Las mentes del futuro ensayo
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“Las mentes del futuro” de Howard Gardner: un ensayo reflexivo sobre la integración curricular de las modas.
Por: Darío Torres Durán
1. INTRODUCCIÓN
“Los currículos o planes de estudio en las escuelas de todo el mundo puede que converjan y la retórica de los educadores está plagada de términos de moda, pero la
educación formal, tal como hoy la conocemos, sigue preparando a los estudiantes para el mundo del pasado y no para los mundos posibles del futuro”.
(Gardner, 2005: 35)
Howard Gardner es un psicólogo estadounidense que en el presente año
recibió el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales por su trabajo sobre
la cognición. Destaca en este reconocimiento que es el primer galardón
otorgado a la educación en lo que va de las 31 ediciones para el área de
Ciencias Sociales. En 2005 y nuevamente en 2008 fue elegido por la Política
exterior y revistas de Prospect como uno de los cien intelectuales más
influyentes en el mundo. La aportación más importante de Gardner a la
educación proviene de su interés en cuestionar las pre-nociones que en su
momento tenía el autor sobre la inteligencia y someterlas a un análisis crítico a
partir del estado actual del conocimiento sobre el problema.
Howard Gardner rompió el viejo paradigma de que la inteligencia era una
cualidad medible e innata y abrió una perspectiva diferente para considerar los
diferentes usos de la mente en la vida cotidiana. A este trabajo lo reconocemos
mundialmente con el concepto de Inteligencias Múltiples, que se diferencia
radicalmente del concepto lineal de inteligencia, definida hasta 1983 como la
capacidad para resolver problemas. En este viejo paradigma se inscribía la
psicometría como único acceso al concepto y por lo tanto, inteligencia era lo
que las pruebas decían que era, de tal manera que en la escuela se viene
evaluando a los alumnos bajo el esquema numérico de la inteligencia.
Este antecedente coloca a Gardner como un pensador muy influyente
sobre la forma en que la mente puede ser educada para resolver los problemas
de un futuro que ya está presente.
El libro que nos ocupa en este trabajo, el de las mentes del futuro,
contiene una respuesta parcial de Gardner al problema que el nuevo orden
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mundial le plantea a la educación, específicamente en torno al currículum. Por
lo que hemos dividido este ensayo en reflexionar sobre el paradigma tradicional
de la pedagogía y su propósito de incorporar innovaciones para mantener el
control total del orden social. Luego se plantea a la modernidad como el meta-
relato que mantenía el orden mundial, para finalmente fijar la postura de que la
propuesta de Gardner sobre las mentes más valoradas en el presente y
necesarias en el futuro puede ser una respuesta parcial, pero no por ello
menos válida.
Este ensayo es una reflexión que consideramos necesaria ante la
posibilidad de que la propuesta de Gardner sea incorporada al diseño curricular
en calidad de moda. Pues las modas son incorporadas por el discurso
pedagógico para responder a la crisis de identidad en la que ha colocado a la
pedagogía ese nuevo orden mundial que reconocemos como globalización
(Bauman, 2007: 11).
2. DESARROLLO
El libro Five Minds for the Future publicado por Harvard Business School
Press es editado en 2005 por Paidós Barcelona bajo el título Las mentes del
futuro. Se trata de una obra que recoge las ideas de Howard Gardner sobre los
diversos usos que tiene la mente para enfrentar la problemática que se vive en
diversos ámbitos sociales en la actualidad. En el libro, el autor nos dice que
nunca pensó en tener una incidencia curricular con su trabajo (el antecedente
más remoto que tenemos sobre sus ideas en la educación es cuando un grupo
de maestros de Indianápolis se acercó con él y le pidieron ayuda para crear
una escuela de Inteligencias Múltiples), sin embargo, la postura de Gardner es
más bien tímida en relación a que sus hallazgos operen como reguladores del
currículum. Se limita a fungir como asesor porque insiste en que los principales
educadores son los maestros. Quizá por eso sus ideas han logrado traspasar la
barrera que toda reforma educativa quisiera atravesar: la de los profesores,
pues son los que finamente tienen el papel central al momento de implementar
innovaciones curriculares (Escudero, 1999). En este caso, las ideas de Gardner
han sido bien recibidas tanto por profesores como por especialistas en
educación y es un antecedente muy importante para que retomemos su
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propuesta como parte de una reflexión sobre el currículum escolar y el cambio
que necesita para responder al nuevo orden mundial.
¿Pero de qué nuevo orden mundial hablamos? ¿A qué tipo de cambio
necesario nos referimos? Los hallazgos de Gardner sobre la cognición corren
el riesgo de quedarse al nivel de un cambio discursivo que pretenda incorporar
sus hallazgos como innovación curricular si no reflexionamos el tema con
claridad, por lo tanto, es necesario preguntar ¿qué nos asegura que la
pedagogía ha cambiado para estar en condiciones de incorporar una
innovación curricular como la que significarían las mentes del futuro?
Si nos detenemos a mirar con cierta sospecha, tal vez lleguemos a
desenmascarar los verdaderos motivos que llevan a los profesores a incorporar
cambios en sus prácticas y por lo tanto en el currículum. Tal vez lleguemos a la
conclusión de que no es una actitud de cambio, sino de búsqueda de
permanencia del status quo. Que quizá no se adoptan conceptos o ideas
nuevas para responder al futuro, sino para seguir manteniendo vigente el
pasado. Para elaborar tales conclusiones, es necesario que hagamos un
recorrido por las características del viejo paradigma tradicional de la
pedagogía.
EL PARADIGMA TRADICIONAL DE LA PEDAGOGÍA
El paradigma tradicional de la pedagogía es oficial desde mediados del S. XVII
cuando Comenuis redactara la Didáctica Magna. Dicho paradigma ha fungido
como un meta-relato de la educación porque legitima las prácticas pedagógicas
imperantes desde hace tres siglos en el mundo occidental. Su capacidad de
síntesis de la ideología sociopolítica, le da el valor para mantener la
escolarización controlada por el Estado a partir de dos utopías (Narodowski,
1999):
a. Enseñar todo a todos y
b. Controlarlo todo.
Con los consiguientes problemas que se derivan de esta tradición: el
profesor como centro del saber, discriminación de alumnos por creer que todos
aprenden al mismo ritmo, entre otros. Todos los paradigmas subsecuentes al
tradicional, desde la nueva escuela hasta el más actual, las nuevas
Tecnologías de la Información y la comunicación (Tic), son un intento por
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superar los problemas que representan las utopías del paradigma tradicional
(Iglesias, 1998).
A los problemas educativos generados por el paradigma pedagógico
tradicional se suma el del nuevo orden mundial. En el primer semestre del año
2011 “se han presentado en el mundo acontecimientos imprevisibles con
inusitada rapidez” (Camacho Solís, 2011, en: El Universal, edición del 22 de
agosto de 2011). Entre ellos, las revoluciones en Túnez, Egipto, Siria y Libia;
las nuevas tensiones en Europa, Estados Unidos y la economía mundial; las
protestas en Europa y las consecuencias del Wikileaks. Temas tratados en la
agenda del New York Forum. El foro parece a primera vista solo de interés para
los líderes empresariales mundiales y para algunos periodistas reconocidos.
Pero si lo observamos con mayor detenimiento, nos percatamos de que estos
acontecimientos y sus temas representan en gran parte la principal
característica del nuevo orden mundial: la incertidumbre.
La pedagogía como paradigma puede mantenerse inamovible,
petrificada ante estos movimientos que son parte de un futuro que ya está
presente, puede responder moviéndose hacia los cambios que le representan
estos movimientos o bien, puede incorporar los conceptos de moda que le
proponen estos cambios para resolver la crisis. Pero con esa postura solo
seguirá preparando alumnos para el pasado y no para el futuro. En palabras de
Gardner:
“Los currículos o planes de estudio en las escuelas de todo el mundo puede
que converjan y la retórica de los educadores está plagada de términos de
moda, pero la educación formal, tal como hoy la conocemos, sigue
preparando a los estudiantes para el mundo del pasado y no para los
mundos posibles del futuro”,(Gardner, 2005: 35).
Si consideramos por un momento que el paradigma tradicional de la
pedagogía quiere mantener el control de lo incontrolable, entonces tiene
sentido la idea de que incorpora en su discurso conceptos de moda (sociedad
del conocimiento, contenidos trasversales del currículum, educación en
valores) que aparecen con los movimientos sociales del nuevo orden mundial.
Pero en acuerdo con Bauman (2007), sin un cambio de fondo el
currículum solo presenta en su escaparate viejas verdades como si fueran
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novedades como un intento de responder eficazmente –pero sin eficacia- a la
crisis que significa la pérdida de control para poder educar.
Hoy día, asistimos como espectadores en las redes sociales digitales a
videos y notas que muestran alumnos pegándole a sus profesores, que
aprenden sin necesidad de los docentes y que saben más que los profesores.
Con lo que nos damos cuenta que la imagen del profesor está deteriorada.
Razón de más para incorporar en sus prácticas todos aquellos términos que los
mantengan vigentes en su calidad de pedagogos. Cómo lo enunciara
Narodowski (1999):
“El pedagogo de la condición posmoderna de la cultura opta por ciertos
posicionamientos con tal de conservar su identidad, o lo que queda de ella. La
utopía pedagógica moderna se posiciona como monopólica, exclusiva, y por lo
tanto en constante lucha contra los discursos que pretenden ocupar ese lugar.
Lucha a muerte por el control de la meta a la que la sociedad quiere llegar”.
(Narodowski, 1999: 28)
Para controlar lo que se ha vuelto incontrolable, la pedagogía adopta las
ideas de vanguardia y las incorpora en su imagen en nombre de su misión de
portadora del progreso, concepto arraigado en las instituciones mexicanas a
partir del discurso de la modernidad desde finales del siglo XIX (Zea, 1978).
Pero de esta manera, la pedagogía no cambia, no cambia por adoptar
temas de moda, ni siquiera si emanan del nuevo orden social. Porque al pensar
en estrategias que le ayuden a la pedagogía a mantener su status social, no
cambia de fondo, no innova, no educa el perfil de persona que se requiere para
el tiempo nuevo. Porque su método de control externo de la conducta mediante
el probado recurso de vigilar y castigar, solo produce seres que se
acostumbran a regular su conducta por factores externos. El fin último de la
educación entonces sigue siendo la utopía de mantener el control total.
Parece que para ganar, la pedagogía sabe que debe perder. Necesita
ceder el poder que encarnó en la figura del profesor ante la necesidad de
repensar su papel en el nuevo orden mundial. Necesita un currículum flexible
para incorporar innovaciones (Hargreaves, 2001). Pero flexibilizar el currículum
no es más que una estrategia de mercado si no hay cambio de fondo.
Aparentemente, la pedagogía se vuelve de vanguardia al adoptar términos de
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moda, pero su práctica sigue siendo la misma: la búsqueda de control. Y está
muy lejos de promover la autonomía y la autorregulación de la personalidad.
Características de la persona que necesitamos para los retos del nuevo orden
social. Ahora plantearemos las características generales de este llevado y
traído concepto de nuevo orden social, al que identificamos como globalización.
GLOBALIZACIÓN: UN NUEVO METARRELATO EN LA EDUCACIÓN
En este apartado intentaremos poner en perspectiva la influencia de la
globalización como nuevo orden mundial en la educación, específicamente en
el currículum. Para tener claridad sobre un punto central: ¿son las mentes del
futuro la innovación curricular necesaria para controlar lo que se ha vuelto
incontrolable por la pedagogía?
Hemos de seguir la reflexión guiándonos por dos preguntas básicas:
una, ¿qué es la globalización? Y dos, ¿es un meta-relato que sustituye al de la
modernidad? El camino que significa esta reflexión nos conduce a pensar
finalmente ¿qué implicaciones tiene para la educación este nuevo meta-relato?
Los metar-elatos tienen la característica particular de legitimar las
prácticas sociales, pues son convicciones sobre la mejor forma de vivir en
sociedad (Roa, 2001). Han estado presentes en las grandes épocas de la
historia del hombre. En el Medievo, el gran meta-relato era la vida regulada por
el mito Órfico. El hombre se ocupaba de librar al alma de la cárcel del cuerpo
en su vida terrenal, para asegurar una vida eterna en el cielo.
Después, el gran relato fue la modernidad, que de acuerdo con Armando
Roa (2001) tiene las siguientes características:
a) La creencia absoluta en la razón para conocer la verdad.
b) La traducción de las verdades a códigos físico-matemáticos para
lograr objetividad, desechando todo lo subjetivo por ser ajeno a lo real.
c) Lo real es accesible solo a través de la matemática y los experimentos
rigurosos.
d) La libertad como postulado para regir el destino de los hombres.
e) La creencia de que el oscurantismo de la razón imposibilita el gozo de
la libertad y la configuración autónoma del propio destino.
f) La creencia de la superioridad absoluta del hombre sobre todos los
otros seres del mundo.
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g) El pensamiento de que la democracia es la mejor forma de constituir
una sociedad para el hombre.
Con la modernidad, se legitimó la institucionalización de ideas, como que
la ciencia y el desarrollo tecnológico serían la base de la libertad y la felicidad
del hombre. Con lo que las disciplinas (biología, astronomía, química,
matemáticas, física) que buscan verdades en la realidad se diversificaron.
El concepto de hombre moderno funcionó para diferenciarse del hombre
antiguo. El hombre moderno ya no necesitaba a Dios para resolver sus
problemas, tenía a la ciencia y se tenía a sí mismo. Sin embargo el encanto le
duró sólo unos siglos. Los meta-relatos se fueron disolviendo por causa de la
misma lógica que les dio vida. La ciencia no resolvió todos los problemas del
hombre para que fuera feliz y mucho menos lo hizo más libre. El meta-relato
que funcionaba como un gran dique que contenía las esperanzas de una vida
mejor se rompió y surgió un nuevo orden social. Al principio se le nombró
posmodernidad e incluso fue fechado en 1970, después de finalizado el
movimiento estudiantil de París en 1968 (Roa, 2001:p. 39). Pero la
posmodernidad sólo es una consecuencia de la vida moderna, a la que incluso
no se le ve fin pues en el sentido etimológico de moderno nos encontramos con
que es estar siempre a la moda, el hombre moderno es aquel que siempre está
a la espera de las novedades, a asimilar lo nuevo para no quedar obsoleto.
Por otro lado, Zygmunt Bauman (2007) identifica al nuevo orden social
como modernidad líquida, que a diferencia de la posmodernidad, donde
persiste un desencanto de la modernidad, las verdades se diluyen y no es
posible aferrarse a ningún conocimiento para construir un proyecto de vida por
la rapidez con la que cambian las cosas.
En medio de este debate, lo cierto es que el nuevo orden mundial está
marcado por un movimiento social que siempre ha existido como tal, pero que
se ha visto acelerado en las últimas décadas: la globalización.
La globalización es un gran movimiento de base económica que se
caracteriza por conectar componentes de todas partes mundo y constituirlas en
una gran red en la que interactúan en tiempo real a pesar de las grandes
distancias.
Otra característica es que ningún país, por muy poderoso que sea, podrá
resolver los problemas del mundo por sí mismo, así que la cooperación
internacional es sumamente necesaria en la globalización.
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Si al ocaso de la edad media surgió una ruptura epistemológica con la
diversificación de las disciplinas que explican la realidad con sus distintas
verdades, en la globalización se propone una integración de estas disciplinas
diversificadas en una comunión de saberes sobre el mundo para la educación
de la sociedad. Una muestra de ésta lógica se encuentra en Los siete saberes
para la Educación del Futuro de Edgar Moran (1999).
Esto es la globalización sintetizada en tres grandes características:
a) La diseminación de las dimensiones tiempo y espacio
b) La reestructuración de las relaciones de poder y
c) La integración epistemológica de los saberes diversificados.
Aspectos que desde luego, regulan las prácticas sociales de las nuevas
sociedades, por lo que podemos decir que nos encontramos ante un nuevo
meta-relato llamado globalización. Este es el nuevo orden mundial que obliga a
la pedagogía a realizar innovaciones, pues con la modernidad “no se da
suficiente importancia al mundo orgánico compuesto por los valores, el
aprendizaje emocional, la moral y la experiencia social” (Hargreaves, 2001: 19)
LAS MENTES DEL FUTURO: LAS FUNCIONES COGNITIVAS NECESARIAS
EN EL CURRÍCULUM PARA LA GLOBALIZACIÓN
Con la globalización surgen nuevas problemáticas sociales que la educación
debe reflexionar. De acuerdo con Howard Gardner (2005) existen dos
poderosas razones para cambiar la forma en que educamos en las escuelas:
1. Las prácticas actuales en la educación formal no son operativas
2. Los cambios vertiginosos actuales
Los argumentos de Gardner sobre la necesidad de un cambio de
currículum están basados en la dominancia del paradigma tradicional de la
pedagogía en la enseñanza y en las condiciones sociales de la modernidad.
Así que nos sentencia que en el nuevo orden mundial la mente más valorada
hoy y mañana será la que responda a las siguientes imágenes del futuro: a) la
revolución genética, b) la realidad virtual como “second life”, c) las máquinas
que piensan y hacen el trabajo humano d) las grandes urbes y e) el flujo de la
economía las 24 horas todos los días del año
Ante lo que nos presenta las mentes necesarias para estos cambios:
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1. La mente disciplinada: la disciplina en este concepto tiene tres
acepciones: a) El saber que nuestros abuelos poseían. Entendido como la
sabiduría popular. b) El dominio de las principales formas de pensar. Ciencia,
arte, historia, etcétera. Gardner hace una distinción entre disciplina y objeto de
conocimiento. La primera es una lógica de pensamiento y el segundo es un
cúmulo de información. c) La pericia en un campo del conocimiento. Es la más
importante porque de ella dependerá un empleo bien remunerado.
Los tres momentos de desarrollo para la mente disciplinada, pareciera
que apuntan a la sobrevivencia: uno, cuando nos enseñan en casa lo
necesario, incluida la sabiduría popular; dos, las diversas formas de
pensamiento que ha habido, y recordemos que la filosofía responde a
realidades que generan preguntas porque ya no es posible vivir con las viejas
respuestas; tres, mantenerse auto-educando para un trabajo que nos procure
el sustento.
2. La mente sintética: es la elección de un método con el cual miraremos
el resto del mundo. Una forma de organizar la información a la que accedemos.
La síntesis tiene que ser trasmisible a otros. Es en cierta forma un aparato
crítico con el cual determinar el valor práctico de la información.
3. La mente creativa es hacer preguntas para respuestas desgastadas o
que ya no alcanzan a responder. La creatividad es más un asunto de
personalidad que de inteligencia. Es una actitud de persistencia. Para Garder
“es más fácil prevenir la creatividad que enseñarla” porque es una cualidad
natural del ser humano, su prevención consistiría en no ofrecer respuestas a
los alumnos, castigando las que sean “incorrectas”. En esto, la postura
curricular es crítica-humanista, sobre todo porque coincide con Paulo Freire
cuando decía que “los maestros dan respuestas a preguntas que los alumnos
no han hecho”.
4. La mente respetuosa es el reconocimiento de que en el mundo
vivimos personas con diferentes modos de pensar, con diversas creencias y
con sistemas de valores diferentes. Concluye esta parte diciendo que el
respeto crea una atmósfera que se respira apenas se entra en un lugar. Pero
tampoco peca de ambigüedad. Aclara que la falta de respeto se manifiesta de
muchas formas en las interacciones, por ejemplo a través de chistes malos a
costa de otros.
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5. La mente ética implica un alto nivel de abstracción. En términos del rol
que desempeña cada sujeto, Gardner dice que la mente ética es la que
comprende su papel en el mundo, “no en términos de cuáles son mis derechos
sino cuáles mis obligaciones”. Sin embargo, nos aclara que la abstracción de
nuestro deber no es suficiente para desarrollar una mente ética, hará falta el
componente de la responsabilidad. Esto significa que la mente ética comprende
que es lo que debe de hacer en determinado momento pero sus acciones son
vigiladas por su conciencia social.
De las cinco mentes, las más urgentes son las que generan confianza en
las relaciones sociales. La mente ética y la respetuosa ayudarían a que la
persona construyera un “trabajo significativo y una vida con sentido”. Ya que
Gardner apunta a la descomposición del tejido social debido a la falta de
confianza en las personas. Hace alusión a la meritocracia de los sistemas
educativos, aquellos que privilegian el logro en base a la competencia,
fomentando el egoísmo y que las personas pasen “por encima” de los demás
para conseguir lo que se proponen, con tal de tener éxito. También hace una
propuesta para superar el problema de la pedagogía tradicional: las cosas que
no se pueden controlar mediante la evaluación objetiva, nos dice, son las más
importantes para construir una sociedad donde valga la pena vivir.
La obra de Gardner es una sistematización de la vida cotidiana y ante
este panorama la pregunta ya no es ¿cómo será el futuro? Porque el futuro ya
está presente, sino ¿cómo estamos haciendo para desarrollar en las aulas la
personalidad que se necesita de acuerdo a la tendencia mundial del cambio
vertiginoso? El futuro ya no espera por nosotros, ¿pero cómo hemos de diseñar
un currículum que nos ayude a construir las cinco mentes del futuro? Gardner
nos dice en qué consisten estas mentes, pero no propone cómo pueden
lograrse, él mismo no lo sabe. Con lo que no nos ofrece sino una respuesta
parcial a la pregunta. Sin embargo, nos alcanza a aclarar que en la historia de
la humanidad se encuentran muchos ejemplos de personajes que han usado
su mente con las funciones descritas. Nos toca a nosotros, a los pensadores de
la educación y a los practicantes de la enseñanza (cuya línea definitoria no
debería ser clara) trabajar para diseñar e implementar un currículum que nos
ponga de cara al futuro que ya está presente.
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3. CONCLUSIONES
El diseño/implementación de un currículum innovador no cambia las cosas por
sí mismo. No tiene un valor intrínseco para enfrentar el cambio presente, pero
la personalidad tiene un componente histórico-cultural que se refleja en la
trayectoria de formación de la persona. Si logramos inscribir en las aulas un
concepto más amplio de la inteligencia, sus prácticas pedagógicas también
quedarán inscritas en la historicidad de los estudiantes. Y, a pesar de que no
lográsemos cambiar a la par del cambio, si podremos ubicar la construcción
social de la personalidad en un paradigma multidisciplinario para la reflexión y
práctica social. Algunas conclusiones derivadas de la reflexión son:
1. Si las prácticas pedagógicas de los profesores pretenden ser cambios
curriculares a partir de la incorporación de conceptos de moda, entonces la
pedagogía no abandona su enfoque moderno de mantener el control
sociopolítico de la sociedad y no son dichas prácticas el cambio necesario. Las
mentes del futuro son hallazgos científicos que ha tenido Howard Garden sobre
el funcionamiento cognitivo de la mente y es una respuesta al tipo de cambio
curricular que necesitamos en la educación.
2. Gardner nos deja muy clara la necesidad de un nuevo currículum a fin
de formar la personalidad necesaria en el S. XXI, pero no nos dice
precisamente cómo se lograrían desarrollar las mentes del futuro en un diseño
curricular. Aunque vale decir que nos muestra cómo en la historia de la
humanidad han existido siempre estas mentes. Por lo tanto queda la tarea
pendiente de definir las condiciones curriculares en las que sería posible dicha
formación de la humanidad.
3. Las dos mentes más valoradas en la actualidad y en el futuro serán
aquellas que tienen que ver con la construcción de confianza, un aspecto
urgente en las relaciones sociales. Así como la función cognitiva que sea capaz
de darle sentido a la actividad laboral, pues cada día somos testigos de cómo
el sentido de trascendencia es menos practicado y cada vez más necesario en
el mundo.
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FUENTES
Bauman, Z. (2007). Los retos de la educación en la modernidad líquida. Gedisa: España
Bauman, Z. (2009). Tiempos líquidos. Vivir en una época de incertidumbre. Segunda edición. Tusquets: México
Escudero Muñoz, J. M. (1999). Del currículum diseñado y diseminado al currículum en la práctica: profesores y reformas”, en: Escudero Muñoz, J.M. (Editor). Diseño, desarrollo e innovación del currículum. Ed. Síntesis: Madrid. pp. 267-289
Gardner, H. (2005). Las cinco mentes del futuro. Paidós: España
Hargreaves, A. Earl, L. et. al. (2001). Aprender a cambiar. La enseñanza más allá de las materias y los niveles. Editorial Octaedro: España, pp. 15-123
Iglesias León M. (1998): La autopreparación de los estudiantes universitarios, tesis doctoral.
Morin, E. (1999) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Santillana: UNESCO
Narodowski, M. (1999) Después de clase. Desencantos y desafíos de la escuela actual. Ed. Novedades Educativas. Argentina
Roa, A. (2001). Modernidad y Posmodernidad. Coincidencias y diferencias fundamentales. Segunda Edición. Andrés Bello: México
Zea, L. (1978). El positivismo en México: nacimiento, apogeo y decadencia. FCE: México
Periódico El Universal. Edición del 22 de agosto de 2011
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