Libro Aguas Robadas Arroyo&BoelensEds 2013(JH3)

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Justicia hídrica.

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  • Arroyo, Aline And rutgerd Boelens (2013)AguAs robAdAs: despojo hdrico y movilizAcin sociAl.

    JusticiA HdricA. limA: ieP, Quito: AByA yAlA

  • AguAs robAdAsdespojo hdrico y movilizAcin sociAl

  • AguAs robAdAs: despojo hdrico y movilizAcin sociAl Aline Arroyo y Rutgerd Boelens, eds.

    Serie Agua y Sociedad, 19Seccin Justicia Hdrica

    JusticiA HdricA-PArAguAs coordinado por Water Resources Management Group Universidad de Wageningen Building 100 Droevendaalsesteeg 3a 6708 PB The Netherlands Telf. +31 317 484190

    ediciones AByA-yAlA Av. 12 de Octubre N24-22 y Wilson bloque A Casilla: 17-12-719 Telfonos: (593-2) 2 506-267 / (593-2) 3962 800

    IEP instituto de estudios PeruAnos Horacio Urteaga 694, Lima 11 Telf. (51-1) 332-6194 / 424-4856

    ISBN: 978-9942-09-154-3

    Impreso en EcuadorPrimera edicin en espaol: agosto de 2013Impreso en: Quito, Ecuador

    1000 ejemplares

    Coordinacin general de Justicia Hdrica: Universidad de Wageningen / WRMEditor acadmico de la serie: Rutgerd Boelens, Universidad de Wageningen Correccin y diagramacin: Mercedes Dioses V.Composicin de portada: Ricardo Ponce D.Foto de portada: Rutgerd BoelensFoto de contraportada: Aline Arroyo C.

    Prohibida la reproduccin total o parcial de las caractersticas grficas de este libropor cualquier medio sin permiso de los editores.

    Arroyo, Aline y rutgerd boelens, eds.Aguas robadas. Aline Arroyo y rutgerd boelens (eds.). Quito: Justicia Hdrica, IEP y Abya Yala (serie Agua y sociedad, seccin Justicia Hdrica, 19).

    RECURSOS HDRICOS; GESTIN DEL AGUA, JUSTICIA, EQUIDAD, SEGURIDAD ALIMENTARIA, ACUMULACIN, DESPOJO, CONFLICTOS, DERECHOS, ACCIN SOCIAL, MINERA, PAGO POR SERVICIOS AMBIENTALES, INDUSTRIAS EXTRACTIVAS

  • Prefacio: Despojo y repolitizacin del agua ........................................................ 11Erik Swyngedouw

    1. Introduccin: El agua fluye en direccin del poder ........................................17 Rutgerd Boelens y Aline Arroyo

    2. Secando el continente africano: detrs del acaparamiento de tierras est la acumulacin del agua ..........................................................................27 GRAIN

    3. Aguas virtuales, agroexportadores y comunidades campesinas: las trampas de la certificacin de la produccin sostenible ...........................43 Jeroen Vos y Rutgerd Boelens

    PARTE I: AGROEXPORTACIN Y CONCENTRACIN DEL AGUA ...............65

    4. Giros, contradicciones y procesos de concentracin del agua en la agricultura ...................................................................................................67 Antonio Gaybor Secaira

    5. La comunidad y la irrigacin de Olmos: una relacin nada justa.................83 Laureano del Castillo

    6. Olmos, anhelo lambayecano: aspectos simblicos de los grandes trasvases intercuencas y sus fines polticos ............................... 103 Carolina Domnguez

    7. Apropiacin del agua por parte de la agroindustria caera en Colombia 117 Mario A. Prez y Paula lvarez

    8. Unidos o enfrentados? Acumulacin del agua para su conversin en vino en el sistema de riego San Jacinto, Tarija-Bolivia ........................... 127 Zulema Gutirrez y Cecilia Saldas

    9. Dinmica palmera y control del territorio. Impactos en la apropiacin de los ecosistemas hdricos y en los medios de vida: el caso Las Pavas, Bolvar, Colombia .............................................................. 151 Mario A. Prez

    CONTENIDO

  • 10. Acumulacin de agua y floricultura en un mosaico de territorios de riego: el caso Pisque, Ecuador .................................................................167 Alex Zapatta y Patricio Mena Vsconez

    PARTE II: INDUSTRIAS EXTRACTIVAS Y CONTAMINACIN ....................185

    11. Despojo por acumulacin? Minera, agua y justicia social en el Altiplano boliviano ..............................................................................187 Tom Perreault

    12. La desconfianza y el miedo: el caso del conflicto hdrico entre Hualla y la Southern Copper Corporation ................................................................ 207

    Omar Coronel

    13. Mecanismos de acceso y control del agua en el contexto minero del sur peruano .............................................................................................................. 225

    Leonith Hinojosa y Jessica Budds

    14. Injusticia ambiental en el estado de Nueva York, EE.UU.: una perspectiva integradora ............................................................................ 243 Sarah Wraight, Tom Perreault y Meredith Perreault

    PARTE III: POLTICAS HDRICAS, LEGISLACIN Y RELACIONES DE PODER ...............................................................................265

    15. Servicios ambientales y justicia hdrica ......................................................... 267 Jessica Budds

    16. Las complejidades del reconocimiento de derechos indgenas de agua en Chile .............................................................................................................. 277

    Liz Macpherson

    17. Derechos de agua, agricultura familiar y sectores dominantes: la jerarquizacin de los derechos de uso especial en la regin andina de Argentina ......................................................................297 Walter Fernando Mioni A.18. Desarrollo hidroelctrico, despojo y transformacin territorial: el caso de Hidrosogamoso, Santander, Colombia .......................................313 Tatiana Roa A. y Bibiana Duarte

    PARTE IV: JUSTICIA HDRICA E INCIDENCIA POLTICA ..........................339

    19. Incidencia poltica en justicia hdrica: perspectivas desde la investigacin y capacitacin ..................................................................... 343 Jan Hendriks

    victoriaResaltado

  • 20. Plataformas multiactores e incidencia poltica: la experiencia del Foro Nacional de Recursos Hdricos, Ecuador .................................................... 357 Aline Arroyo Castillo

    21. Despojo del agua y movilizacin social: reflexiones finales ........................ 367 Aline Arroyo y Rutgerd Boelens

    siglAs y Acrnimos .................................................................................................383

    listA de Autores .....................................................................................................385

    lA AliAnzA JusticiA HdricA ...................................................................................389

  • Si un libro se puede leer impunemente,no vale la pena tomarse el trabajo.Cuando los libros estn de veras vivos, respiran;y uno se los pone al odo y les siente la respiraciny sus palabras son contagiosas, peligrosamente,cariosamente contagiosas...

    eduArdo gAleAno [Memoria del fuego, 1982]

  • PrefAcio

    desPoJo y rePolitizAcin del AguA: hacia una nueva poltica de los comunes

    erik swyngedouw

    Este libro narra los intricados procesos de despojo de agua que ilustran muchos de los conflictos socioecolgicos y luchas por la justicia socio-ambiental. En un contexto de proliferacin de acumulacin por despojo, concentracin de los recursos en manos de unos pocos con frecuencia alimentada por configuraciones polticas que consideran que el nico ho-rizonte realizable es la organizacin tcnico-administrativa de fuerzas mer-cantiles ptimas y una rpida profundizacin de las relaciones de poder sociales, polticas y econmicas desiguales, todas las luchas socioecolgicas que giran en torno al significante justicia se resisten activamente al robo a menudo violento de una amplia gama de recursos de uso comn. Estas luchas, a pesar de su radical heterogeneidad, comparten una preocu-pacin por una organizacin ms equitativa y solidaria de acceso, apropia-cin y transformacin de los espacios comunes y los recursos comunales y compartidos.

    La justicia es una preocupacin fundamentada tica y profundamen-te humanitaria que impulsa gran parte de las luchas sociales contra el des-pojo a menudo forzado de los recursos hdricos. Los conceptos relacio-nados de igualdad y solidaridad son, por supuesto, polticamente ms abiertos. Las evidencias empricas y reflexiones analticas unidas, por los autores y autoras de este libro, sobre el robo y la acumulacin del agua, por un lado, y las formas de resistencia y bsqueda de alternativas, por el otro, me hacen sugerir la apertura del debate sobre el agua como un bien colecti-vo organizado a travs de una existencia profundamente emancipadora, li-bertaria y por tanto democrtica, como forma de organizacin poltica en lo

  • 12 e. swyngedouw

    social. Esto podra permitir ampliar la preocupacin tica por la justicia y por las luchas de resistencia contra el intruso que despoja, hacia visiones e imaginarios que pueden nutrir e impulsar las luchas polticas destinadas a la transformacin profunda de los regmenes exclusivos y privados domi-nantes en la gestin de los bienes comunes.

    Los casos de despojo y de concentracin y contaminacin del agua in-vestigados en este libro entre otros a travs de los procesos de agroex-portacin capitalista, industrias extractivas, legislaciones privatizadoras y polticas neoliberales llevan a una renovada atencin acadmica y poltica del concepto y de las teoras acerca de los comunes. Coincide con la actual preocupacin en torno a la politizacin de los comunes en otros mbitos sociopolticos, un proceso alimentado adems por la proliferacin de des-contento poltico y movilizacin en todo el mundo desde 2012 (Occupy, In-dignados, Primavera rabe, etctera). El debate confirma el resurgimiento del inters y la contestacin poltica sobre los comunes: lo que son, cmo se les puede imaginar, la forma en que se rigen y se incorporan institucio-nalmente.

    Habra que volver a finales del siglo XIX y principios del siglo XX para encontrar una literatura emocionante en ocasiones desconcertante so-bre las luchas relacionadas con los comunes. Por supuesto, entonces como ahora esta problemtica no podra separarse de la cuestin de cmo fun-cionar como comunidad poltica. En aquel momento, esta pregunta fue dis-cutida, en gran parte, bajo los significantes emancipatorios del anarquismo, el socialismo o el comunismo como ideas radicalmente alternativas a la do-minante individual-liberal, en torno a la produccin, al uso y al gobierno de los espacios y bienes comunes, en un modo igualitario de existir en comu-nidad. Estos nombres polticos son hoy en da, por supuesto, rechazados o censurados en nuestro vocabulario acadmico y activista.

    Sin embargo, sostengo que esto es precisamente lo que est en juego, es decir, la urgente tarea de imaginar, simbolizar y nombrar diferentes formas de comunizar (Swyngedouw, 2010). Mi breve reflexin y contribucin a este libro sobre las aguas robadas por la lgica del sistema dominante y explotador se centra entonces en el significado ms directamente poltico de la cuestin de los territorios, espacios y bienes comunes. Para m, los comu-nes son una configuracin inherentemente relacional y contradictoria, en la cual el propio significado de lo que se nombra e imagina se relaciona con el modo particular en que los regmenes sociales y polticos son constituidos colectivamente por ejemplo, en torno al agua.

    Yo dira que el reciente resurgimiento del tema de los comunes coin-cide con una profunda transformacin, en las ltimas dcadas, del proceso

  • PrefAcio: desPoJo y rePolitizAcin del AguA 13

    de produccin de valores bajo el capitalismo. El proceso generalizado de acumulacin por despojo y la transformacin de las relaciones de propie-dad con respecto a los comunes indican un cambio bastante profundo en la dinmica de la acumulacin de capital. Las transformaciones poltico-ecolgicas de las hidroconstelaciones son un ejemplo, como muchos de los captulos de esta coleccin demuestran (vase tambien Swyngedouw 2009; y los ltimos libros de la alianza Justicia Hdrica: Boelens et al., 2011; Isch et al., 2012; Hoogesteger y Urteaga, 2013). Lo que realmente est en juego aqu no es solo la naturaleza del rgimen de propiedad, sino el afn y las maneras de movilizar e inscribir los comunes como constelaciones colectivamente producidas dentro de una lgica de ganancias mercantiles y acumulacin de capital. Sin embargo, si bien la neoliberalizacin se trata realmente de la privatizacin y la mercantilizacin de (o, ms precisamente, la asigna-cin de un precio a) todo, incluyendo las constelaciones colectivas (como la informacin, los recursos socionaturalmente constituidos y producidos, las relaciones afectivas, los cdigos de software, el espacio urbano, Google o Facebook, los servicios de los ecosistemas), hay que hacer una distincin fundamental entre el valor, por una parte, y el precio, por la otra. En efecto, la inscripcin de los comunes para servir al capitalismo neoliberal se con-virti en un exquisito dispositivo de extraccin de rentas.

    En los Manuscritos econmicos y filosficos, Marx (1967) ya aluda a las tensiones y la lucha entre dos formas de capital, el inmvil y el mvil. El primero se basa en la tierra y los recursos, y el supervit se acumula prin-cipalmente a travs de diversas formas de extraccin de renta. El capital mvil, en cambio, se basa en la produccin de plusvala. Mientras el se-gundo produce valor a travs de la movilizacin de mano de obra en la circulacin de capital, el primero es meramente extractivo en trminos de redistribucin de los valores en forma de renta, por medio de las relaciones de propiedad exclusiva (vase Swyngedouw, 2012). De hecho, las ltimas dcadas han visto una transformacin acelerada de las relaciones capitalis-tas: nuevamente estas tienen un papel preponderante en la generacin de ganancias y la desigual redistribucin a travs de la extraccin de rentas, por medio de la participacin de (algunos de) los comunes en los activos monopolizables. Esto es precisamente lo que David Harvey (2003) describe como acumulacin por despojo (la privatizacin de los recursos en Rusia durante la dcada de 1990 es un caso extremo de esto pero recientemen-te, muchos pases latinoamericanos han pasado y estn pasando por procesos muy similares). El xito del capitalismo en la actualidad est muy relacionado con esta extraordinaria reafirmacin de cosas que generan rentas y se centra en la especulacin con base en la tierra, la privatizacin de

  • 14 e. swyngedouw

    recursos comunes ambientales como el agua, los bancos de genes, el CO2, los minerales y afines, y los regmenes de propiedad intelectual, el espacio urbano, la propiedad biogentica, el trabajo afectivo y cognitivo (como el cdigo de software) y as sucesivamente (Hardt, 2009). A menudo est en ntima relacin con su posterior inscripcin en la circulacin de un capital financiero portador de intereses pero inherentemente ficticio.

    Este crecimiento en espiral de las formas de extraccin de rentas de la produccin colectiva y la organizacin en comunes abre nuevos modos de clase o de conflicto social que no giran en torno a la propiedad de los medios de produccin, sino directamente al control y la apropiacin de las rentas obtenidas por la produccin de los comunes. Las luchas socioecol-gicas, por lo tanto, hoy en da giran ms en torno al control y la apropiacin de los comunes, que en conflictos basados en clases en el proceso laboral. Las luchas polticas democrtico-igualitarias, simblicas y materiales, pbli-cas y acadmicas, estn actualmente centradas en la transformacin de las modalidades a travs de las que estn organizados el acceso, el control y la distribucin de los servicios producidos colectivamente. Y esto es precisa-mente lo que est en juego tambin en la organizacin del agua como una constelacin sociofsica comn.

    De manera creciente nos encontramos en un contexto local-global en el que los bienes (y ocasionalmente los males) producidos colectivamente pueden generar, y de hecho generan, rentas extraordinarias (por ejemplo, planificacin territorial y usos de tierra y agua, ubicacin urbana preferi-da, informacin compartida, cdigos de produccin responsable, desechos/basura y compensaciones ambientales de CO2 atmosfrico). Por ello, estos espacios de produccin de comunes y el agua es un ejemplo clave se han convertido en escenarios primordiales alrededor de los cuales se desa-rrolla la lucha sobre quin tiene derecho a coproducir qu clase de bienes comunes, para coestructurar el proceso de desarrollo del ser en comn, y la manera de organizar la dinmica de distribucin de este tipo de pro-cedimiento colectivo. Por lo tanto, lo que est en juego es trabajar a travs de procesos y relaciones simblicos y materiales, poltica y relacionalmen-te constituidos, en los cuales se desarrolla el proceso de comunizacin, siempre bajo el espectro de la idea de construir una comunidad poltica. Tal vez sea en el coraje de la movilizacin de un pensamiento poltico profun-damente emancipador y democrtico-libertador donde resida el proyecto colectivo de imaginar una futura constelacin socioecolgica, y por tanto hdrica, diferente pero ms justa.

  • PrefAcio: desPoJo y rePolitizAcin del AguA 15

    Bibliografa

    Boelens, r., l. cremers y m. zwArteveen (eds.) 2011 Justicia hdrica: acumulacin, conflicto y accin social. Lima: Justicia

    Hdrica, IEP.

    HArdt, M. 2009 The common in communism. Artculo presentado en The Idea of

    Communism. Birkbeck College, 13-15 de marzo. Londres.

    HArdt M. y A. negri 2011 Commonwealth. Cambridge: Harvard University Press.

    HArvey, D. 2003 The New Imperialism. Oxford: Oxford University Press.

    Hoogesteger, J. y P. urteAgA (eds.) 2013 Agua e inequidad: discursos, polticas y medios de vida en la regin an-

    dina. Lima: Justicia Hdrica, IEP.

    iscH, e., r. Boelens y f. PeA (eds.) 2012 Agua, injusticia y conflictos. Cusco: IEP, Justicia Hdrica, CBC.

    kAikA, M. 2011 Autistic architecture: the fall of the icon and the rise of the serial ob-

    ject of architecture. Environment and Planning D: Society and Space, 29(6): 968-992.

    mArx, K. 1967 Economic and Philosophical Manuscripts of 1844. Mosc: Progress Pu-

    blishers.

    swyngedouw, E. 2009 The Political Economy and Political Ecology of the hydro-social cy-

    cle, Journal of Contemporary Water Research and Education, 142: 56-60. 2010 The communist hypothesis and revolutionary capitalisms: exploring

    the idea of communist geographies for the 21st century, Antipode, 41(6): 1439-1460.

    2012 Rent and landed property. En: B. Fine y A. Saad-Filho (eds.), Com-panion to Marxist Economics, pp. 310-315. Cheltenham: E. Elgar.

  • cAPtulo 1

    introduccin: El agua fluye en direccin del poder

    rutgerd Boelens y Aline Arroyo

    El precario equilibrio del mundo, que rueda al borde del abismo, depende de la perpetuacin de la injusticia. Es necesaria la miseria de muchos para que sea posible el derroche de pocos [].

    eduArdo gAleAno [Ser como ellos, 1995]

    Uno todava defiende la razn cuando lucha contra quienes enmascaran sus abusos bajo la apariencia de la razn o quienes usan las armas de la razn para consolidar o justificar un imperio arbitrario.

    Pierre Bourdieu[Acts of Resistance Against the Tyranny of the Market, 1998]

    el AguA y lA tierrA son dos recursos claves que estn en disputa. En esta lucha por el acceso al agua y la tierra, es comn observar que el Estado en Latino-amrica y en otras partes del mundo juega un papel funcional a los intereses de los sectores econmicamente poderosos, como las empresas agrocomer-ciales, las industrias extractivas, las empresas transnacionales de agua pota-ble y las compaas de hidroelectricidad (van den Berge, 2011; Pea, 2011; Roa Avendao y Duarte, 2012; Urteaga, 2011; Woodhouse y Ganho, 2011). El agua no solo est cada vez ms concentrada en pocas manos sino que el proceso que favorece las actividades que sustentan el modelo capitalista de acumulacin de riqueza est subvencionado por el Estado (vase, por ejem-plo, Boelens et al., 2011; Kay y Franco, 2012; Mehta et al., 2012; Smaller y Mann, 2009; Swyngedouw, 2004).

    En los ltimos aos son ms evidentes los procesos de despojo del agua para favorecer la acumulacin del capital (Perreault, 2011; Smaller y Mann,

  • 18 r. Boelens y A. Arroyo

    2009, Swyngedouw, 2005). La concentracin del agua se evidencia no solo a nivel de los caudales superficiales sino tambin en la extraccin de agua subterrnea (Gaybor, 2011; Wester y Hoogesteger, 2011) y profundamente involucra tambin el robo de la calidad y seguridad de provisin (Boelens y Vos, 2012; Budds e Hinojosa, 2012; Sosa, 2012) . Sin embargo, cuestionar este robo profundo, desde las experiencias y los dramas vividos diariamen-te por los pueblos, los barrios y agricultores minifundistas, no es fcil. Su lucha por una distribucin justa del agua y por una gobernanza realmente democrtica es extremadamente difcil porque, encima de enfrentarse con poderosas estructuras polticas, intereses econmicos y sesgos culturales discriminatorios, tienen que enfrentarse a un mundo de polticas hdricas global-nacional-local que comnmente cubre sus irracionalidades con un velo cientficamente acreditado de racionalidad.

    Segn un proverbio africano: mientras los leones no escriban historia, los relatos de cacera seguirn narrando solo las proezas de los cazadores (Galeano, 1996: 104). En el juego dominante de las reglas y la gobernanza hdricas, las burocracias estatales, las lites nacionales e internacionales y los institutos hacedores de polticas, ontolgica, material y polticamente construyen sus objetos y los sujetos a ser gobernados. Por ello, nombran, norman y naturalizan los derechos, las identidades y las organizaciones de agua, que no tienen fundamento en los nombres ni las normas locales, ni en la naturaleza misma de las cosas. En general, al simplificar la heteroge-neidad de acuerdo con los intereses de sectores dominantes y las nociones de los llamados expertos de agua, muchas de las doctrinas cientficas esta-blecidas despolitizan las ideas y selecciones profundamente polticas que determinan los supuestos mejores modelos hdricos y los best practices de gobernanzas. Proveen de un aura de posicin desinteresada y universal a los modelos de hidropoltica instrumentalistas, y hacen que los intereses, valores y derechos de agua se presenten como conmensurables, violando as su realidad y buscando re-representar a los diferentes usuarios de agua que pueblan el paisaje hdrico. As tambin legitiman el gran robo en nombre de la eficiencia hdrica y econmica y la racionalidad de uso del agua.

    Todos estos cuentos universalistas de cacera tienen en comn que niegan a los propios leones y leonas. Como muestran muchos de los casos en este libro, las experticias y las facultades formales de toma de decisiones en poltica, en buena medida, estn asignadas a quienes han sido elegidos en trminos poltico-econmicos, tnicos y de gnero para encarnar la verdad y la autoridad del agua. Ya que reciben su acreditacin en el propio oficia-lismo del agua, no es difcil darse cuenta de que el foco est mayormente en aquellas orientaciones y cuestiones preguntadas por los dominantes y no

  • 1 | introduccin: el AguA fluye en direccin del Poder 19

    por quienes son vistos como los dominados. Los temas centrales son, por lo tanto: cmo alinear, incluir y controlar a los usuarios, sus recursos, sus derechos y sus identidades en el juego imperioso de la gobernanza.

    Al respecto, de manera general, como muestran las investigaciones en este libro, las polticas de mercado modernistas no simplemente reempla-zan a las polticas burocrticas, como comnmente se ha sugerido en los discursos de la descentralizacin, sino que se complementan unas a otras. Esto se puede observar claramente en la continuidad e intensificacin de la concentracin del poder de decisin y del agua en pocas manos, en que ins-tituciones de poder poltico estatal suelen colaborar ntimamente con secto-res de poder econmico para orientar el uso y los derechos de agua (van den Berge, 2011; Boelens et al., 2011, 2012; Swyngedouw, 2004, 2005).

    Ms all de la distribucin material-econmica desigual en el campo del agua, esta colaboracin pblica-privada para despojar a las comunidades y pueblos se manifiesta profundamente en el campo de la distribucin desigual e injusta de la autoridad poltica y la legitimidad cultural en la gobernanza del agua (Allan, 2003; Boelens, 2009; Bebbington et al., 2012; Swyngedouw, 2005). Muchas investigaciones de la alianza Justicia Hdrica han mostrado que las nuevas reformas hdricas, bajo la bandera de la participacin o la descentralizacin, empoderan a la hidrocracia pblica-privada y sus inte-reses comerciales a menudo transnacionales expropiando la legitimidad y el poder de decisin de los colectivos, pueblos y sus autoridades locales. Las reformas hdricas intentan disciplinar y actuar en contra del pluralismo legal de los repertorios de derechos de agua, porque el reconocimiento de la diversidad de autoridades y reglas de agua son vistas como obstculos a los marcos positivistas debido a que minan el poder tanto de las burocracias nacionales como de los poderosos actores y fuerzas del mercado.

    Como resultado, las batallas son feroces ya que, en el corazn del asun-to, a la par de la lucha por el acceso al agua y los recursos relacionados, tam-bin se produce una lucha desde las organizaciones locales por el reclamo y la defensa de la legitimidad de su autoridad y sus marcos normativos locales con relacin a los derechos hdricos.

    La alianza Justicia Hdrica est interesada en develar estos procesos de injusticia social vinculados a la gestin del agua y, al mismo tiempo, quiere reivindicar y potenciar la accin social de los grupos organizados que estn luchando, desde diferentes espacios y con diversas estrategias, para garanti-zar su derecho al agua y a un buen vivir para ellos, sus hijos y las futuras generaciones. Las investigaciones que se presentan en este libro no son un mero ejercicio acadmico, sino que son fundamentalmente una reflexin para aportar a la accin social. Se intenta contribuir a potenciar la voz de las

  • 20 r. Boelens y A. Arroyo

    poblaciones afectadas por los procesos de despojo y exclusin, entendiendo que no son realidades particulares o aisladas, sino que responden a un mo-delo de desarrollo global e inequitativo.

    El presente libro est estructurado en cinco partes: en una seccin intro-ductoria se dibuja elementos caractersticos del contexto global. Se presenta el caso de frica como un ejemplo de hidrocolonialismo y acumulacin del agua, en funcin de los intereses de expansin de los agronegocios. Se toca tambin el tema de la relacin entre la agroexportacin, las aguas virtuales y las implicaciones de la Certificacin de la Produccin Sostenible casi siempre para cubrir las prcticas de acumulacin, basada en criterios tec-nocrticos y etnocntricos, impuestos por las transnacionales de alimentos, en detrimento de los pequeos agricultores.

    En la primera seccin se considera las actividades de la agroexportacin y la concentracin del agua. Se hace un anlisis de la concentracin del agua y la subvencin a favor del capital, en un modelo agrario industrial que pone en desventaja y condicin subalterna a la produccin campesina. Se expone el caso del proyecto de irrigacin Olmos, como un ejemplo de las polticas de construccin de grandes trasvases en la costa norte del Per, para favorecer la produccin agrcola con fines de exportacin; se hace un estudio desde el punto de vista econmico pero tambin desde la visin poltica e ideolgica que sustenta este tipo de megaproyectos. Por otro lado, se hace referencia al caso del crecimiento de la industria de caa y de palma africana para la produccin de agrocombustibles, en Colombia, y la dinmica de conflictos provocados por la apropiacin del agua. En el Ecuador vemos el caso de las empresas florcolas, que asumen un discurso de eficiencia, generacin de empleo, responsabilidad social y ambiental, enfrentando el discurso de las comunidades campesinas indgenas que reivindican la soberana alimentaria y la autodeterminacin en sus territorios. En Bolivia se analiza los conflictos, las alianzas y las dependencias asimtricas que provoca la utilizacin del agua para la produccin de vino y singani en el sistema San Jacinto, en Tarija.

    En la segunda seccin se hace un anlisis del impacto de las industrias extractivas en la contaminacin del agua. Se toca el tema de los impactos ambientales y el despojo por acumulacin de la minera en el ro Huanuni, ubicado en el altiplano central de Bolivia; se analiza el conflicto entre la co-munidad de Hualla, en la regin de Ayacucho en Per, y la transnacional minera Southern Copper Corporation y se hace una reflexin sobre los efec-tos de las actividades mineras a gran escala en el sur de los Andes peruanos, en las regiones de Tacna y Moquegua; para concluir con el anlisis de la injusticia ambiental y la movilizacin social en dos casos de la cuenca de Onondaga, en el estado de Nueva York, en Estados Unidos.

  • 1 | introduccin: el AguA fluye en direccin del Poder 21

    En la tercera seccin se estudia las polticas hdricas y la legislacin del agua que estn definidas por relaciones de poder. En primera instancia, se considera el concepto de servicios ambientales y sus implicaciones a la luz del enfoque de justicia hdrica; luego se plantean las complejidades que su-pone el reconocimiento de los derechos de agua indgenas en el contexto de la Ley de Aguas en Chile, cuyo marco es el funcionamiento de los mercados de aguas; se aborda el tema de la jerarquizacin de derechos de uso especial en la regin andina de Argentina, en el contexto de un sistema normativo de carcter federal, caracterizado por la discrecionalidad; y se analiza el mega-proyecto hidroelctrico de Hidrosogamoso, en Colombia, como un ejemplo de las condiciones asimtricas de negociacin entre la empresa, el Estado y la poblacin.

    Finalmente, en la cuarta seccin se hace un enfoque del rol de las redes y alianzas multiactores en procesos de investigacin, capacitacin e inci-dencia poltica. Se parte de un anlisis conceptual y estratgico sobre la inci-dencia poltica, para luego sugerir posibles estrategias de vinculacin con la investigacin realizada por los miembros de la alianza Justicia Hdrica. Para concluir, se presenta los aprendizajes (potencial y limitaciones) del Foro Na-cional de los Recursos Hdricos en Ecuador, como una experiencia concreta de la interaccin entre capacitacin, investigacin y movilizacin social.

    Los captulos evidencian que, en un contexto cada vez ms generali-zado de injusticia hdrica, proliferan y se intensifican los conflictos y las luchas. Las disputas se dan por el reparto econmico desigual, as como por la representacin y la toma de decisiones, por el derecho de autodefinirse y existir como entes colectivos e individuos: por la igualdad y la diferencia. Las luchas son una crtica de la propia racionalidad de las reformas y cuestionan activamente sus pretensiones de objetividad. Evidencian tambin que una simple poltica de descentralizacin y subsidiaridad, sin cambiar las relacio-nes de poder y las estructuras y comportamientos autoritarios en los gobier-nos, refuerza, en vez de cuestionar, los abusos existentes. Estas estructuras institucionales deben necesariamente redisearse. Adems tendran que complementarse con redes e instituciones de base, estrategias interactivas, e instrumentos democrticos que presionen por cambiar las relaciones de po-der y que vigilen los resultados. En vez de naturalizar las cuestiones polticas de la distribucin y el control de los recursos naturales bajo las banderas de la eficiencia y el uso racional, se necesita un reconocimiento explcito de las polticas y el poder en las discusiones sobre reformas de agua. As, efectiva-mente, la lucha por el control del agua es tanto una lucha por una justicia distributiva como una lucha discursiva y poltica por el reconocimiento y la legitimidad (Boelens, 2009).

  • 22 r. Boelens y A. Arroyo

    Las organizaciones y grupos locales de usuarios de agua campesinos e indgenas son, empero, difciles de ignorar o transformar en los sujetos totalmente subyugados que los modelos de polticas quieren que sean, y los casos manifiestan cmo a menudo luchan por el derecho a no participar en esos modelos. Pero esto no implica una bsqueda antimoderna de aisla-miento. Por el contrario, en las confrontaciones cotidianas los colectivos locales reinventan de modo continuo las reglas, derechos e identidades de agua que estratgicamente pretenden representarlos en su lucha contra la subordinacin y la discriminacin.

    Por ltimo, las investigaciones sobre los conflictos hdricos presentados en este libro dejan claro que no se trata de una lucha en campos solamente econmicos, materiales, legales, culturales o polticos, sino que se da en todos los mbitos a la vez. Los derechos de agua, establecidos por las interacciones sociales y las estructuras de poder, informan el diseo y el uso de la tecnologa hidrulica y los flujos de agua; a su vez, las normas embebidas en tales sistemas de gobernanza y tcnicas de distribucin co-estructuran las relaciones organizacionales, legales, culturales y polticas en la sociedad de control del agua. Adems, en las disputas sobre los derechos de agua, distintos niveles se encadenan de maneras particulares al esta-blecer cmo el agua debe ser distribuida, cmo los humanos y no-humanos deben ordenarse en jerarquas sociotecnicopolticas, cmo esto se legitima por rdenes morales y simblicos, etctera, que, restrinjan o desafen el statu quo. Grupos de poder econmico-poltico movilizan discursos que pretenden hacer proliferar la creencia de que ciertas polticas y rdenes de derechos de agua particulares son autoevidentes. Establecen verdades hdri-cas convenientes. Sin embargo, mientras los que estn al mando tratan de enlistar y alinear a gente, naturaleza y pensamiento, en una red que trans-forma los diversos mundos sociales y naturales en un sistema de gobernanza hdrica dominante estructurado de acuerdo con reglas, verdades y mar-cos de referencia que sostienen su dominacin, los pueblos y colectivos locales de usuarios y usuarias definen estrategias para resistir y construir sus propios rdenes alternativos.

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    secAndo el continente AfricAno: detrs del acaparamiento de tierras est la acumulacin del agua

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    1. Introduccin

    Los alimentos no pueden ser producidos sin agua. En frica, una de cada tres personas sufre escasez de agua y el cambio climtico agravar esta si-tuacin. El desarrollo de formas de gestin basadas en sistemas africanos de manejo de aguas podra ayudar a resolver la crisis, pero estn en grave riesgo debido al acaparamiento de tierras a gran escala. Esto ocurre en medio de las afirmaciones de que el agua en frica si fuera abundante, debera ser subutilizada y preparada para ser aprovechada por la agricultura de expor-tacin.

    El ro Alwero en la regin de Gambela, en Etiopa, proporciona tanto el sustento como una identidad a los pueblos indgenas Anuak, que han pescado en sus aguas y cultivado sus riberas y las tierras colindantes durante siglos. Algunos Anuak son pastores, pero la mayora son agricultores que se trasladan hacia las reas ms secas en la temporada de lluvias, antes de retornar a las riberas del ro. Este ciclo agrcola estacional ayuda a nutrir y mantener la fertilidad de los suelos. Tambin ayuda a estructurar la cultura en torno a la repeticin de las prcticas de cultivo tradicionales, relaciona-das con las lluvias y las crecidas de los ros, en la medida que cada comuni-dad se preocupa por su propio territorio y por el agua y las tierras agrcolas contenidas en l.

    Una nueva plantacin en Gambela, de propiedad del multimillonario ra-be Mohamed al-Amoudi, es regada con agua que se extrae del ro Alwero. Mi-les de personas dependen, para su sobrevivencia, del agua del ro Alwero,

  • 28 eQuiPo grAin

    pero los planes de riego industrial de Al-Moudi podran acabar con el acce-so que tienen a ella. En abril de 2012, la tensin provocada por el proyecto explot cuando un grupo armado atac las instalaciones de la compaa Saudi Star Development Company de al-Moudi, dejando cinco personas muertas.

    La tensin en el suroeste de Etiopa ilustra la importancia central que tiene el acceso al agua en la fiebre global que existe por la tierra. Oculta de-trs de la disputa actual por la tierra, existe una lucha a nivel mundial por el control sobre el agua. Aquellos que han estado comprando extensas su-perficies de tierras agrcolas en los aos recientes, ya sea que residan en Ads Abeba, Dubi o Londres, entienden que el acceso al agua que ellos obtienen, muchas veces gratis y sin restricciones, puede tener, a largo plazo, un mayor valor que las tierras mismas.

    En aos recientes, compaas de Arabia Saudita han estado adquirien-do millones de hectreas de tierra en el extranjero para producir alimentos para enviar de vuelta a su pas. A Arabia Saudita no le falta tierra para pro-ducir alimentos. Lo que le hace falta al Reino es agua y sus compaas la buscan en pases como Etiopa.

    Las compaas de India como Karuturi Global, ubicada en Bangalore, estn haciendo lo mismo. Los acuferos a lo largo del subcontinente indio han sido vaciados durante dcadas de riego no sostenible. Se asegura en-tonces que la nica forma de alimentar a la creciente poblacin de India es mediante el abastecimiento proveniente de la produccin de alimentos en el extranjero, donde el agua tiene mayor disponibilidad.

    Lo valioso no es la tierra, dice Neil Crowder de Chayton Capital, con sede en Reino Unido y que ha estado adquiriendo tierras agrcolas en Zam-bia: El real valor est en el agua.1 Y las compaas como Chayton Capital piensan que frica es el mejor lugar para encontrar esa agua. El mensaje que se repite en las conferencias de inversionistas en tierras agrcolas alrededor del mundo, es que en frica el agua es abundante. Se dice que los recursos de agua de frica estn considerablemente subutilizados y listos para ser explotados por proyectos de cultivos para la exportacin.

    La realidad es que un tercio de los africanos ya vive en ambientes con escasez de agua y es probable que el cambio climtico aumente estos n-meros significativamente. Los acuerdos de cesin de tierra masivos pueden robarle el acceso al agua a millones de personas y se corre el riesgo de agotar los recursos de agua ms valiosos del continente.

    1. Neil Crowder, CEO (director ejecutivo) de Chayton Africa, Zambia Investment Forum, 2011. .

  • 2 | secAndo el continente AfricAno 29

    Todos los tratos por tierras en frica involucran operaciones de agri-cultura industrializada a gran escala, que consumirn cantidades masivas de agua. Casi todos ellos estn ubicados en las cuencas de los ros ms grandes, con acceso al riego. Ocupan tierras frtiles y frgiles en los humedales o se ubican en reas ms ridas donde pueden extraer agua de los grandes ros. En algunos casos las fincas tienen acceso a aguas subterrneas a travs del bombeo. Estos recursos de agua son vitales para los agricultores, pastores y otras comunidades rurales locales. Muchos ya no tienen un acceso ade-cuado al agua para su sustento. Si hay algo que aprender del pasado es que estos megasistemas de riego no solo pueden poner en riesgo el sustento de millones de personas de comunidades rurales, sino que son una amenaza para las fuentes de agua dulce de toda una regin.

    2. Cuando el Nilo se seca

    Pocos pases en frica han recibido ms inters extranjero en sus tierras agrcolas que aquellos que son regados por el ro Nilo. El ro ms largo de frica, el Nilo, es vital especialmente para Egipto, Etiopa, Sudn del Sur, Sudn y Uganda y ya es una fuente importante de tensiones geopolticas agravadas por los numerosos proyectos de riego a gran escala en la regin. En 1959, Gran Bretaa estableci un trato colonial que dividi los derechos de agua entre Sudn y Egipto. Egipto obtuvo ms que Sudn, mientras que otros pases fueron excluidos completamente. A Egipto se le asign tres cuartos del flujo promedio anual, mientras que Sudn obtuvo el otro cuarto. Se construyeron sistemas de riego masivo, en ambos pases, para cultivar algodn y exportar al Reino Unido. En los aos sesenta, Egipto construy la poderosa represa de Asun para regular el flujo del Nilo en Egipto y aumen-tar las oportunidades de riego. La represa alcanz sus metas, pero tambin detuvo el flujo de nutrientes y minerales que fertilizaban el suelo de los agri-cultores de Egipto, aguas abajo.

    En Sudn, los estados del golfo financiaron un aumento adicional de la infraestructura de riego a lo largo del Nilo entre los aos sesenta y setenta, en un esfuerzo por convertir a Sudn en el granero del mundo rabe. Esto no tuvo xito y actualmente la mitad de la infraestructura de riego de Sudn se encuentra abandonada o subutilizada. Tanto Sudn como Egipto produ-cen sus alimentos a partir de la agricultura de riego, pero ambos enfrentan serios problemas por la degradacin y salinizacin de los suelos, mal dre-naje y contaminacin inducida por los sistemas de riego. Como resultado de todas estas intervenciones, el Nilo ya no entrega ms su escasa agua al

  • 30 eQuiPo grAin

    Mediterrneo. En su lugar, ahora el agua salada retrocede hacia el delta del Nilo, daando la produccin agrcola.

    La cuenca del Nilo, econmica, ecolgica y polticamente frgil, ahora es el blanco de una nueva oleada de proyectos agrcolas a gran escala. Tres de los principales pases de la cuenca Etiopa, Sudn del Sur y Sudn en conjunto ya han entregado millones de hectreas y otras ms las estn po-niendo en oferta. Para poner esta tierra en produccin, se necesita que toda sea regada. La primera interrogante es si hay suficiente agua para esto? Pero ninguno de los que estn involucrados en los negocios de las tierras, ya sean estos los acaparadores de tierras o aquellos que ofrecen las tierras para ser acaparadas, parecen haber pensado mucho en esta pregunta. El supuesto es que existe abundante agua y que los recin llegados pueden extraer todo lo que necesiten.

    Etiopa es la fuente de alrededor del 80% del agua del Nilo. En su regin de Gambela, en la frontera con Sudn del Sur, corporaciones tales como Karaturi Global y Saudi Star ya estn construyendo grandes canales de riego que aumentarn enormemente la extraccin de agua del Nilo desde Etiopa. Estos son solo dos de los actores involucrados. Un clculo sugiere que si toda la tierra que el pas ha entregado es puesta en produccin y bajo riego, esto multiplicara el uso de los recursos de agua dulce para la agricultura por un factor de nueve (Oakland Institute, 2011).

    Aguas abajo, en Sudn del Sur y Sudn, alrededor de 4,9 millones de hectreas de tierra han sido entregadas a corporaciones extranjeras desde 2006. Esta es un rea mayor que todos los Pases Bajos. Ms al norte, Egipto tambin est entregando tierras e implementando nuevos proyectos de irri-gacin propios. Queda por ver cunto de todo esto ser realmente puesto en produccin y bajo riego, pero es difcil imaginar que el Nilo pueda soportar esta embestida.

    Son difciles de encontrar cifras confiables acerca de cunto riego es realmente posible y sostenible. La Organizacin de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO), en varias publicaciones y en su base de datos Aquastat, entrega cifras de potencial de riego y riego actual por pas y cuenca hdrica. El Cuadro 2.1 presenta las cifras para los principales pases de la cuenca del Nilo y los compara con la cantidad de tierra que ya ha sido entregada.

    Las cifras tienen que tomarse con cautela. Una limitacin que presen-tan las cifras de riego de la FAO es que estn basadas en datos entregados por cada pas. Los criterios sobre los cuales fueron establecidos varan am-pliamente algunos se basan en la tierra disponible, otros en el agua dispo-nible y otros en los costos econmicos. Por otra parte, el potencial no

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    s

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    toma en cuenta que los pases ro arriba podran sobreutilizar sus recursos hdricos, lo cual afectara la cantidad de agua que los pases aguas abajo recibiran. Y queda por verse si todas las tierras arrendadas sern realmente puestas bajo produccin y riego a medida que las compaas se retiren, los proyectos colapsen o la tierra est siendo adquirida solo con propsitos de especulacin.

    No obstante, las cifras de la FAO dejan en claro que los recientes con-venios de tierras superan de lejos la disponibilidad de agua en la cuenca del Nilo. La FAO establece ocho millones de hectreas como el valor mximo total disponible para todo el riego, en los diez pases de la cuenca del Nilo. Pero los cuatro pases indicados en el cuadro, por s solos ya han establecido infraestructuras de riego para 5,4 millones de hectreas y ahora han entre-gado 8,6 millones de hectreas de tierra adicionales. Esto requerira mucha ms agua que la que est disponible en toda la cuenca del Nilo y equivaldra, nada menos que a un suicidio hidrolgico.

    La disponibilidad de agua es un asunto altamente estacional para la mayora de las personas de frica. Pero las estaciones secas y hmedas que-dan ocultas por los promedios y los potenciales de las cifras citadas. La mayora del 80%, antes mencionado, de las aguas del Nilo que se originan en las tierras altas de Etiopa proviene de las lluvias y fluyen al ro entre ju-nio y agosto. Las comunidades locales han adaptado sus sistemas agrcolas y pastoriles para hacer un uso ptimo de las fluctuaciones estacionales. Pero los nuevos terratenientes, provenientes del extranjero, quieren agua todo el ao, con varias cosechas anuales, si es posible. Construirn ms canales y represas para hacerlo posible. Tambin tienden a desarrollar cultivos que necesitan cantidades masivas de agua como la caa de azcar y el arroz. En total, esto significa (dependiendo de cmo se han calculado los potenciales en casos particulares) que consumirn mucho ms de lo que los potenciales y los promedios sugieren, poniendo las cifras de la FAO, citadas ms arriba, bajo una perspectiva incluso ms alarmante.

    3. El Nger, otra fuente de vida en riesgo

    Otra parte de frica que es blanco de los agronegocios son las tierras a lo largo del ro Nger. El Nger es el ro ms grande de frica Occidental y el tercero ms grande en toda frica, superado solo por el Nilo y el Congo. Millones de personas cuentan con este ro para la agricultura, la pesca, el comercio y como fuente principal de agua. Mali, Repblica del Nger y Ni-geria son los pases ms dependientes del ro, pero otros siete pases en la

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    mApA 2.1cuAndo el nilo se seque: hAbr suficiente AguA pArA regAr diez millones de

    hectreAs AdicionAles en cinco pAses A lo lArgo del nilo?

    Egipto: Ms de 140.000 hectreas entregadas a inversionistas sauditas y de los Emiratos, ms 378.000 nuevos proyectos de riego del gobierno Egipcio.

    Etiopa: 3,6 millones de hectreas para ser puestas bajo riego por inversionistas extranjeros, principalmente en la cuenca del Nilo.

    Sudn y Sudn del Sur: 4,9 millones de hectreas en la cuenca del Nilo ya cedidas todas las cuales necesitarn riego.

    Uganda: Inversionistas de China, Egipto, Singapur e India, lle-gando a un total de 868.000 hectreas compradas.

  • 34 eQuiPo grAin

    cuenca del Nger comparten sus aguas. El ro es extremadamente frgil y ha sufrido bajo la presin de las represas construidas por el hombre, el riego y la contaminacin.

    Expertos hdricos estiman que el volumen del Nger se ha reducido en un tercio durante las ltimas tres dcadas solamente. Otros indican que el ro podra perder otro tercio de su flujo a consecuencia del cambio climtico (Pearce, 2006: 146).

    En Mali, el ro se expande por un amplio delta, tierra adentro, el cual constituye la principal zona agrcola de Mali y uno de los humedales ms importantes de la regin. Es aqu donde se ubica la Office du Niger y donde muchos de los proyectos de acaparamiento de tierras se concentran. Office du Niger contiene ms de 70.000 hectreas regadas, principalmente para la produccin de arroz. Es el sistema de riego ms grande de frica Occidental, y usa una parte sustancial de toda el agua del ro, especialmente durante la estacin seca.

    Malibya, una subsidiaria del fondo de capital soberano libio, obtuvo una concesin a cincuenta aos renovable que cubre 100.000 hectreas en Office du Niger. El gobierno de Mali entreg la tierra gratuitamente, con acceso ilimitado al agua, por una pequea cuota por uso. En el ao 2009, Malibya haba terminado un canal de riego de 40 km, el cual parte en la misma fuente que alimenta todos los campos de arroz de los pequeos agri-cultores en Office du Niger. Estos pequeos canales de riego, los cuales son usados para regar los huertos de los grupos de mujeres agricultoras, fueron cerrados cuando se construy el canal de Malibya (Oakland Institute, 2011). Aunque el proyecto fue suspendido cuando el rgimen de Khadafi colaps en el ao 2011, los representantes del nuevo gobierno de Libia estuvieron en Mali en enero de 2012, para asegurar a las autoridades de Mali de que ellos mantendran las buenas inversiones en el pas (GRAIN, 2012).

    En 1990, la FAO estim el potencial de riego de Mali, proveniente del Nger, en un poco ms de medio milln de hectreas (FAO, 1997). Pero aho-ra, debido a la mayor escasez de agua, expertos independientes concluyeron que la totalidad de Mali tiene capacidad para regar solamente 250.000 hec-treas (SIWI, 2012). El gobierno de Mali ya ha cedido 470.000 hectreas a compaas extranjeras de Libya, China, Reino Unido, Arabia Saudita y otros pases en los ltimos aos, virtualmente todas en la cuenca del Nger. En el ao 2009, anunci que aumentara an ms el rea de tierras regadas en el pas, en la alucinante cantidad de uno a dos millones de hectreas.

    Un estudio de Wetlands International calcula que, con los efectos del cambio climtico y los proyectos de infraestructura planificados, ms del 70% de las planicies de inundacin del delta interior del Nger se perdern, con

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    recuAdro 2.1AguA virtuAl

    En muchos pases, la produccin de alimentos y otras materias primas agrcolas representa el 80% del uso del agua dulce. Agua virtual es la cantidad de agua que est embebida en los alimentos u otros productos necesarios para su pro-duccin. Las cantidades son inmensas. Por ejemplo, para producir un kilo de trigo necesitamos alrededor de 1000 litros. Para la carne, necesitamos alrededor de cinco a diez veces ms. Para producir suficientes granos de caf para una taza de caf se requieren 140 litros de agua. La cantidad de agua requerida para producir el algodn necesario para un solo par de jeans, es la enorme cifra de 5400 litros.*

    As, el comercio en mercaderas agrcolas equivale al comercio en agua vir-tual. Los economistas neoliberales argumentan que el comercio internacional de mercancas agrcolas es la manera ms eficiente de ahorrar agua, ya que los cultivos pueden crecer en los lugares donde los requerimientos de agua sean menores, es decir, en pases donde no se necesita riego, porque llueve mucho. Pero la realidad del comercio del agua virtual es claramente diferente. Europa, un continente no notoriamente seco, es uno de los principales importadores de agua virtual en el mundo, a menudo, de lugares donde se experimentan sequas o escasez de agua. Se estima que para el Reino Unido, los dos tercios de toda el agua que necesita su poblacin vienen embebidos en los alimentos importados. El resultado es que, cuando la gente compra flores de Kenya, carne de Botswana o fruta o verduras de lugares de Asia y Amrica Latina, pueden estar agravando las sequas y socavando el esfuerzo de los pases por cultivar alimentos por s mismos.**

    Observamos las tierras agrcolas y dijimos: Para nosotros, esta es, proba-blemente, la forma ms eficiente de obtener una exposicin al agua. Cuando realmente se analiza la compra de una finca, a fin de cuentas es una jugada por el agua

    J. Minaya, director general, Global Private Markets de TIAA-CREF, en la conferencia sobre la tierra del Banco Mundial, 2011.***

    * Vase .

    ** John Vidal, The Guardian, 17 de abril de 2010. UK relies on virtual water from drought-prone countries, says report.

    *** Willem Buiter thinks water will be bigger than oil, citado en Financial Times/Alphaville, 21 de julio de 2011.

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    un impacto dramtico sobre la capacidad de Mali para alimentar a su po-blacin (Zwarts, 2010). Los que sufrirn ms son los ms de un milln de agricultores y pastores locales que ahora dependen del ro Nger y de su delta interior para sus cultivos y rebaos.

    4. Hidrocolonialismo?

    Las cuencas del Nilo y el Nger son solo dos ejemplos de la masiva entrega de tierras y derechos de agua. Las reas donde se concentra el acaparamiento de tierras coinciden estrechamente con los sistemas de ros y lagos ms grandes del continente y, en la mayora de estas reas, el riego es un prerrequisito para la produccin comercial.

    El gobierno etope est construyendo una represa en el ro Omo para generar electricidad y regar una gigantesca plantacin de caa de azcar, un proyecto que amenaza a los cientos de miles de personas nativas de la regin que dependen del ro, aguas abajo. Tambin amenaza vaciar el lago de de-sierto ms grande del mundo, el lago Turkana, alimentado por el ro Omo. En Mozambique el gobierno haba aprobado una plantacin de 30.000 hec-treas a lo largo del ro Limpopo, la cual habra afectado directamente a los campesinos y pastores que ahora dependen del agua. El proyecto fue cancelado porque los inversionistas no se presentaron, pero el gobierno est buscando a otros que se hagan cargo.

    En Kenya ha surgido una tremenda controversia por los planes del gobierno de repartir inmensas reas de tierra en el delta del ro Tana, con desastrosas consecuencias para las comunidades locales que dependen del agua del delta. La ya degradada cuenca del ro Senegal y su delta han sido objeto de entregas de cientos de miles de hectreas de tierras, poniendo al agronegocio en directa competencia por el agua con los agricultores loca-les. La lista sigue y crece da a da. Peter Brabeck-Letmathe, el presidente de Nestl, seala que estos negocios son ms por el agua que por la tierra: Con la tierra viene el derecho de extraer el agua ligada a ella; en muchos pases es esencialmente una ganga que en forma creciente puede llegar a ser la parte ms valiosa del negocio.2 Nestl es un lder del mercado de agua embotellada bajo marcas, incluyendo Pure Life, Perrier, S. Pellegrino y una docena de otras. Ha sido acusado de extraccin ilegal y destructiva de agua suberrnea y de hacer miles de millones de dlares de ganancia con aguas a

    2. La siguiente gran cosa: H2O, Poltica externa. Nestl, 15 de abril de 2009.

  • 2 | secAndo el continente AfricAno 37

    bajo costo, mientras que los costos ambientales y sociales han recado sobre las comunidades.3

    En un futuro no muy distante, el agua se convertir en la clase de ac-tivos fsicos basados en materias primas ms importante, minimizando al petrleo, cobre, materias primas agrcolas y metales preciosos, como seala

    3. En 2001, residentes de la regin de Serra da Mantiqueira de Brasil, investigando los cambios en el sabor de sus aguas y el completo secamiento de una de sus vertientes, descubrieron que Nestl/Perrier estaba bombeando inmensas cantidades de agua de un pozo profundo de 150 metros, en un acufero cuyas aguas subterrneas tienen un alto contenido mineral y propiedades medicinales. El agua haba sido desmineralizada y transformada en agua de mesa por la marca Pure Life de Nestl. El agua necesita usual-mente cientos de aos al interior de la tierra para ser enriquecida lentamente por los minerales. El sobrebombeo disminuye el contenido mineral para los prximos aos. La desmineralizacin es ilegal en Brasil y despus que el Movimiento de Ciudadanos por las Aguas se moviliz, se abri una investigacin federal resultando en cargos en contra de Nestl/Perrier. Nestl perdi la accin legal, pero continu bombeando agua mien-tras se defenda de los cargos a travs de apelaciones. .

    recuAdro 2.2unA ilustrAcin de Acuerdos sobre lA cesin de tierrAs y AguAs,

    cAmern

    El grupo agroindustrial Herakles American Farms obtuvo ms de 73.000 hect-reas de tierras agrcolas en el sur-oeste de Camern para producir palma acei-tera. De acuerdo a las ONG locales, el contrato da a las compaas el derecho a uso del agua, en cantidades ilimitadas en la tierra concedida. Concluyen que desde un punto de vista contractual la compaa tiene claramente la prioridad sobre las comunidades locales cuando acceden al agua y temen que el impacto ambiental y socioeconmico ser severo. En 2011, la juventud local tom las calles para bloquear las excavadoras en protesta. El alcalde de Toko, quien est en el rea afectada por los acuerdos de cesin de tierras, puso la atencin en el impacto sobre las principales cuencas hidrogrficas del pas. Esta particular rea es una de las ms importantes cuencas hidrogrficas de Camern. No nece-sitamos las fincas SG SOC o Herackles en nuestra rea.

    Infosud: Cameroun: les terres de la discorde loues aux Americains.

    Nganda Valentine Beyoko, alcalde del Concejo de Toko, comunicacin personal, 26 de marzo de

    2012).

  • 38 eQuiPo grAin

    el economista jefe de Citigroup, Willem Buiter. No sorprende entonces que muchas corporaciones se apresuren tanto en firmar acuerdos por tierras que les entregan un amplio control sobre el agua de frica. Especialmente cuando los gobiernos africanos estn bsicamente regalndola. Las corpora-ciones entienden lo que est en juego. Hay baldes de dinero para recoger gracias al agua, solo si puede ser controlada y convertida en una mercanca.

    El secreto con que se esconden las negociaciones por las tierras hace di-fcil conocer exactamente qu se est entregando a las compaas extranje-ras. Pero a partir de aquellos contratos, que se han filtrado o hecho pblicos, es posible ver que tales documentos tienden a no contener, en lo absoluto, mencin especfica alguna de los derechos de agua, dejando a las compaas en libertad de construir represas y canales de riego a su discrecin, a veces con una vaga referencia a respetar las leyes y regulaciones sobre el agua.4 Este es el caso en los acuerdos firmados entre el gobierno de Etiopa y tanto

    4. Para acceder a los contratos, vase:

    .

    recuAdro 2.3 unA ilustrAcin de Acuerdos sobre lA cesin de tierrAs y AguAs,

    ro senegAl

    GRAIN ha documentado la adquisicin de 375.000 hectreas de tierras agrcolas por parte de inversionistas de China (Datong Trading), Nigeria (Dangete In-dustries), Arabia Saudita (FORAS), Francia (SCL) e India. Muchos de los acuer-dos sobre tierras estn en la cuenca del ro Senegal, la cual es la principal rea productora de arroz en Senegal. Alrededor de 120.000 hectreas en el rea son adecuadas para la produccin de arroz bajo riego y, cerca de la mitad de estas estn siendo cultivadas bajo riego actualmente. La FAO calcula que el ro tiene un potencial de riego de 240.000 hectreas en total. UNESCO informa que los ecosistemas de las planicies de inundacin del ro Senegal estn en condiciones delicadas debido a la construccin de represas: En menos de diez aos, la de-gradacin de estos ambientes y las consecuencias sobre la salud de la poblacin local han sido dramticas. Sacar ms agua del ro para producir cultivos de exportacin empeorar una situacin que ya es mala.

    fuentes: GRAIN, 2012, op. cit.; FAO, Aquastat, op. cit.; y unesco Cuenca del ro Senegal.

    ).

  • 2 | secAndo el continente AfricAno 39

    Kuruturi como Saudi Star en Gambela, por ejemplo. En algunos contratos, una cuota mnima a pagar es acordada por el uso del agua, pero sin ningu-na limitacin sobre la cantidad de agua que puede ser extrada. Solamente, en raros casos, hay mnimas restricciones impuestas durante la temporada seca, cuando el acceso al agua es muy crtico para las comunidades locales. Pero an en instancias donde los gobiernos pueden tener la voluntad pol-tica y capacidad para negociar condiciones para proteger a las comunidades locales y al ambiente, esto se hace cada vez ms difcil debido a los tratados de comercio e inversiones internacionales que les da a los inversionistas ex-tranjeros poderosos derechos en este respecto.5

    5. Alto al acaparamiento del agua

    Si no se pone trmino al acaparamiento de la tierra y el agua, millones de africanos perdern su acceso a las fuentes de agua de las cuales depende su sustento y sus vidas. Pueden ser desalojados de las reas en donde se reali-zan las concesiones de tierra y agua o su acceso a las fuentes tradicionales de agua puede ser bloqueado por rejas, canales y diques recin construidos. Esto ya est pasando en Gambela, en Etiopa, donde el gobierno est desalo-jando, a la fuerza, a miles de personas desde sus territorios ancestrales, para hacer lugar a la agricultura de exportacin. Para el 2013, el gobierno desea desalojar a 1,5 millones de personas de sus territorios en todo Etiopa.6 A medida que las excavadoras se muevan hacia las tierras recientemente ad-quiridas, esto se convertir en una caracterstica cada vez ms comn de las reas rurales de frica, generando ms tensiones y conflictos sobre los escasos recursos de agua.

    Pero el impacto llegar mucho ms all de las comunidades inmedia-tamente afectadas. La reciente oleada de acaparamientos de tierra es nada menos que un desastre ambiental en construccin. Simplemente no hay su-ficiente agua en los ros de frica ni en las napas de agua para regar todas las tierras recientemente adquiridas. Si se ponen en produccin, estas plan-taciones del siglo XXI rpidamente destruirn, vaciarn y contaminarn las fuentes de agua en todo el continente. Tales modelos de produccin agrcola

    5. El asunto de la tierra y los derechos de agua en el contexto de los tratados internacio-nales de comercio e inversiones es discutido en ms profundidad en Smaller y Mann, 2009.

    6. Waiting here for Death, www.humanrightswatch.com, 2012.

    .

  • 40 eQuiPo grAin

    han generado enormes problemas de degradacin de suelos, salinizacin y problemas de drenaje en donde sea que hayan sido aplicadas. India y China, dos brillantes ejemplos a los cuales frica est siendo empujada a imitar, estn ahora en una crisis de agua como resultado de sus prcticas originadas por la Revolucin Verde. Ms de doscientos millones de personas en India y cien millones en China dependen de los alimentos producidos mediante bombeo excesivo de agua (Pearce, 2006). Temiendo el agotamiento de las fuentes de agua o tal vez el agotamiento de las ganancias, compaas de am-bos pases estn mirando al frica para la produccin futura de alimentos.

    frica no est en condiciones para soportar tal imposicin. Ms de un tercio de los africanos vive con escasez de agua, y los suministros de alimen-tos del continente estn sujetos a sufrir ms que otros debido al cambio cli-mtico. Construir sobre la base de los sistemas indgenas de manejo de agua presentes en frica, podra ayudar a resolver esta creciente crisis, pero estos son los mismos sistemas que estn siendo destruidos por el acaparamiento de tierras.

    Los defensores de los acuerdos de cesin de tierras y de los megasiste-mas de riego argumentan que estas grandes inversiones deben ser bienve-nidas como una oportunidad para combatir el hambre y la pobreza en el continente. Pero utilizar excavadoras para darle lugar a los cultivos de ex-portacin que requieren uso intensivo de agua no es y no puede ser una solucin al hambre y la pobreza. Si la meta es aumentar la produccin de alimentos, entonces hay amplia evidencia de que esto puede ser logrado en forma mucho ms efectiva, construyndola sobre los sistemas tradiciona- les de manejo de aguas y de conservacin de suelos de las comunidades loca-les (Oakland Institute, 2011). Sus derechos colectivos y tradicionales sobre la tierra y las fuentes de agua deben ser fortalecidos y no pisoteados.

    Pero no se trata de combatir el hambre y la pobreza. Esto es un robo a gran escala de los mismos recursos tierra y agua que las personas y comunidades de frica deben poder administrar y controlar para enfrentar los inmensos desafos que tienen por delante en este siglo.

    Bibliografa

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  • 2 | secAndo el continente AfricAno 41

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    zwArts, l. 2010 Will the Inner Niger Delta Shrivel up Due to Climate Change and Water

    Use Upstream? Wageningen: Wetlands International.

  • cAPtulo 3

    AguAs virtuAles, AgroexPortAdores y comunidAdes cAmPesinAs: Las trampas de la certificacin de la produccin sostenible

    Jeroen vos y rutgerd Boelens

    1. Introduccin

    El aumento del comercio mundial de productos de gran volumen como soya y bienes de lujo agrcolas, como son las verduras, las frutas y las flores frescas, ha hecho que se incremente el consumo de agua en la agricultu-ra de exportacin. En las regiones ridas, la exportacin de agua virtual embebida en los productos comercializados, tambin ha afectado cada vez ms a los derechos de agua y las oportunidades de acceso hdrico de las co-munidades y los ecosistemas locales. Si bien, el uso y manejo del agua son ampliamente reconocidos como temas muy importantes, tanto en trminos de cuidado del ambiente y de sostenibilidad, como en trminos de justicia social, es notable que la cuestin del agua no haya recibido mucha atencin en los esquemas de certificacin internacional.

    Recientemente, el desarrollo de proyectos para la certificacin de la produccin agrcola sostenible est mostrando un creciente inters en el tema del agua. Sin embargo, el conocimiento de la gestin prctica del agua en los programas de certificacin sigue siendo muy general y limitado. Es-pecialmente fuera del nivel de finca y en el contexto de las cuencas y co-munidades de pequeos agricultores, la certificacin de la sostenibilidad y justicia social se enfrenta con enormes dificultades para hacer frente a las cuestiones del agua de una manera equilibrada. La gestin del agua es ge-neralmente compleja y especfica en el mbito local, por lo que requiere de criterios locales especficos para la asignacin equitativa del agua, la explo-tacin sostenible, la conservacin de los recursos y la preservacin de las funciones del ecosistema.

  • 44 J. vos y r. Boelens

    En este captulo se examinan los criterios de sustentabilidad del agua de varios esquemas de certificacin importantes, como el ampliamente utiliza-do GlobalGAP, y los estndares que estn an en construccin, tales como las normas establecidas a travs de las mesas redondas sobre algodn, soya, caa de azcar y biocombustibles.

    2. El comercio agrcola global y la cuestin del agua

    El comercio internacional de productos como la soya, verduras, frutas y flo-res frescas se ha ms que duplicado durante la ltima dcada, y tambin la produccin de cultivos para biocombustibles de exportacin se proyecta un aumento considerable. Se prev que las exportaciones de etanol casi se triplicarn en la prxima dcada (OCDE-FAO, 2010). Por ejemplo, las flores exportadas desde el Ecuador pasaron de 8 millones de dlares estadouni-denses en 1990 hasta 567 millones de dlares en 2008. Las frutas y hortalizas frescas exportadas desde el Per aumentaron de 59 millones de dlares esta-dounidenses en 1990 a 1211 millones de dlares en 2008 (FAO Stat, 2011).

    El crecimiento del comercio agrcola va acompaado por una marcada integracin horizontal y vertical de las cadenas de produccin y suminis-tro, con la agroindustria y las empresas minoristas cada vez ms empodera-das para controlar la produccin y el consumo en todo el mundo (Van der Ploeg, 2008 y 2010; Fuchs et al., 2009).

    En las regiones ridas y semiridas, la exportacin de agua virtual el agua que se necesita para el proceso de produccin y que, como tal, pos-teriormente se embebe en los productos de exportacin (Allan, 2003) tiene un impacto severo en las comunidades locales y los ecosistemas que usan estas aguas (Roth y Warner, 2008). Los derechos de uso de agua son acumulados por los grandes terratenientes en detrimento de las comunida-des usuarias locales en frica, Asia y Amrica Latina (Smallery Mann, 2009; Gaybor, en este libro). Al enfrentar a nuevos actores poderosos, como son las empresas agroindustriales, las empresas mineras o los servicios pblicos de agua potable, los grupos menos poderosos de usuarios de agua y el me-dio ambiente tienden a salir perdiendo (Swyngedouw, 2004; Castro, 2006; Bakker, 2010). Junto con la acumulacin del agua, se informa que ocurren grandes efectos negativos debido a la contaminacin del agua por el uso de agroqumicos en la produccin para la exportacin.

    Los casos de despojo del agua y agotamiento de las aguas subterr-neas por la agroindustria se han registrado en todo el mundo. A continua-cin presentamos algunos ejemplos para ilustrar el alcance y la naturaleza

  • 3 | AguAs virtuAles, AgroexPortAdores y comunidAdes cAmPesinAs 45

    de la acumulacin de agua y la contaminacin por las exportaciones agroin-dustriales. En la costa seca del Per se producen verduras y frutas de expor-tacin con agua de riego obtenida de los ros y acuferos que estn en un rpido declive. En Ica, se trae agua extra a travs de un trasvase desde los territorios andinos de la sierra hacia las tierras de la agroindustria en la costa desrtica, para el riego de los cultivos de exportacin como los esprragos (Or, 2005; Progressio, 2010). A las comunidades de las tierras altas se les priv de un recurso importante para su ganado. En la costa norte seca, las comunidades se ven privadas de agua de los ros debido a que nuevas com-paas de agronegocios desvan el agua ro arriba (Van der Ploeg, 2008).

    Otro ejemplo es el caso de Ecuador, donde las empresas que producen cultivos de exportacin y de caa de azcar han acumulado cerca del 75 por ciento de los derechos formales en el Ecuador. Especialmente las plantacio-nes de banano cada vez acumulan ms agua en la costa (Gaybor, 2011). La produccin para la exportacin de flores en las montaas de Ecuador ha aumentado la acumulacin de los derechos de agua en las manos de unos pocos, privando as a los agricultores de medios de subsistencia y generando efectos inmediatos de salud por la contaminacin del agua (Breilh, 2007). Tambin se tiene conocimiento de los efectos sobre la salud como conse-cuencia de la produccin de soya para la exportacin en Paraguay, que con-tamina dramticamente suelos y aguas subterrneas (Pala et al., 2007).

    En el norte y centro de Mxico, los pequeos productores se ven priva-dos del acceso al agua debido al grave agotamiento de las aguas subterrneas por la produccin de hortalizas para la agroindustria de exportacin a los EE.UU. (Pea, 2011). Lo mismo ocurre en Israel, donde la agricultura de exportacin priva del recurso hdrico a los usuarios pobres de agua para uso domstico y riego, en este caso en los territorios palestinos (Zeitoun et al., 2009). La produccin de algodn en Pakistn y la India para la exportacin afecta drsticamente la cantidad y la calidad de agua subterrnea (Chapa-gain et al., 2005). Y, como ltimo ejemplo, la industria de las flores en pleno auge alrededor del lago Naivacha en Kenia ha disminuido el nivel de agua y contaminado el agua del lago. Esto afecta negativamente a las comunidades locales que usan el lago para pesca y ganadera (Becht et al., 2005).

    Los efectos del comercio de agua virtual son complejos. Por un lado, el crecimiento de la agroindustria ofrece oportunidades en materia de empleo y generacin de ingresos. Por otro lado, aumenta los efectos negativos de la acumulacin de agua por la agroindustria en los medios de vida locales. En particular para muchas mujeres, se relacionan directamente el uso del agua, el agotamiento de recursos, y las terribles condiciones de trabajo, ingresos y salud en la agroindustria (Bee, 2000; Pearson, 2007).

  • 46 J. vos y r. Boelens

    3. Los conflictos de agua, verdades y estndares expertos: algunos elementos conceptuales

    La cuestin del agua se refiere a la lucha por el acceso al agua, las reglas, y a los discursos que legitiman el acceso diferencial y control del agua. La cuestin del agua puede ser analizada con la ayuda de los cuatro niveles o es-calones de anlisis de los derechos de agua (ERA - Echelons of Rights Analysis, vanse Boelens, 2008, 2009, y tambin Zwarteveen et al., 2005).

    El primer escaln est relacionado con la lucha por el acceso al agua, la infraestructura y la tecnologa para obtener, almacenar y distribuir agua. El segundo escaln, con la lucha por la formulacin de derechos de agua, re-gulacin ambiental y normas de operacin. La lucha por el contenido de las normas, reglas y derechos est vinculada no solo con las arenas polticas locales, nacionales e internacionales, sino tambin, cada vez ms, con inicia-tivas de certificacin de procesos de produccin agrcola por parte del sector privado. El tercer escaln tiene que ver con la lucha por la autoridad para to-mar decisiones sobre las normas relativas, por ejemplo, los derechos de agua, la legislacin ambiental nacional o las normas privadas de certificacin de sustentabilidad. El cuarto escaln analiza los discursos que defienden o de-safan las reglas y normas particulares: se refiere a la lucha por componer y direccionar los marcos de poder-conocimiento-verdad (cf. Foucault, 1975, 1980). Los discursos especficos legitiman y establecen vnculos coherentes entre los niveles sealados de distribucin de recursos, reglas y autoridad legtima (Boelens, 2009).

    4. La certificacin de la sustentabilidad del uso del agua

    Las empresas transnacionales comnmente participan en los programas de certificacin para asegurar la calidad del producto. En la ltima dcada, se han aadido ms criterios sociales y ambientales a los puntos de control para la certificacin. Por lo tanto, la certificacin ha ido de asegurar la calidad del producto solamente, hacia la prescripcin y el control del proceso de produc-cin en la finca misma. El enfoque en temas sociales y ambientales coincidi con un creciente inters en la Responsabilidad Social Corporativa (RSC).

    Hay tres razones relacionadas que explican la participacin de las ca-denas de supermercados en esquemas de certificacin privada (cf. Hughes, 2001). En primer lugar, los supermercados necesitan controlar las lneas de suministro para garantizar la constante provisin de volmenes de produc-cin de una calidad mnima. Las normas de seguridad y calidad son cada

  • 3 | AguAs virtuAles, AgroexPortAdores y comunidAdes cAmPesinAs 47

    vez ms estrictas y tambin requieren de un alto nivel de trazabilidad en la cadena de suministro hasta el nivel de los productores individuales.1 Las re-gulaciones de los gobiernos nacionales y las permisivas normas internacio-nales (por ejemplo: Codex Alimentarius) no son suficientes a este respecto. En segundo lugar, a pesar de la potencia comercial mundial que las cadenas de supermercados e industrias de alimentos poseen, estas empresas son muy vulnerables al dao de su reputacin. Las organizaciones de consumidores, organizaciones no gubernamentales y los medios de comunicacin pueden daar la reputacin de una empresa o marca mediante la exposicin de los casos de productos de baja calidad o los efectos adversos de la produccin. En tercer lugar, algunos supermercados tratan de transmitir una imagen de responsabilidad social y ambiental para atraer consumidores nuevos.

    Los supermercados son capaces de imponer sus estndares por la cre-ciente integracin horizontal y vertical de las cadenas de valores que con-centran el poder del mercado en unas pocas cadenas lderes internacionales las cinco ms grandes en el mundo son Wal-Mart, Carrefour, Ahold, Me-tro y Tesco (Fuchs et al., 2009: 34).

    Todos los cultivadores en Europa est obligados a suscribirse a uno o ms esquemas de certificacin (Fulponi, 2007). Algunos ejemplos de estndares de aseguramiento de calidad privados son British Retail Consortium (BRC); Global Food Safety Initiative (GFSI); GlobalGAP, y FOODTRACE en Europa; e International Food Standard (IFS) en los EE.UU. Los debates recientes sobre la huella hdrica de los cultivos de exportacin han causado que varios esque-mas de certificacin incorporen puntos de control relacionados con el uso y/o la contaminacin del agua. Algunos ejemplos son: GlobalGAP, MPS-ABC, Rainforest Alliance e IFOAM (Cuadro 3.1). GlobalGAP es el estndar lder para los productores que venden en el mercado europeo, con ms de 100.000 pro-ductores certificados en ms de noventa pases. El punto de control CB 6.4.1 de la norma GlobalGAP exige que el agua debe ser extrada de una fuente sostenible. Se trata de una de las obligaciones menores. Los productores deben cumplir con el 95% de las obligaciones menores aplicables.

    Los ejemplos del Cuadro 3.1 muestran cmo los esquemas actuales de certificacin se refieren a la eficiencia del uso del agua, al agotamiento del agua subterrnea y a la calidad del agua. Algunos son muy especficos, mien-

    1. Segn el Comit de Seguridad Alimentaria de GS1 Espaa (AECOC), se entiende traza-bilidad como el conjunto de aquellos procedimientos preestablecidos y autosuficientes que permiten conocer el histrico, la ubicacin y la trayectoria de un producto o lote de productos a lo largo de la cadena de suministros en un momento dado, a travs de unas herramientas determinadas.

  • 48 J. vos y r. Boelens

    cuAdro 3.1ejemplos de cuestiones hdricAs en los estndAres existentes

    esQuemA de certificAcin

    Punto de control

    Punto de control en relAcin con el AguA

    versin

    GlobalGAP*CB 6.4.1

    Para proteger el medio ambiente, es el agua extrada de una fuente sostenible? Fuentes sostenibles son las fuentes que abastecen de agua suficiente en condi-ciones normales (promedio). (Obli-gacin menor).

    Final - versin 4 marzo 2011

    MPS-ABC**

    Flores

    2.8.4

    2.8.6

    El riego por goteo o recirculacin (el requisito depende de la regin y el tipo de sistema de produccin).

    Registros de uso de volmenes de agua para riego (m3).

    Ratificada noviembre 2010

    IFOAM estndar orgnico***

    2.2.6

    Los operadores no debern agotar ni explotar excesivamente los recursos de agua y se esforzarn por preservar la calidad del agua. Donde sea posible de-bern reciclar el agua de lluvia y hacer un seguimiento de la extraccin del agua.

    Borrador - versin 1 2010

    Rainforest Al-liance - SAN (Estndar de Agricultura Sustenta-ble)****

    4

    4.1 La finca debe tener un programa de conservacin de