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  • Las ideas polticas sobre la nacin en Amrica Latina durante la segunda mitad del siglo XIX(Historiografa y anlisis)Author(s): Humberto Morales MorenoSource: Revista de Historia de Amrica, No. 132 (Jan. - Jun., 2003), pp. 55-74Published by: Pan American Institute of Geography and HistoryStable URL: http://www.jstor.org/stable/20140108 .Accessed: 29/04/2014 23:44

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  • LAS IDEAS POL?TICAS SOBRE LA NACI?N EN AM?RICA LATINA DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX

    (HISTORIOGRAF?A Y AN?LISIS) Humberto MORALES MORENO*

    Abstract

    This paper focuses the main trends of the sociopolitical process and the

    building of the new nation in latin american history since the second half of xixth century. In the first part, the political historiography is revisited. In the second part we discuss the key words and concepts of "mestizaje civili zatorio" and the foundation of the citizenship in latin america through the elite main ideas. And finally, in the third part we show three comparative cases of this political discussion highlighting the Nation and Nationalism debate between 1860 and 1910, that ended the century, in the Mexican case, with the revolutionary process of 1910.

    Resumen

    En este ensayo se trata de hacer una s?ntesis de los principales aspectos so

    ciopol?ticos que caracterizaron la formaci?n de la naci?n en la historia lati noamericana a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Est? dividido en tres

    partes. En la primera damos cuenta del contexto historiogr?f?co en que se ubican los estudios sobre Am?rica Latina entre 1860-1910. En la segunda se hace un esbozo del proceso social cuyo significado m?s claro es el del

    "mestizaje civilizatorio" y la formaci?n del ciudadano en las nuevas rep? blicas liberales. En la tercera se muestran los debates contempor?neos en

    M?xico, Brasil y Argentina en torno a la consolidaci?n de la naci?n en Lati noam?rica y los conflictos pol?ticos relevantes hasta la llegada de la gran guerra civil mexicana de 1910, que cierra en t?rminos pol?ticos, al menos

    para M?xico, el convulso siglo XIX. Las notas al pie de p?gina contienen la

    descripci?n bibliogr?fica detallada.

    Oslo, CICHS 2000. Divisi?n de Estudios de Posgrado, Centro de Investigaci?n de Historia Econ?mica y Social, Facultad de Filosof?a y Letras, Universidad Aut?noma de Puebla,

    M?xico. Correo electr?nico: [email protected]

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  • Humberto Morales Moreno R.H.A. Num. 132

    Desarrollo "hacia afuera" y orden neocolonial o crecimiento "hacia adentro" e integraci?n econ?mica tard?a. Am?rica Latina entre 1860-1910

    En la historiograf?a mexicanista, compartida en buena medida por la del resto de Am?rica Latina (con la excepci?n de la que trata el Caribe hisp?ni co en esta ?poca), se ha marcado al periodo pol?tico de las reformas liberales e instauraci?n republicana entre 1857-1885, como la etapa de la conso lidaci?n del orden neocolonial y, en el caso de M?xico, Brasil, Chile y Ar

    gentina, del crecimiento econ?mico y la modernizaci?n de las antiguas estructuras heredadas de la sociedad colonial. Las discusiones en torno al

    modelo de crecimiento econ?mico y el significado hist?rico del concepto dependentista "desarrollo hacia fuera" han hecho aparecer nuevas investiga ciones e hip?tesis de trabajo que sugieren la necesidad de conocer con pro fundidad los procesos internos de la formaci?n y expansi?n de los circuitos

    mercantiles que paulatinamente integraron el mercado nacional y por tanto, sentaron las bases del desarrollo en un contexto tradicional o, si se quiere, de

    "antiguo r?gimen".1 Si bien es cierto que la pol?tica econ?mica de las nuevas rep?blicas, sobre todo a partir de 1880 ?con la fuerte presencia del

    mercado norteamericano principalmente en M?xico y Centroam?rica? se orient? preferentemente hacia las inversiones extranjeras y al impulso de la econom?a agro-minero-exportadora,2 tambi?n es cierto que, a la sombra de dicha pol?tica se desarroll? vertiginosamente, quiz? m?s de lo que conoce mos hasta hoy, un conjunto de actividades econ?micas ligadas no s?lo al sector de servicios y banca, sino al fomento ?favorecido por el relativo

    laissez-faire al que oblig? el proteccionismo arancelario de la ?poca? de las llamadas "industrias nuevas" entre las que se comprend?an las agro industrias de mercado interno y la expansi?n de las compa??as textiles por acciones en M?xico, Colombia, Ecuador, Per? y Argentina, que formaron al final del siglo XIX la primera industria ligera de importancia dentro del con

    Sobre esta discusi?n v?ase: Abel, Ch., Latin America: Economic Imper ealism and the

    State, London (1985). Cardoso, Ciro, M?xico en el siglo xix. 1821-1910, M?xico, 1980. Introducci?n y primer cap?tulo. Cardoso Ciro y H?ctor P?rez B., Historia econ?mica de

    Am?rica Latina, t. II, Econom?as de exportaci?n y desarrollo capitalista, Barcelona 1979. Es la ?poca del ciclo del guano en Per?, del salitre en Chile, de la lana en las Rep?blicas Rioplatenses, del az?car en Centroam?rica, las Antillas y M?xico, aunado a la continuidad del ciclo de exportaci?n de la plata de M?xico y Per? y, hacia finales del xix, el boom del

    henequ?n mexicano. V?ase Halperin Donghi, Tulio, Historia Contempor?nea de Am?rica

    Latina, AU, Madrid, 1975.

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    junto iberoamericano.3 Esta postura historiogr?fica pretende matizar los postulados de la teor?a de la dependencia que plantea en grueso que el desa rrollo de la econom?a de ciertos pa?ses est? sujeto a la expansi?n de otras econom?as (dominantes) a las que los primeros quedan subordinados. Esto es, no hay desarrollo aut?nomo. De alguna manera, conceptos como "desa rrollo hacia afuera", orden "neocolonial" hacen menci?n a una supuesta continuidad de la subordinaci?n econ?mica de Am?rica Latina a sus anti

    guas metr?polis europeas, al razonarse que Inglaterra ocup? en la segunda mitad del siglo XIX, el antiguo papel de Espa?a y Portugal en el subconti nente. De esta forma, los trabajos de Halperin Donghi, Stanley y B?rbara Stein y de Teothonio Dos Santos aparecieron en los a?os sesenta y setenta como divulgadores de la apertura "librecambista" de Am?rica Latina con nula capacidad de desarrollo industrial end?geno, con burgues?as emanadas de la disputa liberales-conservadores completamente serviles, asociadas o en calidad de agentes de las nuevas metr?polis.4 En el debate internacional fue el acad?mico ingl?s David CM. Platt el primero que comenz? a rebatir las posiciones "neocolonialistas" y del imperialismo econ?mico y de libre comercio ingl?s de autores como Stanley Stein, al argumentar que, producto de las revoluciones de independencia, las nuevas naciones latinoamericanas conocieron un fuerte periodo de autonom?a econ?mica. El argumento de

    peso es que en el medio siglo de lo que Halperin Donghi llam? "la larga espera", Am?rica Latina se volc? justamente "hacia adentro" al estar pr?cti camente fuera de la esfera mercantil internacional. La base estad?stica de su

    argumentaci?n es bien conocida. Inglaterra tuvo un comercio de exportaci?n muy menor (excepto para el Brasil) con el conjunto de Am?rica Latina entre

    1831-1850, respecto del mundo en general. De esta forma, fuera de los ci clos coyunturales del guano, salitre, lanas, tintes, az?car, plata y henequ?n, el desarrollo latinoamericano se vio envuelto en una "autonom?a" forzada

    Desde la fundaci?n del Ministerio de Fomento en M?xico, con Lucas Alam?n, se utiliza en la literatura econ?mica de la ?poca el concepto de "industrias nuevas" para resaltar el

    impulso a todas aquellas industrias diferentes del sector agro-minero de herencia colonial en la ?ptica modernizante de Alam?n y de Estevan de Antu?ano. V?ase Alam?n, Lucas,

    Memoria de Fomento. 1843, M?xico (1843), Anales del Ministerio de Fomento. 1854 1855, 2 vols. V?ase tambi?n el fondo Gobernaci?n ramo de "industrias nuevas" y de "pa tentes" del Archivo General de la Naci?n de M?xico (A.G.N.M.).

    Ver el agudo art?culo sobre los dependentistas de O'Brien, Philip J., "Zur Kritik lateina merikanischer Dependencia-Theorien", en: Phule, H., Lateinamerika-Historische Realit?t und DEpendencia-Theorien, Hamburg, 1977. Stein, Stanley and B?rbara, The Colonial

    Heritage of Latin America: Essays on Economic Dependence in perspective, New York, 1970. Halperin Donghi, T., "'Dependency Theory' and Latin American Historiography",

    en: larr 17, 1982, pp. 115-130.

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    que le oblig? a producir para sus adentros.5 En la perspectiva del an? lisis hist?rico, cobra inter?s el estudio de la segunda mitad del siglo XIX latinoamericano porque la historiograf?a ubica en este periodo el arranque

    de la influencia europea a partir de la conclusi?n de las reformas liberales.6

    Surge entonces un tercer matiz al debate: las j?venes naciones son pol?tica mente independientes pero econ?micamente d?biles, al caer en graves pro blemas financieros y dependencia comercial de Europa. Desde el punto de vista del proceso social la mayor parte de la poblaci?n latinoamericana (in dios, castas, mestizos y negros) apenas si desempe?aba un papel econ?mico debido a su escaso poder adquisitivo, obstaculizando el impulso a las "industrias nuevas". Es obvio que una reconsideraci?n hist?rica sobre la

    dependencia y el subdesarrollo debe puntualizar la forma en que el sector externo impact? diferencialmente a las distintas econom?as latinoamerica nas, creando en algunos espacios, subordinaciones o sat?lites al estilo de lo descrito por Gunder Frank (el caso de Chile) y en otros, desarrollos desde adentro y hacia adentro, como pareci? ser el caso de M?xico durante la dic tadura porfirista. En el caso mexicano, los estudios regionales han arrojado nueva luz para explicar el comportamiento econ?mico de los diferentes

    grupos sociales en la escena del "desarrollo hacia afuera" tratando de desci

    frar, por ejemplo, la racionalidad de esta incipiente burgues?a de negocios mexicana, ligada por raz?n de su historia, a linajes y redes de trasmisi?n familiar7 en alianza estrecha con diversas minor?as, sobre todo la espa?ola y la francesa, dominando el universo de las generosas concesiones que la ad

    ministraci?n porfirista otorg? para levantar una econom?a postrada desde finales de la etapa colonial.8 Tanto en la escena nacional como en la local, el

    La obra clave del Profesor Platt es: Bussiness Imperialism 1840-1930, An inquiry based on British Experience in Latin America, Oxford, 1977. El antecedente es su libro Latin America and British Trade 1806-1914, London, 1972. En un art?culo pol?mico, Stanley Stein critica el concepto de "autonom?a" de Platt en: "D.C.M. Platt: The Anatomy of Au

    tonomy", LARR 15, 1, 1980, pp. 131-146. Platt contest? fuerte en "Dependency in Nine teenth Century Latin America: An Historian objects". Tambi?n en larr 15, 1, 1980, pp. 113-130, y en el siguiente numero escribi? su famoso ensayo "The Anatomy of Autono

    my" (whatever that may mean) pp. 147-149. V?ase el volumen sobre esta presencia europea en: ahila, Capitales, empresarios y obre ros europeos en Am?rica Latina, Actas del VI Congreso, Estocolmo, 1983.

    V. Balmori, Diana et al., Notable Family Networks in Latin America, Chicago, London, 1984.

    La bibliograf?a para M?xico es abundante, citemos s?lo a algunos autores: Aguirre, Car

    men, Personificaciones del capital, CIHS-ICUAP, M?xico, 1987. Pacheco Z., Ma. Pilar, Los

    empresarios fundadores de la CIASA. 1897-1900, tesis Lie. Historia, uap, M?xico 1987. Morales M., Humberto, Localizaci?n industrial y tecnolog?a en el Porfiriato. 1899-1925,

    tesis Lie. Humanidades, uam-izt., M?xico 1986. Gamboa O., Leticia, Los empresarios de

    ayer, CIHMO, ICUAP, M?xico, 1985. Grosso, Juan Carlos, Estructura productiva y fuerza

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    M?xico del siglo xix se construye como naci?n en la medida en que las ?lites de poder econ?mico, herederas del sistema de la econom?a colonial de fines del siglo xvm, fueron capaces de reconstruir espacios econ?micos del

    antiguo r?gimen con una nueva orientaci?n pol?tica, sustituyendo paulati namente las viejas formas de representaci?n y legitimidad por las del pater nalismo (con fuerte influencia sansimoniana y fourierista) y, sobre todo, intentando unir el ?mbito de su influencia econ?mica con la pol?tica, acele rando enormemente la movilidad social y el mestizaje racial y cultural. Es tas reconstrucciones del espacio econ?mico y social se vistieron siempre con el ropaje de la tradici?n y reflejaron sociabilidades del antiguo r?gimen colonial. Pero el acto de reconstruir, de reordenar desde la "periferia regio nal" all? donde poderes centralizantes no exist?an, en donde las ?lites locales

    y regionales no se identificaban con una frontera nacional, con una ?lite nacional, la modernizaci?n de las formas fue sin duda impresionante. En esto el resto del subcontinente tiene mejores semejanzas con el caso mexi cano. Estos procesos de transformaci?n paulatina se originaron antes de la consolidaci?n del "liberalismo triunfante" y desembocan hacia finales del

    siglo xix en el inevitable choque entre proyectos de naci?n "hacia afuera" y los que, desde la frontera interior, buscaron siempre, por necesidad de la

    historia, la naci?n "hacia adentro". Tres son los aspectos que no podemos olvidar en esta dif?cil integraci?n

    de Am?rica Latina a partir de la segunda mitad del siglo XIX, independien temente del debate

    "dependentista-autonomista":

    - La penuria financiera de los Estados latinoamericanos. Los derechos de

    importaci?n se volvieron imprescindibles para financiar las guerras y pronunciamientos, o para contestarlos. Las aduanas parecieron ser la fuente vital de recursos para combatir la inestabilidad pol?tica de los a?os de la

    "larga espera". Aqu? jugaron un enorme papel las intrigas de diplo m?ticos extranjeros con amenazas de contrabando, influencias, sobornos, para obligar a los gobiernos locales a respetar pr?cticas libre-cambistas

    perjudiciales para el desarrollo "aut?nomo". Quiz? una vez m?s, el caso de M?xico fue un tanto excepcional en cuanto al arrollador debate libe ral de las oligarqu?as latinoamericanas que aceptaban sin m?s ser agentes subordinados de la divisi?n internacional del trabajo. En el M?xico de

    Lucas Alam?n, los proteccionistas, en ocasiones identificados como con

    de trabajo fabril en el municipio de Puebla, UAP, M?xico, 1984. Mi?o Grijalva, Manuel, Obrajes y tejedores de Nueva Espa?a, tesis Doc. Historia, El Colegio de M?xico, M?xico,

    1982. Kicza, John, Empresarios coloniales, familias y negocios en la Ciudad de M?xico durante los borbones, M?xico, 1981. Cardoso, Ciro (coord.), Formaci?n y desarrollo de la burgues?a en M?xico, M?xico, 1978.

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    servadores, intentaron desde muy temprano pr?cticas de protecci?n y fo mento de la industria nacional cuyo mejor exponente fue la formaci?n del Banco de Av?o estudiado por Robert Potash (1959), y el sistema fabril de Estevan de Antu?ano. Todo esto, muy opuesto a las desventuras del Per?

    independiente que ten?a una reserva proto-industrial tan importante como la mexicana, pero un empresariado no escuchado por las oligarqu?as libe rales.9

    - La inestabilidad pol?tica y el papel de las oligarqu?as. La inestabilidad

    pol?tica pareci? ser la consecuencia de la recurrente debilidad de las lla madas capas dominantes para imponer una hegemon?a (Gramsci) sobre sus rivales hist?ricos. Alianzas y compromisos, discontinuidades y con tradicciones en la pol?tica, reflejaban las alianzas de intereses inestables de las diversas fuerzas sociales. No hab?a lugar, pues, para una pol?tica econ?mica continua, excepto para el M?xico porfirista de finales del siglo XIX, truncada por la violencia de la guerra civil de 1910.

    - El modelo de inserci?n econ?mica de las econom?as latinoamericanas al mercado mundial. La ausencia de un mercado nacional y los constantes vac?os de poder sobre todo en las naciones con fuerte pasado ind?gena, provoc? la ausencia de partidos fuertes y la polarizaci?n de los conflictos

    pol?ticos entre cacicazgos regionales y poderes centrales. La frontera "naci?n" en Latinoam?rica fue bastante endeble pues la formaci?n de las naciones dependi? m?s del pacto de ruptura con la metr?poli por parte de las viejas oligarqu?as, que de un sentimiento cultural, etnoracial y simb? lico de pertenencia a un territorio. De esta forma, la inserci?n de los pa? ses latinoamericanos a la ?rbita imperial dependi? mucho de los nexos

    que las oligarqu?as locales tuvieron con el exterior por razones de origen, sangre, y/o vinculaci?n mercantil desde los tiempos virreinales. As? por ejemplo, las rep?blicas rioplatenses fomentaron la migraci?n hispano italiana, el Brasil la franco-portuguesa, M?xico, en fuerte lucha con su

    imaginario mestizo, intent? repeler a Espa?a y acercarse a la Europa in

    dustriosa, pero la historia termin? aclar?ndole que la presencia espa?ola en el comercio, la industria y la agricultura ten?a m?s arraigo cultural del

    que los "cient?ficos" pod?an imaginar. La mejor prueba de la resistencia "desde adentro" a la subordinaci?n

    imperial la tenemos en los proyectos mexicanos de creaci?n de empresas y circuitos mercantiles en el sector textil de finales del siglo XIX. No todo

    pareci? subordinaci?n en el panorama del crecimiento acelerado de 1890

    La mejor aproximaci?n del caso peruano y su contraposici?n con M?xico es el estudio de Gootenberg, Paul E., Merchants, Foreigners and the State: The origin of Trade Policies

    in Post-Independence Peru, Chicago, Ph.D. Diss, 1985.

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    1910. Tan s?lo en la rama de la industria textil de las grandes compa??as por acciones, entre 1890-1910 descubrimos que una buena parte de los

    capitales de inversi?n proven?an de un conjunto de actividades econ?mi cas y especulativas generadas al interior de los circuitos mercantiles, en el contexto de la espacializaci?n aut?rquica en que se desarrollaba la econom?a mexicana despu?s de m?s de medio siglo de pronunciamientos, guerras civiles y de intervenciones extranjeras, todo ello como saldo de la independencia pol?tica de 1821 .l()

    En la ?ptica de la teor?a econ?mica dependentista, el desarrollo del capi talismo en Am?rica Latina es analizado como un fen?meno tard?o que se afianza por medio de la sustituci?n de importaciones en coyunturas interna cionales espec?ficas, integr?ndose por esta v?a, de manera diferencial seg?n el pa?s y la coyuntura pol?tica regional, al capitalismo avanzado de E.U. y Europa. Sin negar la importancia de esta subordinaci?n hay que decir, en

    apoyo a una tercera postura historiogr?fica "intermedia", de la que mis in

    vestigaciones forman parte, que en el caso mexicano, las inversiones en las industrias de mercado interno contaron con la asesor?a de una complicada red de personajes ligados tanto a grupos de poder regional como del centro (los "cient?ficos") cuya trayectoria en los negocios locales databa en muchos casos desde finales del siglo xvm por medio de verdaderas corporaciones de familias novohispanas ligadas al control de las v?as de comunicaci?n y de los consulados, como los de M?xico y Veracruz.11

    La subordinaci?n a la "?rbita imperial" no fue tan simple y quiz? M?xico sea un caso, dentro del espacio poscolonial iberoamericano, en el que los intentos de industrializaci?n y "desarrollo hacia adentro" fueron importantes

    desde mediados del siglo xvill.12 En pleno crecimiento econ?mico, entre

    V?ase Bernecker, Walther, De agiotistas y Empresarios, en torno a la temprana industria lizaci?n mexicana, Siglo xix, UIA, M?xico, 1992 (versi?n alemana de 1987), Haber, Step

    hen H., Industry and Under development, The industrialization of Mexico. 1890-1940, Stanford, 1989. Mi?o Grijalva, Manuel, Tejedores y comerciantes de Nueva Espa?a, V Centenario, Madrid, 1991. Thomson, Guy, Puebla de los Angeles, Industry and Society in a Mexican City. 1700-1850, Westview Press, Boulder, 1989. Liehr, Reinhard (ed.), La

    formaci?n de econom?as latinoamericanas y los intereses econ?micos europeos en la

    ?poca de Bol?var, 1800-1850, Berl?n, 1988. Salvucci, Richard, Textils and capitalism in

    Mexico, An economic history of the obrajes. 1539-1840, Princeton, 1987. V?ase Marichal, Carlos, "Dos momentos decisivos en la historia de los empresarios astu rianos en la Ciudad de M?xico. Siglos xvm-xix", en: /// Encuentro de americanistas en

    Asturias, Oviedo, mayo, 1991. Kickza, J. 1981. Ur?as H., Margarita, "Las mercanc?as de la nacionalidad", en: Revista Historias, 1986. Cardoso, Ciro, 1978.

    V?ase Haber, Stephen H., "La industrializaci?n de M?xico. Historiograf?a y an?lisis", en: Historia Mexicana, vol. XLII, Enero-Marzo 1993, Bernecker, 1992, pp. 649-688.

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    1880-1910, dos fen?menos aparecen como ejes explicativos de este desarro llo interno:

    - El crecimiento de la econom?a agro-minera-exportadora vinculada clara mente al mercado mundial y sus coyunturas. Observamos aqu? la apertura a la inversi?n extranjera con grandes reformas administrativas y financie ras (nacimiento de la banca moderna) favorables al fomento de la infraes tructura de comunicaciones (ferrocarriles) y al surgimiento paralelo de un

    mercado interno subsidiario de dicho eje exportador. Los mecanismos del apoyo indirecto o directo a las inversiones for?neas se fincaron sobre la base de grandes subvenciones para el tendido de v?as f?rreas, concesiones de tierras y derechos patrimoniales para la explotaci?n de recursos tanto renovables como no renovables y a las exenciones fiscales que permitie ron el financiamiento de grandes proyectos fabriles en un principio liga dos al eje exportador.13

    - El desarrollo de una pol?tica econ?mica liberal que permiti?, al amparo de las concesiones otorgadas al sector exportador, el surgimiento de "in dustrias nuevas" tanto en peque?a como en gran escala as? como la conti nuidad de las manufacturas tradicionales heredadas de la econom?a colonial, en la medida en que ?stas no entraron en competencia por los

    grandes mercados regionales, con los nuevos establecimientos de tipo moderno manejados por sociedades an?nimas. La formaci?n del gran mercado interno nacional en M?xico para los a?os finales del siglo XIX fue el objetivo de las ?lites favorecidas con el tr?fico de influencias de la administraci?n centralista del General D?az aprovechando los circuitos

    exportadores para fundar f?bricas capaces de abastecer el consumo de

    grandes grupos migratorios tanto del centro como de las costas y del nor te del pa?s.

    Estos dos fen?menos crearon al mismo tiempo las condiciones econ?mi cas del nuevo mercado interno nacional al paso de las rutas comerciales del

    eje agro-minero-exportador y, paralelamente, el desarrollo de inversiones de capital a escala regional explotando exitosamente industrias de bienes de consumo (indumentaria, artesan?as de cuero, bebidas alcoh?licas, alimenta ci?n, tejidos y estampados de algod?n, etc.).

    La longue dur?e del sistema econ?mico colonial se encontr? en este fin de siglo con un nuevo movimiento que pretendi? la modernidad en la vida

    V?ase Morales, Humberto, "La pol?tica de incentivos del r?gimen porfirista para las

    grandes compa??as por acciones", en: VII Encuentro sobre estudios del capitalismo a es

    cala regional, HH, Universidad de Michoac?n, Morelia, M?xico, 1988.

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    econ?mica de M?xico sobre todo a partir de 1880. Los resultados se antojan desiguales. M?ltiples coexistencias y una obsesi?n de Estado por la homo

    geneizaci?n de una sociedad que, de origen, no acababa de consolidar una

    imagen unitaria ni en lo racial, ni en lo cultural ni en lo social.14 No estar?a completa esta aproximaci?n historiogr?fica sin insertar el de

    bate en la ?ptica de las preguntas ?por qu? no todas las sociedades del "nue vo mundo" tuvieron ?xito en su relaci?n crecimiento econ?mico-desarrollo social? o visto de otra manera, ?por qu? el llamado "tercer mundo" (al que

    Am?rica Latina se asoci? justo a partir de la segunda mitad del XIX) no al canz? el desarrollo durante el siglo xix?

    A principios del siglo XX Inglaterra era ya uno m?s de los pa?ses desa rrollados. Ces? su hegemon?a econ?mica mundial, siendo sobrepasada por EE.UU. desde 1880. El movimiento hacia el desarrollo hab?a contagiado a pr?cticamente todos los pa?ses europeos y a aquellas regiones latino americanas que ten?an poblaci?n europea, como Argentina, Chile y Uruguay (1890-1920 ?poca de las grandes migraciones al Cono Sur). Muchas regiones iniciaron el camino al desarrollo sin haber pasado por la Revolu ci?n Industrial. Estos casos siguieron de cerca la expansi?n de Inglaterra y estuvieron en cierta medida bajo su ?gida financiera y comercial. Sin em bargo, Am?rica Latina no logr? integrar a sus niveles de crecimiento acele rado de finales del siglo XIX niveles de desarrollo homog?neos por la simple y sencilla raz?n de que jam?s emprendi? o pudo emprender una verdadera revoluci?n agr?cola. Paul Bairoch nos ha se?alado con gran elocuencia c?

    mo los climas temperados de la Europa y Norteam?rica atl?nticas y las tec

    nolog?as agr?colas dise?adas para sus territorios permitieron desde el siglo xv?n iniciar el

    "despegue", mientras que la adaptaci?n tard?a de estas t?cni cas en el contexto latinoamericano fue desafortunado pues no correspondie ron a los climas tropicales de la regi?n.15 Aunado a esta situaci?n, el ahora "tercer mundo" sufri? hist?ricamente un proceso de "des-industrializaci?n"

    La etapa propiamente estad?stica comienza en M?xico con las publicaciones dirigidas por Antonio Pe?afiel que desembocan en el primer censo oficial de poblaci?n de 1895. V?ase Directorio Estad?stico de la Rep?blica Mexicana, Imp. La Europea, M?xico, 1888-1889. Las Memorias de Hacienda. 1894-1911. Los 15 vol?menes del Anuario estad?stico de la

    Rep?blica Mexicana, Fomento, 1894-1912. Sin duda este boom de la estad?stica pretendi? obtener una imagen homog?nea del pa?s de cara a una modernidad forzada por las ?lites liberales de la ?poca. Para una discusi?n sobre el puente entre las formas tradicionales y las modernas en el tr?nsito del siglo XIX, v?ase el texto de F.X. Guerra, M?xico, del anti

    guo r?gimen a la revoluci?n, FCE, 2 vols., 1988. Para el conjunto del mundo hisp?nico su m?s reciente estudio: Modernidad e Independencias, Mapfre, Madrid, 1992. V?ase Bairoch, Paul, "D?veloppement", en: Mairesse, Jacques et alii., Encyclop?die ?conomique, Econ?mica, Paris, 1991, pp. 133-156 (actualiza y resume todas sus publica ciones a la fecha).

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    desde las etapas coloniales, pues, sobre todo en la Am?rica Hispano Lusitana,16 las pol?ticas prohibicionistas de las metr?polis retardaron con mucho la expansi?n industrial aut?ctona (aut?noma dir?a Platt). Quiz? s?lo China pudo resistir la avalancha "neo-colonial" del siglo XIX al mantener circuitos cerrados de comercializaci?n de productos textiles de consumo interno en 40% ante la expansi?n comercial brit?nica, entre 1860-1890.

    Parad?jicamente, y aqu? los "conservadores" mexicanos con Alam?n a la cabeza se alegrar?n un poco, un fuerte aliado del pasado colonial desindus trializante de Am?rica Latina lo fue sin duda el liberalismo econ?mico a ultranza.

    Para terminar con esta parte del ensayo mencionar? que el supuesto bene ficiario de estos procesos de des-industrializaci?n y colonizaci?n sin desa rrollo no lo fueron siquiera los antiguos Imperios Coloniales ni Occidentales en su conjunto. Dado que la econom?a no es un juego de suma cero, la p?r dida de algunos agentes de la producci?n no significa necesariamente la

    ganancia de los otros. El que agentes privados hayan logrado beneficios no

    significa, en el terreno de la macroeconom?a, que las "naciones" imperiales hayan salido sonrientes del proceso, a saber:

    - La Revoluci?n Industrial en Occidente (EE.UU. incluido) no se desenca den? como consecuencia de la condici?n colonial del "Tercer Mundo".

    - En el an?lisis de las tendencias macroecon?micas de Europa en el siglo XIX se constata que los pa?ses "sin colonias" conocieron ritmos de desa rrollo m?s r?pidos. La correlaci?n se antoja cuasi-perfecta.

    Lo anterior no significa que el colonialismo haya tenido una correlaci?n

    negativa en las metr?polis. Simplemente que el desv?o de recursos y energ?a cre? problemas en las tendencias de su ulterior desarrollo, Espa?a y Portu

    gal son casos pat?ticos de Imperios-Naciones en esta direcci?n.

    Raza y clase en la ?ptica de las oligarqu?as liberales de la segunda mitad del siglo XIX

    La "pigmentocracia" hispanoamericana y la "colorcracia" de las sociedades

    esclavistas del Caribe fueron el principio rector de las sociedades colonia

    Para una visi?n actualizada de por qu? la Am?rica anglo-sajona s? logr? los beneficios del desarrollo desde las etapas coloniales, v?ase Engerir?an, Stanley and Kenneth Sokoloff, "Factor Endowments, Institutions, and Differential paths of growth among New World

    economies" (A view from economic historians of the United States), en: Haber, Stephen, How Latin America fell behind, Essays on the economic histories of Brazil and Mexico,

    1800-1914, Stanford, USA, 1997, cap?tulo 10, pp. 260-304.

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  • enero-junio 2003 Las ideas pol?ticas sobre la naci?n en Am?rica Latina durante...

    les iberoamericanas. En la vida cotidiana la mezcla ?tnica se present? prin cipalmente en las haciendas y plantaciones. Para finales del siglo xvm los

    espa?oles, mestizos y mulatos ya estaban infiltrados en los pueblos y haciendas. En el Caribe, el mulato comienza a predominar sobre todo en las inmediaciones de las plantaciones. En Hait? este grupo se convirti? en la casta de peque?os propietarios a lo largo del siglo XIX. Pero esta diferencia se dio porque en las posesiones francesas el Code Noir otorgaba esta posibi lidad. Por supuesto tambi?n que en la Am?rica Latina continental la pobla ci?n negra no tuvo la importancia num?rica del Caribe. Desde el punto de vista de los sistemas sociales, esta diferencia marca las caracter?sticas del Caribe como las de una "Am?rica Latina" aparte del continente. Quiz? s?lo puede haber similitud con el sistema de factor?a y esclavismo del Brasil

    portugu?s. La conjura haitiana de 1791 inaugura ese ciclo libertario en don de las razas oprimidas buscan ya un lugar en la jerarqu?a social de las colo nias americanas. Ya Vincent Og?, mulato, hab?a demandado a la Asamblea Nacional en Par?s la extensi?n de los Derechos del Hombre y del Ciudadano

    para la colonia en 1789. Sus reclamos no fueron escuchados (como tampoco los de los diputados americanos provinciales a Cortes en el Imperio Espa?ol

    quienes exigieron igualdad de representaci?n ante la Junta, en los hechos de 1808-1809 y fueron despreciados por eso, por ser americanos) y Hait? se

    envuelve en una guerra de independencia entre 1802-1807 que le otorgar?a a los mulatos el control del territorio. Cuba fue r?pidamente contagiada de este esp?ritu con la rebeli?n de Aponte, desmembrada su organizaci?n por una traici?n, los negros cubanos tendr?n que esperar todo el resto del siglo y aun m?s para sentirse formalmente libres. No por ello, algunos criollos "na cionalistas" abrazaron la causa cubana en alianza con mulatos para intentar la ansiada autonom?a sin romper los lazos del "...lenguaje, la sangre y la religi?n".18 Al nivel de las ?lites, la promoci?n de la libertad de los esclavos en el Caribe serv?a de bandera de reivindicaci?n ?tnica y de estandarte de lucha entre grandes y medianos propietarios. Casi siempre los grandes plan tadores jugaron la posibilidad de una eventual anexi?n a los Estados Unidos de Am?rica. En plenas campa?as bolivarianas, una representaci?n cubana en 1823 parti? hacia Colombia para pedir apoyo a la causa cubana. Ese

    mismo a?o, Jos? Francisco Lemus, autodenominado representante de Bol? var en la isla fue capturado y hecho prisionero junto con sus lugartenientes.

    V?ase M?rner, Magnus, Estado, razas y cambio social en la Historia de Hispanoam?rica colonial, M?xico, sep, 128, 1976 y Serna, Juan Manuel de la, "Etnia y clase en la historia de la independencia latinoamericana", en: Anuario de estudios latinoamericanos, UNAM, no. 26, 1995. V?ase Hugh, Thomas, Cuba la lucha por la libertad, Barcelona, Grijalbo, 1973, t. 1, p. 143.

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  • Humberto Morales Moreno R.H.A. N?m. 132

    En el continente, la gesta libertaria del cura de Dolores en M?xico tuvo tin tes antirraciales ante su conocida proclama de abolici?n de la esclavitud.

    Est? bien estudiada la salida de control que las huestes de Hidalgo tuvieron cuando las proclamas independentistas del procer convirtieron a las masas

    ind?genas en actores de primer plano en la guerra de independencia de 1810 1811.19 Con mayor fuerza, Morelos, quien por su ascendencia personal esta

    ba m?s cerca de las razas "sin historia", advirti? la inminencia de una guerra de razas en su famoso decreto de Tecpan de 1811 :

    Que nuestro sistema s?lo se encamina a que el gobierno pol?tico y militar que reside en los europeos recaiga en los criollos... y en consecuencia de que no

    haya distinci?n de calidades, sino de que todos generalmente nos nombremos americanos, para que unidos como hermanos, vivamos en la santa paz que nuestro redentor Jesucristo nos dej?... que no haya motivo para que los que se llaman castas quieran destruirse unos a los otros, los blancos contra los negros

    o estos contra los naturales. Que siendo blancos los primeros representantes del reino y los primeros que tomaron las armas en defensa de los naturales de los pueblos y dem?s castas, uniform?ndose con ellos, deben ser los blancos por este m?rito, el objeto de nuestra gratitud y no del odio que se quiere for

    mar en ellos.20

    Durante las revoluciones hisp?nicas americanas, ambos bandos en lucha reclutaban a los miembros de sus ej?rcitos sin distinciones de orden ?tnico social. En Per?, del lado realista fue evidente. El Gral. San Mart?n en la cam

    pa?a de Chile cont? con un buen contingente de negros. En Venezuela dos

    negros, Jos? Leonardo Chirinos y Caridad Gonz?lez proclamaron en 1795 la "Ley de los Franceses" y la supresi?n de alcabalas. Fueron reprimidos pero en 1813, desatada una guerra sociorracial en Venezuela, miembros de la

    insurgencia se enfrascaron en fusilamientos y alzamientos entre mestizos y criollos por el control de las castas y negros. El mismo Bol?var pareci? tener una actitud ambivalente respecto a las castas y negros producto del fusila

    miento de Piar por incitar a una guerra de color indeseada por los militares criollos. En su discurso de Angostura parece aclarar un poco su postura:

    Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo ni el americano del norte, que m?s bien es un compuesto de ?frica y de Am?rica, que una emana

    V?ase Vi lloro, Luis, El proceso ideol?gico de la revoluci?n de independencia, M?xico, UNAM, 1957. 20 V?ase "Decreto del 13 de octubre de 1811 dictado en Nuestra Se?ora de Guadalupe de

    Tecpan", en: Gonz?lez de Cos?o, Legislaci?n indigenista de M?xico, M?xico, 1.1. ?nter

    americano, 1958, p. 26.

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    ci?n de la europea; pues hasta la Espa?a misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su car?cter. Es imposible asignar con propiedad a qu? familia humana pertenecemos. La mayor parte del ind? gena se ha aniquilado, el europeo se ha mezclado con el americano y con el

    africano y ?ste se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de la misma madre, nuestros padres diferentes en origen y sangre son

    extranjeros y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia.21

    As?, la fundaci?n de la naci?n en Latinoam?rica conlleva el peso de la diferenciaci?n ?tnica que las oligarqu?as hegem?nicas de la segunda mitad del siglo, las del "liberalismo triunfante", llevar?n celosamente en la memo ria en sus pol?ticas civilizatorias y de impulso a la inmigraci?n europea con el objeto de blanquear la sangre y el car?cter "taciturno" de los indios, en el extremo de M?xico, o, su exterminio en el caso de Argentina. La furiosa

    guerra de castas y los diversos levantamientos ind?genas de Centroam?rica y M?xico a lo largo de la vida republicana del siglo XIX son de alguna manera

    la confirmaci?n de una premonici?n tambi?n de corte bolivariano. Nos trae a la memoria el Profr. John Lynch una carta de Bol?var a P?ez, pocos a?os antes de su muerte, en donde se pregunta "...Un inmenso volc?n est? a nuestros pies. ?Qui?n contendr? las clases oprimidas? La esclavitud romper? el fuego: cada color querr? el dominio".22

    Conocidos son los procesos sociales y conflictos pol?tico-militares tanto de M?xico como del Cono Sur en la segunda mitad del siglo XIX (Intervenci?n Francesa, Guerra del Pac?fico, expansi?n de las clases medias inmigrantes en las rep?blicas rioplatenses, etc.). Concentremos un poco la atenci?n en Centroam?rica. Este territorio posee una de las diversidades ?tnico-sociales m?s importantes de Am?rica Latina. Aqu? distinguimos dos influencias: por un lado la de Mesoam?rica vinculada con el Altiplano mexicano, por otra la del sur con fuerte filiaci?n Macro-Chibcha y Caribe. En esta porci?n ?stmica convivieron tres grandes culturas: la espa?ola, la india y la negra. A diferen cia del Caribe, aqu? el mestizaje fue predominantemente indo-europeo e indo-afro-europeo. Las poblaciones negras se asentaron en la colonia in

    glesa de Belice y en el litoral hondureno a finales del siglo xvm. En Cen

    troam?rica, la conformaci?n de nuevas rep?blicas independientes y las reformas liberales que comenzaron en 1870 alteraron profundamente la relaci?n ?tnico-cultural de la regi?n por lo menos hasta 1950. Los criollos y

    mestizos gobernaron sus territorios intentando integrar al indio a toda costa

    21 Bol?var, Sim?n, Discurso de Angostura, M?xico, UNAM, 1978, p. 15. 22 Bol?var a P?ez, 4 de agosto de 1826, en: Lynch, John, Las revoluciones hispanoamerica nas. 1808-1826, Barcelona, Ariel, versi?n de 1980, p. 34.

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    a un modelo anglosaj?n de organizaci?n pol?tica. El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panam? lograron entre 1870 y 1950 una fuerte

    integraci?n sociorracial de 80% de su poblaci?n bajo los valores liberales occidentales. Los indios aumentaron relativamente pero disminuyeron por centualmente del conjunto de la poblaci?n. Esta tendencia demogr?fica, si bien lejos a?n de la llamada transici?n demogr?fica europea, fue el com portamiento de las series vitales para una buena parte de la Am?rica indo

    mestiza. M?xico, que hab?a presumido de siempre su vocaci?n mestiza desde la Colonia, no ve completar su cuadro mayoritariamente mestizo a nivel nacional sino cuando la estad?stica del Dr. Pe?afiel, en pleno Porfiria to, anuncia que en las haciendas, ranchos y f?bricas, el elemento indio, la raza y sus "defectos" sigue marcando la diferencia entre un universo cada vez mayor de mestizajes, cuyo auge no fue el siglo xv?n, sino en los ?ltimos a?os del siglo xix. Excepci?n importante fue siempre Guatemala, cuyas cifras del descenso relativo de la poblaci?n ind?gena pasaron de 77% a 55% entre 1823-1950. Un caso sin duda aislado del resto de Centroam?rica como lo fueron tambi?n Per? y Bolivia respecto de Chile, Brasil y Argentina.

    En cuanto al proceso social de integraci?n racial en el Brasil los misione ros portugueses ya justificaban la esclavitud al mismo tiempo que peleaban por la emancipaci?n de los amerindios.23 En un estudio ya viejo y poco per tinente, Gilberto Freir? intent? probar que en el caso del Brasil el esclavis

    mo no tuvo el mismo significado que en Hispanoam?rica, pues en la

    fazenda brasile?a el negro esclavo formaba parte importante de la planta ci?n y el trato era m?s humano que en otras partes.24 Familiar o no, el negro no dej? de ser esclavo en el Brasil colonial y quiz? el modelo de organiza ci?n sociorracial del Brasil es comparable en todo caso con las colonias

    angloamericanas.23Enfocando el problema desde la perspectiva de la coloni zaci?n de factor?a, veremos que los portugueses son expertos en "conquis tas" de litorales, no de "tierra adentro", como los espa?oles. En este sentido, la utilizaci?n de la poblaci?n negra en el litoral no s?lo cumpli? con la fun ci?n econ?mica de productores en plantaciones, sino tambi?n con la de pro pagadores de una conquista espiritual muy peculiar hacia el interior del

    territorio, como misioneros y divulgadores del portugu?s entre los naturales.

    V?ase Brion, Davis, El problema de la esclavitud en la cultura occidental, Buenos Aires, Paid?s, 1968. V?ase Freir?, Gilberto, Casa grande y Senzala: formaci?n de la familia brasile?a bajo el r?gimen de la econom?a patriarcal, Buenos Aires, Emec?, 1943, vol. 1.

    Una posici?n contraria a la de Freir? es la del Profr. Davis, Brion, op. cit. Incluso en el an?lisis de la novena, muestra la crueldad del sistema esclavista portugu?s. Kenneth

    Stampp en: La esclavitud en los Estados Unidos: la instituci?n peculiar, Madrid, Oikos, 1966, muestra ejemplos bastante comparables al Brasil colonial.

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    En la ?poca independiente, las conspiraciones y revueltas de negros brasile ?os fueron muy variadas e importantes. Rolando Mellafe (1983) detect? entre 1800 y 1835 ocho revueltas de resistencia a la esclavitud. El siglo XIX fue bastante desprotector y dif?cil para la poblaci?n negra en el Brasil. Esto, a pesar del Codeai Criminal do Imperio do Brasil que aliger? en el siglo XIX cargas y castigos, pero, como lo apunta el Profr. Mellafe

    Nunca como en aquellos a?os y en el siglo siguiente fxix], los negros, en el Brasil, fueron m?s brutalmente tratados ni m?s segregados. Los hacendados, ca?eros y mineros siguieron dictando las formas de castigo y persecuci?n que convinieron a sus propios intereses y circunstancias.26

    Este es el panorama que hereda Am?rica Latina en la ?poca de los "fede ralismos" y consolidaci?n de los Estados olig?rquicos de la segunda mitad del siglo XIX.27

    La Naci?n en Latinoam?rica (1821-1910). De la tradici?n pactista al federalismo pol?tico de la segunda mitad del siglo XIX

    Desde las crisis del socialismo real, el derrumbe de la URSS y la divisi?n de

    Yugoslavia, los estudios sobre la Naci?n y el Nacionalismo han cobrado un segundo auge a nivel internacional. Sin embargo fue la obra de Eric Hobsbawm (1990) sobre Naciones y Nacionalismos desde 1780,28 la que marc? la pauta historiogr?fica sobre los estudios hist?ricos de la Naci?n. Am?rica Latina no ha quedado al margen de esta situaci?n. Tres son las orientaciones historiogr?ficas: a) La tradicional ?ptica pol?tica. Esto es, la relaci?n entre la Naci?n y el Estado, sea bajo el aspecto institucional o bajo el de las pr?cticas pol?ticas, b) El enfoque cultural. La formaci?n de la con ciencia criolla o de las identidades culturales de tal o cual regi?n en la ?poca colonial, c) Los imaginarios y las memorias. Los lenguajes que construye ron y cristalizaron los proyectos nacionales de los nuevos estados latinoa

    mericanos y sus continuidades y rupturas hacia la segunda mitad del siglo XIX.

    V?ase Mellafe, Rolando, Breve Historia de la esclavitud en Am?rica Latina, M?xico, SEP, 1983, p. 121. 27

    Para una actualizaci?n de las discusiones sobre la formaci?n de los estados republicanos en Am?rica Latina en la segunda mitad del siglo xix, es importante referirse a la lectura de Carmagnani, Marcello (coord.), Federalismos latinoamericanos: M?xico, Brasil y Ar gentina, FCE, COLMEX, 1993. Para el debate desde la ?ptica de la historia econ?mica com

    parada de M?xico y Brasil, Haber, S., How Latin America Fell Behind, op. cit. 28 V?ase Hobsbawm, Eric, Nations and Nationalism since 1780. Programme, Myth, Reality, Cambridge Univ. Press, 1990.

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    En un esfuerzo de s?ntesis de esta historiograf?a sobre la naci?n en Am? rica Latina podemos afirmar que las naciones latinoamericanas fueron cons truidas "desde arriba" y las periodizaciones de esta "construcci?n"

    dependen del proceso pol?tico que las ?lites regionales activaron en la discu si?n del pactismo en los siglos xv?n y principios del XIX. La controversia

    sigue estando vigente en torno a la posible correlaci?n entre la irrupci?n de la modernidad en el siglo xv?n (Independencia norteamericana, Revoluci?n

    Francesa) y la aparici?n de la Naci?n. No est? claro todav?a si la "Victoria de la Naci?n Moderna" (F.X. Guerra) es un hecho hist?rico definitivo en la Am?rica Latina de la segunda mitad del siglo XIX.29 La singularidad de

    Am?rica Latina radica en que para fundar sus independencias, los estados latinoamericanos apelan a la soberan?a de la "naci?n" o de los "pueblos" sin

    que estas reivindicaciones hayan pasado por movimientos t?picamente "na cionalistas". La Naci?n latinoamericana no surge como consecuencia o en relaci?n directa al triunfo de la econom?a capitalista moderna ni a la apari ci?n de nuevos grupos sociales. El "auge" econ?mico de finales del siglo XVIII para algunas regiones latinoamericanas no represent? una continuaci?n de etapas anteriores. En cuanto a las sociabilidades modernas (F.X. Guerra las define como el tr?nsito a la alfabetizaci?n masiva, individualizaci?n de las relaciones sociales, disoluci?n de los v?nculos comunitarios tradiciona les, etc.), no existi? en estas tierras una modernizaci?n cultural que hiciera

    necesaria una nueva construcci?n de identidades. El despotismo ilustrado de los borbones espa?oles impuls? a finales del siglo xv?n la escolarizaci?n, alfabetizaci?n y otras pr?cticas culturales modernas, pero estamos lejos de que los cuerpos, los v?nculos de tipo antiguo y los valores tradicionales del anclen r?gime colonial hubieran desaparecido en la ?poca de las revolucio nes de independencia. Si hemos de entender la nacionalidad como la comu nidad dotada de un mismo bagage ling??stico y cultural, religioso o "?tnico"

    (origen m?tico o real de un pasado racial com?n), entonces Am?rica Latina es un verdadero mosaico de grupos en los que ninguna "naci?n" latinoame ricana quiso encuadrarse. Las ?lites criollas compart?an lo que en otras re

    giones constituir?a la Naci?n: origen europeo, lengua, religi?n, cultura y tradiciones pol?tico-administrativas. Con la misma nacionalidad estas ?lites decidieron construir naciones diferentes. Este es el quid del conflicto pol?ti co permanente en el que se ve envuelto todo el subcontinente a lo largo del

    Para una r?pida actualizaci?n de estos debates para el conjunto latinoamericano es obli gado consultar a Quijada, M?nica, "?Qu? Naci?n? Din?micas y dicotom?as de la naci?n en el imaginario hispanoamericano del siglo xix", en: Imaginar la Naci?n, Cuadernos de

    Historia Latinoamericana de AHILA, no. 2, Hamburgo, 1994, pp. 15-51. Tambi?n: Annino, Castro Leiva y F.X. Guerra, De los Imperios a las Naciones. Iberoam?rica, Zaragoza, Es

    pa?a, Ibercaja, 1995. As? como la obra coordinada por Carmagnani ya citada m?s arriba.

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    siglo XIX (quiz? el Brasil es un caso aparte pues la ruptura revolucionaria con Portugal no signific? desmembraciones territoriales, s?lo la ruptura y ulterior traslaci?n del pacto de uni?n al propio territorio brasile?o con la fundaci?n del Imperio). La resoluci?n del conflicto pol?tico generado

    por las ?lites criollas vencedoras en las independencias y en la construcci?n de las primeras rep?blicas liberales entre 1821 y 1910 parti? de considerar

    que las naciones latinoamericanas se fundaban sobre la base de reconocer la existencia de comunidades territoriales dotadas, estas s?, de fuerte identidad cultural (reinos y/o provincias). F.X. Guerra las considera "proto-naciones", en analog?a a lo que eran en la Edad Media y Moderna algunos reinos euro

    peos. La mayor?a de las nuevas naciones latinoamericanas emergieron con las independencias sin que la relaci?n identidad cultural-naci?n estuviera consolidada. Quiz? s?lo M?xico y Per? se aproximaron a este modelo de comunidad territorial y soberan?a plena a lo largo del siglo XVIH. Su parado ja: la lealtad a las instituciones imperiales fue m?s intensa en estas tierras.30 Seg?n las ?pocas y los pa?ses, el concepto de naci?n remite a significaciones

    muy diferentes. S?lo la permanencia de la referencia a ella y la variabilidad

    temporal de su contenido nos puede orientar el sentido de Naci?n que una colectividad hist?rica manifiesta en una ?poca determinada. En el siglo xix, la naci?n aparece ante los ojos de las oligarqu?as criollas ilustradas de Am? rica Latina como el nuevo modelo de comunidad. Arquetipo en tanto que pertenece al orden de lo ideal que sirve de referencia a la memoria, al pen samiento y a la acci?n, intentando siempre plasmarlo en la realidad. As?, a

    partir de la segunda mitad del siglo XIX estados tan dis?mbolos por su dife rente estructura de comunidad territorial como Argentina, Brasil y M?xico

    (los "tigrillos" de Am?rica Latina hacia finales del siglo XIX, mucho antes de que el mote del felino se lo apropiara el sudeste asi?tico) van a intentar unificar su visi?n de la naci?n a trav?s de una forma de gobierno ya bastante difundida por el liberalismo norteamericano: el federalismo. Bajo formas distintas, estas tres "naciones modernas" adoptaron el modelo de naci?n en una lucha constante de las ?lites con sus comunidades territoriales, a veces en apoyo a las legitimaciones antiguas de dichas comunidades (el M?xico de Ju?rez y el mito del mestizo fundador de la Rep?blica) en ocasiones re fundando un espectro de comunidad basado en las viejas identidades euro peas bajo la forma republicana liberal (el Brasil del fin del Imperio de 1889 y la Argentina federalista y provincial de 1853-1860).

    Es curioso que M?xico y Per? concluyeron sus independencias de forma m?s tard?a que Venezuela, R?o de la Plata y Nueva Granada. En dichas regiones la precosidad indepen dentista no ven?a acompa?ada de identidades culturales profundas.

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    Siguiendo al Profr. Carmagnani, la irrupci?n del federalismo como hist? rica forma de gobierno en Am?rica Latina (concretamente en los tres "ti grillos" ya mencionados) no se reduce a la traslaci?n de la influencia norteamericana, si bien su presencia es decisiva, pues la capacidad de adap taci?n del modelo federal en M?xico, Brasil y Argentina fue mucho m?s

    lejos en la elaboraci?n de modelos doctrinarios e institucionales. Se trat? en realidad de una re-invenci?n del federalismo. Ya F.X. Guerra hab?a se?ala do con anterioridad esta peculiar caracter?stica latinoamericana de reelabo raci?n doctrinal y adaptaci?n de formas europeas al contexto local.31 En la

    pr?ctica, estos tres pa?ses estudiados por el colectivo reunido por el Profr.

    Carmagnani, vincularon el horizonte doctrinario y el institucional de manera eficaz. La Federaci?n es un concepto y una realidad que convergen paulati namente como reorganizaci?n de las ideas y procesos pol?ticos preexistentes (vac?os de poder e intentos de Estado-Naci?n en la primera mitad del siglo

    XIX). Con la Monarqu?a Constitucional, M?xico aparece en la escena pol? tica como una especie de Confederaci?n en donde el fortalecimiento de los ayuntamientos es evidente ante el fracaso centralizador de las reformas

    borb?nicas. Se inicia hasta 1880, una ?poca dorada de fuertes poderes pro vinciales. En Brasil la centralizaci?n fue m?s exitosa sobre todo entre 1808 1815 (La Corte en Rio en 1808) acelerando la regionalizaci?n a partir de

    dicho acto pol?tico. Argentina inici?, como M?xico, un proceso de regiona lizaci?n y autonomismo desde el final del siglo xv?n producto de la consti tuci?n formal del virreinato centralizador. Lo que une a los tres es este

    proceso de "provincialismo" pol?tico, social y econ?mico entre 1770-1857. M?xico fue pionero en la constituci?n de un pacto de nuevo tipo, ya no el racionalista del siglo XVII, sino el constitucionalista de 1824. Argentina era una Confederaci?n con base en un tratado interprovincial de 1831. El jalo neo entre derechos provinciales y legitimidades centralistas estuvo en la base del fallido Imperio de Iturbide, en la constituci?n del Imperio Brasile?o

    y en los Directores Supremos Argentinos.32 En estas "naciones modernas" el

    equilibrio entre provincialismo y centralismo fue necesario, echando mano de cuanto recurso doctrinario estuviera a la mano para justificar las acciones pol?ticas. Desde apelar a la monarqu?a inglesa, la federaci?n norteamerica na, la constituci?n de C?diz, la restauraci?n borb?nica, etc. Con la segunda mitad del siglo XIX, la quiebra del constitucionalismo de antiguo r?gimen da

    paso a la plena soberan?a del pueblo, al fortalecimiento de los cabildos, pero

    Ver F.X. Guerra, Modernidad e Independencias, Mapfre eds., Madrid, 1992. Para la discusi?n comparativa ver Carmagnani, M., "El federalismo liberal mexicano",

    pp. 135-180; Love, Joseph, "Federalismo y regionalismo en Brasil, 1889-1937', pp. 180 224 y Botana, Natalio, "El Federalismo liberal en Argentina: 1852-1930", pp. 224-263, en: Federalismos Latinoamericanos..., op. cit.

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  • enero-junio 2003 Las ideas pol?ticas sobre la naci?n en Am?rica Latina durante...

    tambi?n abre nuevas contradicciones en M?xico, donde los poderes regiona les concentrados en el Congreso chocan con las peripecias presidenciales de la ?poca de la Reforma en medio de conflictos internacionales (el fantasma

    de la deuda externa que recorre Am?rica Latina hasta hoy) y guerra civil.33 Surgidas estas naciones de una tentaci?n confederacionista (al estilo de la Constituci?n norteamericana de 1776) la segunda mitad del siglo XIX ve en Brasil un proceso revertidor del federalismo con la centralizaci?n del Impe rio. M?xico y Argentina s? caminar?n por el modelo federal y Brasil los "alcanzar?" hasta la constituci?n de 1891.

    Concluyo este ensayo con la siguiente reflexi?n. Desde mediados del

    siglo XIX la imagen de una naci?n "civilizada" se fue imponiendo en el con

    junto latinoamericano manteniendo la dimensi?n institucional y territorial vinculada al concepto de "cohesi?n cultural" que excluy?, como ya lo vimos en el apartado sociol?gico de este ensayo, a las partes no asimilables y bio

    l?gicamente "inferiores". Esta imagen coexisti? con su opuesto que exigi? la constituci?n de un tejido social unificado sobre la base del derecho liberal

    napole?nico que depositaba en el pueblo las garant?as fundamentales de la naci?n. Fue hacia finales del siglo XIX que esta imagen contrapuesta comen z? a emerger con mayor vigor. Para principios del siglo XX se estableci? por primera vez la diferencia entre la construcci?n del Estado (en M?xico y Argentina se consideraron construcciones exitosas) y la de la Naci?n. Las voces cr?ticas arreciaron sobre el dudoso ?xito de la consolidaci?n de la Naci?n. En el imaginario de una cierta fracci?n de las ?lites, el retorno a la idea de naci?n incluyente volvi? a renacer con fuerza en las primeras

    d?cadas del siglo XX. Se trataba ahora de construir lo que la Profra. Quijada ha definido como "una personalidad colectiva homog?nea". As?, el progreso en el "concierto de las naciones" ya no depend?a de la riqueza material ex clusivamente sino de un ideal colectivo, una personalidad nacional intensa.

    Al final de cuentas, la modernidad latinoamericana termin? renunciando en sus

    "guerras civiles modernas del siglo xx" al aspecto de la individualiza ci?n de la cultura y de la pol?tica, de las sociabilidades urbanas y de la transmisi?n de las ideas por la v?a de la educaci?n y en la separaci?n de la esfera de lo p?blico de la de lo privado. La tregua con la comunidad pare

    ci? obligada para no herir m?s en la distancia que durante todo el siglo XIX

    separ? a los criollos ilustrados y hombres de industria y su Estado moderno, de las pr?cticas de poder y control social de los cacicazgos, gobiernos ind?

    genas, cabildos aut?nomos y ?lites regionales que no encuadraban con la

    Para una buena ilustraci?n de las contradicciones del sistema pol?tico liberal reformador en tiempos de Ju?rez es obligado consultar la brillante s?ntesis del Profr. Brian Hamnett, Juarez, Longman, London, 1994 (todav?a no hay versi?n espa?ola).

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  • Humberto Morales Moreno R.H.A. N?m. 132

    victoria inicial de la Naci?n del siglo xix. Entre la naci?n "c?vica" y la "na ci?n homog?nea" existieron fuertes diferencias que precisaron la interven ci?n consciente de las Instituciones. El gran fallo de estas integraciones liberales del fin del siglo XIX fue sin duda la de la integraci?n cultural. Sur

    gen as? parad?jicamente respecto al siglo de las independencias, sociedades latinoamericanas cerradas en pleno siglo XX que buscan su identidad, su

    especificidad dentro de lo universal, lo propio frente a lo ajeno, reivindica ci?n de las tradiciones. El debate no ha terminado y M?xico, que se cre?a un

    pa?s de instituciones s?lidas emanadas de la guerra civil de 1910-1920 vuel ve hoy sobre su viejo fantasma, el de la fragilidad de un Estado que no aca ba de consolidar un proyecto cultural de naci?n moderna, en medio de tribulaciones territoriales y desprestigio de las instituciones.34

    Para el an?lisis actual del futuro de la Naci?n en Am?rica Latina a partir de la primera mitad del siglo XX, v?ase Quijada, M?nica, "La Reformulaci?n de la Naci?n, 1900-1930", en: Annino, Lei va y Guerra, De los Imperios a las Naciones..., op. cit., parte II, cap?tu lo 2. D?melas, M.D., Nationalism sans nation? La Bolivie aux xix-xxe si?cles, CNRS, 1980.

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    Article Contentsp. [55]p. 56p. 57p. 58p. 59p. 60p. 61p. 62p. 63p. 64p. 65p. 66p. 67p. 68p. 69p. 70p. 71p. 72p. 73p. 74

    Issue Table of ContentsRevista de Historia de Amrica, No. 132 (Jan. - Jun., 2003), pp. 1-248Front MatterNota Editorial [pp. 5-6]El ideario de la Revolucin Francesa en Cdiz: Aproximacin al estudio de la construccin de la nacin costarricense [pp. 9-53]Las ideas polticas sobre la nacin en Amrica Latina durante la segunda mitad del siglo XIX (Historiografa y anlisis) [pp. 55-74]Propuest as revolucionarias en la izquierda uruguaya de los aos 60 [pp. 75-100]Un paradjico fenmeno en el Chaco Argentino de los aos 30. Apogeo econmico y delito organizado [pp. 101-135]El universo ocupacional de los ferroviarios chilenos en el contexto de la depresin de la dcada de 1930 [pp. 137-171]Inicios del culto oficial a un hroe patrio peruano: El mariscal Cceres, hroe de la Guerra del Pacfico [pp. 173-190]Una aproximacin al pensamiento econmico de los jesuitas del Ro de la Plata. Primera mitad del siglo XVII [pp. 191-228]Reseas BibliogrficasReview: untitled [pp. 231-237]Review: untitled [pp. 237-240]

    HistoriografaA propsito del texto. Culturas populares y polticas pblicas en mxico y centroamrica [pp. 243-247]

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