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PEQUEÑO TEATRO Leyenda de la Cruz de los Descalzos

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PEQUEÑO TEATRO

Leyenda de la Cruz de los Descalzos

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PERSONAJES:

ARLEQUIN

DON LUIS

PADRE DE DON DIEGO

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DON DIEGO

DIANA

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ARLEQUIN: En la ciudad de Cuenca, ciudad rica, hermosa y bella no ha mucho tiempo que ocurrió la siguiente historia. Leyenda que trata de la vida de Don Diego, personaje que con su

proceder deshonraba a la familia. Don Diego se reía de todo lo humano y lo que es peor de lo divino también. Joven apuesto y agraciado, buen tipo, gracioso y ocurrente, no había mujer hermosa a la que él no galanteara, pero cuidado con tomarle en serio, si esto ocurría en el acto las abandonaba. Buen jinete y mejor luchador nadie se atrevía con el filo de su espada. En fin, señores, tenemos frente a nosotros a un tenorio, notorio y calavera de Cuenca… Por aquellos días apareció en Cuenca una bella dama lujosamente ataviada, que, como no, llamo la atención de don diego. La dama cayó en sus brazos y eran tal para cual. Gran escándalo se produjo en la ciudad la pareja por sus costumbres licenciosas y relaciones amorosas… Un día, tras oír las muchas cosas que se decían, su padre, buen cristiano, decidió hablar con el…

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PADRE: te he hecho llamar, hijo mío, para que me digáis si es cierto que mantenéis relaciones con cierta mujer, que es la comidilla de toda la ciudad…DIEGO: Cierto es padre y si a alguien le

molesta no tendré problema en mostrarle las razones de mi acero.PADRE: Y digote hijo mío que os lo penséis bien antes de seguir con ello, que de la tal moza nada sabéis.DIEGO: como bien sabéis, padre, no hay mujer en Cuenca a la que no haya catado y luego abandonado, mas os aseguro que de esta bien prendido estoy, pienso casarme con ella.PADRE: Mucho me hubiera alegrado vuestro casamiento, con tal que hubiera sido con una joven honesta, de buena familia, de nuestro igual, en fin. Pero esta elección que habéis hecho nos tiene a todos muy preocupados.DIEGO: Pero… ¿no estabais deseando que me casase?PADRE: Si, pero no con esa clase de mujer.DIEGO: pero vos que sabréis.PADRE: Eso es precisamente lo que más me preocupa, el no saber nada de ella, mas lo que se dice por las calles, que desde luego no es nada bueno.DIEGO: Yo sé que es encantadora, distinguida y con curvas pronunciadas.

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PADRE: y sabéis también que carece de recato y honestidad, que tiene costumbres licenciosas muy poco acordes con lo que ha de ser una dama cristiana.DIEGO: Ya salió la preocupación anticuada de mi honorable padre.PADRE: Decidme al menos su nombre y apellidos, para que pueda tomar referencias de ella.DIEGO: No puedo, es mas ni yo mismo lo sé, fue la única condición que me puso, así le demostraría si la quiero por ella misma o por su fortuna y blasones.PADRE: ¿Y habéis aceptado dichas condiciones?DIEGO: ¿Y porque no? Ella es un manjar delicioso y lo demás no me importa.PADRE: Decidme al menos de donde es.DIEGO: solo sé que se llama Diana.PADRE: ¿Diana habéis dicho?DIEGO: Si, Diana.PADRE: pero no veis, hijo, que es no es un nombre cristiano.DIEGO: Os he dicho, padre, que ya me voy cansando, que a mi esas cosas me tienen sin cuidado.PADRE: Cuidado, hijo, vas derecho a tu total perdición.DIEGO: Poco me preocupan a mi vuestro Dios o perdiciones.PADRE: ¡Cuidado con lo que dices, hijo.DIEGO: Lo que pienso, padre.PADRE: Dios apiádate de este desdichado padre que no puede evitar la perdición de su hijo…

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ARLEQUIN: Don Diego y su escandalosa prometida llevaron una vida en perpetua diversión y desenfreno…

Llego el día de todos los santos…

Las campanas de toda la ciudad empezaron a tañer con lúgubres sonidos…

La noche era encapotada y oscura…

Mientras las familias cristianas, recogidas en sus hogares, se disponían a la oración, encendiendo las lamparillas por los difuntos, según cristiana y antigua costumbre, don Diego se divertía en la taberna con unos amigos.

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DIEGO: Vivamos, bebamos y gocemos… ¿Por qué esta tan menguada hoy nuestra reunión.LUIS: como bien sabéis hoy es el día de todos los santos.DIEGO: Valientes majaderías y paparruchas… ¿Quién hace caso de esos cuentos de vieja?LUIS: Bueno ya es un poco tarde y en casa estarán impacientes. Mejor será retirarnos.DIEGO: ¿es que acaso tenéis miedo? ¿Acaso ya no sois un hombre sino una vieja asustada?LUIS: No es que tenga miedo, pero estas cosas se respetan.DIEGO: Lo que yo pensaba, un hombre transformado en cobarde.

LUIS: ¡Don Diego!DIEGO: Si no es cierto lo que digo, que mas da un día que otro… acaso cree en esas mentiras de los curas y las beatas… de las animas… valiente mentecato sois, querido señor, cobardía y pura cobardía.LUIS: no digáis eso, de sobra sabéis que no es cierto.

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DIEGO: Esta noche he quedado a pasear con Diana por el campo cercano a la ermita de las Angustias, veamos si el valiente don Luis se atreve a acompañarnos.LUIS: ¿esta noche y con el tiempo que hace?DIEGO: También se asusta de la lluvia... ¿Es que cree que en cada gota va el alma en pena de un anima?LUIS: Don diego, basta ya de bromas, dejemos en paz a los difuntos y los santos.DIEGO: Os repito don Luis que sois un cobarde.LUIS: De sobra conozco vuestro acero y aunque bien

sabe Dios que ahora la lengua debería morderme, en la plaza de Mangana os espero esta noche con mis padrinos, fijar vos la hora.DIEGO: A las doce quedé con Diana, diez minutos tardo en bajar, así que con vos quedaré a menos cuarto y aun me sobran dos minutos para descansar.LUIS: Allí estaré don Diego y quiera el cielo que os haga comer vuestras palabras.DIEGO: si de cielo habláis, quedar con San Pedro, pues esta noche le visitareis…Por

los valientes amigos que creí tener y que no son más que gallinas asustadas

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ARLEQUIN: Por un instante los ojos de las negras nubes dejaron ver la triste cara de la

luna como presagiando el triste desenlace…Por las oscuras calles avanzaron las dos comitivas, a nadie saludaron pues nadie había para ello…En la plaza de Mangana las espadas chocaron a la luz de los relámpagos y al ritmo de los truenos…Un golpe certero, casi sin dolor la vida de don Luis fue segada por el filo de una espada…Hay quien cuenta que los testigos, por un momento, vieron en la cara de don Diego un gesto de arrepentimiento, mas la torre, testigo mudo del hecho, solo escucho su carcajada final…

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…ARLEQUIN: las campanas de toda la ciudad seguían doblando. La noche tétrica y oscura ponía espanto. Por los poéticos y abruptos parajes donde está situado el santuario de las Angustias bajo D. Diego para encontrarse con su amada. Los sonidos resonaban en estos desfiladeros. Las rocas parecían fantasmas amenazadores… de repente un trueno horrible parto la noche y un atisbo de miedo se reflejo en don diego... Por fin llego a la plazoleta rodeada de antiguas piedras milenarias a la luz de los relámpagos, se veía la ermita blanca, que guarda la milagrosa imagen de la virgen, a la cual acuden los conquenses en sus penas y alegrías…

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DIANA: sss.DIEGO: ¿es para mí ese reclamo?DIANA: Para quien iba a ser si no.DIEGO: Ya esta buena la nocheDIANA: ¿Os gusto?DIEGO: un pasmo, a vuestros pies estoyDIANA: ¿Y los demás?DIEGO: No se atrevieron a bajar, gallinas y aun no gallinas, cobardes, hombres sol en apariencia… ¿queréis que nos sentemos.DIANA: Sentémonos.DIEGO: No tendréis miedo de estas soledades.DIANA: Miedo, estando a vuestro lado, nunca.

ARLEQUIN: La amorosa platica continuo, hasta que de repente otro trueno horrible…y gruesas gotas de lluvia empezaron a caer.

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DIEGO: malditos seáis todos los del cielo, malditos una y mil veces, hasta el amar me vas a estorbar, terco Dios.DIANA: Vuestras palabras serán oídas.DIEGO: No comprendo.DIANA: Ya entenderéis.DIEGO: ¿Y que habría de importarme?DIANA: Sea pues.DIEGO: estáis calada por completo, querida Diana, ¿buscamos refugio?DIANA: Cogerme entre vuestros brazos, y que llueva lo que quiera.

ARLEQUIN: Don Diego cogió a la dama por sus brazos, entonces un relámpago horrible ilumino la placeta, don Diego, entonces, horrorizado, contemplo que debajo de la falda ya no estaban los zapatitos de la dama, sino que en vez de ello, apareció una horrorosa y feísima pata de cabra, peluda y repelente…

ARLEQUIN: en el acto el joven libertino comprendió que con quien había estado coqueteando realmente no era una mujer sino el demonio amenazador.

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Don Diego, como último recurso corrió a abrazarse a la antigua cruz de piedra, por un momento se giró comprobando que de dama ya no había nada, todo era demonio… horrorizado, por fin, se abrazo a la cruz.

DIEGO: Señor, por favor, perdóname de todos mis pecados…DIANA: Apártate de la cruz. ¿Habéis visto lo que ha hecho el bastardo de don Diego?DIEGO: Perdóname de todos mis pecados, y te prometo que a partir de ahora llevare una vida en la mas santa cristiandad.

ARLEQUIN: En el mismo instante que don Diego toco la

cruz, el diablo desapareció entre una gran humareda.

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FIN

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