Lecturas de interés - … evitar la tentación de regresar que amenazaba ... indios a sólo los...

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I Lecturas de interés Una de las características del aprendizaje basado en competencias, es que el alumno será capáz de aplicarlo en diferentes contextos, especialmente en aquellos que forman parte de su vida cotidiana. Es por ello que esta sección incluye biografías de los personajes históricos más sobresalientes en cada uno de los bloques de la asignatura de Historia con la intención de que el alumno complete la información vista en clase. En la siguiente tabla se muestra el nombre de los personajes históricos por bloque: Hernán Cortés Moctezuma I “el Grande” Vasco de Quiroga Antonio de Mendoza Sor Juana Inés de la Cruz 1 NOMBRE DEL PERSONAJE NÚMERO DE BLOQUE Agustín de Iturbide José María Morelos Ignacio Allende Miguel Hidalgo Josefa Ortiz de Domínguez 2 Emiliano Zapata Francisco Villa Victoriano Huerta Venustiano Carranza Fidel Velázquez Sánchez 4 Guadalupe Victoria Antonio López de Santa Anna Porfirio Díaz Francisco I. Madero Benito Juárez 3 Luis Echeverría Álvarez Gustavo Díaz Ordaz José López Portillo Miguel de la Madrid Carlos Salinas de Gortari 5

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I

Lecturas de interés

Una de las características del aprendizaje basado en competencias, es que el alumno será capáz de aplicarlo en diferentes contextos, especialmente en aquellos que forman parte de su vida cotidiana.

Es por ello que esta sección incluye biografías de los personajes históricos más sobresalientes en cada uno de los bloques de la asignatura de Historia con la intención de que el alumno complete la información vista en clase.

En la siguiente tabla se muestra el nombre de los personajes históricos por bloque:

Hernán CortésMoctezuma I “el Grande”Vasco de QuirogaAntonio de MendozaSor Juana Inés de la Cruz

1

NOMBRE DEL PERSONAJENÚMERO DE BLOQUE

Agustín de IturbideJosé María MorelosIgnacio AllendeMiguel HidalgoJosefa Ortiz de Domínguez

2

Emiliano ZapataFrancisco VillaVictoriano HuertaVenustiano CarranzaFidel Velázquez Sánchez

4

Guadalupe VictoriaAntonio López de Santa AnnaPorfi rio DíazFrancisco I. MaderoBenito Juárez

3

Luis Echeverría ÁlvarezGustavo Díaz OrdazJosé López PortilloMiguel de la MadridCarlos Salinas de Gortari

5

Hernán Cortés

Conquistador español de México (Medellín, Badajoz, 1485-Castilleja de la Cuesta, Sevilla, 1547). Descendiente de una familia de hidalgos de Extremadura, Hernán Cortés estudió brevemente en la Universidad de Salamanca. En 1504 pasó a las Indias recién descubiertas por Colón y se estableció como escribano y terrateniente en La Española (Santo Domingo). Participó en la expedición a Cuba de 1511 como secretario del gobernador Diego Velázquez, con quien emparentó al casarse con su cuñada y que le nombró alcalde de la nueva ciudad de Santiago.

En 1518, Diego Velázquez confió a Hernán Cortés el mando de una expedición a Yucatán; sin embargo, el gobernador desconfiaba de Cortés, a quien ya había encarcelado en una ocasión acusado de conspiración, y decidió relevarlo del encargo antes de partir. Advertido Cortés, aceleró la partida y se hizo a la mar antes de reci-bir la notificación (1519).

Con once barcos, unos seiscientos hombres, 16 caba-llos y 14 piezas de artillería, Hernán Cortés navegó desde Santiago a Cozumel y Tabasco; allí derrotó a los mayas y recibió entre otros regalos a la india doña Marina, que le serviría como amante, consejera e intérprete durante toda la campaña.

Desobedeciendo órdenes expresas del gobernador Velázquez, fundó en la costa del golfo de México la Villa Rica de la Veracruz. Allí tuvo noticias de la existencia del imperio azteca en el interior, cuya capital se decía que guardaba grandes tesoros, y se aprestó a su conquista.

Para evitar la tentación de regresar que amenazaba a muchos de sus hombres ante la evidente inferioridad numérica, Hernán Cortés hundió sus naves en Veracruz. Logró la alianza de algunos pueblos indígenas someti-dos a los aztecas, como los toltecas y tlaxcaltecas. Tras saquear Cholula, llegó a la capital azteca, Tenochtitlán, en donde fue recibido pacíficamente por el emperador Moctezuma, que se declaró vasallo del rey de Castilla. La posible identificación de los españoles con seres divinos y de Cortés con el anunciado regreso del dios Quetzlcóatl favoreció quizá esta acogida a unos extranjeros que enseguida empezaron a comportarse como invasores ambiciosos y violentos.

Entonces tuvo que dejar la ciudad a cargo de su lugarte-niente Alvarado, para hacer frente a las tropas de Pánfilo de Narváez, enviadas por el gobernador Velázquez para castigar su rebeldía y devolverlo a Cuba; Cortés los derrotó en Zempoala y consiguió que se uniese a él la mayor parte del contingente (1520). Cuando regresó a Tenochtitlán, encontró una gran agitación indígena

contra los españoles a causa de los ataques realizados a sus creencias y símbolos religiosos y por la matanza de sus nobles por parte de Alvarado para desbaratar una supuesta conspiración. Hizo prisionero a Moctezuma e intentó que éste mediara para calmar a su pueblo, sin lograr otra cosa que la muerte del emperador.

Finalmente, Cortés se vio obligado a abandonar Tenochtitlán en la llamada “Noche Triste” (30 de junio de 1520), en la que su pequeño ejército resultó diezmado. Refugiado en Tlaxcala, siguió luchando contra los aztecas ahora bajo el mando de Cuauhtémoc, a los que derrotó en la batalla de Otumba; y, finalmente, sitió y tomó Tenochtitlán (1521). Destruida la capital azteca, cons-truyó en el mismo lugar (una isla en el centro de un lago) la ciudad española de México. Dominado el antiguo impe-rio azteca, lanzó expediciones hacia el sur para anexionar los territorios de Yucatán, Honduras y Guatemala.

Los detalles de la conquista de México, así como los argumentos que justificaban las decisiones de Hernán Cortés fueron expuestos en las cuatro Cartas de relación que envió al rey. En 1522 fue nombrado gobernador y capitán general de Nueva España (nombre que dieron los conquistadores al territorio mexicano). Sin embargo, la corona española ya en manos de Carlos I practicó una política de recorte de los poderes de los conquistadores para controlar más directamente las Indias; funcionarios reales aparecieron en México enviados para compartir la autoridad de Cortés hasta que, en 1528, fue destituido y enviado a la península.

En España salió absuelto de todas las acusaciones e incluso fue nombrado marqués del Valle de Oaxaca, ade-más de conservar el cargo honorífico de capitán general, aunque sin funciones gubernativas. De vuelta a México en 1530, todavía organizó algunas expediciones de conquista, como las que incorporaron a México la Baja California (1533 y 1539).

Regresó nuevamente a España para intentar obtener mercedes de la corona por los servicios prestados, para lo cual llegó a participar en una expedición contra Argel en 1540; pero sus reclamaciones nunca obtuvieron plena satisfacción. Se instaló en un pueblo cercano a Sevilla, en donde reunió una tertulia literaria y humanística. El con-quistador de México, impulsado por un gran fervor reli-gioso aparte de la ambición de honores y riquezas común a todos los conquistadores, fue un hombre culto y con preocupaciones morales inusuales en su entorno (como la de plantearse si era legítimo esclavizar a los indios).

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/cortes.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Moctezuma I "el Grande"

(?, h. 1390-?, 1469.) Quinto emperador azteca (1440-1469.) Hijo del emperador Huitzilíhuitl II, en 1417 asumió la dirección del ejército azteca, cargo que mantendría durante los reinados de Chimalpopoca (1417-1427) e Itzcóatl (1427-1440). A la muerte de éste, en 1440, Moctezuma I Ilhuicamina fue elegido soberano del Imperio azteca e inició una brillante etapa de expansión militar, con la ayuda de sus aliados tradiciona-les, los pequeños Estados de Texcoco y Tlacopan.

Tras derrotar al rey de Tlatelolco, que había intentado usurpar el trono azteca, someter a Atonal, señor de Coixtlahuaca, y arrasar las ciudades de Chalco y Tepeaca, extendió sus posesiones hacia las zonas de Guerrero, Hidalgo, Puebla y Oaxaca, y llegó a dominar todo el altiplano de Anáhuac.

Estas victorias le permitieron consolidar un poder absoluto, de carácter teocrático, frente a la siempre influyente nobleza militar y sacerdotal. Sin embargo, no pudo impedir que una serie de calamidades natura-les, como inundaciones y hambrunas, asolaran su imperio, lo cual provocó la proliferación de los sacrificios humanos a fin de aplacar la cólera de los dioses. Cabe señalar, en este sentido, el comienzo de la práctica de las llamadas guerras floridas, campañas anuales contra las ciudades independientes de Tlaxcala y Huejotzingo destinadas a capturar prisioneros para los sacrificios religiosos.

A partir del año 1456, una vez superadas las dificultades, el Estado azteca recobró la prosperidad y su capital, Tenochtitlán (actual Ciudad de México), conoció una época de esplendor económico y artístico sin precedentes. A pesar de su carácter severo y autoritario y de su incapacidad para dotar al imperio de una administración eficaz, Moctezuma I supo ganarse el aprecio de sus súbditos y mantenerlo hasta su muerte.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/moctezuma_i.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Vasco de Quiroga

(Madrigal de las Altas Torres, Ávila, 1470-Uruapán, 1565.) Administrador colonial y eclesiástico español. Nacido en el seno de una ilustre familia gallega, estudió humanidades y leyes en la Universidad de Valladolid y en 1528 fue nombrado miembro de la Real Chancillería vallisoletana. Por su preparación fue nombrado oidor de la segunda Audiencia de México, presidida por Ramírez de Fuenleal (1530-35), a la que se confió el asentamiento del orden jurídico en México, en sustitución del impuesto por los conquistadores.

La espantosa miseria en que estaban sumidos los indios de la capital mexicana “vendidos, vejados y vaga-bundos por los mercados, recogiendo las arrebañaduras tiradas por los suelos”, como escribió, le indujeron a fundar en 1531 el hospital de Santa Fe, a dos leguas de la ciudad, donde atendía a enfermos y desamparados y aprovechaba para instruirlos en la fe. Los naturales empezaron a poblar sus alrededores y los españoles se dirigieron por ello a la Audiencia para responsabilizar a Quiroga del despoblamiento que sufría gradualmente la capital mexicana.

El oidor Quiroga fue destinado luego a Michoacán, para visitar la tierra y el trato que se daba a los tarascos. El letrado quedó nuevamente impresionado por lo que veía y especialmente por la esclavización de los naturales, a los que se marcaba con hierros candentes. En su informe al Presidente de la Audiencia condenó la práctica esclavista. Luego fundó otro hospital en Tzintzuntzán, junto al lago de Pátzcuaro, semejante al de México.

En 1535 regresó a la capital mexicana, donde fue presentado como aspirante al cargo de obispo de Michoacán. Vasco de Quiroga había tomado los hábitos de san Francisco y estaba apenas tonsurado, pero fray Juan de Zumárraga avalaba su nombramiento para la diócesis vacante, por haber renunciado a la misma el dominico fray Luis de Fuensalida. Ordenado sacerdote en 1538, fue nombrado obispo y recibió la consagración de manos de Zumárraga. Al año siguiente los obispos mexicanos se reunieron para restringir los bautismos masivos de indios a sólo los catecúmenos y necesitados y encargaron a Quiroga el Manual de adultos, impreso en 1540.

Vasco de Quiroga fundó el hospital de San Nicolás Tolentino y prosiguió con su experimento evangelizador de los hospitales, inducido por la lectura de la Utopía de Tomas Moro. Reunía a los naturales para imbuir en ellos ideales de fraternidad y auxilio mutuo. Constaban tales hospitales de una casa común para enfermos y dirigen-tes de la agrupación, y de casas particulares para los congregados, llamados familias, porque en ellas vivían sus miembros, con terreno anexo para huerta o jardín, estancias de campo y lugares para siembras y ganaderías.

El hospital era un cuadrado en uno de cuyos frentes estaba la gran enfermería de contagiosos y en otro los enfermos usuales. Los naturales trabajaban comunalmente durante seis horas y de su beneficio se pagaban los gastos del hospital, de la comunidad y de las escuelas; el resto se repartía entre los congregados. En los hospitales se enseñaba a los indios diversos oficios.

Su obra despertó gran estimación a los indios, que llamaban cariñosamente al obispo “tata Vasco”. Vasco de Quiroga viajó a España en 1550 y durante su estancia fundó en Valladolid el convento franciscano de San Bernardino. En 1555 había vuelto a México, donde asistió al Concilio Provincial. Intentó luego ir al Concilio de Trento, pero no pudo lograrlo. En 1565 falleció en Uruapán en el trascurso de una visita pastoral.

Escribió Doctrina para indios, un tratado sobre la administración del bautismo, las Reglas y ordenanzas para la administración de los hospitales de Santa Cruz en México y Michoacán, así como algunos sermones. Lamentablemente fue acusado por Maturino Gilberti de haber cometido algunos errores graves contra la fe en sus obras en lengua tarasca, y principalmente contrarias al misterio de la Santísima Trinidad, lo que le valió un proceso del que no se vio exculpado hasta que el agustino fray Alonso de la Veracruz demostró su ortodoxia.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/q/quiroga_vasco.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Antonio de Mendoza

(Granada, 1490-Lima, 1552.) Primer virrey de Nueva España. Hijo de Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla y marqués de Mondéjar. Desde muy joven entró al servicio de la corte y durante la guerra de las Comunidades apoyó al emperador Carlos, quien lo recompensó con el título de comendador de la Orden de Santiago. En 1530, tras haber sido embajador en Hungría, fue designado primer virrey de Nueva España. Con el objetivo de reforzar el poder real, amenazado por los abusos de la Audiencia, se trasladó a México y se enfrentó a Hernán Cortés, que hasta entonces había actuado de manera independiente, forzándole a regresar a España. A continuación emprendió una serie de reformas que Carlos I consideraba necesarias para asentar el gobierno de España, como el censo de la población, la reorganización de la administración, la reducción de los tributos a la población indígena, etc. En el campo cultural se ha de destacar la creación del Colegio Imperial de Santa Cruz en Tlatelolco, la Universidad de México (1545) y la introducción de la imprenta. Organizó expediciones a Arizona y Nuevo México (1539-1540), así como a las costas de California y al río Colorado, y fundó las ciudades de Guadalajara y Valladolid. En 1549 fue nombrado virrey de Perú, donde murió pocos años después.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/mendoza_antonio.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Sor Juana Inés de la Cruz

(Juana Inés de Asbaje y Ramírez; San Miguel Nepantla, actual Estado de México, 1651-Ciudad de México, 1695.) Escritora mexicana. Fue la mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera loa. Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los marque-ses de Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su erudición y habilidad versificadora.

Pese a la fama de que gozaba, en 1667 ingresó en un convento de las carmelitas descalzas de México y permaneció en él cuatro meses, al cabo de los cua-les lo abandonó por problemas de salud. Dos años más tarde entró en un convento de la orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente. Dada su escasa vocación religiosa, parece que sor Juana Inés de la Cruz prefirió el convento al matrimonio para seguir gozando de sus aficiones intelectuales: “Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embara-zase la libertad de mi estudio, ni rumor de comuni-dad que impidiese el sosegado silencio de mis libros”, escribió.

Su celda se convirtió en punto de reunión de poetas e intelectuales, como Carlos de Sigüenza y Góngora, pariente y admirador del poeta cordobés, cuya obra introdujo en el virreinato, y también del nuevo virrey, Tomás Antonio de la Cerda, marqués de la Laguna, y de su esposa, Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, con quien la unió una profunda amistad.

En su celda también llevó a cabo experimentos científicos, reunió una nutrida biblioteca, compuso obras musicales y escribió una extensa obra que abarcó diferentes géneros, desde la poesía y el tea-tro, en los que se aprecia la influencia de Góngora y Calderón, hasta opúsculos filosóficos y estudios musicales.

Perdida gran parte de esta obra, entre los escri-tos en prosa que se han conservado cabe señalar la carta Respuesta a sor Filotea de la Cruz, pseudónimo de Manuel Fernández de la Cruz, obispo de Puebla. En 1690, éste había hecho publicar la Carta atena-górica, en la que sor Juana hacía una dura crítica al

“sermón del Mandato” del jesuita portugués António Vieira sobre las finezas de Cristo, acompañada de una “Carta de sor Filotea de la Cruz”, en la que, aun reconociendo el talento de la autora, le recomendaba que se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y mujer, que a la reflexión teo-lógica, ejercicio reservado a los hombres.

A pesar de la contundencia de su respuesta, en la que daba cuenta de su vida y reivindicaba el derecho de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento “no sólo les es lícito, sino muy provechoso”, la crítica del obispo la afectó profundamente, tanto, que poco después sor Juana Inés de la Cruz vendió su biblio-teca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido a la beneficencia y se consagró por completo a la vida religiosa.

Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfer-mas durante la epidemia de cólera que asoló México en el año 1695. La poesía del barroco alcanzó con ella su momento culminante, y al mismo tiempo intro-dujo elementos analíticos y reflexivos que anticipa-ban a los poetas de la Ilustración del siglo XVIII.

Sus obras completas se publicaron en España en tres volúmenes: Inundación castálida de la única poetisa, musa décima, sor Juana Inés de la Cruz (1689), Segundo volumen de las obras de sor Juana Inés de la Cruz (1692) y Fama y obras póstumas del Fénix de México (1700).

La obra de sor Juana Inés de la Cruz

Aunque su obra parece inscribirse dentro del culte-ranismo de inspiración gongorina y del conceptismo, tendencias características del barroco, el ingenio y originalidad de sor Juana Inés de la Cruz la han colo-cado por encima de cualquier escuela o corriente particular. Ya desde la infancia demostró gran sensi-bilidad artística y una infatigable sed de conocimien-tos que, con el tiempo, la llevaron a emprender una aventura intelectual y artística por disciplinas tales como la teología, la filosofía, la astronomía, la pintura, las humanidades y, por supuesto, la literatura, que la convertirían en una de las personalidades más com-plejas y singulares de las letras hispanoamericanas.

En la poesía de sor Juana hay numerosas y elo-cuentes composiciones profanas (redondillas, ende-chas, liras y sonetos), entre las que destacan las de tema amoroso, como los sonetos que comien-zan con "Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba..." y "Detente, sombra de mi bien esquivo...". También abunda en ella la temática mística, en la que una fervorosa espiritualidad se combina con la hondura de su pensamiento, tal como sucede en el caso de A la asunción, delicada pieza lírica en honor a la Virgen María.

Mención aparte merece Primero sueño, poema de casi mil versos escritos a la manera gongorina en el que sor Juana describe, de forma simbólica, el impulso del conocimiento humano que rebasa las barreras físicas y temporales para convertirse en un ejercicio de puro y libre goce intelectual. El trabajo poético de la monja se completa con varios hermo-sos villancicos que en su época gozaron de mucha popularidad.

En el terreno de la dramaturgia escribió dieciocho loas, dos sainetes (la comedia de capa y espada Los empeños de una casa y el juguete mitológico-galante Amor es más laberinto), un sarao o fin de fiesta, así

como tres autos sacramentales: El divino Narciso, San Hermenigildo y El cetro de san José. Aunque la influencia de Calderón resulta evidente en muchos de estos trabajos, la claridad y belleza del desarrollo posee un acento muy personal.

La prosa de la autora es menos abundante, pero de pareja brillantez. Esta parte de su obra se encuentra formada por textos devotos como la célebre Carta atenagórica (1690), y sobre todo por la Respuesta a sor Filotea de la Cruz (1691), escrita para contes-tar a la exhortación que le hiciera firmando con ese pseudónimo el obispo de Puebla para que frenara su desarrollo intelectual. Esta última constituye una fuente de primera mano que permite conocer no sólo detalles interesantes sobre su vida, sino que también revela aspectos de su perfil psicológico. En ese texto hay mucha información relacionada con su capacidad intelectual y con lo que el filósofo Ramón Xirau llamó su "excepcionalísima apetencia de saber", aspecto que la llevó a interesarse también por la ciencia, como lo prueba el hecho de que en su celda, junto con sus libros e instrumentos musicales, había también mapas y aparatos científicos.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/j/juana_ines.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Agustín de Iturbide

(Valladolid, actual México, 1783-Padilla, 1824.) Militar y político mexicano. Hijo de un terrateniente espa-ñol y una criolla noble, Agustín de Iturbide se enroló en el ejército realista a la edad de catorce años. Se negó a participar en la insurrección contra los españoles, dirigida por el cura Hidalgo, y defendió la ciudad de Valladolid contra las fuerzas revolucionarias; su notable actuación le valió el ascenso a capitán.

Con este nuevo grado, Agustín de Iturbide combatió a las guerrillas indígenas y acabó por capturar a Albino Liceaga y Rayón, logro que le valió un nuevo ascenso. Posteriormente fue nombrado comandante general de la provincia de Guanajuato, donde se distinguió por su implacable persecución de los rebeldes. Diversas acusaciones (abuso de autoridad y malversación) propiciaron que el virrey Calleja lo destituyera, pero fue absuelto de todos los cargos gracias al apoyo del auditor Bataller.

Con treinta y siete años fue nombrado comandante general del sur y se le encomendó la tarea de sofo-car la insurrección de Guerrero, uno de los últimos que continuaban en liza. Al no conseguirlo, se reunió con éste y, juntos, presentaron el denominado Plan de Iguala, en el que se proclamaban tres garantías: la independencia de México, la igualdad de derechos para españoles y criollos y, por último, la supremacía de la Iglesia católica. Rápidamente, el ejército trigarante pasó a dominar todo el país. En vista de ello, el nuevo representante del rey de España, Juan O'Donojú, firmó el tratado de Córdoba, por el que se reco-nocía la independencia de México.

Un año más tarde, Iturbide se autoproclamó emperador (Agustín I), si bien muy pronto hubo de enfren-tarse a una conspiración de carácter republicano. Decidió entonces disolver el Congreso y nombró una junta que actuaba por completo a su servicio. En contra de estas medidas, el gobernador de Veracruz, el general Santa Anna, resolvió proclamar la República e inmediatamente recibió el apoyo de otros gene-rales, e incluso de las tropas que en principio debían acabar con la revuelta. Por último, Iturbide se vio obligado a abdicar. Se exilió en Europa (1823) y un año después volvió a su país, ignorante de que allí había sido condenado a muerte. Detenido a su llegada, fue fusilado a la edad de cuarenta y un años.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/iturbide.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

José María Morelos

(José María Morelos y Pavón; Valladolid, actual Morelia, 1765-San Cristóbal Ecatepec, 1815.) Religioso, político y militar mexicano, caudillo de la independencia de México. Asumió el liderazgo del movimiento independentista tras la muerte en 1811 del cura Hidalgo (a cuya causa se había unido en 1810) y logró importantes victorias en el sur. Trató además de dar forma política a sus idea-les de justicia e igualdad a través del Congreso de Chilpancingo (1813), que formuló la declaración de independencia, otorgó a Morelos un amplio poder ejecutivo y puso las bases para una Constitución liberal y democrática que sería aprobada en 1814.

José María Morelos era hijo de Manuel Morelos, carpintero de ascendencia india y de Juana María Pérez Pavón, criolla, cuyo padre había sido maestro de escuela en la ciudad. Durante catorce años, ade-más de las primeras letras que le enseñó su madre, sólo se sabe que ayudó en lo que pudo para el sos-tenimiento de la familia.

La muerte del padre en 1779 significó un impor-tante cambio. Confiado a la custodia de su tío Felipe Morelos, se trasladó a una hacienda cerca de Apatzingán (Michoacán) y se dedicó primero a la labranza y, poco después, a conducir como arriero una recua de mulas que su tío empleaba para trans-portar los ricos cargamentos de mercancías entre el puerto de Acapulco, terminal de los galeones de Manila, y la ciudad de México. Esta actividad le proporcionó unos ingresos regulares, que el joven Morelos invertía en comprar mulas y sostener a su madre y hermana.

Así vivió hasta cumplir los 25 años; en 1790, ante la insistencia de su madre, que deseaba su ingreso en la carrera eclesiástica con la ilusión de que acce-diese a una capellanía o beneficio dejado por su bis-abuelo materno, se separó de su tío Felipe y regresó a Valladolid para ingresar en el colegio de San Nicolás. Allí tuvo ocasión de conocer al rector Miguel Hidalgo y Costilla, con el que coincidió durante dos años. Estudió gramática y latín y dos años más tarde amplió estos estudios en el Seminario Tridentino de la misma ciudad, recibiendo instrucción en retórica y filosofía. El 28 de abril de 1795 recibió el título de bachiller de artes en la Ciudad de México.

Poco después solicitó de la jerarquía eclesiástica de Valladolid que se le confiriesen la tonsura cleri-cal, las cuatro órdenes menores y el subdiaconato, lo que consiguió a finales de ese mismo año. En abril de 1796 aceptó una oferta del cura de Uruapan para enseñar gramática y retórica a los niños del lugar, tras recibir la licencia correspondiente. Tras algu-nos años de ejercicio, el 20 de diciembre de 1797, cumplidos los 32 años de edad, fue promovido al sacerdocio, otorgándosele licencias para celebrar misa, oír confesiones y predicar en Uruapan y cura-tos vecinos.

Se iniciaba así una larga carrera sacerdotal que le llevó a ejercer de cura párroco, primero en un marginado distrito de Churumuco, etapa durante la cual falleció su madre en Pátzcuaro. Morelos perma-neció en Churumuco durante poco más de un año, hasta que en marzo de 1799 se le transfirió a la parroquia de Carácuaro, a unos 50 kilómetros de distancia, tan pobre como la anterior pero mucho más poblada. En Carácuaro vivió Morelos toda una década, administrando la parroquia y viviendo de las aportaciones de sus feligreses, que se resis-tían por todos los medios al pago de los impuestos eclesiales.

Durante este periodo mantuvo y mejoró un nego-cio de ganado que había iniciado en su época de arriero, administró la herencia de su madre, trans-firió a su hermana la casa familiar (actualmente Casa de Morelos en la ciudad de Morelia) y tuvo dos hijos ilegítimos. Más tarde, durante el periodo revo-lucionario, tuvo dos hijos más. En 1807 compró en Valladolid una casa a la que aumentó otro piso en 1809, sin que se tenga la menor certeza de que le llegara noticia alguna de que se estaba preparando una revolución. Bien es cierto que los historiadores señalan la creciente insatisfacción y en todo caso la frustración de Morelos, acumulada a lo largo de muchos años como cura parroquial.

En octubre de 1810, conocedor del levantamiento de Miguel Hidalgo, que había sido su rector en San Nicolás, decidió visitarle y hablar con él. Al parecer, su intención era la de ofrecerse como capellán, pero una vez llevado a cabo este encuentro el 20 de octubre, Hidalgo lo convenció de que aceptara

una misión más importante: marchar a la costa del sur, reunir tropas y tomar el puerto de Acapulco, que Morelos conocía muy bien. El 25 de octubre, acompañado de una veintena de voluntarios mal armados, Morelos partió de Carácaro hacia las tie-rras calientes del sur, en calidad de lugarteniente de Hidalgo.

La actividad insurgente de Morelos duró cinco años, a lo largo de los cuales fue capaz de desa-rrollar cuatro campañas militares, además de una obra política, doctrinal y administrativa en la que se recoge un pensamiento avanzado, innovador y car-gado de sentido popular y social. Se le reconoce un incipiente genio de estratega militar, despiadado y cruel en algunas ocasiones, y capaz de enfrentarse y doblegar en varias ocasiones a los ejércitos realis-tas superiores en número, bajo el mando del temi-ble Félix María Calleja.

Las campañas de Morelos

La primera campaña, de octubre 1810 a agosto 1811, le permitió organizar y constituir un cuerpo de tropas disciplinado y bien armado, con el que intentó sin éxito la ocupación de Acapulco en febrero de 1811. Se retiró con sus fuerzas a Tecpan, desde donde preparó el asalto a Chilpancingo el 24 de mayo y la toma de Tixtla (actual Ciudad Guerrero) dos días más tarde. En el curso de esta campaña se le unieron los hermanos Miguel y Víctor Bravo, nacidos en la hacienda de Chichihualco; Vicente Guerrero, oriundo de Tixtla, y los hermanos Galeana, de Tecpan. En esta época contó con la colaboración del estadounidense Perter Ellis Bean, aventurero cosmopolita, que fabricó gran cantidad de pólvora para las tropas insurgentes.

Desgraciadamente, en junio de 1811 fueron eje-cutados Miguel Hidalgo y sus principales ayudantes, aunque le sucedió en la dirección del movimiento Ignacio López Rayón, que se retiró a Zacatecas y se internó en Michoacán, mientras maduraba y concre-taba un ideario político que diese coherencia y uni-dad a las iniciativas surgidas por todo el país. Unido a José María Liceaga, años más tarde compañero

de Javier Mina, y a José Sixto Verduzco, enviado de Morelos, Rayón estableció en agosto de este año la Suprema Junta Nacional de América.

La mayor objeción que Morelos puso a esta Junta fue su declarado acatamiento a Fernando VII, defen-dido por Rayón como una medida de prudencia y moderación. Éste fue, por lo tanto, el primer núcleo de gobierno insurgente, que se atrajo la simpa-tía de los intelectuales y hacendados criollos que deseaban establecer un sistema de Juntas similar al implantado en las provincias de España. En la ciu-dad de México se inició, en este tiempo, la formación de una sociedad secreta llamada los Guadalupes.

En agosto de 1811 Morelos contaba, según sus propias palabras, "con cuatro batallones en pie de guerra: uno para proteger los puertos de la costa; otro en El Veladero, fuera de Acapulco; un tercero en Tixtla y el último en Chilpancingo, para encargarse del abasto de pólvora". Desde el primer momento, Morelos se inclinó por la proclamación de algunos principios revolucionarios, tomados de sus conver-saciones con Hidalgo.

En Aguacatillo, el 17 de noviembre de 1810, había anunciado el establecimiento de un nuevo gobierno y en este decreto incluyó la abolición de la escla-vitud (que confirmaría con solemnidad a principios de 1813), de los tributos y de las tesorerías de las comunidades. Este decreto está considerado como uno de los documentos más importantes en la his-toria social de América Latina. Como justificación de su levantamiento afirmaba que "ya que España se encontraba en manos de los franceses y los gachu-pines conspiraban con Napoleón para perpetuar su poder, todos los americanos debían unirse en defensa del país y de la religión".

La segunda campaña de Morelos, tras unos meses dedicados a la reorganización y prepara-ción de sus huestes, se desarrolló de noviembre de 1811 a mayo de 1812. Una vez tomado Tlapa reunió a todas sus fuerzas en Chiautla para establecer una nueva estrategia: dividió su ejército en tres grandes cuerpos, uno al mando de Miguel Bravo, que mar-charía hacia el sur y trataría de conquistar Oaxaca; el segundo dirigido por Hermenegildo Galeana, que

atacaría y dominaría Taxco, y el tercero, bajo la direc-ción del propio Morelos, que avanzaría hacia el norte y entraría en Izúcar sin combatir el 12 de diciembre, para atacar Tenango y Tenancingo, antes de llegar a Cuautla (Morelos), ocupada el día de Navidad.

Se ha discutido acerca de por qué Morelos no siguió hasta Puebla, cuya conquista hubiera consti-tuido el anticipo a la caída de la capital. En su lugar, dejando guarecida Cuautla, prefirió correr hacia el oeste, para unirse a las tropas de Galeana estacio-nadas frente a Taxco. Fue uno de sus más graves errores militares, porque mientras tanto, Félix María Calleja, con un numeroso cuerpo de ejército, sitió Zitácuaro (Michoacán), residencia de la Junta de Rayón, obligando a sus miembros a huir y disper-sarse sin ofrecer resistencia. Este fue el comienzo de la decadencia de Rayón y de sus seguidores y cons-tituyó un duro golpe al inicial optimismo insurgente.

Al conocer la caída de Zitácuaro, Morelos regresó a Cuautla, vía Cuernavaca, dispuesto a resistir el asalto anunciado de Calleja. El sitio de Cuautla, que se prolongó de febrero a mayo de 1812, ha sido inter-pretado de manera diferente por los panegiristas de cada uno de los bandos. Inicialmente Morelos logró derrotar a Calleja, pero Calleja consiguió reforzarse con tropas de refresco.

Mientras los insurgentes se mostraban incapaces de organizar una fuerza exterior que atacase al jefe realista por la espalda, el agotamiento de los víve-res, la falta de agua y el acoso de las epidemias diezmaron los efectivos de Morelos y le obligaron a organizar una salida arriesgada, que culminó con notable éxito. Tanto los insurgentes como el propio Calleja se atribuyeron el triunfo sobre sus contra-rios, pero el sitio de Cuautla, de todos modos, cons-tituyó un modelo de resistencia límite, que socavó y atemperó el triunfalismo del virrey.

La tercera campaña, de junio de 1812 a agosto de 1813, fue la de mayor actividad y de más rotundo éxito de Morelos. Reagrupadas sus fuerzas en Chiautla, con Galeana y Bravo, durante algunos meses dominó el eje Chiautla-Tehuacán, llevó a cabo diversas acciones contra las fuerzas realistas y trató de impedir las comunicaciones entre la capital y el puerto de Veracruz. Al llegar el mes de noviembre

se decidió a tomar la ciudad de Oaxaca, lo que con-siguió el día 25 de este mes. Se trata de una de las acciones militares más brillante de Morelos, que contó con el apoyo de Mariano Matamoros y Miguel Bravo, logrando derrotar a las tropas del general español González Saravia. La brillante victoria de Morelos en Oaxaca reforzó mucho la suerte de los insurgentes, aumentó su prestigio personal y pro-dujo una gran cantidad de beneficios materiales.

Durante varias semanas Oaxaca fue el cuartel general de Morelos, que fortaleció y extendió su dominio de la zona, al tiempo que intensificaba su labor administrativa y el ordenamiento de la insurgencia. Creó la intendencia de la provincia y el ayuntamiento de la ciudad, expidió reglamentos relativos a los horarios comerciales, a la tenencia de armas, al toque de queda y al uso de una insignia de identificación personal. También creó una Junta de Protección y Seguridad Pública, responsable del orden y la seguridad del pueblo. En la fiesta de acatamiento a la Junta Suprema, se presentó vis-tiendo un uniforme nuevo, con la insignia de capitán general, lo que simbolizaba la cumbre de su carrera militar.

En aquellos momentos estuvo dudando si pene-trar en el Valle de México, como le pedían sus segui-dores de la capital, asociados en la agrupación de los Guadalupes, o ceder al instinto que le señalaba la necesidad de apoderarse de un puerto de mar, para fortalecer sus relaciones con Estados Unidos y facilitar la llegada de ayudas procedentes del exte-rior. Inclinado por esta segunda opción, salió de Oaxaca el 9 de enero de 1813, atravesó la cordillera realizando marchas increíbles y, a partir de abril, estableció el asedio de Acapulco, que se prolongó durante varios meses hasta que el 20 de agosto consiguió su capitulación.

Pese al éxito, actualmente se piensa que con esta decisión Morelos perdió siete preciosos meses, que hubieran podido inclinar el resultado final de la insurgencia. De todos modos, con la conquista de Acapulco, Morelos controlaba un territorio que se extendía desde Guatemala hasta Colima, incluyendo la mayor parte de los actuales estados de Oaxaca y Guerrero, así como el sur de los de Veracruz, Puebla,

México y Michoacán. En la ciudad de Oaxaca, a lo largo de casi todo el año 1813, se publicó, por ini-ciativa de Morelos, el periódico insurgente Correo Americano del Sur.

Mientras tanto, se habían producido algunas nove-dades en el terreno político. Conocedor Morelos de las intenciones de Rayón de promulgar una Constitución americana, retrasó la contestación y, cuando lo hizo, pocos días antes de conquistar Oaxaca, le expresó sus objeciones principales: había que excluir definitivamente la mención a Fernando VII, limitar el número de los consejeros de Estado y aceptar que la elección del propuesto generalísimo de la república fuese de por vida, sin más límites que "la incapacidad, la enfermedad o la edad de sesenta años". Rayón no convirtió en ley su proyec-tada Constitución, entre otras razones, porque en la ciudad de México se había publicado y acatado públicamente la nueva Constitución española pro-mulgada en Cádiz.

Mediado el mes de mayo, mientras sitiaba Acapulco, se le ocurrió a Morelos la idea de convo-car un congreso nacional de representantes provin-ciales, como respuesta a las iniciativas de Rayón. Después de solicitar de éste que reuniera a los miembros de su Consejo en Chilpancingo, donde "serían reelegidos o depuestos", dirigió un decreto a las provincias para que nombraran electores que deberían reunirse el 8 de septiembre, con la finalidad de elegir un nuevo Congreso. Llegado el momento, redactó el texto conocido como Sentimientos de la Nación, que sirvió de base para las deliberaciones de los allí reunidos. En realidad, la mayoría de las propuestas, discursos y proclamas de Chilpancingo fueron redactadas por Carlos María Bustamante, fiel seguidor de Morelos.

Su última campaña, de contenido más político que militar, se desarrolló precisamente a partir de septiembre de 1813 y llega hasta su caída en Tezmalaca, en noviembre de 1815. Instalado en Chilpancingo, Morelos formuló un plan de gobierno compuesto de 59 artículos, prácticamente un pro-yecto de Constitución. Reconocía el principio de la separación de poderes, proponía que el ejecutivo lo ejerciese un generalísimo elegido a perpetuidad y

con derecho a proponer la legislación que conside-rase necesaria. El legislativo quedaría en manos de un Congreso de diputados, cuyas personas serían declaradas sagradas e inviolables, manteniendo de momento el poder judicial existente. El artículo 17 declaraba la independencia de España, sin hacer referencia a ningún monarca. Entre los miembros natos del Congreso se encontraban quienes confor-maron la Junta Suprema de Rayón.

El 14 de septiembre, una vez instalado el Congreso, Morelos leyó un discurso y los diputados iniciaron el examen de las propuestas contenidas en Sentimientos de la Nación. Al día siguiente fue elegido generalísimo por aclamación, con todos los poderes y la facultad de nombrar, sus lugartenien-tes, cargos que recayeron en Mariano Matamoros y Manuel Muñíz. Hubo que esperar durante algo más de un mes a que llegaran Rayón, Bustamante, Liceaga y Cos, pero en noviembre se celebraron sesiones regulares y el día 6 el Congreso aprobó una declaración de independencia, redactada por Bustamante.

Deseoso de conquistar Valladolid, porque enten-día la necesidad de contar con una ciudad en la cual establecerse, Morelos decidió su asalto, llegando a sitiarla a partir del 22 de diciembre de 1813. Pero los realistas, reforzados los últimos meses y con la llegada de importantes contingentes de tropas enviadas por el virrey Calleja, obligaron a Morelos a retirarse en confusa desbandada, lo que diezmó y desalentó a sus seguidores. De este modo se ini-ciaba la decadencia militar y política del líder insur-gente, obligado a retirarse y a obedecer las órdenes del Congreso de Chilpancingo, periodo que se pro-longó a lo largo de casi dos años.

Felix María Calleja, nombrado virrey de Nueva España, aprovechó esta situación para ejercer presión en todos los frentes, avanzando sobre Chilpancingo, lo que obligó al Congreso a emprender una marcha incesante, que lo llevaría finalmente a la ciudad de Apatzingán, rumbo a Jalisco, donde acabó de discutirse y se proclamó el texto consti-tucional el 22 de octubre de 1814. Morelos, entre tanto, había renunciado al poder ejecutivo y dejó de ejercer mando militar alguno, excepto el de las tropas

de su escolta. De regreso a Acapulco, vivió momen-tos muy dolorosos, al enterarse de la muerte de sus más fieles seguidores como Matamoros y Galeana, los brazos ejecutores de su estrategia militar.

Corriendo de un lugar a otro, medio escondido y rodeado de un escaso contingente de tropas, repe-lió a las fuerzas enviadas para capturarle, participó con fidelidad admirable en los trabajos del Congreso, mantuvo sus principios y discutió algunas de las medidas que pretendían tomar los dirigentes de la insurgencia. A mediados de 1814 solicitó a su cola-borador Peter E. Bean que se trasladara a Estados Unidos en demanda de ayuda y armamento.

Bean conoció al francés Joseph A. Humbert y, por medio de éste, contactó con José Álvarez de Toledo, refugiado en Nueva Orleáns tras su fracaso de Texas. En mayo de 1815 Toledo escribió al Congreso, reci-bió un nombramiento de general insurgente en el exterior firmado por Morelos, y se ofreció para orga-nizar una expedición en apoyo de la independencia. Cuando José Manuel Herrera, diputado que había sido presidente del Congreso en Chilpancingo, se trasladó a Nueva Orleans junto con Toledo, se abrió una ventana a la esperanza insurgente.

El Congreso, mientras tanto, abandonó Apatzingán y se estableció en Uruapan, a la vez que elegía el nuevo poder ejecutivo tripartito integrado por Morelos, Cos y Liceaga. Obligado por su deseo de

acercarse a un puerto de mar que le permitiera recibir la ansiada ayuda exterior, pero también por las disensiones y enfrentamientos de sus líderes, se decidió su traslado a Tehuacán, encargándose Morelos de escoltar y defender a los integrantes del legislativo. Con la incorporación de Nicolás Bravo, el contingente militar se componía de un millar de soldados, la mitad de ellos armados. Sin embargo, llegados a Tezmalaca, seis millas más allá del río Mezcala (cerca de la actual Iguala), un destaca-mento realista al mando del coronel de la Concha cayó sobre el convoy y aprehendió a Morelos, mien-tras Bravo pudo escapar, protegiendo al convoy hasta su llegada a Tehuacán.

Conducido a la ciudad de México, el 22 de noviem-bre de 1815 se iniciaba el primero de la serie de juicios a que fue sometido, ya que las autoridades militar, eclesiástica y civil se disputaron el derecho a condenarlo. Incoado con toda rapidez, el primer juicio terminó el día 23 y enseguida se presentó al prisionero ante el temible tribunal de la Inquisición, que lo incriminó por abandono de las doctrinas de la Iglesia y la adopción de herejías de autores malig-nos. El juicio estatal se celebró el día 28 y su decla-ración, registrada y anotada por el propio Morelos, constituye una de las fuentes de información más valiosas sobre el movimiento de independencia.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/morelos.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Ignacio Allende

(Ignacio María de Allende y Unzaga.) Militar independentista mexicano (San Miguel el Grande, actual San Miguel de Allende, Guanajuato, 1769-Chihuahua, 1811).

Ignacio Allende era un criollo de buena familia, diestro en las artes de la caballería y de carácter fuerte. Por vocación, en 1795 ingresó en el ejército donde recibió una sólida formación y obtuvo el grado de capi-tán en 1797.

En el cantón de Jalapa, Ignacio Allende conoció a otros criollos con los que compartió sus ideales polí-ticos de descontento contra el gobierno español. A finales de 1809 el Gobierno virreinal descubrió una gran conspiración en Valladolid (hoy Morelia) e intentó desmantelar el movimiento independentista, pero Allende estableció contacto con una ramificación importante en Querétaro, en la casa del corregidor Miguel Domínguez y su esposa, Josefa Ortiz.

Por uno de los participantes, el oficial Joaquín Arias, la conspiración fue descubierta, Ignacio Allende fue avisado oportunamente y pudo advertir a otro conspirador, el cura de Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla. En la madrugada del 15 al 16 de septiembre de 1810 se convocó a todo el pueblo a toque de campana para tomar las armas. Un gran contingente de criollos e indígenas marcharon hacia San Miguel, y en Atotonilco el cura Hidalgo adoptó el estandarte con la Virgen de Guadalupe como insignia.

En Guanajuato los insurgentes, incontrolables, asaltaron ferozmente la alhóndiga de Granaditas y ase-sinaron sin piedad a los españoles junto con sus familias. Por ello Hidalgo y Allende se enemistaron entre sí. En Valladolid se les unieron más rebeldes que se enfrentaron con éxito al ejército realista en el Monte de las Cruces.

Su siguiente meta fue la ciudad de México pero, ante la perspectiva de otra matanza, Hidalgo decidió retroceder. En Aculco los esperaban las tropas realistas de Félix Calleja y Manuel Flon, que los derrotaron. De nuevo se enfrentaron a los realistas en el Puente de Calderón en donde los perdedores fueron los insurgentes.

Tras refugiarse en una hacienda, a Hidalgo se le retiró el mando y el ejército se dividió en dos; uno, con López Rayón al frente, salió hacia Michoacán; el otro partió hacia el norte con Ignacio Allende y Miguel Hidalgo, para buscar ayuda en Estados Unidos. Pero en las norias de Baján, Chihuahua, fueron aprehendi-dos por Ignacio Elizondo. Se les sometió a juicio y Allende fue fusilado junto con Ignacio Aldama y Mariano Jiménez. Sus restos descansan en la columna de la Independencia en la ciudad de México.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/allende_y_unzaga.htm

consultada el 27 de diciembre de 2010.

Miguel Hidalgo

(Miguel Hidalgo y Costilla; San Diego Corralejo, Guanajuato, 1753-Chihuahua, 1811.) Patriota mexicano conocido tam-bién con el sobrenombre de El cura Hidalgo. Considerado como el padre de la patria mexicana, fue el iniciador de la lucha por la independencia.

Hijo segundo de don Cristóbal Hidalgo y Costilla, admi-nistrador de la hacienda de San Diego Corralejo, y de doña Ana María Gallaga Mandarte, tuvo tres hermanos. A los 12 años marchó a la ciudad de Valladolid (actual Morelia), donde realizó sus estudios en el Colegio de San Nicolás. Ya bachiller en 1770, marchó a al ciudad de México para cursar estudios superiores.

En 1773 se graduó como bachiller en filosofía y teología, y obtuvo por oposición una cátedra en el mismo Colegio de San Nicolás. Durante los años siguientes realizó una bri-llante carrera académica que culminó en 1790, cuando fue nombrado rector del Colegio de San Nicolás. En 1778 fue ordenado sacerdote; al recibir las órdenes sagradas ocupó varias parroquias, hasta que a la muerte de su hermano Joaquín, en 1803, lo sustituyó como cura de Dolores, en Guanajuato.

Hombre muy culto y profundo conocedor de las ideas de la Ilustración, las puso en práctica entre sus feligreses, en su mayoría indígenas, en el intento de mejorar sus condi-ciones económicas y de vida. Para ello les enseñó a cultivar viñedos, criar abejas y dirigir pequeñas industrias, lo que le valió el apoyo incondicional de sus feligreses.

En 1808, la invasión a España por las tropas napoleóni-cas y la consiguiente deposición de su monarca Carlos IV, y de su hijo Fernando VII, generaron gran oposición tanto en España como en América. Surgieron entonces numero-sos grupos de intelectuales que discutían en torno a los problemas de la soberanía y la forma de gobernarse. En 1809, Hidalgo se unió a una de esas sociedades secretas, formada en Valladolid, cuyo fin era reunir un congreso para gobernar el Virreinato de Nueva España en nombre del rey Fernando VII, que en ese momento se encontraba preso de Napoleón, y en último caso lograr la independencia.

Los conjurados planeaban levantarse en armas contra el virrey de Nueva España el primero de octubre de 1810, pero fueron descubiertos a mediados de septiembre. Hidalgo y algunos otros conspiradores lograron ponerse a salvo gra-cias al aviso de Josefa Ortiz de Domínguez y se trasladaron a Querétaro, donde Hidalgo se reunió con Ignacio Allende.

El 16 de septiembre de 1810, Hidalgo enarboló un estan-darte con la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México, en el que se podía leer: "Viva la religión. Viva nuestra madre santísima de Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva la América y muera el mal gobierno". Hidalgo lan-zaba así el llamado Grito de Dolores, que supuso el inicio de

la revuelta; junto con Allende, consiguió reunir un ejército formado por más de 40 000 miembros.

El 21 de septiembre, el ejército de Hidalgo y Allende cap-turó Celaya, por lo que Hidalgo fue nombrado capitán gene-ral del Ejército Libertador e Ignacio Allende fue ascendido a teniente general. El obispo electo de Michoacán publicó un edicto el 24 de septiembre en el que eran excomulgados Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo. Seguidamente tomó las ciudades de Salamanca, Irapuato y Silao, hasta llegar a Guanajuato.

El 17 de noviembre, Hidalgo se encaminó hacia Valladolid con siete mil hombres de caballería y doscientos cuarenta infantes, todos mal armados, entrando el 26 en Guadalajara, pero no logró llegar a la ciudad de México. En Guadalajara, Hidalgo expidió una declaración de independencia y formó un gobierno provisional; además decretó la abolición de la esclavitud, la supresión de los tributos pagados por los indígenas a la corona y la restitución de las tierras usurpa-das por las haciendas. A finales de año había perdido ya Guanajuato y Valladolid.

El 11 de enero de 1811 fue derrotado cerca de Guadalajara por un contingente de soldados realistas. Hidalgo huyó hacia Aguascalientes y Zacatecas, con la intención de llegar a Estados Unidos para buscar apoyos a su causa, pero fue traicionado por Ignacio Elizondo y cap-turado en las Norias de Acatita de Baján el 21 de mayo de 1811. Conducido a Chihuahua, Hidalgo fue juzgado en con-sejo de guerra y condenado a muerte. Lo degradaron como sacerdote y lo fusilaron en la mañana del 30 de julio de 1811. Su cabeza, junto con la de Allende y otros insurgen-tes, se exhibió como castigo en la Alhóndiga de Granaditas de Guanajuato.

El gobierno virreinal estaba convencido de que con la muerte de los caudillos, fusilados en Chihuahua, acabaría el movimiento insurgente, pero no fue así; con la ayuda del pueblo, Ignacio López Rayón, lugarteniente de Hidalgo, retomó la lucha desde su refugio en Saltillo, al tiempo que en el sur del virreinato se había producido la sublevación de José María Morelos, seguidor de las ideas de Hidalgo. En 1821, el levantamiento obtuvo sus frutos y México logró su independencia de España.

Tras el establecimiento de la República Mexicana, en 1824, Hidalgo fue reconocido como primer insurgente y padre de la patria. El estado de Hidalgo lleva su nombre y la ciudad de Dolores pasó a llamarse Dolores Hidalgo en su honor. El 16 de septiembre, día en que proclamó su rebe-lión, se celebra en México el Día de la Independencia. Sus restos reposan en la Columna de la Independencia, en la ciudad de México.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/hidalgo.htmConsultada el 27 de diciembre de 2010.

Josefa Ortiz de Domínguez

(Valladolid, hoy Morelia, México, 1768-Ciudad de México, 1829.) Patriota mexicana y heroína de la inde-pendencia de México, conocida también por el apodo de la Corregidora de Querétaro.

Nacida en el seno de una familia de españoles de clase media, Josefa Ortiz de Domínguez fue bauti-zada el 16 de septiembre de 1768 con los nombres de María de la Natividad Josefa. Su padre, Juan José Ortiz, fue capitán del regimiento de los Morados y murió en acción de guerra, cuando ésta contaba con pocos años de edad. Tras la muerte de su madre, María Manuela Girón, se hizo cargo de su educación su hermana María, la cual solicitó su ingreso en el Colegio de San Ignacio de Loyola.

Durante los años que permaneció en el colegio aprendió a leer, escribir y nociones básicas de mate-máticas, además de lo que en la época se conside-raba que debía saber una señorita de su clase social, de este modo aprendió a bordar, coser y cocinar.

En el año 1791 contrajo matrimonio con Miguel Domínguez, el cual en aquellos años trabajó en la secretaría de la Real Hacienda y en la oficialía del virreinato de Nueva España. Gracias a sus buenas relaciones con el virrey Félix Berenguer de Marquina, Miguel Domínguez fue nombrado corregidor de Querétaro en el año 1802. Durante estos primeros años de matrimonio, Josefa por su parte se hizo cargo de las labores domesticas y de la crianza y educación de los dos hijos de su esposo, puesto que Miguel era viudo cuando contrajeron matrimonio. Todo parece indicar que la pareja fue feliz y durante los años que permanecieron casados tuvieron doce hijos.

Además de estas labores domésticas, Josefa Ortiz de Domínguez se mostró muy identificada con los pro-blemas de la clase social de los criollos, a la cual per-tenecía por ser descendiente de españoles; ya que a pesar de las reformas realizadas tras la llegada de los Borbones a España (1700), se perpetuó la tradición de que fueran españoles, nacidos en la península, los que ocuparan los altos cargos de la administración virreinal y del ejército, relegando así a los criollos a los puestos secundarios.

Josefa defendió sus intereses de clase y también se hizo eco de las reivindicaciones de los indios mexi-canos, los cuales vivían en condiciones lamentables. Por este motivo, durante toda su vida intentó que se reconocieran los derechos de los indígenas y además aprovechó su posición, como mujer del corregidor, para llevar a cabo numerosas obras de caridad.

En 1808 se produjo la invasión napoleónica de España, la cual tuvo como consecuencia el inicio de la guerra de Independencia y la formación de las Juntas de gobierno, ante la ausencia de Fernando VII. Las noticias llegadas de España en 1808 parece que iniciaron el movimiento independentista de México, ya que tras las primeras muestras de apoyo al rey, comenzó a fraguarse en algunas mentes la idea de separarse totalmente de España.

Tras un intento fallido del virrey para formar una junta de gobierno independiente se produjeron las primeras conspiraciones destinadas a acabar con el orden establecido. Miguel Domínguez, como corregi-dor, apoyó al virrey en su decisión de formar una Junta de gobierno, pero ante la imposibilidad de llevar estos planes a la práctica, se hizo partidario de los idea-les independentistas, parece que a instancias de su mujer, que se convirtió en una firme colaboradora del movimiento.

Así, tras los primeros momentos de confusión, cada vez se hizo más clara para muchos, la necesidad de construir en México un Estado en el que imperaran los valores democráticos. Esto influyó notablemente en el matrimonio Domínguez, que abrió su casa a unas supuestas reuniones literarias, aunque en realidad se mantenían reuniones de carácter político, con poste-rioridad se tomarían en ellas decisiones para iniciar el movimiento revolucionario en la zona, bautizado tiempo después como la conspiración de Querétaro.

A estas reuniones políticas en casa de los corregido-res acudieron algunos de los más famosos revolucio-narios de los primeros momentos de la independencia mexicana, como es el caso de los capitanes Arias, Aldama e Ignacio Allende, el cual parece que fue pre-tendiente de una de las hijas de Josefa.

El 13 de septiembre de 1810 se informó al juez eclesiástico Rafael Gil de León, que se estaba prepa-rando una conspiración en Querétaro para proclamar la independencia de México, puesto que se estaban almacenando armas en las casas de los simpatizan-tes del movimiento revolucionario. Rápidamente dicho juez informó al corregidor Domínguez para que intervi-niera en el asunto.

Miguel Domínguez, aunque no participó de forma activa en las reuniones que se mantenían en su casa, conocía perfectamente a los implicados en la conspi-ración, pero fingiendo ignorar la situación, comenzó a realizar los registros que el juez le ordenaba. Tras informar a su esposa de que la conjura había sido

descubierta por las autoridades españolas, decidió encerrarla en su habitación para evitar que informara a los implicados, en un intento de salvar a su familia y a él mismo de posibles represalias, puesto que eran conocidas tanto sus inclinaciones políticas como las de su mujer. Pero Josefa decidió intervenir y avisar a los revolucionarios. De este modo elaboró una nota con letras impresas sacadas de periódicos; para evi-tar que se reconociera su propia caligrafía; y decidió enviársela al capitán Allende por medio del alcaide Ignacio Pérez, el cual cabalgó en busca del capitán y al no encontrarlo en San Miguel el Grande, entregó la misiva al padre Miguel Hidalgo.

Tras esta notificación de Josefa, el padre Hidalgo decidió adelantar el levantamiento a la madrugada del 16 de septiembre de 1810. En un principio, estaba previsto que dicho levantamiento se iniciara el 1 de octubre de ese mismo año. Miguel Hidalgo, aprovechando su posición como párroco de Dolores, convocó a sus feligreses y les instó a luchar por con-seguir un gobierno más justo y logró su propósito, puesto que la mayoría de los convocados eran indios, los cuales se encontraban en una situación precaria debido a las malas condiciones de vida y a las tre-mendas desigualdades que imperaban en la vida del virreinato.

Gracias al aviso de la Corregidora, como se la apo-daría popularmente en la época, muchos conspira-dores pudieron escapar antes de ser detenidos por las autoridades virreinales. Pero Josefa no salió bien parada de su arriesgada acción. El 14 de septiembre, tras recibir noticias de Hidalgo, mandó una carta al capitán Arias, para que se preparara para la lucha, pero éste la delató y tanto su marido como ella fue-ron detenidos el mismo día que se produjo el grito de Dolores.

Tras su detención, Josefa Ortiz de Domínguez fue conducida al convento de Santa Clara y su marido al de Santa Cruz, ambos situados en la ciudad de Querétaro. Miguel fue juzgado y destituido, pero fue liberado gracias a la intervención popular, puesto que durante los años que ejerció como corregidor había demostrado su apoyo a las clases más desfavoreci-das, ya que con anterioridad se había mostrado con-trario a aplicar la medida propuesta por virrey, para

sanear la economía y recaudar fondos, de poner en venta los bienes de las obras pías, instituciones benéficas que arrendaban tierras a bajo precio.

Josefa, por su parte, fue trasladada a la Ciudad de México, en el año 1814 y fue recluida en esta ocasión en el convento de Santa Teresa. Tras celebrarse su juicio, fue declarada culpable de traición, a pesar de los intentos de su marido, que ejerció de abogado defensor. Los últimos años de cautiverio los pasó en el convento de Santa Catalina de Siena, considerado más estricto que los anteriores. La situación de la numerosa familia Domínguez fue precaria durante estos años, puesto que Miguel, gravemente enfermo, apenas si podía ver a su esposa y no disponía de ingresos para mantener a sus hijos. El virrey Juan Ruiz de Apodaca se hizo cargo de la situación y reco-noció a Miguel Domínguez el derecho a percibir un sueldo por los servicios prestados y liberó a Josefa en junio de 1817.

Tras la proclamación de la Independencia, el 18 de mayo de 1822 Agustín de Iturbide se proclamó empe-rador de México y ofreció a Josefa un puesto en su corte para que fuera dama de honor de su esposa, Ana Duarte de Iturbide. Para Josefa esto fue del todo intolerable y renunció a ocupar el mencionado puesto, ya que pensaba que la constitución de un Imperio era totalmente contraria a los ideales por los que se había luchado durante la guerra.

En los últimos años de su vida Josefa Ortiz de Domínguez estuvo relacionada con los grupos libe-rales de carácter radical. En todo momento se negó a recibir cualquier recompensa, por el apoyo ines-timable que había prestado a la consecución de la Independencia, ya que opinaba que no había hecho más que cumplir con su deber de buena patriota.

Falleció en la Ciudad de México, el 2 de marzo de 1829, a la edad de sesenta y un años. Sus restos fueron enterrados en el convento de Santa Catalina, aunque algún tiempo después fueron trasladados a Querétaro, donde reposan junto con los de su marido, en el Panteón de Queretanos ilustres, en un mauso-leo construido en su honor en 1847 en el antiguo huerto del Convento de la Cruz.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/o/ortiz_josefa.htmConsultada el 27 de diciembre de 2010.

Guadalupe Victoria

Militar e independentista mexicano (Tamazula, Nueva Vizcaya, 1786-San Carlos de Perote, 1846). Su ver-dadero nombre era José Miguel Ramón Adaucto Fernández Félix y creció con su tío el cura de Tamazula, Agustín Fernández. Estudió en el seminario de Durango y en el colegio de San Ildefonso de México.

En 1812 se sumó a las fuerzas insurgentes de Hermenegildo Galeana y cambió su nombre por el de Guadalupe Victoria, pues se encomendó a la Virgen morena y luchó por la victoria de la causa insurgente. Destacó durante la toma de Oaxaca y se unió a la tropa de Nicolás Bravo en Veracruz. Se dedicó a controlar el paso del Puente del Rey, por el que se hizo famoso debido a sus exitosos asaltos a convoyes militares.

Por ello fue ascendido a coronel y se encargó de la campaña de Veracruz. Defendió los puertos de Nautla y Boquillas de Piedras, aunque los realistas consiguieron recuperarlos más tarde. Victoria inició una estrategia de guerra de guerrillas con ataques breves pero fulminantes. Además organizó un gobierno en el territorio que dominaba, fijó impuestos para el sostenimiento de la guerra, nombró jueces y las con-diciones para la creación de una fuerza marítima. Logró asediar y aislar las ciudades de Córdoba, Orizaba y Jalapa.

Cuando el movimiento insurgente declinó con la muerte de Morelos, Victoria mantuvo viva la causa. A principios de 1819 se ocultó y reapareció en 1821 para apoyar el Plan de Iguala, suscrito entre Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero. Se entrevistó con Iturbide, con el que tuvo diferencias, pues no estaba de acuerdo en el establecimiento de un imperio sino en el de una república.

Cuando en 1823 Iturbide abdicó y marchó al exilio, Victoria formó parte del Supremo Poder Ejecutivo. Un año después se sancionó el Acta Constitutiva de la Federación (Constitución de 1824) y se eligió a Victoria como presidente.

Su gestión estuvo encaminada a obtener el reconocimiento de la independencia mexicana por parte de otras naciones. Obtuvo un préstamo de Inglaterra y expulsó a todos los españoles. Al concluir su gobierno en 1829 se retiró a vivir a su hacienda de Jobo en Veracruz. Fungió como senador por Durango y Veracruz de 1832 a 1834, y simultáneamente combatió rebeliones en Veracruz y Oaxaca, y más tarde sería inves-tido gobernador interino de Puebla. En 1838 asumió la comandancia general de Veracruz ante la amenaza de la guerra con Francia. En 1841 contrajo matrimonio con María Antonia Bretón y Velázquez, pero su salud se vio quebrantada por un viejo padecimiento epiléptico.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/victoria_guadalupe.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Antonio López de Santa Anna

Militar y político mexicano (Jalapa, 1795-México, 1877). Era un joven capitán del ejército español cuando estalló la insurrección anticolonial en 1810. Tras luchar en el bando virreinal, apoyó a Iturbide una vez que éste se hizo con el poder y proclamó la independencia (1821). Luego encabezó la sublevación que derrocó al régimen monárquico de Iturbide y abrió el proceso para convertir a México en una república federal (1822-24).

Desde entonces se convirtió en el “hombre fuerte” del país por espacio de cuarenta años, si bien su presencia formal al frente del poder político fue intermitente. Su prestigio militar se acrecentó cuando consiguió rechazar una expedición enviada por España con intención de restaurar el régimen colonial en 1829.

Después de derrocar a los gobiernos establecidos en 1829 y 1832, en 1834-35 asumió personalmente la presidencia de la República. Carente de ideas propias, Santa Anna fue un demagogo populista, que empezó gobernando con los federalistas anticlericales, para aliarse luego con los conservadores, centra-listas y católicos, con los que tenía mayor afinidad.

En 1835 suprimió el régimen federal aplastando por la fuerza a sus defensores; este refuerzo del cen-tralismo desencadenó la rebelión de Texas, territorio del extremo noreste de México con fuerte presencia de colonos anglosajones. Atacó Texas con su ejército, enfrentándose también a los Estados Unidos, que prestaban apoyo a los rebeldes (1836); pero fue derrotado y hecho prisionero en San Jacinto, enviado a Washington y liberado por el presidente Jackson tras entrevistarse con él.

Había perdido así su ya escasa popularidad; pero una expedición militar francesa contra Veracruz le dio la oportunidad de redimirse en 1838, rechazando al invasor y recuperando su carisma de héroe nacional (perdió una pierna en el combate). Aprovechando esa popularidad volvió a erigirse en dictador en 1841-42; aunque fue obligado a dejar el poder ante la desastrosa situación económica que provocó su gobierno.

Regresó de su exilio en Cuba al año siguiente, al estallar el conflicto entre México y Estados Unidos por la anexión a este país de la antigua provincia mexicana de Texas (independiente desde 1836). Santa Anna, que se veía a sí mismo como el Napoleón de América, se negó a negociar con Estados Unidos a pesar de su situación de inferioridad: provocó así la invasión estadounidense de Veracruz, Jalapa y Puebla (1846). Completamente derrotado, tuvo que firmar el Tratado de Guadalupe-Hidalgo (1848), por el que México perdió casi la mitad de su territorio (además de Texas, California, Arizona, Nuevo México, Nevada, Colorado y Utah).

Partió otra vez al exilio, pero regresó en 1853 para instaurar de nuevo una dictadura conservadora, derrocada por Juárez en 1855. Ya sin poder político, volvió a México en dos ocasiones: la primera durante la ocupación francesa y el Imperio de Maximiliano, que le hizo mariscal (también entonces intentó sin éxito recuperar el poder); y la última en 1874, después de la muerte de Juárez, para pasar sus últimos años pobre, ciego y olvidado por todos.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/santa_anna.htmConsultada el 27 de diciembre de 2010.

Porfirio Díaz

(José de la Cruz Porfirio Díaz; Oaxaca, 1830-París, 1915.) Militar y estadista mexicano que fue presi-dente de México. En 1845 comenzó sus estudios en el seminario y posteriormente trabajó como profesor en el Instituto de Ciencias, como armero y como car-pintero. Fue discípulo del liberal Benito Juárez, futuro presidente, quien impartía Derecho Civil en el Instituto de Ciencias.

Cuando esta institución se clausuró por orden del presidente Santa Anna en 1854, Díaz inició su carrera política. En 1858 luchó contra los conservadores en la Guerra de la Reforma y tras ascender a general en 1861, luchó contra la intervención francesa. Fue jefe de brigada en Acultzingo en abril de 1862, participó en la batalla del Cinco de Mayo al lado de Ignacio Zaragoza, y en 1863 tomó parte en la defensa de Puebla.

En esta misma localidad protagonizó poco después una brillante acción militar, cuando realizó un asalto sangriento y rápido contra sus enemigos de esta ciudad, que se refugiaron en los cerros de Loreto y Guadalupe. Sin perder tiempo, avanzó hacia la capital de la República y la tomó el 2 de abril de 1867, hecho que fue de gran trascendencia militar pues adelantó la caída del Imperio de Maximiliano y el triunfo de Juárez.

Designado candidato a la presidencia por el Partido Progresista, fue derrotado por Juárez y a la muerte de éste, en 1872, se sublevó contra el sucesor Lerdo de Tejada. En noviembre del año anterior había lanzado el llamado Plan de la Noria, en el que se pronunciaba contra el reeleccionismo y el poder personal y, a favor de la Constitución de 1857 y de la libertad electoral. Por fin, en 1876 consiguió expulsar a Lerdo, y asumió la presidencia. En 1880 la Cámara lo declaró presi-dente constitucional.

Posteriormente se hizo reelegir; tomó posesión del cargo de nuevo el 1 de diciembre de 1884 y tres años más tarde publicó una enmienda, que fue aprobada por el Congreso, al artículo 78 de la Constitución, la cual le acreditaba para una nueva reelección; en 1890 publicó una nueva reforma al anterior artículo para hacer posible la reelección indefinida, todo lo cual le permitió permanecer en el poder hasta 1910. Antes de “perfeccionar” este sistema ordenó la elimi-nación de todos sus posibles adversarios políticos, y

la prensa fue sometida o perseguida cuando inten-taba mantenerse independiente. El pueblo mexicano estaba hastiado del desorden y la guerra, y Díaz se propuso imponer la paz a cualquier costo, pero México no contaba con fondos ni tenía capacidad crediticia porque no había pagado sus deudas con puntualidad, así que había que atraer capital extranjero; el pro-blema era que nadie invertiría en México si no había estabilidad y paz.

Con una política de mano dura, Porfirio Díaz trató de eliminar las diferencias de opiniones sobre asuntos de política y se dedicó a mejorar el funcionamiento del gobierno. "Poca política y mucha administración" era el lema de ese tiempo. La paz no fue total, pero Díaz consiguió mantener el orden mediante el uso de la fuerza pública. Policías y soldados persiguieron lo mismo a los bandoleros que a los opositores. Con una política de orden, aumentó la oferta de trabajo y se hizo posible el desarrollo económico, pues el país con-taba con recursos y los empresarios podían obtener buenas ganancias.

Sin embargo, con el paso del tiempo se hizo evidente que la prosperidad era sólo para unos pocos, creció el descontento por la miseria en que vivía la mayoría de la gente y grandes sectores sociales tomaron con-ciencia de que Díaz llevaba demasiado tiempo en el poder. Cada vez fue más difícil mantener el orden. En los últimos años del porfiriato se vivía en un clima de represión, en el cual la fuerza de las armas se utilizó con violencia creciente. De ello dan muestra la torpeza con que se negociaron y la dureza con que se reprimie-ron las huelgas de Cananea (1906), en Sonora, y de Río Blanco (1907), en Veracruz, así como la manera en que se persiguió a los periodistas que criticaban al régimen y a cualquiera que manifestara una opinión que no fuera la oficial.

Durante el largo tiempo en que gobernó Díaz se reali-zaron obras importantes en varios puertos y se tendie-ron 20 000 kilómetros de vías férreas. Las líneas de ferrocarril se trazaron hacia los puertos más importan-tes y hacia la frontera con Estados Unidos de América para facilitar el intercambio comercial. También sir-vieron para facilitar la circulación de productos entre distintas regiones de México, y como medio de control político y militar. El correo y los telégrafos se exten-dieron por buena parte del territorio nacional. Se

fundaron algunos bancos, se organizaron las finanzas del gobierno, se regularizó el cobro de impuestos y, poco a poco, se fueron pagando las deudas. La agri-cultura progresó espectacularmente en Yucatán, en Morelos y en La Laguna, con vastas producciones de henequén, caña de azúcar y algodón.

México tuvo un crecimiento económico nunca visto, pero, como poca gente tenía dinero para invertir o podía conseguirlo prestado, el desarrollo sólo favo-reció a unos cuantos mexicanos y a los extranjeros. La desigualdad entre los muy ricos, que eran muy pocos, y los muy pobres, que eran muchísimos, abrió una profunda brecha en la sociedad mexicana. Se for-maron enormes latifundios, los indígenas perdieron muchas tierras y la mayor parte de los habitantes del campo tuvieron que ocuparse como peones en las haciendas.

Con todo, se hicieron grandes esfuerzos por exten-der la educación pública, lo que permitió que se edu-caran más niños; cada vez más mexicanos pudieron seguir estudios superiores y se empezó a formar en todo el país una clase media de profesionales y empleados públicos. Se enriqueció la vida cultural con nuevos periódicos, revistas y libros escritos e impresos en México, se multiplicaron los caminos, puentes, edificios y escuelas, los teatros presentaban compañías y actores europeos, y se extendió el cine-matógrafo. La vida intelectual tuvo hitos importantes. Un grupo de historiadores publicó México a través de los siglos y otro México y su evolución social. Justo Sierra inauguró la Universidad Nacional. José María Velasco plasmó en cuadros maravillosos el esplen-dor del paisaje mexicano; Saturnino Herrán pintó una impresionante serie de cuadros con gente del pueblo y con alegorías a la mexicanidad y José Guadalupe Posada logró vigorosos grabados con escenas de la vida diaria.

En 1908, Porfirio Díaz concedió una entrevista al periodista norteamericano James Creelman, en la cual afirmó que México ya estaba preparado para tener elecciones libres. La noticia llenó de optimismo a una nueva generación que quería participar en la

vida política del país. Surgieron así varios partidos políticos, y se escribieron libros y artículos que discu-tían la situación del país y la solución de sus proble-mas. Uno de esos hombres fue Francisco I. Madero. Había estudiado y viajado fuera de México, pues venía de una familia de hacendados y empresarios, y no tenía dificultades económicas. Fundó el Partido Antirreeleccionista, del que se postuló candidato. Después se dedicó a viajar por todo el país para expli-car sus ideas políticas. Desde el tiempo en que Juárez había recorrido el país esto no sucedía. Madero se hizo muy popular y despertó grandes esperanzas de cambio.

Pero el éxito de su campaña lo convirtió en un peligro para el gobierno de Díaz, y poco antes de las eleccio-nes de 1910 fue detenido en Monterrey y encarcelado en San Luis Potosí. Allí recibió la noticia de que Díaz había vuelto a reelegirse. Mediante el pago de una fianza salió de la cárcel, aunque debía permanecer en la ciudad. Sin embargo, a principios de octubre Madero escapó a Estados Unidos de América, donde publicó el Plan de San Luis Potosí.

En ese documento, Madero denunció la ilegalidad de las elecciones y desconoció a Porfirio Díaz como presidente. Se declaró él mismo presidente provisio-nal, hasta que se realizaran nuevas elecciones; prome-tió que se devolverían las tierras a quienes hubieran sido despojados de ellas; pidió que se defendiera el sufragio efectivo y la no reelección de los presiden-tes. También hizo un llamamiento al pueblo para que se levantara en armas el 20 de noviembre de 1910 y arrojara del poder al dictador.

El ejército de Porfirio Díaz, que había mantenido la paz durante treinta años, parecía muy fuerte, pero en realidad era débil frente al descontento general. En sólo seis meses las fuerzas maderistas triunfa-ron sobre las del viejo dictador. La acción definitiva fue la toma de ciudad Juárez, por Orozco y Villa. En esa misma ciudad, en mayo de 1911, se firmó la paz entre el gobierno de Díaz y los maderistas. Porfirio Díaz renunció a la presidencia y salió del país rumbo a Francia, donde murió en 1915.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/diaz_porfirio.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Francisco I. Madero

(Francisco Indalecio Madero.) Político de la Revolución mexicana (Parras, Coahuila, 1873-México, 1913). Hijo de un terrateniente, Francisco Madero estudió en Francia y en Estados Unidos. Su preocupación por las condiciones de vida de las masas le hizo entrar en política, defendiendo ideas democráticas y de reforma social.

Su oposición contra la dictadura de Porfirio Díaz le llevó a la cárcel (1910); escapó a Texas y allí organizó la Revolución mexicana de 1910. Derrotado el gobierno por las tropas de Orozco y de Zapata, se celebraron elecciones presidenciales, en las que triunfó Madero (1911).

En sus quince meses de gobierno, Francisco Madero quiso reconciliar a la Revolución con los restos del antiguo régimen; pero la división del movimiento revolucionario puso fin a sus planes. Madero había esta-blecido un régimen de libertades y de democracia parlamentaria; pero no había satisfecho las aspiraciones de cambio social que latían en las masas revolucionarias.

Zapata, Reyes y Orozco se sublevaron contra él; y Huerta, comandante de las fuerzas que debían defen-der México, le traicionó, le depuso y le mandó asesinar alegando que había intentado escapar (1913). Quien no había conseguido en vida mantener unidos a los revolucionarios, se convirtió tras su muerte en un símbolo eficaz de la unidad de la Revolución contra el usurpador Huerta.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/madero.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Benito Juárez

(San Pablo Guelatao, Oaxaca, 1806-Ciudad de México, 1872.) Político mexicano. Hijo de Marcelino Juárez y Brígida García, matrimonio indígena de humilde condición, Benito Juárez quedó huérfano siendo niño y cursó sus primeros estudios en su pueblo natal.

Tenía veinte años cuando ingresó en el Instituto de Ciencias de Oaxaca, donde se licenció en derecho. Su preocupación por la realidad social y en particular por la situación de los campesinos lo llevó a expresar sus puntos de vista liberales y a participar activamente en política.

En 1831, Benito Juárez fue elegido regidor del ayuntamiento de Oaxaca y, al año siguiente, diputado al Congreso del estado. La energía con que defendió los intereses que representaba le valió en 1846 ser diputado por Oaxaca ante el Congreso de la Unión. Un año más tarde fue designado gobernador de su estado natal, cargo en el que permaneció hasta 1852.

Su oposición al tratado de Guadalupe-Hidalgo, por el que México perdió vastas zonas de su territorio en favor de Estados Unidos, encontró cauce en las filas liberales y en la defensa de un proyecto federalista. Sin embargo, los conservadores tomaron el poder en 1853, acaudillados por el general Santa Anna, y Juárez se vio obligado a exiliarse en Cuba.

Al cabo de dos años regresó y se adhirió al Plan de Ayutla, entre cuyos firmantes figuraban los genera-les Villarreal, Comonfort y Álvarez. Al triunfar el pronunciamiento fue designado consejero de Estado y, durante la presidencia de Ignacio Comonfort, ministro de Justicia. Como tal promulgó una serie de leyes que restablecían las libertades de enseñanza, imprenta y trabajo, y anulaban las prerrogativas del clero y el ejército.

Sus disposiciones legislativas, que inspiraron la Constitución de 1857, de corte liberal, motivaron la reac-ción de los conservadores, quienes se pronunciaron al año siguiente en el Plan de Tacubaya. Comonfort pactó con ellos, dio un golpe de Estado y encarceló a Juárez, lo cual fue el detonante de la guerra de Reforma. Como presidente de la Suprema Corte de Justicia, Juárez, que había conseguido huir, se convir-tió en el presidente legítimo, de acuerdo con la Constitución, y estableció el gobierno en Veracruz.

Desde allí expidió las leyes de Reforma y proclamó una Constitución más radical que la anterior. Con la ayuda de Estados Unidos, los liberales derrotaron finalmente a los conservadores en 1860. Sin embargo, las graves dificultades económicas por las que pasaba el país lo obligaron a suspender el pago de la deuda externa. La medida motivó la intervención del Reino Unido, España y Francia en 1861. Las prome-sas de Juárez determinaron la retirada de las dos primeras potencias, pero Francia, en connivencia con los conservadores, invadió México en 1863.

Ante la instauración del Imperio de Maximiliano, al año siguiente Benito Juárez se retiró a Paso del Norte y desde allí organizó la resistencia. Después de tres años de guerra entró en la capital y ordenó fusilar a Maximiliano I en Querétaro. Con el país empobrecido y desunido, fue reelegido por séptima vez en agosto de 1867, restauró la República federal y, al tiempo que daba vigencia a las leyes de Reforma, adoptó una serie de medidas para fortalecer la autoridad presidencial.

Este hecho y el temor a que buscara perpetuarse en el cargo, motivaron la reacción dentro de su propio partido. A pesar de las dificultades económicas, de la hostilidad del Congreso y de numerosos pronuncia-mientos, Juárez fue reelegido en 1872. Lerdo de Tejada, quien había fundado el Partido Lerdista, se alió a Porfirio Díaz y juntos se alzaron contra Juárez, revuelta que pudo ser sofocada. Tras su muerte, a causa de un ataque cardiaco, el Congreso lo declaró Benemérito de la Patria y de las Américas.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/j/juarez.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Emiliano Zapata

(San Miguel Anenecuilco, Morelos, 1879-Chinameca, Morelos, 1919.) Revolucionario agrarista mexicano. Hijo de una humilde familia campesina, Emiliano Zapata trabajó como peón y aparcero y recibió una pobre instrucción escolar.

Tenía veintitrés años cuando apoyó a la Junta de Cuautla en sus reivindicaciones por los ejidos de Morelos, su estado natal. La persecución desatada contra la Junta por el régimen porfirista lo llevó a Cuernavaca y luego a México como caballerango del ejército.

De regreso en Morelos, Emiliano Zapata retomó la defensa de las tierras comunales y, en 1909, fue designado jefe de la Junta de Ayala. Al frente de un pequeño grupo armado, ocupó las tierras del Hospital y las distribuyó entre los campesinos.

Mientras el gobernador de Morelos, represen-tante de los intereses de los terratenientes, enviaba fuerzas contra él, Genovevo de la O se sublevó en Cuernavaca. En el curso de los dos años siguientes, otros campesinos se levantaron en armas, entre ellos Tepepa, Merino y el maderista Torres Burgos, con quienes se alió Zapata. En marzo de 1911 se adhirió al plan de San Luis Potosí proclamado por Madero y, a la muerte de Torres Burgos, fue designado jefe supremo del movimiento revolucionario del sur.

Tras la caída de la dictadura de Porfirio Díaz, pronto aparecieron las discrepancias entre Zapata, quien reclamaba el inmediato reparto de las tierras de las haciendas entre los campesinos, y Madero, que por su parte exigía el desarme de las guerrillas. Por fin, Zapata aceptó el licenciamiento y desarme de sus tro-pas, con la esperanza de que la elección de Madero como presidente abriera las puertas a la reforma.

Elegido éste en 1911, y ante el fracaso de nue-vas conversaciones, Zapata elaboró en noviembre del mismo año el Plan de Ayala, en el que declaraba a Madero incapaz de cumplir los objetivos de la Revolución y anunciaba la expropiación de un tercio de las tierras de los terratenientes a cambio de una compensación, si se aceptaba, y por la fuerza en caso contrario. Los que se adhirieron al plan, que eligieron jefe de la revolución a Pascual Orozco, enarbolaron la

bandera de la reforma agraria como prioridad y solici-taron la renuncia del presidente.

Las fuerzas gubernamentales obligaron a Zapata a retirarse a Guerrero, pero el asesinato de Madero en febrero de 1913 por orden de Huerta cambió la situa-ción. Zapata rechazó la oferta de Huerta de unirse a sus fuerzas y apoyó a los constitucionalistas de Carranza contra los huertistas. Nombrado Carranza jefe de la revolución en detrimento de Orozco, que había sido declarado traidor, consiguió derrotar a Huerta (1913).

En la convención de Aguascalientes de octubre de 1914 se concretó la alianza de Zapata y Pancho Villa, representantes del revolucionarismo agrario, contra Carranza, de tendencia moderada. Si bien ambos entraron poco después en la capital, su incapacidad política para dominar el aparato del Estado y las dife-rencias que surgieron entre los dos caudillos, a pesar de que Villa había aceptado el plan de Ayala, alenta-ron la reacción carrancista.

Perseguido por Pablo González, Zapata se hizo fuerte en Morelos, mientras que Villa era derrotado en el norte. El aporte de algunos intelectuales como Díaz Soto y Gama y Pérez Taylor dio solidez ideológica al movimiento agrarista y ello permitió a los zapatis-tas organizar administrativamente el espacio que controlaban.

En este sentido, el gobierno de Zapata creó comi-siones agrarias, estableció la primera entidad de cré-dito agrario en México e intentó convertir la industria del azúcar de Morelos en una cooperativa. William Gates, enviado de Estados Unidos, destacó el orden de la zona controlada por Zapata frente al caos de la zona ocupada por los carrancistas.

Sin embargo, la guerra proseguía; en 1917, las tropas de Carranza derrotaron de nuevo a Villa en el norte. Ante la amenaza que Zapata suponía para el gobierno federal, el coronel Jesús Guajardo, que dirigía las operaciones gubernamentales contra él, traicionó y asesinó al líder agrarista tras atraerlo a un encuentro secreto en la hacienda de Chinameca, en Morelos.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/z/zapata.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Francisco Villa

(Doroteo Arango Arámbula.) Revolucionario mexicano (San Juan del Río, Durango, 1876-Parral, Chihuahua, 1923). Campesino pobre, huérfano y con escasa formación, cuando estalló la Revolución de 1910 llevaba varios años fugitivo en las montañas por haber asesinado a uno de los propietarios de la hacienda donde trabajaba.

Enseguida Pancho Villa se unió a Madero en su lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz y demostró una habilidad innata para la guerra. Aprovechando su conocimiento del terreno y de los campesinos, formó su propio ejército en el norte de México, con el cual contribuyó al triunfo del movimiento revolucionario.

En 1912 fue encarcelado, al sospechar el general Victoriano Huerta que estaba implicado en la rebe-lión de Orozco en defensa de las aspiraciones sociales del campesinado, que Madero había postergado. Consiguió escapar a Estados Unidos y, tras el asesinato de Madero, regresó a México y formó un nuevo ejército revolucionario, la División del Norte (1913).

Con ella apoyó la lucha de Venustiano Carranza y Emiliano Zapata contra Huerta, que se había erigido en dictador. Juntos lo derrocaron en 1914; pero después de la victoria de esta segunda revolución, Villa y Zapata se sintieron defraudados por Carranza, y volvieron a tomar las armas, ahora contra él. Esta vez la suerte militar no estuvo de su parte: Álvaro Obregón derrotó a los villistas y Carranza se consolidó en el poder, logrando el reconocimiento oficial de su gobierno por parte de Estados Unidos.

En un intento de mostrar que Carranza no controlaba el país y de enemistarlo con el presidente nor-teamericano, Wilson, Pancho Villa atacó con sus tropas el territorio estadounidense de Nuevo México y asesinó a 16 ciudadanos de aquel país (1916). Wilson envió un ejército bajo el mando del general Pershing al norte de México para acabar con Pancho Villa; pero el conocimiento del terreno y el apoyo que le daba la población campesina le permitieron sostenerse durante cuatro años, a medio camino entre la guerrilla y el bandolerismo.

Al caer Carranza en 1920, el nuevo presidente Adolfo de la Huerta le ofreció una amnistía y un rancho en Chihuahua a cambio de cesar sus actividades y retirarse de la política. Villa aceptó, pero murió tres años después, asesinado en su rancho por motivos políticos durante la presidencia de Obregón.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/villa.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Victoriano Huerta

(Colotlán, Jalisco, 1854-El Paso, EU, 1916.) Militar y político mexicano, presidente de México entre 1913 y 1914. Era de ascendencia india, lo cual no fue un obstáculo para que fuese admitido en el Colegio Militar de Chapultepec, de donde salió, en 1876, con el grado de teniente.

Los primeros peldaños militares los escaló en la Comisión de Cartografía Mexicana, en cuyo servicio empleó más de ocho años de su vida. Pero los entre-sijos de la vida política, las fidelidades y las traicio-nes, los fue asimilando a lo largo de los diez años siguientes, en los distintos puestos que ocupó en el seno del Estado Mayor durante la última parte del mandato de Porfirio Díaz.

A las órdenes del general Ignacio A. Bravo, Huerta (cuya afición por la bebida era desmesurada, al decir de sus historiadores) participó primero en la represión de las rebeliones de los indios mayas, en la península de Yucatán, en 1903, y posterior-mente, durante varios años, en el sometimiento de los indios yaquis del estado de Sonora.

En 1910 asumió directamente el mando de la represión de los zapatistas en Morelos y Guerrero. La mezcla de violencia, brutalidad y traiciones con que se empleó en las campañas contra los indíge-nas dan la medida del talante autoritario y mezquino del futuro presidente usurpador de México, aunque por sus venas corría sangre india. Como recom-pensa por los servicios prestados fue ascendido al rango de brigadier general.

La crisis del porfiriato, tocado de muerte en la campaña antirreeleccionista de Madero, lo llevó a participar en una conspiración contra el régimen, no sin antes solicitar su baja del ejército, aunque ésta le fue denegada y, gracias a su pragmatismo, se convirtió en pieza clave de la comisión que había de acompañar al dictador Díaz al destierro.

Durante el interinato de León de la Barra y hasta el nombramiento del presidente Francisco I. Madero, Huerta se dedicó a combatir con saña y tenacidad a los seguidores de Emiliano Zapata que defendían los principios del Plan de Ayala, por el cual se debían devolver a los indígenas las tierras que les habían sido arrebatadas durante el porfiriato.

Tras ocupar Francisco Madero la presidencia de la República en noviembre de 1911, el general Huerta decidió abandonar la milicia, pero posteriormente fue convencido para continuar la lucha contra los revolucionarios orozquistas y zapatistas. Poco des-pués de que el levantamiento de Pascual Orozco fuera derrotado, por sus conexiones reaccionarias y por el bloqueo en el suministro de armas con des-tino a los antimaderistas impuesto por el gobierno norteamericano, el general Huerta y el ejército se convirtieron en la base principal de la continuidad de la presidencia de Madero.

En Torreón combatió a la División del Norte y estuvo a punto de fusilar a Pancho Villa, derrotando a los orozquistas en Conejos, Rellano, La Cruz y Bachimba. En septiembre, Madero lo nombra secre-tario de Guerra en la capital de la República y consi-gue aplacar una nueva rebelión.

Sin embargo, el 9 de febrero de 1913 estalló una segunda sublevación dirigida por los generales Reyes y Mondragón, que había de cambiar definitivamente el destino de México. Tras asaltar la Penitenciaría y liberar al general Félix Díaz, Huerta, que había fingido estar a favor de la presidencia legal de Madero, fue nombrado por éste comandante militar de Ciudad de México, en sustitución del general Lauro Villar, muerto en los combates de la Decena Trágica.

Pero Huerta preparaba desde esta posición la traición que le ha hecho pasar a la historia. Tras reunirse en secreto contra los conspiradores pri-mero y con el embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, después (convertido el embajador nor-teamericano en artífice siniestro del llamado Pacto de la Ciudadela o de la Embajada, como de las dos maneras se le conoce), Huerta diseñó un plan para impedir que llegaran los refuerzos de Felipe Ángeles a la capital y dio un golpe de Estado.

Detuvo a Madero y a su vicepresidente, Pino Suárez, a los que convenció para que renunciaran a sus cargos a cambio de garantizarles la salida indem-nes de la capital. Una vez que sus dimisiones fueron conocidas por los componentes del Congreso, éstos nombraron presidente interino a Pedro Lascuráin, cuyo mandato duró escasamente 45 minutos, los

necesarios para renunciar a fin de que asumiera la presidencia "constitucional" el general Huerta.

A partir de ese momento, los días de Madero y Pino Suárez estaban contados. Cuatro días más tarde, el 22 de febrero, los sicarios de Huerta se apoderaron de ambos políticos y, no lejos del pre-sidio del Distrito Federal, los cosieron a balazos. Para justificar su muerte, se dio una versión "ofi-cial" de la aplicación de la ley de fugas, asegurando que ambos políticos habían muerto a consecuen-cia de los disparos cruzados entre las fuerzas que les custodiaban y unos desconocidos que intenta-ban liberarlos.

Huerta se deshizo poco a poco de sus principa-les rivales, dividió a la oposición y se enfrentó a la Cámara de Diputados, acabando por instaurar en la República un régimen militarista sangriento que, si bien contó en sus inicios presidenciales con el apoyo de gran parte de las clases medias, se encontró cada vez más aislado a medida que el constitucionalismo fue obteniendo sucesivas victo-rias militares.

Su política, basada en perpetuarse en el poder a cualquier precio, estuvo llena de desaciertos y, tras prescindir de uno de los políticos en los que se apoyó, el general Félix Díaz, y disolver el Congreso, se creó nuevos rivales con actos como las "levas" de ciudadanos pacíficos para nutrir su ejército como carne de cañón, los asesinatos de diputados como Rendón, Domínguez y Gurrón o de profesio-nales, propietarios y empleados públicos.

Pero su mayor error fue atacar los intereses norteamericanos al decidirse por las ofertas de los británicos en cuestiones relacionadas con las concesiones petroleras. El nuevo presidente demócrata norteamericano, Woodrow Wilson, optó entonces por retirar el apoyo a los huertistas y decantarse abiertamente por los revolucionarios constitucionalistas. Tras la ocupación de Veracruz por los marines norteamericanos y la derrota de los federales de Huerta en Zacatecas a manos

de los villistas, el presidente entregó la renuncia a su cargo en la persona del licenciado Francisco S. Carvajal e inició su exilio, que lo llevó primero a Londres y luego a España.

Los plenipotenciarios alemanes Franz von Rintelen y Franz von Papen le ofrecieron todo tipo de ayuda económica y bélica para que regresara a México, y (aprovechando las disensiones inter-nas del constitucionalismo) se hiciera de nuevo con el poder, a cambio de que declarara la gue-rra a Estados Unidos. Se embarcó en Cádiz rumbo a Nueva York, siendo detenido, junto a Pascual Orozco, en la estación ferroviaria de Newman, en Nuevo México, acusado de conspirar en favor de Alemania violando la neutralidad.

Por su delicado estado de salud, se le dejó libre en una finca que poseía en El Paso (Texas) pero, tras la fuga de Orozco, Huerta fue internado en la cárcel militar de Fort Bliss, donde falleció víctima de una cirrosis hepática el 13 de enero de 1916.

La figura de Victoriano Huerta no puede sepa-rarse fácilmente de las páginas más negras del gran vendaval revolucionario que agitó durante los primeros treinta años de este siglo el México moderno. Huerta ha pasado a la historia como el artífice de la gran traición que acabara con la vida y las esperanzas que había suscitado el programa modernizador de Madero.

Su gran astucia estratégica, su capacidad para golpear en el momento oportuno, aparentando lealtad hacia el nuevo poder constituido para redu-cirlo, asestándole el golpe de gracia mediante el asesinato político sin escrúpulos, para instaurar a continuación una dictadura sangrienta pero ves-tida con los oropeles de una legalidad institucional para consumo externo, lo han convertido en la ima-gen del militar ambicioso, alcohólico y sin escrú-pulos, capaz de sacrificar el país en aras de sus intereses mezquinos.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/huerta.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010

Venustiano Carranza

Revolucionario mexicano y presidente de la República (Cuatro Ciénegas, Coahuila, 1859-Tlaxcalaltongo, Puebla, 1921). En 1887, Venustiano Carranza contrajo matrimonio con Virginia Salinas y participó activa-mente en la política local, alcanzando paulatinamente los cargos de presidente municipal de Cuatro Ciénegas, diputado local, senador y gobernador de Coahuila.

Al estallar la Revolución se adhirió al maderismo. Cuando en 1911, Francisco Madero ocupó la Presidencia interinamente, Carranza fue designado ministro de Guerra y Marina. En ese mismo año de nuevo fue nom-brado gobernador de su estado natal, hasta que en 1913, con el asesinato de Madero, proclamó el Plan de Guadalupe en el que no reconocía al gobierno usurpador de Victoriano Huerta y se nombraba primer jefe del Ejército Constitucionalista. Su bandera política era la obediencia a la Constitución y la restauración del orden alterado. En su lucha contra el huertismo, Carranza tuvo ayuda, desde el norte, de Álvaro Obregón, Pablo González y Francisco Villa, mientras que, en el sur, Emiliano Zapata iniciaba una lucha independiente.

En 1914, Estados Unidos invadió México, por lo que Carranza estableció acuerdos con los estadounidenses para evitar la intromisión en la política interna mexicana. En julio de ese año, Huerta renunció a la presiden-cia y Carranza entró victorioso en la ciudad de México. Sin embargo, pronto surgieron las diferencias entre él y los demás jefes revolucionarios. Para intentar paliarlas se convocó a todos a una Soberana Convención Revolucionaria, en Aguascalientes, en la que se abrieron brechas irreconciliables y se declararon la guerra.

La autoridad de Carranza como Primer Jefe fue cuestionada, por lo que se retiró a Veracruz en donde esta-bleció su gobierno y planeó la ofensiva en contra de Zapata y Villa. Expidió disposiciones agrarias, fiscales, laborales, judiciales y en materia de recursos petrolíferos y mineros. Instituyó el municipio libre, legalizó el divorcio, estableció la jornada máxima de trabajo y el salario mínimo.

En 1915, Obregón derrotó al villismo; Venustiano Carranza regresó a la capital del país, convocó un con-greso constituyente que elaboró la nueva Constitución de 1917 y lo eligió como presidente constitucional. Su gestión se caracterizó por la pacificación del país. En 1920, los generales sonorenses Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta no reconocieron, mediante el Plan de Agua Prieta, la autoridad presidencial. Carranza se sintió amenazado y decidió trasladar el gobierno a Veracruz, pero fue emboscado en Tlaxcalaltongo, Puebla, y asesinado.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/carranza.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010

Fidel Velázquez Sánchez

Nace el 24 de abril de 1900 en San Pedro Azcapotzaltongo, hoy municipio de Nicolás Romero en el Estado de México. Sus padres fueron Gregorio Velázquez y Herlinda Sánchez.

En 1916 al llegar a la Ciudad de México empieza a trabajar como ayudante de máquinas en una madere-ria de la colonia San Rafael, después trabaja en una lechería de la Hacienda El Rosario como repartidor de leche.

En 1921 se empieza a interesar en las actividades sindicalistas de los precursores del obrerismo nacional agrupados en la heroica Casa del Obrero Mundial, y acudía a la Confederación General de Trabajadores (CGT), no obstante haber tenido sus primeras experiencias colectivas dentro de la CROM.

Luego de ser despedido de la lechería por intentar crear un sindicato (1924), forma la Unión de Trabajadores de la Industria Lechera, que se adhiere a la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, ahí conoce a los hermanos Justino y Alfonso Sánchez Madariaga y de manera conjunta dan vida social a la Unión de Trabajadores de la Industria Lechera, afiliada a la CROM de Luis N. Morones y entra en relaciones amistosas con Vicente Lombardo Toledano, Secretario General de la Liga de Profesores del Distrito Federal y miembro del Comité Central de la CROM.

Da a conocer el memorable manifiesto "Por qué nos separamos de la CROM" (1929), época de la consoli-dación y desarrollo del Movimiento Obrero Mexicano.

En 1933 surge la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM).

Desaparece la CGOCM en 1936 y en su lugar surge el 24 de febrero la Confederación de Trabajadores de México (CTM), siendo designado como secretario de organización del primer Comité Nacional y como secre-tario general el licenciado Vicente Lombardo Toledano.

A don Fidel Velázquez lo que le interesaba en primera instancia era realizar una labor revolucionaria dirigida en líneas generales a asentar los cimientos necesarios para que en cualquier circunstancia el sindicalismo mexicano estuviera subordinado a los principios de la Revolución Mexicana, así como lograr que el espíritu de lucha de los trabajadores mexicanos, lo mismo en lo individual que en lo social, estuviera caracterizado por un acentuado patriotismo.

Para 1938, como secretario de organización, anuncia 3 594 organizaciones obreras afiliadas (2 810 al inicio) y 954 913 militantes cetemistas (533 400 al inicio).

El 27 de febrero de 1941 es elegido secretario general de la CTM. En 1942 convoca a una magna concen-tración obrera de militantes, llamada Unidad Nacional, para el general Manuel Ávila Camacho, presidente de la República.

Participa en la transformación del Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en Partido Revolucionario Institucional (PRI), Fernando Amilpa sustituye a don Fidel en la secretaría general (1947).

En el mes de marzo de 1950 es restituido en la secretaría general, responsabilidad que mantiene hasta su muerte en 1997.

Envía a las Cámaras Legislativas del H. Congreso de la Unión, un proyecto de nueva Ley Federal del Trabajo, entrando en vigor el 1o. de mayo de 1970. Para el siguiente año aporta reformas al Artículo 123 constitucional, para quedar formalmente constituido el Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit).

http://ctmorganizacion.org.mx/BioFVS.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Luis Echeverría Álvarez

(Ciudad de México, 1922.) Político mexicano. Cursó estudios de derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México. Inició su carrera política a los 22 años como secretario particular del general Rodolfo Sánchez Taboada, que presidía el Partido de la Revolución Mexicana. Ocupó distintos cargos oficiales, entre ellos el de secretario de Gobernación en el gabinete del presidente Gustavo Díaz Ordaz. El 14 de noviembre de 1969 fue elegido candidato del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia de la República. Triunfó en las elecciones de 1970 y gobernó desde el 1 de diciembre del mismo año hasta el 30 de noviembre de 1976. Su periodo presidencial cargó con las consecuencias de la represión oficial del movimiento estudiantil de 1968. En el ámbito internacional se iniciaba un fenómeno de inflación-recesión que tuvo efectos relevantes para México. El gobierno de Echeverría optó por una política de apertura para restaurar la normalidad de la vida democrática. En cuanto a las relaciones exteriores, pretendió diversificar el comercio y las fuentes de tecno-logía y financiamiento. Durante todo su mandato, la tasa de inflación creció hasta alcanzar el 27 por ciento anual. En su último informe de gobierno dio a conocer una brusca e irrefrenable devaluación del peso frente al dólar, la primera en más de dos décadas. Al dejar la presidencia fue nombrado embajador de México ante la UNESCO en París hasta 1979, año en que fue enviado como representante diplomático a Australia y Nueva Zelanda. Posteriormente se hizo cargo en México del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo y asumió la presidencia de la Asociación Latinoamericana de los Derechos Humanos (ALDHU).

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/e/echeverria_alvarez.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Gustavo Díaz Ordáz

(Ciudad Serdán, 1911-Ciudad de México, 1979.) Político mexicano, presidente de la República entre 1964 y 1970. De su gestión presidencial se recuerda especial-mente la matanza de Tlatelolco, un despliegue militar del gobierno para acallar las protestas estudiantiles que arrojó centenares de muertos y heridos el 2 de octubre de 1968.

Gustavo Díaz Ordaz cursó estudios de derecho en la Universidad de Puebla, donde se graduó en 1937. Tras ocupar diversos cargos y ser, de 1958 a 1963, secreta-rio de Gobernación, fue designado candidato a la pre-sidencia por el Partido Revolucionario Institucional. El día 8 de septiembre de 1964 el Congreso de la Unión lo declaró presidente electo.

El nuevo presidente, que tomó posesión el 1 de diciembre de 1964, se encontró con un país en situa-ción de equilibrio y crecimiento económico, como resul-tado de los mandatos anteriores. Díaz Ordaz continuó creando empresas paraestatales, aplicó una adecuada política fiscal y crediticia y buscó la forma de controlar al movimiento obrero para evitar riesgos. El derecho a huelga quedó prácticamente anulado y los salarios se congelaron, con lo que se favoreció aún más a los empresarios que habían resultado beneficiados con la exención de impuestos y la asignación de subsidios. El gobierno invirtió en obras de infraestructura y bienestar social que, aunque tenían como objetivo mantener la estabilidad, no fueron suficientes.

La política económica, en efecto, no difirió de la del gobierno anterior. Aumentó la participación del Estado en la economía mediante la creación de empresas paraestatales y la construcción de obras de infraes-tructura. La inversión pública alcanzó 130 millones de pesos (el doble que en el gobierno de Adolfo López Mateos). A pesar del incremento de los impuestos y de otras medidas administrativas para aumentar los ingresos del gobierno, fue necesario recurrir a présta-mos extranjeros. La deuda externa era, en 1970, de 53 285 millones de pesos. El gobierno estimulaba la inversión de particulares en la industria de la transfor-mación, incluso la inversión extranjera directa. El 80 por ciento de estas inversiones procedía de Estados Unidos. En lo que se refiere a la política agraria, Díaz Ordaz llevó a cabo un gran reparto de tierras, de más de 24 millones de hectáreas. Se intensificaron también las obras de irrigación. El deterioro de la economía mundial

comenzó a hacer estragos durante los dos últimos años del periodo. Sin embargo, los efectos más graves se iban a dar durante el gobierno de Luis Echeverría.

Respecto a los asuntos exteriores, el gobierno de Díaz Ordaz hizo hincapié en las relaciones con América Latina. Buscó, por ejemplo, un acercamiento comercial con los países de América Central. En 1967 destacó la firma del tratado de Tlatelolco, promovido por Alfonso García Robles, que prohibía la fabricación y utilización de armas nucleares en América Latina. Las relaciones con Estados Unidos fueron relevantes, pues la inversión extranjera era indispensable para la política económica del gobierno. México continuó defendiendo el principio de "no intervención", por lo que condenó la invasión estadounidense de la República Dominicana en 1965. En ese sexenio comenzaron los conflictos entre México y Estados Unidos a causa del narcotráfico.

La figura autoritaria de Díaz Ordaz dio origen a protes-tas, especialmente de las clases medias de la sociedad. Uno de los primeros movimientos reprimidos con violen-cia fue el de los médicos que, en 1965, dio a conocer la futura tendencia del gobierno. El presidente demostró que no estaba dispuesto a tolerar la apertura democrá-tica dentro del PRI. Rechazó el proyecto de reforma del partido oficial presentado por Carlos Madrazo, a quien él mismo había nombrado presidente del PRI. Madrazo renunció a su cargo y todas sus reformas fueron anula-das. Su propuesta se encaminaba a tomar en cuenta la opinión de las bases del partido.

Con el conflicto estudiantil de 1968, la represión oficial llegó a límites nunca antes imaginados. El pro-blema se inició después de que las escuelas vocacio-nales 3 y 5 del Instituto Politécnico Nacional fueron ocupadas por granaderos, con el pretexto de sofocar una riña callejera entre los estudiantes de esos plante-les y los de la preparatoria particular Isaac Ochoterena. Después de estos hechos, una organización que llevaba años controlando la vida estudiantil del Politécnico, la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), convocó a una manifestación de protesta que tendría lugar el 26 de julio.

Casualmente, el mismo día se iba a celebrar otra manifestación para conmemorar el aniversario de la Revolución cubana, convocada por el Partido Comunista. Cerca de cinco mil estudiantes se separaron de su pro-pia manifestación para unirse a la otra y llegar al Zócalo,

a pesar de que ya se tenía noticia del enorme desplie-gue policial que los esperaba. El enfrentamiento duró varias horas, mientras la sede del Partido Comunista era ocupada por agentes del gobierno que aprehendie-ron a varios militantes. El día 27 los estudiantes, en un acto de protesta, ocuparon los planteles 1, 2 y 3 de la Escuela Nacional Preparatoria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el día 29 hubo un enfrentamiento entre estudiantes y granaderos. Como estos últimos no lograban controlar la situación, pidieron la intervención del ejército, y en la madrugada del día 30 las fuerzas armadas entraron a los planteles mencionados, a los otros edificios de la preparatoria de la UNAM y a los de la vocacional del Politécnico. El enfrentamiento tuvo como resultado cuatrocientos lesionados y gran cantidad de detenidos.

El rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, decretó luto en la máxima casa de estudios y afirmó que no cedería ante ninguna provocación. Unos días después, la UNAM, el Politécnico y otras universidades del inte-rior del país se pusieron en huelga. El gobierno, que veía crecer el problema, decidió dar algunos pasos para iniciar el diálogo con la FNET, organización que presentó un pliego de peticiones al que el Ejecutivo dio respuesta. Con todo, el movimiento estudiantil crecía y se unieron al mismo varias universidades privadas y organizaciones de profesores. Se formó además el Comité Nacional de Huelga (CNH), que elaboró un pliego petitorio que anuló el de la FNET. El movimiento quedó integrado por varios grupos ideológicamente muy hete-rogéneos. A pesar de sus diferencias, eran grupos de clase media, inconformes por la imposibilidad de parti-cipar en el poder, a causa de la ausencia de un sistema democrático en el país. Estaban en contra del Estado fuerte y autoritario que encarnaba Díaz Ordaz.

Durante los meses de agosto y septiembre la situa-ción se fue agravando, mientras el mundo fijaba su atención en México porque se acercaban los Juegos Olímpicos. El 28 de agosto, ante la amenaza de que los estudiantes permanecieran en el Zócalo hasta el 1 de septiembre, día del informe presidencial, tuvo lugar un violento desalojo. Poco después, el CNH declaró que no pretendía entorpecer la celebración de los Juegos. El gobierno, que negaba la existencia de presos políticos,

rechazó todas las demandas y, el día del informe, Díaz Ordaz advirtió con firmeza que llegaría a cualquier extremo con tal de conservar el orden. Sin embargo, las manifestaciones estudiantiles continuaban. El 18 de septiembre, el movimiento comenzó a dividirse. A causa de la represión, el CNH se inclinaba por el diá-logo, pero otro sector más radical se negaba.

El 23 de septiembre tuvo lugar un fuerte enfrenta-miento entre los estudiantes y las fuerzas del gobierno en el casco de Santo Tomás, al norte de la Ciudad de México. El 27 del mismo mes, cinco mil personas asis-tieron a un mitin en Tlatelolco, en la plaza de las Tres Culturas, convocado por el CNH. En ese mitin se citó a la manifestación del 2 de octubre en el mismo lugar, que se celebró con la asistencia de cinco mil personas.

Cuando el acto estaba a punto de concluir, la plaza fue rodeada por el ejército. Comenzaron los disparos. Según testimonios, algunos provenían de los edificios adyacentes, de uso habitacional. La sangre corrió por la plaza de las Tres Culturas. Años después no se habían podido aclarar algunos detalles de esta trage-dia. Ni siquiera se sabía con seguridad cuántas per-sonas habían muerto. Algunas fuentes hablaban de trescientas; otras, de seiscientas.

La matanza de Tlatelolco puso fin al movimiento estudiantil de 1968. Los estudiantes volvieron a sus clases y los Juegos Olímpicos se celebraron en paz. A pesar de ello, 1968 fue un parteaguas en la historia de México. Los jóvenes del país tenían otra mentali-dad. Ya no defendían los antiguos valores nacionalis-tas, no creían en el éxito de la Revolución Mexicana y hallaban vacías las antiguas tradiciones. Por su parte, el gobierno modificó un poco su actitud y puso en prác-tica algunas medidas de carácter social.

El 1 de diciembre de 1970, el que había sido su pri-mer secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, también miembro del PRI, sucedió a Gustavo Díaz Ordaz en la presidencia. Tras entregar el poder, Díaz Ordaz se retiró de la vida pública. Siete años después, en abril de 1977, fue el primer embajador de México en España, al reanudarse las relaciones diplomáticas entre ambos países, que habían quedado rotas bajo el régimen de Franco. Sin embargo, renunció al cargo pocos meses después.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/diaz_ordaz.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

José López Portillo

(José López Portillo y Pacheco; Ciudad de México, 1920-2004.) Político mexicano, presidente de la República entre 1976 y 1982. Estudió leyes en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. Durante el gobierno de Luis Echeverría, en calidad de secretario de Hacienda y Crédito Público, reformó el sistema tributario mexicano, incrementando sustancialmente los ingresos del gobierno.

El 20 de septiembre de 1975 aceptó su designación como candidato del Partido Revolucionario Institucional a la presidencia de la República. El 12 de diciembre lo apoyó también el Partido Popular Socialista y el 11 de enero de 1976, el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana. Resultó electo con 68 por ciento del padrón a su favor. Asumió el poder el 1 de diciembre de 1976.

De su mandato destacaron sus esfuerzos para aprovechar los inmensos recursos petroleros de México y por lograr una mayor independencia económica respecto a Estados Unidos. Inició además importantes reformas en la Cámara de Diputados al incrementar el número de miembros a 400, de los cuales al menos cien debían ser de partidos de la oposición, con el objeto de dar voz a los partidos más pequeños.

En el plano internacional, su mandato se distinguió por el establecimiento de relaciones con España, donde se había restaurado la monarquía con el rey Juan Carlos I. En mayo de 1979 rompió vínculos con la dicta-dura somocista y, tras constituirse el gobierno sandinista, México se opuso (en la Organización de Estados Americanos) a cualquier intervención en los asuntos internos de Nicaragua. Apoyado por Francia, trató de impulsar una solución negociada para El Salvador.

Hacia el final de su mandato, el gabinete de López Portillo había perdido buena parte de su prestigio, debido a la corrupción y a la enorme deuda exterior, contraída por los fuertes préstamos internacionales. Algunas de sus últimas medidas fueron la devaluación del peso y la nacionalización temporal de la banca privada. Su sexenio concluyó con una grave crisis económica y rumores de un golpe de Estado. En 1982 se retiró de la vida pública dejando una cuantiosa deuda externa.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/lopez_jose.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Miguel de la Madrid

(Colima, 1934.) Político mexicano, presidente del país entre 1982 y 1988. Cursó la carrera de derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México y obtuvo una beca para llevar a cabo una maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard. De 1979 a 1981 fue secretario de Programación y Presupuesto.

En 1963 ingresó al Partido Revolucionario Institucional, que el 17 de septiembre de 1981 lo designó candidato a la presidencia de la República para el periodo 1982-1988. En las elecciones de julio de 1982 obtuvo una aplastante victoria, superando con casi trece millones de votos a su rival más cercano. Asumió el poder ejecutivo federal el primero de diciembre de 1982.

En su primer discurso a la nación como mandatario, anunció un plan de austeridad para sacar al país de la crisis económica, principal objetivo de su mandato. Para ello siguió una política de austeridad y de lucha contra la corrupción. En política exterior centró sus esfuerzos en negociar la deuda del país e intentar mediar en el conflicto Centroamericano. En este sentido, fue uno de los fundadores, junto con Venezuela, Panamá y Colombia, del Grupo Contadora, constituido en enero de 1983, para contribuir a la pacificación de América Central.

Durante su mandato, México sufrió una de las peores catástrofes de su historia: el jueves 19 de sep-tiembre de 1985, a las 7:19 horas, la capital de la República fue sacudida por un terremoto de 7.8 grados en la escala Richter, de vastas consecuencias. Al dejar el poder ocupó la dirección del Fondo de Cultura Económica, la institución de fomento editorial más importante de México. El 9 de octubre de 1991 fue nom-brado presidente del Comité Internacional de Alto Nivel para la Década, dependiente de la Organización de las Naciones Unidas.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/madrid_miguel.htm

Consultada el 27 de diciembre de 2010.

Carlos Salinas de Gortari

(Ciudad de México, 1948.) Político mexicano, presidente de la República entre 1988 y 1994. Hijo del senador y secretario de Estado Raúl Salinas Lozano, que fue minis-tro de Industria y Comercio, y de Margarita de Gortari, presidenta y fundadora de la Asociación de Mujeres Economistas de México. Carlos Salinas de Gortari se licenció en Economía por la Universidad Autónoma de México en 1969 y completó su formación en Harvard con un doctorado en Economía Política y Gobierno.

Siguió la estela política de su padre y con 18 años ingresó en la filas del PRI, donde rápidamente sentó las bases de una meteórica carrera política. Comenzó a trabajar en la Secretaría de Hacienda en 1971 y, una década después, fue el responsable de diseñar la cam-paña electoral de Miguel de la Madrid, quien, tras lograr una abrumadora victoria en los comicios de 1982, le nombró director del Instituto de Estudios Políticos y Sociales y, después, secretario de Programación y Presupuesto.

En octubre de 1987, el PRI presentó su candidatura a la presidencia de la República para las elecciones de julio de 1988 y, tras una larga campaña electoral en la que encontró sobre todo la oposición de sindicatos y líderes del movimiento obrero que recelaban de su programa económico, logró la victoria y se proclamó presidente de los Estados Unidos Mexicanos para el sexenio 1988-1994. Durante la ceremonia de investi-dura, celebrada el 1 de diciembre, anunció los asuntos principales de su agenda política, entre ellos, la reduc-ción de la deuda externa, el incremento de los niveles económicos del país y la lucha contra la corrupción y la violencia.

Desde los primeros meses de su mandato, Salinas impulsó la cooperación comercial con los países veci-nos. Con los del sur, Colombia y Venezuela, suscribió un acuerdo en 1989 para constituir a corto plazo una zona de libre comercio; también con los gobiernos cen-troamericanos estudió la viabilidad de establecer un área comercial libre en la zona y, finalmente, con los vecinos del norte, EU y Canadá, anunció en 1991 el ini-cio de conversaciones con idéntico objetivo. El proceso negociador fraguó en diciembre de 1992 con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) que entró en vigor el 1 de enero de 1994 y estableció un mercado común en los estados de América del Norte.

En política interior, su gestión estuvo marcada por el amplio programa de privatización de empresas públi-cas que reportó a las arcas estatales unos ingresos

de 13 000 millones de dólares, la reforma educativa, la devaluación del peso para contener la inflación y la reducción de la deuda externa. Salinas también comprometió su mandato al ejercicio de una profunda reforma en su partido y, en el último año de su presi-dencia, tuvo que enfrentar una insurrección armada en el estado de Chiapas.

El 1 de enero de 1994, el movimiento indigenista y campesino autodenominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levantó en armas con-tra el gobierno de México en protesta por la política neoliberal del presidente Salinas y, durante varios días, la revuelta fue duramente reprimida por el Ejército. El clima de violencia y las críticas, internas y externas, que recibió el Ejecutivo por la contestación militar a las reivindicaciones campesinas colocaron al gobierno en una crítica situación que el presidente trató de resolver con el anuncio del alto el fuego y la tramitación de una Ley de Amnistía para los involucrados en la revuelta.

Celebradas las elecciones presidenciales el 21 de agosto de 1994, Salinas cedió el bastón de mando de la República al nuevo candidato del PRI y vencedor de los comicios, Ernesto Zedillo. Veinte días después del relevo presidencial se desató en el país una crisis financiera que colocó a México al borde de la suspen-sión de pagos. Los portavoces del Gobierno entrante endosaron la responsabilidad al gobierno saliente y las relaciones entre Salinas y su sustituto se deterioraron bruscamente.

En marzo de 1995, Salinas abandonó el país sumido en una complicada crisis política y personal, atacado por todos los medios políticos que antes habían aplau-dido sus decisiones ejecutivas. A la grave situación económica del país tras su mandato, se unió la acusa-ción contra su hermano Raúl Salinas de Gortari como supuesto autor intelectual del asesinato, en septiem-bre de 1994, de quien entonces era su cuñado y secre-tario general del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Francisco Ruiz Massieu. El pro-cesado fue condenado a 50 años de cárcel, aunque el ex presidente de México mantuvo la convicción de que el juicio fue una trampa política.

Tras abandonar México y permanecer varios años en Dublín, donde se dedicó a estudiar las circunstancias del desarrollo nacional y los efectos de la globalización, entre otros temas, regresó de su exilio en 1999 e hizo pública su retirada de la política.

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/salinas.htmConsultada el 27 de diciembre de 2010.