Latinos en el Béisbol Capitulo 5

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DespuØs de 1950, el alboroto por la integracin del bØisbol se redujo a un susurro y luego desapareci. Mu- chsimos equipos seguan siendo blancos como la nieve. La escalada de la Guerra Fra silenci a la mayora de las personas que de otro modo hubieran seguido en la lucha. A quien debata sobre el asunto de los derechos civiles se le etiquetaba de comunista y se vio acosado y hasta despedido de su trabajo. El procurador general de los Estados Unidos public una lista de organizacio- nes subversivas que amenazaban la democracia de ese pas. ¡El primero en la lista era el Committee to End Jim Crow in Baseball [ComitØ para terminar con la se- gregacin contra los negros en el bØisbol]! 5 LA LIGA MEXICANA Y EL PRIMER MIEMBRO DEL SALN DE LA FAMA Es mÆs difcil para los jugadores puertorriqueæos o lati- nos. La gente no les quiere dar trabajo fuera del campo de juego [haciendo comerciales]. As que nadie los co- noce. Hara mucho dinero en el bØisbol si fuera un esta- dounidense blanco. Roberto Clemente. 1 1 Art Rust, Jr.: ob. cit. Las fuentes principales de este captulo son Thomas W. Gilbert, Roberto Clemente, Nueva York, Chelsea House, 1991; Dan Gutman: ob. cit.; John Krich: ob. cit.; Mi- chael Oleksak y Mary Adams Oleksak: ob. cit.; Benjamin G. Rader: ob. cit.; Rob Ruck: ob. cit.

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99LA LIGA MEXICANA Y EL PRIMER MIEMBRO DEL SALÓN DE LA FAMA

Después de 1950, el alboroto por la integración delbéisbol se redujo a un susurro y luego desapareció. Mu-chísimos equipos seguían siendo blancos como la nieve.La escalada de la Guerra Fría silenció a la mayoría delas personas que de otro modo hubieran seguido en lalucha. A quien debatía sobre el asunto de los derechosciviles se le etiquetaba de �comunista� y se vio acosadoy hasta despedido de su trabajo. El procurador generalde los Estados Unidos publicó una lista de organizacio-nes �subversivas� que amenazaban la democracia de esepaís. ¡El primero en la lista era el Committee to EndJim Crow in Baseball [Comité para terminar con la se-gregación contra los negros en el béisbol]!

5LA LIGA MEXICANA Y EL PRIMERMIEMBRO DEL SALÓN DE LA FAMA

Es más difícil para los jugadores puertorriqueños o lati-nos. La gente no les quiere dar trabajo fuera del campode juego [haciendo comerciales]. Así que nadie los co-noce. Haría mucho dinero en el béisbol si fuera un esta-dounidense blanco.

Roberto Clemente.1

1 Art Rust, Jr.: ob. cit. Las fuentes principales de este capítulo sonThomas W. Gilbert, Roberto Clemente, Nueva York, ChelseaHouse, 1991; Dan Gutman: ob. cit.; John Krich: ob. cit.; Mi-chael Oleksak y Mary Adams Oleksak: ob. cit.; Benjamin G.Rader: ob. cit.; Rob Ruck: ob. cit.

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Debido a las declaraciones sobre derechos civiles deHarry Truman, los afronorteamericanos habían ayudadoa que fuera elegido presidente en 1948. Sin embargo, des-pués de hacer pública una orden del Ejecutivo para la inte-gración militar, dejó rápidamente de lado el asunto de laigualdad racial, y el alto mando del ejército se resistió acumplir la orden. Unos cuantos afronorteamericanos reci-bieron asignaciones para ocupar puestos federales, perolos linchamientos por la segregación racial no terminaron.La economía cayó en picada hacia fines de la década

del 40; pero la guerra de Corea (1950-1953) hizo queremontara de nuevo, conforme la industria de armamen-tos prosperaba. Corea había quedado dividida en dospaíses después de la Segunda Guerra Mundial: Coreadel Norte, que estaba bajo la influencia soviética y china,y Corea del Sur, dominada por los Estados Unidos. Lastropas norteamericanas fueron enviadas para pelear jun-to con los sudcoreanos contra los norcoreanos y, final-mente, contra las tropas chinas. Pocos se atrevieron aprotestar. La guerra terminó en un estancamiento, con laantigua frontera entre Corea del Norte y Corea delSur aún en pie. Sin embargo, 2 millones de coreanosy 34 000 norteamericanos yacían en sus tumbas.2La única buena noticia que surgió del conflicto coreano

fue la integración racial de las tropas norteamericanasque pelearon en la guerra, lo cual sucedió cuando loschinos casi echaron al mar a los batallones estadouniden-ses y refuerzos negros tuvieron que ser enviados al frente.La economía también se recuperó durante la guerra, perono para beneficio de la mayoría de los latinos y afronor-

2 Para mayor información acerca de la guerra de Corea, verHoward Zinn: A people�s history of the United States, ed. cit.,pp. 419-421.

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teamericanos. Estos siguieron sufriendo la discrimina-ción severa en la vivienda y en el trabajo.Cuando volvió la recesión, al final de la guerra, se

necesitaba un chivo expiatorio para justificar la falta deempleos destinados a los veteranos de guerra que estabande regreso. El blanco eran ahora los trabajadores inmi-grantes mexicanos. Agentes del Servicio de Inmigra-ción y Naturalización y otros funcionarios policialesinvadieron sus barrios y sus lugares de trabajo en unaescandalosa redada patrocinada por el gobierno federal.Se le llamó �Operación Espaldas Mojadas�. Más deun millón de hombres, mujeres y niños fueron metidosen camiones y embarcados a México sin siquiera teneruna audiencia. Un tercio de ellos eran ciudadanos norte-americanos.Todo esto ocurría al mismo tiempo que los dueños de

ligas mayores trataban de hacer que los dueños del béisbolmexicano obedecieran sus órdenes. Los mexicanos loshabían molestado en la década del 40, cuando varios desus jugadores pasaron a la Liga Mexicana de Béisbolpor un mejor salario. Desde entonces, los dueños habíanfirmado acuerdos restrictivos con los demás paísesbeisboleros latinoamericanos, excepto México.Este mal tenía raíces muy profundas en la historia de

las relaciones entre los dos países, que se remontaba atiempos tan lejanos como la creación de Texas hacia ladécada del 30 del siglo XIX y la guerra entre México y losEstados Unidos entre 1846 y 1848. De un día para otro,el tratado que puso fin a la guerra convirtió aproximada-mente a 100 000 mexicanos que vivían en el suroeste delpaís en ciudadanos de los Estados Unidos. Tenían pocotiempo para el béisbol: estaban demasiado ocupados li-diando con los colonizadores �anglos� que les quitabansus granjas y sus minas mediante engaños legales y vio-lencia armada.

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Para 1870, los mexicanos-norteamericanos se unie-ron a miles de trabajadores mexicanos importados paraconstruir las vías ferroviarias del país, sacar cobre de lasminas y recoger los cultivos en tierras que alguna vez ha-bían sido suyas. Dentro de los campos mineros se lessegregaba en áreas llamadas Jim towns. Trabajaban porlo que se llamaba �el sueldo mexicano�, o la mitad de loque se les pagaba a los blancos, y por más horas.El béisbol al estilo moderno se había popularizado en

México desde que fue introducido por los cubanos y losestadounidenses a fines del siglo XIX. Durante la dicta-dura de treinta y cinco años de Porfirio Díaz en México(1876-1911), los magnates estadounidenses del ferro-carril, la minería y el petróleo llevaron trabajadores nor-teamericanos para super visar a los trabajadoresmexicanos mal pagados. A veces los estadounidensesjugaban béisbol con los �lugareños�. Sin embargo, elracismo generaba una constante disputa. Como señalóel rico magnate petrolero Edward L. Doheny, los nor-teamericanos �llevaban armas� y trataron a los mexica-nos con �un espíritu dominador�.3La Revolución mexicana de 1910-1920 reemplazó

las pelotas de béisbol por balas. En algunas minas, lostrabajadores �antiguos jugadores� atacaron a sus su-pervisores norteamericanos. Antes de que todo termina-ra, aproximadamente 2 millones de mexicanos habíanperdido la vida en una guerra civil violenta, y los EstadosUnidos había invadido dos veces a México.La Liga Mexicana de Béisbol no se estabilizó sino a

principios de la década del 20. Sus equipos jugaban par-tidos de exhibición contra equipos de las ligas negras, y

3 Jonathan C. Brown: �Foreign and native born workers in PorfirianMexico�, American Historical Review, junio de 1993, p. 790.

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de cuando en cuando contra los equipos de ligas mayo-res. Los equipos mexicanos también viajaron por Texasy el suroeste de los Estados Unidos. Unos cuantos ju-gadores estrellas mexicanos jugaban en las ligas mayoresnorteamericanas. Uno de ellos fue Baldomero MeloAlmada. Durante su carrera en las ligas mayores, queduró siete años, Almada bateó para un promedio de .284.Durante las décadas del 30 y del 40, las ligas de vera-

no mexicana, venezolana y de la cuenca del Caribe engeneral, atrajeron no solo a jugadores negros, sino tam-bién blancos. Esto era casi siempre porque pagaban me-jores salarios y ofrecían una atmósfera menos racista. Aprincipios de la década del 40, el millonario veracruzanoJorge Pasquel, y sus cuatro hermanos, contrataban es-trellas de las ligas negras tales como Josh Gibson, WillieWells, Roy Campanella, Monte Irvin y Buck Leonard,para jugar en la Liga Mexicana de Béisbol, que estabaformada por seis equipos. Trataban bien a los hombres, yhasta contrataban maestros para sus hijos.Cuando dos jugadores afronorteamericanos que vivían

enMéxico fueron reclutados por los Estados Unidos paraayudar a la lucha contra los nazis en la Segunda GuerraMundial, Jorge Pasquel logró que regresaran medianteuna �transacción�. Utilizó sus contactos en el gobiernopara arreglar un préstamo de 80 000 trabajadores mexi-canos a los Estados Unidos a cambio de los dos jugado-res. Este tratado fue una parte poco conocida delPrograma Bracero, creado en 1942 por un tratado bila-teral. Este se amplió rápidamente. Solo lo interrumpió laOperación Espaldas Mojadas, y no terminó oficialmen-te hasta 1964. El tratado de los braceros proporcionótrabajadores mexicanos para que ayudaran a que las lí-neas ferroviarias, las minas y las granjas funcionaran a

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toda su capacidad. Su principal administrador en losEstados Unidos llamó después a este programa �escla-vitud legalizada�.4Terminada la Segunda Guerra Mundial, Pasquel se

deleitó mirando a todos los jugadores latinos que iban aperder sus empleos al regresar de la guerra los jugadoresblancos. Se convirtió en el presidente de la Liga Mexica-na y la amplió a ocho equipos. Para llenar las nuevasplazas, reclutó a los principales jugadores latinos de lasligas mayores que enfrentaban un descenso a las ligasmenores, incluido el jardinero puertorriqueño LuisOlmo, de los Dodgers de Brooklyn. Trajo al cubanoAdolfo Luque, de 56 años de edad, para que entrenaraal equipo de Puebla.Aproximadamente 13 jugadores blancos tomaron los

altos salarios que ofrecía Pasquel, y pasaron a la LigaMexicana de Béisbol, entre ellos estrellas como el cátcherMickey Owen, el short-stop Vern Stephens y el pítcherSal el Barbero Maglie. Pasquel se jactó de que prontoinvitaría a las superestrellas Ted Williams, JoeDiMaggio, Stan Musial y Hank Greenberg. La madrede Williams era parte mexicana y parte francesa, lo cuallo convertía en mexicano en una cuarta parte. Habíabateado un promedio de .406 en 1941 y �como máxi-mo bateador de las décadas del 40 y el 50� estabahaciendo que el béisbol ardiera.5El comisionado Chandler dispuso que los jugadores

que pasaran a México serían suspendidos del béisbol es-tadounidense si no regresaban a principios de la tempo-rada de 1946, pero se beneficiaron con las �incursiones�

4 Rodolfo Acuña:Occupied America: a history of Chicanos, NuevaYork, Harper & Row, 3a. ed., 1988, p. 116.

5 Más información en EdLinn:The life and turmoils of TedWilliams,Nueva York, Harcourt Brace, 1993.

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de la Liga Mexicana. Empezaron por organizarse parademandar mejores salarios, formando la AmericanBaseball Guild, antecedente del sindicato de jugadoresactuales. La Guild obtuvo un salario mínimo de 5 000dólares y un plan de pensiones. Los jugadores amenaza-ron entonces con entablar demandas antitrust a menosque sus compañeros suspendidos por jugar en Méxicofueran admitidos de nuevo en el béisbol organizado.Chandler dio marcha atrás en 1949 y les permitió el re-greso. Sal Maglie, cuyo pitcheo se había pulido graciasa los consejos de Luque, regresó y ganó 59 juegos paralos Gigantes de Nueva York entre 1950 y 1953.El béisbol estadounidense se aseguró de que no se re-

pitieran los intentos. Ya en 1948 las ligas mayores ha-bían comenzado a firmar contratos con las ligas caribeñaspara regular el movimiento de los jugadores y parainstitucionalizar el béisbol de invierno. Las ligas caribeñasse convirtieron en lo que hoy es �un campo de pruebagratuito� para los jugadores prospectos de los equipos deligas mayores, una relación que más tarde �se formalizócon la prohibición de contratar jugadores que tuvieranmás de cien días de experiencia en las ligas mayores�.6En 1948 se organizó la primera serie de campeonato

latinoamericana. Los equipos participantes vinieron deCuba, Panamá, Venezuela y Puerto Rico. Un año des-pués se le dio el nombre de Serie Mundial del Caribe ydio a los buscadores del béisbol estadounidense una opor-tunidad de ver más de cerca a los mejores jugadores lati-noamericanos. George Trautman, presidente de las ligasmenores de los Estados Unidos, lanzó la primera boladel primer año de la serie en La Habana. La ganó elequipo cubano de Almendares, entrenado por Fermín

6 Krich: ob. c it., p. 48.

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Mike Guerra, cátcher de los Atléticos de Filadelfia yoriginario de La Habana. El equipo de Almendaresincluía jugadores de ligas mayores tales como los jardi-neros Al Gionfriddo, Monte Irvine y Sam Jethroe. Confrecuencia, otras estrellas norteamericanas, incluido aWillie Mays, jugaron en la Serie Mundial del Caribe.La serie terminó de momento en 1960, cuando los Es-tados Unidos rompió relaciones con Cuba debido a laRevolución cubana (ver el capítulo 7).La Liga Mexicana, a pesar de sus atractivos, no tenía

buenas finanzas. Durante la �irrupción� mexicana de ladécada del 40, los Pasquel se habían sobregirado. Notenían estadios suficientemente grandes para satisfacer lademanda de boletos, y perdieron en algunas otras de susoperaciones financieras. Aun así, no fue nada fácil paralos dueños de los clubes estadounidenses imponer los arre-glos que se hicieron en el Caribe en un país tan grandecomo México. En 1955, Jorge Pasquel murió en unaccidente aéreo. Cuando la Operación Espaldas Moja-das terminó, se llegó a un acuerdo entre los EstadosUnidos y México con respecto al béisbol. La LigaMexicana de verano se volvió parte del sistema de ligasmenores de los Estados Unidos, pero sus equipos no sevincularon a ninguna organización de ligas mayores.Cualquier equipo de ligas mayores tenía que comprar elcontrato de un jugador mexicano, práctica que conti-núa hasta hoy. Para desanimar a más potenciales SalMaglies, a los clubes mexicanos se les limitaba el núme-ro de jugadores estadounidenses a dos por equipo.La mayor parte del tiempo, los propietarios mexica-

nos mantuvieron altos los precios de sus jugadores,desanimando con ello a los compradores estadouniden-ses. Aun así, aproximadamente cuarenta jugadores mexi-canos entraron a las ligas mayores después de 1955. Pero,

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debido al extendido racismo y los prejuicios antimexicanosque había en los Estados Unidos, muchos jugadores,como el rey del jonrón Héctor Espino, eligieron quedar-se en casa.En 1964, Espino jugó durante poco tiempo para un

equipo subsidiario de los Dodgers de Los Ángeles enJacksonville, Florida; y según los informes, era desdicha-do. El hombre que lo contrató, el ex propietario de losReyes del Azúcar de La Habana y famoso promotor debéisbol, Bobby Maduro (ver el capítulo 6), se dio cuentade que el bateador mexicano de bolas largas �no se podíaadaptar a las cosas de aquí, a la comida, a la manera devivir, a nada�.7En 1965,Espino se convirtió en un héroenacional de México, cuando se negó a unirse a los Car-denales de San Luis después de que compraron su con-trato a los Sultanes de Monterrey. En vez de ello, jugódurante 24 años en México, donde pegó 760 jonrones,en dos ocasiones tuvo un promedio de bateo superiora 400 y culminó su carrera con un promedio de .330 y18 títulos de bateo. Amado por los mexicanos, vivió unavida feliz y cómoda, y nunca se tuvo que preocupar porconvertirse en un trabajador inmigrante en un país extraño.Mientras tanto, diez de dieciséis clubes de béisbol to-

davía estaban a favor de la segregación en 1953. A finesde la temporada de 1953, los Yanquis de Nueva Yorkpor fin derribaron la barrera del color y pusieron al afro-norteamericano Elston Howard y al puertorriqueño VicPowers en su lista. Al igual queMinnieMiñoso, Powersprovenía de una familia muy pobre. Su padre murió cuan-do tenía tan solo trece años. A la edad de dieciséis años,Powers trabajó en un ingenio azucarero para ayudar a sumadre, que era costurera. Como Miñoso, Powers jugaba

7 Oleksak y Oleksak: ob. cit., p. 156.

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pelota dondequiera que encontraba a compañeros queestuvieran dispuestos a lanzar o a batear. Para 1947 es-taba jugando béisbol profesional en la liga de Puerto Rico,con un salario de 250 dólares al mes. Localizado por unscout de los Yanquis, fue enviado a jugar a un equiposubsidiario canadiense, y en realidad nunca se le permi-tió jugar con los Yanquis.Los Yanquis escogieron a Howard, de carácter suave,

como su hombre negro de muestra, aunque Powers teníaun mejor promedio de bateo. Alguien dijo que era porquePowers no aguantaba los insultos, devolvía golpe por gol-pe, se dice que salía con mujeres blancas, y era, como élmismo reconoció más tarde, �el hotdog original�.8 En di-ciembre de 1953 los Yanquis transfirieron a Powers a losAtléticos de Filadelfia. En doce temporadas, jugando conseis equipos de ligas mayores, Powers bateó para .284.Powers estaba conmocionado por la segregación de

los Estados Unidos. En Puerto Rico, los restaurantesservían comida a cualquiera que tuviera el dinero parapagar por ella. Powers pidió a su compañero de equipo,Gary Bird, una explicación de la situación del sur, yBird le dijo: �Vic, ha sido de ese modo desde hace cienaños, y vamos a seguir así�. Powers le comentó a uncolumnista: �Tengo que viajar en el mismo autobús conlos muchachos, y se detienen en la carretera a comer. Yyo no puedo entrar. ¡Pero nunca nadie me trajo ni unemparedado ni una hamburguesa! Me quedaba solo enel autobús esperando, y después de comer, llegaban ynadie me traía nada. Y eran mis amigos. Y jugábamosjuntos. Pero eran muy fríos�.Algunas veces, para aminorar el dolor, Powers hacía

bromas acerca de sus experiencias. En una de las más

8 Tygiel: ob. cit., p. 297.

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famosa él dice: �Traté de comer en un restaurante y lamesera me dijo: «Lo siento, no servimos a negros». Yo lerespondí: «No vengo a comer negros, yo lo que quiero esarroz con frijoles»�.9Fuera de bromas, Vic Powers nunca se recuperó de

su experiencia en el béisbol estadounidense. �La pri-mera vez que fui a las ligas mayores, los pítchers te tira-ban a la cabeza. ¡Y no usábamos cascos ni nada!�,expresó. �En el béisbol uno tiene que pelear... Tienesque hacer que te respeten�.10Los casos de derechos civiles se habían venido dando

en las cortes durante décadas. Lo más que los latinos ylos afronorteamericanos podían hacer era obtener una queotra victoria en las cortes locales. Finalmente, el 17 demayo de 1954, la Suprema Corte falló, en el casoBrownv. the Board of Education, que la segregación en las es-cuelas públicas era anticonstitucional. Debido a que elcaso estaba dirigido específicamente a los afronorteame-ricanos, los latinos no estuvieron protegidos oficialmente¡hasta 1973!11Pocos pudieron haber pronosticado la tormenta de odio

y violencia que se extendió por todo el sur durante lasiguiente década. Se desató una oleada de pleitos y dispa-ros y hasta asesinatos de personas de piel de color queintentaban inscribir a sus hijos en las escuelas para blan-

9 Todas las citas son de Krich, pp. 85-86.10 Ibídem, p. 87.11 Los latinos ganaron un pequeño número de victorias en la corte en

un nivel local. Por ejemplo, en 1932, una corte de California or-denó la integración en las escuelas para los latinos en LemonGrove,en el condado de San Diego, y en 1947 una decisión similar deintegración para los latinos se ganó en el condado de Los Ánge-les. Para la historia completa, ver James D. Cockcroft: Latinos inthe struggle for equal education,Nueva York, FranklinWatts, 1995.

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cos. Los jugadores de béisbol latinos y negros vieronempeorar rápidamente las condiciones de viaje. Eran tam-bién frecuentes las amenazas de muerte en contra de losjugadores de piel oscura. Hank Aaron y el puertorriqueñoFélix Mantilla, contratados por Milwaukee en 1954 y1956, respectivamente, para darle un título a los Bravos,y el campeonato de la Serie Mundial de 1957, recibie-ron amenazas de muerte enMontgomery,Alabama. Añosdespués, en 1974, cuando rompió el récord de Babe Ruthde jonrones, Aaron tuvo que contratar un guardaespal-das debido a las amenazas de muerte.Lógicamente, la decisión de la Suprema Corte debió

haber convencido a todos los dueños del béisbol a abrirlas puertas de par en par a los jugadores negros y latinos,pero eso no ocurrió. No se escuchó ni una palabra de losFilis de Filadelfia ni de los Tigres de Detroit o de losMedias Rojas de Boston. Durante toda la década del 50solo el ocho por ciento de los jugadores de ligas mayoreseran afronorteamericanos o latinos de piel oscura, lamayoría de los cuales fueron contratados al final de ladécada cuando el movimiento de derechos civiles se ha-bía acelerado.Como señalara Vic Powers, pocos jugadores blancos

estaban conscientes de la humillación que sufrían sus com-pañeros de piel oscura. Ni siquiera Hank Greenberg sedio cuenta de la gravedad de la situación. Un día, en1955, cuando su equipo bajó del autobús después de unlargo viaje, Greenberg vio que cinco jugadores negros sequedaron por ahí en vez de tomar un taxi para llegar alhotel en el que se hospedaría el equipo. Cuando les pre-guntó qué pasaba, por primera vez se dio cuenta de quesus jugadores de piel oscura se alojaban en casas particu-lares, porque no eran bienvenidos en el hotel del centrode la ciudad en el que se hospedaba el equipo. Cuando

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Greenberg escribió a los hoteles y amenazó con boico-tearlos, cambiaron sus políticas.En 1957, los Filis de Filadelfia finalmente contrataron

al short-stop John Kennedy del agonizante equipo de losMonarcas deKansas City y aHumbertoChicoFernández,short-stop nacido en Cuba de veinticino años de edad, quehabía sido contratado por los Dodgers el año anterior.Kennedy fue relegado rápidamente a las ligas menoresdespués de una lesión en el hombro, y Fernández fue quiense quedó con la posición de short-stop.Los Tigres de Detroit se negaron a ceder, aunque

tenían candidatos de sobra en su sistema de sucursales.Finalmente, un grupo de derechos civiles, el BriggsStadium Boycott Committee, declaró que organizaríanun boicot de los partidos de los Tigres si no se arreglabala situación. En 1958, los Tigres incluyeron en su equi-po al tercera base puertorriqueño Ozzie Virgil, el cualadquirieron en un intercambio con los Gigantes. El hijode Virgil creció y se convirtió en cátcher de los Filis y delos Bravos en la década del 80.Para 1959, ya se habían integrado 15 equipos, la

mayoría de manera simbólica. Solo los Medias Rojas deBoston seguían sin ceder. Comenzando con un piqueteante el Fenway Park �que se atrevía a llevar una pan-carta que decía �El odio entre las razas es matar al béisbolen Boston��, el esfuerzo para concluir con la integra-ción dio un paso más. Jackie Robinson condenó a losMedias Rojas en un discurso que pronunció en Boston.La NAACP y la Ministerial Alliance of Greater Bostoninstaron a la comisión de Massachusetts en contra de ladiscriminación a investigar al club beisbolero, diciendoque tampoco había ningún negro o latino empleado en elparque desempeñando otras tareas. La Comisión llevóa cabo una audiencia pero retiró los cargos contra el equipo

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cuando se hicieron promesas de corregir la situación.El jugador de cuadro Elijah Pumpsie Green fue llamadode las ligas menores para cumplir la promesa.Para fines de la década del 50, a medida que el Movi-

miento de Derechos Civiles del sur atrajo la atención delpaís, los jugadores negros y latinos comenzaron a ejercermás presión para cambiar las condiciones durante el en-trenamiento de primavera en Florida. El campo de en-trenamiento, tanto para los Cardenales de San Luis comopara los Yanquis, fue St. Petersburg, y la ciudad se bene-fició grandemente con el turismo que atrajeron los equi-pos. El sindicato de jugadores, rebautizado en 1953 comola Major League Baseball Players Association, protestóformalmente por la segregación en los hoteles y exigióque los dueños de los clubes los presionaran. Los Yan-quis se cambiaron a Fort Lauderdale, donde los hotelesprometieron dar alojamiento a todo el equipo. Puesto queno quería perder el negocio del béisbol completamente,St. Petersburg quitó sus códigos de segregación en loshoteles, al menos para los Cardenales y para el reciénconstituido equipo de los Mets de Nueva York. Los lati-nos y los negros que vivían en la ciudad a lo largo delaño, desde luego, no tuvieron tanta suerte.No fue sino hasta 1963 cuando Jackie Robinson, que

se había retirado en 1957, llamó a los dueños del béisbolpara que �instituyeran una norma que exigiera alojamientoy servicios por igual para todos los jugadores en cual-quier época�.12 El béisbol organizado siguió adelante;pero, a medida que el Movimiento de Derechos Civilesse extendió del sur al resto del país, el experimento quecomenzó con Jackie Robinson empezó a sacar vapor. Ladécada del 60 sería testigo de un juego de pelota com-

12 Tygiel: ob. cit., p. 319.

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pletamente nuevo. Para entonces, había un jardinero lati-no de color que sobresalía por encima de todos los jugado-res de ligas mayores, blancos o no: Roberto Clemente.Contratado por Pittsburgh en 1955, Clemente se convir-tió en el primer latino postulado al Salón de la Fama. Parala mayoría de los columnistas y aficionados al béisbol, élsigue ocupando hasta hoy una clase aparte.Willie Stargell,su compañero de equipo afroamericano en los Piratas y enel Salón de la Fama, más tarde lo recordó como �el mejorjugador en cualquier posición de las ligas mayores�.13En 18 temporadas, durante las cuales jugó frecuente-

mente con lesiones en la espalda, los hombros o las pier-nas, Clemente acumuló un promedio de bateo de porvida de 317 y un promedio de slugging de 475. Sinembargo, esos fueron los años en los que la bola rápida yel pitcheo �controlado� fueron el nombre del juego, y lospromedios de bateo del béisbol disminuyeron. Clementefue uno de los pocos jugadores en la historia del béisbolque ganó cuatro títulos de bateo. Fue el único jugador enla historia que conectó imparables en todos los partidosde serie mundial en los que participó. También fue elprimer jugador del siglo XX que conectó 10 imparablesen dos partidos consecutivos contra los Dodgers, en elpunto más alto de la emocionante carrera por el título de1970. Como muchas estrellas latinas, Clemente lo podíatodo. Conocido por sus cañonazos lanzados desde el jar-dín, ganó doce Guantes de Oro, incluidos seis en formaconsecutiva (1961-1966).Todavía en la cúspide de su carrera, a la edad de 38

años, Clemente bateó .312 en 1972, durante su déci-moctava temporada en las grandes ligas. Entró a su casiúltimo partido de verano buscando su hit número 3 000.

13 Gilbert: ob. cit., p. 25.

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Ello lo colocaría junto a otros diez inmortales del béisbol,incluidos sus contemporáneos afronorteamericanosWillieMays (el tercer mejor anotador de carreras) y HankAaron (quien rompió el récord de jonrones de Ruth tresaños después).El silencio se hizo entre la multitud expectante el día en

que Clemente se paró ante el plato. Luego Clemente seagachó para golpear una curva que le lanzó el zurdo JonMatlack, de los Mets de Nueva York, y la pelota dio deaire en la pared izquierda del jardín central para un dobleteque puso de pie al público �el hit número 3 000 de sucarrera. Los aficionados se pusieron de pie y lo ovacionaronhasta que Clemente les lanzó su casco de batear.El padre de Roberto, Melchor Clemente, trabajaba

en un ingenio de azúcar. La madre, Luisa Walker, traba-jaba haciendo limpieza. Clemente nunca olvidó las pala-bras de su padre dichas mientras señalaba a un hombreque manejaba un auto de ensueño: �Él no es mejor quetú�.14 Como muchos puertorriqueños, el joven Robertoamaba el béisbol. A los catorce años jugaba en los terre-nos baldíos utilizando un palo como bate y una lata comopelota. Su talento era obvio para el comerciante arroceroRoberto Marín, quien entrenaba al equipo de sóftbolque formaron sus trabajadores. �Nunca se ponchaba.¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! Montones de latas por todo elcampo�.15 Marín le dio a Roberto un uniforme de lacompañía de arroz Sello Rojo.Para cuando tenía diecisiete años, el talento de Ro-

berto había llamado la atención de un scout de mediotiempo que trabajaba para los Dodgers de Brooklyn,Pedrín Zorrilla, propietario de los Cangrejeros de

14 Ibídem, pp. 29-30.15 Ibídem, p. 33.

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Santurce. Zorrilla invitó al principal scout de jugadoreslatinoamericanos, Al Campanis, para que le echara unvistazo a Clemente en los entrenamientos. Campanisquedó profundamente impresionado, pero las ligas ma-yores no podían contratar legalmente a un jugador me-nor de edad sin el consentimiento de sus padres. El padrede Roberto firmó un contrato con los Dodgers con una X.Más tarde, los Bravos de Miwaukee triplicaron la ofertade los Dodgers, que consistía en 5 000 dólares comosalario anual y un bono de 10 000, y entonces Roberto lepidió a su mamá que lo aconsejara. �Debes mantener tupalabra�, le dijo.Los Dodgers enviaron a Roberto a Montreal. Trata-

ron de evitar que los scout lo vieran manteniéndolo en labanca de Montreal tanto como fuera posible. Durante elinvierno de 1954-1955, llevó a Santurce �equipo quetenía en sus filas a Willie Mays y a otras estrellas degrandes ligas� a su tercer campeonato consecutivo en laSerie Mundial del Caribe.Sin embargo, los Dodgers no pudieron esconder un

talento tan grande como el de Clemente de un ladinocomo Branch Rickey, que entonces era el presidente delos Piratas de Pittsburgh. En una época en que los juga-dores blancos exigían grandes bonos para firmar, Rickeyenvió a su buscador principal, Howie Haak, a buscarjugadores latinos más baratos. Haak estaba contentoporque ya no tenía que hacer que los cubanos firmaran�esa falsa forma que decía que sus antepasados eran blan-cos�.16 Haak localizó enseguida a Clemente. Las nor-mas de reclutamiento le dieron la oportunidad de escogerprimero a los equipos que terminaban en los últimos lu-gares, y así, los Piratas, que siempre quedaban en último

16 Krich: ob. cit., p. 157.

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lugar, reclutaron a Clemente, quien dijo que �ni siquie-ra sabía dónde estaba Pittsburgh�.17Al menos no estaba en el sur de la segregación racial.

Aún así, Roberto descubrió que el racismo también pros-peraba en el norte. Como dijo después a 44 000 aficio-nados, la mayoría de ellos puertorriqueños, en el SheaStadium de los Mets, en la Noche de Roberto Clemen-te: �En los primeros años, la segregación nos frustró...Las personas que nunca se enfrentan a estos problemasno tienen ni idea de qué clase de sufrimiento pueden re-presentar�.18El promedio que Clemente obtuvo de .311 y otras

impactantes estadísticas de 1956 hicieron que Rickeyenviara a Haak a varios países latinoamericanos. Duran-te las siguientes décadas, Howie Haak contrató doce-nas de estrellas latinas, incluidas el segunda basepanameño Rennie Stennett (con promedio de bateode por vida de 274), al jardinero venezolano TonyArmas (252) y al cátcher dominicano Tony Peña (273).La manera espectacular de jugar de Clemente año tras

año ayudó a sacar a los Piratas del sótano hasta colocarlosen un campeonato de serie mundial en 1960. Sin embar-go, los columnistas de béisbol, muchos de los cuales sesentían perturbados por el creciente número de latinos ynegros en las ligas mayores, rehusaron votar por Clementepara el premio del jugador más valioso. Como protesta,Roberto no quiso usar su anillo de serie mundial.Durante la mayor parte de su carrera, Clemente fue

muy apreciado por los aficionados perspicaces, pero noera tratado con mucho respeto por los funcionarios delbéisbol o por la prensa. Los columnistas de deportes se

17 Gilbert: ob. cit., p. 52.18 Ibídem, p. 58.

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negaban a utilizar su nombre real en sus historias, y lollamaban Bob o Bobby. Clemente sufrió los prejuiciosraciales dobles, los infligidos a los negros y los infligidosa los latinos. Un escritor lo enfureció al llamarlo �unhotdog puertorriqueño�. Otro dijo que no era un �buenjugador de equipo�. Otros más le aplicaban el estereoti-po latino estándar y lo tildaban �de temperamento vio-lento� y �emocional�. Muchos lo ridiculizaban como un�hipocondriaco�, cargo que con frecuencia le imputabasu entrenador, Danny Murtaugh.Desde el principio Clemente se defendió. Denunció

regularmente a los columnistas de deportes, a los oposi-tores y hasta a los compañeros de equipo por sus actos deracismo. Cuando los compañeros blancos gritaban ofen-sas de tipo racial a los opositores negros, él y su compa-ñero de equipo cubano, Román Mejías, �desafiábamosal resto del equipo en la caseta �no les caíamos bien amuchos de los jugadores porque no éramos blancos�.19Cuando se ridiculizó su acento en la prensa, Clementeles sugirió a los reporteros que empezaran a aprenderalgo de español.En 1964, diez años después de entrar al béisbol de los

Estados Unidos, Roberto Clemente se casó con VeraCristina Zabala, empleada de banco en Puerto Rico. Semudó con Vera a una nueva y espaciosa casa en RíoPiedras, un barrio de clase media en las afueras de SanJuan. Los tres hijos de los Clemente nacieron en la Isla,por insistencia de Roberto. Compró una casa cerca de lasuya para sus padres. Clemente nunca perdió la visiónde sus raíces en el barrio. Con frecuencia pasaba su tiem-po fuera de temporada haciendo cerámica, imaginandouna industria nacional casera de cerámica como la ayuda

19 Ibídem, pp. 64-65.

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posible para vencer los problemas de desempleo que habíaen Puerto Rico. También comenzó a planear un enormecomplejo deportivo para la ciudad capital de San Juan. Sellamaría Ciudad Deportiva, y sería gratis para toda la gen-te, con hincapié en la recreación para los niños pobres.Clemente se quejaba con frecuencia con su esposa,

Vera, acerca de la mala publicidad para los latinos: �Sijuegan bien, la prensa no los menciona. Pero si hacenalgo malo, ¡lo ponen en primera plana!�20 Durante lafebril carrera por el título en 1966, Roberto explicó pa-cientemente a los mismos reporteros que tanto lo deni-graron: �El jugador latinoamericano no tiene elreconocimiento que merece. Tampoco el jugador negro,a menos que haga algo realmente espectacular, comoWillie Mays. Estamos satisfechos con nosotros mismos,sí. Pero después de que termina la temporada, nadie sepreocupa por nosotros... Juan Marichal [jugador domi-nicano] es uno de los mejores lanzadores del juego, pero¿se le invita a los banquetes? Alguien dice que vivimosdemasiado lejos. Esa es una excusa despreciable. Yosoy ciudadano norteamericano, pero algunas personasactúan como si pensaran que vivo en algún lugar de laselva. Para esa gente somos extraños, extranjeros�.21No fue hasta el año de 1966, cuando sobrepasó la

marca de los 2 000 hits y empujó 119 carreras, queRoberto Clemente ganó finalmente el galardón como eljugador más valioso de la Liga Nacional. Para enton-ces, su bateo espectacular, sus rápidos giros en círculoen el jardín, y sus tiros de bala a home hicieron leyenda.A Clemente también se le dio el galardón de jugador

más valioso por su singular desempeño en la serie mun-

20 Krich: ob. cit., p. 98.21 Gilbert: ob. cit., pp. 83-84.

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dial de 1971: un promedio de bateo de .414; .759 depromedio en slugging; 12 imparables, incluidos dosjonrones y un triple, y dos atrapadas milagrosas en eljardín. Después, encaró a las cámaras de televisión y seconvirtió en el primer jugador latino que hablara españolante un gran público en los Estados Unidos: �Antes dedecir cualquier otra cosa, quiero decir algo en español ami madre y a mi padre. «En este, el momento más gran-de de mi vida, les pido la bendición»�.22Los aficionados del béisbol sentían que Clemente era

único en su aprecio por las personas sin las cuales elnegocio del béisbol se caería en pedazos: los aficionadosmismos. Una vez dijo: �Creo que le debemos algo a lagente que nos ve. Trabajan duro para ganarse su dine-ro�.23 Y le gustaba interrumpir cualquier entrevistaaburrida diciendo: �Amo a la gente pobre, a los trabaja-dores, a las minorías, a los que sufren. Tienen una pers-pectiva diferente de la vida�.24Cuando los aficionados de Pittsburgh organizaron

una Noche de Roberto Clemente en 1970, presentarona una delegación de Puerto Rico que llevaba un rollocon 300 000 firmas de los residentes isleños. Des-pués del partido, Clemente derramó lágrimas explicandoque �Si no fuera por estos aficionados, no sé qué hu-biera sido de mí�.25La manera en que veía a Roberto Clemente el resto

del mundo cambió dramáticamente en diciembre de 1972.Dos días antes de Navidad un devastador terremotosacudió Nicaragua, destruyendo el centro de Managua yllevándose miles de vidas. Clemente, que había estado

22 Ibídem, p. 25. (La frase en cursivas está en español en el original.)23 Ibídem, p. 103.24 Krich: ob. cit., p. 40.25 Gilbert: ob. cit., p. 102.

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un mes antes en Nicaragua, como mánager del equipopuertorriqueño en los Mundiales, comenzó al instantea unir esfuerzos en Puerto Rico para las víctimas deltemblor. Fue personalmente de puerta en puerta en RíoPiedras pidiendo donaciones. Para fin de la semana te-nía suficientes víveres como para llenar un viejo aviónde carga DC7 donado por una compañía de San Juan.Roberto quería ir él mismo a Nicaragua con los ví-

veres, porque sabía que el dictador de ese país, el gene-ral Anastasio Somoza, estaba desviando la ayuda dadaa los damnificados del temblor para él y sus ayudantescorruptos. Ya había recibido una llamada telefónica deSomoza informándole que solo se aceptaría �dinero ycomida�. En la tarde de año nuevo en que la salida delDC 7 se retrasó debido a problemas mecánicos, los ami-gos de Roberto y su esposa Vera le rogaron que no sefuera. �Los bebés se están muriendo allá �les dijo�.Necesitan estas cosas. Voy a ir y voy a distribuir los víve-res yo mismo�.26Finalmente, después de las nueve de la noche, el avión

consiguió despegar, con Roberto y cuatro personas mása bordo. De repente, uno de los motores empezó a fallary el piloto comunicó por radio que iba a regresar a SanJuan. Algunos testigos vieron cómo el avión se ladeó ha-cia la izquierda y cayó al océano. Los buzos encontrarondespués los restos del piloto, pero ningún rastro de Cle-mente. Después de cinco días de buceo, el amigo y com-pañero de equipo de Clemente, Manny Sanguillén, elcátcher panameño que hizo un arte de conectar hits conmalos lanzamientos (con un promedio vitalicio de 296),abandonó la búsqueda, pues vio muchos tiburones gran-des y no creía que hubiera ninguna esperanza.

26 Ibídem, p. 98.

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La nación estaba de luto, por lo que el día de la tomade posesión del gobernador recién elegido se pospuso. Elgobernador electo de Puerto Rico dijo: �Nuestro puebloha perdido una de sus grandes glorias�.27Las donacionespara el proyecto favorito de Clemente, la Ciudad Depor-tiva, empezaron a aparecer, y hoy es una realidad.Irónicamente, el dictador de Nicaragua utilizó algu-

nos de los fondos de ayuda para los damnificados paravolver a construir el Estadio Somoza, una instalación parabéisbol de 30 000 asientos que fue destruida por el tem-blor. Después de que laRevolución deNicaragua de 1979derribó a la dinastía Somoza, los nicaragüenses homena-jearon a Clemente bautizando un estadio de béisbol enMasaya con su nombre.La trágica muerte de Clemente impactó a los entu-

siastas del béisbol de todo el mundo. Los funcionarios deeste deporte renunciaron al período normal de espera decinco años después del último partido de un jugador parapermitir que los columnistas de béisbol eligieran a Ro-berto Clemente para el Salón de la Fama el 20 de marzode 1973. Fue casi un acto simbólico de contrición porparte del béisbol estadounidense y de la prensa. El ho-menaje a Clemente compensó parcialmente el trato mise-rable que se le dio, no solo a él sino a la gran cantidad delatinos de piel oscura.El Commissioner�s Award, dado tradicionalmente a

los jugadores ejemplares, obtuvo entonces un nuevo nom-bre: se llamó Premio Roberto Clemente, como recono-cimiento al trabajo humanitario del héroe. Quienesconocieron mejor a Clemente dicen que fue lo queRoberto más hubiera deseado. Algo especial se fue sinduda del béisbol con la muerte de Roberto. Muchos

27 Gilbert: ob. cit., p. 100.

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amigos y aficionados latinos todavía dicen: �Me hacefalta Roberto Clemente�. Y un gran número de aficio-nados no hablantes de español todavía piensan lo mis-mo en inglés: �I miss Roberto Clemente�.