Las Reliquias en La Iglesia Católica y San Juan Bosco

14
1

description

Significado Reliquias Don Bosco

Transcript of Las Reliquias en La Iglesia Católica y San Juan Bosco

  • 1

  • 2

  • 3

    Peregrinacin de la Reliquia Insigne de San Juan Bosco

    1. Las reliquias en la Iglesia Catlica

    El culto de las reliquias en la iglesia La muerte segn los cristianos del primer siglo Comunidad en vida y despus de la muerte El recuerdo de los difunto cristianos Las catacumbas: los primeros cementerios cristianos Las persecuciones y el culto a los mrtires El culto de las reliquias de los mrtires: San Pedro y san Policarpo

    2. El sentido de la santidad Dios fuente de la santidad Cristo llama a la Iglesia a la santidad a travs del camino del amor Todos los bautizados son llamados a ser santos Los santos canonizados de la Iglesia, testigos de la fe Intercesores ante el Padre

    3. El significado de la peregrinacin de la

    Reliquia Insigne

    La experiencia de la peregrinacin de la urna de santo Domingo Savio El significado de la peregrinacin de la urna de don Bosco

  • 4

    Las reliquias en la Iglesia Catlica

    1. El culto de las reliquias en la Iglesia. 1.1 La muerte segn los cristianos del primer siglo.

    E l acontecimiento ms importante de la historia de la humanidad es la resurreccin de Jess. Los apstoles y los primeros discpulos, des-pus de las apariciones del Resucitado y la venida del Espritu Santo, empezaron a entender todo lo que el Hijo les haba revelado. Los Evangelios afirman que en ms de una ocasin Jess haba anunciado a sus discpulos su muerte y su resurreccin. En el episodio de la resurreccin de Lzaro Jess ofrece un signo de su poder salvador, asegurando a la primera comunidad cristiana que todo el que creyera en l - resurreccin y vida tendra vida eterna. Marta, al enterarse de que Jess llegaba, sali a su encuentro, mientras Mara permaneca en la casa 21. Marta dijo a Jess: Seor, si hubieras estado aqu, mi hermano no habra muerto. 22 Pero yo s que aun ahora, Dios te conceder todo lo que le pidas. 23 Jess le dijo: Tu hermano resucitar. 24Marta le respondi: S que resucitar en la resurreccin del ltimo da. 25Jess le dijo: Yo soy la Resurreccin y la Vida. El que cree en m, aunque muera, vivir: 26y todo el que vive y cree en m, no morir jams. Crees esto?. 27 Ella le respondi: S, Seor, creo que t eres el Mesas, el Hijo de Dios, el que deba venir al mundo. (Jn 11, 2027).

    Las religiones paganas, practicadas en el imperio romano, tenan una idea diferente de la muerte. Al lo sumo se imaginaban un ms all donde las almas de los muertos, como sombras, continuaban existiendo, los buenos jun-to con los malos. Los cristianos pensaban que para alcanzar el paraso tenan que haber credo en Jess y seguir sus enseanzas. Era esencial pertenecer a una comunidad cristiana; no puede salvarse uno solo. Desde siempre Jess ha reunido los discpulos junto a s, an despus de su ascensin, los fieles continan reunindose para partir el pan juntos, como el Maestro les haba enseado. 1.2 Comunidad en vida y despus de la muerte.

    Para los cristianos la fe en un solo Dios y su culto exclusivo no eran una cosa privada, sino que influa igualmente sobre su conducta personal y social. Jess haba revelado que Dios es Padre: Miren cmo nos am el Padre. Quiso que nos llamramos hijos de Dios, y no-sotros lo somos realmente!. (1 Jn 3,1). Esta conciencia creaba en los cristianos una rela-cin del todo especial entre ellos como hijos de Dios; al fin y al cabo, eran hermanas y hermanos. San Pablo, en alguna de sus cartas, compara a la comunidad cristiana a un cuerpo con muchos miembros que llama cuerpo mstico diciendo que Jess es la ca-beza: El es tambin la cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. El es el Principio, el Pri-mero que resucit de entre los muertos, a fin de que l tuviera la primaca en todo (Col 1,18).

    Cristo est presente en medio de la comunidad de los creyentes de una manera misteriosa pero muy real: Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos (Mt 18, 20). Adems los Hechos de los Apstoles atestiguan que en las primeras comunidades exista una verdadera y propia comunicacin de bienes: se ayudaba a los pobres, se socorra a las viudas, se asista a los enfermos. La Iglesia, pues, mientras vivan sus miembros, estaba unida, pero, gracias a las promesas de Jess, la unin segua tambin des-pus de la muerte. Reflexionando sobre las palabras de Jess, la Iglesia de los orgenes entendi cada vez mejor que la pertenencia al cuerpo mstico se refera tambin a los difuntos, por tanto la unin de la comunin no se

  • 5

    rompa con la muerte. La muerte no significaba el fin, sino un pasaje a una vida nueva que, despus del juicio final comprendera tambin el cuerpo. Por este motivo no se aceptaba el uso pagano de la cremacin y se practicaba la inhumacin (enterramiento) de los seres queridos, segn tambin el ejemplo del Seor que fue sepultado y resucit.

    Mientras los paganos hablaban de necrpolis, o sea, ciudad de los muertos, los cristianos consideraban sus cementerios como dormitorios (coemeterium), como lugar del reposo donde se dorma hasta la resurreccin. Tomando a la letra la fe en la resurreccin, las tumbas se utilizaban generalmente una sola vez. En la Roma antigua, por el contrario, exista la costumbre de arrojar a los difuntos en grandes fosas comunes, se tiraban incluso

    recin nacidos abandonados y esclavos que no servan para nada. 1.3 El recuerdo de los difuntos cristianos

    La responsabilidad mutua y la solidaridad que caracterizaba a las primeras comunidades cristianas no terminaba con la muerte, com-prenda tambin a los seres queridos; si el difunto, de hecho, no se poda permitir una digna sepultura, la comunidad garantizaba su deposicin en una tumba decorosa. Este profundo respeto a los difuntos como hermanos en la fe era completamente nuevo en la antigua Roma. El luto por la muerte de los familiares queridos o de los amigos, junto con la gratitud por el tiempo pasado juntos, lleva-ba a los cristianos a visitar continuamente sus tumbas. Tambin los paganos visitaban a sus difuntos, pero los cristianos tenan una mo-

    tivacin ms profunda: su fe. Estaban completamente seguros de que en el futuro volveran a estar juntos, cuando se reunieran de nuevo, y esta vez para siempre. Ya que saban que todos eran hijos de un mismo Padre, hermanas y hermanos en la fe, pensaban: Aqu en donde duermen nuestros seres queridos dormiremos tambin nosotros hasta el da de la resurreccin, en el lugar comunitario de descanso; enterrados juntos, sin tener en cuenta la fama, profesin, riqueza, o pobreza. Saban que un da a todos se les incluira en la oracin por la paz de los difuntos. 1.4 Las catacumbas: los primeros cementerios cristianos

    En el siglo segundo los cristianos de Ro-ma no tenan cementerios propios. Si posean terrenos, enterraban all a su difuntos, si no, acudan a cementerios comunes usados tambin por los paga-nos. Por eso san Pedro fue enterrado en la necrpolis de la Colina del Vatiaca-no, abierta a todos, lo mismo que san Pablo, en una necrpolis de la va Os-tiense. El cristianismo comenz a extenderse

    sobre todo en el siglo segundo y a convertir a paganos pertenecientes a familias ricas y acomodadas. Estos creyentes tenan terrenos o cementerios familiares que pusieron a disposicin de los hermanos en la fe. Como es bien sabido, el cristianismo deba sin embargo pasar grandes dificultades, sobre to-do de parte del paganismo y de algunos emperadores romanos.

    Mosaic floor in newly opened necropolis.

    Los cristianos consideraban sus ce-menterios como dormitorios (coemeterium).

    Catacumbas de Domitilia o San Calixto (antiguas zonas de sepultura cristiana).

  • 6

    Siendo monotestas, los cristianos se negaban a considerar al emperador dominus el deus, seor y Dios, desenca-denando los prejuicios y la ira de las autoridades. Otras habladuras y falsedades dieron origen a una verdadera y propia hostilidad que se transform en persecucin, a veces incluso programada. As, poda suceder que, cuando los cristianos visitaban a sus difuntos y rezaban ante sus tumbas, la gente les estorbaba y ultrajaba, o encontraban sus tumbas manchadas y profanadas. As, fue creciendo el deseo de tener un lugar sepulcral reservado a la comu-nidad, donde recordar a los difuntos sin correr el riesgo de ser estorbados. Cuando aumentaron los cristianos, au-

    ment tambin la necesidad de nuevas sepulturas. Una ley romana garanti-zaba el derecho de tener en propiedad una tierra que inclua la parte sub-terrnea; bastaba slo excavar lo que se quera usar respetando los lmites. As comenzaron las catacumbas. Muchas de stas surgieron y se desarrolla-ron junto a los sepulcros de familia. Con el pasar del tiempo los espacios funerarios se ensancharon, quizs por iniciativa de la misma Iglesia. El ms famoso es el caso de las catacumbas de san Calixto. La Iglesia asumi direc-tamente su organizacin y su administracin.

    1.5 Las persecuciones y el culto a los mrtires Como ya hemos hecho alusin, en los primeros siglos despus de Cristo, se acus a los cristianos de deslealtad a la patria, de atesmo, de impiedad y de odio al gnero humano. Entre otras cosas eran sospechosos de delitos ocultos, como incesto de hecho todos se consideraban hermanos y hermanas -. Y por su culpa se les crea cau-santes de calamidades naturales, como la peste, las inundaciones y la caresta. Por este motivo se consider a la religin cristiana fuera de ley y fue perseguida, por considerarse el enemigo ms poderoso del poder de Roma, basado sobre la antigua religin olmpica y sobre el culto del emperador, instrumento y smbolo de la fuerza de la unidad del Imperio. Murieron muchos cristianos, dieron la vida con tal de no renegar la fe en Cristo. Las palabras de Cristo sobre el martirio comenzaban a realizarse trgicamente:

    1.6 Los tres primeros siglos fueron la era de los mrtires. El ao 313, con el llamado Edicto de Miln, los emperadores Constantino y Licinio concedie-ron la libertad de culto a la Iglesia. De todas maneras, antes de Constantino, la persecucin no siempre fue continua y generalizada, o sea, extendida a todo el imperio, ni fue siempre igualmente cruel y cruenta. A perodos de persecucin siguieron perodos de relativa tran-quilidad. Los Mrtires se convirtieron en los Testigos de la fe por excelencia. El grande escritor cristia-no Tertuliano afirma que su sangre es semilla de nuevos cristianos. Poco a poco, el recuer-do de los difuntos se hace ms intenso cuando se trataba de hacer memoria de hermanos que haban puesto en prctica las palabras de Jess hasta sacrificar la vida, el mayor de los bienes:

    Los mrtires comienzan a ser venerados e invocados por las Iglesias particulares, generalmente en el dies natalis, o sea, en el da de su nacimiento para el cielo. Una praxis constante de la Iglesia es la de reunirse en asamblea litrgica o en el lugar donde los mrtires haban dado testimonio de su fe en Dios, o junto a sus gloriosos sepul-

    Catacumbas de San Sebastin

    Pero antes de todo eso, los detendrn, los perseguirn,

    los entregarn a las sinagogas y sern encarcelados;

    los llevarn ante reyes y gobernadores a

    causa de mi Nombre (Lc 21,12).

    Acurdense de lo que les dije: el servidor no es ms

    grande que su seor. Si me persiguieron a m, tambin

    los perseguirn a ustedes; si fueron fieles a mi palabra,

    tambin sern fieles a la de ustedes (Jn 15,20).

    Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de m (Mt 5,11).

    Busto de Constantino I

  • 7

    cros. Incluso muchos fieles comenzaron a hacerse enterrar cerca de sus tumbas. Visitando las catacumbas de san Calixto, se puede advertir cmo, cerca del sepulcro de la mrtir Ceci-lia, se encuentran numerosos nichos de fieles de-votos difuntos. La oracin sobre las tumbas de los mrtires une en comunin de alabanza y de splica a los miembros de la Iglesia de la tierra con los que ya contemplan el rostro de Dios.

    Esta comunin tiene el momento ms fuerte en la Eucarista, como el cielo en la tierra, los ngeles, los santos y los fieles en camino se asocian a la misma alabanza por medio de Cristo Seor, en la uni-dad del Espritu Santo, para gloria de Dios Padre.

    1.7 El culto de las reliquias de los mrtires: san Pedro y san Policarpo

    Entre los primeros mrtires que han dado la vida para defender el Evangelio sobresale el testimonio de san Pedro. Hemos explicado que fue sepultado en el cementerio de la Coli-na del Vaticano, abierto a todos. En 1952 se reanudaron las excavaciones bajo el actual altar papal de la Baslica de san Pe-dro, con resultados que nos ayudan a enten-der qu importante era para los primeros cris-tianos venerar las tumbas de los mrtires, en las que se haban depositado sus reliquias. Se ha encontrado un templete funerario apoya-do a un muro contemporneo llamado 'muro

    rojo' por el color y especialmente precioso por los numerosos graffiti escritos sobre l. Han sido descifrados por estudiosos muy preparados. Todos contienen invo-caciones a san Pedro. A su nombre se unen tal vez los nombres de Cristo y de Mara, se auspicia la vida en Cristo y en Pedro, cuyo nombre est escrito en clave simblica. En la misma necrpolis vaticana, sobre la tumba de los Valerios, se he encontrado esta inscripcin : Evidentemente se trata de una oracin por los cristianos enterrados junto al cuerpo del Apstol, se-al de que precisamente all haba sido enterrado san Pedro, y all era venerado. Parece que ya alrede-dor de ao 150 d. C. este lugar de Roma sobre el Vaticano era meta de peregrinaciones. San Policarpo, por otra parte, naci en Esmirna, en la actual Turqua, en el ao 69. Ireneo, su discpulo y obispo de Lyn en Galia, escribi que los mismos Apstoles lo nombraron obispo de Asia en la Igle-sia de Esmirna, alrededor de ao 100. Es venerado como discpulo del apstol Juan y como el ltimo testigo de los Apstoles. Alrededor del 157 estalla una persecucin en Esmirna. El anciano obispo (tiene 86 aos) es llevado al estadio, para que el gobernante romano Cuadrado lo condene. Policarpo rehsa defenderse ante el gobernador, que quiere salvarlo, y ante la multitud, declarndose cristiano. Fue muerto mientras daba gracias a Dios Padre por haberlo considerado digno de ser contado entre los mrtires y de participar en el cliz de Cristo.

    Petrus, roga pro sanctis hominibus chrestianis ad corpus tuum sepultis: Pedro, ruega por lo santos hombres cristianos enterrados junto a tu cuerpo

    Sepulcro de la mrtir Cecilia

    Martirio de San Pedro, Museo del Hermitage Icono Sn Policarpo

  • 8

    La Iglesia de Esmirna, despus del martirio de su obispo Policarpo y de once fie-les, escribi a las Iglesias cercanas y a toda la comunidad de la Iglesia universal contando su glorioso fin. Aada estas palabras que atestiguan la importancia del culto de las reliquias de los mrtires:

    Con los mismos sentimientos de estos hermanos nuestros de Esmirna queremos orar junto a las tumbas de los gloriosos mrtires y celebrar con alegra su dies natalis. Gracias a su intercesin nuestra fe se forti-ficar para que podamos afrontar serenamente las pruebas de la vida.

    2. El sentido de la santidad

    E n la historia de la Iglesia no todos los cristianos han sido llamados al martirio, pero s todos son llamados a ser testigos de la fe. Los cristianos que ms ha rea-lizado esta vocacin son los santos. Ellos han gastado la vida por el reino de Dios, nos han precedido viviendo con responsabilidad la fe cristiana y, con su ejemplo, han trazado el camino que conduce a la casa del Padre. Merecen ser recorda-dos y venerados, pues nos ayudan a reafirmar nuestra fe. 2.1 Dios fuente de la santidad

    La palabra santo se puede entender de varias maneras. En el Antiguo Testamento la santidad es atributo exclusivo de Dios. Slo Dios es santo. T slo el Santo, proclamamos en el Gloria de la Misa, y lo repetimos an por tres veces en el Sanctus y en la di-versas plegarias eucarsticas. Las palabras de la liturgia eucarstica provienen del libro del profeta Isaas, donde se describe la revela-cin en la que el profeta es admitido a contemplar, para anunciarla al pueblo, la majestad de la gloria de Dios. ... Vi al Seor sentado en un trono elevado y excelso Unos serafines estaban de pie por

    encima de l. Y uno gritaba hacia el otro: Santo santo, santo es el Seor de los ejrcitos! Toda la tierra est llena de su gloria (Is 6,1-3). Mientras en el Antiguo Testamento la santidad era una cualidad exclusiva de Dios, que lo separa-ba del pueblo, gracias a Jess la santidad se difunde sobre todos los que creen en l. Ya no hace referencia a la idea de separacin sino a la de comunin. Toda la Iglesia, entonces, est llamada a la comunin con Dios, toda la Iglesia es llamada a la santidad. 2.2 Cristo llama a la Iglesia a la santidad a travs de la va del amor Durante toda su predicacin Jess ense la va del amor. Cuando se le pregunta cul es el mandamiento ms im-portante , responde: El primero es: Escucha, Israel: el Seor nuestro Dios es el nico Seor; 30y t amars al Seor, tu Dios, con todo tu corazn y con toda tu alma, con todo tu espritu y con todas tus fuerzas. 31 El segundo es: Amars a tu prjimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento ms grande que stos. (Mc 12,29-31).

    Nosotros veneramos dignamente a los Mrtires como discpulos e imitadores

    del Seor y por la suprema fidelidad hacia su mismo Rey y Maestro, se nos con-ceda tambin a nosotros llegar a ser compaeros y discpulos! []

    Despus de haber recogido los huesos de Policarpo, ms preciosas que joyas y ms puras que el oro fino, las colocamos en un lugar digno. Y en este lugar nos reuni-

    mos con gozo y alegra cada vez que es posible. Esperamos que el Seor nos conceda festejar el aniversario de su martirio, en memoria de cuantos han afron-tado ya la misma lucha y para ejercicio y preparacin de cuantos la afronten en

    el futuro (Martyrium Polycarpi: XVII, 3; XVIII, 2-3).

    Todos son llamados a ser testigos

    de la fe.

  • 9

    Para explica ms concretamente a sus discpulos cmo se debe amar a Dios y a los hermanos en la vida diaria, Jess les ense, a ellos y a la multitud presente, las Bienaven-turanzas del Reino (Mt 5,1-11).

    La prctica del amor es pues, la manera que tenemos para poder llegar a la meta de nuestra vida, la santidad, Dios mismo! Cuanto ms amemos, ms imitaremos a Dios que es todo amor: Queridos mos, ammonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha co-nocido a Dios, porque Dios es amor (1 Jn 4,7-8). Asumiendo este estilo de vida evanglico, tendre-mos la alegra de poner en prctica la exhortacin de Jess: Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que est en el cielo. (Mt 5,48). Jess ha dejado a toda la Iglesia la tarea de ser santa. Por esto ha dado su vida, para santificarla, o sea, para que Dios llegue a todos los que creen en l y se llenen de su amor . De este modo los fieles son acogidos en la casa de la Trinidad donde el Padre, el Hijo y el Espritu Santo se aman desde siempre y donde ahora, junto a ellos, tambin habitamos nosotros. La Iglesia, por tanto, es santa! San Pablo, como hemos dicho, reflexionando sobre este misterio, compara la comunin de los fieles a un cuer-po: el cuerpo mstico: Significa que Cristo, aceptando morir en la cruz , ha unido la Iglesia a su cuerpo formando un nuevo ser viviente que ha colmado de Espritu Santo, o sea, de amor. 2.3 Todos los bautizados son invitados a ser santos

    En las antiguas comunidades cristianas, por los motivos que acabamos de exponer, el atributo de santo no se reservaba a unos pocos elegi-dos, sino que era el nombre comn con el que se llamaba a todos los bautizados. As es como san Pablo saluda a la comunidad de Corinto en su primera carta: Pablo, llamado a ser Apstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sstenes,2 saludan a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jess y llamados a ser santos, jun-to con todos aquellos que en cualquier parte invocan el nombre de Jesu-cristo, nuestro Seor, Seor de ellos y nuestro. 3 Llegue a ustedes la gra-cia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Seor Jesucris-to (1 Cor 1,1-3). Pablo llama santos a todos los fieles llenos del amor de Dios, gracias al sacrificio de Jess, pero al mismo tiempo les invita a se-

    guir caminando en el amor: Ya conocen las instrucciones que les he dado en nombre del Seor Jess2.

    La voluntad de Dios es que sean santos3 (1 Tes 4,2-3). Cmo se puede realizar el proyecto de amor que Dios tiene sobre nosotros? Cmo hacer para an-dar por el camino de los santos? Se podran dar muchas respuestas, pero fundamentalmente se trata de poner en prctica una vez ms la palabra de san Pablo: Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jess. (Fil 2,5). 2.4 Los santos canonizados de la Iglesia, testigos de la fe La madre Iglesia, en su sabidura, desde el principio ha pensado que para ayudar a los fieles a caminar por la va del amor no haca falta escribir tratados de teologa, tal vez complejos y poco accesibles a los sencillos. Ha entendido, sin embargo que la scientia amorir la ciencia del amor no se aprende en libros, sino siguiendo el ejemplo de aquellos fieles que mejor han sabido tener los mismos senti-mientos de Jess. stos son los testigos de la fe de los que hemos hablado. Al principio se escriban los testimonios del martirio de los fieles llamadas Actas o las Pasiones de los

  • 10

    mrtires. Despus del tercer siglo, se escribieron tambin la vida de los santos monjes, de los santos obispos y de otros santos fieles que eran propuestos como modelos de santidad La Iglesia comenz a pronunciarse oficialmente y a sealar personalmente ejemplos de vida cristiana, que se vinieron a llamar santos. Muchas veces eran los mis-mos fieles los que, impresionados del testimonio de estos grandes cristianos, insistan para que fuesen pronto reconocidos como santos por la Iglesia.

    2.5 Intercesores ante el Padre Precisamente porque estaban convencidos de que los santos estn muy cerca del Padre, se les consider poderosos intercesores. Se reza a Dios por interce-sin de los santos porque a ellos, que tanto han amado a Jess, durante toda su vida, el Padre, por su Hijo (en el Espritu) no les negar el favor que necesi-tan los fieles. Ellos, que estn tan cerca, podrn ms fcilmente exponer los deseos ardientes y los problemas que afligen a los fieles en la tierra. De esta manera se refuerza la unin entre la Iglesia peregrina en la tierra y la Iglesia celestial que ya contempla el rostro de Dios. Los santos, pues, no son simples difuntos . La oracin por los difunto, de la que hemos hablado antes, tena otro sentido. En muchas inscripciones de las cata-cumbas se encuentra escrito: Es santo y saludable el pensamiento de rezar por los difuntos para que sean absueltos de sus pecados, precisamente por-que rezando por ellos se quera, en cierta manera, acelerar su encuentro con el Padre. Por el contrario la oracin dirigida a los santos es una oracin de inter-cesin, diversa conviene precisarlo de la oracin de adoracin que se pue-de y se debe dirigir slo a la Santsima Trinidad.

    El Concilio vaticano II, en la Constitucin Dogmtica Lumen Gentium, que trata precisamente de la Iglesia, sin-tetiza con estas palabras lo que hasta ahora hemos tratado de explicar: Siempre crey la Iglesia que los apstoles y mrtires de Cristo, por haber dado un supremo testimonio de fe y de amor con el derramamiento de su sangre, nos estn ntimamente unidas; a ellos, junto con la Bienaventurada Virgen Mara y los santos ngeles, profes peculiar veneracin e implor piadosamente el auxilio de su intercesin. A stos, luego se unieron tambin aquellos otros que haban imitado ms de cerca la virginidad y la pobreza de Cristo, y, en fin, otros, cuyo preclaro ejercicio de virtudes cristianas y cuyos divinos carismas lo hacan recomendables a la piadosa devocin e imitacin de los fieles. Al mirar la vida de quienes siguieron fielmente a Cristo, nuevos motivos nos impulsan a buscar la Ciudad futura (cf. Hb 13,14-11,10), y al mismo tiempo aprendemos cul sea, entre las mundanas vicisitudes, al camino seguro conforme al propio estado y condicin de cada uno, que nos conduzca a la perfecta unin con Cristo, o sea a la santidad. Dios ma-nifiesta a los hombres en forma viva su presencia y su rostro, en la vida de aquellos, hombres como nosotros que con mayor perfeccin se transforman en la imagen de Cristo (cf. 2 Cor., 3,18). En ellos, El mismo nos habla y nos ofrece su signo de ese Reino suyo hacia el cual somos poderosamente atrados, con tan grande nube de testigos que nos cubre (cf. Hb 12,1) y con tan gran testimonio de la verdad del Evangelio. Y no slo veneramos la memoria de los santos del cielo por el ejemplo que nos dan, sino an ms, para que la unin de la Iglesia en el Espritu sea corroborada por el ejercicio de la caridad fraterna (cf. Ef 4,1-6). Porque as como la comu-nin cristiana entre los viadores nos conduce ms cerca de Cristo, as el consorcio con los santos nos une con Cristo, de quien dimana como de Fuente y Cabeza toda la gracia y la vida del mismo Pueblo de Dios. Conviene, pues, en sumo grado, que amemos a estos amigos y coherederos de Jesucristo, hermanos tambin nuestros y eximios bienhechores; rindamos a Dios las debidas gracias por ello, "invoqumoslos humildemente y, para impetrar de Dios beneficios por medio de su Hijo Jesucristo, nico Redentor y Salvador nuestro, acudamos a sus oraciones, ayuda y auxilios". En verdad, todo genuino testimonio de amor ofrecido por nosotros a los bienaventurados, por su misma naturaleza, se dirige y termina en Cristo, que es la "corona de todos los santos", y por El a Dios, que es admirable en sus santos y en ellos es glorificado (LG 50).

    Los santos eran imitados por todos. Exista la conviccin, y existe an, de que despus de la muerte haban entra-do en la casa de la Trinidad, que haban sido admitidos delante del Padre, del Hijo y del Espritu Santo.

  • 11

    3. El significado de la peregrinacin de la Reliquia

    Insigne de San Juan Bosco

    L a Congregacin salesiana, en Italia y en algunas otras inspectorias, ha vivido ya la experiencia de la peregrinacin de la urna de Santo Domingo Savio. En 2004, el Rector Mayor, aprovech la ocasin del 150 aniversario de la muerte de Domingo Savio, para relanzar la santidad juvenil, precisamente a partir del ejemplo de la vida del joven santo. El aguinaldo de 2004 rezaba as:

    propongamos de nuevo a todos los jvenes con

    conviccin la alegra y el compromiso de la santi-

    dad como alto grado de vida cristiana ordinaria.

    En aquellos aos el Papa Juan Pablo II estaba propo-niendo a toda la Iglesia, y especialmente a los jve-nes, la perspectiva de la santidad, como fundamen-to y punto central del programa pastoral para el nuevo milenio.

    Jvenes de todos los continentes, no tengis miedo de ser los santos del nuevo milenio! Sed con-templativos y amantes de la oracin, coherentes con vuestra fe y generosos en el servicio a los her-manos, miembros activos de la Iglesia y constructores de paz. (Mensaje para la XV Jornada Mundial

    de la Juventud 2000). La peregrinacin de la urna fue una extraordinaria ocasin para redescubrir el testimonio y el ejemplo de Domingo. Rezando ante la urna, pequeos y grandes ponan en sus manos tantas oraciones e in-tenciones para que l, que tanto haba amado al Seor, intercediera por ellos. Tantas madres, que estaban esperando, rezaban por sus nios seguras de que Domingo, su protector, se interesara ante Jess para escuchar las peticiones que estuvieran en sintona con la voluntad del Padre. Tantos jve-nes volvan a tomar en sus manos la vida de Domingo Savio escrita por don Bosco, que haba ya hecho tanto bien a generaciones de jvenes cristianos, comprendidos obispos y papas. Fe, oracin, deseo de santidad y gracias especiales son los frutos ms hermosos que el Padre, por in-tercesin de Domingo, quiso regalar a los fieles que acudieron a visitar la urna peregrina. 3.1 El significado de la peregrinacin de la urna de don Bosco Al final de nuestro pequeo itinerario, saquemos las conclusiones que, ya en parte, aparecen bastan-te claras al lector. Tambin en este caso la ocasin es extraordinaria. El aguinaldo del 2008 nos ha invitado a educar a los jvenes con el corazn de don Bosco; el Captulo General 26, en la misma lnea, nos ha pedido volver a las fuentes de nuestro carisma a partir del lema del Fundador: Da mihi animas, cetera tolle. El Rector Mayor desea que toda la familia salesiana contine evangelizando a los jvenes que el Seor nos confa con estos mismos sentimientos. Para lograr esto es necesario que ella reflexione sobre su propia identidad. Es, pues, fundamental seguir amando y profundizando a don Bosco. El Aguinaldo del 2009 est formulado de esta manera:

    La peregrinacin de la urna ser una ocasin para tomar de nuevo en las manos la vida de don Bosco como desea el Rector Mayor, El testimonio de su vida nos ayudar a imitar su fe, su amor al Seor y el celo por los hermanos, sobre todo los jvenes ms pobres. La Familia Salesiana de todo el mundo acudir a rezar ante la urna, formando una comunidad de fe llamada por Cristo a la santidad, y que desea santificarse siguiendo el ejemplo de don Bos-co. Rezando ante la urna, pequeos y grandes pondrn en sus manos tantas oraciones e intenciones para que l, que tanto ha amado al Seor, interceda por ellos.

  • 12

    Una reliquia? Qu es? Todos en algn momento, sentimos ganas de tener algn objeto que nos recuer-de la presencia de alguna persona a la que queremos muchsimoGuardamos una foto, un anillo, una medalla, un dientito de leche Ciertamente, lo que impor-ta es la presencia del ser querido en nuestro corazn, pero conservamos con cari-o esa cosita que nos ha quedado de l o de ella (que llamamos reliquia) por-que nos permite sentirlo cerca. R e l i q u i a: - Del latn: reliquiae, que significa restos. Las reliquias de los Santos son los restos del cuerpo o de vestimenta de un Santo, es, alguien que vivi el Mensaje Evanglico y se jug la vida de manera heroica, por Jess. Es un objeto asociado a un santo (o con una persona considerada santa pero an no canonizada).

    Significado de las Reliquias en la doctrina Catlica. La palabra proviene del latn residuo. En la actualidad las reliquias se clasifican en 3 categoras:

  • 13

    El 4 de agosto del 2010 es un da muy esperado para miles de seguidores de San Juan Bosco en Mxico, el Santo de los jvenes, que vendr en su santa reliquia contenida en una urna. Esta recorre Amrica Latina en una peregrinacin mundial por los 150 aos de la Congregacin Salesiana, la cual concluir en Italia para el BI-CENTENARIO del NACIMIENTO DEL SANTO en el 2015.Duranate su estada en Mxico visitar casi todas las obras salesianas presentes en nuestro pas, para recibir el homenaje de tantos nios, jvenes y simpatizantes de la carisma de San Juan Bosco.

    Itinerario en Mxico La reliquia ingresar a Mxico el 4 de agosto, procedente de Centro Amrica. Permanecer hasta el da 10 de septiembre, para partir luego hacia Estado Unidos. Bienvenido San Juan Bosco a Mxico!

  • 14