Las mujeres que se atrevieron a cambiar

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PATRICA IRIARTE Las mujeres | que se atrevieron a cambiar A través de un programa de promoción integral, las religiosas Adoratrices ayudan a cambiar de vida a cientos de prostitutas. osa fue una prostituta que a los 20 años de edad compraba y vendía muchachas en la zona esmeraldífera de Boyacá, en Colombia. Antes de mplir los 24 era propietaria de un café n 15 mujeres y realizaba contratos en cuador. Pero Rosa tenía hijos, y pronto ramenzó a preguntarse cuál era la ima- en que ellos tendrían de su madre. Su listoria, como la de muchas de sus com- añeras, contiene en su origen, los mis- os elementos: pobreza, ignorancia, (blenda, explotación. "Les cuento que me inicié en la pros- lución a los 17 años. No tenía estudios, 10 sabía nada y salí a conseguir trabajo. Di con una casa en la que me engañaron me hicieron trabajar en la prostitución, 10 me dejaban salir y todo el dinero me o quitaba la dueña de la casa. Me alejé e mi familia y continué varios años en esa situación. Pero empecé a capaci- tarme y a intentar formas distintas de ganarme la vida. Mi superación fue quizá lenta, pero ahora las cosas han cambia- do definitivamente. Actualmente Rosa tiene su taller de costura y ayuda a muchas jóvenes a salir de la trampa de la prostitución. La oportunidad de abandonar el oficio llegó a través de una tarjeta que le dieron en un sitio de control de enfermedades venéreas, a donde acuden las prostitutas del centro de la ciudad para obtener su carnet de sanidad. Después de pensarlo mucho tiempo, decidió visitar la Ciudadela María Micaela, sede de un proyecto social puesto en práctica por las religiosas Adoratrices en Bogotá. Familia, educación y trabajo El programa de promoción integral de la mujer, que lleva a cabo esta comu- nidad, acumuló en 15 años una expe- riencia singular en el manejo de la pro- blemática de la mujer prostituta. La aten- ción a la familia de las adolescentes, la preparación intelectual y la reinserción laboral son algunos de los logros de este proyecto. Las cifras de las entidades oficiales del distrito sobre el total de mujeres que ejercen la prostitución oscilan entre 4.500 y 200.000, lo que demuestra el desconocimiento del problema. El 82% de las mujeres dedicadas a esta activi- dad tiene entre 15 y 40 años, y un 8% tendría entre 9 y 14 años de edad. La Ciudadela María Micaela, recibe a diario un promedio de mil personas. El hogar infantil atiende unos 200 niños, principalmente hijos de las mujeres que se capacitan o trabajan en los talleres de confección, tejido, bordado, panadería, juguetería y belleza. Al bachillerato asis- ten aproximadamente 400 alumnos, con prioridad de opción para las niñas y CHASQUI 46, julio 1993 133

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PATRICA IRIARTE El programa de promoción integral de la mujer, que lleva a cabo esta comu- nidad, acumuló en 15 años una expe- Familia, educación y trabajo • 134 CHASQUI 46, julio 1993

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PATRICA IRIARTE

Las mujeres| que seatrevieron a

cambiarA través de un programa de

promoción integral, lasreligiosas Adoratrices

ayudan a cambiar de vida acientos de prostitutas.

osa fue una prostituta quea los 20 años de edadcompraba y vendíamuchachas en la zonaesmeraldífera de Boyacá,en Colombia. Antes de

mplir los 24 era propietaria de un cafén 15 mujeres y realizaba contratos encuador. Pero Rosa tenía hijos, y prontoramenzó a preguntarse cuál era la ima-en que ellos tendrían de su madre. Sulistoria, como la de muchas de sus com-añeras, contiene en su origen, los mis-os elementos: pobreza, ignorancia,

(blenda, explotación.

"Les cuento que me inicié en la pros-lución a los 17 años. No tenía estudios,10 sabía nada y salí a conseguir trabajo.Di con una casa en la que me engañaronme hicieron trabajar en la prostitución,

10 me dejaban salir y todo el dinero meo quitaba la dueña de la casa. Me alejée mi familia y continué varios años en

esa situación. Pero empecé a capaci-tarme y a intentar formas distintas deganarme la vida. Mi superación fue quizálenta, pero ahora las cosas han cambia-do definitivamente.

Actualmente Rosa tiene su taller decostura y ayuda a muchas jóvenes asalir de la trampa de la prostitución. Laoportunidad de abandonar el oficio llegóa través de una tarjeta que le dieron enun sitio de control de enfermedadesvenéreas, a donde acuden las prostitutasdel centro de la ciudad para obtener sucarnet de sanidad. Después de pensarlomucho tiempo, decidió visitar laCiudadela María Micaela, sede de unproyecto social puesto en práctica porlas religiosas Adoratrices en Bogotá.

Familia, educación y trabajoEl programa de promoción integral

de la mujer, que lleva a cabo esta comu-nidad, acumuló en 15 años una expe-

riencia singular en el manejo de la pro-blemática de la mujer prostituta. La aten-ción a la familia de las adolescentes, lapreparación intelectual y la reinserciónlaboral son algunos de los logros de esteproyecto.

Las cifras de las entidades oficialesdel distrito sobre el total de mujeres queejercen la prostitución oscilan entre4.500 y 200.000, lo que demuestra eldesconocimiento del problema. El 82%de las mujeres dedicadas a esta activi-dad tiene entre 15 y 40 años, y un 8%tendría entre 9 y 14 años de edad.

La Ciudadela María Micaela, recibe adiario un promedio de mil personas. Elhogar infantil atiende unos 200 niños,principalmente hijos de las mujeres quese capacitan o trabajan en los talleres deconfección, tejido, bordado, panadería,juguetería y belleza. Al bachillerato asis-ten aproximadamente 400 alumnos, conprioridad de opción para las niñas y

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UNICEF

jóvenes que por sus condiciones familiares o sociales se consideran de alteriesgo.

En la planta de Creaciones Miquelinalaboran por lo regular unas 60 operarías,mientras que el número de internas(básicamente adolescentes) es alrededorde 25. Adicionalmente, las instalacioneseducativas sirven para capacitar a unapoblación flotante que recibe instruccióndurante dos horas diarias, durante tressemestres, en áreas que van desde laalfabetización hasta la formación demicroempresas.

La historia de Marina

Entre 1974 y 1982 se capacitó in-telectual y laboralmente a 2.028 mujeres.La gran mayoría de ellas, afirma la her-mana Esther Castaño, abandonó definiti-vamente su antiguo oficio. "Surehabilitación -dice la religiosa- dependefundamentalmente de las habilidadeslaborales que sean capaces de adquirirdurante su paso por la ciudadela".

Marina fue una de las mujeres bene-ficiadas por este programa. Se encontra-ba en la cárcel por haberle quitado elreloj a un cliente que se negaba a pagar,

CONTRA TODA ESPERANZAEl origen del trabajo con

muchachas de escasos recursos yespecialmente con prostitutas,proviene de la labor de la Santaespañola María Micaela, fundadorade la comunidad de las Adoratrices yquien combatió arduamente losmales de la prostitución en tantoconsecuencia de la injusticia social.Uno de sus lemas, permanentementerecordado por las religiosas del pro-grama, es: "Esperemos, contra todaesperanza".

La hermana Esther Castaño,Provincial de las Adoratrices enColombia, cuenta que el primerCentro de Capacitación, fundado en1974, se dedicó principalmente a laalfabetización, capacitación laboral,vivienda y asistencia integral. En1979, se inició la construcción de laCiudadela Mana Micaela, que cuentacon varios hogares de atención,talleres de capacitación y produc-ción, hogar infantil, unidades deapoyo y programas de extensión alos barrios populares de Bogotá yMedellín.

cuando una monja que iba regularmentea brindarle orientación a las reclusas, lehabló de otra posibilidad de vida.Comenzó a ir al Centro de Atención delbarrio 20 de Julio, tiempo después desalir de la cárcel y haber recorridomuchas casas de prostitución.

En la ciudadela, Marina aprendió amanejar una máquina de coser y des-cubrió que podía ser una excelente bor-dadora. Entonces dejó la prostitución, ycon el producto de su trabajo en la fábri-ca de confecciones que tiene el progra-ma, comenzó a sostener a sus dos hijos.Poco después, logró tener su propiamáquina.

No fueron pocas las dificultades avencer, sin embargo salió adelante. Surehabilitación, lograda a través de unametodología basada en la creación devalores, en la autoestima, en el respeto yen la capacitación, le permitió recuperarsu dignidad y educar a sus hijos.

Tras una evaluación del proyecto,patrocinada por UNICEF en 1990, lacomunidad detectó las debilidades delprograma y ahora trabaja en subsa-narlas, ampliar la cobertura y la calidadde sus servicios. Una oficina de acogidaacaba de ser abierta en plena zona de"trabajo". Un hogar para madres adoles-centes comenzó a funcionar reciente-

mente y también se encuentra en icha la organización de unaque ofrecerá a las afiliadas préstamos |para vivienda y microempresas.

Las fuentes de financiación son pre-lcarias. Los mayores aportes provienen!de la propia comunidad religiosa y delInstituto Colombiano de Bienestar!Familiar (ICBF), que contribuye al rnan-jtenimiento del jardín infantil y del hogar!de adolescentes. El colegio cuenta conuna modesta ayuda oficial y (como lostalleres) solicita pequeñas cuotas de lasbeneficiarías, así como algunos elemen-tos de trabajo. La suma más alta cobra- jda en el programa corresponde al jardín!infantil y es de $1.500 mensuales i(menos de 2 dólares).

Faltan recursos para renovar la 'maquinaria de los talleres y contratar uncuerpo técnico mejor capacitado en lasáreas de salud y psicología.

El problema persiste. En la Carrera13 de Bogotá, como en muchas otrascalles de esta o cualquier ciudad colom-biana, la rutina de estas mujeres esvender su cuerpo para sobrevivir,esquivar los atropellos de ciertos policíasy sobrellevar una realidad de explo-tación, violencia y desprecio. A estossitios, no es mucha la gente que llega enplan de ayuda. 9

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