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Lecciones de Epistemología, Algunas cuestiones epistemológicas de las Ciencias Jurídicas 1 Ariel Alvarez Gardiol INTRODUCCION Este es un curso de Epistemología plasmado dentro de una carrera de postgrado de una Facultad de Derecho, es decir que si bien intenta desenvolver pensamientos que abarquen la generalidad de las cuestiones epistemológicas, tiene como destinatarios últimos a hombres de derecho, razón por la cuál, todo su desarrollo tendrá esa aplicación en miras y en consecuencia toda la problemática será anali- zada teniendo en cuenta la ciencia que cultivan esos destinatarios.- En este caso la materia Epistemología integra el área Epistemológica y Metodológica de una Maestría o de un Doctorado, de una carrera de postgrado en Ciencias Jurídicas y Sociales que incluye el cono- cimiento de una Epìstemología y de una Metodología que apunta a la investigación por una parte y al conocimiento de los métodos que estudian las Ciencias Jurídicas por la otra.- Nuestro propósito es entonces recorrer en una primera parte, todas las doctrinas que han surgido casi contemporáneamente en este renacer epistemológico que se produce en el siglo XX, que si bien tiene indudables raíces que arrancan desde el fecundo despertar helénico del pensamiento, recorta perfiles de rasgos muy precisos en la contemporaneidad. Podemos describir así a muy grandes trazos una epistemología antigua, que confunde su contenido con una teoría del conocimiento, desde los griegos hasta el Congreso de Praga de 1929, del que sur- ge el Círculo de Viena y una segunda epistemología, más rigurosa, que atiende a una problemática más comprometida y que intenta bucear en los fundamentos más precisos del conocimiento. Nosotros vamos casi a prescindir de esa primer etapa y consagraremos nuestra atención a los mo- mentos que pueden perfilarse desde el Círculo de Viena en adelante. Sin duda que en la riquísima cantidad de contribuciones que se han producido, hemos debido solo atender, exigidos por la perento- riedad de nuestros tiempos, a algunos de los muchos aportes producidos. Todos ellos, no obstante girar en torno a la cuestión epistemológica general, tienen un sesgo final que nos vincula a la órbita de lo jurídico. La segunda parte comprende el despliegue de lo que podríamos llamar una epistemología vinculada al mundo jurídico y dentro de los problemas epistemológicos de nuestro saber, hemos elegido la teoría de la argumentación, por considerarla apropiada a los objetivos esenciales de una carrera de postgra- do en una Facultad de Derecho.- Vamos a comenzar entonces el dictado de estas lecciones de epistemología, teniendo en cuenta que sus destinatarios son abogados, al igual que el autor de estas notas o el expositor de estas clases, es decir que tenemos la misma preparación académica y parecida formación educacional, por lo que par- timos del presupuesto de que no intento enseñar absolutamente nada nuevo a Ustedes, sino en algu- na medida recrear algunos temas y profundizar algunas aristas de esta densa problemática que, por la distancia, pueda estar tal vez un poco olvidada. Borges y naturalmente guardando la enorme distancia que nos separa, intentó casi todos los estilos literarios y ello tal vez porque el arte que no es capaz de reproducir la totalidad del mundo, no es arte en sentido absoluto. Sin embargo decía que de todos los estilos literarios en los que había incursiona- 1 1 ALVAREZ GARDIOL, A., Lecciones de Epistemología, Algunas cuestiones epistemológicas de las Ciencias Jurídicas, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2004.

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  • Lecciones de Epistemologa, Algunas cuestiones epistemolgicas de las Ciencias Jurdicas1

    Ariel Alvarez Gardiol INTRODUCCION

    Este es un curso de Epistemologa plasmado dentro de una carrera de postgrado de una Facultad de Derecho, es decir que si bien intenta desenvolver pensamientos que abarquen la generalidad de las cuestiones epistemolgicas, tiene como destinatarios ltimos a hombres de derecho, razn por la cul, todo su desarrollo tendr esa aplicacin en miras y en consecuencia toda la problemtica ser anali-zada teniendo en cuenta la ciencia que cultivan esos destinatarios.-

    En este caso la materia Epistemologa integra el rea Epistemolgica y Metodolgica de una Maestra o de un Doctorado, de una carrera de postgrado en Ciencias Jurdicas y Sociales que incluye el cono-cimiento de una Epstemologa y de una Metodologa que apunta a la investigacin por una parte y al conocimiento de los mtodos que estudian las Ciencias Jurdicas por la otra.-

    Nuestro propsito es entonces recorrer en una primera parte, todas las doctrinas que han surgido casi contemporneamente en este renacer epistemolgico que se produce en el siglo XX, que si bien tiene indudables races que arrancan desde el fecundo despertar helnico del pensamiento, recorta perfiles de rasgos muy precisos en la contemporaneidad.

    Podemos describir as a muy grandes trazos una epistemologa antigua, que confunde su contenido con una teora del conocimiento, desde los griegos hasta el Congreso de Praga de 1929, del que sur-ge el Crculo de Viena y una segunda epistemologa, ms rigurosa, que atiende a una problemtica ms comprometida y que intenta bucear en los fundamentos ms precisos del conocimiento.

    Nosotros vamos casi a prescindir de esa primer etapa y consagraremos nuestra atencin a los mo-mentos que pueden perfilarse desde el Crculo de Viena en adelante. Sin duda que en la riqusima cantidad de contribuciones que se han producido, hemos debido solo atender, exigidos por la perento-riedad de nuestros tiempos, a algunos de los muchos aportes producidos. Todos ellos, no obstante girar en torno a la cuestin epistemolgica general, tienen un sesgo final que nos vincula a la rbita de lo jurdico.

    La segunda parte comprende el despliegue de lo que podramos llamar una epistemologa vinculada al mundo jurdico y dentro de los problemas epistemolgicos de nuestro saber, hemos elegido la teora de la argumentacin, por considerarla apropiada a los objetivos esenciales de una carrera de postgra-do en una Facultad de Derecho.-

    Vamos a comenzar entonces el dictado de estas lecciones de epistemologa, teniendo en cuenta que sus destinatarios son abogados, al igual que el autor de estas notas o el expositor de estas clases, es decir que tenemos la misma preparacin acadmica y parecida formacin educacional, por lo que par-timos del presupuesto de que no intento ensear absolutamente nada nuevo a Ustedes, sino en algu-na medida recrear algunos temas y profundizar algunas aristas de esta densa problemtica que, por la distancia, pueda estar tal vez un poco olvidada.

    Borges y naturalmente guardando la enorme distancia que nos separa, intent casi todos los estilos literarios y ello tal vez porque el arte que no es capaz de reproducir la totalidad del mundo, no es arte en sentido absoluto. Sin embargo deca que de todos los estilos literarios en los que haba incursiona-

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    1 ALVAREZ GARDIOL, A., Lecciones de Epistemologa, Algunas cuestiones epistemolgicas de las Ciencias Jurdicas, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2004.

  • do, nunca se haba propuesto escribir una fbula y ello porque las fbulas de alguna manera conllevan una enseanza y l Borges- no poda ensearle nada a nadie, ni siquiera a l mismo.

    Esta ser entonces una epistemologa elaborada teniendo como finalidad esencial, la circunstancia de estar dirigida a abogados, por lo que la ciencia jurdica y los fundamentos cientficos de ese saber es-tarn en el horizonte constante de nuestras reflexiones.

    Estar integrada por una primera parte en la que sin olvido de los griegos comenzaremos con el des-pliegue de algunas escuelas que animan el debate epistemolgico de nuestro tiempo.

    Sin duda que exigidos por la brevedad de este curso, deberemos elegir de ellas, aquellas que conside-ramos ms importantes y en cada una de las corrientes de pensamiento que analizaremos, la conclui-remos con una derivacin de las ideas de la escuela en el mundo del derecho.

    La segunda parte atender a la situacin cientfica del derecho y al examen de alguna cuestin epis-temolgica en particular.

    Ello explica que haya una bibliografa al final de la primera parte y otra bibliografa especficamente referida a la problemtica jurdica analizada.

    A mi me gustara comenzar estas clases con una advocacin de reverencia a tres figuras importantes que tienen que ver con su muerte.

    El 12 de febrero de 1804, a las 11 de la maana, se apag la vida Inmanuel Kant, en la misma ciudad que le vi nacer casi 80 aos antes, Koenisberg, entonces una de las mas importantes ciudades del reino de Prusia, luego parte de Alemania y hoy convertida desde 1945, cuando los aliados se distribu-yeron los despojos de la guerra, en la actual Kaliningrado, que pertenece a Rusia se ha cumplido en-tonces los 200 aos de la desaparicion fisica de uno de los colosos del pensamiento en lo que tiene de mas puro, la razn.

    Kant es quien pule los lineamientos definitivos de la razon que fue descubierta en el mundo helnico de la mano de Tales de Mileto, uno de los siete sabios de Grecia, embellecida por Parmenides y por Eraclito, que habian razodo, pero ello no lo sabian.

    Fue sin duda la gran tarea de Socrates desalojar la vida espontanea para suplantarla por la razon pu-ra. Y esto verdadero milagro que Socrates intuye, pero que no logra formalizarlo, es receptado por su invalorable discipulo Platn, que descubre el mundo de las ideas, que implica ni mas ni menos que la conceptualizacion de la realidad.

    A pesar de Coprnico, seguimos viendo el sol ponerse en occidente, pero por sobre esa evidencia espontanea de nuestra vision, que queda como en suspenso y sobre ella construimos la comunicar-cion reflexiva que nos proporciona la razon pura astronomica.

    Pero claro, el genio helenico descubre las cosas de la razon pero todavia no se conocian ni su exten-sion ni su contenido y mucho menos su profundidad.

    Las cosas, los entes representados en los conceptos varian sin cesar. Lo blanco se ennegrese, lo bruido se opaca, lo vivo fenece, lo que es grande en relacion con algo, es pequeo en relacion con otro ser, el dolor al menguar se hace placer y el lacer al reiterarse fastidia y a veces hasta duele. Los conceptos puros, tambien se vinculan con otros, pero cada uno se mantiene a si mismo como nico, omnimodo. La grandeza abomina siempre d ela pequeez.

    Podr haver sentencia o leyes injustas, pero la justicia es siempre una y la misma.

    Cada nuevo descubrimiento de ideas aumenta la posibilidad de ese nuevo mundo emergente que se constituye en las triunfales sistematizaciones del racionalismo clasico, que corona en Descartes, en Leibniz y en Spinoza hasta llegar a Kant.

    Y fue tan grande su presencia que cien aos despes de su muerte, reclamo su regreso en expresio-nes tan Kantianas pero tan diferentes como Marburgo y Baden.

    El segundo recuerdo que quiero traer, es la desaparicion fisica este ao de Norberto Bobbio

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  • El politlogo y filosofo turines nacido en 1909 que fue tal vez el ultimo de los grandes testigos del siglo XX, heredero de la tradicion renacentista e ilustrada Bobbio lleg a construir su propio renacimiento.

    Cuando abordemos la tangente juridica de las ideas de Karl Popper, vamos hablar de la tolerancia y a Bobbio lo impulsaba una inagotable sed de tolerancia hacia las ideas contrarias que se expresen con argumentos razonables y sin violencia.

    Las personas estamos constituidas por una cantidad de elementos que hacen a lo que podra llamarse nuestra estructura biolgica, integrada por una morfologa orgnica y una fisiologa funcional, que pro-duce una cantidad de consecuencias en algunos casos absolutamente ineluctables y en otros, modifi-cables con nuestro comportamiento, educacin y voluntad. Nos referimos a que no obstante nuestro empeo y voluntad, no podemos ser mas altos o hacer que el cabello nos crezca con mayor intensi-dad, pero si podemos reprogramar nuestros pensamientos.

    Ahora bien un cerebro humano normal est constituido aproximadamente por diez mil millones de neuronas, cada una de las cuales tiene aproximadamente doscientos mil accesos distintos y cada una de ellas, est excitada, conforme a un esquema funcional que en modo alguno depende de nuestra voluntad.

    No obstante ello, y ms all del isomorfismo morfolgico y funcional de nuestros cerebros, hay toda una secuela de antecedentes vinculados a nuestros ancestros, a la educacin recibida, a la poca en que desplegamos nuestra existencia, a todo lo que en el galano decir de Ortega configura la circuns-tancia de cada persona, que es absoluta, total e inefablemente personalsima y propia de cada cual y esto es lo que determina que, para un hacendado de la Patagonia sea perfectamente discernible en un conjunto de animales, una oveja, de un carnero, de un borrego, todo lo que para un habitante de la ciudad, probablemente sern solo ovejas, de ese conjunto de uniformidades, donde aqul percibe cla-rsimas distinciones esenciales.-

    Estamos y somos entonces prisioneros de nuestra fisiologa. No podemos curar nuestras enfermeda-des solamente querindolo, ni lograr mayor inteligencia que la que nuestra estructura orgnica y fun-cional nos ha sido brindada, ni tampoco conseguir que nuestras neuronas aceleren su tiempo normal de respuesta, pero con esfuerzo y dedicacin podemos conseguir modificar el modo en que pensa-mos, porque aun cuando estamos definitivamente condicionados por la idea de que nuestros cerebros estn integrando un equipo que funciona sobre la base de reglas fijas y precisas, tenemos la posibili-dad de condicionar elementos que permitan la reprogramacin de nuestro pensamiento.-

    Difcil nos resulta sin duda tratar de conceptualizar la inteligencia, que se ha convertido, como idea cultural y como campo de investigacin cientfica, en algo muy complicado, pero admtaseme, sin defi-nirla, describir por lo menos sus dos vertientes esenciales: por una parte una inteligencia como la po-sibilidad de interpretacin de las cosas que integran el mundo de nuestra coexistencia con ellas y de la convivencia con los dems y en el manejo instrumental de una capacidad especial para manejar las cosas con las que coexistimos y a las personas con las que se interfiere nuestra convivencia y por otra parte, una segunda inteligencia, o una faceta ntima de ella, como la posibilidad de anlisis reflexivo de nuestro propio mundo interior y la posibilidad de canalizarlo adecuadamente en nuestra vida de rela-cin. Algo as como una inteligencia que se proyecta hacia nuestra intimidad y nos permite manejarla y otra inteligencia que se proyecta hacia el exterior de nosotros y nos permite resolver los problemas que nos plantean las cosas que nos rodean y las personas con las que convivimos.-

    Entendemos que solo podramos llamar inteligentes a las personas que satisfacen ambas vertientes, pero nos es dable verificar que realmente son escasas las personas que pudiendo analizar adecua-damente los problemas prcticos y de sentido comn estn calificados simultneamente para com-prender y tratar ideas abstractas, y an sus propios problemas afectivos y morales.

    Leyendo biografas de los titanes del pensamiento sorprende encontrar algunas debilidades que son la evidencia plena de la falta de plenitud en los planos de la inteligencia que hemos querido referir. Los bigrafos de Nietzsche relatan que en la misma poca que ste escriba sobre el Superhombre, era incapaz de contener el frenes de su apetito por los dulces y la pastelera, cometiendo atracones que comprometan su delicada salud. Los pocos cronistas de Kant, relatan que era tal su horror por las enfermedades y la muerte que se negaba a visitar a sus amigos enfermos y no quera a hablar de

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  • ellos despus de muertos. Muchas personas, tal vez algunos amigos nuestros, son sumamente inteli-gentes desde algunas de las perspectivas sealadas, pero resultan absolutamente estpidos desde otros.-

    Tal vez uno de los mayores defectos de nuestra pedagoga educacional es haber dirigido todo, o casi todo, su arsenal formativo a la interpretacin de los fenmenos del mundo exterior y a la comprensin de las relaciones lgicas y de las abstracciones matemticas, pero nada o casi nada, en motivarles el deseo de aplicar su inteligencia al conocimiento de sus propias sensaciones y de sus ntimas valora-ciones morales, y las muy pocas veces que se lo intenta, por algn educador progresista, es poco lo que se les informa sobre la posibilidad de adiestrar esa aplicacin interior de la inteligencia, que, como todas las cualidades que hacen a nuestra condicin humana, son susceptibles de ser amorosamente cultivadas e iluminadas.-

    Esto nos permite concluir que es casi imposible pretender actuar inteligentemente respecto de reas que no manejamos. Para poder proceder inteligentemente, con nosotros mismos y con los dems es absolutamente necesario estar familiarizados con los mviles que despiertan las acciones, de las fuer-zas que catapultan nuestro pensamiento, de la naturaleza de nuestros propios sentimientos y de las circunstancias que nos hacen responsables de nuestras acciones.

    Esto es lo que nos proponemos en este curso y lo que persiguen estas notas sobre epistemologa, vlidas insistimos, para un curso de postgrado en la formacin acadmica de abogados.

    Acaso no fuera del todo inoportuno terminar esta ya demasiado larga introduccin haciendo una breve referencia de cmo y porque fueron escritas estas lecciones. Creado el curso de posgrado en la Facul-tad de Derecho de Rosario, se comenzaron a abrir carreras, algunas de las cuales, tal vez dos de las ms importante, por cierto sin menoscabo de las otras, fueron la Maestra de Derecho Procesal, que se confi a la calificada direccin de uno de los procesalistas ms eminentes del pas, el Profesor Doc-tor Adolfo Alvarado Velloso y el Doctorado en Derecho, cuya direccin fue orientada por el no menos ponderado jusprivatista, el Profesor Doctor Luis Andorno. Tuve el inmerecido honor de que se atribu-yera a mi responsabilidad el dictado de esta disciplina, que no reconoca una bibliografa especfica, de modo que siguiendo los versos de Machado, se fue haciendo camino al andar y conformamos, no sin esfuerzo, las primeras promociones de ambas carreras. Tuve y lo destaco, la singular fortuna de haber contado entre mis oyentes a no pocos docentes universitarios en ejercicio de la docencia. Uno de ellos, el Profesor Alejandro Omar Alliaud, distinguido profesor de derecho civil, se tom la molestia de grabar algunas de mis clases, registr apuntes de otras, grab todo ese material y me lo obsequi en un diskette de computadora, luego de haber aprobado, con brillante calificacin, la materia.

    Esta fue la primera vez, sobre la base de esas resumidas exposiciones, que conceb la idea, de volcar esos deshilvanados pensamientos en algunas lecciones que ayudaran a los cursantes de esas carre-ras y una vez armadas, respondiendo a un buen consejo de Alfonso Reyes, recordado por su amigo y discpulo Jorge Luis Borges, publicamos nuestros libros, para librarnos de ellos, para no pasarnos el resto de nuestras vidas corrigiendo borradores..

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  • PRIMERA PARTE CAPITULO PRIMERO LA EPISTEMOLOGIA Generalidades

    Comenzamos nuestro desarrollo con el comentario de las dos cartas de los lectores aparecidas en el diario La Nacin cuyo resumen rescata este debate:

    El da 18 de febrero de 1998, el Dr. Horacio Garca Belsunce, Presidente de la Academia Nacional de Derecho respondi a una carta publicada por el mdico Antonio Alberto Guerrino el 15 de enero del mismo ao y en la que sostena que el Dr. Bernardo Houssay haba sido el primer cientfico argentino en obtener el premio Nobel. Ello porque el otorgado a Carlos Saavedra Lamas no lo consagraba como cientfico porque era abogado y en su concepto las ciencias sociales no son ciencias. Consecuente-mente, sostuvo que el derecho como otras ciencias sociales, ostentaban con dignidad el atributo de cientficas.

    Daniel Wuhl, le contest a su vez con una similar aparecida el 2 de marzo del mismo ao, en que rati-ficaba la tesis de la acientificidad de las ciencias sociales sostenida por el Dr. Guerrino. (1)

    La mayora de los conocimientos acerca del mundo que nos rodea provienen de nuestras sensacio-nes, pero en la creacin de nuestros conocimientos interviene nuestro intelecto que elabora la materia prima que le proporcionan los sentidos.

    Cuando describimos una sensacin, segn su naturaleza podemos hacerlo de dos modos diferentes, que se podran ejemplificar con las dos aserciones que siguen:

    Cuando afirmo tengo hambre y cuando expreso que bello es nuestro ro. Ambos enunciados se apoyan en impresiones sensoriales, pero, no obstante, existe una diferencia esencial entre ellas. Cuando afirmo tengo hambre estoy radicalizando su origen sensorial, en cuanto expreso el hambre que tengo, que hace referencia a algo dentro de la intimidad de mi ser. La segunda mencin, en cam-bio, encierra un juicio de algo que se encuentra fuera de m. No dudamos que esa diferencia es ms formal que esencial, ya que en el segundo caso hay una proyeccin u objetivacin y mediante esa proyeccin, las sensaciones se constituyen en los elementos con los que se elaboran nuestras per-cepciones, que nos proporcionan el conocimiento de los diferentes objetos que el mundo contiene.-

    La admisin de un mundo fsico independiente del observador, se nos muestra como una realidad que no podemos evitar sin vernos impelidos a admitir una cantidad de coincidencias accidentales. La acep-tacin del mundo fsico como fundamento de los estmulos que, actuando sobre nuestros sentidos, son los creadores de las sensaciones, es absolutamente necesario. Lo que llegamos a saber, no se refiere sino de modo tangencial al mundo real, mientras que las formas que nuestro saber toma son un producto genuino de nuestra organizacin sensorial e intelectual.

    Esta digresin ejemplificadora permite afirmar que la actitud cientfica rebasa los meros limites de las apariencias, o para ser mas preciso, no agota en ellas su saber, sino que trata de indagar las causas o las razones de esas apariencias sensibles, indaga con pretensin rigurosa mas all de la singularidad de la apariencia y sistematiza los conocimientos fragmentarios.

    Sostendremos, por tanto, que el "saber cientfico" supone un sistema de conocimientos, ciertos y pro-bables, respecto de un determinado sector de objetos de la realidad universal, a los que es posible acceder a travs de una adecuada fundamentacin metodolgica.

    Un conjunto de hiptesis conforma una teora. Un conjunto de teoras constituye una ciencia.

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  • Este es uno de los muchos conceptos que pueden elaborarse del saber cientfico o de la ciencia, ya que su conceptualizacin ha evolucionado acorde con el desarrollo del entendimiento. Advertimos que, a su respecto, pueden formularse algunos reparos, no obstante lo cual preferimos manejarnos con un concepto lo suficientemente inteligible que permita ser comprendido con total claridad y que subraye los aspectos esenciales que aqu queremos destacar.

    Decimos un sistema de conocimientos, lo que hace que la ciencia requiera de una pluralidad de saberes, ya que un conocimiento aislado es solo eso;

    Decimos asimismo que esos conocimientos deben ser ciertos y tambin probables, es decir que desligamos de la ciencia la no siempre soportable exigencia de la verdad, ya que junto a ella, la pro-babilidad puede tener una pretensin y una dimensin cientfica en tanto se admita que lo probable de hoy pueda ser lo verdadero de maana. Si advertimos por ejemplo que la ley inductiva vale solo por su alto grado de verosimilitud, no pareciera plausible negar a la probabilidad un sitio en el mbito de lo cientfico:

    Tambin decimos que ese sistema de conocimiento se debe referir a un determinado sector de obje-tos de la totalidad universal, es decir que la ciencia demanda la posibilidad de recortar del todo uni-versal un sector de objetos que van a constituir el objeto de la disciplina cientfica de que se trate;

    Y naturalmente segn sea la naturaleza ontolgica del objeto as asilado, ser el tipo de mtodo que se deber emplear para acceder a su conocimiento.

    Objeto propio y mtodo adecuado seran pues los ingredientes esenciales de un saber con preten-sin cientfica.-

    En el mundo de la ciencia se plantea la enigmatica cuestion, de porque el publico en general, sabe apreciar las catedrales gticas y an las peras de Mozart y de Puccini y las narraciones de Kafka, pero de ninguna manera, la ley de la relatividad de Einstein y mucho menos los teoremas de incomple-titud de Gdel.

    Esta distincion de ciencias duras y blandas duras serian las matematicas, la fisica la quimica y blandas las ciencias humanas, nos hace pensar que las matemticas son el fundamento de todo conocimiento y el soporte de toda cultura superior.

    Pero cuando hablamos del conocimiento matemtico, no estamos pensando en la tabla de multiplicar, las reglas de tres y el calculo de fracciones. todo esto no tiene nada que ver con el conocimiento ma-temtico. Es permitamne la comparacion como si se quisiera introducir a la gente en la musica, obli-gandola hacer escalas durante aos, o mas absurdo todavia, aprender la tabla de logaritmo de memo-ria.

    Los matematicos de hoy, estan mucho mas cerca de los filosofos de lo que se podria creer.

    En una zona rural, parte en territorio suizo y parte en territorio frances se encuentra una de las mayo-res construcciones de las que ha producido nuestra civilizacion. All en una extension de mas de 600 ha. discurre un tunel circular de 27 kilometros de lonjitud, y en su laboratorio trabajan cerca de 3000 fisico9s, ingenieros y tecnicos que colaboran con mas de 500 universidades de mas de 80 paises y consume mas energia electrica que una ciudad. Y este lugar,l que hace pura investigacion basica, con un presupuesto muy importante aportado por la Republica Federal de Alemania , Israel, Japon, Rusia India, Canad EEUU y Turquia se dedica exclusivamente a purta investigacion basica. en este mo-mento, a traves de un anillo de fuertes imanes se esta tratando de lograr casi la velocidad de la luz . Este centro investigacinal sin duda muy poco conocido llamado Consejo Europeo de investigacion Nuclear (CERN) fundado en 1954 trabaja en nuevas foirmas de energia y materia. Se cuenta que un diputado del Congreso de EEUU le pregunto a uno de los fisico que alli trabaja, cual habia sido la con-tribucion de su ciencia a la defnesa de los EEUU y el contesto: ninguna. Ahora bien, contribuye a que ese pais tenga algo que defender.

    Nos queda una primer aproximacin al conocimiento filosfico, que tiene siempre un carcter de uni-versalidad, que pretende indagar respecto de los ltimos fundamentos de un determinado saber parti-cularizado y esta suprema unificacin del saber a que aspira, tiene pretensiones de cuantificacin es-timativa. 6

  • Es decir que si se piensa en el saber a partir de un objeto determinado extrado de la totalidad univer-sal, es posible a su respecto predicar un saber vulgar, (el hombre por ejemplo) que atienda a las sin-gularidades concretas de ese objeto; o un saber cientfico que sistematizando los conocimientos res-pecto de ese objeto, en relacin con la regin ontolgica a la cual pertenece, penetra metodolgica-mente en las generalidades del mismo, suministrando no obstante una visin fragmentaria y parcial; o un saber filosfico que, en un anhelo total hacia la sabidura, aspira a la unidad, a la universalidad, preocupndose por los cimientos en los cuales se apoya ese saber y los valores a los que aspira en su realizacin.

    El saber filosfico" tiene siempre un carcter de universalidad, anhela bucear en los ltimos funda-mentos de ese conocimiento, y esta suprema unificacin del saber a que aspira, tiene pretensiones de ponderacin estimativa.

    En la Antigedad se pasa de la cosmogona como mito sobre el origen del mundo a la cosmologa como un discurso sobre como es efectivamente el mundo y all tenemos nuestra primera cita que es Tales de Mileto que es el primer revolucionario sobre el saber donde se produce el despertar de la razn. Entindase no es que antes la razn no se usara, sino que a partir de Tales se piensa en forma crtica, se cambia el modo de pensar. Tales de Mileto fue el primero de los siete sabios de Grecia con Soln de Atenas, Brias de Priene, Pitaco de Mytilene, Periandro de Corinto, Clebulo de Lindio y Chi-lon de Lacedemonia.-

    La cuestin epistemolgica

    Los griegos, como decamos, son los descubridores del intelecto humano y tal vez por eso le conce-dieron un poder ms grande que el que posee en verdad.

    Sin embargo indudablemente la razn por si misma tiene un marco operativo muy limitado si no la complementa la observacin y la experimentacin temas en el que, los griegos, no tuvieron conoci-mientos significativos.

    Probablemente, la primera tentativa dirigida al logro de sistematizar alguna metodologa emprica y experimental en relacin con la especulacin filosfica, pero para formar una ciencia exacta que me-rezca ese atributo, fue la que se realiz en Alejandra en tiempos de Ptolomeo. Claudio Ptolomeo (o Tolomeo), trabaj en la Biblioteca de Alejandra en el siglo segundo, codificando de alguna manera la tradicin arqueolgica babilnica y an cuando en esos tiempos la distincin entre astronoma y astro-loga no eran precisas, como sin duda hoy lo son, tena algunas ideas muy claras, aunque equivoca-das. Tolomeo crea que la Tierra era el centro del Universo, que el sol, la luna y las estrellas, as como los planetas giraban alrededor de la Tierra. Esta afirmacin, que sin duda se compadece con la reali-dad observable por cualquier persona, que nos muestra la apariencia de que la Tierra la sentimos co-mo fija e inmvil, mientras que por otra parte podemos ver con total claridad, como el sol aparece y se pone todos los das, como la luna tambin sale y se oculta, pudiendo predecir incluso la hora exacta en el que estos fenmenos celestes van a acontecer. Si la Tierra era el centro del universo, como To-lomeo crea, si la creacin tomaba a la Tierra como eje de todos los acontecimientos de la bveda celeste, si se poda pensar que los cielos fueron construidos con principios del todo ajenos a la Tierra, era explicable que ste fuese el modelo apoyado por la Iglesia durante toda la Epoca de la Barbarie, contribuyendo a frustrar la nominacin de los estudios astronmicos al nivel epistemolgico de un sa-ber cientfico.

    Tuvo la Astronoma que esperar a Nicols Coprnico un clrigo polaco, que public su tesis sobre el movimiento aparente de los planetas y lleg incluso a la audacia de degradar a la Tierra del sitial de centro del Universo, al lugar de un planeta mas del sistema, el tercero a contar desde el Sol que se mova en una perfecta rbita circular.

    Este histrico enfrentamiento entre las concepciones geocntrica y heliocntrica del Cosmos, no ha impedido que an hoy, en todos los peridicos del planeta, pueda saberse con cabal precisin, que la Luna y el Sol, salen y se ponen a horas inequvocamente precisas, absolutamente todos los das.

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  • Despus de Coprnico, debera sucederle Johannes Kepler, continuador de la obra de Tycho Braher, en cuyo tiempo el sistema planetario estaba solo integrado por seis planetas, al que se agregaron mu-cho tiempo despus de su muerte Urano, Neptuno y Plutn y quien fue el descubridor de las tres leyes del movimiento planetario culminando, luego de su muerte en la obra de Isaac Newton, que hizo tam-bin el hallazgo descubridor de la ley de la inercia y de la ley de gravitacin universal.

    Como ya lo hemos dicho, en otra parte, el momento de esplendor respecto de la creacin de las cien-cias opera entre los siglos XIV y XVII. En el siglo XVII es el triunfo de la Fsica con Newton unos cien aos mas tarde la Qumica con Lavoisier, y en las ciencias biolgicas se notan progresos notables. El siglo XIX es testigo del nacimiento de la sociologa y todo el desarrollo de las ciencias se logra en una evolucin con gran ritmo de aceleracin que, de ningn modo, ha terminado sino que promete conti-nuar en el futuro con un mpetu muy fuerte.

    Correlativo y paralelo a este crecimiento en el mundo de las ciencias, hay un gran desenvolvimiento respecto de la cuestin metodolgica, que arranca probablemente en Descartes y ha tenido muy frti-les manifestaciones en diferentes planos de la cultura.

    Tenemos hoy entonces, en lugar de esa totalidad que es comprensiva de todos los saberes que signi-fic la filosofa en el tiempo de los griegos, un nmero de ciencias especiales, que se dedican al estu-dio de determinados aspectos de la realidad universal.

    No obstante, esto no ha significado ni la abrogacin de la filosofa, ni la sustitucin de las ciencias por la filosofa, ya que, indudablemente, para comprender integralmente los distintos hechos sobre los que operan las ciencias, es necesario un elemento aglutinante que nos d la unidad esencial de lo natural y que no puede sino provenir de la filosofa.

    Cuanto ms ceido es el panorama de los saberes individuales, tanto mas intenso es el riesgo de que se pierda la unidad conceptual del universo.

    Para conseguir esa unidad conceptual hace falta una sntesis que solo puede proveer el raciocinio filosfico.

    Tenemos claro que nuestras sensaciones, no son iguales a los procesos fisiolgicos que las producen, ni tampoco idnticas al fenmeno fsico que las provocan. Lo que para cualquiera de nosotros se pre-senta como una sensacin de calor fuera de nuestra mente, es sin duda una vibracin electromagnti-ca de determinada longitud de ondas que est encadenada a un proceso fsico qumico, que se realiza en nuestro sistema nervioso y cuya esencia en si misma es absolutamente desconocida por los fsicos y por los bilogos.

    Todo esto nos muestra un esbozo muy superficial que habla de las conexiones entre las distintas ciencias, particularmente las de la naturaleza y el mundo de la filosofa.

    Es harto conocido en el mbito de la epistemologa que, tanto desde el campo de las ciencias exactas, como desde la biologa, no disimulan su desprecio a todo aquello que desemboque en una cuestin especulativa. En esos mbitos, lo nico que importa, son los hechos y las teoras que se construyen respecto de esos mismos hechos, pero de ningn modo hay preocupacin por las conjeturas que plasman en el mundo de lo filosfico. Esos cientficos exhiben, casi siempre, una actitud, que si no calificar despreciativa, no dudo en llamarla por lo menos reticente, que es un modo elegante de hacernos saber, a los que nos interesamos por ella, que la Filosofa no es sino, un montn de estupi-deces.

    Sin embargo, lo que no alcanzan a veces a comprender esos mismos cientficos, que cultivan las ciencias exactas o la biologa, es que ninguna de las observaciones que puedan haber elaborado en sus laboratorios tendra valor cientfico alguno, si no estuvieran prontos a afirmar que en condiciones anlogas se producir siempre el mismo fenmeno, lo que es una elucubracin mental de carcter filosfico, presupuesto necesario de la induccin filosfica, sin cuya conclusin, la mera observacin de laboratorio carece totalmente de significacin. No hay ninguna ciencia que pueda crecer sin induc-ciones generalizadoras y estas, son siempre el resultado de un adiestramiento filosfico, que nos indi-ca hasta que punto es posible generalizar el contenido de una observacin concreta.

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  • Esto nos ensea, creo yo, fuera de toda duda razonable, que las ciencias, no obstante sus progresos tecnolgicos y metodolgicos, nunca pueden prescindir del empleo de los procedimientos racionales sometidos a las leyes generales que rigen el intelecto humano desde la actitud filosfica

    Breve referencia histrica

    Entre los presocrticos, quisiramos comenzar nuestro desarrollo con Parmnides, porque creemos que de algn modo este filsofo represent un punto de partida de un nuevo planteamiento en la tarea de filosofar, nueva manera que ha sido modelo, por ser una de las pocas actitudes metafsicas absolu-tas que se han dado en la historia del pensamiento filosfico de occidente.

    La divisin en dos partes de la revelacin de Parmnides, la va de la verdad y la va de la aparien-cia, tambin llamada doxa, tambin ahonda en el tema del cambio.

    Cmo es posible el cambio, es decir como es posible lgicamente. ?

    La vida y la muerte, el sueo y la vigilia, la juventud y la vejez, son todos la misma cosa, pues lo uno dndolo vuelta es lo otro y lo otro dndolo vuelta es lo primero. El camino hacia arriba y el camino hacia abajo es el mismo camino. Lo bueno y lo malo son idntico. Para Dios todas las cosas son be-llas y buenas y justas, pero los hombres suponen que algunas cosas son buenas y otras no, que unas son justas y otras injustas.

    Esto explica la actitud de Parmnides, quien formula la teora de la realidad incambiante y de ella se infiere que el no es, no existe, de donde la nada es imposible y en consecuencia, el mundo est lle-no, no existe el vaco. El mundo es un bloque indiviso. Esta es la verdad bien redonda.

    Platn toma este concepto doxa, como creencias infundadas u opiniones en oposicin al conocimien-to cientfico que es la episteme. Su rasgo ms saliente era sobreponer a las creencias el examen de ellas con la finalidad de dar a conocer los fundamentos de su validez y los lmites de su eficacia.

    Es decir que la doxa sera una suerte de intermedio entre el ser y el no ser, entre el conocimiento de la ciencia y la pura ignorancia y este modo de saber, no es simple sensacin, sino una reflexin en los asuntos de carcter prctico, en muchos de los cuales solo es necesario un conocimiento probable.

    Aristteles reserv el nombre de ciencia para un tipo propio de silogismo que deba ser: 1) verdadero, 2) indemostrable, desde que era admitido por su evidencia, 3) anterior y menos conocido que las con-clusiones que de ella se infiere y 4) causa del ser y del conocer atribuido a las conclusiones del silo-gismo.-

    El Medioevo se mueve con un concepto casi mgico del saber. Dios es pensado como un mago po-deroso. La racionalidad cuenta menos que la fantasa y que los deseos.

    Estas ideas se mantienen hasta la poca moderna. Bacon (1620) que concibe un nuevo instrumento de las ciencias (Novum Organun Scientiarum) en el que la ciencia proviene de Scire que es igual a saber. Con ese instrumento pas de la deduccin a la induccin y as la ciencia pas a ser lo que era externamente observable. La naturaleza existe tanto en lo real como en lo posible, en lo pensado co-mo en lo existente, en lo fsico y en lo moral.-

    Bacon formula una clasificacin de las ciencias que tiene que ver con los mbitos en los cuales se generan los saberes: la Memoria, de la que surge la Historia, tanto la sagrada como la natural, y la civil; la Razn de la que fluye la ciencia que se expresa en la teologa natural y en la ciencia de la na-turaleza tanto fsica como metafsica y la Fantasa que plasma en la poesa

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  • Descartes no rompe sino que contina la dialctica medieval y ser a la luz del cartesianismo y no a travs del antiescolasticismo de la Ilustracin que podremos comprender el cambio. La realidad se dividi en dos zonas heterogneas: la res extensa o mundo material regido por las leyes de la natura-leza y la res cogitans o mundo espiritual que es el reino de la libertad imposible de ser sometido a las leyes fsicas.

    Kepler, Galileo y Newton impusieron la visin del mundo desde el modelo mecanicista. Llegamos, as a grandes saltos a Comte que formula una concepcin positivista y determinista de la ciencia, con su concepcin de los tres estadios, el teolgico, el metafsico y el positivo, que constitu-yen la infancia, la juventud y la edad viril de la inteligencia. Clasifica las ciencias en una ordenacin desde una doble perspectiva, una lgica y otra histrica disponiendo una ubicacin jerrquica, de mo-do que el conjunto importa tanto una filosofa como una concepcin total del universo. Desde la pers-pectiva lgica, a cada ciencia le corresponde un antecedente lgico, ya que cada una deriva de una anterior y predispone el nacimiento de la que va a sucederle, de modo que esa ordenacin se hace desde lo mas general y simple a lo ms abstracto y complejo. Desde ese plano lgico, la piedra de toque de todo el ordenamiento es la matemtica (1), que es la ciencia mas general, abstracta, simple y ajena a lo humano, a partir de ella se sucede la secuencia jerrquica, pasando por la astronoma (2), la fsica (3), la qumica (4), la biologa (5) y por ltimo la fsica social o sociologa (6) que es la ms compleja y tambin la ms cercana a lo humano.

    Una ciencia sin filosofa carece de saber universalizante y una filosofa sin conocimiento de los datos de la ciencia adolece del saber particularizante.-

    Hacer epistemologa, es construir el logos (la racionalidad) de la episteme (ciencia).

    La epistemologa, entonces, es una disciplina de este siglo con un significado ms amplio que la lgica y, mas restringido y crtico que la teora del conocimiento.-

    Los momentos de la epistemologa La epistemologa ha pasado por lo menos por tres momentos principales.

    1) La constitucin del Crculo de Viena anticipada por Bertrand Russel, por Alfred North Whithehead y por Ludwig Wittgenstein tiene como sus figuras prominentes a Rudolf Carnap, Alfred Ayer, Hans Reichembach y Moritz Sclick. Este momento enlaza con una tradicin del pensamiento cientfico que se vincula con aquellos pensadores del Renacimiento que ya hemos citado (Galileo, Newton, Kepler). La comprensin cientfica del mundo depende de la realidad, de la experiencia, de la experiencia in-mediata sobre lo dado. Real para Carnap, es lo apariencial (que nos trae el recuerdo inevitable de Parmnides) lo fenomnico, sin connotaciones metafsica ltimas.-

    El origen de la teora contempornea de la ciencia comienza en el Circulo de Viena oficialmente fun-dado en 1929 con motivo de la celebracin del congreso de Praga sobre la Epistemologa de las cien-cias exactas. Desde sus inicios lo integr un jurista: Felix Kaufmann.-

    Si intentramos reducir a pocas palabras el programa del Crculo de Viena, podramos decir que se propusieron la aplicacin de los conceptos lgicos a la reconstruccin del proceso real de formacin de los conceptos. Se plantearon la necesidad del anlisis lgico del lenguaje en la bsqueda de signi-ficatividad. Ensayaron la exigencia de comprobabilidad de las frases cientficas y la bsqueda de un criterio de sentido emprico, y pretendieron el rechazo de la metafsica por su carencia de significativi-dad emprica. Todo esto los condujo, casi inevitablemente, a la superacin de la distincin entre humanidades y ciencias de la naturaleza mediante la traducibilidad general al lenguaje de la Ciencia Unitaria.-

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  • Hay que subrayar en esa corriente la oposicin contra el pensamiento y contra toda forma de especu-lacin, actitudes que provenan del idealismo kantiano y hegeliano, ambicionando construir una filoso-fa cientfica y la constitucin de un lenguaje cientfico.

    Como vimos, esta corriente se vincula a los empiristas del renacimiento (especialmente Hume) y la legitimacin del conocimiento se designa con los trminos: realidad, experiencia y facticidad.-

    Es una de las fuertes derivaciones del positivismo que ha pasado al mundo epistemolgico con el nombre de empirismo lgico o filosofa analtica.

    Para formarlo concurren particularmente dos escuelas: la lgica simblica o matemtica (Boole, Frege y Peano) y el empirio-criticismo.-

    Quisiramos terminar esta leccin con la referencia a las ideas esenciales de tres pensadores, que fueron la fuente de inspiracin de los filsofos que constituyeron el Crculo de Viena.

    Precursores Alfred North Whitehead (1861- 1947).

    Escribi en colaboracin con Bertrand Russell los famosos Principia Mathematica, complet los axiomas de la geometra y deline las bases de la lgica simblica.

    Cuando abordemos el pensamiento de Karl Popper, vamos a tener en cuenta que este pensador era un defensor de la claridad en la exposicin de las ideas. Respetando aquella inolvidable expresin de Ortega que sostena que la claridad era la cortesa del filsofo, Whitehead debera estar incluido en la larga lista de filsofos que expusieron su pensamiento de forma extremadamente oscura, como a su tiempo lo hicieron Hegel, Fichte y Husserl, por citar tres nombres venerables, contrariando el estilo expositivo simple y llano de Platn, Bergson, y Ortega, por mencionar otros tres nombres ilustres que creyeren en la simplicidad expositiva de sus ideas, a tal punto que el profesor C. E. M. Joad ha dicho que "muy bien puede dudarse de que ningn filsofo contemporneo posea la seguridad de haber entendido su filosofa por completo" (3)

    Whitehead sostiene las ideas que a continuacin sintetizamos:

    a) "La nocin de vida involucra un concepto de naturaleza fsica. Debe postularse una metafsica que reclame la fusin de la vida con la naturaleza y nos ofrezca una actitud acorde a las ms recientes conclusiones de la ciencia contempornea y de la investigacin filosfica.

    b) Las dificultades para los hombres de ciencia de darnos un esquema del universo conforme al dua-lismo cartesiano de espritu y materia, no son menores que las derivadas de los principios de causali-dad y de induccin. En cuanto al problema planteado por ese dualismo, es insoluble, mientras consi-deremos al espritu y a la materia como dos substancias distintas de existencia independiente. El sen-tido de la sustancia y sus cualidades, de acuerdo a las categoras ontolgicas de Aristteles y la meta-fsica tradicional, si nos inspiramos en la visin del mundo, segn el "esquema cientfico" de estos l-timos das, no nos queda otra solucin por ser la ms correcta, que la ofrecida por el idealismo, aun-que las dificultades que entran en esta solucin son invencibles para la ciencia, que no puede reducir a proceso espacio-temporal o a ordenaciones de sucesivos puntos matemticos, el mundo de los valo-res, tales como lo hermoso, lo santo, lo bueno, lo justo, mundo al cual la ciencia es totalmente ajena, limitndose as, porque carece de la nocin del valor, a darnos el nico esquema teorticamente posi-ble para ella

    c) "Las contribuciones de Hume y de Newton son sin duda insuficientes. Son ciertas hasta donde se pueden entender. Pero omiten aquellos aspectos del universo en tanto percibido y nuestros modos de percibir, aspectos que juntos conducen a los caminos ms profundos del entendimiento. (2)

    d) La ciencia, bifurca el universo. Nada puede ser aislado o diferenciado como una realidad indepen-diente. No obstante, la ciencia traza en su "bifurcacin" una lnea arbitraria entre materia y espritu, substancia y cualidades, causa y efecto, espacio y tiempo, entre alma y cuerpo, vida y materia, esp- 11

  • ritu y naturaleza. Todos estos objetos tomados en s mismos son pura abstraccin, y el principio de "bifurcacin", que es separacin arbitraria de las cosas, debe ser rechazado en todas sus aplicacio-nes.

    El dualismo de la separacin radical de las dos sustancias, pensamiento y naturaleza ("res cogitans y res extensa") es una "formulacin desdichada del problema ". Descartes expuso este dualismo con la mayor claridad, y las consecuencias de una divisin tan delimitada entre naturaleza y vida "han viciado toda la filosofa posterior.

    e) "Dios es la limitacin ltima, y su existencia la irracionalidad ltima. Dios no es concreto, pero es el fundamento de la realidad concreta. No se puede dar razn de la naturaleza de Dios, porque esa natu-raleza es el fundamento de la racionalidad". Los objetos eternos que Dios agrega a la realidad de los sucesos hacindolos ingresar por seleccin, a diferencia de las entidades actuales, son inmutables.

    Hay un pensamiento dominante en toda su vasta produccin filosfica: Proceso y realidad, La ciencia y el mundo moderno, Proceso y realidad, Naturaleza y vida, Aventura de ideas, Modos de pensamien-to, que puede sintetizarse en la tesis siguiente: la realidad es un proceso de creacin continua sin categoras ontolgicas, en la cual slo los objetos eternos no reconocen cambio, y todo cuanto devie-ne distinto o diferente, est entre s ntimamente relacionado, no conoce "bifurcacin", y, no existiendo ninguna realidad en s independiente de otra realidad, nada en el mundo est separado.

    Whitehead, como gran matemtico que era, nos muestra a ese saber como la ciencia de los mdulos o modelos, en los que se puede encerrar una infinidad potencial de todo ser, y son precisamente el modelo acabado de abstraccin de potencialidad en la creacin de prototipos lgico matemticos, lo que le permite su traslado a los tipos poltico sociales, que mejoren a la sociedad futura en la realiza-cin del bien.

    La obra filosfica del autor en recuerdo plasm en un clsico (x) Process and Reality, que fue edita-do por la Cambridge University Press e incorporado a una excelente recopilacin que edit la Univer-sidad de Harvard en 1947 bajo el ttulo Essays in Science and Philosophy.

    Comenzamos haciendo referencia a la dificultad interpretativa del pensamiento del autor por su carac-terstica complejidad. Hermosas pginas todas que evidencian una elegancia del lenguaje y un colori-do imaginativo deslumbrantes, pero que reflejan una mentalidad rida y extremadamente abstracta.

    Es sin duda una vana pretensin en estas pocas lneas haber delineado siquiera la trascendente signi-ficacin filosfica del pensamiento del autor en recuerdo. Nos ha parecido no obstante importante se-alar su ubicacin en relacin con el desarrollo de sus ideas en el porvenir. Puesto as nuestro autor, casi al final de que podramos llamar la era cartesiana, el vigoroso sistema esbozado podra encerrar direcciones fundamentales para una sntesis futura, mas all de la inconexidad y penumbra de sus contornos. Whitehead rene en su muy vasta produccin cientfica y filosfica, elementos de encum-brada visin especulativa y de hondo saber cientfico, que hemos considerado necesario destacar y sealarlo como uno de los posibles puntos de arranque para este desarrollo epistemolgico que nos hemos propuesto.

    Bertrand Arthur William Russell

    Fue conocido como el filsofo de todas las filosofas, lo que nos remite tanto a la complejidad de su pensamiento, cuanto a la multiplicidad de las aportaciones de su extensa y variada obra. En efecto, desde la Exposicin crtica de la filosofa de Leibniz (1900) hasta La evolucin de mi pensamiento filosfico (1959) que lo podramos considerar la recapitulacin final de sus fecundas ideas, se introdu-ce innovadoramente en los campos de la lgica, la filosofa de la matemtica, la filosofa del lenguaje, la metafsica, la epistemologa, la tica, la sociologa, la religin, la poltica y tambin la historia de la filosofa.-

    El punto de partida de su filosofa fue una crtica al idealismo de base kantiana y hegeliana que repre-sentaba en el mundo de habla inglesa el filsofo Francis Herbert Bradley (1846-1924).

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  • El pensamiento de Russell, est en relacin con una incansable bsqueda de la certeza, que fue el acicate de toda su larga y fecunda existencia. .

    Era tolerante con las personas comunes, pero intransigente con casi todos los filsofos. Para sorpresa ma haca algunos elogios de los escolsticos, pero consideraba a Aristteles un pedante aburrido y a Platn, imagino que en razn de sus ideas polticas, "muy perverso. Hegel, Schopenhauer y Nietzs-che eran inaceptables.

    Ms all de esta exigente autocrtica, debemos admitir que las aportaciones de Russell, incluso en el severo terreno de la filosofa, han sido de enorme trascendencia. Baste decir que su pensamiento est en los orgenes de una de las ms calificadas corrientes de nuevas ideas del siglo XX, la del positivis-mo lgico, articulada por los filsofos del Crculo de Viena Prolog en 1922 una edicin del Tractatus Logco-Phiyosophicus de Ludwig Wittgenstein, que fuera su discpulo en Cambridge.-

    Para Russell, la importancia de una filosofa radica en la lgica en que se fundamenta, y esto lo anun-cia ya en Los principios de la matemtica, (1903) donde haba establecido un paradigma lgico-matemtico en el que, ms all de lo emprico', se formalizaban un cierto nmero de conceptos. Un segundo volumen, que Russell nunca lleg a publicar - en su lugar aparecieron los Principia ma-thematica, escritos en colaboracin con Alfred North Whitehead -, deba confirmar, con razonamien-tos rigurosamente simblicos, que toda la matemtica pura trata exclusivamente de conceptos defi-nibles en los trminos de un pequesimo nmero de conceptos lgicos fundamentales, y que todas las proposiciones de tal ciencia son deducibles de un nmero muy pequeo de principios funda-mentales.

    Posteriormente, Russell abandon sus investigaciones en el campo de la lgica matemtica y se inte-res por los problemas del conocimiento. Dos obras marcan esta evolucin: Los problemas de la filo-sofa (1911), y Nuestro conocimiento del mundo exterior (1914), que constituyen la antesala de su teora del atomismo lgico, formulada en 1918. Segn esta teora - una de las ms brillantes aporta-ciones del filsofo ingls- el mundo aparece como una multiplicacin infinita de elementos separados, o tomos, que no tienen carcter fsico, sino que son el residuo ltimo del anlisis lgico. Es decir, que ah se concibe el objeto en tanto que construccin lgica efectuada a partir de los datos sensoriales.

    Con los aos, Russell profundiz las cuestiones ligadas al problema del conocimiento hasta conseguir en 1948 una de sus obras ms acabadas: El conocimiento humano, su alcance y sus limitacio-nes. En su anlisis ltimo, el filsofo britnico afirm que todo el conocimiento que poseemos es o conoci-miento de hechos particulares o conocimiento cientfico. En el mbito de las creencias, o sea, en el terreno religioso y tico, no existe, propiamente, certeza ninguna. La filosofa no tiene otra salida que la de ligarse a las ciencias, no distinguindose de stas, ms que por el carcter general de los pro-blemas que aborda.

    Este escepticismo en el terreno de las creencias no fue inconveniente para que Russell dedicara gran parte de su actividad a las cuestiones ideolgicas de su tiempo y lo que lo convirti en un hombre de accin comprometido con la defensa de sus ideales. Agnstico consumado, consider que la religin era un temible obstculo que entorpeca el desarrollo racional del hombre, y postul una idea de so-ciedad en la que estuvieran excluidas las creencias religiosas y toda moral rgida y puritana que pudie-ra coartar la libertad de los hombres. Polticamente, apoy al socialismo, pero desech la va sovitica.

    Su escepticismo fue fruto de su profundo e incondicionado amor por el conocimiento, pues ste fue una de sus grandes pasiones.

    Ludwig Wittgenstein Junto con los que ya hemos recordado y otros que en mrito a la brevedad no podemos invocar, han sido los grandes inspiradores de la filosofa analtica, que entraa un cambio radical en la concepcin que esta tiene de s misma.

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  • La formacin terica de Ludwig Wittgenstein en filosofa al igual que Schoemberg en msica y Ko-koschka en pintura no tenia verdadero acopio de informacin y era en alguna medida lo que hoy lla-maramos un autodidacto.

    La mayora de los crticos y comentadores de la obra filosfica del pensador en recuerdo han formula-do una clara divisin en dos grandes periodos en su vida intelectual. El primero esta representado por el Tractatus Lgico Philosophicus que fue una obra dedicada al amigo mas intimo de sus aos inicia-les de Cambridge, y el segundo coronado por Philosophical Investigations. El vinculo entre ambos momentos de su extraordinaria produccin intelectual no es pacfico. Para algunos, este segundo momento es una suerte de desarrollo o profundizacin del Tractatus ya que ambas obras, solo co-bran sentido, cuando se las considera de forma complementaria. Otros, tal vez los mas, creen que en realidad no hay una lnea continua que lleve del Tractatus a las Philosophical Investigations. No habra as una continuidad lgica significativa entre ambas obras, sino ms bien un verdadero salto, un hiatus cualitativo difcil de colmar, casi una ruptura lgica en tanto el pensamiento del ltimo es con escasa diferencia, una negacin del primero.

    Wittgenstein deca: mi trabajo consta de dos partes: la que presento a continuacin, mas todo lo que no he llegado a escribir. Esta segunda parte es precisamente la ms importante .

    El Tractatus, que ya ha cumplido sesenta aos, esta concebido en forma de aforismos muy breves, distinguidos por una admirable amalgama de lgica forzocidad, de belleza esttica y de inimitable am-bigedad potica. En un texto que en su totalidad apenas excede las ochenta paginas desarrolla el fecundo nmen de su filosofa.

    La idea fundamental del Tractatus, en nuestro modo de ver, no es diferente de varias expresiones msticas del pensamiento oriental, tanto de las ideas mas profundas del budismo, como de las versio-nes posteriores de los maestros del Zen. Tanto el Tractatus como la venerable produccin de la filoso-fa oriental, bifurcan sus sentidos excediendo el contenido sapiencial del libro, proporcionando as una fuente de irreversible sabidura, que permite armonizar la vida individual con el cambiante fluir con las corrientes del universo.

    El segundo y el tercer momento de desarrollo de la Epistemologa sern objeto de desarrollo en los captulos que siguen.-

    1) Se transcriben al pie el texto de las cartas de lectores del diario La Nacin con el que se comienza este captulo

    (2) Joad C.E. M. Gua de la Filosofa. Losada. Buenos Aires 1940 pgina 514.

    (3) Whitehead Alfred N. Naturaleza y Vida Traduccin de Risieri Frondizi. Buenos Aires 1941, pgi-nas 33 y siguiente.

    Preguntas para una autoevaluacin de la primera clase:

    1) Trate de plantearse las diferencias esenciales entre las distintas formas del conocimiento, particu-larmente entre ciencia y filosofa.

    2) Recuerde cuales eran las caractersticas del silogismo cientfico para Aristteles.

    3) Platn distingue doxa y episteme. Podra ensayar sus diferencias?

    4) Recuerde la clasificacin de las ciencias que formula Francis Bacon

    5) Recuerde la clasificacin de las ciencias que formula Comte.

    6) Cules son los momentos fundamentales por los cuales ha pasado la Epistemologa, en su expre-sin contempornea.

    7) Cules seran las figuras mas representativas del Crculo de Viena ?

    8) Cul es el programa esencial del Crculo de Viena ? 14

  • 9) Elabore algunas ideas esenciales en el pensamiento de Bertrand Russell.

    10) Mencione los nombres de las dos obras fundamentales de Ludwig Wittgenstein.-

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  • CAPTULO SEGUNDO EL LENGUAJE

    Decamos en la introduccin de estas lecciones, que este era un curso de Epistemologa plasmado dentro de una carrera de postgrado en una Facultad de Derecho y en consecuencia, habamos antici-pado que si bien nuestro desarrollo se desenvolvera fundamentalmente con referencia a los aportes realizados en esta disciplina a partir del Congreso de Praga de 1929, es decir, dentro de lo que po-dramos considerar, la vertiente contempornea de esta venerable disciplina filosfica, tendra una fuerte tendencia dirigida a la explicitacin de sus contenidos, vinculados a la problemtica jurdica, aprovechando todas las perspectivas que pudieran brindarnos los aportes doctrinarios dilucidados en su desarrollo general, que pudiesen iluminar una contingencia de atencin en ese plano favorecido por nuestro inters.-

    El Crculo de Viena, decamos, se propuso la aplicacin de los conceptos lgicos, a la reconstruccin del proceso real de la formacin de los conceptos, intentando un anlisis lgico del lenguaje en busca de la significatividad.-

    Los lenguajes naturales son generados espontneamente en el curso de la evolucin histrica de los pueblos, como el ingls, el alemn o el castellano. Los lenguajes artificiales son los construidos si-guiendo ciertas reglas formales como los que utiliza la lgica o las matemticas. Hay lenguajes que mencionan, como cuando digo que en el aula hay alumnos que se interesan, y lenguajes que expre-san, como cuando digo tengo calor; lenguajes que prescriben, que junto a la prohibicin y a la permi-sin son los modos que mas se utilizan en el mundo del derecho.

    El lenguaje es un mecanismo racional que nos permite trasmitir lo que observamos y asimismo trans-formar nuestras identidades e inclusive el mundo que es nuestro habitat, intentando elaborar el futuro de nuestras existencias, en la que coexistimos con las cosas y convivimos con los dems.

    Tan es ello cierto que muchas veces, no es necesario modificar los hechos de la realidad que nos cir-cunda, cualesquiera que ellos sean, sino solo solamente cambiar el discurso que con respecto a esos hechos hacemos referencia de la realidad.

    Histricamente se ha definido el trabajo del hombre como una accin humana sobre la naturaleza para dominarla.

    La vida social le ofrece al ser humano todo un sistema de bienes y servicios que pone a su disposicin para su mayor perfeccin de vida y que en todos los casos se nutre del trabajo de sus miembros. Esto es lo que en trminos generales llamamos productividad que significa la relacin entre un determinado elemento, que puede ser una mquina o una determinada cantidad de energa y el logro que se obtie-ne mediante su utilizacin.

    Durante muchos siglos el trabajo, se identific con el trabajo corporal y desde esa perspectiva, fue considerado indigno para el hombre libre. La historia de Grecia y de Roma es una prueba irrefragable de esa afirmacin, que condujo a esas civilizaciones a descargar la casi totalidad de la actividad nece-saria para el mantenimiento fsico de la comunidad, en las fornidas espaldas de los esclavos, conside-rados as absolutamente insustituibles para comprender la estructura de la vida social. Sin embargo esa identificacin entre trabajo y labor fsica, entre trabajo y labor manual, ha sido desbordada por el trabajo no manual, el que realiza un abogado, un contador, un gerente, un vendedor, un maestro, cuya tarea consiste fundamentalmente en hablar, en conversar.- Su trabajo, se realiza conversando.

    El tema de la palabra y el lenguaje

    El tema de la palabra y el lenguaje tienen que ver con el derecho sin duda en varios sentidos. El dere-cho se expresa con palabras, como casi todas las ciencias, pero las palabras adquieren en el mundo jurdico una significacin muy especial en dos mbitos fundamentales que se relacionan, uno con la 16

  • tarea de elaboracin del derecho, tal vez mas especficamente con la tcnica legislativa y el otro con la metodologa de la interpretacin.-

    Es significativo lo que se ha avanzado en la elaboracin de una teora de la interpretacin, particular-mente a partir de la sancin del cdigo civil francs, que signific por una parte imponer al aplicador, es decir al Juez, el monopolio otorgado a la ley como nica fuente del derecho y adems, o mas bien como corolario de este precepto esencial, ponderar la voluntad real del legislador histrico, como ni-ca posibilidad de significacin de la ley. Advirtase que en modo alguno pretendemos sostener que antes de la sancin del cdigo Napolen, no hubiese habido preocupacin cientfica por el tema de la interpretacin. Creo mas bien que la hubo siempre, pero nos parece que es a partir de ese texto hist-rico, que la cuestin se radicaliza esencialmente en el texto sancionado por un legislador real, de car-ne y hueso, es decir, en las palabras de la ley .

    Correlativamente, es realmente muy poco lo que se ha trabajado en lo que podramos llamar la elabo-racin de un modelo o de un diseo legislativo. Casi se podra afirmar que no existe en la cultura jur-dica del derecho continental, una genuina escuela de tcnica legislativa.-

    Nosotros creemos que el motivo de ese vaco en la formacin de los juristas, es que se parte del pre-supuesto de que la tarea que a ellos compete comienza a partir de la norma legislativa elaborada. La funcin del jurista es conocer y en todo caso aplicar la ley, pero de ninguna manera crearla, elaborarla y esto explica entonces, que haya tan poca preocupacin, en la manufactura de teoras o siquiera bosquejos de teoras y explica tambin la muy escueta, por no decir ausente bibliografa en la especia-lidad. Salvo aquel antiguo manual de tcnica legislativa de Colmo, desactualizado, prescindente de todo lo que en el mundo de la comunicacin y en el discurso pragmtico se ha elaborado en estos ltimos decenios.

    En menos palabras. Tal vez la funcin de los juristas, no es sugerir o proponer los textos que insinen prescribir como debe ser el derecho, sino mas bien como debe ser aplicado, ya que la ciencia de la legislacin es el reino de los polticos.

    Los legisladores son los que deben ocuparse de la elaboracin de los textos legislados y por ello los presupuestos prevn que puedan designar asesores que colaboren con ellos en esta compleja faena de legislar.

    La cuestin entonces de cmo se debe legislar, est vinculada por una parte a un determinado espec-tro tico y poltico y por el otro lado, a una cuestin especficamente tcnica que tiene que ver con la capacidad de dirigir el comportamiento de las personas que est ligado a esos mismos presupuestos ticos y polticos, pero que tiene que priorizar fundamentalmente el poder de modelar la voluntad de los sbditos, ya que sera bastante ingenuo creer que es posible cambiar el mundo a golpe de decre-tos. En el rea de la normacin tica de la conducta Dentro del amplsimo campo de las relaciones de la moral con el derecho, es decir en el rea de las normas ticas reguladoras del comportamiento, en ese territorio que ha sido llamado el Cabo de Hor-nos de la Filosofa del Derecho, se estudian desde hace ya siglos, los criterios de diferenciacin que permitan separar el mundo de la normacin jurdica, de la moral, de los convencionalismos sociales y aun de las normas religiosas.

    En ese mbito se habla de los criterios de interioridad y exterioridad, de autonoma y heteronoma, de coercibilidad e incoercibilidad, de unilateralidad y bilateralidad y Hart, desde el pensamiento analtico, ha agregado algunos de los criterios entre los que quisiera rescatar el de la inmunidad al cambio deliberado, que lo que postula es que la moral no depende de los cambios voluntarios del legislador, como que su territorio tiene una cierta fijeza que la deja impermeable a los cambios circunstanciales y mas bien encadenada a los postulados esenciales de la conducta.

    17

  • Es cierto, el derecho est expuesto a las variables contingencias del capricho del legislador o de la voluntad potestativa de quien ejerce el poder poltico en una comunidad.

    Sin embargo esto tampoco es absoluto, ya que uno de los grandes temas de investigacin de las cien-cias sociales en este momento, es el estudio de las consecuencias no intencionadas de las acciones individuales.

    Adems, no se olvide que el derecho, el ordenamiento normativo de un estado particular, integra una pluralidad de preceptos que conforma un entramado normativo e institucional.

    Por ello la tarea de legislar requiere conocimiento, pero este no es suficiente, ya que a veces aun sa-biendo, no se logra abrir el surco adecuado por el que debe transitar la forma de juridicidad persegui-da. Requiere tambin clculo pasado y anticipatorio. Reclama autenticidad. Muchas construcciones jurdicas ostentan un efectismo y una aparente grandiosidad que no son sino fra suntuosidad, que las convierte en instrumentos que envejecen sin uso, o con un aprove-chamiento insuficiente en el propsito de normar adecuadamente la conducta de los ciudadanos.

    Pensemos en la posibilidad de ordenar una cuestin aparentemente sencilla, como sera el trnsito vehicular en una comunidad de densidad demogrfica intermedia como Rosario, o todava si se quiere una cuestin an menor, como sera la solucin al problema de los residuos domiciliarios. Es sorpren-dente advertir, cuanto se ha normado, cuanto se ha deliberado y se contina legislando y debatiendo sobre el tema y qu deficientes soluciones se han proporcionado a la comunidad.

    Cabra preguntarnos entonces, habida cuenta que muy frecuentemente las consecuencias que produ-cen las decisiones son involuntarias, no queridas o decididamente preterintencionales, si se es res-ponsable por lo que se quiere o solo por lo que se hace.

    Debe haber entonces una cierta racionalidad lingstica, en el sentido de que la ley debe comunicar un mensaje claro a sus dos destinatarios fundamentales; primero a los sbditos, cuyo acatamiento se propone y luego a los jueces o a los funcionarios que deben resolver la adecuacin de los casos que acontecen en la vida real, con los modelos predibujados normativamente. Para ello se debe reducir la ambigedad, la vaguedad, la redundancia.-

    Pero debe haber tambin una racionalidad lgico formal. Y tambin una racionalidad pragmtica, que indique hasta que punto podemos conocer en forma anti-cipada cual va a ser la reaccin de los sbditos del sistema. Cual va a ser el grado de acatamiento frente a la norma sancionada. Lo que llamamos la eficacia de la normacin. En ese sentido hay una irracionalidad pragmtica si la ley se viola con una frecuencia que exceda los lmites de lo razonable y esa irracionalidad pragmtica puede aun aumentar si los rganos encargados de reprimir, no reprimen o no reprimen del modo esperado por la misma normatividad.

    Preocupacin filosfica respecto del lenguaje

    El tema del lenguaje ha sido considerado como una preocupacin filosfica desde la filosofa preso-crtica donde se haba llegado a una total equiparacin entre lenguaje y razn, desde que ser ra-cional era en definitiva el ente capaz de hablar y ha sido tema comprendido en los desarrollos de los grandes sistemas de la filosofa helenstica, como en Platn y en Aristteles, pero indudablemente el mayor florecimiento se consigue en el siglo XX, al considerar a la crtica del lenguaje y a la analtica del lenguaje, casi como la nica actividad filosfica. Desde esta ltima perspectiva, la filosofa del len-guaje o ms modestamente, un anlisis filosfico sobre el lenguaje, debera comprender todo lo que los filsofos hacen cuando reflexionan respecto del lenguaje, lo que sin duda desbordara lo que des-de esta perspectiva epistemolgica complementaria, nos vamos a proponer.

    Nuestra preocupacin, al abordar un intento introductorio de filosofa del lenguaje, pretender propor-cionar algunas descripciones as que superficiales de ciertas caractersticas del lenguaje, tales como la referencia, el significado, la verdad y la necesidad, siempre, teniendo en cuenta que el mundo del

    18

  • derecho es un mundo de palabras y as como en lgica aprendimos que el trmino era la expresin simblica del concepto, la proposicin era la expresin simblica del juicio y el argumento la envoltura verbal del razonamiento, la palabra es la manifestacin oral del pensamiento, con lo que resulta que el lenguaje sera de alguna manera una cierta verbalizacin de la lgica.

    Los temas relacionados con el habla, se refieren a procesos tan absolutamente vinculados a nuestra condicin de humanidad, que muy infrecuentemente asumimos la necesidad de profundizar respecto de su naturaleza. Aceptamos en formas casi intuitiva que el lenguaje es un mecanismo casi exclusi-vamente humano, ya que a ningn otro ser de la creacin atribuimos esa facultad, como instrumento de comunicacin de ideas, de sentimientos y de deseos, por medio de un sistema de smbolos que son producidos voluntariamente por lo que se han dado en llamar los rganos del habla que son los que pueden producir los sonidos del habla.

    En realidad cuando nos referimos a los rganos del habla, tenemos en claro que, en rigor de verdad, no existen los tales rganos del habla, ya que el proceso del habla no es una actividad simple que pueda considerrsela vinculada a determinados rganos, como podran ser la laringe, la lengua, el paladar y los labios, del mismo modo que el estmago y el hgado son rganos vinculados al proceso digestivo o el corazn, las arterias y las venas rganos propios del sistema circulatorio de nuestro cuerpo, sino un proceso tal vez mucho mas complicado, que tiene un encadenamiento en el cerebro y en el sistema nervioso tendiente al logro de la comunicacin de las ideas.

    Aceptemos entonces que el lenguaje sea considerado un sistema funcional formado dentro de lo que consideramos la constitucin intelectual del ser humano.

    San Agustn dividi a los signos en naturales y convencionales. Los primeros seran para l, aquellos que con independencia de toda intencin o deseo de usarlos como signos conducen al conocimiento de algo distinto, por ejemplo el recordado ejemplo de que el humo es signo del fuego.

    Los signos convencionales son aquellos que los seres vivos intercambian con el objeto de mostrar sus sentimientos, percepciones, pensamientos.

    No obstante que no pocos autores identifican la expresin signo con smbolo, es corriente aceptar modernamente que los smbolos son signos no naturales, conscientes o convencionales, que tienen carcter colectivo como representativos de algo. La tierra mojada sera el signo de la lluvia y el nme-ro diez sera el smbolo del sobresaliente, que es sin duda, convencional o adecuado a un determi-nado sistema de calificaciones.

    Todo signo es signo de algo, an cuando no todo signo tiene que tener una

    significacin.

    Los smbolos son subsistemas cerebrales de alto nivel

    El lenguaje es el mas poderoso instrumento a travs del que se realiza la comunicacin entre las per-sonas. Las personas coexisten con los objetos de que se valen para su subsistencia y que son nom-brados por ellas y conviven con otras personas con las que se comunican y es a travs de la palabra que se suelen establecer los mejores mecanismos de comunicacin.

    Cuando decimos los mejores mecanismos de comunicacin, no decimos los nicos, ya que pareciera evidente que si cierto es que la palabra resulta el mas claro y preciso mecanismo simblico de vnculo entre los seres humanos, hay momentos y circunstancias en que las palabras no logran satisfacer plenamente su rol instrumental en la comunicacin y otras tantas, en que las palabras son sustituidas por otras herramientas mas idneas para el caso. La relacin amorosa, por ejemplo, tiene cdigos donde muy frecuentemente sobran las palabras. El lenguaje gestual tiene una cantidad de smbolos que sustituyen, en ocasiones largamente, el valor comunicacional de las palabras.

    El lenguaje gestual o lo que tal vez mas precisamente podramos llamar la comunicacin no verbal es probablemente mucho mas que un simple sistema de seales emocionales que se encuentran a veces funcionando conjuntamente con las palabras o comunicacin verbal y otras con absoluta independen-cia de ellas. 19

  • Muchas veces estos subsistemas estn tan estrechamente vinculados entre si que en la comuni-cacin que se logra face to face, se emplean todos los sentidos junto a la palabra. Estas ltimas son muy frecuentemente hermosas, pero a veces fuerza es admitir que no representan la totalidad del discurso y aunque muy asiduamente las sobrestimamos, tanto verbales cuanto escritas, otras, es necesario aceptar que ellas funcionan cuando todo lo dems verbal y escrito ha fracasado.

    Algunos pueblos son mas comunicativos con todos los medios de expresin posibles, con la vista, el odo, el tacto y an el olfato, que otros. Particularmente los italianos, de quienes seguramente hemos heredado por penetracin oral o por presin osmtica, muchas de sus caractersticas y tantos gestos que, por lo menos parcialmente se reproducen en la imagen que luce al final de este captulo.

    Sin embargo para que podamos comprender el sentido de la accin humana, en cuyo amplsimo terri-torio se desenvuelve el derecho, es absolutamente necesario contar con un instrumento que le permita al hombre distinguir lo real de lo posible. Solo con ese instrumento y en ese mbito, en el que se ma-nejan cosas y situaciones no presentes, es menester que ausente la cosa se la pueda seguir pensan-do mediante algo que no es ni ella misma ni su imagen sensible.

    Todas las cosas, todos los objetos tienen que tener algo as como un representante que al mismo tiempo las sustituye y las menciona. Y esos representantes del mundo de las cosas reales ante el mundo de las cosas posibles son las palabras, que funcionan como la ganza que nos abre el modo anticipatorio en el que se proyecta la accin antes de ser realizada, ya que todo lo que constituye el mundo de la accin, antes de su realizacin, tiene una especie de proyecto posible anticipatorio en la mente humana.

    Sin embargo no obstante todos esos atributos que, decimos, constituyen la esencia de las palabras, lejos estn de alcanzar plena y absolutamente, en todos los casos, que la comunicacin lingstica se logre. Muchas veces, ese objetivo se malogra y el vnculo no se establece.

    De las perplejidades en el lenguaje

    A veces se producen perplejidades en el sentido de que no tenemos certeza acerca de la naturaleza del acto verbal que sugieren las palabras. Es decir entendimos el significado de las palabras, pero no exactamente su sentido: no sabemos si lo que nos trasmitieron fue una orden, o un consejo, una afir-macin, una pregunta, tal vez una advertencia, o quiz una amenaza, una broma, una justificacin, una conjetura, una prohibicin.-

    La cosa no se agota all. Una vez que logramos superar ese primer obstculo puede aparecer una segunda perplejidad que tiene que ver, no con el sentido del mensaje que se nos ha trasmitido, que en esta segunda hiptesis es inequvocamente claro para nosotros, no tenemos dudas que se trata de una amenaza por ejemplo- pero la perplejidad surge porque no alcanzamos a comprender bien de que nos han amenazado.-

    El tema del lenguaje es una caja de sorpresas, con trampas ocultas, celadas insospechadas, embos-cadas inesperadas y asechanzas encubiertas.

    Uno de los grandes temas del lenguaje que arranca desde la reflexin sofstica es el que se refiere a la cuestin de hasta que punto los nombres del lenguaje son o no convencionales. Los nombres son convenciones establecidas por los hombres para entenderse ?

    Se plantea Platn, en el Cratilo si los nombres poseen alguna propiedad, que signifique que estn naturalmente relacionados con las cosas que mientan.

    Cratilo, que en el dilogo platnico es la representacin de Herclito, tiene un coloquio con Hermge-nes, que en el mismo dilogo representa a Demcrito y a Protgoras y en ese intercambio dialctico, Cratilo sostiene que los nombres no son arbitrarios, que hay oraciones verdaderas y falsas, de donde se desprende que hay nombres verdaderos y falsos.-

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  • De la misma forma que no cortamos con cualquier cosa, sino con un instrumento que sirva para ello, una navaja o un cuchillo, tampoco nombramos verdaderamente a las cosas si no tenemos en cuenta su naturaleza.

    El nombre es la imitacin de la esencia de las cosas. Y esta representacin se realiza en las palabras derivadas.-

    Cada nombre designa una cosa determinada, ni mas ni menos que ella.

    Esa sera la tesis de Cratilo rebatida por Hermgenes que cree que los nombres son absolutamente convencionales y en consecuencia pueden cambiarse a voluntad y cada nombre puede designar poco menos que cualquier cosa.

    La tesis del Cratilo estara plasmada en aquel inefable poema de Borges:

    Si el nombre es reflejo de la cosa Como dice el griego en el Cratilo En las letras de rosa est la rosa Y todo el Nilo en la palabra Nilo.

    El argumento de Hermgenes podra resumirse afirmando que los hombres no se han puesto de acuerdo en usar las palabras como signos porque estas tengan significado. Por el contrario ellas tienen significado, precisamente porque los hombres se han puesto de acuerdo al respecto.

    Ferdinand de Saussure nos ensea que porque el signo es arbitrario es que no conoce otra ley que la de la tradicin y precisamente porque se funda sobre la tradicin es porque puede ser arbitrario.

    En esa polmica que se viene vertebrando desde el Cratilo platnico y en la que nos sumamos a la tesis de Hermgenes, que no es sino Demcrito y Protgoras en el dilogo, pensamos que nada influ-y para que los objetos fuesen llamados de un modo predeterminado por encima del arbitrio dominan-te del primer hablante que estableci en su lengua y en su odo la relacin entre la palabra y la cosa que mejor cuajaba a su fantasa. En ese instante creador, en cada idioma la soberana fue absoluta, la libertad plena. El hecho de que diferentes lenguas moldearan la expresin sincrnica y diacrnica, es la prueba irrefragable de que ningn requerimiento natural pudo haber ejercido coercin alguna, para que la expresin lingstica fuera la que en cada caso cada idioma recort como la adecuada a la cosa y tal vez si alguna duda todava pudiera permitir infiltrar los argumentos bellamente enunciados por Cratilo sosteniendo la tesis contraria, la circunstancia de que esa expresin pueda modificarse y de hecho se modifica frecuentemente en los idiomas, lo ratifica.

    Solo la continuidad en el tiempo lleva a los lenguajes a afirmarse, permitiendo que la tradicin, pausa-da pero firmemente, vaya enhebrando una a una las expresiones nominativas, y lo que casi siempre comienza siendo un modelo inestable de lo real, termina por el paulatino crecimiento de la historia, afirmndose en el pensamiento de los hombres y en la conducta de sus relaciones. Por eso es que los idiomas son herencias muy valiosas de los pueblos, vinculadas fuertemente a sus tradiciones y a sus costumbres que se logra con una conquista perdurable en el tiempo.

    Esto lo explica bellamente Dante Alighieri cuando intenta describir el clima de su inefable Divina Co-media, desde el significado profundo de los primeros cantos y que es el plano esencial en el que desa-rrolla la narracin desplegando una obra de altsima literatura solo comparable a la trgica pica de Homero, tal vez a Shakespeare, quien sabe si a Goethe. Porque es el tiempo el que enriquece el len-guaje y tambin el que lo modifica y as como acepta neologismos, pierde en la memoria arcasmos deslucidos y en ese equilibrio perdurable de lo vital, compensa activos con pasivos y es tal vez en esa enorme capacidad de experimentar postergaciones, donde se expresa su hiertica energa.

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  • Y es satisfaciendo su funcionalidad, que el lenguaje enfrenta la encrucijada en la que bifurca la diafa-nidad de su destino, asumiendo en la escritura la representacin de la palabra hablada sugiriendo la inminente contingencia de que la escritura llegue a usurpar la primaca de la palabra hablada.

    Cuantas veces hemos quedado estupefactos, al releer un discurso que escuchamos vivo y vibrante, y no encontramos en su lectura la intensidad trmula que nos impresionara al escuchar aquellas pala-bras otrora plenas de sentido y elocuencia. Pareciera que es otro texto y no es solo que falte la vibra-cin fecunda del orador, sino que estn ausentes los matices y las inflexiones de su voz

    Una de los mas importantes corolarios de la tesis de Hermgenes, en el despliegue de los lenguajes naturales, es la libertad que el hombre tiene de otorgarles a las palabras un significado arbitrariamente elegido. La pena, nos ensea Sebastin Soler, es un mal amenazado primero y luego impuesto al violador de un precepto legal, como retribucin, consistente en la disminucin de un bien jurdico y cuyo fin es evitar los delitos (1)

    Sin embargo cuando el Cdigo Penal se refiere a las penas, establece solo las siguientes: reclusin, prisin, multa e inhabilitacin. Es decir que del inmenso arsenal de valores jurdicos que el hombre tiene a su alcance para su disfrute, la ley satisfaciendo una indudable exigencia de igualdad, se limita cuando nos impone una sancin, solo a la disminucin de la libertad, del patrimonio, o al ejercicio de algunas esferas determinadas de derechos.

    Decamos que los lenguajes pueden dividirse en naturales, como los producidos en el curso de la evo-lucin histrica de los pueblos, el italiano, el francs, el espaol y artificiales, el lenguaje de la lgica, o de las matemticas, por ejemplo. Dentro de los lenguajes naturales, podemos hablar de un sentido indicativo y de un sentido prescriptivo. Los lenguajes indicativos son en algn sentido cognitivos y pueden ser imperativos y valorativos, en el sentido que formulan prescripciones o mandamientos y lenguajes que formulan juicios de valor.

    Tambin podemos hablar de los llamados usos operativos del lenguaje, que tienen en el mundo jurdi-co un rol significativo, y con el que no se pretende describir nada, ni prescribir nada tampoco, sino mas bien que a travs de ese enunciado se describe un determinado acto de voluntad. Por ejemplo si en un documento nos declaramos deudores solidarios de los dbitos de determinada persona en un ban-co.

    Al lado de estos usos operativos del lenguaje hay algunas significaciones operativas bajo la apariencia de lenguajes descriptivos.

    Los periodistas saben mucho de esto. Recuerdo por ejemplo, que con ocasin de uno de los lamenta-blemente frecuentes episodios, que comprometan la conducta profesional de un Juez capitalino, y que se convirti, como varios otros, en noticia de primera pgina de diarios y revistas sensacionalistas, se informaba sobre la detencin del ex magistrado, circunstancialmente alojado en un hotel lujoso de la ciudad de Ro de Janeiro.

    Esta noticia, era referida por un peridico serio de Buenos Aires informando que un juez destituido fue detenido en Ro de Janeiro y deportado a Argentina para ser juzgado. La misma noticia recogida por una revista de la llamada prensa amarilla titulaba as la noticia : Un ex Juez y su amiguita fue tro-vado jugando con la similitud del apellido del ex magistrado de marras- en Ro de Janeiro. Otra, mas amarilla an, titulaba as el episodio: finaliz el deleite cinco estrellas de un canalla.

    Estando en una cercana ocasin en la ciudad de Corrientes para la realizacin de un acontecimiento acadmico, se terminaba de sellar una coalicin poltica entre dos fuerzas provinciales y el hecho era referido por dos peridicos locales con estos titulares : un acuerdo interpartidario que es ndice de madurez cvica y espritu de conciliacin y un contubernio bastardo e inmoral.-

    Ludwig Wittgenstein a quien referamos como uno de los pensadores mas lcidos del siglo pasado, que con sus aportes realmente geniales haba sido el detonante del positivismo lgico que plasma en el Crculo de Viena, se refiere al lenguaje tanto en el Tractatus fruto del primer Wittgenstein, como en las Investigaciones lgicas que le sucedieron configurando el perfil del segundo Wittgenstein.- El primer requisito de un lenguaje ideal como lo expresa en el Tractatus, sera tener un solo nombre para 22

  • cada elemento y en ningn caso el mismo nombre para dos elementos diferentes ya que toda la filo-sofa es crtica del lenguaje (4.0031). La concepcin del lenguaje desplegada en esta realizacin del primer Wittgenstein, reposa en la nocin de nombre, que se define como un signo simple, que no est integrado por otros signos, ya que los objetos constituyen la sustancia del mundo y por eso no pue-den ser compuestos (2.021) , la sustancia es aquello que existe independientemente de lo que acae-ce (2.024) lo fijo, lo existente y el objeto son uno (2.027) la configuracin de los objetos es lo cam-biante, lo variable(2.0271).

    El segundo Wittgenstein, pareciera desdibujar por lo menos algunos aspectos del primero, como cuando afirma que el concepto de nmero no es sino aquello que es comn a todos los nmeros, la forma general del nmero. El concepto de nmero es el nmero variable. Y el concepto de igualdad numrica es la forma general de todas las igualdades numricas particulares (6.022), con lo que pare-ciera postular una especie de forma general del lenguaje que no acepta en las Investigaciones Lgicas cuando se refiere a la falta de elementos comunes en todos los juegos a los que llamamos juegos.

    Consideremos as, se plantea este segundo Wittgenstein, las diferentes clases de juegos a los que llamamos tales, como el ftbol, la rayuela, los juegos de palabras, los juegos malabares, la escoba del quince, la lotera, el pato, la ruleta, el bridge, la taba y que nos costara mucho encontrar cuales son los elementos de identificacin que tengan y que hagan a la posibilidad de ser considerados especies de un gnero comn.

    La diversin, el entretenimiento, la puja. Sin embargo, de ninguna manera en todos encontramos coin-cidencias.

    Adems cual sera la explicacin por la cul porque llamamos juegos a todos ellos, y por ejemplo no llamamos juego al box, ni a los lances esgrimsticos, que participaran de algunas de las varias carac-tersticas sealadas antes.

    Las palabras solo son parte del aparato verbal de que nos valemos para describir o criticar ciertos ti-pos de conducta humana. Son los nombres de ideas pero no son el nombre de nada, conocer su signi-ficado es solo saber usarlas correctamente, esto es de modo de ser generalmente inteligibles.-

    La actividad que se dirige a expresar el significado de una expresin lingstica se llama interpreta-cin.- La interpretacin suele tener mas de un anlisis y eso ser motivo de intensa preocupacin en el mundo jurdico.

    Existe una creencia de que las palabras y muy especialmente las que aparecen en las discusiones polticas, como Estado, democracia, poltica, derecho, libertad, tienen significados intrnsecos esencia-les o que pueden llegar a ser descubiertos por introspeccin.

    La investigacin est condenada a la esterilidad porque las palabras no tienen significados en ese sentido, solo tienen usos. No hay nada divino o mgico acerca de la justicia o la democracia o el Esta-do.

    Borges deca de la democracia, ese peculiar abuso de la estadstica.

    Si nosotros dijsemos que la combinacin de dos molculas de hidrgeno y una molcula de oxgeno, producen agua y que si agregsemos una molcula mas de oxgeno se producira agua oxigenada, estaramos haciendo una afirmacin correcta . Pero claro, como nosotros no somos qumicos, podra-mos creer que la cosa sera envolver en un mismo paquete dos frascos que tuvieran esos contenidos y seguramente procediendo de ese modo nunca obtendramos agua. Es decir que la expresin combi-nacin tiene una significacin tcnicamente precisa que es la que nos conduce a ese resultado.

    Las palabras, como complejo sistema de smbolos para la comunicacin entre los seres humanos, solo pueden ser inteligidos en el contexto y en la situacin.

    Si alguien nos preguntara el significado de la palabra mesa, por ejemplo, no podramos darle una respuesta, si no vinculramos esa palabra, a una frase en la que la palabra ocupara una determinada posicin expresiva, ya que mesa se puede referir a la mesa de entradas, o a la mesa de operaciones, o a la mesa de examen, o a la mesa del comedor, o a la mesa de luz, o a muchas otras expresiones

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  • en las que la palabra mesa tiene una diferente significacin, y cada una de esas acepciones requiere de un contexto y de una situacin.

    Este fenmeno conocido como la multivocidad, nos vincula al tema de la ambigedad que puede re-solverse, a veces, precisando el sentido con el que hemos usado una determinada expresin lingsti-ca.

    Junto a ella tenemos la vaguedad, en el que la incertidumbre se da, no porque haya perplejidad res-pecto del sentido en el que usamos la expresin, tema respecto del que no tenemos dudas, sino por-que la palabra en cuestin no nos proporciona una gua certera respecto de la precisin de su sentido. Si usamos por ejemplo la expresin una persona anciana, o un hombre alto, que son expresiones que sin otra connotacin, pueden dejarnos un significativo marco de perplejidad y el mundo jurdico est cargado de expresiones de ese tipo.

    Estn tambin las metforas que consisten en dar a una cosa un nombre que se corresponde preci-samente con otra cosa.

    Las hay implcitas y explcitas: explcita : Teseo luch con el Minotauro como un len; implcita: Te-seo es un len

    Ejemplos: el educador es un sembrador, la ignorancia es una enfermedad,

    el Estado es un ser viviente (Platn) el alma es una armona.

    Platn se maneja en sus dilogos con gran frecuencia con metforas. Aristteles, su discpulo lo criti-ca, porque todo lo que se dice metafricamente es oscuro, crtica en la que es luego acompaado muchos siglos despus por San Tomas de Aquino. Sin embargo tambin Toms utiliz en sus textos