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C A R T AA L F E R N A N D I N O Y A L L U C I N D O ,

Sohre el sum o de un L iberal^ y su v i age d /osInfiernos.

O cñ o res Fcrnandino y L u c in d o : Preocupada mi faniasía con los horrores de la catástrofe universal que el m undo l lo r a , y entregándome al descanso de que tanto necesitan mis miembros fatigados , y m i espíritu abatido , tuve un sueño espantoso, digno d e la pluma de vmds. , y de que por este m edio llegue á noticia dp mis hermanos los Llbcra.'es , á fin de que se aprovechen de la moralidad que en- cierr¿«.

Soñé , pues, que me hallaba en íos confines del imperio de la v id a , que entraba por la puerta de la eternidad, que viajaba por los infiernos, y liguréme en orden gradual ver lo signiente.

Volvía Saranas dcl m undo despechado y furioso por ver malogradas sus muchas conquistas. A ma­nera de una roca calcinada , que pendiente de la masa de cenizas de un v o lcan , rueda con sordo y pavoroso estruendo hai .ta el fondo de las entrañas que la habían a rro jado , así Lucifer , vomitado por el in íkrno en el ario de 1 7 9 0 , tornó á sumergirse en la caverna de los precitos.

C o n una rapidez m ayor que k del pensaiií ' ;ito atravesó el dilatado espacio que media entre ambos hemisferios; llegó á las fronteras de aquellas regio­nes, tan-eternas com o la venganza-que las ha formadoj regiones malditas , a m a y sepulcro de la m uerte , don ­de el tiempo no regula los dias y los a ñ o s , y cuya duración perderá de nuevo su fin el dia en que lle­gue el fin del universo.

U na lágrima involuntaria humedeció los ojos del espíritu maligno en el instante mismo en que iba á hundirse en los reynos de la noche. Su lanza d« fuego despedia un brillo que apenas podia colum­brarse entre las espesas sombras. N o seguia ruta al­guna al través de las tinieblas ; pues el propio p :so de sus crímenes lo precipitaba naturalmente hacia el Hificrno.

A u n no se divisaba el resplandor funesto de aque­llas llamas que arden sin combustibles^ y de co n ­siguiente sin extinguirse jamas, y ya los quejidos de los reprobos, que á millares acababan de precederle, llegaban á sus oidos. Detúvose un m om ento ; es­tremecióse al eco de este primer clamor de los do­lores e te rn o s , y agitado por una especie de impul­so de remordiniiento y de piedad , exclamó de esta m anera ; ,,i E s posible que yo sea la causa de hallarse aquí reunidos tantos desventurados, y tanta multitud de calamidades!!!! Sin m í , el mal hubiera sido des­conocido -en las obras del O m nipo ten te : <que me hizo el h o m b re , esta hermosa y noble criatura... ?

Satanas iba á proseguir los lamentos de un ar­repentimiento inútil , quando abriéndose la boca abrasada del abismo nuevos objetos llamaron su aten-

clon. L a m'uerte en figura de una horrible fantasmase presentó á las puertas dei infierno ; por entre el claro de su esqueit:to se traslucían los rayos lívidos de las llamas que ardían á sus espaldas: ornada su cabeza de una corona movediza , colgando del hú^ m ero, y del radio dcl brazo izquierdo algunos des­pojos del rico y del menesteroso j y llevando en Ja mano derecha una larga seg u r , ya vo laba, ya se detenía, tom ando en cbtos movimientos diferentes formas,

E í crimen abre las puertas del in fierno , y la muerte las cierra. Estos dos m onstruos , por medio de una correspondencia fa ta l , habían tenido noti­cia de la próxima lleg?.da de su padre : la muerte, p u e s , saludando á Satanas, habló e de esta manera: 5, L k Iíuo en tu presencia esta cabeza nunca jamas humillcida ante mortal afguno. ^Vienes á satisfacerla hdmbre insaciable de tu hija..... la abundanciamisma de los festines que me has procurado me fati­ga , y espero de tí un nuevo m undo que poder de­vorar/ '

Satanas horrorizado volvió ía cabeza, evitó el ósculo dcl esqueleto, apartó;o de sí con su lanza, y díxo de p a s u : , , ¡ 0 nuierte! ¿aun no estás ven­gada y satisfecha í acabo de entregar á tu rabia la mitad d . l pueblo numeio&o de tu único vencedor,<y aun pides mus víctimas...... ? N o puedo contrares-tür eJ b u z o dcl Oninipotente.’

A l coiieluír estds palabras el supremo gefe de los d< ípoiiios e n 'ió en 'U pavotoí>a m.'.nsion dori- dt Jorau pi'ra siempre tus esclavos ; \/s ras

.ulujaroil una luz mas viva y mas b'uüaa-

4 . ^t e ; el reprobo que creía haber llegado al colmo

' del d o lo r , se sintió penetrado de un aguijoa mas agudo, i O , y quien pudiera pintar el horror de estos lugares, donde se hallan reunidas, aumentadas y per­petuadas sin íin todas las tribulaciones de la vida!!!

E q medio de los suplicios una voz general se­mejante á la del trueno resonó por aquellas bó ­vedas inm ensas, y dixo de esta m anera; „ T e hemos servido , te hemos adorado , y por esto , maldito, nos tienes en las llamas.” Y el dem onio orgulloso con maligna sonrisa respondía: „ M e preferisteis á C ris to , participad pues de mis honores y alegrías.”

E n el C entro del abism o, en medio de un océa­no de lágrimas y de sangre, se veía un negro cas­tillo , obra de la desesperación y de la muerte •, una tem pjstad eterna agitaba las olas y obscurecía el h o ­rizonte j delante de la puerta habla un árbol estérilj sobre el triste m uro tremolaba el estandarte del orgu­llo medio consumido por ci r a y o y las Parcas con espadas encendidas hacían la centinela.

L legó Satanas á este su palacio , corriéronse de repente los.cerrojos de bronce, tres furias abrieron las puertas , y com enzaron á descubrirse una mul­titud de pórticos medio arruinados, semejantes á las galerías subterráneas donde los sacerdotes de Egip to ocultaban los niónstruos que exponían á la adora­ción de los hombres. Los mugidos del incendio re­sonaban por el ámbito de las salas del edificio fa­t a l ; descolgábase en íi^ura de columna una llama o overde , azul y pajiza de las bóvedas abrasadas. A la enerada del primer vestíbulo la eternidad de los do­lores estaba tendida sobre una cama de h ie r ro , in-

en su favor; pero quando se le considem mas de cerca , descúbrese en él un abismo de baxeza y de hipccresía, y un odio monstruoso á la verdad.Tcí'y recta razón. Su delito empezó en el cielo con la creación del m undo ; blasfemó desde luego de las obras del O m nipo ten re ; quiso en su orgullo esta­blecer otro órden entre los ángeles y en el imperio de ia soberana sabiduría. Este fue el padre del ateís­m o , fantasma execrable, que el mismo Satanas no originó , y que llegó á hacerse amigo de la muerte en el instante que compareció en los infiernos. Mas aunque el dem onio de las falsas doctrinas se lison- gea y aplaude de sus luces , conoce sin embargo lo perniciosas que son á los mortales, y triunfa de ios males que causan sobre la tierra. Mas culpable que todos los demonios ju n to s , conoce su propia perversidad , y hace de ella un título de su gloria. Esta falsa sabiduría, ministro el mas distinguido de Satanas, habló de esta manera.

„ Monarca del infierno , vos sabéis que yo siem­pre me opuse á vuestra violencia. Q uando vuestras formidables legiones empezaron á retroceder por un efecto de sus propios estragos, creí desde luego no seria posible obteneros la victoria sin el razonamien­to y la dulzura de la persuasión. M e permitisteis volar á la ciudad del , último alcázar del geniode las Españas, para esparcir en ella aquellos prin­cipios que rpm pen los lazos de la sociedad y mi­nan sordamente la .base de los miperios. U n joven.

I Cadiz.

lOG-allardo ( i ) , se arrojó i mis b razos , gane su confian­z a , mojé su pluma en la hiel de la sátira y en el vene­no de la impiedad ; otros muchos héroes del cafe del alto A po lo , iniciados tiempo hacia en mis mis­terios buscaron mi amistad. Se multiplicaron los es­critos , iba desapareciendo el sistema m o r a l , los hombres entregados á su propia razón caminaban in ­sensiblemente ai ateismo amante de la muerte , y ene­migo de la esperanza. D istante de vuestros combates, cuyos resultados eran inc iertos , la A b e ja , el R e ­dactor , el Duende y el Conciso obligaban al E te rn o á no seguir en su obra otro sistema que el de su furor.

P ero la voz de la sabiduría tronó en lo alto del ciclo sobre mis designios. Triunfó la verdad , ras­góse el velo de la impostura, y al último esfuerzo de este vuestro fiel ministro siguióse la derroca mas completa de vuestro p o d e r , de vuestro saber y de vuestra astucia. T o d o se perdió , hasta la esperanza. Mis tramas fueron conocidas, vuestro coloso derri­bado. Arrojados con ignominia de la tierra , el an­ciano Pastor dví los cristianos vuelve á ocupar la au­gusta silla de sus predecesores, la cruz brilla con u n nuevo e sp len d o r , el virtuoso F ern an d o reyna en paz sobre el trono de sus ab u e lo s ; N apo leon vuelto á la nada que le dió el ser , rabia por salir quanto antes dcl m u n d o , y ocultarse de los vivientes en estas cavernas del o lv id o ; su orgullosa estatua ha caido con estruendo en la plaza de V en d ó m e (s ) ,

I A u to r del diccionario Cruico-Burksco»a P la za de París»

sobre sus fragmentos ha vuelto á levantarse el tro­no de S. Luis ; y esta antigua dinastía, enemiga im­placable de nuestra g lo r ia , será la m ayor vengadora de los perseguidores dcl Crucificado.”

C oncluido este d iscurso , un demonio liberal se presentó en medio de la asamblea, y dixo : , , Puesto que todo lo perdim os, vengan luego á participar de nuestra cruel desesperación los hermanos que que­dan en el m undo j sus obras sean abrasadas junto con las nuestras en estas hogueras eternas.” Amen^ respondieron to d o s , y al eco de esta terrible voz des­perté.

D isette ju s ti t ia m moniti : : : :C ayó la Constitución, ese último parto de la igno­

rancia y oigullo de los tiempos; triunfó la sana política, la verdad , la virtud , la religion y la justicia: F e r­nando V I I empuña el cetro de sus padres ; se aca­baron para siempre los males de la patria.

Vivat R ex in atermm.

Vaíencta : E n la Imprenta de Jos Yernos de José Esiéva/i^ f h z a ds S , Agustín* 1814.

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