Leyendas Castellanas - Luis Felipe...

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Leyendas Castellanas Luis Felipe Camacho Blanco

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Leyendas Castellanas

Luis Felipe Camacho Blanco

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Para Arcadia

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Licángine¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo,ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención?

- Hermann Hesse, en El Lobo Estepario.

Bajo la luz de nuestra limerenciaconvertiste tus manos en garras,el corazón en la herida

o viceversa.Ya nadie

tiembla en el parque que mira al torreón del pueblo,pese a los gritos que ayer asustaban a los niños.¿Viste la luna caer sobre ti? Fue tu regalo, o una responsabilidad,o algo peor que aún no he dado.

Antes miraba debajo de las camasy detrás de los sobretodos, en los armarios,ellos pensaban que buscaba los monstruos,pero melifluo el aire imitaba tu voz,me espiaba por las rendijas entre las tablas,decías que era para susurrarme mejor:

oh con qué sofisticado ósculo provees a mis gónadasde señales sinápticas y músculos crispar.Mañana en el interín mascullaré tu onomásticapara rozar con mi lengua el símbolo de tu cuerpo.Serán tus labios panal del que brote la dicha,para caer borracha en las hondonadas de tus irisy yacer desabrigada esperando tu hálito.

O algo de eso.

El aire imitaba tu voz y el viento aullaba en la lejaníapese a que un par de peros nos separaban del final.Tu collar de plata te quemaba por dentro,

teñía los zafiros de rojo escarlatalas manos blancas eran de corallos suaves labios se cuarteaban,tu sabor no lo recuerdo,

sólo el sudor y la sangre

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la luna en las montañasel mar de nubes, tambiénla palabra imprecisa

siempre oculta tras los estores,siempre fría sobre el trapecio,siempre anclada a la promesay a las balas que nos sobraban.

Esta noche llegarán con antorchas a tu puerta,ante ella se verán las hoces y los rastrillos,las sonrisas que desbaratan los cimientos;tus bisagras, aquellas que nunca cedieron,

claudicarán y entrará el frío,aunque sólo habrá noche y oscuridad,pero tus garras son más que luz cuando hieres.

El hechizoha desordenado los cuadros de tu habitación,los ha llenado de figuras

que otrora eran miedos,pero ya no lo recuerdas.

Como cuando mordiste mi alma de niñoestallando la burbuja de mi inocencia:después ya no fuimos los mismos,

a partir de aquello no paramos de cambiar.

Se desvaneció tu presencia guardándote en los bosques.Envolviéndote con la áspera urdimbre del olvido

se archivó tu memoria en mi relato.Hoy se narran los cuentos y las leyendas,mas, a pesar del mito, el aúllo señala el último invierno:aquel en el que la licángine asumió su condición animaly custodió el último rincón de la naturaleza,el último bastión que nos quedaba.

Mañana volverán y estaremos tras la puerta.

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El NoctívagoHabía una vez un pobre tipo que se había equivocado de mundo.

- Jean-Paul Sartre, en La Náusea.

Las calles son largas y el cielo ya ha ennegrecido,otros días, a éstas y otras horas, se hablaba de la luna,pero hoy es tarde, todos duermen. Existen imágenes:

Las aceras separan el mundo con sus cristales rotos.Los espejos ya no miran como antes, ni los ojos que un día... ni la noche.Algo ya no está.

El teatro mágico desmorona, cimientos caen,polvo de letras para nuevas cartas raíces se amontonanbajo el banco de la esquina de la plaza del Jardinilloun mayo de 1965 según el abajo firmante.

-fecha del último día-

En el parque, bajo las olmas, se dan amor dos acónitos,pero sus pétalos se secarán en septiembre,la vida no es el miedo en su miradas se lamenpara después saborear la primavera y ver,

ver que todo ha cambiado.

Tendrá la nieve lugar algún día en esta depresión,el frío que vuelve de celador en la guerra obscura,paso a paso que gime en las calles se duermey sueña que escapa de sombra a sombraretarda la vida, teme la herida, y camina.Camina descalzo, antes eran las horas, ya nadie persigue su cama se desvanece, ya nadie lo mira:

¿Vieron las luces? ¿Vieron las manos?Escucharon la fanfarria, también el grito.Hubo monedas, titilaban como estrellas.Algo ya no está, se busca.Ayer era el amor, el techo;ayer era el dinero, el pan;

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ayer era el futuro, el futuro.

Vaga el vago de la mano del ángelus sin vergüenza.El cartón de hiel pura, Baco que llora y mama,busca teta en la luz no retorna, se hiere máscon el amor sueldo del día, la noche se lo traga.Pesa el pensamiento, noche cárcel pasea ahorapresa del pensamiento, roba expectante el día que asoma.

Tiene la mano su sitio mundo que despierta,nos llama, nos mira, después está la tierra,es el momento -dicen-. Agacha la mente,apaga las luces, incendia la casa;algo ya no está.

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Alas o Teletransporte

Tiré del velo negro de tu espalda,hilos de brea se desunían,sombras que me pertenecían,espectros que se alargabancuando a nuestro sol se lo tragaba la tierra.Poco a poco cada vez más lejos,infinitos eran tus límites,y tus pies, que bailaban un minué,sonreían como una muñeca triste.Te deshacías entre mis dedos,arena del tiempo perdido.El viento te arrastrabamás allá de mis vértices.La noche era más oscura,la vida tenía más sentido.Y aunque los dos prometimos estar,y aunque ambos podíamos hacerlo,podíamos caer en esa espiral,podíamos ser más que eso.Cuando la distancia pasó,como dos partículas cuánticas,nos cambió el estado de ánimo.Y todo se fuecomo la arena tragada por el mara la luz de una estrella vespertina.

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Telegrama

Corre la voz:han vuelto las espirales.

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El Acorde de Tristán

Bajo la nube, una mano,el labio retumba,brillan los cilindros.Bajo el cielo, un salmo,un día en el mundoque llueve y entierra.

Los cascos oxidados,sabor a hierro,sabor a sangre.Los muros quieren,abrazan y esperanen su braile horrendo.

La tierra mojada,la escala de grises,el acorde de Tristán.¿Nos recordarán?La noche ha llorado,estrellas caen.

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El Valle de los Milagros

Otrora insólito asentamiento,serpiente de piedra y agua,y vegetación que te come al andar,y silencio, todo lleno de silencio,dejaron tu roca zapaday las paredes a lo Cézanne.A tu entrada el prado bajo,que recoge el ventarrón,se torna un verde apagadocon árboles solitarios,epítome del tedio español.Respiras espíritu rayano,y moradas pintas con espliegoáguilas que levantan el vuelosobre tres torres de ajedrezque sobreviven a su Rey.Ahora que el infierno duerme,el tomillo repara las heridas,lloran los enebros y sabinas,doce gotas de lluvia vierten:once cálidas por sus héroes y una fría por el nunca más.Valle de los Milagros,recorrí tus angostos meandros,hundí mis pies bajo tus barros,y yo, que como un quincallerodormí acostado en tus riberas,pronto pude ver lo imposible:cómo desperté resucitado.

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Tres escenarios

En el primero tres mujerescrucificadas en el Parnasohablan sobre los poetasdolientes y marchitos.Se deshojan las penas,gritan haches y zetas,mienten al públicoy éste abandona la sala.

En el segundo un borrachote ha increpado en la puerta,interpreta Romeo y Julietaexcelso y penetrante.Al terminar, se suicida.Una mujer al fondo llora.Un hombre se voltea,te pregunta: ¿lloras tú?

En el tercero, nada(s).

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Viaje de Vuelta

Fuego en el vientre bajo el árbol caídolas ramas desnudas acogen el alma,nadie ha visto caer la última hojadesde mi escritorio hasta tu cama,

el otoño es pecado decían las amapolascuando te fuiste reptando bajo las casas,soles en los vértices, figuras...

formas costelaciones aún innombrables,las viste llegar de una en una, ojos sueños,besos alma, con la espada roma y el mayal.Zozobra, el último trueno se hizo polvo mieltan dulce como el trigo verde que tronché,

tan amargocomo el camino que me llevó de vuelta.

Fuego en el viento se lleva la azucena azul,será la hoguera, derrite las alascaer en las puertas de las casasy mendigar soles sin nombre.He llegado -grité triunfante bajo el dintel-y no se escuchó nada tras las puertas.

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El Barranco de Valdeloscharcos

Más afuera se apagaban las casas. Más, los pájaros hablaban.Se rizaba el prado verde, el coche dibujaba una estela,separaba la ciudad el humo negro. Se quedó en silenciola primera canción que hablaba de los dos.

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Saga

Y allí esperábamos.Fueron muchos soles pero menos inviernos.En ellos veíamos el cielo cubrirse de ampo.En las noches astríferas el Bú cantaba sus arias,eran más que la voz de la madre llorando escondida.Y allí lo escuchábamos

mientras te ocultabas tras tus aladaresy rememorabas los ruidos de las escalerasy la aldaba resonando en noches como aquella.

Y allí esperábamos.Veíamos el árbol vencerse lentamente, rendirseabatido por el peso de nuestra soberbia.Lo recogió la tierra y lo guardó en su regazo,cubríalo con un manto de flores y hierba.Llegaron pequeñas bestias al interior del occiso,tú tratabas de echarlas sin éxito. Impotentellorabas y me mirabas incrédula ante mi indefensión.

Y allí entendimosque la vida prospera en los lugares más hostilesy que el tiempo no se detiene a pesar de la muerte.Nos vimos diminutos como pequeñas bestias,repasando los rincones de pompa y óbito

que habitábamos.

Y allí esperábamos.Las alimañas se asentaron y formaron un linaje.Con sus pequeños ojos de estrellas nos miraban.Y allí esperaban.Fueron muchos soles pero aún más tormentas.Las bestias diseñaban sus futuros hogares,ellas hacían de tu cuerpo su caverna.Las veía también raer mis huesos, construir lanzas,alimentarse de mis recuerdos, rendirte culto:alzar efigies, inventar religiones, vestirse con tus pieles,repetir tus palabras y ocultarse tras sus aladares.

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Pero allí esperábamos,nosotros y ellas,y aquel árbol querido.

La vida fue muriendo en derredor a nuestro refugio.Primero desapareció el manto de hierba,luego el árbol seco y óseo se volvió enjuto y negro.Las bestias, con sus ritos, se devoraron unas a otras.Y allí estábamos,en aquel páramo plomizo lleno de viento y esquirlas,y fue durante pocos soles pero muchos inviernos.Y fue horrible tu llanto durante semanas enteras.Al principio quise calmarte, después unirme.Al final te diluiste en lágrimas y me dejaste solo,con tu agua derramada frente a mí,

como un cántaro roto.

Y allí esperé largo tiempo.Oteaba el horizonte al crepúsculo, todos los soles,disfrutaba del último rosicler de la humanidad.Hasta que un día un rayo verde iluminó el ocasoy de las grietas de la seca tierra nació un brote.Le contaba cuentos, le recitaba poemas,le mostraba con orgullo mi atardecery él permanecía inmóvil,

oculto tras sus pequeñas hojas verdes.

Y allí esperábamos.Comenzó a trenzar una corona de flores,el desierto se convertía en primavera.Fueron muchos soles viendo cómo crecía,cómo aquel pequeño brote daba sus primeras flores,cómo aprendía sus primeras palabras mudas,cómo susurraba mi nombre con su voz de aurora.Pero uno de esos soles murío cansado.En la lejanía se atisbaba su ola en llamas,en la noche parecía la ciudad del diablo,en la noche ya no había estrellas,en la noche ya no cantaba el Bú.Y allí esperaba esa llama inmensa,

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aquel invierno terrible que devoraba poco a poco el horizonte.

Cayó sobre mí aquel muro de piedra,de él manaba una espantosa luz cegadora.A oscuras me lancé sobre la planta,la abracé con todas mis fuerzas.Sentí el dolor punzante en mi espalda.

Noté la piel estallándome,las piernas ardiendo,mi cara calcinándose,y vi el cataclismo alrededorseparando mis células como se separan las estrellas.

Y después allí estaba,rodeado de matorrales y flores y abejas y ramas.Y allí estabas,te ví corriendo por el bosque con tu cuerpo diminuto,los volantes de tu vestido morado se rasgaban con las zarzas,el barro ocultaba tus zapatos que saltaban como las bestias.Quise correr y abrazarte, mas mis raíces me ataban a la tierra,y tuve que esperarte cada mañana para verte jugar,

y a veces no pasabas.

Y allí esperaba,fueron muchos soles pero sólo uno me importaba.Llegaste un día y tu voz era grave y tus piernas largas.Llegaste cabizbaja y pesada, iluminada por la ola del diablo.Te sentaste frente a mí, cobijada bajo mis hojas doradas,y no dijiste nada.Sólo se escuchó el ruido de la hojarasca deletreando tu nombre,y allí apareció, en el reflejo de tus húmedas púpilas.Se sentó a tu lado, cantaba el Bú, el cielo bailaba.

Y allí nos ví,y allí esperábamos.

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Agua y Tierra

Coventina de plata, sumergida, cada vez que buscas descansote conviertes en hielo.

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Buscas el oro del río.Tras el canto, Azukiaraiprepara su banquete.

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La Paparrasolla chilla a los niñospero ellos no están tristes,ven al vástago entre sus lágrimas.

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Sueñas sobre el acantilado, Anjana.Ahora que se han ido los barcos,¿Cuánto nos queda por decir?

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El nublero presagia la lejanía,busca tras todas las tormentasuna respuesta que lleva el viento.

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Rompe la burbuja el niño.Será un hombre mañana,añorará la pompa hendida.

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Hada Morgana de calima vinistey enseñando el calor de tus tobillosllevaste a los peces a la guerra.

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Por la sed de tiempo inmortalha regado la humanidad la tierracon execrables monumentos.

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La colza llena el campo,debajo está la gleba.El verano ha llegado.

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Durará la piedraen nuestro cementeriomás que la memoria.

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La lluvia sobre la hierbahumedece la dehesa.¿Dónde la siguiente flor?

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Hay preciosas geodasocultas en el mundovestidas de huevo cocido.

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Cuando aborden la murallagritarás desde la atalaya triste:denme al menos una hora.

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Paseo por la Campiña

Siguiendo la senda, junto al canal,un sol nuevo señala la mañana.Al amanecer, en la neblina castellana,el pastor reflexiona con sus merinas,se desdibuja entre sus lanas.

A lo lejos, el Ocejón, solemne brújula de la campiña,estaca en la que se amarra el páramodel que otros se desarraigaron,ahora se erige como estandartede los valles mudos y olvidados,sin voz a pesar del viento.

Pasa el tren, serpentea cortandocampos segados y maizales,llena el aire de aromas plásticose historias que escapan del pasado.

En la ribera del Henares, cacao mórbido,un colmillo de fiera y una muela de gigantemastican la estética del mar de aureolina.En su fondo duermen pueblos naúfragos,casas asoladas, búnkeres de vergüenza;tierras que fueron saladas por el exilio

e inundadas por el oblivion.

El suntuoso púrpura del vino,el oro dulce y la hedionda plata,llenan las alacenas de los castillos.Sobre sus anaqueles,una obra vetusta de óxidoañora el olor a hierba mojaday el tacto del campesino.

En los barrancos, junto al arroyo,se esconden amantes prohibidos,

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juegan a ser animales y crisálida,aguas y nenúfar, orillas y río;tiemblan pensando en la distancia.

Saben que algún día se irán.

Del noroeste llega viento helado.Con él, perfumes de estaciones,bramidos de corzos, aleteos de perdices,el rugido triste de los cazadores.Se escucha constante e indistinguibleel zumbido blanco de las carreteras.

Bajo el monte, en el confín, se yerguen bloques brutalistas,geometrías inertes y grises.Allí no hay movimiento ni vida,sólo vértebras, hoyas y nidos.Y yo aquí, en la Campiña,paseo hacia ningún sitio.

Sólo veo cielos azules sin estrellas,ajadas tablas rasas sin relatos,pueblos vacíos sin charanga,gélidos cadáveres sin fantasía.Sigo el camino de la Naturalezacon la virtud de no temerque se cumplan las expectativas.

Y ya, en un hogar ajeno y ominoso,con el fantasma de luces y portazos,esperando informes sobre el tigre;cae la noche sobre nuestro páramoy todo lo caminado desaparece,y todo lo visto se diluye, apenas quedan unas luces

en la distancia.

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Pío Pío

Canto,arrullo áspero de mimbre,se alza por los bosques solitarios.

Zorzal preso en las costillassusurras en voz baja,en el pecho te hundes,y en la lid te escapas.

Huiztil tiznado por el corazón,naciste en la rama del olivo,añorando el Atlántico,arañando el cascarón.El extranjero te llamabantras robarte pico y pata,y aunque ellos no pensaban,tu pienso se marchó.

Garcilla triste, esclava de la pena,sobre el camellón castellanotu nombre de guerra resuena.Batiste las alas de brisa obscenay con ñagazas de manovértigo te inyectaron en vena.

Garcilla triste, toma tu caire,alza la cara y respira el almizcle.Garcilla triste, hiel de caravana,recuerdas el nido y el olor a savia.

Canto,arrullo áspero de mimbre,se alza por los bosques solitarios;de cada nota, un aullido,de cada aullido, un llanto,y luego del vuelo de la vida,que gira desenfrenada,

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que lleva al vil centro,nada.

Cigueña de acero lejos te fuistecon el hatillo de cienciay la consciencia de volver.

Tras las ciénagas lóbregasy el lascivo hastío de la noche,tu migración se esfumóen palabras de papel.De tierra eran tus sueños,a vuelapluma, un borrón.De cigoñino el quejido suave,si te fijas, una voz.

Mirlo, fantasía de tenor,con la gracia nos servistey te dábamos alpistealimentando tu valor.Con gorgoritos y melismastonabas fácil el dolor,pero faltaba carismapara llegar al corazón.

Mirlo, ficción de utopía,cantabas todo el díaa la revolución.Mirlaste tras cacerías,a Ziz escribiste elegías,pero a nadie le importó.

Canto,arrullo áspero de mimbre,se alza por los bosques solitarios;de cada nota, un aullido,de cada aullido, un llanto,y luego del vuelo de la vida,que gira desenfrenada,

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que lleva al vil centro,chirrían con donaire y gallardíalos dientes de la fúnebre jauría,trayendo óbito a su encuentro,pájaros sin augurio con lamento,y ya en la nada fría fría,

después del triste pío pío,todos dejamos de trisar.

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Leyenda Castellana

Sobre el talud que vigila el Tajuña y el anochecer,y la estela de tempo que nos separa,que marca el bombeo del corazóny se sincroniza como los metrónomos que se sienten;allí arriba,el lobo negro nos atravesó con la mirada,él trajo consigo los presagios oscuros,vimos la luna vestirse de luto,esconderse con su aire de tacotras un planeta que nunca para de juzgar.Era Diana, indómita y solitaria,nos iluminaba con su luz de mil ojos.Esas pupilas negras,otros perdieron la cabeza por ellas,ocultaban la rabia del hogar extraño,los inquietos caminantes del pasillo,las bombillas encendidas de madrugada,el crepitar -horroroso crepitar- de la escalera.Esos iris verdes,otros dijeron que ya no estaban,eran la campiña en primavera,el viento que recorre el valley después, con la tierra agrietada,el magnífico baile de la lluvia,ese que inunda nuestros puentes,cala nuestros huesos e impide caminar.Fue nuestra leyenda castellana,y terminó con la sonrisa pacífica,esa que se hace cuando se muere de penay se siente la paz de que todo ha acabado.

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Los Desarraigados

Los desarraigados se escondíantras el sombrero de paja y los vaqueros roídos.Hemos visto el futuro -trataban de hacer ver-la urbe nos ha comido las entrañas,el mapa ha sustituido a la realidad,queda poco tiempo y hemos perdido las palabras.Ahora todo está desfigurado,

la verdad es apariencia,una antesala estéril como una habitación de hospital,la comida es insípida y el cielo se ve tras las rejas.

Pese a los estertores y los presagios oscuros,aún estamos a tiempo de recuperar el ruido y la furia,y la ira que desalienada nos retornaría lo que es propio.

Ellos estaban siempre en la brecha,veían como se deshojaba poco a poco la flor del progreso

por las manos ambiciosas de sus propios adalides.¡Mañana será tarde!

-gritaban con las fauces que desgarraban las mejillas-Será el retorno de las siluetas y las sombras,de la moral incuestionable más allá de lo humano.Vendrán con nuevos dioses, con sus metáforas y falsos profetas.Vendrán llamando a la puerta de nuestros chamizos en los montes.Usarán vuestra máscara y vuestro nombre, dirán que hablan por vosotros,y acertarán cuando nos quememos en las piras purgatorias.

Mientras nuestros cuerpos ya inmóviles se resecan en el patíbulo,vosotros permaneceréis apáticos y marchitos ante las fieras.La barbarie estará soterrada bajo la desidia y el abandono.No seréis más que un rey de las ratasque, atado por el nudo gordiano de la inercia y la deriva,sólo conseguirá que arrastréis vuestros propios cadáveres eternamente, eternamente, ewig...hasta que resplandezcan cerúleas la luna y la lejaníay llegue, quién sabe cuándo, la nueva era de la humanidad.

Los desarraigados se escondían

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tras el sombrero de paja y los vaqueros roídos;su lenguaje se iba deshilvanandoy ya pocos lo hablaban,pero aún menos lo entendían.

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El Onironauta

El laberinto de salones y pasadizos,de lugares secretos por donde transito,se parece a mi casa. Hay más mesas,y los fantasmas se han ido; pero séque las escaleras no llevan a ningún lugar

y todo es infinito.Huele a maderas barnizadas,se escuchan los cubiertos oxidados,siento que ha pasado mucho tiempo,siento que todo el mundo se ha ido.Desde la ventana observo el mar,siempre embravecido,y nunca hay pasos en la arenaque no acaben inundando los comercios.Sobre el agua veo luces de ciudades,brillan en costas que no existen,

que nunca han existido,las baña la noche,lluvia oscura que cae en el horizonte,mientras sobre mí el sol levanta las olas,

olas del periodo Edo.Camino por el paseo marítimoentre maniquíes y figuras siniestras,y aunque reconozco su esenciano son lo que deberían ser.Detrás de mí no dejo nada,al volver la mirada todo ha cambiado.Alrededor, todo falta; lo voy dibujando.Bajo del tren -¿de dónde he salido?-el cielo tiene millones de estrellas,nuevas constelaciones con mil caras.Un planeta crece y miro a una mujer,los dos sabemos que es el fin.El gigante nos aplasta con su mano,veo todo blanco, siento una gran paz,abro los ojos y me acuerdo de ella:ahora estamos en un lugar mejor.

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Leviatán

En las casetas en medio del trigalhay payas vestidas de tormenta.De sus sacos semillas de discordia,nubes ácidas sabor de muerte,físicas y bélicas disensionesemanan de la arpillera al atardecer,tiñen la luna de sangre.

De madrugada, bajo el frío inmóvil,se escuchan sus diabólicos cánticos.Lejanos como las olas, los gritos.Afilados como la niebla, los pasos.Ellas se frenan en las ventanas,una negrura, dicen los osados,corrupta por una mirada grana.

Ecos de risa, susurros, siseo,silencian los sonidos de las calles.Seducen con salero los sueñosesas sibilinas sotas de bastos.Visiones de podredumbre,repique de herraduras; lejos,la pólvora de los dragones.

Hierve de la fuente el agua,llegan por las calles largashileras de niños sonámbuloscon sus mentes de azúcar y sal.En derredor a la plaza, brujas,fantasmas de trueno morado,forman de géminis sin azar.

Los críos caen en la ponzoña,de ellos lo único las caras quedan,ojos cerrados, sin expresión párpados,bocas mudas color de nieve.Disueltas las ilusiones y los cuerpos,

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inciden en la quietud de la masa,que crece como la levadura.

En la plaza, un monstruo se levanta.Quema libros, come ideas,erige nuevas casetas en los trigales,cultos de discordia y falacia.Aplasta con sus pies de alambrelos romances de ventana,los besos bajo la escalera.

Al amanecer, el pueblo despiertacon nuevos lenguajes de sombra.Pasean las siluetas por el escenario,zigzaguean entre simulacros,viven que sueñan despiertos,y aunque la bestia sigue allí,ninguno percibe su presencia.

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El Último Día

Pasó el tiempo y lo ví claro:cómo las bestias araban tercamente mi piely mi cara se convertía en campo barbechado,cómo las hojas caían cada otoño a mis piesy las flores secas hacían rutilar mi mente,

cada día más enferma.O cómo aquella tarde de lluvia en Atocha,en la que llorabas en el andén

y decías que había cambiado,yo perdí la voz callándome las palabrasy tú decías a todo que sí,

que era momento de macharnos.Besarte la frente, cogerte la mano,rezar a cualquier dios o hacer un ritual satánico;ahora lo veo claro:que todas esas cosas quizás nos hubiesen salvado.Pero pasó el tiempo, conocí al diablo,desde las nubes oteaba tu casa,dejaba ramos de brisa en las esquinas de tu barrio,ocultaba mensajes en las marquesinas,te dibujaba en grafitis hechos a mano.

Veía la bruma cerniéndose sobre la campiña,arreciábase y golpeaba las persianas,los segunderos temían

su paso injusto,pero lo acompañaban en cortejo fúnebre,me llevaban en andas por las calles veladas.Luego la cárcava, el peso y la oscuridad.

Inhumado bajo tu deletéreo recuerdo,con Eón sentado frente a mi lápida,lo ví claro:cómo exudé maravillosas sílabashasta quedar seco y mudo,cómo creaba horrocruxesen papeles extraviados.

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O cómo aquella tarde de lluvia en Atocha,cuando llorabas en el tren

y decías que había cambiado,yo perdí una parte de míy tu decías a todo que sí,

que todo se había acabado.

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La Encantá

En la cueva más profunda de Tamajónlas noches de San Juan desde un tragaluzentra la Luna e ilumina una cama de oro.Se escucha afuera la estantigua reclutarréprobos siervos a su carnaval oscurocon las dulzainas desafinadas

y los tambores sin bordón.Las hogueras iluminan las piedras negras,crean espectros en los agujeros de la roca,roca sagrada de entre encina y enebrolabrada por olvidados caminantes.En la laguna, las luciérnagas danzanviejos bailes ominosos y mortuorios,despiden las almas de los pastoresentre risas y llanto,

como en las tardes de veranocuando llueve y hace sol.

Y dentro de la cueva se escucha un lamento.Un susurro atronador e inquietante

de una voz hueca y cansada.Un canto desesperado y presosuena con espanto por la dura roca.Se escucha a la encantá

quejarse a su espejo de agua:

Si este año no hay amorvendrá el siguiente,vendrá con sus estrellasy su simiente.Si este año quedo solaguarda mi pena,pena que mi alma guardaen su alacena.

Vendrán pastores,mancebos y príncipes,pero no amores.

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Si este oscuro vacíollena mi noche,los hombres que no lleganponen su broche.Si esta cueva me atrapay es para siempre,repetiré los ecosde mis jueces.

Vendrán pastores,mancebos y príncipes,pero no amores.Vendrán señores,caballeros y reyes,pero no amores.

Pero no amores... repite la bella dama,amores de lluvia y pan de trigo,amores de miel y tomillo,amores que elevan el espírituy lo desperezan y lo desapolillan.Que rompen las calizas anaranjadasy las convierten en alfombra azul.Pero no amores... repite.De tañer de guitarra y risa,de ovejas que balan,de gazapos y fornicio,de cardo que se come y pincha,que llama a las armas a los jóvenescon el trabuco apuntando a la sien.Pero no amores... ni más que palabras.

Otrora llegaban payos con regalos:unos le llevaban su triste cosecha,otros, oro, ágatas y perfumes.Le llevaban bonitas palabrasforjadas en el fuego del corazón.Pero no amores ni suspiros,ni hálitos, ni el céfiro del exterior.

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Sólo la punzante condescendencia que llenaba con más penas su cueva.

Afuera, la estantigua se hace más ruidosa,se acerca con sus extrañas luces y campanas.Desde la boca se escucha un quejido,el último estertor de la sombría vanguardia.La encantá asustada divisa una silueta:un enjuto efebo que porta un caldero y famélico trata de mantenerse en pie.Vencido, deja caer la olla siniestra, derrama un gran espejo sobre el suelo calizo,ilumina las tinieblas de la encantada,alumbra los ojos del muchacho mortecino:las miradas son ahora dos cuerdas entrelazadas,son puentes y caminos, son el tordo cantando,arroyos que llenan los ríos, mares y océanos.Son niños jugando en las puertas de los graneros,tirándose por las calles con sus carros improvisados.Son la madre que pide cuidado al chiquillo,o la colleja del padre cuando éste no lo ha tenido.Son las tribulaciones de los abuelos que esperan la muerteo las divagaciones de los mismos que celebran la vida.Esa mirada es la mirada, la que se hace aterrorizado,la que te desarropa y te hace vulnerable.Una mirada que abre las puertas del mundo,una mirada que narra sin palabras la vida,un regalo que llega desde el cielo azul.

La encantá auxilia al moribundoy cuando la estantigua llega a las puertas,un primer rayo de sol entra impetuoso.Atraviesa a los dos malditos

y los hace desaparecer.Deja en los espejos las chispasde un destino no electo.

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Saudade

Se vió el cometa sobre el mar de nubes,al este llegaba el murmullo de la hoz,tallaba la piedra con fuego y nostalgia;y la mañana aquella, en la plaza,tú llegabas con el vestido morado,la sonrisa eterna de afilados dientes,el cielo coloreaba tu mirada atenta;y la tarde aquella, en los caminos,besabas hondamente mi mejilla,sentía la carne abrasarme de nieve,como un sol se introducía en mi alma;y la noche aquella, tras la verbena,en la matriz construía la llave,y había otras cosas, y eran salvajes,como la luna elevándose por la montaña.¿Recuerdas?

Me pregunté largo tiempo dónde estabas,en qué lugar la vida te habría devorado,si alguien cerró tus ventanas,si las raíces pudieron sostenerte.Me pregunté dónde yacía la niña aquella,la que con futura añoranza y sosiegomiraba al cielo estrellado por la ventanay suspiraba ausente en silencio,quizás soñando, quizás pensando,mientras escuchaba el fútbol en la radio,sobre la existencia que le esperabay un camino sin obstáculos

fruto de la inocencia.Me pregunté una y mil veces,y mil una, y mil dos,y dos mil una veces llegado el momento,pero me dí cuenta de que ya no vivías

más que en mi recuerdo.Y como la presa de una araña en su red,te tejí infinita en la malla del tiempo.

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Ahorase ve la mariposa añil aletear en la tronera,orea mi resuello, vendaval de las antípodas,lleva con él lenguas que me son desconocidas.Pactos y promesas, deudas del pasado lejano,buscan las orejas del lobo oculto tras las yedras.Un mainel separa las luces paralelas,ondas o partículas según quién las observa.Labro la tierra, alzo la mano,me veo tomar el último tren.Algo ya no está.