Las fuentes árabes sobre al-Zahra: estado de la cuestión. Ana Labarta, Carmen Barceló.

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cuA?F_Rlios DE MADINAT AL-ZAHRA' I a coRPoBA, t987

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Cuadernos de Madinat al-Zahra: Vol. 1, Año 1987. Revista de difusión científica del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra (Medina Azahara).

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cuA?F_RliosDE

MADINAT AL-ZAHRA'I

a

coRPoBA, t987

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SUMARIOMANUEL OCAÑAJIMÉNEZPresentación Pág. 7

o t.ar JOtrfNADAS SOBRE MADINAT AI-ZAHRA'.PONENCIAS

MANUEL ACIEN ALMANSAMahnat al-Zahra'en el urbanísmo musulmán Pág. 11

CHRISTIAN EWERTElemenfos decoratiuos en los tableros paríetales del salón ríco

de Maúnat al-Zahra' . Pág. 27

J. E. HERNÁNDEZ BERMEJOAproximacilín al estudio de las especies botánicw originariamente existentes

enlosjardinesde Mattnatal-Zahra' Pág. 67

ALFONSO JIMÉNEZ MARTÍNLos jardines de Maúnat al-Zahm' Pág. 81

ANA LABARTA - CARMEN BARCELóLwfuentes árabes sobre al-Zahra': estado de la cuestíón Pág. 93

MANUEL OCAÑA JIMÉNEZConiileraciones en tomo al próIogo de la obra oMattnat al-Zahra'.

Arquitectura y decoraciónr, de don Félix Hemández Ciménez Pág. 107

GUILLERMO ROSSELLO-BORDOYAlgunas obseruaciones sobre la decoración cerámica en uerde y manganeso Pág. 125

. ESTUDIOS

ANTONIO VALLEJO TRIANOEl baño próximo al salón de 'Abd al-Ra\man III Pág. 141

. CRóNICA DEL CONJUNTO

ANTONIO VALLEJO TRIANOCrcinica años 1985-87 ' Pá9. 169

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1.as JORNADAS SOBRE MADINAT AL-ZAHRA'

PONENCIAS

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LAS FUENTES ARABES SOBRE AL-ZAIJRA':ESTADO DE LA CUESTIóN

ANA LABARTACARMEN BARC¡TÓ

i por <fuentes árabes> se entendieran sólolas obras medievales redactadas en lengua

árabe por autores andalusíes que ofrecen infor-mación sobre hechos históricos, el presente tra-bajo se limitaría a aralszar las noticias sobre al-Zahra' que pueden encontrarse en crónicas his-tóricas. Y, efectivamente, tal enfoque es hoy po-sible gracias a que se han publicado trozos exten-sos del Muqtabis de Ibn $ayyán que tratan de losreinados de los califas 'Abd al-Rahman III y al-Hakam II.

Pero antes de ello, es decir hasta mediados de

este siglo, la única fuente histórica de cierta ex-tensión sobre el tema era el Bayan al-mugríb de

Ibn 'ldári. Por esta razón los historiadores euro-peos, qne intentaron hacer acopio del mayor nú-mero posible de datos sotrre al-Zahrá', se vieronen la necesidad de recurrir a fuentes secundarias

o indirectas y utilizaron, por tanto, las noticiasque se encuentran en otros tipos de obras, am-pliando el concepto de fuente árabe.

Extrajeron datos de los diccionarios biográfi-cos, de los libros de geografia o de derecho y deobras enciclopédicas y literarias. En ellas encon-traron dictámenes jurídicos, noticias sobre perso-najes que vivieron o estuvieron alli aconteci-mientos ocurridos en la ciudad, referencix acer-ca de su ubicación y distancia respecto a otroscentros, narraciones o poemas que tienen por

objeto ensalzarla y un sin fin de anécdotas diver-sas. La más rica cantera de noticias era el l,laJh al-tib, obra del argelino al-Maqqari (m. 1631), en laque el autor dedica largos pasajes a la ciudad reu-niendo cuantas referencias pudo hallar.

Todo ese material pasó a las obras sobre his-toria de la España musulmana y ha venido co-piándose y ampliándose al compás de los nuevoshallazgos de fuentes. El resultado es que lo quehoy poseemos sobre al-Zahrá'es un conglome-rado de noticias discordantes -cuando no contra-dictorias-, rnezcla de datos históricos, de leyen-das y de confusiones, con el que es dificil hacerseuna idea de \a al-Zahra' real.

El problema estriba en que hasta el presenteno se ha hecho una crítica historiográfica de lainformación disponible y, además, todas las obrasse han tomado como fuentes históricas fidedig-nas, aún cuando se tratara de trabajos literarios.

(Jna vez llegados a este punto parece claroque si queremos reaüzar una aproximación cien-tíftca al tema -a éste o a cualquier otro- es

imprescindible que sometamos los textos a unacrítica historiográfica que tenga en cuenta las re-laciones que hay entre las fuentes y el valor ycrédito de cada una.

Pero para poder efectuar esa labor es precisoque se haya hecho de antemano una valoracióncútica de cada obra- Tal empresa no se ha llevado

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a cabo. Por ello hemos optado por una soluciónintermedia: reunir de nuevo todos los textos ára-bes originales y confrontarlos para poder fijar losdatos ciertos, apartando de ellos los falsos (erro-res de copia o atribución y leyendas).

Las ediciones de obras árabes existentes en laactualidad no facilitan la labor crítica, pues, enocasiones, el texto ha sido modificado por loseditores sin indicación alguna.

Para poder llevar a cabo esa tarea convienetener presente el método utilizado por los auto-res árabes en la confección de sus obras. Se puedeafirmar de modo general que cualquier saber delmundo islámico sigue la metodología del HadizEsta ciencia, la más antigua y cultivada en el orbemusulmán, tiene por objeto la fiel transmisiónde las palabras de Mahoma- Fue la madre ymaestra de todas las demás: cualquier noticiadebe ir acompañada de los nombres, cronológi-camente ordenados, de todos los transmisores,desde el Profeta hasta el narrador, de modo quese pueda verificar su exactitud. Esto causó el de-sarrollo y especialización en la crítica texrual, de-bido a que circulaban noricias falsas atribuídas a

hombres de reconocido prestigio como buenostransmisores.

En las ciencias humanx se sigue un métodosimilar, citándose las fuentes de las que se tomanlas noticias. Gracias a él conocemos hoy frag-mentos de obras antiguas actualmente desapare-cidas, pero copiados al pie de la letra en las de au-tores posteriores. Las cosas, sin embargo, son bas-tantes más complejas: cuando un autor dice ha-ber tomado una noticia de otro anterior tal vezlo haya hecho a través de un tercero al que nocita, y éste, a su vez, pudo haber hecho lo mismo.

Al efectuar esas sucesivas copias algunos au-tores resumen el texto original, eliminando a

veces de él palabras clave, de modo que una no-ticia puede quedar descontextualizada A partirde ahí en cualquiera de las fases de transmisión,esa noticia pasa a atribuirse erróneamente a unnuevo contexto. Al mismo tiempo van introdu-ciéndose erratas de copia y confusiones entre pa-labras de grafía similar; en el caso que nos ocupa

se producen interferencias entre: al-Zahir, a7-

Zahrá'y al-Záhtra o entre e\ alcázar de Córdoba,el de al-Zahra' y cualquier otro.

Todo ello es molesto pero no tan grave

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como los casos de obras que con determinada fi-nalidad introducen noticias falsas o verdades a

medias puestas en boca de autores contemporá-neos a los hechos y cuyas obras se nos han perdi-do.

No hay que olvidar la disparidad de objeti-vos que persiguen una obra filosófica, un tratadode geografía, una crónica histórica y una antolo-gía poética; ni tampoco los gustos y tendenciasde cada época, que se dejarán senrir en la elec-ción y tratamiento de los temas.

Y, como es evidente, no hay que perder de

vista que algunas de las obras que aportan datos

sobre al-Zahrá' son posteriores en muchos siglosa los hechos que narran y otras fueron escritas

por autores que nunca estuvieron en al-Andalus.Para proceder ala crítica textual hemos clasi-

ficado las noticias en tres grandes temas: funda-ción y construcción de al-Zahrá'; sus característi-ca$ y su desaparición. Del primero las fuentesnos suministran el mayor caudal de datos, encontraposición con el último del que apenas dannoticias.

FUNDACIóN Y CONSTRUCCIóNDE AL.ZAHRñ'

En este apartado agrupamos las referencias ala ubicación de la ciudad y su nombre; quién lafundó y la fecha del comienzo de la construc-ción; sus medidas, materiales, número de obre-ros, de bestias de carga, de piedras, columnas e

importe global de las obras realizadas en ella-

UbicaciónAlgunos autores tardíos indican que se en-

contraba (cerca de Córdoba)), (cercana a Córdo-ba> o <en la vecindad de Córdoba>. La primeravez que se alude con cifras a la distancia existenteentre la capital y la nueva fundación es en la obrade Ibn Gálib: 4 millas y cinco sextos y Yáqutafirma que distan 6 millas y cinco sextos. La re-dacción de ambas frases es casi idéntica, salvo ladisparidad en la cifra, lo que hace pensar en unafuente común que no citan y que ha sido altera-da, por lo menos por uno de los dos autores. Al-Idrisi indica que la distancia es de cinco millas yde él lo copió al-Himyarr.

Según autores contemporáneos como Ibn$awqal e Ibn flayyán se encontraba al oeste de

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la capital y en la parte baja de Córdoba (bi-asfal

Qurtyba), dato reproducido por Ibn Gálib. Elgeógrafo Ibn Hawqal la sitúa <al pie de una sierrapelada que se conoce por Betis>. Tres siglos des-pués, el místico Ibn 'Arabi localiza al-Zehrá'<bajo la sierra de al-'Arüs, al sur de la sierra y alnorte de Córdoba, de la que dista tres millas>. Sibien no es la primera vez que a la Sierra se leatribuye tal nombre, orientación y distancia pa-recen llevarnos, más bien, a le ArruzafrNingurude las referencias que este autor trae sobre la ciu-dad palatina es cierta-

En estas épocas tardías (siglos XIII y XIV)lasinexactitudes abundan, como en la obra de al-Dimaiqi que hace correr un río entre la capital yal-Zahra', a la que parece confundir con el arra-bal de Saqunda, a no ser que esté confundiéndolaconel-Zdhira"

Las referencias más precisas sobre la ubica-ción se hallan enel Muqtabrs de Ibn $ayyán: urn,fechada en abril del942;menciona elalcázar eri-gido en la alquería de Qurquñly la otra hace alu-sión al alcázar creado en Qurqunt, en lo más bajode Córdoba. En este lugar consta que tenía una¿lmunia el emir Muhammad y al-'Udri tambiénalude a él indicando que oel siiio en que se ubicóal-Zahrá'se llamaba en el pasado Qu(rfount>.

Este nombre, de innegable ascendencia lati-na" desapareció muy probablemente tras el augede la ciudad. Está registrado con diversas grafías:qrqry!, qryt, qtaqry! y wqryl.que sugieren un nom-bre de abundancia tipo Pobler (gnpulus (olmo) +etum) o Pinet (pinus (pi"") + etum) y que podríaser male grafía por querquet(um), es decir <enci-narD.

Algunos hechos narrados por las crónicasvinculan al-Zehrá' no con Córdoba sino conotros lugares cercanos: la almunia o alcázer de aI-Ná'ura, residencia junto al río en la margen de-recha, a la que al-Zahrá' estaba unida por urncalzaü que se construyó, a lo largo de esa orilla,en el año 942;la almunia o alcázar de Arhá'Ná-sill o molinos de Násih, que se locabza enrre al-Zelttá' y el alcázar de la Noria (al-Ná'ura) y era lapenúltima estación viniendo en barco desde Se-villa; y otras, como la de lbn 'Abd al-'Azizy la deDurrr o Rummanilrya.

Según el Muqtabis, cuando el califa lba a ca-ballo en dirección a al-Zahra' atravesaba la Mu-

sára de Córdoba, que se locaftzz cerca del alcázery próxima al río.

Sunombre

Todos los autores coinciden en denominarlaal-Zahrá', palabra que es un superlativo femeni-no y significa <la brillantísimo. Aunque en algu-nos casos se la llama asi simplemente al-Zahra',lo más habitual es que se anteponga la palabramaúna -esto es <ciudaó-. Si la forma registradaes al-mattna al-Zahra'podemos traducir <la ciu-dad brillantísimo, del mismo modo qu,e al-madina al-mudawwara es <la ciudad redondo, lanueva ciudad fundada por el 'abbasí al-Mansür.Si la forma registrada ei maúnat al-Zahra' slg"ifi-ca <la ciudad de la brillantísimar>, al igual qu,e ma-dinat al-sakm es <la ciudad delapaz>, otro apelati-vo de Bagdad

Pero en el caso de los topónimos, que sonconstrucciones lexicalizadas, la lengua árabe tie-ne tendencia a eliminar el artículo que precedeal nombre en los primeros ejemplos, de modoque ambas construcciones convergen. Por ello,al-waú al-kabir se ha convertido en Guadalquivir,al-dar al-bay&' ,n Dnr al-bayfi' (para nosorrosCasablanca) o affimi'al-Azhar (,la mezquita bri-llantúimo) en iami' al-Azhar, conocida por ellocomo da mezquita de al-Azhar>.

Llegados a esta fase de evolución no siemprees fácil saber si la forma original era un sintagmacalificativo o un complemento del nombre, so-bre todo cuando el segundo elemento puedefunciornr como adjetivo y también sustantivado.Este es el caso del lugar que nos ocupa, que tene-mos atestiguado en las dos formas, sin que puedaafirmarse tajantemente cual era la original, sibien la tendencia lingüística que acabamos deexponer y el testimonio de Ibn al-Faradi (m.1012) -que tres veces la denomina al-mattna al-ZahraLpxecen indicar que era ésta.

Frente a ello, la forma usada con más fre-cuencia es madinat al-Zahra', que encontramos encasi todos los autores. En otros casos el primertérmino puede no ser maúna, sino qasr (ualcá-zar>), qusl,rr (<alcázares>), munya (,almuniao) o urnparte del conjunto palatino: así fami, al-Zahra, orawdat al-Zahrá'.

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Fundador

No hay contradicción alguna sobre el nom-bre y personalidad del fundador de al-Zahra': elcalifa'Abd al-Rahman III al-Násir.

Fecha del comienzo de la construcción

La fuente más antigua y digna de crédito, elMuqtabis, indica quc al-Zahrá'se había creado enel año 329 (940-941), al referirse a la construc-ción de una celzada que la unía a la almunia al-Ná'ura el año 330 (abril del942). Según un pasa-je de Ibn al-Faradi, reproducido por al-Maqqari,la mezquita aljama de el-Zahra' se terminó enese mismo año 329.

Frente a estos textos, todos los autores sostie-nen la fecha del 325 (936) como inicio de laconstrucción. Algunos especifican que tuvo lu-gar a principios de ese año y sólo las dos fuentesmás tardías, al-Maqqari y el anónimo Dikr bitádal-Andalus, precisan que fue el primero del mesde Muttarram.

A continuación explican que las obras se

prolongaron 25 años hasta la muerte de al-Násir,acaecida el 350, y continuaron por otros 15 yunos meses durante el reinado de. su hijo al-Hakam, totalizando en conjunto 40 años. Por loque se refiere a al-flakam II los años son los quecorresponden a su vida como califa.

Todos los autores indican que 'Abd al-Rahmán III reinó cincuenta años, desde el 300hasia eI350, y coinciden en señalar que la mitadde ellos la dedicó a guerrear y la otra mitad a

construir. Efectivamente, parece que a mediadosde su mandato y como consecuencia de la derro-ta sufrida frente a los cristianos en Simancasabandonó toda actividad bélica. La batalla tuvolugar en el 327 y, como veíamos, la construcciónde al-Zahra,'se produjo en eI329. Una búsquedade simetría por parte de los autores, a partir deesas fechas de inicio y fin del reinado, tan redon-das, motiva el que dividan éste en dos períodosiguales de 25 años y que, por tanto, siruen artifi-cialmente el origen de al-Zahra'en el año 325.

Itedidas

La primera mención sobre la superficie ocu-pada por la ciudad se halla en los fragmentos de

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la obra geográfica del almeriense al-'Udri (m.1086): 990 mil codos (cuadrados); cifra qué t.co-gen también al-Maqqari y la obra enónimeDikrbikd al-Andalus.

A partir del siglo XII empiezan a mencio-narse cifras concretas sobre la medida de sus lados.Todas las fuentes que las citan coinciden en quede Este a Oeste medía 2.700 codos, no así en lamedida Norte-Sur, que en el Dikr llega a 2.500codos, en IbnJallikan es de 1.500 y en Ibn Gálibde 7.073 por el lado oriental y 1.380 por el occi-dental Este último, además, especifica que los2.700 codos de anchura son sin contar los jardi-nes, mientras que, si se incluyen, la anchura es

por el lado norte de 3.908.

Se puede observar que tal superficie de 990mil codos no se parece en nada a la que resultade multiplicar la longitud de sus lados, sean cua-les sean las medidas que se tomen de entre las su-ministradas por las fuentes. De ser correcta la ci-fra referente al átea, estaríamos ante un rectán-gulo de unos 1.000 por 990 codos de lado apro-ximadamente; dimensiones muy inferiores a las

atestiguadas.

Por otro lado, al-'Udri nos informa de que lamaúna cordobesa medía 1.700 codos de longitudpor 1400 de anchura, de lo cual se desprenderíaque la superficie de el-Zahre'era dos o tres vecesmás grande que Córdoba capital, lo cual no dejade parecer absurdo.

Las cifras, tal como han llegado hasta noso-tros, parecen inaceptables. Seguramente ha habi-do errores de copia que han alterado las cantida-des y a este respecto hay que recordar que enárabe se confunden muy fácilmente las palabras<siete> y (nueve) y, con la misma facilidad, <mil>puede convertirse en <dos mil>, como vemosocurre en la anchura('arü que de 1.500 codos deIbnJallikan pasa a 2.500 enelDikr.

No hay que descarta, t"*po.o una posiblecontaminación con las cifras referidas a la ciudadde Córdoba y su alcázer Punto que mereceríapor sísólo un estudio especial y pormenorizado.

Obreros

Cuenta Ibn al-Faradi que trabajaban diaria-mente en la construcción de la mezquita de al-Zehra' mil hombres: 300 albañiles, 200 carpinte-

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ros y 500 peones. Esta noticia, con redaccrón

idéntica,la recogerá más de un siglo después IbnGálib atribuyéndosela a Maslama el arquitecto yrefiriéndola ya no a la mezquita sino a la ciudadde al-Zehrá'.

Las dos fuentes más tardías (al-Maqqari y elDiler) reñeren que trabajaban a diario 10 milhombres. Esta cifra no tiene confirmación en

ninguna fuente de la época ni se dice de quienprocede y podría igualmente referirse a cual-quier obra de envergadura realizaü en aquellos

años (obras en la mezquita de Córdoba, madinatal-Záhira, etc.).

Bestias de carga

Refiere Ibn Gálib que se empleaban diaria-mente 1.400 mulas: cuatrocientas eran propiedaddel califa y las otras mil de alquiler. Al-Maqqaricopió este mismo texto, pero en otro pasaje, to-mado de IbnJaqan (m. 1134), la cantidad se ha

redondeado en 1.500 mulas, cifra que volvemosa encontrar en el Dikr.

No queda claro si el servicio prestado por es-

tas bestias de carga era pera la construcción o

para las necesidades diarias de la ciudad

Materiales

.A partir del siglo XII encontramos una refe-rencia al número concreto de piedra tallada que

se utilizaba diariamente en las obras: 6 mil blo-ques igualados; esta cifra no incluía las piedras

irregulares utiliz¿das en la cimentación y la sole-úa.La noticia ha llegado en dos redacciones: una

recogida por Ibn Gálib y al-Maqqari, que la atri-buyen a Ibn flayyán, y otra transmitida por Ibn'Idári, Ibn al-Jagib, al-Maqqari y el Dikr y que --al

parecer- procede de IbnJáqán (m. 1134).

Tanto Ibn Gálib corho al-Maqqarr aluden a

la cantidad de cal y de yeso utilizado. Según elprimero, que dice tomarlo del arquitecto Masla-ma, se gastaban a diario 500 cargas de cal y otras

500 de yeso. Según al-Maqqari, que afrma to-marlo también de Maslama, se empleabm cada

tres días 1.100 cargas, entre cal y yeso. Ambascantidades son sensiblemente distintas y es dificilverificar su exactitud y en qué punto de la trans-misión se produjeron las discrepancias.

Mayor coincidencia se observa en cuanto al

número de columnas de mármol. Para lbn Ialü-kan (m. 1282), que dice copiar a Ibn Ba5kuwál(m. 1183), el total de columnas en al-Zahrá' era

de cuatro mil; la misma cifra se encuentra en IbnGálib, que la toma de Maslama; en Ibn'I!ári (m.

1320) son 4.373 y en Ibn al-Jatib (m. 1374)4.324.Todos estos textos son recogidos con lige-ras vari?ntes por al-Maqqany elDikr.

Coinciden algunas fuentes en señalar que unnúmero de columnas vinieron del extranjero:Ibn"Gálib, que dice tomarlo de Maslama; Ibn'Idári; al-Maqqari y el Dikr. El texto en todosellos es casi idéntico y discrepa jcómo no!- en

las cantidades. Para Ibn Gálib 10 columrns pro-cedían de Ifriqiya 19 del país de los francos, 40

de Bizancio y el resto de al-Andalus En Ibn'Idá-rr las columnas que proceden de Ifriqiya han pa-sado de 10 a 1.013 y las de Bizancio de 40 a 140

y no constan las que llegaron de tierras francas.

En al-Maqqari son de nuevo 1.013 de Ifriqiya,140 de Bizancio y 19 de los francos. En el Drkrsemencionan sólo las 19 del país franco y se atri-buyen el resto a Ifriqiya y al-Andalus, pero no se

citan las de Bizancio.Excepto el Dikr las mismas fuentes indican

que tres hombres trajeron las columnas desde

Cartago, Ifriqiya y Túnez. Sus nombres, men-cionados sólo por Ibn'Idári, eran:'Abd Alleh bnYünus, ilasan al-Qurtubi y 'Ali bn 9a'far al-Iskandaráni.

En cuanto al mármol, al-Maqqari cita en sus

obras un pasaje, que atribuye a Ibn Hayyán, se-gún el cual el de color blanco se traía de Alme-ría, el veteado de Málaga (Rayya), el rosado y elverde de Ifriqiya: de urn iglesia de Sfax y de

Cartago. En otro lugar menciona también elmármol de Tarragona.

Gastos de las obras

Junto a tan pormenorizadas noticias, los au-tores se recrean en cuantificar también los gastos

producidos a causa de las obras, tanto globalescomo en detalle, si bien no se halla precisión al-gurn sobre el momento en que tales gastos tu-vieron lugar.

Las cantidades se expresan en distintos tiposde moneda, medida en algunos casos por su pesoy no por unidades y aüptada según la época y

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lugar en que escribía cada autor. A lo que unosllaman mitqal de oro otros llaman únAr de Si!11-

mása. Otras veces la moneda es el dirham qasimt,

el únZr qaimt o el únar de oro fafan. No coinci-den las cantidades pagadas por cada pieza de

mármol o por el alquiler de una bestia de carga,

ni el coste global de las obras.

En cualquier caso, son datos que importanmuy incidentalmente al tema que nos ocupa yque deberían analizerse el día que se emprendauna historia general de la economía en al-Andalus.

CARACTEÚSTTCES DE AL.ZAHRÁ'

Gracias a los fragmentos de los anales de 'Isial-Rázi transcritos por Ibn $ayyán ensu Muqta-brs 1ue nos ha llegado bastante incompleto-conocemos de forma pormenorizada la vida enal-Zahrá' desde el año 971 al975 del reinado deal-$akam II.

De los datos contenidos en este texto se pue-de deducir que, al menos durante ese período, elcalifa utiliz¿ba las dependencias de ese alcázar dela primavera al otoño y, si alguna vez se despla-zebaa él durante el invierno, erapertpresidir re-cepciones solemnes.

Por tratarse de una crónica histórica cuyoobjeto es narrar acontecimientos políticos, loslugares donde estos hechos ocurren se mencio-nan de pasada, constituyendo el decorado o telónde fondo. El cronista da cuenta del recorrido delos invitados a las recepciones del elcizer, alu-diendo a lugares que para él eran conocidos. Porello no sintió la necesidad de proporcionarnosdescripciones, ni medidas de sus edificios o dis-tancia entre ellos, ni ningún tipo de orientación(en ningún momento se nos dice si el cortejotorcía a derecha o izquierda o iba en línea recta,ni si subía o bajaba).

En consecuencia, es imposible reconstruir unplano de la ciudad ubicando las distintas depen-dencias y relacionándolas entre sí. Podemos ela-borai una lista de nombres que incluye puertas,salones, almacenes, circel, viviendas, palacios,

etc., pero no hay modo de dar hoy cabal idea dedónde se encontraban

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Las puertas (bab, plural abwAb)

Bab al-¿ura, puerta meridional que comuni-caba la mattna con el exterior. Al decir el cronis-ta que era <la meridional de las puertas (abwZb)

de la ciudad>, se puede deducir que ésta tenía porlo menos tres, ya que de lo contrario se habríaaludido a ellas en dual. No hay referencias a laorientación y localizeción de las demás, que po-drían ser interiores, y de ésta no se sabe si estabacentrada o desplazada hacia alguno de los lados.Era lugar de paso obligado, tanto de entradacomo de salida, para quienes acudían a las recep-ciones palatinas.

Si bien, en una ocasión, se dice que el califa ysu hijo (saüeron por la puerta meridional deno-minada puerta de las rosas (bnb al-warQ> -de laque no sabemos si pertenecía elelcázar o ala ma-ttna-, la aclaración de que es /a puerta meridio-nal, no una de /as meridionales, induce a pensarque se trata de la ya citada bab al-snra. Es f,ícilademás la confusión en grafte árabe de ward ysura,

Dentro del recinto de la medina se hallaba elalcázar que se comunicaba con aquélla por me-dio de la bab al-sudda de localización desconoci-da. La palabra al-sudda tenía, además, implicacio-nes de tipo polftico y simbólico.

Menciona la crónica otras puertas, sin que se

pueda decir exactamente la categoría que teníany qué espacios comunicaban. Son: les abúab al-aqba', de las que se cita ola primerao; bab at-fu;kn;bVb al-sifn; báb al-mu¡baq; bAb í6il al-leutfab, quedaba acceso a la Dár al-wuzara'; Aáb bayt al-wuzarV'; bab dar al-jayl y otras puertas que dabanacceso a salones o casas particulares, así como de-sigrnciones genéricas como bab al-maúna o báb

al-qa;r.

Los fuslán o fusul (singularlrsll)

Eran lugares de paso, que podríamos traducirpor <calles> o <corredores> +in que ello impli-que, a'priori, ningurn dimensión-, probable-mente cubiertos. Se mencionan los siguientes:

Fus.kn bab al-sudda. Es posible que comenza-ran en la puerta del mismo nombre. A uno o aambos lados tenían poyos en los que se sentabanalgunos funcionarios los días solemnes.

Fagtl de lbn (o Abi) al-'Ana(. Era el último de

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una serie de largosrfril/es, con poyos como losanteriores.

La bab affiskn daba acceso a una serie def-¡il/es qr;c llegaban hasta, por lo menos, elfasll al-kutfab, cuya puerta comunicaba con la Dar al-wuzarat.

Fa;ll al-fityAn. Se alude a él con motivo de

unas obras de remodelación efectuadas en el año972. El califa mandó abrir en él una puerta parafacilitar el acceso del príncipe HiMm ala DVr al-mulk.

Partía de al-sath al-Eh una serie de fasil/es a

los que se accedía por la bab al-fasil al-aunual y quellegaban, por 1o menos, hasta el fasll conocidopor mudahhab o <dorado>.

Fa;rl aLDuwayra. Sólo sabemos que al-Duwayra era la prisión de eI-Zahrá' y de ella to-maría su nombre.

Edificios

Mezquita. En varias ocasiones aparece men-cionada la mezquita aljama (fu*i),sin que se alq-da a su localización.

Córceles. No se dan referencias sobre la ubi-cación de la cárcel (si!n) de la ciudad Cerca deella se construyó en el año 9721e Duwayra, sitte-da en la Dar al-saq@'ln (<de los agrradoresn), des-tinada a albergar a personajes delajassa. En ella se

encontraba el mutbaq o prisión subterránea.Almacenes. Sólo se mencionan los que conte-

nían los pertrechos de guerra (maj-azin al-'udda).

Se localizan en el elcizar.Sedes.I-a crónica cita, en distintas ocasiones, la

leursi al-mattna.Es el lugar donde tenía su sede elsalub al-maúna y de algún pasaje puede deducirseque el mismo edificio albergaba las dependen-cias de le kurst al-!u4a. Se localizan en el alcázerjunto a la bab al-sudda.

Bayt al-wizara o al-wuzarT' (<residencia delministerio o de los ministros>). En este lugar te-nían sus habitaciones, entre otros, el ministro IbnTumlus y el caballerizo mayor Ziyadbn Aflah.En dos ocasiones el caüfa repartió diplomas defeudos en sus dependencias y, en otra, los visireshicieron entrega de regalos.' Dar al-fund (<,casa del ejército o casa militar>).Consta expresamente que en ella tenían su des-pacho (mailis) el ministro y general Yatryá al-

Tuiibi y el caballerizo mayor Ziy^d bn Aflah.En los desfiles que se formaban con motivo deactos solemnes, el cortejo visitante descabalgaba

al llegar allí y generalmente los invitados espera-ban en sus salas (múlis) meridionales el mo-mento de ser recibidos por el califa (en algúncaso se citan también las septentriornles). De és-

tas se menciona una que era <la más cercana al al-cázAr>, lo cual, unido al epíteto (exterior) (bana-niyya) que se aplica en una ocasión e le Dar al-

fund, lleva a pensar que tal vez se encontrarafuera del alcázar.

Dar al-wuzara'(<cese de los ministrosD o (casa

civib). LJnavezrecibido el permiso del califa, los

invitados solían ser trasladados desde la Dar al-

lund ala Dar al-utuzara', sin que se indique exac-tamente por donde y la distancia que había entreellas. A esta casa daba la puerta delfwll al-kuttab.

Dar al-mulk (,casa reab). Se menciona conmotivo de unas obras de remodelación Sólo se

indica que estaba en el alcázar y que se abrió unapuerta, para darle salida, que daba elfajl al-ftyan.En su sala oriental (mailis íarE) recibía clases elpríncipe Hiiam. No existe ninguna otra men-ción a ella-

Dar Maysúr (,casa de Maysun). Alude a ellala crónica por haber sido sometido este fatáMaysür a erresto domiciüario, después de su es-

tancia en la cárcel(si!n).Dár Falq (<casa de E iqu). Se localiza en la

parte oriental del elcázer y erela residencia queocupó estefatá hasta el ef,o 977 en que, por or-den del califa, se trasladó a otra.

Dar al-pafib Yafar (<cesa del chambelán 9a'-far>). Con motivo del traslado de Fá'iq a esta

nueva vivienda, se indica que era <de mucha im-portancio- Se ubica en la zorn occidental del al-cázar, cerca de donde se hallaba el caliñ

Dar al-saq@\n (<rcasa de los aguadores). Elañ.o 972 se construyó en ella la Duwayra o cárcelparticular de al-Zehrá'a la que ya se ha hecho re-ferencia-

DAr al-jayl (ucasa de los caballou o <caballeri-zaso). No eúste más indicación que su nombre.Parece, no obstante, que estaba fuera del elcázar.

Dar dawább al-sultán (<casa de las acémilas delsultáno o <establos del califo). Se alude a ellos deforma incidental al menciornr a los encargadosde este s'ervicio.

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Duwayra,/at al-bartaLát (ncasilla/as de los parta-lesr). Se cita al describir el recorrido de la comiti-va de invitados. Desconocemos su destino, usos yubicación.

La llegada del gramático al-Zubaydi a al-Zahra' motiva que se le prepare alojamiento en

la casa (ür) que ocupó Said al-9a'fari. Tampocose indica dónde se hallaba.

Maiális (singular, maflis)

Este término, que en árabe designa simple-mente un olugar para sentarseo, puede referirsetanto a un <despachoo -de dimensiones relativa-mente reducidas* como a una sala o salón de

asambleas o recepciones de mayor cabida. He-mos mencionado ya los que se utilizaban comosala de espera enla Dar al-fund.

Un maflis, a tenor de los datos proporciona-dos por la crónica, estaba dividido longitudinal-mente en varias rnves (bahw), al parecer en nú-mero impar ya que se menciona <la central>. Te-nía en su frente un atrio o vestíbulo (mulariQ al

que daban todas las naves.

El protocolo establecía que los visitantes de

rango esperaran en eI bahw central de los salones

meridionales de la <Casa Militar,> y sus acompa-ñantes en e\ mutarid, delante de las naves.

Aparte de estas salas de espera y de los despa-

chos, aparecen algunos salones de recepción so-lemne que vamos a ver a continuación. De ellos

se nos dice que eran (oriental>, <occidental> o<meridional>, sin que se sepa respecto a qué ni si

el punto de referencia es siempre el mismo.Las precisiones complementarias sobre estos

salones se lim'itan a vagas alusiones a (que da a losjardines, o (que da al nivel superioro; alusiones

comunes a todos ellos, sin que, por otro lado, se

nos dé ninguna característica específica que per-mita distinguirlos. Sólo cuando se nos dice que

tienen lugar simultáneamente dos recepciones,

una en el salón oriental y otra en el salón occi-dental, podemos estar seguros de que nos hablan

de dos salones distintos y de que no se trata delmismo visto desde dos perspectivas.

Inversamente, una referencia al osalón orien-tal> no implica necesariamente que existiera unsolo salón oriental, pues podía haber más de unoen el mismo piso y otros en otro nivel, todo ellosin movernos de un único edificio.

100

Como el cronista no está haciendo una des-

cripción topográfica, sus alusiones al entorno noson precisas. Por ejemplo, cuando llegaron a al-Zal-rá' los potros criados en las marismas de Se-

villa y Niebla, se dice que el califa se sentó a ver-los <en uno de los salones que dan a los jardines(nyafl de al-Zahrá'>,lo cual implicaría que había

varios con esas características. Pero en la fiesta de

la ruptura del ayuno del año 973 se dice que el

califa <se sentó en el trono, en el salón que da so-

bre los jardines (nyáür, lo que supondría quesólo había uno.

Estas vagas alusiones son además ambiguas,

en algunos casos, pues 'ak al-riya( tanto se puedeentender como que da sobre los jardines desde

arriba como que está junto a los jardines a unmismo nivel.

Dentro de las dudas que subsisten y tomandolos datos con toda prudencia y reserva, podríadecirse que el texto parece aludir a tres salones

de recepción situados dentro delalcázarAl-maflis al-qibh (oel salón meridional',). Se

menciona una sola vez y se nos dice de él <que se

eleva sobre los jardineso (al-muj 'alá al-riyáQ y use

asoma (al-munfa -sic por al-munrJ ya que se re-fiere al salón y no a los jardines-) sobre el nivelsuperior ('alá al-satfi al-'ah)r. Estas referencias son

idénticas a las del salón oriental y no permitendescartar que se trate del mismo o de un error de

copia.

Al-maflis al-garbl (<el salón occidental,). Era

conocido también por un epíteto que no está

claro: mailis al-afra'(<salón de Plenoso) c: mallisal-Umará'(<salón de los Príncipes>). En él ofrecíasus recepciones el príncipe heredero Hiíám ytuvo lugar una vez un banquete. Se sitúa <en el

nivel superior> (fiJ-sa¡l.t al-mu'alti), <sobre los jar-dines ('al) al-ríyaQ>. Frente por frente estaba el<salón oriental> en el que recibía el califa al-Hakam. Consta que tenía unmutarid o atrio.

Al-mailis al-íar@ (oel salón oriental>).El califa recibe siempre en un salón de este

nombre. La vaguedad o inexactitud de las su-

puestas precisiones sobre é1 nos dejan en la duda

de si era uno sólo o más de uno. De él (o de ello$dice la crónica que es:

- uel que domina sobre los jardineso (a/-

muñf 'alá al-nyA$.

- <el que domina sobre el nivel superior y se

Page 12: Las fuentes árabes sobre al-Zahra: estado de la cuestión. Ana Labarta, Carmen Barceló.

eleva sobre el jardín maravilloso> (al-muryf 'alá al-sath al-'ah wa-l-müj hld al-rawd al-baht).

- <el que daa losjardines y al nivel superior>(al-muj ['aDt] al-riyad wa-l-sath al-'ah).

- <el que da sobre los jardines, encima delnivel superior alargado> (al-muj'alá-l-riyad fawqa-l- s atfu al- mu [m a]ddad al-'ah).

Y también se dice que está:

- <en el nivel superior> (fi-l-sa¡l.t al-'ah),

- usobre losjardines> (hk al riyAfi,

- <en el nivel superior que se eleva sobre losjardines> (bi-l-sa!l.c al-'ah al-muj'alá al-riy ad).

Todas estas precisiones, sin ser contradicto-rias, tampoco acaban de ser coincidentes. Constaque el salón tenía naves (bahw) y atrio (mufariü.

Otros espacios

Los jardines (nyáQ, raw/; singular, rawda). Sa-bemos sólo que a ellos se asomaban los salonesde recepción. No se dice nada que permita ha-cerse una idea de tamaño, orientación o lugardonde se hallaban, ni qué tipo de plantas tenfan

Al-sa(h al-'ah (<niv el superioro). Tradicional-mente se ha venido traduciendo al-satl.c por (azo-

tea>, arabismo con el que aquella palabra está

emparentada. Creemos, sin embargo, que el sen-tido de esta voz en árabe es más amplio e implicala idea general de plano, nivel. No sabemos si

aluden a un nivel superior topográfico o arqui-tectónico. En él se localizan las salas de recepcióny un espacio abierto (sáfua).

Se menciona una puerta del primerrfirsi/ queparte de este lugar.

Se mencionan también: al-ba(al (<el portalu o<el Partab), que podría ser sinónimo de mutañ(;ftnmarrat, que significa <corredores>, <calles>, ues-

calerasD o <lugares de tránsito>; dntyo, esto es (pa-

tios>, glazas> o <espacios übres>, que aparecen si-tuados entre el alcázar y la bab al-sudda; arrabales(arbafl y alrededores (aknaJ), así como <el llano>(ol-fo&), en las afueras de al-Zahrá'.

En la parte del Muqtabis referida al reinadode 'Abd al-Rahmán III se recoge la fecha en quese trasladó la Ceca desde Córdoba a al-Zahra',pero no señala la crónica el lugar en que quedóestablecido este servicio.

Algunos de los nombres que acabamos dever referidos a al-Zehrá'tenían equivalentes ho-

mónimos en Córdoba. Aparte de los términosgenéricos (maüna, qa;r, fimi),fácilmente transfe-ribles, encontramos en ambas va bab al-sudda enel alcázar, una Dar al-wuzara', una Dár al-mulk yunos fasjl/es. En ambas existe un m.aflis garbi,

pero, además, el alcázar de Córdoba poseía unmtilk al-Zahrá'.En ambas la cárcel se llamaba ¿/-

Duwayra, las dos disponían de una rnazrr'orrasubterránea (nu¿baq) y existía we bab al-s1.tra me-ridional en las dos medinas.

Todo ello hace extremad¿mente fáciles las

confusiones cuando se alude a lugares homóni-mos, sin que haya otros puntos de referencia Al-guno de estos casos se encuentr4 incluso, en elMuqtabis (VII, pág. 794 de la traducción). No es

de extrañar, por tanto, que las fuentes posterio-res hayan trasladado a al-Zahrá'salones, objetos yacontecimientos, llevados por un cierto senti-miento nostálgico de giorias pasadas que les in-ducír a mitificar la ciudad arruinada Al mismotiempo se aprecia un afán por la cuantificaciónexacta, tal vez para dar üsos de reaüdad a lo queera pura fanasía.

Narra Ibn Jallikán (m. 7282), y dice que lotoma de Ibn BaIkuwál (m. 1183), que el total depuertas en al-Zahrá' sobrepasaba las 15 mil. Elmismo número ofrece Ibn Gáüb que dice seguira Ibn flayyán (m. 1076), especificando que eranpuertas dobles, revestidas unas de hierro, otras delatón y otras de madera allada- Lo mismo se en-cuentra en al-Maqqari y el Diler. .

Dice Ibn Gálib, siguiendo a al-R.ezi y orrossegún palabras suyas, que el número de depen-dencias (úAr) que encerraba el elcázar de al-Zahra' era de 125. Esta cifra no incluía -nosabemos por qué- los alfolíes de aceite y mante-ca, ni los jardines, ni la prisión, a la que llerna al-siin al-leabir. En el texto de Ibn'Idari el númerode casas es de 400, dato que corresponde en rea-lidad al alcázer de Córdoba- Ibn Gálib, que dicecopiar esto de al-Razr, informa que las depen-dencias del servicio (fatá/s,'abid, ejército) se en-contraban fuera del alcízar a oeste y las de losministros, nobles y altos dignatarios a oriente ytambién fuera del alcázar. Es la única obra que lodice y -por otro lado- está en abierta contradic-ción con las noticias de la crónica de al-Rázi quese han recogido antes.

Nada dicen las fuentes sobre la muralla de la

101

Page 13: Las fuentes árabes sobre al-Zahra: estado de la cuestión. Ana Labarta, Carmen Barceló.

apJel :sef,rJf,adsa serps¡rapeJeJ sBI uErr8rns anb

Iep otuaruelqopsep un e ua8Fo uorarp anb (ug¡-esmaf f. orcuezrg) sercuapeco-rd se¡qrsod sop uor-arsndo¡d es oduan Ie uoC 'o¡aft¡e¡lxa oueJeqosun ep alred ¡od aluenJ sun ap o¡e3ar Ie Erf,uoJ

-a3ar eSel Eun Jes orgap erf,rlou EI ep ue8uo Ieanb ellnser SFIL?uB un e solxel sol soprloruos

'Ef,oq EI ¡od en8e ueqer{ra anb 'e¡-rarp

-ad L o¡o ap 'seleruru€ ap sernSr3 uoterpeg€ sal as

eqoprg3 ue anb se¡ e 'erlg ep L eldourruelsuo3ep sepJerl iepun8es e¡ egenbad'e¡au¡r¡d e1 apuer8:ep¡el e¡lo f. oJo ap eun :saleufiue sauorceluese¡d

-a¡ uotr (i,^ril saluanJ sop ap ugndrrcsap epuzrr

-oueu¡od el sorDJel seJolne so¡ ual.n¡ctn 'e1¡rrrer

-Eru e¡se ap sgndsap o salue eluatuerrpetuul'ofeqerl a¡uesard F equnJur ou -oluel

.rod- pepnereA Bf.nJ Á ,et4e7-ye e apuodsarrocou anb erJqou sun alue'send'sotuelsg.' GZe-ZZg'dd 'ggOl) rqop.¡gC ap rezgrle F eregar as a¡d-u¡ars anb 'o{o1t[-1u Ávb ap ugrJerrurouap €l eJrp

-q opq o¡to ¡od oruof, 'eqoprgf, ep rv4wry ppsauoles sol ep oun ap erquou p sa,ryaq1o n1[nw

1a'zautg9elJre1 gleges el. ouoc 'uarq san¿' t4! e Ie L qebbeyr¡1e'rrLerrrn¡

-F ap Jqqer.l ¡e uef.nlcur o1 enb saJolnr sol eJl

-ug 'oprlouof, Brqos ap 'afesed Ia opol ¡nbe rrcnp-o¡da¡ ua sou¡e8ualap sou anb osna¡d se oN

'orJuezrg ap Ler

¡ep o¡e8ar '¡ed un epad q eqelse ¡¡e L orrnoretueP oueil eq)ereJzz eurJoue un EJqeq oJlu3f, ns

ug lourJ.etu osan¡8 L oro ep op¡lsa^aJ'(aluan3e1 unSas 'opel epetr ¡od o Ftor ue) osef,f,E ap

s¿uand oqco 'e1e1d,{ oro ap s¿lal uoc 'o{o][-¡o tiabopetrr€ll ',Wog1o s11[nwy g$e .erqez-le ap relq

.-er{ IE uaqlrf,sap as anb sellrl€Jeru sel e¡?ug'oluáruou¡ un af,eq sorucqglqer{

anb so¡ ap eraJnqle e¡ ap sacad sosa e orrerp B r¡Eq

-¿qra sal es enb so¡8eu sozueqreS ap seJ,rr{€f, sras

uo epetrr¡oJsueJl 'outruoue oyr39a3 oloo I t4tq1a 'r¡ebbe¡A¡-¡e ua eceredeal erJgou e1 'ouror edas

as anb ur5 'saluaSrpur a sarqod so¡ .rod opr8oo

-aJ opuors ?qrrq as olseJ ¡a L resrn8 ered eqeald

-u¡e as oSnf n5 'sozueqre8 ap saJ,rr{€J oJurf, Eq

-oprgC ep nz.erle Iap euand el ap eranJ etp epa)uelror as ¡¡¡ ugurqel-l€ pcly, ap erodg c¡ uaenb euno3 ep orurugr¡e oJqrT Ia Eluenf, soN

'ugrJual{fl e¡nd sa o o3e1 EIueI .erqez-¡e 'or1rs oJlo ua re8n¡ orrnl rs ep rrrqun,{slp el sp

z0L

-enb'solesues selrruJl sns € orlf,eq Ie opr]npeJ zateun '¡se u4e o.rad lsarorrelue segrl sBI ep opJns

-qE ol erJueprle ua auod anb 'saued 0t ep -elq-eJaprsuoJ u?rqtuel enbune- aluapnrd seru B.r3rJ

tl Ep sou surtro3 ep oturuoue oJqrT Io anb ol¡arcsg seJlo up8as '969'¿I o 'seluenJ seun unSas '969ep rre elp epw saced so¡ E Epeuqsep saurd ap pep-rlueJ BI opuenJ ercuel¡odtur erod ap sanbuelsasoganbed op eqeterl as enb ¡auodns eqel oN

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-Jeqle) ue eJerurluor o¡ L ouru¡Jgt ¡e errldepr'sepnp seursrur srl uol 'glie!¡e uq¡ enb regr$nf,( re8n¡ oJlo E €JeUaJ es €rf,gou e1 enb rrqoedsoseJEq ollg \<reze)Ie I3P orpstu uaD r¡eqElso rs seurL sol¡a B o Ig E erf,uereJar erunu e8eq ou slqv¡bn¡4¡

1a enb rapuardros ep efep ou '(<eraSnqp) oru-srqerr 1a ¡qe ep) o8el un snlcpuy-le ue ouSrsapa¡dtuers ot,{ot1nq enb eluanc ue soruoual rS

'Qr1-yryinb p,rylq) $ervzerlE sns ep serreq-1r> sel ep elqeq gdef-p uqt olgs 'Qryq 7a ua,otlbr,¡nq) <<serqez-la ep rvzgrlv Iep orluol Ie ua g$eenb ere3nq¡e BI ep> o (eurlo3 ap oruruoue Ie ue'attrof¡nq) <<rvzg)le Ie ua ;?Ne enb era3nq¡e q epD o(onnugue o3r-r39e3 un L qe bbe¡4¡-¡e ue'ott{o\nq)<eraJnqle rl epD o (qebbe¡A¡-¡e rod ugrquel operd-oo 'qqp¡, uql ue 'W1tbi¡nq) (sereJngle sEI ep> sor

-ed so1 E Egeluetuq€ as enb Ie uol ued ¡ap eJJJJe

ueruJoJxr sou satuanJ sEI IIIX o13rs 1ap rrtrrde'ope3e ugsoxeuoJ selleiJp so¡lo ¡od ours €U-rl el ap ou o pntrlJtxe e1 rod oluel ou 'saced so1

E eluau¡erJerp ueqer{f,e es anb seurd ep oreurnu

Ie aJaUaJ as enb erf,rlou EI se elueseJelur sgwTqoprgf ep rvzgr

-lB Iap sol uor solep sol opuorpunJror t3qer 1aporJrlJas p (sa.refnru 'so^rllse 'oq1¡qbai) seuos¡adep oJerutlu IE uorsnle uoltq IIIX o¡8rs ¡e sarou-a$od seJolne sol opurnf, epef,ns ou¡srru of

tluenf, ua sepruel ¡es'oJuel rod trepend o¡'rozuErulv eP PePnrJ e1'ex7e7-Ie ep ,( eqoprg3eP rvzpv IE sePrJeJeJ uep saJolnr sou¡$u¡ sose

anb seusru sel uos -seonuguoJlse- srgrf, sE-I'op-¿rsad f. serre sEI Jtluoo urs 'seprrunsuotr euJ€f, aps€Jqrl aP oJerunu Ie eJeual 3s sotsp sol ep oun'olJelp e pepntr BI ue urgelseS as enb solueur-IIe ap seprprtuef, sel uelueseJd ':opeogrluencrrBJr ns ue 'sEuJaporu sElu seqeJe wJqo sef

'opEuruJet eq

-elsa ou ornru Ie uery¡1-¡e eJ:{el Iap opeurer Iepozueruror IB'(LL6 'ur) ¡rbmefi uq1 u¡3e5 'prpnrf,

Page 14: Las fuentes árabes sobre al-Zahra: estado de la cuestión. Ana Labarta, Carmen Barceló.

una y de oro la otra. Posteriormente, tal vez porinterpolación de datos ecerce del león que vertíaagua por sus fauces en una alberca de la almuniaal-Ná'ura, la noticia incorporó animales surtidory -a compás de los gustos de cada época-pedrería, oro y demás detalles de lujo.

De ambas fuentes se dice que el califa'Abdal-Ralrman la mandó colocar en el dormitorio(bayt al-manam), en el salón oriental conocidopor al-mu'nis. Pero ni en al-Zahra' ni en el alcázar

de Córdoba consta que hubiera salón alguno coneste nombre y, de haber existido tales joyas, se

habría hecho alguna alusión a ellas en las crónicasde la época. La veracidad de la noticia deja, pues,

mucho que desear.

Entre las diversas anécdotas que se dice tu-vieron lugar en al-Zahrá'ha alcanzado cierto ecola que refiere como el cadí Mundir bn Sald al-Ballü¡i reprendió a'Abd al-nahman por haberpuesto tejas de oro y plata en una de sus cons-trucciones. El califa arrepentido, mandó susti-tuirlas por tejas ordinarias.

Los autores árabes más modernos situan laacción en el alcázzr de al-Zahrt', mientras que elmás antiguo, al-füiárr (m. 1155 o 1194), no laubica en ningún lugar concreto y dice sólo queel califa estaba en una alcoba (qubba).

Si bien el hecho pudo ocurrir en un salón delalcázaf de Córdoba, de al-Zehre' o de cualquierotra almunia del califa, el relato tiene aspecto deser una invención con fines didáctico-moralesque, e la vez, servía para dar paso a unos versos.

En cualquier caso no hay mención a ninguna cú-pula en al-Zahre'fuera de los pasajes que contie-nen esta anécdoa.

Probablemente no valga la pena gastar espa-

cio y tiempo en demostrar el carácter puramen-te literario de otras anécdotas, como aquélla en laque con ocesión de una sangría realizaü a 'Abdal-Rafrman III un tordo amaestrado recitó dosversos, pues si a la imaginación pertenecen loshechos, iqué decir del decorado!

DESAPARICIóN DE LA CIUDAD

El primer dato sobre el inicio del declive dela ciudad, que acabaría con su total desaparición,se encuentra en el Muqtaáis de Ibn FJa1ryán: en la

primavera del año 975, al-Hakam II decidióabandonar el-Zehrá' gorque estaba demasiadoexpuesto al frío de la Sierra (allabat) y por pen-sar que le revolvía los humores>. El caliñ empe-zaba e dar síntomas de grave enfermedad, peroaún asi al-Rázi -cronista oficial- se ve en laobligación de añadir: dos médicos le tenían reco-mendado dejarlo ...Tuvo a bien alejarse de al-Zehrá'y no por odio, que a veces la hermosa es

repudiada sin culpa por su parteD.

El "caüfa muere en el año 976 y uno o dosaños después comienzan las obras de construc-ción de la ciudad de el-Zthfue por orden de Al-rraanzor, las cuales finelizert el 370 (980-981),según algunas fuentes. Toda la actividad de lacorte se traslada al nuevo recinto, quedando al-Zahrá' sólo como residencia particular.

La última estancia de un califa en al-Zahrá'fue la de Hiüm II en noviembre del año 1008,según la noticia que proporciorn Ibn 'Idári. Se

trasladó desde el alcázzr de (ArfuA) N44 "

la ciu-dad, donde permaneció con su séquito sólo dosdías pasando después a la elmunia de 9a'far.

El asentamiento de los bereberes en al-Zehre'a partir del año 1010, bajo las órdenes deSulayman al-Mustatn, señaló el principio del fi-nal. Cuando los acontecimientos políticos y mili-tares obligaron a este Sulayman a huir a Córdo-ba los bereberes abandonaron con sus famiüas laantigua residencia caliñl y, entonces, el pueblocordobés se dirigió e el-Zahra', entraron en lamezquita aljama y se llevaron sus esteras, las lám-paras y sus cadenas, así como las láminas de metalque protegían sus puertas.

Al cabo de unos meses los bereberes, despuésde un corto asedio, volvieron a instalarse en al-Zzhrá'. Pocos años más arde lo que quedaba delelcázar estaba despoblado y en ruina, pues se ha-bía robado el cobre de sus puertas, el plomo desus cañerías y todos sus materiales nobles (GAR-cÍn cóprnz,7s47).

A mediados del siglo XI al-Zehrt' vuelve a

ser mencionada por las acciones que bajo la di-nastía de los Banü 'Abbád de Sevilla se desarro-llan en ella, pues como avanzadilla de Córdoba(que pretendían conquistar) tenfa gran impor-tancia estratégica.

La conquista de Córdoba por los 'abbádíes

dará pie a varias anécdotas relacionadas con al-

103

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Zahrá' y recogidas por las fuentes del siglo XII,algunas de las cuales -si no todas- son falsas.

Con la llegada del califa almohade Abu Ya'-qub al-Mansur a Córdoba el año 1195 se pro-duce el último hecho referido por las fuentesque tiene por escenario a aI-Zahrá'. Según Ibn'Idári, que sigue -sin duda- a un cronista oficialde la dinastía, el califa pasó a al-Zahrá'y ordenódesmontar la figura (s1.tra) que estaba sobre su

puerta. Aquel mismo día ocurrieron una serie de

fenómen<¡s atmosféricos que las gentes de Cór-doba achacaron a este hecho, pues para ellos la

estatua era una especie de talismán.Por aquella época, según al-Idrlsi, al-Zahrá'

tenía tres recintos murados: el más alto albergaba

los alcázares; el central, jardines y huertos y elmás bajo las viviendas y la mezquita aljama.

Todo estaba en ruinas y a punto de desaparecer,

aunque todavía vivían en ella aigunas pocas fa-milias.

En el siglo XIV el norteafricano al-$imyariafirma en su libro geográfico que no sabe si al-Zahra' y al-Zahíra son una misma realidad o en-tes distintos.

CONCLUSIóN

Del conjunto de fuentes consultadas, son las

crónicas históricas las que presentan una al-Zahrá'más real y, de ellas, son las contemporá-neas a los hechos narrados las más fiables, ya quesu objetivo no es describirnos el monumento y-?or tanto- no tienen necesidad de falsearlo. Losfragmentos de la obra de 'lsa al-Razi contenidos

' en el Muqtabis de Ibn Hayyán son el mejor testi-monio de 1o que acabamos de decir y de ellosprocede la información recogida antes en elapartado sobre las características de al-Zahrá',que es, en rigor, la única fiable que poseemos.

Tras su destrucción, lo que había sido unarealidad se fue difuminando. Los escritores de fi-nales del siglo XI conternplan las ruinas y viertenen sus escritos sentimientos de nostalgia por la

gloria pasada y la acción destructora del tiempo.Es ahora, y con más motivo en los autores

posteriores de los siglos XII y XIII, cuando las

ruinas toman una nueva dimensión Se confun-den las de a|-Zahrá' y al-Zahira 1or la similitud

r04

de los nombres-, las del alcázar de Córdoba y las

de otras construcciones omeyas; se entrecruzanla realidad andalusí y la oriental y se superponenimágenes de lujo que correspondían originaria-mente a distintas realidades.

En la imaginación se confunden al-Zahrá',Samarra, Bagdad o la mítica ciudad mencionadaen el Corán como <lrám la de las coiumnas>, úl-timo eco del templo de Salomón. En sus mentes

todas ellas habían sido monumentos llenos de

oro, plata, piedras preciosas, maderas nobles,marfil y perlas, y todas ellas están unidas por undestino fatal que las condenó a la ruina- Y su des-trucción viene a ser, en el fondo, un castigo divi-no a la arrogancia de sus constructores, que con-travinieron las leyes coránicas.

Lujo y gloria pasados y castigo divino son las

vías por las que penetran y se incorporan a las

noticias sobre al-Zahrá' fábulas diversas. ljnas,destinadas a glosar el boato y la pompa dei pro-tocolo, están inspiradas -como hizo notar don F.

de la Granja- en la Bagdad'abbásí.Otras tienen como finalidad mostrar la gran-

deza del Islam andalusí frente al ya poderosoenemigo cristiano. Asú ei cuento de Ibn'Arabisegún el cual'Abd al-Rallmán III, al no encon-trar ningún cautivo musulmán que rescatar entierras infieles, habría invertido la suma que unade sus favoritas había legado para tal fin en laconstrucción de al-Zahra' .

Otras, como casi todas las anécdotas que tie-nen como protagonista al cadí Mundir bn Said,se proponen ensalzar la religiosidad di éste fren-te a la frívola actitud del califa-

Paru dar verosimilitud a estas historias, en al-gunos casos, se recurre a incorporar datos de apa-

riencia exacta referidos a número de mujeres, es-

clavos, alimentos, piedras, casas, puertas, etc.,

aduciendo ia autoridad del ugran historiador cor-dobés> Ibn flayyán. Cuanto más tardía es lafuente, más precisos son los datos, más abundan-tes los calificativos, más detalladas las descripcio-nes y más lejana la realidad.

Las noticias que más han cautivado la aten-ción, en el pasado y en el presente, son las que

proceden de la creación literaria; cosa perfecta-mente natural y comprensible. Desgraciadamen-te esa literatura se ha tomado como realidad his-tórica incontrovertible y, como tal, se ha incor-

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porado a los tratados sobre la España musulmana,incluso a los redactados por especialistas.

El presente trabajo -fundamentado en la crí-tica textual dentro de los límites de lo posible- es

sólo un punto de partida, pues corresponde a una

labor seria en el campo de la historiografía hispa-

noárabe esclarecer globalmente donde se en-cuentran los límites entre la Historia y la fabula-ción y establecer la credibilidad de cada autor ylas motivaciones de cada obra. Es una tarea a rea-

lizer entre muchos y durante muchos años Talvez el panorema sea más alentador cuando cele-

bremos el milenario de la destrucción de al-Zahrá', hacia el ai.o 20 70.

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