Leymonie Transformaciones Necesarias 2013

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1 JULIA LEYMONIÉ La buena ensenanza en la educación superiór: transfórmaciónes necesarias 1 ‘’En el pasado, la educación adquiría muchas formas y demostró ser capaz de ajustarse a las cambiantes circunstancias, fijándose nuevos objetivos y diseñando nuevas estrategias. Pero… el cambio actual no es como los cambios del pasado. En ningún otro punto de inflexión de la historia humana los educadores debieron afrontar un desafío estrictamente comparable con el que nos presenta la divisoria de aguas contemporánea. Sencillamente nunca antes estuvimos en una situación semejante. Aún debemos aprender el arte de vivir en un mundo sobresaturado de información. Y también debemos aprender el aún más difícil arte de preparar a las nuevas generaciones para vivir en semejante mundo’’. Bauman (2008: 46) La toma de conciencia de que los docentes de la enseñanza superior deben formarse como tales es relativamente reciente. Solo hace tres o cuatro décadas que comienza a tomar forma en la cabeza de los académicos la idea de esta necesidad, lo cual se ve reflejado en el nacimiento de algunas publicaciones europeas y anglosajonas por los años 70. Bastante posteriormente aparece esta preocupación en algunas universidades de América Latina. En este artículo pretendemos aportar algunas reflexiones que ayuden a imaginar algunas soluciones a un problema que debería ser resuelto en forma colectiva. Parafraseando a Bauman, nunca antes las instituciones de enseñanza superior vivieron una situación semejante. Los nuevos escenarios educativos que se han ido conformando desde finales del Siglo XX y los desafíos que estos escenarios implican para la actividad docente en general, particularmente para la docencia superior, así lo exigen con premura. Es válido aclarar que, dadas las características peculiares del sistema educativo uruguayo, cuando en este artículo hablamos de enseñanza superior estamos incluyendo no solo a la enseñanza universitaria sino también a la que se desarrolla en las instituciones que forman docentes (maestros y profesores de enseñanza media) 2 . Es importante realizar esta aclaración puesto que la disciplina en la cual se centra este artículo, se denomina Didáctica Universitaria. Se trata de una didáctica especial que, desde nuestra perspectiva, es totalmente pertinente en su aplicación a la formación de los docentes que forman docentes, tal como se concibe la formación de cualquier otro profesional. 1 Este artículo está parcialmente basado en un trabajo publicado por la autora en Cuadernos del CLAEH: Leymonié, J. «Se nota que sabe pila… pero no le entiendo nada». Acerca de la necesidad de cambios en las aulas universitarias. Cuadernos del CLAEH, Nº 99, 2ª serie, año 32, 2009, pp. 63-79. 2 En nuestro país la formación de los docentes no se realiza en la universidad, como sucede en el resto del mundo, sino en instituciones de nivel terciario denominadas genéricamente institutos de formación docente.

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La universidad se ve enfrentada a importantes desafíos para mejorar la enseñanza. Existen altos porcentajes de deserción y de exámenes no aprobados. Los jóvenes están desconformes con la mayoría de sus docentes. Los docentes universitarios deben reflexionar y transformar sus modalidad de enseñanza. En este artículo pretendemos dar algunas pistas para responder a preguntas tales como: ¿Están los profesores universitarios en condiciones de encarar estos desafíos?, ¿Por qué necesario desarrollar una didáctica específica para la universidad: la Didáctica Universitaria?, ¿Cuál es el perfil deseable del profesor universitario del SXXI?

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  • 1 JULIA LEYMONI

    La buena ensen anza en la educaci n superir: transfrmacines necesarias1

    En el pasado, la educacin adquira muchas formas y demostr ser capaz de

    ajustarse a las cambiantes circunstancias, fijndose nuevos objetivos y diseando

    nuevas estrategias. Pero el cambio actual no es como los cambios del pasado.

    En ningn otro punto de inflexin de la historia humana los educadores debieron

    afrontar un desafo estrictamente comparable con el que nos presenta la divisoria

    de aguas contempornea. Sencillamente nunca antes estuvimos en una situacin

    semejante. An debemos aprender el arte de vivir en un mundo sobresaturado de

    informacin. Y tambin debemos aprender el an ms difcil arte de preparar a las

    nuevas generaciones para vivir en semejante mundo.

    Bauman (2008: 46)

    La toma de conciencia de que los docentes de la enseanza superior deben formarse como tales es

    relativamente reciente. Solo hace tres o cuatro dcadas que comienza a tomar forma en la cabeza de los

    acadmicos la idea de esta necesidad, lo cual se ve reflejado en el nacimiento de algunas publicaciones europeas

    y anglosajonas por los aos 70. Bastante posteriormente aparece esta preocupacin en algunas universidades

    de Amrica Latina. En este artculo pretendemos aportar algunas reflexiones que ayuden a imaginar algunas

    soluciones a un problema que debera ser resuelto en forma colectiva. Parafraseando a Bauman, nunca antes las

    instituciones de enseanza superior vivieron una situacin semejante. Los nuevos escenarios educativos que se

    han ido conformando desde finales del Siglo XX y los desafos que estos escenarios implican para la actividad

    docente en general, particularmente para la docencia superior, as lo exigen con premura.

    Es vlido aclarar que, dadas las caractersticas peculiares del sistema educativo uruguayo, cuando en este

    artculo hablamos de enseanza superior estamos incluyendo no solo a la enseanza universitaria sino tambin

    a la que se desarrolla en las instituciones que forman docentes (maestros y profesores de enseanza media)2. Es

    importante realizar esta aclaracin puesto que la disciplina en la cual se centra este artculo, se denomina

    Didctica Universitaria. Se trata de una didctica especial que, desde nuestra perspectiva, es totalmente

    pertinente en su aplicacin a la formacin de los docentes que forman docentes, tal como se concibe la

    formacin de cualquier otro profesional.

    1 Este artculo est parcialmente basado en un trabajo publicado por la autora en Cuadernos del CLAEH: Leymoni, J. Se nota que sabe pila pero no le entiendo nada. Acerca de la necesidad de cambios en las aulas universitarias. Cuadernos del CLAEH, N 99, 2 serie, ao 32, 2009, pp. 63-79. 2 En nuestro pas la formacin de los docentes no se realiza en la universidad, como sucede en el resto del mundo, sino en

    instituciones de nivel terciario denominadas genricamente institutos de formacin docente.

  • 2 JULIA LEYMONI

    Cules son los nuevos desafos para la enseanza superior? Las peculiares caractersticas de nuestras sociedades contemporneas, donde el papel del conocimiento es

    central, exigen que las autoridades educativas y los educadores en su conjunto, enfrenten el desafo de

    reconstruir el modelo educativo tradicional. Si la educacin para todos durante toda la vida (Delors, 1999),

    efectivamente se constituye en una prioridad a conseguir, los sistemas educativos, y sobre todo la universidad y

    los institutos de formacin docente, deben prepararse para semejante tarea

    En ese sentido Escotet (2002) en una conferencia pronunciada a principios de este siglo en la Universidad de

    Zacatecas sealaba que la universidad contempornea debe reconocer y actuar considerando una nueva

    racionalidad que comienza a emerger a consecuencia de la diversificacin y multiculturalidad de las

    sociedades, las modificaciones en las formas de comunicacin de informacin, el acceso masivo a las tecnologas

    en la vida cotidiana, la reduccin de la distancia entre lo pblico y lo privado.

    Hoy es imposible saber con precisin cules sern las tareas, los oficios y las carreras socialmente relevantes, no

    ya dentro de diez o veinte aos, sino de cinco, cuando los estudiantes que ingresan hoy a la universidad egresen

    como profesionales. Este es un fenmeno nunca antes visto por otras sociedades, fenmeno muy particular de

    la sociedad del conocimiento, la informacin y la globalizacin y que debe movernos, como profesores

    universitarios, a una profunda reflexin en cuanto a nuestras prcticas docentes.

    Medido en trminos de publicaciones de artculos cientficos existen algunas estimaciones del crecimiento

    acelerado de conocimientos en la poca actual en relacin a momentos histricos previos. De acuerdo a

    Appleberry, citado por Brunner (2000), se estima que para el 2020 el conocimiento se duplicar cada 73 das, en

    cambio demor 1750 aos en duplicarse por primera vez contando desde el comienzo de la era cristiana. Por

    otra parte el conocimiento no solo aumenta en cantidad, sino que tambin lo hace en complejidad. Esta

    complejidad obliga a la bsqueda de nuevos abordajes. Dice Morin (1999) que la hegemona de un tipo de

    conocimiento fragmentado en un conjunto de disciplinas reprime la posibilidad de relacionar las partes con el

    todo, perdindose la riqueza de conocer los objetos y los fenmenos dentro de los complejos contextos que los

    vinculan.

    Actualmente la preocupacin de los investigadores ya no est en la disciplina sino en el problema. El

    conocimiento ya no puede ser considerado monodisciplinario, tampoco es slo interdisciplinario; el

    conocimiento hoy en da se genera cada vez ms a travs en forma transdisciplinar. Es posible que en los

    discursos acadmicos se encuentre muy frecuentemente el reclamo y la adhesin hacia la transdisciplinariedad,

    hacia la complejidad. Sin embargo dado de que se trata de cambios paradigmticos, los cuales son lentos y

    difciles de transitar, la distancia entre la teora y las prcticas en el aula es an inmensa.

    Existen autores, entre los cuales Pineau (2013), quienes plantean la posibilidad de que los propios estudiantes

    universitarios construyan conocimiento en las aulas. El autor seala que la epistemologa transdisciplinar se

    construye poco a poco a travs de diferentes formas de conectar los conocimientos y agrega la necesidad de

    andamiar a los estudiantes para contribuir en esta construccin:

  • 3 JULIA LEYMONI

    la forma social de las interacciones cognitivas con colegas de otras disciplinas, aunque tambin

    y sobre todo otros actores de fuera de la universidad para trabajar en asociacin con problemas

    sociales ms all de las disciplinas: la pobreza extrema, el reciclaje o reconversin profesional, la

    crisis ecolgica, la forma de la reflexin metodolgica para construir nuevas aproximaciones que

    forjen nuevos vnculos entre la investigacin, los problemas de accin y nuevas formas de auto y

    co-formacin y, finalmente, la investigacin paradigmtica de base para superar el modelo

    disciplinario heredado, y que da forma todava en gran medida a la universidad (p. 9).

    El conocimiento, adems, ya no se produce exclusivamente en los mbitos acadmicos, sino que cada vez ms

    se origina en lugares muy cercanos a los lugares de aplicacin, ya sea en las empresas urbanas y agrarias o en las

    industrias. Tambin se ha modificado la forma en que circula el conocimiento, cada vez ms la difusin, el

    intercambio, e incluso la produccin, se realiza a travs de las redes electrnicas. Tampoco el aprendizaje es

    exclusivo de las instituciones formales de educacin. Longworth (2005) plantea el concepto de organizaciones

    de aprendizaje y seala que no solo en las escuelas y universidades se aprende; tambin las empresas, las

    asociaciones profesionales, las ciudades, incluso los pases, pueden sentir la necesidad de mejorar en base a

    nuevos aprendizajes. Una organizacin de este estilo crea oportunidades para que todas las personas que

    integran la organizacin amplen sus horizontes y desarrollen sus potenciales al mximo, integrando trabajo con

    aprendizaje: Una organizacin de aprendizaje aprende y reaprende constantemente para seguir siendo

    innovadora, inventiva, estimulante y activa en su campo (p. 45)

    Estos escenarios reclaman nuevos perfiles profesionales basados en la autonoma, el manejo flexible del

    conocimiento, la toma de decisiones, la capacidad de trabajo en equipo, la creatividad y la predisposicin hacia

    la formacin permanente. Estas son algunas de las caractersticas que esperamos que los estudiantes

    desarrollen en su paso por la educacin superior, ya sea la universidad o los institutos de formacin docente.

    Profundicemos en la idea de que los sistemas educativos tienen hoy en da la ineludible funcin de promover en

    las personas la necesidad, el deseo, de aprender durante toda la vida. Pineau (op.cit) seala que el aprendizaje

    no est nicamente vinculado a la educacin formal sino que se desborda antropolgicamente como actividad

    formativa del ser humano. Y esta actividad es un movimiento reflexivo, incluso de forma recursiva, formando un

    extrao bucle de la unidad humana con la diversidad, la heterogeneidad de lo no humano, los errores y las

    incertidumbres (p. 13).

    A los aspectos antes mencionados, que son ms universales, agregamos particularidades propias de nuestras

    sociedades latinoamericanas las cuales exigen que los jvenes estudiantes sean capaces de comprender y

    comprometerse con realidades y personas muy diversas en cuanto a sus necesidades, posibilidades, creencias y

    comportamientos. Es as que las instituciones de educacin superior en Amrica Latina se ven enfrentadas a una

    imprescindible y urgente reformulacin de sus programas de estudio, incrementando las oportunidades de

    transdisciplinariedad y abriendo sus puertas al mundo real, o, lo que es lo mismo, dejando entrar el mundo real

    a las aulas. En este marco se hace imperioso diversificar las metodologas de enseanza con las cuales se

    desarrollan los contenidos a ensear as como a incorporar nuevos contenidos, tales como la actitud cientfica, la

    tica profesional, la responsabilidad social, la solidaridad, el respeto por la diversidad, la creatividad.

  • 4 JULIA LEYMONI

    Estn nuestros profesores en condiciones de abordar estos desafos? Las investigaciones sobre innovaciones educativas muestran que el xito de cualquier iniciativa de cambio o

    reformulacin en proyectos educativos pasa por el compromiso del profesorado con dichos cambios

    (Aristimuo, 1991; Fullan, 2002; Amaya, 2003; Ezpeleta, 2004; Michavila, 2005, Margalef & Alvarez Mndez,

    2005). En un artculo de Marcelo et al. (2010) se presentan los resultados de una importante investigacin

    relacionada con el anlisis de la innovacin educativa en Espaa a partir de las percepciones de los propios

    docentes involucrados. Dentro de sus conclusiones los autores sealan que en la enseanza, los principales

    cambios aparecen en la utilizacin de nuevos materiales didcticos, en el tipo de tarea que se asigna al

    alumnado, en la forma de presentar la informacin y en las relaciones entre docentes y estudiantes. Estos

    cambios, de acuerdo al mencionado estudio, impactan favorablemente en el desarrollo de procesos cognitivos

    de nivel superior, en la mejora en las destrezas en el manejo de instrumentos, en la capacidad de comunicar

    ideas y experiencias y en la mejora de la responsabilidad del estudiantado sobre su propio aprendizaje y sus

    iniciativas.

    Es un hecho constatado por innumerables investigaciones (Carretero, 1996; Pozo & Carretero, 1987; Pozo &

    Gmez Crespo, 2001) que las personas suelen ser resistentes a los cambios en la medida que estos no sean

    vistos como necesarios y tiles. Es natural que no alcance con presentar evidencias en contra de unas ciertas

    ideas, para hacerlas cambiar. En la Historia de la Ciencia podemos encontrar muchos ejemplos de teoras en

    conflicto con los datos de la realidad, y que sin embargo, perduraron largo tiempo antes de caer y ser

    sustituidas.

    Las investigaciones sobre el cambio conceptual muestran una analoga interesante entre las teoras cientficas y

    las teoras ingenuas o de sentido comn que son elaboradas por las personas, simplemente a partir de sus

    vivencias (Rodrguez Moneo, 1999). En ese sentido se han recogido muchas evidencias acerca de los puntos de

    vista de los profesores, verdaderas teoras, sobre la enseanza y el aprendizaje, las cuales probablemente

    sean obstculos formidables que hay que vencer para conseguir un cambio en sus formas de ver, concebir y

    practicar la enseanza universitaria (Medina, 1999; Campanario, 2003; Snchez, 2005; De Vicenzi, 2009; Feixas,

    2010; Lynch et al., 2012). Es, por lo tanto, muy difcil pretender que se cambie una forma personal de ver el

    ensear y el aprender (teora ingenua), si no se proponen teoras alternativas, que den cuenta de todo lo que

    anteriores teoras ya explicaban, pero que, adems, sean capaces de explicar nuevos fenmenos, y con mayor

    profundidad: nuevas propuestas que resulten fructferas a la hora de ser implementadas.

    En nuestro trabajo de formacin docente en la universidad solemos recoger muchas de estas concepciones

    avaladas por la literatura. Por ejemplo, los profesores suelen creer que el aprendizaje es una consecuencia de la

    enseanza, y que, por lo tanto, si se ensea bien, necesariamente los estudiantes deben aprender; y si no lo

    hacen es porque no estudian o porque no les da. Zabalza (2007, p.492) lista ordenadamente algunas de estas

    creencias:

    Que a ensear se aprende enseando

    Que para ser buen profesor basta con ser buen investigador

  • 5 JULIA LEYMONI

    Que aprender es una tarea que depende exclusivamente del alumno. Los profesores se deben dedicar a

    ensear (explicar) los temas. Si aprenden o no es cosa que los alumnos deben resolver por su cuenta y

    bajos su responsabilidad.

    Que una universidad es de calidad no tanto por las clases que imparte como por los recursos de que

    dispone: laboratorios, bibliotecas, ordenadores, etc.

    As como la investigacin en la universidad se desarrolla necesariamente en un espacio de abierto intercambio y

    se nutre de interacciones y cruces de influencias, avanzando hacia la construccin de nuevos conocimientos, la

    actividad docente, en cambio, suele desarrollarse en un mbito privado y reviste un alto grado de

    discrecionalidad qu ocurre detrs de la puerta del saln de clase? es una pregunta difcil de responder para

    cualquiera que se encuentre del lado de afuera.

    Es en la universidad donde se desarrolla la formacin de los futuros cientficos, tcnicos y profesionales del pas,

    por lo cual la enseanza est fuertemente impregnada por una ancestral tradicin cientfico-acadmica de cada

    campo disciplinar y la docencia, muy devaluada. En este mbito, qu sentido y qu implicancias podra llegar a

    tener pensar la enseanza desde el campo de lo didctico? En nuestro trabajo hemos recogido repetidas veces

    la opinin de que la didctica es buena para la enseanza primaria y media, pero en la universidad ya no hace

    falta. De alguna manera esta concepcin se relaciona con lo que Carlos Vasco, colombiano, catedrtico de

    matemtica3, llama dogma fundamental de la docencia universitaria": Para ensear muy bien mi disciplina, es

    necesario y suficiente saberla muy bien.

    En nuestra experiencia en la formacin docente constatamos permanentemente los hallazgos de las

    investigaciones antes referidas percibiendo que en el imaginario docente universitario se encuentra instalada la

    idea de que son muchos los docentes que saben bien sus materias, se destacan en sus campos profesionales y

    son buenos investigadores, por lo tanto ensean bien, sin que nadie les haya dicho como hacerlo, aprendiendo

    por ensayo y error y a partir de sus propias biografas escolares. Esto los lleva a la conviccin de que la

    formacin didctica es prescindible. Sin embargo, al decir de Herrn Gascn (2001: 12) los hechos no siempre

    revelan la profundidad de la realidad que parcialmente reflejan. La realidad nos muestra las dificultades que los

    estudiantes tienen hoy en da para transitar sus carreras universitarias en nuestro pas, tanto a nivel pblico

    como privado. El alto porcentaje de desercin, sobre todo en los primeros aos de la carrera, las dificultades

    para aprobar sus exmenes en el primer intento, el alto porcentaje de estudiantes que no realizan sus carreras

    en los tiempos establecidos, son indicadores que permiten inferir que la enseanza no est a la altura de las

    necesidades reales del estudiantado. (Goyeneche, 2001; Boado, 2005; Boado, 2010; Custodio, 2010; CINDA,

    2011).

    En forma similar podemos sealar que los institutos de formacin docente, mbitos donde se forman los futuros

    maestros y profesores de educacin media, tienen planteles docentes (egresados de institutos de formacin

    docente y profesionales) que carecen de formacin docente especfica para las carreras que en ellos se

    imparten, con lo cual suponemos un panorama similar al que se produce en las aulas universitarias, donde se

    privilegia la idea de que para ensear es suficiente conocer la asignatura. No existe una formacin especfica

    3 Profesor de la Universidad Javeriana de Cali, Colombia.

  • 6 JULIA LEYMONI

    para la formacin de los formadores. La pregunta cmo debera ser una formacin para los formadores de

    futuros docentes?, an carece, en nuestro medio, de respuestas suficientemente convincentes. Tambin en los

    Institutos de Formacin Docente los indicadores de dificultades para cursar los primeros aos, la desercin,

    reprobacin y longitud de la carrera muestran la misma realidad que en la universidad (CINDA, op.cit; CIFRA,

    2012).

    Se observa que estos datos de la realidad no estn siendo considerados por los docentes de la educacin

    superior quienes, en general, suelen adherir a soluciones mecnicas o meramente tcnicas, impregnadas de

    tradiciones, normas o prcticas muy arraigadas. En las comunidades acadmicas prevalece la creencia de que el

    conocimiento didctico es producido slo por los especialistas que se dedican a la didctica, siendo transferida

    a los profesores comunes en forma de tcnicas, mtodos y objetivos a la manera de un producto ya terminado

    que llega al aula listo para ser aplicado. Los docentes de la enseanza superior suelen asociar el concepto de

    didctica al de metodologas de enseanza. Esta idea simplista del papel de la didctica convive a veces, casi

    siempre en forma implcita, no declarada, con modelos ms actualizados que reconocen a la didctica como una

    disciplina que se ocupa de pensar el ensear y el aprender, trascendiendo el cmo hacerlo. De cualquier

    modo, aun cuando en las comunidades docentes se han removido algunas tradicionales concepciones, el

    modelo de enseanza tecnicista y pragmtico sigue conservando su papel hegemnico en las instituciones de

    enseanza superior.

    Por qu es necesario desarrollar una Didctica Universitaria?4 Trataremos de responder esta pregunta comenzando por mencionar algunos de los problemas con los cuales se

    enfrenta la enseanza universitaria en el momento actual.

    En primer lugar consideremos la masividad y la diversidad. En los ltimos aos se ha visto notoriamente

    incrementado el acceso a la educacin en general, y como consecuencia, tambin a la educacin superior. Se

    trata de poblaciones de jvenes provenientes de ambientes sociales y culturales cada vez ms diversos, con

    formaciones, expectativas e intereses muy variados, lo que ha llevado al profesorado universitario a verse

    interpelado por situaciones de enseanza cada vez ms complejas. Este es uno de los principales desafos de la

    universidad en estos tiempos. El mismo fenmeno puede percibirse en los institutos de formacin docente.

    En segundo lugar pensemos en las finalidades de la enseanza superior. En la universidad, al igual que en los

    institutos de formacin docente, se forman profesionales. Esto implica considerar un conjunto de componentes

    particulares que se derivan de los objetivos de dichas instituciones: demandas de la sociedad y de las

    profesiones, intenciones educativas, contexto situacional, saber disciplinar y sus vinculaciones con el saber

    prctico, recursos, caractersticas de los estudiantes, entre otros. En el Informe Europeo sobre Modernizacin de

    la Educacin Superior (junio 2013)5 se afirma que los sistemas de educacin superior son piezas clave para

    garantizar la construccin de sociedades democrticas en cuanto estimulen en los estudiantes la confianza en

    4 Internacionalmente esta es la denominacin usada para esta disciplina. En nuestro pas la hacemos extensiva a las instituciones de formacin docente aunque las mismas no pertenecen al sistema universitario. 5 Report the European Commission on Improving the quality of teaching and learning in Europes higher education institutions. Junio 2013. http://ec.europa.eu/education/higher-education/doc/modernisation_en.pdf

  • 7 JULIA LEYMONI

    sus propias capacidades creativas y los animen a participar comprometidamente en la comunidad y a desarrollar

    sentido de responsabilidad tica. Las buenas prcticas de enseanza y los entornos generadores de aprendizajes

    deberan facilitar la comprensin de que el aprendizaje es un fenmeno de toda la vida que exige una

    permanente actitud de curiosidad y compromiso. Todos estos aspectos deben ser considerados por el profesor

    con el fin de proporcionarles coherencia, pertinencia y significatividad.

    En tercer lugar sealemos la especificidad del conocimiento disciplinar que se desarrolla en las distintas carreras

    universitarias y de formacin docente, lo que agrega un grado ms de complejidad al problema de la enseanza

    superior.

    Mencionemos ahora algunas razones que proporciona Zabalza (2005) por las cuales se hace necesaria una

    didctica para la enseanza superior. Una primera razn es bastante obvio: ensear en la universidad es

    sustancialmente diferente a ensear en otros niveles del sistema educativo, dados el contexto de formacin, los

    propsitos formativos y la naturaleza del conocimiento a ensear. Otra razn remite a la idea de que aprender a

    ensear no depende de la prctica. Es decir que la experiencia docente, la antigedad en el dictado de cierta

    materia, no hacen de aquel docente, un buen docente. Esta es una idea fuertemente arraigada en el

    profesorado, y suele escucharse demasiado frecuentemente este tipo de comentario en boca de conocidos

    profesores: ya hace 20 aos que enseo en la Facultad, no creo que tenga nada nuevo que aprender. Muchas

    veces estos docentes ven cmo sus clases quedan desiertas una vez que se pasa la lista, u obtienen muy bajos

    porcentajes de aprobacin en sus cursos. Y an as no logran establecer una relacin directa entre sus ideas

    sobre la enseanza y los resultados de la misma. Una enseanza no produce conocimiento didctico, ms bien

    instala rutinas.

    La didctica es el campo disciplinar que se ocupa de estos problemas, se trata de una ciencia que orienta la tarea

    del docente, aportando teorizaciones sobre las prcticas de enseanza considerndolas en los contextos socio

    histricos en los que ellas se desarrollan. Las prcticas de enseanza presuponen una identificacin ideolgica

    que hace que los docentes estructuren ese campo de una manera particular y realicen un recorte disciplinario

    personal, fruto de sus historias, perspectivas y tambin limitaciones. Los y las docentes llevan a cabo las prcticas

    en contextos que las significan y en donde visualizan planificaciones, rutinas y actividades que dan cuenta de este

    entramado (Litwin, 1999: 94 95).

    Resulta entonces indiscutible la necesidad de constituir un campo didctico particular, que d cuenta y aborde

    stos y otros problemas especficos de la enseanza en el aula universitaria. Dice Daz (2001: 64 65) que, a

    pesar de reconocer esta necesidad, con demasiada frecuencia, la Didctica como ciencia de la enseanza no

    es advertida, ni aplicada por los docentes universitarios Parece que una gran parte de la comunidad

    acadmica ensea las ciencias sin conocer la ciencia de cmo se ensea.

    Como ltima reflexin de este apartado recordemos a Herrn Gascn (op.cit) cuando plantea que, si bien la

    Didctica Universitaria es actualmente un ncleo disciplinar reconocido dentro del campo de la Didctica, se ha

    desarrollado con bastante dilacin respecto a otras didcticas especiales. Atribuye este retraso a que es el nico

    caso en que la comunidad acadmica de referencia se ha planteado la interrogante acerca de la necesidad de su

    existencia: la mayora de los docentes de la enseanza superior, afortunadamente cada vez menos, no creen

  • 8 JULIA LEYMONI

    necesario adquirir un conocimiento didctico. Ni los profesores universitarios ni los formadores de docentes

    suelen recibir una formacin especfica para aprender a ensear. Se parte de la base de que aquel que no

    domina su materia, no es capaz de ensearla bien, luego, los docentes que saben sus materias las ensean bien

    sin necesidad de que alguien les haya dicho cmo hacerlo, aprendiendo por ensayo y error o aplicando modelos

    didcticos adoptados de su propia historia escolar. Si esto es as, resulta que la formacin didctica es superflua.

    Lo es?

    En qu momento histrico comienza a surgir la idea de una didctica

    especial para la universidad? Es esta una preocupacin reciente? Es interesante advertir que la propia palabra didctica tiene su origen

    etimolgico en un vocablo del griego antiguo, (didaktiks) que significa perteneciente a la

    enseanza. Desde sus orgenes la didctica se ubica en el terreno de las prcticas de enseanza, si bien los

    antiguos maestros griegos, Scrates, Platn, Aristteles y sus discpulos no hablaban de una ciencia didctica,

    pero desarrollaban interesantes y especficas estrategias para ensear en espacios especialmente destinados a

    lo que hoy llamaramos enseanza superior: la mayutica en el gimnasio de Scrates, la dialctica en la

    academia de Platn y la discusin cientfica en el liceo de Aristteles. Muy posteriormente, ya en la edad media,

    surgen como instituciones de enseanza superior las universidades (del latn universitas = todo, totalidad,

    entero) donde el mtodo escolstico implicaba la especulacin filosfica como aproximacin al conocimiento

    verdadero. Civarolo (2008) citado por Grisales Franco (2012) seala que las formas de enseanza que se

    privilegiaban en la poca eran la lectio, la quaestio y la disputatio. Un rpido repaso sobre estas tres tcnicas nos

    hace preguntarnos en qu momento y porqu se perdi la riqueza de su uso en la universidad de los ltimos

    tiempos. El conjunto de sus propuestas apelan a la lectura de un texto relevante, y su comentario por parte del

    profesor (lectio), como consecuencia del cual se presentaban problemas o asuntos interesantes que surgan de

    la misma (quaestio) y finalmente se instalaba el momento de la disputa, durante el cual los alumnos proponan

    sus opiniones a travs de las cuales deban demostrar y aplicar los conocimientos adquiridos a partir de la

    lectura y su interpretacin (disputatio). Esta ltima instancia podra considerarse una oportunidad de construir

    conocimiento en el aula. De alguna manera hoy, desde las de estrategias de enseanza que se apoyan en el

    constructivismo se rescatan aquellas viejas tcnicas.

    Segn Grisales Franco (op.cit.) probablemente el trmino didctica se comienza a perfilar a partir de un

    manual de teora y mtodo educativos denominado Didascalicon6, publicada en 1120. La autora seala que en

    esta obra es posible detectar la emergencia explcita del vnculo entre los conocimientos y el mtodo para tratar

    dichos conocimientos en la enseanza superior, mtodos que en esencia eran los mtodos para acercarse al

    conocimiento (p.207).

    El concepto de didctica como mtodo universal fue propuesto por Comenio en su famosa obra Didctica

    Magna (1632) tal vez influido por las ideas de la revolucin cientfica donde el mtodo garantizaba la

    posibilidad de validar los conocimientos cientficos en el contexto de la modernidad: el eje fundamental que

    6 Escrita por un telogo alemn llamado Hugo de San Vctor (1096 1141).

  • 9 JULIA LEYMONI

    sostiene la propuesta de Comenio es alrededor del mtodo, como una manera de otorgar cientificidad a la

    enseanza en la escuela y alcanzar los resultados esperados de la misma (Grisales Franco, op.cit., p. 207). La

    didctica de Comenio no estuvo pensada para la enseanza superior. Comenio consideraba suficiente para

    ensear en la universidad que los profesores fueran eruditos en su materia, y capaces de trasmitir su sabidura.

    En la poca moderna la concepcin de enseanza superior estuvo signada por las ideas de la Ilustracin, en

    cuanto a su naturaleza acadmica, investigativa y enciclopdica.

    A principios del siglo XX, sobre todo en el marco de las universidades alemanas, comienzan a emerger desde la

    academia ciertos trminos como pedagoga universitaria, pedagoga acadmica, didctica universitaria, usados

    casi como sinnimos, los cuales evidencian las primeras preocupaciones en torno a la enseanza superior. Se

    conceba al profesor universitario en el doble rol de investigador y enseante: se trata de un cientfico que

    ensea su materia y motiva a sus discpulos a captar el significado de los saberes, reafirmando el carcter

    acadmico de la enseanza universitaria. Las discusiones en torno a las caractersticas de la enseanza en la

    universidad se ampliaron por toda Europa y, en la segunda mitad del siglo XX, alcanzaron tambin los mbitos

    acadmicos iberoamericanos, desarrollndose lentamente la idea de la pedagoga y/o la didctica universitaria

    como teoras especiales para orientar la enseanza superior. Simultneamente fue surgiendo el concepto de

    especificidad disciplinar, una vez que tambin fueron diferencindose las disciplinas y adquiriendo valor, en el

    campo didctico, el conocimiento disciplinar. Todas las disciplinas se ensean de la misma manera? Cul es el

    vnculo entre los contenidos a ensear y las formas de construccin del conocimiento disciplinar? Reflexiones

    sobre estas y otras preguntas similares llevaron a la construccin del concepto de didcticas especficas.

    En el momento actual, siguiendo a Bolvar (2005), aceptamos la existencia de tres niveles en la ciencia didctica:

    la didctica general, cuyo objeto de estudio es el proceso de enseanza en general en el marco de la institucin

    educativa, la didctica especial, que surge de considerar distintos niveles educativos, los tipos de escuela,

    caractersticas particulares de los estudiantes, materias. Dentro del grupo de las didcticas especiales se

    encuentra el de las didcticas especficas, en forma relevante y diferenciada y que se refieren particularmente a

    la enseanza de los contenidos disciplinares. Dentro de este esquema queda por fuera la enseanza en

    contextos no formales, para la cual probablemente podramos pensar en la construccin de didcticas

    especiales.

    Con respecto a la Didctica Universitaria consideramos que ella se inscribe dentro de las didcticas especiales

    sealadas por Bolvar, ya que se encuentra particularmente comprometida con el abordaje de la enseanza de

    los futuros profesionales, no solo en los aspectos puramente acadmicos, sino en el desarrollo de valores y

    competencias particulares que hagan del estudiante un individuo crtico y comprometido con su realidad socio

    histrica, en el marco de su labor. En el contexto francfono estas temticas suelen inscribirse dentro de la

    Pedagogie Universitaire y en el contexto anglosajn se asocian a los temas de teaching and learning in Higher

    Education. Segn seala Bolivar (op.cit., p. 14), dado que los anglosajones atribuyen al trmino didactics un

    significado totalmente distinto al nuestro, es vlido traducir pedagogical por didctico.

  • 10 JULIA LEYMONI

    Sea cual sea la disciplina en la que se enmarque es evidente que, en los ltimos aos, la investigacin didctica

    ha desarrollado un rea particular cuya preocupacin radica en la formacin de los docentes de la enseanza

    superior.

    Si nos referimos al contexto francfono nos interesa referir a De Ketele (2010) cuando define el campo de la

    pedagoga universitaria como un sistema de interacciones mltiples, las cuales resume en el siguiente cuadro7:

    El anlisis de este cuadro nos remite al concepto de didctica universitaria que estamos tratando de construir.

    Se trata de un sistema donde cada uno de sus componentes no puede ser estudiado en forma aislada y se ven

    atravesados por dos dimensiones. La primera es diacrnica y se refiere al desarrollo de los procesos de

    enseanza y de aprendizaje que suceden en el aula, as como a los saberes que all se instalan y construyen. La

    segunda dimensin es sincrnica y hace referencia a los factores externos e internos a la institucin, pero que

    impactan directamente en el currculo, los procesos de aula y los resultados del aprendizaje.

    De Ketele seala que a pesar de su reciente desarrollo, solo 4 o 5 dcadas, la pedagoga universitaria es ya

    objeto de miles de contribuciones (congresos, artculos, libros) que dan cuenta de los problemas que preocupan

    a las instituciones de enseanza superior y a sus actores. Dentro de las mismas la mayora proviene del mundo

    anglosajn, en la lnea de la denominada higher education. En el contexto iberoamericano, la nomenclatura

    seleccionada ha sido didctica universitaria, y tanto en Espaa y Portugal como en Amrica Latina, se han

    desarrollado numerosas publicaciones que dan cuenta de experiencias e investigaciones en las aulas

    universitarias, e incluso existen instituciones que comienzan a exigir una cierta formacin para acceder a la

    7 Traduccin libre y adaptacin de la autora

  • 11 JULIA LEYMONI

    carrera docente. Sin embargo percibimos que an estamos lejos de que la necesidad de estudiar para ensear

    sea un factor indispensable para constituirse en docentes en la enseanza superior.

    Prez Gmez, citado por Daz (op.cit: 67) seala que la ausencia de una "ciencia didctica" vigorosa,

    contextualizada, investigada cualitativamente y ejercitada con propiedad explica parte de los desatinos,

    superficialidades, rutinas e incertidumbres en la mayora de los profesores.

    Ahora bien, teniendo presente que el origen etimolgico de la palabra didctica implica la idea de un tipo de

    conocimiento prctico, acordamos con Zabalza (2007, op.cit) que hablar de didctica es hablar de enseanza.

    Agreguemos, con el aval de De Ketele (op.cit.) que didctica es tambin hablar de aprendizaje, tal como

    desarrollaremos ms adelante. En este artculo Zabalza propone partir de la base de que la docencia es un

    componente fundamental en la formacin de los estudiantes, y que la buena docencia marca diferencias entre

    una universidad y otra, y entre un profesor y otro, concepto que no est totalmente aceptado por la comunidad

    acadmica universitaria. En este escenario la Didctica Universitaria se constituye en el espacio de teora y no

    solo de prctica, que le permite al docente comprender mejor sus propias acciones didcticas y poner en

    marcha procesos capaces de mejorar la enseanza.

    En el momento actual, como ya mencionamos, se ha comenzado a generar conocimiento didctico del nivel

    superior, sin embargo ste no es suficiente. Existe mucha ms prctica docente que conocimiento sobre esa

    prctica. El hecho de que los docentes de la enseanza superior no reciban una formacin especfica para

    ensear en el nivel determina que las prcticas docentes en la universidad se reproduzcan en forma rutinaria:

    modelos que se copian, se imitan, se trasmiten a las nuevas generaciones de docentes. Es indispensable generar

    la necesidad de que los docentes piensen sobre su enseanza, construyendo conocimiento prctico y

    situacional. La socializacin del anlisis de las prcticas a travs de las visitas entre pares, la retroalimentacin de

    estudiantes y ayudantes, sistematizacin y publicacin de experiencias didcticas, trabajo de coordinacin en

    grupos docentes, deberan constituirse en dinmicas que hagan posible la visibilidad de las acciones docentes

    (Zabalza, 2007, op.cit.). Esta es la forma cmo entendemos el desarrollo de una ciencia didctica para la

    enseanza superior.

    Cul es el perfil deseable del profesor universitario para el SXXI? Visto este panorama creemos que, adems de sus conocimientos tericos y tcnicos, obviamente

    imprescindibles, los profesores deberan desarrollar otros saberes y otras capacidades relacionadas con el

    conocimiento didctico de la disciplina que ensean. Tambin es necesario que consideren valores

    pertenecientes a distintos universos y que renueven y acomoden continuamente su conocimiento profesional y

    sus prcticas docentes. Segn Imbernn (1994) la funcin docente podra pensarse desde dos tipos de tareas: el

    docente como mediador en el marco de los procesos de enseanza y de aprendizaje; y el docente como

    conocedor del campo disciplinar. Estas tareas estn situadas en un contexto social, cultural e histrico que le da

    significado a la labor docente. Dentro de sus diez recomendaciones sobre la formacin profesional docente de

    alto nivel, Perrenoud (2001) agrega la necesidad de que el docente sea capaz de realizar una transposicin

    didctica fundada en el anlisis de las prcticas y de sus transformaciones.

  • 12 JULIA LEYMONI

    El siguiente cuadro pretende resumir el perfil delineado en las ideas anteriormente planteadas (Fiore &

    Leymoni, 2007: 259):

    Un anlisis del cuadro nos permite identificar un conjunto de saberes y capacidades que interactan entre s

    confluyendo en un ncleo duro (9) que consideramos fundamental para definir el buen desempeo docente.

    Este ncleo esta constitudo por las capacidades del docente para utilizar los resultados de las investigaciones

    didcticas, de investigar por s mismo sus propias prcticas y de innovar y ser creativo. Estas son capacidades

    que promueven los vnculos entre la enseanza y la investigacin acadmica, convirtiendo la enseanza en una

    actividad de carcter cientfico, interesante y motivadora para el docente.

    En el cuadro se observa un cierto orden en el conjunto de saberes y capacidades. Es imprescindible que los

    docentes manejen con solvencia el conocimiento disciplinar y sean capaces de generar conocimiento prctico

    sobre la disciplina que ensean. Qu significa Conocer la disciplina a ensear (1)? No implica solo el

    conocimiento factual y procedimental, tambin incluye conocer la naturaleza epistemolgica y el proceso

    histrico de construccin de los conocimientos que ensea. Esta solvencia le permitir Generar conocimiento

    prctico sobre lo que ensea (2) y Cuestionar su pensamiento docente (3) que proviene de las prcticas del

    sentido comn. La Adquisicin de conocimientos tericos y prcticos sobre la enseanza y el aprendizaje de su

    disciplina (4) implica formacin y actualizacin permanente sobre conocimientos que le ayudarn a desarrollar

    un espritu crtico acerca de su enseanza, repensar el cmo ensear, despegarse de la rutina, en suma Criticar

    con fundamentos su enseanza habitual (5). Tambin la formacin docente le permitir Planificar(6),

    Orientar las actividades de sus estudiantes(7) y Evaluar (8).

  • 13 JULIA LEYMONI

    Para alcanzar un buen desarrollo de este perfil docente, deseable en nuestras universidades del siglo XXI, los

    profesores necesitan una educacin profesional que sea continua, actualizada, reflexiva, analtica y

    transformativa, y que tenga impacto no solo en sus acciones sino tambin en sus creencias y sus valores.

    La postura desde donde el profesor interpela a la teora se conforma a partir de las concepciones y creencias

    que provienen de la prctica docente, y desde las exigencias del contexto en el cual se desarrolla su enseanza.

    Es desde este lugar que el profesor debera acercarse a su campo epistmico y preguntarse sobre los supuestos,

    los mtodos, los instrumentos que para pensar se ha dado su disciplina, incluso sobre la propia historia de la

    misma. Estos asuntos no suelen ser transitados, ni en la formacin docente, si la hay, ni en el ejercicio de la

    docencia y sin embargo subyacen y marcan fuertemente las practicas de enseanza. Deberan, entonces,

    visibilizarse mejor ya que permiten re significar las acciones didcticas, amarrndolas en la disciplina que se

    ensea.

    Cul es el papel de la motivacin en la universidad? No es habitual que en la Universidad se consideren los aspectos motivacionales que movilizan (o no) a los

    estudiantes. Tradicionalmente la motivacin ha estado ausente en la perspectiva de los docentes universitarios.

    Se suele admitir que el estudiante que accede a la universidad es un adulto autnomo en la toma de decisiones

    que ingresa motivado por la eleccin de una determinada carrera. Frases como no vienen obligados, es la

    carrera que eligieron o si llegaron ac es porque pueden, suelen ser escuchadas entre los profesores de la

    universidad. Estos juicios forman parte del conjunto de creencias que el profesorado universitario sostiene sobre

    el comportamiento de sus estudiantes, determinando que la motivacin no forme parte de los planes de clase.

    Es por eso que, en general, a los docentes de la universidad se les hace muy difcil comprender y aceptar que los

    factores motivacionales influyen poderosamente en el aprendizaje de los estudiantes. Como ya hemos

    comentado anteriormente predomina la creencia generalizada de que la buena enseanza produce buenos

    aprendizajes, y que para que se produzca buena enseanza, alcanza con que el profesor maneje los contenidos

    en profundidad.

    Veamos cul es el papel que se le atribuye a la motivacin en el aprendizaje de las personas, y, por lo tanto,

    cmo atender este aspecto a la hora de pensar en las formas de ensear.

    El psiclogo educacional David Ausubel desarroll, en los aos 60 el concepto de aprendizaje significativo:

    Hemos hecho hincapi en que la adquisicin de informacin nueva depende en alto grado de las ideas

    pertinentes que ya existen en la estructura cognoscitiva y que el aprendizaje significativo de los seres humanos

    ocurre a travs de una interaccin de la nueva informacin con las ideas pertinentes que existen en la estructura

    cognoscitiva. El resultado de la interaccin que tiene lugar entre el nuevo material que se va a aprender y la

    estructura cognoscitiva existente constituye la asimilacin de significados nuevos y antiguos para formar una

    estructura cognoscitiva ms altamente diferenciada. (Ausubel, 1998: 70-71).

    La interaccin entre el nuevo conocimiento y el ya existente implica un esfuerzo intencionado del que aprende,

    quien se compromete afectivamente con el aprendizaje, por establecer los nexos que den significatividad al

    proceso. Es necesaria una disposicin personal del aprendiz hacia la integracin sustancial de la nueva

  • 14 JULIA LEYMONI

    informacin disponible. A su vez sta debe aparecer en un formato apropiado para el aprendizaje de ese sujeto,

    cercano a su estructura cognoscitiva. Es as que los textos, las actividades, las tareas, los conceptos presentados

    por el docente deben poseer una estructura interna organizada, seguir una secuencia, un cierto orden, que sea

    susceptible de dar lugar a la construccin de significados para esos estudiantes particulares, en el marco de esa

    disciplina en particular. Es decir, importa no slo el contenido, sino la forma en que ste es presentado (Fiore &

    Leymoni, op. cit.).

    Dice Ausubel (op. cit.: 50) que La adquisicin de significados como fenmeno natural ocurre en seres humanos

    especficos, y no en la humanidad en general. Por consiguiente, para que ocurra realmente el aprendizaje

    significativo no basta con que el material nuevo sea intencionado y sustancialmente relacionable con las ideas

    correspondientes y pertinentes () es necesario tambin que tal contenido ideativo pertinente exista en la

    estructura cognoscitiva del alumno en particular. Es necesario que el estudiante est en condiciones de poder

    conectar sus ideas pre existentes, con las nuevas que se le ofrecen, para lo cual su estructura cognitiva debe

    contener ideas inclusoras al respecto. El docente preocupado por promover aprendizajes significativos en sus

    estudiantes, debera considerar entonces, por lo menos dos aspectos, cuando planifica sus clases: la naturaleza

    del material didctico que va a ofrecer y la naturaleza de la estructura cognitiva del estudiante que va a

    aprender a partir del material didctico ofrecido.

    En el aula universitaria existe tambin una compleja trama de intercambios comunicacionales que influyen

    fuertemente en el significado que los estudiantes y los docentes le atribuyen a las tareas acadmicas, incidiendo

    sin lugar a dudas, en los resultados de los aprendizajes de los estudiantes. La motivacin, el inters, la ansiedad,

    o el miedo de los estudiantes a la hora de abordar las actividades acadmicas no es, en general, objeto de

    reflexin profunda por parte de los docentes en la universidad. Si la comunicacin que se desarrolla entre ellos

    est directamente vinculada a sus intereses, el conocimiento circular en un contexto adecuado de negociacin

    cuyo efecto ser la produccin de aprendizajes significativos. En cambio si lo que se convalida son nicamente

    las prcticas docentes tradicionales propias de cada disciplina, minimizando la consideracin de los aspectos

    antes desarrollados, la calidad de los aprendizajes en la universidad seguir constituyendo un problema sin

    resolver.

    Cmo son las buenas clases en la universidad? En el ao 2006 se public un interesante estudio acerca de las buenas prcticas de profesores universitarios de

    EEUU. Su autor, Ken Bain, es un profesor de historia interesado por la calidad de la enseanza universitaria, que

    en determinado momento de su carrera necesit seleccionar muy buenos profesores. Este hecho coyuntural

    gener en l la necesidad de profundizar y registrar sus experiencias y reflexiones al respecto. La investigacin

    realizada por Bain (2006) muestra que los mejores profesores de la universidad mantienen con sus estudiantes

    una relacin basada en la confianza que el profesor deposita en el alumno y que se materializa en la certeza de

    que todos los alumnos desean y quieren aprender y que, hasta que no se demuestre lo contrario, pueden

    hacerlo. Los docentes universitarios, de acuerdo a la referida investigacin, no slo lo creen sino que adems lo

    hacen saber a sus alumnos puesto que lo comunican ampliamente. Es decir que los mejores profesores creen

    que la mayora de los estudiantes pueden aprender, y buscan formas que ayuden a todos a conseguirlo. Se

  • 15 JULIA LEYMONI

    preguntan cmo animar a los estudiantes a pensar en voz alta y cmo crear una atmsfera no amenazadora en

    que puedan hacerlo. Buscan y aprecian el valor individual de cada estudiante.

    Tambin se constata que los mejores profesores establecen estndares altos y muestran una gran confianza en

    la capacidad de los estudiantes para lograrlos. Son muy exigentes pero proporcionan oportunidades para revisar

    y mejorar un trabajo antes de ser calificado. Estimulan el aprendizaje a partir de los errores en el proceso.

    En una investigacin sobre buenas prcticas de profesores estudiadas en clases de bachillerato y de los primeros

    aos de la universidad, en el rea de la Biologa realizada en Uruguay (Leymoni & Fiore, 2008), se observ que

    los buenos profesores desarrollan situaciones de aprendizaje desafiantes para el alumno y al mismo tiempo

    seguras, en cuanto que el alumno percibe que tiene un cierto control sobre las mismas. As, a pesar de que las

    actividades son abiertas, los profesores marcan su estructura y su secuenciacin, lo que permite que el alumno

    progrese en su aprendizaje. Podra parecer que disear este contexto o entorno de aprendizaje obliga a que el

    profesor modifique su metodologa de enseanza hacia tcnicas ms participativas. Sin embargo algunos de

    estos buenos profesores crean este ambiente en las clases magistrales, otros con discusiones y otros con

    estudios de casos. Con esto queremos destacar que los mtodos de enseanza, o las tcnicas didcticas, no son

    en s mismos, buenos o malos, todo depende de la oportunidad, del contexto de aplicacin, de la adecuacin a

    la situacin, del grupo de alumnos, e incluso de la propia personalidad del docente. Uno de los saberes

    docentes a los que ya hemos aludido est referido a la posibilidad de analizar y reflexionar sobre la realidad

    concreta de su aula para establecer relaciones con el contenido disciplinar a ensear. Para cumplir con las

    finalidades educativas que la sociedad le impone por el hecho de hacerse responsable de un grupo de

    estudiantes, el docente deber reflexionar en la accin tomando decisiones didcticas en relacin a

    OBJETIVOS o METAS as como sobre la ORGANIZACIN DE LOS CONTENIDOS. Seguramente deber realizar

    previsiones, basadas en su experiencia como docente, en torno a estrategias y medios a su alcance, reconociendo

    que cada aula es diversa y podr exigir nuevos cursos de accin (Fiore & Leymoni, op.cit, p. 120).

    La organizacin de la enseanza y el apoyo y orientacin que los docentes universitarios deben proporcionar a

    sus estudiantes a los efectos de desarrollar un papel de gua y orientacin es un tema controversial.

    En nuestra experiencia docente con profesores universitarios hemos tenido la oportunidad de presenciar el

    desarrollo de propuestas didcticas muy bien intencionadas que, con el afn de promover en los estudiantes la

    construccin autnoma de conocimientos, plantean tareas en trminos de absoluta independencia, dejando al

    estudiante totalmente desprovisto del andamiaje necesario para encarar nuevos desafos, provocndoles

    frustraciones y fracasos. Estas constataciones sealan la necesidad de revisar la organizacin de las actividades

    segn un determinado plan que ayude al estudiante a lograr grados crecientes de autonoma, sin perderse en el

    camino. Esta ayuda planificada, orientada al desarrollo de aprendizajes duraderos y profundos, implica hacerse

    responsable por los resultados de los estudiantes. Es muy frecuente escuchar quejas y preocupaciones de los

    profesores cuando se comentan los malos resultados de los exmenes, y tambin estamos habituados a or

    cmo muchos profesores opinan que ocuparse demasiado de los estudiantes puede hacerlos caer en actitudes

    paternalistas. Estas son tambin creencias que hay que revisar y discutir, re significando el rol del profesor

    universitario no como un mero trasmisor de conocimientos acadmicos socialmente validados, sino en su rol

    integral de educador de las jvenes generaciones, donde la tica, la responsabilidad, el compromiso, forman

  • 16 JULIA LEYMONI

    parte del conjunto de saberes que la universidad debe preservar para la sociedad en la cual est inmersa.

    Recuperar la dimensin educativa de la docencia universitaria, en su faceta modlica, puede ser un factor de

    peso en la motivacin de los estudiantes.

    Y si damos la clase con la boca cerrada? No hay recetas para hacer frente al problema actual de la enseanza en la universidad, en la educacin superior

    en general. Tampoco hay una sola visin del problema, lo cual favorece la diversidad de enfoques que se van

    consolidando en los ltimos aos en distintos mbitos universitarios. Sin embargo desde nuestra perspectiva

    didctica nos atrevemos a esbozar algunas ideas que podran contribuir al abordaje del problema.

    Empecemos por ubicar una gran dificultad que se nos presenta cuando queremos innovar en materia de

    enseanza. Esta dificultad est referida a las historias escolares previas de nuestros estudiantes. Convengamos

    que la poblacin estudiantil que hoy ingresa a la universidad o a los institutos de formacin docente provienen

    de contextos muy heterogneos, portando experiencias educativas diversas, pero que bsicamente presentan

    un denominador comn: la enseanza que han recibido tiene un fuerte componente que se basa en enfoques

    didcticos de estilo conductual. En trminos generales, a lo largo de trnsito por el sistema educativo a los

    estudiantes se les ensean respuestas y no preguntas, respuestas que luego les son pedidas en las pruebas y

    exmenes. Los estudiantes que avanzan en sus carreras tienen la particularidad de haber desarrollado

    estrategias que les permiten salvar exmenes en un estilo de carrera de obstculos, repitiendo informaciones

    dadas, esperadas por los docentes:

    Normalmente no se cuestiona si los alumnos han comprendido las respuestas, si han dado

    significado a los conocimientos, si son capaces de aplicarlos en situaciones distintas de aquellas

    trabajadas en clase. Lo importante es saber la respuesta correcta y recibir el refuerzo

    positivo.Contrariamente al discurso pedaggico poltico, la escuela contempornea no es

    constructivista, socio culturalista y otros adjetivos, es simplemente comportamentalista

    (Moreira, 2012:11).

    Estos enfoques predominantes solo consideran el comportamiento visible y medible, en general se expresan a

    travs de objetivos conductuales y estimulan el aprendizaje mecnico, fundamentalmente memorstico de corto

    plazo, con refuerzos positivos proporcionados por el avance en la carrera, sin tomar en cuenta lo que sucede

    dentro de la mente del que aprende.

    En el ao 2000 un profesor estadounidense, Don Finkel, preocupado por estos temas public un libro basado en

    su propia experiencia en la docencia universitaria. Se trata de un libro dedicado a presentar una visin crtica de

    los tradicionales enfoques practicados en la enseanza universitaria, cuyo significativo ttulo es Teaching with

    your mouth shut8. En este libro Finkel antepone dos modelos que denomina Dar la clase narrando y Dar la

    clase con la boca cerrada. El autor seala que dar la clase narrando, modelo clsico aceptado por todos,

    8 La traduccin al espaol, publicada por la Universidad de Valencia en el ao 2008, fue titulada Dar clase con la boca cerrada.

  • 17 JULIA LEYMONI

    docentes, estudiantes, sociedad en general, implica que el profesor ensea, bsica y fundamentalmente

    hablando, diciendo a los estudiantes lo que se supone que deben saber (Finkel, 2008: 44). Cuando los docentes

    nos referimos a nuestras clases decimos dar la clase, o dictar la clase, expresiones que representan la idea

    que Finkel critica.

    Sin duda alguna una clase terica o prctica bien estructurada y metodolgicamente bien planteada juega un

    importante papel en el aprendizaje de los estudiantes. Muchos buenos docentes no se limitan a repetir lo que

    est escrito en libros y papers, sino que dan buenas explicaciones, hacen esquemas, realizan adecuados

    resmenes, jerarquizan los contenidos, es decir, dan buenas clases. Pero, nada de esto es garanta suficiente

    para asegurar aprendizajes profundos. En general los modelos tradicionales de dar clase se orientan hacia la

    enseanza de aspectos disciplinares especficos, escasamente integrados, que no promueven transferencia de

    conocimientos, cuyas aplicaciones no estn explicitadas, y que, en definitiva son poco motivadores.

    Con frecuencia nos preguntamos, por qu ste nfasis en decirlo todo?, por qu nuestra preocupacin por

    asegurarnos de dar todos los contenidos que van al examen?, es que ingenuamente pensamos que lo que

    decimos es aprendido por los alumnos?, qu valor tiene hoy, en la poca de la informacin y la comunicacin,

    la trasmisin oral de definiciones, datos, citas?, muchas pruebas sobre diferentes materias no obligan a

    desarrollar ejercicios de memorizacin sobre contenidos que son rpidamente olvidados?.

    A este clsico y aceptado modelo, Finkel contrapone dar clase con la boca cerrada. Con esta metfora el autor

    nos invita a reflexionar sobre lo que denomina nuestras presunciones no sometidas a examen sobre la

    docencia (p. 45). Es as que propone que, de aceptar que es posible dar la clase con la boca cerrada,

    deberamos re considerar nuestro concepto de enseanza para construir una versin alternativa de la misma:

    qu es ensear?, qu caractersticas debera reunir una enseanza que promueva aprendizajes profundos y

    duraderos? Debera ser una enseanza que produzca en los estudiantes una influencia duradera e importante

    en la manera cmo el estudiante piensa, acta y siente. Nos estamos refiriendo a la buena enseanza: buena en

    un sentido moral, referido a las acciones docentes basadas en principios morales que promueven en los

    estudiantes aprendizajes en valores; y buena en un sentido epistemolgico, es decir que selecciona dentro de su

    disciplina para ensear lo que vale la pena ser enseado, lo que se justifica, lo que importa. Se trata de una

    enseanza comprometida con las transformaciones sociales y culturales, donde se estimula la reflexin y el

    pensamiento crtico.

    La buena enseanza promueve aprendizajes que producen en los estudiantes desarrollos intelectuales y

    personales. Desarrollo intelectual en el sentido de comprender las ideas estructurantes de las disciplinas,

    aprender a aprender cada una de ellas, razonar a partir de evidencias, usar conceptos abstractos y mantener

    conversaciones sobre ellos, incluso por escrito, plantear preguntas sofisticadas, generar los hbitos de usar las

    capacidades antes mencionadas. Desarrollo personal entendido como la comprensin de uno mismo (la propia

    historia personal, las emociones, las capacidades, el temperamento, las limitaciones, los prejuicios) y lo que

    significa ser un humano, desarrollo de la responsabilidad para con uno mismo y para con los dems, incluido el

    desarrollo moral, la capacidad de tener compasin, la capacidad de entender y utilizar las propias emociones

  • 18 JULIA LEYMONI

    En su libro Finkel desarrolla varias ideas al respecto surgidas de su propia prctica como docente universitario.

    En la base de sus propuestas subyacen muchos de los conceptos que Dewey present en su obra Democracia y

    Educacin, escrita en 1916. Por ejemplo, ninguna idea puede ser transmitida de una persona a otra. Para

    ejemplificar este concepto vale la pena transcribir lo que Finkel plantea, y pensar sobre ello:

    Cuando alguien te cuenta una idea, solo est contribuyendo a la masa de tu experienciaSi ya

    tienes la idea, puedes asimilarla sin que medie pensamiento y continuar. Si no tienes la idea,

    puedes, a) ignorarla, b) entenderla equivocadamente de modo que se parezca a una idea que s

    tienes, o c) detenerte a pensar en ella. La tercera posibilidad es el nico caso en el que el flujo de

    experiencia se interrumpe y la reflexin comienza. Pero para que ocurra.debes desarrollar la

    idea por ti mismo (reorganizando tu pensamiento previo). Si lo consigues, puede parecer que la

    otra persona te dio una idea. Pero la apariencia es engaosa. La otra persona se limit a

    disponer las condiciones para que tu construyeses la idea por ti mismo (p. 245)

    Las personas aprenden pensando por s mismas, y los docentes tienen como misin fundamental organizar las

    actividades de enseanza, las tareas, los materiales didcticos, adecuados para proporcionar las oportunidades

    de que los estudiantes puedan conectar su experiencia previa con su pensamiento. Para sta difcil misin los

    docentes deben comprender cmo funciona la mente humana, cmo aprenden las personas, cmo est

    organizado el pensamiento y cmo ste se conecta con los hechos de la realidad.

    En este marco se nos ocurre plantear la importancia del silencio como dispositivo didctico. Una vez que se

    plantean preguntas que requieren reflexin o tareas que hay que resolver se hace necesario brindar a los

    estudiantes la oportunidad de pensar en silencio, ofrecer un tiempo vaco, durante el cual el pensamiento

    pueda expandirse: establecer relaciones, comparaciones, considerar las variables, sopesar distintas

    informaciones, concluir. El aprendizaje profundo se produce cuando existen los tiempos necesarios para poner

    en juego procesos cognitivos de nivel superior. El silencio es un buen aliado para que estos procesos puedan

    desplegarse con comodidad ya que cada cual debe encontrar un camino propio para alcanzar la solucin de un

    problema, advertir errores, contradicciones, desarrollar sus propias conclusiones.

    Para ilustrar esta idea les propongo pensar en lo que Finkel denomina dejar que hablen los libros (Cap. 2):

    Confiar en el libro para que impresione a los estudiantes, y en que los estudiantes tengan

    curiosidad por saber qu les impresiona, hace que me abstenga de explicarles la importancia del

    libro. En este sentido, yo mantengo la boca cerrada. No organizo la clase en torno a mi discurso;

    en lugar de ello, creo un aula llena de energa gracias a las chispas producidas por la interaccin

    de los estudiantes y el libro mientras se pulen mutuamente (p. 73)

    Obviamente aqu se nos presentan varios desafos. El principal es plantear preguntas o tareas interesantes y

    motivadoras cuyas respuestas puedan ser construidas por los estudiantes a partir de la lectura de un libro. El

    segundo desafo es elegir el libro (o material de lectura) que vamos a ofrecer a nuestros estudiantes para que

    logren el propsito antes mencionado. Nuestra tarea como docentes exige que analicemos lo mejor que un

  • 19 JULIA LEYMONI

    material de lectura puede dar para nuestros objetivos. El libro o lectura debe captar la atencin de los

    estudiantes y debe ser til a los efectos de ayudar a resolver los problemas de la tarea propuesta: debe invitar a

    la reflexin, ofrecer desafo intelectual a la medida del lector, es decir claro y profundo, pero accesible. Un

    tercer desafo es lograr que los estudiantes lo lean y lo lean bien. Si bien un gran libro estimula la experiencia

    imaginativa, tiende por s mismo a provocar reflexin sobre sus contenidos y provoca ricas experiencias

    intelectuales desde las cuales podemos aprender, el aprendizaje no se produce automticamente solo por leer

    (Finkel (p. 247). Tomemos en cuenta, por los menos dos aspectos que favorecen la comprensin de un texto

    escrito. En primer lugar, la lectura debe tener un propsito. En este sentido, si el material de lectura

    recomendado da cuenta de las preguntas o tareas planteadas por el docente, los estudiantes le encontrarn una

    clara utilidad desencadenante de la motivacin por su lectura. Y la motivacin es un primer paso hacia la

    comprensin. En segundo lugar, la lectura debe estar acompaada por oportunidades de reflexin sobre la

    misma. La competencia docente se pone en juego al disear estrategias que faciliten y promuevan esta

    experiencia reflexiva sobre la lectura.

    Al respecto Finkel propone no solo dejar que los libros hablen, sino Dejar que hablen los estudiantes (Cap. 3).

    Propiciar instancias de conversacin entre estudiantes sobre un cierto tema, sobre las posibles respuestas a las

    preguntas planteadas, sobre los resultados de problemas y tareas complejas, ofrece oportunidades de reflexin

    sobre los propios conocimientos y sobre los de los pares, sin interferencias del docente. El papel del docente es

    organizar, orientar, pero no interferir ni brindar respuestas. Desde esta perspectiva el papel del profesor cambia

    totalmente, ya no es el protagonista de la clase; los protagonistas pasan a ser los estudiantes.

    En el modelo de Finkel de dar clase con la boca cerrada la enseanza centrada en la indagacin es una buena

    alternativa. Una vez que hemos seleccionado los libros y les hemos otorgado un cierto orden, basado en

    determinados criterios, es necesario disear un claro programa de actividades. Esta es la oportunidad para

    respetar los tiempos y los estilos de los estudiantes, a la vez que promover la autonoma, ya que el programa de

    actividades, propuesto desde un principio permite a los estudiantes saber qu tienen que hacer y de qu

    tiempos disponen. De esta forma cada estudiante o grupo de estudiantes organizar sus tiempos en funcin de

    sus necesidades e intereses. Cul es el papel del profesor?, Desaparece de la escena? Muy por el contrario el

    profesor est presente como director del seminario. En esta experiencia Finkel cuenta que un da por semana

    desarrollaba un espacio de interaccin profesor estudiantes en formato seminario. Los estudiantes haban ya

    realizado sus propias reflexiones e interpretaciones sobre las lecturas, que eran discutidas en estos seminarios

    donde el profesor planteaba preguntas, encaminaba discusiones, propona nuevos enfoques y conexiones. El

    proceso, relata Finkel se completaba escribiendo. Slo transformando su pensamiento tenue y emergente en

    palabras firmes y claras escritas sern capaces de considerar lo que piensan conforme lo estn pensando. Y solo

    escribiendo podrn empujar su razonamiento tan lejos como resulten capaces (p. 117).

    Ya en el final Tal como lo planteamos anteriormente no hay una nica solucin al problema de la enseanza universitaria. Es

    necesario ensayar distintas modalidades, adaptndolas a los contextos particulares donde dicha enseanza se

  • 20 JULIA LEYMONI

    desarrolla, a las caractersticas del profesorado en cada lugar, incluso a las profesiones en las cuales se forma y a

    los perfiles estudiantiles.

    Sin embargo existen algunos aspectos que consideramos necesario atender por encima de la variedad de

    estrategias que las universidades se den para mejorar la calidad de su enseanza:

    1. Los docentes universitarios deben desarrollar capacidades y saberes que son especficos para la

    docencia en ese nivel educativo, y stas no se desarrollan y perfeccionan en solitario. Se trata de un

    proceso colaborativo que debe darse en comunidades de pares, aulas abiertas, docentes expertos y

    docentes noveles estudiando, practicando y reflexionando juntos.

    2. En las estrategias de formacin docente la reflexin sobre la prctica debe estar priorizada: la teora al

    servicio del anlisis de las prcticas. La teora por s misma no genera conocimiento didctico

    significativo para el profesor universitario. Al decir de Freinet (1963: 13) despus de leer a muchos

    tericos de la educacin, cuando volv a encontrarme solo en mi clase me sent desesperado: ninguna

    de las teoras ledas y estudiadas podran trasladarse a mi escuela. Es importante, entonces, que la

    formacin didctica de los docentes considere prioritario generar procesos de observacin de los

    sucesos que ocurren en las aulas, ayudando en su anlisis y reflexin con el apoyo de materiales tericos

    que permitan la definicin y organizacin de las ideas, favoreciendo as compresiones didcticas

    profundas y duraderas.

    En las reflexiones sobre la educacin casi siempre nos centramos en los medios y casi nunca en los fines. En este

    artculo esperamos no haber evadido la pregunta fundamental: Para qu enseamos? Parafraseamos a Finkel

    (2008) cuando afirmamos que esperamos haber generado en los lectores la necesidad de darle suficientes

    vueltas en sus cabezas a la frase del ttulo, no solo para haber transformado nuestra nocin de lo que es buena

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