Las Mujeres en El Imaginario Medieval

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Las mujeres en el imaginario medieval. Representaciones en torno a las mismas:

El imaginario comprende el modo en que una sociedad vive y percibe su mundo en un momento determinado.

Comprende todo lo que lo compone. Es la manera que como esas personas traducen lo que ven a su alrededor

en su tiempo y espacio. En palabras de Jaques Le Goff1: El término imaginario remite sin duda a la

imaginación, pero la historia de lo imaginario no es una historia de la imaginación en el sentido tradicional,

es una historia de la creación y del uso de las imágenes que hacen actuar y pensar a una sociedad, ya que se

desprenden de la mentalidad, de la sensibilidad y de la cultura que les impregnan y anima” y lo diferencia de

la ideología en el término de que el pensamiento medieval está estructurado por una ideología que pone lo

imaginario a su servicio.

Nuestra intención con respecto a cómo trabajar este tópico consiste en acotarlo a un tema muy concurrido en el

mismo: la mujer y su representación en este imaginario. Y dentro de estas representaciones destacar cuatro

puntos: la representación de las mismas en la pintura, el estudio de las fuentes sobre reinas y mujeres en el

poder; el imagen en torno a las mismas en el amor cortés y por último, el matrimonio y la sexualidad, ateniendo

a los escritos sobre higiene y moral en su gran mayoría productos de la pluma de representantes religiosos;

Una breve referencia sobre la historia de género:

En palabras de Gisela Bock2 El cometido de “restituir las mujeres a la historia2 condujo pronto a otro: el de

“restituir la historia a las mujeres” Es decir que si bien las mujeres como tales tienen una historia propia, la

misma no es independiente de la de los hombres. Y para poder explotar esta premisa fue necesario trastocar los

modelos de lo trivial y de lo importante en el sentido histórico así como reevaluar el papel de las mujeres.

El hecho de darles a las mujeres un espacio historiográfico propio, no quiere decir que sea más especial ni

menos importante sino que hasta bien entrado el Siglo XX, la historia general ha sido específicamente sobre el

varón.

Una de las razones de la introducción del concepto de “genero” y su difusión como sustituto del término “sexo”

es porque la historia de la mujer no puede quedar reducidos al sexo como cuestión de sexualidad sino que tiene

que abarcar todos los aspectos de la sociedad. Cuando hablamos del género como “categoría” nos referimos a

una imagen intelectual, un modo de estudiar a las personas y descubrir una parte de la historia olvidada

mientras que Bock rechaza el término de “sexo” es porque lo considera biológico y reduccionista y dificultaría

este estudio.

1 LE GOFF, Jacques “Introducción” en Héroes, maravillas y leyendas de la edad media, Paidós, Madrid, 2010.

2 BOCK, Gisela “La historia de las mujeres y la historia del género. Historia de un debate internacional”, Historia Social, Nº 9, Universidad de Valencia, Instituto de Historia social, 1991, pp. 55-77.

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Bock cierra la reflexión advirtiendo que no solo hay que estudiar la historia entre los hombres y las mujeres

sino que también las relaciones entre las mujeres, dentro del mismo género, reconociendo relaciones de

conflicto y solidaridad. Tampoco hay que olvidar que las mujeres es un grupo socialmente heterogéneo con

especificidades entre sus diversos miembros.

Joan Scott3 realiza un repaso sobre la historiografía del género y afirma que en su primera acepción el término

“género” parece haber aparecido primeramente entre las feministas americanas que querías insistir en las

características sociales en cuantos a las distinciones basadas en el sexo. En este comienzo, hombres y mujeres

fueron definidos uno en relación al otro y no podían ser comprendidos sino por separados. También resalta que

este concepto fue acuñado por quienes creían que los estudios sobre las mujeres modificarían las premisas de la

disciplina. Al mismo tiempo este concepto forma parte de la tentativa de feministas contemporáneas de definir

un espacio de estudio específico a la vez que se insistía en la insuficiencia de cuerpos teóricos para explicar la

desigualdad entre hombres y mujeres y en este sentido es significativo que este término haya surgido en un

momento de gran confusión epistemológica.

En un principio los estudios sobre género han permanecido sobre los paradigmas tradicionales, analizados

según métodos tradicionales y que daban lugar a explicaciones causales universales, explicaciones que

resultaban insuficientes dado que incluían generalizaciones reductivas o demasiados simples. Entre ellas, Scott

nombra por ejemplo, aquellos enfoques que utilizan el género a modo descriptivo, o como causal teorizando

sobre la naturaleza de los fenómenos. Destacan las feministas marxistas británicas y estadounidenses y las

francesas seguidoras de las posturas estructuralistas y post estructuralistas en torno a Jaques Lacan.

Finalmente, la autora narra que el género como categoría analítica solo cobró más interés entrado el siglo XX y

está ausente del conjunto de teorías sociales formuladas desde el siglo XVIII hasta comienzos del XX.

Para concluir esta introducción, traemos a colación otra idea de Scott en su citado trabajo, sobre cómo trabajar

la historia de género en relación a la historiografía. Ella no cree que se deba renunciar a los archivos ni las

cosas que hacen al estudio del pasado pero si cambiar algunas maneras de acercarse al mismo así como también

ciertas preguntas que suelen hacerse.

La representación de las mujeres en la pintura:

3 SCOTT Joan W. “El género: una categoría útil para el análisis histórico” en James Amelang y Mary Nash (eds.), Historia y género: las mujeres en la Europa moderna y contemporánea, Edicions Alfons el Magnanim, Institució Valencina d Estudis i Investigació, 1990.

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Si bien estos registros pueden ser estudiados como fuentes históricas siempre, debe estar complementado con el

análisis simultáneo de fuentes escritas tal como lo propone Antonia Fernández Valencia4. Esta premisa tiene su

base algunas cuestiones:

- No hay fuente inocente: esto implica admitir la existencia de condicionamientos conscientes e

inconscientes en los creadores de la misma.

- No hay ojo inocente: También quienes las leemos e interpretamos presentamos ciertos

condicionamientos. Es por eso que debemos evitar realizar dicho estudio desde el punto de vista de

nuestra contemporaneidad.

- La repetición temática: la permanencia y cambios de ciertos elementos refuerza el valor del documento

- La obra de arte debe ser contextualizada: es decir analizada desde la óptica del tiempo en el cual se creó.

Partir de la realidad histórica en la cual fue creada puede facilitarnos su estudio y la formulación de

nuestras preguntas.

- La necesaria colaboración con la Historia del Arte: al aportar la misma sus conocimientos específicos

puede complementar bien el uso de los nuestros en el análisis de estas obras.

La autora empezó a buscar imágenes debido a la escasez de tratamiento del protagonismo femenino en los

libros de historia. Ella buscaba incorporar el sexo femenino y para eso tendría que explicarlo. Al formar sus

archivos sobre mujeres en diversos campos de actividad, la autora llegó a algunas conclusiones:

- La diferencias de temática y formas de presentación de las actividades femeninas en las diferentes

sociedades occidentales: Italia, Países Bajos y España. También se aprecia un cambio entre los

Siglos XV- XVI- XVIII. Ella propone formular preguntas y problemáticas en torno a estos cambios

en lo espacial y temporal.

- La segunda conclusión es bastante notoria: la diversidad de actividades en las cuales aparecen

representadas las mujeres. Es evidente que el campo de lo privado había sido superado.

Reconocemos nuestra que nos llevamos cuando leímos el trabajo de Fernández Valencia y realizó

por sí misma su propia búsqueda de imágenes, pues no esperaba encontrar tan variadas actividades

atribuidas al género femenino. Tan solo esperabamos encontrar a estas personas representadas

solamente como madres, esposas, reinas o campesinas, pues tenía la idea inicial de encontrar a esas

mujeres en situaciones relacionadas solamente con el espacio privado. Aun así no hay que aceptar

4 FERNÁNDEZ VALENCIA, Antonia: “Pintura, protagonismo femenino e historia de las mujeres” Universidad Complutense”, en Arte. Individuo y Sociedad, Nº 9, Servicio de Publicaciones Universidad Complutense, Madrid, 1997.

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estas imágenes sin cuestionarlas. No recurrimos a ellas para tener una imagen simple sobre estas

mujeres sino para complementarlas con la escasa información escrita que tenemos sobre las mismas.

Una manera que propone la autora para trabajar es estudiar a las mujeres en función de cómo y

dónde aparecieron representadas respecto a cómo y dónde se representaban a los hombres.

Cualquier respuesta a la pregunta que nos formulemos, debe llevar adjunto un porqué que nos

ayude a entrar en el campo de la explicación del papel de las mujeres en los diversos niveles de lo

social.

Podríamos interpretar muchos elementos de estas pinturas: la evolución del vestido femenino, los

adornos, las actitudes, los gestos, imaginar cómo eran sus vidas, sus sentimientos, sus miedos, etc.

Fernández Valencia llega así a la conclusión de que estas imágenes podrían ser un instrumento

ideológico al servicio de quienes las encargan y de quienes las crean. Y es aquí donde se plantea la

posibilidad de que estas pinturas fueran propagadoras de imágenes positivas o negativas en torno a

las mujeres. Esta idea no es descabellada si tomamos un ejemplo: las Vírgenes de Leche y

relacionamos esto con lo mucho que se escribía y discutía en torno al amamantamiento y el uso de

nodrizas o amas de leche. Este tema fue muy sensible en cuestiones religiosas, sobre todo en España

en torno a la prohibición de que un niño tuviese una nodriza judía o morisca, debido a que se

pensaba que la leche transmitía ideas o características.

Podría concluirse este tema diciendo que la pintura muestra una cierta irregularidad en los modelos

conforme llega el Siglo XVIII y que afecta tanto al mundo católico como al protestante. Sobre todo

esto se da en el debate sobre la educación de la mujer y si se debe aceptarla o no. En este período es

difícil encontrar mujeres en el acto de escribir al mismo tiempo que se aprecia una disminución de

las imágenes de las mujeres leyendo. Todo esto está relacionado al debate de que si las mujeres

tienen capacidad para ciertas funciones y una necesidad de alejarlas del ámbito de toma de

decisiones así como una sensibilidad de la educación de las mujeres pero en conocimientos

necesarios para ser madre y esposa.

Reinas y mujeres en el poder:

Este tema siempre fue problemático y polémico cuando se trata de integrar a las mujeres en un

ámbito que por tradición está designado a los varones: el del poder y la toma de decisiones. En la

bibliografía encontré dos ejemplos notables de mujeres en este rubro. Uno en el ámbito eclesiástico,

que no fue verídico pero que igual causa resquemor entre las altas filas del clero y otro en el marco

de la corona visigoda que no fue muy conocido pero que constituyeron escasas excepciones a las

mujeres de ese ambiente.

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El primer ejemplo se trata de la Papisa Juana. Jaques Le Goff5 narra su historia en uno de sus trabajo

y nos aclara que esa mujer nunca existió y que es una heroína imaginaria. Pero también fue una

creencia popular y oficial entre 1250 y 1500 y estuvo en el origen de un rito de la Iglesia. Encarnó el

miedo a la mujer y a su intromisión en el seno de la Iglesia. Al mismo tiempo que la Iglesia

reconstruía la omnipotencia del Papado, en una dualidad construía su opuesto: la figura de una

Papisa. La leyenda, en resumidas palabras cuenta esto: una mujer se viste de hombre para seguir a su

amante en sus estudios. Se desenvuelve muy bien y llega hasta Roma donde es recibida muy

amablemente y le permiten entrar en la jerarquía de la Curia. Finalmente es elegida Papa. Pero Juana

está embarazada y en medio de una procesión entre San Pedro del Vaticano y San Juán de Letrán,

empieza con labores de parto, da a luz y muere ahí. A partir de ese momento, antes de la

designación del Papa se realiza un ritual de tocamiento para comprobar la virilidad del mismo y se

omite ese fatídico trayecto en las procesiones. Es notable como un hecho que no fue verídico de

verdad, creó un imaginario en torno a algo prohibido y que no puede darse bajo ninguna

circunstancia: la intrusión de la mujer en los ámbitos de toma de decisión más elevados e

importantes del clero. Es notable que esto pudiera haber sido una construcción realizada con el

motivo de justificar esta exclusión de las mujeres de dicho ambiente.

Si bien no hay mujeres que incursionaron de verdad en el sendero del poder espiritual si hay

ejemplos de aquellas que pudieron hacerse con la espada temporal6 En el caso de la Península

Ibérica, encontramos escasas mujeres que pudieron superar la excepción de damas que eran meras

transmisoras de poder.

María Jesús Fuente7 analiza las Siete Partidas y también el Espéculo, los dos códigos de leyes del

reinado de Alfonso X, se exponen cualidades que debe tener en cuanta un rey para elegir esposa

pero no se definía el papel de la misma. Entonces la autora se pregunta si ellas no tienen ninguna

función así como derecho a intervenir en la vida política del reino. Este estudio necesita un enfoque

más regional para ofrecer una visión esclarecedora y entre los países más necesitados de los mismos,

se encuentra España donde se evidencia una falta notable de trabajos sobre este tema. Para ello,

Fuente realiza un repaso general de las reinas en los reinos hispánicos y destaca algunas que pueden

ser de importancia para esta cuestión. Estas leyes nada especifican si esas prerrogativas llegan

también a las reina y el hecho es que solo sucede si estas gobiernan en ausencia del monarca. A falta

5 LE GOFF, Jacques”, “La Papisa Juana”, en Héroes, maravillas y leyendas de la edad media, Paidós, Madrid, 2010.

6 Alusión a las “Teoría de las Dos Espadas” (N de la A)7 FUENTE, María Jesús “¿Reina la reina? Mujeres en la cúspide del poder en los reinos hispánicos de la edad

media (S VI- XIII)”, en Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Medieval, T. 16, 2003, pp. 53-71.

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de una teoría sobre las funciones de la reina hay que fijarse en la práctica, en el ámbito de la vida

política y en la manera de cómo actuaron estas en el mismo. La autora distingue tres períodos:

- Las reinas visigodas (siglos VI-VII): Las fuentes son poco explícitas sobre ellas. Sobresalen los

concilios de Toledo y en ellos, solo tres aparecen en nombre de la reina. Según otros documentos

como escritos de Gregorio de Tours. Ellos exponen que uno de los momentos en los cuales podrían

tener protagonismo cuando se quedaba viuda. Aunque eso suponía un peligro por las facciones.

También como no suele haber diferenciación en cuanto a lo público y lo privado, es posible que la

reina haya detentado poder político al tener autoridad en el ámbito doméstico. De las reinas

visigodas mencionadas en las fuentes documentales, solo una destaca como mujer poderosa:

Goswintha. Puede resumirse que las reinas visigodas fueron necesarias y utilizadas pero no

mandaban en el reino.

- Las reinas o condesas de los núcleos de resistencia en el Norte Peninsular (Siglos VIII-X) en estos

núcleos tras la caída del reino visigodo, se observa la presencia activa de reinas y condesas. Estas

mujeres se consideraban transmisoras de la herencia y aparte de esta circunstancia, no hay detalle

que permita pensar que tuvieran un papel relevante en sus respectivas monarquías. Esto de

denomina matrilinealidad y tan solo consiste en un simple paso a través de una figura femenina.

Recién en el siglo X encontramos un ejemplo de una mujer en la realeza involucrada de forma

diferente. Se trata de la princesa Elvira, hija de Ramiro II de León. Que quedó como regente tras la

desaparición de su hermano. Tenía como heredero a un hijo de 5 años a quien se apresuró a

cononarlo rey y de la cual se dice que poseía las habilidades de su abuela Toda, la reina de

Pamplona quien reinó conjuntamente con su hijo luego de haber intervenido en sus reinos. Toda fue

una excepción y no la norma.

- Las reinas del siglo XI al XIII: Varias son las mujeres que podrían ilustrar el papel de estas reinas

durante estos siglos. De todas estas quien destaca es Urraca, la heredera de los reinos de Castilla al

fallecer su padre Alfonso VI en 1109. Ella fue una mujer de gran poder gracias a circunstancias

excepcionales: única heredera legítima de su padre, por la desaparición del único heredero varón

legítimo que poseía su padre y por último, por no tener marido, pues el primero murió antes que su

padre y el segundo anuló el matrimonio. Es por eso que mientras que vivió con marido, Urraca ni se

preparó para reinar; no estaba preparada para hacerlo porque no la habían educado para ello. Ella

sólo traspasaría el poder de su padre a su esposo. Por eso poca fue su experiencia política cuando

comenzó a reinar, y si bien tuvo varios problemas al principio supo solucionarlos con su gran

habilidad diplomática, sabiendo con quien pactar o no perder de vista por parecer peligroso.

También gracias a eso pudo frenar el avance de las ambiciones de los nobles y las peleas entre ls

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facciones y también debido a que tomó la medida de asociar su hijo al trono y así asegurar la

sucesión. Sin embargo también Urraca sería una excepción a la misma.

Como conclusión se puede pensar que la imagen de la reina en estos documentos fue de tan solo de

esposa del rey y madre del sucesor, a quien debía transmitirle el poder que ella había heredado de

su familia. Más allá de estas cuestiones y de las funciones de administración del hogar, no hay lugar

para las reinas en estos documentos.

Amor cortés:

Este tópico es curioso dado que se trata de un imaginario donde la mujer tiene un papel inusual: es la

dama quien tiene a su servicio a un caballero que actúa como un vasallo y que es capaz de realizar

las más increíbles proezas con la esperanza de conseguir aunque sea una mirada o un segundo de

atención de esta mujer, de la cual está perdidamente enamorado.

Daniel Régnier-Bohler8 realiza una reflexión y un repaso sobre este tema y afirma que dicha

expresión aparece en 1883 para designar el amor que siente Lanzarote por Ginebra, esposa del Rey

Arturo. Esta relación ideal y sus testimonios corresponden siempre a textos literarios. Y es que la

relación entre este caballero y esta reina es el paradigma de amor cortés como amor perfecto y

depurado y a su vez definido como fine amor. Sus orígenes sus bastantes discutido siendo posible

que haya surgido en el siglo XII y perdura a lo largo del tiempo hasta el siglo XV y sus relatos se

escriben en torno a múltiples acepciones de lo que es el amor cortés: yendo desde el amor que siente

un caballero por una dama casada, pasando por un tipo de amor carnal que conduce al adulterio

hasta el amor entre jóvenes que piensan en el matrimonio.

Este requerimiento romántico ha sido calcado sobre el modelo vasallático, como dije recién este

enamorado está al servicio de su dama, ciertos gestos podrían equipararse a los gestos rituales feudo

vasalláticos y luego de haber “servido” correctamente a ella, el hombre podría reclamar el derecho a

un galardón. Este requerimiento amoroso siempre debe estar acompañado de una valía, es decir, una

capacidad de realizar proezas. Y es en esta relación que la dama aparece representada como un

objeto de culto a quien el poeta o guerrero se dedica día y noche a venerar. Es su única razón de

vivir. Sin embargo este amor significa el dominio del deseo. Otra característica de este fine amor es

el secreto, dado que casi siempre esta mujer es casada, (tal como les sucede a Lanzarote y a

Ginebra) y por ende el peligro que conlleva esta relación ante el acecho de los espías y es por eso

que el nombre de la dama nunca debe ser revelado.

8 RÉGNIER-BOHLER, D. “Amor cortés”, en LE GOFF, J. y SCHMITT, J. C. (eds.), Diccionario Razonado del Occidente Medieval, cit.*

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Jaques Le Goff9 se pregunta en su citado trabajo si la historia de Tristán e Isolda sería un ejemplo de

amor cortés, dado que se trata de un caballero, Tristán; quien rescata a Isolda, la hija de la Reina de

Irlanda y da su mano al tío de este, el Rey Marc de Cornualles. Pero durante el viaje ellos beben por

error el filtro de amor preparado por su madre de Isolda para ella y su prometido. Ambos se

enamoran perdidamente y deben esconder su romance pero son condenados a muerte y huyen a los

bosques. El Rey Marc los encuentra y los perdona pero exilia a Tristán, quien debe ver a su amada

en encuentros furtivos en la corte. El mencionado autor concluye que este mito marcó

profundamente el imaginario europeo en torno a la imagen de la pareja, el amor, la fatalidad así

como también vinculó el amor pasional con el adulterio así como también el amor y la muerte.

También señala que los elementos descorteses marcan este mito y que escapa en parte a la ética

cortesana en cuanto a la relación entre el caballero y su dama. El amor que Tristán siente por Isolda

lo incita no a las habilidades guerreras sino a la astucia y a la fantasía.

La imagen que se recrea de la mujer en los textos literarios que narran el amor cortés, sugiere una

serie de tensiones en torno a una sociedad sometida a reglas. Esta mujer aparece en posición

dominante y el amante es un vasallo que compromete su fe. Los elementos vasalláticos están

explícitos y aparecen al servicio de la relación entre lo masculino y femenino. Estas historias no son

un reflejo de esta sociedad sino un grito de angustia por parte de un grupo de jóvenes sin tierras ni

mujeres que sueñan con mujeres que aceptan los cortejos de caballeros sin tener en cuenta su

situación personal ni su fortuna.

Más allá de la elaboración simbólica de esta dama dominante en la relación con su caballero,

concebido por poetas para alimentar los sueños de jóvenes célibes que deseaban acercarse al ideal

del caballero; estas realizaciones literarias no fueron una realidad histórica. Las prácticas

matrimoniales en la sociedad aristocrática feudal siempre fueron en torno a negociones y alianzas

que nada tenían en cuenta los sentimientos y emociones. Esta literatura cumple una función

pedagógica de calmar lo que podría convertirse en un exceso sexual y la Dama que suele

protagonizar estas historias generalmente se convierte en una educadora que encauza las pasiones de

este joven caballero entregado. El modelo cortés invita al dominio, la amistad, el acatamiento de los

vínculos, las prácticas de las virtudes viriles, la participación en torneos de caballería en los cuales

9 LE GOFF, Jacques “Tristán e Isolda”, en Héroes, maravillas y leyendas…”

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se debía mostrar destreza y también a la educación de la mujer, para hacer prudentes sus

sentimientos y sueños.

Matrimonio y sexualidad:

El último tema a analizar en el presenta trabajo también fue muy polémico en el imaginario

medieval y llevó a la escritura de muchos tratados sobre matrimonio, sexualidad, higiene y

procreación, casi siempre por parte de expertos religiosos y colocando en una posición muy

desfavorable a la mujer.

Estos saberes y represiones medievales fueron basados en escritor aún más antiguos que nunca

habían desaparecido del todo en los discursos. Jaques Rossiaud10 afirma esto y afirma que el cuerpo

y el placer sexual no están asociados al mal sino que la preocupación principal es la salud. Sin

embargos las diversas premisas dan cuenta de una determinad moral que condiciona las actitudes.

En consecuencia es necesario contener el vigor sexual para una mejor salud espiritual. La única

solución a este tendencia es el matrimonio donde el coito solo se realice con fines procreativos, y

entonces los cónyuges en vez de estar pecando, están cumpliendo con sus deberes maritales. A esto

se le suma los períodos de llamamiento a la continencia como único método lícito de limitación de

nacimientos contra todo tipo de métodos anticonceptivos, los cuales estaban terminantemente

prohibidos.

En cuanto al matrimonio, casi siempre la mujer es muchos años menor que su marido (lo cual añade

más fuerza al dominio por parte del mismo) y la mujer siempre es conocida carnalmente por su

esposo pero nunca en sentido contrario. La relación de carnal es un ritual de poder que se centra en

la identidad masculina. Este acercamiento implica la mezcla de una brutalidad y dulzura cortés que

dificulta apreciar la violencia sexual en el marco del matrimonio.

Georges Duby11 narra la genealogía de estas construcciones en torno a este difícil tema y nos cuenta

que en épocas de Felipe I, todos los obispos estaban de acuerdo en ciertas premisas basadas en el

libro de Génesis, del Antiguo Testamento. Estas son: no es bueno que un hombre esté solo, Dios ha

querido la unión de los sexos. Sin embargo, ha creado desiguales a estos sexos y así seguirá siendo

luego de dicha unión. Estos dos cuerpos están llamados a unirse en sagrado matrimonio, sin

embargo, este no abole la desigualdad.

10 ROSSIAUD, J. “Sexualidad”, en LE GOFF, J. y SCHMITT, J. C. (eds.), Diccionario Razonado del Occidente

Medieval, cit.

11 DUBY, Georges: El caballero, la mujer y el cura, Taurus, Madrid, 1982. Cap. 1 y Cap. 7.

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Sin embargo, la segunda venida de Cristo es inminente y es por eso que el hombre debe abstener la

mujer, representada en este imaginario como la perdición del mismo, la causa de la expulsión del

paraíso, alguien que debe ser cuidada sí o sí por su esposo. Un atenuante, un mal menor a esto sería

el matrimonio. San Agustín afirma que el matrimonio debe garantizar que reine la razón sobre la

carne y que el hombre no sea como Adán y domine sobre su mujer. Es estos pensamientos puede

intuirse una tendencia ascética, marcada por una repugnancia hacia los humores corporales, la

procreación y por consiguiente, el matrimonio. También puede percibirse el presentimiento obsesivo

de que el mal viene el sexo y por ende la necesidad de tantas prohibiciones decretadas por los

dirigentes de la Iglesia latina. En estos decretos y en las diversas prácticas matrimoniales que se

fueron instalando a lo largo de los siglos, la mujer fue vista como alguien que su padre entrega a su

marido y que es ingresada a la casa del mismo para ser fecundada. Esta procreación era necesaria

para poder dar más almas al cielo.

Conclusión:

El trabajo de estos cuatro tópicos me dejó a modo de reflexión algunas ideas para seguir trabajando

en posteriores oportunidades. Con respecto al uso de las imágenes como fuente histórica, creemos

que podrían ser una buena herramienta para la investigación siempre y cuando se la complemente

con fuentes escritas y se trate de ver la intencionalidad y aquello que se desea promocionar (u

ocultar) detrás de aquellas ilustraciones. El estudio de las reinas y las mujeres en el poder nos dejó la

pauta de que hay que aprender a observar bien el entorno y las circunstancias que permitieron a estas

mujeres destacarse con respecto a otras en su mismo ámbito y poder comprender el contextos en el

cual desarrollaron su vida, dado que se tratan de excepciones a la regla. Para eso hay que mirar estas

cuestiones desde la óptica de esa época. En cuanto al tema del amor cortés, consideramos que es un

tema clave para analizar el imaginario en torno a la mujer en el medioevo y creo que en esos

escritos se podría apreciar lo que se espera o aprecia de ellas en un entorno específico de la sociedad

de esa época, es decir, la clase caballeresca. Por último se podría decir de los escritos que dan

prescripciones en cuanto al matrimonio y la sexualidad, creo que es importante para poder apreciar

como se construye el discurso de poder sobre la mujer. A rasgos generales, creeríamos que estos

cuatro tópicos son construcciones imaginarias dirigidas a los hombres y con la finalidad

(insconsciente o no) de mantener la dominación sobre la mujer en este período histórico.

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Bibliografía:

BOCK, Gisela “La historia de las mujeres y la historia del género. Historia de un debate

internacional”, Historia Social, Nº 9, Universidad de Valencia, Instituto de Historia social, 1991,

pp. 55-77.

DUBY, Georges: El caballero, la mujer y el cura, Taurus, Madrid, 1982. Cap. 1 y Cap. 7.

FERNÁNDEZ VALENCIA, Antonia: “Pintura, protagonismo femenino e historia de las

mujeres” Universidad Complutense”, en Arte. Individuo y Sociedad, Nº 9, Servicio de

Publicaciones Universidad Complutense, Madrid, 1997.

FUENTE, María Jesús “¿Reina la reina? Mujeres en la cúspide del poder en los reinos

hispánicos de la edad media (S VI- XIII)”, en Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia

Medieval, T. 16, 2003, pp. 53-71.

LE GOFF, Jacques “Introducción”, “La Papisa Juana”, “Tristán e Isolda”, en Héroes, maravillas

y leyendas de la edad media, Paidós, Madrid, 2010.

RÉGNIER-BOHLER, D. “Amor cortés”, en LE GOFF, J. y SCHMITT, J. C. (eds.), Diccionario

Razonado del Occidente Medieval, cit.*

ROSSIAUD, J. “Sexualidad”, en LE GOFF, J. y SCHMITT, J. C. (eds.), Diccionario Razonado

del Occidente Medieval, cit.

SCOTT Joan W. “El género: una categoría útil para el análisis histórico” en James Amelang y

Mary Nash (eds.), Historia y género: las mujeres en la Europa moderna y contemporánea,

Edicions Alfons el Magnanim, Institució Valencina d Estudis i Investigació, 1990.

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