas distinciones, a las que nunca había aspirado, y no se considera merecedor de las mismas, agradece al pueblo de Nuevo León y a sus gobernantes el homenaje de que es objeto, acepta el cargo de inspector general de estudios primarios y secundarios, expresando su preocupación por lo difícil del encargo, dada su insuficiencia en este ramo y se compromete a desempeñarlo con todas sus fuerzas y de la mejor manera que le sea posible. Por su parte la población acoge con júbilo la distinción que se otorgaba a su médico de cabecera, los estudiantes del Colegio Civil organizan una velada literaria y baile en el teatro Progreso, expresando de esta manera su juvenil complacencia por tan importante distinción a su maestro y guía. Esta declaración es ratificada el 24 de octubre de 1873, siendo gobernador del Estado, el licenciado Ramón Treviño, la legislatura de Nuevo León, expide un nuevo decreto que a la letra dice:

“Ramón Treviño, Gobernador Constitucional del Estado libre y soberano de Nuevo León, a todos

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sus habitantes, hago saber: que el Soberano Congreso del mismo, ha decretado lo que sigue:

Artículo 1ª. El Congreso de Nuevo León declara Benemérito del Estado, como estaba dispuesto ya por el decreto de 20 de febrero de 1867, al eminente, ilustre y modesto ciudadano Dr. José Eleuterio González.

Art. 2ª. En el salón de sesiones del H. Congreso del Estado, se inscribirá con letras de oro el nombre del protector de la juventud, del bienhechor de la humanidad, del patriota desinteresado, C. Dr. José Eleuterio González.

Art. 3ª. En el mismo salón del H. Congreso y en las salas de acuerdos de los ayuntamientos de las municipalidades del Estado se colocará su busto a la mayor brevedad posible.

Lo tendrá entendido el C. Gobernador Constitucional del Estado, mandándolo imprimir, publicar y circular a quienes corresponda.

Dado en el Salón de sesiones del H. Congreso del Estado, en Monterrey, a 24 de octubre de 1873.- Agustín

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Córdova, diputado presidente.- Manuel D. Arteaga, diputado secretario.- Jesús M. Cerda, diputado secretario.

Por tanto, mando se imprima, publique circule y se le de el debido cumplimiento.

Monterrey, 25 de octubre de 1873.- Ramón Treviño.- V. de la Garza y Míreles, Oficial mayor”.6

Todavía en vida, recibe el Benemérito otro reconocimiento más de la Honorable Legislatura del Estado de Nuevo León, por decreto del 5 de noviembre de 1883, crea una municipalidad cuya cabecera sería la hacienda de Ramos y se llamaría en su honor Villa de Dr. González. 6 Archivo General del Estado de Nuevo León Op.cit.

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La Escuela de Medicina

El Hospital González

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Capitulo III Escuela de Medicina y Hospital Civil

1.- Fundación de la Escuela de Medicina. 2.- Separación

de la Escuela de Medicina del Colegio Civil. 3.- Primer Reglamento de la Escuela de Medicina.

4.- Fundación del Hospital Civil. 5.- Hospital Escuela. 6.- Ofrenda de gratitud al Benemérito.

1.- Fundación de la Escuela de Medicina. La enseñanza de las ciencias médicas en el Estado de Nuevo León, tiene como antecedentes: la cátedra de medicina, que por disposición del decreto 73, del 27 de febrero de 1826, Plan de Instrucción Pública Prevenciones Generales, establece el doctor Pascual Constanza, en 1829, dura sólo cuatro meses; la cátedra de farmacia que crea Gonzalitos en 1835 y que permite formar cuatro farmacéuticos; la cátedra de medicina que establece el propio Gonzalitos en 1842, con cinco alumnos de quienes uno de ellos termina sus estudios y es considerado el primer médico por él formado: el doctor Blas María Díaz; la segunda cátedra de farmacia instituida por Gonzalitos el 1º de enero 1849, en la cual obtienen su título de farmacéuticos: Manuel Garza García y Agapito Cantú; el curso de partos para hombres y mujeres autorizado por el Consejo de Salubridad, instaurado por Gonzalitos el 10 de diciembre de 1853.

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Ante la ausencia de una cátedra de medicina y la urgencia de contar con suficientes médicos calificados para ejercer la profesión, tanto en la ciudad capital como en los demás municipios del Estado, el Consejo de Salubridad, del cual Gonzalitos es su Vicepresidente, como responsable de la salud pública en la entidad, y con el propósito de evitar que el ejercicio de la medicina estuviera en manos de charlatanes, curanderos y vivales, examina a quienes lo solicitan y otorga licencia para ejercer la medicina a quienes acreditan el examen, entre otros reciben este beneficio, los siguientes extranjeros: Pedro Kelly, Tomás O´Farrell, F. B. Walton, J. F. Bullik, E. Mullowny, T. Kearny y M. Porth, algunos otros solicitantes, no acreditan el examen; esta práctica para examinar y otorgar licencia es una situación que prevalece hasta después de promulgada la Constitución de 1857. Al iniciar sus actividades educativas el Colegio Civil, en octubre de 1859, a los estudios de Latinidad y Filosofía, se le anexan dos importantes cátedras de estudios superiores: la cátedra de Jurisprudencia, que venía funcionando en el Colegio Seminario y la cátedra de Medicina, para la que son nombrados catedráticos fundadores los siguientes profesores de medicina: don Manuel Garza García de Química, Botánica y Farmacia;

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don Carlos Ayala de Fisiología e Higiene; don Francisco González Carrasco de Patología general y externa; don José María del Castillo de Patología interna; don Ignacio de la Garza García de materia Médica Terapéutica, Medicina legal, Física y Química aplicadas a la medicina; Gonzalitos es nombrado catedrático de Medicina Operatoria y de Obstetricia, también de manera interina de Anatomía General y Descriptiva. Con la Escuela de Medicina, ya como parte de la nueva institución de instrucción pública, Gonzalitos, siente que se realiza una importante parte de su proyecto, sin embargo, es necesario impulsar la creación del Hospital Civil, el escenario anatómico indispensable para la práctica de los primeros quince alumnos inscritos, por lo que pone todo su empeño hasta lograr que se cumpla su anhelo. Al ser fundada, la Escuela de Medicina, se le ubica provisionalmente en edificio del Obispado, un año más tarde al instituirse el Hospital Civil se traslada a una de sus salas; nace la escuela con el lema: “_Capacidad - Aplicación - Honradez_” a la vez que declara su principal fundador “...esta escuela solo reconocerá como a sus hijos a los jóvenes estudiantes que reúnan estos tres preceptos...”. 7 7 Hermenegildo Dávila González , Op. cit. pp74

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2.- Separación de la Escuela de Medicina del Colegio Civil. Durante los dieciocho años que la Escuela de Medicina, permanece unida al Colegio Civil, se examinan y reciben su título de Médico, otorgado por la escuela, aunque no proceden de ella: Ambrosio García Delgado, A. Roger, S. P. Laurens, A. Kellog, S. Hatchet, S. Smith, D. M. Naigth, A. M. Cortez, L. Nolh, J. M. Lozano, M. Napp, S. Berien, N. W. Brown, B. J. Mears, M. Fernández, A. Ansell y G. Luckie; también reciben título de Farmacéutico: J. Ma. Lazcano y R. Fernández. El decreto núm. 31 del 12 de diciembre de 1877, indica que a partir de esta fecha, la Escuela de Medicina quedará separada del Colegio Civil y estará a cargo del Consejo de Salubridad; el nuevo plan de estudios consta de las siguientes materias: Anatomía general, Anatomía descriptiva, Farmacia teórico-práctica, Fisiología, Patología general, Patología externa, Patología interna, Higiene, Pequeña cirugía, Medicina operatoria, Anatomía topográfica, Medicina legal, Materia médica y terapéutica, Vendajes y aparatos, Obstetricia, Enfermedades de niños, Moral médica, Clínica, Teratología y Enfermedades de mujeres; será necesario implementar el reglamento respectivo para que se determine el modo y

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tiempo en que habrán de enseñarse cada una de estas materias; su organización la conforman un director, un secretario, un tesorero y los catedráticos necesarios, que determine su reglamento; el personal de la escuela será nombrado por el gobierno del Estado a propuesta del Consejo de Instrucción Pública; la Junta Directiva se integrará con el director, secretario, tesorero y catedráticos. Estipula también que como requisito para obtener título de Médico Cirujano el estudiante debe comprobar haber cursado y aprobado todas las materias de secundaria que se imparten en el Colegio Civil, de igual manera, todas las materias de la facultad y haber practicado los seis años que permanece como alumno en la escuela, del modo que lo indique el reglamento. La Escuela de Medicina puede también ofrecer estudios para otorgar título de Farmacéutico, para lo cual es requisito ser egresado del Colegio Civil y cursar durante cuatro años las siguientes materias: Farmacia, Química industrial, Materia médica y terapéutica, Medicina legal, Higiene y Moral médica, haber practicado los mismos años en una oficina de farmacia.

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Para optar por el título de partera, se necesita concluir sus estudios de secundaria en el Colegio Civil y estudiar durante tres años: de Anatomía lo concerniente a Fisiología y Obstetricia, Higiene, Moral médica, de Medicina legal lo que respecta al arte de partear, Enfermedades de niños, Enfermedades de mujeres y Teratología, además debe practicar los mismos tres años al lado de un profesor titulado. Con estas tres opciones de estudio, Gonzalitos, ofrece a la juventud estudiosa varonil dos profesiones: Médico cirujano y Farmacéutico y a la población femenil la profesión de Partera, de una manera más científica y pedagógica, es de notarse los importantes avances que contienen los planes de estudios. Con el propósito de poner en práctica la separación de las escuelas de Jurisprudencia y de Medicina del Colegio Civil, el Consejo de Instrucción propone al gobierno del Estado los nombres de quienes habrán de cubrir los cargos establecidos en el decreto correspondiente; para la Escuela de Medicina fueron propuestos y recibieron su nombramiento con fecha 18 de marzo de 1878, los profesores médicos: C. Dr. José Eleuterio González para Director, cargo que venia desempeñando desde 1866, cuando

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es nombrado por el general Mariano Escobedo, el C. Dr. Juan de Dios Treviño como Secretario y el C. Dr. Tomás Hinojosa como Tesorero, reciben nombramiento como catedráticos propietarios: el C. Dr. José Ma. Lozano del Primer año, el C. Dr. Domingo Martínez Echartea del Segundo año, el C. Dr. Antonio García del Tercer año, el C. Dr. Tomás Hinojosa del Cuarto año, el C. Dr. Antonio Lafón del Quinto año, el C. Dr. José Eleuterio González del Sexto año, el C. Dr. Juan de Dios Treviño de Clínica y el C. Dr. Eusebio Rodríguez de Farmacia; la planta de empleados y catedráticos permanece sin cambios hasta el fallecimiento del Benemérito. 3.- Primer Reglamento de la Escuela de Medicina. Como lo estipula el Decreto del 12 de diciembre de 1877, es necesario dictar las reglas que habrán de seguirse para la organización y operación de la independiente Escuela de Medicina, Gonzalitos con la anuencia del Consejo de Salubridad y la aprobación del Consejo de Instrucción, somete a la consideración del Honorable Congreso del Estado, el Reglamento de la Escuela de Medicina de Monterrey, el cual fue aprobado y mandado publicar para su debido cumplimiento por el C. Gobernador Constitucional del Estado, licenciado Genaro

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Garza García el 10 de agosto de 1878, consta de cuarenta y ocho artículos, distribuidos en nueve capítulos en los cuales se determina lo siguiente: el Objetivo de la Escuela de Medicina; los estudios que ofrecerá; su establecimiento que será en el edificio del Hospital Civil; el número y el perfil de sus catedráticos propietarios y adjuntos; categorías de alumnos; costo de matrícula y pensión; formas de pago; derechos a examen; requisitos de ingreso; calendario de actividades; horario de lecturas y práctica; plan de estudios; evaluación, acreditación y certificación; períodos de vacaciones; atribuciones del Director, del Secretario, del Tesorero y de la Junta Directiva; sueldos de empleados y catedráticos; medidas disciplinarias para estudiantes y catedráticos. El plan de estudios queda conformado de la siguiente manera; Para la carrera de Médico cirujano: Primer año: Anatomía general, Anatomía descriptiva, Farmacia teórico-práctica. Segundo año: Fisiología, Teratología, Patología general, Patología externa, Clínica externa. Tercer año: Anatomía topográfica, Medicina operatoria, Pequeña cirugía, Vendajes y aparatos, Clínica externa.

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Cuarto año: Patología interna, Enfermedades de mujeres, Clínica interna. Quinto año: Materia médica y terapéutica, Medicina legal, Clínica interna. Sexto año: Obstetricia, Enfermedades de niños, Moral médica, Clínica de obstetricia. Para la carrera de Farmacéutico: Primer año: Farmacia Químico-Galénica. Segundo año: Química industrial. Tercer año: Materia médica y terapéutica, Medicina legal. Cuarto año: Higiene, Moral médica, repaso general de los cuatro años. Para los estudios de Partera: Primer año: Obstetricia, lo que corresponde de Anatomía y de Fisiología, Teratología, Higiene. Segundo año: Enfermedades de mujeres, lo concerniente de Medicina legal. Tercer año: Obstetricia, Enfermedades de niños, Moral médica.

En todas las carreras, es indispensable la práctica, debiendo el estudiante asistir por lo menos trescientos días al año a realizarlas, para acumular mil doscientos días y tener derecho al certificado correspondiente.

Este Reglamento sufre modificaciones y adiciones, las más notorias que se detectan son las siguientes:

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El 3 de febrero de 1879, con el mismo número de artículos y capítulos: se hacen modificaciones a la manera de realizar la matrícula, y dispone que es obligatorio hacer de conocimiento al gobierno del Estado del número de alumnos matriculados. El 2 de noviembre de 1881, se modifica substancialmente el reglamento, quedando en cincuenta y seis sus artículos, distribuidos en ocho capítulos: se especifica claramente el período de matrícula; se incluye la entrega de calificaciones al concluir el año escolar, con la presencia obligatoria de todo el personal docente; se modifica la frecuencia de las lecciones en diurnas y alternas; se señalan las prácticas en el anfiteatro y la botica; se incluyen las materias de Clínica externa para alumnos de segundo año y de Clínica interna para estudiantes de tercero y cuarto años; los alumnos de quinto año practicaran al lado de un profesor titulado y a los estudiantes del sexto año se les exige asistir a todas las clínicas. El Plan de estudios sufre las siguientes adecuaciones: Para la carrera de Medico cirujano: al primer año, se le agrega la materia de Clínica externa, en segundo año se suprimen Higiene y Teratología, al tercer año se le agregan Patología externa, Patología interna, Clínica interna y se suprimen Medicina operatoria,

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Pequeña cirugía, vendajes, aparatos y Clínica externa, en cuarto año se agregan Patología general, Medicina operatoria, Pequeña cirugía y Terapéutica, se suprimen Patología interna y Enfermedades de mujeres, en el quinto año se agregan Higiene pública, Obstetricia y Clínica de obstetricia, se suprime Materia terapéutica, en el sexto año se agrega Teratología, Enfermedades de mujeres, Clínica externa y Clínica interna. Los ocho artículos que se agregan, se incluyen en el capítulo que se refiere a la evaluación, la calificación, la acreditación y la certificación. El capítulo que se suprime es el que expresa los sueldos del personal de la escuela y se incluye en el mismo capítulo que indica las atribuciones de cada uno de los empleados, catedráticos y Junta Directiva. El 21 de septiembre de 1887, se adiciona el artículo 57, que dispone que cada año escolar se abrirán todos los cursos, sin importar el número de alumnos que se inscriban, no percibiendo el catedrático el pago en el caso de que su curso no tenga ni un solo alumno, pero si deberá desempeñar las comisiones que le confiera el Director de la escuela. Con esta necesaria modificación al reglamento, deja Gonzalitos, de una mejor

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manera organizada la Escuela de Medicina a su sucesor, el doctor don Juan de Dios Treviño. 4.- Fundación del Hospital Civil. Al cerrarse definitivamente el Hospital de Nuestra Señora del Rosario el 10 de diciembre de 1853, la población menesterosa queda totalmente desprotegida, pues no cuenta la ciudad de Monterrey, con ningún asilo a donde sus habitantes pudieran acudir en busca de atención a sus malestares físicos, Gonzalitos, quien había dirigido por 19 años este establecimiento sanitario, y ante quien se hacían presentes numerosos enfermos desvalidos, ya por la costumbre de tantos años o por verdadera necesidad, en busca de medicamentos y atención, conoce mejor que nadie la urgencia de fundar un hospital, como único medio de remediar tantos males; empieza a tocar puertas, busca y habla con personas acaudaladas, no encuentra la respuesta que espera, son tiempos difíciles, la Guerra de Reforma está en su apogeo, el cabildo de la Mitra, en otro tiempo benefactor de estas obras, no tiene posibilidades de afrontar un compromiso tan fuerte, pues los bienes de la iglesia católica, han sido expropiados por el gobierno, y suprimidos los beneficios que pudiera recibir por algunos de

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sus servicios, al instituirse el registro civil de nacimientos, matrimonios y defunciones. Es el sacerdote don José Antonio de la Garza Cantú, capellán del hospital desaparecido, cuando Gonzalitos recién había llegado a la ciudad, ahora chantre de la catedral, quien le promete asociarse con él y ayudarle económicamente para la realización de tal empresa; ambos conocen la dificultad de sostener un hospital si no se cuenta con el apoyo de quienes tienen el recurso económico, sin embargo, poniendo sus planes sobre la realidad, confían en que una vez que estuviera funcionando y que el Gobierno viera la utilidad y el beneficio que proporciona a la comunidad, de seguro que ayudaría a su sostenimiento. Es la tarde del 25 de noviembre de 1858, los dos amigos pasean por las orillas de la ciudad, estas caminatas las hacían con frecuencia pues le sirven al sacerdote para mejorar su salud, en uno de los descansos y sentados sobre una piedras, Gonzalitos, indica el terreno que le parece el mejor sitio para fundar el hospital, es tal su decisión, que don Antonio le ofrece cuatro mil pesos de inmediato para comenzar la obra, dos días más tarde, presenta su proyecto ante el Consejo de Salubridad, esta corporación aprueba y acepta

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a la vez constituirse en patronato de tan importante obra. El 1º de febrero de 1859, Gonzalitos, inicia la construcción, del hospital de sus sueños, precisamente en el lugar que ha elegido y que puede adquirir con el donativo que le hace su caritativo amigo, a finales de 1860, queda construida la primera sala y una cocina, esto fue suficiente para que el 1º de mayo de 1861, y viendo que ya está seco lo construido, decide convocar a sus fieles amigos y colaboradores, don Ignacio Garza García y don Carlos Ayala, quienes fungen como secretario y tesorero respectivamente del Consejo de Salubridad, y dar por abierto el hospital, de inmediato se colocan catorce enfermos y un cocinero, y dos discípulos del Colegio Civil son nombrados, administrador y practicante interno. 5.- Hospital escuela. Gonzalitos, considera como indispensable para la existencia de la Escuela de Medicina, contar con el escenario anatómico que permita la práctica continua de sus alumnos, aun cuando administrativamente la escuela depende del Colegio Civil y se le ha situado en el edificio del Obispado, en cuanto las posibilidades lo permiten, la ubica en una de las salas del hospital.

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El hospital ocupa media manzana entre las calles de Matamoros al sur y de Santa Lucía al norte, con una pequeña plaza a cada uno de estos frentes, un ancho pasillo central de norte a sur, divide el edificio en dos grandes compartimientos, para dar servicio a la Escuela de Medicina, la gran capilla, la botica, las salas de enfermos, separadas para hombres y para mujeres, en el fondo sur se halla el anfiteatro, las salas de enfermos mentales y el baño, frente a la calle Matamoros una sala especial para maternidad, separada del hospital por una plazuela, jardines, construido todo bajo un orden sencillo pero funcional, los alumnos de la escuela tienen una entrada particular para llegar a tomar sus lecciones esta se encuentra a la derecha de la entrada principal del hospital. El edificio va creciendo con los años, a la vez que el Hospital Escuela se consolida y cumple cabalmente con dos de sus principales objetivos: atender a la población menesterosa de sus dolencias físicas y permitir la práctica para la formación de los profesores en medicina y cirugía, ambas tareas debieron sortear una serie de dificultades, pues los recursos económicos en una gran labor social nunca son suficientes, aunque modestas, para su sostenimiento recibe aportaciones, del Gobierno del Estado, del Ayuntamiento de la

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ciudad de Monterrey y de los particulares, los estudiantes pagan matrícula y una pensión mensual meramente simbólica, los catedráticos por su parte, cuando las condiciones son adversas no cobran su sueldo para que ese recurso se aplique en la compra de alimentos para la atención de los enfermos hospitalizados. En agosto de 1878, al concluir el primer año escolar de ser la Escuela de Medicina, una institución independiente, en el informe de actividades, que presenta el Director a la sociedad, después de dar lectura a las calificaciones de los estudiantes examinados, quiso Gonzalitos, rendir un homenaje y referirse a la obra que en beneficio de la enseñanza de la medicina realizó el licenciado don Joaquín García, recordó como siendo gobernador del Estado en 1829, hizo traer de la ciudad de México al doctor don Pascual Constanza para establecer por primera vez en la entidad una cátedra de ciencias médicas. La Escuela de Medicina, ha otorgado, en los 18 años que estuvo unida al Colegio Civil, 22 títulos de Farmacéutico y el título de Médico Cirujano a 46 profesores de medicina y cirugía, todos ellos formados y egresados de sus aulas, de los farmacéuticos, algunos obtienen también título de Médico Cirujano, no se tienen datos de las egresadas de la carrera de Partera; justo es

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reconocer a quienes con gran esfuerzo y dedicación cumplieron con creces su propósito, en tiempos difíciles para la sociedad nuevoleonesa. Reciben título de Médico Cirujano: Ignacio Martínez Teófilo de la Garza Juan de Dios Treviño Manuel García Cantú Guadalupe Martínez Epigmenio Elizondo Epitacio Ancira Francisco González Ramón García Pérez Eduardo Zambrano Agapito Cantú Darío Serna Tomás Hinojosa Albino Martínez Francisco Gómez Martín González Ramón Dávila Jesús Ma. Sepúlveda Abraham Buentello Domingo Martínez Echartea Evaristo Sepúlveda Cayetano Quintanilla Francisco Sepúlveda Bernardo García Justo Lozano Donaciano Zambrano

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Jesús Ma. Sánchez Antonio Fernández Francisco Garza Cantú Miguel Dávila Bernardo Sepúlveda Eusebio Rodríguez Jesús Ma. Argueta Atilano Guerra Joaquín Peña Jacobo Jiménez José Cortazar Mauricio García Alberto Quirós Evaristo Guerra Reciben título de Farmacéutico: Sóstenes de la Fuente * Bernardo Sepúlveda * Tomás Hinojosa * Atilano Guerra Hilario Martínez Luis Emilio Lafón * Joaquín Cortazar Felipe González García Faustino Díaz Manuel Sada * Manuel Maldonado * Pedro Martínez Carlos Pérez Santiago Roel * Ignacio Saldaña

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Antonio Ancira * Eusebio Rodríguez Jesús Ma. Margáin * Mauricio García * Domingo Martínez Echartea * Pedro A. Elizondo Jesús Ma. Ramírez Molina Los nombres indicados con ( * ) obtienen también título de Médico Cirujano. Una vez organizada la Escuela de Medicina como institución independiente del Colegio Civil, y bajo la dirección de Gonzalitos, ha otorgado título de Médico Cirujano a los siguiente profesores de medicina y cirugía: En 1878 a: Alberto García. En 1879 a: Pedro Martínez, Juan Francisco Garza, Leónides Garza, Román Martínez, Manuel Maldonado, Juan de Dios Martínez, Antonio Gómez, Servando T. Morales, Crescencio Villarreal, José Posas y Antonio Urbina. En 1880 a: Cipriano Villarreal, Juan R. Villarreal, Vidal de la Garza, Ignacio Saldaña, Jesús Ma. González, Eduardo Hickman y León Buentello. En 1881 a: Luis Cárdenas y Melecio A. Martínez, quien ya es farmacéutico.

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En 1882 a: Lorenzo Sepúlveda, Atanacio Carrillo, Pablo Chapa, Nicolás Martínez y Pablo Flores. En 1883 a: Santiago Zambrano, Jesús H. Treviño, José S. Mears, quien ya es farmacéutico, Tiburcio González, Melecio Martínez, Juan G. Osuna, Esteban S. Martínez, Jesús Ma. Ramírez Molina, también farmacéutico, Sebastián Treviño, José Ma. González y Domingo Guerra. Así mismo registran su título en 1883, ante la Secretaría del Consejo de Salubridad de Nuevo León, los doctores Miguel Barragán y Amado Ferraz, quienes se habían titulado en otras escuelas. En 1884 a: Franco Cárdenas Fuentes, Román Garza, Julián Díaz, Canuto Barreda, Anselmo Tamir, Hipólito Elizondo, Melecio Garza, Conrado Garza, Fructuoso Zambrano y Cristóbal Elizondo. En 1885 a: Regino F. Ramón, Jesús M. Treviño, Agapito Cantú Garza, Adolfo Hinojosa, Eulogio Maldonado, Bonifacio Villarreal, Mercedes Fernández, Sóstenes Vera, Plutarco Elizondo y Tomás Iglesias. En 1886 a: Alfonso Martínez, Manuel Zambrano, Ramón Treviño, Jesús González Treviño, Natalio Lozano, Antonio Villarreal

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Lorenzo Cantú Ambrosio García, Ricardo Pérez y Eustacio M. Martínez. Y en 1887 a: Pablo Hinojosa, Máximo Villarreal, Pragedis Balboa y Rafael Garza Cantú. Gonzalitos, es director del Hospital desde su fundación en 1860, director de la Escuela de Medicina desde 1866, cuando recibe el nombramiento que le otorga el general Mariano Escobedo, y es vicepresidente del Consejo de Salubridad desde su instauración en 1851, sin embargo, es de señalar que en la vida de estas tres instituciones el espíritu que las hace crecer y engrandecerse, quien toma las decisiones para su buena marcha, es precisamente él, sin importar sus impedimentos físicos, primero su ceguera y después su padecimiento hepático, siempre con el apoyo de sus discípulos que no lo abandonan en ningún momento, cumple cabalmente con todos sus compromisos, un organismo decrépito que no se rinde ante la adversidad, como aquel día en que aceptara la responsabilidad, está allí hasta donde sus fuerzas le alcancen y hasta que la muerte lo sorprenda. 6.- Ofrenda de gratitud al Benemérito. Después del Triunfo de la República, la ciudad continua creciendo, con un gobierno

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federal que proclama en mayo de 1877, presidente de México al general Porfirio Díaz, se promueve la paz y el desarrollo cultural, social y económico, de aquellas luchas entre conservadores y liberales, entre centralistas y federalistas, sólo quedan viejos rencores y más que todo la lucha por el poder; Nuevo León recibe con gran beneplácito este acontecimiento, ya que siendo Monterrey un punto estratégico, hay crisis en la actividad comercial provocada por la Guerra de Secesión que vive el vecino país, siendo gobernador del Estado, el licenciado Genaro Garza García, en el bienio 1881-1883, se impulsa la instrucción primaria, se crean escuelas secundarias en diversos municipios, siguiendo el plan de estudios del Colegio Civil, la educación profesional recibe también apoyo; en 1881 Gonzalitos queda completamente ciego, en tanto, Monterrey queda comunicada por telégrafo con Laredo, y en 1882 las dos ciudades quedan unidas por el ferrocarril; ese mismo año, se inaugura la comunicación por teléfono, se crea la primera Biblioteca Pública, y el 18 de septiembre se estrena la instalación eléctrica del Teatro del Progreso con un concierto de Angela Peralta. El 7 de marzo de 1883, visita la ciudad el general Porfirio Díaz, luego de su regreso de los Estados Unidos de América, es recibido con

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veintiún cañonazos; el 17 de abril del mismo año, Gonzalitos, en su intento por recuperar la vista, es acompañado a la ciudad de México por el doctor Juan de Dios Treviño, en donde el cirujano especialista en oftalmología don Manuel Carmona y Valle, le practica la extracción de la catarata del ojo izquierdo, luego de ser operado sufre una inflamación que se complica por una infección y la falta de técnicas antisépticas poco comunes en este tiempo, se pierde ese ojo, más no así la esperanza; Nuevo León vive una gran depresión económica, pues contrario a lo que se esperaba, el ferrocarril en vez de incrementar el comercio, lo disminuye, ya que muchas ciudades que antes dependían de Monterrey para sus operaciones mercantiles, ahora con este nuevo medio de transporte lo resuelven directamente, ante esta situación los comerciantes se organizan y crean este mismo año la Cámara de Comercio de Monterrey, salen con sus productos en busca de mercado, participando en la Exposición Internacional de Nueva Orleans, . A su retorno a Monterrey, luego de ser intervenido por el doctor Carmona, Gonzalitos, manifiesta su deseo de buscar en otras latitudes la recuperación de la vista del ojo derecho, se hacen planes, los amigos cooperan, se cuenta ya con el recurso económico y así nuevamente

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acompañado por su fiel discípulo y amigo el doctor don Juan de Dios Treviño, emprende un nuevo viaje, esta vez a la ciudad de Nueva York, en donde el 7 de octubre de 1883, es operado con éxito por el eminente cirujano alemán Hermann Jacob Knnap, el recién electo gobernador del Estado, licenciado Canuto García, al enterarse de tan singular noticia, envía al Honorable Congreso, una iniciativa para elevar a la categoría de municipio la Hacienda de Ramos, que en lo sucesivo llevará el nombre de “Villa de Dr. González”, en honor al Benemérito, para tal propósito, la Legislatura, expide el decreto número 18, con fecha 5 de noviembre de 1883, el Ayuntamiento de esta nueva municipalidad empieza a fungir el 1º de enero de 1884.

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Capítulo IV Escuela Normal de Profesores

de Primeras Letras

1.- La Escuela Normal Lancasteriana 2.- Inspector General de estudios primarios y secundarios.

3.- Fundación de la Escuela Normal de Profesores de Primeras Letras.

4.- La Ley de Instrucción Pública de 1870. 5.- Reapertura de la Escuela Normal.

6.- Primera reforma importante: la Escuela Normal de Profesores de Instrucción Primaria.

1.- La Escuela Normal Lancasteriana. Entre las prevenciones que señala el Decreto No 73 de Instrucción Pública, Prevenciones Generales, para el Estado Libre y Soberano de Nuevo León, se consigna el establecimiento de instituciones de instrucción pública de primeras letras en cuanto las posibilidades económicas del gobierno lo permitan, y se otorgan grandes facilidades a quienes decidan abrir un centro de estudios, hasta entonces eran los sacerdotes católicos quienes se encargaban de instruir a la niñez, no se consideraba necesaria la formación de profesores que atendiera este nivel educativo, la primera escuela oficial para niños se estableció en Monterrey el 1º de agosto de 1835, siendo dirigida por el cura de Linares, don Felipe de Jesús Cepeda, quien utilizaba los libros de texto que el mismo creaba, fueron muchos

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los intentos y facilidades que los gobernantes dieron para el establecimiento de escuelas populares, sin embargo fue hasta 1842, cuando de generalizó en todo el país un movimiento en favor de la instrucción pública. Ese mismo año, se establece en la ciudad de México la Compañía Lancasteriana, quien da a conocer y pone en práctica un método de enseñanza mutua o sistema lancasteriano, el 3 de julio de 1842 abre sus puertas una escuela normal privada, bajo la dirección del maestro don José Francisco Zapata, el gobierno de Nuevo León, deseando implementar este sistema en sus escuelas, acuerda enviar por su cuenta a estudiar en la capital del país a los señores don Carlos Margáin y don Francisco Lazo, quienes suscriben un convenio con el Gobernador y Comandante del Departamento de Nuevo León, General José María Ortega, mediante el cual se comprometen a permanecer durante cuatro meses en la ciudad de México, estudiar para adquirir el título de Profesores de Instrucción Primaria y a su regreso hacerse cargo del establecimiento y dirección de escuelas públicas para niños en la ciudad de Monterrey, ellos fueron los primeros profesores titulados que tuvo el estado de Nuevo León.

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Meses después, el 26 de octubre del mismo año, el General Antonio López de Santa Anna, expide un decreto que define las bases para la completa organización de la instrucción primaria en toda la República, en el mismo se indicaba el establecimiento de una Dirección General de Instrucción Pública en la capital de la República, dejando esa responsabilidad a la Compañía Lancasteriana de la ciudad de México, dadas las bondades de su sistema, y a las Compañías Lancasterianas subalternas instaladas en las capitales de los Departamentos, las Sub Direcciones Departamentales. La Compañía Lancasteriana se impuso la obligación de agrandar la Escuela Normal de Profesores de la ciudad de México, de tal suerte que en ella se pudieran admitir hasta diez alumnos que cada Departamento podía enviar a estudiar, mientras tanto eran declarados hábiles para abrir escuelas primarias, todos los individuos que recibieran aprobación de la Dirección General o de las Sub Direcciones Departamentales, cuyo uno requisito era ser mexicano y de notoria moralidad, y en caso de ser extranjero, profesar la religión católica. Las disposiciones del Decreto emitido por el gobierno centralista del general Santa Anna, fueron acatadas por el gobierno

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departamental de Nuevo León, la Compañía Lancasteriana establecida en Monterrey, asume el carácter de Sub Dirección de la Instrucción Primaria en Nuevo León, sin embargo el gobierno deseaba dar mayor impulso a la educación popular por lo que ordena el establecimiento de una Escuela Normal, la cual abre sus puertas el 22 de mayo de 1845, siendo su primer director don Antonio Tamez Martínez, quien percibiría un sueldo de cincuenta pesos mensuales. La escuela queda organizada en tres secciones, en la primera sección, enseñanza de niños, la cual consistía en leer, escribir, hacer cuentas, catecismo religioso y catecismo histórico, incluía también una cátedra de Gramática, Moral, Urbanidad y cartilla social; en la segunda sección, una cátedra de Aritmética, Algebra, Geometría, Astronomía y Geografía; en la tercera sección, cátedra de profesores, que incluía además de las materias de las secciones anteriores, la práctica del sistema lancasteriano, con la creación de esta última cátedra, se pretendía, en lo que a formación de profesores se refiere, cumplir con la disposición central, pero preparándolos en Monterrey, en vez de enviarlos a estudiar a la ciudad de México, lo cual no dio el resultado que de ella se esperaba.

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No se conocen datos de quienes estudiaron y se titularon en esta escuela normal, solo se sabe de algunas, muy pocas autorizaciones o licencias expedidas para ejercer el cargo de preceptor, la operatividad de la escuela normal fue muy irregular, esta situación prevaleció por muchos años, se puede decir que hasta mediados de 1866, primero por la presencia en Monterrey del ejercito norteamericano, que vino a trastocar la vida citadina, luego por la caída del general Santa Anna, con lo cual la Compañía Lancasteriana cesaba sus funciones, aunque poco después intentó establecerse de nueva cuenta, el gobierno estatal disponía en su circular número 44 del 11 de diciembre de 1855, que los Ayuntamientos se harían cargo nuevamente de la instrucción pública, mas tarde por los intentos del gobierno central, de volver a centralizar la enseñanza popular, luego la pugna entre conservadores y liberales, la Reforma, la Guerra de los tres años, el Imperio de Maximiliano, tantos asuntos de gobierno que atender que la instrucción pública primaria y normal estuvo prácticamente abandonada, en Monterrey, el abandono de la instrucción primaria, es menos notorio que en los otros municipios del Estado.

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2.- Inspector General de estudios primarios y secundarios. Al recibir Gonzalitos, con gran sorpresa, el decreto que lo declara Benemérito del Estado y el nombramiento como Inspector General de Estudios y miembro honorario de las Sociedades de Beneficencia, y aceptar su cargo como inspector, su principal compromiso es el de procurar desempeñarlo con todas sus fuerzas y de la mejor manera posible, su primera preocupación es conocer el estado que guarda la instrucción primaria, la cual aunque cumplía con su cometido, muestra un considerable rezago, la atención a la población infantil se encuentra descuidada, son pocos los que saben leer y escribir, se continua utilizando el método mutuo que había traído a la ciudad la Compañía Lancasteriana; en donde existe un déficit bastante pronunciado es en la formación de profesores, únicamente se otorgaban licencias de preceptor a quienes lo solicitaban y cubrían los requisitos señalados; en cambio la educación secundaria y profesional, gracias a su dedicación y entrega, se había desarrollado a tal grado de ser reconocida la ciudad de Monterrey como el centro educativo más importante del país, sólo después de la ciudad de México.

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Al igual que Gonzalitos, otros educadores compartían la misma inquietud, entre ellos el ingeniero Miguel F. Martínez, topógrafo, quien por vocación había decidido dedicarse a la enseñanza, se reunieron en diversas ocasiones con el propósito de dar alternativas de solución a tan grave problema, así se generan dos propuestas que posteriormente cristalizan en importantes realizaciones, la primera, sentar las bases para establecer la Escuela Normal de Profesores de primeras letras y la segunda enviar a la legislatura local, de la cual Gonzalitos formaba parte, un Proyecto de Ley que permitiera organizar la instrucción primaria del Estado. 3.- Fundación de la Escuela Normal de Profesores de Primeras Letras. El 17 de octubre de 1870, siendo Diputado propietario por el Primer Distrito, en la XV Legislatura del Estado de Nuevo León, Gonzalitos, es nombrado Gobernador sustituto, para cubrir la ausencia temporal del general Gerónimo Treviño, aprovecha esta oportunidad y el 3 de noviembre, envía al Congreso una iniciativa de Ley para crear la Escuela Normal de Profesores de Primeras Letras∂ , en su exposición de motivos, describe la urgente necesidad del ser humano que vive en ∂ Anexo: Copia del Proyecto de Ley.

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sociedad, de recibir la correcta educación que le permita erradicar su ignorancia y así conocer sus derechos y sus obligaciones, uniformar la instrucción pública, instaurar escuelas rurales y formar los profesionales que deberán de instruir bien a los niños pobres de Nuevo León, aprendiendo primero ellos bien las cosas que habrán de enseñar y aprender a enseñarlas, sustenta su propuesta en la desigualdad de oportunidad de estudios, si bien en Monterrey existen ya veintitrés escuelas primarias públicas y por lo menos una o dos en los otros 43 municipios, operan ciento trece establecimientos privados a donde acuden los hijos de las familias que pueden pagar su educación, crear esta escuela normal ayudaría a preparar un buen número de profesores prácticos a la vez que ofrecería a los jóvenes la opción de una nueva carrera útil, honrosa y lucrativa. La propuesta es bien recibida y el Honorable Congreso del Estado, representando al pueblo de Nuevo León, emite el Decreto número 32 que crea La Escuela Normal de Profesores de Primeras Letras, promulgado y mandado publicar el 23 de noviembre de 1870, consta de veintidós artículos y en el se señala lo siguiente: Se establece en la capital del Estado una Escuela Normal de Profesores de Primeras Letras.

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El Director deberá ser el mismo del Primer plantel de instrucción primaria pública, ser nombrado por el Gobernador del Estado, y tendrá como función principal enseñar a sus alumnos en academias todos los días de las 19:00 a las 20:30 horas, recibirá una gratificación por este trabajo que será de cuarenta pesos mensuales y lo pagará el Ayuntamiento. La obligatoriedad para todos aquellos que dirigen escuelas de instrucción primaria de concurrir a las academias para perfeccionarse y titularse, o quienes lo prefieran sólo solicitar ser examinados para obtener la licencia correspondiente, para asistir a las academias pagaran dos pesos mensuales en la Tesorería Municipal. El Plan de estudios queda integrado por las siguientes materias: Lectura y Escritura correctas, Gramática castellana, Aritmética, Pesas, medidas y monedas, Sistema métrico decimal, Algebra, Geometría, Geografía, Historia Universal, Historia de México, Catecismo político-constitucional, Cronología y calendario, Filosofía y moral, Dibujo y Música. Las materias se enseñaran en uno, dos, tres o más años, según que el estudiante quiera obtener licencia de primera, segunda o tercera clase. Para expedir los títulos se integrará una Junta Examinadora por cinco profesores de primera clase, siendo el Gobernador su

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presidente natural, el profesor de mayor edad el vicepresidente y el más joven el secretario, los exámenes serán públicos, se realizaran en el mismo local donde reciban academia, duraran de dos a tres horas, el aspirante debe demostrar aptitud para las materias de la clase que solicita, la votación de los sinodales será en secreto. La expedición de las licencias o títulos tendrán un costo de ocho, doce o veinte pesos, según sean de primera, segunda o tercera clase, que deberán pagar a la Tesorería municipal. Los Ayuntamientos deberán seleccionar para dirigir una escuela entre quienes ostenten titulo y comprueben su moralidad y buenas costumbres. Se puede observar que el plan de estudios no contempla ninguna materia de pedagogía ni de organización escolar, en si la ley tiene el buen propósito de corregir lo ya establecido y pretende que quienes dan clases o dirigen una escuela obtengan licencia para dedicarse legalmente a su profesión. La Escuela Normal, se establece en el primer plantel para niños y recibe nombramiento como primer director el licenciado Amado Valdez, con talento y experiencia de más de seis años en instrucción

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primaria, permanece en el puesto, desde el 2 de enero de 1871, hasta el 16 de septiembre del mismo año, fecha en que la escuela interrumpe sus actividades, pues aun con todas las bondades de la ley, la asistencia a las academias no supera los ocho alumnos, esta primera interrupción de labores dura dos años y cinco meses, hasta que es nuevamente abierta el 15 de abril de 1874, siendo nombrado director el profesor Carlos Margáin, uno de los primeros profesores titulados en la Escuela Normal Lancasteriana de la ciudad de México, con experiencia de muchos años como profesor de instrucción primaria y como no tiene escuela pública a su cargo, da las lecciones en su propio domicilio, funge como director hasta septiembre de 1875, cuando la Escuela Normal sufre una segunda interrupción de actividades que se prolonga por casi seis años. No se tiene noticia de quienes recibieron licencia, no hay registros de los estudiantes, por este tiempo es el Colegio Civil el preferido por los jóvenes, quienes de alguna manera con la formación obtenida en este centro educativo, son capaces de acreditar el riguroso examen y conseguir licencia como profesor de alguna en las tres clases establecidas y con ello trabajar en una actividad que le permita tener los recursos suficientes para seguir preparándose

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profesionalmente, la enseñanza normal, no interesa. 4.- La Ley de Instrucción Pública de 1870. La labor educadora de Gonzalitos no se limita sólo a la enseñanza, constantemente está a la búsqueda de alternativas de solución para la problemática de la educación, la instrucción primaria es su gran preocupación, por ello presenta otra iniciativa importante, a la Legislatura local: la Ley de Instrucción Pública de 1870∂ , expedida por el H. Congreso del Estado y sancionada por el gobernador constitucional de Nuevo León, general Gerónimo Treviño, el 30 de noviembre de 1870, con ella se organiza en forma definitiva y se impulsa la instrucción primaria en el Estado. Entre las disposiciones mas relevantes que se contemplan en esta ley se pueden encontrar las siguientes: * Se crean las Juntas de Instrucción: Que serían las autoridades escolares oficiales, encargadas de la dirección, vigilancia y sostenimiento de la enseñanza primaria, que debería integrarse por el vocal del Ayuntamiento, encargado del ramo, quien fungiría como presidente; el regidor comisionado de instrucción, quien sería el ∂ Anexo: Copia del Proyecto de Ley.

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secretario; y los vocales, nombrados de entre los miembros de la Sociedad Amigos del País. La Junta Directiva de Instrucción Primaria, por disponer de mayores elementos técnicos, tendría su sede en la ciudad capital, Monterrey y su presidente debería ser precisamente el Director del Colegio Civil, es a la vez un cuerpo consultivo y técnico que asesora a las otras juntas municipales en sus dudas respecto a la aplicación de la ley; tendría las siguientes atribuciones: vigilar la escuela normal de profesores, de acuerdo con su ley respectiva; consultar a las juntas de los pueblos las dudas que les ocurrieran; adoptar los libros de texto para la instrucción primaria procediendo a su impresión en la imprenta de gobierno, pagando el papel los Ayuntamientos; empeñarse en la propagación de la enseñanza, proponiendo al gobierno las iniciativas pertinentes, sortear anualmente las becas de gracia, que el Estado concedía a los estudiantes distinguidos entre los niños pobres de las escuelas públicas, de los diferentes municipios donde hubieran terminado su instrucción primaria y pudieran continuar sus estudios en el Colegio Civil. Las Juntas de instrucción municipales, funcionaban con absoluta autonomía, debiendo rendir un informe mensual a su respectivo Ayuntamiento, sobre el estado de la instrucción en su municipio, quien a su vez lo hacía del conocimiento del gobernador, tenían

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las siguientes atribuciones: llevar el inventario de útiles y mobiliario escolar; promover la construcción, el aseo y reparación de los planteles; solicitar del Ayuntamiento la dotación de material necesario; proponer ternas para la designación de preceptores; visitar las escuelas cada primero del mes; dictar las medidas pertinentes para la buena marcha de la enseñanza y para corregir las deficiencias encontradas; cuidar que se impartan todas las materias del programa, y que tanto en las escuelas públicas como privadas no se enseñe nada contra la moral; cuidar que los maestros observen una conducta intachable y sean de una honradez acrisolada. * Se señalan las obligaciones de los Ayuntamientos: Los Ayuntamientos, quedaban obligados a: pagar de su erario la instrucción pública de sus respectivos municipios; fomentar la instrucción primaria; levantar un padrón escolar con todos los niños de ambos sexos de la municipalidad; establecer escuelas para niños de ambos sexos; dotar a las escuelas de los profesores suficientes; recomendar en convenio de contribución con las comunidades rurales, el establecimiento de planteles escolares en las haciendas y ranchos populosos; organizar en la rancherías de escasa población, con los recursos de dos o mas lugares, un convenio

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similar para el establecimiento de un plantel accesible que facilitara la asistencia; con estas medidas, y un programa de asignaturas elementales, la ley dejaba organizada la enseñanza rural en el Estado. * Se diseña el perfil y se estipulan las obligaciones de los preceptores. La persona interesada en ejercer este ministerio debería de demostrar las siguientes cualidades: acreditar su honradez; poseer los conocimientos suficientes que le permitan enseñar las asignaturas de la instrucción primaria; cumplir estrictamente su deber como docente; asistir puntualmente a sus labores. Y acatar las siguientes disposiciones: impartir personalmente las clase; seccionar la escuela en los grupos o clases convenientes, según el grado de adelanto de los alumnos; poner frente a cada grupo un instructor o monitor; examinar las clases de su escuela; promover a los estudiantes aptos para la clase superior; llevar libro de registro de pensionistas; vigilar la disciplina interna; aplicar los castigos conveniente para corregir las irregularidades; brindar facilidades a la Junta de Instrucción de su municipio, para la aplicación de exámenes mensuales; seleccionar a los alumnos para el examen público de fin de año escolar, con la presencia de autoridades del Estado y padres de familia; nombrar los sinodales para dicho

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examen; otorgar, con la autorización de la Junta, el diploma de instrucción, aplicación y moralidad a los alumnos que se hicieran acreedores al mismo. * Se establece el carácter obligatorio y gratuito de la enseñanza primaria. Los padres de familia o tutores tienen la obligación de enviar a sus hijos de ambos sexos en edad escolar, desde los seis años, hasta los catorce los varones, y hasta los doce las niñas, a recibir la instrucción primaria, en la escuela urbana o rural más cercana a su domicilio, sólo se podría justificar la inasistencia por algún impedimento físico o mental del menor o porque compruebe que el menor recibe la instrucción en su propio domicilio o en alguna institución particular, de no hacerlo, los padres o tutores deberían pagar una multa de veinticinco centavos por cada falta diaria a clases del alumno y otra cantidad igual una vez a la semana. Para dar cumplimiento a lo anterior, los preceptores están obligados a remitir semanalmente, al Ayuntamiento, una lista de los estudiantes faltistas, indicando los días que faltaron, entonces el Regidor Comisionado de Instrucción, aplica la multa correspondiente y entrega para su cobro a la Tesorería Municipal; en el caso de que el preceptor no cumpla con esta obligación, se le sanciona con una multa

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de cincuenta centavos cada vez que incurra en su falta; por su parte los jueces de paz, los cuarteleros y los agentes de la policía, recogen a los niños que encuentran fuera de la escuela en horas de clase, los llevan hasta el Regidor Comisionado de Instrucción para que realice la investigación correspondiente, debiendo el padre o tutor justificar la inasistencia del niño a clase, esta disposición se aplica incluso a niños de otras poblaciones, que accidentalmente fueran sorprendidos; las multas impuestas en estos casos se integran a los fondos municipales destinados a la instrucción pública. La enseñanza es gratuita para todos los niños pobres, a quienes se les proporcionan sin costo alguno: libros, papel y demás útiles escolares; los niños cuyas familias tengan posibilidad, llamados pensionistas, pagan una cuota simbólica que fluctúa entre veinticinco centavos y un peso mensual, cantidad que recauda la Tesorería del Ayuntamiento y pasa al Fondo de Instrucción Primaria; cuando la familia de un alumno pensionista, ya no está en posibilidades de pagar la cuota asignada, se consulta sobre la condición de pobreza, al Juez de cuartel, a efecto de concederle la exención correspondiente; si un alumno pensionista justifica su retiro o termina su instrucción primaria debe solicitar su baja a la Tesorería municipal; con estas disposiciones puede considerarse que

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la instrucción primaria resulta positivamente gratuita. * Se prescribe el programa de enseñanza primaria obligatoria. Para escuelas urbanas las siguientes asignaturas: Lectura, Escritura, Gramática castellana, Aritmética, Sistema métrico decimal, Algebra, Geometría, Geografía, Historia de México, Dibujo lineal, Catecismo político constitucional, Moral y Urbanidad. Para escuelas rurales: Lectura, Escritura, Gramática y Aritmética. Las escuelas para niñas deberían de agregar: Costuras, Bordados, Tejidos y demás labores manuales propias de su sexo; si es posible Música. * Se establece el número de profesores, calendario escolar, horarios y metodología. Un solo preceptor atiende una escuela de hasta 60 alumnos; un preceptor y un ayudante, si asisten hasta 100 discípulos; se agrega un ayudante más por cada excedente de 50 estudiantes. Las clases inician el 1º de octubre y terminan el 31 de agosto, se trabaja de lunes a viernes y los sábados los dedica el preceptor para examinar el avance de sus clases; se descansa los domingos, los días de fiesta nacional, la semana mayor y la semana que

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corresponde al 24 de diciembre; después de concluido el año escolar se disfruta del período que acuerden los Ayuntamientos, generalmente un mes. En verano, el horario de clases por la mañana es de las 7:30 a las 11:00 y por la tarde de las 14:00 a las 17:30 horas; mientras que en invierno las clases son en la mañana de las 8:00 a las 11:30 y por las tardes de las 14:00 a las 17:00 horas. El método que se recomienda es el mixto, que permitiría utilizar indistintamente el modo mutuo o lancasteriano, seleccionar de entre los alumnos más aventajados los monitores que auxiliarían en la instrucción al preceptor; el directo, a cargo exclusivamente del preceptor, cuando el alumno requiriera atención personalizada; o el simultáneo, si el preceptor consideraba conveniente impartir la asignatura de manera directa a todo el grupo. Se observa claramente el espíritu liberal de esta Ley de Instrucción Pública, influida principalmente por las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857, entre sus avances más significativos podemos destacar que: Se rompe con la educación confesional, suprimiendo del programa oficial, la Doctrina Cristiana, sustituida con gran ventaja cultural, por el Catecismo Político Constitucional, la Moral y la Urbanidad, asignaturas nuevas en el

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programa de Instrucción Primaria en Nuevo León. Da un nuevo y positivo impulso a la Instrucción Primaria, con el notorio acierto de reglamentar su administración de un modo pedagógico más viable. Sistematiza el carácter general de la enseñanza en su organización y los medios disciplinarios para hacerla efectiva. Define la finalidad que la enseñanza persigue al normar la conducta civil y personal del ciudadano. Esta Ley, norma la instrucción pública por más de veinte años, la cual prevalece idéntica en su esencia, siendo la más significativa modificación la que se manifiesta, en el Decreto núm. 31 que con fecha 31 de diciembre de 1873, establece en la capital del Estado: Un Consejo de Instrucción Pública, que tendrá a su cargo todo lo concerniente a la instrucción primaria y secundaria asumiendo de esta manera las facultades y atribuciones de la Junta Directiva de Instrucción Primaria; será integrado por el Gobernador como su presidente y por cuatro vocales, nombrados por la Junta Directiva del Colegio Civil, que deberán ser precisamente un catedrático de Jurisprudencia, otro de Medicina, otro de Filosofía y otro de Gramática y un secretario, este último cargo se deberá cubrir por el

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Director de la Escuela Normal para profesores, el profesor Carlos Margáin, asume por primera ocasión este compromiso; la secretaría del Colegio Civil, del cual Gonzalitos es Director, informa que para dar cumplimiento a lo anterior ha convocado a sus catedráticos y en asamblea realizada el 16 de febrero de 1874, son electos los cuatro vocales, distinción que recae en los siguientes docentes: por Jurisprudencia el licenciado Rafael F. de la Garza, por Medicina el doctor José Ignacio Garza García, por Filosofía don Joaquín Cortazar y por Gramática don Antonio Buentello; las disposiciones de esta ley, logran generalizarse en todos los municipios, lo que permite crear una suficiente uniformidad para precisar el carácter oficial y definitivo de la Instrucción Primaria en el Estado de Nuevo León. 5.- Reapertura de la Escuela Normal. El 1º de febrero de 1881, mientras Gonzalitos está a punto de perder completamente la vista, el ingeniero Miguel F. Martínez, recibe nombramiento como Inspector de las Escuelas de Monterrey, entre otras atribuciones tendría la Dirección de la Escuela Normal de Profesores, que con su participación en este cargo es reabierta luego de casi seis años de permanecer cerrada, su compromiso

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es el de ofrecer lecciones de Metodología y Pedagogía a los empleados de Instrucción Pública, tanto de la ciudad de Monterrey como de los demás municipios del Estado, el propósito es regularizar y unificar los métodos de enseñanza. Para dar cumplimiento a esta disposición, el ingeniero Martínez, modifica el plan de estudios que contempla la ley de 1870, incluyendo en la formación de profesores conocimientos de Organización y Metodología escolares: Instrucciones para la integración de los Registros escolares de: Matrículas Calificaciones Pensiones Asistencias Conducta Aprovechamiento Libros y útiles escolares División de las materias del programa de Instrucción Primaria en seis cursos o años escolares. Modelos para la estadística mensual de la enseñanza y operación de la escuela. Modelos para la distribución del horario de clases. Prevenciones sobre las condiciones del mobiliario escolar.

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Principios relativos a los exámenes. Métodos de enseñanza para las diversas materias de Instrucción Primaria. Modelos de lecciones prácticas. Prescripciones relativas a la higiene escolar. Instrucción sobre técnica escolar. Para apoyarse en sus tareas y difundir las nuevas ideas educativas publica el periódico “Escuela Primaria” cuyo contenido eran estudios pedagógicos y temas relacionados con la organización escolar. El 15 de febrero de 1883, el ingeniero Miguel F. Martínez, deja la dirección de la Escuela Normal y es nombrado director el profesor Gaspar Fernández, quien tuvo la oportunidad de abrir el segundo curso, situación que no se había dado en los años anteriores, sin embargo no se autoriza el puesto de ayudante de director, así que para poder atender a los estudiantes de los dos cursos, el profesor Fernández se ve en la necesidad de distribuir el tiempo, de tal suerte que las clases cada curso se impartan tres veces a la semana en lugar de todos los días, esto propicia que el valor cultural disminuya pues se olvida la pedagogía y sólo se imparten las materias que los alumnos deben de enseñar en las escuelas primarias, a la vez que los estudiantes se desanimen pues piensan que se tardarán mucho más tiempo en concluir

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su preparación; en diciembre de 1885, el gobernador provisional general Bernardo Reyes, nombra nuevamente director de la escuela al ingeniero Miguel F. Martínez. Aun cuando la Escuela Normal no expide por estas fechas ningún título profesional, si se autorizan algunos exámenes, que los aspirantes sustentaron ante juntas examinadoras especiales, nombradas para cada caso, como lo dispone la ley de 1870, mediante esta modalidad reciben licencia como profesores de Primera clase: En 1883: Francisco Rodríguez Pérez Francisco Garza Villarreal Antonio Treviño Garza En 1884: Víctor M. Ibarra Edmundo Peña En 1885: Delfino I. Dávila Francisco Chávez Nava Jesús A. Lozano Justo Díaz 6.- Primera Reforma importante: la Escuela Normal de Profesores de Instrucción Primaria. El 1º de enero de 1886, asume por segunda ocasión la dirección de la Escuela Normal, el ingeniero Miguel F. Martínez, pone en práctica la organización prevista en la Ley de

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1870, el plan de estudios queda de la siguiente manera: Primer curso o primer año: Lectura superior, Escritura, Gramática Castellana, Aritmética y Dibujo. Segundo curso o segundo año: Algebra, Geometría, Geografía, Historia de México, Cronología y Dibujo. En ambos cursos se reciben lecciones de Música, Inglés y Pedagogía, la cual comprende: Principios relativos a la dirección de la clase, Métodos generales y particulares, Arte de preguntar, Principios generales relativos al estudio, Régimen interior de las escuelas e Higiene escolar. Este año mediante examen sustentado ante un jurado especial reciben licencia como profesoras de Instrucción Primaria de primera clase las señoritas: Aurelia García Paula Garza Celsa Cantú Adelaida Hoyos Luz Neira y el profesor Alfredo Sáenz licencia de segunda clase. El día 24 de ese mismo mes, recibe el ingeniero Martínez una invitación del general Bernardo Reyes, para que presente un Proyecto de Reglamento para la Escuela Normal, el cual fue enviado como iniciativa de ley al H.

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Congreso del Estado, sometido a discusión y aprobado en Decreto el 20 de diciembre de 1886, con esta nueva disposición la enseñanza pedagógica adquiere una organización más formal, quedando desde entonces la escuela como una institución profesional. Estos son los aspectos más significativos de esta primera reforma: Cambia su nombre, a partir de esta fecha será la Escuela Normal de Profesores de Instrucción Primaria. Administrativa y económicamente, pasa a depender del Gobierno del Estado, constituyéndose en una institución de Instrucción Profesional. Su ubicación sería el sector norte del edificio del Colegio Civil. El Plan de estudios queda organizado en tres cursos escolares. La enseñanza deberá ser teórico-práctica y gratuita. La enseñanza teórica sería nocturna y deberá impartirse en dos planes distintos de materias, se imparten por las noches con tres sesiones para cada curso, durante seis días de la semana, de lunes a sábado. El Plan Escolástico que comprende materias de carácter cultural: Lectura superior, Gramática castellana, Aritmética razonada, Sistema métrico decimal, Algebra y Geometría

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elementales, Geografía de México y Universal, Historia de México y Universal, Elementos de Derecho Constitucional, Cronología, Caligrafía, Elementos de retórica, Cosmografía, Física del Globo, Dibujo lineal y natural aplicado a la enseñanza, Nociones elementales de Física, Química e Historia natural. El Plan Profesional que abarca exclusivamente materias de índole pedagógica: Principios general de Pedagogía, Nociones de Antropología Pedagógica, Lógica, Metodología general y especial de la Instrucción Primaria, Organización, disciplina e higiene escolares. La enseñanza práctica deberá ser diurna y realizarse en las escuelas oficiales de Monterrey, los estudiantes normalistas tienen nombramiento de Ayudantes del Director, la responsabilidad de un grupo de niños a su cargo, por lo que reciben una retribución que les paga el Estado, esta práctica era indispensable para tener derecho a la expedición del título. Esta organización determina que los alumnos de la escuela, sean en lo sucesivo los profesores ayudantes en las escuelas públicas de niños del municipio de Monterrey.

La Escuela Normal de Profesores de Instrucción Primaria, inicia sus actividades el 2 de enero de 1887, con 22 alumnos inscritos, de los cuales 13 ingresan al primer curso y 9 al

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segundo, este año no hubo alumnos inscritos al tercer curso; la planta del personal incluye como director y encargado de las materias del plan profesional en todos los cursos, al ingeniero Miguel F. Martínez, y a dos profesores auxiliares: el profesor José María González, profesor adjunto para la enseñanza escolástica del primer año, y el profesor Juan Martínez, encargado de las clases de Caligrafía y Dibujo, para unificar el plan de estudios que algunos de los alumnos ya habían iniciado el año anterior, los alumnos del segundo curso debieron de llevar además las materias que les faltaron y que son Geografía de México, Principios generales de educación, Antropología pedagógica y Dibujo lineal; concluyen el año escolar 15 alumnos, nueve del primer curso y seis del segundo, otros dos alumnos, Emilio Rodríguez y Aristeo González, fueron becados para continuar estudios en la ciudad de México; durante el año sustentan examen ante un jurado especial y reciben licencia de Profesora de Instrucción Primaria, las señoritas: María E. González y María Garza Ochoa.

El 2 de enero de 1888 inicia el nuevo año escolar, con 16 alumnos inscritos, seis en el tercer curso: Mariano de la Garza, Abel José Ayala, Guadalupe Troncoso, Tomás Treviño, Luis Camurlín y Daniel Castillo; seis del los ocho que pasaron al segundo curso: Casimiro S. González, Emiliano Martínez, Jesús Morales, Herminio

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Ayala, Anacleto Rodríguez y Arcadio Espinosa; y cuatro del primer curso: Eulogio Flores, Antonio Treviño, Félix Lozano y Benjamín Guajardo; un profesor adjunto más, el profesor Martín Elizondo quien se hará cargo del plan escolástico del segundo curso y el licenciado Emilio García quien imparte gratuitamente la cátedra de Derecho Constitucional; al concluir el año escolar los seis estudiantes del tercer curso reciben los primeros títulos de Profesor de Instrucción Primaria, ya organizada la escuela con un jurado nombrado entre su mismo personal docente.

El ingeniero Miguel F. Martínez, ha reformado y organizado para el bien de la Instrucción Primaria del Estado, la enseñanza normal, esto es bien visto por la autoridad gubernamental, quien poco después le encomienda una nueva e importante tarea: elaborar el “Estado que guarda la Instrucción Pública en Nuevo León” cuyos datos deberán ser enviado por el Gobierno del Estado a la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública del Gobierno Federal y que servirán de base para la participación del mismo ingeniero Martínez, como delegado estatal, en el Primer Congreso Nacional de Instrucción Pública ha realizarse en la ciudad de México el 1º de diciembre de 1889.

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Una de las últimas fotografías del Doctor don José Eleuterio González

con la vista del ojo derecho recuperada

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Capitulo V Un importante legado

1.- Con la vista recuperada: una recepción apoteótica.

2.- Legado cultural: su obra literaria. 3.- Testamento y muerte: legado material. 4.- Honras fúnebres: un merecido epitafio.

1.- Con la vista recuperada: una recepción apoteótica. Son las seis de la mañana del 20 de noviembre de 1883, una comitiva formada por más de ciento cincuenta regiomontanos, se encuentra ya reunida en la margen derecha del río Bravo en Nuevo Laredo, Tamaulipas, para dar la más cordial bienvenida al suelo mexicano, y las felicitaciones de todas las clases sociales de Monterrey, al Benemérito, al querido Gonzalitos, quien regresa con la vista del ojo derecho recuperada, media hora más tarde, una ligera lancha se desprende de la ribera opuesta, se hace un silencio, la mirada fija en aquella lancha, hay una viva inquietud por el arribo del educador, entre la concurrencia se encuentra el licenciado Lázaro Garza Ayala, con la representación del Colegio de Abogados y encargado de dar en esta ciudad fronteriza el saludo de bienvenida. Las notas del Himno Nacional, rompen el silencio, apenas se divisa que la lancha hiende

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aguas mexicanas, Gonzalitos, abre sus brazos para recibir los armoniosos conceptos de la patria; otra vez el silencio, todo enmudece, la música, los ahí presentes, desembarca, pisa el suelo mexicano, todos se dirigen hacia él, con los brazos abiertos al igual que sus corazones y los ojos arrasados de lágrimas, el momento es de lo más emotivo, la alegría que impera en el ambiente es algo único, no había sucedido nunca antes con persona alguna, después de las salutaciones y los discursos de bienvenida, la familia Armendáriz de Nuevo Laredo, ofrece en su honor un suculento banquete al que asisten la mayoría de los integrantes de la comitiva, así mismo ponen a su disposición su casa para que el Benemérito pueda pernoctar en ella. Se organiza el viaje de regreso a Monterrey, todos los presentes deciden acompañar a Gonzalitos, al benefactor de la humanidad, sale el tren de Nuevo Laredo rumbo a tierras neoleonesas, en cada poblado, un nuevo recibimiento, la gente quiere verlo, abrazarlo, mostrarle su alegría y su emoción por el bien recuperado. Lampazos es el primer poblado de Nuevo León que lo recibe, la estación está concurridísima, autoridades, niños y niñas, familias completas esperan su arribo, la locomotora anuncia su llegada, una recién

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formada orquesta, obsequia a Gonzalitos, bellas melodías, el alcalde y otros funcionarios siguen con él su viaje a Bustamante donde le espera un soberbio arco del triunfo, con la leyenda...“Bienvenido sea el Benemérito de Nuevo León C. Dr. José Eleuterio González, mentor de la juventud”8 , es recibido por las autoridades civiles y eclesiásticas, se sirve un espléndido banquete en el marco de una animada reunión en donde varios oradores ofrecen sentidas alocuciones; al concluir la recepción, los empleados del ferrocarril que se han integrado al festejo, solicitan les sea permitido utilizar la inscripción del arco y algunas coronas para adornar la locomotora y continuar el viaje. En Villaldama el recibimiento es igualmente tumultuoso, la música da inicio al evento, es Plácido Villarreal, un niño de doce años el asignado para leer la locución de bienvenida, el pequeño orador lo hace con una gran emoción, Gonzalitos queda de tal modo impresionado y conmovido por el discurso que se acerca al infante, le quita el papel y le besa la mano, gesto que embellece más la fiesta; concluido el evento la locomotora sigue su recorrido para llegar a otro simpático poblado: Salinas Victoria, en donde el regocijo es igualmente contagioso, un grupo de niños 8 Hermenegildo Dávila González, Op.cit. pp.134

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entonan el himno nacional, se lanzan cuetes, vivas y tiros de carabina, ahora es un anciano don Herculano Cantú, quien pronuncia un discurso, antes de llegar a la ciudad capital, el tren hace una parada más en la estación de San Nicolás de los Garza, en donde también es esperado con grande emoción por numerosas personas. En Monterrey, la recepción que el pueblo le brinda a Gonzalitos, es en verdad apoteótica, el comercio cierra sus puertas, toda la población en masa se transporta a la estación desde las dos de la tarde, la gente se abarrota por las calles donde se dice deberá pasar para llegar a la plaza de Zaragoza, que está completamente llena, la empresa de ferrocarril urbano ha puesto a su disposición las unidades suficientes para transportar a la comitiva, las niñas de las escuelas le dan colorido a la fiesta con gallardetes tricolores, desde la última estación del transporte urbano se forman en vallas hasta el atrio de la catedral, en este espléndido marco se espera con ansia la llegada del Benemérito. La concurrencia es enorme, priva en el ambiente una gran emoción, música, alegría, una extraordinaria exaltación de entusiasmo; por fin el silbato de la locomotora anuncia que Gonzalitos ha llegado a la estación, y para que

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toda la ciudad se entere, lo repiten el eco de las montañas y las campanas de todas las iglesias repican a vuelo, la estación luce un arco del triunfo adornado con laurel y cuadros de amistad formados por las banderas de Estados Unidos y México. Se inicia el recorrido por las calles de la ciudad, la compañía de ferrocarril urbano ha decorado sus unidades con los mismos motivos de la estación, la comitiva sigue al carro ocupado por Gonzalitos, al pasar por la plaza del Colegio Civil, es recibido con un gran ovación, varios oradores pronuncian diversas alocuciones; al llegar a la plaza de Zaragoza el entusiasmo se vuelca, se escuchan descargas de fusilería, aclamaciones, el repique de las campanas que aún continua, llenan al máximo el ambiente; deja el tren urbano y por entre las vallas de las niñas de las escuelas, se dirige a la catedral para después del festejo popular, celebrar una fiesta divina el Te Deum; un angelical coro de frescas y juveniles voces lo recibe, es la culminación de la recepción que le ofrece la sociedad, todo el pueblo en su conjunto, es el fruto, el merecido homenaje a toda una vida de dedicación a la instrucción pública en general y a la medicina en particular.

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Al día siguiente, ya por la noche, sigue el festejo en el teatro Progreso con una velada artístico-literaria en honor de Gonzalitos, se presenta una sinfonía por el compositor don Manuel M. de Llano, se ejecutan piezas al piano, se entonan áreas operísticas, se pronuncian emotivos discursos, toda la ciudad está representada entre la concurrencia, para cerrar el evento, toca al Benemérito pronunciar su discurso, elocuente como es y fino en su retórica, no puede emitir palabra, es tan grande su emoción que las lágrimas no le permiten leer la pieza literaria, es entonces cuando el doctor Domingo Martínez Echartea, se encarga de hacerlo, allí expresa Gonzalitos a sus amigos, como él llama a quienes le admiran sus méritos y sus virtudes, su gran reconocimiento por todas las muestras de cariño y respeto que le prodigan, con ello da una vez más, una muestra de su modestia y de su grandeza, toda su alegría por contar con la amistad de tantos, puede bien resumirse en esta frase que forma parte del discurso... “la felicidad y bienestar del hombre, no estriba ni en las riquezas ni en los honores, sino en tener muchos y buenos amigos” 9 para terminar la velada se representa la alegoría dramática “Ciencia y Virtud” del escritor Enrique Gorostieta; aquella noche la gente de Monterrey, representando la gratitud

9 Hermenegildo Dávila González, Op.Cit. pp.157

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de Nuevo León, unge las sienes del educador con el aceite de la inmortalidad. 2.- Legado cultural: su obra literaria. Ya con la vista de su ojo derecho recuperada, el entusiasmo que no decae nunca, sigue Gonzalitos realizando sus actividades habituales, sin embargo le espera otra terrible dolencia, una afectación hepática, que le va minando su capacidad física, hasta dejarlo convertido en un ser débil e indefenso, sus discípulos y amigos no lo abandonan, organizan guardias para atenderlo de día y de noche, el se esfuerza por no ser una carga para la sociedad, sus alumnos se preocupan más por él que por ellos mismos, consideran injusto que una vida dedicada a servir, a dar lo mejor de si mismo a los demás, viva de esta manera, con un organismo que resiste los más duros embates de la enfermedad, no se atreven a preguntar siquiera al anciano sobre los planes que tiene para dejar en orden sus bienes. Su dedicación y entrega a la enseñanza y al ejercicio de su profesión, son desde luego su invaluable legado, el respeto que siente por la vida propia y la de sus semejantes, que defiende en todo momento, incluso cuando ocasionalmente ocupa la magistratura del Supremo Tribunal de Justicia del Estado y tiene

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la dicha de salvar la vida de un reo que debería ser condenado a muerte; la manera con que asume su responsabilidad y aún en la adversidad, carente de la vista, atiende con igual diligencia a sus pacientes y los casos difíciles de sus discípulos, quienes nunca dudan en buscar el consejo del maestro, quien los orientará convenientemente para que también ellos cumplan con su noble tarea; predica siempre con el ejemplo, anteponiendo a sus intereses personales, su compromiso de velar y servir a los demás y sobre todo prodigar amor a todos aquellos que se le acercan en busca de ayuda, ya sea para mejorar su salud o bien para lograr superar algunas deficiencias académicas, su hogar y sobre todo su biblioteca está siempre abierta para sus amigos, que lo son todos sin exclusión alguna. Otro importante legado cultural, que queda para la posteridad, es su obra literaria, que bien puede agruparse en tres grandes apartados: históricas, didácticas, poéticas y oratorias; toda su obra hasta la fecha publicada es de una gran riqueza, que merece ya un profundo estudio, para dar una idea muy somera, sin pretender ahondar en su análisis, se comentará brevemente este material literario. Son tres las obras históricas que engrandecen la figura de Gonzalitos como

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historiador, se relacionan entre sí, mismas que han sido publicadas en los tomos dos y tres de sus obras completas: “Colección de noticias y documentos para la Historia de Nuevo León”, “Apuntes para la Historia de las Provincias que forman el Obispado de Linares” y “Lecciones Orales de Historia de Nuevo León” esta última es a grandes rasgos un resumen de las anteriores, al dictarlas muestra un gran conocimiento de la historia local y una prodigiosa memoria, ya que lo hace para amenizar a sus compañeros de viaje, el trayecto a la ciudad de México. Estos tres trabajos revelan una gran laboriosidad de escritor y pueden servir para la instrucción histórica de la geografía y la política, pues están expresados con fidelidad y exactitud, en un estilo natural se describen y narran los acontecimientos más relevantes del tiempo que abarcan, y que se expresan en los subtítulos de las propias obras: en la Colección de noticias... “corregidas y ordenadas de manera que formen una relación seguida”; en los Apuntes... “desde su primer origen hasta que se fijo definitivamente la silla episcopal en Monterrey”; y en Lecciones Orales... “dados a unos amigos en el camino a México en 1881”; en estas tres obras se puede encontrar toda la historia antigua de Nuevo León y por supuesto parte también de la historia de las otras entidades llamadas Provincias Internas de

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Oriente lo que hoy son los estados de Coahuila, Tamaulipas y Texas. Otra obra histórica importante es la publicada en los tomos cuatro y cinco de sus obras completas y que lo forman “Las cartas que el Dr. Fray Servando Teresa de Mier le escribiera al cronista de Indias Dr. Juan Bautista Muños” sobre las tradiciones y su defensa del celebre sermón de la virgen de Guadalupe, que le valió el repudio de la inquisición, en algunas de ellas firma con un seudónimo, y la edición de la Autobiografía del Benemérito mexicano Dr. Fray Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra. Dedica también parte de su tiempo a escribir sobre las ciencias auxiliares de la historia, sin adornos, concisas, claras, nada superfluas y carentes de términos pedantescos. En las “Lecciones orales de Cronología”, manifiesta su interés por fomentar el estudio de la historia, en la cuenta del tiempo y en la división de las épocas y eras de la tierra, primero las dicta en forma oral a sus alumnos del período de Filosofía del Colegio Civil y ya una vez publicadas forman parte del plan de estudios también de la carrera de Jurisprudencia y de la Normal de Profesores de primeras letras; las complementa con un

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calendario perpetuo que contiene el calendario Gregoriano, que permite explicar muchos problemas cronológicos, una noticia del calendario francés y también del calendario azteca, bastante útil para verificar fechas de la historia antigua de México. Siendo Gobernador Constitucional del Estado, escribe en 1873 “Algunos apuntes y datos estadísticos que pueden servir de base para formar una estadística del Estado de Nuevo León”, es este el primer documento en el cual se describe de manera clara y concisa la realidad geográfica, económica, política, social y cultural de nuestro estado. Algunos de sus discursos escolares y el referido a la fiesta del 16 de septiembre pueden también considerase históricos, ya que este último es el fruto de una investigación personal, en donde en vez de exaltar la figura de los héroes nacionales, expresa la participación de los personajes norestenses en el nacimiento de la nueva patria que surge con la independencia nacional. En 1968, Francisco Guerra, localiza y edita en Londres una obra hasta entonces inédita “Los médicos y las enfermedades de Monterrey”, escrita por Gonzalitos en 1881, al referirse a él, el editor destaca su noble tarea como educador al integrar la historia con la

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ciencia y como describe y narra la práctica de la medicina, los establecimientos que funcionan y las enfermedades más recurrentes entre la población de Monterrey. Sus obras didácticas reúnen todos sus conocimientos sobre la medicina, su profesión, su pasión, son en realidad serias investigaciones de autores importantes en su época y su experiencia como médico y catedrático, que mostrados de manera sistemática, lleva al estudiante en busca de nuevos caminos para conocer y difundir el avance de la ciencia. En su tratado elemental de “Anatomía General” y en las “Lecciones de Anatomía Topográfica”, se ocupa de la exploración pre-operatoria y pre-terapéutica del paciente; donde Gonzalitos, verdaderamente sorprende por su erudición es en su “Anatomía General”, ya que precede al texto unos apuntes históricos de Anatomía desde los tiempos bíblicos hasta 1863, cita en sólo dos párrafos a un importante número de investigadores del siglo XVII, su contenido es mucho más amplio que los publicados hasta entonces, en el cual incluye temas de Química médica, Histología microscópica, Anatomía descriptiva y topográfica.

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En las “Lecciones orales de moral médica”, exalta la figura de Hipócrates, el padre de la medicina, de quien toma sus ideas para que los alumnos al titularse expresen su ya famosa juramento, puede ser considerada como la obra cumbre de Gonzalitos-médico-educador, es su testamento espiritual, trasmite a sus discípulos, los ideales que él supo vivir y practicar, diseña la misión del médico, los exhorta a ejercer con dignidad su profesión, a no enriquecerse a costa de sus enfermos. Entre las otras obras referentes a las ciencias auxiliares de la medicina, se pueden mencionar: la disertación sobre “La mosca hominívora”, leída en la Academia Médico-Farmacéutica de Monterrey, es quizá Gonzalitos, el primero en México que tuvo la oportunidad de observar y estudiar a tan peligroso insecto; el “Método curativo del cólera morbos”, importante documento ya que con una periodicidad de 15 a 16 años se presenta en forma de epidemia y azota la población de Monterrey, desde su aplicación disminuye el riesgo mortal de la enfermedad; “Algunos preceptos útiles que pueden servir de introducción al estudio de la Clínica”, toda la experiencia de medio siglo de observación a sus pacientes, en esta obra les recomienda a sus alumnos seguir el ejemplo de Hipócrates y registrar paso a paso el tratamiento suministrado

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para luego poder con esos apuntes redactar las observaciones más interesantes que pudieran ser más adelante útiles en otros tratamientos, con el mismo tema escribe “Lecciones de Clínica”. La botánica como ciencia auxiliar de la medicina ocupa también parte de sus investigaciones, escribe “Apuntes que pueden servir de base para la formación de la flórula de la ciudad de Monterrey y sus alrededores”, diserta sobre el mismo tema en su “Discurso sobre el estudio de la Botánica”, pero donde nuevamente sorprende Gonzalitos con su erudición y su dedicación al estudio de la ciencia es en “Un discurso y un catálogo de plantas clasificadas”, en esta como en toda su obra didáctica sus antecedentes históricos se remontan hasta el principio de la humanidad, reseña los estudios realizados por Humboldt y otros investigadores de la botánica a quienes reconoce sus aportaciones y grandes adelantos, el educador por su parte examina y clasifica 367 plantas, contenidas en el catálogo que aparece al final de la obra, de ellas 207 son plantas cultivadas y 160 son silvestres, un trabajo que sólo puede realizar quien se dedica con entrega y pasión a cumplir la misión de su profesión.

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Otra de sus inquietudes es sin lugar a duda, la importancia que le da a la salud pública, Gonzalitos es desde 1851 Vicepresidente del Consejo de Salubridad y uno de sus compromisos es presentar al Gobernador del Estado, proyectos y propuestas que coadyuven a mejorar este importante ramo de la administración pública, así escribe “Un punto de Higiene pública _Sepulturas_ aplicado a la ciudad de Monterrey” es además de una obra muy importante, un bello discurso académico, escrito de manera sencilla como toda pieza literaria, pero con un gusto tan delicado como el tema mismo; sucede que en Monterrey se sigue la costumbre europea de sepultar los muertos en los cementerios que rodean las iglesias, a lo que Gonzalitos se opone por considerar esto, un hecho de higiene pública, en su propuesta recomienda reservar un espacio para el cementerio fuera de la ciudad, para dar validez a su proyecto, hace referencia a más de cincuenta autores, cuyas aportaciones le fueron útiles para formularlo, cita disposiciones legales y opiniones teológicas, refiere también las normas y los reglamentos de cementerios vigentes en esas fechas en Francia y España. En sus “Lecciones orales de materia médica y terapéutica”, describe los remedios indígenas que se usan en la ciudad de

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Monterrey, otras obras de temas médicos son el “Tratado de Obstetricia”, la “Anatomía comparada y sus “Lecciones de terapéutica”; toda su obra didáctica destinada a la enseñanza de la medicina, es de tan relevante mérito, que hasta la fecha ningún médico se ha atrevido a calificar, simplemente se dice que son dignas del fundador de la Escuela de Medicina y que todas ellas encierran un inmenso tesoro de instrucción. Desde joven Gonzalitos, cultiva el arte de escribir poesía, aún antes de impartir sus lecciones de literatura a los alumnos del Colegio Civil, lamentablemente ya no existe ninguna, solo se conservan las que aparecen publicadas en el tomo dos de sus obras completas: “Himno a la música y la gimnástica”, que con música compuesta por el profesor don Epigmenio R. Melo se canta por primera vez en el examen de música de los alumnos del Colegio en agosto de 1861; el “Himno a la ciencia”, que interpretan señoritas y jóvenes en la segunda Distribución de premios del Colegio en agosto de 1862, y una oda “La Sabiduría”, que también se lee por primera vez esa misma noche. En su vida, Gonzalitos pronuncia diez discursos, ocho de ellos con motivo de las distribuciones de premios del Colegio Civil, uno en la festividad del 16 de septiembre de 1866 y

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otro más en distribución de premios a niños de escuelas primarias públicas de la ciudad de Monterrey; pronuncia dos informes como director del Colegio, una alocución a los alumnos de este mismo centro de estudios y otro informe como director de la Escuela de Medicina.

Sus discursos como toda su obra literaria son sencillos, claros, de un estilo natural, pero encierran siempre conceptos filosóficos, en los que pronuncia en las distribuciones de premios a los alumnos del Colegio Civil, llevan el deseo de motivar a los jóvenes a prepararse, despertar su interés por saber más, los invita a cultivar sus virtudes, les infunde el amor a sus semejantes, cada vez su discurso lo respalda con las citas de hombres eminentes, otras veces desarrolla ante ellos una poderosa dialéctica “... no basta ser instruidos, sino que es igualmente necesario ser prudentes, ser justos, ser benéficos, en suma, ser virtuosos”.10

3.- Testamento y muerte: legado material.

Durante los cincuenta y cinco años que Monterrey tuvo la dicha de contar con la dedicación y el empeño de Gonzalitos para desarrollar la instrucción pública y la enseñanza de la medicina, cobrando siempre sueldos

10 Hermenegildo Dávila González. Op.cit. pp.165

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modestos por los puestos ocupados como aquellos primeros veinte pesos mensuales por dirigir el Hospital de Nuestra Señora del Rosario por diecinueve años, los 30 pesos mensuales como catedrático del Colegio Civil y de la Escuela de Medicina y los seiscientos pesos anuales que alguna vez llega a cobrar como director de la misma escuela, es humanamente imposible que alguien pueda acumular una gran riqueza, sobre todo y se considera que el médico-educador nunca cobro por sus servicios de consulta y visita a los enfermos, recibe lo que la generosidad de quienes pueden le dan, al no tener descendientes sus ingresos los destina a la atención de los enfermos del hospital, a sus investigaciones, a la adquisición de libros y por supuesto a la compra de una casa habitación, que más bien es la casa de todos sus amigos, el consultorio de los pobres y su biblioteca, que es la biblioteca de todos sus alumnos.

Luego de su regreso de Nueva York, la salud del anciano es cada vez más critica, su afectación hepática lo consume día a día, sin embargo Gonzalitos resiste con un vigor envidiable sigue dando su consulta diaria, no deja de visitar enfermos aunque tenga que hacerse acompañar por alguno de sus discípulos, asiste al hospital a su cátedra, preside exámenes profesionales, en 1886 el general Bernardo Reyes crea la Junta de Mejoras Materiales y nombra al educador su

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presidente, este cargo le sirve para poner los cimientos de lo que será la Penitenciaria del Estado, hay días que su delicada salud no le permite levantarse para ir a trabajar, lo cual le mortifica mucho, noches de insomnio, en espera del final desenlace, no teme a la muerte. En estos días de su penosa enfermedad, Gonzalitos nunca está solo, diariamente su casa se ve llena de gente humilde, el pueblo que lo quiere y sin poder hacer otra cosa se interesan por su salud; sus alumnos y sus amigos procuran hacerle más llevadero su dolor, en sus conversaciones lo motivan para despertar en él ideas agradables, el anciano postrado en su lecho, vive sus recuerdos, a veces de dicha y felicidad, en ocasiones melancólicos, en una de esas tardes de aquel otoño de 1887, los presentes en la casa del enfermo lo vieron tan mal que pensaron que ya no pasaría la noche, pero ninguno se atrevía a preguntarle si estaba preparado de acuerdo a sus creencias religiosa _es católico_ y también si ya tenía preparado su testamento, por lo que deciden reunirse más tarde para nombrar entre sus amigos más allegados, quien será el indicado para comunicarle la terrible noticia de su estado de salud.

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Es la noche del 31 de diciembre de 1887, el alumno de guardia se ha retirado un poco antes de ser reemplazado y al llegar el relevo se sorprende, pues encuentra al enfermo escribiendo él mismo su testamento, en el cual dispone que se venda la propiedad que habita y que los fondos obtenidos se repartan por igual a sus dos hijos: el Hospital Civil y la Escuela de Medicina, luego solicita le traigan un sacerdote para confesarse y les hace saber que ya esta preparado para la partida final, sobrevive algunos meses más, la muerte lo sorprende, rodeado de sus amigos y alumnos que lo quieren, a las once de la noche del día 4 de abril de 1888.

4.- Honras fúnebres: un merecido epitafio.

Es la mañana del 5 de abril de 1888, la noticia de su muerte se ha difundido por toda la ciudad, Monterrey está de duelo, los comercios cierran sus puertas, las oficinas suspenden sus actividades, las casa particulares visten sus fachadas de luto, la bandera nacional es izada a media asta, sus únicos dos sobrinos reciben las condolencias, Gonzalitos, el educador, el médico del pueblo ha muerto, descanse en paz.

El cadáver es llevado al Hospital Civil en donde catedráticos y estudiantes de la Escuela de Medicina preparan su embalsamamiento, el día 7 lo llevan a la capilla ardiente que se ha

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instalado en el salón de recepciones del Palacio de Gobierno, en donde su amigo el ingeniero Miguel F. Martínez ha preparado el catafalco para ser colocado en el centro del recinto que ha sido adornado con festones negros, se hacen guardias, todas las instituciones civiles y militares están representadas, lo más impresionante es la presencia del pueblo, durante las veinticuatro horas que dura expuesto el cadáver, desfilan más de quince mil, está vez para rendir un último tributo al querido Gonzalitos, al benefactor de la humanidad.

El licenciado Lázaro Garza Ayala, Gobernador Constitucional del Estado, impulsor de la industria y de la educación, así como la Comisión permanente de la Legislatura local han dispuesto las honras fúnebres oficiales, desde la comisión encargada de acompañar el cadáver en el traslado del hospital al Palacio de Gobierno, hasta los oradores que darán la salutación luctuosa a nombre del ejecutivo estatal.

En la cabecera del catafalco se lee una leyenda grabada en bronce:

“No perecerá su memoria y su nombre será repetido

de generación en generación.” Eclesiástico cap. XXXIX v. 1011

11 Aureliano Tapia Méndez. Op.cit. pp.146

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A las cuatro de la tarde del día 8 sale el cortejo del Palacio de Gobierno encabezado por el general Bernardo Reyes en representación del Gobernador del Estado licenciado Lázaro Garza Ayala, para hacer el recorrido propuesto por las autoridades, de la calle del Comercio pasa a la de Zaragoza y luego a la del Dr. Mier para tomar después la del Hospital y llegar hasta el mismo Hospital Civil, para el evento final de las honras fúnebres, una vez allí se hace un silencio, uno a uno los oradores asignados van tomando la palabra, el primero es el licenciado Valdés Gómez, quien pronuncia una sentida alocución a nombre de los poderes del Estado, en seguida el licenciado Ramón Treviño a nombre del R. Ayuntamiento, por la Escuela de Medicina toma la palabra el doctor José María Lozano y el licenciado Hermenegildo Dávila lo hace por el Colegio de Abogados, termina don Ricardo M. Callard quien lee un discurso del licenciado Enrique Gorostieta a nombre del Colegio Civil. Un vez concluido el acto la muchedumbre abandona el lugar, en todos los rostros hay tristeza los ojos llenos de lágrimas, queda sólo el adiós al Benemérito, a las ocho de la mañana del día nueve, a la hora en que acostumbra realizar la visita a sus pacientes, alumnos y catedráticos de la Escuela de Medicina sepultan los restos de Gonzalitos en el

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ala norte de su querido Hospital Civil, sus discípulos piden que desde ese día lleve el nombre de “Hospital González”. El 24 de abril de 1888, el doctor Juan de Dios Treviño, recibe del Gobernador del Estado el nombramiento que lo promueve de la Dirección del Hospital González a la Dirección de la Escuela de Medicina y día 27 del mismo mes, el nombramiento como catedrático del sexto año de la carrera de médico cirujano, cargos que Gonzalitos ocupara hasta su muerte.

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Lápida original del sepulcro de Gonzalitos

El Hospital González y el Monumento a su fundador.

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Efemérides

Fechas significativas en la vida y obra de Gonzalitos

1.- Fechas significativas en su vida.

2.- Publicación de su obra histórica, médica y literaria. 3.- Homenajes póstumos.

1.- Fechas significativas en su vida. 20 feb. 1813 Nace en Guadalajara, José María Eleuterio Reymundo González Mendoza.

1815 Fallece su padre. 1º may. 1825 Ingresa al Colegio Seminario de Guadalajara.

6 oct. 1830 Llega a San Luis Potosí como estudiante de medicina.

30 nov. 1830 Visita Monterrey por primera vez. 12 feb. 1831 Regresa a San Luis Potosí.

1 nov. 1833 El doctor Pablo de Cuadiello le extiende en San Luis Potosí, constancia de 17 meses de práctica de cirugía.

12 nov. 1833 Llega a Monterrey para establecerse.

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1º may. 1834 Es nombrado Director del Hospital de Nuestra Señora del Rosario. 2 ene. 1835 Inicia primera cátedra de farmacia en la botica del hospital. 7 ene. 1836 Contrae nupcias con Carmen Arredondo. 5 may. 1840 El Semanario Político de Nuevo León, anuncia que el doctor José Eleuterio González, director del Hospital, ha ensayado el pus vacuno a varios jóvenes para evitar el contagio de la peste. 1841 Da por terminado su compromiso matrimonial. 8 mar. 1842 Recibe licencia para ejercer la medicina. 1º abr. 1842 Inicia cátedra de ciencias médicas. 8 ene. 1843 Es admitido como socio de la Compañía Lancasteriana. 15 jun. 1844 Fallece el Obispo Apodaca, víctima de fiebres palúdicas, epidemia que hizo estragos en Monterrey, matando a más de

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mil habitantes, Gonzalitos atendió al enfermo hasta su muerte y también embalsamó su cadáver, lo que le permitió realizar investigaciones sobre la terrible enfermedad. 1846 Suspende su cátedra y sale de Monterrey durante la intervención norteamericana, vive en Cadereyta. 29 ago. 1848 Recibe licencia el primero de los médicos formados por él. 1848 Fallece su madre. 1º ene. 1849 Abre un segundo curso de farmacia, más completo que el primero de 1835. 18 oct. 1850 Es nombrado médico cirujano del primer Batallón de la Guardia Móvil. 29 dic. 1850 Es electo segundo Diputado suplente por el Partido de Monterrey al soberano Congreso del Estado. 27 feb. 1851 Es nombrado Magistrado suplente del Supremo Tribunal de Justicia del estado de Nuevo León.

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29 sep. 1851 Es nombrado vicepresidente del Consejo de Salubridad. 7 mar. 1852 Es nombrado médico cirujano para el Batallón de la Guardia Nacional Sedentaria. 16 abr. 1852 El Consejo de Salubridad le otorga licencia amplia para el ejercicio de la medicina en todo el estado de Nuevo León. 4 oct. 1853 Registra su licencia ante el Ayuntamiento de Linares. 10 dic. 1853 Recibe licencia para abrir curso de Obstetricia 19 jul. 1855 Es aceptado como miembro corresponsal de la Sociedad de Geografía y Estadística de México. 5 abr. 1856 Es admitido en el seno de la Sociedad Amigos del país. 11 sep. 1858 Es nombrado censor del Teatro Progreso de Monterrey. 25 nov. 1858 Indica el terreno donde quiere construir el Hospital Civil. 1º feb. 1859 Inicia la construcción del Hospital Civil.

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30 oct. 1859 Se funda el Colegio Civil. 2 nov. 1859 Es nombrado Catedrático de Medicina Operatoria y Obstetricia, en la Escuela de Medicina, anexa al Colegio Civil. 1864 Atiende de parto a doña Margarita Maza esposa del presidente Benito Juárez, nace un niño al que llaman José Antonio. 1º may. 1861 Abre sus puertas el Hospital Civil de Monterrey. 20 feb. 1865 El Ayuntamiento de Monterrey, le expresa oficialmente la gratitud popular, por su obra humanitaria y constructiva en el Colegio Civil, la Escuela de Medicina, el Consejo de Salubridad y el Hospital Civil. dic. 1865 Es nombrado por Maximiliano, Emperador de México, Oficial de las Orden Imperial de Guadalupe. 20 sept. 1866 Se reabre el Colegio Civil, es nombrado Director del mismo y de la Escuela de Medicina.

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20 feb. 1867 Es declarado Benemérito del Estado de Nuevo León. 20 feb. 1867 Es nombrado Inspector General de estudios primarios y secundarios. 20 feb. 1867 Es nombrado miembro honorario de las Juntas de Beneficencia del Estado de Nuevo León. 10 nov. 1867 Con su participación y consejo se funda el Ateneo Fuente en Saltillo Coahuila. 1869 Es electo Diputado propietario por el Primer distrito en la décima quinta Legislatura Constitucional del Estado de Nuevo León. 17 oct. 1870 Es nombrado Gobernador sustituto en ausencia del general Gerónimo Treviño, Gobernador Constitucional. 19 oct. 1870 Es nombrado socio corresponsal en Monterrey de la Sociedad Mexicana de Historia Natural. 20 oct. 1870 Es nombrado socio efectivo de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.

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23 nov. 1870 Decreta la creación de la Escuela Normal de Profesores de primeras letras. 16 sept. 1871 Nuevamente es electo Diputado para la XVI Legislatura del Estado. 3 nov. 1872 Resulta electo Gobernador Constitucional del Estado de Nuevo León. 2 dic. 1872 Toma posesión como Gobernador Constitucional. 24 oct. 1873 La Legislatura local ratifica su declaración como Benemérito del Estado. 1873 Queda como primer integrante de la XVIII Legislatura Constitucional. 2 ene. 1874 Es designado Gobernador interino, en ausencia del licenciado Ramón Treviño, Gobernador Constitucional. 1875 Es postulado para Gobernador Constitucional del Estado, renuncia a su candidatura por considerar que los partidos políticos son un lastre para la sociedad.

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1875 Inicia segundo período como Director del Colegio Civil.

sept. 1876 Empieza a perder la vista del ojo izquierdo a consecuencia de cataratas.

2 dic. 1877 Se separan las escuelas de Jurisprudencia y de Medicina del Colegio Civil, es nombrado Director de la Escuela de Medicina anexada al Hospital Civil.

1878 Empieza a cegar del ojo derecho.

sept. 1881 Está completamente ciego, sigue con sus actividades y compromisos habituales.

17 abr. 1883 Es operado del ojo izquierdo, en la ciudad de México por el doctor Manuel Carmona, desafortunadamente por una infección pierde el ojo.

7 oct. 1883 Es operado del ojo derecho, en Nueva York, por el cirujano alemán Hermann Jacob Knnap, recupera la vista en este ojo.

5 nov. 1883 Teniendo como cabecera la Hacienda de Ramos se funda la Villa de Dr. González en su honor.

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20 nov. 1883 Regresa a México luego de su exitosa operación, cruza la frontera por Nuevo Laredo, Tamaulipas. 21 nov. 1883 Realiza viaje de regreso a Monterrey, en cada pueblo es recibido con muestras de cariño, en catedral se celebra un Te Deum. 22 nov. 1983 Recibe un homenaje en el teatro Progreso por la vista recuperada. 1884 Poco después de su regreso de Nueva York, su organismo se ve afectado por un padecimiento hepático. 1886 Es nombrado presidente de la Junta de mejoras materiales de Monterrey. 31 dic. 1887 Escribe su testamento, deja sus bienes a sus dos más queridos hijos: la Escuela de Medicina y el Hospital Civil. 4 abr. 1888 Fallece el Benemérito a los 75 años, un mes y doce días de edad, su cuerpo es embalsamado por estudiantes de medicina.

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7 abr. 1888 Recibe el último reconocimiento del pueblo en la capilla ardiente que se instala en el salón de Recepciones del Palacio de Gobierno. 8 abr. 1888 En el Hospital Civil se rinde la última ofrenda de autoridades e instituciones. 9 abr. 1888 Después de recibir el homenaje del pueblo que lo venera, es sepultado en el lado norte del Hospital Civil, mismo que desde este día se llama “Hospital González”. 2.- Publicación de su obra histórica, médica y literaria.

Datos tomados de las portadas de las mismas. Año: Publicación:

1863 Tratado de Anatomía General, escrito por el Catedrático de Anatomía José Eleuterio González, para uso del Colegio Civil de Monterrey, imprenta de Gobierno a cargo de Viviano Flores.

1865 La mosca hominívora, disertación, leída en la academia médico- farmacéutica de Monterrey, la noche del 3 de marzo de 1865 por el profesor de medicina y cirugía, doctor José Eleuterio González, Monterrey.

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1866 Método curativo del Cólera Morbo, Monterrey. 1867 La mosca hominívora, Gaceta médica de México No. 3 1867-1868. 1867 Colección de noticias y documentos para la historia del estado de Nuevo León, corregidos y ordenados, de manera que formen una relación seguida, por el ciudadano José Eleuterio González, catedrático de historia en el Colegio Civil de esta ciudad de Monterrey. Tipografía de Antonio Mier, calle de Abasolo núm. 36. 1867 Informe rendido en la solemne distribución de premios del año de 1867 en el Colegio Civil de Monterrey. Imprenta de Gobierno. 1869 Lecciones orales de cronología, dadas por el catedrático José Eleuterio González en el Colegio Civil de Monterrey, Imprenta de Gobierno. 1869 Discurso leído en la solemne distribución de premios del Colegio Civil de la ciudad de Monterrey, verificada la noche del 29 de agosto de 1869, Imprenta de Gobierno. 1870 Discurso pronunciado por el Director del Colegio Civil, en la solemne

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distribución de premios del mismo colegio, el día 28 de agosto de 1870, Monterrey, Imprenta de Gobierno. 1870 “15 y 16 de septiembre”, artículo reproducido en el boletín de la Sociedad de Geografía y Estadística, México. 1870 Algunos preceptos útiles que pueden servir de introducción al estudio de la clínica, dados a los alumnos de la escuela de medicina de Monterrey por el director del Colegio y del Hospital Civil de la misma ciudad, Monterrey. 1870 Lecciones de clínica, por el señor don Eleuterio González, socio corresponsal en Monterrey, presentados a la sociedad por el socio titular doctor Francisco Martínez Elizondo, El Porvenir, periódico de la sociedad filosófica y de beneficencia de los alumnos de la escuela de medicina, México 3. 1871 Discurso pronunciado en la solemne distribución de premios del Colegio Civil, del año de 1871, Monterrey, Imprenta de Gobierno. 1873 Algunos apuntes y datos estadísticos que pueden servir de base para formar una estadística del estado de Nuevo León, recogidos, ordenados y

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publicados por José Eleuterio González, Monterrey, Imprenta del Gobierno a cargo de Viviano Flores. 1873 La agricultura en el estado de Nuevo León, Monterrey, Imprenta del Gobierno. 1873 La mosca hominívora, disertación, leída en la academia médico-farmacéutica de Monterrey, la noche del 3 de marzo de 1865 por el profesor de medicina y cirugía, doctor José Eleuterio González, accionada por el mismo en 1873, Monterrey, Imprenta del Gobierno. 1874 Apuntes que pueden servir de base para la formación de la flórula de la ciudad de Monterrey y sus alrededores, La Naturaleza, México 3. 1874 Discurso oficial del 16 de septiembre de 1874, varios periódicos. 1875 Discurso pronunciado por el ciudadano doctor José Eleuterio González, Director del Colegio Civil de Monterrey, en la distribución de premios del mismo colegio, el día 26 de agosto de 1875, Monterrey, Imprenta de Gobierno, a cargo de Viviano Flores.

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1875 Lecciones de Anatomía Topográfica, dadas por el profesor de medicina y cirugía, doctor José Eleuterio González, a los alumnos de medicina operatoria del Colegio Civil, Monterrey, imprenta de Julio Chaves, calle de San Francisco número 58. 1876 Biografía del Benemérito Mexicano don Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra, escrita por José Eleuterio González, Juan Peña, editor, Imprenta de la calle del doctor Mier núm. 37, a cargo de José Sáens. 1877 Apuntes para la historia eclesiástica de las provincias que formaron el Obispado de Linares, desde su primer origen hasta que se fijó definitivamente la silla episcopal en Monterrey, recogidos y ordenados por José Eleuterio González, Monterrey, tip. relig. de J Chaves, calle del doctor Mier, núm. 59. 1877 Lecciones orales de Cronología, dadas por el catedrático José Eleuterio González, en el Colegio Civil de Monterrey, Imprenta del Gobierno, en palacio, a cargo de Viviano Flores. 1878 Lecciones Orales de Moral Médica, dadas a los alumnos sextianistas de la Escuela de Medicina de Monterrey,

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por José Eleuterio González, Director de la misma escuela y catedrático del sexto año. Monterrey, Imprenta del Gobierno, en Palacio, a cargo de Viviano Flores. 1880 Discurso que pronunció el Benemérito doctor José Eleuterio González, sobre la instrucción pública, en la solemne distribución de premios que hizo el ciudadano gobernador del estado, entre los alumnos de las escuelas primarias sostenidas por el republicano ayuntamiento de Monterrey, el día 29 de agosto de 1880, Monterrey, Imprenta del Gobierno, a cargo de Viviano Flores. 1881 Lecciones orales de Historia de Nuevo León, dadas a unos amigos suyos en el camino de México, en el año de 1881, edición de “la India”, Monterrey, Imprenta del Gobierno en palacio, a cargo de Viviano Flores. 1881 Un Discurso y un catálogo de Plantas Clasificadas, dirigido a los alumnos de la Escuela de Medicina de Monterrey, por el Dr. J. Eleuterio González, Director de la misma escuela, Monterrey, Tip. del Comercio A. Lagrange y Hno., Calle de Puebla No. 3. 1882 Un Punto de Higiene Pública, Sepulturas, aplicado a la ciudad

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de Monterrey de Nuevo León, escrito por el doctor José Eleuterio González, Edición de “La India”, Monterrey, Imprenta del Gobierno en Palacio, a cargo de Viviano Flores. 1883 La fiesta del 16 de septiembre, Monterrey. 1883 Tratado elemental de Anatomía General, escrito por el catedrático de anatomía, doctor José Eleuterio González, para uso del Colegio Civil de Monterrey, Imprenta del Gobierno a cargo de Viviano Flores. 1885 Colección de Discursos del doctor José Eleuterio González, sobre Instrucción Pública y otros opúsculos del mismo autor, Edición del Periódico Oficial, Monterrey, Imprenta del Gobierno en Palacio, a cargo de Viviano Flores. 1885 Lecciones orales de Cronología, dadas en el Colegio Civil de Monterrey, tercera edición, corregida y aumentada por su autor el catedrático, José Eleuterio González, Monterrey, Imprenta del Gobierno en palacio, a cargo de Viviano Flores. 1888 Un Discurso y un catálogo de Plantas Clasificadas, dirigidos a los alumnos de la Escuela de Medicina de Monterrey,

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por el Dr. J. Eleuterio González, Director de la misma escuela, Monterrey, Imprenta Católica. 1888 Lecciones Orales de Materia Médica y Terapéutica, dadas en la Escuela de Medicina de Monterrey, por el Dr. J. Eleuterio González, Obra que contiene los remedios indígenas y el uso que de ellos se hace en esta ciudad. Edición de “El Escolar Médico” Monterrey, Imprenta Católica. 3.- Homenajes póstumos. 20 feb. 1913 En el centenario de su natalicio, se inaugura el monumento que en su honor se levanta en la plaza de 15 de mayo entre Cuauhtémoc y Pino Suárez, frente al Hospital González, hoy Hospital Regional del I.M.S.S. 1938 Se translada el Hospital González a su nuevo edificio al poniente de la Av. Madero, con el nombre de Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio González” 4 feb. 1939 Sus restos son exhumados y colocados en el mismo monumento.

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9 nov. 1952 Al ser vendido el edificio del hospital al I. M. S. S. se coloca una placa conmemorativa y se le declara: “Precursor de la Medicina Social”. 30 oct. 1959 Se erige un nuevo monumento en su honor en los terrenos del nuevo edificio del Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio González” junto a la Escuela de Medicina. 1968 Se publica en Londres, Inglaterra, su obra inédita “Los Médicos y la enfermedades de Monterrey” escrita en 1881. 25 oct. 1975 Se premia el Concurso literario sobre la vida y obra del Dr. José Eleuterio González, convocado por el Gobierno del Estado de Nuevo León a través de la Secretaría de Servicios Sociales y Culturales. 1982 Sus restos son reinhumados, para depositarse en el monumento ubicado en el jardín de la Escuela de Medicina. Una importante calle del poniente de la ciudad lleva su nombre, lo mismo que una escuela primaria y un centro de atención infantil del DIF.

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Conclusiones Perfil de un educador

Recrearme durante cincuenta y cinco años del acontecer político, social y cultural de nuestro Estado en general y en particular de la ciudad de Monterrey, así como del desarrollo de la Instrucción Pública, fue una experiencia por demás enriquecedora, siempre he pensado que la Historia la hacemos y la escribimos las personas, una vez más esta teoría tiene validez cuando encontramos una vida como la de nuestro personaje, Gonzalitos, que día con día, durante los años que Monterrey tuvo la dicha de contarlo entre sus hijos predilectos, realizaba de manera extraordinaria una página de su propia historia. La vida de un personaje, tiene que se descrita y narrada en su propio contexto, en los escenarios en donde le tocó desenvolverse, esa es la riqueza de la Historia, en eso estriba su real importancia; he procurado ser lo más objetivo posible, aunque en ocasiones, debo confesarlo, la emoción de los hechos iba más allá de lo tolerable, mi imaginación me ubicaba en el momento preciso y de pronto formaba parte de alguno de los grupos que describo.

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Gonzalitos llegó a Monterrey, en el tiempo justo para llevar a cabo su misión _servir a los pobres y los humildes_ encontró una sociedad carente de muchos de los conocimientos que poseía _el hábito por la lectura y la retórica_ y _la práctica empírica de la ciencia médica_ contó con el marco jurídico apropiado para poder desarrollar todas sus inquietudes, por su parte, dio algo más, con lo que se ganó el cariño de toda la sociedad en su conjunto. Me propongo, a manera de conclusión del resultado de esta investigación histórica a la que he titulado “Gonzalitos, educador”, diseñar, partiendo de su obra misma, lo que pudiera ser el perfil de un educador, que si bien fue válido para la educación y la instrucción del siglo pasado, lo sea para nuestro tiempo y por que no, lo será también para el futuro inmediato. La preparación académica con que Gonzalitos, un educador, debió contar fue simple: lenguaje, ideas, expresión literaria y el estudio de la ciencia; estos conocimientos le ayudaron a cumplir su misión, fue además un lector consumado y un autodidacta, porque sentía que tenía el compromiso de enseñar lo que había aprendido a los que no sabían; su inteligencia le permitía aprender de todo lo que le rodeaba y podía percibir; fue un sabio, supo

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aplicar sus conocimientos para ayudar y servir a los demás; fue capaz de resolver problemas; también fue un humanista, ya que procuró saber más y prepararse mejor para beneficiar a la humanidad; un filántropo porque nunca buscó lucrar con lo que enseñaba; un protector de la juventud, se apropiaba del conocimiento y lo transformaba de tal manera que fuera comprensible para sus alumnos; un investigador porque indagó el pasado y en el presente para instruir para el futuro; fue también un benefactor, buscó siempre hacer el bien sin escatimar esfuerzo; y además, fue un filosofo, legó a sus alumnos las más nobles ideas. En su desarrollo profesional, su labor educadora no se limitaba sólo a la enseñanza, también organizó y reglamentó las instituciones por él creadas, supo poner en práctica todas sus cualidades y virtudes, por lo que es recordado por honesto, responsable, justo, competente, respetuoso, dedicado, empeñoso, emprendedor, un líder y un ciudadano ejemplar. Cuidó siempre el manejo de sus emociones, fue amoroso con todos los seres humanos, sobre todo con los pobres y los humildes, bondadoso, tuvo la habilidad de hacer el bien sin distinción alguna, con un excelente sentido del humor, festivo, alegre y

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sobre todo supo cultivar la amistad, hoy por hoy el más preciado de todos los bienes en las relaciones humanas. Este es pues el perfil de un educador, que si bien vivió hace ya más de cien años, es válido para ser considerado como actual, en nuestro tiempo ya que es necesario que quien se dedica a la docencia, posea, además de un excelente curriculum de preparación académica y una experiencia envidiable en su desempeño profesional, un perfil emocional que le permita pasar la barrera de ser un enseñante a ser un educador, que siga el ejemplo de Gonzalitos.

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Anexos: Proyecto de Ley de Instrucción Primaria de 1870. Proyecto de Ley para crear la Escuela Normal de Profesores de primeras letras.

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Alfonso Cano Jaime

Originario de Hualahuises, Nuevo León; es Contador Privado por el ITESM; Declamador, Actor y Maestro en ambas especialidades por el Estudio “Lucy Herrera”; Profesor de Educación Primaria por la Escuela Normal “Nuevo León”; tiene una Licenciatura en Educación Media, con especialidad en Lengua y Literatura Españolas, por la Escuela Normal Superior del Estado, y el grado de Maestría en Educación, con campo en Historia de la Educación Regional, por la Universidad Pedagógica Nacional Unidad UPN 19-A Monterrey. Durante sus más de cuarenta años como docente ha incursionado en los diferentes niveles de la Educación: Primaria, Secundaria, Media Superior, Preparatoria, Educación Técnica, Normal Básica, Licenciatura y Posgrado; ha sido actor y director de teatro; además se ha desempeñado en actividades de

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Administración Educativa, siendo Subdirector Administrativo en la Escuela de Ciencias de la Educación, Jefe de Proyectos de Administración Escolar en la Representación Estatal de CONALEP, en Nuevo León y Subdirector de Posgrado en la Escuela de Ciencias de la Educación. Su último empleo como maestro de tiempo completo fue en la Escuela de Ciencias de la Educación, impartió las cátedras de Sistema Educativo Mexicano, Educación Comparada y Seminario de Tesis, en el nivel de posgrado y la de Investigación Educativa en el nivel de Licenciatura, de donde se jubila en el 2001. Ahora como profesor jubilado, comparte experiencias de aprendizaje, con un contrato de medio tiempo en la Unidad UPN 19-A Monterrey, su tiempo libre, lo dedica a propiciar su crecimiento personal, interesándose por la cultura, el desarrollo humano y organizacional, la educación para la paz, la transformación de la conciencia, la eco-educación y la psicología del ser; son sus grandes pasiones: la educación, la literatura, el teatro y la investigación de la historia de la educación, crea la columna La Otra Educación que publica el periódico ElRegio.com, dirige el grupo de teatro de la

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Casa de Jubilados y Pensionados del ISSSTELEON. Ha publicado diferentes artículos y reflexiones sobre temas educativos, su tesis de posgrado “Gonzalitos, educador” fue editada y publicada por la Unidad 19-A Monterrey de la Universidad Pedagógica Nacional, al celebrar su vigésimo aniversario, lo que le permitió su ingreso a la Sociedad Nuevoleonesa de Historia Geografía y Estadística. Participó como asistente y coautor en el proyecto de investigación “Historia de la Educación de Nuevo León”, ha diseñado y es responsable del Programa AVE Aprendiendo Vida Ecológica del Bioparque Estrella, una experiencia de aprendizaje vivencial, mediante una visita guiada en este ecosistema natural.

Monterrey, N. L. febrero de 2013.