Las inscripciones de Roda de Eresma

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Las inscripciones de Roda de Eresm a Por . Joaquín . María de Navascués Inspector de Museo s Las dos inscripciones que doy .a conocer .se descubriero n casualmente en el término de Roda de Eresma (Segovia), en :e l pasado año de 1948 . .Según los datos que amablemente me h a transmitido don Antonio Molinero Pérez, Comisario de Excava- ciones Arqueológicas en aquella provincia, las piedras qu e contienen los letreros formaban parte de la cubierta de un a sepultura de inhumación, abierta en la piedra y revestida d e piedras y cal, con ladrillos o baldosas rematando los muretes de l revestimiento . El mismo señor Molinero excavó la sepultura y otras cercanas descubiertas con motivo del hallazgo de lo s letreros . Dentro de la fosa en cuestión no encontró sino el esque - leto solo, sin ajuar alguno . El Sr . Molinero no indicó en sus dato s la fecha posible de aquella necrópoli ; pero por algunas de la s noticias parece ser que se trata de inhumaciones de hacia e l siglo IV. Mas hay que esperar para concretar la cronología a qu e el Sr . Molinero publique -el-resultado de sus trabajos . Entr e tanto, es evidente que los epígrafes son anteriores a la fecha d e la sepultura en la que las piedras fueron aprovechadas com o material de construcción, y que por consiguiente nada tienen qu e ver con aquélla . Cuando fueron encontrados los epígrafes se intentó leerlo s sin éxito y entonces se difundió el rumor de que estaban escrito s en caracteres ibéricos . Circuló la especie con insistencia y e l excelentísimo Sr . Marqués de Lozoya, me invitó a ver las piedra s en el Museo de Segovia donde se guardan . Allí las estudié en e l mes de agosto próximo pasado : y quedó desvirtuado el rumor , inmediatamente, -en cuanto a uno de los letreros, que es latino y romano a no poder más, y por analogía respecto aI otro, qu e 228 —

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Las inscripciones de Roda de Eresm aPor.

Joaquín . María de Navascués

Inspector de Museo s

Las dos inscripciones que doy .a conocer .se descubrieroncasualmente en el término de Roda de Eresma (Segovia), en :e lpasado año de 1948 ..Según los datos que amablemente me hatransmitido don Antonio Molinero Pérez, Comisario de Excava-ciones Arqueológicas en aquella provincia, las piedras qu econtienen los letreros formaban parte de la cubierta de un asepultura de inhumación, abierta en la piedra y revestida d epiedras y cal, con ladrillos o baldosas rematando los muretes de lrevestimiento . El mismo señor Molinero excavó la sepultura yotras cercanas descubiertas con motivo del hallazgo de lo sletreros. Dentro de la fosa en cuestión no encontró sino el esque -leto solo, sin ajuar alguno . El Sr. Molinero no indicó en sus dato sla fecha posible de aquella necrópoli ; pero por algunas de la snoticias parece ser que se trata de inhumaciones de hacia e lsiglo IV. Mas hay que esperar para concretar la cronología a qu eel Sr. Molinero publique -el-resultado de sus trabajos . Entretanto, es evidente que los epígrafes son anteriores a la fecha d ela sepultura en la que las piedras fueron aprovechadas comomaterial de construcción, y que por consiguiente nada tienen quever con aquélla .

Cuando fueron encontrados los epígrafes se intentó leerlo ssin éxito y entonces se difundió el rumor de que estaban escrito sen caracteres ibéricos . Circuló la especie con insistencia y elexcelentísimo Sr . Marqués de Lozoya, me invitó a ver las piedra sen el Museo de Segovia donde se guardan. Allí las estudié en elmes de agosto próximo pasado : y quedó desvirtuado el rumor ,inmediatamente, -en cuanto a uno de los letreros, que es latino yromano a no poder más, y por analogía respecto aI otro, que

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Vista general de Roda de Eresma desde el Sur: en el centro de la figura ,hacia la derecha, emplazamiento de los primeros hallazgos de la necrópolis .

(Foto A. MOLINERO)

Excavaciones del Plan Nacional 1948.- Sepultura n.° 1, después de excavadasu periferia, que se hallaba cubierta por las dos estelas que aquí s e

reproducen ; en el margen izquierdo, sepultura n .° 2 .

(Feto A . MOLINERO)

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resultó para mi tan ilegible como para todos los que hast aentonces lo habían visto . Sin embargo, no era necesario el ibe-rismo de las Ieyendas para dar notoriedad a estos monumento sfunerarios . La escritura latina del uno y el atractivo del interé sque entraña el desciframiento del otro, son motivos suficiente spara dar importancia a las piezas . Sólo intento ahora dar aconocer las inscripciones, dejando para adelante un estudio má scompleto de ellas, pues una no está leída con seguridad po rentero, y la otra no hallo, siquiera modo de interpretarla . Comosucede con el estudio de otros epígrafes, hay que dejar el d eéstos en reposo, a fin de que madure su lectura definitiva y s uexplicación . Allá van, pues, acompañados de algunas primera simpresiones acerca de su interés . Este procedimiento es mu ysano para el mejor aprovechamiento científico de los materiales ,porque, divulgado su conocimiento, otros, pueden aportar la lu zde su sabiduría, lo cual no se logra manteniéndolos inédito sindefinidamente .

La estela funeraria de Sabina.—Es uno de Ios dos monu-mentos sepulcrales aparecidos en Roda de Eresma . Es prismá-tica, de seccion rectangular . Mide 0,60 de alto, 0,33 de ancho y0,19 de grueso . Está toscamente labrada en caliza muy tierna yblanca, denotando un arte rústico y elemental, en el que s eadvierte una imitación desmañada, aunque con cierta originali-dad, de los buenos ejemplares romanos . A modo de cornisa ,la corona una moldura marcada por una profunda gargant aque ciñe el frente y los costados de la estela, la remata en l oalto un perfil ondulado, al que se ajusta la superficie rizada d ela cara superior de la piedra ; en el frente ostenta cuatró palmetasesquemáticamente : indicadas por cinco trazos' grabados en elseno de las ondas convexas . Inmediatamente debajo está l ainscripción, cuyo primer renglón, con las siglas D . M: S., sedestaca en alto de los seis restantes, contenidos en un rectán-gulo rehundido en la superficie de la piedra . Todo el letrero estáorlado abajo y en los costados por una simple raya que empalm aarriba con la garganta de la moldura . La base de la estéla' tieneabierto en el centro un hueco de sección cuadrada, 'de 0,0'9 m. delado y un poco más de profundidad .

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D(ilisl m laníbusi s(acruml. Sabine an(noruml LXX.Suavis marüus uxsori pienlüsime . Slü?I ilibí?1 ilerra?IIlevls?1 Slalve?1.

=De consiguiente, el monumento es la estela funeraria de Sabi -na, fallecida a los setenta años de edad. Le erigió su espos oSuavis . Su época es la imperial romana . Todo esto es indudable ,a mi juicio. La lectura es segura, salvo en las siglas del últim orenglón, inciertas para mí por las razones que luego daré . Losnombres Sabina y Suavis son bien conocidos en la onomástic aromana, y aparecen con frecuencia en los epígrafes hispánicos ,especialmente el primero, en las formas masculina y femenina yen sus derivadas Sabinianus y Sabinula (11. En cuanto al con -tenido, no ofrece, pues, el letrero novedad alguna .

El interés principal de la inscripción radica en eI trazado d esus letras . Son de 3 a 4 centímetros de altas; la M del primerrenglón alcanza hasta los cinco centímetros . Están grabadascon tosquedad, pero profundamente . Los trazos suelen terminaren punta aguda; a veces sólo por un extremo, mientras enel otro, ancho, se observan las huellas de las repetidas pasadasdel cincel . En otros casos estas huellas se advierten en losdos extremos de los trazos, y en ocasiones en los mismos bordes .El grabado delata una gran despreocupación del efecto estétic oy un absoluto apartamiento del arte consagrado por los grabado-res de las hermosas y regulares capitales romanas . A veces s ereiteró la ejecución de un mismo trazo para lograr un empalm eexacto con el contiguo . Sin embargo, no se puede precisar s iesto fué por inhabilidad del escultor o si, por el . contrario, seajustó éste con precisión al diseño previo del epígrafe hech o

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espontáneamente por el trazador sobre la misma piedra, el cua lpudo servirse del pincel o de alguna sustancia colorante qu eprodujera aquellas desigualdades, limitándose el grabador areproducirlas fielmente con el cincel actuando sobre una traz apintada previamente . Más me inclino a esta segunda hipótesis ,aunque ni trazador ni escultor se ajustaron a las normas estable-cidas y procedieron con absoluta independencia de ellas .

Las letras son de forma capital lapidaria ; pero entre ellas seobservan algunas cursivas de tipo manuscrito que acrecientan e Iinterés científico del monumento (2) . Las letras A, D, E, I, M, N ,O, S, T, V y X, ofrecen la variedad de su trazado espontáneo .La A sólo tiene trazo horizontal en la primera del renglón 1 . La Dmuestra evidentemente su hechura en tres tiempos . La S estátrazada en sentido normal, o invertido, como en SUAVIS, MARI -TUS, UXSORI y PIENTIISIME. La T iguala la longitud de s usegundo trazo con la del complementario en MARITUS, lo qu epuede ser causa de confusión estando sola . Finalmente, la Xcruza los trazos por sus extremos inferiores, aparentando una V ,en UXSORI. Las restantes letras sólo tienen de particular e lmovimiento o inclinación de su trazado, atestiguando la libre eje-cución de todas . Sólo la E es la que conserva una mayor purez ade la figura regular lapidaria .

Las letras que mayor interés ofrecen, por su forma abierta -mente cursiva, son las B, P y R .

La B puede parecer dudosa de primera intención; pero l aacreditan su trazado y la lectura SABINE . Al pronto se sienteinclinación a leer SAL y a tomar por C invertida el siguient etrazo, dando SALCINE, que no responde a nombre latino cono-cido y que entraña la violencia de suponer la inversión de la C .Si en atención a la confusión que produce la desmesurada longi-tud de los trazos complementarios, se probara a tomar a supuest aL por I, la lectura resultante, SAICINE, tampoco está de acuerd ocon la onomástica latina . Entonces ocurre pensar que los trazostomados por L, o I, y C invertida, compongan una D y leer SA-DINE, que además de su inexplicable onomástica tiene el incon-veniente de la disparidad del trazado de la supuesta D con el d ela D del primer renglón . Ni SALCINE, ni SAICINE, ni SADINE ,

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tienen tampoco explicación en los estratos lingüisticos anterro-manos. No hay más solución sencilla y lógica que la lectur aSABINE, cuya latinidad es patente e indiscutible . El trazado clá-sico de la B capital es en cuatro tiempos, tendiendo la escritur acursiva a reducir los cuatro trazos resultantes a dos, fundiend oen uno el primero y segundo, que se convierten en una líneaangular o curva, y los segundo y tercero en otro ondulado (3) .Ahora bien: en la piedra de Roda de Eresma los trazos primer oy segundo conservan su trazado independiente y consecutivo endos tiempos ; pero el tercero y cuarto parecen reducidos al si-guiente trazo curvo, de no ser que el tercero quedase elemental -mente reducido al trazo complementario que corona el primer ode la letra, terminación que no le corresponde . La explicació ncursiva de este trazado, caracterizado aquí por estar desligad ode los anteriores del último trazo, parece evidente; pero esto nobasta, pues surge la duda de si el prototipo de esta letra fué un aB de la capital cursiva o una de la nueva cursiva. Más me inclinoa la primera hipótesis, sobre todo por el trazado semejante de l aR, y en tal caso, el prototipo podría ser la B cursiva de Pompe-ya (4), que se advierte también en algunos epígrafes monumen-tales (5) y que señaló Hi;bner en los bronces de la lex flaviasalpensana el malacilana (6) . Por un mayor avance cursivo, opor defectuosa interpretación del trazador sobre la piedra, e lescultor la dejó reducida al trazado con que aparece aquí, y po-dría ser una última consecuencia, al menos epigráfica, de aque lprototipo .

La forma capital cursiva de la P no necesita mayor explica-ción. Su carácter es evidente .

La R, las dos veces que está grabada en las palabras MARI -TUS y UXSORI, ofrece exactamente la misma forma capital ,pero absolutamente cursiva . El trazo primero, derecho, estárematado arriba por otro complementario, y el último, desligado ,se enlaza en su terminación con el extremo inferior de la I si-guiente en ambos casos . No sé si eI segundo trazo quedó redu-cido al trazo complementario alto o si se fundió con el terminal .De cualquier manera ha de tenerse por precedente de este tra-zado el corriente cursivo de la R capital, representando aquí, po r

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su reiteración, una escritura sistemática, acreditada además porla de la B, y acusando ambas letras un mismo método de trazadoque garantiza por otra parte la corrección de lectura SABINE .Hübner anota una R semejante observada por-él en los bronceslegales antes citados ; pero no he podido comprobar cómodamen-te la exactitud de la observación (7) .

Característica común a las letras I, P, R y T en este epígrafees la exajerada prolongación de los trazos complementarios . LaI y la T quedarían inciertas si no fuera porque el contexto garan-tiza su lectura . Compárese la T de MARITUS en el renglón 4 yla última I de PIENTIISIME en el renglón 6 . Por consiguiente, alencontrarse aisladas, es natural que surja la incertidumbre de l alectura y que no pueda garantizar en modo alguno la que pro -pongo para las siglas del último renglón . La penúltima de ella sno habría dificultad en admitirla como L, ya que su trazado, se-gún el de la I y el de la T, podría dar lugar a igual confusión . S ihe propuesto la fórmula sil libi lerra levis salve, sólo ha sido atítulo de intento de interpretación más que de lectura ; pero he dedeclarar que no me deja satisfecho, al menos por ahora . Por estarazón he puntuado como inciertas las letras T, T y L de la trans-cripción . La unión aparente por una línea del segundo trazo d ela B y del trazo complementario inferior de la I, en SABINE, e spuramente accidental .

La consideración que acabo de hacer acerca de la L proced ede otra parte de la observación del numeral que expresa la eda dde la difunta en el renglón 3, en el que se observa cierta tenden-cia a una diferenciación entre las Ietras empleadas como cifra snumerales y el resto de las que componen el texto . Esta diferen-ciación está bien patente en epígrafes de época posterior, y la h ecomprobado en las de tiempo visigodo . De ella ha sacado impor-tantísimas consecuencias el señor Mallon en su reciente traba -jo (8). Pero esta diferenciación no se produjo en los siglos v yposteriores, sino mucho antes y aquí, en la inscripción de l aestela de Sabina parece apreciarse bien . La L tiene una correctafigura angular lapidaria, como en los epígrafes sobre piedra gra-bados conforme a los cánones clásicos . La L del texto, según la sobservaciones hechas anteriormente, parece que había de tene r

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un trazado análogo al de la I, o al de la T . Esta diferencia, mera -mente conjetural respecto de la L, es puramente objetiva e ncuanto a las equis, que en el numeral cruzan sus trazos por e Icentro, mientras en el texto, en UXOR, se cruzan por sus extre-mos inferiores . Parece, pues, que mientras el trazado del textose hizo con absoluta libertad, se trató en el numeral de procurarl euna hechura muy clara para no dar lugar a confusión, o paradistinguir las Ietras de las cifras numerales, observando en éstas ,en cuanto se creyó bastante a la finalidad propuesta, un trazad oregular conforme al que se les daba en las buenas inscripciones .Es decir : que mientras según la opinión del señor Mallon, la scifras se distinguieron en la nueva escritura cursiva romana porconservar las formas que tenían en la antigua cursiva, en est ainscripción, en la que la letra es capital, la diferenciación s eobtuvo por el uso de unos tipos ajustados al trazado correct olapidario, mientras el texto se trazaba con espontánea libertad .Quizá en el texto manuscrito que sirviera de modelo literario a ltrazador no había tal diferencia, y ésta surgió mecánicamente a Icopiar en la piedra la forma tal como estaba escrita en el mode-lo, como se hizo con la B, la P y la R, y así se explicaría el en -lace que ostentan las tres cifras numerales, propio de una escri-tura cursiva . De cualquier forma, este numeral es otra de lasinteresantísimas singularidades relativas de este letrero .

No sólo los susodichos numerales están enlazados . Otrasletras del texto también lo están : A-N de anjnorum.1, en el ren-glón 2; M-A y R-I, en el 3 ; V-X y R-I, en el 4 ; N-T, en el 5. Salvoel primero y el último, corrientes en los epígrafes grabado ssegún las reglas del lapicida, los demás parecen propios de u ntrazado cursivo o espontáneo, trasladado a la piedra o interpre-tado en ella al ordenar el letrero .

Por lo demás, cabe anotar que, aparte de las siglas iniciales yfinales, no hay otra abreviatura que la de an[norumi en el ren-glón 2; que las interpunciones son tres : dos entre las siglas delrenglón 1 y otra al fin del 4, diferentes entre sí : un punto alar-gado, un punto redondo y una figura como una hojita, respecti-vamente; y que en cuanto a gramática, está escrita e por ae e nSabíne y pieniíisime, que en- esta palabra se duplica la i inicia l

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del sufijo y se pierde, en cambio, unas, y que en uxsori se inter-cala una s, corno es frecuente en los epígrafes hispánicos .

Dos circunstancias coincidentes de este Ietrero podrían incli-nar en principio a fechar la inscripción en el siglo ►n . El uso dela capital cursiva, o antigua cursiva, acreditado por las B, P y R ;y el intento de diferenciar las cifras de las demás letras del tex-to . Pero hay que moderar el impulso y meditar esta conclusión ,ya que esa diferenciación no parece por el momento una prueb aconcluyente, según las observaciones- expuestas por el seño rMallon (9) . Estas se refieren y concretan la cuestión al emple ode la antigua cursiva para los numerales de la nueva cursiva ominúscula, y aquí nos encontrarnos con sólo un sistema homogé-neo para numerales y para el texto : el capital . De consiguiente ,conviene reservar el juicio definitivo para precisar el momento apartir del cual pudo grabarse la inscripción . Lo único que podrí aestablecerse, acaso con alguna viabilidad, es que quizá la inscrip-ción no es posterior al siglo ni, en cuya centuria la nueva cur-siva fué sustituyendo a la antigua (10) .

De todos modos, cualquiera que sea en definitiva el valor d eestas observaciones, tres hechos resultan evidentes . La estelade Sabina ofrece un epígrafe trazado espontáneamente, co nabsoluta libertad, desentendido de las reglas de los cuadratariosde taller que grababan las letras ajustadas a cánones y norma sestéticas . Por ignorancia del trazador, o por rapidez de copia, s edeslizaron en el texto tres letras de la escritura cursiva manus-crita. Finalmente, parece acusarse una diferencia entre el trazadode las letras numerales y el de las demás letras del texto .

Concretándome ahora a Ios epígrafes latinos hispánicos ,resulta que los de la época visigoda ofrecen _exactamente, lo smismos caracteres que el epígrafe de Sabina . Todos, salvoalguna excepción, fueron trazados con esa libertad, sin sujeció na los cánones epigráficos de la época imperial . En ellos losnumerales son distintos de las letras del texto, y en mucho scasos aparecen letras de forma igual a la cursiva manuscrit ausual en aquel tiempo . De consiguiente, esta manera espontáne ade trazar, que prevaleció en los siglos v aI vil, no es una nove-dad de la época, sino una continuidad de la manera de trazar los

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epígrafes de la época imperial, que como el de Sabina, represen -tan la antítesis de las inscripciones, que podríamos llamar cali-grafiadas, de aquellas que ocultaban bajo las fórmas geométricasy regulares el sentido de la escritura que perdieron al ser dibu-jadas . Estas fueron las inscripciones de lujo del imperio, qu ecomienzan con él y con él acaban . Para las gentes humildes osencillas eran suficientes epígrafes como el de Sabina ; pero fue-ron éstos precisamente, y no los otros, los que mantuvieron l avitalidad de la epigrafía latina y los que entroncan la época d elas inscripciones grabadas en los siglos v al va con las de l aépoca de la república romana (I1) . Esto parece, al menos, válid opara la epigrafía latina hispánica . El epígrafe de Sabina viene aafirmar esta presunción y a establecer el nexo . Pero el de Sabin ano es el único . Hay un gran número de epígrafes, más o meno ssemejantes, de época imperial, que esperan su revisión y s uestudio sistemático . No todos son, seguramente, ejemplares d ebaja época . La libertad de su ejecución no representa, probable -mente, un período cronológico de la epigrafía latina, sino un amanifestación epigráfica paralela a la otra representada por la sinscripciones grabadas según normas y reglas geométricas yestéticas .

Tal es el valor y la inscripción de la estela de Sabina y l arazón de mis reservas . Por eso me limito a dar estos sencillo sapuntes, más como atisbos que como otra cosa . Al menos yo n opuedo sacar consecuencias definitivas de esta inscripción . Ni ,por otra parte, basta con un solo epígrafe para llegar a un cono -cimiento de orden general . Es necesario sumar observacione sque hasta ahora no han sido hechas . Por su parte, el Sr . Mallonestá ya aprovechando nuestras más humildes inscripciones yconstruye sobre ellas interesantes y transcendentales teoría spara la historia de la escritura latina (12) .

De esta suerte, ese gran conjunto de inscripciones, general -mente menospreciadas, ensanchan los horizontes de la investi-gación de la epigrafía latina .

Un ara funeraria .—La otra pieza es un ara de forma prismá-tica rectangular, de 0,53 metros de alto, 0,28 de ancho y 0,175 d egrueso . Es de piedra caliza muy tierna, blanca, de la misma cali -

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dad que la estela de Sabina y labrada con análoga tosque-dad . En lo alto tiene tres fogoncillos rectangulares que corona n

la pieza. Está rota por el costado derecho. La superficie d ela cara principal fué rehundida dejándole un reborde a maner ade moldura rectangular . La labra de la cara posterior es mu ydesigual y basta . En lo alto del frente ostenta grabadas tre sruedas de cuatro radios, puestas en serie horizontal y se -paradas por una raya de los signos alfabetiformes y simbólico sque se grabaron debajo . Los primeros son cuatro, a la dere-cha, grabados como en dos líneas . De ellos, el segundo escomo E, y el tercero, en la segunda línea, es corno una E tum-bada; pero nada consigo leer en ellos, ni aclarar su signifi-cado . A la derecha se ven en alto una swástica, seguida d euna cruz, y debajo dos palmas . Una raya horizontal remata po rdebajo toda la inscripción . Por mi parte, declaro que sobre n oleer nada, no veo tampoco relación alguna con el alfabeto ibé-rico . Por otra parte, parece que por el grabado de los signos, lalabra de la piedra, su estilo general y el material empleado, l apieza es muy poco más o menos coetánea de la anterior, que h ade ser forzosamente de época imperial, quizá avanzada, y n oposterior al siglo ni . Estas analogías de hechura y de edad hace npensar en alguna necrópoli inmediatamente anterior a la qu eperteneció la sepultura en que las dos piezas fueron aprovecha -das como material de construcción, por lo que la más antigua, ala que correspondían las dos piezas que publico, era ya un anecrópoli hispano-romana, en la que los símbolos del ara funera-ria pudieran representar la supervivencia de viejas tradicionesindígenas, pero no, quizá, la del alfabeto .

NOTA S

(1) Véanse los índices del vol . II del GIL .(2) El Sr. MALLON ha demostrado la importancia de estas inscripciones, e n

las que por causas diversas existen tipos sueltos de la escritura cursiv avulgar o corriente, porque estas formas enseñan lo que era la escritur amanuscrita en la época de los monumentos en que aparecen . Véase su

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reciente trabajo Pour une nouaelle critique des chiffres dans les inscription slatines granées sur píerre, en la revista «Emérita», vol . XVI, págs . 14-45 .Madrid, 1948.

(3) Véase JEAN MALLON : Notes paleographiques a propes de CIL II 5411 .

«Emerita», vol . XIII, págs . 219 y siguientes . Madrid . 1945 .(4) ZANGEMEISTER : Inscriptiones parietariae pompeianae . «Corpus Ins-

criptionum latinarum», vol . IV . Berlín, 1871 . Tabla I, I1 3 y III 1 .(5) HGB»ER : Exempla scripturae epigraphicae latinae. Berlin, 1885 .

Números 1169 y 1167 por citar algunos ejemplos . Las bes del número 1167podrían explicar muy bien la de la estela de Sabina .

(6) HÜsNER : C . 1 . L. vol . II, núm . 1964, III 44 . Sobre el criterio de Hübne racerca de esta forma de la B, consúltese JEAN MALLON : Notes paleographi-ques, pág . 223 .

(7) HCBNER : C . I . L. vol . II, núm. 1963, II 34 y 1964, II 55 y III 24. Lastablas de bronce referidas se conservan en el Museo Arqueológico Nacional ,donde traté de comprobar la forma sobre los originales ; pero inconvenientesdel momento me impidieron hacer una comprobación eficaz .

(8) El citado en la nota (1) .(9) Jean MALLON : Pour une nouaelle critique . . . pág . 25 .(10) JEAN MALLON : ibídem, pág. 36 .(11) Multitud de cuestiones entraña esta consideración, y quizá la má s

importante la función de la escritura capital llamada «rústica», y su posiblerelación con estos letreros . Mas esta cuestión requiere una exposició namplia después de la comprobación de muchas observaciones . El empleo d eesta capital «rústica» merece ser conocido a fondo . Su paralelismo crono-lógico y contrapuesto a la llamada «elegante», ha de ser la clave de mucha sexplicaciones .

(12) Además de los trabajos citados véanse también : L'épitaphe deRogata, en «Emérita», vol . XV, Madrid, 1947, págs . 87-122 ; FilumeneAsiana,en «Archivo Español de Arqueología», t . XXI, Madrid, 1948, págs. 110-143.

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