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    n los ensayos sociopolticos mexicanos, las alusionesa la nueva cultura poltica, que est emergiendo en elpas desde 1985, son frecuentes. Sin embargo, losesfuerzos canalizados a conceptualizarla e interpre-tarla estn siendo mucho menos numerosos. Estasituacin es ms evidente en el caso de uno de loscomponentes de la cultura en cuestin: Lo cvico ociudadano. Tanto en sus versiones sustantivas (ciu-dadana activa, ciudadanizacin, etctera) comoadjetivas (poltica, cultura, conciencia, insurgencia,prcticas, movimientos, etctera, cvicos o ciudada-nos), a este tpico se le ha dedicado escasa atencinterica. Mi inters en este ensayo no estriba tanto enconsiderar en qu consiste cada una de estas manifes-taciones (sustantivas o adjetivas) de la ciudadana,cuanto en acotar su contenido conceptual. Para ello,en la primera parte reviso la literatura clsica sobre

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    Las dimensionesde la ciudadanaImplicaciones tericas y puesta en prctica

    El anlisis de la ciudadana es crucial para calificar las transformaciones polticas encurso. En este artculo se realiza a dos niveles distintos: terico y coyuntural. Bajo elprimer aspecto se revisa tanto la literatura clsica como la ms reciente acerca desu contenido conceptual en torno a ocho ejes predominantes y se evala lacoherencia interna del modelo cvico.El diagnstico coyuntural del clima ciudadano mexicano se efecta, por unaparte, considerando sus manifestaciones principales de 1960 a la fecha y, por otra,caracterizando la respuesta dada a ellas por el gobierno a partir de los ochenta.

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    el tema y la ms reciente, principalmente la europea. En el segundoinciso y a la luz del bagaje terico previo, caracterizo las manifestacioneso experiencias mexicanas de la ciudadana a partir de los sesenta.Finalmente considero la respuesta dada por el gobierno desde losochenta a las diferentes expresiones ciudadanas. Por lo anterior, en esteensayo combino el planteamiento de tipo terico con un diagnsticopreliminar acerca de la situacin de la ciudadana en el Mxico contem-porneo, asunto que resulta crucial para calificar las transformacionespolticas en curso.

    1. La ciudadana y sus elementos constitutivos

    El significado atribuido al trmino ciudadana en los anlisis acerca dela moderna sociedad civil, la transicin democrtica y la nueva culturapoltica, no es necesariamente coincidente. Por ello se impone precisarqu es un ciudadano o en qu consiste la ciudadana.

    A un primer nivel, se es ciudadano por el hecho de haber nacido en undeterminado Estado-Nacin. A partir de esta adscripcin bsica, elciudadano adquiere los derechos y responsabilidades que en dicho passe reconocen. Por ello, la ciudadana posee tanto un referente territorial,como jurdico y poltico. Pero la ciudadana consiste, sobre todo, en unaactitud o posicin, es decir, la conciencia de pertenencia a una colectividadfundada sobre el derecho y la situacin de ser miembro activo de unasociedad poltica independiente (Touraine, A., 1992, 381). Desde estaptica, la ciudadana significa fundamentalmente participacin social eintegracin. Como consecuencia, ser ciudadano es sentirse responsabledel buen funcionamiento de las instituciones que amparan los derechosen el pas al que se pertenece. En este contexto, el ciudadano ideal es elque interviene en la vida pblica y est dispuesto a someter su intersprivado al inters general de la sociedad (B. van Steenbergen). Derechosy obligaciones son siempre correlativos.

    Visualizada desde los derechos, la ciudadana -segn Arendt- es elderecho a tener derechos, los cuales slo es posible exigir a travs delpleno acceso al orden jurdico que nicamente la ciudadana concede(Arendt, A., 1949). La relacin entre derechos y ciudadana es tal que,

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    sin la conciencia de los primeros, no es posible la segunda. Frente a lasconcepciones y prcticas de las monarquas absolutas y de las dictadurasque consideran al hombre como objeto de gobierno, es decir, comosbdito en los gobiernos republicanos y democrticos, la ciudadanaestriba en valorarlo como sujeto de derechos. En consecuencia, ciudada-no es quien conoce sus derechos y los defiende. La centralidad de losderechos es el asunto nodal de la sociedad civil y democrtica (Cohen, J.Arato, A., 1993).

    La relacin existente entre ciudadana y derechos puede servisualizada desde diferentes ngulos. Una revisin de la literaturarespectiva ms importante permite destacar los siguientes aspectos: a)vinculacin de la ciudadana con las prcticas y luchas socio-polticas; b)reconocimiento de derechos y tipos de ciudadana; c) ciudadana ytradiciones ideolgicas; d) ciudadana e igualdad; e) derecho a la diferen-cia; f) las vertientes local y mundial de la ciudadana, y g) ejercicio de losderechos y actitudes a asumir ante el Estado. A continuacin asiento elestado de la cuestin respecto a estos tpicos.

    1.1. Ciudadana y prcticas socio-polticas

    Sobre este tema, H. A. Giroux, desde una ptica marxista, ha enfatizadoque el reconocimiento de los derechos debe ser ubicado en el contextohistrico de las luchas sociales. En sus propios trminos: Ciudadano esalgo ms que un simple portador de derechos, privilegios e inmunidadesabstractos... No se puede definir la ciudadana dentro de un vacopoltico, de una amnesia histrica que se caracteriza por un silenciointencional respecto a las constantes luchas histricas que se hanlibrado en cuando al significado y a las potencialidades no realizadas quesubyacen a los distintos conceptos de ciudadana (Giroux, H.A., 1993,17 y 143). De acuerdo con este juicio, las prcticas emancipatorias de losciudadanos son las que explican la promulgacin de los derechos.Analizando la situacin respectiva de la Inglaterra de los siglos XVII aXIX, Somers es ms explcito al sealar que la ciudadana no constituyeun cuerpo de derechos universales y de deberes, sino que es la resultantede un proceso que se desarroll a travs de un conjunto de prcticas

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    sociales enclavadas institucionalmente. El proceso institucional queexplica los derechos ciudadanos est constituido por las relaciones entrelas esferas pblicas, la vida asociativa de la comunidad y los patrones decultura poltica. Por ello, la ciudadana no fue concedida como underecho; fue creada por las actividades de los pueblos en situacionesparticulares que interactuaron con instituciones, ideales y reglas delpoder legal y la participacin gubernamental (Somers, M. R., 1993, 609,611 y 612). Es decir, la capacidad asociativa de los ciudadanos, suparticipacin en la esfera pblica y el recurso hbil a las leyes paraconvertirlas en derechos son los factores explicativos de las formas queasumi la ciudadana en Inglaterra.

    1.2. Relacin entre tipos de derechos y modalidadesde la ciudadana

    Los aportes de T. H. Marschall son clsicos y aclaratorios sobre este tpi-co. Este autor define la ciudadana como un status que implica el accesoa varios derechos (Marschall, T. H., 1976, IX). Adems ha establecidola concatenacin que se ha dado entre el reconocimiento histrico de losderechos y la aparicin de los tipos o varios rostros de la ciudadana.

    Segn su perspectiva, en el siglo XVII se reconocieron los derechosciviles: igualdad ante la ley, libertad de la persona, libertad de palabra,pensamiento y culto, el derecho de propiedad y de concluir contratos.Estos derechos del individuo dieron origen a la ciudadana civil. El sigloXIX vio el desarrollo de los derechos polticos: el de asociacin y el departicipacin en el ejercicio del poder poltico como miembro de uncuerpo investido con autoridad poltica (asambleas legislativas o cma-ras) o como elector de los miembros de ese cuerpo. Tales derechosconstituyen la ciudadana poltica. Finalmente el ejercicio de los dere-chos polticos en el siglo XX produjo derechos sociales: el de un ciertonivel de bienestar econmico y social (vivienda, educacin, salud, etc-tera) y el compartir plenamente el legado social, acorde con los estnda-res prevalecientes en la sociedad.

    De acuerdo con este planteamiento, de la toma de conciencia acercade cada uno de estos derechos emergi la modalidad de ciudadana

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    correspondiente. sta es la explicacin de que la ciudadana tenga tresdimensiones: la civil, la poltica y la social.

    En la valoracin actual de la ciudadana, tiende a relegarse estaperspectiva histrica; y asimismo a privilegiarse la ciudadana polticasobre la civil y la social, desconociendo que las tres modalidades sonigualmente constitutivas de ella.

    Estos diferentes derechos y los tipos de ciudadana correspondientesno slo constituyen un modelo ideal de relaciones sociopolticas. Sesustentan en sendas instituciones y normatividades que fueron creadaspara ampararlos y darles materializacin. A los derechos civiles respon-den los tribunales; a los polticos, los cuerpos polticos representativos;y a los sociales y econmicos, los servicios de seguridad social y lasescuelas principalmente.

    1.3. Ciudadana y tradiciones ideolgicas

    Frecuentemente suele olvidarse que a las tres dimensiones de la ciuda-dana, recin aludidas, subyacen tres posiciones ideolgicas diferentesy, en algunos aspectos, encontradas. De acuerdo con el propio Marschally F. Escalante, la que corresponde a cada uno de los tres tipos de derechoes la siguiente. En el reconocimiento de los derechos civiles estuvieronpresentes convicciones liberales que enfatizaban el aspecto personal oindividualista de la ciudadana. Ellas afirmaron los derechos del indivi-duo ante el Estado absolutista, as como ante la presin que ejercan lasformas tradicionales de vinculacin social, tales como las comunidades,gremios y mayorazgos. Esta tradicin privilegi la defensa de lasgarantas individuales, la tolerancia y la necesidad de respetar el ordenjurdico. Su principal reclamo y meta polticos eran limitar el poder y laaccin de gobierno. (Escalante, F., 1992, 33). La ciudadana civil,fundamentada en esta tradicin, fue impulsada por la RevolucinFrancesa y result ampliamente funcional a los intereses del capitalis-mo concurrencial. Por su carcter individualista, no necesariamente sevincul con la democracia ni con la dimensin del bienestar social. Porsu parte, la ciudadana poltica est articulada a la tradicin republica-na y democrtica del siglo XIX y a su defensa de la participacin poltica

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    y del sufragio en particular. Esta tradicin exige la participacin, lajusticia y el autogobierno (Escalante, F., 1992, 34). No enfatiz elmbito privado o las libertades individuales. Y se fundament en lasoberana popular. Finalmente la ciudadana social se nutre de tresfuentes ideolgicas distintas: el socialismo (no necesariamente marxis-ta), la doctrina social de la Iglesia y el keynesianismo, las cualessubrayan la necesidad del sentido comunitario y el bienestar social. Bajoeste aspecto, no coinciden con las posiciones individualistas liberales.Pero no exigen forzosamente la participacin poltica democrtica (Es-calante, F., 1992).

    Actualmente se tiende a desdibujar el interjuego existente entreestas tres diferentes tradiciones que, a primera vista, resultan difcilesde conciliar. Ellas impulsaron por separado en el surgimiento de losderechos ciudadanos respectivos. Y hoy coexisten, no sin tensiones,dentro del cuerpo de normas y valores pblicos denominado modelocvico.

    1.4. Ciudadana e igualdad

    Respecto a este asunto, Lipset resalta que el aspecto ms importantedel concepto de ciudadana es la asuncin de la igualdad respecto a losderechos y deberes. Segn este autor, el carcter revolucionario de laciudadana es la creacin de un status en el que los hombres son iguales(Lipset, S.M., 1976, X). Al respecto, Lafer, parafraseando a Arendt,recuerda que no nacemos iguales. Nos volvemos iguales como miem-bros de una colectividad en virtud de una decisin conjunta que garan-tiza a todos derechos iguales. La igualdad no es algo dado... Es unaconstruccin elaborada convencionalmente por la accin conjunta de loshombres a travs de la ley y de la organizacin de la comunidad poltica(Lafer, C., 1994, 172). Sin embargo, se corre el peligro de silenciar que,a pesar de que la ciudadana tiene una connotacin de integracin, subase est formada por una sociedad desigual y excluyente. Por ello, A.Born insiste en no dejar en segundo plano los diferentes grados en quese materializan las tres dimensiones de la ciudadana. Ello es particu-larmente notable entre la vertiente poltica y la social. La primera de

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    ellas establece una igualdad entre los ciudadanos de carcter poltico-formal ante la ley, mientras que en la concrecin de la ciudadana socialse advierten notorias desigualdades materiales en los niveles de vida delos ciudadanos. Es decir, la ciudadana poltica puede ir acompaada dedes-ciudadana social y econmica. O, en otros trminos, los predicadosigualitaristas en el terreno poltico no se cumplen en el socio-econmico.Ello implica despojar a la ciudadana de las mayoras de contenidos dedignidad y eficacia (Born, A. A., 1993). Por lo anterior, habra quereconocer que la ciudadana intenta contrarrestar las desigualdadessociales en funcin de los mismos derechos bsicos. Pero igualmente esobligado admitir que existe todava una notable distancia entre laciudadana formal o institucional y la sustancial o real.

    1.5. El derecho a la diferencia

    La insistencia en la contradiccin existente entre igualdad formal ydesigualdad real no debe llevar a relegar u opacar otra dimensin de laciudadana. sta consiste en el derecho civil a la diferencia, es decir, ala individualidad y diferenciacin o, en otros trminos, a lo propio odistintivo. En un contexto globalizante, homogeneizador y anulador delas particularidades de los pases, regiones y grupos, es importantesubrayar esta vertiente ciudadana. En el terreno socio-poltico, estederecho es particularmente importante para salvaguardar la existen-cia, reconocimiento y demandas de las minoras (marginadas o no social,cultural y polticamente). Pero el derecho a la diferencia no consiste sloen una defensa ante lo ajeno o extrao amenazantes, sino, sobre todo, enla afirmacin de lo constitutivo y diferenciante. R. Rosaldo insiste enesta dimensin que califica de ciudadana cultural.

    1.6. La ciudadana local

    Como sostiene Marschall, la ciudadana es por principio nacional(Marschall, 1976, 72). Por ello, las concepciones clsicas de la ciudada-na la vinculan con una comunidad y un Estado nacionales (C. J. Moulin,R. Bendix). Se trata, por tanto, de visiones nacionales de la ciudadana.

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    Porque la nacin es el soporte de toda soberana y ciudadana (J-F.Lyotard, 1991). En este contexto, hablar de ciudadana local constituyeun contrasentido. Sin embargo, en la literatura sobre movimientossociales, especialmente los urbanos, es frecuente el uso de este trmino.Su sentido est relacionado con lo que comentar ms adelante (#2.3.)acerca de la distincin entre ciudadana primaria y secundaria. Msespecficamente alude al derecho a intervenir en las decisiones sobre laciudad, como mbito particular de la materializacin de la participacinciudadana (E. Jelin, L. Kowarick, M. Schteingart). Bajo este aspecto, laciudadana local consiste en una modalidad de la ciudadana o de losderechos polticos. Y, en este sentido, no se contrapone a la dimensinnacional de la ciudadana.

    1.7. Ciudadana mundial

    En el extremo contrario a lo comentado acerca de la ciudadana local, esobligado aludir a varios hechos de orden filosfico y poltico que permitensostener su carcter multinacional y mundial (N. Arendt, J. Habermas,R. Falk, B. van Steenbergen y B. Turner).

    Histricamente, los primeros compendios ordenados de los derechoshumanos se referan al ser humano como individuo, en su mera condi-cin de hombre, como titular de derechos y obligaciones no otorgados niotorgables por el gobernante y, en consecuencia, independientes delEstado-Nacin al que est adscrito. Estos derechos nacen, crecen y sedesarrollan con la humanidad. Y, por ello, deben ser considerados comoexigibles universalmente (J. Madrazo y W. Beller, 199 y 211). Por otraparte, las diferentes declaraciones contemporneas de los derechos delhombre y del ciudadano sostienen que le corresponden por ser miembrode la familia humana y ciudadano del mundo (ONU, Declaraciones de1948, 1960 y 1976). Asimismo, la experiencia de la integracin europeaha sentado antecedentes para el reconocimiento de una nacionalidad yderechos comunes a los ciudadanos de los diferentes pases que laintegran. Finalmente, segn I. Wallerstein, S. Amin y M. Lasime, lasprcticas de los sindicatos internacionales y federaciones mundiales detrabajadores, as como de los partidos mundiales e igualmente de las

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    federaciones internacionales de movimientos sociales como los ecologis-tas y de pobladores, sentaran las bases y aspiraciones del ciudadanouniversal y de la sociedad civil mundial.

    1.8. Ciudadana y actitudes ante el Estado

    Los anlisis de J. M. Barbalet acerca de las posiciones que los ciudada-nos deben asumir ante el Estado, para la materializacin de los diferen-tes derechos, son particularmente esclarecedores. Al respecto ha deresaltarse que los derechos civiles son derechos contra el Estado,mientras que los derechos sociales constituyen reclamos garantizablespor l. En el primer caso, es decir, para que las personas puedan operarcomo ciudadanos, deben existir libertades que el Estado no puedeinvadir y, por ello, acciones que ste no puede ejecutar; en otrostrminos, para que la sociedad civil acte ciudadanamente, el Estado nodebe intervenir. Por el contrario, ste tiene que respetar el campo deactuacin de la sociedad civil. Lo opuesto sucede con los derechossociales. Puesto que stos cubren aspectos relacionados con el bienestar(educacin, salud, vivienda, etctera), para que los ciudadanos puedanacceder a estos bienes, el Estado ha de establecer las diferentes condi-ciones (legales, administrativas, institucionales, etctera) que permitansu materializacin. sta es la razn de que el Estado est obligado arealizar ciertas acciones especficas; es decir, debe actuar e intervenirdirectamente. En consecuencia, las actitudes de la ciudadana anteestas dos formas de accin estatales en el campo de los derechos han deser distintas. Ciertamente, en ambos casos los ciudadanos se asumencomo fundamento del poder y con derechos ante el Estado. Pero respectoa los derechos civiles y polticos, el dilogo entre ciudadanos y Estado seestablece en stos o similares trminos: Te exigimos que respetes elmbito de accin propia e independiente de la sociedad y no interfierasen el ejercicio de nuestros derechos. Por el contrario, en el caso de losderechos sociales y econmicos, la interlocucin se realiza en esta otralnea: Te exigimos que crees las condiciones objetivas y suficientes paraque estos derechos no constituyan meras declaraciones, sino que, por elcontrario, puedan materializarse para todos y cada uno de los ciudada-

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    nos. Como es claro, estos dos reclamos ciudadanos hacia el gobiernodifieren fundamentalmente entre s.

    1.9. Es coherente el modelo cvico?

    Los ocho aspectos reseados de la ciudadana (reconocimiento progresi-vo, dimensiones implicadas, corrientes ideolgicas subyacientes, igual-dad propugnada, derecho a la diferencia, vertientes local y mundial yroles diferentes exigidos ante el Estado) constituyen puntos nodales dela discusin acerca de este tpico. Las vinculaciones entre ellos parecenlgicas en ciertos casos. En otros, la conexin no es evidente a primeravista. Y, por otra parte, obligan a plantear interrogantes acerca deaspectos que quedan todava abiertos a la discusin.

    Del primer tipo es la conexin real que se ha dado entre las luchassocio-polticas (que crearon las condiciones para el reconocimiento de losderechos ciudadanos) y las actitudes distintas que, una vez aceptados,exigen de los ciudadanos para que puedan materializarse, segn sea elcaso, a travs de la intervencin, o ausencia de ella, por parte del Estado.

    Asimismo es convincente plantear y recordar que los derechos ciuda-danos no constituyen un cuerpo unitario (que hubiera sido aceptado porlos Estados en un nico acto de reconocimiento y se nos hubiera legadoen bloque), sino que tuvieron un desarrollo desigual que se llev a caboen distintos momentos de la historia social y poltica de las diferentesnaciones.

    Sin embargo, resulta menos clara la articulacin o coexistencia entrelas diferentes corrientes ideolgicas en que se fundamentaron losdistintos tipos de derechos y aspectos de la ciudadana. Son realmentecompatibles el liberalismo con la democracia y el socialismo? Cul es elsaldo social de las experiencias liberales de la ciudadana? Por otraparte, cmo sostener la validez y vigencia de la igualdad entre losciudadanos frente a condiciones de vida profundamente desiguales yexcluyentes? Ello obliga a reconocer que la ciudadana igualitariaconstituye un modelo, un ideal y una meta en buena parte no alcanzados.A propsito de este modelo cvico que subyace a la concepcin de laciudadana, F. Escalante sostiene que confunde las tradiciones implci-

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    tas en l (la republicana, la liberal y la democrtica) en una frmula msbien imprecisa. Sin embargo, las contradicciones no pueden eliminarse:se podra decir que forman el corazn del modelo de moral pblica y delas formas de organizacin poltica de los ltimos dos siglos (Escalante,1992, 32 y 35).

    Otro aspecto que pareciera cuestionar el valor heurstico del conceptode ciudadana es el hecho de que se aplique a niveles o realidades muydistintas, como la local, nacional y mundial. Como ya se aclar, lacontradiccin entre la ciudadana local y la nacional es ms aparenteque real, ya que la primera no constituye ms que una particularizacinde la segunda a un mbito espacial especfico. Este acotamiento espacialno modifica la referencia al Estado nacional correspondiente. Sin em-bargo, la consistencia del trmino ciudadana mundial pareceraproblemtica porque remite a un Estado global o mundial inexistente.Como es sabido, la constitucin de este tipo de Estado fue la aspiracinde los 51 pases fundadores de las Naciones Unidas en 1945. De hecho,uno de los fundamentos de la ciudadana mundial consiste en elreconocimiento que dichos Estados otorgan a un conjunto de derechosque se comprometen a respetar. Pero adems los avances logrados porparte de la ONU y las experiencias de los sindicatos, partidos y movi-mientos sociales en este terreno apuntan hacia un proyecto polticodeseable y que se est materializando progresivamente. Para respaldarla ciudadana mundial est en proceso de constitucin la conciencia depertenencia a una sociedad internacional y de estar, cada vez msintensamente, inmersos en relaciones polticas que rebasan los lmitesnacionales.

    Y de entre las preguntas que provoca la conceptualizacin realizadaacerca de la ciudadana, dos parecen centrales: 1) es posible reconocernuevos derechos y, en esa medida, ampliar las dimensiones de laciudadana?, y 2) tiene la ciudadana necesariamente una vertienteindividual o caben expresiones colectivas de ella?

    Respecto de la primera pregunta, es difcil aceptar que el reconoci-miento de derechos y la creacin de nuevas formas de ciudadanaconstituyan procesos ya terminados. Con base en los anlisis de Marschally Somers acerca de sus factores explicativos (participacin en la esfera

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    pblica, vida asociativa de los grupos, innovaciones en la cultura polticay recurso a las leyes para convertirlas en derechos), cabe plantear laposibilidad de creatividad en ambos terrenos. De hecho, en la literaturams reciente se sostiene la existencia de derechos culturales y ecolgi-cos, as como de las ciudadanas correspondientes (B. van Steenbergen).La problemtica ambiental o ecolgica es actualmente planteada comouna cuestin del habitat humano o del planeta como un todo (Conferen-cia de Naciones Unidas en Ro de Janeiro, en 1992). Bajo este aspectoposee una relacin directa con la ciudadana mundial. Los hombres sedescubren crecientemente como parte de la naturaleza, responsables(no dueos) de la tierra y con derecho a un desarrollo sustentable y a unambiente vivo. Por su parte, la dimensin cultural de la ciudadanaenfatiza las prcticas sociales que permiten la participacin, a un mismotiempo, en la definicin y orientacin de la cultura nacional, as como enla globalizacin o mercado mundial de bienes culturales. De estamanera se rescata simultneamente el derecho a la diferencia o hetero-geneidad (contra las tendencias estandarizantes) y a la inclusin (frentea las prcticas excluyentes). Finalmente es obligado reconocer que lacaracterizacin de la ciudadana realizada hasta ahora en este ensayotransmite la experiencia de los pases capitalistas centrales y losenfoques prevalecientes en la literatura socio-poltica respectiva. Elms elemental sentido histrico y crtico obliga a no atribuir patente decorso a esta versin particular de la ciudadana y a preguntarse culeshan sido los trminos en que Mxico ha transitado por este camino. Bajoeste supuesto, responder en el inciso siguiente a la pregunta acerca delas posibles expresiones colectivas de la ciudadana.

    2. Cinco experiencias mexicanas de la ciudadana

    En los acercamientos mexicanos al tema de la ciudadana destacancuatro ejes temticos. Por una parte, son importantes los anlisis acercade las aportaciones del liberalismo del siglo XIX a la ciudadana civil (J.Reyes Heroles, A. villegas y G. F. Escalante). Por otra, se ha insistido enlos avances que implic la constitucin de 1927 en el reconocimiento delos derechos sociales y econmicos (D. Valads). Asimismo, varios

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    autores han reconocido los logros obtenidos en este terreno por losmovimientos sociales y polticos, e incluso revolucionarios y guerrilleros(R. Garca R., J. Madrazo C. y W. Beller T.). Sin embargo, los ensayosacerca de la evolucin posterior del pas en este campo coinciden enreconocer el escaso desarrollo de la sociedad civil y de los derechos cvicosy polticos. Por ello es importante reconstruir, as sea esquemticamen-te, las principales expresiones mexicanas de la ciudadana a partir de lossesenta y en el terreno cvico, social y poltico. Al respecto se detectan,al menos, cinco experiencias significativas. stas son: a) los gruposcvicos o ciudadanos semipartidarios; b) los comits cvicos del movi-miento campesino guerrerense y su expresin protopartidaria; c) laciudadana lograda por los movimientos reivindicativos; d) el movimien-to por los derechos humanos, y e) la emergencia ciudadana de la ltimadcada. A continuacin aporto un bosquejo de cada uno de ellos.

    2.1. Los grupos cvicos semipartidarios

    Hasta muy recientemente, se consideraban como cvicos los agrupa-mientos constituidos por activistas que actuaban formalmente fuera delas estructuras partidarias, pero cuyos ncleos eran, de hecho, prolon-gacin de ellas. Constituan el brazo civil de los partidos. Eranexpresiones organizadas de tipo poltico que no asuman la forma departido. Una de sus modalidades actuales fueron los comits ciudada-nos pro Crdenas, los cuales constituan un recurso para insertar aciudadanos en intereses y proyectos partidarios (PRD, 1994). Algunosanalistas los han visualizado como medio para recuperar a ex-perredistaso como perredistas disfrazados de ciudadanos. En cualquier caso, setratara de una expresin light del PRD. Este juicio sera extrapolablea la resolucin de reservar la mitad de sus postulaciones a cargos deeleccin popular a los calificados por este partido como candidatosexternos, es decir, a ciudadanos sin partido para que fueran diputadospor ese instituto poltico. Como es claro, la incorporacin de ciudadanosindependientes a cargos de representacin popular rompera el monopo-lio de las funciones pblicas por parte de miembros de partidos ycontribuira a la ciudadanizacin de la poltica y de la vida pblica. Pero

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    no niega que el ciudadano que hipotticamente lograra desempear esecargo, adems de ser entonces funcionario pblico, se atendra a loslineamientos del partido que lo postul; es decir, tendera a actuar comomiembro de su bancada. sta fue, al menos, la experiencia de losdiputados ciudadanos de la anterior legislatura por parte del PAN,misma que intenta ser superada ahora por los recientemente electoscomo representantes del PRD.

    2.2. Lo cvico y lo popular

    Una manifestacin particular de lo cvico fue la adoptada por el movi-miento campesino comandado por Genaro Vzquez antes de involucrar-se en la va armada, es decir, la Asociacin Cvica Guerrerense. stapracticaba la lucha cvica de masas, la cual inclua la participacin en losprocesos electorales. Esa lucha de masas era cvica porque se desarrollpor vas pacficas y legales. Lo novedoso de esta va fue que incluy elrecurso electoral en un periodo y contexto en que la izquierda mexicanalo rechazaba por considerar que implicaba hacerle el juego a la burgue-sa. (Recurdese el trmino la farsa electoral todava socorrido porgrupsculos de la ultraizquierda). Una derivacin de este grupo fue laAsociacin Cvica Nacional Revolucionaria, que constituy un movi-miento poltico protopartidario, el cual posteriormente se fusion en elPRD. En su estructura orgnica, los comits cvicos de base y loscomits cvicos de lucha eran los grupos fundamentales de apoyo.Como es claro, en este caso, lo cvico es lo electoral asociado a unmovimiento social de corte campesino y a otro semipartidario (ACNR,Declaracin de principios).

    2.3. Ciudadana y movimientos reivindicativos

    La tercera variante mexicana de lo ciudadano es la vinculada a losmovimientos autnomos en torno a la educacin, salud, conflictoslaborales, condiciones materiales de vida en la ciudad, situacin de lamujer, etctera; es decir, los protagonizados principalmente por elmagisterio, los mdicos, los trabajadores, los colonos urbanos, feminis-

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    tas, etctera. En conjunto, las presiones ejercidas por estos movimientosindependientes de corte sindical, popular y de gnero lograron avancesen la materializacin de los derechos sociales ya reconocidos en laConstitucin. Sin abandonar su dimensin reivindicativa, se estndescubriendo como sujetos de derechos y, en esa misma medida, adqui-riendo perfiles ciudadanos. Por ello, cada vez con mayor frecuencia yclaridad, se califican a s mismos como tales. En este contexto, lossocilogos urbanos en particular, a contracorriente de las consideracio-nes usuales que vinculan la ciudadana con la nacin, detectaron que laconquista de los plenos derechos ciudadanos en las ciudades... ha sidotarda; es decir, hay carencia de una amplia participacin polticaciudadana en la toma de decisiones sobre la organizacin de las ciuda-des (Alabart, et al. 1994, 15). Por ello, J. Borja sostiene lacnicamenteque ciudadano es aqul que participa en la conquista de la ciudad(Borja, 1990). Los grupos, organizaciones y movimientos sociales queintervienen en dicha conquista acceden, al mismo tiempo, a una ciuda-dana secundaria que el sistema les negaba, de facto, al ser excluidosde las decisiones urbanas (Reilly, Ch. A., 1994, 2, 316 y 321; Kowarick,L., 1991; Schteingart, M., 1991). Por la composicin social de losintegrantes de estos movimientos, se aluda tambin al acceso a unaciudadana popular. Obviamente, en estos casos, la ciudadana urba-na est asociada tanto a la reivindicacin colectiva de satisfactoressociales (vivienda, servicios urbanos, etctera), como al ejercicio dederechos polticos (participacin en las decisiones urbanas) por parte delos sectores populares urbanos. La diferencia entre esta experiencia y lavivida por las Asociaciones Cvicas recin aludidas estriba en que susintegrantes toman conciencia de sus derechos sociales y polticos des-pus de participar en luchas reivindicativas y en que se involucran en lascontiendas electorales ms tardamente.

    2.4. Movimiento en defensa de los derechos humanos

    Este movimiento lucha por la defensa y reconocimiento de derechoscvicos y polticos fundamentales. Entre ellos destacan las demandaspor la supresin de la tortura, aplicada a los acusados, y de la represin

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    utilizada por el Gobierno con la poblacin y asimismo contra el abuso delas autoridades. Pugna por la presentacin de los desaparecidos, lalibertad de los presos polticos, a favor de los perseguidos y exiliadospolticos, por el castigo a los represores y por las libertades polticas.Lucha por limitar la impunidad a las autoridades infractoras de losderechos humanos y por obligarlas a reconocer y respetar los derechosque asisten a las vctimas (Gallardo, L.R., 1992).

    Los agrupamientos defensores de los derechos humanos no confor-man un movimiento sectorial, sino una red de movimientos. Porque a lalucha por estos derechos se adhieren no slo un nmero amplio decomisiones, academias, centros, ligas, coordinadoras y organismos espe-cficos, sino tambin diferentes grupos sociales del campo y la ciudad, ascomo numerosas ONGs, miembros de partidos polticos y de diferentesconfesiones religiosas, as como la opinin pblica. Como es claro, en estecaso las dimensiones de la ciudadana que son objeto de defensa son lacivil y la poltica.

    2.5. Ciudadana y defensa del voto

    La experiencia ciudadana reciente y ms importante, desde 1988 a lafecha, es la constituida por los grupos surgidos en torno a los procesoselectorales. Estn integrados no slo por agrupaciones especficas paratal objeto, sino tambin por diferentes agrupamientos reivindicativos yorganizaciones civiles, as como por miembros de partidos polticos,organismos no gubernamentales (ONG) y miembros de ComunidadesEclesiales de Base (CEB). Su orientacin ideolgica conforma un abani-co amplio que incluye tanto la llamada izquierda, como la derecha.Luchan por rescatar y hacer valer la dignidad ciudadana, como origeny fundamento del poder poltico, y pugnan por el respeto a los derechos,especialmente los polticos. Tiene como objetivos principales la educa-cin cvica, as como la defensa del voto y de los resultados electorales,a travs de la observacin y vigilancia de los comicios. Ellos han dadolugar recientemente a movimientos cvicos de masas. Evidentemente,aqu lo cvico o ciudadano consiste en la defensa del derecho polticofundamental a participar en las elecciones.

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    A partir de las cinco experiencias anteriores, es claro que en la versinmexicana de la ciudadana destacan dos particularidades: por unaparte, la articulacin entre su vivencia individual y la colectiva y, por laotra, la relacin entre la ciudadana primaria y la secundaria. Lavinculacin entre la dimensin individual y la grupal es tal que parecellegar a prevalecer incluso la primera sobre la segunda. Porque lainfluencia liberal y la democrtica, ya aludidas, que establecen unaecuacin de igualdad entre un ciudadano y un voto, y que privilegian lavivencia individualista de su ciudadana, est ms vigente entre secto-res acomodados de la sociedad. Pero segmentos activos de las capasmedias y populares poseen de la ciudadana una experiencia, al mismotiempo, colectiva. A travs de vnculos asociativos participan tanto engrupos ciudadanos semipartidarios y en comits cvicos integrados enmovimientos sociales (campesinos o urbanos) como en movimientos afavor de los derechos humanos o movimientos cvicos o ciudadanosdefensores del voto. De forma similar (por supuesto, no idntica) a comolos grupos tnicos se integran a la comunidad nacional (es decir, se hacenciudadanos) no individualmente, sino en cuanto grupalidades, losmexicanos estn descubriendo y practicando su ciudadana al partici-par, formal o informalmente, en grupos y movimientos ciudadanos.

    La segunda particularidad de estas experiencias es calificar laciudadana ganada por los sectores mayoritarios, especialmente de lasciudades, como secundaria o popular. Estos dos calificativos no impli-can asentar la existencia de varias categoras de ciudadana. Peropermiten enfatizar que esos sectores estn accediendo a ella mediantela movilizacin social y con notable retraso respecto al reconocimientoformal de la ciudadana primaria por parte del Estado. sta la hanconquistado y hecho efectiva a travs del aprendizaje y prctica de lasecundaria, interviniendo en sus reivindicaciones respectivas y en laresolucin democrtica de sus asuntos internos.

    Cabe, pues, inferir que en Mxico existen movimientos ciudadanospor la defensa del voto y movimientos sectoriales que articulan deman-das particulares con la conciencia de derechos y que, por ello, actanciudadanamente; es decir, intervienen como ciudadanos no slo cuandodefienden el voto y se convierten en observadores electorales, sino

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    tambin cuando presionan por sus derechos civiles y sociales. Deacuerdo con las dimensiones de la ciudadana analizados por Marschall,en conjunto estos movimientos reivindican tanto la ciudadana social,como la civil y la poltica.

    3. La respuesta gubernamental a la ciudadana emergente

    Los anlisis socio-polticos mexicanos no suelen resaltar la otra cara dela corporativizacin de que ha sido objeto. La sociedad mexicana, esdecir, el relegamiento que han sufrido los valores y prcticas ciudadanastanto por parte del gobierno, como de la propia sociedad civil. Duranteel periodo posrevolucionario, la idea que predomin entre la clasegobernante acerca de la ciudadana fue burocrtica. El civismo era unsimple recordatorio de los vnculos administrativos entre el Estado ylas personas (Monsivis, C., 1988, 386). Y la participacin ciudadanaun simple acto de asentimiento al rgimen (Loaeza, S., 1981, 29). Parael Estado mexicano, el buen ciudadano era el contribuyente quepagaba con puntualidad y exactitud los impuestos, el que era respetuosodel gobierno y no pona en cuestin sus acciones ni las enjuiciaba, y el queparticipaba en los actos de adhesin al sistema y lo apoyaba en losprocesos electorales. El resultado final era una sociedad civil dbil y unaciudadana mediatizada, con un margen muy reducido de vida propia y,en buena medida, subordinada al Estado.

    Esta tendencia bsica se mantuvo hasta el sexenio de M. de laMadrid, en el que el gobierno intent abrir la sociedad y la vida polticaa las formas ciudadanas. Esta apertura consisti en ensayos pordescorporativizar la vida poltica y por ciudadanizar la organizacin dela sociedad. Del segundo tipo fueron los intentos por crear agrupamien-tos ciudadanos integrados al gobierno (UNE, Movimiento Ciudadano,etctera). En el terreno electoral, tras el fracaso del PRI en Chihuahuaen los ochenta, el gobierno puso fin al experimento de ciudadanizar lapoltica. Sin embargo, la presin y movilizacin sociales, el deseo deintervenir en la toma de decisiones, el inters por defender el derecho alvoto y por garantizar procesos electorales menos inequitativos y mscompetitivos fueron creando un clima ms ciudadano y motivaron

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    varias reformas administrativas y electorales durante el sexenio de C.Salinas. Mediante las primeras, algunos consejos, comits, etctera, deinstancias gubernamentales (de Proteccin Civil, de Seguridad, dePlaneacin y Procuradura Urbanas, de Contralora social, etctera) seabrieron a la intervencin de ciudadanos no involucrados en partidospolticos para que se integraran a ellos. Ello implica que formalmentecomienza a existir presencia ciudadana en estas instancias. Pero confrecuencia son incorporados a estos rganos ciudadanos que habanparticipado previamente como funcionarios pblicos o haban tenidonexos con el Partido oficial. Es decir, se advierte una contraccin entrela apertura ciudadana formal y la prctica todava clientelar y corpora-tiva.

    Parte de las reformas electorales recientes consistieron en nombrarconsejeros ciudadanos en el IFE con la propuesta y aprobacin de lospartidos. Este relativo avance coexisti con la creacin, desde arriba, demovimientos ciudadanos vinculados al rgimen, as como de grupos deobservadores paralelos a los autnomos.

    Lo anterior manifiesta que, a causa de la presin social, el Estado seve impulsado a institucionalizar relaciones y procedimientos normati-vos con ciudadanos y ya no tanto con corporaciones clientelares. Comorespuesta, el gobierno abre, de manera calculada, las puertas a laintervencin ciudadana, estableciendo, al mismo tiempo, contrapesosque le permitan mantener el control del proceso de ciudadanizacin. Y,a contrapelo de su proyecto inicial, el rgimen de C. Salinas realizreformas electorales. stas, sin embargo, no resuelven el paso de unasociedad mediatizada y corporativizada a otra de ciudadanos, ni tampo-co la urgente reforma del Estado.

    Conclusiones

    El anlisis realizado permite establecer tres tiposde conclusiones bsicas:

    1. La ciudadana es una conquista y el resultado de mltiples luchas. Ytan ciudadana es su dimensin civil como la social y la poltica. En sus

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    elementos constitutivos se mezclan influencias ideolgicas difciles decompatibilizar como la liberal, la democrtica y la socialista. Por otraparte, la situacin de ciudadano constituye un derecho real pero,asimismo, un modelo y un proyecto ideales y, en buena parte, nomaterializados. Su cristalizacin exige del Estado la intervencin direc-ta para avanzar en la consecucin de los derechos sociales y, por elcontrario, la no interferencia y respeto a los mrgenes de accin indepen-diente de los individuos y de la sociedad, en el caso de los civiles ypolticos. Hoy cabe sostener la existencia de derechos culturales yecolgicos.

    2. Las experiencias mexicanas de la ciudadana se dan tanto en elterreno civil como en el social y poltico. Durante muchos aos lasreivindicaciones sociales se llevaron a cabo sin que hubiera una vincu-lacin explcita con la conciencia de derechos, en este caso, sociales. Estasituacin se est modificando crecientemente. Hoy los mexicanos sonms sensibles a la dimensin poltica de la ciudadana y, en particular,a la relacionada con la defensa del voto y de los resultados electorales.El movimiento por derechos humanos, principal defensor de la vertientecivil de la ciudadana, est incrementando la conciencia acerca de ella.Y en la experiencia mexicana de la ciudadana se articula la vivenciaindividual con la grupal. Estos factores bsicos deben ser relacionadoscon los rasgos aun corporativos de la cultura poltica predominante.Ambos son reales. Pero tendencialmente los perfiles corporativos estnperdiendo fuerza; y los rasgos ciudadanos se incrementan, aunque entresectores reducidos de la poblacin.

    3. Durante el periodo posrevolucionario, el Estado mexicano impulsla materializacin de los derechos sociales, pero con resultados muydesiguales y favoreciendo a sectores vinculados al partido oficial (buro-cracia, movimientos oficialistas, etctera). La concepcin gubernamen-tal de la ciudadana es burocrtica y limita, de facto, el desarrollo de losderechos civiles y polticos. Por ello, Mxico es un pas con vida ciudada-na an dbil y con un proceso de ciudadanizacin mediatizado por elgobierno. ste se inclina ahora por impulsar una sociedad de ciudadanos

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    que sean electoralmente apoyadores del sistema, es decir, ms sumisosque reales interlocutores y enjuiciadores del gobierno. Por esta razn,sus medidas oscilan entre el modelo ciudadano y el corporativo.

    Para la evolucin ciudadana del pas aparecen dos salidas espe-ranzadoras. Por una parte, los avances ya logrados y que, de manera cre-cientemente autnoma, combinan la conciencia de su dimensin indivi-dual con la vivencia plural y colectiva de su defensa. Y, por otra, losreclamos crecientes por modificar las relaciones entre estado y sociedadsobre la base de una complementariedad sin subordinacin.

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