LES ALQUERIES CELEBRA LA FIESTA DE SANT ANTONI

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LES ALQUERIES CELEBRA LA FIESTA DE SANT ANTONI Albert Ventura Rius

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LES ALQUERIES CELEBRA LA FIESTA DESANT ANTONIAlbert Ventura Rius

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Les Alqueries celebra la fiesta de Sant Antoni

Albert Ventura Rius

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Un elemento importante de la fiesta de Sant Antoni, que se celebra en Alquerías del Niño Perdido, como todos sabemos, es la matxà, una costumbre que se inicia hace más de 100 años, puesto que el cronista Traver, en 1909, dirá que el festejo que se conoce con el nombre de machá es costumbre reciente en Villarreal, de pocos años a esta parte. Sin embargo el subir a la muntanyeta de Sant Antoni de Betxí, por la fiesta del santo, se trata para els alquerieros i les alquerieres de una tradición que se viene sucediendo desde tiempo inmemorial.

Al respecto, en el periódico “Mediterráneo”, del miércoles 23 de enero de 1991, se dirá que si la festivitat de Sant Antoni del porquet es celebra a Alqueries des de fa molts anys, si bé el cercavila s’ha perdut i recuperat en diverses ocasions, no ha passat el mateix amb la pujada a la muntanyeta del sant, que s’ha mantingut d’una manera viva, gràcies a la participació activa de tot el poble.

Al parecer, según una antigua leyenda, que se cuenta en Betxí, el san-to que se venera en la ermita de la muntanyeta fue hallado por unos leñadores de les Alqueries o de Burriana en una cueva de aquellos al-rededores, los cuales querían trasladarlo a uno de estos lugares, con la consabida y repetida desaparición de dicha imagen que durante el trayecto milagrosamente se volvía al lugar del hallazgo. Razón por la

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que se levantará en este lugar una ermita, lo que explicará que desde antiguo els alquerieros sientan una gran devoción a Sant Antoni de la muntanyeta. Lo cierto es que la ermita que nos ocupa, construida en aquel lugar, es de remota antigüedad, habiendo ya algunos testimo-nios en el siglo XVI (fig. 1).

También existe la memoria de que mientras los labradores alquerie-ros, sacaban piedras y trabajaban sus campos en el Plà Redó, y con-templaban la muntanyeta de Sant Antoni, ponían bajo su protección a sus animales de labranza (fig. 2). Lo que explicará, también, que el día de la fiesta subieran, en cumplimiento de alguna promesa, a rendir culto al santo protector de sus animales y, consecuentemente, proveedor de sus cosechas.

Posteriormente, el origen de la fiesta de Sant Antoni que se celebrará en el pueblo, parece encontrarse en una vieja historia, según la cual, dos primos hermanos iban en un carro y uno de ellos, va trindre un entropessó i s’aclamà a Sant Antoni, i el carro se va parar en sec i no li va passar per damunt. Existía, al parecer, en la ermita de la muntanye-

(fig. 1): La muntanyeta de sant Antoni. Tarjeta postal. Colección Albert Ventura Rius

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ta, un exvoto, en forma de un pequeño lienzo que representaba este milagro, que encargarían, en acción de gracias, los beneficiarios del mismo, que lamentablemente no se conserva.

Se cuenta un hecho parecido muchos años después, poco antes de la guerra, de un tal Pascual Molés Llácer, al que apodaban el matxet, por el carro y el matxo de su propiedad con el que transportaba material cuando se construía la nueva acequia de Nules, de quien se cuenta que yendo cierto día hacia su casa en su carro, vivía en el camí de la Bota, donde tenía un ventorrillo, en el pany de les Figueretes, el matxo se espantó y echó a correr, con tanta mala suerte que cuando cruzaba la vía a toda velocidad, un tren se precipitó sobre el vehículo destrozán-dolo, sin que le afectara para nada al animal que logró salvarse. Por este motivo, el dueño se hizo fotografiar con el matxo para hacer un exvoto que colocó en la ermita de Sant Antoni en agradecimiento por la intervención del santo, al que también se encomendó. Exvoto, que como el anterior tampoco se conserva, pero del que la familia guarda una fotografía (fig. 3).

(fig. 2): Vista de la Muntanyeta desde la Torrassa. Foto Norberto Mesado.

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(fig. 3): Foto del exvoto. Archivo familia de Pascual Molés LLácer.

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Los mencionados primos hermanos eran, el mayor, Blas Ros Cases y, el menor, Pablo Ros Boix. Eran hijos, respectivamente, de Blas Ros Huguet y una tal Cases, y de Joaquín Ros Huguet y Francisca Boix, posiblemente hija de Josep Boix de Francisco ragoler; nietos ambos de Blas Ros mayor y María Huguet y biznietos de Joachin Ros, quién figura, por primera vez, en 1750, en la relación de los contribuyentes de Alquerías. Al parecer, debían ir juntos en un carro y al producirse el percance y no sufrir daños el que padeció el accidente, entendieron lo sucedido como un hecho milagroso debido a la intervención del santo protector de los animales y de las personas que tratan con ellos. Por lo que hicieron un voto de organizar cada año una fiesta en homenaje al santo y en acción de gracias por el favor obtenido.

La promesa consistía, al principio, en honrarle cada 17 de enero con una misa en el antiguo oratorio de los frailes de Caudiel en la alque-ría del Replà y obsequiar a todos los asistentes con unos panecillos bendecidos en la misma. Lo que significa que ésta primera manera de celebrar a Sant Antoni es anterior a 1831. Pues según el padrón de Bienes de 1813, Blas Ros Cases, el primo mayor, moriría en 1831. Posiblemente se acompañaría de corregudes de cavalls, que como nos consta por el atropellamient que se produjo en 1796, se celebraban en Vila-real en el día 17 del mes de enero. Mucho más tarde, como he indicado anteriormente, estos actos se incrementarán con la celebra-ción de un pasacalle, que con el tiempo se convertirá en un elemento destacado de la fiesta.

Según nos cuenta el cronista Traver en su obra manuscrita “El Niño Perdido”, redactada en 1920, celébrase también, todos los años la fiesta de San Antonio Abad el 17 de enero en la que se reparten panecillos a todos los asistentes. Al declinar el día de la víspera de esta fiesta, se orga-niza una cabalgata con hachas encendidas, conocido este festejo con el nombre de Machá.

Del mencionado Pablo Ros Boix, que se casará con María Almela Ne-bot, y fallecerá en 1866, según el padrón de Bienes de 1858, surgirá la familia dels Paus. Supongo que el accidentado que se benefició de la intervención del santo sería el primo más joven, Pablo Ros Boix, lo

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digo porque en lo sucesivo els Paus tendrán de hecho una gran rele-vancia en el desarrollo y mantenimiento de la fiesta. Al dicho Pablo le nacerá, entre otros, un hijo que se llamará Pablo Ros Almela, que fa-llecerá en 1896, y, de éste, un nieto llamado Pablo Ros Reberter, que lo hará en 1917. Quién tendrá, entre otros, también, un hermano que se llamará Juan Bautista Ros Reberter, que celebrará matrimonio con Pe-regrina Sales Peris, natural de Artana, quienes darán origen, a su vez, a la familia de les Pelegrines, llamada así por el nombre de la madre.

Por su parte, el primo mayor, Blas Ros Cases, se desposará con Fran-cisca Blanch Capella, quienes engendrarán, entre otros, a un hijo que se llamará Vicente Ros Blanch, que se casará con Gracia Usó Bodí, de quienes nacerá, entre otros, una hija llamada Gracia Ros Usó, que se unirá en matrimonio con Ramón Vicent Reberter, cuyos descendien-tes, apellidados Vicent-Ros, serán conocidos por el apodo de Poeros, por ser el nombre del pany donde habitaba desde antiguo esta familia.

Se dará el caso de que una hija de Gracia Ros Usó, llamada Amparo Vi-cent Ros, se casará en segundas nupcias con José Nebot Perelló, quien celebró su primer matrimonio con Rosa María Ros Sales, de la familia de les Pelegrines, que falleció en 1918 a consecuencia de la epidemia de la cucaracha, dejando una hija común llamada María Rosa Nebot Ros. En este segundo matrimonio se unirán descendientes de la familia de les Pelegrines y dels Poeros, al adoptar su segunda mujer Amparo Vicent Ros, a su hija huérfana de madre María Rosa Nebot Ros, y engendrar con ella a sus hijos Amparo, José, María, Josefina y Pilar Nebot Vicent, descendientes por tanto de la familia dels Poeros por parte de madre. Aunque serán más conocidas como les Borilles por el apodo del padre. Según hemos podido saber esta familia tomará parte muy activa en la organización y desarrollo de la fiesta, siendo ellas las que en la etapa final antes de su interrupción se cuidarán de encargar la confección de los rollos al panadero del forn de Llop.

Al fallecimiento de los dos protagonistas, las dos ramas familiares a las que dieron origen, conocidas como els Paus y els Poeros, se harán cargo de cumplir la promesa que hicieron aquellos. Además, será un hecho constatado a lo largo del tiempo que no todos los descendientes de las

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familias, en las que la saga se irá ramificando, querrán hacerse cargo del ordenamiento de la fiesta, sino que, más bien, algunos de ellos, por las razones que sean, lo que harán será no implicarse en la misma. Mien-tras que, en cambio, la conocida como les Pelegrines, como ya hemos adelantado, se incorporará después a la organización de la fiesta.

Las familias dels Paus y de les Pelegrines, tendrán su habitación en el Barrio del Pino, actual sedeny del Pí, en dos panys inmediatos, conoci-dos, cada uno, aún hoy en día, por el apodo respectivo de cada familia. La otra familia, la dels Poeros, tenía su pany, en el Barrio del Horno, próximo a la alquería de la Regenta, donde todavía se encuentra. Serán pues, los descendientes de estas tres familias, y no todos, como hemos apuntado anteriormente, quienes continuarán la fiesta hasta su inte-rrupción, como después diremos.

La fiesta comenzaba en el pany dels Paus, allá en el Barrio del Pino, nombre que recibía por “los Pablos Ros”, “els Paus”, -en el padrón de 1842, Pablo Ros Boix, figura como Paulo-, porque habitaban allí, desde donde a lomos de caballerías se trasladaba el guió de Sant Antoni a la iglesia del Replà, lugar en el que el sacerdote bendecía els animals de cá-rrega: cavalls, matxos, aques, ases, bous... allí concentrados, y los rollos allí depositados. Después de la bendición el portador del estandarte gritaba visca el pare Sant Antoni y se iniciaba el pasacalle, donde par-ticipaban también carros enrramats que engalanaban, para la ocasión, con ramas de naranjo, laurel, olivo, palmas, etc. En cada carro llega-ban a montar familias enteras. El caballista con el guión de Sant Antoni abría la comitiva, junto a él iban dos jinetes con hachas encendidas.

El passa-carrer partía del Replà y recorría la volta del bou; a lo largo del trayecto el que llevaba el guión con la imagen del santo iba lanzan-do continuos vítores al pare Sant Antoni. Cuando llegaban al cruce por donde se accede al pany dels Paus, en donde en 1913 se colocará un piló amb una creueta, se les obsequiaba con moscatell i cassalla, y continuan-do hasta el camí d’Artana, se dirigían por éste al camí real, por el que continuaban hasta el camí de la Regenta, que les conducía de nuevo al Replà, donde estaban preparadas las paneras con los rollos bendecidos.

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Llegados a este punto, en las hachas encendidas de los jinetes y de los que salían en los carros engalanados colocaban el rollo bendecido, tras aclamar a coro al santo con el tradicional visca el pare Sant Antoni. Da-ban un rollo a cada persona del carro que llevara un cirio encendido y otro para el animal.

Vueltos todos a sus casas reunían a la familia y partían un rollo, del que comían primero los animales para obtener la protección del santo y a continuación las personas, después de rezar un padrenuestro y una avemaría al pare Sant Antoni, per a que ens guarde d’una mala llengua i d’un falç testimoni.

La fiesta corría a cargo de estas tres familias. Todo se inició, según se cuenta, por una deixa de sus antepasados, por la que dejaron un huerto de una hanegada de tierra cultivada de cereales, en el pany de les Morenes, junto a la fila Reverter, próximo al pany dels Paus, para abastecer la fiesta. Después cuando esta hanegada se transforme en huerto de naranjos las familias perderán la memoria de este legado. La cosecha de trigo se destinaba principalmente para confeccionar los rotllos, que amasaban ellos mismos, amb farina, sucre, oli, ous, lla-voretes, esponja (pasta mare), aigua i una miqueta de llima ratllà, ha-ciendo un rotllo asaonat, de tres dedos de ancho. Luego se hacían dos más grandes, un per al capellà i l’altre per a l’escolà. Con el tiempo, la confección de los rollos, se encargará a un horno del pueblo, tras faci-litarle generosamente cada una de estas tres familias los ingredientes necesarios para su realización.

A estas personas, que tenían a su cargo el organizar, gobernar y sa-tisfacer los gastos de la fiesta, se las conocía como els clavaris de Sant Antoni. La custodia del guió se la confiaron a la familia de les Pelegri-nes. El guión actual fue reformado en 1959 por las monjas carmelitas de les Alqueries, siendo la estampa la misma del guión original (fig. 4). Precisamente, mucha de la información aquí reunida me la facilitó, en su día, y apareció publicada en el boletín “el Municipi”, número 29, de enero de 1996, la tía Doloretes, la Pelegrina, cuyos descendien-tes siguen guardando el guión para que cada año se pueda sacar de nuevo en el pasacalle. Otra persona a la que tengo que agradecer su

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(fig. 4) Guió de sant Antoni. Foto Manolo Capella. Colección Albert Ventura Rius

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colaboración es a Pilar Molés Ros, de 85 años de edad, hija menor de María Gracia Ros Vicent, nieta del mencionado Pablo Ros Reberter. Así como a Rafa Marco Molés por su inestimable colaboración.

Terminada la matxà, delante del pany dels Paus, en donde antes de la guerra, había colocado un panel de azulejos con una representación del santo en la fachada de la casa pairal, que estaba situada debajo del camino, enfrente de les cases dels Paus, formando las tres el pany de este nombre, se celebraba un porrat en el que se obsequiaba a los asis-tentes amb faves bullides, tramussos, cacaus, cigrons torrats, rotllets i barrals de mistela i aiguardent. Esta tradición del porrat viene de época musulmana, cuando en las celebraciones que hacían los musulmanes valencianos ofrecían cigrons torrats (porrat) a los participantes. Estas familias se cuidaban también de mantener el altar del santo, que en la iglesia del Replà se encontraba a la entrada a mano derecha.

Antes de que existiera una imagen en talla del santo, se encontraba, al igual que en el altar de enfrente, un lienzo de San Antonio Abad, que, en aquel caso, representaba a San Peregrín Lacioso. El cuadro de este santo, recuperado tras la guerra civil, lo conservo yo debidamente res-taurado. Lo mismo ha pasado recientemente con el otro cuadro, el de San Antonio. Una persona que guardaba el mencionado lienzo de San Antonio, que al igual que el de San Peregrín se salvó de la pasada gue-rra, me lo ha donado para su, también, debida restauración y conser-vación (fig. 5). La talla no corrió la misma suerte, se perdió, se supone, durante la quema y saqueo de los enseres de la iglesia del Replà, en el verano de 1936. Después no se hizo otra.

A primera hora del día siguiente, 17 de enero, se celebraba una misa solemne con sermón. Cuando todavía no se hacía la matxà, en el mo-mento de la bendición, los clavarios, rememorando lo que se hacía en los inicios de esta tradición, que como sabemos es anterior a 1831, presentaban rollos y panes para ser bendecidos, que los devotos reco-gían y a los que atribuían virtudes curativas para remediar sus males y los de sus animales cuando estuvieran enfermos. Concluida ésta se realizaba la procesión por las inmediaciones del Replà, con gran asis-

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(fig. 5) Quadre de sant Antoni Abat. Foto Eladio Valero Sanz. Colección Albert Ventura Rius

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tencia de fieles, por el dicho aquel que rezaba que Sant Antoni del por-quet, si no vas a la processó, no te proveirà el cerdet.

A continuación se salía hacia la muntanyeta, donde se dirigían, a pie o en carros engalanados, en familia o en grupos de amigos, por los caminos del término, haciendo estación en la creu de terme de l’aljub del Plà Redó, para beber un glop d’aigua y descansar, antes de pujar a la muntanyeta (fig. 6), donde se encontraban con los vecinos de Betxí, llegados en romería.

Al respecto, existe un escritura notarial, de fecha 10 de octubre de 1866, según la cual, un vecino de Betxí adquiere, mediante venta judicial, un terreno perteneciente al ermitorio de San Antonio de Bechí, que como consecuencia de la desamortización de 1855 pasó a ser propiedad del estado, en la que aparece que la finca tiene a la sazón la servidumbre de acamparse en los sitios de costumbre de la misma, los días de la celebra-ción de las fiestas anuales en la ermita, el público concurrente a ellas.

Desde antiguo, como ya dijimos, algunos alquerieros, pujaven a la mun-tanyeta a cumplir con alguna promesa hecha al santo. Como hacían otros vecinos de los pueblos de la comarca. Con el tiempo se fue popu-larizando, y en el día del santo se hizo costumbre celebrar su fiesta en la muntanyeta (fig.7). El día de la fiesta no se iba a trabajar, y la tradición oral decía que el animal tenía que descansar si se quería continuar te-

(fig. 6) Aljub de la Muntanyeta. Foto Manolo Capella. Arxiu Cronista oficial de les Alqueries

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niendo la protección del santo (fig. 8). Nuestros antepasados veneraban de este modo al santo protector y procuraban así que el año les fuera favorable a sus animales de labranza, con lo que suponía esto para una población agraria donde las cosechas eran básicas para la subsistencia de la población. Pasando a ser así la pujà a la muntanyeta un referente identitario más para los habitantes de les Alqueries. De ahí la pregunta que se hacían unos a otros: has pujat enguany a la muntanyeta?

(fig. 7) Ermita de sant Antoni. Tarjeta Postal. Colección Albert Ventura Rius

(fig. 8) Jaime Molés Taurá, el moliner, (1904-1989), preparando su caballo. Colección Rafa Marco Molés

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Después de visitarlo en su altar y encender unos cirios, por familias o en cuadrillas de amigos se reunían en las laderas del montículo (fig. 9), al principio per a menjar-se una berena que habían traído hecha de casa (fig. 10). y después, con el tiempo, per a torrar carn, lloganisses i botifarres de la matança, que se acompañaba de una buena bota de ví, d’all i oli, que los más expertos hacían allí mismo, y de carxofes torraes en la hoguera que se encendía para la ocasión, y que a la vez servía para reunirse a su alrededor y alcanzar algo de calor en aquellos des-templados días de invierno.

(fig. 9) Cuadrilla de amigos en la Muntanyeta. Colección Pilar Molés Ros.

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Junto al camino que asciende a la ermita se montaban paredetes de fira, que era motivo de alegría para los niños porque podían adquirir tota classe de llepolies, xiulets, pilo-tes de cuir, amb una goma que s’en-ganxava al dit i era palmejada amb la má, i boletes per a jugar al guà, y los mayores, turrones, peladillas, garrapiñadas y frutos secos diver-sos. Un día, sin duda, especial para los más pequeños, que esperaban que los abuelos o los padres les compraran alguna cosa de la feria. También, para las niñas más ma-yorcitas que estrenaban, como era costumbre, para la ocasión, calce-tines y delantal (figs. 11-12).

(fig. 10) La familia de Rafa Marco Molés comiendo en la Muntanyeta el 17 de enero de 1962. Colección Rafa Marco Molés.

(fig. 11) Pilar Molés Ros subiendo a la Muntanyeta estrenando calcetines. Colección Pilar Molés Ros.

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Además, a las chicas casaderas que subían a la muntanyeta se les in-sistía en que no vingues de Sant Antoni sense haver tocat la campaneta, porque viene de antiguo tocar la campana de la ermita para encontrar novio por intercesión del santo, de acuerdo con aquella copla popular, que se cantaba, en la que se decía que Sant Antoni del porquet, està dalt d’un tossalet, a les velles fa carasses i a les joves fa l’ullet. De manera que mientras tiraban de la cuerda para tocar la campana decían aquello de: San Antonio bendito, dame un marido, tricotí, tricotí, que no sea borra-cho, ni beba vino, tricotí, tricotí.

También, se recomendaba beber, oportunamente, del agua de la cis-terna, que estaba dentro de la casa del ermitaño, amb una campaneta, que había allí, sobre el brocal, porque según se decía tenía la virtud de hacer hablar más pronto y con más soltura y corregir las dificultades en el habla, de acuerdo con aquella dicha: si algú no pot parlar bé o no té la llengua solta, Sant Antoni de la muntanyeta té un remei: l’aigua de la campaneta.

Después, desde el balcón natural que se abre detrás de la ermita se podía contemplar la extensión y hermosura de La Plana, se identifica-ban las alquerías esparcidas por el término y se señalaban los huertos

(fig. 12) Niña con su familia estrenando delantal. Colección Rafa Marco Molés

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de naranjos propios y de algunos conocidos. Precisamente, antes de volver al pueblo y aprovechando que el día se alargaba, como decía el dicho, que a Santa Llùcia pas de puça, a Nadal un pas de pardal, als Reis burro el que no heu coneix i a Sant Antoni las cinco en sol, lo dicen pero no son, se pasaba a vore els horts del Plà Redó que orgullosos los maridos enseñaban a sus mujeres y acompañantes (figs. 13-14).

(fig. 13) Los abuelos de Rafa Marco Molés y amigos visitando un huerto a la bajada de la Muntanyeta. Colección Rafa Marco Molés

(fig. 14) Huerto en transformación en el Pla Redó. Colección Albert Ventura Rius

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Al día siguiente, en la iglesia del pueblo, las tres familias que organiza-ban la fiesta ofrecían una missa resà por sus difuntos y concluida ésta procedían a liquidar a partes iguales los gastos ocasionados.

En diferentes ocasiones, debido a la devoción que profesaban al nos-tre Sant Antoni, nombre con el que cariñosamente se referían a él, algunos miembros de estas tres familias cogían el carro y subían a la muntanyeta a pasar el día y visitar al santo. Le pedían al ermitaño que les abriera la ermita para rezarle, encender cirios y cantar los gozos (fig. 15). En algunas de estas ocasiones mossén Alfonso Bort Ros, de la familia de les Peregrines, aprovechaba para decir misa en la ermita. Después se reunían debajo de un árbol y compartían la comida que traían preparada de casa. Alguna vez hasta hacían una paella. Esta cos-tumbre también era compartida por otras familias o grupos de amigos del pueblo que en ocasión de la pascua o de algún acontecimiento familiar subían a visitar al santo y aprovechaban para comerse una paella feta amb llenya de la muntanyeta y después, según la temporada, provar unes figues paleres (fig. 16).

(fig. 15) La familia dels Paus visitando al nostre sant Antoni en agosto de 1956. Colección Rafa Marco Molés.

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A lo largo del año, el dicho ermitaño de la muntanyeta bajaba de tanto en tanto a les Alqueries a recoger limosnas per al pare Sant Antoni, al son de la siguiente canción: Sant Antoni és un bon sant i qui té un xavo l’hi dóna, perquè ens guarde els animals, tant si són de pèl com de ploma. Manteniéndose de este modo viva la devoción y el anhelo de tornar a pujar a la muntanyeta en la próxima fiesta del santo.

Una fiesta que dejó de celebrarse durante los años 1937 y 1938 a causa de la guerra civil, y que al finalizar ésta cambiará de escenario. Ya no se celebrará en la vieja iglesia del Replà, porque el culto se había tras-ladado al antiguo forn de Márquez, lo que antes será el cine del senyoret de Márquez, y luego el cine València, que regentaba el burrianense Mi-guel Requena Martínez, en el pany del forn, popularmente conocido como el pany de la llanda, donde actualmente se encuentra la plaça de la Segregació, como consecuencia de los daños sufridos en aquella

(fig. 16) Mis padres, abuelos, tías y vecinos en un dinar a la Muntanyeta. Colección Albert Ventura Rius

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por la quema y saqueo que sufrió al comienzo de la guerra, y por ha-llarse el nuevo emplazamiento de la iglesia más próximo al naciente, entonces, núcleo urbano de las ac-tuales Alquerías del Niño Perdido. La bendición se realizaba ante la explanada del nuevo templo, des-de donde partía la comitiva para seguir haciendo el trayecto de la volta del bou y regresar de nuevo, a la plaza de la iglesia, para proceder al reparto de los rollos (fig. 17).

Otro año que no se celebrará será el de 1946, a consecuencia de la fuerte nevada que cayó durante la tarde del día 16 de enero, a la hora de cenar había más o menos 30 centímetros de nieve que llegaron a al-canzar aproximadamente los 50 a media noche. Razón ésta por la que al día siguiente después de celebrarse, a primera hora de la mañana, como era costumbre, la misa en honor al santo no se pudo realizar la pujà a l’ermita de Sant Antoni al hallarse ésta y los caminos del término cubiertos de nieve.

Será en 1958 cuando cambiará de nuevo el emplazamiento de los ac-tos festivos. Se trasladarán a la plaza de la nueva y actual iglesia parro-quial. Allí tendrá lugar la bendición de los animales, y de ella saldrá el pasacalle para recorrer como siempre la volta del bou y al regreso repartir allí mismo los rollos benditos de Sant Antoni. Así se anuncia en la “Hoja Parroquial”, del 16 de enero de 1966: como todos los años, los clavarios de San Antonio invitan a todos los feligreses a la gran ca-balgata que se hará en la parroquia en honor de San Antonio, dándoles así mismo el tradicional rollo a cuantos participen en ella. La cabalgata saldrá de la plaza de la iglesia a la hora de costumbre del domingo día 16, víspera del santo (fig. 18).

(fig. 17) Carro engalanado en una Matxà de sant Antoni. Colección

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De la misma manera se anuncia en la “Hoja parroquial”, del 13 de ene-ro de 1963, para ese año la cabalgata de San Antonio Abad: Los clava-rios de San Antonio, a través de estas líneas, se sirven invitar a todos los feligreses de la parroquia a su participación activa en el desfile de carros y caballerías, para dar realce a esta tradicional fiesta, que como todos los años tendrá lugar la víspera de San Antonio, día 16, a las 8 de la tarde, y en la cual se distribuirán entre los participantes los tradicionales rollos bendecidos.

Con el paso del tiempo, por detrás o a los lados de los carros, comen-zarán a salir personas a pie que llevarán en una mano una antorcha encendida y en la otra un animal: una gallina en brazos, un pajarito en una jaula, un cerdito atado a una cuerda, algún conejo, una oveja y demás animales domésticos, quienes también al finalizar la vuelta reci-birán en su cirio humeante el correspondiente rollo bendito.

Una fiesta que como vemos se ha ido adaptando a las circunstancias, y que se acomodará a los tiempos, como se deja ver en la “Hoja Pa-rroquial”, correspondiente al 12 de enero de 1964, cuando se dice que

(fig. 18) Matxà de sant Antoni, una familia en un carro enrramat. Colección Albert Ventura Rius

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es cosa evidente que no puede escapar a nuestra vista, el que con motivo de la mecanización del transporte y de nuestra agricultura, va disminu-yendo el número de animales caballar y menguando la participación en la cabalgata de San Antonio, que en otros tiempos constituyó una de las más típicas e interesantes fiestas de nuestros pueblos. Por esta razón pe-dimos que hagan todo lo posible para colaborar con los clavarios a fin de ensalzar ese acto en honor y veneración del santo abad, que se celebrará el día 16, víspera de San Antonio a las 7 de la tarde, en punto. Como todos los años serán distribuidos entre los participantes los tradicionales y benditos rollos.

Sabido es que, debido a la mecanización de la agricultura, unos años después, la tradicional matxà dejará de celebrarse. No me consta, re-visando la “Hoja Parroquial”, si en 1967 se celebra o no la fiesta, úni-camente figura que el martes 17.- a las 7,30, devotos de San Antonio encargan y sufragan la misa del santo. Será, eso sí, a partir de 1968 cuando la tradición de la matxà se interrumpirá. Este año, a pesar de todo, todavía, tuvo lugar, el tradicional pasacalle y la bendición de rollos con la consiguiente distribución entre los participantes; pero será en la “Hoja Parroquial”, del 14 de enero de ese año, donde se anuncia el que puede pasar de seguir así las cosas, por eso los señores clavarios, invitan desde estas páginas parroquiales a todos los feligreses para que todos pon-gan el pequeño granito de arena en favor de la conservación de esta fiesta tradicional, con la personal asistencia y participación con sus caballerías, el día 16, víspera de San Antonio, a las 7,30 de la tarde. Presagio que, lamentablemente, se cumplirá.

En la “Hoja Parroquial”, de los años 1969 hasta 1977, no vamos a en-contrar ya otra invitación a participar más en ningún pasacalle de Sant Antoni, como se venía haciendo en los años anteriores. Únicamente se anuncia para cada 17 de enero la celebración de una misa encargada por los clavarios o devotos de San Antonio.

Al respecto, en la revista “Bonastre”, que era una publicación local de la época, en su número 5, correspondiente al mes de junio de 1977, al hacerse memoria de algunas fiestas que han desaparecido en los últi-mos años, se menciona, entre otras, a la de San Antonio, en la cual se

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hacía un gran desfile de animales denominado pasacalle, que, luego, dos años después, en su número 24, de febrero de 1979, al comentar en sus páginas que algunas de estas fiestas se han revitalizado, se dirá que nos hace pensar en el por qué de la desaparición del tradicional pasacalle de Sant Antoni; encontrando para ello una plausible explicación, y todo ello, solo y exclusivamente porque no hay un grupo de personas que sacri-ficando un poco de su tiempo libre, lo organicen y le den forma otra vez.

Sin embargo, durante los años en que no se celebró el pasacalle y úni-camente se mantuvo la misa del día del santo, promovida por los clava-rios o por unos devotos, algunas familias y cuadrillas de amigos conti-nuaron, no obstante, subiendo a la muntanyeta (fig. 19). Pero en vez de hacerlo como era tradicional el mismo día del santo comenzaron a su-bir el domingo anterior o posterior a la fiesta, según convenía, porque en les Alqueries el día de Sant Antoni no era fiesta local. Lo que dará como resultado final, según vemos en una información que nos ofrece la revista “Bonastre”, número 47, de octubre de 1981, que otro proyecto de cara a fomentar la unión de las peñas es la marcha en peregrinación

(fig. 19) Cuadrilla de amigos que mantienen la tradición de pujar a la Muntanyeta. Colección Rafa Marco Molés

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a San Antonio que el año pasado preparó la peña Home-Clek y que este año la pasará a organizar la comisión de Peñas. Lo que significa que la juventud organizada en peñas retomará una tradición mantenida por unos pocos, que además de su sentido religioso querrá ser una mani-festación popular de un sentimiento de pertenencia a una colectividad que cuando se reúne para hacer fiesta se cohesiona como pueblo, y más cuando por aquel entonces el pueblo de les Alqueries luchaba por ser reconocido como municipio.

Lo expresó muy bien la corresponsal del “Castellón Diario”, del 18 de enero de 1983: pero la sorpresa fue enorme, pues a todas las peñas, que son 40, se sumaron familias enteras. Toda la montaña estaba material-mente cubierta de alquerienses, que alegres y contentos, unos con su peña y otros con sus amistades, tras la visita a la ermita del santo y colocar una vela se esparcieron por todo el monte. Allí se vivió auténtica hermandad, se puede decir bien claro, que la población de Alquerías, se había trasla-dado por unas horas a la muntanyeta de Sant Antoni.

El periódico “Mediterráneo”, del 21 de enero de 1981, recogerá la no-ticia: los vecinos de Alquerías del Niño Perdido mantienen viva la cos-tumbre de visitar la muntanyeta de Sant Antoni. Así fue como el pasado domingo las peñas de Alquerías se reunieron a primera hora de la maña-na en la plaza Mayor respondiendo a la convocatoria de la peña Home Cleck y tras el disparo de cohetes partieron en romería hacia la ermita del santo. La gente de más edad se desplazó en toda clase de vehículos y los más jóvenes lo hicieron al modo clásico, es decir, a pie. Cuando el grueso de la romería llegó a la muntanyeta de Sant Antoni le saludó la campana de la ermita, disparo de tracas y los tambores de todas las peñas. Se cantaron los gozos del santo y depositaron velas. Tras visitar al santo los romeros se esparcieron por la montaña para efectuar una comi-da campestre. A la caída de la tarde los romeros -prácticamente todos los vecinos de Alquerías- regresaron a sus casas con la satisfacción de haber estado en la muntanyeta y el deseo de volver al año próximo.

Debido al éxito de la convocatoria la peña Home Clek, a través de la re-vista “Bonastre”, número 40, de febrero de 1981, agradece la asistencia de todas las peñas a la romería a San Antonio, que se celebró con mo-

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tivo de la festividad de éste. Si el éxito obtenido en la romería, se puede agradecer a alguien, es a todos vosotros, que pusisteis vuestro entusiasmo y colaboración, por vuestra parte. Así mismo queremos hacer patente nuestro agradecimiento a todas las personas ajenas a la romería, que pu-sieron su granito de arena, en pro del buen funcionamiento de la fiesta. Esperamos poder contar con todos vosotros para la celebración de esta fiesta en años sucesivos.

Así pues, una vez conseguido el objetivo de relanzar una costumbre que todavía se mantenía, pero que contaba con una escasa participa-ción, como era la subida a la ermita, según nos recuerda la crónica aparecida en el “Castellón Diario”, del 22 de enero de 1988, de que esta costumbre de los antepasados perdura hoy día, y desde hace unos años la juventud encuadrada en la asociación de peñas cogió la antorcha de sus mayores y subió hasta la muntanyeta llenándola de asistentes, y que como se recogía en el mismo diario, del 18 de enero de 1983, la Aso-ciación de Peñas, ha convocado a todas, y el pasado domingo día 16 a las 9 de la mañana, desde la plaza Mayor de Alquerías, salían camino de la muntanyeta en hermosa romería, se trataba ahora de volver a hacer el pasacalle o la matxà, que se había perdido, para que la fiesta recupera-ra todos sus ritos tradicionales.

Es el comentario que hará el presidente de la Asociación de Peñas, en una entrevista aparecida en el “Castellón Diario”, del 24 de enero de 1984, cuando dice que, gracias a que en el año 1981, una peña con gran esfuerzo recuperó la romería a Sant Antoni y que después pasó ya a organizar esta asociación, ahora, nos hemos lanzado a su total recu-peración. La asociación ha querido recuperar una tradición ya perdida, sintiendo la falta que hacía el tradicional pasacalle de Sant Antoni, per-dido desde hace años.

La buena noticia de su recuperación la encontramos en el “Castellón Diario”, del 14 de enero de 1984, en la que se da cuenta de que hoy sábado a las siete y media de la tarde se celebrará el pasacalle de San Antonio, es una novedad el que después de tantos años sin celebrarse, ha vuelto a recuperarse tan bella tradición alqueriense, que desapareció al igual que los animales de labranza. El recorrido es diferente al antiguo,

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porque se irá a pie, todas las peñas están ya preparando a sus animales para que no falte ninguno a la bendición ni al recorrido (fig. 20).

En la revista de información municipal, “El Municipi”, número 9, de enero de 1990, se señala el recorrido que desde su recuperación, viene siendo, más o menos, el habitual, una vez realizada la bendición que se imparte delante del templo parroquial, a saber: calles Antiguo Reino de Valencia, 2 de Mayo, plaza Mayor, Don Jaime Chicharro, Avenida José Izquierdo, calle Mayor, Juan de la Cruz (actualmente mossén Juan Miralles), plaza de la Iglesia, donde son obsequiados los participantes con el tradicional rotllo de Sant Antoni.

El jueves, 19 de enero de 1984, en el mismo periódico “Castellón-Dia-rio”, se informa de que se han celebrado con gran éxito los actos de la fiesta de San Antonio, que si bien el pasacalle resultó brillante, la romería a la muntanyeta de Betxí fue apoteósica y multitudinaria. En el pasaca-lle que organizó la Asociación de Peñas, a falta de animales de labranza, miembros de la peña el Tonell, salieron con modernas mulas mecánicas adornadas, y multitud de animales de todas clases portados por sus due-ños, que hacían interminable la cola de recogida del tradicional rollo, con el que la Asociación de Peñas obsequió a todos los asistentes. En la rome-ría el pueblo entero de Alquerías se volcó. La ermita abierta de par en

(fig. 20) Matxà de sant Antoni. Foto Amparo Vicent. Colección Fundació Caixalqueries.

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par, dentro junto al santo montones de velas daban testimonio de la fe de los alquerienses. Y para que fuera más fiesta, paradas de feriantes daban la nota festera de Alquerías en la cumbre de la muntanyeta. Esparcidos en grupos de peñas, de familias enteras junto a las improvisadas mesas, comieron, cantaron, en cordial armonía.

Según esto, la total recuperación de los actos que conformaban la fies-ta de Sant Antoni ya es un hecho. Al respecto, en la crónica que apa-rece en el “Castellón Diario”, del 21 de enero de 1986, se dice que la devoción a Sant Antoni, que nació en este pueblo cuando trabajaban los campos con caballerías, continúa hoy cuando los labradores trabajan sus huertos con mulas mecánicas, la moderna mecanización no impide que siga en pie el estandarte del santo, enarbolado por la juventud alquerien-se, noble continuadora de la riqueza material y espiritual de sus padres.

Riqueza de un pueblo, que ha hecho posible que les Alqueries, el 25 de junio de 1985, consiguiera su anhelada segregación. Lo que supone, que al año siguiente, como se anuncia en la misma crónica anterior, en 1986, por primera vez, el pueblo de Alquerías del Niño Perdido, con el alcalde y concejales, ha celebrado la fiesta de Sant Antoni con más en-tusiasmo que nunca, con masiva participación de vecinos, en los actos organizados por la Asociación de Peñas, y con la colaboración del Ayun-tamiento. Tanto el pasacalle el sábado como la romería a la muntanyeta el domingo, fue una demostración de que los alquerienses conservan viva la hermosa tradición que les legaron sus antepasados.

De este modo, como se recuerda en el “Castellón-Diario”, del 22 de enero de 1988, con volteo de campanas, disparo de cohetes, bendicio-nes, rollos, todo lo que conlleva esta fiesta entrañable de Sant Antoni, que siempre ha tenido como pórtico el pasacalle y como culminación subir a visitar al santo en su ermita de la muntanyeta de Sant Antoni en el tér-mino de Bechí, se ha logrado recuperar totalmente los actos que confor-man la fiesta, con toda solemnidad, tal como requiere la tradición de un pueblo que conserva el legado de venerar al santo patrón de los animales.

Con la novedad, a partir de ahora, de que será el ayuntamiento quien patrocinará todos los actos programados para celebrar anualmente

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esta festividad de Sant Antoni (els rotllos, els coëts...), y se cuidará de la infraestructura necesaria tanto en el pueblo como en la muntanyeta para el buen desarrollo de la mis-ma, con la inestimable co-laboración de la Asocia-ción de Peñas, que como organizadora, seguirá en-cargando la confección de

los rollos a los herederos del forn de Llop. Costumbre, que durante los primeros años de la recuperación contará con la colaboración, en el trabajo manual de hacer los rollos, para después cocerlos en el horno, de algunas peñas, como l’Orinal y el Lío, o de la Asociación de Pensio-nistas y Jubilados (fig. 21).

En la actualidad, como podemos ver, los elementos festivos son los tradicionales, salvo que con el paso de los años han reaparecido los ca-ballos pero no ya como animales de labranza sino como de recreo (fig. 22). Lo que ha permitido, como se informa en “el Municipi”, número 12, de diciembre de 1990, que el estandarte del santo, portado en carro tirado por caballería, como tradicionalmente se ha venido haciendo des-

(fig. 21) Rotllos de sant Antoni. Foto Amparo Vicent. Colección Fundació Caixalqueries

(fig.22) Matxà de sant Antoni. Foto Amparo Vicent. Colección Fundació Caixalqueries.

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de su recuperación por falta de caballos (fig. 23), se pase ahora, como antes, a encabezar a caballo el pasacalle, enarbolando el estandarte de San Antonio, cedido por la familia que tradicionalmente lo custodia, se-gún se recoge en el mismo boletín, número 1, de enero de 1988, y de este modo recuperar como se hacía antiguamente, que el pasacalle fuese precedido por el guión y dos caballistas con hachas encendidas custodian-do, según se dice en el mismo medio, número 29, de enero de 1996, lo que ha sido posible gracias al incremento habido en el número de jinetes asistentes, cuya participación le ha devuelto al pasacalle el es-plendor del pasado.

Como deja constancia la noticia que hallamos en “el Municipi”, núme-ro 33, de abril de 1997: numerosos animales ecuestres, carros y calesas encabezaban el tradicional pasacalle de San Antonio en el que vecinos (grandes y pequeños) paseaban animales, y que concluyó con el reparto del rotllo. Carros que como era habitual antiguamente, ahora, también, se han engalanado para la ocasión, como se puede ver en el “Castellón Diario” del 19 de enero de 1985.

Así mismo, se han incorporado a la fiesta, precediendo al pasacalle, como se dice en el anterior boletín municipal, la dolçaina i el tabalet. Para darle un mayor realce a la desfilada, una colla de dolçainers i ta-

(fig. 23) Matxà de sant Antoni. Foto Amparo Vicent. Colección Fundació Caixalqueries

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balaters acompaña y anima en todo el recorrido al cercavila. Además, los organizadores, como se recoge en “el Municipi”, número 12, de diciembre de 1990, repartían distintivos en for-ma de pegatina (con la imagen del santo) poniendo una simpática nota de colorido al pasacalle (figs. 24-25).

Por último, a modo de resumen, transcribimos la crónica aparecida en “el Municipi”, número 44, de abril de 2001: como preámbulo a la romería tan arraigada en Alquerías, el sábado día 20, encabezado por la dolçaina i el

tabalet, se celebró el pasacalle de los animales, que recibieron la bendi-ción y recorrieron diversas calles de la localidad. La Asociación de Peñas, organizadora del evento, con el patrocinio del Ayuntamiento, obsequió con pegatinas a los participantes y el tradicional rotllo de San Antoni.

(fig. 24) Pegatina que se entregó en la Matxà de 2006. Colección Albert Ventura Rius

(fig. 25) Matxà de sant Antoni. Foto Amparo Vicent. Colección Fundació Caixalqueries

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En la pujà a la muntanyeta, también se mantiene la tradición, salvo que el modo de subir ha evolucionado, como se hace constar en el “Castellón Diario”, del 18 de enero de 1983: unos pocos fueron a pie, la inmensa mayoría en coche, unos pocos en moto, porque desde Alquerías hasta la mencionada muntanyeta, situada en el término de Bechí, distan 8 kilómetros. Al respecto, la corresponsal de dicho diario, en su crónica aparecida el 19 de enero de 1987, añade que para cumplir la promesa de visitar a Sant Antoni en su ermita, los alquerienses no conocen línea divisoria, aunque se halle en Bechí, porque es muy grande el cariño a la muntanyeta de Sant Antoni. Lo que explica, como reseña el periodista del “Mediterráneo”, el 25 de enero de 1993, que centenars de vehicles omplien els camins que donem accés a la muntanyeta de Betxí, la qual cosa significa que centenars de veïns d’Alqueries es van desplaçar per tal de festejar al patró dels animals.

Otro elemento que se incorporará a la tradición será el de celebrar a las 12 una misa por el párroco de les Alqueries, en el interior de la ermita, con la asistencia de las autoridades alquerieras y devotos, con lo que se quiere rememorar, de este modo, aquella misa sufragada por los clavarios el día 17 en honor al santo, que, al parecer, también dejó de celebrarse. Al respecto, en “el Municipi”, número 5, de enero de 1989, hallamos la siguiente noticia: este año, y dentro de la misma ce-lebración de San Antonio, nos pusimos en contacto con el ayuntamiento de Betxí (propietario de la ermita), quien no puso ningún inconveniente en que se celebrara una misa en la ermita de la muntanyeta para todos los alquerienses que, siguiendo una antigua tradición, nos desplazamos al lugar en estas fechas.

En el mismo medio informativo, número 16, correspondiente a enero de 1992, se añade que “a las doce hubo misa en la ermita y hasta se canta-ron los gozos de San Antonio (fig. 26). Ello fue posible a la amabilidad de nuestro párroco que accedió gustosamente a subir a la muntanyeta para hacer la celebración de la misa, así como al ayuntamiento de Betxí que oportunamente nos autorizó a disponer de la ermita para el acto religioso.

Después de la misa y de la visita a les paredetes de la fira, la gente se dispone a compartir el típico dinar de Sant Antoni, donde el plato fun-

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(fig. 26) Gozos que se cantan a sant Antoni de la Muntanyeta. Colección Albert Ventura Rius

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damental será la tradicional torrà de xulles (figs. 27-28). Algunos, los más madrugadores, sin embargo, tras escoger el lugar más oportuno para pasar el día y encender la hoguera, a esas horas, ya han hecho una primera torrada de carn i all i oli per esmorzar. A la hora de comer, como vemos en el “Mediterráneo”, del 25 de enero de 1999, els veïns d’Alqueries van participar en la popular torrà, on la carn, les llonganises, la careta de porc, els capellans amb oli i pebre roig i les botifarres, entre d’altres productes, van ser els protagonistes de les centenars de taules que es van preparar en la muntanyeta de Sant Antoni.

(fig. 28) Dinar amb els amics a la Muntanyeta. Foto Amparo Vicent. Colección Fundació Caixalqueries

(fig. 27) Torrà de carn a la Muntanyeta. Foto Amparo Vicent. Colección Fundació Caixalqueries

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Hay que hacer constar, también, que la pujà a la muntanyeta que reali-zan los alquerieros, siempre en domingo, anima sin embargo a algunos vecinos de Betxí a sumarse a la fiesta y participar en ella, al no tener lugar en día laboral. Vemos así en la crónica del periódico “Mediterrá-neo”, del miércoles 21 de enero de 1998, que los ciudadanos de Alque-ries se volcaron el pasado domingo en la anual romería a la muntanyeta de Sant Antoni, enclavada en el término municipal de Betxí. Como de costumbre, los alquerieros compartieron en paz y armonía la devoción por el santo con sus vecinos de Betxí, cumpliendo así con una tradición de casi tres siglos, siempre caracterizada por el buen entendimiento entre los habitantes de ambos municipios.

Otro elemento con el que, también, hay que contar en el desarrollo de la fiesta es con l’oratge, como ya dijimos. Unas veces, como encontra-mos en “el Municipi”, número 44, de abril de 2001, porque una exce-lente climatología contribuyó, sin duda, a que numerosos vecinos de la localidad se diesen cita en la muntanyeta de San Antoni, el pasado 21 de enero, para conmemorar esta romería tan arraigada en Alquerías. En otras, como se dirá, también, en el mismo boletín, número 52, de febrero de 2003, a que la incertidumbre meteorológica no fue obstáculo para la masiva presencia de alquerieros, el domingo, en la muntanyeta de Sant Antoni, en cuya ermita se celebró misa y torrá. Y en algunas oca-siones, como se recoge en la misma revista, número 29, de enero de 1996, porque a pesar de la lluvia, fueron muchos los vecinos de Alquerias que no quisieron dejar de lado la costumbre de subir a la muntanyeta de Sant Antoni con los amigos a pasar un día de campo celebrándose en la ermita a las 12 de la mañana una misa como en años anteriores.

Mientras que, en ciertas ocasiones, el mal tiempo sí que condicionará la celebración de la fiesta. Sirva como ejemplo lo que ocurrió en el año 1988. Este año el pasacalle por poco no estuvo pasado por agua. En “el Municipi”, número 1, de enero de ese año, se relata que en el sábado 16 de enero, “durante todo el día arrecio la lluvia, haciendo pensar que tal vez no podría llevarse a cabo, pero hacia las siete y media de la tar-de, justo a la hora en que estaba convocado el pasacalle, el mal tiempo abrió un paréntesis y permitió que casi seiscientos animales -a juzgar por los rollos repartidos- realizasen el tradicional recorrido por las calles de

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costumbre de la localidad, recorrido que acabó frente a las puertas de la iglesia, donde un rato antes se había iniciado, tras la bendición de los rollos y los animales”.

Para el día siguiente, domingo, según la crónica de la corresponsal del “Castellón Diario”, del 22 de enero de 1988, “el ayuntamiento alque-riense, de acuerdo con el de Bechi, preparó la romería para que todo re-sultara lo mejor posible, tanto para personas como para vehículos, pero la climatología no estuvo de acuerdo y llovió durante todo el día. Por lo que, no obstante, si el tiempo no lo impide, el próximo domingo se subi-rá a la muntanyeta, a la cita anual con San Antoni”. Según esto, en el mismo diario, en su edición del 25 de enero, se nos dará cuenta que al domingo siguiente, “como era de esperar, la climatología favoreció la ansiada subida a la muntanyeta, el día fue propicio, el sol brilló en lo alto, y los alquerienses se concentraron en ella masivamente, a la que se trasladaron con toda clase de vehículos, para visitar al santo y ofrecerle según costumbre una vela, y siguiendo el mismo ritual de siempre, acam-paron por todas las laderas en armoniosa reunión de familias y de peñas consumiendo la gastronomía propia del día”.

Por último, queremos dejar constancia del mal tiempo sufrido en el año 1985 que condicionó, de manera importante, los actos festivos. La noticia se encuentra en el “Castellón Diario”, del 25 de enero de 1985: el sábado, 19 de enero, “se celebró el pasacalle de Sant Antoni con menos animación que años anteriores, debido a que a la hora señalada aún estaban trabajando en los almacenes de naranja”. Al día siguiente, domingo, “la Asociación de Peñas, que había convocado la romería, sa-bía que era un día difícil para subir a la muntanyeta, ya que por motivo de la helada había que recolectar toda la naranja posible y además se trabajaba en todos los almacenes a ritmo acelerado, a todo ello había que sumar el ambiente de desánimo entre los labradores alquerienses. Pero la cita anual se mantuvo y todas las peñas con más o menos representación subieron a la muntanyeta; allí se reunieron todos los que pudieron asistir. Tras la visita a Sant Antoni en su ermita, los romeros se esparcieron por toda la muntanyeta para comer, para convivir y para mantener en pie una devoción legendaria hacia el santo”.

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Como siempre, pasada la jornada, cuando ya comienza a declinar el día, los romeros se preparan para volver al pueblo habiendo cumplido con la tradición, y ha sido gracias, precisamente, a esa capacidad de adaptarse y de evolucionar el que ha hecho posible mantener en el tiempo la continuidad de unos rituales festivos, como serán, en este caso, el de pujar a la muntanyeta de Sant Antoni de Betxí cada año, des-pués de celebrar la matxà en el pueblo, que els alquerieros i les alque-rieres tenemos un referente más, como es la festa de Sant Antoni, que nos identifica y reconoce como un pueblo constituido en municipio, la cual hay que cuidar y potenciar (fig. 29).

Hemos relatado el nacimiento, el crecimiento y el desarrollo de una fiesta a lo largo de los siglos XIX y XX. En el presente siglo XXI esta misma fiesta se mantiene y se acrecienta. Ya es historia, pero sobre todo es actualidad, por eso requiere que sean otros los que den cuenta de ella y relaten las nuevas aportaciones añadidas, porque la festa de Sant Antoni a les Alqueries es una tradición viva.

Les Alqueries, desembre de 2020.

(fig. 29). Alquerieros i alquerieres que han pujat a la Muntanyeta per cumplir i mantenir la tradició. Foto Amparo Vicent. Colección Fundació Caixalqueries.

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Col·labora: Patrocina:Organitza:

Associació cultural Pla RedóCasal Jove de les AlqueriesAssociació amics a cavall CV

Associació depenyes de les Alqueries

DISSABTE 25

DIUMENGE 26

19.00 h -

Pujada a peu a la muntanyeta de Sant Antoni, amb esmorzar per als/les participants. Cal apuntar-se a l'ajuntament �ns el dijous 23 de gener.

Missa a l'ermita de Sant Antoni.

Al �nalitzar, en la plaça de Dalt de la vila, encesa de la foguera i entrega de rotllos.

09.00 h -

12.00 h -

Benedicció d'animals en la plaça de l'Església i cercavila.

SANT2020

ANTONI

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