LA_SOCIEDAD_HUMORISTICA

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Alba Belinda Rodríguez Baca Mat: 810983

LA SOCIEDAD HUMORISTICA

En este capítulo Lipovetsky los habla de la transformación que ha sufrido el discurso en los mass media en términos de dramatización: el clima de crisis, la inseguridad urbana, escándalos catástrofes, entrevistas desgarradoras, las informaciones juegan con la emoción, con el “seudo-acontecimiento”, el cliché sensacional y el suspenso; describe que ha pasado inadvertido el fenómeno generalizado del genero humorístico, aunque legible claramente en nuestras vidas cotidianas. “cada vez más, la publicidad, los programas de animación, los slogans y la moda adoptan un estilo humorístico. Este fenómeno designa simultáneamente el devenir inectable de todos nuestros significados y valores. La ausencia de la fe posmoderna, el neo-nihilismo que se va configurando no es atea ni mortífera, se ha vuelto humorística.

De la comicidad grotesca al humor pop: la sociedad posmoderna puede ser llamada humorística, pues solo ella se ha instituido globalmente bajo un proceso que disuelve la oposición, hasta entonces estricta, de lo serio y lo no serio. Lo cómico, lejos de ser la fiesta del pueblo o del espíritu, se ha convertido en un imperativo social generalizado, en una atmosfera cool, un entorno permanente que el individuo sufre hasta en su cotidianeidad. En la edad media lo cómico estaba ligado al “realismo grotesco” en el rebajamiento de lo sublime, a la profanación de lo sagrado. En la edad clásica lo cómico ya no es simbólico, es crítico, ya sea en la comedia clásica, la sátira, la fabula, la caricatura; lo cómico pierde su carácter público, se transforma en placer subjetivo ante tal o cual hecho aislado. Simultáneamente a esta privatización, la risa se disciplina en esas formas modernas de humor, ironía, sarcasmo etc. En el siglo XVIII la risa alegre se convierte en un comportamiento despreciable y hasta el siglo XIX, es considerada baja e indecorosa. El humor actual evacúa lo negativo, no tiene victimas, se muestra insustancial y describe un universo radiante. El humor, desde ahora, es lo que seduce y acerca a los individuos: las películas de james bond, las series americanas crean personajes que tienen en común un mismo desenfado dinámico acompañado de una eficacia ejemplar, correlativamente el Yo se convierte en el blanco privilegiado del humor, objeto de burla y de autodepreciación, como explicitan las películas de Woody Allen que hacen reír, sin cesar en ningún momento de de analizarse, disecando su propio ridículo, presentando así mismo y al espectador el espejo de su Yo devaluado.

Metapublicidad: es en la publicidad que haciendo uso de exageraciones en las figuras retoricas donde se explicita la naturaleza de lo humorístico: películas, vallas, anuncios renuncian poco a poco a los recursos sentenciosos y austeros a favor de un estilo a base de juego de palabras, de frases indirectas, dibujos cómicos, exageraciones y amplificaciones divertidas. La publicidad puede llevar

Lipovetsky, Gilles. (1983). La era del vacío. (5a.ed.). La sociedad humorística. (pp.136-172). París: Anagrama

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muy lejos la lógica de lo absurdo, el juego del sinsentido, buscando desde luego la inscripción de la marca. La verdadera publicidad se burla de la publicidad, del sentido como del sinsentido, evacúa la dimensión de verdad y esa es su fuerza. El discurso demostrativo se borra, solo queda un rastro intermitente, el nombre de la marca: lo esencial. Con el código humorístico, la publicidad reclama la complicidad espiritual de la gente, se dirige utilizando referencias culturales, de esta manera entra a su edad cibernética.

La moda: una parodia lúdica. “la vida es demasiado corta para vestir triste” la seriedad como la muerte, parece considerarse como un tabú, la moda liquida las secuelas de un mundo crispado y disciplinario y se vuelve masivamente humorista. Lo chic ya no consiste en la adopción del último grito, radica en guiñar el ojo, en la independencia respecto a los estereotipos, en el look personalizado, sofisticado y heteróclito para los tenores de la moda, banalizado y relax para el hombre de la calle. El imperativo de la moda no es explicar o hacer soñar, sino cambiar por cambiar y la moda solo existe por este proceso de desclasamiento incesante de las formas, en la exposición de su funcionamiento intrínseco de un modo lúdico y despreocupado.

Microtecnología y sexo porno: se ha señalado desde hace tiempo los aspectos risibles de la innovación tecnológica moderna, sus proliferaciones de accesorios, sus aberraciones de funcionalidad absoluto. Ahora, la apreciación humorística procede de la proeza tecnológica consistente en ocupar menos espacio. A fuerza de lo compacto, de dimensiones reducidas: microteles, juegos electrónicos de miniatura, ordenadores de bolsillo, el efecto cómico que se debe a que lo más pequeño implica lo más complejo; la tecnología se ha vuelto porno: en efecto, el objeto y el sexo han entrado en el mismo ciclo ilimitado de la manipulación sofisticada, de la exhibición y la proeza, de los mandos a distancia, de las interconexiones y conmutaciones de circuitos, de las “teclas sensibles”, de las combinaciones libres de programas, de la búsqueda visual absoluta.

Narcisismo en boíte: a medida que las instituciones y valores sociales se entregan en una inmanencia humorística, el Yo se realza y se convierte en le gran objeto de culto de la posmodernidad, en el desarrollo de las actividades deportivas “libres”, los nuevos oficiantes no buscan tanto la hazaña, la fuerza o el reconocimiento, como la salud, la forma y la elegancia del movimiento. Cuando los ritos, costumbres y tradiciones agonizan, cuando flota en un espacio paródico, aumentan la obsesión y las prácticas narcisistas, las únicas aun revestidas de una dignidad ceremonial, aunque sea suave e independiente, se ha convertido en una práctica iniciática de un nuevo género

Lipovetsky, Gilles. (1983). La era del vacío. (5a.ed.). La sociedad humorística. (pp.136-172). París: Anagrama