Leyendas Del Paraguay

94
Leyendas del Paraguay COLEGIO NACIONAL DE YPEJHÚ TRABAJO DE INVESTIGACIÓN DE GUARANÍ Integrantes: Arturo Rivas Nicolás Pérez Profesora: Nidia Alfonso

description

Un componente incisivo de la identidad nacional es aquello que en general se denomina cultura popular, que se da a conocer en conductas y expresiones (sean estas últimas anónimas o de creador conocido, orales o escritas), tales como adivinanzas, costumbres, letras de canción, leyendas, creencias, magias, refranes, músicas, protocolos, canciones de cuna, mitos, y en nuestro país agüerías, casos (cuentos orales), compuestos (versos romancísticos) y otras estructuras verbales en guaraní y/o en español.

Transcript of Leyendas Del Paraguay

Leyendas del Paraguay

COLEGIO NACIONAL DE YPEJH

TRABAJO DE INVESTIGACIN DE GUARAN

Integrantes: Arturo Rivas Nicols Prez

Profesora: Nidia Alfonso

Ypejh 2011

Leyendas del ParaguayIntroduccinAmedida de que pasa eltiempolos diferentes descubrimiento apasionan mas al hombre , y mas cuando se trata de avances tecnolgicos pero en realidad quizs uno de los mayoresmisterioses el saber de nuestro pasado en de cada cosa que algn da existi como forma de vida, es as el caso como la cultura guaran para muchos podra ser una de las tantas culturas indgenas latinoamericanas que mantuvieron asiento en surAmrica, pero cuando descubrimos poco a poco las caractersticas que identificaron a esta cultura guaran que habita en Paraguay pero que tiene descendencia enBoliviay gran parte de los pases vecinos encontramos una cultura pasiva y tolerante frente a la invasin espaola .donde de acuerdo a las crnicas e historiadores losjesuitastuvieron un papel determinante en este asentamiento ocomunidadindgena, es All como la evangelizacin llmese capuchinos , sacerdotes, redentoristas ,misioneros o y diferentes congregaciones religiosas tienen y aun forman parte de lahistoriaguaran antes y despus .Pero volviendo a razn por la cual los espaoles no les fue de gran atractivo esta cultura es por que eran nmadas circunstancia que no les permita mantener mayores riquezasmateriales, pero encambioconocan mucho demedicina, lugares y algunosmetalesque fueron de admiracin por los espaoles teniendo en cuenta la fundicin ytrabajodetallado que tenan los objetos que adornaban sus cuerpos.Con toda la historia y emancipacin espaola en sur Amrica, ligada al catolicismo y nuevas formas de vida esta cultura aun se mantiene y a sido ejemplo de firmeza ante costumbres de colonizacin tanto as que en el Paraguay la mayora de lapoblacinhabla el guaran. Por eso, fue el primero de estos pases que reconoci un idioma autctono como lengua nacional en 1967; desde 1992, es idioma oficial junto con elespaol.Es as que en estainvestigacinencontraremos material de gran importancia paraenseanzay culturapersonale incluso descubriremos aportes desconocidos de una de las culturas amerindias que mantienen su nombre en la moneda oficial de su pas y un lengua es una de las mas empleada por la poblacin.Siendo este trabajo un medio para dar una justainterpretacina cada una de las caractersticas que pueden ser de importancia al reconocer esta comunidad indgena que como muchas han sido testigos de una barbarie emancipadora que trajomuertetemor y una nuevas generaciones basadas es vivencias que no son nuestras, pero que siguen latentes por los aos y por la historia donde tendrn que seguir en una constante transformacin de pensamientos y perpetuacin de sus antepasados.

OBJETIVO GENERAL:Es sabido que para preciarse de constituir una nacin, toda comunidad de hombres y mujeres, pobladores de un mismo pas, necesita compartir un conjunto de realidades fsicas y espirituales: un territorio, una tradicin, una lengua, un gobierno, una historia; en consecuencia, va formndose a lo largo de las generaciones la llamada identidad nacional, lo cual equivale a un temperamento, a un carcter personal y colectivo a la vez, que se manifiesta en cada individuo mediante un modo similar de sentir la patria y el resto de nuestra Amrica y el mundo, as como tambin en una manera parecida de alegrarse o entristecerse, de amar o destruir, de convencerse o ignorar, de entretenerse o aburrirse, de ser aplicado u ocioso... En suma, que los paraguayos poseemos una cosmovisin propia, siendo por otra parte idntica nuestra condicin, naturalmente, a la de los dems seres humanos.Un componente incisivo de la identidad nacional es aquello que en general se denomina cultura popular, que se da a conocer en conductas y expresiones (sean estas ltimas annimas o de creador conocido, orales o escritas), tales como adivinanzas, costumbres, letras de cancin, leyendas, creencias, magias, refranes, msicas, protocolos, canciones de cuna, mitos, y en nuestro pas ageras, casos (cuentos orales), compuestos (versos romancsticos) y otras estructuras verbales en guaran y/o en espaol.Deseo sealar adems que, a mi sincero entender, los textos de la COLECCIN CULTURA POPULAR adquieren un doble valor agregado, en particular los que se ocupan de la condicin bilinge de la cultura nacional: en primer trmino, dichos libros alcanzan un valor eminentemente pedaggico, porque ayudarn a los escolares y colegiantes a enriquecer el conocimiento, y por tanto la admiracin y la devocin, hacia la excelencia del idioma guaran, "...lengua que sin controversia es una de las ms copiosas y elegantes que reconoce el orbe", segn ya lo afirm el P. Lozano, jesuita, en 1754. Este respeto y cario por nuestra lengua materna amerindia tendr sin duda un efecto ms intenso en los lectores adultos y pequeos: el del afianzamiento de la identidad paraguaya, uno de cuyos pilares es justamente el guaran.

Mitos y leyendas delParaguayCuentan que de la unin de Tau y Keran se crearon 7 mitos (segn la leyenda sus hijos), stos son: Teju Jagua, Moai, Jasy Jatere, Kurupi, Ao ao y el Luisn. Tambin hay otros mitos muy conocidos como el Pombero, Kaaguy Pora, Mbi tata, Pira Nu y Pora.Cuando uno es pequeo le cuentan a cerca de todos estos mitos y por supuesto cuando uno es nio se asusta, es verdaderamente divertido creer en ellos, stos mitos vienen de la cultura Guaran.Teju Jaguafue el primer hijo de Tau y Kerana, stos segn la leyenda eran espritus malficos, tiene forma de lagarto y posee siete cabezas de perro, naci de esa manera porque fue maldecido por Arasy, es considerado el dominador de las cavernas y protector de las frutas.Mbi Tuifue el segundo hijo deTau y Kerana, con cuerpo de serpiente y un pico de loro, fue considerado el Dios de los anfibios, del rocio y de la humedad.Moaifue el tercer hijo de Tau y Kerana, protector de los robos y las picardas, fue incinerado junto a sus seis hermanos malficos en Yaguarn.Jasy Jatere, es un hombrecito bajo de cabellos rubios, se pasea todas las siestas con su varita mgica, es famoso por hacer que aquel que lo ve desaparezca y lo lleva a su hermano Ao ao que es canibal.Kurupi, es el Dios de la sexualidad, secuestra a mujeres y nios, su miembro viril es tan largo como un lazo y lo porta atado a su cintura.Ao ao, considerado Dios de la fecundidad, se dice que tuvo numerossimos descendientes y que andaban en manadas, coman personas, las personas que queran salvarse de los Ao ao deban subir a un mbokaja (palmera).Luison, el Seor de la muerte, se supone que rondaba los cementerios y se alimentaba de la carne de los muertos, despeda olor ftido y causaba terror.

La leyenda de la yerba mateEn una gran selva, cerca de losSaltos del Guair, viva un seor con su esposa y su hija. La muchacha era muy buena y hermosa.Un da lleg al rancho una persona de aspecto agradable. Con buenas palabras pidi al dueo de casa que le cediera permiso pasar la noche con ellos, haba caminado mucho y estaba cansado. Prometi que al da siguiente, al salir el sol, iba a seguir su camino.El dueo de casa acept y lo atendi como un miembro ms de la familia. Cuando amaneci, el forastero tom sus cosas para seguir su camino, pero antes de irse dijo al dueo de casa que l era un enviado del cielo, que haba venido a la tierra para premiar a los buenos.Afirm que saba que la familia era de escasos recursos y agradeci que de igual manera le dieran de cenar la nicagallinaque tenan y una cama, esto no lo hara cualquier persona, slo los de buen corazn.Como premio a su amabilidad, hizo que su hija no muriera jams, la convirti en una planta. Dijo que los hombres cortaran sus ramas y le arrancaran las hojas, pero que ella volvera a brotar ms frondosa y bella.El viajero se despidi y sigui su camino. Fue hacia el lado del alba, caminando de la mano de Dios.Desde aquel da, las ramas y las hojas cortadas de layerba mateson tostadas y molidas para que despus sean utilizadas como bebida estimulante en elmateyterer.

KarauSegn la leyenda, Karau fue un joven que,en una noche en que su madre estaba muy enferma, ste sali a buscar remedios para ella. Pero en el camino encontr una fiesta y all se qued a bailar con la seorita ms hermosa de la noche, prometindose que slo se quedara un momento.A la medianoche, cuando la diversin empezaba a aumentar, se le acerc un amigo que muy serio le empez a hablar. Le dijo que deje de bailar, que traa la noticia de que su madre haba muerto. El joven, como si no le importara lo que haba escuchado, pidi que siguiera sonando la msica, pues seguira bailando, y dijo a su amigo que el que muri ya muri y que habra tiempo para llorar.Ya por la madrugada, el joven pregunt a su dama dnde quedaba su casa, a lo que la mujer le respondi que su casa quedaba muy lejos, pero que podra ir a visitarla los das en que extrae a su madre. Luego de escuchar estas palabras, el joven se dio cuenta de lo que haba hecho y se arrepinti. Sali del lugar llorando amargamente, repitiendo que su madre ya se muri.Dijo que desde ahora vagara sin rumbo por los esteros y en esos lugares se vestira por siempre de luto. Por haber sido un mal hijo, Tup lo castig; lo visti con un plumaje negro y lo conden a llorar.andutiCuenta la leyenda que exista una mujer morena, muy bella y amable llamada Samimb. Dos hombres, bravos guerrerosguaranes, luchaban por su amor. Uno de los jvenes se llamaba Yasyemoare (hijo de la luna) y el otro anduguaz (araa grande).Una noche en que Yasyemoare suplicaba a Tup (Dios) que lo ayude a conquistar el amor de Samimb, vio en lo alto de un enorme rbol una especie de encaje de color plateado, era perfecto y la luz de la luna lo haca an ms bello. Esto deslumbr a Yasyemoare y entonces trep al rbol para bajarlo y regalrselo a su amada.En ese momento tambin pas por all anduguaz, que al ver aquel tejido tan hermoso, se puso furioso por los celos al saber que su enemigo lo conseguira antes que l. Sin pensarlo dos veces, le dispar una flecha. Yasymoare cay muriendo en el acto. Entonces, rpidamente anduguaz trep al rbol, pero cuando quiso tomarlo, slo qued en sus dedos el tejido que se desgarr al instante, comprobando que se trataba de una tela de araa.El remordimiento persigui por varios meses a anduguaz, hasta que un da su madre logr sacarle el terrible secreto. La mujer pidi entonces a su hijo que la llevase hasta aquel rbol. As lo hizo anduguaz, y cuando ambos llegaron hasta el lugar, vieron con sorpresa que en ese mismo sitio se encontraba un tejido idntico al anterior.La mujer, queriendo consolar a su hijo, que desde la muerte de Yasyemoare vagaba sin rumbo por la selva, decidi regalarle un tejido igual al de aquel rbol. Para esto, la anciana se puso a estudiar con mucha atencin la ida y venida de las araas mientras hilaban con tal perfeccin hasta lograr aquel encaje. Entonces tom sus agujas de tejer y empez a copiar los crculos y rectas que las araas dibujaban, y utilizando como hilo las hebras blancas de sus cabellos, logr reproducir aquel singular tejido.

TUP HA AA

(Dios y el diablo)

Una vez que Tup (Dios) hubo creado divinidades, genios, gigantes, monstruos y variedad de animales, puso a prueba a uno de sus actores: Aa (Diablo) genio del mal. Hallabase Tup a orillas del Para (mar), bajo la forma de su criatura mas perfecta, el hombre, entretenido en hacer figuras de ai' (arcilla negra), que iba colocando en fila.

De pronto surgi Aa con intencin de destruirlas, pero antes de poder cumplir sus malficos fines, Tup que aparentaba ser un simple mortal, dio unos palmoteos y en ese instante todas aquellas figuras inanimadas cobraron vida y antes de que Aa las alcanzara, empezaron a volar. Tup haba creado al mbyju'i (golondrina). Aa sinti arder en su sangre la envidia y comenz tambin a hacer figuritas de ai', colocndolas en fila. Tup lo contemplaba sin decir palabra. Aa termin su tarea y dio unos palmoteos imitando a Tup, pero aquellas figurillas, en vez de volar, empezaron a saltar, Aa haba creado a kururu (sapo) y a ju'i (rana).

Nuevamente Tup model otra figurilla y al soplarla ella qued aleteando en el aire, convirtindose en un tornasolado pajarito; superando la primera obra, haba creado al mainumby (colibr), Aa no se dio por vencido y model a su vez una nueva figura que, al animarla, se convirti en el ser voltil mas raro y repugnante; haba creado al mbopi (murcilago).

"Eloy Faria Nuez en su obra "Mitos guaranes" pagina 205 y siguiente, trae esta misma leyenda en la siguiente forma: Entre las leyendas vinculadas con el diablo guaran, hay una que parece ser genuinamente autctona; cuntase que Aa vio hacer a Tup esa maravilla alada y rtmica del mainumby (el colibr) y se propuso imitarlo. Psose el diablo en la tarea, acaso con la mira secreta de crear un pajarito mas primoroso que el concluido por Tup, flor del aire aleteante. Cuando termin su obra y vio sin duda que era bella, la arroj al espacio para que ensayara el vuelo, pero el colibr hecho por Aa, en vez de volar, cay al suelo y sali saltando grotescamente sobre el csped. Por eso el sapo, abonado picaflor sin alas, se arrastra sobre la tierra".

TEJU JAGUA

Este era un gigantesco lagarto con cabeza de perro que merodeaba -segn el mito original- en torno al cerro Yaguarn, estando su guarida y merendero en uno de los abismos del lugar. Algunas versiones -incluso Rosicrn- le conceden siete cabezas. La versin popular slo habla de una (con la cual le basta). Fu el primer engendro del maldecido vnculo de Tau y Kerana . Dominaba en las cavernas, a las que segn algunos dichos arrastraba a sus vctimas para devorarlas, pero no es esto generalmente aceptado entre los grupos tribales Guaran, quienes afirman que este duende slo se alimentaba de frutas y miel, siendo protector y beneficiador de los frutos dorados de la selva. Se lo menciona tambin como genio protector de las riquezas yacentes en el suelo Guaran. Su piel adquiri brillo revolcndose en el oro y las piedras preciosas de Itape.

No haba llegado a adquirir ferocidad. Refiere la etno narrativa que un indiecito lo llevaba del collar a beber a la cristalina corriente de un arroyo de la comarca. Al respecto agrega Rosicrn que este indiecito era el hermano menor de Teju, Jacyjatere quien gustaba de llevarlo al lago hoy llamado Ypacarai, ya al Ypoa, o al arroyo Avay. cabe agregar por ser oportuno, que la ciencia cree hallar fundamento a este mito en la existencia del Teju Pyta , lagarto colorado, cuya existencia se ha comprobado en esta rea subtropical, hasta el Ro de la Plata.

TUP Y GUARAN

(Gnesis de la raza)

Una antigua leyenda americana asegura que en tiempos remotos el profeta Tamandar predijo el diluvio universal, que efectivamente se produjo, cubriendo totalmente el agua la faz de la tierra. Solamente se salv de ese diluvio una familia caria, gracias a que pudo subir a un gran pind (palmera), de cuyos frutos se mantuvieron estos nicos sobrevivientes, hasta que bajaron las aguas.

Los integrantes de esa familia caria, una vez pasado el peligro, se ubicaron a orillas del anchuroso ro Araguay, cuya etimologa: ra, cielo o arriba; gua, de o del; y, agua, indica que es agua cada del cielo o el ro que se form de las aguas del diluvio. Este caudaloso ro se encuentra bordeado de exuberante vegetacin y nace en el corazn de Mato Grosso, territorio brasileo y cruza monjes y valles para ir a desaguar en el Atlntico ecuatorial.

La leyenda recuerda solamente el nombre de los varones de esta familia escogida para repoblar la tierra. El Karai), que se llamaba uar (para ser o para generar), con dos hijos: Tupi el mayor y Guarani el menor, cada uno con su "tembireko" (esposa). Al morir los padres, ambos matrimonios siguieron habitando la casa paterna, en completa armona, cultivando la tierra, pescando, cazando, criando a sus hijos y viviendo puros, sin egosmo, sanos de cuerpo y alma. Era un verdadero paraso terrenal. En ese estado los encontraron los conquistadores. Tup y Guaran, fueron dos hermanos muy unidos; mozos forni- dos, veloces nadadores, habilidosos y temerarios en la caza. Su piel bronceada, curtida por el sol tropical, guardaba una desarrollada musculatura; los ojos centelleantes delataban aguda inteligencia y bravura; los brazos torneados y firmes, terminaban en giles dedos, muy katupyry (diestros) en el manejo del "hu'y" (flecha) o para pulsar su nativo "mbaraka" (guitarra), instrumento autctono hecho de calabaza. Las mujeres eran hermosas, verdaderas palmeras andantes; sus cuerpos esbeltos y ondulantes se deslizaban, al igual que el de los hombres, en el agua le imitaban al "mbigua" (un palmpedo) en sus atrevidas zambullidas; sus lacias cabelleras, lustrosas y renegridas, hacan juego con los ojos vivaces, brillantes y de un negror embrujante.

Cada cual tena su trabajo: los hombres pescaban, cazaban y cultivaban la tierra con experiencia innata y gran cario; de ella sacaban el avati (maz), de doradas espigas; los abultados y alimenticios tuberculos del jety (batata o boniato), mandl'o (mandioca) y el avakachl (anan ) que saturaban de fragancia el ambiente del kokue (chacra), el lustroso tallo del pakova (banano), que se inclinaba bajo el peso de sus cachos recargados de banana de oro,. etc. Las mujeres se dedicaban a los quehaceres domsticos; cocinaban en el japepo (olla de barro) y traan agua de los manantiales en bermejos kambuchi (cntaros) sobre sus cabezas, y finalmente el mandyju (algodn) que hilaban y tejan para ser utilizados en sus vestimentas. Completaba este hogar paradisaco un multicolor araraka (papagayo) parlero, que constitua la distraccin de la familia. Un da, sin embargo, habl mas de la cuenta y sembr la cizaa en esa unida y feliz familia, siendo el promotor de la separacin definitiva de los hermanos. Cuando Tupl regresaba de caza, el araraka le deca... "Guaran olko ne rembirekondive" (Guaran convive con tu mujer).

Y cuando Guaran regresaba del monte trayendo miel de abejas, frutas, le repeta el cuento que Tupl lo traicionaba con su mujer. La duda sembrada por el chisme, dio paso a la desconfianza y esta desuni a la hasta entonces feliz familia. Para no pelear entre hermanos y en vista de que la situacin se iba tornando insostenible, Guaran resolvi alejarse hacia el Sur con su mujer y se ubicaron en el lugar que hoy se conoce como el Paraguay. Tupl qued establecido en la querencia paterna y su descendencia fue poblando lo que hoy es el Brasil, extendindose hasta el norte. Este es, segn la leyenda el gnesis de las dos grandes familias carias, que llegaron a constituir, con el correr del tiempo dos importantes razas de Amrica: la Tup y la Guaran. Tan emprendedores, activos e inteligentes fueron los fundadores y descendientes de estas razas, que a su llegada los espaoles encontraron no slo hombres libres, de independiente albedro, sanos,felices y pacficos, sino que tambin una extensa variedad en la lnea de productos agrcolas. Esta leyenda de Tup y Guaran se relata de generacin en generacin en el dulce idioma de la raza.

PLATA YVYVY

Plata yvyvy es un vocablo del idioma guaran que significa TESORO OCULTO o ESCONDIDO, es una versin popular que naci despes de la guerra de la Triple Alianza en la decada del setenta. Las familias paraguayas con el fin de poner a salvo todas sus riquezas y pertenencias, ya sean grandes o pequeas, de los invasores extranjeros que venan a nuestras tierras. enterraban en lugares con referencias para que si se pudiese volver de la guerra se recuperen los tesoros. Se cree que el hecho de ver luces en el campo, resplandores fugases y tambin un perro blanco sin cabeza, son seas valederas para poder encontrar ests tesoros ocltos, Pero no todas las personas pueden hallarlos ni disfrutarlos, sino que se cree que son dotes de premio a las morales de los hombres.

Existe personas que cuentan entre sus ancdotas que han encontrado PLATA YVYVY, aadiendo que se les haba aparecido un perro blanco en medio del campo y que motivados por esta circunstancias, al da siguiente ibn a cabar el mismo lugar y all se encontraban tesoros.

Otras leyendas populares:La leyenda: 1- de Karu; 2- de Pombro; 3- del anduti; 4- del Urutau; 5- del guavira; 6-del Jaguaru; 7- del Irup; 8- del muembe; 9- del Ypakarai; 10- de suinana; 11- de Manaka; 12- de Mua Mua; 13- del avati; 14- del Kavurei; 15- del chah; 16- de la mandi`o; 17- del mainumby; 18- de la Virgen de Kaakupe; 19-de kaa; 20- de Kaaguy Pra; 21-de Mbaeveraguasu; 22- de Perurima; 23- del Ykua Bolaos; 24- de Kurusu Isabel; 25- de la fuente del amor; 26-de Mala Visin; 27- de Santo Toms; 28- de Kaa Iary; 29- de la campana del Ypo; y 30- del Cristo de Piribebuy.LA LEYENDA DE LA VIRGEN DE KA'AKUPE

** Esel bosque sembrado de luces, de sombras, de chillidos y cantos. Es la tarde brillante de oros y verdes azulados. Es el paraso para el muchacho indio que se ha internado en el monte en busca de maderas apropiadas para el trabajo. El indio ha salido de las Misiones con ese objetivo y recorre el monte observando los rboles, la magnificencia del paisaje, las luces, las sombras, los chillidos, los cantos. Los pjaros y los animales han llamado su atencin y se ha alejado de las Misiones tal vez demasiado. El indio ha recogido algunas maderas que lleva consigo pero, extasiado ha ido de aqu para all extraviando el camino. Esconde la madera que ha juntado en un sitio que le parece seguro y comienza a buscar el camino de regreso.** Jos es el nombre cristiano del indio. Se lo han puesto los misioneros al bautizarlo. Jos es joven y fuerte. Avanza seguro de s mismo. Seguro de encontrar el camino de regreso. Pasan las horas y Jos no puede hallar el camino, tan denso es el bosque que se ha perdido. Ya no podra decir con exactitud ni tan siquiera dnde dej las maderas que ha recogido para las tallas que se propona encarar.** Ha aprendido el oficio de tallar la madera y todos en las misiones lo consideran un artista. Jos es feliz all. Trabaja para s inismo y para los dems. Aprende cosas nuevas. Honra a Dios y no le falta nada. Qu ms podra pedir?** Jos y el monte, hermoso y escabroso. De pronto Jos siente que alguien lo sigue. Escucha murmullos. Jos apura el paso. Trata de alejarse de aquellas voces. Lo han escuchado? Lo han visto? Jos teme que s y trata de despistar a quien lo sigue. Ahora corre. Avanza entre las lianas y los arbustos que le lastiman la piel.** Jos corre. Desconoce el monte en esta zona y cada vez. Ir parece estar internndose en regiones ms lejanas y sombras.

** Lo ersigue un grupo de guerreros mbya. La tribu que no se ha hecho amiga de los misioneros. La tribu que rechaza la evangelizacin. Terribles y poderosos son los guerreros mbya. Jos presiente que se trata de ellos. Lo han descubierto y lo persiguen como el cazador persigue a su presa. Lo rodean. Dan gritos. Se comunican en una lengua que Jos no entiende.

** Lapersecucin es larga. Jos est agotado. No sabra cmo seguir. Se detiene en un claro. De dnde vendrn estos guerreros? Estar rodeado? piensa Jos. Y se lanza de nuevo hacia la espesura a ciegas. Ha logrado salir nuevamente del crculo que los mbya le tienden A punto de desfallecer, Jos llega junto a un gran rbol. Se detiene apoyndose en su tronco enorme. Se acurruca. Reza ahora Jos. Implora. Clama a la Virgen Mara. Hace su promesa: "si salgo con vida de sta te prometo Virgencita que he de tallarte una hermosa imagen con la madera de este mismo rbol que ahora me protege", dice para s mismo Jos.

** Esucha los pasos de los guerreros. Ellos lo huelen. Est seguro de eso. Jos se esconde en una grieta que el tronco tiene hacia seis grandes races.** Ya se escuchan las voces de los guerreros acercndose. EI crculo se hace cada vez ms pequeo. Ahora Jos puede verlos. Vienen hacia l. Son siete los guerreros. Estn armados y son fuertes y jvenes. Estn furiosos de haber descubierto a un intruso en sus tierras. Jos reza en silencio.

** Lo mbya pasan junto al rbol, perciben la presencia del extrao pero no lo ven. Pasan los guerreros junto a Jos sin verlo y desconfiados continan su bsqueda yndose hacia otros lugares del bosque. Jos respira aliviado y agradece a la Virgen. Los mbya, a juzgar por sus gritos y seales que se escuchan a lo lejos, han perdido el rastro.** Una vez que los mbya se alejan, Jos arranca del rbol un buen pedazo de madera y retoma el camino de regreso. Ahora cree reconocer el lugar donde se encuentra y sin problemas retorna a las Misiones. De inmediato se dispuso a cumplir con la promesa hecha a la Virgen y comenz a tallar una imagen con aquella madera. Semanas ms tarde tena lista dos imgenes de la Virgen. Una, destinada a la veneracin pblica y otra ms pequea para su culto personal. La primera reposa hoy en el altar de la iglesia de Tobat y la ms pequea es la milagrosa imagen venerada por cientos de miles de personas de todo el mundo en la Baslica de Caacup. LA LEYENDA DEL CRISTO DE PIRIBEBUY

** Mderas y yerba trae la caravana. Suben la ltima cuesta. El camino no ha sido fcil pero ahora llegan a la posta y ya se nota en los hombres la expectativa. Los movimientos de las carretas parecen agilizarse ante la vista del lugar. Numerosas carretas descansan llenas de mercancas que llevan rumbo a Asuncin. Un rancho grande e iluminado es el centro de aquella romera donde los hombres hablan en alta voz y algunos se emborrachan con caa.

Don an dirige la caravana. Ahora los peones desenganchan los bueyes, los llevan a pacer hacia una zona de yuyales que han visto al llegar. Don Tan cuenta el ganado. Falta una mula! dice en altavoz. Ramn!, llama Don Tan y al instante Ramn, un muchacho de veinte aos, est junto al capataz. Falta una mula, ve a buscarla, ordena Don Tan, habr quedado en el bajo. Parte Ramn a toda prisa. Quiere volver pronto y sumarse al jolgorio. La oscuridad de la noche no intimida a Ramn. Es joven y fuerte, qu puede pasarle?

Al poo tiempo, escucha el rebuzno grave, se orienta y ayudado por la luz de la luna, encuentra la mula perdida. Intenta llevarla por el sendero ms corto pero la mula se resiste. La mula toma el camino que ella quiere. Seguramente habr olido agua, piensa Ramn. La deja ir. Hay que tener paciencia. La noche es larga. A mitad de camino Ramn cree ver un bulto tirado junto a un rbol, pero no es sto lo que llama la atencin de Ramn, sino unos sollozos que escucha como viniendo de aquel bulto. Lastimeros y ahogados son los sollozos. Ramn escapa del lugar tironeando la mula como puede y llega agitado junto a su capataz. Don Tan, dice Ramn, usted tal vez no me crea pero he visto algo, un bulto, cerca de un rbol all en el bajo y el bulto sollozaba todo el tiempo. Yo no quise acercarme solo. La verdad que me dio un poco de miedo. Pero, qu jodido, le contesta chancero, el capataz. And con Jos y Ricardo y traigan ese bulto. Mir si alguien abandon una criatura. Eso suele pasar. Los tres peones vuelven al lugar y efectivamente encuentran un tercio de cuero al que primero no se animan a acercarse debido a los lastimeros sollozos que escuchan. Al final, Ricardo, el ms corajudo, avanza seguido de cerca por los otros dos y abre la bolsa.Un Cristo! exclama Ricardo. Un Cristo! repiten a coro e incrdulos los otros dos.Efectivamente, dentro de la bolsa de cuero, encuentran un cristo de madera de grandes dimensiones. Al abrir la bolsa los llantos han cesado. Nos estaba llamando, dice Ramn. Y vos no te animabas, le contesta socarrn, Ricardo. Vuelven los hombres llevando al Cristo en andas dentro de la bolsa de cuero. Llaman a su capataz y le muestran lo hallado. Bien, bien, dice Don Tan mirando la imagen, si Dios quiso que lo encontremos, pues lo llevaremos con nosotros hasta Piraju. All le voy a construir un oratorio. Quin sabe quin dej all el Cristo? La mano de Dios...No tardaron en descubrir el hallazgo los parroquianos viajeros que paraban en la posta y quisieron ver la imagen. Al fin Don Tan cedi y la imagen fue vista por todos. Maravillados miraban aquel enorme Cristo tallado en madera con los brazos articulados. Como era de esperar hubo quienes estuvieron de acuerdo en que Don Tan se lleve la imagen y otros que opinaban que deba quedarse all para proteger a los viajeros. Si all haba aparecido, all deba quedarse, decan. Pese a la insistencia de stos ltimos, Don Tan se mantuvo firme y al otro da, cuando despuntaba el alba, carg la bolsa con el Cristo sobre una mula y se dispuso a partir. Extraamente la caravana toda se puso en marcha pero la mula que llevaba el Cristo se empac y no quiso avanzar. Cambiaron al Cristo de mula y sta tampoco quera ponerse en marcha. As estuvieron todo el da. Don Tan, presionado por el dueo del rancho no saba qu hacer. Por un lado quera aquel Cristo, pero por el otro pareca milagroso aquello de que las mulas no quieran marchar slo cuando llevaban cargada la imagen. Al final se mantuvo en sus trece. Lo llevar yo mismo hasta Piraju, dijo Don Tan. Dio un da de descanso a sus peones y decidi pernoctar all mismo.Esa noche Don Tan comenz a sentirse mal. Una fuerte descompostura le arrebataba. Senta dolores horribles en el vientre y no haba nada que le calmara. Le prepararon infusiones que ningn resultado daban. Los dolores seguan y Don Tan sufra enormemente. La cosa se agrav al caer la noche. Don Tan maldeca la comida. Pero en realidad la familia duea de la posta era la que le atenda con mayor cuidado. Le dieron la mejor cama de la casa. Le ponan paos de agua fra en la cabeza... Porque Don Tan volaba de fiebre. Extrao mal, ste que aqueja a Don Tan, no hay con qu pararlo, deca moviendo negativamente la cabeza Filomeno, el dueo del rancho.

Al otr da y despus de haber sufrido dolores insoportables, Don Tan, para sorpresa de todos, muri. Lo enterraron cerca de all con profunda tristeza, pues era asiduo de aquel lugar. Enviaron un mensajero a Piraju para avisar a su familia y la caravana que el diriga se puso en marcha lentamente llevando sus mercancas ahora con hondo pesar. Todos interpretaron que el Cristo deba quedarse all. Vieron una clara seal en la muerte de Don Tan, el Cristo quiere quedarse, era la voz de la mayora de los viajeros. No hay vuelta que darle...Desde entonces, el Cristo se aloj en el rancho de la posada. Aos ms tarde y con la colaboracin de los viajeros, se construy un oratorio junto al rancho. Alrededor de estas dos construcciones se fueron multiplicando las casas. Las gentes se asentaban all para obtener la proteccin de andejra Guasu, como comenzaron a llamar al Cristo. El casero form en poco tiempo un pueblo que fue llamado Capilla Guasu, poblacin que dio origen a la pintoresca Piribebuy, en cuya iglesia reposa la imagen de aquel Cristo de extraa procedencia.

Las Leyendas Tradicionales, Populares y ReligiosasLa leyenda del Ykua BolaosEl nombre de Fray Luis Bolaos est inscripto con letras de fuego en la historia paraguaya. El franciscano, en su tiempo, ha realizado un trabajo evangelizador ejemplar. Pero ha perdurado en la memoria del pueblo por ser instrumento de Dios en la concrecin de un milagro cuya obra se ha quedado para siempre entre nosotros.Marcha Fray Luis Bolaos al frente de un numeroso grupo de indgenas apenas convertidos a la fe catlica. Hace ya varios das que avanzan por tierras chamuscadas. El calor se hace cada vez ms y ms insoportable. Las reservas de agua se agotan y no hay cmo reponerlas.Ni un baado, ni un estero, ni un arroyo, ni unas mseras gotas de lluvia.Nada de agua.Las hierbas son mudos testigos de la sequa y se quiebran con sonidos tristes al paso de los hombres. La fe se debilita. Desde la conversin los nuevos catlicos slo han pasado penurias y creen ver en ello una venganza terrible de sus antiguos dioses.Fray Bolaos les habla, trata de apaciguarlos, les pide calma. Siente el franciscano mucha pena por la situacin que deben atravesar estas gentes pero a la vez les demuestra una fe inquebrantable que no podr ser doblegada por ninguna sequa por ms terrible que fuese.Les habla de los sacrificios que tuvo que hacer el hijo de Dios para salvarnos del pecado. Les habla y ms que nada l mismo se da fuerzas para continuar. El camino agobia y ya las fuerzas desfallecen. Es hora de detenerse y volver a empezar con las palabras para que los recin iniciados puedan entender que no se trata de un castigo de sus antiguos dioses sino simplemente de un fenmeno de la naturaleza. Al dar un rodeo para ubicar un mejor lugar de descanso Fray Bolaos se encuentra con tres de los ms importantes caciques de la zona que vienen a su encuentro.El ms anciano llega junto al fraile y dialogan.En realidad el cacique intima al fraile. Si no consigue agua invocando a su Dios ser atravesado por las flechas de su tribu. El fraile pide unos momentos a solas. Recorre el lugar lentamente. Cerca de unos arbustos hay una piedra grande. El fraile pide ayuda para mover el pen. Lo retiran de su lugar y como si hubiesen arrancado la tapa a un interminable recipiente, la surgente deja escapar un chorro de agua cristalina y fresca en medio de aquel polvaredal.Las tribus de aquellos tres caciques tambin se convirtieron al catolicismo y Fray Bolaos sigui adelante con ms confianza que nunca en su campaa evangelizadora.

La leyenda deKurusuIsabel

Cruces que se encuentran en el santuarioque la poblacin levant para recordarel sitio de la muerte de Isabel. leyendade Kurusu Isabel.

Marcha la diezmada columna rumbo al norte. Pocas esperanzas habitan los corazones de los soldados. Piensa el Mariscal en su Patria. Quiere reunir a su gente, juntar fuerzase iniciar el contraataque. Sus deseos van ms all de las fuerzas que le restan. Se niega an a admitir la derrota. Un pas en ruinas va quedando atrs. Marchan en la columna las esforzadas residentas y entre ellas marcha tambin Isabel con su pequea hija en brazos.Atraviesan los baados con el agua casi hasta la cintura. Los insectos se hacen el festn hundiendo sus lancetas en la costra de aquellos cuerpos cansados.Descalzos marchan. Ahora sobre un campo sin rboles, llano y hostil que se extiende sin fin ante los nublados ojos de la tropa. llora la nia en brazos de Isabel, ahogado el llanto por el sofocante viento norte que extiende su manto caliente sobre la columna. Nadie escucha los lamentos que se alzan constantemente. Nadie habla. Es un ejrcito de muertos rumbo al purgatorio. Trastabilla Isabel pero an logra levantarse y proseguir. La joven madre se va rezagando pero el grupo harapiento no est para atender a los que se quedan y sigue su marcha.Quiere gritar Isabel pero el grito se queda pegado en la sequedad de su garganta. Cada diez metros Isabel cae y vuelve a levantarse. Con cada cada la maltrecha columna se aleja un poco ms. Confa Isabel en darles alcance cuando caiga la tarde y se arme el campamento. Una pareja de tigres siguen atentos los endebles pasos de Isabel. Rugen cada tanto los tigres avisando a la presa indefensa el terrible final que le espera como si fueran enviados de la ms profunda oscuridad.Detrs de aquellos rboles se ha perdido la columna de hombres y mujeres. Isabel ya no los ve. Sus fuerzas se agotan. Cuntos das lleva caminando con su hija en brazos? Una terrible puntada en la espalda la tira una vez ms al suelo. Quien viera ahora el desolador paisaje no vera ms que campo. Isabel yace cerca de un rbol entre el chircal.Se ha quedado dormida la mujer. Su pequea hija prendida a su pecho. Los tigres caminan en crculos cada vez ms estrechos a su alrededor. Slo los lomos amarillos refulgen con el sol a ras de los yuyales. El inhspito lugar les ha entregado un bocado fcil. Rugen ferozmente y el sonido vuela hasta un lejano grupo de rboles y se cuelga entre las ramas haciendo huir a las aves. Pasa la bandada en silencio sobre el escenario de la muerte.Los tigres estn a un paso de la mujer dormida. Huelen la carne que an late. Escuchan los quejidos de la criatura. Clavan su mirada amarilla en la mujer y su hija. Acaso los impulsa el instinto de conservacin o estn cebados con la carne de los muertos de la guerra? Nadie nunca podr responder a este interrogante. Se agazapan los tigres. Araan el aire con sus zarpas sucias de lodo. Olisquean el cuerpo de la mujer. Demoran el acto final. La presa no se defiende.

Templete donde se venera a Isabel.Est ubicado a 15 km de Concepcin,capital del departamento del mismonombre, y es un sitio abandonado delas comunicaciones.

Suea Isabel en su desmayo y en su sueo se ve entrando a un palacio. Dos tigres enormes, sujetos con cadenas de oro custodian la puerta. Ella sube las escaleras del prtico principal de la mano de una nia. La nia pregunta por los tigres y la madre le tranquiliza dicindoles que son sus protectores. En efecto a su paso los tigres se echan y esperan. Nada hay que temer dice Isabel en el sueo. En una sala de mosaicos blancos Isabel deja a la nia jugando con unas hermosas muecas de porcelana que visten coquetos atuendos de fiesta. Ella comienza a andar por un pasillo pintado de cielo. Slo el piso por donde camina parece real. El resto es cielo. Como si se deslizara sobre una alfombra cuadriculada y recta. Camina Isabel hacia el extremo ms alejado de aquel pasillo celestial. Camina y termina por perderse en ese cielo con el que ahora se funde. Isabel siente que vuela.Una luz fortsima rodea a la mujer y a su hija. Los tigres retroceden como ante la luz del Poderoso y se echan cerca de ellas.La nia sigue prendida al pecho de su madre. Se alimenta. Su madre, desde el estado de inconsistencia la acaricia con su mirada, calma sus momentos de miedo.Vigilan los tigres con la luz del da.Vigilan los tigres bajo las estrellas.Pasan los das.La tropa ya est muy lejos.Ahora, en el horizonte una vaga nube de polvo se levanta acercndose. Son dos jinetes que avanzan por el desolado campo. Al galope van pasando cuando divisan algo que se mueve en aquella quietud. Tigres! dicen al unsono y espolean sus caballos para dar caza a los animales, pero los tigres no se mueven. De pie sobre los chircales los miran avanzar. Los miran de frente como quien ve llegar a dos viejos amigos. Slo cuando estn muy cerca los tigres corren hacia un lado y parecen desaparecer. Los hombres sorprendidos divisan a la mujer y su hija. Se acercan apendose de sus caballos. La nia est viva!Mientras uno cuida a la criatura, el otro cava una fosa.Por suerte los tigres no le han hecho dao!Duro trabajan los hombres para dar una digna sepultura a la mujer que ha alimentado a su hija an despus de muerta. Los hombres le construyen una pesada cruz con la cual sealan aquel lugar. Al final, sobre el llanto de la nia, rezan unas breves oraciones y se marchan en busca del poblado ms cercano.Ni rastro de los tigres!Ni rastros de la crueldad de la guerra!Han pasado los aos y las gentes que pasaron por aquel lugar de la cruz, fueron alimentando la leyenda de la mujer que salv a su hija despus de muerta. Las voces populares le han tejido infinidad de historias hasta el punto de perderse aquella verdadera que slo fue presenciada por la pareja de tigres. Hoy en da aquel lugar es conocido comoKurusuIsabel. Los viajeros que llegaron hasta el lugar han ido quitando astillas de aquella cruz primigenia hasta casi hacerla desaparecer. Astillas que guardan como amuleto de la buena suerte. Un templete fue alzado por las manos del pueblo y nuevas cruces fueron puestas en aquel sitio a donde hoy en da acuden los promeseros en busca de algn milagro.

La leyenda de la muerte de Guido BoggianiYo que estuve ah no le veo ningn misterio. La gente se empea en que las cosas parezcan mgicas. Yo no sadonde quieren llegar con esa mana enfermiza. Las cosas existen o no existen. Para qu vamos a andar con vueltas. Con la edad que yo tengo para qu les voy a mentir. He contado esta historia siempre que me lo han pedido pero ya he perdido las esperanzas de que alguien la escriba tal como es. Siempre le agregan cosas que yo no dije.Mucho aos me guard la historia, pero como siempre hay alguien que insiste al final ced. Despus, cuando me di cuenta que todos la modificaban ya me dio bronca, pero no puedo negarme cuando se trata de contar qu pas con Guido Boggiani.Aquella vez yo me encontraba de casualidad como miembro de su expedicin. No tena en m ese espritu aventurero innato que tena el italiano y seguramente, no me acuerdo bien, no haba podido oponer fuerzas suficientes a su insistencia. Eso ocurra a menudo. Boggiani tena un poder de convencimiento extraordinario. Nadie poda detenerlo en sus investigaciones. Era de esos hombres inquietos por naturaleza, me entiende. Si l en Italia lo tena todo, relaciones con gente influyente, destaque como pintor, msico y poeta, una mujer hermosa, hijos...Yo me hubiese quedado donde estaba pero l no, l estaba posedo por una intranquilidad esencial que lo llevaba a iniciar una y otra vez aventuras cada da ms difciles. Y bueno, yo estaba en aquella expedicin de la que no volvi. Estaba ah de pura casualidad.Nos habamos adentrado en la selvay plantamos nuestro campamento en un lugar protegido de los vientos y de difcil acceso. Nos llevbamos bien con los indios con lo que nos topbamos andando por aquellos lugares, pero siempre caba la posibilidad de una agresin, as que tombamos recaudo eligiendo sitios que nos dieran cierta ventaja en caso de que tuviramos que defendernos.Con nosotros iban dos guas indios y eso nos evitaba sorpresas.Una de las cosas que ms le gustaban a Boggiani era fotografiar a los indios en los que vea los rasgos ms puros. Eran reacios los nativos, sentan un temor extrao ante aquella mquina, pero al final siempre terminaban por aceptar los regalos con que Boggiani los sobornaba, sobre todo las mujeres que se derretan ante las telas que se les daba.Una tarde lleg hasta el campamento, junto a otras nativas, una joven esbelta y muy graciosa. Inmediatamente, Boggiani puso sus ojos de cientfico en ella y tras muchas vueltas pudo convencerla de que pose para l. Boggiani la dibuj pacientemente durante poco ms de dos horas. Cuando el trabajo estuvo terminado, la india que no tendra ms de 16 o 17 aos, sali corriendo con sus telas y Boggiani sonri satisfecho por el trabajo que haba realizado.No fue esa la ltima vez en que aquella muchacha nos visitara en el campamento. Vena casi todos los das, a tal punto que uno de los gua ya suspiraba por ella. Es que era realmente bonita. Pero ella vena a ver a Boggiani, eso se notaba. Mas el inters que Boggiani dispensaba a los indgenas era meramente cientfico y en cuanto a su relacionamiento humano con ellos, se podra decir que los quera como quera a todos los seres que con l se relacionaban.Boggiani andaba por aquellos das melanclico y pensativo. Bueno, se era su carcter habitual, slo cuando estaba en medio de un trabajo se mostraba con inters y cuando lo terminaba con xito era el momento en que se le poda ver feliz, ustedes saben.La cuestin es que la joven vena y vena al campamento, pero Boggiani no pareca darse cuenta de nada extrao. Todo el mundo saba que ella estaba all por l, menos l mismo.Una noche, mientras todos parecan dormir y Boggiani fumaba retirado de nuestras hamacas, apareci la joven india, alarg sus brazos con la intencin de abrazar al cientfico pero ste le sujet las manos. Hablaron largamente. Yo no dominaba el lenguaje de aquella parcialidad por eso poco y nada pude entender. Ms percib por las entonaciones que por las palabras en s. Pero al final la nia india parti a toda carrera y se perdi en la selva.Boggiani se acost y aparentemente durmi con tranquilidad. Yo me mantena despierto, algo me mantena despierto y no era simple curiosidad sino presentimiento. No s, la cuestin es que aquella noche no dorm hasta muy tarde.Poco tiempo despus de que la india partiera, con mucho cuidado de no despertar a nadie, y en la misma direccin, parti el gua indio. Ese que estaba totalmente prendado de la muchacha.Despus el sueo me venci y cuando despert estaba solo en el campamento. D unas vueltas y apareci el otro gua que vena con un manojo de lea. Los dems se haban ido de excursin. Pregunt por su compaero y me dijo que tambin estaba de excursin pero que por la noche l haba encontrado el cadver de la chica indgena muy cerca de all. Al verla partir, la sigui me relat el gua pero no pudo evitar que se atravesara el corazn con el cuchillo que Guido le haba regalado a su padre.Qu haba pasado? La joven sinti o crey que su alma haba quedado prisionera de Boggiani desde aquel da en que la dibuj. Ella haba visitado aquella noche a Guido para que le devuelva su alma, pero l se neg a devolverle el retrato. Entonces ella le pidi que por favor la tomara por entero para poder regresar junto a su alma. Pero Boggiani tambin se neg. Como la nia no iba a poder ser nunca ms feliz con otro hombre se dio muerte.Recuerdo el tono sombro que imprimi a su voz el gua cuando me dijo que los parientes de la joven se vengaran. Ante la advertencia orden al gua que siguiera las huellas de mi amigo, llev conmigo apenas el fusil, el agua y un cuchillo. No anduvimos mucho tiempo. En un recodo de una picada yaca tirado de bruces el cuerpo de Guido Boggiani con la cabeza destrozada de un hachazo. Me acerqu a l y toqu sus manos en las que an se poda sentir la sangre caliente. El gua me sac de aquel estado de incredulidad al ver al amigo muerto. El insttinto de conservacin, ante la advertencia del indio pudo ms en aquel momento. Yo abandon el cuerpo de Guido Boggiani. Si no lo hubiera hecho no estara contando esta historia.La leyenda de la fuente del amorMana el agua del misteriosoykuaBolaos. As, fluyente, se la ha visto desde hace casi tres siglos. Ahora es verano. Recorre el Paraguay un ao desgraciado: mil novecientos sesenta y nueve. Ao de guerra. Ao de huida hacia el Aquidabn.Las aguas milagrosas le dan al sitio desde donde nace el arroyo un aura diferente. Mgica si se quiere. Fresca. Propicia para el amor.A caballo llega un joven hasta el sitio desierto.De un salto desciende a tierra antes que el caballo se detenga.Y al tocar el suelo que verdea de una gramilla tierna, en una demostracin de habilidad que slo l disfruta se quita el sombrero y lanzndolo suavemente le hace describir una pirueta combada tras la cual queda apenas colgado de la punta de una rama seca. Se sienta el hombre al pie de un rbol tarareando una cancioncilla suavemente.Espera a alguien o simplemente disfruta del paraje.Nadie que venga hasta elykuacon esa alegra inconfundible puede estar simplemente de paseo. El muchacho parece esperar a su amada. Est ansioso. Un buen tiempo ha pasado y el mozo se ha ido adormilando. El mentn le cae ahora sobre el pecho. Estar dormido?Una jovencita llega al claro desde el monte. Se acerca a la cruz que memora el milagro. En silencio se arrodilla y reza. Enciende fuego a dos velas. Las rodea con piedras y las deja all. Habr hecho alguna promesa?Ahora la muchacha cruza el pequeo puente de piedras tendido sobre el arroyuelo y se dirige hacia el lugar donde el hombre dormita. Con los encajes de su mantilla roza el rostro del muchacho. De inmediato se despierta y se excusa ante la mujer. Oh, gracias a Dios que ests aqu! Como tardabas un poco me he adormilado, pero lo peor no fue eso, estuve soando que deba partir sin poder verte. Qu alegra! La toma entre sus brazos y se funden entregados al amor.Ella sabe que es el final.l parece no saberlo. O es que realmente su inocencia es grande o sabe esconder muy bien sus sentimientos. A punto de marchar con las tropas hacia el Aquidabn aparece optimista con respecto a la guerra. Seguramente no quiere darle un disgusto a su amada.Las campanas de una iglesia lejana dejan caer sus cansados sonidos sobre las aguas del arroyo. Se dira que aquellos sonidos vienen a morir en elykua. Los pjaros van llegando desde todos los puntos cardinales para quedarse en los rboles que rodean al arroyo. Con empujoncitos leves, la noche aparta al sol y va ocupando su sitial de reina de las sombras. Antes de aquietarse para el descanso, la vida da muestras de su enorme poder.Tengo sed, dice la joven.El hombre le entrega la guampa orlada de oro que lleva atada a su cintura y le acompaa hasta la vertiente. La mujer carga el agua y bebe. Volver pronto, ya vers. Y entonces estaremos juntos para siempre, dice el hombre. Para siempre, dice ella devolvindole la guampa de donde bebiera. Queda an un poco de agua en su interior. El hombre mira el recipiente. La marca de los labios de su amada. Se lleva el objeto hacia la boca. Apoya sus labios en el lugar marcado y bebe el agua que resta en el interior. Un beso sobre otro beso.Al fin se despiden tiernamente. La mujer desaparece en el monte y el hombre emprende el camino de la guerra sobre su caballo. Ya no tiene dudas. Volver junto a la mujer que ama. Y esta vez no es inocencia ni lstima. Es una fuerza extraa. Se dira que viene del agua y del fuego. De aquellos cirios que ardan lentamente frente a la cruz y del agua que bebi del mismo vaso con su amada.El hombre fue uno de los pocos sobrevivientes de la guerra.Logr burlar a la muerte y a las prisiones enemigas para llegar sano y salvo junto a su amada.Desde entonces elykuaBolaos sum un milagro tras otro pues se inici la creencia de que si dos enamorados beben del mismo vaso agua delykuaya nada podr separarlos.La leyenda del ChingoloDorado y brillante el pjaro desciende sobre la torre y camina picoteando aqu y all algn grano que el viento ha trado hasta las alturas del edificio. A pesar de su tamao, relativamente pequeo, el pjaro se mantiene en equilibrio enfrentando el fuerte viento de las alturas. Est sobre una torre mohosa que ha soportado el paso de los siglos sin inmutarse. Sus paredes han vivido ms de cien tormentas sin un ay! Los hombres la han rodeado, la han sitiado y han guerreado en su derredor, pero las flechas y las balas no le han hecho mella. Impertrrita, la torre contina altiva, elevndose hacia el azul, smbolo de la bsqueda del infinito que el hombre siempre ha perseguido.All anda el pjaro dorado con su paso elegante y el brillo inaudito de su plumaje.De pronto su voz se eleva en el aire de la tarde en un gorjeo enamorado.Ante la presencia de una compaera las hembras eran en aquella poca de un color plata sin igual el chingolo hace alarde de gracia y vivacidad. Gira alrededor de la torre rozando las campanas y hacindolas temblar para que emitan un rozar de metales apenas audible para ellos. Da la vuelta y roza el suelo con el pecho dorado. La pajarita le mira atenta, gozando con la demostracin que no tiene otro objetivo ms que impresionarla.El chingolo da otra vuelta y va a pararse firmemente sobre la veleta que adorna la torre. Entonces mira a la pajarita que est ms abajo y dice: Si lo quisiera, derribara esta torre de una sola patada.La pajarita sonre maliciosamente ante la exagerada afirmacin de su pretendiente.Una nube negra aparece de pronto cerca de la torre y con gran velocidad avanza hacia la veleta. La pajarita mira horrorizada el fenmeno y no puede menos que pensar en un castigo. El chingolo le hace frente pero la fuerza de la tormenta le arrastra en sus remolinos. Nada puede hacer. Su alarde de fuerza y poder no tiene ningn sentido ahora. El castigo divino a la soberbia lleg en menos de lo que canta un gallo.El chingolo rueda por tierra malherido y sus plumas doradas se convierten en una mezcla de ceniza y tierra. Toda su belleza ha desaparecido. Su bello gorjeo no aparece en su garganta y ya no puede sostenerse con gracia sobre sus finas patas.Desde entonces el chingolo se mueve con esos ridculos saltitos y se confunde con la tierra. El presuntuoso, el engredo y el soberbio siempre tienen un triste final.La leyenda deKaraiOctubreEste hombre que ahora trenza su ltigo deysyporesguardado en las anchas alas de su rado sombrero de paja vive solo en el monte. Nadie lo ve sino una sola vez al ao. Aparece para comprobar que se cumpla la tradicin de siempre el primer da de octubre. Viene preparado, con su rebenque listo para castigar a quienes se atrevan a desafiar la costumbre.Le interesa sobremanera la cocina de cada casa. Pasa hasta donde las ollas estn hirviendo sin importarle nada ms. Lo ha hecho durante siglos. Quin podra cuestionar su actitud?Malhumorado y hombre de pocas pulgas elKaraise pasea por los poblados haciendo sonar su ltigo para anunciar su llegada. Las mayora de las mujeres le ceden el paso y le dejan espiar en las ollas. Pero aquellas que no han seguido la tradicin, pretenden ahuyentarlo, temerosas. Esas no se salvan del castigo.KaraiOctubre le llaman. Medio petisn es el hombre y su ancho sombrero lo achata an ms. Lleva puestas unas ropas roosas y, como ya dijimos, hace sonar su rebenque antes de entrar a espiar en las cocinas y en las ollas.KaraiOctubre es la pobreza, la miseria, las penurias.Se le ahuyenta solamente con una olla repleta de comida.Si no encuentra suficiente se queda con esa familia para todo el ao y, adems de los rebencazos, la miseria les acompaar por todo el ao, con sus nefastas consecuencias.De ah que en todas las casas, cada primero de octubre, no falte el puchero bien servido. De esa forma la conciencia de toda la familia quedar tranquila por el resto del ao. En cambio aquellos que se resistan y mezquinen la comida de ese da tendrn que convivir con el hambre por el resto del ao. Esta tradicin ensea al campesino a prever el alimento para los suyos durante los meses de vacas flacas, poca que se inicia en octubre y que abarca los ltimos meses del ao.El premio es para los previsores.El castigo, para los haraganes.La leyenda de Mala VisinLlevaban ms de tres aos conviviendo en matrimonio. Haban sido felices en los primeros tiempos, pero el monstruo de los celos les haba arrebatado la risa. La mujer con sus sospechas fue empujando a su marido hacia la infidelidad y ste, cansado de los reproches que reciba en su casa, opt por buscar consuelo en otros brazos. El hecho de celar sin motivo termin por producir lo que se tema. El hombre, a pesar de su infidelidad, segua viviendo con su mujer.Pero la mujer ya no viva para construir una familia sino para destruir el matrimonio.Cada paso que daba tena siempre un propsito destructivo.Se pasaba la vida pensando en cmo hacer caer a su marido en las trampas que a menudo le tenda. Sus pensamientos fueron cayendo en la locura hasta que un da la idea terrible ardi en su mente enferma. Y si alguien me pregunta por l, le dir que se fue con otra, se deca la mujer en plena efervescencia de sus macabras ideas.No tenan hijos as que eso le evitaba cualquier inconveniente.No habra testigos.Una noche la mujer esper pacientemente a su marido. En el lugar de la cama donde ella deba estar acostada acomod unas viejas cobijas que formaron un bulto parecido a su cuerpo y con un garrote bien pesado se sent a esperar a su marido. Lo esperaba como esperan los sabuesos que han rodeado a su presa: tranquilamente, sin apuros.Cuando el hombre lleg, la mujer no tuvo inconvenientes con su plan. Lo recibi con un terrible garrotazo en la cabeza. Crujieron los huesos y el hombre se despidi de la vida. La mujer, por las dudas, arremeti con su primitiva arma y le dio unos cuntos golpes ms impulsados por la fuerza del odio que haba alimentado durante tanto tiempo.Arrastr el cadver del hombre hasta una carretilla, lo carg y en medio de la oscuridad de la noche lo llev hasta una cueva alejada de su casa. All, en el fondo de la gruta, volc el cuerpo sin vida y cubrindolo con ramas secas le prendi fuego.An se tom el trabajo, la mujer, de borrar las huellas de la carretilla. Hizo todo esto con gran paciencia y nadie la vio. El crimen haba resultado perfecto. Su rostro ahora se vea distendido, casi feliz. Cuando, en los das siguientes sus vecinos preguntaron por el marido, ella contestaba alegremente: Termin yndose ese sinvergenza, con alguna loca por ah.La mujer no esperaba lo que iba a suceder.Una semana despus que el marido ardi en la gruta, la noche se present tormentosa. Negras las nubes se podan divisar cada vez que los relmpagos iluminaban la escena. La mujer, tarareando una cancin, preparaba la cena. Siempre haba tenido la costumbre de cantar mientras haca las labores. Un ventarrn violento y repentino vino a incomodar su paz. Saltaron los vidrios de la ventana. La mujer se dio vuelta asustada y vio suspendido en el aire el cuerpo de su marido, echando chispas, cubierto de brasas. Un aullido espeluznante se escuch en toda la regin. La mujer cay muerta de espanto en el acto.El alma en pena del marido muerto haba regresado al hogar.Un gran incendio se desat ms tarde en aquella casa y nadie supo lo que haba sucedido. Slo encontraron el cuerpo sin vida de la mujer. Pero el alma de aquel hombre, que tambin tena su culpa, an vaga por los caminos y cuando ve viajeros solitarios o desprevenidos, suele lanzar sus aullidos. Si alguno responde a sus gritos, entonces se presenta y con su imagen terrorfica, lanzando chispas, enloquece o mata.La leyenda de Kurusu BartoloCorre el ao 1816. Corre Pai Bartolo hacia la iglesia. Ya es hora de la misa. El sacristn ya ha llamado a los feligreses haciendo sonar la campana y los pocos hombres y mujeres que pueblan los viejos bancos estn ansiosos de cumplir con la obligacin cristiana de la santa misa.Pai Bartolo viene de los campos sembrados. Ha estado hablando con los campesinos pero antes visit a dos familias que se dedican al trabajo del tejido.Ahora est en el altar sudoroso pero feliz de haber llegado a tiempo para cumplir con su obligacin. Las lecturas las hace el sacristn y Pai Bartolo se reserva el sermn. Habla Pai Bartolo del escaso inters que en la poblacin despierta la palabra de Dios. Hace responsable de ello al gobierno del El Supremo que difunde el materialismo y se olvida del alma de las gentes. Habla con pasin y devocin. Habla convencido de que sus palabras transmiten la verdad.As es Pai Bartolo, un hombre apasionado.Un hombre que anda por los caminos de la vida contagiando a la gente con su entusiasmo.Esto es Villarrica del Espritu Santo y aqu Pai Bartolo es como de la familia. De todas las familias que viven, suean y trabajan en esta ciudad. Es que Pai Bartolo recorre casa por casa con la esperanza de lograr que se sumen a la escasa feligresa que asiste y colabora con la iglesia. No son buenos tiempos para la iglesia en Paraguay. Por eso mismo hay que andar el doble, dice Pai Bartolo.Es un poco acelerado el cura, eso hay que decirlo. A veces le pide cosas a la gente que la gente no puede dar. No, nada material, es con respecto a las actividades de la iglesia. Las cosas espirituales. El compromiso. Esas cosas.Pero eso es lo mnimo que se puede pedir a un catlico, dice Pai Bartolo.En estos tiempos es distinto, le contestan a veces. Dios no solamente est en su iglesia Pai, le dicen otros. Dios est ms en nuestros campos que en esa su iglesia, dicen. Para qu me voy a ir, para que digan que soy un chupamedias del cura. Las cosas que Pai Bartolo escucha habitualmente son para un hombre de fe a veces terribles, pero sin embargo sigue adelante.Algunos campesinos reconocen que el entusiasmo de Pai Bartolo es capaz de hacer brotar los almcigos ms rpidamente. Las plantas crecen ms rpido cuando cruza por las quintas Pai Bartolo con su paso inquieto. Los tejidos parecen avanzar el doble cuando l habla con quienes operan los telares.Claro, esa inquietud, ese dinamismo, ese aceleramiento tienen un precio. Ms de una vez lo ha visto el sacristn sofocado y ahogado en sus preocupaciones, pero Pai Bartolo rechaza cualquier tipo de ayuda. No ms que un vaso de agua que a veces era insuficiente para salir del trance en que sus propios nervios le encerraban.No se sabe bien cuando, pero Pai Bartolo un da olvid el camino de la iglesia y un campesino tuvo que acercarlo con buena voluntad. Otro da se le encontr divagando por el campo. Pai Bartolo empez a hablar solo por las calles. La gente primero pens que era producto de su natural forma de ser, pero cuando comenz a pasar frente a sus conocidos sin dirigirles la palabra se dieron cuenta de que alguna grave enfermedad le estaba aquejando.Los familiares de Pai Bartolo entonces decidieron hablar con el sacristn el cual confirm sus temores. Decidieron entonces llevarlo a su chacra y cuidarlo de que no salga pues todas las cosas se tornaban peligrosas ante el comportamiento que por su enfermedad demostraba Pai Bartolo.Pai Bartolo no acept esta situacin de buenas a primeras y una noche de tormenta logr escapar a los cuidados de su familia y sali a caminar por los campos cercanos. En el camino intent cruzar un arroyo pero cay en l y muri ahogado. Los lugareos le dieron sepultura junto a aquel arroyo y sealaron el sitio con una cruz.La cruz fue ganando fama de milagrosa y parece que escuchaba particularmente los ruegos de los campesinos que llegaban a pedirle que les enviara la lluvia. Tiempo despus la cruz fue retirada y llevada a un oratorio que a efecto de adoracin le haba construido don Hilario Meaurio en su domicilio. An hoy se le adora cerca de all y cada 3 de mayo, da de la cruz, se acostumbra a hacer el sabroso Chipa Kurusu. Cuando los campesinos acuden a ella ansiosos de lluvia para sus sembrados es infalible. El noveno da de la novena, segn cuentan, la lluvia siempre llega. Lo curioso es que cada tarde, entre cnticos y sones de tambores suelen llevar la cruz en procesin para darle un bao en aquel arroyo donde Pai Bartolo encontrara la muerte.La leyenda de Santo TomsRecuerdo que un da de lluvia en que viajbamos por la zona del Guair tuvimos que quedarnos a pasar la noche en un pequeo poblado a la vera de la ruta. Volvamos hacia la capital luego de visitar a unos parientes de la campaa y nos quedamos en una especie de pulpera. All se daba de comer y adems nos ofrecan, por poco dinero, un lugarcito donde dormir. La noche era fra y como no queramos arriesgarnos hicimos el alto y nos quedamos.Comimos un caldo ava riqusimo que la duea de casa haba preparado durante horas. Y despus de la cena, casi todos los que all habamos parado, nos quedamos en la mesa charlando largamente acerca de las leyendas de nuestra tierra.Surgi entonces la famosa leyenda de Santo Toms, el santo de los agricultores.Algunos sugirieron que la leyenda era antiqusima y que en realidad no era de Santo Toms sino del primognito de Rupave y Sypave, el patriarca Tume Arandu, cuyas hazaas al trascender las pocas le fueron variando el nombre as se conocen historias de Pa Tume, Pai Zume o Chume. Hay quien le llama karai Zume o sus variantes. Decan stos que los evangelizadores que llegaron a Amrica aprovecharon la similitud fontica y entonces hicieron creer a los indios que se trataba de su Santo Toms, aunque otros sostienen que se trata de San Bartolom. Las similitud fontica de los nombres fue lo que posibilit la apropiacin de una historia con races indgenas con fines evangelizadores. Coincide esto conque al parecer, Pai Tume (yo prefiero llamarlo con su nombre original Tume Arandu) fue quien ense a los guarani el cultivo de la mandioca y sus preparados. En otros lugares dicen que en realidad lo que ense fue el cultivo del maz y en otros que fue l quien ense las propiedades y usos de la yerba mate. Dmosle chance a todas las posibilidades.La confusin adquiere ribetes de acertijo cuando nos encontramos con los cientos de textos que al tema se refieren de manera diversa. Inclusive el famoso Pai Tume o como se llame se convierte en personaje serial protagonizando los famosos casos que abundan en la literatura oral de nuestro pas. As las cosas la discusin se plante larga y distendida. Todos parecan tener la razn y todos parecan no tenerla. Cmo encontrar un punto de concordancia ms o menos sensato tratndose de un tema de origen legendario, mitolgico, fantstico y espiritual?Hay quien dice que Pai Tume en realidad fue el Santo que habra llegado a Amrica por caminos diversos segn las fuentes. La historia ubica al santo en la poca anterior a Cristo. Las condiciones histricas entonces entran a tallar y por descarte se llega a la conclusin de que el santo no pudo haber llegado por mar sino a pie a travs del estrecho de Bering. Esta teora razonable se desbarata cuando se buscan los antecedentes locales. Casi todos coinciden en que el santo habra llegado desde el Brasil y an han mostrado el camino que sigui a travs de las selvas.Hay quien dice que todas esas discusiones de folkloristas y literatos no tienen ningn sentido y son un verdadero mamarracho. Pero hay quien afirma que todas las historias conocidas tienen una parte de la verdad. Pero, cmo armar ese gigantesco rompecabezas?Tarea improbable y casi imposible.A travs de Rosicrn, uno de los ms informados folkloristas paraguayos de este siglo, sabemos por su ande Ypy kura que Tume Arandu, hacia el final de su vida se refugi en una gruta donde se uni por primera y nica vez a una mujer y donde poco despus muri.En fin, aquella noche se la dedicamos al, llammoslo as, Santo Toms criollo.Discutimos y nos divertimos mucho con las diferentes versiones que de la huella de un pie impresa en la roca de un cerro an existe. Nos remos porque algunos autores dicen que es una patada de furia dada por Tau para anunciar su venganza a los guarani, otros dicen que la famosa huella es del pombro y los ms audaces que es la huella de Pai Tume.No hay manera de construir un relato definitivo sobre este tema.Lo cierto es que la imagen de un hombre diferente que dej sus enseanzas a los guarani ha sobrevivido durante siglos en el inconsciente colectivo. Haya enseado a plantar y usar la mandioca, haya enseado a plantar y usar el maz, o haya conjurado la yerba mate sacndole el veneno que Aa haba cargado en ella, Pai Tume, Pai Sume, Karai Chume o Zume o Tume Arandu, o Santo Toms, o San Bartolom, siempre se hallan vinculados al hombre de campo, a su trabajo y al desarrollo de las tareas que ayudan a cultivar el espritu.La leyenda de Karai VosCasi sin responder, el viejo echa en su bolsa vieja y rada el pan que en aquel rancho acaban de darle. Kara Vos anda por las calles constantemente.Nadie sabe lo que lleva en su bolsa de arpillera pero all mete todo lo que encuentra. Seguramente un entrevero de cosas. Se le ha visto meter la comida que en las casas le regalan, las latas viejas que por ah encuentra y que levanta quin sabe para qu, tornillos y clavos en desuso, algn cachorro abandonado tambin ha ido a parar a la bolsa del viejo.Se dice que est loco porque habla solo.Se dice que no tiene casa ni sitio donde dormir porque siempre se lo ve vagando por las calles.Se dice que es un asqueroso porque casi nunca se baa y se encima unas ropas con otras.Se dice que se alimenta de sus perros a los que tiene a su alrededor por medio de hechizos.Se dice que cuando encuentra un nio solo por las siestas lo mete en la bolsa y se lo lleva, para luego matarlo y comerlo. El Karai Vos, el hombre de la bolsa o el seor de la bolsa es un personaje infaltable en todos los pueblos. Los nios le temen y huyen de su presencia.Mentando al karai Vos, las madres logran que sus hijos desobedientes se queden en casa en las pesadas siestas de verano. La hora que ms le gusta a Karai Vos. La hora en que sale especialmente a cazar nios. Si te encuentra solo en la calle, ests perdido. Hay que tener cuidado porque con su mirada ladina te puede paralizar. No lo mires mucho si es que te tops con l por ah.La leyenda de la Nia FranciaEs domingo. En la iglesia de Trinidad la gente se arremolina a la salida de misa.Un muchacho alto y de elegante porte avanza con paso firma hacia la arboleda del fondo de la Iglesia. Por la otra galera una nia ha salido de la iglesia y con pequeos pasos tambin se dirige hacia all. Van a encontrarse en secreto.Estn enamorados y si tuviramos que remitirnos a los inicios de este amor diramos que todo comenz cuando el muchacho levant el pauelo que la nia dej caer a la salida de misa un domingo, hace ya algunos meses. La pasin ha ido alimentndose en secreto y el amor fue creciendo. Ahora los jvenes hablan sobre la posibilidad de comprometerse. El muchacho no se anima a enfrentar al tutor de la nia sin que sta hable antes con l explicndole sus sentimientos. Nada ms y nada menos que el Supremo! Don Jos Gaspar Rodrguez de Francia, en el apogeo de su gobierno, se muestra inaccesible an para la nia. Aunque suele visitarla es parco. Parece haber perdido el don de la elocuencia que lo llev a encabezar el primer grito de independencia americano.La nia promete hablar con su tutor a la brevedad.El mozo promete volver a verla a travs de la reja de su casa y llevarle flores silvestres.En los breves minutos que estn juntos experimentan el goce juvenil de amor sano y sincero. Sus miradas, sus breves caricias y un furtivo y delicado beso engalanan el encuentro.Das ms tarde el Supremo visita la casa de la nia, se interesa por su estado de salud, conversa con las criadas que tienen la misin de cuidarla. Vela, celoso, porque en esa casa no falte nada. La nia debe criarse con las necesidades satisfechas.La nia pide hablar con l.Se sientan ambos en sendas sillas de asientos de mimbre. La nia tmidamente pero decidida le cuenta que tiene un pretendiente y que el joven desea hablar con l. Cmo se atreve! piensa Don Gaspar. Pero su semblante se mantiene serio escuchando a la nia. Pregunta con inters fingido el nombre del muchacho. Jos Antonio Rojas de Aranda, responde la nia. Pregunta en dnde se ven. A la salida de misa, los domingos en Trinidad, responde la nia. Pregunta si est segura de su amor. Y la nia sonre sonrojndose. Ya no pregunta: Puedes retirarte, dice ahora y la nia avergonzada pero feliz de haber confesado su amor va hacia sus habitaciones.El Supremo llama a las criadas y sentencia con voz grave y alta, como para ser escuchado por la nia. Ninfa, la nia no volver a salir de esta casa. Se prohbe terminantemente las misas del domingo y cualquier otra actividad. Dicho esto, Don Gaspar sale al patio, desata su caballo, se acomoda en la silla y emprende la marcha hacia su quinta de Yvyrai.La nia, que ha escuchado las palabras del tutor, rompe a llorar amargamente.A su mente vena la conversacin con el Supremo. No se haba explicado bien. No haba insistido. No haba demostrado la suficiente pasin. Se culp de estas y otras muchas cosas. Las horas fueron apagando el llanto y encendiendo nuevas esperanzas. La noche se iba cerrando sobre la arboleda de naranjos que rodeaba la casa y con la noche llegara el amado. El siempre tena una salida para las situaciones ms difciles.All va el Supremo. Precedido a buena distancia por los guardias que van anunciando su paso. Las ventanas de las pocas casas que se levantan en el camino corren las cortinas, cierran las persianas. Apagan las luces.El trote lento de su caballo lo lleva a perderse en sus pensamientos. Marcha solo el animal. Ya sabe el camino de memoria. Fiel compaero aquel caballo. El Supremo recuerda sus aos mozos. Sus aventuras amorosas. Aquellos Rojas de Aranda tenan en s mismos el poder de la seduccin. Uno de ellos se haba interpuesto en el amor que Jos Gaspar profesaba por una joven y lo haba humillado conquistando a quien l tanto amaba.La soledad haba vuelto agrio al Supremo. El poder lo haba aislado de la gente.Ahora otro Rojas de Aranda en su camino queriendo llevarse el nico afecto de su vida. Pero esta vez era l quien poda evitar la concrecin del amor. El destino haba dado una vuelta completa. Jams permitira que uno de aquellos se entrometiera en su vida. Jams!Diez de la noche. Un jinete llega hasta el naranjal y se apea de su caballo. Lo esconde entre los rboles y se dirige a hacia la casa. El perro guardin, Sultn, sale a recibirlo con festejos. Se dira que es el dueo de la casa pero no enfila hacia el portal. Da un rodeo y se acerca hacia una de las ventanas enrejadas. All lo espera la nia. Se echa el sombrero hacia atrs, cruza su brazo entre los barrotes y toma por la cintura a la prenda de su amor. Impaciente por saber las noticias de la entrevista inquiere a la nia: Qu pas con nuestra peticin?. La nia relata la entrevista con el Supremo. Traern otro perro guardin, dice la nia. No te preocupes, me har su amigo, ya ves que con Sultn no me ha sido muy difcil, dice el mozo acariciando la cabeza del perro que est a su lado.Las palabras de amor de Jos Antonio borran las amargas huellas que dejaran las palabras de el Supremo. Todo se arreglar muy pronto, dice el muchacho antes de marcharse.Nunca ms se supo de l.Acaso fue secuestrado por los guardias del Supremo?Acaso fue enviado a otras tierras?Acaso fue asesinado?Lo cierto es que el joven desapareci como por arte de magia. Nunca ms volvi a visitar a la nia y la nia nunca ms volvi a salir de aquella casa. Los das que pasaron por su vida fueron todos iguales. La nia no diriga su mirada a nadie. Apenas si probaba bocado de las comidas que les servan las criadas de Francia. No hablaba nunca con nadie. No contestaba las preguntas que se le hacan. Pero por las noches, se pegaba a la reja de su ventana y miraba la luna aorando a su amado. De pronto le pareca que asomaba entre los naranjos la esbelta figura, pero todo se reduca a su imaginacin. El hombre de sus sueos no volvera a aparecer. Sultn ya no haca fiestas a nadie. Ladr, eso s durante muchas noches desconsoladamente. Ladr insistente una noche nublada en la cual las estrellas se escondan en los oscuros nidos de las nubes. El Supremo estaba all. Haba pasado largo tiempo desde aquella noche aciaga en la que pronunci su sentencia. Ahora volva. Qu extraos designios lo traan nuevamente a la casa? Nadie lo sabr jams.Tu padre quiere verte, anunci Ninfa a la nia.La nia enloquecida por la furia contenida durante tanto tiempo le respondi con gritos bien entendibles. El no es mi padre. Es un monstruo. Me quit el amor. No quiero verlo, gritaba la nia mientras las mulatas del servicio la arrastraban ante la presencia del Supremo. La nia se par frente a l con toda la arrogancia de la juventud: Te odio. Te odiar toda la vida. T no eres mi padre, le dijo mirndolo a los ojos. La nia escupi en el suelo: Me das asco, le dijo y luego inici una carcajada terrible en la que ya se poda entrever la demencia. El Supremo dio media vuelta y se retir. Nunca ms volvera a aquella casa.A la muerte del dictador, en su testamento no se encontr ninguna mencin a la nia. Nadie saba su verdadero nombre excepto l, as que la nia qued sin nombre para la eternidad. A la muerte de Ninfa, la celadora, las mulatas se hicieron cargo de la nia. Se mudaron a una casa del centro y all continu su eterno encierro.Las mulatas se turnaban para el trabajo de la casa y tambin para las salidas, en las cuales vendan productos casa por casa. La gente deseosa de conocer los secretos de la nia preguntaban por ella, pero las mulatas se guardaron siempre de hablar. Vendan sus productos, contestaban amablemente lo que podan y callaban cuando les hacan preguntas indiscretas.La nia Francia muri, tal vez de pena, tal vez de locura de amor, una maana soleada... Nunca pudo caminar libremente por las calles. Cuatro soldados llevan su atad y las fieles mulatas le acompaan como nico cortejo.La leyenda de Kaa IaryGira el mate espumoso y caliente en la rueda que forman los hombres alrededor del fogn.Son mineros y reponen sus fuerzas luego de una jornada de duro trabajo. La cosecha de la yerba mate es la actividad de los mineros. Algunos son particularmente hbiles, pero todos saben que deben moverse con respeto en las plantaciones, cosechando slo aquellas hojas que ya estn bien sazonadas. Nadie destruye el rbol que le da de comer, es el dicho entre ellos.Ahora es hora de cuentos en la rueda que forman los hombres. En la oscuridad rojiza los mineros se transforman en voces que se van alternando en el relato. Historias de aparecidos, de hadas, de jinetes sin cabeza, de fantasmas, historias fantsticas que mueven la adrenalina de los mineros.En el rincn ms oscuro Julio y Tan escuchan en silencio. Son recin llegados. Apenas tres das llevan en la cosecha con el rado en la espalda. No es mucho lo que Julio y Tan han podido cosechar pero al menos tienen casa y comida.Julio y Tan son jvenes y tienen ambiciones.Julio y Tan se preguntan para s mismos si ser cierta la leyenda que tanto repiten los mineros sobre la Kaa Iary y ambos se duermen esa noche con la idea de comprobarlo.An no cantan los gallos y Tani sale del galpn donde duermen los mineros. Sale en silencio, sin despertar a nadie. Un concierto desparejo de ronquidos le acompaan. Tan sale y enfila hacia la iglesia. Quiere estar de vuelta sin que nadie lo haya notado. Quiere hacer una promesa ahora que ya es Semana Santa. Ahora que es el momento oportuno para probar si es que esa hada del monte existe o no. Tan conoce la frmula. La escuchado muchas veces. Entra en la iglesia y jura vivir siempre en los montes, amigarse con Kaa Iary y no tener trato con otra mujer.Ahora Tan sale.Una sombra se escurre detrs de sus pasos.Tan corre hacia el monte.La sombra entra en la iglesia y jura vivir siempre en los montes, ser amigo de Kaa Iary y no tener trato con mujer alguna.Julio sale de la iglesia y marcha hacia el monte. El juramento le ha dado nuevas fuerzas. Lleva un papel en el que ha escrito su nombre y una fecha. Lo aprieta en su mano derecha. Est emocionado. Busca una mata de yerba donde dejar su mensaje. Al fin encuentra una que le parece apropiada y disimula el papel entre sus hojas. Volver el domingo. As lo ha puesto en el papel. Volver para encontrarse con la bella Kaa Iary. Sabe que antes deber pasar otras pruebas, pero sabe que entonces ser protegido por el bosque, cubierto su sueo por las verdes alas del hada.Julio y Tan confundidos con los otros mineros trabajan esa semana con ahnco. Al final del da su frente est marcada por la vincha del rado que llevan sobre las espaldas. Ahora le van tomando la mano a la cosecha y el kilaje de lo recogido aumenta das tras da.Julio espera con serenidad el domingo, el da del encuentro.Tan est agitado por la posibilidad de descubrir la verdad... existe la famosa Kaa Iary?Tan no sabe de la promesa de Julio.Julio presiente que Tan tambin ha hecho la promesa al hada del bosque.Hace fro a esta hora de la madrugada. Tan va en busca del lugar donde dejara su mensaje. Se detiene frente a la mata de yerba. mira hacia todas partes. El silencio abismal de la noche lo recoge en sus brazos. Lo mira de reojo la luna que se recuesta en su propio creciente hundindose en el oeste del monte tras los rboles que miran fijamente al joven como guardianes altsimos e invencibles. Un viento hablador corre alborozado trayendo las conversaciones del ms all.De pronto dos luces pequeas y amarillas surgen con un rugido feroz entre las plantas. Encendida la mirada de un tigre enorme enfrenta a Tan que queda clavado al piso. El tigre lo mira y avanza hacia l. Tan sabe que es la prueba de fuego. Debe mantenerse tranquilo pero no puede evitar el miedo y el temblor de sus rodillas. Cuando el tigre est dispuesto a saltar sobre el joven una enorme serpiente salta sobre el tigre y con la luz de su escamoso cuerpo comienza a envolverlo. El tigre se debate con todas sus fuerzas. El oscuro aliento de la pelea se queda pegado a los pies de Tan que todo lo observa con profundo temor. Un ejrcito de escorpiones gigantes se hace presente en ese mismo lugar iluminado por la inusual gresca. Los escorpiones saltan sobre los animales en lucha y clavan sus aguijones venenosos para luego pelear a muerte entre ellos . Una bandada de monos gritones cae de los rboles zapateando sobre los otros y sumndose a la infernal pelea. Los monos tiran al suelo a Tan. Los escorpiones suben a su cuerpo. El tigre intenta alcanzar al joven con sus zarpas. Atropellan los chanchos salvajes. Alrededor de la pelea una nube de polvo luminoso. Grandes papagayos se lanzan en vuelo rasante picoteando a los monos que gritan an con ms fuerza. Ya no se sabe quin ataca a quin y Tan est mezclado en esa horda que destila sangre y odio.Un fro azul congela la imagen y ante los ojos de Tan aparece una dulce joven de dorados cabellos. Los animales han desaparecido. La joven lo mira con ternura. Tan se levanta y quiere ir hacia ella pero el hada lo detiene suavemente con su voz:No te acerques. Has superado la prueba. Tu sinceridad me ha trado hasta aqu y aqu estoy para protegerte. Celebro que ests junto a m y desde ahora estar a tu lado. Hay una sola condicin que debers cumplir y seguramente ya sabes cul es, dijo al fin Kaa Iary.Si te refieres a que de hoy en ms deber serte fiel, ya estoy avisado, contest Tan.El Hada del Bosque contest tan slo con una sonrisa y desapareci al instante.Tan volvi al puesto donde estaban los mineros de la yerba pero no encontr a su amigo Julio a quien deseaba invitar para concurrir a la misa dominguera. Tan se fue solo a la misa, renov su promesa y agradeci a Dios por haberle permitido conocer a Kaa Iary.Tan volvi al puesto poco despus del medioda y se encontr con un espectculo terrible. En medio del rancho yaca sobre un catre el cuerpo sin vida de su amigo Julio. Segn los mineros que lo encontraron en el monte haba sido atacado por las fieras. Su cuerpo desagarrado hablaba por s solo. Tan pens en la pelea de las fieras a su lado. En el tremendo entrevero que haba sucedido con l como centro y llor por su amigo. Tan que adivinaba el deseo de Julio de descubrir si Kaa Iary exista o no supo lo que le haba ocurrido a su amigo. La poca fe haba hecho que las fieras, en lugar de destrozarse entre ellas lo atacaran y as haba acabado. Tan volvi a dar gracias a Dios y se persign frente al cuerpo sin vida de su amigo.Desde entonces Tan cont con la ayuda de Kaa Iary en su cosecha. Se internaba en el monte y reapareca con el rado repleto de hojas de la mejor yerba. Y cuando se aprestaba a pesar su cosecha Kaa Iary, suba a la balanza, invisible para los dems aumentando el peso de la cosecha de Tan.El joven fue fiel al hada por el resto de sus das, pero hubo otros mineros que por falta de fe no superaron la prueba de las fieras a las que Kaa Iary les someti en su momento. Muchos otros juraron fidelidad al hada, superaron la prueba pero en algn momento la tentacin les alcanz y rompieron su juramento de fidelidad. Kaa Iary entonces acab con sus vidas extravindolos en el monte y dejndolos a merced de las fieras.Muchos fueron los mineros que, incrdulos de su existencia, arrancaron las hojas que an no estaban sazonadas y destruyeron el bosque, ellos tambin pagaron con el extravo y la muerte. El hada protectora del monte, Kaa Iary no perdona las ofensas. Tan siempre lo supo y vivi cada uno de sus das enmarcados en el respeto y la fidelidad. Kaa Iary siempre lo protegiLa leyenda de la campana del YpoaOrgullosos de su obra entre los indgenas, el superior de los Jesuitas de las Misiones se pasea bordeando las chacras comunitarias. Piensa el sacerdote en alguna obra material que sirva para acercar las seales de Dios a los hombres de estas tierras. No tardan en aparecer en su mente los sones de una campana que resuenan en su mente desde su ms tierna infancia. Una campana que a esta altura de su vida el sacerdote posee ya 63 aos no sabe bien si escuch en la realidad o, simplemente, en sus sueos. Una campana nica. El sonido resuena claro y sereno, recio y suave. Es un sonido diferente. El jesuita vuelve a sus aposentos y, febrilmente, escribe una carta. Se dirige a unos famosos fundidores italianos cuyos dones de profesin fueron muy alabados por un amigo suyo que ha regresado a Europa hace muchos aos.Tiempo despus recibe la respuesta.Los tcnicos estn dispuestos a viajar a este apartado lugar de la tierra.Dispuestos y ansiosos de fundir esa campana nica.El sacerdote enva expediciones a buscar los metales preciosos que les solicitan los italianos. Deben estar de vuelta antes de que stos lleguen a las Misiones. Siete meses despus los materiales y los tcnicos ya se encuentran en el poblado. Todo est listo para la fundicin. Los moldes han sido preparados con el mayor de los cuidados. Las inscripciones de la campana dejarn fe del hecho para la eternidad. El sacerdote imagina los sones echados a vuelo en las bellsimas comarcas en las que se asientan los pueblos de las Misiones y sonre para s. Con la conciencia tranquila se retira de los talleres donde se realizan los trabajos para completar la campana maravillosa.Los tcnicos italianos, con la ayuda de los indgenas, que fueron adiestrados en el oficio durante un buen tiempo, se preparan para la fundicin. Los metales preciosos hierven. La aleacin es el paso ms importante en todo el proceso pero en el momento culminante los tcnicos se dan cuenta de que algo ha fallado. Detienen la tarea. Deben analizar cada paso dado.Con honestidad comunican al Superior su fracaso y proponen reponer los materiales perdidos. Ahora el trabajo se transforma en una cuestin de dignidad. El dinero a cobrar pierde inters para los directores del proyecto. Pero algo se quiebra en el interior del sacerdote. Con furia recrimina a los especialistas. Les hecha en cara su curriculum, los insulta. Sabe que no debe hacer lo que est haciendo pero no puede evitarlo. Algo superior a sus fuerzas le domina el espritu. El homenaje al Seor pierde fuerza y se va transformando en capricho de un mortal. Emplaza a los trabajadores. Les da slo una ltima oportunidad.Indalecio es el nombre cristiano de uno de los indgenas que all trabajan. Indalecio ha sido cacique de su tribu y est avergonzado por el fracaso. Cuando llega a su casa para el descanso nocturno comenta lo sucedido, cuenta el enojo del Superior, dice yo tambin me enojara. Su hija, a la que todos llaman Ysapy, por el brillo de sus ojos, escucha con atencin. Quince o diecisis aos tendr la joven, esbelta y hermosa. Esa noche Ysapy no puede descansar en paz. Piensa en su padre. En las amenazas del superior. En el castigo que le espera si vuelven a fracasar. En la vergenza de su padre.An no ha salido el sol pero Ysapy ya est en pie. Ha juntado todas sus joyas y se dispone a partir hacia la casa de un sabio que vive aislado, mucho ms all de los cerros. Quiere preguntarle cmo debe hacerse el trabajo de aleacin para que no fracase. Quiere salvar a su padre.El hombre es europeo pero domina la lengua de los indgenas. Su avanzada edad le obliga a usar unos gruesos cristales delante de sus ojos. En completo silencio escucha lo que la joven india viene a preguntarle y la splica de una respuesta a cambio de las joyas que le lleva. El sabio consulta sus libros de alquimista, los lee y relee. Ysapy espera. Al fin da su respuesta. La nica manera de unir en completa armona aquellos metales es combinarlos con la sangre de una mujer virgen. La respuesta es de magia pura. Ysapy vuelve contenta a las Misiones. Ya tiene el secreto que posibilitar el xito del trabajo de su padre, pero muy pronto caer en la cuenta de que entre las mujeres vrgenes ninguna est dispuesta a la inmolacin.Los tcnicos ya han analizado paso a paso el trabajo y no han encontrado falla en sus procedimientos. Hay algo que hicimos mal en la prctica concluyen. Dispuestos a dar una segunda batalla, preparan todos los materiales y vuelven a iniciar el proceso. La gente observa los trabajos. Los metales bullen, cambian de colores. Entre el gento, Ysapy asiste a los trabajos. ntimamente ya ha tomado la decisin, espera el momento en que todo est listo para la aleacin, entonces salta . Nadie puede detener a la jovencita que se ha arrojado a los enormes recipientes dejando en el aire un brevsimo aullido de dolor. Indalecio quiere arrojarse tras su hija pero los potentes brazos de sus compaeros de trabajo lo detienen. El indio muere de dolor all mismo. La aleacin ha sido posible. Es un xito. El silencio es total. Nadie se anima a estar feliz. La muerte de la joven no pudo evitar la muerte de su padre. Ambos viajan hacia otro espacio, mucho ms sereno. Un espacio celestial que de hoy en adelante ser llenado con los sones de esta fabulosa campana. El nico sonriente es el sacerdote que al fin ve concretado su capricho.La campana, segn estaba planeado, es izada y colocada en una torre en el centro del poblado. Desde all durante un buen tiempo dej libres muchos sones que cobraron vida y se perdieron en el azul del cielo paraguayo. Pero un buen da, otros caprichos, esta vez polticos, producen la huida de los jesuitas. Amenazados, deben abandonarlo todo y retirarse de las Misiones. El sacerdote, ya muy anciano confa la campana a un grupo de indgenas de confianza. Les pide que la escondan en algn sitio seguro hasta que pasen los malos tiempos.Los indios llevan la campana hasta las orillas del Lago Ypoa. Piensan cruzar el lago y guardarla en un lugar secreto. La suben en una gran canoa y comienzan su viaje sin retorno. Las aguas estn quietas . Alguna que otra isla se desplaza de lugar cambiando el paisaje. Los indgenas se desorientan. Ya no saben por dnde ir. Hacia donde remar. Choca la canoa con un raign y caen al agua sus tripulantes y con ellos la campana celestial. Tanto sonar all en lo alto y ahora deber reposar en lo ms hondo del lago, entre el barro y las alimaas. Sonar con la misma claridad en esas profundidades? A quines dar su voz milagrosa? Cuentan los visitantes del lago y los viajeros que pasan por sus riberas que en las noches, desde los campos cercanos se puede escuchar el tan-tan de una campana. Misterioso sonido que se suma a los misterios del lago Ypoa. Misteriosos y mgicos los sones que invitan al desprevenido a acercarse y hundirse para siempre en las oscuras aguas.La leyenda de la MandioUn temblor extrao recorre la espalda deMandi.Mandies una vestal de la tribu de lasmarahyva. Una tribu de mujeres que rechazaban el contacto con los hombres y que se mantenan sin mancha en elPindorma.Un temblor extrao y nuevo recorre la espalda deMandi.Piensa la joven virgen en un hombre. Pensamiento pecaminoso pero inevitable. Piensa la joven en el castigo a las vestales que infringen las leyes de la castidad. Ella, que cuidaba la pitn sagrada, saba muy bien como trituraba a sus vctimas la enorme serpiente. Haba visto alguna vez como engulla a aquellas que haban cometido alguna falta en el campo del amor.Inevitable, una y otra vez, el extrao escozor se presentaba en el cuerpo deMandial mismo tiempo que