LAVALLE, Adrian Gurza. Participación, Representación y Ciudadanía Política. 2014

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PENSAMIENTO PROPIO JULIO-DICIEMBRE 2014 / AÑO 19 PUBLICACION TRILINGÜE DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE 40 Participación, representación y ciudadanía política en América Latina y el Caribe Editor invitado: Wagner de Melo Romão Escriben en este número: Adrian Gurza Lavalle, Gisela Zaremberg, Philip Oxhorn, Stephanie L. McNulty, Caroline Cotta de Mello Freitas, Osmany Porto de Oliveira, Pamela Cáceres, Thiago Rodrigues, Acácio Augusto, Mercedes Botto, Ana Bourse, Gilberto M. A. Rodrigues, Tadeu Morato Maciel, Haroldo Ramanzini Júnior, Rogério de Souza Farias

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Participación, Representación y Ciudadanía Política. 2014

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  • PENSAMIENTOPROPIO

    JULIO-DICIEMBRE 2014 / AO 19

    PUBLICACION TRILINGE DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE

    40

    Participacin, representacin y ciudadana poltica

    en Amrica Latina y el Caribe

    Editor invitado: Wagner de Melo Romo

    Escriben en este nmero:Adrian Gurza Lavalle, Gisela Zaremberg, Philip Oxhorn, Stephanie L. McNulty, Caroline Cotta de Mello Freitas,

    Osmany Porto de Oliveira, Pamela Cceres, Thiago Rodrigues, Accio Augusto, Mercedes Botto, Ana Bourse,

    Gilberto M. A. Rodrigues, Tadeu Morato Maciel, Haroldo Ramanzini Jnior, Rogrio de Souza Farias

  • PENSAMIENTO PROPIO es una publica-cin de anlisis socioeconmico y poltico. Estimula estudios que enfoquen a Amrica Latina y el Caribe en su totalidad, con el propsito de crear un foro intelectual abierto a las propuestas democrticas para la regin.

    Las ideas expresadas en los textos aqu publicados son de exclusiva responsabili-dad de sus autores, y no reflejan necesa-riamente el punto de vista de Pensamiento Propio.

    La Coordinadora Regional de Investi-gaciones Econmicas y Sociales (CRIES) es una red de centros de investigacin y organizaciones no-gubernamentales, que acta como un think tank regional, promoviendo el anlisis, el debate y la formulacin de polticas sobre temas de relevancia regional, hemisfrica y global, desde la perspectiva de la sociedad civil.

    Fue constituida en 1982 y en la ac-tualidad cuenta con ms de 35 centros, instituciones acadmicas, redes, asocia-

    ciones, fundaciones y organizaciones no-gubernamentales afiliadas de toda la regin y coordina actividades y programas con redes y centros de investigacin a nivel global.

    CRIES es una institucin indepen-diente y sin fines de lucro que promueve el pluralismo y la participacin ciudadana y que no esta afiliada a ninguna organizacin poltica o religiosa.

    Para ms informacin sobre las activi-dades y las publicaciones de la red, visitar la pgina www.cries.org.

    El Comit Editorial de Pensamiento Propio invita a todas las personas intere-sadas a enviar sus aportes a este foro de debate, pero se reserva el derecho de pu-blicacin de las colaboraciones recibidas. Los artculos publicados en la seccin Investigacin y Anlisis son sometidos a evaluacin externa antes de ser aprobados para su publicacin. Se permite la repro-duccin de los contenidos, a condicin de que se mencione la fuente y se enven dos copias a la redaccin.

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    Apreciad@s amig@s:

    Amrica Latina y el Caribe viven un profundo proceso de transforma-cin. Tanto la regin como cada uno de los pases atraviesan por pe-rodos de transicin y, en algunos casos de crisis poltica y econmica, debidos tanto al impacto de los cambios del entorno regional y global como a las propias dinmicas de cada sociedad. CRIES ha dado segui-miento en forma consistente a las transformaciones internacionales, particularmente a travs de la publicacin del Anuario de la Integra-cin de Amrica Latina y el Caribe y de algunas ediciones especiales de esta revista, generando anlisis y estudios sostenidos sobre el tema. Sin embargo, esta vez el presente nmero de Pensamiento Propio est focalizado en el anlisis de las oportunidades y dificultades por las que atraviesan las sociedades latinoamericanas y caribeas y sus sistemas democrticos. La participacin y la representacin ciudadana y la cons-truccin de una ciudadana poltica, en estos tiempos de transicin, son factores determinantes en el futuro devenir de las democracias de la regin. Es por ello que hemos invitado a organizar este nmero como editor a un investigador brasileo de reconocida trayectoria en el campo el profesor Wagner de Melo Romo del Departamento de Ciencia Poltica del Instituto de Filosofa y Ciencias Humanas de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), en continuidad con la poltica de la revista de abordar temas relevantes para la agenda

    Mensaje del director

  • PENSAMIENTOPROPIO

    PUBLICACION TRILINGE DE CIENCIAS SOCIALES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE

    40JULIO-DICIEMBRE 2014 / AO 19

    Participacin, representacin y ciudadana polticaen Amrica Latina y el Caribe

    Editor invitado: Wagner de Melo Romo

  • PENSAMIENTOPROPIO

    Director: Andrs SerbinCoordinador Editorial: Rodolfo Wlasiuk

    Traduccin: Marcos Picolo, Marina GaiteriDiseo Grfico: Laura Toso - www.imagentres.com ISSN: 1016-9628

    JULIO-DICIEMBRE 2014 / AO 19

    PENSAMIENTO PROPIOCoordinadora Regional de Investigaciones Econmicas y Sociales (CRIES)

    Centro de Estudios Globales y Regionales (CEGRE)Oficina Argentina - Lavalle 1619, Piso 9 Ofic. A (1048) Buenos Aires, Argentina, Telfono: (54 11) 4372 8351

    [email protected] - www.cries.org

    Junta Directiva de CRIES / CRIES Board of Directors

    Dr. Andrs Serbin PresidenteInstituto Venezolano de Estudios Sociales y Polticos (INVESP), Caracas, [email protected]

    Dr. Gilberto Rodrigues VocalUnidersidade Federal ABC, Sao Paulo, [email protected]

    Dr. Ral Bentez ManautVocalColectivo de Anlisis de Seguridad con Democracia (CASEDE), Mxico D.F., [email protected]

    MSc. Laneydi Martinez VocalCentro de Estudios Hemisfricos y de los Estados Unidos - CEHSEU, Universidad de La Habana, La Habana, [email protected]

    MSc. Paz Vernica Milet VocalUniversidad de Chile, Santiago de [email protected]

    Ms. Armando FernndezVocalFundacin Antonio Nez Jimnez de la Naturaleza y el Hombre / La Habana, [email protected]

    MSc. Daniel Matul VocalObservatorio de la Poltica Exterior, Universidad de Costa [email protected]

    Comit Ejecutivo/ Executive Committee

    Lic. Ana BourseDirectora [email protected]

    Lic. Celeste RonzanoCoordinadora [email protected]

    Lic. Andrei Serbin PontCoordinador de [email protected]

    Lic. Rodolfo WlasiukCoordinador de [email protected]

    Comit Acadmico de Honor/ Honorary Academic Committee

    Prof. Wolf Grabendorff, Universidad Andina Simn Bolvar.Prof. Jos Antonio Sanahuja, Universidad Complutense.Prof. Tullo Vigevani, Universidade Estadual de Sao Paulo.Dr. Mario Bronfman, Ford Foundation.Dra. Manuela Mesa, CEIPAZ.Prof. Eric Hershberg, CLALS, American University.

  • Centros de investigacin y organizaciones no-gubernamentales miembros de CRIES/Research Centers and Non-Governmental

    Organizations Members of CRIES

    AccinAndina,Cochabamba,Bolivia. AssociationofCaribbeanEconomists(ACE),Kingston,Jamaica. CtedradeEstudiosdelCaribedelaUniversidaddeLaHabana,

    La Habana, Cuba. CtedradeIntegracin,UniversidadAndinaSimnBolvar,

    Quito, Ecuador.* CentroFlixVarela(CFV),LaHabana,Cuba. CentrodeEstudosdasAmricas(CEAS)-UniversidadeCandido

    Mendes, Rio de Janeiro, Brasil. CentrodeEstudiosdelaEconomaCubana(CEEC),

    Universidad de La Habana, La Habana, Cuba. CentrodeEstudiosEstratgicos(CEE),Managua,Nicaragua. CentrodeEstudiosLatinoamericanos(CELA),

    Univ. Nacional Autnoma de Mxico, Mxico D.F., Mxico. CentrodeEstudiosHemisfricosysobrelosEstadosUnidos(CEHSEU),

    Universidad de La Habana, La Habana, Cuba. CentrodeEstudiosIntegralesdelAmbiente(CENAMB),

    Universidad Central de Venezuela, Caracas, Venezuela. CentrodeEstudiosyAccinSocialPanameo(CEASPA),

    Panam, Panam. CentrodeInvestigacionesdelaEconomaMundial(CIEM),

    La Habana, Cuba. CentrodeInvestigacionesdeEconomaInternacional,(CIEI),

    Universidad de La Habana, La Habana, Cuba. CentrodeInvestigacionesEconmicasparaelCaribe(CIECA),

    Santo Domingo, Repblica Dominicana. CIDER-UniversidadTecnolgicaNacional-Fac.RegionalSanRafael,

    San Rafael, Mendoza, Argentina. ColectivodeAnlisisdelaSeguridadconDemocraciaA.C.(CASEDE),

    Mxico D.F., Mxico. Departamento.deRelacionesInternacionales,PontificiaUniversidad

    Javeriana (PUJ), Bogot, Colombia.

    FundacinAntonioNezJimnezdelaNaturalezayelHombre, La Habana, Cuba.

    FundacinparalaPazylaDemocracia(FUNPADEM),SanJos,CostaRica. ForoSocialparalaTransparencia(FST),BuenosAires,Argentina. GrupodeAnaliseePrevenaodeConflitosInternacionais(GAPCon),

    Rio de Janeiro, Brasil. InstituteofInternationalRelations(IIR),UniversityoftheWestIndies,

    St. Augustine, Trinidad and Tobago. InstitutodeEstudiosPolticosyRelacionesInternacionales(IEPRI),

    Universidad Nacional de Colombia), Bogot, Colombia. InstitutodeEstudosEconmicoseInternacionais(IEEI),UNESP,

    Sao Paulo, Brasil. InstitutodeEstudiosEstratgicosyPolticasPblicas,(IEPP),

    Managua, Nicaragua. InstitutodeInvestigacionesenCienciasEconmicas,(IICE),

    Universidad de Costa Rica, San Jos, Costa Rica. InstitutodeRelacionesInternacionalesydeEstudiosdelaPaz(IRIPAZ),

    Ciudad de Guatemala, Guatemala. InstitutoNacionaldeCienciayTecnologaparaEstudossobre

    Estados Unidos (INCT-INEU), UNESP, Sao Paulo, Brasil. Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI), La Habana, Cuba.

    InstitutoVenezolanodeEstudiosSocialesyPolticos(INVESP), Caracas, Venezuela.

    LatinAmerican-CaribbeanCentre(LACC),UniversityoftheWestIndies,Mona, Jamaica.

    ProgramadePostgradoenRelacionesInternacionalesSanThiago Dantas de la UNESP, UNICAMP y PUC/SP, Sao Paulo, Brasil.

    PROPAZ,CiudaddeGuatemala,Guatemala. SirArthurLewisInstituteofSocialandEconomicStudies(SALISES),

    University of the West Indies, Mona, Jamaica. UniversidadAutnomadelCaribe,Barranquilla,Colombia. UnidadEcolgicaSalvadorea(UNES),SanSalvador,ElSalvador.

    * En proceso de admisin

    CRIES es miembro del Global Partnership for the Prevention of Armed Conflict (GPPAC), con Secretara en La Haya, Holanda; de la International Coalition for the Responsability to Protect (ICRtoP), con Secretara en Nueva York, EEUU, y de la Mesa de Articulacin de Asociaciones Nacionales y Redes de ONGs de Amrica Latina y el Caribe.

    CRIES tiene acuerdos establecidos con la Secretara General de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), San Jos, Costa Rica, y con el Centro Regional para Amrica Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Panam.

  • Consejo Editorial Internacional / International Editorial Board

    Gabriel Aguilera, IRIPAZ, Guatemala.

    Carlos Alzugaray, UNEAC, Cuba.

    Luis Ayerbe, IEEI, UNESP, Brasil.

    Ral Bentez Manaut, CASEDE, Mxico.

    Adrin Bonilla, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), San Jos de Costa Rica.

    Jose Briceo, Universidad de Los Andes, Venezuela.

    Roberto Briceo Len, LACSO, Venezuela.

    Clovis Brigagao, Universidad Cndid Mendes, Brasil.

    Anthony Bryan, Dante B. Fascell Center, University of Miami, EEUU.

    Alberto Cortes, Universidad de Costa Rica.

    Rut Diamint, Universidad Torcuato Di Tella, Argentina.

    Neville Duncan, Sir Arthur Lewis Institute of Social and Economic Studies (SALISES- University of the West Indies), Jamaica.

    Armando Fernndez, Fundacin Antonio Nuez Jmenez de la Naturaleza y el Hombre / La Habana, Cuba.

    Norman Girvan, Institute of International Relations, University of the West Indies, Trinidad y Tobago.

    Wolf Grabendorff, Universidad Andina Simn Bolvar.

    Alfredo Guerra-Borges, Instituto de Investigaciones Econmicas, Universidad Nacional Autnoma de Mxico.

    Jean Grugel, The University of Sheffield, Reino Unido.

    Jorge Heine, Centre for International Governance Innovation (CIGI), Canada.

    Eric Hershberg, American University, EEUU.

    Richard Hillman, John Fisher College, Rochester, EEUU.

    Francine Jcome, INVESP, Venezuela.

    Grace Jaramillo, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Ecuador.

    Gladys Lechini, Universidad Nacional de Rosario.

    Thomas Legler, Universidad Iberoamericana, Mxico.

    David Lewis, Manchester Trade Ltd., EEUU.

    Gilbert Merkx, Duke University, EEUU.

    Manuela Mesa, Centro de Educacin e Investigacin para la Paz (CEIPAZ), Espaa.

    Paz Vernica Milet, Universidad de Chile, Chile.

    Gert Oostindie, Royal Institute of Linguistics and Anthropology, Holanda.

    William Pace, World Federalist Movement-Institute for Global Policy, EEUU.

    Carlos Quenan, IHEAL, Universit de la Sorbonne, Paris, Francia.

    Socorro Ramrez, Instituto de Estudios Polticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), Universidad Nacional de Colombia.

    Marcos Robledo, Universidad Diego Portales, Chile.

    Gilberto Rodrigues, Universidade Federal ABC, Brasil.

    Thiago Rodrigues, Universidad Fulminense, Brasil.

    Francisco Rojas Aravena, Universidad de la Paz, Costa Rica.

    Carlos Romero, INVESP, Venezuela.

    Natalia Saltalamacchia, ITAM, Mxico.

    Jos Antonio Sanahuja, Universidad Complutense, Espaa.

    Heinz Sonntag, CENDES, Universidad Central de Venezuela, Venezuela.

    Diana Tussie, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Argentina.

    Jos Manuel Ugarte, Universidad de Buenos Aires, Argentina.

    Daniel Van Eeuwen, CREALC, Universit dAix-en-Provence, Francia.

    Tullo Vigevani, INCP-INEU, UNESP, Brasil.

    Judith Wedderburn, Association of Caribbean Economists (ACE), Jamaica.

    In memoriam

  • MENSAJE DEL DIRECTOR / 7

    INTRODUCCIN

    Participao, representao e cidadania poltica na Amrica LatinaWagner de Melo roMo / 9

    APORTES TERICOS

    Para alm da representao e do clientelismo: para uma linguagem da intermediao poltica adrian gurza lavalle - gisela zareMberg / 23

    Civil Society from the Inside Out Community, Organization and the Challenge of Political Influence PhiliP oxhorn / 63

    EXPERIMENTOS DEMOCRTICOS Y MOVIMIENTOS SOCIALES: LAS TENSIONES DE LA ACCIN POLTICA

    Mandating Participation: Evaluating Guatemalas Top-Down Participatory Governance System stePhanie l. Mcnulty / 95

    O processo de regulamentao das autonomias indgena originrio camponesas na Bolvia: Tenses entre pluralismo, descentralizao poltica e soberania caroline cotta de Mello Freitas / 125

    A difuso do oramento participativo na Amrica Andina: Embaixadores da participao e a transferncia em escala nacional osMany Porto de oliveira / 157

    Planes y Programas de Metas como innovaciones en los procesos de rendicin de cuentas en el nivel local PaMela cceres / 191

    Indice / Contents

  • Poltica, participao e resistncias na sociedade de controle: entre indignados e a antipoltica thiago rodrigues - accio augusto / 227

    La transnacionalizacin del capital y las nuevas formas de activismo poltico. La experiencia de las centrales del Cono Sur Mercedes botto / 251

    GOBERNANZA DEMOCRTICA TRANSNACIONAL Y POLTICA EXTERIOR: LA PARTICIPACIN DE LA SOCIEDAD CIVIL

    La utopa post-westfaliana: tendencias y contramarchas globales, la gobernanza regional y el impacto sobre la sociedad civil en Amrica Latina ana bourse / 283

    A participao da sociedade civil nas Organizaes Internacionais Regionais (OIR) da Amrica Latina e Caribe gilberto M. a. rodrigues - tadeu Morato Maciel / 321

    Misso impossvel? Mercosul, participao social e poltica externa no Brasil haroldo raManzini Jnior - rogrio de souza Farias / 355

    RESEAS

    Por outra poltica, em defesa da vida comunitria carla giani Martelli / 375

    Chaves estratgicas e abordagem relacional: inovaes analticas entre Sociedade Civil, Estado e Institucionalizao larissa g. de Magalhes / 381

    PULSO BIBLIOGRFICO / 389

    REVISTA DE REVISTAS / 397

    COLABORADORES / 401

    NORMATIVAS / 407En portada / Cover: Fragmento de "Azulamientos", acrlico s/tela, pg. 57. Autor: Adolfo Nigro (2007) en Hauber, Laura. Luz de la tierra, Buenos Aires: Luna Verde ediciones.

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    Mensaje del director

    regional y de incorporar a investigadores y acadmicos de toda Am-rica Latina y el Caribe. Gracias a su iniciativa y a su activa labor, este nmero de la revista se ha organizado, en un formato diferente de los nmeros anteriores, en torno al tema central mencionado, en base a tres secciones. La primera seccin Aportes tericos - aborda algunos temas tericos y conceptuales. La segunda se aboca a analizar algunos casos de tensin de la accin poltica a travs de la participacin de los movimientos sociales en diversas experiencias democrticas en pases de la regin, mientras que la tercera retoma un tema persistente en la agenda de CRIES la gobernanza democrtica transnacional y la participacin de la sociedad civil en el mbito de las polticas exterio-res. Como siempre, estas secciones se complementan con una serie de reseas sobre libros publicados sobre el tema, y con las habituales secciones que dan cuenta de las ms recientes novedades en trminos de libros y de revistas de reciente aparicin.

    Finalmente, quiero agradecer a los miembros del Consejo Editorial y a un conjunto de colegas de la red CRIES por el trabajo de evaluacin de los captulos de este nmero; a los autores que han colaborado en esta ocasin y al dedicado y excelente trabajo del editor invitado el profesor Wagner de Melo Romo. Sin la colaboracin de todos ellos este nmero no hubiera sido posible.

    Hasta el prximo nmero.

    Andrs Serbin

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    Participao, representao e cidadania poltica na

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    J se vo cerca de 30 anos do colapso dos regimes ditatoriais na Am-rica Latina. No h dvidas que o perodo histrico de democracias mais longevas no continente. As liberdades polticas tm nos levado a vivenciar uma busca constante por seu aperfeioamento.

    Em termos de ampliao e aprofundamento da democracia, a diver-sidade predomina. Neste nmero de Pensamiento Propio, no temos a pretenso de dar um quadro acabado dos temas em debate sobre cidadania, participao ou democracia que tem aflorado em nossas universidades e centros de pesquisa, bem como no seio de iniciativas que partem diretamente da sociedade civil. O cenrio, os atores e mes-mo o roteiro da histria que apresentamos ao leitor poderia ser diverso do que ser visto nas prximas pginas, seja pelo amadurecimento e originalidade das experincias de participao e cidadania ocorridas no continente, seja pelas vises dissonantes na anlise poltica que vem sendo desenvolvida nos meios acadmicos.

    Temos certeza, no entanto, que a seleo de artigos que compe este Pensamiento Propio 40 far o leitor compreender melhor o papel da cidadania, da participao, da sociedade civil e dos movimentos sociais

    Introduccin

  • Participao, representao e cidadania poltica na Amrica Latina

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    na construo de nossas democracias. Sem se deixar levar por um ufa-nismo participacionista ademais, prejudicial aos prprios entusiastas da participao, por vezes cegos aos seus limites como alternativa de transformao da democracia os textos deste nmero so represen-tativos da maturidade com que esta temtica vem sendo tratada nas universidades em nosso hemisfrio.

    Iniciamos com dois textos que pretendem ampliar nossos aportes te-ricos, sugerindo novos conceitos para pensarmos as relaes polticas em nossas sociedades, ou apontando possveis releituras para concei-tos j maduros. Adrian Gurza Lavalle e Gisela Zaremberg propem, por meio da ideia de intermediao, apontar as fragilidades da viso simplificadora da existncia de um regime representativo qualificado como potencialmente perfeito e a ideia de clientelismo, sempre visto com carga negativa. Para alm destas duas ideias, os autores propem o conceito de intermediao. Evita-se, a partir de um referencial eti-molgico, qualificar positiva ou negativamente os caminhos da ao do intermediador, de maneira a deslocar-se tambm o prprio sentido fraco da ideia de participao. Depois desta recomposio da poltica indireta, os autores propem um modelo terico tridimensional, um continuum em formato de cubo, pelo qual se opem falsa polaridade entre representao e participao e indicam os elementos fundamen-tais da poltica indireta ou da intermediao poltica (autorizao, reconhecimento, agonismo/antagonismo).

    No campo dos debates sobre o conceito de sociedade civil, Philip Oxhorn aponta a necessidade de separao daquele conceito com relao ao conceito de comunidade, sob risco de se considerar a ideia de sociedade civil de maneira romantizada, ingnua. Ao contrrio, a inevitabilidade do conflito e a necessidade de defesa coletiva de interesses que constitui esta viso de sociedade civil, seja no contexto de disputas com outros grupos (ou sociedades civis) seja no confronto com o Estado. Se, por um lado, Oxhorn est revisitando a clssica dico-tomia entre comunidade e sociedade, por outro est atuando no debate sobre o significado da representao e a capacidade das organizaes da sociedade civil atuarem como intermedirias entre aquelas que julgam representar e esferas superiores (Estado, organizaes internacionais).

    Aps a apresentao destas incurses complementares sobre o tema da intermediao poltica no sentido de reposicionar os conceitos

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    de representao, participao e clientelismo e, por outro lado, de sociedade civil partimos para o segundo conjunto de artigos. Neles so tematizadas as tenses da ao poltica no contexto de alguns dos experimentos democrticos realizados no continente e das experincias dos movimentos sociais.

    O artigo de Stephanie McNulty inicia a sequencia de aportes sobre o contexto atual das democracias no continente, no que se refere aos limites e potencialidades de suas experincias e particularidades. McNulty nos oferece uma anlise acurada do sistema de participao institucional desenvolvido atualmente na Guatemala, no Sistema de Conselhos de Desenvolvimento Urbano e Rural. Seu artigo analisa o desenho do prprio sistema, de cada um dos conselhos e discute as condies de sua efetividade, por meio de trabalho de campo e mais de 30 entrevistas com ativistas, membros do governo e dos conselhos e especialistas.

    O artigo a autora refora a necessidade de se levar em considerao o contexto histrico e poltico quando se tem como objeto de pesquisa instrumentos de participao cidad como os conselhos de desenvolvi-mento urbano e rural. No perodo de sua instalao, os conselhos eram parte de uma arquitetura de democracia restrita, em que os grupos de esquerda permaneciam ilegais e perseguidos pelo novo regime poltico instaurado em meados dos anos 1980. Era o momento de se buscar novos atores, desde que no pertencentes aos radicais. Embora os con-selhos no tenham vingado pelas crticas de que punham em risco as autonomias locais, respaldadas pela Constituio ser esta mesma estrutura que renascer quando da assinatura dos acordos de paz, em 1996. No entanto, o sistema de participao cidad falha especialmente pelas contradies entre a prpria cultura poltica local e um processo de representao que adveio de cima para baixo. Permanecem os limites dos conselhos, em um contexto de falta de financiamento, influncia perniciosa das dinmicas polticas e clientelismo.

    Parece no haver dvida esta tem sido tambm uma descoberta tardia da literatura acadmica no continente que os experimentos de representao e participao alternativos estrutura tradicional de eleio de representantes para os parlamentos ou os Executivos, no esto imunes aos vcios da poltica tradicional. Trata-se de poltica, nem poltica m, nem poltica boa, mas de espaos que podem e devem

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    ser constantemente aperfeioados, alis, como as instituies polticas tradicionais. No fundo, isso que McNulty nos ensina.

    O caso boliviano aponta uma viso absolutamente sui generis de relao entre a concepo de representao e a formao de uma sociedade civil que se mescla sociedade poltica, em uma espcie de refundao das relaes Estado/sociedade no pas. Em seu artigo, Caroline Cotta de Mello Freitas analisa os limites da experincia democrtica recente na Bolvia, que como nenhuma outra ativou os elementos culturais e tnicos como elemento central do que se chama de descolonizao.

    A autora nos faz retomar, no contexto cultural tpico da Bolvia, o forte tema da descentralizao, fundamental quando se pensa nos processos de democratizao das sociedades latino-americanas. L, o encontro entre a forma de representao poltica especfica nos organismos da democracia liberal representativa (parlamentos) e a democracia comu-nitria sustentada pelas autonomias indgena originria camponesas (AIOC) se d de maneira frtil, o que no quer dizer que esteja imune a dificuldades. O principal problema apontado pela autora a possvel converso das AIOC em um modelo a ser implantado de cima para baixo, donde a prpria ideia de autonomia pode se perder. Recoloca-se o encontrado por McNulty no caso guatemalteco: at que ponto as inovaes democrticas so emancipadoras? At que ponto no se comportam como mecanismos de reforo de dominao e de controle do Estado sobre os grupos e movimentos subalternos?

    O desafio boliviano no de pouca monta. Sua nova Constituio Plurinacional foi calcada na ideia de que cada nao que habita o pas deve ter respeitada sua prpria forma de organizao poltica, jurdica, educacional etc., de maneira que a autodeterminao das naes em sua relao com o Estado as tornam simtricas a ele. Entretanto, como de fato o processo de efetivao das autonomias se d em conjunto com o processo de descentralizao do Estado envolvendo inclusive, como no poderia deixar de ser, o financiamento e o repasse de recursos s autonomias , h um conjunto de instncias polticas centralizadas que coordena o desenvolvimento destas aes a partir de uma normatividade especfica. Freitas aponta como o prprio Ministrio das Autonomias funciona como um oximoro, uma vez que a prpria autonomizao se d de maneira heternoma: a autonomia se concede, numa limitao e em contradio ao prprio direito de livre determinao.

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    Da perspectiva dos movimentos indgenas, o que a autora aponta a conscincia de que se trata de um processo de autonomia em construo, em que a conquista da autonomia poltica tambm traz a necessidade da apropriao de prticas novas, de administrao e gesto, com as quais pudera! os movimentos e autonomias ind-genas tero que lidar. Isto se d em um processo em que os interesses de soberania estatal/nacional se chocam com os interesses e prticas comunitrias e das autonomias. Como fica a questo da explorao das riquezas da Pacha Mama? Como praticar o buen vivir quando o governo boliviano precisa dar conta das necessidades de todos os bolivianos, independentemente de suas naes originrias? Este pensamento coerente com a nova Bolvia plurinacional? Para Freitas, o processo de construo do estado autonmico emperra porque descentralizar o poder, como exige esta nova configurao scio-poltica e administrativa, vai de encontro aos planos de desenvolvimento econmico que se desenrolam hoje no pas e coloca em xeque uma ideia de soberania. Enfim, parece que s com a reviso da noo de soberania seja possvel que o projeto de Estado plurinacional e autonmico avance e se materialize.

    Em busca, talvez, de uma experincia semelhante de encontro entre modelos de gesto participativa e tradies locais, Osmany Porto de Oliveira nos apresenta dois casos de difuso do oramento participa-tivo (OP), com os estudos de caso de Cotacachi, no Equador, e Villa El Salvador, no Peru.

    Aqui verificamos experincias nas quais, a partir dos modelos brasi-leiros de Porto Alegre e Santo Andr, o OP se transforma e se adequa situao social e cultural diversa, no contexto andino. O autor nos mostra certo padro alternativo ao poder grande, um movimento si-lenciosos de gesto participativa cultivado ainda nos anos 1990, tanto no Equador como no Peru, em que a democracia local se colocava como alternativa a governos nacionais de corte neoliberal e pouco afeitos a inovaes no campo da participao poltica. De certo modo interessante perceber isto em meados dos anos 2010 a onda de esquerda que grassou na Amrica do Sul nos anos 2000 parece dever muito a um fazer poltico que foi se gestando nos poderes locais ao longo dos 1990, em uma resistncia constante e crescente, contra os arbtrios neoliberais.

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    Mas, mais que apontar a possibilidade desta unidade, Porto de Oli-veira demonstra seus mecanismos. Foi pela articulao entre agentes governamentais, da sociedade civil e da cooperao internacional, pelo intercmbio de experincias e, em um segundo momento, na divul-gao das experincias de Cotacachi e Villa El Salvador no contexto internacional casos que se somaram a Porto Alegre, Santo Andr, Belo Horizonte e Recife como experincias de sucesso do modelo OP que foi se fortalecendo, no s na Amrica Latina mas pelo mundo, a ideia de que no poder local que o aprofundamento democrtico pode se dar de maneira mais genuna.

    Em seguida, Pamela Cceres atualiza o tema da democracia no poder local e da ao em mbito continental, a partir de um estudo compara-tivo entre sete cidades latino-americanas quatro argentinas (Crdoba, Mendoza, Maip e San Martn de los Andes) e trs brasileiras (So Paulo, Rio de Janeiro e Ilha Bela) onde atua a Rede Latino-americana por Cidades e Territrios Justos, Democrticos e Sustentveis, que se baseia no princpio de uma cidadania ativa, informada, atuante no controla social dos governos municipais. A pauta a democratizao dos processos decisrios, com a elaborao de plano de metas pelos prefeitos, os quais so seguidos e monitorados pela sociedade civil.

    Na maioria dos casos trata-se de um jogo duro em que pesam as variveis da autonomia da sociedade civil com relao aos poderes pblicos, da fora poltica e do amparo legal para angariar informaes, da presso dos prefeitos e vereadores por avaliaes que no sejam crticas e que no exponham as fragilidades do poder. Na viso da autora, toda anlise sobre estas experincias precisa se dar em uma perspectiva relacional que considere caractersticas tanto do poder pblico como da sociedade civil, sem se esquecer do contexto poltico em que estas iniciativas vm luz, o que pode facilitar ou dificultar as relaes entre os dois polos.

    certo que, tanto na Argentina como no Brasil, a aprovao da legis-lao especfica sobre o Plano de Metas dependeu de uma estratgia de convencimento junto aos prefeitos e alcaides, assim como tambm a aplicao da legislao depende da prpria capacidade da sociedade civil em impulsionar esta agenda. Em algumas cidades, como a brasileira Ilha Bela, o prefeito se insurgiu ao processo, clamando pela inconstitu-cionalidade do instrumento, que limitaria a autonomia do Executivo.

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    Por ltimo, vale dizer que o artigo de Cceres apresenta uma meto-dologia pertinente na anlise da aplicao dos Planos de Metas e outros instrumentos do gnero de maneira a que a leitura do texto e a aplicao de seu mtodo uma ferramenta sociedade civil disposta a compreender melhor estes processos e atuar em suas prprias cidades e territrios no controle social cidado dos governos.

    Na seara de estudo dos movimentos sociais contestatrios e, especial-mente, em seu desvelamento, Thiago Rodrigues e Accio Augusto propem uma incurso crtica sobre os novos fluxos eletrnicos de participao poltica. Questionam o sentido destas aes, em uma proposta analtica baseada nos parmetros da sociedade de controle (Deleuze, 2000). Para os autores e suas referncias, a participao de-mocrtica como muitas das experincias tematizadas neste volume no contato com as novas tecnologias de informao e comunicao, trabalharia para a captura de resistncias s ordens do sistema poltico democrtico. Ou seja, de maneira a atuar como um elemento dispersivo de foras sociais questionadoras do sistema.

    Nada escapa agudeza dos autores. Jovens ativistas antiglobalizao no final dos anos 1990? Frum Social Mundial? Indignados do 15M? Occupy Wall Street? Acampa Sampa? Todos sujeitados aos institu-cionalismos da participao eletrnica, da responsabilidade por uma sociedade mais justa e uma democracia a ser aperfeioada. Nenhuma possibilidade de resistncia verdadeira ao sistema e sociedade de controle.

    Para os autores, neste campo, direita e esquerda se combinam ao proporem respostas s indignaes que promovem mais governo, mais controle. Afinal de contas, h sada? Como resistir aos fluxos de controle? Onde estaria, ento, o novo sujeito poltico capaz de propor uma verdadeira democracia?

    A se coloca prova a perspiccia dos autores ao perceber um sujeito poltico que, por sua conduta, revela ser imune ao menos por en-quanto ao canto das sereias do poder, das instituies e do mercado. Os mais malditos dentre os ativistas, os herdeiros dos ludistas do incio do perodo industrial: os black blocs da ao direta, da participao se me permitem os autores feitas pelas prprias mos. A antipoltica como poltica. A crtica pertinente e vale mais que a mera polmica.

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    Novssimos atores e atores em busca do novssimo. Mercedes Botto repassa a trajetria do sindicalismo sul-americano desde os anos 1980, na tentativa de recompor a ao do movimento sindical na luta contra as iniciativas neoliberais de integrao do NAFTA e da ALCA e tambm no contexto de criao do Mercosul e da Unasul. Nas palavras da autora, o processo de transnacionalizao da ao coletiva sindical se deu como estrategia de defensa frente a la prdida de poder y de vulnerabilidad de estos actores a nivel nacional. Internacionalizar para sobreviver, este poderia ser o dstico do movimento sindical do final dos 1990.

    A autora indica como, a depender do contexto poltico, do impacto dos processos de integrao no mundo do trabalho e da prpria correlao de foras das centrais sindicais nacionais com relao ao mpeto dos governos como representantes dos interesses do capital, variaram as formas de atuao e de transnacionalizao do movimento sindical. O auge da unidade e da capacidade de articulao no continente se deu com o combate rea de Livre Comrcio das Amricas (ALCA), em que atuaram em forma de rede e em estreita sintonia com outras organizaes da sociedade civil do continente, obtendo a vitria do rechao iniciativa. No entanto, j no mbito da Unasul, o movimen-to transnacional se viu novamente abafado como na iniciativa do prprio Mercosul, pelo centralismo presidencial e o acompanhamento a reboque dos prprios governos, desta vez sob o corte neodesenvolvi-mentista. Nos anos 2000, o movimento que em parte assumiu postos nos governos, teria perdido capacidade de articular-se. Permanece a pergunta: no h mais motivos a unificar o movimento sindical no hemisfrio?

    O artigo de Ana Bourse abre o eixo desta publicao destinado a tema-tizar a democratizao dos organismos internacionais do continente, especialmente no tocante capacidade de interveno da sociedade civil neles. Neste terreno as dificuldades de participao so, sem d-vida, de maior monta, e as aes da sociedade civil tm que ser ainda mais criativas e audaciosas. Ser por meio das redes, como este CRIES, entre outras estratgias, que ser possvel influenciar os governos que representam os Estados nacionais a atuar no objetivo de relaes in-ternacionais mais fraternas, a preveno de conflitos e a preservao de bens sociais globais.

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    No cenrio latino-americano, Bourse observa que mesmo a criao de novos organismos multilaterais, como a Unio de Naes do Sul (Unasul), a Aliana Bolivariana para as Amricas (ALBA) e, mais recen-temente, a Comunidade de Estados Latinoamericanos e Caribenhos (CELAC), no reforou a presena da sociedade civil nas decises polticas continentais. Ao contrrio, mesmo as redes formadas desde os anos 1980 at meados da dcada passada parecem ter se enfraquecido nesta retomada do protagonismo dos Estados na poltica multilateral, algo que tambm se operou em nvel global.

    Tal vez parte das dificuldades apontadas pela autora possa ser sin-tetizada neste trecho: en todos los casos () donde la sociedad civil regional tiene un mbito para dialogar, lo hace sin tener un interlocutor claro. Ou seja, o prprio ambiente caracterstico das organizaes multilaterais, em que os estados buscam reforar seus prprios inte-resses nacionais e no se constitui um rgo supranacional, fazem com que os movimentos e organizaes da sociedade civil tenham que se recompor na rbita nacional, onde pode ter mais poder de influncia sobre seus prprios interesses.

    Ademais, sempre paira nestes organismos, por parte dos governos, desconfianas acerca da representatividade e legitimidade da sociedade civil l presentes como interlocutores. Neste quadro, passa a ser a arti-culao por fora das organizaes internacionais a forma pela qual instituies como o CRIES buscam influenciar os estados nacionais. Exemplo absolutamente bem sucedido desta estratgia foi a realizao do programa de Talleres Acadmicos Cuba-Estados Unidos (TACE), ocorrido entre 2008 e 2013, pelo qual a Coordinadora atuou em bus-ca da normalizao das relaes entre os dois pases, menos com os prprios estados e mais com atores sociais e personalidades relevantes, capazes de influenciar indiretamente a poltica externa dos dois pases.

    Em um cuidadoso trabalho de anlise documental, Gilberto Rodrigues e Tadeu Maciel percorrem os estatutos de organizaes multilaterais do continente como a Organizao dos Estados Americanos (OEA), a Unio das Naes do Sul (Unasul) e tantas outras em busca da identificao de mecanismos de insero da sociedade civil. De maneira complementar ao artigo de Ana Bourse, os autores destacam a relativa contradio de um contexto no qual os estados nacionais voltaram a ter estratgias desenvolvimentistas, assumindo para si a responsabilidade

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    pela implementao de polticas sociais. Tal fenmeno teria levado diminuio da importncia das organizaes multilaterais mais antigas, como a OEA e o Banco Interamericano de Desenvolvimento (BID) ou a Comunidade Andina de Naes (CAN), sem que, no entanto, as novas organizaes como a Unasul pudessem se tornar fortes e, em um esforo democratizante, abrirem-se atuao da sociedade civil.

    A soluo estaria em um reforo da capacidade da sociedade civil em influenciar a poltica externa de (e em) seus prprios pases? Tambm aqui no parece que estamos em terreno auspicioso. Em seu artigo, Haroldo Ramanzini Jr. e Rogrio de Souza Farias apontam as dificul-dades em se estabelecer, no Brasil, uma efetiva influncia da sociedade civil nas aes do pas com relao ao Mercosul. O cuidadoso artigo aponta como, no caso da poltica externa, ficam mais contundentes os limites de mecanismos e instncias de encontro entre representantes da sociedade civil e governamentais como espaos de deciso polti-ca. Com foco no Programa Mercosul Social e Participativo (PMSP), iniciado pelo governo federal em 2008, os autores apontam como, embora tenha sido um avano na participao da sociedade civil na interlocuo com o governo sobre os temas do bloco, nos ltimos anos tem se visto um esvaziamento do espao.

    Embora o Programa seja um espao institucionalizado para participao da sociedade civil, ainda que inconstante, carece em se constituir um canal de influncia da mesma nos assuntos pertinentes ao Mercosul. interessante como os autores tambm se remetem ALCA como Mercedes Botto e Ana Bourse como um momento de forte protago-nismo e unidade dos movimentos sociais neste contexto. E, tambm de maneira parecida, perguntam-se sobre a existncia de uma agenda substantiva da sociedade civil do continente ( possvel falar nesses termos?) para com o Mercosul, algo que pode ser estendido a outras organizaes multilaterais. Em que circunstncias, afinal de contas, a pauta da integrao regional pode voltar a ser foco de atuao para as redes da sociedade civil?

    Por vezes, parece que carecemos de novos instrumentos de luta social. No entanto, de outro lado, parece faltar-nos algo ainda mais essencial, isto , o reconhecimento de projetos sociopolticos comuns a serem compartilhados. Se eles estavam claros nos anos 1980, quando a pauta era a redemocratizao da Amrica Latina, e mais claros ainda nos anos

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    1990, quando os anos de neoliberalismo apontavam a necessidade con-creta da luta contra o desemprego, a fome, a misria e estados nacionais dbeis, de maneira geral os anos 2000 deram aos movimentos sociais governos esquerda, que em parte reverteram o cenrio calamitoso dos anos anteriores com polticas sociais ancoradas em oramentos mais robustos por uma situao favorvel na economia internacional. A crise do final daquela dcada, e que ainda no se findou, tem gerado maior instabilidade poltica. O dficit democrtico da Amrica Latina e Caribe ademais algo comum com o resto do mundo gera novos movimentos e a busca por novas formas de atuao da sociedade civil no controle cidado dos governos e do Estado. a isto que se refere este Pensamiento Propio 40.

    SummarioParticipao, representao e cidadania

    poltica na Amrica Latina

    Este texto introdutrio ao nmero 40 de Pensamiento Propio se refere diversidade da busca pela ampliao e aprofundamento da demo-cracia no continente. Mesmo depois de uma dcada de governos esquerda e que primaram por estabelecer polticas de impacto sobre a desigualdade social que caracteriza a Amrica Latina, persiste o dficit democrtico, seja no contexto dos governos locais e nacionais, seja nas organizaes multilaterais do hemisfrio. Buscar refletir sobre a participao da sociedade civil no controle dos governos e do Estado, nas ltimas dcadas, tarefa imperiosa queles que reconhecem a necessidade de um reforo cidadania poltica entre ns.

    abStractParticipation, Representation and Political

    Citizenship in Latin America

    This introductory text to the 40th Issue of "Pensamiento Propio" refers to the diversity in the search to expand and deepen democracy in the continent. Even after a decade of left-wing parties who prioritized

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    implementing high-impact policies on social inequality which characterizes Latin America, the democratic deficit persists, both in the context of local and national governments and of the multilateral organizations of the hemisphere.

    Reflecting on the participation of civil society in the control of governments and the State in the past few decades is an absolute necessity for those who acknowledge the need to strengthen our political citizenship.

    reSumenParticipacin, representacin y ciudadana poltica

    en Amrica Latina

    Este texto introductorio al nmero 40 de Pensamiento Propio se re-fiere a la diversidad de la bsqueda por la ampliacin y profundiza-cin de la democracia en el continente. An despus de una dcada de gobiernos a la izquierda, que priorizaron establecer polticas de impacto sobre la desigualdad social que caracteriza Amrica Latina, todava persiste el dficit democrtico, sea en el contexto de los go-biernos locales y nacionales, sea en las organizaciones multilaterales del hemisferio. Reflexionar sobre la participacin de la sociedad civil en el control de los gobiernos y del Estado, en las ltimas dcadas, es una tarea imperiosa para aquellos que reconocen la necesidad de fortalecer nuestra ciudadana poltica.

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    Para alm da representao e do clientelismo:

    para uma linguagem da intermediao poltica1

    Adrian Gurza Lavalle2 - Gisela Zaremberg

    Precisamos das distines entre as ideias e as suas expresses lingus-ticas (por exemplo, entre teorias cientficas e suas correspondentes

    linguagens), pois temos que aceitar que toda mudana cientfica profunda supe no s a introduo de novos smbolos, mas tambm a

    reinterpretao de smbolos velhos.Mario Bunge, 2000: 53

    Introduo

    Este artigo prope repensar os alcances conceituais do termo inter-mediao poltica, para iluminar os horizontes da anlise da poltica indireta, cujo leque de possibilidades tem sido normalmente pensado

  • Para alm da representao e do clientelismo: para uma linguagem da intermediao poltica

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    como se estivessem confinados entre os extremos da representao poltica e o clientelismo. Trata-se de ampliar a anlise da representao poltica e de outras modalidades de intermediao poltica, desmar-cando a reduo habitual da primeira representao eleitoral e das segundas ao mero clientelismo, sem prescindir, porm, deles.

    Ao longo de boa parte do sculo XX construiu-se uma dupla sinonmia entre intermediao poltica legtima e representao poltica, por um lado, e entre a segunda e o governo representativo. No plano da teoria poltica, esta sinonmia se d como um duplo obstculo epistemolgico, no sentido de Bachelard (1974), ou seja, obstculos feitos de ideias que impedem pensar ou operam contra o pensamento. Em primeiro lugar, a sinonmia inibiu o desenvolvimento de teorias da representao poltica no centradas na representao eleitoral e seus dispositivos de autorizao, mandato e sano (astiglione, arren 200 Gurza La-o, mandato e sano (astiglione, arren 200 Gurza La-, mandato e sano (astiglione, arren 200 Gurza La-o (astiglione, arren 200 Gurza La- (astiglione, arren 200 Gurza La-valle e Isunza 2011 Gurza Lavalle, Houtzager, astello 200)3. Porm, o mundo da representao poltica sempre foi mais amplo e diverso que o da representao eleitoral, mesmo que esta tenha se tornado a modalidade de representao poltica por excelncia no governo representativo. As representaes ex oficium (embaixador, cnsul) no cenrio das relaes internacionais, ou o ministrio pblico no plano no subnacional, so exemplos estatais. No terreno societal, a exceo mais notvel no sculo XX foi a representao funcional pela via dos sindicatos, mas interesses de grupos sociais tm sido representados diante do Estado por diversos intermedirios e em canais distintos, e no s atravs de partidos e no circuito eleitoral (Schmiter 1992 Zaremberg 2012).

    Em segundo lugar, tal sinonmia tambm gerou efeitos restritivos sobre a teorizao da intermediao poltica no terreno eleitoral, induzindo uma associao analtica persistente entre intermediao (no eleitoral) e modalidades informais de mediao, frequente e no surpreendentemente depositrias de valoraes negativas. lientelismo o termo que correu com mais sorte na condensao dessas caracte-rsticas negativas, reunido com as personificaes sociolgicas locais: padrinhos polticos, caciques, cabos eleitorais, chefes, mordomias, punteros (Aueero 1999). Na melhor das hipteses, a intermediao foi estudada empiricamente na anlise micro e na anlise relacional como brokerage (Marsden 1982 McAdam, Tarrow, Tille 2001)4, mas

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    sem desenvolvimentos tericos equivalentes na teoria poltica ou em dimenses meso e macro sociolgicas politicamente relevantes (regi-mes de brokerage, por exemplo). Tambm, neste caso, a diversidade de experincias de intermediao poltica transborda as fronteiras de um conceito como clientelismo, definido normalmente pela sua carga negativa, cristalizada em alguma modalidade de assimetria ilegtima e com frequncia em oposio s formas modernas de fazer poltica.

    Assim, o vocabulrio da teoria poltica tendeu a demarcar o rico uni-verso emprico da intermediao poltica em conjuntos excludentes de fenmenos polarizados: representao/participao e representa-o/clientelismo. Por um lado, em relao s experincias diretas e indiretas legtimas e, por isso, consideradas com valncia positiva, a representao eleitoral constitua o recurso para instituir a poltica indireta, garantindo que ela estivesse sujeita a algum grau de controle (autorizao e prestao de contas) por parte dos representados. Seu complemento, de natureza distinta e at oposta, era a participao: manifestao por excelncia da poltica direta e expresso de prefern-cias na primeira pessoa do singular. Em princpio, ambas legtimas: uma, devido autorizao e prestao de contas, e a outra porque se encontra amparada por direitos fundamentais e porque nela o individuo age de forma no mediada, ou seja, fala em nome prprio. Obviamente, trata-se de uma dicotomia analiticamente defeituosa (como vrios tm notado, por exemplo, Plotke 1997), pois no plano lgico o oposto da participao a absteno, mesmo que a participao tenha sido construda, historicamente, como uma oposio representao no campo da teoria democrtica e da crtica democracia (Gurza e Isunza 2011). Alis, mesmo entendendo que representao e participao podem ser excludentes, sob algumas interpretaes, a oposio est longe de ser exaustiva, nos termos de Bobbio (1987), o que quer dizer que, entre ambas existe um universo de experincias que escapa dessa classificao binria.

    Por outro lado, quando se introduz a dimenso legitimidade ou ilegiti-midade das prticas de intermediao, a representao poltica emerge como oposta ao clientelismo, por definio resistente quando no isento de controle e com componentes de subjugao, devido ao in-tercmbio de benefcios que aquele que ocupa a posio de dominao oferece sua clientela (Auyero 1999).5 No obstante, a diferena feita

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    entre clientelismo e eleies menos ntida do que o alto contraste normativo dos termos permite supor, e no difcil de encontrar que o clientelismo seja usado como um epteto para denunciar a poltica do outro (dAvila Filho 2008). Tambm, neste caso, a dualidade defeituosa: sugere que toda representao distorcida se transforma em clientelismo e, vice-versa, que todo bom clientelismo transmuta-se em representao, mas o conceito de representao encontra-se restrito previamente quela exercida no governo representativo. Em outras palavras, os termos no so exaustivos nem simtricos, na sua relao de significao recproca.

    O repertrio de possibilidades iluminadas por este vocabulrio surpre-endentemente limitado e enviesado. O conceito participao pode remitir a prticas bem-sucedidas ou malfadar-se e transformar-se em algo diferente que demanda outro termo usado frequentemente, o de cooptao, mas sob circunstncia alguma uma distino ana- uma distino ana- uma distino ana-ltica acunhada para pensar a intermediao poltica. A esta ltima correspondem a representao poltica e o clientelismo, com valncia normativa invertida. No obstante, supor que tudo o que rodeia o con-tinente da representao (eleitoral) um oceano de clientelismos, de formas irregulares e precrias de exerccio da poltica indireta, ou um mundo diferente de poltica no mediada (participao), uma opo analiticamente infecunda, diante das demandas de conhecimento que coloca o cenrio das democracias contemporneas e, especialmente, das transformaes polticas na Amrica Latina.

    claro que as linguagens e as diferenciaes de vocabulrios que lhes so inerentes no so limitadas em si, mas sempre em funo da diversidade e relevncia contextual dos referentes empricos que se pretendem significar. Alguma coisa mudou no mundo, em relao legitimidade das democracias e pluralizao de instituies que hoje as integram com funes corretivas, suplementares e, inclusive, antagnicas (Gurza Lavalle, Houtzager, astello 200, Scarrow 200 Gurza Lavalle, Isunza 2011, Zaremberg 2012), evidenciando a pobreza da nossa linguagem terica para apreend-lo. Se tentssemos descrever algumas das experincias de inovao democrtica e de radicalizao poltica da Amrica Latina com esse vocabulrio que define moda-lidades informais e prejudiciais ou indesejveis de intermediao (clientelismo), modalidades autorizadas, submetidas prestao

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    de contas, e institucionalizadas de intermediao (representao) e modalidades de agncia direta no mediada (participao), pro-o mediada (participao), pro-o mediada (participao), pro-vavelmente teramos que permanecer mudos ou conformarmo-nos em usar palavras que no correspondem s coisas.

    Permanecermos mudos ou denominar imprecisamente o mundo no so as nicas alternativas. Tambm possvel explorar outro vocabu- possvel explorar outro vocabu- possvel explorar outro vocabu-lrio. Argumentamos que um vocabulrio centrado na intermediao poltica permite observar diversas modalidades de poltica indireta, descentrando a representao eleitoral como polo superior e parmetro normativo. A representao eleitoral uma e s uma modalidade de intermediao poltica que, dependendo da dimenso analisada, no ocupa a priori posies superiores. Desenvolvemos um modelo terico tridimensional para alinhar num continuum toda a poltica indireta. Isto supe suspender a polaridade com a participao, ou seja, focar somente em modalidades de poltica mediada. Oferecemos um exer-ccio analtico como um caminhar possvel e tentativo, no s para especificar um vocabulrio mais sensvel s demandas do presente, mas para, nas palavras de Bunge, permitir a reinterpretao dos smbolos velhos do nosso vocabulrio poltico.

    Nas seguintes duas partes deste ensaio apresentam-se, primeiro, uma anlise lingustica da intermediao poltica, bem como a definio de intermediao aqui utilizada, para depois, explicar as vantagens de pensar a intermediao poltica como um continuum. As trs sees subsequentes, na segunda parte, desenvolvem cada uma das trs di-menses analticas da poltica indireta, privilegiando o dilogo com as teorias da representao. Esta opo obedece no s ao fato de que se trata de um campo terico com acumulao sistemtica de reflexes tericas sobre intermediao poltica, mas tambm ao propsito de fazer evidente para o leitor o lugar aonde reside a especificidade das distines analticas desenvolvidas. Na ltima parte, em forma de concluso, o artigo termina com a apresentao integrada das trs dimenses do cubo da poltica indireta e com um breve exerccio de classificao com a inteno de mostrar os deslocamentos produzidos pelo modelo na compreenso de algumas experincias de poltica indireta.

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    A linguagem da intermediao

    Para analisar a intermediao e a sua especificidade em relao repre-sentao possvel comear por um lugar diferente. O ponto de partida da anlise das diferentes perspectivas conceituais existentes sobre os dois conceitos, mas de um roteiro lingustico para entender a palavra intermediao, e dali contribuir na construo de um conceito til (como veremos na prxima seo) para pensar a intermediao pol-tica como um continuum. Este exerccio de esclarecimento analtico permite explorar as diferenas entre o conceito de representao e o de intermediao, e qual a especificidade do segundo termo desde uma perspectiva pr-terica (Zemelman 1997, 1993), ou seja, antes que os conceitos e a sua relao com as teorias deslizem seus pressupostos analticos. Assim, ao mostrar a utilidade de incorporar a intermediao no vocabulrio da teoria, o percurso prepara o terreno para chegar proposta do continuum da intermediao poltica. O percurso nos permite mostrar que o termo intermediao apresenta vrios signifi-cados. Significa, especialmente, ao mesmo tempo, ser meio de (ser veculo ou matriz) e estar no meio de (estar entre, na medida justa). Na ideia de nossa exposio, significados diversos, superpostos, impli-cam tambm, por um lado, uma acepo normativa de intermediao como terceira parte que age imparcialmente em ps do bem comum (enfatizando especialmente a resoluo de conflitos). Por outra parte, e pelo contrrio, a intermediao erige-se como interveno particular para fazer possvel uma gesto especfica. Esta constatao primeira em torno das contradies prprias do termo intermediao nos ser til para que, em um segundo momento, possamos abandonar con-cepes normativas que identificam a boa intermediao com uma modalidade especfica de representao poltica (eleitoral), tratando diferentes dimenses da intermediao poltica de forma mais descri-es da intermediao poltica de forma mais descri- da intermediao poltica de forma mais descri-tiva e tipolgica.

    Para desenvolver este primeiro momento do argumento, vamos utilizar algumas das guias lgicas (e por que no, obsessivas) de Mario Bunge (2000) para construir conceitos, Assim, seguindo a estratgia da genea-logia da filosofia de Oxford seguida por Pitkin (197), mesmo que aqui, claro, sem pretenso nenhuma de exaustividade. Tambm neste caso, os usos lingusticos e a metfora servem como bssola ao propsito da construo de teoria, mesmo que no consigam complet-la.

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    Mesmo que parea bvio, til comear com uma definio dos possveis significados correntes da palavra intermediar para depois observar seus usos e a sua etimologia. interessante observar que a palavra intermediar na sua acepo moderna tem significados principal-mente associados, por um lado, resoluo de conflitos (com toda uma gama de derivaes no mbito jurdico) e por outro, ao de facilitar, lograr, conectar intercmbios econmicos (com toda uma derivao de termos relacionados especialmente intermediao financeira) (Dicionrio da Real Academia Espanhola DRAE-)6. Um conjunto de significados secundrios do tipo posicional, ou seja, remetem localizao no meio de partes ou agentes.

    Nos dicionrios, intermediao admite duas acepes principais. Em primeiro lugar, encontra-se que intermediar significa agir colocando em relao a duas ou mais pessoas ou entidades, de forma que elas possam chegar num acordo (DRAE:403). Em segundo lugar, alude--se a mediar entre duas ou mais pessoas, e especialmente entre o produtor e o consumidor de gneros ou mercadorias (DRAE:403). O interessante destas duas acepes que numa delas considera-se que aquele que faz a intermediao, tem de ser neutro ou imparcial despro-vido de interesses particulares e adverso a decises parciais para poder favorecer um acordo. Nesse sentido, aquele que est intermediando no deve ganhar nem perder com os resultados da sua gesto, mesmo que seja possvel pensar que exera funes assalariadas por terceiras partes ou pelas duas partes em conflito.7 A outra, pelo contrrio, abre espao ao lucro e ao interesse particular.

    Aparentemente, o primeiro significado tem sido o mais recorrente, de forma no explcita, na literatura prpria da intermediao jurdica, e especialmente nos discursos sobre intermediao de direitos traba-lhistas. A, observa-se que, enquanto a ideia de representao alude ao fato de as organizaes representarem adequadamente os interesses (e direitos) substantivos dos trabalhadores, a ideia de intermediao parece aludir interveno imparcial de um terceiro (tipicamente o Es-tado, mas tambm as organizaes da sociedade civil) que intercedem no conflito trabalhista para lograr um acordo. Neste caso, o terceiro adotaria uma posio de mediao universal/pblica/imparcial entre dois opostos que lutam por interesses particulares.

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    No segundo significado, no entanto, concebe-se geralmente que aquele que intermedia extrai, particularmente, um ganho por localizar-se precisamente no lugar que conecta. Ou seja, caso no existisse a dita intermediao, no poderiam realizar o intercmbio econmico (por exemplo, a intermediao financeira que conecta o capital com a pro-duo). Esta parece ser o significado mais recorrente na literatura sobre brokerage e intermediao clientelar (Aueero 1999), e logicamente, na compreenso dos polticos como capaz de maximizar a renda ou lucro (Downs 1991/1957/), ainda que isto abranja tambm aqueles que intermediam a relao entre corporaes privadas (Burt 1992). Nesta conceituao, pelo contrrio, o significado que aquele que faz a intermediao serve a interesses particulares, no pblico-imparciais/universais, o que pode ser interpretado em termos negativos, como se faz na chave do clientelismo, ou positivos, como acontece na literatura de movimentos sociais que pensa o brokerage como um mecanismo relacional de difuso da mobilizao social e da poltica contenciosa (McAdam, Tarrow, Tilly 2001 Vasi 2011). Na realidade, a parcialidade pode exercer-se no s em favor dos interesses do mesmo broker, ou na conexo de partes previamente desvinculadas, mas tambm para bene-ficiar algumas das duas partes, relacionadas pela intermediao, como acontece nos casos de brokerage denominados por Gould e Fernandez (1989) de tipo representativo, ou naqueles em que a intermediao institucionalizada por conjuntos de atores para coordenar a sua ao e relacionar-se com atores de outros campos (von Blow 2011, Gurza Lavalle, no prelo).

    relevante destacar que em nenhum caso os dicionrios definem a intermediao como constituda por meio de eleies formais ou pbli-es formais ou pbli- ou pbli-cas, simplesmente como intermediao. Este tipo de intermediao sempre significado como representao poltica, ainda que compartilhe implicitamente qualidades com a intermediao. A diferenciao da linguagem parece correr paralela importncia histrica adquirida pela representao eleitoral no governo representativo. De fato, a presena de significados universalistas e particularistas, num mesmo tempo, resulta significativa luz da literatura da representao poltica, a qual tem insistido que a existncia de esta tenso inerente, e constitutiva ao ato de representar. Em outras palavras, esto intimamente ligadas discusso normativa sobre os afazeres da representao, desenvolvido por Pitkin (197 veja tambm Sartori 192): o representante deve agir

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    em prol da nao, resguardando uma posio distanciada dos particu-larismos, para agir em nome de todos, ou deve defender os interesses de suas bases eleitorais e agir como parte interessada?8

    Para alm desta contradio, existe uma terceira definio usual nos dicionrios, que referem o termo de intermdio, como adjetivo, como aquilo que se localiza entre dos extremos de tempo, tamanho, qualidade ou lugar. omo substantivo, alude-se tambm ao meio e s medidas, definindo como intermdio ou como aquilo que se localiza no meio de um espao, tempo, etc. Nestes casos, intermediar faz aluso a um delicado exerccio geomtrico que requer de habilidade, engenho e, como veremos, criatividade. Isto se torna interessante, mesmo quando se descobre que este terceiro conjunto de acepes foi preponderante na origem latina da palavra. Os significados imparciais ou elevados da intermediao e seus significados parciais, particularistas ou mun-danos no esto presentes claramente desde as suas origens filolgi-o esto presentes claramente desde as suas origens filolgi-o esto presentes claramente desde as suas origens filolgi-cas. Quando se consultam as origens antigas do termo intermediar e intermediao, possvel desenhar lgicas que no necessariamente esto atadas a um sentido normativo da boa ou m intermediao.

    Ao rastrear a etimologia, observa-se que, na sua acepo latina (no latim vulgar tardio), o termo intermediar faz aluso a o que est no meio (Diccionario Latn Espaol-DLE-).9 Este termo, por sua vez, faz aluso a medial: o do meio. Destas palavras, derivam-se, por sua vez, as palavras medialia: medalha, que significava tambm dividir em partes iguais, e referia-se ao tempo em que se dividiam os jogos espor-tivos e nos quais premiava-se aos ganhadores (tambm relacionado com o termo medal ou metal). Desta palavra, por sua vez, deriva-se o termo mrito e meritocracia. Porm, de esta palavra deriva-se tambm a palavra medocre, relacionada com una posio intermdia, de justo meio ou morna.

    Pesquisando as razes do vocbulo pode observar-se a palavra meio, da palavra latina medius, como um termo que tem duas origens eti-molgicas. Por um lado, refere-se palavra grega medeia, literalmente: astuto, engenhoso, pcaro. Relacionada por sua vez com a palavra me-dos: conselho, plano, aparelho, artefato referida, ao mesmo tempo, palavra medein: proteger, gerar regras sobre e palavra med (da qual deriva a palavra medicina e meditar): mensurar, limitar, considerar, aconselhar, saber tomar medidas adequadas (Diccionario Griego Es-

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    panhol DGE-)10. Por outra parte, a palavra meio, est relacionada com a ao de medir, implicada na palavra meter, que significa poro, medida (geralmente associada a una poro de terra). Esta palavra est relacionada tambm com a palavra grega medium que significa lugar donde algo se desenvolve ou se gesta e que se associa tambm palavra matricis: animal prenhe, e matrias (depois matriz o matrix) que significa: origem ou fonte.11

    Por meio deste percurso possvel localizar linhas de desenvolvimento na linguagem natural, que no se esgotam na contradio entre inter-o se esgotam na contradio entre inter-o se esgotam na contradio entre inter-mediao universalista e particularista. Desde este ltimo conjunto etimolgico, a intermediao alude a uma atividade que requer do engenho, a capacidade de medir com preciso (estar no meio), ao tempo que poder levar ao fim esta tarefa em terreno frtil para ser veculo na gestao de algo novo (ser meio). Esta potencia criativa, associada ideia de intermediao, particularmente relevante para a representao (Urbinati 200 Vieira, Rucinman 2008) e a intermedia-o polticas, pois elas no so uma atividade meramente destinada a repor o mundo, a refletir as preferncias objetivas dos intermediados, mas que transformam, constroem selecionando e retraduzindo estas preferncias. Por outro lado, a capacidade criativa da intermediao poltica no um caminho de sada para os dilemas da universalidade e da parcialidade, mas um caminho que permite lidar com eles.

    Deste ponto de vista, a discusso sobre o universal ou elevado e o particular ou mundano da representao perde protagonismo. No centro se localiza, em vez disso, uma viso positiva sobre as qualidades e tipos de intermediao como ingrediente sempre dinmico que no pretende resolver, mas conviver com a contradio universal/particular que tem obcecado a literatura sobre representao poltica. Esta inverso do ponto de vista que propomos aqui. Nestas pginas, levare-mos a srio o significado de intermediao como aquilo que se refere tanto a estar no meio como a ser meio, como ponto de partida para una noo de intermediao e, como veremos, de representao que no identifica normativamente a boa intermediao com una: a representao eleitoral assumida a priori como superior.

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    Intermediao: continuum e conceito

    Toda representao inclui intermediao, mas nem toda intermedia-o inclui representao. Trata-se de termos que guardam entre si uma relao de conjunto e subconjunto. Em outras palavras, todas as modalidades da representao, no s as de carter eleitoral, esto contidas dentro de um conjunto maior de prticas de intermediao. Naturalmente, daqui se deriva que no mundo emprico, possvel existirem um conjunto de instncias, definveis como intermediao poltica, mas no como representao. Assim, as diferenas entre os casos que pertencem a um e outro subconjunto no so absolutas ou de espcie, mas relativas, sempre em funo da intensidade de algum atributo ou da presena ou ausncia de uma caracterstica secundaria para a definio do conjunto maior. Se definirmos que as diferenas o so por uma questo de intensidade, a ideia de continuum ganha sentido.

    Assim, uma vez assumido que toda representao intermediao, mas no o contrrio, assume-se tambm que intermediao e representao no so dois fenmenos de natureza irreconcilivel. Sem dvida, seria possvel adotar outra premissa e definir representao e intermediao como dois fenmenos que correm em pistas paralelas e distintas, (que no se atravessam, ou sem recorrer a licenas metafricas) que so constitudos por ndoles substantivamente diferentes e, por isso, guardam diferenas de espcie entre eles. A primeira premissa parece--nos correta, e a anlise lingustica mostrou as semelhanas entre os termos.

    Mesmo assim, h mais de um caminho possvel para pensar as diversas modalidades de intermediao, incluindo a representao. A opo que parece cognitivamente mais enriquecedora e com maior potencial terico pensar as diferenas entre modalidades de intermediao como um continuum. Ao pensar a variao como um continuum, perde sentido opor clientelismo a representao. Antes, seria preciso elaborar a qual momento do continuum pertence o clientelismo e quais so as figuras extremas de tal continuum. Melhor ainda, abre--se espao analtico para pensar um leque amplo de possibilidades de intermediao poltica, para as quais resulta pobre o vocabulrio da participao, a representao e clientelismo.

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    Se a representao uma modalidade possvel de intermediao polti-ca em um continuum que inclui outras possibilidades, preciso definir adjetivo poltica, comum a todas as manifestaes de intermediao de tal continuum. Se optssemos por concepes laxas de poltico, o corpo social (a polite) por excelncia poltico e todas as modalidades de intermediao nele exercidas tambm o seriam. Por conseguinte, qualquer tipologia de brokerage seria, tambm, uma tipologia poltica e qualquer relao de intermediao entre indivduos seria igualmente poltica. Por este caminho, se dissolve a especificidade da intermediao poltica, da mesma forma que as formulaes mais crticas das teorias da representao acabaram por dissolver a representao mesma, ao consider-la nada mais do que uma pretenso em maior ou menor medida verossmil (Saward 2010 Medina 199 para um bom balano veja Almeida 2011).

    Parece ento mais pertinente adotar uma definio mais restritiva do poltico, entendendo a intermediao poltica como a mediao exercida em sentido vertical por um ator com vantagens posicionais que estabelece relaes entre cidados e/ou indivduos, atores cole-duos, atores cole-duos, atores cole-tivos, organizacionais e institucionais, por um lado, e instncias de autoridade pblica, localizadas em nveis superiores. A intermediao poltica ganha assim um significado ascendente, pelo qual o conceito de intermediao poltica recentemente formulado no aplicvel a relaes simtricas ou que no operam em sentido vertical ascendente. A lgica descendente existe e, por exemplo, faz parte da dinmica da representao poltica (volta s bases, proximidade com o eleitor), mas a representao s existe porque supe a possibilidade de escalar demandas, necessidades ou preocupaes. A mediao de conflitos entre atores na mesma posio, tendo em conta as noes de impar-cialidade e acordo mtuo a ela associadas, escapam da concepo restritiva do adjetivo poltico aqui adotada. Obviamente, casos de arbitragem de conflitos, com consequncias de observncia obrigatria para as partes, constituem modalidades de intermediao poltica nos termos aqui definidos. Por sua vez, quando a intermediao trabalha em sentido descendente, como quando o acesso direto a algum em posio de mando permite obter algum favor ou vantagem, realizado pelos subordinados do ltimo, parece pertinente empregar outros conceptos do campo semntico da influncia ou da autoridade.

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    O intermediador um ator com vantagens posicionais, ou seja, exerce a intermediao porque pode, graas a assimetrias existentes de poder. Talvez a literatura que mais contribuiu para entender as vantagens posicionais dos atores que exercem intermediao seja a do campo da anlise de redes e seus subcampos tericos, preocupados com as implicaes gerais daqueles atores/laos que esto no meio entre diferentes mundos de atores/laos. Especialmente, Freeman (1977) na sua recopilao dos aportes ao redor da ideia de ponto central (point centralite) e incorporando as contribuies de Bavelas (1958), Shim-es de Bavelas (1958), Shim-Bavelas (1958), Shim-bel (1954) e ohn e Marriot (1958) concluiu que a importncia da concepo de ponto central se refere ao potencial desse ponto de controlar informao que flui na rede. As posies so vistas como es-truturalmente centrais, na medida em que se mantm entre (between) outras e podem, por tanto, facilitar, impedir ou desviar a transmisso de mensagens (Freeman 1977:3). om base nesta concluso, ele desenvolveu a noo de anlise de redes de intermediao (betwe-enness), que contempla a capacidade de controlar recursos materiais e imateriais, inclusive de natureza afetiva, graas posio que um ator ocupa na rede.12

    ompletando esta perspectiva, assumimos que as caractersticas da intermediao poltica no se derivam unicamente de posies es-o se derivam unicamente de posies es-o se derivam unicamente de posies es-truturais vantajosas numa rede de relaes, mas, sobretudo, que esta posio est associada tambm a atributos dos atores como riqueza, status social, genro, nvel educativo, etc., os quais alimentam as assi-metrias da intermediao poltica (Zaremberg 2010 von Blow 2011).

    As dimenses analticas da intermediao poltica

    Antes de explorar as dimenses analticas que definem o continuum da intermediao poltica, pertinente descartar uma dimenso tentadora, a saber, a efetividade/eficcia. Mesmo que esta dimenso costuma trazer sossego s boas conscincias, torna estril a reflexo e a investigao. No existe uma modalidade de intermediao poltica capaz de garantir a priori a efetividade ou eficcia de seus resultados, olhados desde o ponto de vista dos interesses do intermediado. Isto implica assumir que a representao eleitoral no constitui a priori uma forma de intermediao com maior efetividade. O que faz ou

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    no efetiva a intermediao poltica uma questo que remete a um conjunto de fatores contingentes que parece conveniente separar da definio. Em nossa perspectiva, descartar esta dimenso no significa abandonar as questes substantivas sobre os interesses e preferncias dos intermediados, classicamente colocadas pela ideia da boa re-presentao ou de agir no melhor interesse do representado. Mais ainda, manter essas questes substantivas no equivale a restaurar as respostas formuladas na chave da representao eleitoral, mas defini--las num nvel de abstrao que permita dissociar uma modalidade institucional especfica de intermediao (representao eleitoral) das respostas sobre as caractersticas das formas de intermediao mais favorveis ao intermediado.

    As dimenses analticas tm que ser definidas de tal modo que per-mitam equiparar as propriedades formais e substantivas de diversas modalidades de intermediao poltica sem preordenar normativamen-te os atributos da representao eleitoral como superiores em todas as dimenses. Isto, preservando a interlocuo com a acumulao de reflexes sistemticas propiciadas pelas teorias contemporneas da representao. Isto implica, como se disse antes, especificar categorias suficientemente abstratas para permitir que mais de uma instncia ou realidade emprica seja capaz de ocupar posies prximas, indepen-dentemente de sua morfologia. Adicionalmente, a seleo das opes deve proceder com parcimnia, pois cada dimenso adicional traz consigo uma carga de complexidade que necessrio integrar e manter ao longo da anlise e do desenvolvimento de argumentos.

    No momento, pertinente sublinhar, que s damos ateno s dimen-ses analticas no plano terico, sabendo que a sua eventual operacio-nalizao em variveis exigiria um grau de especificao maior, cujos desenvolvimentos poderiam revelar ambiguidades. Em qualquer caso, partimos da premissa segundo a qual as dimenses analticas devem encontrar correspondncias com instncias empricas observveis no mundo, cuja variao permita orden-las numa ordem contnua, ao invs de classific-las em categorias. Tal correspondncia, obviamente, exigiria mediaes analticas e construo de variveis orientadas por tais mediaes, e no deriva diretamente como aplicao imediata do modelo terico. No momento, trata-se de iniciar a explorao das vantagens heursticas de um modelo como que aqui se prope.

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    Se as vantagens resultam persuasivas e consistentes, os desafios da investigao emprica devero ser atendidos. Por ltimo, as dimen-ses analticas guardam independncia entre si, ou seja, caso fossem operacionalizadas no teriam necessariamente covariaes ou no o fariam na mesma magnitude.

    As dimenses analticas obedecem ao valor da incluso poltica e sua estreita conexo com a autodeterminao. A exposio das dimenses e do modelo tornar claro o papel dessas instncias, mas convenien- convenien- convenien-te reforar que, devido ao seu grau de abstrao e independncia, as dimenses analticas evitam a identificao direta de boas e ms modalidades de intermediao, ainda que elas expressam uma preo-cupao normativa de examinar a intermediao poltica pelas suas consequncias para a incluso poltica e, consequentemente, para a autodeterminao.

    omeamos por uma dimenso crucial, para a qual a representao eleitoral tende, facilmente, a se impor como parmetro: a autorizao (Pitkin 197: 2*). Obviamente, uma das maiores dificuldades para pensar as diversas formas de intermediao poltica sem op-las repre-sentao eleitoral o seu dficit de autorizao, o que suscita, no sem bons motivos, suspeitas sobre a legitimidade das mesmas (Przeworski 2002). Porm, a autorizao expressa, universal e institucionalizada no facilmente aplicvel s outras modalidades de intermediao, nem mesmo quando vocalizada publicamente sua relao de defesa de um determinado grupo (advocacy), e muito menos quando as causas defendidas so difusas ou no associadas a grupos sociais constitudos (por exemplo, as atividades de advocacy de organizaes da sociedade civil [OS] de defesa dos direitos das futuras geraes, dos animais, ou da natureza). Mais ainda, a autorizao talvez nem sequer seja desejvel em alguns casos de vocalizao pblica, como evidenciado pelas OS que trabalham pela defesa dos direitos humanos e especificamente com causas contra-majoritrias nos contextos de sua insero cotidiana (por exemplo, igualdade de gnero em pases islmicos).

    Optamos por pensar a autorizao como expresso de uma dimenso mais general: reconhecimento interno, ascendente ou por parte de aqueles que so intermediados. As eleies so um mecanismo formal, altamente institucionalizado de autorizao que garante o reconhe-cimento das funes de representao exercidas pelos representantes,

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    mesmo que sempre seja possvel discordar das decises especficas que tomam. Figuras de autoridade tradicionais tambm contam com modalidades de produo de reconhecimento por parte da populao, das funes exercidas, e tambm podem ser institucionalizadas.

    Reconhecer as funes exercidas no significa, em princpio, expressar consentimento pelo contedo das decises em si (como tambm no o significa no caso da autorizao eleitoral), mas pela legitimidade das funes exercidas. Existem outras duas possibilidades: a segunda saber do exerccio da intermediao, mas no concordar com ela, ou seja, saber, conhecer, mas no reconhecer (por exemplo, s uma parte do que a literatura costuma chamar como clientelismo, pois possvel que uma parte daquelas prticas seja reconhecida). A terceira possibilidade no estar a par da intermediao, como acontece no caso de uma parte das OS de advocacy. Algo parecido s prticas que Burke (1792) agudamente definiu como representao virtual, ainda que neste caso no exista a perspectiva de um observador externo capaz de reconhecer o interesse representado.

    A ordem desta dimenso analtica pensada como reconhecimento interno da intermediao poltica ou ex parte populi, se prefervel. Os representados ou aqueles que tm seus interesses e opinies mediados politicamente por outros s podem orientar suas condutas em relao intermediao exercida se sabem de sua existncia.

    + + +

    Ic Sem conhecimento Ib onhecimento (saber sem

    consentimento)

    Ia Reconhecimento(saber com

    consentimento)

    A segunda dimenso remete accountability ou prestao de contas, normalmente pensada como o controle do representante pelo repre-sentado. Este o modelo por excelncia e, como no podia deixar de ser, tambm est informado pela representao eleitoral. Neste modelo h pelo menos uma pressuposio que nos interessa revisar, a ideia de que a relao entre representante e representado responde ao modelo

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    do principal (eleitor/representado) e seu agente (eleito/representante) (ver, por exemplo, Manin, Przeworski, Stokes 1999a). Este o modelo preponderante na literatura emprica e terica sobre a relao entre accountability e representao, possivelmente porque conveniente ao princpio democrtico segundo o qual compete aos indivduos decidir sobre si mesmos (autodeterminao ou autogoverno), sob a premissa segundo a qual somos todos iguais. Assim, no modelo liberal, o que se representa por excelncia so interesses, no sentido de Young (2002), mas este modelo no foi sempre consensual, como mostrado eloquentemente pela doutrina de Burke (1774 Pitkin 197) sobre a natureza objetiva e no individual dos interesses. Em todo caso, a relao um a um, suposta no modelo agente-principal pouco fiel dinmica real da representao eleitoral, comeando pelo fato de que os motivos que levam ao eleitor a votar so diversos e em muitos casos no definem nada que se parea a um contrato ou acordo imaginrio (ampilongo 1988).

    No se trata, claro, de descartar despreocupadamente as conside- claro, de descartar despreocupadamente as conside- claro, de descartar despreocupadamente as conside-raes substantivas ou o esprito democrtico que subjaz ideia de accountability, mas de pens-la nos termos mais amplos do controle social e as prticas de intermediao. Naturalmente, existem diversas concepes de accountability, minimalistas e laxas, que aceitam como tal qualquer forma de responsabilizao, informao ou sano das autoridades pblicas (Schedler 1999 Fox 200), ou mais exigentes e restritivas, que a definem pela presena simultnea da obrigao de informar e de mecanismos de sano (Ernesto Isunza e Gurza Lavalle 2010).

    Optamos por pensar o controle social em termos dos constrangimentos que ajustam o comportamento e as decises daqueles que exercem in-termediao poltica a respeito das perspectivas, opinies e interesses, novamente nos termos de Young (2002), daqueles que so mediados. conhecido que o voto um mecanismo muito fraco de constrangimen-to ou com pouca capacidade de induo (Stokes, Manin Przeworsky 1999b). Por outro lado, custos econmicos ou de prestgio, sistemas de usos e costumes, a interdependncia de pares, a dependncia de recursos e de diversas instituies de base organizacional ou cultural, restringem o universo do que o intermedirio pode fazer e decidir. At o clientelismo, sob o sentido comum negativo que a ele se atribui na

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    literatura, uma prtica de intermediao poltica constrangida con-siderao de certos interesses da clientela, visto que s tem sentido dentro de uma economia de troca, mesmo quando ela seja desigual.

    Os polos desta dimenso analtica esto ordenados por formas de in-termediao quase discricionrias, de um lado, e sujeitas a constrangi-mentos fortes, do outro. O primeiro polo quase discricional porque, a rigor, o exerccio de intermediao poltica, como uma atividade isenta de qualquer considerao da parte mediada, parece uma impossibi-lidade lgica. Essa sequncia supe que cingir a conduta e decises daqueles que exercem a intermediao poltica considerao dos interesses, opinies, valores e perspectivas daqueles que so mediados prefervel para os segundos. No necessrio entrar na controvrsia do mandato imperativo ou da autonomia do representante. Os termos de este debate so bastante conhecidos (Pitkin 197 Manin 1997 Vieira e Rucinman 2008) e se aplicam a outras formas de intermediao po-ltica. Basta mencionar que cingir supe uma ao de aproximao que, por definio, no anula as diferenas ou assimetrias constitutivas entre as partes em jogo em toda intermediao poltica.

    + + +

    IIc Quase discricional IIb onstrangimentosmoderados

    IIa onstrangimentos fortes

    Por ltimo, a terceira dimenso analtica procura introduzir uma ques-to normativa de difcil tratamento, normalmente colocada pela teoria como ncleo substantivo da representao. A representao democr-tica supe que agir em nome de algum, equivale no s a considerar suas preferncias manifestas ou seus valores codificados, mas a decidir pensando no seu verdadeiro ou seu melhor interesse (acting in the best interest of ) (Pitkin 197 Manin, Przeworski, Stokes 1999a). Isto supe que possvel diferenar entre o interesse e o verdadeiro interesse. As teorias da representao resolvem isto mediante a independncia do representante (Burke 1774 Manin 1997). Graas a tal independncia, a ele cabe determinar qual seria a melhor deciso e prestar contas pelos resultados. Isso permite a Manin, Przeworski e Stokes (1999a) afirmar contra-intuitivamente que realizar promessas de campanha milagro-sas (como criar milhes de empregos) com dinheiro pblico pode ser muito responsvel, mas que realiz-lo efetivamente poderia ser pouco

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    representativo, pois o governante no pensa no melhor ou verdadeiro interesse do representado (manter a estabilidade econmica, a inflao sob controle e o ajuste fiscal, procurando criar empregos sobre bases firmes, por exemplo). Afinal, os eleitores julgam aos representantes pelas consequncias das suas decises e no por seguir a p da letra al-es e no por seguir a p da letra al-es e no por seguir a p da letra al-o por seguir a p da letra al- al-gum mandato eleitoral. Em qualquer caso, a separao entre interesses verdadeiros e interesses manifestos parece-nos insatisfatria por vrios motivos, e a sada pela via da autonomia do representante supe muitas coisas, pois os efeitos do ciclo eleitoral sobre as decises de gasto do representante podem no s produzir decises irresponsveis, mas ao mesmo tempo outorga aos representantes qualidades superiores que os diferenciam dos representados e os fazem capazes de diferenciar os interesses verdadeiros dos falsos.

    Introduzir a dimenso substantiva da intermediao crucial, visto que as prticas reconhecidas e sujeitas a constrangimentos fortes no necessariamente produzem resultados desejveis para aqueles que so mediados e para a sociedade no seu conjunto. Em vez de aproveitar da diviso entre interesses verdadeiros e manifestos, ou lhe atribuir efeitos a supostas qualidades nos intermedirios, ou aos clculos que eles fazem para preservar suas posies e os benefcios a elas associados, optamos por traduzir a questo em termos do jogo de intermediao e do grau de agonismo que permite aos intermediados. A convergncia de interesses entre intermedirios e intermediados parcial, em maior ou menor medida instvel e impulsionada pelo conflito. Ao focar o grau de