Lautaro Nuñez 1996

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Movilidad Caravánica en el área centro sur andina: Reflexiones y expectativas Lautaro Núñez Atencio Instituto de Inr!estigaciones Arqueológi~us y Museo Uniclersidlzd Católiclz del Norte San Pedro de Ataíama-Chile En uno de los primeros manuscritos cliie guardamos sobre tráfico prc- ,stórico andino escrito en 1973, señalábamos que era necesario intentar: "un -quema de reconstrucción dinámico, capaz de reproducir las complejas si- .:.ricionesde movilidad humana, más allá del estático criterio arqueocentrista. -- )rnbres que neutralizan espacios. Hombres que percikn la residencia a través .: 1 desplazamiento. Hombres andinos en movimiento para subsistir y exceder, ..:c rc especializan en el tráfico con recuas de llamas y transforman la ecología. ?arcjan lo de arriba con lo de abajo (...) Contactan el altiplano con el Pacífico. - : :.una con los valles serranos, gentes con gentes" (Núñez, 1974). En un estudio posterior (1976) las evidencias circunscritas a variables . : : rirtc rupestre, rutas y movimiento de bienes del norte de Chile, llamaron .::crición sobre el cómo se expandió entre montañas, valles y costa vecinas, r :. una región árida dominante, un tráfico de productos diferenciados de -: ~reincaica.Las vinculaciones caravánicas entre excedentes, asenta- - -.:?tos, rutas, especialización en tráfico de corta y larga distancia, crcciniiento - --3 )cr6fico y señoríos prestigiosos se comiei-izan a detectar más nítidamente, -. i ;ic. \.eiiite años después de 1'3s primeras propuestas.

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Movilidad Caravánica en el área centro sur andina:

Reflexiones y expectativas

Lautaro Núñez Atencio Instituto de Inr!estigaciones Arqueológi~us y Museo

Uniclersidlzd Católiclz del Norte San Pedro de Ataíama-Chile

En uno de los primeros manuscritos cliie guardamos sobre tráfico prc- ,stórico andino escrito en 1973, señalábamos que era necesario intentar: "un -quema de reconstrucción dinámico, capaz de reproducir las complejas si- .:.riciones d e movilidad humana, más allá del estático criterio arqueocentrista.

-- )rnbres que neutralizan espacios. Hombres que percikn la residencia a través .: 1 desplazamiento. Hombres andinos en movimiento para subsistir y exceder, ..:c rc especializan en el tráfico con recuas de llamas y transforman la ecología. ?arcjan lo de arriba con lo de abajo (...) Contactan el altiplano con el Pacífico.

- : :.una con los valles serranos, gentes con gentes" (Núñez, 1974). En un estudio posterior (1976) las evidencias circunscritas a variables

.: : rirtc rupestre, rutas y movimiento de bienes del norte d e Chile, llamaron .::crición sobre el cómo se expandió entre montañas, valles y costa vecinas,

r : . una región árida dominante, un tráfico de productos diferenciados d e -: ~reincaica. Las vinculaciones caravánicas entre excedentes, asenta-

- -.:?tos, rutas, especialización en tráfico de corta y larga distancia, crcciniiento - - - 3 )cr6fico y señoríos prestigiosos se comiei-izan a detectar más nítidamente,

- . i ;ic. \.eiiite años después d e 1'3s primeras propuestas.

En un e n s a ~ , c más reciente ! \úñcz >. Dillchav 1979) hcnios detallado con mayores \.ariablc"; la5 relaiionci dc. tráfico cntre tierras altas y bajas, configurando un rorpu. clc sugcrenci'lr q t i P otro5 autores han desarrollado aun con nia>.orcs cupectatii.aí !\.erbisraci;i. Taller dc. Tilcara, Argentina).

En general, nucstras ni~lc '~te~i> rii-i hdn iritenta~lo cnigregar de la historia andina los episodios d e intcracciiiii ;o~ i i ' t . c~1115nc conio una "estera", un "subsistema", o un "modelo" dc análi5is. Sini~-lc.nient~> hcnios deseado ver n i i s de cerca las redcs d e trifico cle ic~rii~~l~mt.ntLiii ; i :- , inwrtas en el proceso histórico andino del centro-5ur. \'ist» '35i el trr;ii;,l k biencs. como un com- ponente d e la historia de los puctllo, '~ndinc.~. ;\;10 :12i:i,l; Lletc~c:,~do aquellos episodios regionales, q u c coiiiii;ur,in ~ i ~ ~ m i , n : l ~ : dts 1111 "ii iundo d e intcraciioncs", p,ircialmc~iitcl coiio~icio. C\,n:\? ii~:i,~<;.r:i,.~? c?irtos c3ri1~~eo- lógicos cn un territorio d e los .Ai~tie>, pi-iLicnio- i'>;~!'::ic'r ; i!f~~ri~rici '~s 1. S<'- n ic ja i i~ i s rc~gi(~nalcs con inayor coiiti~~t~iIib,iii. ;'LT.: :? ! -:\ -. - ~ ' i i t ~ i i i i i i 'i~itori- zados para extrapolar nuestras obser\.'i;ii)r:i.;. 51: L?:C ?.L:-!:itii) cl prriicipio giratorio d e interacción que a continuaci0n ..c. n ~ i i ; i : . i r . i .i1?,3 i~i)cihn re- cobrad'~ y tal vez cargada del cspíritu and:ri? ,i :,:z 2 . 11:i \-:-i\íri ri~t;ioi?al " ~ i i ~ t ~ 3 d a " por los viajcs cara\.,i~iicos dc.1 p ' i ~ ~ i i . 3 i ;7r3:~>~-, : i it~r:d ~ 5 t d und desviación a lo más en-iocional.

Sin cmbargo, la unidad ~ l c la socicilx! ,~rii?;:-,i ,:, p.j:t:~ ;ic' 511 di\.er?id,id, y su notable capacidad para procesar i~iterii~in:~,r.:i !':,L,:ic- \ \iilorc- de 19s pisos de costa, valles, altipl;inc) y ciricntc., ticni?? ,i 2 , ;;!r?:~~r:t,lrsc iiiejor con nuevas tácticas arqueoli,gicas actualiiic~ritc~ cn i l i ; ~ ) il:;c r ? :~c i , i b .i i:plisitar la naturaleza de estas conexiones.

El flujo d e trdfico centro-su: pro:,orcicrl; : r r . ? : ;\':-.L~:.~:L:J c icicr.tid;id interna a la sociedad '~ndina, adhirienc!~ dis;i::ii? ;,5:.>,':.i:.:~- -oc;ocui:uralci, . . . . económicos e ideológicos, no ad\.irtién22'c. >i:;ri:,>ri: 2:;,~:t1r?;i1-2s enirc Lisentaniicntos fijos y mi,viles, entre 'iliieas a1:ds 1- ir:':?. ?:-,::c' pi'cis ~ i o i i 1 ~ i ~ i ) s . En reversa, notamos una c1ricntaci6n intcgraLjnrd ,r,c ?c. ir.i;cmcnta io ldrg-o . . de distintas rnodalidadcs a tra\.C's de la seczenciz ;.~?,l>;<):lid, no con10 nic- canismos rígidos de dominio. Se trata nies bit'!: LC ditc)S rtlotx proprio de complementariedad de recursc-is sc-inipatibie- ii): pernianeritts idcales dndinos de girar cntre distintos y distante. ejt.3 dc 1, red d e interdcción caravanera, configurando episodios \.oluntarios que Rierecen un tratamiento arqueológico más adecuado, sobre el cual han surgido análisis estimulantes a partir de esta visión (Lynch 1981) y d e t.anos j¿)\.cncs investigadores d e Perú, Argentina y Chile, vinculando patrones de tráfico caravanero con arte rupestre y asentarnientos especíticos.

El proceso d e complemcntariedad de recursos entre las tierras altas y la vertiente occidental, a lo largo d e la secuencia d e episodios en el área centro-surandina, se llevó a cabo de diversas maneras: apropiación trashumántica d e recursos, emigración, factoría, trueque, colonias y territorios étriicos con recursos integrados en el sentido de Harris (1983).

En este proceso hemos detectado una constante, esto es el desplaza- riicnto de grupos que giran a lo largo de la diversidad ecológica tras la .~,btcnción de bienes complementarios. En este contexto el rol del movimiento z!ratorio caravánico fue relevante, a través de asentamientos-ejes desde las :;erras altas a los valles intermedios y costeños. El factor clave es que la -iirección y distancia del movimiento desde estos ejes fijos depende de la :smpulsión o restricción del mantenimiento de caravanas, de los espacios :nsulares vacantes y de la disposición de productos trasladados a través del r.aisaje natural y social.

Para que el movimiento giratorio entre poblaciones complejas pueda ::~antener su medio rotantc en equilibrio, éste debe ser balanceado por los ics tijos o ascntamientos relativamente homogéneos en términos de "captura

i c tráfico" (trueque), incluyendo por cierto la delimitación de recursos dis- -i~nibles para su explotaciOn directa (colonias) y sus combinaciones posibles .il margen de transacciones comerciales ortodoxas.

Los asentarnientos sedentarios vinculados al acceso de grupos :dravaneros pueden responder de distintas maneras: a) proporcionar suelos 3 recursos locales, b) abastecer a los grupos caravaneros y recibir productos fsráneos, estableciéndose redes locales de redistribución, c) fortalecer vínculos ;Ic mutuo beneficio para la continuación del movimiento a travíis de su 2spacio étnico con contactos de larga distancia.

Dadas estas condiciones, los asentamientos-ejes semi-sedentarios y se- dentarios son polos de estabilidad, los cuales definen sus puntos terminales y LL? dirección del movimiento giratorio caravánico. Esto implica un mesurado ;Icsarrollo de altas jerarquías sociopolíticas entre estos asentamientos-ejes. Sin cmbargo, este puede diferir en tamaño y complejidad de acuerdo a la capacidad ;le transporte de las caravanas, de las diferentes densidades de población en cada eje, de los niveles de armonía y escala de los beneficios mutuos.

El conjunto de ecosistemas diferenciados de los Andes centresur es- :!mularon múltiples circuitos de movimientos giratorios con fuerzas inter- nas que generaron otros desplazamientos a través de la extensión gradual .ie rutas que trasladaban bienes e ideologías. De esta manera cada conexión due contactaba dos o más asentarnientos era sólo un segmento de un conjunto ;Ic conexiones que integraban a su vez a diversos grupos culturales y etnicos, con más o menos complejidad aldeana. Cada asentamiento incorporado, sea cual sea su localización es un eje con su propio movimiento productivo :nterno que entra en contacto con un sistema mayor hacia donde vierte sus c~cedentes y se conecta con el universo total, absorbiendo técnicas, alimentos, :Ldeologías, etc., sin constituir en sí mismo un centro autárquico d e plena ~iutosuficiencia.

Así, diversas etnias con producciones y culturas diferentes conectaban sus excedentes y valores a través de movimientos de interacción social, ;ultural, económica y litúrgica. Esta movilidad integró a diversas poblacio- 7 ~ 3 dispersas en los Andes del centro-sur, pero a su vez rcchazó el modelo

de d~sarrollo urbano, por la intensificación de relaciones inter6tnicas en ar- niori:;i wcial, con un desarrollo más equilibrado y logros más efectivos en tcrniini)s d e mayor distribución demográfica, manejo más extensivo de es- p . 1 ~ ~ !. acceso más igualitario a los bienes en movimiento.

El patrón giratorio se compone de movimientos cnr,~váiiicos entre a'c.ntamicntos-ejes, cuyas ideas matrices emcrgieron a travcs d e los múltiples ;ircii:tos preccrámicos o arcaicos, entre diversos ~ i s o s contrast'idos del área c~nntro-suraridina. Ya en este estadio se fijaron los puntos d e mayor prestigio p ~ r a el posterior desarrollo más cspccializado del tráfico iiiterpiws. De zoiias globalc~s d~ atracción para los grupos de cazadores-recolectores se transitó h'tcia la localización d e asentamientos-ejes incipientes, en la medida que ocurre la expansión d e los primeros loci de vida sedentaria. %lo cuando se d~.finieron los asentamientos-cjcs, con un carácter ni6s pernianente, entre di\.ersos núcleos de produccioiies ditereiiciadas, el principio giratorio conienzó a demostrar eficiencia gradual y progresiva, a tra\+s de clistintas n~ocialicia- dcs cie acceso a rcyursos que variaron en ticrripo y cultura.

Estos desplazamiciitos se t~ari detinicio '1 travfs de divcrsas etapas, constituyendo un medio eficiente para cstiniular, inicialmeiite a larga dis- tancia, a d iverx~s modos de interacción v cariibios ei-oiiómico-c~ltur~iics, cuya m'ixinia expresión alcanza el clímax: Tiahuanaco. Posteriormcntc el proceso dc emergencia d e múltiples reinos y scrior?os pcriffricos estrechó el cspacio de estos desplazamientos, dentro d c ~ i r i contexto de diversiticación culti:ral y política, iiicrcnieritándose cl cruzamieiito de bieiies coniplerncritarios en iina escala variable, pero no centralizada en t6miinos iirbcinisticos.

Hemos establc~ido que en los Andes del centro-sur h,iy cl istiiitos niodo-. b5sicos y dominantes d e acceso a bicncs conip l~mi~nt~~r ios : eriiigraciories, colonias, factorías, trueque e integración de territorio.;, nianitcstados a lo largo de 1'1s rutas trans-caravánicas en el pertil ticrra, alt,is-costa. La conibi- nación de estos modos y el domiiiio de uno sobre los otros no s j lo reper- ciiticrnri eficientemente en los valles altos y el altiplano-piina, sino qucaclemás articuló espacios distantes entrci el litoral v las sel\.as orieritalcs. Estos patro- nes basados en el tráfico de caravanas &ncadc>n'~ron un mosaico de zonas ecológicas complementarias configurando una verdadera unidad integrada por diversas formas de produccióri. Aun más, la movilidad integradora caraváiiica permitió la mayor complejidad sociocultural que se haya conectado en el medio de vida agrario-sedentario, otorgando nuevas expectativas d e desarrollo a las tierras bajas y altas respectivamente.

Se ha planteado que la movilidad socioeconómica es el tema dominante de la adaptación agroganaderacaravanera. Sin embargo, estos griipos estaban fiicrtementc vinculados con los asentamientos agrarios en donde se proveían de dicta, suelos y recursos adicionales, actuando como puntos de destino d e los ejes del movimiento caravánico. Estos articulaban su movilidad con los scgnitiitos sedentarios dispuestos como una red dc asentamientos-cjcs, hacia los ciiales establecían tradicioiialmenti. sus circuitos.

Dentro de la perspectiva de los alteños, el stock de camélidos radicó en donde se situaron los mejores espacios de forraje y agua. De esta manera crearon inicialmente una movilidad interna de naturaleza trashumante, des- tinada a optirnizar la provisión de estos recursos en las tierras altas. El manejo posterior de caravanas funcionó en relación directa con el acceso a la ganadería de llamas, de modo que el potencial del tráfico es proporcional al mayor o menor desarrollo ganadero, redistribuyéndose este potencial en zonas deficitarias a base de conexiones en el mismo espacio altiplánico.

Es probable que las actividades agroganaderas-caravaneras se inicia- ran antes del desarrollo de las poblaciones agrarias en las tierras bajas (Wheeler et al. 1977, Núñez 1982). De modo que ciertas aldeas agrarias tem- pranas pudieron levantarse bajo el estímulo de las necesidades de producir alimentos agrarios y mantener relaciones primarias de complementariedad con con~unidades de alteños. Tardíamente, cuando la adaptación creciente del patrón caravanero se amplió, la agricultura pudo acelerarse en diversos ei~claves periféricos a las tierras altas, con el objeto secundario de "capturar" circuitos de caravanas, tendientes a estabilizar la expansión del tráfico de trueque y colonización a niveles locales v /o regionales.

La localización de grandes concentraciones fijas de poblaciones agra- rias en pisos medios y bajos, sustentó la extensión regulada del tráfico ii~terrcgional. De esta manera, el déficit de agricultura de los territorios de puna-altiplano era opucstamente balanceado por el desarrollo creciente de la cconomía mantima y agraria de la vertiente occidental, hacia donde se ex- tendía más cficientemente el movimiento giratorio, compensándose así un balanceado perfil de interacción.

En consecuencia, los acentamientos agrarios, sustancialmente conside- r'ldos como asentamientos-ejes, no sólo establecen su desarrollo en función <le sus necesidades locales, sino que definen su comportamiento en calidad ,le: l . mediadores geográficos del paso trans-caravánico, 2. como enclaves de rut'ls, 3. depositarios de excedentes transportables y 4. dadores de espacios ~isul~jres para el establecimiento de conexiones interregionales. Esta com- :>iivición de intereses puede explicar la convergencia de diversos bienes :-roiluctivos y culturales., provenientes de diversas regiones, sin alterar el -2yimc11 sociopolítico y cultural local. Estos asentamientos-ejes bajos y altos ictiínn como puntos geográficos de sincronización de los movimientos .:;tc.rpisos en una trama interregional y no reflejan una centralización .-,;hnomica per se.

Si un asentamiento se mueve hacia una dirección jerárquica local y cntr;ilizada, al margen de las interconexiones de la macro-red de interacción,

:-..:?de extralimitarse, marginarse y quedar fuera de circuito. De ser así, al- : -::!as aldeas pudieron perder parte de su rol prestigioso durante el tráfico :-:crregional tardío, reflejando un corto tiempo de desarrollo amparado en

-3tatus v poder cluc otorga el manejo de excedentes económicos en una 1- ~ i ! a csfcra de trhfico debidamente controlada. Cada asentamiento tijo

debe consecuentemente evaluarse a la luz de su participación mayor o menor en los diversos segmentos d e las rutas dinimicas dc complcmcntacióri dc. recursos.

La conjetura d c que el regimen sociopolítico de la sociedad "giratoria" del centro-surandino requierc necesariamente de estructuras gcográficamcnte separadas y demográficamente poco densas, parece ser correcta. Para cstc efecto los segmentos móviles dc cada comunidacl tuncionan a través del apoyo de por lo menos dos asentaniicntoscjes, cu).os extremos n intcrme- dios contactan a un conjunto d e múltiples pisis ecológicos d e apoyo. Dadas estas condiciones, podríanios sciialar que divcrsos anntamicntos "acompa- fiantcs" constituyen un vcrclacicro patrón de subsistencia giratorio basado en la integración d e recursos coniplemc.ntarir>s. Esto ciplicaría el registro d e numerosos sitios iliic e\.idcrici;in ral;yoi: "altcrios" "costexios" aun patrones co-rcsidcnciales, conio res111 taclo dcl n~o\ . in i icn t~ giratorio cstablccido por rutas tradicionales, oti>rganilo un alto ni\.ci de armonía, estabiliclad e inte- ~;raciOn a lo larso ilcl transccto, a pesar de las iliicrencias niorfológicas y cultiiralei; de los ,iscntamientos.

La cspcliialización de "arriba" \. "abajo" no se orientó a satisfacer la entrega ?/o producción directa d c bienes di\-crhific;idos, cn cl orden de reforzar diterentes accesos a la jcrarquizacióri de grupos. \ l i s bicn por el contrario, la diversificación productiva pudo primariamente actuar como estímulo para definir geográficamente el tritico, en tCrniinos de armonía, para acentuar acceso mutuo a rccursos complcmcntarios. Es decir, no se trató de sobredimencionar la concentración d e poder político en detcnninados segmentos del equilibrado movimiento interregional. De este modo, la di- versidad productiva tcndió a la búsqueda dc una plrx interetnica, vinculada con la sustentación del patrón caravanero, eliminando conflictos territoriales y debilitando el desmesurado desarrollo d e autoridades centralizadas.

Estas conexiones giratorias iniplicaron un trazado de rutas fijas que intcgraban a diversos asentamicntos en el transecto, con ascensos y descensos entre dos o más acrntamicntos ejes, ya cea a lo largo d e un ambiente alto homogéneo o por las pendientes occidcntalcs y orientales que descienden tanto a la costa como a los valles y selva del oriente. Otro factor clave se vincula con la logística d e las rutas y la capacidad d e transporte d e los grupos en movimiento. Esta dependía d e las limitaciones del tamaño d e la recua, del potencial d e las transacciones, d e la capacidad de explotación vertical y de la adecuada infiltración social a lo largo dc ejes más o menos complejos, colocados en distiiitos enclaves aislados dcl inhóspito paisaje natural d e los Andes centro-sur.

Dentro del medio d e vida articulado por el principio giratorio avan- zado (1000-1450 d.c.), parece que ninguna sub-área fue más dominante quc otra, ni tampoco hubo persistencia temporal de altas jerarquías sociopolíticas. En consecuencia, los niveles adecuados d e armonía y cohesión social se mantuvieron por la sincronización del movimiento caravancro entre múlti-

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ples zonas conectadas. Así, la adecuación del régimen archipelágico, asocia- da a factorías e integración de territorios, fue un rasgo dominante en términos de desplazamientos de grupos. Los ideales d e armonía y cohesión del patrón caravanero fueron debidamente concertados para optimizar la eiiciencia del traslado de bienes, proporcionando estabilidad a las organizaciones internas y aumento del tráfico interpisos. Esto mantuvo un activo desarroilo d e los diversos ascntamientos-ejes que permitían el normal funcionarnicnto de los movimientos caravánicos fijados entre las tierras altas, valles y costas.

En términos generales, toda sociedad aspira a encontrar en su natu- r<~lcza todos los recurx~s posibles (Hopkins 1976). Sólo bajo situaciones ideales esto puede ser válido. La tendencia es que se establezcan pacíticas para proveerse de bienes no locales, con beneficios bilaterales y con cierta regu- Idridad, d e manera que la idea d e botín tienda gradualmente a quedar ex- cluida. En este sentido se tiende a aceptar que toda conexión de tráfico se ~iljudica a los principios d e comercio ortodoxo (Polanyi 1975). Siendo así, aniplias extensiones de AmCrica donde no existió comercio dominante han ~1,iiedado excluidas de ariálisis. Por otra parte, si &te existicí, no siempre iiubo libre cobertura yard su ejercicio. Las aiitoridades an~iinas del centro- ciir se cuidaron d e neutralizar alternativas de poder comercial a base del ~>nriquecimiento de linajes "no oficiales".

Ambas estrategias giratorias -colonias y transacción d e trueque sin riiercado-, no sólo aceleraron las labores productivas, sino que ampliaron el :ontrol d e paisajes diversificados con mayores recursos y acentuaron la ;onducción política de los señores étnicos. No en vano se ha serialado que : L ~ mayoría de los Estados prístinos fueron gestados en parte por la :nteiisificación del acceso a recursos distantes. La acumulación de riqueza en :?i,inos d e comerciantes, independientes del lii~aje autoritario también apoyó :! surgimiento de Estados, pero esto fue coartado en los Andes sureños. Se i.crcibi6 el mercado como un aparato antagónico a los intereses de los señoríos. Ln rcversa, el tráfico adniinistrado caravanero dependiente de las cabeceras . :nicCis favoreció la acun~ulación de riqueza de los propios linajes principales.

Precisamente, si se recuerda el listado d e los Lupacas se aprueba que : clite había acumulado riqueza a través del manejo local y extra-local (co- .:?las), controlando varias rutas más allá del altiplano. Engels (1971), al

.:-scribir a los mercaderes como clase que no se ocupa de la producción, >;ni1 únicamente al cambio d e los productos", notifica su gradual ascenso 3ominio sobre el aparato productivo, hasta lograr un poder político cobre

cstamentos que los sustentaron. Esta situación pasó a ser neutralizada l :- : 1 . ) las instituciones sociopolíticas andinas del centro-sur, donde el acceso

- . - . . ccto a recursos disminuyó el surgimiento d e mercaderes. En rcversa, en : r~i.r~feria norte, en el valle de Chincha, parece que el estamento de comer- . .-.ntt.s ya había creado una cobertura política notable, con mayor autonomía : . r'stión económica, al margen del régimen archipelágico.

Sin embargo, en sociedades insuficientemente estratificadas, bajo un régimen de trueques sin colonizaciones, la noción de "comercio" pasa a ser un instrumento efímero, con escasa gestión sociopolítica. Los cazadores- recolectores pehuenches de la región piemontana de los Andes del sur de Chile, al decir del cronista Gómez de Vidaurre (citado en Latcham 1909: 266) eran: "los más traficantes de todos los chilenos". Es decir, movían bienes desde los Andes al Pacífico y viceversa (verbigracia: sal, conchas marinas, piñones, cueros de guanaco, pescado seco y flechas). Aunque efectivamente haya sido el trueque su mayor fuente de desarrollo, tal categoría de "co- mercio" no logró las expectativas económicas del modelo sofisticado de los mercaderes chinchas. Precisamente la percepción de estos desarrollos histó- ricos desiguales, con distintas estrategias de trueque, da cuenta de las di- ferentes modalidades creadas por sociedades con estructuras sociales distintas. Latcham (1909: 283) alcanzó a intuir esta situación en una frase sencilla, pero llena de resonancia: "Que este espíritu comercial toma más incremento a medida que progresan los pueblos y aumentan sus necesidades...".

La experiencia de las poblaciones del centro-sur se situó a distancia de los comerciantes del valle de Chincha y de los más meridionales como el caso extremo de los pehuenches.

Hay distintas categorías de sociedades no centralizadas, desde agru- paciones no leales y hostiles (Benet 1976) a aquellas tendientes a configurar confederaciones a base de decisiones pacíficas múltiples a nivel de alianzas socioeconómicas. En efecto, como estos territorios andinos eran demográ- ficamente no centralizados y políticamente segregados, los traslados para transar u ocupar espacios directamente son viables y requieren de ciertos tratos de neutralidad. Si es necesario crear un espacio dedicado al trueque, este puede instaurarse en cualquier lugar propicio, donde se han acumulado bienes suficientes y necesidades mutuas. Hay arreglos multiétnicos para alcanzar etapas de paz prolongadas, sin necesidad de esperar períodos de treguas. Terminada la etapa de transacción, el lugar puede quedar inactivo hasta un próximo encuentro, o una siguiente ocupación directa puede llegar o volver al enclave-colonia.

Estas modalidades carentcs de urbanismo y de mercados fijos, tienden a crear relaciones giratorias armónicas e interdependientes, como lo es la combinación de colonias y trueques. Se suman las ferias "móvilesf' o tran- sitorias, soportadas también por las relaciones de reciprocidad a nivel de grupo, bajo la conducción de líderes étnicos. Se trataría de contactos ocasio- nales o de temporadas, con un carácter itinerante. Estas modalidades se apoyan en la dispersión demográfica, obtención de bienes no locales y las necesidades creadas por la variación de los ciclos productivos en el perfil transversal del centro-sur. Esto explica la ausencia de intercambio comercial y la presencia de trueque y colonias, como rasgos dominantes en relación coherente con una sociedad altamente segmentada sin urbanismo, en reversa a los Andes centrales. Las ferias móviles, encuentros en puertos o nudos de

MOCTLIDAD C A R A V ~ C A

-:.iiico (trueque) y la tradicional ocupación vertical en mayor o menor escala, P ~ M a ser r id i t ron ser aplicados por una misma población. Esto es de acuerdo a las

i:..crsas condiciones internas y externas existentes en la alta diversidad 2.1 sur d e : iiopolítica de reinos y señoríos al margen de la centralización urbana por

- n a pnrtt y al nivel de mayor o menor complejidad sociopolítica de la . .:: n bienes :", lblación receptora del tráfico caravanero.

En el árca centro-sur andina no existen tardíamente casos locales d e :-::-amente i -:ic.dades expansivas o urbanizadas en gran escala (comercio d e intercam- - : dc "co- :: l . pero sí una vasta movilidad, particularmente entre grupos que habitaban

. \ 1 de los .: ¡?S tierras altas y moderadas, con los oasis y valles del desierto incluyendo : ndbitat costeros. Estos movimientos representan complejas operaciones

- :znia-trueque y territorios étnicos integrados) que no pueden simplificarse :::tintas. r 31,) meros contactos "comerciales" con intercambios dominantes entre dos

--AS diferentes zonas ecológicas, determinadas y dirigidas por un locus . :.:>ino. Fue n ~ á s bien un movimiento interpisos de diversos bienes que .:- .#r?ció la ubicación d e múltiples asentamientos conectados por movi- -- . - :tos giratorios de intcracción, queriendo decir con esto que el momento 1. .jrrrionía social y cambio del desarrollo cconí,mico fue regulado por la : -;.;;ión e intensidad del tráfico intcrregional, con desplazamientos

.. -.:..inicos quc retorna11 a sus cabeceras étnicas. En consecuencia, el tráfico ~ . ~ r ; i b e como un medio de acelerar el desarrollo d e las elites, estabilizando

.: : . : ,inzas

- ::crtos

Estas modalidades no urbanas d e interacción económica han sido in- . .:c.ntcrneiite estudiadas en los Andes, en esp~vlial en el área centro-sur,

r -.:L. c.1 d6ficit de urbanismo va asociado a una densa red de movimientos

F n i.1 árca centro-surandina al tiempo del contacto histórico se pueden : - ':::;ir dos situaciones sociopolíticas interactuantcs: a. La existencia de los - . . .:macios reinos post-Tiahuanaco (Lumbreras 1974) con estructuras polí-

1 tran- . .:: i nivel d e Estado primario sin urbanismo sofisticado, tal como lo <,,t. --: .: tica la etnia lupaca, u otras dispuestas en territorios con igual acopio

-8: -. ::rjOS naturales (verbigracia: puna nom~al) ; b. La formación d e flore- 7 -:- . Y - u.ñoríos regionales y /o Estados embrionarios, dispuestos en la ver- y.':- - - : ;iid~rital (Hidalgo 1981). Estos se fundamentan cn sistemas d e pa-

- - ::ersa

habrían configurado un régimen de Estados prístinos o muy incipientes, en donde el caso de los valles ariqueños parece ser el más elocuente. En efecto, aquí después de un largo proceso de labor agropesquera (Santoro 1980, Muñoz 1981 ), va por el tiempo d e contacto Tiahuanaco, hay evidencias del surcimiento de clases por interacción económica multirrcgional, aldeas complejas (verbigracia: San Lorenzo) y producción de excedentes, que hablan a tavor del establecimiento de linajes autoritarios antcs del período de De- irro rollo Regional (100-1450 d.c.). La evidencia arqueológica y antropológica tísica sostiene esta hipótesis, en el sentido que ya a partir de la fase Cabuza (380-800 d.c.) hay por lo menos cerca de 20 individuos enterrados con ajuares de ~;trztus, con una constitución física snria (tiic~ra de lo normal), q ~ i e rcprcscn- tan sil distinción de clase a través de los Ióh~ilos de las orcj'is, doricic se han iiitroducido gruesos adorrios conio cn\.oltorios. Estos suClcri cicult'ir frac- nieritos de plumas de parina ("orcjones"), y sin lul;,ir a d~ i~ i , i s sugicreri que antcs de la fase regional Sari Miguel, había sciiorc.~ locales suficicnterneritc jcrarquizados (Allison s/t). Diirante cl periodo dc L)cs'irrollo I<egional las c'~bcceras sociopolíticas de la llamada "Cultura .Ariz,i" se h,ibi,in emplazado e~cntu~ilrnente eii alguna de las cililc.,~s tar~ii,is cic'l tr'iriio b;ijo del valle de Azap. Desde estos núcleos se activó la circulacicin cic bicncss, conio la ccrdrnica S,in Miguel (100() c1.C.) por los territorios típicos tic, \.cillcs coitciios, incluyendo algunos enclaves serranos, a tr'ivcs cic inst,il,iciones clctc~iil;i\.,is de altura (D,iuclsbcrg, comunicacicín personal; S'intoro v Ch,ic'ini,i 19i;7). Ebtc patrón de distribución abarcnb'i con seguridad tres iinici,icic> ccol<igic<is b,ísiccis: valles serranos, costcíios y litoral, con el objeti\-o dc intc>Srar intcriiamentc recursos diferenciados, bajo un apar'ito aciniini>tr,iti\-o incipiente cliic. rnan- tenia una arnpli'i esfera de interacción ccorióniic'i, sin riescsici,id de ccxntr,i- lizacicín urbana. Así, estos territorios bajos del ,írc><~ ccbntro-sur'inciinn, corno el tarapnqiieño y ariclueíio, no coniigiiraron descirrollos cstat;ilcs más expansivos comparables con aquellos del Arca andina septci~trion,il y central. Más bien mantenían fronteras blandas en Ins tierras altas, en donde ir~tcrdigitaban a~cnt~imicntos caravaneros niulti6tnicos cuv'is recuas y ex- cedentes se infiltraban hasta las poblacioiics del litornl.

Los ciatos arqueológicos de los Ancles cci~tro-sur revelan que las prác- ticas trashumánticns de caza-recolección est;icional de larga distancia en el perfil Andes-costa, durante el periodo arcaico (domesticación y espc~ializa- ción de cami.lidos), gradualmente se transtorn-iaron en circuitos de carava- nas. Estos movimientos fueron más frecuentes y más cortos cntre asentaniicntos, en la medida en que gradualmente surgían nuevos brotes aldeanos a lo largo de valles y oasis integrados al circuito durante los peno- dos posteriores. Acompañando este temprano esparcimiento geográfico y económico, se detecta la aparición de asentamientos-ejes, con excedentes basados en actividades marítimas y agrarias hacia doride se consolidan las rutas caravánicns descendientes desde las tierras altas. Este proceso define una red aldeana eficiente donde los agroganaderos-cdravaneros y

:l tes, en : efecto, Lluñoz

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-r- mien en tos agrarios de valles no fueron dominados por alguna cobertura - - -2nd tardía.

Puede señalarse que durante el último milenio, múltiples asentamientos .: .. ::?a del centro-sur estaban involucrados en una amplia red giroccópica d e - -:-.:;ciíin caravánica, continuamente cambiante, entre comunidades-ejes y -:..:::?S, incorporando nuevos territorios productivos cada vez más distan-

r : ?,ira cstos fines no era necesario que proliferara un estilo d e vida urbano. -:-- x ~ c o se requería d e una extensa red comercial o de sistemas autoritarios - . - . ~ ~ n t r a l i z a d o s y expansivos. Esto es, porque la demanda de movilidad . : -..-',mica y social era más adecuada para integrar en armonía y cohesión - . -conómica a distintas comunidades que percibían su desarrollo a través - . -::-.i visi611 andina del control "cruzado" de recursos complementarios.

5t. podría argumentar que la aparición d e los asentamientos agrarios - - .rJcpcndientes y su productividad excedentaria fueron tambiEn estimu- : :.:; :vr estos grupos de alteños. Inicialmente estos agriculturizan los valles - r .:::,\S c inician las relaciones d e interacción entre las aldeas fijas junto al

y . .,i> \/ sus cabeceras agroganaderas establecidas en las tierras altas. Pero - . -:- :lrgC>niente los asentamicntos d e valles se transforn-iaron gradualmente - 1 >?as semiautónomas que se mostraban como puntos geográficos fijos de

- ~ - . r ciicia económica y social para las comunidades agroganaderas. Algunos : . : : $ ) S ascntamientos-ejes fueron más prominentes (señoríos regionales d e :.- 1; \. Tarapacá) ubicados en espacios ecológicamente eficientes, asociados .: . 3 3 s poblaciones sedentarias y rutas d e intcracción. De manera que los

- .. i .j=nx;c>s asentamicntos aldeanos (agromarítimos), perif6ricos al altiplano, .. arrollaron bajo las necesidades de establecer conexiones interregionales, :> -.;.:mente como el resultado d e combinaciones de intereses que incluían i :\ ~oblacioncs del transecto in toto.

En este sentido se sugiere que el movimiento giratorio se amplió con- .:L-.:blcmentc con la emergencia y desarrollo "expansivo" d e Tiahuanaco,

2 i .. t.rtiente occidental. Este punto fue considerado como un asentamiento- . . .. rran escala, ubicado céntricamciite en un espacio donde el pastoreo

- ::-Lnte diversiticado, el tráfico de caravanas y una adecuada base agraria 1. ::i!.o, contribuyeron a su crecimiento. Se postula que la autoridad cen- - - - i ü 3 a en Tiahuanaco no ejerció control sociopolítico sobre las sub-áreas

S n i 5 del centro-sur. Era más bien un gran asentamiento-eje que estaba : . - :r,ilizadoW por múltiples rutas d e caravanas convergentes, que tenían

- - logística de sincronización de sus crecientes actividades de pastoreo, i 1- iiltura, movimiento de artesanías, materias primas y bienes de status, .- -:-. contexto d e productividad excedentaria y especializada. Provenían de 5 ,.- :irnientos distantes que aceptaban un centro común d e interacción, en r l --:?as d e satisfacer encuentros multiétnicos en el marco d e logros de bienes i.1 -cccsidadcs litúrgicas comunes fijadas en Tiahuanaco.

Las similitudes del estilo Tiahuanaco en los bienes de statzis y culto 1 -y-:=.zados ii-iterrcgionalmente, tales como cerámica, textiles, tabletas d e

alucinógenos, etc., representan altos niveles de lealtad socioeconómica y litúrgica entre las regiones sureñas y el punto de convergencia en Tiahuanaco. No se advierte esto como un estilo estatal de un arte institucionalizado, emanado de una organización autoritaria con imposici6n socioeconómica dcsde este centro ceremonial.

Entonces, insistimos en que uno de los factores claves que impidieron el mantenimiento de un sistema socioeconómico centralizado en las sub- áreas referidas fue la constante movilidad giratoria inherente a un estilo disperso de vida. Aquí el rol de las caravanas como agentes de comunica- ción, integración y complementariedad deseada, marchaba acorde a la na- turaleza del poblamiento segmentado y disperso en una amplia extensión con recursos localizados entre cubiertas áridas. Así, cada comunidad man- tiene sus grupos móviles para aplicar distintas estrategias de acceso a bienes extra-locales. Ya que los asentamicntos agrícolas en los Andes ccntro-sur fueron comparativamente pcquenos y más dispersos geográticamente, en comparación con aquellos de los Andes centrales, los intentos de centralización habrían además ciertos problemas logísticos obvios (Núñcz y Dillehav 1979).

Los asentamientos-cjes mayores dispuestos en el transecto, pudicron mantenerse equilibrados en la medida eii que buscaban armóriicamente re- laciones de interacción con numerosos aseritamientos-ejes más pequeños de sus contornos. Estos colectivamente igualaban o sobrepasaban "la carga transportable" y la actividad del asentamiento mayor. En conclusión, lo que hacía funcionar la red caraváilica era el acceso de grupos étnicamente diversificados, en un mosaico ecológico, dentro de operaciones giratorias armónicas de colonización y tnieque, dentro y fuera de los territorios étnicos integrados. Así, sc proveían de diferentes bienes y servicios desde diferentes zonas ecológicas a través del paisaje andino percibido como un todo, al cual se accede de acuerdo a la información existente sobre suelos disponibles, tiempos de cosecha, minas, etc. Estos ascerisos y descensos de grupos en la pendiente andina que bajan al Pacífico constituyeron un ritmo giratorio tí- pico. Hemos observado, en este sentido, que existió una relación giratoria complementaria y armónica entre los segmentos sedentarios y móviles de gran parte de las poblaciones de los Andes centro-sur. Tal situación se tipifica por la falta de una jerarquización sociopolítica dominante y descen- tralización de la redistribución de bienes económicos como ocurrió en los centros urbanos efectivamente jerarquizados localizados en los territorios más norteños.

El modelo de "verticalidad" de Murra (1972) es uno de los temas más dominantes de la antropología andina, porque refleja una de las formas más efectivas para establecer conexiones d e complementariedad entre las tierras altas y los valles bajos periféricos (incluye la costa). Es decir, este modelo se compatibiliza con nuestras propuestas en el sentido que verticalidad es una respuesta específica, entre otras, de desarrollo creciente, que forma parte de

una de las modalidades más dominantes en el largo proceso de opciones de complcmcntanedad interpisos.

Los sugestivos ensayos de Browman (1980) obviamente que ce insertan ~ , n el contexto del tráfico de complementariedad en los Andes centro-sur. i ! r i cmbargo, su tcndcncia a ciewonocer el rol dominantc de verticalidad, SU

rvrccpción "iirbanista" y "comercial" de los Andes i n foto; además de la ::itcgración dcl fenómeno Tiahuanaco en este contexto, hacen que sus pro- ruestas tengan probablemente mayor validez en el ámbito altiplánico nuclcar, i n d e registró sus datos de campo. Posteriormente al iniciar la búsqueda de ::)rnpatibilización del modelo "altiplano", concebido para explicar situaciones .-~>t;irnente nucleares, esta vez hacia las regiones perifericas, los resultados . \plicativos no han sido suficientes.

Por otro lado, la distribución demográfica parece ser distinta según sea .: modalidad observada de acceso a recursos, en tcrminos de las cuotas desti-

- - i , i ~ s al flujo de gentcs. En el modelo de verticalidad, basta un pequeño por- :.- ntajc de la población transferida a la ínsulas coloniales, mientras que la mayor :-::te dc la población vivía en aseiitamientos complejos, en los ámbitos más -:;niulantes (verbigracia: sub-área circuntiticaca). Por otro lado, en el resto de i: sub-áreas pudo combinar= el régimen colonial con operaciones de trueque,

: : r i \ -6s del traslado de grupos menores, paralelo al desplazamiento de factorías .:c inlplicaron a densas poblacioncs trasplantadas. Esta discusión es de suma -- ?ortancia para comprender los tamaños de los grupos integrados al tráfico :: c l fin de calibrar las urgcritcs indagaciones arqueológicas que deberán

. ::!rastar las propuestas evaluadas aquí, con mayor nivel de detalles implícitos, :r.i\-6s d e excavaciones en paskanlzs tal como hoy lo hacemos junto a los ,~l i tos con el colega Luis Brioncs de la Universidad de Tarapacá.

Por otra parte, no hemos logrado explicitar ciertos fenómenos anóma- cn la mayor o menor activación económica de ciertos segmentos de las

--r-círeas, como pudo ser la regresión (o reversión) de más de algún . - .nramientoi?je en determinadas regiones, en ciertos períodos, que podrían - - mrsc en tipos de asentamientos colapsados, crisis de hábitat, desplaza- - :itos de rutas, etc. Otro tema merecedor de mayor atención, lo constituyen : - -?l,iciones recíprocas y obvias entre el crecimiento de las caravanas y la . -Y,-;ialización durante cl clímax de la movilidad giratoria. Una ilustración :. :.stt. reforzamiento mutuo podna verse entre la creciente distancia que . -. r -..1 las caravanas y la diversidad de los recursos recuperados desde los - : r::.its incorporados en la red de interacción. La especialización productiva - . - 1 un incentivo para alentar la expansión de las rutas de interacción a - _ . .-3.; riyjones sociales o naturales. Debemos saber más cómo la sociedad J. i:,ntro-sur, a través del tráfico de larga distancia y sus rutas giratorias :- : ,onocer hasta los mínimos microclimas ocultos en un medio desconocido

- : --.: ahora. Allí donde los arqueólogos no han llegado están las packanas, : - - -.:r;is. recintos residenciales, los retazos de cultivos, los testimonios de

i - i . .-i,in dc rccoleccioncs oportunas, ctc.

En nuestras hipótesis nos hemos apoyado casi enteramente en indicadores gruesos: rutas, acentamientos, ideología rupestre, cierta cultura material, etc. Pero es obvio que este tipo de evidencia por sí sola es insu- ficiente. Se necesita más investigación en el examen de los patrones de asentamientos derivados de tráfico interregional; de los productos derivados y movilizados, tales como textiles, metales, lana sin elaborar, etc., como también en la cerámica misma, para evidenciar rasgos estilísticos y estruc- turales peculiares en el contexto de complementariedad y los desplazamientos implicados (contrastación de laboratorio), conciliando la información selec- tiva de origen funerario con aquella más plural proveniente de los depósitos residenciales.

En conclusión, una de las debilidades tradicionales de la arqueología andina ha sido su sobrevaloración de la dirección casi obligada entre sedeiitarismo y urbanismo. Cerca de 10.000 años de actividades humanas al sur de la cuenca del Titicaca no culminaron con un clíniax urbano. Más bien se crearon las condiciones favorables para el surgimiento de un patrón al- deano más o menos sofisticado, con asentamientos dispersos y aislados en una trama ecológica variable que estimuló una aniplia red de tráfico de interacción de recursos complementarios en relativa armonía interétnica.

Esta orientación inhibió el surgimiento dc centralización urbana por un flujo macrorregional de bienes, en donde los segmentos móviles de la población lograron un rol relevante, tras la búsqueda de una complemen- tariedad "deseada".

No existió pues un enfrentamiento entre lo urbano y lo rural. Simple- mente, la sociedad buscó una vía de desarrollo típicamente "centro-sur", en donde el rol centralizador y hegemónico del urbanismo no marchaba acom- pañado con las aspiraciones de acceso a los distintos valores ideológicos y productivos diseminados en una alta variabilidad social y ecológica. El mo- vimiento de bienes complementarios sirvió para integrar distantes partes de un universo único y multifacético, que fue percibido como una unidad a pesar de sus contrastes étnicos y ambientales. Como estas aspiraciones aún tienen valor en el desarticulado espacio andino del sur, su trascendencia se compromete no sólo como uno de los factores básicos del surgimiento de desarrollo y complejidad en el pasado, sino con la actual supervivencia de comunidades en donde las aldeas y los vínculos de tráfico siguen teniendo una vigencia relevante.

Desde un punto de vista holístico no se debería exagerar la importan- cia de la movilidad complementaria, en términos de que el total del universo de continuidad y cambio cultural se deriva sólo del tráfico andino. El tráfico es a su vez sólo un segmento de los diversos patrones culturales andinos y una forma de evitar una deformación de nuestras propuestas, es tener pre- cisamente la certeza de que el total de las actividades andinas son resultan- tes de la combinación de diversos procesos, no necesariamente vinculados exclusivamente con los modelos de acceso a recursos. Sin embargo, mien-

.-. Z' :J agricultura y el pastoralismo-caravanero se han reforzado mutua- n:c, lo último ha ejercido mayor gestión movilidad y cambio en el transecto

-.r -:.;.>-costa del área centro-surandina. Las conexiones socioeconómicas entre la costa, las aldeas fijas agrarias

. ':S rut;is de acceso a los asentamientos altos adquieren una revalorización . r :::,IS retlexiones y por aquí hay un enorme campo poco investigado en .-?-:nos de definir mayor o menor complejidad cultural entre las tierras ::S .,. 183 zonas pcriféricas de interacción, a raíz de la ubicación de pasadizos

. y . : r ~ j l , ~ J o s de gentes y recursos. También desearíamos ampliar en el futuro, la hipótesis que admite el

- -:-cilla dcl modo de vida agrario aldeano, situado en la periferia de las . - . : c altas de esta irea, como un efecto inicial del traslado caravánico de . . . _ .'-. tecnologías y cultigenos, desde ambientes distantes. Parece que des- : .. .- ,!:. I<i estabilización aldeana, estos loci siguieron respondiendo favora- : . : - _ . : i t ~ al mantenimiento de los movinuentos giratorios, proporcionando - : ndicioiics que los grupos caravaneros aspiraban a encontrar, dentro de

- . ;::~.\tci de complementaried,id o de beneficios mutuos. -

anipoco hemos atendido las relaciones entre el tráfico de caravanas . .~:~-,3rrollo consecuente de ciertas formas de especialización econónlica,

- . . r~:ii.den cjcniplificarse a través del incremento de recuas y ciertos pro- .: . :- .; miivor control de grandes espacios, y acceco a mayor diversidad de - . ..-- . )s. Ilc esta manera, el éxito de la agricultura sería equivalente al mejor -. ..

:~) di. la red de tráfico interregional. Diversas culturas (Desarrollos .i nLiles) de esta irea contactaron su potencial productivo, cultural y étnico .- . . . - Lis distintos patrones de acceso a biencs deseados. Pero deberemos : . - - r mcjor cl rol del tráfico interregioiial como parte de la acción formativa : . :-.:4!d~Io de tempranos grupos ganaderos-caravaneros, cuando las so-

-~ . - , . . , ] - - ...,. oi,ilcs aún no se estratificaban intencamente. El temprano desarrollo - . :-L,J ~1 trafico con las tierras altas ayuda a romper los modelos aldeanos

. . 1 - - -.-:iiiCos, estiniulando el paso hacia la economía de excedentes, como una . --

: .:!iLlina capaz de incorporar gentes y bienes a un paisaje variado, pero - -- -- - . . . L~nLi~cl« como un todo social y productivo. Visto así el problema, el .- . ~

. .lcbe estudiarse mss conio un cambio dinámico que apoya la emer- r . - - .:. ;lc. señoríos y subordinados, en el marco de culturas regionales que : - .-:T. critre sí. En verdad, el tráfico en los Andes del sur, no actuó como - - :it,iiizador cultural" ni menos conio factor de homogeneidad en las

. , - . t i -. .. .. .,t rcaladas en la red de interacción. Deberemos además conocer mejor - . . - 2 : - Id naturaleza del proceso del tráfico en relación a sus variaciones, z - : qiic hay varios "eslabones" no identificados o imperfectamente reco- - - .

1:. -. - i n ticnipo, espacio, patrones de acceso a recursos y reconstitución 2- : ..- .. alores simbólicos (Tomoeda 1983).

Torn,lndo en cuenta el fondo de estas reflexiones se esperaría ampliar 1 :. . - cimiento de una forma andina de interacción, diferente a las conclu-

- , - - r niiincs derivadas de otras áreas en donde el rol de las intluencias

religiosas, migraciones, estímulos difusivos, presiones militares, se advierten aquí como explicaciones ambiguas. Dentro de este contexto de interacción socioeconómica, el conocimiento de los remanentes arqueológicos de tráfico caravanero, surge como un medio de trascendental importancia para lograr una reconstrucción y explicación no estática de la sociedad pre-europea no urbanizada del centro-sur (sur del Perú, sur de Bolivia, noroeste argentino y norte chileno). Finalmente, necesitamos un urgente acercamiento entre las fuentes arqueológicas y etnológicas para afinar los procedimientos interpretativos, porque aquel día que excavamos ofrendas de maíces junto a rutas caravaneras preincaicas cerca del Pacifico nos sentimos súbitamente rodeados de los Ilameros de Apurímac y Pampa Aullagas.

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