Libro Arquitectura y Sociedad ULTIMO AGOSTO

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ARQUITECTURA Y URBANISMO CONTEMPORÁNEOS EN CONTEXTOS HISTÓRICOS COORDINACIÓN: GUADALUPE SALAZAR GONZÁLEZ

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ARQUITECTURA Y URBANISMO CONTEMPORÁNEOS EN CONTEXTOS HISTÓRICOS

COORDINACIÓN: GUADALUPE SALAZAR GONZÁLEZ

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SAN LUIS POTOSÍ /FACULTAD DEL HÁBITAT/CUERPO ACADÉMICO DE TEORÍA, HISTORIA Y CRÍTICA DE LA ARQUITECTURA Y EL DISEÑO/ RED DE HISTORIA DE LA ARQUITECTURA Y CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO

ARQUITECTURA Y URBANISMO CONTEMPORÁNEOS EN CONTEXTOS HISTÓRICOS

COORDINACIÓN: GUADALUPE SALAZAR GONZÁLEZ

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Universidad Autónoma de San Luis PotosíMario García ValdezRector

Manuel Fermín Villar RubioSecretario General de la UASLP

Facultad del HábitatAnuar Abraham Kasis AriceagaDirector

Diseño EditorialIsmael Posadas Miranda García

Diseño de portadaIsmael Posadas Miranda García

Cuidado de la edición Guadalupe Salazar González

ARQUITECTURA Y URBANISMO CONTEMPORÁNEOS EN CONTEXTOS HISTÓRICOSCoordinación de la obra Guadalupe Salazar González

Primera Edición, 2011isbn: 978-607-7856-38-2© Universidad Autónoma de San Luis PotosíÁlvaro Obregón 64San Luis Potosí, S.L.P., México

Prohibida su reproducción parcial o total,bajo cualquier medio, sin la debida autorización por escrito de los poseedoresde los derechos del autor

Esta obra fue financiada con fondos pifi 2009El contenido de los textos es responsabilidad de sus autores.

Impreso en México/Printed in Mexico

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

PARTE 1CUESTIONES EN LA INTERVENCIÓN EN LOS CONTEXTOS HISTÓRICOS

Uso y abuso del patrimonio. Una visión participativaMarisol Ordaz Tamayo

La cultura como estrategia de intervención en la revitalización patrimonial. Aciertos y desaciertos en ejemplos michoacanosEugenia Maria Azevedo Salomao

Conservación, moda y homogeneización en centros históricos. El caso de Morelia, MéxicoCatherine R. Ettinger McEnulty

La transformación del patrimonio edificado, un proceso natural o un cambio negativoLuis Alberto Torres Garibay

Ciudad y territorio como objetos de interpretación patrimonialLuis María Calvo

Entre ley y relato. Una estrategia analéctica para la investigación urbano arquitectónica en centros históricosMarco Alejandro Sifuentes y J. Jesús López García

La participación del barrio de capuchinas de Morelia en la restauración de su casa curalJosé Martín Torres Vega

Documentação da Arquitetura Moderna no Triângulo Mineiro e Alto Paranaíba: História e PreservaçãoMaria Beatriz Camargo Cappello

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PARTE 2 NUEVA ARQUITECTURA EN CONTEXTOS HISTÓRICOS

A inserção de novas construções em área históricas: três exemplos no BrasilMarília Maria Brasileiro Teixeira Vale y Karine Camila Oliveira

La cripta Balbi en Roma: un caso de conservación y adecuación contemporáneaLeonardo Meraz Quintana y Arianna Campiani

Diseño arquitectónico para el parque arqueológico Santa Fe la ViejaJulio Arroyo y Luis Müller

De obeliscos e espetos ou, para se espantar e curtirAndrey Rosenthal Schlee

Da inserção ao reconhecimento do espaço moderno nos centros históricosAna Paula Tavares Miranda, Ariel Luis Lazzarin, Henrique Vitorino Souza Alves, Natália Achcar Monteiro y Maria Beatriz Camargo Cappello

Ingenios de luz natural para el patrimonio sustentable. Experimentación en contexto naturalSofía Letelier Parga y Cecilia Wolf Cecchi

La rehabilitación y refuncionalización del patrimonio edificado para el turismo:la hostería en el centro histórico de Morelia (1998-2008)Carlos Alberto Hiriart Pardo

Nueva arquitectura y reutilización de edificios en centros y conjuntos históricosJesús V. Villar Rubio

Arquitectura ícono en MéridaLucía Tello Peón y Gladys Noemí Arana López

Uso y abuso del patrimonio histórico antiguo. Edificio de la alhóndiga en la ciudad de San Luis PotosíAlejandro I. Galván Arellano y Oscar Rubén Hinojosa Villareal

Pueblos costeros en un itinerario histórico-patrimonial. Potencialidades de un paisaje cultural como estrategia de desarrolloLuis María Calvo y Luis Müller

PARTE 3 LA CIUDAD Y SUS CONTEXTOS HISTÓRICOS

Utopía y reconceptualización del modelo urbano mexicano: fragmentación, nuevos espacios de centralidad e imaginario colectivo en una ciudad colonial mexicanaAdrián Moreno Mata

Policentralidad y fragmentación en la ciudad del siglo xxiSalvador García Espinosa

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Centro histórico de San Luis Potosí y su eje mercado República–Santuario de GuadalupeBenito de Jesús Delgadillo Amaro

Protagonismo social y político del centro histórico de la ciudad de MéxicoRubén Cantú Chapa

El nuevo paisaje urbano del siglo xxi en la ciudad de México. Caso de estudio: Reforma e InsurgentesOrlando Isaac Ipiña García

La ciudad de Mérida. Huellas de un sigloBlanca Paredes Guerrero, Rubí Elina Ruiz y Sabido y Miguel A. Herrera Moguel

Escenarios fragmentados, identidades decretadas. La presencia de la globalización en contextos históricos Marco Alejandro Sifuentes Solís y J. Carlos Parga Ramírez

Patrimonio de todos, ganancia de pocos: acercamiento al centro histórico de ColimaMartha E. Chávez González, Reyna Valladares Anguiano, Miriam Aguirre Fuentes y Francisco Javier Cárdenas Munguía

La revitalización del espacio urbano a través de los programas de imagen urbana. La plaza de “La Constitución” en la ciudad de TlaxcalaMaría Esther Sánchez Martínez

Centros comerciales abiertos. La nueva vocación del centro históricoMiguel Ángel García-Gómez

Rescate del paisaje de Cerro Grande: patrimonio eco-turísticoFrancisco Javier Cárdenas Munguía, Martha Eugenia Chávez González y Reyna Valladares Anguiano

Transformaciones actuales sobre un territorio heredado. La sierra norte de PueblaCarmina Fernández de Lara Aguilar y Alejandro Enrique Benítez Barranco

La periferia de Guanajuato en el siglo xxiManuel Sánchez Martínez

Los cambios en la utilización de las antiguas haciendas de Yucatán. Las transformaciones de los espacios públicosYuri Alejos Pech

PARTE 4 VIVIENDA Y CENTROS HISTÓRICOS

Los extranjeros habitando en el centro histórico de MéridaPablo Chico Ponce de León y Roberto Reyes Pérez

La aportación patrimonial de la vivienda del siglo xx en los centros históricosde YucatánMarco Tulio Peraza Guzmán

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Arquitectura y urbanismo modernos, patrimonio histórico del siglo xxiMaría Elena Torres Pérez

Transformación espacial en inmuebles del centro histórico de San Luis PotosíGuadalupe Salazar González y Norma Alejandra Anaya García

La recuperación habitacional del patrimonio construido en los centros históricos de América LatinaPaola Bagnera

Patrimonio y patrimonialización. El caso del centro histórico de la ciudad de ColimaLuis Alberto Mendoza Pérez

Gestión y revitalización del centro histórico de Aguascalientes. Participación, nuevos desafíos y riesgosAlejandro Acosta Collazo

Cuatro mil viviendas sepultan los restos de la hacienda Arroyo de Enmedio y el tramo del camino real a la ciudad de México. Tonalá, Jalisco María de Guadalupe Zepeda Martínez

CONCLUSIÓN

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AUTORES

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Los asentamientos actuales, en particular las ciudades, no sólo crecen en el hori-zonte y al cielo, sino también son una suerte de palimpsesto, conservan las huellas del pasado, sean totales o parciales, reveladas o enmascaradas. La ciudad, hasta principios del siglo xx, más o menos observaba una unidad material, constructiva y de lenguaje formal y constituía lo que se llama la ciudad histórica –que hoy se identifica comúnmente como el centro histórico–, cuyos signos construidos asegu-raban el arraigo e identidad local de sus ciudadanos.

Durante el siglo xx, la ciudad tuvo un acelerado crecimiento con sustantivos cambios generados por la urbanización, un sistema de consumo, nuevas tecno-logías, otro modo de producción y por maneras nuevas de hacer arquitectura y ciudad; resultado de ello: las ciudades han visto crecer su periferia, transformar el sistema viario y de transporte y/o sustituir los tradicionales edificios por nueva arquitectura, que significaron una ruptura con el orden y lógica tradicional.

La idea de modernidad, la modernización y la urbanización se insertaron en los centros y en la mancha de lo que fue la ciudad a principios del siglo xx, además de extenderse en la periferia concéntricamente o por sectores o linealmente sobre los ejes viarios. Es decir, se da el caso en que se ha construido en lo existente o en suelo virgen, sea articulado o no con la mancha de lo que fue la ciudad hasta prin-cipios del siglo xx y con sus edificaciones. La propagación de la urbanización y los deseos modernizadores en los asentamientos y paisajes no urbanos continúan e impulsan su transformación morfológica e impactan los sitios arqueológicos, re-giones y paisajes culturales. Hoy, la evolución de la ciudad del siglo xxi es resultado de otra racionalización y comunicación –la ciudad de flujos– en el escenario de la globalización, sujeta al embate de construcción modernizadora en el espacio edifi-cado del pasado y a los procesos de homogenización que pueden llevar a la ciudad genérica, pero donde se excluye a sectores de la población.

En este escenario, muchas son las preguntas, que van desde la conceptualiza-ción misma de ciudad, centro y poblado históricos; de la arquitectura y ciudad modernas y contemporáneas. Otros cuestionamientos emergen: ¿cuáles son los roles de los actores que hacen y habitan los asentamientos? ¿Qué sentido tiene la revitalización de los centros históricos? ¿Cuáles son los mecanismos e instrumen-tos legales y técnicos a implementar para negociar entre demandas mercantilistas, necesidades de espacios habitables, intereses políticos, anhelos conservacionistas y compromisos históricos y ecológicos ante el patrimonio edificado? ¿Cómo es-tablecer el diálogo entre el espíritu de la época y el espíritu del lugar al realizar arquitectura de hoy en los contextos históricos?

Construir en lo existente plantea que la producción espacial reciente confron-ta al arquitecto y urbanista a los espacios que están definidos como patrimonio, pero también a aquellos que en gran medida aun están en los limbos de la crítica y de la historia, porque no ha habido juicios adecuados, ni dadas las categorías

INTRODUCCIÓN

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para valorarlos, sean: criterios históricos y estéticos, pero sobre todo sociológicos, económicos y ecológicos; por lo que no han pasado por la patrimonialización. Am-bas situaciones exigen abordaje diferente, pero las dos demandan el conocimiento de los espacios sobre los que se actúa. Sin duda, construir en lo existente significa construir para reconstruir, reestructurar, rehabilitar, adecuar o enriquecer, pero igual el demoler, es parte de esa tarea, que no se puede juzgar a priori como negati-vo, las circunstancias particulares de cada caso condicionarán la decisión.

La primera confrontación con lo que es reciente, aún no juzgado, que puede encontrarse en el anonimato banal, plantea de hecho varios problemas y cuestio-nes: ¿Cómo se prepara el descubrimiento, o la identificación de un objeto que no es valorado? ¿Dónde se aprende a identificar, a atribuirle una posición en la historia? y ¿Dónde se adquiere la conciencia epistemológica y hermenéutica, capaz de abarcar un conocimiento tanto sobre el objeto sujeto de intervención o de dialogo con lo que se haría nuevo?, ¿Cuáles serán los instrumentos críticos para ir a su reencuen-tro?; Además, surge la pregunta ¿qué papel debiera asignarse a la revitalización del centro histórico ante las diversas posturas conservacionistas, mercantilistas, y las nuevas necesidades de espacio y funciones? y ¿cómo lograr de modo armónico (o no), respetuoso, el encuentro de los tiempos y las características contextuales del espacio arquitectónico, urbano y del paisaje del lugar y que propician identidad en la sociedad?

Es claro que en muchos casos, ante las intervenciones o la construcción en lo construido, el éxito no depende de una carencia de conocimiento factual sino del hecho de una falta de crítica, y para ello es clave el conocimiento de la historia de la arquitectura del edificio, del barrio o sector en el que se inserta y del asentamiento que lo alberga, incluyendo a sus moradores.

La restauración, la rehabilitación y la intervención de los espacios antiguos, mo-dernos y contemporáneos, a pesar de todo o más bien a causa de las dificultades culturales, técnicas y políticas que ellas mantienen, puede ser una de las oportu-nidades que hoy se ofrecen al arquitecto para repensar su propio oficio, sea en sus fundamentos o en sus relaciones con otras profesiones y competencias. Pero, quie-nes serán los habitantes de la bachelardiana “ciudad científica” donde se elaboran las competencias para actuar (conservación, restauración de transformación) en los contextos históricos,1 ¿los historiadores, los arquitectos, los historiadores del arte?

A todos los anteriores cuestionamientos se buscaban respuestas aquí, además de la crítica; definir posturas y planteamientos teóricos; presentar y proponer tecno-logías en los proyectos y realizaciones de arquitectura y de disciplinas que llevan a hacer y ser los asentamientos, hoy en día en contextos históricos (ciudades, pobla-dos vernáculos y tradicionales, centros históricos, haciendas, sitios arqueológicos, regiones y paisajes culturales, unidades y distritos industriales...).

Con las participaciones de profesores de 16 instituciones, la obra ha sido di-vidida en cuatro partes: Cuestiones en la intervención en los contextos históricos, con el fin de exponer aspectos teóricos y metodológicos para erigir e intervenir en los contextos históricos; en la parte Nueva arquitectura en contextos históricos se presentan varios casos en que se ha “construido en lo existente”; en La ciudad y sus contextos históricos se analiza la relación de la ciudad con esos sectores de la misma que artificialmente se han escindido de aquella; en tanto que en Vivienda y centros históricos se examina cómo la vivienda se ha tornado en el tema fundamental en el “saneamiento” de los centros históricos y no ha dejado de ser un elemento clave para su vitalidad.

En la primera parte, Cuestiones en la intervención en los contextos históricos, se abordan aspectos sobre las políticas hacia los centros históricos en el discurso y en los hechos, el uso del patrimonio y su revitalización, los procesos de transforma-ción del patrimonio edificado, estrategias de comunicación en las intervenciones

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conservacionistas, y proyectos con participación social. Es así que, Marisol Ordaz Tamayo alerta sobre el abuso exagerado de los monumentos, y por la oleada de proyectos de restauración, que demandan reflexionar sobre el concepto mismo del patrimonio. Igualmente, hace un repaso por las nociones de patrimonio, de cultura y patrimonio cultural, centrándose en aquellos que no refieren exclusivamente a lo material y que obligan a su conservación per se y excluyen la participación ciu-dadana. También distingue entre uso y uso patrimonial de los edificios como no incompatibles, pero donde uno no necesariamente implica al otro; y aborda los va-lores que definen el patrimonio y lo que estos implican en acciones de conservación, para lo cual refiere varios documentos internacionales sobre el uso del patrimonio, y cierra con enunciar problemas observados en varios programas de conservación y el rol de los agentes en ello.

Eugenia Maria Azevedo Salomao presenta las contradicciones de los proyectos de gestión patrimonial, que crea la “oferta de cultura” para la industria del patri-monio para un banal turismo, que terminan por aniquilar, desfigurar, congelar y espectacularizar la cultura misma; y observa que económicamente en nada contri-buye al desarrollo de las comunidades locales ni mejora las condiciones de vida de sus pobladores. Morelia y otros poblados son el ejemplo para ilustrar estos proble-mas locales y regionales.

Catherine R. Ettinger McEnulty plantea cómo la industria del patrimonio ha inducido a homogenizar las intervenciones en los centros históricos, en cuanto a mobiliario, señalética, diseño y restauración, como elementos de identificación de la marca “patrimonio de la humanidad”, en contradicción con lo excepcional y particular que los llevó a adquirir la denominación. El caso de Morelia sirve para corroborar casos nacionales e internacionales.

Luis Alberto Torres Garibay, a partir de dos poblados, hace observar los cam-bios en su fisonomía urbana; en una, donde se realizan las transformaciones con cierto cuidado y adecuación a nuevos usos, necesidades y gustos, manteniendo técnicas y materiales tradicionales que no llegan a descaracterizarlo; y en el otro, donde atropelladamente se realizan los cambios impulsados por nuevos sistemas constructivos, que obedecen a nuevas necesidades y anhelos modernizadores. Por lo que concluye que no necesariamente la transformación de los poblados lleva al deterioro ni que obligadamente es una acción negativa.

Por su parte, Luis María Calvo plantea que la patrimonialización se da por la confluencia de la memoria colectiva y el saber disciplinar. Da cuenta de la ausencia de estrategias de comunicación en las intervenciones conservacionistas que ofrez-can conocimiento acerca de los procesos históricos de la producción del espacio urbano arquitectónico y permitan el reconocimiento de las huellas e improntas de los pobladores en las diferentes épocas para su interpretación y posterior valora-ción; propone varias lecturas a situaciones en que se han puesto en función algunos instrumentos con ese fin.

Marco Alejandro Sifuentes Solís y J. Jesús López García proponen un acerca-miento que conjunta una posición dialéctica con una actitud analógica en un mo-delo que denominan analéctico, y los integran en un acercamiento deductivo con la hermenéutica para el estudio del espacio construido, en particular la transforma-ción y/o conservación del centro histórico de Aguascalientes. Para ello se confronta los discursos de la hemerografía con el discurso oficial y de agentes inmobiliarios y con las acciones concretas, donde se observa una progresiva pérdida de valor cultu-ral del patrimonio del centro histórico por los proyectos que no toman en cuenta la memoria de la comunidad y prevalece el interés económico.

Con su texto José Martín Torres Vega da cuenta de una experiencia de partici-pación exitosa de la comunidad de un barrio que decide restaurar la casa cural de su parroquia; relata las negociaciones implicadas entre el profesional, la comunidad

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y el cura para definir el proyecto considerando el presupuesto, la estrategia de con-servación y sus fines y la normativa del inah, que deja a todos satisfechos.Maria Beatriz Camargo Cappello manifiesta la necesidad de documentar el patri-monio de la arquitectura del movimiento moderno como primera tarea a hacer para su conservación, por ello expone la metodología seguida en un proyecto de investigación, que pretende la lectura de las obras y proyectos para identificar las referencias teóricas y proyectuales, para establecer las relaciones de los arquitectos y la escuela de su formación, además del proceso de diseminación de las ideas y el ambiente de formación de la arquitectura patrimonial moderna.

La segunda parte, Nueva arquitectura en contextos históricos, comprende once textos que abordan varios casos: la arquitectura contemporánea inserta, sobre la ar-quitectura existente; un nuevo proyecto en una obra patrimonio de la humanidad realizado por el autor de ambos; adecuaciones técnicas contemporáneas para me-jorar las condiciones ambientales de lo existente; el refuncionamiento de edificios existentes con adecuaciones contemporáneas exitosas y desastrosas; y proyectos de intervención potencialmente útiles en el desarrollo comunitario. Es así que, Marília María Brasileiro Teixeira Vale y Karine Camila Oliveira presentan tres casos de inserción de edificios nuevos en contextos históricos y dan los argumentos a favor o en contra de las obras, para subrayar los parámetros y valores que en ello se ponen en juego en el diálogo entre el pasado y el presente, así como el rol que tuvieron los diferentes agentes e instituciones en las decisiones tomadas, que invitan a profun-dizar en las cuestiones teóricas de los procesos de conservación.

Arianna Campiani y Leonardo Meraz analizan un caso de aprovechamiento de un edificio de larga historia en el centro de Roma, como un buen ejemplo contem-poráneo de adecuación a nuevos usos, que además didácticamente ofrece la estra-tigrafía arqueológica del edificio de más de dos milenios, integrandola a los nuevos espacios y novedosos sistemas constructivos, que muestra otra manera de construir en lo existente con sensibilidad, respeto y alta calidad de diseño arquitectónico, que pone en valor las historias del edificio.

Julio Arroyo y Luis Müller muestran la propuesta arquitectónica para el sitio arqueológico Santa Fe la vieja, que lidió por atender las necesidades del visitante, el Plan de Manejo del sitio y las condiciones geográficas y climáticas del empla-zamiento, además de ofrecer una respuesta espacial contemporánea y de la mu-seografía actual; así, lo nuevo interviene para conservar el pasado y permitir su conocimiento a los visitantes. También da cuenta del acuerdo de varias instancias de gobierno con la universidad para llegar a un proyecto que atienda sus respectivas competencias.

Andrey Rosenthal Schlee plantea el caso en el que un arquitecto reconocido como maestro de la arquitectura moderna decide intervenir una obra ejemplar en la que él mismo participó, y se pregunta si es legítimo que lo haga. Ante los argu-mentos del arquitecto de que no afecta el proyecto y de que tiene derecho a interve-nirlo; se afirma que sí modifica el proyecto original, que va contra las disposiciones legales que señalan que el terreno no es edificable, que incumple la declaratoria de protección, que no es un complemento al proyecto original, que su derecho como autor está en otro sector; y cierra afirmando que la propuesta no es creativa ni origi-nal sino recupera muchos proyectos que el arquitecto no había logrado edificar.

Ana Paula Tavares Miranda, Ariel Luis Lazzarin, Henrique Vitorino Souza Al-ves, Natália Achcar Monteiro y Maria Beatriz Camargo Cappello, conforman un equipo de investigación, donde exponen la inserción de arquitectura moderna en la ciudad de Uberlandia y su contribución en nuevas formas de ocupación territorial y como símbolo de progreso y modernidad, para la comprensión de las ciudades con-temporáneas brasileñas; pero que significó profundas transformaciones urbanas:

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nuevas formas de ocupación del territorio y alterando el pasisaje urbano local en el triangulo minero de Brasil con Uberlandia como centro. Edificaciones modernas, ahora considerados como patrimonio histórico pero irónicamente amenazado por las mismas acciones urbanas y edificatorias que les dio origen, que priorizan lo ma-teriales de las construcciones y minimizan los aspectos espaciales del movimiento moderno.

Comúnmente, los edificios del pasado suelen tener baja calidad lumínica y la in-troducción en ellos de instalaciones eléctricas suelen no ser afortunadas, además de requerir consumo energético para su funcionamiento; por ello, Sofía Letelier Parga y Cecilia Wolf Cecchi proponen una serie de ingenios de luz para iluminar natu-ralmente los espacios, para ello dan los principio básicos en los cuales se sustentan los ingenios y presentan varios diseños, que además de cumplir con su cometido no agreden al edificio, son económicos y ofrecen otra calidad y lectura de sus espacios.

Carlos Alberto Hiriart Pardo aborda la industria del turismo orientada a las ciu-dades mexicanas Patrimonio de la Humanidad que ha impulsado la rehabilitación urbana y el refuncionamiento de monumentos históricos como hoteles de categoría especial. Es así que se analizan tres procesos de edificios emblemáticos de Morelia y su impacto de las adecuaciones espaciales y de infraestructura contemporáneas para los cambios funcionales, que pone en cuestión lo pertinente de las intervencio-nes, como puesta en valor o como detrimento patrimonial.

En tanto que Jesús V. Villar Rubio presenta casos exitosos y desastrosos para la integridad de los edificios y los contextos históricos, donde se observa que depen-den mucho de la sensibilidad y capacidad de diseño para los proyectos y que cubran la necesidad de nuevos espacios a construir o reciclar, que se integren a lo existente, ofrezca condiciones de habitabilidad y respete el uso del suelo.

Lucía Tello Peón y Gladys Noemí Arana López exhiben el caso de nueva arqui-tectura con carácter icónico en el centro histórico con fines de revitalizarlo en su función comercial, que se añade a los edificios icónicos de principios del siglo xx, pero que no resuelven los problemas propios de la actividad comercial: el comercio informal, el congestionamiento vehicular, la contaminación del aire, la basura..., y que además, en términos de diseño, y que revelan aún la idea de una arquitectura monumental, sin relación al contexto.

Alejandro Galván Arellano y Oscar Hinojosa Villareal muestran un edificio patrimonial de un género edilicio excepcional, que ha pasado por diversas inter-venciones, que su propiedad está multidividida, que ha sido ampliamente refuncio-nalizado, por lo que hacen un diagnóstico de su estado de conservación y transfor-maciones versus el edificio original, por lo que establecen que es aún susceptible de restaurarlo, con la participación de propietarios, los gobiernos estatal y municipal y la universidad.

Luis Müller y Luis María Calvo examinan una franja territorial que congrega una serie de pueblos rivereños, bajo la hipótesis de que constituyen un paisaje cul-tural debido a características diferenciales e identitarias, que pueden dar paso al diseño de una estrategia integral de desarrollo futuro, poniendo en valor su historia poblacional, vocación económica, patrones de asentamiento, cohesionados por un paisaje natural tan fuerte como es un río, todo lo cual buscan corroborar, a partir de ciertos indicios ya identificados.

La tercera parte, La ciudad y sus contextos históricos, discurre sobre la relación de la ciudad y esa invención patrimonialista que se llama centro histórico, tema asociado a la cuestión de centralidad, policentralidad y fragmentación y dispersión, como características de la metropolización actual de los asentamientos, donde jus-tamente ese centro histórico sale perdiendo en su integridad y función tradicional, para asumir otra impuesta por la industria del patrimonio.

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Para ello, Adrián Moreno Mata hace un recuento de los modelos urbanos uti-lizados para explicar las ciudades de la primera mitad del siglo xx, y subraya cómo el modelo concéntrico es el que más se emplea para las ciudades coloniales mono-céntricas, en tanto que los modelos sectorial y radial son empleados para explicar la estructura policéntrica, aunque insuficientes pues no consideran la relación rural-urbano. Señala cómo en la metropolización coexisten las formas de modernidad urbana y el culto por la ciudad histórica que ha inventado un tipo de espacio en la ciudad: el centro histórico, que revela la contradicción o negociación entre pasado y presente (futuro en algunos casos), tradición y modernidad, centro y periferia, dispersión y concentración, centralidad y policentralidad, actitud conservadora y vanguardia, continuidad y discontinuidad, unidad y fragmentación.

La transformación de la estructura urbana de las principales ciudades mexi-canas durante la segunda mitad del siglo xx la analiza Salvador García Espinosa, quien reconoce en ello: la dispersión y la conformación de zonas metropolitanas. Lo cual se ve acompañado por la policentralidad y fragmentación urbana, cuyos centros se diferencian por su grado de especialización y asimilación de procesos de homogenización que fomenta la globalización, procesos que hoy no se acompañan por políticas ni por la planeación, ni la visión integral de esos fragmentos con la ciudad histórica.

Benito de Jesús Delgadillo Amaro, ante la recurrente afirmación de la pérdida de unicentralidad en las ciudades de hoy en el tránsito de la ciudad tradicional a moderna y posmoderna; señala que los centros históricos pueden conservar su centralidad, aun cuando sectores, que por su forma lineal (como el eje Mercado República-Santuario de Guadalupe en San Luis Potosí), inducen alejamiento del centro, resulta al contrario el prolongamiento del centro, conservado sobre todo porque no se ha roto su relación y función social, a pesar de algunas mutaciones en el centro histórico.

Rubén Cantú Chapa enuncia las diversas funciones que asume el centro histó-rico de la ciudad de México, ahora como el espacio público donde los problemas sociales del país se manifiestan y alberga los movimientos sociales, a través de su apropiación por la población, quienes aprovechan la carga simbólica que como cen-tro ha acumulado en la historia: como origen, concentración de los poderes institu-cionales de la nación y que además contiene la mayor cantidad de edificios histórico patrimoniales y como referente de identidad nacional. Se alerta que poco a poco, la apropiación espacial que debiera ser de todos, hoy la están ganando los pode-res fácticos de la economía nacional y se augura pronta gentrificación de la zona, impulsado por los proyectos de rehabilitación del centro histórico, alrededor del zócalo, uno de los últimos bastiones de los espacios públicos.

El caso de la ciudad de México en el siglo xxi ante la conservación de su pa-trimonio lo expone Orlando Isaac Ipiña García; quien llama la atención sobre las políticas gubernamentales que fomentan las acciones de desarrolladores e inversio-nistas nacionales e internacionales para un mercado de elite que añora vivir en el centro, a quienes que no les interesa mantener una relación respetuosa en los con-textos históricos patrimoniales; subraya las agresivas intervenciones a las colonias de gran valor patrimonial y con una rica vida barrial, ante la mirada complaciente o tolerante de las autoridades.

Blanca Paredes Guerrero, Rubí Elina Ruiz y Sabido y Miguel A. Herrera Moguel buscan explicar la ciudad histórica del siglo xxi, en particular de Mérida, de mane-ra integral y no sólo del fragmento impreciso que es el centro histórico, para arribar a la compresión de la dinámica de metropolización de la ciudad y su arquitectura como totalidad. Espacios que se ven sujetos a diversos problemas que hacen definir a la ciudad como un espacio cultural; por lo que, la patrimonialización, la conser-vación y transformación del espacio construido se tornan clave, y obliga al rechazo

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de la noción de centro histórico-museo pues es contraria a la necesidad latente de revalorar esos espacios que resguardan la memoria e historia.

La impronta de la turistificación y de la industria inmobiliaria en el perfil de las ciudades mexicanas es mostrada por Marco Alejandro Sifuentes Solís y J. Carlos Parga Ramírez, al mismo tiempo que analizan sus consecuencias en la calidad del medio ambiente y de la vida de muchos de sus pobladores. Como ejemplo toman el sector de la Feria de San Marcos en Aguascalientes, donde la turistificación ha desfigurado un antiguo barrio de indios y ha desligado a sus habitantes del uso y significación tradicional de sus espacios. Las desafortunadas intervenciones im-pulsadas por el interés de los negocios inmobiliarios ofertan al turismo fachadas escenográficas o pastiches de una imagen de arquitectura mexicana lejana de sus usuarios cotidianos y chocante para el ojo educado, en detrimento del auténtico patrimonio y así fragmentando el sector de la ciudad.

Martha E. Chávez González, Reyna Valladares Anguiano, Miriam Aguirre Fuentes y Francisco Javier Cárdenas Murguía, dan cuenta de las intervenciones en el centro histórico que han acarreado opiniones favorables o críticas, que tienen implícitas visiones sobre lo que es patrimonio y sobre lo que hay que hacer con los edificios. También revela la idea desintegrada y aislada del centro histórico en la planeación y programas de desarrollo de la ciudad, que queda en evidencia en los programas de conservación y mejora de su patrimonio para crear la oferta turísti-ca, a espaldas de sus habitantes y usuarios cotidianos y de los diversos usos sociales del suelo, priorizando el comercial.

La transformación de un espacio público urbano, en particular la plaza La Constitución de Tlaxcala, lo ofrece María Esther Sánchez Martínez, quien señala que los programas de imagen urbana son los responsables de esos cambios, que buscan recrear una idea de lo que se cree fue la ciudad del siglo xvi, impulsados por la búsqueda de declaratoria patrimonial. Se subraya la opacidad de quién decide esos programas y de cómo se dan las negociaciones entre los diversos agentes que deciden la configuración de la ciudad y sus espacios urbanos y de cómo se relaciona el presente y el pasado.

Miguel Ángel García-Gómez desarrolla cómo la industria del patrimonio ha implantado la idea de conversión de los centros históricos en un gran centro co-mercial abierto, en un espacio para el consumo para competir con los grandes cen-tros comerciales de la periferia, sujeto a las reglas del mercado y ajeno a la dinámica e identidad local: que busca la rentabilidad al menor costo; donde el edificio patri-monial es sólo el escenario o aparador de los comercios, generando subocupación de los edificios.

Francisco Javier Cárdenas Munguía, Martha Eugenia Chávez González y Re-yna Valladares Anguiano exponen la transformación de los paisajes de microre-giones para identificar que los poblados que están lejanos de los centros urbanos con dificultades de acceso carretero y ausencia de transporte público, conservan sus características del paisaje y de la imagen edificatoria; lo contrario a cuando si los tienen, donde los poblados y los paisajes han perdido su legado tradicional constructivo y sus recursos naturales se han severamente mermado. Ante lo cual el Estado propone el ecoturismo para promover el desarrollo integral endógeno, mantener la identidad regional y la reapropiación del paisaje por sus habitantes.

En un caso similar, Carmina Fernández de Lara Aguilar y Alejandro Enrique Benítez Barranco llaman la atención del riesgo en que se encuentra un sistema de poblados tradicionales en un territorio que ha conservado su patrimonio edifica-do, su biodiversidad, su calidad paisajista y equilibrio socioeconómico, ante las nuevas formas de expansión urbana y economía de mercado que destruye el rol de la microregión en la estructura de la región. Se pide una revisión a las estrategias de desarrollo a partir del patrimonio natural y cultural del sistema, que aproveche

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las dinámicas socioculturales y las respuestas tradicionales en la construcción del espacio habitable.

Manuel Sánchez Martínez nos muestra cómo se franquean los límites naturales que muchas ciudades tenían y nos alerta de la consecuente pérdida de patrimonio natural y paisajístico que rodeaban las ciudades como consecuencia del acelerado crecimiento urbano y muchas veces por el especulativo mercado inmobiliario, en ocasiones edificando en zonas de recarga acuífera o haciendo desaparecer la bioma-sa, claves para la salud del aire de las ciudades, y en detrimento de los espacios de la memoria de sus habitantes, tanto porque se pierde el paisaje de la ciudad como de la relación vital con su centro histórico.

Yuri Alejos Pech analiza los cambios generados en las haciendas, como asenta-mientos humanos, desde el momento que el reparto agrario las proscribe, reciclan-do los espacios dejados por la hacienda para la recomposición del nuevo poblado e introduciendo nueva arquitectura y en ocasiones infraestructura; o en otros casos, ante la ausencia de medios de subsistencia y trabajo, las exhaciendas son abandona-das y nunca los poblados se consolidan. Crítica que hoy en día las restauraciones de las haciendas se hacen con fines de turismo categoría especial, que han recuperado arquitectónicamente edificios y espacio abiertos, pero han excluido la participación comunitaria y ha impedido su uso a los pobladores, quienes en ocasiones no acce-den ni al templo; donde la privatización del espacio público se ha compensado por las empresas con nuevos espacios públicos pero que no cumplen las expectativas funcionales ni pueden sustituir el valor simbólico que tenía con las exhaciendas.

En Vivienda y sitios históricos, la cuarta parte, se muestran casos en que el aban-dono del uso habitacional en sitios históricos patrimoniales está asociado con pro-blemas de su conservación; otros casos demuestran cómo el uso habitacional en esos sitios son empleados para revitalizarlos; si bien hay programas que pervierten dicho objetivo en beneficio de la rentabilidad inmobiliaria y en provecho de la po-blación de élite o de la industria patrimonial.

Pablo Chico Ponce de León y Roberto Reyes Pérez analizan el caso del centro de Mérida, el cual, por la metropolización, había sido abandonado en gran medida por sus habitantes, pero que recientemente se está repoblando y sus viviendas rehabili-tándose para volver a ser habitadas, sólo que por extranjeros, quienes aprovechan el bajo costo de vivir en México y los beneficios de una región de rica cultura, con los servicios e infraestructura moderna. Se advierte que la propiedad del espacio nacional construido pasa a extranjeros, quienes compran las fincas por una bicoca, las rehabilitan y/o remodelan con pequeña inversión, que permite la conservación del patrimonio edificado, pero que sus nuevos pobladores, aun cuando en Mérida pueden vivir como reyes, no saben lidiar con el clima, los problemas sociales y de contaminación de la ciudad, y tienen poca disposición a participar en la vida y dinámica local.

Marco Tulio Peraza Guzmán identifica que hasta mediados del siglo xx, la fun-ción habitacional fue la principal en su centro, aunque manifiesta segregación étni-ca y diferencial en la calidad de la construcción y morfología; después evidencia el cambio de la dinámica con la modernidad, que poco a poco se sustituye la vivienda por actividades terciarias, al darse la emigración a la periferia por la pauperización del centro, la obsolescencia espacial y el crecimiento inducido de las ciudades por el mercado inmobiliario. Subraya que, paradójicamente, la revitalización de los cen-tros históricos se sustenta en volver habitables los edificios y que existan personas viviendo en ellos.

María Elena Torres Pérez presenta el caso de la ciudad de Mérida para exponer cómo el movimiento moderno dejó su impronta en la arquitectura en la ciudad para señalar el riesgo de desaparecer o transformación de esos espacios; para ello propone tres elementos a considerar para la conservación del patrimonio edificado

XVIII

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del movimiento moderno: el proceso de recepción del movimiento moderno, los nuevos modelos de diseño arquitectónico y urbano, y la valoración de los edificios de ese periodo.

Guadalupe Salazar González y Norma Alejandra Anaya García exponen la transformación de los inmuebles del centro histórico de San Luis Potosí, durante la segunda mitad del siglo xx, y se presenta cómo y el por qué se ha dado ese fenó-meno dentro de la dinámica general del asentamiento. Se señala una subocupación de los edificios, concentración de la propiedad en pocos, el cambio de uso del suelo habitacional por el comercial y de servicios, donde el más agresivo al patrimonio lo es el comercial que el destinado a oficinas; igual se identificó que las adecuaciones más frecuentes al espacio edificado existente son: introducir cocheras e instalacio-nes modernas. También se observa que el espacio y contexto urbano que mejor se conserva es el que está en torno a los edificios declarados patrimoniales y en las zonas que aun son habitadas, en tanto en las que no se dan esas condiciones, el contexto se degrada significativamente.

Paola Bagnera plantea cómo el término patrimonio se ha asociado con acciones de conservación, con la acepción “patrimonio de todos”, lo cual es contradictorio por las acciones y proyectos orientados al turista que implican exclusión social: desplazamiento poblacional, encarecimiento del suelo, gentrificación, en detri-mento de la pluralidad social y cultural que han configurado los centros históricos; se recuerda que la vivienda ha sido dinamizadora de la ciudad, y que es clave para tener un centro vivo; por lo que analiza varios casos de ciudades latinoamericanas donde se han aplicado programas exitosos de recupero habitacional.

Luis Alberto Mendoza Pérez parte de distinguir patrimonio de patrimoniali-zación, y este como proceso, para centrarse después en trazar elementos para con-ciliar la producción arquitectónica actual con las posturas conservacionistas del centro histórico, tomando en consideración: la interpretación de las dinámicas e inercias del tradicionalismo de la sociedad; la recuperación de las formas culturales que se definen como patrimonio y la idea de arquitectura; y el turismo en la eco-nomía de los centros históricos. Además, atiende varios cuestionamiento: sobre las nuevas necesidades de espacio y funciones versus las posturas conservacionistas; cómo lograr armonizar nuevos estilos arquitectónicos y los del pasado, ejemplifi-cándolo con la ciudad de Colima.

Alejandro Acosta Collazo resalta la gestión como clave para las acciones de re-vitalización del patrimonio edificado, que dé congruencia a los planes y las reali-dades, la idea y la concreción, lo factible y lo posible; que prevea los desafíos que presenta dicha acción. Expone varios programas que se han aplicado en Aguas-calientes, desde soluciones epidérmicas como la intervención a nivel de la imagen urbana, sólo pintura o arreglo de fachadas, hasta programas que tienen la intención de integrar la participación ciudadana, quedando esto aún como el desafío y la tarea pendiente.

Esta obra se cierra con un texto de María de Guadalupe Zepeda Martínez, quien relata cómo una unidad productiva agropecuaria, como asentamiento humano, poco a poco desaparece, desde el reparto agrario, la poca claridad del régimen de propiedad, luego por su abandono, hasta ser arrasada por una nueva implantación habitacional que los desarrolladores inmobiliarios han realizado, que acusa la au-sencia de reclamos sociales, de valoración por las instituciones y especialistas y el peso del valor comercial del suelo ahora urbano.

Guadalupe Salazar González

XIX

1 Contextos históricos se emplea para incluir las escalas de espacios: Arquitectura, sitios, conjuntos, sectores, barrios, paisajes, territorios y asentamientos.

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PARTE

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Cuestiones en la intervención en los contextos históricos

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INTRODUCCIÓNEl Patrimonio, en sus diferentes ámbitos arquitectónicos (religioso, civil y militar), ha atravesado una situación cambiante desde tiempos remotos, que se acentúa en época de grandes transformaciones ideológicas, económicas y sociales, como lo fueron las épocas posteriores al dominio español, en el Posmodernismo y en la globalización reciente. Los avances de la tecnología, el desarrollo económico, el crecimiento urbano, la fusión de ideologías y culturas, la ausencia de barreras co-merciales, los medios de comunicación, causan problemas sobre los inmuebles pa-trimoniales; por un lado, está la corriente de los que promueve su conservación por lo que significan, y por otro, los que los consideran obsoletos y buscan modificarlos o sustituirlos por construcciones modernas que respondan mejor a las necesidades de la época.

Si bien el uso o reutilización de los edificios sirvieron para fundamentar la res-tauración (conceptual y económicamente), actualmente se ha caído en un abuso incontrolado. Son muchos los casos en el que los usos se han decidido sin suficiente análisis sobre la capacidad real y compatibilidad de las funciones dentro del mo-numento, dañando sus valores esenciales. Por el excesivo abuso, la reutilización ha llegado a convertirse en uno de los principales problemas con los que se encuentra hoy la restauración. Organismos como el icomos desde los años 90 ha mostrado su preocupación, y planteó como eje de sus campañas en esos años la reivindicación de “un uso sensato para nuestros monumentos”.

En este escrito se hace hincapié en lo importante que es la participación comu-nitaria en la toma de decisiones en el uso de sus espacios arquitectónicos y urbanos patrimoniales y en toda manifestación de su cultura patrimonial tangible o intan-gible.

Uso y abuso del

patrimonio.

Una visión

participativa

MARISOL ORDAZ TAMAYO

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PATRIMONIO CULTURALEl término de patrimonio se le ha aso-ciado a conceptos como cultura. El Pa-trimonio Cultural abarca las manifes-taciones culturales de una nación, de una región geográfica o de un pueblo, tanto las de carácter tangible (edificios) como las intangibles (lengua, religión y tradiciones vernáculas), que se van es-tratificando a través del tiempo, creán-dose el complejo conglomerado de ob-jetos, tradiciones y hechos sociales que constituyen la herencia cultural.1 Así, se puede considerar como patrimonio lo que se hereda de nuestros antepasa-dos con valor histórico en el presente, que pertenece a todos y que obliga a conservar y enriquecer para entregarlos a las generaciones venideras (Gráficas 1 y 2).

El patrimonio no es un ente aislado sino parte integral de un contexto, sea edificado o natural; es un componente del hecho urbano, ya que mutuamente se imprimen ambientes y una imagen urbana únicos, está fuertemente influenciado por factores sociales, económicos, políticos, históricos, que lo produjeron y lo hacen permanecer en su lugar. En el mo-mento de producirse tenía una finalidad práctica, ser útil y adquiere el valor de utilidad y valores lógicos, estéticos y so-ciales, lo que hace necesaria conservar (Gráfica 3).

Como dice Marina Waisman, los valores a reconocer en un objeto, antes que los derivados de la imagen, serán los que hacen relación con las vivencias sociales: a la memoria social o al papel que el objeto ha desempeñado en la historia social.2 Existen autores que consideran que para que un objeto arqui-tectónico se pueda considerar merecedor de ser intervenido es necesario primero que sea reconocido por sus valores: va-lor de antigüedad, valor histórico, valor rememorativo inten-cionado y el valor de contemporaneidad.3

El valor de la antigüedad provee de valor al pasado por sí mismo, condena toda destrucción e impide cualquier activi-

dad intromisoria (Gráfica 4). El valor histórico por el contra-rio, reside en la capacidad del objeto para “representar” una época determinada, obliga a restituir lo dañado y conservarlo lo más intacto posible para la posteridad. Estos dos valores tienen un gran peso a la hora de tomar decisiones para in-tervenir un edificio patrimonial, ya que los edificios antiguos con valor histórico son la representación actual de la arqui-tectura del pasado, de la ideología de otra época, de la econo-mía existente en ese entonces, de la tecnología; en fin, son el testigo presente de la cultura del pasado y de la sociedad que las originó.

El valor rememorativo intencionado, de mantener vivo el edificio lleva a pensar obligatoriamente a una restauración, lo cual da paso al cuarto valor, el de la contemporaneidad, el valor que se refiere a la capacidad del monumento para ser reutilizado, por lo que deja implícita la acción de intervenir los edificios que a la larga llega a definir el “monumento his-tórico-artístico”4 (Gráfica 5).

A pesar de que muchos de los objetos patrimoniales tienen marcado valor histórico, tienen también contemporaneidad y pueden considerarse actuales, ya que coexisten con otros edificios modernos y pueden hoy cumplir funciones especi-

Gráfica 1. Casa colonia en Yobain, Yucatán. Foto: Tomada por la autora

Figura 2. Boda maya en el sitio arqueológico de Xoclán, Yucatán. Foto: Tomada por la autora

Gráfica 3. Ciudad de Izamal vista desde la pirámide maya Kinich Kakmo. Foto: Tomada por la autora

Gráfica 5. Casa de los azulejos, D. F., actualmente restaurante Sanborns. Foto: Tomada por la autora

Gráfica 4. Ciudad de Machu Pichu, Perú. Foto: Tomada por la autora

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ficas al interior de instancias económicas, políticas-jurídicas e ideológicas. Por otro lado, una definición de patrimonio “considera prioritario el valor que representan para la identi-dad cultural de la comunidad, lo que vendría a representar el valor de uso”,5 valor al que se referirá posteriormente.Como podemos ver el concepto de patrimonio está íntima-mente relacionado con la cultura de una sociedad, pero ¿A qué nos referimos cuando hablamos de cultura?, y sobre todo ¿Cuál es su importancia para el patrimonio? La cultura es “el conjunto de rasgos definitivos, espirituales, materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o grupo social”,6 es decir lo que identifica a un pueblo de los demás “es el elemento esencial de identificación, indivisible e inalienable que el grupo social hereda de sus antepasados con la obligación de conservarlo y acrecentarlo para transmitirlo a las siguientes generaciones”.7 Lo anterior es clave para el patrimonio, por lo que las personas tienen responsabilidad en su preservación.

La cultura implica ideologías, educación y posturas dife-rentes, y cada pueblo tiene particulares características cultu-rales, por lo mismo, cada pueblo tendrá diferente concepción de su patrimonio cultural (Gráfica 6).

Aún cuando la idea de cultura puede variar, hay consen-so en el mundo actual sobre la cultura como elemento que caracteriza a una sociedad en cualquier momento de su his-toria.8 De acuerdo a todo lo expuesto, se puede decir que el patrimonio cultural es todo lo que nos permite identificar, lo que imprime identidad, pertenencia a un lugar, a una histo-ria, a una cultura, a los orígenes.

El término Patrimonio también se ha asociado con los conceptos como identidad, tradición, historia, monumentos, en el que tenían cabido los muchos profesionales especialistas en el pasado, sin embargo actualmente empieza a vincularse este término con otros conceptos como: turismo, desarrollo urbano, mercantilización, comunicación masiva; que casi siempre se ven como adversarios del patrimonio, pero ac-

tualmente se ubica en el marco de relaciones sociales que lo condicionan (Gráfica 7).

Existe actualmente, como lo muestran los discursos en torno a este término y por documentos del gobierno mexica-no y de organismos internacionales, una redefinición:9

- Se afirma que el Patrimonio no incluye sólo la herencia de cada pueblo, las expresiones muertas de su cultura –si-tios arqueológicos, arquitectura colonial, objetos antiguos en desuso–, sino también actuales, visibles e invisibles –nuevas artesanías, lenguas, conocimientos, tradiciones–.

- También se ha extendido la política patrimonial de la conservación y gestión de lo producido en el pasado, a los usos sociales que relacionan esos bienes con las necesidades contemporáneas de las mayorías.

- Frente a una selección que privilegiaba los bienes cul-turales producidos por las clases hegemónicas –pirámides, palacios, objetos legados a la nobleza o la aristocracia–, se reconoce otros elementos como patrimonio de una nación.

- También está compuesto por los productos de la cultu-ra popular: música indígena, escritos campesinos y obreros, sistemas de autoconstrucción y preservación de los bienes materiales y simbólicos elaborados por grupos subalternos (Gráfica 8).

USO DEL PATRIMONIOEl uso es el empleo continuado y habitual, ligado al usuario como parte básica en la definición de patrimonio se com-promete el reconocimiento de la necesidad de cambio, de adaptación de edificios y áreas urbanas a nuevas necesidades y hábitos, hacia transformaciones funcionales de la ciudad (Gráfica 9). Los cambios positivos se pueden observar física-mente en toda intervención al patrimonio, en la catalogación de los monumentos, la investigación, la protección jurídica y la difusión. Los cambios negativos se ven en el deterioro y destrucción de los bienes culturales tangibles o en la defor-

Gráfica 6. Altar de día de muertos en Maní, Yucatán y dulce típico de día de Muertos en México. Foto: Tomada por la autora

Gráfica 7. Tríptico Promocional de Encuentro Internacional de Patrimonio, Desarrollo y Turismo. Fuente: «http://www.sectur.gob.mx/wb/sectur/sect_Abril_2007_evento» Octubre 2010

Gráfica 8. Patrimonio. Fuente: Lámina elaborada por la autora

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mación o desaparición de los bienes intangibles (Gráfica 10). El concepto de uso del patrimonio lleva a la coexistencia

de dos significados. El primero y más extendido refiere al tér-mino uso como la dedicación o fin a que se destina el patrimo-nio arquitectónico;10 en esta acepción queda comprendida la reutilización. La segunda conlleva la primera y se define, uso del patrimonio como disfrute del mismo, información histó-rica o ambas por parte de la comunidad que lo acoge, protege, conserva, utiliza, visita o conoce.

El uso del patrimonio no consiste necesariamente en su utilización funcional, en este punto es importante manifestar que la explotación de los monumentos no debe poner en peli-gro su integridad11 (Gráfica 11).

Las primeras referencias a este término se pueden encon-trar en la Resolución relativa a la reanimación de Monumen-tos, adoptada en 1966 en Europa.

En estos documentos, dado los problemas planteados por la reanimación de los monumentos en su entorno estético o natural, recomienda a los gobiernos de los países miembros: facilitar la adquisición y gestión de estos monumentos por parte de organismos que estén en condiciones de utilizarlos, como sedes sociales o como centros de acogida, por ejemplo:

Dar mayor información a los propietarios sobre las múltiples for-mas de utilizar sus monumentos como centros turísticos o de re-creo, residencias secundarias, muestras de arte y de historia […]12

La Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico adoptada en Amsterdam en 1975 contiene reflexiones sobre la acepción de ocupación y fin de este patrimonio, lo pone en relación con la necesidad de ahorrar recursos, pues lejos de ser un lujo, este patrimonio es un bien económico que puede ser utilizado como fuente de ahorro para la comunidad, y la conservación integrada es el “resultado de la acción conjunta de una co-rrecta aplicación de técnicas de restauración y asignación de funciones.”13 En dicha declaración se expone que “el esfuerzo

de conservación debe ser medido no solamente por el valor cultural de los edificios sino también por su valor de uso. Los problemas sociales de la conservación integrada sólo pueden resolverse mediante una referencia simultánea a estas dos es-calas de valores.”14

La Resolución relativa a la adaptación de los sistemas legis-lativos y reglamentarios a los requisitos de la conservación in-tegrada del Patrimonio Arquitectónico, de 1976, es otra fuen-te sobre el uso del patrimonio. En este documento se habla sobre la importancia en la conservación integrada de la utili-zación del patrimonio (artificial y natural) y adaptación a las necesidades de la sociedad, asignándoles “una función social, posiblemente diferente de su función original, pero compatible con su dignidad; conservando, en la medida de lo posible, el carácter del entorno en el que están ubicados.”15 En el aparta-do de los Principios de la Política de la Conservación Integra-da se plantea la necesidad de asignarles una función moderna cuando así se amerite, pues (Gráfica 12): “Los monumentos, conjuntos arquitectónicos y sitios, adecuadamente utilizados, constituyen un elemento esencial del entorno humano y su valor cultural es un elemento determinante de su calidad.”16

El convenio para la salvaguarda del Patrimonio Arquitectóni-co de Europa, aún vigente, establece que:

Cada parte se compromete a adoptar políticas de conservación in-tegrada que faciliten, en lo posible, dentro del proceso de planifica-ción urbana y rural, la conservación y utilización de algunos edifi-cios cuya importancia intrínseca no justificaría su protección, pero que revisten interés desde el punto de vista de su inserción en el entorno urbano o rural y de la calidad de vida.17

Existen otros documentos del Consejo de Europa sobre los espacios públicos urbanos abiertos (zonas verdes, parques públicos y plazas), plantean las contradicciones que se pre-sentan, ya que existe con frecuencia una laguna entre el uso pretendido y la realidad, porque la adjudicación de espacios se

Gráfica 10. Estación de Ferrocarril en abandono, Tunkas, Yucatán. Foto: Tomada por la autora

Gráfica 11. Turismo en la Muralla China. Fuente: «www.abc.es/visionesdelmundo/»Mayo 2010

Gráfica 9. Asentamiento prehispánico Xoclán, actualmente en vías de convertirse en Parque arqueo-ecológico en la ciudad de Mérida, Yucatán. Foto: Arqlgo. Josep Ligorred

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suele basar en supuestos erróneos más que en la observación de los comportamientos y la aceptación ciudadana. Advierte sobre el peligro que existe para los mismos sobre todo los que surgen de conflictos de uso no resueltos.

Otros documentos de importancia sobre el uso del patri-monio son: La Recomendación para la protección y puesta en valor del Patrimonio Arquitectónico Rural de 1989, y La Reco-mendación para la protección y conservación del Patrimonio Técnico, Industrial y de Ingeniería Civil en Europa de 1990. En ellos se busca la adaptación del patrimonio a nuevas fun-ciones, incluyendo la promoción turística, mediante la orga-nización de itinerarios culturales específicos que fomenten el turismo rural, industrial, etc. (Gráfica 13).

Sobre el paisaje cultural también hay recomendaciones del Consejo de Europa como la Recomendación sobre la con-servación de los Sitios Culturales integrada en las políticas del paisaje de 1995, donde se plantea la necesidad de planificar el uso de sitios culturales para fines turísticos, por ser bienes no renovables y podrían perder su integridad y carácter; tam-bién se plantea su uso como recurso socioeconómico para el desarrollo local. Esta misma idea se comparte en la 4ª Con-ferencia Europea de Ministros responsables del Patrimonio Cultural, celebrada en Helsinki en 1996, que hace hincapié en la utilización del Patrimonio Cultural como recurso y en el uso equilibrado y sostenible del patrimonio:

Cualquier política sostenible del turismo cultural debe evitar una explotación excesiva del patrimonio cultural y natural, ya que se trata de recursos raros y no renovables cuyo deterioro, o incuso pérdida destruirá el propio fundamento de la motivación turística.

Una propuesta emanada de la Conferencia Cracovia 2000, la Carta de Cracovia, plantea un concepto más amplio del Pa-trimonio que tiene que ver no sólo con el monumento sino también con su entorno, el paisaje y el territorio como inte-grantes de la ciudad histórica, valora la diversidad de cultu-ras, la multidisciplinaridad de la conservación y restauración,

la necesidad de incluir el uso de nuevas tecnologías y estudios científicos en la realización de proyectos; plantea proyectos unitarios de restauración, responsabilidad conjunta de ad-ministraciones, sociedad y restauradores, compatibilidad de nuevos usos, el uso de la arquitectura y el arte contemporá-neos, pero no a las reconstrucciones totales, no al fachadismo y da un nuevo glosario de términos a la luz de nuevos mé-todos e investigación.19 Esta carta promueve la compatibili-dad del término desarrollo con el de Patrimonio Cultural, no obstante que hasta el momento el “desarrollo” ha significado destrucción.

En el caso de México, muchas veces basados en la norma-tiva europea que históricamente nos han precedido, también se ha preocupado por la adecuada definición de los nuevos usos, como plantea el Programa Nacional de Conservación del Patrimonio Arqueológico e Histórico; y a nivel Latino-americano el icomos, señala la importancia de regenerar y dar nueva vida a los monumentos y zonas históricas, pues no es deseable social y económicamente, convertirlos en museos muertos. El icomos plantea que las nuevas funciones deben ser compatibles con el carácter, vocación y estructura de las poblaciones o áreas urbanas históricas. La adaptación de és-tas a la vida contemporánea requiere cuidadas redes de infra-estructura, equipamiento y servicios públicos.

PROBLEMÁTICASTradicionalmente se han considerado los bienes históricos por su alto valor, que ha hecho que se conciba su conserva-ción independiente del uso actual. Bajo esta perspectiva, el patrimonio está formado por un mundo de formas y objetos excepcionales en el que han desaparecido las experiencias so-ciales y las condiciones de vida y trabajo de quienes la produ-jeron. En esta concepción quedan fuera los bienes precarios o cambiantes, los que sólo documentan prácticas populares o acontecimientos culturales, sin ser sobresaliente en la his-toria culta de las formas y los estilos. Bajo esta visión se ha

Gráfica 12. Antigua estación central de Ferrocarriles de Yucatán. Actualmente escuela de Arte. Fuente: Tomado por el autor

Gráfica 13. Cartel Promocional de Turismo Rural en España. Fuente: «www. Serraniaronda.org», Mayo 2010

Gráfica 14. Indígena maya. Foto: Tomada por la autora

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preservado el patrimonio por mucho tiempo.En el Programa Nacional de Conservación del Patrimo-

nio Arqueológico e Histórico se señala uno de los problemas que más ha afectado la conservación del patrimonio: la falta de coherencia entre los programas de restauración, mante-nimiento y uso. No hay una política sistemática de restau-ración de monumentos arqueológicos e históricos basada en prioridades fundadas en necesidades claras. Algunos de los más importantes problemas sociales que condicionan hoy la conservación son:

- No se cuenta en la actualidad con una legislación sufi-ciente para proteger tan diversas manifestaciones culturales e intervenir en sus usos contemporáneos;

- Existe desigual participación de los grupos sociales en su formación, por lo que los diversos grupos se apropian en forma diferente y desigual de la herencia cultural. En la me-dida que descendamos en la escala económica y educacional, disminuye la capacidad de apropiarse del capital cultural transmitido por las diferentes Instituciones educacionales (escuelas y museos, etc.) Existe una jerarquía de los capita-les culturales: vale más el arte que las artesanías, la medicina científica que la popular, la cultura escrita que la oral.

- Existe una desigualdad estructural dentro de la sociedad lo que pone en desventaja a los sectores populares. El registro de la producción cultural de los sectores populares no indíge-nas ha sido escaso, y reciente se le ha dado menor importancia en la definición del patrimonio que las grandes obras de las culturas tradicionales, sobre todo del período precolombino.

- Existe una actitud devaluadora de los grupos dominan-tes hacia la cultura popular (Gráfica 14).

TIPOS DE AGENTES QUE INTERVIENEN EL PATRIMONIOExisten marcadas contradicciones en el uso del patrimonio determinados por la acción de tres tipos de agentes que inter-vienen en él: El sector privado, el Estado y los movimientos sociales.20

La acción privadaRegida por la acumulación económica y reproducción de la fuerza de trabajo, esta acción lleva a la explotación indiscri-minada del ambiente natural y urbano, la expansión voraz de la especulación inmobiliaria y del transporte privado, en detrimento de los bienes históricos y del interés mayoritario, como se ha podido ver en la participación de diversas empre-sas industriales, inmobiliarias y turísticas (Gráfica 15).

Cabe aclarar que la acción privada no siempre puede ser reducida a la agresión del patrimonio (Gráfica 16), algunos grupos aprecian el valor simbólico que incrementa el valor económico. En ellos prevalece una concepción conservacio-nista y mercantilista que responde a los propósitos de la pre-servación.

Sin embargo, los criterios artísticos, históricos y técnicos se sujetan a la espectacularidad y utilización recreativa del patrimonio con el fin de incrementar su rendimiento econó-mico. Los bienes simbólicos son valorados en la medida en que su apropiación privada permite volverlos signos de dis-tinción (Gráfica 17).

La acción del EstadoAntes se debe de entender que el Estado no es únicamente el gobierno sino los sectores que intervienen en la apropiación de los bienes culturales. El Estado al promover el patrimonio ha tendido a convertir las realidades locales en abstraccio-nes políticas culturales, en símbolos de una identidad nacio-nal en que se diluyen las particularidades y los conflictos. A veces, el Estado se interesa por el patrimonio para frenar el saqueo especulativo; en otros casos, porque el alto prestigio de los monumentos es un recurso para legitimarse y obtener consenso, y en otros, por simple “autocomplacencia esceno-gráfica”.Hay que reconocer que sin la acción del Estado es inexplica-ble la vasta rehabilitación de sitios arqueológicos y centros históricos, la creación de tantos museos y publicaciones de-

Gráfica 15. Manifestación gráfica contra la masividad urbana. Fuente: <<http://viviendadignagranada.wordpress. com>>, marzo 2007.

Gráfica 16. Restauraciones hechas por el Consejo Nacional Adopte una obra de Arte A. C. sin fines de Lucro. Foto: Tomada por la autora

Gráfica 17. Ex hacienda Temozón Sur. Actualmente Hotel de Gran Turismo de propiedad privada. Foto: Tomada por la autora

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dicadas a salvaguardar la memoria, y el uso de estos recursos para conformar una identidad compartida (Gráfica 18).

El papel protagónico del Estado en la definición y promo-ción del patrimonio se funda en una concepción conserva-cionista y monumentalista. Tienden a rescatar, preservar y custodiar los bienes históricos capaces de exaltar la naciona-lidad, de ser símbolos de cohesión y grandeza. En la forma más plena de apropiación se le usa como sede física de un organismo oficial.

Esta concepción monumentalista del Estado no solamente ha servido para rescatar cierto tipo de patrimonio, también lo ha sacrificado como es el caso de la macroplaza de Monterrey, donde se sacrificó la organización histórica y el equilibrio es-tético del espacio público por la autoexaltación del poder po-lítico (Gráfica 19).

Acción socialEn años recientes, la expansión demográfica, la urbanización incontrolada y la depredación ecológica, suscitan movimien-tos sociales preocupados por rescatar barrios y edificios, o por mantener habitable el espacio urbano. Nuevos movimientos como los populares urbanos y los ecologistas van profundi-zando en la conciencia colectiva sobre el patrimonio:- La cuestión del patrimonio ambiental –natural y urbano– no se ve como responsabilidad exclusiva del gobierno;- Se comprende que si no hay movilización social por el patri-monio, es difícil que el gobierno lo vincule con las necesida-des actuales y cotidianas de la población;- Crean condiciones materiales y simbólicas para que todas las clase puedan compartirlo y encontrarlo significativo.

Como se puede ver la cuestión del patrimonio ha desbor-dado a los dos responsables de estas tareas, los profesionales de la conservación, generalmente contratados por privados y el Estado. Su acción para la preservación del patrimonio ha sido bajo una visión participacionista, de acuerdo a las de-mandas presentes de los usuarios y las necesidades globales de la sociedad. Este enfoque se caracteriza, por incluir en el patrimonio tanto los edificios monumentales como la arqui-

tectura habitacional, los grandes espacios ceremoniales o pú-blicos del pasado del mismo modo que los parques y plazas de hoy, los bienes visibles junto a las costumbres y creencias.

REUTILIZACIÓNLa desaparición de edificios y establecimientos y la progre-siva conciencia del valor del patrimonio como un elemento básico del paisaje cultural, han motivado no sólo la necesi-dad de su conservación, sino también la de su habilitación funcional desde el punto de vista monumental, museístico, didáctico o turístico; lo anterior se refiere a que para evitar la destrucción del patrimonio existe la alternativa de adecuarlo a nuevas funciones, es así como surge la idea de la reutili-zación de edificios como una alternativa para lograr contra-rrestar el proceso de abandono y deterioro. El concepto de reutilización, en su acepción más simple, significa volver a utilizar, bien con la función que desempeñaba anteriormente o con otros fines,21 en términos de arquitectura se refiere a la adecuación de la arquitectura histórica a nuevos usos, el ob-jeto arquitectónico, el entorno o espacio donde se desarrolla tienden a ser aprovechados. La reutilización analizando su potencial, los beneficios que otorga a la sociedad.

El uso es la mejor garantía de la supervivencia de un mo-numento, sin embargo es importante garantizar la racionali-dad de ese uso, la conveniencia de mantener el uso anterior o determinar el carácter que ha de tener el nuevo, en caso de reutilización, analizarse desde su capacidad de servir, pero también desde la capacidad del monumento de asumirlo sin perder sus valores documentales y significativos (Gráficas 20 y 21).El que los objetos arquitectónicos sean considerados patri-monio histórico cultural, no garantiza del todo su permanen-cia, ya que debe también ser funcional; pues el espacio tiene que ser satisfactor de las necesidades de sus usuarios. Si no se toma en cuenta, los objetos patrimoniales están sujetos a la obsolescencia, es decir, pueden llegar a ser considerados por las personas como inservibles, y “pasados de moda”. Este desdeño por la arquitectura del pasado cada vez es más fre-

Gráfica 18. Centro Histórico de Campeche. Participación del Estado en su rescate y conservación. Foto: Tomada por la autora

Gráfica 19. Macro Plaza de Monterrey. Fuente: «www.isacamty.org.mx/latincacs2007/conoce.htm» Mayo 2010

Gráfica 20. Ex sanatorio Rendón Peniche. Actualmente Centro de Investigaciones, sede de la unam. Mérida, Yucatán. Fuente: Tomado del Informe de La Dirección de Conservación del Patrimonio del Gobierno del Estado de Yucatán.

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cuente debido a los fuertes embates de la modernidad, los avances tecnológicos y la cambiante situación económica en el mundo.

La reutilización arquitectónica es cada vez más fuerte en edificios patrimoniales, debido a la idea de devolverles la imagen y utilidad que tuvieron en el pasado y devolverles la esencia perdida. El cambio de uso de edificios antiguos es una práctica habitual desde hace siglos, que gran parte de los edificios del patrimonio cultural que han permanecido hasta nuestros días, lo han hecho con usos distintos a los que les dieron origen (Gráfica 22).

CONCLUSIÓNEs lamentable que aún exista un evidente desconocimiento, inadecuada interpretación o medien los intereses personales sobre la normativa del Patrimonio Mundial, la cual menciona la necesidad de la acción conjunta para la protección y ade-cuado uso del patrimonio, lo que claramente se ha visto pone en riesgo los bienes culturales.

Los responsables de la conservación y gestión del Patri-monio no se han ocupado de la difusión, educación y par-ticipación de los ciudadanos, provocando la destrucción no sólo del patrimonio sino del ambiente en el que se producen, del paisaje cultural, punto en el que la normativa ha insistido en los últimos tiempos pero que tal parece no se aplica o se aplica a conveniencia, lo que está produciendo la perdida de la identidad de los diferentes pueblos.

Así mismo, debido a los constantes cambios de la sociedad actual y a los que se ve enfrentado el patrimonio, es evidente que se necesita nuevos instrumentos conceptuales y metodo-lógicos para analizar las interacciones actuales y ensanchar el campo de problemas y el ámbito disciplinario en que suele ubicarse el patrimonio, con el fin de darle un uso que respon-da de una manera equilibrada a las necesidades sociales con el fin de preservarlo.

Se necesita un patrimonio reformulado que considere sus usos sociales, no desde una mera actitud defensiva, de simple

rescate, sino con una visión más compleja de cómo la socie-dad se apropia de su historia; puede involucrar a nuevos sec-tores, además de los especialistas en este campo, interesa a los funcionarios, a otros profesionales ocupados en construir el presente, a los indígenas, campesinos, migrantes y a todos los sectores cuya identidad se ve afectada por los usos hegemó-nicos de la cultura.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Pablo Chico Ponce de León, “Conservación y aprovecha-miento del Patrimonio cultural y urbano-arquitectónico de Yucatán”, en Marco Peraza Guzmán (coord.), Procesos terri-toriales de Yucatán, Mérida, uady, 1995, p. 17.2 Marina Waisman, La estructura histórica del entorno, Bue-nos Aires, Nueva Visión, 1985, p. 24.3 Manuel Martín Hernández, “De la intervención en lo cons-truido” en La invención de la arquitectura, “Madrid, Celeste, 1997, p. 189.4 Ibidem, p. 190.5 Marina Waisman, El interior de la historia. Historiografía arquitectónica para uso de Latinoameriacanos, Bogotá, Esca-la, 1990, p. 127.6 Leonel Durán Solís, “Postulados sobre el patrimonio cultu-ral”, en Juan Maldonado Pereda (comp.), El desarrollo y nues-tro patrimonio cultural, Xalapa, sep/Cultura del Gobierno del Estado de Veracruz, 2004, p. 61.7 Carlos Chanfón Olmos, Fundamentos teóricos de la restau-ración, México, unam, 1989, p. 46.8 Carlos Fuentes, apud Alejandro Gertz Manero, La defensa jurídica y social del patrimonio cultural, México, fce, 1976, p. 62.9 Néstor García Canclini, “Los usos sociales del Patrimonio Cultural” en Patrimonio Etnológico. Nuevas perspectivas de estudio, Sevilla, Consejería de Cultura-Junta de Andalucía, 1999, p. 16.10 Fernando Moreno de Barreda, Recopilación de los Textos Fundamentales del Consejo de Europa en materia de Patrimo-

Gráfica 21. Antiguo templo utilizado como espacio de eventos sociales y culturales en Sevilla. Foto: Tomada por la autora.

Gráfica 22. Ex hacienda henequenera Tadzibichen. Actualmente Centro Social de la Caja Popular, Mérida, Yucatán. Foto: Tomada por la autora.

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nio Cultural, Madrid, Hispania Nostra, 1996.11 Antoni González Moreno-Navarro, La restauración objeti-va, (Método sccm de la restauración monumental), Barcelona, Diputación de Barcelona, 1999, p. 67.12 Fernando Moreno de Barreda, op. cit., p. 660.13 Idem.14 Idem.15 Idem.16 Ibidem, p. 661.17 Ídem.18 Ibidem, p. 663.19 Esta propuesta hasta el año 2001 no había sido aprobada por la Asamblea General de icomos.20 Néstor García Canclini, op. cit., pp. 19-24.21 Diccionario de la Real Academia, «www.rae.es»

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INTRODUCCIÓNLa mercantilización de los sitios históricos es un fenómeno que se ha acentuado en los últimos años. Actualmente, la cultura se vislumbra como un producto mágico utilizado por los gestores públicos y privados en la revitalización de áreas patrimo-niales.

Esta situación está vinculada a la fragilidad que presentan hoy día las relaciones del presente con el pasado. Es decir, las aceleradas transformaciones socio espacia-les que vivimos alteran significativamente la relación de la sociedad con el pasado. A decir de Pierre Nora, el presente pasa a ser vivido como ruptura con relación al pasado; simétricamente en relación al nuevo futuro invisible, impredecible, el pasa-do también pasa a ser invisible, radicalmente otro. Por lo tanto, se vive un proceso de aguda “presentificación” del tiempo y de distanciamiento de las tradiciones o de la memoria materializada, transformada en exterioridad de la vida social.1

Comenta Fernandes2 que se puede hablar de la “colonización del tiempo” en dos sentidos; por un lado, a través de su fragmentación y multiplicación, extendiéndose a la utilidad del tiempo diario (regimenes de trabajo, regimenes de propiedad, regi-menes de consumo y regimenes de movilidad) y por otro lado, la colonización del tiempo histórico relacionado a objeto de consumo cultural, asociado a la existencia ampliada de los soportes o prótesis de memoria, condición para que el pasado tam-bién pueda adentrar en esquemas de consumo. De esa manera, los objetos cultura-les son revalorados bajo una visión mercantilista.

La funcionalización de la cultura como medio para alcanzar metas económicas vacía la propia cultura del lugar; la mayoría de las veces estas políticas de gestión se originan del exterior, o sea el beneficiado no es el habitante local, más bien el turista o el inversionista foráneo. En algunos modelos de gestión del patrimonio material e inmaterial esta “culturalización” se asocia a “espectacularización”; de esa manera los bienes culturales son escenarios propicios para el desarrollo de actividades mi-rando a un público específico, de acuerdo a intereses económicos. Esta visión está anclada en una lógica caracterizada por el valor financiero y de marketing de los sitios históricos, en donde la competitividad de los espacios está propiciando cons-tantemente nuevos proyectos capaces de atraer inversionistas y flujos de personas que vuelven estos lugares de la memoria inaccesibles al habitante local.

La cultura como estrategia

de intervención patrimonial.

Aciertos y desaciertos en

ejemplos michoacanosEUGENIA MARÍA AZEVEDO SALOMAO

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Contrario a lo anterior están las manifestaciones culturales autóctonas, independientes de cualquier política de Estado o de inversionistas privados. En estas manifestaciones hay una apropiación popular y participativa del espacio, caracterizan-do ciertos sectores históricos de una ciudad o inclusive la co-munidad en su totalidad.

Para ejemplificar la problemática planteada, se analiza –a partir de una perspectiva histórica– el caso del centro histó-rico de Morelia, enfatizando en las últimas acciones de re-vitalización a partir de la reubicación del comercio informal en 2001; asimismo, se amplia el análisis, presentando otros ejemplos de comunidades michoacanas en las cuales las ma-nifestaciones culturales han generado territorios culturales (porciones del espacio impregnados culturalmente); en algu-nos casos éstas manifestaciones se han mantenido sin intro-misiones externas y en otros se encuentran amenazadas ante políticas gubernamentales que pueden ocasionar transforma-ciones radicales.

INTERVENCIONES EN EL CENTRO HISTÓRICO DE MORELIA: EXPERIENCIAS PASADAS Y RECIENTESLas áreas centrales de las ciudades, desde siempre han asumi-do el papel de articuladoras del territorio, punto de concen-tración del patrimonio histórico-arquitectónico y de la infra-estructura urbana. Es un territorio fecundo de las ciudades y un tema de discusión sobre los enfoques de cómo refunciona-lizarlos y revitalizarlos.

El área central de una ciudad –como el caso de Morelia– es entendida como aquella formada por uno o diversos ba-rrios densamente urbanizados y consolidados, que cuentan con infraestructura urbana, concentrando servicios, equipa-mientos culturales y urbanos y de transporte colectivo y que en muchos casos polarizan el empleo en la ciudad. En general las áreas urbanas centrales son barrios de uso mixto, que con-centran diversidad en servicios, comercios y oportunidades, contando con características que los identifican y permiten su reconocimiento por su arquitectura, periodo histórico que fue edificado, los equipamientos culturales y urbanos exis-tentes. Es el área reconocida por la comunidad como aquella que atrae a todos, en general es el espacio más antiguo de la ciudad o el centro de concentración de actividades adminis-trativas, empresariales y comerciales (Gráfica 1).

El centro histórico de Morelia reúne las características antes mencionadas y su valor patrimonial ha sido reconoci-do por sus habitantes y por las instancias responsables por la conservación del patrimonio tanto a nivel nacional como in-ternacional; fue declarado a nivel federal como Zona de Mo-numentos Históricos en diciembre de 1990 e incorporado en la lista de Patrimonio Mundial por la unesco, en diciembre de 1991.

¿Cuál ha sido la actitud de los morelianos hacia el pasado?En este sentido, Morelia ha sido una ciudad protegida por sus

habitantes desde época temprana; su estado de conservación manifiesta las virtudes y carencias de las acciones realizadas. El interés por el patrimonio edificado permitió conservar el centro histórico de graves alteraciones a nivel arquitectónico y urbano en mayor medida que otras ciudades mexicanas.

Al finalizar el siglo xix, Morelia alcanzó una nueva fiso-nomía urbana, económica y social. Al revisar las Memorias sobre la Administración Pública del Estado de Michoacán de Ocampo, 1892-1894,3 de la gestión de Aristeo Mercado, nos damos cuenta del importante programa de obras públicas que abarcó desde el mejoramiento de los caminos de acceso a la ciudad, construcción y reconstrucción de puentes y cal-zadas, aseo y mantenimiento de las calles del primer cuadro de la ciudad, cambio de mobiliario urbano, en fin una fuerte campaña de mejoría material y de embellecimiento de la ciu-dad. Las plazas, jardines y paseos fueron remodelados, sem-brando plantas de ornato en estos lugares públicos, impulsó la reforestación de los espacios urbanos, con nuevas especies de árboles, lo que ocasionó un cambio sensible en la imagen de la ciudad, además de las importantes obras de saneamien-to. Se creó una imagen de la ciudad acorde a los ideales de la clase acomodada dentro de la forma de organización social.4

Esta renovada imagen de finales del siglo xix promovía el paseo de las familias más acaudaladas; la sociedad moreliana se reunía en el primer cuadro de la ciudad y en sus espacios públicos no sólo para conmemorar algún evento cívico, tam-bién se realizaban los paseos dominicales, los festejos religio-sos y la convivencia del pueblo en general (Gráfica 2).

Al contrario de lo sucedido en otras urbes, para los mo-relianos de la primera mitad del siglo xx, la forma de vida se mantuvo sin cambios significativos. La imagen urbana “co-lonial” fue un tema reiterado, acorde al gusto conservador de los habitantes. Las intervenciones realizadas en el núcleo urbano de la ciudad tenía como meta reconstruir la imagen

Gráfica 1. Vista del Centro Histórico de Morelia, archivo personal.

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colonial, inclusive se mencionan en notas periodísticas la ne-cesidad de recrear la imagen de la Plaza de Armas como era en 1844, “[…] enriquecida con elementos concordantes con la magnificencia de la Catedral moreliana y de varios edifi-cios del más puro estilo colonial que se levantan para formar el cuadrángulo de la Plaza.”5

Esta recreación de la imagen colonial de la ciudad encon-tró respaldo legal con el Reglamento para la conservación del aspecto típico y colonial de la ciudad de Morelia, del 18 de agosto de 1956. En este reglamento queda claro que cualquier intervención en el centro de la ciudad era sancionada por la Junta de Conservación. La ciudad empezó a crecer y ante la amenaza del impulso renovador, de los nuevos modelos de vi-viendas y materiales constructivos, se tomaron las medidas de protección de la ciudad antigua en la cual la imagen colonial debería permanecer.

En la década de los sesenta una serie de acciones señalan dos enfoques en la planeación urbana de la ciudad: por un lado el rescate del centro histórico con la reubicación de los vendedores ambulantes que se instalaron en los nuevos mer-cados construidos con esta finalidad como los de San Juan, Independencia y de Dulces; y por otra parte, se fomentó la ampliación de la zona urbana reubicando los ejidatarios de su entorno.

En los sesenta, las actividades de limpieza y embelleci-miento de la ciudad, principalmente la reubicación del mer-cado informal fue importante, ya con el objetivo de impulsar el turismo en la ciudad. Se destacan los traslados y mejoras en los mercados establecidos en las plazas del centro histórico.En los documentos de la época el discurso de los gestores pú-blicos enfatiza el tema del orden, se preconiza la “limpieza

urbana” y la retirada de los problemas sociales, de los usuarios indeseables como los comerciantes informales. Hasta finales de los setenta, la mayoría de la clase media urbana orientaba su vida pública hacia el centro de la ciudad, para ir de com-pras, pasear, efectuar trámites, ir al correo, y el domingo para el paseo o la serenata. Las actividades socio culturales eran las acostumbradas, como por ejemplo los festejos del 10 de mayo, concursos de bandas de música, presentación de los entreme-ses cervantinos, actuaciones artísticas y verbenas en plazas y jardines de la ciudad.6

En las últimas décadas del siglo xx, se dio la expansión de la ciudad y la creación de subcentros urbanos. En el cen-tro histórico se aceleró la transformación del uso del suelo de habitación en locales comerciales u oficinas lo que propició la sobresaturación del suelo urbano y la proliferación del co-mercio informal (el ambulantaje), el cual se apropió de los es-pacios abiertos públicos, afectando notablemente la imagen urbana del centro histórico (Gráfica 3).

Una vez más en el discurso de las clases acomodadas de los morelianos que “aman su ciudad” y de los comerciantes esta-blecidos, se enfatiza en la necesidad de poner orden y limpiar el centro histórico de los usuarios indeseables, se preconiza la “retirada” de los problemas sociales para un espacio más adelante. Así surge el Plan de Rescate del Centro Histórico al finalizar el siglo xx.

Las palabras de Esperanza Ramírez Romero describen el panorama que guardaba el centro histórico: “El panorama que presenta hoy por hoy el centro histórico de Morelia es el de arquitectura degradada, una plusvalía exagerada y un co-mercio informal que invade los mejores espacios urbanos de la ciudad”. 7

Las acciones de conservación y rescate del centro histórico tuvieron como punto de arranque la reubicación del comercio informal (junio de 2001) y otras acciones realizadas por las instituciones gubernamentales en sus tres niveles con la par-

Gráfica 2. Morelia, Plaza de ArmasGrabado coloreadeo de Barclay, basado en una fotografía por M. Claire. Fuente: Brigitte Boehm de Lameiras, Gerardo Sánchez Díaz y Heriberto Moreno García (coords.), Michoacán desde afuera. Visto por algunos de sus ilustres visitantes extranjeros. Siglos xvi al xx, México, El Colegio de Michoacán/Gobierno del Estado de Michoacán/umsnh, 1995.

Gráfica 3. Comercio informal en el centro histórico de Morelia, archivo personal.

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ticipación de especialistas y de la sociedad civil a través del Patronato Pro-Rescate del Centro Histórico de Morelia.

¿Revitalización o gentrification?El Plan de Rescate del Centro Histórico fue respaldado por

el Programa Parcial de Desarrollo Urbano del Centro Históri-co de Morelia (2001), el cual es un instrumento normativo que contempla el desarrollo urbano de la zona y su integración con la totalidad de la ciudad.

El documento se fundamenta en un diagnóstico del área y menciona la necesidad de “conservar la función y carácter del Centro Histórico como un centro de ciudad dinámico y vivo, con mezcla y diversidad de actividades comerciales, sociales, culturales y recreativas existentes en beneficio de residentes y visitantes”.8

Se puede comentar que el inicio del programa fue marcado por una importante participación entre ciudadanía y gestores públicos. El ejemplo de lo sucedido en Morelia fue expuesto en varias partes del país como un Plan de Rescate exitoso.

El “embellecimiento” y “limpieza” del centro de la ciudad originó una nueva dinámica. Se resaltó en el discurso de los medios de comunicación y de los gestores públicos, la voca-ción “cultural” y “turística” del Centro Histórico de Morelia. Así, los equipamientos vinculados a las nuevas funciones del centro de la ciudad se multiplican aceleradamente –galerías de arte, hoteles boutique, restaurantes y bares, tiendas para venta de artesanías, entre otros. Por otro lado, las políticas neoliberales incentivan la transformación de los espacios de la historia en escenarios para distintos espectáculos en vías de la celebración desenfrenada por el consumo y la banalización de lo cultural. La consecuencia de lo anterior es un repunte en la afluencia turística de visitantes nacionales y extranjeros (Gráfica 4).

A pesar del interés en la recreación del centro histórico de Morelia y en la legitimación de lo privado por parte de los

grupos detentores del poder económico, no ha sido posible borrar la carga simbólica que sigue teniendo el centro para la ciudadanía. Prueba de lo anterior son las manifestaciones políticas que se siguen dando en pleno corazón de la ciudad.

La historia, la memoria y el espacio central de Morelia es-tán siendo impulsados por el neoliberalismo a trasformarse en un supermercado de productos y eventos producidos para el consumo voraz; sin embargo, no se ha podido evitar la fuerza del espacio central de la ciudad como el lugar de ex-presividad de la ciudadanía en contraposición a la hegemonía anhelada por algunos sectores de la sociedad.

TERRITORIOS CULTURALESAl contrario de las actuales políticas que utilizan a la cultura como estrategia de intervención para la revitalización del pa-trimonio urbano arquitectónico con objetivos de índole eco-nómico, existen manifestaciones culturales independientes de cualquier política pública.

Ejemplo de lo anterior son las manifestaciones culturales de una infinidad de comunidades michoacanas de la cultura purépecha. Se mencionan las fiestas que forman parte de la costumbre y tradición ancestral de las comunidades y per-manecen vivas sin necesidad de agentes promotores y tiene incidencia en los tres niveles del espacio (arquitectura, asen-tamientos humanos y territorios) (gráfica 5). Lo anterior es lo que se entiende como territorios culturales: “porciones del espacio impregnadas culturalmente”.9

Los espacios pueden estar marcados por la presencia fuer-te y continuada de prácticas culturales, no importando la es-tructura física que las cobije. Los lugares que se distinguen por esas presencias culturales son territorios culturales. Los territorios culturales no son fijos una vez que dependen de sus variadas formas de apropiación, éstos se “desterritoriali-zan” y “reterritorializan” a partir de sus usos y apropiaciones simbólicas.10

Gráfica 4. Catedral de Morelia, espectáculo

de luz y sonido, archivo personal.

Gráfica 5. Fiesta de Corpus en Sevina, archivo personal.

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Según Castilleja, para la cultura purépecha el espacio puede ser entendido como un texto de larga duración, como sos-tén de la memoria, de elementos que permanecen y también como sustrato en el cual se presentan cambios.11 También se puede pensar que los territorios no necesariamente tienen una concreción física formal, pueden ser simbólicos.La complejidad de las manifestaciones culturales de grupos sociales como los purépecha, requiere de otro tipo de gestión para su conservación. Al no comprender al patrimonio con esta visión integral, las políticas y actuaciones en el área, han privilegiado la protección de algunas muestras del patrimo-nio tangible, del espacio construido únicamente.

CONSIDERACIONES FINALESEl regreso al pasado en las sociedades posmodernas se ha puesto en boga. Hiernaux dice que:

La mirada sobre el pasado puede ser asimilada a una forma de en-frentar la angustia profunda que se deriva de la contemplación de un mundo que pretende negar su pasado (el fin de la historia) y que transforma radicalmente la faz de la tierra, los paisajes tradicionales del mundo de la modernidad.12

En ese sentido el imaginario patrimonialista se ha vuelto una fuerza potente que no sólo marca el pensamiento actual sobre las ciudades y particularmente sobre sus centros históricos; ha devenido un verdadero referente al cual se remiten cons-tantemente aquellas personas o grupos que tienen alguna ca-pacidad y poder para transformar de raíz las formas materia-les de las ciudades.13

En algunos casos el imaginario patrimonialista busca re-validar un pasado con fuerte presencia para la producción ac-tual de identidades y formas de cohesión social y en otros está sucediendo la transformación del patrimonio, de bien simbó-lico en mercadería cultural.

La consecuencia de intervenciones que tiene como obje-tivo el marketing es la proliferación de servicios y productos destinados al consumo, elitización del espacio, estatización de la vida cotidiana. Estas experiencias de revitalización han dividido opiniones. El caso del centro histórico de Morelia no nada más se han contemplado intervenciones físicas (embelle-cimiento) también una agenda de eventos que han legitimado una imagen atractiva para el público consumidor y para los inversionistas potenciales.

En el caso de las comunidades purépecha, existe el temor de que políticas de gestión patrimoniales trasformen terri-torios culturales en productos de mercado. Para construir el espacio del futuro, se está destruyendo el espacio del presente en nombre del pasado.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Pierre Nora, Les lieux de mémoire, París, Quatro Gallimard, 1997, p. 24.2 Ana Fernandes, “Cidade e Cultura: rompimento e promes-sa”, en Henri Pierre Jeudy y Paola Berenstein Jacques, Corpos e Cenários Urbanos, Salvador, Universidad Federal da Bahia, 2006, p. 53.3 Aristeo Mercado, Memoria sobre la Administración Pública del Estado de Michoacán de Ocampo, 1892-1894, Morelia, Es-cuela Industrial Militar “Porfirio Díaz”, Anexo 88. 4 Para ampliar el tema consultar el Capítulo vii “Las transfor-maciones y permanencias de los espacios urbanos comuni-tarios”, en Eugenia María Azevedo Salomao, Espacios urba-nos comunitarios durante el periodo virreinal en Michoacán, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Gobierno del Estado de Michoacán, Morevallado Editores, 2003, pp. 117, 119.5 Hemeroteca Pública Universitaria, La Voz de Michoacán, domingo 25 de mayo de 1952, pp. 1 y 2; énfasis de la autora.6 Hemeroteca Pública Universitaria, La Voz de Michoacán, Morelia, 10 de mayo de 1969, año xxi, núm. 5313, pp. 1 y 12.7 Palabras dirigidas por Esperanza Ramírez Romero el 18 de mayo de 1999 cuando le fue otorgada la Presea Generalísimo Morelos.8 Neil Arturo Ponce Castro, “Programa parcial de desarro-llo urbano del Centro Histórico de Morelia. Análisis de dos problemas específicos: la vivienda y los estacionamientos”, en Eugenia María Azevedo Salomao, El Renacimiento de la Ciu-dad, Morelia, cic-umsnh, 2004, p. 121.9 Lilian Fessler Vaz y Paola Berenstein Jacques, “Territórios Culturais na Cidade do Rio de Janeiro”, en Henri Pierre Jeudy y Paola Berenstein Jacques, Corpos e Cenários op. cit., p. 76.10 Ibidem, p. 77.11 Aída Castilleja González, Construcción social y cultural de categorías referidas a espacio: un estudio de tres pueblos de la laguna de Pátzcuaro, México (tesis de doctorado), enah-inah, 2008.12 Daniel Hiernaux, “Los centros históricos: ¿espacios pos-modernos? (De choques de imaginarios y otros conflictos)”, en Alicia Lindón, Miguel Ángel Aguilar, Daniel Hiernaux (coords), Lugares e imaginarios en la Metrópolis, Anthropos/uam, 2006, p. 35.13 Idem.

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INTRODUCCIÓNEn 1972 Kevin Lynch publicó el libro ¿De qué tiempo es este lugar? en el cual re-flexionó, como lo indica su título, sobre la relación entre tiempo y lugar, abogan-do por una mayor sensibilidad hacia la continuidad histórica en el diseño urbano. Resaltó la importancia de las asociaciones mentales y de los recuerdos en la vida cotidiana y en la construcción de lugar.A más de treinta años de las reflexiones de Lynch nos podemos imaginar un libro intitulado ¿De qué lugar es este lugar? 1 pues los procesos de homogeneización, tan comentados y lamentados en distintos ámbitos culturales desde la década de los ochenta, ahora han llegado a atentar contra la misma noción de lugar. La genera-ción de asentamientos carentes de singularidades o rasgos vinculados al sitio de su emplazamiento es sin duda uno de los grandes fenómenos de las últimas décadas, desde los strip malls y fraccionamientos residenciales de Estados Unidos hasta las largas hileras de mínimas en los fraccionamientos de interés social heredados del sexenio de Vicente Fox en México.

El tema de la desvinculación entre el ser humano y lugar se relaciona con di-versos fenómenos, entre ellos el creciente carácter efímero y artificial de los paisa-jes construidos, la creación de los ciberespacios y la homogeneización del medio ambiente construido. Sin embargo, tiene una larga historia y, de alguna manera se vislumbraba la problemática desde las discusiones referentes a la cuestión de lo internacional o lo regional a principios del siglo xx, momento en que se percibió a la modernidad arquitectónica como amenaza a las expresiones locales.

Más recientemente, a varias décadas de los planteamientos del regionalismo crí-tico, se han generado discusiones inquietantes desde la antropología cultural y des-de la historia. El papel del espacio en la memoria, en el arraigo y en la orientación del ser humano ha recibido atención en diversas reflexiones, que van más allá del rechazo a los fenómenos globalizantes y homogeneizadoras. Se plantean profundas inquietudes acerca de nuestra relación con el mundo, natural y construido, acerca del desapego y falta de arraigo en el espacio. Al respecto, el antropólogo francés Marc Augé resalta el carácter inhumano de los espacios de lo que él llama la super-modernidad que se caracterizan por no engendrar en sus usuarios un sentido de apego.

Conservación, moda y

homogenización en centros

históricos. El caso de

Morelia, MéxicoCATHERINE R. ETTINGER MC ENULTY

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Augé define el lugar antropológico como lugar que “quiere ser y que la gente quiere que sea lugar de identidad, de relaciones y de historia”; o sea, pertenece a una comunidad en relación con su memoria,2 dice:

Si un lugar se define como relacional, histórico y preocupado por la identidad, entonces un espacio que no puede definirse como rela-cional, histórico o preocupado por la identidad sería un ‘no-lugar’.3

Aunque Augé escribe principalmente con referencia a la construcción contemporánea de sitios de consumo y de trán-sito, como espacios particularmente sujetos a procesos de ho-mogeneización en el diseño, sería ingenuo de nuestra parte pensar que los fenómenos contemporáneos en relación con el diseño arquitectónico no trastoquen el campo de la conser-vación del patrimonio. Esto, a pesar de que el patrimonio es (o debe ser) precisamente aquello que nos liga con el lugar y la memoria, o, según Pierre Nora, suple la memoria al dejar constancia física del pasado que ha dejado de formar parte de nuestro presente.4 Augé amplía sus reflexiones al campo del patrimonio en su función de hacer presente el pasado, consi-derando que “sin la ilusión monumental ante los ojos de los vivos, la historia sería una mera abstracción”.5

Pareciera imposible pensar el patrimonio desligado de lugar; no obstante sí está sujeto a actuaciones que tienden a desvanecer su relación con el lugar y sus singularidades.

El patrimonio, como todo producto cultural, está inmer-so en procesos globalizadores; esto puede representar una amenaza al igual que una oportunidad. El patrimonio, como objeto único, irrepetible, con arraigo a la historia particular de un lugar, puede ceder ante el patrimonio como un objeto de consumo o un producto turístico o bien, el turismo puede convertirse en una fortaleza que promueve su conservación. Uno de los riesgos más evidentes en la actualidad es una ten-dencia hacia la homogeneización y la aplicación de criterios y diseños uniformes en sitios muy diferentes de manera indis-criminada. LA TRANSNACIONALIZACIÓN DE LA CONSERVACIÓNPodemos imaginar a la conservación como una práctica de origen local, en que un pueblo velaba por sus bienes patrimo-niales dándoles mantenimiento para asegurar su perdurabi-lidad. En la actualidad, aunque la gestión local y la participa-ción de actores locales sean claves en el proceso, organismos, intereses y normas que provienen de fuera juegan un papel fundamental en las decisiones acerca qué, cómo y para qué se conserva. Estas decisiones a menudo reflejan modas y ten-dencias internacionales más que inquietudes locales.

La movilidad caracteriza la actualidad, movilidad de in-formación y de personas.6 Estos dos factores reconfiguran el mundo, acercando a comunidades, informaciones, tenden-cias, costumbres como nunca antes. En el ámbito del patri-

monio cultural edificado y su conservación esto se hace sentir de sobremanera en relación con el manejo y el consumo o ex-plotación turística de los bienes.

En este contexto, la transnacionalización del patrimonio se da a través de diversos mecanismos entre los cuales figuran la formación de arquitectos y de restauradores, el estableci-miento de normas y organismos de índole internacional y los flujos de personas, por turismo o por trabajo.

De arquitectos y restauradoresLa internacionalización de la formación de quienes realizan actividades de gestión del patrimonio o la intervención direc-ta en ella no es nuevo; desde principios de siglo xx ésta pre-paración ha descansado en el conocimiento de documentos y normas internacionales y en la circulación de textos de apoyo a su formación. Además, las redes de trabajo atraviesan fron-teras y la cooperación internacional y la difusión de ejemplos exitosos son actualmente cotidianos. Esto promueve que las modas imperantes en el campo se difundan y se apliquen en distintos lugares. Los intereses del campo de la conservación y la disciplina de la arquitectura no están aislados; son producto de un mismo momento y a menudo expresan las inquietudes de ese momento de manera similar. Ignasí de Solà Morales ha argumentado que inclusive a principios del siglo xx, cuando pareciera que los arquitectos del movimiento moderno se en-contraban en una posición completamente contraria a la de los restauradores, ambos grupos trabajaban sobre un mismo tema: el contraste, el contraste de materiales y texturas y de lo nuevo con lo viejo.7

Gráfica1. Los “arcos dorados” de la cadena de restaurantes McDonald’s suelen figurar en los sitios patrimoniales más destacados en todo el mundo. Aquí, de remate visual en la puerta medieval de “Margarita la Gorda” en Tallin, Estonia. Foto de la autora.La homogeneización de los conjuntos históricos se puede ver en diversas facetas: la más obvia es la presencia de cadenas internacionales en lugares de gran relevancia, pero hay muchos otros procesos de homogeneización que representan un riesgo para la singularidad de los sitios patrimoniales (Gráfica 1).

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Por ejemplo, en los años 1960 y 70 se difundió la práctica de retirar los aplanados de los muros de edificios históricos para dejarlos al natural.8 Ese gusto por las superficies rugosas en la restauración incidió en restauraciones en todo el mundo, incluyendo desde luego a México, y se vincula con el retiro de los aplanados en la ciudad de Morelia.

En la actualidad observamos que el interés por el contras-te no ha desaparecido; el diseño de la integración de nuevas estructuras en edificios históricos suele incorporar materia-les como el acero, el vidrio y las lonas que contrastan con los materiales pétreos o el ladrillo de las estructuras históricas (Gráficas 2, 3 y 4).

Publicaciones sobre obras de restauración y de integración de nuevos edificios –y por consecuencia de maneras de inter-venir en el patrimonio— juegan un papel importante en la difusión de ideas, tendencias y modas. Grandes obras, tanto internacionales como nacionales, se vuelven paradigmáticas y los criterios aplicados en ellas se replican en otras obras me-nores.

Las normas y organismos internacionalesCon la firma de la Carta de Atenas en 1931 se inició un pro-ceso de internacionalización de las normas para la salvaguar-da del patrimonio que sería consolidada en el último tercio del siglo xx a través de diversos instrumentos de esta índole. En 1972 con la firma de la Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural se creó la Lista de Patrimonio Mundial de la unesco que es, –como su nombre lo indica– un esfuerzo global. La inscripción de un bien en esta lista implica una difusión que se utiliza no sólo a favor de la conservación –intención con la que se creó– sino tam-bién para la promoción turística, y no siempre para bien del patrimonio.

La difusión del patrimonio en un ámbito global tiene va-rios efectos.9 Uno de ellos radica en la apropiación de los sitios por parte de una comunidad internacional, aunque hay que admitir que esto también sucede en casos no inscritos en la

Lista de Patrimonio Mundial. A partir de ahí, grupos exter-nos a los sitios patrimoniales crean intereses de promoción y explotación turística o de salvaguarda que en ocasiones reba-san el interés y las posibilidades de la población local.

En este caso, la salvaguarda deja de ser una actividad de mantenimiento o de cuidado propios de la comunidad a la que pertenece el bien, para sujetarse a mecanismos transna-cionales. Cartas o acuerdos internacionales elaboradas prin-cipalmente desde la perspectiva y problemática europeas dan indicaciones de cómo debe de manejarse el patrimonio a la vez que organismos internacionales toman las riendas de la gestión en estos lugares.10 Las recomendaciones son universa-les, en pocos casos adecuados a situaciones, valores e intereses locales. Al respecto han sido varias las críticas lanzadas en las últimas décadas tendientes a cuestionar el papel de los orga-nismos internacionales en el manejo del patrimonio de una comunidad.

La difusión de los valores de los objetos patrimoniales tiene efectos en su valoración como bienes de consumo. El consumo turístico ocupa un lugar privilegiado en el uso del patrimonio con fines lucrativos pero no es de ignorarse la con-versión de los bienes patrimoniales en objetos de lujo ligados además a mercados inmobiliarios de especulación. Los proce-sos de gentrification de los centros históricos identificada en la literatura desde hace algunas décadas son evidencia de la sustitución de un valor de uso por un valor de mercado ligado en muchas instancias a un mercado internacional. El inmue-ble patrimonial deja de ser el hogar de generaciones para con-vertirse en una mercancía canjeable. Las grandes estrellas de Hollywood compran casas en la toscana italiana o chateaux

Gráficas 2 y 3. El uso del cristal en contraste con materiales históricos está de moda. A la izquierda nuevas puertas en la Catedral de Santo Domingo; a la derecha, en el templo de Las Rosas en Morelia. Fotografías de la autora.

Gráfica 4. Lonas y acero en la cubierta del Cine Morelia en una intervención de 2000. Foto de la autora.

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franceses como objetos de lujo que serán ocupadas por tem-poradas. Especuladores compran terrenos y edificios en zo-nas patrimoniales que prometen plusvalía por la promoción turística. Estos cambios se dan en el marco de movimientos internacionales de dinero y de bienes. Es interesante observar en el caso de México cómo ha cambiado la complexión de los centros históricos: viviendas históricas que –por la poca mo-vilidad de la población– albergaban a familias de procedencia local han entrado a un mercado inmobiliario internacional. En la actualidad es notoria esta tendencia en varios centros históricos de nuestro país, destacando entre ellos el de la ciu-dad de Mérida y la de San Miguel de Allende.

En estos casos se observan restauraciones que buscan res-catar características pintorescas del lugar que en ocasiones tienen una relación más estrecha con la imagen de México en el extranjero, que en las cualidades locales. Proliferan los colores fuertes, las fuentes, los azulejos y las cenefas en las restauraciones de arquitectura habitacional en estas zonas, aunque sean desligados del lugar.

Los flujos de personas y la promoción turísticaEn un mundo de creciente movilidad, el aprovechamiento turístico del patrimonio edificado se ofrece como panacea a países en vías de desarrollo. La industria turística, cuyo cre-cimiento también responde al fenómeno de la globalización, se sustenta en la oferta de la diversidad. Una población cada vez más móvil busca una oferta novedosa; de nuevo el temor a la homogeneización del planeta figura en la búsqueda de una experiencia única. La diversidad de la oferta turística nos re-conforta, nos asegura de que aún existen lugares con tradicio-nes particulares, vestuario, gastronomía y edificios propios, producto de circunstancias particulares, únicas e irrepetibles. Pero, la búsqueda de lo extraño tiene una clara contraparte: el deseo por lo familiar.

El enorme crecimiento del negocio del turismo en grupos organizados atestigua el interés por conocer al “otro” desde un lugar seguro. El guía, el grupo, el autobús en conjunto sirven como mediadores de la experiencia turística. Filtran la vivencia, la preparan y la entregan higienizada al turista para su consumo. Pero hay otro mediador más sutil: el mane-jo estandarizado de los centros históricos en aras de atender un turismo masificado o mejorar la colocación del sitio en el mercado turístico. Quien visita su décimo pueblo medieval sabe lo que encontrará. La secuencia de imágenes a manera de escenografías, edificios restaurados a la perfección, servicios de primera calidad, personajes locales vestidos a la usanza de otra época, todo empaquetado para su consumo. Visitar un poblado histórico europeo se convierte en una experiencia tan predecible como comer en un McDonald’s.

En todo el mundo encontramos ejemplos de ciudades his-tóricas sin desperfectos; las macetas en eterno florecimiento, cada piedra del pavimento cuidadosamente colocada, cada teja en su lugar, esto a tal grado que resulta refrescante en oca-

siones encontrar alguna imperfección, como si tratara de una señal de vida. El recorrido aparece como una serie de imáge-nes concatenadas, vistas enmarcadas por arcos, piedra rústica en contraste con estuco de color, cafés y restaurantes al aire libre para que el turista pueda disfrutar del espacio urbano.

Esta homogeneización no debe sorprender sí recordamos la difusión de nociones sobre imagen urbana mediante tex-tos que recuperaban ideas de variedad, textura y color en el espacio urbano. Los libros de Gordon Cullen11 y Rob Krier12

entre otros eran lecturas obligadas en escuelas de arquitectu-ra o diseño urbano en todo el occidente. Sin menoscabar el trabajo realizado en la recuperación cuidadosa de las fábricas históricas de un sinnúmero de centros históricos, tampoco podemos cerrar los ojos ante una evidente tendencia de em-bellecimiento, para su empaquetado y venta de estos lugares para su consumo.

Los planes de manejo, la promoción y venta de centros históricos, su organización para recibir grandes grupos de tu-ristas provenientes de autobuses o cruceros por unas cuantas horas; y dónde el desarrollo de criterios homogéneos de seña-lética son algunos de los aspectos que se observan. Sin duda, el turismo es uno de los grandes motores para la conservación; pero, en este esquema, la conservación de la diversidad resulta imperante.

Haciendo hincapié en esta última aseveración, notamos que el sustento mismo del turismo es la diversidad. En la ac-tualidad se tiene un mercado muy diferente al de hace algu-nas décadas en que familias solían vacacionar año tras año en el mismo lugar; el turista actual suelen buscar cada año (o con mayor frecuencia) experiencias nuevas y exóticas. En este contexto, la conservación de la diversidad es de primera importancia.

Con estas ideas de trasfondo se reflexiona sobre los pro-cesos que se viven actualmente en la ciudad de Morelia en México; una ciudad cuyo centro histórico figura en la Lista de Patrimonio Mundial desde 1991 y que vive en la actualidad una intensa promoción turística.

EL CASO DE MORELIAAntecedentes. La conservación como tarea local en el siglo xxDurante la primera mitad del siglo xx, mientras otras ciu-dades mexicanas presumían su modernidad, Morelia se em-pecinó en la conservación de una imagen virreinal. Desde la década de los treinta sus ciudadanos promovieron legislación que protegiera la imagen de ciudad y la ciudad cuidó su centro histórico con criterios propios13 y alejados de las normas inter-nacionales, situación que prevaleció hasta fechas recientes.14

Durante las décadas de los cuarenta y cincuenta la cons-trucción en el centro de la ciudad se regía por una Junta pro-conservación de monumentos coloniales y planificación de la ciudad, conformada por ciudadanos reconocido, que, desde el Ayuntamiento, revisaba los proyectos propuestos para asegu-

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rar que fueran “acordes” a la imagen colonial de la ciudad. En este momento se dio un proceso de hibridización resultado de la conjunción del uso de nuevos materiales con el deseo de lograr una integración con el tejido histórico. Uno de los recursos más comunes era el uso de chapa de cantería como material de recubrimiento aunque la estructuración de los edificios se diera partir del uso del concreto. A menudo apa-recen en estas edificaciones motivos neocoloniales y marque-sinas de concreto.

En 1956 se aprobó el Reglamento para la Conservación del Aspecto Típico y Colonial de la Ciudad de Morelia que tenía como objetivo proteger “el estilo de construcción de la ciu-dad”.15 Si bien este instrumento legal es de gran importan-cia, consideramos de mayor relevancia el Instructivo que lo acompañó en términos del impacto que tuvo en la arquitectu-ra del centro.16 El análisis de este documento muestra un jue-go curioso entre preceptos modernos y el deseo de mantener una imagen colonial en la ciudad. A través de él, la práctica de integración se codificó.17

Lo que se observa en este proceso es un manejo local de la conservación que impidió la presencia de edificaciones con rasgos vanguardistas en el centro. Mientras que otras ciudades mexicanas presumían su modernidad, Morelia la escondió detrás de muros cubiertos con cantería laminada. También es de notarse que las prácticas usuales en Morelia contravenían normas internacionales con alguna frecuencia.

Morelia turísticaLa inscripción del centro histórico de la ciudad de Morelia en la Lista de Patrimonio Mundial de la unesco en 1991 im-pulsó una mayor consciencia sobre su valor por parte de la ciudadanía y sus autoridades. A partir de las acciones de res-cate emprendidas entre los tres niveles de gobierno en el año de 2001 –entre las cuales destaca la reubicación del comercio informal– se reconoció además el gran potencial turístico de la ciudad y se dieron grandes inversiones en restauración del patrimonio y en infraestructura turística. En este momento

es oportuno revisar con ojos críticos el camino que se ha em-prendido.

Uno de los promotores más importantes de elementos homogéneos en ciudades Patrimonio de la Humanidad en México ha sido la Asociación Nacional de Ciudades Mexi-canas del Patrimonio Mundial (amcmpm).18 Este organismo, surgido en 1996, se aboca a gestionar recursos que se aplican en obras y servicios públicos de las ciudades miembros de la asociación.19

Las acciones señaladas –emplacamiento, señalética, ilu-minación– emprendidas en búsqueda de fortalecimiento de la actividad turística, también están encaminadas a la creación de una imagen que identifica a las ciudades que participan en el organismo. Los colores utilizados –beige y guinda– pretenden crear una imagen propia de las ciudades pertenecientes a la Lista de Patrimonio Mundial en un mo-mento en que en la tendencia –en el ámbito internacional–es hacia el “branding” de las ciudades.20 Gotham explica esta noción como “el proceso de diferenciación y diversificación por medio de las cuales las organizaciones de turismo, los or-ganismos culturales y artísticas, los museos y los grupos de conservacionistas locales retoman y construyen imágenes de lugar que ayudan a producir sitios turísticos para atraer con-sumidores e inversionistas a una localidad en particular.”21 Es decir, se trata de una técnica de marketing que da realce a las particularidades de una ciudad, para crear una imagen única (Gráficas 5 y 6).

Aunque la ancmpm, promueve acciones de “branding”, éstas pretenden crear una imagen única de ciudades mexica-nas patrimonio de la humanidad como un todo, con el ma-nejo uniforme de colores, el diseño de kioskos, elementos de señalética y publicidad.

En el caso de Morelia ha tenido incidencia en la introduc-ción de nuevos elementos de señalética, incluyendo: placas de nomenclatura de calles y mamparas que marcan la zona de monumentos. Además, se colocaron kioskos de información turística en diversas partes del centro y, por supuesto, la ciu-dad está incluida en las publicaciones que esta organización realiza.

Aunque no se duda de los buenos resultados en términos del ordenamiento, en algunos de los casos parecieran ser ac-ciones innecesarias que, tendientes a homogeneizar los cen-tros históricos de las ciudades involucradas, empobrecen su carácter individual.

Señalamos el caso de la colocación de nuevas placas de señalética para los nombres de la calles. En el centro histórico de Morelia, la mayoría de las calles ya tenían dos placas de cerámica de nomenclatura, una que conservaban el nombre antiguo de la calle, y otra con la nomenclatura actual. La co-locación de una tercera placa, deterioró la imagen. Además, las características de estos nuevos elementos, fabricados en plástico, han dado como resultado su deterioro en un lapso corto de tiempo; se despegan los letreros guindas quedando

Gráficas 5 y 6. Los kioskos de Patrimonio Cultural de la Humanidad se sumaron a otros kioskos ya presentes en la ciudad. Fuente: Fotos de la autora.

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Gráficas 7 y 8. La nueva señalética para nomenclatura de calles propuesta por la ancmpm se añade a placas existentes. A la derecha, se observa una mampara alusiva de que se está en una zona de monumentos. Uno pregunta si estos elementos enriquecen el ámbito urbano. Fuente: Fotografías de la autora.

Gráficas 9 y 10. Los boleadores de zapatos formaditos y uniformados junto al vendedor de boletos de la lotería en la Plaza de Armas en Morelia. Fuente: Fotografías de la autora.

Gráfica 11. Algún vendedor creativo se escapó de la normativa. Fuente: Fotografía de la autora.

únicamente los marcos de plástico (Gráficas 7 y 8).Otras acciones de mejora de la imagen, como el diseño de puestos de periódico, de basureros y de mobiliario para bo-leadores de zapatos, surgieron de propuestas del mismo ayuntamiento, aunque habría que señalar que algunas solu-ciones son también comunes a muchas ciudades –y no sólo mexicanas. Tal es el caso de los basureros, cuyo diseño es si-milar inclusive al usado en Sevilla (Gráficas 9 y 10).

Las mamparas que indican el inicio de la Zona de Monu-mentos son elementos estandarizados cuya utilidad es cues-tionable. Únicamente le indican al transeúnte que se encuen-tra en una zona de monumentos sin dar mayor información. Son muy grandes y dejan su impronta en las plazas en donde se localizan.

REFLEXIONES FINALESNo queda ninguna duda acerca de la necesidad de normar el diseño en centros históricos ni de la calidad de diseño de mu-chos de los elementos que el Ayuntamiento de Morelia ha in-corporado el centro histórico de la ciudad en aras de ordenar. Sin embargo, debemos de recibir de manera crítica, siguiendo la larga tradición moreliana en materia de conservación, las propuestas que tienden hacia la homogeneización. Al respec-to es de notarse que algunos de los kioskos que originalmente lucían los colores oficiales de la ancmpm han sido repintados de verde, siguiendo la política local de colores.

Sin menoscabar las acciones y los efectos positivos que ha-yan tenido sobre la imagen del centro, se considera relevante reflexionar sobre maneras de vigilar por el centro, de cuidar-lo sin borrar la creatividad y la idiosincrasia locales (Gráfica 11).

No se trata de satanizar las intervenciones mencionadas ni de considerar que sean malos los diseños, sino de si pro-poner una visión crítica hacia las propuestas normalizadas y de recordar, el “menos es más” de Mies van der Rohe en un momento en que los centros se están saturando de placas, mamparas, postes, puestos (Gráfica 12).

Con referencias a las acciones de la ancmpm hay que re-cordar que las ciudades patrimonio de la humanidad no son UN producto turístico sino ciudades muy diferentes, cada una con su carácter particular. Su riqueza radica en su diver-sidad y esa diversidad debería de ser el fundamento para su explotación turística.

Asevera Felipe Cabrales que “.uno de los retos más apre-miantes en México (es) armonizar la relación entre turismo y patrimonio, precisamente en un país que es potencia mundial en ambos sentidos”. En este sentido es de reflexionarse en ciu-dades como Morelia, el tipo de turismo que se quiere y hasta qué grado se quiere desarrollar.22

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Gráfica 12. La saturación de elementos de mobiliario urbano en el Jardín de las Rosas. Fotografía de la autora.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Kevin Lynch, What Time is this Place?, Cambridge, mit Press, 1972. 2 Marc Augé, Non-Places; introduction to an anthropology of supermodernity, Londres y Nueva York, Verso, p. 52.3 Ibidem, pp. 77-78.4 Pierre Nora, Realms of Memory. The Construction of the French Past, Nueva York, Columbia University Press, 1966, p. 2.5 Marc Augé, op. cit., p. 60. “without the monumental illusion before the eyes of the living, history would be a mere abstrac-tion.”6 Arjun Appadurai, Modernity at Large. Cultural Dimen-sions of Globalization, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1996. Arjun Appadurai reconoce dos grandes factores como centrales a los procesos de globalización: los medios de comunicación y la movilidad de personas.7 Ignasí de Solà Morales, Intervenciones, Barcelona, G. Gili, 2006, pp. 33-50.8 Javier Rivera, “Restauración arquitectónica, desde los orí-genes hasta nuestros días. Conceptos, teoría e historia” en Antonio Fernández Alba et al., Teoría e historia de la restau-ración, Madrid, Editorial Munilla Lería, 1997, p. 152.9 En su edición del 17 abril del 2007 la Revista Newsweek dedi-có una sección al patrimonio en peligro. El tema de Patrimo-nio Mundial se abordó en un artículo intitulado “The Curse of Approval”, en castellano, “La maldición de la aprobación”. Destaca los efectos negativos de la inclusión en la lista en tér-minos de la sobresaturación turística.10 Howayda Al-Harithy lanza una crítica al manejo de Trípoli a partir de su inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial en el artículo, “Reframing ‘World Heritage’ en Traditional Dwellings and Settlements Review, vol. xvii, núm. i, otoño 2005, p. 8.

11 Gordon Cullen, El paisaje urbano: tratado de estética urba-nística, Barcelona, Blume, 1974.12 Rob Krier, Urban Space, New York, Rizzoli, 1979.13 Para un análisis detallado de la legislación en Morelia, ver Eugenio Mercado López, Ideología, legislación y patrimonio cultural. Legislación local para la conservación del patrimo-nio urbano-arquitectónico en Morelia, 1825-2001 (tesis de Maestría) Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2004.14 Es de notarse la construcción del Centro Cultural Univer-sitario en 1992, una integración que falsifica por imitar una fachada del siglo xviii contraviniendo de esta maneras los instrumentos internacionales.15 Artículo 12° del “Reglamento para la Conservación del As-pecto Típico y Colonial de la Ciudad de Morelia” (1956) en Fernando Tavera Montiel, La Antigua Valladolid, hoy More-lia. Instrumentos legales, instructivos y recomendaciones para su conservación, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1999, p. 45.16 Un análisis detallado de estos documentos se encuentra en Eugenio Mercado López, op. cit., pp. 107-113.17 “Instructivo para ingenieros, arquitectos y constructores en el centro histórico de la ciudad de Morelia” en Fernando Tavera Montiel, op. cit., p. 101.18 Señala en su página electrónica que “El objeto de la Asocia-ción es la unión de las ciudades mexicanas declaradas Patri-monio Mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura y las Artes (unesco), para el reconocimiento, fortalecimiento de su cultura, tradición urbanística y arqui-tectónica; permitiendo la obtención de beneficios comunes de las acciones y experiencias de las demás ciudades, y de las soluciones que han encontrado para resolver sus problemas y enfrentar sus retos. Bajo este contexto, la Asociación Nacio-nal de Ciudades Mexicanas del Patrimonio Mundial ha con-juntado esfuerzos para la obtención de apoyos económicos. Desde el año 2001, esta Asociación ha logrado obtener re-cursos por parte del Gobierno Federal, para la realización de obras de mejoramiento del entorno urbano, señalética urba-na, iluminación y emplacamiento de monumentos, así como regeneración de la imagen urbana de los centros históricos de estas ciudades.”« http://www.ciudadesmexicanaspatrimonio.org/» Abril 2011.19 Luis Felipe Cabrales Barajas, “Las ciudades Patrimonio de la Humanidad de México: experiencia asociativa y gestión del turismo cultural” en, Miguel Ángel Troitiño Vinuesa, Ciu-dades Patrimonio de la Humanidad: patrimonio, turismo y recuperación urbana, Sevilla, Universidad Internacional de Andalucía, 2008, pp. 114-135.20 Kevin Fox Gotham, “(Re)Branding the Big Easy. Authenti-city and Tourism Rebuilding in Post-Katrina New Orleans” en Urban Affairs Review, vol. 42, 2007, pp. 823-850.21 Ibidem, p. 841.22 Felipe Cabrales Barajas, op. cit., p. 115.

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INTRODUCCIÓNEl tema del patrimonio edificado en los poblados y ciudades históricas ha sido siempre una discusión coyuntural. Ante ellos, la respuesta de la nueva arquitectura ha despertado un interés especial con motivo de las transformaciones que se han generado. Al parecer, la natural sensibilidad de los creadores de la arquitectura ha desaparecido. En otros tiempos, aún sin la existencia de las corrientes conservacio-nistas, el crecimiento de los asentamientos se daba de forma integral, los espacios adquirían resultados lógicos ante el uso de conceptos de diseño que respetaban cánones establecidos quizás de forma inconciente y, siempre relacionados con las técnicas de construcción disponibles. Los recursos materiales formaban parte de ese enlace creativo y respetuoso, en el proceso cabían las interpretaciones estruc-turales con base en los conceptos de proporcionalidad apoyados en la estabilidad y funcionalidad requeridas para las edificaciones.

El devenir del tiempo se observan las transformaciones naturales de todo po-blado o ciudad que vive y reforma sus condiciones de habitabilidad. No obstante, para el observador cuidadoso, estos cambios inherentes a los propios desarrollos de las sociedades, se daban en condiciones de diseño y soluciones respetuosas, con lo cual, parecían ser imperceptibles.

En la actualidad, la profesión de la arquitectura, la autoconstrucción y todas las tareas de edificación, parecen haber entrado en una crisis irreversible; donde los re-sultados, contrariamente a lo que acontecía en épocas pasadas, parecen inclinarse a soluciones desvinculadas de toda razón de integralidad y armonía con el medio ambiente natural y cultural.

Dos enfoques ilustran con relación a este tema; el primero, para observar cómo se daban los cambios, en total armonía poniendo en tela de juicio las etiquetas de deterioro o transformación integral, tantas veces vituperados por la sociedad y, muchas otras, aceptados por la dinámica propia del desarrollo; el ejemplo: la ciu-dad de Pátzcuaro en un corto periodo de transformación de su fisonomía urbana 1961-2000.

El segundo enfoque, para analizar cómo los cambios se daban también en to-tal armonía y, eran inherentes a procesos lógicos de autoconstrucción, donde cada individuo que participaba, ejercía correctamente su actividad, de acuerdo a sus ha-

La transformación del

patrimonio edificado,

un proceso natural o un

cambio negativoLUIS ALBERTO TORRES GARIBAY

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bilidades y con los materiales acordes a los requerimientos de diseño, comportamiento estructural, funcionalidad y confort buscados; caso perdido en el laberinto de la dinámica de ha-bitabilidad actual y los cambios de la tecnología; el ejemplo: la descaracterización de los poblados históricos en la Sierra Purépecha, en un periodo corto y de transformaciones galo-pantes.

EL EJEMPLO DE PÁTZCUAROEl asentamiento virreinal de Pátzcuaro se ubica en un

renglón especial por sus raíces mesoamericanas y particu-laridades urbano-arquitectónicas. Comprender el medio y desarrollar su arquitectura de acuerdo a él, fue característica singular de este asentamiento. Los purépechas supieron ma-nejar el medio ambiente y desarrollaron su hábitat de acuerdo a él; aspecto que trascendió en la etapa virreinal.1 Investiga-dores relativamente recientes, ofrecen testimonios en la justa dimensión de las características urbanas y arquitectónicas de Pátzcuaro.2

Fundada como la segunda ciudad de Michoacán, en ella se plasmó la idea renovadora de Quiroga su primer obispo y su ingrediente indígena arraigado por su fortaleza cultural, elementos que fueron medulares para conservar la traza de la ciudad primigenia y desarrollar la nueva capital michoa-cana.

Su arquitectura fue en origen muy sencilla, de pronuncia-dos paramentos macizos, construidos de adobes, vanos verti-cales y cubiertas de vertientes inclinadas, características que le concedían a la ciudad una expresividad sobria (Gráfica 1).

Al correr del tiempo, sus peculiaridades iniciales, comen-zaron a sufrir los cambios consecuentes de los procesos de evolución. Las fincas, sin perder su armonía dentro del pai-saje cultural, comenzaron a aceptar la introducción de nue-vos vanos y modificación de recintos, indispensables para las necesarias formas de ocupación y uso de los espacios y así atender las dinámicas de índole económica y social.

Un fotógrafo del siglo pasado, Adam Rubalcava,3 nos ilustra sobre este suceso de transformación en un periodo de tiempo relativamente corto: 1961-2000, sus fotografías de 1961, comparadas con las imágenes de época actual, nos permiten reflexionar con relación a los procesos de transfor-mación de la expresividad urbana de la ciudad y, al mismo tiempo, plantear la disyuntiva: transformación o deterioro (Gráficas 2, 3 y 4).

En los años setenta, los especialistas hablaban de eferves-centes deterioros en la arquitectura y el urbanismo de pobla-dos y ciudades históricas, en la actualidad, estas transforma-ciones, pueden parecen lógicas, necesarias e integrales a la fisonomía de las localidades (Gráfica 5 y 6).

EL EJEMPLO DE LA SIERRA PURÉPECHACon el ejemplo de la Sierra Purépecha se plantea una segun-da observación. La región de la sierra constituyó el territorio

donde se desarrolló la población indígena que conservó con más arraigo sus costumbres, vivencias, organización social y habilidades artesanales. En la actualidad merece especial atención, el proceso acelerado de cambios que se han venido generando.

En origen, la arquitectura se caracterizó por edificaciones ubicadas de forma libre dentro de grandes terrenos, posicio-nadas en torno a un patio relacionado con el acceso y el área de cultivo. Los espacios a cubierto se hacían independientes y cada una ocupaba un lugar de acuerdo al uso y funciones dentro del terreno en su totalidad. Casa, cocina, patio, corra-les, gallinero, letrina y ekuaro,4 tenían una relación ligada al espacio exterior circundante (Gráfica 7).

La arquitectura de estos conglomerados se expresó a través de sistemas constructivos y materiales como la piedra, arcilla, madera y complementos vegetales, a imagen y semejanza de otras localidades del territorio; sin embargo, la troje,5 recinto construido totalmente con madera, fue el principal recurso para la configuración de la mayoría de los poblados en esta región, con lo cual se originaron asentamientos integrados al paisaje natural (Gráfica 8).

La unidad arquitectónica integrada al paisaje natural que estos poblados de la sierra tuvieron, se ha ido perdiendo de manera rápida (Gráfica 9). En este segundo caso, no se puede asegurar que se trata de un proceso de evolución, en el cual se dan los cambios dentro de patrones armónicos y de adapta-ción; más bien se trata de radicales inserciones que entran en conflicto con el entorno construido y el paisaje natural (Grá-fica 10).

En el siglo pasado, las modificaciones iniciaron exclusiva-mente con transformaciones naturales originadas por el uso de materiales nuevos que se introdujeron y que, de alguna for-ma, conservaron la esencia original de los poblados; sin em-bargo, en un periodo de tiempo relativamente corto, los cam-bios han sido radicales. Las nuevas soluciones generadas por los constructores tradicionales, es decir, lo propios habitantes de las localidades, o los que egresan de una instrucción aca-démica relacionada con la arquitectura, han sido ahora muy severas y discordantes dentro de los paisajes cultural y na-tural. Los materiales y los sistemas de construcción actuales, no se han sabido manejar con la sabiduría que se tenía para la aplicación de la tecnología tradicional. El uso del concreto armado y otros sistemas contemporáneos, parece ser que no son del dominio de los artesanos locales, ni son producto de habilidades lógicas aplicadas al diseño, proporción y trabajo estructural de las nuevas edificaciones.

CONCLUSIÓNLa transformación de poblados vernáculos, paisajes y regio-nes culturales, es un proceso inevitable, la vida actual ha traí-do consigo, procesos de cambio, que por su velocidad rebasan las posibilidades de atención en las tareas de conservación patrimonial. Continuamente la arquitectura de los poblados

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Gráfica 1. Calle Buena Vista y Jardín de la Basílica, Pátzcuaro, Mich. Foto: Adam Rubalcava, 1961.

Gráfica 2. Calle de Árciga, Pátzcuaro, Mich. Foto: Adam Rubalcava, 1961.

Gráfica 3. La misma calle de Árciga en Pátzcuaro, donde se observan los cambios en un paramento que de origen era totalmente macizo y la pérdida de los pináculos de influjo mudéjar. Foto: Luis Torres, 1990.

Gráfica 4. La misma calle de Árciga en Pátzcuaro, vista hacia el norte. Foto: Adam Rubalcava, 1961.

Gráfica 5. Calle Ponce de León y Codallos, Pátzcuaro, Mich. Foto: Adam Rubalcava, 1961.

Gráfica 6. La misma calle Ponce de León en Pátzcuaro, donde se aprecia el mismo efecto de transformación. Foto: Luis Torres, 1990.

Gráfica 7. Casa habitación en Zacán, Sierra Purépecha, Mich. Foto: Luis Torres, 2008.

Gráfica 8. Calle principal en Charapan, Sierra Purépecha, Mich. Foto: Luis Torres, 2008.

Gráfica 9. Casa habitación en Aranza, Sierra Purépecha, Mich. Foto: Luis Torres, 2008.

Gráfica 10. Calle en Uruapan, Sierra Purépecha, Mich. Foto: Luis Torres, 2008.

Gráfica 11. Vista a ojo de pájaro de la población de Angahuan, Sierra Purépecha, Mich. Se aprecia las alteraciones en el paisaje construido. Foto: Luis Torres, 2008.

Gráfica 1 Gráfica 6 Gráfica 11

Gráfica 2 Gráfica 7

Gráfica 8Gráfica 3

Gráfica 4 Gráfica 9

Gráfica 10Gráfica 5

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pArte i/ luis Alberto torres gAribAy / lA trAnsformAción del pAtrimonio edificAdo, un proceso nAturAl o un cAmbio negAtivo

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y ciudades históricas del país, enfrentan la acelerada conti-nuidad de transformaciones que deben acompañar las nece-sidades de la vida diaria.

En tal sentido, es posible percibir que no han sido suficien-tes las acciones emprendidas en el terreno de la conservación del patrimonio. La posibilidad de optar por políticas y planes adecuados y aplicables a procesos ágiles de conservación, está muy lejos de encontrar soluciones eficientes. La conservación del patrimonio se debate ahora en especulaciones normati-vas, mientras tanto, el patrimonio se sigue perdiendo irreme-diablemente.

No obstante las múltiples intervenciones de carácter legal, así como las tareas cotidianas de regulación, y las demás ac-ciones inherentes al cuidado y rescate de las ciudades y pobla-dos históricos, hacen falta otras actividades coadyuvantes, a través de las cuales sea posible integrar acciones más ligadas a la participación social, propiciando una conciencia de iden-tidad, para lo cual se hace necesaria una campaña intensa de concientización y ayuda directa en las comunidades rurales y ciudades históricas, con asesorías directas de especialistas re-lacionados con los habitantes para lograr mejores resultados y evitar la tradicional actitud de inspectores que solo aplican para señalar lo que se hizo errado.

La participación social es el factor fundamental para lo-grar una acertada política de conservación. La participación de la sociedad a través de Patronatos o Asociaciones Civiles, donde cada participante se vea involucrado en actividades de conservación, creará, como ya se ha visto, una mayor con-ciencia e identificación con su patrimonio. Con la aplicación de acciones participativas, cada vez más la sociedad forma-rá parte de estas tareas y fungirá como un actor más de la conservación; sin embargo, los que deben ser convencidos de esta posibilidad, son los especialistas, ya que a ellos se debe el fracaso actual en lo relativo a la conservación del patrimonio. No se han abierto otro tipo de canales de participación com-partida que propicien cambios en la forma de atención de las necesidades de transformación inherentes a la habitabilidad y a las nuevas formas de resolverla.

Si en otros tiempos, la arquitectura de poblados y ciudades supo transformarse de forma integral, la pregunta salta a la luz de la disyuntiva actual ¿por qué ahora, en este tiempo, pletórico de avances tecnológicos y de disciplinas especializa-das en el campo, el crecimiento de ciudades y poblados, no ha sabido conservar sus valores y esencia cultural?

NOTAS Y REFERENCIAS1 Fray Jerónimo de Alcalá, Relación de Michoacán, Coordina-ción de edición y estudios Moisés Franco Mendoza, Zamora, El Colegio de Michoacán/Gobierno del Estado de Michoacán, 2000. Cf. René Acuña (ed.), Relaciones Geográficas del siglo xvi: Michoacán, México, unam, 1987.2 Manuel Toussaint, Pátzcuaro, México, unam, 1942. Silvio Zavala, Recuerdo de don Vasco de Quiroga, México, Porrúa,

1965. Nicolás León, “La Catedral de Pátzcuaro”, Memorias de la Sociedad Científica Antonio Alzate, tomo xi, México, Im-prenta del Gobierno Federal, 1898. Guillermina Ramírez, La Catedral de don Vasco de Quiroga, Zamora, El Colegio de Mi-choacán, 1986. Carlos Chanfón, Temas escogidos, Arquitectu-ra del siglo xvi, México, unam, 1994.3 Adam Rubalcava, Pátzcuaro, México, Publicaciones de la Revista Arquitectura-México, 1961.4 El ekuaro tiene un amplio significado para la cultura puré-pecha, en este caso se refiere al espacio libre del solar que se destina a cultivar productos para el autoconsumo. 5 El espacio del troje estaba perfectamente definido en cuan-to a su uso, dos funciones principales y tres espacios impor-tantes la constituían; el portal al frente destinado a la vida familiar para realizar las tareas cotidianas y también para las actividades sociales, el cuarto para dormir, colocar el altar y guardar algunos enseres y el tapanco entre el techo y la cu-bierta, donde se guardaban las semillas.

BIBLIOGRAFÍAacuña, René (ed.), Relaciones Geográficas del siglo xvi:

Michoacán, México, unam, 1987.alcalá, Fray Jerónimo de, Relación de Michoacán, Moisés

Franco Mendoza (coord.), Zamora, El Colegio de Michoacán/Gobierno del Estado de Michoacán, 2000.

chanfón, Carlos, Temas escogidos, Arquitectura del siglo xvi, México, unam, 1994.

león, Nicolás, “La Catedral de Pátzcuaro”, Memorias de la Sociedad Científica Antonio Alzate, tomo xi, México Impren-ta del Gobierno Federal, 1898.

ramírez, Guillermina, La Catedral de don Vasco de Qui-roga, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1986.

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toussaint, Manuel, Pátzcuaro, México, unam, 1942.zavala, Silvio, Recuerdo de don Vasco de Quiroga, Méxi-

co, Porrúa, 1965.

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INTRODUCCIÓNEn el presente texto se propone ensayar algunas lecturas sobre los instrumentos que es posible utilizar para que el conocimiento construido por especialistas sobre los procesos de conformación de la ciudad y el territorio, y esté disponible para los ciudadanos y visitantes que tengan interés en interpretar históricamente los espa-cios que habitan o recorren.

Una reflexión histórica de la ciudad y del territorio da lugar a reconocerla como objeto patrimonial, donde la convergencia de aportes de la memoria colectiva y del saber disciplinar es clave, en el cual identificamos dos momentos. Uno, en el que la sociedad por sí sola, reconoce y otorga significado a determinados espacios y lugares. El otro (el de la investigación histórica y la conservación), se introdu-ce la participación de historiadores y profesionales en patrimonio, para distinguir los procesos históricos, decodificar las huellas tangibles, detectar los elementos in-tangibles y sistematizar la asignación de valores significativos, con el objetivo de definir estrategias que propicien la preservación del objeto patrimonial (lugares, ciudad, territorio).

Generalmente, el segundo momento es el que concentra la mayor atención por parte de los agentes del patrimonio, acapara las discusiones teóricas y metodoló-gicas sobre el alcance y modos de conservar o intervenir en el objeto patrimonial, la ciudad y el paisaje cultural. Encuentro, en que son menos frecuentes aquellas reflexiones en un tercer momento: el de volver a comunicar el objeto patrimonial y sus valores a los miembros de la comunidad a la cual pertenece o a quienes even-tualmente entran en contacto con él.

“En el campo de la comunicación –escribe Adrián Duplatt–, la ciudad ha sido estudiada en sus relaciones con los medios o como escenario de prácticas cultura-les. No abundan los trabajos que la problematizan como portadora de lenguaje o un texto en sí misma”.1

Ciudad y territorio como

objetos de interpretación

patrimonial

LUIS MARÍA CALVO

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Aunque hay consenso acerca de que la noción de patrimo-nio sin participación social carece de sentido, la planeación de las intervenciones de conservación no suele contemplar la definición de estrategias comunicacionales que faciliten la interpretación de los espacios conservados o recuperados y la reflexión sobre su memoria histórica. Pareciera que la re-currente utilización de la metáfora del palimpsesto se agotara para señalar la necesidad de su decodificación por parte del especialista, sin ampliar su sentido a una instancia siguiente en la que se incluya a la gente común en la posibilidad de interpretar esos procesos históricos.

Sin embargo, no sólo se pueden encontrar ejemplos en los que se ha intentado esa comunicación sino también se han conformado saberes disciplinares que pueden ser aplicados con ese objetivo. En esta trabajo se abordan algunos casos que pueden servir de referencia y presentaremos algunos de los instrumentos disponibles para mediar entre el espacio-patrimonio y el hombre que lo habita o lo usa.

DEVELAR LA HISTORICIDAD DE LOS PROCESOS URBANOS Y DE CONFORMACIÓN TERRITORIALTrátese de un objeto de pequeño formato, una obra de arqui-tectura, un espacio urbano o una ciudad, todo artefacto (y la ciudad no deja de serlo) es siempre producto de una acción humana (intencionada o casual, individual o colectiva) que lo determina en un momento dado, definiendo su materialidad en una conjunción espacio-temporal ineludiblemente histó-rica. El territorio y el paisaje cultural son formas espaciales en que, bajo una predominante presencia de la naturaleza, el hombre también ha dejado su huella.2

A partir del momento de su producción, el objeto inicia su historicidad, que será marcada por el solo paso del tiempo o por la acción antrópica de quienes lo utilizan y le otorgan significado. Marcas materiales que pueden ser leídas como huellas que remiten a qué o a quiénes las produjeron y serán para el historiador del arte, de la arquitectura, de lo urbano o del territorio, fuente de información.

Los edificios, las áreas urbanas, las ciudades, los territo-rios, están hollados por el hombre y marcados materialmente. La interpretación plena de esas marcas por parte del especia-lista se alcanza cuando se acude a otros registros disponibles, externos al objeto mismo: materiales (registros y objetos si-milares o de distinta naturaleza) o inmateriales (memoria, valores simbólicos y significados). La interrelación y sucesión de marcas así decodificadas permiten recrear los procesos de formación y conformación del objeto, su devenir histórico y el de los hombres o grupos humanos que lo produjeron.

La construcción especializada del conocimiento históri-co devela y explica las marcas que han quedado registradas en la materia y en el espacio; ese conocimiento puede ser ins-trumentalizado para operar en el edificio, en la ciudad o en el territorio, y para planificar su desarrollo futuro.

Por su parte, las teorías y las técnicas de la conservación pro-veen el marco conceptual y los métodos específicos que se pueden utilizar para conservar o restaurar un artefacto de pequeñas dimensiones o una obra arquitectónica. Algunas premisas desarrolladas en ese marco han sido incorporadas por el especialista para facilitar la comprensión del proceso histórico del objeto y el de su recuperación; por ejemplo, de-jando evidencias y revelando diferencias entre lo originario y lo añadido desde los tiempos de la restauración del arco de Tito en Roma por Raffaele Stern y Giuseppe Valadier. Hace mucho tiempo que las restauraciones de edificios cuidan de que las diferentes etapas en la vida del edificio, incluida la de la restauración, sean comprendidas por el usuario. Es menos frecuente, por la complejidad que involucra, que esa etapa de comunicación sea tenida en cuenta cuando se interviene en espacios urbanos o territoriales.

Ahora bien: ¿acaso la dimensión temporal del espacio ur-bano o territorial no debería también ser comprensible para quienes lo habitan cotidianamente o eventualmente? Si bien las marcas que han permanecido tangibles o las que fueron recuperadas, así como los elementos intangibles de la memo-ria, forman parte del espacio habitado; la cotidianeidad del uso o la superposición de huellas, las opaca y torna difíciles de comprender. En tanto, para los usuarios eventuales (viajeros, visitantes ocasionales) con interés por comprender el espacio que recorren por primera vez, la lectura de las marcas his-tóricas puede resultar imposible si no es mediada por algún recurso comunicacional.

Las personas pueden comprender mejor la ciudad y el territorio si tienen a su disposición elementos para interpre-tarlos. No se demanda un ejercicio erudito sino de dar claves básicas para develar los procesos históricos de modo claro y atractivo que permita afirmar sentido de pertenencia y víncu-los sociales entre quienes comparten el espacio en un mismo momento o con las generaciones que habitaron y habitarán el mismo espacio.

LA PRESENTACIÓN E INTERPRETACIÓN COMO DISCIPLINACada acto de conservación del patrimonio es por su natura-leza un acto comunicativo; sin embargo, mientras el objeto patrimonial es de mayor escala o complejidad, demanda de instrumentos interpretativos para que todos estén en con-diciones de develar lo que se comunica. Al explicar la in-tervención en Carmona, Ricardo Lineros Romero plantea la necesidad de que un plan de gestión del patrimonio urbano contemple que el ciudadano sea provisto de los medios que le permitan interpretarlo adecuadamente y, entre las acciones posibles, propone la musealización de la ciudad como la más adecuada. Musealizar es aprovechar los avances que la teoría y la praxis de los museos han desarrollado en las últimas dé-cadas, es decir, centrarse en difundir y comunicar sus valores y significados en lugar de la conservación material del objeto.

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La presentación de los espacios debe facilitar la lectura de sus marcas y hacer visibles las huellas para posibilitar su com-prensión y animar a la reflexión sobre los procesos históricos de construcción del espacio habitado. En el caso de las ciuda-des, Ibáñez Montoya se refiere a la posibilidad de “hacer del patrimonio construido un discurso inteligible en su recalifi-cación urbana”.3

Si la museología ha generado instrumentos para comuni-car la historia de los objetos y sus contextos, pueden ser apli-cables a espacios urbanos o paisajísticos.

Museología e Interpretación son disciplinas afines, con ob-jetivos que se complementan y que se nutren recíprocamente. La interpretación ha tenido un gran desarrollo en las últimas décadas y su campo de aplicación, ensayado en un principio por los responsables del patrimonio natural, se ha expandido hacia el patrimonio cultural. Recientemente se han produci-do documentos internacionales que fijan algunos principios en torno a los conceptos de interpretación y presentación, como un solo binomio. Según la Carta para la Interpretación y Presentación de Sitios de Patrimonio Cultural del icomos, se entiende por interpretación a todas las actividades destina-das a propiciar un mejor conocimiento de un sitio cultural, incluyendo publicaciones en diverso soporte, instalaciones en el sitio y programas educativos y culturales de distinta natu-raleza. La presentación se centra en la comunicación planeada de contenidos interpretativos por medio de recursos físicos y humanos, es decir: de infraestructura interpretativa y de in-térpretes del patrimonio.

El concepto de infraestructura interpretativa se refiere a los espacios patrimoniales que se pueden utilizar para propósitos de interpretación, y a las instalaciones físicas y equipamientos que se diseñen con ese fin (paneles informativos, exposiciones museográficas, senderos señalizados), incluyendo también las que proporcionan las nuevas tecnologías. Por el otro lado, en-contramos a los intérpretes del patrimonio, que se encargan en forma permanente o temporal de comunicar al público la in-formación que permite interpretar el valor y significación del patrimonio cultural (por medio de actividades eventuales o seriadas, conferencias, visitas guiadas, multimedia y páginas web, etcétera).4

MARCAS Y HUELLAS QUE EVOCAN MOMENTOS Y PROCESOS HISTÓRICOSEl proceso de construcción de la ciudad es el resultado de la continuada acumulación y superposición de materializa-ciones a través de las cuales la dinámica urbana define sus propios espacios. La ciudad es producto de la interrelación de variables sociales y espaciales en permanente cambio, de ma-nera tal que, para comprender los procesos de construcción histórica es necesario recurrir tanto a la materialidad y espa-cialidad urbana como a fuentes que remiten a condiciones y condicionamientos heterónomos.

Ahora bien, en la ciudad que vivimos y que recorremos, lo que percibimos son las materializaciones urbanas y los es-pacios, no las condiciones históricas en que se produjeron ni cómo, por tanto lo que vemos debe potenciarse como vehículo de comunicación de esas condiciones y del modo en que se produjeron los espacios. La continuidad de procesos implica dificultades para reconocer momentos o etapas y para propo-ner lecturas que los vuelvan inteligibles; en ese contexto, la superposición de materialidades y de espacialidades se puede presentar como un paisaje complejo y confuso, sobre el que debemos trabajar para que se reconozcan las marcas y hue-llas por parte de quienes manifiesten interés en interpretar los procesos de formación y transformación urbana. Para ello, tenemos que reconocer en un vasto y complejo conjunto algu-nos de sus elementos o componentes y aislarlos metodológica-mente para analizarlos y manipularlos como comunicadores de los procesos históricos urbanos. Esos componentes se pre-sentan como marcas en las que se han impreso huellas de dis-tintos momentos de la historia. La marca se revela como una singularidad (a veces como anomalía en el paisaje) que debe ser observada, analizada e interpretada para inferir su huella. Aislar y analizar algunas series de componentes materiales o espaciales es uno de los caminos que utiliza el historiador para construir el conocimiento de los procesos históricos de conformación de las ciudades.

Algo similar podemos decir respecto al territorio, en él la presencia humana ha dejado huellas: en la forma de trabajar la tierra, de utilizar los recursos naturales, de manipular inten-cionadamente o accidentalmente las plantas y los animales. Marcas que a veces se presentan de modo muy sutil, confun-didas en la propia naturaleza del paisaje: lagos formados arti-ficialmente, terrazas de cultivo (andenerías andinas), foresta-ciones (pampa argentina), etcétera.

Ahora bien, en el momento de comunicar los procesos his-tóricos de conformación de la ciudad y del territorio, son esas mismas marcas las que se ofrecen como elementos primarios a ser interpretados, como sostén principal para el relato en base al conocimiento científico que debe ser comunicado fue-ra del círculo de los especialistas.

EL SOPORTE NATURALUna primera serie de marcas se puede identificar en el soporte topográfico y las redes hidrográficas preexistentes a la forma-ción de la ciudad, que la antropización ha puesto en segundo plano u ocultado, o delineado y enfatizado. La topografía mo-dela todavía el soporte de las ciudades y se percibe aún bajo el tejido densamente edificado de algunos centros urbanos. Las barrancas de Buenos Aires son fácilmente reconocibles en las calles que descienden hacia el Paseo Colón, nombrado habitualmente como “El Bajo”, pero para entender su con-dición originaria es ineludible proporcionar imágenes de la iconografía colonial y fotografías históricas que muestran un paisaje absolutamente desaparecido. El cerro de Santa Lucía

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en Santiago se identifica con facilidad bajo la exuberante ve-getación del parque construido por el intendente Benjamín Vicuña Mackenna (1872-1875), pero no es fácil imaginar la extrema aridez del peñasco antes de su parquización.

Con mayor dificultad todavía se puede reconocer el an-tiguo Morro do Castelo vinculado a los orígenes de Río de Janeiro, convertido sólo en topónimo a partir de su aplanado (para dar lugar a la avenida Barón de Río Branco durante la intendencia de Pereira Passos, 1902-1906) y posteriores mo-vimientos de tierra. Un naturalista puede identificar los acci-dentes topográficos del tejido urbano de muchas ciudades. La escritora argentina Sara Gallardo solía recordar que su abuelo el naturalista Ángel Gallardo era un guía excepcional para in-dicar las elevaciones suavemente onduladas sobre las que se asienta Buenos Aires, y que rara vez intenta descifrar el por-teño más genuino. Algo parecido podríamos decir de muchas otras ciudades como Madrid, o Roma, donde muchas de sus colinas son evidentes más por la fuerza del mito que por su presencia física.

Otro conjunto referencial natural de importancia lo pro-porciona la hidrografía, muchas veces vinculada a la causa de localización del asentamiento urbano en un punto determi-nado del territorio. En algunos casos los ríos pueden haber perdido la impronta de su imagen natural debido a procesos continuados de artificialización de sus márgenes. Aún así es imposible dejar de reconocer al Sena, el Támesis, el Guadal-quivir o el Mapocho a su paso por París, Londres, Sevilla o Santiago. En esos casos el río conserva su capacidad para ma-nifestar su relación histórica con la ciudad desde los orígenes y orientar al caminante en los recorridos urbanos; pero solos son insuficientes para evocar el paisaje que su uso definió en distintas épocas: el Támesis ha perdido su rol cotidiano de vía de comunicación fluvial dentro de la ciudad y con su entorno territorial, y la práctica del canotaje en el Guadalquivir está lejos de evocar la intensa actividad generada por las naos en tiempos en que Sevilla era el puerto que comunicaba con las Indias Occidentales.

En otros casos, importantes obras hidráulicas han desviado el curso de las aguas y el río ha desparecido dejando su lecho seco. En Valencia el antiguo cauce del Turia se convirtió en una sucesión de paseos parquizados, deportivos y cultura-les que los mapas representan como una serpenteante línea verde en lugar de azul; hoy son los puentes que lo salvaban la referencia que alude a su condición desaparecida y remite a la imagen del río ausente. En cambio, en Santiago ningu-na referencia visible permite identificar a la antigua Cañada transformada en la Alameda de las Delicias (hoy Bernardo de O´Higgins).

Más compleja es la cuestión cuando el entubamiento de los cursos de agua ha hecho se pierdan referencias hidrográfi-cas que estuvieron en los orígenes de las ciudades y en buena parte de su historia. A veces todavía son reconocibles como soporte de avenidas que quiebran la regularidad ortogonal de algunas trazas de ciudades hispanoamericanas (el río de San Francisco en la avenida Jiménez de Quesada de Bogotá, el río San Francisco o Almoloya en el bulevar Héroes del 5 de Mayo de Puebla). La lectura de estas preexistencias naturales, mo-dificadas por la acción humana, es más nítida en los planos urbanos o en las vistas aéreas, pero el observador que ha sido alertado también las puede apreciar en los recorridos a nivel del terreno por su contraste con la traza circundante.

Antiguos zanjones y quebradas también pueden haber causado distorsiones en sectores de trazas y ser aun identifi-cables (Quito) o haber sido rellenados o entubados sin dejar rastros fácilmente apreciables en la superficie. Buenos Aires, por ejemplo, atravesada en su trazado colonial por varios arroyos llamados Terceros ha perdido en la superficie las mar-cas visibles de ellos; un emprendimiento privado, el Zanjón de Granados en el barrio de San Telmo ha recuperado, por la investigación arqueológica y la exhibición museográfica, las huellas de un antiguo curso de agua y de una serie de obras de infraestructura acumuladas en el tiempo; la puesta museo-gráfica y su acceso público permiten restituir el conocimiento de una forma del paisaje oculto en la ciudad actual.

Generalmente, en el caso del territorio y de los paisajes culturales, la visibilidad del soporte natural es preponderan-te, por lo cual no necesita ser develado, en todo caso sólo es necesario llamar la atención sobre determinados elementos o fenómenos.

EL TOPÓNIMO COMO HUELLAA falta de huellas materiales o de la conservación de los lu-gares originarios, la toponimia urbana y territorial mantiene el poder de evocar espacios, acontecimientos, usos y signifi-cados. El topónimo es memoria y uno de los medios más po-tentes para comunicar lo inmaterial, lo desaparecido, lo au-sente, lo que fue. La cotidianeidad del uso del nombre, puede opacar el significado primigenio, el que le dio razón de ser y necesita ser develado para ser comprendido. El mencionado Morro do Castelo en Río, el Zócalo en México, Puerta del Sol

Gráfica 1. Entrada al parque de Santa Lucía en Santiago. Foto: Tomada por el autor

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en Madrid, el Cercado de Lima y el Retiro en Buenos Aires son topónimos urbanos incomprensibles porque evocan una materialidad inexistente. Su capacidad evocadora tampoco se despliega plenamente para quienes no cuentan con una mí-nima información que les permita conocer la razón de ser del nombre de algunos lugares o espacios urbanos: las Tullerías o les Halles de París, el Paseo de los Recoletos de Madrid, Zoco-dover en Toledo o el puente de Calicanto en Santiago.

De la misma manera que las marcas materiales más poten-tes, la persistencia del topónimo no es suficiente para comu-nicar su sentido en los procesos de construcción de la ciudad y del territorio; deben darse otros recursos para volverlos inteli-gibles y trascender la sola imagen o el solo nombre.

TRAZAS ORIGINARIAS Y EXPANSIONES Por su parte, las trazas urbanas actuales pueden evocar los orígenes más remotos, vincular con el soporte natural pre-existente y los procesos de crecimiento y transformación ope-rados en la ciudad. Los núcleos originarios pueden ser legibles en las trazas de las ciudades europeas con sólo contrastar sus trazados orgánicos e irregulares y los ensanches decimonóni-cos o del siglo xx. A la inversa, en las ciudades hispanoame-ricanas, a los trazados regulares de las áreas fundacionales se las puede identificar contrastándolas con las irregularidades y distorsiones que son frecuentes en sus expansiones.

Las huellas de viejos caminos comarcales pueden recono-cerse en unos y otros casos en la traza de algunas avenidas.

Antiguas propiedades rurales pueden ser evocadas desde los perímetros de algunos barrios o sectores urbanos que sur-gieron a partir de su lotización inmobiliaria. Los cambios de rumbos de las calles de Buenos Aires evocan la traza de las an-tiguas chacras fundacionales, la avenida 18 de Julio de Monte-video revela la estructura de una primera expansión fuera de los muros de la ciudad vieja.

Los límites (muros y fosas) que cercaban ciudades euro-peas y americanas pueden reconocerse con facilidad en la traza de paseos y avenidas desde los tiempos en que Luis xiv mandó demoler las murallas de Carlos V para construir los Grandes Bulevares, inaugurando una práctica que en los si-glos siguientes fue adoptada por la mayoría de las ciudades europeas amuralladas: Viena, Florencia, Barcelona. Aun en el siglo xx, la demolición de las murallas de Thiers en París liberó para su utilización un cinturón de tierras que es reco-nocible en algunos tramos como en la Ciudad Universitaria. Igual, en Hispanoamérica se pueden identificar los rumbos de los desaparecidos muros de Lima, Trujillo, La Habana o Montevideo, habiendo quedado registros de sus trazas en las avenidas y calles que delimitan los núcleos más antiguos y las primeras expansiones extramuros.

La atipicidad de las trazas de los paseos y avenidas surgidos por el desmantelamiento de las murallas potencia la fuerza de la huella, fácilmente develada por quienes tienen una mínima referencia de la historia de la ciudad pero incomprensible para la mayoría de las personas que transitan por ellas.

A nivel territorial se puede decir lo mismo, respecto a sus procesos históricos de conformación y el fraccionamiento del suelo rural. Es conocida la fuerza de las antiguas centuriato romanas marcadas todavía en el territorio italiano;5 el loteo de la tierra ha dejado su marca en la estructura territorial en los lugares, adaptándose a la topografía o aplicando conceptos geométricos: colonización agrícola en la Argentina o la aplica-ción de la Land Ordinance de Jefferson en los eeuu.

MATERIALIDADES CONSTRUIDAS: LOS FRAGMENTOS ARQUITECTÓNICOSHay casos de centros históricos que conservan los rasgos de un momento en el que se consolidaron como imagen acabada: Brujas, Venecia, Cuzco, Bath, Ouro Preto; y de espacios urba-nos que han permanecido casi intactos: Plaza de San Pedro en Vaticano, Piazza del Campo de Siena, Plaza Mayor de Madrid, Place des Vosges en París. O el caso de obras de arquitectura que han perdido su contex-to y son una marca visible evocadora de su propia historia y de la del entorno desaparecido; marcas que son habitualmente objeto de estudio como obras patrimoniales y la bibliografía sobre la materia es abundante; enfocaremos la atención, por lo tanto, en aquellas obras arquitectónicas que subsisten como fragmento de unidades mayores de escala urbana hoy desapa-recidas.

Gráfica 2. Wall Street en Nueva York. Foto: Tomada por el autor

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Hemos mencionado las murallas y uno de los casos más fre-cuentes es el de fragmentos de este tipo de estructuras: tra-mos de cortinas, puertas y baluartes. Las puertas supérstites evocan las murallas desaparecidas: las puertas del Quart y de Serrano en Valencia, las del Prato y Romana en Florencia, las de las ciudadelas de Colonia y Montevideo, por ejemplo. La posible asociación de estos elementos con trazados urbanos (avenidas, parques y paseos) potencia la comprensión de las antiguas murallas desaparecidas. En medio de las ciudades que las han desbordado, todavía operan como puertas monu-mentales como también es el caso de algunas de las barreras de los Fermiers Genereaux de París construidas por Ledoux (las de las plazas del Trono y Denfert-Rochereau), mientras otras forman parte de parques urbanos o de áreas recupera-das para el uso público (barrera del parque de Monceau y la Rotonda de la Villette). En otros casos, la situación del frag-mento dentro de un trazado y tejido completamente ajenos los torna crípticos: los restos de los muros de Carlos V en los jardines de las Tullerías o algunos tramos de murallas y torres en Barcelona.

Grandes marcas lo son infraestructuras monumentales del tipo de los acueductos (Segovia, Morelia, Guatemala o Queré-taro), que devienen en símbolos y fuente de identidad de la imagen urbana por la fuerte iconicidad de la estructura.

Más compleja es la situación cuando grandes conjuntos arquitectónicos de escala urbana han sido parcialmente de-molidos (los conventos de San Francisco y Santo Domingo en México DF; el palacio del Retiro en Madrid; el convento de San Francisco en Sevilla) o que, además han sido reestruc-turados o completados como es el caso de los palacios del Louvre y las Tullerías en París.

La ciudad es una acumulación interminable de materiali-dades arquitectónicas que son fragmentos del pasado inser-tos en la continuidad propia de un espacio que se transforma permanentemente. La asignación de valor a estos fragmentos dentro del tejido urbano puede convertirlos en recursos para comunicar el proceso de esas transformaciones. A nivel te-

rritorial, fragmentos equivalentes los encontramos en anti-guos caminos, trazados ferroviarios, acueductos, represas, estructuras abandonadas que pertenecieron a establecimien-tos mineros, industriales o rurales, etcétera. Al igual que en las ciudades, la percepción de estos objetos materiales debe acompañarse de la posibilidad de visualizar los contenidos históricos de los que son huellas por los medios que dan las prácticas interpretativas.

MATERIALIDADES CONSTRUIDAS: FRAGMENTOS ARQUEOLÓGICOSPor debajo de las ciudades y a veces en medio del tejido habili-tado, subsiste un cúmulo de fragmentos de materialidades ex-cepcionales que proporcionan una de las principales fuentes de conocimiento para revelar el modo en que se produjeron las transformaciones urbanas, la evolución de infraestructu-ra y el uso de determinados espacios. Entre los fragmentos arqueológicos se distingue entre aquellas estructuras, las co-múnmente llamadas ruinas, y otras que aparecen casualmen-te o que son recuperadas intencionadamente como producto de investigaciones programadas.

En el primer caso, estos fragmentos han acompañado los procesos históricos de las ciudades y del territorio asumien-do significados de memoria y de identidad durante siglos: el templo romano de Vich, la arena de Verona, el templo de Asís o el anfiteatro de Arlés. Posiblemente Roma sea el caso más intenso del valor del fragmento arqueológico como marca identitaria, lo cual no necesariamente es comprensible con solo la observación; el foro republicano y los imperiales o los palacios del monte Palatino son apenas remanentes de anti-guos espacios de gran complejidad y magnitud, por lo que su percepción actual los torna caóticos y confusos. Antigua Gua-temala es un caso singular en el que la ciudad destruida por el terremoto, nunca abandonada y se ofrece como una mixtura interesante entre ruina y ciudad viva, y aunque se presenta fácilmente comprensible, en realidad es una compleja trama que torna opacos las acciones de conservación, recuperación y reconstrucción.

Una situación distinta la ofrecen las evidencias arqueológi-cas recuperadas a partir de hallazgos casuales o de investiga-ciones programadas. La Carta Internacional para la Conserva-ción de las Ciudades Históricas promueve las investigaciones arqueológicas urbanas y aconseja “la adecuada presentación de sus descubrimientos sin perturbar la organización general del tejido urbano”.6 A la vez, se debe distinguir estas eviden-cias, según se decida presentarlas al aire libre, bajo la superfi-cie pero accesibles o vueltas a soterrar.

Resultados de investigaciones arqueológicas expuestos al aire libre los encontramos en Colonia del Sacramento, Tarra-gona, México (Templo Mayor) o París (arenas de Lutecia, ter-mas de Cluny).

Bajo la superficie pero con sistematizaciones museográfi-cas que las hacen accesibles por parte del público, hay muchos

Gráfica 3. Restos de las murallas de Carlos V en el Jardín de las Tullerías de París. Foto: Tomada por el autor

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ejemplos: restos romanos en París son la cripta arqueológica de Lutecia en la isla de la Cité y medievales en la cripta del Pa-tio del Carrousel; restos de la ciudad romana, árabe y visigoda en el centro arqueológico de L Almoina en Valencia; restos de la antigua Cesar Augusta debajo de la plaza de Zaragoza; ves-tigios del cabildo y del mercado de la primera mitad del siglo xx en Mendoza, restos de barrios medievales en la Perugia subterránea, etcétera.

En otros casos cuando, por distintas razones, no es conve-niente dejar los restos arqueológicos a la vista se puede optar

por diferentes maneras de hacer presente en el espacio algu-nos de los resultados de las investigaciones: en el pavimento del Parvis de Notre Dame en París, por ejemplo, se ha delinea-do la silueta de la catedral merovingia de Saint Etienne.

ALGUNAS PRÁCTICAS PARA LA INTERPRETACIÓN HISTÓRICA DE ESPACIOS URBANOS Y PAISAJESCada acto de conservación de patrimonio es por su naturaleza un acto comunicativo y podemos decir que, el objeto patrimo-nial en sí mismo es el principal medio de comunicación; tanto los recursos museográficos como los interpretativos siempre tienen que subordinarse al objeto (mueble, obra de arquitec-tura, espacio urbano o paisaje cultural). La cuestión es cómo presentar al público las huellas materiales para hacerlas com-prensibles y cómo comunicar lo intangible para hacerlo visi-ble.Si bien la interpretación y la presentación han definido con-ceptos, estrategias y prácticas de distinta naturaleza y escala, aun no se ha sistematizado el conocimiento de la cuestión re-ferida al mundo urbano y a los paisajes culturales. A partir de la observación de algunas experiencias, trazaremos posibles caminos a explorarse, no excluyentes sino complementarios, ya que la complejidad de lo que se quiere transmitir torna in-suficiente a cada una de estas posibilidades por sí solas.

Teniendo en cuenta la clasificación conceptual propuesta por la Carta Internacional de la Interpretación, se distingue entre intérpretes del patrimonio e infraestructuras interpre-tativas, sin desconocer que su combinación se potencian mu-tuamente.

INTÉRPRETES DEL PATRIMONIOEl conocimiento construido científicamente sobre los objetos patrimoniales puede ser mediado por intérpretes, es decir, guías que acompañan al público en los recorridos y comuni-can oralmente información clave para interpretar lo que se va observando. Estos recorridos pueden organizarse temáti-camente y según los intereses de las personas guiadas: capa-cidades, procedencia, edad, formación académica, etcétera. Se trata de una comunicación personalizada de contenidos adap-tados según objetivos específicos.

Son muchas las posibilidades aportadas desde las nuevas modalidades museográficas o interpretativas. “Historia bajo las baldosas”, por ejemplo, es un programa del gobierno de Buenos Aires, coordinado por la Comisión de Preservación del Patrimonio Histórico, dirigido a los habitantes de la ciu-dad que desean descubrir la historia que guarda el subsue-lo urbano. El programa incluye diferentes actividades: una muestra itinerante denominada La caja de Baldosas (dividida en seis módulos: paleontología, cultura indígena, arqueología urbana, aguas que corren, subterráneos, túneles y galerías), con gigantografías, maquetas, réplicas, objetos originales y material didáctico que los docentes pueden utilizar en el

Gráfica 4. Ruinas del templo del Carmen en Antigua. Foto: Tomada por el autor

Gráfica 5. Arenas de Lutecia, París. Foto: Tomada por el autor

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aula; concursos de investigación y de narrativa ficcional para alumnos y adultos, y un itinerario con lugares de interés para visitar; y cuenta con su propia página web.7

Otra modalidad es la de itinerarios o visitas auto guiadas, asistidas por impresos o grabaciones que permiten organizar por propia cuenta recorridos ya pautados y que suelen dis-poner de algún tipo de señal que identifica cada etapa (ruta del mudéjar en España, camino de Santiago). En este caso, el intérprete puede estar mediado a través de registros provistos por diferentes tecnologías: impresos de distinto carácter y ni-vel de profundidad, grabaciones, multimedia, etcétera.

Entre los primeros impresos podemos reconocer las guías preparadas por Andrea Palladio para visitar las ruinas de la Roma clásica o las basílicas cristianas.8 Desde entonces per-manentemente se publican guías de diferente calidad, muchas se basan en investigaciones históricas y, además, pueden tener valor literario como la obra de Francisco de la Maza que pro-pone un itinerario, desde el territorio a la ciudad, relacionado con la vida de sor Juana Inés.9

En la actualidad, cada vez son más frecuentes las publica-ciones que comunican las investigaciones en historia urbana a un público amplio y no especializado. A las guías tradicio-nales se suman guías de arquitectura y atlas urbanos de di-vulgación; algunas guías de arquitectura, su primera parte da cuenta de los procesos históricos urbanos (serie publicada por la Junta de Andalucía o por el diario Clarín de Buenos Aires). Entre los atlas urbanos de buen nivel dirigidos a un públi-co no especializado se puede mencionar los de París y Nue-va York.10 Algunas publicaciones que cumplen objetivos de concientización patrimonial y de difusión se enfocan sobre sectores o temas de la ciudad. La municipalidad de Buenos Aires, por ejemplo, ha editado una serie de guías sobre libre-rías antiguas, bares, murales urbanos, etcétera. De esa mane-ra, las publicaciones permiten preparar a quienes se interesan en interpretar con cierta autonomía el espacio en el que viven o que visitan.

INFRAESTRUCTURAS INTERPRETATIVASMuseos y centros de interpretaciónAlgunos museos operan como centros que preparan para la interpretación de los espacios urbanos y paisajes con recursos que por razones lógicas no pueden disponerse en el exterior. Uno de los recursos más utilizados y de fácil comprensión son las maquetas; es muy conocida la que representa a la Roma constantiniana en el Museo della Civiltá Romana. En Madrid el Museo de San Isidro dedica una de sus salas a la exhibición de una gran maqueta que representa a la Villa de Madrid en tiempos de Velázquez, acompañada con paneles referidos a los distintos barrios y una pormenorizada información so-bre los vecinos y pobladores de la Villa que puede consultarse por multimedia; en otra sala se exhibe la reconstrucción del área ocupada originariamente por el Palacio del Retiro, cuyos remanentes hoy son tan sólo el Museo del Ejército y el Salón

de Reinos; también el Museo Municipal de Madrid exhibe en forma permanente un hermoso modelo de la ciudad construi-do en 1830.

En uno de los claustros del Colegio de la Compañía de Jesús de Antigua Guatemala están una serie de maquetas de bronce que reproducen el crecimiento de la ciudad con base a investigaciones históricas. Un caso interesante, en la mis-ma ciudad, es el Museo de las Capuchinas donde un par de maquetas permite comparar la plaza principal de Antigua en el siglo xviii con la neoclásica de la Nueva Guatemala. Una situación similar podemos comentar acerca de las maquetas de Santa Fe, antes y después del traslado, que se exhiben en el sitio fundacional (Museo de Sitio del Parque Arqueológico Santa Fe la Vieja) y en el Museo Etnográfico de la nueva Santa Fe.

En el caso de Panamá, el crecimiento de la ciudad en el siglo xx ha conectado dentro del mismo asentamiento sus dos asentamientos coloniales, el original (Panamá la Vieja) y el del traslado (Casco Histórico). En este caso, la visita al sitio

Gráfica 6. Sala con la maqueta del Madrid de Velázquez en el Museo de San Isidro. Foto: Tomada por el autor

Gráfica 7. Fragmento del antiguo Palacio del Retiro en Madrid. Foto: Tomada por el autor

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arqueológico y su centro de interpretación permite conocer el primer siglo y medio de historia urbana.

El Espacio Lucio Costa, en el subsuelo de la Plaza de los Tres Poderes, presenta una enorme maqueta de Brasilia, acompañada de imágenes fotográficas y escritos que docu-mentan el proceso de diseño y construcción de la ciudad.

A veces son pequeñas secciones dentro de otros museos los que ofrecen informaciones que permiten comprender algunos procesos históricos: como los planos históricos ur-banos exhibidos en los museos regionales de San Luis Potosí y Guadalajara, o la recreación de Tenochtitlán pintada en el Museo de la Ciudad de México, que se complementa con las maquetas del Museo del Templo Mayor y del Museo Antropo-lógico Nacional.

Generalmente son los llamados Museos de la Ciudad u otros similares los que ofrecen muestras específicas sobre el

proceso de conformación urbana o algún momento de su his-toria. El Museo Carnavalet de París cuenta en su acervo con una colección de pinturas que documentan espacios urbanos especialmente en el siglo xviii. El Museo de Londres, abierto en 1976, es un referente excepcional que ofrece una visión de la historia de la ciudad desde los tiempos prehistóricos hasta el presente, ambientado con escenas callejeras y una maque-ta que representa el incendio de 1666, que se puede observar mientras se escucha el relato del célebre Samuel Pepys, testigo presencial del desastre. El Museo de la Ciudad de Madrid es otro ejemplo formidable que da cuenta de los procesos de mo-dernización de la ciudad y de la dotación de infraestructuras de servicios y de medios de transporte público durante los siglos xix y xx.

Las historias de ciudades, de sus modificaciones físicas y de las costumbres urbanas son también objeto de muestras especiales como la organizada hace varios años por el men-cionado Museo Municipal de Madrid con el título de “Madri-ziudad. ¿Hemos cambiado en 4 siglos?”.

A nivel territorial y de paisajes culturales, también los mu-seos o centros de interpretación son los espacios adecuados para presentar en forma sistemática, a través de elementos originales y de recursos museográficos, la información nece-saria para que esté en mejores condiciones de interpretar lo que se verá luego en los recorridos y desplazamientos in situ.

En el propio espacio La vivencia en el espacio, urbano o territorial, implica des-plazamientos en contextos alta, mediana o mínimamente antropizados. Esa experiencia es insustituible, en términos históricos, pues la experiencia se produce en otro tiempo (el presente) pero en el mismo espacio.

La mediación de intérpretes o sucedáneos, ya comentados, puede prescindir de complementos físicos desplegados en el espacio, pero el planeamiento para una buena interpretación incluye infraestructuras interpretativas que aportan autono-mía en el recorrido y pueden ser de distinto tipo (estructu-ras, señales, cartelas, etcétera) con diferente incidencia en el paisaje urbano, cultural o territorial, y adecuadas según los desplazamientos se hagan a pie o con vehículo.

El texto escrito es uno de los recursos más frecuentes para comunicar información significativa de un edificio, un sector urbano, un lugar en el paisaje. Aunque son un recurso ele-mental, las cartelas no son totalmente prescindibles pues faci-litan el acceso a determinadas referencias útiles para interpre-tar lo que se está viendo. La pertinencia del texto depende de la conjunción de dos factores: ofrecer datos provenientes de investigaciones actualizadas y claridad expositiva en textos breves. Las cartelas pueden acompañarse con recursos icono-gráficos, fotográficos históricos, planimétricos e infográficos. La información, puntual y sistemáticamente desplegada en el espacio puede estar ordenada e identificar áreas o recorridos. Muchas veces las cartelas se limitan a detallar la historia de

Gráfica 8. Espacio Lucio Costa, Brasilia. Foto: Tomada por el autor

Gráfica 9: Cartela del Hotel Tubeuf en la serie Histoire de París. Fuente: fotogra-fía tomada por el autor

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Gráfica 10: Relieve con un plano histórico en el pavimento de la Plaza de Armas de Santiago. Foto: Tomada por el autor

Gráfica 11: Estación de descanso en Panamá la Vieja. Foto: Tomada por el autor

algunas obras arquitectónicas seleccionadas y, otras, amplían el enfoque hacia un área urbana o la ciudad en su conjunto. París cuenta con una cartelería fácilmente identificable, colo-cada al frente de muchos inmuebles de valor histórico en toda la ciudad, bajo el título de Histoire de Paris.

En Buenos Aires encontramos una serie de carteles de gran tamaño sobre los edificios y los espacios públicos, acompañados de axonometrías y otras gráficas que procuran transmitir al turista y al porteño información sobre el área que está recorriendo. En Catamarca, una serie de carteles de fácil identificación se dispone en inmuebles catalogados como patrimoniales, con la particularidad de que muchos de ellos son obra de un mismo arquitecto de origen italiano (Luis Ca-ravatti) activo durante las últimas décadas del siglo xix y con una vastísima obra que definió la imagen de la ciudad que todavía hoy es preponderante.

En Rosario (Argentina) se ha definido el denominado Pa-seo del Siglo, un tramo de la calle Córdoba calificado por una serie de mansiones burguesas representativas de la pujanza económica de las primeras décadas del siglo xx. En Santa Fe (Argentina) se ensayó hace pocos años un programa parecido al rosarino, con un diseño controvertido del espacio públi-co en un tramo de calle San Martín renombrado Paseo San Martín Sur; en este caso, además de la información escrita colocada frente a cada uno de los inmuebles catalogados, se trató de diferenciar el pavimento y se colocó en él una placa de mármol que identifica a los inmuebles de interés cultural; otra serie de cartelas de mayor tamaño fue colocada en las aceras (banquetas) con referencias históricas de carácter ur-bano.

Además de aquellas señales y cartelas, no podemos olvidar otras que son marcas históricas como las placas conmemora-tivas de acontecimientos urbanos de diferente tipo (Roma es un ejemplo superlativo de celebración de la memoria histórica por medio de placas). Entre estas marcas podemos incluir las que aluden a desastres naturales y documentan en el espacio público los niveles alcanzados por aluviones (Florencia, 1966) o inundaciones (Sevilla, Santa Fe).

Además de cartelas, para facilitar la interpretación pue-den disponerse en el espacio de la ciudad (plazas, paseos y calles), parques arqueológicos o paisajes culturales diferentes tipos de instalaciones físicas. En el pavimento de la Plaza de Armas de Santiago se pueden ver cuatro grandes relieves de bronce que reproducen otros tantos planos históricos de la ciudad. Próxima a la capilla del Sagrario de México df existe una maqueta de bronce que reproduce a Tenochtitlán.

Lugares por los que pasan anualmente muchas personas son estratégicos para reforzar determinadas identidades es-paciales o hacer presente momentos pasados de la historia de la ciudad. En ese sentido, reconocemos un buen aprovecha-miento de las estaciones de Metro en México df (la del Zócalo con una secuencia de maquetas que representan el sector en tiempos prehispánicos y coloniales) y Santiago (la de Calican-

to, que reproduce en una maqueta el puente desaparecido que da nombre a ese enclave urbano).

Cuando las distancias para recorrer son muy largas, las instalaciones pueden presentarse como lugares de descanso complementados con referencias sobre el lugar en que se en-cuentran, usual en paisajes culturales y en parques arqueoló-gicos como Panamá la Vieja.

La variedad de recursos y de tipos de instalaciones físicas de carácter interpretativo forman parte del mobiliario ex-terior y, por lo tanto, la calidad comunicacional debe estar acompañada por la del diseño.

Por otra parte, los diferentes recursos y medios interpreta-tivos deben estar diseñados y articulados como partes de un mismo sistema comunicacional.

La amplitud y la complejidad de los espacios cuya inter-pretación debe ser potenciada, exige una planeación adecua-da del mensaje que se quiere comunicar y de los medios para hacerlo, en caso contrario, la dispersión de esfuerzos dificulta la coherencia de los resultados.

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CONCLUSIÓNLa comunicación de espacios patrimoniales de grandes di-mensiones y complejidad, como lo son la ciudad, el territorio y el paisaje cultural, ofrece un campo que ha comenzado a ser explorado y sobre el cual existen desarrollos teóricos y expe-riencias de interés. Los agentes y profesionales del patrimonio que intervienen en este tipo de espacios, disponen de sabe-res provenientes de otros campos, como la museología y la interpretación, que aportan instrumentos comunicacionales para que el público no especializado pueda incorporar a sus experiencias de habitar o visitar un espacio, la de apreciar y comprender los procesos que los han conformado. El cono-cimiento e interpretación de estos procesos, se ofrece como instrumento para enriquecer la calidad de vida y reforzar los vínculos entre las personas que habitan y comparten un mis-mo espacio. Y, para quienes en calidad de foráneos entran en contacto con ese patrimonio, la comprensión de estos proce-sos significa reconocer otros valores y propicia el respeto por otras culturas y formas de vida.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Adrián Eduardo Duplatt, “El lenguaje de la ciudad”, en Na-rrativas. Revista Patagónica de Periodismo y Comunicación, unm. 9, julio/septiembre de 2006, <<www.narrativas.com.ar>>, mayo 2009.2 El territorio, según Gilberto Giménez, “sería el resultado de la apropiación y valorización del espacio, mediante la re-presentación y el trabajo, una producción a partir del espacio inscrita en el campo del poder por las relaciones que pone en juego”. Gilberto Giménez, Territorio, cultura e identida-des. La región socio-cultural, en Revista de Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, época ii, vol. v, núm. 9, junio 1999, pp. 25-57. Los paisajes culturales, según define la Convención del Patrimonio Mundial, representan las “obras conjuntas del hombre y la naturaleza”, e “ilustran la evolución de la socie-dad y de los asentamientos humanos a lo largo de los años, bajo la influencia de las limitaciones y/o de las ventajas que presenta el entorno natural y de fuerzas sociales, económicas y culturales sucesivas, internas y externas”, Directrices Prácti-cas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mun-dial, unesco.3 Joaquín Ibáñez Montoya, “Tres patrimonios que construyen la sociedad contemporánea”, en J. A. Fernández de Rota (co-ord.), Ciudad e Historia: la temporalidad de un espacio cons-truido y vivido, Madrid, Universidad Nacional de Andalucía/Akal, 2008, p. 103.4 Carta icomos para Interpretación y Presentación de Sitios de Patrimonio Cultural, Comité Científico Internacional del icomos, 16ª Asamblea General del icomos, Québec, 4 de oc-tubre de 2008, capítulo Definiciones. 5 Leonardo Benevolo, Storia della Cittá, vol. 1. La cittá antica, Roma, Editori Laterza, 1993 (1975), pp. 208-209.

6 Artículo 11 de la Carta Internacional para la Conservación de las Ciudades Históricas adoptada en la Asamblea General del icomos en Washington d. c. en octubre de 1987.7 <<www.buenosaires.gov.ar/bajolasbaldosas>>, mayo 2009.8 Andrea Palladio, L’antichitá di Roma y Descrizione delle chiese di Roma, 1554.9 Francisco de la Maza, La ruta de Sor Juana México, Toluca, Instituto Mexiquense de Cultura, 1995 (1972).10 Danielle Chadych y Dominique Leborgne, Atlas de Paris. Evolution d´un paysage urbain, Paris, Parigramme, 1999. Eric Homberger, The historical atlas of New York City. A visual ce-lebration of 400 years of New York city s history, New York, Henry Colt and Company, 1998.

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INTRODUCCIÓNDel propósito e importancia del estudioLa ciudad de Aguascalientes tuvo su fundación oficial mediante cédula real del 22 de octubre de 1575 por el Rey a Don Jerónimo de Orozco, gobernador de la Real Audiencia de Guadalajara, para que Juan de Montoro, en unión de otros vecinos suyos ya asentados en el lugar, procediera a la traza de una villa de españoles en el lugar que llamaban Paso de las Aguas Calientes, en el Valle de los Romeros. La traza (al parecer fue realizada de manera bastante discrecional respecto a las Ordenanzas de Población de Felipe ii, aunque subsistiendo como modelo básico)1 reguló el emplazamiento de la plaza, de calles y del presidio que ahí existía, con lo que se configuró en el siglo xvi el casco antiguo de la villa. Desde entonces, el núcleo original, lo que posteriormente se ha denominado Centro Histórico, ha sufrido diversas intervenciones en mayor o menor escala, en su arquitectura y lo urbano, con mayor o menor fortuna. Algunas de estas intervenciones constituyen hitos en la organización urbanística y en el imaginario social; entre ellas podemos destacar la apertura de la calle Madero en 1914 (bautizada por la gente como Calle de las Lágrimas); la introducción del drenaje y del alcantarillado en los años 1940; el Plano Regulador de Carlos Contreras en 1948; la demolición del viejo Parián y la construcción de uno nuevo entre 1949-52; la erección de la segunda torre de Cate-dral de 1943 a 1948; la remodelación de la Exedra en los años cuarenta por el Arq. Roberto Álvarez Espinosa; el recorte de la fachada del Palacio de Gobierno también en los años 50; múltiples demoliciones que alteraron la fisonomía del centro entre 1940-1980; la remodelación de la Plaza de Armas, el paso a desnivel y un nuevo Parían en 1984; y las recientes acciones del Programa Restaura; así como diferentes intervenciones puntuales urbano-arquitectónicas.

Diversas administraciones han promovido varios planes, programas y proyec-tos específicos que han afectado o favorecido las características ambientales, urba-

Entre ley y relato. Una

estrategia analéctica para

la investigación urbano

arquitectónica en centros

históricos MARCO ALEJANDRO SIFUENTES SOLÍS, J. JESÚS LÓPEZ GARCÍA

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nas y arquitectónicas de ese espacio –además de las sociales y culturales–, bajo un mismo denominador común: la desarti-culación de las propuestas (en el mejor de los casos), aunada a la falta de continuidad o la ausencia de una visión de largo plazo, en un escenario más desfavorable. Tanto las acciones de los particulares (individuos, organizaciones ciudadanas, empresas comerciales, de servicios e industriales) como las públicas de intervención urbano-arquitectónica son genera-doras de dos cosas: a) de ciertos efectos colaterales previstos e imprevistos, deseables e indeseables,2 que afectaron o be-neficiaron al espacio urbano-arquitectónico y, sobre todo, a las personas; b) de un discurso sobre la ciudad y sobre el Cen-tro Histórico que requiere conocerse para entender mejor los complejos procesos de edificación y representación de la ciu-dad desde las múltiples instancias: sector público y iniciativa privada y particulares. Dicho discurso puede rastrearse en los documentos oficiales y en lo que la prensa diaria recoge, ade-más de sus implicaciones y efectos.

Una de las probables causas de la desarticulación y la falta de continuidad de las políticas públicas sobre el Centro His-tórico de Aguascalientes es el desconocimiento o indiferencia acerca de lo que unas y otras administraciones hacen o pro-mueven en materia de desarrollo urbano o de conservación del patrimonio urbano-arquitectónico. Y esto se explica, entre otras cosas, por la escasez de investigaciones e instrumentos para el estudio de las intervenciones urbano-arquitectónicas en ese espacio, aun cuando existen unos pocos trabajos im-portantes, que toman como fuente esencial la hemerografía del siglo xx (ver infra). Los estudios realizados, sin embargo, no son abundantes. De ahí la relevancia y el interés que tenía el emprender un proyecto de investigación acerca de las prác-ticas históricas de intervención urbano-arquitectónica en el Centro Histórico de la capital estatal en el período 1900-1945, infiriendo de la prensa diaria y de los documentos oficiales de la época los posibles discursos de los agentes en relación al “proyecto de ciudad” que mantenían.

Así pues, partiendo de que el Centro Histórico de la ciu-dad de Aguascalientes ha perdido, desde 1855 a la fecha, más del 80% de su patrimonio arquitectónico,3 este proyecto busca demostrar si existe relación entre los discursos de los agentes que intervienen en la configuración del marco cons-truido y las prácticas de intervención manifiestas en planes, programas, proyectos y obras urbano-arquitectónicos, con el propósito de esclarecer los distintos discursos o “proyectos de ciudad” en juego y cómo dichos discursos y acciones inciden en la pérdida patrimonial y devaluación del Centro Histórico. También se pretende fundamentar la idea de que la pérdida de valor obedece a prácticas de intervención que han lesio-nado su integridad, como resultado de un proyecto de ciudad lesivo a la memoria colectiva, detentado por los agentes que dominan las decisiones e inversiones ahí realizadas.

Por la fase en que se encuentra actualmente la investiga-ción, ahora sólo es posible mostrar el diseño metodológico y

algunos resultados preliminares, insertándolos en una discu-sión sobre el modelo historiográfico más apropiado para his-toriar este problema.

Del conocimiento del temaEl patrimonio urbano-arquitectónico, de acuerdo con Sán-chez, “permite conectar tres dimensiones de la cultura: la cultura en cuanto herencia a conservar, la cultura en cuan-to componente de nuestra conciencia y la cultura productiva como generadora de riqueza”. Buena parte de la bibliografía generada desde los años sesenta se centra, de uno u otro modo, en las dos primeras, que son las que interesan de modo parti-cular en este trabajo, ya que, siguiendo a la misma autora:

las ciudades hay que explicarlas como realidades complejas dado que en su paisaje se interrelacionan elementos del medio ambiente, herencias de la historia, las fuerzas económicas, el progreso técnico, el genio creador del hombre, las tensiones sociales, los modos de vida de sus habitantes y también, las aspiraciones y los deseos de los ciudadanos.4

Es decir, las ciudades conjugan tanto las intervenciones so-bre el marco edificado urbano en contextos y circunstancias jurídico-políticas, sociales y económicas precisas, como las experiencias nacidas de la vivencia del espacio, sin faltar los deseos, anhelos, sueños, utopías, expectativas y significados que, desde la perspectiva de los imaginarios urbanos, la gente añade a su ser-estar en el mundo.

Desde hace tiempo son muchos los estudios –particu-larmente en Europa– que han tratado los problemas de las ciudades históricas; en diversos foros se han expuesto: expe-riencias y propuestas, resultados de toma de decisiones, ac-ciones tomadas por los órganos de gobierno (federal, estatal o municipal), inversiones de los particulares, y las actividades de la población. El texto de Enrique Florescano da cuenta del patrimonio como herencia conservada o como componente de la conciencia.5 También se ha escrito biblio-hemerografía sobre las experiencias de intervención en Centros Históricos nacionales6 e internacionales,7 como el caso de Morelia, cu-yos foros han sido ampliamente difundidos.8 Pero ninguno de estos textos aborda el caso de la ciudad de Aguascalientes, aunque puedan apuntar tendencias que eventualmente sean compartidas por las acciones de los gobiernos estatales.

MATERIALES Y MÉTODOSDe la estrategia metodológicaEste proyecto está pensado en una estrategia multimodal o mixta, que incluye un tratamiento cuantitativo y otro cuali-tativo del material histórico. Para el tratamiento cuantitativo de la hemerográfica del período se tiene previsto un análisis de contenido del material periodístico y oficial –esencial-mente un corpus de notas de la prensa comercial, así como información del Periódico Oficial e Informes de Gobierno–,

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ArquitecturA y urbAnismo contemporáneos en contextos Históricos

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y una prueba de significación no paramétrica para variables con nivel de medición nominal, seleccionándose la X2, con el objeto de probar primeramente la hipótesis estadística de que existe relación entre los discursos de los agentes que intervie-nen en la configuración del marco construido urbano (catego-rizados en discursos favorables y desfavorables) y las prácticas de intervención manifiestas en planes, programas, proyectos y obras urbano-arquitectónicos (categorizados en tres moda-lidades de prácticas de intervención: operaciones de transfor-mación, operaciones de conservación y operaciones mixtas).

Paralelamente, el material histórico recibirá un tratamien-to cualitativo sobre la base de inferir las concepciones, visio-nes o conceptos de ciudad de los diferentes agentes (en suma, los significados que le atribuyen),9 a partir de las valoraciones que aparecen en el discurso de dichos agentes en la prensa diaria acerca de cualquier tópico que resuma su experiencia cotidiana con el espacio urbano. Se está ponderando la posi-bilidad de emplear el software Atlas-ti para esta parte del aná-lisis, con el objeto de facilitar la codificación y categorización de los discursos.

RESULTADOS PRELIMINARES Y DISCUSIÓNDe los resultados preliminares

La investigación demanda la generación de una tipología de prácticas urbano-arquitectónicas, así fuese sólo para organi-zar la información de archivo, aunque dicha táctica fuese re-sultado de un ejercicio argumentativo, más que de los propios relatos de los sujetos. Así, se partió de considerar que tales prácticas pueden definirse a partir de los tipos de agentes que intervienen con sus acciones en la producción, reactualiza-ción y modificación del marco edificado urbano del Centro Histórico.

Las prácticas son unidades de actividad humana verifica-bles, que modifican o (re)actualizan situaciones preexistentes, o bien que crean nuevas situaciones, que en todos los casos pueden estar determinadas por ciertas predisposiciones men-tales, o estructuras estructurantes, según Bourdieu,10 sancio-nadas por instituciones que a su vez proporcionan un marco valorativo o comportamental que las sanciona. Las prácticas generan discursos (explícitos o implícitos) que suponen la re-lación del pensamiento y la acción, mediada por el lengua-je, e involucran el uso social y simbólico del espacio, en la medida que las acciones humanas van dirigidas a mantener o modificar la realidad a partir de patrones significativos de pensamiento, lo cual implica la existencia de interacciones o inter-dicciones11 comunicativas entre sujetos en variadas for-mas discursivas (escritas, orales, audio-gráficas, colectivas o individuales).

Los discursos pueden provocar acciones encaminadas a modificar, resistir o legitimar un estado de cosas, un statu quo urbano. Así, el “discurso urbano” supone una condición

Cuadro 1. Tipología de prácticas urbanas según tipo de agente y sus correspondientes discursos.

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previa por la cual el pensamiento se vuelve acción (el discurso genera prácticas), y también es el resultado de una práctica (o de un conjunto de ellas) que consiste en la proposición volun-taria o involuntaria de enunciados que traslucen la percep-ción y la construcción significativa que los sujetos hacen de su participación diferenciada en el mantenimiento o modifica-ción del entorno edificado. Es en este sentido cómo la prensa es uno de los elementos que median el proceso.

Sin pretensión de exhaustividad, las prácticas alrededor del hecho urbano pueden ser de varios tipos y cada tipo a su vez genera un tipo de práctica discursiva manifiesta en diver-sos medios impresos. El cuadro 1 muestra lo anterior.

Estos tipos de prácticas, según los agentes, y sus respec-tivos discursos urbanos, proveen elementos para determinar la naturaleza y características de los modelos de intervención sobre el marco edificado. Los modelos, a su vez, implican con-ceptos o proyectos de ciudad, por lo tanto, modelos de rela-ción política de los ciudadanos conforme cierta condición social, económica y cultural.

A pesar de que la fase del análisis cuantitativo del material histórico está en curso, por el momento no se aporta ningún resultado de la prueba estadística revista, pero cualitativa, se confirma cierta proclividad de algunos sujetos sociales a asu-mir la ciudad y el Centro Histórico como un “Objeto Cultural No Identificado” (ocni),12 es decir, como un objeto cultural-mente devaluado para quienes generan prácticas y conservan intereses en torno al marco edificado urbano, al que sólo ven como lastre del pasado y obstáculo que se impone al progreso y modernidad, o como mercancía productora de réditos, o un bien generador de renta y oportunidad para el lucro político, y no como un ámbito de relaciones inter y multiculturales; por tanto, producen un discurso social escasamente unido por un sentido comunitario anclado en la memoria colectiva, que apenas era visible en la conciencia de cierta elite cultural pero no en los medios impresos ni en la ciudadanía. Eso podría explicar el sistemático proceso de destrucción o alteración del patrimonio urbano-arquitectónico del Centro Histórico de Aguascalientes, así la destrucción depende del concepto y/o modelo o proyecto de ciudad que se posea.

En el periodo, aún no era tan evidente un proyecto de ciu-dad completamente dominado por los intereses del capital inmobiliario, debido a que este sector aún no se había desa-rrollado plenamente; a pesar de ello, hacia finales del período se ve cierta tendencia a la destrucción de inmuebles y su sus-titución por obras nuevas, que evidencia la desvaluación de la ciudad histórica y progresiva pérdida de significación para ciertos agentes sociales; es claro que las intervenciones no es-taban guiadas por consideraciones de tipo patrimonial sino por la inmediatez de resolver problemas, ni se disponía de una terminología adecuada (ya que dichas operaciones eran descritas como: reparaciones, composturas, recalzamientos, arreglos, remozamientos, reconstrucciones, remiendos, repo-siciones y resanes); y las operaciones de transformación supo-

nían nuevas construcciones o intervenciones que alteraban el patrimonio heredado. A pesar de todo, la relación entre demolición y conservación no aparece tan polarizada en esa época.

Algunas posibles respuestas en términos cualitativos es-tán en proceso de fundamentación, lo que metodológicamen-te significa echar mano de argumentos historizados e historias argumentadas.13 Son la ausencia o la negligencia en la aplica-ción de una legislación sólida sobre patrimonio cultural y in-definición de competencias y facultades de los ayuntamientos para ello, lo que propiciaba que las intervenciones obedecie-ran a criterios de carácter coyuntural y de corto plazo, más que en la preservación de la memoria colectiva.

Por otra parte, en el período todo el discurso de los relatos ciudadanos aparece definido por la propaganda doctrinaria de los medios impresos, quienes, sobre la base de enunciados declarativos valorales –juicios que editorializan la informa-ción–, impugnaban o alababan las intervenciones en el es-pacio, revelando la mirada de los grupos representados en la prensa que de la ciudadanía anónima; en dichos grupos apa-rece con mucha frecuencia todo un discurso ideológico que sobrevalora la modernidad y el progreso que trajo consigo la Revolución Mexicana y, en esa medida, infravalora lo que re-presentaba el antiguo régimen porfírista

De la discusión de los resultadosRespecto a la idoneidad de la estrategia analéctica, como pro-puesta que media de una manera proporcionada entre la ley y el relato, cabe señalar que hace poco tiempo un académico escribió acertadamente que “para definir el estatuto teórico y discursivo de la historia se recurre regularmente a los cánones de la ciencia o la literatura que le son en cada caso contempo-ráneas”.14 Durante todo el siglo xix, y todavía en gran parte del xx, predominó el primero de dichos cánones, bajo un mo-delo nomológico-deductivista, mientras que de las primeras décadas del xx hasta la actualidad, parece llevar la delantera el segundo, bajo el modelo ideográfico-inductivo.

Ante las indecisiones o ambigüedades gnoseo-epistemo-lógicas de la historia (la “crisis de la razón histórica”, la de-nomina aquel autor), nos preguntamos si no habrá que con-siderar un tipo de historia que asuma al paradigma científico como no totalmente inútil ni al paradigma narrativo como to-talmente falso, y que por tanto la “metodología apropiada” se nutra tanto de acercamientos cuantitativos como cualitativos, en una dosificación tal como lo demande el problema históri-co a abordar. Ortega opina que quizá necesitemos reflexionar sobre la existencia “de un dominio teórico –ni estrictamente científico ni estrictamente literario– en cuyo seno deberían discutirse, cobrar sentido y presencia social la totalidad de las intervenciones que tienen y han tenido como objeto el mundo o la realidad social-humana y sus transformaciones”; dentro de estas intervenciones están las urbano arquitectónicas.

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Aunque Ortega apela a una historia que no busca sus fun-damentos en los de la ciencia o la literatura, sino precisamente en la propia historia, lo que hemos presentado en esta comu-nicación es una vía todavía muy rudimentaria de historifica-ción –que se va afinando en el curso mismo de la práctica historiográfica– que recupera en cierta proporción elementos de uno y otro paradigma desde una doble plataforma: una ac-titud analógica, pero con implicaciones gnoseo-epistémicas, y desde una posición dialéctica bajo una orientación decidi-damente analógica. Nuestra propuesta puede recibir la deno-minación de modelo analéctico, que apuesta por la ida y el regreso recíprocos entre: lo macro y lo micro, la ciencia y la narración, el análisis y la síntesis, la tesis-antítesis y la síntesis, lo concreto-real y lo concreto pensado, lo general y lo parti-cular, lo material y lo simbólico, lo social y lo cultural, la de-ducción y la inducción, las distintas duraciones de la historia establecidas por Braudel, así como entre el objeto y el sujeto.

En las Ciencias Sociales y las Humanidades, esta vía ha sido desarrollada, entre otros, por Enrique Dussel,15 para quien la analéctica es un método que integra la analogía to-mista tratando de superar la dialéctica hegeliano-marxista; se trata de un método que va más allá de la dialéctica de la totali-dad, hasta la de las diferencias particulares, pero sin cancelar completamente la problemática del poder y la dominación, con la única diferencia, de que las relaciones de dominación se analizan desde una alteridad diferenciada. Un esquema si-milar, en el mismo ámbito, ha sido trabajado por Mauricio Beuchot con su hermenéutica analógica,16 que busca producir un efecto comprensivo del significado de un texto dado (en este caso el material histórico empleado), sin recurrir a la bús-queda de un sentido único ni caer en la proliferación insensa-ta de sentidos, sino con una proporción adecuada, analógica, entre univocismo y equivocismo, que en el caso de la historio-grafía sería decir entre la ley científica (episteme) y el relato o narración (hermeneuin), pero, a diferencia de Beuchot, con el ingrediente adicional de no esquivar las relaciones de poder y dominación que la dialéctica marxista ha desarrollado bri-llantemente.

Respecto a trabajos similares a este estudio, existen al-gunos realizados para el caso aguascalentense, el referido a la hemerografía histórica acerca de la obra pública, que fue realizado por el Ayuntamiento de Aguascalientes, publicado en dos volúmenes.17 Asimismo, existe una serie documental constituida por un grupo de números de una publicación pe-riódica de información procesada de prensa (Síntesis Infor-mática), útil para el análisis de coyuntura, que de manera sin-tética recopila información sobre el panorama urbano (entre otros panoramas) de las noticias de los diarios, pero que cubre un período muy reciente.18

También hay diversos documentos publicados acerca de algunos programas de obra pública, infraestructura, vivienda y equipamiento urbano, dados a la luz en diferentes sexenios o trienios, cuyo fin es, más que el análisis y el juicio crítico, la

divulgación casi apologética de los programas gubernamen-tales, además de su carácter aislado o puntual.

No puede obviarse el trabajo de Alejandro Acosta, cuya misión fue calcular con una metodología innovadora la pér-dida y alteraciones del patrimonio arquitectónico del Centro Histórico de la ciudad de Aguascalientes durante la primera mitad del siglo xx,19 en donde las prácticas de intervención aparecen en “estado práctico” y los discursos de los agentes sólo quedan implícitos. Lo mismo puede decirse de los dos volúmenes dados a la luz pública por J. Jesús López García.20

CONSIDERACIONES FINALESEn este texto hemos propuesto una manera de abordar el his-toriar el problema de la inserción de la arquitectura y el ur-banismo de la modernidad de la primera mitad del siglo xx, dentro del Centro Histórico de la ciudad de Aguascalientes.

La propuesta considera el empleo de procedimientos e ins-trumentos rigurosos de la ciencia como otros del paradigma narrativo, en aras de encontrar un equilibrio proporcionado, analógico y analéctico, entre explicación y comprensión, en-tre los argumentos y el relato sobre y de los hechos históricos; en donde, de acuerdo con Pereda, los argumentos son em-pleados indirectamente como herramientas con función na-rrativa y los relatos empleados con función argumentativa.21

Los argumentos, aquí, derivan de la aplicación con rigor lógico de los instrumentos de la metodología cuantitativa al material histórico, mientras que desde la metodología cuali-tativa el relato deriva de los propios discursos de los agentes, aunque en este caso mediados por la prensa; se trata de llegar a reconstruir las significaciones que dichos agentes daban a sus experiencias cotidianas en ese espacio público cualificado que es el Centro Histórico.

En este sentido, provisionalmente podemos adelantar que el análisis cualitativo del material histórico muestra que los medios de comunicación asumen un marcado protagonismo a la hora de escribir sobre las intervenciones urbano-arquitec-tónicas en la ciudad histórica, pues no se contentan con infor-mar sobre ellas, sino que con frecuencia las califican, editoria-lizándolas, lo que podría explicarse por el hecho de que son la voz misma de agentes definidos, con posiciones político-ideo-lógicas, subordinadas a la doctrina o credo del medio; cosa que presumiblemente variaría a partir de 1945, en que inicia en Aguascalientes el periodismo comercial, cuyo ejercicio periodístico se matiza o equilibra por el creciente predomi-nio del reportero de noticias en lugar del líder de opinión. La prensa doctrinaria anterior a 1945 era vocera en sí misma y de sí misma (fuente “en sí” y fuente “para sí”),22 la prensa comer-cial adquirirá en la capital del estado, a mediados del siglo xx, un marcado desplazamiento hacia el tratamiento neutro de la noticia por parte de los reporteros, reservando a los forjadores de opinión su editorialización.

Así, los discursos de los agentes, tal como aparecen en el material histórico analizado, permiten establecer una hipó-

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tesis emergente: que los agentes interventores en el espacio edificado urbano no habrían desarrollado una alta conciencia de los valores patrimoniales de la ciudad histórica, por lo que simplemente actuaban en el espacio con “previsión futurista” (y no con actitud conservacionista), al tenor de varios aspec-tos: las necesidades que demandaba la convivencia y el uso social y simbólico del espacio, las necesidades de crecimiento de la capital (que demandaba: pavimentación, entubado de aguas negras y pluviales, electrificación, transporte colectivo, etc.) y los requerimientos de nuevos géneros de edificios, aun-que en algunos casos (el escolar y el comercial) la reutilización de inmuebles antiguos fue la tónica, por lo menos hasta antes de 1944. Lo anterior se apuntala si se considera que, aunque desde la consumación de la independencia se sintió la nece-sidad de preservar el patrimonio cultural, no fue sino hasta 1930 y 1934 que en México se expidieron las primeras leyes sobre la conservación de bienes patrimoniales,23 de modo que la escasez de leyes y reglamentación suficientes alentaba que se emprendieran intervenciones con escasas nociones del va-lor cultural de la conservación. Para el periodo, esta circuns-tancia apunta a cierto “desequilibrio dinámico” entre las ope-raciones de conservación y las de transformación, aunque las primeras se reducían a simples acciones de mantenimiento.

Se puede afirmar, a reserva de ratificarlo o rectificarlo al término del estudio, que en el período aún no es evidente un proyecto de ciudad completamente dominado por los intere-ses de los promotores inmobiliarios, debido a que el capital inmobiliario aún no se había desarrollado plenamente, pues no pasaba aún de una fase mercantil, que propiciaba la acu-mulación. A pesar de ello, hacia finales del período se ve cierta tendencia a la destrucción de inmuebles y su sustitución por obras nuevas, o la continua intervención en obras y servicios urbanos, que redunda en una desvalorización de la ciudad histórica, que puede interpretarse como pérdida de signi-ficación, en términos de herencia patrimonial conservable y asumida como significativa, para ciertos agentes y grupos sociales.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Cfr. Marco Alejandro Sifuentes Solís, “La Historia: conjuro y fundamento. Por la defensa de la traza y el patrimonio edi-ficado de la ciudad de Aguascalientes”, en Conciencia, año 2, num. 5, 2001. 2 Tomado de Enrique Vila, notas de la cátedra que dictó en la Maestría en Diseño Urbano, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 1999. Ver también Teresa Guevara, “Una con-cepción global sobre el diseño de políticas para la gestión y control de los riesgos ante eventos naturales en una ciudad”, ponencia presentada en el xxii Congreso de la Regional de Arquitectos del Grupo Andino, Chiclayo, Perú, febrero de 1999.3 Alejandro Acosta Collazo, El Centro Histórico de Aguasca-lientes. Pérdida de patrimonio y alteraciones en la primera mi-tad del siglo xx, México, uaa, 2007.

4 Martha Rosalía Sánchez López, “La rehabilitación de los Centros Históricos en México: un estado de la cuestión”, en Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias So-ciales, num. 215, Barcelona, 2000, versión electrónica sin pa-ginación. 5 Enrique Florescano (comp.), El patrimonio cultural de Méxi-co, fce, México, 1993. 6 Es recomendable remitirse a la Revista Ciudades, num. 8 de la Red Nacional de Investigación Urbana; Academia de Centros Históricos, Los Centros Históricos en nuestro tiempo; Rubén Cantú Chapa, Globalización y Centro Histórico Ciudad de México: medio ambiente socio urbano; Elsa Patiño Tovar, El pasado en el presente: pobreza, Centro Histórico de la Ciudad de México; Rodolfo Santa María, Arquitectura del siglo xx en el Centro Histórico de la Ciudad de México; Luís Alfonso Pe-niche Camacho, El Centro Histórico de la Ciudad de México: una visión del siglo xx y Alberto Ruy Sánchez Lacy, Centro Histórico de la Ciudad de México num. 1, entre otros textos, en los cuales se aborda el tema de los centros históricos.7 Ver P. L. Cervellatti, La città post industriale, Bologna, Il Mulino, 1984; G. Campos Venuti, “Teoría y práctica de la re-cuperación urbana” (ponencia), Recuperación y rehabilitación de los núcleos urbanos, Jornadas de Estudio y debate, Jerez de la Frontera, 25, 26, 27 de marzo de 1982; P. López, El centro histórico, un lugar para el conflicto, Barcelona, Edicions de la Universitat de Barcelona, 1986; S. Tomé, “Oviedo, un centro histórico en transformación”, Ciudad y Territorio, num. 78, 1988; J. Jaen, “Diez años, o más, de patrimonio arquitectónico y urbano”, Alfoz, num. 50, pp. 56 57; y también Seguí, J., “Plan General de Málaga”, en 10 años de Planeamiento Urbanístico en España, Madrid Venecia, mopu y iuav, 1989, entre otros.8 Remitirse a Eugenia María Azevedo Salomao (coord.), El Re-nacimiento de la ciudad. Segundo Foro Sobre el Centro Histó-rico de Morelia, Morelia, umsnh, 2004, y Esperanza Ramírez Romero (coord.), Resurgimiento del Centro Histórico de Mo-relia. Un espacio en pugna, Morelia, Patronato Pro rescate del Centro Histórico de Morelia, 2004.9 Pues el análisis de la cultura no es una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significados. Véase Clifford Geertz, La interpretación de las culturas, Barcelona, Gedisa, 1989, p. 24. 10 Pierre Bourdieu, apud Gilberto Giménez, La teoría y el aná-lisis de la cultura, México, sep-udeg-comecso, 1986, p. 265. 11 Ver este concepto en el apartado Análisis de Contenido del apéndice estadístico en Redes Interinstitucionales. La construcción de un Sistema de Innovación en Aguascalientes, México, uaa-ita, 2005, pp. 349-384. También, de la misma autora, “Un acercamiento al Sistema Regional de Innovación de Aguascalientes a través de sus códigos lingüísticos en la prensa”, en Memoria del xi Simposio Estatal de Investigación y Desarrollo Tecnológico en Aguascalientes, Ags., 20-24 de no-viembre de 2004, p. 126. Asimismo, Marco Alejandro Sifuen-tes Solís, Los significados de la modernidad arquitectónica

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en los medios impresos de Aguascalientes (1917-1945) (tesis de maestría), Aguascalientes, uaa, 2004.12 La expresión es de Néstor García Canclini, La globalización imaginada, México, Paidós, 2000. 13 Cfr. Carlos Pereda, “Historias y argumentos”, en Diánoia, vol. xlvi, num. 47, fce-unam, México, 2001, pp. 13-14 y 16. 14 Aureliano Ortega Esquivel, Crisis de la Razón Histórica, México, ugto, 2000, p. 9.15 Enrique Dussel, “El método analéctico y la filosofía latinoa-mericana”, en R. Ardiles et al., Hacia una filosofía de la libera-ción latinoamericana, Buenos Aires, Bonuni, 1973. 16 Mauricio Beuchot, Tratado de hermenéutica analógica, México, unam, 1997.17 Ayuntamiento de Aguascalientes, La Obra Pública en el Mu-nicipio de Aguascalientes, Primera parte (1921-1956) y Segun-da Parte (1956-1992), Aguascalientes, 1992. 18 Ver también Síntesis Informática, Información procesada de prensa, publicación independiente, varios números, Aguasca-lientes, ca. 1983-1987. 19 Alejandro Acosta Collazo, op. cit. 20 J. Jesús López García, Protomodernidad arquitectónica en Aguascalientes (1884-1920), vol. 1, México, uaa, 2007 (col. Historia de la Arquitectura y el Urbanismo en Aguascalien-tes); del mismo autor Aguascalientes (1920-1944). La transi-ción arquitectónica, vol. 2, uaa, México, 2008 (col. Historia de la Arquitectura y el Urbanismo en Aguascalientes).21 C. Pereda, op. cit.22 Distinción hecha por Daniel Cosío Villegas, apud Álvaro Matute, “Prensa, sociedad y política (1911-1916)”, en Aurora Cano Andaluz (coord.), Las publicaciones periódicas y la his-toria de México (ciclo de conferencias), México, unam, 1995, p. 64. 23 Luz Elena Galván, “Leyes de 1930 y 1934 sobre protección y conservación de monumentos, Primera reunión para definir una política nacional de conservación de monumentos”, Cua-derno de Trabajo, num. 1, México, Dirección de Monumentos Históricos del inah, 1985, p. 69.

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Fondos Hemerográfico y Fotográfico.Archivo General Municipal de Aguascalientes (agma),

Fondo Histórico.

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INTRODUCCIÓNEl presente trabajo tiene por objetivo principal presentar las acciones de restaura-ción que se realizaron en la Casa Cural de Capuchinas de la ciudad de Morelia, du-rante el periodo de 2000 al 2006. Dichas acciones fueron realizadas en gran medida por la participación de la sociedad, bajo la coordinación administrativa del cura Efrén Cervantes Cervantes y la responsabilidad técnica corrió a cargo del quien esto presenta.

El concepto de restauración tiene múltiples concepciones, Cesare Brandi men-ciona que dicho concepto comúnmente se refiere a cualquier intervención que tiene por objetivo devolver la eficiencia a un producto de la actividad humana.1

Por su parte Carlos Chanfón definía que la restauración debe ser la intervención profesional en los bienes del patrimonio cultural, con el objetivo de proteger su ca-pacidad de delación, necesario para el conocimiento de la cultura.2 Esta óptica tiene que ver con lo que buscábamos al momento de concebir la intervención.

El principio rector de esta restauración fue la búsqueda de la conservación del inmueble, en virtud de la relevancia que tiene este conjunto arquitectónico como resultado de un proceso histórico-social de la ciudad, lo que demanda una concep-tualización del inmueble como organismo vivo que se adapta a la dinámica social y forma parte de sus transformaciones.

Para este trabajo se planearon acciones que garantizaran el cumplimiento de una función social, teniendo en cuenta que la mejor forma de preservar un edi-ficio histórico, es adaptarlo a un nuevo uso, que le permita disminuir los efectos de factores que tienden a reducir su vida, esto fue posible mediante las acciones de intervención material y posteriormente las de integración al contexto urbano-arquitectónico existente.3

En la actualidad el uso del edificio como Casa Cural de la parroquia de Ca-puchinas ha consolidado la presencia e identidad del inmueble dentro del centro

La participación del barrio

de Capuchinas de Morelia

en la restauración de

su casa cural

JOSÉ MARTÍN TORRES VEGA

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Histórico de la ciudad de Morelia, Mich., satisfaciendo la de-manda de equipamiento en ese aspecto.

Los principios normativos que se propusieron fueron:

- Que se garantizara la conservación del inmueble;- Que no se demandaran intervenciones, ni adecuaciones

radicales;- Que la nueva ocupación corresponda a la dignidad e im-

portancia del inmueble;- Que la restauración debe dirigirse al restablecimiento

de la unidad potencial de la obra, sin caer en la falsificación;4

- Respeto por la historicidad del edificio.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA CASA CURAL DE CAPUCHINASLa casa cural desde siempre formó parte del edificio religio-so, primero cuando se trataba de la capilla de Nuestra Señora de Cosamaloapan y más tarde del convento de monjas fran-ciscanas.

Sobre la fundación y erección de la primera capilla no se sabe gran cosa, sólo que se trataba de una fábrica modesta que alineaba su nave principal de oriente a poniente y su fa-chada miraba al poniente.

Fue hasta finales del siglo xvii que la familia De la Cer-da, especialmente don Mateo y su hijo Antonio, quienes para entonces conservaban el título honorario de caciques indíge-nas, que solicitaron y obtuvieron el 4 de noviembre 1680, la cesión y patronazgo para una fábrica mayor.5

Bajo la dirección de los caciques De la Cerda, se comenzó una nueva fábrica, aunque lamentablemente no existen datos del autor o autores del diseño y construcción.

En este lapso de 46 años de patronazgo, murieron los dos titulares, Mateo y Antonio, y los descendientes sin recursos y quizá sin mucho interés, dejaron que la fábrica se quedara estancada sin concluir.

Ante lo que don Marcos Muñoz de Sanabria, arcediano del templo catedral de Valladolid de Michoacán, solicitó ce-sión y traspaso de la merced y la obra.

En el año de 1726, se comenzaron los trámites y se co-menzó la obra, aunque fue hasta el año de 1730 en que se firmó el documento de cesión ante el escribano y notario real Francisco Espinoza, en el cual quedó establecido que la fami-lia de la Cerda renuncia a la merced y patronazgo que se les había otorgado en 1680, y esos derechos correspondían a don Marcos Muñoz de Sanabria.

Es posible que el nuevo recipiendario del templo de Nues-tra Señora de Cosamaloapan, hubiese solicitado la cesión debido a que estaba entre sus planes fundar el convento de monjas franciscanas en el terreno contiguo, mismo que con el paso de los años formaría un conjunto conventual conoci-do hasta la fecha como capuchinas.6

Desde la toma de posesión de don Marcos en 1726 se

continuó el trabajo de edificación, pues los anteriores respon-sables habían comenzado el nuevo templo pero sólo habían construido la mitad.

Gabriel Ibarrola en su libro de Familias y casas de la vieja Valladolid, refiere que don Mateo “[…] comenzó a fabricar la capilla sacándola de sus cimientos y levantando la capilla ma-yor, el crucero y una bóveda del cuerpo hasta cerrar ésta y la media naranja […]”.7

Quedaron pendientes de construcción dos cuerpos –los cuales iban coronados con bóveda– la fachada y la torre.8

Para 1730 ya se encontraba avanzada y prácticamente acabada la construcción del templo y parece que en este año se comenzó la fábrica del convento de monjas, en donde una de las primeras acciones que tomó don Marcos Muñoz fue el depósito de 8 000 pesos en el convento de Corpus Christi de la ciudad de México; con ese dinero –aunque lo hizo de manera anónima– seguramente pretendía se tomara en serio y se formalizara su propuesta de una fundación de monjas franciscanas.

Muy rápidamente debió de tomarse en serio la propuesta porque el 14 de marzo de 1734 se otorgó la Real Cédula, por parte de Felipe V en la cual se establecía de manera legal la fundación y dos años más tarde ya se había concluido de ma-nera satisfactoria la construcción del conjunto religioso, tal como quedó referido en un manuscrito de la época en donde se señalaba que el templo era muy “capaz y decente”, con lo necesario de coro, torre, sacristía, además de una casa acomo-dada para capellán.9

Esta última referencia nos indica que, la casa del capellán o Casa Cural de Capuchinas fue terminada en los primeros treinta años del siglo xviii y que fue parte de las instalaciones del conjunto conventual de Nuestra Señora de Cosamaloapan de la ciudad de Valladolid de Michoacán.

La bendición del convento se realizó el 23 de marzo de 1737 y llevó por nombre de Convento de Nuestra Señora de la Purí-sima Concepción de Cosamaloapan, el cual albergó religiosas clarisas pertenecientes del convento de Corpus Christi de la ciudad de México, del convento de Santa Isabel, del convento de Santa Clara de la ciudad de México y del de Santa Clara de Querétaro, además de las novicias de la nobleza indígena del Obispado de Michoacán.

El 24 de marzo, se realizó el traslado de las religiosas, mis-mas que partieron en una procesión solemne de la Catedral de Valladolid al barrio de Cosamaloapan, mismo que más tarde cambiaría su nombre por barrio de Capuchinas.10

A cinco años de la fundación, un documento de manuscrito de la época, refiere la existencia del convento de monjas fran-ciscanas.

[...] así en el barrio que llaman de Cosamaloapan y había el convento de Señoras Religiosas Capuchinas, y en otras partes de esta ciudad hay diversos solares dados a exceso de facultad por el señor Arce-diano que fue de esta santa iglesia don Marcos Muñoz de Sanabria, como patrono de dicho convento de señoras religiosas [...].

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A partir de la fundación del convento, la casa cural quedó ar-ticulada al conjunto, cumpliendo varias funciones, entre las que destaca de manera primordial la de albergar al cura que asistía a las religiosas; aunque también nos hace suponer que tenía otras funciones, tal como lo referimos en el siguiente apartado.

La casa funcionó desde 24 de marzo de 1737 hasta 1867 en que fue la exclaustración de las religiosas y posteriormente fue ocupada y abandonada en lapsos, aunque a principios del siglo xx estaba en ruina y cuando el padre Joaquín Altamira-no Rodríguez llegó como presbítero en principios de los años 60 del siglo xx comenzó algunas reparaciones.

LA CASA CURALNo se conoce información que abunde sobre las dimensiones, componentes y características de la Casa Cural, por lo que, lo ahora expuesto es producto de la información recogida en archivos que resguardan información histórica y las visitas en campo, en las cuales se ha analizado el objeto arquitectónico.Tampoco existe un plano histórico de la Casa Cural que per-mita conocerle; la referencia más antigua se encuentra en el plano de conjunto, realizado de manera anónima, fechado en mayo de 1888 (Gráfica 1), en el que se representó la Plaza de Capuchinas, el Hospital Civil, el templo y la habitación que corresponde al inmueble de nuestro interés, la Casa Cural, el corral y la huerta.12

Otro documento que contiene información sobre la Casa Cu-ral, es un reconocimiento y valuación que realizó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en el año de 1888.

[…] Por el poniente exceptuando el templo, se encuentra una finca con el nombre de convento chico, la considero en ruinas. Las rui-nas que forman este edificio son construidas de piedra y mezcla; las techumbres que lo cubren son envigadas con vigas de madera cu-biertas con ladrillo doble y los pavimentos de las piezas y corredores enladrillados (…) los patios son enlosados por valor de 7 441 varas cubicas de muros de piedra y mezcla a 300 centavos.Por valor de 3 178 varas cuadradas, de pared que demarcan la esti-mación a 100 cs. (…) valor de la Casa Cural suma $25, 501.00Morelia, Agosto 24 de 1888, Juan Reyes.13

Este documento a pesar de su brevedad es útil porque refie-re los materiales de los muros, pisos y techumbres, mismos que cotejamos al momento de la intervención material, claro se tomó en cuenta que hubo intervenciones que se realizaron después de este reconocimiento y antes de nuestra restaura-ción.

La casa cural se compone de un patio central rectangular, el cual tuvo corredores por tres lados, aunque dos de ellos se han perdido y sólo se conserva el del lado sur.

Consideramos que en realidad existieron estos corredores con sus apoyos, pues aún se conservan las basas.

En el muro poniente del patio se conservan dos argollas de cantería (toros), que posiblemente servían para atar animales de carga y transporte, lo que le confiere un toque rústico o rural.14

Con relación al uso de los espacios, éstos se organizaban alre-dedor del patio, al sur se encontraba espacios: la bodega, in-mediata al corral; los espacios del oriente se dedicaron al culto (sacristía y antesacristía), al norte y poniente se encontraban los espacios de habitación.

Al poniente del patio se localizaba un portal que supone-mos servía para alojar a los familiares de las monjas que ve-

Gráfica 1. Plano de conjunto del ex-convento de “capuchinas” en este momento Hospital Civil de Morelia, en la parte superior izquierda está la Casa Cural. Fuente: Archivo Particular de Fidel Fabián apff, expediente de Capuchinas, plano de mayo de 1888.

Gráfica 2. Planta de la Casa Cural de Capuchinas. Fuente: Levantamiento y plano del autor.

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nían del interior del Obispado de Michoacán a visitarles, pues recordemos que el convento albergó monjas de varios lugares del actual estado de Michoacán, como Aranza, Pátzcuaro, Zi-nápecuaro, etc. O algunas de Querétaro y ciudad de México.

La dimensión y morfología de los arcos del portal se apre-cia en las fachadas (Gráfica 3), particularmente en la parte inferior izquierda de la fachada poniente.

Inmediato al portal se encuentran la escalera que articula la planta baja con la planta alta.

La planta alta consta de una crujía en la que considero que es la única parte que no corresponde a la fábrica original del siglo xviii, es el local que se encuentra comprendido en los ejes 8-10 y E1-F.De manera general, la fábrica corresponde a lo construido en el siglo xviii, tanto en la distribución de los espacios, como en los materiales y sistemas constructivos.

CONDICIONES FÍSICAS ANTES DE LA INTERVENCIÓN MATERIAL Y LAS ETAPAS DE RESTAURACIÓNComo se ha mencionado con antelación, la Casa Cural se de-terioró a partir de la exclaustración de las monjas en el año den 1867, pues para 1888 –a sólo 21 años de su abandono– se encontraba sumamente deteriorada.El cura Joaquín y seguramente algunos antecesores le hicie-ron “reparaciones”, pero cuando se realizaron las visitas de prospección en principios del 2009, la casa se encontraba con los techos rotos, los aplanados húmedos y deteriorados, los pisos rotos, las instalaciones obsoletas e inservibles, etc. En suma, la casa estaba casi en ruinas, por lo que se decidió co-menzar por el portal sur, que era en donde se localizaba la bodega de granos.

PRIMERA INTERVENCIÓN MATERIAL: 2000-2002Se decidió comenzar por las áreas sur y norte de la Casa Cu-ral, debido a que aquí se encontraban dos espacios que no eran utilizados debido a las condiciones de deterioro que pre-sentaban; en cambio la planta alta, ubicada al nor-poniente, estaba siendo habitada por el sacristán. Por lo que se planeó restaurar esta parte y una vez concluidos los trabajos, trasla-dar al sacristán acá e intervenir la otra parte de la casa.El que esto escribe formuló la propuesta técnica al inah-Michoacán y los trabajos fueron autorizados bajo la licencia 286/2000, fechada en 29 de noviembre de 2000, bajo la res-ponsabilidad técnica de quien esto escribe (Gráfica 4).

Los trabajos como ya se mencionó, consistieron en el cam-bio de techumbres, pisos, aplanados e instalaciones, es decir que lo único que no se tocó fue la estructura, ni se alteró la disposición y distribución de los espacios.

La poquísima captación de recursos hizo que la primera etapa, aunque parecía de pequeñas dimensiones nos llevara más de un año. Así que una vez liberada la primera licencia, se propusieron los trabajos para la segunda etapa.

SEGUNDA INTERVENCIÓN: 2002-2004Los trabajos que se propusieron y autorizados por el inah-Michoacán para la siguiente etapa fueron los más complica-dos técnicamente y en volumen de obra fueron más copiosos.En esta ocasión se comenzaron los trabajos con la decons-trucción y reconstrucción por anastilósis de parte del muro poniente del patio. También se trabajó la parte poniente de la casa cural, la cual en planta baja correspondió al portal y oficina del párroco, la escalera y la planta alta usada hasta en-tonces por el sacristán (Gráfica 5).

Gráfica 4. Locales que fueron intervenidos en la primera etapa. Fuente: expediente del autor.

Gráfica 3. Fachadas de la Casa Cural de Capuchinas. Fuente: Levantamiento y plano del autor.

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La licencia inah emitida para estos trabajos fue la 295/02, fechada en 18 días del mes de diciembre de 2002 y el Depar-tamento de Licencias de Construcción del H. Ayuntamiento otorgó la propia bajo el número 20021237, fechada en 08 de abril de 2002.

TERCERA INTERVENCIÓN MATERIAL: 2004-2006La tercera intervención fue en realidad una continuación y hasta cierto punto un imprevisto que no se contempló en la primera licencia.

Se trató de la consolidación y puesta en uso de un pequeño anexo existente en la planta alta, construido en los años 60 del siglo xx.

Tanto el material como el sistema constructivo nos permi-ten corroborar que se trata de un agregado.

Al momento de la decisión se optó por dejarlo, ya que ape-lamos al criterio de respeto a la segunda historia, además el otro argumento es que dicho elemento era útil y necesario en las actividades que se pretendían para el nuevo uso que ten-dría la Casa Cural.

Las licencias para estos trabajos fueron expedidas de la si-guiente manera: la del H. Ayuntamiento es la 20031264, con fecha de 28 de mayo de 2003 y la del inah-Michoacán fue la 118/2004, fechada en mayo de 2004.

La ejecución de la obra implicó una inversión de tiempo muy grande con relación a lo restaurado, sin embargo hay que advertir que los recursos económicos en casi ninguna etapa fueron suficientes, por lo que la labor de eficientización y creatividad, estuvieron presentes para que se pudiera seguir adelante con la obra.

Me parece fundamental la labor del perito responsable del inah, Arq. Ricardo González, quien no solamente le dio se-guimiento y supervisión a la obra, sino que además asesoró en algunos trabajos que técnicamente resultaron difíciles.El otro aspecto que le dio sentido al trabajo fue la participa-

ción y compromiso de algunos habitantes del barrio, quienes se involucraron en el proceso.

LA PARTICIPACIÓN DEL BARRIOEl cura Efrén Cervantes fue asignado como párroco del tem-plo de capuchinas en el año de 1999. A su llegada comenzó una serie de trabajos que tenían como cometido la conser-vación del edificio de la Casa Cural. Pero no se contaba con recursos para realizar los trabajos, así que a través del púlpito solicitó a los habitantes del barrio su participación para la recolección de dinero.

La participación de los habitantes del barrio y de los fe-ligreses que asistían a los oficios divinos en el templo fue impresionante, a decir del cura Cervantes, la sociedad no sólo participó aportando recursos para la conservación del edificio, sino que además hizo suyo el espacio y el proyecto, adaptándolo a su dinámica social. Las formas de colecta de recursos económicos fueron básicamente de tres maneras:

Fiestas del temploLa fiesta mayor de la parroquia es la del Santo Niño Salvador, que se realiza el domingo más cercano al 6 de Agosto. En esta fiesta se instalan juegos mecánicos en el atrio del templo y va-rios puestos en los que se expenden: alimentos, “antojitos”, ju-guetes, etc., y los habitantes del barrio y de la ciudad concurren a consumir y por ende cooperar con los trabajos de restaura-ción, pues el párroco se encargaba de difundir que lo colectado sería para los trabajos de restauración de la Casa Cural

Días de Quermés Los trabajos de colecta de dinero comenzaron en enero del 2000, por lo que se organizó a una serie de voluntarias y voluntarios, para que cada domingo por la tarde instalaran puestos en el atrio y expendieran comida, “antojitos”, gelati-nas, refrescos e incluso en algunas ocasiones los voluntarios donaron ropa y objetos personales, para que se montara un

Gráfica 5. Locales que fueron intervenidos en la segunda etapa. Fuente: expediente del autor.

Gráfica 6. Intervención de la tercera etapa. Fuente: expediente del autor.

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bazar y se pudiera colectar una mayor cantidad de dinero.

Donativos y limosnasEl tercer rubro en la colecta de dinero fue el relativo a los do-nativos y las limosnas. Los donativos generalmente fueron de cantidades fuertes en efectivo o cheque. Los donadores en su mayoría fueron comerciantes y empresarios, mismos que en prácticamente todos los casos prefirieron guardar el anoni-mato y solicitaron no aparecer en la lista de voluntarios.

Las limosnas fueron recaudadas en las misas y distintos oficios divinos, en los cuales el padre solicitó y comentó que los dineros serían usados en los gastos de la obra de restaura-ción.

CONCLUSIÓNLa restauración y conservación de edificios es una tarea com-pleja que implica la participación de diferentes personas e ins-tituciones.

Una parte fundamental para que se realizara la restaura-ción fue la recaudación de recursos económicos, en la cual los voluntarios y donadores fueron piezas claves, sin embargo también hay que reconocer que la gente del barrio y de la ciu-dad, tuvieron una participación importante al cooperar con el consumo de lo que se expendía, participando de esa manera.Creemos que la forma más óptima de preservar un edificio es adaptarlo a las necesidades de los usuarios y su contexto, tal como sucedió con la Casa Cural del barrio de Capuchinas.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Cesare Brandi, Teoría de la restauración, Madrid, Alianza Editorial, 1995, p. 13.2 Carlos Chanfón Olmos, Fundamentos teóricos de la restau-ración, México, unam, 1996, p. 303.3 Eugenia María Azevedo Salomao, “El reciclaje en zonas pa-trimoniales potencialidad de uso de los edificios” en Revista asinea, múm. 8, año 5, mayo de 1996, p. 31.4 Cesare Brandi, op. cit. p. 17.5 José Martín Torres Vega, Los conventos de monjas en Va-lladolid de Michoacán. Arquitectura y urbanismo en el siglo xviii, Morelia, Gobierno de Estado de Michoacán/ Secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente/umsnh, 2004, p. 76.6 José Martín Torres Vega, “Don Marcos Muñoz de Sanabria. Un arcediano benefactor de los conventos de monjas en Va-lladolid de Michoacán” en Boletín de Monumentos Históricos, México, inah, núm. 8, septiembre-diciembre 2006, p. 73.7 Gabriel Ibarrola Arriaga, Familias y casas de la vieja Valla-dolid, Morelia, Fimax Publicistas, 1996, p. 277.8 La torre en su cara frontal tiene inscrito sobre la piedra: AÑO DE 1732, lo que nos permite suponer que se refiere a la fecha de terminación de la misma, es decir que para el año de 1730 sólo estaba concluida la nave del templo con sus bóvedas, cúpula y la fachada.9 Archivo General de Notarías de Morelia en adelante agnm, Protocolo, vol. 86, fs. 218-219 v., año de 1736.

10 El convento de Nuestra Señora de Cosamaloapan, pertene-ció a la Primera Regla de Santa Clara, por lo tanto, legalmente era un convento de clarisas no de capuchinas, sin embargo popularmente se les llamó capuchina” y así se quedó desde su fundación y hasta la fecha, por lo que ambos nombres son correctos y aceptados.11 Archivo Histórico Municipal de Morelia en adelante ahmm Actas de Cabildo, Libro 22, año de 1742-1759, Valladolid, se-sión del 20 de enero de 1752, fs. 153-154.12 Archivo Particular de Fidel Fabián en adelante apff, expe-diente de Capuchinas, plano de mayo de 1888.13 apff, expediente de Capuchinas, Año de 1888.14 José Martín Torres Vega, Reconstrucción histórica del con-junto conventual “Capuchinas” de Morelia (tesis de arquitec-to), Morelia, umsnh, 1999, p. 54.

BIBLIOGRAFÍAazevedo Salomao, Eugenia María, “El reciclaje en zonas

patrimoniales potencialidad de uso de los edificios” en Revis-ta asinea, núm. 8, Año 5, mayo de 1996.

brandi, Cesare, Teoría de la restauración, Madrid, Alian-za Editorial, 1995.

chanfón Olmos, Carlos, Fundamentos teóricos de la res-tauración, México, unam, 1996.

ibarrola Arriaga, Gabriel, Familias y casas de la vieja Valladolid, Morelia, Fimax Publicistas, 1996.

torres Vega, José Martín, Reconstrucción histórica del conjunto conventual “Capuchinas” de Morelia (tesis de arqui-tecto), Morelia, umsnh, 1999.

____, Los conventos de monjas en Valladolid de Michoacán. Arquitectura y urbanismo en el siglo xviii, Morelia, Gobierno de Estado de Michoacán/Secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente/umsnh, 2004.

____, “Don Marcos Muñoz de Sanabria. Un arcedia-no benefactor de los conventos de monjas en Valladolid de Michoacán” en Boletín de Monumentos Históricos, México, inah, núm. 8, septiembre-diciembre 2006.

FUENTES DOCUMENTALESArchivo General de Notarías de Morelia, agnm, Protocolo,

vol. 86, fs. 218-219 v., año de 1736.Archivo Histórico Municipal de Morelia, ahmm, Actas de

Cabildo, Libro 22, año de 1742-1759, Valladolid, sesión del 20 de enero de 1752, fs. 153-154.

Archivo Particular de Fidel Fabián, apff, expediente de Capuchinas, plano de mayo de 1888.

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INTRODUÇÃOA importância de desenvolver ações de documentação, conservações e proteção da arquitetura e de conjuntos urbanos e paisagísticos construídos segundo os princí-pios do Movimento Moderno tem sido trabalho do docomomo Brasil, representa-ção brasileira da organização não-governamental internacional docomomo.1 Esta organização tem como um dos principais objetivos promover o conhecimento e a reflexão sobre o Movimento Moderno e as manifestações artísticas e técnicas a ele relacionadas.

Conhecer as vicissitudes e a realidade dos arquitetos modernos de Uberlândia é tema já trabalhado por um grupo de pesquisadores da Faculdade de Arquitetura e Urbanismo e Design da Universidade Federal de Uberlândia. Esse projeto pretende ser a continuação de estudos já elaborados por Maria Elisa Guerra e Patrícia Pimen-ta com as análises do conjunto da obra do arquiteto João Jorge Coury considerado o pioneiro da arquitetura moderna em Uberlândia e região e Maria Beatriz Camargo Cappello que elaborou, junto com alunos de iniciação científica, um levantamento e sistematização da documentação referente à produção do arquiteto Elifas Lopes Martins que se destaca entre a linguagem da arquitetura moderna em Uberlândia.

Marilia Maria Brasileiro T. Vale vem atuando em pesquisas na área de Historia da Arquitetura referente a produção do século xix e Preservação do Patrimônio Edificado, desenvolvendo vários projetos de pesquisa junto com os alunos.

Além da formação de profissionais a Faculdade tem atuado na região do Triân-gulo Mineiro e Alto Paranaíba prestando serviços de identificação e preservação do patrimônio arquitetônico da região. Esse material levantado servirá de apoio para fortalecer estas ações e será também de uso didático para as disciplinas de gradua-ção e futura pós-graduação a ser implantada junto a faurb nesta área.

Documentação da

Arquitetura Moderna no

Triângulo Mineiro e Alto

Paranaíba: História e

PreservaçãoMARIA BEATRIZ CAMARGO CAPPELLO

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OBJETIVOS GERAISA pesquisa objetiva estabelecer uma base documental consis-tente para a reavaliação da produção projetual da arquitetura moderna em Minas Gerais referente à região do Triângulo Mineiro e Alto Paranaíba. Pretende-se dar continuidade ao levantamento, sistematização e análise da documentação re-ferente à produção da Arquitetura Moderna que contribui de forma significativa para a constituição das características especificas da produção arquitetônica em Minas Gerais en-tre 1960 e 1970. Essa documentação inclui texto, publicados ou não, de e sobre os profissionais envolvidos, documentação iconográfica sobre os projetos e obras, depoimentos dos pro-tagonistas ou contemporâneos, etc.

Através da leitura das obras e projetos, busca-se identifi-car as referências teóricas e projetuais dos profissionais das obras pesquisadas.

Os pesquisadores envolvidos com esta pesquisa vêm de-senvolvendo suas análises tentando perceber os fatores mais significativos da disseminação dos valores da arquitetura moderna na região. Buscamos em um primeiro momento es-tabelecer a relação destes arquitetos e a escola de arquitetura se sua formação, como centro formador e disseminador de idéias e ambiente de discussão fundamental para a afirma-ção da arquitetura entre os jovens recém-formados que iriam se deslocar pelo país em busca da oportunidade da atividade de projetista.

Outro aspecto fundamental da pesquisa é suprir uma lacuna na historiografia da arquitetura brasileira fora dos grandes eixos de desenvolvimento do país referente à produ-ção arquitetônica e urbanística que contribuíram de forma significativa para a constituição de características especificas na região do Triângulo Mineiro e Alto Paranaíba.

A pesquisa é de grande importância também para a con-solidação do Núcleo de Pesquisa em História da Arquitetura e Urbanismo da Faculdade de Arquitetura e Urbanismo e Design da Universidade Federal de Uberlândia. Esse núcleo se articula em torno da área de Teoria e História da Arqui-tetura e Urbanismo no Brasil e vem colaborando para a pre-servação do patrimônio arquitetônico e urbanístico desta região.

OBJETIVOS ESPECÍFICOSIdentificar a produção da Arquitetura e Urbanismo Moder-no das cidades da região do Triângulo Mineiro e Alto Para-naíba em Minas Gerais.

Analisar o impacto da introdução da arquitetura moder-na nos espaços urbanos e no desenvolvimento das cidades destacando a concepção urbana presente.

Detectar como o vocabulário moderno é absolvido na ar-quitetura de caráter “popular”.

Identificar o patrimônio com importância para preserva-ção e estimular esta prática.

Identificar os profissionais responsáveis pela produção dessa arquitetura e sua formação.

Constituir um acervo de referência com respeito à arqui-tetura moderna que possibilite o desenvolvimento de trabal-ra moderna que possibilite o desenvolvimento de trabal-hos monográficos que tentem suprir a carência de uma do-cumentação sistemática da arquitetura moderna em Minas Gerais.Divulgar o patrimônio arquitetônico moderno da região criando um Banco de Dados na web site da faurb.

METODOLOGIAA pesquisa se organiza a partir da documentação e análise das obras de arquitetura moderna que tiveram uma atua-ção significativa na constituição da arquitetura moderna na região do Triângulo Mineiro e Alto Paranaíba. Procura-se desta forma repensar o processo de formulação dessa arqui-tetura em Minas Gerais identificando o diálogo que aqui se estabeleceu com outros pólos de produção.

As cidades da região que fazem parte desta pesquisa, des-tacadas pelo seu desenvolvimento por Marília Maria Brasi-leiro Teixeira Vale em sua pesquisa: Arquitetura Religiosa do século xix no antigo “Sertão da Farinha Podre” são: Uberlân-dia, Uberaba, Prata, Ituiutaba, Araxá, Sacramento, Estrela do Sul, Monte Carmelo, Araguari, Patos de Minas, Monte Ale-gre, Tupaciguara, Campina Verde, Campo Florido, Frutal, Conquista, Conceição das Alagoas, Patrocínio, Coromandel e Rio Paranaíba.

Em primeiro lugar realizou-se um levantamento biblio-gráfico referente a produção da arquitetura moderna inter-nacional, nacional e regional, contextualizando a produção com o período de estudo. Após este trabalho bibliográfico realizado junto aos alunos de iniciação cientifica iniciou-se o inventario dos projetos arquitetônicos e urbanísticos mo-derno desta região.

A partir do estudo de modelos de fichas para inventá-rio foi adotada como base a ficha elaborada pelo docomo-mo para realizar a catalogação a partir da identificação dos edifícios, conforme em anexo. Existem dois tipos de fichas adotadas pelo docomomo, uma simples, que foi adotada para documentação geral do movimento moderno nas cidades e uma ficha completa, utilizada para análise detalhada dos edifícios selecionados. Este estudo específico de cada edifício busca compreender a implantação das obras e seu impacto nas cidades a partir de análises de suas características for-mais e construtivas.

Ao adotar as fichas para inventário elaborado pelo doco-momo busca-se uma padronização dos dados sobre o movi-mento moderno no Brasil, proposto pelo Grupo de Trabalho sobre inventários, formado pelo docomomo Brasil, que tem como objetivo um trabalho em rede nacional contribuindo com os propósitos do docomomo internacional.

No primeiro ano da pesquisa contamos com apenas dois alunos de iniciação científica no primeiro semestre e quatro alunos no segundo semestre. Optou-se assim pela elabora-ção em grupo do inventário geral da arquitetura moderna

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nas duas cidades maiores a serem pesquisadas, Uberlândia e Uberaba. As atividades na cidade de Uberlândia partiram do estudo de trabalhos já desenvolvidos por professores e alunos do Curso de Arquitetura e Urbanismo, referentes à produção do movimento moderno na cidade. Primeiramente foi reali-zado o preenchimento das fichas de inventário das obras dos arquitetos João Jorge Coury e Elifas Lopes Martins.

As obras de arquitetura moderna foram catalogadas a par-tir de fontes bibliográficas e visitas as cidades estudadas. As pesquisas nas cidades se iniciaram com visitas aos Arquivos Públicos Municipais, Bibliotecas das Escolas de Arquitetura e Urbanismo (no caso de Uberlândia e Uberaba), acervos par-ticulares, entrevistas com arquitetos e identificação in loco, de uma produção ligada ao movimento moderno, através de per-cursos nas ruas das cidades pelo grupo de pesquisa, o quem tem propiciado descobertas impressionantes.

Esta primeira fase da pesquisa que foi concluída no final de 2008 e contou com o financiamento da fapemig e pibic cnpq e fapemig.

Em 2009 demos início a segunda fase da pesquisa que pre-tende fazer uma seleção das obras mais características des-tacando suas particularidades através do levantamento dos projetos arquitetônicos e urbanos modernos para situar assim estas obras na arquitetura moderna brasileira.

A partir desse percurso acreditamos ser possível averi-guar, de modo detido, como se insere a produção arquitetôni-ca e urbanística moderna nesta região de Minas Gerais e es-tabelecer um diálogo que se processa na constituição de uma arquitetura moderna brasileira.

Cada pesquisador da equipe é responsável pela organi-zação de referências documentais e bibliográficas e pela sua divulgação referentes as suas cidades de estudos. Estes docu-mentos alimentaram o Banco de Dados que será elaborado pela pesquisa e coordenado per Flavia Ballerini. A discussão para a estruturação, elaboração e funcionamento deste Banco de Dados será objeto de discussão inicial, para que posamos sistematizar, discutir e consolidar as formas de registro e me-todologias empregadas ao longo da realização da pesquisa e da utilização de outras pesquisas já realizadas no núcleo que serão integradas a este Banco de Dados.

Assim, a nossa proposta de trabalho, a consolidação e di-fusão dos resultados das pesquisas, envolvem a formulação deste Banco de Dados, que será capaz de fornecer cruzamen-tos de fontes de desta e de outras pesquisas.

O eixo estruturador deste banco será o Movimento Mo-derno e seu desenvolvimento na produção das cidades estu-dadas e que poderá acolher outras pesquisas voltadas para este tema. Pretende-se assim constituir uma interface que possa agregar os resultados alcançados pela pesquisa, assim como, estabelecer os possíveis cruzamentos com outros Ban-cos de Dados que complementem estes estudos e garanta um sistema inteligente de busca dos conteúdos disponibilizados pela pesquisa.

Este Banco de Dados será instrumento de pesquisa para os integrantes deste projeto e de quaisquer outros que venham a desenvolver atividades de investigação relacionadas ao tema desenvolvido. Constitui-se assim, ao mesmo tempo, um ins-trumento de trabalho e resultado do projeto.

A partir desta documentação que alimentará este Banco de Dados, acreditamos ser possível averiguar, de modo deti-do, como se insere a produção arquitetônica e urbanística mo-derna nesta região de Minas Gerais e estabelecer um diálogo que se processa na constituição de uma arquitetura moderna brasileira.

El equipe executora sem: professores da Faculdade de Ar-quitetura, Urbanismo e Design da Universidade Federal de Uberlândia com dedicação exclusiva e formação na área de História da Arquitetura e Urbanismo e alunos de iniciação científica desta Faculdade.

Luis Eduardo Borda, arquiteto, mestre em História Social da Cultura com a dissertação intitulada Oscar Niemeyer. Ar-quitetura enquanto imagem. Doutor em Artes pelo programa de Pós-Graduação da Escola de Comunicação e Artes da usp-sp com a tese intitulada O nexo da forma. Oscar Niemeyer: da arte moderna ao debate contemporâne”. É o responsável direto pelo levantamento, sistematização documental e análises das seguintes cidades: Ituiutaba, Prata, Campina Verde, Campo Florido e Frutal. Desenvolve pesquisa sobre a arquitetura moderna focalizando as interlocuções com as artes plásti-cas referentes à concepção do espaço, o plano e importância conferida à superfície enquanto elemento de determinação espacial. Assimilada pela arquitetura enquanto elemento au-tônomo e aberto a infinitas possibilidades de articulação, a superfície passou a comparecer como elemento importante na conformação da própria linguagem arquitetônica moderna. O levantamento do extenso acervo de arquitetura moderna, re-alizado pela equipe de professores e alunos da faurb, colocou a indagação a respeito do modo como a arquitetura produzida no Triângulo Mineiro e Alto Paranaíba responde à questão do plano moderno. Neste projeto pretende aprofundar o modo particular como o plano ou a idéia do plano surge em alguns desses projetos levantados. Luiz Carlos de Laurentiz, arquite-to, mestre em Arquitetura com a dissertação intitulada Consi-derações sobre a Preocupação Social na Arquitetura Moderna no Brasil das origens a 1945 no eixo São Paulo Rio de Janeiro. Doutor em Comunicação e Cultura Contemporâneas no Pro-grama de Pós-Graduação em Comunicação e Cultura Con-temporâneas na ufba com a tese intitulada: Salvador como fato de Cultura: um mapeamento cognitivo com representações da cidade da Bahia nos produtos, imagens e linguagens de Cae-tano Veloso e Lina Bo Bardi. É o responsável direto pelo levan-tamento, sistematização documental e análise das seguintes cidades: Uberlândia, Araguari, Estrela do Sul, Patrocínio e Monte Carmelo. Será responsável pela pesquisa dos acervos textuais e fotográficos dos arquivos municipais e particulares dessas cidades referente a difusão da arquitetura moderna.

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pArte i/ mAriA beAtriz cAmArgo cAppello / documentAção dA ArquiteturA modernA no triângulo mineiro e Alto pArAnAíbA

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Marilia Maria Brasileiro Teixeira Vale, arquiteta, mestre em Teoria e História da Arquitetura com a dissertação inti-tulada Arquitetura Moderna no Brasil e seu contexto cultural. Doutora em Arquitetura e Urbanismo com a tese intitulada: Arquitetura Religiosa do século xix no antigo ‘Sertão da Fa-rinha Podre’, com trabalhos de História da Arquitetura na América Latina. É a responsável direta pelo levantamento, sistematização documental e análise das seguintes cidades: Patos de Minas, Coromondel, Rio Paranaíba, Tupaciguara, Monte Alegre e Abadia dos Dourados. Neste projeto, preten-de aprofundar a reflexão a tradição e o moderno, analisando a presença do caráter popular ou vernacular, no processo de di-fusão dos princípios e soluções da Arquitetura Moderna que se faz presente em todas as cidades pesquisadas.

Maria Beatriz Camargo Cappello, arquiteta urbanista, mestre em arquitetura com a dissertação intitulada Arquitetu-ra e paisagem nas casas de Rino Levi. Doutora com a tese inti-tulada: Arquitetura em revista: arquitetura moderna no Brasil e sua recepção nas revistas francesas, inglesas e italianas (1945-1960). Como Coordenadora geral da pesquisa é responsável pela articulação do trabalho dos diversos pesquisadores e pela adequação ao plano geral e ao cronograma físico apresenta-do. É responsável também pela programação e realização dos seminários de sistematização teórica e metodológica dos qua-dros historiográficos e conceituais implicados na realização da pesquisa e que devem garantir a coerência e homogeneida-de do trabalho de toda a equipe.Seus trabalhos anteriores de pesquisa sobre a arquitetura paulista e, posteriormente, com a produção geral da arquitetura moderna no Brasil, desenvolve atualmente uma pesquisa sobre a arquitetura moderna brasi-leira publicada em revistas especializadas nacionais, permi-tirão embasar a verificação das hipóteses relativas à articula-ção e leituras com referencias básicas. É a responsável direta pelo levantamento, sistematização documental e análise das seguintes cidades: Uberaba, Araxá, Sacramento e Conquista e ficará responsável pela pesquisa dos acervos textuais e foto-gráficos dos arquivos municipais e particulares dessas cida-des referente a difusão da arquitetura moderna.

Flávia Ballerini, arquiteta e urbanista, mestre em arquite-tura, com a dissertação intitulada Sistemas Interativos Digi-tais em Processo Participativos de Projeto. Um estudo de caso: Mutirão São Gabriel. Coordenará o Baco de Dados da pes-quisa, sendo responsável pela orientação dos bolsistas de ini-ciação científica na alimentarão do Banco Dados e na criação de multimídia eletrônica interativa para ambiente da internet, com o objetivo de disponibilizar, no web site da faurb, os da-dos coletadas pela pesquisa acerca da Arquitetura Moderna no Triângulo Mineiro e Alto Paranaíba.

Patrícia Pimenta Azevedo Ribeiro, arquiteta, mestre em arquitetura, com a dissertação intitulada A Difusão da Ar-quitetura Moderna em Minas – O Arquiteto João Jorge Coury em Uberlândia. Doutora em Arquitetura e Urbanismo, com a tese intitulada: Teoria e Prática: a obra do arquiteto Richard

Neutra”. Em estudos anteriores abordou a pesquisa sobre o arquiteto João Jorge Coury e sobre a arquitetura residencial moderna em Uberlândia dentro do projeto de pesquisa Sis-tematização do Banco de Dados da Produção Arquitetônica em Uberlândia. A professora é responsável pela sistemati-zação, documentação e análise das obras do arquiteto João Jorge Coury em Uberlândia e região, pela pesquisa da arqui-tetura residencial moderna em Uberlândia e responsável pela organização da pesquisa nos acervos projetais. É responsável pela orientação de bolsista de iniciação científica que farão a compilação e atualização dos dados anteriormente levan-tados integrando ao Banco de Dados que será criado segun-do os parâmetros indicados pelo grupo de pesquisadores do projeto de pesquisa.

TRABALHOS DE INICIAÇÃO CIENTÍFICAAo longo da pesquisa estão sendo realizados trabalhos de iniciação científica, com os alunos de graduação da Facul-dade de Arquitetura e Urbanismo e Design da Universidade Federal de Uberlândia, para a elaboração de pesquisa junto aos professores. Atualmente a pesquisa conta com 4 bolsistas de iniciação científica. Cabe destacar que os trabalhos dos alunos de graduação não se restringiram ao de auxiliares de pesquisa, mas se objetiva na sua formação como futuros pesquisadores, assim, na medida de suas possibilidades, par-ticipam do trabalho de análise e sistematização do material levantado bem como dos seminários e reuniões de avaliação de andamento da pesquisa.

Os alunos que fazem parte deste projeto têm manifesta-do grande envolvimento na pesquisa com apresentação de trabalhos em Congressos e Seminários. Este fato demonstra que a pesquisa tem colaborado para o crescimento acadêmi-co dos alunos envolvidos.

Todos os projetos de iniciação científica têm por objeti-vo principal: contribuir para o conhecimento da Arquitetu-ra Moderna construída em cidades do Triângulo Mineiro e Alto Paranaíba; identificar os produtores e responsáveis pela construção dos edifícios em estudo; analisar os aspectos for-mais e técnico-construtivos dos edifícios; compreender o processo de implantação do movimento moderno nas cida-des da região em estudo a partir do impacto dessas obras nas comunidades.

COLABORAÇÕES/PARCERIASOs pesquisadores deste projeto têm, relações de pesquisa e interlocução com outras instituições participando em redes de pesquisas, realização de pós-doutoramentos e pesquisas, participação em congressos e seminários e publicação de ar-tigos e livros.

O projeto também se insere nas discussões do Grupo de Trabalho sobre inventários do docomomo Brasil em especial com o docomomo/mg, docomomo/ba, docomomo /pe, do-comomo/sp e docomomo/bsb estabelecendo interlocuções

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com pesquisadores das ufv, ufjf, ufp, ufba, ufmg, pucmi-nas e usp/sp.

CONCLUSÃOA partir dessa pesquisa ainda em andamento acreditamos ser possível averiguar, de modo detido, como se insere a produ-ção arquitetônica e urbanística moderna nesta região de Mi-nas Gerais e estabelecer um diálogo que se processa na cons-tituição de uma arquitetura moderna brasileira.Alguns resultados já foram obtidos pelo inventário realizado em 2007 e 2008:

- Estabelecimento de uma metodologia adequada à coleta do material.- O reconhecimento visual da arquitetura moderna pelos alu-nos de iniciação cientifica nas cidades estudadas a partir de pesquisas em acervos, banco de dados municipais, entrevis-tas com arquitetos locais e pesquisa a acervos particulares; - A elaboração das fichas de inventário das obras pesquisadas como uma primeira analise das obras; - Coleta de material sobre as obras como fotografias, dese-nhos e plantas; - Reconhecimento de alguns arquitetos importantes locais e da qualidade da Arquitetura Moderna nas cidades abrangi-das pela pesquisa. - Rastreamento das escolas de origem dos principais arquite-tos que atuaram no período e as relações das discussões aca-dêmicas na época de suas formações e as obras investigadas;- Criação de um web-site disponibilizando o material coleta-do pela pesquisa à consulta na rede- Confirmação do período – entre as décadas de 1960 e 1970 - de implantação e consolidação da linguagem moderna nas cidades da região que experimentaram algum crescimento nestas décadas;

Os profissionais identificados na pesquisa estabelecem vários de tipos de relações com as cidades, os quais denominaram de arquitetos “migrantes”, “peregrinos”, “nativos”, “forastei-ros” e “titãs”. Já foram identificados os seguintes arquitetos: João Jorge Coury “Pioneiro Peregrino”–Uberlandia (1940-1960), Bardi, Marcelo Ferraz, André Vainer, Escritório Rino Levi, Paulo Zimbres e o Paisagista Burle Marx, José Carlos Laender, Kadmo de Paula, Walmyr Lima Amaral, Walter L. Morrison, Pedro A. V. Franco, Jarbas Karman, Oswaldo Bra-tke, Francisco Bolonha, Oscar Niemeyer, Lina Bo, Gultzgoff, Ivan Cupertino, Harley Simão, Elifas Lopes Martins, Wagner Schroden, Sylvio Vasconcelos, Raphael Hardy Filho, Ulbiano Muniz, Fernando Graça, Roberto Pinto Manata, Helvio Feli-ce, Natalino David Thomaz, Germano Jorge Coury, Miguel Juliano, Paulo de Freitas.

A seguir apresentaremos as obras de alguns deles através das imagens coletas como uma amostragem do material que esta sendo pesquisado.

Gráfica 1. Residência Benedito Modesto Souza. Fonte: Núcleo de Teoria e História da Arquitetura e Urbanismo-faurb

Gráficas 2, 3, 4. Residência Laerte Alvarenga de Figueiredo. Fonte: Arquivo do Núcleo de Teoria e História da Arquitetura e Urbanismo - faurb Germano Gultzgoff “Migrante”-Uberaba (1960-1970)

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pArte i/ mAriA beAtriz cAmArgo cAppello / documentAção dA ArquiteturA modernA no triângulo mineiro e Alto pArAnAíbA

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Gráfica 5. Incubatório Diamante – Antiga Industria alimentícia Rezende atualmente Sadia. Fonte: Arquivo do Núcleo de Teoria e História da Arquitetura e Urbanismo-faurbOscar Niemeyer – “Titãs” – Uberaba – 1960

Gráficas 6, 7 e 8. Igreja Espírito Santo do Cerrado. Lina Bo Bardi – Uberlândia – 1970-1980. Fonte: Arquivo do Núcleo de Teoria e História da Arquitetura e Urbanismo-faurb

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Nueva arquitectura en contextos históricos

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INTRODUÇÃO Este trabalho tem por objetivo apresentar para discussão três experiências de in-serção de edifícios novos em sítios históricos brasileiro, colocando em evidência os argumentos que articularam os debates –a favor e contra– dessas realizações, buscando-se compreender os parâmetros e os valores de cada época na construção do diálogo entre o “novo/presente” e o “passado/memória”.

GRANDE HOTEL DE OURO PRETO, OURO PRETO, MINAS GERAISOuro Preto, no Estado de Minas Gerais, foi umas primeiras cidades coloniais a receber proteção legal como patrimônio histórico brasileiro. A cidade colonial foi o mais importante núcleo de mineração do século xviii; a partir de 1897, com a transferência da capital da Província de Minas Gerais para Belo Horizonte, perdeu prestígio e parte de sua população, o que, indiretamente, favoreceu a preservação de suas características coloniais. Em 1933, a cidade foi reconhecida como Monu-mento Nacional por decreto federal,1 mas o país ainda não contava com instrumen-tos legais ou qualquer órgão voltado para a proteção de seu patrimônio, o que só teve início em 1934, com a criação da Secretaria do Patrimônio Histórico e Artísti-co Nacional (sphan). Em 1937, o decreto lei federal no. 252 estabeleceu a legislação específica que deu suporte jurídico para a ação protecionista do Estado; em abril do ano seguinte, pautada na nova lei, Ouro Preto foi tombada em nível federal.3 Em 1980, a cidade foi reconhecida como Patrimônio da Humanidade pela unesco.

Construído no período de 1940 a 1944,4 no centro do núcleo urbano histórico, o Grande Hotel de Ouro Preto, projetado pelo então jovem arquiteto Oscar Niemeyer –quando seu talento e a arquitetura moderna brasileira começavam a despontar– pode ser considerada a obra que inaugurou o debate, no cenário nacional, relativo à construção de um edifício moderno em um sítio histórico e a possibilidade de diálogo do novo com o antigo.

A inserção de novas construções

em áreas históricas: três exemplos

no Brasil

MARÍLIA MARIA BRASILEIRO TEXEIRA VALEKARINE CAMILA OLIVEIRA

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A iniciativa da construção de um hotel em Ouro Preto partiu de seu prefeito, Washington Dias, logo após o decreto de tombamento, contando como o apoio do então diretor do sphan, Rodrigo de Mello Franco, com o objetivo de incre-mentar o turismo e a economia da cidade, que não contava com nenhum tipo de infra-estrutura que pudesse atender aos visitantes.

O terreno para construção do hotel foi cedido pelo Go-O terreno para construção do hotel foi cedido pelo Go-verno de Minas Gerais, em uma encosta de morro na Rua das Flores, entre a Praça Tiradentes –onde se localiza o Pa-lácio dos Governadores– e o Largo da Casa dos Contos, ten-do sido descartadas as propostas de sua construção em uma área fora do núcleo histórico ou a re-adequação de algum imóvel já existente. A elaboração do projeto ficou a cargo dos técnicos do sphan, que contava com pequena, porém com-petente equipe técnica formada por arquitetos do porte de Lucio Costa.

Foi então elaborado um projeto de autoria do arquiteto Carlos Leão, assessor técnico do sphan que também inte-grou a equipe de arquitetos que projetou o Ministério de Educação e Saúde no Rio de Janeiro, juntamente com Oscar Niemeyer e Lúcio Costa.5 No entanto, o projeto apresentado no final de 1938, seguia o estilo neocolonial.6 A apresentação de um novo projeto de autoria de Oscar Niemeyer, também técnico do sphan,7 daria ensejo a uma polemica que extra-polaria o âmbito do sphan, chegando aos jornais, abrindo espaço tanto para a discussão da relação da arquitetura mo-derna com os sítios históricos como da sua própria afirma-ção no cenário nacional.

A primeira proposta de Niemeyer compreendia um blo-co retangular, implantado no nivelamento da cota mais alta do terreno, em posição oblíqua à rua e paralela ao morro, acompanhando a curva de nível, gerando um espaço aberto na frente do edifício aproveitado para a rampa de acesso de veículos e jardins. Essa implantação obedece à mesma im-plantação verificada na Escola Estadual Dom Pedro ii, cons-truída no início do Século xx no terreno da lateral direita. Com quatro pavimentos sobre pilotis, possuía estrutura in-dependente de concreto, lajes de piso, cobertura em balanço e cobertura com gramado; a empena lateral direita, voltada para o Palácio dos Governadores, era arrematada em chan-fro. Na segunda proposta de Niemeyer, a empena chanfrada foi eliminava; o edifício recebeu um subsolo e a cobertura gramada foi substituída por uma cobertura de duas águas.

O projeto de Niemeyer foi aprovado pela municipalidade em setembro de 1939. A discórdia gerada dentro do próprio órgão de preservação pela escolha do projeto de Niemeyer, em detrimento ao projeto neocolonial de Carlos Leão, pode ser depreendida do documento que Lúcio Costa, assessor do sphan, enviou ao diretor da casa, intervindo em favor do projeto de Oscar Niemeyer. Por este documento compre-ende-se que a discórdia advinha principalmente da supos-ta incapacidade de um projeto moderno se coadunar com

o estilo das casas de Ouro Preto. Os argumentos de Lúcio Costa claramente se pautam nos preceitos difundidos pelo ciam, do qual era membro representante do Brasil e na sua própria convicção dos valores da arquitetura moderna, da qual sempre foi grande defensor, sendo reconhecido como o grande responsável por sua difusão no país. Apontava os riscos da reprodução do estilo das casas de Ouro Preto que, segundo sua observação, a excepcionalidade da cidade jus-tificaria e seria possível, embora à custa de muito artifício; mas teria como resultado “uma imitação perfeita e o turista desprevenido correria o risco de, à primeira vista, tomar por um dos principais monumentos da cidade uma contrafação, ou então, fracassada a tentativa, teríamos um arremedo neo-

Gráfica 1. Vista geral de Ouro Preto. Data aproximada 1920-1940. Fonte: Arquivo Público Mineiro, coleção: Municípios Mineiras. Disponível Online: «http://www.siaapm.cultura.mg.gov.br/modules/fotografico_docs/photo.php?lid=2953» Octubre 2010.

Gráfica 2. Ouro Preto em 1940; terreno destinado à construção do Grande Hotel Ouro Preto. Fotografia de Luís Fontana, s.d., col. ifac.

Gráfica 3. Perspectiva de Carlos Leão para o projeto do Grande Hotel Ouro Preto. Fonte: Comas, 2003.

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colonial em nada em comum com o verdadeiro espírito das velhas construções”.8 A filiação desses argumentos à Carta de Atenas de 1933 é clara. Neste sentido, conforme observa Comas “[...] o projeto de Niemeyer era acertado, pois resol-vida um problema atual (a construção de um hotel moderno, num sítio considerado histórico), da melhor forma possível, através do emprego de uma técnica atualíssima, no caso o concreto armado”.9

Considerando ainda a inserção de uma obra moderna em um sítio histórico de reconhecido valor, Costa prosseguia a sua argumentação enfatizando o caráter de obra de arte do

projeto de Niemeyer: “De excepcional pureza e de muito equi-líbrio plástico, é na verdade, uma obra de arte e, como tal, não deverá estranhar a vizinhança de outras obras de arte, embo-ra diferentes, porque a boa arquitetura de um determinado período vai sempre bem com a de qualquer período anterior, e o que não combina com coisa nenhuma é a falta de arqui-tetura”.10

Mas, buscando uma posição de conciliação entre os pres-supostos do ciam e o descontentamento gerado pela presença de uma arquitetura moderna no centro de Ouro Preto, Lúcio Costa propôs uma solução intermediária, com a substituição da cobertura plana por uma cobertura de uma água, com te-lha cerâmica do tipo colonial, que foi adotado. Essa solução se justificava pois:

Conservando integralmente o partido adotado e respeitando a ver-dade construtiva atual e os princípios da boa arquitetura, se ajus-tasse melhor ao quadro e, sem pretender de forma nenhuma repro-duzir as velhas construções nem se confundir com elas, acentuasse menos ao vivo o contraste entre passado e presente, procurando, apesar do tamanho, aparecer o menos possível, não contar, melhor ainda – não dizer nada [...], para que Ouro Preto continue à vontade, sozinho lá no seu canto, a reviver a própria história.11

Esta argumentação apresenta-se inteiramente coerente com as semelhanças que identificava entre a técnica moderna e a tradicional de pau a pique, ambas estruturas autônomas, e a verdade construtiva e os princípios da boa arquitetura que, como diversas vezes ressaltou,12 eram compartilhados pela arquitetura tradicional brasileira e a arquitetura moderna. Como último argumento aponta que o contraste entre o his-tórico e o moderno, tornaria a sensação de passado ainda mais viva.

PALÁCIO TOMÉ DE SOUZA, SEDE DA PREFEITURA DE SALVADOR, BAHIA. O Centro Histórico de Salvador foi tombado pelo iphan em 1984 e, em 1985, foi recebeu o título de Patrimônio da Huma-nidade da unesco. O Palácio Tomé de Souza foi construído em 1986, na Praça Tomé de Souza –também chamada Praça Municipal– situada no coração do centro histórico da cidade de Salvador, em um terreno originado pela demolição da Bi-blioteca Pública e da Imprensa Oficial, ali existentes, e onde havia sido construído um estacionamento subterrâneo.

O objetivo do então prefeito Mário Kertész,13 era de retor-nar a Prefeitura de Salvador para o centro da cidade, uma vez que, desde 1983 esta havia sido transferida para o Solar da Boa Vista, antigo manicômio judiciário Juliano Moreira, localiza-do no Engenho Velho de Brotas, uma área afastada do centro. Segundo a solicitação do prefeito enviada ao iphan,14 esta lo-cação seria temporária e o destino final da Prefeitura seria um dos casarões desocupados do local, após sua restauração. A construção recebeu aprovação daquele órgão, considerando o

Gráfica 4. Inserção do Grande Hotel na paisagem de Ouro Preto. Foto de Gabriel Luiz de Souza e Silva, 2004.

Gráfica 5. Ao longo dos anos, o Hotel sofreu alterações como a cobertura das varandas do último pavimento, com o prolongamento de sua cobertura com outra inclinação e a construção da piscina que constava do projeto e não fora construída.

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seu caráter provisório e a conveniência do retorno da admi-nistração municipal para o centro histórico da cidade para a revitalização da área, mas sem nenhuma apreciação de seus aspectos técnicos e formais e de integração com o entorno.

O projeto foi elaborado pelo escritório de João Filgueiras Lima, um dos mais importantes arquitetos brasileiros.15 Como edificação de caráter emergencial e provisório, compreende-se a justeza da escolha da estrutura metálica pré-fabricada, de rápida construção e execução16 e possível de ser removida e reconstruída em outro local. O edifício possui pavimento único sobre pilotis, deixando o solo livre para a circulação e usufruto da população, dando continuidade ao espaço da Praça. O acesso principal ao Palácio é feito por uma escada metálica que toca o chão.

No entanto, a permanência do edifício foi objeto de uma ação do Ministério Público para sua remoção, gerando uma ampla polêmica, com argumentos contra e a favor sobre sua permanência.17

A argumentação a favor da remoção, mencionada no processo movido pelo Ministério Público aponta a defesa do patrimônio histórico e cultural da Nação e alega que a obra feria o conjunto arquitetônico, paisagístico e urbanístico da cidade que se constitui em “acervo de inquestionável repre-sentatividade no contexto do patrimônio histórico nacional, preservando fatos ligados à História do Brasil”; que a edifica-ção comprometia a originalidade, autenticidade ambiental e estética do conjunto arquitetônico que é tombado pelo Poder Público Federal, contrastando com a arquitetura original do lugar; e que a aprovação para a construção fora outorgada em caráter provisório, ficando o Município obrigado a promover o translado da sede da Prefeitura a um imóvel restaurado do Centro Histórico de Salvador.

Coadunando com estes argumentos contrários à perma-nência do edifício, também são destacados o forte contraste que sua técnica e materiais construtivos e suas cores - com predominância do vermelho e do preto - promovem com a arquitetura do lugar, constituindo-o em fator conflitante e concorrente, que estabelece uma competitividade visual.

A favor da permanência do edifício, os argumentos que rebatiam, em parte, as colocações acima mencionadas, afir-mavam que não se tratava da destruição ou comprometimen-to da conservação do patrimônio uma vez que sua construção não gerou a demolição de nenhum imóvel, mas antes, promo-veu a ocupação de um vazio urbano que era, unanimemente, deplorado pela população (embora gerado pela demolição dos imóveis ali existentes); e que, portanto, sua ação não poderia ser considerada como destrutiva do patrimônio pré-existente e a sua simples retirada não recomporia uma situação patri-monial histórica nem estética do conjunto.18

Nesse sentido, os argumentos reforçavam que a situação anterior – o espaço ocupado pela laje do estacionamento sub-terrâneo – era ofensiva ao ambiente histórico local e que, as-sim, a questão não seria a simples retirada do Palácio, mas

sua substituição por outro, sobre o qual pesariam as mesmas questões. Simbolicamente, o edifício representava o retorno do poder democrático municipal ao lugar da fundação da ci-dade, centro do poder da cidade, depois do período de dita-dura que o havia retirado desse local e o submetido ao poder estadual19.

A favor da permanência, destacava-se também o fato de seu autor ser um dos mais importantes arquitetos brasileiros, com amplo reconhecimento nacional e internacional; reco-nhecido pela qualidade de seu trabalho que associa arte e

Gráfica 6. Palácio Tomé de Souza; croqui da estrutura e corte transversal. Fonte: João Filgueras Lima, Lelé. Editorial Blau /Instituto Lina Bo e P. M. Bardi.

Gráfica 7. Vista do Palácio Tomé de Souza. Disponível online: <<www.vitruvius.com.br/arquitextos/arq000/esp319.asp>>, 2009.

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tecnologia. Assim como no caso do Hotel de Ouro Preto, sua obra é apontada como uma obra de arte, o produto de uma mente criativa distinguida ou fora do comum e que possui as virtudes características da escolaz de desenho que a produziu, o que justificaria a sua preservação.

Neste debate sobre a permanência ou não do edifício de Salvador, observa-se a atenção a novos parâmetros que não se fizeram presentes no debate relativo ao Hotel de Ouro Preto: além das características formais e técnicas do edifício, agora se questionava com destaque sua implantação e seu estranha-mento em relação à volumetria e gabarito do entorno. O recuo que o prédio apresenta em relação à calha da Rua Chile (no seu lado direito sudoeste) desfaz a configuração original e a praça em frente ao Palácio Rio Branco, –sede das Fundação Pedro Calmon e Cultural do Estado da Bahia além do ‘Me-morial dos Governadores’– perde um de seus lados delimita-dores, já anteriormente danificada pela demolição dos prédios então existentes; essa perda de limite era ainda reforçada pelo uso do pilotis no novo edifício.

Com respeito ao entorno, apontava-se a pluralidade de linguagens presentes: o ecletismo do Palácio Rio Branco, o art déco do Elevador Lacerda, o neo-colonial do Paço Muni-cipal e o modernismo da agência do Banco Bradesco. Apesar dessa diversidade, o conjunto apresenta unidade, que é garan-tida pela composição de massa e implantação uniforme na testada dos lotes - gerando uma testada homogênea -, assim como pelo gabarito igualmente uniforme e pela presença de certos elementos arquitetônicos, como as aberturas e cobertu-ras que são totalmente distintos da linguagem moderna. Por essa abordagem, o estranhamento provocado pelo novo edifí-cio seria volumétrico. Segundo3 esta diferença entre a lingua-gem espacial pré-modernista e modernista, é a que provoca o estranhamento sentido pela população leiga que o percebe como algo estranho à linguagem arquitetônica do local. A

esta situação, acrescenta-se ainda a interpretação que associa a estética moderna à máquina, ao aspecto fabril, pouco con-vencional para uma edificação oficial. Assim, a retirada do edifício se faria necessária para desfazerem-se estes estran-hamentos; a sua reconstrução em outro lugar garantiria a sua permanência e, consequentemente, dos valores arquitetôni-cos nele reconhecidos e de sua autoria.

Este debate é ampliado ainda por questões práticas com a indicação da dificuldade – ou impossibilidade de sua re-moção pelo comprometimento de algumas peças ocasionado pela falta de manutenção e do alto custo da operação. A esse respeito, argumenta-se que sua remoção, por princípio, deve-ria ser possível, pois o prédio foi projetado com este objetivo e os custos se justificariam pela importância simbólica que o espaço tem para a cidade.

Por outro lado, a sua remoção recolocaria a necessidade de uma nova solução para o espaço vazio que voltaria a exis-tir também ofensiva ao ambiente monumental histórico do lugar,21 permanecendo a questão sobre a integração entre o novo e o antigo.

CENTRO DE APOIO TURÍSTICO TANCREDO NEVES -“RAINHA DA SUCATA”– BELO HORIZONTE, MINAS GERAIS. Belo Horizonte foi construída no final do século xix para ser a capital do Estado de Minas Gerais. Seu plano22 –caracteri-zado pela ortogonalidade de duas malhas que se sobrepõem com giro de 45 graus– se enquadra no modelo urbanístico inovador daquele período, também empregado em Washing-ton, usa e em La Plata, Argentina. A rigidez geométrica do plano pousada sobre o relevo montanhoso da região lhe con-fere originalidade. Celebra a independência nacional e traduz os valores republicanos e positivistas que inspiraram a trans-ferência da capital do estado da cidade de Ouro Preto para Belo Horizonte. Conforme estabelecido no plano original, a praça concebida para abrigar a sede do poder executivo, foi situada no alto da Colina Boa Vista, dominando a paisagem e, desta forma, valorizando o poder civil. O Palácio da Li-berdade, sede e residência do governo, fecha a perspectiva da praça, ocupando o vértice do encontro de três grandes aveni-das: duas convergentes (Avenidas Brasil e Bias Fortes) e uma central (Avenida João Pinheiro) que se prolonga por meio de uma alameda de palmeiras imperiais.

Sua importância histórica e simbólica, construída ao lon-go do tempo, compreende um conjunto de edificações de di-ferentes temporalidades, com a mesma diversidade arquitetô-nica presente na Praça Tomé de Souza de Salvador. Além das construções mais significativas dos primeiros anos da cidade, construídas em estilo eclético e traços neoclássicos que in-cluem, além do Palácio da Liberdade, as primeiras secretarias de Estado;23 conta com exemplares do Arte Déco, presente no Palácio Arquiepiscopal24 e de edifícios modernos construí-dos entre os anos 1954 e 1960, dentre os quais se destacam o

Gráfica 8. Implantação: 1- Palácio Tomé de Souza; 2- Palácio Rio Branco; 3- Praça Tomé de Souza; 4- Rua Chile.Fonte: Google Earth.

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edifício residencial Edifício Niemeyer e a Biblioteca Pública Estadual –ambos de autoria de Oscar Niemeyer– e a sede do ipsemg, de autoria de Raphael Hardy. A Praça da Liberdade e seus edifícios de maior importância foram tombados pelo iepha de Minas Gerais de Patrimônio; outras obras contam com proteção Municipal.25

Parte integrante do conjunto, o jardim da praça foi proje-tado, originalmente, em estilo inglês; em 1920, foi remodela-do sob inspiração francesa, tendo sofrido várias intervenções nos anos subseqüentes. Restaurado em 1995, conforme o tra-çado de 1920; conserva o coreto e diversos equipamentos e mobiliários urbanos, como postes, bancos e fontes luminosas, implantados ao longo dos anos.

Na década de 1980, a construção de um novo edifício em dos lados da praça, de autoria de dois proeminentes arquitetos mineiros –Sylvio de Podestá e Eolo Maia– apontados como importantes protagonistas da introdução da arquitetura pós-moderna em Minas Gerais, gerou uma forte polêmica.

Projetado para ser um núcleo de apoio ao turista, o edifício ocupou um terreno vazio, de forma triangular, localizado na extremidade sudoeste da praça próxima ao Palácio da Liber-dade, no limite da Avenida Bias Fortes. O terreno faz contra-ponto ao terreno do lado oposto da praça, onde foi construído o edifício residencial Niemeyer (1954/1960); do outro lado da Avenida Bias Fortes, localiza-se a Biblioteca Pública, também de autoria de Oscar Niemeyer, (1955 /1961).

O convite para a elaboração do projeto partiu da Secreta-ria Estadual de Esporte, Lazer e Turismo que pretendia cons-truir dois banheiros públicos nas proximidades da Praça. Na-quela época, a Praça da Liberdade era o local da realização de uma grande feira de artesanato e arte –a Feira Hippie–, conhecida em todo o Estado, que nos finais de semana atraia grande público e gerava grande movimentação na área, O grande movimento da feira justificava a necessidade dos ba-nheiros e ensejou a proposta dos arquitetos da construção de

um centro de apoio turístico, que foi acatada. O projeto foi realizado nos anos de 1984 e 1985, mas em função da grande polêmica gerada, a obra foi embargada e só foi inaugurada em 1992, quando a Feira há havia sido transferida para outro local26. O edifício perdeu, então, parte de seu objetivo inicial e, posteriormente, passou a abrigar o Museu de Mineralogia Professor Djalma Guimarães.

A obra, que emprega diversos materiais: cerâmica, pedras quartzito, ardósia e pedra sabão, cimento, chapas de aço e ele-mentos de metal; cores e formas inusitadas e contrastantes e elementos lúcidos provocaram um grande impacto visual no contexto onde está inserido, diferenciando-se fortemente de todas outras construções. A variedade dos materiais –so-bretudo do aço cortem sem pintura em sua fachada– gerou o nome popular pelo qual é ainda hoje conhecido: “Rainha da Sucata”.27

Entretanto –em uma atitude distinta daquela verificada na Prefeitura de Salvador– uma das premissas do projeto foi o respeito à volumetria e o gabarito dos prédios de seu entorno imediato, estabelecendo, segundo seus autores, um diálogo crítico com as outras edificações do conjunto da Praça da Li-berdade. Segundo comenta Eólo Maia:

Não se tratou de uma inserção gratuita, apenas figurativa e provo-cativamente diferenciada. Ela foi fruto de um estudo geral da Praça e seus edifícios (desenhos, fotos e maquetes) no que diz respeito à sua volumetria, elementos formais, massas e aberturas e possibi-lidades representativas dentro da história, critérios universais de inserção.28

Alguns elementos do projeto não foram executados, como as palmeiras em metal que seriam colocadas na frente de seu acesso voltado para a praça. A aprovação do projeto pelo Patrimônio Histórico Estadual e a Prefeitura Municipal a e autorização para construção foram

Gráfica 9. Praça da Liberdade e seu entorno. 1- Palácio da Liberdade; 2- Praça; 3- Rainha da Sucata; 4- Edifício Niemeyer; 5- Biblioteca Pública Estadual; 6- Secretarias de Estado. Fonte: Google Earth.

Gráfica 10. Croquis e maquete do projeto para o Centro de Apoio ao Turista Tancredo Neves – Rainha da Sucata. Disponível online: «www.podesta.arq.br/index.php?option=com_content&view=article&id=159:projeto-rainha-da-sucata&catid=1:residencias&Itemid=91» Mayo 2010.

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pautadas na consideração de ser uma obra especial, devido às propostas urbanas e volumétricas que respeitavam as cons-truções vizinhas.

Atualmente encontra-se em implantação o Projeto Circui-to Cultural Praça da Liberdade, que propõe novos usos para os edifícios das antigas secretarias de Estado que serão trans-feridas para o novo centro administrativo em construção.29

A gerência executiva deste projeto encontra-se instalado na Rainha da Sucata. Com sua implantação, o Museu de Mine-ralogia Prof. Djalma Guimarães será transferido para outro prédio da praça depois de reformado,30 e a Rainha da Sucata será ocupada pelo Centro de Informações e Apoio Turístico (ciat), que se destina a oferecer diversos serviços de informa-ção ao turista e a desenvolver atividades de apoio turístico e de promoção do setor em Belo Horizonte e em Minas Gerais, recuperando, assim, sua função original.

CONSIDERAÇÕES FINAIS Desde a publicação da Carta de Atenas de 1933, a condenação do uso de estilos do passado, sob pretextos estéticos, nas construções novas erigidas em zonas históricas, é amplamen-te aceita e reiterada por diversos documentos internacionais, continuando válida para arquitetos e profissionais envolvidos na conservação do patrimônio construído. Situações de re-construções são sempre consideradas com cautela e melhor aceitas quando relacionadas a perdas culturais provocadas por calamidades naturais ou de guerras.

No entanto, os parâmetros que possam assegurar a inser-ção harmoniosa dessas novas construções são continuamen-te discutidos e os resultados de sua aplicação, em termos de projeto arquitetônico, são pouco previsíveis. Essa discussão se dá, inclusive, dentro dos próprios órgãos de preservação

que, freqüentemente, apresentam discordâncias dentro de seu próprio corpo técnico e, nem sempre, conseguem se manter isentos das pressões políticas externas. No entanto, esse de-bate não significa, necessariamente, conflitos e disputas, mas pode ser tomado como fomento para o aprofundamento das questões teóricas o e melhor entendimento dos processos de conservação e renovação do patrimônio edificado.

Nos exemplos acima comentados –todos de iniciativa de governos municipais e submetidos à aprovação de órgãos de preservação– podemos perceber as alterações nos parâmetros considerados para a análise da inserção dos edifícios nos refe-ridos núcleos históricos.

Em Ouro Preto, a polêmica parece se concentrar na ade-quação ou não da arquitetura moderna ao conjunto já exis-tente, sem referências explícitas ao seu entorno imediato ou qualquer análise mais detalhada a esse respeito –embora es-tivessem presentes– contrastando com o debate em torno do Palácio Tomé de Souza, em Salvador, em que as caracterís-ticas do entorno imediato são consideradas como elementos centrais da questão.

Não há dúvida de que a construção do Grande Hotel de Ouro Preto se deu no momento em que a arquitetura mo-derna ainda buscava sua afirmação no cenário nacional – até aquele momento ainda eram poucas as obras modernas cons-truídas no Brasil - e demonstrar suas vantagens e pertinência faziam-se preponderantes ao grupo de jovens arquitetos, lide-rados por Lúcio Costa, que buscavam ampliar o seu espaço de atuação. Por outro lado, o recém-criado sphan ainda se res-sentia da pouca experiência e procedimentos definidos para sua atuação; no contexto internacional, as discussões sobre a inserção em áreas histórias também eram recentes, sendo a Carta de Atenas o documento que apontava a direção.

A implantação do Hotel de Ouro Preto, em cota acima da cota das construções próximas, com amplo afastamento ar-borizado em relação ao limite frontal do lote, certamente foi decisiva para diminuir o impacto visual de sua presença no conjunto, que é percebido apenas dos pontos distantes mais altos da cidade que o relevo acidentado do local oferece. O muro de arrimo em pedra sem revestimento ao longo de toda a testada frontal, –encontrado em vários pontos da cidade– certamente também é elemento que contribui para sua inser-ção harmoniosa no conjunto, garantindo a continuidade do alinhamento da rua que é rompido apenas pelo acesso à Esco-la Estadual Dom Pedro ii. Quem caminha pela Rua das Flo-res, pouco se dá conta da presença do edifício. Por outro lado, os materiais utilizados não oferecem contraste com os mate-riais encontrados no entorno: o uso de superfícies brancas, a treliça de madeira pintada de azul –cor tradicional do período colonial– e a telha de barro de capa e canal, são elementos que se integram às construções existentes, contribuindo para a minimização do contraste com a arquitetura local. Em Salvador, a construção do Palácio de Tomé de Souza, na década de 1980, já ocorre em um contexto em que as cartas

Gráfica 11. Vista Rainha da Sucata. Disponível online:« www.podesta.arq.br/index.php?option=com_content&view=article&id=159:projeto-rainha-da-sucata&catid=1:residencias&Itemid=91» Mayo 2010.

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internacionais deliberavam orientações mais claras com re-lação à importância da preservação da ambiência em escala e volumetria de um bem (Carta de Veneza, icomos, 1964) e a necessidade de consideração dos conjuntos históricos em sua globalidade (Recomendações de Nairobi, unesco, 1976).31 No centro do debate, a relação do edifício com o entorno imedia-to adquire maior relevância considerando aspectos relaciona-dos tanto às suas características formais, volumétricas e de gabarito assim como a própria morfologia das ruas e praças. Neste caso específico, o gabarito adotado não se coloca como ponto de conflito, pois é baixo, não conflitando com as de-mais edificações. O estranhamento da obra advém do con-traste provocado pelos materiais e as cores empregadas e de sua implantação que rompe com a formação tradicional dos quarteirões e ruas. Mas a autoria do projeto é considerada fa-tor justificativo de sua conservação no local.

A construção das duas obras de Oscar Niemeyer na Pra-ça da Liberdade e do edifico modernista de Hardy, nas dé-cadas de 1950 e 1960, ocorreu sem quaisquer considerações ou indicações contrárias, embora rompesse fortemente com o gabarito –as técnicas e materiais construtivos e os partidos arquitetônicos até então presentes na praça.32 Na época, nem o Estado de Minas Gerais e nem a Prefeitura de Belo Hori-zonte contavam com órgãos voltados para a preservação do patrimônio cultural e a atuação do sphan se concentrava nas cidades históricas mineiras com atenção voltada, sobretudo, para a preservação de obras do período barroco; a arquitetura eclética era percebida com descrédito e contava com pouco ou nenhuma valorização. A praça e seu conjunto arquitetô-nico –com predominância de arquitetura eclética– ainda não eram reconhecidos como valores a serem preservados, o que só ocorreu em 1977, sendo este o primeiro conjunto com ca-racterísticas ecléticas do Estado a receber proteção legal.

Entretanto, as preocupações com o gabarito e a volumetria, que são apontados pelos autores como partes condicionantes do projeto da Rainha da Sucata, não foram suficientes para ga-rantir sua integração harmoniosa ao conjunto, prevalecendo seu estranhamento, que é provocado, sobretudo, pelo inusita-do das formas e materiais empregados. Neste caso, paralela-mente à preocupação de sua inserção no entorno, não se pode deixar de considerar a intencionalidade explícita dos autores de marcar fortemente com este projeto uma temporalidade distinta, como um manifesto de uma nova sensibilidade, que passa então a ser concorrente ao conjunto já estabelecido.

A teoria contemporânea da conservação requer o bom senso para decisões ponderadas e ações sensíveis, mas estas continuam a ser determinadas, fundamentalmente, pelos propósitos e autoria de quem projeta. O bom resultado e o sucesso do projeto arquite-tônico identificado como experiência de reflexão e ato de criação único e particular –seja individual ou em grupo– sempre estará dependente do talento de seu autor e sujeitos a juízos de valor.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Decreto num. 22.928, de 12/07/1933.2 Decreto num. 25, de 30/11/1937.3 Decreto num. 22.928, de 11/04/1938.4 O projeto paisagístico é de autoria de Burle Marx, datado de 1942. 5 O projeto do Ministério da Educação e Saúde no Rio de Ja-neiro, que se tornaria uma obra emblemática da arquitetu-ra moderna brasileira foi desenvolvido no período de 1936 a 1943 (data de inauguração). A equipe era formada pelos arquitetos Lucio Costa, Carlos Leão, Jorge Moreira, Affonso Reidy, Ernani Vasconcellos e Oscar Niemeyer e contou com a participação de Lê Corbusier. 6 Sobre o projeto de Carlos Leão, ver Carlos Eduardo Dias Co-mas, O passado mora ao lado: Lúcio Costa e o projeto do Gran-de Hotel de Ouro Preto, 1938/40. docomomo Brasil, 2003.7 Oscar Niemeyer permaneceu pouco tempo como técnico da sphan, abrindo logo depois escritório particular para desen-volver o projeto do Grande Hotel e do Conjunto da Pampulha. 8 Lucio Costa, parecer apresentado a Rodrigo Mello Franco de Andrade sobre o projeto de Oscar Niemeyer para a cons-trução do Hotel de Ouro Preto. Arquivo do sphan, pasta Lu-cio Costa.9 Carlos Eduardo Dias Comas, O passado mora ao lado: Lú-cio Costa e o projeto do Grande Hotel de Ouro Preto, 1938/40. Publicação docomomo, 2003, on <<www.ufrgs.br/propar/publicacoes/ARQtextos/PDFs_revista_2/2_Comas.pdf>>, 11 de junho de 2009.10 Idem.11 Idem.12 Este argumento está presente em vários de seus textos, den-tre os quais citamos o memorial do projeto da Cidade Univer-sitária, Rio de Janeiro.13 Primeiro prefeito de Salvador eleito pelo voto popular, cuja gestão (sua segunda) foi de 1986-1989.14 Em 1970, a Secretaria do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional (sphan) teve seu nome alterado para Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional, dando origem à sigla iphan.15 João da Gama Filgueiras Lima, Lelé, nascido em 10 de janei-ro de 1932, no Rio de Janeiro é formado pela Escola de Belas Artes, no Rio de Janeiro em 1955. Iniciou sua carreira durante a construção de Brasília, onde teve participação ativa, colabo-rando diretamente com Oscar Niemeyer. Notabilizou-se pelo trabalho com a arquitetura pré-fabricada, realizando diversas obras em diversas capitais. Desenvolveu o projeto da Rede Sa-rah de Hospitais em todo o país. Recebeu diversos prêmios nacionais e internacionais, dentre eles o Grande Prêmio da Primeira Bienal de Arquitetura e Engenharia de Madrid pelo projeto da unidade do Sarah em Salvador.16 De fato, a estrutura metálica foi feita em 35 dias e executada em 14 dias.

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17 A ação promovida pelo Ministério Público foi julgada pro-cedente em 2004; o iphan foi acusado de omissão e deter-minou-se a retirada do prédio em 60 dias a contar da pos-se do novo prefeito (João Henrique Carneiro foi eleito em 31/10/2004 e assumiu a prefeitura em 01/01 do ano seguinte). No entanto, a determinação permanece sem ser cumprida e, atualmente, o edifício encontra-se em obras de reformas e restauração. 18 Ver Chango Cordiviola, “Prefeitura de Salvador: o passado no futuro e o presente no passado”, Cuaderno Latinoameri-cano de Arquitectura, num. 4. Pasado+Presente, março 2005. Disponível on line <<http:www.portalvitruvius.com.br>>, 17 de maio de 2009.19 Idem.20 Daniel J. Mellado Paz, “Notas sobre a polêmica da Prefei-tura de Salvador”, online na editoria “Minha Cidade” do Por-tal Vitruvius: <<www.vitruvius.com.br/minhacidade/mc116/mc116.asp>>, 17 de maio de 2009.21 Idem.22 O projeto é de autoria do engenheiro Aarão Reis; a cons-trução da capital teve início em 1895 e sua inauguração em 12/12/1897.23 Secretarias Interior (depois Secretaria da Educação), Fi-nanças (depois Secretaria da Fazenda), Agricultura (depois Secretaria de Transporte e Obras Públicas) e de Segurança Pública;24 Atual Palácio Cristo Rei, construído em 1937, com projeto de Raffaelo Berti.25 Decreto Estadual no. 18.531, de 6 de fevereiro de 1977. O conjunto arquitetônico e paisagístico da Praça da Liberdade compreende seus jardins, alamedas, lagos, hermas, fontes e monumentos, Secretarias de Estado da Segurança Pública, Obras Públicas, Fazenda, Educação, Interior e Justiça, Pala-cete Dantas, Solar Narbona, Edifício Niemeyer, casa da Rua Bahia e Biblioteca Pública Estadual Luis de Bessa. 26 A Feira Hippie de Belo Horizonte foi transferida para a Av. Afonso Pena em 1991, onde acontece até os dias atuais. 27 A origem deste apelido também tem relação com o nome de uma telenovela de grande sucesso neste período, chamada Rainha da Sucata, em que a protagonista é uma vendedora de sucata. 28 Disponível online: « www.podesta.arq.br», Junho 2010.29 O projeto Corredor Cultural, que prevê a alteração dos usos dos edifícios da administração estadual para fins culturais e implica em drásticas alterações internas e acréscimos nos edifícios existentes, também tem sido alvo de questionamen-tos e polêmicas, fomentando o debate sobre as intervenções contemporâneas em imóveis e áreas históricas. 30 O museu deverá ser transferido para a antiga Secretaria de Fazenda que sofrerá uma ampliação para abrigar também a Orquestra Sinfônica de Minas Gerais. O projeto foi objeto de concurso realizado pelo Instituto de Arquitetos de Minas Ge-rais em 2005.

31 A carta de Nairobi aponta explicitamente o cuidado espe-cial na regulamentação e controle das novas construções em sítios históricos para garantir seu enquadramento harmonio-so nas estruturas e ambiência dos conjuntos históricos e esta-belecee parâmetros para análise: harmonia de alturas, cores, materiais e formas, elementos constitutivos dos agenciamen-tos de fachadas e dos telhados, relações de volumes construí-dos e dos espaços, assim como suas proporções médias e a implantação dos edifícios. (Item 28 do documento). 32 Construções ecléticas demolidas para dar lugar à essas obras modernas: o Palacete Dolabela foi demolido para dar lugar ao Edifico Niemeyer, assim como o Instituto Ezequiel Dias, deu lugar à Biblioteca Pública e o do Palacete Irineu Ribeiro deu lugar ao edifício ipsemeg.

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INTRODUCCIÓNEn Italia las tareas que conciernen a la protección y valoración del patrimonio

cultural, se llevan a cabo por parte de la Soprintendenza, un órgano descentraliza-do, que pertenece al Ministero per i Beni e le Attivitá Culturali, y está organizado por provincias; en el caso específico de nuestra ponencia, nos referimos a la que actúa en el territorio que pertenece al Ayuntamiento de Roma. Por lo general, a la Soprintendenza compete verificar y autorizar cualquier actividad que se lleve a cabo en los inmuebles catalogados o en las áreas protegidas, o zonas sujetas por su riqueza patrimonial. Nos referimos, por ejemplo, a la supervisión y ejecución de actividades tales como las excavaciones y el estudio de los hallazgos procedentes de dichas áreas o inmuebles, la gestión de las zonas arqueológicas abiertas al público, o la organización de exposiciones y congresos. La Soprintendenza puede también ejercer su actividad de tutela en el ámbito de la planificación urbana.1

Cada proyecto que se lleva a cabo en contextos con una larga historia de estrati-ficación, se tiene que enfrentar a la presencia y persistencia de estructura antiguas; las áreas arqueológicas y los artefactos representan el rastro simbólico del pasado y son, a la vez, el testigo de la presencia de la voluntad y la necesidad de la del proyecto urbano y arquitectónico, para la satisfacción de las necesidades cambiantes de una ciudad antigua en continua expansión y modificación.2

En Roma, de acuerdo a la redacción del Plan de Intervención para los Bienes Arqueológicos, la Soprintendenza identificó los espacios que, de acuerdo a sus po-tencialidades, pudieran hospedar nuevas infraestructuras o proyectos. Debido a que los edificios arqueológicos aislados, es decir que no hayan sido modificados con el transcurso del tiempo, son muy escasos, por lo general las intervenciones se ocu-pan de conservar las ruinas urbanas que se han generado a través de innumerables superposiciones, ocurridas a lo largo de los siglos. Así, particularmente en Roma, la Soprintendenza se ha enfocado con particular atención, al conocimiento del con-

La cryta Balbi en Roma.

Un caso de conservación y

adecuación contemporánea

LEONARDO MERAZ QUINTANA, ARIANNA CAMPIANI

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texto urbano y de los materiales con él compatibles, ya que su estudio y las intervenciones a ello ligadas, se consideran fundamentales para proveer una mejor calidad urbana. La compleja estratigrafía que se ha ido creando, hace necesaria una labor complementaria entre la excavación arqueológi-ca y la de proyectación; Maria Letizia Conforto, arquitecta, miembro de la Soprintendenza de Roma, menciona:

La destinazione degli spazi caratterizzati da ruderi archeologici a funzioni collettive compatibili puó comunicare a un numero sem-pre maggiore di frequentatori l’alta qualitá dei materiali, delle tec-niche di posa in opera, delle soluzioni tecnologiche, che deve essere richiesta ai progetti urbani anche per il futuro.3

Uno de los ejemplos más esclarecedores de este tipo de inter-vención, es el de la Crypta Balbi, en Via delle Botteghe Oscure. Se trata de un ejemplo de rescate, conservación y readecua-ción en el centro histórico de Roma, de acuerdo a un típico caso de superposición de manzana urbana que ha crecido arriba de antiguos edificios públicos; en este caso se rescató una parte de la manzana que se desarrolló arriba de uno de los teatros del antiguo Campo Marzio, y el conjunto conocido como Crypta Balbi, atrás de éste.

En 1981 empezaron las excavaciones de la manzana en donde se encuentra la Crypta Balbi, en una labor de 20 años; se detectó que tal área tiene ocupación desde la época de Au-gusto, en el siglo i a. C. hasta la era moderna, y fue modi-ficada de manera continua a lo largo de los siglos. La serie de reutilizaciones y sobreposiciones identificadas, llevaron a considerar la Crypta Balbi como un ejemplo y un testigo de las maneras de vivir cambiantes de acuerdo a las épocas de ocupación. Los investigadores consideraron particularmente valiosa la excavación, ya que recolectaron datos para com-prender mejor el período entre la antigüedad y la Edad Me-dia, en una secuencia continua de ocupación.

No obstante la importancia de esos testimonios, lo más interesante es que en la investigación no se privilegió el estu-dio de un período temporal particular, sino se hizo hincapié en cómo se fue modificando, de acuerdo a los siglos, el paisa-je urbano de la ciudad.4

Consideramos que el Museo de la Crypta Balbi es suge-rente en la dinámica de la conservación y adecuación con-temporánea, ya que tiene una doble función: la de museo y la de monumento en sí mismo. A la vez, representa un ejemplo bien logrado de convivencia entre las preexistencias arqueo-lógicas y las necesidades contemporáneas de preservación y práctica didáctica. Esta instalación es parte del “Museo Ro-mano”, un conjunto de edificios históricos, que comprenden al Palazzo Altemps, el Palazzo Massimo y Las Termas de Diocleciano; aloja la exposición dedicada al período que va desde la edad Tardo Antigua hasta la Edad Media (ver Grá-fica 1).

Grafíca 1. El acceso al Museo Crypta Balbi desde Via delle Botteghe Oscure. Foto: Leonardo Meraz Quintana

Grafíca 2. El área del Teatro y de la Crypta Balbi en época Imperial. Fuente: <<http://www.inklink.it/inklink/win.php?img=57&id_toc=57&cat=tavole->>, Derechos inlink- Florencia, mayo 2009.

LA CRYPTA BALBIEs importante, para comprender las soluciones de restau-ración y reutilización adoptadas por la Soprintendenza Ar-queológica de Roma, hacer un breve excursus histórico del lugar objeto de nuestro interés.

La Crypta Balbi se identifica, en época del emperador Au-gusto, como el más pequeño, pero el más espléndido, de los tres teatros en ese momento de Roma; fue construida en el año 13 a. C. por Lucius Cornelius Balbus, un personaje im-portante, cercano a Augusto, con el fin de celebrar su victoria contra los Garamantes, población de la antigua Libia. Atrás del escenario se encontraba un edificio, cuyo acceso era de-limitado por un corredor aparentemente cerrado, iluminado por ventanas, lo que se define como crypta, del cual deriva el nombre del conjunto (Gráfica 2).

De acuerdo a las investigaciones arqueológicas, parece que este lugar mantuvo sus funciones originales sólo hasta el siglo ii, cuando se transformó en una grande letrina pública;

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en el siglo v, padeció los acontecimientos ligados tanto a la lle-gada de los bárbaros, como a las abundantes inundaciones del Tiber, las que se citan a menudo en las fuentes antiguas, y que afectaban a esa área con frecuencia.5 La zona cambia pues de destino y se transforma en un lugar de muchos comercios, con las consecuentes modificaciones tanto del espacio como de la arquitectura, para atender a las nuevas funciones.

En el siglo ix, en esa área se construyó el monasterio de San Lorenzo, conectado al Castellum Aureum, un edificio que se erigió arriba de las ruinas del antiguo teatro, posiblemente ocupadas en ese entonces por unos baños termales; este con-junto con sus altos muros, hace que la zona recupere una cier-ta homogeneidad formal. Sin embargo, hay evidencias de que el lugar alrededor del monasterio se caracterizó por la pre-sencia de talleres de producción de cal, por lo que se conocerá también como Calcario. Tal actividad, conlleva un período de espolio de material, tanto desde las áreas contiguas, ocupadas por tumbas, como de los mármoles y el travertino, propios de la Crypta, haciendo más rápida su destrucción. Las exca-vaciones identificaron también los restos de un templo: Santa María Dominae Rosae, y del monasterio anexo, que serán el centro de la vida religiosa y política de Roma entre el siglo x y el xii; es en este período en donde se detecta una fuerte labor constructiva, de urbanización del área y de su poblamiento por parte de familias de mercantes (Gráfica 3). Esta actividad dará el nombre a una importante arteria vial de esa época, la que se conserva hasta la fecha: “Via delle Botteghe”, es decir calle de los comercios. En el siglo xvi, quizás a raíz de la ca-racterística de escasa iluminación tanto de las tiendas como de la calle, se le agregará el adjetivo “Oscure”, es decir obscu-ras, nombre que queda hasta el momento.6

Más adelante, el proyecto unitario de un instituto de bene-ficencia y luego otros anexos, como el templo Santa Caterina de Funari y una escuela de música, representan la mayoría de lo que se conserva hasta la fecha; entre sus muros se encerra-ron gran parte de los vestigios de las épocas anteriores, lo que ha permitido su estudio y recuperación en nuestros días.7 El conjunto, a parte de algunos cambios de función por breves

temporadas, fue básicamente un monasterio, sobreviviendo como tal hasta el siglo xx, con poca afectación a su estructura por los cambios y mejorías urbanas operadas, entre otros por Benedicto xiv en 1400. Después de la unidad de Italia, y con Roma como capital, los siglos xix-xx son representados por muchos cambios en el aspecto urbano de la ciudad, a raíz del Piano Regolatore Generale,8 Via delle Botteghe Oscure se am-plia, empezando así a perder su carácter “original”, adquirido desde la Edad Media.

En los años 60 del siglo xx, empiezan las investigaciones que ponen a la luz la existencia de las antiguas ruinas romanas y, desde 1981, empieza el proyecto de Arqueología Urbana en el área.

ARQUITECTURA DE LA CRYPTA BALBIEl museo de la Crypta Balbi se ubica en una sección de man-zana de la moderna Roma, donde se extendía el atrio rectan-gular que fungía como vestíbulo al teatro ya mencionado. Era en esta sección donde descansaban y comían los visitantes, antes o después de los espectáculos. El atrio estaba delimitado en tres de sus lados por arcadas, y en uno de sus lados cortos se ubicaba una exedra o volumen semicircular, y en el otro el teatro mismo. La manzana donde se encuentran las ruinas que han sido excavadas y los edificios de origen medieval y renacentista, donde se ubica el museo en su parte “techada”, ocupa sólo una porción del atrio en cuestión; la forma, irre-gular de la manzana, tampoco sigue estrictamente la forma regular que presentaba el antiguo atrio.

El museo cuenta con dos ambientes: la parte techada, con objetos y otros recursos museísticos, en lo que aparentemente fueron tres diferentes propiedades de los períodos medieval y renacentista; y el área abierta con excavaciones, aún en pro-ceso, casi al centro de la manzana. Es en esta última sección donde es posible apreciar restos de la antigua exedra y otras es-tructuras de la Crypta. Este espacio central abierto fue creado después de haber sido demolidos los restos de un monasterio medieval en tiempos más recientes, como ya se mencionó El museo techado esta regularmente abierto al público, en tanto que el área de trabajo arqueológico tiene visitas más restrin-gidas. De esta manera, la Crypta Balbi ofrece una experiencia de aprendizaje doble, más completo, fundiendo la actividad didáctica a la observación en campo de las excavaciones.

Las construcciones antiguas de la parte cerrada del museo se encuentran en la esquina norponiente de la manzana entre las calles de Via delle Botteghe Oscure y la calle Michelangelo Caetani. El museo alberga dos secciones: la primera cuenta, a través de una rica selección de recursos, la historia del barrio o sector en el cual se encuentra la Crypta Balbi, desde la épo-ca romana hasta la moderna; y la segunda está dedicada a la reconstrucción de la historia de Roma del siglo v al siglo ix d. C. (Gráfica 4).

Gráfica 3. El área urbana alrededor de la Crypta en el siglo x. Fuente: «http://www.inklink...» Marzo 2009.

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VOLUMETRÍA Las tres antiguas construcciones del museo cerrado forman una especie de “L”, en la mencionada esquina, tienen alturas y volumetrías distintas pero el proyecto unió sus espacios para conformar sus diversas partes. Existe un área techada inter-na, nueva, que las une y que, posiblemente, fue un patio de alguna de esas construcciones, o de más de una. Los espacios que presentaban estas edificaciones fueron respetados en su totalidad, excepto por las varias “calas”, o ventanas arqueo-lógicas producto de intensos trabajos de exploración que, por ejemplo, hicieron que el nivel de algunos espacios bajara con-

siderablemente para apreciar las bases o restos de las diferen-tes estructuras que, a lo largo del tiempo, se acumularon sobre las de la Crypta (Gráfica 5).

Esta característica se presenta también, algunas veces, en pequeñas aberturas, o vanos, abiertos en la unión entre un entrepiso y alguna parte del muro que lo delimita, para, igual-mente, mostrar alguna textura o elemento antiguo; también esta estrategia se utiliza para aumentar la calidad formal del lugar en cuestión o atraer la atención del visitante.

De esta manera, la espacialidad de los edificios antiguos se ha conservado casi íntegra y, por lo que concierne al ni-vel de volumetría, no se añadió casi nada. La modernidad, y hasta podríamos decir que la vanguardia, ha sido utilizada en el detalle de múltiples elementos complementarios, tales como acabados, algunos pavimentos, escaleras, barandales, etcétera. que, a nuestro juicio hacen especial este proyecto. El patio sería la única excepción a lo anterior: está techado con una estructura ligera de gran detalle y de mucha calidad ar-quitectónica y, casi en su centro, se ideó reconstruir, con una espectacular armadura, la arcada interna que daba al interior de la Crypta, en la que sólo unos fragmentos originales en-contrados de ésta, “vuelan”,9 prácticamente, para ser observa-dos desde varios puntos del museo. Este último elemento se desplanta exactamente en el sitio donde se encontraba, por lo que podemos inferir que su realización no sólo es un recurso expresivo o formal, sino también didáctico (Gráfica 6).

Gráfica 4. Paneles explicativos. Foto: Leonardo Meraz

Gráfica 5. Ejemplo de “ventana arqueológica” vertical.Foto: Leonardo Meraz Quintana

Gráfica 6. Solución reconstructiva de la arcada al interior de la Crypta. Foto: Leonardo Meraz Quintana

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RECORRIDOEl recorrido inicia en el portón de entrada del edificio de la esquina, sobre la Via delle Botteghe Oscure, edificio que tie-ne una jerarquía y volumen mayor al de los otros, por lo que parece tratarse de un palacete renacentista, pues cuenta con grandes salones. A partir de este punto el visitante observa numerosos detalles que van descubriendo del museo, tanto edificios como contenido, y sus distintas funciones necesarias para su conocimiento.10 Por ejemplo, la visita siempre es seña-lada con pasillos trabajados con rampas o niveles, a veces con barandales, para enfatizar algún objeto o elemento arquitec-tónico o inducir el recorrido. Así, pasa por la taquilla y libre-ría, de ahí se cruza a un vestíbulo con escaleras, elevadores y baños, desde donde se puede partir a los otros niveles del edificio. Si el visitante no sube a ninguno de éstos, y sigue or-denadamente el recorrido, pasa de este vestíbulo para después acceder de lleno al mencionado patio, atravesando una serie de pasillos que cruzan dicho patio, el cual presenta un nivel inferior de piso.

Una vez en ese punto, la atención del visitante es atraída hacia la columna-pilastra “virtual” a la que nos hemos refe-rido. Al subir, la circulación de los siguientes niveles siempre parte, o se conecta, con este patio. El recorrido continúa a tra-vés de los espacios de las construcciones aludidas, para casi terminar en el tercer nivel del palacete renacentista, donde el visitante accede a un gran salón de doble altura. Este espacio está techado con lo que parece ser el sofitto (techo) original del salón. Se trata de un hermoso artesonado de grandes vigas y gualdras que es iluminado desde la parte inferior. La doble altura del salón permitió que se instalara en uno de sus extre-mos un tapanco o mezzanine, con un lado en semicírculo que se orienta hacia el centro del salón, donde termina el recorrido (Gráfica 7). Al mezzanine se accede por una escalera añadida en esta intervención. Dicha escalera se conecta, de forma muy bien resuelta, con la escalera del período renacentista, for-mando ambas la circulación vertical que permite al visitante salir directamente al punto de partida. El mezzanine aludido (que parece volar), está sostenido de una forma sofisticada, pues los sistema de cables tensores y otros elementos estruc-turales similares que lo sostienen, se unen a otro sistema que refuerza la gran techumbre de madera y los pesados muros del salón. El diseño del tapanco y su atrevida colocación son, junto con la reacreación de la arcada en el patio, los puntos culminantes del recorrido y, sin duda, las aportaciones más sobresalientes del proyecto del museo. Es notable también la combinación de materiales modernos, tanto de acabados como de otra índole (instalaciones, iluminación, mobiliario, etc.), que se aprecia en todo el museo, espacialmente el uso de travertino, material romano por excelencia, y la herrería en barandales y vitrinas de exhibición.

RECURSOS MUSEÍSTICOSPara complementar la información de carácter arquitectónico anterior, habría que añadir que el museo presenta un variado repertorio de recursos didácticos, igualmente novedosos y di-señados de acuerdo con la arquitectura del lugar y su objetivo cultural. Serían muchos los elementos destacados que podría-mos señalar (manparas, vitrinas, maquetas, recreaciones grá-ficas, fotografías, videos, colección de objetos), pero dada las limitaciones de este texto nos limitamos a señalar la armonia del conjunto.

CONCLUSIÓNConsideramos este caso específico interesante porque la con-vivencia entre las estructuras arqueológicas y la arquitectura contemporánea, son notables. Estos corresponden a varios tipos de presentación en donde se da su convivencia; la Cryp-ta Balbi en su estructura y soluciones según nuestra opinión responde a los casos de:

• “Estructuras arqueológicas en el interior de edificios existentes […]• Ruinas como parte de otras estructuras históricas.”11 Además de que, también responde a los principios básicos a seguir en una inter-vención de esta envergadura:• “Moderación […]• Armonía con el contexto […]• Reversibilidad […]• Potencial interpretativo• Virtualidad […]”12

Por lo hasta aquí planteado, podríamos afirmar que el caso de la Crypta Balbi destaca por:

- Ser un ejemplo de arqueología urbana que da cuenta porme-norizada de un sector de la ciudad (sin excluir ningún perío-do histórico); a la vez extiende su contenido a la historia de la ciudad entera.

Gráfica 7. Tapanco que pareceiera “volar” sobre el salón principal del edificio renacentista del Museo. Fuente: Tomada por Leonardo Meraz Quintana

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- Por otra parte destaca el enfoque de la investigación, per-ceptible en la exposición museística, hacia la arqueología de la baja y alta Edad Media.- Por último debemos señalar la calidad y el cuidado por el detalle realizado en la reutilización de estos espacios.

NOTAS Y REFERENCIAS1 En <<http://archeoroma.beniculturali.it/it/node/2>>, mayo 2009.2 Maria Letizia Conforto, “La dimensione urbana delle an-tiche rovine nei progetti di conservazione, valorizzazione e riuso della Soprintendenza Archeologica di Roma” en Luigi Marino (a cura di) Restauro dei manufatti architettonici allo stato di rudere, Firenze, Alinea, 2002, p. 106.3 Ibidem, pp. 107-108. “El destino de espacio caracterizados por ruinas arqueológicas para funciones colectivas compa-tibles puede comunicar a un número de usuarios cada vez mayor la gran calidad de los materiales, las técnicas de cons-trucción, las soluciones tecnológicas, mismas que deben de requerirse para los proyectos urbanos del futuro” (trad. de los autores).4 a.a.v.v., Museo Nazionale Romano, Crypta Balbi. English Edition, Milano, Electa, 2005 [2000], p. 5.5 Luciana Drago Troccoli, Scavi e ricerche archeologiche dell’Università di Roma “La Sapienza”, Roma, L’Erma di Bret-schneider, 1998, p. 56.6 a. a.v.v..., p. 30.7 Luciana Drago Troccoli, op. cit., pp. 56-58.8 “Plano Regulador General”.9 Se trata de un capitel y un fragmento de arranque de arco que pertenecían a un arco mayor cuya base era una combina-ción de columna y pilastra.10 Las joyas y las herramientas domésticas (instrumentum do-mesticum) destacan como los objetos más valiosos de la colec-ción y complementan la exposición que alberga el museo.11 Leonardo Meraz Quintana, Arqueología urbana y conserva-ción arquitectónica. México, uam-Xoch., 1993, pp. 68-71.12 Idem.

BIBLIOGRAFÍAa.a.v.v., Museo Nazionale Romano, Crypta Balbi. English

Edition, 2a. ed., Milano, Electa, 2005 [2000].campiani, Arianna et alt., “La Domus Tiberiana en Roma:

un nuevo recorrido de visita entre naturaleza e historia”, Mé-rida, Universidad Autónoma de Yucatán, en prensa

conforto, Maria Letizia, “La dimensione urbana delle antiche rovine nei progetti di conservazione, valorizzazione e riuso della Soprintendenza Archeologica di Roma” en Luigi Marino (a cura di) Restauro dei manufatti architettonici allo stato di rudere, Firenze, Alinea, 2002, pp. 106-108

drago Troccoli, Luciana, Scavi e ricerche archeologiche dell’Università di Roma “La Sapienza”, Roma, L’Erma di Bret-schneider, 1998.

meraz Quintana, Leonardo, Arqueología urbana y con-servación arquitectónica. México, uam xoch, 1993

saguí, Lucia, “Crypta Balbi”, en Luciana Drago Trocco-li, Scavi e ricerche archeologiche dell’Università di Roma “La Sapienza”, Roma, L’Erma di Bretschneider, 1998, pp. 55-61.

RECURSOS EN INTERNET<<http://archeoroma.beniculturali.it/it/node/2http://www.architettiroma.it/progetti/p00502.aspx>>,

Mayo 2009.<<http://www.gliscritti.it/gallery2/v/album_023/Crypta+

Balbi+Alto+Medioevo+a+Roma+097.jpg.html>>, Mayo 2009.<<http://www.clas.canterbury.ac.nz/ejms/new_mithraea/

index.htm>>, Junho 2010.<<http://www.fotosar.it/percorso.asp?lang=ita&treeID=4

41&sedeID=397>>, Junho 2010.<< ht t p : //pro d .p e rc or s id i a rc he o lo g i a . i t / i nd e x .

php?option=com_content&task=view&id=82&Itemid=31>><<http://www.inklink.it/inklink/archivio.php?toc=57>><<http://www.insulainrete.it/progetti/crypta/crypta.

htm>> Junho 2010.

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PRESENTACIÓNEl creciente interés sobre los equipamientos culturales que, a escala internacional, se ha venido manifestando en las últimas décadas, además de producir un sinnú-mero de nuevos emprendimientos y redefinir los criterios y conceptos que guían su accionar, también ha dado un importante impulso a instituciones que acreditan trayectorias consolidadas, las que han visto la posibilidad tanto de reafirmar sus lazos con las sociedades en que se incluyen, como de generar proyectos para inser-tarse en circuitos de mayor alcance.

En este sentido, el Museo de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe, del cual depende el sitio arqueológico que conserva los restos de la primera fundación de Santa Fe, y que constituye un caso excepcional como testimonio del trazado originario de una ciudad de la colonización española del territorio americano, ha decidido (entre otras acciones que incluyen su elevación como propuesta a la can-didatura de “Patrimonio de la Humanidad” ante la unesco) formular un plan de acción para renovar las instalaciones del predio y establecer estrategias para un mejor ordenamiento de las actividades que en él se desarrollan.

Fue así que en el año 2001 se comenzó a trabajar sobre un estudio integral e interdisciplinario con el objetivo de formular un documento (conocido como “Plan de Manejo Sitio Arqueológico Santa Fe la Vieja), que incorporase múltiples en-foques provenientes de disciplinas tales como la museología, la antropología, la arqueología, la arquitectura, la economía, el derecho y el turismo. En este equipo diverso e interactivo, desde la arquitectura se trabajaron unos lineamientos para futuras intervenciones, generando como caso de estudio y ensayo de estas ideas, un anteproyecto de prototipo para las protecciones de las ruinas y restos arqueoló-gicos que se encuentran en el lugar. Dada la complejidad, amplitud y multiplicidad de funciones simultáneas que se desarrollan en el lugar, se consideraron no sólo las particularidades del caso en sí mismo sino también sus implicancias a escala territorial.

Diseño arquitectónico para

el parque arqueológico

Santa Fe la Vieja

JULIO ARROYO, LUIS MÜLLER

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En los años siguientes se fueron desarrollando distintos aspectos del Plan de Manejo y en 2007 llegó la oportunidad para los desarrollos arquitectónicos.

En consecuencia, por intermedio del Museo Etnográfico y según el documento llamado “Plan de Manejo”, se formali-zó un convenio entre el cfi (Consejo Federal de Inversiones) y la Universidad Nacional del Litoral, para realizar un servi-cio especializado, consistente en el desarrollo de propuestas arquitectónicas con características muy particulares y espe-cíficas.

Conscientes de la necesidad de dotar al predio de mayo-res comodidades, mejorar la experiencia de la visita a través de instalaciones apropiadas y propiciar una imagen tendien-te a acompañar la propuesta que impulsa a Santa Fe la Vieja como uno de los sitios notables del patrimonio americano, con la intención de elevar su categoría a una escala de mayor relevancia, es que se realizaron estos proyectos, que atienden con particular interés a las demandas surgidas del documen-to inicial y, también, se proponen como un recurso tendiente a instalar una imagen contemporánea, acorde a las tenden-cias museográficas actuales.

El equipo de trabajo se constituyó con los arquitectos Ju-lio Arroyo y Luis Müller como coordinadores proyectistas, los cuales habían participado de la experiencia anterior en la que se redactó el Plan de Manejo.

Mediante la conformación de un equipo interdisciplina-rio, en el que participaron arquitectos, topocartógrafos, agró-nomos, calculistas, entre otros profesionales, se comenzó por realizar una serie de estudios preliminares, que incluyeron el relevamiento general del terreno afectado, obras existentes y arbolado, y la documentación de especies vegetales y diag-nóstico de su correspondiente estado fitosanitario.

De acuerdo con el documento de referencia, el informe final contiene (aparte de los resultados de los mencionados estudios técnicos preliminares), desarrollos arquitectónicos a nivel de anteproyecto y desarrollos arquitectónicos a nivel de proyecto, según se reseñan a continuación.

ANTEPROYECTO ARQUITECTÓNICOA este nivel se trabajaron los sectores de ingreso e interfa-se, proponiéndose intervenciones desde el mismo sistema de accesos vehiculares, el que fue rediseñado para evitar la intromisión de los colectivos dentro de la interfase. Todo el frente del sector ha sido planteado a los efectos de integrar su imagen con las nuevas construcciones que se harán en el predio.

En el interior de la interfase, se proyectó una “sala de in-terpretación” con sus correspondientes apoyos técnicos y de servicios.

PROYECTO ARQUITECTÓNICOCon este grado de desarrollo, apropiado para la licitación y ejecución de las obras, se presentaron:

- Sector de núcleo sanitario en el área de interfase en el “Área de acogida de visitantes”.- Prototipo de estructuras protectoras.- Protecciones y sistema de recorrido Claustro de San Fran-cisco- Rediseño y refacciones en la estructura protectora del Tem-plo de San Francisco.- Rediseño e intervención sobre estructura protectora exis-tente en el Cabildo.

A tales efectos, se presentó la documentación gráfica necesa-ria para la interpretación de los proyectos (planimetrías, de-talles, perspectivas) así como también los pliegos de especifi-caciones técnicas con sus respectivos cómputos, presupuestos y planillas complementarias.

Criterios arquitectónicos generales y definiciones del sis-tema de protecciones

En primer lugar, se trata de hacer evidentes las premisas que se adoptaron para las decisiones proyectuales, y que con-sisten en una toma de posición acerca de los resultados arqui-tectónicos deseables que se produzcan en el futuro.

La observación y análisis de algunas intervenciones ar-quitectónicas realizadas en el sitio a lo largo de los años, lle-varon a considerar conveniente que las pautas proyectuales que se adopten en adelante no repitan algunos criterios que se encuentran presentes en las mismas, tanto en cuestiones de escala como de lenguaje arquitectónico, a partir de con-siderar que se impone una presencia que se registra fuera de escala con el sitio histórico, en tanto que el lenguaje arquitec-tónico utilizado (reminiscencias neocoloniales) opera de un modo analógico tendiente a generar un carácter asociativo con las imágenes cargadas en la memoria visual del visitante, estableciendo relaciones con una posible representación de la arquitectura original de la vieja ciudad.

Esta doble condición, en el caso del Museo de Sitio exis-tente establece una relación con el lugar en la que se monu-mentaliza su presencia arquitectónica, ofreciendo una metá-fora inadecuada para el interés de lo que se esperaría lograr con la presentación general del sitio.

Gráfica 1. Museo de sitio existente. Fuente: Julio Arroyo

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En cuanto a los Templetes que cubren las ruinas de los tem-plos, algunas cuestiones operan en el mismo sentido, ya que la techumbre a dos aguas y las paredes recubiertas de revoque bolseado pintado de blanco no hacen otra cosa que remitir a una referenciación con la imagen de los templos originales siendo que, por sus propias necesidades estructurales y fun-cionales, las protecciones adquieren un tamaño mucho mayor que el que tuvieron las arquitecturas preexistentes. De este modo, conspiran contra la percepción espacial del visitante, ya que una vez dentro del recinto resulta muy difícil estable-cer parámetros válidos para recomponer imaginariamente la espacialidad de las iglesias desaparecidas.

Considerando estos aspectos, ya en los informes prelimi-nares realizados por Arroyo y Müller en su previa participa-ción en el equipo de estudio y redacción del Plan de Manejo, se hicieron explícitos los criterios y el carácter que se esperaba producir a partir de acciones sobre los edificios y las protec-ciones de los restos arqueológicos, proponiendo que:

[...] las futuras intervenciones arquitectónicas sean cuidadosas de manifestar una vocación orientada a generar el menor impacto fí-sico y visual sobre el sitio dando cuenta (a través de materialidad y lenguajes caracterizados por criterios de levedad y contemporanei-dad) de la propia condición contingente de la intervención (cons-ciente de que opera sobre un lugar cargado por historias de larga duración), a la vez que de su intrínseca pertenencia a la época de su realización.

Desde esos principios, se elaboró un anteproyecto que per-mitiera visualizar estas intenciones como propuesta arqui-tectónica, el cual condujo al desarrollo que se presentó en el informe final motivo del convenio.

El hecho objetivo que condiciona absolutamente toda la operación, está constituido por la presencia dominante del paisaje, el que se ofrece en su doble condición: de naturaleza agreste, que rodea gran parte del predio y captura la atención de las miradas, y de naturaleza intervenida por el hombre, ya que la traza de la antigua ciudad se presenta como un mapa indicado sobre el territorio, apenas señalado por algunas dé-

biles marcas. Es sobre este plano verde, con un predominio total del escenario natural sobre los restos arqueológicos, que deberán asentarse las formas arquitectónicas.

Por lo tanto, se entendió que el concepto que resultaba más adecuado para orientar el trabajo, apunta a definirlo como una “operación de intervención sobre el paisaje” más que con el enunciado de “proyecto arquitectónico, condición esta últi-ma que conlleva el riesgo de resultar limitada a dimensiones autorreferenciales.

Es por eso que, en una búsqueda de referencias estéticas, antes de comenzar con el proceso propio del proyecto arqui-tectónico se acudió al imaginario artístico - plástico que, con una larga tradición en la región, aborda el tema del paisaje de la costa, el río y las islas.

Son muchas las aproximaciones posibles, que van desde las propuestas analógicas, figurativas o pintoresquistas (las que se detienen en mayor o menor medida en lo fenomenológico y sus apariencias), hasta aquellas que realizan una abstracción del tema para llevarlo a condiciones casi metafísicas.

En esta última línea, la obra más elaborada y significativa pertenece al artista Ricardo Supisiche, de méritos reconoci-dos tanto en el plano nacional como internacional y fuerte-mente identificado como un representante genuino de la cul-tura santafesina.

Es, tal vez, la mayor síntesis lograda en la pintura local con el propósito de describir, con una encomiable economía de recursos, las características de este paisaje horizontal, llano, despoblado y signado por los inmensos planos de la tierra, el agua y el cielo. Un escenario en el que la presencia del hombre se hace silenciosa y su arquitectura revela una condición con-creta e inmaterial a la vez, asumida como simples volúmenes geométricos jugando bajo la luz.

Este planteo sintético, mínimo y sin estridencias, señala el rumbo que se piensa, en términos equivalentes, debe asumir la propuesta arquitectónica como un motivo que –sin supo-ner analogías ni referencias obvias- capture del mismo modo las fuerzas esenciales de este paisaje y colabore en ponerlas en evidencia.

Gráfica 2. Estructura de protección de restos arqueológicos, estado actual. Fuente: Julio Arroyo

Gráfica 3. El río, la isla, la canoa, elementos constitutivos de un paisaje característico. Fuente: Julio Arroyo

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pArte ii/ julio Arroyo, luis müller/ diseño Arquitectónico pArA el pArque Arqueológico sAntA fe lA viejA

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Tal como lo expresa el crítico Taverna Irigoyen, en la eta-pa en que Supisiche madura y sintetiza sus formas expresivas, a la atracción hacia la anécdota y:

la pasión de registrar los accidentes formales ribereños, la sustitu-ye una más racional, elaborada y minuciosa. El cuadro se levanta como una gran presencia. Ante él está el paisaje: no como un prota-gonista de perfiles dibujados, sino como un cúmulo de sensaciones, de ritmos, de aéreas sensorialidades. Porque en lugar de represen-tar el paisaje isleño, ahora el artista sabe que la mayor fuerza residi-rá, para su obra futura, en ese escenario como presencia.1

En sintonía con esta manifestación de intereses estéticos, asumiendo la plenitud de ese “escenario como presencia”, es que como principio rector de los proyectos se adopta el cri-terio de intentar disminuir la incidencia de la arquitectura y subrayar el paisaje.

En consecuencia, para el desarrollo de las protecciones de los restos arqueológicos se propuso un sistema modular de planos que, alternando condiciones de opacidad y transpa-rencia, permita definir volúmenes de geometría simple dan-do respuesta a las necesidades funcionales.

Así, los cuerpos aislados que se perfilan, asumen las con-diciones planteadas en las premisas de diseño pautadas: una marcada horizontalidad, expresión a partir de recursos míni-mos (tanto materiales como formales) y bajo impacto visual.

Se pretende que estos objetos, en una vista general a la distancia, aparezcan en el modo casi abstracto descripto más arriba, mientras que, en una apreciación de mayor proximi-dad, se revele un segundo nivel de lectura en el que cobren importancia cuidados aspectos constructivos y elaborados detalles de realización, apelando a una materialidad que ase-gure durabilidad con bajo mantenimiento.

Asimismo, distintas razones llevaron a optar por un sis-tema estructural y constructivo de montaje en seco minimi-zando el impacto de la obra in situ.

Con todo ello, se espera producir no sólo un impacto fa-vorable en las condiciones funcionales de la visita y la pro-tección de los restos arqueológicos, sino también adecuar la

imagen general del sitio potenciando la experiencia del cono-cimiento de sus contenidos, aportando a la vez un claro men-saje de expresión de la obra contemporánea sin alusiones his-toricistas que se presten a confusión sobre su temporalidad.

INTERVENCIONES. SU DESCRIPCIÓN Área de ingreso y Sector de acogida (el anteproyecto - proyecto)Tanto en el sector de ingreso como en la sala de referencia y sus anexos complementarios, se propone relacionar la ar-quitectura existente con la nueva a construirse, por lo que se realiza un anteproyecto que contempla la adaptación del pór-tico de ingreso y sus áreas anexas a la propuesta del sector de acogida, que se prevé desarrollar y realizar en una próxima etapa.

Todo el sector comprendido en esta área, deberá ser con-siderado como un conjunto, que responda a criterios y expre-siones arquitectónicas comunes.

Para ello se ordena el plano de organización en función de dos tramas regulares, que responden, una a las direcciones determinadas por la Ruta Provincial 1 y el borde externo del predio y la otra que responde a la trama proveniente del tra-zado original de la ciudad fundacional. De la intersección de ambas tramas surge la geometría que organiza todo el plan-teo arquitectónico

Así, aparecen unas pantallas que ordenan y direccionan las tensiones, vistas y circulaciones, resolviendo a la derecha del pórtico de ingreso el área de recepción e informes y a su izquierda el sector del destacamento policial. Se propone re-emplazar las cubiertas de tejas por losas de hormigón visto y en el remate de la torre por un bloque vidriado, los muros y paramentos serán revestidos con revoque texturado y colo-reado, con el propósito de reemplazar la impronta neocolo-nial de todo el conjunto de ingreso y asociarla con la nueva arquitectura de la sala de interpretación y sector de acogida. Desde todas las visuales posibles, el conjunto intenta generar una impronta de extendida horizontalidad, de baja presencia e impacto en la imagen total.En el sector de ingreso, se plantea la posibilidad de reformu-lar el acceso desde la Ruta Provincial num. 1, generando una

Gráfica 4. Ricardo Supisiche: “Paisaje de la soledad” (1974). Fuente: J. M. Taverna, Supisiche, Bs. As., Rubbers, 1979.

Gráfica 5. Proyecto sector de ingreso. Fuente: los autores

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explanada de arribo donde los vehículos grandes (ómnibus) permiten descender a los pasajeros, que ingresan caminando, mientras el colectivo se dirige en vía paralela hacia el estacio-namiento por fuera del predio. Estas dársenas, que han sido pre-diseñadas con asesoramiento de personal de la Dirección Provincial de Vialidad, requieren de un proyecto por parte de la mencionada repartición.

El sector de la sala de interpretación y anexos complemen-tarios se establece sobre una plataforma sobreelevada respec-to del terreno natural, recuperando el nivel que presentan actualmente las instalaciones del sector de ingreso, referidas a la cota de la ruta. Para su emplazamiento se han tenido en cuenta las especies vegetales existentes (las cuales han sido relevadas con exactitud), dando prioridad a los ejemplares más añosos e importantes, que serán preservados en su tota-lidad. La forma de la cubierta plana (planteada en hormigón armado a la vista como un modo de resolver cuestiones de mantenimiento al encontrarse bajo una densa masa de árbo-les), responde a las ubicaciones de estos árboles acompañan-do con su forma su distribución, a la vez que funciona como un extenso tendido de sombra que protege las actividades que suceden bajo el mismo, perforándose en determinadas situaciones para introducir la luz en puntos específicos.

Todo el sistema circulatorio, que como en el resto de los recorridos previstos en el sitio presenta adecuadas condicio-nes de accesibilidad para todo tipo de personas, en este caso tiene en cuenta las relaciones necesarias de este sector tanto con el área de ingreso como con el museo y/o el sitio arqueo-lógico, por ello su ubicación se ofrece como punto de partida de la visita y nexo con los sectores mencionados.

Para el edificio se propone una envolvente resuelta por medio de planos ciegos o transparentes según su posición, con el propósito de ofrecer una selección de recortes visuales que orienten las vistas hacia distintos puntos del predio. En el interior de la sala de interpretación, se alojará una maqueta de la planta urbana y sus edificios referenciada en su posi-ción respecto del terreno, a los fines de tener la posibilidad de efectuar señalamientos en la misma y dirigir las visuales hacia el predio para una rápida ubicación del visitante. Esta

sala, además de sus generosas vistas al sitio histórico, contará también con equipamiento para presentaciones audiovisuales y espacios destinados a paneles explicativos. Se propone como un ámbito capaz de propiciar una experiencia significativa, ya que será el primer contacto del visitante con la historia del lugar. Para ello, el espacio y la materialidad propuesta (muros texturados y con color, estructura y cubierta de hormigón vis-to, grandes superficies vidriadas) contribuyen a dotar al sitio de diversas situaciones y visuales. Desde su frente vidriado hacia la zona arqueológica, se accede a una plataforma abierta desde la cual se puede comenzar el recorrido, tanto dirigién-dose hacia el museo de sitio como si se elige acceder directa-mente al predio.

La sala de interpretación, aunque con posibilidades de in-dependizarse, se encuentra vinculada con un espacio destina-do a actividades comerciales (venta de recuerdos, artesanías, etc.) y también, saliendo del mismo se accede al sector de nue-vos sanitarios, el cual se han desarrollado a nivel de proyecto, ya que este núcleo plantea la necesidad de ser construido en una primera etapa, dejándose previstas sus futuras vincula-ciones con la obra descripta más arriba.

PROTOTIPO DE PROTECCIONES (EL PROYECTO)Se ha tomado el criterio de modular todo el sistema de cons-trucción para las protecciones en base a un módulo estructu-ral de 3.60 m entre ejes de columnas, por ello el prototipo se piensa como un edificio que puede construirse en cualquier caso adaptando sus dimensiones en el ancho y administrando la cantidad de módulos en el largo.

Tanto en este caso ideal, como en aquellos que serán cons-truidos según los proyectos desarrollados, se destaca que, da-das las particulares condiciones del sitio a intervenir, el sis-tema proyectado contempla una secuencia de construcción y montaje realizada “desde afuera y por arriba”. Concretamente, toda la maquinaria, obrador, acopio y preparación de materia-les, y estructuras provisorias necesarias serán dispuestas por fuera del perímetro de la construcción a levantar, elevando las piezas mediante plumas para ser colocadas en su sitio y to-mando los recaudos necesarios para proteger adecuadamente las ruinas a cubrir.

El desarrollo constructivo se define por un sistema estruc-tural, un sistema de cerramientos y un sistema de cubiertas, montadas en seco.

Para las fundaciones se establece el sistema de “pozos ro-manos”, contemplándose que para la ejecución de las exca-vaciones será necesaria la supervisión de profesionales de la arqueología, a los fines de asegurar un adecuado tratamiento del terreno y controlar los materiales extraídos desde el punto de vista científico.La estructura está definida por columnas y vigas que, en prin-cipio, fueron proyectadas para ser realizadas íntegramente de madera multilaminada. La elección de este material obedece

Gráfica 6. Proyecto sector área de acogida. Fuente: los autores

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a que se intenta disminuir toda obra húmeda y preparación de materiales in situ, como en el caso del hormigón armado, o de piezas que suponen mayores costos y pesos a mover y desplazar, como en el caso del hierro.

Sin embargo, sin abandonar estas pautas de proyecto, al realizar una compulsa de precios se llega a la conclusión de que el sistema resulta sensiblemente más oneroso que en una versión realizada en hormigón armado. Finalmente, se llega a la conclusión de presentar, para el caso concreto del pro-yecto de ampliación para el sector de San Francisco (que será la primera obra construida con un sistema semejante al del prototipo), una variante mixta: las columnas perimetrales y sus vigas de vinculación anular se proyectan en hormigón ar-mado, con los fines de disminuir costos, en tanto que las vi-gas se mantienen en la opción de madera multilaminada, ya que se trata de piezas prefabricadas que pueden ser izadas y colocadas en su lugar desde una posición externa a las ruinas, mientras que una viga de Hº Aº implicaría la ejecución de en-cofrados con sus correspondientes puntales y andamios, que deberían atravesar completamente el sector, tornándose im-practicable este tipo de construcción por el daño y los riesgos que implicaría.

El sistema de envolventes está planteado como una gran celosía compuesta de lamas de placa cementicia, montadas sobre una estructura secundaria.

La decisión de adoptar este sistema se basa en la necesidad de mantener el mayor equilibrio posible entre el ambiente externo y el interior de las protecciones, evitando los saltos térmicos y en el tenor de humedad, lo cual se logrará permi-tiendo la permanente circulación del aire, a la vez que prote-giendo el interior de las lluvias y otros agentes meteorológi-cos. En determinadas ocasiones las lamas de material opaco serán reemplazadas por paneles de vidrio multilaminado transparente, a los efectos de lograr efectos de iluminación y vistas parciales, tanto desde afuera hacia el interior, como desde éste hacia el paisaje.

Todo el sistema está pensado para ser montado por capas desde las columnas hacia fuera, con el propósito de evitar el ingreso y circulación de personas y materiales en el sector próximo a los restos arqueológicos.

La cubierta está planteada a partir de la tecnología de pa-neles compuestos, constituidos por una capa externa de cha-pa galvanizada plegada, un núcleo interior de espuma rígida de poliuretano y un fondo de placas de pvc color blanco, que hace las veces de cielorraso continuo. Estos paneles serán montados por medio de mecanismos de elevación externos al sector de ruinas a cubrir.

Las carpinterías de sectores vidriados, ya sean de abrir o fijas, serán realizadas en perfilería de aluminio en tanto que los paneles de cierre corredizos, tipo portones, serán ejecuta-dos en madera semidura.

Se prevé un sistema de pasarelas de tablas de madera que, según su ubicación y las condiciones de los recorridos prede-terminados, serán resueltas simplemente apoyadas o sobre-elevadas por medio de estructuras metálicas de prefabrica-ción liviana.

REMODELACIÓN Y AMPLIACIÓN SECTOR CABILDO (EL PROYECTO)Dado que este sector tiene estructuras de protección preexis-tentes, se hace lugar a la decisión de conservarlas, realizan-do modificaciones tales como la adaptación del sistema de envolventes previsto para los prototipos que será fijado a las estructuras existentes, previa verificación estructural, propo-niéndose la instalación de un cielorraso de placas de madera laminada.

Se plantea la extensión de un módulo en el extremo del ingreso, a los fines dotar al sitio de un sector protegido semia-bierto en el cual realizar las explicaciones previas al ingreso al sector de ruinas. El mismo puede oficiar como estación de recorrido. Este módulo será construido íntegramente con el sistema planteado para los prototipos, con el objetivo de vin-cular la imagen de la estructura protectora del Cabildo con las restantes obras de protección.

PROTECCIONES TEMPLO SAN FRANCISCO (INTERVENCIÓN AL EDIFICIO EXISTENTE Y NUEVAS CONSTRUCCIONES. EL PROYECTO)La intervención sobre el sector de San Francisco consta de dos operaciones bien diferenciadas.

a) Remodelación de la fachada lateral oeste: se reemplaza el muro de mampostería (a demoler) por un plano continuo de celosías similares a la de los prototipos y nuevas construccio-nes que serán anexadas a este edificio para proteger el sector del claustro. Al efecto, se conservarán las estructuras existen-tes demoliéndose los paños de mampostería de cerramiento y se adaptará el sistema de envolventes de celosía al módulo estructural resultante, que dotará al edificio existente de una imagen relacionada con las nuevas estructuras protectoras a construir integrándolo al sistema de conjunto.

En determinados sectores, en los que emergen del períme-

Gráfica 7. Proyecto prototipo de protecciones. Fuente: los autores

Gráfica 8. Proyecto protección Cabildo. Fuente: los autores

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tro de las protecciones ciertos sectores de las ruinas, la celosía será interrumpida y se construirán cajas vidriadas a los efec-tos de permitir la visualización de los restos arqueológicos.

b) Protecciones del sector del claustro: este sector, que hasta el momento no resulta apreciable para la visita, estará dispo-nible en los recorridos como un nuevo elemento disponible para ser recorrido. Para ello se construirá un nuevo sistema de protecciones adoptando los criterios planteados para los prototipos. La cubierta se plantea en tres faldones indepen-dientes que descargan hacia fuera, interrumpiéndose la con-tinuidad de los mismos por dos bloques vidriados que resuel-ven la geometría de los encuentros, a la vez que funcionan como cajas de iluminación natural.

El recorrido se plantea según un circuito interno anular, vinculado con el templo a través de aberturas practicadas en el muro existente y dando continuidad externa al sistema de pasarelas interior.

CONSIDERACIONES FINALESIndependientemente del éxito que pudiera tener la presenta-ción a declaración de este bien como Patrimonio de la Huma-nidad, lo cual ubicaría a la región en un sitio de privilegio y prestigio, ya el sólo hecho de haber iniciado la gestión impli-ca un salto cualitativo favorable en la consideración del sitio. Esto exige un incremento de la inversión para su protección y defensa e implica reforzar todos los aspectos que hacen a la responsabilidad en la conservación, protección y profundiza-ción de estudios acerca del bien patrimonial, contribuyendo sí con la educación integral de los santafesinos y también de sus visitantes.

Por ello, las propuestas arquitectónicas que se plantearon se manifiestan orientadas a proponer estructuras espaciales de lectura clara y contundente, a la vez de emplear recursos arquitectónicos que, en su deliberada sencillez, resuelven las necesidades comunicativas y de imagen sin competir con la verdadera motivación que debiera llevar a la visita del sitio. En este sentido, se privilegió todo aquello que oriente hacia el interés por lograr, del mejor modo posible, la interpretación de la importancia histórico - cultural de los restos arqueoló-

gicos exhibidos y su relación con la historia urbana, presente en los vestigios del trazado de la ciudad originaria.

Habiendo transcurrido un cierto tiempo desde la realiza-ción del proyecto se da la oportunidad de abrir una instan-cia de reflexión ex-post acerca de los criterios oportunamente adoptados, especialmente los que definen las opciones estéti-cas. La decisión de evitar toda referencia neocolonial o pinto-resquista fue inmediata del mismo modo que fue espontánea la referencia al maestro Supisiche.

A lo largo de los casi 50 años de existencia, el Parque Ar-queológico ha recibido sucesivas intervenciones que, básica-mente, respondieron a dos criterios fundados en el lenguaje arquitectónico y en la funcionalidad técnica, respectivamen-te. En el primer caso se destaca el caso del Museo de Sitio pro-yectado los arquitectos Busaniche, Jullier y Rafaghelli, obra que retoma elementos del cortijo andaluz y los desarrolla en un edificio exento y compacto de acentuada verticalidad. Es-tán presentes en la morfología general elementos propios de la arquitectura doméstica colonial del Río de la Plata tales como las galerías, los muros encalados, las aberturas pequeñas y los tejados de pendientes levemente marcadas; también los pies derechos de madera, los aventanamientos, la rejas, los solados de ladrillos, etc. Si bien el museo presenta una espacialidad interior sorprendente por su desarrollo en ascenso, contra-riando los circuitos de recorrido habitualmente horizontales, en general la intención ha sido la de generar un ambiente co-lonial. Es evidente que el interés de los arquitectos fue incluir elementos de un pasado histórico legitimador de las decisio-nes proyectuales asumiendo, tal vez, que en el pasado anidan los valores que la arquitectura presente debe reproducir. Para ello apelaron largamente a citas directas de ejemplos históri-cos con lo cual llegaron a un tipo de arquitectura mimética.

Siendo un obra de los años setenta, es dable pensar que la misma es un epígono de lo que en su momento fue el discur-so nacionalista del Arq. Ángel Guido. El autor se preocupó en demostrar la originalidad de la arquitectura indoameri-cana, reconociendo elementos indígenas y criollos en los re-pertorios formales, las técnicas constructivas y las tipologías edilicias que le permitía confirmar la hipótesis de una arqui-tectura genuinamente americana que no necesariamente era

Gráfica 9. Proyecto protecciones San Francisco. Fuente: los autores

Gráfica 10. Proyecto sector claustro de San Francisco. Fuente: los autores

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reflejo de la producida en la metrópoli colonial si bien en ob-via relación a aquella. Guido proponía una “[…] arquitectura colonial científicamente considerada […]”, con lo cual aspira-ba a neutralizar –en su opinión– las nefastas influencias en la arquitectura de las primeras décadas del siglo xx. Al respecto dice:

[…] durante casi las tres décadas del presente siglo, nuestra arqui-tectura imitó sucesivamente el clasicismo de segunda mano de los Luises, en primer lugar; luego la arquitectura de la exposición internacional de artes decorativas de Paris 1925, y las de Munich y Viena, antes de la guerra; y hoy los estilos modernos alemanes, italianos, franceses, austríacos, no faltando las de vanguardia; por ejemplo, el estilo estandardizado´ del soviet ruso y el `activista de Le Corbusier.2

Es evidente el carácter reaccionario de esta posición, concor-dante con el pensamiento conservador hegemónico por en-tonces en Argentina, el cual escapa totalmente al interés de los proyectistas.

El segundo criterio, el del funcionalismo tecnológico, se expresa en las estructuras protectoras que con gran cuidado desarrolló el Arq. Humberto Rodríguez Camilloni cuando en su condición de experto de la oea trabajó en la recupera-ción de las ruinas en los años ochenta. Estas estructuras están resueltas con tecnologías y materiales sencillos, fácilmente disponibles en el medio y comunes en las construcciones ru-rales, tales como chapas de fibrocemento, estructuras reticu-ladas de hierro, cubiertas de chapa galvanizada sobre arcos parabólicos, etc. Las construcciones resultantes responden a requerimientos simples tales como el control de la tempera-tura mediante la generación de sombra sobre las ruinas, sin crear un ambiente cerrado; en efecto, los cerramientos late-rales no son completos por lo que permiten el paso de aire, conservándose cierto equilibrio necesario en los niveles de humedad ambiente entre el interior y el exterior. No existe en este caso una preocupación por la arquitectura como lengua-je ya que se trata de una construcción regulada básicamente por decisiones tecnológicas, siendo la forma resultante una mera consecuencia derivada de aquéllas. No obstante, cabe reconocer que estas protecciones, sencillas y elementales, remiten directamente al principio básico de la arquitectura, cual es el de brindar una utilidad práctica. Los proyectistas se nutrieron de este principio liminar puesto que la necesidad de proteger unas ruinas de tierra extremadamente frágiles y vulnerables imponía una actitud prudente.

Además de estas referencias constatables en el predio, se hizo un estudio de antecedentes que contribuyó a orientar las decisiones de diseño. Entre los múltiples casos considerados se comentan sólo dos que resultaron particularmente intere-santes. Uno es el museo arqueológico de Kalkriese del estudio de los arquitectos Gigon & Guyer, Alemania, 19983 y el otro corresponde a la protección diseñada en 1986 por el Arq. Pe-

ter Zumthor para las ruinas de Chur, Suiza.4

En estos ejemplos, la arquitectura es sólo una acentuación en el entorno, un punto de marcación totalmente retenido en la simpleza de la forma y en lo elemental de su materialidad. En el primer caso, la obra refiere a un hecho histórico que prácticamente no ha dejado huellas en el territorio por tra-tarse de una batalla de la antigüedad; el pequeño edificio se resuelve como un cuerpo elemental, carente de toda grandi-locuencia, que trae a colación el hecho memorado mediante un dispositivo acústico –una suerte de bocina- que amplifica los rumores del bosque, logrando que lo inexistente adquiera presencia.

La obra de Zumthor resultó particularmente interesante por el uso igualmente elemental de la tecnología: unas lamas montadas sobre parantes y soleras que conforman una envol-vente ligera, una tenue protección que juega sutilmente con el paso del aire y el tamiz de la luz.

Las opciones estéticas aplicadas a situaciones proyectuales concretas como las que se presentan dependen tanto de fac-tores subjetivos como objetivos. Entre los primeros, cuenta el hecho de que los proyectistas hayan compartido un proceso de formación disciplinar y profesional que permitió producir una base de conceptos y sensibilidades comunes, además de la actividad académica que, como se sabe, desarrolla en gran medida actitudes crítico-reflexivas. Por lo tanto, llegado el momento de producir en colaboración un proyecto, simple-mente estas afinidades afloran como disposiciones comunes que generan acuerdos tácitos.

Entre las objetivas, cuenta un cierto clima de época mar-cado por la ausencia de posiciones únicas, de escuelas o de tendencias especialmente marcadas. Por el contrario coexis-ten en el escenario de la producción contemporánea de ar-quitectura una extrema multiplicidad de posiciones, búsque-das, exploraciones, estrategias cada vez más individuadas y sesgadas. La serie de pequeñas intervenciones que requiere el Parque de Santa Fe La Vieja no queda exenta de las dudas y las incertidumbres del mundo presente que, en el campo de las producciones estéticas, se explica por la primacía de lo significante por sobre lo significado.

Roberto Masiero dice que:

[…] nuestro tiempo está caracterizado por una cada vez más difun-dida robotización del trabajo, por una progresiva liberalización de las materias primas de origen extractivo, por una masificación de los productos etiquetados por el `gusto , por la globalización de los mercados y de las tecnologías de la producción y la reproducción […],

para agregar luego que esta tendencia promueve:

[…] la `instrumentalidad´ no `orientada , es decir, que constituye un fin en sí misma (por tanto, kantiamamente hablando, objeto es-tético), modifica radicalmente la relación entre medios y fines en la producción global de las obras, incluidas las artísticas y arqui-

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tectónicas, y tiende a que las tradicionales distinciones entre teoría y praxis, medios y fines, abstracto y concreto, forma y contenido, en definitiva, las típicas dualidades de la metafísica occidental, se evidencien como insignificantes.5

La relevancia que adquiere la materialidad de la forma en este contexto de instrumentalidad no orientada es notable. Se ob-serva tanto en los extremos dados por las obras del producti-vismo de la alta tecnología y por las que apelan al rescate de materiales y técnicas vernáculas, asumiendo una posición de reconocimiento de lo local y lo posible. En el amplio espectro que media entre esos extremos, la materialidad de la forma adquiere centralidad y consume buena parte de las energías proyectuales.

La propuesta aquí comentada no escapa a esta preocupa-ción por la materialidad; se trata de una materialidad poética que, inspirada en las presencias silenciosas sugeridas por Su-pisiche se plasma en una actitud de repliegue, de contención, de economía de formas y de materiales. Es por ello que las estructuras protectoras son ligeras, no herméticas, livianas; se resuelven con un marcado predominio de la horizontalidad, con una altura mínima que permite acomodar las piezas por debajo de la copa de los árboles, con neutralidad cromática y ausencia de superficies reflectantes. Del mismo modo, las instalaciones del área de servicios, que requieren de locales de luces amplias y gran accesibilidad y de cierta imagen emble-mática del Parque, se organizan a partir de muros que a modo de pantallas se extienden horizontalmente entre la profusa arboleda del área de interfase. Formas y materiales trabajados con la intención de evitar el gesto autoral mediante una estric-ta reducción formal.

En una época de agitación mediática, de abismos existen-ciales, de vértigos científicos, de medios sin fines, la opción estética ha sido la de producir objetos silenciosos en un paisaje dominante, en un intento de hacer del Parque un pequeña ex-periencia del encuentro sublime de la naturaleza y la historia. Un pequeño momento de intensidad en el dilatado mundo contemporáneo.

NOTAS Y REFERENCIAS1 J. M. Taverna, Supisiche, Bs. As., Rubbers, 1979, p. 29.2 Ángel Guido, “La influencia india en la arquitectura colo-nial”, La Prensa, Bs. As., 20/10/1929.3 El Croquis, num. 143, Madrid, 2009, en <<www.gigon-guyer.ch/>>. Abril 2009.4 En <<http://www.danda.be/home/>>, y en <<http://www.pritzkerprize.com/laureates/2009/index.html>>. Junho 2009.5 Roberto Manisiero, Estética de la arquitectura, Madrid, Ma-chado Libros, 2003, p. 270.

BIBLIOGRAFÍAguido, Ángel. Concepto moderno de la Historia del Arte,

José L. Pagano (prol.), Santa Fe, Universidad Nacional del Li-toral, 1936.

masiero, Roberto. Estética de la Arquitectura. A. Madrid, Machado Libros, 2003.

solá-Morales, Ignasi. Diferencias. Topografía de la arqui-tectura contemporánea, Barcelona, G. Gili, 1995.

taverna, J. M., Supisiche, Bs. As., Rubbers, 1979.

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Os livros de história da arquitetura nos contam que foram os antigos egípcios quem criaram os obeliscos. Da velhíssima guarda dos historiadores da arquitetura, Er-nest Bosc2 e Auguste Choisy3 nos ajudaram a entender como os egípcios executa-vam, ornavam e, a parte mais difícil da tarefa, erguiam seus obeliscos. Explicaram também como e porque eram construídos, razão pela qual estes elementos de forte simbolismo se difundiram por todas as épocas e pelos cinco continentes.

Etimologicamente, o termo deriva do grego, empregado em substituição a teken, traduzido como pequeno espeto. O Houaiss4 explica que a palavra pode assumir três significados: (1) pedra monolítica vertical, de base quadrangular, que vai di-minuindo progressivamente para formar, no ápice, uma pirâmide; (2) monumento que tem esta forma, geralmente construído de alvenaria comum, ou de concreto armado, e revestido de placas de pedra ou mármore; e (3) coisa alta e alongada. Já o Dicionário da Arquitetura Brasileira fala em “pilar cuja secção quadrada vai di-minuindo progressivamente até o vértice, que pode ser pontiagudo ou chanfrado.”5 Louvação aos deuses, sua forma evocaria o próprio raio solar, sua sombra corres-ponderia aos olhos do sol.

Grandes arquitetos projetaram ou manipularam obeliscos; figuras proeminen-tes da história sonharam em erigir ou merecer um obelisco. Roma está repleta de-les. O mais imponente tem 32 metros de altura;6 originalmente erguido junto ao Templo de Amon, em Tebas (séc. xv a. C.), foi Constantino ii quem o transportou do Egito para a Itália, instalando-o no famoso Circus Maximus (357 d. C.), a atual Piazza Navona, por coincidência endereço da bela Embaixada do Brasil. Em 1588, por vontade do Papa Sisto V e graças à habilidade técnica do arquiteto Domenico Fontana, ganhou seu endereço definitivo na Praça São João de Latrão, daí ficar conhecido por Obelisco Laterano.

Rasgando a “cidade eterna” com novas ruas e destruindo suas antigas edifi-cações, Domenico Fontana serviu bem ao seu príncipe, um notório paladino da

De obeliscos e espetos ou,

para se espantar

e curtir 1

ANDREY ROSENTHAL SCHLEE

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Inquisição. Imprimiu a Roma a sua feição barroca e, valen-do-se de inúmeros obeliscos, soube pontuar e requalificar es-paços e edificações representativas da Cristandade. Embora a intervenção urbana tenha logrado grande sucesso, o Papa não obteve igual aceitação popular; ainda em vida mandou erguer uma estátua em sua própria homenagem, mas esta foi logo destruída pelo povo romano.

O mais importante obelisco de Paris, com 23 metros de altura,7 está locado desde 1836 no centro da Praça da Con-córdia, no cruzamento do eixo que liga a Assembléia Nacio-nal à Igreja da Madeleine8 com o eixo que vai do Arco do Triunfo ao Louvre.9 A história remonta aos tempos de Luis xv quando, em 1748, foi lançado um concurso para a edifi-cação de uma place royale, no intuito de seguir o sucesso da Place des Voges, de Henrique iv, ou da Place Vendôme, de Luis xiv. O arquiteto Jacques-Ange Gabriel foi o responsável pelo desenho original do espaço – todo ele delimitado por fossos, balaustradas e guaritas. Após a queda da Bastilha, em 1789, o local foi renomeado Praça da Revolução, sendo a es-tátua central do rei10 substituída, em um ato de forte simbo-lismo, pela guilhotina. Por fim, no intuito de sinalizar a paz entre os franceses, foi rebatizada como Praça da Concórdia. Entre 1830 e 1844, o arquiteto Jacques-Ignace Hittorff propôs a sua remodelação e ampliação, substituindo alguns de seus elementos originais por duas fontes, oito estátuas e o famoso obelisco. E não poderia ser diferente, o monumento veio do Egito em 1831, tendo sido subtraído ao templo originalmente construído por Amenhotep iii e dedicado a Amon-Re, em Luxor – presente um tanto a contragosto feito por um gover-nante egípcio, deixando seu gêmeo solitário e o transforma-do em objeto de eterna querela entre os dois países.

O maior de todos os obeliscos, com 170 metros de altu-ra, foi construído em 1885 na capital americana, em honra a George Washington. Trata-se de obra do arquiteto Robert Mills, localizada no encontro do National Mall – a grande avenida de museus que vai do Capitólio (o Congresso Nacio-nal lá deles) ao Memorial a Lincoln – com a esplanada verde que conduz aos jardins da Casa Branca. Valorizando suas dimensões e simbolismo, posteriormente foi providenciada a chamada reflecting pool, um extenso espelho d’água que cria um interessante jogo de reflexos mútuos entre os diver-sos monumentos.

Em 1936, um obelisco com 67 metros de altura foi ergui-do em Buenos Aires para comemorar o quarto centenário de sua fundação. De autoria do arquiteto modernista Alberto Prebisch, foi implantado no cruzamento de duas das mais importantes artérias da cidade, a Avenida 9 de Julho e a Ca-lle Corrientes. Segundo o autor: “Foi adotado esta simples e honesta forma geométrica, porque é a forma de um obelisco tradicional... Ele foi chamado de Obelisco, porque havia de chamar-lhe de alguma coisa. Eu reivindico para mim o di-reito de chamá-lo de uma forma mais abrangente e genérica, Monumento.”11

Na trilha dos portenhos, em 1937 foi realizado um con-curso para a escolha de um monumento em comemoração da Revolução Constitucionalista de 1932, triste derrota da qual os paulistas muito se orgulham. E assim, em 1947 teve iní-cio a construção do Mausoléu ao Soldado Constitucionalista, mais conhecido como Obelisco do Ibirapuera, no parque de mesmo nome em São Paulo;12 com 72 metros de altura, é obra de dois italianos então há muito radicados naquela cidade, o escultor Galileu Emedabili e o engenheiro-arquiteto Mario Pucci.

Há fortes indícios de que o arquiteto Oscar Niemeyer gos-ta de obeliscos. Educado na tradicional Escola de Belas Artes do Rio de Janeiro, deve ter estudado ou ao menos manuseado os citados livros de Bosc e Choisy. E pode bem ter guardado em sua memória a imagem do Obelisco Comemorativo da Inauguração da Avenida Central,13 de 1906, na antiga Capital Federal. Trata-se do mesmo obelisco onde os vitoriosos da Revolução de 1930 amarraram seus cavalos, e todos sabemos do papel desempenhado por Getúlio Vargas como mecenas da arquitetura moderna carioca, particularmente para Lucio Costa e Oscar Niemeyer. Mais ainda, como dimensionar o impacto na imaginação criativa de Niemeyer causado pelo obelisco triangular e pela esfera branca que compunham o símbolo – o famoso Trylon and Perisphere – da Exposição Internacional de Nova York de 1939?

Uma das características do trabalho de Niemeyer é a cons-tante reinvenção de elementos arquitetônicos consagrados – algo que fez com brio em colunas e marquises. Tais elementos aparecem em seus projetos reinterpretados ou completamente transformados, gerando soluções novas e surpreendentes. Foi em 1949 que empregou pela primeira vez um obelisco, quan-do de sua participação no concurso para o Centro Atlético Nacional no Rio de Janeiro: um obelisco de base retangular equilibrando a composição do pórtico de acesso ao conjun-to, mas que não foi construído. O obelisco em sua plenitude, isolado e pontiagudo, faria presença no Monumento para Rui Barbosa, de 1949. Esse também não foi construído, porém se-ria retomado, anos mais tarde, agora na tribuna à frente do Quartel General do Exército de Brasília (1967), onde reina imponente, muito agradando os militares que o batizaram de “Espada de Duque de Caxias”.

No início da década de 1950, Niemeyer estava trabalhan-do nos projetos para a comemoração do iv Centenário de São Paulo no Parque Ibirapuera e, para marcar o acesso principal próximo ao citado Mausoléu ao Soldado Constitucionalista,14 propôs algo sensacional, inédito!! Uma grande espiral de eixo inclinado, veradeira escultura de concreto e marco urbano único, que sugeriria movimento e modernidade, mas que, executado, não se manteve em pé por motivos técnicos. Po-rém não foi esquecido, tornando-se o logotipo do evento.

Os obeliscos, com formas e funções variadas, continua-ram a ser adotados por Niemeyer em seus projetos mais am-biciosos, como na composição da Mesquita de Argel (1968),

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na praça da Universidade de Constantine (1969) ou no con-junto do Centro Cívico Tietê em São Paulo (1986).

Para o Centro Cívico Administrativo de Argel (1968), pro-pôs algo mais audacioso, uma praça circular de 200 metros de raio, circundada por palácios e por um leque de ministé-rios. Nela colocou o Monumento da Revolução, “concebido como um espaço imenso e misterioso de pirâmide inclinada até colocar-se fora do prumo, situada sobre base triangular e com 150 metros de altura”15 –mais um de seus obeliscos não executados. Tal solução foi retomada (e transformada) quan-do do desenvolvimento do monumento Tortura Nunca Mais (1986). Desta vez, o obelisco, além de inclinado, foi curvado: “uma espécie de longa haste plantada sobre plataforma retan-gular, mas vergada pelo peso de uma figura de corpo humano que a sua ponta atravessa”16 – como um espeto da acepção original do termo.

Recentemente, o tema voltou a ser empregado por Nieme-yer no projeto do Monumento a Simon Bolívar (2007). Mais um obelisco inclinado, com 100 metros de altura, obra enco-mendada por Hugo Chaves, a ser erguida no Monte El Ávila, em Caracas. Segundo divulgado pela imprensa internacional, uma peça de concreto, com a forma de uma flecha apontando para os eua.17 No entanto, tudo indica que o presidente vene-zuelano não se encantoiu pela idéia, preferindo uma gigan-tesca estátua eqüestre do Libertador. Segundo Chaves, “será muito mais alto que o Cristo do Corcovado, no Rio de Janeiro, muito mais alto que o Arco do Triunfo em Paris ou que o Mo-numento a Lincoln em Washington.”18

No dia 9 de janeiro de 2010, em seu escritório, com a pre-sença do Governador do Distrito Federal, José Roberto Arru-da, e seu Secretário de Cultura, Silvestre Gorgulho, Niemeyer apresentou o projeto para uma nova praça, a ser construída no canteiro central da Esplanada dos Ministérios de Brasí-lia, logo à frente da Rodoviária do Plano Piloto. A notícia foi logo divulgada pela grande imprensa. O Correio Braziliense estampou na primeira página, em destaque a manchete “para se espantar e curtir”,19 enquanto a Globo informava que “Bra-sília vai ganhar a Praça da Soberania... Embaixo da praça ha-verá um estacionamento subterrâneo para 3 mil carros, com acesso direto nos dois lados do Eixo Monumental. Para Oscar Niemeyer, a construção é ousada, mas não altera em nada o projeto original do Plano Piloto. A Praça da Soberania terá um prédio baixo, em curva. Será construído um memorial dos presidentes da República. Na frente, haverá um grande monumento, em formato de triângulo, de 100 metros de altu-ra, que vai apontar para o Congresso Nacional. O monumen-to vai ter a mesma altura do mastro da bandeira, que fica na Praça dos Três Poderes. Nas palavras de Oscar Niemeyer, “é para causar perplexidade em quem vê.”20

E Oscar Niemeyer, mais uma vez, conseguiu causar per-plexidade em todos! Infelizmente não pelas qualidades de seu projeto. Desde então, um polêmico debate se estabeleceu. Sylvia Ficher,21 Elio Gaspari,22 Jorge Guilherme Francisconi,23

Frederico de Holanda,24 Carlos Henrique Magalhães,25 Glau-co Campello26 e Igor Campos,27 além do próprio Niemeyer,28

apresentaram seus pontos de vista sobre o projeto. Como morador de Brasília, como arquiteto e como grande

admirador da obra de Oscar Niemeyer, venho apresentar os meus argumentos sobre a Praça da Soberania.

Inicialmente, devo dizer que não é possível afirmar que não haverá alteração no projeto original do Plano Piloto. To-dos sabemos que, desde 1957, quando Lucio Costa venceu o concurso nacional para o urbanismo da nova Capital, a confi-guração da Esplanada dos Ministérios já estava definida. Pe-sadas obras de terraplanagem foram realizadas para garantir os efeitos de perspectiva e de implantação por ele imagina-dos, cuidadosamente detalhados no Relatório do Plano Pilo-to. Niemeyer compreendeu muito bem a intenção e ajudou a concretizá-la com maestria. E, em parceria, a monumentali-dade se fez, muito mais pelo conjunto do que pela expressão individual de seus edifícios. É a tal “dignidade e nobreza de intenção”, associada à “ordenação e ao senso de conveniência e medida”, de que nos falava Lucio Costa.29 Foi no item 9 do seu Relatório que explicou como seria o setor representativo do país: dois terraplenos em níveis distintos, mas associados entre si; um, com planta triangular e em cota mais baixa, para os três poderes da República, o outro, retangular e em cota mais alta, para os ministérios e autarquias. O segundo terra-pleno configuraria, justamente, uma ampla esplanada, “ex-tenso gramado destinado a pedestres, a paradas e a desfiles.”30 Lucio Costa fez questão de salientar que a esplanada seria arrimada em todo o seu perímetro. O que significa que ela já nasceu programática, dimensional e espacialmente definida – os anexos dos ministérios, por exemplo, estão fora de tal perímetro, e não interferem na apreensão do todo. O urbanis-ta desejava, com muito requinte e lucidez, “garantir a coesão do conjunto” e obter uma “ênfase monumental imprevista.”31 Para tanto, a Catedral foi deslocada e ganhou uma praça au-tônoma, pois “a perspectiva de conjunto da esplanada deve prosseguir desimpedida até além da plataforma onde os dois eixos urbanísticos se cruzam.”32 Já sobre o setor cultural da Capital, Costa registrou que deveria “ser tratado à maneira de parque para melhor ambientação dos museus, da biblioteca, do planetário...”33

Assim, não apenas a nova Praça da Soberania alterará drasti-camente o projeto original do Plano Piloto, introduzindo um ponto focal novo entre a Rodoviária e o Congresso (e vice-versa) – como o Conjunto Cultural da República já o fez, pa-vimentando ou “mineralizando” o que era para ser gramado e tratado à maneira de parque. Neste sentido, concordo plena-mente com o mestre Niemeyer quando diz que “a degradação ambiental começa a se agravar, determinando um dia, quem sabe, que as grandes áreas abertas venham a ser arborizadas, e que as coberturas de concreto, previstas na maioria dos edi-fícios, sejam também transformadas em terraços jardim, co-bertos de grama.”34

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Mas caso o Relatório do Plano Piloto não pareça suficien-temente claro para alguns, vale recorrer ao Brasília revisitada 1985/1987, quando Costa voltou a estudar Brasília e senten-ciou: “A escala monumental comanda o eixo retilíneo – Eixo Monumental – e foi introduzida através da aplicação da ‘téc-nica milenar dos terraplenos’ (...), da disposição disciplinada, porém rica das massas edificadas, das referências verticais do Congresso Nacional e da Torre de Televisão e do canteiro cen-tral gramado e livre de ocupação que atravessa a cidade do nascente ao poente.”35 Desta vez, Costa não apenas explicita e reforça sua intenção de manter o canteiro central não-edifi-cado, como estabelece a relação entre os dois únicos marcos verticais que lhe interessam: a torre de tv e o Congresso (vale lembrar que o Mastro da Bandeira Nacional, outro obelisco com 100 metros de altura, já estava construído).

Tem sido dito que o obelisco da Praça da Soberania en-riquecerá a Esplanada. Mas em que sentido? O que falta é concluir a parte norte do setor cultural com o cuidado de obedecer à clara prescrição de que seja “tratado à maneira de parque”, para tanto abrindo a oportunidade para um saudá-vel concurso público. Assim os políticos poderão fazer o que mais gostam: uma festa de inauguração, mesmo que seja para deixá-lo abandonado e sem equipamentos.

No canteiro central, basta manter a grama verde! É área non-ædificandi! A ser preservada sem pombas e outras intro-missões que nada acrescentam à Esplanada, só tumultuam a sua leitura, prejudicam o seu entendimento, invertem a sua relação de cheios e vazios e destroem a sua perspectiva – a única à qual cabe realmente nos espantar! Brasília não carece de novos monumentos. Temos é que garantir o bom funcio-namento dos que já existem e estão, em sua maioria, neces-sitando de manutenção, equipamentos e de pessoal: basta lembrar a plataforma da Torre de tv, a Casa de Chá, o Teatro Nacional, o Panteão da Pátria, o Espaço Lucio Costa, o Es-paço Oscar Niemeyer etcetera.

Outro argumento que está sendo utilizado para justifi-car a intromissão de Niemeyer no gramado de Brasília é o de autoria. O próprio arquiteto lembrou que é seu “direito e obrigação concebê-la [a praça] e propô-la.”36 Como cidadãos, todos podemos propor algo para Brasília, no entanto, esta-mos legalmente impedidos de descaracterizá-la. É o que diz o Decreto nº 10.829 do gdf em seu Art. 3º, “os terrenos do canteiro central verde são considerados non-ædificandi.”37 É o que estabelece a Portaria nº 314 do iphan, que protege o conjunto urbanístico “construído em decorrência do Plano Piloto vencedor do concurso nacional para a nova capital do Brasil, de autoria do arquiteto Lucio Costa.”38 Tombamento apoiado na idéia de preservação das características essenciais das quatro escalas da cidade, e que, para a escala monumen-tal, considerou no seu Art. 3º a proibição de construção de qualquer edificação acima do nível do solo nos terrenos do canteiro central verde, da Praça dos Três Poderes ao Palácio do Buriti. Busca a legislação, deste modo, não apenas impedir

a execução de edifícios não previstos por Lucio Costa, como principalmente garantir “a plena visibilidade do conjunto mo-numental”.39

Por sua vez, o argumento de autoria encontra força no Art. 9º da mesma legislação que, excepcionalmente, permite novas edificações, desde que encaminhadas pelos autores de Brasília, Lucio Costa e Oscar Niemeyer, e aprovadas pelos ór-gãos competentes. Tais construções devem, por isso mesmo, ser justificadas como “complementações necessárias ao Plano Piloto original”,40 o que não é o caso da Praça da Soberania. Mas onde reside, então, o direito de Niemeyer? Na partici-pação em concurso público para a seleção de projeto para as edificações do até hoje incompleto Setor Cultural. E o Art. 3º da Portaria nº 314 é claro quanto a isso: “as áreas compreen-didas entre a Esplanada dos Ministérios e a Plataforma Rodo-viária ao sul e ao norte do canteiro central, e que constituem os Setores Culturais Sul e Norte, destinam-se a construções públicas de caráter cultural.”41

Por fim, é ainda necessário acrescentar que o obelisco da Praça da Soberania só causará impacto e espanto por seu gigantesco contraste com a arquitetura já existente naquela porção do Eixo Monumental. Pelo ruído que, ao menos em seus primeiros anos, causará em todos aqueles cidadãos já acostumados com a imagem da Esplanada dos Ministérios conforme inventada –e desejada– por Lucio Costa, o que nos confirma sua filha, Maria Elisa Costa.42 Como já apontado, o projeto de Niemeyer é conhecido, pois transfere para Brasília soluções criadas e não executadas para outros sítios e outros programas. Um projeto déjà-vu, que repete o Monumento da Revolução de Argel ou (re)trabalha o Monumento a Simon Bolívar. Em Brasília os ministérios estão perfilados –já existe uma perspectiva!– e não “em leque”, como no caso argelino. Em Brasília, o obelisco – agressivamente – apontará para o Congresso Nacional e não para os Estados Unidos da Améri-ca, como no caso chavista. E Le Corbusier estará pensando: “Aqui não há invenção!”

NOTAS Y REFERENCIAS1 Manchete de capa do Correio Braziliense, 10/01/09, divul-gando um novo projeto de Oscar Niemeyer para Brasília. Ver Ricardo Miranda, “Novo marco na Esplanada”, en Correio Braziliense, num. 10, janeiro 2009, p. 25.2 Ernest Bosc, Dictionnaire Raisonné d’Architecture, Paris, Firmin-Didot, 1879, p. 305.3 Auguste Choisy, Historia de la arquitectura, Buenos Aires, Víctor Leru, 1944 (1899), pp. 16-64.4 Antônio Houaiss y Mauro de Salles Villar, Dicionário Houaiss da Língua Portuguesa, Rio de janeiro, Objetiva, 2001, p. 2.041. 5 Eduardo Corona y Carlos Lemos, Dicionário da arquitetura Brasileira, São Paulo, edart, 1972, p. 343.6 Sem considerar a altura da base.7 Sem considerar a altura da base.

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8 Eixo que, passando pela rua Royale, pela Praça da Concór-dia e pela Ponte da Concórdia, liga a Igreja da Madeleine ao Palácio Bourbon – atual Assembléia Nacional.9 Eixo que passando pelos Jardins dos Champs-Élysées, pela Praça da Concórdia e pelo Jardim das Tulherias, liga o Arco do Triunfo ao Museu do Louvre.10 Obra do escultor Edme Bouchardon, de 1763. Ver Michel Poisson, Paris monuments, Genève, Minerva, 1998.11 Alberto Prebisch, en: <<http://pt.wikipedia.org/wiki/Obe-lisco_de_Buenos_Aires>>, acesso: 21/01/2009. A construção do obelisco esteve a cargo da empresa alemã geope-Siemens Bauunion - Bilfinger & Grün, que concluiu o seu trabalho no tempo recorde de trinta e um dias.12 Obra oficialmente inaugurada em 1955, mas só finalizada em 1970.13 Desde 1912, denominada Avenida Rio Branco.14 Vale visualizar as fotografias do conjunto do Ibirapuera pu-blicadas por Papadaki, e constatar o contraste entre as duas estruturas. Stamo Papadaki, Oscar Niemeyer: Works in pro-gress, New York, Reinhold, 1956, pp. 124 e 132.15 José Carlos Sussekind, “A evolução conjunta da arquitetura e da engenharia”, en Módulo, num. 44, Rio de Janeiro, s.d., pp. 48-53, pp. 48-53. Énfasis del autor.16 Lionello Puppi, A arquitetura de Oscar Niemeyer, Rio de Janeiro, Revan, 1988, p. 153.17 “Una flecha que apunta a ee uu”, El País, Disponível em: <<http://www.elpais.com/articulo/cultura/f lecha/apun-ta/EE/UU/elpepucul/20070201elpepucul_1/Tes>>, acesso: 21/01/2009.18 “Chávez descarta monumento de Niemeyer para mon-te em Caracas”, Globo, en <<http://g1.globo.com/Noticias/PopArte/0,AA1648581-7084,00.html>>, acesso en:21/01/2009. Énfasis del autor.19 Ricardo Miranda, op. cit., p. 25. Grifo nosso. Énfasis del autor. 20 “Brasília vai ganhar a Praça da Soberania”, Globo, en <<http://g1.globo.com/Noticias/Brasil/0,,MUL950710-5598,00.html>. Acesso: 22/01/2009, Grifo nosso. Énfasis del autor.21 Sylvia Ficher, Oscar Niemeyer e Brasília: criador versus cria-tura, disponível en <<http://mdc.arq.br/2009/01/12/oscar-niemeyer-e-brasilia-criador-versus-criatura/>>, acesso en: 12/01/2009.22 Elio Gaspari, A praça da soberania de Niemeyer, en <<http://www1.folha.uol.com.br/fsp/brasil/fc1801200908.htm>> aces-so en: 18/01/2009.23 Jorge G. Francisconi, Verso e reverso em Niemeyer, en <<http://clippingmp.planejamento.gov.br/cadastros/noti-cias/2009/1/21/verso-e-reverso-em-niemeyer >>, acesso en: 22/01/2009; e Sylvia Ficher, op. cit.24 Frederico de Holanda, A praça do espanto, en: <<http://mdc.arq.br/2009/01/20/a-praca-do-espanto/>> acesso en: 22/01/2009.25 Carlos Henrique Magalhães, Pela soberania do vazio, en <<http://mdc.arq.br/2009/01/20/pela-soberania-do-vazio/>>,

acesso en: 22/01/2009.26 Glauco Campello, “Praça da Soberania”, en Correio Brazi-liense, num. 24, janeiro 2009, p. 21.27 Igor Campos, “Mensagem ao arquiteto Oscar Niemeyer”, en Correio Braziliense, num. 24, janeiro 2009, p. 21.28 Oscar Niemeyer, “A nova praça para Brasília”, en Correio Braziliense, num. 22, janeiro 2009, p. 18.29 Lucio Costa, Relatório do Plano Piloto de Brasília, Brasília, gdf, 1991, p. 20.30 Ibidem, p. 22. Énfasis del autor.31 Ibidem, p. 22.32 Ibidem, p. 24.33 Ibidem, p .24. Énfasis del autor.34 Oscar Nemeyer, op. cit..35 Lucio Costa, “Brasília revisitada 1985/1987”, en Plano Piloto 50 Anos: cartilha de preservação, Brasília, iphan, num. 15, SR, 2007, p. 73. Énfasis del autor.36 Oscar Nemeyer, op. cit..37 “Decreto num. 10.829/gdf de 14 de outubro de 1987”, en Plano Piloto 50 Anos: cartilha de preservação, Brasília, iphan, num. 15, sr, Gobierno do Distrito Federal, 2007, p. 65. Énfasis del autor.38 brasil, “Portaria” num. 314, iphan de 08 de outubro de 1992, en Plano Piloto 50 Anos: cartilha de preservação, Brasí-lia, iphan, num. 15, SR, 2007, p. 58.39 Ibidem, p. 59. Énfasis del autor.40 Ibidem, p. 62.41 Ibidem, p. 60.42 Maria Elisa Costa, “Carta de Maria Elisa Costa a Oscar Nie-meyer”, en Correio Braziliense, num. 25, janeiro 2009, p. 30.

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Este trabalho é fruto do projeto de pesquisa Documentação da Arquitetura Moder-na no Triângulo Mineiro e Alto Paranaíba: História e Preservação, desenvolvido pelo Núcleo de História da Faculdade de Arquitetura e Urbanismo da Universidade Federal de Uberlândia. Esta investigação tem como objetivo estabelecer uma base documental consistente para a avaliação da produção projetual da Arquitetura Mo-derna na região do Triângulo Mineiro e Alto Paranaíba, estado de Minas Gerais.

Com o produto desta investigação é possível traçar um panorama referente a consolidação do Movimento Moderno na arquitetura produzida em uma região ainda carente de estudos pela historiografia nacional.

As décadas de 1960 e 1970 abarcam o período de estabelecimento de princípios modernos na construção regional; o que denuncia o processo de apropriação dessa leitura de espaço desenvolvida primeiramente nos grandes centros pelos autores desses projetos, antes do exercício local.

A abrangência desse estudo possibilita a análise de 21 cidades, as quais sofre-ram distintos impactos com a implantação da Arquitetura Moderna. Neste perí-odo a região experimentava grande desenvolvimento –destacando-se a cidade de Uberlândia– impulsionado pela construção de Brasília e a intensificação das rotas comerciais do interior brasileiro. O processo de consolidação do centro dessas ci-dades, propício para as novas possibilidades de verticalização e adensamento, e o crescimento urbano associados ao espírito de modernidade traçaram a nova ima-gem destas cidades. Algumas com a conservação de sua configuração urbana de escala e ocupação e outras, de maior desenvolvimento, com a sobreposição de edi-fícios, redesenhos espaciais e deslocamentos de centralidades e interesses.

Estabelecido então o reconhecimento do patrimônio eclético nessa região, vi-vemos um período com distanciamento histórico capaz de reconhecer na Arqui-tetura Moderna o caráter de patrimônio. Os centros dessas cidades convivem com a construção e uso espacial modernos e estas podem ser causas que retardem o

Da inserção ao reconhecimento

do espaço moderno nos centros

históricos

ANA PAULA TAVARES MIRANDA, ARIEL LUIS LAZZARIN, HENRIQUE VITORINO SOUZA ALVES, NATÁLIA ACHCAR MONTEIRO Y MARIA BEATRIZ CAMARGO CAPPELLO

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reconhecimento dos valores desta produção, uma vez que ele se repete com freqüencia na construção contemporânea.

Nas cidades que viveram grande crescimento neste perí-odo, ao mesmo tempo em que é vista a conservação de algu-mas fachadas ecléticas, são perdidas grandes oportunidades com as transformações de uso naturais da cidade. A quali-dade da configuração espacial moderna é ignorada, princi-palmente nas transformações de antigas áreas residenciais em linhas de comércio e serviços. O desejo de transformação do espaço dispensa grandes avanços nas leituras espaciais, estéticas e de conforto ambiental obtidos com a arquitetura moderna local com a mesma voracidade com que são insta-lados luminosos nas fachadas ecléticas.

O trabalho busca, através da análise desse processo de alteração das relações entre o novo homem moderno e o am-biente urbano construído e a nova relação também do edifí-cio com a cidade e que modifica os partidos de análise des-te objeto, seu caráter como patrimônio. O reconhecimento desta arquitetura como valor histórico a ser conservado vai além da materialidade, exigindo a compreensão da espaciali-dade gerada a partir de sua implantação e das possibilidades

de apropriação pelo homem contemporâneo, dissociadas de seu uso. Este é o início das medidas de conservação, até mes-mo involuntárias, destacadas nesta região de estudo.

UBERLÂNDIA – A ARQUITETURA MODERNA E A BUSCA DA IMAGEM DE MODERNIDADE

Uberlândia faz parte de um conjunto de cidades médias brasileiras que experimentou um grande crescimento popu-lacional a partir da década de 1980. Um dos fatores principais foi o movimento de desconcentração econômica e industrial que ocorreu no país durante esta década. O Triângulo Mi-neiro, região onde a cidade se localiza, iniciou com isso uma nova fase econômica, com a industrialização da agropecuá-ria, a vinda de indústrias e o desenvolvimento de seu setor terciário.1 Além disso, o caso de Uberlândia foi favorecido por sua posição geográfica central no território brasileiro, as-sumindo um papel de distribuição de mercadorias e entron-camento de canais de circulação.

O primeiro núcleo, que deu origem à Uberlândia, se im-plantou próximo ao córrego São Pedro – atualmente cana-lizado e convertido em um dos principais eixos viários da cidade, a Avenida Rondon Pacheco.

Em 1853 foi construída a primeira capela e, uma década depois, esta se elevou a Matriz, o que permitiu a Uberlândia adquirir a condição de vila.

O adro desta igreja se caracterizou como o primeiro pon-to central da cidade, deonde diversas ruas irradiavam-se em todas as direções. Com o crescimento do núcleo, a cidade foi expandindo-se na direção nordeste, com a conversão de seu cemitério em uma praça (atualmente a Praça Clarimundo

Gráfica 1. Uberlândia, localizaçăo do povoado.Fonte: Arquivo Valéria Maria Queiroz Cavalcante Lopes.

Gráfica 3. Mapa de Uberlândia em 1915Fonte: Valéria Maria Queiroz Cavalcante Lopes, op cit, p. 46.

Gráfica 2. Mapa de Uberlândia em 1898Fonte: Valéria Maria Queiroz Cavalcante Lopes, Caminhos e trilhas: transformações e apropriações da cidade de Uberlândia (1950-1980), p. 23.

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ArquitecturA y urbAnismo contemporáneos en contextos Históricos

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Carneiro), onde se construiu o primeiro prédio da Câmara Municipal e um coreto. A instalação da estação ferroviária em 1895, também contribuiu para este crescimento rumo a nordeste.

Em 1894 realizou-se o levantamento topográfico da região compreendida entre esta praça e a estação ferroviária. Com o crescente tráfego de pessoas e mercadorias induzido pela presença da ferrovia nesta região, foram abertas seis avenidas paralelas, cortadas por ruas perpendiculares, introduzindo um traçado em tabuleiro que conectou o núcleo originador da cidade ao pátio da ferrovia, dando forma à região que hoje é o Centro de Uberlândia.2

Esta nova região, gradativamente assume o papel de nova centralidade uberlandense. Com a criação da Praça da Repú-blica – atualmente Praça Tubal Vilela – um novo espaço refe-rencial surge, com os principais estabelecimentos comerciais, bancários, culturais, além da nova Igreja Matriz, se instalan-do ao seu redor. A partir de 1920, juntamente com a Avenida Afonso Pena, esta região torna-se, de fato, a nova centralida-de de Uberlândia. Na década de 1960 a antiga Matriz é demo-lida e em seu lugar é construída a primeira estação rodoviária da cidade, reforçando a mudança simbólica e funcional de centro para a nova praça.

A partir da década de 1960 gradativamente inicia-se o processo de verticalização do Centro. A cidade também co-meça a experimentar um período de intenso crescimento po-pulacional, atraindo pessoas das cidades vizinhas em busca de oportunidade de emprego e estudo, principalmente. Este processo atingirá níveis altíssimos, conforme já mencionado, a partir da década de 1980 –maiores que as taxas observadas nas grandes cidades brasileiras.

Com esta explosão de crescimento, alguns edifícios mo-dernos foram construídos em Uberlândia: desde residências para a elite econômica a prédios institucionais e equipamen-tos urbanos: terminais de transporte, sedes de associação, prédios do poder público, escolas, praças etc. Esta gradativa inserção de obras alinhadas com o pensamento moderno e produzidas por arquitetos instalados na cidade ou não –mas sempre com formação nos grandes centros urbanos–, pode ser enterpretada, juntamente com as grandes obras de infra-estrutura urbana realizadas a partir deste período, como par-te de um discurso progressista do poder político e econômico local, buscando criar uma imagem urbana de desenvolvi-mento e modernidade. Por outro lado, a periferia da cidade era reservada às classes sociais mais pobres e nenhum des-tes investimentos era destinado a tais regiões, um processo de exclusão socio-espacial recorrente em todas as cidades do Brasil.

Com estes projetos novas características espaciais foram introduzidas no tecido urbano local, principalmente novos modos de implantação das edificações nos lotes e novas con-figurações dos espaços públicos, tendo como ideal a criação de uma cidade democratica e eficiente. Claro que isto se deu

Gráfica 4. Praça Tubal Vilela – meados de 1940.Fonte: Arquivo Público Municipal de Uberlândia.

Gráfica 5. Área central de Uberlândia em 1970Fonte: Arquivo Público Municipal de Uberlândia.

Gráfica 6. Praça Tubal Vilela– arquiteto João Jorge Coury, 1960 - Uberlândia, BrasilFonte: Arquivo Núcleo de Teoria e História da Arquitetura – Faculdade de Arquitetura, Urbanismo e Design. ufu.

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pArte ii/ AnA pAulA tAvAres mirAndA, Ariel luis lAzzArin, Henrique vitorino souzA Alves, nAtáliA AcHcAr monteiro y mAriA beAtriz cAmArgo cAppello / dA inserção Ao reconHecimento do espAço moderno nos centros Históricos

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de modo limitado e localizado, tanto pela inserção pontual destas arquiteturas como também pelas próprias restrições impostas pelo código predial de Uberlândia que, como em to-das as outras cidades no país, não tinha relação alguma com os princípios urbanísticos progressistas tidos como ideais – corbusianos, principalmente. Conforme.

[...] a arquitetura é mais facilmente adaptável às modificações do plano econômico-social do que o lote urbano, pois as modificações deste exigem, em geral, uma alteração do próprio traçado urbano. 3

Como já dito, as contribuições introduzidas pela arquitetura moderna foram importantes, mas em pequena escala; a gran-de mudança na paisagem urbana da região central da cidade aconteceu com o surgimento dos grandes edifícios de apar-tamentos e de salas comerciais –de linguagem moderna ou não–, contribuindo para o adensamento desta zona da cidade mas, ao mesmo tempo, desconfigurando a espacialidade de seu centro histórico –o Fundinho– onde suas estreitas vias de circulação, adequadas às carroças, deram lugar aos auto-móveis e suas pequenas edificações de um ou dois pavimen-tos foram substituídas por grandes edifícios de apartamentos para a elite local.

É neste contexto de profundas transformações urbanas que os primeiros edifícios modernos são construídos nes-ta cidade, trazendo novas formas de ocupação do território e alterando profundamente a paisagem urbana local. Es-tas transformações, experimentadas de modo agressivo em Uberlândia, se deram de modo mais sutil nas cidade vizinhas de Uberaba, Araguari e Araxá, inexistindo nas demais, que gradativamente aumentavam sua dependência em relação à Uberlândia, que assumia a posição de cidade pólo da região do Triângulo Mineiro.4

Hoje, nosso distanciamento histórico com o período de exercício da prática arquitetônica moderna nos permite esta-belecer um olhar crítico sobre esta produção capaz de reco-nhecê-la como patrimônio histórico.

As transformações na produçã espaço pós modernismo permite com que a imagem de modernidade criada associada à disseminação de um “estilo moderno” na produção arqui-tetônica principalmente nas décadas de 60 e 70 na região de estudo, passa a ser reconhecida como antigo.

O rótulo de antigo, potencializado pelas necessidades atu-ais de medidas de conservação, como qualquer outro edifício de 30 ou 50 anos, não são capazes de inserir esses objetos na esfera do patrimônio. Isto se dá, primeiramente, pelo fato da linguagem moderna tratar de uma estética oposta ao que o olhar de nossa sociedade foi treinada a reconhecer como pa-trimônio, que se aproxima muito da museificação de caráter intocável.

Um segundo fato que impede a aceitação desses espaços como memória é a caracterítica de que esta produçao buscou além de uma solução espacial, plástica e tecnológica baseada

Gráfica 7. Residência Laerte Alvarenga de Figueiredo - arquiteto Ivan Cupertino, 1950 – Uberlândia, BrasilFonte: Arquivo Núcleo de Teoria e História da Arquitetura – Faculdade de Arquitetura, Urbanismo e Design. ufu

Gráfica 8. Escola Estadual Bueno Brandão, 1960 – Uberlândia, BrasilFonte: Arquivo Núcleo de Teoria e História da Arquitetura – Faculdade de Arquitetura, Urbanismo e Design. ufu

na razão e funcionalismo, uma discussão de sociedade a par-tir da arquitetura.

Este objetivo fez dos princípios modernos uma alternativa para o redesenho de uma cidade que impulsionada pela velo-cidade da máquina e do espírito progressista, pudesse rever seus conceitos enquanto espaço das trocas sociais.

Com isso o movimento conseguiu desenvolver grandes modelos de espaços possíveis ao uso comum e tendo uma maior e significativa resposta no que diz respeito à arquitetu-ra, dissociada da macroescala que é a cidade. Esses modelos são representados pelas grandes áreas destinadas ao convívio, integração entre espaços internos e externos e planta livre, características desconsideradas pela sociedade contemporâ-nea a caminho do individualismo crônico.

E por fim, como terceiro ponto desta leitura do homem contemporâneo sobre o espaço moderno, podemos identifi-car que a permanência do uso desses espaços dá-se exclusiva-mente pela conveniência que significam para a transformação

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dessas cidades, que se caracterizam por ter seu uso transfor-mado na medida em que a cidade se expande. Em Uberlân-dia podemos identificar antigas áreas residenciais que tive-ram suas casas adaptadas à novos usos com o adensamento de serviços e comércios nas áreas centrais, como é o caso da propriamente dito, Bairros Martins e Lídice e dos eixos compreendidos pela Getúlio Vargas, primeiramente, segui-da pelas Avenida Nicomedes Alves do Santos. Esta positiva reorganizacao de usos nos espaços pensados pelos arquitetos modernos e tratada exclusivamente no âmbito do interesse por essas propriedades, ignorando os valores representados pelos significativos ideas modernos.

Hoje as relações espaciais –público x privado– além de te-rem sido parcialmente estabelecidas na cidade tradicional de-vido à conservação de restrições urbanísticas históricas, são gradativamente deterioradas, em função do que já foi dito e, principalmente pela paranóia da violência simbolizada por seu elemento principal: o muro. Este artifício arquitetônico é a síntese da nova relação entre o privado e público, a própria cisão entre esses lugares, chegando no seu ponto de máxima eficiência até então conhecida e representada pelo condomí-nio fechado. Este local, inclusive, é o cenário onde a ideologia moderna impera inocentemente de forma limitada à uma es-tética superficial, existindo até o momento em que o próprio edifício impõe suas necessidades primordiais de “privacida-de”, até mesmo dentro do espaço da casa.

Com isso surge o desdobramento da terceira causa do ir-reconhecimento dos valores da arquitetura moderna, onde o uso contemporâneo do espaço moderno indica a possibilida-de de repetição de soluções (tipológicas, construtivas e plás-ticas) adotadas há quarenta anos. Essa possibilidade da repe-tição insere aquele espaço que necessita de medidas naturais de conservação nas áreas centrais em um alvo à inovações espaciais individualizadas.

A adequação do edifício moderno para receber usos dis-tintos ao longo de suaexistência contribui para sua preserva-ção, considerando não apenas fatores culturais e estéticos, mas inclusive econômicos. É o entendimento de que o reco-nhecimento do patrimônio deve estar dissociado do caráter exclusivamente contemplativo da obra – como se todo o seu valor estivesse impresso em sua imagem. Os elementos que representam o pensamento da função do espaço contruído nesta produção arquitetônica também devem

ser vistos como patrimônio, uma vez que a arquitetura moderna buscava certas relações espaciais –de implantação, de escala e de diálogo com seu entorno– e não apenas a sim-ples construção de uma nova linguagem plástica e construti-va. Seu valor como patrimônio, deste modo, transcende sua mera materialidade. Exemplo disso é o edifício do Palácio da Justiça Abelardo Penna, em Uberlândia. Implantado numa das principais praças da região central –Praça Sérgio Pache-co– o edifício, de desenho inspirado no brutalismo paulista, se configura como um bloco elevado do solo, liberando este para a livre circulação de pedestres através da praça.

Gráfica 9. Edifício residencial Itacolomi - arquiteto Paulo de Freitas, 1970 – Uberlândia, BrasilFonte: Arquivo Núcleo de Teoria e História da Arquitetura – Faculdade de Arquitetura, Urbanismo e Design. ufu.

Gráfica 10. Edifício Empresa de Correios e Telégrafos, 1970 - Uberaba, Brasil. Fonte: Arquivo Núcleo de Teoria e História da Arquitetura – Faculdade de Arquitetura, Urbanismo e Design. ufu.

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pArte ii/ AnA pAulA tAvAres mirAndA, Ariel luis lAzzArin, Henrique vitorino souzA Alves, nAtáliA AcHcAr monteiro y mAriA beAtriz cAmArgo cAppello / dA inserção Ao reconHecimento do espAço moderno nos centros Históricos

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Com a necessidade de ampliação da área destinada às vagas de estacionamento, um gradil foi instalado por todo o perímetro da praça, ao redor do edifício, anulando a intenção original de manter a circulação pública ali.

O reconhecimento da arquitetura moderna atual no cen-tro histórico pode ser entendido como um retorno às atitudes que este movimento tomou diante da construção substiuída ou radicalmente interferida, representada pela arquitetura eclética. Isto foi conseqüência do fato de que o centro passou por uma ocupação pela elite financeira, a qual tinha com a ar-quitetura moderna o ideal de progresso, enquanto as classes mais baixas utilizavam do espaço da periferia, onde a nova arquitetura nunca se fez presente, nem como símbolo de pro-gresso, nem como tentativa de solução de mazelas sociais.

Hoje, com a reocupação dos centros históricos por uma elite interessada neste aspecto rentável, é a vez da arquitetu-ra moderna passar por este teste de viabilidade, onde umas das possibilidades frequentes têm sido o fechamento de áreas centrais para a seleção de seus usuários; enquanto a periferia se desenvolve nos mesmos moldes da década de 1960.

LIÇÕES MODERNAS PARA A CIDADE CONTEMPORÂNEAApesar de muitas apostas do Movimento Moderno não en-contrarem lugar na realidade ao longo do século passado –se-torização de funções urbanas e padronização de suluções–, muitas de suas propostas ainda são pertinentes, principal-mente aquelas baseadas na integração entre espaços e usuá-rios, adaptabilidade e flexibilização de programas e valori-zação do espaço público. Diante da cidade contemporânea murada, vigiada, privatizada, controlada e, principalmente, carente de espaços públicos, a preservação do patrimônio moderno –não apenas da sua materialidade, mas também de suas relações espaciais– pode ser um modo de questionamen-to e resistência à deteriorização da urbanidade nas cidades brasileiras.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Vitorino Alves da Silva, Eduardo Nunes Guimarães, Luiz Bertolucci Júnior, Ester Willian Ferreira y Carlos José Diniz, Aglomeração urbana de Uberlândia (mg): formação sócio-econômica e centralidade regional, Uberlândia, Núcleo de Es-tudos e Pesquisas em Desenvolvimento Regional e Urbano/Instituto de Economia-ufu, 2000, p. 5.2 Maria de Lourdes Pereira Fonseca, Forma Urbana e Uso do Espaço Público: As transformações no centro de Uberlândia, Barcelona, s.e., 2007, pp. 87-89.3 Nestor Goulart Reis Filho, Quadro da Arquitetura no Brasil São Paulo, São Paulo, Ed. Perspectiva, 2004, p. 16.4 Vitorino Alves da Silva, Eduardo Nunes Guimarães, Luiz Bertolucci Júnior, Ester Willian Ferreira y Carlos José Diniz, op. cit., p. 26.

Gráfica 11. Conjunto de salas comerciais, 1970 –Uberaba, BrasilFonte: Arquivo Núcleo de Teoria e História da Arquitetura – Faculdade de Arquitetura, Urbanismo e Design. ufu.

Gráfica 12. Residência Siqueira - arquiteto Kadmo de Paula, 1960 – Patrocínio, BrasilFonte: Arquivo Núcleo de Teoria e História da Arquitetura – Faculdade de Arquitetura, Urbanismo e Design. ufu.

Gráfica 13. Palácio da Justiça Abelardo Penna - arquitetos Roberto Pinto Manata e José Carlos. Laerder de Castro, 1970 – Uberlândia, Brasil. Projeto original. Fonte: Arquivo Público Municipal de Uberlândia.

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BIBLIOGRAFÍAfonseca, Maria de Lourdes Pereira, Forma urbana e uso

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Gráfica 14. Palácio da Justiça Abelardo Penna - arquitetos Roberto Pinto Manata e José Carlos Laerder de Castro, 1970 – Uberlândia, Brasil. Instalação de grade bloqueando percurso sob o edifício.Fonte: Arquivo Núcleo de Teoria e História da Arquitetura – Faculdade de Arquitetura, Urbanismo e Design. ufu.

Gráfica 15. Residência Migliorini (demolida) - arquiteto Fernando Graça, 1970 – Uberlândia, BrasilFonte: Arquivo Núcleo de Teoria e História da Arquitetura – Faculdade de Arquitetura, Urbanismo e Design. ufu.

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INTRODUCCIÓNLa investigación aborda la necesidad urgente de fomentar la conservación del pa-trimonio arquitectónico que resta en países como Chile, de escasa preexistencias y alta sismicidad. Consiste en la aplicación útil de experimentaciones realizadas con estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile, en un traba-jo interdisciplinario entre las áreas de percepción, diseño, física e historia.

El objetivo es dar una mirada menos reverencial y no simplemente ‘curativa’ a la recuperación del patrimonio. Se busca, a través de dispositivos no invasivos, agregar sustentabilidad junto con mayor valor en calidad espacial contemporánea. Se postula que estrategias de bajo costo de intervención harían más sustentable la arquitectura patrimonial, volviéndola –estética, económica y energéticamente– atractiva para demandas actuales, y así, más viable su conservación.

Los dispositivos ensayados hasta aquí logran mejoramiento en la habitabilidad mediante ingenios que permiten el ingreso de luz natural a espacios oscuros, a tra-vés de la captura, distribución y aprovechamiento de fenómenos ópticos. Con ello se logra un enriquecimiento espacial para la renovación de recintos poco ilumina-dos. La creatividad e innovación está en la articulación de diseño contemporáneo interior con la arquitectura existente, sin alterar su presencia urbana.

Una línea de acción en tal sentido dará herramientas para su aplicación efectiva en programas de recuperación de barrios por parte de profesionales y usuarios, constituyendo una nueva área para la docencia de la arquitectura.

DOS SUPUESTOS La arquitectura evoluciona hacia resolver problemas cada vez más complejos, y de manera más confortable y ambientalmente responsable. Se ha demostrado que si-multáneamente es capaz de influir en la formación de pensamiento durante proce-sos directos de inferencia,1 y que condiciona el ‘pensamiento manifestativo’ en un

Ingenios de luz para

un patrimonio sustentable.

Experimentación

en contexto real

SOFÍA LETELIER PARGA, CECILIA WOLFF CECCHI

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feedback positivo.2 Si se suma que tanto el uso del color como la cantidad de luz pueden influir en el estado anímico de los usuarios, la arquitectura tiene hoy demandas perceptuales que van más allá de lo funcional y simbólico que le era con-sustancial. Y mientras las tareas de la vida urbana cotidiana se han sofisticado demandan cada vez más gasto en energía.

En este contexto, el primer supuesto plantea que la arqui-tectura patrimonial está desvalorizada debido a su obsoles-cencia frente a estas nuevas exigencias que le plantea la vida contemporánea. Esto se debe a que generalmente consiste en edificios con espacios inespecíficos que comparativamente se comportan de manera ineficiente en términos medioam-bientales y poco confortables para las actividades de hoy. Este hecho en un factor esencial que la hace susceptible de ser degradada y finalmente demolida.

El segundo supuesto plantea que la aplicación de los cri-terios de sustentabilidad –desde los puntos de vista social, económico y medio ambiental–, deben ir sumados al mejo-ramiento conjunto en la percepción, confort espacial y esté-tico, para que se incremente en la arquitectura patrimonial una valoración que incentive su conservación. Se plantea que la aplicación de eficiencia energética/lumínica en la renova-ción espacial de los edificios con valor patrimonial, podría volver a hacerlos apreciados por la sociedad y gracias a esto tendrían más posibilidades de sobrevivir en ciudades donde existe escaso respeto por lo antiguo.

Esta estrategia de fomento para la conservación cuenta con la disponibilidad actual de una gama amplia de calidad de materiales con interesantes comportamientos a la luz. La aplicación intencionada de ellos para fenómenos de física y óptica, permiten hoy que la luz gratuita pueda ser ese factor de mejoramiento sustentable y de transformación percep-tual, pudiendo operarse plásticamente: incrementar tama-ños, trasladar intensidad lumínica y reconfigurar superficies e imágenes donde hacen falta.

PATRIMONIO EN CHILE VISTO CON LOS OJOS DE HOYComo parte del concepto más general de Patrimonio Cultu-ral, se sabe que las obras arquitectónicas y espacios urbanos –expresión de conocimientos adquiridos, arraigados y tras-mitidos en el tiempo– forman parte indudable de la riqueza colectiva de la ciudad, región o país, con valor en sí mismas. Su aprecio e importancia no deriva sólo de su origen, pro-piedad, uso, antigüedad o valor económico, sino que se con-vierten en patrimoniales por la acción cultural y social que cumplen.3

Si bien en Chile el patrimonio arquitectónico es un tema débil en el debate sobre la ciudad, la ciudadanía lo siente cada vez más como un derecho, en resguardo de su difusa identi-dad. Este es un país con pocas preexistencias construidas por los pueblos originarios, está ubicado en una zona geográfi-ca de grandes y devastadores terremotos y durante la época

de la Colonia española fue sólo una ‘capitanía’ pobre, en un extremo lejano y aislado del mundo (Santiago del Nuevo Ex-tremo). Todo ello se tradujo en un desarrollo de arquitectura escueta y austera y que hoy exista poco patrimonio construi-do. Por ello es tan importante vitalizarlo sin destruir, con al-ternativas que favorezcan un aggiornamento y puesta en valor para las exigencias de la vida contemporánea, con bajo costo económico y energético.

El tema patrimonial en Chile sólo se norma a partir de 1970, con la ley de Monumentos Nacionales, actualmente respaldada por otras leyes complementarias e incentivos sub-sidiales de los Ministerios de Vivienda y Urbanismo, Obras Públicas y Educación. Se establece una alta consideración a la opinión de la comunidad, y se aplican actualmente Planes de Participación Ciudadana orientados específicamente al tema.4 Pero estas leyes se limitan fundamentalmente a dictar el estatus de patrimonio, sin el consiguiente apoyo financiero cuando se trata de propietario privado.

Partiendo de la base que es éste el segmento a apoyar, se plantea que una forma contemporánea y realista de abordarlo es mediante la integración de lo antiguo a la vida cotidiana de las ciudades y su confort. La conservación del Patrimonio arquitectural y urbano será más factible si la obra, además del valor cultural, adquiere por sí misma valor de sustentabilidad ambiental y económica. Es esto lo que puede lograrse me-diante el diseño de dispositivos que aprovechen las potencias y fenómenos de la luz natural. Para cambiar espacios oscuros, con buenos niveles de confort y acordes a la sensibilidad esté-tica contemporánea.

Como consecuencia, se espera la consolidación espontá-nea de redes sociales transetáreas, por la flexibilidad experi-mental de interés y accesibilidad en las generaciones jóvenes. Con ello el incremento de proyectos de reciclaje de barrios actualmente degradados y de renta barata, con el incentivo de ahorro eléctrico y mejoramiento térmico, entre otros.

Por otro lado, se prevé que las áreas de conservación del patrimonio y el desarrollo de tecnologías de sustentabilidad pocas veces trabajan en conjunto pero tratadas en conjunto pueden potenciarse mutuamente:

- En el campo del patrimonio, la sustentabilidad lumínica y energética es una fuerza de acción que permite agregarle valor contemporáneo y funcional a la arquitectura histórica. Aumenta la factibilidad de reciclaje y de integración a una ciudad que todo lo demuele. - En el ámbito de la sustentabilidad, que habitualmente se aborda sólo en la proyectación para lo nuevo, tratada como vector activador de reciclaje abre un enorme campo de traba-jo a los arquitectos en la recuperación patrimonial.

Si bien físicos, ingenieros, ecólogos, geógrafos, políticos y ar-quitectos, entre otros profesionales, han desarrollado abun-dante investigación y soluciones prácticas para hacer soste-

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nibles nuestras ciudades, su preocupación por la percepción espacial y la conciliación de la tecnología con los espacios de la memoria, no se evidencia como tema sustancial hasta el momento. Es tarea pendiente de arquitectos proponer cómo interrelacionar sustentabilidad y memoria con el fin de otor-garle al avance técnico/teórico una aplicación práctica en edificaciones con carencias reales pero que poseen potencial calidad espacial y estética.

Para afincar en la gente el concepto de sustentabilidad, es importante inculcar su posibilidad cierta en el campo del patrimonio anónimo, como factor clave para la identifi-cación del usuario con éste. Esto potenciará su afecto hacia lo construido con el fin de que participe en su resguardo y mejoramiento. Considerando que hoy lo edificado, desde los procesos de construcción hasta el uso de la vivienda urbana, consume más del 50% de la energía utilizada en el mundo,5 el concepto de reciclaje de lo ya existente parece fundamental para afrontar la crisis energética.

FENÓMENOS FÍSICOS DE INTERÉS PARA APLICAR EN ARQUITECTURAA pesar de su apariencia inasible, la luz es el fenómeno ca-paz por sí solo de generar aquella trasformación sensorial que puede poner en vigencia la arquitectura del pasado.

Para entenderla desde un punto de vista operacional se define como el espectro visible de la energía solar que el ojo humano es capaz de percibir; una onda electromagnética per-ceptible entre 400 nanómetros (luz violeta) y 700 nanómetros (luz roja). En la arquitectura y en esta experiencia, la utiliza-ción de la luz mediante diferentes tecnologías es respaldada experimental y teóricamente por las leyes de la óptica geomé-trica (para fenómenos de reflexión y refracción) y la óptica física (fenómenos de difracción e interferencia).

La reflexión de la luz ha sido importante para esta inves-tigación en cuanto a su comportamiento en las superficies, dependiendo de su tersura y color. En el fenómeno de la reflexión se han aprovechado: la reflexión especular y la re-flexión difusa, correspondiente a la que sucede en superficies rugosas. Se emplea también el comportamiento de la reflexión en espejos cóncavos y convexos donde, debido a la dirección a la que emiten el reflejo, se generan interesantes imágenes y distorsiones aprovechables en arquitectura.

La refracción se aprovecha en el manejo del comporta-miento de materiales transparentes o traslúcidos: porque cuando un rayo de luz incide sobre una superficie transpa-rente, parte se refleja y parte se trasmite al segundo medio, es decir, se refracta. Vemos un cambio de dirección o defor-mación del objeto iluminado en la refracción porque cambia la velocidad de la luz pero no su frecuencia: si el rayo entra con un ángulo distinto de cero, “el rayo se desvía” y el efecto visual es una línea “quebrada” en el paso de un medio a otro. Esto sucede gracias a que la velocidad de la luz en cualquier material es menor que la velocidad de la luz en el vacío (índice

de refracción, diferente para cada material o medio), de modo que al saber el índice de cada material es posible preverlo, medirlo y utilizarlo en arquitectura.

Un fenómeno más importante aún para su empleo en ar-quitectura, es que tal refracción no se produce si el ángulo de incidencia de un rayo que pasa de un medio de mayor a uno de menor índice, supera el ángulo crítico (medible través de la Ley de Snell): este fenómeno se denomina reflexión interna total. El haz de luz se refleja totalmente rebotando en la inter-face. Ello resulta importantísimo para el comportamiento de materiales transparentes que de ese modo guían o conducen la luz desde un extremo a otro, interiormente.

En la investigación ha interesado particularmente el uso de esta propiedad, la que puede darse, además de la fibra óp-tica, en todos los materiales macizos y trasparentes como el vidrio, los acrílicos, el plástico e incluso el agua. En todos ellos la luz se propaga reflejándose aunque invisiblemente en el in-terior, sólo se manifiesta al llegar al borde.

Lo interesante para la experimentación es que esta con-ducción –que llega a delinear con luz el canto de los materia-les, haciéndose invisible el resto– puede producirse incluso si el medio no mantiene una línea o plano recto, lo cual es im-portante para el transporte de luz. Ello permite llegar con luz e incluso con color, a lugares donde ésta es inaccesible. Si bien es un fenómeno conocido en fibra óptica y objetos menores, se demuestra aquí que puede ser empleado en grandes espacios con varios materiales y formas obteniendo efectos visuales y perceptuales.

La difracción es un fenómeno que ha sido también estu-diado para su utilización. Consiste en la dispersión y curvado aparente de las ondas cuando encuentran un obstáculo. La difracción ocurre en todo tipo de ondas y es un fenómeno de tipo interferencial y como tal requiere la superposición de ondas coherentes entre sí.

Si para la mecánica ondulatoria la interferencia es lo que resulta de la superposición de dos o más ondas, se aprovecha que ello resulta en la creación de un nuevo patrón de zonas más intensamente iluminadas y otras casi en la oscuridad total. La adición de luz se produce si la cresta de dos o más ondas coinciden en un mismo punto: se suman, resultando en una onda de mayor amplitud (más luminosidad). Lo mismo ocurre en la situación contraria pero con efecto opuesto: si la cresta de una onda se interfiere con la cresta en fase opuesta de otra, éstas se anulan. Menos luminosidad.

ESTRATEGIAS DE ILUMINACIÓN CREATIVAS Y ENERGÉTICAMENTE EFICIENTESLa luz, las texturas, el color, la proporción, la cantidad y forma de los elementos, así como la calidad de sus materiales -en su capacidad de reflexión y transparencia-, alteran la sensación espacial, en particular la atribución de tamaños y de signifi-cados.6

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Adicionalmente, se conocen los efectos perceptivos que pueden lograrse mediante ‘equívocos visuales’,7 y las modifi-caciones espaciales que se obtienen con el sólo recurso de la luz natural. Se trata ahora de pasar de su etapa genérica simu-lada en espacios ideales, a la aplicación con fines útiles en la preservación de arquitectura notable; la que requiere incor-porarse sin temor y creativamente a la modernidad, sin dejar a un lado la memoria, siempre y constantemente incluida en la vida de las ciudades.

Los ejemplos que se muestran a continuación fueron ob-tenidos mediante la experimentación del curso de Percepción entre los años 2005 y 2009. En ellos se aplicaron los principios físicos mencionados anteriormente en espacios anodinos, oscuros y sin respuesta a la estética contemporánea. Sólo el empleo de la luz natural en nuevos materiales incorporados y sus fenómenos asociados, lograron su transformación.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Valeria Medina, “El fenómeno de ponderar tamaños y dis-tanciamientos. Rol en las habilidades lógicas de situar clasi-ficar y seriar”, Seminario de percepción y significación, Santia-go, fau Universidad de Chile, 2008.2 Sofía Letelier, Lectura e Ideación de la escala y ‘escalaje’ en arquitectura (tesis doctoral), Madrid, upm, 2007.

Gráfica 1. El corredor del edificio administrativo la Facultad (Bloque A), actualmente con problemas de iluminación natural. Fuente: Elaboración propia.

Gráficas 2 y 3. Ejercicio de ‘equívocos visuales’ realizado en 2007. La foto 2 muestra el fenómeno de reflexión en dos tipos de superficies curvas: una reflectante transparente y la otra reflectante metálica. El resultado es la creación de un límite vago en la incertidumbre de lo real y no real. El uso de este tipo de situaciones puede materializar conceptos contemporáneos de “límites difusos” (Toyo Ito) o arquitectura de los “no-lugares” planteados por Marc Auge. En la foto 3 se observa el fenómeno de fragmentación que logra el plano quebrado donde las líneas del cielo toman diferentes direcciones.

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Gráficas 4, 5 y 6: Reflexión.

Gráficas 7, 8 y 9. Ejercicio de ‘Ingenios de luz natural’. Transformaciones del mismo espacios durante 2008. Las fotos muestran la utilización de los ‘equívocos visuales’ en contexto del pasillo oscuro de la facultad. Fuente: Elaboración propia.

Gráficas 10 y 11. Coloración de luz mediante el uso de cristales de color (10) o superficies reflectantes metalizadas de color (11) pueden otorgan diferentes cualidades a la luz y mezclarse con otros fenómenos ópticos como la reflexión de espejos cóncavos.

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Gráficas 12 y 13. Los mismos fenómenos y recursos, aplicados al ejercicio de ‘Ingenios de luz natural’. Las fotos son obtenidas del mismo pasillo y en ellas se observa cómo el paso del sol va deformando la mancha circular que proviene de una ‘chimenea’ cilíndrica reflectante que toma la luz exterior. También se puede ver cómo varía el ángulo de las manchas de luz que provienen de las lucarnas rectangulares de luz de color. Fuente: Elaboración propia, 2008.

Gráficas 14 y 15. Fenómeno de reflexión interna total mediante la conducción de la luz a través de tubos o placas acrílicas. Se ha incorporado en ambos casos la reflexión semi-distorsionada del fenómeno superior en el pavimento y muros. Los ‘equívocos visuales’ están dados por la prolongación del espacio en sentido horizontal que produce un efecto caleidoscopio (14) y la ‘desaparición’ del plano de acrílico que sólo muestra los límites inferiores iluminados (15).

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Gráficas 16 y 17. Reflexión interna total.

Gráficas 18 y 19. ‘Equívoco visual’ dado por una perspectiva simulada a través los límites irreales que producen los cantos iluminados de planos acrílicos. Tomada con una mayor exposición, la Gráfica 19 muestra cómo es el espacio real y se logra ‘entender’ el sistema. Fuente: Elaboración propia.

Gráficas 20, 21, y 22. El ejemplo muestra una piel arquitectónica construida en base a madera y acrílico. El proyecto se basa en la piel del oso polar que es capaz de captar luz solar en los pelos para transportarla hacia el interior del edificio (o del animal).

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Gráfica 23: Reflexión interna total en fibra óptica.

Gráficas 24, 25 y 26. La tipología ‘’filamentos de luz’ aplicados en el ejercicio de ‘ingenios de luz natural’ en el corredor del edifico de la Facultad. Se suman a éstos reflejos especulares, semi-difusos, verticales u horizontales confiriendo diversas cualidades y tamaño – en altura y ancho- al espacio interior. Fuente: Elaboración propia, 2008.

Gráficas 27 y 28. Reflexiones distorsionadas por el uso de superficies curvas, la reflexión es espejos cóncavos o convexos puede generar imágenes reales o virtuales.

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Gráficas 29, 30 y 31. Reflexión y formación de la imagen en espejos cóncavos y convexos.

Gráficas 32 y 33. La reflexión sobre espejos convexos o cóncavos puede producir polos de concentración de luz cuando ésta es proyectada sobre otra superficie. Fuente: Elaboración propia

Gráficas 34 y 35. Fenómeno de reflexión y deformación de la luz por su incidencia sobre superficies planas y curvas. Las líneas de luz que provienen del entramado de cielo, adquieren movimiento, quiebres y nuevas formas a distintas horas del día. La creación de la figura de luz reflexión en el piso, acentúan esta transformación.

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Gráficas 36 a 37. Reflexión y distorsión de rayos de luz en su impacto sobre superficies con diversas formas. La luz que proviene del cielo raso adquiere patrones figurativos distintos debido al movimiento del sol. La duplicación de la imagen en el reflejo del pavimento acentúa las transformaciones. Fuente: Elaboración propia.

Gráficas 38 y 39. La deformación de la luz en ondas que son capaces de interferirse entre ellas. La interferencia genera zonas de adición de onda (radios más brillantes) y zonas de anulación de ondas (radios oscuros).

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3 Graciela Viñuales, Bibliografía sobre conservación del Patri-monio en América Latina, Bahía Blanca, Instituto Argentino de Investigaciones de Historia de la Arquitectura y del Urba-nismo, 1990.4 Ministerio de Vivienda y Urbanismo. Manual para la Identi-ficación del Patrimonio, Santiago, Chile, 2005.5 Brian Edwards, Guía Básica de la Sostenibilidad, Barcelona, G. Gili, 2004.6 Sofía Letelier, op. cit.7 Sofía Letelier y Cecilia Wolff, en Revista de Arquitectura, num. 14, Docencia, Santiago, 2007.9 Marc Auge, No lugares. Introducción a la anthropología de la supermodernidad, Barcelona, Gedisa, 1997.

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REFERENCIAS FOTOGRÁFICASTodas las fotos fueron obtenidas en el Taller de Percepción

de 3º y 4º semestres de la Carrera de Arquitectura y Urbanis-mo, de la Universidad de Chile, durante los años 2005 a 2008. Autora: Cecilia Wolff Cecchi.

Gráficas 40, 41 y 42. Difracción e interferencia. Fuente. Elaboración propia.

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INTRODUCCIÓN La creciente, globalizada, y hasta hace unos meses altamente rentable, industria turística, ha generado en su añejo proceso de evolución y crecimiento, el desarrollo de una serie de servicios e infraestructura para atender las necesidades de viajeros o turistas con motivaciones y niveles socioeconómicos y culturales diversos, en la cual la edificación de servicios de hospedaje, para aquellas personas que pernoctan fuera de su lugar de origen por motivos diversos y en particular por actividades de ocio y esparcimiento, ha generado una clase de turismo diversificado, el cual, en su segmentación y motivación cultural, propicia una proximidad, contacto y en algunas ocasiones el uso mismo del patrimonio arquitectónico como elemento de acogida, descanso y esparcimiento dentro de la industria hotelera.

La hostería, como industria vinculada al desplazamiento de personas, a los via-jeros y al turismo como industria consolidada en el siglo xx, y dentro de ella al turismo cultural;1 es una de las formas de contacto con el patrimonio monumental, con más demanda actual a nivel mundial, de grupos que por su solvencia económi-ca (y en algunos casos sensibilidad cultural) solicitan como alojamiento inmuebles históricos que han sido conservados, reciclados y rehabilitados con fuertes inver-siones, en ciudades o territorios de alto valor cultural.

Estos hoteles o paradores, se distinguen por ofrecer servicios de hospedaje que relacionan; confort, lujo, calidad excepcional, atención personalizada y ubicación privilegiada; con la historia, las tradiciones y costumbres de una ciudad o región, en muchos casos inspirándose en modelos arquitectónicos vanguardistas que reha-bilitan y utilizan el patrimonio edificado mediante una confrontación de estilos y un diseño de interiores que combina la arquitectura histórica con adaptaciones de decoración contemporánea, dentro de las diversas líneas estilísticas de arquitectura y decoración supuestamente actuales, muy de moda en el mundo (Por ejemplo, el minimalismo, el eclecticismo, etc.), en México, y sin ser la excepción, en la ciudad de Morelia.

La rehabilitación y

refuncionalización del patrimonio

edificado para el turismo:

la hostería en el centro histórico

de Morelia (1998-2008)CARLOS ALBERTO HIRIART PARDO

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En el marco de las reflexiones anteriores, este trabajo2 abordará de manera particular la gestión del patrimonio a partir de 1998, para la recuperación y puesta en valor turísti-co del patrimonio edificado destinando a la función hotelera en la categoría de Hoteles de Categorías Especial, y en el caso de Michoacán, El Club de Calidad Tesoros de Michoacán3 (de Hoteles y Restaurantes) como marca propia y producto con-solidado en México, desarrollado de manera particular en Morelia y en Michoacán desde el año de 1998, con similitu-des a las cadenas de hoteles desplegadas a nivel mundial co-nocidas como Hoteles Boutique o la cadena de los Pequeños Grandes Hoteles del Mundo.

De manera particular, se pretende documentar algunos antecedentes de la hotelería en Morelia y la puesta en uso de inmuebles con este fin durante el siglo xx, así como los procesos realizados y los resultados obtenidos en la rehabi-litación desde finales de los años noventa de algunos monu-mentos emblemáticos de la ciudad de Morelia, que actual-mente funcionan como hoteles, a partir de las intervenciones efectuadas, el nuevo uso o la consolidación del existente, las aportaciones contemporáneas (arquitectónicas, funcionales y de diseño de espacios) y las inversiones económicas rea-lizadas para la restauración de los monumentos. Se busca-rá también, examinar los procesos de gestión realizados, las instituciones de gobierno, las autorizaciones obtenidas y los criterios utilizados tanto en la inserción de elementos contemporáneos como en la restauración tradicional de los inmuebles.

Finalmente, como parte del planteamiento de análisis, se evaluará el impacto que la función hotelera ha tenido en el desarrollo local y en el patrimonio mismo, reciclado a partir de la integración y uso de elementos de diseño contemporá-neo dentro de un contexto histórico, para atender la crecien-te demanda del turismo cultural, incrementado a partir del exitoso rescate del Centro Histórico de Morelia, realizado en 2001.

A partir de tres casos de estudio, se valorarán las inter-venciones realizadas, criticadas por unos y aplaudidas por otros, dentro de la perenne discusión que se genera sobre la integración de elementos de diseño contemporáneo en los contextos y monumentos históricos; así como su función y uso como un recurso de explotación turística cultural.

LA REHABILITACIÓN Y REFUNCIONALIZACIÓN ARQUITECTÓNICA: UNA PRÁCTICA HISTÓRICA EN LA HOTELERÍA.Durante la Edad Media, una de las características principa-les de la sociedad en la Europa continental fue su movilidad. El crecimiento de la población, el desempleo y pobreza, los abuso y controles de los señores feudales, los conflictos po-líticos y religiosos como Las Cruzadas, entre otros factores, motivaron desplazamientos masivos dentro del continente

y hacia los lugares sagrados en el oriente medio, generando un número creciente de personas de todas categorías y clases sociales que se trasladaban fuera de sus lugares de origen, por lo cual caminos y sendas eran transitados permanentemente por peregrinos, religiosos, nobles, militares, vagabundos, es-tudiantes, vendedores y campesinos.

El fervor religioso generaría el desplazamiento de peregri-nos4 que recorrían grandes trayectos durante meses motiva-dos por mitos o tradiciones religiosas, como la veneración y devoción por el apóstol Santiago que según la tradición esta-ba sepultado en Compostela.

Fenómenos de devoción y fervor católico como éste, die-ron origen, entre los siglos xi y xii, a numerosas peregrina-ciones y a una ruta y camino cultural: La Ruta Jacobea y el Camino de Santiago;5 constituidos actualmente como una de las rutas de turismo religioso y cultural más importantes del mundo.

Dentro de este contexto de tiempo y espacio, desde el si-glo xi, durante el Renacimiento y hasta la actualidad, para atender las necesidades de refugio, alimentación, descanso, seguridad, salud y espiritualidad de los viajeros, se desarrolla y edifica una infraestructura específica para atender dichas necesidades. Los monarcas y nobles construyeron caminos, puentes, sitios de acogida –hospederías-, hospitales, pero al mismo tiempo alrededor de estos servicios, aparecieron ro-merías, ferias, restaurantes y mercados, frecuentados por juglares, peregrinos, clérigos, soldados, nobles y los caballe-ros de las órdenes militares y religiosas que se dirigían a Las Cruzadas o que cuidaban la seguridad de los viajeros. Estos grupos diversos se alojaban en la limitada red de posadas existentes, motivando así que los hospitales para peregrinos y

Gráfica 1. Cartel de 1920 para anunciar el trayecto y horarios del Simplon –Express entre Londres y Venecia. Foto: Tomada de Patrick Poivre d’Arvor, La Edad de Oro del Viaje en Tren, China, Lunwerg Editores, 2007, p. 76.

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albergues ampliará su oferta de acogida y asistencia en las zo-nas de mayor tránsito, fomentándose también la ampliación o creación de mesones y posadas en las casas de la población local, en los conventos y en los castillos, para atender la de-manda según la posición social y económica de los viajeros y visitantes. Los espacios arquitectónicos, desde entonces se adaptaban y reciclaban para nuevos usos, buscando atender y lucrar ampliamente con los grupos de viajeros y peregrinos, que actualmente denominamos como turistas.

Durante el siglo xix y xx, en el Continente Europeo y en el mundo en general, se desarrollaron rutas turísticas y cul-turales de gran demanda, en particular para una élite eco-nómica que en los viajes encontraba una satisfacción al ocio, con la disponibilidad de tiempo y recursos económicos que les permitía permanecer en diversas ciudades, hospedándose en hoteles por largos periodos.

Dentro de esta práctica, encontramos que países como Ita-lia y diversas ciudades en el Oriente Medio y el Mediterráneo eran destinos muy atractivos que permitían conocer los ves-tigios de la antigüedad (Gráfica 1).

Los viajeros decimonónicos convencionales encontraban su motivación en una de las primeras guías turísticas del siglo xix, Letters from Italy de Marianna Starke,6 donde describía de manera docta la arquitectura y los vestigios de palacios, villas, y enclaves arquitectónicos de la antigüedad griega, romana y egipcia. Lo anterior, vinculado al desarrollo del transporte ferroviario en todo Europa, favorece para que en las principales ciudades que tocaban las rutas tradicionales del ferrocarril, como El Simplont-Express (Londres-Calais-París-Milán-Venecia 1920), los promotores inmobiliarios y los empresarios afines a las propias compañías ferrocarrile-ras, impulsen y construyan una infraestructura de hostelería a partir de la transformación de edificios preexistentes y de la edificación de nuevos hoteles, para situar las poblaciones de manera competitiva dentro de los recorridos ferroviarios, y así posicionar a las ciudades y poblados dentro de un mapa de competitividad en la naciente industria turística.7

ANTECEDENTES EN MÉXICOEn México la hostelería como actividad tiene diversos antece-dentes que se remontan a la época prehispánica. Durante a la colonia, el primer mesón de la ciudad de México se estableció en 1525, desarrollándose desde entonces una actividad eco-nómica vinculada al hospedaje de personas que contribuye a la refuncionalización de inmuebles y a la edificación de una nueva arquitectura en el devenir de los siglos, principalmente en el siglo xix.8 Durante el Porfiriato surgen inmuebles que ofrecen hospitalidad y lujo a los viajeros nacionales e interna-cionales en diversas ciudades del país. En la ciudad de Méxi-co, a partir de la década de los años veinte, aparecen hoteles como el Gante (1921) y el Reforma (1933), que serían centro de reunión de comerciantes y viajeros nacionales y extranjeros que visitaban la capital nacional; ambos, junto al Gran Hotel

de la Ciudad de México (una de los muestras más sorprenden-tes del Art Nouveau en el país)9 son ejemplos sobresalientes en la rehabilitación de inmuebles históricos para ampliar la infraestructura hotelera. En el contexto nacional, en el trans-currir del siglo xx y en particular en la década de los años no-venta, encontramos diversas intervenciones de rehabilitación y puesta en valor del patrimonio edificado, como servicio de hotelería a la par del crecimiento y de la consolidación de la actividad turística cultural en el país.

La demanda de servicios de hotelería, en zonas históricas, con una infraestructura y atención de calidad, así como con servicios de excelencia, propició una importante corriente de recuperación de monumentos que van desde de antiguas pla-zas de toros hasta la arquitectura para la producción –como las haciendas– que, por su potencial de reutilización y adapta-ción arquitectónica, generaron un importante mercado den-tro de la hostelería nacional.

En este proceso destacamos, solamente a manera de ejem-plo: la recuperación de las haciendas del periodo henequenero en Yucatán;10 en Zacatecas el Hotel Quinta Real11 con la adap-tación de la antigua Plaza de Toros de San Pedro del siglo xix, y el reciente proyecto del Hotel Boutique La Purificadora12

(Gráfica 2), que recicla de manera vanguardista el inmueble del siglo xviii que ocupara la antigua fábrica de hielo y em-botelladora de agua en la periferia del Centro Histórico de Puebla.

Gráfica 2. Hotel Boutique La Purificadora, Puebla. Foto: Tomada de Enlace. Arquitectura & Diseño. Intervenciones, num. 199, año 18, num. 3, Colegio de Arquitectos de México y Sociedad de Arquitectos Mexicanos, México, marzo 2008, p. 42.

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MORELIA: LA CIUDAD DE LA CANTERA ROSAEn el caso de Morelia, desde finales del siglo xix y en las pri-meras décadas del siglo xx, al patrimonio edificado se le asig-naban significados más allá de lo histórico o estético, y ya se valoraba como un componente del equipamiento de la ciu-dad, considerándose de interés público difundir los valores de los edificios históricos como elementos de posible atracción y recreación de los viajeros,13 al ubicar la arquitectura colonial, templos, plazas y jardines como elementos de promoción para interesar a los turistas nacionales a visitar la ciudad. Por el incremento en el número de viajeros y personas que visitaban la capital del Estado, a finales del siglo xix se adaptaron in-muebles para albergar diversos hoteles y mesones en el centro de la ciudad, transformando edificios con uso habitacional y comercial (en la planta baja), adecuados en menor o mayor escala para la función hotelera y de hospedaje.

Para el año de 1941, en el plano de la ciudad de Morelia in-cluido dentro de La Guía para Visitar la ciudad de Morelia,14

se registran 12 hoteles, de los cuales ya sobresale el Hotel Ala-meda, inaugurado el 6 de febrero de 1940, y que se puede con-siderar la primera representación del movimiento moderno en Morelia15 por su expresión formal y constructiva (Gráfica 3), que generó controversias públicas, al insertase de manera atrevida en el contexto histórico, rompiendo con la imagen colonial tradicional y con la traza urbana local. Este nuevo hotel, a pesar de que durante muchos años fue el centro de reunión de políticos, profesionistas y empresarios locales y de

los visitantes a la ciudad, fue duramente criticado por grupos de intelectuales y por la sociedad conservadora y tradicional de Morelia, constituyéndose en un paradigma único de la ar-quitectura de la ciudad, pues este tipo de arquitectura no se desarrollaría en los hoteles que se adecuarían en las décadas venideras, como es el caso del Hotel Morelos,16 que original-mente fue casa habitación, y se transformó para que funcio-nara como hotel en 1940.

Posteriormente, el proceso de refuncionalización o de edi-ficación de inmuebles para la actividad hotelera en Morelia se desarrollaría retomando una arquitectura que integraba espacios o nuevas edificaciones –en fachada principalmen-te- apegados a la interpretación que localmente se tenía de los estilos colonial y neocolonial,17 tendencia que en los años sesentas contribuyó para impulsar una supuesta identidad cultural moreliana,18 motivando el retiro de aplanados en muchos inmuebles históricos para exhibir la fábrica de cante-ría de los muros, en parte para desarrollar y consolidar la fun-ción turística como la actividad económica más importante de la ciudad, promoviendo desde entonces el lema de Morelia la Ciudad de la Cantera Rosa.

De los inmuebles que se edifican con varios niveles partir de los años sesentas, tenemos como ejemplos el Hotel Presi-dente Aranzazu, que se ubicaba en el predio que ocupó hasta el año de 1943 la antigua Plaza de Toros de la ciudad.

Edificado originalmente como un conjunto de departa-mentos modernos de nivel medio, en el año de 1965 se reuti-liza en un hotel en cinco niveles para albergar servicios diver-sos y 88 habitaciones con una propuesta formal que intenta integrarse al contexto histórico de manera más autentica en una expresión de modernidad local.

En contraste, en el año de 1973 se erige el Hotel Plaza Mo-relos, en un predio semi-baldío que existía colindante al Jar-dín Morelos. Este inmueble, fue proyectado por el Arq. Ma-riano López y las fachadas fueron diseñada por el Ing. Manuel Rodríguez Morales, a partir de los criterios y lineamientos que aplicaba la Junta de Conservación del Aspecto Típico y Colonial de Morelia.19

El proyecto arquitectónico consideró 82 habitaciones, y formalmente sus fachadas retoma en el diseño y la imagen colonial local, como criterio tradicional de integración que prevalecía –o tal vez se imponía–, incluyendo un portal en la planta de acceso y los tradicionales balcones en esquina de las casas históricas de la ciudad (Gráfica 4). Al interior, tiene una distribución totalmente contemporánea, desarrollada en cuatro niveles, y en la parte central del inmueble se edifica una alberca, rompiendo tácitamente con el diseño tradicional del patio central con arquería, que existe en la gran mayoría de los inmuebles históricos a los que pretende hacer referencia sus fachadas.Gráfica 3. Perspectiva de la fachada del hotel Alameda. Dibujo de Mario

Pani. Foto: Tomada de Catherine Rose Ettinger McEnulty “El Hotel Alameda. Hacia la revalorización de un monumento moderno”, Boletín Docomomo, num. 19, Louise Noelle Gras (ed.), México, 2008, pp. 1-3.

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EL ROMPIMIENTO DE UN PARADIGMA: EL HOTEL LOS JUANINOSA partir de junio del 1997 y durante el año de 1998, nuevas controversias se darían localmente por supuestos daños y al-teraciones “que atentaban contra el patrimonio edificado de la ciudad de Morelia”,20 con el proyecto y para recuperar el uso del antiguo Hotel Oseguera, ubicado en el corazón de More-lia, frente a la Plaza Melchor Ocampo y al costado ponente de la Catedral. Abordar este caso, después de casi 20 años de la rehabilitación del antiguo Hotel Oseguera, consideramos es importante en virtud de que se constituye –desde nuestra perspectiva– como la ruptura de una visión y tradición local en las intervenciones y criterios de conservación y refuncio-nalización del patrimonio edificado que prevalecían en la ciu-dad de Morelia hasta ese momento.

El proyecto de intervención para recuperar la función de hotel que había tenido este inmueble histórico, elaborado en-tre 1996 y 1998, fue una inversión “que en su momento no ofrecía rentabilidad y seguridad, sin embargo ante la depre-ciación del edificio, los altos costos para su mantenimiento, el proceso de deterioro constante y la poca rentabilidad que ge-neraba”.21 Es entonces, en 1996, que la Inmobiliaria Oseguera, propietaria y directamente responsables de la rehabilitación de edificio, inicia diversas gestiones ante el Centro inah Mi-choacán y las autoridades municipales para obtener la aseso-ría y licencias requeridas para la restauración, rehabilitación y puesta en operación nuevamente del inmueble como hotel, considerando en ese momento una inversión de aproximada-mente 1.5 millones de dólares usa.

En virtud de la situación política y socio económica que prevalecía en la capital del Estado, el proyecto de inversión se definía entre los empresarios locales, como una inversión de alto riesgo, ante la tercerización y la depreciación de los inmuebles (se tasaban más como terreno y depreciaban por su calidad de monumento histórico), los plantones por varias semanas de manifestantes en la Av. Madero, el cierre de calles

y la invasión de más de 1500 puestos de comercio informal que saturaban plazas y espacios públicos del centro históri-co de la ciudad. El proyecto de rehabilitación y restauración del inmueble, consideró la utilización de la planta baja para por la Calle Morelos, los servicios de acceso a las planta alta y azotea, la recepción y salones para atender pequeños grupos,

Gráfica 4. Fachada del Hotel Plaza Morelos en Morelia. Foto: Tomada por el autor, junio 2009.

Gráfica 5. Fachada del Hotel Los Juaninos en Morelia, con el agregado en la azotea. Foto: Tomada por el autor y Lis Rendón, Junio 2009.

Gráfica 6. Bar La Azotea, Hotel Los Juaninos en Morelia. Foto: Tomada por el autor, junio 2009.

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sanitarios, administración, así como un elevador de diseño contemporáneo para permitir el acceso de huéspedes, equi-paje y en particular de minusválidos a las habitaciones y ser-vicios complementarios del hotel. En la planta se eliminaron los agregados y crujías que funcionaban como oficinas y des-pachos, y hacer 31 habitaciones, recuperando en un 60% el partido arquitectónico que tenía el edificio a principios del siglo xx (Gráfica 5).

En la azotea, se edificó un agregado en materiales ligeros y reversibles, de diseño contemporáneo muy simple, para alber-gar un restaurante, el bar (Gráfica 6), sanitarios, cocina, ofici-nas y dos salones de usos múltiples pequeños. Este agregado y el diseño del elevador serían los motivos fundamentales de la controversia generada en su momento, por el supuesto rompi-miento y contraste generado con la arquitectura colonial del Centro Histórico.22 En septiembre de 1999, la revista Enlace & Arquitectura y Diseño (Gráfico 7), le dedicó la portada al Hotel Los Juaninos y un extenso artículo al proyecto de res-tauración y rehabilitación.23

CANTERA DIEZ: HOTEL-BOUTIQUEEste inmueble del siglo xviii está compuesto por dos niveles, con una fachada principal de un estilo neobarroco afrance-sado en su segundo nivel y en la planta baja el portal Herme-negildo Galeana. El inmueble fue modificado en el siglo xx para albergar en la planta baja funciones comerciales, habita-cionales (años sesentas), de hospedaje (Suites Normandie en la década de los años setentas) y un banco desde los años se-tentas. En las tres últimas del siglo xx, la planta alta fue utili-zada como oficinas, conservando la crujía sur, sobre el portal Galeana, para uso privado de los propietarios.

Tabla 1. Indicadores de Gestión en la Rehabilitación del Hotel Los Juaninos.

Gráfica 7. Portada de la Revista Enlace dedicadaal Hotel Los Juaninos en Morelia. Fuente: Enlace. Arquitectura & Diseño. Restauración, num. 97, año 9,-num. 9, Colegio de Arquitectos de México y Sociedad de Arquitectos Mexicanos, México, septiembre de 1999.

Fuente: Elaboración con información proporcionada por el Centro inah-Mich., entrevista con el Arq. Fernando Pérez Córdoba, y archivos

personales. Junio 2009.

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La propuesta de refuncionalización se da a partir de un di-seño ecléctico, que contrasta fuertemente los espacios patri-moniales, con muros pintados en colores, así como muros descubiertos de aplanado que destacan la cantería, textiles, maderas, acero, mármol y vidrio templado en los baños, que se integran visualmente a las habitaciones (Gráfica 8). En la planta baja por la calle Benito Juárez, sedispuso el acce-so principal, un restaurante y un bar (Gráfica 9), la cocina, y un área administrativa. El elevador se integró a partir de un diseño contemporáneo, ascendiendo hasta la azotea, espacio en que se utiliza como mirador nocturno principalmente, con vistas hacia la ciudad y la catedral de Morelia.

En una parte de este nivel, por el acceso del Portal Ga-leana, aún se conserva la función bancaria, actividad que contribuyó a la rentabilidad del inmueble durante las últimas décadas. Este hotel forma parte de dos cadenas importantes, El Club de Calidad Tesoros de Michoacán y Avantgarde Ins-piring Boutique Hotels.

Gráfica 8. Suite principal del Hotel Cantera Diez,Morelia. Foto: tomada por el autor, abril 2009.

Gráfica 9. Bar del Hotel Cantera Diez, MoreliaFuente: tomada por el autor, abril 2009.

Fuente: Elaboración propia a partir de la información proporcionada en el Centro inah Michoacán, y la entrevista con el propietarios y el responsables técnicos de proyecto y las obras, y archivos personales. Junio 2009.

Tabla 2. Indicadores de Gestión en la Rehabilitación del Hotel Cantera Diez.

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HOTEL CASA SAN DIEGOEste monumento histórico está ubicado en la Calzada Fray Antonio de San Miguel, uno de los de los espacios urbanos patrimoniales de mayor calidad y tradición que tiene la ciu-dad de Morelia. El inmueble edificado en el siglo xix, forma parte de la fincas solariegas que la burguesía moreliana cons-truyó en esta calzada, en los límites de la ciudad de Morelia, en su parte norte (en donde se ubicaban corrales y caballe-rizas), colinda con el Acueducto de Morelia y con el Bosque de San Pedro -hoy Bosque Cuauhtémoc- que era el lugar de recreo y ocio de la sociedad Moreliana.

La casa fue adquirida por el Sr. Joaquín Macouzet Iturbi-de en el año de 1928 quien la habitó con su familia de 1930 hasta su fallecimiento, en 1987. Los hermanos Macouzet Ma-rín, herederos y propietarios del inmueble lo venden en el año de 2003, la finca fue subarrendada y funcionó como escuela aproximadamente del 2004 al año 2006, y fue adquirida en septiembre de ese año por un grupo de empresarios locales para reciclarle en hotel de tipo colonial inicialmente, en pleno auge y crecimiento de la actividad turística cultural en Mo-relia.24

El 30 de noviembre de 2006, el Centro inah, Michoacán autoriza el proyecto de rehabilitación y restauración del in-mueble, previo dictamen de uso del suelo positivo otorgado por el H. Ayuntamiento de Morelia para funcionar como ho-tel.Actualmente, el partido arquitectónico, la edificación y la distribución de los espacios aprovechan respetuosamente la parte histórica del inmueble, edificando e integrando en los antiguos corrales un agregado contemporáneo en dos niveles, con un acceso, recepción y servicios varios, valet parking en planta baja, y en el segundo nivel una terraza, habitaciones y un bar (Gráfica 10). El proyecto arquitectónico inicialmente fue desarrollado por la Arq. Patricia Sandoval, dentro de una visión conservadora de un Hotel Colonial tradicional. Pero, a partir del potencial de su ubicación privilegiada y la posibili-dad de dos accesos, los inversionistas replantean el proyecto hotelero, para un estándar de alto nivel económico, como un

Hotel Boutique-Categoría Tres Diamantes, interviniendo en ello como asesor en diseño y decoración el Arq. Juan Pablo Bernal y en la gestión de permisos y ejecución de la obra el Ing. Roberto Salcedo Herrera, conjuntamente con un equipo de diseñadores de interiores, y especialistas en instalaciones diversas25 (Gráfica 11).

El finiquito de los trabajos de restauración y adecuación autorizada por el inah, se hace a principios de abril de 2008. El Hotel Casa San Diego inició operaciones en julio de 2008, con 10 habitaciones de lujo, un restaurante, un bar, y dos te-rrazas-bar, que aprovechan las vistas hacia el acueducto y a la calzada Fray Antonio de San Miguel (Gráfica 12), con agrega-dos en las azoteas de los hoteles y bares de Morelia en el Cen-tro Histórico. En sus agregados contemporáneos, utiliza vigas de madera en los plafones interiores decorativos, y materiales como: el ónix, mármol, acero, vidrio templado, entre otros. Las instalaciones eléctrica y de drenaje son totalmente nue-vas; se realizaron instalaciones especiales de audio y voz, de aire acondicionado, así como una cocina altamente equipada, que tuvo un costo de $1.5 millones de pesos.26

CONCLUSIÓNLa actividad turística cultural en el mundo y en México, está originando la transformación del espacio habitable y de las funciones tradicionales de las ciudades históricas en una abierta competencia, a partir de diferentes productos y pro-gramas impulsados por las instituciones públicas para mo-tivar fuertes inversiones en la restauración y puesta en valor turístico de espacios e inmueble públicos y privados, en con-textos con una fuerte carga histórica.

La industria hotelera en los conjuntos urbanos patrimo-niales es fomentada por el Estado y financiada por el sector privado, para atraer a un usuario culto, respetuoso del patri-monio cultural, y de mayor capacidad económica (denomi-nado turista cultural), para que permanezca mayor tiempo y pernocte en los hoteles, consuma en los restaurantes, visite los museos y compre todo tipo de souvenires de la artesanía local en las ciudades y poblados.

Gráfica 10. Lobby del Hotel Casa San Diego en Morelia Fuente: Galería Fotográfica del Hotel Casa San Diego, <<www.casasandiego.com.mx/galerias.htm>>, 20 de junio 2009.

Gráfica 11. Terraza del Hotel Casa San Diego con vista al acueducto Morelia. Foto: Tomada por el autor y Lis Rendón, junio 2009.

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Por lo anterior, debemos de reconocer que la ciudad his-tórica se ha consolidado como un producto turístico de alta demanda, como es a manera de ejemplo, en el caso de México y España, las Ciudades Patrimonio de la Humanidad.

En este proceso, la oferta de hospedaje se ha diversifica-do para motivar a una elite del turismo a conocer los lugares patrimoniales más significativos y motivadores de su vis-ta, prometiendo una estancia placentera, con una oferta de hospedaje que limitada en el número de habitaciones, ofrece estándares de calidad muy altos, dentro de los denominados Hoteles de Categoría Especial y Hoteles Boutique.

En el caso de Morelia, la refuncionalización y rehabili-tación de inmuebles (etiquetados como monumentos histó-ricos) ha sido una práctica común desde el siglo xix, favo-recida por los comerciantes, empresarios y promotores de la hostelería, dentro de una visión de negocios, apoyada por las autoridades dentro del discurso del progreso y desarrollo de la ciudad. Este escenario ha impulsado inversiones para la re-habilitación de inmuebles, buscando atender a viajeros y tu-ristas con servicios modernos de cada época, como fue el caso del Hotel Oseguera a finales del siglo xix.

En Morelia, los criterios para la restauración y rehabilita-ción de inmuebles históricos para adaptarlos a nuevos usos, desde los años cuarenta hasta los años noventa, impondría la unidad con estilo colonial como premisa en las intervencio-nes –principalmente en las fachadas de los inmuebles–, que evidenció la falta de consenso y actualización de los criterios de inserción de la arquitectura moderna en centros históricos, y la postura muy arraigada de un grupo local hacia una prefe-rible falsificación estética oculta en una supuesta arquitectura didáctica, en lugar de la inserción de una arquitectura autén-tica y ética conforme a la temporalidad de la intervención.

En el caso del Hotel Los Juaninos, el proyecto presentado por los propietarios e inversionistas, enfatizó por primera ocasión, de manera consciente y osada según los comentarios populares vertidos en la prensa, una intervención para la re-habilitación y restauración del inmueble que vino a romper los paradigmas de integración de elementos contemporáneos

Gráfica 12. Fachada del Hotel Casa San Diego en la Calzada Fray Antonio de San Miguel, Morelia. Foto: Tomada por el autor y Lis Rendón, junio 2009.

Fuente: Elaboración propia a partir de la información proporcionada en el Centro inah Michoacán y entrevista con el Ing. Roberto Salcedo Herrera gestor y responsable de la obra, junio 2009

Tabla 3. Indicadores de Gestión en la Rehabilitación del Hotel Casa de San Diego.

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en contextos históricos, desde la edificación del hotel Alame-da en 1939. La rehabilitación y restauración del Hotel Ose-guera, utilizando elementos formales y materiales ajenos a los estilos colonial que en 1998 contrastaban con el patrimonio edificado, permite comparar la evolución de criterios, dado que en la actualidad resultan aportaciones contemporáneas que son vistas como prudentes y tímidas; en comparación de lo que veinte años después estamos viendo localmente (con aciertos y desaciertos arquitectónicos) dentro de la rehabili-tación patrimonio inmueble, en particular para usos dentro de la hotelería.

El análisis de los tres casos de estudio, presentados (Ta-blas 1, 2 y 3) en el desarrollo de este documento, nos ha per-mitido observar y evaluar los procesos de rehabilitación de los inmuebles para funcionar como hoteles, a partir de una propuesta de indicadores de gestión, análisis del cual presen-tamos las reflexione siguientes: La transformación de los usos del patrimonio edificado ha sido una constante permanente en los inmuebles, tal vez en menor grado en el Hotel Casa San Diego, que mantuvo su uso habitacional durante sesenta años. La duración de los trámites realizados en el Centro inah Mi-choacán van de 13 meses (Hotel Los Juaninos), 3 meses (Hotel Cantera Diez), y 8 meses (Hotel Casa San Diego); derivado de lo anterior considerando las intervenciones, el estado de con-servación de cada inmueble, las propuestas contemporáneas de rehabilitación integral realizadas, y la amplitud de cada edificio, reconocemos que hay una nueva visón y un cambio en algunos criterios -de personas fundamentalistas- que han evolucionado a partir de una formación académica y de una visión ética de la responsabilidad que tiene el patrimonio edi-ficado para fomentar el desarrollo de la sociedad y atender la generación de empleos y bienestar ante la problemática social y económica que prevalece aún en nuestro país.Por otra parte, hay que reconocer que los nuevos lineamientos y la apertura de criterios de la Dirección General del inah, para apoyar, responder y autorizar ágilmente estos proyectos (localmente o como ha sucedidos en algunos caso desde la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del inah en México), son esperanza de que el patrimonio edificado se constituya en factor para el desarrollo de la sociedad, y no un elemento de veneración estética.

Las inversiones realizadas han sido significativas, dentro de un grupo social que tradicionalmente vivía económica-mente de sus rentas y no arriesgaba en la plusvalía que puede significar la puesta en valor de sus propiedades históricas. En su conjunto, la inversión en los tres inmuebles estudiados os-cila alrededor de $ 43 millones de pesos, habiendo generado 204 empleos temporales los procesos de rehabilitación de los inmuebles históricos, y manteniendo al día de hoy 83 empleos permanentes.

En el caso de los tres inmuebles, encontramos que los cri-terios de rehabilitación, han sido de respeto al patrimonio edificado, si bien el Hotel Cantera Diez en sus habitaciones

confronta y contrasta estilos y materiales, hay que señalar que este tipo ambientes vinculados a los servicios al usua-rio, en todos los hoteles han sido gratamente recibido por la clientela, que busca singularidad y autenticidad en su estan-cia, en virtud de que la permanencia en los centros turístico para muchos usuarios, va mas allá de la visita banal al lugar, apreciando el contacto con el pasado y considerando este esté tipo de infraestructura hotelera como un prolongación de su contacto con el patrimonio, dentro de una visión de futuro.

Finalmente a y a manera de corolario, debemos mencio-nar que las inversiones privadas que contribuyen a revitalizar los centros históricos y rehabilitar el patrimonio edificado, buscando servicios de calidad en beneficio de la creación de empleos -como es el caso demostrado de un grupo de hote-leros en Morelia- demandan paralelamente un compromiso de las autoridades de los tres niveles de gobierno, a efecto de tener una ciudad de cálida que respete su patrimonio y lo ges-tione de manera sustentable, sin permitir abusos de grupos y la ingobernabilidad urbana que lamentable hasta hace unos meses se ha acrecentado en el centro histórico de Morelia.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Consideramos en un amplio sentido al turismo cultural, que se relaciona con el conocimiento, la apropiación, el disfrute y el uso lúdico y placentero de los diferentes elementos que for-man parte de los bienes culturales tangibles o intangibles de un lugar; desde la arquitectura, transitando por los paisajes, hasta la gastronomía o la enología, las festividades y tradicio-nes religiosas, usos y actividades de alta demanda turística.2 Este trabajo se deriva y recoge algunos resultados y reflexio-nes del proyecto de investigación promep exb-171: El Im-pacto del Turismo Cultural en tres Ciudades Mexicanas del Patrimonio Mundial. Una propuesta de indicadores para un manejo sustentable del turismo y para la conservación preven-tiva del patrimonio edificado, Subvencionado por el programa de exbecarios promep y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.3 El Club de Calidad Tesoros de Michoacán se desarrolla por iniciativa del Gobierno de Michoacán en 1996, conjuntamen-te con empresarios de la industria hotelera y restaurantera del Estado, preponderantemente de Morelia. Tiene como objetivo, seleccionar y promover anualmente a los mejores establecimientos ofertar de servicios de calidad. Los hoteles se someten voluntariamente, cada año, a un análisis y control minucioso de sus servicios, instalaciones, imagen, equipa-miento y gestión. Los hoteles del grupo, en el caso de Morelia, son inmuebles históricos en su mayoría, que conservando su autenticidad arquitectónica, han agregado elementos con-temporáneos y una decoración original, que contrasta en los procesos de rehabilitación de los inmuebles históricos. Esta marca y producto turístico, se ha extendido a los Estados de Guanajuato, Morelos y Puebla, que conjuntamente con Michoacán tienen una guía editada en el año de 2008. Cfr.

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Club de Calidad Tesoros de Michoacán. Hoteles y Restauran-tes-2008, Gobierno de Michoacán-sectur/dit Asesores, Edi-tora Infragón, México, 2008.4 La palabra peregrinus en latín, originalmente se refería a la persona que viajaba por países extranjeros o aquellas que no tenían ciudadanía. Surge con la composición de dos vocablos: per-agros que describía a la persona que camina (pasa o tran-sita) a través del campo, fuera del lugar de su residencia, lejos de casa, (peregre, “en el extranjero”-“lejos de casa” Cf. Adal-bert Rebiec, neum 1999, Documento de la Santa Sede sobre el peregrinaje del 2000, apud Javier Robles Salgado en “Turismo religioso. Alternativa de apoyo a la preservación del patrimo-nio y desarrollo”, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, num. 316, 8 de octubre de 2001.5 El desarrollo de las peregrinaciones, especialmente la puesta en marcha del Camino de Santiago a través de la Ruta Jaco-bea, generaría la movilidad de peregrinos de toda Europa, los cuales llegaron a la costa atlántica europea, fomentando el in-tercambio económico, cultural y artístico.6 Marianna Starke, Letters from Italy, G. & S. Robinson, Lon-dres, 1815. citado por Jill Steward, “Actuación en el extranje-ro: los turistas británicos en Italia y sus prácticas, 1840-1914 en Arquitectura y turismo. Percepción, representación y lugar, D. Medina Lasansky, Brian Maclaren (Eds.), Barcelona, G. Gili, 2006, p. 78.7 Patrick Poivre d’Arvor, La Edad de Oro del Viaje en Tren, China, Lunwerg Editores, 2007, pp. 58-59.8 Cfr. Historia de la Hostelería, tomado de Internet en la pági-na <<http://html.rincondelvago.com/historia-de- ahosteleria.html>>, fecha de consulta 19 de junio del 2009.9 Este inmueble en el año de 1960 es refuncionalizado y res-taurado para ser utilizado como hotel y en el año de 2005 reinaugurado después de una restauración integral, la cual procuró conservar la historia y el valor artístico del monu-mento, adaptándolo a las funciones y necesidades de los clien-tes contemporáneos. “El Gran Hotel de la Ciudad de México”, Revista Hábitat. Mundo Ejecutivo, núm. 5, lunes 5 de agosto del 2005.10 En la ciudad de Mérida y en sus alrededores, desde 1998 se han restaurado haciendas henequeneras, semi-abandonadas y muy deterioradas como Hoteles o Casas de Campo. Entre las que destacan por el rescate patrimonial realizado y la re-habilitación de espacios con elementos contemporáneos: el Hotel Hacienda Xcanatun (siglo xix), intervenida en 1998, y el Hotel Hacienda Petac (siglo xviii), intervenida en el año de 2001. Cfr. Revista Enlace. Arquitectura y Diseño, Restau-ración, num. 156, año 14, num. 8, México, Colegio de Arqui-tectos de México y Sociedad de Arquitectos Mexicanos, 2004, pp. 54-57.11 Hotel edificado al rehabilitar la Plaza de Toros San Pedro del siglo xix. El proyecto de restauración y nuevo uso reci-bió el Premio Internacional de Arquitectura en 1989, por la

integración y el carácter logrado, y la puesta en valor del pa-trimonio preexistente que le confiere un carácter excepcio-nal al conjunto. Cfr. “Hotel Curioso” en Cosas Interesantes, en <<http://lasgothicas.blogspot.com/2009_03_01_archiv.html>>, 18 de junio del 2007.12 Hotel definido como el más vanguardista en Puebla fue proyectado y decorado por Legorreta + Lagorreta. Se proyec-tó en un edificio de 1800, a partir del reciclaje de vestigios de arquitectura industrial. Con 26 habitaciones, ofrece todos los servicios de las cadenas de este tipo, se conserva parte de la fábrica original de muros de piedra y madera, que contrastan con materiales contemporáneos como: el acero, vidrio tem-plado, y azulejos diseñados especialmente para el inmueble. Cfr. Revista Enlace. Arquitectura & Diseño. Intervenciones, num. 199, año 18, num. 3, México, Colegio de Arquitectos de México y Sociedad de Arquitectos Mexicanos, marzo de 2008, pp. 40-50.13 Amador Coromina, Recopilación de leyes, decretos, regla-mentos y circulares expedidas en el Estado de Michoacán, vol. 12, tomo xxxiii, Morelia, 1900, Biblioteca/Archivo: aa-mrm, pp. 211-213.14 Rafael Morelos Zapién, La Guía para Visitar la ciudad de Morelia, Primera Edición, Morelia, 1941.15 Catherine Rose Ettinger McEnulty, “El Hotel Alameda. Hacia la revalorización de un monumento moderno”, Louise Noelle Gras (ed.), Boletín num. 19 Docomomo, México, 2008, pp. 1-3.16 Ubicado en un inmueble que fue casa habitación, el hotel a finales de los años cincuenta ya contaba con 50 habitaciones con baños en su interior. Actualmente el inmueble, en un ter-cer ciclo de uso, ocupa desde hace más de 20 años las oficinas del Banco Nacional de México.17 Esta tendencia fue avalada en 1956 por el Reglamento para la Conservación del Aspecto Típico y Colonial de la Ciudad de Morelia, que consolidó una política proteccionista de la “uniformidad estética” o “Colonial” en el centro histórico de Morelia, y trajo abusos como el retiro de los aplanados de muchos de sus edificios, de la pérdida del patrimonio al in-terior de los inmueble y en los paramentos de fachadas, muy alejadas al principio de respeto de la autenticidad del patri-monio edificado, evidenciando una corriente proteccionis-ta muy local, muy alejada de la doctrina contemporánea de la restauración patrimonial, vigente desde los principios de la Carta de Venecia de 1964. Cfr. Carlos A. Hiriart Pardo, “Proyectos de Restauración del Patrimonio Urbano Arqui-tectónico de Morelia (1993-2002)” en Eugenia María Azeve-do Salomao (coord.), El Renacimiento de la Ciudad. Segundo Foro del Centro Histórico de Morelia, Morelia, umsnh, 2004, pp.113-114.18 Durante el Gobierno del Lic. Agustín Arriaga Rivera (1962-1968) se impulsó el carácter pétreo en la ciudad de Morelia como parte de la identidad arquitectónica local, para crear una imagen colonial al descubrir la piedra en las fachadas

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pArte ii/ cArlos Alberto HiriArt pArdo / lA reHAbilitAción y refuncionAlizAción del pAtrimonio edificAdo pArA el turismo: lA HosteríA en el centro Histórico de moreliA (1998-2008)

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de los inmuebles del centro histórico, que definió el slogan turístico: Morelia como La ciudad de la Cantera Rosa. Cfr. Carlos A. Hiriart Pardo, La gestión del turismo cultural en Michoacán y sus impactos en el patrimonio monumental de Morelia y Pátzcuaro (tesis doctoral), Morelia, umsnh, 2006, pp. 357-359.19 Información proporcionada por el Ing. Manuel Rodríguez Morales en la entrevista realizada por el autor en Morelia el 23 de junio del 2009.20 Carta dirigida al Lic. Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes (conacul-ta), por parte del C. Ramón Sánchez Reyna, representante lo-cal de la Sociedad Defensora del Tesoro Artístico de México, A. C., publicada en el Periódico El Universal, el 20 de mayo de 1998. Archivo personal del autor.21 Información proporcionada por el Arq. Fernando Pérez Córdoba, Director General de Inmobiliaria Oseguera (autor del proyecto y responsable de la obra en su totalidad), en la entrevista realizada por el autor en Morelia el 15 de junio del 2009.22 icomos Michoacán, Informe y dictamen técnico sobre los trabajos de restauración y rehabilitación del Hotel Osegue-ra, Morelia, Comité Michoacano del icomos, 24 de junio de 19998. Documento inédito, del archivo personal del autor.23 Enlace. Arquitectura & Diseño. Restauración, num. 97, año 9, num. 9, México,Colegio de Arquitectos de México y Socie-dad de Arquitectos Mexicanos, septiembre de 1999.24 Información dada por Humberto Macouzet Marín, descen-diente directo de Joaquín Macouzet Iturbide, en la entrevista en Morelia, el 16 de junio del 2009.25 Información proporcionada por Ing. Roberto SalcedoHerrera, responsable y perito de la obra, en la entrevistarealizada por el autor en Morelia, el 24 de junio del 2009.26 Idem.

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INTRODUCCIÓN Son pocos los edificios que se construyen o reutilizan en los centros o conjuntos históricos que desde su proyecto buscan armonizar con el entorno y el uso de sue-lo. En la actualidad la revaloración de los centros históricos ha crecido, la gestión integral del patrimonio implica la participación de distintos profesionales con dis-ciplinas que la complementan para que esta sea sustentable. No perder de vista la relación entre gestión, urbanismo y patrimonio para que cualquier proyecto tenga éxito. Hoy se ha despertado el interés por integrar nueva arquitectura y reutilizar edificios para revitalizar centros y conjuntos históricos como parte de la reactiva-ción económica. De ahí las siguientes preguntas: ¿integrar para qué?, ¿reutilizar para qué y para quién?, ¿Cómo hacer algo nuevo de lo antiguo?, ¿Cómo hacer re-dituable el patrimonio económica y socialmente?, ¿Cómo hacer algo útil algo que perdió su vigencia?

Poner en valor una gran cantidad de edificios construidos en el siglo xx y que en la actualidad no tienen uso; y que por su material y estructura es mucho más fácil de reutilizar que los de los siglos anteriores, es el caso de los teatro-cines que perdieron vigencia en menos de 50 años.

Zevi, Brolin, Choay, Jencks, Sogaro, Ballart y otros fundamentan el desarrollo de esta ponencia buscando con ello la crítica y la definición de posturas. Se ejem-plifica con intervenciones en centros históricos y edificios en particular que pre-sentan soluciones y posturas algunas de las veces criticables, como pretextos que permiten abrir el diálogo para hacer cuestionamientos y sacar conclusiones.

CENTROS HISTÓRICOS Y PROBLEMÁTICALos planes de reactivación de centros históricos tienen como objetivo principal me-jorar la calidad de vida de sus residentes y atraer la iniciativa privada. En algunos de los centros históricos sólo se han hecho fachadismo sin integrar a los usuarios,

Nueva arquitectura y

reutilización de edificios

en centros y conjuntos

históricos

JESÚS V. VILLAR RUBIO

Los arquitectos sólo podrán llevar a cabo un encuentro veraz entre lo antiguo y lo nuevo cuando conozcan a fondo lo antiguo y tengan la osadía de inventar lo nuevo. Zevi, 1997.

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sus actividades y edificios, que enriquezcan el uso social del espacio, sin percibir que la única forma de abordar con efec-tividad su problemática es con un tratamiento en conjunto de los diferentes aspectos que inciden en su degradación. Las crisis que sufren los centros históricos no se debe sólo al in-cremento de población de la ciudad y a su desplazamiento a fraccionamientos periféricos, sino que paralelamente se han dado otras circunstancias: la creación de una centra-lidad funcional alternativa a los centros histórico, cambios en los hábitos de consumo, creación de plazas comerciales y supermercados en las zonas periféricas, que han perjudicado el simbolismo y la economía de los centros dentro de la ciu-dad. Eso aunado a los cambios de la segunda mitad del siglo xx: la hegemonía económica de las empresas mundiales; el predominio de las estructuras administrativas y financieras; las redes computerizadas de comunicación; la expansión del tiempo libre pasivo frente a las pantallas de televisores y videos; la concentración puntual del consumo; la acele-ración del transporte individual y de masas; el incremento de megalópolis en los países del Sur extraeuropeo; y la cri-sis de los grandes ciclos del pensamiento filosófico surgidos del Iluminismo, han decretado, según Choay,1 la muerte de la ciudad tradicional.2 Todo hay que tenerlo en cuenta en la reactivación de los conjuntos históricos, que aunque se den en contextos extranjeros tienen las mismas o parecidas con-notaciones que con los latinoamericanos.

La descentralización de actividades administrativas y econó-micas ha afectado también su decadencia, caso San Luis Po-tosí con la creación de la Unidad Administrativa Municipal y el cambio de su sede anterior en el centro, que coadyuvó a la muerte de cierto comercio y que las edificaciones se dete-rioran y caducan, se subdividen en locales comerciales muy pequeños y caen en una alta saturación del espacio fomentan-do su deterioro.

Los gobiernos municipales deben de elaborar programas que fomente la calidad de vida y la inversión económica en los centros históricos y barrios antiguos, y alejarlos del deterioro físico, económico y social. Un ejemplo muy controvertido es el del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona de Ri-chard Meier (1987-1995), que actuó en la reactivación e inte-gración social del Barrio Chino; que como arquitectura de in-tegración formal no cumple, pero como integración cultural y social tiene un gran papel, da vida y fomenta el uso social del espacio abierto y de los edificios colindantes. La gestión integral del patrimonio fue exitosa en esta intervención.

Los sitios, conjuntos y centros históricos tienen que se-guir funcionando con necesidades actuales y requeridas por la misma sociedad (existe un problema social antes que mo-numental). En el caso de centros históricos, la multiplicidad de funciones enriquece el centro o conjunto. La mayoría de las escuelas de arquitectura no se preocupan por enseñar

Gráfica 1. Edificio subdividido en pequeños locales comerciales, slp. Foto: Jesús Villar.

Gráfica 2 y 3. Museo de Arte Contemporáneo, Richard Meier, Barcelona. Logra integración social al espacio. Fotos: Jesús Villar

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conceptos y métodos que vayan en favor de la reutilización y enriquecimiento de los centros y edificios de las ciudades o barrios antiguos, en pro del desarrollo y mejora de la calidad de vida. Se tienen que modificar los planes de estudio para habilitar o por lo menos dar información a los alumnos frente a estos casos.

ARQUITECTURA, INTEGRACIÓN Y REUTILIZACIÓN DE ESPACIOSEl concepto de arquitectura integral abarca más que el de inte-gración con relación al sentido físico de los inmuebles; hablar de arquitectura integral es aquella que relaciona los edificios y su contexto, formas y funciones compatibles con los usos del suelo y lo urbano, en las que participan los niveles de la administración y la población beneficiaria.

En términos de fisonomía urbana, la arquitectura barroca, neoclásica y ecléctica compartieron estructuras compositivas comunes, basadas en la arquitectura clásica, y de esta manera se integraron formalmente a la existente, la arquitectura mo-derna no tuvo cabida en esas enseñanzas y partió de compo-siciones libres y nuevas, insertándose con la antigua sin nin-guna intención de armonizar, en la gran mayoría de los casos. Esto pasó en gran parte de las ciudades del país y del mundo, iniciando una etapa de ruptura.

La industrialización trajo consigo el cambio en la forma de habitar, generándose nuevos programas arquitectónicos que junto con los nuevos materiales y sistemas constructivos die-ron como resultado una arquitectura moderna en donde los tratados no tuvieron cabida. El uso del automóvil, el transpor-te colectivo, los electrodomésticos y la nueva infraestructura eléctrica, hidráulica y sanitaria, cambiaron el espacio habita-ble, fundándose nuevas colonias alrededor de los centros his-tóricos. La arquitectura producto del Movimiento Moderno no tuvo a bien armonizar con la arquitectura antigua, algunos incluso ignoraron su entorno de modo intencional, porque esa era la idea: no relacionarse con la arquitectura histórica. Aun-que no todo sucedió de manera tajante, hubo edificios que sí tomaron en cuenta el entorno. El problema es que se empezó a actuar en la ciudad antigua afectando el urbanismo, y en las ciudades de nueva fundación, no tomó en cuenta la continui-dad con el pasado.

La ruptura de la arquitectura moderna con la historia tan-to en teoría como en la práctica fue decisiva; parecía impo-sible que conviviera la arquitectura antigua con la moderna. El código moral del movimiento moderno, promulgado por Le Corbusier y Gropius, prohibía la utilización de referencias históricas en el diseño. Se consideraban ‘deshonestas’ porque no se adaptaban a su intolerante definición de lo que consti-tuía el ‘espíritu de la época’. Habiendo renunciado a las for-mas históricas, los arquitectos modernos no tenían ninguna posibilidad de elección cuando se trataba de situar un edificio nuevo cerca de otro antiguo.3

El caso de la torre latinoamericana en la ciudad de Méxi-co es un claro ejemplo de nueva arquitectura que no tomó en cuenta el entorno para su diseño, ni en escala, materiales y forma. Lo mismo pasa con la construcción del Hotel Pano-rama, primer edificio vertical con altura considerable en el centro histórico de la San Luis Potosí. En muchas ciudades empezó la mutilación y destrucción de edificios para ampliar y abrir nuevas calles y se inició la construcción de ciudades nuevas como Brasilia.

Un defecto característico que detectaron, aunque tarde, los arquitectos modernos en el urbanismo de la ciudad moderna fue la incapacidad de producir imágenes de continuidad cul-tural. La construcción de las new towns en Gran Bretaña, o de

Gráfica 4. Integración entre edificios barrocos, Gráfica 5. Integración entre barroco y ecléctico. Calle Zaragoza, San Luis Potosí. Foto: Jesús Villar.

Gráfica 6. Arquitectura no integrada, Edificio Tepeyac, Morelos esquina Iturbide y Edificio Woolworth, calle Hidalgo esquina Obregón; San Luis Potosí. Foto: Jesús Villar.

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pArte ii/ jesús v. villAr rubio / nuevA ArquitecturA y reutilizAción de edificios en centros y conjuntos Históricos

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ciudades enteras (Chandigarh en la India o Brasilia en Brasil), ha puesto de relieve el problema palmario que no pasan por alto arquitectos, urbanistas ni ciudadanos: la nueva creación, aunque sea imaginativa, peca por exceso de simplificación, le falta la complejidad vital y la continuidad con el pasado que tienen la ciudad vieja chapucera, a pesar de todas sus deficien-cias. En una ciudad nueva los fallos eran inevitables, pero la teoría moderna exacerbó el problema del desarraigo. El ór-gano oficial del Movimiento Moderno, el ciam, propuso ha-cer tabula rasa del urbanismo y dividir la ciudad en sectores funcionales al margen de los modelos y edificios existentes y con relativa aversión hacia la arquitectura histórica. Cuando estalló la reacción contra los destrozos urbanos y la gente em-pezó a criticar la tabula rasa moderna y a los promotores, los arquitectos no habían pensado ninguna respuesta teórica.4

En los setenta con algunas conferencias se inició la pre-ocupación por la armonización de la nueva arquitectura con la antigua, Brent Brolin empezó a tratar los temas de la arqui-tectura de integración con su texto publicado en 1980, pre-ocupado por el medio ambiente y el entorno arquitectónico, con el fin de armonizar la nueva arquitectura con la antigua. Menciona unos principios generales para armonizar, advir-tiendo que las variables son tantas que no permiten la simple transferencia de una solución de un lugar a otro, como tam-poco suponer que la armonía está garantizada con tal de que los diseñadores sigan una serie de normas rígidas, aún en los casos de que estas sean prioritarias.

Brolin menciona que no todos los edificios deben armo-nizar con su entorno arquitectónico, “en algunos casos, por razones estéticas o simbólicas, es conveniente el contraste”,5 creo que aunque sea por contraste se deben de tener mucho más cuidado en el diseño del edificio, guardar las relaciones necesarias con los elementos del contexto, de manera que exista una conexión con su entorno y su función.

Para que un nuevo edificio armonice con su entorno ar-quitectónico y urbano, el diseñador lo que necesita es tener sensibilidad y habilidad en el manejo formal y espacial, tener un fuerte conocimiento de la historia de la arquitectura para proponer una postura frente al contexto en el que se ubica, para crear relaciones coherentes y afines entre los edificios. En el campo de la compatibilidad de usos del suelo la reuti-lización tiene vital importancia, hay actividades que no se integran en zonas patrimoniales, y aunque los edificios se in-tegren, formalmente rompen con el ambiente y fomentan su deterioro.

El uso del patrimonio determina su conservación, Joseph Ballart nos dice: Si el patrimonio vale, será para algo, para utilizarlo de alguna manera, sea cual sea, desde la pura con-templación extática o fetichista hasta el uso como reclamo turístico. Hablar del uso del patrimonio histórico implica considerar la conservación como pre-condición. No puede haber uso sin conservación ni mantenimiento. Preservar el patrimonio de daño, pérdida, o merma y preservarlo, son lo

mismo, se manifiesta a favor de este tipo especial de bienes por parte de las personas y de la sociedad en su conjunto, que hay que examinar globalmente desde la perspectiva temporal. Hay que discutir qué tipo de impulsos ha generado en el hu-mano la preocupación por conservar los bienes materiales de la cultura y que valores otorgados al patrimonio han prevale-cido en cada momento histórico.6

En la recuperación funcional de un centro histórico, lo que importa no son los inmuebles, sino los usos que de ellos se hace, y que sean compatibles con los edificios de manera que se conserven, como la función del comercio en los centros históricos.7 La participación de entidades municipales o pri-vadas en esa recuperación es imprescindible; sólo posible, si se produce colaboración entre los poderes públicos y los agentes sociales de las zonas afectadas, de tal forma que se articulen mecanismos que permitan la ejecución de las actuaciones respetando el equilibrio de los diferentes intereses puestos en juego; la ‘gestión colaborativa’ de las estrategias integrales de intervención, con la participación de los distintos niveles de la Administración y de la población beneficiaria.8

Retomo las preguntas iniciales: ¿integrar para qué? ¿reuti-lizar para qué y para quién? ¿Cómo hacer redituable el pa-trimonio económica y socialmente? Al analizar los concep-tos de integración, recuperación, reutilización, utilizados en cualquier intervención, tenemos que se integran para com-pletar contextos, generar equilibrio, armonía estética y en el uso del espacio; se recupera para reintegrar identidad (caso Varsovia), rentabilidad social y económica, ejercer poder; se reutiliza para generar espacios sociales y economía; se cons-truye nueva arquitectura en centros y conjuntos históricos para mejorar la habitabilidad, reactivar economía y resolver problemas sociales.

No existen recetas para reutilizar e integrar un edificio a un entorno, cada caso es único, aún dentro de una misma ciudad. Consultar los reglamentos, normas que se han deter-minado, antes de iniciar con el proyecto, orientará al proyec-tista en su correcta actuación; implica una metodología, la cual será determinada por el proyectista según el caso, no es lo mismo actuar en un conjunto rural, que en un urbano, o en una tipología de vivienda que en una religiosa, ya que son diferentes estudios. La actuación en un inmueble puntual no es igual que cuando se actúa en un conjunto histórico.

La arquitectura integral urbana es aquella que toma en cuenta todas las variables que formar parte del medio en el que se ubica, “incluyendo la arquitectura testimonial, la ar-quitectura entendida desde el punto de vista cultural que está llena de significados”.9 Hay que reutilizar para la vida actual, no ser tan dogmáticos y rigurosos a la hora de reutilizar los es-pacios, de “restaurarlos”, salvo que se trate de un monumento histórico que su caso lo amerite.

Bruno Zevi dice: Cuando uno se enfrenta a la cuestión del encuentro entre arquitectura moderna y ambientes históricos se da por sentado que implica exclusivamente la defensa de lo

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antiguo amenazado por la invasión de lo nuevo. No hay duda que es un aspecto relevante de la cuestión. Se pasa por alto, la afirmación de los valores arquitectónicos contemporáneos, acechados por todo un cúmulo de prejuicios académicos. Hay que establecer tres puntos con toda imparcialidad:

1) Todas las teorías que tienden a una adecuación de lo nuevo a lo antiguo conducen a reprimir o, peor aún, a co-rromper lo nuevo sin respetar lo antiguo.

2) El encuentro entre antiguo y nuevo no puede concre-tarse sin unos costes elevados, sin desgarros ni desequilibrios. Las intervenciones arquitectónicas deben de ser francamente modernas y apuntar a la creación de un panorama alternati-vo, en gran medida antitético del preexistente.

3) No hay unas normas fáciles de evaluación que permitan establecer qué se puede y qué no se puede hacer en lo tocan-te a incorporar obras modernas a los centros históricos. El problema remite a la calidad y no está sujeto a normativas genéricas.10

Continúa Zevi recomendando leyes y regulaciones. Se es-cuchan dos objeciones repetidas:

a) Si autorizamos la construcción de un rascacielos en aquel sitio determinado, ¿cómo evitaremos que aparezcan otros en lugares análogos?

b) Si admitimos que un buen arquitecto realice una ma-croestructura, ¿cómo vamos a impedir otras diez proyectadas por profesionales mediocres?11

En muchas de nuestras ciudades predomina el caos, nos acostumbramos a ello. La estética urbana es una de las pre-ocupaciones del arquitecto inglés Edwards, quien afirma que:

“nos hemos acostumbrado a una falta casi absoluta de conti-nuidad en la arquitectura urbana”.12

De esto se deduce que las ciudades estarán más en el caos que en la “armonía”. Nuevamente Zevi dice: “Mientras domi-ne la normativa burocrática y no la cultura, tendremos pla-nes reguladores estáticos, bidimensionales, pero no órganos de planificación capaces de orientar de manera dinámica el desarrollo urbano y territorial”.13

Si la administración municipal coadyuvara en la realiza-ción de planes de desarrollo y gestión del patrimonio en la que participaran las empresas inmobiliarias, los habitantes de la zona y los propietarios de los edificios, los resultados serían mejores. La reutilización es mucho más económica que la construcción de edificios de nueva planta, y como negocio es muy rentable. Hay muchos negocios inmobiliarios creados a partir de la reutilización de edificios. En Inglaterra y Fran-cia, antiguos palacios o mansiones se subdividen en viviendas para ser rentables; en Estados Unidos edificios industriales como antiguas fábricas y almacenes se ha transformado en lofts; edificios de oficina en el centro histórico de la ciudad de México se han convertido en departamentos, hoteles o cen-tros comerciales con muy buena rentabilidad.14

La reutilización es un reto ante tantas edificaciones que han perdido su vigencia o han caído en desuso. Todo este pa-trimonio ya es una inversión y en países como México, este patrimonio es una fuente de riqueza. Las necesidades espa-ciales son muchas como para demoler edificios que pueden ser reutilizados; hay que enseñar a los estudiantes a valorarlos y generar la cultura del reciclaje.

Gráfica 7. Grand Louvre, Paris, I. M. Pei. Foto: Jesús Villar.

Gráfica 8. Centro Georges Pompidou, Richard Rogers y Renzo Piano, Paris. Foto: Jesús Villar.

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EJEMPLOS DE DISEÑO CONTEMPORÁNEO EN CONTEXTOS HISTÓRICOSLas actuaciones de los arquitectos contemporáneos en el últi-mo cuarto del siglo xx han sido mucho más acertadas y rela-cionadas al entorno histórico, con propuestas vanguardistas, otras han sido caprichos de los diseñadores “vacas sagradas”, pero que nada tienen que hacer en los contextos. Uno de los primeros contrastes urbano arquitectónicos de los setentas del siglo xx fue el Centro Georges Pompidou, en Paris, de Ro-gers, Piano y Franchini, buscaba la regeneración del barrio Beaubourg. El Grand Louvre en la misma ciudad, realizada por el despacho I. M. Pei, con gran sencillez, es otro acierto de arquitectura contemporánea de contraste.

Otro ejemplo es el edificio de tiendas y oficinas New Haas Building en Viena, proyecto de Hans Hollein, construido en-tre 1985-1989, en el corazón del centro histórico de Viena, a unos cuantos metros de la catedral gótica, intento por crear arquitectura contemporánea con nuevos materiales, no sin discusiones por los arquitectos.

La ampliación de la National Galery en Londres utiliza la imi-tación y la analogía para integrarse al edificio neoclásico y a su contexto, realizado por Venturi, Rauch and Scott Brown, construido en un solar que quedó vacío desde la Segunda Guerra Mundial; se inauguró en 1991; el equilibrio volumé-trico logrado entre los dos edificios y el contraste por la piel de cristal de las escaleras muestra la creatividad de los arqui-tectos ante un difícil contexto.

Jencks pone como ejemplo las actuaciones de Norman Foster en la Mediateca de la ciudad de Nimes (1985-1993) y de Jean Nouvel con el Instituto del Mundo Árabe en París (1984-1987), el high-tech insertado en zonas históricas, y comenta: las administraciones democráticas han de permitir que las diferentes escalas de valores y clases de gustos dispongan de vías de expresión y de cristalización; tal vez así los resultados urbanísticos no sean, salvo en las comunidades pequeñas, ar-moniosos, mas ¿hay quien desee vivir en una ciudad de un solo estilo, de una sola época y de una sola magnitud?15

Con esta pregunta nos damos cuenta que cuando un diseñador tiene habilidad, podrá integrar con la arquitectura de su tiempo edificios al tejido urbano. Jencks hace una crí-

Gráfica 9. Edificaciones nuevas en el contexto del Centro Georges Pompidou, Paris. Foto: Jesús Villar. Gráfica 10. New Haas Building, Viena, Hans Hölein, integración por contraste. Foto: Jesús Villar.

Gráfica 11. Ampliación de la National Galery, Venturi, Londres. Foto: Jesús Villar.

Gráfica 12. Centro Cultural, Nimes, Norman Foster. Foto: Jesús Villar.

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tica a varios edificios como el Lloyd de Londres y el Banco de Hong-Kong (1979-1985), y menciona que “son grandes obras arquitectónicas, discutibles en tanto edificios, invenciones de virtuocistas, pero juguetes de ejecutivo; espacios fantásticos, pero de corte simple; expresiones excepcionalmente audaces y honestas de la estructura, pero increíblemente caras”.16 Y así pasa con un gran número de edificios que se construyen hoy día por los famosos, en donde lo que cuenta es la imagen de la compañía o institución para la que se diseña, como el Gug-genheim Bilbao (1991-1997) de Frank Gehry, edificio decons-truccionista de gran impacto económico y espectacularidad.

Las ciudades se van regenerando y se construyen nuevos edificios que no toman en cuenta el contexto para su diseño; esto pasa con las torres futuristas erigidas en Londres y Bar-celona, que dejan huella de la arquitectura de hoy y que ya son hitos para la ciudad, y aunque no se quiera ya son parte de su perfil urbano. En Barcelona la Torre de oficinas Agbar del ar-quitecto Jean Nouvel que nace de dos opuestos: la ligereza que le confiere el vidrio y la masividad que aporta el hormigón. Construcción iniciada en 2001 e inaugurada en 2005 para el grupo Aguas de Barcelona, con un total de 39 000 m² en un

edificio de tres cuerpos en forma de bala, ya es un hito en la ciudad.

Similar es Swiss Re Tower (Gherkin), en Londres, de Nor-man Foster (2004), con una altura de 180 m, se inscribe en un contexto histórico donde predomina el contraste de los edifi-cio. Ninguna de las dos torres se integra al paisaje urbano, ni en escala, vale sólo el protagonismo del diseñador.

En México, los primeros edificios contemporáneos que consideraron el entorno en su diseño es el Banco Nacional de México (1988-1989) de la calle Venustiano Carranza y Palma, instalado en el antiguo Palacio de San Mateo Valparaíso, obra barroca del arquitecto Francisco Guerrero y Torres; la amplia-ción es obra de Teodoro González de León y Abraham Zablu-dovsky; buen intento por integrar la arquitectura virreinal y la contemporánea, que conserva el perfil urbano y se relaciona con los elementos de la casa barroca, utilizando un material contemporáneo como es el concreto coloreado, en un tono si-milar a la piedra del edificio antiguo.

El sismo de 1985 causó estragos en el centro histórico de-jando muchos edificios en ruinas y otros en posibilidades de reestructuración, de ahí el planteamiento puesta en valor del

Gráfica 13. Torre Agbar, Jean Nouvel, Barcelona. Foto Jesús Villar. Gráfica 14. Swiss Re Tower, Norman Foster, Londres. Foto Jesús Villar.

Gráfica 15. Swiss Re Tower, Norman Foster, Londres. Foto: Jesús Villar.

Gráfica 16. Torre Agbar, Jean Nouvel, Barcelona. Foto: Jesús Villar.

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centro histórico; muchos edificios se han reestructurado y han cambiado de uso. La renovación de infraestructura eléc-trica, hidráulica, sanitaria y de telefonía y cable, además de la nueva pavimentación ha sido parte de este proceso.

El programa de centro histórico en el que participa Car-los Slim y el Departamento del Distrito Federal ha sido un acierto, aunque beneficie económicamente a unos pocos ca-pitalistas, el centro es otro, y ha ido en progreso sobre todo el uso social del espacio, reconversiones, restauraciones, etc. En reutilizaciones, como buenos ejemplos es la adecuación del edificio Thermidor en la calle 16 de Septiembre, en un ho-tel de la cadena nh; y el edificio de oficinas y un banco en la esquina de 5 de Mayo y Motolinía reciclado como edificio de departamentos. La reutilización como actividad milenaria se ha puesto como una necesidad económica en la actualidad, Kenneth Powel nos dice que: actualmente los bloques de ofi-cinas y edificios industriales de los años cincuenta y sesenta se han rehabilitado como viviendas y locales de ocio, por la simple razón que reconvertir un edificio es un proceso más barato y menos complicado que construir a partir de cero […] la rehabilitación de los edificios existentes es, por encima de todo, una opción lógica desde el punto de vista económico, y un proceso habitual a lo largo de la historia.17

Esto resulta en la reutilización de estructuras modernas como en el Hotel Habita de Enrique Norten Arquitectos en la Ciudad de México, que no está en una zona monumental sino de desarrollo económico de la ciudad de México, en la calle

Mazaryk,; construido en el siglo xx, transformado en hotel entre 1998 y 2000.18 Este proyecto permitió la reutilización de un edificio de departamentos construido en los años cincuen-ta en un hotel de 36 habitaciones, generando una rentabilidad económica, con un concepto nuevo de hotel, permanecien-do su uso inicial de vivienda. Se reactivó Polanco, se respetó la altura del edificio de cinco niveles; se utilizó la estructura existente y se revistió con una piel de cristal translúcida, con algunas transparencias, vistas (al interior transparentes y al exterior translúcidas).19

Los ejemplos citados muestran las intervenciones a los edificios y centros históricos, algunos demuestran que cuan-do hay habilidad en los proyectistas, la integración al con-texto, al uso del suelo y al uso social del espacio conduce al éxito: calidad de vida de los usuarios. La gestión integral del patrimonio debe de ser una tarea inter y multidisciplinaria en la que los participantes tengan un objetivo común: la conser-vación del patrimonio y del medio ambiente buscando siem-pre el equilibrio y la calidad de vida de la sociedad en la que vivimos.

CONCLUSIÓNLa respuesta a la reflexión de para qué y para quién se deben recuperar, es determinante que los habitantes participen en los proyectos para asegurar su funcionamiento. La mejora en la calidad de vida de los residentes de un centro histórico debe de ser el objetivo principal de cualquier plan de reacti-

Gráfica 17. Ampliación Banco Nacional de México, Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky, Av. 16 de Septiembre, México df. Foto: Jesús Villar. Gráfica 18. Edificio de oficinas y Banco de México, calle 5 de Mayo, México df. Foto: Jesús Villar.

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vación social y económica que se desarrolle, atraer a la ini-ciativa privada en la intervención será esencial, porque si no será incosteable. La reutilización de los edificios como fuente y potencial económico en la reactivación de estos conjuntos es necesaria. La recuperación de espacios públicos como re-puesta a la rentabilidad social también será otro aspecto en el enriquecimiento y reanimación del mismo, en el que la parti-cipación de la administración pública es clave.

La nueva arquitectura que se construya o el reciclaje que se realice en un edificio o espacio exterior tendrán que conside-rar: el entorno social y cultural, las funciones y el uso del suelo del sitio, para que la intervención sea integral y favorezca la habitabilidad, la conservación y la reanimación de la ciudad histórica.

No sólo el arquitecto es fundamental en la realización de un proyecto de esta índole, un plan integral involucra muchas disciplinas e instituciones. Países europeos y Estados Unidos llevan la delantera. La reutilización puede ser más económica que la construcción de un edificio nuevo y contribuirá a la conservación del medio ambiente. En la actualidad existen muchos edificios modernos (las salas de cine), que no tienen uso y que son factibles de reutilizar por su buena factura. No todos los edificios construidos tienen que permanecer y con-servarse. Habrá obras con valores estéticos, espaciales, de uso, etc., que justifiquen su valor y permanencia, otras tendrán sólo el valor de uso y podrán ser modificadas y reutilizadas para seguir sirviendo a la sociedad, otras podrán ser demoli-das para llevar a cabo edificios nuevos con mayor calidad.

Las actuaciones presentadas son muy criticables, lo que no se puede negar es que son intentos por relacionar lo antiguo y lo nuevo con cierta sensibilidad, dejando testimonio de la forma de habitar, de sentir y de construir de nuestro tiempo.

Para concluir: hay que integrar la nueva arquitectura y reutilizar el espacio para la vida actual, como dice Zevi las in-tervenciones deben de ser “francamente modernas y apuntar a la creación de un panorama alternativo”. No ser tan dogmá-ticos y rigurosos a la hora de reutilizar los espacios, pensar siempre en la calidad de vida de los usuarios y en el uso so-cial del espacio público. Apostar por la cultura del reciclaje en función de la conservación del medio ambiente.

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Gráfica 19. Hotel Habita, Polanco, México, df., Enrique Norten Arquitectos, 2000. Foto arcspace.com.

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A partir de las primeras décadas del siglo xx, Mérida ha tenido como zona comer-cial por excelencia a su centro y particularmente al área localizada en las inmedia-ciones del actual mercado. Esta zona caracterizada por haber intentado dinamizar-se de múltiples maneras, de centro conventual, militar, hasta zona esparcimiento social, finalmente adopta la vocación comercial y se consolida.

Casas importadoras, prestadores de servicios especializados, bancos e indus-trias entre otros, conformaron a partir de la traza urbana, un sistema comercial perfectamente articulado entre sí, con coherencia y fácil accesibilidad. En este contexto son varios los edificios que se construyen y que de manera inmediata se transforman en edificios paradigmáticos, perviviendo hasta el día de hoy. De igual manera, en los últimos 20 años, en este mismo contexto, se han construido muchos edificios para el comercio y el equipamiento cultural realizados por arquitectos locales de trascendencia internacional, estos a pesar de no ser usados en plenitud, también se han vuelto íconos de las modernidades en Mérida.

Así identificados por propios o extraños, estos edificios han pasado por pro-cesos diversos de significación, desde su génesis y edificación, hasta su uso pleno, cambio de uso o parcial abandono.

El objetivo de este trabajo es el entender el proceso por medio del cual un en-torno comercial dentro de un centro histórico transforma en icónicos edificios de distintas épocas, aunque el entorno mismo presente características de entropía ur-bana y no permita en consecuencia desarrollar plenamente las actividades para las que originariamente fue creado, perviviendo el uso más en el imaginario que en la realidad.

En un primer escenario a partir del plano de la ciudad de Mérida de 1900 y de datos comerciales obtenidos del censo nacional del mismo año se realiza la ca-racterización general de la zona comercial y de la hipotética organización por es-pecialidades o intereses comerciales de la misma, identificando algunos edificios

Arquitectura

ícono en

Mérida

LUCÍA TELLO PEÓN, GLADYS NOEMÍ ARANA LÓPEZ

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paradigmáticos, en un segundo escenario temporal se ob-serva al mercado San Benito, y la complejidad urbana de la actualidad caracterizada por la entropía.

ESCENARIO 1. AL TERMINAR EL SIGLO XIX. MÉRIDA HACIA LA MODERNIZACIÓN URBANA. A finales del siglo xix, el centro de Mérida a pesar de ser con-siderada como una zona privilegiada, no presentaba buenas condiciones para vivir.

[…] las calles […] están dispuestas en ángulos rectos. Son amplias, revestidas de polvo durante la sequía, y cuando llueve, una alfom-bra de fango […] casi impide caminar a los peatones. Además de la Plaza Mayor, existen alrededor de catorce o quince plazas menores cada una con su iglesia. El mercado se ubica en el centro de la ciudad, y está pobremente surtido. Todo excepto la carne se vende en el piso, generalmente extendido sobre paños blancos y limpios, o sobre grandes hojas de plátano […].”1

A partir del año 1883, el centro de la ciudad inicia un período de modernización sin precedente, energía eléctrica,2 agua, alumbrado público y pavimentación fueron algunas de las obras realizadas como resultado del auge económico. La ciu-dad colonial ve rebasados sus límites, ya que se incorporan y crean nuevas zonas habitacionales, se consolidan o abren vialidades y se construye equipamiento de acuerdo a los cá-nones de la modernidad del momento.3

En 1909, Mérida ya presentaba otra imagen a nivel urba-no como se manifiesta en el siguiente pasaje:

[…] hasta hace unos cinco años sus calles constituían para los viandantes Saharas de maloliente polvo en la sequía y lodazales de desesperación durante la estación pluvial. Nadie que haya visitado Yucatán imaginaría los presentes resulta-dos, dignos de Aladino, de la lluvia de oro que ha descendido sobre esta tierra de Dánae, fruto de su producto primordial, el henequén […] el exgobernador Molina concibió la tarea de retapizar Mérida a un grado que sus fundadores nunca hubieran conocido su obra […] Pero lo mismo que una alfombra da lustre a una habitación, el señor Molina observó que lo que Mérida requería para su luci-miento era pavimentación, de manera que procedió a obtener pre-supuestos de una compañía asfaltadora de Francia. El costo resultaba tan elevado [que] ordenó gravar cada paca de henequén que saliera de Progreso. De este modo reunió una suma gigantesca para embellecer la ciudad […]. 4

Mérida, en menos de tres décadas, es reconocida tanto por sus habitantes, como por visitantes nacionales y extranjeros como una sociedad moderna y había logrado así consoli-darse como una ciudad que había experimentado el rápido avance del país (Gráfica 1).

La ciudad. El consumo y los serviciosEl consumo extraordinario y aparentemente sin razón alguna fue una de las características de la sociedad porfiriana. A la par de la burguesía, pequeños sectores de artesanos urbanos, funcionarios públicos y algunos comerciantes mejoraron su calidad de vida y disfrutaron del bienestar de la clase alta, conformando a su vez una incipiente clase media.

Congruentemente, las casas importadores, los comercios en pequeño y en general todos aquellos que ofrecieran algún producto o servicio fomentaban el consumo e independien-temente de la existencia de estanquillos y de los mercados barriales, el centro de la ciudad se consolidad como la zona comercial por excelencia. Los comercios ofrecían desde ma-teriales de construcción como mármoles, muebles de baño, maderas exóticas, tejas de Marsella, cemento, hierro y ac-cesorios para instalaciones especiales, hasta locería diversa, servicios de comedor, muebles para interiores y exteriores, hasta artículos de consumo suntuario como champaña, vi-nos franceses, tordos, perdices y cerveza inglesa, caviar ruso y perfumes franceses. El comercio siempre fue la columna vertebral de la economía yucateca y en particular de Mérida, en donde el dinero generado en el campo se gastaba, para el año de 1900,5 había aproximadamente 160 comercios regis-trados, 40 industrias y 111 proveedores de artes o de servicios varios proveyendo a los 43 630 habitantes de Mérida y sus alrededores6 (Gráfica 2 y 3).

Gráfica 1. Plaza principal y palacio municipal de Mérida. Fuente: Fototeca Pedro Guerra.

Gráfica 2. Anuncio comercial de la relojería Suiza, con los productos y servicios ofrecidos por la misma. Fuente: Michel Antochiw, Mérida y su gente an-tes de la fotografía, Mérida, icy-cultur, 1992, p. 103.

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Caracterización de la zona comercial en Mérida en el porfirismoUn 90% del total de estos negocios se encontraban en el cen-tro de la ciudad, específicamente en el polígono delimitado por las calles 61 y 67 y por las calles 62 y 56 (Gráfica 4).

Los comercios aparentemente no tenían orden al decidir su localización, sin embargo se distingue un patrón: las casas de modas se encontraban concentradas en la calle 60 lo mis-mo que las sombrererías (algunas de ellas se encontraban en la calle 62 con los mismos cruzamientos). Mientras que las sastrerías estaban en la calle 63 y 65 junto con las zapaterías, conformando así un perímetro en donde se podían localizar la mayoría de los artículos de vestir y ac-cesorios. Las lencerías se localizaban al sur de la plaza, prác-ticamente concentradas a lo largo de la calle 65 entre 58 y 60 y de la 56 entre 61 y 67. Las joyerías y las relojerías estaban también en la calle 60 (Gráfica 5).

Los hoteles están dispersos y corresponden en su ubica-ción a algún barrio o plaza. Los restaurantes estaban estraté-gicamente cerca de los hoteles, en los portales o bien algunos de ellos se localizaban en la calle 60 por 55 y 57, sin contar a aquellos que pertenecían a algún club social (Gráficas 6 y 7).

Los cafés y las cantinas prácticamente se concentraban en los portales de la calle 61 y de la 62, mientras que las tien-das de abarrotes en la calle 60 y en la 65. Las ferreterías y mercerías estaban concentradas en la calle 65 muy cerca del mercado.

Los bancos y las compañías exportadoras de henequén es-taban en la zona más densamente ocupada, aislados entre sí pero en pares.

Edificios paradigmáticosMuchos son los edificios que caracterizaron a la zona, incluso hasta el día de hoy se observan como importantes. Particu-larmente podemos mencionar a los edificios de la ferretería “El Siglo xix”, la compañía “Ritter y Bock”, “El Salón Nacio-nal”, “Hotel México”, “El correo Inglés”, “El mundo moder-no”, “El Mundo Elegante”, “Las dos Caras” y “El Candado”.

Gráfica 3. Anuncio comercial de Mérida Moderno y felicitación de fin de año de los editores de la revista. Fuente: Revista la Crónica Yucateca, 1904, caihy, trabajo de campo.

Gráficas 6 y 7. Hotel México y Hotel Madrid. Fuente: Fototeca Pedro Guerra

Gráfica 4. Plano de la ciudad de Mérida en 1900. La línea continua indica la parte de la ciudad que fue censada. Fuente: Michel Antochiw, op, cit., anexo.

Gráfica 5. Zonas con más alta concentración comercial. Fuente: Derivado del directorio comercial de Mérida, 1900, Michel Antochiw, op. cit.

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Todos ellos construidos en la última década del siglo xix y en la primera del xx en estilo ecléctico simplista o francés. Predominaban los edificios de dos o más niveles, con métodos constructivos novedosos, manejos espaciales según su género y necesidades especiales de acuerdo a los productos que ex-pendían.El centro comercial de Mérida empieza a ver en sus calles, postes, cables y muchas más sombras, proyectadas por sus edificios los cuales durante mucho tiempo fueron los más al-tos de la ciudad (gráficas 8 y 9).

ESCENARIO 2. MÉRIDA AL FINAL DEL SIGLO XXEl centro de la ciudad de Mérida continuó con su hegemonía como centro comercial hasta la década de los años 1980 con la aparición de la primera plaza comercial fuera del casco histó-rico y localizado el norte de la ciudad de Mérida. A partir de ese momento y en un lapso no mayor de 25 años, los centros comerciales se erigieron en diversas zonas de la ciudad: 6 al norte de la ciudad, 3 al oriente y 2 al poniente.

A fines del siglo xx, en el centro histórico de la ciudad, se realizó la construcción de un mercado con la intención de sa-tisfacer la necesidad de desalojar a los vendedores ambulantes de las calles de la ciudad (Gráficas 10 y 11).

Si bien el manejo formal del edificio presenta elementos que lo han caracterizado y han permito su identificación in-cluso a nivel internacional no ha sido usado en plenitud. El edificio de 3 niveles y un subterráneo ha sido intervenido para solucionar problemas en relación a su asoleamiento y seguri-dad del inmueble. Su imagen, si bien rompe con el contexto, permite de esta manera que el edificio se manifieste de mane-ra autónoma.

Por otra parte, en el primer cuadro de la ciudad se cons-truyó un centro cultural con un programa arquitectónico que incluía auditorio, área comercial, vestíbulo, zonas de distri-bución, galerías de exposiciones y planetario entre otros. Este edificio llamado “Centro Cultural Olimpo” ha ganado varios concursos y su imagen ya es reconocida tanto a nivel regional como nacional (Gráfica 12).

Problemas de ayer, hoy y siempre. La entropía del centro histórico de Mérida. Es precisamente el hecho comercial en el centro histórico de Mérida el que genera un aumento en el flu-jo del transporte público y privado. Más rutas y más densidad propicia que la circulación en el mismo se vuelva poco a poco problemática y que las acciones implementadas en aras de la modernidad no se puedan cumplir a cabalidad.

Esto que inicia en el incipiente siglo xx, deriva en el caos que actualmente impera en esta zona de la ciudad deterioran-do el entorno histórico en todos los aspectos posibles.

Otras preocupaciones se dan en relación a la limpieza, la seguridad y los obstáculos derivados de las construcciones y de la inserción de tecnología para el tránsito y las comunica-ciones en general. Cables, postes, semáforos y botes de basura

Gráficas 8 y 9. El mundo elegante y la ferretería El Siglo xix. Fuente: Fototeca Pedro Guerra

Gráfica 10. Mercado San Benito. Fuente: <<www.panoramio.com/photos/original/17411506.jpg>> Abril 2010

Gráfica 11. Mercado San Benito en el interiorFoto: Tomada por Gladys N. Arana López, gnal.

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son parte de la imagen de este entorno el cual ha perdido su calidad ambiental y propicia la degradación de los edificios históricos (Gráfica 13).

CONCLUSIÓNLa zona del mercado, en el centro de Mérida, a lo largo de su historia, el centro de la ciudad era el lugar por excelencia para realizar intercambios comerciales y reuniones sociales, los edificios en él construidos manifestaban la ideología de la época. Elementos formales, espaciales, usos e incluso la loca-lización del mismo eran elementos que en relación permitían representar la importancia del mismo para sí y para la socie-dad que lo veía día a día. El edificio de la ferretería del siglo xix, el Ritter y Bock, el mundo elegante y muchos otros se volvieron paradigmáticos y permanecen hasta el día de hoy en la memoria colectiva.

Los problemas –derivados de la consolidación de la voca-ción comercial del centro histórico– han generado que se pre-senten características entrópicas. Estas se han tratado de mi-nimizar mediante acciones de intervención y construcción de edificios para el comercio informal y para la divulgación de la cultura. El resultado ha sido la construcción de edificios que si bien no han solucionado el problema se han vuelto también icónicos estableciendo un diálogo no explicitado entre el ayer y hoy del centro histórico (Gráfica 14).

NOTAS Y REFERENCIAS1 Alice Le Plongeon, Yucatán en 1873, Mérida, Ayuntamiento de Mérida, 2008, pp. 31 y 70. 2 Miguel Espinoza Rendón inaugura la planta eléctrica en 1892, con 150 focos dándole así luz a las principales calles del centro, antes en 1883, una planta eléctrica movida por vapor iluminaba la plaza principal. Hasta 1906 el servicio eléctrico se amplió a algunas viviendas dando un servicio de 4 horas de energía por noche. Raquel Barceló, “La búsqueda del confort y la higiene en Mérida, 1860-1911” en Pilar Gonzalbo Aiz-puru, Historia de la vida cotidiana en México, Bienes y viven-cias. El siglo xix, Anne Staples (coord.), México, fce/colmex, 2005, p. 236.3 Sobre la modernidad constructiva ver: Arturo Román, “De-sarrollo tecnológico del porfiriato en Yucatán”, Cuadernos de Arquitectura de Yucatán, num. 21, Mérida, uady, 2008.4 Channing y Tabor, The American Egypt, A record of travel in Yucatán, 1909, apud Raquel Barceló, op. cit. p. 239.5 Según el Censo Nacional de 1900…6 El directorio comercial de la época estaba constituido por: Bancos y comercios: Abarrotes (21), Artículos de China y Japón (4), Bancos (3), Dulcerías (3), Farmacias y droguerías (22), Ferreterías y mercerías (9), Granos y pasturas (11), He-nequén (exportadores) (8), Joyerías y relojerías (4), Lencerías (24), Librerías y papelerías (4), Locerías y cristalerías (3), Mo-das (9), Ópticas (1), Peleterías (5), Sombreros (5), Sastrerías (4), Tabaquerías (5), Zapaterías (5).

Gráfica 14. Espacio recuperado junto al antiguo palacio postal ahora Museo de la Ciudad. Foto: Tomada por gnal.

Gráfica 12. Centro Cultural Mérida-OlimpoFuente:<<http://tramoyam1.blogspot.com/2009/04/centro-cultural-olimpo-de-merida.html>>, Julio 2010

Grafica 13. Imagen del edificio de la Ferretería El siglo xix en la actualidad. Foto: Tomada por gnal.

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pArte ii/ lucíA tello peón, glAdys noemí ArAnA lópez / ArquitecturA ícono en méridA

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Industrias: Aguardientes (3), Artículos de carey (2), Bebi-das gaseosas y aguas (4), Camisas (3), Cerveza (1), Cigarros y puros (2), Compañías agrícolas (4), Cordelería y artefactos de henequén (1), Corsés (1), Chocolates y dulces (3), Escobas (1), Fideos (1), Fósforos (1), Galletas (1), Hielo (3), Jabón (2), Lico-res (1), Pólvora (1), Sellos de goma (1), Velas (4)

Artes y servicios: Afinadores de pianos (5), Alumbrado público (2), Cafés y cantinas (15), Coches de alquiler (6), Cón-sules (8), Encuadernadores (4), Ferrocarriles (5), Fotógrafos (6), Hoteles (12), Imprentas (10), Músicos (18), Panaderías (9), Pintores (5), Prensa (6), Restaurantes (12) Educación, cultu-ra y religión: Academias (2), Bibliotecas (3), Maternidad (1), Centros de recreo (4), Salas de teatro (1), Colegios (7), Escue-las (5), Museos (1), Parroquias (5), Templos (8). Síntesis deri-vada de Michel Antochiw, op. cit.

BIBLIOGRAFÍAantochiw, Michel, Mérida y su gente antes de la fotogra-

fía, Mérida, icy-cultur, 1992.barceló, Raquel, “La búsqueda del confort y la higiene en

Mérida, 1860-1911” en Pilar Gonzalbo Aizpuru, Historia de la vida cotidiana en México, Bienes y vivencias. El siglo xix, Anne Staples (coord.), México, fce/colmex, 2005.

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INTRODUCCIÓNEl antiguo edificio de la alhóndiga de San Luis Potosí es un ejemplo del deterioro y abuso del espacio. Aquí se expone la problemática que enfrenta el patrimonio arquitectónico de uno de los pocos edificios del siglo xviii, en el centro histórico de la ciudad. El primer edificio estuvo ubicado en otro lugar y era de una arquitectura efímera. Luego se construyó un edificio sólido y técnicamente adecuado para las funciones de almacenamiento y distribución de los granos en la ciudad. Se expo-nen los antecedentes del edifico en los primero siglos de Virreinato, hasta llegar a nuestros días. Analizamos el concepto de lo que fueron las alhóndigas durante el período Virreinal, como centro de distribución de grano y harinas para la pobla-ción. Luego abordamos la actitud de propietarios y autoridades con la propiedad privada de los edificios históricos. Finalmente exponemos algunas opciones de so-lución como por ejemplo, la participación más estrecha entre los ciudadanos y el gobierno, pero también algunos cambios que deben manifestarse en las políticas de conservación, que eviten que el patrimonio histórico sea degradado y se utilice con mayor respeto.

ANTECEDENTESLos asentamientos humanos de los siglos xvi y xvii en San Luis Potosí, tuvieron diversos fines, estos recibieron los nombres de: puestos, presidios, rancherías, ha-ciendas, reales mineros, pueblos de españoles y pueblos de indios de entre otros, que sirvieron para suministrar productos para el sustento de los colonizadores. Durante el siglo xvii, San Luís fue centro recolector de la producción de las hacien-das que se localizaban a su alrededor, y tuvo la necesidad de contar con un lugar apropiado para el resguardo de los excedentes agrícolas de las haciendas, por lo que se solicitó al virrey Luís de Velasco la autorización para la fábrica de un edificio para tal necesidad.

Uso y abuso del patrimonio

histórico: antiguo edificio de

la alhóndiga en la ciudad de

San Luis Potosí

ALEJANDRO GALVÁN ARELLANO, OSCAR RUBÉN HINOJOSA VILLARREAL

Gráfica 1. Alhóndiga y Palacio Mercantil, primer cuarto del siglo xx, Fuente: aheslp

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En 1609,1 se inició la edificación del primer edificio de la Alhóndiga en la ciudad, en un terreno en la plaza principal, terreno que ocupó posteriormente el Palacio Consistorial; en 1621, además de la función de Alhóndiga, se le dio el uso de mercado según lo ordenó la Real Audiencia, manteniendo esta función hasta 1771 en que quizá por necesidad de espa-cio se le reubicó (Gráficas 2 y 3).

La construcción de la alhóndiga se inicio por iniciativa del visitador José de Gálvez, quien dispuso se construyera en el lugar que actualmente ocupa el palacio de Gobierno, por lo que el ayuntamiento en sesión del día 23 de febrero de 1771, consideró que el espacio era pequeño y próxima a la parroquia a la que llegarían desagradables olores e insectos que ofenderían el culto divino; por lo que en la misma sesión se acordó que se edificara en la plazuela de Los Mascorros,2 ubicada cerca de la hacienda de beneficio de Manuel Ortiz de Santa María, conocida con el nombre de La Noriega. Su construcción fue en 1775 según consta la descripción bajo el reloj de la parte superior de la arquería del acceso principal del edificio3 (Gráficas 4 y 5).

Por otro lado, el Ayuntamiento dispuso que se encomen-dara la obra al regidor Manuel de la Sierra y al capitán Pedro Fernández de Aguilar,4 a quien se entregó mil pesos para que iniciara la construcción. El 18 de noviembre de 1777, Pedro Fernández de Aguiar entregó la alhóndiga concluida, con la minuciosa cuenta de todos los gastos y con esta conmovedo-ra advertencia:

Aunque a mi ver he puesto todos los medios conducentes al des-empeño de esta confianza, receloso de que mi desgracia me haya privado de la satisfacción de complacer en el todo a Usted como de-seaba, le suplico que admitiendo el sacrificio del corto trabajo que

Gráfica 2. Reconstrucción histórica del año de 1609. Fuente: Alejandro Galván Arellano, El desarrollo urbano de la ciudad de San Luis Potosí. Estudios de arquitectura del siglo xviii, p. 250.

Gráfica 3. Reconstrucción histórica del año de 1609, Fuente: Alejandro Galván Arellano, op. cit., p. 251.

Gráfica 4. Sección del plano de la ciudad de San Luis Potosí, por el Marqués de Branciforte, 1794, aheslp.

Gráfica 5. Descripción localizada bajo el reloj ubicado en la parte superior de la arquería que enmarca el acceso principal al edificio.

he impedido (sic) en este cargo, como testimonio de mi obediencia, se sirva disimular los defectos que notare en dicha fábrica, como involuntarios, y mandar que con presencia del Procurador General se me glose prolijamente la presente cuenta para que de resultarme algunos cargos los satisfaga, y de no, absuelva usted de toda respon-sabilidad por medio de su aprobación. San Luís Potosí, Noviembre 18 de 1777. Pedro Román Fernández de Aguiar (Gráficas 6, 7 y 8).5

En 1858, se presentó la primera amenaza de transformación al programa arquitectónico del edificio,6 a raíz del decreto del

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gobernador General Miguel Miramón7, al disponer la demo-lición del mesón Del Refugio, propiedad de Hilario Delgado, con la finalidad de abrir la calle de Ahualulco (Damián Car-mona), para lo cual Delgado pretendió la suma de veinte mil pesos y el derecho y concesión de edificar un segundo piso en el edificio de la Alhóndiga, concesión que no fue autorizada nueve años después por el Gobernador Juan Bustamante8, por lo que el edificio conservó su programa arquitectónico; luego en 18689, se menciona que el Ayuntamiento de la capital dis-puso que se colocara un reloj en la parte del edificio en que se encontraba la estatua de San Luís Rey de Francia. La primera afectación al edificio fue en 1896,10 al publicarse que el frente de la Alhóndiga que mira al mercado Porfirio Díaz, las bode-gas serían divididas en departamentos pequeños que se co-municarían a la vía pública por medio de puertas al exterior; en dichos departamentos se establecerían posturas de maíz y otras semillas (Gráfica 9).

Se desconoce11 el año y gobernador en turno en que vendió el edificio a particulares, se menciona que: El gobierno estatal en turno en uso de su derecho y sin la autorización del ayun-tamiento, en 1912, vendió a los señores López y Alonso el edi-ficio de la Alhóndiga, que como dueños solicitaron al cabildo, las cuotas que este recababa por uso de piso, quién se negó a tal solicitud argumentando que: en los libros de la tesorería no existía constancia alguna de su venta y que el edificio era propiedad del fondo común del municipio, situación que no permite conocer las instancias ni el año en que llego el edificio a propiedad de particulares.

La mayor alteración al conjunto arquitectónico se llevó a cabo en 1936 al desaparecer los patios interiores, con locales comerciales que invadieron los patios y dio origen al actual Pasaje de la Alhóndiga. Las transformaciones del edificio con-tinuaron, lo que ocasionó que a finales del siglo se perdiera su concepto original tanto del interior como del exterior (Gráfica 10).

Hoy, los usos del edificio han variado, ahí hay locales de: zapaterías, comida rápida, boneterías, casas de cambio, fe-rreterías e importadoras; y su arcada ha sido invadida por comercio fijo y semifijo (en sus inicios móvil) para: comida, de licuados y frutas, cerrajerías y cambio de monedas y otros artículos; lo que ha traído un alto deterioro del edificio por la falta de atención, la transformación, modificaciones y alte-raciones de espacios por los dueños de los locales. La arcada principal como parte privada del edificio no recibe manteni-miento. Con relación a la invasión de los espacios que antes fueron patios, hoy el pasaje, divide al edificio, con locales como bodegas, cerrando el acceso al mismo con cortinas me-tálicas.

EL CONCEPTO DE ALHÓNDIGADesde la antigüedad en todas las sociedades siempre se han preocupado por construir edificios para almacenar y distri-buir la producción de granos para la alimentación de la po-

Gráfica 6. La Alhóndiga y el mercado a mediados del siglo xix Fuente: aheslp.

Gráfica 7. La Alhóndiga y el edificio del Palacio Mercantil, fotomontaje con foto del siglo xx Fuente: aheslp.

Gráfica 8. Sección del plano de Cabrera, en el que se contempla el edificio de la Alhóndiga.

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blación. Así podemos encontrar en las haciendas agrícolas los elementos para almacenar, como las trojes, los silos, o los almacenes taller en el antiguo Egipto (Gráfica 12).12

En la Nueva España, las ciudades requirieron de un es-pacio para la adecuada distribución de granos y harina para el abasto de la población, el orden y una venta justa, bajo el control de las autoridades. Así, fue creada la alhóndiga, con-forme las Leyes de los Reinos de la Indias, la Ley xix del libro iv referente a las alhóndigas dice:

Ordenamos, que en todas las Ciudades, y Villas principales de las Provincias de las Indias, donde conviniere fundar Alhóndigas para el abasto de la Republica, y remediar los inconvenientes, que resul-tan de que haya en ellas regatones, y revendedores de trigo, harina, y otros granos, las funden en beneficio común, y hagan ordenan-zas, añadiendo, o quitando a las de la Ciudad de México, que van por leyes de este título, lo que conforme a la calidad de la tierra, abundancia, esterilidad, y otras consideraciones, y circunstancias les pareciere más digno de remedio, y habiéndolas presentado ante el Virrey, ó presidente Gobernador, y dado su aprobación en el ín-terin, que nos las confirmamos, las envíen a nuestro Consejo de las Indias, para que provea lo que más convenga.13

En esta ciudad, como se mencionó, para 1609 ya había un pri-mer edificio muy rudimentario. En 1771 se aprobó un nuevo proyecto de construcción más sólida y arquitectura más dig-na. Contaba con treinta y cinco bodegas interiores, además de las exteriores, en las que cabían cien mil fanegas.14 Tenía: dos patios a los cuales convergían un grupo de bodegas; pilas de agua para los animales que transportaban las cargas; unos aposentos, para el que vigilaba y oficinas para el encargado que se denominaba fiel (Gráficas 13-15): “persona de conocida fidelidad, honradez, desinterés y buenas costumbres, para que en calidad de fiel administre la alhóndiga presente cuentas al fin de año, del maíz sea de vecinos, de forasteros o del pósi-to.”15 Al frente del edificio, se generó un corredor porticado, para que a través de este espacio se relacionara hacia la plaza de los Mascorros,16 en donde se realizaba comercio, de un ma-yor número de mercancías. Por la relación del edificio con la plaza quizá subyacía la idea del tianguis mesoamericano.

Los espacios estaban diseñados para el mantener en buen estado los granos que ahí se almacenarían, por sus muros an-chos de hasta 80 cm de espesor y una altura de hasta 7 m, mantenían baja temperatura; la orientación norte-sur permi-tía el paso de la luz y el calor de una forma controlada; gran-des bóvedas de cañón corrido también construidas con silla-res de piedra, cubrían el espacio.

LA PROPIEDAD PRIVADA Y LA PROPIEDAD DE UN BIEN CULTURALLas ciudades a través del tiempo van acumulando un patri-monio que le pertenece a sus habitantes. En las zonas his-tóricas, tanto del centro como de los barrios, se encuentra

Gráfica 9. Imagen de la Primera del Mercado, Primera de la Alhóndiga, Hoy Morelos. Finales del siglo xix. Fuente: aheslp.

Gráfica 10. Planta arquitectónica actual del edificio, permitió conocer los diversos géneros de comercios que se establecieron en lo que fue uno de los edificios más importantes edificados durante el siglo xviii.

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lo que tiene más antigüedad; ahí, hay muchos propietarios particulares de inmuebles patrimoniales, quienes piensan que pueden disponer de la propiedad como cualquier inmueble, no tienen conciencia social para conservarlos. La mayoría de los habitantes conoce poco la historia de la ciudad y por ello, no aprecian el valor que tienen los objetos considerados patri-monio histórico.

Cada habitante tiene la noción de poseer una propiedad como patrimonio, pero en su conciencia no está la dimensión colectiva. Debemos referirnos a esta actitud individual frente a la propiedad privada de los bienes patrimoniales y la actitud colectiva hacia los mismos, para relacionarlo a nuestro objeto de estudio.

En México, las iniciativas para el recate y conservación de los inmuebles han sido promovidas por el gobierno en sus tres niveles: el municipal, el estatal y el federal, pocas veces por ongs. El gobierno federal creó el Instituto Nacional de Antro-pología e Historia para proteger el patrimonio, arqueológico e histórico, pero su política no ha sido suficiente para la con-servación de tan vasto patrimonio que hay en la nación. En contraste con otras naciones, como Inglaterra o Estados Uni-dos, donde la iniciativa parte de las ongs, quienes llevan a las autoridades sus propuestas para que trabajen conjuntamente en acciones de restauración y conservación; en ambos países existen fideicomisos como es el Nacional Trust for Historic Preservation in the United Status;17 sus propósitos son reci-bir donaciones de sitios, edificios, y objetos significativos en la Historia y Cultura Americana, para preservar y adminis-trarlos para beneficio público, aceptar, sostener, y administrar donativos de dinero, valores, u otras propiedades de cualquier carácter para el propósito de llevar a cabo el programa de pre-servación.18

El enfoque es distinto, la participación va de abajo hacia arriba. Influye también que hay un enfoque desde el sistema capitalista, es decir, todo organismo que se genere tiene que operar de forma autosuficiente. Muy distinto es en México, donde los recursos condicionan las políticas de intervención. La actuación colectiva posibilita más las acciones de interven-ción en los inmuebles, cuando se involucran las autoridades y los habitantes.

Si nos referimos al caso del edificio de la alhóndiga, es un inmueble que se encuentra en el centro histórico, que ha teni-do muchos usos y propietarios, que era un edificio público de la ciudad y no de particulares, después vendido a particulares y que fraccionó al edificio, se ha rentado y cambiando su uso. Todo esto ha hecho perder el concepto social que tenía el edi-ficio. En cuanto a su destino y propiedad se registra:

- Un Boletín oficial del Congreso19 que dice que se recupera el edifi-cio que estaba en una situación ambigua en cuanto a su propiedad, y se utilizó para un comercio, denominada la Mariscala, quién realizó mejoras y estaba en adeudo con el ayuntamiento para 1876.- Otro de los inquilinos, según anuncio publicado el 10 de mayo de

Gráfica 11. Almacén-taller fue construido por el faraón Ajnatón (1372-1354 a. J.C.) en Karnak, Egipto.

Gráfica 12. Interpretación en la planta arquitectónica de la Alhóndiga edificada en 1775, según documentos del Archivo General de la Nación.

Gráfica 13. Interpretación en fachada, según documentos del Archivo General de la Nación.

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1880 en el periódico la Unión Democrática, fue la Fábrica de Puros y Cigarros “la Bola” que se encontraba establecida en el costado iz-quierdo de este edificio.- En otro anuncio del primero de junio de 1889 se avisa que la fá-brica de rebozos Almanza y Lozano, se establecerá en la Alhóndiga.- El 2 de noviembre de 1900, el periódico Necrópolis Potosina pu-blicó un anuncio de la tienda de abarrotes la Nacional. Se encuentra establecida en la alhóndiga, frente al Mercado Porfirio Díaz.- Se construyó un segundo nivel por medio de un entrepiso para acondicionar oficinas del ayuntamiento en 1892.- El edificio se vendió, el contrato de compraventa se realizó el 15 de mayo de 1912. Con algunos beneficios para el comprador como: abrir calles en su perímetro, poder realizar modificaciones al edifi-cio según necesidades y las rentas del inmueble. - El 28 de julio de 1912 se publicó la consumación de la venta del edificio a los Sres. Deogracias Alonso y Manuel López. Para 1913 el edificio estaba ocupado por floristas, sastres, zapateros y la Tesore-ría Municipal.20

En esta breve reseña histórica observamos cómo fue ocupado el edificio hasta el inicio del siglo xx. Durante todo el siglo xx, ya en propiedad de particulares, siguieron las transfor-maciones y subdivisiones en el edificio. Pero la afectación más evidente ha sido la ocupación del corredor de los portales por puestos de comida y varios, quienes han sobre puesto una serie de instalaciones eléctricas y de gas en una situación de riesgo y peligro a la gente. La visión de los actuales propieta-rios es individual, en la que están puestos primero sus inte-reses económicos, por encima de la conservación de un bien cultural, estipulada en la legislación Federal21 y no obstante que ya conocen que el edificio es un patrimonio histórico y cultural de la ciudad.

La propiedad privada de los bienes culturales requiere de una nueva visión, una forma de interacción entre autoridades y particulares, que permitan se reconozcan los bienes cultu-rales como parte del ser colectivo.

SITUACIÓN ACTUALEn la actualidad, el edificio se localiza en el perímetro “B” de protección al Centro Histórico de la ciudad. Cercano al lugar están los museos Federico Silva y el de la Máscara, el antiguo edificio de Correos, El palacio de Cristal, El jardín de San Juan de Dios, y las plazas del Carmen y de Armas, donde se localiza la Catedral, las Oficinas Culturales Municipales y el Palacio de Gobierno (Gráfica 16).

El inmueble en la actualidad se ha adaptado para albergar distintos giros comerciales que ahora dan vida al edificio, los que ocupan una superficie aproximada de 3 456 m2, pero se encuentra sobre-ocupado con las bodegas agregadas en un segundo nivel, ocupando una superficie aproximada de 2 114 m2.

Gráfica 14. Interpretación isométrica de la planta arquitectónica original de la Alhóndiga edificada en 1775, según documentos del Archivo General de la Nación.

Gráfica 15. Ubicación del edificio de la Alhóndiga dentro del contexto histórico de la ciudad.

La arcada se encuentra invadida por puestos semifijos en 256 m2 ocupando los puestos 148 m2, y 108 m2 para la circu-lación peatonal (40% de la superficie original) (Gráfica 17).De entre los elementos que se han añadido en el transcurso de los años, y que han alterado de sobremanera a los patios internos y cubiertas, sobresalen las construcciones que ocu-pan el área de los patios originales, así como la alteración de alturas, por nuevas construcciones, que originan la pérdida de identidad y que la sociedad actual no reconoce en él una época histórica de la ciudad (Gráfica 18).

Los deterioros del edificio son de dos tipos: los originados de manera natural o físicos, y los efectuados por el hombre. Los naturales o físicos, son: exfoliación en la cantería origi-nada por el desgaste de la misma y por las aguas pluviales; falta de aplanados en fachadas, pretiles y cubierta interiores, debido a la falta de mantenimiento. Las originadas por el hombre son: invasión al espacio público y adosamiento del comercio semifijo sobre las columnas del pórtico; restitu-ción de materiales no recomendados en su restauración, en áreas peatonales y elementos de cantería; mala intervención

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en la aplicación de nuevas instalaciones eléctricas, hidráuli-cas y sanitarias; colocación de marquesinas ajenas al diseño original del inmueble; nuevos vanos sin relación a la unidad arquitectónica al edificio; nuevo tipo de herrería; diversos ti-pos de terminados; colocación de pinturas no adecuadas; y propuestas de nuevas fachadas que altera la imagen del con-junto (Gráficas 18 y 19). Lo que lleva a plantear un proyecto de reconstrucción del edificio, sus riesgos y bondades, así como de las partes que podrían intervenirse.

Sus debilidades son:- Pérdida de identidad originada por el comercio semi-fijo

en el pórtico.- Pérdida de legibilidad por la subdivisión arbitraría del

edificio.- Alto grado de deterioro en su estado físico.- Desaprovechamiento de su potencial turístico y comer-

cial inherente a su ubicación.- Desaprovechamiento de su potencial.

Y las fortalezas son:- Su conservación es esencial para la historia de la ciudad.- Su ubicación se localiza en el corazón del centro histórico

de la ciudad.- Gran potencial turístico,- Alta actividad comercial por el gran flujo peatonal del

lugar y por estar rodeada por calles peatonales.-Es parte de la identidad de la ciudad y de sus habitantes.- Edificio de gran relevancia histórica del siglo xviii.

PROPUESTA DE INTERVENCIÓNSegún el análisis de las características intrínsecas y extrín-secas del edificio, la tenencia del suelo y usos actuales, y la normatividad y reglamentos de protección del patrimonio ur-bano arquitectónico, los reglamentos municipales de comer-cio y construcción, obras públicas y servicios (agua, drenaje y electricidad) se propone:

Gráfica 16. Localización de los diversos géneros de giros comerciales.

Gráfica 17. Ubicación e identificación de las adiciones al edificio, alterando el plan original. Foto: Oscar Hinojosa V. 2006.

Gráfica 18. Identificaciones de algunos de los deterioros físicos del edificio de la Alhóndiga. Foto: Oscar R. Hinojosa V. 2006.

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A. Regulación del comercio en la arcada de la Alhóndiga, a partir de imagen de los puestos semifijos.

Disposiciones legales para su funcionamiento que exi-gen: ssa, cfe, interpas, comercio mpal, y las del inah para puestos semifijos en áreas de interés patrimonial.

Manejo en fachadas- Liberación de elementos ajenos al edificio original, y que

constituyen un deterioro conceptual. - Integración de vanos de acuerdo a valores, atributos y

proporciones del edificio en relación al comercio actual.- Manejo uniforme de terminado en muros: aplanados,

texturas y colores (Gráfica 20).

B. Restauración (conceptual, espacial y técnica) de la arcada y sus corredores (Gráfica 21).

C. Propuesta de imagen en fachada (volúmenes y vanos) de acuerdo a las características intrínsecas del edificio y su ade-cuación a un nuevo uso comercial (Gráfica 22).

D. Trabajo de imagen urbana- Propuesta de materiales, dimensiones, texturas y colores

en banquetas, corredores internos y exteriores. - Propuesta de iluminación exterior.- Propuesta de señalética y anuncios comerciales.

Los beneficios esperados son: aumento en la plusvalía del te-rreno; mayor presencia como plaza comercial; incremento en las ventas de los locales; reforzar el corredor turístico-comer-cial Hidalgo (Gráfica 23).

E. Propuesta de recuperación de los patios internos y pro-puesta de comercio dentro de él (intercambio y gestión).

- Con espacios para comercio semifijo- Liberación de elementos ajenos al edificio original, pues

son un deterioro conceptual. - Integración de vanos de acuerdo a valores, atributos y

proporciones del edificio en relación al comercio actual.- Terminado en muros: aplanados, texturas y colores.- Propuesta de materiales, dimensiones, texturas y colores

en banquetas, corredores internos y exteriores. - Propuesta de iluminación exterior.- Propuesta de señalética y anuncios comerciales (Gráficas

23 y 24).

F. Intervención en los locales- Liberación de la altura interior de los locales, removien-

do las bodegas que se encuentran en un segundo nivel.- Liberación parcial con mezzanine.Ubicación de las nuevas bodegas en área subterránea ubi-

cada bajo los patios centrales (Gráficas 25 y 26).

Gráfica19. Liberación, integración y manejo uniforme de los elementos ajenos al diseño original del inmueble

Gráfica 20. Restauración de la arcada y su corredor.

Gráfica 21. Propuesta de integración de las fachadas del edificio.

Gráfica 22. Integración del edificio dentro de la imagen histórica del centro de la ciudad. Foto: Oscar R. Hinojosa V. 2006.

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Aportación de las partesPara lograr la recuperación del edificio se requiere la par-

ticipación de diversos actores:

Gobierno Estatal, a través de:- Apoyo para financiamiento y/o créditos a sus actuales

propietarios,- Apoyo económico;- Gestión con propietarios y comercio semi-fijo.

Gobierno Municipal.- Gestión de permisos y licencias;- Apoyo económico;- Plan de condonación de impuestos (prediales, comerciales).

El inah- Permisos de aprobación de intervención constructiva al

inmueble;- Supervisión.

Los propietarios- Convenio colectivo;- Adecuación de los espacios;- Recursos económicos.

La uaslp- Proyecto;- Supervisión;- Difusión.

CONCLUSIÓNDespués de conocer la situación en la que se encuentra este edificio monumental, debe existir una colaboración más es-trecha entre las autoridades y los propietarios. Ambas partes tienen responsabilidad para que este patrimonio cultural, sea restaurado y conservado. La situación es muy compleja y la solución requiere una intervención integral. Es decir, con par-ticipación y concurrencia de los tres niveles de gobierno, de los propietarios y algunos actores sociales, como la univer-sidad. Debe haber una amplia difusión los valores históricos del edificio, y fortalecer la actitud frente al edificio, que ayude a fomentar la conciencia de los propietarios y de la sociedad en general.

Se requiere de un cambio en la forma de encarar los pro-blemas de conservación en México. La promoción y cuidado del patrimonio desde las autoridades es insuficiente. Un pro-yecto de legislación municipal sobre conservación ayudaría a involucrar más a las autoridades del ayuntamiento. De igual manera, las autoridades deben promover la participación so-cial, permitiendo las iniciativas de organizaciones no guber-namentales, para impulsar desde la población, el rescate de patrimonio edificado.

Gráfica 23. Propuesta de reubicación de los locales de la arcada a los patios internos.

Gráfica 24. Planta arquitectónica de la nueva ubicación del comercio de la arcada al interior del edificio.

Gráfica 25. Liberación de la altura interior de los locales y restitución de la cubierta.

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pArte ii/ AlejAndro gAlván ArellAno, oscAr rubén HinojosA villArreAl / uso y Abuso del pAtrimonio Histórico: Antiguo edificio de lA AlHóndigA en lA ciudAd de sAn luis potosí

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NOTAS Y REFERENCIAS1 Álvaro Muñoz de la Peña, Periódico Momento, sociales pagi-na 1 sección C, 3 de septiembre de 1970.2 La plaza de los Mascorros fue conocida con el nombre de plaza del Mercado o de la Alhóndiga, hoy en ese lugar está el Palacio Mercantil; no quedan testimonios de esa plaza.3 Álvaro Muñoz de la Peña; op. cit.4 Rafael Montejano y Aguinaga, Guía de la ciudad de San Luis Potosí, San Luis Potosí, ed. autor, 1988, p. 62. 5 Francisco de la Maza, El arte colonial en San Luis Potosí, México, unam, 1969, pp. 33-34.6 Álvaro Muñoz de la Peña, op. cit.7 12 de septiembre al 25 de septiembre de 1858, 30 de septiem-bre al 13 de octubre de 1858, 21 de noviembre al 23 de no-viembre de 1858, J. Gerardo Garhdez, Presidentes de México y Gobernadores de San Luis Potosí, Casa del Consejo Estatal para la Cultura y Las Artes, Primera edición, Bazar del Libra, 1991, pp. 190-192.8 Idem. 10 de junio al 29 de diciembre de 1866, 29 de diciembre al 21 de noviembre 1867, 21 de noviembre al 19 de septiembre de 1868, pp. 212-218.9 “La Sombra de Zaragoza” (Gacetilla), Periódico oficial del Es-tado, tomo II, núm. 152, San Luís Potosí, 10 de julio de 1868.10 Periódico El Estandarte (Gacetilla), año xii, núm. 1708, 2a época, sábado 25 de abril de 1896.11 Álvaro Muñoz de la Peña, op. cit.12 <<http://www.tic-lectoescritura nee.net/recursos_infor-maticos/guichot/salud_18/documentos/los%20alimentos/ali-mentosweb.htm>>, junio 2009.13 Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias 1681, tomo ii, p. 109 bis, México, Escuela Libre de Derecho/Miguel Ángel Porrúa, 1987.14 Arnoldo Schlittler Kaiser, Breve historia de la ciudad de San Luis Potosí, San Luis Potosí, Editorial al Libro Mayor, 1992, p. 29.15 Documento sobre las Ordenanzas para las alhóndigas de las

Gráfica 26. Liberación parcial con mezzanine.

Villas de León y Salamanca de la Intendencia de Guanajuato, p. 13. Apud Rocío Méndez Guerrero, La Alhóndiga de San Luis Potosí, 1771-1775. Reconstrucción Arquitectónica Hipoté-tica (tesis de licenciatura), San Luis Potosí, uaslp, pp. 59 y 60. 16 Primo Feliciano Velázquez, Historia de San Luis Potosí, tomo II, San Luis Potosí, aheslp, 1982, p. 565.17 Esta organización provee educación y se avoca a salvaguar-dar la diversidad de lugares históricos y revitalizar las co-munidades americanas. <<www.nationaltrust.org>>, mayo 2009.18 Capítulo de la Nacional Trust for Historic Preservation en el documento: act, 49 Stat.666. Aprobada en octubre 26 de 1949. (hr 5170; Public num. 408). Publicado en, William J. Murtagh, Keeping Time, pp. 175 y 176.19 Boletín Oficial del Congreso del Estado de San Luis Potosí, del día 10 de agosto de 1844.20 José Francisco Pedraza Montes, Casa de la Alhóndiga. (s.a.) Documento inédito. Apud Rocío Méndez Guerrero en: La Alhóndiga de San Luis Potosí, 1771-1775. Reconstrucción Ar-quitectónica Hipotética (tesis de arquitecto), San Luis Potosí, uaslp, 2000, p. 65.21 “Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos”, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de mayo de 1972. Articulo 6º. Los propieta-rios de bienes inmuebles declarados monumentos históricos o artísticos, deberán conservarlos y, en su caso, restaurarlos en los términos del artículo siguiente, previa autorización del Instituto correspondiente.

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maza, Francisco de la, El arte colonial en San Luis Potosí, México, unam, 1969.

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National Trust for Historic Preservation en el documento: act. 49 Stat. 666, aprobado en octubre 26 de 1949 (h.r. 5170; Public num 408), publicado en Murtagh, William J. Keeping Time.

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FUENTES DOCUMENTALESÁlvaro Muñoz de la Peña; Periódico Momento, sociales pa-

gina 1 sección C, domingo 3 de septiembre de 1970. Boletín Oficial del Congreso del Estado de San Luis Potosí,

del día 10 de Agosto de 1844.“La Sombra de Zaragoza (Gacetilla)”, Periódico oficial del

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“Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos”. Diario Oficial de la Federación el 6 de mayo de 1972, Art. 6º.

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RECURSOS DE INTERNET<<http://www.tic-lectoescritura nee.net/recursos_infor-

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INTRODUCCIÓN Este texto presenta un trabajo en curso, realizado en el Proyecto de Investigación Científico Tecnológico Orientado (picto 2005), financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica Argentina. El proyecto dirigido por Adria-na Collado, se denomina “Corredor de la costa. Potencialidades urbano-arquitec-tónicas y paisajístico-ambientales para una estrategia de desarrollo”. El equipo de trabajo lo completan: Julio Arroyo, Ma. Laura Bertuzzi, Ma. Elena del Barco y Claudia Montoro.1

ALCANCES DEL PROYECTOEl proyecto es a escala territorial, y se propone generar conocimiento, sistematizar información y establecer pautas orientadas a potenciar los factores identitarios y patrimoniales, en un sentido amplio, para generar una estrategia que vincule una serie de poblados en torno a dos ejes o ideas-fuerza: los conceptos de paisaje cultu-ral2 y poblados en red.El área abarca los poblados del corredor a lo largo de la margen oeste del río Para-ná, entre la planta urbana consolidada de la ciudad de Santa Fe y la ciudad de San Javier. Este sistema de pueblos conforman una unidad geográfica y cultural que amerita ser estudiada integralmente, reconociendo que, en la actualidad, las loca-lidades comprendidas poseen un alto potencial de desarrollo económico sin que tenga una estrategia que permita mayor aprovechamiento de las oportunidades y recursos disponibles.

La modalidad de trabajo adoptada implica una dimensión teórico-práctica en la que confluyen el territorio, los elementos arquitectónicos y paisajísticos y los que pertenecen al patrimonio intangible, articulados como un conjunto de factores que constituyen una unidad de sentido. La región recibe la denominación genérica de Corredor de la Costa, está en el borde centro-este de la provincia de Santa Fe, a lo

Pueblos costeros en un itinerario

histórico patrimonial.

Potencialidades de un paisaje

cultural como estrategia de

desarrolloLUIS MARÍA CALVO, LUIS MÜLLER

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largo de la Ruta Provincial num. 1, que funciona como un eje lineal sobre el que se despliega una serie de localidades. Los poblados tienen un desarrollo autónomo, no articulado y baja explotación de sus fortalezas en su desarrollo.

La relevancia del problema que motiva el proyecto puede explicarse en distintos niveles concurrentes:

a) Densidad de los procesos históricos y culturalesb) Potencial de los recursos naturales, ambientales y paisajís-ticos.c) Articulación con el sistema metropolitano Santa Fe- Paraná.

El corredor tiene una extensión aproximada de 300 km; ini-cia en una zona peri urbana de la ciudad de Santa Fe (capital de la provincia) y llega a las inmediaciones de la ciudad de Reconquista. Para este proyecto se adopta una delimitación según un parámetro urbanístico de pertenencia a la región metropolitana de Santa Fe-Paraná.

Físicamente, la región es un albardón que se extiende en sentido norte-sur formando una franja angosta, de mayor altura relativa respecto de la baja planicie pampeana en su encuentro con el Paraná. Se desarrolla desde la desemboca-dura de la laguna Setúbal hacia el norte con una longitud de aproximadamente 300 km, resultando una extensión de tierra casi insular al quedar flanqueada al oeste por el ante-dicho sistema lagunar y al este por el vasto sistema del Río Paraná, que en las proximidades del albardón costero es un área de compleja hidrografía –brazos y afluentes del Paraná– que determina a su vez un intrincado sistema de islas.

PROCESOS HISTÓRICO-CULTURALESReseña históricaEl eje de la ruta provincial num. 1 recorre un itinerario de significación histórico-cultural con su origen en la ocupación aborigen del territorio, que dio lugar a una débil marcación física por la economía cazadora recolectora de los grupos. La presencia española a partir de la fundación de la ciudad de Santa Fe en 1573, el establecimiento de misiones jesuíticas y franciscanas desde mediados del siglo xviii y la colonización agrícola con afluencia de población centro-europea en la se-gunda mitad del siglo xix, fueron configurando el territorio que nos ocupa.

Como hecho de máxima significación del Corredor de la Costa, en 1573 se produjo la fundación de la ciudad de Santa Fe cuando Juan de Garay, comandando una expedición desde la ciudad de Asunción del Paraguay, definió su localización con el fin de abrir puertas a la tierra, esto es, vincular el ac-tual litoral argentino con las regiones de Cuyo, el Tucumán y el Alto Perú, donde ya existían asentamientos importantes. El trazado de Santa Fe respetó por primera vez en esta parte de Sudamérica el patrón de asentamiento en cuadrícula, que se extendía once manzanas de frente sobre el río y seis de fondo, con su plaza a una cuadra de la costa, de acuerdo a lo que se disponía para las fundaciones ribereñas.

Desde este centro se ordenó y fraccionó el territorio co-marcal, como era lo usual, distribuyendo las áreas para ejido aledañas al trazado, las chacras para los cultivos y las estan-cias para la cría de ganado mayor. Su configuración topográ-fica, en la que domina un angosto albardón que corre a lo largo de la costa entre el actual río San Javier y una zona de bañados hacia el oeste, determinó que el reparto de tierras para la agricultura se hiciera en esa misma franja, con los frentes de cada propiedad hacia el río San Javier y sus fondos hacia el arroyo Saladillo.

Por fuera del albardón y ocupando parcialmente la amplia jurisdicción que tenía la ciudad (alcanzaba un radio aproxi-mado a los 250 km en torno a la misma), Garay repartió las estancias. Las primeras estaba a continuación de las chacras, sobre la franja limitada por el río San Javier al este y el arroyo Saladillo al oeste, variaban las dimensiones aunque mante-nían el criterio del frente angosto sobre el curso de agua. Al analizar la reconstrucción gráfica que elabora Fernández Díaz puede notarse que, pese al amplísimo radio jurisdiccional del territorio dependiente de la ciudad, las tierras otorgadas eran una porción relativamente pequeña y dispuesta linealmente siguiendo la dirección del San Javier, con la ciudad asentada en un punto central de esa franja.

Casi un siglo más tarde la ciudad de Santa Fe debió tras-ladarse por problemas que obstaculizaron su desarrollo. En 1651 se inició la mudanza, quedando oficialmente finalizada en 1660 en el sitio elegido, 80 km al sur. La interacción entre el sitio antiguo (Santa Fe la Vieja) y la nueva localización ge-neró un reforzamiento de este eje de comunicación, en sus dos modalidades: fluvial y terrestre, que ya había adquirido entidad desde el momento fundacional al vincular entre sí las estancias de los primeros pobladores.

El siglo xviii marcó el progresivo abandono y olvido del sitio original, pero trajo una ocupación diferente con la reducción jesuítica de San Francisco Javier en un emplaza-miento costero. Uno de los primeros asentamientos de esta reducción se localizó en el lugar de la ciudad abandonada pero luego se estableció, ya en forma definitiva, 80 km hacia el norte. Este tercer y último asentamiento (origen de la ac-tual localidad de San Javier) tiene un enorme valor cultural e histórico en razón de la importancia productiva y económica

Gráfica 1. El paisaje fluvial. Foto: Luis Müller

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de la reducción y por la presencia en ella, durante más de una década, del jesuita Florián Paucke, cuya memoria ha perdu-rado intensamente hasta el presente. Con la expulsión de la Compañía de Jesús sobrevino la decadencia de San Javier, e inició su recuperación en la segunda mitad del siglo xix, a la vez que se consolidaba el asentamiento de los religiosos en el corredor de la Costa con la aparición de una nueva misión en Santa Rosa de Calchines.En la segunda mitad del siglo xix se inauguró una nueva etapa, asociada al proceso transforma-dor del territorio provincial y a las políticas de colonización agrícola cuyos alcances trascendieron el marco regional.

La inmigración europea introducida con el fin de coloni-zar y volver productivas grandes extensiones de tierras hasta entonces subexplotadas o deshabitadas, define temprana-mente las características que asumiría décadas más tarde el país, con un perfil agro-exportador y con una composición social fuertemente marcada por esta condición inmigratoria.

Por esta operación sobre el territorio, los nuevos habitan-tes produjeron marcas que lo transformaron definitivamente: subdivisión de la tierra, explotación agrícola, nuevas costum-bres (idiomas, músicas, comidas, vestimentas, idiosincrasias, representaciones, religiones), que construyeron un paisaje cultural que aún hoy contiene en su identidad, huellas de su memoria.

En el área de estudio se localizaron inicialmente las colo-nias de inmigración suiza: Helvecia y Cayastá, fundadas en 1865 y 1867, las que, sin ser de las colonias más prósperas de la Provincia, marcaron una inflexión en la historia de la región. Pese al relativo aislamiento de la zona, pues no tenía buenos caminos para acceder a ella, los nuevos pobladores volvieron a usufructuar la condición ribereña, aprovechando la vía flu-vial. De hecho, a poco de consolidarse estas colonias, por el río San Javier, un vapor de transporte de carga y pasajeros co-menzó a circular con regularidad. Con el trazado definitivo de la Ruta provincial num. 1 en 1932, fijado por la Ley 2.303, y su pavimentación entre 1959 y 1964, el eje terrestre se mate-rializó definitivamente y sustituyó al tradicional fluvial.

Santa Fe la ViejaEn el Corredor existe un sitio de singular relevancia desde el punto de vista de la valoración histórica del itinerario: el

Parque Arqueológico Santa Fe la Vieja, donde se conservan las ruinas y testimonios de la antigua ciudad de Santa Fe. Este sitio, descubierto en 1949 por Agustín Zapata Gollan, pro-tegido y administrado desde entonces por el Gobierno de la Provincia, fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1957 y en la actualidad se encuentra en gestión su declaratoria como Patrimonio de la Humanidad.

Además de los restos de edificios civiles y religiosos, protegidos por estructuras realizadas al efecto, el complejo contiene un museo de sitio, una explanada ceremonial con-memorativa de la gesta fundadora y equipamiento necesario para comodidad de los visitantes: restaurante, bar, sanitarios, tienda de recuerdos, lugares de descanso.

El sitio arqueológico de Santa Fe la Vieja posee un enor-me valor histórico patrimonial, por tener la traza urbana, la planta catastral y el registro arqueológico de una ciudad del período colonial temprano en el Río de la Plata, que manifies-ta un proceso de mestizaje étnico y cultural de características singulares.

Los testimonios materiales permiten reconstruir la vida urbana en los tiempos tempranos del período hispánico y su articulación con la cultura de los grupos aborígenes que habitaban la región, y los africanos que fueron incorporados como mano de obra esclava.

En Santa Fe la Vieja se conserva un área equivalente a las dos terceras partes de la traza fundacional y dentro de ella un conjunto importante de estructuras arqueológicas de di-versos tipos arquitectónicos que remiten a variadas funciones y usos sociales, domésticos y simbólicos: Cabildo, templos y conventos de San Francisco, Santo Domingo y La Merced, y viviendas de los vecinos.

El sitio es un recurso único para la ciencia y la educación, para varios niveles de enseñanza y visitantes de diversas eda-des y procedencias que en ella entran en contacto con un pasado lejano, pudiendo así comprender mejor la compleja y dinámica trama de los procesos históricos que caracterizaron al período.

Mixturas culturales: aborígenes, inmigrantes y turistas A lo largo de la historia, el Corredor de la Costa ha sido un espacio de significativas mixturas culturales, con profusión

Gráfica 2. Patrimonio rural: Estancia “Santa Catalina”, Santa Rosa de Calcines. Foto: Luis Müller

Gráfica 3. La costa frente a Santa Fe la Vieja. Foto: Luis Müller

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de vestigios materiales y simbólicos. La presencia en Santa Fe la Vieja de españoles peninsulares, criollos, mestizos, afri-canos esclavos, portugueses (sospechados de criptojudíos), guaraníes, e indígenas locales (calchines y mocoretás), con-forma un panorama complejo y con rasgos propios debido a los múltiples intercambios culturales.

La ocupación española marcó fuerte el territorio al im-poner sistemas productivos, urbanizaciones y vías de comu-nicación en una extensión hasta entonces sólo ocupada por aborígenes de economía cazadora-recolectora y escasa den-sidad demográfica. Sobre esta inicial imposición de estructu-ras se desarrolló la colonización agrícola –mayormente con inmigrantes suizo-franceses– que introdujeron un nuevo caudal de población portadora de sus propias tradiciones y sobre todo la agricultura, transformando la antigua econo-mía basada en una ganadería extensiva. Con ello se modificó la parcelación del campo, configuró un paisaje productivo que se mantiene hasta el presente, asociado a la agricultura y ganadería.

Sobre estas matrices culturales y económicas se da en los últimos años un marcado crecimiento de actividades turísti-cas que, inicialmente, interesaron tanto al mercado regional como a contingentes de otras zonas del país e incluso del ex-terior; en general, aficionados a la caza y la pesca deportiva. Esta actividad ha significado para varias localidades del Co-rredor una nueva salida económica, complementaria de las tradicionales.

Hoy, la horticultura, la floricultura y el cultivo del arroz y del maní conviven con una economía de servicios, que es una verdadera innovación en la región. Esto se agrega a la diversi-dad del ya rico panorama de gentes, costumbres y tradiciones que manifiestan en diversas celebraciones que colman el ca-lendario anual de festejos. En efecto, la fiesta como institu-ción social adopta carácter religioso, folclórico o deportivo, constituyéndose, cualquiera sea el caso, en una ocasión de fuerte valor cohesivo.

La repetición ritual de estas celebraciones brinda siempre renovadas ocasiones de encuentro y de afirmación de identi-

dades en el que se pone de manifiesto un interesante y activo repertorio de bienes culturales tangibles e intangibles, entre los cuales caben las tradiciones culinarias y musicales, los modos de laboreo de la tierra y valores sociales y familiares que concurren a delinear un sentido colectivo de pertenencia.

El perfil del Corredor no depende sólo de las bien marca-das características derivadas de la historia cultural de su gen-te, sino también del modo en que esta población estableció re-laciones con el entorno natural a lo largo de su historia. Como un factor determinante, el área de estudio se caracteriza por ser muy cambiante según el estado del sistema hídrico, con lo cual la mayor o menor altura de las aguas incide fuertemente en las relaciones entre el hombre y el medio natural. Así, la región convive con el agua y sus riesgos, siendo las crecientes un hecho recurrente incorporado en la conciencia temporal del habitante costero. Asociadas con el río se identifican la caza y la pesca, como deporte, esparcimiento o mera necesi-dad de alimentación, se realizan habitualmente. A la par de una práctica de caza y pesca menor, se desarrolla una explo-tación pesquera comercial, que se ha convertido en un riesgo ambiental sobre el cual se está construyendo conciencia y se trata de fortalecer la regulación por los organismos provin-ciales de control.

Intereses e intencionesAl reconocer los valores ambientales y culturales del Corre-dor de la Costa, como una estrategia inicial del proyecto se planteó el interés de identificar aquellos elementos urbanos, arquitectónicos y paisajístico-ambientales cuyas potenciali-dades puedan contribuir al desarrollo local y regional.

Los resultados esperados servirán para definir un conjun-to de lineamientos orientados a acciones de protección, recu-peración y potenciar el patrimonio como recurso para una gestión concertada de desarrollo.

Desde lo metodológico, se trata de verificar la validez y pertinencia de la aplicación del concepto de paisaje cultural para los poblados del Corredor de la Costa; en tanto que, en lo operativo, se espera der las bases conceptuales y empíricas

Gráfica 4. Restos arqueológicos, templo de San Francisco en Santa Fe la Vieja. Foto: Luis Müller

Gráfica 5. Cayastá, Fiesta de la doma. Foto: Julio Arroyo

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para formular lineamientos de planes particulares de desa-rrollo urbano-arquitectónico en el área y potenciar la capa-cidad de gestión de las comunidades involucradas desde el paradigma de la red de localidades. Para ello, se considera necesario asegurar la transferencia de estos resultados a las comunidades locales y regionales como aporte para la recu-peración y consolidación social, territorial y ambiental de la región.

Como interés central de la propuesta se entiende que la constitución de una red de centros urbanos con base en los antiguos pueblos del Corredor de la Costa, permitirá:

a. una reconfiguración del sub-sistema micro-regional;b. actuar a distintos niveles de articulación del sub-sistema;c. desarrollar una nueva escala de identidad que incluye tanto lo local como lo regional;d. pensar modos alternativos de actuación y gestión.

EL CORREDOR DE LA COSTA COMO PAISAJE CULTURALTal como se ha dicho, por su historia, riqueza natural y pai-sajística, y articulación con el sistema metropolitano regional Santa Fe-Paraná, el Corredor de la Costa se configura como una unidad de estudio e intervención claramente definida. Sobre esta unidad se puede aplicar el concepto de paisaje cul-tural como un dispositivo explicativo que pondera tanto los

elementos históricamente sedimentados como aquellos que, adoptando una mirada estratégica del concepto de paisaje, se reconocen como de significativa potencialidad.

Tomando como referencia la noción de paisaje cultural de unesco, desde 1992 se reconocen tres categorías:

1) Paisaje diseñado y realizado intencionalmente por el hombre (jardines y parques); 2) Paisaje de evolución que refleja el proceso de cambio en sus for-mas y componentes primigenios; con dos vertientes: paisaje reliquia o fósil y paisaje evolutivo propiamente dicho (o paisaje viviente);3) Paisaje cultural asociado, que se justifica por la capacidad de vin-cular lo religioso, lo artístico y lo cultural con un substrato natural, más que sobre la evidencia material de la cultura.

Para el área de estudio, encontramos que los tipos de paisaje cultural que se detectan corresponden con las categorías 2 y 3. Podemos agregar, que respecto del concepto paisaje evolutivo cabe aplicar ambas definiciones, por cuanto en la zona existen reservas ecológicas que, en tanto áreas protegidas, están suje-tas sólo a cambios intrínsecos; también es posible reconocer el paisaje propiamente evolutivo en la fuerte configuración que adquiere el campo como sector productivo y dinámico.

La alternancia de las distintas explotaciones económicas, los ciclos de las estaciones y los avatares de la historia pro-ductiva, dejan ver una interesante variabilidad paisajística a rescatar.

En suma, la dimensión patrimonial del paisaje despliega una rica articulación de elementos de diferente índole: espa-ciales, arqueológicos, antropológicos, arquitectónicos, natu-rales y culturales.

PROCESOS CULTURALES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LOS ESCENARIOS ACTUALESAsumiendo que en la actualidad las representaciones,3 en sus diversas dimensiones, tienen un rol clave en la construcción de los imaginarios sociales,4 como parte fundamental del tra-Gráfica 6. Templo de San José del Rincón. Foto: Luis Müller

Gráfica 7. Ludovico Paganini, “Viejos ceibos”. Fuente: Museo Provincial de Bellas Artes de Santa Fe.

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bajo se considera el relevamiento de un amplio catálogo de recursos culturales, que permiten reforzar la instalación del concepto paisaje cultural como una figura de referencia inter-pretativa y operativa para el área. En algunos casos el catálogo registra antecedentes y permiten actualizar sus registros. Por ejemplo, un aspecto central del trabajo se basa en un inventa-rio comparado del patrimonio arquitectónico que, a modo de diagnóstico, nos permite establecer el grado de conservación de ciertos recursos materiales del área de estudio e inferir sus posibilidades a futuro. El mismo se apoya en un registro pre-vio de una serie de obras inventariadas hace 25 años, en el Re-levamiento Arquitectónico Patrimonial del área de afectación del Proyecto Paraná Medio (1983/86), realizado por convenio entre la Gerencia del Proyecto Paraná Medio, Agua y Energía Eléctrica de la Nación y la Universidad Nacional del Nordeste. Con dirección de la arquitecta Graciela Viñuales y participa-ron los arquitectos Collado y Müller, que hoy integran el equi-po de este proyecto. En su momento, el relevamiento dio un amplio reconocimiento de los poblados de ambas márgenes del río Paraná en el área que se preveía sería afectada por una represa (no construida) con vasta información. Este material publicado, se convierte así en una fuente irremplazable como registro del patrimonio arquitectónico del corredor.

Hoy, la revisión comparativa de aquellos sitios ubicados en el área de interés ha permitido, a través de una constatación del estado actual de cada una de las obras relevadas, no sólo ver el proceso de cambio que se han producido en estos po-blados (a través de demoliciones, sustituciones o permanencia y/o estado de conservación de los inmuebles patrimoniales), sino también reconocer en cada uno de ellos cómo se enten-dió la idea de “progreso” y el lugar otorgado al patrimonio arquitectónico en los procesos concomitantes.

Los registros culturales también se nutren de las represen-taciones pictóricas y fotográficas del sector. Un estudio por-menorizado de las formas de entender la costa y su singular paisaje, como la calidad ambiental de estos poblados, quedan plasmados y re-significados a través de los artistas locales y aquellos que, aunque no originarios de la región, han sentido el paisaje de la isla como propio.

La construcción de un imaginario santafesino referido al paisaje tiene una larga tradición no sólo en la mirada de los artistas, sino también en la recepción de un público para el cual temas como: el río, la costa, sus personajes y paisajes fueron los tópicos más aceptados y requeridos. Siguiendo a Taverna Irigo-yen en Cien años de pintura en Santa Fe, se pueden ubicar las dos primeras generaciones de pintores santafesinos en torno a las décadas de 1920, la primera, y de 1940, la segunda.La primera generación trasciende a los maestros viajeros o de academia y entre ellos se menciona a Ludovico Paganini, Héctor Lauría, Virgino Pozzi, Juan Mula, José García Bañón, Domingo Carriéres y Mauricio Grewel.

Al respecto, Taverna señala que “en todos ellos prima un condicionante temático, la fuerza del paisaje litoral” y luego añade:

Específicamente en el campo de la plástica, nuestra región ha asumido a través de sus pintores una representación geográfica y humana de particularísimo relieve. Como pocas, la del Litoral ha alcanzado, a través de varias generaciones de artistas, un verdade-ro acorde conceptual en el que se ensamblan las formas transfigu-radas del paisaje, los seres que lo animan, sus vertientes mágicas o de secretas ascendencias, la vibración de una atmósfera propia, la secuencia de símbolos hasta alcanzar las alegorías. 5

Se habla también de un sentimiento telúrico totalizador que ha estado siempre presente en las temáticas abordadas, el hombre y el paisaje, tratadas “dentro de la guía de la pintura romántica, del neoclasicismo, de alguna impronta realista o naturalista”.6

La segunda generación se forma en un ámbito más institu-cionalizado, ya que para entonces (1922) en la ciudad capital se había creado el Museo Provincial de Bellas Artes, que para los años cuarenta había alcanzado trascendente notoriedad. También se había logrado la apertura de importantes centros dedicados a la cultura artística, tales como el Museo Munici-pal de Bellas Artes (1936) que más tarde incluyó a la Escuela Municipal de Arte, y la Escuela Provincial de Bellas Artes de Santa Fe (1940).

Gráfica 8. Francisco Puccinelli, Calle de San José del Rincón”. Fuente: Museo Provincial de Bellas Artes de Santa Fe.

Gráfica 9. Ricardo Supisiche, Paisaje amarillo, 1961. Fuente: Museo Provincial de Bellas Artes de Santa Fe

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En ese grupo, que constituyó una cima elevada del arte santafesino, se encuentran: Enrique Estrada Bello, (retratista del hombre del litoral y según Taverna tematiza el paisaje ribe-reño, rincones del barrio sur, bodegones); Francisco Clemente Puccinelli, quien además de pintar la Santa Fe colonial pro-dujo gran cantidad de acuarelas con los paisajes de San José del Rincón; César Fernández Navarro, “retratista, paisajista y pintor de costumbres en ciertos casos”; José Domenichini, paisajista y retratista de raíces académicas; Raúl Schurjin, re-tratista y paisajista que más tarde se orientó a la crítica social; Ricardo Supisiche, que lleva al paisaje isleño a clave metafísica y atmosférica; César López Claro, que presenta períodos fuer-temente marcados por la escena litoraleña; Matías Molinas, quien según Taverna es “por antonomasia pintor del litoral”; y un puñado de autores como: Pedro Logarzo, Ernesto Ferto-nani, Lausen Freyre Beñatena, –entre otros– que hicieron del paisaje litoraleño uno de sus principales motivos de inspira-ción.

El sentido de pertenencia en torno de la cuestión regional se expresa, por ejemplo, en la constitución del Grupo Setúbal (1959/1961), una agrupación que, a instancias de una convoca-toria de Ricardo Supisiche, José Domenichini, Ernesto Ferto-nani, Matías Molinas, Jorge Planas Viader, entre otros, reunió una serie de artistas que promovieron una intensa actividad cultural logrando trascender los límites locales para ser iden-tificados, en un ámbito de escala nacional, como genuinos re-presentantes de la plástica de la región.

A través de las palabras de Ricardo Supisiche, uno de los más relevantes artistas de este medio, podemos aproximarnos a la intensa relación que muchos de ellos establecieron con este paisaje:

[…] Me llevó mucho tiempo darme cuenta que lo que yo tenía que hacer era la imagen del paisaje. En mi pintura eso demoró mucho tiempo en aparecer. En ese tiempo para mí pintar era caro […] tra-bajaba sobre cartones entelados y cuando no me gustaba lo que hacía raspaba lo hecho con una espátula para volver a pintar encima. Al rasparlos los colores se iban fundiendo y se hacía una mancha muy informal. Una vez yo salí a pintar, llevaba uno de esos cartones, me paré frente a un paisaje que me interesaba y enseguida marqué la vertical de un árbol y la línea del horizonte. Todo eso, esa masa de colores revuelta que había allí, esos dos simples trazos me dieron la imagen del pai-saje. Ya no pinté, me volví a mi casa con el cartón. Al analizarlo en el taller me di cuenta de algunas cosas de las que no me había percata-do frente al paisaje. Por ejemplo, que los ritmos dominantes en Santa Fe son la horizontal y la vertical, y que el paisaje, si lo ves desapasio-nadamente, es una cosa bastante informal como color, es decir, que ese accidente que tuve me permitió descubrir el paisaje de Santa Fe.Además, con el tiempo me di cuenta que el personaje principal del paisaje de Santa Fe es el espacio, acompañado del silencio y la sole-dad […] que no suelen verse, exactamente.7

La fotografía, entendida en su función documental o como expresión artística, se integra a esta vasta construcción cultu-ral, en tanto que la producción literaria, desde la poesía y la narrativa han contribuido ampliamente a la generación de un imaginario de la costa y el litoral, particularmente la obra de Juan José Saer, que vuelve una y otra vez al paisaje de la costa.

Completa esta mirada el material existente en los museos locales, en una sumatoria de elementos singulares pero no del todo aprovechados, ya que se produce una constante super-posición de elementos que se reiteran, restando especificidad e interés a cada presentación en sí misma. Este aspecto tiene que ser analizado y re-organizado una vez que estas comu-nidades puedan perfilar su rol dentro de la red de poblados.

En síntesis, el registro de estas producciones culturales no se piensa desde un interés que se limita al inventario o ca-talogación, sino que, a través de su elaboración, es asumido como un instrumento a partir del cual los habitantes de cada población pueden contar con mayores recursos para delinear los rasgos identitarios que caracterizan a su comunidad, en particular, y a la región, en general.

EL DISEÑO DE ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN Y SU PRUEBA DE CAMPOTal como se ha dicho, el enfoque contempla el concepto de paisaje cultural como categoría vertebradora del proyecto. Esta noción implica una dimensión teórico-práctica en donde confluyen el territorio, los elementos arquitectónicos y pai-sajísticos, los usos y costumbres y la identidad de los pueblos. Por tanto, una de las primeras etapas del trabajo se centra en la descripción de las características principales de cada uno de los poblados, sus paisajes y sus calles, registro que permite identificar y ponderar aquellos sectores o actividades que pre-sentan mayor asociación con el recorrido de las mismas.

Al entender El Corredor como una red de poblados, cada uno de ellos posee una historia y recursos culturales propios y diferenciados (aunque no siempre apreciados por sus mismos pobladores), se intenta dar políticas de difusión y educación

Gráfica 10. Patrimonio arquitectónico urbano en San Javier: casa Galliais (actualmente Municipalidad). Foto: Luis Müller

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para lograr el reconocimiento de los mencionados recursos y desarrollar una nueva escala de identidad que va de lo lo-cal a lo regional. Esto supone estudiar cada uno de los casos en particular y como partes del conjunto con una visión es-tratégica, como medio para reconocer potencialidades y ten-dencias que permitan develar la riqueza de las condiciones naturales y culturales de esta red de poblados. Este enfoque permite contribuir al conocimiento de la historia del territo-rio, desde el lugar de la memoria, sino generar en cada uno de los pueblos un relato con argumentación propia que brinde mejor posibilidad de asociación entre comunidades y reforzar el sentido del corredor como eje territorial. A su vez permite identificar propuestas de planeamiento de los recursos turís-ticos que puedan desarrollarse en el sector.

TALLERES PARTICIPATIVOSA partir de la idea de generar cursos de acción alternativos, se ha pensado crear espacios de encuentro para conocer-se, expresarse e intercambiar ideas entre vecinos y entre las comunidades de los distintos poblados, hacia un proceso de construcción colectiva y se pueda cumplir con los objetivos planteados.

Así mismo, interesa involucrar a las organizaciones inter-medias e inversores que hoy están desarrollando emprendi-mientos turísticos en el sector.

Los talleres forman parte de las acciones a corto plazo ya que pueden mejorar las capacidades operativas de la co-munidad y contribuir a la ponderación y preservación de los recursos patrimoniales. El desarrollo de una estrategia de in-tervención en el mediano plazo permitirá, como etapa final, trabajar sobre el desarrollo turístico del Corredor de la Costa.

A nivel macro, se ofrece la posibilidad de comunicación general, pues interesa articular el trabajo con el Foro Perma-nente de Comunas creado por los municipios locales y coor-dinado por la Secretaría de Turismo de la Provincia de Santa Fe. Los resultados y la información obtenida son suministra-dos a los organismos pertinentes y pueden ser utilizados para diseñar las estrategias de intervención más adecuadas, evi-tando la superposición de explotación de recursos.

A nivel micro, la propuesta supone trabajar en forma di-recta con sus habitantes, de modo que se generen los canales de comunicación que aún no posee el distrito. Algunas de las consideraciones que permiten plantear la propuesta de parti-cipación comunitaria, tienen sentido en cuanto modo de con-cientizar a la población sobre sus recursos patrimoniales. A su vez refieren a la acción de formar e informar de las posibi-lidades que tienen las distintas comunidades de explotación, recuperación y protección de determinados espacios, cuya calidad ambiental pueda ser distintiva dentro de la ciudad o el territorio, como así también de preservar ciertas condicio-nes ambientales y rasgos culturales.

Esto implica involucrar a los habitantes, ya que cuando el ciudadano se siente partícipe del desarrollo cultural y econó-mico del sector, lo asume como propio, lo cuida, y lo prote-ge. El propósito supone que en el ámbito del Corredor de la Costa, los talleres participativos pueden servir como fuente de auto-valoración individual y grupal de los distintos pobla-dos, donde los actores sociales y las comunas puedan tener la posibilidad de mejorar su comunidad, generar o recuperar espacios de uso público, y preservar y/o resignificar su patri-monio urbano y cultural.

Estos encuentros favorecen el conocimiento y la construc-ción de la historia urbana local y de la territorial desde un lugar poco abordado, el de la memoria. Esto implica que, al trabajar con viejos pobladores, éstos pueden colaborar con el relato de sus costumbres, de sus recuerdos, con el aporte de las imágenes de sus registros fotográficos y con sus objetos. Esto contribuye a establecer un diagnóstico de los recuerdos que perviven en la memoria social o se reconocen e identifican al vecino con su poblado. Se espera poder persuadir a la pobla-ción local para recuperar una historia del territorio desde las particularidades de las formas de producciones locales.

Finalmente, en cuanto a la forma de comunicar los resul-tados alcanzados, entre otros recursos, se piensa en centros de interpretación y la presentación de áreas rurales y paisajís-ticas.

En otro orden de recursos, se detectan con una gran po-tencialidad los proporcionados por los acontecimientos. Las fiestas patronales suelen ser de suma importancia y hasta llegan a caracterizar a la localidad en el ámbito provincial y regional. Incluso algunas de ellas incluyen circuitos fluviales, como la fiesta patronal de San Javier.

También las especialidades gastronómicas son un recurso extraordinario para la especialización e identificación de las distintas comunidades.

POTENCIALIDAD DE ESTAS ESTRATEGIASSe ha identificado que las estrategias adoptadas presentan fortalezas en diferentes aspectos:

a) Socio-culturales.b) Físico-territorialesc) Urbano-arquitectónicos

Gráfica 11: Calle de San José del Rincón. Fuente: Luis Müller

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En lo que respecta a los aspectos socio-culturales, se es-pera enfatizar la capacidad de auto-identificación (imágenes de referencia, signos, referentes arquitectónicos y urbanos); apoyar la capacidad de auto-representación (universos sim-bólicos, imaginarios y memorias colectivas, etc.) y consolidar la capacidad de gestión.

En cuanto a los aspectos físico-territoriales, se podrá re-conocer la actual capacidad instalada de infraestructura, se-gún el estado de operatividad y capacidad operativa actual, y dimensionar la diferencia entre el grado de aprovechamiento real y el potencial. También, apreciar el modo en que interac-túan los centros urbanos en la organización del territorio.

En cuanto a los aspectos urbano-arquitectónicos, las lí-neas de trabajo permitirán reconocer el estado de hecho del Corredor, sus tendencias actuales (de involución o evolución), los elementos estructuradores y las áreas singulares, los siste-mas de usos y actividades, las potencialidades del área como estructura física y como estructura socio-cultural, los modos de gestión y sus agentes (municipio, comuna, instituciones, actores emergentes como representantes de intereses públicos, sectoriales, gremiales, particulares y privados), las formas de apropiación del espacio urbano: colectivo/grupal/individual; pragmático/simbólico; público/privado; la valoración de los edificios y ámbitos urbanos de interés patrimonial-cultural, los conflictos, disfunciones y des-economías en las relaciones inter e intraurbanas.

CONCLUSIÓNEl paisaje urbano histórico constituye un concepto específico enmarcado dentro de la concepción del paisaje cultural adop-tada por el proyecto como definición de base. A su vez, la inte-racción de la idea de la ciudad como patrimonio y la propuesta de trabajar con la idea de una red de poblados se refleja en la formación de un itinerario como modo posible de interpreta-ción y valoración de los quehaceres constructivos y culturales del área en cuestión.

Estas cuestiones hacen necesaria la búsqueda y reconoci-miento de caracteres específicos y diferenciales del conjunto de poblados del Corredor, tanto en sus particularidades loca-les como en sus rasgos comunes e identitarios, en los cuales es de enorme significación su común condición costera.

De los relevamientos y análisis realizados no se detecta que la arquitectura y el urbanismo contemporáneos tengan una incidencia significativa como valores a destacar y tampo-co han realizado aportes valiosos para la construcción de la identidad. En tanto que, en la acumulación histórica de cier-tos rasgos y características comunes del tejido urbano, se re-conoce un perfil característico de la región, lo cual constituye uno de sus valores más importantes.

En términos de gestión, se señala la necesidad de una re-visión y de la innovación de los marcos normativos vigentes, tanto en ámbitos estrictamente técnicos como en los de dis-cusión ciudadana.

Si bien, los objetivos de este proyecto no alcanzan a una instancia proyectual ni normativa, la aplicación de estos con-ceptos, la utilización de metodologías participativas, la con-certación de convenios inter-jurisdiccionales y la definición de cartas de planificación permitirán diseñar herramientas específicas y originales que se puedan implementar en cada poblado y en la escala territorial.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Justamente, la ponencia da continuidad a avances realizados dentro del equipo de trabajo aludido y, en particular, a uno desarrollado por las arquitectas Claudia Montoro y María Laura Bertuzzi.2 El concepto “paisaje cultural” refiere a las “obras conjun-tas del hombre y la naturaleza que ilustran la evolución de la sociedad y de los asentamientos humanos a lo largo de los años, bajo la influencia de las limitaciones y/o de las ventajas que presenta el entorno natural y de fuerzas sociales, econó-micas y culturales sucesivas, internas y externas”. unesco, Directrices prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial.3 Para el concepto representación, nos remitimos a: Roger Chartier, El mundo como representación. Estudios sobre his-toria cultural, Barcelona, Gedisa, 1995, pp. 39-40. Chartier establece que el término trasciende la acepción clásica en el que la “representación es el instrumento de un conocimiento mediato que hace ver un objeto ausente al sustituirlo por una imagen capaz de volverlo a la memoria” sino que ofrece “tres modalidades de la relación con el mundo social: en primer lugar, el trabajo de clasificación y de desglose que produce las configuraciones intelectuales múltiples por las cuales la realidad está contradictoriamente construida por los dis-tintos grupos que componen una sociedad; en segundo, las prácticas que tienden a hacer reconocer una identidad social, a exhibir una manera propia de ser en el mundo, significar en forma simbólica un status y un rango; tercero, las formas institucionalizadas y objetivadas gracias a las cuales los re-presentantes (instancias colectivas o individuos singulares) marcan en forma visible y perpetuada la existencia del grupo, de la comunidad o de la clase”.4 Para el concepto Imaginarios sociales nos remitimos a: Bro-nislaw Baczko, Los imaginarios sociales. Memorias y esperan-zas colectivas, Bs. As., Nueva Visión, 1991, p. 8. Como síntesis, de la publicación citada se extrae: “A lo largo de la historia, las sociedades se entregan a una invención permanente de sus propias representaciones globales, otras tantas ideas-imáge-nes a través de la cuales se dan una identidad, perciben sus di-visiones, legitiman su poder o elaboran modelos formadores para sus ciudadanos […] Estas representaciones de la realidad social (y no simples reflejos de ésta), inventadas y elaboradas con materiales tomados del caudal simbólico, tienen una rea-lidad específica que reside en su misma existencia, en su im-pacto variable sobre las mentalidades y los comportamientos

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colectivos, en las múltiples funciones que ejercen en la vida social. De este modo, todo poder se rodea de representacio-nes, símbolos, emblemas, etc. que lo legitiman, lo engrande-cen, y que necesita para asegurar su protección”. 5 J. M. Taverna Irigoyen, Cien Años de pintura en Santa Fe, Santa Fe, Centro de Publicaciones de la unl, 1992.6 Idem.7 Domingo Sahda (ed.), “Supisiche”, en Creadores santafesi-nos, Santa Fe, edición del autor, 2001, p. 166.

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La ciudad y sus contextos históricos

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INTRODUCCIÓNComo señalan diversos autores,2 la construcción de un modelo de ciudad latinoa-mericana, revela una gran diversidad de enfoques y acercamientos. De igual forma, dependiendo del momento histórico y el contexto en que se realizaron, se obser-va una mayor o menor influencia de los distintos paradigmas o modelos urbanos. Conforme a estos modelos de crecimiento, se han ofrecido perspectivas teóricas para la interpretación de la estructura interna de la ciudad y en múltiples trabajos se destaca el uso de los modelos concéntrico, sectorial, axial o radial y policéntrico, comúnmente utilizados durante la primera mitad del siglo xx; dichos modelos se aplican, con ajustes y variantes innovadoras, para analizar diversos casos de estu-dio en México. En consecuencia, es importante precisar que, a pesar de las críticas a que han sido sujetos algunos de estos modelos y teorías, como es el caso de la escuela ecológica y el enfoque marxista, su contribución se considera fundamental para comprender los fenómenos estudiados en nuestra investigación: la ciudad, su historia y sus procesos.

Una de las críticas más importantes a los intentos de modelización de la es-tructura de las ciudades latinoamericanas con base a los esquemas referidos, es que generalmente se presentan como una adaptación del modelo concéntrico de Burguess. Como señalan Suárez y Delgado,3 el modelo clásico hacía referencia a una estructura urbana monocéntrica, que hoy es más bien útil para identificar la dinámica de la expansión urbana y predecir la futura. Por el contrario, los dos mo-delos restantes, el de sectores radiales y, sobre todo, el de núcleos múltiples, fueron concebidos como modelos de morfología urbana para tratar de explicar una es-tructura policéntrica en las ciudades más dinámicas y la segregación intraurbana que las caracteriza, por lo que se acercan más a la dinámica actual de las ciudades mexicanas.

Utopía y reconceptualización del

modelo urbano mexicano:

fragmentación, nuevos espacios de

centralidad e imaginario colectivo

en una ciudad colonial mexicanaADRIÁN MORENO MATA1

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A pesar de estas limitaciones, tanto de carácter ecologis-ta, como funcionalista o economicista, existen hallazgos re-levantes en el campo de los modelos socioespaciales, como es el hecho de identificar las dimensiones que adopta la estruc-tura residencial de algunas ciudades en México y las trans-formaciones que están asociadas a la reestructuración del espacio social durante las últimas décadas. De esa forma, po-dría afirmarse que los tres modelos clásicos –el concéntrico, el sectorial y el polinuclear– son complementarios entre sí a escala intrametropolitana. No obstante, se considera que son insuficientes para modelar la conformación contemporánea de la estructura metropolitana de las ciudades del país. Los dos primeros modelos excluyen el análisis de los espacios de contacto rural-urbano y sólo el tercer modelo, incorpora tí-midamente la dimensión suburbana como una anticipación sorprendente de la difusión futura.4 Por ello, parafraseando a Sobrino5 para avanzar en la construcción de un modelo apli-cable al caso latinoamericano y, en especial, al de México, desde una vertiente intraurbana se requiere reinterpretar las nociones sobre los factores que determinan la expansión de las ciudades: la movilidad residencial, la localización de las actividades económicas, y las relaciones entre la conforma-ción metropolitana y los mercados de vivienda y empleo.

Al respecto, conviene aclarar que, aún cuando es cierta la presencia de un modelo urbano de carácter global, en La-tinoamérica en realidad se observa un amplio espectro de modalidades del proceso dispersión-concentración en el que se desenvuelve el crecimiento actual de numerosas ciudades, como lo prueban diversos estudios sobre la estructura y mor-fología urbanas,6 que han tenido como objetivo la construc-ción de un modelo de ciudad latinoamericana y, en algunos casos, su aplicación al caso mexicano. Dichas modalidades de la expansión urbana y metropolitana se ven afectadas por las presiones económicas, políticas y urbanísticas, que impo-nen las políticas macroeconómica y de inversión pública en infraestructura urbana, al igual que el comportamiento de diversos actores, como los terratenientes, los desarrolladores inmobiliarios, las empresas constructoras y los pseudo-pla-nificadores urbanos, cuyas decisiones afectan la expansión urbana en forma determinante y, en la mayoría de los casos, con serias consecuencias de carácter socioespacial y ambien-tal. Por tanto, cada ciudad puede ubicarse dentro de ese ran-go, en un proceso de difusión dispersa o con un tejido ur-bano más o menos compacto; dependiendo de una mayor o menor influencia de estos factores de contexto, y del momen-to o etapa de metropolitanismo en que se ubique la ciudad.

UTOPÍA Y REALIDADES DE LA CIUDAD HISTÓRICA, EL CENTRO ANTIGUO Y LAS NUEVAS CENTRALIDADESEn el caso de México el acelerado crecimiento de numerosas ciudades ocurrido durante la segunda mitad del siglo xx, a partir del incremento de la población y la expansión física

vinculados al fenómeno de la metropolización,7 han tenido un impacto directo en la organización socio-espacial de las ciudades y, por supuesto, en la coexistencia de la aspiración a nuevas formas de la modernidad urbana, como el culto mo-derno a la ciudad histórica. Las relaciones específicas que se derivan de esta tensión entre pasado y porvenir, entre centra-lidad y ciudad, han producido un tipo de espacio urbano par-ticular, conocido comúnmente como centro histórico, centro antiguo o centro de la ciudad. Cabría entonces preguntarse, hasta donde ambas visiones, la historicista y la futurista, co-rresponden más bien al concepto clásico de la ciudad utópica, es decir, a una visión del mundo, que a su vez constituye el fundamento de toda cultura.

La ciudad contemporánea: nuevos procesos, nuevas categorías Como sabemos, en un primer momento, las ciudades hispa-noamericanas se fundaron sólo para los españoles, mientras que en la periferia se establecieron pueblos de indios.8 Con el paso del tiempo muchas de las ciudades originales fueron abandonadas, o su población disminuyó considerablemente a causa del estancamiento económico; sin embargo, nume-rosas ciudades fundadas en la época colonial prevalecieron hasta nuestro días, pero modificando varios aspectos: i) su base económica urbana;9 ii) sus funciones iniciales; iii) las re-laciones entre el espacio físico y la estructura social; y, iv) por supuesto, su morfología y el papel de los componentes de la estructura urbana antigua, lentamente en la etapa inicial y de manera acelerada en etapas posteriores –en particular duran-te la segunda mitad del siglo xx y principios del xxi–.

Sin duda, ha sido el centro histórico uno de los elementos más afectados por esta aceleración del crecimiento de las ciu-dades; su rol y funcionalidad dentro de la estructura urbana ha ido variando, dando paso al surgimiento de discontinui-dades espaciales, nuevas centralidades y de lo que Bordsdorf10 denomina la ciudad fragmentada. Las nuevas tendencias del crecimiento urbano han generado así un cambio en la per-cepción de lo céntrico, lo histórico y lo urbano, que hace necesario revisar los conceptos y categorías con los que se ha analizado la forma urbana; en nuestro caso, cobra espe-cial énfasis la reinterpretación de tres aspectos: lo espacial, lo temporal y lo patrimonial. Como bien señala Melé, “…el culto del patrimonio es una manifestación de la modernidad urbana. La acción pública patrimonial ha identificado monu-mentos para, posteriormente, enfocarse a la salvaguarda de áreas urbanas. En México esta práctica constituye uno de los pocos intentos sistemáticos de protección de la totalidad de los espacios históricos de las ciudades. Las zonas federales de protección, a veces reforzadas por su inscripción en la lista del patrimonio mundial (intento que a veces se eterniza, como en el caso que analizaremos), reúnen los distintos conjuntos de la ciudad de principio del siglo xx para construir un nuevo tipo de espacio: el centro histórico.11

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Ahora bien, de acuerdo a Sobrino, la estructura interna de una metrópoli es producto de una compleja mezcla de atri-butos y flujos (en donde intervienen fuerzas centrípetas de atracción y concentración, fuerzas centrífugas de dispersión y desconcentración, y fuerzas de diferenciación del espacio construido). En este contexto, se observan patrones del de-sarrollo de las ciudades en donde las grandes áreas metropo-litanas contienen estructuras dispersas, múltiples subcentros, descentralización de las actividades manufactureras y mayor centralización de las del sector. Esto conlleva a nuevo mode-lo de crecimiento urbano y al surgimiento de áreas dispersas y fragmentadas donde la proximidad reemplaza la centrali-dad.12

La construcción social y simbólica del modelo colonial urbano Para complementar este marco de referencia, conviene subra-yar que el modelo colonial urbano de la ciudad mexicana im-plica prácticas de carácter simbólico, en las que la vida social, política, cultural y religiosa está fuertemente centrada y que se mantienen incluso después de la reubicación de las prin-cipales funciones centrales, en forma de relaciones diversas con el centro. De ahí que, entendidos como patrimonios cul-turales, los centros y las centralidades se constituyen en sím-bolos representativos de ciertas culturas, siendo elementos distintivos y característicos de las mismas y del territorio que ocupan. De esa forma, la producción del valor y apropiación del patrimonio cultural como manifestaciones compartidas y vividas de una cultura, se vinculan directamente a las espe-cificidades del contexto socio-territorial, como expresión de una comunidad arraigada a un espacio propio. Surge así la dualidad presente entre lo que es el patrimonio declarado y el patrimonio vivido, que define Melé13 como “…la atribución de valores patrimoniales, no sólo a los edificios históricos, sino también a la estructura del espacio urbano integrado en las zonas de monumentos, [y que] modifica las tradicionales relaciones sociales dentro de los barrios populares”.14

CONTEXTO HISTÓRICO, GÉNESIS Y EVOLUCIÓN DE LA CIUDAD DE SAN LUIS POTOSÍLos orígenes de la ciudad San Luis Potosí se remontan al pe-ríodo colonial, época en la que fue fundada el 4 de noviembre de 1592 en una región árida, casi seca, habitada desde tiempos prehispánicos por aguerridas tribus nómadas conocidas por el nombre genérico de chichimecas.15 En esa etapa inicial, la ciudad tenía aún muy poco que ver con la producción en sí misma y sus funciones eran de carácter superestructural, es decir, que su existencia respondía principalmente a la necesi-dad de control político y administrativo de la región por par-te del gobierno de la colonia, cuyo objetivo primordial era el cuidado y atención de la actividad extractiva; su función en-tonces era actuar como fuerza política, ideológica y militar.16

En este orden de cosas, la ciudad de San Luis Potosí, se carac-terizó, desde su origen, por su traza ortogonal, favoreciendo el establecimiento de seis barrios indígenas alrededor de su núcleo, formados por diversos grupos étnicos (tlaxcaltecas, otomíes, tarascos y otros) quienes llegaron provenientes de zonas ya pacificadas del incipiente virreinato español17 (Grá-fica 1). Al igual que otras ciudades novohispanas, la funda-ción, planeación y modelo de la ciudad de San Luis Potosí se basó, con algunas variantes, en las Ordenanzas de descubri-miento, nueva población y pacificación de las Indias de 1573.18

Simplificando el esquema planteado por González Clave-rán19 para analizar la evolución de las plazas como espacio de significación, y con base en otros estudios que intentan carac-terizar las etapas de crecimiento y desarrollo de San Luis Po-tosí, pero enfocados a periodos distintos,20 podrían ubicarse siete grandes etapas del crecimiento de esta ciudad:

i) La primera, que podríamos denominar la Ciudad de la Ley de Indias o ciudad virreinal, abarca de 1592 a 1799. Du-rante esa etapa, la traza urbana correspondía con el espacio fundacional o espacio normado por las Ordenanzas del rey Felipe II, cuyos símbolos eran la monarquía y la religión y eventualmente, la Constitución de Cádiz, de 1813.

ii) La segunda etapa, que podría llamarse la Ciudad de la Independencia, cuyo periodo abarca de 1800 a 1845, en la que los espacios públicos adquieren un nuevo valor simbólico.21 A pesar de las frecuentes guerras civiles, se mantiene un cierto grado de estabilidad social, se desarrolla de manera incipien-te la vida cultural, y se emprenden algunas obras de carácter público. La expansión de la ciudad hacia el sur, que se observa a principios del siglo xix, requirió la construcción de nuevos sistemas de dotación de agua a través de acueductos que per-mitieran el abastecimiento a los barrios localizados al sur del casco antiguo y a la población ubicada a lo largo de la naciente Calzada de Guadalupe.22

Gráfica 1. Plano de la ciudad de San Luis Potosí de Mariano Vildósola. 1771. Fuente: Artes de México, 1992.

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pArte iii/ Adrián moreno mAtA /utopíA y reconceptuAlizAción del modelo urbAno mexicAno: frAgmentAción, nuevos espAcios de centrAlidAd e imAginArio colectivo en unA ciudAd coloniAl mexicAnA

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iii) La tercera etapa, que denominaremos la Ciudad del Nuevo Orden (1845-1877), se caracteriza por la sucesiva pre-sencia de eventos de carácter político y social –la invasión de los Estados Unidos en la época de López de Santana; la Guerra de Reforma en 1859; la intervención francesa y la instaura-ción del imperio (1862); el triunfo de la República en 1867; el inicio y consolidación del periodo porfirista (1876-1877)-. En este contexto, la destrucción de las iglesias y conventos, ini-ciada con la desamortización de los bienes de la Iglesia, dio paso a una importante transformación del centro urbano de la ciudad, a la especulación de los terrenos resultantes de las demoliciones, a la apertura de nuevas calles, y a cambios en el sentido y organización de los espacios abiertos.23

iv) Luego vendría el periodo de la Ciudad del Porfiriato (1876-1910). En la que continúan la construcción de obras para el abastecimiento de agua al sur y centro de la ciudad, y la transformación de la traza urbana y el espacio de la ciudad, que “…ganó espacios abiertos pero […] cambió el espíritu re-ligioso llevado hasta el espacio exterior, integrado por la calle y la plaza”24 (ver Figura 1).

Hasta este momento (1592-1910), el plano cuadriculado original de la ciudad permitió la extensión sin ruptura de la trama urbana, mediante la prolongación de la traza histórica (véase figura 2). En este sentido, puede afirmarse que la cua-drícula de esta ciudad sólo existe en relación con el centro y con la plaza central. Al igual que en otras ciudades mexicanas e iberoamericanas, el plano cuadriculado y la organización en torno a la plaza central constituyen una importante especifici-dad en las etapas iniciales de San Luis Potosí.25

v) La etapa de la Ciudad Moderna (1910-1940) se inicia en el periodo revolucionario y continúa a lo largo de la prime-ra mitad del siglo xx. Durante este periodo se observan en la ciudad importantes transformaciones socioeconómicas que impulsaron una ligera expansión económica, la concentración de mano de obra y el desarrollo de un creciente mercado re-gional que reforzaron notablemente la economía urbana local. Al arribar este siglo ya se notaba un ligero crecimiento hacia el

sur del centro antiguo, combinándose con un desplazamien-to casi imperceptible hacia el norte y una incipiente ruta de crecimiento hacia el poniente (Gráfica 4).

vi) La etapa de la Ciudad Contemporánea o metropolita-na comprende, a su vez, dos periodos: de 1940 a 1970, que podríamos denominar la Ciudad sectorial y de 1970 hasta fi-nales de los años ochenta, que sería el inicio de la Ciudad po-larizada (Gráfica 4). Dicha etapa se caracteriza por dos fenó-menos importantes: un notable incremento de las inversiones directas en las actividades productivas locales, que comenzó a imponer nuevos tipos de producción más especializados, y una nueva división y especialización del trabajo -esto último, al requerir de un alto grado de proximidad entre los com-ponentes del proceso productivo, se reflejaría en cambios en los patrones de localización y uso del suelo-; y el desarrollo del sistema de fraccionamiento, que impulsó desde entonces nuevas formas de producción habitacional, la mercantiliza-ción y especulación con el suelo urbanizable, y el surgimiento de un poderoso sector inmobiliario privado.26 El modelo de crecimiento de la ciudad comenzó a hacerse más complejo, combinando el modelo concéntrico con el crecimiento radial y por sectores de ingreso (Gráfica 5).

vii) Finalmente, aparece la Ciudad fragmentada y po-licéntrica, cuya etapa comprende desde finales de los años ochenta, hasta la primera década del siglo XXI. Durante este periodo la ciudad ha observado un importante repunte de la actividad industrial y terciaria que le permitió recupe-rar su papel como nodo de carácter subregional, lograr un crecimiento continuo del empleo (hasta 2007) y captar im-portantes inversiones foráneas, ubicándola como una de las ciudades medias con mejores perspectivas de competitivi-dad y desarrollo económico de la región centro-occidente de México.27 En esta etapa la dispersión metropolitana impulsó un modelo de crecimiento urbano predominantemente ho-rizontal, el surgimiento de nuevos sectores de la ciudad, y de nuevas centralidades ligadas a la expansión metropolitana. Se observa la incorporación de nuevas tierras de uso no urba-

Gráfica 2. Plaza de Armas, circa principios del siglo xx Fuente: Artes de México, 1992, p. 38.

Gráfica 3: Centro histórico de San Luis Potosí (circa 1592) del siglo xvii Fuente: Alejandro Galván Arellano, op. cit., p. 259.

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no al perímetro metropolitano, una marcada diferencia en el grado de densificación de los diversos sectores de la ciudad y notorias diferencias en las posibilidades de acceder a los mer-cados del suelo y la vivienda, de los distintos sectores sociales (Gráfica 6).

FRAGMENTACIÓN DEL ESPACIO SOCIAL Y NUEVAS CENTRALIDADES: ¿QUÉ VA PRIMERO?El fenómeno de la fragmentación y de las nuevas centralida-des en diversas metrópolis del país ha sido abordado por dis-tintos autores y desde diferentes ángulos. La multiplicación de los grandes centros comerciales, en particular durante las últimas dos décadas del siglo xx, constituye un elemento fundamental en el modo de vida de las clases medias, con-virtiéndose en verdaderos subcentros urbanos.28 Pero además de la imagen de “repliegue social” a la que frecuentemente se les asocia y de su vinculación con nociones muy concurridas como la “fragmentación urbana” (porque son espacios pri-vados, de acceso controlado, con una homogeneidad social fuerte), parece existir consenso acerca de la función que cum-plen hoy en día en términos de sociabilidad urbana.29

El centro antiguo y las nuevas centralidades en la Zona Metropolitana de San Luis PotosíEl territorio definido como Centro Histórico de San Luis Po-tosí, abarca una gran parte de los barrios de San Miguelito, San Sebastián, Santiago, Tlaxcala, El Montecillo, y una pe-queña porción del barrio de Tequisquiapan. La zona donde se inserta la traza urbana original, comprende un área de 1.9 kilómetros cuadrados, en la cual se ubican 218 manzanas que contienen más de 2 mil inmuebles construidos entre los siglos xvii y xix que exhiben diversas tipologías, tamaños e impor-tancia, catalogados como monumentos históricos 30 (Gráficas 7 y 8).

Dentro de las transformaciones que más han afectado la estructura urbana y la morfología de la zmslp destaca la ten-dencia a una nueva regionalización económica de la ciudad, cuyo eje es la selectividad en la localización de las actividades económicas en el territorio urbano. Como lo revelan algunos estudios,31 el modelo espacial de localización de estos gran-des equipamientos comerciales en México y en otros países latinoamericanos se ajusta a diversos criterios. Todo ello tie-ne un impacto importante sobre la estructura urbana y, en particular, promueve la expansión de las ciudades mediante un modelo policéntrico o polinuclear y disperso que, en el caso mexicano, contrasta con el patrón de la mayoría de las ciudades o metrópolis de finales de los años sesenta y setenta, típicamente monocéntricas.

En el caso de la zmslp, las implicaciones de esta tendencia son diversas: i) conformación de corredores modernizados

Gráfica 4. Ciudad de San Luis Potosí: evolución de la mancha urbana (va-rios años) Fuente: Arnoldo Kaiser, 1972, p. 65 y Adrián Moreno

Gráfica 5. zm de San Luis Potosí: tipología de vivienda por estrato socioeconómico, 1992

Gráfica 6. zm de San Luis Potosí: mancha urbana, 2003Fuente: H. Ayuntamiento de San Luis Potosí, 2003

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de alta rentabilidad inmobiliaria; ii) construcción de grandes centros comerciales o malls; iii) articulación de los ejes ante-riores mediante modernización del sistema vial y las nuevas “arterias” para el transporte colectivo y para el automóvil pri-vado; iv) los intentos de revitalización del centro histórico a partir de grandes proyectos modernizadores; y v) una perife-ria metropolitana, en donde sus territorios parecen expresar mayor integración a la economía de la ciudad, aunque esto sea a través de un modelo altamente segregado.

El papel que juegan el centro, la centralidad y las nuevas centralidades en esta recomposición de la estructura urbana es fundamental, influyendo de manera determinante en las diversas tendencias que se observan en la etapa reciente: i) es posible observar un importante decrecimiento demográfico del centro histórico; ii) así como un descenso en la densidad de población. De hecho, durante el periodo 1990-2000 los siete barrios que conforman el perímetro considerado como zona centro presentan un decremento total de 10 723 habi-tantes, pasando de 50 369 al inicio del periodo a 39 646 al final del mismo.32

Este decremento representa 21.28% de la población ini-cial. La totalidad de los barrios comprendidos en la zona central, presenta tasas de crecimiento poblacional negativas. En general, la pérdida de habitantes de la zona central podría relacionarse con el proceso de cambio de uso de suelo habi-tacional a comercial que se ha presentado en la zona en los últimos treinta años, lo que a su vez genera importantes des-equilibrios en la proporción de dichos usos, en la valorización

de predios e inmuebles, y la especulación con los mismos. Respecto al descenso en la densidad poblacional de la zona centro, también se observa un decremento importante entre 1990 y 2000, de 105 a 82 habitantes por hectárea durante el periodo. Aun así, esta cifra corresponde al mayor índice de primacía por densidad, ya que la densidad promedio en toda la zmslp pasó de 38.65 en 1990 a 48.4 habitantes por hectárea en 2000.33

En términos del patrón de dispersión centro-periferia34

que agrupa en diversos tipos de función los principales flujos de movilidad residencial por contorno, se observa la presen-cia de tres patrones: i) el patrón de dispersión focalizada hacia un anillo, el segundo contorno, que es el principal destino de los flujos de la ciudad central. En ese periodo la relocalización residencial es espacialmente selectiva hacia un contorno de destino, propiciando un importante dinamismo demográfico en este contorno con relación a lo ocurrido en el resto del tejido intrametropolitano; este patrón comienza a partir de 1940 –la ciudad sectorial–, cuando la mancha urbana revela un claro crecimiento hacia el sector sur-poniente; esquema que corresponde, de acuerdo con la teoría de flujos de viaje por motivos de trabajo-, con una etapa de transición de un patrón monocéntrico, a otro de expansión axial del centro tradicional hacia el segundo contorno (o centro ampliado); ii) el de de dispersión metropolitana, donde la movilidad de los residentes desde la ciudad central y el primer contorno em-puja hacia la suburbanización (se inicia durante la etapa de la ciudad moderna, en especial en el periodo 1960-1980; y iii)

Gráfica 7. Centro Histórico y Barrios de San Luis Potosí, 2002. Gráfica 8. Centro Histórico de San Luis Potosí. Plano de perímetros oficiales de protección, 2002.

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el patrón de dispersión polarizada, que revela una estructura ocupacional con descentralización intermedia y flujos ocupa-cionales desde un contorno exterior hasta su vecino central más cercano: las zonas concentradoras del empleo industrial y de servicios, tanto del tercero como del cuarto contornos, se convierten paulatinamente en subcentros –la ciudad polariza-da y el inicio de la ciudad fragmentada (1980-2010). CONCLUSIÓNA partir de lo expuesto hasta aquí, es posible plantear algunas ideas de carácter exploratorio. Al igual que anteriores utopías urbanas -desde las utopías medievales, pasando por las de tipo renacentista, incluidas la ciudad ortogonal aragonesa (1076) o la ciudad cuadricular hispanoamericana (1384), hasta llegar a utopías ulteriores (el Falasterio de Charles Fourier, las ciu-dades jardín de Ebenezer Howard u otras más recientes)-, las primeras ciudades de origen novohispano se inspiraron en un modelo utópico arcaico, pues “…mientras que en Europa era imposible destruir el trazo irregular de las viejas ciudades en la Nueva España […] “…se disponía de un espacio libre sobre el que podía construirse la nueva ciudad ideal”.35

Así, el modelo original de las ciudades antiguas se refor-mula en el foco mexicano (1523), hacia la cuadrícula jerar-quizada, desde la monumental plaza mayor, bajo la influencia prehispánica y con un impacto más centrado en la utopía ca-tólica que en la de corte renacentista;36 modelo que, con cier-tos ajustes y variantes permanece prácticamente invariable durante casi trescientos años, desde la fundación de las pri-meras ciudades novohispanas en el siglo xvi hasta el periodo del porfiriato, que concluye en los albores del siglo xx.

A lo largo del siglo anterior, la producción y funciona-miento del espacio en las ciudades mexicanas se han vuelto cada vez más complejos, en particular durante la etapa recien-te, en la que se observan varios fenómenos: i) la yuxtaposición y complementariedad de diversos modelos socioespaciales in-traurbanos; ii) la interacción de procesos concentración-cen-tralidad/dispersión-periferia que genera una estructura urba-na particular, basada en una geografía compleja de polos de centralidad; y iii) la difusión de ciertas prácticas de la relación espacio/sociedad, con los espacios centrales que, entre otros aspectos, modifican radicalmente prácticas tradicionales de carácter simbólico, en las que la vida social, política, cultural y religiosa estaba fuertemente centrada. En el caso de la zmslp se puede concluir que, la industrialización, la terciarización económica y la aparición de nuevas centralidades, han mo-dificado radicalmente la función de los espacios tradicionales (el centro histórico original, las plazas antiguas y los barrios) y su relación con la población y las actividades económicas. De manera paralela al surgimiento de estos nuevos espacios de centralidad, el centro histórico tradicional sufre un proce-so de diferenciación interna, ante la presencia de varios fenó-menos: la degradación del espacio construido; el surgimiento de un “centro comercial popular”; y la coexistencia con un

tipo de vivienda en desuso: la vecindad.37 Cabe aclarar que, al igual que en otras ciudades del país,38 en el caso estudiado, no todos los centros comerciales surgidos en los últimos trein-ta años han impulsado la consolidación de nuevos polos de centralidad en la ciudad, pues algunos no son sino un atribu-to de los nuevos fraccionamientos periféricos; sin embargo, participan en la difusión de nuevos espacios de centralidad adaptados a la generalización de la vivienda unifamiliar para estratos de bajos recursos, y a la emergencia de megaurba-nizaciones o grandes conjuntos residenciales cerrados para sectores de ingresos altos y medios.

En síntesis, la proliferación de los nuevos malls en la zmslp ha contribuido en gran medida a los procesos de dife-renciación y segregación del espacio urbano. En este sentido, la difusión de los centros comerciales en la periferia urba-na, puede compararse con una autonomización de sectores enteros de la ciudad, una fragmentación del espacio urbano, de acuerdo con el modelo de las periferias de las ciudades es-tadunidenses que prefiguran la ciudad “postmoderna”, en el seno de la cual se multiplican los centros periféricos.

NOTAS Y REFERENCIAS1 El autor agradece la colaboración del Maestro Ricardo Vi-llasis Keever, profesor investigador del iiph y miembro del Cuerpo Académico “Hábitat y Medio Ambiente”, así como el apoyo del alumno Adán Contreras Potenciano, del itesm Campus Saltillo2 Patrice Melé, La producción del patrimonio urbano, México, Publicaciones de la Casa Chata/ciesas, 2006; Adrián More-no Mata, “Los modelos de crecimiento urbano: pertinencia y aplicabilidad en el estudio de la estructura de las ciudades medias de México”, en Hábitat, Nueva Época, año 1, núm. 1, julio 2009; Manuel Suárez y Javier Delgado, “La expan-sión urbana probable de la Ciudad de México. Un escenario pesimista y dos alternativos para el año 2020”, en Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 22, núm. 1, enero-abril, 2007, pp. 101-142; entre otros.3 Manuel Suárez y Javier Delgado, op. cit., pp. 101-142.4 Idem.5 Jaime Sobrino, “Patrones de dispersión intrametropolita-na en México”, en Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 22, núm. 3, septiembre-diciembre 2007, pp. 583-617. 6 Axel Borsdorf, “El modelo y la realidad. La discusión ale-mana hacia un modelo de la ciudad latinoamericana”, en Re-vista Interamericana de Planificación, núm. 87-88, 1989, pp. 21-29; Jean Paul Deler, “Barrios populares y organización del espacio de las metrópolis andinas, ensayo de modelización”, en Bulletin de l’Institut Français d’Etudes Andines, núm. 1, 1988, pp. 239-250; E. Griffin y R. Ford, “A Model of Latin America City Structure”, en The Geographical Review, vol. 70, núm. 4, 1980, pp. 397-422; Salomón González Arellano y Paul Villeneuve, “Transformaciones recientes en el espacio socioresidencial de Monterrey, 1990-2000”, en Estudios De-

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mográficos y Urbanos, vol. 22, núm. 1, enero-abril, 2007, pp. 143-198; Patrice Melé, op. cit.; Adrián Moreno Mata, “Crisis del desarrollo urbano en San Luis Potosí”, en Ciudades, núm. 3, Revista Trimestral de la Red Nacional de Investigación Ur-bana, México, julio-septiembre 1989, pp. 38-42; Manuel Suá-rez y Javier Delgado, op. cit., entre otros.7 Jaime Sobrino, op. cit.8 Laura Guillermina Gómez Santana, “El juego del intercam-bio en el siglo xvii”, en: Historia Urbana. 2º. Congreso rniu, Investigación Urbana y Regional, Balance y Perspectivas, rniu/uap/uat, México, 1999, pp. 15-29.9 Adrián Moreno Mata, “Crisis...”.10 Axel Bordsdorf , op. cit.11 Patrice Melé, op. cit.12 Idem.13 Idem.14 Idem.15 El patrimonio de México y su valor universal. Lista indica-tiva, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2002.16 Adrián Moreno Mata, “El contexto socioeconómico y de-mográfico de la expansión urbana de San Luis Potosí: ante-cedentes y situación actual (Primera Parte)”, en Cuadrante, Nueva Época, slp, uaslp, núm. 1, septiembre-diciembre 1989, pp. 8-21.17 El patrimonio de México...18 Alejandro Galván Arellano, Arquitectura y Urbanismo de la Ciudad de San Luis Potosí en el siglo xvii, San Luis Potosí Editorial Universitaria Potosina, 1999, pp. 31, 39.19 Jorge González Claverán, “Curso Diseño y Ciudad. Módulo: Las plazas y la ciudad”, slp, dadu-uaslp, 2009.20 Alejandro Galván Arellano, op. cit.; Adrián Moreno Mata, “El contexto socioeconómico…”; Jesús Villar Rubio, El centro histórico de la ciudad de San Luis Potosí y la obra del ingenie-ro Octaviano Cabrera Hernández, San Luis Potosí, Editorial Universitaria Potosina, 1998; entre otros.21 Jorge González Claverán, op. cit.22 Oscar Hinojosa Villarreal y Ricardo Villasis, “Historia de las obras hidráulicas del siglo xix”, en dadu, Revista de Ar-quitectura y Urbanismo, núm. 5, 2008, pp. 337-354.23 Jesús Villar Rubio, op. cit., p. 47.24 Ibidem, p. 49.25 Adrián Moreno Mata, “Los modelos...”.26 Adrián Moreno Mata, “Calidad de vida…”27 Adrián Moreno Mata, “Competitividad territorial, concen-tración urbano-industrial, innovación y entorno global. Una incipiente región de aprendizaje en el centro-occidente mexi-cano”, en Espaciotiempo, Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades, año 2, núm. 4, otoño-invierno, 2009.28 Thierry Lulle y Catherine Paquette, “Los grandes centros comerciales y la planificación urbana. Un análisis comparati-vo de dos metrópolis latinoamericanas”, Estudios Demográfi-cos y Urbanos, vol. 22, núm. 2, mayo-agosto 2007, pp. 337-362.

29 Ibidem, pp. 340-341.30 El patrimonio de México…, pp. 27-28.31 Carlos Garrocho, “Localización, localización y localiza-ción: el manejo del espacio en la competencia entre centros comerciales”, en Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 18, núm. 3, septiembre-diciembre, 2005, pp. 449-494; Thierry Lulle y Catherine Paquette, op. cit.32 Conteo de Población y Vivienda 1995, resultados definitivos, medio informatizado y scince, méxico, inegi, 1995 y 2000.33 Idem.34 Jaime Sobrino, op. cit.35 Guillermo Tovar y de Teresa, Miguel León Portilla y Silvio Zavala, La Utopía Mexicana del Siglo xvi. Lo bello, lo verda-dero y lo bueno, México, Grupo Azabache, 1996.36 Celia Guevara, “Utopías urbanas: el caso Quirouli”, en Ra-zón y Revolución, núm. 6, otoño, 2000, pp. 34-52.37 Adrián Moreno Mata, “Calidad de vida…”.38 Patrice Melé, op. cit.

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INTRODUCCIÓNAbordar el tema de la centralidad, al menos para el caso de las ciudades latinoa-mericanas y más aún en el caso de México, pudiera resultar sumamente obvio en términos de ubicar, espacial y temporalmente, al centro urbano como el único sitio de concentración de servicios y equipamientos, que ha generado una sinergia con-céntrica de estructuración del espacio urbano e incluso de la dinámica social. No se trata de una visión pragmática, sino del resultado de un proceso histórico que, por más de cuatro siglos, ha mantenido una coincidencia espacial y funcional de “centro urbano”.

El esquema de ciudad, heredado del periodo virreinal, monocéntrico y de ca-rácter centrípeto, ha provocado que desde su fundación las ciudades hayan concen-trado los principales equipamientos y servicios urbanos en la zona centro, dejando la expansión urbana para absorber el crecimiento poblacional natural o social. Así, las ciudades se configuraron bajo un proceso permanente de expansión, pero en la actualidad la dimensión de la mancha urbana neutraliza el grado de atracción y dependencia hacia el centro urbano.

De forma simultánea al debilitamiento de atracción, inició un proceso de frag-mentación urbana que incentivó el surgimiento de nuevas centralidades.

La complejidad de la ciudad actual, demanda analizar la fragmentación y poli-centralidad desde dos perspectivas distintas: la primera de ellas, atiende la visión tradicional, es una lectura desde el centro, en la cuál los privilegios otorgados al componente histórico son un factor que incentiva nuevas centralidades.

La segunda corresponde a un análisis desde la periferia, donde la presencia de un centro hegemónico se debilita ante la magnitud que adquiere la movilidad in-traurbana y redimensiona la centralidad urbana como una más de las múltiples centralidades de la ciudad actual.

Policentralidad y fragmentación

en la ciudad del siglo xxi

SALVADOR GARCÍA ESPINOSA

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LA VISIÓN DESDE EL CENTROEn general, puede afirmarse que, la estructura monocéntrica de la ciudad tiene su primer cambio significativo a mediados del siglo xix cuando surgen las colonias, que constituyeron un nuevo esquema de crecimiento urbano, ya que, a diferen-cia de los barrios, fueron áreas exclusivamente habitaciona-les, dicha monofuncionalidad fue una aceptación explícita de dependencia hacia una “zona central” en la que estaban los comercios, equipamiento y servicios necesarios para sa-tisfacer las necesidades básicas de los nuevos colonos.Pero la ciudad no sólo se extiende, sino que también incre-mentó la dependencia hacia el núcleo central, contribuyendo a consolidar la concentración y mejora en los niveles de ser-vicios; además la diversa arquitectura e innovaciones tecno-lógicas de la época, marcaron su presencia en el conjunto que hoy denominamos centro histórico.

Sin embargo, este proceso de transformación permanente en donde la ciudad se construye, inventa y re-construye en si misma, obligó a la disciplina de la Restauración en aras de lograr la conservación del patrimonio, a transitar de la di-mensión del inmueble al urbano, situación que en el ámbito legal llevó a la incorporación de las Declaratorias de Zona de Monumentos,1 a partir de las cuales el Gobierno Federal fin-có su marco de actuación sobre edificaciones de muy diversa temporalidad.

Bajo este marco, los centros urbanos mexicanos, carac-terizados por este collage arquitectónico, fueron escenario para legitimar la acción gubernamental sobre la imagen ur-bana, usos de suelo e infraestructura, que permitiera garan-tizar la conservación del patrimonio y su aprovechamiento potencial turístico.

En el ámbito mundial, durante 1980, se observó un incre-mento significativo en la dinámica turística, de forma par-ticular en lo concerniente al llamado turismo cultural, en el cual, un detonador indiscutible fue la inscripción de centros y conjuntos históricos en la Lista del Patrimonio Mundial de la unesco, por lo que México promovió la inscripción de va-rios de sus centros históricos. De los 29 sitios mexicanos que forman parte del Patrimonio Mundial, el mayor porcentaje (30%) corresponden a centros históricos y zonas de monu-mentos, destacando los de las ciudades de México, Puebla, Morelia, Oaxaca, Zacatecas y Querétaro (Tabla 1 y Gráfica 1).

El cambio de monumento a zona representó una modi-ficación en la escala y requirió incorporar otras disciplinas al ámbito patrimonial y dejar atrás los tradicionales proce-sos de registro y catalogación, para dar paso a estrategias de conservación del contexto urbano, en el cual los aspectos sociales, económicos y políticos inherentes, evidenciaron la insuficiencia del corpus disciplinar de la Restauración para enfrentar el nuevo reto que representaba conservar los cen-tros urbanos.

Pero el aspecto patrimonial siguió constituyendo la base de actuación por esta razón, más que una apertura discipli-naria el proceso se ha caracterizado por la incorporación a la Restauración de herramientas de diversas disciplinas como: Geografía, Urbanismo, Sociología y Economía, para hacer frente a problemas de esa naturaleza para la conservación del patrimonio cultural edificado.

Pese a lo anterior, en un primer escenario, la actuación sobre los centros urbanos, desde la perspectiva de la Restau-ración, se caracterizó por propuestas tendientes al rescate de inmuebles patrimoniales, más no a la solución de la proble-mática urbana. Además, eso demandaba montos de inversión altísimos para los gobiernos y sólo alcanzaba para algunos inmuebles y de forma temporal, lo que propició que las res-tauraciones se volvieran económica y socialmente no susten-tables.

Tabla 1. Centros históricos de México que se encuentran inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial

Gráfica 1. Centro histórico de Morelia, la vocación turística es evidente. Foto del autor

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ArquitecturA y urbAnismo contemporáneos en contextos Históricos

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La necesidad de acciones de conservación sobre zonas y no inmuebles específicos, así como la aceptación de usos di-námicos como el habitacional y comercial, evidenció la inca-pacidad del gobierno federal por hacer frente a la magnitud de semejante empresa.

En este contexto, la disciplina de la Planificación Urbana, se constituye como el eje de actuación al que termina incor-porándose aspectos relativos a la conservación del patrimonio edificado, hecho que representó un cambio sin precedentes en la forma en que se habían venido planificando las ciudades, al modificar sus paradigmas de expansión y conducción del desarrollo futuro, por los de reestructuración de zonas edifi-cadas y habitadas.

Puede afirmarse que la denominación de centro histórico en lugar de centro urbano no debe ser considerada como un simple cambio en la semántica, sino como el surgimiento de un nuevo elemento dentro de la estructura urbana,2 que si bien, se encontraba incluido en la centralidad urbana, aho-ra se constituye como independiente. A diferencia del centro urbano en el que se concentran las actividades financieras, comerciales, administrativas y políticas,3 el centro histórico puede implicar, según la práctica, prescindir de aspectos de centralidad financiera y comercial, incluso administrativa, a fin de privilegiar su perfil patrimonial.

Así, el centro, desde la perspectiva de lo histórico-patri-monial se despoja de aquellos componentes de centralidad comercial y/o financiera (que venía disminuyendo su carác-ter central debido a la expansión de la mancha urbana) para iniciar una redefinición de su vocación urbana, siempre de forma coordinada entre el gobierno y la iniciativa privada, para lograr a partir de la puesta en valor del patrimonio, la reinserción de las zonas centrales a la nueva dinámica urbana, aunque para ello sea necesario cuantiosas inversiones.4

La ciudad de México permite dar evidencia de lo anterior, donde la “creación” del centro histórico ha correspondido a un proyecto inmobiliario donde gobierno e iniciativa priva-da unen intereses. Carlos Slim Helú, uno de los hombres más rico del mundo, adquirió en 2003, a ofrecimiento del gobier-no, 45 edificios de distintas épocas y estilos arquitectónicos, ubicados en el primer perímetro del centro histórico.5 Poco después fue designado presidente del Comité Ejecutivo del programa de Rescate del Centro Histórico, que le permitió coordinar, elaborar, ejecutar y dar seguimiento a las inversio-nes del gobierno y de la iniciativa privada. En 2009, informó que la inversión realizada en los últimos ocho años es supe-rior a los $ 20 mil millones de pesos, de los cuales por cada peso invertido del gobierno la iniciativa privada ha invertido 20 pesos.6

Una muestra evidente de las implicaciones sociales que conlleva el cambio en el vocación urbana del centro, lo cons-tituye el uso habitacional, el cuál por la gentrificación, al que conllevan las inversiones de “rescate”, ve disminuida su pre-sencia y diversidad, acentuando el contraste entre la vivienda

de población de alto ingreso con las vecindades populares, donde el deterioro significativo de las condiciones estructura-les de los inmuebles de éstas últimas, hace previsible su pronta erradicación del centro histórico.

En el proceso de “construcción” del centro histórico, las acciones gubernamentales incentivan la reubicación de algu-nas actividades cuya intensidad de uso resulta aparentemen-te “incompatible” con el carácter histórico de la zona, tal es el caso de oficinas administrativas o almacenes comerciales, de abasto e incluso centros educativos, etcétera, cuya nueva ubicación ha propiciado la consolidación de sub-centros con un grado de especialización que en algunos casos, lleva a ser considerados como de carácter urbano.

Vista desde el centro, puede afirmarse que la reorientación al turismo bajo la figura de centro histórico, si bien ha incen-tivado la conformación de nuevas centralidades, también es una alternativa de adecuación de la zona centro a la dinámica urbana actual, al sumar valores a la centralidad histórica.7En otras palabras, las nuevas centralidades parece que hubieran surgido de forma independiente a la reorientación en la voca-ción del centro, como consecuencia natural del debilitamien-to de la centralidad en el contexto de la metropolización.

LA VISIÓN DESDE LA PERIFERIALa ruptura de un modelo de desarrollo urbano centrípeto, que habían presentado las ciudades en México, se vio modificado significativamente con la expansión de la mancha urbana por la emigración del campo a la ciudad, entre 1940 a 1970, acen-tuándose en 1990 por la crisis agrícola del país.8 Este proceso de crecimiento poblacional, propio de países latinoamerica-nos, demandó que las políticas de planeación urbana se enfo-caran al crecimiento y expansión de los núcleos urbanos.

Después de la proliferación de las colonias del segundo tercio del siglo xx, la institucionalización del Sistema de Pla-neación en el país generalizó el desarrollo de esquemas que previeran un crecimiento más integral, bajo la lógica de una mezcla y dosificación de usos de suelo, de forma tal que sur-gen fraccionamientos en los que, a diferencia de las colonias, integraban áreas comerciales. Estos nodos comerciales son el embrión de las nuevas centralidades, ya que en un inicio fue-ron formándose con base en las necesidades demandadas de los habitantes de las zonas habitacionales circundantes, y de esta forma disminuir e incluso eliminar la dependencia del centro urbano. Tal estrategia evidencia la imposibilidad de que la mancha urbana actual siga “gravitando” en torno a un único centro urbano.

Esta estrategia se formalizó para la ciudad de México a finales de 1970, cuando se fija como objetivo consolidar un número determinado de centros y de sub-centros.9 La realidad fue que dichos sub-centros detonaron corredores urbanos que se configuraron con base a la confluencia de grandes centros comerciales y vialidades primarias, como parte de la estruc-tura física fundamental para soportar el desarrollo urbano.10

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El caso de la centralidad comercial es el más común para la conformación de nuevas centralidades urbanas,11 inician con los centros comerciales de abasto, completados con esparci-miento, que se consolidan en 1980 con la incorporación de salas de cine, para agregar el consumo cultural.12

Aún cuando los instrumentos de planificación urbana ofrecen la idea de que las centralidades intra-urbanas son planeadas y definidas por las autoridades, bajo la idea de an-ticiparse al crecimiento y orientarlo, el emplazamiento y con-creción de las nuevas centralidades urbanas obedecen más a la decisión del capital privado que del gobierno.

La divergencia anterior minimiza el potencial de las nuevas centralidades como elementos estructuradores del desarrollo urbano, consecuencia de una visión tradicional de la planea-ción como instrumento de control por parte del gobierno, y no como estrategia de articulación del capital privado para coadyuvar en la inversión pública, tal y como esta ocurriendo en los centros históricos.

El turismo cultural ha permitido que algunas ciudades se vinculen por sus centros históricos a una dinámica global; la especialización de nuevas centralidades es la oportunidad de acceso a una competitividad urbana mundial. El caso extre-mo es el de Santa Fe en la Zona Metropolitana de la ciudad de México, donde se concentran las oficinas corporativas de las principales instituciones bancarias nacionales y oficinas de corporativos internacionales, que la hace ser un nodo de articulación entre la dinámica global y la local.

Se destaca para el Centro Histórico de la ciudad de Méxi-co, que el megaproyecto de Santa Fe, si bien inició como un proyecto planeado por las autoridades13 destaca por su natu-raleza global, debido a la magnitud que alcanza, pues los refe-rentes arquitectónicos que lo caracterizan son realizados por el capital privado y no por el Estado, clara manifestación del poder económico y financiero como rector del proyecto.

El surgimiento de nuevas centralidades se ve en diferentes escalas y especializaciones como la concreción de una cen-tralidad funcional vial que permitió conformar sitios estra-tégicos de la ciudad, y por lo tanto altamente deseables para la inversión del capital; por ello su diversidad obedece a la estrategia vial sobre la cual se aglutinan grandes proyectos edificatorios que hoy adquieren una dimensión de corredores urbanos, como la expresión (lineal) más acabada de nuevas centralidades en México.

LA CIUDAD FRAGMENTADASin duda alguna que la policentralidad lleva implícito un pro-ceso de fragmentación, entendido como una trasformación del espacio urbano con base en diferencias sociales, econó-micas o culturales, concretada en la dimensión urbana, ya que al fragmentarse los espacios, se fragmentan también las nociones del espacio social y todas aquellas variables que es-tructuran la experiencia urbana del individuo.14

Las nuevas centralidades pueden ser atribuidas en mayor medida a las decisiones del capital privado, la fragmentación socioespacial de la ciudad, de acuerdo con Prevot, se debe a un comportamiento social consecuencia de uno económico.15

En lo habitacional, la monofuncionalidad que inició con las colonias, si bien incentivó una dependencia hacia la zona cen-tro, también permitió que a futuro se pudieran conceptua-lizar extensas áreas habitacionales “aisladas” del resto de la mancha urbana, tal y como acontece con los fraccionamien-tos cerrados o privados.

Pero del mismo modo en que, la oferta habitacional bajo el esquema de desarrollos cerrados no es sólo una práctica de la población de mayores ingresos, sino también en sectores po-pulares y de nivel medio; tampoco se ha limitado a la áreas de crecimiento, sino se ha incentivado en colonias populares, y se han apropiado de espacios públicos como calles o jardines, con la finalidad de “protegerse” del conjunto que representa la ciudad (Gráfica 2).

Algo similar ha ocurrido con el equipamiento, servicios y comercios, ya que desde la perspectiva económica, la con-centración de zonas habitacionales alejadas de la zona centro constituyó una demanda potencial para el desarrollo de áreas comerciales.

La intensificación de la segregación socio-espacial se ma-nifiesta en la dispersión de elementos de la estructura urba-na, que tradicionalmente se habían concentrado (industria, comercio, servicios), de forma tal que las inversiones en co-mercios y servicios, como resultado de la transformación eco-nómica y la globalización,16 constituyen verdaderos “archipié-lagos urbanos”17 en donde “la posición social ya no determina la posición geográfica y que la sociedad en archipiélago, pro-duce una imbricación de los diferentes espacios y otorga una visibilidad incrementada las diferencias.”18

El problema actual de las ciudades es que mientras algu-nas partes de la ciudad adquiere una especialización, otras zo-nas no participan de dicho proceso; así la ciudad se diferencia entre aquellos espacios estratégicos reestructurados con base a la concentración de inversiones de capital y las amplias áreas

Gráfica 2. Los conjuntos habitacionales cerrados son una evidencia clara de la fragmentación de la ciudad actual.

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residuales que evidencian abandono; de forma tal que las des-igualdades sociales se acentúan en el espacio, segregando, lo que ocasiona una polarización socioeconómica, como base de una ciudad difusa polarizada entre nuevas centralidades y periferias.

EL NUEVO CENTRO HISTÓRICOPlantear el escenario actual de la ciudad, a partir de los ejes de la policentralidad y segregación, tiene como objetivo acotar la visión tradicional de la ciudad como una unidad integral y observarla como la conjunción, más no el conjunto, de diver-sos elementos cuya vinculación indirecta o directa se modifi-ca constantemente e incluso se debilita ante el fortalecimiento de vínculos de algunos de sus elementos hacia otros similares en otras ciudades.

El caso de los centros históricos resulta el más evidente, hay que considerar que, si bien resulta difícil atribuir a un sólo factor el cambio en la estructura urbana, el privilegiar el carácter histórico de los centros urbanos por sobre sus demás elementos de centralidad, adquiere relevancia, porque desde la perspectiva de la estructura urbana, representa la incor-poración de un nuevo elemento, hasta hace poco inexistente, que ha venido a detonar un nuevo esquema de ciudad.19

Los nuevos centros históricos dependiendo del grado de consolidación en la vocación turística, disminuirán su capa-cidad de centralidad y propiciarán que la ciudad, carente de un centro hegemónico en torno al cuál organizarse, se re-es-tructure a partir de las nuevas centralidades. En este contexto los centros históricos, como elementos de la estructura urba-na, resultan ser más una construcción de la ciudad actual, que una herencia del pasado (Gráfica 3).20

REFLEXIÓN FINALHoy en día se está ante una nueva forma de construir la ciu-dad, el urbanismo actual no diseña la ciudad a partir de lo público como aconteció en el pasado, sino a partir de lo priva-do y de las posibilidades de atraer inversión. Sólo que dichas inversiones resultan diferenciables espacial y socialmente, de-jando al gobierno la responsabilidad de solucionar los impac-tos indeseables o no previstos de la política económica.

En este contexto, los centros históricos se inscriben al con-cierto de las nuevas centralidades, constituyen terreno fértil para inversiones y alternativa para potenciar diferencias cul-turales en el contexto de la globalización.

Sin embargo en la dimensión intraurbana, la búsqueda de competitividad ha propiciado que centros históricos de diver-sas ciudades se vinculen para potenciar sus afinidades y con ello debilitan la interrelación para con las ciudades de la cual forman parte.El debilitamiento de la interrelación urbana, permite prever que los centros históricos lleguen a constituir un elemento deseable, pero no prescindible dentro de la estructura urbana de la ciudad actual.

Por todo lo anterior, una alternativa sería fomentar forta-lecimientos de la interrelación entre el centro histórico y los demás elementos de la estructura urbana actual, situación que de inicio conlleva, a superar la práctica común de diseñar políticas e instrumentar acciones sobre los centros históricos, como si se tratará de zonas aisladas del resto de la ciudad, donde incluso se han creado organismos administrativos es-pecíficos.

Claro está, que en los casos donde la transformación del centro urbano a histórico, ha constituido la mejor alternati-va económica para que algunas ciudades se inserten en una dinámica global, conlleva a diseñar e instrumentar nuevos mecanismos de planificación urbana, que permitan no sólo atraer las inversión privada, sino potenciar su impacto res-tringido y selectivo, a fin de disminuir las manifestaciones de fragmentación en las que se ve inmersa la ciudad en la ac-tualidad.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Boletín de Monumentos Históricos, México, inah, mayo 1991.2 Salvador García, “Centros históricos ¿herencia del pasado o construcción del presente? Agentes detonadores de un nuevo esquema de ciudad”, Scripta Nova. Revista electrónica de geo-grafía y ciencias sociales, Barcelona, Universidad de Barcelo-na, 1 de agosto de 2005, vol. ix, núm. 194 (39). <<http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-194-39.htm>>, Noviembre 2010.3 Manuel Castells, La cuestión urbana, Siglo xxi, México, 1973.4 Fernando Carrión, “El centro urbano como proyecto y obje-to de deseo” en Revista eure, num. 939, Santiago, pp.89-100, 2005.5 Raúl Monge, “La apropiación del Centro Histórico” en Pro-ceso, num. 1405, México, 2003.6 <<www.carlosslim.com>>, agosto 2009.7 Fernando Carrión, op. cit.8 Cristina Oehmichen, “Espacio urbano y segregación étnica

Grafica 3. La homogenización que se ha hecho de los centros históricos evidencia su vinculación interurbana, más que intraurbana. Foto tomada por el autor.

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en la ciudad de México” en Papeles de población, abril-junio, num. 28, Toluca, Universidad Autónoma del Estado de Méxi-co, 2001, pp.181-197.9 Thierry Lulle y Catherine Paquette, “Los grandes centros co-merciales y la planificación urbana. Un análisis comparativo de dos metrópolis latinoamericanas” en Estudios Demográfi-cos y Urbanos, vol. 22, núm. 2 (65), México, Colegio de Méxi-co, pp. 337-361. 10 Programa General de Desarrollo Urbano del Distrito Fede-ral, pgdudf, México, Gobierno del Distrito Federal. 1996.11 Thierry Lulle y Catherine Paquette, op. cit.12 C. Ochoa, “Del centro de la ciudad al centro comercial: los nuevos territorios de la experiencia cinematográfica en la Ciu-dad de México”, en M. A. Aguilar y R. Bassols, La dimensión múltiple de las ciudades, México, uam-Iztapalapa, 2001, pp. 113-136.13 M. López y J. Ochoa, “Santa Fe: razones de un proyecto”, Ciudades, núm. 27, 1995, pp. 56-60.14 Marcelo Sarlingo, Ciudades intermedias: Producción del es-pacio y fragmentación, Bs As, Instituto Gino Germani, 1998. 15 Marie Prevot, Segregación, fragmentación, Secesión. Hacia una nueva geografía social en la aglomeración de Buenos Aires, México, Colegio Mexiquense, 2000. 16 S. Gorenstein, y R. Bustos, Ciudades y regiones frente al avance de la globalización, en A. Borsdorf, “Hacia la ciudad fragmentada. Tempranas estructuras segregadas en la ciudad latinoamericana”, Scripta Nova. Revista electrónica de geogra-fía y ciencias sociales, Barcelona, Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. vii, núm. 146(122). «http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(122).htm».17 Roberto Fernández, “Archipiélagos urbanos y sustentabi-lidad notas para una teoría crítica del proyecto fragmento”, Theomal, primer semestre, núm. 7, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2003.18 Marie Prevot, Segregación, fragmentación, Secesión. Hacia una nueva geografía social en la aglomeración de Buenos Aires, México, Colegio Mexiquense, 2000.19 Salvador García, op. cit. 20 Idem.

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INTRODUCCIÓNLange Valdés expresa que la interrelación entre centralidades, movilidad y espacios públicos se presenta como paradoja, pues la movilidad urbana, permite “[…] una experiencia más amplia y diversa del espacio público, facilita un mayor contacto con la realidad físico espacial y socio cultural existente en la ciudad”.1 Este des-plazamiento tiende a interconectar por calles y barrios, a diversos sectores de la sociedad dentro de la ciudad con bordes formados por plazas, mercados, parques etcétera.

Esta paradoja pone en cuestión “…los valores de sociabilidad, encuentro y con-vivencia urbana tradicionalmente asociados al espacio público, y por tanto en la generación de distintas formas culturales de identidad, pertenencia e interrelación social.” El modelo neoliberal globalizado ha producido importantes cambios en los procesos económicos, políticos y culturales de la ciudad pre-moderna, alterando la estructura territorial de lugares generadores de centralidad. Arroyo menciona que: “[…] la ciudad actual es entendida como una unidad compleja de partes en tensión, en la que los actuales procesos, intensifican la percepción del espacio público como una dimensión desestabilizada y errática de la ciudad, enteramente anónimo, de-gradado y devaluado”.2 Lo que ha fortalecido la importancia de entender el espacio público “en un ámbito dominado por lo eventual y lo contingente, inestable e inde-terminado”,3 de dispersión, gentrificación y escisión.

El tránsito de los centros históricos a la ciudad moderna primero y después a la ciudad posmoderna, ha transformado los espacios públicos y la convivencia social entre sus habitantes, y con ello la integración urbana, a veces, no tan ordenada ni coherente. En este trabajo se propone describir y analizar el Centro Histórico de la ciudad San Luis Potosí y su eje peatonal Mercado República–Santuario de Guadalupe, como espacio público en un contexto de movilidad y desplazamiento de extraños y su incidencia en la generación de nuevas formas físicas, usos sociales

Centro Histórico de San Luis

Potosí y el eje Mercado República–

Santuario de Guadalupe

BENITO DE JESÚS DELGADILLO AMARO

Andar es no tener un lugar. Se trata del proceso indefinido de estar ausente y en pos de algo

propio. El vagabundeo que multiplica y reúne la ciudad hace de ella una inmensa experiencia

social de la privación del lugar; una experiencia, es cierto, pulverizada en desviaciones innumera-bles e ínfimas (desplazamiento y andares), com-pensada por las relaciones y los cruzamientos de

estos éxodos que forman entrelazamientos, al crear un tejido urbano, y colocada bajo el signo

de lo que debería ser, en fin, el lugar, pero que apenas es un hombre, la Ciudad.

Michel de Certeau, 1996

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y significados culturales. Se tocan aspectos de la centralidad histórica de la ciudad de San Luis Potosí.

CENTRALIDAD HISTÓRICA DE LA CIUDADAún se discute acerca de las fuentes conceptuales que pu-dieron dar origen al modelo de damero implantado en las ciudades novohispanas, aunque las ordenanzas de Felipe ii, promulgadas en 1573, se tienen como paradigma del trazo ordenador de las ciudades en América. La idea de centralidad hace referencia a la capacidad de ciertos espacios o elementos urbanos de articular flujos de todos los tipos, cuya articula-ción depende del grado de influencia de los espacios sobre los demás componentes del sistema urbano. Tradicionalmente, la noción de centralidad se limitaba al centro de la ciudad por su complejidad espacial y por concentrar diversas activida-des. Pero con el crecimiento de las ciudades y la dispersión de las actividades urbanas, se produjo la formación de nuevas formas de centralidad urbana.

Galván señala que: “La ciudad de San Luis Potosí, nace en 1583 sobre el puesto de indios guachichiles con familias tlax-calecas en 1591, formando el pueblo guachichil-tlaxcalteca de San Luis de Mexquitic. Al ser descubierto el mineral en el Cerro de San Pedro en 1592, la fundación se realizó en el pueblo de indios por contar con recursos naturales y básica-mente agua”.4

La traza reticular coexistió con la ya existente junto a la emita de la Santa Veracruz, con 19 manzanas (Gráfica 1) que se extendían a los cuatro puntos cardinales, en torno a la Pla-za se ubicaron las Casas Reales, el templo y las casas de los principales. Las cuatro órdenes religiosas se establecieron en las primeras décadas del siglo xvii, integrándose al proyecto urbano. El equilibrio urbano campo-ciudad lo constituyeron los pueblos de indios y barrios ubicados en torno a San Luis, contribuyendo a constituir una estructura de organización social-religiosa.

El agua determinó (Gráfica 2) la localización del primer puesto y el posterior crecimiento y expansión de ciudad, Vildósola señala que, “[…] en 1617 los primeros pobladores descubren al sur, en la sierra de San Miguelito el manantial de la Cañada del Lobo, su explotación como fuente de abasto se realizó hasta el siglo xix. En 1828 inicia la obra hidráulica de la Cañada del Lobo el acueducto inicia en la Cañada del Lobo al Santuario de Guadalupe, continuó a lo largo de la Calzada y su principal ramal de distribución hacia la Plaza Principal”.5 El acueducto con las toma de agua provocó una estructura lineal hacia el sur como extensión de la centrali-dad, continuando hacia el norte con la zona de comercio y abasto de la ciudad. De ahí, surgió el eje peatonal: Mercado República-Santuario de Guadalupe (Gráfica 3), con origen en la Plaza Principal, prolongando la traza. El eje al norte, la calle de Hidalgo obedeció a la ubicación del mercado Hidal-go, al frente norte de éste, se localiza lo que fue La Alhóndiga. Al norte del mercado, la Plaza de Ponciano Arriaga (antiguo

Gráfica 1. La estructura de la ciudad de San Luis Potosí. Fuente: Vildósola, 2006

Gráfica 2. El agua determinante del crecimiento de la ciudad. Fuente: Manuel Vildósola, 2006

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ArquitecturA y urbAnismo contemporáneos en contextos Históricos

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Mercado el “Rebote”), por su costado oriente, se continúa por la calle de Alhóndiga al Mercado Pípila, antiguo mercado de los guaracheros y el eje peatonal desemboca en el Mercado República.

En dirección sur, desde la Plaza de Armas, el eje es la calle de Zaragoza y continúa al Jardín Colón, pasa al costado del mercado de la Merced, y sigue a la calzada de Guadalupe, pa-sando por la Caja del Agua.

La arquitectura del eje Mercado República– Santuario de Guadalupe, es zona de protección patrimonial del Centro Histórico de la ciudad, tiene edificios que por su valor histó-rico y/o artístico son catalogados como monumentos por el inah: entre ellos: el Palacio Mercantil (Gráfica 4), La Expo-sición, el Palacio de Cristal (Gráfica 7), el Palacio Municipal, la Catedral, una casa con balcón en la esquina de Zaragoza e Iturbide (Gráfica 6), el internado Damián Carmona (antes la Exposición agrícola y ganadera del Gobierno), el Museo de las Ciencias y las Artes (antigua Penitenciaría) y el Santuario de Guadalupe (Gráfica 5).

Gráfica 3. Centralidad y linealidad de la Ciudad. Fuente: Manuel Vildósola, 2006

La Alhóndiga. Foto: bjda 2009

Caja de agua. Foto: bjda 2009

Palacio Mercantil. Foto: bjda 2009Gráfica 4. Edificios monumentales en el eje

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Internado Damián Carmona. Foto: bjda 2009

Museo de las Ciencias y las Artes. Foto: bjda 2009

Santuario de Guadalupe. Fuente: bjda 2009Gráfica 5. Edificios monumentales en el eje

ESPACIO PÚBLICO Y CULTURA URBANAEl espacio público es un lugar primordial en la dinámica de la ciudad contemporánea, hace referencia al territorio de las ideas como aquel en que se confrontan propuestas, opiniones y valores de la sociedad. Igualmente el espacio público como territorio concreto hace posible el encuentro entre los actores urbanos, como soporte físico pero también como territorio simbólico del imaginario, de lo religioso, de lo festivo. Estable-ce el lugar donde se pone en juego el registro de identidades, donde el contacto personal permite captar la diversidad de la cultura y de las culturas, constituyen orden y desorden, segu-ridad y peligro, identidad y alteridad.

El eje Mercado República-Santuario de Guadalupe es un componente básico de la centralidad histórica de la ciudad, se estructura en cuatro segmentos, cada uno tiene sus bordes (Gráfica 8). El segmento Alhóndiga se ordena a través de la calle de Alhóndiga; sus bordes: al norte el mercado República y al sur la explanada Ponciano Arriaga, en medio el mercado Pípila. El segmento Hidalgo es a través de la calle de Hidalgo, sus bordes, al norte el Mercado Hidalgo y al sur la Plaza de Armas. El segmento Zaragoza se ordena por la calle de Za-ragoza, los bordes son: al norte la Plaza de Armas y al sur el Jardín Colón. El segmento Juárez, es la calzada de Guadalupe y sus bordes:, al norte el Jardín Colón y al sur el Santuario de Guadalupe.

En el Segmento Alhóndiga, sus usuarios son personas ma-yores, no necesariamente vecinos, sino de barrios populares, gente de campo que acude a comprar: ropa, calzado, alimen-tos y enseres del hogar, a cortarse el cabello, a los baños públi-cos y se aloja en hoteles populares en el centro. La calle como espacio público alberga pequeños comercios que tienen su base en locales fijos que se prolongan a la calle misma con se-mifijos y vendedores ambulantes (Gráfica 9). En la zona norte, en la calle, se arreglan y se bolean zapatos y se vende artículos de talabartería por el comercio fijo.

El mercado Pípila o de los guaracheros está en el corazón del segmento, con locales para venta de huaraches, cinturones, ropa y una peluquería (Gráfica 9); al exterior hay vendedores ambulantes de comida “chatarra”. En el tramo sur, el comer-cio conserva su tradicional vocación: boneterías, cristalerías, boticas, tortillerías, papelerías y tiendas de manualidades; y el nombre de las tiendas es importante como expresión: La Garrapata, La Cucaracha, La Primavera, La Nena, La Piedad, entre otros. Al final está la plaza Ponciano Arriaga, asiento hasta 1975 del mercado del rebote, en el que se compraban y vendían, sobre el piso, artículos de medio uso, y algunas an-tigüedades. Con la reubicación vino el cambio en su función, actualmente están “merolicos” vendiendo remedios, mimos y payasos, que sirven de esparcimiento (Gráfica 9).

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Palacio Municipal. Foto: bjda 2009

Catedral. Fuente: bjda 2009

La Exposición. Foto: bjda 2009

Casa de balcón. Fuente: bjda 2009Gráfica 6. Edificios monumentales en el eje

Palacio de Cristal. Fuente: bjda 2009Gráfica 7. Edificios monumentales en el eje

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Gráfica 8. Eje Mercado República – Calzada de Guadalupe. Dibujo: bjda 2009.

Calle Alhóndiga. Autor: bjda 2009

Mercado Pípila. Autor: bjda 2009

Plaza Ponciano Arriaga. Autor: bjda 2009Gráfica 9. Primer Segmento

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El Segmento Hidalgo ha conservado su carácter peatonal y comercial para las grandes tiendas (el Palacio Mercantil, el Palacio de Cristal, la Exposición), orgullo y símbolo de poder económico de los ricos potosinos de fines del siglo xix hasta los años setenta del siglo xx. Hoy, el comercio se dirige a jóve-nes y adultos de clase media y media baja. Desde que cerraron los grandes almacenes, se sustituyeron por tiendas importa-doras con artículos del hogar, electrodomésticos y ropa y ar-tículos para jóvenes. La calle tiene locales semifijos: kioscos de periódicos y revistas, diseñados para ese propósito y lugar. Por las tardes aparecen globeros y canasteros (Gráfica 10). La Plaza de Armas o Jardín Hidalgo, hasta los años ochenta fue el centro funcional y simbólico de la ciudad, este carácter lo ha ido perdiendo por nuevas centralidades, emigración de per-sonas, del comercio y la administración pública. Actualmente la Plaza es utilizada por adultos mayores, por visitantes que recorren el Centro Histórico, y por quienes acuden a Catedral a los oficios religiosos. La Plaza es objeto de actividades socia-les y culturales inducidas por las autoridades, no obstante, es espacio permanente de plantones y manifestaciones públicas (Gráfica 10).

El Segmento Zaragoza, el más reciente de ser peatonal, aún no ha adquirido personalidad propia, ni por el comercio ni por los transeúntes. En esquina con la Plaza, se ubica desde la década de 1950, el primer edificio de oficinas con elevador de la ciudad, actualmente sub-ocupado; en la primera cua-dra se localizan excelentes casas de valor patrimonial que han iniciado el cambio de vivienda a comercio, emigrando sus habitantes a colonias de la periferia; a partir de la segunda cuadra las casonas antiguas con sus balcones, zaguanes y pa-tios no han sido objeto respetadas por el comercio que las ha ido transformado. La ocupación de los inmuebles no es total, únicamente los espacios que dan a la calle. El uso de la calle es para el desplazamiento de personas con momentos de ma-yor flujo, particularmente por jóvenes que acuden al Centro de Idiomas de la Universidad (Gráfica 10) El Jardín Colón, no hace lugar propiamente, el borde funciona por sus costados como el flujo de personas, y sus bancas en menor medida son utilizadas por adultos mayores.

El Segmento Juárez, la calzada de Guadalupe es lugar de paseo y peregrinaje, de flujo peatonal continuo; es un parque lineal peatonal, para esparcimiento, para ejercicio, lugar dia-rio de oración en su recorrido al Santuario de Guadalupe, so-bre todo en los cuarenta días antes del 12 de diciembre, que se convierten en romería diaria. En el camino lleva a lugares públicos de las aceras laterales: asilo Montes de Oca, hospi-tal Civil Dr. Miguel Otero, centro Materno Infantil, Cruz Roja, hospital Militar, hospital del issste, el cuartel militar, el internado Damián Carmona y el Centro de las Artes (que está construyendo su propia identidad) (Gráfica 11). La idea de multiculturalismo en cada segmento y en la totalidad del eje Mercado República-Santuario de Guadalupe, subyace al reconocer identidades culturales, que promueve la no discri-

Calle Hidalgo. Foto: bjda 2009

Plaza de Armas. Foto: bjda 2009

Calle Zaragoza. Foto: bjda 2009Gráfica 10. Segundo Segmento

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minación económica, social y cultural, hecho que no así en otras centralidades.

REFLEXIÓN FINALLa interrelación entre centralidad, movilidad y espacios pú-blicos, arrojan en su análisis la importancia y sentido de te-rritorialidad entre el actor de los espacios públicos (calles, calzada, mercado abierto, plaza, parques), la identidad propia y adquirida de cada lugar, y la memoria y apropiación espa-cial como formas que permiten dar cuenta de los procesos de resignificación de los mismos.

Las relaciones entre arquitectura-ciudad están en un ver-dadero debate a partir del último cuarto de siglo pasado; la centralidad histórica y los espacios públicos por las transfor-maciones socio-culturales y físico-ambientales de la ciudad, han alterado las relaciones entre espacio, sociedad y signifi-cados culturales.

Arroyo señala que “Una ciudad de buena arquitectura descansa sobre la posibilidad de una efectiva continuidad y homogeneidad cognitiva, perceptiva y valorativa de su es-pacio público”, esta continuidad y homogeneidad del espa-cio público, es lo que la ciudad escindida pone en cuestión: los valores de sociabilidad, encuentro y convivencia urbana tradicionalmente asociados al espacio público, y por tanto, la generación de nuevas y distintas formas culturales de iden-tidad, pertenencia e interrelación social, de la ciudad y sus centro histórico-tradicional. Que cuando hay perturbaciones que alteran la estructura del sistema y no puede “absorber” la perturbación, el sistema se vuelve inestable y ocurre lo que Arroyo llama sistema escindido.

Estos se observa en el eje Mercado República-Santuario de Guadalupe que está en riesgo de dejar de ser una unidad compleja heterogénea, para perder su grado de inestabilidad y su continuidad histórica.

El eje Mercado República-Santuario de Guadalupe se es-tablece como linealidad dentro de la centralidad histórica tradicional de San Luis Potosí.

Los procesos que evidencian los cambios en la relación ciudad, arquitectura y espacios públicos en el centro histó-rico son: la crisis del espacio público con la evidente pérdida de políticas públicas que lo procuren y lo manejen; la disper-sión espacial de las funciones de la administración pública; la creación y fomento de nuevas centralidades importantes en vivienda, equipamientos y servicios públicos por el Esta-do; el abandono de la vivienda por sus habitantes y su pau-perización; la profundización en la delimitación de fronteras impidiendo su flujo; el movimiento de flujos oportunistas de capital en el comercio y otras economías, como síntoma de las economías líquidas; desarrollo de aéreas periféricas prefe-renciales de ciudad; profundización de conflictos y violencias urbanas.

Todo eso conduce a la puesta en crisis de la ciudad tradi-cional, con la pérdida de características eficientes de centra-

Jardín Colón. Foto: bjda 2009

Calzada de Guadalupe. Foto: bjda 2009

Calzada de Guadalupe. Foto: bjda 2009Gráfica 11. Tercer Segmento

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lidad, en tanto acceso a determinados servicios, pertenencia a instancias de personalidad simbólica y por tanto, afianza-miento del rol psico-social de integración de una imagen de comunidad.

Desde las contingencias de lo cotidiano del centro y su li-nealidad, generan rutinas alternativas en la dinámica urbana, la realidad de equipamientos sobre-saturados y otros sub-ocupados y obsoletos, edificios abandonados y en deterioro en una ciudad urgida por más y mejores espacios de equipamien-to, paisajes urbanos contaminados, desordenados y caóticos, de infraestructuras descuidadas y obsoletas, son indicativos de una realidad de que lo público no confirma el carácter que los supuestos confieren al espacio público.

El problema se presenta ante la disociación que se presen-ta entre calles, plazas y parques, edificios, espacio y ámbitos, del Centro y del Eje. Al evaluar si estas relaciones se quiebran o transgreden provocando distopia, en la que el lugar muta, aunque no desaparece, se desajustan las relaciones que difi-cultan y en ocasiones rompen la posibilidad de comprender la ciudad como una entidad total, continua y estructurada. Constituyéndose en ciudad escindida.

La ciudad, su centro y su eje se establecen en ese proceso de inestabilidad dado por perturbaciones tanto internas como externas, como sistema abierto en constante cambio. Por lo que se puede concluir que la centralidad histórica subsiste, a pesar de la aparición de nuevas centralidades que han iniciado su mutación, las relaciones no han sido totalmente quebranta-das de su lazo social, aún se concibe centro y ciudad como un todo heterogéneo pero estructurado, en un continuo proceso de cambio. De aquí que la paradoja permanece como deduc-ción, por lo que habría que continuar conociendo y evaluando sus premisas, a fin de que la ciudad como sistema ambiental complejo, en una continua transformación, permanezca aten-diendo las urgencias de nuestra contemporaneidad con visión de futuro.

NOTAS Y REFERENCIAS1 C. Lange Valdés, Espacio público, movilidad y sujetos urba-nos (tesis de maestría), Santiago, Universidad Católica de Chi-le, 2004.2 Julio Arroyo, “Bordes y espacio público. Fronteras internas en la ciudad contemporánea”, Vitruvius- Arquitextos, num. 81, 2007 <<http://www.vitruvius.com.br>>, julio 2009.3 Idem.4 Alejandro Galván Arellano, Desarrollo Urbano en la ciudad de San Luis Potosí. Estudios de Arquitectura del siglo xvii, San Luis Potosí, Editorial Universitaria Potosina inah/uaslp, 2006.5 Manuel Vildósola, Proyecto de Regeneración Urbana del Cen-tro Histórico, San Luis Potosí, Editorial Universitaria Potosi-na, 2006.

BIBLIOGRAFÍAaugé, Marc, Los no lugares. Espacios del anonimato. Una

antropología de la sobremodernidad, Barcelona,Gedisa, 1993.borja, Jordi, Ciudadanía y espacio público. Barcelona: en

Ciutat real, ciutat ideal. Significado y función en el espacio ur-bano moderno, Barcelona, Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona, 1998.

galván Arellano, Alejandro, Desarrollo Urbano en la ciu-dad de San Luis Potosí. Estudios de Arquitectura del siglo xvii, San Luis Potosí, Editorial Universitaria Potosina/inah, 2006.

harvey, David, Condiciones de la posmodernidad, Inves-tigación sobre los orígenes del cambio cultural. Buenos Aires, Madrid: Amororrotu, 1990.

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vildósola, Manuel, Proyecto de Regeneración Urbana del Centro Histórico, San Luis Potosí, Editorial Universitaria Po-tosina, 2006.

RECURSOS DE INTERNETarroyo, Julio, “Del espacio público a lo público en la ciu-

dad escindida. Desplazamientos epistemológicos y conflictos arquitectónicos”, en Café de las Ciudades, num. 43, 2006, en <<http://www. Cafedelasciudades.com.ar/arquitectura_42.htm>>, mayo 2009.

____, “Bordes y espacio público. Fronteras internas en la ciudad contemporánea”, Vitruvius-Arquitextos, num. 81, 2007, en <<http://www.vitruvius.com.br>>, mayo 2009.

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LA MISIÓN URBANA DEL CENTRO HISTÓRICOEl espacio urbano que ha protagonizado los numerosos problemas sociales en nues-tro país desde las últimas décadas del siglo xx, es el Centro Histórico de la ciudad de México. Ahí impactaron las crisis históricas del liberalismo y los cambios en la función del Estado, así como las actividades de la propia sociedad al pasar del in-movilismo cívico a la cultura de la acción política. Los sitios urbanos patrimoniales depositarios de la historia adquirieron un nuevo papel ahí donde se guarda la ma-yor parte del pasado cultural e identidad nacional, al modificar su misión urbana a espacio actor social crítico. El carácter del Centro Histórico de protagonizar la problemática social,1 que se expresa con las frecuentes manifestaciones de organi-zaciones civiles, y las dificultades de la economía con el incremento del comercio ambulante, transformaron el ambiente sociourbano de centro de la metrópoli y puso en entredicho las estrategias del Estado al nivel nacional y metropolitano.

El Centro Histórico de la ciudad de México es el sitio de la metrópoli que aglu-tina el mayor número de edificios históricos patrimoniales. Es de la zona originaria de la capital del país que ha protagonizado la cultura urbano-arquitectónica y los poderes políticos, económicos, ideológicos y administrativos, de los Estados pre-capitalistas y capitalistas. Ha sido la expresión y dimensión material e ideológica del Estado y de las clases sociales dominantes, así como el lugar de las grandes contradicciones sociales de cada época. Los testimonios imborrables del Centro Histórico están en el contenido urbano arquitectónico, y es el espacio donde están los que deciden sobre los problemas nacionales, y donde el Estado muestra su poder en toda sobre la resistencia de la sociedad civil. También es el territorio donde el Estado resguarda los actos sociales de las fechas históricas, por motivos tradicio-nales y folklóricos, como son las fiestas patrias o las navideñas, realizadas bajo su dirección sin interrupción de ninguna especie.

Protagonismo social y político

del centro histórico de la ciudad

de México

RUBÉN CANTÚ CHAPA

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Sin embargo, hace unas décadas, la esencia del Centro Histórico empezó a rebasar la condición del espacio depo-sitario de la historia y de guarda del pasado cultural de la ciudad y la nación; y donde residen los diversos poderes fácti-cos. Pero la sociedad civil empezó a manifestarse y a mostrar cada vez más su poder desde la década de los ochenta, aun-que sus inicios fueron a partir de 1968, contendiendo con el Estado por la hegemonía del lugar central del país.

A la propiedad privada o del Estado del suelo urbano del Centro Histórico, se le oponen y coexisten diversas formas de apropiación pública de las clases no hegemónicas, por la toma de los espacios abiertos a través de: los plantones, mar-chas y mítines, o por medio del comercio ambulante ocu-pando las calles y avenidas para repercutir en el ambiente sociourbano del área.

Mientras la sociedad civil se apropia de los lugares abier-tos, mostrando su potencial poder popular, aunque aún en reserva, el capital financiero y comercial conjuntamente con el Estado lo hace mediante la solidez y capacidad que representa la propiedad del suelo urbano, reservando para sí el patrimonio cultural de la nación y de la humanidad, con propósitos económicos, políticos e ideológicos diferentes de aquélla.

Del protagonismo cultural urbano arquitectónico y de los poderes políticos administrativos y económicos de la forma-ción del Estado precapitalista y capitalista, surgió el espacio “actor” de los grandes problemas sociales al inicio y continui-dad de la globalización neoliberal en las últimas décadas.

En condiciones similares se encuentran otros centros his-tóricos del país, como es el caso de la ciudad de Oaxaca. Ahí reafirman la historicidad del lugar con la historia que escribe la propia sociedad actual de la región, que da identidad a la zona cultural y al Estado que representa.

ALGUNAS REFERENCIAS DEL SITIO CENTRALLa declaración de Zona de Monumentos Históricos en 1980 por parte del gobierno mexicano pareciera anunciar otra función urbana de varias décadas de duración relacionado con el carácter contestatario que asumió a la fecha. Asimis-mo, sucedió con la proclama que hizo el organismo interna-cional de la unesco del Centro Histórico, siete años después, para refrendarlo como patrimonio de la humanidad.

Las instancias del Estado y diversos sectores de la socie-dad urbana han salvaguardado un número estimable de los inmuebles, por ser los “testimonios insobornables de la his-toria”. También, el Centro Histórico asumió la misión de ser el sitio donde la sociedad asienta la mayor parte de su pasado y presente cultural, social, político y económico. Ahí se ha expresado la ideología dominante, así como las más grandes contradicciones sociales de cada lapso de tiempo. Sin embar-go, en las últimas décadas del siglo pasado sufrió el Centro Histórico cambios, por la nueva función que la sociedad civil

contestataria le asignó. No pocas reuniones internacionales desde mediados del siglo xx, de expertos y de organismos no gubernamentales presentaron iniciativas tendentes a la pre-servación urbano-arquitectónica de valores históricos patri-moniales e identidad nacional. Destacan decisiones para la defensa cultural del centro de la ciudad, entre las que sobresa-len la necesaria habitabilidad y productividad de los Centros Históricos, como sitios vivos, para evitar su conversión en espacios-urbanos-museos, como fueron las recomendaciones de los acuerdos en el Coloquio de Quito, Ecuador, en 1977.2

Durante mucho tiempo el espacio urbano que legitimaba con mayor significación las acciones del Estado mexicano fue el Centro Histórico de la ciudad de México y para el Estado esto representaba el espacio vivo. También sucedía en las en-tidades federativas.

La función del Centro Histórico de preservar los “testi-monios insobornables de la historia” y de ser el espacio de la ciudad con el mayor número de edificios patrimoniales es el resultado de la sociedad que crea ese espacio pero que re-afirma y expresa a la sociedad: un Centro Histórico no existe fuera de la sociedad, o antes de ésta, sino precisamente en ésta (parafraseando a Kosik, sobre la existencia del arte).3 Un Centro Histórico que tiene historia, crea también la historia de lo que ahí acontece año tras año, como viene sucediendo desde el último tercio del siglo pasado a la fecha. El Centro Histórico al albergar los movimientos sociales por los proble-mas de la economía y la política actualiza su historia y exhibe la severa crítica al sistema y al modelo de desarrollo existente.

TRANSFORMACIONES DE LA METRÓPOLI. MODIFICACIÓN DEL CENTRO HISTÓRICOLa transformación de la metrópoli de la ciudad de México continúa acelerada, lo propicia su inserción como “ciudad global” en el contexto del proceso de globalización. No sólo es el capital internacionalizado el que fluctúa de una metró-poli a otra, de un país a otro, es también el espacio citadino que se transfigura en donde actúa y asienta sus propósitos de acumulación sin que resuelva los problemas de antaño del capitalismo. En ese cambio influyen y lo condicionan los medios de comunicación, al que se les reconoce últimamente su poder, al otorgarles el Estado mayores concesiones, ahora muy discutidos.

La vasta dimensión y ensanchamiento de la ciudad resulta compleja y contradictoria, y su fisonomía urbana es el refle-jo de la movilización social y del papel de las inmobiliarias. Estas actúan donde la rentabilidad asegure su reproducción y estatus: los corredores urbanos comerciales y financieros, entre los que destacan el conjunto Santa Fe al poniente de la ciudad de México, Reforma, Canal de Miramontes, etc. Tiene como ejes de esa transformación: el ingreso de nuestro país al Tratado de Libre Comercio y la revolución tecnológica de las últimas décadas, basada en la tecnología de la información y la comunicación.

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Las transformaciones del territorio y los nuevos espacios urbanos y particularmente del Centro Histórico son hechos también históricos determinados por el “desarrollo desigual y combinado” de la metrópoli en el marco de una economía insertada en la globalización neoliberal.

EL PROTAGONISMO DEL CENTRO HISTÓRICO La globalización neoliberal produjo resultados diversos y contradictorios en el ámbito urbano; incrementó la actividad terciaria de la economía: el comercio y los servicios, y frac-cionó las funciones urbanas de las metrópolis. Además a las segregaciones en la vida social le correspondió la segregación y fragmentación urbana. Mientras el comercio organizado se establece en macroplazas definidas, el vendedor ambulante se disemina por doquier, forma de subempleo que expresa el problema de la economía del país de manera abierta en las aceras, las calles y en todo espacio público. También, las con-tradicciones se exponen social y políticamente con manifes-taciones, plantones y mítines en el Centro Histórico por: los problemas electorales, el desempleo, la inseguridad pública y privada, la carencia de vivienda y servicios. El ascenso a la privatización del patrimonio arquitectónico del Centro His-tórico y el ensanchamiento de la metrópoli corrieron en pa-ralelo: participar de los grandes problemas nacionales de la política y la economía y elevar la crítica al sistema imperante.

La adquisición por sectores del capital de muchos edificios patrimoniales en el Centro Histórico de la ciudad de México en los últimos lustros, no fue el despliegue y triunfo neoli-beral de fin de siglo, sino su agrietamiento. Tampoco fue la superación del urbanismo neoliberal mediante la expansión de la ciudad de México al conurbarse con casi medio centenar de municipios de los estados de México e Hidalgo y de la peri-feria del Distrito Federal, fue en todo caso su debacle.

Se materializó una función urbana nueva en el centro his-tórico, no contemplado por los especialistas del ramo de la arquitectura y el urbanismo y menos considerada por las dis-tintas instancias del Estado: el escenario de los problemas de la sociedad civil y con ello el carácter crítico del sitio.

A las expresiones de grandes rupturas sociedad-estado en el país y en la capital de la República, particularmente en el Centro Histórico, había que abrir las válvulas de escape so-cial permitiendo las marchas, mítines y manifestaciones en el lugar que inició el protagonismo de los problemas sociales: el Zócalo.

El protagonismo del zócalo en manifestaciones sociales tiene su antecedente en el movimiento de 1968, que hoy con-tinua con las demandas sociales, tales como la derogación de los artículos 145 y 145 bis,4 promulgados como provisionales en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, y que se prolon-garon para aplicarlos a la disidencia en movimientos sociales en tiempos de paz, tuvieron el matiz político en demandas contestatarias no imaginado por las instancias del Estado

mexicano. Sus alcances políticos fueron mayores que los mo-vimientos estudiantiles de mayo 68 en París, Francia.

El desempeño político de la ciudad durante los aconteci-mientos del 68 se ubicó con mayor fuerza en el Centro His-tórico de la ciudad de México, lugar que canalizó el ambiente sociourbano y que habría de extenderse a partir de la década de los años ochenta con el advenimiento de las crisis econó-mica, social y política, prolongadas hasta nuestros días.

EL CENTRO HISTÓRICO, ESPACIO ACTOR DE LOS PROBLEMAS SOCIALESEl lugar más antiguo de la ciudad de México, el Centro His-tórico,5 ha protagonizado en la actualidad los problemas so-ciales más grandes de la metrópoli y del país, particularmente en las últimas décadas. En el escenario del vasto patrimonio histórico cultural se han expresado: las dificultades de la eco-nomía de la nación y su impacto, y las contradicciones de las políticas públicas. Superó a cualquier otra área de la metró-poli como testimonio urbano-arquitectónico, para imprimir el carácter histórico a la protesta social.

La función del Centro Histórico fue rebasada al pasar de objeto citadino de la metrópoli a sujeto urbano protagónico de las demandas sociales y activo patrimonial, histórico-cul-tural. Renunció a la función de territorio urbano pasivo, para asumir el papel de espacio refractario urbano central y sitio actor de los grandes problemas políticos, sociales, económi-cos, culturales y ambientales del país en las últimas décadas del siglo pasado y lo que va del presente. Ya no es el lugar patrimonial desde la perspectiva histórica o en el ámbito de la representación esteticista, es ahora el espacio urbano ar-quitectónico que testifica lo que sucede en la metrópoli y en la nación, que reafirma su historicidad crítica con los sectores sociales que ahí expresan sus problemas, su identidad cultu-ral y la nacionalidad que representa.

Los conflictos originados en las fábricas, o en empresas de diversos tipos, han tenido como destino final de reivindi-caciones y protestas, el Zócalo del Centro Histórico. Igual, el comercio ambulante y las marchas se expresan y dan cuenta de los problemas nacionales.

En 1996, la cantidad de actos en el df fue de 3790 mar-chas, con 10.4 en promedio diarias.6 En 2004 hubo 5 marchas diarias y se manifestaron 6.5 millones de personas, equivale a las 2/3 de la población del df. Fue un promedio de 17 800 manifestantes por día en el Centro Histórico.

En los cuatro primeros años del siglo xxi de los gobier-nos local y federal hubo 7 mil 530 eventos en vía pública, con una participación total de 34 millones 600 mil personas. Un promedio de 5.2 marchas diarias con 23 700 manifestantes cada una.

El 27 de junio de 2005 salieron a las calles 350 mil ciu-dadanos para reclamar seguridad ante una descomposición social que matiza el medio ambiente. 100 mil simpatizantes caminaron al Zócalo el 29 de agosto contra el desafuero de

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Andrés Manuel López Obrador (amlo). El 7 de abril del 2005 se manifestaron nuevamente contra el desafuero de amlo más de un millón de personas, ya como candidato a la Presi-dencia con el más alto porcentaje en las encuestas para ocu-par el cargo. Después de las elecciones se congregaron tam-bién más de un millón de personas reclamando el triunfo de amlo. Un dato en la década anterior fue la cantidad de actos que ocasionó la crisis de la economía en 1996 en el df: hubo 3790 marchas, con 10.4 en promedio diarias.7

La Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (ssp-df) registró durante 2006 un descenso de 69.4% en el nú-mero de movilizaciones ciudadanas que se llevaron a cabo en calles de la ciudad de México, con relación al año anterior, al pasar de 5 mil 168 casos en 2005 a mil 580 en 2006. En ambos periodos se mantuvieron en primer lugar las manifestacio-nes por problemas del ámbito federal. En 2005, las demandas hechas al gobierno de la República representaron el 80% de la actividad en la vía pública, en tanto que en el 2006 equiva-lieron al 52%.

El tipo de movilización también varió. En 2005, predomi-naron las concentraciones de personas con 3 mil 304 casos (64%), seguidas de los bloqueos, con 423 (8.1%), y en tercer lu-gar las caravanas, con 404 (7.8%). En el 2006 el mayor número de movilizaciones fueron los mítines, con 456 casos (34.5%); en segundo término están los bloqueos, con 413 asuntos (26.1%), seguidas de las marchas, con 353 eventos (22.3%).8

Las marchas en el Centro Histórico son de naturaleza crítica

que adquiere el lugar de mayor patrimonio cultural urbano arquitectónico de la ciudad.

Las oficinas públicas gubernamentales contribuyen a in-crementar el ambiente político al no resolver, o al aplazar los problemas y las demandas sociales. Además, el poder legis-lativo, municipal, delegacional o vecinal, dejaron de ser los “vasos comunicantes” entre la sociedad y las autoridades que imparten justicia o atienden los problemas sociales, laborales, urbanos, etc.

Desde el cambio del proyecto macroeconómico del país y el incremento avasallador de la globalización neoliberal, el Estado no sólo desreguló la actividad económica y privatizó numerosas empresas propiedad de la nación, también se des-ligó de la función pública para atender las grandes dificulta-des sociales que surgieron con ese cambio.

La participación social por las marchas en las últimas tres décadas, se llevó a cabo con el uso de la calle como tribuna local y nacional.

Si bien de 1996 a 2004 disminuyó a la mitad el número diario de marchas, seguramente fue por: a) una mayor orga-nización social en menor número de marchas, o b) las “mar-chas” se dirigieron a Estado Unidos en busca de trabajo, pues

Gráfica 2. Manifestaciones hacia el Zócalo del Centro Histórico por el recuento de votos del 2 de julio de 2006 <<http://www.gobiernolegitimo.org.mx/fotogaleria/index.html?anio=2006&mes=7>>, mayo 2009.

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las remesas a México subió de 4 224 millones de dólares en 1996 a 16 612 millones de dólares en el 2004 y para el 2007 rebasó los 22 mil mdd. O por ambas motivos. Sin embargo para este año 2007 el número de manifestantes superó los 12 millones de ciudadanos.9

A MANERA DE CONCLUSIÓNEl uso social del Centro Histórico patrimonial surge como el espacio urbano donde se da la crítica severa al Estado mexi-cano. Hoy es sede de la crisis urbana y se presenta como el lugar difícil de salvaguarda y de restauración, acorde a las re-comendaciones de los organismos nacionales e internaciona-les del patrimonio urbano-arquitectónico. Sin embargo, se da un rescate social y político del Centro Histórico distinto a la visión de la academia y al criterio oficial de su espacio tradi-cional de poder: la reconquista del sitio histórico patrimonial por la sociedad civil en un ambiente sociourbano inédito.

El quehacer crítico del Centro Histórico tiene su origen al cuestionar al urbanismo y demás disciplinas del conocimien-to, materializadas ahí, mediante la aparición del ambiente so-ciourbano contestatario, que cuestiona el status quo y ofrece la posibilidad de alternativas que mejoren las condiciones de vida del país, mediante la real participación social y organiza-ción política de la sociedad. El Centro Histórico de la ciudad de México, hoy muestra las formas de organización y relacio-nes sociales productivas del México contemporáneo.

La crisis del Centro Histórico no es por la ausencia de su restauración y la salvaguarda del espacio urbano arquitectó-nico. La crisis se presenta al dejar de funcionar como espacio de dominio del Estado para asumir la función crítica al pro-pio.

En el espacio patrimonial y cultural del lugar central de la metrópoli, se ha desenvuelto un hecho histórico relacionado con el cuestionamiento y la impugnación al sistema político y al modelo económico del Estado mexicano, mayor que los resultados electorales de 1988 o del 2006.

NOTAS Y REFERNCIAS1 El fenómeno protagónico permanente por más de tres déca-das del Centro Histórico de la ciudad de México, se ha exten-dido a centros históricos de la provincia, como es el caso de la ciudad de Oaxaca, que durante los años 2006 hasta el 2008, el espacio central de la ciudad ha protagonizado las luchas so-ciales de mayor duración en la historia de entidad federativa.2 Coloquio de Quito (Preservación de los Centros Históricos ante el crecimiento de las ciudades contemporáneas), Quito, Proyecto Regional de Patrimonio Cultural pnud/unesco, 1977.3 Karel Kosik, Dialéctica de lo concreto. Estudios sobre los pro-blemas del hombre y del mundo, México, Grijalbo, 1967.4 Estos artículos fueron decretados durante la Segunda Gue-rra Mundial cuando México le declaró la guerra al Eje Ale-mania, Italia y Japón, a raíz de los sabotajes a los barcos pe-

troleros mexicanos en el Golfo de México, con el propósito de preservar la paz social interna y evitar las tendencias nazis en nuestro país. Sin embargo, una vez terminada la guerra, el decreto continuó, pero para aplicarlo a las protestas sociales dirigidos por los partidos de izquierda y encarcelar a los di-rigentes obreros, campesinos, estudiantiles y populares como sucedió hasta las décadas de los cincuenta y sesenta, particu-larmente durante el movimiento estudiantil del ipn en 1956 y el estudiantil popular de 1968.5 El Centro Histórico tiene una superficie de 9.1 km2. En abril de 1980 el Gobierno Federal lo declaró Zona de Monumentos Históricos a 668 manzanas en la que se ubican 1 436 edificios con valor monumental. Siete años después, en diciembre de 1987, la unesco lo proclamó patrimonio de la humanidad. En diciembre de 1990 fue creado el Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México. Tiene 18 375 viviendas en el año 2001 y ahí residían 71 615 habitantes y a diario tran-sitaban 1.2 millones de personas. Son usados como bodegas 4 209 inmuebles históricos. Hay 19 126 empresas y tienen 82609 empleos. Lo cruzan 5 líneas del Metro y 16 rutas de transporte colectivo. Hay 51 organizaciones que agrupan a los vendedores ambulantes y éstos ocupan 23 calles del Cen-tro Histórico. Fuente: Programa Parcial de Desarrollo Urbano del Centro Histórico y Análisis de Uso de Suelo de la colonia Centro.6 Periódico Excelsior, 13 de febrero de 1997.7 Datos de la Secretaría de Gobernación.8 Fuente: Programa Parcial…, <<http://portal.ssp.df.gob.mx/Portal/ComunicacionSocial/Boletines/b50+2007.htm>>. Agosto 2010.9 Con los informes de la Secretaría de Gobierno del Distrito Federal, en el periódico La Jornada apareció el día 11 de fe-brero de 2008 la siguiente nota de la periodista Bertha Teresa Ramírez es: “Durante 2007, cerca de 12.5 millones de perso-nas realizaron dos mil 932 movilizaciones sociales en la vía pública para expresar sus demandas, quejas o inconformida-des con acciones gubernamentales, entre las que destacan la dotación de energía eléctrica, educación, demandas laborales, políticas, agrarias, jurídicas, de salud y de transporte, revela el más reciente informe sobre marchas en la capital del país de la Secretaría de Gobierno del Distrito Federal. De acuerdo con este reporte, del total de movilizaciones, 892 correspon-dieron al ámbito local, mientras que 1 582 al federal y 458 más a otro tipo de eventos. Para lograr que sus demandas fue-ran escuchadas, los actores de estas manifestaciones recurrie-ron a diversas formas de expresión: de acuerdo con las cifras de la Dirección General de Concertación Política y Atención Social y Ciudadana, dependiente de esa secretaría, el total de movilizaciones se clasificó en 1 158 concentraciones, 466 blo-queos, 368 marchas, 336 mítines, 48 caravanas, 37 reuniones agendadas, 35 plantones, 22 tomas de instalación, 3 huelgas de hambre, una protesta individual y 458 eventos distintos.La dependencia dijo que con el fin de mantener la gobernabi-

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lidad y disminuir el impacto vial que producen estas manifes-taciones, es necesario contar con un equipo de “concertado-res”, que de inmediato atienden a las organizaciones o grupos que se manifiestan para “que se afecte lo menos posible a los ciudadanos”.De igual forma, agregó, diariamente se informa a la pobla-ción de manera oportuna sobre las movilizaciones que se rea-lizarán a fin de coadyuvar a una mejor convivencia entre los habitantes del Distrito Federal.Con base en el informe anual de movilizaciones, de enero a diciembre de 2007, se reportaron 892 expresiones en la vía pública con demandas de tipo local, a las que asistieron 150 mil 322 personas; en tanto que las federales sumaron mil 582 movilizaciones y asistieron 882 mil 525 personas; en cuanto a otros eventos, donde se encuentran actividades deportivas, religiosas y culturales, éstas sumaron 458 y acudieron 11 mi-llones 316 mil 724 personas, detalló la dependencia.Durante el periodo que se informa hubo 466 bloqueos, de los cuales 227 fueron locales y 239 federales; 48 caravanas; mil 156 concentraciones, 3 huelgas de hambre; 368 marchas; una protesta individual al gobierno federal; 336 mítines, 35 plan-tones, 22 tomas de instalaciones, 37 reuniones agendadas, to-das ellas relacionadas con demandas federales en la mayoría de los casos.Respecto a las movilizaciones que hubo en el primer mes de 2008, se registraron 194, las cuales se dividieron en 91 concen-traciones, 18 marchas, 5 mítines, 10 plantones, 48 bloqueos viales, 10 bloqueos de acceso a instalaciones y 12 caravanas.Del total de las movilizaciones 107 correspondieron a deman-das al gobierno federal y 87 al gobierno local.En las cuatro semanas registradas del 31 de diciembre al 3 de febrero del presente año, el tiempo de atención de las depen-dencias federales a las demandas fue en promedio de más de 10 horas en los bloqueos a vialidades primarias. En tanto que el gobierno local atendió en un promedio de tres horas a los manifestantes.«http://www.jornada.unam.mx/2008/02/11/index.php?section=capital&article=038n1cap» Agosto 2010.

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Boletines/b50+2007.htm» Agosto 2010.

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INTRODUCCIÓNA finales del siglo xx, la ciudad de México responde a los procesos de reestruc-

turación social, política y económica, integrándose al nuevo modelo que la ubica como una de las ciudades globales1 más importantes de América Latina. El go-bierno con políticas permiten a la inversión nacional y extranjera participar en la globalización, que han reestructurado el paisaje urbano de varias zonas de la ciu-dad; como ejemplos más importantes son las intervenciones del centro y las nuevas propuestas viales y de transporte.

De las primeras intervenciones cabe mencionar la remodelación a la Avenida del Paseo de la Reforma2 y el Programa Alameda3 donde se aprovecha las políticas de repoblamiento y habitabilidad del Bando 2,4 así se construyen varias viviendas a personas de bajos recursos en colonias de la delegación Cuauhtémoc. El programa funcionó también para varios especuladores inmobiliarios que aprovecharon para construir departamentos para personas de nivel medio y alta en colonias exclusivas como la Roma, Condesa, Juárez y Cuauhtémoc (Gráfica 1).

Las rápidas transformaciones físicas que sufre la urbe, unido a diversos proble-mas sociales, ha traído consigo un desarraigo hacia el cuidado e identificación del paisaje urbano. La pérdida de pertenencia de los ciudadanos, los ha enfrentado a un entorno desconocido que les es indiferente. Por eso es necesario cuidar el tipo de intervenciones y las formas de actuación en el paisaje urbano, para propiciar un entorno agradable que promueva la apropiación del espacio por parte de los habitantes.

El paisaje urbano precisa un lugar y es el escenario donde se construye la ima-gen de la ciudad, como lo define Adriana Gómez: “es la manifestación formal de una realidad social, cultural e histórica. Es un hecho estético pero también simbó-lico, es la existencia de fenómenos materiales e inmateriales, cambiantes y diver-sos, asociados a un lugar y a una cultura”.5 Es un tema de análisis, que se le puede

El nuevo paisaje urbano del siglo

xxi en la ciudad de México

El caso: Reforma e Insurgentes

ORLANDO ISAAC IPIÑA GARCÍA

Gráfica 1. Publicidad del 2007 de departamentos en venta. Fuente: Publicidad Casas Provi.

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entender como una manifestación física de los fenómenos urbanos frente a la interacción del ser humano y la sociedad. El paisaje es el escenario de la vida cotidiana de los ciudada-nos, donde ocurre la integración del individuo con la colec-tividad. Es en las calles donde los civitas viven, comparten y disfrutan la ciudad, sus colores, olores, sonidos y la interrela-ción con otros seres humanos, lo que en conjunto define una gran parte de la calidad de vida de los habitantes.

El paisaje de la ciudad permite observar la relación exis-tente entre habitante-entorno. Y “saber hasta qué punto las intervenciones en el espacio influyen en el desarrollo de una sociedad y también observar cómo una sociedad puede llegar a influir en el desarrollo del entorno físico”.6

El presente texto se divide en tres subtemas. El primero, es un marco teórico del paisaje urbano. Después se analizará el cruce entre Reforma e Insurgentes en la ciudad de México. Por último se describirá las transformaciones que han ocu-rrido de las vialidades y los procesos de inicio del siglo xxi como respuesta a la alta concentración de actividades tercia-rias sobre el eje financiero de Reforma.

COMPONENTES DEL PAISAJE URBANOEl paisaje urbano es una serie de escenas que determinan ca-racterísticas físicas, históricas y simbólicas de la ciudad, las cuales son apropiadas y vividas por los habitantes que en ella se encuentran. Para realizar un análisis de su construcción y/o transformación es necesario tomar en cuenta tres ele-mentos: tiempo, espacio e inversión.

El tiempo, Pérez lo define como: “[…] una intuición abs-tracta, sirve de articulación de lo eterno con el instante. El único recurso para atrapar el tiempo es la memoria”;7 por lo tanto, el hombre para controlar el tiempo inventó las fechas, este recurso permite contextualizar a la sociedad en un pe-riodo determinado, en un corte temporal que describe un momento específico. Por eso, para explicar la conformación de las ciudades y el paisaje urbano es necesario determinar el momento histórico, para analizar los procesos socio-espa-ciales.

En cuanto al espacio, es: “[…] una intuición concreta in-disociable con el concepto del tiempo. Es el paradigma que explica todo lo que puede existir para el hombre”.8 De Cer-teau define al espacio como un “lugar practicado”.9 La calle se transforma en espacio por intervención de los caminantes, en un espacio vivido, realizado y transformado por las dife-rentes actividades que ahí ocurren. Por lo tanto, hay tantos espacios como experiencias que acontecen en el mundo. Los espacios definen el paisaje urbano y el tiempo la cotidianidad del presente, las “prácticas” en el espacio mismo.

Las manifestaciones culturales de la ciudad, utilizan la calle como vitrina y les permite ser observador-actor de esta ciudad, donde la riqueza visual y cultural permite conocer más íntimamente la ciudad y permiten construir imagina-rios de una ciudad viva en los recuerdos vívidos.

La tercera condición, que permite el análisis de la construc-ción y transformación del paisaje urbano es: las inversiones. El espacio urbano muestra las diferentes inversiones socio- económicas de los actores que controlan y participan en la conformación de la ciudad.

La fisonomía de la metrópoli se explica por la metamorfosis social y del territorio, que van desde las nuevas edificaciones, que como en el medioevo europeo muestran su poder económico con las to-rres más altas, hasta los que protagoniza la población urbana en las avenidas y lugares de reunión público. También se muestra con la construcción de los ejes y distribuidores viales, con los diversos desarrollos comerciales y de servicios, o con los conjuntos de vi-vienda.10

Se propone tres categorías de las inversiones que se realizan en la ciudad de México: la inversión pública, la privada y el fideicomiso. Existe también una inversión socio-cultural, compuesta por la aportación colectiva de la población, y sus usos y costumbres.

EL PASEO DE LA REFORMA Y LA AVENIDA INSURGENTES

El Paseo de la Reforma es una vialidad con un peso his-tórico muy importante para la ciudad. Nace en 1865 con el nombre del Paseo del Emperador (Gráfica 2); Lerdo de Tejada en 1872 comenzó a darle prioridad a la avenida sembrando árboles, colocando banquetas y con la construcción de nue-vas glorietas. En 1880 le cambiaron el nombre al Paseo de la Reforma y abarca desde la estatua de Carlos V en Bucareli hasta la entrada del Bosque de Chapultepec.

En 1903 se inició la construcción de la columna de In-dependencia, uno de los símbolos más representativos de la ciudad y del país (Gráfica 3). En 1964 se inauguró la prolon-gación del Paseo de Reforma hasta la Av. Misterios.

El Paseo de la Reforma con más de cien años es parte del crecimiento de la ciudad, y después de 1950 de su consolida-ción como uno de los centros financieros más importantes de la ciudad.

Gráfica 2. Paseo del Emperador. 1870Fuente: «www.mexicomaxico.org/Reforma» Noviembre 2010

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Gráfica 3. Glorieta de la Columna de Independencia 1916. Fuente: «www. mexicomaxico.org/Reforma» Noviembre 2010

Gráfica 5. Cruce del Paseo de la Reforma con Avenida Insurgentes 1949. Fuente: Colección digital de Fundación ica

Gráfica 4. Vista del Paseo de la Reforma desde el Ángel de la Independencia. Fuente: «www.ciudadmexico.com.mx» México, df, 2007.

Gráfica 6. Sistema de Transporte Metrobus, Ruta 1 Indios Verdes hasta el caminero, sobre Av. Insurgentes. Fuente: «www.metrobus.df.gob.mx»

En los últimos años, el Paseo de la Reforma como es el principal eje financiero y vitrina de la ciudad de México al interior y exterior del país, con gran inversión en su cuidado y embellecimiento. La Secretaría de Turismo ha sido la encar-gada de la coordinación del Proyecto y la Secretaría de Obras y Servicios la responsable de la ejecución de esos trabajos.

Las obras de rehabilitación y renovación de la infraestructura y equipamiento urbanos del Paseo de la Reforma, inscritos en el pro-yecto denominado Corredor Turístico y Cultural Paseo de la Refor-ma -Avenida Juárez- Centro Histórico, fueron iniciadas en el 2001, con el propósito de devolver su belleza y esplendor a esta Avenida, una de las vialidades de mayor relevancia no sólo en la Ciudad de México, sino en todo el país11 (Gráfica 4).

La avenida Insurgentes nació en 1902 como límite entre dos de las primeras colonias del siglo xx: Roma y Condesa. Ori-ginalmente tuvo por nombre avenida Veracruz. Empezaba en la calzada de Chapultepec y corría hacia el sur hasta llegar a la avenida Jalisco –actualmente Álvaro Obregón–. Más tarde se abrió paso hacia el norte, atravesando las colonias Juárez, San Rafael y Santa María la Ribera. Al crecer la urbe, extendió su trazo hacia el sur llegando a Viaducto.

Hacia 1929 ya se le conoce como avenida Insurgentes. Los fraccionadores de la colonia Roma destacaban el trazo de la

avenida Veracruz por sus 30 m de ancho “bien dispuesta para recibir al tráfico”. En los años veinte, en su cruce con la calle de Puebla, lucía espléndida: un camellón al centro con fajas de pasto y pequeños arbustos contenía la serie de lámparas que la iluminaban.

En los años 1950, la avenida comenzó a consolidarse como la segunda vía más importante de la ciudad de México. Las actividades primordiales estaban relacionadas con el sector terciario, con numerosos comercios y oficinas (Gráfica 5).

Terrazas considera que “el núcleo principal de la centrali-dad paso por ahí [el cruce del Paseo de la Reforma e Insurgen-tes] en la década siguiente, 1950 a 1959, después se trasladó a la Zona Rosa y, reproduciéndose a lo largo de estos dos cami-nos, llegó después hasta Ciudad Universitaria y Polanco”. 12

Actualmente es una de las arterias más importantes y ex-tensas de la ciudad, con 25 km de longitud y cruza la ciudad de norte a sur. Debido a su trascendencia se han realizado diferentes intervenciones del transporte y vialidad, el Gobier-no del Distrito Federal (gdf) ha invertido en proyectos que se localizan sobre Insurgentes; destacan: el Metrobus y el tren suburbano (Gráfica 6), que han vuelto los recorridos más rá-pidos, pero también más impersonales en cuanto a la relación entre el observador y la ciudad.

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Gráfica 8. xxxi Marcha del Orgullo Lésbico-Gay del Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino, 20 de junio del 2009. Fuente: La Jornada / María Luisa Severiano

Gráfica 7. Ejemplos de la morfología urbana sobre Reforma, izquierda Hotel St. Regis y derecha Reforma 222. Foto: del autor.

CONSTRUCCIÓN Y REPERCUSIÓN DEL PAISAJE URBANO EN EL PASEO DE LA REFORMA E INSURGENTESConstrucción…Para explicar el paisaje urbano se deben entender los procesos en los cuales se construye la ciudad. Uno de ellos, es la mor-fología urbana,13 en la cual, se encuentran inmersas las inver-siones públicas y privadas en procesos de globalización, que afectan los usos y tipos de edificaciones que se construyen en este cruce14 (Gráfica 7), y generó a últimas fechas un nue-vo escenario, así reestructurando el eje financiero del Paseo de la Reforma, y sobre todo en el nodo Reforma-Insurgentes, que se vuelve en espacio atractivo para el mercado inmobilia-rio, la especulación y la gentrificación: para usos comercial y residencial de altos ingresos. Así, se da otra transformación urbana: con edificios corporativos, tiendas y restaurantes de lujo, seguridad en las avenidas principales; la “cosmética ur-bana” que atrae nuevos inversionistas.

Otro aspecto que conforma paisaje urbano “se relaciona con la vida humana en todas sus manifestaciones, conflictos y posibilidades. Otros campos del conocimiento en que se em-plea este mismo tipo de aproximación con gran provecho son la arqueología y la etnografía”.15 El Paseo de la Reforma se ha vuelto el escenario que muestra al mundo diferentes formas de expresión social de la ciudad: marchas, mítines y mani-festaciones, que la despojan de su utilidad vial y se convierte en escenario de protesta y reconocimiento social (Gráfica 8).

También el Paseo de la Reforma es escenario para progra-mas sociales del gdf. El Ángel es el punto de encuentro de di-versos eventos, desde el festejo del Año nuevo, los domingos en bicicleta y el festejo que organiza el Instituto de la Juventud para realizarle la fiesta de xv años, a más de 300 adolescentes (Gráfica 9).

Repercusión…Esta concentración de actividades de servicios especializados gene-ra una dinámica inmobiliaria que tiene repercusiones sobre los ca-minos que articulan estos nodos y sobre las colonias circundantes. Por lo tanto, inicia una transformación en el uso de suelo, ocasiona-da por el incremento en el precio de los terrenos.16

El impacto del crecimiento urbano depende de las inter-venciones del sector público y privado. La construcción pri-vada se encuadra en la búsqueda de los agentes inmobiliarios por el suelo urbano, planear su futura urbanización y/o dis-minuir los déficits urbanos en áreas, las cuales se valorizan con las inversiones realizadas. La ciudad en muchos casos está a merced de los promotores inmobiliarios que buscan beneficios y la mayor rentabilidad del suelo, aprovechando las políticas urbanas y los vacíos en los programas y planes parciales del estado. Terrazas describe el proceso urbano in-mobiliario como una espiral inmobiliaria,

que inicia en las zonas urbanas consolidadas con el incremento en el precio del suelo por la vía de las rentas diferenciales por cam-bios positivos en la localización debido a las inversiones públicas y privadas realizadas en el entorno y en general en la ciudad, por la inclusión de mejoras técnicas respecto a la construibilidad del suelo en el predio y en la zona, por el capital invertido en el predio e incluso por la construcción de condiciones de monopolio en la propiedad del suelo en la ciudad y, especialmente, en el sector ur-bano estudiado.17

En el caso de México, el crecimiento ordenado obedece a dos aspectos principalmente: la disponibilidad de la admi-nistración local y a los procesos económicos nacionales e internacionales. Donde las acciones tomadas por el gobierno son propuestas que obedecen a una postura partidista y de planeación local, en un tiempo determinado por el periodo de elecciones, sin una planeación global y a largo plazo; esto aunado a la crisis económica que disminuye la planeación e inversión.

Las políticas gubernamentales que buscaron repoblar el centro de la ciudad, son parte de un proceso político para dar vivienda con prioridad a la gente humilde de la ciudad. Lo cual fue aprovechado por varias inmobiliarias, comenzado la construcción de diferentes edificios de departamentos en colonias exclusivas de la ciudad que se encuentran dentro del programa del Bando 2, ofreciendo vivienda a la nueva élite

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nacional e internacional que busca integrarse al nodo de red global que represente el eje financiero.

El Paseo de la Reforma con Insurgentes es uno de los nodos urbanos más importantes de la ciudad; que ha induci-do la especulación inmobiliaria al ofrecer residencias para la élite que ahí trabaja; y el nodo se vuelve esencial para las co-lonias circundantes, que aprovechan los apoyos a la regenera-ción urbana, como son los Programas Parciales de la colonia Cuauhtémoc y Alameda, que a su vez prepara las condiciones de nueva oferta inmobiliaria.

Las nuevas reformas administrativas del 2000 del Bando 2, buscaron resolver el problema burocrático del trámite de licencias y permisos en la ciudad Central.18 Los beneficios económicos y las facilidades en la gestión, incentivaron a los

desarrolladores privados que construyen vivienda a comen-zar a invertir en la ciudad central: delegaciones Benito Juárez, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza.

En la Gráfica 9 se observa la preponderancia en cuanto la ubicación de la oferta inmobiliaria.19 Los departamentos se localizan al sur poniente de la delegación. En porcentaje, las colonias de más alta densidad son la Roma (37%) y la Cuau-htémoc (18%), ambas acaparan más del 50% de la oferta en toda la zona. Las dos cuentan tienen los costos más altos en m2, que oscilan entre los $ 15 000.00 a $ 25 000.00 el m2.20 Los departamentos cuentan en su mayoría con más de dos recámaras, dos baños, terrazas, estacionamiento y servicios comunitarios como roof garden, gimnasio y elevador.

Las propuestas de los diferentes proyectos arquitectónicos que se integraron a la oferta inmobiliaria, muestra una “ar-quitectura global” (Gráfica 10) y en el peor de los casos una arquitectura fundamentada en el “estilo de la inmobiliaria”, con fachadas que su esencia es el ahorro de materiales y no la integración estética del inmueble. Por ello, el patrimonio arquitectónico de las colonias como la Roma y la Condesa, se ven amenazadas por estos edificios departamentales que comienzan a insertarse por toda la ciudad central, sin tomar en cuenta el entorno y sin respetar la imagen existente.

Ahora, las colonias Roma Norte, Roma Sur y Cuauhtémoc son los nuevos centros las dinámicas inmobiliarias. Donde debido a sus características geográficas, económicas, sociales y culturales, constituyen la zona más atractiva para vivir para

Gráfica 9. Quinceañeras festejando su fiesta recorriendo el Paseo de la Reforma con dirección al Zócalo. Fuente: Prodigy/Msn Noticias 4 de abril del 2009

Gráfica10. Plano con las ofertas inmobiliarias de departamentos en el 2007. Fuente: plano realizado por el autor

Gráfica 11. Desarrollo inmobiliario en la Colonia Roma, calle Colima num. 225. Foto: Miguel Ángel Téllez Pérez

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Gráfica 12. Desarrollo inmobiliario en la Colonia Roma, calle Colima num. 225. Foto: Miguel Ángel Téllez Pérez

los ejecutivos que trabajan en el Paseo de la Reforma y la ave-nida Insurgentes.

La construcción de los nuevos edificios departamentales está modificando el paisaje urbano de las colonias interveni-das. Las viviendas unifamiliares de la colonia Roma (Gráfica 11) empiezan a comulgar con nuevas edificaciones con estilos loft o diseños más vanguardistas que buscan atraer a nuevos habitantes. Las nuevas propuestas no buscan la integración del entorno, sólo crear una nueva oferta para la elite que llega a trabajar en el eje financiero del Paseo de la Reforma.

CONCLUSIÓNLa relación de tiempo-espacio que conforma el paisaje urba-no se encuentra definida por los procesos económicos y po-líticos del país. Si realizamos un corte temporal a principios del siglo xxi, encontramos a la ciudad de México inmersa en la globalización y en los procesos políticos necesarios para sobrevivir a ella.

Por lo tanto, se requiere estudiar la conformación del pai-saje urbano, y si es interdisciplinario, mejor; la relación en-tre hombre-ciudad sería su objetivo central. Su análisis por cortes temporales permite la construcción contextual de los procesos que se viven en ese momento en la ciudad.

El paisaje como herramienta metodológica para el estu-dio de la ciudad, retrata parte de los acontecimientos diarios, donde se refleja una sociedad conciente de su existencia como parte de un todo en la urbe.

La disertación sobre el paisaje urbano debe tener como fin práctico propuestas urbanas que ayuden a la integración y apropiación de los espacios por parte de los ciudadanos. Las políticas por parte de las instituciones reguladoras han de-mostrado el apoyo incondicional a los inversionistas y pro-motores inmobiliarios, dejando atrás el análisis del paisaje y el patrimonio cultural.

Por último, es importante el reconocimiento de los di-ferentes paisajes urbanos que conforman la ciudad, como elementos de interés público y de referencia a la comunidad; hay que dejar atrás la postura de que los paisajes urbanos im-portantes se encuentran en los “centros históricos y de valor turístico”. El análisis va más allá y permite recuperar el valor estético, cultural y social de diferentes partes de la ciudad, que no obedecen a la estética establecida, pero si cuentan con un peso simbólico y de apropiación que ha sido dotado por parte de la comunidad.

NOTAS Y REFERNCIAS1 Ciudades globales son los nudos de la economía global, don-de se integran economías regionales, nacionales e internacio-nales; no se definen ni por sus fronteras administrativas ni por el tamaño de su población, sino por sus funciones en la economía mundial; son centros a través de los cuales los flu-jos de capital, información, mercancías y migrantes circulan y desde donde se controlan y gestionan estos flujos; centrali-zan la gestión y el control de la economía mundial, con ser-vicios avanzados para ello. Christof Parnreiter, “La ciudad de México: el camino hacia una ciudad global”, en eure, vol. 28, num. 85, Santiago, diciembre 2002, pp. 89-119.2 “Normatividad de la zona especial de desarrollo controlado, colonia Cuauhtémoc, Delegación Cuauhtémoc”, Diario Ofi-cial, 27 de enero de 1994.3 “Normatividad de la zona especial de desarrollo controla-do, Alameda, Delegación Cuauhtémoc”, Diario Oficial, 17 de enero de 1995.4 El programa se sustentó en cuatro vertientes: rescatar la cen-tralidad, regenerar el parque habitacional, revitalizar zonas patrimoniales y promover el desarrollo económico y social”. Sergio Tamayo (coord.), Los desafíos del Bando 2, Evaluación multidimensional de las políticas habitacionales en el Distrito Federal 2000-2006, México, seduvi/invi/cam/uacm, 2007, p. 393.5 Adriana Gómez Alzate, Desarrollo visual sensible del Paisaje Urbano. Hacia un entorno educador”, 2003, en <<http://luna-zul.ucaldas.edu.co/index.php?option=com_content&task=view&id=66&Itemid=69>>, mayo del 2009.6 Idem.7 Conferencia impartida por Francisco Pérez Cortés en el Se-minario de Diseño, Tiempo y Dinámica social, en la uam-Xochimilco, enero-mayo del 2009.8 Idem.

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9 “Un lugar es el orden (cualquiera que sea) según el cual los elementos se distribuyen en relaciones de coexistencia. Ahí pues se excluye la posibilidad para que dos cosas se encuen-tren en el mismo sitio. Ahí impera la ley de lo ‘“propio”, los elementos considerados están unos a lado de otros, cada uno situado en un sitio “propio” y distinto que cada uno define. Un lugar es pues una configuración instantánea de posicio-nes. Implica una indicación de estabilidad. Hay espacio en cuanto se toman en consideración los vectores de dirección, las cantidades de velocidad y la variable del tiempo. El espa-cio es un cruzamiento de movilidades. Espacio es el efecto producido por las operaciones que lo orientan, lo circuns-tancian, lo temporalizan y lo llevan a funcionar como una unidad polivalente de programas conflictuales o de proximi-dades contractuales. A diferencia del lugar, carece pues de la univocidad y de la estabilidad de un sitio “propio”. Michel de Certeau, La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer, Méxi-co, Universidad Iberoamericana/iteso/cemcA, 1990, p. 173.10 Rubén Cantú Chapa, Globalización y Centro Histórico. Ciudad de México, Medio ambiente sociourbano, México, Pla-za y Valdés, 2005, p. 19.11 Proyecto denominado: Corredor Turístico y Cultural Paseo de la Reforma- Avenida Juárez- Centro Histórico (en línea, página revisada en mayo del 2009, disponible en: <<http://www.obras.df.gob.mx/obras_publicas/corredor_turistico.html>>, septiembre 2009.12 Oscar Terrazas R. y Orlando Ipiña, “Dinámica inmobilia-ria en el cruce de dos caminos metropolitanos: el Paseo de la Reforma y la Avenida de los Insurgentes en la Ciudad de México”, Anuario de Espacios Urbanos, uam-azc, 2007, p. 44.13 Para Isaac Buzo, la morfología es “la forma externa de las ciudades. Esta se ve influenciada por el emplazamiento (re-lación con el medio físico: sobre una colina, en la ribera de un río, etc.) y la situación (posición relativa de la ciudad con respecto al entorno próximo: otras ciudades, vías de comuni-cación, etc.). Su estudio se realiza sobre un plano, que es la re-presentación a escala de los espacios construidos (edificios) y de la trama urbana (calles, parques, y otros espacios vacíos)”. Isaac Buzo Sánchez, “Apuntes de geografía humana”, ies Ex-tremadura, 1996, en <<http://ficus.pntic.mec.es/ibus0001/ciudad/morfologia_urbana.html>> junio del 2009.14 En las últimas décadas se han construido varias edificacio-nes a lo largo de Reforma de inversión privada, las que desta-can son: St. Regis Hotel & Residences, Torre Mayor, Reforma 222 Centro Financiero y Reforma 243.15 En estos campos se emplea el término de patrones de asen-tamiento para definir las peculiaridades de la cultura mate-rial, especialmente los poblados y sus edificaciones (particu-larmente la vivienda) relacionándolos con el medio ambiente y con los principales rasgos de una cultura, ya sea extinguida (de interés para los arqueólogos) o existente pero ágrafa, pro-ductora de arquitectura vernácula (de interés para los etnó-grafos). Véase, Linda Manzanilla, Akapana: una pirámide en

el centro del mundo, México, unam, 1992; Carlos Navarrete et al., Observaciones arqueológicas en Cobá, Quintana Roo, unam, 1979; o Evon Z. Vogt (ed.), “Ethnology”, Parts one and two”, en Robert Wauchope (ed.), Handbook of Middle Ame-rican Indians, vols. 7 y 8, Austin, University of Texas Press, 1969, donde se analizan los principales rasgos de las diversas culturas indígenas actuales de México, incluyendo sus tipolo-gías de vivienda.16 Oscar Terrazas R. y Orlando Ipiña, op. cit., p. 44.17 Idem.18 Se creó la Ventanilla Única en la Secretaría de Desarrollo y Vivienda, en el Registro de los Planes y Programas, depen-diente de la Dirección General de Desarrollo Urbano. La Ven-tanilla expide un Certificado Único en un término no mayor de treinta días hábiles, para conjuntos habitacionales meno-res de 200 viviendas, la factibilidad de dotación de agua, ser-vicios de drenaje y desagüe pluvial, de vialidad, de impacto urbano, de impacto ambiental y de uso de suelo. Lineamientos vi y vii del Bando num. 2, jueves 07 de diciembre de 2000.19 Los parámetros de búsqueda y captación de información se limitaron a la oferta privada aparecida en las principales pá-ginas de Internet, a edificaciones nuevas con proyectos cons-truidos o proyectos en pre-venta. Debido al tipo de buscador de las páginas se abarcó como primer acercamiento, la delega-ción Cuauhtémoc descartando las ofertas que no se encontra-ban en las colonias analizadas (12 ofertas). La investigación se llevó a cabo entre octubre y diciembre del 2007.20 Existen tres ofertas que llegan a los $ 33 000.00 el m2, se localizan en la colonia Tabacalera, pero es importante men-cionarlas ya que se localizan sobre el Paseo de la Reforma.

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INTRODUCCIÓNEl Centro Histórico de la ciudad de Mérida ha sido estudiado no en pocas ocasio-nes desde diversas perspectivas que, en términos generales, tienden a considerar el proceso evolutivo de sus elementos urbanos arquitectónicos y los aspectos que influyen en su deterioro.

Una muestra de lo anterior es el Programa Parcial del Centro Histórico de la ciudad de Mérida, que en su análisis histórico (económico social) considera que un desarrollo coherente y unitario, urbano edificatorio, es la del último trazo vi-rreinal de fines del siglo xviii, durante el periodo borbónico, es sobre esta área que la ciudad crece y se densifica poblacional y edificatoriamente hasta fines del siglo xix; a partir de la cual aparecen y se correlacionan las primeras colonias que son continuidad de la zona histórica, ligadas y estructuradas a él, pero su morfología, tipologías y modelos son productos de hechos que corresponden a procesos his-tóricos: relaciones de producción e ideológicas, que transformaron la concepción formal de la ciudad.

El Plan Parcial del Centro Histórico, sustentado en su seción histórica en in-vestigaciones de Aercel Espadas y de la fauady, asume los avances del estudio de la Zona de Monumentos Históricos, es decir, básicamente a la ciudad colonial. Sin embargo, existe un retraso en términos de un estudio integral.

PROPUESTA DE ESTUDIOLa carencia de una investigación urbana en un abordaje como totalidad y detallada de las transformaciones ocurridas en la ciudad de Mérida durante el siglo xx, con sus aciertos y desaciertos, con sus problemas nuevos y los recurrentes, con el apre-cio o la falta de valoración de los habitantes, con las grandes pérdidas edificatorias y sus importantes hitos históricos, todo lo que hoy constituye la realidad de la Zona de Monumentos (Gráfica 1) define el propósito general de lo aquí expuesto, con el

La ciudad de Mérida.

Huellas de un siglo

BLANCA PAREDES GUERRERO, MIGUEL ÁNGEL HERRERA MOGUEL, RUBÍ ELINA RUIZ Y SABIDO

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fin de aportar elementos para explicar la ciudad histórica del siglo xxi, a fin de avanzar en un análisis contemporáneo de la ciudad total con su relación, anclaje e implicaciones histó-ricas. Como estrategia inicial, se propone el estudio de una zona de Mérida: la de Monumentos Históricos, debido a que se trata del área urbana donde confluyen poderes y políticas multisectoriales.

A diferencia de otros trabajos, se busca superar el enfoque exclusivamente descriptivo, que domina desde el siglo pasa-do y aún perdura sobre los “centro históricos”, que los aborda como unidades sin dinamismo interno temporal, sin profun-didad cualitativa y cultural. Las descripciones suelen redu-cirse a referencias redundantes como “centros históricos” o de “estilos colonial, nacionalista o moderno”, por mencionar algunos, casi siempre clasificados de manera previa y sin una propuesta de conceptos y conocimientos que desarrollen la comprensión de la ciudad y su arquitectura. Aún hoy existen muchos convencidos de que el centro histórico de Mérida es colonial, y que la Zona de Monumentos se ajusta a este pe-ríodo.

El enfoque central es revisar la totalidad en su comple-jidad, lo cual se opone a la idea de Centro Histórico, con-sistente en una imagen congelada (como una feria en algún barrio), lo que ya no es una realidad. Desde este siglo xxi, se

puede enumerar los rasgos que introduce el siglo xx en ma-yor medida, con el fin de explicar este sector de ciudad como proceso cultural. Como realidad compleja, donde intervie-nen personas y grupos interrelacionadas en un medio am-biente con presencia de las fuerzas económicas, la memoria, el avance técnico-científico, la herencia, las tensiones sociales, los modos de vida, los poderes políticos, las aspiraciones y creaciones. Estos procesos culturales hacen de una ciudad un espacio cultural.

Por otra parte, se plantea también la importancia de supe-rar la pertinaz labor de destrucción que, a través de múltiples medios, legales e ilegales, de manera abierta u oculta, pade-cen contextos culturales representativos de algún período; y discernir entre las necesidad de conservar o renovar, y sobre todo, acerca de hasta cuánto un contexto cultural, un espacio urbano o una obra debe admitir cambios o mantenerse inco-lumne. Se considera que el conocimiento detallado, sea de un elemento arquitectónico o de una zona y su entorno cultural en su totalidad, brindará la posibilidad de presentar el análi-sis y argumentos que respondan a dualidades subsumidas en la problemática: conservar o transformar, patrimonio o patri-monialización, memoria o discurso.

Esa tarea se ha iniciado, en su primera etapa, con apoyo de las nuevas técnicas de reconocimiento, con un equipo amplio de colaboradores, a partir del cual trataremos de establecer la información, los referentes culturales y los anclajes histó-ricos, que aporten sentido a la definición misma de Zona de Monumentos. Trabajo que está enlazado con el estudio más amplio de la ciudad histórica desarrollado dentro del proyec-to Lecturas del Espacio Habitable. Memoria e Historia (Grá-fica 2).

Gráfica 1. Zona de Monumentos de Mérida

Gráfica 2. Levantamiento fotográfico en la Zona de Monumentos de Mérida

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ArquitecturA y urbAnismo contemporáneos en contextos Históricos

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LAS APORTACIONES EN LATINOAMÉRICAEl Coloquio de Quito de 1977 estableció sin duda un impor-tante avance a la concepción de los lugares históricos, al enfo-car la relevancia los núcleos sociales y culturales vivos en los centros históricos y definirlos como “todos aquellos asenta-mientos humanos vivos, fuertemente condicionados por una estructura física proveniente del pasado, reconocibles como representativos de la evolución de un pueblo”.

Por otra parte, Hardoy, y De los Santos señalan que en América Latina existen dos términos respecto al pasado, y la manera cómo se interpreta es sobre todo restringida a: lo “histórico y lo “antiguo”. El “histórico” se vincula exclusiva-mente con hechos destacados de la historia oficial política de los paises. El “antiguo” se refiere generalmente a secciones o períodos históricos, manteniendo una visión siempre frag-mentada temporal, fragmentando la unidad del proceso de formación de las ciudades a través del tiempo. Esto, de ser así, impacta directamente a las concepciones y acciones de con-servación en las ciudades históricas de América, seguramente dejando fuera del concierto de lo “valioso” históricamente: lo no institucional, los testimonios culturales amplios, muchas veces desconocidos o simplemente despreciados.

Estas concepciones limitadas, impuestas casi siempre vía oficial e incluso académica, olvidan que un paisaje urba-no se define por la vida de sus habitantes y, en todo caso un centro histórico, una ciudad histórica o un poblado históri-co, siempre están insertos en áreas geográficas mayores, y la complejidad de su realidad debe ponerse en perspectiva con enfoques que conciban los espacios habitados más allá del fragmento. Para Hardoy por ejemplo: “lo histórico es, pues […] todo aquello que exprese relevantemente un período de la vida social y cultural de una comunidad, y no solamente los fragmentos más antiguos o aquellos vinculados a algún acontecimiento “histórico” entendido parcialmente […]”.

La realidad de Latinoamérica nos enfrenta entonces con diversas problemáticas vinculadas a los centros históricos, se trata de asentamientos con enormes carencias sociales en materia de vivienda, equipamiento e infraestructura, en un rápido proceso de expansión y de renovación edilicia sin con-solidación.

Como mencionan Artigas, Azevedo et al., implica esen-cialmente, en la mayoría de los casos resolver el problema de las condiciones de vida de los sectores más desposeídos, áreas centrales pauperizadas, con equipamiento obsoleto, la mayor de las veces semi-abandonadas o subutilizadas con activida-des no habitacionales, y donde además existe una población flotante de empleados o vendedores ambulantes que usan el centro histórico pero no viven en él.

Y es que de la interacción entre los centros históricos y las áreas de expansión urbana surgen problemas sustancia-les como: la transformación inconveniente de usos de suelo y funciones, tanto en espacios abiertos como en edificios, la congestión en las vías de circulación, la generación de pro-

blemas ambientales y la destrucción del paisaje natural, la concentración de funciones, la destrucción del tejido urbano y habitacional, lo que provoca la expulsión de sus habitantes; también ocurren problemas de empleo y de abastecimiento, con la consiguiente declinación en la calidad de los servicios. Todo ello, resulta en definitiva en el deterioro de la calidad de vida y la pérdida de valores sociales y culturales esenciales, entre los que se encuentra la producción edilicia histórica.

LA REFERENCIA NORMATIVA DE LA ZONA DE MONUMENTOS DE MÉRIDALos discursos vacíos y las procupaciones auténticas en torno al patrimonio edificado se vieron incentivados a nivel mun-dial en las dos últimas décadas del siglo xx, como contrapar-tida del discurso globalizador, en cuyo contrapunto está el sentido de identidad local. Sin embargo, la importancia ma-terial y más sólida de los Centro Históricos es la capacidad de esos sitios de proporcionar alternativas económicas a través de la actividad turística, aunque no siempre esto ha contri-buido al desarrollo económico de las poblaciónes como ha manifestado la unesco. México, es un caso como pocos en América que, a escala de nación, estableció la normativa (en su momento avanzada) para proteger el patrimonio edifica-do. Es el caso de la Ley Federal de 1972 que contiene los de-cretos de las zonas de protección e incluye tanto monumentos como zonas específicas.

Los antecedentes de la noción de zona de monumentos en México están en la “Ley sobre la Protección y la Conservación de los Monumentos y de los Sitios Naturales” de 1930. Este concepto fue precisado a su vez en la ley de 1934 sobre “La Protección, la Conservación de los Monumentos Arqueoló-gicos e Históricos, Asentamientos Típicos y Sitios Naturales”. Estas leyes de México fueron contemporáneas del primer mo-vimiento internacional que intentó definir normas técnicas para la restauración y la conservación de los monumentos históricos, es decir, con la realización de la Conferencia de Atenas, en 1931. Un acontecimiento relevante fue la creación del Instituto Nacional de Antropología e Historia por Lázaro Cárdenas en esa década.

La Declaratoria de Zonas se incrementó en sitios diferen-tes del país. En el período comprendido entre 1974 y 1996, durante 22 años, se publicaron 41 decretos de zona de monu-mentos históricos con una superficie total de de 68 000 km², los cuales agrupan aproximadamente 19 000 monumentos históricos. Desde los trabajos preliminares a la Ley de 1972 se planteó la necesidad de declarar otras zonas de monumentos en 50 ciudades más, de esta manera en 1977, quedaron deli-mitadas 73 zonas de monumentos.

Ahora bien, cuando se emprendió la doble tarea de de-finir Zonas de Monumentos y lista de bienes para proteger fue sin duda un esfuerzo que, a cuatro décadas, no deja de ser valorado como encomiable y denota la preocupación de los especialistas por abarcar amplios sectores urbanos, en un

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intento por comprender la evolución histórica de cada ciu-dad. Sin embargo, al menos en Mérida, hoy es clara la falta de sustento conceptual e histórico, en donde los perímetros pro-puestos correspondan con perímetros históricos bien defini-dos y aclarados. Son entornos cuyos límites requieren de un reforzamiento acerca de su temporalidad histórica urbana.

Por otra parte, las Zonas de Monumentos del país son el resultado de la confrontación de múltiples sectores e intereses de tipo, político, económico y cultural, lo que hoy ha queda-do impresa en la ciudad histórica protegida. En ella prevalece una constante multiproblemática desde varias perspectivas: las acciones de conservación polémicas y su continua des-trucción, el creciente deterioro, contaminación, el incremen-to y saturación constructiva, la especulación intensa, y la pre-sencia o propiedad dominante de grupos exógenos.

En 1981 el gobierno federal decretó una extensa área urba-na protegida de Mérida, y el 18 de octubre de 1982 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto que establece la “Zona de Monumentos Históricos” de la ciudad de Mérida, con una superficie de 8.795 km2, conformada por 659 manza-nas y 633 monumentos.

Mérida, capital del Estado de Yucatán, históricamente ha sido centro regional de la zona sureste del país; su pobla-ción actual es de 734 153 habitantes, es la ciudad más pobla-da del Estado. En ella se ha concentrado un gran desarrollo económico y es considerada con un alto nivel en la calidad de vida. Su estructura urbana está conformada de diversas áreas históricas que se han estratificado espacialmente con las estructuras urbanas y edificaciones antiguas y contempo-ráneas. Concentrándose la mayor cantidad de permanencias históricas en el área urbana central, la más antigua y origen de la actual.

Su dinámica como metrópoli regional es intensa y con cambios constantes, por lo que ninguna área urbana ha per-manecido inalterable. Esta característica también es propia de su área más antigua, sin embargo la propia historia regional y la contención relativa que ejerce el inah desde octava década del siglo pasado, ocasionaron niveles importantes de conser-vación arquitectónica y urbana en toda la Zona de Monumen-tos Históricos. Desde esta perspectiva, adquiere relevancia el conocimiento del proceso de su desarrollo histórico cultural y material, en un esfuerzo por comprender su construcción en el tiempo, su estructura y su edificación en distintas tem-poralidades, que abarca desde su origen prehispánico como T’Ho, la etapa fundacional o de ocupación española hasta el siglo xx.

LA HUELLA DE UN SIGLOPartiendo del supuesto que es precisamente la huella de la Mérida de principios del siglo xx, la que constituye el con-torno de la zona de la actual Monumentos declarada en 1982 con casi 9 km2, se estudiará el período comprendido entre los primeros años de 1900 hasta la actualidad, es decir, un siglo con un devenir constante de transformaciones de un contexto urbano creciente, con sustracciones continuas en su acervo cultural edilicio, supuestamente protegido desde muy temprano en el siglo pasado, y más tarde decretado Zona de Monumentos.

Particularmente, la ciudad del siglo xx integró (y en el si-glo xxi se determina de manera significativa) lo que hoy se conoce como el centro histórico o el área más antigua de la ciudad. Durante siglo xx quedó establecido cuál es el patri-monio arquitectónico y urbano de alto valor histórico, tanto para la ciudad de Mérida como para el Estado de Yucatán,

Gráfica 3. Perímetros A y B de la zmh de Mérida

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que hoy se asumen como tales. Así también, de manera casi total, se determinó lo que hoy son los espacios más impor-tantes vinculados a la cultura, como no ocurre en otra zona de la ciudad; es cuando se establecieron cinco museos, cuatro teatros, un centro cultural, una pinacoteca, la hemeroteca, diversas sedes de instalaciones educativas de la Universidad Autónoma de Yucatán; se pusieron de relieve y en valor edi-ficaiones que son hitos de la ciudad debido a la calidad de sus elementos arquitectónicos formales, técnico- constructivos y espaciales, y a su significado histórico y urbano, como: la Casa de Montejo, la Casa del Alguacil, la Catedral, el Cen-tro Estatal de Bellas Artes, el Ateneo Peninsular, el Palacio Cantón, el ex convento de La Mejorada, el Antiguo Cuartel de Dragones y otras edificaciones que albergan usos de suelo fundamentalmente culturales.

No obstante, en general la Zona de Monumentos decre-tada en el siglo xx es el área urbana más heterogénea desde

el punto de vista de: sus habitantes ahí establecidos, de la di-versidad de usos públicos y privados que ahí confluyen, de las funciones múltiples de sus unidades arquitectónicas, de su carácter de zona de transición de usuarios tanto locales, na-cionales como extranjeros; además de que concentra la mayor cantidad de edificios y espacios urbanos históricos, y también concentra edificios del poder público y sus simbolismos aso-ciados. Y, por otra parte, la protección de su patrimonio pri-vilegia aún de manera dominante, el valor de antigüedad, lo que entre los siglos xx y xxi se ha agudizado, aunado a la asociación del valor histórico con la especulación, por los ele-vados costos que el suelo del área ha recibido gracias al auge del mercado inmobiliario urbano en la Zona.

A pesar de los esfuerzos de protección llevados a cabo por el inah, consideramos que, como en el resto del país, los límites y el retraso en el que la normatividad se encuentra inciden de manera totalmente insuficiente en esos contextos protegidos.

ALGUNOS RETOSAquí se considera que el conocimiento desde esa complejidad permitirá concebir y proponer la conservación en una reali-dad dinámica y cambiante donde, por una parte, se superen las visiones museísticas de los centros históricos, o las moti-vaciones exclusivamente turísticas que ocasiona la creación de fetiches y/o gastos mayores de energía, como es el empleo indiscriminado de iluminación.

Uno de los problemas en esta discusión es definir los lí-mites físicos del centro histórico y la forma de precisarlos. En la mayor parte de los casos se tomó como válido, el criterio de delimitación a partir de la identificación de característi-cas homogéneas arquitectónicas y urbanas, lo cual determinó perímetros un tanto ambiguos desde el punto de vista de su historicidad o valoración. Ejemplo de esta ambigüedad es los límites a centros de calles o, los referidos a obras cuya infor-mación es escasa.

Evidentemente, la idea de un centro histórico-museo es opuesta a la necesidad latente de revalorar estos espacios im-pregnados de memoria e historia, no sólo en función de los monumentos que allí se encuentran, sino sobre todo, en fun-ción de quienes los habitan lo que conllevaría respeto por las tradiciones locales y regionales, y a la necesidad de promover una legislación con enfoques sustentables de financiamiento y adecuada conservación.

Hasta hoy, por ejemplo, sabemos que entre los ciudadanos de Mérida no existe precisión en su conocimiento del perí-metro que abarca la Zona de Monumentos y el término más común de centro histórico es una representación vaga, por lo que cada quien le asigna un perímetro diferente. A la pregun-ta concreta a habitantes y a estudiantes de arquitectura acerca de ¿cuál es el centro histórico de Mérida?, las respuestas indi-viduales van desde aquellas que ubican dicha área sólo en la plaza central a otras que se extienden algo más su perímetro

Gráficas 4 y 5. La dinámica actual de Zona de Monumentos Históricos de la ciudad de Mérida: Palacio de Gobierno y el Portal de Granos.

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pero nadie conoce con precisión el dato. Y entre los arqui-tectos, muchos asumen que corresponde exclusivamente a la etapa colonial o tampoco saben con certeza.

Con este motivo, se considera que el estudio debe involu-crar a los sujetos, para identificar qué tan auténtico es el senti-do de patrimonio entre los habitantes de la urbe; es decir, una pregunta emerge: ¿hasta dónde el área protegida forma parte del sentido de identidad y de valor?. Identificar el grado del encuentro o desencuentro entre la normatividad y la cultura local aportará elementos para el uso apropiado del término patrimonio, entendido como cultura heredada y asumida por un grupo.

En conservación, se suele señalar la importancia de co-nocer para valorar y que ésta última será tan limitada en función de la primera. El sector amplio de la población po-siblemente también ignore cuál es el área del patrimonio a conservar, pero hay que averiguarlo, para recomendar estra-tegias de difusión, que involucre a los habitantes urbanos y con ello abrir la posibilidad de transitar hacia una auténtica identidad y un significado que apoyen la valoración ciudada-na y su participación en las decisiones de conservación de la Zona protegida.

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Gráfica 7. Paramento de la Zona de Monumentos. Situación actual de la Calle 73 x 44 y 42 Centro

Gráfica 6. Paramento de la Zona de Monumentos de Mérida. Situación actual de la Calle 44 x 71 y 73

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INTRODUCCIÓNDe acuerdo con lo que hemos sostenido en otro lugar,2 en la ciudad de Aguascalien-tes, durante la primera mitad del siglo xx, las identidades ciudadanas se disputaban abiertamente en la calle y más tarde se retraían en las vecindades y en las zonas de residencia de sectores pudientes de la población. Aquí la arquitectura urbana tuvo un rol determinante, pues en la ostentación de la imagen pública de la vivienda se disputaban las distintas nociones de “ciudadano moderno”, que invocaban los diferentes sectores sociales a través del empleo de variados repertorios arquitectó-nicos en las fachadas de las casas. Por las características poblacionales y urbanas de la capital hidrocálida en esos años, estos fenómenos y procesos tuvieron lugar en lo que sería la ciudad histórica, por contraposición al concepto de centro histórico, que en Aguascalientes legalmente comprende un perímetro decretado de mucha menor extensión.

De entonces a la fecha, el mundo contemporáneo ha experimentado cambios espectaculares con la globalización, la posmodernidad y la sociedad de la informa-ción y del conocimiento. A la par de estas tendencias, sostuvimos que en últimos años se multiplican los referentes simbólicos de manera heterogénea y desintegra-da; de tal modo que el espacio urbano, si bien configurado por los intereses mer-cantiles de las compañías del consumo globalizado y su feroz competencia entre sí, aparece como de todos y de nadie, une y separa, reduciendo (o multiplicándolas) las identidades a atributos específicos de conducta social, de lenguaje, indumentaria o de microespacios fragmentados de interacción social. En las condiciones actuales, las formas globalizadas del consumo tienden a diluir en múltiples referentes los antiguos universos simbólicos del uso del espacio, socavando no tanto la identidad como concepto (que hoy se antoja inoperante en contextos como el de Aguasca-lientes) cuanto las estrategias empleadas hasta el momento. Argumentábamos que tienden también a dificultar la percepción de la línea divisoria entre solidaridad

Escenarios fragmentados,

identidades decretadas.

La presencia de la globalización

en contextos históricos

MARCO ALEJANDRO SIFUENTES SOLÍS, J. CARLOS PARGA RAMÍREZ1

La feria es para todos, hay para los ricos, para los pobres, para los no tan pobres,

para los cholos, para los emos, para los metaleros, para los fresas,

para los gays.. hay para todos…xchecox, forista en internet,

17 de abril de 2008.

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clasista e identidades sociales ontológico fundamentalistas y sus nuevas formas de manifestación: abiertas, híbridas, glo-balizadas, dinámicas, no necesariamente benéficas, no todas perniciosas.

De entre estas nuevas formas, un fenómeno emergente que con mayor presencia se manifiesta en algunas ciudades norteñas, es el de la turistificación3 de algunos destinos poco atendidos hasta ahora, en los que destacan los de sol y playa, particularmente en Sonora con la experiencia de Punta Pe-ñasco, que se le promueve como un contrapunto a destinos similares, como Cancún.

En estados sin salida al mar, como Aguascalientes, y ante el agotamiento o depresión de algunas de sus actividades eco-nómicas (ganadería y metalmecánica), o las características de sus componentes territoriales (calidad del suelo, recursos hídricos, clima semidesértico), se ha pretendido impulsar la industria del turismo.

Hacia ello se está desarrollando infraestructura turística rural y religiosa en la zona de la colosal Presa Calles (Distrito de Riego 01), que ha sido detonado por la erección de la es-cultura monumental de un Cristo en un islote aguas adentro del vaso, a cuya cauda se originan actividades que provisio-nalmente denominamos de “sol, playa artificial y peñascos”, tales como ski acuático, rappel y otras actividades ligadas al turismo ecológico, así como restaurantes, hoteles y cabañas, que si bien han empezado a levantar la exigua economía de los lugareños (de los más pobres entre los pobres de Aguas-calientes), no puede ocultarse tampoco que representa un atractivo negocio para los grandes capitales, incluso algunos de dudosa procedencia, pues al parecer cada vez más se in-crusta en este pequeño estado la narcoeconomía, con la con-nivencia gubernamental.

Pero el “proyecto estratégico”, no necesariamente com-prendido en un plan ni atendiendo el interés general, se ins-cribe en esta tendencia de turistificación de lugares creados como montajes urbano-arquitecturales para el consumo he-donista y dionisíaco; se trata de la infraestructura que se está construyendo para los festejos de la verbena abrileña de San Marcos y que comprende una extensión total de casi 90 ha. Del proyecto se destaca, desde una perspectiva ensayística,4 una de sus partes: la remodelación del andador Alberto J. Pani. A efecto de lo cual, en el siguiente apartado se anali-za el contexto histórico-urbanístico en el que se fue modi-ficando la función y el carácter de esta corta rúa (que liga el corazón simbólico) con la ampliación de la infraestructura e instalaciones de la Feria Nacional de San Marcos. Poste-riormente se analiza críticamente dicho espacio y se cierra con una reflexión y discusión general acerca de la emergencia de nichos de fragmentación espacial-identitaria, en donde la turistificación y las industrias del consumo del espacio urba-no comandan los nuevos perfiles de buen número de urbes mexicanas, desplazando identidades centenariamente cons-truidas.

EL DIVISADERO TEÓRICOY ya que de identidades hablamos, el concepto de identidad que aquí se usa está relacionado con el concepto de cultura empleado por autores como: Geertz, Bourdieu, Appadurai, García Canclini, Burke, Chartier y otros, en donde los sig-nificados que las personas otorgan a sus relaciones con otros congéneres tienen un papel crucial,5 y en donde lo que iden-tifica a un pueblo, a una sociedad, a un barrio, no es sólo lo que une al interior sino también lo que diferencia con respec-to al exterior desde el ángulo de los procesos de simboliza-ción. Si la cultura no es más que la sociedad misma vista en cuanto significación,6 las identidades son construcciones a la vez sociales y culturales, pues comprenden las significacio-nes socialmente construidas de un grupo humano. Por ello, el análisis de los imaginarios cobra especial relevancia en la arquitectura y el urbanismo, pues, de acuerdo con Armando Silva y la teoría de los imaginarios urbanos,7 la ciudad “es una red simbólica porque en todo momento es urbanizada y la urbanización se da en redes. La red puede ser un nuevo con-cepto contemporáneo sobre identidades”.8

Los mapas afectivos de los habitantes de una ciudad o de un barrio se construyen a fuerza de la experiencia cotidiana del espacio y hacen de éste un receptáculo de significaciones ricas y variadas que desafortunadamente en algunas ciuda-des, como Aguascalientes, se han visto alteradas. Es el caso del barrio de San Marcos, sede simbólica de la verbena abri-leña, quinto lugar de importancia entre las ferias del mundo, según la Asociación Nacional de Ferias de México.

LA MUTACIÓN DE UN ENTORNO HISTÓRICO Y EL MONTAJE URBANO-ARQUITECTURAL DE LA FERIA DE SAN MARCOSLa Feria de San Marcos es el gran acontecimiento en la vida de la población de la ciudad de Aguascalientes, que ha pasado por varias etapas, en las que se fueron incorporando cambios y elementos urbano-arquitectónicos que han propiciado una interacción simbólica que contribuye a la construcción de la identidad social urbana y a la estimulación de imaginarios de los habitantes de la ciudad.

El inicio de la feria Se puede anotar que la feria inició en un lugar y mes diferente a la actual; se dice que “[…] el cinco de noviembre de 1828, apenas 7 años después de que se consumó la independencia de México […] la verbena se celebraba […] en los portales de un antiguo Parián a medio construir”.9 El Parián, actualmente transformado pero con respeto al locus10 rossiano, está a dos manzanas de la Catedral Basílica y a una de la plaza central de la ciudad; lo formaba conjunto de cuatro portales ocupa-dos por tiendas en ambas caras de cada cuerpo –a la calle y al patio–; ahí, “[…] la feria se fue consolidando como un atracti-vo regional y un dinámico evento al que los aguascalentenses y foráneos acudían para aprovisionarse, pero también para

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divertirse […]”.11 El crecimiento y expectativa de la celebra-ción anual obligó a buscar y definir, para 1848, un lugar con mayores posibilidades para la expansión y/o construcción de instalaciones y un período de celebración diferente.

El nuevo lugar El lugar escogido fue un jardín de nueva creación y el entorno del antiguo “Pueblito de indios de San Marcos”, frente al tem-plo de este antiguo pueblo-barrio, y en el mes de abril.

El lugar de elección fue por ser una nueva zona de expan-sión urbana y porque el jardín de San Marcos, con sus am-plios andadores arbolados y su balaustrada (construida poco antes), proporcionaba la comodidad necesaria para albergar los festejos; y el período, porque el jardín ofrecía mejor aspec-to de fronda y flores, sin olvidar la conclusión del tiempo de abstención y recogimiento de la cuaresma y la celebración en el templo de las fiestas en honor del evangelista.

Conviene, pues, iniciar por los antecedentes del nuevo lu-gar para la feria: el pueblo-barrio de indios de San Marcos, del que se tienen noticias 47 años después de la fundación de la villa de Aguascalientes gracias a un acta de matrimonio indí-gena del Archivo Parroquial de Aguascalientes de 1622.12 y a la petición del cura párroco de la villa, Fray Juan Pérez Díaz (que llegó el 30 de enero de 1611 de Lagos de Moreno)13 que atendió la solicitud de un grupo de indígenas (chichimecas, tarascos y mexicanos) para que les fuera concedida una mer-ced de huerta y dos días de riego al poniente de la villa de las Aguas Calientes, petición que en 1644. El Juez de Composi-ciones Cristóbal de la Torre lo concretó por la donación que don Nicolás de Ortega otorgó de sus tierras –posteriormente les fue concedida otras más– para fundar el pueblo de indios, que daría mano de obra y los productos de sus huertas a los habitantes de la muy cercana villa.

Como la condición y requisito por parte de la Corona para estas fundaciones era edificar un templo/capilla –centro y elemento urbano generador de tensión según el concepto rossiano,14 y aglutinador de la construcción de vivienda–, se procedió así, y antes de 1655 el párroco Manuel Colón de La-rreategui pidió a los indígenas continuar la construcción de la capilla de adobe e invitaba a la comunidad para que:

[…] asistiera a los oficios divinos, una escuela gratuita para todos los indios y pobres de la comunidad, en donde además se les en-señaría las artes del tejido y deshilados, así como de horticultura práctica, concertando con el alguacil mayor del pueblo Nuevo de San Marcos, Don Lorenzo Rodríguez, que los niños y jovenzuelos indios de aquella república, fueran diariamente al aprendizaje de las ciencias y de las artes […].15

La construcción quedó inconclusa por espacio de más de cien años, terminándose entre 1763 y 1765, dedicada a San Mar-cos, nombre que asumió el barrio y después, se incorporó como elemento de identidad en el imaginario de la mencio-nada feria.

En el devenir del lugar y de la feria, la condición para los pueblos de indios (derivada de la independencia) se hizo pre-sente en San Marcos y se acentuó por su vecindad con la ciudad, pues “[…] en forma retrospectiva puede verse en esa vecindad una espada de Damocles amenazando la existencia misma del pueblo; cuando el régimen colonial se desintegró y desaparecieron las leyes que protegían a los indios, esa espa-da cayó y el pueblo como tal murió […]”.16 Espada sostenida por la modificación de las leyes del derecho a la posesión de la tierra comunal y al considerar que todos los habitantes del país –criollos mestizos, indios– serían ciudadanos iguales, que rompió con la protección virreinal a los gobiernos de las comunidades indígenas, condición que se agravó con la visión de los liberales, que creían que “[…] los antiguos pueblos de indios eran una de las ataduras del país […] y donde en teoría las distinciones no se fincaban en la raza sino en la instrucción y el trabajo […]”.17

La tierra comunal o social pasó de los indígenas a ser pro-piedad particular, las tierras o huertas comunales como fuen-te de sustento de los indígenas se privatizaron. Las consecuen-cias de estas disposiciones son las mismas que ahora con los ejidatarios; Jesús Gómez Serrano cita que:

[…] en el Archivo Histórico de Aguascalientes hemos localizado un total de 55 contratos de compraventa, distribuidos entre octubre de 1826 y noviembre de 1834. Seguramente no se trata de todas las ventas hechas por los indios, pero parece claro que esas operaciones indican la forma en la que se desintegró el pueblo de indios de San Marcos […].18

Con estas referencias es fácil inferir el por qué el pueblo-ba-rrio de San Marcos fue escogido para reubicar la feria, pues se convirtió en zona de crecimiento de la ciudad por los grandes espacios abiertos –antiguas huertas– y las grandes casas nue-vas que aparecían y se multiplicaban, propiciando la subdivi-siones de tierra y la venta inmobiliaria, desplazando así a la población original.

El propio jardín es producto de este proceso a principio del siglo pasado; el templo tenía al frente dos y medio solares (205 varas de largo por 107 de ancho) en completo abandono, limi-tado por derruidas tapias de adobe con “[…] cinco higueras, ocho membrillos, nueve granadas, seis duraznos y un mezqui-te, eran cuidados por doña Madania María Montes, quien pa-gaba a la iglesia $ 20.00 mensuales como inquilina. Su habita-ción: un cuarto oscuro y sucio propiedad de la misma […]”. 19

Este baldío no pasó desapercibido y con la intención de mejorar e impulsar la zona con un centro recreativo para esparcimiento del pueblo, el jefe político del departamen-to, Don José María López de Nava, gestionó ante la iglesia la adquisición del terreno-huerta a favor del ayuntamiento, lo que se hizo el 3 de marzo de 1831, y que fue entregado por el cura párroco y Juez Eclesiástico Ignacio Tello de Lomas por $ 400.00.

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Casi diez años después, se continuó el acondicionamiento del jardín, al ser nombrado Comandante Militar de la pla-za el General Nicolás Condell Soya, quien inició en 1842 la construcción en cantería de la balaustrada y sus pórticos de acceso neoclásicos que se convirtieron en los elementos ur-banos significantes de la identidad del barrio y de la propia feria.

La calle J. Pani aparece ya en el plano de la ciudad del año de 1855 –realizado por el Ing. Isidoro Epstein y llamado “de las Huertas”–, y baja del atrio del templo hacia las áreas bal-días de las márgenes del Arroyo del Cedazo, dando acceso a viviendas en lotes pequeños de dos manzanas (Gráfica 1).

La fiesta de San Marcos, para el final y el primer cuarto del siglo xx, ya tenía nuevos elementos identitarios simbólicos –que por el principio de metacontraste20 se podrían conside-rar al nivel de toda la ciudad–, reforzado por el incremento de la importancia de la feria en torno al jardín, con: el casino y su palenque –el acceso principal desde el atrio del templo y el acceso de servicio por la acera oriente de la calle J. Pani–, la nueva plaza de toros San Marcos (que sustituyó a la antigua del “Buen Tono” en el costado norte del atrio), y un salón de exposiciones industriales y agropecuarias colindante con el costado sur del templo.

Para las décadas de 1940-50, el crecimiento poblacional y el impulso económico originado por el desarrollo industrial y agropecuario en la ciudad de Aguascalientes, la feria incre-mentó su área de celebración y ocupó la calle de Venustiano Carranza (conexión principal del barrio de San Marcos con el centro de la ciudad) y algunas de las calles que salen del jardín de San Marcos, con base en las instalaciones ya men-cionadas (Gráfica 2). Es para la década de los ochenta cuan-do se realiza una expansión importante al agregarse nuevas áreas recuperadas al arroyo del Cedazo, para conectarlas con la referida calle J. Pani, que es ampliada y convertida en eje

vial principal de relación entre el área original y las nuevas áreas feriales.

Las nuevas instalaciones se construyen entonces con la visión de crear elementos urbanos con identidad magnificen-te o bien turistificadora, acordes con la nueva imagen que se pretende dar a la feria, tales como: la nueva plaza de toros Monumental; una nueva área con parque arbolado ocupada por “tenderetes”; exposiciones; cervecerías y un sinnúmero de giros de venta; la nueva Expo Ganadera; el nuevo Lienzo Charro; un hotel de nivel internacional –el Fiesta America-na– en el remate sur de la calle J. Pani; y un centro comercial y de exposiciones en la Expoplaza que aprovecha el espacio abierto creado sobre el túnel o paso a desnivel por donde pasa de la Av. López Mateos, que se construyó décadas antes so-bre el entubamiento de los arroyos del Cedazo y los Adoberos (Gráfica 3).

En la actualidad, el área de la feria sigue su expansión en nuevas áreas de pretensión turistificadora; suma ahora, en la parte oriente de la etapa anterior, edificios específicos para antros y agregados escenográfico-arquitectónicos –ocupados sólo en abril–, principalmente en el eje del andador J. Pani, más áreas ganadas al arroyo del Cedazo con el nuevo bulevar San Marcos de amplio camellón para poner juegos mecánicos y giros de “tabaretes”, hasta llegar a la Isla de Guadalupe (o San Marcos) que refuerzan la identidad de la feria. Cuenta hasta el momento con más áreas de exposición ganadera e in-dustrial, rodeadas de áreas verdes y un lago artificial, fuentes y hasta una “montaña rusa” (Gráfica 4).

Es decir, cada vez más, en la medida que crece en exten-sión, se concibe al área ferial como un “proyecto estratégico” soportado en la mutación del antiguo barrio y otras áreas fagocitadas, en favor de un montaje urbano-arquitectural escenográfico para la industria del entretenimiento y el con-sumo festivo, en cuyo interior coexisten a duras penas tanto

Gráfica 1. La feria en 1855 y la calle A. J. Pani. Fuente: Edición digital sobre plano del Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes.

Gráfica 2. Área ferial en 1944. Fuente: elaboración propia sobre fotografía aérea

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identidades de la tradición como las oficialmente decretadas, o las identidades espontáneas y emergentes estimuladas por la globalización.

UN MAQUILLAJE MÁS PARA UN ESPACIO CENTENARIO21

El andador Alberto J. Pani es hoy un corto eje que vertebra el corazón simbólico y el área ampliada de la feria en Aguas-calientes. Liga el Jardín de San Marcos y la actual explanada frente al templo –en lo que fue su atrio y camposanto– con la denominada Expoplaza y las nuevas instalaciones, cuya in-fraestructura y equipamiento ya referidos.

En 2005, en las oficinas Centro Regional Aguascalientes inah, a instancias de su director se convocó a un grupo de expertos para opinar sobre la iniciativa de modificar algunas características del andador con un proyecto elaborado por la prestigiada firma del despacho Humberto Artigas y Asocia-dos. La intención del Gobierno del Estado (junto con el Patro-nato de la Feria Nacional de San Marcos, promotor de la obra) consistía: en ofrecer a los feriantes un marco de “modernidad adecuado y digno” a los festejos abrileños.

El proyecto se presentó a los expertos cuando ya se habían emprendido algunas de las acciones previas a cualquier obra pública: las afectaciones de algunas propiedades de particu-lares bajo presión, lo que fue denunciado en la prensa por al-gunos propietarios. Acciones que fueron indicio de las inten-ciones de fondo del gobierno, pues ya daba por hecho la obra en acuerdo con el despacho y el Patronato, sin existir aún, la anuencia del inah.

El proyecto se reducía a una escenografía superpuesta so-bre los paramentos del andador. Existía una evidente inten-ción de proporcionar una “nueva” imagen a este espacio de modo que cuadrara con las premisas con las que se perseguía atraer más turismo cosmopolita. Consistía en la construcción

de una suerte de muros horadados y “apuntalados” por con-trafuertes, cuyo adosamiento a los lienzos de fachada definía sendas galerías porticadas a cada lado de la calle, cubiertas total o parcialmente (exceptuando la fachada del Casino y un tramo intermedio de la acera de enfrente), con el propósito de albergar arriates, bancas, teléfonos y áreas de mesas de los negocios de comida y bebida, así como conformar un paso de peatones a nivel de la calle y en algunos casos como terrazas en planta alta. Lo anterior implicaba que dichas estructuras serían permanentes, añadiéndose la característica de que in-vadirían la vía pública, y dejaba apretados corredores entre los arriates, las mesas y las negociaciones para el paso de las personas, prácticamente encerrados entre estrechos arcos. La solución, sin embargo, hacía lucir estos porticados más como ingresos controlados y privados que como vía pública libre (Gráfica 5).

Las falsas fachadas eran las “típicas” que ha adoptado la firma Artigas de unos años a la fecha, muy ajena a los pro-yectos y obras de juventud y de madurez profesional del fun-dador (Francisco Artigas). La arquitectura que para casos como éste hoy desarrolla este despacho, simula una suerte de interpretación posmoderna de un “mexican pueblito”, o en propias palabras del despacho Artigas, de la “arquitectura tradicional mexicana” con: “típicos” arcos, muros de piedra aparente y muros “encalados”, remates y cornisas de cantería. Con tratamiento muy light, epidérmico, propio de una arqui-tectura para la lisonja globalizante del turismo y para el espí-ritu más frívolo de la verbena, fundado en el entretenimiento banal y desinformado, dando una imagen distorsionada de Aguascalientes. Una arquitectura para vender imagen para su consumo como producto chatarra, congruente con sus fines mercantiles. Esto es un estereotipo, ausente de investigación. El proyecto atentaba contra dos de los valores patrimoniales de la ciudad histórica: a) contra el corredor urbano cuya vi-sual remata en el conjunto constituido por el costado sur del templo de San Marcos, su explanada y el propio Jardín; y b)

Gráfica 4. El área Ferial en 2008. Fuente: elaboración propia sobre fotografía aérea.

Gráfica 5. El andador Pani. Fuente: «http://www.aguascalientes.gob.mx/turismo/galerias/directorio/turismo/images/andador-de-la-feria-02.jpg». Abril 2010

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contra la “arquitectura de paramento” y su traza, de por sí ya muy alterada pero aún era visible en el alineamiento de las fachadas. Al invadir vía pública, el proyecto comprometía la claridad y fluidez del espacio y minaba el valor urbanístico de la visual, por lo que el remate arriba referido quedaba irreme-diablemente disminuido (Gráfica 6).

Cabe aclarar aquí que la arquitectura de Aguascalientes –y la de muchas ciudades coloniales– estaba conformada por lienzos de pared uniformes, limpios, pero animados por el juego rítmico de vanos verticales de diferente altura, que su-peraban su aparente desorden por el grácil control a que los sujetaban los cornisamientos horizontales (Gráfica 7).

No es que el proyecto adoleciera de algunos –si bien muy pocos– de estos rasgos positivos, sólo que los exacerbaba por los distintos planos que las fachadas presentaban hacia el an-dador, desvirtuando el paramento perfectamente alineado de la traza antigua.

Por otra parte, urbanísticamente Aguascalientes presen-taba interrupciones, ya deliberadas o espontáneas, a estos paramentos continuos de fachada, lo que daba al entorno las sorpresas que significaban las rupturas perpendiculares u oblicuas a dichos paramentos, confiriendo al ambiente urba-no variedad, amenidad, efectos de apertura y cierre que su-brayaban la fluencia del espacio (Gráfica 8).

La ciudad de Aguascalientes tenía diversos atractivos, como los remates visuales, de modo que los posibles distrac-tores quedaban sometidos al férreo imperio de la visual domi-nante. El proyecto contenía algunas de estas características,

pero llevadas a su caricatura, ya que los diversos planos que presentaban las nuevas estructuras del andador Pani resal-taban precisamente los distractores (Gráfica 9) en detrimento del conjunto conformado por el complejo templo-explanada-jardín como centro de atención, por lo que esta pérdida de concentrar el interés, los promotores se vieron obligados a adoptar soluciones artificiosas que probablemente ganaron en espectacularidad, pero perdiendo lo sustantivo; es el caso de la excesiva iluminación nocturna de la torre del templo de San Marcos, que la hace parecer más gema refulgente que signo de los bautizados (el simbolismo cristiano atribuye a las piedras de la torres ese significado).

El proyecto ignoraba o minimizaba el valor ambiental y urbanístico de este remate, que desempeña un rol clave en la calidad ambiental, urbanística y de vida de muchas ciudades históricas del mundo. A todo lo anterior se añade el consecuente estrechamiento del andador. Lo positivo era eliminar del andador los puestos colocados en su centro, que dificultaban el tránsito peatonal, magra conquista, pues la propia solución se resolvía en su

Gráfica 6. Otra vista del andador Pani. Foto de mass.Gráfica 8. Vista de la calle Vázquez del Mercado; al fondo el templo de San Antonio. Autor desconocido, colección particular de mass.

Gráfica 9. El montaje urbano-arquitectural sobre el andador Pani. Foto de mass.

Gráfica 7. Calle Rivero y Gutiérrez a principios del siglo xx. Autor desconocido, colección particular de mass.

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contrario: las estructuras que invadían vía pública termina-ban por estrechar más el espacio, sin contar con que fuera del período ferial podrían convertirse peligrosos, por la prolife-ración de personas ebrias o en actividades de sexoservicio de trasvestis, prolíficos en esa zona de la ciudad.

Los proyectistas pudieron haber “jugado” con soluciones que respetaran los paramentos, tomando ejemplo de solu-ciones del pasado en otras ciudades virreinales, que dieron: una arquitectura con orden y claridad visuales, en donde las molduras y las cornisas preservan los anteriores atributos por sobre cualquier iniciativa particular fuera de la costumbre, como en los casos de alturas diferentes de los inmuebles o de desniveles naturales del terreno.

Se hizo un tímido y poco logrado intento a mitad de la primera cuadra de la acera poniente, viniendo del jardín. Así pues, el proyecto retomaba modelos ensayados con éxito por la firma Artigas para otras ciudades (costeras, particular-mente), sin considerar los valores patrimoniales del lugar, que revela falta de investigación, premura para atender intereses económicos, pues la obra ya estaba contratada y había consig-na de terminarla para la feria de ese año (sin tener el permiso del inah para inmuebles y la traza históricos). De hecho, la obra prácticamente no costó nada al gobierno del Estado, lo que introdujo sospechas de posibles irregularidades de pro-cedimiento.

Desafortunadamente, al turista foráneo el andador ha gustado mucho –por fortuna no a todos–, quizá por su nove-dad o por la apología de su carácter hedonisíaco, pero no deja de ser anodino, remedo patrimonial y de estereotipos.

A la fecha, como dice el actual gobernador ante los recla-mos por los hechos consumados, la obra “ahí está”, a pesar de sus detractores, como símbolo del Aguascalientes vanguar-dista. Y sí, ahí está…, medio muerta once meses, sólo inten-samente viva en el período ferial (ver Gráfica 10), escenario de riñas campales por ebrios, la intromisión del narco y las paté-ticas intenciones de las autoridades para fragmentar el espa-

cio y establecer por decreto nichos de exclusión e identidades proscritas, que por supuesto los aludidos (los cholos) se han encargado de reventar con astucia, ingenio…, y desmanes.

En suma, el proyecto de “Humberto Artigas y Asociados” bien podría estar en ningún lugar y en todos, tal cual como las industrias de la globalización, pretendiendo voluntariamente o no, difundir internacionalmente imágenes de “lo mexica-no” o de la “hidrocalidad”, como si la pluralidad cultural de nuestro país pudiera reducirse a un estereotipo.

CONSIDERACIONES FINALESAl rayar los años 1990, nuevas configuraciones espaciales han emergido en las ciudades al parejo con las nuevas formas del consumo del país en el proceso de integración con las eco-nomías estadounidense y canadiense y por su inserción en la economía global; así, han surgido múltiples espacios que fragmentan la ciudad en varios centros de atracción y resigni-ficación espacial (liderados por centros comerciales de com-pañías extranjeras o cadenas nacionales de cines múltiples), en donde las identidades “encapsuladas” y patrimoniales li-gadas a la vivienda (dominante en Aguascalientes hasta los años sesenta), se han pulverizado y desarticulado, a la par que los universos simbólicos más o menos unitarios. Ahora varios grupos sociales interactúan en comunidades múltiples de identidades localizadas, particularmente entre los jóvenes, haciendo de los no-lugares22 el espacio público de sus estrate-gias de construcción de significados: los estacionamientos de autos en los grandes centros comerciales y en los multicine-mas, los espacios abiertos sin destino o función definida, es-tán siendo resignificada la antigua ceremonialidad del actuar humano, a través de encuentros cuyo rasgo principal es la simultaneidad, ocasional y efímera de las relaciones sociales y, por ende, cierta laicización del uso simbólico del espacio.

Actualmente, el concepto del individuo-ciudadano “aisla-do y conectado”, se transforma en una estructura isomorfa a nivel urbano, pero cuya característica es la dispersión y frag-mentación múltiple en forma de redes identitarias localizadas o, como en el caso de la Feria de San Marcos, en escenarios fragmentados de identidades espontáneas y de pseudo-identi-dades establecidas por decreto y con fines de control, todo lo cual conllevará pronto a nuevas formas de acoso y de resenti-miento social en las que se instalará la desconfianza recíproca por la inseguridad. Ser ciudadano “libre” y “moderno”, hoy en día, implica cada vez más estar “conectado” en el ámbito privado a una interfase y en el ámbito público quedar “in-sularizado” en espacios deshumanizados que poco propician interacción entre comunidades más allá del grupo social de adscripción. Como vimos, las instalaciones de la Feria Nacio-nal de San Marcos, en el barrio del mismo nombre, en Aguas-calientes, propician la suplantación de formas identitarias de centenaria forja y de sus serenas estructuras urbano-arqui-tectónicas, por un tipo de exaltación estridente de lo lúdico, en un sentido hedonisíaco, en el proceso de turistificación de

Gráfica 10. Vista nocturna del andador Pani. Fuente:http://www.aguascalientes.gob.mx/turismo/galerias/directorio/turismo/images/andador-de-la-feria-03.jpg»,Julio 2010

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la arquitectura y el espacio urbano, otrora fuentes ricas de significaciones y ceremoniales humanos, que hoy tienden a desacralizar –hasta la enajenación– a la ciudad en una suerte de “springbreakerización” de ese espacio público.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Con la colaboración de Eduwiges Hernández Becerra, asis-tente de investigación externa.2 Marco Alejandro Sifuentes Solís y J. Jesús López García, “Ar-quitectura y usos simbólicos del espacio urbano como estra-tegias de identidad ciudadana (Aguascalientes, 1920-2005)”, en Investigación y Diseño, num. 3, uam/Xochimilco, diciem-bre de 2006-2007, pp. 47-59.3 Ver a este respecto Eloy Méndez Sáinz et al., “El modelo actual de ciudad fronteriza mexicana”, en Bifurcaciones [on-line], núm. 4, primavera 2005. World Wide Web document, «www.bifurcaciones.cl/004/MRL.htm», mayo 2009.4 En este sentido, nos acogemos a la postura de Clifford Geertz de que el análisis de la cultura ha de ser “no una ciencia ex-perimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones”. La interpretación de las culturas, Barcelona, Gedisa, 1990, p. 20. 5 Consultar Gilberto Giménez, La teoría y el análisis de la cul-tura, sep/udeg/comecso, México, 1989.6 A. J. Greimas, apud Gilberto Giménez, ibidem, p. 51 7 A este respecto, Armando Silva, Imaginarios urbanos, Bogo-tá, Tercer Mundo Editores, 1992.8 María Constanza Mujica, “Entrevista a Armando Silva: Ser santiaguino o porteño es, primero, un deseo”, en bifurcacio-nes [online], núm. 4, primavera 2005. World Wide Web do-cument: «www.bifurcaciones.cl/004/Silva.htm», mayo 2009.9 “San Marcos, la Feria de México” Gobierno del Estado de Aguascalientes y Patronato de la Feria Nacional de San Marcos, <<http://www.feriadesanmarcos.gob.mx/historia.html>>, 2005.10 Aldo Rossi, La arquitectura de la ciudad, Barcelona, G. Gili, 2000, p. 186. 11 “San Marcos, la…”.12 Cfr. José Antonio Gutiérrez, Historia de la Iglesia Católica en Aguascalientes, vol. 1, México, Parroquia de la Asunción de Aguascalientes/uaa/ udeg/Obispado de Aguascalientes, 1999, particularmente el apartado “El pueblo de indios de San Marcos”, pp. 123-127. 13 “San Marcos, la…”.14 Aldo Rossi, op. cit, pp. 112-116.15 “San Marcos, la…”.16 Jesús Gómez Serrano, Haciendas y ranchos de Aguascalien-tes, México, uaa/Fomento Cultural Banamex, 2000, p. 128.17 Ibídem, p. 129.18 Ibídem, p. 131.

19 “San Marcos, la…”.20 Sergi Valera y Pol Enric, “El concepto de identidad social urbana”, Publicaciones Centro de Investigación polis, Univer-sidad de Barcelona. «http://www.ub.es/escult/docus2/identi-dad.doc», consultado en 2006.21 Este apartado se basa en el ensayo de M. Alejandro Sifuen-tes “El andador Pani. ‘Baños públicos’, ¿virtudes privadas?”, Crisol, Aguascalientes, 2006. Esta parte conserva la sustancia de ese texto bajo una nueva redacción, modificada expresa-mente para esta entrega. 22 Marc Augé, Los no-lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad, Madrid, Gedisa, 1993. 23 Gigliola Carozzi, “Ciudad: totalidad orgánica y axis mundi. Una interpretación histórico-simbólica”, en Arquitectónica, Universidad Iberoamericana, num. 6, año 3, 2004, p. 58.

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INTRODUCCIÓNCuando escuchamos algo acerca de los centros históricos, generalmente la idea nos remite a la zona donde se fundó una ciudad o un pueblo, pero también, dice, Patiño Tovar, se piensa en el patrimonio construido y su conservación;1 otros ven estos lu-gares como atractivos turísticos en donde se realizan espectáculos de luz y sonido, o donde se llevan a cabo eventos multimedia con pretexto de identidad, u otros espectáculos donde los vestigios sólo sirven de escenario, pero se olvida que esos sitios están íntimamente ligados con la historia de un lugar.

Al respecto, algunos investigadores reconocen los beneficios económicos de estos atractivos, pero subrayan los problemas que conllevan: saturación turística, museificación de los centros históricos, especialización funcional2 y evasión del conflicto social subyacente en estos sitios3 donde coexisten un conjunto de actores: comerciantes, autoridades a través de sus oficinas (municipales, estatales o incluso federales) que muchas veces se localizan en los centros históricos, administradores y directivos de equipamientos (escuelas, principalmente), propietarios, quienes se han ido a la periferia, a los zonas habitacionales de “vanguardia”, pero cuyos pre-dios o edificios rentan para comercios o servicios, inquilinos y habitantes, que a veces son de condición precaria, a quienes se suman vendedores ambulantes, em-pleados de oficinas y comercios, y estudiantes, es decir, en esos sitios conviven una multiplicidad de intereses y de prácticas cotidianas.

De ese modo, cuando se lleva a cabo cualquier acción en el centro histórico, afecta a todos los actores, quienes no sólo ven el lugar como el espacio donde co-menzó la ciudad, sino lo relacionan con su identidad y con sus intereses, no es sólo la zona de protección patrimonial, debido a que escasamente las autoridades del ramo, de los gobiernos locales, o incluso las escuelas de arquitectura, raramente difunden por qué se debe proteger.

Patrimonio de todos, ganancia

de pocos: acercamiento al

Centro Histórico de Colima

MARTHA E. CHÁVEZ, REYNA VALLADARES ANGUIANO, MIRIAM AGUIRRE FUENTES, FRANCISCO JAVIER CÁRDENAS MUNGUÍA

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De tal modo que cuando se realizan obras públicas o priva-das suelen enfrentar a varios actores, como se verá más ade-lante, porque la idea de patrimonio tiene varias connotacio-nes, dependiendo del marco cultural de cada quien.

BREVES CONCEPTOS TEÓRICOSPatrimonio, según el diccionario de Moliner, es un “Conjun-to de los bienes de alguien adquiridos por herencia familiar (o) cualquiera que sea su origen”,4 esto es, el significado está vinculado a “las estructuras familiares, económicas y jurí-dicas de una sociedad estable, arraigada en el espacio y en el tiempo”,5 pero de esa precisión se ha pasado a un conjunto de variantes que dificultan “El rescate’ de nuestro patrimo-nio (quedando) como mero recurso discursivo para legitimar operaciones urbanas cuyo centro motor está lejos de toda no-ble aspiración cultural”.6

El concepto de patrimonio remite a monumento y éste a la memoria; “monumento denomina a todo artefacto edifi-cado por una comunidad de individuos para acordarse de o para recordar a otras generaciones determinados eventos, sa-crificios, ritos o creencias”,7 por eso, su conservación incum-be no sólo a los especialistas sino a toda la comunidad y cual-quier acción en donde se encuentran esos monumentos debe contemplar la revisión de las funciones del sitio: productivas, comerciales, administrativas, habitacionales, tradicionales, culturales y políticas, como bien dice Rosas Mantecón.8

Los espacios señalados como patrimoniales, en la actuali-dad tienen diferentes categorías; está el patrimonio histórico “constituido por la acumulación continua de una diversidad de objetos agrupados por su común pertenencia al pasado: obras maestras de las bellas artes y de las artes aplicadas”,9 lo cual significa que incluye, para efectos nuestros, toda la arquitectura, independientemente de su tamaño, sus orna-mentos y complementos, pero el patrimonio edificado es sólo una parte de la herencia material e inmaterial de los pueblos.

En ese sentido, Choay afirma que el patrimonio incluye “[…] todas las formas del arte de edificar –cultas, populares, urbanas y rurales, todas las categorías de edificios, públicos y privados, suntuarios y utilitarios–”10 y no se limita a edificios individuales sino a conjuntos y a tejidos urbanos.

El tejido es “el ser de la ciudad y como un objeto patrimo-nial intangible […] Ruskin llega a esta posición por el valor y el papel que atribuye a la arquitectura doméstica”.11

Finalmente, para la conservación, restauración, rehabi-litación o como se quieran definir las intervenciones en los centros históricos, Choay, Patiño y Rosas coinciden con el planteamiento de Giovannoni en el sentido de que:

la rehabilitación de los barrios antiguos se obtiene más en el inte-rior de las manzanas que en su exterior, […] restableciendo, en la medida de lo posible, las condiciones originales de casas y manza-nas, porque los habitación tiene su orden, su lógica, su higiene y su dignidad propias,12

pero debe formar parte de un plan general que simbolice su relación con la vida presente, y cuando se trata de un edificio o de un espacio, deben ser vistos en su contexto y no de ma-nera aislada, como ocurre con frecuencia.

Sin embargo, la Ley federal sobre monumentos y zonas ar-queológicos, artísticos e históricos, es limitada en cuanto que la protección es para todo aquel bien inmueble o mueble que haya sido realizado incluso hasta el siglo xix; en cuanto a las zonas monumentos, si bien los artículos 40 y 41 las definen como el área que comprende varios monumentos artísticos o históricos, desde nuestro punto de vista no los concibe como un conjunto único, en el sentido de una diversidad con una común pertenencia al pasado, sino como la suma de varios en lo individual, pero sólo aquellos que los expertos de la comi-sión que para el efecto se integra definen como relevantes y no todas las categorías y el tejido mismo, como lo señala Choay.

Por otro lado, cuando se realizan obras con el fin de me-jorar los centros históricos, o por lo menos así ha sido en los últimos seis años en el caso de Colima, el objetivo es reactivar la economía, la de los comerciantes y no la de quienes residen habitualmente en el centro. Es decir, se hace una comisión para declarar la zona, pero no se hace una comisión perma-nente que visualice el centro histórico en el contexto de la ciu-dad, salvo algunas excepciones, que son destinos turísticos o han sido declaradas como patrimonio de la humanidad, que no es la condición de Colima, como se verá a continuación.

ANTECEDENTESColima es la capital del estado del mismo nombre, localizada en el occidente de México, una de las tres más pequeñas de la República Mexicana por su extensión; según el último conteo de inegi de 2005, ahí reside el 0.55% de la población del país y poco más de una quinta parte de la estatal. La ciudad de Colima fue fundada en el siglo xvi y fue el segundo asenta-miento de los españoles en esta región, el cual a la postre se convertiría en el centro político, económico, cultural y lugar de residencia de políticos y propietarios de la tierra; sólo en el presente siglo, Manzanillo lo supera en lo económico.

Hasta antes del siglo xx, la ciudad de Colima tuvo un cre-cimiento urbano lento comparado con otras capitales estata-les vecinas debido, en parte, a su emplazamiento, tamaño y poca importancia económica a nivel nacional; fue hasta des-pués de la segunda mitad del siglo xx cuando se manifestaron modificaciones en el aspecto demográfico, que en los años recientes muestra una tendencia a reducir su tasa de creci-miento medio anual, pero al mismo tiempo inició un proceso físico expansivo.

Al respecto, durante treinta años (de 1970 a 1990) casi una cuarta parte de la población de la entidad residía en la ciu-dad de Colima, pero a partir del año 2000 ya representa poco más de una quinta parte, en tanto la tasa de crecimiento se ha estabilizado alrededor de la unidad, lo anterior muestra una alta concentración en la cabecera del municipio del mismo

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nombre, mientras que los habitantes rurales han venido des-cendiendo, así, en los setenta representaban casi el 20% de la municipalidad y en el conteo del inegi del 2005 apenas son el 6.5% (ver tabla 1) .

Durante los primeros cincuenta años, la ciudad de Coli-ma concentró las principales actividades relacionadas con el sector de los servicios, acentuándose a partir de la década de los ochenta, cuando poco más del 70% de la población econó-micamente activa se dedicaba a esas ramas de la economía, actualmente esa situación persiste.

El crecimiento demográfico hasta 1960 ayudó a consoli-dar el área fundacional de la ciudad de Colima, paradójica-mente, su extensión física se ha ido incrementando, en buena parte por obras públicas impulsadas desde el gobierno esta-tal, primero con afanes modernizadores (hacia mediados del siglo xx y hasta los ochenta) y después por el desarrollo del mercado inmobiliario asociado a las modificaciones a los or-ganismos federales de vivienda.

Reflejo de lo anterior, es que hasta antes de los 80 la ciudad tenía un tamaño de 2.79 km2, el área urbana estaba consoli-dada alrededor del núcleo tradicional, pero empezaban a apa-recer algunos asentamientos hacia la parte norte de la ciudad y al oriente, por la ocupación de tierras ejidales cercanas a los asentamientos humanos del los ejidos Francisco I. Madero, El Diezmo y La Estancia, observándose una expansión total-mente dispersa (Gráfica 1.a), es en esa época en la que inició el crecimiento demográfico y con ello la expansión de la ciu-dad.

En los 80, la zona norte de la ciudad de Colima se conso-lidó con una serie de fraccionamientos semi-residenciales y residenciales e inició la ocupación de la zona suroeste, en ésta se desarrollarían algunos fraccionamientos de tipo popular, dando como resultado una ciudad dispersa, en ese periodo el área urbana ya tenía 4.51 km2 (Gráfica 1.b).

En los últimos diez años del siglo xx, la ciudad se expan-dió más del doble, pues para entonces la superficie se extendía sobre 10.04 km2. Desde nuestra perspectiva, esta situación se

deriva sobre todo por el cambio en la operación del Infonavit y del Fovissste, además de los cambios en el artículo 27 cons-titucional que facilitaron la incorporación de suelo ejidal al proceso de desarrollo urbano, esto facilitó el desarrollo del sector inmobiliario local, al mismo tiempo, la regularización de 28 colonias surgidas mediante procesos irregulares en la zona oriente de Colima favoreció una paulatina urbanización de esa parte de la ciudad, proceso que aún sigue, aunque esto no necesariamente se refleja en la ocupación del área urbani-zada (Gráfica 1.c).

En los primeros ocho años de este siglo, la ciudad ha cre-cido más que en las últimas décadas del siglo xx, pues la zona urbana hoy es de 30.66 km2, una contradicción, porque la ciudad se empieza a extender hacia el sur donde principal-mente se están desarrollando fraccionamientos de vivienda económica, pero algunos están aislados del tejido consolida-do y, por otro lado, los fraccionamientos ubicados en el tejido compacto no se han ocupado al cien por ciento (Gráfica 1.d)

Lo anterior ha implicado, en ocasiones, grandes inversio-nes para urbanizar nuevo suelo, esto no se ha hecho en otras partes de la zona urbana, dando como resultado una ciudad con una gran cantidad de vacíos urbanos, incluyendo el cen-tro histórico, como veremos más adelante.

ACERCAMIENTO AL CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE COLIMALa ciudad de Colima fue fundada en 152513 y el centro his-tórico de la ciudad fue definido en 1985, consta de dos polí-gonos: el “A” corresponde a la zona donde está la mayor con-centración de edificios catalogados como patrimoniales y el polígono “B” en donde se encuentran algunas edificaciones con valor patrimonial aisladas, el primero representa, por su tamaño, poco más de la cuarta parte del centro histórico y juntos suman una superficie de 1.32 km2 (Gráfica 2).

Con respecto a la superficie total de la ciudad, el centro histórico representaba en los ochenta casi una tercera parte de la ciudad, al finalizar el siglo xx la proporción era de poco más del 13% del área urbana y actualmente ya sólo representa el 4.30% del suelo urbanizado de la ciudad de Colima.Debido a que el estado de Colima está situado en una región altamente sísmica, esta situación ha sido determinante en la

Fuente: elaboración propia con base en los Censos de Población y Vivienda (inegi) 1970, 1980, 1990 y 2000 y Conteo de Pobla-ción y Vivienda 2005.

Gráfica 1. Expansión de la ciudad de Colima 1970-2008. Fuente: elaboración con base en Chávez, 2005 y Dirección de Desarrollo Urbano del Municipio de Colima, 2008.

Tabla 1. Evolución demográfica de Colima y Villa de Álvarez 1980-2005.

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Gráfica 2. Centro histórico de Colima Fuente: Centro Regional del inah

Gráfica 3. Polígonos del Centro Histórico de Colima. Fuente: elaboración propia con base en el inah.

* Incluye usos mixtos (68 comercios, 1 equipamiento y 3 servi-cios) con vivienda.Fuente: elaboración propia con base en recorridos de campo

permanencia o desaparición de la arquitectura denominada patrimonial, aunque también ha influido el valor del suelo y, sobre todo, las actividades comerciales, para que la arquitec-tura del lugar se transforme.

Cuando se definieron los polígonos del centro histórico de Colima, el catálogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah) contemplaba 2 856 inmuebles,14 pero los sis-mos ocurridos después de esa definición (1985, 1995 y sobre todo el del 2003) han reducido el número de edificios con va-lor patrimonial.

En cuanto a la vivienda, de acuerdo a Mendoza Jiménez,15 el sismo afectó a 272 casas del polígono “A”, de éstas, el 14.34% tuvo daño total16, 13.24% daño parcial mayor17, 31.69% daño parcial menor18 y daño menor19 el 50.74%; en el polígono “B”, donde el mismo autor identificó 2 937 edificaciones con uso habitacional, poco más de una quinta parte resultó con daño total, por lo tanto tuvieron que ser demolidas, el 12.01% pre-sentó daño parcial mayor y el 23.75% resultó con daño parcial menor, finalmente el 40.01% de las casas sólo tuvo daños me-nores. ¿Pero qué caracteriza al centro histórico de Colima en la actualidad?

La parte más antigua de la ciudad está dividida en lo que es propiamente el centro (esta parte de la ciudad es denominada por el catastro municipal como el Mercado Grande) y com-pletan el centro 16 barrios: el Obregón, La Sangre de Cristo, El Refugio, El Rastrillo, San José, La Atrevida, El Manrique, El Cuajiote, La Florida, El Perpetuo Socorro, La Chiripa, La Salud, Las Huertas, Las Siete Esquinas, La Concordia y Agua Fría (Gráfica 2), todos, en conjunto, tienen una superficie total de 131.73 ha (o 1.31 km2) y suman un total de 142 manzanas.

El polígono “A”, la zona más antigua, está integrada por 814 lotes, en donde los usos de suelo más relevantes son el co-mercial (47.17% del total), el habitacional (36%) y los servicios (9.34%); con una proporción menor están los equipamientos y los baldíos, éstos últimos son 18 lotes. En esta zona algunos propietarios han realizado subdivisiones con el fin de rentar

una parte y en la otra mantener su vivienda, tal es el caso de 72 predios en donde conviven la vivienda con el uso comer-cial, los servicios o con algún tipo de equipamiento (ver Tabla 2), aunque hay subdivisiones para obtener mayor rentabilidad de los predios, especialmente en aquellos cuyos propietarios ya se han ido del centro.

De la vivienda existente en el polígono “A”, se encontraron 255 ocupadas y 37 desocupadas.

El polígono “B” abarca un total de 4 mil 5 lotes, el prin-cipal uso en esta parte del centro histórico de Colima es el habitacional20 (en casi el 72% de los lotes), le siguen el uso co-mercial (con casi el 13%), los baldíos (6.27%), que en número de lotes suman 251, los servicios tienen una proporción del 5.44% y aunque por proporción los equipamientos sólo repre-sentan el 1.65%, en total son 66, entre ellos mercados, oficinas de gobierno, primarias, guarderías, jardines de niños, y los jardines y templos más significativos para la población, ade-más de museos y otro tipo de espacios culturales (Tabla 3 y Gráfica 3).

Tabla 2. Usos de suelo en el polígono “A” del Centro Histórico de Colima

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De la vivienda identificada en el polígono “B”, se encon-traron 2 592 ocupadas y 307 desocupadas, más una vecindad con ocho cuartos en donde hay una constante rotación de in-quilinos por las condiciones en que se encuentran, estas cifras muestran que a mayor distancia del centro, más casas-habita-ción y entre más cerca, su presencia se debilita.

Todos esos espacios generan diversos niveles de socia-bilidad, por ejemplo, los boleros en los jardines principales (Libertad y Jardín Núñez), los artesanos quienes durante los fines de semana se instalan en el jardín Libertad o los pintores que se ubican en la única vía peatonal del centro, el Andador Constitución o callejón del Caco. Adicionalmente, la señal abierta para el uso de la Internet ha convertido estos jardines en ciberespacios abiertos.

Además de las actividades que se desarrollan en un espa-cio específico, hay otras que se llevan a cabo en la vía públi-ca, por las mañanas y tardes, como la venta de tuba, tejuino, raspados, nieve y fruta de la región, según la temporada (por ejemplo, guamúchiles, pitayas, jícamas, mangos, o ciruelas); y por la noche, es común la venta de churros, cacahuates, pi-nole, pan, elotes, etc., cuyos vendedores ocupan una parte del espacio público en esos lapsos.

Sin embargo, en los últimos años han empezado a surgir nuevas apropiaciones del espacio público, por ejemplo, en el jardín Gregorio Torres Quintero, en la parte posterior de la Catedral, por las noches es sitio de reunión para sexo-servi-cios o, incluso, para la venta de droga, actividades que antes se desarrollaban en el jardín Núñez.

También, a raíz de la remodelación del hotel Ceballos, ubi-cado frente a la plaza principal, mediante la cual se apropió de una parte del espacio público del portal Medellín, con una sección de su restaurante, hoy es lugar de reunión de jóvenes y adultos; esto motivó a los comerciantes vecinos a hacer lo mismo en el resto del portal.Por otro lado, la imagen urbana del centro histórico la for-man algunos edificios que los habitantes reconocen y se han

convertido en hitos, como los portales Medellín, Morelos e Hidalgo, la Catedral y el Palacio de Gobierno del estado; sin embargo, aparte de estos edificios públicos, algunas edifica-ciones privadas contrastan con el contexto, tal es el caso del edificio de Teléfonos de México, algunas viviendas, el estacio-namiento Constitución y algunos locales comerciales (Gráfi-cas 4 y 5).

Respecto a los servicios públicos, la zona tiene agua, luz, energía eléctrica, telefonía, televisión por cable y red de ser-vicio de Internet público, en general todos son de buena ca-lidad, sin embargo algunos postes de energía eléctrica mues-tran deterioro.

En cuanto a la red de agua existen problemas de fugas de-bido a la antigüedad de las tuberías y de un ancho mínimo al necesario, esto obliga a darles un constante mantenimiento, por lo que con frecuencia se cierran las calles, con los proble-mas que ello conlleva.

El alumbrado público funciona adecuadamente, en pro-medio existen tres luminarias por frente de manzana la re-colección de basura es adecuada, pero no existen horarios especiales para los comercios, lo que a veces provoca obstruc-ciones al tráfico vehicular. La seguridad pública en general es adecuada, esto no impide que ocurran asaltos a transeúntes en la zona, porque existen varias sucursales bancarias.

Debido a que aún el centro histórico de Colima aloja ofi-cinas de gobierno municipal y algunas del estatal, además de comercios en general hay una gran movilidad, de tal modo que los usuarios del lugar llegan en el servicio de transporte público, pero principalmente en automóvil privado, esto ha ocasionado que se congestionen las vialidades porque sus di-mensiones oscilan entre los 20 y 9 m (incluyendo banquetas de entre uno y tres metros) y obviamente no responden a las necesidades del automóvil y en ocasiones tampoco a la de los

Fuente: elaboración propia con base en recorridos de campo* Incluye usos mixtos (comercio, equipamiento, industria, talleres y servicios) con vivienda ** Incluye dos especiales *** Uno de ellos es taller y servicios

Gráfica 4. Edificio de Teléfonos de México Foto: Reyna Valladares AnguianoGráfica 5. Local comercial en la Av. MaderoFoto: Reyna Valladares Anguiano

Tabla 3. Usos de suelo en el polígono “B” del Centro Histórico de Colima

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transeúntes, y aun cuando no se ajustan a los lineamientos vigentes en materia de vialidad, el programa de desarrollo urbano las jerarquiza en principales, locales y secundarias; los recubrimientos predominantes son adoquín, concreto hidráulico y asfalto, sólo las de mayor afluencia tienen las mejores condiciones, pero donde existen más problemas es en las banquetas, son pocas las calles en donde no hay obstá-culos para las personas de la tercera edad o con algún tipo de discapacidad, por ejemplo postes, cables, gradas, desniveles, teléfonos públicos, etcétera.

En cuanto al transporte público, al centro de la ciudad llegan 13 rutas,21 taxis de diferentes sitios22 y vehículos mix-tos (para transporte de pasajeros y de carga), a éstos deben sumarse más de 50 mil 747 vehículos privados, que de acuer-do a las autoridades de Transporte era el número que existía en la ciudad en el año 2006, esto complica la estructura vial y especialmente el centro histórico por la capacidad de las vialidades, que ya se dijo no fue diseñada para automotores y por el estacionamiento en vía pública.

En respuesta a esta situación y aprovechando algunos de los baldíos que quedaron por el sismo del año 2003, se han habilitado 12 estacionamientos, los cuales en conjunto suma-ban aproximadamente 600 cajones.

En el centro histórico existen seis templos católicos23 y uno no católico, el más importante por su jerarquía eclesiás-tica, es la Catedral actualmente elevada a Basílica Menor, en donde la fiesta más importante es en diciembre, la de la Vir-gen de Guadalupe, un festejo que de ser novenario ahora es docenario, esto implica la llegada de diversas peregrinaciones de distintos puntos del estado al lugar, la venta de antojitos en uno de los jardines (el Núñez) y la venta de artesanías (en el Gregorio Torres Quintero), por la cantidad de feligreses, las autoridades cierran a la circulación la avenida principal, la Francisco I. Madero.

Además de esos festejos está la celebración de la Indepen-dencia de México, actividades que se realizan en el jardín Libertad los días 15 y 16 de septiembre y por las cuales, ante la cantidad de personas que atraen también se evita la circu-lación de automóviles.

Una fiesta importante para los habitantes de la conurba-ción Colima-Villa de Álvarez son las fiestas charro-taurinas, cuyo origen data de 1720, se reglamentaron en 177224 y se realizan en honor a San Felipe de Jesús, santo patrono de la ciudad.

Originalmente esas fiestas se realizaban en Colima y hoy se llevan a cabo en Villa de Álvarez, pero cuyas cabalgatas inician en el centro histórico de Colima y recorren su avenida principal y luego recorren otras calles hasta llegar a su actual sede en Villa de Álvarez, esto ocurre casi todos los días de las dos primeras semanas del mes de febrero. Otras celebracio-nes, que podríamos llamar locales, son las fiestas del templo de La Salud, éste se localiza a cinco cuadras del centro, hacia el norponiente muy cerca al río Colima, en el barrio del mis-

mo nombre, templo del que hay referencias25 desde el siglo xviii,26 pero cuya construcción definitiva es del siglo xix; en éste hay dos fechas importantes, el de la virgen que da nom-bre al templo y las de Santa Cecilia, en las cuales tienen una participación importantes los vecinos.

Además de éstas, están las fiestas del barrio de San José, asentamiento fundado a cinco cuadras al oriente del centro, probablemente a finales del siglo xix y principios del xx y en donde se edificó el templo en honor al santo que da nombre al barrio en 1904,27 y en donde se celebra a San José, en marzo y, recientemente, también a Santa Eduviges.

Además están las fiestas del Sagrado Corazón, en el barrio Obregón, ubicado a cinco cuadras al norte y que se circuns-cribe a unas cuantas calles; además de las fiestas patronales de la Sangre de Cristo, el Perpetuo Socorro y las de El Refu-gio.

A los festejos religiosos que se realizan en los diferentes barrios del centro, se suman los festivales relacionados con la fundación de la Villa de Colima, en el mes de julio, que se llevan a cabo alrededor del jardín Libertad y en los espacios culturales del centro histórico.

Además, y como sucede en otras ciudades, algunas de las actividades de tipo cívico o político se realizan en el centro histórico, tales como los desfiles por las fiestas patrias, las de la revolución, el inicio de la primavera, los festejos estudian-tiles, el inicio o los cierres de campaña de los candidatos al gobierno estatal.

Pero la vida social en el centro histórico, también la dan los equipamientos que ahí se encuentran, las escuelas pri-marias Gregorio Torres Quintero, República Argentina, José María Morelos, Salvador Allende y Carlos L. Oldenbourg, la preparatoria de la Universidad del Valle de Atemajac (uni-va), la escuela técnica Alcalá, la escuela Estatal de Técnicos en Urgencia, el Seminario Menor, y el Instituto Universitario de Bellas Artes.

A esos equipamientos y sus actividades, se agregan el Teatro Hidalgo, el auditorio Miguel de la Madrid Hurtado, el Museo de Historia Regional, la Pinacoteca Universitaria, el taller de gráfica La Parota, la Casa Adolfo Mexiac, la el Par-que Metropolitano “Griselda Álvarez”, Casa de la Cultura Ju-rídica; más la estancia infantil José Amador Velasco, el asilo y albergue El Refugio y varios jardines de niños, entre otros.

LAS INTERVENCIONES RECIENTESEl centro histórico de Colima, como lugar vivo que es, se ha venido transformando a lo largo de los años mediante distin-tas intervenciones, algunas impulsadas por las mismas auto-ridades con el afán de modernizarlo, rescatarlo, conservarlo y otras para revitalizarlo.

A raíz de los efectos del sismo del 21 de enero de 2003 que afectó principalmente el centro histórico, se creo el Fi-deicomiso Vive Colima, impulsado por un grupo privado, para apoyar la reconstrucción de vivienda; el apoyo consistió

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en dos aspectos: aportación de recursos económicos para la construcción y diseño de fachadas con el fin de mantener la homogeneidad de ciertas manzanas.

Esta fue la única organización permitida por el gobierno del estado28 para la reconstrucción del centro histórico. Poste-riormente, surgió otra, desde nuestro punto de vista derivada de aquella, pero ahora patrocinada por la Cámara Nacional de Comercio (canaco), cuyo programa principal fue el me-joramiento de fachadas; su objetivo era revitalizar el centro para reactivar el comercio, ante la competencia de algunas plazas comerciales instaladas en la periferia.Como resultado se construyeron menos de diez fachadas para cubrir algunos baldíos que afeaban el centro de la ciudad, evi-dentemente esto ni mejoró el comercio ni ha solucionado el paulatino abandono del centro (Gráfica 6).

Posteriormente, un subgrupo de agremiados de la cana-co (especialmente quienes tienen sus comercios en el centro), pero bajo la forma de Comité Ciudadano del Centro Históri-co propuso otras acciones entre ellas la instalación de placas distintivas en algunos puntos de la ciudad y la última fue la propuesta para la construcción de baños públicos en el jar-dín Gregorio Torres Quintero, justo en la parte posterior de la Basílica Menor, baños en forma de tranvía después trans-formado espacio multifuncional, el objetivo real era resolver un problema a los comerciantes cuyos negocios tienen baños y son utilizados por el público en general, con el proyecto también se pretendía evitar a los propietarios de los locales comerciales la construcción de sanitarios, de ese modo no se reduciría el espacio de dichos locales, por el contrario, se salvaba espacio valioso para la exhibición y resguardo de las mercancías o de los servicios.

El Comité Ciudadano del Centro Histórico, luego de la polémica por ese proyecto, hoy forma parte del Instituto de Planeación del Ayuntamiento de Colima (ipco), bajo la figu-ra de subcomisión, para darle seguimiento a los trabajos de los dos años previos realizados por la canaco (Comentario 4-III-2009). De acuerdo a las actas del ipco, actualmente la subcomisión la integran un representante de la Secretaría de la Administra-

ción del gobierno del estado, el director de Desarrollo Urbano y Ecología, el director ipco, un representante de la canaco, y uno del inah, aunque cuando se trata de casos específicos se invita a los propietarios para que expongan sus proyectos de intervención.

Cabe señalar que como Comité Ciudadano del Centro Histórico, dependiente de la canaco, hacían recomendacio-nes técnicas a las personas que estaban realizando obras en sus inmuebles.

Es de señalar que en ninguna de esas figuras, se ha incor-porado a los comités de barrio de la ciudad, organizaciones con representación en el ayuntamiento de Colima y quienes, en cierto modo, son beneficiarios o perjudicados por cual-quier tipo de acción.

Las acciones de mejoramiento en la zona del ch son frag-mentadas, a las obras de la canaco se suman las del gobierno del estado y del ayuntamiento de Colima. En el conjunto El Mezcalito, un condominio remodelado en la década de los 90 por el municipio y en donde, a principios del 2009 se pavi-mentó una calle, y antes se había realizado una serie de obras29 con una inversión global de más de 9 millones de pesos, de la cual el gobierno estatal aportó el 66%, el federal 22% y el local el 11%, en beneficio directo de 180 familias.

Adicionalmente, la administración actual del gobierno del estado ha venido haciendo una serie de obras al interior Tea-tro Hidalgo y del Parque Metropolitano.

Como parte de las obras de mejoramientos la cfe ha es-tado sustituyendo el cableado aéreo por subterráneo, pero recientemente se han instalado teléfonos públicos con cables aéreos. Adicionalmente, se instalaron nuevos postes para el alumbrado público, pero en algunos lugares obstruyen las banquetas, ocasionando problemas para que los peatones cir-culen, también se construyeron rampas pero algunas de ellas no cumplen con las especificaciones para la accesibilidad de personas con discapacidad.30

CONCLUSIÓNHasta aquí, con el esbozo del centro histórico de Colima, se puede afirmar que las dos funciones principales de éste son la comercial y la habitacional, pero también tiene una vitalidad con una carga importante en el desarrollo cultural y tradi-cional de los habitantes en general; el legado arquitectónico sirve, como afirma Choay, para recordarles y reafirmarles a los colimenses sus creencias.

El cúmulo de actividades que se realizan en los principa-les espacios del centro, no sólo las económicas, en función de lo revisado quizá tengan menor peso, pero han sido determi-nantes para modificar su imagen.

Las autoridades y los promotores de algunas intervencio-nes recientes no acaban de entender la lógica del centro, ni su contexto en el marco de la ciudad, tan no lo entienden que entre los proyectos pendientes está el de hacer un conjunto de esculturas para “honrar” algunos oficios que subsisten en el

Gráfica 6. Fachada que cubre baldío Fuente: Reyna Valladares Anguiano

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centro; no entienden que se recuerda lo que se ha perdido, de ahí que la propuesta de hacer una escultura de un tubero, uno de los oficios que se pretenden plasmar en una estatua, todavía venden en las calles todas las mañanas, ofreciendo una bebida que data del virreinato.

Finalmente, la mayoría de las obras realizadas en el cen-tro histórico de Colima tienen una intención económica, de ahí que coincidamos con Patiño Tovar en que la defensa del patrimonio, sólo es discursiva, porque las obras hechas has-ta hoy están desarticuladas y en las que los habitantes, son a quienes menos han tomado en cuenta; en la visión de éstos últimos, los problemas del centro histórico no son los comer-cios, sino el estacionamiento en la vía pública, el congestiona-miento vial, el tránsito de peatones, la falta de vegetación en la zona y sanear el río Colima, cuestiones que no están en los intereses de las autoridades, ni en la subcomisión del Instituto de Planeación, donde se supone debería promover la partici-pación social.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Elsa Patiño Tovar, El pasado en el presente: pobreza, centro histórico y ciudad. México, buap/Red Nacional de Investiga-ción Urbana, 2002, p. 8.2 María García Hernández, “Gestión turística en centros his-tóricos”, en Geocalli, año 5, num. 9, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2004, pp. 15-107, p. 15.3 Elsa Patiño Tovar, El pasado…, p. 7.4 María Moliner, Diccionario de uso del español, Madrid, Edi-torial Gredos, 2000, p. 1039.5 Françoise Choay, Alegoría del patrimonio, Barcelona, G. Gili, 2007, p. 7.6 Elsa Patiño Tovar, “Puebla: más allá del centro histórico”, Ciudades, num. 8, octubre-diciembre de 1990, Puebla, rniu, p. 9.7 Françoise Choay, op. cit., p. 12.8 Ana María Rosas Mantecón, “Rescatar el centro. Preservar la historia”, Ciudades, num. 8, octubre-diciembre de 1990, Pue-bla, rniu, pp. 15-21.9 Françoise Choay, op. cit., p. 7.10 Ibidem, p. 8.11 Ibidem, p. 172.12 Apud Françoise Choay, op. cit., p. 179.13 Esta es la segunda fundación, la primera fue de 1523 en el Valle de Caxitlán.14 En éstos se incluyen edificios habitacionales, religiosos, de gobierno, puentes, y jardines, Camarena, 1998, p. 1006.15 Julio de Jesús Mendoza Jiménez, Los Sistemas estructurales de la arquitectura habitacional de la ciudad de Colima en el siglo xx (tesis doctoral), Colima, ucol, 2005.16 Cuando se ha colapsado la estructura o los niveles de daño no permiten acciones de refuerzo y es aconsejable su demolición.17 En el documento el autor lo pone indistintamente como se-vero parcial o parcial mayor y lo define como el daño causado

cuando los agrietamientos han provocado el colapso parcial de la estructura, pero aceptan acciones de reforzamiento. 18 Cuando los agrietamientos se presentar en menos del 50% de los muros en una dirección y su espesor es hasta de 0.5 cm., para muros de adobe y de 1 mm, para muros de tabique.19 Definido para los casos en los cuales el sistema estructural fue capaz de disipar la energía producida por el sismo al no presentar registro de fatiga y deformación o agrietamiento de todos sus elementos, o cuando existe la presencia de pequeñas grietas en los muros, en cuyo caso, la construcción se consi-dera que es habitable. Esta categoría se evalúo por la presencia de pequeñas grietas en los muros, de hasta 0.2 milímetros de ancho.20 En esta zona se encontró una vecindad, se trata de la pro-piedad de la señora Gloria Cárdenas Sandoval, quien en un predio de 432 m2, localizado en la calle 27 de Septiembre, renta ocho cuartos. Miguel Ángel García Gonzálvez, “Estu-dio de dos conjuntos en Colima”, Seminario de Investigación ii, ucol, 2008, p. 21. Existen también varios condominios surgidos por la remodelación de antiguas vecindades, como el Independencia, El Mezcalito, Matamoros, Niños Héroes, Allende y Emilio Carranza, entre otros.21 De la empresa Servicio Integral de Transporte de Colima, que lo hace en 675 unidades (entre autobuses y minibuses), también presta servicio al centro de la ciudad una empresa del Partido Revolucionario de los Trabajadores.22 De acuerdo a la Dirección de Transporte, existen en la ciu-dad 1500 taxis.23 Estos son la Catedral, el templo a San Felipe de Jesús, la Salud, San José, la Merced y El Refugio.24 Roberto Huerta Sanmiguel, “Trescientos años corriendo toros” en Carlos Mijares Bracho, La Petatera de la Villa de Álvarez en Colima. Sabiduría decantada, México, ucol, 2000, pp. 18 y 23.25 Ana Elizabeth Cervantes Cabrera, Evolución urbano-arqui-tectónica del barrio de la salud siglo xviii-xix (Tesis de maes-tría), Colima, ucol, 2003, p. 57.26 La primera referencia data de 1730, donde se menciona una capilla hecha por Martín Fuentes, quien en su testamento afirma haberla hecho; Ibidem, p. 60.27 Francisco Javier Cárdenas Munguía et al., Barrio de San José: paisaje y vida comunitaria, Colima, ucol, 2007, p. 21.28 En ese año, al frente de la administración estatal estaba Fernando Moreno Peña (1997-2003), quien ante la incipiente organización de los habitantes del centro para recuperar la zona, dijo que sólo el gobierno estatal se encargaría y desalen-tó toda forma de organización.29 Entre ellas la construcción de muro de contención al mar-gen del río Colima, porque dicho conjunto colinda con una de las márgenes de ese cauce: reparación de instalaciones hi-dráulicas, remodelación y rehabilitación de andadores pea-tonales, incluyendo rampas, jardín y la construcción de foro al aire libre, rehabilitación del drenaje sanitario, pavimenta-

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ción con empedrados, instalación de un sistema de riego con cisterna e instalación eléctrica, y construcción de un kiosco cultural (biblioteca y dispensario), un módulo prep (centro de desarrollo comunitario).30 Este programa lo realizó el municipio de Colima y la or-ganización no gubernamental “Colima Accesible” le ha dado seguimiento.

BIBLIOGRAFÍAcárdenas Munguía, Francisco Javier et al., Barrio de San

José: paisaje y vida comunitaria, Colima, ucol, 2007.cervantes Cabrera, Ana Elizabeth. Evolución urbano-

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INTRODUCCIÓNLa ciudad de Tlaxcala ha sido sometida a transformaciones desde la década de los 70 del siglo xx, con elementos comunes a lo largo de su historia. Dichas transfor-maciones urbanas han estado orientadas hacia un ideal de fisonomía, detrás está un ideal patrimonialista que limita las posibilidades del espacio urbano no sólo en términos de su transformación física sino de las prácticas sociales que ahí se realizan. ¿Qué tipo de ciudad se construye a partir de la intervención urbana a los espacios públicos?, es una pregunta vigente para cualquier época, pues el tipo de ciudad que resulta de los programas de imagen urbana está fuertemente orientada a los aspectos físicos y turísticos.

Para el caso de Tlaxcala, la dimensión patrimonialista obliga al entorno urbano mantener una fisonomía homogénea que, por un lado, armoniza la arquitectura y los diferentes lugares, pero por el otro disfraza cualquier otra manifestación arqui-tectónica que no cumpla con el ideal. Las intervenciones urbanas en la ciudad de Tlaxcala tienen un énfasis marcado hacia la dimensión visual y han soslayado otros aspectos igual como los relacionados con la vida cultural o social, los paisajísticos o la estimulación de otros sentidos.

Así, el objetivo de este texto es mostrar cómo se ha dado el proceso de revitaliza-ción del espacio público en la plaza de “La Constitución” en la ciudad de Tlaxcala. El texto se divide en tres apartados, el primero ofrece una breve exploración sobre los conceptos de espacio e imagen urbana, posteriormente se describe cómo se dado el proceso de revitalización del centro histórico de Tlaxcala; al final, se expo-nen los conflictos que se han dado en el proceso de intervención urbana.

La revitalización del espacio

urbano a través de los programas

de imagen urbana.

La plaza de “La Constitución” en

la ciudad de TlaxcalaMARÍA ESTHER SÁNCHEZ MARTÍNEZ

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EL ESPACIO PÚBLICOEl concepto de espacio urbano va más allá de lo físico, pues alude aspectos cualitativos que amplían su comprensión. Aunque es obvio, los espacios públicos o privados no son en-tes imparciales o carentes de significado, como tampoco son inocentes las miradas y las acciones que en él se llevan a cabo. De tal modo que, las intervenciones realizadas a la fisono-mía, las interpretaciones que se hagan del mismo y las prác-ticas que ahí se susciten exhiben las diferentes modalidades de apropiación del espacio. El espacio no sólo es escenografía de los acontecimientos o un ente imparcial sin tiempo y sin memoria, como sostiene Leidenberger. El espacio tiene una dimensión física y geográfica, pero también un sustento dis-cursivo, social y político.1

Leidenberger añade que Soja2 hace una importante apor-tación teórica, pues fractura la “perspectiva urbana temporal” y argumenta a favor de la “dialéctica socio espacial”, donde el espacio se ve influido por los procesos sociales, pero éstos a su vez se ven condicionados por aquél. En su apuesta por la espacialidad, Soja cuestiona el desarrollo unidireccional de la historia y utiliza el término de simultaneidad para dilucidar que dentro de un mismo entorno y momento pueden convi-vir diferentes fases de desarrollo social.3 Su propuesta está orientada hacia los aspectos sociales y políticos, sin olvidar los aspectos físicos (arquitectónicos, urbanos, geográficos). En el espacio se establece una relación dialéctica donde éste sirve de escenario, pero también es un elemento generador o inhibidor de prácticas sociales, que se traduce en los dife-rentes modos de apropiación. Pues el espacio físico transmite múltiples significados y pueden ser abordadas como “textos culturales, portadores de significados inmersos en discursos políticos de identidad, e interpretados como vehículos porta-dores de ideología, pues difunden y transportan narrativas oficiales en el espacio público exponiendo (socializando) en la calles (en el espacio público) la visión (versión) de una his-toria oficial.”4

Igual, Mandoki afirma que ningún espacio es neutro y puro,5 pues está cargado de múltiples significados de una red compleja, una cartografía simbólica mucho más rica que la cartografía oficial.6 El espacio está compuesto para Mandoki –al igual que para Leidenberger– de elementos físicos (geo-gráficos y arquitectónicos) y simbólicos. Donde estos últimos son resultado de los significados construidos y acumulados por las generaciones,7 lo que la lleva a sostener que el espacio se fragmenta en lugares y que éstos a su vez tienen diferentes “zonas de densidad simbólica”.8 El espacio y el tiempo están ligados a la experiencia que se tiene del lugar, de los hechos o acontecimientos que ahí se suceden: “Su jerarquía y rele-vancia está determinada por su historia y la calidad de los eventos que ocurren exactamente en ese lugar y en ningún otro. Son lugares inyectados de tiempo”.9 Es decir, en el es-pacio intervienen elementos físicos, históricos, culturales, pero también los emotivos-afectivos, esta última aportación

la distingue de Leidenberger y Morales, además, en el análisis Mandoki no sólo se apoya en el concepto de estética en su sentido original sino también en algo que ella misma deno-mina semiosis urbana. Con base en la distinción semiósica10 Mandoki separa el espacio sígnico y el espacio simbólico, éste último es una “especie de organismo vivo” que se desenvuel-ve en la línea del tiempo y se carga de atributos históricos, culturales, sociales, políticos, sean colectivos o individuales.11

Para Vicente Guzmán la noción misma de espacio es res-baladiza e imposible de resolver de manera unívoca, pues una conceptualización sobre éste deberá preguntarse por “los llenos y los vacíos”, por “las formas”, por “las relaciones de posición de los objetos” (arriba-abajo, dentro-fuera, abierto-cerrado, cerca-lejos).12 Pero más allá de estas disquisiciones para cualquier definición de espacio13 es necesario conside-rarlo dentro del ámbito de la cultura y de las diferentes redes conceptuales que se tejen a su alrededor. Cualquier relación con el espacio desde el punto de vista de la estética14 tiene como punto de partida el propio cuerpo, y se da indepen-dientemente de nuestra voluntad.15 El espacio urbano es una construcción conceptual y material en la que se conjugan las visiones panópticas16 –el ojo celeste o totalizador de Michel de Certeau–17 y la visión de los “practicantes ordinarios” que son caminantes que hacen suya la ciudad en el día a día. El concepto de espacio urbano –utilizado en este texto- alude a la parte física de la ciudad: calles, plazas, bulevares, jardines; de igual manera, los hechos que se suscitan dentro del mismo y a las representaciones (simbólicas, discursivas, o imagina-rias).

Para Harvey el espacio público no se define únicamente por la conjunción de los aspectos físicos y las prácticas so-ciales sino también por las representaciones que se tienen de aquél. El espacio constituye una relación dialéctica entre el entorno físico, las prácticas sociales y los discursos,18 in-separables entre sí en la práctica cotidiana. En todo caso nos referimos a un espacio con características físicas y cualita-tivas (propiedades simbólicas, discursivas o prácticas socia-les), donde ambas interactúan en un proceso dinámico que complejizan la percepción y el conocimiento de los espacios urbanos.19

En el espacio físico, como señala Wildner20 están presen-tes diferentes componentes arquitectónicos: edificios, calles, plazas, bulevares, guarniciones, etcétera. Del mismo modo, cualquier elemento constructivo está vinculado a su contexto de localización, es decir, mantiene una relación con el centro o la periferia urbana, la cercanía de los equipamientos, el tipo de inmueble, la dinámica de mercado, es decir, la ubicación de los inmuebles en este caso determina su precio y su parti-cipación en el mercado.21

En las propuestas anteriores estimo que en la cuestión so-bre el espacio se reconocen diferentes ópticas que devienen en distintas perspectivas para abordar la cuestión principal: el estudio de la ciudad.

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Tamayo explica en relación al espacio citadino que éste “es una construcción social de significados que diferentes actores desde diferentes perspectivas le asignan.”22 Dicho de otro modo, el espacio público es polisémico, pues tiene tan-tas interpretaciones como actores inciden en él. Sus múltiples lecturas son un reflejo de la realidad dinámica y compleja que transita por ellos.Retomando a Leidenberger:

La ubicación física de las personas moldea su identidad, sus estra-tegias de trabajo y sus opiniones y estrategias de negociación; su vivienda les señala su nivel social; el entorno arquitectónico público les indica la naturaleza del poder político, sus espacios discursivos en forma de sus propios imaginarios y de las percepciones popu-lares y oficiales, delimitan las posibilidades de su acción social y política. En palabras de un historiador urbano “nosotros creamos la ciudad, pero una vez creada nos rehace a nosotros.23

El espacio físico está impregnado de historia, de memoria y recibe la carga emotiva y afectiva de quienes se interrela-cionan con él usándolo o interviniéndolo. El espacio físico no resume a la ciudad por sí sola, pues su construcción se da tanto física como discursivamente, simbólicamente y social-mente.24

FISONOMÍA URBANAGuzmán define el término fisonomía urbana como “la ma-terialización de las condiciones socioeconómicas de una po-blación residente, por medio de las características formales de las calles y las tipologías arquitectónicas de las casas.”25 Es decir, la fisonomía urbana no sólo se refiere a los aspectos físicos por sí mismos sino que éstos están enmarcados dentro de un contexto social y económico que se expresa en los ele-mentos formales y del entorno urbano y arquitectónico, y que no necesariamente se reduce a los aspectos visuales.

Al respecto el mismo autor argumenta que el concepto de imagen urbana se ha circunscrito a los aspectos físicos de la ciudad, donde el acento se ha puesto en lo visual.26 Esto se debe a un error epistemológico porque se asume el término sin mediar crítica de por medio por un lado y se soslaya “lo mental como factor esencial en la construcción de imágenes, que lo cultural y lo social complementan”.27 La imagen ur-bana va más allá de los aspectos materiales o formales, pues en tanto que imagen mental es una “expresión socialmente construida, que da cuenta de las formas como se relacionan las personas en y con su ámbito urbano”.28

Así pues, la fisonomía urbana se entiende en un sentido más amplio, y se desliga del concepto de imagen urbana, pues éste último concepto se asocia a una construcción mental.

La definición de la cual partieron para la remodelación, preservación y conservación fue “la imagen urbana es el con-junto de elementos naturales y construidos que constituyen la formación de un pueblo; refleja sus valores y características

propias dando testimonio de su pasado y presente”.29 Pero la fisonomía urbana es más que un listado de características o la conjunción de los elementos físicos y naturales, es más bien una relación dialéctica.

ETAPAS DE TRANSFORMACIÓN 1976PLAN DE REMODELACIÓN DE LA CIUDAD DE TLAXCALAMonnet señala que en la década de los 70, en nuestro país comienza a utilizarse el término de centro histórico como una zona diferenciada del centro moderno;30 en Tlaxcala tal afir-mación no se aplica a pie juntillas, pues no existe tal contraste urbano, dado que todas sus ciudades están organizadas alre-dedor de una plaza tradicional.31

En este sentido, los centros históricos tienen como propó-sito ser los garantes de preservar la memoria, pues están vin-culados con algún suceso histórico importante para la vida nacional; de ahí que se genere un “culto a los monumentos” fortalecido con la creación, en su momento, de la Ley federal sobre monumentos y zonas arqueológicos, artísticos e histó-ricos en 1972.32 El objetivo central es conservar y preservar el carácter típico y pintoresco (artículo 19) del patrimonio a través de una ley “que declara de utilidad pública y social la perpetuación del estado físico de estos inmuebles o partes de ciudades y la necesidad de una acción pública para conservar este estado”.33 Asimismo, durante la década de los setenta y hasta los ochenta, Monnet menciona que organizaciones in-ternacionales como icomos (International Council of Monu-ments and Sites) y la unesco evidencian su interés por el pa-trimonio cultural y por el impulso del turismo internacional. Lo anterior puede interpretarse como la construcción de un discurso de carácter global para la conservación y preserva-ción de los monumentos y zonas históricas que orientaran el proceso de transformación urbana.

El estado de Tlaxcala no se mantiene al margen de esta situación durante el gobierno de Emilio Sánchez Piedra,34 en los años 70, la fisonomía del centro de la ciudad de Tlaxcala es objeto de una remodelación con la intención de mejorar la imagen urbana, promover el turismo y conservar el pasado virreinal.35 Tal interés se concreta en el Plan de Remodelación de la Ciudad de Tlaxcala, que además de lo anterior intenta ofrecer una solución al crecimiento urbano de la misma.36

Estas transformaciones consisten, brevemente, en:• El mercado ubicado en la zona central de la ciudad es trasladado a la periferia,37 pues argumenta que las actividades realizadas ahí congestionan el tránsito vehicular y hace del centro una zona excesivamente conflictiva. Así se logra para crear una secuencia que vaya del ex–Convento de San Francisco a la plaza Be-nito Juárez, atravesando la plaza de “La Constitución” y plaza de la catedral con la intención de “dignificar el entorno urbano”. En este año el ex–Convento inicia un

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proceso de recuperación que continúa en la actualidad (2008).• Los trabajos de intervención urbana se inician en los portales de la plaza, los cuales son utilizados como pa-radigma de remodelación histórica para los trabajos posteriores en los edificios circundantes.38 Parte de las mejoras de conservación se dirigen a cambiar el tipo de anuncios publicitarios, así la estrategia para inducir a los comerciantes a mantener un estilo homogéneo de anuncios se hace a través de circulares que se distri-buyen entre los comerciantes y locatarios de la plaza, además de ser difundido en el periódico local.• Regulación el tránsito vehicular, cambio de las rutas del transporte público, y organización de las activida-des comerciales. En este periodo se construye –en la periferia de la ciudad- la central camionera para agru-par en un espacio único las diferentes líneas de auto-buses.• En la plaza se coloca piso de cantera, a las fuentes se les coloca una base de xalnene39 se construye también la guarnición de las jardineras y de los prados para lo-grar la unidad arquitectónica, al tiempo que se inician los trabajos de drenaje y de alumbrado ornamental.40 En las fachadas se retiran los viejos aplanados y se pintan los edificios que circundan la plaza. Se coloca alumbrado ornamental (arbotantes de dragón con luz mercurial), se instala adoquín y adocreto, además se llevan obras de agua potable, drenaje y alcantarillado.

EL PROGRAMA DE CONSERVACIÓN Y MANTENIMIENTO DE LA CIUDAD DE TLAXCALA. 1986En esta década se aplica El Programa de Conservación y Man-tenimiento de la Ciudad de Tlaxcala,41 justo diez años después en la administración municipal de Ariel Lima Pineda. Con el propósito de que la ciudad luzca una “imagen limpia”, para lo cual se realizaron obras de embellecimiento no sólo de facha-das sino también de áreas verdes. Lo anterior se traduce en:

• Pintado de fachadas, postes, guarniciones, arriates y arbotantes.• Reparación de bancas, banquetas y guarniciones, ba-cheo de calles.• Blanqueado de árboles y bardas saturadas de propa-ganda proselitista.• Exhortación constante para que los habitantes del lu-gar barran sus calles y rieguen sus jardineras.

La higiene de la ciudad no sólo se refería al aspecto físico, sino que se propuso una campaña para que en las tiendas no ven-dieran cervezas abiertas ni ningún tipo de bebida alcohólica, además de pedir que las mujeres dejaran de prestar sus servi-cios como cantineras.

El presidente municipal, en su discurso político, hace énfa-sis en que las obras que se han llevado a cabo son parte de las promesas de campaña, pues se ve “la remodelación de la ciudad capital como necesidad prioritaria que los tlaxcaltecas anhelan siempre”,43 para ello se pide de la cooperación de la ciudadanía y así mantener la limpieza de la ciudad.44

El 16 de abril de 1986 se publica en el Periódico Oficial del Estado el Decreto 28 que “declara zona de Monumentos His-tóricos una parte de la Ciudad de Tlaxcala de Xicohténcatl, Tlax.”.45 Ahí se reconoce que:

[…] las características de la edificación de la ciudad, la relación que guardan con sus elementos que conforman su estructura urbana y entorno físico natural, tal y como hoy en día se conservan, son elo-cuente testimonio de valor e interés social para la cultura y la iden-tidad nacional que representa uno de los espacios urbanos en Méxi-co, donde durante el desarrollo del país se lograron importantes expresiones originales en sus monumentos y elementos urbanos.46

La zona de monumentos históricos47 en la ciudad de Tlaxcala está compuesta por dos perímetros “A” y “B”, juntos suman un área de 0.503 km cuadrados. Lo anterior representa 33 manzanas con 124 edificaciones de valor histórico y arqui-tectónico, construidos entre los siglos xvi y xix. Esta zona también se caracteriza por sus plazas, jardines y espacios abiertos, entre las que están la plaza de “La Constitución” y Xicohténcatl.48

1996: EL PROGRAMA DE RESCATE DEL CENTRO HISTÓRICODíez años después, durante el gobierno de José A. Álvarez Lima se llevó a cabo el Programa de Rescate del Centro Histó-rico con el propósito de mejorar:

[…] la infraestructura vial y rescatar el centro histórico que en la actualidad, presenta rezagos en su estructura urbana, lo cual afecta la calidad de vida y dificulta su propio proceso de desarrollo, el Go-bierno del Estado estructuró una planeación de desarrollo urbano que está enfocado a rescatar y mejorar la imagen urbana, con accio-nes puntuales y así lograr una jerarquía.49

En la Reunión Nacional de 10050 Ciudades Hoy, se presentó el programa bajo la responsabilidad del Secretario de Obras Pú-blicas y Vivienda Julio Garci–Crespo Ovillada, quien asume que mucho tiempo la ciudad de Tlaxcala fue:

desconocida y marginada de políticas y planes de desarrollo. A pesar de ello ha incrementado su patrimonio arquitectónico mo-numental e histórico como resultado del cuidado de las diferentes generaciones.51

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Cabe destacar que el rescate del centro histórico comenzó52 a realizarse meses antes de hacer oficial el Programa de Res-cate del Centro Histórico.53 A continuación se enumeran los problemas que, según Julio Garci-Crespo Villada, aquejan al centro histórico y de los objetivos del programa.54

Problemas• No existen vialidades suficientes en la ciudad y en su periferia, o bien no están al cien por ciento de su fun-cionamiento. Parte del tránsito vehicular circula por la ciudad porque no puede hacerlo de otro modo.• Los autos estacionados en vía pública saturan las ca-lles provocando que el tránsito sea lento y difícil, pues se reducen los carriles para su circulación. No hay es-tacionamientos públicos.• Se genera caos vial debido al transporte colectivo.• Existen muchas dependencias en el Palacio de Go-bierno.• La imagen urbana de las plazas de “La Constitución” y de la de Xicoténcatl se ve afectada considerablemen-te por la intensa circulación y por el deterioro de sus edificios.• Mal funcionamiento de las redes de drenaje sanitario y pluvial.• Saturación de cableado aéreo.

Objetivos• Crear un estacionamiento público con capacidad para 325 cajones. Darles el uso de suelo a los lotes bal-díos para que funcionen como estacionamientos pú-blicos.• Darle prioridad a la circulación peatonal para impul-sar los paseos recreativos y restringir el acceso de vehí-culos al centro de la ciudad.• Enviar algunas dependencias públicas a la periferia de la ciudad, principalmente las ubicadas en el Palacio de Gobierno.55

• Reconstrucción de redes sanitarias y pluviales.• Instalación subterránea del cableado eléctrico y te-lefónico.

El 20 de mayo de 199756 se realiza el Foro por el Rescate y la Revaloración de la Ciudad en la que se presentan diversas po-nencias con el propósito de analizar la importancia de la con-servación del patrimonio de la ciudad de Tlaxcala. Asimismo, se generan diferentes estrategias políticas para involucrar57 y generar el consenso entre los distintos sectores (comerciantes, transportistas, prestadores de servicios, profesionistas, ecolo-gistas) con la intención de promover “elementos de juicio para conformar soluciones indispensables a los problemas que el desarrollo urbano ha generado y que afectan a la ciudad”,58 para ello se realizan foros informativos.

El propósito del proyecto de rescate del centro histórico está planeado a largo plazo, de ser así será posible, continúa Garci-Crespo,59 lograr que la ciudad de Tlaxcala sea considerada Pa-trimonio de la Humanidad y por tanto, se obtendrán recursos de la unesco para la conservación de la imagen urbana.60

En la plaza de “La Constitución” se arreglan las fachadas y se aplica color, por ejemplo: “En el frontal del edificio de la presidencia municipal de Tlaxcala capital, se reconstruye-ron los altos relieves para que conserve su originalidad”,61 y la “antigua Capilla Real, hoy Palacio de Justicia, es remozada con sumo cuidado.” Este último inmueble data del siglo xvi62 y en enero de 1997 a este edificio se le coloca una malla en la parte superior de la fachada para evitar que las palomas con sus deshechos la deterioren. El ex–Convento de San Francis-co, la Capilla Abierta y su explanada son remozados lo mismo sucede con el Museo de Arte de Tlaxcala.63

Como parte de las acciones del Plan de Rescate del Centro Histórico se tiran algunos árboles, al respecto el Instituto Na-cional de Antropología e Historia de Tlaxcala se manifestó en contra, a través de su delegado estatal José Francisco Ortiz Pedraza, pues argumentó que esas especies tenían una anti-güedad de 500 años.64

De manera paralela la sectur organiza planes turísticos bajo el rubro “Conozca Tlaxcala”, que promueve a través de folletos de información general, para esto se colocan seña-lamientos que les indican a los automovilistas algunas de las rutas más importantes. Asimismo, el Ayuntamiento de Tlaxcala, les obsequia a los boleadores de calzado de la plaza toldos para sus bancos y casacas con la leyenda “Histórica y cultural ciudad de Tlaxcala”.65 Los comerciantes de la plaza, por otro lado, regalaron casitas de madera para las ardillas de la plaza de “La Constitución”.66

EL PROGRAMA DE IMAGEN URBANA (2005-2011)La siguiente intervención importante se realiza cuando Héc-tor Ortiz es presidente municipal de Tlaxcala en el periodo comprendido de 2002 a 2005. Posteriormente queda electo como gobernador del Estado (2005-2011) y se tiene previsto que el Programa de Imagen Urbana67 mantenga su vigencia durante todo su mandato.

Dicho gobernador capitaliza y sintetiza los trabajos rea-lizados por sus predecesores, pues entre otras cosas, tiene el tiempo –su permanencia en el poder será de nueve años- y los recursos humanos y económicos a su disposición.

La propuesta del Programa de Imagen Urbana no inicia sobre un terreno llano, pues, como hemos visto, durante dé-cadas se han venido realizando transformaciones que apun-tan en la misma dirección:

• Modificar la fisonomía de la ciudad, • Impulsar la economía del estado a partir del turismo,

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• Lograr que la ciudad sea declarada como Patrimonio de la Humanidad –propuesta que se contempla desde 1996–, y • Aplicación del programa en otras plazas municipales.

El Programa Estatal de Desarrollo Urbano de Héctor Ortiz menciona que como parte de los objetivos en su gestión es-tán los de mejorar la imagen urbana de Tlaxcala y de algunos otros municipios68 bajo los mismos criterios aplicados en el centro histórico de la ciudad. En la ciudad de Tlaxcala -como en todos los casos anteriores de intervención urbana- se co-menzó por el centro.69 Para la ciudad capital el objetivo es extender el programa a toda la zona denominada centro his-tórico –no solamente circunscribirse al área de la plaza-, y a las entradas de la ciudad, para lograr una imagen homogénea. El financiamiento proviene de los gobiernos estatal,70 muni-cipal y federal, además de contar con el apoyo de la iniciativa privada, el Colegio de Arquitectos de Tlaxcala –encargado de recibir las aportaciones de ciudadanos–, Teléfonos de México (Telmex), la empresa Televisión por Cable (Cablecom), Maxi-gas (estas últimas en la instalación de cableado subterráneo). Esta obra se realiza con la asesoría brindada por el Instituto Nacional de Historia y Antropología de Tlaxcala y el cona-culta. Lo anterior se difunde en El Sol de Tlaxcala en el año 2002 durante el mes de marzo, sin embargo, ya no es la noticia a ocho columnas en primera plana como en décadas anterio-res, sino que se presenta en un pequeño recuadro que manda a los lectores a la sección de cultura del mismo periódico. José Hernández Meléndez –del Colegio de Arquitectos de Tlaxca-la- fue el encargado de presentar el proyecto públicamente. A este respecto señaló que la intención es rescatar las edificacio-nes que se encuentran en mal estado y comenzar los trabajos, específicamente, sobre las calles más importantes del centro histórico: la 20 de noviembre, Allende y Guerrero.

En esta nueva propuesta de remodelación de la ciudad71 se anuncia la participación de vecinos y dueños de estableci-mientos comerciales de la plaza de Tlaxcala a favor de ingre-sar la solicitud a la unesco72 para que el centro histórico sea declarado Patrimonio de la Humanidad; esta colaboración consiste en arreglar sus fachadas conforme lo estipulen las autoridades correspondientes. Y según la fuente se realizarán reuniones por calles o cuadras para acordar con la ciudada-nía los mecanismos de su participación. La propuesta fue res-paldada por El Colegio de Arquitectos de Tlaxcala, quienes, como ya se dijo fueron los encargados de presentarla ante los comerciantes y los medios de comunicación locales.

El 3 de abril de 2002 en El Sol de México se destaca en la sección de cultura el encabezado “Apoyan vecinos y comer-ciantes rescate de imagen urbana”:

Vecinos y dueños de establecimientos comerciales de Tlaxcala se mostraron a favor del rescate de la imagen urbana de la ciudad capi-tal con miras a solicitar que la Organización de las Naciones Unidas

para la Ciencia y la Tecnología (unesco), considere a la ciudad ca-pital como patrimonio de la humanidad, incluso están dispuestos a colaborar económicamente para arreglar sus fachadas, conforme lo requieran las autoridades.73

La organización se llevará a cabo a través de reuniones por calles o por cuadras a fin de informar a la ciudadanía de los criterios de participación.

Lo anterior no significa que haya un consenso absoluto respecto a las modificaciones en el centro histórico, no obs-tante, lo anterior no ocasiona conflictos radicales entre auto-ridades y prestadores de servicios.74

La primera evaluación que se hace al centro histórico de Tlaxcala radica en que parte del proceso de deterioro de la imagen urbana tiene que ver con “la inadecuada aplicación de la normatividad, lo que da como resultado la alteración del paisaje urbano, en especial de algunos inmuebles del centro histórico en sus elementos arquitectónicos”.75

ACCIONES SOBRE LOS INMUEBLES Y EL ENTORNOEl Programa de Imagen Urbana se ha ido aplicando en dife-rentes momentos, la etapa inicial se dio en el zócalo de Tlax-cala76 y en las calles Allende, Guerrero y 20 de noviembre, de ahí se ha hecho extensivo a todo el centro histórico y a las entradas de la ciudad, en diferentes etapas. Las acciones del Programa de Imagen Urbana son en términos generales.

Liberación de: pintura en mal estado e integración de pin-tura seleccionada con base en la paleta de colores,77 de apla-nados en mal estado, de toldos, rótulos, anuncios luminosos y panorámicos, de agregados discordantes en azoteas (ante-nas de tv, tinacos, etc.), de señalizaciones discordantes, de elementos constructivos discordantes, de luminarias discor-dantes. Para lo cual se llevó a cabo la reparación de fachadas, pavimentos y banquetas en mal estado. Se integró, asimismo, cableado subterráneo, se integraron pavimentos con mate-riales acordes al entorno.

Otras modificaciones importantes a la fisonomía fueron:

• A las edificaciones que contaban sólo con un nivel se les elevó la fachada para emparejar alturas, se les hicieron vanos y se colocaron barandales para exhibir la apariencia colonial. La señalización obedece a los reglamentos del inah, en los edificios históricos hay fi-chas que contextualizan el origen de la edificación. La señalización respecto a los lugares donde puede haber ascenso y descenso de pasaje o se puede abordar un taxi está claramente especificada, al igual que se indi-ca el equipamiento de la zona (museos, restaurantes), o las restricciones de estacionamiento. Asimismo, exis-ten áreas exclusivas para estacionar autos de personas con capacidades distintas y rampas para personas en

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sillas de ruedas. Como parte del proyecto de señaliza-ción se han colocado placas con la nomenclatura de las calles fabricadas en un material antigrafitti y antifuego en todo el centro histórico de la ciudad.78

• En relación al color la zona de estudio por estar cir-cunscrita dentro del llamado centro histórico obedece a una paleta de colores que fue aprobada por el inah. El autor de esta paleta de colores fue el arquitecto Arman-do Uribe Pérez79 –de acuerdo a su propia aseveració– que en la actualidad (2007) es el Coordinador a nivel estatal del Programa de Imagen Urbana. Y comenta Uribe que en Tlaxcala se conoce un color denomina-do “rojo Tlaxcala” que es una mezcla de rojo, negro y amarillo y que a partir de ahí derivó la paleta: colores base y secundarios. Asimismo añade que, antes de las intervenciones a través del programa los locatarios del centro estaban acostumbrados a que cada nueva admi-nistración de gobierno se les proporcionara la pintura de manera gratuita para que la aplicaran en sus facha-das, con esta administración los locatarios compran su pintura y el municipio proporciona la asesoría técnica.

En marzo de 2008, Héctor Ortiz firmó un convenio de co-laboración con los alcaldes de 15 municipios que formarán parte del Programa de Imagen Urbana; los recursos asigna-dos ascienden a los 135 millones de pesos, de los cuales 90 corresponden a aportaciones de los tres niveles de gobierno y el resto a la iniciativa privada. En 2007 los municipios par-ticipantes eran 11, con las nuevas aportaciones la lista queda así: Huamantla, Ixtlacuixtla, Nativitas, Panotla,Teolocholco, Contla de Juan Cuamatzi, Zacatelco, Tlaxco, Terrenate, Yau-hquemecan, Papalotla, San Pablo Apetatitlán, Tlaxcala y Api-zaco.

DISCREPANCIAS EN EL CONTEXTO DEL PROGRAMA DE IMAGEN URBANA. EL TURISMO Y CULTURA

En 2005, en la página electrónica de la Secretaría de Turis-mo del Estado (secture), aparece la siguiente afirmación:

[…] el desarrollo turístico en Tlaxcala es relativamente joven, en comparación con otros estados como Oaxaca, Veracruz, Puebla; sin embargo por su riqueza turística, histórico-cultural, así como su inmejorable posición geográfica en el centro de la República con un mercado potencial de más de 35 millones de habitantes en un radio de 200 km., se presenta como un destino diferente en el que el visitante busca lugares cercanos donde la naturaleza sea más atrac-tiva y que tenga condiciones adecuadas para recibirlos y ofrecerles opciones de esparcimiento, recreación, descanso y enriquecimiento cultural, sobre todo que Tlaxcala, es un estado seguro ya que tiene el índice más bajo de delincuencia, garantizando el bienestar de los turistas.80

Y más adelante explica:

[…] la Secretaría de Turismo bajo los lineamientos de un Gobierno con Sentido Humano, se ha trazado como meta consolidar el sector turismo como un factor de desarrollo económico para la entidad, mediante la oferta de productos turísticos novedosos y diferencia-dos, desarrollados con base en la investigación de mercado para alcanzar el crecimiento con calidad que garantice el aumento de turistas, la inversión y generación de empleos.81

Por otro lado el director de Planeación y Desarrollo de la Se-cretaría de Turismo (secture), Jaime Montiel Coto informó que el Programa de Imagen Urbana es aplicado, en su mayo-ría, en las cabeceras municipales y con ello “el gobierno del estado sienta las bases de una línea ascendente para hacer más atractivas las ciudades de Tlaxcala y, con ello, atraer al turismo a la entidad, lo que acarrea generación de empleo y derrama económica”.82

Más allá de la retórica institucional en 200783 la presidenta de la Asociación de Hoteles y Moteles del Estado de Tlaxca-la, Nylda García señaló que el gobierno actual no ha dado la promoción debida a “los atractivos turísticos” en el Distrito Federal, Puebla y el Estado de México y se ha concentrado en países europeos como Alemania, Francia y España. Esto ha perjudicado a los hoteleros, pues García Padilla sostiene que, el principal mercado es el nacional, principalmente las entidades antes señaladas. De haber una promoción adecua-da no se darían abasto “ni siquiera para atender al 2% de la gente en lo que se refiere a hospedaje y alimentos”; por otro lado señala que se ha trabajado para mejorar las instalacio-nes de hoteles y moteles desde hace cuatro años, cuando la infraestructura era mala, ahora se puede decir que “estamos de regular a bien.” En Tlaxcala operan 154 establecimientos entre hoteles y moteles, con una oferta de 3 800 habitaciones en toda la entidad, y el coeficiente de ocupación es muy bajo y de ningún modo se pude competir con Acapulco, Cancún, Veracruz o Cuernavaca, recalcó que se necesita promoción porque Tlaxcala se ubica en el lugar 70 de 71 en lo relativo a la infraestructura hotelera. Y añadió “que los hoteleros tienen la obligación de mejorar la infraestructura, los restauranteros brindar alimentos de calidad, la gente de primer contacto ser amable y respetuosa para evitar que se vayan enojados los vi-sitantes y el gobierno mejorar su trabajo de promoción de los principales atractivos turísticos”.84

Lo anterior tiene sentido cuando Miguel Torruco Már-quez, presidente de la Confederación Nacional Turística (cnt), informa que “Tlaxcala ocupa el penúltimo lugar a ni-vel nacional en ocupación hotelera, ya que en los últimos siete años bajo el dos por ciento de ocupación…” además añade que en la entidad el 38.5 por ciento de hoteles son conside-rados “sin categoría, seguidos de un 19.9 por ciento de ho-teles de una estrella.” En esta misma dirección gobernador Héctor Ortiz reconoció que Tlaxcala “no puede presumir de

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tener condiciones óptimas para el turismo”, sin embargo los diferentes proyectos de Imagen Urbana están diseñados para atraer la atención de los visitantes nacionales y extranjeros.

Con lo arriba mencionado es posible dar cuenta que para impulsar la economía del estado se necesita algo más que un programa que embellezca las fachadas de la ciudad de Tlax-cala, eso significa programas de impulso al turismo, además de proyectos de carácter cultural que difundan lo que se hace en el estado y que al mismo tiempo logre vínculos con otras entidades para la promoción.

LA LUCHA POR EL ESPACIO PÚBLICOEn la lucha85 de poder a nivel institucional se suscita una pug-na por el espacio urbano –al inicio del programa en 2002- entre Héctor Ortiz (pan) y María del Carmen Ramírez (prd) –senadora de la República en ese entonces– quienes promo-vieron, cada quien por su lado, que la ciudad de Tlaxcala fuera inscrita en la lista de ciudades que aspiran a ser declaradas Patrimonio de la Humanidad.

Al respecto Ramírez pidió que: “el asunto no se politice y pide a Héctor Ortiz que coopere y sume su voluntad política […] pues no es proyecto personal”, éste por su parte, añade la senadora, “solicitó, vía Dirección de Patrimonio Mundial del Instituto de Antropología e Historia (inah) su apoyo para comenzar los trámites necesarios”, la intención –continúa– es beneficiar los sectores turismo y de servicios.86 Finalmente el proyecto es llevado a cabo bajo la directriz de Héctor Ortiz, presidente municipal y después gobernador de la entidad.

Por otra parte, la aplicación del Programa de Imagen Ur-bana en Tlaxcala no ha estado exenta de problemas durante su proceso de aplicación, pues dentro de las mismas institu-ciones se han generado desencuentros al aplicar la normativi-dad relativa a la fisonomía en el perímetro del centro histórico de Tlaxcala. Dichos desencuentros, en última instancia, son pugnas por hacer prevalecer un discurso de poder frente a otro. Detrás de la promoción de una ciudad que exacerba sus primores turísticos, su colorido, su arquitectura de fachada, está una ciudad orientada políticamente hacia un partido, en este caso, de derecha: el pan, que bien pudo ser el prd de haber ganado los comicios la ex senadora María del Carmen Ramírez a Héctor Ortiz Ortiz.

Los denominados programas de imagen urbana son una expresión del poder de intervención, de injerencia, de trans-formación en el espacio público para hacer valer un discurso sobre los demás y dejar constancia de la hegemonía política del partido en turno, y de los diversos interesados en la pla-za. En una nota aparecida en La Jornada de Oriente el 13 de noviembre de 2006, el arquitecto Óscar Sánchez –responsa-ble del Área de Monumentos Históricos del Centro del inah Tlaxcala- sostiene que el autor de los proyectos de interven-ción urbana “carecía del más elemental conocimiento sobre la historia de la arquitectura, principalmente la del estado de Tlaxcala” y añade que lo único que se hizo fue “gastar dinero”,

y se refiere no sólo a la ciudad de Tlaxcala sino a los demás municipios en los que se ha aplicado el Programa de Imagen Urbana. Según Sánchez “no se tomaron en cuenta las diferen-tes etapas históricas de las ciudades para las remodelaciones, dado que todas tienen sus particularidades.” Se han borrado ejemplos de la arquitectura de las décadas de los 50 y los 60, pues con la intervención se “hizo un estándar, una perspecti-va infinita” al emparejar los niveles de las construcciones con lo que generaron “escenografías” y han anulado parte de la historia de la ciudad.87

Otra pugna entre autoridades municipales con el inah se suscitó por la colocación de los macetones sobre la calle Mo-relos, la avenida Juárez y frente al Museo de Arte de Tlaxcala (mat).88 El inah de Tlaxcala, a través de la responsable del Área de Monumentos Históricos del Centro, Soledad Mar-tínez Mancilla sostuvo que el ayuntamiento de Tlaxcala no informó al instituto de tales acciones, por lo que éstas se reali-zaron sin autorización previa. Además mencionó que los ma-cetones “desentonan con la imagen del centro histórico, pues son elementos contemporáneos, por lo que los deben retirar o en su caso cambiar el tipo de macetas a modo que no contras-ten con el Centro Histórico” y viola, además, la Ley Federal de Monumentos Históricos. Este extrañamiento se formalizó por medio de una carta dirigida al presidente municipal Be-nito Hernández Fernández.

La respuesta de las autoridades municipales fue que “no retirará las macetas porque se compraron con recursos del Programa de Imagen Urbana” y “son recursos aprobados que no se pueden retirar”, lo anterior se le hará llegar por escrito al inah Tlaxcala “y esperarán para saber si habrá alguna san-ción” informó el vocero del Ayuntamiento Yéred Gallardo.

En una columna de opinión de El Sol de Tlaxcala escrita por Jorge Luis Cuevas dice:

Acertada la decisión de colocar macetones en diversos lugares del Centro Histórico de la Ciudad de Tlaxcala, dan buena imagen y muestran buen gusto. Esta medida también evita que los vehícu-los sean estacionados en los costados de la plaza de Xicohténcatl. Sin embargo, les faltó uno en la calle Morelos para evitar que los automóviles suban a esta zona peatonal poniendo en peligro a los transeúntes y afecte la imagen, aún hay tiempo de corregir.89

En esta discusión lo que se observa es la pugna entre diferentes actores institucionales sobre cómo debe ser la plaza de La Cons-titución, y tal parece que las autoridades municipales y estatales no siempre actúan conforme a las leyes y reglamentos del inah.En mayo de 2004, el Museo de Arte de Tlaxcala (mat) fue inaugurado bajo la administración de Alfonso Sánchez Ana-ya y se promovió durante su inauguración como uno de los 10 más seguros del país.90 El objetivo del mat es –según de-claraciones oficiales- “fortalecer la identidad de los tlaxcalte-cas, establecer puentes con el arte de otras épocas, particu-larmente con la identidad iberoamericana.”91 También habrá

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una sala de exhibición dedicada permanentemente a las siete obras de Frida Khalo con las que cuenta el museo.

Durante la realización del proyecto el inah “determinó que no se respetaron todas las normas de conservación de pa-trimonio pues derribaron la puerta de la fachada principal del inmueble, hecho que obligó a esas jurisdicciones a detener los trabajos por 30 días.” Además de lo anterior, otra propuesta en los trabajos de adecuación del mat era elevar la altura del inmueble. Entre los inconformes se encontraban: el reconoci-do pintor oaxaqueño Francisco Toledo, Desiderio Hernández Xochitiotzin y Yolanda Ramos García; el primero de ellos de-terminó en una carta en la que informaba que de hacer “caso omiso” de las protestas retiraría la obra que donó en marzo de 2001 al museo; las presiones para evitar que la altura del edificio se elevara dieron resultado, pues en la actualidad el mat conserva el mismo nivel.

COMENTARIOS FINALESDe lo expuesto en los capítulos anteriores se concluye que la plaza de “La Constitución” continúa siendo un elemento es-tructurador no sólo de la ciudad sino de las diferentes prácticas sociales. Es un elemento urbano que manifiesta enfáticamente una centralidad de carácter simbólico dada la carga histórica acumulada durante siglos y la diversidad de actividades que ahí se realizan. Ese capital simbólico ha sido aprovechado por los distintos ámbitos de poder para transformar la fisonomía de la plaza en aras de un pasado idílico que ha sido utilizado para construir una imagen de carácter institucional.

El espacio urbano es polisémico y es posible tener diferen-tes lecturas del mismo dependiendo del tipo de apropiación y de los usos permitidos, de los actores que intervengan y de los recursos con los que se cuenten.

La revisión de las diferentes intervenciones por las que ha atravesado la plaza permite comprender cómo se ha ido cons-truyendo la imagen institucionalizada de la misma a través de los programas de fisonomía urbana.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Esos grandes procesos pueden ser: el amanecer de la mo-dernidad, la evolución social positivista, la lucha de clases. Por ejemplo, Lefebvre no deja de reconocer la importancia del espacio, sin embargo “la industrialización y la burguesía son los que mandan”, Georg Leidenberger, “Proximidad y di-ferenciación: el manejo del concepto del espacio en la histo-riografía urbana”, en Historia y Grafía, México, Universidad Iberoamericana, núm. 22, 2004, p. 64.2 Edward Soja, Postmetropolis, apud Georg Leidenberger, idem.3 En la arquitectura podemos ver una yuxtaposición de estilos que dan cuenta de diferentes épocas, como es el caso de la Catedral Metropolitana, por ejemplo. Ibidem, p. 65.4 Morales hace un análisis de la narrativa que se construye en la avenida Reforma a partir de que Porfirio Díaz toma el po-

der (1877-1880) donde utiliza la arquitectura conmemorativa “como la fábrica de un discurso de identidad que enaltecie-ra los mitos históricos y que, por la vía del monumento, los perpetuara en la memoria colectiva y en la imagen urbana”. Las esculturas de Carlos iv, Colón, Cuauhtémoc y el Ángel de la Independencia sobre Reforma dan cuenta del discurso de identidad y de la memoria colectiva que se materializan en el espacio urbano. Jorge Morales Moreno, “Los espacios de la identidad y la socialización de la memoria colectiva en el ámbito urbano”, en Anuario de Espacios urbanos, México, uam-azc, 2005, pp. 2, 312, 313, 309.5 Y aunque asegura que definir unívocamente la noción es-pacio es imposible eso no significa que sea ininteligible Ka-tia Mandoki, “Desarraigo y quiebre de escalas en la ciudad de México. Un problema de semiósis y estética urbana”, en Anuario de Espacios urbanos, México, uam-azc, 1998,p. 200.6 Ibídem, pp. 9-10.7 Ibídem, p.10.8 Ibídem, p. 10.9 Ibídem, p. 13.10 Para Mandoki, en el análisis del espacio urbano se da un proceso de semiosis que involucra dos aspectos: el semiótico y el simbólico. En el primero de ellos interviene los aspectos que tienen que ver con los elementos nominales, los códigos de identidad como los nombres de calles, la señalización, et-cétera. Aquí hay una relación de oposición y diferenciación, hay un signo que produce significados, sin embargo el orden signico es abstracto y plano Los espacios simbólicos son los espacios impregnados de materia, de tiempo de energía, son espacios o elementos urbanos “donde se han acumulado ex-periencias de la comunidad en el tiempo, lugares donde se ha invertido mayor gasto o lujo, sitios con mayor o menor carga afectiva resultado de vivencias individuales (la casa de la in-fancia, la escuela, el parque) o colectivos (la plaza de la Tres Culturas, el Zócalo, Ciudad Universitaria, La Villa).” Ibídem, pp. 200 y 10.11 Un ejemplo paradigmático es la fundación de Tenochtitlán que tiene como referente la historia del águila y el nopal. A partir de un referente simbólico se inicia la planificación de la ciudad: se edifica el Palacio de Moctezuma, el Templo Mayor, los altares de Quetzalcoátl y de Tezcatlipoca, el Tzompantli y el Cohuatepahtli. Posteriormente con la conquista se elimina la arquitectura prehispánica, pero se mantiene parte de la tra-za anterior y se erigen el Palacio de Cortés y luego las Casas reales sobre el Palacio de Moctezuma, más adelante el Palacio Nacional y Catedral casi sobre el Templo Mayor. Mandoki, en este sentido, afirma que se borraron los hitos pero se man-tienen los espacios: no se vino a “habitar junto” sino “encima de”. Ibídem, pp. 200 y 11.12 Vicente Guzmán Ríos, “El espacio (con) sentido de la Plaza. Tlalpan y San Jacinto” en Anuario de Espacios urbanos, Méxi-co, uam-azc, 2005, p. 238.

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13 El espacio es el entorno construido, es decir “es cualquier al-teración física del entorno natural por la construcción huma-na, incluido lo realizado por los arquitectos.” Ibidem, p. 234.14 Guzmán entiende la estética desde el punto de vista origi-nario: aiesthesis, es decir, la facultad de percepción a través de los sentidos, de ahí que su apuesta sea el binomio estética-ética; ibidem, p. 230. Para Mandoki el término estética no se reduce a la concepción tradicional que alude a la belleza o a los aspectos formales del arte sino que involucra el cuerpo y los imaginarios culturales, estos últimos son el referente a par-tir del cual se constituye la percepción y la sensibilidad; Katia Mandoki, op. cit., pp. 203-204. Mandoki y Guzmán además coinciden en que el sentido al que se le ha dado mayor im-portancia es el sentido de la vista en detrimento de los demás sentidos; sobre valoración visual que ha entumecido los otros sentidos, cuyo efectos son mayúsculos con efectos de carácter social lamentables. Ambos advierten la necesidad de recupe-rar los espacios públicos tradicionales (por ejemplo, la plaza pública) y la vida urbana que conlleva tal propuesta. 15 Vicente Guzmán Ríos, op. cit., p. 247 y Katia Mandoki, op. cit., p. 203.16 Michel Foucault en su texto Vigilar y Castigar utiliza el tér-mino panóptico para plantear el problema “de una arquitec-tura que ya no está hecha simplemente para ser vista (fausto de los palacios), o para vigilar el espacio exterior (geometría de fortalezas), sino para permitir un control interior, articu-lado y detallado –para hacer visibles a quienes se encuentran dentro; más generalmente, la de una arquitectura que habría de ser un operador para la transformación de los individuos: obrar sobre aquellos a quienes abriga, permitir la presa sobre su conducta, conducir hasta ellos los efectos del poder, ofre-cerlos a un conocimiento, modificarlos”; En este sentido el tér-mino panóptico es el espacio que hace posible “para una sola mirada ver todo constantemente. Un punto central sería al tiempo la fuente de luz que ilumina todo, y un espacio de con-vergencia de todo lo que debe ser sabido”. Michel Foucault, Vigilar y Castigar, Madrid, Siglo xxi, 1996, p. 177.17 Michel de Certeau, La invención de lo cotidiano. Un arte de hacer, México, uia/iteso/cemca, 2000.18 Harvey en Kathrin Wildner, Plaza mayor, centro de la me-trópoli?: etnografía del Zócalo de la ciudad de México, México, uam, 2005, p. 206.19 Ibidem, p. 18 y ss.20 Ibidem, p. 208.21 Oscar Terrazas Revilla, “La centralidad metropolitana en la ciudad de México”, en Los últimos cien años. Los próximos cien…, México, uam, 2005, p. 21.22 Sergio Tamayo Flores-Alatorre, “Identidades colectivas y patrimonio cultural. Una perspectiva sobre la modernidad urbana”, en Anuario de Espacios urbanos, México, uam- Az-capotzalco, 1998, p. 27.23 Georg Leidenberger , op. cit., p. 74.24 Mireia Baylina, Mariana Prats y Anna Ortiz afirman que

el espacio urbano es educativo porque la disposición de los elementos que lo configuran (la calidad de luz, los colores, el contexto) intervienen en el aprendizaje; por el contrario la fal-ta de un mantenimiento regular y constante desvirtúa el pro-ceso educativo; “Espacios de juego como escenarios educativos urbanos”, Ciudades, México, rniu, 2005, p. 22.25 Vicente Guzmán Ríos, Criterios normativos de imagen ur-bana en espacios públicos, México, Gobierno del Distrito Fe-deral-Secretaria de Desarrollo Urbano y Vivienda, 2001, pp. 93-94.26 Ibidem, p. 26 y “El espacio (con) sentido…”, p. 85.27 Vicente Guzmán Ríos, “El espacio (con) sentido…”, p. 85.28 Vicente Guzmán Ríos, Criterios normativos…, p. 26.29 <<www.municipiodetlaxcala.gob.mx>>, mayo 2009.30 Jerôme Monnet, “Una retórica progresista para un urba-nismo conservador: la protección de los centros históricos en América Latina”, en Patricia Ramírez Kuri (coord.), Espacio público y reconstrucción de la ciudadanía, México, flacso/m. a. Porrúa, 2003, p. 106.31 Programa Estatal de Ordenamiento Territorial (peot), Tlax-cala, Gobierno del Estado de Tlaxcala, 2003.32 Patrice Melé, “La construcción jurídica de los centros histó-ricos: patrimonio y políticas urbanas en México”, en Revista Mexicana de Sociología, México, unam, vol. 57/1, 1995, p. 187; 187, Jerôme Monnet, op. cit., pp. 117-118, y art. 13 de dicha ley.33 Patrice Melé, op. cit., p. 186.34 El Sol de Tlaxcala del 17 de enero de 1976, p. 1, publicó una nota que enfatiza el impulso del gobierno del Estado al turis-mo “para estimular la economía estatal” a través del desarro-llo de ciertas zonas: “El turismo cada día tiene mayor impor-tancia como actividad que genera empleos e induce demandas para otros sectores; desafortunadamente […] la existencia de numerosos monumentos coloniales, lugares históricos y her-mosos paisajes naturales en nuestra entidad, no hemos tenido un desarrollo significativo en este campo por carencia de una infraestructura de apoyo, sostuvo el gobernador”. Y continúa el gobernador: Por otra parte nuestras poblaciones serán más atractivas si nos esforzamos en presentar una mejor imagen de las mismas; por eso nuestro empeño en remodelar, en una primera etapa las poblaciones de Tlaxco, Apizaco, Huamant-la, Tlaxcala y San Miguel del Milagro, tan próximo a las rui-nas de Cacaxtla […]”.35 Durante el periodo Sánchez Piedras se promovió y se llevó a cabo la creación del Museo de Arte Moderno y su instalación en una casona del siglo xvi, con el Instituto de Cultura de Tlaxcala, además del Museo de Antropología en el claustro del exconvento de San Francisco.36 En la década de los 70, Tlaxcala comienza a crecer sin orden ni concierto.37 El Sol de Tlaxcala, 25 de enero de 1976, p.1.38 Nota del 24 de abril en El Sol de Tlaxcala, xxi.39 Un tipo de cantería propia del estado de Tlaxcala. Es una

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piedra arenisca de grano grueso que se formó de las arenas volcánicas.40 El Sol de Tlaxcala, xxi, 7405, 24 de febrero de 1976, p. 1.41 En el contexto de la declaratoria de centro histórico en una zona de la ciudad de Tlaxcala, Méle sostiene que en México durante los años 70, los centros históricos sólo eran un área más dentro de una más amplia. Sin embargo, para los 80 la SE-due puso en marcha “planes parciales” para la remodelación de dichas zonas con el propósito de abarcar todas las ciudades históricas. Patrice Melé, op. cit., pp. 194-195.42 El Sol de Tlaxcala, xxxi, 10987-10988, 9-10 de febrero de 1986, p.1.43 Lo que recuerda las afirmaciones hechas en el mismo tenor durante la década de los 30 y de los años 70. Énfasis de la au-tora.44 El Sol de Tlaxcala, xxxi, op. cit., p. 1.45 Ibidem, p. 3.46 Idem.47 Decreto 28, 1986, p. 4.48 De manera paralela, este mismo año, se promulgó la Ley del Patrimonio Estatal y Municipal del Estado de Tlaxcala que tiene “por objeto regular el control e inventario de los bienes que forman el Patrimonio del estado y sus Municipios.” En Periódico Oficial del Estado el Decreto núm. 156, 5 de marzo de 1986. Lo anterior coincide con el inicio del inventario del Patrimonio Cultural de Tlaxcala municipio por municipio, y para llevar a cabo tal tarea, en la ciudad de Tlaxcala, Desi-derio Xochitiotzin48 apoyó el trabajo de Guadalupe Salcedo, responsable de la totalidad de este proyecto que, contó con el respaldo del Instituto Nacional de Bellas Artes. Así: “Tlaxcala se proyectará con datos de actualidad y que dan un panorama rico y genuino de amplia y admirable historia a través de los siglos”, escribe el autor de la nota publicada en el periódico lo-cal. El Sol de Tlaxcala, 22 de junio de 1986, 11119, xxxi, p. 1.49 El Sol de Tlaxcala, 28 de noviembre de 1996, xlii, 14886, pp. 1 y 4.50 Con Luis Donaldo Colosio al frente de la sedesol se resca-ta el Programa 100 Ciudades dirigido a las ciudades medias del país –cerca de cien–, su aplicación se inicia en 1992 y se concluye en 1999. El propósito era que, con base en el apoyo técnico de la sedesol, los gobiernos locales tuvieran el apoyo técnico y de gestión para controlar su crecimiento urbano. 51 El Sol de Tlaxcala 12 de mayo de 1997, xlii, 15048, p. 1.52 Resalta, que no sólo las del centro histórico de Tlaxcala sino también las de otras localidades. En una nota publicada el 6 de agosto de 1996 en El Sol de Tlaxcala, xlii, 14774, se lee: “To-das las comunidades rurales han cambiado su fisonomía y se han incorporado al progreso, como es el caso de Santa María Acuitlapilco en el Municipio de Tlaxcala”, y en este mismo caso se encuentran Zacatelco, Ocotlán, Tepeyanco.53 Parte de la mano de obra se reclutó mediante un programa denominado Programa de Empleo Temporal a cargo de la se-desol. El propósito del programa fue contratar personas sin

empleo para realizar obras de “nivelación de caminos, desa-solve de barrancas, empedrados de calles, pinta de fachadas, así como la reforestación en algunas comunidades.” El Sol de Tlaxcala, 25 de julio de 1996, xli, 14765, p. 1.54 Lo siguiente fue realizado con información recopilada por las declaraciones de Juan Crespo Villada, aparecidas en el Sol de Tlaxcala del mes de mayo.55 Por ejemplo se trasladó a San Pablo Apetatitlán la delega-ción de la Secretaría de Relaciones Exteriores, así como la Se-cretaría de Fomento Agropecuario. Posteriormente se trasla-dó el Archivo General del Estado de Tlaxcala (aget). El Sol de Tlaxcala, xlii, 15048, p. 8.56 El Sol de Tlaxcala, xlii 15056, p. 1 y 8.57 La propuesta se debe hacer llegar por escrito en tres cuar-tillas a la secoduvi o al Ayuntamiento de Tlaxcala. El Sol de Tlaxcala, 12 de mayo 1997, xlii, 15048, p. 8.58 Los invitados al evento fueron Julio Garci–Crespo secre-tario de la secoduvi, quien presentó el Programa parcial del Centro Histórico, Desiderio Hernández Xochitiotzin con la ponencia “La ciudad de Tlaxcala en el tiempo”, Francisco Or-tiz Pedraza, delegado del inah con el trabajo ”La Protección del patrimonio edificado”, Rene López Balderas, titular de tu-rismo presentó el trabajo “Patrimonio turístico de la ciudad de Tlaxcala”, José Manuel Sainz Janini con “Mejoramiento del medio ambiente de la ciudad”, entre otros. Sol de Tlaxcala, 20 de mayo, xlii, 15056; El Sol de Tlaxcala, 20 de mayo 1997, xlii, 15056, p. 8.59 El Sol de Tlaxcala, 20 de mayo 1997, xlii, 15056, p. 8.60 Desde la administración de Emilio Sánchez Piedras hay una preocupación por sanear el río Zahuapan, con el Programa de Rescate del Centro Histórico en la década de los 90 se tenía la intención de hacer navegable el río para el paseo de turistas. Con el Programa de Rescate de la Imagen Urbana de Héctor Ortiz –en el 2002–, se mantiene el propósito de sanear, por lo menos el río, pues es una condición necesaria de la unesco para que la ciudad sea considerada Patrimonio de la Huma-nidad.61 El Sol de Tlaxcala, 31 de agosto de 1996, xlii, 14799, p. 1.62 <<http://www.municipiodetlaxcala.gob.mx/>>, El Sol de Tlaxcala, 5 de noviembre, xlii, 14864, p. 1.63 El Sol de Tlaxcala, 20 de enero de 1997, xlii, 14937, p. 1.64 El Sol de Tlaxcala, 7 de febrero de 1997, xlii, 14951, p. 1.65 El Sol de Tlaxcala, 13 de septiembre de 1996, xlii, 14812, p. 1.66 El Sol de Tlaxcala, 26 de septiembre de 1996, xlii, 14824, p. 1. 67 Al programa también se le llamó Programa de Rescate de la Imagen Urbana, Programa de Mejora a la Imagen Urbana, Programa de Rehabilitación de la Imagen Urbana y, más re-cientemente, Programa Federal, Estatal y Municipal Imagen Urbana, en este apartado se le denominara únicamente bajo el nombre de Programa de Imagen Urbana.68 Las ciudades de estos municipios son “Huamantla, Tlaxca-

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pArte iii/ mAríA estHer sáncHez mArtínez /lA revitAlizAción del espAcio urbAno A trAvés de los progrAmAs de imAgen urbAnA. lA plAzA de “lA constitución” en lA ciudAd de tlAxcAlA

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la, Ixtlacuixtla, Tlaxco y Calpulalpan, así como de aquellas localidades que se encuentran al margen de las carreteras.” Plan de Desarrollo Estatal 2005-2011, p. 88. En 2008 la lista se amplía, como se comentará más adelante; una de estas locali-dades de la periferia es Zacatelco, que ha sido intervenida bajo los mismos parámetros que la ciudad de Tlaxcala.69 Entrevista informal con Armando Uribe sostenida en la se-coduvi el 25 de julio de 2006.70 Es decir, la Secretaria de Desarrollo Urbano y Obras Públi-cas secoduvi, el Ayuntamiento de Tlaxcala, la Secretaría de Turismo del Estado secture, Protección Civil, Comisión de Agua Potable y Alcantarillado; y Comisión Federal de Electri-cidad (cfe), <<www.lajornadadeoriente.com.mx/2005/10/17/tlaxcala/eco2.html>>, mayo 2009.71 El Sol de Tlaxcala 3 de abril de 2002, xlviii, 16802, Sección Cultura, p. 1.72 Entrevista informal con Armando Uribe sostenida en la se-coduvi el 25 de julio de 2006. En la ciudad de Tlaxcala se es-tán haciendo gestiones, desde 2004, para que el ex Convento de San Francisco sea declarado patrimonio de la humanidad El Sol de México 23 de abril de 2004, xlix, 17546, p. 1.73 El Sol de Tlaxcala, xlvii, 16802, p. 1.74 El contraste entre la fisonomía del centro histórico de Tlax-cala y su periferia muestra degradación paulatina a lo largo de los bordes de la ciudad; pasando por un centro histórico agradable y limpio a construcciones con poco mantenimiento urbano”, saturadas de publicidad y dedicadas fundamental-mente al comercio. 75 <<www.municipiodetlaxcala.gob.mx>>. Mayo 2010.76 El mantenimiento del centro histórico se lleva de manera cotidiana. El barrido de las calles se hace en la mañana y por la tarde. El lavado de las fuentes se realiza dos veces por se-mana, la jardinería es cotidiano el cuidado. El alumbrado pú-blico es supervisado constantemente. “Cada sábado se hace una brigada de limpieza. Esto habitualmente tiene como fi-nalidad limpiar las carreteras que comunican la cabecera con las comunidades del municipio y dar mantenimiento a las áreas verdes: barrido, poda de plantas y retiro de escombros.” <<www.municipiodetlaxcala.gob.mx>>, lo cual he constata-do con el trabajo de campo.77 La paleta de colores fue aprobada por el inah y cnca en 2002, y la pintura para aplicarse en las fachadas es de marcas comerciales (Comex y Dupont) fácilmente asequibles en el mercado. Más adelante se muestra una imagen de los colores y tonos aprobados.78 Armando Uribe, coordinador estatal del programa de Ima-gen Urbana, señaló que la idea de colocar placas antigraffitti y antifuego fue aplicada por primera vez en el centro de Mo-relia, y para la plaza de “La Constitución” decidió llevarse a cabo el mismo procedimiento. Entrevista con Armando Uri-be en la secoduvi el 25 de julio de 2006.79 Entrevista con Armando Uribe en la secoduvi el 25 de julio de 2006.

80<<http://www.tlaxcala.gob.mx/turismo/introduccion.html>> Mayo 2010.81<<http://www.tlaxcala.gob.mx/turismo/introduccion.html>> Mayo 2010.82<<http://www.oem.com.mx/elsoldetlaxcala/notas>>, 24 de marzo de 2008.83<<www.lajornadadeoriente.com.mx/20070507/tlaxcala>>, mayo 2009.84<<http://tlaxcala.sintesisdigital.net/index.php?mod=article &cat=Region&article=6111>>, 27 de marzo de 2008.85 En Tlaxcala la aplicación del Programa de Imagen Urbana no ha registrado actos violentos entre los locatarios o comer-ciantes y las autoridades municipales; los vendedores ambu-lantes, desde el traslado del mercado, quedaron confinados a la zona periférica de Tlaxcala. Sin embargo, en zonas como Santa Ana Chiautempan, los comerciantes de la zona se han enfrentado a las autoridades durante las obras de remodela-ción les han obstruido sus lugares de trabajo. <<www.lajor-nadadeoriente.com.mx/200603720/tlaxcala/tla104.php>>, junio 2009. En Zacatelco las cosas tampoco fueron tersas, pues a los puestos semifijos instalados alrededor de la plaza se los desalojó por la madrugada, sin previo aviso.86 El Sol de México, xlvii, 16775, Sección Cultura, p.1.87<<http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2006/11/13/ tlaxcala/cul107.php>>, mayo 2009.88 El Sol de Tlaxcala, 1 de diciembre de 2007.89<<http://www.oem.com.mx/elsoldetlaxcala/notas/n550153. htm>>, junio 2009.90 El Sol de México, xlixi, 17555, 3 de mayo de 2004.91 Ibidem, p. 4.

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INTRODUCCIÓNLos centros históricos, como parte diferenciada de las periferias en las ciudades, pueden ser considerados como lugares antropológicos1 en los que la complejidad es resultado de un espacio urbano impactado (en el sentido de afectado, golpeado, modificado, ver Gráfica 1) por los efectos de prácticas asociadas a la globalización, tales como el interés por la “competitividad” como fin último, la mejor posibilidad de renta, el turismo, o la búsqueda de una “característica” que los haga singulares y les permita “atraer” tanto inversionistas, como nuevos “usuarios” (consumidores), alterando tal vez su sentido más tradicional como espacio donde se podía aspirar a la formación de comunidad, o de sentido de pertenencia a cada ciudad.

El impacto en los centros históricos se evidencia tanto en las alteraciones del patrimonio edificado, como en el uso y ocupación del espacio urbano.

Se presenta en este trabajo un acercamiento teórico conceptual a los centros históricos2 en su relación con prácticas asociadas al consumo, a partir de la carac-terización del centro histórico de la ciudad actual, no sólo como un espacio que contiene la mayor parte del patrimonio edificado de las ciudades, sino como un espacio urbano que busca “competir” con otros espacios de centralidad periférica, los centros comerciales o “malls”, dando como resultado un espacio urbano com-partido por universos de interés muchas veces encontrados a partir de los cuales, se pueden poner en riesgo las cualidades y propiedades del espacio urbano del centro histórico.

CIUDAD Y CENTRO HISTÓRICOEn la ciudad actual, el centro y su periferia son dos partes diferenciadas de una mis-ma materialidad urbana, continua o discontinua: aquel es el núcleo de valor y sig-nificado,3 mientras que en la periferia4 se ve tal vez el punto de llegada del proceso de apropiación del espacio, y de transformación urbana de la ciudad en el tiempo.

Centros comerciales abiertos.

La nueva vocación del centro

histórico

MIGUEL ÁNGEL GARCÍA-GÓMEZ

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De lo anterior se puede establecer como idea de entrada, que el centro y la periferia pueden significar en el estudio de la ciudad, “[…] la vista en perspectiva y la vista en prospectiva (que) constituyen la doble proyección de un pasado opaco y de un futuro incierto […]”.5 Es decir, en ambos se encuen-tra la posibilidad de análisis de los fenómenos urbanos que dan origen a la propia materialidad (urbis), en el marco tem-poral de la sociedad urbana que lo hace posible (civitas). En la complejidad de la ciudad actual, el centro, como parte de la ciudad en la que se evidencia el pasado, se convierte en un “[…] espacio consolidado y ocupado […] en el que pesa una tupida red de dominios casi siempre independientes y a menudo enfrentados”,6 tales como el de los propietarios de los edificios patrimoniales, los comerciantes formales e in-formales, etc.: universo de intereses enfrentados en el centro histórico como espacio material; mientras que la ciudad y sus periferias “cambian ante nuestros ojos, a toda velocidad, en la confusión”.,7 así, si el centro histórico es el espacio urba-no de las permanencias en la ciudad, las periferias es de las transformaciones confusas de hoy.

Al fin, la ciudad puede ser abordada como el escenario de la vida cotidiana de sus habitantes que, con sus acciones u omisiones, materializan en la arquitectura o en el espacio ur-bano, las particularidades económicas, culturales o sociales de cada momento histórico, y se asume que “la ciudad tiene una larga historia como espacio estratégico para la explora-ción de los grandes temas de la sociedad”.8

Esto implica que no sólo se puede abordar la ciudad des-de la morfología de su materialidad urbana, o su devenir en las manifestaciones tipológicas o toposociales de su historia, sino que también, como ese marco material de sus habitan-tes ante quienes “[…] la ciudad aparece como el espacio para las nuevas reivindicaciones: por un lado, por parte del capital global, que la emplea como ‘recurso organizativo’ y, por otro lado, por parte de los sectores desfavorecidos de la población urbana”.9 Esto es evidente en el centro histórico de las ciu-dades, donde los edificios de valor patrimonial pueden ser alterados en función del uso, que puede estar subordinado

al comercio transnacional (Gráfica 2), ante lo cual, los habi-tantes del espacio público pueden estar en situación de mar-ginación.

En esta perspectiva, el centro histórico actual se convier-te en el espacio de las reivindicaciones más claramente di-ferenciadas de los distintos actores sociales de la ciudad: a) en el contexto de las periferias, los intereses, principalmente inmobiliarios han tendido a sustituir la posibilidad de racio-nalización de la ocupación y gestión territoriales; la segrega-ción es evidente en el marco de las expansiones periféricas “informales”; el uso del espacio público es permitido para la instalación de tianguis, o la presencia del comercio infor-mal es “tolerada” o permitida; b) en el centro histórico, el co-mercio informal no es un tema tolerado porque significa una competencia “desleal” para el formal,10 por lo que debe ser “regulado” o combatido. El centro histórico es escenario de la reunión de los grupos de jóvenes de la contracultural11 y de distintos grupos de la sociedad, pero su derecho de uso del espacio público es relativizado por el “ordenamiento” de las actividades que se podrán o no permitir en él.

Además, el centro histórico, en tanto es considerado parte representativa de la patrimonialidad cultural y de la forma-ción de identidad, tiene que ser conservado en su materia-lidad expresiva (renovación arquitectónica y urbana); de tal forma que no pierda su calidad de referente de la historia de la ciudad; y como posibilidad económica por el turismo, como “solución” a muchos de los problemas existentes.

Se tiene entonces, que en el marco de las ciudades actuales, las periferias son el escenario de las desigualdades, la segrega-ción y el desorden, mientras que el centro se puede significar por ser el escenario del interés de la ciudad por sobresalir, por seguir siendo una posibilidad de destino turístico, con lo que se puede decir, asumiendo que “[…] sin centro no hay periferia; es de suponer que el interés del primero compensa la vaciedad de la segunda”.12

Mientras, en las periferias se acumulan o se dispersan los problemas urbanos sin solución aparente, o se ensayan nue-vas formas de centralidad materializados en los centros co-

Gráfica 2. Antiguas Casas Reales, León, Gto. Foto: tomada por el autor.

Gráfica 1. San Juan del Coecillo, León, Gto. Foto: Tomada por el autor.

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merciales, así: “el centro tiene que ser constantemente mante-nido, es decir, modernizado. Como el ‘lugar más importante’, paradójicamente tiene que ser, al mismo tiempo, el más viejo y el más nuevo, el más fijo y el más dinámico”.13

En la actualidad es necesario considerar que, “la ciudad resurge como espacio estratégico para entender tendencias críticas en la reconfiguración del orden social”,14 por lo que el espacio es un efecto del orden o desorden social. Entonces el estudio de la ciudad o del centro histórico debe partir de entender la complejidad que reconfigura su orden, donde am-bos ámbitos han recogido todas las manifestaciones pasadas y presentes de la sociedad.

ACTORES Y ESPACIO URBANOEn las ciudades y centros históricos se manifiesta la comple-jidad de la red de interacciones de los actores que son en sí mismos un territorio15 difícil de dominar (en el sentido de encauzar la búsqueda colectiva), y más aún cuando se pre-tende la interacción entre dos o más territorios de dominio. Los comerciantes “formales”, por ejemplo, tienen un oponen-te en los comerciantes llamados “informales”, que reclaman su derecho de uso del espacio público, ambos con su terri-torio de dominación; pero ambos, al interactuar, tienden a ser oponentes ante las disposiciones que pretenden regular el ejercicio de sus intereses, como actores de la vida de la ciudad.

Las actuaciones en el espacio urbano, en el actual contexto histórico, pueden estar regidas por una individualización de las visiones,16 que multiplican su complejidad en la medida que los efectos de actuación se convierten en espacialidad confusa; así, en las periferias, la expansión de la urbaniza-ción se da en situación de desigualdad, en la que convive “un patrón de urbanización paupérrima, sin forma ni sentido urbano, a partir del cual la fuerza de trabajo autoconstruye sus precarias viviendas…”,17 con el desarrollo de colonias y fraccionamientos cerrados con muros, que cuentan con re-glamentación propia e independiente de las disposiciones municipales, y que se pueden considerar como “una metáfora de los procesos sociales que actúan en el paisaje político y so-cial de las ciudades”.18

También en los centros históricos se materializa el efec-to de similares procesos sociales, como el progresivo aban-dono de la habitación como vocación principal. Sólo como ejemplo, en León, Gto., el centro histórico registró en 1990, 152 099 habitantes, y para el 2000 sólo 124 223, es decir, en los últimos 10 años del siglo xx disminuyó el número de sus habitantes en un 18%, frente al incremento poblacional de la ciudad del 30.1%.19 Por otra parte, el espacio dedicado a las vi-viendas fue ocupado por comercios que progresivamente las han transformado, hasta el punto de ser la estrategia de atraer más “consumidores” de este espacio urbano, en competencia con las nuevas formas de centralidad periférica de los centros comerciales, al grado de “promover” los centros históricos como “Centros Comerciales Abiertos”.20 Esta tendencia sitúa

a los centros históricos, como un fenómeno urbano que rede-fine los espacios públicos21 en función de la actuación de los actores y grupos de interés que se sitúan tanto en el ámbito de lo local como de lo global (ver Gráfica 3).

Los actores son individuos22 o en la actualidad, empre-sas o corporaciones cuya presencia es evidente en la ciudad y el centro histórico por: la materialización de una obra de arquitectura o de urbanismo; la presencia de una marca; la decisión en una reforma a las leyes urbanas que favorezcan sus objetivos particulares; la influencia en la elaboración de políticas urbanas de los gobiernos locales.

A fin de cuentas, la complejidad de los actores es la com-plejidad de la ciudad, “también las ciudades se diferencian por las formas de catástrofe que suponen, y que forma parte del meollo de su encanto”,23 las formas actuales de convivencia de los actores en el espacio de la ciudad se convierten así en ele-mentos por estudiar en la particularidad de cada ciudad, en donde habría que descubrir en cada caso, lo que Baudrillard llama “el genio maligno de lo social”.24

Gráfica 3. Página de los Centros Comerciales Abiertos: Alcalá y Noia. La intervención de los comerciantes establecidos en el centro histórico, generan iniciativas orientadas a convertirlos en centros comerciales.Fuente: <<http://www.centroabiertoalcala.com/>> y <<http://www.noiahistorica.org/>>, 23 junio 2009.

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pArte iii/ miguel ángel gArcíA-gómez /centros comerciAles Abiertos. lA nuevA vocAción del centro Histórico

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LA CIUDAD ES PATRIMONIO Y EL CENTRO ES CIUDADEl centro histórico, en el contexto de la ciudad que se expande hasta la escala metropolitana, puede ser aún reconocido como la parte en la que es posible aún la “singularidad” que le dan los edificios, o la propia traza urbana histórica patrimonial, de calles más estrechas que en las periferias “planificadas” (donde los cambios se presentan en un escenario de notoria complejidad: dispersión, diferenciación socioespacial, segre-gación, ausencia de satisfactores urbanos de infraestructura o servicios). La periferia es la manifestación de la problemáti-ca que “a toda velocidad, en la confusión”,25 que configura la nueva ciudad que se agrega a la parte histórica donde las per-manencias aún le permiten la posibilidad de la singularidad. Pero aún esta singularidad llega a ser manipulada, hasta el punto de la búsqueda de implantar nuevas “tradiciones” que permitan atraer más visitantes consumidores; de esta forma, se recomponen las identidades que se pierden en la disper-sión urbana de la ciudad, y lo hacen a partir de la idea de que es “un mito pensar que las tradiciones son impermeables al cambio: se desarrollan en el tiempo, pero también pueden ser repentinamente alteradas o transformadas. Diría que son in-ventadas o reinventadas”.26

Para reforzar la orientación comercial del centro histórico se organizan eventos comerciales para atraer visitantes, y ya no es el valor patrimonial del centro histórico el que atrae al tu-rismo.

Así, la invención de nuevas tradiciones (Gráfica 4), como una puesta en escena que utiliza el centro histórico como es-pacio de consumo, se manipula la “imagen urbana”, y llega a la simulación, en donde lo más importante es el envolvente de la plaza central de la ciudad, el actual centro comercial abier-to, con las fachadas de los edificios históricos como el mall de la simulación y oculta el interior de los edificios degradados, a veces abandonados, privilegiando el exterior.

Lo importante llega a ser la envoltura, lo que puede dar credibilidad, que se convierte en un “efecto especial […] en el que hasta el espacio […] es para nosotros una pantalla de simulación sin profundidad”, al que se busca dotar de la me-jor iluminación posible como ejercicio de rescate patrimonial,

todo como una “puesta en escena (que) no deja de producir algunas sonrisas perplejas o algunos comentarios retrospec-tivos en algunos viejos habitantes”28 del centro histórico de tal modo intervenido (ver Gráfica 5).

En este escenario, los problemas del centro histórico son problemas urbanos de la ciudad, pues el patrimonio no es sólo un edificio individual,29 sino que “la ciudad en su con-junto tiene que ser defendida como bien patrimonial, ya que los valores urbanos y arquitecturales son bienes colectivos y un producto social”,30 porque toda la ciudad es producto de su historia, y el patrimonio no debiera ser reducido a la mo-numentalidad o la singularidad. El centro histórico le per-tenece a la ciudad, es a partir del cual y a donde todo de la ciudad converge;31 si la ciudad es patrimonio y el centro es ciudad, es necesaria una atención totalizadora de la ciudad a partir de su centro histórico, que se puede convertir en el “lu-gar donde mejor se aclaren las relaciones de personas, empre-sas, actividades y ‘fragmentos’ del territorio con el país y con el ‘mundo”,v como dice De Certeau: el lugar practicado por los habitantes de la ciudad que se recompone en su complejidad a partir de su espacio de centralidad más significativo, que es a fin de cuentas la parte de la ciudad que puede aportar aún sentido de pertenencia a los habitantes de la actual ciudad compleja.

CONCLUSIÓNEl centro histórico actual no debe ser estudiado o intervenido sólo como la parte de la ciudad en donde se localiza el patri-monio monumental más significativo de ella, sino que debe ser considerado como un centro urbano cuya complejidad es la de los actores cuyos universos de interés, la mayor parte de las veces encontrados entre sí, suponen un acercamiento multidireccional y multidisciplinario.

Si solamente se actuara en el plano de la materialidad edi-ficada en el centro histórico, es decir, sobre la recuperación

Gráfica 4. Festival del Taco,27 Ensenada. B.C. Fuente: <<http://www.mybajaguide.com/spa/detalle-eventos.php?evento=865>>, 12 junio 2009.

Gráfica 5. Plaza de la Paz, Guanajuato, Gto.El patrimonio edificado se convierte en el escenario, o telón de fondo de la función comercial. Foto: tomada por el autor.

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por la restauración de los edificios patrimoniales, se estaría actuando sólo en el plano del simulacro, del elemento panorá-mico o visual, sin considerar las prácticas sociales cotidianas que dinamizan el espacio urbano, complejizándolo, pero per-mitiéndole la posibilidad de su permanencia.

“La ciudad-panorama es un simulacro “teórico” (es decir visual), en suma un cuadro, que tiene como condición de po-sibilidad un olvido y un desconocimiento de las prácticas”,33 y no parece ante este escenario, que el camino para el estu-dio y comprensión de la ciudad o del centro histórico, deba partir del debate sobre su materialidad, su forma física, sino del debate sobre las actuaciones de los diversos territorios de interés que todos los días modifican la ciudad actual, desde el centro hasta sus periferias, convirtiéndola en territorio, (como universo de conocimiento y como espacio geográfico) de la complejidad urbana, que recompone la dinámica de la sociedad en un proceso inacabado en el que la materialidad es su consecuente.

Desde la elaboración teórica hay que caracterizar de mejor forma los elementos de la complejidad urbana en que se ha convertido el centro histórico, y con ello emprender su recon-figuración espacial sobre la base del orden perdido o posible. Esto coloca a la conservación del patrimonio en una dimen-sión diferente: no sólo en el conocimiento técnico, ni en la elaboración instrumental de mecanismos de actuación sobre la materialidad patrimonial, sino como el estudio particular de los universos de interés de los distintos actores, para en-contrar criterios de racionalidad compartida desde donde se puedan impulsar las acciones de conservación.

El centro comercial abierto como nueva orientación del centro histórico de las ciudades, prefigura una nueva defini-ción de la vocación del centro histórico, que exige una amplia reflexión para anticipar el impacto en las posibilidades del centro histórico y del patrimonio edificado como referentes de la memoria de la ciudad, ante las nuevas formulaciones que se generan más allá de lo local.

Las intervenciones en los bienes patrimoniales del cen-tro histórico para responder a las necesidades del mercado, tienden a convertirlos en marcos escenográficos de la función comercial, con el efecto visual de la intervención, que busca atraer consumidores, antes que referir el valor arquitectónico, cultural o patrimonial del bien intervenido. De esta forma, la vocación tradicional del centro histórico como generador de identidad para los habitantes de la ciudad, donde el patri-monio monumental y su espacio urbano, es referente de su memoria histórica, ahora se está modificando, reformulando nuevas identidades asociadas a prácticas exógenas desde pro-cesos globales.

Hoy, la conservación del patrimonio tiene otro territorio de actuación: el consumo patrimonial, en el que el turismo, la intervención con criterios escenográficos, o como centros comerciales abiertos, llegan a alterar las cualidades patrimo-niales de los centros históricos, y generan transformaciones

en el espacio urbano de las permanencias, por lo que se pudie-ra estar ante el escenario de propiciar destrucciones en espa-cios cuya transformación antes habrían necesitado de siglos;34 ahora, este proceso de alteración o pérdida del patrimonio, puede acelerarse por las intervenciones que buscan convertir al centro histórico en un centro comercial abierto.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Entendido en el sentido que le da Michel de Certeau, el lugar sería el orden según el cual los elementos se distribuyen en re-lación de coexistencia, y el sentido de las prácticas cotidianas de los habitantes, dan al lugar la cualidad de espacio antropo-lógico. La invención de lo cotidiano 1 Artes de hacer, México, iteso, 2000, p. 129.2 Este texto es parte de una investigación más amplia sobre la conservación de los centros históricos, no se trata de un análisis de caso, por lo que las gráficas no refieren un caso particular.3 Rem Koolhaas, La ciudad genérica, Barcelona, G. Gili, 2006, p.10.4 Por la disposición actual de las ciudades se puede hablar de periferias, para significar la dispersión e independencia que las expansiones que se agregan a la ciudad existente, pueden tener entre si, y en su relación con la ciudad; conceptos como ciudad orilla (edge city), o archipiélago urbano (Davis), son elaboraciones teóricas que pretenden caracterizar las perife-rias en su relación con la ciudad en su conjunto.5 Michel de Certeau, op. cit., p. 1066 Alfonso Álvarez Mora y Fernando Roch, Los Centros Ur-banos. Hacia la recuperación popular de la ciudad, Madrid, Nuestra Cultura, 1980, p. 53. Se puede hablar del dominio de los intereses inmobiliarios o económicos, (propietarios o los arrendadores de locales comerciales) o los intereses de quienes reivindican su derecho de ocupación del espacio público(vendedores ambulantes, “cancioneros” urbanos, gru-pos contraculturales (darketos, punketos, emos, etc.); y del dominio de la normatividad urbana que permite o no el dere-cho que todos reivindican; juntos en un universo de contra-dicciones que el trabajo de campo es necesario para captar los aspectos de (su)… condición urbana. Saskia Sassen, Una so-ciología de la globalización, Buenos Aires, Katz, 2007, p. 134.7 Jean Baudrillard y Jean Nouvel, Los objetos singulares Arqui-tectura y filosofía, Buenos Aires, fce, 2001, p. 70.8 Saskia Sassen, op. cit., p. 128.9 Ibidem, p. 161.10 Una de las funciones de los Comités, Patronatos, o Institu-ciones de gestión y control en los centros históricos, es la de regular la presencia de vendedores ambulantes, indigentes, o cualquier manifestación social o económica que se sitúe al margen de los comerciantes “establecidos”, que generalmente, son quienes encabezan esos organismos de gestión, en un afán de “proteger el valor del centro histórico”, como estrategia si-mulada de defensa de su interés particular del grupo econó-mico.

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pArte iii/ miguel ángel gArcíA-gómez /centros comerciAles Abiertos. lA nuevA vocAción del centro Histórico

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11 En la ciudad de México, en Celaya, Gto. y en Querétaro, se registraron incidentes de enfrentamiento entre distintos gru-pos urbanos, (periódicos Reforma y a.m., 19, 20, 21 de marzo 2008) como los llamados “Emos”, agredidos por otros grupos; las diferencias ideológicas, sociales o culturales, se convierten en motivo de segregación y de conflicto, y tiene en el espacio urbano del centro histórico, su escenario.12 Rem Koolhaas, op. cit., p. 10.13 Idem.14 Saskia Sassen, op. cit., p. 129.15 Al decir territorio, se refiere al universo de conocimientos que hacen posible la visión total de un concepto teórico; así, el territorio del comercio informal, sería el amplio marco de conceptos, ideas, variables e indicadores que ayuden a carac-terizar el fenómeno, pero también el vendedor de globos, el músico, el mimo y los elementos de causa-efecto de su pre-sencia en el espacio.16 Esta individualización de las visiones es lo que Augé ha llamado la sobremodernidad. Se puede mencionar que, por ejemplo, en la Plaza de los Mártires del 2 de Enero de León, Gto. (Plaza Principal), la individualidad de los propietarios de los inmuebles propicia la desocupación y su subutilización, pues se “renta”, sólo el frente para comercio, y el resto está va-cío. La individualidad de los arrendadores vela la rentabilidad de su negocio y poco invierte en “mejoras” del edificio, espera lo haga el propietario. La individualización del gobierno, sólo le hace intervenir con la participación de los dos actores an-teriores.17 Alfonso Xavier Iracheta Cenecorta, Planeación y desarrollo, una visión de futuro, México, Plaza y Valdés, 1997, p. 39.18 Wonne Ickx, “Los fraccionamientos cerrados en la Zona Metropolitana de Guadalajara”, en Luis Felipe Cabrales Ba-rajas (coord.), Latinoamérica: países abiertos, ciudades cerra-das, México, udeg, 2002, p. 118.19 Datos del Plan Parcial del Centro Histórico, implan, 2005.20 Ejemplo son muchos centros históricos de España: Córdo-va, Almería, Alcalá, etc., que se registran en internet como Centros Comerciales Abiertos.21 Naomí Klein, No Logo, el poder de las marcas, Barcelona, Paidós, 2007, p. 197.22 Touraine dice que la idea de actor social no puede separarse de la idea de sujeto. Se puede hablar en la ciudad de tres tipos de actores, según Pírez, los estrictamente locales, los actores nacionales y los actores globales, cuya presencia se puede identificar en las ciudades con relativa facilidad. Alain Toura-ine, Crítica de la modernidad, México, fce, 2002, p. 208. Pe-dro Pírez, “Actores sociales y gestión de la ciudadanía”, en Ciudades, num. 28, México, rniu, 1995.23 Jean Baudrillard, Las estrategias fatales, Barcelona, Anagra-ma, 2000 (1984), p. 20.24 Idem, pp. 76-85. Se refiere a la rivalidad que suponemos existe entre los distintos actores que compiten por el espa-cio de la ciudad (en los términos de Castells), rivalidad que,

siguiendo a Baudrillard: “es más poderosa que cualquier mo-ralidad, y la rivalidad es inmoral”.25 Jean Baudrillard, Las estrategias…26 Anthony Giddens, Un mundo desbocado, Los efectos de la globalización en nuestras vidas, Madrid, Taurus, 1999, p. 53.27 En León, Gto. y otras ciudades, también se ha realizado este evento, y otros similares como festivales del globo, medieva-les, etc., todos con un evidente fin comercial.28 Marc Augé, Diario de guerra, El mundo después del 11 de septiembre, Barcelona, Gedisa, 2002, p. 61.29 Desde 1982, en la Conferencia sobre Políticas Culturales realizada en México, se declaró que el patrimonio cultural no es sólo el conjunto de los monumentos históricos, sino la totalidad dinámica y viva de la creación del hombre, como lo es la ciudad.30 Nicolás López Tamayo, “La intervención urbanística en el patrimonio edificado”, en Alfonso Álvarez Mora y Francisco Valverde Díaz de León (coords.), Ciudad, Territorio y Patri-monio, Materiales de Investigación II, Investigación II, Méxi-co, uia/u. de Valladolid, 2004, pp. 199.31 Fernando Carrión, “Los centros históricos en la era digital en América Latina”, en Rossana Reguillo y Marcial Godoy (coords.), Ciudades translocales: espacios, flujo, representa-ción, México, iteso, 2005, p. 97.32 Milton Santos, Por otra globalización, del pensamiento úni-co a la conciencia universal, Bogotá, Convenio Andrés Bello, 2004, p. 79.33 Michel de Certeau, op. cit., p. 105.34 Françoise Choay, Alegoría del patrimonio, Barcelona, G. Gili, 1992, p. 211.

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INTRODUCCIÓNEn la región de Cerro Grande, que fue declarada Reserva de la Biosfera,1 se está im-pulsando la actividad eco-turística bajo los lineamientos del Plan Rector de Visita Pública y Ecoturismo,2 que señala ocho sitios seleccionados por los representantes de las comunidades locales, donde recientemente se han erigido algunos equipa-mientos, servicios públicos y viviendas, con materiales y sistemas de construcción, algunos endógenos y otros exógenos. Éstos últimos corresponden a climas ajenos a la región y a zonas urbanas con otras disponibilidades de recursos naturales, tec-nológicos, humanos y económicos.

Esa transformación del paisaje regional está suprimiendo los rasgos patrimo-niales que le dan identidad a las diferentes micro regiones de la reserva, como son: la dominancia del entorno natural sobre el construido, la fisonomía de los asen-tamientos humanos que se ha hecho con las tecnologías de construcción verdes, apropiadas al entorno, y a la disponibilidad de recursos y formas de ser de esas comunidades, ecotecnologías que han ido desarrollando los propios pobladores a lo largo de muchos años. La conformación de esos paisajes endógenos, patrimonio comunitario, significa un beneficio al ambiente y a los residentes, si se regula: la conformación de los espacios públicos y privados, el aprovechamiento de los mate-riales de construcción, y la actividad de la visita pública.

Es importante destacar que son escasos los estudios previos sobre la caracte-rización del paisaje antropogénico de esos sitios, por lo que fue necesaria hacer la investigación de los factores determinantes del paisaje genuino, orientada a que se respete el medio natural y la percepción de los residentes y se fortalezcan las manifestaciones de la cultura propia de las comunidades y sus tecnologías; para después, con sustento en esa caracterización se expidan los instrumentos de con-trol del paisaje de cada micro región de Cerro Grande, encaminados a mantener su identidad, pertenencia y cuidado de ese capital paisajístico, para proveer beneficios ambientales-económicos a las comunidades.

Rescate del paisaje de cerro

grande: patrimonio

ecoturístico

FRANCISCO JAVIER CÁRDENAS MUNGUÍA, MARTHA EUGENIA CHÁVEZ GONZÁLEZ Y REYNA VALLADARES ANGUIANO

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La investigación inició con la consulta bibliográfica y car-tográfica, registrando los antecedentes de conocimiento y teoría sobre la temática de estudio, que permitió formular: hipótesis, preguntas y objetivos de investigación. Luego se diseñaron los instrumentos de investigación para registrar la percepción de los vecinos y las características objetivas del paisaje. La percepción social del paisaje se indagó mediante encuestas de respuestas múltiples dirigida a jefes de familia y la fisonomía objetiva se registró por personal capacitado ex profeso,3 con apoyo de fichas-matrices y fotografías. Una ficha fue planteada para realizar un flaneo de la región, otras dos fueron dirigidas a indagar las características específicas del paisaje positivo o negativo y una última fue hecha para registrar el tipo de edificaciones. Para medir la gestión gu-bernamental en la construcción del paisaje se diseñó un ins-trumento que permitiera facilitar la identificación de apoyos que han proporcionado las instituciones públicas.

DIAGNÓSIS REGIONALPara la caracterización de la región de Cerro Grande se hace una breve síntesis de las particularidades socio-económicas de los pobladores, la estructura de los asentamientos huma-nos, el paisaje edificado y vegetal y la actividad ecoturística.

De acuerdo a datos censales de inegi y cuestionarios aplicados a los vecinos en 2007 (Tabla 1), la mayoría de los asentamiento a partir de 1980 han tenido una trayectoria poblacional errática con tendencia a decrecer, constituidos por hogares del tamaño de tres a cinco residentes por vivien-da ocupada, y predominan mujeres (60%). Es muy poca la población que habla lengua indígena (1%). Como sucede en muchos asentamientos rurales, debido a la escasez de em-pleos existe emigración poblacional a ciudades regionales,

incluso algunos de los residentes en hogares entrevistados han vivido en los Estados Unidos de América por motivos de trabajo. Una gran mayoría de los residentes de los asenta-mientos pequeños manifestó que se ocupa en actividades del campo; agrícolas, pecuarias o forestales, en poblados grandes también trabajan en servicios. Alrededor de la mitad los en-trevistados tiene residiendo en los poblados más de 30 años, el 20% tiene menos de 10 años y el restante entre 10 y 30 años. La mayoría de los habitantes residen casi todos de los días de la semana en el poblado, el resto se desplaza habitualmente a áreas urbanas cercanas.

Los poblados mayores que son Zacualpan y San Pedro Toxín tienen una traza urbana más regular que el resto de los asentamientos, donde se emplazan equipamientos diversos de servicio público, con la subdivisión del suelo por lotes de tamaño donde aún es posible el cultivo de huertos familiares, aunque las fincas al estar alineadas a los linderos limitan la permeabilidad y la percepción de vegetación interna.

En los poblados pequeños que no rebasan los 150 habitan-tes, como El Terrero, Lagunitas, Campo Cuatro, Rastrojitos, Ranchitos, El Sauz, Platanarillos, La Laguna y Toxín, el di-seño vial es incipientes e irregular, el equipamiento público es limitado, los predios son más grandes que en los asenta-mientos mayores, al emplazarse las fincas separadas de los linderos, éstas se perciben junto con los cultivos de vegetales y animales a través de cercos permeables.

Es muy claro cómo la accesibilidad de los pobladores a materiales de construcción industrializados determina el grado de transformación de las fincas tradicionales. Los asen-tamientos humanos con facilidades de transporte colectivo y caminos mejorados, emplazadas en las faldas del cerro que son Platanarillos, Ranchitos, Rastrojitos, El Sauz, Zacualpan, San Pedro Toxín y Toxín, presentan un paisaje edificado pa-recido a los pueblos o ciudades cercanas. El resto de los pobla-dos ubicados hacia lo alto, en áreas medias o altas del cerro, que son Campo Cuatro, Lagunitas, El Terrero y La Laguna,

Fuente: inegi y encuesta 2007.ov Ocupantes/vivienda pm Población masculina LI Lengua in-dígena/jefes familia

Fuente: inegi y encuesta 2007.ve Viviendo en eua rs Residente/semana

Tabla 1. Perfil de los habitantes Tabla 2. Perfil de permanencia

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han conservado una fisonomía con edificaciones que tienen rasgos más propios que aprecian los habitantes, aunque ellos valoran más el paisaje pasado que el actual, existe la tenden-cia a desaparecer ese legado fisonómico.

La mayoría de los vecinos ha vivido en casas típicas. Esas fincas eran construidas por familiares en la mayoría de los casos, en bajareque, tabletas o en adobe los muros, con techos de zacate, tejamanil o teja de barro. Las personas consideran que las fincas han dejado de construirse con esos sistemas tradicionales, debido principalmente a que es difícil conse-guir los materiales primigenios o por la facilidad de obtener los contemporáneos. Expresan la mayoría de los colonos que les agradaba más el poblado cuando llegaron, en segundo or-den dijeron que en igual forma antes que ahora y muy pocos mencionó que menos hoy en día.

Los espacios públicos más reconocidos por los pobladores son el templo, el jardín comunitario o el espacio para torear, que en casi en todos los asentamientos existen. Los vecinos aprecian como parajes prominentes elementos naturales como cerros, barrancos o miradores y son los más visitados. Es notable el conocimiento que tiene la mayoría de los resi-dentes adultos sobre los elementos naturales como la vegeta-ción y los animales regionales, debido a la convivencia con su entorno.

Conforme son más rurales los poblados, las construccio-nes se mimetizan con el verdor de la vegetación de los alrede-dores. Además, en los predios se cultivan muchas plantas de ornato, frutales o forestales. El paisaje campirano se refuerza con la costumbre de mantener en casa animales domésticos.

Es de notar en las celebraciones religiosas, una participa-ción grupal entre los pobladores de los diversos asentamien-tos humanos, tanto en la organización como en los festejos, dinámica que alienta un sentido de solidaridad entre las co-munidades dispersas en Cerro Grande. Además es ostensible cómo es transformado temporalmente el paisaje con motivo de esas celebraciones y en ocasiones la impronta es perma-nente, tal es el caso de imágenes religiosas emplazadas o lo largo de los caminos.

El paisaje no es percibido por los entrevistados como prin-cipal rezago de la población, sino la falta de trabajo y en se-gundo término la ausencia de transporte público, el deterioro del paisaje, el déficit de servicios públicos o la contaminación del ambiente.

A través de la Dirección de la Reserva de la Biosfera, di-versas dependencias de gobierno han apoyado a las comuni-dades desde el establecimiento de la Reserva, con recursos orientados a mejorar las condiciones sociales, económicas, ambientales, de servicios públicos y viviendas. En los proyec-tos de apoyo de equipamiento público y vivienda no siempre se ha considerado la adecuación a las condiciones climáticas y paisaje locales. Faltan programas orientados a capacitar a las comunidades residentes para la autogestión, desterrando el arraigado paternalismo.

Cuando se elaboró el Plan de Visita Pública se hizo un diagnóstico consensuado con las comunidades locales, re-gistrando como rezagos persistentes e importantes los si-guientes: inexistencia de integración de las comunidades al programa de ecoturismo; incapacidad técnico-administrati-vas y de recursos humanos con herramientas técnicas para implementar los proyectos ecoturísticos; incompatibilidad de las actividades productivas (agrícola y ganadera) de la co-munidad con la actividad de ecoturismo; incapacidad para la preservación de los recursos naturales y culturales; pérdida de costumbres y tradiciones genuinas; disminución del patri-monio arquitectónico, substituyéndolo por una imagen ajena a la tradición y recursos de la región; carencia de señalización en algunas áreas destinadas al ecoturismo; lejanía de los si-tios proclives al ecoturístico, además de caminos y vías de acceso en mal estado, que impide arribar a los visitantes a disfrutar de los atractivos.

Se identificaron como amenazas: deterioro y degradación ambiental de los sitios y lugares destinados para la visita pú-blica, por no tener los controles efectivos ni programas de sensibilización a los visitantes (lo que pudiera suscitar reduc-ción de fauna y flora silvestre causada por los cazadores fur-tivos e incendios forestales); deficiente difusión de las áreas de interés cultural y ausencia de vigilancia, que puede llevar a los visitantes a saquear los vestigios arqueológicos; falta de continuidad e integración de los Ayuntamientos y de los go-biernos estatales en los programas ecoturísticos, por ende la ausencia de apoyos a esa actividad.

Por otra parte se está ejerciendo presión ambiental en los sitios con facilidades de acceso, disponibilidad de infraes-tructura turística y más presencia de visitantes frecuentes, debido a un manejo inadecuado de residuos sólidos o líqui-dos y ausencia de controles sobre la flora y fauna silvestre.4

A continuación se describe la situación prevaleciente en cada micro región turística. Primero se analizan los entor-nos con facilidades de caminos mejorados, servicio de trans-porte público, que están en las faldas del cerro: Platanarillos, Zacualpan, San Pedro Toxín y Toxín donde se encuentran las localidades con más población; luego se caracteriza el resto de los parajes ubicados en áreas medias o altas del cerro, con dificultad de acceso carretero y sin transporte público: Cam-po Cuatro, Lagunitas, El Terrero y La Laguna, donde están los poblados más pequeños con tendencia a decrecer.

PLATANARILLOSÉsta micro región se localiza sobre la vertiente suroeste de Cerro Grande y la Sierra del Perote, comprende cuatro locali-dades: El Sauz, Platanarillo, Ranchitos y Rastrojitos.

Platanarillo está bien comunicado, con transporte colec-tivo y acceso por carreteras pavimentadas, distante 18 km de Minatitlán, o a 37 km de Villa de Álvarez. La única localidad que se encuentra apartada de la carretera es el Sauz, que está a 2 km de la carretera Colima-Minatitlán, por terracería.

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pArte iii/ frAncisco jAvier cárdenAs munguíA, mArtHA eugeniA cHávez gonzález y reynA vAllAdAres AnguiAno /rescAte del pAisAje de cerro grAnde: pAtrimonio ecoturístico

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El ejido Platanarillo se formó en el año de 1945, su nombre proviene del árbol Platanillo, pero la gente deformó la palabra quedando como Platanarillo, ahí hubo una hacienda, al igual que en la comunidad de El Sauz, y se estima una antigüedad cercana a 100 años.

Los asentamientos de Platanarillo, Ranchitos, Rastrojitos y El Sauz han sido pequeñas rancherías con población erráti-ca (tabla 1), contaban en el año 2005 un total de 236 personas. La traza de los asentamientos de ésta micro región es inci-piente, consiste de una sola calle. La densidad de edificación es muy baja y abunda vegetación entre las casas. La fisiografía donde se ubican los asentamientos es de lomerío con peque-ños valles. En el caso de Ranchitos, Platanarillos y Rastrojitos son laderas del río san Palmar, y El Sáuz es una planicie con lomas, donde inicia el cañón de Toxín.

En Rastrojitos el paradero y la caseta de policía están construidos de tabique y concreto, materiales que contrastan en la región. En Platanarillos también tienen un paradero de autobuses, fabricado de lámina de acero, de forma y materia-les ajenos al sitio.

En el centro de visitas de Rastrojitos se emplearon mate-riales regionales, como palma real y zacate en techumbres, otate-teja en terraza y entrepaños internos y madera en ven-tanas. En Platanarillos existen vestigios de la exhacienda, aunque en mal estado físico, tiene pórticos en sus alrededores edificados con tabique, madera y teja de barro. Aun se con-servan algunas celosías de tabique, llamadas localmente ja-ranas.5

Quedan pocas viviendas construidas de materiales regio-nales, como bajareque con varas de otate en muros y zaca-te en los techos. A pesar que las fincas están construidas de diferentes materiales6 es dominante el lenguaje de techum-bres inclinadas y edificaciones separadas de los linderos, que permiten la visibilidad al interior de los lotes, a través de las cercas de varas con alambrado.

Más del 90% de los entrevistados han vivido en casas tra-dicionales que fueron construidas por miembros de la familia o conocidos. Ellos perciben ventajas climáticas en las vivien-das antiguas con respecto a las contemporáneas, en verano son más frescas y en invierno más calientes. Las viviendas estaban hechas de bajareque en más del 90% y muy pocas de adobe o tabique. Según ellos, la techumbre se hacia mayor-mente de zacate en un 70% o de tejamanil en un 20% y el resto de lámina de cartón.

Cultivan muchas plantas en sus hogares.7 En general los residentes estaban conformes con la fisonomía del poblado desde que se asentaron, al 50% le agradaba más antes que hoy en día, al 40% de los habitantes el agrado es de forma igual y en el 10% de los hogares estaban menos contentos con la fisonomía anterior que con la actual.

Los espacios públicos más reconocidos por los pobladores son la exhacienda (60%), las huertas (40%) y el centro de vi-sitas (10%).

Las principales fiestas religiosas y civiles de los diversos asentamientos humanos se realizan de manera conjunta. Cuando ocurren las celebraciones en cada poblado, acuden los vecinos del resto de los asentamientos para acompañarse en los festejos. Entonces los espacios públicos se llenan de co-loridos adornos que cuelgan de lazos, además se despliegan estructuras provisionales8 para llevar a cabo diversas activi-dades de diversión o comercio.

Los habitantes mencionan como problemas prioritarios a resolver la falta de trabajo (40%), la deficiencia en el trans-porte público (30%), el deterioro del paisaje (20%) y el resto se refiere a déficit de servicios públicos o contaminación am-biental.

ZACUALPANLa comunidad indígena de Zacualpan está en el municipio de Comala, al sureste de la Reserva en zona de amortiguamiento, al pie de Cerro Grande y del cerro Jumpiche en un pequeño valle abierto al margen de un arroyo. Zacualpan es la única de las poblaciones en el estado de Colima donde se reconoce la propiedad comunal. Aunque sus habitantes prácticamente han perdido el idioma y el vestido tradicional,9 aun existen diversas manifestaciones culturales que dan la identidad in-dígena. Etimológicamente el nombre de Zacualpan viene del náhuatl, tzacualli, que significa encierro o tapadera.10

El diseño vial es ortogonal según el patrón virreinal, ade-cuado en área plana. El camino de acceso proviene del este, convirtiéndose en la calle principal, donde están el equipa-miento: jardín, templo, comisaría municipal, escuela y mu-seo. La traza primigenia es compacta en dirección sureste-no-roeste, e incluye al nuevo territorio que se extiende al noreste bordeando el Cerrito de la Cruz. Este patrón de diseño con vialidades centralizadoras de las áreas públicas comunes, alientan la convivencia entre los diversos barrios del lugar.

El asentamiento indígena tiene equipamiento de salud, escolar, deportivo y cultural, incluso la plaza de toros infalta-ble en las principales festividades. La densidad de edificación es media y son lotes del tamaño donde aún es posible tener huertos familiares.

Al igual que San Pedro Toxín, tiene una estructura casi urbana: las fincas están alineadas al paramento de la calle, la mayoría de las fincas tienen muros y vanos en sus fachadas, limitando la permeabilidad visual al interior de las edifica-ciones.

En el paisaje, las fincas hechas inicialmente de bajareque-zacate, luego de adobe-teja de barro, están transformándose por casas de tabique-concreto o asbesto. Sin embargo es po-sible encontrar algunas hechas de muros de adobe aplanado de cal, con techumbre de madera y teja de barro. Ha surgido una tipología dominante de casa de tabique y concreto, con aplanados, de marcos abultados en los vanos y adornados de curvas, con remates superiores forjados de diversos modelos de filigranas y pintura de colores vivos.

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Sin embargo, han empezado a aparecer elementos extra-ños al paisaje regional como anuncios publicitarios, tinacos, antenas de televisión, cables aéreos en la vía pública, y durante las festividades se instalan estructuras provisionales de acero y plástico en los principales espacios comunitarios. Los ador-nos que cuelgan en las fiestas religiosas o civiles ya nos son confeccionados con papel de china, fibras vegetales y madera sino con plásticos.

La totalidad de los vecinos ha vivido en casas típicas, les agradaba mucho en 70% de los casos, en otro 20% dijeron que poco y el restante 10% mencionó que nada. Las viviendas eran construidas por familiares o conocidos en un 95%. Manifes-taron los entrevistados que esas fincas se hacían los muros de otate en un 85% y de adobe en un 15%. Los techos se cons-truían de zacate (45%), cartón (35%) y asbesto (20%). Recono-cen los consultados que las casas tradicionales eran más con-fortables que las actuales en periodo de invierno (80%) y más frescas en verano en la totalidad de las veces. Las personas consideran que han dejado de construirse con esos sistemas tradicionales debido en un 85% a la facilidad de obtener los nuevos materiales, y el restante porque que es difícil conse-guir los materiales primigenios y por problemas presentados como anidamiento de bichos y fácilmente incéndiales.

Reconocen los pobladores como espacios públicos típicos principalmente al templo (60%) y al jardín (30%) y la junta municipal (10%).

Las fiestas más importantes reconocidas por los vecinos son Santo Santiago (70 %) y a la Santa Cruz (15%), Día de Muertos (10%) y Navidad (5%). Las festividades se realizan de manera conjunta con pobladores provenientes de otros asen-tamientos de la región, incluso comparten imágenes y festejos con las comunidades indígenas de Ayotitlán.

Los sitios naturales más reconocidos por los habitantes son principalmente: el ojo de agua El Cóbano (80%) y el cerrito la Cruz (20%); y reconocen muchas plantas típicas.11

Estiman los pobladores que los principales problemas son la falta de trabajo (65%) y el deterioro del paisaje (25%), el res-tante (10%) es referido a déficit de servicios públicos y conta-minación ambiental.

SAN PEDRO TOXÍNÉsta micro región tiene varios tipos de clima12 y se localiza en el extremo norte de Cerro Grande, colindando con el río Ayuquila-Armería. El acceso principal a San Pedro Toxín, es por la carretera asfaltada del Llano Grande, que comunica el municipio del Grullo con Ciudad Guzmán.

La traza de Toxín es orgánica pues se desplanta en la ladera de un cerro, aunque las calles son más o menos ortogonales.13 El patrón de diseño con vialidades centralizadoras a las áreas públicas comunes, que alientan la convivencia entre los ba-rrios.

Al igual que Zacualpan, las fincas están alineadas al pa-ramento de la calle, la mayoría tienen muro y vanos en sus

fachadas, limitando la permeabilidad visual al interior de las edificaciones.

En el paisaje, las fincas hechas inicialmente de bajareque-zacate luego de adobe- teja de barro, se han transformado por edificaciones de tabique-concreto o asbesto. Sin embargo es posible encontrar casas hechas de muros de adobe aplanado de cal, con techumbre de madera y teja de barro. En algu-nas de éstas todavía se pinta el guardapolvo de color rojo, a la usanza tradicional de muchos pueblos mexicanos. Por des-gracia se están introduciendo elementos extraños el paisaje regional al igual que Zacualpan.

La mayoría de las viviendas están hechas de materiales modernos y muy pocas de adobe, aun existen casas de otate con techumbres de madera y teja de barro. El paisaje se ha ido modificando debido a las nuevas casas hechas de ladrillo y cemento con techos abovedados en ladrillo aparente. Dentro del poblado podemos ver parotas, sauces, mangos y sabinos.

Han vivido en casas tradicionales el 60% de los colonos. Esas fincas eran hechas de adobe (40%) o de madera (30%); se construían por familiares o conocidos en el 90% de los casos. Ese tipo de fincas donde vivieron les agradaban mucho al 60% de los residentes, poco al 20% y nada al 10%. Consideran ellos que han dejado de construirse esas casas tradicionales debido a la dificultad para obtener los materiales (40%) y el resto ex-presó que por las facilidades para adquirir nuevos materiales industrializados.

Reconocen como sitio naturales típicos de la región prin-cipalmente a: el balneario La Taza (60%), luego la dolina Pozo Blanco (30%) y el río Ayuquila-Armería (10%) y el cerro de Zinacamitlán. Consideran como plantas características de la región, en primer término al asmol, guamúchil y órgano, lue-go a la higuera, sabino y primavera.

Perciben los colonos como espacios públicos reconocidos a: el templo (60%), la plaza de toros (20%) y el jardín principal (20%). El principal festejo es la de San Pedro. Estiman el 60% de los entrevistados que deben mejorarse principalmente el templo, el 20% la plaza de toros y el 20% el jardín y las calles.

Los principales problemas del poblado que perciben los colonos son la falta de trabajo (60 %), ademas el mal servicio de vigilancia (30%) y alcoholismo (20%).

TOXÍNEl ejido se encuentra ubicado en la parte noroeste-centro de Cerro Grande, comprende una valle bajo en el borde noroeste y la cima cerril donde se localiza la zona núcleo. Pertenece al municipio de Tolimán en el estado de Jalisco. A la zona nú-cleo se puede llegar por una brecha de terracería que lleva a El Terrero que entronca en la carretera asfaltada Colima-Mina-titlán, cerca del poblado de el Sauz, tiene 16 km de longitud y es transitable todo el año; posteriormente se sigue durante 4 km hasta llegar al Tapeixte, lugar donde se encuentra la caseta de vigilancia de la zona núcleo. Al valle bajo de Toxín se pue-de acceder por el Sauz siguiendo el camino de terracería que

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conecta con San Pedro Toxín por el lado poniente de Cerro Grande.La traza del asentamiento es orgánica, aunque regida por la calle principal de acceso, tiene un rumbo norte-sur, conec-tando hacia el norte con el camino de terracería San Pedro Toxín-El Sauz. A lo largo de esa vía central se emplazan los principales equipamientos comunitarios consistentes en: es-cuela, centro de salud, capilla y el espacio del jardín proyecta-do, aún no concluido.

La mayoría de las fincas están construidas de materiales contemporáneos, quedando muy pocas de adobe y teja o baja-reque. Sobresale en el paisaje los edificios de uso comunitario que han sido edificados con sistemas constructivos contem-poráneos y durables pero ajenos al contexto regional14. No sólo contrastan esos sistemas constructivos sino las formas edilicias que no han sabido reinterpretar los códigos tradicio-nales. Quedan algunas casas hechas de adobe y teja de barro que son pintadas de rojo en el guardapolvo. Las tumbas del panteón, que se emplaza en un cerrito cercano al poblado, son adornadas con flores coloridas de papel.

En la casi totalidad de las viviendas se tienen algunos ele-mentos extraños al paisaje como antenas de televisión y en muchas se hace un manejo inadecuado de los residuos sóli-dos.

Prácticamente no quedan en Toxín artesanos de sistemas constructivos regionales, aunque más del 90% afirma haber vivido en casas tradicionales que construían las mismas fa-milias. Perciben los habitantes (más del 90%) ventajas cli-máticas de los sistemas constructivos tradicionales como el adobe y zacate, aunque no les atribuyen cualidades resistentes a sismos. Hace una generación, el 80% de las casas estaban construidas de esos materiales. Consideran que ese tipo de casas se han dejado de construir por la introducción de ma-teriales más accesibles (50%), o porque se dificulta conseguir los tradicionales (20%), el resto opina que ya no hay quien las construya o que se tenían problemas de aislamiento al frío y filtraciones de agua o anidamiento de bichos.

A más de dos terceras partes de los residentes les gusta-ba más el poblado antiguo que el actual, aunque hoy en día aprecian la privacidad que se tiene en las viviendas. Por otro lado actualmente identifican un verdor abundante en el am-biente al igual que antes. Expresan que el color característico de Toxín es el verde, tal vez porque se asocia con la abundante vegetación de esta región.15

Los espacios públicos más reconocidos por los pobladores son la cancha de usos múltiples, el templo y la escuela. Dos terceras partes de los residentes consideran que se debe reha-bilitar el espacio destinado para jardín público, pues sólo se construyeron los pavimentos, el resto opina que deben mejo-rarse la escuela y la cancha de usos múltiples, donde se reali-zan muchas actividades de congregación comunitaria (depor-te, conversar, realización de juntas o ceremonias).

Los habitantes perciben como sitios muy visitados los pa-

rajes emplazados fuera del pueblo, conocidos como La Gloria y la Cruz. Las festividades religiosas más importantes para los pobladores son las relacionadas con la Virgen (50%), o las Tres Vírgenes, (40%), y solo el 10% expresa que son las pastorelas.

Los problemas prioritarios que perciben los pobladores son la falta de trabajo (40%), ausencia de transporte público (30%), deficiencia de servicios públicos (5%); y el restante mí-nimo opina que existe deterioro del paisaje.

CAMPO CUATROÉsta micro región se localiza en el área sureste de Cerro Gran-de, sobre las faldas del cerro Jurupiche y en la ladera que con-fluye al río Armería, justo arriba del poblado de Zacualpan. Campo Cuatro está comunicado por la carretera asfaltada de Villa de Álvarez-Minatitlán, al llegar al km 12 se encuentra el crucero con desviación a Juluapan o Campo Cuatro, este última sube por las faldas del Cerro Jumpiche por la ruta de la vía férrea utilizada para extraer madera.

Campo Cuatro fue la cuarta estación del ferrocarril de la Compañía maderera The Colima Lumber, luego con la distri-bución de ejidos se convirtió en asentamiento humano.

La traza del asentamiento se desarrolla a lo largo de una calle empinada que asciende al cerro Jumpiche, con rumbo predominante noreste-suroeste y va siguiendo un cauce plu-vial. Al llegar al poblado, justo donde se emplaza la caseta de información, el camino se bifurca con opción de seguir al Te-rrero o entrar a Campo Cuatro. Esa calle empinada, de trazo serpenteado está empedrada y sirve de acceso a los equipa-mientos públicos de templo, escuela, centro de salud, rodeo para torear, casa ejidal y a las viviendas de los pobladores. La densidad de edificación es baja con presencia de basta vegeta-ción entre las fincas.

Prácticamente todos los edificios públicos han sido cons-truidos con formas y materiales contrastantes del paisaje re-gional, habiéndose empleado en muros tabique o block con terminado aplanado y losas de concreto en techos. Solamente la caseta de información y la señalización del ingreso se hicie-ron con madera, aunque con sistema de ensamblado al estilo Estados Unidos.

Las construcciones del poblado se mimetizan con el ver-dor de la vegetación de los alrededores, abundante todo el año, debido a los manantiales existentes en el asentamiento. Además, en los predios se cultivan muchas plantas de ornato, frutales o forestales. El paisaje campirano se refuerza con la costumbre de mantener en casa animales domésticos.

La mayoría de las fincas están hechas con materiales regio-nales (60%). Las casas tienen muros de bajareque, y la techum-bre se hace con láminas industrializadas de asbesto, cartón o acero, aunque también encontramos pocas techumbres de teja de barro y zacate. La gran mayoría de las viviendas tiene terrazas abiertas o ramadas con plantas. Normalmente la co-cina se instala en cuarto separado, donde las señoras fabrican fogones característicos de la región.16

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La mayoría de los vecinos (95%) ha vivido en casas típi-cas y les agradaba mucho (90%). Esas fincas eran construi-das por familiares o conocidos (85%). La mitad de esas fincas se hacían de bajareque u otate y el resto de adobe o madera. Las personas consideran que han dejado de construirse con ese tipo de sistemas tradicionales debido, en un 90%, a que es difícil conseguir los materiales primigenios o por la faci-lidad de obtener los nuevos materiales en un 10%. Al 40% de los colonos que les agradaba más el poblado cuando llegaron, otro 40% dijeron que en igual forma antes que ahora y el 20% mencionó que menos hoy en día.

Reconocen los pobladores como espacios públicos típicos principalmente a: el templo (60%) y enseguida al jardín (20%) y la plaza de toros en igual porcentaje. Consideran que deben mejorase prioritariamente al templo (60%), luego la plaza de toros (20%) y al jardín y casa ejidal en porcentaje similar.

Las fiestas más importantes para los vecinos son Cristo Rey (90%) y el mínimo restante refiere la Navidad. Refieren como colores típicos de la región el verde (40%) y amarillo (20%), el resto (10% cada color) rosa, rojo, café y azul. Tanto en actividades de jolgorio, celebración o lamentación existe la costumbre de reunirse entre los vecinos y se acompañan solidariamente.

Los sitios naturales más reconocidos por los habitantes son el cerro Juripiche (60%), el ojo de agua el Aguacate (20%), el restante (10%) la piedra de Juluapan y el ojo de agua La Salada. Los pobladores aprecian la vegetación.17 Estiman los pobladores que los principales problemas son la falta de tra-bajo (50%) y el déficit de servicios públicos (30%), además el deterioro del paisaje (10%) y la ausencia de transporte público y la contaminación ambiental (10%).

LAGUNITASLa microregión Lagunitas se localiza en la vertiente suroriente de Cerro Grande, es parte del municipio de Comala. El ejido tiene acceso por dos caminos de terracería, uno que desciende pasando por El Terrero hacia el oeste y entronca con la carre-tera Villa de Álvarez-Minatitlán cerca del poblado de El Sauz, tiene 16 km y es transitable todo el año; por el otro camino de 38 km, se dificulta el tránsito durante la temporada lluviosa y se desciende rumbo a Campo Cuatro para entroncar con la carretera a Villa de Álvarez.

Es probable que Lagunitas inició como asentamiento hu-mano desde 1914, aunque esos sitios empezaron a ocuparse pocos años antes por la empresa norteamericana The Colima Lumber Company, en 1910 cuando inició la construcción de la vía férrea de Manzanillo a Guadalajara. El nombre de La-gunitas, se debe a que en época de lluvias se estancaba el agua en diferentes lugares.

La traza es orgánica respondiendo a su emplazamiento en cima de colina. Al llegar a la población una calle vehicular con mucha pendiente se bifurca en forma curveada que va subiendo un poco más dando acceso al Centro de Salud, cen-

tro de convivencia Los Comensales, escuela, templo y casas de los colonos. Algunas viviendas tienen acceso por senderos peatonales que se desprenden de la principal calle vehicular curveada. La densidad de edificación es baja con vegetación entre las fincas, aunque éstas parecen más juntas que en otros asentamientos, tal vez porque no disponen de mucho espacio en la cima.

Los equipamientos de servicio público como el centro de salud, la escuela y el templo están construidos de materiales como: el block y lámina de asbesto o acero. La cabaña empla-zada en la Playita se construyó con materiales naturales como madera y tejamanil, se acondicionaron espacios porticados. En muchas viviendas todavía se observan madera y zacate, aunque se están substituyendo las techumbres primigenias por láminas de asbesto.

La gran mayoría de las viviendas tiene terrazas abiertas o ramadas con plantas. Normalmente la cocina se instala en un cuarto separado, donde se instalan fogones. En Lagunitas to-davía viven algunos artesanos que saben construir casas con los sistemas tradicionales.

Todos los colonos han vivido en casas tradicionales, que construían principalmente los familiares o conocidos (90%), en pocas ocasiones se apoyaban de constructores especializa-dos (10%). Consideran los entrevistados que todas esas casas anteriores eran más confortables en verano y en invierno, en el 85% de los casos. Esas viviendas se construían con muros de madera (75%) o bajareque (25%); los techos se hacían ma-yoritariamente de zacate (85%) y de tejamanil (10%), el restan-te 5% de cartón. Casi siempre los linderos se hacían con cercas de alambre y varas en el 85% y en pocas ocasiones de piedra en el 15%. Consideran los vecinos que han desaparecido los sistemas constructivos tradicionales debido a las facilidades para adquirir materiales contemporáneos (50%), o porque es difícil obtener los materiales naturales (30%) o son pocos los constructores que lo saben hacer (10%), también debido a que se presentaban problemas de bichos o incendios o filtraciones de agua (10%).

Manifiestan los colonos que les gustaba más la comunidad que hoy en día (45%), lo mismo dijo que igualmente y el 10% menos que actualmente.

Expresan los habitantes que actualmente cultivan en sus casas plantas.18

Los sitios más reconocidos por los pobladores son Los Comensales, espacio comunitario de uso múltiple (50%), y el paraje de charla vecinal donde yace una antigua rueda del ferrocarril (40%), finalmente la capilla (10%). Reconocen los habitantes como lugares públicos que requieren mejoras: la escuela (45%), la capilla (30%), la cancha deportiva (20%) y en último lugar al centro de salud (5%).

Reconocen los vecinos como sitios más visitados a los parajes El Filete (40%) y al Risquito (40%) y al Cerro García (20%). La festividad más importante es San Isidro (70%), se-guido de la Virgen, Navidad y Día de Muertos (10% c/1). Las

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principales fiestas religiosas y civiles de los asentamientos cer-canos se realizan de manera conjunta.Perciben los entrevistados como principales rezagos de la po-blación falta de trabajo (50%) y ausencia de transporte público (30%), además deterioro del paisaje (10%) y déficit de servicios públicos y contaminación del ambiente (10%).

EL TERREROSe localiza en la cima central de Cerro Grande.19 La comuni-dad ejidal de El Terrero forma parte del Municipio de Minatit-lán, donde limitan los estados de Colima y Jalisco.

La microregión tiene acceso por dos caminos de terracería al igual que Lagunitas.

Terrero significa lugar a donde los venados llegan a comer tierra salitrosa. Por testimonio de los residentes actuales, el poblado se emplazaba originalmente en el paraje conocido como Tapeixtles.20

La vialidad es orgánica, pues el asentamiento se emplaza entre cerros y dolinas.21 La vía principal da acceso a los prin-cipales equipamientos públicos como templo, escuela, centro de salud, cancha deportiva y tienda conasupo. La densidad de edificación es muy baja, donde las fincas se emplazan al interior de los predios entre densa vegetación.

Las propiedades que se han construido para dar servicios públicos contrastan con el paisaje regional. Las escuelas pre-escolar y primaria se hicieron de ladrillo y concreto, al igual que el centro de salud y el templo. La nave del aserradero se ve desintegrada al entorno por tener una estructura y lámina de acero, como el techo original del centro comunitario de la Dirección de la Reserva. Sin embargo, existen ejemplos de fin-cas que se integran al paisaje regional, como el nuevo centro de visitantes hecho de bajareque y zacate con estructura de madera, además de un paraje particular que ofrece servicio de restaurante y cabañas que fueron construidas todas de made-ra, y de zacate el caso del comedor.

Originalmente las casas tenían muros de bajareque o ma-dera, y zacate o tejamanil los techos; actualmente se han in-troducido rápido técnicas constructivas contemporáneas aje-nas al contexto fisonómico, como el ensamblado de madera estandarizado y traído de los Estados Unidos o techumbres de láminas industrializadas de cartón, acero, asbesto o fibra de vidrio.

La mayoría de las fincas (60%) están hechas parcialmente con materiales regionales. Las casas con esos elementos regio-nales están construidas de madera los muros, y la techumbre con láminas industrializadas de asbesto, cartón o acero, aun-que también encontramos pocas con techumbres de zacate. La gran mayoría de las viviendas tienen terrazas abiertas o rama-das con plantas. Normalmente la cocina se instala en cuarto separado con fogones.

Gran parte de la población (80%) ha vivido en casas tradi-cionales, que eran construidas por la familia o conocidos. Ex-presan que les gustaban más esas casas que las actuales (90%).

Perciben todos los residentes que las casas tradicionales son más frescas en tiempo de calor y más calientes en tempo-rada fría (90%). Estiman los entrevistados que han dejado de construirse ese tipo de viviendas debido a que es más difícil conseguir los materiales necesarios (40%), o porque ya no vi-ven quienes sabían hacerlas (20%) o por problemas de bichos (20%), se incendian fácilmente (20%) o se filtra el agua (10%).

LA LAGUNAEl ejido es una comunidad agraria en la parte noroeste-centro de Cerro Grande, emplazada en un pequeño valle alto sobre los 2000 msnm, rodeado por cerros. Pertenece al municipio de Tolimán en el estado de Jalisco.

Como ya se dijo, desde mediados del siglo xx, además de mejoras al sistema carretero se dio facilidades para el desa-rrollo agrícola y ganadero en La Laguna.

La traza del asentamiento es orgánica y se estructura por la calle central, con rumbo este-oeste, de donde se despren-den dos anillos a los lados norte y sur, y otras vías que salen con diferentes direcciones a caminos rurales. La densidad de edificación es muy baja, con presencia de escasa vegetación arbórea. Cercano a la calle central se emplazan los principa-les espacios públicos como escuela, cancha deportiva, templo, lavaderos, tanques donde se capta el agua pluvial y centro de visitantes de la Dirección de la Reserva. Característico del po-blado es que entre los predios se localizan pequeños reservo-rios de agua pluvial, utilizados para sustento de la población y el ganado.

Sobresale en el paisaje los edificios de uso comunitario que han sido edificados con sistemas constructivos contem-poráneos y durables pero ajenos al contexto regional.22 Des-tacan en el paisaje los grandes tinacos de plástico captadores de agua pluvial, la techumbre de láminas industrializadas. Ya se observan postes de concreto, cables aéreos y luminarias en las vías públicas.

Es agradable el panorama cerril y verde que enmarca la meseta donde se emplaza el asentamiento, matizado por pe-queños espejos azulados de agua entre las casas, manchones de flores silvestres y entre éstos algunos macizos de piedro-tas calizas. El ambiente rural que se percibe lo provee la dis-persión de casas entre los grandes predios, el tipo de cercado permeable hecho de madera y el ganado que convive con la población. Parte del paisaje es la señalización de madera y la techumbre de los lavaderos, aunque estos espacios ya requie-ren una rehabilitación. A lo largo de los caminos, en sitios estratégicos, se colocan pequeñas ermitas con imágenes en honor a la Virgen, adornadas con velas y coloridas flores.

A pesar que las fincas están construidas de diferentes materiales es dominante las techumbres inclinadas y las edi-ficaciones separadas y permeables de los linderos. La mayo-ría de los muros de las viviendas (85%) están construidas de madera y el resto son de adobe. Todos los techos de las casas están construidos de materiales industrializados (30% cada

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uno) como asbesto, cartón o metal, y la teja de concreto un 10%. Prácticamente todos los hogares tienen pórticos como terrazas abiertas (70%) o ramadas con plantas. Entre las fincas se cultivan plantas comestibles o de ornato. Se observan pe-queños graneros separados de la vivienda y construidos sobre pilotes.

Todos los moradores han residido en casas hechas de materiales tradicionales, percibiendo que aquellas son más frescas en el verano y cálidas en el invierno que las actuales; piensan que aquellas han dejado de construirse, debido a que escasean los materiales tradicionales (40%), o porque se in-cendian fácilmente (10%) o anidan bichos.

ANÁLISIS DE LOS DATOSEl análisis diacrónico de la transformación del paisaje de la región de Cerro Grande evidencia una ocupación con escasos asentamientos humanos desde periodos previos al virreinato, sobre todo en las partes altas, siendo mayormente pobladas las áreas de Toxín y Zacualpan, situación que perduró hasta finales del siglo xix y principios del xx con el fortalecimiento de las haciendas. Entonces las fincas se hacían con materiales extraídos de las regiones, utilizando principalmente madera y tierra disponibles, con un leve impacto en el entorno pues el crecimiento de habitantes era lento.

Las modificaciones más severas al paisaje iniciaron desde mediados del siglo xx cuando se introdujo, por el lado no-roeste, acceso carretero e inversiones para áreas de riego en el área de Toxín; y por lado central-sureste, las vías carreteras y ferroviaria para explotar la madera en el Terrero. Entonces se inició un severo impacto con la disminución de la vegeta-ción arbórea nativa, una mayor ocupación poblacional (sobre todo cuándo se hizo el reparto agrario) y la atomización de la propiedad del territorio, realizando en diferentes fechas (en algunos sitios sucedió hasta los años ochenta). Además se repoblaron San Pedro Toxín y Zacualpan y se inició un leve poblamiento de los ejidos.

En los años 1980, al declararse Reserva de la Biosfera, se establecieron controles legales y gestiones comunitarias para detener el deterioro ambiental e iniciar la restauración de los recursos naturales. El planteamiento del Plan de Visita Públi-ca con actividades ecoturísticas fue una alternativa al uso sus-tentable del capital natural, involucrando a las comunidades en los beneficios captados y en la apropiación del territorio.

Las dificultades que han afrontado las comunidades eji-dales e indígenas para consolidar la economía de sus territo-rios ha frenado el crecimiento poblacional de esas áreas, sobre todo en comunidades de las partes altas de Cerro Grande, con accesos carreteros incipientes.

En los asentamientos mayores o menores, el patrón de diseño de las trazas concentra las áreas públicas comunes, como: plaza, templo, comisaría municipal y escuela, lo que alientan la convivencia entre los vecinos. En la mayoría de los poblados el equipamiento público: escuelas, centros de salud o templos, se han estado realizando con formas y sistemas

constructivos ajenos al clima y paisaje regional, creando pa-rajes impropios al medio ambiente y la cultura comunitaria.

Hasta los años setenta las casas de los colonos se realiza-ban con materiales naturales de las regiones. Posteriormente se ha iniciado una substitución paulatina de esos materiales artesanales-tradicionales por los contemporáneos-industria-lizados, que los nuevos caminos facilitan su llegada y porque el gobierno proporciona esos materiales, ante ver otras po-sibilidades que la movilidad pendular de algunos días a la semana por trabajo, los pobladores ven en las ciudades ve-cinas.

Los asentamientos que todavía conservan algunos siste-mas constructivos tradicionales son los emplazados en la me-seta de Cerro Grande, con dificultades de acceso carretero y ausencia de transporte público como: Lagunitas, El Terrero, Campo Cuatro y La Laguna. Las comunidades con paisajes constructivos más alterados son San Pedro Toxín, Toxín, Pla-tanarillos y Zacualpan, situados en partes bajas y que dispo-nen de buenas carreteras y servicio de transporte público.

Recientemente los gobiernos están dando facilidades para que los pobladores de comunidades rurales adquieran materiales industrializados a precios bajos para mejoras de las viviendas, como: láminas de asbesto, cartón, concreto o metal, y depósitos plásticos para agua. La situación no sólo está transformando el paisaje regional sino que está haciendo poco confortables a las fincas, incluso con riegos de salud y contaminación ambiental por materiales como el asbesto.

Sin embargo, los pobladores adultos tienen una buena percepción de los sistemas constructivos, formas y entorno inmediato que rodea a las viviendas tradicionales. Les agrada la fisonomía de fincas con techos inclinados, están convenci-dos de las ventajas climáticas del bajareque, adobe, zacate y teja de barro, aprecian la vegetación abundante que rodea a las casas y la permeabilidad visual de los predios. Incluso to-davía viven algunos artesanos diestros en esos sistemas cons-tructivos. En algunos sitios es posible encontrar patrones tí-picos de valor en el paisaje, que convendría rescatar y son:

- Diseño de la traza con calles centralizadoras a las áreas públicas comunes, como: plaza, templo, comisaría municipal y escuela, que alientan la convivencia entre barrios.

- Casi en todas las localidades rurales, las fincas se em-plazan de forma separada de los linderos, rodeadas de una diversa y abundante vegetación.

- Las edificaciones de techos inclinados son compactas y tienen terrazas o ramadas.

- En asentamientos con fuertes pendientes, las fincas se desplantan sobre pilotes, dejan sin alterar el suelo y permiten aislarla de la humedad y de fauna nociva.

- En localidades rurales hay cercas permeables con va-ras de diferentes formas, grosores y texturas, con vegetación nativa de cada región. Ahí algunos predios se delimitan con flora baja, con utilidad ornamental o comestible.

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- En algunos sitios se observan jaranitas o modelos popu-lares de múltiple diseños.

- Las amas de casa hacen fogones tradicionales, forjados de pretiles a diferentes niveles emplastados de barro, que se emplean para cocinar con leña.

- En localidades cercanas como La Loma, Telcruz y Ayotit-lán, en época de Pascua se acostumbra pintar cintillas arriba del guardapolvo de color rojo-barro, son filigranas de flores o figuras abstractas; seguramente había ese hábito decorativo en toda la región, pues en localidades más lejanas como Su-chitlán e Ixtlahuacán, a mediados del siglo xx, se realizaban también, según testimonio de algunos adultos mayores.23

- Se conserva la costumbre de realizar celebraciones y fes-tividades tradicionales cívico-religioso con participación de los poblados cercanos, los espacios públicos se adornan tem-poralmente con motivos regionales, aunque con materiales modernos. Estos hechos coadyuvan a la sociabilidad y la iden-tidad de las regiones.

CONCLUSIÓNSi persiste la pérdida del legado tradicional constructivo no se logrará asegurar los objetivos de los programas institucio-nales de ecoturismo, ni estimular el desarrollo integral endó-geno, la identidad regional y la apropiación del paisaje por los habitantes. En los sistemas constructivos originarios se em-pleaban recursos naturales y mano de obra regional, los po-bladores apreciaban su fisonomía y adecuación al clima. Por tanto se deben hacer cambios en las decisiones de gobierno para revertir el deterioro del paisaje patrimonial; por lo cual se sugiere lo siguiente:

- Expedir normativas de paisaje micro regionales consen-suadas para áreas donde se impulsa el ecoturismo, que obser-ve cuidados integrales en el manejo del suelo y la vegetación, la subdivisión del suelo, la ubicación, forma y materiales apro-piados de construcción, así como el tratamiento sanitario de agua y residuos.

- Declarar como patrimonio a los sistemas constructivos tradicionales como bajareque, adobe, zacate y teja de barro. Además de expedir los reglamentos de construcción de ese tipo de tecnologías tradicionales, controlando así su calidad.

- Implantar reglas de operación exprofeso, en programas federales, estatales o municipales, orientados a dotar de faci-lidades de mejoramiento de vivienda en zonas de impulso al ecoturismo, para la consolidación del paisaje regional. Evitan-do dar apoyos con materiales de construcción que destruyen el paisaje genuino o patrimonio comunitario.

- Establecer reglas exprofeso de edificación adecuadas a las regiones de impulso al ecoturismo para la construcción de equipamiento público de salud, educación, cultura u oficinas gubernamentales.

- Acordar en cabildo los recursos orientados a impulsar las actividades ecoturísticas, con acciones como: vigilancia

permanente, promoción y divulgación del paisaje regional, ejecución de proyectos de infraestructura ecoturística, pro-gramas de valoración del legado de festejos tradiciones y del paisaje.

- Consensuar acuerdos de asambleas de las comunidades ejidales e indígenas orientados a respetar lineamientos pro-pios de consolidación del paisaje regional.

- Realizar programas para la fabricación sustentable de materiales tradicionales, creando sitios apropiados para el cultivo de especies vegetales utilizadas en los sistemas cons-tructivos tradicionales.

- Crear centros de capacitación permanente de edificación apropiada a la región, con la participación de artesanos loca-les que poseen conocimientos prácticos de sistemas construc-tivos tradicionales y de técnicos-profesionales que concilien con sistemas constructivos contemporáneos mejorados.

NOTAS Y REFERENCIAS1 El Ejecutivo Federal declaró el establecimiento de la Reserva de la Biosfera La Sierra de Manantlán (rbsm) en marzo del año 1987, considerando el valor ambiental de los ecosistemas de un territorio de 139 577 hectáreas localizadas entre los es-tados de Jalisco (90%) y Colima (10%).2 Plan elaborado en 2006 por la conamp, Comisión Nacional de Áreas Protegidas.3 Trabajo de campo realizado por Vladimir Estrada Martí-nez, José Contreras Martínez, Julio César Cruz Morfín y Job Josué Ramos Olay, alumnos de arquitectura.4 Los parajes con impactos negativos son: El Cóbano del área de Zacualpan, La Taza y balnearios aledaños del área de San Pedro Toxín.5 Se emplean para ventilar, como banca o división baja.6 En Platanarillo los muros de las fincas son principalmente de block en 40%, o adobe (40%) y pocas de tabique (20%). Los techos son mayormente de cartón (60%), luego de asbesto (20%) o zacate (20%). Todas las viviendas tienen corredor o terraza y el 60% ramadas con plantas. En Rastrojitos los mu-ros de las viviendas son principalmente de block (70%), y de ladrillo (15%) o madera (15%). La mayoría de los techos están construidos de teja (70%) y el resto son de asbesto. El 85% de las fincas tiene pórticos y ninguna ramada. En Ranchitos la mayoría de los muros son de ladrillo (80%) y el resto de block. Las techumbres son principalmente de asbesto (75%) y las restantes son de concreto. Casi en su totalidad las casas tienen pórtico (95%) y no se observaron ramadas.7 Son belén, cempasúchil, alcatraz y hierbabuena como ar-bustos; o frutales como mango, bonete y mamey; o forestales como parota, guamúchil y rosa morada.8 Los cobertizos a veces son con estructuras metálicas y lonas de plástico que contrastan con el paisaje natural.9 En 1887 un bando municipal, publicado por J. Trinidad Ala-millo, prefecto político del primer distrito de Colima, obligó a todos los hombres que entraran a la ciudad con pantalones

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y no con calzón de manta, por ser antihigiénica e “inculta”.10 Nombre de edificios piramidales o montículos escalonados que ocultaban objetos de culto o cuerpos. Los pueblos que se encontraban situados en torno a esos montículos eran llama-dos tzacualpan “Sobre la pirámide”.11 Como plantas forestales típicas de la región a: primavera (40%), pino (25%), encino (15%), cedro (10%) y parota (10%). Las plantas frutales identificadas son: ciruelo (80%) y el res-tante (20%) es referido a guamúchil, pitayo, mango y plátano. Como plantas de ornato principalmente se reconoce al cem-pasúchil (70%), la dalia (15%), el cordón de obispo (10%) y el espino (5%).12 En la porción central en las partes bajas al borde del río hay climas cálidos y a medida que se suben de altitud en la meseta de Cerro Grande hay climas semicálidos y los templados. La parte norte de las planicies del Llano en Llamas, el clima es seco.13 La calle de acceso al poblado por el Saúz, con dirección su-roeste-noreste que es también salida a El Paso Real, intercepta perpendicularmente al centro del poblado con otra calle que va de sureste a noroeste, dando lugar en sus alrededores al jardín principal, templo, oficinas municipales y comercios. Otras dos calles vehiculares corren en dirección sureste-no-roeste, una de éstas se convierte en salida a la Taza. Además existen múltiples senderos peatonales que acortan las distan-cias entre el cerro.14 Como el centro de salud donde se utilizó block de jal apla-nado y losa de concreto, o la escuela primaria hecha de tabi-que de barro aplanado y aparente y losas de concreto y teja de barro, incluso la capilla que después de los sismos ha sido reconstruida con ladrillo y block de jal aplanados.15 En las viviendas se cultivan plantas medicinales, como: hierbabuena, ruda, albahaca, estafiate; frutales como aguaca-te, naranja, lima, guayabo y zapote; además de plantas fores-tales como pino, encino, ciprés, roble y parota.16 Son pretiles a diferentes alturas hechos de block de jal apla-nados de barro, donde se colocan comales avivados con leña.17 Perciben como plantas típicas a la primavera (30%) y al te-pehuaje (20%), el restante porcentaje lo ocupan tacote, cami-chin, tepemezquite y palo blanco.18 De ornato como: dalia, malva, alcatraz y espino. También tienen los frutales de manzano, durazno y zarzamora. Incluso conviven con los árboles forestales de pino, encino y ciprés.19 Entre los 1550 y los 2400 msnm.20 Donde todavía existen algunos reservorios para almacenar agua de lluvia, que servían para abastecer a las necesidades de los habitantes. El asentamiento fue movido al actual sitio por insuficiencia de agua.21 La calle de acceso al poblado desde Rastrojitos sigue un cur-so serpenteado con dirección dominante de noreste a suroeste que siguiéndola conecta con camino al Tapeixtle. De ésta vía principal se desprenden perpendicularmente otras dos vías, una hacia el noroeste que conduce a Los Cipresitos y al cami-

no de la comunidad Campo Cuatro, otra vía perpendicular pero en dirección al sureste lleva al aserradero y a la Reserva Ejidal.22 Como el centro de salud edificado de block de jal aplanado y losa inclinada de concreto; o la escuela primaria construida de tabique de barro aparente y losa inclinada de lámina de acero-concreto y teja de barro, agravado por los linderos he-chos con rejas de acero; el templo que esta inconcluso pero se construye con bloc de jal y concreto; y el centro de visitas de la Dirección de la Reserva, aunque los muros están hechos de madera se empleó técnica atípica a la región y en la techumbre se empleó lamina industrializada.23 José Verduzco Gutiérrez.

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INTRODUCCIÓNEl estudio del patrimonio heredado hoy en día trasciende la reflexión conservacio-nista, en todo el mundo se viene planteando desde hace algún tiempo la necesidad de incorporar el patrimonio cultural y natural a los planes de desarrollo. El reco-nocimiento del valor que encierra la herencia tangible e intangible que recibimos, requiere formas eficaces de conservar, mantener y legar a las generaciones futuras. La actividad humana en centros, poblados y sitios históricos permea de vitalidad esto sitios, pero al mismo tiempo puede ponerlos en riesgo, trastocando recursos naturales, bienes patrimoniales, expresiones culturales y formas de vida ancestra-les, elementos todos que estructuran la identidad y diversidad cultural, así como la memoria colectiva de los pueblos.

El estudio de la Sierra Norte del estado de Puebla que se presenta permite cono-cer las transformaciones actuales que sobre el patrimonio heredado se viene dando, la reflexión apunta a ver este patrimonio heredado en presente, producto sí, de un pasado del que no se puede despojar, pero con un futuro cierto que lo interrelaciona con la sociedad que lo hereda y custodia. El trabajo en la sierra norte permite traer a un primer plano de análisis al territorio, ese espacio con cualidades naturales diversas donde la presencia y actividad humana ha generado una red de asenta-mientos emplazados estratégicamente de acuerdo al medio natural, el cual se torna en patrimonio e hito de referencia a nivel local o regional.

La zona de estudio evidencia elementos socioculturales organizados espacial-mente y determinados temporalmente, denotando una realidad territorial comple-ja, es por ello que partimos de ver a la sierra norte como un todo donde los espacios socioculturales vivos y dinámicos se relacionan con el medio natural, surgiendo de esta relación otros elementos que enriquecen el análisis del mismo. Esta forma de abordar el estudio de la sierra norte implica hacer uso de conocimientos que otras disciplinas ofrecen, sin perder de vista al territorio como un todo.

Transformaciones actuales sobre

un territorio heredado.

La Sierra Norte de Puebla

CARMINA FERNÁNDEZ DE LARA AGUILARALEJANDRO ENRIQUE BENÍTEZ BARRANCO

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Los acontecimientos producidos en las últimas décadas han contribuido al panorama que presenta actualmente el patrimonio natural y cultural en la Sierra Norte del Esta-do de Puebla, pero sin duda sucesos significativos pasados coadyuvaron a esta realidad donde leyendas, costumbres y tradiciones ancestrales subsisten negándose a desaparecer, y donde vestigios y obras materiales revestidos de historia per-manecen aún en pie.

ZONA DE ESTUDIOLa zona de estudio donde se desarrolla el trabajo es una re-gión ecogeográfica que se ubica en la parte norte de la enti-dad poblana. Se conoce como macroregión norte y la confor-man la región sierra norte y la región Sierra Nororiental. El Plan Estatal de Desarrollo Urbano Social Sustentable esta-blece que la primera de estas regiones “comprende una vasta extensión territorial y compleja composición sociocultural. Cuenta con más de 1 593 localidades distribuidas en 35 mu-nicipios y una población de 600 000 habitantes”1 (Gráfica 1).

Esta región se caracteriza por tener una alta dispersión poblacional lo que se traduce según datos oficiales en locali-dades de una alta marginación aproximadamente en el 80% de ellas. En cuanto a la región sierra nororiental, el mismo Plan señala que “La población es de alrededor de 430 mil ha-bitantes y se distribuye en 28 municipios, con muy elevado índice de dispersión poblacional, dado que alrededor del 90% de sus habitantes viven en localidades de menos de 1 000 ha-bitantes, que totalizan más de 900 localidades”.2 El escenario que se presenta resulta sumamente complejo en tanto no exis-te comunicación por vía carretera entre muchas de estas loca-lidades, lo que contribuye al panorama de segregación social que se observa (Gráfica 2).

Uno de los factores que resultan determinantes en la zona de estudio es el medio natural. Es posible aún ver como comu-nidades, aldeas rurales y pequeñas poblaciones se vinculan a un medio que les permitió resolver necesidades de carácter físico-espacial para su emplazamiento, independientemente de las de subsistencia. El medio natural aludido es producto de que la Sierra Norte se localiza dentro de la conformación montañosa conocida como Sierra Madre Oriental, en ella se encuentran elevaciones cuya altitud se consigna en 3 065 y 2 898 msnm. Existen otras por debajo de las altitudes antes mencionadas y que son una prolongación de la Sierra Madre Oriental pero que retoman los nombres de las poblaciones por las que atraviesa como las sierras de Teziutlán, Tlatlau-quitepec, Zacapoaxtla, Tetela, Zacatlán y Huauchinango por mencionar algunas. Bajo estas formaciones montañosas se encuentran yacimientos de oro, plata, cobre, zinc, plomo, así como arcillas y feldespato entre los minerales no metálicos. La actividad petrolera se concentra en solo dos municipios de la zona (Metlaltoyuca y Venustiano Carranza). El desarrollo industrial a excepción de algunos asentamientos es incipien-te.

La fisonomía que se observa en la mayor parte de la zona de estudio es de montaña con algunas llanuras, autores refie-ren que la zona “Cuenta con varios valles de difícil acceso, ya que experimenta cambios bruscos siempre por debajo de los 2 000 metros sobre el nivel del mar”.3 El descenso de las altitu-des se presenta en dirección bien definida pues corresponde a la parte oriente que da al Golfo de México, es decir hacia las llanuras costeras del Cofre de Perote, el Pico de Orizaba y la Sierra de Zongolica, mientras que el aumento en la altitud toma la dirección contraria, es decir al poniente que corres-ponde al altiplano central.

En cuanto al clima presenta algunas variantes según el sistema climatológico de Koeppen.4 Clima templado húme-do en la mayor parte de la zona, clima tropical lluvioso hacia la parte que colinda con el actual estado de Veracruz y clima frío en las partes más altas. Esta diversidad de climas y la pre-sencia de humedad y precipitaciones pluviales provocadas por las corrientes del Golfo de México contribuyen a la diversidad de recursos hídricos como ríos, arroyos, lagunas, corrientes

Grafica 1 Localización zona de estudio. Fuente: Plan Estatal de Desarrollo 2005-2010.

Gráfica 2 Panorámica de Ixtepec. Sierra NorteFuente: A. Enrique Benítez

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subterráneas y manantiales termales sulfurosos.5 La cuen-ca de la Sierra Norte la conforman ríos impetuosos como el Apulco, Zempoala, Ajalpan, San Marcos y Necaxa, los cuales reciben numerosos afluentes que aumentan su caudal, corren en medio de montañas, precipitándose en ocasiones en pro-fundas barrancas. Estimaciones del Programa Mesoregional de Ordenamiento Territorial registra 7 529 millones de me-tros cúbicos de escurrimientos de agua al año en la zona.

En la parte geológica se puede establecer que las forma-ciones sedimentarias es lo que predomina en la mayor parte de este territorio. Los suelos son apropiados para la actividad agrícola (hernosem o negro). Incluso la Sierra Norte cuenta con la mayor extensión per cápita de tierras cultivables de la entidad. Otros tipos de suelo permiten el desarrollo de áreas boscosas (abrumíferos y podzólicos) y selva alta perennifolia en asociaciones aisladas. Estas condiciones permiten contar con algunas áreas naturales determinadas oficialmente como protegidas en municipios como Zaragoza, Libres, Huauchi-nango, Chignahuapan, Oriental, Tepango de Rodríguez y Chalchicomula de Sesma. Diversidad de flora y fauna debe sumarse al paisaje natural. Los recursos ganaderos para sub-sistencia o comercialización junto con los recursos piscícolas resultan abundantes.

Bajo estas condiciones el territorio conocido como Sierra Norte se nos presenta como un verdadero proveedor de re-cursos naturales y animales, los cuales son han aprovechados por los habitantes para resolver su cobijo, sus enseres de uso común y su dieta diaria.

Lo accidentado de la topografía pareciera dificultar todo tipo de emplazamientos, sin embargo la existencia de peque-ñas altiplanicies intermontañas permitió el asiento de grupos humanos, los cuales se relacionan cultural y comercialmen-te entre sí, a través de una compleja red de comunicación de caminos y veredas integradas a la topografía, situación que alude el conocimiento pleno del medio natural. Esta realidad es la que permite reconocer al medio natural como patrimo-nio, tal como lo establece el artículo 2 de la Convención sobre protección del patrimonio mundial, cultural y natural.6

EL TERRITORIO ENTRE EL PASADO Y EL PRESENTEConocer el pasado para entender el presente es una forma de aproximarse a la zona de estudio. El espacio geográfico cobra sentido al comprender el papel que desempeña en el marco regional hoy en día, sin ignorar el que ha desempeñando a lo largo de la historia. Requerimos conocer todos los momentos para comprender mejor las características y transformacio-nes de esta zona. Ya que no debemos perder de vista que todo sitio, lugar o territorio va adquiriendo cualidades espacio-formales y socio-culturales que lo identifican.

Bajo los vestigios arqueológicos existentes en la zona de estudio, se establece que en momentos históricos diferentes o coincidentes tuvo la presencia de grupos humanos de di-

ferentes culturas. Su inmejorable posición macro-territorial permitió ser punto de unión entre el altiplano central y el golfo, hecho que fue aprovechado durante el escenario pre-hispánico. Cada vez son más los investigadores que resaltan la importancia de la zona de estudio, estableciendo que llegó a ser “límite o frontera para los desarrollos culturales aparente-mente más tempranos de los pueblos de las tierras bajas, pero a la larga resultó un área de enlace entre éstos y los pueblos del altiplano”.7 Es así que innumerables etnias por migración o conquista llegan a este vasto territorio, reconociéndolo como un proveedor de recursos humanos, naturales y animales, tal como se consigna en los Anales de Cuauhtitlán (Gráfica 3).

La etapa prehispánica en la zona debe verse como un mo-vimiento expansionista donde diversos grupos étnicos incor-poraban a su dominio parte de este amplio territorio que ha-bían sido independientes o formaban parte de otros grupos. Aún cuando se puede establecer la presencia humana en la zona en la etapa del preclásico medio, encontramos asenta-mientos humanos ya establecidos desde el siglo vii, los cuales continuaron en los siglos subsiguientes hasta la llegada de los españoles. El territorio se fue poblando gradualmente hasta llegar a contar con un sistema de pueblos relacionados cul-tural y/o comercialmente entre sí, de estos diez y siete fue-ron identificados como centros de recaudación tributaria a principios del siglo xvi. Las rutas comerciales del altiplano al golfo y viceversa se perfeccionan, logrando consolidar un te-rritorio con profundas raíces culturales, numerosa población y un alto grado de desarrollo comercial y de intercambio. Es este escenario el que encuentran los españoles a su llegada.

La zona de estudio como todo el altiplano central ve rom-per su esquema cultural. La presencia de los recién llegados (españoles) obligó a desaparecer fronteras establecidas por culturas como la totonaca o la mexica quienes controlaban esta región, generando así un solo territorio: el territorio con-quistado.

El patrón de asentamientos disperso que prevaleció en la época prehispánica, fue redefinido en la etapa hispánica. La estructura social preexistente continuó toda vez que permi-

Gráfica 3. Vestigios prehispánicos. Yohualichan, Puebla. Foto: A. Enrique Benítez

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tía el establecimiento del nuevo orden político-económico. Hecho similar ocurrió con las rutas comerciales al valorar su efectividad, de ahí que ninguna de estas vía haya desapa-recido y siguieran en funciones. Estas condicionantes serán factores que favorecieron los planes de control de los penin-sulares.

Sin embargo, el principal problema que presenta la Sierra Norte durante el siglo xvi fue que las condiciones naturales contribuía a la dispersión de los grupos humanos, situación que fue solucionada a través de la fundación de pueblos y vi-llas, garantizando el control de la población indígena y el es-tablecimiento de instituciones administrativas, de defensa y de justicia, ya que desde la lógica española todas y cada una de estas actividades descansan sobre una base urbana.8

Por otro lado, existe la necesidad urgente de agrupar a los indios en pueblos para evangelizarlos y civilizarlos, situación que fue promovida por los religiosos entre ellos Motolinía, tal como se establece en la carta enviada a Carlos V, que señala:

Los unos pueblos están en lo alto de los montes, otros están en lo profundo de los valles, y por esto los frailes es menester que suban a las nubes, que por ser tan altos los montes están siempre llenos de nubes, y otras veces tienen de abajar a los abismos, y como la tierra es muy doblada y con la humedad por muchas partes llena de lodo y resbaladeros aparejados para caer, no pueden los pobres frailes hacer estos caminos sin padecer en ellos grandes trabajos y fatigas.9

Garantizar que la población viviera en comunidad, facilitaba la labor de adoctrinamiento y conversión a los religiosos de las ordenes mendicantes. Así que congregar a la población o estar “en policía” era una necesidad y una forma para ellos civilizada de vivir.

Retomando la estructura socio-cultural y las rutas comer-ciales, los españoles definen sitios de defensa, sedes adminis-trativas y áreas de producción, los cuales coincidieron con los referentes prehispánicos. Dicha aseveración ha sido amplia-mente explicada por Bernardo García Martínez en su texto Los Pueblos de Indios de la Sierra. El poder y el espacio entre los indios del norte de Puebla hasta 1700. Es así, que el patrón de asentamientos en la Sierra Norte ahora corresponde a una red de poblaciones jerarquizadas pero aún dispersas, interre-lacionadas unas con otras a través de actividades administra-tivas, comerciales y religiosas; aunque para los pobladores de la zona la interrelación era de carácter cultural, hecho que en ocasiones los españoles ignoraron.

Por otro lado, son los misioneros quienes supieron apro-vechar la población indígena para lograr la fundación y/o re-fundación de pueblos, las condicionantes de cada sitio y su organización espacial con la dirección de los religiosos iban adquiriendo características propias. Muchos de los nuevos emplazamientos tomaron en cuenta los referentes naturales que los indios tenían del espacio anteriormente habitado, por lo que esta nueva forma de vivir en comunidad resultó ser aceptada (Gráfica 4).

Posteriormente y a pesar de la encomienda, el repartimien-to y todo tipo de estructuras de control político territorial, en la Sierra Norte persistieron asentamientos ancestrales cuya cohesión socio-cultural superó los obstáculos de la nueva dis-tribución. Es así que los antiguos centros de recaudación tri-butaria se incluyen dentro de la nueva estructura de control territorial. Cada población juega un papel específico dentro de la estructura administrativa-político-comercial, pero la esencia socio-cultural no cambia se adapta y se transforma, de ahí que estos asentamientos humanos hayan permanecido en los siglos posteriores.

Nuevos acontecimientos relacionados con la administra-ción religiosa, el control político y administrativo del territo-rio van a surgir, aunado al aumento demográfico se generará una nueva distribución territorial, escindiendo antiguos te-rritorios y originando otros asentamientos. Bajo esta nueva distribución, solo algunos de los centros político-adminis-trativos que existían desde el siglo xvi como Zacatlán, Xico-tepec, Huauchinango y Teziutlán conservarán esta función asignada.

Para 1786 con la Ordenanza de Intendentes, la distribu-ción territorial de la entidad toma nueva forma. El área de estudio que se viene analizando quedo comprendida en la diócesis de Puebla, los asentamientos de control antes men-cionados lograran relevancia regional producto de la división territorial. La Sierra Norte no estuvo ajena a las conspiracio-nes y movimientos armados de los siglos subsiguientes. Pode-mos ver un territorio participativo durante la revuelta inde-pendentista. La insurgencia se establece y crece en la zona de estudio “a tal grado que llegó a dominar un amplio territorio que se extendía desde el norte y el occidente de Tlaxcala hasta la Sierra Norte, abarcando las inmediaciones de Zacatlán”.10

Grafica 4 Nueva distribución territorial Región de Pahuatlán, Puebla Fuente: Archivo General de la NaciónTierras, vol. 2776, exp. 13, f. 4.

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Para 1826 después del reconocimiento de Puebla como estado libre y soberano se genera una nueva distribución del terri-torio, en ella Zacatlán en la Sierra Norte se reconoce como uno de los siete departamentos de la nueva distribución; este hecho no es fortuito ya que su importancia regional, su ubi-cación estratégica y el número de poblados que controlaba fueron algunas de las causas para este reconocimiento. Los asentamientos fueron creciendo en población y superficie, permitiendo un incipiente desarrollo en algunos de ellos y la consolidación de otros. El mejoramiento de las rutas de co-municación y la introducción de la red ferroviaria, sin duda fueron aspectos que contribuyeron a mejorar los servicios y equipamientos en la zona. Sin embargo, éstos se concentran en localidades como: Zacatlán, Xicotepec, Huauchinango y Teziutlán.

El movimiento revolucionario tampoco pasa desapercibi-dos en la Sierra Norte, siendo Zacatlán una plaza importante para los grupos revolucionarios al igual que Huauchinango y Teziutlán. Como todo conflicto armado las pérdidas huma-nas y materiales no se hacen esperar, pero la dispersión de los asentamientos y las condiciones naturales de la Sierra Norte permite su recuperación económica lentamente. Pasado el tiempo la Sierra Norte se irá configurando como un territorio con un alto valor estratégico por su ubicación, con una im-portancia regional, con innumerables ventajas naturales, con atractivas cualidades culturales y con una vocación comercial que ha perdurado hasta nuestros días.

La estructura de la Sierra Norte hoy en día se presenta como una unidad compleja donde coexisten varias realidades, una red de núcleos rurales que mantienen su identidad, mor-fología e imagen y donde la biodiversidad y calidad paisajísti-ca sigue presente. Localidades que sin ser totalmente urbanas aspiran a ello, donde nuevos usos, espacios y funciones mo-difican su cohesión social y espacial, alteran su calidad for-mal y entorno natural. También se evidencia centros urbanos importantes cuyas actividades administrativas, comerciales y de servicio han pasado a un primer plano, desapareciendo actividades tradicionales, usos y costumbres ancestrales, así como paisajes naturales, todos elementos de un patrimonio natural y cultural heredado.

LAS TRANSFORMACIONESAhora bien, nos interesa exponer los cambios y transforma-ciones que se detectaron en la zona denominada Sierra Nor-te, territorio heredado y proveedor de recursos naturales y materiales o patrimonio natural, el cual sirve de asiento a la vida en comunidad, donde el cobijo, como lo refiere Paul Oli-ver,11 permite la creación de obras arquitectónicas aisladas y de conjunto que son testimonio de una riqueza cultural. Nos referimos a la vivienda, edificios religiosos, administrativos y de producción, así como de caminos y puentes, bienes tangi-bles que devienen herencia patrimonial. En ellos, lo simbóli-co-ritual y lo pagano se entrelazan fortaleciendo la cohesión

social de la comunidad y permite traer al presente manifesta-ciones culturales ancestrales.

Si bien el estudio del territorio Sierra Norte es amplio, por obvias razones es necesario hacer un cambio de escala que fa-cilite el análisis y comprensión de las transformaciones detec-tadas en el patrimonio edificado. Se seleccionó la localidad de Cuetzalan del Progreso por ser un sitio con profundas raíces culturales y un ambiente tradicional con arquitectura verná-cula, el cual se transforma y adecua por las condicionantes que le impone el Programa Federal Pueblos Mágicos, lo que supondría la protección del medio natural, de los bienes in-tangibles y del patrimonio edificado en aras del desarrollo local y regional.

El poblado Cuetzalán del Progreso se ubica a 174 km de la capital poblana, en la vertiente serrana que baja hacía Ve-racruz; pertenece al Municipio del mismo nombre. Cuenta con una superficie de 135.22 km2, es el único municipio de la Sierra Norte que tiene entre 30 a 40 mil habitantes, de los cuales 27 900 son indígenas, que conlleva a la presencia de manifestaciones culturales y de identidad relacionadas con lo simbólico, religioso y pagano. A partir del 2002, Cuetzalan fue incorporado al Programa Pueblos Mágicos, “cuyo objetivo es asignar valor a poblaciones del país, susceptibles de reci-bir flujos turísticos”,12 de tal suerte que será desde el sector turístico y no desde el sector social o cultural que se reali-zan acciones para su desarrollo, lo que sin duda modifica y transforma el patrimonio heredado al convertirlo en oferta turística (Gráfica 4).

Bajo este esquema se observa como Cuetzalan recibe re-cursos económicos adicionales para ser aplicados en el incre-mento de la afluencia turística a través de mejor infraestruc-tura y equipamiento como hoteles, mesones y restaurantes. Además de consolidar actividades que promuevan costum-bres y tradiciones como la Feria del Café y el Huipil. En el 2008, de acuerdo a la Dirección General de Comunicación Social de la sectur, se asignaron recursos sólo para promo-ción y relaciones públicas en los mercados nacionales, de Eu-ropa y Norteamérica.

Grafica 4. Manifestaciones Culturales Cuetzalan del Progreso, Pue.Fuente: El Estado de Puebla, México, 1996.

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Dentro de las cualidades formales de Cuetzalan podemos destacar su emplazamiento, el cual presenta una distribución irregular producto de las condiciones topográficas del sitio, mismas que determinaron la traza. El área consolidada se presenta como un sitio compacto producto del continuo ur-bano que la arquitectura tradicional ofrece. La parroquia, el templo de Guadalupe y la presidencia municipal son los hitos que sobresalen del paisaje vernáculo del lugar. La producción arquitectónica tradicional atiende las exigencias del medio natural (topografía, clima, etc.), y emplea los materiales natu-rales: piedra, adobe, madera y teja darán forma a la respuesta espacial y ésta a los perfiles sinuosos de las calles. Las acen-tuaciones son producto de construcciones que incorporan dos o más niveles a la obra arquitectónica o de la topografía misma. (Gráfica 5).

De tal suerte que podemos observar soluciones espaciales a la escala del ser humano, desarrolladas a partir de necesi-dades básicas de los usuarios e integrada al medio natural. La función y la forma se presentan sin jerarquía sino como una unidad. La crujía representa el elemento compositivo, grue-sos muros con predominio de macizo sobre vano refiere a las actividades internas más que externas. Las cubiertas a dos aguas y grandes aleros resultan los elementos característicos de la solución empleada (Gráfica 6).

Desde el punto de vista constructivo vemos como los mu-ros se construyen a base de piedra, que garantiza la estabi-lidad de la construcción independientemente de su altura, además que resuelven el problema de la humedad. La madera permite el entramado estructural de la cubierta, generalmen-te de dos aguas; la madera también está en puertas, ventanas y balcones o rejas. La teja es el elemento distintivo con el cual se termina la cubierta.

Estas soluciones espaciales se vienen alterando para dar respuesta a nuevos partidos arquitectónicos, los cuales están determinados por funciones diferentes a las tradicionales. Así mismo vemos el empleo de materiales y sistemas cons-tructivos distintos a los tradicionales, lo que altera la imagen de este conjunto vernáculo. El área consolidada contrasta con

la dispersión que existe a lo largo de la vialidad que da acceso al lugar, donde las nuevas respuestas arquitectónicas poco se integran al conjunto, sin que la Ley sobre Protección y Conser-vación de Poblaciones Típicas y Bellezas Naturales del Estado de Puebla13 esté siendo aplicada.

Vemos cómo en poco tiempo Cuetzalan se ha converti-do en un polo turístico promovido desde el estado con una política federal. Su influencia es de tipo regional y genera un crecimiento poblacional y de expansión urbana que afecta el patrimonio edificado, natural y cultural. Pero más allá del turismo, se pueden observar transformaciones en la vida dia-ria de la población, cuyos usos y costumbres locales ahora los determina la afluencia turística. Es así que algunos elementos de identidad están desapareciendo, o se alteran producto de la movilidad social y de la emigración, ya que afectan la estruc-tura familiar y la cohesión social que existía, lo que a su vez se traduce en transformación espacial de los asentamientos por el cambio de hábitos y formas de vida. La llegada de nuevos habitantes al lugar también contribuye a estas transformacio-nes. El entorno natural inmediato se ve absorbido por áreas urbanizadas donde surgen desarrollos habitacionales que contrastan con las respuestas espaciales tradicionales.

Es así que, el flujo turístico que sería el sustento del desa-rrollo local y regional, se convierte en una amenaza para el patrimonio edificado en lo particular y para el conjunto ver-náculo en lo general, por lo que reconocer al turismo como una industria cultural se vuelve solo una declaración y no una realidad.

A siete años de estar dentro del Programa Pueblos Mági-cos, Cuetzalan presenta ciertos rezagos entre los que destacan falta de servicios y equipamiento básico. Los datos oficiales14

establecen que el Municipio de Cuetzalan cuenta con 157 lo-calidades y del total de la población sólo 13 223 asisten a la es-cuela, mientras que 26 886 en edad escolar no lo hacen. Ade-más, de las 9 050 viviendas particulares existentes sólo 7 939 cuentan con energía eléctrica, 6 267 con agua corriente en la vivienda y 5 248 con drenaje; y existen problemas de cobertu-ra dentro del sector salud. Estos indicadores y muchos otros

Grafica 5. Tipología arquitectónica Cuetzalan del Progreso, Pue. Foto. A. Enrique Benítez B.

Grafica 6. Materiales y sistema constructivo Cuetzalan del Progreso, Pue. Foto. A. Enrique Benítez B.

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más, permiten establecer que lo expresado en la Conferencia Mundial de Turismo Sostenible15 es cierto, el turismo es am-bivalente pues puede contribuir al desarrollo socioeconómi-co de un sitio o región, pero al mismo tiempo puede conver-tirse en algo que degrada los ambientes naturales, trastoca la identidad local y altera el patrimonio edificado.

Se desafía la ancestral estructura territorial con su biodi-versidad, calidad paisajística y equilibrio social. La tendencia en estos casos es la pérdida de una herencia material, cultu-ral y natural paulatinamente. Existen muchos caminos para el tratamiento del patrimonio cultural y natural con fines de desarrollo local y regional; sin embargo, lo hasta hoy plan-teado, partiendo de los resultados observados en la localidad de Cuetzalan del Progreso, muestran que falta mucho para alcanzar el desarrollo y la conservación del patrimonio edi-ficado.

CONSIDERACIONES FINALESPara finalizar, se observan distintos realidades en la Sierra Norte del estado de Puebla con relación al patrimonio sea na-tural, cultural o edificado. No existe una política de conser-vación ligada al desarrollo de las localidades y poblaciones de los municipios, lo que se traduce en pérdida de identidad, de cohesión social, de alteración espacial de los asentamientos y de pérdida de la herencia patrimonial edificada.

La Sierra Norte de Puebla tiene un panorama complejo, se fue poblando gradualmente hasta llegar a contar con un sistema de poblados relacionados culturalmente y/o comer-cialmente entre sí. El establecimiento de estos poblados fue producto de políticas expansionistas que garantizaron el de-sarrollo y fortalecimiento de rutas comerciales del altiplano al Golfo y viceversa, lo que se traduce en una región con nu-merosa población, con gran riqueza cultural y un alto grado de desarrollo comercial y de intercambio que debemos seguir fomentando.

La ubicación y las características naturales de la zona de estudio siempre han sido su principal potencial. Su impor-tancia trascendió en la época prehispánica y ha llegada has-ta la época actual. Sin embargo, lo que en un momento fue su mayor atributo para el desarrollo de las rutas comerciales en la región –como lo es la dispersión de sus asentamientos– en la actualidad es uno de los problemas que tiene y que la mantienen en un grado de marginación. Las condiciones económicas actuales atentan contra las cualidades naturales, históricas y culturales de estas poblaciones. Estos recursos se vienen limitando sólo al valor de uso sin tomar en cuenta la fragilidad de este patrimonio no renovable.

El territorio no es visto más como el bien heredado sino como el contenedor de asentamientos humanos cuyas exi-gencias destruye paisajes, entornos, patrimonio edificado y unidades constructivas tradicionales, así como formas de vida. El paisaje ahora se torna poco a poco urbano. El creci-miento desordenado aparece producto de del cambio de los

entornos rurales inmediatos hacia polos económicos, como el caso de Cuetzalan, para impulsar la transformación de espa-cios naturales, antes valiosos para la subsistencia.

Los instrumentos de planificación existentes a nivel esta-tal limitan su acción a las áreas urbanas y al embellecimiento de estas como lo señala Geddes.a A pesar de la confluencia de instancias federales, estatales y municipales en materia de protección del patrimonio edificado, natural y cultural en la Sierra Norte, hasta hoy pocos resultados positivos hay, debido a que cada instancia asume el compromiso de proteger y pre-servar sólo una parte del patrimonio; por lo que fraccionar el territorio para su atención no es, ni será la solución.

Urgen políticas de desarrollo urbano o planeación urbana que consideren la gran riqueza natural, histórica, cultural y edificada de la zona de estudio, considerando su fragilidad. Sólo así se romperá la inercia de un desarrollo que altera, atenta ecosistemas, dinámicas socio-culturales y respuestas espacio-formales heredadas.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Véase Plan Estatal de Desarrollo Urbano Social Sustentable 2006-2010, p. 31.2 Ibidem, p. 32.3 Leonardo Lomelí Vanegas, Breve Historia de Puebla, Méxi-co, Colegio de México/cfe, 2001, p. 22.4 Jorge A. Vivó, Geografía Física, México, Ed. Herrero, 1945, p. 229.5 En Huauchinango están los manatiales de Tlapehuala, en Zacatlán los de Jicolapa y Tomatlán y en Chiagnahuapan los de Tlacomulco y Quetzalapa.6 Celebrada en París del 17 de octubre al 21 de noviembre de 1972.7 Bernardo García Martínez, Los Pueblos de Indios de la Sie-rra. El poder y el espacio entre los indios del norte de Puebla hasta 1700, México, Colegio de México, 1987, p. 33.8 Véase Mario Góngora, El Estado en el Derecho Indiano. Épo-ca de Fundación 1492-1570, Santiago de Chile, Universidad de Chile, 1951.9 Robert Ricard, La Conquista Espiritual de México. Ensayo sobre el apostolado y los métodos misioneros de las órdenes mendicantes en la Nueva España de 1523-1524 a 1572, Méxi-co, cfe, 1995, p. 231.10 Leonardo Lomelí Vanegas, op. cit., p. 132.11 Paul Oliver, Cobijo y Sociedad, Madrid, Blume, 1998.12 B. Hedding, Programa Pueblos Mágicos en Patrimonio Cul-tural y Turismo, México, conaculta, 2002, p. 153. 13 Ver Periódico Oficial del Estado, martes 8 de abril de 1986.14 Datos del último censo de población y vivienda, 2005.15 Celebrada en 1995 en Lanzarote.16 Patrick Geddes, “La ciudad Región” en Territorios Inteligen-tes, Madrid, Fundación Metrópoli, 2004.

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INTRODUCCIÓNAquí se trata de explicar de alguna manera cómo la ciudad de Guanajuato se fue conformando con la agregación varias periferias, que con el tiempo se han ido con-solidando, y desarrollando en un solo cuerpo urbano. La ciudad ha acumulado elementos que le han dotado de una morfología y carácter singular. Primeramente, habría que preguntarnos cómo fueron aquellas circunstancias sociológicas y espa-ciales que facilitaron su fundación, desarrollo y su consolidación actual.

La minería fue la razón del originen y crecimiento de Guanajuato, con una economía basada en la riqueza de sus entrañas, durante la conquista y dominio español. Las primeras comunidades mineras regularmente aparecían como cam-pamentos improvisados alrededor de las minas, sobre todo en los primeros años del desarrollo de su construcción como villa minera, ejemplos similares los encontra-mos en Zacatecas, Taxco, Real de Catorce, que sin duda, fueron una clara muestra del desarrollo no planeado en una topografía serrana.

La naciente villa estaba localizada en un territorio inhóspito, fuera de los mode-los urbanos reticulares acostumbrados. La idea para fundar una nueva ciudad es-pañola en América, en medio de la abrupta topografía como la Sierra de Guanajua-to, era poco creíble. No se ha encontrado una cédula de fundación que sirviera de fundamento para la distribución de los solares, las plazas y las calles, ni la ciudad fue trazada a cordel, en reticulada, en terreno plano, tampoco hay evidencia de que hubiera seguido las Ordenanzas de Felipe II, dictadas a finales del siglo xvii, para distribuir los espacios habitacionales y los servicios según el modelo de poblados españoles. La ciudad colonial siempre estuvo ligada y supeditada históricamente al río que la cruzaba en toda su extensión como la mayoría de las ciudades europeas.

Desde sus orígenes geográficos e históricos, la morfología de la ciudad de Gua-najuato ha protagonizado una lucha por establecerse en un plano muy irregular; la ciudad se ha trazado de acuerdo a una difícil y complicada topografía, en medio de

La periferia de Guanajuato

en el siglo xxi

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la cañada, en la sierra misma. Su crecimiento ha sido lento en el tiempo, sin embargo, ha tomado un acelerado ritmo de crecimiento actualmente.

GÉNESIS Y CONSOLIDACIÓN DE LA CENTRALIDADVeamos, con más detenimiento el origen de la que podría-mos denominar como la ciudad colonial minera.

El descubrimiento de minerales comenzaría tiempo des-pués de la llegada de Don Rodrigo Vázquez; por el año de 1548 con el descubrimiento accidental de la veta de San Ber-nabé. Este descubrimiento se encadenó a los hallazgos sub-secuentes de las minas de Rayas (1550) y de Mellado (1558) –veta Madre– que es la que enriquece a la mayoría de los mi-nerales de esa parte de la Sierra Guanajuatense. Fue a partir del descubrimiento de las minas de plata en Zacatecas pri-mero y luego en Guanajuato, que prosperó el establecimiento de nuevos centros urbanos mineros en el territorio del llama-do “Bajío mexicano”.

El descubrimiento de las minas hace asentarse a los colo-nos cerca de los socavones en el Real de la Esperanza (Santa Ana o La Luz). En un principio el primer asentamiento se traslada hacia terrenos más convenientes: la gran cañada; por supuesto, lo más cercano al río Guanajuato. Este río y los arroyos que lo alimentan fueron factores fundamentales para la consolidación del asentamiento definitivo; no obstan-te, en la mayor parte de su trayectoria se afianzaron los pro-pietarios de los terrenos que buscaban el vital líquido para las necesidades del beneficio de los metales y el sustento de la población.1

Estos nuevos espacios urbanos con acceso al agua fue-ron un requisito necesario para el cambio tecnológico del proceso de los minerales mediante el sistema de patio. Estos nuevos sistemas tecnológicos2 ocasionaron las primeras ha-ciendas ubicadas en el centro de la villa e iniciaran un pro-ceso de cambio de uso de suelo: de industrial a comercial, de habitacional a otros; generándose así, un primer proceso de especulación urbana y de transformación de las condiciones originales de las haciendas en el marco de la naciente Villa.

A lo largo del siglo xvii, la villa minera fue configurán-dose en torno a los templos, y estuvo ligada al vecindario, hasta llegar a formar barrios consolidados, gracias a la pros-pera industria minera. En este sentido, la trama urbana de la villa estuvo supeditada a las limitaciones topográficas y al curso del río, que la determinó espacialmente.

Guanajuato se dividió prácticamente en dos amplias zo-nas diferenciadas: una con los asentamientos mineros que hicieron famoso a Guanajuato esparcidos en la parte norte de la ciudad, donde se localizaba la veta madre, origen de la gran riqueza minera, y lugar donde se establecieron los pri-meros pueblos mineros conocidos tradicionalmente como el mineral de Cata, Mellado, Marfil y Valenciana, entre otros. Esta zona minera se consolidó en la parte alta de las monta-ñas, del lado norte.

La otra, en la parte baja de la cañada, en el lado sur, donde se localizaba la población más numerosa y las haciendas de beneficio. Estableciéndose por necesidad un sistema vial, de esta manera se trazaron y dibujaron con este fin múltiples ca-llejones y una gran cantidad de pequeños caminos y veredas, que brindaron funcionalidad al asentamiento.

Para el siglo xviii, la villa contaba con 47 haciendas de beneficio, las cuales estaban asentadas a los márgenes del río, debido a las grandes cantidades de agua que se requerían para el proceso de beneficio del mineral, esto incluía la zona de Guanajuato como la de Marfil. El área total de la ciudad, en ese momento sería de alrededor de 1 200 ha.

El 8 de diciembre año de 1741, Felipe v concede el título de ciudad llamándola Ciudad de Santa Fe y Real de Minas de Guanajuato.

Al final de este siglo se comenzó la construcción la Ba-sílica de Nuestra Señora de Guanajuato (1635), que se pro-nunció como el punto central de toda referencia espacial; la construcción del convento y templo de San Diego, también fue el corazón mismo de la ciudad. Con estos dos edificios monumentales, se generó la calle real, que sirvió de acceso al corazón de la villa: la Plaza Mayor, y más allá, a la Plaza de San Pedro de Alcántara, creándose así la primera vialidad central que ha permanecido hasta hoy. Además, había una re-lación muy directa entre los tiros de extracción de minerales y las haciendas de beneficio. La construcción de veredas fue una labor significativa para la circulación de carretas y el aca-rreo de mercancías mediante burros, mulas y caballos. Las vi-viendas de los trabajadores se establecieron a los lados de es-tas veredas que posteriormente se convirtieron en callejones. De esta manera se fue estructurando la ciudad orgánica. En este contexto, las primeras viviendas populares se asentaron sobre pronunciadas pendientes, en virtud de la localización sobre las antiguas haciendas de beneficio, consolidadas en el siglo xix y dibujadas en el plano de Lucio Marmolejo, quien realizó en 1866 el levantamiento topográfico de la ciudad de Guanajuato,3 plano urbano que es la cartografía más exacta que se haya realizado en el siglo xix, donde muestra la traza,

Grafica 1. Guanajuato, ca. 1840, del pintor Thomas Egerton. Fuente: Poster del Instituto de Cultura de Guanajuato. Cortesía del Museo Soumaya, 2003.

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así como la localización de las haciendas de beneficios, pre-sas, nombres de los callejones, propietarios, entre otros datos muy valiosos sobre la ciudad. También, Marmolejo realizó la recuperación de la historia de la ciudad, y se dio a la tarea de escribir los acontecimientos de lo que acontecía en ella, a manera de diario, durante varias décadas. Lucio Marmolejo fue testigo y cronista de la ciudad. Su obra constituye en una memoria invaluable de la historia urbana de la ciudad.

Por otro lado, el pintor inglés Thomas Egerton realizó una magnífica imagen de la ciudad (Grafica 1), la primera de carácter paisajístico, y donde se pueden apreciar la pequeña villa minera rodeada de cerros.

En la pintura de Egerton se observa la ciudad completa, en los límites de la ciudad se identifica el edificio de la Alhóndiga de Granaditas, como frontera de la ciudad, y en el extremo opuesta al templo de la Basílica de Guanajuato

En el paisaje urbano colonial de Guanajuato, observamos el predominio de la arquitectura popular, la que aprovecha intensamente los terrenos edificables en la accidentada topo-grafía, y ofrece a la vista una densidad de edificaciones cuyos accesos son por los innumerables callejones.

LA PRIMERA PERIFERIA DE LA CIUDAD TRADICIONALUna de las páginas más importantes de la formación histórica del territorio guanajuatense, se da al final del siglo xix. Es cuando las grandes inversiones del Estado en infraestructura y mejoras urbanas se hicieron patentes como expresión del nuevo progreso del territorio.

El aumento de población en la ciudad al final del siglo xix, implicó la afluencia de inversionistas extranjeros y de empre-sas mineras beneficiadoras de metales, quienes contribuyeron definitivamente con el desarrollo de la ciudad de Guanajuato. Uno de los problemas históricos de la ciudad ha sido la esca-sez de agua, para ello, se determinó construir en 1893 una presa en la cañada del río de la Esperanza. La construcción de la Presa de la Esperanza significó un alivio a la ciudad.

En este momento histórico, la ciudad experimentó la pri-mera expansión hacia la Presa de la Olla. A este nuevo ensan-che diferenciado de la ciudad colonial español, se le conocerá como el Paseo de la Presa (Grafica 3).

En ese enigmático sitio, al margen de la ciudad española se comenzaron a construir residencias y quintas de estilo ecléc-tico francés, dedicadas al descanso y al veraneo. En este sen-tido, también fue el primer éxodo de la clase social alta a las afueras del centro de la ciudad. En este lugar, la sociedad con poder encontró un refugio en el área boscosa de la cañada de la Olla. Este nuevo ensanche estuvo comunicado con el centro de la ciudad con un tranvía jalado por burros y fue una ave-nida amplia, plana, ideal para las carretas de caballos y para ser un paseo romántico único. La urbanización de La Presa de la Olla y de San Renovado fueron los surtidores de agua a la sedienta ciudad, cuyo líquido fue conducido al centro de la ciudad por diferentes medios. En este sitio se consolidó una de las manifestaciones arquitectónicas y urbanísticas más be-llas y selectas de la ciudad; fue el espacio social del progreso, del retiro a la naturaleza. Una nueva alternativa de desarrollo se produjo, sin alterar la vida de la ciudad heredada. Sin em-bargo, se produjo una división social del espacio.

Simultáneamente, en el centro de la ciudad se construyó importantes edificaciones como: el Teatro Juárez, el Palacio Legislativo y el Mercado Hidalgo, la plaza de la Paz, el Ce-menterio Municipal de Santa Paula, la Estación de ferrocarril, alumbrado público, entre otro equipamiento e infraestructu-ra.

Grafica 2. Centro de Guanajuato, del pintor inglés Thomas Egerton. Fuente: Egertons, Views in México, 1840.

Grafica 3. La primera periferia. El Paseo de la Presa; obsérvese las casas eclécticas y el paisaje urbano arbolado. Fuente: Archivo fotográfico de la Alhóndiga de Granaditas.

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LA SEGUNDA PERIFERIA Y LA TRANSFORMACIÓN DE LA CIUDAD TRADICIONAL La ciudad de Guanajuato no estaba aislada del crecimiento económico del país. Las grandes capitales vecinas como ciu-dad de México, Guadalajara, León, San Luis Potosí, Irapuato, Salamanca, Querétaro, fueron en definitiva propulsores de desarrollo regional y promovieron el aumento de migración.

Podemos apreciar el contenido de los efectos de la indus-trialización del país en el espacio urbano, así como el incre-mento poblacional en todo el territorio, aunado a la explota-ción de los recursos naturales, que en definitiva se sumaron a la contribución del deterioro ambiental.

A la segunda periferia se le identifica a lo largo de la última mitad del siglo xx; en el año de 1950, Guanajuato se enfrentó al declive de la industria minera, clave en la economía urbana de la ciudad por siglos. Estos nuevos territorios periféricos formaron una serie de tejidos o núcleos urbanos en torno al recinto histórico, en forma de anillos más o menos entrela-zados y localizados en una secuencia de continuidad con la ciudad histórica.

Consideramos, en forma sintética, que fueron tres gran-des iniciativas u operaciones en la ciudad que derivaron en el saneamiento de la misma. Primero, la ciudad fue dotada de la infraestructura indispensables (agua, luz, drenaje, pavi-mentación de calles, intervención en edificios históricos entre otras acciones), logrando con ello un mejor desarrollo de la ciudad. La ciudad hacia 1950 tenía una población cercana a 65 000 habitantes, y una superficie cercana a las 2000 ha.

De gran trascendencia fue el saneamiento del antiguo río Guanajuato, que por muchos años fue emisor de alta conta-minación a la ciudad, la solución fue entubarlo en su lecho.

Una de las necesidades básicas a resolver fue la necesidad de vivienda digna. Poco a poco, la población se fue asentando alrededor de la vieja ciudad, tratando de continuar la imagen que hasta este momento había conservado y la hizo famosa. Así, se fueron formando los primeros anillos de vivienda de carácter vernáculo, en la ladera de los cerros de la cañada. Sin embargo, la vivienda periférica en el centro y las prime-ras colonias populares periféricas fueron las que tuvieron las mayores deficiencias en infraestructura, equipamiento y ser-vicios urbanos.

Así, la ciudad comenzó su expansión más acentuada con operaciones de carácter periféricos que se van ir adhirien-do a la ciudad tradicional, y van a depender de ella, en todo. Sin embargo, surgieron también los asentamientos irregula-res dentro de la zona antigua, asentados en los terrenos más inaccesibles de los cerros: Cerro de los Leones, el Cerro del Cuarto, a Pueblito de Rocha, Carrizo, Gavilanes.

Mientras, se consolidaban los barrios tradicionales como: Valenciana, Mellado, Cata, Marfil, San Matías, que recibieron una gran población y ampliaron su territorio.

Nuevos tejidos con carácter de ser planificados a través de promotores inmobiliarios comenzaron a promocionar el mercado del suelo y de la edificación de conjuntos residencia-les como: las colonias y fraccionamientos de San Javier, Noria Alta, Municipio libre; todos destinados al consumo de la clase social media alta.

En el centro de la ciudad tradicional inició entonces un periodo de acondicionamiento del espacio heredado, con la intervención de las residencias localizadas en el Paseo de la Presa, y en forma significativa lo que sería el centro político del Estado: el Palacio de Gobierno reconstruido y por el acon-dicionamiento de las viejas casonas para oficinas del gobierno, como fueron las oficinas de finanzas. De este modo, el Estado consolidó su presencia en el espacio tradicional decimonóni-co. Se trató de formar un centro del poder, concentrando los poderes del Estado, el poder político, cultural y financiero.

Otra operación urbanística trascendental fue la idea de ha-cer de Guanajuato una ciudad universitaria, con la construc-ción del edificio central de la Universidad sobre los terrenos del antiguo convento Jesuita. La construcción del majestuoso edificio universitario es de un estilo ecléctico español muy tardío, que rompió con la escala de la edificación del centro por su desproporcionada dimensión. En años subsiguientes, la Universidad comenzó la expansión de sus instalaciones con equipamiento para la enseñanza y la administración. La gestión universitaria se dio a la tarea intervenir importantes edificios históricos para establecer escuelas y centros de ense-ñanza. Por otro lado, la ciudad histórica fue condicionada a la vida y presencia de una decena de miles de universitarios que demandaban servicios y equipamiento. Se estima una pobla-ción estudiantil como de 15000 estudiantes que protagoniza-ron la construcción de un nuevo espacio social en la ciudad.La presencia de los estudiantes es un soporte económico a

Grafica 4. La segunda periferia en las partes altas de los cerros. Obsérvese la falta de infraestructura y servicios. Probablemente de los años cincuentas. Fuente: Archivo fotográfico de la Alhóndiga de Granaditas

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miles de familias que encontraron una nueva fuente de ingre-sos, al brindar hospedaje y complementarios servicios a los estudiantes foráneos. Esta actividad fomentó la ampliación y acondicionamiento de cientos de viviendas en el centro, y aumentó la renta residencial del centro.

Con estos tres ejes se concretó un nuevo proyecto de ciu-dad, que permanece hasta hoy. Ahora, se gesta el inicio de las primeras transformaciones urbanísticas de la ciudad tradi-cional. La ciudad es sometida a un saneamiento profundo, nunca antes visto, al dotarla de mejor calidad de servicios, así como por la intervención masiva en la edificación monumen-tal y doméstica.

La ciudad sufría de grandes limitaciones, como las con-diciones topográficas que no permitían la construcción de una red vial rectilínea y plana, ni mucho menos permitía fá-cilmente la ampliación de los estrechos callejones del centro histórico, a no ser que fuera a costa de la demolición de un valioso patrimonio. Por tanto, estas limitaciones obligaron a buscar opciones para hacer los flujos vehiculares por la ciu-dad. Este problema fue resuelto con una primera red vial bajo tierra, sometiendo la ciudad histórica a un esquema moderno funcionalista con flujos vehiculares subterráneos. Para ello se utilizó el espacio dejado por el entubamiento del río. En las siguientes décadas se continuó con la construcción de una complicada red de túneles que cruzan las montañas intransi-tables por siglos.

Por último, se trató de hacer de Guanajuato un lugar tu-rístico, de promover la singularidad de la ciudad y revelar su valor histórico al mundo, como solución ante la débil econo-mía. Es cuando se adaptan las antiguas haciendas de benefi-cio para devenir hoteles u otros usos, para recibir al turismo masivo.

En 1973, un evento cultural cambió la vida cotidiana de la ciudad: el Festival Internacional Cervantino, gracias al cual Guanajuato adquirió prestigio internacional y demanda tu-rística en gran escala. Todo ello exigió la conservación del patrimonio de la ciudad, la restauración de muchos inmue-

bles para usos culturales y de recreación. Las adecuaciones han sido en su mayoría de estilo funcional, ya que se adaptan los espacios arquitectónicos a la función para lo cual van a ser empleados.

En el año 1982, por decreto presidencial, se declaró una Zona de Monumentos Históricos en la ciudad de Guanajuato4 y se tomó en cuenta a la mayoría de las edificaciones patrimo-niales construidas a partir del siglo xvi: los edificios civiles y religiosos con valor cultural. Es la zona de mayor actividad de

Grafica 5. El primer plan de ordenamiento de la ciudad de Guanajuato. Fuente: Gobierno del Estado de Guanajuato, 1980.

Grafica 5. La segunda periferia, probablemente 1955. Fuente: Archivo fotográfico de la Alhóndiga de Granaditas

Grafica 6. El primer plan de ordenamiento de la ciudad. Tendencias de crecimiento hacia lado sur.Fuente: Gobierno del Estado de Guanajuato, 1980.

la ciudad y de todo el territorio; en su centro se realizan la ma-yor parte de las actividades comerciales, recreativas, político-administrativas, turísticas, educativas sociales y culturales. Además en 1988, la unesco incorporó la Zona de Monumen-tos Históricos de Guanajuato y Minas Adyacentes a la Lista del Patrimonio Mundial.5

EL PLAN DE DESARROLLO DEL AÑO 1980Desde nuestro punto de vista consideramos que no ha sido valorada la transcendencia de la redacción del primer plan de ordenamiento la ciudad. El primer Plan tenía la intención

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de consolidar a la ciudad histórica, y evidenciaba la preocu-pación por la presencia de los nuevos tejidos periféricos irre-gulares.

Los planes subsiguientes no han podido superar el conte-nido de directrices este primer plan.

LA TERCERA PERIFERIA O PERIFERIA DE LA PERIFERIA DE GUANAJUATO.El plan del ochenta (Grafica 6) establecía una nueva tendencia de crecimiento hacia el sur, hacia la salida de la carretera de Juventino Rosas. El plan, sin pretenderlo, señaló el destino de la última periferia de la ciudad. La nueva zona periférica alejada del centro histórico se dio gracias a la red de túneles subterráneos construidos en los últimos 20 años, al permitir el acceso vehicular rápido. Hoy, en esta zona sur6 hay asenta-mientos regulares como los fraccionamientos de: Los Alcal-des, Cañada de Cervera, Lomas de Cervera, Villaseca, Cam-panario, Mártires 22 de abril, Rinconadas de Guanajuato, Tres Estrellas. También, fraccionamientos irregulares como: Lomas del Padre, la Colonia Insurgentes, Arroyo Verde, El Mezquital y Peñitas de Marfil.7La periferia de la zona sur tiene una superficial aproximada

de 5 500 ha, de las cuales 1 423 ha están construidas y el res-to son espacios vacíos y dispersos. Se estima una población cercana a los 20 000 habitantes. Se pronostica que la zona sur llegará a superar en superficie y población a la ciudad históri-ca en los próximos 25 años.

La periferia sur, desde su origen, surgió sin un planea-miento urbano, se ha conformado por dos vialidades prima-rias: de Guanajuato a Juventino Rosas y la carretera a Puente-cillas; y se ha extendido hasta la carretera antigua a Silao. Esta periferia dispersa es propiedad ejidal y ha seguido la lógica de la irregularidad y al reconocimiento oficial forzado. La periferia sur tiene muchos problemas: la contaminación del suelo y agua, zonas erosionadas y una depredación paulatina de flora y fauna; el transporte a la ciudad es muy lento e in-conveniente. Con el tiempo se han establecido todo tipo de usos y servi-cios, sin ningún control de compatibilidad; la edificación es vivienda irregular y precaria hasta la casa de campo más so-fisticada. La zona sur cuenta con 17 inmuebles catalogados y con paisajes de increíble belleza natural como la Presa de la Purísima y el Cerro del Sombrero, donde se encuentran vestigios arqueológicos. No se puede olvidar el problema de carácter urbanístico: entre la ciudad histórica y la zona sur se localiza una promoción vial preocupante, como es la cons-trucción de una nueva carretera recientemente inaugurada (Libramiento Diego Rivera 2008), que descubre un paisaje natural de gran belleza. El impacto es predecible pues con-ducirá seguramente a cierta degradación y destrucción del ecosistema histórico.

Es un desarrollo urbano engañoso, que provocará la cons-trucción de edificaciones en un lugar natural vinculado a las tradiciones y la forma de vida de un pueblo como el de Gua-najuato. Así, la especulación inmobiliaria va de la mano de un planeamiento urbano tendencioso a favorecer las condiciones de los intereses de inversionistas. Esta nueva vialidad rompe un paisaje histórico natural, sus consecuencias impactará al centro histórico. Así, la periferia de la ciudad va paulatina-

Grafica 8. Carta de escenarios e interacción y movilidad interurbana. Proyecto de plan. Fuente: Municipio de Guanajuato 2008

Grafica 10. Libramiento Diego Rivera. Fuente: Foto del autor, 2008.

Grafica 9. Libramiento Diego Rivera. Fuente: Gráfica de Jesica Ruiz Ponce basada en foto del inegi 2007.

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mente devorando los cerros que han envuelto históricamente a la ciudad histórica. En esta condición se encuentran: Cerro de la Bufa, los Picachos, el Hormiguero, lugares donde se es-cenifican festividades tradicionales el Día de la Cueva.

CONCLUSIÓNEl tejido urbano tradicional sufre cambios en su concepción, a partir de la primera periferia; la ciudad creció por simple expansión y se consolidó en el siglo xix con la presencia del ensanche Paseo de la Presa. La ciudad entró a una nueva ade-cuación, con nueva arquitectura monumental y equipamien-tos y servicios.

Se ha identificado una segunda periferia que inicia en 1950, cuando el tejido vial se somete a adecuaciones puntua-les, para obtener eficaz movilización vehicular rápida; se trató de reestructurar la vieja traza de la ciudad para el automóvil. La construcción de túneles subterráneos como solución vial se acompañó de funcionalidad y modernidad de la ciudad en su conjunto.

La ciudad para ser competitiva y enfrentar su sobrevi-vencia, se sometió a acciones de saneamiento y a una expan-sión territorial a través de las diversas periferias. La ciudad ha superado sus límites topográficos y explora una continua expansión horizontal, gracias a su sistema subterráneo de túneles, solución original en un centro histórico. Los túneles permitieron el flujo vehicular que le procuró competitividad económica y facilitó la formación de nuevos tejidos periféri-cos.

Sin embargo, la ciudad tradicional en su expansión ha dejado amplias zonas sin terminar. Parece ser que la políti-ca urbana es seguir creciendo sin corregir, ni tratar los espa-cios imperfectos, que dan configuraciones sin relevancia, ni calidad, tanto a nivel público o privado. Se observa que los procesos constructivos de Guanajuato son continuos y acu-mulativos, con cambios drásticos y complejos, con economía urbana centrada en la adecuación del espacio.

La ciudad tiene una vigencia de siglos, mientras una socie-dad especializada vive sólo algunas décadas; así, lo que hace una generación social puede ser modificado por la siguiente. La ciudad no muere con la generación social, las necesidades de la ciudad y su territorio también cambian.

En la actualidad, las ciudades latinoamericanas se enfren-tan a nuevos problemas derivados de las innovaciones en los sistemas tecnológicos de producción. La economía urbana está influida por el modelo de los mercados internacionales y de la competitividad constante.

NOTAS Y REFERENCIAS1 Luis Fernando Díaz Sánchez, Historia e identidad de Gua-najuato, Guanajuato, Presidencia Municipal de Guanajuato, 1998, p. 85.2 Los poblados de Rayas, Mellado, Cata, Santa Ana y Marfil, incrementaron también su crecimiento alrededor de los tiros,

minas, labores y haciendas de beneficio. La ciudad y sus mi-nas contaban con 16 000 habitantes. 3 Sin embargo, para este momento histórico no se conoce tra-za dibujada sobre la ciudad de Guanajuato, sino hasta el siglo xix.4 La Zona de Monumentos tiene una extensión de 90 ha, con 175 manzanas y 649 edificios monumentos y conforma lo que se conoce como Centro Histórico. 5 Con una extensión de 2 264 ha, 1.88 veces más que el total de la mancha urbana actual de la ciudad (1 200 ha) 1.2 veces más que el área reservada al crecimiento al año 2010 (1 885 ha.). Cabe destacar que de la superficie definida en la Decla-ratoria del Patrimonio Mundial, el 50% se encuentra ocupada por espacios y construcciones de la ciudad y el 50% restante se encuentra desocupada, pero con diferentes usos asignados por el actual Plan Director de la ciudad.6 Guanajuato contaba con una población 141 196 habitantes, según datos del xii Censo de Población y vivienda. inegi 2000.7 Plan Parcial y Proyecto de Diseño Urbano de la Zona Su-roeste de la ciudad de Guanajuato, Gto., propuesto por Gua-dalupe Horta. Sin embargo, no llegó a concretarse.

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306

INTRODUCCIÓNLa creación de los asentamientos humanos responde a condicionantes que tienen que ver con la transformación del modo de pensar del individuo y su concepción del mundo, desde: procesos económicos, políticos, culturales, sociales, ambienta-les, psicológicos e ideológicos. Como dice Mora Rubio: “[Los asentamientos] son consecuentes a las condiciones climáticas y culturales”1, permitiendo que la adapta-ción de su cultura a las condiciones ambientales conformen los distintos poblados.

Lo anterior se ve en las características particulares que identifican a los asenta-mientos, ya que expresan las necesidades de adaptabilidad al contexto y los proce-sos de conformación como sociedad, en situaciones diferentes en cada territorio. Es la arquitectura creación para adaptarse y apropiarse de su entorno físico, y de esta manera, responde a sus procesos de cultura y de existencia; no sólo como refugio de las inclemencias naturales.

Los procesos anteriores remiten a la concepción del lugar. Considerando al lu-gar como “algo que acompaña al hombre”,2 y en donde el “hombre es capaz de cons-truirse el lugar desde el lugar mismo”, o como menciona Heidegger la capacidad de espaciarse un espacio.3 Esto nos dice que el ser humano marca su estancia en un lugar y en un tiempo definido a través de sus expresiones culturales que se pueden dar de manera física o no.

El lugar, como menciona Norberg-Schulz, es realizado por el hombre y puede ser considerado un símbolo, con capacidad de transmitir significados, relaciones entre el ser humano y su entorno, mediante un sistema que ordene los significados: “en su conjunto este sistema ordenador se constituye en un sistema simbólico, en una cultura, en la que cada uno de sus miembros sabe cómo usar sus símbolos me-diante la experiencia y la representación”.4

Es así como la arquitectura, además de satisfacer sus necesidades de resguardo, también expresa las características que conforman la concepción del lugar y los

Los cambios en la utilización

de las antiguas haciendas de

Yucatán. Las transformaciones de

los espacios públicos

YURI ALEJANDRINA ALEJOS PECH

Gráfica 1. Plaza Santa Fe en Monterrey, Nuevo León. Foto: Yuri Alejos

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significados de sus costumbres y tradiciones, pues: “[…] nin-guna forma de saber o hacer humano se da fuera de alguna modalidad del espacio, sea territorio, región, lugar, área ar-quitectónica: rural o urbana”;5 incluso considerar que cual-quier “medio natural deviene en hábitat por el simple acto de que cualquier comunidad de seres vivos habite en él”.6 Por lo que la concepción de la arquitectura así como la generación de los espacios están ligadas al ser humano y su forma de habitar, a la forma de expresar sus necesidades de hábitat ya que:

[…] como ciudad, como asentamiento o simplemente como edifi-cación se concibe al irse materializando y constituyendo como tal en el proceso de demanda social e histórica de construcción del espacio físico, en el de modificación de las formas espaciales de existencia humana en respuesta a exigencias específicas.7

Los asentamientos humanos guardan valores que transcien-den en el tiempo y permiten las intervenciones externas de distintas épocas y sociedades generando diversas historias o coberturas8 que es, a la vez:

Una manifestación o síntoma de la originalidad de sus ideas por las que crean nuevas correspondencias entre habitar y hablar, b) un significante o símbolo de coexistencia espaciotemporal de un orden sociofísico, y c) una forma o signo del equilibrio entre lo con-ceptual y lo figurativo que nos comunica de lo que estamos exclui-dos, o de los limites o intervalos entre los cuales nuestros cuerpos y nuestras intenciones pueden identificarse o no.9

LA CONFORMACIÓN DE UN ASENTAMIENTO EN YUCATÁN. LOS CASCOS DE LAS EXHACIENDAS La llegada de los españoles generó un proceso en el cual dos culturas se encontraron y crearon una expresión mezclada que se observa en los asentamientos de la península de Yuca-tán, como las haciendas.

Las haciendas generadas en la época colonial marcaron un parteaguas en la historia de la región y se consolidan en la hacienda henequenera, cuyo valor utilitario y económico, se aúna a los significados que acumula en el tiempo. Las hacien-das como asentamiento llegaron a ser los más importantes, después de Mérida, por ser los lugares con mayor población que algunos pueblos de la península, y donde se gestó la eco-nomía de la región. La necesidad del cultivo del henequén propició la conformación de un asentamiento numeroso en las inmediaciones de los edificios principales del complejo hacendístico con una traza definida y la estructura que la bo-nanza de dicha hacienda permitía, como de ello da cuenta Pablo Chico.10

Gráfica 2. Centro histórico de la ciudad de Campeche. Fuente: «www.campechemexico.com.mx/blog/festival-cultural-del-centro-historico-de-campeche.htm», Abril 2010.

Gráfica 3. Avenida Paseo de Montejo, Mérida, Yucatán. Fuente: «www.stamatiorealty.com/featured-articles/cult.», Abril 2010

Gráfica 4. Vista área de municipio de Progreso, Yucatán. Foto: Yuri Alejos

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ArquitecturA y urbAnismo contemporáneos en contextos Históricos

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La conformación espacial de los poblados hacendísticos tiene su origen las estancias y las primeras haciendas mixtas que dieron las características que permitieron su permanen-cia hasta su etapa agroindustria: la hacienda henequenera.

Lo heredado de la estructura de las primeras haciendas requirió de cambios que van desde la delimitación de los te-rrenos a partir de la especialización de actividades, hasta la construcción de una nueva planta arquitectónica que generó diversas zonas o construcciones, conformando así el asenta-miento.

El henequén siempre formó parte de la vida de los pobla-dores nativos de la región, para generar productos para su au-toconsumo e intercambio comercial con otras comunidades. Este producto no fue de interés de los españoles hasta que di-versos factores permitieron su procesamiento industrial para la producción de grandes cantidades: a finales del siglo xix y principio del siglo xx, que impulsó el desarrollo económico, social y político de Yucatán, monopolizando su cultivo las ha-ciendas, incluso desplazando a otros cultivos como el maíz; por ello, los hacendados transformaron y acondicionaron sus complejos hacendísticos para la producción de la fibra de he-nequén.

Sin embargo, esta actividad económica no duró como se pensaba, ya que para 1915, con la Revolución ocasionó que se trasformaran las condiciones de habitabilidad de los espacios y la situación del peón en Yucatán. La Reforma Agraria modi-ficó obligaba a la condonación de la deuda de los peones con el hacendado, ya que los mantenía cautivos en las haciendas, y la expropiación y la consecuente repartición de las tierras de las extensas haciendas pasaron a ser administradas por grupos comunales denominados ejidos; así trastocó la actividad he-nequenera al grado de hacerla decaer hasta desaparecer como la principal actividad económica de la región.

Estas condicionantes internas aunadas con la situación del exterior,11 marcaron el escenario de los asentamientos hacen-dísticos, así como en la forma en que la población lo asimiló.

Ya el declive de la producción de la fibra del henequén trajo una nueva forma de trabajo y de sustento para la población que dependía de ella, esta nueva condición no modificó la situación de los peones. Su condición de ejidatario no mejo-ró su situación económica pues no estaban preparados para la administración productiva. Aunado al descontento de los hacendados por su nueva situación que ocasionó que conti-nuamente entorpecieran el papel del ejido en la producción y comercialización de la fibra.

A pesar de ello, muchos pobladores de las haciendas no abandonaron sus asentamientos, pues no tenían dinero para radicar en otro sitio, aunque tuvieron que trasladarse a otros sitios a trabajar. En otros poblados, los habitantes aprovecha-ron las tierras que les repartieron en los ejidos, como fuente de su economía, algunos atrajeron gente de otros poblados, hasta convertirse en comisarías y ciudades de los distintos munici-pios que conforman la situación actual del Estado de Yucatán.

En esos poblados quedaron en sus trazas las huellas perma-nentes de los edificios de las antiguas haciendas: los edificios principales y las viviendas de los peones.

La historia permite tener una idea de cómo se fueron con-formando los poblados y las principales ciudades de Yucatán de origen hacendístico, ya que la económica henequenera ocasionó que mientras muchos de estos sitios iban en creci-miento, otros apenas lograron conservarse, debido al éxodo que se dio al decaer el cultivo del henequén, sobre todo de los jefes de familia que tenían que buscar otra fuente de ingresos en otros poblados cercanos o en la misma ciudad de Mérida.

LAS POBLACIONES DE LAS ANTIGUAS EXHACIENDAS DE YUCATÁN Y SU REVALORACIÓNEl consecuente abandono de los cascos hacendísticos por la caída del comercio internacional del henequén, permitió que los espacios cambiaran de uso y la forma de vivir el espacio, que llevó en ocasiones a su abandono. El surgimiento de los ejidos henequeneros, como parte de la nueva reforma agra-ria, así como el papel cada vez más activo del Estado en la producción henequenera y la lectura de la hacienda como ob-jeto significante, ante la liberación” de los trabajadores de la hacienda henequenera: “estos nuevos significados, que bien podría traducirse, en desprecio, revancha, o desinterés, pero también en aprecio, nostalgia y melancolía —por ejemplificar algunos— los que determinarían la valoración que hoy en día se tienen respecto de estos edificios”.12 Lo que en la restau-ración actual de las exhaciendas complica la decisión de qué significados recuperar, como forma de perpetuar su historia para el conocimiento de futuras generaciones.

Recientemente el rescate y reutilización de los antiguos edificios que sufrieron un abandono, da paso a que investiga-ciones de este proceso y sus consecuencias, con énfasis en las modificaciones de uso y de las expresiones formales. Pocas son las investigaciones sobre la transformación de los asenta-mientos alrededor de los monumentos, ni acerca del cambio en la concepción del espacio por sus pobladores a partir de estos cambios.

Gráfica 5. Hacienda San Francisco Manzanilla, Yucatán. Foto: Yuri Alejos

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Paredes establece las áreas y sus espacios de acuerdo a su función y la manera en la que la población los utilizaba y des-pués cambiaron:

- Área habitacional: Casa-habitación, casa del mayor-domo, casas de peones. - Área productiva: Casa de máquinas, empacadora, bo-dega, mirador, tendedero, bagacera, talleres, corrales, semilleros y henequenales. - Área administrativa: Oficina administrativa o de pago, cuarto de capataces, cárcel, tienda de raya y al-macén. - Equipamiento: Escuelas, iglesias, camposanto, hospi-tal o dispensario médico, teatro, estación de ferrocarril y plazas. - Infraestructura: Sistema de vías, sistema de pozos, sistema de riego, sistema de calles y sistema de cami-nos.13

Lo anterior permite ver que en el equipamiento están la mayoría de los espacios públicos, tanto abiertos como cerra-dos, en los cuales la población podría realizar actividades de recreación y/o descanso; hoy, a partir de las intervenciones que se realizaron a los edificios principales de varias exha-ciendas, está restringido el acceso de la población a estos es-pacios, incluso han fragmentado los poblados que estaban consolidados por esos edificios.

Para ejemplificar nos enfocaremos en dos de exhaciendas y los poblados que surgieron en el período henequenero, que actualmente están teniendo transformaciones por el reciclaje de los edificios principales, para entender cómo la población está cambiando su manera de percibirlos.

El primer ejemplo es la hacienda Chenché de las Torres; pertenece al municipio de Temax, Yucatán, está aproximada-mente a 80 km de Mérida, en el oriente del área henequene-ra; reconocida por la majestuosidad y particularidad de sus edificaciones que “recuerda a la época Medieval, ya que tanto su casa principal, como la casa de máquinas tienen grandes torres que semejan un castillo”.14

Construida durante el período henequenero es el ejemplo arquitectónico de mayor importación de tendencias arquitec-tónicas europeas, que van de lo medieval a lo gótico coexis-tiendo con la arquitectura regional de los edificios y viviendas que conforman el casco de la hacienda.

Actualmente, esta hacienda es propiedad de la australiana Isabelle Kimmelman que pasa las temporadas de invierno en territorio yucateco, mientras que el resto del año los edificios principales permanecen cerrados y la plaza que organiza las construcciones principales es rentado para la realización de eventos sociales, y en una entrevista reciente con los encarga-dos se mencionó la intención de habilitar los edificios princi-pales y las áreas del centro del poblado en un hotel ecológico.

El segundo asentamiento es la exhacienda Tekit de Regil, perteneciente al municipio de Timucuy, Yucatán, a 20 km de la ciudad de Mérida, al sur de la zona henequenera. Tiene la capilla más imponente de la región de tendencias neoclasicis-tas.

La hacienda Tekit fue una de las primeras estancias espa-ñolas de los alrededores de Mérida; los datos más antiguos hacen mención de que “en 1625 perteneció al capitán de caba-llos corazas Don Martín Pacheco y Benavides [su dueño más antiguo], un documento de principios del siglo xviii revela que en 1719 perteneció a Don Lorenzo Ávila, poderoso en-comendero y estanciero colonial”;15 las edificios principales mantienen la expresión colonial con elementos neoclasicistas en su decoración; la capilla es neoclasicista, mientras que las viviendas del poblado son de mampostería, austeras y senci-llas. Es relevante lo monumental de la casa principal, la cual mide 70 m de largo.

Esta hacienda tuvo muchos propietarios, desde Don Mar-tín Pacheco y Benavides en el siglo xvii, hasta el Sr. David Joel Esquivel Pérez, a quien en 1996 le pertenecía.16 En 200417 fue comprada por Banamex, dirigido por Roberto Hernández, para su remozamiento y acondicionamiento con fines turísti-cos y para la realización de actividades sociales.

Los dos asentamientos, a pesar de encontrarse en dife-rentes áreas de la zona henequenera, tienen condiciones si-milares que permiten entender el desarrollo de las haciendas; actualmente muchas de ellas siguen pobladas y en proceso de integración a la vida actual a partir de la restauración de sus construcciones, reconformando el panorama rural de la re-gión yucateca actual.

En un primer acercamiento se puede observar en sus cons-trucciones la riqueza del sistema de haciendas en el auge he-nequenero, que permite fechar su época; así, Chenché de las Torres y Tekit de Regil son ejemplo de esa época, que surgen por la necesidad de nuevos espacios para el cultivo y la pro-ducción de la fibra, motivo. Europa fue el modelo para la mo-dernización y edificación de los espacios.

El asentamiento surgió alrededor del complejo producti-vo, permaneciendo ahí, aun después del cese de la actividad henequenera, consolidando el asentamiento al convertirse en

Gráfica 6. Hacienda Granada, Yucatán. Foto: Yuri Alejos

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un poblado. El arraigo en el casco de la exhacienda se debe a procesos culturales como las fiestas patronales, las costum-bres y tradiciones aunadas a un estilo de vida rural, anclada al trabajo de la tierra.

La utilización de los espacios públicos del complejo hacen-dístico fue una constante en la gran mayoría de los cascos que aún mantenían una población residente. La capilla devino el espacio público del asentamiento, por albergar las tradiciona-les fiestas al Santo patrono, que consistían en: misas, corridas de toros, bailes, la instalación de ferias, entre otros, uniendo a toda la población para su realización.

La plaza principal y las áreas que albergaban los pozos son otros espacios públicos para la interacción social, y la comu-nicación entre las zonas que forman el poblado. En los po-zos, donde comúnmente se alzaba un árbol frondoso para dar sombra, los habitantes se reunían para refrescarse, descansar, platicar, encontrarse, entre otras actividades; mientras que la plaza de acceso a la hacienda, se transformó en la plaza prin-cipal del poblado, en donde se celebra la fiesta del pueblo, y actividades recreativas y deportivas de los habitantes. Su ubi-cación estratégica desde que era hacienda, seguía congregan-do y comunicando a la población.

Los procesos de intervención actualmente condicionan la situación de estas haciendas y son diferentes; ya que en Chen-ché de las Torres, la propietaria es la que poco a poco ha re-vitalizado las edificaciones principales; mientras que en Tekit de Regil, la empresa dueña de los inmuebles ha realizado las intervenciones como sitio turístico y para eventos sociales.

En el ejercicio de su derecho de posesión de sus bienes, los propietarios de ambas haciendas delimitaron sus propie-dades y fraccionaron la dinámica del poblado, y modificaron las actividades de los habitantes de dichos asentamientos. En ambos, el límite de la propiedad incluía la plaza principal y la capilla. Esto generó dos situaciones; la primera es que los propietarios como legítimos dueños querían que su posesión quedara desligada de la población. La segunda situación es cuando se privatizó sus espacios públicos, que trastocó las condiciones culturales de la población. En referencia a la ca-pilla, los habitantes fueron echados de la propiedad y con ello perdieron la tradición de realizar las actividades para la fiesta anual del Santo patrono, o al menos ya no volvió a ser igual. La delimitación de las plazas principales de los pueblos de las haciendas, al ser el espacio ordenador de las construcciones principales, fragmentó el territorio del poblado, ya que inclu-so las veredas y caminos que comunicaban a todo el asenta-miento quedaron dentro de la delimitación privada, ocasio-nando que los habitantes cambiaran su dinámica del día a día así como sus costumbres, e incluso aislando la población de otras zonas del poblado.

Como parte de la compensación que los dueños actuales ofrecieron por la privatización de los espacios públicos, se conformaron nuevos espacios dentro del mismo territorio del poblado para: la capilla, canchas y plazas para las actividades

Gráfica 7. Ubicación de las haciendas en Yucatán. Foto: Yuri Alejos

Gráfica 8. Vista área del asentamiento de Chenché de las Torres. Foto: Google Earth

Gráfica 9. Casa principal de la hacienda Chenché de las Torres. Foto: Archivo Blanca Paredes

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recreativas; también se erigieron talleres para nuevas fuen-tes de trabajo, como en Tekit de Regil, pues Banamex edificó módulos para la enseñanza de actividades artesanales para la comunidad dentro de los poblados de las exhaciendas.

Sin embargo, la población rechazó las nuevas edificacio-nes, pues las canchas y los espacios de recreación se convir-tieron en zonas peligrosas, debido a que se encontraban en muchos casos en las afueras del poblado.

En las dos haciendas la privatización de los espacios pú-blicos por parte de los propietarios fue permitida, debido a que en un espacio anexo o en una segunda plaza se construyó la capilla nueva, las áreas de juegos, las canchas deportivas y un parque. Sin embargo, la población se inconformó con las condiciones de dichos espacios, ya que a pesar de ser cons-trucciones nuevas no tenían el mismo significado que las de la exhacienda. Esto produjo una paulatina pérdida de las tradi-ciones y costumbres de los habitantes, ya que actualmente las festividades anuales se han perdido, y los nuevos espacios han sido acondicionados y se usan para diversas actividades.

Actualmente en el poblado de la exhacienda Chenché de las Torres el área de usos múltiples (cancha deportiva y área de juegos) es un espacio desierto durante el día, por la escasez de vegetación que proteja del sol a la población y en la noche funciona gracias a que los habitantes han acondicionado es-pacios para la convivencia vecinal. La práctica de las fiestas anuales has desaparecido por la falta de espacio para armar la infraestructura temporal que se requiere y por la poca po-blación que actualmente sigue participando en los actos reli-giosos católicos.

Respecto al poblado de la exhacienda Tekit de Regil, la poca aceptación de los pobladores, sobre todo los adultos y los ancianos, hacia los nuevos espacios construidos para las actividades en comunidad, ha ocasionado que poco a poco se haya perdido las tradiciones y costumbres de los poblado-res, sin embargo, los jóvenes y niños utilizan el espacio de recreación y la nueva capilla mientras que los adultos acon-dicionaron las entradas de sus viviendas para la convivencia con la comunidad. A pesar de lo anterior, las fiestas del Santo patrono ya no se realizan.

Gráfica 10. Área de espacios recreativos actuales en la hacienda Chenché de las Torres. Foto: Yuri Alejos Gráfica 11. Vista área del asentamiento de Tekit de Regil. Fuente:

Google Earth

Gráfica 12. Capilla de la hacienda Tekit de Regil. Foto: Archivo Blanca Paredes

Gráfica 13 Área de espacios recreativos actuales en la hacienda Tekit de Regil. Foto: Yuri Alejos

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CONCLUSIÓNLos asentamientos del hombre muestran los procesos de adaptación a las condiciones naturales de su contexto y la asi-milación en las expresiones culturales a partir de la integra-ción a un territorio, permitiendo con ello la conformación del lugar para una población.

En el caso de los asentamientos rurales de Yucatán, que surgieron gracias al cultivo del henequén, estos son producto en parte de las expresiones culturales de los peones así como de las necesidades de la actividad económica que floreció en estos asentamientos. Tan es el caso que aún después del auge henequenero muchas de las exhaciendas se conservan e in-cluso el asentamiento que se desarrolló en las inmediaciones de los edificios principales se ha mantenido e incrementado, conformando el panorama actual del territorio yucateco.

Los significados que adquirieron los edificios, que se in-tegraron a las actividades cotidianas de la sociedad inmer-sa en los complejos hacendísticos, permanecieron hasta la introducción de personas externas que modificaron dicha configuración. Los nuevos procesos de intervención para que los edificios principales fueran utilizados no contemplaron la afectación a los habitantes de dichos asentamientos, cam-biando con ello la manera de concebir su espacio, su lugar así como la pérdida de sus significados.

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Gráfica 14. Nuevas edificaciones. Capilla de la hacienda San Pedro Chimay. Foto: Yuri Alejos

Gráfica 15. Nuevos usos en la hacienda Dzoyaxché. Foto: Yuri Alejos

Gráfica 16. Hacienda San Pedro Chimay. Foto: Yuri Alejos

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11 Entre las condicionantes exteriores se pueden mencionar: las tendencias del mercado internacional, las relaciones entre las empresas comercializadores del agave yucateco y los com-pradores, el alza de los precios, la implementación de la fibra sintética, entre algunos.12 Roberto Reyes Pérez, El código tecnológico de la hacienda henequenera de Yucatán. Tipologías estructurales y construc-tivas empleadas en la edificación de las casa de máquinas du-rante el Porfiriato, (tesis de maestría), Mérida, uady, 2007.13 Blanca Paredes Guerrero, Dominación y dominios…, p. 144.14<<http://www.elclima.com.mx/haciendas_de_yucatan. htm>>, julio 2009. 15 <http://www.yucatan.gob.mx/estado/turismo/haciendas/tekit_regil/tekit_regil.htm>>, julio 2009.16 Pedro Echeverría Varguez, Las haciendas henequeneras a través de la historia, Mérida, Instituto de Cultura de Yucatán, 2005, p. 122.17 Diario de Yucatán, 26 de enero de 2009, en <<http://www.yucatan.com.mx/noticia.asp?cx=11$1500000000$4002624&f=20090126>>, julio 2009.

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Vivienda y centros históricos

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Mérida, Yucatán, tiene una larga historia como ciudad receptora de inmigrantes extranjeros; podemos considerar que desde época de Ichcanzihó, la urbe maya es en la que centran su atención los españoles para establecerse y “fundar” la capital pe-ninsular de sus nuevos dominios. Estos inmigrantes ibéricos valoraron ciertas cua-lidades estratégicas, ambientales, espaciales y constructivas del asentamiento en el que establecerían el asiento de sus familias, imponiendo relaciones de “vecindad” y de evidente sujeción y dominio a los habitantes nativos, de la propia T’Hó o de los asentamientos circundantes, pero sin que podamos reconocer en su actuación, de acuerdo a los testimonios históricos y a las evidencias físicas, una verdadera comprensión del carácter o de la esencia cultural del asentamiento humano en el que pensaban sentar sus reales, que llevó a casi desaparecer la morfología de T’Hó.

En otras etapas de la historia meridana o de la vida peninsular de Yucatán, se produjeron otras oleadas de inmigrantes extranjeros que se incorporaron a la so-ciedad yucateca asumiendo los roles que la estructura social les permitía, de acuer-do a requerimientos concretos o a resquicios existentes en la misma: fuerza labo-ral barata, servicios especializados, habilidades particulares, etc. De esta manera llegaron: alemanes, chinos y coreanos, libaneses, alemanes y cubanos. Su arribo y adaptación a la vida urbana o regional, en cada circunstancia tuvo sus compleji-dades, sus logros o fracasos, pero sin duda, en mayor o menor medida, dejaron su huella en la cultura regional en diferentes manifestaciones tangibles o intangibles, en la comida, la arquitectura, las asociaciones sociales.

En la historiografía y en las crónicas regionales han quedado registrados algu-nos casos de estas identidades inmigradas que encontraron en Mérida o en otras localidades yucatecas una nueva vida. En el presente trabajo nos centraremos en el caso más reciente de estos episodios de inmigración extranjera a tierras yucatecas.

A partir de mediados del siglo pasado, la función habitacional del Centro His-tórico meridano inicia un proceso de deterioro, como consecuencia de la implan-tación de modelos urbanos sustentados en la especialización espacial de la ciudad, así como de otros factores, como lo es la política de inversión y financiamiento inmobiliario que no contempla la conservación o la reactivación de la función habi-

Los extranjeros habitando

en el centro histórico de

Mérida

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tacional en los barrios históricos, produciéndose un proceso de construcción masiva de nuevos asentamientos de vivienda en serie en la periferia urbana, y en la terciarización de los usos del suelo en dicho ámbito patrimonial.

Dicho proceso, aunado al envejecimiento progresivo de los habitantes del Centro Histórico, determinó el abandono de un considerable número de viviendas, el deterioro del es-tado de conservación de las mismas y del espacio en que se encuentran.

Según se señala en el Programa de Desarrollo Urbano 2003 del municipio de Mérida, de 15 627 predios utilizados como viviendas en el centro histórico sólo 5 206 mantienen este uso actualmente, lo que significa una pérdida del 62.05%, es decir, de un total de 10 421 casas.1 De igual modo, el Pro-grama Parcial del Centro Histórico de Mérida indica que la mayoría de los 572 predios que fueron considerados como monumentos históricos en la Declaratoria de Zona de Mo-numentos Históricos de Mérida de 1982,2 presentan diversos grados de deterioro: 51.93 % han sufrido modificaciones de diversa índole; de este porcentaje, el 34.27% presenta daños irreversibles en sus características originales.3

Desde principios del siglo xxi, las viviendas del Centro Histórico, y en particular aquellas ubicadas en sus barrios, se han convertido en el objeto de interés de extranjeros, prove-nientes en su mayoría de Canadá y de los Estados Unidos de Norteamérica.

Con base en lo anterior y a partir de entrevistas con agen-tes inmobiliarios e inmigrantes extranjeros, el objetivo de este trabajo será reseñar los eventos que consideramos, han ocasionado una recuperación parcial del uso habitacional en el Centro Histórico, por parte de nuevos habitantes prove-nientes del extranjero, dando inicio de este modo al debate respecto de las posibles consecuencias que de este fenómeno puedan desprenderse.

EL INTERÉS EXTRANJERO EN EL CENTRO HISTÓRICO MERIDANO. POSIBLES MOTIVACIONESQue un extranjero considere a México como un nuevo espa-cio de vida no es un fenómeno reciente, ni mucho menos no-vedoso. Por muchos años pobladores de más allá de nuestras fronteras han establecido en lugares del Altiplano Central (Cuernavaca, Chapala, San Miguel de Allende) o de las costas del Pacífico mexicano (Ensenada, Puerto Vallarta) sus nuevas residencias, de manera estacional o definitiva.

De acuerdo con la Association of Americans Resident Overseas, México es el país con mayor número de habitantes provenientes de los Estados Unidos de Norteamérica; aquí residen más de un millón de los 6.6 millones de norteame-ricanos que viven fuera de su país, superando de este modo a países como Canadá, Reino Unido, Alemania e Israel.4 La International Living –empresa internacional de bienes raíces dedicada a promover nuevas opciones de residencia a ciuda-

danos extranjeros– estima que para el año 2025 habrán doce millones de extranjeros viviendo en la República Mexicana.5

Entre los destinos mexicanos con mayor demanda ex-tranjera se encuentran el Distrito Federal, Guadalajara, Aji-jic –población del municipio de Chapala, Jalisco, con el 50% de su población de origen extranjero– Puerto Vallarta, San Miguel Allende, Los Cabos, Tijuana, Ensenada, Monterrey, así como diversas localidades de los estados de Quintana Roo y Yucatán.6

La cantidad de extranjeros residiendo actualmente en México, aunado a la diversidad, riqueza ambiental y cultural de los ambientes de nuestro país, y a las diferencias signifi-cativas entre las economía mexicana y la de los países desa-rrollados, ha determinado que el nuestro sea, por segundo año consecutivo, el “mejor sitio para retirarse”, por encima de Ecuador, Panamá, Uruguay o Italia.7

De acuerdo con las agencias de bienes raíces transnacio-nales, las principales razones por las cuales México ha con-servado dicho reconocimiento son: a) una combinación per-fecta entre modos de vida tradicionales y contemporáneos; b) las facilidades otorgadas por las autoridades mexicanas para obtener una visa; c) la cantidad de amenidades y descuentos ofrecidos para los nuevos habitantes, comparables con el pro-grama “Pensionado” desarrollado por el gobierno Paname-ño; d) la posibilidad de acceder a las comodidades de la vida moderna con las que disponen los países desarrollados y, e) la cercanía con los Estados Unidos de Norteamérica. Todo lo anterior con un costo que no pone en riesgo alguno la econo-mía de los pensionados extranjeros, por lo cual pueden finan-ciar en nuestro país modos de vida que, para algunos de ellos, resultarían incosteable en sus países de origen.8

En los estados de Yucatán y de Quintana Roo se encuen-tran los sitios “[...] que despiertan más la demanda entre los estadounidenses que deciden residir en México”, informó Judith Bryan, agregada de prensa de la embajada norteame-ricana en México, aun cuando éstos no superen todavía a las

Gráfica 1. Vivienda en el barrio de Santiago, Mérida. Foto: Roberto Reyes

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poblaciones de norteamericanos en las localidades ya men-cionadas, sobre todo aquellas ubicadas en los estados de Jalis-co, Baja California y Guanajuato.9

Sin embargo entre las ciudades mexicanas consideradas para el retiro, International Living, coloca durante 2008, a la ciudad de Mérida de Yucatán en primer sitio, por delante de Manzanillo, Colima, Xalapa y Veracruz.10

Mérida, “a people city,”11 obtuvo una puntuación de 90, de 100 posibles, en una escala conformada con los siguientes indicadores: a) clima, b) servicios de salud, c) atractivos gene-rales, d) disponibilidad de viviendas, e) costo de las viviendas, f) acceso a aeropuertos, g) actividades culturales, h) otras ac-tividades, i) infraestructura para comunicación y j) costo de vida diaria. A excepción del clima, con 7 puntos, y el costo de vida diaria, con 8, los demás indicadores fueron evaluados con las máximas calificaciones.

Que Mérida sea hoy considerada como una de las mejo-res opciones para la vida de retirados extranjeros, sobre todo de canadienses y de estadounidenses pertenecientes a la ge-neración de los baby boomers,12 no es un hecho casual, sino producto de, cuando menos, dos eventos principales: el in-cremento del número de cruceros turísticos –y por ende del turismo– que arribaron al estado a inicios del presente siglo, y la difusión mundial que ha recibido la ciudad de Mérida en medios masivos de comunicación extranjera, impresos o televisados.

EL AUGE DE LA CAPITAL YUCATECADatos proporcionados por la Administración Portuaria Inte-gral de Progreso, principal puerto de Yucatán, el número de cruceros y transbordadores de pasajeros que arriban al esta-do presenta variaciones significativas, teniendo su punto más alto en el 2008, con 157 cruceros y el más bajo en 2001, con 14.13

Entre el año 2000 y hasta el mes de abril de 2009, el Puerto Progreso ha recibido un total de 833 cruceros y 22 transbor-dadores, los cuales han traído consigo a 1 606 080 pasajeros, en el caso de los cruceros y 11 120 en el de los transbordado-res, la diferencia se debe a que durante este período sólo se recibieron arribos de éstos últimos en 2002 y 2003.14

La importancia que han adquirido los transportes marí-timos es tal que, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Migración –inm– entre 2002 y 2008, el 85.76% de los ex-tranjeros que ingresaron al estado lo hicieron por este medio, utilizando, el 14.24% restante, vías aéreas.15

Bajo ésta circunstancia el Puerto de Progreso, ocupa el sexto lugar en importancia en el país, en lo que se refiere al ingreso de extranjeros por vías marítimas, únicamente supe-rado por los puertos de Cozumel, Cabo San Lucas, Ensenada, Puerto Vallarta y Manzanillo. En contraste el Aeropuerto In-ternacional de la ciudad de Mérida, “Manuel Crescencio Re-jón”, ocupa el lugar número quince.16

No obstante el breve período de permanencia de los turis-tas extranjeros en la ciudad de Mérida,17 la oportunidad de conocer los diversos atractivos con los que ésta cuenta, au-nado con la publicidad que ha recibido en años recientes en diversos medios de difusión extranjeros, nos hacen suponer su importancia en los procesos de ocupación extranjera del Centro Histórico meridano.

Analicemos a continuación dicha publicidad.El 12 de marzo de 2006, se publica en la sección Travels

del New York Times el artículo titulado Next stop. Mérida: Finding a home (Cheerios Included) in México; en él la autora, Kate Murphy, describe el proceso de adaptación a una nueva vida en nuestra ciudad de un número creciente de norteame-ricanos; a partir de entrevistas realizadas a algunos de éstos, Murphy pone especial interés en las siguientes virtudes de la capital yucateca:

1) Las cualidades espaciales, culturales y medio ambien-tales de la ciudad, aunadas a la calidez de su gente; “Mérida, hogar de un número creciente de expatriados, es una ciudad plena de luz, con estrechas aceras, calles de adoquín, edificios coloniales con acabados de arcilla pintados cual huevos de pascua”, la cual “aun contando con cerca de un millón de ha-bitantes, pareciera un pequeño pueblo si eres un expatriado, pues todos se conocen”.18

2) La riqueza y calidad de la arquitectura de su Centro Histórico: “la mayoría de los edificios de su distrito histórico son de principios del siglo xix, tienen techos altos, herrería morisca y coloridos pisos llamados mosaicos”. 19

3) El asequible costo de las viviendas patrimoniales de la ciudad; las casas del Centro Histórico meridano “son una ganga, por 40 000 dólares, se pueden encontrar casas colo-niales con cuatro recámaras y dos baños”, las cuales, aun deterioradas pueden rescatarse si que esto signifique costos excesivos.20

4) La variedad de ámbitos patrimoniales cercanos a la ciu-dad, entre ellos ex haciendas henequeneras, cenotes y playas, y

5) La versatilidad de las actividades culturales que pueden realizarse en el centro histórico, el cual cuenta con: “un buen número de museos, innumerables tiendas de artesanías, y eventos culturales, como conciertos de la Orquesta Sinfónica y bailes tradicionales al aire libre”. A estos se adicionan los programas municipales como “Mérida en Domingo” y “En el corazón de Mérida” –que acontece los sábados por la noche– para los que se cierran las principales arterias del Centro His-tórico donde se ofrecen una gama de espectáculos y servicios de acceso irrestricto.21

Ellen Fields, inmigrada norteamericana, entrevistada por Murphy, remata el artículo externando su preocupación ante la posibilidad de que mucha gente se entere de las virtudes y cualidades de la ciudad, ya que, comenta Fields, “no quisiéra-mos que ésta se saturara”.

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Para mala fortuna de la señora Fields, un buen número de agentes inmobiliarios de la ciudad de Mérida, especializados en el mercado de extranjeros, y de expatriados norteamerica-nos residentes de la ciudad, coinciden en afirmar que el artí-culo de Murphy representó un importante elemento promo-tor de ésta ante jubilados extranjeros en su búsqueda del sitio idóneo para su segunda residencia.

Otro evento que revistió particular importancia, resultó la trasmisión, en la Televisión norteamericana durante 2007, del programa House hunters, de la cadena canadiense House and Garden t.v., cuyo episodio número cinco, de su tercera temporada, titulado Making the move to México, permitió a los televidentes estadounidense y canadiense ser testigos del proceso de mudanza de la californiana Malaya Quinn y su hija Grace, quienes después de vivir trece años en el norte de California, Estados Unidos, deciden emigrar a la capital yucateca, la cual habían conocido previamente a raíz de un viaje de vacaciones. 22

En dicho capítulo televisivo, estadounidenses y canadien-ses fueron testigos de las vicisitudes de esta familia norteame-ricana en su proceso de selección y adaptación de un nuevo lugar de vida, resultando sumamente llamativo la transfor-mación arquitectónica de la vivienda adquirida por Quinn –después de un breve proceso de selección–, la cual, ante la mirada de la audiencia, pasó de ser un edificio abandonado, sin uso alguno en los últimos 60 años y en avanzado estado de deterioro, a una casa colonial digna de ser habitada, todo esto por aproximadamente 110 000 dólares –60 000 para la compra del inmueble y 50 000 por su rehabilitación–.

Quinn afirma categóricamente, al finalizar el programa, acerca de su decisión de vivir en Mérida, que “no puedes evi-tar resultar influido por vivir en Yucatán”.23

Gráfica 2. Vivienda en el barrio de Santiago, Mérida. Foto: Roberto Reyes Gráfica 3. Barrio de La Ermita de Santa Isabel, Mérida. Foto: Roberto Reyes.

LOS NUEVOS HABITANTES DE LOS BARRIOS MERIDANOSDe acuerdo con el Consejo Estatal de Población (coespo) en Mérida viven 2 559 extranjeros, 1 456 de ellos son ciudadanos estadounidenses.24 El Patronato del Centro Histórico de Mé-rida, calcula que actualmente viven en él aproximadamente 400 extranjeros, en su mayoría estadounidenses y canadien-ses.25

Por su parte, la cifra de no inmigrantes que solicitaron cambiar su calidad migratoria a la de inmigrantes en Yucatán se duplicó, al pasar de 47 y 46 solicitudes durante 2002 y 2003, respectivamente, a 93 y 95, en 2004 y 2005; sin embargo y pese al retroceso acontecido durante 2006, año en que únicamente se registraron 50 de estas solicitudes, es en 2007 cuando este fenómeno presenta un salto exponencial, al registrarse, du-rante 2008, 614 solicitudes de este tipo.26

Si bien el incremento de visitantes extranjeros que ingre-saron al estado por mar, y la difusión en los medios masivos de comunicación de las virtudes y cualidades de la ciudad de Mérida, contribuyeron en un primer momento con la llegada de nuevos pobladores del centro y los barrios históricos meri-danos, el impulso que este fenómeno ha recibido por parte de las diversas agencias inmobiliarias, locales y extranjeras, ha contribuido en igual medida.

Así, por ejemplo, del 6 al 8 de noviembre de 2008, se lle-vó a cabo en la ciudad de Mérida el evento denominado Live & Invest in Mexico Seminar, organizado por la International Living, con el objeto de presentar a clientes potenciales las di-versas ventajas de vivir aquí, desde las vinculadas con las cua-lidades ambientales, culturales y sociales de ésta ciudad, hasta las económicas, ya que en ésta “se puede vivir la vida de tus sueños, más lujosa, y por menos de la mitad de lo que costaría en los Estados Unidos.”27

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De igual modo, las dinámicas sociales suscitadas entre la nueva comunidad de inmigrados extranjeros avecindados en Mérida y la utilización de las nuevas tecnologías para difun-dir el proceso de su adaptación a nuevas condiciones de vida, han aportado su granito de arena a la consolidación de este fenómeno.

Hoy en día, se pueden encontrar páginas de Internet crea-das y administradas por inmigrados extranjeros radicados en la ciudad, dedicadas enteramente a exponer y comentar los eventos que acontecen durante su vida diaria, desde el descu-brimiento de los ambientes patrimoniales con los que cuen-ta el estado, hasta los trámites que deben llevar a cabo para poder rehabilitar una vivienda ubicada dentro de la Zona de monumentos bajo custodio del Instituto Nacional de Antro-pología e Historia.

Así, páginas como Yucatan Living o Merida Insider,28 o en libros editados por ellos y para ellos –como el titulado Yuca-tán living– notifican a expatriados radicados en la ciudad, o a quienes consideran la posibilidad de inmigrar, los principales acontecimientos en la misma: eventos culturales, sitios para comer, para adquirir productos de consumo, recomiendan a los arquitectos que consideran como la mejor opción para hacerse cargo de la recuperación de sus nuevas viviendas, y organizan, incluso, visitas guiadas a casas29 ya recuperadas en los principales barrios de la ciudad.

CONCLUSIÓNDía a día nuevas casas del centro meridano recuperan su fun-ción habitacional: “Primero fue en los límites de Santa Ana y Santiago. Luego en La Ermita y Mejorada. Cada vez se distin-guen más fachadas limpias y remozadas.”30

Por las calles, en parques y plazas meridanas es frecuente encontrase con inmigrados extranjeros caminando con las compras en las manos, leyendo un periódico, tomando un café en alguna cafetería o simplemente contemplando algu-nos de los espectáculos presentados por las autoridades mu-nicipales. A diferencia de los meridanos de origen, los expa-triados parecen no requerir en todo momento del automóvil para moverse por su entorno, de hecho exaltan las bondades de contar con el equipamiento necesario a una cuantas cua-dras de sus casas, a diferencia de sus ciudades de origen, don-de duermen en suburbios pero “viven” en ciudades.

Los nuevos habitantes del Centro Histórico han confor-mado una comunidad de expatriados, compacta y en aparien-cia unida, conviven constantemente pero mantienen su dis-tancia en igual medida; Mérida, finalmente, cuenta para este fin con grandes ventajas sobre las ciudades tradicionalmente vinculadas con colonias de jubilados; como indica, Suzan Haskins, “[...] por más que adoremos San Miguel de Allende o el Lago de Chapala, nuestras primeras ciudades adaptivas, en estos sitios es imposible caminar media cuadra sin encon-trarte con algún viejo conocido ‘gringo”.31

Sin embargo no todos los comentarios de la ciudad son po-sitivos, muchos residentes extranjeros se quejan de las condi-ciones climáticas imperantes en la ciudad, de la temperatura en verano, de la humedad, de la cantidad de vendedores am-bulantes y mendigos en las calles, de los olores que se despren-den de la basura en contenedores públicos, de las aceras tan estrechas y en mal estado a la vera de calles altamente transi-tadas, de los mosquitos que abundan en época de lluvias, del pésimo servicio de transporte público, etcétera. 32

No obstante, la mayoría de los expatriados ve en Mérida una oportunidad de “vivir como la realeza tan sólo por 2 135 dólares al mes”.33

Finalmente, el habitar extranjero del Centro Histórico, ocupando espacios que son considerados como patrimonio de los meridanos, ha provocado reacciones encontradas, desde aquellas que, en su defensa, proclaman a los yucatecos como sus habitantes por derecho, satanizando a las nuevas comu-nidades de expatriados, hasta la de quienes consideran este fenómeno como una alternativa viable para rescatar el Cen-tro Histórico del estado de deterioro predominante en que se encuentra,34 colocando la recuperación del uso habitacional como punta de lanza de dicha recuperación.

Sin embargo, consideramos que faltan elementos de aná-lisis para poder pronosticar el significado y las consecuencias de este nuevo repoblamiento, aun cuando parece claro que las posibilidades de habitar de nuevo nuestros espacios de identi-dad debe ser ante todo equitativa, evitando en todo momento procesos de gentrificación y es que, a fin de cuentas, el Centro Histórico de la ciudad de Mérida tiene espacio para todos.

Entre los aspectos que deben ser tomados en cuenta para evaluar con rigor este nuevo fenómeno de la inmigración extranjera en las ciudades mexicanas, se encuentran: a) la estructura familiar de los inmigrados, considerando si son individuos solos, parejas o familias completas; b) la tempora-lidad de la residencia, evaluando las consecuencias de los mi-grantes estacionales o de los inmigrados permanentes o con carácter de residencia principal; c) los objetivos de integración comunitaria, por ejemplo, diferenciando a aquellos que bus-can desarrollar una actividad económica, de aquellos que son principalmente agentes de consumo; d) la vinculación de los inmigrantes extranjeros con los diferentes niveles de servicios y equipamiento colectivo; por último, pero quizá entre los ele-mentos más significativos, se encuentra, e) el conocimiento de las formas de integración y relación vecinal, de adaptación y de enriquecimiento cultural que trae aparejada la incorpora-ción de inmigrados extranjeros en los ámbitos del patrimonio cultural urbano o regional.

Pero sobre todo, señalamos como resultado de los datos aquí expuestos, una observación fundamental para incorpo-rar de manera urgente en los procesos de planeación del de-sarrollo urbano y de conservación del Centro y de los barrios históricos; esta consiste en que las estrategias, proyectos y ac-ciones de preservación o de renovación de la función habita-

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cional en éstas áreas, no pueden descansar sólo en lo aleatorio de las campañas publicitarias y en los medios que despliegan de los agentes inmobiliarios para traer nuevos habitantes ex-tranjeros al Centro Histórico; tienen que ponerse en marcha también programas de inversión y de financiamiento de vi-vienda en el Centro Histórico para diferentes estratos de la sociedad local. Debe procurarse ante todo una búsqueda de equilibrio y diversidad en la participación de actores sociales y de habitantes del Centro Histórico, como garantía de una recuperación del patrimonio cultural con equidad, autentici-dad y sustentabilidad.

NOTAS Y REFERENCIAS 1 Programa de Desarrollo Urbano del municipio de Mérida, Nivel Antecedentes, Mérida, H. Ayuntamiento de Mérida-Dirección de Desarrollo Urbano, 2003, p. 143.2 No se consideraron en este estudio el complemento de los 3 906 edificios protegidos por el inah y el inba.3 Programa parcial del centro histórico, Nivel diagnóstico, Mé-rida, H. Ayuntamiento de Mérida, Dirección de Desarrollo Urbano, 2004, p. 62.4 The Association of Americans Resident Overseas, en www.aaro.org.5 <<www.internationallivng.com>>, mayo 2009.6 Instituto Nacional de Migración.7 <<www.internationalliving.com>>, agosto 2009.8 Idem.9 Adriana Díaz Torres, “Yucatán: la industria textil deja de ser motor de empleos”, Economía hoy, num. 83, mayo-junio 2008, Mérida, uady, p. 8.10 Fuente: <<www.internationalliving.com>>, junio 201011 A people city, puede traducirse como “ciudad para la gente”.12 El término baby boomer se usa coloquialmente para desig-nar a los nacidos durante la explosión demográfica registrada al fin de la segunda guerra mundial, entre 1946 y principios de 1960.13 Administración Portuaria Integral de Progreso, Balance General 2009.14 Idem.15 De acuerdo con el inm ingresaron durante ese período in-gresaron al estado –sin considerar transporte terrestre– 2 642 174 extranjeros, de los cuales 2 266157 lo hicieron por vía marítima y 376 017 por la aérea. Fuente: Instituto Nacio-nal de Migración, Registro Estadístico y Control Migratorio, 2002/2008.16 Idem.17 De acuerdo con el Lic. Miguel Torruco, Presidente de la Confederación Nacional Turística, el promedio estimado de estadía de turistas en Mérida durante este año será de 1.65 días. Miguel Torruco, participación en el Foro “De la crisis al crecimiento: acciones y propuestas del sector privado”, 23 de enero de 2009.18 Kate Murphy, “Mérida: Finding a home (Cheerios Included)

in México”, New York Times, sección Travels, 12 de marzo de 2006.19 Idem.20 Idem.21 Idem.22 House and garden tv, Canadá, en << http://www.hgtv.ca/ontv/titledetails.aspx?titleid=110285>>, mayo 2010.23 Idem.24 Diario de Yucatán, edición del 12 de septiembre de 2008.25 Zacil Canto Ureña, entrevista en Diario de Yucatán, sección local, Mérida, 19 de junio de 2009, p. 18,26 Instituto Nacional de Migración, Trámites migratorios por delegación regional, Trámite para cambiar la calidad migra-toria de no inmigrante a inmigrante.27 Suzan Haskins, “Why Mérida, Mexico has emerged as the world s hottest retirement haven” en International Living.28 Para mayor información consulte: <<www.yucatanliving.com y www.meridainsider.com>>, mayo 201029 La Merida English Library, en la calle 53 entre 66 y 68 del barrio de Santiago, uno de los puntos de reunión de esta nue-va comunidad, organiza un Tour por casas y barrios del cen-tro histórico una vez por semana, por el cual cobran aproxi-madamente 20 dólares.30 Diario de Yucatán, op. cit.31 Suzan Haskins, op. cit.32 “Living in Mérida, the dark side”, en <<www.meridainsider.com>>, junio 2009.33 Suzan Haskins, op. cit.34 Cifras proporcionadas por el Patronato del Centro Históri-co de Mérida señalan que de los 3 000 predios que existen en dicho lugar, el 80% se encuentra en “terribles condiciones”. Zacil Canto Ureña, op. cit.

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La vivienda del siglo xx representa un valor histórico determinante en la configu-ración espacial de los centros urbanos de las ciudades latinoamericanas. Desde sus orígenes, este género constituyó la célula básica del tejido arquitectónico que deli-neó el espacio conformado a través de manzanas, ordenadas a través del modelo de damero, que caracterizó casi invariablemente el origen de la ciudad colonial en América. Fue, asimismo, el espacio privado por excelencia que contrastó y convivió con el espacio público manifiesto en calles, plazas y plazuelas que sirvió para ubicar el equipamiento más importante de cada período histórico de las urbes.1

Durante varios siglos, la vivienda fue el uso de suelo hegemónico de los centros de las ciudades y las otras funciones urbanas convivieron e insertaron su arquitec-tura estableciendo equilibrios diversos, dinámicos y complementarios que respon-dieron a la satisfacción de las necesidades habitacionales. El siglo xx, sin embargo, trajo consigo el crecimiento inusitado de las ciudades y el desarrollo industrial y comercial, y aparición nuevas funciones urbanas diversas apoyadas en el uso del transporte mecanizado (público y privado), que acortó distancias e hizo factible la segregación del espacio urbano en zonas especializadas: industrial, servicios públi-cos, comercial y habitacional.

En este contexto, desde principios de ese siglo, se modifican las ciudades lati-noamericanas paulatinamente por: el asentamiento de las fábricas e industrias que irán tras grandes y económicos terrenos periféricos, y de las clases acomodadas hacia el idílico sueño de la ciudad-jardín, a la vez que llegaron a los centros histó-ricos usos y funciones asociados a la actividad comercial y de servicios principal-mente, que aprovecharon el carácter céntrico y la infraestructura abandonada por sus antiguos pobladores. Está dinámica fue tan marcada e intensa en las ciudades mexicanas particularmente que afectó a sectores medios y bajos al ser expulsados también, vía mercado del suelo de las zonas próximas del centro urbano al irse con-centrando y especializando los usos terciarios del suelo en dichas zonas.2

La aportación patrimonial de la vivienda del siglo xx se mantiene no sólo a tra-vés de la presencia de amplios sectores de población de nivel medio y popular que habitan y enriquecen los barrios tradicionales aledaños a las zonas más céntricas con sus costumbres, tradiciones y actividades, sino también a través de arquitectu-

La aportación patrimonial

de la vivienda del siglo xx

en los centros históricos de

YucatánMARCO TULIO PERAZA GUZMÁN

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ra habitacional que permanece y es reutilizada con diferentes usos y funciones. Hoy día, este patrimonio es percibido otra vez como medio para recuperar el esplendor de los centros históricos latinoamericanos, toda vez que las funciones co-merciales se descentralizan a las plazas periféricas y el tu-rismo y la recreación se convierten en uno de los principales motores económicos de la globalización en estos sitios, junto con la llegada de nuevos residentes de mayor nivel adquisiti-vo y de origen foráneo que mediante la restauración de este patrimonio están alentando un nuevo segmento de inversión y mercado inmobiliario.3 En Yucatán este proceso está en marcha y se convierte, poco a poco, en uno de los principales pivotes de su desarrollo.

ANTECEDENTES DE LA DINÁMICA HABITACIONAL Herencia de un patrón urbano colonial, los barrios históri-cos aledaños a los núcleos urbanos, presentan permanencias de un modelo concéntrico de desarrollo espacial de las ciu-dades que se generalizó tanto como su traza ortogonal. En una sociedad que privilegió la optimización de los recursos en medio de tantas carencias, como las que vivieron los pri-meros pobladores de las nuevas urbes colonizadas, el mode-lo centralizado de desarrollo garantizó los servicios básicos aglutinando el equipamiento básico y definió el principio de centralidad espacial de sus asentamientos que prevalecerá en adelante. Este principio de jerarquía espacial concordó con el de jerarquía social mediante el asentamiento de sus pobla-dores conforme a la cuantía de recursos e hidalguía y mayor cercanía al núcleo principal.4

La primera centralidad en el espacio urbano va a estar determinada no sólo por la concentración del equipamiento público, sino también por la de los habitantes de mayor poder económico y rango socio-racial. De ahí la mayor densidad de edificios de cal y canto en los núcleos y su contraste con los de la periferia en las diferentes épocas del virreinato. Conforme crecieron las ciudades coloniales, el principio concéntrico de desarrollo garantizó la segregación socio-racial y la ciudad dual que contrastó desde sus orígenes el centro y la periferia. Mismas que en una primera etapa alojaron respectivamente a los blancos en los cuarteles centrales y a los mestizos e indíge-nas en los barrios colindantes durante los siglos xvi y xvii en Mérida. En esa estructura, la vivienda fue reflejo del estatus ciudadano, con mayor consolidación tecnológica y carácter estético según las influencias europeas conforme su cercanía al núcleo central, y su fisonomía vernácula y rural en la peri-feria barrial (Gráfica 1).

El proceso de crecimiento y consolidación pétrea fue pau-latino y lento durante el xviii, pero la bonanza henequenera lo impulsó a fines del siglo xix. El plano de Salazar Ilarregui de 1864 muestra que los cuarteles centrales ya están prácti-camente constituidos en su mayoría de esta manera,5 no así sus barrios que tendrán que esperar las primeras décadas del

siglo xx. La mayor área de densificación constructiva corres-ponde en este plano al área colindante con la Plaza de Armas y el Mercado, los núcleos de los barrios, así como las calles que las atraviesan en dirección norte-sur y este-oeste y aque-llas que constituían caminos hacia las poblaciones portua-rias o del interior del Estado, como Campeche, Izamal, Sisal o Progreso. De la arquitectura habitacional colonial quedan contados ejemplos no transformados, se caracteriza por una crujía o dos pegadas al paramento de la calle, patios centrales o posteriores y crujías hacia el fondo a uno o de los dos lados del predio. Su fisonomía es austera y sobria.6

Gráfica 1. Plano de la ciudad de Mérida 1864-65 Ing. José Salazar Ilarregui.

Gráfica 2. Arquitectura de las tres primeras décadas del siglo xx en el centro histórico de Mérida. Fuente: Proyecto Arquitectura y Urbanismo.

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De la primera y segunda década del siglo xx proviene la ma-yoría de las edificaciones de mayor esplendor arquitectónico de corte neoclasicista y ecléctico que tiene Mérida en su Cen-tro Histórico y que caracterizan su identidad señorial. Mu-chas son edificaciones del período colonial reconstruidas que se adaptaron de las que sobrevivieron. Poseen más crujías que aquellas, introducen vestíbulos en el área central y añaden pórticos y escaleras de acceso en los paseos, siendo los patios centrales por lo regular circundados por terrazas; muchas de las casonas son de dos plantas. Los hoteles y comercios de 3 y 4 pisos son característicos de la zona del mercado en el Paseo de las Bonitas y representan el auge comercial de fines del xix y principios del xx. Las más grandes del Paseo Montejo se construyen en este período. En términos porcentuales el 22 % de esta arquitectura todavía está presente hasta nuestros días.7

El mercado del suelo urbano fue expandiendo la zona ha-bitada por sectores altos y medios a los centros de los barrios aledaños expulsando a sucesivas periferias a las clases de me-nores recursos, pero trayendo también equipamiento educa-tivo, recreativo y de salud prioritariamente. El patrón concén-trico de desarrollo todavía prevalecerá aunque las primeras colonias edificadas en la nueva periferia al norte y oriente de Mérida, durante los primeros años del xx, preludiarán los cambios del patrón colonial de desarrollo urbano. Con ellos nació la noción de sectores exclusivamente habitacionales y dio inicio a la gestación de una nueva forma de estratificación urbana ya no concéntrica, sino zonificada que marca la pauta, desde entonces en el desarrollo urbano (Gráfica 2).

LA VIVIENDA DE LA MODERNIZACIÓN POSREVOLUCIONARIALas nuevos conceptos de la cultura urbana europea fomen-tados por las nuevas tendencias urbanísticas de fines del si-glo xix e inicios del xx que postularon la ciudad jardín y los grandes paseos arbolados fueron, sin duda, la principal mo-tivación para el desalojo de la habitación de los sectores más consolidados de los centros urbanos. La migración de la elite social conllevó inversión en infraestructura para atravesar los antiguos barrios y conectar los nuevos territorios constitui-dos como zonas de vivienda exclusivamente, a diferencia de la pluralidad acumulada de los usos del suelo de los centros históricos, cuya infraestructura será aprovechada por secto-res medios para establecerse, vía mercado inmobiliario, en los vacíos dejados por los sectores acomodados mediante la subdivisión de los grandes lotes habitacionales desaprovecha-dos.8

El período de la modernización posrevolucionaria abarcó desde la segunda hasta la cuarta década del siglo xx y pro-movió los principales cambios de la dinámica habitacional en Mérida bajo sus postulados. La creación de colonias para la inmigración rural, la permisividad gubernamental en el sur de la ciudad y los nuevos proyectos viales de sucesivos go-

biernos socialistas fomentaron circuitos de avenidas que co-nectaron periféricamente al oriente, norte y poniente y serán pensados para la vivienda media orientada a obreros y em-pleados del sector gubernamental para aprovechar la inver-sión privada en la infraestructura de los fraccionamientos de elite asentados desde el Porfiriato en esas zonas. Este proceso, sin embargo, terminó beneficiando a las nuevas clases en as-censo, dada la alta plusvalía que generó el suelo y los escasos medios de financiación popular.9

Es en este período, el centro histórico de Mérida va a tener su mayor auge constructivo de arquitectura en los barrios. Los sectores medios fueron los principales beneficiados de los nuevos equilibrios urbanos al establecerse preferente-mente en el centro urbano, poniente y oriente de la ciudad, al margen de la consolidación del asentamiento de los sectores marginados en el sur de la ciudad y los más acomodados ha-cia el norte. Durante este período se verán arquitecturas de cal y canto en diversos estilos predominantemente asociados al Art Déco residencial en colonias del norte o popular en el centro, en sus vertientes internacional o nacionalista median-te el regionalismo neocolonial o neomaya. Todo ello en un contexto de polarización social y manejo ideológico de las formas arquitectónicas para asociarlas a las ideas revolucio-narias o bien internacionales en boga.

En la vivienda del período se manifestó el desarrollo tec-nológico al mezclarse las nuevas tecnologías con las antiguas a partir del uso del acero y el concreto armado predominan-temente en los techados, así como la generalización de la aplicación del cemento en pisos y mosaicos. No obstante, su introducción al comienzo, se realizó bajo los mismos méto-dos constructivos tradicionales cambiando sólo el material, lo que dio soluciones mixtas. En lo funcional, aparecerá en este nivel social el vestíbulo en la primera crujía aparejada a la calle, y en las avenidas el pórtico antecediéndola, aunque pequeños, y una incipiente especialización de los espacios de la vivienda al añadir áreas para cada función de la casa. Se añadió una segunda planta en algunos casos y desapareció el patio central para resolver su crecimiento progresivo en lar-gos pasillos de vestibulación.10

La consolidación de la vivienda en los barrios del Centro Histórico fue posible gracias a la generación de equipamiento de los gobiernos revolucionarios a través de: mercados, cines, escuelas, parques, etc. que completaron el que prevalecía del Porfiriato y permitieron una oferta de servicios que atrajo a la población de clase media, cuyos recursos determinaron la subdivisión de los predios en:

lotes pequeños, medianeros y alargados de estrechas dimensiones al frente de la calle pero extendiéndose generosamente hacia el interior de las manzanas […] La ubicación de esta arquitectura se encuentra claramente definida a partir de su uso original; hacia la periferia de los cuarteles centrales y extendiéndose hacia los barrios perimetrales […]11

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En términos porcentuales ésta representa el 34% de la actual arquitectura del conjunto del Centro Histórico en la actuali-dad12 (Gráfica 3).

La estructura policéntrica de la ciudad estuvo sustentada en los núcleos de barrio que dieron servicios a las nuevas co-lonias asentadas en sus márgenes. Esto determinó en gran medida que las mismas (después de una primera etapa de ser diseñadas con el modelo de los barrios antiguos, incluyendo su equipamiento básico, como puede constatarse con el Re-parto Dolores Patrón, la Colonia Carranza o la Yucatán), em-pezaran a fomentarse sin el mismo confiando los servicios a los que poseía centro urbano incluyendo sus barrios. Modelo que acabó centralizando el desarrollo urbano en una segunda etapa del siglo xx que puede ubicarse a partir de la década de los cincuentas, dando inicio al período propiamente funcio-nalista en Yucatán.13

Gráfica 3. Arquitectura de las décadas treinta a cincuenta en el centro histórico de Mérida. Fuente: Proyecto Arquitectura y Urbanismo…

IMPACTO DE LA MODERNIZACIÓN FUNCIONALISTAEl denominado Movimiento Moderno representó los valo-res de la consolidación urbana de la ciudad industrial a nivel mundial. Sus preceptos fueron sustentados y difundidos a partir de los pioneros de esta tendencia que aunque fueron de origen europeo, a partir de la posguerra y el posicionamiento de los Estados Unidos como paradigma del desarrollo, en-contraron en su área de influencia la mayor difusión de sus principios. México pasó a mediados del siglo xx de ser un país predominantemente agrario a urbano, modernizando su sistema de gobierno a través de una nueva generación ci-vil de gobernantes que sustituyeron a los generales, a la vez que impulsaron un modelo de desarrollo introvertido pero sustentado en sus vínculos con Norteamérica en un período que fue conocido como “El Milagro Mexicano” por sus logros económicos y sociales.14

El modelo urbano de dicho proceso fue la ciudad de Méxi-co que vio sustituir gran parte de su arquitectura histórica desde entonces por edificaciones funcionalistas y raciona-listas tenidas como paradigmas de la naciente modernidad mexicana. Proceso que fue seguido en las principales capita-les del país. A nivel urbano, la característica principal fue el crecimiento acelerado de las ciudades sobre sus zonas ejidales y la consolidación del modelo zonificador que fomentó la se-gregación de las actividades urbanas y de los sectores socia-les conforme a los usos del suelo y nivel económico bajo un

Gráfica 4. Arquitectura con uso comercial en el centro histórico de Mérida. Fuente: Proyecto Arquitectura y Urbanismo…

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nuevo esquema descentrado y disperso en su localización y homogenizador de zonas y funciones. 15

En ciudades como Mérida, el proceso fue lento y contra-dictorio. En relación a las funciones industriales y de servicios de gran escala como los de salud, su ubicación fue estratégica ya sea por conveniencia ambiental o de inversión preexistente en el surponiente y poniente respectivamente. Sin embargo, en materia de vivienda en una primera etapa los esfuerzos gubernamentales se orientaron a mezclar la ubicación de los sectores sociales y evitar el endurecimiento y homogeni-zación del desarrollo urbano, que llevó a colonias del noro-riente, como la Alemán y la México, a ofertarse en sus inicios para obreros y sectores populares y que acabaron siendo para burócratas y para estratos acomodados respectivamente. El mercado del suelo acabó imponiendo sus reglas y la plusvalía del suelo definió la ubicación del nivel de la vivienda, conso-lidando el sur urbano para los sectores marginados, el norte para los sectores acaudalados, y el oriente, el poniente y los barrios históricos para sectores intermedios en una gama de similares niveles de ingreso dentro de estos últimos.16

El comercio y los servicios públicos acabaron concentrán-dose en el núcleo urbano atraídos por la creciente demanda de consumidores y usuarios residentes de una nueva periferia sin equipamiento y satisfactores que vio crecer sin tregua co-lonias y fraccionamientos sobre suelos ejidales, sin normativi-dad que les hiciera dar servicios públicos a sus moradores. La orientación del capital inmobiliario a la compra de terrenos a precios ínfimos, construcción de vivienda en serie e inver-sión en infraestructura sin equipamiento básico, derivaron en un modelo urbano centralizado que acabó terciarizando y especializando comercialmente al núcleo central de la ciu-dad, sustituyendo la habitacional preexistente, vía mercado y especulación inmobiliaria,17 causando una gran afectación de la tipología característica de la vivienda en dicho sector (Gráfica 4).

En los planes de desarrollo urbano de la década de los se-tenta en Mérida, se menciona explícitamente la vocación co-mercial y de servicios a fomentarse en el centro urbano, sin ninguna consideración para la vivienda y los atributos patri-moniales de la zona.

Las tres décadas que identifican este período fueron de mayor depredación de sus inmuebles históricos. La arquitec-tura habitacional de otros períodos fue alterada, sustituida o deformada espacial, funcional y formalmente para ser utili-zada por giros comerciales. Sólo en los barrios históricos se edificaron viviendas funcionalistas para sustituir las de las épocas precedentes para actualizar el estilo de vida y ahorrar en costos de mantenimiento al adecuarse al mercado de ma-teriales y mano de obra prevalecientes. Del total de arquitec-tura de la zona se calcula que un 31% sufrió transformaciones modernizadoras de corte funcionalista. Esto es prácticamen-te un tercio del total en la zona18 (Gráfica 5).

LA REGENERACIÓN DE LA VIVIENDA POSMODERNAA partir de los ochenta, con la conurbación acelerada de las grandes ciudades y la consolidación de nuevos núcleos de desarrollo y redes viales en las principales ciudades del país, inició en México un cambio de paradigmas en los patrones urbanos auspiciado por la influencia globalizadora:19 impul-sada por la apertura de mercados y el impacto mediático de la cultura y economía europea, que a partir de su unificación y desarrollo acelerado vino a contrapesar la influencia del mo-delo norteamericano.

México vuelve a abrirse a las experiencias del viejo conti-nente y aún del oriente lejano. Influenciando sus hábitos de vida y consumo con nuevas experiencias.El modelo europeo con una creciente influencia económica y cultural en América Latina a través de España, ha coincidi-do en una gran variedad de aspectos con los problemas del desarrollo de sus ciudades. El mayor énfasis ecológico y am-biental de sus iniciativas, la compartida preocupación por el patrimonio histórico y cultural, la más amplia tolerancia a las diferencias culturales y etnológicas y su similar interés por de-sarrollar las tecnologías renovables, han sido factores de coin-cidencia y colaboración en la planeación del desarrollo.urbano respectivo. Las iniciativas coincidentes sobre Planea-ción Estratégica y Desarrollo Sustentable en Barcelona, Espa-ña y Curitiba, Brasil, han constituido un modelo de desarrollo

Gráfica 5. Arquitectura de las décadas cincuenta a setenta en el centro histórico de Mérida. Fuente: Proyecto Arquitectura y Urbanismo...

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Gráfica 6. Arquitectura con uso habitacional en el centro histórico de Mérida. Fuente: Proyecto Arquitectura y Urbanismo...

que tiende a generalizar sus experiencias en el contexto conti-nental y México en particular.

La planeación urbana sustentable en este contexto ha ad-quirido mayor peso en el desarrollo de las ciudades y aunque sus efectos sean aún relativos. La nueva dinámica cultural y la apertura económica han propiciado otros factores que han replanteado el modelo urbano de las ciudades por la influen-cia globalizadora. La creación de nuevos núcleos comerciales derivados del crecimiento urbano en la periferia y la consoli-dación de nuevas redes y sistemas viales de comunicación de zonas distantes han modificado el patrón de funcionamien-to de ciudades como Mérida, que ha visto trastocar poco a poco el modelo urbano centralizado del período anterior por la paulatina consolidación de una nueva estructura urbana descentrada donde la pérdida del papel gravitador del Centro Histórico, respecto del conjunto de la ciudad, ha ido siendo compensada por la constitución en la nueva periferia de nue-vos núcleos privados de consumo, servicios y recreamiento conocidos como Plazas Comerciales y por la dispersión del equipamiento público fomentado por el Estado20 (Gráfica 6).

Sus funciones han consolidado las nuevas áreas habitacio-nales periféricas del norte urbano al dotar de equipamiento a zonas que se gestaron sin el mismo y dependían del centro de la ciudad, con la consecuencia de menor presión del alto nivel de consumo a esta céntrica zona por sectores sociales

de intermedio y alto poder adquisitivo. Respecto al sur de la ciudad, por el contrario, el Centro Histórico se ha consolida-do como su principal área de consumo y de servicios de toda índole, pues en este rumbo urbano vive la mayor cantidad de población de Mérida, pero ha carecido de plazas comerciales o mercados hasta el día de hoy, dependiendo casi exclusiva-mente de los de la zona central y del mercado principal, alre-dedor de la cual se instalan toda clase de giros de consumo popular.

A pesar de todo, la paulatina pérdida del papel hegemóni-co del Centro Histórico como proveedor del consumo integral de la ciudad, sobre todo del área donde habitan los sectores sociales mejor retribuidos, ha traído consecuencias benéficas para su sector habitacional que presenta signos de recupera-ción después de varias décadas de progresivo abandono de-bido a la migración constante de sus habitantes a la moderna periferia. Deja atrás un fenómeno propiciado por las nuevas generaciones que fueron perdiendo el arraigo tradicional a estos ámbitos centrales mantenido por sus progenitores y que optaron por consolidar en la periferia sus hogares en lugares y viviendas de nueva factura, más económicas, mejor finan-ciadas y ofertadas por la industria de la construcción.21

Así, aún cuando no existe en el estado oferta de vivien-da nueva en los centros históricos o créditos para construir dentro de su perímetro, o incluso para rehabilitar las caso-nas antiguas, hoy día la reconversión del abandono está dada principalmente por el fenómeno de la progresiva gentrifica-ción22 del Centro Histórico que se ha fomentado a raíz del crecimiento del mercado de jubilados llegados de Estados Unidos y Canadá al caribe mexicano, con el fin de establecer una segunda residencia veraniega o invernal o bien radicar definitivamente en estos destinos. Pero también motivado por la migración interna de sectores de población de altos in-gresos, capitalinos u originarios de otras grandes ciudades, que dejan sus lugares de origen para radicar en ciudades más pequeñas y seguras como Mérida, recientemente nominada bajo indicadores de la ocde como la ciudad media más segu-ra del país.

La existencia y cercanía de servicios diversos de orden comercial, administrativo, recreativo, turístico y las buenas condiciones de infraestructura y equipamiento preexistentes en el centro se asocian a formas de vida tradicionales y cos-tumbristas de los pobladores de los barrios históricos para fomentar una imagen de urbe moderna y a la vez coloquial, lúdica y tranquila que atrae a extranjeros o migrantes del país con dinero para adquirir casas o edificios sin necesidad de créditos. Proceso que ha incentivado a un sector de inversio-nistas yucatecos a adquirir viviendas, rehabilitarlas y ofer-tarlas para no desaprovechar este nuevo mercado del suelo en esos lugares.23 Lo cual ha revitalizado habitar el centro, paulatina, con carácter colonizador, y por tanto no adquiere aún un carácter masivo o corporativo con empresas inmobi-liarias, si tiende a formalizarse cada vez más a través de em-

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Gráfica 7. Arquitectura de las décadas ochenta en adelante en el centro histórico de Mérida. Fuente: Proyecto Arquitectura y Urbanismo de la Modernización...

Gráfica 8. Arquitectura del siglo xx en el centro histórico de Mérida.Fuente: Proyecto Arquitectura y Urbanismo de la Modernización…

presas extranjeras que ofertan el mercado inmobiliario local a nivel mundial.

Aparejado a lo anterior se ha incentivado la diversificación de la industria turística local fomentado la reutilización de las casonas como hoteles, restaurants, bares, casas de hospedaje, de artesanías, centros culturales, boutiques y hostales de pe-queña escala pero con todas las comodidades que pugnan por reposicionar a Mérida como atractivo para el turismo cultural principalmente europeo. Para ello se lucha por crear una ima-gen urbana del Centro Histórico como marca internacional y patrimonio de la humanidad basada en su potencial arqui-tectónico y ambiental. Dentro de esta propuesta se encuentra un área histórica con cerca de 18 280 predios inscritos en un sector central de más de 8.9 km2 con gran densidad de monu-mentos y en otro tanto de área equivalente en los barrios que la circundan. De los mismos aproximadamente 10 777 son viviendas24 (Gráfica 7).

Los inmuebles con fisonomía del período posmoderno o intervenida de los ochentas en adelante, representa un 13% del total de la arquitectura del Centro Histórico y con fisono-mía variada que, sin embargo busca integrarse mucho más a su contexto que su predecesora como resultado de una nor-

matividad más estricta y de una mayor cultura ciudadana y profesional de revaloración y restauración modernizadora que prevalece principalmente al norte de la zona patrimo-nial.25 Es notorio el rescate de arquitectura habitacional en los barrios de Santiago, Santa Ana y Mejorada, zona de mayor jerarquía edificatoria y que colindan con los ejes y núcleos más turísticos de la ciudad (Gráfica 8).

EL FUTURO DE LA VIVIENDA PATRIMONIALLa cultura urbana posmoderna de fines del siglo xx y prin-cipios del xxi ha replanteado las bases de la modernización temprana sustentada en el paradigma del Progreso como re-sultado del desarrollo económico y tecnológico sin freno. La conciencia creciente de los costos ambientales y culturales y de la desigualdad en los ritmos del desarrollo, ha condiciona-do el avance modernizador a la sustentabilidad. Renovando las bases mismas de la concepción de modernidad para hacer-la un concepto más amplio e incluyente que deberá sustentar-se en la mejora integral de la calidad de vida de los habitantes de las ciudades.

En tal sentido, la modernización de los centros históricos se da sobre nuevas bases conceptuales. Modernizar ya no sig-

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nifica sustituir o destruir arquitectura histórica por conside-rarla obsoleta. La cultura de la tolerancia posmoderna acepta ahora la pervivencia del pasado como una opción más del disfrute existencial. Es más, la reclama como recurso indis-pensable para consolidar la propia identidad local, regional, nacional o hemisférica frente a las identidades múltiples de otros lugares y culturas. En un mundo global e interconecta-do en todos los sentidos, es más importante conocer la propia naturaleza de uno mismo para la propia identificación con los demás. La memoria patrimonial juega ese papel revelador de nuestros orígenes y evolución. Es en palabras de Octavio Paz “el testigo insobornable de la historia”.

La vivienda del siglo xx es parte de ese legado; rescatarla del abandono o su reconversión con otras funciones es clave en la conservación de la esencia y vitalidad comunitaria de los centros históricos. La casa los dota del mayor valor patrimo-nial intangible, heredado generación tras generación a través de sus tradiciones y costumbres; es la que otorga la homoge-nidad y tranquilidad característica a sus barrios y es el marco más auténtico de su vida social. El cambio en ella no debe sig-nificar perderla, sino en todo caso enriquecer su diversidad. Los nuevos tiempos generan necesidades diferentes que ori-ginan nuevos actores sociales. A la par de las antiguas fami-lias aparecen ahora en ellas estudiantes, ejecutivos, migrantes extranjeros y nacionales, jubilados, solteros, etc. Todos con amplias posibilidades de adaptación a las características del renovado Centro Histórico y que lo hará un espacio más rico, dinámico y diverso, pero también se conservará como sitio comunitario para vivir.

Reconocer esto implica abordar los problemas que la mo-derna periferia les ha traído a los centros históricos con su falta de planeación. Toda vez que ello ha sido la fuente prin-cipal del problema habitacional de estos últimos. La moder-nización temprana demostró con sus consecuencias que la dotación de núcleos de equipamiento y servicios integrales a los nuevos desarrollos y zonas carentes de los mismos, es la mejor forma de evitar la terciarización del suelo central de la ciudad y por tanto de la expulsión de la vivienda de los cas-cos antiguos. La ciudad jardín y la ciudad compacta pueden coexistir a condición de que cada cual cuente con autonomía, conectividad y escala de servicios apropiada. Para ello es ne-cesario recuperar la noción de policentralidad para la ciudad en su conjunto, presente en nuestra historia urbana y mani-fiesta en la especialidad de nuestros centros históricos. Solo así la vivienda del siglo xx podrá mantener su huella como testimonio y enriquecer con ello nuestra herencia patrimo-nial.

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2 Marco Tulio Peraza Guzmán, El origen reparador: el centro histórico en la Mérida moderna, Mérida, uady, 1997, p. 231.3 Antonio Salgado Gómez, “La gentrificación como estrate-gia de revitalización de los entornos urbanos tradicionales degradados: el barrio antiguo de Monterrey”, en Catherine Ettinger McEnulty y Alfonso x. Iracheta Cenecorta, Hacia la sustentabilidad en barrios y centros históricos, México, Red Mexicana de Ciudades hacia la Sustentabilidad, 2004, p. 137.4 Marco Tulio Peraza Guzmán, “El equipamiento y el espacio colectivo…”, p. 243.5 Aercel Espadas Medina, “Mérida: la traza borbónica virrei-nal: primera modernización”, en Peraza Guzmán Marco Tu-lio, Mérida: el azar y la memoria, Mérida, apauady, 1993, p. 79.6 Marco Tulio Peraza Guzmán, El origen reparador…, p. 188.7 Ana Paula Ballina Viramontes, “Tradición, transición y modernidad: arquitectura posrevolucionaria en el centro histórico de Mérida”, en Marco Tulio Peraza Guzmán, La memoria inmediata: patrimonio siglo xx, Mérida, fauady/conacyt, 2007, p. 84.8 Ana Paula Ballina Viramontes, “¿Arquitectura menor? La vivienda posrevolucionaria en el cnetro histórico de Merida: Hacia nuevas pautas de valoración” en Marco Tulio Peraza (coord.), Posrevolución y modernización: patrimonio siglo xxi, Mérida, uady, 2007, p. 101.9 Marco Aurelio Díaz Guemez, “La nueva periferia: urbanis-mo posrevolucionario en el norte de Mérida (1914-1945)”, en Marco Tulio Peraza Guzmán, La memoria inmediata: patri-monio siglo xx, Mérida, fauady-conacyt, 2007, p. 93.10 Ana Paula Ballina Viramontes, “Tradición, transición…, p. 90.11 Ibidem, p. 84.12 Idem. 13 Marco Tulio Peraza Guzmán, “El origen reparador…”, p. 83.14 Ver Héctor Aguilar Camín, Después del milagro, México, Cal y Arena, 1975.15 Peter Krieger, “Megalópolis México: perspectivas críticas” en Megalópolis la modernización de la ciudad de México en el siglo xx, México, unam-iie/Instituto Goethe Internacional, 2006, p. 39.16 Marco Tulio Peraza Guzmán, “El origen reparador…”, p. 234.17 Ibidem. p. 235.18 Ana Paula Ballina Viramontes, “Tradición, Transición y…”, p. 84.19 Blanca Rebeca Ramírez Velásquez, Modernidad, posmo-dernidad, globalización y territorio: un recorrido por los cam-pos de las teorías, México, uam/ Miguel Ángel Porrúa, 2003, p. 59.20 Marco Tulio Peraza Guzmán, “Los procesos urbanos, la identidad y la globalización en la Mérida contemporánea”, en Revista Diseño en Síntesis, n. 39, México, uam-xoch, 2008, p. 56.

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21 Jorge Bolio Osés, “Políticas públicas y privatización ejidal: nuevas maneras de expansión urbana en Mérida”, en Perder el paraíso: globalización, espacio urbano y empresariado en Mé-rida, Mérida, uady/Miguel Ángel Porrúa, 2006, p. 179.22 Antonio Salgado Gómez, op. cit., p. 141.23 Marco Tulio Peraza Guzmán, “Los barrios tradicionales de Mérida y su sustentabilidad en el desarrollo contemporá-neo”, en Catherine R. Ettinger y Alfonso Iracheta Cenecorta (coords.), Hacia la sustentabilidad en barrios y centros histó-ricos, México, Colegio Mexiquense/Gobierno del Estado de Michoacán, 2004, p. 117.24 Marco Tulio Peraza Guzmán, “El origen reparador…”. p. 323.25 Ana Paula Ballina Viramontes, “Tradición, transición y modernidad…”, p. 84.

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Arquitectura y urbanismo

moderno, patrimonio del

siglo xxi

MARÍA ELENA TORRES PÉREZ

INTRODUCCIÓNLa ciudad de Mérida, como toda ciudad contemporánea, enfrenta el doble reto de conservar su identidad y sus tradiciones, al tiempo que se moderniza para alcan-zar competitividad internacional, proceso dual de construcción nueva en el espacio edificado del pasado, y que pone en riesgo la permanencia del patrimonio cultural edificado, en especial a la producción derivada del Movimiento Moderno del siglo xx, el cual se aprecia en general como contemporáneo y sin mucho valor histórico.

El objetivo de este trabajo es aportar elementos que fundamenten un plantea-miento teórico y definan una postura que coadyuve al reconocimiento del valor his-tórico del patrimonio de la introducción de la modernidad, en pro de su conserva-ción, etapa que inició a finales del siglo xix y se desarrolló durante el primer medio del siglo xx.

El trabajo aborda tres elementos para la reflexión:El primer elemento es el proceso de recepción de la modernidad, observable en

las continuidades, las rupturas de las tradiciones, y las reinterpretaciones locales que originaron una modernidad urbana arquitectónica, cuyo valor histórico radica en su condición de pionera y en sus rasgos híbridos que conformaron una identidad regional.

En segundo lugar, está la manera en que la introducción de los nuevos modelos de diseño urbano y arquitectónico, configuraron una unidad material, constructi-va, formal y estética, identificable como diferente y contrastante con respecto de la que presenta la ciudad ya reconocida como centro histórico. Esta nueva manera de hacer y de vivir la ciudad, redefinió el rumbo, las características y las condiciones del ensanche y crecimiento de la naciente ciudad moderna de la Mérida del siglo xx.

En tercer lugar, las obras que son evidencia de esta etapa histórica, se ubican en una franja de aproximadamente un kilómetro de ancho alrededor de la ciudad decretada en 1982 como Zona de Monumentos Históricos, y que constituyen el si-guiente perímetro del patrimonio del siglo xxi.

El planteamiento es reconocer el valor histórico y cultural de los elementos cons-truidos durante la introducción del Movimiento Moderno, como otra etapa de la ciudad histórica cuya conservación asegura el arraigo e identidad local de sus ciuda-danos, ante la acelerada modernización global.

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RECEPCIÓN DE LA MODERNIDAD URBANA ARQUITECTÓNICAEn la Declaratoria de la Zona de Monumentos Históricos de la ciudad de Mérida (1982) se reconoce el valor patrimonial de la producción arquitectónica anterior al siglo xx, misma que en la opinión generalizada su valor histórico está en dos elementos: su aportación a la cultura local como testimonio construido de un hecho del pasado –ligado al origen de la ciu-dad–, y su antigüedad con respecto al siglo xx.1

La Arquitectura Moderna se percibe como contemporá-nea, como producción cercana en el tiempo, y por ende le es negado su valor histórico por su corta antigüedad, por lo que nos enfrentamos al reto de identificar otros elementos para su reconocimiento como patrimonio.

El proceso de recepción de esta manifestación de la moder-nidad,2 es decir, la manera en que se introduce y acepta una nueva y radicalmente diferente manera de hacer arquitectura y ciudad, es la clave para el reconocimiento de su valor en su calidad de pioneros que conforman un hito y parteaguas en la historia de la arquitectura y el urbanismo regional en par-ticular, y en la historia del desarrollo socio cultural de Mérida en general.

En esta etapa de la historia local se da una transición entre una sociedad conservadora y tradicional a una naciente socie-dad de vanguardia y moderna; que en el caso local, el proceso se dio con pasos graduales de incorporación uno a uno de los elementos de modernidad a lo largo de la primera mitad del siglo xx, tiempo al mismo tiempo se dieron permanencias y las primeras propuestas urbanas y arquitectónicas derivadas del movimiento moderno internacional.

La ciudad de Mérida, desde su fundación hasta finales del siglo xix, conformó la ciudad colonial que creció siguiendo las tendencias establecidas en su fundación, con base en una trama reticular orientada a los puntos cardinales a las que se anexaron manzanas en la periferia, priorizando las veras de los caminos a las localidades vecinas y densificando lentamen-te sus áreas intermedias, proceso que en cuatro siglos confor-mó una ciudad uniforme, acorde con una ideología colonial, y por tanto, constituye la base de la identidad regional tradicio-nal de reconocido valor histórico.

A finales del siglo xix y principios del xx, el sistema co-lonial, que subsistió por inercia después de la independencia de México, empezó a presentar cambios radicales, con el auge económico por la producción henequenera, que generó ac-ciones de modernización de la producción, el transporte y la comercialización, y también repercutió en la ciudad que em-pezó a presentar cambios significativos en su arquitectura y urbanismo.

El grupo social beneficiado de este auge henequenero, con-formó una oligarquía que se reconocía diferente de la cadu-ca colonial, la cual buscaba no sólo diferenciarse de ella, sino también semejarse a la élite internacional con la que mante-

nían relaciones comerciales y culturales; lo cual fue posible por la importación de objetos, materiales, sistemas construc-tivos y modelos, que contribuyeron a dar la nueva imagen ar-quitectónica y urbana de vanguardia y modernidad.

Esta nueva ciudad empezó a contrastarse y sustituir con lo arquitectónico y urbano modernos, con los espacios tra-dicionales, evidenciando un proceso de recepción de la mo-dernidad, dejando su impronta en esta etapa histórica. Es así que, las relaciones de producción y consumo se observan en la arquitectura de este período, a través de códigos de uso que se convirtieron en símbolos que facilitaron la aceptación de los elementos construidos y dieron las particularidades regiona-les a la producción urbana arquitectónica, a su percepción y a la aceptación local.3

El proceso de recepción, introducción y aceptación de los nuevos modelos de diseño urbano arquitectónico, configu-raron una unidad material localizada alrededor de la ciudad colonial, cuyas características son evidencia tangible de esta etapa de ruptura con la ciudad colonial e inicio de una ciudad moderna; una nueva etapa histórica, que en su carácter de pio-nera, radica su relevancia para la historia local.

CONFIGURACIÓN DE UNA UNIDAD MATERIAL MODERNALas aportaciones del diseño urbano arquitectónico moderno, se identifican en tres ámbitos como son: el ámbito urbano, el ámbito arquitectónico y el ámbito urbano arquitectónico colectivo, como sigue.

Ámbito urbanoLa introducción de nuevos códigos de organización y cir-culación interna modificaron la lectura urbana, con base en una propuesta de relativa autosuficiencia e independencia en materia de servicios básicos, pero sin romper el sentido de pertenencia con respecto del centro urbano y de la ciudad tradicional.

La mayor parte de las áreas habitacionales siguieron la ten-dencia tradicional de la traza urbana en damero, con man-zanas cuadradas y calles ortogonales, sin embargo, fueron pioneros en la introducción de los códigos de modernidad de diseño de ciudad con base en propuestas de uso y zonificación de la vivienda, servicios urbanos, vialidad y vegetación, que en conjunto se enarbolaron como sinónimo de progreso, de sanidad, de buena calidad de vida y de vanguardia, para pro-mocionar la venta de terrenos y lograr el poblamiento de estas zonas, incluso comparándose con las áreas consolidadas de la ciudad.4

La vialidad se diseñó en redes de amplias calles y avenidas, preparadas para la circulación de automóviles como parte im-portante de la modernidad. Esta vialidad se jerarquizó desde las avenidas perimetrales que definen y limitan la colonia, los ejes centrales de acceso y enlace con la ciudad consolidada y

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con los núcleos de servicios, hasta las secundarias para acceso a las viviendas.Las manzanas presentan una tenencia a la disminución en las dimensiones del lote, pero continuaron con la proporción cuadrada y la ubicación de los lotes con salida o frente hacia las cuatro fachadas de la manzana. En este período de pione-ros, se registró la primera propuesta de diseño de manzana rectangular con dos filas de lotes con fachada hacia los lados largos de la manzana, una propuesta realmente innovadora para optimización económica de suelo en el caso de la Colo-nia Miguel Alemán.5

En la zonificación de usos, se priorizó las áreas de vivien-da, con la definición de núcleos de servicios de equipamiento: un parque, una escuela, un mercado y un templo, destinadas a la autosuficiencia de la colonia alejada del centro urbano, pero cuya eficacia al paso del tiempo, les ha cambiado el nivel de cobertura para convertirlos en Sub Centros Urbanos que dan cobertura mas allá de los límites de la propia colonia y de las circundantes.6

Los servicios urbanos de infraestructura son introducidos en la ciudad en este período, por lo que algunas de las nuevas áreas fueron pioneras, incluso antes que la ciudad contará con ella, como el agua potable y el drenaje. Cabe hacer mención que el drenaje no generalizó su uso en la ciudad, por lo que resultó una extravagancia.7

La vegetación se incorporó como parte integral del nuevo paisaje urbano, de tal manera que se interrumpe la imagen del paramento de construcciones continuas y alineadas al límite del terreno que caracteriza al centro histórico, con lo cual se marca una clara ruptura entre la ciudad tradicional y la ciudad moderna, a través de una imagen de alternancia entre las cons-trucciones y las áreas verdes arboladas, tanto las que se logran por el diseño de la siembra o ubicación de la construcción al

centro del lote, que deja un jardín que rodea a la construcción y que aunque se ubica en propiedad privada, es aprecia-ble desde el exterior, como por, el dise-ño de avenidas con glorietas (hitos) que aportan más vegetación al paisaje públi-co, creando un microclima agradable de calidad ambiental que proporciona confort y sombra además de una visual agradable.

Ámbito arquitectónicoEstas zonas de vivienda hay varias ti-pologías de articulación morfológica, de la arquitectura de la primera mitad del siglo xx, cuya propuesta de clasifi-cación primaria para los fines del pre-sente trabajo es:

- La permanencia y últimas manifes-taciones del eclecticismo académico de-

cimonónico, basado en el auge del porfiriato, con decoración de elementos prefabricados.

- El Movimiento Nacionalista promovido por el minis-tro de Educación, José Vasconcelos (1921) con las propuestas de una arquitectura yucateca neomaya de Manuel Amábilis, basada en las alegorías y reinterpretaciones de la arquitectu-ra prehispánica, y en la arquitectura neocolonial de Carlos Obregón Santacilia, con base en añoranzas de la arquitectura virreinal española y de las haciendas, e incluso el Colonial Ca-liforniano con referencia a las misiones californianas.

- El Movimiento Moderno libre de ornamentación y con una significativa reducción en la escala; desde el Art Déco, la interpretación local de la sencillez en el Regionalismo Moder-no Mexicano, hasta el Estilo Internacional funcional raciona-lista.

- El eclecticismo contemporáneo, de construcciones agre-gadas por densificaciones durante la segunda mitad del siglo xx.

Esta arquitectura presenta adaptaciones de los modelos in-ternacionales a las condiciones de la ciudad, cuyas caracte-rísticas son la transición de la tradición hacia la modernidad mediante la coexistencia de permanencias e innovaciones, en las que predomina una tendencia a la horizontalidad, con el juego de volúmenes y espacios en el conjunto, con funciones diferenciadas mediante vestíbulos, desniveles, pequeños jar-dines interiores y demás separaciones virtuales.

Además, la inclusión de los nuevos materiales y sistemas constructivos como: el block, el concreto, el acero y el vidrio, facilitaron la experimentación formal a través de estructuras con base en columnas, trabes y delgadas losas en concreto armado, que incluso sobresalen con volados, vanos sin ce-rramiento y ventanales con o sin herrería, que dieron fluidez

Gráfico 1: Vivienda moderna en la Colonia México, construida en 1950. Foto: María Elena Torres Pérez

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Grafico 2: Vivienda Moderna Racional Funcionalista, Colonia Buena Vista, construida en 1950. Foto: María Elena Torres Pérez

Gráfico 3: Interior de vivienda moderna, Colonia México, construida en 1948 y destruida en 2008. Foto: María Elena Torres Pérez

entre el espacio interior y el exterior, coadyuvaron a una sim-plificación y sencillez decorativa con base en el manejo de los propios materiales y sus texturas (Grafico 1).

Actualmente se da una tendencia al cambio y a la terciari-zación del uso del suelo en las zonas de mayor plusvalía, como la parte norte y principalmente las avenidas, calles que fueron diseñadas para el buen funcionamiento al interior de la colo-nia habitacional, y cuyos inmuebles han dejado de ser vivien-das para ser actualmente oficinas, servicios y comercios; o se ponen en renta para este fin, lo que deriva en la adaptación al nuevo uso a través de la eliminación del área verde y al au-mento de la densidad constructiva por lote; o se abandonan, quedan en ruina o, peor aún, han sido demolidos para ofer-tarse como terreno para nuevas edificaciones, convirtiendo el área en corredores comerciales y de servicios, lo que modifica y baja significativamente la calidad del ambiente urbano de la colonia y acelera la destrucción de la arquitectura original.

Ámbito urbano-arquitectónico-colectivoEl ámbito urbano y colectivo se define por la percepción del sitio, a través de la relación entre el espacio público de la calle y el objeto arquitectónico privado de las viviendas enmarcadas con sus jardines semipúblicos en el espacio exterior, que deli-mitan el espacio privado al interior, y que en conjunto confor-man el ambiente de la zona.8

Las características de la vivienda observables desde la calle marcan la relación entre el espacio público y el objeto arquitectónico, mediante elementos como: la tipología y la ar-ticulación morfológica, el tamaño, el volumen, los niveles y alturas, el color y las texturas, la unidad edilicia, etcétera; así como por la organización territorial de las viviendas en los lo-tes, con la percepción de sus tipos de siembra –colocación del área construida en el lote–, las áreas ajardinadas y arboladas, el porcentaje de construcción y utilización, de manera indivi-dual, en paramento y en conjunto (Gráfico 2).

El porcentaje de área construida en los lotes es variado, pero predomina la densidad baja con la conservación del jar-dín frontal y las terrazas con o sin techar, preferentemente al frente para participar del exterior en su carácter público, o la-terales para un ambiente de semi privacidad o intimidad, que es utilizada para la delimitación virtual del lote en ausencia de bardas y rejas, que en su mayoría no son originales y son de reciente introducción.

Las construcciones tienen volumetría con prismas regula-res y predominan las techumbres planas por sobre las inclina-das, con una tendencia a la horizontalidad en su proporción, que parece prolongarse a través de las terrazas techadas sos-tenidas por delgadas columnas de acero y los volados. Existen volúmenes de pared circular y techos planos de planta semi-circular.

La altura está definida por construcciones entre uno y dos niveles de construcción, con alturas entre siete y diez metros, con escasa presencia de alturas mayores.

En la relación vano-macizo, predomina el vano, dependien-do de la tipología de la construcción. La forma de los vanos tiende a la horizontal con ausencia de cerramiento, lo que de-riva de la losa de concreto armado; las puertas y ventanas de madera o herrería se combinan con cristal; y las celosías dan protección y transparencia entre la vía pública y el interior de la vivienda.

Un elemento importante son los colores claros combina-dos con texturas, tanto en muros interiores como exteriores, como los almohadillados de argamasa de diseño acanalado horizontal con incrustaciones trapezoidales y rectangulares, que pareciera el sello de la modernidad, alternado con mate-riales naturales como la piedra y la madera (Gráfico 3).

ZONA DE MODERNIDAD URBANA ARQUITECTÓNICAEl esquema de crecimiento de la ciudad colonial continuó hasta principios del siglo xx, cuando el crecimiento de las ciudades abrió paso a la historia del urbanismo moderno, como consecuencia de la Revolución Industrial a nivel inter-nacional, que llevó a una transformación en la organización

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política y para la producción, con cambios radicales de las formas de vida tradicional y la cultura, cuyo efecto principal fue el crecimiento poblacional y la demanda de suelo y ser-vicios para las zonas habitacionales, por tanto la expansión urbana.

En esta etapa, uno de los cambios radicales en la econo-mía del Estado fue la decadencia del cultivo del henequén generada por la depresión del mercado internacional y por la Revolución Mexicana, por lo que los capitalistas buscaron al-ternativas a la inversión de su capital; una de las opciones fue aprovechar la demanda de vivienda por la creciente población; así inició la especulación del suelo exhenequenero circundan-te a la ciudad de Mérida.

En 1888 se registró la primera ruptura de la ciudad tra-dicional, con el diseño y construcción del Paseo de Montejo, el primer fraccionamiento de elite de la ciudad de Mérida, el cual concentró suntuosas viviendas según la nueva ideología modernista.

A la ciudad compacta y concéntrica se anexaron nuevas áreas predefinidas para funcionar como pequeños satélites, relativamente independientes del centro urbano y comercial, y que significativamente indicaron el rumbo para la especula-ción del suelo con fines inmobiliarios.

En la primera década del siglo xx9 se anexaron tres nue-vas áreas habitacionales a la ciudad de Mérida, mismas que marcaron el rumbo de los futuros ensanches de la ciudad: con una conurbación y dos fraccionamientos de lotes de terreno para autoconstrucción de vivienda. La primera conurbación de la ciudad fue con el pueblo de Itzimná, al norte (1906), cuyo uso destinado al veraneo de la clase alta, le predestinó para alojamiento futuro de esta clase. Los dos fraccionamientos al Noroeste en San Cosme (1904) se incorporaron en calidad de áreas de quintas, cuya actividad principal fue la de recreo, si-guiendo la tenencia que privilegiaba al norte para la clase alta, y que dejaba las otras zonas para la clase media y baja, cuyo primer caso fue al Este, con Chuminópolis (1888) donde se producía el cultivo de hortalizas y frutas. Esta naciente ciudad moderna y revolucionaria se ubicó en las afueras de la ciudad tradicional sobre 38 poligonales de fincas rústicas exheneque-neras, creando pequeños grupos con nuevas áreas habitacio-nales, entre repartos, colonias y fraccionamientos, surgidos en la primera mitad del siglo xx, en una primera etapa de cre-cimiento acelerado de la ciudad, que pasó de una extensión de 1 400 ha en 1910, a 3060 ha en 1950,10 con la anexión de 1 660 ha, que duplicó su mancha urbana existente en 50 años (Gráfico 4).

El proceso de ocupación y urbanización lento por auto-construcción de vivienda propició la denominación de estas áreas como colonias, en las que se registran los primeros casos de oferta de modelos de vivienda también para autoconstruc-ción y los dos primeros casos de fraccionamientos con vivien-da construida en serie; con ello se completa el círculo de la

Grafico 4. Zonas con presencia de arquitectura y urbanismo modernos. 1957. Se observa el límite de la ciudad colonial al centro con nueve cuarteles y en la periferia las áreas habitacionales de la primera mitad del siglo xx. Fuente: Plano de la ciudad de Mérida, del Ayuntamiento de 1957, y trabajo de campo del proyecto sistproy uady, priori farq 06 002, 2006.

recepción de la modernidad en esta etapa, condicionada por el nacimiento y consolidación de la industria de la construcción inmobiliaria.

Del análisis de estas 38 áreas derivó una caracterización urbana y arquitectónica por zonas, con base en un inventario de inmuebles originales, principalmente de vivienda y de equi-pamiento urbano, que ayudó a definir las aportaciones de este período. Se seleccionaron 14 áreas con presencia significativa de diseño urbano arquitectónico moderno, cuyas obras pio-neras, se están en su mayoría en la parte norte, entre las áreas ya urbanizadas de San Cosme, ahora llamada García Ginerés, Itzimná y Chuminópolis, y habitadas por la clase media alta y alta de la ciudad, por lo que en su mayoría es vivienda residen-cial con equipamiento para el estatus social; son los mejores ejemplos de arquitectura moderna y de diseño urbano. Cabe mencionar que la zona sur casi no cuenta con construcciones originales, pero si con obras que denotan una reinterpretación popular de esta modernidad (Tabla 1).

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Tabla 1. Tabla de áreas habitacionales de la primera mitad del siglo xx, con presencia significativa de diseño urbano arquitectónico moderno.

Fuente: Trabajo de campo del proyecto sistproy uady, priori farq 06 002, 2006.

A MANERA DE CONCLUSIÓNEs en la etapa de la primera mitad del siglo xx, de la que

podemos hablar de una producción urbana arquitectónica con ejemplos de una producción novedosa y poco común, que abrió el camino a posteriores repeticiones y que mar-caron una tendencia en el rumbo del desarrollo de la historia de la arquitectura y del naciente urbanismo, a través de las zonas habitacionales de un variado mosaico de tipologías re-presentativas del proceso de recepción de la modernidad en Mérida.

Por una parte, un naciente urbanismo hizo sus primeras propuestas de diseño principalmente para áreas habitaciona-les, cuyas aportaciones redefinieron el rumbo del ensanche y crecimiento de la ciudad existente – reconocida como históri-ca– por la introducción de nuevos modelos de diseño, como el diseño de la unidad autosuficiente con equipamiento básico, y los fraccionamientos de vivienda construida en serie y dirigi-da a las clases media y baja.

Por otra parte, el uso de nuevos materiales y sistemas constructivos originó una producción pionera en diseño ar-quitectónico radicalmente diferente, que es el enlace entre la propuesta internacional de ruptura con la tradición, y las reinterpretaciones locales que derivaron en una arquitectura híbrida de alto grado de identidad regional.

La calidad ambiental urbana y arquitectónica de la ciudad moderna es valorada por el ciudadano común; sin embargo, reconoce la diferencia con el centro histórico y una semejanza con las áreas de finales del siglo xx, lo que enfatiza su con-sideración como contemporáneo, sin relación con un valor histórico o como patrimonio cultural, lo que no alienta su conservación y facilita las modificaciones, transformaciones y demoliciones.

La función de Mérida como Metrópoli administrativa y de servicios imprimió una acelerada tendencia a la terciarización del uso del suelo que afectó principalmente a las áreas histó-ricas por su coincidencia con la zona del centro urbano admi-nistrativo y comercial de la ciudad. Esta tendencia se extiende hacia las áreas colindantes a las declaradas patrimoniales, y que por no ser valoradas como tal carecen de protección; de manera que los edificios originales y pioneros del movimiento moderno son candidatos viables para ser destruidos y susti-tuidos por nuevos.

Se enfatiza que el concepto mismo de moderno, como se denomina a este período, pareciera contradecir y oponerse a lo histórico y tradicional; el mismo docomomo11 presenta como un punto de discusión el tema de la pertinencia de conservar la arquitectura moderna, ya que ésta se promulgaba: lo anti-tradicional y anti-eterno, siempre cambiante y capaz de ade-cuarse a las nuevas formas de vida también cambiantes; por lo que docomomo centra su atención en el registro sistemático y el análisis como una primera opción de conservación de las obras del Movimiento Moderno; sin embargo, esta produc-ción tiene los suficientes atributos para que estas zonas de

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modernidad urbana y arquitectónica sean consideradas como parte del patrimonio cultural y por tanto incluidas dentro de la Zona de Monumentos de Mérida.

La producción de la modernidad urbana arquitectónica es sin duda patrimonio:

[…] todo aquello que nos ha sido heredado por nuestros antepa-sados, lo que encierra símbolos y valores espirituales, materiales y afectivos, lo que tenemos que conservar para que las futuras gene-raciones identifiquen y aprecien los testimonios auténticos de nues-tro pueblo, nuestro país, y del mundo. Lo valioso de la naturaleza, lo que ha forjado el hombre a través de las diferentes épocas de su existencia.12

En ello se incluye este patrimonio cercano en el tiempo, con alto grado de valor histórico y cultural.

NOTAS Y REFERENCIAS 1 Encuesta general sobre el tema del reconocimiento de valor histórico, realizado en 2005-2006 para el proyecto de inves-tigación sobre la Colonia Miguel Alemán, proyecto uady-priori-farq 04-001.2 María Elena Torres Pérez, Recepción de la modernidad urba-na arquitectónica de la vivienda en serie en Mérida, Yucatán (tesis de doctorado), México, 2008, pp. 45-75.3 Christian Norberg-Schulz, Intenciones en Arquitectura, Bar-celona, G. Gili, 1998, pp. 10-17.4 Trabajo de investigación hemerográfica sobre el período en-tre 1900 y 1950, realizada en 2006.5 María Elena Torres Pérez, “Rescate de experiencias urbanas, transformación y adecuación de la colonia Miguel Alemán”, en Cuadernos de Arquitectura de Yucatán, num. 18, Mérida, uady, 2007, pp. 49-50.6 Proyecto de Investigación “Registro y análisis del crecimien-to urbano de la ciudad de Mérida, Yucatán; Las áreas habita-cionales de la primera mitad del siglo xx”, clave priori-farq 06-002, uady, 2006.7 María Elena Torres Pérez, “Rescate de experiencias urba-nas...”, pp. 54-56.8 Aldo Rosi, La arquitectura de la ciudad, Barcelona, G. Gili, 1971.9 Plano Topográfico de la Ciudad de Mérida comprendiendo Itzimná, Chuminópolis y Colonia San Cosme, elaborado bajo la Dirección de Obras Púbicas del Estado a cargo del Ing. Manuel Medina Ayora Plano de la ciudad de Mérida, para la introducción de líneas aéreas y cables subterráneos de luz y fuerza eléctricas en la ciudad de Mérida que presenta el Sr. Darío H. Pérez al H. Congreso para su aprobación, 1912.10 Mediciones de trabajo de gabinete y campo 2006-07, del proyecto uady, priori farq 06-002.11 Documentation and Conservatión of Buildings, Sites and Neighborhoods of the Modern Movement (Documentación de edificios, sitios y barrios del Movimiento Moderno).

12 Patrimonio Cultural Cuadernillos, num. 1, U. de Guanajua-to.

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Transformación espacial

en inmuebles del centro

histórico de San Luis Potosí

GUADALUPE SALAZAR GONZÁLEZ, NORMA ALEJANDRA ANAYA GARCÍA

INTRODUCCIÓNEl siglo xx se caracterizó por ser una época de grandes cambios e innovaciones en todos los campos (el espacio urbano arquitectónico no fue la excepción) y de recha-zo a lo que representaba la estabilidad y el status quo. El siglo inició con optimismo debido a la necesidad de cambio que exigía la población e impulsó el desarrollo de la ciencia, de nuevas geometrías y con cambios tecnológicos, una nueva visión y un nuevo gusto, que conducían a otro modo de vida y a lanzarse al futuro. Así, el siglo xx planteó otra propuesta totalmente diferente bajo la idea de progreso, que rompía con lo anterior. La modernidad fue vista no solamente como lo opuesto a lo antiguo, sino como una actualización ante el desarrollo mundial, con un enfoque crítico, racionalista, libre, de avanzada y audaz.

México se hizo eco de ese espíritu de la época; después de pasar por un proble-mático siglo xix, reclamó a comienzos del siglo xx un cambio en muchos aspectos de la vida, tomando como ejemplo la cultura francesa, hacia una cultura nacional; de esta manera se produce una ruptura de prototipos hasta entonces establecidos, los cuales ya empezaban a ser cuestionados y requerían de un nuevo planteamiento po-lítico y económico, así como cultural, educativo y artístico. No obstante, la moder-nidad se hizo presente de diferentes maneras; mientras en Europa fue una ideología, un proyecto cultural evidenciado a través de manifestaciones artísticas en correla-ción con los procesos económicos y tecnológicos;1 en América Latina fue distinto, la modernidad tuvo otro significado y otro fue el momento para el proceso de la industrialización, la cual no tuvo la misma fuerza ni las mismas posibilidades, y los problemas que emergieron fueron otros dentro de otra estructura social y cultural.2

En este contexto, en esta búsqueda de nuevas direcciones, San Luis Potosí no fue la excepción al igual que otras ciudades de México, a su modo entró en el influjo modernizador, en el sentido de actualización y pertinencia, que dejó huella en toda la ciudad durante la primera mitad del siglo xx y aún continúa, a la par que los pro-yectos de conservación del patrimonio de su llamado centro histórico.

La mayoría de los estudios acerca del llamado centro histórico (ch) son de natu-raleza técnica, preocupados por indicar cómo conservar o restaurar el patrimonio y cómo protegerlo, o para dar elementos para su valoración, pero pocos señalan qué pasa en ellos, cuáles y porqué son sus problemas.

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Es común que para comprender lo que pasa en los Centros Históricos se haga referencia a lo que ha pasado en el de la ciudad de México; a señalar cómo el centro fue poco a poco abandonado en la segunda mitad del siglo xix, que hasta ese entonces había sido sede de la aristocracia, de altos funciona-rios de gobierno y del clero, para albergar a estratos sociales de menos recursos económicos, subdividiéndose las casas se-ñoriales en vecindades; la industrialización de finales de los años veinte en la ciudad de México aceleró la popularización del centro, elevando la densidad y el hacinamiento, que auna-do a la congelación de rentas de 1942-48 contribuyó a la de-gradación de los inmuebles desde los años cincuenta, pues los propietarios no dieron el necesario mantenimiento. Sin em-bargo, cada ciudad y por tanto cada centro histórico obedece a historias y dinámicas diferentes, por tanto se espera que en el caso de la ciudad de San Luis Potosí, lo que ha pasado obe-dece a otros fenómenos y presenta otras características.

El Centro Histórico, ch, de la ciudad de San Luis Potosí, en su adaptación a los cambios socio económico y culturales de su sociedad, ha soportado alteraciones físicas y funcionales en gran parte de sus inmuebles a lo largo de las últimas dé-cadas, al intentar recuperar la economía y en menor medida promover el turismo, convirtiéndose en un sector de comercio y servicios en su mayoría; situación que ha dado como resul-tado un desequilibrio en usos de suelo que antes tenía, donde ha disminuido la vivienda y se ha alterado la identidad formal de sus inmuebles.

Actualmente se han publicado estudios referentes al res-cate de centros históricos, tanto en San Luis Potosí como en otras ciudades de México y el mundo, y han proliferado las reglamentaciones gubernamentales y de la unesco. La apli-cación de San Luis Potosí como candidata para patrimonio cultural, ha contribuido a fomentar el cuidado y la atención de algunos inmuebles históricos. Hacia ello cabe mencionar las tentativas del inah en rehabilitación de varias viviendas dentro del centro histórico. Y el Gobierno del Estado, por su parte, se ha concentrado en promover la conservación, adop-tando inmuebles de valor patrimonial para uso de sus oficinas para evitar el abandono y decaimiento de los mismos; además de intentar introducir el uso de vivienda en el centro histórico, pero sin mucho éxito. Asimismo se está pretendido cubrir con la demanda de infraestructura para el creciente turismo en el sector.

Del mismo modo se han hecho estudios sobre el desarrollo urbano dentro del ch de San Luis Potosí y sus monumentos; sin embargo, hace falta un estudio más amplio sobre los pro-cesos de cambio en la vivienda y los factores que han llevado a la emigración de la población.

Este estudio pretende analizar estos aspectos desde una perspectiva de las personas además de la arquitectónica, to-mando en cuenta las necesidades y memoria de la población para poder dar una perspectiva más amplia de qué está pasan-do, que quizá implique restaurar el equilibrio en usos de suelo,

mejorar la imagen urbana y la calidad de vida de la zona; por lo tanto, aquí se aborda la situación actual del ch de la ciudad de San Luis Potosí en cuestión de uso de espacios en los proce-sos de transformación física y funcional de los inmuebles, de la vivienda el comercio y servicios, en los últimos cincuenta años.

Por lo anterior, surgen las siguientes preguntas:

-¿Cuándo se generó la disminución de vivienda en el Cen-tro Histórico?

-¿Cómo fueron las transformaciones en los casos de estu-dio?

-¿Debido a qué factores se dio el abandono de este sector de la ciudad?

-¿Cómo conservar el patrimonio de la ciudad preindus-trial3 a la vez que se desarrolla y actualiza el asentamiento?

Algunos estudios señalan que la degradación y destruc-ción del acervo arquitectónico se explica más en términos de la revaloración del suelo que por el uso que se ha dado a éste, y con esto último se ha tratado de explicar la paulatina de-gradación en la calidad de vida de los moradores del ch.4 En ese sentido, también se señala como causantes del deterioro y amenaza de destrucción del patrimonio al capital inmobilia-rio que especula –dejando los edificios en el abandono– en es-pera de cambio de uso del suelo, para reinsertar los inmuebles o el suelo en el mercado para obtener mejores ganancias; o a la proliferación del ambulantaje y a otros capitales comerciales y alguno productivo de bajo perfil;5 otros indican que al no estar el capital financiero en el ch, hace que el negocio inmo-biliario no sea rentable.6

Un estudio exploratorio previo a éste dio indicios que la aparición de tecnología y nuevos sistemas de transporte y la falta de infraestructura en los inmuebles del siglo xix para adaptarse a los sistemas y necesidades modernas, llevó a la población emigrar a las nuevas colonias y fraccionamientos modernos; o por las restricciones del inah para permitir rea-lizar esas adecuaciones; o por la degradación de la zona por aumento del tránsito y la inseguridad, la población que aun habitaba el ch se trasladó hacia otras zonas para mejorar sus condiciones de habitabilidad y de calidad de vida. Además el estudio arrojó que, debido a la escasa conciencia patrimonial de la población ha sido cada vez más difícil promover su con-servación,7 y es por eso que el ch de la ciudad se está con-virtiendo en un espacio para visitar, habitado solamente en horarios diurnos, debido al exceso de comercio y servicios y la carencia de vivienda adecuada.

El estudio en tiempo y espacio se planteó en la zona A del centro definida previamente por el inah, que comprende 77 manzanas y alberga 1 342 inmuebles, que constituyen el uni-verso del cual se llevó a cabo un muestreo aleatorio con un margen de error del 4%, seleccionadas por tómbola. Como re-sultado de la aplicación de una fórmula estadística, se obtuvo

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un tamaño de muestra de 85 unidades para trabajar.La investigación se enfocó en un período de tiempo com-

prendiendo entre 1950 y la actualidad, pues en ese periodo de tiempo se observó la última fase de transformaciones físicas relevantes, producto del desarrollo de la ciudad (Gráfica 1), y es el periodo de mayor crecimiento de la ciudad. Para ello se realizó trabajo de campo para identificar las condiciones de los inmuebles y aplicar cuestionarios a los usuarios (renteros o habitantes) y a los propietarios, y se revisaron fuentes docu-mentales.

LAS CONDICIONES DEL CENTRO HISTÓRICOCada época y sociedad organiza y da forma a sus espacios po-niendo en juego diversos elementos, para alcanzar en su deve-nir conjuntos armoniosos, al agregarse, insertarse, sustituirse espacios creados en diferentes épocas sucesivas. Es claro que los asentamientos preindustriales son resultado de esa decan-tación; el mismo gran paradigma de diseño (en lo constructi-vo, su geometría, partidos, tipos y modelos) y cultural (forma de vida, tecnológico y sistema económico), lo permitieron, pues además los cambios se dieron entre periodos muy largos, y hay aprendizaje para ir dándose conjuntos proporcionados, articulados, aunque diferenciados. Hoy los cambios son ace-lerados y de muy corta duración, que no da tiempo a conso-lidar sectores y menos asentamientos completos. El cambio rápido, frecuente y corto es una característica de la sociedad industrial, que explica la discontinuidad, desproporción y desarticulación; que aunado al espíritu de movilidad y dina-mismo se enfrenta a la estabilidad y congelación a la que se

Gráfica 1. Área de estudio y las unidades de la muestraFuente: Declaratoria inah

ha condenado al sector que fue la ciudad hasta la mitad del siglo xx.

Hoy en día es posible observar la transformación estructu-ral de la ciudad de San Luis Potosí y la modificación de su ar-quitectura, que inició con adaptaciones en fachadas, cambios en su partido arquitectónico, ampliaciones en sus segundos niveles, o llegar a su demolición para facilitar el aumento de la rentabilidad del suelo. La transformación del espacio se obser-va en una transformación física y en lo funcional

El ch declarado ocupa menos del 1% de la superficie de la ciudad, pero ahí se condensa poco más de tres siglos de su historia;8 y concentra alrededor del 70% de los monumentos históricos. En el centro siempre se ha albergado actividades comerciales, de servicios (como oficinas de gobierno y hoteles) y vivienda; incluso en el mismo inmueble se daban simultá-neamente la vivienda y el comercio; por lo que esa coexistencia no es nueva; lo que si lo es, es el porcentaje, pues ahora es me-nor el de vivienda; como se puede ver los resultados de investi-gación con respecto al uso original y el actual de las unidades de estudio. Según la Tabla 1, el 49% de los inmuebles se desti-nan a la actividad económica y el 10% a servicios, y significa-tivamente 11% de los edificios están abandonados. En ello, se puede observar que, aunque la percepción de la población es que el comercio se ha incrementado de manera importante en estos años, en realidad lo que ha aumentado considerablemen-te son las oficinas, de 0% a 23% mientras el comercio de un 19% a 23%, así como de otro giro de servicios como escuelas, restaurantes, bares y discotecas.

Por otra parte, el estudio arrojó que la mayoría de las trans-formaciones9 en el ch son anteriores a 1972,10 pues no se en-

contró evidencia documental en permisos de construcción de cambios graduales, y el 100% de los inmuebles ha pasado por algún tipo de intervención, desde cambio de aplanados has-ta adiciones espaciales.

Fundamentalmente se han detectado dos tipos de modificaciones morfológicas de las edificaciones en el ch de San Luis Potosí. La primera es la sustitución de edificios, la cual comenzó a partir del siglo xix y tuvo su fase última en la última mitad del siglo xx; así, entre los años de 1940 y 1970, antes de que se promulgaran las leyes de conservación que existen hasta nuestros días, edificios únicos en Latinoamérica y de gran valor histórico y cultural fueron derrumbados y suplantados por arquitectura de la época, que en la mues-tra realizada se obtuvo un 26% de inmuebles sustituidos. Mucha de la producción del espa-cio entre 1920-60 corrió a cargo de ingenieros, poca fue diseñada por arquitectos, dado que había pocos arquitectos en San Luis Potosí; la cual se realizará fundamentalmente siguiendo

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el art déco, el neocolonial y una arquitectura racionalista más o menos integral con el contexto (sobre todo la de los arquitec-tos Cossio y Algara): sin vanos de piso a techo, sin desplantar-se sobre pilotes libremente, sin la planta libre a la Mies (aunque si cambió el partido tradicional de patio y el espacio fue más flexible), con recubrimiento de cantería, pero que integra los nuevos materiales y sistemas constructivos e instalaciones, con algunos techos en cantiliver para terrazas o cocheras, es-caleras protagónicas en el espacio y en voladizo, vanos ma-yores y apaisados. En la periferia del centro se realizó en esas modalidades colonias y edificios que conformaron una zona de transición a la nueva arquitectura del crecimiento de la ciu-dad hacia el poniente y sur realizada a partir de los años 60.

Pocos casos se atrevieron a seguir el vocabulario y modelos de una arquitectura moderna tan audaz como la caja de cristal de la farmacia contra esquina de la catedral,11 ya en otro pe-riodo (1960 en adelante), cuando una joven generación de ar-quitectos potosinos regresan: Marroquín, Garfias, Rodríguez Reyes, entre otros.

Actualmente las suplantaciones han menguado de mane-ra considerable debido a la Ley Federal de Conservación de Inmuebles (1972), sin embargo se siguen produciendo de ma-nera oculta al ser ilegal. A partir de la aparición de esta Ley, que prohibió la demolición y modificación de los inmuebles existentes, las transformaciones comenzaron a ser reguladas y supervisadas por las instituciones correspondientes; si bien esto significó la proscripción de arquitectura contemporánea en toda su expresión en el ch.

El segundo tipo comprende aquellas adaptaciones parcia-les tanto en interiores como en los exteriores de las edificacio-nes, y constituyen el 74% restante de la muestra, de los cuales el 27% están en mal estado de conservación. El 52% ha rehecho sus revocos y pintura de muros. Entre otras modificaciones comunes son: aparición de entrepisos o tapancos en donde era un solo piso (10%); estructuras transparentes para cubrir los patios (11%); sustitución de cubiertas de madera o vigas de riel

por losas de concreto armado; división de espacios (38%). Por tanto, no existen inmuebles que se hayan conservado intac-tos desde su construcción debido a necesidades funcionales y estructurales que han obligado a estos inmuebles a adaptarse para poder seguir en pie y en uso.

Dentro del uso de oficinas, además de las pertenecientes a instituciones de gobierno, también se cuentan las de uso pri-vado, cuyo incremento es el más significativo dentro de la ta-bla de comparación de usos de suelo. Al parecer, los inmuebles del ch tienden a funcionar favorecedoramente como oficinas, pues no se necesita demasiado mantenimiento, lo que parece ser el mejor uso para las antiguas viviendas sin que requiera grandes inversiones en su habilitación; incluso, se registraron edificios más pequeños y con una cantidad mucho menor de empleados y visitantes en oficinas privadas, lo que significa un menor impacto espacial y urbano en estas. Es por ello que en todos los inmuebles usados como oficinas, se registraron pocos cambios tanto estructurales como formales y mantiene un buen estado de conservación. Por lo que en este caso, es claro que el uso de oficina no es factor de transformación de las edificaciones.

El desplazamiento de las oficinas municipales desconges-tionó la zona de vehículos, pero le restó vitalidad, aunque no disminuyó la significación de seguir siendo considerada la zona como el centro.

Sin embargo, según la muestra, el 40% de los comercios ha sido transformado físicamente en el primer perímetro del ch, ya sea por sustitución de un inmueble histórico por otro más reciente o por la alteración de su composición para adap-tarlo a su nuevo uso, lo que indica que la actividad comercial si impacta en la escasa conservación de los inmuebles, com-parado con las oficinas. Debe mencionarse que los inmuebles que presentan estas alteraciones son comercios anteriores a la Ley Federal de Conservación (1972); por otro lado, el 23% de los negocios tienen más de 20 años de existencia, lo que quiere decir que en estos inmuebles las transformaciones son mera-mente físicas y producto de la necesidad de adaptación y la in-fluencia de la publicidad moderna. Según el inah, la cantidad de elementos discordantes es mucho mayor a la arquitectura de integración, al sumar un 25% los inmuebles discordantes y un 2% los integrados.

La mayor parte de las oficinas y negocios en el ch tienen alrededor de 30 años existiendo como tales, cuando antes fue-ron viviendas, lo que responde a la interrogante sobre el mo-mento en el que se dio el abandono de vivienda. Además, este abandono no se dio sólo con la aparición del automóvil, sino por la abundancia de estos, que impidió la facilidad de en-contrar estacionamientos, contaminación por ruido y gases. Ahora con la instalación de los parquímetros se ha autorregu-lado la afluencia de vehículos, y los habitantes y trabajadores encuentran con mayor facilidad dónde estacionarse.

Más recientemente, desde unos cinco años a la fecha, el 38% de los edificios, muchos monumentales o artísticos, se

Tabla 1. Comparación de usos originales con usos actuales

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Gráfica 2. Edificio (antes vivienda) transformado por su actual dueño en una plaza comercial. Fotografía: Norma Alejandra Anaya García naag, 2008.

Gráfica 3. Un ejemplo de vivienda conservada en su estado original tanto formal como funcionalmente. Foto: Guadalupe Salazar González, gsg

Gráfica 4. Vivienda modificada en la fachada para adaptar una cochera. Comonfort 305. Fotografía: naag, 2008.

han changarrizado, es decir se ha dividido en la mayor cantidad de pequeños co-mercios, que busca la mayor rentabilidad del inmueble; en ocasiones tolerado y pro-movido para reubicar el ambulantaje. Otras con menor impacto, se han convertido en una suerte de centro comercial sin alterar mucho su interior (Gráfica 2). Pero también muchas edificaciones se han convertido en centros nocturnos y giros rojos, que si bien hace que se usen de noche, incrementan la inseguridad del centro.

Otro aspecto importante es la disminución del uso de los edificios como vivien-da; formalmente, esta situación influye en el nivel de conservación de los inmuebles y en su vitalidad, ya que muchas edificaciones diseñadas originalmente para vivien-da han sido reducidas a ser bodegas o se han convertido en comercios y oficinas; y otras han sido abandonadas; por lo tanto se tiene un ch cuya única vitalidad se encuentra en los comercios de planta baja, mientras sus segundos pisos son bode-gas, los que antes eran para vivienda. Es así que de ellos, el sólo el 12% comparten la función de vivienda con el comercio, del 27% que originalmente aún tenían esa doble función hace 30 años.

Además, sólo el 30% de los edificios son ocupados la mayor parte del día y de la noche, mientras el 44% se ocupa de 9 a 21 horas, 11% no se ocupa ni de día ni de no-che y el resto en horarios esporádicos; por lo que el 70% de la zona queda sin uso por la noche. El porcentaje de abandono, del 11%, incrementa el nivel de inseguridad ya que algunas veces están en malas condiciones constructivas, ya que únicamente se encontró un inmueble abandonado en buen estado de conservación (Gráfica 3), y otras son utilizadas como guaridas de mal vivientes, que aunado a la escasa vigilan-cia e iluminación, aumenta la inseguridad. Exclusivamente en la zonas entorno a las plazas y jardines y calles principales –como Av. Carranza y Zaragoza– hay buena iluminación y coincide con las zonas de mayor afluencia de personas.

Otra dificultad evidente es el incremento del transporte y la carencia de esta-cionamientos en el ch. La traza del ch no cumple con los requisitos para albergar el número de vehículos de trabajadores tanto del comercio como de las oficinas, o para los habitantes del ch; sin contar con la contaminación ambiental que provoca y el deterioro anticipado de los materiales de construcción. Justamente, una de las causas de transformaciones morfológicas más frecuente es la creación de cocheras como respuesta al estilo de vida moderno, en donde la mayor parte de la población posee automóviles, por lo que es común encontrar modificaciones en vanos para la obtención de una cochera (Gráfica 4).

El 16% de los inmuebles de la muestra posee cocheras, porcentaje del cual el 56% pertenecen a viviendas. Esto nos dice que el cambio de vivienda a otros usos en los inmuebles tiene relación con la necesidad de estacionamientos y guardado de automóviles. Pero aún así, las viviendas en el ch son los inmuebles que han sufrido menos modificaciones, por conservar su uso original. Otro aspecto que afectó la traza por el flujo de vehículos fue ochavar en los años 60 del siglo xx, las banquetas y fincas del centro para que dieran la vuelta los automóviles con facilidad.

Es significativo que actualmente el 69% de los inmuebles son arrendados, y los propietarios son unos cuantos; las adecuaciones y mantenimiento corren a cargo del inquilino. A decir de los propietarios, es más provechosa la renta para comercios que para habitaciones, además de que por su calidad espacial no requiere sustanti-vas y costosas adecuaciones para su habitabilidad sobre todo cuando son para ofici-nas, ni requiere tanto mantenimiento.

En otro orden de ideas, por su conformación urbana, usos y condiciones, se ob-servan dos zonas en el ch (Gráfica 5): la zona A, al norte, comprende desde la calle Arista hasta Universidad, la cual se distingue por un mayor número de espacios sociopetos, como plazas y jardines e incluye las 20 manzanas de la traza original de fundación de la ciudad; tiene una menor concentración de vivienda; en ella están la mayor parte de los monumentos históricos; una mayor conservación de inmuebles;

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Gráfica 5. Reconocimiento de dos zonas

mayor flujo de vehículos y de personas; además de que cuen-ta con un elevado valor del suelo. La zona B comprende en resto del área, partiendo de Universidad hasta Miguel Barra-gán; es principalmente habitacional y con espacios sociofugos que sólo sirven de paso para llegar a otras zonas; se distingue porque los usuarios encuestados en esta zona muestran una mayor inconformidad con los servicios públicos, por la inse-guridad, por las medidas tomadas para lograr la Declaratoria de Patrimonio y por el estado de sus inmuebles.

Se observa en la Tabla 2 que, en la zona norte el comer-cio predomina, mientras que la vivienda se concentra en la parte sur, atendiendo distintas necesidades, lo que aún no se ha comprendido, pues el tratamiento de desarrollo urbano, de conservación del patrimonio edificado no es diferencial, lo que resulta en el fracaso de los planes de rehabilitación del CH y la insatisfacción de comerciantes, habitantes y visitantes, pues las personas son también distintas. Así que, en la zona A, la mayoría de las viviendas fueron sustituidas por otros usos, mientras que en la zona B las viviendas siguen contando como mayoría, con seguridad se debe a que la zona sur está más li-

gada a los antiguos pueblos y barrios de indios con vocación clara de habitación, en tanto que la parte norte, sede de las autoridades y jerarquía eclesiástica y gubernamental y resi-dencia de la elite social, al aparecer nuevas áreas habitaciona-les que incluían instalaciones y servicios modernos, tuvieron los recursos económicos para mudarse a ellas, abandonando el centro. Su uso fue hacia la actividad comercial y no se dio su transformación en vecindades como se dio en la ciudad de México, sin embargo se dio una concentración de la propiedad en unos pocos, que son los que regentean el patrimonio edifi-cado por serles la opción más rentable, frente a la opción de su renta como vivienda.

CONCLUSIÓNDesde finales del siglo xx y durante poco más de la mitad del siglo xx, la ciudad de San Luis Potosí tuvo acciones de modernización de la ciudad y de sus edificaciones, ese fue el espíritu de su sociedad; aunque hubo respeto y valoración de obras excepcionales dejadas por el virreinato y algunas de principio del siglo xx, como casa Martí, Palacio de Cris-tal, Edificio Ipiña, por ejemplo; estas son las que aparecen en guías turísticas y en libros de arte. Por ello se realizó arqui-tectura contemporánea que sustituyó fincas viejas, o en otros casos las actualizó; las características de la arquitectura en boga (art déco, neocolonial y de un racionalismo sencillo y económico aminoraron el contraste que pudiera suponer la entrada de otra arquitectura. Es significativo que la misma arquitectura construida en la primera mitad del siglo xx tam-bién se ha visto alterada.

A partir de los años 1970, la intervención urbana y arqui-tectónica del ch fue contradictorio, pues la creación de lugares adecuados a las necesidades y demandas del momento se en-frenta a la necesidad cultural de hoy de protección de espacios diseñados para realidades culturales, económicas y tecnológi-cas distintas. Este fenómeno es inédito en la historia del urba-nismo, que llevó a sustituir la ciudad histórica preindustrial por la moderna: por tener mejores servicios, infraestructura, más higiene y saneamiento, que cubre las necesidades actua-les. A lo que se suma el actual descrédito de la ciudad moderna

Tabla 2. Distinción entre la zona norte y sur del centro histórico

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que ha generado problemas sociales, hace voltear a la llamada ciudad tradicional, a la calidad de espacios, de vivencia y ex-periencias de lugares que ella ofrece. Es así que ante la pérdida de edificaciones se impulsa desde el estado y desde grupos in-telectuales la conservación de edificaciones y las declaratorias de monumentos. Paradójicamente es el momento en que ar-quitectura más diferenciada aparece en el centro.

La zonificación ha significado para el ch que en él se man-tenga comercio y servicios de bajo perfil y se han trasladado a la periferia los especializados y los incompatibles; además, se ha aumentado el valor del suelo y de las edificaciones, que incrementa la especulación del suelo. Ha quedado claro que el uso de oficinas no es altamente agresivo a las edificaciones existentes frente a lo que hace el comercio en general. También se detecta la merma en viviendas utilizadas como tal, aunque comparada con otras ciudades es medianamente alta sobre todo en el sector sur; lo que obedece a la búsqueda de mejores condiciones espaciales y de infraestructura, que las antiguas viviendas no lo ofrecen, e introducirla y rehabilitar es costosa y tortuosa por tener que negociar con el inah, a decir de la gente.

Las tiendas ahora para convivencia, la changarrización de edificios con múltiples giros comerciales, de restaurantes, res-ponden al principio de lo efímero, en lo banal, que limita su existencia en esos términos, a la inmediatez de la recupera-ción financiera, a todas luces en una habitabilidad insusten-table a mediano y largo plazo. El principio de la rentabilidad del suelo, conlleva como fundamento la intensidad vehicular que propicia la accesibilidad motriz como fuente principal de movilidad urbana, la privatización de los lugares de encuentro social y la polarización público- privado.

Por otra parte, la instalación del inah y de la emisión de la ley de conservación de 1972, ha diminuido imperfectamente la sustitución y las alteraciones severas a las edificaciones exis-tentes, pero ha condenado el ch al pasado, no ha permitido la introducción de nueva arquitectura (salvo ejemplos de la pri-mera mitad del siglo xx), y la que se ha hecho aprovechando las lagunas legales, no se ha hecho con calidad. Ahora, a prin-cipios del siglo xxi, ya es necesaria una ampliación y redefi-nición de la noción del patrimonio cultural, que la patrimo-nialización incluya fenómenos de las últimas décadas como el desarrollo expansivo y acelerado de la especulación inmo-biliaria, las transformaciones del uso de suelo y los cambios introducidos por los medios de comunicación, que han mo-dificado el entorno ecológico, las zonas rurales y los centros urbanos donde se conserva y produce el patrimonio cultural.12

Ante todo lo anterior, el paradigma político cultural ante la preservación y que lleva a la transformación del ch, es una mezcla de mercantilista de parte de los dueños del suelo por-que ven el patrimonio como oportunidad de valorar económi-camente el espacio social o como obstáculo al avance material; pero conservacionista por parte del Estado, porque en su papel define y promociona el patrimonio, por eso el antagonismo de

ambas posiciones, y los problemas de conservación pero tam-bién de la inclusión de arquitectura contemporánea,13 debido a los interés que cada poder (fáctico y legal) tiene, donde poco interviene la gente común, y poco atiende las necesidades glo-bales de la sociedad; vuelve a reiterarse la democracia raquíti-ca que se impone, que impide aplicar programas de protección y reconstrucción de la relación entre los espacios, la ciudad y su entorno acorde con la exigencias sociales y económicas en constante cambio en un entorno ya constituido.

Lo anterior debe dar la oportunidad de reflexionar acerca de un hecho que subyace en las transformaciones de los ch: las decisiones y maneras en que una sociedad se relaciona con el pasado, el presente y el futuro, que en forma coloquial lle-va a la contradicción entre el deseo de ser moderno y los sen-timientos nostálgicos, que observamos a nivel del individuo como a nivel de la colectividad. Donde el pasado representa raíces, que explica orígenes, la filiación genética de una cultu-ra; el futuro que representa el porvenir, que da elementos para tomar decisiones en el presente, da viabilidad de continuidad y pervivencia de una cultura; y ante un presente, tan efímero, instantáneo que se constituye de una parte del pasado y del futuro; ¿cómo conciliar ambos aspectos?, es el quid del asun-to; decidir acerca de ello, son los elementos de coadyuvan a conformar la identidad de un grupo social en un determinado espacio, que se construye en el tiempo. De antemano, estamos ante una falsa dicotomía.

Varios casos pueden presentarse:

- Vivir el presente olvidándose del pasado ni vislumbrar el futuro, vivir la inmediatez, casi obedeciendo a necesidades fisiológicas, sin razón de ser, ni sentido de existencia;

- Vivir en y para el pasado (conservador), no le permite darse cuenta de su momento histórico y se condena a no tener un futuro, a empecinarse en lo que fue o cree que fue;

- Vivir hacia un futuro que no alcanza, que nunca llega lo que esperó, y que se le va la vida y no se da cuenta (fuera de orbita);

- Vivir el presente con visión de futuro (utópico, en sentido favorable es visionario, sugerente);

- Vivir el presente con algún anclaje en el pasado, sin vis-lumbrar el futuro;

- Vivir el presente con referentes del pasado y con pers-pectivas al futuro, es el ser de su tiempo, inteligente y sensato.

Para la psicología es claro que los primeros son casos pa-tológicos, hasta esquizofrénicos. La propuesta es considerarlo así para abordar el desarrollo de una sociedad en el desarrollo de sus espacios; cuyos mecanismos y acciones conducen a la determinación de su personalidad e identidad. Donde auten-ticidad es parte de una identidad construida en el tiempo y no representa aspectos físicos ni de significación, ni es equivalen-te a veracidad; donde ningún momento o etapa se puede con-siderar como auténtico, por lo que esto presenta un problema

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conceptual en ese sentido asignar al llamado centro histórico su autenticidad sólo a lo erigido en la etapa previa del siglo xx. Frente a este discurrir, el llamado ch de San Luis Potosí es muy auténtico, es resultado de una inteligencia que ha vivido su momento histórico, que ha visto al futuro, y su pasado ahí está, lo que la sociedad en su dinámica ha más o menos decidi-do que hacer y qué conservar.

Ciertamente, en esta argumentación hay un pero, pues la sociedad no es un ente único ni homogéneo, y lleva a plan-tear ¿quién decide qué ser, cómo ver el pasado, el presente y el futuro? En una sociedad con democracia imperfecta es claro que son algunos sectores del poder legal y el fáctico (econó-mico, financiero e intelectuales). Y eso también se expresa en el espacio, si bien es deseable que la construcción del espacio deba ser inclusiva, es claro que habrá que esperar que el siste-ma político lo sea.

Aquí se coincide con Choay,14 en el sentido que la arquitec-tura contemporánea puede incorporarse en la ciudad antigua y reafirmarse al actualizarla; la cuestión es qué tipo de arqui-tectura; sin duda, que sea de calidad y que responda al espíritu de la época y del lugar, que sea con buen gusto y competencia de los arquitectos, promotores y constructores y se cuente con la sensibilidad del Estado para autorizar y promover este tipo de obras. Así mismo, es necesario deshacer el anacronismo de la monumentalidad, que también ha llevado a que ahora, la arquitectura contemporánea, de origen sean concebidos para ser los nuevos monumentos del siglo xxi, a singularizar sus obras, a instaurarse como creaciones fundacionales absolutas (sin referente, sin antecedente, sin relación contextual), que ciertamente es herencia e idea propia de la modernidad; son necesarias pero no tantas; Si bien la escala ha cambiado: la hi-per, la monumentalidad también está en el espacio cotidiano e íntimo, de pequeña escala ciudadana y no en los espacios de masas.

Es necesario que se mantenga o se restablezca la articu-lación entre la parte antigua con la nueva, no sólo física sino funcional y socialmente, que tenga sentido para la población. O en su caso, se establezcan contrapuntos para enriquecer el discurso de un sector anodino o degradado, que como hito se articule con otros espacios de la ciudad, así como rebasar su función de imagen mediática, pues los monumentos nuevos tienden a ser íconos.

NOTAS Y REFERENCIAS 1 Ma. de las Nieves Arias Incollá, “Arquitectura del siglo xx, patrimonio del siglo xxi”, en Clara Bargelini (coord.), Histo-ria del arte y restauración, México, unam, 2000, p. 348.2 Ibídem, p. 349. 3 Se ha decidido adoptar esta denominación aun cuando el desarrollo industrial no es en el siglo xix, como lo fue en la mayoría de los países desarrollados.4 Néstor García Canclini, “¿Quiénes usan el patrimonio? Políticas culturales y participación social” en Antropología,

Boletín oficial del inah, Nueva Época, México, num. 15-16, julio-octubre 1987, pp. 11-24.5 Elsa Patiño Tovar, “Puebla: más allá del centro histórico”, Ciudades, num. 8, octubre-diciembre 1990, Puebla, rniu, p. 11. 6 Ana María Rosas Mantecón, “Rescatar el centro. Preservar la historia”, Ciudades, num. 8, octubre-diciembre 1990, Pue-bla, rniu, p. 17.7 Manuel Vildósola, Proyecto de regeneración urbana del cen-tro histórico, uaslp, México, 2006.8 Aunque la ciudad preindustrial del siglo xviii y xix es ma-yor que lo señalado en la declaratoria del ch, pues ahí no se incluyen los antiguos barrios y pueblos de indios, que po-drían sumar el 7%.9 Aquí las transformaciones que se nombrarán como tales en este documento son aquellas que comprometen la imagen e identidad espacial del edificio mediante elementos tectónicos que cambian la composición estética y espacial original, y compromete la integridad visual del conjunto. 10 Cabe precisar que la instalación de una delegación del inah en San Luis Potosí fue en el año 1971, siete años después de la Carta de Venecia, por lo que las intervenciones de conserva-ción inician o se observan hasta su llegada. Y en 1972 se publi-có la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas. Actualmente las suplantaciones han menguado de manera considerable gracias a la Ley Federal de Conservación (1972), sin embargo se siguen produciendo con artilugios. Otro dato interesante para explicar lo que pasará con la realización de edificación nueva, es que la carrera de arquitectura se empieza a impartir en septiembre de 1972.11 Hace unos 15 años tristemente remodelada para “integrarla al contexto”, y es una pena que el propio arquitecto después dijo que fue “un pecadillo de juventud”; la obra fue un testi-monio de su época. El conservacionismo peca de aberrante, aplicó leyes y disposiciones retroactivamente. Hay que supe-rar la mera conservación–recuperación del patrimonio arqui-tectónico y abordar su reelaboración productiva.12 Enrique Florescano M., “Patrimonio y política cultural de México: los desafíos del presente y del futuro”, en Jaime Cama Villafranca y Rodrigo Witker (coord.), Memoria del Simposio Patrimonio y política cultural para el siglo xx, México, inah, 1994, p. 14. 13 Canclini plantea cuatro: tradicionalista, mercantilista, conservacionista-monumentalista y participacionista. Néstor García Canclini, “¿Quiénes usan el patrimonio? Políticas cul-turales y participación social”, en Jaime Cama Villafranca y Rodrigo Witker (coord.), Memoria del Simposio Patrimonio y política cultural para el siglo xxi, México, inah, 1994, p. 58. 14 Françoise Choay, Pour une anthropologie de l’espace, Paris, Seuil, 2006, pp. 43-45.

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vildósola, Manuel, Proyecto de regeneración urbana del centro histórico, uaslp, México, 2006

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La recuperación habitacional

del patrimonio construido

en los centros históricos de

América Latina

PAOLA BAGNERA

La intervención en los centros históricos latinoamericanos da cuenta de procesos di-versos, no sólo en términos metodológicos y de estrategias de intervención, sino en función de los resultados obtenidos, tanto en virtud de la conservación de su patri-monio construido como en relación a su uso y disfrute ciudadano.

La amplitud que la noción de patrimonio ha ido adquiriendo en las últimas déca-das –promovida y acordada por numerosas cartas o normas internacionales– implica la protección y la recuperación de un campo materialmente diverso, al tiempo que se rige desde una noción culturalmente asumida: su valoración como patrimonio de to-dos. La propia consideración de patrimonio de la humanidad, pone en el centro de la cuestión al destinatario principal de dicho bagaje social e históricamente construido.

Sin embargo, gran parte de las intervenciones en los centros históricos evidencia un escenario donde prima la acción urbana modélica, basada tanto en procesos de renovación como en puntuales operaciones de restauración. En este sentido, pare-ciera existir un cierto desplazamiento entre los postulados –discutidos y acordados internacionalmente– y la intervención real en los centros históricos de las ciudades.

El marco físico de la acción promovida por específicos instrumentos de gestión, consolida el protagonismo del desarrollo turístico, el consumo y la recreación, y así como recupera un patrimonio de vital significación, evidencia efectos de una soste-nida exclusión social, que pareciera desdibujar a los protagonistas y destinatarios de ese “patrimonio de todos”.

El desplazamiento poblacional –tanto en términos de residentes como de usua-rios– es evidente y la conservación material pareciera desarrollarse en detrimento de esa pluralidad social y cultural que configuró históricamente los centros.

Muchos trabajos teóricos advertían desde hace años en torno a las excluyentes perspectivas mencionadas, al tiempo que recordaban el rol de la vivienda como di-namizadora –en términos físicos y sociales– de la configuración y construcción de la ciudad.

Varias experiencias latinoamericanas, que se reconocen como alternativas válidas a un estado de la cuestión definido como el escenario de una transformación acele-rada y particularmente excluyente, basan su accionar en la idea de que la pluralidad, diversidad y dinámica que implica la noción de centro vivo requiere de un protagóni-co rol de la vivienda en su configuración.

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El trabajo pretende evidenciar el desplazamiento en torno a lo enunciado como escenario deseable y a lo efectivamente concretado, a partir de puntualizar en un aspecto particular: la recuperación habitacional en las áreas centrales, y el real ejercicio de ese “patrimonio de todos”.

ACERCA DE LA NOCIÓN DE PATRIMONIO Y SUS ALCANCESEl patrimonio histórico en la contemporaneidad, como la

Expresión que designa un fondo destinado al disfrute de una co-munidad planetaria y constituido por la acumulación continua de una diversidad de objetos agrupados por su común pertenencia al pasado [se ha constituido] en nuestra sociedad errante, incesante-mente transformada por la movilidad y la ubicuidad de su presente (…) en uno de los términos clave de la tribu mediática. Remite a una institución y a una mentalidad.1

Esta noción de patrimonio, refleja según Choay una serie de significaciones y representaciones –no carente de ambigüeda-des y contradicciones en si misma– que evidencia un despla-zamiento de las “certezas” conceptuales y se traduce en una serie de interrogantes semánticos y relativos a las causas de su “culto” en la actualidad.

Los centros históricos se insertan con particular énfasis en el marco de dichas interrogantes, en un escenario marca-do por el mercado, el turismo y el consumo, ya no local sino “planetario”. El interés por los centros históricos, surge en el marco de la consideración del patrimonio urbano como no-ción específica que data de la primera mitad del siglo xx.2 Se consolida a partir de la ampliación que la idea de patrimonio adquiere después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se considera “valorable” las arquitecturas “menores”, domésti-cas, vernáculas e industriales, adquiriendo una particular consideración la “ciudad heredada” y su protección.

La conformación de la unesco en 1945 y del icomos (Con-sejo internacional de Monumentos y Sitios Histórico Artísti-cos) en 1965 con el objetivo de “promover la teoría, la meto-dología y la tecnología aplicada a la conservación, protección, realce y apreciación de los monumentos, los conjuntos y los referidos sitios”, determinaron una serie de aproximaciones tendientes al desarrollo de criterios para la preservación y la intervención en el patrimonio urbano.

En este sentido, la Carta de Venecia en 1964, se constitu-ye en un hecho significativo para la definición de políticas en torno a la consideración, conservación y rehabilitación del centro histórico, al considerar que:

la noción de monumento histórico comprende la creación arquitec-tónica aislada así como el conjunto urbano o rural que da testimo-nio de una civilización particular, de una evolución significativa, o de un acontecimiento histórico. Se refiere no sólo a las grandes

creaciones sino también a las obras modestas que han adquirido con el tiempo una significación cultural.3

El caso americano evidencia una particular consideración con las posteriores Normas de Quito redactadas en 1967, y se-gún las cuales “la idea de espacio es inseparable del concepto de monumento, por lo que la tutela del Estado puede y debe extenderse al contexto urbano, al ámbito natural que lo en-marca y a los bienes culturales que encierra”.4

Por otra parte, con la consolidación de lo que Choay deno-mina “expansión ecuménica de las prácticas patrimoniales”,5 hecho que se evidencia a partir de 1972 con la Convención sobre el patrimonio mundial, cultural y natural (1972) de la unesco, pone en escena la idea del patrimonio como hecho excepcional y sobre todo, la generación de una matriz común para la valoración de monumentos y sitios.

En 1976, la unesco elaboró en Nairobi las Recomenda-ciones relativas a la salvaguardia de los conjuntos históricos y su función en la vida contemporánea, donde define a los con-juntos históricos y su medio como un “todo coherente”, aten-diendo tanto a la presencia de las actividades humanas –“por más modestas que éstas sean”– como a los aspectos físicos de los mismos.6 Esta idea de integralidad en el abordaje y la protección se haría más evidente con el Coloquio de Quito en 1977, que define como Centros Históricos a:

todos aquellos asentamientos humanos vivos, fuertemente condi-cionados por una estructura física proveniente del pasado, recono-cibles como representativos de la evolución de un pueblo. […] Los Centros Históricos, por sí mismos y por el acervo monumental que contienen, representan no solamente un incuestionable valor cultu-ral sino también económico y social.7

Sin embargo, por entonces, las normas que rigen en cada país latinoamericano la protección de las áreas históricas, no su-peran un mayoritario perfil orientado a la consideración del patrimonio histórico, monumental y arqueológico, excluyen-do a ese “tejido” o “conjunto” que las Cartas enuncian. A pe-sar de que algunos países americanos cuentan con Comisio-nes Nacionales de protección patrimonial en forma bastante temprana, las mismas, repiten dichos objetivos y accionar.8

ACERCA DE LOS POSTULADOS Y LA PRÁCTICA DE LA INTERVENCIÓN EN LOS CENTROS: LA VIVIENDAAsí como la Carta de Venecia implica un punto de inflexión en la consideración de las áreas centrales patrimoniales, la intervención en Bolonia posibilita el ejercicio de algunos de los postulados que configuran por entonces los “escenarios deseados”, colocando asimismo en discusión la relación entre la recuperación del centro histórico y su carácter de espacio residencial.

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El centro histórico queda considerado, además de como un bien cultural inalienable, como un notable patrimonio económico - edi-ficado que no se puede desperdiciar absurdamente, ni abandonar, ni dejar en manos de la especulación, sino que, por el contrario, debe ser conservado y recuperado para una residencia social.9

En las mencionadas Recomendaciones de Nairobi en 1976, también hay una directa mención a la cuestión habitacional, ya que consideran particularmente la necesidad de “formular o revisar las disposiciones relativas a los locales y manzanas insalubres, así como a la construcción de viviendas sociales, no sólo de modo que se ajustaran a la política de salvaguardia, sino también de que contribuyeran a ella”.10

Estas ideas, son impulsadas también en el contexto ame-ricano por las Conclusiones de Quito al reconocer el “carácter social y viviente de los Centros Históricos” y recomendar una serie de instrumentos conducentes al desarrollo de políticas de vivienda incorporando programas específicos de “reha-bilitación de los centros históricos como forma de mantener el patrimonio habitacional del país”. Asimismo, plantean la necesidad de centrar la mirada en torno al destino y los des-tinatarios del centro, reconociendo tanto el protagonismo ciudadano en las tareas de “rescate del patrimonio histórico, cultural y social de América Latina”. Advierten que “los Cen-tros Históricos no sólo son patrimonio cultural de la humani-dad sino que pertenecen en forma particular a todos aquellos sectores sociales que los habitan”11, lo cual resulta particular-mente interesante atendiendo sobre todo al hecho de que se anticipan a la primera declaratoria de este tipo.12

En este sentido comienzan a evidenciarse los primeros planteos de especialistas en la temática que entienden que, para el contexto latinoamericano,

toda política que trascienda la recuperación del monumento ais-lado y se proyecte en el conjunto urbano o barrio debe articularse con una acción que potencie las calidades de ese patrimonio como respuesta social, y peculiarmente, con una política de vivienda de interés social.13

Implica en este sentido, un desafío social, que requiere pro-mover la preservación de los valores culturales de nuestros centros históricos, partiendo de mejorar las condiciones de habitabilidad de sus residentes.

La rehabilitación destinada a la vivienda popular en el marco de procesos de desarrollo local, enmarcadas en accio-nes de movilización y organización social, se constituyen en el eje de estos criterios de intervención, apoyados por suce-sivas posturas teóricas que reconocen en la presencia de la vivienda un rol protagónico en la vitalidad urbana de estas áreas.

En este sentido, resulta importante destacar el aporte rea-lizado desde nuevos ámbitos de trabajo y reflexión, ya que no resultan exclusivos los aportes generados desde la Historia

Urbana, el Urbanismo o el Patrimonio. En este sentido, el aporte generado desde la perspectiva de la producción social del hábitat, como el proceso colectivo de recualificación ge-nerado por los habitantes de los centros históricos, contando con el apoyo técnico de diversos grupos interdisciplinares, aportan a la definición de nuevas estrategias de análisis e in-tervención.

Uno de los aspectos que comienzan a ser evidenciados en este sentido, se centra en la inquietud en torno a la problemá-tica del desplazamiento poblacional y los procesos de exclu-sión verificados en los centros históricos. Esta inquietud se evidencia claramente en la Asamblea General celebrada en 1997 en Nairobi por el hic (Habitat Internacional Coalition). Dicho marco, motiva la generación de diversos proyectos de investigación que colocan en el centro del interés las estrate-gias desarrolladas por sectores populares en torno al habitar en los centros históricos.14

Estas nuevas miradas también promovieron la generación de acuerdos y normas de actuación por fuera de las tradicio-nales organizaciones. En este sentido, vale destacar la Carta de Veracruz, dictada en 1992 por el Consejo Internacional de Conservación, con la presencia de representantes de Brasil, Ecuador, Perú, Argentina, Cuba, Puerto Rico, México, Boli-via y España, constituyéndose en una de las primeras normas iberoamericanas de cooperación y definición de criterios co-munes de intervención. En la misma, se plantea que:

El uso racional del centro histórico con la obtención de unas dig-nas y adecuadas condiciones de habitabilidad, convivencia social y trabajo, no sólo es la única garantía para su supervivencia y trans-misión al futuro, sino prioritariamente la forma de obtener del pa-trimonio histórico un beneficio tangible para la comunidad, con-virtiéndose en un elemento económicamente activo y socialmente positivo.

Las condiciones de habitabilidad en las áreas centrales fue convirtiéndose en un motivo de preocupación que derivó en su tratamiento en ámbitos tales como Hábitat ii (Conferencia de Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos), durante 1996 en Estambul, donde se reconoce el valor del patrimonio histórico y cultural como recurso y se alienta a “mantener la viabilidad social, cultural y económica de sitios y comunida-des de importancia histórica y cultural”.15

Este planteo es retomado en 1997 con la Declaración de Lima, documento final del Encuentro de Alcaldes de Améri-ca Latina y el Caribe, de Ciudades con Centros Históricos en proceso de recuperación. En el mismo, se afianza la idea del desarrollo conjunto de modelos de intervención y tratamien-to integral (“que los afiancen como centros vivos de la ciudad, inductores de la acción concertada de los actores públicos y privados para lograr la sustentabilidad de su rehabilitación y valoración”).16

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ACERCA DE LA INTERVENCIÓN CONTEMPORÁNEA EN LOS CENTROS HISTÓRICOS LATINOAMERICANOSCada una de las redes de investigación, gestión o intervención que se reproducen a partir de los últimos años y vinculan ex-periencias en centros históricos latinoamericanos, dan cuen-ta de una serie de problemáticas y preocupaciones comunes. En las últimas décadas, se suceden una serie de procesos que evidencian nuevas consideraciones de la ciudad en su defi-nición y en el sistema de relaciones que la sustentan, y que le asigna una específica funcionalidad en la red de ciudades globales y sus flujos económicos centrales. Este complejo escenario, que adquiere una particular conflictividad en las áreas centrales, se ve fuertemente atravesado por la relación entre lo mundial y lo local, la exclusión y el desarrollo, la per-manencia y la renovación, en el marco de una particular re-definición de la memoria y la/s identidad/es ciudadanas. Este hecho es especialmente significativo en los centros históricos latinoamericanos, sobre todo atendiendo al nivel de disputa que sobre dicho espacio, evidencian los actores involucrados en la producción de ciudad y en la definición de estrategias de desarrollo futuro.

La compleja situación de inequidad manifiesta en los mo-delos de “desarrollo” vigentes, sumada a la fragmentación y exclusión creciente de su población, o al problemático acceso a la vivienda y los servicios urbanos, condicionan la habita-bilidad de buena parte de las áreas centrales y sus estrategias de intervención.

Las prácticas y modelos implementados en buena parte de nuestros centros históricos, son concebidas desde la lógica de los “grandes proyectos urbanos”. Los mismos, obedecen prin-cipalmente a modelos de intervención física, que intentan “renovar” bajo criterios y estrategias homogéneas un espacio significativo y fundamentalmente heterogéneo. En dichas prácticas, el “desarrollo” pareciera ser fundamentalmente económico, con el protagonismo de agentes privados o es-tructuras de gestión mixta, y excluyendo apoyarse en lo local o en la apelación a la sostenibilidad social de sus prácticas.

Por otra parte, se evidencian ejemplos en sentido contra-rio: las “buenas prácticas” que aúnan las características his-tóricas propias de los centros, con el intento de resolución de problemáticas comunitarias, generadas desde perspectivas teóricas más integrales y participativas.

La consideración de “la política de vivienda como ins-trumento”,17 como elemento válido de accionar en el centro histórico, fue una postura teórica que movilizó prácticas lati-noamericanas promovidas por actores diversos: los gobiernos locales, la cooperación internacional, los movimientos socia-les urbanos, etc., y que generó una transformación de reduci-da escala –y mayoritariamente “alternativa” condición– pero significativo impacto.

Se desarrollan bajo el convencimiento de que los aspec-tos multiplicadores de las políticas habitacionales aseguran

la creación de un espacio vivido, socialmente diversificado, favorecedor de la convivencia, con atractivo económico para el comercio, de dimensión suficiente para los servicios, ga-rantizando la permanencia de sectores populares y al mismo tiempo, favorecer una mayor heterogeneidad.

La Habana es una de las experiencias más significativas en este sentido en Latinoamérica, propiciada por un marco institucional y de gestión, la conservación del carácter re-sidencial y el mejoramiento de las condiciones de habitabi-lidad del centro habanero son prioritarios en las estrategias de intervención. Las mismas son definidas por la Oficina del Historiador (oh), principal actor que garantiza la gestión y generación de financiamiento para la intervención y el de-sarrollo de la economía local a partir de la promoción y la evaluación de la factibilidad de los nuevos emprendimientos. San Isidro concentra la mayor cantidad de intervenciones en este sentido, rehabilitándose más de un centenar de vivien-das, junto al mejoramiento habitacional de unas ochocientas familias, desarrolladas por: la propia oh, los “Arquitectos de la Comunidad”, el apoyo de la cooperación internacional y de organizaciones tales como el pnud. La generación de vi-vienda nueva, la rehabilitación de ciudadelas, la implantación de vivienda transitoria, la consideración tipológica mixta con plantas bajas comerciales y altas residenciales, entre otras es-trategias vinculadas a recuperar lo habitacional, son ejemplos (Gráfica 1).

El elemento clave –desarrollado por la oh desde los años 90–,18 lo constituye el modelo de gestión, que orienta la in-tervención, hacia la articulación de la actividad habitacional

Gráfica 1. Recuperación habitacional y comercios en Plaza Vieja. La Habana. Foto: tomada por la autora, 2006.

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con otros usos, como las actividades recreativas y comerciales propias del turismo, o al sostenimiento de los equipamientos educativos y culturales existentes en el área. En este sentido, su accionar da cuenta de la diversificación y vitalidad del área, potenciando la polifuncionalidad de la Habana Vieja, y da cuenta de una estrategia históricamente perseguida: la conso-lidación de un “centro vivo” con la presencia –multiplicadora de usos y funciones sociales– de la vivienda popular.

Sin embargo, la complejidad y degradación del centro ha-banero, junto a un notorio deterioro de su parque habitacio-nal, continúa con importantes pérdidas edilicias y derrumbes diarios de diversa magnitud (Gráfica 2).

Habana Vieja pareciera encontrarse en una fase de redefi-nición de acciones para propiciar la articulación entre desa-rrollo económico y social, en resolver los problemas nodales del área: las condiciones de habitabilidad de la población re-sidente.

Montevideo y el recupero habitacional de su centro es una experiencia que remite a la concepción local del acceso a la vivienda y que exceden el ámbito de las áreas históricas o de valor patrimonial. Dichos elementos derivan de la legislación habitacional de la Nación,19 la autoconstrucción de autoayu-da y la tradición cooperativista con aporte de mano de obra es la estrategia uruguaya de acceso a la vivienda o a su me-joramiento, impulsada en los años 1990 para “obra nueva” en las periferias. Los principios del cooperativismo, basados en su capacidad de organización, las metodologías de ayuda mutua y autogestión, el régimen de tenencia (cooperativas de usuarios), el financiamiento público (en suelo urbano o en la propia compra o cesión de inmuebles) y el asesoramiento in-terdisciplinario de los Institutos de Asistencia Técnica, son parte de los elementos que apuntalan y viabilizan el proceso uruguayo.

La articulación de dichos elementos y el inicio de una transformación sistemática del centro histórico montevidea-no, pueden verse en el Plan de Ordenamiento Territorial20 y en las acciones que anticipan una estrategia integral para el área, como el Programa Piloto de Reciclajes Participativos (1990, Intendencia Municipal de Montevideo) y la estrategia de recuperar edificios para vivienda en el centro mediante la ayuda mutua y la autogestión. Se trata de aplicar el modelo cooperativo en la rehabilitación habitacional para sectores de bajos recursos, pues es factible y replicable (Gráfica 3).

La habitación en la ciudad vieja se reproduce a partir de diversas modalidades cooperativas (ayuda mutua, ahorro previo), de reciclajes, de operaciones de vivienda nueva (Grá-fica 4) e incluso mediante estrategias de recuperación propias del mercado inmobiliario tradicional.

El centro histórico de Montevideo es una de las alternati-vas que evidencian la factibilidad de la promoción de estra-tegias integrales de intervención en un centro histórico. Una sostenida decisión política por parte de la intendencia en tor-no a la rehabilitación y repoblamiento del área, y la experien-cia organizativa y de gestión de las cooperativas uruguayas, avalada por una adecuada legislación, de un equipo de técnico político comprometido, explica las concreciones en un centro histórico con una consolidada dinámica urbana.

Las experiencias bolivianas de recuperación habitacional se desarrollan bajo la fuerte presencia de la cooperación es-pañola (aeci, Junta de Andalucía, etc.) marcan el inicio de un proceso que –motivado por la recuperación de edificios monumentales de alto valor patrimonial– fue cediendo terre-no al tejido residencial y su rehabilitación. Potosí a través del prahp (Programa de Rehabilitación de Áreas Históricas de Potosí) y su articulación interinstitucional con la Alcaldía y la cooperación internacional, promovió una serie de acciones de

Gráfica 2. Viviendas en San Ignacio 360. La Habana. Foto: tomada por la autora, 2006.

Gráfica 3. covicivi iii. Montevideo. Foto: tomada por la autora, 2008.

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recuperación de edificios significativos con fines habitaciona-les (Gráfica 5) o a su rehabilitación a partir de operaciones microcrediticias (Gráfica 6).

Del mismo modo, Sucre aborda una instancia similar en la recuperación habitacional del barrio de Santa Ana, uno de los más importantes reductos históricos de la ciudad. Bajo otra escala, definición tipológica, tecnológica y espacial, y la voluntad de mejorar las condiciones de habitabilidad de la población, se desarrollan acciones de rehabilitación en la Chiquitanía Boliviana.El Programa de Patrimonio de la Cooperación Española (“Pa-trimonio para el Desarrollo”) da cuenta de este cambio de rumbo en la intervención en los centros: recuperar el carácter

Gráfica 4. Cooperativa Irupé. Montevideo. Foto: tomada por la autora, 2008.

Gráfica 5. Pabellón de los Oficiales Reales. Junta de Andalucía, prahp. Potosí. Foto: tomada por la autora, 2008.

Gráfica 6. Recuperación de fachadas, Potosí. Foto: tomada por la autora, 2008.

habitacional y el mejoramiento de las condiciones de habita-bilidad. Dicho programa se inició en 1985 y se concretó en importantes centros latinoamericanos, africanos y asiáticos, da cuenta de la intención de recuperar el patrimonio monu-mental, y luego pasar en los últimos años (coincidiendo con su nueva denominación de “Patrimonio para el Desarrollo”, 2006) a resolver otros problemas sociales intrínsecos a los centros, adquiriendo la vivienda un rol protagónico.

Si bien el esquema tradicional del Programa (planes maes-tros, la implantación de Escuelas Taller, proyectos específi-cos de intervención, etcétera) se da en el caso boliviano, su particularidad da cuenta de gran carencia institucional (de órganos de gestión, de legislación, de técnicos formados, etc.) que la aeci intenta revertir. Paralelamente, el rico patrimonio boliviano y las acciones de recupero habitacional realizadas, demuestran la factibilidad de su multiplicación y la necesidad de apoyo político local para su concreción.

En el caso de Buenos Aires, si bien la ciudad contó a partir de la década de los 90 (como muchas ciudades latinoameri-canas) con el apoyo de la cooperación internacional para el recuperación del centro, las mismas no sobrepasaron la escala de “ejercicios piloto” de intervención, imposibilitándose una acción continua de intervención en el área. Entre estos esca-sos ejemplos, vale mencionar la estrategia del pram (Progra-ma de Rehabilitación de la Av. de Mayo, 1990)21 y la posterior recuperación habitacional de la Manzana de San Francisco, a partir de un convenio entre el Gobierno de la Ciudad y la Junta de Andalucía (Gráfica 7).Sin embargo, en los últimos años es cuando se producen una serie de movimientos sociales (acompañados por desalojo de

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sectores populares) que promueven la movilización en torno al ejercicio del derecho a residir en las áreas centrales. Así, se producen acciones que promueven la rehabilitación habita-cional a partir de la movilización popular y la gestión comu-nitaria, con una fuerte referencia en el modelo cooperativo uruguayo.

Este proceso, protagonizado por ocupantes de casas toma-das, inquilinos en condiciones de extrema precariedad, equi-pos técnicos y cooperativas de vivienda, deriva en la sanción de la ley 341 de la ciudad de Buenos Aires, la cual determina el deber instrumentar:

Políticas de acceso a vivienda para uso exclusivo y permanente de hogares de escasos recursos en situación crítica habitacional, asu-midos como destinatarios individuales o incorporadas en procesos de organización colectiva verificables, a través de cooperativas, mu-tuales o asociaciones civiles sin fines de lucro, mediante subsidios o créditos con garantía hipotecaria.

Este instrumento legal, cuya reglamentación y puesta en práctica no fue carente de conflicto, permitió una incipiente recuperación edilicia colectiva (las cooperativas Unión; Ya-tay; Perú; del moi (Movimiento de Ocupantes e Inquilinos); el “barrio piquetero” del mtl (o Conjunto de Viviendas de Par-que Patricios, del estudio de arquitectos Pfeiffer-Zurdo); entre otros, marcan un rumbo diferenciado en la intervención en un centro (Gráfica 8).Si bien este centro cuenta con un Plan de Manejo desde 1990 y otros instrumentos de planificación y regulación urbana como la normativa de aph –Áreas de Protección Histórica–, sigue manteniendo como deuda pendiente el desarrollo de políticas y estrategias oficiales de recuperación habitacional para el sector popular residente.

CONCLUSIÓNLas normas y acuerdos internacionales expresan desde hace más de cuatro décadas la necesaria consideración de ese pa-trimonio “menor”, que caracteriza el tejido de los centros his-tóricos. Asimismo, se constituyen en objetivos de los mismos: la protección de la pluralidad social, funcional y cultural de los centros; la consideración del patrimonio como un recurso capaz de generar condiciones factibles para el desarrollo lo-cal; y el rol fundamentalmente de la vivienda en una estrate-gia de recuperación.

Sin embargo, hasta los años 1990 se consolida en Latino-américa un “hacer” consecuente con el escenario deseado y recomendado. Las experiencias presentadas son parte de esa concreción que, mediante diversas estrategias y distintas vías, continúan manifestando un carácter absolutamente periféri-co o “alternativo” en el marco de las estrategias de interven-ción vigentes.

Giovannoni planteaba hacia 1930 que la ciudad histórica constituye en sí un monumento, pero es al mismo tiempo un tejido viviente.22 El carácter integral de la intervención, su relación con la planificación urbana y territorial, la conside-ración casi prioritaria del tejido y su recuperación, son ejes a partir de los cuales estructura sus planteos. Los casos presen-tados recuerdan aquellos “remotos” planteos, al tiempo que continúan evidenciándose como alternativas, si se atiende al hecho de que el campo de las concreciones en esta línea pare-ciera ser aún muy incipiente.

Entre otros casos latinoamericanos, estas ciudades permi-ten comprobar que la estrategia de recuperación habitacional multiplica efectos en pos de una equitativa, plural e inclusiva consideración de áreas que de este modo, conservan o redi-mensionan su particular e histórica condición de centros vi-vos.

Esta vitalidad se enmarca además en una serie de particu-

Gráfica 7. Manzana San Francisco. Buenos Aires. Foto: tomada por la autora, 2006.

Gráfica 8. Conjunto Parque Patricios. mtlFoto: tomada por la autora, 2008.

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laridades que –además de la recuperación habitacional– re-visten los casos, y que vale destacar:

El rol del habitante y su participación en la definición del escenario posible para el centro, adquiere protagonismo en la mayor parte de las experiencias. Muchos procesos de par-ticipación de grupos sociales movilizaron transformaciones significativas de los centros.23

La necesidad de técnicos especializados en la rehabilita-ción urbana y habitacional en tejidos históricos es uno de los requerimientos más notorios. La intervención requiere modalidades de abordaje que dista mucho de la restauración monumental que caracteriza la formación de profesionales en el problema. Asimismo, se requiere la capacitación específica vinculada a la recuperación de oficios y técnicas populares de construcción.24

La intervención en el espacio público es una estrategia para potenciar la articulación y diversidad social y funcional.25 “Es necesario que los centros históricos sean heterogéneos, para que se potencien las múltiples y simultaneas formas de iden-tidad.”26

La capacidad de plantear estrategias capaces de asumir las transformaciones y los conflictos inherentes a la dinámica propia de los centros y los grupos sociales que los habitan, utilizan y transitan. El centro vivo se define bajo la premisa de que “la ciudad es un proceso de construcción permanente del cual las áreas centrales no están excluidas”27 y en este marco, las experiencias mencionadas desarrollan sus estrategias de intervención tendientes a propiciar, recuperar o consolidar dicha vitalidad.

NOTAS Y REFERENCIAS 1 Françoise Choay, Alegoría del Patrimonio, Barcelona, G. Gili, 2007, p. 7.2 Choay atribuye a Giovannoni la autoría del término, cuan-do en 1931 lo expone en su libro Vecchie città ed edilizia nuo-va. Ibidem, p.175.3 icomos, Carta internacional sobre la conservación y la res-tauración de monumentos y de conjuntos histórico artísticos, Venecia, 1964.4 icomos, Informe final de la reunión sobre conservación y utilización de monumentos y lugares de interés histórico y ar-tístico, Quito, 1967.5 Francoise Choay, op. cit., p.191.6 unesco, Recomendaciones relativas a la salvaguardia de los conjuntos históricos y su función en la vida contemporánea, Nairobi, 1976, art. 3.7 unesco-pnud, Conclusiones del Coloquio sobre la preserva-ción de los centros históricos ante el crecimiento de las ciuda-des contemporáneas, Quito, 1977.8 En Argentina, la creación de la Comisión Nacional de Mu-seos y Lugares Históricos fue creada en 1938, para luego ser reemplazada por la Ley Nacional 12665 en 1940 por la actual

Comisión Nacional de Museos, Monumentos y lugares histó-ricos. Uruguay cuenta con su propia Comisión Nacional de Monumentos Históricos desde 1950, y no será sino hasta 1971 cuando se ampliará su concepción patrimonial, definiéndose entonces como Comisión del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de la Nación. En el caso cubano, la creación de la Oficina del Historiador en 1938, deriva en la conformación de la Comisión de Monumentos, Edificios y Lugares Históricos y Artísticos Habaneros, luego Comisión Nacional de Monumen-tos, a partir de 1963. 9 P. Cervellatti y R. Scannavini, Bolonia: Política y metodolo-gía de restauración en los centros históricos, Barcelona, 1976, p. 1.10 unesco, op. cit., art. 15.11 unesco-pnud, op. cit.12 Quito, en Ecuador, fue el primer centro histórico conside-rado Patrimonio de la Humanidad, y su declaratoria data del año 1978.13 Ramón Gutiérrez, “Identidad en la arquitectura argentina”, Summa, num. 229, Bs. As.14 Al respecto, ver J. Audefroy (coord.), Vivir en los centros históricos. Experiencias y luchas de los habitantes por perma-necer en los centros históricos, México, Habitat International Coalition, 1999.15 Habitat ii, onu, Estambul, 1996, Art. 153.16 Declaración de Lima, Lima, 1997.17 L. González Tamarit, “Algunas reflexiones sobre la ciudad histórica y sobre los modos de intervenir en su recuperación”, en Seminario Iberoamericano de políticas de vivienda, Tucu-mán, 2003.18 Dicha continuidad de acción se consigue mediante una se-rie de acontecimientos significativos que se suceden a la de-claratoria de La Habana como Patrimonio de la Humanidad (1982) y sobre todo a la caída del bloque socialista que deman-dó la generación de nuevas estrategias de desarrollo económi-co en toda la isla. Entre dichos acontecimientos vale destacar la instauración del Decreto 143/93 que otorga atribuciones especiales a la oh, la redacción del Plan Maestro para Habana Vieja (1994, con el apoyo de aeci) y la creación de diversas instituciones y empresas vinculadas a la rehabilitación del centro (Escuela Taller, empresas de desarrollo inmobiliario, agencias de empleo, etc.).19 La ley 13728, del año 1968 estipula el derecho a una vivien-da “decorosa” para todos los habitantes del territorio nacio-nal.20 Desarrollado a partir del año 1998 con el apoyo de la Junta de Andalucía.21 Desarrollado en el marco de las acciones emprendidas por España en toda Latinoamérica con motivo de la Conmemora-ción del Quinto Centenario del Descubrimiento de América.22 Apud Françoise Choay, op. cit., p. 178.23 El reclamo y movilización por la Ciudad Vieja de Montevi-deo se dio en plena dictadura uruguaya, aunque las primeras

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acciones de rehabilitación se hayan materializado avanzada la recuperación democrática. En el caso de Buenos Aires, el logro de la Ley 341 que promueve el financiamiento a las coo-perativas, también fue producto de la organización y movili-zación social, echo que se repite anualmente ante cada discu-sión del Presupuesto Municipal de la Ciudad Autónoma.24 En este sentido, la labor de las Escuelas Taller (aecid, en Bolivia, Perú) implica un fuerte compromiso con la recupera-ción patrimonial como con la capacitación ciudadana en pos del desarrollo de habilidades específicas para el restauro y la conservación. En el caso montevideano, el aporte derivado de la autoconstrucción –muchas veces con una activa y en algu-nos casos, prioritaria participación femenina- se constituye en una de las claves que posibilita la concreción de las coope-rativas de reciclaje.25 En este sentido, determinados “fragmentos urbanos” como la Plaza Vieja de La Habana, da cuenta de esta particular plu-rifuncionalidad motivada por la presencia nodal de lo público y que implica la posibilidad de articulación y convivencia de residentes, usuarios y turistas, a partir de la permanencia del uso residencial, con otros propios del turismo y la recreación, junto al sostenimiento de los equipamientos educativos y cul-turales del área.26 F. Carrión, El centro histórico como proyecto y objeto de deseo, p. 9.27 R. Mesías y A. Suárez (coords.), Los Centros Vivos. Alterna-tivas de hábitat en los Centros Antiguos de ciudades de Améri-ca Latina, cyted, La Habana-México, 2002, p. 9.

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Patrimonio versus

patrimonialización.

El caso del centro histórico

de la ciudad de Colima

LUIS ALBERTO MENDOZA PÉREZ

Primeramente, en este trabajo se entenderá por patrimonialización: el convertir los bienes que no tienen identidad, y que son importantes para nuestra cultura, en bien de todos; en lo particular, la acción de tomar de sí un bien para contabilizarlo asignándole un valor que puede considerarse tangible o intangible. Estos bienes en sí ya tienen valor para el propietario pero quizá no habían sido considerados social y culturalmente.

La ciudad de Colima se encuentra en el occidente de México y colinda con el Océano Pacífico. Se caracteriza por estar en el eje volcánico, lo que le valió haber sufrido varias erupciones y temblores en su historia, como el último del año 2003. Después de este evento telúrico, el paisaje urbano quedó con vacíos, espacios sin construcción, baldíos, sin uso, por la destrucción de edificaciones que no soportaron el impacto del efecto sísmico.

Reconocer el patrimonio edificado es una condición para el rescate y restaura-ción de bienes que mantienen su permanencia, pero ¿qué pasará con los espacios que quedaron libres de edificación y que se encuentran insertados en el centro histórico?

Gráfica 1. Baldío posterior al sismo de 2003. Foto: tomada por el autor.

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O ¿qué pasará con las construcciones que quedaron muy daña-das por el sismo pero que no han sido restauradas porque los propietarios no consideran pertinente invertir en ello? O ¿con aquellos inmuebles que se construyeron a mediados del siglo xx antes de las normativas conservacionistas?

El interés es el centro histórico, definido por las autoridades a partir de la planimetría identificada a finales del siglo xix en la ciudad de Colima.1 Se trata del perímetro conformado por un polígono de forma irregular que alberga al hoy centro his-tórico que para los últimos días del siglo xix la ciudad tenía.

Existen tres aspectos a tratar; el primero son las nuevas edi-ficaciones sobre predios que quedaron libres después del sismo

y la morfología que se pretende deben te-ner en la actualidad; el segundo se refiere a las edificaciones construidas en la pri-mera mitad del siglo xx, y que entran en un proceso de remodelación por no ser en la actualidad útiles para los fines que fueron proyectados. Y el último, un cen-tro histórico que se pretende revitalizar para mantener su vigencia como centro de la ciudad con los atractivos que esto supone que conlleva y su inserción en el mundo globalizado.

En el primer aspecto, se reconoce que el paisaje urbano construido a lo largo de la historia, implicó esfuerzos, tecnología, una adaptabilidad al medio ambiente, soluciones de acuerdo con las condiciones topográficas existentes que fueron conformando una manera de construir. Ésta se fue convirtiendo en tradición constructiva, misma que permanece aún en la memoria de los ha-bitantes a través de fotografías, escritos y una narrativa oral. Dicha conforma-ción cultural de la arquitectura derivó en una tradición que en la actualidad es el referente del pasado que ya no existe pero que condiciona la construcción del presente, se reinventa la tradición, con soluciones formales de mala factura y con la adaptación a nuevas funciones del espacio.

Las edificaciones de principios del siglo xx se pueden clasificar en varias tipologías, por un lado las que heredan la tradición constructiva y que siguieron conformando el paisaje con armonía y homogeneidad tanto formal como fun-cional; otras que invitadas por las ideas de la modernidad y los nuevos mate-riales de construcción muestran una

mezcla de la tradición constructiva formal, hasta llegar al lado opuesto, en el que se aprecian proyectos libres de la tradición constructiva en el aspecto formal y funcional.

Esta segunda generación constructiva, propició que algu-nas edificaciones modernas ingresaran al catálogo históri-co del Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah), como lo fue la antigua estación de ferrocarril, aceptando nue-vos formatos y funciontes.

Otras construcciones modernistas que se incrustaron en el centro de la ciudad, como las viviendas de tres pisos (algo inusual), es una nueva arquitectura en la ciudad, a la que al paso de los años le sobreviene la fatiga formal que refiere,2 la

Gráfica 2. Plaza Madero, construido hace 10 años. Foto: tomada por el autor.

Gráfica 3. El jardín Libertad, en el centro de la ciudad de Colima. Foto: tomada por el autor.

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cual no ha soportado las nuevas necesidades y cambios tecno-lógicos (lo que si tuvo la arquitectura tradicional), ni la cer-teza de que los materiales con que se construyeron son “tan eternos” como se creía, en virtud de los materiales industria-les que se utilizaron en la actualidad ya no existen y/o han sido superados por avances científicos y comerciales. Esto úl-timo ha propiciado incluso que en los casos de restauración, se tuvieran que sustituir elementos constructivos por nuevos componentes contemporáneos.

La revitalización urbana arquitectónica del centro de la ciudad es un proyecto que cada administración municipal, sin importar su ideología, ha propuesto a la ciudadanía. Se reconoce a las instancias gubernamentales porque han iden-tificado la importancia de atender e inyectar recursos al cen-tro histórico para su conservación y difusión, y promover los atractivos turísticos que contiene.

El Estado ha creado fidecomisos, realizado planes de tra-bajo y no alcanza el tiempo para conciliar los intereses ciu-

dadanos y la idea de la revitalización; con estas pequeñas acciones poco a poco han ido configurando algunos logros. Sin embargo, han sido políticas a corto plazo y que no se han consolidado y la revitalización de centro ha quedado en ac-ciones significativas pero incompletas. Se pueden mencionar: el ocultamiento de la instalación eléctrica, nuevos arbotantes, algunas fachadas nuevas, detalles de jardineras, entre otros.

Para los ideólogos de la arquitectura funcionalista, el pre-cepto de “la forma sigue a la función”; actualmente se encuen-tran ante una nueva realidad y un severo cuestionamiento, ¿Qué pasa con esa arquitectura moderna que ya no funciona como fue concebida? Es decir, cuando el futuro le llegó a la arquitectura moderna y su envejecimiento es inevitable, ¿De-bería demolerse? Le Corbusier mencionaba que “del pasado tiraría todo, salvo lo que aún sirve”.3

Los conceptos que se utilizan para este trabajo son relati-vos a ¿cuáles son los criterios que se deben utilizar en aque-llos predios donde existió un edificio antiguo pero que por

Gráfica 6. Nuevo portal de la calle Madero, construida a finales del siglo xx. Foto: tomada por el autor.

Gráfica 5. La primera casa habitación construida con concreto después del sismo de 1932. Foto: tomada por el autor.

Gráfica 4. Estación del ferrocarril de Colima, 1921. Fuente: msfm.

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causas naturales desapareció?. En si esta pregunta tiene una respuesta en base legal; por encontrarse en el centro históri-co, el proyecto nuevo deberá tener autorización del inah. Así, las autoridades municipales desarrollaron un reglamento que busca conciliar los intereses de las partes involucradas; sin embargo, actualmente se debate el futuro de los centros histó-ricos urbanos entre fomentar el turismo cultural o la creación de condiciones que permitan su rescate para uso habitacional y comercial compartido. Esta última opción no se ha logrado y el abandono de los centros históricos para uso de casas ha-bitación aumenta.

La opción del turismo cultural genera la necesidad de ofrecer una arquitectura y un paisaje atractivo donde conflu-yan tradición y modernidad. De tal manera que la patrimo-nialización de los espacios arquitectónicos y urbanos es clave como estrategia de revaloración de los sitios y edificaciones, pero que por su naturaleza, calidad y significado impacten a la población antes que al turismo.

La importancia de la memoria histórica de la población, puede ser el primer eslabón para continuar los trabajos de re-vitalización de un centro histórico, atendiendo a los valores y al imaginario de la población. La realización de este trabajo permitirá identificar los valores y las ideas que la población tiene sobre el patrimonio y los objetos, en la dimensión social de la arquitectura.

¿Cuál es el papel de la revitalización, para conciliar las ac-ciones tanto de conservación como de solución a las necesida-des de nuevos espacios?

El rescate de los valores de los sitios y edificios que la me-moria histórica considera patrimoniales, permitirá establecer una ruta de trabajo que atienda prioridades y magnitudes esos elementos que son actualmente íconos para la población. El Instituto de Planeación del Municipio de Colima inició la conformación de un comité de participación ciudadana, inte-grado por los colegios de profesionistas, cronistas, institucio-nes y organismos no gubernamentales. Una de las primeras

acciones de este comité ha sido la de desarrollar un programa de fachadas sobre los baldíos que quedaron con motivo del sismo de 2003 en el centro de la ciudad. En este caso particu-lar se ha debatido sobre la magnitud de la intervención y las características fisonómicas que indudablemente se incorpo-raron en el paisaje urbano.

Otra línea de intervención planteada aborda la revalora-ción de los oficios que existieron y algunos de los que aún subsisten; por lo que se considera restablecerlos en lugares donde se practicaban tradicionalmente; ejemplos son el ven-dedor de tuba, la vendedora de bate, un bolero, un zapatero, y realizando esculturas que perpetúen su memoria.

Sin embargo, una preocupación básica es el incremento de la desocupación habitacional en el centro de la ciudad, fenó-meno lógico pero preocupante, debido a que ya no cumplen con las condiciones de habitabilidad necesarias o deseables para permanecer en dicho lugar.

La pregunta específica es ¿Qué centro de ciudad quere-mos? Colima se fundó en al año de 1524, fue la primera fun-dación más cercana al pacífico, aún antes que la ciudad de Guadalajara. Este hecho debería manifestarse con una pro-ducción arquitectónica y urbana más rica en construcciones virreinales, de la independencia y también del siglo xx con sus múltiples manifestaciones arquitectónicas. Sin embargo, los eventos naturales como sismos, incendios, y otros no na-turales, motivados por la mano del ser humano, han propi-ciado la pérdida de muchas edificaciones.

Adicionalmente, con el afán modernizador, una instancia municipal pretendiendo preparar a la ciudad para el futuro, decretó que las calles se ampliaran en la década de los años 60, aprovechando las remodelaciones que se dieran en las edificaciones, y se condicionó a remeter el paño de la cons-trucción unos metros, en cada solicitud de permiso de cons-trucción que diera la municipalidad. Este hecho propicio que los paños de las construcciones se fueran alterando y la conti-

Gráfica 7. Último balcón construido de madera en el centro de la ciudad. Foto: tomada por el autor.

Gráfica 8. Casa Zaragoza, entorno del jardín Núñez, en el centro de la ciudad. Foto: tomada por el autor.

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nuidad de las banquetas no fuera constante. Calles anchas en unos tramos, angostas en otros. Por otro lado, las tipologías arquitectónicas fueron libres, ya que no existía una normativa que las condicionara en lo formal, y en su mayoría respetaron los paños de construcción, cuando no se les condicionaba do-nar una sección de su terreno para la ampliación de la calle.

Cuando se habla de revitalizar el centro histórico, se pien-sa en primera instancia en el paisaje urbano y los criterios de homogeneización que suelen predominar en las propuestas: determinar alturas, posición de ventanas, utilización de cor-nisas falsas y en su mayoría de muy mala factura.

Sin embargo, la revitalización va más allá, en un estudio realizado en una sección de la principal calle Madero de la ciudad, ubicado entre las calles de Filomeno Medina y la calle Venustiano Carranza, se encontró que el 80% de las edifica-ciones son del siglo xx, ya sea por remodelaciones o interven-ciones de diferente magnitud en las edificaciones o por am-pliaciones de las secciones de calles y banquetas, afectando gravemente la fisonomía original, generalmente sin respetar los diseños originales.

El entorno del dieciochesco Jardín Núñez presenta sólo dos edificaciones antiguas, el resto son alteraciones y cons-trucciones de mitad del siglo xx. Situación similar en el jardín Torres Quintero, fundado en el siglo xvi, pero su construc-ción actual se realizó en la década de 1940, ahora con cons-trucciones del siglo xx, a excepción de la parte posterior de palacio de gobierno.

El tramo de la calle Madero, principal arteria que une a los dos jardines mencionados, y de una importancia comer-cial, tiene tres o cuatro fincas con vestigios del siglo xix.

CONCLUSIÓN Entonces nuevamente aparece la pregunta, ¿con que criterios intervenir la zona señalada? Las autoridades responsables no dan alguno, sólo dice si el proyecto puede ser o no aceptado.

En la actualidad, los trámites de intervención arquitectó-nica, ya sea una remodelación o construcción nueva dentro del polígono del centro histórico exigen el condicionamiento de los aspectos formales sobre los aspectos de habitabilidad y uso, empujando a construir una fisonomía “histórica” aún en las edificaciones funcionalistas.

En la región occidente de México existieron manifesta-ciones y posturas como la del ingeniero Juan José Barragán,4 importante constructor de Jalisco, que manifestaba en 1936 su incomodidad ante el decreto de utilizar la arquitectura neocolonial en lugar de la arquitectura moderna. Su argu-mento se basaba en que no se debía impedir el desarrollo de las ideas modernas, el uso de los nuevos materiales y el apro-vechamiento del avance tecnológico que existía, pero sobre todo, las nuevas necesidades de la sociedad.

Después de 70 años, pareciera que los criterios siguen siendo similares, empujar a revestir con un paisaje “histórico” un espacio que está ya alterado.

Es necesario definir qué necesitan los usuarios del centro para reconstruir una habitabilidad que permita redensificar el centro de la ciudad y convertir el centro histórico en un verdadero punto de referencia.

De tal manera, los proyectos de revitalización deben con-siderar la opinión de los principales protagonistas que la ha-bitan y se debe realizar un análisis a partir de lo que necesita el usuario que reside en el centro para que disfrute la ciudad, hacerlo habitable y no soportable, que enriquezca la ciudad con una imagen producto de su armonía social y de sensatez ciudadana y no permitir que las modas comerciales se apro-pien de la imagen urbana, ni tampoco crear una escenografía dedicada a una población flotante que no reside el centro de la ciudad. Evitar que el centro pierda su sentido y significado y pase a ser un barrio más de la ciudad.

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Gestión y revitalización

del centro histórico de

Aguascalientes. Participación,

nuevos desafíos y riesgos

ALEJANDRO ACOSTA COLLAZO

INTRODUCCIÓNLa gestión en nuestros días es una actividad que requiere mayor atención en la con-servación del patrimonio. ¿Por qué la mayoría de los programas de intervención de centros históricos son tan limitados en México; es decir se circunscriben solamente al tratamiento de la imagen urbana? En un primer acercamiento, se puede aseverar: por la falta de una adecuada gestión que permita vincular actividades y resolver problemáticas acertadas. El fracaso del planeamiento urbano en el último cuarto del siglo xx se debió, en parte, a la falta de vínculos apropiados entre propuestas y aplicación de los programas. A nivel local se diseñaron programas de trabajo que involucraban la conservación del patrimonio arquitectónico. Desde 1997 se implementa el Programa Revive con un plan piloto y surge una preocupación sin precedentes por el mejoramiento de la imagen urbana en la ciudad. La evolución de este Programa en Restaura y Revalora ha permitido una continuidad con muchos aciertos pero también se adjuntan algunos fracasos y desatinos. Se menciona como actividad importante, de ese año a la actualidad, la gestión del color y el tratamien-to contemporáneo de espacios públicos de carácter histórico. Lo anterior se valora desde la perspectiva de la gestión del patrimonio y la participación ciudadana; que entre la idea y la concreción, su papel ha sido fundamental para la revaloración cul-tural, en el ámbito local. El tema es de suma relevancia social, pues ha despertado cuestionamientos sobre el anclaje cultural de los aguascalentenses.

EL PROGRAMA REVIVENace a iniciativas del gobierno municipal en el año de 1997. La implementación de este programa se procuró, en principio, con ciertos tanteos. Las primeras fincas que se trabajaron fueron: la antigua sociedad Mutualista de Empleados y la Casa Már-quez, que se encuentran a un costado de catedral, en el primer cuadro de la ciudad. Era prácticamente deprimente ver estas fincas en estado de abandono en esta zona importante de Aguascalientes. Su rescate era necesario; paralelo a esto, empezaba a tener especial auge la conservación de centros históricos en el país. La gestión de la conservación del patrimonio edificado como moda de la práctica en la administra-ción pública en México, comenzaba a rendir frutos, en términos cualitativos y en términos políticos; pues el interés mostrado en esta práctica por parte del gobierno era, en general, bien visto por la ciudadanía.

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En principio la intervención de estos edificios implicó absorber los costos por parte de la administración guberna-mental en turno. Los dos edificios que conformaban el plan piloto del programa Revive presentan diferencias anacrónicas considerables en su manufactura. Mientras que La Casa Mar-ques es un edificio del siglo xviii, por cierto a un costado de los restos del antiguo presidio; y la Sociedad Mutualista de Empleados que es básicamente del siglo xx. El entusiasmo por trabajar estos edificios parte a iniciativa de la gestión del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

A partir de ese momento se decide diseñar en un sistema de aportaciones para solventar parte de los costos que uti-lizaba el programa. El involucrar a los propietarios fue una medida que permitió allegar recursos no programados a las finanzas municipales.

La administración municipal comenzó a valorar este pro-grama por su impacto social y por que reintegraba recursos económicos, en base al trabajo de concertación, a las arcas públicas.

El proceso de gestión de los involucrados se convirtió en un trabajo abrumador; pues aparte de realizar los proyectos implicaba tocar puertas y realizar concertaciones. Este últi-mo proceso comenzó a plantearse como una actividad que implicaba varias etapas: primer contacto con el propietario, entrevista y explicación del programa, una negociación que implicaba definir, en base a un presupuesto, la posible apor-tación de las partes, en términos materiales y económicos. El proceso implicaba también la firma de un acta en donde se definía el porcentaje de aportación y los tiempos en que se cubriría.

En principio fue complejo definir un mecanismo que resultara adecuado y sirviera como modelo para usarse en forma sistemática a futuro. En términos de eficiencia en la gestión del patrimonio este procedimiento resultó ser un ha-llazgo que permitía, en base a prueba y error, definir meca-nismos de trabajo.

Después de intervenir las primeras finca en plan piloto, el programa Revive comenzó a rendir frutos positivos en el centro histórico de Aguascalientes. A pesar de que este pro-grama funcionó como tal de octubre de 1997 a finales del año de 1998, se trabajó un total de 12 edificaciones.

La dependencia oficial que realizaba estos trabajos desta-caba, en el período administrativo, por su interés en la con-servación de elementos culturales edificados. A pesar de lo anterior quedó al descubierto la falta de un vínculo entre los planes de desarrollo y el trabajo de rescate del patrimonio. Los planteamientos teóricos, en términos de planeación, mostraban serias deficiencias en su vinculación con la rea-lidad. El Programa de Desarrollo Urbano de la Ciudad de Aguascalientes 1994-2010, en los Objetivos de la Conserva-ción del Patrimonio Cultural, menciona: “Concientizar a la sociedad en general sobre la importancia de la conservación y reutilización del patrimonio”.1 Objetivo no muy acorde con

el fenómeno actual de la globalización de la economía. Pues entre menos arraigo cultural mayores beneficios para el con-sumismo. En fin, lo más loable del Programa Revive consistía en el refuerzo de esta conciencia, pero a cuenta gotas con al-gunos individuos y no con la sociedad en general.

EL PROGRAMA RESTAURADesde que inicia este Programa de rescate del centro histórico en el año de 1999, retoma elementos del programa anterior, es decir del Revive. Esto permitió dar cierta continuidad a la forma de gestionar la conservación del patrimonio y buscar la recuperación de recursos, por cierto de origen directo de los propietarios. Se comienza en ese año a sistematizar procedi-mientos de trabajo en el Programa que permitieron obtener resultados seguros. Es decir, de una forma sistemática, desde la selección de la zona a trabajar, continuar con la identifica-ción de fincas de valor, el primer acercamiento con los pro-pietarios, la realización de propuestas proyectuales, la elabo-ración de un presupuesto, la negociación con los propietarios para definir los términos de la aportación, la elaboración de un acta de concertación, el trámite de las licencias respectivas y, por último, la ejecución de la obra. Este proceso, por cier-to ordenado en términos cronológicos, permitió establecer una mecánica de trabajo que comenzó a medirse en términos cuantitativos. Es decir ¿cuántas concertaciones se hacen por semana para recuperar recursos? Reflejando en esta postura una aplicación de reformas neoliberales por parte de la admi-nistración en turno.

La visión empresarial neoliberal adoptada por el gobierno en el poder amparaba este modelo, especulando y quedando implícito que la conservación del patrimonio contenía intere-ses económicos. Se convirtió la gestión en la apertura de un vínculo de propietarios de fincas importantes y la burocra-cia en el poder. Para sorpresa de muchos, las fincas históricas relevantes en el centro histórico están en manos de algunos cuantos. La administración en turno cayó en el recurrente maquillaje de edificios históricos, que se suscitaba también en la mayor parte de las áreas centrales en las ciudades importantes de este país, sin dar jerarquía al interior de las fincas. Tampoco se preocupó por hacer sustentable la recuperación de espacios interiores y su reciclaje; sino en embellecer la imagen urbana.

Adicional al programa restaura se hacen ampliaciones de calles en pleno centro histórico, a pesar de la oposición de las entidades federales que custodian el patrimonio. Esto causo una sucesión de demoliciones y produjo un serio malestar en los intelectuales.2

La falta de análisis de la problemática real de la conserva-ción del patrimonio local se hacía evidente. Con tumbos y tro-piezos el programa comenzaba a tomar un rumbo fijo: el me-joramiento de la imagen urbana. El gobierno al darse cuenta de los gastos que implicaba intervenir obras catalogadas prefi-rió optar por la salida del mejoramiento de la presencia de los

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espacios públicos. Esta actitud tiene un razonamiento acorde a su momento histórico: lo limitado de los recursos asignados a centros históricos y el seguimiento ortodoxo en la aplicación legal del recurso público en espacio público y no en espacio privado. Este umbral entre el lugar de todos y el particular es precisamente la cara de los edificios; es decir la fachada.

La importancia que comenzó a tener el Programa impac-tó a favor de la cultural local y el partido en el poder se vio agraciado con el beneplácito de la ciudadanía. De manera que la etiqueta de gobierno conservador del patrimonio edificado era bien visto y, obviamente, utilizada en las elecciones sub-secuentes.

La participación ciudadana en la figura de los propietarios de fincas fue fundamental en la gestión, y es motivo de análi-sis de este trabajo. Dice Hernández: En cualquier caso, no se puede concebir procesos de rescate urbano sin una legítima participación de la ciudadanía.3 Los altibajos de la economía en ese momento hacían que la concertación de fincas presen-tase un esquema basado en mensualidades; que dependían de la capacidad de pago del propietario; es decir entre tres y 15 meses sin intereses. En este sentido, una limitante ineludible era la duración de la administración. Es decir el plazo no po-día abarcar un período superior al del gobierno municipal en turno; de manera que esto representaba un referente a con-siderar en los trabajos de concertación. El exitoso programa Restaura coadyuvó al triunfo electoral del partido en el poder; pues se presentaba como una acertada forma de trabajar la imagen urbana en la zona centro de la ciudad de Aguasca-lientes.

En la administración 2002-2004 se retoman los trabajos y se adopta el mismo nombre; de modo que había Restaura para rato. La iniciativa ahora se da más bien por la ambición de abarcar más en términos cuantitativos. Si la administra-ción anterior había logrado trabajar un promedio de 15 fincas por año ahora la meta era de 45. Esto implicaba más traba-jo para los proyectistas, técnicos, equipo de concertadores y trabajadores en la obra. Se tenían ciertas ventajas en relación a las administraciones anteriores, e. g. paulatinamente se fue especializando mano de obra que tuviera una continuidad en el Programa. Así, la intervención no sólo se avocaba al maqui-llaje sino comenzaba a manejar ciertos criterios de restaura-ción. El principal problema en cuanto a técnica era el manejo de la cal apagada y la adquisición de productos que no son muy comerciales, pues en la administración pública se depen-de en gran parte de áreas administrativas, que no compren-den el hecho de adquirir productos que se venden escasamen-te en los comercios registrados en su padrón de proveedores, que no usan facturas o que no están dados de alta en Hacien-da. Por lo que las siguientes preguntas eran muy frecuentes: ¿Donde conseguimos cal apagada? ¿Y los nopales donde los vamos a adquirir? Se necesitan tres cotizaciones. ¿Los colo-res minerales quien los vende? ¿Dónde compro alumbre? Y

por otro lado ser juzgados por usar técnicas pasadas de moda. Ante esta situación las autoridades respectivas optaron por permitir el uso de pintura vinílica, salvo que la licencia de construcción indicase lo contrario. También se permitió el uso de cal química, en sustitución de la cal apagada en obra.

Otra forma de integrar la participación ciudadana fue la implementación de un programa, con fondos federales, de-nominado Fondo de Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos Nacionales (foremoba). Con la combinación de la experiencia del Restaura resultó ser una buena fórmula para conservar determinados edificios. El esquema de trabajo im-plicaba la signatura de un contrato distribuido en forma tri-partita; en el cual se negociaba la responsabilidad de los tra-bajos de obra en: aportación federal, municipal y comunidad; es decir en tres partes iguales. Salvo contadas excepciones el contrato era bipartito, entre el gobierno federal y municipal por ejemplo. Esto sucedía cuando la comunidad no podía realizar aportación alguna y el bien federal presentaba daños considerables que hacían urgente la intervención. Cabe acotar que este programa hacía referencia principalmente a templos históricos de propiedad federal. Basta recordar que con las Leyes de Reforma del siglo xix estos edificios pasaron a ser propiedad de la nación. Por esta razón la responsabilidad de conservar estos inmuebles recae principalmente en el gobier-no, o cuando menos así lo asume la comunidad religiosa.

Es digno mencionar que la aportación de la comunidad hace partícipe a los feligreses convencidos de conservar los espacios dedicados al culto; no solo por tratarse de edificios de gran valor cultural sino por sentirse partícipes solidarios de apoyar a la iglesia.

Los trabajos del Restaura y del foremba en conjunto re-presentaban obras relevantes y sonadas en la administración municipal; pues si bien en ambos casos había participación ciudadana, la ejecución la realizaba el gobierno municipal, y se realizaba difusión para dar a conocer la preocupación ofi-cial por estos edificios.La remodelación de barrios fue también una nueva faceta que adoptó el gobierno municipal en ese período administrativo. Por cierto retomando la aplicación de programas emergen-tes que utilizaron en otras ciudades. La idea original del plan emergente era generar fuentes de empleo que permitiese ofre-cer alternativas a la ciudadanía en momentos de crisis. La re-modelación de barrios se manejó bajo un esquema diferente al del Programa Restaura. En principio su labor se basó en contratos, a diferencia del otro programa que era por admi-nistración. Las actividades a realizar también se realizaban en el umbral que se mencionó anteriormente; es decir las fa-chadas. La base del destajo produjo una baja calidad en las obras. La rapidez por terminar de los contratistas se hizo evi-dente en los trabajos realizados. Cuando menos, como acción loable, se apartaron las fincas catalogadas para ser trabajadas por administración. El gobierno en turno a pesar de presentar ideas neoliberales reconocía que en ciertos trabajos de con-

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servación se requería mano de obra especializada, de modo que el Restaura se defendía, en términos cualitativos, hasta ese momento.

En la administración del 2005 al 2007, por si fuera poco, se vuelve a retomar el programa Restaura. La diferencia con las anteriores administraciones era la ambición de trabajar más de 50 fincas (fachadas) por año. Lo que implicó hacer más eficiente la gestión y producción de proyectos. La concerta-ción seguía siendo un elemento fundamental en el proceso de trabajo, sin embargo, en aras de avanzar en los alcances, varias fincas solamente incluían en su gestión una firma de aceptación y no tanto de aportación económica. Esto acarreó ciertas problemáticas ineludibles. Al enterarse los demás pro-pietarios que algunos no aportaban, en términos económicos, decidieron hacerse solidarios con la postura. La urgencia de avanzar en términos cuantitativos iba en detrimento en tér-minos cualitativos. Cabe mencionar que sucede un fenómeno conformista en relación a lo que puede hacer el gobierno en la conservación del patrimonio. Decían los propietarios: si el go-bierno quiere restaurar pues entonces que él pague los costos. Este es un mal que nos aqueja como sociedad mexicana; es decir creer que “papá” gobierno debe financiar todo. Toman-do en consideración que algunos propietarios de inmuebles en el centro histórico son propietarios de más inmuebles o si tienen los recursos para su conservación.

Si bien esa administración tuvo aciertos con el Restaura, también se cometieron errores como la instalación de fuen-tes, que más bien parecían porterías de campo de futbol, en el jardín de El Encino, o el caso de las esferas de la Plaza de la República. El clímax del programa Restaura se alcanzó con la intervención de calles significativas, no solamente de los edi-ficios sino con actividades como el ocultamiento de cables, el trabajo en banquetas y el arroyo de las calles, el reemplazo de mobiliario urbano y luminarias adecuadas a estos espacios. La intervención para peatonalizar la calle Abasolo en la zona del Encino y especialmente el tramo de la calle Carranza, en-tre El Codo y el Jardín de San Marcos, fue la cereza del pastel en el ámbito de rescate patrimonial en el centro histórico. Y es que se trabajaba en el primer cuadro y precisamente en la calle que concentra mayor cantidad de edificios catalogados en la ciudad.

Las actividades mencionadas en el párrafo anterior lleva-ron implícito un complejo trabajo de concertación; que invo-lucró diversos sectores y actores protagonistas de la sociedad, en términos de servicios. Se realizaban reuniones semanales, con los especialistas en instalaciones, para la planeación y to-mar acuerdos en relación a los trabajos a llevar a cabo en el subsuelo; que involucraba a la compañía telefónica, la de luz y fuerza, telecable, alumbrado público, agua potable y alcan-tarillado. Todos ellos conformaban un cedazo en el ideal de ocultar toda clase de cable colgante. Se aprovechó el momento histórico para reemplazar materiales de conducción por pro-ductos de mejor calidad y más duraderos. Así, el drenaje de

concreto, limitado también en dimensiones, era sustituido por pvc reforzado; el uso del costoso sistema de fibra óptica comenzó a ponerse de moda; ¿y los transformadores, algunos colocados en azoteas? Pues bien, una solución ingeniosa per-mitió ocultarlos en piso, con tapas tipo rejilla, sin peligro de causar daños a los usuarios del espacio público. También se encontró un sinnúmero de ductos, tuberías y cables al realizar las excavaciones, la mayoría con un uso incierto.

En conjunto, los trabajos de instalaciones llevados a cabo por el exitoso programa Restaura lograban mejorar sustan-cialmente la imagen urbana. Aunado a esta actividad se co-locaron macetones decorativos; a pesar de esto hubo gente que se quejó, pues argumentaban que la calle Carranza en el transcurso del tiempo, estaba arbolada. Sin embargo nunca se dio una explicación pública de la razón de ser de los mace-tones, que el motivo real era evitar se plantaran árboles, que a corto plazo sus raíces iban a dañar la costosa fibra óptica instalada bajo la calle y las banquetas. De modo que la utili-zación de nueva tecnología presentaba ciertas condiciones en su convivencia con los elementos históricos edificados. Algo similar pasó con el sistema de iluminación de fachadas, lo im-portante era que se vieran bonitos los edificios con la nueva iluminación artificial; sin importar si producían deslumbra-miento en el peatón.

Ciertamente las intervenciones en la calle Carranza origi-naron que la gente visitara más este espacio, una vez termina-dos los trabajos. Desde luego el ojo avizor del comerciante no podía faltar y se comenzó a utilizar la vía pública para colocar mesas, sobre todo en cafés y restaurantes, comercializando para el interés privado el espacio de carácter público. A fin de cuentas el diseño lo permitía con una banqueta, en sus partes más ancha, de más de cinco metros; muy al modo europeo o a las remodelaciones recientes de espacios abiertos en ciudades consideradas patrimonio de la humanidad de otras entidades.

A pesar de que el programa Restaura llegaba a la cúspi-de en cuanto a su aceptación social. Se seguían presentando errores que coadyuvaron en la decadencia de la administra-ción en turno y la alternancia política. La autosuficiencia de los administradores los llevó a realizar una intervención en un edificio histórico por medio de contratistas no especiali-zados en la materia, e ignorando la capacidad de su personal en el área de restauración. Se decide construir una escuela de justo a un costado de una finca del siglo xvii. Con las prisas que caracteriza la administración pública contemporánea de-cidieron realizar excavaciones sin tomar las medidas preven-tivas adecuadas. Como resultado de esto se derrumbó el muro colindante sepultando a varios trabajadores, muriendo poste-riormente uno de ellos asfixiado. El error cimbró miedo en los administradores que buscaron a toda costa encontrar el chivo expiatorio. Para este fin se le solicitó a un colegio de construc-tores realizara un dictamen y se determinó que el culpable era el contratista; sin embargo la sucia lucha por el poder buscaba en otras esferas enjuiciar al propio edil y al grupo de funcio-

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narios involucrados. En realidad esta fue la gota que derramó el vaso en la credibilidad de la gente y la sociedad ejerció su voto buscando un cambio en el poder.

EL PROGRAMA REVALORA En el año de 2008 desaparece como tal el programa Restaura, después de nueve años, y se diseña uno nuevo que adopta el nombre de Revalora. Esta administración presentaba nuevas ideologías y nuevos proyectos para la ciudad, con la eficien-cia de recursos económicos autorizados para su gestión, que normalmente nunca dan abasto y, como se hace esperar, el hilo se rompe por la parte más débil y terminan por despedir empleados experimentados del mismo programa.

En la opinión pública, es muy fácil acusar de burócrata a la gente que trabaja en gobierno, con las implicaciones se-mánticas del término, sin saber que la causa de los males en la administración pública en México es la inadecuada forma de seleccionar los líderes. Pues no son los más capaces ni se les aplican pruebas de aptitudes en el liderazgo de personal. En países más eficaces la selección se realiza por un comité y se opta por el más competente. De ahí que toda gestión que se efectúa, incluyendo la de conservar el patrimonio, enfrenta serios problemas de entendimiento, conceptualización, injus-ticias e incomprensión social en cuanto a su función.

A pesar de esto, se buscó trabajar en el rescate de inmue-bles correspondientes a la arquitectura moderna. Esta admi-nistración parte del trabajo en una calle denominada Zarago-za, pero que presenta como remate visual el afamado templo de San Antonio, obra del arquitecto autodidacta Refugio Re-yes. Con una postura turística y procurando levantar la zona en términos comerciales se interviene la calle ampliando ban-quetas, reemplazando el piso, instalando una fuente con luces de colores, ocultamiento de instalaciones, renovación de mo-biliario urbano y desde luego el trabajo en fachadas. También se coloca una escultura del mencionado arquitecto, a escala, que permite al visitante tomarse la foto del recuerdo a su lado. La mayoría de las edificaciones de esta calle se construyeron en el siglo xx y solamente tres de ellas se encuentran catalo-gadas como monumentos históricos, en el tramo trabajado. Esta situación le da un toque un tanto modernista al paisaje construido. Sin embargo la gestión falló en varios sentidos: el proyecto inicial contemplaba adquirir, por parte del gobierno municipal, un par de edificios en esquina, del mismo propie-tario, para poder trazar adecuadamente el radio de giro de los automotores que transitan por Zaragoza. Sin embargo los propietarios pedían diez millones de pesos por cada una de sus fincas. Ante la disyuntiva de expropiar o buscar otra so-lución, evitando pagar tanto dinero, se optó por cambiar el trazo de la calle, de manera que se librara con un proyecto más ajustado el radio de giro vehicular.

Queda en evidencia el motivo especulativo inmobiliario presente; no solamente en Aguascalientes sino en todos los centros históricos del país. Por una parte no se usa el recurso

de la expropiación por motivos políticos y, por otra parte, se gesta el ensueño de hacerse millonarios con un movimiento de compra venta oportunista, a costillas del gobierno.

También falló la concertación con el resto de los propie-tarios, sobre todo en lo relativo al retiro de anuncios comer-ciales; pues se reclamó con el argumento de que ya no iban a vender mercancía. Un riesgo inherente era tratar la imagen urbana con la reglamentación de la zona decretada; sin em-bargo, la calle Zaragoza se encuentra en el umbral entre lo protegido por mandato y lo no protegido. Queda evidencia-da la vulnerabilidad de zonas con patrimonio artístico. Es prudente comentar que se hizo un hallazgo, al momento de hundirse parcialmente un camión de volteo en el arroyo de la calle durante los procesos de remodelación, al descubrirse un túnel histórico, que se utilizó como drenaje, y que fue tapado inmediatamente.

El problema de los letreros comerciales en Zaragoza pro-vocó que el gobierno municipal en turno, en su Programa Re-valora, evitara a futuro mejorar la imagen urbana de zonas con patrimonio del siglo xx, prefiriendo avocarse a trabajar en elementos históricos puntuales hasta el momento.

GESTIÓN DEL COLORUna de las principales problemáticas en la rehabilitación ur-bana y manejo del paisaje en zonas históricas es la gestión del color. El color puede estimular percepciones, producir sensa-ciones de frescura o calidez. El color aplicado se ve afectado en intensidad por el lugar geográfico. El grado de luminosidad en Aguascalientes es alto y se debe a características atmosféri-cas que hacen ver un cielo más azul, por cierto característico del centro de la república hacia el norte. La baja cantidad de nubes, en la mayor parte del año, y la limpieza en la atmósfera, fuera de la ciudad principal, brinda bondades en el trabajo al aire libre y puede ser usado para establecer políticas energé-ticas de producción en la región. Pues bien esta luminosidad produce una apreciación de los colores con más intensidad.

El color aplicado en edificios históricos, si bien de origen mineral, presentaba una cromática acorde a su época cons-tructiva. La selección del color en los programas oficiales de imagen urbana ha estado normalmente apoyada en el Institu-to Nacional de Antropología e Historia. El interés en el color es por cuidar la faceta final de la restauración y dicho Institu-to cuida el aspecto general de espacios históricos, entre otras actividades.

Los colores encontrados en las calas de pintura realizados en los programas municipales de conservación, presentan una seria diferencia en sus tonalidades con relación a las pinturas industriales, que ahora son permitidas en ciertos edificios históricos. Ante la carencia de mano de obra especializada en la preparación de la pintura a la cal, las autoridades han per-mitido el uso de nuevos productos, probados en laboratorios federales.

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El usar colores vivos produjo un problema de impacto so-cial debido a que los colores que se comenzaban a rescatar no eran los de costumbre. Es diferente el color de origen mineral y aplicado a la cal, que los tonos suaves y variados contempo-ráneos. La apropiada gestión permitió el convencimiento de los propietarios que reaccionaba ante esta supuesta agresión visual, y coadyuvó en la habituación de los ciudadanos ante las nuevas apariencias, basadas en su estado original, pero ahora en desuso.

La responsabilidad de la conservación del centro históri-co ha recaído comúnmente en el gobierno municipal, pues le corresponde administrar la obra pública y conservar en buen estado la ciudad, ofreciendo una imagen adecuada. Aguas-calientes es de particular interés para los gobiernos munici-pal y estatal pues la mayoría de los electores se encuentran concentrados en esta ciudad; sin embargo como los edificios históricos del centro histórico, en su mayoría, son motivo de intervención, cuando menos en su fachada para el Municipio, el gobierno estatal se ha avocado a conservar obras puntuales, como la Escuela de Cristo, el conjunto de Los Arquitos y espe-cialmente la zona de ferrocarriles.

Un beneficio para el centro histórico de Aguascalientes ha sido la continuidad de trabajos por medio de las diversas ad-ministraciones que han estado en el poder y el apoyo de las instancias federales involucradas en la conservación.

La recuperación de elementos originales como el color se convierte en una responsabilidad de impacto cultural que lleva implícito un grado de verdad. ¿Qué tanto el edificio se muestra como original, en relación a lo que es? Es cierto que la restauración trasciende épocas y congela edificios antiguos. Lo grave del asunto es cuando no se tienen los testimonios que generan argumentos contundentes y se comienza a rein-ventar diseños, e. g. en ocasiones a utilizar franjas de cierto dimensionamiento y color que el interventor usó de firma para cada edificio que trabajó.

EL DISEÑO CONTEMPORÁNEO EN ESPACIOS HISTÓRICOSEn este apartado surge la preocupación sobre cómo ha afec-tado el diseño contemporáneo en espacios históricos y en su conservación. Los interventores de espacios públicos normal-mente ven el fenómeno aislado y no toman en consideración transgredir el umbral entre el espacio público y el espacio pri-vado. El soslayar el impacto de las transformaciones del exte-rior en el interior de los edificios históricos es una situación común en la práctica arquitectónica; es decir hay vínculos in-herentes de origen entre los interiores con la fachada del edifi-cio y los espacios públicos, que normalmente no se toman en consideración por la franca división entre lo que es público y lo que es privado.

Sucedió que en el primer cuadro de la ciudad de Aguasca-lientes, a un costado de catedral, se colocaron algunas esferas de concreto sustituyendo unas luminarias de piedra de cante-

ría labradas, de buena manufactura, bajo la justificación: “no son antiguas”, a pesar de esto tenían más de 30 años en ese lugar y la gente las veía constantemente en su transitar coti-diano. Grave error el de no tomar en consideración la opinión de la gente. Sustituirlas por unas pequeñas esferas de concreto mal fabricadas formó parte de una actitud con un supuesto respaldo teórico en lo sucedido con el Louvre y la pirámide de acceso. Pensaban: si en ese importante museo se había co-locado un elemento contemporáneo y contrastante, ¿por qué no hacerlo en Aguascalientes? se preguntaban. Ahora sucede que el andar del diseñador contemporáneo local consiste en apropiarse de ideas de lugares distantes y materializarlas aquí; sin el razonamiento del tiempo histórico y el lugar geográfico.

Otro error en el que había caído el diseñador fue el de colocar los elementos escultóricos, a manera de marcos me-tálicos ya mencionados en el andador frente al templo de El Encino. En este caso se actuó a tiempo con un desacuerdo general, por parte de la gente y de las autoridades respectivas, que se opusieron a la colocación de estos elementos formales ajenos al contexto. De esta manera se dio marcha atrás en la propuesta y se retiraron del lugar.

En las oficinas de algunos diseñadores se estila revisar re-vistas de temas afines, por ejemplo remodelación de plazas, para realizar propuestas novedosas pero parecidas a lo que se hace en la cultura occidental avanzada. Seguir la corriente mundial de medios masivos en donde no están todos los que son ni son todos los que están produce una visión limitada de la realidad y reduce el abanico de posibilidades imaginativas en el trabajo proyectual.

Las comparaciones de lo sucedido en Aguascalientes con algunos sitios históricos europeos son inequívocamente des-equilibradas. Por la sencilla razón del contexto cultural, los métodos de abordar el problema deben ser diferentes. Rubén Cantú lanza al aire la siguiente reflexión: ¿De qué manera el diseño contemporáneo del espacio público afecta el patrimo-nio edificado?4 De aquí se podría derivar un análisis inte-resante que comparase el encuentro de lo contemporáneo en exteriores y lo conservador en interiores históricos.

Lo cierto es que las propuestas van más allá de las manos de las propias administraciones gubernamentales, y entra en juego un fenómeno que cada vez cobra más fuerza: la globali-zación de la economía.

DESAFÍOS Y RIESGOSA pesar de las prácticas de conservación del centro históri-co, llámese Revive, Restaura o Revalora, se sigue reflejando el fenómeno de pérdida del patrimonio edificado. Esto se debe en gran parte a que los trabajos, en su mayoría, se han enfo-cado a abordar el espacio público y la imagen urbana. ¿Qué quiere decir esto? que la ingerencia del gobierno termina en las fachadas pues la imagen urbana es de interés público y tra-bajar en interiores esta limitado al sector privado. La crítica ha caracterizado esta práctica como fachadismos o esceno-

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grafías; sin reconocer, en la mayoría de los casos una destreza que incluye trabajo no valorado como lo es la gestión. Gracias a la gestión podemos ver edificios históricos iluminados, pla-zas, edificios y espacios públicos con una cara agradable; sin embargo es necesario reconocer que un problema que acosa constantemente esta práctica es la falta de recursos económi-cos suficientes que permita trabajar en el rescate de interiores. Si bien el la planeación urbana ha demostrado serias deficien-cias en México; ahora recobra importancia la gestión para lo-grar cristalizar ideas.

Aunque queda demostrado en esta investigación la inope-rancia de los planes de desarrollo y su discurso teórico con el trabajo real, que implica la gestión en la conservación del patrimonio cultural.

La cooperación de los diferentes componentes en la es-tructura funcional administrativa, buscando una causa co-mún, es un proceso que normalmente se soslaya pero que se encuentra detrás de los trabajos ejecutados; es decir de la obra física. Lo más importante en los programas gubernamentales no son solamente las grandes ideas, ni los mejores diseños; la disposición de servicio de los involucrados y una correcta gestión en la administración pública, componen el andamiaje de la revitalización. La gestión social puede formar parte del engranaje de funcionamiento correcto en el motor del pro-greso, pues las sociedades pueden crecer, en función de su fortaleza en el ámbito cultural. El triángulo de trabajo entre la dirección interventora, los actores de concertación social y los propietarios de los edificios a intervenir conforman la base de la pirámide sobre la cual se apoyan políticas y trabajos de conservación.

La situación económica del Municipio de Aguascalien-tes nunca ha sido halagadora. Las pocas aportaciones que se consiguen en los procesos de concertación se recaban en el área de finanzas pero nunca se reintegran a los programas de rescate del centro histórico. No obstante que la concertación es un proceso complejo, permite una participación ciudadana más activa y reintegra recursos económicos al gobierno.

Normalmente se trabaja en la masa exterior de los edi-ficios. Se requiere reinventar la forma de gestionar el patri-monio edificado, sea histórico, artístico o posmoderno (aun no reconocido como se debe). Se requiere saber gestionar la conservación del patrimonio en pleno siglo xxi. Desde una planeación adecuada, hace falta una gestión efectiva con las autoridades que custodian el patrimonio para que se garanti-ce el cumplimiento de leyes y reglamentos.

El riesgo de la polarización social hace evidente quiénes pueden o no invertir en restaurar las obras arquitectónicas y los espacios públicos.

Los nuevos desafíos implican un serio entendimiento de la problemática de la gestión del patrimonio. En principio la administración pública requiere gente capaz entre sus filas. Que, cuando menos, sepan la diferencia de un monumento y un edificio común, que sepa gestionar con otros niveles de

gobierno, que sea incluyente y se olvide de hacer proyectos que desafían la conservación. Bastante tienen en el inah con lidiar con gente que llega molesta a discutir, amedrentar y amenazar sobre las limitaciones legales que tienen respecto a la intervención física de sus propiedades catalogadas. Y es que hace falta difusión cultural y una adecuada concientización desde el sistema educativo en todos los niveles. Si a la gente no se le enseña lo que es un centro histórico menos se va apren-der a respetarlo.

La tendencia de ciudad vertical aborda los centros histó-ricos y reclaman mayor presencia. ¿Qué tanto se puede opo-ner las reglamentaciones a esta tendencia? La gestión debe incluir los nuevos usos y transformaciones de los edificios sin segregar obras arquitectónicas. Se insiste en que el reto de la gestión requiere adentrarse en el rescate del interior de los edificios; si es que se cuenta con los recursos. La arquitectura contemporánea perjudica en su expansión las estructuras de edificios patrimoniales. Es necesario reinterpretar la gestión como un elemento fundamental en los cimientos del ámbito de la conservación.

¿Cómo combinamos la plástica de edificios porosos con-temporáneos con edificios muy sólidos en donde el macizo domina cobre el vano?

El conocimiento del tema en la sociedad es muy limitado, por ende también en el ámbito de los constructores. En este sentido el papel de las universidades y el sistema educativo en general deben realizar acciones de difusión por medio de publicaciones.

Un fenómeno interesante es que en la última administra-ción gubernamental se acentúa, no solamente la conservación del patrimonio histórico sino también el patrimonio artístico; especialmente la arquitectura moderna.

Si los propietarios de los inmuebles no cuentan con los recursos económicos para restaurarlos entonces el gobierno debe brindar apoyo en modalidades prácticas. Una de ellas es el recurso fiscal de exentar o disminuir impuestos del ISR, otra la de apoyar, vía programas como el Revive, Restaura o Revalora los trabajos de conservación. Otra es buscar aporta-ciones por partes de las distintas instancias gubernamentales.

La participación equilibrada de los actores (interventores y ciudadanía) culmina en la correcta revitalización y con-servación del capital cultural edificado donde, en un mundo cada vez más globalizado, esta práctica se convierte en una especie en vías de extinción.

NOTAS Y REFERENCIAS 1 Presidencia Municipal, Programa de Desarrollo Urbano de la ciudad de Aguascalientes 1994-2010. Memoria, Aguascalien-tes, 1994, p. 142.2 Marco Alejandro Sifuentes Solís, “La Historia: conjuro y fundamento. Por la defensa de la traza y el patrimonio edifi-cado de la ciudad de Aguascalientes”, Revista Conciencia, año 2, núm. 5, mayo 2001, pp. 5-14.

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3 Mauricio Hernández Bonilla, “Participación ciudadana y el rescate de la ciudad”, invi, num. 59, mayo, Santiago, Univer-sidad de Chile, 2007, p. 14.4 Cuestionamiento que Rubén Cantú Chapa realizó en la mesa de trabajo de Espacio público, paisaje y patrimonio. Evento Diálogos, ciudad de Monterrey, 4 de junio 2009.

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Cuatro mil viviendas sepultan

los restos de la hacienda

Arroyo de Enmedio y el tramo

del camino real a la ciudad de

México. Tonalá, JaliscoMARÍA DE GUADALUPE ZEPEDA MARTÍNEZ

INTRODUCCIÓNLa arquitectura colonial rural de nuestro país, mayormente se ve destinada para el aprovechamiento del suelo y el agua, la agricultura y la ganadería. Uno de los cam-bios más radicales fue la práctica de la ganadería. Con la ganadería se relacionan prácticas como la trashumancia, y el pastoreo; a la vez que la aparición del vaquero, un nuevo hombre1. La tecnología europea revolucionó también la agricultura. Me-diante el arado y la yunta se logró una utilización intensiva del suelo y un ahorro considerable del trabajo. Así mismo por medio de la tecnología hidráulica se pu-dieron convertir las tierras áridas en tierras de riego.2 Estos avances tecnológicos produjeron cambios esenciales en la manera de vivir y de aprovechar el medio am-biente, así pues de crear espacios de utilidad y de insertarse en una nueva manera de poblar y trasformar el territorio en el período colonial. Posteriormente con el movimiento independentista y cien años después con los cambios revolucionarios nuevos cambios se observaron no solo en el ámbito político sino en el aspecto físico y tangible de la arquitectura rural que había demostrado poder resolver los proble-mas del abasto colonial en las poblaciones circunvecinas ya no pudieron sostenerse como tales: los movimientos del reparto de tierras y el ejido iniciado desde los años 20 por un lado, la especulación de la tierra y por otro las políticas de promoción de la vivienda nueva promovidas por el gobierno de Vicente Fox iniciado el año 2000, han sido causas importantes de la pérdida de muchos ejemplos de arquitectura ru-ral de alto valor cultural en México.El caso de la Hacienda de San Juan Arroyo de Enmedio en Tonalá, Jalisco, funda-da a finales del siglo xviii, y dedicada a la agricultura, la ganadería y la alfarería constituyó en el occidente del país un hito de estos cambios tan profundos en la forma de subsistir y aprovechar los recursos naturales y la manera de percibir el medio ambiente y los espacios para la vida humana. Esta investigación tiene el ob-jetivo de presentar de una manera muy sintética esta unidad productiva de orden colonial para explicar las trasformaciones físico materiales que le impusieron los fenómenos políticos, económicos y sociales del periodo 1900 al 2001 donde lo mas evidente en cuanto a pérdida se refiere es el decremento del 99.92% de su extensión territorial así como el gran deterioro que se observa en el estado de conservación de los testimonios arquitectónicos ruinosos que sobreviven, todo ello como conse-

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cuencia del reparto agrario y de la especulación inmobiliaria que han asolado al patrimonio cultural arquitectónico esta la última centuria. A través de una secuencia de imágenes de Google Earth de 2003, 2005 y 2007 de ese lugar se ha podido comprobar como terrenos baldíos y las presas de agua de la antigua hacienda fueron sepultados para dar lugar a mas de 4 000 viviendas del actual fraccionamiento denominado Ha-cienda Real.

ANTECEDENTES HISTÓRICOSLa hacienda de San Juan Arroyo de En medio fue fundada en 1796 por Juan Manuel Antonio G. de Quevedo y de Mier y Villegas, conjuntamente con las de el Cuatro y anexas, la de Santa Cruz, la de El Castillo y la de el Rosario.

De acuerdo con los episodios independistas, “al estallar la guerra de independencia de México, la Nueva Galicia observó reñidas e históricas batallas, como la famosa Batalla de Puen-te de Calderón sobre el río Santiago donde las fuerzas coman-dadas por el general Ignacio Allende fueron detenidas por los ejércitos del Gobierno de Guadalajara el 17 de Enero del 1811. El Oidor don Manuel García de Quevedo la enterarse que se iba a fusilar al Gral. Allende, hecho prisionero en la batalla se dirigió al Puente de Calderón y personalmente lo protegió llevándolo consigo a Guadalajara. Al triunfar poco después la insurgencia en esa Provincia de Nueva Galicia el propio general Allende acudió a proteger a su vez la vida del Oidor Señor de Quevedo, haciéndole ver que debía salir del territo-rio nacional para salvarse el y su familia pues el triunfo del ejército insurgente era arrollador y daba motivo a continuos fusilamientos de los jefes del ejército colonial de las fuerzas realistas. No obstante el Oidor permaneció en Guadalajara y

Gráfica 1. Oidor Don Manuel García de Quevedo y de Mier y Villegas. Fuente: Enciclopedia Wikipedia.

Grafica 2. Don Marcelo de Sagrado Corazón de María García de Quevedo y Zubieta. Fuente: Enciclopedia Wikipedia.

el 16 de septiembre de 1811 publicó una carta dirigida a los pueblos de la Nueva Galicia condenando la causa insurgente.En mayo de 1812, como miembro de la Junta de Seguridad ejecuta la orden y sentencia del sublevado brigadier indepen-dentista José Antonio Torres “El Amo Torres” quien había invadido las propiedades de Don Manuel en Tonalá y Zapot-lanejo.3

Cuando la independencia de México fue inminente Don Manuel de Quevedo y familia partieron hacia Veracruz, rum-bo a Europa y se afincó en el puerto francés Bayona. Solamen-te permaneció Don José Ignacio Benito García de Quevedo el primogénito para administrar las haciendas inmediatas de El Cuatro y anexas, Santa Cruz, El Castillo, San Juan Arroyo de Enmedio y el Rosario, así como la casa propiedad de la familia en la misma ciudad de Guadalajara. Ya a finales del siglo xix la hacienda San Juan de Arroyo de Enmedio floreció durante la época porfirista por su gran producción de trigo, maíz, y ganado vacuno. Su propietario era don Manuel Mar-celo del Sagrado Corazón de María García de Quevedo y Zu-bieta, nieto del Oidor Juan Manuel Antonio G. de Quevedo y de Mier y Villegas.

DESARROLLOLa hacienda San Juan Arroyo de Enmedio contaba en 1900 con una extensión de 3 512 hectáreas.

Este plano se refiere a la estancia pero en realidad se tra-taba de una verdadera hacienda por las siguientes razones: 1) la autosuficiencia en el dominio de los recursos, naturales y humanos así como del comercio de los productos y 2) la estructura física construida. Los terrenos que comprendían la extensión de la hacienda, colindaban con Tateposo, Tonalá,

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Rancho del Ocotillo, el Zalate, Guayabo, Hacienda del Casti-llo, y fundo del San Martín. Primera razón para denominar hacienda a San Juan Arroyo de Enmedio. En concordancia con la caracterización de la hacienda que presenta Wobeser4 según Herbert Níkel, la ha-cienda de Arroyo de Enmedio poseía a) el dominio sobre los recursos naturales de la zona (tierra y agua); b) el dominio sobre la fuerza de trabajo y c) el dominio sobre los mercados regionales y locales.5

A ese respecto Manuel Prieto nos comenta que, La anti-gua Estancia de San Juan Arroyo de Enmedio mayormente floreció durante la época porfirista a finales del siglo xix y producía: trigo, maíz y ganado vacuno. Esta formaba parte de los bienes que poseía la familia García de Quevedo, conjun-tamente con la Hacienda del Cuatro en Toluquilla, y propia-mente en Tonalá las del Rosario, Santa Cruz de las Flores o de las Huertas y las de San Juan.

Su propietario era don Manuel Marcelo del Sagrado Co-razón de Maria García de Quevedo y Zubierta, ingeniero de profesión y prominente comerciante del occidente del Méxi-co e influyó el desarrollo económico de la región, y por su liderazgo en la producción de trigo en la región y siendo ex-portador del producto, ocupaba el cargo de presidente de los productores de pan y harinas así como el presidente fundador del Colegio de Ingenieros de Guadalajara. Por otra parte tra-jo de la ciudad de Springfield Pennsylvania equipo especial para producir energía eléctrica para hacer funcionar molinos, construyendo un acueducto de dos km de extensión. Social-mente era reconocido por la población tonalteca al dar sus-tento y empleo a muchos campesinos que eran contratados en las labores del campo durante la época de siembra y co-secha. Además de contar también con carpintería, panadería talabartería, tienda de raya y bodegones de almacenamiento

Gráfica 4. Vista de la fachada interior de la casa grande de la hacienda. Fuente: foto del autor.

o trojas (trojes). Ya en el siglo xx, la Comisión para la Ex-posición de París en 1900 registró la estadística ganadera y la hacienda de Arroyo de Enmedio tenía ganado de valor de 18000 pesos con 1 000 cabezas de ganado de valor 15000 pe-sos contaba con 100 cabezas de caballos de valor de 1 000 pe-sos, así como con 100 mulas de valor de 2 000 pesos. Esto nos da cuentas de la bonanza con la que se contaba en la hacienda.

Según los documentos de la Secretaria de Fomento, en la Dirección General de Estadística que cuya boleta para los da-tos de la estadística agrícola para el año de 1906 nos reporta que la hacienda Arroyo de Enmedio contaba con 1800 hectá-reas de terrenos cultivados de temporal y con 512 hectáreas de riego, reporta 500 hectáreas sin cultivo, no reporta terrenos de pastos, y si reporta 1 200 hectáreas de bosques contaba con 200 jornaleros a los cuales se les pagaba 37 centavos diarios. Producían 300 hectolitros de frijol con valor de 3000 pesos al año, garbanzo 150 hectolitros con valor de 600 pesos al año, y maíz produjeron 3 000 hectolitros con valor de 12 000 pe-sos6. Revisando comparativamente los datos con los de otras haciendas salta a la vista el emporio que consolidó dominio sobre los mercados regionales locales. Manuel Prieto7 afirma que:

la antigua Estancia de San Juan de Arroyo de Enmedio, floreció du-rante la época porfirista a finales del siglo xix siendo productora de trigo, maíz y ganado vacuno…su propietario era Don Manuel Mar-celo del Sagrado Corazón de María García de Quevedo y Zubieta ingeniero de Don Manuel de sus propiedades.8

Segunda razón. De acuerdo con Wobeser, la infraestructura física de las haciendas tenía ciertas particularidades de acuer-do a las necesidades de la producción de cada tipo de hacien-da. Las diferencias se daban por el tamaño, el tipo de fuerza de trabajo y con la zona geográfica. Formaban parte de la infraestructura: el casco, que era el centro administrativo del conjunto, las obras hidráulicas, los caminos las cercas, los corrales y las trojes.9 Las partes bási-cas del casco eran: la casa habitación (o casa grande o casa de morada), el templo, las viviendas de los trabajadores y los

Gráfica. 3 Plano de la Estancia de San Juan Arroyo de Enmedio 1900, Fuente: depositado en el archivo municipal del Tonalá Jalisco.

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Gráfica 6. Vista de la torre de la hacienda. Fuente: Foto de Manuel Prieto.

Gráfica 5. Paredones de las trojes de la hacienda. Fuente: Foto de Manuel Prieto.

Grafica 7. Plano de los siete km a la redonda de la Hacienda Arroyo de Enmedio propiedad de la familia García de Quevedo. Fuente: Elaborado en 1960 por Asuntos Agrarios. Plano expediente 2000 del archivo de la Secretaria de Asuntos Agrarios.

edificios relacionados con la producción.10 En visita de inspección física reciente al inmueble actual-mente se observan los restos de la casa de morada, el acue-ducto, un interesante sistema de conducción de agua a través de canales y un puente, las casas de trabajadores, las trojes, y el templo, todo ello en estado ruinoso y separado por un tra-mo de camino real a ciudad de México. Esta descripción de campo todavía coincide con la descripción de la Arq. Mar-tha Ulloa Hernández11 de diciembre 3 del 2008:

Cada uno de los inmuebles que formaban parte del citado conjun-to histórico (se refiere a la Hacienda Arroyo del Enmedio) como son: capilla, casa grande con su huerta, molino hidráulico, y zona de silos, trojes, vivienda para trabajadores, acequia o depósito de agua, están clasificados como: Monumento Histórico Civil rele-vante por determinación e ley.12

Sin embargo, específicamente “en los años 20’s durante el inicio de la reforma agraria en la zona Don Manuel García de Quevedo y Zubieta entregó la mayor parte de sus tierras en Tonalá para la creación de tres ejidos: la mayor parte en el ejido Tonalá, de Tateposco y de los Puestos.”13 De acuerdo con Prieto la hacienda siguió en funciones hasta 1950 cuan-do fue abandonada por completo.En 1960 nuevas reclamaciones para la dotación de ejidos promueve el registro de la propiedad por la Secretaria de Asuntos Agrarios. En un plano elaborado en el litigio, pode-mos ver la extensión que contaba en este periodo:

En este plano de la Secretaria de Asuntos Agrarios es po-sible observar que la extensión de la hacienda se limitaba a solo 117.70 ha, se habían entregado 3 394.30 ha en los an-teriores 40 años, significando una pérdida de 96.64% de su extensión original del año de 1900.En el archivo de esta misma secretaria constan documentos donde se menciona que el estado de conservación del casco de la hacienda que los constituían: casa de morada, trojes, acueducto y establos era muy malo.En el acta 3484 de clausura de la junta censal del Poblado Arroyo de Enmedio, municipio de Tonalá del estado de Ja-lisco con motivo de tierras y dotación el día 9 de diciembre a las 17 horas del mes de diciembre de 1960, se establecía que:

el empadronamiento de los habitantes de la hacienda eran: 22 ca-sas habitadas; 117 habitantes de ambos sexos y edades censados en su totalidad los cuales 22 son jefes de familia 13 son varones sol-teros mayores de 16 años haciendo un total de 35 capacitados; sin cabezas de ganado mayor, sin cabezas de ganado porcino y 6 aves.

Documento firmado por Isaac López Andrade oficial censor de la Comisión Agraria mixta. Dos días después se hizo un informe complementario al acta referida que decía:

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El C. delegado municipal no quiso firmar ni las convocatorias a la cédula notificatoria, alegando que necesitaba consultarlo con el propietario; los solicitantes manifestaron haberse tardado en hacer la solicitud de tierras porque en épocas pasadas los campesinos que la hicieron fueron asesinados, los integrantes del comité y que si ahora lo hacen es porque el propietario ya ni les da trabajo ni tie-rras en donde sembrar y que solo cultivan pequeñas parcelas que les rentan en condiciones muy duras en las comunidades circunvecinas como son: Tateposco, San Martín y otras y que últimamente ya no les quieren rentar por dedicar las tierras a vender pasturas o fabricar ladrillo, cuyas tierras una vez quitado el migajón quedan inservibles para la siembra quedando únicamente el tepetate.En cuanto a lo que yo observé de estos campesinos se encuentran, son muy pobres, pues no tienen facilidades para criar casi ni una gallina por prohibírseles el encargado del rancho siendo las casas propiedad de la hacienda y algunos están pagando renta.14

En enero del 1961 en el informe del 8 de mayo de 1961, por parte de Benjamín Díaz topógrafo comisionado de la Comi-sión Agraria Mixta donde define la extensión precisa de la hacienda como sigue:

Con fecha del 25 de octubre de 1960 los vecinos que carecen de tie-rras del poblado “Arroyo de Enmedio” Municipio de Tonalá, eleva-ron solicitud de dotación de tierras exponiendo carecer de los me-dios indispensables para subsistir; la solicitud fue instaurada con fecha 8 de noviembre de 1960 y publicada en el Diario Oficial “El Estado de Jalisco” con fecha del 19 de noviembre de 1960 (num. 26, tomo ccxi) señalando como presuntos afectables todas las propie-dades que se encuentran dentro del radio de siete kilómetros del poblado solicitante de preferencia el reto de la hacienda Arroyo de Enmedio propiedad del señor Manuel G. de Quevedo.Con fecha 2 de enero de 1961 como se expuso fui comisionado para efectuar los trabajos técnicos e informativos relativos a dicho expe-diente: por lo que a continuación hago el estudio de los predios o propiedades predios rústicos comprendidos dentro del radio legal de afectación del poblado “Arroyo de Enmedio” Municipio de To-nalá Jalisco, que se enlistan a continuación: “La Chancharra”, “La Lobera”, “Cerro colorado”, “Fracción del Cajón”, Fracción del Cajón ii”, “Segunda de San Bartola”, “San Bartolo”, “Las Pilas”, menciona que entonces el predio de la referencia está invadido por ejidatarios del poblado de “Las paredes” y “La Estancia”, municipio de Zapot-lanejo.El predio rustico denominado resto de la exhacienda de Arroyo de Enmedio” propiedad del Señor Manuel G. de Quevedo o sucesión con una extensión superficial total de 1 177 000 ha y las cuales están constituidas por los potreros “El Vivero” con una superficie de 73 000 ha de riego, “La Severiana” con 150 000 ha de riego: “El Des-canso” con 226 000 ha de temporal “El Pardo con 16-40-00 Hs. E temporal; “La llave” con 183 000 ha de temporal: el “Potrero “Vaso del Cerrito Alto” con una extensión superficial de 300 000 ha de terrenos en su mayor parte inservibles para la agricultura ya que precisamente en este potrero se encuentran localizadas infinidad

Gráfica 8. Plano del resto de la exhacienda Arroyo de Enmedio. Municipio de Tonalá Jalisco. Propiedad de Enrique G. de Quevedo y Riestra. Fuente: Sria. Asuntos Agrarios de 1960, Guadalajara, Jal. Expediente 2000.

de ladrilleras las cuales tienen trabajando haciendo ladrillos desde hace aproximadamente 20 años.Los pretiles están localizados en la parte sur de este potrero que en realidad es el vaso de la Presa “El cerrito Alto” como ya dije tiene una superficie de 300000 ha están en perfecto estado, ignorándose por completo cuales el motivo por el cual nunca llenan el vaso de esta presa con la cual se regaría el resto de este predio o sea que se regaría una superficie de 870000 ha aproximadamente.” 15

A continuación se presenta el plano referido:Se observan las fracciones que componen los restos del

monumento sumados dan 117.70 ha. El tramo del camino real a la ciudad de México, que atraviesa estratégicamente la hacienda, en su momento existió un garitón de vigilancia, en este punto el plano señala como camino a Puente Grande un ejido vecino que es salida a la ciudad de México.

El 16 de julio de 1961, el propio Sr. Enrique García de Que-vedo exponía a la Comisión Agraria Mixta como respuesta al acta 3484 que anteriormente expuso la inexistencia del mo-numento refiriéndose a los restos de la hacienda Arroyo de Enmedio, con sigue:

No existe ningún poblado denominado “Arroyo de Enmedio” como tampoco escuela rural ni establecimiento de comercio que en este lugar habitan tan solo diez familias que forman una población de treinta y cuatro personas en su mayoría niños los que pernoctan en las ruinas de lo que constituyó la antigua hacienda de ése nombre que las casas que ocupan son actualmente de mi propiedad, y final-mente que en lugar de delegado o agente municipal hay un simple encargado honorario para guardar el orden.Con el documento a que me refiero acredito y estoy en posibilidad de mostrar la inexistencia del núcleo de población solicitante, por ende su incapacidad jurídica en virtud de que los presupuestos in-dispensables para la acción de tutoría en el Derecho Agrario son:

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Gráfica 9. Vista aérea del desarrollo inmobiliario construido sobre el terreno de la exhacienda de San Juan Arroyo de Enmedio, en Tonalá Jalisco. Fuente: Google Earth 27 de junio del 2009.

a) la existencia real de un núcleo de población activa en el medio rural, b) que el censo agrario arrojo un mínimo de 20 individuos con derecho a recibir tierras por dotación, esto sin contar con el requisito imperativo de la preexistencia del poblado de seis meses anteriores a la fecha de la solicitud respectiva, lo que se rige por las suposiciones contenidas en el capítulo primero del título segundo del código de la materia en relación con el capítulo ii del menciona-do título. Y que a mayor abundamiento en la especie no se satisfa-cen los requisitos del artículo 57 del citado cuerpo legal puesto que se trata de una pequeña propiedad inafectable en los términos del artículo 104 fracción ii del multicitado código agrario en vigor. Por lo expuesto y fundado atentamente concluyó que se tome en consi-deración mi dicho. Firmado por Enrique G. de Quevedo.16

Puede leerse que el monumento fue abandonado ex profeso a fin de que perdiese carácter y cualquier posibilidad de ser afectado en su carácter de hacienda activa, como se lee cla-ramente que se niega la existencia del centro de población así como de pobladores jurídicamente competentes que en el documento de la propia comisión quedaba claramente expre-sada la procedencia de la dotación de tierras.Finalmente, en el periódico oficial de Jalisco del día 29 de julio de 1969, la segunda proposición niega la afectación del poblado de Arroyo de Enmedio como sigue:

Por haber quedado demostrado que dentro del radio de afectación legal no existen fincas afectables, se niega la acción promovida, de-jando a salvo los derechos de los 35 capacitados que arrojó el censo para que los ejerciten como a sus intereses convenga, de acuerdo con la Ley de la Materia.17

Así, los terrenos concernientes a la Hacienda Arroyo de En-medio quedaron disponibles para que en 2000, se diera la venta total de denominado restos de la exhacienda de Arroyo de Enmedio, incluidos los testimonios declarados monumen-tos por determinación de ley, que ya se comentó antes.En junio 6 del año 2000 ya se estaba urbanizando toda la zona del resto de la hacienda y se estaba haciendo obra en el puente de la parte de la casa grande que lindaba con el cami-no real, para lo cual el Arq. Vicente Gutiérrez Orozco solicitó asesoría al centro inah Jalisco para los trabajos de reforza-miento del elemento.Los trabajos de urbanización de las 117.70 ha ya estaban en proceso, incluidos los testimonios patrimoniales correspon-dientes al casco de la hacienda: casa grande, trojes, acueducto o canal, casas de trabajadores, templo y molino hidráulico, sin la correspondiente licencia ni aviso por escrito a las auto-ridades competentes en monumentos.

Esta situación permitió nuevas pérdidas del monumento: el canal o acueducto fue mutilado en varios de fragmentos a fin de dar paso a nuevas calles del fraccionamiento de vivien-da denominado Hacienda Real, donde los fragmentos per-vivientes se ubicaron en el camellón de una de las avenidas principales.

Igual, en el predio de la casa grande se registró la demoli-ción de otro inmueble de gran extensión para dar espacio al equipo y maquinaria de la constructora del fraccionamiento, que se asentó precisamente ahí para poner sus oficinas du-rante la construcción.

Con el afán de conseguir más terrenos para construir vi-viendas, las presas La Llave y La Severiana fueron rellenadas con escombro para dar lugar a centenares de nuevas casas habitación, sólo en la presa de El Cerrito (llamada la Ladrille-ra) no se construyó nada encima por ser terrenos fangosos y esponjosos que no lo permiten ni actualmente.

En el año 2006, la constructora y propietarios donaron al Municipio de Tonalá los restos de la casa grande, trojes, huer-ta y casas de trabajadores que decidieron confinar en una pe-queña extensión, y al clero le donaron la parte de las ruinas del templo dedicado a la Santísima Virgen.

CONCLUSIÓNSe puede ver cómo la exhacienda Arroyo de Enmedio fue fundada como un emporio de 3125 hectáreas en 1900, que cumplió con la morfología física y funcional de la hacienda, que para 2009 el monumento se reduce a 2.358 hectáreas, lo que significa que su rescate corresponde al 0.08% de la ex-tensión territorial original, con la pérdida del 99.92% de la extensión de la hacienda.

Se comprueba que en la centuria de 1900 a la fecha, cau-sas como: la revolución, el repartimiento de tierras para los ejidos, la especulación del suelo, provocaron el empobreci-miento del patrimonio cultural arquitectónico y a veces la pérdida de valiosos elementos del complejo arquitectónico de la otrora hacienda de San Juan Arroyo de Enmedio en Tonalá Jalisco.A través de las vistas aéreas de Google Earth, se visualiza que parte de los límites originales de la hacienda son las vialida-des modernas del municipio de Tonalá, como son el libra-miento periférico, la carretera libre a la ciudad de México, que sin afectar el camino real, corre paralelo a este. Podría-mos decir que los caminos actuales son herencia de aquella gran propiedad virreinal.

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Una vista comparativa de la hacienda de Arroyo de Enmedio en 1900 y la vista aérea del año 2006 de lo que hoy se conserva como monumento de esta hacienda da cuenta de cómo una propiedad eminentemente rural y privada dio lugar a una gran extensión del poblamiento urbano del actual municipio de Tonalá, Jalisco.También es posible visualizar a través de Google Earth, que en el 2003, aun se conservaban los terrenos libres de cons-trucción nueva. En enero del 2005 todavía se no iniciaban los trabajos, pero para septiembre de ese mismo año se observan avances con-siderables en la urbanización del predio.En esta última vista se ven las áreas de cemento de la urbani-zación Hacienda Real como manchones grises, sustituyendo las zonas verdes y cafés que correspondían a bosques y presas de agua con las que contaba la hacienda originalmente.

NOTAS Y REFERENCIAS 1 Gisela von Wobeser, Formación de la hacienda en la época Colonial, México, unam, 1989, p.12.2 Idem.3 Enciclopedia Wikipedia.4 Gisela von Wobeser, op. cit., p. 51.5 Idem.6 Estadística de la Secretaria de Fomento 1906.7 Manuel Prieto, Breve historia de la Hacienda de San Juan de Arroyo de Enmedio de Tonalá, Guadalajara, s. e.8 Plan de Desarrollo Urbano de Tonalá, de la zona conurbada de Guadalajara Distrito urbano, tomo 5, “Arroyo de Enme-dio, Municipio de Tonalá, Jalisco, 2005.9 Gisela von Wobeser, op. cit., p. 8310 Ibidem, 8411 Oficio No. 2008/xii/269/s.m.h. Centro inah-Jalisco12 Idem.13 Manuel Prieto, Breve reseña informativa de la antigua es-tancia de San Juan de Arroyo de Enmedio (Disertación públi-ca 24 de junio del 2009 en el predio de la exhacienda San Juan Arroyo de Enmedio, Tonalá, Jalisco), s. e.14 Archivo de la Secretaria de Asuntos Agrarios, exp. 3484, Hacienda Arroyo de Enmedio.15 Idem.16 Escrito de Enrique García de Quevedo del 16 de julio de 1961, quien se dirige a la Comisión Mixta de la Secretaría de Asuntos Agrarios, exp. 2000.17 Periódico oficial de Jalisco, tomo ccxxxviii, Guadalajara Jalisco, martes 29 de julio de 1969, num. 40.

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Gráfica 10. Vista aérea del acueducto mutilado y confinado en el camellón de una avenida del fraccionamiento. Fuente: Google Earth 27 de junio del 2009.

Gráfica 11. Vista en tierra del acueducto mutilado sobre el camellón de la avenida. Fuente: foto del autor.

Gráfica 12. Vista aérea del inmueble demolido que se aprecia como una gran nave cubierta en el extremo inferior derecho en el predio al centro de foto. Fuente: Google Earth 26 de junio del 2009.

Gráfica 13. Vista aérea de la presa seca de El Cerrito, hoy denominado la Ladrillera. Fuente: Google Earth, 27 de junio del 2009.

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Gráfica 16. Vista de la zona de la hacienda en 2003. Fuente: Google Eartht 2003

Gráfica 15: Vista aérea actual del municipio de Tonalá, Jalisco se marca con línea roja territorio que ocupaba la Hacienda Arroyo de Enmedio en 1900. Fuente: Google Earth 27 de junio del 2007.

Gráfica 17. Vista de la zona de la exhacienda enero 2005. Fuente: Google Eartht 2003

Gráfica 18. Vista de la zona de la exhacienda en septiembre de 2005. Fuente: Google Eartht 2003

Gráfica 14. Vista área de los restos del templo donado al clero. Fuente: Google Earth, 26 de junio del 2009.

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wobeser, Gisela von, La formación de la Hacienda en la época colonial. El uso de la tierra y el agua, México, unam, 1989.

FUENTES DOCUMENTALESArchivo de la Secretaría de Asuntos Agrarios de Jalisco:1) Expediente 2000. 73 páginas Asunto 3484 Arroyo de

Enmedio, Tonalá Jalisco.2) 3 planos sobre 2000. Dotación de tierras. Arroyo de En-

medio, Tonalá Jalisco.Archivo Histórico de Jalisco:1) A-g 2-906 Agricultura y Ganadería, exp. 2623 sobre el

cultivo del trigo.2) Agri AJ- 2-902, exp. 557, 9 fojas, Fondo agricultura y

ganadería, Ramo ganadería, exp. 2623.3) 1907, Ex. 2-907, caja 189, exp. 4606, Secretaría de Fo-

mento. Dirección General de Estadística.4) 1906. Est. 2-906, caja 185, exp. 4639, Noticia sobre la

producción hortícola del estado.5) 1900. Est. 2-900, caja 45, exp. 3098.

RECURSOS DE INTERNETGoogle Earth: Coordenadas: Latitud: 20’35’’24.48’’’ N,

Longitud: 103’14’ 13.99’’’ O, Altura: 1547 m, 2003, 2005 y 2007Enciclopedia Wikipedia, <<http:/ wikipewdia,doc.mx//

manuelgarciade.quevedo45m>>, mayo de 2009.

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Siempre en la producción del espacio habitable, ante nuevas necesidades y requeri-mientos espaciales y los efectos del paso del tiempo, de los cambios en todos senti-dos (sociales, económicos, legislativos, tecnológicos…) por los fenómenos natura-les, se está ante el problema de cómo conciliar la producción arquitectónica actual con las posturas y políticas conservacionistas, lo cual se agudiza en el centro his-tórico, por estar sujeto a reglamentación proteccionista. Ante ello ha sido evidente considerar: cómo la sociedad actual se relaciona y quiere hacerlo con su pasado y su tradición; cómo la sociedad entiende patrimonio cultural (con esa connotación) y los procesos en que se da la patrimonialización; cuál es la idea de patrimonio que tiene la arquitectura (y otras disciplinas) y su razón de ser o no ser en el espacio habitable; además, cuál es su rol en la dinámica socioeconómica y en la cultural, en particular la crítica al turismo en la economía en los espacios patrimoniales como eje de su subsistencia.

Los textos presentados aquí han abordado, además del tema de la nueva arqui-tectura y urbanismo en contextos históricos, otros tópicos asociados a los proble-mas de conservación del patrimonio, que en síntesis podemos señalar lo siguiente.

IDEA DE PATRIMONIOLa idea que se tiene del patrimonio marca sensiblemente las acciones ante él, por lo que los contenidos de esa idea dan elementos para comprender lo que ha pasado en la producción de nuevos espacios en los contextos históricos patrimoniales.

Con los textos expuesto ha quedado de manifiesto la prioridad por el bien ma-terial como patrimonio (en este caso el espacio construido) que por lo inmaterial (aunque se pregone), que es en si la cultura,1 en términos de: programas, saber hacer, modos de hacer, modos de ser, maneras de relación con la naturaleza, con el pasado… ¿Será que las sociedades requieren del patrimonio material para tras-cender en la historia y para decir al futuro que existieron? Lo aquí expuesto dan elementos para afirmar que no es suficiente, ni tiene porque permanecer todo lo producido materialmente. También no hay interés por quien hacen las obras mate-riales, ni por quien las habita: las personas.

El bien patrimonial más importante de un país es su población; pero tampoco debe pretenderse que sea sujetos de conservación (momificados en vida o para que desarrollen alguna escena) por resguardar un saber hacer que lleve a identificar-los como diferentes, excepcionales (como los indígenas), exóticos, curiosos, raros. Debe dejarse ser a todo individuo, que cada quien decida qué quiere ser como co-munidad y como individuo.

No se puede olvidar que se sigue buscando y cuidando las obras excepciona-les, como obras de arte, únicas, descontextualizadas y aisladas, que además son los espacios de la élite; que están registrados en la “historia culta”; esto representa un sesgo en la planeación y en los programas de conservación, y es un error de

CONCLUSIÓN

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método, pues se supondría que lo común y frecuente debiera ser lo que represente a todos, como un elemento de identidad de una comunidad en su conjunto. Esta ex-cepcionalidad, a partir de sus características visuales, se valora la obra como icono y “el monumento como dispositivo mnemotécnico” que funciona como aparato de transmisión, aun antes de su escritura,2 pero pocas veces como ejemplo de procesos y fenómenos sociales, como paradigmas de respuestas a problemas sociales, econó-micos, tecnológicos… donde interesa sólo la obra per se.

Por otra parte, se ha acentuado la actitud de atesorar, de acumular y guardar co-sas materiales; se aprecia altamente la posesión de cosas como sinónimo de riqueza; el tener en lugar de ser. En el caso del patrimonio cultural, su acumulación es parte de una desviación de la conservación patrimonial cuando se asocia a la identidad, pues se relaciona con objetos, no con formas de vivir, de hacer, de ser, de percibir… esos programas antes referidos. Además, esas obras son generadas en un proceso y son más que objeto, que además cambia y se transforma en su diseño, se actualiza, en un proceso que durara mientras la sociedad esté viva y no dejara de hacerse hasta que la sociedad desaparezca; cuando eso suceda, la sociedad ha dejado de devenir para ser.

La conservación del patrimonio también revela una actitud narcisista y de inse-guridad ante otros periodos de la historia al seleccionar qué conservar, ante el futu-ro incierto que requiere un anclaje y ante la pérdida de lo demolido –conveniente y aprovechada por algunos– de este periodo de la historia; actitudes que acentuadas pueden llevar a una situación neurótica, pues la abrumadora presencia del pasado y sus recuerdos puede paralizar, no permite la acción necesaria para sobrevivir en el presente, y arriesga la estabilidad de la identidad de un pueblo.

Todo lo anterior (prioridad por lo material, la acumulación de objetos, la acti-tud narcisista) ha convertido al espacio edificado en parte de una industria de la economía, una mercancía más, “hecha” para un mercado con consumidores ávidos de experiencias novedosas y diferentes a su rutinaria vida cotidiana. En esa lógica, como ha quedado expuesto, la industria del patrimonio ha generado comúnmen-te proyectos y acciones, que en la mayoría prevalece el interés económico por la utilidad del empresario de esa industria, la mayoría de las veces en detrimento de la calidad edificatoria y del valor histórico y memorial del patrimonio, ajenos a las necesidades comunitarias y a la tradición de la cultura involucrada. Los pro-yectos termina homogenizando las ciudades patrimonio o suelen ser en ocasiones pastiche, apelando a lo escenográfico y enmascaramientos, que hace cuestionar la autenticidad y lo original; carecen de la participación comunitaria y comúnmente con ellos no se ven favorecidos los pobladores.

USO DEL PATRIMONIOEl uso es el empleo continuado y habitual, ligado al usuario, pero el uso del patri-monio no consiste necesariamente en su utilización funcional, pero coexiste, y no debiera poner en riesgo al edificio; los templos que siguen ofreciendo sus servicios son un ejemplo. El problema aparece cuando ya no es (o no se cree) útil el edificio, no se le reasigna otra función (valor de uso, contemporaneidad y vigencia), y el valor del suelo es mayor que la construcción material (valor económico), y no tiene aún reconocido un valor histórico, cultural, ni memorial (invaluable monetaria-mente), que lleva a situaciones funestas al patrimonio arquitectónico y urbanístico, por motivos ideológicos y económicos, impulsados por procesos modernizadores de los asentamientos.

El uso, como parte de la definición de patrimonio, lleva implícita la necesidad de cambio, de adaptación de edificios, espacios públicos y sectores urbanos a nuevas necesidades y hábitos, hacia transformaciones funcionales de la ciudad. El que eso se reconozca, la decisión que se tome sobre el destino del espacio, en cómo se haga,

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y en que todos los agentes participen, son los problemas que tocan la rehabilitación de la obra y el construir en lo construido, y el éxito y trascendencia del proyecto depende de ello, como se ha observado en los casos presentados.

TRANSFORMACIÓN Y CAMBIOSAquí hemos visto que los asentamientos que todavía conservan algunos sistemas constructivos y vida tradicionales son los emplazados en regiones con dificulta-des de acceso carretero y ausencia de transporte público, por tanto con reducidas posibilidades de adquirir insumos a bajo costo, de acceder a nuevas tecnologías y de confrontarse con otras realidades. Esta condición puede que esté generando problemas de salud, bienestar o saneamiento, o económicos y sociales, pero puede también que no sea así. Por lo que si se presentan problemas, no se puede pretender mantener esas condiciones en aras de la conservación de un patrimonio edificado y menos si los anhelos legítimos de los pobladores es mejorar sus condiciones de vida, por eso se observa que en cuanto hay acceso a todo ello, se inician cambios. Pero al contrario, los asentamientos y viviendas que no ofrecen problemas, lo que habría que hacer es revalorar justamente su cultura (y no exclusivamente sus elementos materiales): su forma de vida, de sobrevivencia, sus programas, su saber hacer…, que seguramente son más sustentables que los programas que con frecuencia se promueven desde el Estado. Todo ello sin evitar la accesibilidad, pero sin descuidar que esta apertura no sea para expoliar los recursos del entorno natural (medio de subsistencia de las comunidades) o especular con el suelo rural para convertirlo en urbano, que es lo que con frecuencia sucede y suele ser la motivación para introdu-cir la infraestructura viaria.

La visión materialista del patrimonio también conduce a pensar que cuando se pierde un edificio, también se pierde la cultura y la identidad, y no es necesaria-mente así. Los cambios son procesos, lo primero que se cambia es el material de las soluciones espaciales (comúnmente por materiales modernos o industrializados), suele conservarse el espacio y muchas veces conservando la forma (su partido, su concepto y forma espacial) que es manifestación del modo en que se usa el espacio (espacialidad), de la forma de vida de la sociedad, del cómo se relaciona el grupo so-cial con su entorno natural. Cuando cambia el espacio, entonces si se pudiera hablar que la cultura empieza a cambiar, porque preconiza que los programas,3 comporta-mientos y forma de vida se modificaran, el más evidente es: de rural a urbano, que significa abandono de la forma de producción.4

LA CIUDADEs claro que los proyectos inmobiliarios y urbanos que llevan al crecimiento de las ciudades no han sido regulados y planeados con lógica funcional y acorde a la historia, al medio natural, a los deseos de las mayorías, con buen gusto espacial; así, la ciudad crece al capricho y arbitrio de los desarrolladores, y por ello queda en evidencia que el Estado ha cedido su papel de control y ordenador de las ciudades. Esto ha llevado a que áreas naturales vitales para la sobrevivencia de las ciudades han sido invadidas, depredadas, desaparecidas, que ponen en riesgo el suministro de agua, de suelos y aire limpios, además de la pérdida del paisaje que enmarcaba a las ciudades.

En ellas, también se ha producido un nuevo tipo de espacio en la planeación ur-bano regional y acentuada por los programas de conservación patrimonial: ese sec-tor denominado Centro Histórico, el cual, como se ha visto muchas veces, ni queda claramente definido y menos delimitado, que al arbitrio o por intereses de todo tipo, menos con fundamentos históricos, estéticos, ni funcionales, se ha establecido; y no coincide el área patrimonial declarado y el área patrimonial vivido y que por ello trastoca la vida cotidiana y las relaciones sociales en ella. Esta invención es re-

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sultado de la reinterpretación de lo espacial, lo temporal e irónicamente lo patrimo-nial, pues el culto patrimonial es parte de la modernidad urbana, y resultado de la incomprensión del devenir histórico de los asentamientos, que en la planeación se enfatiza al verlo como un ente ajeno y aislado del resto del asentamiento, siendo en la realidad todo lo contrario, pues la ciudad es una sola entidad, aun cuando ahora obedezca a otras lógicas y se perciba fragmentada. La metropolización de ciudades de originen virreinal albergan diferentes dinámicas de desarrollo y crecimiento conforme se han dado en la historia; en su etapa inicial tuvieron un centro no sólo espacial en la traza, sino lo era por ser sede de los poderes religiosos y civiles, por albergar las principales actividades comerciales y ciudadanas, y por la carga simbó-lica que representaba lo anterior.

Al momento que se pierden funciones, la centralidad se debilita, pero todo pa-rece indicar que no se ha perdido en esa área llamada centro histórico (ahora refor-zada por la etiqueta patrimonial), sino que se comparte con otras áreas que asumen parte de esas funciones u otras más contemporáneas que han emergido. Además, cada persona identifica su centro (o centros) y se desenvuelve existencialmente en él (ellos) en función del desarrollo de sus actividades, de las connotaciones y signi-ficados que le asigna como individuo o como parte de una comunidad.

Por lo que en la ciudad de hoy coexisten las formas urbanas modernas y la ciu-dad del pasado, ambas históricas, que no debiera poner en tensión el pasado, el pre-sente ni el futuro de la misma, y sí promoverse una gestión integral de los diversos asentamientos que conforman la zona metropolitana.

TURISMO Y DESARROLLODesde los años sesenta, los proyectos de intervención del patrimonio han abusado de su uso, sobre todo en los planes de “desarrollo” para comunidades que con fre-cuencia no están en la dinámica de la economía global, como una respuesta casi ineludible para las economías de países emergentes, aprovechando el patrimonio como un recurso más a explotar; todo lo cual no sólo tiene problemas conceptuales de base sino también metodológicos y éticos; y los estudios muchas veces contie-nen falsas premisas y recorren caminos conocidos como los exhibidos aquí, que no desatan los nudos de los problemas.

La conservación patrimonial (conceptual y económicamente) ha propiciado un abuso incontrolado del patrimonio y ha inhibido la introducción de nueva arqui-tectura en y cerca de él. Pero por otra parte, se ha aprovechado económicamente asociado con el turismo.

La apuesta al turismo en la planeación y programas de desarrollo, se ha visto que comúnmente no generan desarrollo de la comunidad ni del país, en el mejor de los casos ofrece un crecimiento económico que beneficia a muy pocos (muchas veces a consorcios internacionales de la industria del patrimonio); pero aun así, en México ese crecimiento no genera riqueza, no se reinvertirte en proyectos produc-tivos, que aumente el capital: desarrollo tecnológico, mejora del capital humano…

Por otra parte, la oferta, como ya se expuso es la obra material de una sociedad; ¿Qué pasaría si se acompaña con ofrecer experiencias? o ¿dar la oportunidad de convivir con los pueblos? en lugar de ofertar un escenario, una simulación, sin montajes, sino invertir en la gente para que viva bien, que siga siendo quien es y haciendo lo que sabe hacer; eso sería lo más auténtico, original y no una imagen inventada, fabricada, ni una marca.

AGENTESIgualmente ha quedada explicita la necesidad de la confluencia de los diferentes ac-tores en los planes y proyectos de conservación y incluyendo nueva arquitectura en lo existente. Los agentes son: promotores inmobiliarios; propietarios; autoridades

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del Estado; profesionales de la arquitectura, el urbanismo y de la conservación; aca-démicos; ongs y los habitantes. Cuyo papel y negociación de los diversos intereses de cada uno se ven expresados en el espacio resultante.

Es claro que se puede hacer negocios y tener utilidades en la industria del pa-trimonio, y el turismo puede ofrecer un buen producto; las personas pueden vi-vir bien y ser felices en sus espacios y compartir el patrimonio edificado; pero eso depende de buenos proyectos en todos los aspectos. El agente inmobiliario debe aprender a hacer mejor sus negocios, a diseñar sus productos con cuidado, pues el patrimonio edificado puede ser un bien muy rentable y sustentable a largo plazo, más que simplemente especulando con el suelo urbano en que se erige o regentean-do fragmentariamente los edificios. Ante esto, falta la asesoría de un profesional que ofrezca: buenos proyectos, que sean económicos; con buen gusto y respetuosos del contexto; con sensibilidad al trabajar con un espacio que tiene la rica carga de su pasado; logre establecer el dialogo de ese pasado con el presente y dé vigencia con dignidad por muchos años más a los espacios construidos; y sigan siendo habitados y utilizados.

Se ha observado que en ocasiones hay que aceptar la demolición, que no tiene porque ser negativa, ni se tiene que proscribir por decreto, si lo que se va a hacer es de mejor calidad, responde a las necesidades y manifiesta y deja testimonio del momento que se erige.

OFICIO DEL ARQUITECTOTambién, con los trabajos expuestos, se aprecia que en general no se ha aprendido cabalmente a construir en lo existente del siglo xx, ni a la forma de intervenir la arquitectura del siglo xix hacia atrás, pues no puede ser la misma, ni técnica ni teóricamente. Han quedado expuestos prejuicios que comúnmente se tienen con ejemplos que muestran que un buen proyecto con buen diseño no tiene que ser necesariamente una restauración ortodoxa de devolver a su estado más cercano a lo que originalmente fue, sino que los edificios pueden ser rehabilitados, revitalizados con nuevas funciones, con la inclusión de infraestructura y de nuevas tecnologías, de nuevas arquitectura en lo existente, que pueden convivir y exhibir las historias del edificio o esa metamorfosis de su devenir, donde cada etapa es tan valiosa como las otras, por su historia y su estética.

Además, se ha visto que no se puede indicar normas y soluciones únicas y gene-ralizables para todos los casos; cada obra, sitio o asentamiento es un caso; las cir-cunstancias en tiempo, espacio geográfico, grupo humano y recursos disponibles, lo hace distinto. Podrá haber elementos semejantes con otros casos, los cuales se pueden considerar y evaluar para tomar decisiones.

Ante la construcción en lo existente, los profesionistas que debieran actuar se-rán los que dominen la concepción y concreción del espacio, que tienen una cultura artística pero también técnica, una visión histórica pero también antropológica, y con competencia para evaluar la factibilidad económica y social; con la habilidad racional de un cirujano para suturar y reincorporar lo nuevo en lo antiguo, y con la inspiración del demiurgo que interpreta el espíritu del espacio5 y del lugar, que le permite establecer una distancia crítica racional y una aproximación operatoria, a la vez consciente y prudente en la elaboración del proyecto; con sensibilidad y buen gusto para el diseño.

Construir en lo existente es una oportunidad para que el arquitecto se vea en otro perfil, como historiador inventaría y documenta las obras, las analiza, las cla-sifica con relación a otros conjuntos de espacios, los interpreta y podría proponer medidas que, de una manera u otra y fuera de su radio de acción, podría influir en el destino de la obra. Así, como historiador actuaría en una suerte del abogado de aquella. En su oficio de arquitecto, su tarea sería el interpretar, formular hipótesis y soluciones para luego elegir, sancionar y transformar el espacio.

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Esta formación comportará la construcción del argumento histórico-crítico que define: la posición de la obra en el sentido patrimonial de referencia –local, regional o el que sea; la evaluación de la obra en tanto que recurso económico y social; en fin la emisión de un catálogo razonado de medidas, recomendaciones y soluciones destinadas a garantizar a la obra un futuro idóneo con relación al diagnóstico efec-tuado.

Pero al final, cualquier proyecto no debe olvidar la responsabilidad hacia a quie-nes se destinan los espacios que se habitan, y es que la gente se sienta bien y pueda desarrollar sus actividades (cotidianas, de trabajo, de ocio, sociales), que no le en-ferme, que sea su referente existencial, su vínculo con su entorno natural; que sea el lugar para vivir lo mejor posible.

Guadalupe Salazar González

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agnm Archivo General de la Nación de Méxicoahcey Archivo Histórico Catastral del estado de Yucatánaheslp Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí aceslp Archivo Catastral del estado de San Luis Potosíahmcol Archivo Histórico Municipal de Colimaciam Congresos Internacionales de Arquitectura Modernaccicyt Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología cemca Centre d´Études Mexicaines et Centraméricainesciesas Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Socialconacyt Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologíaconaculta Consejo Nacional de Cultura y las Artesconap Comisión Nacional de Áreas Protegidas.coparmex Confederación Patronal de la República Mexicanacopocyt Consejo Potosino de Ciencia y Tecnologíacyted Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnologíaddf Departamento del Distrito Federaldocomomo Documentación y Conservación de Edificios, Sitios y Barrios del Mo-vimiento Modernoedusp Editora da Universidade de São Paulo ena Escuela Nacional de Antropologíaemas Archivo Eugenia María Azevedo Salomaoeudeba Editorial Universitaria de Buenos Airesfadu-uba Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires fauady Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Yucatánfaurb Facultad de Arquitectura y Urbanismofapemig Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de Minas Geraisfce Fondo de Cultura Económicaiccrom International Centre for the Study of the Preservation and Restoration of Cultural Propertyicomos International Council on Monuments and Sitesifa Instituto Francés de Arquitecturainah Instituto Nacional de Antropología e Historiaine Instituto Nacional de Ecologíaiphan Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacionalinegi Instituto Nacional de Estadística y Geografíainvi Instituto Nacional de la Viviendaissste Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los trabajadores del Estadoiteso, Instituto Tecnológico de Estudios Superiores del Occidentepida Programa Interinstitucional de Doctorado en Arquitectura

SIGLAS

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promep Programa de Mejoramiento del Profesoradorniu Red Nacional de Investigación Urbanasagar Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Ruralsectur Secretaría de Turismosedesol Secretaría de Desarrollo Socialseduvi Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda del Distrito Federalsemarnat Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturalessep Secretaría de Educación Públicasphan Servicio del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional uaa Universidad Autónoma de Aguascalientesuady Universidad Autónoma de Yucatán INEGI, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informáticauanl, Universidad Autónoma de Nuevo Leónuam Universidad Autónoma de Méxicouap Universidad Autónoma de Pueblauaslp Universidad Autónoma de San Luis Potosíucol, Universidad de Colimaudg Universidad de Guadalajaraufrj Universidad Federal de Río de Janeirouia Universidad Iberoamericanaumsnh Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgounam Universidad Nacional Autónoma de Méxicounb Universidad de Brasiliaunesco United Nations Educational, Scientific and Cultural Organizationunl Universidad Nacional del Litoralupc Universidad Politécnica de Cataluñazm Zona Metropolitana

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Natália Achcar MonteiroArquitecta, graduada en arquitectura y urbanismo por la Facultad de Arquitetura, Urbanismo y Diseño de la Universidade Federal de Uberlândia, Brasil.

Alejandro Acosta CollazoDoctor en Arquitectura por la unam. Investigador de la uaa. Fue Secretario Téc-nico del pida. Ha sido Becario del feca. Es Secretario Técnico del Doctorado en Ciencias de los Ámbitos Antrópicos, con énfasis en Arquitectura, Ingeniería Civil y Urbanismo. Línea de trabajo: Investigaciones Históricas en Arquitectura y Urba-nismo. Miembro del sni nivel i.

Miriam Aguirre FuentesArquitecta, maestra en arquitectura y ha participado en proyectos del cuerpo aca-démico de Urbanismo de la Universidad de Colima, actualmente colabora en el despacho Aedium asesores.

Yuri Alejos PechArquitecta. Maestra en Arquitectura. Profesora del Cuerpo Académico de “Con-servación del Patrimonio” de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autó-noma de Yucatán.

Norma Alejandra Anaya GarcíaArquitecta por la Facultad del Hábitat, estancia por intercambio estudiantil en la Universidad de Chile.

Gladys Noemí Arana LópezArquitecta. Maestra en Arquitectura por la fauady. Doctora en Arquitectura den-tro del pida. Docente de la Facultad de Arquitectura de la uady y miembro del cuerpo académico de Arquitectura y Ciudad.

Julio ArroyoArquitecto. Docente e investigador de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Ur-banismo de la Universidad Nacional del Litoral, Argentina. Director Editorial de Polis – Revista Institucional de la fadu-unl. Coordinador del Programa Inter-nacional de Intercambio Académico entre la fadu y visiting schollar del College of Architecture and Planing de la Universidad de Utah, eua. Docente de univer-sidades argentinas y extranjeras. Autor de artículos sobre arquitectura y espacio público.

AUTORES

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Eugenia Maria Azevedo SalomãoArquitecta, maestra en Arquitectura (Restauración de Monumentos), doctora en Arquitectura, profesora e investigadora de la umsnh. Publicaciones en revistas especializadas, libros, ponente en congresos. Línea de investigación: historia de la arquitectura y urbanismo, conservación del patrimonio edificado, habitabilidad de la arquitectura tradicional. Miembro del sni nivel ii. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Facultad de Arquitectura.

Paola BagneraEs arquitecta, docente e investigadora (fadu-Universidad Nacional del Litoral). Se encuentra desarrollando su tesis doctoral: Centros históricos latinoamericanos: Estudio comparado de casos y estrategias de intervención en las últimas décadas. Es miembro del inthuar (Instituto de Teoría e Historia Urbano Arquitectónica). Participa del Observatorio Urbanístico Área Metropolitana Santa Fe-Paraná y di-rige el proyecto: La vivienda social y su aporte a la configuración urbana: políticas y acciones en el amsf-p (1930 a la actualidad).

Alejandro Enrique Benítez BarracoArquitecto, maestro restaurador; profesor Investigador de la fabuap; Miembro del Cuerpo Académico de Estudios Arquitectónicos; con amplia experiencia en restau-ración e investigaciones históricas.

Marília Maria Brasileiro Texeira ValeArquitecta, Doctora en arquitectura, profesora de La Facultad de Arquitectura, Ur-banismo y Diseño de la Universidad Federal de Uberlândia, Minas Gerais, Brasil; cuenta con varias publicaciones en la línea de conservación del patrimonio e histo-ria de la arquitectura y el urbanismo del Brasil del periodo colonial.

Luis María CalvoArquitecto. Doctor en Historia de la Arquitectura y el Urbanismo Iberoamerica-nos. Museólogo. Docente e investigador de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral, Argentina. Director del Depar-tamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe. Académico correspon-diente de la Academia Nacional de la Historia. Autor de libros y artículos sobre historia urbana y de la arquitectura y sobre temas museológicos.

Arianna CampianiArquitecta (en Conservación), Maestra en Arquitectura por la uady, doctorante en Arquitectura en la unam. Los estudios de Posgrado se han enfocado a la arqui-tectura prehispánica, maya en particular; cuenta con publicaciones y presentado ponencias sobre dichos temas.

Maria Beatriz Camargo CappelloArquitecta y Urbanista, Maestra en Arquitectura y Urbanismo por la Universidad de São Paulo y doctora en Arquitectura y Urbanismo por la Universidad de São Paulo. Profesora de Historia de la Arquitectura en la Universidad Federal de Uber-lândia. Coordinadora do Núcleo de Teoría e Historia de la Arquitectura y Urbanis-mo de la faurb. Miembro de la Comisión Coordinadora del Núcleo Docomomo mg.

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Rubén Cantú ChapaIngeniero arquitecto, ipn; Maestría en Ciencias. Planificación, ipn; Maestría en ar-quitectura, y Doctorado en Urbanismo, unam. Miembro del sni, nivel I; Premio Nacional de Investigación urbana y Regional 1991, uam/rniu. Profesor Investiga-dor en ciiemad-ipn. Con cuatro libros publicados relacionados con el Centro his-tórico y la urbanización en la ciudad de México.

Francisco Javier Cárdenas MunguíaArquitecto, Doctor en arquitectura. Director del Centro Universitario de Gestión Ambiental, su línea de investigación es el Diseño del Espacio Urbano; cuenta con libros y artículos de su autoría; miembro del sin nivel i.

Martha E. Chávez GonzálezDoctora en Arquitectura. Profesora e investigadora de tiempo completo de la Uni-versidad de Colima; exbecaria del programa fexsu del Lincoln Institute of Land Policy-unam; miembro del sni nivel i. Su línea de investigación es la gestión urbana.

Benito de Jesús Delgadillo AmaroArquitecto por itesm, Maestro en Arquitectura. Profesor Investigador de la uaslp.

Catherine R. Ettinger Mc Enulty Arquitecta, Doctora en arquitectura, profesora-investigadora de la Facultad de Ar-quitectura de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Miembro del sni Nivel ii. Imparte clases de teoría de la arquitectura y teoría de la restauración. Sus líneas de investigación y sus publicaciones incluyen Teoría de la Arquitectura, Historia de la Arquitectura y Conservación del Patrimonio.

Carmina Fernández de Lara AguilarArquitecta, maestra en restauración; profesora-investigador en la fabuap; líder del Cuerpo Académico de Estudios Arquitectónicos, con algunas publicaciones en res-tauración e historia de la arquitectura.

Alejandro Galván ArellanoArquitecto por la uaslp, Doctor en Arquitectura por la unam. Restauración de mo-numentos, como: El palacio Municipal, La antigua Caja Real, La Catedral de San Luis Potosí, El antiguo Colegio de la Compañía de Jesús. Director de la Facultad del Hábitat de la uaslp de 2004 a 2008. Profesor investigador en la uaslp. Con publi-caciones: El Desarrollo de la Arquitectura y el Urbanismo en la ciudad de San Luis Potosí en el Siglo xvii y otras en revistas y capítulos de libros.

Salvador García EspinosaArquitecto, Doctor en Geografía por la unam, Profesor Investigador de la Facultad de Arquitectura de la umsnh, sus investigaciones versan sobre centros históricos desde la perspectiva urbana, la transformación del patrimonio vernáculo, la vivien-da en el contexto de la sustentabilidad urbana.

Miguel Ángel García-GómezArquitecto, Doctor en Arquitectura, profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Guanajuato, línea de investigación: desarrollo urbano del Bajío.

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Miguel Herrera NoguelArquitecto, perito del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Yucatán, su línea de investigación es la conservación del patrimonio edificado; cuenta con publicaciones en esa área.

Oscar Rubén Hinojosa VillarrealArquitecto, Especialidad en Historia del Arte Mexicano, Maestría en Arquitectura; Doctorante en Arquitectura. Docente en la uaslp. Coordinador del Centro de Di-seño y Vinculación de la Facultad del Hábitat de la uaslp. Publicaciones: “Alameda Juan Sarabia”. “Semblanza del Hospital Militar Regional”. “Cultura Teatro y Cine-matografía de una Sociedad”.

Carlos Alberto Hiriart PardoDoctor en Arquitectura; Maestro en Ordenamiento Territorial y Desarrollo Regio-nal, Universidad Laval. Investigador en la umsnh, Miembro del sni de conacyt Nivel i. Fue Director de la Facultad de Arquitectura de la umsnh. Líneas de inves-tigación: Gestión y conservación integral del patrimonio urbano arquitectónico, ordenamiento territorial y turismo cultural. Premio Manuel Gámio, inah 2007 por su tesis doctoral.

Orlando Isaac Ipiña García Arquitecto en la uam-azc, especialidad y maestría en estudios urbanos. Medalla al mérito universitario y premio a la Investigación 2006 en la uam. Docente en el uni-tec. Doctorante de la uam, Azcapotzalco. Profesor de Estudios Urbanos y docente en la Universidad Tecnológica de México (unitec), campus Ecatepec.

Ariel Luis Lazzarin Graduado en arquitectura y urbanismo por la Facultad de Arquitetura, Urbanismo y Diseño de la Universidade Federal de Uberlândia, Brasil.

Sofía Letelier PargaArquitecta, doctora en Arquitectura, profesora del Departamento de Diseño, Fa-cultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile; con libros y artículos publicados en la línea de teoría de la arquitectura y diseño arquitectónico.

J. Jesús López GarcíaDoctor en Arquitectura por la Universidad de Colima. Profesor-investigador de la uaa, miembro del sni, Nivel i. Línea de Investigaciones Históricas en Arquitectura y Urbanismo de la modernidad hidrocalida. Universidad Autónoma de Aguasca-lientes.

Luis Alberto Mendoza PérezArquitecto, Doctor en arquitectura; su línea de investigación es la restauración y conservación del patrimonio, y la arquitectura moderna y la impronta del ferro-carril en la arquitectura y los asentamientos; cuenta con libros y artículos de su autoría; profesor de la ucol

Leonardo Meráz QuintanaArquitecto, Maestro en Arquitectura por la Universidad de York; Doctor en Histo-ria Urbana por la uam-azc; investigador de la uam-xoch. Autor de libros y artícu-los, línea de investigación: la Conservación del Patrimonio en la reutilización y en la Arqueología Urbana. Miembro del Cuerpo Académico “Conservación y Reutili-zación del Patrimonio” de la uam-xoch; profesor de Arquitectura y de la Maestría en Conservación y Reutilización de la uam.

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Adrián Moreno MataArquitecto y Maestro en Demografía, investigador de la uaslp; línea de investiga-ción estudios de la ciudad, metropolización; con publicaciones en ello. Con algunos cargos en la administración pública del estado de San Luis Potosí.

Luis MüllerArquitecto. Magíster en Ciencias Sociales. Docente e investigador de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral, Argen-tina. Director del inthuar (Instituto de Teoría e Historia Urbano Arquitectónica)-fadu/unl. Miembro del cuerpo de jurados del Colegio de Arquitectos de la Pro-vincia de Santa Fe. Docente de posgrado en universidades argentinas y extranjeras. Autor de libros y artículos sobre historia de la arquitectura.

Karine Camila OliveiraAlumna del Curso de Arquitectura y Del Urbanismo de la Facultad de Arquitec-tura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Federal de Uberlândia, Minas Gerais.

Marisol Ordaz TamayoArquitecta, Doctora en Arquitectura, investigadora de la Facultad de Arquitectura de la uady, línea de investigación: teoría de la restauración y conservación de la arquitectura; tecnología virreinal de los conventos yucatecos.

Blanca Paredes GuerreroArquitecta, Doctora en Arquitectura, investigadora de la Facultad de Arquitectura de la uady, línea de investigación: historia de las haciendas yucatecas, conservación de la arquitectura; miembro del sni nivel ii, con publicaciones como: Arquitectura de las haciendas yucatecas, “Metropolización de Mérida y la hacienda. Co-ocupa-ción del mismo territorio”.

J. Carlos Parga RamírezDoctor en Arquitectura por el Programa de Doctorado Interinstitucional en Ar-quitectura, pida, profesor-investigador. Línea de Investigación en Historia del Ur-banismo; con amplia gestión académica. Miembro del sni nivel i.

Marco Tulio Peraza GuzmánArquitecto, Doctor en Arquitectura, investigador de la uady, línea de investiga-ción: arquitectura moderna yucateca, urbanismo meritano; publicaciones en ello, como: “El equipamiento y el espacio colectivo de la ciudad virreinal en Yucatán”, “Los procesos urbanos, la identidad y la globalización en la Mérida contemporá-nea”, El origen reparador: el centro histórico en la Mérida moderna. Miembro del sni, nivel i.

Andrey Rosenthal SchleeArquitecto, Doctor en Arquitectura, investigador de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Brasilia, Director de la misma Facultad; línea de investigación: arquitectura y urbanismo modernos de Brasilia, arquitectura de Niemeyer, arquitectura de Pelotas y conservación de la arquitectura moderna.

Rubí Elina Ruiz y SabidoArquitecta, Doctora en Arquitectura, profesora de la Facultad de Arquitectura de la uady, línea de investigación: teoría de la restauración y conservación de la ar-quitectura.

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Guadalupe Salazar GonzálezArquitecta, maestría en administración, cea en la Universidad de Marsella-Lu-miny, doctorado en arquitectura por la unam; estancia de investigación en el Ins-tituto Eduardo Torroja; investigadora de la Facultad del Hábitat de la uaslp; en el área de teoría e historia de la arquitectura y el urbanismo, con publicaciones en el área. Miembro del sni, nivel ii. Estudios en contrucción en tierra en Craterre.

María Esther Sánchez MartínezDiseñadora Industrial, adscripción al Departamento de Evaluación del Diseño y Área de Estudios Urbanos de la uam. Maestra y Doctora en Diseño en Estudios Urbanos. Participó en el proyecto Estudio de Ordenamiento Territorial en el Co-rredor Tlaxcala-Santa Ana Chiautempan-Zacatelco dirigido por Oscar Terrazas. Colaboró en el proyecto La huella del agua.

Manuel Sánchez MartínezArquitecto, Doctor en Arquitectura, profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Guanajuato, línea de investigación: estudios urbanos, arquitectura de Guanajuato.

Marco Alejandro Sifuentes SolísMaestro en Sociología de la Cultura por la uaa, Doctor en Arquitectura por la unam. Profesor-investigador de la uaa. Miembro del sni, nivel i. Línea de Investi-gaciones Históricas en Arquitectura y Urbanismo; cuenta con libros y artículos en esa línea.

Henrique Vitorino de Souza AlvesArquiteto, urbanista por la Facultad de Arquitetura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Federal de Uberlândia, Brasil.

Ana Paula Tavares MirandaGraduada en arquitectura y urbanismo por la Facultad de Arquitetura, Urbanismo y Diseño de la Universidade Federal de Uberlândia, Brasil.

Lucía Tello PeónArquitecta. Maestra en planificación urbana y regional en Edimburgo. Doctora en Arquitectura por la unam. Docente e Investigadora de la Facultad de Arquitectura de la uady y miembro del cuerpo académico de Arquitectura y Patrimonio. Inte-grante de la Red de Cuerpos Académicos “Historia de la Arquitectura y Conser-vación del Patrimonio”. Publicaciones en las áreas de Historia Urbana, Vivienda y Docencia en la Arquitectura. Miembro del sni, nivel i.

Luis Alberto Torres GaribayArquitecto, Maestro en Arquitectura (Restauración de Monumentos), Doctor en Arquitectura, profesor e investigador de la umsnh. Cuenta publicaciones en revis-tas especializadas, libros, ponente en congresos. Línea de investigación: historia de la arquitectura y urbanismo, conservación del patrimonio edificado, habitabilidad de la arquitectura tradicional. Miembro del sni, nivel ii.

María Elena Torres Pérez Arquitecta, Doctora en Arquitectura, profesora e investigadora de la uady, línea de investigación: arquitectura moderna y vivienda en serie yucatecas; con publi-caciones en revistas en dichas líneas, Los primeros fraccionamientos de vivienda construida en serie en Yucatán, entre algunas. Miembro del sni, nivel i.

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José Martín Torres VegaArquitecto y maestro en Arquitectura, Investigación y Restauración de Sitios y Mo-numentos por La Facultad de Arquitectura de la umsnh, en donde actualmente se desempeña como profesor. Sus líneas de investigación son los conventos de monjas en el Obispado de Michoacán, época virreinal y los barrios de la ciudad de Vallado-lid de Michoacán, durante el siglo xviii.

Reyna Valladares AnguianoArquitecta, doctora en arquitectura; miembro del sni nivel i, coordina la Maestría en Arquitectura de la ucol, su línea de investigación es el diseño del espacio urba-no; cuenta con publicaciones en esa línea.

Jesús V. Villar RubioArquitecto, Doctor en Arquitectura. Investigador de la Facultad del Hábitat, UASLP; con publicaciones en arquitectura potosina del porfiriato y moderna; línea de investigación: conservación del patrimonio y arquitectura moderna.

Cecilia Wolf CecchiArquitecta, Maestra en arquitectura y estudios en conservación del patrimonio; profesora del Departamento de Diseño, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile. Línea de investigación en diseño arquitectónico.

María de Guadalupe Zepeda MartínezRestauradora de bienes muebles, doctora en Arquitectura, Maestra en Ciencias de Productos Forestales. Restaurador perito del inah Jalisco. Líneas de investigación: conservación de materiales en bienes muebles e inmuebles, madera en arquitectura patrimonial, productos celulósicos en bienes culturales, museología, legislación del patrimonio cultural, teoría y criterios de conservación y restauración de patrimo-nio cultural.

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Por acuerdo del Señor Rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí

Lic. Mario García Valdez se ordenó la impresión del libro

Arquitectura y Urbanismo Contemporáneos en Contextos Históricos coordinado por

Guadalupe Salazar González. Cuya edición se terminó de imprimir en julio de

2011. Se imprimieron 1000 ejemplares.