Las monedas del abuelo
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Un caso común de desorden sistémico en las organizaciones
Cuando los últimos
quieren ser los primeros
http://www.congruencia.pe/
Las monedas del abuelo
A pocos metros de haber
salido de casa, casi llegando a la
esquina, veo a una mujer mayor
que se detiene en seco y deja
en el piso, con evidente
cansancio y dificultad, las
pesadas bolsas que cargaba en
sus manos. En tres pasos ya
estaba a su lado ofreciéndome
a ayudarla con las bolsas.
Estuvo de acuerdo y
empezamos a caminar juntos
hacia su casa.
Por Piero Alvarado Gervasi
Un caso común de desorden sistémico en las organizaciones
Cuando los últimos
quieren ser los primeros
http://www.congruencia.pe/
En el trayecto nos contamos un poco de nuestras historias. Ella, que era un médico cirujano jubilado,
que era argentina casada con un peruano, con tres hijos profesionales fuera del país. Me contó que su
abuelo fue uno de los miles de inmigrantes italianos que llegaron a Argentina. Por su abuelo, ella sabía
de las terribles penurias por las que pasaban muchos de los inmigrantes al cruzar el atlántico con
apenas un atadito con alguna muda de ropa, sus documentos, un poco de dinero y muchísima
esperanza. Al rato, emocionado por la coincidencia de esta parte de su historia con la mía, empecé a
contarle de Ciriaco Gervasi, el inmigrante italiano que llegó al Perú por el puerto de Pimentel, del que
descendemos los Gervasi de esta parte de América. Mientras le contaba, percibí que algo de mi historia
llamaba fuertemente su atención, su fuerte mirada se posó escudriñante en mis ojos, como buscando
comprender algo.
Un caso común de desorden sistémico en las organizaciones
Cuando los últimos
quieren ser los primeros
http://www.congruencia.pe/
Después de avanzar algunos metros en
silencio y estando cerca de llegar a su casa
me contó que justo en el momento en que
yo me acercaba a ofrecerle mi ayuda, ella
había estado recordando a su abuelo.
Recordando el enorme frasco de vidrio con
monedas que el abuelo tenía en el comedor
y en la que cada día agregaba sin faltar
algunas nuevas monedas. Aquellas monedas
que el abuelo guardaba para los paisanos que
llegaban al nuevo continente, esas monedas
que él les entregaba para ayudarlos a
empezar en tierras argentinas. Me dijo que
justo en el momento que yo me acercaba a
tenderle una mano, ella se preguntaba ¿qué
sería de esas monedas? Me miro tranquila y
sonriente, mientras me decía: “ya sé que
fueron de esas monedas”. Y por un instante,
fuimos tan solo dos inmigrantes
tendiéndonos la mano.