Las cien mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial por Jesús Hernández

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Las cien mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial se ha convertido en uno de los libros de referencia de historia militar en la última década en nuestro país. Un libro riguroso y a la vez ameno, repleto de aquellos sorprendentes detalles, de lo cotidiano del conflicto, que también fueron decisivos para definir el cambio de rumbo de la Historia.

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Las cien mejores anécdotas dela Segunda Guerra Mundial

Jesús Hernández

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LAS CIEN MEJORES ANÉCDOTAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIALJesús Hernández

Las cien mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial se ha convertido enuno de los libros de referencia de historia militar en la última década en nuestropaís. Un libro riguroso y a la vez ameno, repleto de aquellos sorprendentes deta-lles, de lo cotidiano del conflicto, que también fueron decisivos para definir el cam-bio de rumbo de la Historia.

Jesús Hernández ha investigado un poco más allá de estrategias y versiones ofi-ciales para crear este anecdotario, y arrancar así una sonrisa o alguna que otracara de asombro. El libro aporta, además del centenar de anécdotas, otro capí-tulo destinado a curiosidades y un espacio destinado a pequeños récords, comola bomba más pesada o el piloto más condecorado.

ACERCA DEL AUTORJesús Hernández (Barcelona, 1966) es periodista y licenciado en HistoriaContemporánea y en Ciencias de la Información. En su extenso trabajo de divul-gación de la historia militar ha logrado unir rigor y amenidad, en una combina-ción que ha despertado el interés tanto del gran público como del lector espe-cializado. Sobre el conflicto de 1939-1945 ha publicado los siguientes trabajos:Hechos insólitos de la Segunda Guerra Mundial, 100 historias secretas de la

Segunda Guerra Mundial, Enigmas y misterios de la Segunda Guerra Mundial,

El Reich de los Mil Años, El desastre del Hindenburg, Desafiando a Hitler.

ACERCA DE LA OBRA«Pues os recomiendo leer el libro. Lo único que me queda por asimilar es cómosu autor ha sido capaz de recopilar toda esa información. De hecho, ha visitadotodos esos lugares de los que nos habla, desde el campo de batalla de ElAlamein hasta las playas de Normandía. Aun así, ¿cómo se pueden saber tan-tas y tantas anécdotas? […] Sin duda, leeré más libros de este autor para segu-ir disfrutando.»HiStoRiASDELACiEnCiA.CoM

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A mi hijo Marcel

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«Ningún avión enemigo sobrevolará el cielo alemán.»

HERMANN GÖRING (1893-1946), ministro del Aire y mariscal del Reich

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Prólogo a la nueva edición

Han pasado diez años desde la publicación de Las cienmejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial, obracon la que debuté en el mundo editorial. Entonces no podíasospechar que comenzaba una apasionante aventura perso-nal que me iba a proporcionar innumerables satisfacciones,entreveradas apenas con algún que otro desencanto. Una década después de la aparición de mi primer título,

y tras haber publicado en este periodo dieciocho libros más,aquel empeño denodado en que mi primera obra llegase al-gún día a las librerías se ha demostrado la mejor inversiónque jamás he hecho. En la actualidad, lectores de una vein-tena de países siguen mis obras, que se han traducido, entreotros idiomas, al polaco, al lituano, al islandés o incluso alchino. Eso hace que a menudo reciba correos electrónicosde lectores argentinos, lituanos, venezolanos, checos o bra-sileños, que me felicitan por el libro que acaban de leer yque aprovechan para señalarme la inevitable errata o suge-rirme nuevos temas. El que personas tan distantes geográ-fica o culturalmente valoren por igual mi trabajo me pro-porciona la confianza necesaria para seguir adelante poreste camino, asumiendo el reto de ofrecer cada vez unanueva obra que cumpla de nuevo con sus expectativas.Esta aventura que ahora cumple una década me ha

dado también la oportunidad de entablar relación con mu-

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chas personas que, de otro modo, nunca hubiera llegado aconocer. Los que sentimos atracción por los temas relacio-nados con la Segunda Guerra Mundial poseemos, porsuerte o por desgracia, una suerte de ADN propio, quehace que nos emocionemos al pisar un escenario en dondetuvo lugar alguno de aquellos episodios, o que nos lleva aleer compulsivamente cualquier obra referida al conflicto,o a conseguir y conservar objetos de aquella época comoauténticos tesoros. Pero también, curiosamente, ese ADNnos imprime una especial manera de ser; gracias a mi de-dicación, he podido conocer a otras personas que compar-ten conmigo ese modo particular de ver la vida. Con algu-nas de ellas ha llegado a surgir una amistad auténtica queha ido más allá de la inicial relación entre autor y lector, yeso hace que me sienta muy afortunado.En suma, la publicación de mi primer libro supuso un

giro enormemente positivo en mi vida del que entonces,cuando por fin mi obra llegó a las librerías, no era cons-ciente. Pero ese giro no sucedió en absoluto por casuali-dad, sino que fue fruto de la paciencia y, sobre todo, de laperseverancia.

Un título novedoso

La idea de escribir un libro centrado en las mejores anécdo-tas del conflicto de 1939-1945 surgió a raíz de mis viajes aLondres, a principios de la década de los noventa. Por en-tonces, en las librerías españolas apenas se podían encon-trar obras centradas en este conflicto, y las que había eranvolúmenes generales sobre el periodo; en cambio, la libre-ría Waterstone’s, en Trafalgar Square, era para mí un Shan-gri-La enmoquetado en cuyas estanterías podía encontrarlibros especializados en cada una de las campañas, en la vidade sus protagonistas, en el testimonio de los que vivieron elconflicto y, lo que más me sorprendió, en las anécdotas ycuriosidades que se dieron a lo largo de la contienda.

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Así, cada vez que regresaba de Londres, lo hacía car-gado con esos volúmenes que constituían para mí una ina-gotable fuente de conocimiento. Hoy en día, gracias a In-ternet, podemos adquirir esa bibliografía especializada encualquier librería virtual y recibirla por correo en nuestrodomicilio al cabo de unos días, pero en un tiempo en elque Internet estaba en mantillas, el acceso a la bibliografíaanglosajona sobre la Segunda Guerra Mundial era muylimitado, lo que daba un extraordinario valor a esos librostraídos desde la capital británica.Conforme fui descubriendo esas anécdotas y curiosi-

dades, desconocidas en su mayor parte para el lector espa-ñol, surgió en mí el propósito de darlas a conocer de unmodo u otro. Para ello, comencé a anotarlas y a desarro-llarlas, hasta que me encontré con un conjunto de histo-rias que consideré de gran interés. Así pues, a finales de1999, una vez reunidas todas esas historias en un solo vo-lumen, decidí remitir el manuscrito a las principales edi-toriales para su publicación. En ese momento, no sabíaque me enfrentaba a una amarga carrera de obstáculosque duraría más de cuatro años.Los autores que intentan publicar por primera vez

han de atravesar y superar un agotador proceso, en elque se pone a prueba su tenacidad y autoconfianza.Como es lógico, las editoriales se muestran remisas aapostar por un autor cuya respuesta entre el público estodavía una incógnita, por lo que el aspirante a escritordebe enfrentarse a sucesivos y desmoralizantes recha-zos. En mi caso, fueron veinticuatro editoriales las que,una tras otra, no confiaron en las posibilidades comer-ciales de mi proyecto. Más tarde supe que un célebre au-tor de bestsellers mundiales, John Grisham, también su-frió exactamente el mismo número de negativas, lo quedemuestra que la perseverancia, más que el talento,constituye el factor determinante a la hora de que unautor logre ver algún día su libro publicado.

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En aquellos momentos, el único apoyo que recibí fue elde mi admirado Manuel Leguineche, maestro de periodis-tas, al que remití el manuscrito por si lo consideraba dignode contar con una introducción firmada por él. Mi alegríafue inmensa cuando, después de leerlo, me obsequió conla introducción que figura a continuación de este prólogo.Entonces no se me ocurrió otra manera mejor de agrade-cerle su generosidad que enviándole un jamón. Una dé-cada después, mi agradecimiento sigue vivo, aunque, des-graciadamente, él ya no esté entre nosotros.Finalmente, cansado de las continuas negativas, pero

dispuesto a ver mi trabajo negro sobre blanco, decidí au-topublicar la obra, haciéndome cargo del coste de la edi-ción y encargándome yo mismo de distribuir los ejempla-res por las librerías que aceptasen ponerlo a la venta. Asílo hice, y en diciembre de 2003 mi libro estaba ya editado,a la disposición de los lectores en apenas media docena delibrerías barcelonesas. En estos establecimientos, habíanacogido con escepticismo la propuesta que les hice de de-jarles unos ejemplares; en alguna de ellas, solo me lo per-mitieron después de redoblar mi insistencia. Pero una semana después comenzaron a llegarme

desde esas librerías peticiones de más ejemplares; parasorpresa de sus propietarios, el libro se estaba vendiendomuy bien. Sin duda, existía un público ávido de una obrade este tipo, una demanda que las editoriales no habíansabido advertir. Las cien mejores anécdotas de la SegundaGuerra Mundial era un título novedoso, que se alejaba dela historia académica y presentaba el conflicto de 1939-1945 desde una óptica original y divertida. Fue entonces cuando el responsable de una pequeña

editorial barcelonesa de reciente creación, que había co-menzado a explorar esa nueva demanda con títulos cen-trados en la historia militar, se encontró con mi obra enuna de esas librerías y la adquirió. Tras apreciar su poten-cial, se puso en contacto conmigo y me propuso publicarla

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en su sello editorial. Acepté sin dudar. A partir de ese mo-mento, Las cien mejores anécdotas de la Segunda GuerraMundial iniciaba un largo y exitoso camino que llegahasta esta nueva edición.

Versión actualizada

Cuando hace unos meses surgió la posibilidad de reeditarmi primera obra para ponerla a disposición de los nuevoslectores, tuve cierto miedo a la hora de revisarla, ya queesperaba encontrar defectos que entonces me pasaron inad-vertidos y que solo ahora se me revelarían. Sin embargo,al volver a leerla, me sorprendió encontrar una obra quesigue transmitiendo la misma frescura que tenía enton-ces. A pesar de que han pasado diez años, estoy conven-cido de que ha resistido muy bien el paso del tiempo.Aun así, creí conveniente llevar a cabo un completo

restyling, puesto que son muchas las cosas que han cam-biado en esta última década. El lector de entonces ya no esel de hoy. El cambio más importante está relacionado conla percepción que se tiene de la historia militar. En 2004,en plena controversia social y política por la guerra deIrak, no era el mejor momento para que apareciera un li-bro que abordaba la guerra desde una óptica humorística.Así, para evitar que alguien pudiera interpretar que el li-bro banalizaba el fenómeno bélico, en un tiempo en el queel rechazo del belicismo alcanzó su cénit, en la versión ori-ginal decidí incluir algunas observaciones que, ahora quelas aguas han retornado a su cauce, han quedado supera-das, por lo que he decidido suprimirlas.Del mismo modo, en 2004, el mundo estaba todavía

bajo el impacto del atentado del 11 de septiembre de 2001,por lo que el libro incluía frecuentes referencias a esteacontecimiento tan de actualidad en ese momento. Noobstante, hoy parecen un tanto lejanas en el tiempo, por loque también he preferido eliminar la mayoría de ellas.

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Sin embargo, por el contrario, también son muchas lasnovedades que incluye esta edición. Además de reescribirpárrafos enteros para mejorar el texto original, y de com-probar y, en su caso, corregir todos y cada uno de los da-tos que contiene, he incorporado las revelaciones que hanido apareciendo en esta última década sobre los episodiosnarrados, completando así la versión que se ofrecía en laversión original. Igualmente, he añadido nueva informa-ción para ayudar a enmarcar los hechos, con lo que consi-dero que la obra ha ganado en solidez.No obstante, he preferido conservar algunos elemen-

tos que han perdido vigencia, como las referencias cine-matográficas. Entonces, esas menciones podían ser de uti-lidad para acercar los hechos al gran público, pero, hoy endía, los lectores los conocen suficientemente sin necesidadde acudir a la gran pantalla. Aun así, he decidido mante-nerlas como un vestigio del texto original, al igual que lautilización de la segunda persona del singular para diri-girme al lector, un recurso que hoy resulta anticuado, peroque también he decidido conservar.Con todo ello, este remozado Las cien mejores anécdo-

tas de la Segunda Guerra Mundial está listo para que unanueva generación de lectores lo disfrute; muchos de elloshan descubierto y han seguido mi trabajo a partir de al-guna de las obras publicadas posteriormente, por lo queahora tienen la oportunidad de descubrir el título que su-puso mi debut. Así pues, espero que estas páginas siganproporcionando horas de amena e instructiva lectura,tanto a los que ya conocen mi trabajo como a los que seacerquen a él por primera vez.

Barcelona, enero de 2015

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Prólogo

«Lo que se sabe sentir se sabe decir», escribió Cervantesen El amante liberal. Eso es lo que le ha ocurrido al autorde este libro. Sabe sentir, sabe decir, sabe contarlo.La Segunda Guerra Mundial ha recibido toda clase de

enfoques e interpretaciones. Se diría que no quedaba yahueco cuando, en esto, aparece un periodista licenciado enHistoria llamado Jesús Hernández, que nos cuenta en cienanécdotas algo de lo que pasó.La idea y el resultado: ha trabajado en la intrahistoria,

en los hechos en apariencia pequeños que, al paso de laspáginas, adquieren la dimensión de grandes. ¿Otra vezuna realidad, investigada, descubierta, que sobrepasa a laficción? Aquí no encontrará el lector sesudas reflexiones,párrafos grandilocuentes, sino la verdad desnuda, los ma-tices, las anécdotas reveladoras… No cabe duda de que laguerra de 1939-1945 fue una tragedia, pero mezclada,como siempre ocurre, con el melodrama, con el absurdo,con ráfagas de humor y muestras de la imaginación y lafantasía del hombre.Este libro, tan funcional, tan bien organizado en su es-

tructura, se lee de un tirón, entre el asombro y la incredu-lidad. Al final nos haremos una idea cabal de lo que pasó,pero no porque el autor nos haya endilgado lecciones excatedra sobre movimientos y estrategias, acerca de gran-

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des secretos y maquinaciones. Nada más lejos del ánimode Jesús Hernández que dar la lata.Su propósito está cumplido con creces; afán de divul-

gación, rigor en el contenido, claridad y limpieza de expo-sición, gracia al contar cosas tan inesperadas, en ocasionestan bizarras y chuscas. También así se escribe la historia,en letra en apariencia pequeña.El hombre en su realidad: el tirano que se inventa tru-

cos para ocultar su afición al alcohol, el experto que tramael bombardeo de Tokio con murciélagos o el japonés al quese le pasa por el magín invadir Estados Unidos con globosde papel. Todo eso y mucho más lo ha compuesto Jesúscon su acertada visión de la historia.Nada de encerrarse en la biblioteca como un ratón. El

autor sale al camino, viaja por los escenarios de los quehabla, se documenta, verifica… y escribe. Nadie puedeocultar la emoción que provoca en su espíritu aquello queama. Es lo que le ocurre a Jesús, poseído de la curiosidad yel deseo de comunicar lo que ha aprendido.Lo que se sabe sentir se sabe decir.

MANUEL LEGUINECHE (1941-2014),periodista, escritor, corresponsal de guerra.

Premio Nacional de Periodismo

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Introducción

El propósito de este libro es ofrecerte, amigo lector, unaselección de las mejores anécdotas de la Segunda GuerraMundial. Aunque pueda parecer que durante ese trágicoperiodo de la historia del siglo xx no hubo lugar para si-tuaciones humorísticas, la realidad es que los hombresque participaron en ella tuvieron reacciones llenas de sen-tido del humor. El mejor ejemplo es el del primer minis-tro británico, Winston Churchill, que supo mantener vivala fina ironía británica incluso en las situaciones más dra-máticas, mientras visitaba las ciudades arrasadas por lasbombas alemanas, por ejemplo.Así pues, estoy convencido de que te resultará apasio-

nante conocer estas cien anécdotas; unas te sorprenderán,mientras que otras te causarán admiración o una simplesonrisa, sin descartar que alguna te provoque una carca-jada. Son historias que narran hechos asombrosos, en losque se dan la mano el humor, la épica, la astucia o el valor,para dejar testimonio de un tiempo en el que había queluchar a diario para salvar la propia vida.El ingenio y la imaginación tuvieron un papel desta-

cado durante el conflicto. En este libro podrás conocer lasextravagantes ideas que se plantearon para poder comba-tir al enemigo con armas tan originales como ineficaces.No obstante, también surgieron proyectos geniales que

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lograron su objetivo, como, por ejemplo, encomendar aun cadáver la misión de engañar a Hitler o la ocultaciónmediante sencillos trucos de ilusionismo de, ni más ni me-nos, ¡el canal de Suez!Con todo ello he elaborado este explosivo (nunca me-

jor dicho) cóctel en el que caben todo tipo de ingredientes,desde el misterio que encerraban los inodoros de Vienahasta el truco de Stalin para mantenerse sobrio, pasandopor la propuesta de pintar la Casa Blanca de negro o ata-car los puertos alemanes con icebergs, sin olvidar el cara-melo que salvó la vida a un soldado o lo peligroso que esmezclar los tanques y el champán…En estas páginas aparecen también muchos personajes

que destacaron en sus respectivos campos artísticos y quese vieron inmersos, de una u otra forma, en la espiral de laguerra. Así pues, podremos encontrar al escritor ErnestHemingway, al fotógrafo Robert Capa o a los directoresde cine John Huston y Howard Hughes, además de agrandes actores como Lee Marvin y James Stewart. Todosellos participaron en la contienda, aportando su granito dearena a la victoria de la causa aliada.Además de este centenar de anécdotas al que hace re-

ferencia el título de la obra, he decidido incluir en el librovarios hechos que no tienen ese carácter, pero que creoque también pueden despertar tu interés. Al final de estevolumen te encontrarás con un apéndice en el que recojovarias coincidencias asombrosas que se dieron durante laguerra. Aquí comprobarás cómo saltaron en pedazos lasleyes de la probabilidad y la estadística debido al aluviónde acontecimientos que se produjeron en aquellos turbu-lentos años. El ejemplo más famoso fue el de la aparición,por pura casualidad, de todos los nombres en clave del de-sembarco de Normandía en el crucigrama del Daily Tele-graph, poco antes del Día-D.En otro apéndice, incluyo un conjunto de datos intere-

santes que podrían ser catalogados como récords, aunque

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quizás este dinámico término propio del mundo del de-porte no sea el más apropiado cuando hablamos de suce-sos bélicos. Esta recopilación de victorias aéreas, datos téc-nicos sobre armas o buques y medallas obtenidas encombate puede ofrecer un modesto interés para el granpúblico, pero creo que complementa los capítulos anterio-res, más centrados en el aspecto humano del conflicto, yestoy seguro de que habrá quien lo deguste con fruición.Quiero aprovechar estas líneas para dejar constancia de

unas consideraciones que pueden ayudar a comprendermejor el contenido. Durante la redacción de este libro, mehe encontrado con varias versiones, algunas de ellas contra-dictorias, de buena parte de los hechos que aquí relato. Trasconsultar todas las fuentes a mi alcance, he optado por re-flejar la versión que cuenta con una mayor verosimilitud,pero en ocasiones es muy difícil discernir el verdadero de-sarrollo de un acontecimiento histórico entre las diferentesdescripciones que se hacen de él a lo largo del tiempo.Tal circunstancia se agrava en el resbaladizo terreno de

las anécdotas, ya que, como bien sabes, en ocasiones seatribuye un mismo episodio o una misma frase a perso-najes distintos o se exagera alguna actuación para acen-tuar la imagen que se tiene de ese individuo. De todosmodos, asumo las consecuencias de afrontar ese riesgo,por lo que cabe la posibilidad de que encuentres en otro li-bro una versión no coincidente con la que figura aquí.Otra advertencia que quiero hacerte es que no me he

circunscrito al título de este libro y que (si me permites laexpresión) por el mismo precio te ofrezco muchas más decien anécdotas. Pese a que en el primer momento esa erami intención, he comprobado que era imposible relatarsolo ese centenar. Como si se tratase de una cesta de cere-zas, al intentar extraer cada una de estas historias me heencontrado con que unas estaban ligadas con otras. Portanto, decidí agrupar algunas de ellas formando un con-junto de anécdotas que hiciese mucho más entendible el

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escenario en el que tuvieron lugar, aunque figurandocomo una unidad.Una última consideración: quería confeccionar una

obra atractiva para un amplio espectro de lectores, tantopara los que son grandes conocedores de la Segunda Gue-rra Mundial como para los que se acercan por primera vezal tema. Por eso he preferido no dar prácticamente ningúndato por supuesto y he intentado orientar así al lector pro-fano, mediante explicaciones sencillas y notas a pie de pá-gina, además de incluir referencias cinematográficas, quepueden ayudar a ilustrar y visualizar los hechos relatados.No hay que olvidar que, para la inmensa mayoría de las

personas, las fuentes de conocimiento sobre aquellos acon-tecimientos no son densos libros de historia ni artículos derevistas especializadas, sino las representaciones que Holly-wood ha ido plasmando en el celuloide y los documentalesemitidos por televisión. Lejos de suponer esto un obstáculo,y haciendo de la necesidad virtud, he querido acrecentar elinterés de las distintas narraciones apelando a la memoriacinematográfica del lector, recuperando esas imágenes quepueden ayudar a identificarse con los hechos y, por lo tanto,hacer aún más atractiva la lectura de este libro.Soy consciente de que esto puede suponer una incomo-

didad para el público más conocedor del tema, que considereque no es necesario ese esfuerzo de divulgación; entiendoque puede suponer casi un agravio explicar quién era Hein-rich Himmler o Joseph Goebbels, pero estoy seguro de queobtendré su comprensión. Del mismo modo, he queridoresarcir a este tipo de lectores exigentes con el relato deanécdotas difíciles de encontrar en los libros de historia yque seguramente desconocen, o que guardan de forma dis-persa en su biblioteca personal y que desean tener reunidasen un solo volumen. Mi objetivo es que unos y otros dis-fruten con este libro, sin importar su nivel de conocimientosobre la Segunda Guerra Mundial; aunque el reto no essencillo, espero haber salido airoso de la prueba.

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No obstante, a pesar del carácter ameno de esta obra,hemos de tener muy presente la tragedia humana queconstituía el negro telón de fondo de esos episodios. Algu-nas de estas anécdotas están ligadas, de una u otra forma,a la muerte de seres humanos, lo que lleva a plantear sirealmente tiene sentido una obra como la que ahora tie-nes en tus manos.No es una cuestión sencilla de resolver y seguro que

existirán tantos argumentos a favor como en contra. Sepuede correr el peligro de banalizar el fenómeno de laguerra e, incluso, llegar a hacerla engañosamente atrac-tiva, pero estoy convencido de que cualquiera que lea estelibro comprobará que eso no es así. Creo que la cuestiónno ha de ser si es pertinente una obra como esta, sino de-cidir si hay que renunciar a conocer unos hechos extraor-dinariamente originales por el hecho de estar encuadra-dos en un conflicto bélico.Además, considero que acercarse al fenómeno de la

guerra desde una vertiente humorística, pese a ser unaopción arriesgada, puede servir para dejar al descubiertoel carácter intrínsecamente absurdo de ella; ya en el sigloXVII, el científico y filósofo francés Blaise Pascal se pre-guntaba: «¿Puede haber algo más ridículo que la preten-sión de que un hombre tenga derecho a matarme porquehabita al otro lado del río y porque su príncipe tenga unaquerella contra el mío, aunque yo no la tenga con él?».Hoy en día, ya entrados en el siglo XXI, esa pregunta si-

gue estando de plena actualidad. Afortunadamente, el em-pleo de la fuerza no es una opción que cuente con el apoyode la sociedad en las naciones desarrolladas, al contrariode lo que sucedió en las dos últimas guerras mundiales.Por lo tanto, no creo que esté fuera de lugar un libro comoeste, en el que tienen la palabra no solo los grandes diri-gentes que decidieron, de manera irresponsable, enviar ala muerte a millones de personas, sino también esos seresanónimos que se vieron obligados a coger las armas, de-

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jando atrás a sus familias, para enfrentarse a otros hom-bres en una sangrienta lucha.Estas páginas quieren ser también un pequeño home-

naje a todas las víctimas de aquella contienda, especial-mente a los españoles que se vieron involucrados en ella,voluntaria o involuntariamente, y que dejaron su sangreesparcida en la mayoría de los frentes de combate (desdeLeningrado a París, pasando por Filipinas o Guadalcanal)y, sobre todo, en los campos de concentración nazis. Aun-que no han obtenido el reconocimiento histórico que sinduda merecen, esta obra pretende dejar constancia de sulucha por unos ideales que defendieron hasta el final.Por último, debo decir que he confeccionado este libro

para que, obviamente, se lea siguiendo el orden estable-cido. Pero, teniendo en cuenta que el tren de vida actualnos obliga en ocasiones a tomar y retomar un libro innu-merables veces, ya sea en un transporte público o poco an-tes de dormir, sin poder leer más de diez minutos en cadaocasión, he tenido en cuenta la posibilidad de que se prac-tique una «lectura creativa»; así pues, amigo lector, te in-vito a disfrutar de estas cien historias en el orden que de-sees, saltándote algunas, releyendo otras, explorando enlas notas a pie de página o descubriendo las conexionesentre los distintos episodios. Tengo la impresión de queeste modo de lectura, libre de ataduras, puede ser inclusomás gratificante que la forma tradicional.Sin más preámbulos, espero que todos estos relatos

sean de tu agrado y que, al menos, te hagan pasar un buenrato. Al fin y al cabo, esa es la única pretensión de este li-bro; si lo consigo, me daré por satisfecho.

Barcelona, marzo de 2004

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Capítulo 1

En la guerra todo es posible

«Relámpago» inesperado

La Segunda Guerra Mundial comenzó el 1 de septiembrede 1939, cuando las tropas alemanas invadieron Polonia.Hitler sorprendió al mundo con una táctica revolucionariaque marcaría los fulgurantes éxitos de la maquinaria deguerra germana. Se trataba de la Blitzkrieg, la «guerra re-lámpago». Winston Churchill, en sus memorias, diseccio-naría con frialdad los principios básicos de este nuevo tipode guerra: la estrecha cooperación del ejército de tierra y laaviación en el frente, el violento bombardeo de todas lascomunicaciones y de cualquier población que se convir-tiese en objetivo, la actuación de espías, saboteadores y pa-racaidistas en la retaguardia enemiga y, sobre todo, el irre-sistible avance de grandes columnas de blindados.En la invasión de Francia, en junio de 1940, las tropas

alemanas avanzaron a gran velocidad sobre territorio galo,rompiendo así las defensas enemigas y proporcionandoéxitos similares a los conseguidos por la Blitzkrieg en Polo-nia. Pero, en realidad, estos no eran los cálculos del AltoMando alemán, que esperaba más bien que la ofensiva aca-base en una guerra de posiciones similar a la de la PrimeraGuerra Mundial.Lo creían por la extraordinaria igualdad entre las tropas

de uno y otro lado. Mientras que los alemanes tenían pre-visto lanzar contra Francia un total de ciento treinta y seis

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divisiones, los Aliados les esperaban con ciento treinta ycinco. Además, estas fuerzas estaban sobrevaloradas; el ge-neral alemán Hans Speidel, tras asistir a unas maniobrasfrancesas en 1937, afirmó que «cabe esperar una resistenciadesesperada de ese ejército y de sus jefes en el caso de queFrancia fuera invadida». Así pues, no se confiaba en que serepitiese en el frente occidental el fulgurante éxito de lastropas alemanas en Polonia, una campaña en la que la dife-rencia entre ambos potenciales bélicos era mucho mayor.No obstante, debido al planteamiento erróneo del Ejér-

cito francés, demasiado confiado en el poder defensivo de laLínea Maginot, 1 así como por la frágil moral de los solda-dos galos, los alemanes se encontraron con menos dificulta-des de las previstas. Los blindados germanos se lanzaron auna veloz carrera, dejando atrás a la infantería. Fue elmismo Hitler el que se vio obligado a ordenar que se efec-tuasen hasta tres detenciones, temeroso de que todo fueraun espejismo que acabase en una monumental trampa.De todos modos, los Panzer pudieron continuar avan-

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1. La Línea Maginot era un sofisticado sistema de fortificacionesque recorría la frontera con Alemania. Su construcción la inició An-dré Maginot, ministro de la Guerra entre 1929 y 1931, que le dionombre. Maginot, que había sido soldado raso durante la PrimeraGuerra Mundial, pretendía hacer inexpugnable la frontera francesaante un nuevo intento de invasión germano, además de evitar a lossoldados franceses las penalidades sufridas en las trincheras en casode una nueva guerra. Exteriormente, esta línea defensiva constaba deuna serie de casamatas de cemento y acero, donde se habían instaladocañones y ametralladoras. Tenía una profundidad de casi cien metrosy disponía de una red de ferrocarril subterráneo. La entrada estabasituada lejos del frente y cuidadosamente oculta. Todas estas instala-ciones poseían luz eléctrica propia y un complejo sistema de defensapara evitar ataques con gases. El punto débil era que su recorrido noproseguía tras la frontera belga, lo cual fue aprovechado por los ale-manes para rodearla, pasando a través de Bélgica. Aunque los veinti-dós mil defensores rechazaron al principio los intentos de asalto, paralos que se utilizaron cañones sobre raíles y bombas de una toneladaarrojadas por aviones Stuka, finalmente tuvieron que rendirse.

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zando a un buen ritmo hasta el mar, y rodearon por com-pleto a las tropas francesas y británicas. Más tarde, los ale-manes proclamaron a los cuatro vientos que todo respondíaa un plan perfectamente trazado para explotar la movilidadde las propias tropas, que se acabaría cumpliendo a la perfec-ción. De este modo, la propaganda nazi se aprovechó de uninesperado éxito que había sorprendido a la propia empresa.

Una arriesgada luna de miel

Estamos en junio de 1940. Hace veinte días que los alema-nes iniciaron su ataque a Holanda, Bélgica y Luxemburgopara poder invadir Francia evitando la Línea Maginot. Lossoldados franceses y británicos están apiñados en las playasde Dunkerque (una ciudad portuaria francesa situada cercade la frontera belga) para escapar del imparable avance ale-mán. Desde ese punto de posible escapatoria, se estaba lle-vando a cabo una compleja evacuación, conocida como Ope-ración Dynamo, que se había iniciado el 26 de mayo. En estereembarque de tropas participarían un total de ochocientossesenta y cuatro barcos de todo tipo, como destructores, dra-gaminas, ferris o incluso pesqueros y yates de recreo.Por su parte, los alemanes habían detenido inexplicable-

mente su avance. Hitler había ordenado a sus blindados queparasen, el 25 de mayo, cuando se encontraban ya a pocoskilómetros de los ingleses, y dejó a la fuerza aérea germana,la Luftwaffe, el honor de liquidar la bolsa de Dunkerque,por petición expresa de su máximo responsable, HermannGöring.2 La evacuación se convertiría en una auténtica pe-sadilla, en la que los soldados debían embarcar bajo el fuego

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2. Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre la auténticarazón que llevó a Hitler a ordenar que se detuviera el avance sobreDunkerque. Unos piensan que el dirigente germano desconfiaba delos éxitos que sus Panzer habían logrado con tanta facilidad y prefe-ría reservarlos para futuras operaciones, antes de arriesgarlos en laszonas pantanosas de Flandes. Por otro lado, dos generales alemanes,

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de la artillería enemiga y de las bombas que arrojaban losaviones y, si el barco lograba escapar de la playa, aún les to-caba enfrentarse a los temibles submarinos alemanes.En las playas de Dunkerque se vivían momentos de gran

tensión; en el embarque tenían preferencia los soldados in-gleses, mientras que los franceses eran los encargados deimpedir el avance de los alemanes. Fueron los trágicos díasen los que se acuñó la irónica frase: «Los ingleses resistiránhasta el último francés». Los nervios aumentaban, puestoque el círculo se iba cerrando; con cada minuto que pasaba,se reducían las posibilidades de salir de aquel infierno.Sin embargo, en mitad del drama, hubo tiempo para que

un soldado británico del regimiento East Surrey, llamadoBill Hersey, protagonizase un insólito episodio.Cuando su regimiento recibió la orden de embarcar,

Hersey no la encajó con la misma alegría que sus compañe-ros, pues no deseaba marcharse. El motivo tenía nombre demujer: Auguste, una joven francesa de veintiún años con laque Bill se había casado hacia seis semanas, con la ayuda deun diccionario, ya que ninguno de los dos hablaba el idiomadel otro. Bill se dirigió a su jefe, el capitán Smith, y le explicósu caso, por si cabía alguna posibilidad de que Auguste pu-diera ir con él. Evidentemente, no podía embarcar a ningunamujer civil en aquel barco, pero Smith estaba dispuesto ahacer una excepción. El soldado podría llevarse a Inglaterraa su mujer, pero debía darse prisa, pues el barco estaba apunto de zarpar.Así pues, el soldado Hersey se hizo rápidamente con una

bicicleta y salió a toda velocidad hacia el pueblo de Tour-coing, bajo la lluvia de bombas alemanas. Allí llegó sano ysalvo cerca de medianoche. Sin poder dar demasiadas expli-

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Walter Warlimont y Heinz Guderian, aseguraron que fue la insis-tencia de Göring la que frenó el avance. Por último, no se descartaque Hitler desease conceder a los británicos la posibilidad de escaparcomo muestra de buena voluntad de cara a un hipotético armisticio.

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caciones, hizo subir a Auguste a su bicicleta y pedaleó contodas sus fuerzas en dirección a Dunkerque. Finalmente, lle-garon a tiempo, cuando ya estaban embarcando los últimossoldados de su regimiento. Y aún hubo tiempo para solven-tar un pequeño problema. Para conseguir que la presenciade aquella mujer pasase inadvertida, el capitán Smith buscóun uniforme militar de la talla de la joven, además de uncasco y un fusil reglamentario. Una vez disfrazada, Augustesubió junto con Bill en el barco que los llevaría a Inglaterra,escapando a tiempo de las tropas alemanas. Seguramentenunca pensaron que disfrutarían de una luna de miel tanemocionante, pero a la vez tan arriesgada.Al final tuvieron esa misma suerte unos 224.000 mil

compatriotas de Hersey y otros 110.000 franceses. Los ale-manes consiguieron capturar 22.000 prisioneros. Aunquetanto británicos como franceses habían perdido muchosefectivos, además de un total de doscientos buques, entre losque figuraban diez destructores, así como grandes cantidadesde armamento, el balance final no fue tan negativo para losAliados, puesto que habían logrado evitar la temida aniquila-ción total. No en vano, la Operación Dynamo sería tambiénconocida como el «bendito milagro de Dunkerque», aunque,como bien dijo Churchill el 4 de junio de 1940 en la Cámarade los Comunes, «las guerras no se ganan con evacuaciones».

«Nunca tantos debieron tanto a tan pocos»

Los pilotos de las fuerzas aéreas británicas, la Royal AirForce (RAF), que hicieron frente a los aviones alemanesdurante la batalla de Inglaterra 3 en el verano de 1940, re-

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3. Para los interesados en la batalla de Inglaterra es imprescindi-ble la visita al museo de la RAF que acoge el antiguo aeródromo deHendon, al norte de Londres. En él se exhiben los distintos avionesque integraron la fuerza aérea británica durante el siglo XX.La batalla de Inglaterra dispone de un espacio propio, en el que

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cibieron todo tipo de reconocimientos y homenajes por elvalor demostrado durante los combates aéreos. El pueblobritánico quedó en deuda con ellos, tal como sentenciabala famosa frase de Churchill: «Nunca tantos debierontanto a tan pocos».El contrapunto humorístico lo pusieron aquellos va-

lerosos pilotos. Teniendo en cuenta que sus breves des-cansos los pasaban en el bar del aeródromo, los aguerri-dos aviadores aseguraban que Churchill, al pronunciaresa frase, «se refería seguramente a la factura de nues-tras cervezas».El sentido del humor de los aviadores ingleses logró,

además de apostillar ingeniosamente a Churchill, que lafamosa actriz norteamericana Mae West estuviera pre-sente, de forma simbólica, en la batalla que libraron con-tra los aparatos alemanes.Durante la batalla de Inglaterra, la mayor parte de

los combates aéreos se libraban sobre el canal de laMancha, por lo que los pilotos de la RAF acostumbra-ban a llevar un chaleco salvavidas por si los derribaban.Los chalecos de seguridad inflados le recordaron a al-guien el volumen de los pechos de la popular actriz,ocurrencia que tuvo éxito entre la tropa. Así, finalmentese adoptó el término «Mae West» de forma oficiosa parareferirse a este chaleco, cuyo diseño databa de 1932 yera de color amarillo intenso, para facilitar el rescate delos pilotos en el mar.

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se muestran los aviones que participaron en ella, tanto británicoscomo alemanes, desde el aterrador Stuka hasta el heroico Spitfire.Entre todos los aparatos expuestos destaca un espectacular bombar-dero cuatrimotor Lancaster, en perfecto estado de conservación.Otro museo interesante es el de Duxford, perteneciente al Im-

perial War Museum, en cuyo aeródromo se celebran varias veces alaño festivales aéreos en los que participan auténticos aviones de laSegunda Guerra Mundial.

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España también fue bombardeada durante la guerra

Aunque el territorio español se mantuvo al margen de laSegunda Guerra Mundial, en realidad sí se produjo unbombardeo accidental que hizo que nuestro suelo tam-bién resultase afectado por este tipo de ataque indiscrimi-nado a la población civil.La madrugada del sábado 12 de julio de 1940, un bom-

bardero italiano Savoia Marchetti SM-82 dejaba caer porerror tres bombas sobre La Línea de la Concepción,cuando pretendía lanzarlas sobre el aeropuerto de Gibral-tar. Dos de ellas quedaron medio enterradas en las dunasde la playa de Poniente, por lo que no llegaron a explotar.Pero la tercera cayó en la confluencia de las calles Duquede Tetuán y López de Ayala, y afectó a tres viviendas, quequedaron totalmente destruidas. La potente onda expan-siva pudo sentirse a cientos de metros de distancia. Hubocinco muertos y numerosos heridos, que tuvieron que serrescatados de los escombros a la luz de camiones milita-res, ya que la explosión había afectado al tendido eléctricoy la ciudad había quedado a oscuras. Al finalizar la contienda, el gobierno italiano pagó una

indemnización de doscientos cincuenta mil dólares de laépoca por los daños totales causados a personas y bienesde nacionalidad española durante toda la guerra, entre losque se incluyeron las consecuencias de la lamentable faltade puntería demostrada por el bombardero italiano sobreLa Línea de la Concepción. Esta cantidad serviría paraamortizar parte de la deuda contraída por España ante Ita-lia durante la Guerra Civil; el gobierno se encargó delpago de las indemnizaciones, los gastos médicos y la res-titución a los afectados por la pérdida de sus bienes.Esta no sería la única huella de la Segunda Guerra

Mundial sobre territorio español. En los meses posterio-res a la invasión aliada del protectorado francés de Ma-rruecos y Argelia, en noviembre de 1942, fueron habi-

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tuales pequeñas escaramuzas con los aviones norteame-ricanos y británicos que sobrevolaban las posesiones es-pañolas en África.El incidente más grave en el espacio aéreo español se

produjo el 3 de marzo de 1943, cuando una formación deonce aviones norteamericanos Lockheed P-38 Lightningpasó sobrevolando Nador, una localidad próxima a Meli-lla. Inmediatamente salió a su encuentro el entonces te-niente provisional Miguel Entrena Klett, 4 a los mandosde un Heinkel He 112B. Atacó a uno ellos: logró inutili-zarle uno de sus dos motores. El Lightning consiguió fi-nalmente efectuar un aterrizaje forzoso en las arenosasriberas del río Mulluya, en la frontera argelino-marro-quí. Al día siguiente, los norteamericanos recuperaronlos restos del fuselaje.Pese a la gravedad del hecho, no hubo consecuencias ni

se produjeron represalias por parte de los norteamerica-nos, que querían que Franco siguiera manteniéndose almargen de la guerra. Aun así, al día siguiente, una forma-ción de veintiún P-38 sobrevolaría el aeródromo de Nadoren un gesto de clara advertencia para que no se volvierana producir hechos de ese tipo. Por su parte, los diplomáticos españoles, siguiendo las

indicaciones del gobierno, que no deseaba provocar a losAliados, se encargaron urgentemente de limar asperezas.A los pilotos se les ordenó que no volviesen a interceptarningún aparato aliado, por lo que los aparatos estadouni-denses pudieron atravesar el espacio aéreo español sin quenadie los importunara.

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4. Miguel Entrena Klett había participado en la Guerra Civil es-pañola; fue condecorado con la Cruz de Guerra y la Cruz Laureadade San Fernando. Un mes después de la misión en la que derribó elavión norteamericano, pasó a formar parte de la Escala de Comple-mento. Continuó sus servicios en el Ejército del Aire hasta 1967,donde alcanzó el grado de coronel. Fue también piloto comercial.Entrena falleció en Madrid el 19 de febrero de 1999, a los 81 años.

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Índice

Prólogo del autor a la nueva edición .............................. 17Prólogo de MANUEL LEGUINECHE .................................... 23Introducción ................................................................... 25

CAPÍTULO 1. En la guerra todo es posible«Relámpago» inesperado ............................................... 31Una arriesgada luna de miel ........................................... 33«Nunca tantos debieron tanto a tan pocos» ................... 35España también fue bombardeada durante la guerra .... 37Predicciones, profecías y… Nostradamus ...................... 39Un soldado alemán sin pantalones ................................. 45Golondrinas, gatos y pingüinos carnívoros .................. 46Balance de víctimas: dos gallinas y dos vacas ................ 48Pearl Harbor: un cúmulo de despropósitos .................... 51… y los japoneses se pasearon por Singapur ................. 58Dieppe: retirada en calzoncillos ...................................... 63Aparece… ¡el pasaporte judío de Hitler! ....................... 68¡Cuidado! Un dirigible anda suelto ................................ 69La guerra y el alpinismo no están reñidos ..................... 70El ingenio ruso, contra la técnica alemana ..................... 71La caballerosidad tiene un límite .................................... 73Extrañas provisiones para Stalingrado .......................... 75Mapas de Persia olvidados .............................................. 78Un ensayo desastroso ..................................................... 81

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El doble de «Monty», en Gibraltar ................................. 84Los republicanos españoles liberan París ....................... 87San Marino; rendición por teléfono ............................... 90Dresde: la venganza de un cliente insatisfecho .............. 90Los misteriosos inodoros vieneses ................................. 92Una octavilla bastante útil .............................................. 94La sorpresa estaba en el púlpito ...................................... 95Macabro regalo para el Führer ....................................... 96La maldición de Iwo Jima ............................................... 98Sesión de fotos en la azotea del Reichstag .................... 105La bandera francesa más extraña de la historia ............ 109Un traductor marca el destino de Japón ....................... 110Enola Gay, una madre atómica .................................... 112«Operación exitosa, paciente muerto» ......................... 115Estados Unidos condecora a un antiguo enemigo ........ 120

CAPÍTULO 2. Ideas geniales y ocurrencias extravagantesEl «relojero fantasma» de Scapa Flow .......................... 122La invasión de los «cocodrilos de hormigón» .............. 129La Casa Blanca, a punto de ser negra ............................ 134La inútil hazaña del piloto Fujita .................................. 136La desastrosa actuación de los espías alemanes ........... 143«El hombre que nunca existió» llega a Huelva ............ 152Las mulas paracaidistas ................................................ 158Murciélagos incendiarios sobre Tokio ......................... 159Cómo ocultar el canal de Suez ...................................... 166Salir volando de un campo de prisioneros ................... 171Operación Greif: disfrazados en las Ardenas ............... 178Un portaaviones… ¡de hielo! ....................................... 182Lluvia de dinero ............................................................ 190«La gran evasión»: una fuga de película ....................... 200Ingleses e indios en las SS ............................................ 209La muerte llega en globo .............................................. 213La importancia de ser indio navajo ............................... 216Howard Hughes y su ganso gigante ............................ 219

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CAPÍTULO 3. Hechos inauditos en el campo de batallaCómo morir según manda el reglamento .................... 225Recibimiento inesperado a un general francés ............ 226Italianos a la carrera ..................................................... 226La importancia de unas botas grandes ......................... 227El ataque de los «perros bomba» .................................. 228Lumenski, un héroe de la tercera edad ......................... 230Una bomba muy oportuna ........................................... 233El caramelo le salvó la vida ........................................... 234Lección para un piloto alemán ...................................... 235Montecassino, una «torre de Babel» ............................ 237Una tranquila partida de cartas .................................... 242El peor sitio para echarse una siesta ............................. 242Nuts!: la exclamación más famosa de la guerra ........... 244El sacrificio de una estrella del béisbol ......................... 248Tanques y champán, una mezcla explosiva .................. 249

CAPÍTULO 4. Personajes singularesEl hombre más «democrático» del Reich ..................... 253«Dicen que usted está loco…» ...................................... 256El francés que rechazó una propina de Hitler .............. 257Franco no llegó tarde a Hendaya .................................. 260¡Prohibido fumar! ........................................................ 264El demonio encuentra defensor ................................... 265Afortunadas premoniciones ......................................... 267Un gánster muy popular .............................................. 272«¡Orinemos sobre el gran muro alemán!» .................. 272Bofetada al orgullo de Göring ...................................... 274Piernas ortopédicas caídas del cielo .............................. 278Skorzeny, de safari en Burdeos .................................... 283Orines de camello para Rudolf Hess ............................ 285La particular «flota de guerra» de Hemingway ........... 289Rommel, ¿arqueólogo? ................................................ 292Un curioso regalo para Von Ribbentrop ...................... 297El famoso «Volveré» de MacArthur ............................ 298El «resbalón» de Roosevelt ........................................... 302

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«¡No le suban la botella de leche!» .............................. 304Garbo, el catalán que engañó a Hitler .......................... 307Clark cumple su promesa ............................................. 320Los inconvenientes de apellidarse «Marshall» ............ 322Eisenhower, un entusiasta de las ostras ....................... 323El gran John Huston, censurado por los militares ....... 325Flint, el excéntrico ........................................................ 327Dudley, el «pirata rojo» ................................................ 329Patton también riega el territorio del Reich ................ 330«La Rosa de Tokio», «Lord Haw Haw»y «Axis Sally»: traidores al micrófono ......................... 334El truco de Stalin para mantenerse sobrio ................... 345Un jardinero que llegaría muy lejos ............................ 350La hazaña de un piloto tuerto ....................................... 352Recordatorio dental para Tojo ...................................... 353Onoda, el soldado más obediente ................................. 355

APÉNDICE 1. Coincidencias asombrosasLas tribulaciones de un granjero con imaginación ...... 363Page y Pape, pareja involuntaria .................................. 364Cincuenta cirujanos en Honolulu ................................ 365La postal vuelve a casa .................................................. 365«Yacimiento» de uranio en Nueva York ...................... 366Trágica reunión familiar en Guadalcanal ..................... 367Sin novia y sin galletas ................................................. 369«Mi madre revisó el paracaídas» .................................. 370¿Un espía en el Daily Telegraph? ................................. 370Rommel no se libra de Montgomery ........................... 373Los finlandeses la escogieron primero ......................... 374Ni un rasguño para los soldados .................................. 375Un equipo marcado por la desgracia ............................. 375La maldición del Ehime Maru ...................................... 376

APÉNDICE 2. La guerra en récordsEl ejército de caballería más numeroso ........................ 377El cañón más grande ..................................................... 378

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La pistola más barata .................................................... 381El arma más antigua utilizada en la guerra .................. 381Más buques hundidos por un submarino .................... 382El acorazado más grande .............................................. 383Más aviones derribados ................................................ 384Más aviones derribados en un día ................................ 385El piloto de caza más efectivo ....................................... 386Más victorias en combate nocturno ............................. 386El piloto británico con más victorias ............................ 387La bomba más pesada ................................................... 388El lanzamiento en paracaídas a mayor altitud ............. 389La posición artillera más alta ........................................ 389La mayor batalla de tanques ......................................... 389El soldado estadounidense más condecorado ............... 392El objetor de conciencia más obstinado ........................ 395

Epílogo .......................................................................... 397Bibliografía ................................................................... 405

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El autor agradecerá que se le haga llegar cualquier co-mentario, crítica o sugerencia a las siguientes direccionesde correo electrónico:

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Otros títulos que te gustarán

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A LAS PUERTAS DE LENINGRADOde William Lubbeck

Una perspectiva fascinante de la realidad cotidiana del com-bate en el Frente Oriental, el último destino al que un solda-do alemán deseaba ser enviado. Aunque parecía que la inva-sión de la URSS iba a ser rápida como la de Polonia o Francia,las tropas germanas pronto comprendieron que esa campañano iba a resultar tan plácida. Los caminos intransitables porel barro, el aluvión de efectivos del Ejército Rojo, los partisa-nos, el equipo inadecuado y las gélidas temperaturas hicieronque la lucha en el este se convirtiera en un infierno.

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100 HISTORIAS SECRETAS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

de Jesús Hernández

La Segunda Guerra Mundial encierra aún muchos secretos.Millones de documentos esperan todavía a ser desclasifica-dos, pero poco a poco vamos conociendo historias impactan-tes y sorprendentes que se han mantenido ocultas durantedécadas. En esta obra, el lector podrá conocer los planes alia-dos para secuestrar a Hitler, asesinar científicos enemigos oatacar las ciudades alemanas con bombas bacteriológicas.

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ACHTUNG-PANZER!de Heinz Guderian

Uno de los libros más esperados por los amantes de laHistoria Militar. Mientras la mayoría de los teóricos milita-res del período de entreguerras permanecían anclados en losprincipios de la defensa estática, cuya plasmación más desta-cada sería la tan costosa como inútil Línea Maginot, Guderianplanteaba una apuesta decidida por la movilidad. Según él, losblindados lanzados a toda velocidad, con el apoyo de la avia-ción, podían conseguir la rotura del frente y desarbolar alenemigo; había nacido la Blitzkrieg, la guerra relámpago.

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© Jesús Hernández, 2015

Primera edición en este formato: febrero de 2015

© de esta edición: Roca Editorial de Libros, S. L.Av. Marquès de l’Argentera 17, pral.08003 [email protected]

ISBN: 978-84-9918-639-9

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