Libro forjadores

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Forjadores de Costa Rica Forjadores de Costa Rica

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Forjadoresde

Costa Rica

Forjadoresde

Costa Rica

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Agradecimientos

A los hombres y las mujeres que, desde las más diversas actividades y funcio-nes, han escrito con buenas obras la historia de Costa Rica.

A quienes, mediante la narración o la historia de vida, han transmitido sus memorias a las nuevas generaciones.

A quienes nos han precedido en el interés por recuperar el pasado y plasmarlo, con rigor científico, en estudios y obras sobre nuestra historia patria.

A las instituciones y empresas que han creído en este proyecto y le han brin-dado su respaldo.

A las muchas personas que nos han brindado su aporte como fuentes de in-formación o como facilitadores de entrevistas; para transcribir documentos, conseguir fotografías y otros materiales para la obra.

A las profesionales que han sido parte del proyecto con sus labores periodís-ticas y de relaciones públicas.

A nuestras familias por su soporte moral y material.

A ustedes, amables lectoras y lectores, que finalmente le darán sentido a nues-tro esfuerzo de investigación y edición.

¡Muchas gracias!

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Familia costarricense del siglo XIX.Fuente: Castro H., Alvaro y Carlos Castro H. Costa Rica.Imágenes e Historia. Tomo I. Editorial Técnica Comercial. San José. 2005

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Créditos

Dirección de Investigación Histórica: Carlos Abarca VásquezDirecciónfilológicayrevisióndetextos: Edwin Salas Zamora Direcciónperiodística: Heriberto Valverde Castro Periodistas: Laura Mc Quiddy Gómez Heriberto Valverde Castro ConsejoEditorial: Carlos Abarca Vásquez Edwin Salas Zamora Heriberto Valverde Castro Direccióndediseño: Jorge Vinatea Calderón Alicia Yrigoyen Arciniega Diagramación: Graphic Network Press S.A. (GNPress) RetoqueFotográfico: Prints Publicidad RelacionesPúblicas: Zona de Prensa Fotografía: Heriberto Valverde Castro Ana Lorena Altamirano Taylor Edwin Salas Zamora

Principalesfuentesfotográficas: Colección Heriberto Valverde Castro Colección Álvaro Castro Harrigan Colección Manuel Gómez Miralles- Colegio de Periodistas Colección de Fernando Zamora

Levantadodetexto: Marjorie Valverde Fernández Silvia Basurto de Vinatea Ana Lorena Altamirano Taylor

DiseñodePortada: Jorge Vinatea Calderón Fotografíadeportada: Heriberto Valverde Castro Creación,desarrolloyedición: Editorial Forjadores S.A. Impresión: Imprenta Universal

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Puente del ferrocarril en Matina, Limón.Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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Unas palabras a los lectores

Dos aspiraciones fundamentales animan la obra que ponemos en sus manos: el conoci-miento de la Historia de Costa Rica y la valoración y reconocimiento a quienes la han

forjado.

Para concretar tales propósitos, le invitamos a que nos acompañe en un placentero y rigu-roso viaje que parte de una estación llamada Raíces ancestrales de la identidad autóctona, hasta llegar a un hermoso paraje lleno de memorias de quienes forjaron esta Nación.

En el camino y en las estaciones intermedias encontraremos las decisiones, las acciones, los hechos y acontecimientos que, en tanto escribían la historia de esta Nación, conformaban su identidad, su idiosincrasia, su modo de ser y, con ello, su modo de aparecer ante los ojos del mundo.

Cual si se tratara de un viaje por nuestro viejo ferrocarril, encontraremos a lo largo del reco-rrido, intercalados, dificultosos ascensos que exigen lentitud y demandan cuidado, llanuras de fácil desplazamiento; hermosas vistas de plácidas montañas y fértiles valles, recodos que provocan zozobra e inquietud y horizontes soleados de esperanza.

Y a la base de toda esa variada y rica realidad, los seres humanos, las personas que en los diferentes estratos sociales, espacios, tiempos y niveles de responsabilidad, han tomado las decisiones y ejecutado las acciones constructoras del país que somos.

Muchos de estos sujetos de nuestra historia ya son conocidos y repiten como personajes de una obra. Otros y, sobre todo, otras aparecerán por primera vez a la vista del amable lector que, esperamos, habrá de reconocerles sus aportes a la vida familiar, comunal, regional y nacional.

Ayudar a conocer, valorar y reconocer nuestra historia y sus protagonistas, para promover desde allí un mayor fervor por esa construcción social y un mayor compromiso con la conso-lidación del país que deseamos heredar a nuestros hijos y nietos: he ahí el propósito que nos anima al hacer entrega de esta obra.

Una rica conjunción de aportes privados y públicos, a partir de la iniciativa de un grupo in-terdisciplinario de académicos y empresarios, ha hecho posible este proyecto: un libro sobre la historia de Costa Rica, cuyo énfasis descansa en las personas, las familias, las empresas y las instituciones que la han hecho posible. Un libro éste que, hoy, llenos de ilusión, ponemos en sus manos y sometemos a su digno criterio.

Heriberto Valverde Castro PresidenteEditorial Forjadores S.A.

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Fuente: Castro H., Alvaro. Op.Cit.

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Forjadores de Costa Rica es un ensayo de historia de la sociedad costarricense en sus raíces aborígenes y en sus rasgos autóctonos, insertos en la cultura española y de Europa Occidental.

Como tal, apela a quienes gustan de la historia en tanto conocimiento; a los hombres y las mujeres que disfrutan el diálogo sobre su propia identidad a través de recuerdos colectivos; y a los constructores de futuro que luchan a diario contra la inconsciencia y el olvido. Por ello, el libro constituye una propues-ta discursiva múltiple, sus mensajes están sumidos en diversos planos de escritura, expresión gráfica y sensibilidad.

Forjadores de Costa Rica presupone un sujeto de la historia con referencias a familias y personajes que, desde el período colonial, legitimaron interrelaciones para construir estados transitorios de supre-macía e influencia dominante en el conjunto de la sociedad; no sólo con sustento en criterios de linaje, ascendencias genealógicas y elitismos de época, sino a partir de una noción inclusiva de sociedad, en-tendida como totalidad de mujeres y hombres forjadores y reproductores de la historia.

La obra tiene como propósito estimular conocimiento y comprensión sobre los costarricenses que configuraron relaciones sociales, formas de economía, rasgos de identidad cultural y formas de Estado nacional, delimitadas por situaciones históricas coloniales y por el nacimiento y desarrollo del capi-talismo industrial. Este propósito implica un objetivo más específico, a saber, sintetizar conclusiones de los historiadores, biografías, monografías, relatos de vidas, crónicas, recuerdos orales y representa-ciones gráficas, en tanto fuentes de conocimiento y de valoración que han enriquecido las nociones de historia, cultura e identidad nacional.

La información de las fuentes ha sido seleccionada y ordenada con base en métodos y técnicas de la

disciplina de la historia, en particular, de la cronología y la división tradicional -de utilidad didácti-ca- que delimitan el pasado de las sociedades y culturas occidentales en los períodos antiguo, colonial, moderno y contemporáneo. Esta idea subyace a la estructura de la obra.

No obstante, los títulos y subtemas exaltan acontecimientos, hechos y procesos de cambio, en los cuales los aborígenes, en relaciones asimétricas con españoles y otros europeos, fueron forjando una sociedad mestiza que se reconoce a sí misma en los conceptos de historia y cultura de Costa Rica. Por lo tanto, la obra incorpora la cronología de los hechos y acontecimientos, considerados “históricos”, a los cambios modernos y contemporáneos que implican los conceptos de “historia de la economía capitalis-ta”, “historia del Estado liberal” e “historia de la cultura occidental”.

El contenido se ofrece en cuatro capítulos que constituyen el discurso central y satisfacen el objetivo de sintetizar conocimientos elaborados por la disciplina de la historia con propósitos de enseñanza y educación. Además, mediante ágiles recursos editoriales, se incorpora abundante información destina-da a plasmar en diversos niveles descriptivos el desarrollo de los procesos históricos seleccionados.

El capítulo quinto recupera abundantes testimonios de mujeres y hombres que vivieron y recuerdan acontecimientos de la historia de Costa Rica, o los reconstruyen desde sus antepasados. Cual retablo elaborado mediante los métodos y técnicas del periodismo, estas narraciones acercan la exposición del historiador a los recuerdos de las personas. Constituyen un complemento ameno en el conjunto de la obra.

En suma, Forjadores de Costa Rica aspira a ser una síntesis de nuestra Historia y una edición para enriquecer la producción editorial en Centroamérica.

Introducción

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Metate trípode con panel colgante.Fuente: Ferrero, Luis. Costa Rica Precolombina. ECR. San José 1967.

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La Forja de la IdentidadAborigen y Mestiza

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Chozas indígenas. Bambú, Talamanca, Limón.Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

Los seres humanos llegaron a América provenientes del noroeste de Asia hace 40.000

o 50.000 años, y se ubicaron en Cos-ta Rica entre los años 12.000 y 7.000. Eran grupos nómadas que subsistían de la pesca; de la caza de perezosos y armadillos gigantes o de especies menores como venados, saínos y dantas; de frutas, plantas silvestres y palmas. Los sembradíos de tallos de yuca, ñame y camote; de frutas como el nance y el aguacate; y de granos como el maíz y el frijol, datan del año 5.000. Esos grupos usaban herra-mientas de madera, hueso y piedra. El trazo de aldeas y el uso de utensi-lios de cerámica confirman que entre los años 2.000 y 300 habían alcanza-do alguna forma de vida sedentaria. Los restos de esa fase de su evolución cultural han sido descubiertos en Guanacaste, el Valle de Turrialba, la cuenca del río Sarapiquí, el Valle de Herradura, Barva en el Valle Central, las cuencas de los ríos Térraba, Coto y Colorado, y en la Isla del Caño.

El asentamiento les permitió for-mar clanes gentilicios o uniones por descendencia. De ahí evoluciona-ron a sociedades agrícolas tribales como resultado del aumento de la población, de los usos agríco-las y de las cosechas. El cambio se constata en los hallazgos de objetos culturales que denotan diferencias entre grupos, roles de autoridad y funciones de mando. La transición de clanes a tribus y la división de ta-reas en la colectividad fue necesaria para organizar la sobrevivencia, las cosechas y distribuir los alimentos, transmitir enseñanzas, dirimir dis-putas, y para responder a preguntas acerca de la enfermedad, el orden de la naturaleza y del universo.

Las figuras claves en la historia de las tribus fueron personajes como el “cacique” –etimología taíno ara-hauac- y el chamán: médico, sacer-dote, sabio y mago. Representaban la autoridad en la organización de la vida económica, social, religiosa y espiritual de las tribus. El cacicazgo consistía, entonces, en la asociación de tribus para controlar un territo-rio común con objetivos de cultivar la tierra, reproducir las familias, mantener los clanes, y preservar la sociedad tribal. En Costa Rica, la transición de agrupamientos genti-licios a sociedades cacicales se ubica hacia el año 500 a. C.

Al período comprendido entre el 500 a.C. y el 700 d.C., pertenece la elabora-ción de las célebres esferas de piedra, halladas en el Pacífico Sur, consideradas símbolo de rango, demar-caciones territoriales o con funciones astronómi-cas relacionadas con los ciclos agrícolas.

Hasta el siglo VIII d.C. los cacicaz-gos tuvieron logros bastante lentos en agricultura, orfebrería, formas de construir las aldeas, en los vín-culos entre las tribus, y en la forma y los sentidos de la vida colectiva. Hubo avances, como la manufac-tura en jade o en tipos de piedras de cuarzo, calcedonia, ópalos y serpentinas. Esos trabajos fueron iniciados entre el 500 a.C. y el 700 d.C. A ese período pertenece la ela-boración de las célebres esferas de piedra, halladas en el Pacífico Sur, consideradas símbolo de rango, de-

marcaciones territoriales o con fun-ciones astronómicas relacionadas con los ciclos agrícolas. Sobresalen, además, las tumbas recubiertas con toneladas de piedras y montículos funerarios descubiertas en el Can-tón de Grecia. En el Valle Central y en el Pacífico Sur se han hallado cimientos de viviendas demarcadas con cantos rodados, pisos de arci-lla y calzadas. Los entierros indican rangos sociales, jerarquías de auto-ridad y categorías de individuos, porque las ofrendas funerarias in-cluyen jade, metates ceremoniales, remates en piedra para bastones y cerámicas; evidencias que han sido asociadas con diferentes funciones que realizaban las personas en las comunidades.

La segunda época cacical se ubica entre los siglos IX y XVI d.C. Se di-ferencia de la anterior porque sur-ge el cultivo de variedades de maíz más rendidoras. Hubo mejoras en los métodos y técnicas agrícolas y se movilizaba mayor cantidad de trabajadores. Surge la construcción de obras comunales, orfebrería más elaborada, más variedad de cerámi-

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Vasija de efigie. Fuente: Ferrero, Luis. Op. Cit. Lámina IX.

RAÍCESANCESTRALESDELAIDENTIDADAUTÓCTONA

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ca para uso doméstico y suntuario, intercambios regionales de bienes, alianzas entre tribus y conflictos por territorios.

En ese período llegaron a Nicoya los grupos de lengua chorotega y se mezclaron con los cacicazgos loca-les, o los desplazaron. Los chorote-gas introdujeron cambios en los ritos religiosos, en el arte, y domesticaron el pavo. La tradición ceramista se en-riqueció con nuevos colores y estilos. Es la fase de los trabajos en oro y en guanín o tumbaga -aleación de oro y cobre- elaborados con técnicas de laminado y martillado. También hay restos de salinas. Continuó la elabo-ración de esferas de piedra, figuras de animales, metates y grandes es-tatuas antropomorfas. Las eviden-cias se han encontrado en los sitios Nacascolo, Papagayo y las terrazas del río Tempisque, en Guanacaste. El más representativo es el sitio ar-queológico Guayabo de Turrialba.

Estas sociedades cacicales han sido clasificadas en dos grandes áreas. La primera, el “Área Cultural Intermedia”, influida por las etnias del Caribe y de Sudamérica, a la cual pertenecen los grupos indíge-nas de la Región Central y de Di-

quís. La segunda, el “Área Cultural Mesoamericana”, influida por los cacicazgos que se asentaron desde Chiapas y Yucatán hasta Nicoya, y la zona del golfo de esta península. Comprende a los indígenas de la Gran Nicoya, cuyas tribus se sabe que estaban organizadas en socie-dades más densas y evolucionadas.

Los cacicazgos de la región Cen-tral y Diquís pertenecen a la familia lingüística macro chibcha. Tenían lazos de consanguinidad matrili-neal, y formaron familias mono-gámicas y sindiámicas o de unión libre. La sociedad estaba estratifica-da en caciques mayores y menores, guerreros y guerreras o biritecas, sacerdotese, jefes de familias y es-clavos por causa de guerras y por deudas. El gobierno estaba centra-lizado en la figura de célebres ca-ciques como Garabito y Correque. Tenían sistemas colectivos para el trabajo, producción y la propiedad de la tierra cultivable. En el siglo XVI a esta región pertenecían tribus como las aoyaques, buricas, cabé-cares, catapas, chomes, corobicíes, cotos, guaymíes, huetares, pococis, quepos, suerres, tariacas, térrabas, tices, turucacas, urinamas, viceitas y votos.

Los indígenas de la Gran Nicoya hablaban lengua chorotega. Tenían la-zos de consanguinidad por línea ma-terna y el matrimonio monogámico. Las concubinas no eran consideradas esposas legítimas. En Nicoya y Oroti-ña los caciques ejercían el derecho de pernada. Los nicaraos y chorotegas toleraban la prostitución, con o sin fi-nes matrimoniales; pero castigaban el adulterio de ambos géneros y la biga-mia. Las jerarquías sociales muestran un estrato superior formado por ca-ciques, guerreros, sacerdotes y los an-cianos de prestigio, o huehues.

Según la crónica de Fray Juan de Torquemada, vivían en cuatro pro-vincias: Nicoya y Cantrén o Canjel

Vasija en forma de sahíno. Línea Vieja. Fuente: Ferrero, Luis. Op. Cit. Lámina XXIV.

Vasija de efigie.Fuente: Ferrero, Luis. Op. Cit. Lámina VIII.

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en la Península; y Orotiña y Choro-tega, en la costa central occidental. Pueblos como Diriá, Nacaome, Na-miapí, Nicopasa, Paro, Zapantí y Pococi –en Isla Caballo- tributaban al cacique de Nicoya. Los chorotegas hicieron de Nicoya un centro de po-der, sitio religioso y núcleo económi-co al mando de un cacique vitalicio con amplias potestades, auxiliado por vasallos y caballeros -llamados “galpones”- cortesanos y capitanes. Pero se gobernaban por medio de

Fuente. Fragmento del texto que el investigador Oscar Fonseca Zamora transcribe a partir de las investigaciones de María Eugenia Bozzoli de Wille; de las Leyendas del Duchcí y de tradiciones orales indígenas. Cfr. Fonseca Z., Oscar. Historia Antigua de Costa Rica. EUCR. San José, segunda edición, 1996. Pp. 193-195.

COSMOVISIÓNINDÍGENA

“Sibö (Dios) nació aquí. El logró pensar en todas las cosas en todo el Universo, ¿no es eso Dios? Dios es Dios. Dios es hombre de otra natura-leza, distinto, pero no podemos verlo, El es Dios. El es todas las cosas, por eso a El no le ocurre nada, no muere nunca, nada en absoluto le sucede.

Así como es El tan superior así semejante a El no existe nadie; existen las cosas, hay diablos, hay otras cosas así como nosotros. Dios por cualquier medio vence al Diablo, por eso el hombre que se llama Dios, es Dios.

Los sukias lo saben, las semillas (los clanes indígenas) lo saben. Allá detrás del sol están los principios de todas las cosas, aquí en la tierra están sus wiköl, como decir el espíritu o proyección de esos principios o seres originales, que son los que contienen lo firme, lo real.

….Sibö hizo la tierra redonda (circular). El hizo después el mar. Enton-ces El dijo: -yo les dejo la tierra para criadero, para mantener a todos en la tierra- Así nosotros vivimos, la tierra es el espíritu de nosotros. Cuando la tierra estaba joven, esto era pura roca, como una laja o cemento. El mur-ciélago fue a comer la tierra, que estaba joven. Vino y se cuiteó en todo el centro de la tierra. Encima de las deyecciones nació la hierba. Después fueron naciendo los árboles.

Después Dios hizo una casa y trajo allí a la dueña de los felinos Namat-mi, para servir de mayordoma de cada tsiruoköm. Dios dijo a un pariente que avisara cuando se iban acercando con la chiquita. El se fue a buscar un tambor; un cantor para el tambor. La chiquita cayó abajo encima de las rocas, y todas esas gentes que estaban bailando le pusieron los pies encima, la pisotearon.

La mamá se puso a llorar. Dios dijo que recogieran sus lágrimas en unas hojas de bwëkö (tiquizque). De allí nacieron tigres con cacao en las manos y el Señor se los quitó. De otras lágrimas nacieron gavilanes y traían frutas de cacao en las uñas y el Señor se las quitó también. Salió un tigre negro y a ese sí lo dejó llevar una partecita del cacao y a un gavilán negro que nació también lo dejó llevar cacao, por eso es que esos nos comen.

La viejita seguía reclamando a Dios su chiquita. Dios que estaba hacien-do las cosas para que lo indígenas vivieran. Sibö trajo las semillas. No-sotros los indígenas vinimos como semillas. Sibö nos trajo de allí debajo de donde nace el sol. El trajo cuatro grupos de semillas. Con las semillas Sibö trajo cuatro bancos, trajo dos ollas, y cuatro clases de semillas. Los bancos están en SuLáyöm, y su colina se llama –SuLáyibi. …Por eso los bribris nacimos en Bribrikta y SuLayöm…allí aparecimos, por eso allí hay piedras como animales, caimanes, árboles como personas. Sibö a cada semilla le dio un nombre diferente. Estos eran los nombres de los clanes. Nos dijo: “Usted tiene que casarse con su düo. Esto quiere decir la persona adecuada, según los clanes...

Chamán.Ferrero, Luis. Op. Cit. Lámina XXXIX.

Los chorotegas practicaron la propiedad privada sobre los bienes muebles. La tierra cultivable y el trabajo agrícola eran colectivos. Los padres daban en heredad las áreas cultivables y según el cronista Fernández de Oviedo, hubo algún tipo de catastro.

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una modesta división de tres pode-res: el monexico o consejo de aldeas -cabildo según los españoles-, el consejo de ancianos y los caciques.

Estos cacicazgos tenían un siste-ma judicial consuetudinario que incluía pocas infracciones y san-ciones. Las normas eran elabora-das por el Consejo de Ancianos. Juzgaban y castigaban a ladrones, homicidas -quienes podían caer en esclavitud- y bígamos. Es po-sible que fueran normas escritas, pues en excavaciones en la Isla de Chira realizadas a principios del siglo XX, se halló un libro con je-roglíficos, conocido como el Misal Chorotega. La única referencia al hallazgo la brindó la arqueóloga

Elaborado por Carlos Abarca V.Fuentes: Fonseca Zamora, Oscar. Historia Antigua de Costa Rica. Editorial Universidad de Costa Rica. Segunda edición. San José. 1996.Ibarra Rojas, Eugenia. Las sociedades cacicales de Costa Rica. (Siglo XVI). Editorial Universidad de Costa Rica. Segunda Edición. San José. 1996.

María Fernández Le Cappellain de Tinoco en 1935.

Los chorotegas practicaron la propiedad privada sobre los bie-nes muebles. La tierra cultivable y el trabajo agrícola eran colectivos. Los padres daban en heredad las áreas cultivables y según el cro-nista Fernández de Oviedo, hubo algún tipo de catastro. Los litigios sobre terrenos sólo se daban entre grupos. Los mercados o tiangues los atendían mujeres y eran con-trolados por jueces administrado-res electos cada cuatro meses en el Monexico. Las semillas de cacao servían como moneda, aunque en los intercambios era más usual el trueque.

La historia de las sociedades caci-cales de Costa Rica fue violentamen-te interrumpida entre los siglos XVI y XVIII. Las guerras de conquista y la colonización española diezma-ron la población, desarraigaron co-munidades, destruyeron sistemas agrícolas y desestructuraron la or-ganización social y política cacical. En esos dos siglos había al menos 102 caciques. Sus nombres los citan el conquistador Gil González Dávi-la y Perafán de Rivera; este último, cuando en 1569 llevó a cabo el re-parto de indios en encomiendas.

En los siglos XIX y XX de nuevo los territorios de los indígenas fue-ron explotados por varias fuerzas: mestizos y ladinos ávidos de tierras,

A N T I G Ü E D A D I N D Í G E N A C O S TA R R I C E N S E

PRIMERAS CULTURAS TIEMPO USOS DE LA NATURALEZA USOS HUMANOS Pobladores en América 40.000 o 50.000 a.C. Pobladores en Costa Rica 12.000 a 7.000 a.C. Megafauna y especies menores. Turrialba y Guanacaste Nomadismo 5.000 a.C. Pesca, caza, vegecultura y semicultura Grupos Tribales 5.000 a 300 a.C. Yuca, camote, ñame, maíz, frijol. Turrialba,Gandoca,Sarapiquí,PacíficoSur AgriculturasedentariaTransición a los cacicazgos 300 a.C. a 300 d.C. CIVILIZACIONES TIEMPO ORGANIZACIÓN MODO DE VIDA Primeros cacicazgos 500 a.C. a 800 d.C. Control territorial. División del trabajo. Autoridad cacical. Aldeas jerararquizadas. Viviendas, Chamanismo. Diferentes jerarquías: caciques, sacerdotes, calzadas y montículos funerarios. guerreros, artesanos, cazadores. Trabajos en jade y oro Sitios arqueológicos Nicoya; Severo Ledesma y Las Mercedes, en el Atlántico; Valle de El General y las cuencas de los ríos Coto Brus, Coto Colorado y Grande de Térraba. Montículos funerarios Grecia. Segundaépocacacical 800a1500d.C. Mejoresmétodosytécnicasagrícolas.Augedelaorfebrería InfluenciasdetribusdeMesoamérica. Uso intenso de trabajo. Crece la producción y comercio Uso del algodón y de la estatuaria y esferas Técnicas de laminado y martillo. Escritura. de piedra. Orfebrería en oro y guanín. Sitios arqueológicos Guayabo; en Turrialba. Valle Central. Región del Caribe, llanurasdelNorteydelPacíficoSur.

CLASIFICACIÓN ETNOGRÁFICA ÁREA INTERMEDIA ÁREA MESOMERICANA InfluenciadelasculturasdelCaribeySudamérica InfluenciasdeculturasubicadasenChiapas, Yucatán y Nicoya. CLASIFICACIÓN ARQUEOLÓGICA Región de Diquís Región Gran Nicoya Región Central

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• Burica • Osa • Boto • Coto • Dujura • Daboya • Guaycara • Alorique • Carobareque • Arocora • Zaque • Cochira • Cob • Huetara • Chorotega • Gurutina • Avancari (Abangares) • Cotosi • Chomi (Chomes) • Pocosi • Paro • Canjén (Canjel) • Nicoya • Mateo • Sapandi (Zapandí) • Corevisí (Corobicí) • Diriá • Namiapí • Orosí • Papagayo

• Nambí, Rey de Nicoya, bautizado como Don Alonso.

• Coaza, Rey de lengua náhuatl en Sixaola.

• Camaquiri, rey en Suerre. • Cocorí, rey en Suerre. • Garabito, rey de los huetares de occidente. • Coyoche, rey de los

chorotegas entre los ríos Jesús María y Grande de Tárcoles

• Coquiva, rey de Pacaca • Corrohore, rey de Quepo. • El Guarco, rey de los

huetares de oriente. • Correque, rey de los hue-

tares de oriente, bautizado como Don

Fernando Correque Señor y Encomendero de

Tucurrique. • Don Alonso Correque

Señor y Encomendero de Tucurrique.

• Garabito (rey de los huetares de Occidente)• Pixtoro, rey de Quircot• Chumazara, rey de Cot

o Coo • Aquitava, rey de Cot o

Coo• Tabaco, rey de Turrialba

la grande • Huerra, rey de Turrialba

la grande• Coquiva, rey de Pacaca• Caña, rey de Couto

• Sacora, rey de Couto• Abucarra, rey de Couto • Cebaca, rey de Couto• Guayabi, rey de Boruca• Aquecerrí, rey de Aquecerrí (Aserrí)• Taboba, rey de Puririce• Yabecar, rey de Uxú• Xarcopa, rey de Orosi• Toracci, rey de Buxebux• Guarco, rey de Purapura• Atao, rey de Corroci• Cutiura, rey de Atirro• Zabaca, rey de Tuyotique

(Teotique)• Guazara, rey de Pariagua

(Parragua)• Pucuca, rey de Chirripó• Guarazí, rey de Curcubite• Quicaroba, rey de Carucap• Beara, rey de Uxua• Abat, rey de Abacitaba• Cocoa, rey de Duxua• Taraquiri, rey de Guacara• Morure, rey de Anaca• Uxiba, rey de Arira• Ximuara, rey de Caraquibou• Urrira, rey de Ibacara• Xalpas, rey de Bexu• Abat, rey de Xupragua

(Sufragua)• Uzero, rey de Moyagua• Abacara, rey de Tariaca • Atara, rey de Tariaca

• Daraycora, rey de Aracara • Muameari, rey de Aracara• Abebara, rey de Mesabarú • Quecoara, rey de Mesabarú• Duytari rey de Mesabarú• Turere, rey de Mesabarú• Tibaba, rey de Bore• Cerbican, rey de Aoyaque • Boquinete, rey de Aoyaque • Narigueta, rey de Aoyaque• Toraba, rey de Uru y

Turriu• Darfima, Señor de Usabarú • Don Diego Garabito,

Cacique de los huetares Alcalde de Turrialba.

• Don Juan Quetapa, Cacique de Parragua • Don Antonio Carebe,

Cacique de Tariaca. • Coreneo, Cacique de

Tierra Adentro • Pablo Presbere, Cacique

de Suinse • Chirimo, rey de Talamanca • Santiago Mayas, rey de

Talamanca • Birche, rey de Talamanca. • William Forbes, rey de

Talamanca • Antonio Saldaña, rey de

Talamanca

Fuente: “http://es.wikipedia.org/wiki/Reyes_ind%C3%ADgenas_de_Costa_Rica”

CACIQUESENLAHISTORIAANTIGUADECOSTARICA

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contratistas de empresas de coloni-zación, compañías transnacionales fruteras; y por las inversiones y las políticas integracionistas del Estado liberal. La mayoría de los cacicazgos desaparecieron; otros se incorpora-ron a la población nacional en con-diciones de exclusión ciudadana, desigualdad social y en un entorno de prejuicios étnicos y culturales.

El reconocimiento de las comu-nidades indígenas como sujetos y forjadores de la identidad nacional costarricense renació en 1939 con la Ley General de Terrenos Baldíos que delimitó la Reserva de Boruca. Otra ley emitida con fines similares fue el Decreto No. 46 del 3 de diciembre de 1945 por el cual se creó la Junta de Protección de las Razas Aborígenes de la Nación. El 14 de enero de 1949, esa Junta recibió personería jurídica, y quedó facultada para promover la formación de nuevas reservas, como el caso de Boruca-Térraba, Salitre,

Ujarrás, Cabagra y China Kichá.

Entre 1955 y 1960 aumen-tó la privatización de las tierras en reserva indígena. No obstante, desde la crea-ción del Instituto de Tierras y Colonización (ITCO) en 1961, el Estado ha tratado de concentrar a los indíge-nas en sus tierras natales. En 1973 se creó la Comisión Na-cional de Asuntos Indígenas (CONAI) con representantes del Estado, municipalidades y organizaciones indígenas.

En 1975 CONAI creó nue-vas reservas que fueron le-galizadas. En 1977 se emitió la Ley No. 6172 con el fin de restituir la tierra a los indí-genas para proteger y consolidar sus culturas. Fue un logro, pues se trata de neutralizar y de detener la usurpación de sus tierras. CONAI ha propiciado la inscripción de las Reservas Indígenas en el Registro Público; la promulgación de leyes y reglamentos sobre derechos in-dígenas; la Ley sobre Patrimonio Nacional Arqueológico; la Ley de Inscripción y Cedulación Indígena;

y los artículos del Código de Mi-nería que protegen las Reservas. En 1992 se creó la Comisión Asesora de Asuntos Indígenas, Órgano Consul-tivo del Presidente de la República.

El 21 de setiembre de 1994 se apro-bó la ley número 7426. Esta norma abolió la Ley No. 4169, del 29 de julio de 1968 que enunciaba el “Día del Descubrimiento y la Raza”. La nueva ley estableció que “todos los años se conmemorará el 12 de octu-bre como ‘Día de las Culturas’, para enaltecer el carácter pluricultural y multiétnico de Costa Rica”. Asimis-mo, en 1999 se reformó el Art. 76 de la Constitución Política y se agregó la palabra “indígena” en la defini-ción de los derechos de los costarri-censes. El proceso jurídico e institu-cional, aunque tardío, reconoce el contenido ancestral que identifica la historia y la pluralidad cultural in-dígenas de la nación costarricense. Actualmente existen 11 grupos y 22 reservas indígenas.

Fuente. Fernández Se-veriano y Carmen Ro-jas. Dpto. de Educación Indigenista. MEP. San José 1995. Inédito. Cita-do por Padilla Elizondo, Isabel. La diversidad étnica nacional. Kiosco de Información. MEP. Archivo: A099610I.S10. San José, 1996. Bozzoli de Wille, María E. El indígena costarricense y su ambiente natural. Editorial Porvenir. San José. 1986. p. 16.

Pueblos Habitantes % Territorios

Chorotegas 795 2.22 MatambúMalekus 1.074 3.00 GuatusoTeribes 1.253 3.50 TérrabaHuetares 816 2.28 Quitirrisí. ZapatónBruncas 5.012 14.00 Boruca. Rey CurréBribrís 12.172 34.00 Salitre. Cabagra. Kekoldi.Cabécares 9.308 26.00 Ujarrás. Telire. Tayní. Nairí Awarí. (Talamanca)Guaymíes 5.370 15.00 Osa. Conte Burica. Abrojos. Coto Brus. San Antonio.Térrabas QuitirrisíMatambú Total 35.000 100 23 territorios (sic). Hectáreas: 317.339.

PUEBLOS INDÍGENAS:HABITANTES Y TERRITORIOS EN 1995

En 1999 se reformó el Art. 76 de la Constitución Política y se agregó la palabra “indígena” en la definición de los derechos de los costarricenses.

La región de Desamparados fue habitada antes de la llegada de Co-lón. Sus habitantes eran pobladores del Reino Huetar de Occidente, dominios del Cacique Garabito.Fuente: http://sociopoetizando.wordpress.com/2009/09/10/la-independen-cia-y-talamanca-los-caciques-bribris-asesinados/

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Los españoles llegaron en 1502 a Cariay, Limón, al mando de Cristóbal Colón.

Ese año comienza la exploración del territorio. Pero la conquista se ubica, con criterios adminis-trativos, entre 1534, año en que se nombra un Gobernador de Vera-gua, y 1573, cuando se designa a Diego de Artieda y Chirinos, Go-bernador de la Provincia de Cos-ta Rica. El proceso se desplegó en tres direcciones: a) las guerras en la región Caribe, entre 1508 y 1577; b) el control del Golfo de Nicoya, concluido en 1528; y c) la conquista del Valle Central, entre 1561 y 1569, año del reparto de los indios en encomiendas, por el Go-bernador Pero Afán de Rivera. El Caribe actual, entonces llamado “Costa de Veragua”, se consideró un litoral rico en oro y tesoros. El nombre fue sustituido hacia 1570 por el de “Nuevo Cartago y Costa Rica”.

Las vías de acceso al interior de los territorios fueron los ríos, islas y caminos que usaban los nativos. Como medios de transporte recurrían a la caballería y a los esclavos de carga o tamemes.

La monarquía española organizó la conquista mediante convenios con personas adineradas que fi-nanciaban la compra de armas de hierro, pólvora, caballos, embar-caciones, alimentos y tripulación. Recibían a cambio las ganancias

obtenidas con el saqueo de oro, el comercio y la venta de los indíge-nas esclavizados. Las embarcacio-nes hacia la América continental salían de puertos del Caribe o me-diterráneos, con más frecuencia de España, en donde obtenían la autorización de la Corona. Los na-víos eran bergantines medianos, góndolas y canoas, o galeones y carabelas de mayor dimensión. Las vías de acceso al interior de los territorios fueron los ríos, islas y caminos que usaban los nativos. Como medios de transporte recu-rrían a la caballería y a los escla-vos de carga o tamemes.

Al Caribe hubo varias expedi-ciones: las de Diego de Nicue-sa (1508-1510), Felipe Gutiérrez (1536-1537), Hernán Sánchez de Badajoz (1540), Rodrigo de Con-treras (1540) y Diego Gutiérrez (1541-1544). Para explorar Cen-troamérica, la ciudad de Panamá,

fundada en 1519, se convirtió en centro de operaciones. De ahí sa-lieron Hernán Ponce de León y Juan de Castañeda a explorar el Pacífico Sur, y chocaron con los indígenas. La conquista del Valle Central se asignó a Juan Estrada Rávago (1560-1561) Juan de Cava-llón y Juan Vásquez de Coronado (1562-1564).

La primera expedición con ob-jetivos de conquista del Pacífico se hizo en 1523 al mando de Gil González Dávila. La autorizó la monarquía para buscar el “Es-trecho Dudoso”, así llamado por ellos el Golfo de Nicoya. Aunque el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo da cuenta de que la angos-tura se llamó Golfo de San Lucas, Golfo de Orotiña y Golfo de Güe-tares. Nicoya fue convertido en sitio estratégico para conquistar Centroamérica, trasegar mercan-cías, oro y esclavos. Al explorar-

LACONQUISTAESPAÑOLAENCOSTARICA

Expedición de Gil González Dávila. Fuente: Álbum de Figueroa. ANCR - CIHAC.

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CARTADEVÁZQUEZDECORONADO

El historiador Manuel María Peralta descubrió en el Archivo General de Indias, en 1883, once cartas de Juan Vázquez de Coronado (1523-1565), dirigidas al monarca español, las cuales fueron publicadas en 1908 por Ricardo Fernández Guardia. En la carta del 11 de diciembre de 1563 escribió lo siguiente.

“A S. M. el Rey D, Felipe II Nuerm Cmrtmgo, ii de diciembre de igóa C. R. M.

De la provincia de Nicaragua di abiso a V. M. como residiendo en la govemacion della se me encargo y mando que juntamente con aquella provincia tubiese a mi cargo la pacificación y población desta de Nueva Cartago y Costa Rica hasta que por V. M. otra cosa fiíese proveído, y que dexando alli mi lugar teniente viniese a entender en la expedición y pacificación desta trayendo por delante gente, bastimentos, ganados y armas y otras cosas de socorro para algunos soldados que aqui quedaron, por ausencia del licenciado Juan Cava-llon. Puse por obra lo que se me mando con la diligencia a mi posible por parecerme que como se abia comengado á despoblar, del todo se acabara si yo no pusiera remedio en ello con enviar al maese de campo Juan de Ovalle con cinquenta soldados bien proveídos y con bas-timentos y ganados para los que en la tierra abian quedado, para que se animasen hasta que yo pudiese partirme con mas gente y dexase proveídas otras cosas tocantes a la jornada, en las quales di fin y principio a mi camino con no poco trabajo y gasto, partiendo de la cibdad de León, con otros ochenta soldados y vecinos, a los diez y ocho de agosto, en tiempo de ynbiemo y de grandes rios y ciénegas.

Entre en Nicoya a los seis de setiembre. Deste pueblo de Nicoya envié a llamar a los caciques de Cotan y Bagaci, pueblos que caen en la demarcación desta tierra, a los quales yo reduxe al servicio de V. M. juntamente con la isla de (^ilintiname), que esta en me-dio de la laguna de Granada, quando me embarque para el dicho efeto, como di a V. M. relación de la dicha provincia. Los caciques vinieron y quedaron muy en servicio de V. M. y encargue al corregidor de Nicoya que tubiese cuydado de mirar por ellos y mándele que no consintiese que en los principios se les pidiese cosa alguna, y al vicario le rogue los fuese a doctrinar, questan veynte y tantas leguas de alli. Proveiles de rescates y otras cosas con que fueron muy contentos.

En el pueblo de Nicoya estube aislado sin poder pasar adelante por causa de las grandes aguas que no dieron lugar a pasar por tierra, y por mar diome al través un navio pequeño a la salida de la barra y fue forgoso esperar otro grande que dexe cargando en el Realejo, el qual, después de aver descargado en el puerto y llevado de segundo viaje maiz para sustentar el campo, entro en Nicoya a los siete de noviembre y yo me embarque con toda la gente a los ocho. Entre en Landecho, que solamente gozaba del nombre de poblado, a los diez: halle solos quatro soldados y tan determinados de dexar la tierra, que si no supliera a la necesidad con regalos que les hice me alteraran los que traya. Dexe alli diez soldados y un teniente, los tres casados, y parti luego para esta poblaron o cibdad en la qual entre a los veinte del mismo mes. Fui bien recibido; halle a los soldados tan desnudos y necesitados que tube en mucho aver querido esperar con tanta necesidad. Proveilos lo mejor que pude, de manera questan contentos y se an animado para dar ñn en la jornada en servicio de Vuestra Magestad.

Esta poblaron esta en 1 1 grados, asentada en unos llanos grandes. Es tierra fría, tiene buen cielo y suelo; dista de la mar del Sur ocho leguas; de la del Norte se cree estaremos treynta poco mas o menos; del Desaguadero veynte, a nuestro parecer pocas mas. Tiene lexos las tierras para sembrar; dase trigos y todas hortalizas; tiene poca leña; esta algo apartada de la poblagon de los naturales. En dando asiento en la tierra se vera si ay otro sitio que le haga ventaja. Son grandes y casi insufribles los vientos que corren en verano. La tierra es una de las buenas que yo he visto en Indias y a mi ver no le haze ventaja ninguna de la Nueva España ni del distrito, porque he visto todas las mas y govemado en nombre de Vuestra Magestad algunas.

Danse muy bien ganados de todas maneras. Los naturales della son vivos de yngenio, belicosos, mayores de cuerpo que otros, bien hechos; imitan en

la sotileza de las contrataciones a los mexicanos; tienen ropa de algodón por extremo buena, gran cantidad de oro de todos quilates. Mostroseles cobdicia dello en los principios y hanlo escondido. Es forzoso que aya minas en muy gran cantidad, y no se aver descubierto ha causado la poca gente que tubo el licenciado Juan Cavallon que nunca oso enviar a parte ninguna de asiento, sino de paso a descubrir la tierra. Finalmente Vuestra Magestad tiene aquí uno de los mejores rincones de sus reynos.

Sera necesario que Vuestra Magestad mande que se de mas calor que hasta aqui, porque yo he gastado doze mili pesos sin que se me aya proveydo de cosa alguna y gastare lo mas que pudiere hasta que Vuestra Magestad de la orden que mas convenga a su servicio. Y es cierto que estoy bien adeudado, ansi desta jornada como de otras que en servicio de Vuestra Magestad he hecho.

Fuente: http://www.archive.org/stream/cartasdejuanvzq00guargoog/cartasdejuanvzq00guargoog_djvu.txt

Fuente: http://www.tiquicia.com/co-lumnas/historia/images/013-1.jpg

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se el Lago de Nicaragua -llamado por los indígenas, Cocibolca- se facilitó la salida al Mar Caribe por el desaguadero del Río San Juan. Al este del Golfo se fundó la Villa Bruselas, en 1524. Fue el primer poblado español en la ruta terres-tre hacia Nicaragua, y puerto para el comercio con Panamá y Perú. En 1527, quedó bajo control de los gobernadores de Nicaragua.

La conquista tuvo varios obje-tivos: obtener oro, en orfebrería y de aluviones; satisfacer el afán de guerra y de lucro, propios de la época del capitalismo mercantil; e imponer la autoridad de los Re-yes españoles y del papado roma-no. La obediencia a la autoridad se exigía a los indígenas al leerles en latín el célebre “Requerimien-to” o aceptación de la fe cristiana

y del poder monárquico como fi-nes de la conquista, según las Le-yes de Burgos. De ahí surgen las instituciones que la legitimaron: el Requerimiento, “la guerra jus-ta”, las encomiendas de esclavos y de servicios, y las Capitulaciones o contratos entre particulares y la Corona. El Estado monárquico exigía “el Quinto Real” o impues-to sobre los tesoros encontrados, y establecía además, que cada te-rritorio reconocido formaría parte del dominio imperial.

Gil González Dávila afirma que en el recorrido que hizo desde Punta Burica hasta el Golfo de Pa-pagayo subordinó a más de treinta caciques, bautizó 487 indígenas y recibió oro por valor de 4.708 pe-sos. Entre 1519 y 1542 más de cien cacicazgos de las regiones Caribe

y Chorotega vivieron en estado de hostigamientos militares, esclavi-zación y repartimiento de los ha-bitantes mediante las encomien-das para el trabajo, la prestación de servicios o el pago de tributos a la Corona.

La primera etapa de la conquis-ta concluye en 1542. A partir de entonces, la monarquía ideó un estatuto jurídico, conocido como las Leyes Nuevas. Con ellas tra-tó de detener la devastación de la población, mitigar la explotación de los indios, limitar la propiedad privada de las riquezas en meta-les y tierras, organizar el comer-cio y ordenar el cobro de tributos. Prohibió esclavizar a los indios; estableció las encomiendas por servicios y éstas pasaron a pro-piedad de la realeza; ordenó crear

Fuente: Payne Iglesias Elizeth. El impacto de la conquista española en las sociedades indígenas (1502-1569).http://www.avizora.com/historia de países/0079 historia costa rica 2http://es.wikipedia.org/wiki/Poblaciones_coloniales_de_Costa_Rica#Villas_y_ciudades_de_espa.C3.B1oles

AÑO POBLADO UBICACIÓN CONQUISTADOR

1524 Villa Bruselas Noreste del Golfo de Nicoya Gil González Dávila 1540 Ciudad de Badajoz y Valle de Coaza o del Duy Hernán Sánchez de Badajoz Puerto de San Marcos Caribe Sur 1543 Villa de Santiago Márgenes del Reventazón Diego de Gutiérrez y Toledo1544 Ciudad San Francisco Valle del Suerre Diego de Gutiérrez y Toledo1560 Castillo de Austria Caribe Norte Juan Estrada Rávago El Real de la Ceniza Valle Central costa oeste Juan de Cavallón y Arboleda1561 Castillo de Garcimuñoz Cerca de Santa Ana Juan de Cavallón y Arboleda1561 Villa Puerto de Landecho Tivives. Pafícifo Sur Juan de Cavallón y Arboleda1563 Nueva Cartago Buenos Aires. Puntarenas Antonio Àlvarez Pereyra 1563 NuevaCartago ConfluenciadelríoCori JuanVázquezdeCoronado1564 Santiago de Cartago Valle del Guarco. Cartago Juan Vázquez de Coronado 1568 Aranjuez PacíficoNorte PeroAfándeRiverayGómez1571 Nombre de Jesús Valle del Térraba Pero Afán de Rivera y Gómez 1572 Traslado de Cartago Matarredonda Pero Afán de Rivera y Gómez1574 Ciudad Espíritu Santo Valle de Coyoche Alonso Anguciana de Gamboa 1577 Esparza Actual Esparza Diego de Artieda Chirino y Uclés 1578 Artieda Río Guaymí. Hoy en Panamá Diego de Artieda Chirino y Uclés1605 Santiago de Talamanca Sur del Río Sixaola Rodrigo de Sojo

PRIMEROS POBLADOS ESPAÑOLES

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Reducciones de indios o poblados, administrados en lo social y en lo religioso por clérigos mercedarios. El sistema fue llamado de pacifica-ción, buen trato y colaboración de los indígenas, en contraste aparente con los métodos de guerra, saqueo y esclavitud.

En ese contexto se diseñó, en 1560, la conquista del Valle Central desde la costa del Pacífico. El traslado de Garcimuñoz al valle del cacicazgo guarco, y el reparto de indios, esta-bilizaron los poblados españoles en el Valle Central. El control del terri-torio central y el estímulo de enco-miendas otorgadas en 1569, cuando fueron adjudicados cerca de 70 mil indígenas, permitieron reorganizar la segunda fase del asedio a los caci-cazgos de la región Caribe, durante los años setenta del siglo XVI.

La conquista de Costa Rica fue exitosa para los españoles en el con-texto de las guerras contra las civili-zaciones Maya e Inca, y por la posi-ción del Istmo favorable al comercio con Europa y el sur del continente. Los cacicazgos de la Gran Nicoya, Diquís y del Valle Central eran co-munidades con baja densidad de población que utilizaban el oro en pocas actividades artesanales y te-nían modestos sistemas agrícolas y de intercambio. El sometimiento de los cacicazgos de las áreas interme-

dia y mesoamericana, satisfizo ante todo el comercio de esclavos, prove-yó trabajadores para mantener a las huestes invasoras y consolidar la co-lonización en torno a una economía que valorizaba los metales preciosos y algunas especies agrícolas única-mente en un sentido mercantil.

Las transformaciones estructura-les que introdujo la conquista tras-cendieron de manera irreversible la historia antigua de Costa Rica. Primero, por la destrucción de vi-das humanas. La población indíge-na ascendía al comienzo del siglo XVI a unas 400.000 personas, bajó a 120.000 en 1569 y a 10.000 a prin-cipios del XVII. Las causas del des-censo fueron: las guerras de los es-pañoles y de resistencia indígena, la

destrucción de aldeas, el comercio de esclavos, las encomiendas y las enfermedades. Han sido registradas varias crisis patológicas clasificadas como pestilencias, hambrunas, ca-lenturas, sarampión; y varias epi-demias que ocurrieron en los lapsos de 1524-1548, 1573-1576 y en 1581.

En segundo lugar, por la des-trucción de la propiedad colectiva y de la agricultura sedentaria. Los españoles introdujeron exigencias de rendimientos para satisfacer el comercio y el pago de tributos. Gra-varon productos autóctonos como el maíz, frijoles, cera, miel, algodón y sal; y esos bienes eran subastados por encomenderos comerciantes para la venta local o exterior. Se emplearon métodos de cultivo di-

1524 Diriá, Diriangen y Nicaragua1529 Güetares (Villa Bruselas)1532 Chondales (Nicaragua)1541 Cicuas (Talamanca)1545 Nicoya, Corvecí, Orotina, Chira1559 Concepción, Veragua (Panamá)1563 Quepo, Turucaca, Coto1564 Turrialba, Atirro, Cot, Uxarraci1602 Aoyaque y Chirripó1605 Moyagua (Talamanca)1607 Quequexque y Térrebes1610 Borucas, Cotos, Cicuas, Talamanca 1611 Cébaco y Coto 1615 Tariaca y Tierra Adentro 1616 Tariaca 1619 Aoyaques, Cureros y Hebenas 1638 Talamanca y Valle del Duy 1639 Votos 1640 Votos 1675 Urinamas, Boruca, Talamanca 1702 Térrabas, Tójar y Chánguenes1709 Tójar, Urinama, Térraba, Cabécara

La conquista eliminó la organización social basada en cacicazgos unidos por consanguini-dad y por el resguardo de tradiciones, y con creen-cias y mitos elaborados a través de la comunicación oral y gráfica.

Fuente. Ibarra Rojas, Eugenia. Las sociedades cacicales en Costa Rica. Siglo XVI. EUCR. San José, 1996. P. 194.

ALZAMIENTOS YREBELIONES INDÍGENAS

EN LA COLONIA: 1524-1709

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ferentes, herramientas de hierro y cobre, y se introdujeron especies agrícolas y animales que requerían el uso intensivo de la tierra. Reduje-ron el tiempo de trabajo que los po-cos sobrevivientes podían dedicar a sus propias faenas y al consumo de alimentos.

En tercer lugar la conquista elimi-

nó la organización social basada en cacicazgos unidos por consanguini-dad y por el resguardo de tradicio-nes, y con creencias y mitos elabora-dos a través de la comunicación oral y gráfica. Los españoles introduje-ron un sistema de jerarquías socia-les cuyo poder autoritario derivaba de la guerra y la violencia. Estable-cieron reducciones o poblados in-dígenas y mestizos segregados por criterios de clase social y áreas resi-denciales, y compartimentados por razones de administración militar, política, religiosa y comercial. Se au-toerigieron en autoridades con car-

gos y funciones que eran asignadas por instancias de un poder colonial lejano y ajeno a las necesidades coti-dianas. Con todo ello se rompieron los vínculos tradicionales locales entre familia, comunidad, sociedad, gobierno, cultura, medio ambiente y pasado memorial.

Por último, las guerrillas de re-

sistencia contra las avanzadas mi-litares de conquista ingresaron a la memoria colectiva indígena, quizás con el mismo celo con que ésta res-guardaba las epopeyas de las dinas-tías cacicales. En 1534 los guaymíes atacaron Veragua, destruyeron cul-tivos y huyeron al interior, pese a la prisión y tortura del cacique Purur-va. En 1541, Sánchez de Badajoz sometió y apresó a los legendarios caciques Camaquiri y Cocorí. Este último fue asesinado; pero Cama-quiri organizó una seria ofensiva. En Tayutic, sitio cercano a Turrial-ba, los españoles fueron atacados

con el grito que recogió el cronista italiano Girolano Benzoni, sobrevi-viente: “Toma oro, cristiano, toma oro...” El Valle Central se mantuvo en rebelión general durante las ex-pediciones de Juan de Cavallón y de Juan Vásquez de Coronado.

La resistencia indígena incluía des-de actos espontáneos hasta respues-tas más ordenadas. Consistieron en alzamientos, huídas a las montañas, quemazón de cultivos o el desacato a las demandas del conquistador. La zona de Nicoya y las sierras cer-canas a la costa pacífica fueron lu-gares de refugio de los aborígenes desde el ingreso de González Dávi-la. Asimismo, los huetares del Valle Central huían a las llanuras de los Votos y Talamanca. Entre las formas más ordenadas de resistencia están la destrucción de poblados, asaltos u hostigamientos, y el estado de sitio que hizo desaparecer muchas ciudades recién fundadas.

Rebelión de Pablo Presbere. Álbum de Figueroa ANCR - CIHAC.

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PABLOPRESBERE

Ará, el nombre original de Talamanca, nunca pudo ser conquistada por los españoles. No es casual entonces que sea la región donde sobrevive la principal población indígena del país, producto de una historia de resistencia. A raíz de la mortalidad y consecuente escasez de trabajadores en el Valle Central, los indígenas insumisos fueron hostigados desde principios del siglo XVII mediante la actividad misionera.

El proceso de reconquista por la vía de la evangelización inició en 1605 cuando Diego de Sojo y Peñaranda fundó Santiago de Talamanca. Pero la ciudad fue destruida en 1610 por la rebelión dirigida por el Useköl, nombre de los máximos jefes religiosos de los Bribris y Cabécares. En 1613 el cacique Coroneo, principal jefe político y militar –Bru, en lengua indígena- sublevó gran número de tribus del este de la provincia colonial. En 1620 los caciques de Talamanca Juan Serraba, Francisco Kagrí, Diego Hebeno y Juan Ibquezara se autoinmolaron, como op-ción al sometimiento. En 1662 el Bru Kabsi tomó y destruyó la recién fundada ciudad de San Bartolomé de Duqueiba. Otros caciques se pusieron bajo el control de los misioneros porque buscaban protección contra los piratas ingleses y los zambos mosquitos.

En 1694 ingresaron a Talamanca los frailes franciscanos, Fray Pablo de Rebullida y Fray Antonio Andrade. Cinco años después, con ayuda militar del Gobernador Lorenzo Antonio de Granda y Balbín, decidieron trasladar las poblaciones del lado Caribe, a Boruca, en el Pacífico. En 1709, el cacique de Suinse, Pabru –jefe de las lapas- Presbri, castellanizado como Pablo Presbere, interceptó una carta de los frailes en la que se daba la orden de “[sacar] a la provincia de Boruca los [indios] que estuvieren cercanos a ella, y a Chirripó y Teotique los que pudieren salir por la misma razón [porque] sus tierras [son] malas para administrarlos…” Ante esa disposición, el 28 de septiembre de 1709 estalló la rebelión.

Unos 4000 indígenas atacaron San Juan, lugar donde se encontraba fray Antonio de Andrade. Cinco soldados murieron y el resto huyó a Cartago. Presbere, al mando de otros guerreros, dio muerte a fray Pablo de Rebudilla y a dos soldados que se encontraban en San Bartolomé de Urinama. El cacique cabécar, Pedro Comesala, al mando de otro grupo, se dirigió a Chirripó donde dieron muerte a fray Antonio de Zamora, a dos soldados, y a la mujer y el hijo de uno de ellos. Fueron destruidas las reducciones misionales de Cabécar, Urinama y Chirripó, e incendiadas las casas del convento, los cabildos y 14 capillas. Los rebeldes avanzaron hasta Tuis, a 50 km de Cartago y exhumaban los cuerpos de indígenas sepultados por los españoles para enterrarlos según sus propias tradiciones. En la sublevación participaron unos 10.000 indígenas.

La rebelión fue salvajemente reprimida. El Gobernador Granda y Balbín torturó a varios indígenas de Pacaca. Luego orga-nizó una tropa de 200 soldados, no sólo para controlar la sublevación, sino también para adquirir prisioneros y usarlos como mano de obra para los encomenderos de Cartago. El líder indígena Presbere fue capturado en una emboscada. El Useköl Pedro Comesala y otros rebeldes lograron escapar. Las milicias ofrecieron la paz a cambio de la rendición de los rebeldes, pero éstos prefirieron dar fuego a sus chozas y huir. Los españoles hicieron prisioneros a 700 indígenas.

Según testimonio del gobernador Diego de la Haya Fernández, expedido nueve años más tarde, solo 500 llegaron con vida a Cartago y fueron repartidos entre los oficiales, soldados y miembros de la élite. A Pablo Presbere y demás líderes los encar-celaron en el convento de La Soledad. Fue enjuiciado el 1º de junio de 1710 y la sentencia se cumplió el 4 de julio del año de 1710, en la ciudad de Cartago.

La sentencia decía así: “...fallo que de condenar al dicho Pablo Presbere por lo que contra él está probado, sin embargo, de la negativa que tiene hecha en su confesión, que sea sacado del cuarto donde le tengo preso y puesto sobre una bestia de enjalma y llevado por las calles públicas de esta ciudad con voz de pregonero que diga y declare su delito, y estramuros de ella, arrimado á un palo, vendado los ojos, ad módum deli sea arcabuzceado, atento a no haber en ella verdugo que sepa dar garrote; y luego que sea muerto le sea cortada la cabeza y puesta en alto que todos la vean en el dicho palo...”.

El 19 de marzo de 1997 la Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica lo declaró DEFENSOR DE LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS, y un decreto ejecutivo declaró el 4 de julio como el Día de Presbere. El único colegio que llevaba su nombre, ubicado en Calle Blancos, Goicoechea, se cerró en 1987.

Fuentes. http://www.guiascostarica.com/4julio/4_julio_1710.htm Villalobos, Gabriela. La indómita Talamanca. La rebelión de Pablo Presbere.En: http://www.museocostarica.go.cr/es_cr/temas-de-inter-s/la-ind-mita-talamanca.html?Itemid=64

Fuente: www.ticotimes.net/images/daily_04_20_06.jpg

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Costa Rica se insertó en la historia de Europa Occi-dental como territorio del

imperio español. Para organizar las sociedades conquistadas en Amé-rica, Asia y Oceanía, la monarquía creó un sistema de poder que cen-tralizó en la Casa de Contratación de Sevilla (1503), el Consejo de In-dias (1511) y el Tribunal de la Inqui-sición (1569). Estas instituciones y la evolución de las estructuras colo-niales en relación con la economía y la política europea fueron decisivas en la historia de América Latina.

La Casa de Contratación diseñó el

monopolio comercial, impulsó es-tudios náuticos y geográficos y asu-mió la resolución de asuntos civiles y criminales. El Consejo de Indias

organizó el gobierno en las áreas mi-litar, judicial, civil, comercial, tribu-taria y eclesial. El Tribunal de la In-quisición a cargo de los dominicos, procesó a los herejes, hechiceros, in-vocadores del diablo y adivinos; im-pidió la entrada de judíos; penalizó la infidelidad, la bigamia y la inmo-ralidad sexual. En esa época preva-lecía la doctrina moral de la Iglesia Católica, de origen medieval.

En América, el poder surgió de las guerras de conquista. La autoridad fue legitimada mediante las Capi-tulaciones, y luego de 1680, con las

normas del Derecho de Indias. La administración de las colonias con-jugó objetivos de posesión territo-rial, preservación de la población, recaudación de tributos y lealtad a la monarquía. Centroamérica de-pendía del Virreinato de la Nueva España creado en 1535 con sede en México, y desde 1542, de la Capita-nía General y de la Real Audiencia de Guatemala. En el nivel local, las instituciones políticas fueron las Gobernaciones de Provincia, los Corregimientos y los Cabildos di-rigidos por el alférez real, alcaldes, regidores, tenientes de gobernador, oficiales y alguaciles. Esos cargos eran desempeñados por individuos de familias españolas y, en menor grado, por los criollos o descen-dientes de conquistadores.

COSTARICA:UNACOLONIADEESPAÑA

Iglesia colonial de Ujarrás.Fuente: Colección privada.

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El territorio de Costa Rica había sido repartido antes de darle unidad administrativa. La vertiente del Ca-ribe quedó adscrita a la provincia de Veragua, creada en 1508. La vertien-te del Pacífico, a la Provincia de Cas-tilla del Oro o Colombia. La región noroeste del mismo litoral, a la Pro-vincia de Nicaragua. En 1540 se for-mó la Provincia de Nuevo Cartago y Costa Rica. En 1565, Felipe II con-cedió a Juan Vázquez de Coronado el título nobiliario y hereditario de Adelantado de Costa Rica. El primer Gobernador, Pero Afán de Rivera y Gómez, ejerció entre 1568 y 1573. Le sustituyó Diego de Artieda Chi-rino y Uclés. Durante su gobierno, la Audiencia de Guatemala agrupó las reducciones indígenas más pobladas en nueve Corregimientos: Chomes, Pacaca, Quepo, Tucurrique, Gara-bito, Aserrí, Chirripó, Turrialba y Francisco de Ocampo y Golfín (Uja-rrás). La región Nicoya fue el primer corregimiento, creado en 1554; pero en 1787 quedó convertido en El Par-tido de Nicoya, adscrito a la Inten-dencia de León. En 1662 había trein-ta reducciones de indios.

El poder colonial se consolidó cuando en 1569 los conquistado-res se repartieron a los indígenas, mediante las encomiendas. La pro-ducción de bienes y la formación de grupos sociales quedaron en-trelazadas con asidero en la apro-

piación privada de la tierra y de los excedentes de productos que tenían valor de consumo, comercial y tri-butario. La minoría de encomende-ros devino clase social al afianzarse los fines mercantiles de la economía con las funciones de gobierno y las actividades eclesiales. En 1591 se promulgaron las Reales Cédulas por medio de las cuales la Corono obligó a pagar las apropiaciones de tierras no adquiridas por títulos oficiales, y la disposición dio origen a las com-posiciones o compras de tierra. Un siglo después, en 1692, se creó el Juz-gado Privativo de Tierras.

La producción de bienes adquirió

valor dinerario y se basó en los cul-tivos de maíz, frijol, trigo, zarzapa-rrilla y cacao; la elaboración de miel, cera, sal, y harina; el tejido de fibras como algodón, henequén, pita y ca-buya; la cría de cerdos, vacas y ca-ballos; y la manufactura de cerámica para usos domésticos, o de tejas para cubrir las viviendas. Los pueblos de indios no encomendados se asigna-ron a los frailes dominicos y francis-canos quienes los forzaban a trabajar para proveer ingresos a la Caja Real. Con ese objetivo nacieron las cofra-días o asociaciones en áreas delimi-

tadas para el trabajo común, en las cuales se celebraban ferias para su-fragar gastos clericales y eclesiales en nombre de un santo patrono.

El comercio con España despegó a partir de 1570 a través de la red marítima que unía Filipinas, Chile y Acapulco. Por ello los encomen-deros forzaron la apertura del Ca-mino de Mulas que comunicó Car-tago con Esparza, hasta los Puertos de Caldera (1570) y Nicoya (1577), puntos de embarque a los puertos panameños de Nombre de Dios y Portobelo, o a Cartagena. La agri-cultura, el comercio exterior y la acumulación de dinero fueron exi-tosos entre 1570 y 1630. Los estimu-ló el alza en la producción minera de plata en Perú, México y Hon-duras, al introducirse el método de amalgama con mercurio.

Pero entre 1620 y 1685 se sintie-ron las consecuencias de la prime-ra gran depresión del capitalismo europeo. Vino la crisis del comercio exterior, agravada por el descenso de la población indígena, el declive del cacao en Rivas y Quepos, el au-mento de los tributos, la decadencia de la flota marítima de España, y la

Camino de mulas. Álbum de Figueroa. ANCR - CIAHAC.

En 1540 se formó la Pro-vincia de Nuevo Cartago y Costa Rica. En 1565, Felipe II concedió a Juan Vázquez de Coronado el título nobiliario y here-ditario de Adelantado de Costa Rica.

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piratería. El trueque de productos con monedas de cacao volvió a ser práctica común. Además, en la po-blación se desataron nuevos tipos de conflictos: entre encomenderos y comerciantes o entre éstos y la buro-cracia; entre funcionarios políticos y el clero, por disputas de prebendas; y a raíz de rebeliones indígenas, esta vez contra los curas doctrineros. En-tre 1610 y 1661 fueron constantes las revueltas de las tribus tariaca, aoya-ques, cureros y hebenas.

La contracción del comercio entre España y sus colonias a través de los puertos de Veracruz y Portobe-lo, fomentó la competencia europea. Desde 1660 la piratería asoló las costas e islas en Haití, Jamaica, Pa-namá, Nicaragua, Matina y Nicoya. La primera invasión de bucaneros ocurrió en 1666, cuando unos 800 hombres al mando de Henry Mor-gan y John Mansfield arribaron a Portete y llegaron 30 kilómetros an-tes de Cartago. El contrabando de-vino en institución como actividad de los encomenderos, burócratas, comerciantes y clérigos en reacción a las restricciones para controlar

la piratería y la evasión fiscal. No obstante, la recuperación del ciclo económico depresivo, entre 1690 y 1750, abrió el cauce a otros cambios que dinamizaron la economía y la sociedad colonial.

La encomienda fue sustituida por el trabajo libre, sin más coacción que la necesidad. El Juzgado Privativo de

Tierras impuso una nueva adminis-tración de las tierras. Surgió la gran propiedad en la cual tomó forma la agricultura de exportación con arrai-go en las plantaciones de cacao ubi-cadas en Matina, y en las haciendas de ganado de Esparza y del Corregi-miento de Nicoya, Bagaces y Rivas, territorios de Nicaragua. En el Valle Central subsistió la propiedad colec-tiva en la forma de ejidos comunales de indios, y de mestizos y libertos; de tierras públicas o “propios”; y de fun-dos comunes. Nació el arrendamien-to de la tierra y de la fuerza de trabajo indígena, y algunas grandes propie-dades se fragmentaron en parcelas a raíz del crecimiento de la población mestiza. Esos fenómenos delinearon la estructura de pequeña propiedad o “chácara”: fincas familiares aleda-ñas a otras más extensas como las que heredó en Matarredonda, Josefa de Torres -madre del Pbro. Manuel Antonio Chapuí- o el latifundio del Pbro. José de Chaves, ubicado entre Pavas, Escazú y Santa Ana.

En esta fase resurgió la esclavitud de etnias negroides; creció la inmi-gración española de “hombres sol-teros de noble linaje”; y hubo otra ofensiva militar sobre los pueblos indígenas de la cordillera de Tala-manca, la cual fue neutralizada, en 1709, por la rebelión de los caciques Presbere y Comesala. Entre 1720 y 1750 surgieron oleadas migratorias de ladinos, mestizos y españoles o “blancos pobres”, las cuales origina-

QUEJADELOSINDIOSDEBARVAALACORONA

En 1762 los indígenas de Barva resumieron los daños sufridos, mediante la siguiente queja que enviaron a la Corona.

“….recibimos muchos perjuicios como es quitando los montes para hacer sus labores y juntamente cortando las maderas de ellos para ha-cer otros cercos y dejándonos sin lugar para trabajar nuestras milpas para poder pagar los reales tributos de Su Majestad, diciendo que no tenemos tierras que los tirros (sic) son dueños de ellas y que se pon-drán donde quisieren sin que nadie se lo estorbe … asimismo recibimos perjuicios de los ganados de todo el dicho vecindario por estar sitiados dichos ganados dentro de nuestras tierras y no haber forma que salga pues no nos vale mostrarles nuestras ordenanzas…”.

Fuente: Fonseca C., Elizabeth. Op. Cit. (1983) P. 146.

Fuente: Fonseca Corrales, Elizabeth. Costa Rica Colonial: La tierra y el hombre. EDUCA. San José. 1983. p.101.

PERÍODO VALLE CENTRAL PACÍFICO NORTE

PROPIEDADES COMPRADAS POR LOS CRIOLLOSA LA CORONA 1591-1821

La primera invasión de bucaneros ocurrió en 1666, cuando unos 800 hombres al mando de Henry Morgan y John Mansfield arribaron a Portete y llegaron 30 kiló-metros antes de Cartago.

1591-1692 1.839,97 Has. 2.396,24 Has.

1693-1754 5.092,01 Has. 19.490,84 Has.

1755-1821 34.852,43 Has. 37.462,62 Has.

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ron las villas de San José, Heredia y Alajuela. Estos cambios favorecieron el aumento de población, la diversi-dad étnica y cultural de la sociedad, la formación de la pequeña propie-dad familiar, el consumo de manu-facturas españolas, la reactivación de los cultivos de cacao, añil, palo de brasil, azúcar, hortalizas y taba-co, y el comercio de esos productos con Guatemala y México, o hacia los puertos de Callao y Guayaquil.

La producción no agrícola que lle-naba necesidades familiares y de los usos citadinos y religiosos también despuntó desde finales del XVII. Los artesanos habían venido como tri-pulación y desde 1575 los Cabildos exigieron preservar los oficios por medio del reclutamiento y el apren-dizaje. En tanto labores que reque-

rían herramientas, materias primas y destrezas especiales, las autoridades de Cartago concentraron a los indíge-nas en barrios como la Puebla de los Pardos y San Juan de Herrera de los indios Naboríes. Así tomó forma el estrato social de los artesanos con sus categorías de maestros y aprendices. Algunos indígenas participaron de ese medio laboral y comenzó la rup-tura con el simbolismo de sus tradi-ciones como orfebres y ceramistas.

El aprendizaje indígena ha sido constatado en los oficios de zapateros, carpinteros, cerrajeros, sastres, he-rreros, silleros, curtidores, tejedores, plateros, canteros y albañiles. Aun-que la mayoría seguían los oficios de hilandería o fabricando cestas, lazos, petates y hamacas. La artesanía tuvo crecimiento en Cartago donde la ela-

boración de tejas originó el poblado de El Tejar. Los españoles alquilaban indígenas para trabajar a jornal como artesanos y en la construcción y re-paración de casas, calles e iglesias. El castigo corporal era parte de las con-diciones de trabajo, sobre todo en los estanques de añil y en la extracción de moluscos tintóreos como el murex.

El sector de artesanos lo integra-ban grupos étnicos diversos: indios, mestizos, mulatos, pardos, blancos; y hubo casos de esclavos negros. Eran pocos trabajadores y además hacían otros menesteres para sub-sistir por lo cual había escasez de productos. Pero desde 1678 los ar-tesanos fueron obligados a practicar un solo oficio, a especializarse por medio del aprendizaje, a no aban-donar las faenas y a abrir tienda,

ASENTAMIENTOS COLONIALES EN EL VALLE CENTRAL

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obraje o taller para servicio público. En 1690, entre los 575 habitantes de Cartago, había 35 artesanos.

La segunda mitad del siglo XVIII muestra la pujanza del capital y del comercio internacional, a tal grado que el dominio de ambas fuerzas eco-nómicas produjo cambios profundos en las sociedades, modos de produc-ción y de vida, y en las instituciones del Estado monárquico. A partir de 1780 se acentuó en Inglaterra la tran-sición de la manufactura a la fábrica industrial, a raíz de las nuevas apli-caciones técnicas en las ramas textil, metalúrgica y de medios de trans-porte ferroviarios a vapor. La revo-lución industrial marcó otra era del sistema capitalista, con proyección hasta la depresión de 1815-1850. En esos setenta años convergen, ade-más, la independencia de los Estados Unidos (1776-1783), la revolución francesa (1789-1795), la expansión del imperio napoleónico (1799-1815), los conflictos entre las monarquías por el control de los mares, las guerras de sucesión dinástica y las Reformas Borbónicas en España.

Felipe V (1700-1746), Fernando VI (1746-1759) y Carlos III (1759-1788), impulsaron en América un proceso de reformas para explotar, adminis-trar y proteger las colonias; eliminar los obstáculos al comercio; y contra-rrestar la ofensiva marítima y militar de Inglaterra, Holanda, Francia y Portugal. Para ello crearon la Secre-

El aprendizaje indígena ha sido constatado en los oficios de zapateros, carpinteros, cerrajeros, sastres, herreros, silleros, curtidores, tejedores, pla-teros, canteros y albañiles.

ARTESANOSDECARTAGOENELSIGLOXVII Jusepe de Mena, sastre, indio Juan de Aliñan, maestro, sastre Gaspar de Cáceres, sillero, hijo de india de CurridabatJerónimo, sastre, hijo de india de QuircotFrancisco, carpintero mulato libreNicolás de Arce, maestro cantero, mulato libre Manuel Rodríguez, cantero, esclavo negroSebastián de Contreras, maestro, canteroLucas Serbantes, mulato de la Puebla de los AngelesDiego Pérez, maestro de sastre en la PueblaAndrés Gómez, herrero de CartagoGabriel López, esclavo, herreroAgustín González Loría, maestro, herreroAndrés Méndez, maestro, herreroDomingo López, indígena, carpinteroLázaro Gutiérrez, indígena carpinteroBaltazar García, indígena, carpinteroDiego Chirraca, indígena, carpinteroJosé de Rivera, maestro, carpinteroJosé Falcón, maestro, carpinteroFrancisco Merino, aprendiz, curtidorFrancisco Rodríguez Moreno, maestro, curtidorAgustín Loría, maestro, cerrajeroJuan Pérez de Bonilla, maestro, sastre Marcos Martín, sastre Juan Pérez de Bonilla, sastre José de Prendas, sastre Gabriel de Aguilar, sastre Juan Sánchez Liñán, sastre Diego Pérez de Medina, sastrePedro de Alvarado, tejedorPedro Martínez, tejedor Juan Hidalgo, indígena, zapatero Alonso Sánchez, indígena, zapateroBernardo de la Cerda, español, maestro zapateroVentura Sánchez, español, zapatero Francisco Calvo, español, zapateroDiego de Espinoza, español, zapatero Andrés de LoboTomás Meléndez, maestro, talla de maderaFrancisco Bustamante, pintura y ensamble de imágenesEuxemio Martínez, escultor de imágenes, Talamanca

ARRENDATARIOSDEELTEJARDECARTAGO

Francisco Solano. 1651Sebastián de Zamora, Alférez, Hacendado. 1661 Pedro Lorenzo de Venegas, Sargento Mayor. 1675Antonio Pacheco. Sargento Mayor, Arrendador en 1678

Fuente: Payne Iglesias, Elizeth. Op. Cit.

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taría de Estado y los Despachos de Marina e Indias, con funciones de hacienda, comercio, defensa y admi-nistración. La Casa de Contratación fue trasladada de Sevilla a Cádiz y en América se formaron los virreinatos de Nueva Granada y de La Plata.

Entre 1760 y 1808, la monarquía derogó impuestos de importación; autorizó a compañías privadas para que comerciaran con exclusividad en regiones específicas; suprimió el sistema de flotas y rebajó tarifas para aumentar el número de navíos y el volumen de transacciones. En 1778 promulgó el decreto de libre comer-cio marítimo entre España y Améri-ca. La piratería europea en el mar Ca-ribe fue neutralizada por medio de defensas costeras y la construcción de fortalezas, castillos y murallas en los puertos y ciudades mayores.

Pero la necesidad de más ingresos para aplicar las reformas dio lugar a la celosa recaudación fiscal de las alcaba-las o impuestos de venta, y al control de la producción. Por ello se estable-cieron estancos o sitios exclusivos que regularon áreas de cultivo, número de productores, financiamiento, aco-pio y fijación de precios en la elabo-ración del añil, aguardiente y tabaco. Bajo esas medidas se reactivaron los cultivos de exportación y minería, y se reconstruyeron rutas de comercio. Los pueblos indígenas y mestizos fue-ron forzados a ingresar a los circuitos de intercambio mercantil. Apelando a la justicia, se impusieron controles so-bre las relaciones de explotación con medidas como reclutamiento de va-gos, huérfanos, prostitutas y mujeres solas, o por medio de la escolaridad y la instrucción mínima.

Las reformas cohesionaron a los españoles residentes en América o “chapetones”, familias ligadas por

funciones de gobierno, comercio e introducción de manufacturas. Afectaron intereses de las fami-lias criollas descendientes de con-quistadores ya que impidieron la diversificación de la producción. Los estancos inhibieron las inicia-tivas de cosecheros, deprimieron cultivos regionales, fomentaron la siembra ilegal de tabaco y con ello, la represión. Las reformas también restringieron privilegios eclesiales, al eliminar exoneraciones fiscales y desmontar los controles que ejer-cían las órdenes clericales sobre los trabajadores indígenas y mestizos. En 1767 los jesuitas fueron expul-

sados de España y de América. Es-tas transformaciones prepararon el escenario que fraguó el malestar, la disidencia y las ideologías anti-monárquicas. Culminó en las gue-rras de independencia, a las cuales precedieron múltiples y variadas expresiones separatistas.

En Costa Rica, el relieve de las reformas borbónicas se manifestó en la respuesta de la Corona a la de-cadencia en la producción del cacao y del comercio. Desde que en 1766 se estableció en Guatemala el estan-co de tabaco, se abrió una alterna-tiva exportadora. Entre 1781 y 1792 la agricultura de tabaco se favoreció

con la apertura de la Factoría de Ta-baco en San José y con la exclusivi-dad del comercio desde los puertos de Barranca, El Palmar, Caldera y Puntarenas a Panamá, Nicaragua, Salvador y México. El ciclo tabaca-lero dio relevancia a la geografía económica del Valle Central respec-to al Valle del Guarco y de la zona ganadera del Pacífico; permitió acu-mulación privada de capital; prove-yó experiencia empresarial al Factor de Tabacos, Mariano Montealegre.

En segundo lugar, ante el riesgo de que los ingleses ubicados en Bo-cas del Toro cruzaran la cordillera de Talamanca, la Corona autorizó otra ofensiva sobre los pueblos Bo-ruca, Térraba y Cabagra; lugares de huída de los indígenas después de la rebelión de Presbere y Comesala. La Audiencia de Guatemala auxilió a los franciscanos para que llevaran a cabo el traslado de indígenas desde el Ca-ribe al Pacífico Sur, mediante la auto-rización del sínodo o pago de salarios a los clérigos y sus escoltas militares. La actividad clerical se dio entre 1740 y 1761. Permitió la fundación de los poblados de Nuestra Señora de la Luz de Cabagra (1744) y de San Fran-cisco de Térraba (1754). Pero también provocó las rebeliones de los indíge-nas teribes ocurridas en 1761.

La conquista en el siglo XVI y el período colonial de los siglos XVII y XVIII, legaron instituciones econó-micas, sociales, jurídicas, políticas y religiosas provenientes del en-tramado histórico de la transición de la Edad Media al Capitalismo mercantil en Europa y España. Pero además, las colonias americanas heredaron la variedad de rasgos ét-nicos, lingüísticos y de expresiones multiculturales que, en conjunto con aquellas, caracterizan la tesi-tura de la identidad costarricense

La Audiencia de Guatemala auxilió a los franciscanos para que llevaran a cabo el traslado de indíge-nas desde el Caribe al Pacífico Sur, mediante la autorización del sínodo o pago de sa-larios a los clérigos y sus escoltas militares.

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y le imprimen significado propio. Los modos de vida solariegos que se levantaron sobre las formas de propiedad colectiva de la tierra, de los pequeños fundos familiares, y de las haciendas, plantaciones y la-tifundios, configuraron también el universo de nuevas interrelaciones culturales que se crearon entre in-dígenas, hispanos, mestizos, etnias negroides y los grupos europeos.

Esos modos de vida se manifiestan en las diferentes lenguas, modismos regionales y locales, música, danzas y fiestas; en los trajes, la cocina y la vida hogareña; en las adivinanzas, refranes, dichos, canciones de cuna, juegos infantiles y de adultos, cantos de amores y romances, villancicos y serenatas. Esas múltiples creaciones animan convicciones acerca de la naturaleza y el universo; creencias y supersticiones; liturgias y ritos sociales protohistóricos, soportes de mentalidades colectivas que se inspiran en mitos, leyendas, tradi-ciones, costumbres y en la ética de las gentes. Como discurso histórico han sido resguardadas, gracias a la introducción de la imprenta, por medio de crónicas y sagas, narracio-nes y poesías, cuentos, testimonios

de memoria colectiva, documentos y la historia oral; o en estatuas, mo-numentos y edificaciones.

La iglesia católica fue determi-nante en la perseverancia de éstas y otras expresiones culturales, a raíz del adoctrinamiento y la evangeliza-ción cristiana con sus cánones, cul-tos y ritos religiosos como Semana Santa, Navidad, procesiones, fiestas patronales y actos funerarios. Otras, de carácter laico, surgieron en liga-men con fiestas familiares y con la socialización comunal o de grupos sociales y étnicos específicos. Las gobernaciones de provincia, los pri-meros Cabildos y los Ayuntamien-tos prohijaron también normas, instituciones y convenciones colec-tivas para propiciar la legitimación

del poder, la aceptación de la auto-ridad y la ejecución y obediencia a los dictados de gobierno. Con ello fueron modulando la vida pública y las prácticas ciudadanas.

En Costa Rica, quizás la ausencia de lujosas mansiones o de ostento-sas construcciones arquitectónicas, reflejen también la diferencia y la poca relevancia de la sociedad y de la economía colonial en el contexto del capitalismo, entre los siglos XV y el primer cuarto del siglo XIX. El Con-vento de Orosi, las ruinas de la Iglesia de Ujarrrás, las casonas, los corrales y las haciendas cercadas con empedra-dos en Esparza, Nicoya y Liberia son los pocos ejemplos que también testi-monian, perpetúan y evocan nuestro pasado como colonia de España.

Vista de la ciudad de Cartago. 1608. Álbum de Figueroa. ANCR - CIHAC.

Los modos de vida so-lariegos que se levanta-ron sobre las formas de propiedad colectiva de la tierra, de los pequeños fundos familiares, y de las haciendas, plantaciones y latifundios, configura-ron también el universo de nuevas interrelaciones culturales que se crearon entre indígenas, hispanos, mestizos, etnias negroi-des y los grupos europeos.

Alcaldes y regidores de Cartago en la Iglesia de Esparza reunidos con los munícipes locales. Álbum de Figueroa. ANCR - CIHAC.

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GOBERNADORESCOLONIALES ADELANTADOSDECOSTARICA

• Juan Vázquez de Coronado (m. 1565), casado con Isabel Arias Dávila. • Gonzalo Vázquez de Coronado y Arias Dávila (m. 1612), casado con Ana Rodríguez del Padrón. • Juan Vázquez de Coronado y Rodríguez del Padrón, murió sin hijos. • Diego Vázquez de Coronado y Rodríguez del Padrón (m. 1660), casado con Francina de Melgarejo. En 1656

renunció al título en favor de su nieta. • María Núñez-Temiño y Vázquez de Coronado (m. 1720), casó en primeras nupcias con Juan Fernández de Sali-

nas y La Cerda y en segundas con Agustín Rodríguez de la Gala, pero no tuvo descendencia. A su muerte heredó el título uno de sus primos.

• Diego Vázquez de Montiel y Ocón y Trillo (m. 1733), casado con Sebastiana de Echavarría Navarro. • Pablo José de Montiel y Echavarría Navarro (m. 1764), casado con Francisca de Valderrama. • Diego José de Montiel y Valderrama, nacido en 1748, prócer de la independencia de Nicaragua, casado con Ma-

nuela Chamorro. GOBERNADORES

1543-1544 Diego Gutiérrez y Toledo, Gobernador 1561-1562 Juan de Cavallón y Arboleda, Alcalde Mayor 1562 Juan de Estrada Rávago y Añez, Teniente de Alcalde Mayor 1562-1565 Juan Vázquez de Coronado, Alcalde Mayor 1565-1566 Miguel Sánchez de Guido, Teniente de Alcalde Mayor 1566-1568 Pedro Venegas de los Ríos, Alcalde Mayor 1568-1573 Pero Afán de Ribera y Gómez, Gobernador 1573-1574 Juan Solano y Díaz de Tapia, Teniente de Gobernador 1574-1577 Alonso Anguciana de Gamboa, Gobernador interino 1577-1589 Diego de Artieda Chirino y Uclés, Gobernador 1589-1590 Juan de Peñaranda, Teniente de Gobernador 1590-1591 Juan Velázquez Ramiro de Logrosán, Gobernador interino 1591 Antonio Álvarez Pereyra, Teniente de Gobernador 1591-1592 Bartolomé de Lences, Gobernador interino 1592-1595 Gonzalo de Palma, Gobernador interino 1595-1599 Fernando de la Cueva y Escobedo, Gobernador 1599 Gaspar Rodríguez, Alcalde Primero de Cartago 1600 Antonio de Carvajal, Alcalde Primero de Cartago 1600-1604 Gonzalo Vázquez de Coronado y Arias Dávila, Gobernador interino 1604-1613 Juan de Ocón y Trillo, Gobernador 1613-1618 Juan de Mendoza y Medrano, Gobernador 1618-1624 Alonso del Castillo y Guzmán, Gobernador 1624-1630 Frey Juan de Echáuz y Velasco, Gobernador 1630-1634 Juan de Villalta, Gobernador 1634-1635 Bartolomé de Enciso Hita, Teniente de Gobernador 1635-1636 Juan Maldonado de Villasante, Teniente de Gobernador 1636-1644 Gregorio de Sandoval Anaya y González de Alcalá, Gobernador 1644-1650 Juan de Chaves y Mendoza, Gobernador 1650-1659 Juan Fernández de Salinas y La Cerda, Gobernador 1659-1661 Andrés Arias Maldonado y Velasco, Gobernador 1661-1662 Pedro Fernández de Córdoba, Teniente de Gobernador 1662-1664 Rodrigo Arias Maldonado y Góngora, Gobernador interino 1664-1665 Juan de Obregón y Espinosa, Gobernador interino 1665-1674 Juan López de la Flor y Reinoso, Gobernador 1674-1679 Juan Francisco Sáenz-Vázquez de Quintanilla y Sendín de Sotomayor, Gobernador 1679-1680 Francisco Antonio de Rivas y Contreras, Juez de Comisión 1680-1681 Juan Francisco Sáenz-Vázquez de Quintanilla y Sendín de Sotomayor, Gobernador 1681-1693 Miguel Gómez de Lara y Brocal, Gobernador 1693-1698 Manuel de Bustamante y Vivero, Gobernador 1698-1704 Francisco Serrano de Reyna y Céspedes, Gobernador 1704-1707 Diego de Herrera Campuzano, Gobernador interino 1707-1712 Lorenzo Antonio de Granda y Balbín , Gobernador 1712-1713 José de Casasola y Córdoba, Teniente de Gobernador

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1713 Francisco López Conejo, Teniente de Gobernador 1713-1717 José Antonio Lacayo de Briones y Palacios, Gobernador 1717-1718 Pedro Ruiz de Bustamante, Gobernador interino 1718-1727 Diego de la Haya Fernández, Gobernador 1727-1736 Baltazar Francisco de Valderrama y Porcel de Haro, Gobernador 1736 Antonio Vázquez de la Cuadra y Sequera, Gobernador 1736 Juan Francisco de Ibarra y Calvo, Teniente de Gobernador 1736 Dionisio Salmón-Pacheco y Abarca, Teniente Gobernador 1736-1739 Francisco Antonio de Carrandi y Menán, Gobernador interino 1739-1740 Francisco de Olaechea y Garaycoechea, Gobernador interino 1740-1747 Joan Gemmir i Lleonart y Fontanills, Gobernador 1747-1748 Francisco Javier de Oreamuno y Vázquez-Meléndez, Teniente de Gobernador 1748-1750 Luis Díez Navarro y Albuquerque, Gobernador interino 1750-1754 Cristóbal Ignacio de Soria y Montero de Espinosa, Gobernador 1754-1756 Francisco Fernández de la Pastora y Miranda, Gobernador interino 1756-1757 José Antonio de Oreamuno y Vázquez-Meléndez, Teniente de Gobernador 1757-1758 José González Rancaño, Gobernador interino 1758-1760 Manuel Soler, Gobernador 1760-1762 Francisco Javier de Oreamuno y Vázquez-Meléndez, Teniente de Gobernador 1762-1764 José Antonio de Oreamuno y Vázquez-Meléndez, Gobernador interino 1764-1773 José Joaquín de Nava y Cabezudo, Gobernador 1773-1778 Juan Fernández de Bobadilla y Gradi, Gobernador 1778-1780 José Perié y Barros, Gobernador 1780-1781 Juan Fernández de Bobadilla y Gradi, Gobernador interino 1781 Francisco Carazo y Soto-Barahona, Teniente de Gobernador 1781-1785 Juan Flores y Sánchez, Gobernador interino 1785-1789 José Perié y Barros, Gobernador 1789 José Antonio de Oreamuno y García de Estrada, Teniente de Gobernador 1789-1790 Juan Esteban Gregorio Martínez de Pinillos, Gobernador interino 1790-1796 José Vázquez y Téllez, Gobernador 1796-1797 Juan Francisco de Bonilla y Morales, Teniente de Gobernador 1797-1810 Tomás de Acosta y Hurtado de Mendoza, Gobernador 1810-1819 Juan de Dios de Ayala y Toledo, Gobernador1812-1814 Juan Bautista Gual y Curvelo, Jefe Político Superior de Nicaragua y CR1814-1819 Juan de Dios de Ayala y Toledo, Gobernador 1819 Ramón Jiménez y Robredo, Teniente de Gobernador 1819-1820 Juan Manuel de Cañas-Trujillo y Sánchez de Madrid, Gobernador interino 1820-1821 Miguel González Saravia y Colarte, Jefe Político Superior Nicaragua y CR 1820-1821 Juan Manuel de Cañas-Trujillo y Sánchez de Madrid, Jefe Político Subalterno del Partido de Costa

Rica 1549 Juan Pérez de Cabrera, Gobernador de Nuevo Cartago y Costa Rica. No asumió.1559 Diego Ortiz de Elgueta, Alcalde Mayor de Costa Rica. No asumió.1571 Hernando Ortún de Velasco, Gobernador interino de Costa Rica. No asumió. 1602 Francisco Pacheco y Carvajal, Gobernador de Costa Rica. No asumió1609 Juan de la Raya y Armendáriz, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1617 Melchor Pérez de Baráiz e Ibero, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1634 Gaspar de Aguilar, Gobernador interino de Costa Rica. No asumió. 1634 Juan de Agüero, Gobernador interino de Costa Rica. No asumió.1643 Sebastián de Ocón y Trillo y Chacón de Luna, Gobernador Costa Rica. No asumió 1673 Francisco Osorio de Astorga, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1680 Pedro de Balbín y Busto, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1687 Vicente Galván y Torrezán, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1689 Juan Beltrán y Pantoja, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1703 Juan de Villalta Bustamante, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1709 Francisco Serrano de Reyna y Céspedes, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1717 Gaspar de Oponte, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1748 Gaspar de Perea, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1760 Juan Antonio de la Peña Medrano y Sanz de Espiga, Gobernador interino CR. No asumió. 1762 Pedro Manuel Ayerdi Ramiro Corajo y Zapata, Gobernador interino CR. No asumió. 1818 Bernardo Vallarino y Targa, Gobernador de Costa Rica. No asumió. 1821 Félix Fernández y Tenorio, Jefe Político Subalterno. No asumió.

Fuente: “http://es.wikipedia.org/wiki/Gobernadores_de_Costa_Rica”

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Cortes de Cádiz, 1812. Fuente: www.fuenterebollo.com/.../cortes-cadiz-1812.jpg

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Forjadores de la República en el Estado Federal

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Valle de Ujarrás, donde nació Florencio del Castillo.Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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ENLATRAMADELAINDEPENDENCIA

La crisis del imperio español está ligada en el largo plazo con las reformas borbónicas;

la divulgación de las ideas políticas y económicas de la Ilustración y el liberalismo; la primera revolución industrial en Inglaterra; el declive del colonialismo y el absolutismo por influencia de la Independen-cia de Estados Unidos y la Revolu-ción Francesa; y con la pujanza de la burguesía industrial y mercantil involucradas en guerras dinásticas y en conflictos internacionales por la búsqueda de materias primas y el control del comercio marítimo.

Las Cortes de Cádiz abolieron privilegios feudales, desmontaron la base jurídica y filosófica que legitimaba el régimen de la nobleza y el clero, y aprobaron la Constitución liberal de 1812.

Nació en Ujarrás el 17 de octubre de 1778. Hijo ilegítimo de Fray Luis de San Martín de Soto –cura de Ujarrás- y de Cecilia del Castillo Villagra, viu-da del francés Francois La-fons, su figura pertenece a la lista de personajes pre-cursores de la Independen-cia. Contribuyó a forjar la identidad latinoamericana durante el breve lapso de la ocupación francesa en España y del funciona-miento de las Asambleas de las Cortes de Cádiz que instauraron la monarquía constitucional.

Educado por su madre, quien formaba parte de los grupos privilegiados de la sociedad colonial, tuvo fácil acceso a las escuelas públicas que se crearon durante las Re-formas Borbónicas y al Colegio Seminario tri-dentino de León, donde fue ordenado sacerdote en 1802. Fue profesor de geometría, Vice-rector del Seminario y recibió el título y cargo político de Promotor Fiscal.

A partir de 1808 em-prendió una brillante ca-rrera eclesiástica y políti-ca avalada por el Obispo Juan Félix de Villegas. En octubre de 1810 fue escogido por el Ayunta-miento de Cartago como diputado a las Cortes de Cádiz, en representación de Costa Rica y del Parti-do de Nicoya. Llegó a Cá-diz el 29 de junio de 1811 y en las Asambleas de las Cortes ocupó la Secretaría

y la Presidencia. También participó en las Cortes Ordinarias de 1813-1814, hasta que fueron disueltas por Fernando VII.

Luego se trasladó a México. Fue nombrado Canónigo de la Iglesia de Oaxaca y miembro de la Junta Directiva de la Cá-tedra de Derecho Público, la cual formaba el cuerpo académico del Instituto de Ciencias y Artes del Virreinato. Una vez de-cretada la independencia, representó a Costa Rica en el Congreso Constitu-yente de 1822 que instau-ró el Imperio de Iturbide y fue miembro del Conse-jo de Estado del Empera-dor Agustín I. Ocupó el cargo de Gobernador de Oaxaca, y entre 1832 y 1834 fue maestro y con-sejero de Benito Juárez.

Hijo del período de las Reformas Borbónicas, el pensamiento de Florencio del Castillo es afín a la tradición teológica huma-nista de Fray Bartolomé de las Casas (1474-1566), remozada en el siglo XVIII por las ideas políti-cas de los Enciclopedistas y la Ilustración francesa. En particular, por sus tesis contra la esclavitud en las formas de la mita y las encomiendas; el reco-nocimiento de la igualdad de los seres humanos por encima de rasgos étnicos; y, en consecuencia, por la defensa del derecho de ciu-dadanía para los indíge-nas, mestizos y miembros de las castas segregadas

por las clases dominantes de las colonias.

Don Florencio ejercía de Canónigo y Gobernador de Oaxaca cuando murió el 26 de noviembre de 1834. Sus restos se trasladaron a Costa Rica en 1971 y yacen en el Cementerio de Paraíso. La Asamblea Legislativa lo declaró Be-nemérito de la Patria por decreto No. 1196 del 23 de marzo de 1972. Su re-alce en la historia colonial se debió al ascenso social de las elites criollas pro-movido por las Reformas Borbónicas a través de la educación. Su carrera po-lítica fue pro-imperial y se efectuó en México. Dejó constancia de admiración por el Batallón de las Mi-licias de Cartago que com-batió sublevaciones contra las autoridades españolas en León y en Granada. En las Cortes fue leal a la Monarquía constitucio-nal. Visualizó el futuro de México y Centroamérica en la Monarquía; no en la forma de República Cons-titucional. Perteneció al bando de los conservado-res.

Fuentes: Bozzoli Vargas, María Eugenia. Facetas de grandeza de don Florencio del Castillo, el egregio. Comenta-rio al libro: Vargas Araya, Armando. “El evangelio de Don Florencio: palabra, pensamiento y peregrinación de don Florencio del Castillo (1778-1834). Editorial Juricentro. San José, Costa Rica. 1977. En: http://groups.google.co.cr/group/boletinhistoria_ucr/browse_thread/thread/b58428d138dc9072 Además: http://afehc-historia-centroamerica-na.org/index.php?action=fi_aff&id=733

Florencio del Castillo (1778-1834). Benemérito de la Patria. Presidente de las Cortes de Cádiz. Fuente: www.cadiz2012es/diputados.asp?

FLORENCIODELCASTILLO

En América, la reacción contra la autoridad monárquica se puso de manifiesto desde las rebeliones de los comuneros en Perú, Paraguay, Venezuela y Colombia, ocurridas entre 1721 y 1781. Tomó ribetes de crisis irreversible y continental con la invasión francesa y la abdicación del trono de la dinastía de los borbo-nes a favor del emperador Bonapar-te. La guerra entre Francia y España de 1808-1814 generó la resistencia del campesinado y de la burguesía liberal e indujo a la convocatoria a las Cortes de Cádiz, en 1810. Esas asambleas representativas abolie-ron privilegios feudales, desmonta-ron la base jurídica y filosófica que legitimaba el régimen de la nobleza

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A partir de una propuesta de los diputados de Costa Rica y de Nicaragua ante las Cortes de Cádiz, Flo-rencio del Castillo y José Antonio López de la Plata, se emitió la ley del 23 de mayo de 1812, que segregó de Guatemala los territorios de la Intendencia de León y de Costa Rica, para reunir-los en una sola circunscrip-ción: la Provincia de Nica-ragua y Costa Rica.

y el clero, y aprobaron la Constitu-ción liberal de 1812.

En el Virreinato de Nueva Espa-ña, la abdicación de la Corona abrió el debate sobre la titularidad de la soberanía. El Cabildo de México propuso recuperar la autoridad de la monarquía mediante las Juntas de Gobierno o reunión de notables representantes de la comunidad concebida por la tradición pactista, como sinónimo de poder público ante los reveses de la Corona. La Au-diencia se opuso. Veía en las Juntas un germen de revolución, tal como aconteció en Francia, y un escenario propicio a la independencia. de gobierno acordes con la Ilustra-

ción y el liberalismo.

El 5 de agosto de 1808 se reunió en México la primera Junta de Go-bierno y el virrey José Joaquín de Iturrigaray y Aróstegui (1742-1815) aceptó algunas reformas. La Au-diencia respondió con el golpe de estado del 15 de septiembre de 1808 que designó virrey a Pedro de Ga-ribay. El suceso aceleró la ruptura con los criollos. Garibay fue susti-tuido en mayo de 1809 por el Arzo-bispo Francisco Xavier de Lizana, quien al año siguiente fue depuesto por los monárquicos. Pero el 16 de setiembre de 1810 se produjo el le-vantamiento del cura Miguel A. Ro-jas Hidalgo y Costilla (1753-1811), acontecimiento que marcó la transi-ción a la guerra de independencia.

Entre agosto de 1808 y noviembre de 1811 se instalaron en América diez Juntas de Gobierno, leales a Fernando VII pero partidarias del libre comercio y de abolir privile-gios coloniales. En Centroamérica fracasaron alzamientos del cura José Matías Delgado y de Juan Ar-guello, en El Salvador; así como otros con acento de rebelión indíge-

na ocurridos en Nicaragua, Nicoya y Guatemala, entre 1812 y 1814, y que fueron sofocados por las mili-cias monárquicas.

En España, los ejércitos anglo-es-pañoles derrotaron a los franceses y Napoleón debió firmar el Trata-do de Valencia, mediante el cual Fernando VII recuperó el derecho a la Corona y en 1814 abolió la Cons-titución de Cádiz. La sublevación liberal de enero de 1820, al mando del teniente Rafael del Riego, fue el hecho que forzó a la monarquía a adoptar de nuevo en ese año la Constitución de 1812. El cambio no impactó en las colonias pues en América del Sur la guerra de inde-pendencia se había desatado desde 1817 al mando de los generales Bo-lívar, Sucre y San Martín.

Entre diciembre de 1810 y febrero de 1821, ocurrieron en México los enfrentamientos que culminaron en el Plan de Iguala o programa de garantías mutuas entre los insur-gentes y las fuerzas monárquicas; presididas respectivamente por Vi-cente Guerrero y Agustín de Iturbi-de. El 27 de setiembre se constituyó una Junta de Gobierno al mando

Fuente: Daniel Solano / La Nación

RUTADELAINDEPENDENCIA

La discrepancia puso en eviden-cia la permanente disputa por el poder y el gobierno colonial cuando el Cabildo reclamó para sí los dere-chos que tenían los virreinatos. Los criollos buscaban espacios políticos para tomar decisiones por medio de diputados elegidos por representa-ción popular según el esquema co-lonial del Cabildo, pero con capa-cidad para enfrentar a los jerarcas españoles. El cambio de estatus del Cabildo fortalecería el poder de los criollos y la adopción de medidas

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Los acontecimientos suscita-dos por la independencia de Guatemala gestaron las es-

tructuras políticas que dieron fiso-nomía a cada uno de los gobiernos y Estados. Las nuevas autoridades fueron delegadas por los cabildos para organizar la vida pública se-gún los fines y objetivos derivados de las necesidades, tradiciones, cos-tumbres y valores, y de los avatares

UNESTADODELAREPúBLICAFEDERAL

El primer congreso cons-tituyente comenzó a se-sionar el 6 de setiembre de 1824 y eligió a Juan Mora Fernández, como Jefe de Estado de Costa Rica, para el lapso 1824-1833.

Una página del Pacto de Concordia. Fuente: El Pacto de Concordia. Edición facsimilar con motivo de los 150 años de su promulgación el 1º de diciembre de 1821. Comisión Nacional del sesquicentenario de la Independencia de Cen-troamérica. San José, 1971.

de Iturbide, instancia que proclamó la independencia del Virreinato de Nueva España y la formación del Imperio Mexicano. El intento de preservar la jurisdicción territorial del antiguo virreinato, sí repercutió de manera directa en los aconteci-mientos que promovieron la inde-pendencia de Centroamérica.

La Capitanía estaba integrada por

la Provincia de Guatemala, las In-tendencias de Chiapas, San Salva-dor, Honduras y León, y la Gober-nación de Costa Rica. Sin embargo, cuando se reunieron las Cortes de Cádiz, a partir de una propuesta de los diputados de Costa Rica y de Ni-caragua, Florencio del Castillo y José Antonio López de la Plata, se emitió la ley del 23 de mayo de 1812. Ese decreto segregó de Guatemala los territorios de la Intendencia de León

de las poblaciones y de la economía. En Costa Rica esas atribuciones po-líticas tenían el marco legal de la Constitución de Cádiz, de 1812, y del Pacto de Concordia, de 1821.

La Junta de Guatemala se adhi-rió a la monarquía mexicana de Agustín de Iturbide, y con ello in-volucró a las élites de la región en las contiendas políticas y militares de 1822 - 1823. La decisión dividió a los miembros de los cabildos de las provincias y a las tres primeras Jun-tas de Gobierno; acentuó el conflic-to entre los monárquicos y quienes defendían el ideal de la República; alentó el ataque al cuartel de Carta-go del 29 de marzo de 1823 que lle-vó a la guerra de Ochomogo; inser-tó al país en las Provincias Unidas

y de Costa Rica, para reunirlos en una sola circunscripción: la Provin-cia de Nicaragua y Costa Rica. Es-taba presidida por un Jefe Político Superior nombrado por la Corona y una Diputación Provincial de siete miembros; ambas instituciones con sede en León. Esta demarcación resurgió en 1820 bajo la presiden-cia de Miguel Saravia y Colarte, y el territorio quedó dividido en sie-te partidos: Costa Rica, el Realejo, Granada, León, Rivas, Nueva Sego-via y Nicoya.

La élite criolla guatemalteca pro-clamó la independencia el 15 de sep-tiembre de 1821 y eligió al Brigadier Gabino Gaínza como Jefe Político Superior de una Junta Provisional Consultiva. Por su parte, el 11 de octubre de 1821, la Diputación Pro-vincial de Nicaragua y Costa Rica,

acordó la independencia de España y de Guatemala, y la Adeción al Plan de Iguala. Pero los partidos de Gra-nada y de Costa Rica se separaron y formaron gobiernos locales. El 29 de octubre, el Cabildo de Cartago con el apoyo del Cabildo de Heredia, se adhirió al Acta de la Diputación Provincial; mientras que San José y Alajuela declararon la independen-cia de España y del Imperio Mexica-no y, con ello, se segregaron también como partidos de la Provincia de Ni-caragua y Costa Rica.

Nuestro país asumió el reto de la autonomía política en la Constitu-ción que se emitió el 1° de diciembre de 1821: el Pacto Social Fundamen-tal interino o Pacto de Concordia, considerado por la mayoría de tra-tadistas como la primera Constitu-ción del Estado Costarricense.

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de Centroamérica por acuerdo del 3 de octubre de aquel año.

Después de un breve gobierno militar del Comandante Gregorio José Ramírez, la tercera Junta Supe-rior solicitó a la Asamblea Consti-tuyente Federal que preservara en sus cargos a las autoridades nom-bradas en 1823. El primer congreso constituyente comenzó a sesionar el 6 de setiembre de 1824 y eligió a Juan Mora Fernández como Jefe de Estado de Costa Rica para el lapso 1824-1833. Dos meses después se acordó incorporarse a la República Federal de Centroamérica creada el 22 de noviembre de 1824, y al año siguiente se adoptó la Constitución de la República Federal, promulga-da el 15 de abril de 1825.

La República Federal estuvo com-puesta por los países de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica. En 1838 se agregó el Estado Los Altos -Quezaltenango y Soconuzco, Chiapas-. Fueron sus presidentes: Manuel José de Arce y Fagoaga (1825-1829), Mariano Beltranena y Llano (1828-1829), Francisco Morazán Quezada (1829-

1839), José Cecilio del Valle (1834), y José Gregorio Salazar y Castro (1834-1835). El territorio limitaba al sur y al oeste con el Océano Pacífi-co, al este con el Mar Caribe, al su-reste con Panamá, y al noroeste con México. Incluía Belice. Su pobla-ción, en 1824, era de un millón de habitantes. La bandera, una banda blanca entre dos azules, represen-tando la tierra entre los océanos; un emblema que fue introducido por Louis-Michel Aury, Comandante Naval que proclamó, en 1818, la Isla de Providencia o San Andrés, como república independiente.

El escudo de armas representaba cinco volcanes, bajo un gorro frigio; especie de caperuza de forma cóni-

ca con la punta curva. El atuendo, de origen oriental, provino del culto a la diosa Mitra en Frigia, Turquía, y remonta al arte del período he-lénico. En el imperio romano fue distintivo de los esclavos libertos. Se adoptó en Francia y los Estados Unidos como símbolo de la libertad. El Himno Nacional era una marcha militar conocida con el nombre de “La Granadera”. Inspiró el lema: Dios, Unión, Libertad.

Entre 1821 y 1823 las funciones de gobierno se asignaron en Costa Rica a unas juntas o Asambleas nombradas en los cabildos. En ese lapso, unas cin-cuenta personas integraron la nómina gubernativa. Durante la vigencia de

El Himno de la Fede-ración era una marcha militar conocida con el nombre de “La Granade-ra”. Inspiró el lema: Dios, Unión, Libertad.

Rafael Francisco Osejo y Juan Mora Fernández.Fuente: www.asamblea.go.cr/galeria.presidentes

la Constitución Federal, entre 1824 y 1848, y de conformidad con la Consti-tución del Estado Libre de Costa Rica promulgada en enero de 1825, operó la división de poderes entre el Jefe Supremo de Estado, diputados de la Asamblea Legisladora y los magis-trados de la Corte de Justicia. En esos años otras quince personas ocuparon la Jefatura de Estado.

Los Presidentes de Juntas, los Jefes Supremos y las demás autoridades del Estado figuran en los anales de la política nacional. Fueron protago-nistas durante la independencia de España y por ello los historiadores han preservado sus nombres y algu-nos datos biográficos. Después de aquellos sucesos la elección y la trans-misión de los cargos superiores del

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últimoGobernadordelaColonia.

• Juan Manuel de Cañas-Trujillo y Sánchez de Madrid. Jefe Político Pa-triótico 29 de octubre de 1821- 12 de noviembre de 1821. Españolista

GOBIERNOSJUNTISTAS

JuntadeLegadosdelosPueblos:12-11-1821

• Pbro. Nicolás Carrillo y Aguirre.• Joaquín de Oreamuno y Muñoz de la Trinidad • Santiago de Bonilla y Laya-Bolívar.• José Mercedes de Peralta y López del Corral.• Juan José Bonilla y Herdocia. • Nicolás Carazo y Alvarado. • Pedro José Carazo y Alvarado • Narciso Esquivel y Salazar • Vicente Fábrega y Arroche.• Salvador de Oreamuno y Muñoz de la Trinidad • Francisco Javier Sáenz y Ulloa• Manuel de la Torre y Jiménez. • José Santos Lombardo y Alvarado• José Joaquín Carazo y Alvarado • Joaquín Iglesias • Blas Pérez• Pío Murillo • Félix Oreamuno Jiménez• Pbro. Nereo Fonseca • Rafael Barroeta y Castilla • Juan Mora Fernández

JuntaGubernativaInterina1-12-1821 / 6-1-1822

• Pbro. Pedro José de Alvarado y Baeza

PrimeraJuntaSuperiorGubernati-va 13-1-1822 / 1-1-1823)

• Rafael Barroeta y Castilla • Santiago Bonilla y Laya-Bolívar

• José María Peralta y la Vega• Juan Mora Fernández. • José Rafael de Gallegos y Alvarado • Joaquín de Iglesias• José Mercedes de Peralta• Bruno Pietro• Pedro Carazo• Juan Antonio Alfaro

SegundaJuntaSuperior:1°deenerode1823al20-3-1823.Republicana

• José Santos Lombardo y Alvarado• José Francisco Madriz• Juan Mora Fernández• Matías Sandoval• Francisco Alfaro• Rafael Barroeta• Santiago Bonilla• Juan José de Bonilla• Alejandro García Escalante• Francisco Javier Ulloa Sáenz.

PrimerTriunvirato.20-3-1823

• Rafael Francisco Osejo• Manuel María Peralta• Hermenegildo Bonilla• Alejandro García Escalante. Suplente• Juan José de Bonilla. Suplente

Cuartelazodel29-3-1823

• Joaquín de Oreamuno • Félix Oreamuno• Estanislao Carazo• Santiago Quesada• Manuel Quirós• Juan Freses de Ñeco• Antonio Carazo• Manuel Quijano• Manuel de la Torre• Francisco Javier Peralta• José Antonio Echandi• Nicolás Ulloa• Tomás García

• José Antonio García• Miguel Guzmán• Pbro. Pedro José de Alvarado• Joaquín de Oreamuno• José Santos Lombardo

DespuésdelaGuerradeOchomogo

• Gregorio José Ramírez y Castro

TerceraJuntaSuperiorGubernativa:1824 • Manuel Alvarado e Hidalgo • Eusebio Rodríguez y Castro • Santiago de Bonilla y Laya-Bolívar • Alejo Aguilar• José Tomás Gómez y Elizondo• Pío Murillo y Gutiérrez

JefesdeEstado:1824-1847

• Juan Mora Fernández: 1824-1833 • José Rafael de Gallegos y Alvarado

1833-1835 • Manuel Aguilar Chacón. 1835 • Nicolás Ulloa Soto. 1835. Presidente, gobierno dual • Braulio Carrillo Colina. 1835-1837 • Joaquín Mora Fernández. Marzo-abril de 1837

GuerradelaLiga.1835.

• Manuel Aguilar Chacón. 1837-1838 • Braulio Carrillo Colina. 1838-1842 • Francisco Morazán Quesada. Abril-Set. 1842 • Antonio Pinto Soares. 1842 • José María Alfaro Zamora. 1842-1844 • Francisco María Oreamuno Bonilla.

1844-1846 • José María Alfaro Zamora. 1846-1847

INTEGRANTESDELASJUNTASDEGOBIERNOYDELESTADOFEDERAL

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Presidentes_de_Costa_Rica

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Estado, devino acto soberano de los pueblos. A pesar de eso, la Constitu-ción de 1825-1844 preservó el ejercicio de esos poderes a aquellos aspirantes que tuvieran fortunas o propiedades valoradas entre 1000 y 500 pesos, ren-tas mínimas de 200, o profesaran al-guna ciencia. El precepto delimitó la representatividad social de los pode-res públicos, las obras y el alcance de sus gobiernos.

La presidencia del Estado y las funciones de gobierno durante el período de la República Federal es-tuvo a cargo de al menos setenta y cinco personas. El resumen de 23 biografías indica que todos nacieron en la segunda mitad del siglo XVIII; tres en España o Portugal, dos en Centroamérica, once en Cartago, seis en San José, uno en Alajuela y otro en Heredia. Ocho habían servi-do al gobierno colonial. Tres fueron sacerdotes y otros ocho tenían pro-fesión en educación, humanidades o leyes. Según sus actividades par-ticulares, quince tenían haciendas ganaderas en Bagaces, Esparza o Puntarenas; hicieron denuncios mi-neros en los Montes del Aguacate; o se dedicaron a la explotación de maderas, caña de azúcar, agricultu-ra y comercio, interno o externo.

En los primeros cuatro años de

gobierno autónomo, siete Jefes de

Estado se adhirieron a las ideas re-publicanas, legado de la Ilustración y de las revoluciones burguesas eu-ropeas del siglo XVIII. Cuatro, a la monarquía constitucional, herencia de las Cortes de Cádiz. Otros cua-tro rechazaron la independencia y el proyecto de República, pues se adscribieron al imperio de Agustín de Iturbide. Entre 1824 y 1848, once Jefes de Estado acogieron el progra-ma del liberalismo político y de la economía de mercado abierto. Dos se oponían a ese ideario, y por ello han sido ubicados en el bando de los políticos conservadores.

Esas diferentes opciones persona-les y rasgos sociales y económicos, confirman que la actividad de los gobernantes estaba enredada con el pasado colonial. El poder conti-nuaba en manos de hacendados, buscadores de oro, comerciantes,

sacerdotes y antiguos funcionarios de la Corona. Además, tenían nexos familiares entre sí, tal como lo do-cumentan las genealogías y la obra del Dr. Samuel Stone: La Dinastía de los Conquistadores (EDUCA, 1975). Los genealogistas han resca-tado también los matrimonios de esos gobernantes, y el papel de sus esposas en la vida pública ha sido sintetizado con criterio actual, en la noción: “primeras damas”.

La meta de largo plazo de los go-bernantes, después de la indepen-dencia, consistió en darle forma y contenido a la organización política del país. Según estudios sociológi-cos y políticos, la premisa que arti-culó la formación del Estado debió ser el control de los medios de re-presión. Había que resolver asuntos de interés público que estaban im-bricados con situaciones de violen-

PRIMERASDAMASDEGOBIERNOYESTADOFEDERAL

1821-1822 Presidentes sacerdotes. Enero-abril 1822 Bárbara Enríquez Díaz Cabeza de Vaca y Palacios. 1822 María Josefa de Alvarado y Oreamuno. Ana Basilia de Alvarado y Oreamuno.1822-1823 Ignacia Sáenz y Ulloa Micaela Conejo y Guzmán Portocarrero Ana Basilia de Alvarado y Oreamuno1824 Feliciana Mora Fernández 1824 -1833 Juana del Castillo y Palacios1833-1835 Ignacia Sáenz y Ulloa1835 Dolores Oreamuno y Muñoz de la Trinidad1835-1837 Froilana Carranza Ramírez1837 María del Pilar Bonilla Nava1837-1838 Inés Cueto y García de la Llana1838-1842 Froilana Carranza Ramírez1842 María Josefa Lastiri Lozano. 1842 María del Rosario Castro Ramírez1842-1844 María Josefa Sandoval Jiménez1844-1846 Agustina Gutiérrez y La Peña-Monje María Josefa Sandoval Jiménez

CUADRO 3. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Primeras_Damas_de_Costa_Rica

Entre 1824 y 1848, once Jefes de Estado acogieron el programa del liberalismo político y de la economía de mercado abierto. Dos se oponían a ese ideario, y por ello han sido ubicados en el bando de los políticos conservadores.

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cia social, disputas por la afirmación de la autoridad, y conflictos por la satisfacción de intereses privados que en la colonia habían sido per-cibidos como inherentes al signifi-cado y los fines de las instituciones públicas. En consecuencia las anti-guas y las nuevas milicias locales, así como los alguaciles, intendentes y alcaldes fueron parte de la pugna por el poder; el sector clerical par-ticipó directamente de la estructura del Estado, y pequeños grupos civi-les operaron frente a los órganos de gobierno como actores con intereses sociales diferentes e incipientes.

En otras palabras, la ruptura con el Estado monárquico no condujo de inmediato a abandonar tradicio-nes y viejas prácticas de domina-ción social, económica y militar que sustentaron el gobierno colonial. La vigencia de un tejido de mandos, el alcance secundario de la legali-dad y la ausencia total de equidad, fueron parte del legado político del siglo XVIII. Por ello es relevan-te el artículo 97 de la Constitución de 1825 que eliminó los fueros o privilegios particulares y aprobó el principio de la igualdad ante la ley como atributo de toda persona. Asimismo, un decreto de 1824 que

Las intenciones de organizar la vida pública con base en un orden jurídico, no eran suficientes para lograr la hegemonía del Estado, o la obediencia general a sus leyes. Fue necesario recurrir a la fuer-za militar y ponerla bajo control estatal. Por ello se preservaron las Ordenanzas sobre las fuerzas armadas que promulgó en 1768 el Rey Carlos II; además de que ya en 1828 el gobierno tuvo que aportar 150 hombres a los contin-gentes del ejército federal.

El servicio militar obligatorio se estableció en 1829 y se preservó hasta 1889. A partir de aquel año se reorganizaron las milicias locales y la fuerza policial. En los primeros ocho años se reafirmaron las orde-nanzas militares del período bor-bónico; se sancionaron los códigos militares federales y del Ejército de Estado; se creó un cuerpo militar centralizado y con algún nivel pro-fesional, apoyado por un estamento policial; se eliminaron las milicias provinciales, excepto en San José; y

DOÑABÁRBARAENRÍQUEZDÍAZCABEZADEBACAYPALACIOSDEBARROETAYCASTILLA

Primera Dama de Costa Rica: 6 de enero - 13 de abril de 1822 Nació en León de Nicaragua hacia 1781.

Sus padres: Francisco Enríquez Díaz Cabeza de Baca y Rosalía Pala-cios.

Se casó en León de Nicaragua con RAFAEL de la Trinidad BARROE-TA Y CASTILLA (1766-1826), hijo de Juan Antonio Barroeta e Iturrio y Ana Gertrudis de Castilla y Andurrián, y Presidente de la Junta de Elec-tores (6 a 13 de enero de 1822) y de la Junta Superior Gubernativa (13 de enero a 13 de abril de 1822).

Hijos: Rosalía y Rafael Barroeta y Baca.

Doña Bárbara Enríquez Díaz Cabeza de Baca, perteneciente a una fami-lia muy acaudalada, se trasladó a principios del siglo XIX a vivir a Costa Rica con su esposo, quien era originario de la Intendencia de San Salvador y fue el primer abogado que residió en forma permanente en nuestro terri-torio.

Fue famosa por su inteligencia, su simpatía y su humor chispeante. En una oportunidad, en el transcurso de una fiesta alguien le dedicó una bom-ba en la que se hacía una indiscreta alusión a su riqueza y a su matrimonio y un juego de palabras con su apellido: “Con tanta capa de grana / y tanta vaca de oro / el marido de la Vaca / no debe ser sino toro”. Doña Bárbara replicó inmediatamente: “Con tanta capa de grana / y tanta vaca de oro/ como la Vaca es honrada / no tiene cuernos el toro”.

En sus últimos días tuvo momentos amargos debido a que su hijo Rafael contrajo matrimonio a escondidas suyas, a pesar de que sólo tenía diecisiete años de edad.

Murió: en San José el 24 de marzo de 1831.

http://www.tiquicia.org/pds/pd/01-I.htm

autorizó el funcionamiento de Tri-bunales Ciudadanos, en ausencia de leyes específicas y de abogados. Esa instancia la integraban “hom-bres buenos” que recomendaban soluciones a los conflictos entre las personas, basados en los valores heredados de justicia, honor, ver-dad y honradez.

El servicio militar obliga-torio se estableció en 1829 y se preservó hasta 1889.

44Iglesia Nicoya. Fuente: http://costaricaysugente.googleimages.com

se emitieron las primeras leyes pe-nales de corte marcial. Esta fase cul-mina en noviembre de 1835 cuando Braulio Carrillo promulgó el decre-to No. 142 que creó el Ejército del Estado, un poder subordinado a la autoridad presidencial.

La necesidad de instituir la fun-ción represiva del Estado se había manifestado muy pronto. En julio de 1823 el Comandante Cayetano de La Cerda organizó una conspiración en demanda de grados, sueldos y per-trechos. Heredia no había aceptado la Constitución, ni el gobierno de la Junta de 1823. En marzo del mismo año ocurrió el ataque al cuartel de armas de Cartago, suceso que con-tó con el apoyo del Presidente de la Junta, José Santos Lombardo. Esta misma entidad aprobó que la sede de gobierno estuviera en cada una de las provincias, y el acuerdo ati-zó intereses y recelos localistas. En 1826 el militar José Zamora dirigió un levantamiento en Alajuela para restaurar la monarquía, acto que se penó con el fusilamiento.

Costa Rica vivió en esos años un clima de inestabilidad que ha sido rasgo común a la fase formativa de los Estados nacionales. La investi-gación ha documentado 37 eventos contra la autoridad estatal que ocu-rrieron entre 1821 y 1849: 15 cons-piraciones, 6 rebeliones, 6 golpes de Estado, 2 amenazas de guerra con otros países, 3 invasiones, 2 guerras civiles y 2 atentados a autoridades de gobierno. Aunque la cifra con-trasta con las de los restantes países de Centroamérica, pues entre 1824 y 1842 hubo en la región 143 batallas, 7.088 muertos y 97 presidentes. El evento notable fue la segunda gue-rra civil en 1835 o Guerra de la Liga (Heredia, Cartago y Alajuela contra San José), motivada en parte por la supresión de la Ley de la Ambulan-cia y el traslado de la capital a Tibás con la finalidad de centralizar la autoridad estatal en San José, hecho que se consumó en 1838.

La integración de Guanacaste a la jurisdicción territorial de Costa Rica fue otro acontecimiento decisi-

Cañas y Bagaces no fueron parte del Partido de Nicoya. Pertenecían a Costa Rica desde el siglo XVI.

vo en la forja de la identidad estatal. En esa región había cinco núcleos de población: Nicoya, Santa Cruz, Liberia, Cañas y Bagaces. Nicoya era un corregimiento poblado por indígenas, adscrito al área colonial de los Partidos de León o de Grana-da. El Paraje de Diriá, el sitio más poblado de la península con 2.500 habitantes en 1824, se denominó Santa Cruz después que Bernabela Ramos erigió una gran cruz como alero del servicio religioso. Guana-caste o Liberia, era asiento de espa-ñoles que residían en Rivas y tenían extensas haciendas en las riberas del Tempisque. Cañas y Bagaces no fueron parte del Partido de Nicoya. Pertenecían a Costa Rica desde el siglo XVI.

En 1824, Nicoya y Santa Cruz aceptaron la propuesta del gobier-no para unirse al Estado de Costa

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Rica. La anexión se acordó en el Acta del Ayuntamiento del 25 ju-lio, y en ella indican las razones: Conflictos militares en Nicaragua en contraste con la seguridad y quietud en Costa Rica; la necesidad de provisiones para las milicias; el comercio por el Puerto de Puntare-nas; la urgencia de administración de Justicia; el interés por crear es-cuelas para ilustrar a la juventud. Manuel Briceño suscribió el Acta

en condición de Jefe Político Subal-terno. Luego fue magistrado de la Corte Superior de Justicia. Liberia fue agregada a Costa Rica en 1826 por una ley del Congreso Federal. En 1831 recibió el título de Villa y en 1836, el de Ciudad. Las cuatro poblaciones se agruparon en De-partamento, en 1835. La Provin-cia de Guanacaste se creó en 1848 cuando se hizo la primera división territorial del Estado.

Toribio Viales, Regidor.Ubaldo Martínez, Regidor. Manuel García, Regidor.Antonio Briceño, Sargento 1°.Roque Rosales, Sargento 2°. José María Jaén. Saturnino Gutiérrez. Blas Félix Rodríguez, Cabo 1°. Laureano Montes, Cabo Primero.Felipe Medina Timoteo Acosta, Cabo.Manuel Sobenes.José de la Encarnación Fernández. Casimiro Ortega, Pedáneo.Deciderio Dinarte. Bivencio García. Sevastián Gomes, Pedáneo.José Felipe Gutiérrez .José Anacleto Zúñiga. Gabriel Mojón, Pedáneo.Toribio Toruño. Juan Felipe Gutiérrez, Secretario.

Fuente. http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_de_Nicoya

FIRMANTESDELACTADEADHESIÓNDENICOYAYSANTACRUZALESTADODEC.R.:25 DE JULIO DE 1824

Hermanos Briceño Díaz, descendientes de don Cupertino Briceño, impulsor de la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, en 1824. De izquierda a derecha: Flora, Filomena, Porfirio y Domingo, en su casa en Quebrada Grande de Nicoya.Foto: Colección de Heriberto Valverde Castro.

Los méritos de las autoridades que ejercieron el poder entre 1824 y 1848 han sido ponderados por la cultura cívica según los fines y funciones del Estado moderno. La ruptura con España y con México obligó a afrontar múltiples acontecimientos arraigados en procesos históricos remotos para inducir otros tipos de relaciones entre familias, grupos, comunidades, modos de vida y de producción, legalidad y poder pú-

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blico. La forja de las instituciones pú-blicas primerizas se comprende tam-bién por la actitud constructiva de las poblaciones; el trabajo de la colectivi-dad con los recursos de la naturaleza; el crecimiento de la economía capita-lista; y las relaciones asimétricas que la primera revolución industrial y el liberalismo político delinearon entre Europa, Estados Unidos y los demás países del planeta.

Las estructuras productivas y de la sociedad configuradas en el siglo XVIII, se modificaron muy poco du-rante los primeros 25 años de orga-nización política con autonomía. La población osciló entre 50.000 habi-tantes a principios de siglo y 75.000 en 1833. En 1841 vivían en San José cerca de 20.000 personas. El uso del suelo acaso cubría 40 kilóme-tros cuadrados. El 10% del territo-rio constituía el área en producción agrícola dentro de un paisaje varia-do, pero con cierta uniformidad y monotonía.

En Alajuela, Heredia, San José y Cartago abundaban los potreros y alrededor de los pastizales había cul-tivos de maíz, trigo, plátanos, caña, café y frutales. En ocasiones la pro-ducción de granos escaseaba y las crisis de subsistencias eran provo-cadas por el uso de técnicas anticua-das, bajos rendimientos, desastres naturales y plagas, y la ausencia de cercas. En esta región se formaron aldeas de labradores y campesinos,

dueños de pequeñas fincas familia-res. En las colindancias de la Meseta Central la tierra adquirió un valor creciente por la fiebre de denuncios y la especulación. En Esparza y Gua-nacaste sobresalía la gran hacienda ganadera, de unos pocos propieta-rios ausentes. En Matina, la plan-tación de cacao, en decadencia. El resto del país era bosque y tierra en baldío, excepto en el área minera del Monte del Aguacate.

La mayor parte de la tierra, en un radio de 10 kilómetros de las villas principales, ya había sido reclama-da en propiedad privada antes de 1830. La apropiación se aceleró a raíz de un decreto del 7 de julio de 1840 que entregó a particulares las tierras comunales de los pueblos, e hizo la primera fijación de salarios para la agricultura y la ganadería. La medida formó parte de los estí-mulos para el despegue de las ex-portaciones de café. Pero la compra y venta de tierra era poca. En parte, por la baja oferta y el alto precio del dinero, controlado por un pequeño número de personas entre ellos clé-rigos. El precio de la manzana rara vez superaba los 50 pesos.

En suma, prevalecían unas estruc-turas productivas que dificultaban la formación del mercado interno, tales como el bajo número de ha-bitantes, empleo familiar no remu-nerado, escaso valor de los bienes y cultivos, poco dinero en circulación, énfasis en colonizar áreas fuera del Valle Central, poca experiencia en el comercio y en productos para la venta, casi ausencia de crédito, falta de contactos con el exterior, pési-mos caminos interiores y a los puer-tos, medios de transporte rústicos, instalaciones portuarias deficientes. De ahí que los gobiernos centraran sus esfuerzos en ampliar el área de

propiedad privada, activar el flujo monetario, estimular cultivos co-merciales, organizar la hacienda pública, abrir caminos a los puertos y extender el poder del Estado y de la iglesia por medio de jefes políti-cos, gobernadores de provincia, las municipalidades y las parroquias.

Más que ventas, hubo repartos gratuitos de tierra para que se des-tinaran a cultivos comerciales. En 1831 se hizo dueños de los fundos a quienes ocuparan baldíos a fin de que sembraran caña, algodón, café, cacao, yuca y plátano. La medida fomentó hábitos mercantiles de ini-ciativa particular. Las autoridades recurrieron a la coacción para que se sembraran los cultivos de consu-mo interno; eliminar obstáculos a la agricultura de exportación, o para dar forma al sector de trabajadores asalariados: un objetivo implíci-to en las leyes contra la vagancia. Las municipalidades obligaron a sembrar maíz y frijoles, exigiendo el pago de multas por desobedien-cia. Entre 1835 y 1837 también la Iglesia tuvo que acatar disposicio-nes mercantiles, como suprimir el diezmo durante diez años a quienes sembraran para la venta al exterior; sustituir las colectas compulsivas de dinero por las alcancías en las iglesias; reducir el número de Co-fradías, Capellanías, y de los días de fiestas.

La oferta de comercio al exterior con destino a Nicaragua y Panamá

La población osciló en-tre 50.000 habitantes a principios de siglo XIX y 75.000 en 1833. En 1841, vivían en San José cerca de 20.000 personas.

El comercio importador era abastecido desde Chile y Perú, y se vio favorecido en 1841 por un acuerdo de libre intercambio con rebaja de impuestos.

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de mulas, se construyó con mano de obra campesina y con la organi-zación que le infundió la Sociedad Económica Itineraria, creada en 1843. El proyecto de abrir las llanu-ras de Tárcoles, Matina y Sarapiquí se entregó a contratistas alemanes, franceses e ingleses, y fueron un fracaso como empresas colonizado-ras. El trazo de caminos interiores se encauzó mediante concesión de premios y la coacción. En 1826 se aprobó un decreto que obligó a to-dos los hombres entre 15 y 50 años a trabajar dos días gratis al año en la “composición” de esos caminos.

La libertad de comercio fue un enun-ciado de doctrina liberal y una aspira-ción de los mercaderes, más que una realidad que dinamizara el mercado interno. Los gobernantes no se apega-ron a la letra del credo. La caña y el ta-baco siguieron sujetos a los estancos: una medida que provocaba malestar entre cosecheros, limitó el área para otros cultivos, indujo el contrabando y provocó la represión. El tabaco fue liberalizado en parte, en 1849. El ne-gocio de la pólvora se prohibió por razones de seguridad.

En 1826 se autorizaron las ferias y el libre cobro del precio del dinero, o interés. Para estimular y favorecer el comercio mayor, en 1841 se pro-hibió la venta en las calles a quienes tuvieran un capital menor de 10 mil pesos, y el negocio de pulperías y tiendas si no se tenía al menos 1.000 pesos. La minería quedó sujeta a rí-gidos controles alegándose objetivos fiscales, necesidad de acuñar mone-das y debido a la supervivencia de viejas preferencias coloniales.

El ingreso, control y producción de dinero fue otra prioridad de los gobiernos. Entre 1820 y 1843, se impulsó la explotación minera en

estaba constituida por tabaco y caña para elaborar aguardiente; palo de brasil, añil y grana para tintorerías; algodón, cacao y ganado. Los tintes fueron negocio en la década del 30. Atrajeron a unos cuantos especula-dores ingleses de una cifra inferior a cien que residían en Centroamérica. El cacao decayó por la competencia de la producción de Nicaragua. La ganadería estimuló el comercio de cueros, cebo y la cría de animales para el transporte en carretas.

En 1833 el valor de las exportacio-nes desde Puntarenas fue inferior a 200 mil pesos anuales: el 60% palo de Brasil, seguido de cueros, dul-ce y café. El comercio importador era abastecido desde Chile y Perú, y se vio favorecido en 1841 por un acuerdo de libre intercambio con rebaja de impuestos. El comercio directo con Inglaterra se había esta-blecido hacia 1835 e incluía algunos sacos de café. Las importaciones de bienes no agrícolas comenzaron a

estrujar la elaboración local de arte-sanías y productos textiles.

Hubo iniciativas de alguna enver-gadura, como el trazo del camino a Sarapiquí para unirse con el río San Juan y buscar conexión al exterior a través del Atlántico. Braulio Carri-llo impulsó con ese mismo objetivo la apertura del Camino a Matina, y habilitó un puerto; pero el gobier-no de Francisco Morazán paralizó las obras. El camino carretero que unió San José con Puntarenas si-guiendo la ruta colonial del camino

Entre 1820 y 1843, se impulsó la explotación minera en los Montes del Aguacate. La activi-dad fue objeto de aten-ción especial, como la creación del Municipio del Mineral del Agua-cate, en 1825.

Mina Tres Amigos. Abangares, Guanacaste. Fuente: Zamora, Fernando. Álbum de vistas de Costa Rica. MCJD, 1995 p. 65.

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los Montes del Aguacate. La activi-dad fue objeto de atención especial como la creación del Municipio del Mineral del Aguacate, en 1825, el cual adquirió representación en la Asamblea Legislativa; la creación del Tribunal de Minería, luego a cargo del Intendente General de Hacienda; y las Ordenanzas de Mi-nería de 1830. La actividad permi-tió fabricar monedas, aumentar el circulante, y activó la demanda de tierras, bienes agrícolas y de fuerza de trabajo asalariada.

En 1824 se creó la Casa de Resca-te en Alajuela, y al año siguiente se hizo la primera emisión. La entrada de dinero del extranjero se regla-mentó desde 1826. Dos años des-pués se abrió la Casa de la Moneda para fabricar el metálico: en oro, para transacciones de valor alto, y en plata –monedas llamadas “rea-les”- para intercambios menores. La moneda extranjera de plata se habi-litaba como nacional mediante rese-llos con impresos de una estrella o un león para diferenciarlas del país emisor. Adquirió significado de identidad nacional, sólo cuando se

hizo la primera acuñación en 1841 y en ellas se grabó el Escudo del Es-tado. Entre 1847 y 1850 el grabado de símbolos de la nación incluyó el rostro de una joven india, el árbol de encina -emblema de la libertad- una mata de café y la fecha de la constitución de 1847.

La Hacienda pública fue objeto de muchas reglamentaciones con objeti-vos mercantiles y de administración financiera. En 1825 se creó la Teso-rería de Estado; en 1827 la Admi-nistración de Aduanas; y en 1831 la Aduana General de San José. Se dic-taron normas contra el contrabando, la siembra furtiva de cultivos regula-dos, y el trabajo de los empleados de gobierno. En 1839 se emitió el Regla-mento General de Hacienda Pública, sustento de la administración del Es-tado. Esta obra y la aprobación del Código General el 30 de julio de 1841 -el cual incluía derecho civil, penal y de procedimientos- son legados de Braulio Carrillo. En parte por ello se le ha considerado arquitecto del Es-tado de Costa Rica.

En 1824 se ordenó crear munici-palidades en todos los pueblos del

país; pero las relaciones entre las poblaciones y el poder central del Estado sufrieron los efectos de la inestabilidad política. El Reglamen-to Municipal de 1828 prohibió las reuniones secretas considerándolas actos conspirativos, y suprimió los cabildos abiertos. Entre 1831 y 1832 se dictaron normas que subordina-ron a los regidores, al Jefe de Esta-do. Las municipalidades dejaron de funcionar entre 1836 y 1841, y la Ley de Administración de Departamen-tos de 1841 elevó al Jefe Político al rango de máxima autoridad local.

Se estableció la siguiente división administrativa municipal: habría un Cuartel en donde vivieran 100 o más vecinos; un Barrio, forma-do por cinco cuarteles; un Pueblo, cuando hubiera al menos 25 fami-lias, edificios públicos, iglesia y pla-za para mercadeo. En cada pueblo se designaron policías de agricultu-ra, salubridad, instrucción y benefi-cencia, y se impusieron las rondas, patrullajes militares y la creación de juntas de vecinos para diversos pro-pósitos de la vida pública.

La tolerancia de los gobiernos

con la producción y difusión de las ideas, razones, valores y cono-cimientos que iba gestando el en-cuentro con el propio mundo en construcción, fue otro legado de este período. Fomentó actitudes li-berales y la elaboración autóctona de una cultura impresa. En 1823 se reorganizó la Casa de Enseñanza de Santo Tomás para la instrucción es-colar; y en un nivel superior para la enseñanza de lenguas, derecho civil y canónigo, filosofía y teología. Fue convertida en universidad en 1843. La imprenta llegó al país en 1830 y muy pronto emergió la opinión de la minoría ilustrada. El Noticioso Universal, La Tertulia, El Mentor

La Aduana de San José.Fuente: Zamora, Fernando. Op. Cit. p. 51.

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Costarricense, La Gaceta, La Paz y el Progreso, El Costarricense y El Guerrillero fueron los siete medios informativos que circularon entre 1833 y 1850. En 1833 el Bachiller Osejo publicó su obra: “Adición”.

El tema de la ley y la justicia se tra-tó en ese lapso en 6 gacetillas; la mo-ral en 14; la religión, en 5. Escribían unas 360 personas: el 48% abogados, comerciantes y médicos. El conjunto editorial fue obra de siete intelectos, dueños o socios de los periódicos: Vicente Castro, Felipe Molina, José María Castro, Manuel José Carazo, José León Fernández, Rafael Moya y Mariano Montealegre.

Los articulistas demandaban cár-celes, moralidad pública, segurida-des para los bienes. La crítica a la prostitución osciló entre la moral de inspiración natural, el precep-to católico medieval rígido, y la li-bertad de uso de los cuerpos. Los medios influyeron en un decreto

Los medios influyeron en un decreto de 1836 que penalizó la ramería y creó la primera cárcel “para mujeres de mala vida”. Los hombres tenían li-bertad de goce sexual. Los periódicos se dirigían a unos 20 mil habitantes citadinos, sin ponderar el analfabetismo.

Monumento que conmemorativo de la anti-gua Facultad de Derecho de la Universidad de Santo Tomás y del decreto de creación de la Universidad de Costa Rica en 1941.

Foto: Edwin Salas Zamora.

En 1823, se reorganizó la Casa de Enseñanza de Santo Tomás. La impren-ta llegó al país en 1830 y muy pronto emergió la opinión de la minoría ilustrada.

de 1836 que penalizó la ramería y creó la primera cárcel “para mu-jeres de mala vida”. Los hombres tenían libertad de goce sexual. Los periódicos se dirigían a unos 20 mil habitantes citadinos, sin ponderar el analfabetismo. En ese entramado social y de cultivo de la conciencia cívica y de la ética, desde 1825 se había declarado “Patrona de Costa Rica”, a la Virgen de los Ángeles. Aunque en la guerra civil de 1835 se le llamó: “Princesa de la Paz”.

En las relaciones internacionales,

diplomáticas y comerciales, las ac-ciones de gobierno se vieron limi-tadas debido a la permanencia de

Costa Rica dentro del marco jurídi-co de la República Federal. La enti-dad política regional era inoperante desde la guerra civil y sus secuelas ocurridas entre 1826 y 1831. Por ello el Estado de Costa Rica emitió decretos separatistas, como la Ley Aprilia de 1829, y otra en 1831. La revuelta indígena y campesina que acompañó el alzamiento militar de Rafael Carrera en Guatemala en 1837, provocó otra crisis política re-gional. Fue en esas circunstancias que Colombia usurpó el territorio de Bocas del Toro en 1837. Pero el gobierno federal que presidía Fran-cisco Morazán toleró la violación al tratado del 19 de junio de 1826 que reconocía ese territorio como juris-

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dicción de Costa Rica y de Centro-américa.

El 15 de noviembre de 1838 Braulio Carrillo emitió el decreto que declaró a Costa Rica Estado libre, soberano e independiente. Asimismo, y debido a las presiones del Vicecónsul inglés Guillermo Hall, procedió a pagar con petacas de tabaco el equivalente a la deuda externa de Costa Rica, contraí-da como parte de la deuda federal, con una casa importadora inglesa. Al año siguiente Carrillo solicitó que se formalizaran las relaciones diplomá-ticas. Pero el “Foreign Office” estimó que Costa Rica no podía ofrecer ga-rantía de su nacionalidad, al no haber rechazado aún la Constitución Fede-ral de 1824. Sólo se firmó un tratado de amistad, comercio y navegación. Entre 1821 y 1848 los costarricenses se rigieron por nueve Constituciones políticas; pero en ninguna se estable-ció la ruptura con la Federación Cen-troamericana.

NUESTRASEÑORA,LAVIRGENDELOSÁNGELES

2deagostode1635Hallazgo de la Imagen. Abrilde1782Proclamación como Patrona de Cartago. Agostode1824Primer robo de la Imagen de la Virgen. Septiembrede1824Declarada por la Asamblea Constituyente como Patrona Oficial de Costa Rica.Añode1833Con ocasión de la Guerra Civil de la Liga se le llamó: “Princesa de la Paz” Marzode1862El Papa Pío IX, concede a perpetuidad indulgencia plenaria a quien visite el Santuario de los Angeles.Noviembrede1888Segundo robo de todos los atuendos y vestimentas de la Imagen.Añode1912Se inicia la construcción del actual Santuario. Abrilde1926Coronación de la Imagen como Reina de Costa Rica. Juliode1935Su Santidad Pío XI eleva el Santuario a rango de Basílica. Mayode1950Tercer robo de la Imagen de la Virgen. Añode1956Coronación de la Imagen de la Virgen como “Reina de los Trabajadores”.

http://webcatolicodejavier.org/VirgenDeLosAngeles.html

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DECRETODEPROCLAMACIÓNDELAREPúBLICA

DECRETOCXXXIV.No.15,DEL31DEAGOSTODE1848

“El General Presidente del Estado de Costa Rica –Por cuanto el Excelentísimo Poder Legislativo ha decretado y sancionado lo siguiente. El Excelentísimo Congreso Constitucional del Estado de Costa Rica, considerando: que la denominación de Estado de Costa Rica, que contiene el Art. 21 de la Carta Fundamental, no está en consonancia con la solemne declaración que establece el Art. 2 de la misma: que este artículo consigna el principio de soberanía, libertad e independencia de Costa Rica: que en tal concepto y como nación libre, soberana e independiente y dueña de sus derechos, ha merecido la consideración de las naciones extranjeras que se han dignado tratar con su Gobierno de igual a igual; y por último, que es un deber suyo, muy sagrado, obsequiar el voto unánime de la gran mayoría de las Municipalidades las cuales arreglándose al artículo 187 de la Carta, piden la proclamación de “República” y la reforma de los artículos, cuyo resumen presenta la comisión, ha venido en decretar y decreta.

Art. 1. –El Título de “ESTADO” que Costa Rica en la condi-ción de cuerpo político soberano e independiente, ha tenido desde la disolución del Pacto Federal, hasta el día, se sustituye con el de “REPUBLICA” que bajo aquella misma condición llevará en lo sucesivo.

Art. 2. –Esta nueva denominación no afecta la organización po-lítica que actualmente tiene Costa Rica, ni el período constitucio-nal de sus actuales funcionarios. Tampoco afecta las instituciones y leyes secundarias que al presente rigen; si no es en aquella parte en que estas pugnen con dicha denominación.

Art. 3. – De conformidad con lo pedido por la mayoría de las Municipalidades del Estado, serán reformados o derogados, según corresponda, los artículos constitucionales en cuya reforma o supresión ha convenido aquella mayoría.

-Al Poder Ejecutivo. Dado en la ciudad de San José a los treinta días del mes de agosto de mil ochocientos cuarenta y ocho. – Juan Rafael Reyes, Vice-Presidente. Nazario Toledo, Diputado Secretario. Santiago Fernández, Diputado Secretario. Por tanto EJECÚTESE. San José agosto treinta y uno del mil ochocientos cuarenta y ocho. José María Castro. –Al Ministro de relaciones y gobernación Señor Don Joaquín Bernardo Calvo”.

“….Acaso se dirá que es indiferente la enunciada variación de nombre, supuesto que las cosas quedan como es-taban; más será fácil responder, que aun cuando las voces Estado y República sean casi sinónimas en la aceptación académica y común; sin embargo, en las relaciones diplomáticas, donde tanto se respetan los nombres y las fórmulas, y donde algunas gravísimas pequeñeces suelen ser de mucha trascendencia, el sustantivo República se adapta más a las negociaciones que el nombre genérico de Estado (…) Es pues de suma importancia para las relaciones trans-atlánticas el nuevo nombre que se ha dado Costa Rica, aunque no lo sea, como no lo es para los Estados hermanos, ni para su régimen interior donde tales nombres, articulados o escritos, se pronuncian o leen desapercibidos.”

Fuente: Mélendez Carlos. Documentos Fundamentales del Siglo XIX. ECR. San José, 1978. P. 243 y P. 244.

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LOS SíMBOLOS NACIONALES

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Granos de café.Fuente: Colección de Heriberto Valverde Castro.

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LACONSTRUCCIÓNDEUNAECONOMÍANACIONAL

La agricultura del café fue algo más que un ciclo agrícola durade-

ro. Se convirtió en un sistema productivo que originó un mercado interno articulado con el capitalismo mundial, transformó las relaciones en-tre los miembros de la socie-dad, configuró en gran parte las funciones del Estado, e hizo viable la modernización de los modos de vida en el parámetro liberal y burgués de cultura, civilidad y pro-greso. De ahí deriva su carác-ter de economía nacional. No obs-tante, la agricultura de subsistencia y mercantil para consumo interno, las formas de existencia campesina, y la diversidad étnica, demográfica y de las comunidades del país -aun-que subordinadas a la economía meseteña- fueron otros contenidos de la sociedad que cambiaron la his-toria de Costa Rica a partir de 1840.

En Costa Rica el cafeto fue una curiosidad de jardín al comenzar el siglo XIX; pero unos pocos hombres de negocios y presbíteros comenzaron a involucrarse en el cultivo y el comercio del grano, igual que muchas familias de campesinos dedicadas hasta entonces a la pro-ducción de subsistencia.

A finales del siglo XVIII existía en Europa la moda de consumir café y el grano se importaba de países como Java y Ceilán. La mata fue

introducida por los franceses en Martinica, Cuba y Jamaica. Los in-gleses convirtieron el cultivo en una empresa capitalista, integrando la inversión financiera, la producción, el proceso industrial, el comercio exportador y el transporte maríti-mo. En Costa Rica el cafeto fue una curiosidad de jardín al comenzar el siglo XIX; pero unos pocos hombres de negocios y presbíteros comen-zaron a involucrarse en el cultivo y el comercio del grano, igual que muchas familias de campesinos de-dicadas hasta entonces a la produc-ción de subsistencia.

El experimento despegó en una

atmósfera de inestabilidad. Entre 1821 y 1838 el comercio exterior de Centroamérica evolucionó entre ci-clos de auge y depresión que afecta-ron la continuidad de los diversos cultivos agrícolas de exportación, la solvencia de los ingresos fiscales y la viabilidad de la integración te-rritorial. La Federación Centroame-ricana fue una experiencia fallida debido a conflictos políticos y mi-litares de raíces coloniales, a situa-ciones de violencia social agraria, a

la desintegración territorial y a las pugnas de intereses políticos sobre la región promovidas por ingleses y norteamericanos.

Costa Rica compartía con Centroamérica las dificul-tades para impulsar la agri-cultura comercial. No así la misma densidad retardata-ria de estructuras coloniales que habían arraigado en el latifundio, el poder militar y los privilegios eclesiales; ni las repercusiones de las

luchas por la hegemonía política en-tre los Estados federados. Esa parti-cularidad histórica de la sociedad y el poder colonial y postcolonial, se conjugó con otras condiciones que sí favorecieron el surgimiento de la empresa cafetalera.

La Meseta Central ofreció el tipo de suelo, altitud y régimen de llu-vias adecuadas a la siembra, creci-miento y maduración de la fruta en cortos ciclos de tres años. Los ladi-nos y mestizos que emigraron de la capital colonial en la segunda mitad del siglo XVIII, se asentaron en los Valles de Aserrí y de Barva en condi-ción de parceleros y productores de subsistencia. La meseta fue asiento de la mayor densidad de la escasa población. No hubo otros cultivos comerciales de libre producción que compitieran con el café. Las funcio-nes del Estado se concentraron en forma alternativa en las provincias montañeras y volcánicas de San José, Heredia y Alajuela, en menos-cabo de la satisfacción exclusiva de los intereses coloniales arraigados en Cartago.

Grupo de cogedoras de café. Fuente: Museo de Cultura Popular. Universidad Nacional.

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Muy pronto el cultivo del café recibió el estímulo de las cuatro municipalidades y de los primeros gobiernos del Estado federado. En 1821, la Municipalidad de San José distribuyó plantas de café gratis en-tre los vecinos; en 1825 el gobierno eximió al café del pago del diezmo; en 1831 la Asamblea Nacional de-cretó que cualquiera que cultivara café por 5 años en tierra baldía po-dría reclamarla como suya. Hacia 1840 Braulio Carrillo decretó que las tierras al poniente de San José, en Pavas, se dedicaran a siembras de café.

La entrega gratuita de tierras baldías, la supresión parcial de los diezmos y del tiempo de trabajo dedicado a fiestas eclesiales, la ex-propiación y subasta de los ejidos indígenas y de las tierras comuna-les en poder de las cofradías y las capellanías ampliaron el área en propiedad individual, a contrape-lo de alguna posesión latifundista. Con ello se generaron las condi-ciones para una alianza tácita entre campesinos, agricultores con o sin experiencia mercantil, las autorida-des políticas y un grupo de produc-tores de café que, gracias a alguna acumulación previa de dinero y a ascendencias coloniales, crearon el vínculo con el comercio exterior mediante diversos negocios con mercaderes extranjeros dedicados a la importación y exportación.

La producción y venta de café en el exterior tuvo una fase de ensayo

a partir de la pequeña exportación de dos quintales que se hizo a Pana-má en 1820. En 1832 el comercian-te alemán Jorge Stiepel impulsó las ventas a Europa, vía Chile. Un año después, el café ocupó el cuarto lu-gar en las exportaciones. Pero sólo entre 1841 y 1845 se logró conquistar el mercado europeo; una vez supe-rados los inciertos convenios entre productores locales y compradores europeos a petición del comerciante inglés William Le Lacheur.

Santiago Fernández Hidalgo, due-

ño de la finca “El Laberinto”, fue el primero entre los cafetaleros que vendió en consignación a William Le Lacheur, por mediación de Jorge Stiepel. Los términos de la transac-ción fueron respetados. Los comer-ciantes ingleses sustituyeron las compras a consignación por el pago adelantado de la cosecha, y con ello cerraron el eslabón financiero que

Carreta con café. Fuente: Manuel Gómez Miralles.

En 1821, la Municipali-dad de San José distribu-yó plantas de café gratis entre los vecinos; en 1825, el gobierno eximió al café del pago del diezmo.

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los productores necesitaban para el despegue empresarial. El nuevo proceder del inversionista inglés es-timuló la formación de sociedades y éstas se convirtieron en las únicas empresas exportadoras, importado-ras y bancarias del país, hasta avan-zado el siglo XX.

En 1842 se creó la sociedad de Juan Rafael Mora Porras y Vicente Agui-lar Cubero. En 1845 la firma “Le Lacheur & Co.”, que luego se llamó “Le Lacheur & Dent”. La compañía Montealegre & Salazar la fundó Ma-riano Montealegre Fernández, yer-no del expresidente José Rafael de Gallegos, e ingeniero en transporte ferroviario y minas. Asimismo, las sociedades Fernández & Salazar; Cañas & Montealegre; Mora & Fa-rrer; Escalante & Bonilla; Herrán & Compañía. En Heredia surgió la sociedad Ulloa & Moya. Esas y mu-chas otras uniones se formaban con un capital líquido de 20.000 pesos a veces incluido el valor de las tierras, y fueron las vértebras del primer sector empresarial del país.

En las décadas del 50 al 70 sur-gieron otras uniones de capitales que se dedicaron al comercio im-portador. Entre ellas: Quirós & Ellerbrock (1853); Aguilar Alpress (1857); Beeche & Cía. (1858); Ulloa & Zamora (1858); Moureo de Vars & Cía. (1859); Salazar & Muller (1860); Brealy & Morales (1864); Ti-noco & Cía. (1865); Wallis & Witting (1865); Carazo & Hno. (1868); An-dré & Lippuran (1869); Cabello & Cía. (1869); Montealegre & Salazar (1869) y la Sociedad Costarricense para la Fabricación de Jabón (1868). Algunos cafetaleros ingresaron al negocio bancario, tales como: Cri-santo Medina, Allan Wallis, Eduar-do W. Alprese, Mariano y Francis-co Montealegre, Rafael Escalante,

Francisco Peralta, Gaspar Ortuño, Rafael Barroeta, Aniceto Esquivel, Braulio Morales, Francisco Echeve-rría y José Ramón Rojas Troyo.

Buen número de las sociedades creadas entre 1830 y 1845 desapare-cieron durante la crisis económica europea de 1847-1848. Algunas, en medio de ácidos conflictos como el caso de la Sociedad Mora & Agui-lar, en temprana competencia por tierras y finanzas con el grupo de los hermanos Montealegre Fernán-dez. En la trayectoria de estas so-ciedades se encuentra asimismo el surgimiento y la caída de empresas, las disputas por la apropiación de la tierra en el Valle Central al amparo del poder político, las competencias por lograr contrataciones públicas, o las fusiones entre cafetaleros para darle forma al capital bancario. A partir de 1850 el capital de inmi-grantes ingleses, alemanes y fran-ceses fue un aliado imprescindible para la reproducción de la riqueza por parte de los cafetaleros, como exportadores e importadores.

Además de esas compañías, la

investigación del Dr. Samuel Stone aporta 108 nombres de individuos y familias que integraban la élite de los cafetaleros entre 1820 y 1850. Entre ellos: Hipolite Tournon, Emi-lio Challe, Jorge Seevers, Max Ko-berg, Adolfo Knöhr, los hermanos

Rohrmoser, la familia von Schroter, Napoleón Millet Castillo, Juan Ulloa Solares, Wilhelm Peters, Eduardo Vallerstein, Felipe Molina, Eusebio Rodríguez, Pío Murillo, los presbí-teros Joaquín Flores y Manuel Gu-tiérrez, Buenaventura Espinach, Florentino Castro, Teresa Solares, Joaquín Bonilla, Nicolás Ulloa, Ra-fael Moya, José de Salinas Zamora, José Lara, Joaquín Solórzano, Lo-renzo González, Pilar Fonseca, Julio Sánchez Lépiz, los hermanos Orlich y la familia Lindo.

La agricultura e industria del café se consolidó en un período de cin-cuenta años. Se extendió por el Va-lle Central en un movimiento envol-vente de corte agrario, industrial, comercial y crediticio. Entre 1850 y 1890 fueron vendidas y/o donadas 550.422 hectáreas de tierras que an-tes eran asentamientos indígenas o baldíos, los cuales fueron privatiza-dos con el nombre de “tierras de le-guas” municipales. El área cultiva-da de café pasó de 20 mil manzanas en 1884 a 40.000 en 1935, localizadas en la Meseta Central y los valles en-tre Alajuela y San Ramón. Después de 1890, concluido el ferrocarril al Atlántico, el café se expandió a los valles del Reventazón y Turrialba bajo la combinación de la hacien-da y el latifundio. En todo el país, el área sembrada aumentó a 68.578 manzanas en 1935.

En el Valle Central se transformó el uso del suelo, de las fuentes de agua y de las prácticas agrícolas. El café desplazó lentamente bos-ques, tacotales y potreros. Coexis-tió con cultivos comerciales como la caña de azúcar, tabaco, ganado y trigo. Se abrazó a las milpas, frijo-lares, arrozales, platanares y otras labranzas de subsistencia. La esca-sez de alimentos se agravó después

A partir de 1850, el capital de inmigrantes ingleses, alemanes y franceses fue un aliado imprescindible para la reproducción de la riqueza por parte de los cafetaleros, como expor-tadores e importadores.

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de 1860 y el alza de los precios, en una fase de ascenso demográfico, provocó las primeras crisis. Desde 1840 la producción de alimentos re-caía en los hombros de colonos que salían de las provincias cafetaleras hacia la periferia del Valle Central para recuperar la propiedad priva-da, derribar montaña y compensar el terreno agrícola atrapado por ca-fetales.

La industria del café, por otra par-

te, consistió en el procesamiento del grano. Antes del comercio de expor-tación, el fruto se secaba al sol en pa-tios de tierra y se procedía a pilarlo, ensacarlo, tostarlo y molerlo. Esos patios fueron precursores de las insta-laciones conocidas como “beneficios de café” o estancias para procesar el grano. Desde 1840 se introdujo la téc-nica de fermentar las bayas durante el procesamiento; un laboreo conocido como “beneficio húmedo”. El sistema impuso diferencias de calidad y de precio; acicateó la competencia entre el pequeño grupo de cafetaleros bene-ficiadores y exportadores.

El método de beneficio húmedo se atri-buye a Buenaventura Espinach Gual,

antiguo minero. En 1838 compró en Cartago la hacienda “El Molino”, construyó un patio de calicanto en donde se amontonaban las bayas durante 48 horas para suavizar la pulpa; luego se pasaban por es-tanques de agua fluida para des-prenderlas, y se procedía a secar el grano. La tarea de limpiar el hollejo se realizaba majando la pulpa con bueyes o por medio de molinos hi-dráulicos. Por último, se aventaba a mano. El empresario instaló otro beneficio húmedo en la finca “La Soledad”, en San Joaquín de Flores, Heredia. La mecanización de los beneficios de café fue más tardía. En 1842, el herediano Benito Dengo patentó el primer beneficio mecani-

zado. Hacia 1847, se introdujo des-de Jamaica la maquinaria inglesa. Comenzaron a usarse secadoras a vapor, estufas, pulidoras, trillado-ras, separadoras de granos. La trac-ción animal se sustituyó por ruedas y turbinas de agua.

La industria del café, a diferencia del cultivo y producción, requería alta acumulación e inversión de capital y por ello fue empresa de unos pocos. En 1850 un registro de la Aduana La Garita mostró que de 76 exportadores, el 85% del grano lo enviaron 16 beneficiadores. En los años 80 los exportadores eran poco más de 250, frente a 7.500 coseche-ros. El grupo exportador y benefi-ciador constituyó una elite a la que ingresaron españoles y franceses, antes dedicados a la minería; des-pués de 1821, los ingleses, y al final de los 40, los alemanes y franceses. En 1850 estos y otros extranjeros que se naturalizaron, procesaban el 5% de la exportación total; a finales del siglo XIX, más del 20%. El ingre-so de pequeños productores a este círculo no estuvo restringido, sobre

Beneficio de café.Fuente: Colección privada.

El método de beneficio húmedo se atribuye a Buenaventura Espinach Gual, antiguo minero. ... En 1842, el heredia-no Benito Dengo paten-tó el primer beneficio mecanizado.

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todo desde principios del siglo XX, como el caso de los hermanos Lindo en Turrialba o los hermanos Orlich en Alajuela.

La industria cafetalera propició un enriquecimiento desigual entre la elite cafetalera; pero con respec-to a la producción, los beneficiado-res exportadores no constituyeron monopolios. La oferta individual y familiar de los caficultores era muy amplia, geográficamente extensa y dispersa. Hubo además un conjun-to de condiciones que permitieron compartir las utilidades del café en-tre cultivadores y productores fami-liares, y el grupo de beneficiadores y exportadores. Entre ellas: la am-plia repartición de la tierra y la si-nuosa colonización agrícola, la poca y limitada disponibilidad de peo-nes y jornaleros, el alza de salarios entre 1847 y 1856, las dificultades para obtener créditos, y la drástica reducción de la población a raíz de la guerra de 1856-1857 y de la peste del cólera.

No obstante, el procesamiento del café activó la centralización y con-centración de capital a través de la negociación de la cosecha propia y la compra de la fruta para aumen-tar el volumen de exportación. Ello creó una relación social nueva en-tre productores, beneficiadores y exportadores, y el vínculo se esta-bleció por medio del préstamo de dinero. El trabajo familiar de los pequeños y medianos cafetaleros, y el peonaje o jornaleo asalariado en el cultivo y la industria, valorizaban el fruto para la venta en el mercado mundial. La ganancia de los benefi-ciadores se realizaba a través de las exportaciones de café, las importa-ciones de bienes de consumo, y el crédito a los productores. Los már-genes de utilidad estaban sujetos a

costos –incluido el financiamiento inglés- la evolución del precio del grano, la productividad y otras circunstancias ajenas al mercado y muy cercanas al poder político.

Entre 1830 y 1860 el préstamo mo-netario experimentó pocos cambios a pesar del aumento en la demanda de dinero. Al lado de los comercian-tes, las cofradías y las capellanías, aparecieron nuevas instituciones de crédito como el Lazareto, el Monte Pío de Agricultura y los municipios. Pero la transformación profunda del crédito vino con el mecanismo de las habilitaciones o adelantos de dinero del beneficiador - exporta-dor o de las compañías cafetaleras, a los productores medianos y pe-queños. Además, para solucionar la escasez de dinero en un período de alta demanda monetaria, los gran-des cafetaleros disfrazaron el valor

del dinero por medio del uso de bo-letos.

Los vales se usaron para pagar la recolección de café y los salarios, realizar compras en los comisariatos de las haciendas y comercios cerca-nos, y zanjar diferencias de precios -dar vueltos- a falta de moneda fraccionaria. Fueron muy lucrativos para los cafetaleros pues funciona-ban como numerario alterno, per-mitían racionalizar el dinero, de por sí escaso, y organizar el capital de inversión. Los boletos tenían impre-sos los nombres de los caficultores o de los dueños de las empresas que los mandaban a acuñar. Se identi-ficaban con grabados de animales, árboles, canastos, e incluso con la efigie de algún hacendado como los que emitió la Sociedad Alvarado & Chacón con el retrato de Santiago Alvarado Ramírez.

Boletos. Fuente: Museo del Banco Central de Costa Rica.

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El abuso con los boletos, pero par-ticularmente con las habilitaciones, entrañaban explotación e incubaron descontentos. Los productores habi-litados protestaban porque no siem-pre recibían las diferencias de valor a su favor a la hora de las liquidacio-nes de los adelantos según el precio de venta del café en el exterior, o tenían rebajos si el precio era infe-rior. Debían pagar intereses a precio libre. El fenómeno del crédito tam-bién afectaba a los exportadores fi-nanciados por el capital inglés, pues las Bolsas o centros internacionales de mercadeo no aparecieron hasta finales de 1880. En esas circunstan-cias los proyectos para centralizar el crédito público, el privado y la emisión de monedas en institucio-nes bancarias fueron iniciativas de envergadura nacional.

Entre 1846 y 1863 los gobiernos de José María Castro Madriz y Juan

Rafael Mora Porras intentaron ins-titucionalizar una entidad bancaria que permitiera al Estado la autono-mía financiera, regular el crédito y emitir monedas. Ambos fueron derrocados por esa y otras iniciati-vas ya que confrontaban intereses de grupos de exportadores bene-ficiadores y de los importadores. Después del fusilamiento de Juan Mora Porras y en asocio con el ca-

pital inglés, el grupo cafetalero de las familias Montealegre Fernández monopolizó el negocio del crédito por medio del Banco Anglo Cos-tarricense. Funcionó entre 1864 y 1867, administrado por el cónsul británico Mr. Allan Wallis. El Banco Anglo sobrevivió incluso a la nacio-nalización bancaria de 1948.

Alegando contra esa institución extranjerizante, el Dr. Castro Ma-driz logró que la Asamblea Legis-lativa creara el Banco Internacional de Costa Rica; denominado lue-go, Banco Nacional de Costa Rica. La institución se abrió en junio de 1867; sobrevivió al golpe de Estado de 1868 y funcionó hasta 1877. Entre 1867 y 1876 se formaron otros ban-cos privados. La institucionalidad bancaria controlada por el Estado solo se afirmó en los gobiernos y la dictadura de Tomás Guardia. El 15 de abril de 1877 se fundó el Banco

Después del fusilamiento de Juan Mora Porras y en asocio con el capital in-glés, el grupo cafetalero de las familias Montealegre Fernández monopolizó el negocio del crédito por medio del Banco Anglo Costarricense.

Banco Internacional de Costa Rica.Fuente: Manuel Gómez Miralles.

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Carretas. Fuente: Castro Harrigan. Op. Cit. p. 82.

de la Unión. Operó hasta noviem-bre de 1887 como banco privado, y a fines de 1890 tomó el nombre de Banco de Costa Rica. La economía sufría los efectos de la depresión económica mundial y ello obligó al Estado a impulsar las reformas de 1896-1900 en las cuales se introdujo el patrón monetario con respaldo en oro. En 1914 se fundó el Banco Internacional, denominado Banco Nacional de Costa Rica desde 1936.

La infraestructura vial hacia el puerto de Puntarenas con el fin de comercializar el grano fue otro gran proyecto que involucró de lleno a los cafetaleros. Santiago Fernández finan-

ció la apertura de una vía a Sarapiquí y de un puerto en Tárcoles. Cuando se suspendió el camino a Matina por la caída de Braulio Carrillo, se fundó en 1843 la Sociedad Económica Itinera-ria. En ella participó el gobierno y 218 socios que debían tener un mínimo de 8.000 plantas de café o un capital de 1.000 pesos. La Sociedad organizó la construcción de un camino para carretas entre Cartago y Puntarenas, financiada en parte con un impuesto de un real por cada quintal trasegado por el puerto. Poco antes varias se-ñoras habían suscrito contribuciones para construir el Puente de las Damas sobre el Río Jesús María, en la costa del Pacífico. La carretera a Puntarenas

El boyero no era un arrie-ro cualquiera. Fue eslabón en el encadenamiento social del trabajo de los caficulto-res, el recibidero o centro de acopio, el beneficio y el puerto de exportación.

concluyó en 1846 y así se pudo vender el café a Europa a través de la ruta ma-rítima por el Cabo de Hornos.

El camino empedrado, la carreta tirada por bueyes y el oficio de bo-yero fecundaron la imagen román-

Monumento al boyero. Atenas, Costa Rica.Fuente: Colección Heriberto Valverde Castro.

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tica de nuestra revolución en los me-dios de transporte. El boyero no era un arriero cualquiera. Fue eslabón en el encadenamiento social del tra-bajo de los caficultores, el recibidero o centro de acopio, el beneficio y el puerto de exportación. Conocedor del ganado de carga, diestro en el arreo, acostumbrado a comprar ca-rretas y aperos para las yuntas, el bo-yero sabía descifrar el temple de los bueyes por su tamaño, peso, color, fuerza y resistencia. Escogía la carre-

ta. Al son del choque del eje y la bo-cina, el “cantar de la carreta” avisaba sobre el sitio de paso, el dueño y el arriero. Media tonelada de café re-quería carretas fuertes y livianas con ruedas de una pieza o de varios ma-deros unidos por el aro con varillas y decoradas con vistoso colorido.

El boyero debía conocer los cami-nos en tiempos de verano o de in-vierno, los sitios de sesteo, los pasos de los ríos, el volumen de carga y las reglas del tránsito caminero. El tra-bajo del boyero se reglamentó entre 1853 y 1862. Se fijaron obligaciones de los dueños de carga y las penas contra arrieros y boyeros. Hubo leyes para proteger las mercancías que iban y venían del Puerto. En 1854 se creó el Cuerpo de Guardas Camineros y se dictó el Reglamen-to de Policía de la Carretera Nacio-nal entre Cartago y Puntarenas. En 1858 se estableció la Policía de Ca-rretera Nacional compuesta por pa-trullas de 6 a 12 guardas por legua. En 1862 el Presidente Montealegre creó la Policía Volante, a cargo de la Dirección de Obras Públicas. Entre

Muelle de Puntarenas. Fuente: Zamora, Fernando. Op. Cit. p.63.

Entre 1830 y 1850 Costa Rica fue el único país de América Latina con un comercio cafetalero estable con Inglaterra y a través de ésta con Alemania; y el café fue el único produc-to de exportación hasta 1890, en un 75% con destino a Europa.

otros ilícitos, era prohibido condu-cir montado en la carreta. En 1920 algunos beneficiadores ya habían sustituido la carreta por camiones.

En Costa Rica, a diferencia de otros países, los puertos no fueron asiento político del capital exporta-dor e importador. En 1840 Puntare-nas era una villa de 1.200 habitantes que vivían en casas de paja y made-ra, expuestas a los incendios. Solo había un muelle y aduana, ubicado al sur de la lengua arenosa. Los bar-cos anclaban mar adentro a la espe-ra de lanchas transbordadoras por-que el muelle se construyó en aguas poco profundas; y para evitar el contrabando, el gobierno prohibió el trasiego de mercancías en horas de la noche y a lo largo de la costa. Entre 1837 y 1840 se declaró a Cal-dera puerto alterno oficial. No fue sino hasta 1870, en el gobierno de Tomás Guardia, que se construyó otro muelle, bodegas y un edificio de aduana, seguro y duradero.

En agosto de 1846 se emitió el pri-mer decreto sobre el Reglamento de

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Anuncio publicitario en los periódicos de la época. Foto: Edwin Salas Zamora.

PUERTOS Y BAHIAS DE CABOTAJEENTRE PUNTARENAS Y NICOYA

Chomes Bolsón Chira Río Grande Coyolito Espíritu Santo Berrugate BoqueronesColorado Astillero Tortuga BarrancaCongos Nacaome Venado CalderaMojica Salinas Cabo Blanco TárcolesLas Piedras San Pablo Salinas Manta Humo Cangel Gigante Chacarita

Fuente: Fallas M. Carlos Luis. El movimiento obrero en Costa Rica. EUNED. San José. 1983. P.129.

los Puertos y la Ley sobre la Gober-nación de los Puertos y lugares cos-teros que brindaban los servicios. El cabotaje tenía las siguientes paradas (ver cuadro cuadro anterior):

En setiembre de 1865 el Presiden-te Jesús Jiménez promulgó el Decre-to No. 21 acerca del Reglamento de la Marina del Golfo de Nicoya. En 1873 se promulgaron los reglamen-tos del Muelle y el Almacén Nacio-nal de la Aduana de Puntarenas.

Entre 1830 y 1850 Costa Rica fue el único país de América Latina con un comercio cafetalero estable con Inglaterra y a través de ésta con Ale-mania; y el café fue el único produc-to de exportación hasta 1890, en un 75% con destino a Europa. El volu-men de venta subió de 5 millones de kilos en 1850, a 20 millones en 1890. Los ingresos del Estado pasaron de 229.406 pesos en 1850 a 5.624.577 en 1890. El precio por fanega osciló en-tre 8 y 10 pesos en 1850, y 46 pesos en 1894. Ese año se fueron a pique las exportaciones de Java y Ceilán. En cuanto a las importaciones, el 80% consistía en artículos de consu-mo destinado a los habitantes cita-dinos de San José, Cartago, Heredia y Alajuela. Los bienes de capital constituían un rubro pequeño.

En consecuencia, la economía na-cional entró en una relación de de-pendencia con el capitalismo inglés y

europeo. El financiamiento de las ex-portaciones, el intercambio del fruto por manufacturas livianas a precios de oferta y demanda industrial en Europa, y la deuda externa, a partir de 1871, propiciaron una transferen-cia desigual de riqueza entre Europa y Costa Rica. El fenómeno desacele-ró la acumulación interna de capital, propició el monocultivo exportador y congeló la producción de manu-facturas locales.

El comercio exterior, además, quedó sujeto a los efectos de los ci-clos económicos de corta duración como la depresión de 1847-1848; la crisis financiera mundial de 1873; o

el descenso de los precios y expor-taciones debido al ingreso de Brasil al mercado mundial en 1897 acom-pañado de la depresión en la eco-nomía capitalista, cuyos efectos se prolongaron hasta 1908. En 1901 los precios bajaron un 55% respecto de los de 1894 y acarrearon otra crisis monetaria. El comercio exterior se vio afectado también por situaciones internas como la guerra de 1856-57 y las bajas cosechas de 1884-1885.

No obstante, desde 1840 la activi-dad marcó la ruptura con el legado de la economía colonial, permitió la formación de una estable agri-cultura de exportación con signos externos de identidad nacional, e insertó al país en el universo del ca-pitalismo que irrumpió pujante con la segunda revolución industrial europea a partir de 1875. En ese me-dio siglo Costa Rica logró conside-rables transformaciones en materia demográfica, integración territorial, estratificación social, transición a la cultura urbana, escolaridad y con-figuración institucional del Estado liberal.

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Batalla de Santa Rosa.Pintura de Carlos Aguilar.

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El concepto moderno de Re-pública surgió en el siglo XVIII con la Constitución de

los Estados Unidos de 1778 y con la Revolución Francesa, después de 1792. En América Latina se divulgó a finales del siglo XVIII y derivó en discurso político desde 1810. Se usa como sinónimo de comunidad polí-tica y casi siempre se refiere a la for-ma de gobierno. Implica la vigencia de una Constitución que establece la división de poderes del Estado y los legaliza por el método de elec-ciones nacionales. No es sinónimo de democracia.

El concepto de Estado es más amplio. Remite a la organización política de las relaciones de poder que rigen para el conjunto de la sociedad. No es ajeno a los rasgos de diversidad y diferencias en las condiciones económicas, estatus y jerarquías que prevalecen en ella; por lo cual la autoridad jurídica del Estado se ejerce mediante varios ti-pos de funciones: represivas o mili-tares y policiales; políticas o regula-doras de las disputas por el poder; de orden o civilidad basada en las leyes; de protección a la vida y a los derechos del individuo y de los ciu-

UNAREPúBLICAFRÁGILENUNESTADOINCIPIENTE

dadanos; de preservación de las re-laciones entre el capital y el trabajo según las libertades de propiedad, producción y comercio adoptadas desde el siglo XVIII; y de promo-ción de las condiciones materiales para el desarrollo de la sociedad y de las culturas de la nación.

La división de poderes es un principio de legalidad, equilibrio o

contrapeso y representación de los atributos económicos y sociales de los habitantes, dentro del Estado. Se basa en la soberanía popular o legitimidad del poder estatal bajo condiciones como igualdad ante la ley, garantía de paz en situación de guerra, descalificación de la violen-cia individual, y renuncia a la liber-tad como cualidad absoluta de las personas a fin de que el individuo

Felipe Molina Bedoya, abogado guatemalteco y Ministro Plenipotencia-rio del gobierno del Dr. Castro Madriz, editó en Estados Unidos, en 1852, la primera historia sobre la comunidad nacional: “Bosquejo de la República de Costa Rica”.

LOSTRATADOSDELÍMITES

NICARAGUA-COSTARICA1824 Anexión del partido de Nicoya a Costa Rica (ratificada provisionalmente

por el Congreso Federal en 1825). 1858 Tratado de Cañas-Jerez: se fija el límite; Costa Rica recibe derechos per-

petuos de navegación por el río San Juan y se establece que Nicaragua debe consultar a Costa Rica antes de firmar cualquier tratado o concesión canalera.

1869-1886 Varios conflictos relativos a concesiones canaleras.1886 Mediación del gobierno de Guatemala. Se firma la convención Esquivel-

Román, por la cual se nombra como árbitro al presidente de los Estados Unidos, Grover Cleveland.

1888 Laudo Cleveland: se ratifica el tratado de 1858.1896 Convención para la demarcación de límites.1897 Se inicia el amojonamiento.1898 Movilización de tropas en ambas fronteras. Mediación del gobierno de

Guatemala. Se firman acuerdos a bordo del vapor Alert el 26 de abril.1900 Acta final de demarcación de límites.

PANAMÁ-COSTARICA1825 Convención firmada entre la Federación Centroamericana y la Gran Co-

lombia. Se comprometen a respetar los límites “como están al presente”.1836 El gobierno de Nueva Granada decreta la incorporación del territorio de

Bocas del Toro.1856 Tratado Calvo-Herrán para el arreglo de límites. El gobierno de Costa

Rica no acepta.1865 Proyecto de tratado con Colombia.1873 Proyecto de tratado con Colombia.1900 Laudo Loubet (rechazado por Costa Rica).1903 Panamá se independiza de Colombia.1914 Laudo White (rechazado por Panamá).1917-1928 Ruptura de relaciones diplomáticas.1921 Escaramuzas militares en la frontera.1941 Tratado Echandi-Fernández: se fija el límite.1942 Concluye el amojonamiento de la frontera.

Fuente: Pérez Brignoli, Héctor. Breve historia contemporánea de Costa Rica.Editorial Fondo de Cultura Económica México D.F.1997. p.55

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pueda ejercer la libertad civil o de convivencia en sociedad.

Costa Rica fue visualizada como comunidad política hacia 1833 en la obra tipo ensayo de Rafael Francis-co Osejo, quien partió del concepto de totalidad federal y de ahí trazó los rasgos distintivos del Estado. Veinte años después, Felipe Moli-na Bedoya, abogado guatemalteco y Ministro Plenipotenciario del go-bierno del Dr. Castro Madriz, editó en Estados Unidos, en 1852, la pri-mera historia sobre la comunidad nacional: “Bosquejo de la Repúbli-ca de Costa Rica”. La ruptura con la República Federal desde 1838, deli-neó el objetivo de construir una Re-pública y un Estado soberano; aun-que la filosofía y la forma de ambas organizaciones se habían definido durante el gobierno federal y en las cinco Constituciones vigentes entre 1821 y 1847. En las décadas siguien-tes, con claridad entre 1870 y 1890, se configuraron las condiciones para adoptar las formas de gobier-no y de Estado liberal para el con-junto de la nación.

El cambio político se produjo en sincronía con la formación de una

economía nacional y ello determi-nó los rumbos de la República y del Estado. Los empresarios del café constituían desde 1833 una fuente de financiamiento de los gobiernos por la vía tributaria, aduanera y del crédito interno; ofrecían contra-tos para obras públicas; integraban una red de afinidades familiares, lealtades políticas y confianzas co-merciales entre sí y con capitales ingleses; crearon fuertes vínculos con los campesinos productores del grano e hicieron de ellos una clien-tela electoral. Durante todo el siglo XIX el sector cafetalero fue la fuer-za social con mayor representación en las instituciones públicas, lo cual

consiguieron mediante la combina-ción de la violencia política y la le-gislación sobre el régimen electoral.

Entre 1847 y 1871, se promulga-ron cinco Constituciones. Hasta 1890 hubo 47 conflictos militares y políticos, el 51.2% de los ocurridos entre 1821 y 1914. Entre 1841 y 1906 los historiadores registran 458 sen-tencias por delitos contra la autori-dad pública; algunos de ellos con-siderados “delitos de alta traición” los cuales fueron castigados con la pena de muerte, vigente hasta 1876. Se trata de antagonismos que han sido comunes en América Latina, en la fase formativa de la Repúbli-ca y el Estado. En el caso de Costa Rica, muy localizados socialmente; no involucraron a otros grupos pro-ductores fuera de los cafetaleros, ni condujeron a la guerra civil, sino que derivaron en rupturas tempora-les del orden político constitucional. La guerra contra la expansión de los Estados Unidos en Centroamérica, ocurrida entre 1856 y 1857 fue el conflicto militar más prolongado y permitió que el Estado afirmara su soberanía territorial externa.

Comandancia y Cuartel de Artillería. San José. Fuente: Castro Harrigan Op. Cit.

La guerra contra la ex-pansión de los Estados Unidos en Centroaméri-ca, ocurrida entre 1856 y 1857, fue el conflicto militar más prolongado y permitió que el Estado afirmara su soberanía territorial externa.

MENSAJE DEL PRESIDENTE JUAN RAFAEL MORAAL CONGRESO DESPUÉS DE LAS BATALLAS DE

SANTA ROSA, SARDIINAL Y RIVASHonorables representantes:

Grato era el cuadro que en su modesta infancia presentaba Costa Rica al terminar el año 1955.Concordia y amistad con los países hermanos y extranjeros –Orden, paz y prosperidad en el interior-. Garantías para todos, la población duplicándose, la instrucción difudiéndose, las leyes codificándose ilustradamente, el comercio acrecentado, la agricultura obteniendo de día en día mayores beneficios, allanándose los caminos, las obras y las rentas públicas aumentando, y por todas partes el progreso y el bienestar general.

El espíritu laborioso de los costarricenses, su amor al orden, su respeto a la propiedad, y el acuerdo constante de la Nación con el Gobierno producían tan óptimos frutos, cuando exteriores acontecimien-tos, funestos al parecer para la América Central, tal vez propicios en los incomprensibles misterios de las evoluciones humanas, vinieron a interrumpir esa marcha pacífica y feliz. Harto conocidos os son los muy escandalosos sucesos de Nicaragua que pusieron en vigilante expectativa a todo los buenos hijos de Centro América…

Convencido de los riesgos que nos cercaban, de acuerdo con los Gobiernos de Guatemala, El Salvador y Honduras, apoyado por la unánime oposición nacional, os llamé el 25 de Febrero para haceros presente nuestra situación frente a frente a los aventureros que subyugaban el vecino Estado, retándonos con audacia. Penetrados de mis propias convicciones me concedisteis am-plias facultades para hacerles la guerra. La juventud valiente y decidida acudió presurosa a mi llamamiento a alistarse bajo las banderas de la Patria. Todo fue júbilo, entusiasmo, celeridad y patriotismo. Era la vez primera que en Centro América se emprendía una guerra que la razón y la humanidad no condenaban. Así en el interior como el exterior ésta decisión fue aplaudida con alborozo.

Marchamos. El enemigo, tiempo hacía, resuelto a combatirnos, cegado por su soberbia y el incomprensible desprecio con que nos miraba, invadió nuestro territorio: en él se derramó la primera sangre, y en Santa Rosa conquistaron nuestras armas los primeros laureles ponien-do a los filibusteros en desastrosísima fuga. Provocados, invadidos y triunfantes no era honroso ni posible esperar auxiliares ni aliados. Continuamos nuestra macha vencedera, y el 9 de Abril éramos dueños de los puertos de San Juan del Sur y la Virgen, y la importante ciudad de Rivas. La llave del tránsito entre el Pacífico y el Atlántico estaba en nuestro poder al mes de salir de la capital. El camino real del filibusterismo estaba cortado. El 11 de Abril Walker con su ejército nos ataca en Rivas. La victoria, puesta en sus manos por el acaso instantáneamente, es reconquistada por nuestros bravos con un valor insuperable, obligándole a huir al amanecer del día 12 con los restos de su despedazada hueste, en medio de las tinieblas, la mortalidad y el espanto.

La necesidad de curar a nuestros heridos y de esperar los refuerzos pedidos, para no abandonar la muy importante línea del tránsito interoceánico, me obligó a detener nuestra marcha victoriosa permaneciendo en Rivas hasta fines del mes de Abril en que apareciendo súbitamente el cólera en las filas costarricense derramó en ellas el contagio y la muerte. (…) Graves cargos se nos han hecho por nuestros adversarios (…) Si la pericia, si la previsión e inteligencia militar pudieron escasear en un ejército improvisado, bisoño, jamás acostum-brado a las penalidades y difícil arte de la guerra (…) sobró el denuedo, el sufrimiento, la abnegación y el valor hasta el heroísmo ( …. ) Sí yo que participé siempre de sus calamidades y alegrías, de sus privaciones y entusiasmos, me enorgullezco al hablar de ese ejército ante la Representación Nacional.

Este ejército de labradores y artesanos, ese ejército de pacíficos y honrados propietarios ha conquistado en esa guerra santa contra los usurpadores de América Central una palma imperecedera. Le ha dado un ejemplo y una lección a nuestros amigos y adversarios, y sin ese ejemplo unánimemente aplaudido, sin esos repetidos triunfos, ni un solo tiro se hubiera disparado aun en defensa de los escarnecidos derechos centroamericanos. -Nicaragua no estaría en armas como hoy lo está ya contra sus opresores dándose un abrazo fraternal dos partidos que parecían irreconciliables-, las fuerzas de los estados permanecerían aún en sus hogares, y más tarde ellos y nosotros, todos, todos lloraríamos el infausto error de haber yacido en una cobarde o estúpida indolencia.

San José, de Costa Rica, a los tres días del mes de Agosto, de mil ochocientos cincuenta y seis.

Fuente. Comisión de Investigación Histórica de la Campaña 1856-1857. No. 3. Proclamas y Mensajes. 15 de setiembre de 1954. San José. Pp. 22-23

Juanito Mora.Fuente: http:// www.asamblea.go.cr/galeria/

president/congre10.htm

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Esos ciclos confirman tres períodos de inestabilidad. Sus significados históricos se relacionan con la nece-sidad de convertir al Estado en una unidad política de alcance nacional frente a otras fuerzas disociadoras: la plutocracia cafetalera, el militaris-mo, la iglesia católica y la expansión de los Estados Unidos después de la invasión a México en 1848, y de la co-lonización de su territorio occidental por medio de la esclavitud, la explo-tación minera y el tendido de ferro-carriles. En consecuencia, la inesta-bilidad política fue corolario de la confrontación entre los fines, objeti-vos y funciones del Estado nacional, y los intereses ligados al crecimiento de las exportaciones de café y al de-sarrollo del capitalismo en Estados Unidos y Europa occidental.

Entre 1850 y 1870, la élite cafetalera se dividió en grupos políticos. Con el apoyo del estamento militar de los gobiernos y de algunos líderes cleri-cales, hostilizaron contra medidas de administración pública y disputaron entre sí el dominio de las prerrogati-vas de legitimidad, hegemonía y so-beranía interna del Estado. Después del estadista Braulio Carrillo, Juan Rafael Mora Porras emerge como el primer Presidente que subordinó a los militares a la autoridad política es-tatal tras someter en 1850 al máximo caudillo militar, José Manuel Quirós.

“Tomás Guardia. General en Jefe del Ejército y Presidente provisorio

de la República de Costa Rica

Por cuanto el Gran Consejo Nacional ha expedido el decreto siguiente:

No. 5. El Gran Consejo Nacional de la República de Costa Rica.

A iniciativa del Gobierno; conceptuando que para mientras se decreta la Constitución de la República, es conveniente que se establezcan por ley las garantías individuales.

Fuente. Meléndez, Carlos. Documentos fundamentales del siglo XIX. ECR. San José, 1978. Pp.310.

Tomás Guardia.Fuente: http:// www.generall.net/img/

pes_535614

DECRETA

Art. 1. La vida de los habitantes de Costa Rica, es inviolable: lo es también la pro-piedad, salvo los casos de expropiación... En caso de guerra o conmoción interior no es indispensable que la indemnización sea previa…

Art. 2. La Ley no dispone sino para lo venidero, y no puede tener efecto retroac-tivo.

Art. 3. La libertad de cultos es un hecho y la presente ley lo consagra.

Art. 4. El domicilio de los habitantes de la República no podrá allanarse sino con las formalidades legales.

Art. 5. Todos los habitantes de Costa Rica son libres para salir de la República, entrar en ella, residir en el punto que deseen y viajar en el interior.

Art. 6. Es inviolable el secreto de la correspondencia escrita o telegráfica y la que fuere sustraída no producirá efecto legal.

Art. 7. El derecho de petición puede ejercerse por escrito, individual y colectiva-mente.

Art. 8. Nadie será inquietado ni perseguido por sus opiniones políticas, a menos que no sea por actos que constituyan un delito o una conspiración para cometerlo.

Art. 9. Nadie será juzgado ni penado por jueces ni tribunales especiales, sino por los que le sean competentes, conforme a las leyes, a no ser en los casos en que éstas establezcan un enjuiciamiento especial.

Al Poder Ejecutivo

Dado en el salón de sesiones. Palacio Nacional. San José, Octubre 10 y siete de mil ochocientos setenta y seis”.

Bruno Carranza, Presidente

J. Solano Secretario.”

LEYSOBREGARANTÍASINDIVIDUALES

Las disputas por el poder del Estado comenzaron a zanjarse con mayor firme-za después de 1889, por medio de elecciones con participación de partidos políticos, hasta el golpe de Estado y la dictadura de Federico Tinoco de 1917-1919.

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El propósito coincidió con los objeti-vos de la guerra de 1856-1857 cuya dirección política y militar exitosa lo catapultó al liderazgo nacional. Por ello se atrajo la oposición del grupo cafetalero alineado alrededor de la fa-milia Montealegre Fernández, apoya-do por grupos militares fortalecidos tras la guerra de 1856-1857.

Entre 1870 y 1882, los gobiernos y la dictadura del General Tomás Guardia subordinaron a los militares, centralizaron su fuerza y la profesio-nalizaron como órgano represivo del Estado. La Constitución de 1871 esta-bleció las nuevas bases del orden pú-blico, y en ese marco se introdujeron las transformaciones jurídicas e insti-tucionales que configuraron la estruc-tura política nacional de corte liberal que prevaleció hasta 1949. El Estado de Derecho debilitó la capacidad de violencia política de los cafetaleros y las disensiones que promovió la jerarquía de la Iglesia Católica entre 1883 y 1892. Las disputas por el poder del Estado comenzaron a zanjarse con mayor firmeza después de 1889 por medio de elecciones con partici-pación de partidos políticos, hasta el golpe de Estado y la dictadura de Fe-derico Tinoco, de 1917-1919.

Las convocatorias a elecciones se aplicaron desde 1844. La Consti-

tución de 1847, sustituida por otra en 1848 y vigente hasta 1859, fue el marco normativo de la década de gobierno de Juan Rafael Mora Porras. La Constitución del 27 de diciembre de 1859 que rigió hasta el 1 de noviembre de 1868, esta-bleció el período presidencial de tres años sin reelección sucesiva, y el Poder Legislativo se renovaba por mitades cada dos años. Entre 1862 y 1893 se promulgaron seis leyes electorales. Según la última normativa, los comicios se efec-tuaban cada año para nombrar regidores, cada dos años para di-

putados y cada cuatro para elegir al Poder Ejecutivo.

En la década de 1860-1870 un

sector ilustrado de la élite política propició una mayor participación electoral. Movilizaban a la segunda ronda al reducido número de elec-tores que integraban la ciudadanía activa del país. En 1863 eligieron a Jesús Jiménez Zamora y en 1866 a José María Castro Madriz, ambos candidatos apoyados por los mili-tares y por el grupo cafetalero liga-do con la familia Montealegre. En los comicios de 1868 los grupos ci-

PRINCIPALESNúCLEOSPOLÍTICOSREPUBLICANOSENLASCAMPAÑASELECTORALESDE1863A1868

GRUPOMONTEALEGREJosé María MontealegreFrancisco MontealegreLeopoldo MontealegreManuel José CarazoGeneral Máximo Blanco (hasta 1863)José María Castro Madriz Jesús Jiménez Zamora Julián Volio Llorente Aniceto Esquivel Sáenz Juan José Ulloa Solares Vicente Aguilar CuberoFrancisco M. Iglesias Llorente Florentino Alfaro Zamora Santiago Millet Castillo

OPOSITORESALGRUPOMONTEALEGREJulián VolioJosé María IglesiasJosé María Castro Madriz Ramón QuirósGeneral Lorenzo SalazarGeneral Pedro GarcíaEusebio Figueroa Oreamuno.Agapito Jiménez Zamora Andrés Venegas García.

GRUPOMORISTAManuel Argüello Mora Mauro Aguilar. Periodista. Manuel María de Jesús Gutiérrez

Fuente: Obras de historia general de Costa Rica. Además, Vargas González, Hugo. Evolución del sistema electoral costarricense 1859-1870. En http://historia.fcs.ucr.ac.cr/articulos/ev-elec.htm

Entre 1859 y 1913 funcionó el voto de dos grados: una ronda para designar electores y otra para elegir a las autorida-des. Las listas de electores se levantaban sin rigor con respecto al número de habitantes de los distritos. Las mujeres no tenían derecho al sufragio.

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viles se dividieron y el suceso esti-muló el primer intento por decidir candidaturas en una convención electoral. En ese proceso aumen-tó la circulación de periódicos y la difusión de principios sobre dere-chos ciudadanos. Entre 1863 y 1866 circularon nueve gacetas y en 1868 el número se elevó a quince: siete oficialistas y ocho de oposición. De nuevo resultó electo Jesús Jiménez Zamora.

La movilización electoral se ma-nifestó en recolección de firmas de adhesión, distribución de hojas proselitistas, conciliábulos, reunio-nes públicas en el Club del Hotel Costa Rica y en el Club Unión; dis-cursos, fiestas, bombetas y bailes en las salas de comercios. Así avanzó

el consumo y la difusión pública de ideas y principios de doctrina polí-tica: entre círculos sociales y clubes de opinión que aún no tenían los rasgos del partido político. Sobresa-lieron oradores como Uladislao Du-rán, Manuel José Carazo, Fernando

Streber, Lorenzo Montúfar y Salva-dor Jiménez.

En la segunda mitad del siglo XIX, poco más de cien familias ligadas por parentescos, por la economía del café o por negocios derivados

ESTABILIDAD DEL CARGO PRESIDENCIAL EN EL PERÍODO 1848 - 1920

AÑOS EN PRESIDENTES AÑOS DEL PERÍODO PROPORCIÓN EL PUESTO 1848-1920

Menos de 1 año 9 3 años, 8 meses 51 año y 2 meses 1 1 año, 2 meses 1 (Vicente Herrera)2 años 3 6 4 (Castro M. y B. Carranza)4 años 7 28 385 años 1 5 6 (Bernardo Soto)6 años 1 6 8 (Jesús Jiménez)8 años 1 8 11 (Rafael Iglesias)10 años 2 20 27 (Mora y Guardia)

Total 25 77 100 %Fuente: Elaborado por Abarca V. Carlos con base en: http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Presidente_de_Costa_Rica&action=edit&section=3.Losañosdelperíodo1848-1920esundatoligeramentesuperior(77)porquelosgobiernosdemenos de 1 año, y 1 año y 2 meses están incluidos en el dato de quienes ejercieron el poder durante 4 o más años.

Interior del Congreso Nacional. Fuente: Zamora, Fernando. Op. Cit.

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de las exportaciones de ese grano, utilizaron las elecciones como me-canismo para controlar y preservar el poder del Estado. El Poder Eje-cutivo definía los distritos electo-rales; designaba las Juntas Distrita-les, cantonales y provinciales, y los Gobernadores –nombrados por el Presidente-, dirigían las asambleas electorales. Entre 1859 y 1913 fun-cionó el voto de dos grados: una ronda para designar electores y otra para elegir a las autoridades. Las listas de electores se levantaban sin rigor con respecto al número de ha-bitantes de los distritos. Las mujeres no tenían derecho al sufragio. Hasta 1928 funcionó el voto verbal o pú-blico que neutralizaba el disenso. El

régimen electoral no estaba exento de fraudes y no había margen para impugnar resultados, pues no fue sino hasta 1905 que la Corte de Jus-ticia asumió los reclamos sobre los resultados de la primera ronda.

Desde 1844 se había establecido

el voto censitario, o de exclusión de derechos por incumplimiento de requisitos como saber leer y escribir –el censo de 1864 cifró en un 90% a la población analfabeta- poseer bienes inmuebles con valores entre 500, 1000 y hasta 10.000 pesos para el cargo de Presidente, y una renta anual entre 200 y 300 pesos. No se prohibía el ejercicio de cargos por parentescos, salvo para magistra-dos, presidente y vicepresidente. Entre 1897 y 1913 la población vo-tante osciló entre 8.75 % y 13.62% de los habitantes. La eliminación de las dos rondas en 1913 y la supresión del voto público en 1928 debilitaron a la élite económica y política; au-mentaron la representación social y la distribución de los puestos entre mayor número de poblados. Esos

rasgos consolidaron un sistema electoral y político excluyente, y de resultados inestables.

Entre 1848 y 1920 la Presidencia de la República estuvo al mando de 25 personas, y las fuerzas militares y políticas de la oligarquía irrespe-taron o rompieron el orden consti-tucional. La alternancia en la pre-sidencia del Estado con relación a un período de 4 años –lapso que no fue la norma general- representa el 38%. La cifra avala la hipótesis so-bre la inestabilidad que muestra la estadística de la violencia política. En ese fenómeno no solo incidieron los uniformados. También el grupo financiero ligado con los intereses de Inglaterra; y los pocos intelec-tuales de la misma élite: abogados, profesores de la Universidad de Santo Tomás, médicos y sacerdotes. El pequeño segmento social, más ilustrado en el campo del Derecho que en la ciencia positiva y la eco-nomía, actuó como civilizador y fue un agente disociador de las compe-tencias entre los grupos cafetaleros.

Casa Amarilla. Cancillería de Costa Rica. Foto: Edwin Salas Zamora.

El número de electores pasó de 467 en 1889, a 549 en 1901 y 894 en 1909. Costa Rica esta-ba habitada en 1892 por 243.205 personas.

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En el Poder Legislativo, entre 1821 y 1917 fueron electos 663 di-putados. Entre 1843 y 1871, el 8.02% eran sacerdotes, proporción que aumentó a 9.91% en el lapso 1872-1877. Desde 1844 se impuso un pa-trón de representatividad, en el cual un tercio de los diputados tenían vínculos de parentesco. Los puestos en los ministerios del Estado eran ocupados en forma continua alter-nativa por amigos y familiares de los grupos aglutinados por la élite cafetalera. Después de 1890 esos la-zos no desaparecieron, pero fueron sustituyéndose por vínculos entre asociaciones de capitales, clientelas partidistas e interferencias de los organismos comerciales, consulares y embajadores de Estados Unidos. Las municipalidades fueron inope-rantes entre 1841 y 1870. El número de ellas pasó de 32 en 1893, a 41 en 1909 y 55 en 1915.

El cambio en la modalidad pluto-crática de acceso al poder se atisba hacia 1890. Entre las elecciones de 1889 y 1905 se fundaron diez parti-dos políticos bastante sólidos y co-herentes; con diferencias en cuanto a percepciones sobre la vida ciuda-dana, los sujetos políticos y el tipo de relaciones entre Estado, iglesia, sociedad, economía y relaciones di-plomáticas. La fundación de los pri-meros partidos en 1889, se produjo en el clima de confrontación que prohijó la jerarquía católica como reacción a las leyes liberales apro-badas en 1884-85. Las disposicio-nes regulaban temas relacionados con libertades individuales, organi-zación escolar, creencias religiosas, administración de los cementerios, obras pías y filantrópicas, con clara intención de consolidar la autono-mía del Estado, reformulada con éxito por el General Guardia y su ejército profesional.

A partir de 1893 la evolución de los partidos políticos se enmarcó en nuevos fenómenos como el na-cimiento del movimiento social ar-tesano y de los asalariados urbanos, las diferencias dentro del sector in-telectual, y los recelos de algunos grupos productivos ante la expan-sión de las inversiones norteame-ricanas en el mercado interno. La contienda política en el escenario partidista propició a la vez dos fe-nómenos: la entronización del frau-de electoral entre 1893 y 1905, y la débil reforma al sistema de eleccio-nes que extendió las libertades y la competitividad electoral a partir de 1909. El número de electores pasó de 467 en 1889, a 549 en 1901 y 894 en 1909. Costa Rica estaba habitada en 1892 por 243.205 personas.

público se delimita con claridad en 1870. Los ingresos de la cartera de Hacienda no provenían del sector cafetalero exportador, el cual aportó el 17% del total en 1898. Otras fuen-tes eran las actividades productivas como los estancos y la fabricación de licores, y los gravámenes a la po-blación. A partir de 1850 el gobierno recurrió a los empréstitos privados y públicos; luego de 1870 a las conce-siones a la inversión privada. Hasta ese año, los ingresos se canalizaron en una tercera parte hacia las funcio-nes administrativas; la cuarta parte a las inversiones económicas en infra-estructura de transporte, las cuales en conjunto subieron casi la mitad entre 1870 y 1879. La función policial y militar absorbió el 15% del gasto en 1875, el 18% en 1878 y el 36% en 1879, superior al presupuesto de instruc-ción pública. Entre 1885 y 1891, el nú-mero de empleados de la Cartera de Guerra fue mayor al que se ocupaba en labores de enseñanza pública.

La integración del mercado alrede-dor de la economía del café; la diver-sificación de la agricultura después de 1890 con el cultivo de banano, cacao, tabaco, azúcar y maderas; así como las contrataciones en ferroca-rriles, electricidad y urbanismo, am-pliaron la división social del trabajo y surgieron las diferencias entre las inversiones públicas y las privadas; entre el Estado y el mercado; entre la vida familiar y la cotidianeidad laboral. La consolidación de la Re-pública y del Estado liberal a partir de 1885 creó las condiciones para la modernización de la ciudad capital, de las cabeceras de provincia del Va-lle Central, y de los litorales. La uni-dad económica y política del país se articuló en forma permanente a las necesidades de reproducción del ca-pital nacional y extranjero, a ritmos de mercado mundial.

Entre 1885 y 1891, el número de empleados de la Cartera de Guerra fue mayor al que se ocupaba en labores de enseñanza pública.

El gabinete del Poder Ejecutivo, integrado por los ministros de go-bierno, constituía el núcleo inme-diato de la autoridad estatal. El nú-mero de ministerios no pasó de tres a mediados de siglo; cinco en 1875, y aumentó a ocho en 1881: Relacio-nes Exteriores; Gobernación, Gracia y Justicia; Hacienda; Fomento; Co-mercio; Guerra y Marina; Instruc-ción Pública; Policía, Beneficencia y Culto. Diez años después el aparato estatal había crecido en 15 nuevas instituciones. La cifra de empleo público pasó de 1.683 funcionarios en 1875, a 2.310 en 1882.

La orientación de conjunto de las inversiones del Estado y del gasto

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Arreglo fotográfico que representa el carácter urbano del San José de fines del siglo XIX.Fuente: Castro Harrigan. Op. Cit

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DEVILLASCOLONIALESACIUDADESDECONSUMO

En la segunda mitad del siglo XVIII los pobladores de la Boca del Monte empezaron a

usar el término “La Villita” o “Villa Nueva” para nombrar al poblado que en 1801 el Gobernador Tomás de Acosta designó de oficio, “San José”. El asentamiento se había crea-do por orden del Cabildo de León. En 1736 encargó al sacerdote Juan Manuel de Casasola y Córdoba que edificara una ermita y trasladara a los habitantes del Valle de Aserrí. El prelado encomendó la misión al santo José.

La capilla -en el sitio actual de la Tienda Scaglietti- quedó en aban-dono hasta 1747. Indígenas y mes-tizos se negaron a dejar sus tierras comunales y alegaron falta de agua. El desplante lo atendió el sacerdote Juan de Pomar y Burgos: ordenó sa-carle un cauce a la Quebrada del Río

Torres. Después el Alcalde de Carta-go, Tomás López del Corral, declaró pena de cien pesos de multa, casti-gos corporales, quema de ranchos y destierro contra las gentes del Valle que se negaran a poblar la Boca del Monte. En 1812 las Cortes de Cádiz crearon el Municipio de San José a petición del presbítero Florencio del Castillo.

En 1838 se derogó el decreto que había establecido la Capital en Ti-bás. Se trasladó a San Juan del Mur-

ciélago y se formaron los siguientes Cuarteles o centros de población con un número mayor de cien casas. San Juan, 193 casas; San Pedro, 111; San Vicente, 142; San Isidro, 160; La Uruca y San Francisco, 121; San Ga-briel, 200; San José, 198 casas. San José, ubicado al costado izquierdo del río Virrilla era el núcleo princi-pal de diez distritos parroquiales: Merced, Carmen, Mata Redonda, El Mojón (San Pedro), San Juan, San Vicente, San Isidro, Los Santos (par-te de Goicoechea), Zapote y Alajue-lita. Al cabo de cien años del decre-to del Cabildo de León, el estadista Braulio Carrillo le dio a San José el rango de Capital de Costa Rica: el 27 de mayo de 1839, luego de la Guerra de la Liga.

El cronista Gonzalo Chacón Trejos escribió esta imagen elocuente de la Villa de San José, en 1828. “Desde el bajo de la Cuesta de los Moras hasta el Cuartel de Armas, casitas de adobes, bajitas, encaladas, con tejas rojas y ventanas de rejas de madera torneada (…) Al oscurecer, los piadosos vecinos ponen en las

De modesto aspecto era la ca-tedral de San José en 1858. Es reflejo a la vez de la sencillez en la vida urbana de la capital de Costa Rica. Lit. Ramón Páez.Fuente: Castro Harrigan. Op. Cit.

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Al cabo de cien años del decreto del Cabildo de León, Braulio Carrillo le dio a San José el rango de Capital de Costa Rica: el 27 de mayo de 1839, luego de la Guerra de la Liga.

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ventanas velas de sebo o candiles de higuerilla (…) En las casas del centro viven los ricos y poderosos, grandes casonas con amplios co-rredores empedrados que dan a la calle, y en cuyos horcones dejó la soga sus huellas (…) se ven algunas linternas con vidrios de colores que pregonan a distancia la riqueza de la casa en un alarde luminoso de lujo (…) Silenciosa, minúscula, con algunos ranchos pajizos y calles de tierra, sin alumbrado público, la ciudad parece dormida en tanto los habitantes esperan en las duras camas de pabellón (…) o en las rígi-das cujas de esterilla (…) En la ma-drugada la mecha de los candiles se apaga, falta de aceite; se consumen las velas; las linternas de vidrios de colores ya no alumbran los corredo-res emboñigados de las casonas del centro (…).”

Barva fue asiento colonial desde 1575. En cincuenta años no tuvo tra-zos de poblado español. Los indíge-nas y mestizos sobrevivían disper-sos en el Valle de Alvirilla y Barva. En 1712 había ocho casas de adobe y techo de paja alrededor de “La

suplantada por la iglesia de la In-maculada Concepción, la parroquia actual. Las campanas de la iglesia las compró Pedro Solares, hijo de Antonio Solares, en cumplimiento de la penitencia por haberse casado con la hija de su amante.

El nombre “Heredia” fue una de-ferencia de los criollos españoles hacia Francisco Fernández de Here-dia: Mariscal, Capitán General, Pre-sidente de la Audiencia y Goberna-dor de la Capitanía de Guatemala. La fortuna de Solares y Berros la he-redaron sus yernos Nicolás Ulloa y Rafael Moya hacia 1825. Formaron la Compañía Ulloa & Moya para dedicarse a negocios en minería y café, y en torno a ellos gravitó la ac-tividad social, económica y política de Heredia hasta 1865.

Alajuela tuvo un pasado más quieto hasta que adquirió fisono-mía aldeana en la última década del período colonial. El nombre “La Lajuela” se registró en 1657 en el testamento de Juana Vera y Soto-

CAMBIODENOMBREDELOSPUEBLOSDEHEREDIA

En 1818, representantes de los barrios de Heredia fueron citados por la Municipali-dad de Heredia y por la Iglesia al cabildo. Ahí estaban puestos en un pequeño saco una serie de nombres de santos. Una vez reunidos, un niño sacaba del saco un nombre de un santo a petición de uno de los barrios. El nombre que salía era el nombre de santo que en adelante llevaría su comunidad. Así, los nombres tradicionales de los pueblos de Heredia, fueron cambiados por los que hoy tienen.

Piedra Grande pasó a ser San Rafael. Tibás, la Bermuda o El Jaboncillo, se convirtió en Santo Domingo. Quebrada Seca pasó a llamarse San Joaquín. El Pelón o el Rincón del Padre Ocampo pasó a ser San Antonio y este pueblo de nosotros, que se llamaba la Sabanilla Villalobos se transformó en San Pablo. Hornos y San Juan pasó a ser Santa Bárbara.

San Isidro no apareció en aquella singular ceremonia porque entonces era parte de San Pablo. De 1848 en adelante se le comienza a mencionar como San Isidro.

Barva no estuvo en este sorteo porque ya tenía ese nombre desde la época colonial y que corresponde al nombre del Cacique Barva.

Valencia”: una ermita levantada en sitio pantanoso, actual distrito San Rafael. A finales del siglo XVIII, Pedro Antonio Solares y Berros, rico comerciante y hacendado as-turiano, levantó residencia en otro paraje llamado Cubujuquí y lo con-virtió en asiento mercantil. La aldea recibió el título de Villa en 1763, y en 1797 la ermita de San Rafael fue

Templo de la Inmaculada Concepción en Heredia. Fuente: Colección privada.

Edwin León Villalobos. Historiador. Exrector de la Universidad Nacional

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mayor -viuda del sargento mayor García Ramiro Corajo- con refe-rencia a un asentamiento llamado “Guadalupe”, rodeado por dos ríos con piedras como lajas. Las pocas familias católicas concurrieron has-ta 1782 a la ermita de Villa Vieja o Heredia. Ese año el Obispo Esteban Tristán mandó construir un orato-rio que fue convertido en parroquia en 1790. El poblado adquirió el títu-lo de Villa en 1824.

Cuartel de Armas de Alajuela. Fuente: Zamora, Fernando. Op.Cit. p.66.

El nombre “La Lajuela” se registró en 1657 en el testamento de Juana Vera y Sotomayor -viuda del sargento mayor García Ramiro Corajo- con refe-rencia a un asentamiento llamado “Guadalupe”, rodeado por dos ríos con piedras como lajas.

Casa Pirie. Cartago. Año 1900.Fuente: http://www.cartagovirtual.com/images/historia/f4

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Cartago, a diferencia de San José, evoca el poder colonial. Desde 1564 fue el espacio jerárquico del Go-bernador y su séquito de militares, alguaciles, alcaldes y jueces; resi-dencia de civiles y religiosos que se estimaban a sí mismos parte de la nobleza española y leales servi-dores de la Monarquía. En los arra-bales vivían los indígenas, mesti-zos, esclavos y vecinos del común. Hasta 1840 fue la matriz política y económica de la República de Costa Rica. El historiador Arnaldo Moya Gutiérrez reconstruyó el siguien-te trazo de la capital colonial entre 1740 y 1840.

“En el centro se ubica la Plaza Ma-yor y la Iglesia Parroquial, la de ma-yor rango de la provincia; hacia el noreste de la plaza, las casas del ca-bildo y la cárcel, modestas construc-ciones de adobes y techos de paja; y hacia el sureste el cuartel de las mi-licias. El cementerio parroquial se ubicó en el cuadrante noreste de la Iglesia Mayor. En los distintos cua-drantes, no muy lejos de la Iglesia Parroquial y como flanqueándola, se ubicaron al menos seis iglesias, a escasas cuadras de la Plaza Mayor. Entre las iglesias de mayor catego-ría sobresalía la de San Francisco con su convento anexo, a dos cua-dras al sur de la Plaza Mayor. La ermita donde se le rendía culto a la Virgen de los Ángeles se encontra-ba en el límite este de la ciudad, al abrigo de la Puebla de los Pardos, y alejada del espacio habitado por el elemento de origen español.

El cuadrante de la ciudad estaría constituido por unas 40 cuadras. La traza era en forma de tablero de ajedrez, a la usanza española, y de acuerdo a la importancia de las fa-milias fueron otorgados los solares, según rango y circunstancia. Un so-

lar entero estaba constituido por un cuarto de manzana. Se edificaba la casa de cañón sobre horcones de ce-dro haciendo esquina en el solar, con sus corredores de caedizo, puertas y ventanas, y techos de dos aguas rematados con tejas. La arquitectu-ra de la ciudad era simple y monó-tona. Las casas, como lo apuntó Ma-nuel de Jesús Jiménez, eran chatas y feas con grandes muros que daban a la calle, con un portón para bestias y de acceso al inmueble. A pesar de lo simple de la arquitectura los inte-grantes de la élite de comerciantes quisieron diferenciarse, con sus ca-sas, de las que edificaba el común.

El rancho pajizo se vio despla-zado por estructuras de adobes de

entre 100 y 250 varas cuadradas, aunque también hemos encontrado inmuebles que se aproximan a las 400 varas cuadradas entre las cotas más altas del grupo dominante. El paisaje no se vio alterado sino hasta la transición del siglo XVIII al XIX, pues (…) los techos de paja fueron desplazados por los techos de teja y los adobes poco a poco cedieron ante la mampostería y, más tarde, ante los bahareques. La ciudad de Cartago de fines del siglo XVIII no se distinguía mucho de aquella que los primeros gobernadores llamaron “ciudad del lodo”. Aunque garitos, cantinas y peleas de gallos, corridas de toros, carreras de cintas, funerales solemnes y no tan solemnes, velas, misas de cabo de año, así como fes-tejos patronales y visitas de obispos y oidores le otorgaron a la pequeña urbe un carácter particular (…) Hay que agregar la enorme destrucción que causó el terremoto de 1841. Solo quedaron 12 casas en pie.”

La lenta transición de las villas co-loniales a ciudades de consumo fue otro fardo de la colonia. La meta de los conquistadores había sido el saqueo del oro y la apropiación de la tierra. Aún en el siglo dinámico

El Paseo de las Damas en San José. Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

Las Villas eran centros de gobierno, acuartelados para resistir las intrigas localistas; ambientes de ritos católicos; sitios de paso de mercancías a caballo; campos feriales ocasionales de las cofra-días y capellanías.

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de los reyes borbónicos, los colo-nos apenas satisfacían necesidades de autoconsumo y comerciaban unos cuantos cultivos y derivados del ganado. En la Meseta Central vivían con poca ostentación y asis-tidos por el trabajo de indígenas y mestizos, unas pocas familias des-cendientes de españoles venidos a jerarcas políticos y religiosos des-pués de la independencia.

Las Villas eran centros de gobier-no, acuartelados para resistir las in-trigas localistas; ambientes de ritos católicos; sitios de paso de mercan-cías a caballo; campos feriales oca-sionales de las cofradías y capella-nías. Modestos poblados que unían el laboreo cotidiano, las curiosida-des de la vida aldeana, la magia de la naturaleza y la sencillez de los ho-gares de labradores y campesinos. No hubo transición de la agricultu-ra a la artesanía y la manufactura, excepto, en bajo grado, en Cartago.

Al despuntar el ciclo del café la valorización de la tierra fragmen-tó el paisaje agrícola y lo extendió al oeste en parcelas familiares. Los sitios de acopio del grano y los pa-tios de beneficio, ubicados en San José al norte y al sur de la ciudad en las vegas de los ríos Torres y

María Aguilar, abrieron corredores y veredas de enlace con otras Villas y pueblos. En Puntarenas como en San José, hasta 1860 las casas de los ricos y de los mandos jerárquicos albergaban también las tiendas de comercio, como el caso de Braulio Carrillo.

El espacio residencial y comercial

se inauguró en San José, circunscri-to al cuadrante colonial. Las últimas construcciones de aquel orden fue-ron cuatro iglesias en los cuatro cos-tados del tablero: El Carmen, al nor-te; La Dolorosa, al sur; La Merced, al oeste y La Soledad, al este. Hacia 1830 la naciente vida comercial pro-hijó otros conceptos de familia, so-ciedad y Estado; así como la división social y territorial del trabajo. La Vi-lla fue creciendo al alero de oficinas públicas y a lo largo y ancho de las callejuelas, empedradas desde 1837, y niveladas y ampliadas en 1850. En la década siguiente las grandes casonas con paredes de adobe de una y dos plantas comenzaron a sustituirse por construcciones tra-dicionales mezcladas con diseños y estilos traídos por inmigrantes in-gleses, alemanes y franceses, e imi-tados por el grupo enriquecido con el comercio exterior.

El suceso que puso en temprana actividad la incipiente vida citadina de los Departamentos, fue la apa-rición del cólera morbus. El 16 de mayo de 1837 el Jefe de Estado, Ma-nuel Aguilar, mandó obedecer un listado de normas para prevenir la epidemia que amenazaba con llegar al asiento de gobierno. La medida favoreció la actitud preventiva ante los desastres naturales; propició la observación de las conductas de los pobladores ante las órdenes de la autoridad; concedió autonomía y alcance regional a la policía como órgano regulador de la vida públi-ca.

Se promulgó el Reglamento de Policía y Salubridad; se creó la Jun-ta General de Sanidad a cargo de un Ministro de Policía y Salud asistido por Juntas Particulares de Sanidad integradas por la Parroquia, Juntas de Vecinos, Comisarios de Cuartel y Celadores de Policía. La Policía de Salud se organizó en cinco partidos de Provincia presididos por Co-mandantes de Plaza. El reglamento dejó claro que preservar la salud era asunto de los dueños de casas, fincas particulares y de los hogares. Debían acatar normas de limpieza, encalado, desagüe y corta de male-zas; expuestos además a revisiones periódicas de los Policías de Salud

Barrio Tournon. San José.Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit

En San José, la cañería de hierro se inauguró el 25 de octubre de 1868. Hacia 1885 surgió el recelo por la contaminación de los ríos que provocaban las mieles de los beneficios de café, los trapiches, la destilación de alcohol, la elaboración de cerveza y el aumento de las viviendas.

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y de los Tribunales Especiales. Esas regulaciones se preservaron y am-pliaron en el Reglamento de Policía de 1849.

Las lámparas de canfín alumbra-ron desde 1850 los primeros edifi-cios de la República: la Casa de la Moneda, la Universidad Santo To-más, el Hospital San Juan de Dios, la Imprenta, el Cuartel de Artillería, la Aduana Principal, los Almacenes de la República, la Oficina de Te-légrafos y Correos, la Casa de Go-bierno y la del Congreso. Ese año se construyó la Fábrica Nacional

de Aguardiente en el sitio que hoy ocupa la Escuela Julia Lang o Edi-ficio Metálico. En 1856, a raíz de la instalación de la destilería de alco-holes, se trasladó al lugar donde se ubica actualmente el Centro Nacio-nal de Cultura.

El abastecimiento de agua tomó carácter de obra pública a mediados del siglo. En 1858 se firmó el primer contrato para mejorar la acequia principal de San José y poco des-pués el ingeniero George Hantz propuso crear cauces subterráneos. Entre 1862 y 1867 se instalaron tu-

berías para agua a nivel de las calles y se construyeron más tanques de captación. La cañería de hierro se inauguró el 25 de octubre de 1868. Hacia 1885 surgió el recelo por la contaminación de los ríos que pro-vocaban las mieles de los beneficios de café, los trapiches, la destilación de alcohol, la elaboración de cerve-za y el aumento de las viviendas. En 1890 se creó en la Secretaría de Fomento, el Departamento de Su-pervisión y Asistencia Técnica. Se dictaron las primeras normas sobre la calidad del agua para el consu-mo doméstico, para la protección

Bomberos. Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

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de nacientes acuíferos y el desagüe por separado de las poluciones.

Un voraz incendio ocurrido en la casa de Francisco María Iglesias el 26 de enero de 1864, indujo a orga-nizar un cuerpo de bomberos. El 15 de febrero de 1865 la Municipalidad de San José organizó una contribu-ción voluntaria entre los vecinos para adquirir en los Estados Unidos una bomba para apagar incendios. El Ayuntamiento presentó al Po-der Ejecutivo el Reglamento Oficial del Cuerpo de Bomberos que fue aprobado el 27 de julio de 1865. La dirección, a cargo de la Municipali-dad, se encomendó al Capitán Al-fredo García, el Teniente Guillermo

Nanne y a Fernando Estreber, como Secretario.

La comunicación por telégrafos irrumpe como proyecto de Estado entre 1857 y 1866. En esa década se emitieron decretos que autoriza-ron concesiones muy ventajosas a la Sociedad Internacional del Telé-grafo Eléctrico, con sede en París; y al empresario norteamericano Juan E. Noblea. Los convenios no se ejecutaron. En 1868 se firmó otro contrato entre el Estado y el empre-sario Lyman Reynolds con el cual dio inicio el servicio telegráfico en-tre Cartago y Puntarenas. Al año siguiente el gobierno compró las instalaciones por la suma de 12.500

pesos y se hizo cargo de las inver-siones.

El 7 de mayo de 1869 nombró a 14 personas para la operación y mante-nimiento y se emitió un decreto que penaba con seis meses de trabajos en obras públicas a quienes daña-ran los postes o líneas del telégrafo. Reynolds se dedicó a la enseñanza de la telegrafía. El tendido de línea pasó de 128.5 kilómetros en 1873 a 480 en 1879, con cobertura adicio-nal desde Puntarenas a San Juan del Sur. El tendido telegráfico entre San José y Limón lo contrató y adminis-tró Minor Keith desde 1882. La ofi-cina nacional de telégrafo se abrió el 29 de abril de 1891.

Primer telégrafo. Importado por la Cía. Siemens, hacia 1870. Fuente: www.ahciet.net/historia/pais-aspx?

Casa de máquinas de la primera planta hidroeléctrica del país, hacia 1883. En la foto, el ing. Manuel Victor Dengo Bertora.Fuente: www.ahciet.net/historia/pais-aspx?

En 1868 se firmó un contrato entre el Estado y el empresario Lyman Reynolds con el cual dio inicio el servicio telegrá-fico entre Cartago y Puntarenas. Al año siguiente el gobierno compró las instala-ciones por la suma de 12.500 pesos y se hizo cargo de las inversiones.

Poste de luz antiguo.

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El tendido eléctrico tuvo que es-perar la segunda revolución en la ciencia y la industria europeas. El 8 de febrero de 1883 el Poder Ejecuti-vo otorgó una concesión a Luis Ba-tres García-Granados y al Ing. Ma-nuel V. Dengo Bertora para que a través de la Compañía Eléctrica de Costa Rica –fundada el 13 de marzo de 1883- proveyeran y administra-ran el alumbrado en San José me-diante una subvención de 200 pesos mensuales a cinco años plazo. El alumbrado eléctrico de San José se inauguró el 9 de agosto de 1884.

En esa fecha se puso en operación la primera planta hidroeléctrica del país, situada en Barrio Aranjuez, 100 metros al norte y 75 al este de la actual Biblioteca Nacional. En 1885 Batres adquirió los derechos de Dengo, y en agos-to de 1887 el gobierno firmó otro convenio con la empresa Luz Eléctrica de Costa Rica, propiedad de Batres. Entre 1889 y 1900 esta compañía fue absorbida por la empresa The Electric Ligth and Traction –conocida como la Compañía del Tranvía- integrada entre otros socios por John M. Kei-th, Manuel Antonio Quirós, Walter Chalk y Thomas Scott Campbell.

En setiembre de 1895 se suscribió otro contrato con Francisco Mendiola Boza, inmigrante cubano que ha-bía fundado la compañía Luz Eléctrica para contratar el alumbrado entre San José, Heredia y Alajuela. El 23 de junio de 1908 se firmó otra contratación con la viuda de Mendiola Boza, por un pla-zo de veinte años. Tres años

después, vendió las acciones a Roberto Jiménez Sáenz, con fian-za solidaria de Felipe J. Alvarado, quien terminó como propietario de esa empresa.

La primera central telefónica co-menzó a operar en 1886 con 12 lí-neas que comunicaban la Casa Presidencial y las dependencias del Gobierno. Ese año Luis Batres

presentó una solicitud para brin-dar servicio telefónico en la capital y las principales provincias, pero fue denegada. En 1887, David Price propuso un contrato entre el Estado y su empresa Compañía Anónima de Teléfonos de Costa Rica, para la conexión telefónica. También fue rechazado. El gobierno otorgó la primera concesión en 1887, a Silas W. Hastings, por un período de 10 años. Hastings traspasó la conce-sión a John C. Griswold en 1889, pero no se ofreció el servicio. El 7 de setiembre de 1889 se firmó un nuevo contrato con Samuel Uribe Picón, por 10 años, para brindar el servicio telefónico, y este contrato sí prosperó.

En esos años funcionaban pe-queños tendidos telefónicos privados para comunicar las empresas, las fincas y los al-macenes. En 1891 se realizó un nuevo contrato entre el Estado y Leopoldo de Rojas, quien se comprometió a brin-dar el servicio en un plazo de nueve meses en el centro del país y llevarlo a los puertos de Limón y Puntarenas en 15 meses. Tampoco se ejecutó. Dos años después, el Presi-dente José J. Rodríguez Ze-ledón y don Francisco Men-diola Boza convinieron en brindar el servicio telefónico. Mendiola debía ofrecer el ser-vicio en las ciudades y al cabo de 18 meses debía incorporar los puertos de Limón y Pun-tarenas. En 1894 se autorizó una prórroga por dos años y se limitó a tres minutos el tiempo de comunicación en-tre abonados. El 9 de noviem-bre de 1895 Mendiola fundó la Compañía de Teléfonos de Costa Rica integrada por accionistas provenientes de Teléfono antiguo. Fuente: Colección Heriberto Valverde Castro.

La primera central telefó-nica comenzó a operar en 1886 con 12 líneas que co-municaban la Casa Presi-dencial y las dependencias del Gobierno.

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personalidades políticas y económi-cas. En 1896 se instaló una segun-da central telefónica con capacidad para 50 aparatos de magneto.

En 1897 se aprobó un nuevo con-trato entre el Estado y la Compañía de Teléfonos de Costa Rica, con vi-gencia hasta diciembre de 1905. Se trataba de ampliar el servicio a las provincias de Cartago, Heredia y Alajuela. La empresa se compro-metió a retirar los cables de los pos-tes del Telégrafo Nacional y colocar los suyos, pues el tranvía interfería las señales. Se comenzó a utilizar cables aislados de 25 alambres; se incorporaron servicios de mensaje-ría y cartas telefónicas para quienes residían en el perímetro de la ciu-dad o no contaban con el servicio. A principios del siglo XX se tenían instalados en el país, unos 700 kiló-metros de líneas telefónicas.

La capital venía segregándose des-de 1830 al ritmo del alza en el precio

Volantas y carretones. Fuente: Gómez Miralles. Colección Colegio de Periodistas.

de los solares. Al norte crecieron los barrios de el Paso de la Vaca y La Factoría; al sur se ubicaron las co-munidades el Chorro, la Puebla y el Panteón. En 1850 el casco capitalino estaba formado por cinco manzanas repartidas en 80 cuadras. En 1878 se trazó otro límite por el este, hasta la estación del Ferrocarril al Atlántico. Diez años después el lindero cubrió las actuales calles 23 norte y sur. En 1895 pegó en las peñas de los Ríos Torres por el norte y el María Agui-lar por el Sur. Llegó hasta la Sabana

por el oeste. Había concluido el re-parto de la Capital y de los centros de las provincias. Las gentes menos pudientes, las abandonaban. Los que empobrecían se quedaban tra-bajando para otros donde hubiera ocupación.

Los postas de las milicias, las ca-rretas tiradas por bueyes y el ser-vicio de coches movidos por ca-ballos o diligencias transportaban el correo y permitían hacer viajes esporádicos a Cartago, Heredia o Alajuela. Dentro de las ciudades las gentes más adineradas se des-plazaban en volantas; los menos ricos en coches de inferior catego-ría. Los comerciantes del Merca-do Municipal recibían desde 1885 los caballos y carretas cargados de frutas, granos, hortalizas y verdu-ras que traían los campesinos para abastecer los hogares citadinos. El 18 de agosto de 1901 el tranvía, empresa de Minor Keith, hizo el primer recorrido desde San José al

La Constitución de Cádiz de 1812 había establecido como condición para otor-gar “el honroso título de ciudadanía”, que los habi-tantes de Centroamérica aprendieran “a deletrear y leer a saltos” en un plazo de quince años.

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Fuente: Salguero, Miguel. Cantones de Costa Rica. Editorial Costa Rica. San José, 1991.

DIVISION ADMINISTRATIVA DE LAS PROVINCIAS DE COSTA RICAPROVINCIA DE SAN JOSE

NOMBRE DECRETO Nº FECHASan José 167 7-12-1848Escazú 167 7-12-1848Desamparados 38 4-11-1862Puriscal 30 7- 8-1868 Tarrazú 30 7- 8-1868 Aserrí 3 27-11-1882 Mora 8 25- 5-1883Goicoechea 66 6- 8-1891Santa Ana 8 1- 8-1907Alajuelita 58 4- 6-1909San Isidro 17 15-11-1910Acosta 24 27-10-1910 Tibás 42 27- 7-1914Moravia 55 1- 8-1914Montes de Oca 45 2-10-1915Turrubares 56 31- 7-1920Dota 80 23- 7-1925 Curridabat 209 21- 8-1929Pérez Zeledón 31 9-10-1931 León Cortés 11 12- 6-1962

PROVINCIA DE ALAJUELA NOMBRE DECRETO Nº FECHAAlajuela 167 7-12-1848 San Ramón 17 21-10-1856Grecia 20 24- 7-1867 San Mateo 30 7-10-1868Atenas 30 7-10-1868Naranjo 9 9- 3-1886Palmares 68 30-7-1888Poás 14 15-10-1901Orotina 39 1- 8-1908San Carlos 17 26- 9-1911Alfaro Ruiz 27 21- 6-1915Valverde Vega 766 26-10-1949Upala 4541 17- 3-1970Los Chiles 4541 17- 3-1970 Guatuso 4541 17- 3-1970

PROVINCIA DE HEREDIA NOMBRE DECRETO Nº FECHAHeredia 167 7-12-1848Barva 167 7-12-1848Santo Domingo 9 28-10-1869 Santa Bárbara 21 29- 9-1882 San Rafael 10 28- 5-1885 San Isidro 40 13- 7-1905Belén 15 8- 6-1907flores 52 12-10-1915San Pablo 2789 18- 7-1961Sarapiquí 4671 8-11-1970

PROVINCIA DE CARTAGO NOMBRE DECRETO Nº FECHACartago 167 7-12-1848 Paraiso 167 7-12-1848La Unión 167 7-12-1848Jiménez 84 19- 8-1903 Turrialba 84 19- 8-1903 Alvarado 28 9- 7-1908Oreamuno 68 7-10-1914 El Guarco 195 26- 7-1939

PROVINCIA DE GUANACASTE NOMBRE DECRETO Nº FECHALiberia 167 7-12-1848Nicoya 167 7-12-1848Santa Cruz 167 7-12-1848 Bagaces 167 7-12-1848Cañas 22 12-7-1854Carrillo 22 16-6-1877 Abangares 13 4-6-1915 Tilarán 170 21-8-1923Nandayure 2826 15-10-1961La Cruz 4354 23- 7-1969Hojancha 4887 2-11-1971

PROVINCIA DE PUNTARENAS

NOMBRE DECRETO Nº FECHAPuntarenas 167 7-12-1848Esparza 39 6-11-1851Montes de Oro 42 17-7- 1915Buenos Aires 185 29-7-1940Osa 185 29-7-1940Aguirre 235 30-10-1948Golfito 532 10-6-1949Coto Brus 3598 12-12-1965Parrita 4787 17- 7- 1971Corredores 5373 19-10-1973Garabito 6512 25- 9-1980

PROVINCIA DE LIMÓN NOMBRE DECRETO Nº FECHALimón 61 25-7-1892Pococí 12 19-9-1911Siquirres 12 19-9-1911Talamanca 4339 20-5-1969Matina 4344 27-6-1969Guácimo 4753 8-5-1971

Barrio el Mojón, hoy San Pedro de Montes de Oca.

La división administrativa de las provincias bajo la dirección política de Gobernadores y municipalida-des, a cargo de los Jefes Políticos y regidores, tomó forma entre 1844

y 1869. La Constitución de ese año estableció que cada cantón tendría un representante en la cabecera provincial. En 1876 se instituciona-lizó el régimen municipal, luego de treinta años de inoperancia. La cifra de cantones pasó de 23 a 31, entre 1868 y 1893. El número de distritos

de San José aumentó de 10 a 16, en-tre 1864 y 1883. La población resi-dente en San José en relación con el total de habitantes pasó del 41.4% en 1864, al 49.2% en 1892.

La construcción de escuelas y co-legios también delineó el relieve ci-tadino de las Villas. La Constitución de Cádiz de 1812 había establecido como condición para otorgar “el hon-roso título de ciudadanía”, que los habitantes de Centroamérica apren-dieran “a deletrear y leer a saltos” en un plazo de quince años. Por ello en 1814 la Factoría de Tabacos albergó la Casa de Enseñanza de Santo Tomás. La institución quedó en administra-ción eclesial hasta 1825. Evolucionó a centro de estudios secundarios, y en 1843 fue convertida en Universi-dad. En 1850 se construyó el edificio, ubicado en los predios actuales de la Corte Suprema de Justicia.

La infraestructura escolar tuvo otro ritmo de crecimiento. No exis-tió como edificio público entre 1820 y 1822. En marzo de 1821 la Dipu-tación de León ordenó cerrar las escuelas, y un terremoto ocurrido en mayo de 1822 causó enorme des-trucción en todo el Valle Central. Entre 1827 y febrero de 1833, hubo 41 escuelas: 8 en Cartago, 10 en San José, 9 en Heredia, 6 en Alajuela y 7 en barrios fuera de San José. El dato de lectura y escritura indica que ese año, de un total de 2.205 niños 1401 leían en impresos, 270 en manuscri-to y 352 sabían escribir. El número

En 1969, el Presidente Jesús Jiménez consagró el principio constitucional de obligatoriedad de la en-señanza escolar costeada por la Nación.

CARTADECASTROMADRIZALAREYNADEFRANCIA

“El Costarricense15 de julio, 1848

EDUCACIÓN.

El deseo de mejorar la suerte del bello sexo cuya instrucción hasta ahora ha sido mui des-cuidada, movió al Excelentísimo Sr. Presidente del Estado á dictar la providencia que consta de la carta que publicamos á continuación, i la cual fue mui recomendada al Almirante i al Ministerio de educación pública por el Sr. Comandante del Genio.

Tenemos hoy la triste convicción de no haber producido aquel paso los resultados que se esperaban, pues por consecuencia de los sucesos políticos de Francia, habrá quedado la soli-citud del Supremo Gobierno abandonada en la noche del olvido.

A La Majestad la Reyna de los Franceses.

SEÑORA:

Revestido con el carácter de Gobernante de este pais, tengo hoy el honor i la complacencia de dirijir a Vuestra Majestad la presente carta.

Descansando en vuestras eminentes virtudes de que soi admirador, yo me he decidido á demandaros un servicio de vital importancia para mis gobernados, sin otro título que el que vuestro corazon universalmente filantrópico ofrece á todos los que necesitan alguno de los muchos bienes que prodiga. –Creo pues, que Vuestra Majestad, no se desdeñará de acoger con benevolencia el encargo á que estas letras se contraen.

Costarica, uno de los Estados que compusieron la extinguida Federación de la América Central, ha emprendido una marcha rápida en el camino del progreso, i se encuentra en una posision bastante favorable para ser grande i feliz. Situado sobre un área inmensa de terre-no salubre i admirablemente fértil, donde se marcan diferentes temperaturas, produce con abundancia toda especie de granos, siendo su superior café, el articulo principal en que está basado actualmente su comercio. –Bañadas sus costas por las aguas de ambos mares, tiene á uno i otro, puertos que facilitan la exportacion de sus productos i de sus inagotables maderas de tinte i construccion. –En sus hermosas cadenas de cordilleras, que circundan por todas partes sus estensos valles i de donde nacen caudalosos rios, se encuentran ricas minas de todo metal. –Protejida asi por la naturaleza, esta grande seccion del continente americano, es la patria de cien mil habitantes, extraordina-riamente laboriosos i cuyas costumbres ceñidas á los principios de la religión i de la moral, son la mejor garantía de estabilidad i órden. –Es igualmente esta tierra el asilo de multitud de extranjeros i el hogar de muchos Franceses, que han encontrado en ella proteccion, fortuna i hermanos, i que confundidos con los costarricenses, viven contentos en el goce de una estimacion distinguida. –La benéfica influencia de unas instituciones fundadas en la equidad i la justicia, i de un Gobierno solidamente establecido i apoyado por la opinión, es el comple-mento de las circunstancias que dan á Costarica esa susceptibilidad á un porvenir lisonjero.

Para acelerarlo, nada es hoy mas preciso que el fomento de la civilización, que por desgracia se encuentra naciente como el pais, i siendo éste bajo su propio nombre i particulares ventajas poco conocido de la culta Europa, es necesario hacer esfuerzos especiales por traer, de esa parte mas adelantada del globo, las luces de que carece esta porcion del Nuevo Mundo.

Intimamente persuadido de que la difusión de los conocimientos humanos es el mayor bien que se puede hacer á un pueblo, como lo que mas contribuye á su ventura, yo hé consagrado á tal objetos, mucha parte de mis meditaciones i fatigas, cediendo al deseo que me anima por la ilustración de mi patria i al deber que me imponen las leyes, de procurarla.

Erigida en esta Capital una Universidad para la alta instrucción de la juventud masculina, se echaba de menos un instituto para la cultura del bello sexo, que destinado por la naturaleza i las costumbres al desempeño de mui delicadas funciones, i componiendo la mas sensible i preciosa mitad del hombre, demanda no menos que éste beneficio de una esmerada educación. –Procedi á llenar este vacio i decreté un Licéo para niñas, asignandole rentas mas que suficientes; pero ha sido infructuosa esta medida por no haber en el pais Señoras que puedan encargarse de dirijir el establecimiento, i los padres de familia continúan deplorando la falta de medios para dar á sus jóvenes hijas la conveniente eduacion.

Yo que soi el llamado á poner remedio á estos males i que tanto anhelo porque las preciosas jóvenes que brota este suelo tengan una mente ilustrada que corresponda á su natural modestia i á las bondades de su corazon, he creido que el medio mas seguro de conseguir traer á este Estado personas capaces por sus conocimientos i virtudes de regentear el Licéo de niñas, es el de ocurrir á la benevolencia i ternura de la mui ilustre, mui cristiana i mui digna esposa del sábio Rei de los Franceses.

Al efecto, suplico á Vuestra Majestad con el mas profundo respeto se digne admitir el piadoso encargo de enviarme dos religiosas que puedan regentear con feliz éxito, el referido Licéo, fijando Vuestra Majestad i trasmitiendome previamente, las condicones, bajo las cuales convengan en venir dichas Señoras á ocuparse por cinco ó mas años de la educación de las jóvenes del pais.

Os ruego Señora, dispenseis la confianza que me tomo de escribiros esta carta, i acepteis las consideraciones del alto respeto i cordial aprecio con que me suscribo vuestro mui obediente servidor i con que beso los reales pies de Vuestra Majestad.

José Maria Castro”.

Castro Madriz.Fuente: http://www.asamblea.go.cr/galeria/

beneme/castro_m.htm

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Edificio del Colegio San Luis Gonzaga y retrato de don Jesús Jiménez.Fuente: http://www.islavenado.com/2008/03/cartago-costa-rica.html

de escuelas de San José aumentó a 58, en 1838. Al este del Valle Cen-tral, entre 1838 y 1840 se redujo la cifra, de 34 a 30. En el mismo lapso, en el sector occidental había 89: 79 en Alajuela y 10 en Heredia.

La Ley de Bases y Garantías del 30 de junio de 1841 estableció que los padres que no dieran escolaridad a sus hijos perderían la ciudadanía.

La norma marcó el comienzo de la compulsión y de la idoneidad para la enseñanza pública. Se abrió una Escuela de Enseñanza Mutua para suplir la falta de maestros, a la cual asistieron 157 alumnos bajo la di-rección de José María Prado. Se creó otra Escuela de Niñas dirigida por Vicenta Baltodano. Tenía 65 alum-nas que recibían bordado, costura, lectura y doctrina cristiana. No era

gratuita. Los padres pagaban 2 rea-les por clase de lectura, 4 por bor-dado y 6 por costura y dibujo. Los observadores extranjeros Wagner y Scherzer calcularon que en 1853-1854 había en San José 71 escuelas que atendían a 3.500 alumnos hom-bres y mujeres. En todo el país ha-bía 123 en 1875 y 253 en 1883.

La estructura educativa del país quedó erigida entre 1844 y 1847. La Constitución de ese año convirtió la educación en derecho ciudadano y finalidad del Estado. La adminis-tración escolar se agregó a las Se-cretarías de Guerra y Marina, y Ha-cienda. En 1849 el congreso emitió el Reglamento Orgánico de Instruc-ción y creó el Consejo de Instrucción Pública. Veinte años después, el Presidente Jesús Jiménez consagró el principio constitucional de obli-gatoriedad de la enseñanza escolar costeada por la Nación: es decir por el Estado y los habitantes a través de los hogares. La reforma educati-va de 1869 instauró el oficio del ma-gisterio como función pública.

La enseñanza secundaria se inauguró en la capital a mediados de 1830. En 1834 el colombiano Idelfonso Paredes firmó un contra-to para crear un colegio privado, y el francés Carlos Thierrat abrió un curso de Teneduría de Libros en 1846. Tres años después el Conse-jo de Instrucción acordó pagar dos catedráticos madrileños durante cinco años para que enseñaran ma-temática y ciencias naturales. Entre 1847 y 1869 vinieron 15 profesores europeos y 7 centroamericanos. También regresaron 31 costarri-censes con títulos otorgados por la Universidad de San Carlos de Gua-temala. Había terminado el perío-do de ir a estudiar a la Universidad de León.

Colegio de Señoritas y retrato de don Mauro Fernández.Fuente: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/0/04/Mauro_Fernandez_Acuna.jpg

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Los colegios privados, en mayor número que los liceos públicos, se instauraron entre 1845 y 1870. En San José, el Liceo de Varones, abier-to en 1852 y dirigido por Manuel Andrade, antiguo militar ecuatoria-no; el Liceo de Niñas de Desampa-rados (1861) y el Colegio de Segun-da Enseñanza Femenino (1867). En Heredia se fundó un Colegio pri-vado regentado por Manuel Paul (1845-1848) y el Liceo de Niñas de Barba (1861). En Cartago, el Liceo de Niñas (1860) y el Colegio San Luis Gonzaga (1861-1869). Entre 1846 y 1850 funcionó en San José la Escuela Normal para Varones y La Escuela Normal para Mujeres -entre 1849 y 1853-. En 1869 se creó la Escuela Normal de San José. En tiempos de la dictadura del General Guardia se abrieron trece colegios privados: 8 en San José; 2 en Carta-go; 1 en Alajuela y 2 en Heredia. En 1880 asistían a la enseñanza media y superior el 3% de los estudiantes del país.

La reforma educativa de 1886 no tuvo mucha incidencia en la infra-estructura urbana. La normativa

abordó la centralización de las ins-tituciones bajo la dirección del Esta-do, y propuso separar de la iglesia católica la formación de la concien-cia individual y ciudadana a fin de insertarla en las relaciones de con-vivencia, de mercado, y de subor-dinarla a los preceptos jurídicos y políticos. La enseñanza de oficios y para los trabajos no agrícolas con-sistió en cursos cortos sobre técnicas agrarias, topografía, peritos comer-ciales, constructores e ingenieros de minas. En estudios superiores: ingeniería civil, derecho, medicina y filosofía. Pero en agosto de 1888 los liberales clausuraron la Uni-versidad de Santo Tomás y sólo se mantuvo el Protomedicato de la Re-

pública -creado en 1857- o Facultad de Medicina a partir de 1895, y la de Farmacia, abierta en 1897. No había enseñanza de la obstetricia, sino un Departamento de Maternidad ads-crito al Hospital San Juan de Dios a partir de 1900.

Artesanos y fabricantes desarro-llaron por iniciativa propia la ense-ñanza de los oficios desde la década del ochenta. En 1891 se fundó la So-ciedad de Artes y Oficios de Here-dia con 120 afiliados. Solicitaron al Estado capacitación técnica y junto a los artesanos de San José lograron ese año la apertura de la Escuela Nocturna para Artesanos. Una acti-tud similar tomaron los ingenieros. El 1 de junio de 1890 fundaron La Sociedad de Ingenieros Costarri-censes para impulsar los estudios de matemáticas y preparar perso-nal para los trabajos técnicos. Hacia 1903 estaba integrada por 41 miem-bros graduados entre 1867 y 1902 con especialidades en construcción civil, mecánica, agronomía y geo-metría.

Entre 1868 y 1878 la enseñanza de la telegrafía fue iniciativa del inmi-grante Lyman Reynolds. A partir de 1879 la Secretaría de Gobernación ordenó la creación de Escuelas de Telegrafía en San José y cabeceras de provincia. Se otorgó la categoría de instructores de la Secretaría de Educación a los telegrafistas Anas-tasio Coto, Roberto Castro, Fernan-do Jiménez, Anselmo Calvo, Alfon-so Alvarado y Francisco Salguera. En 1893 se creó la escuela pública de telegrafía de San José, dirigida por Roberto Castro.

La agricultura y ocupaciones co-nexas absorbían la mayor propor-ción de la población y de la mano de obra. En 1883, el 16.5 % de los ha-

Edificio del Liceo de Heredia y retrato de Omar Dengo.Fuente: Colección privada.

En 1891 se fundó la So-ciedad de Artes y Oficios de Heredia con 120 afilia-dos. Solicitaron al Estado capacitación técnica y junto a los artesanos de San José lograron ese año la apertura de la Escuela Nocturna para Artesanos.

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bitantes vivían en ciudades. El sector agrícola ofrecía poco margen a labo-res que generaran destrezas indus-triales. Los censos de ocupación indi-can que entre 1864 y 1892 las mujeres sumaban el mayor porcentaje en la venta de servicios personales. El nú-mero de profesionales, excluidos los educadores, osciló entre 400 y 500 en la década 1883-1893; el de artesanos fue inferior a 3.500. El desempleo no era un rasgo permanente. La desocu-pación surgía de los cambios de pre-cios y de la demanda en el mercado internacional; o bien por la pérdida

de la propiedad, necesaria para el trabajo por cuenta propia.

La transformación de la infraes-tructura que marcó la diferencia en-tre las Villas y las ciudades de con-sumo, se produjo después de 1860. El proceso fue inducido por las inversiones directas del Estado en higiene y obras públicas, y por las subvenciones de los gobiernos a la naciente empresa de construcción, alumbrado, electricidad, enseñanza técnica y estudios de secundaria. El gasto estatal benefició a las áreas de mayor crecimiento y densidad de población, y se sustentó en criterios de integración territorial y de cohe-sión de los habitantes en torno a la noción de “interés público”. Fuera de San José, las municipalidades asumieron los retos del progreso ci-tadino después de 1875.

La transición modificó la fronte-ra entre las aldeas y las ciudades. Evolucionó, de un perfil difuso, uniforme y monótono hasta 1830, a una mayor diferenciación en los espacios productivos y en los mo-dos familiares y públicos de con-vivencia. En ese cambio influyó la expansión de la frontera agrícola, la extensión de la hacienda cafeta-lera en coexistencia con los culti-vos comerciales; y el aumento de las importaciones y de los locales de ventas con ofertas de produc-tos distintos para las diversas ca-pacidades de compra. En las cla-ses superiores de la capital y las cabeceras de provincia se impuso la moda europea sinónimo de es-tatus, distinción y transcultura-ción; sin prescindir de las com-pras en el Mercado Municipal. La transformación arquitectónica de

La transformación arqui-tectónica de los edificios públicos y áreas residen-ciales de la capital se pro-dujo entre 1890 y 1915.

Baile escolar. Representación teatral. Fuente: Gómez Miralles. Colección Colegio de Periodistas

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Corridas de toros.Fuente: Gómez Miralles. Colección Colegio de Periodistas.

los edificios públicos y áreas resi-denciales de la capital se produjo entre 1890 y 1915.

El Reglamento de Policía de 1849 estableció la diferencia entre las ve-cindades cohesionadas en la vida pública y la socialización privada. El decreto individualizó las respon-sabilidades. Las actuaciones de las personas fueron consideradas en calidad de habitantes, ciudadanos y propietarios de bienes; y la policía fue investida con atribuciones coer-citivas y judiciales en materia fiscal, de vigilancia de las conductas y pe-nalización de las faltas.

Las diversiones públicas se de-finieron en contraposición a las privadas y éstas con criterios de invitación y de pago. Las primeras incluían funciones cívicas, eventos teatrales, espectáculos, exhibicio-nes de juglares, maromas y otras

inducidas por el interés comercial y especulativo de particulares. Para llevarlas a cabo se requería el per-miso y registro del lugar, horarios y precios de cobro; y sólo podían realizarse en teatros, billares, galle-ras y taquillas. Los bailes, banque-tes, paseos y serenatas pertenecían al ámbito privado. El 30 de julio de 1884 fueron regulados los turnos, y hasta 1890 las ganancias se desti-naron a la Iglesia Católica. El 13 de diciembre de 1905 la Municipalidad de San José aprobó el Reglamento de Teatros y Espectáculos Públicos.

Entre 1840 y 1890 el nacimiento de las ciudades de consumo estuvo condicionado por la lenta transfor-mación de la división del trabajo en-tre artesanía y manufactura; venta de servicios y profesionalización; y la fabricación en pequeñas cantida-des de materiales de construcción, tejidos, costuras, impresos, mue-

bles, alimentos y bebidas. El proce-so dibujó apenas la constitución de un mundo urbano.

La ciudad, más que un centro de producción fue el espacio que con-centró el poder político, la difusión de informaciones y la toma de de-cisiones relacionadas con la circula-ción del dinero y el capital. Activó la estratificación social por ingresos, profesiones y ocupaciones manua-les. Configuró áreas residenciales con sus diferentes texturas habi-tacionales y comunales. Indujo las interrelaciones sociales desperso-nalizadas. Modificó el carácter de la violencia que se expresó con cifras más elevadas de delitos contra la propiedad y el comercio, atentados contra la vida e integridad física de los individuos, contra la familia y la sexualidad, la autoridad y el orden público. En abril de 1880 se aprobó el primer Código Penal.

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Trabajadores bananeros.Fuente: Colección Heriberto Valverde Castro.

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FERROCARRILES,BANANOSYHOMBRES

El primer ferrocarril que se construyó en América Lati-na, once años antes que en

España, fue el tramo entre la Ha-bana y Güines, inaugurado el 19 de noviembre de 1837. En Costa Rica, el 30 de marzo de 1854 el gobierno de Juan Rafael Mora otorgó una concesión a Richard A. Farrer, un inversionista respaldado por capital inglés que pretendía revolucionar el transporte entre Puntarenas y la Ca-pital a raíz de la apertura del Ferro-carril de Panamá, entre 1850 y 1855. La Compañía fue registrada con el nombre The Costa Rica Railway Co. y levantó una línea entre Puntarenas y Barranca, al costo de $ 80.000.

Se inauguró el 12 de noviembre de 1857. Media docena de coches techados con madera y tirados por burros se desplazaban 15 kilóme-tros a dos millas por hora sobre rie-les de hierro unidos por maderos de guayacán, a dos metros de dis-tancia. Llevaban y traían pasajeros y mercancías. En 1860 los señores pagaban un peso y los criados cua-tro reales. Pero en ese trayecto el costo por transportar un quintal de café era casi igual al pago por tras-ladarlo en carreta desde la Capital a Puntarenas. Aún subsiste el ten-dido de aquella quimera más que centenaria.

El océano Atlántico era la unión natural de los comerciantes españo-les y criollos con Europa. Sin embar-go, los ingleses convirtieron a Belice y Jamaica en la base de operaciones piratas y del comercio de esclavos traídos de África. Belice, territorio de Centroamérica, permaneció bajo control inglés y en 1840 fue conver-

tida en colonia con el nombre de “Honduras Británica”. La Isla de Ja-maica -posesión de Cristóbal Colón y sus herederos- fue invadida por Inglaterra en 1655. La transforma-ron en una gran hacienda azucarera explotada con trabajo esclavo, hasta las revueltas de los negros de 1834. Después de 1850, ambos países fue-ron centro de rivalidad comercial y financiera entre ingleses y norte-americanos. Las inversiones britá-nicas en el área, crecieron luego de la guerra contra la expansión norte-americana de 1856-1857, y a raíz de la Guerra de Secesión. En 1881 los súbditos ingleses en la región su-maban 1.729.

El primer ferrocarril del país, entre Puntarenas y Barranca, se inauguró el 12 de noviembre de 1857. Media docena de coches techados con madera y tirados por burros se des-plazaban 15 kilómetros a dos millas por hora sobre rieles de hierro unidos por maderos de guayacán, a dos metros de distancia.

Los indígenas del Valle de Mati-na también fueron acosados por los españoles que plantaron cacao, y por la piratería inglesa. El ciclo co-mercial del cacao terminó en 1790. En 1835 la región formó parte de Turrialba. Braulio Carrillo inició en 1839 la construcción de un ca-mino entre Paraíso de Cartago y Moín; pero fue clausurado en 1842 por Francisco Morazán. Diez años después, el gobierno de Juan Ra-

fael Mora habilitó “Puerto Limón” para el comercio exterior; y en 1865 fue declarado puerto principal de la República en la costa del Caribe. En 1867 la bahía quedó abierta al comercio de cabotaje y en alta mar, con sede en Moín. Tres años des-pués se incluyó como Comarca en la división política administrativa del país, y en 1909 adquirió el rango de Provincia.

Entre 1866 y 1869 los gobiernos de José María Castro y Jesús Jiménez hicieron contactos internacionales para abrir una línea interoceánica al Atlántico. Sólo lograron rehabilitar el viejo Camino a Matina. Los planes fe-rroviarios abortaron debido a las dis-putas políticas entre los cafetaleros y por las competencias entre ingleses y norteamericanos. Correspondió al General Tomás Guardia recoger las inquietudes de un sector de exporta-dores para financiar la obra del ferro-carril y bajar los altos costos de venta del café por la ruta a Puntarenas. El 20 de julio de 1871 el gobierno firmó un contrato con Henry Meiggs por 1.600.000 libras esterlinas, y con fran-quicia portuaria y comercial a favor del estadounidense.

Henry Meiggs era prófugo de la justicia norteamericana. Tras ser acusado de falsificar dinero, come-ter desfalco y apropiarse de fondos municipales que revendió para re-sarcir sus deudas como empresa-rio maderero, huyó de California en 1854 y se trasladó a Chile. Los trámites de extradición fueron me-diatizados por el gobernador de California, Mr. Bigler, designado en 1857 representante de Estados Uni-dos en Chile. Meiggs contrató en

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ese país la construcción del puente y el ferrocarril de Maipú a San Fran-cisco, e inició carrera financiera en el campo de las contrataciones fe-rroviarias.

Rico nuevamente, pagó las deudas devaluadas que tenía en California; construyó un palacete en Chile y luego lo vendió mediante la organi-zación de una lotería con apariencia filantrópica. La casona volvió a su poder con una ganancia de 320 mil pesos, de la cual destinó una parte a financiar un hospital para obreros tuberculosos provenientes de sus trabajos ferroviarios. En 1868 firmó la primera concesión en Perú para trazar el ferrocarril a Arequipa; se-guida de las líneas a Puno, Cuzco, Moquegua, Recuay, Pacasmayo y Cajamarca. Seis meses antes del convenio con el gobierno de Costa Rica, celebró con pompa la inaugu-ración del tramo entre Mollendo y Arequipa. Murió en Perú en 1877.

El contrato que Henry Meiggs fir-mó en Costa Rica, lo delegó a su so-brino Minor Keith Meiggs. Nacido en Brooklyn en 1848, Keith trabajó como empleado de tienda e Ins-pector de Maderas; luego emigró a Texas, territorio de México ocu-pado en 1845 por Estados Unidos, donde radicó como ranchero. En 1871, viajó a Costa Rica para asumir el contrato de su tío. Poco después

contrajo nupcias con Cristina Cas-tro Fernández, hija del ex-presiden-te José María Castro. En 1873, una vez terminado el trecho de ferroca-rril entre Alajuela y Cartago, Minor Keith inició el cultivo de cepas de banano en Panamá y Colombia, y exportó la fruta a New York en su propio barco a vapor.

Pero entre 1870 y 1890 se produjo un cambio en las relaciones inter-nacionales. En ese lapso los Estados Unidos captaron el comercio expor-tador de los países de Centro Amé-rica, controlado entonces por los ingleses. El capital norteamericano operó en forma individual o asocia-do con aquellos; ambos apoyados en las concesiones por las deudas esta-tales. Las inversiones en escala en ac-tividades agrícolas, forestales, gana-deras y mineras o en otras ramas de servicios públicos, se desarrollaron por medio de uniones de empresas extranjeras en el marco de la crisis de 1873-1896, y se consolidaron a tono con la unificación del mercado mundial que se produjo después de la segunda revolución industrial.

La estructura y la fuerza de la eco-nomía capitalista se transformaron en ese contexto. Surgió la concen-tración técnica, empresarial, finan-ciera y geográfica del capital, y el fe-nómeno dio origen a las inversiones extranjeras de tipo directo, en toda América Latina. Los empréstitos entre Estados, o inversión indirecta, fueron sustituidos por los contratos entre corporaciones de empresas y los gobiernos, y la dinámica supra-nacional de esos convenios se incor-poró a la política exterior del país de origen del capital. En la historia de la economía esos rasgos han sido englobados en el concepto de “im-perialismo”.

En esta fase, las inversiones di-rectas de origen norteamericano en Costa Rica, dieron lugar a un cam-bio en la estructura de la economía, el cual se configuró con cuatro ac-tividades integradas. A saber: el tendido de las líneas de rieles, entre 1871 y 1890; la formación de la em-presa de transporte, Costa Rica Rai-lway Co., en 1886; la apertura de las primeras fincas bananeras en 1873

Henry Meiggs y Minor C. Keith. Fuente: http://upload.wikimedia.org

En 1871, Minor Keith viajó a Costa Rica para asumir el contrato de su tío, Henry Meiggs. Poco después contrajo nupcias con Cristina Castro Fer-nández, hija del ex-presi-dente José María Castro Madriz.

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y la creación de la United Fruit Co. en 1889; y las competencias por el comercio mundial de la fruta, des-pués de 1891.

Las rivalidades alrededor de la producción, transporte ferrovia-rio, exportación del banano y de las importaciones, dieron lugar al nacimiento del primer monopolio en la historia del país a partir de 1905, con la concesión del Muelle de Limón a la Northern Railway Company, y la fusión de ésta con la United Fruit Co. El fenómeno se consolidó con la creación de la “gran flota blanca” bananera en 1907. A partir de 1911, esta flota de barcos a vapor y los ramales de lí-nea desde México hasta el Canal de Panamá, propiedad de la United Fruit Co., fueron la punta de lan-za de los intereses entre el capital y buena parte del poder político en los Estados Unidos. En Costa Rica, el orden de los acontecimientos re-levantes ocurrió como sigue.

El contrato entre el gobierno de Tomás Guardia y Minor Keith

permitió trazar por etapas el ten-dido del ferrocarril. El Presidente ordenó el inicio de las obras con-juntamente en Alajuela y en Li-món con el fin de acallar la opo-sición de la Sociedad Económica Itineraria; pues algunos de sus miembros controlaban tierras y negocios cafetaleros sobre la ruta de la carretera a Puntarenas. Entre 1871 y 1873, se construyó el tramo Alajuela-Cartago. De 1876 a 1881, el trecho Matina a Río Sucio. El trazo por el Valle del Río Reven-tazón hasta Cartago, se hizo entre 1886 y 1890. Los rieles de madera fueron reemplazados por hierros en 1888, y en setiembre de 1902

Keith abrió un ramal interno en-tre Zent y Limón. Pero tanto el contratista como el gobierno sus-pendieron trabajos en los interva-los de 1873-1876 y 1881-1886.

En el primer trance, el gobierno firmó contratos con William Le La-cheur, Guillermo Nanne, y de nue-vo con Keith, en 1879. El segundo contratiempo originó otro conve-nio con Keith en 1882, por el cual éste arrendó al gobierno las líneas levantadas; y, el Contrato Bernar-do Soto - Minor Keith, firmado el 21 de abril de 1884. Este contrato-ley entregó a la Costa Rica Railway Co. la cantidad de 3.256 km2 de tierra, además de la concesión del ferrocarril por 99 años. A cambio, Keith se comprometió a renegociar la deuda del Estado con banqueros ingleses y a terminar el ferrocarril. Poco después, Keith se asoció con tres empresas comercializadoras de banano en Estados Unidos y la fusión dio origen a la United Fruit Co., una firma transnacional que se fundó en Boston el 30 de marzo de 1899.

Oficinas de la United Fruit Co., en San José, Costa Rica. Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

El Contrato Bernardo Soto - Minor Keith, firma-do el 21 de abril de 1884, entregó a la Costa Rica Railway Co. la cantidad de 3.256 km2 de tierra, además de la concesión del ferrocarril por 99 años.

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El ferrocarril hizo el primer viaje de Limón a San José el 7 de diciem-bre de 1890. En los diecinueve años de trabajo, cambió también el perfil ocupacional, étnico y cultural de la región atlántica y del país. En abril de 1872 Henry Meiggs, Minor Kei-th y los socios de apellidos Hubbe y Cryztel, informaron al gobierno que habían formado una asociación para traer mil chinos de Hong Kong u otros lugares y le pidieron una prima de 30 pesos por cada traba-

jador oriental que introdujeran. El gobierno pagó a los importadores la suma de 19.590 pesos.

Es probable que algunos otros obreros chinos vinieran de Chile o de Perú adonde habían sido lleva-dos por Henry Meiggs. En enero

El ferrocarril hizo el pri-mer viaje de Limón a San José el 7 de diciembre de 1890. En los diecinueve años de trabajo, cambió también el perfil ocupacio-nal, étnico y cultural de la región atlántica y del país.

Estación del Atlantico en San José.Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

Trabajadores bananeros.Fuente: Zamora, Fernando. Op.Cit.

de 1873 llegaron a Puntarenas 653, procedentes de Macao. De ellos, 353 fueron comprados por políticos, educadores y hacendados –incluido el General Guardia- a un precio de 350 pesos cada uno. En 1887 el go-bierno autorizó a Keith a traer otros 200. El censo de 1883 registra 219

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Se estima entre 4.200 y 4.500 el número de traba-jadores que fueron ocu-pados en la construcción del ferrocarril, y al menos un 80% eran extranjeros: chinos, negros e italianos, principalmente.

y el de 1892, 270 chinos. Algunos lograron la residencia permanente en Costa Rica. Pero en 1897 se pro-mulgó la Ley No. 6, que prohibió la inmigración de chinos, pues se les consideró, irónicamente, “una raza nociva”.

Minor Keith también importó tra-bajadores, hombres y mujeres de origen africano, asentados en las is-las del Caribe. El 20 de diciembre de 1872 ingresaron a Limón unos 600 procedentes de Jamaica. Por su par-te, Guillermo Nanne, inspector de obras del ferrocarril, trajo otros 500 trabajadores negros de la Isla Cabo Verde. En agosto de 1873 entró otro

número proveniente de Curazao. El tercer tipo de obreros inmigrantes fueron los italianos. A mediados de 1887 llegaron 762 y luego ingresa-ron 738. Otros 1.000 obreros de di-ferentes países vinieron de Panamá, después del fracaso de Ferdinand Lesseps en la construcción del ca-nal. Se estima entre 4.200 y 4.500 el número de trabajadores que fueron ocupados, y al menos un 80% eran extranjeros.

El sistema de empleo innovó en la organización técnica y las re-laciones sociales de trabajo, y ese cambio produjo el nacimiento de movimientos de protesta y lucha laboral de tipo obrero. Las condi-ciones de trabajo eran variables según las diversas faenas: penetrar montañas, talar árboles, dinamitar, abrir trochas, derribar montícu-los, hundir tierras, delimitar rutas, alistar maderas, tender rieles, lim-piar derrumbes, construir puentes, levantar albergues, estaciones y muelles. En 1878 el gobierno im-puso una división del trabajo con

base en la organización militar. Se formaron grupos de 100 obreros divididos en cuadrillas de 25, su-pervisados por un capitán. El man-do constituía el primer eslabón de una jerarquía superior integrada por el Jefe de Sección, Superinten-dente de línea y el Comandante de Operaciones de Construcción.

En cada una de las cabeceras de provincias y en los cantones cen-trales por donde debían pasar las máquinas, se configuraron desde 1871 las plazas y estaciones del fe-rrocarril. Eran espacios de trabajo provistos de áreas para albergue y lugares para socializar. Las plazas comprendían una red de edifica-

Estación del tren en Turrialba. Fuente: http://cihac.fcs.ucr.ac.cr/

En cada una de las cabece-ras de provincias y en los cantones centrales por don-de debían pasar las máqui-nas, se configuraron desde 1871 las plazas y estaciones del ferrocarril.

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ciones: estación, casa del maestro mecánico, viviendas de empleados, talleres de mecánica, carpintería, herrería y fundición. El proceso de trabajo estaba a cargo del agente general de pasajes y fletes, subordi-nado a un funcionario con cargo de superintendente general. Alrededor de ellas se formaron corredores de comercio menor.

Los contratos de inmigración es-tablecían las condiciones laborales de los chinos e italianos. Regulaban salarios, horarios, jornadas de des-canso, hospedaje, precios, raciones y tiempos para alimentación, días de pago y feriados, y vigencia del convenio. Además, se dictaron re-glamentos que incluían obligacio-nes de trabajo, las cuales debían

acatarse bajo pena de castigos, has-ta de tipo corporal.

Pero el clima, la adversidad del ambiente y la baja calidad de la ali-mentación, dejaron indefensos a los obreros ante la fiebre amarilla, la malaria y la disentería. Quedaron expuestos a riesgos de accidentes y enfermedades. El afán lucrativo de la empresa y la organización militar de las labores rebasaron la normati-va y la ética general. Sólo en los pri-meros meses de construcción mu-rieron 400 hombres. Los motines de chinos, de enero de 1874, la huelga general de los italianos de octubre de 1888, y las rebeliones de los ne-gros de 1879 en Matina, y de 1887 en Moín y Reventazón, denotan la frecuencia de las violaciones a con-tratos, reglamentos y costumbres sobre el buen trato a los obreros.

El tendido de la línea de comuni-cación erigió la empresa de trans-porte ferroviario. El arreglo de la

deuda inglesa acordado en el Con-trato Soto-Keith dio lugar al naci-miento de la Costa Rica Railway Co., registrada en Londres el 22 de abril de 1886. El 1 de julio de 1891 el gobierno transfirió a esta empresa la línea de ferrocarril por un perío-do de 99 años. La Compañía quedó bajo administración de los ingleses. Tenía 37 carros, 75% fabricados en ese país, con capacidad de 12 a 20 toneladas. El resto, hechos en Es-tados Unidos para 8 toneladas, se

Sólo en los primeros me-ses de construcción mu-rieron 400 hombres.

En el tren se mezclaron las categorías sociales de los viajeros; las gentes más humildes y los obre-ros iban y venían con-fundidos entre fardos y mercancías. El café ocupó cuatro quintas partes del trasiego. En 1892 comen-zó el tráfico de racimos de bananos.

El tren de Limón.Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

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cambiaron por coches ingleses en-tre 1899 y 1901.

El ferrocarril usó vagones cerra-dos para banano, y otros del mismo tipo para personas. En los coches abiertos se cargaba ganado, com-bustible, materiales, café y demás productos. El tráfico de pasajeros decayó desde 1899 debido a la cri-sis monetaria que depreció el peso e impuso el colón con respaldo en el patrón oro. En 1904, el 80% de los vagones eran de tipo combi-nado. Se mezclaron las categorías sociales de los viajeros; las gentes más humildes y los obreros iban y venían confundidos entre fardos y mercancías. El café ocupó cuatro

quintas partes del trasiego. En 1892 comenzó el tráfico de racimos de bananos.

Veinte años atrás, Minor Keith probaba con ojo mercantil el culti-vo de cepas de bananos. La etimo-logía de la fruta es de origen afri-cano. Los rizomas fueron llevados de las Islas Indonesias al África Occidental en el siglo XV; luego los portugueses lo trasplantaron a las Islas Canarias y de ahí pasó a las Islas del Caribe americano. Antes de 1870 las bananas se consumían en Europa y crecían silvestres en América Latina. En Estados Uni-dos circulaban en pequeñas can-tidades, desde 1860. Minor Keith

poseía fincas bananeras en Colom-bia y Panamá. En Costa Rica venía sembrando cepas a los lados del tendido ferroviario; de ahí pasó al cultivo en plantación en el Valle de

Muelle de Limón. Fuente: Zamora, Fernando. Op.Cit.

La United Fruit Com-pany se convirtió en un monopolio de tipo horizontal, cuando con-siguió integrar la fase de producción con el transporte ferroviario, el tráfico marítimo de la fruta y el envío a través del Atlántico.

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Puente sobre el Río Grande. Ferrocarril del Pacífico. Fuente: Castro Harrigan. Op.Cit.

Zent y Matina. Pero la producción en cantidad empresarial floreció después del Contrato Soto-Keith de 1884.

La concesión por 20 años de 3.256 Km2 de tierra de cualquier parte del país otorgada a la Costa Rica Railway Co. en 1884, desencade-nó las transacciones. La concesio-naria vendió 2.349 Km2 a la River Plate Trust, Loan and Agency Co. de Londres para traer inmigrantes españoles e italianos. En 1891 la Ri-ver Plate administraba 112 km2 en

Turrialba, 93.6 entre Río Jiménez y Toro Amarillo, y 516 repartidos entre San Ramón, el Valle del Re-ventazón y Guanacaste. La preben-da fue reducida a la mitad en 1893. De esa suma, en 1897 la River Pla-te vendió en Turrialba 57 Km2 a la Costa Rica Coffee Land. Ahí se ubi-caron 17 familias norteamericanas. Al año siguiente vendió a orillas del Reventazón, a la Tropical Land Culture para la producción de hule y cacao; y a la Abangares Mining Syndicate para minería. En 1899, a la Costa Rica Lumber Co., en Gua-nacaste, para la extracción de hule y maderas; a la Tropical Trading and Transport Co., propiedad de Minor Keith; y a la United Fruit Co.

Esta empresa nació en 1899 como producto de la fusión de capitales.

El mercado del banano había sido abierto en New Jersey entre 1870 y 1875 por el Capitán Lorenzo Dow Baker, y en Nueva Inglaterra, por Andrew Preston. En 1876 ambos se asociaron para crear la Boston Fruit Co., comercializadora de la fruta producida en Cuba, Jamaica y Santo Domingo.

Minor Keith realizó la primera exportación desde Costa Rica con destino a New York, en 1878. Diez años después fundó la Northern Railway Co., y a mediados del 90 operaba tres compañías desde Co-lombia, Panamá, Nicaragua y Cos-ta Rica: La Tropical Trading and Transport Co. de Costa Rica, la Co-lombia Land Co., y la Snyder Ba-nana Co. de Panamá. Su principal mercado seguía siendo New York;

El Ferrocarril al Pacífico fue inaugurado el 23 de julio de 1910.

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pero en 1899 tuvo grandes pérdi-das y optó por fusionar empresas con la Boston Fruit Co. De ahí sur-gió la United Fruit Co., inscrita en Boston el 30 de marzo de 1899. El capital que aportó Keith incluía 22.550 hectáreas.

La United Fruit Company se con-virtió en un monopolio de tipo hori-zontal, cuando consiguió integrar la fase de producción con el transpor-te ferroviario, el tráfico marítimo de la fruta y el envío a través del At-lántico. Keith tenía su propio ramal de ferrocarril: la Norhern Railway Co., activo desde antes de 1888 para transportar frutas de sus fincas a la línea principal. En 1894, a raíz de un convenio de trasiego con la Compa-ñía Bananera de Matina que opera-ba en Siquirres, firmó un contrato con la Costa Rica Railway Co.

En ese convenio, el Art. 23 intro-dujo el compromiso de la ferrocarri-lera de no transportar bananos para ninguna otra persona o corporación

sin el consentimiento de Keith, ni hacer rebajas de precios sobre la suma de 20 centavos por racimo exportado. De ese modo logró que los particulares o las empresas pro-ductoras de banano tuvieran que vender la fruta exclusivamente a la Tropical Trading, y posterior-mente a la United Fruit Co. Al año siguiente Minor Keith adquirió el ramal férreo entre los ríos Matina y Banano. El tramo pasó a propiedad de la Northern Railway Co. y esta empresa se convirtió en subsidiaria de la United, a partir de 1901.

En julio de 1902 el gobierno apro-bó un convenio con la Northern

Railway para la construcción de un muelle público en Limón. Las nuevas instalaciones de madera abrieron la competencia con el úni-co muelle existente, propiedad de la Costa Rica Railway Co., alimen-tado por las vías férreas de la ciu-dad de Limón. Dos años después, el gobierno autorizó a la Northern para que hiciera el tendido de sus propias líneas hasta el nuevo mue-lle, con lo cual desplazó de hecho a la Costa Rica Railway Co. Final-mente, el 15 de junio de 1905, los representantes de la United Fruit Co., de la Norhern y de la Cos-ta Rica Railway Co., firmaron en Londres el contrato que concedió a la Northern Railway la explo-tación del ferrocarril de la Costa Rica Railway Co. por el resto del término de la concesión hecha a esa compañía en 1884: es decir, por 99 años.

Dueña de los ferrocarriles, del muelle y de la flota marítima, la United Fruit Co. sometió a empre-

El tranvía eléctrico cir-culó en San José desde el 9 de abril de 1899. La línea eléctrica sustituyó al tranvía tirado por caballos y al tranvía de vapor.

Tranvía Sabana. Coche presidencial.Fuente: http://www.tramz.com/cr/cr.html

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Tranvía presidencial.Fuente: http://www.tramz.com/cr/cr.html

sas y productores locales de bana-no mediante contratos de compra y transporte de la fruta. Desde 1874 el gobierno había autorizado la apro-piación de lotes de 2.500 m2 a am-bos lados de la línea con el fin de retener a los trabajadores. En 1880 comenzó la venta de lotes desde 245 hectáreas a lo largo de la línea, y a precios entre $ 350 y $ 1.500. Pero la mayor extensión de tierra la poseía la United. La empresa había obte-nido 13.710 hectáreas de Keith y 8.836 de la Tropical Trading and Transport Co. Después de algu-nos años, buena parte de la pro-ducción de banano era cultivada por propietarios independientes, personas o empresas asociadas a la United, administradores de confianza, políticos, arrendata-rios, precaristas y trabajadores negros en trance de movilidad e integración social.

Concluida la instauración del mo-nopolio de la United Fruit Co. en la región Atlántica, los gobiernos liberales miraron de nuevo hacia el Océano Pacífico. Entre 1897 y 1902 se hizo el tendido ferroviario entre San José y Atenas. Ese año la compañía norteamericana Milliken Brother terminó la construcción del puente de hierro de 208 metros de largo por cinco de ancho y a una al-tura de 93 metros, sobre el Río Gran-de de Tárcoles, en Atenas. El 23 de enero del año siguiente se abrieron las oficinas del ferrocarril, instala-das en el edificio de la Alambrada, al sur de la Capital. El Ferrocarril al Pacífico fue inaugurado el 23 de ju-lio de 1910.

A los 48 años de edad, Minor Co-oper Keith logró también el control del tranvía de la Capital. El 27 de marzo de 1896 el gobierno otorgó

una concesión al comerciante cafe-talero Amon Fasileau Duplantier, quien lo trasladó el mismo año a Keith, y éste a la Costa Rica Elec-tric Light and Traccion Co. organi-zada en Londres en 1898. El tranvía eléctrico circuló en San José desde el 9 de abril de 1899. Entre 1900 y 1908 se tendieron los ramales a San Pedro, el Cementerio y Guadalupe. La línea eléctrica sustituyó al tran-vía tirado por caballos y al tranvía de vapor; energías y medios de transporte que habían operado en San José y Cartago desde 1886. La mayoría de los vehículos fueron modelos ventanas abiertas con pla-taformas en los extremos longitu-dinales y bancos adentro. Pero se cerró un modelo, diseñado para el uso personal de Bernardo Soto Al-faro, el presidente que firmó con Minor Keith el Contrato Bananero de 1884.