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DOCUMENTO n 1

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CURSO DE REDACCIN ILLI 102DOCUMENTO N 1

LA LECTURA

Un texto narrativo no existe de modo autnomo, porque necesita de una persona que lo ponga en juego para completar el crculo de la comunicacin. Esta persona que hace falta es el lector.

AUTORLECTOR

Historia personal, nivel cultural lectura SentidoObra literaria + Contexto en el que se desen- = personal quevuelve / Edad interpretacin adquiere la obra

La relacin entre autor, la obra y el lector establece la naturaleza social de la literatura. El lector es el ngulo final de esta relacin comunicativa porque va determinando las propiedades de cada gnero; determina el gusto literario de cada poca y, tambin, la produccin, la circulacin y el consumo de toda obra literaria.La literatura establece una relacin comunicativa con la sociedad que se produce gracias al vnculo que existe entre el autor y el lector.Le ha ocurrido en alguna oportunidad haber encontrado fome un libro? Esto ocurre porque los intereses suyos no guardan relacin alguna con lo que se plantea en el libro. Al crear el texto, el autor imagin un lector de determinadas caractersticas ms afines a sus propios intereses y gustos personales. El fenmeno que le ocurri al encontrar fome un libro ha sido estudiado por la teora literaria con el nombre de recepcin. De este modo, los libros tienen distinta acogida entre los lectores y es legtimo encontrarse con obras que no son de nuestro agrado.Ud. ya se habr dado cuenta de que existen tantos tipos de lecturas como individuos que leen; ahora bien, dentro del mbito de los libros, existen desde obras simples o funcionales como un diccionario o un manual de cocina hasta obras muy complejas como los textos literarios. Esta dificultad especfica de la obra literaria se produce porque ellas contienen ms de un significado latente que dificulta asignarle una sola interpretacin.Un buen lector puede reconocer diferentes libros y practicar variadas lecturas, por ejemplo como la lectura histrica (un manual de historia), la recreativa (un cmic), la especializada (un texto de gramtica), la interpretativa (en la que a veces hay que extraer un sentido literal y otro figurado como en algn mito).Para obtener un mayor comprensin en la lectura, se sugieren algunas secuencias para organizar mejor el sentido de una obra:

Primero se debe identificar el tipo de texto segn su objetivo (contar, describir, exponer, etc.). Luego realizar una lectura de conjunto de la obra que te permitir captar los temas centrales, el argumento y algunos problemas que presenta. Finalmente debes releer la obra de modo ms cuidadoso y detenido estableciendo relaciones y organizando un sentido global del texto. Para entrar en el terreno de la produccin y hacer un anlisis en profundidad le proponemos segmentar la lectura en cuatro momentos:

a) Lectura comprensiva: Es la lectura que se preocupa de las ideas centrales y del argumento del texto. Tambin debe reconocer la estructura de las obras. Se representar por las preguntas De qu se trata lo que dice el texto? y Cmo lo dice?

b) Lectura contextual: Es la lectura que busca reconstruir el marco socio-histrico en el que escribi el autor y la manera en que este contexto influy en la creacin de la obra.

c) Lectura analtica: Es la lectura que se pregunta por el sentido de la obra. Busca el porqu del texto. Para descubrirlo, se podran hacer preguntas como las siguientes: Qu relacin hay entre el ttulo y lo que se plantea? Cul es la idea central que orienta o ilumina la obra? Tambin se pueden enumerar las ideas que originan los acontecimientos, como el amor, la ira, la alegra, etc.

d) Lectura crtica y creativa: Esta lectura buscar enjuiciar la posicin del autor en la obra. Por ejemplo, tratar de visualizar cul es la posicin moral del autor y procurar explicar las actitudes de los personajes en las distintas situaciones

ACTIVIDAD MODELO

LECTURA DE EL QUIJOTE

Captulo IV. De lo que le sucedi a nuestro caballero cuando sali de la venta

La del alba sera cuando don Quijote sali de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo. Mas, vinindole a la memoria los consejos de su husped cerca de las prevenciones tan necesarias que haba de llevar consigo, especial la de los dineros y camisas, determin volver a su casa y acomodarse de todo, y de un escudero, haciendo cuenta de recebir a un labrador vecino suyo, que era pobre y con hijos, pero muy a propsito para el oficio escuderil de la caballera. Con este pensamiento gui a Rocinante hacia su aldea, el cual, casi conociendo la querencia, con tanta gana comenz a caminar, que pareca que no pona los pies en el suelo.No haba andado mucho, cuando le pareci que a su diestra mano, de la espesura de un bosque que all estaba, salan unas voces delicadas, como de persona que se quejaba; y apenas las hubo odo, cuando dijo:- Gracias doy al cielo por la merced que me hace, pues tan presto me pone ocasiones delante donde yo pueda cumplir con lo que debo a mi profesin, y donde pueda coger el fruto de mis buenos deseos. Estas voces, sin duda, son de algn menesteroso o menesterosa, que ha menester mi favor y ayuda.

Y, volviendo las riendas, encamin a Rocinante hacia donde le pareci que las voces salan. Y, a pocos pasos que entr por el bosque, vio atada una yegua a una encina, y atado en otra a un muchacho, desnudo de medio cuerpo arriba, hasta de edad de quince aos, que era el que las voces daba; y no sin causa, porque le estaba dando con una pretina muchos azotes un labrador de buen talle, y cada azote le acompaaba con una reprehensin y consejo.Porque deca:- La lengua queda y los ojos listos.

Y el muchacho responda:- No lo har otra vez, seor mo; por la pasin de Dios, que no lo har otra vez; y yo prometo de tener de aqu adelante ms cuidado con el hato.

Y, viendo don Quijote lo que pasaba, con voz airada dijo:- Descorts caballero, mal parece tomaros con quien defender no se puede; subid sobre vuestro caballo y tomad vuestra lanza -que tambin tena una lanza arrimada a la encima adonde estaba arrendada la yegua-, que yo os har conocer ser de cobardes lo que estis haciendo.

El labrador, que vio sobre s aquella figura llena de armas blandiendo la lanza sobre su rostro, tvose por muerto, y con buenas palabras respondi:- Seor caballero, este muchacho que estoy castigando es un mi criado, que me sirve de guardar una manada de ovejas que tengo en estos contornos, el cual es tan descuidado, que cada da me falta una; y, porque castigo su descuido, o bellaquera, dice que lo hago de miserable, por no pagalle la soldada que le debo, y en Dios y en mi nima que miente.- Miente, delante de m, ruin villano? -dijo don Quijote-. Por el sol que nos alumbra, que estoy por pasaros de parte a parte con esta lanza. Pagadle luego sin ms rplica; si no, por el Dios que nos rige, que os concluya y aniquile en este punto. Desatadlo luego.

El labrador baj la cabeza y, sin responder palabra, desat a su criado, al cual pregunt don Quijote que cunto le deba su amo. l dijo que nueve meses, a siete reales cada mes. Hizo la cuenta don Quijote y hall que montaban setenta y tres reales, y djole al labrador que al momento los desembolsase, si no quera morir por ello. Respondi el medroso villano que para el paso en que estaba y juramento que haba hecho -y an no haba jurado nada-, que no eran tantos, porque se le haban de descontar y recebir en cuenta tres pares de zapatos que le haba dado y un real de dos sangras que le haban hecho estando enfermo.- Bien est todo eso -replic don Quijote-, pero qudense los zapatos y las sangras por los azotes que sin culpa le habis dado; que si l rompi el cuero de los zapatos que vos pagastes, vos le habis rompido el de su cuerpo; y si le sac el barbero sangre estando enfermo, vos en sanidad se la habis sacado; ans que, por esta parte, no os debe nada.- El dao est, seor caballero, en que no tengo aqu dineros: vngase Andrs conmigo a mi casa, que yo se los pagar un real sobre otro.- Irme yo con l? -dijo el muchacho-. Mas, mal ao! No, seor, ni por pienso; porque, en vindose solo, me desuelle como a un San Bartolom.- No har tal -replic don Quijote-: basta que yo se lo mande para que me tenga respeto; y con que l me lo jure por la ley de caballera que ha recebido, le dejar ir libre y asegurar la paga.- Mire vuestra merced, seor, lo que dice -dijo el muchacho-, que este mi amo no es caballero ni ha recebido orden de caballera alguna; que es Juan Haldudo el rico, el vecino del Quintanar.- Importa eso poco -respondi don Quijote-, que Haldudos puede haber caballeros; cuanto ms, que cada uno es hijo de sus obras.- As es verdad -dijo Andrs-; pero este mi amo, de qu obras es hijo, pues me niega mi soldada y mi sudor y trabajo?- No niego, hermano Andrs -respondi el labrador-; y hacedme placer de veniros conmigo, que yo juro por todas las rdenes que de caballeras hay en el mundo de pagaros, como tengo dicho, un real sobre otro, y aun sahumados.- Del sahumerio os hago gracia -dijo don Quijote-; ddselos en reales, que con eso me contento; y mirad que lo cumplis como lo habis jurado; si no, por el mismo juramento os juro de volver a buscaros y a castigaros, y que os tengo de hallar, aunque os escondis ms que una lagartija. Y si queris saber quin os manda esto, para quedar con ms veras obligado a cumplirlo, sabed que yo soy el valeroso don Quijote de la Mancha, el desfacedor de agravios y sinrazones; y a Dios quedad, y no se os parta de las mientes lo prometido y jurado, so pena de la pena pronunciada.

Y, en diciendo esto, pic a su Rocinante, y en breve espacio se apart dellos. Siguile el labrador con los ojos, y, cuando vio que haba traspuesto del bosque y que ya no pareca, volvise a su criado Andrs y djole:- Venid ac, hijo mo, que os quiero pagar lo que os debo, como aquel deshacedor de agravios me dej mandado.- Eso juro yo -dijo Andrs-; y cmo que andar vuestra merced acertado en cumplir el mandamiento de aquel buen caballero, que mil aos viva; que, segn es de valeroso y de buen juez, vive Roque, que si no me paga, que vuelva y ejecute lo que dijo!- Tambin lo juro yo -dijo el labrador-; pero, por lo mucho que os quiero, quiero acrecentar la deuda por acrecentar la paga.

Y, asindole del brazo, le torn a atar a la encina, donde le dio tantos azotes, que le dej por muerto.- Llamad, seor Andrs, ahora -deca el labrador- al desfacedor de agravios, veris cmo no desface aquste; aunque creo que no est acabado de hacer, porque me viene gana de desollaros vivo, como vos temades.

Pero, al fin, le desat y le dio licencia que fuese a buscar su juez, para que ejecutase la pronunciada sentencia. Andrs se parti algo mohno, jurando de ir a buscar al valeroso don Quijote de la Mancha y contalle punto por punto lo que haba pasado, y que se lo haba de pagar con las setenas. Pero, con todo esto, l se parti llorando y su amo se qued riendo.Y desta manera deshizo el agravio el valeroso don Quijote; el cual, contentsimo de lo sucedido, parecindole que haba dado felicsimo y alto principio a sus caballeras, con gran satisfacin de s mismo iba caminando hacia su aldea, diciendo a media voz:- Bien te puedes llamar dichosa sobre cuantas hoy viven en la tierra, oh sobre las bellas bella Dulcinea del Toboso!, pues te cupo en suerte tener sujeto y rendido a toda tu voluntad e talante a un tan valiente y tan nombrado caballero como lo es y ser don Quijote de la Mancha, el cual, como todo el mundo sabe, ayer rescibi la orden de caballera, y hoy ha desfecho el mayor tuerto y agravio que form la sinrazn y cometi la crueldad: hoy quit el ltigo de la mano a aquel despiadado enemigo que tan sin ocasin vapulaba a aquel delicado infante.

En esto, lleg a un camino que en cuatro se divida, y luego se le vino a la imaginacin las encrucejadas donde los caballeros andantes se ponan a pensar cul camino de aqullos tomaran, y, por imitarlos, estuvo un rato quedo; y, al cabo de haberlo muy bien pensado, solt la rienda a Rocinante, dejando a la voluntad del rocn la suya, el cual sigui su primer intento, que fue el irse camino de su caballeriza.Y, habiendo andado como dos millas, descubri don Quijote un grande tropel de gente, que, como despus se supo, eran unos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia. Eran seis, y venan con sus quitasoles, con otros cuatro criados a caballo y tres mozos de mulas a pie. Apenas los divis don Quijote, cuando se imagin ser cosa de nueva aventura; y, por imitar en todo cuanto a l le pareca posible los pasos que haba ledo en sus libros, le pareci venir all de molde uno que pensaba hacer. Y as, con gentil continente y denuedo, se afirm bien en los estribos, apret la lanza, lleg la adarga al pecho, y, puesto en la mitad del camino, estuvo esperando que aquellos caballeros andantes llegasen, que ya l por tales los tena y juzgaba; y, cuando llegaron a trecho que se pudieron ver y or, levant don Quijote la voz, y con ademn arrogante dijo:- Todo el mundo se tenga, si todo el mundo no confiesa que no hay en el mundo todo doncella ms hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso.

Parronse los mercaderes al son destas razones, y a ver la estraa figura del que las deca; y, por la figura y por las razones, luego echaron de ver la locura de su dueo; mas quisieron ver despacio en qu paraba aquella confesin que se les peda, y uno dellos, que era un poco burln y muy mucho discreto, le dijo:- Seor caballero, nosotros no conocemos quin sea esa buena seora que decs; mostrdnosla: que si ella fuere de tanta hermosura como significis, de buena gana y sin apremio alguno confesaremos la verdad que por parte vuestra nos es pedida.- Si os la mostrara -replic don Quijote-, qu hicirades vosotros en confesar una verdad tan notoria? La importancia est en que sin verla lo habis de creer, confesar, afirmar, jurar y defender; donde no, conmigo sois en batalla, gente descomunal y soberbia. Que, ahora vengis uno a uno, como pide la orden de caballera, ora todos juntos, como es costumbre y mala usanza de los de vuestra ralea, aqu os aguardo y espero, confiado en la razn que de mi parte tengo.- Seor caballero -replic el mercader-, suplico a vuestra merced, en nombre de todos estos prncipes que aqu estamos, que, porque no encarguemos nuestras conciencias confesando una cosa por nosotros jams vista ni oda, y ms siendo tan en perjuicio de las emperatrices y reinas del Alcarria y Estremadura, que vuestra merced sea servido de mostrarnos algn retrato de esa seora, aunque sea tamao como un grano de trigo; que por el hilo se sacar el ovillo, y quedaremos con esto satisfechos y seguros, y vuestra merced quedar contento y pagado; y aun creo que estamos ya tan de su parte que, aunque su retrato nos muestre que es tuerta de un ojo y que del otro le mana bermelln y piedra azufre, con todo eso, por complacer a vuestra merced, diremos en su favor todo lo que quisiere.- No le mana, canalla infame -respondi don Quijote, encendido en clera-; no le mana, digo, eso que decs, sino mbar y algalia entre algodones; y no es tuerta ni corcovada, sino ms derecha que un huso de Guadarrama. Pero vosotros pagaris la grande blasfemia que habis dicho contra tamaa beldad como es la de mi seora.

Y, en diciendo esto, arremeti con la lanza baja contra el que lo haba dicho, con tanta furia y enojo que, si la buena suerte no hiciera que en la mitad del camino tropezara y cayera Rocinante, lo pasara mal el atrevido mercader. Cay Rocinante, y fue rodando su amo una buena pieza por el campo; y, querindose levantar, jams pudo: tal embarazo le causaban la lanza, adarga, espuelas y celada, con el peso de las antiguas armas. Y, entretanto que pugnaba por levantarse y no poda, estaba diciendo:- Non fuyis, gente cobarde; gente cautiva, atended!; que no por culpa ma, sino de mi caballo, estoy aqu tendido.

Un mozo de mulas de los que all venan, que no deba de ser muy bien intencionado, oyendo decir al pobre cado tantas arrogancias, no lo pudo sufrir sin darle la respuesta en las costillas. Y, llegndose a l, tom la lanza, y, despus de haberla hecho pedazos, con uno dellos comenz a dar a nuestro don Quijote tantos palos que, a despecho y pesar de sus armas, le moli como cibera. Dbanle voces sus amos que no le diese tanto y que le dejase, pero estaba ya el mozo picado y no quiso dejar el juego hasta envidar todo el resto de su clera; y, acudiendo por los dems trozos de la lanza, los acab de deshacer sobre el miserable cado, que, con toda aquella tempestad de palos que sobre l va, no cerraba la boca, amenazando al cielo y a la tierra, y a los malandrines, que tal le parecan.Cansse el mozo, y los mercaderes siguieron su camino, llevando qu contar en todo l del pobre apaleado. El cual, despus que se vio solo, torn a probar si poda levantarse; pero si no lo pudo hacer cuando sano y bueno, cmo lo hara molido y casi deshecho? Y an se tena por dichoso, parecindole que aqulla era propia desgracia de caballeros andantes, y toda la atribua a la falta de su caballo, y no era posible levantarse, segn tena brumado todo el cuerpo.

Qu voy a hacer y cmo?

Aplicacin de los pasos para el anlisis:

1.Lectura comprensiva.

Don Quijote, una vez armado caballero, retorna a su pueblo a buscar escudero y se tropieza con una extraa situacin. El labrador Juan Haldudo tiene a su mozo Andrs amrrado a una encina y lo est azotando. Don Quijote interviene para resolver el pleito y amenaza al labrador para que pague a Andrs lo que le debe. ste accede y desata al muchacho, pero una vez que don Quijote se marcha, Juan Haldudo propina a Andrs una paliza mucho mayor e imita el lenguaje aejo de don Quijote. Andrs se aleja llorando, mientras el labrador se re e invita al muchacho que vaya a buscar a su defensor. Mientras tanto, don Quijote, ignorante de la solucin final de este episodio, va cabalgando muy contento por el camino y dedica esta hazaa a su dama de amores, Dulcinea del Toboso.Este episodio muestra la injusticia de una realidad, la que don Quijote en locura idealista no puede resolver y fracasa sin saberlo.El fragmento est contando por un narrador omnisciente, ya que sabe todo lo que sucede, como por ejemplo por qu don Quijote decidi retornar a su pueblo e, incluso, la alegra de su caballo Rocinante. El fragmento mezcla la narracin en estilo indirecto, propia del narrador, con la directa que viene del abundante dilogo entre don Quijote, Juan Haldudo y Andrs.Por otro lado, todo el episodio est narrado con una perspectiva humorstica y de parodia de las novelas de caballera, como por ejemplo en la expresin inicial la del alba sera, que era una expresin tpica de aquellas obras. Tambin destaca el lenguaje aejo y ridculo de don Quijote, que es imitado por Juan Haldudo cuando vuelve a golpear a Andrs.

2.Lectura contextual.

Miguel de Cervantes vivi entre los siglos XVI y XVII. En la segunda mitad del siglo XVI, la Corona espaola haba alcanzado su punto ms alto de esplendor y empezaba a mostrar algunos rasgos de decadencia. Mientras un grupo reducido de espaoles mantena una existencia heroica, la mayor parte de la poblacin viva en medio de la miseria, muy alejada de la propagacin de ideales, emprobrecida por las guerras continuas que emprenda el Imperio.La literatura de este tiempo va a mostrar contundentemente el conflicto entre los ideales y la realidad en obras tan escpticas como las novelas picarescas, Miguel de Cervantes no escap a este ambiente y Don Quijote de la Mancha puede servir como una excelente visin global de la vida y la sociedad en la Espaa de este tiempo.

Esto no es slo una mirada desde afuera del conflicto; al propio Miguel de Cervantes le toc sufrir, en carne propia, el enfrentamiento entre su calidad de hroe militar y una existencia vulgar como cobrador de impuestos.En el fragmento, Juan Haldudo es un rico labrador, y Andrs, su criado, dos personas habituales en su poca; adems existe una alusin evidente de don Quijote al conflicto originado por la nobleza de los hechos, ms que de la riqueza y de los ttulos. Esto permite apreciar que los tiempos heroicos estn acabando en Espaa y que se avecina un nuevo perodo, es un conflictivo momento de transicin en el que el labrador adinerado es cruel y abusivo, y contra esta injusticia el loco don Quijote es quien tiene una actitud ms honesta, aunque sea intil su esfuerzo.

3.Lectura analtica

Aqu preguntarse por el ttulo no es tan propicio para el sentido, ya que ste es slo un fragmento de la novela. Ms interesante resulta enumerar algunas ideas que originan los hechos: el descuido, el miedo y la vergenza de Andrs; la soberbia, la crueldad, la avaricia y la falsedad de Juan; el amor y la justicia de don Quijote.Este fragmento presenta el conflicto entre los ms altos ideales de justicia humana y la dura realidad. Don Quijote busca realizar el bien, pero la realidad mezquina de Juan Haldudo lo sobrepasa. Don Quijote en su primer acto de bondad fracasa sin enterarse, lo que hace ms pattica su alegra.

4.Lectura crtica y creativa.

La posicin de Cervantes es escptica en este episodio. Como autor se ha alejado de su hroe enloquecido y nos muestra una postura realista: Don Quijote ha querido hacer el bien, pero a la larga ha perjudicado a Andrs y ha multiplicado su castigo. Cervantes nos ejemplific cmo no siempre las buenas intenciones llevan a buenos resultados.Siga los pasos de Juan Haldudo y parodia el estilo pomposo de don Quijote y fjese en la expresiones arcaicas del personaje y escriba un breve relato.

Tarea:

a)Leer atentamente el texto.

b)Presentar las expresiones textuales que correspondan a cada una de las cuatro clases de lecturas indicadas en los numerales 1-4:

ComprensivaContextualAnalticaCrtica y creativa

Plazo: hasta el viernes 4 de septiembre de 1998. Entregar informes escritos en Secretara de la Escuela, de acuerdo con la pauta entregada para el primer informe.

Nota: Los informes llevan calificacin. Quien no presente su trabajo tendr naturalmente un 1.0.