Las carreras de caballos en el Real hipodromo de Legamarejo
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Cronista Oficial del Real Sitio y Villa de Aranjuez
LAS CARRERAS DE CABALLOS EN EL REAL HIPÓDROMO DE LEGAMAREJO
Desde siglos atrás existe constancia de un cierto interés por las carreras de
caballo en España, tanto por parte del Estado, como gracias a las voluntades
individuales de entusiastas aficionados a este deporte, y más concretamente por los
círculos de la nobleza y aristocracia. De este modo, existen referencias a Enrique II de
Castilla, quien dictó algunas reglas para el registro de los caballos que se introdujeron
en el Reino de España, prohibiéndose sacar del mismo clandestinamente equinos, bajo
pena de severas sanciones. A pesar de ser Felipe II un rey más proclive al medio
ambiente ordenado: jardines, parterres, ordenamiento de paseos abigarrados de
arboleda, etcétera, también tuvo en el mundo del equino aquella preocupación,
impidiendo con Reales mandatos que se trasladasen caballos de Andalucía para Castilla,
y formándose incluso una comisión para ocuparse de la conservación de la cría caballar.
En semejante línea se desenvolvió estas proclamas reales durante los reinados de
Felipe III y Felipe IV. Es en el
primer decenio del siglo XX,
cuando se empieza a tomar en
consideración en España la
utilidad y alcance de las carreras
de caballos. Se estudiaron los
modelos francés e inglés,
comenzándose a dar los primeros
pasos hacia la creación de una
Sociedad de Fomento, análoga al “Jockey Club” inglés y la “Societe Encouragement”
francés.
Cuando ya se había puesto en marcha un circuito importante en el mundo de las
carreras de caballos en España, como era el de las capitales de Sevilla, Granada,
Barcelona, Santander, San Sebastián y Madrid, el rey Alfonso XIII, entusiasta
aficionado en esta disciplina deportiva, ordenaba construir en su Real Casa de Aranjuez
un magnifico hipódromo, que entraba a formar parte del circuito hípico español, siendo
el séptimo hipódromo de renombre en España.
El día 11 de noviembre de 1916, en la sesión plenaria del Ayuntamiento ribereño
presidida por Manuel Sánchez Carrizo, se daba cuenta por primera vez a que estaba
próximo a inaugurarse el Real Hipódromo Nacional que se construía en Legamarejo, a
cargo de la Real Casa. Cinco días antes de
llevarse a cabo la inauguración del citado
Hipódromo. El Ayuntamiento ribereño acuerda
que, con la suscripción pública realizada, se
compre una copa como trofeo con la que el
pueblo debe estar presente –trofeo que se
denominará Copa del Vecindario de Aranjuez–
y, además, el regalo de un reloj de bolsillo
como premio para las próximas carreras de
caballo. Era la entrega una vez más del pueblo
ante un acontecimiento extraordinario.
El día 24 de mayo de 1917 se
inauguraba el Real Hipódromo de Aranjuez, allí
se daban cita la alta nobleza y aristocracia:
Duques de Aldama, Osuna, Medinaceli, Fernan Nuñez, Conde de la Cimera, hombres
negocios y gente famosa del mundo rosa y de la hípica; también se contaba el pueblo
llano como parte de aquel naciente episodio hípico venido de la mano del Rey Alfonso
XIII. La primera Copa del Vecindario de Aranjuez era ganada por el caballo Le Bon
Beige de la cuadra del Duque de Toledo, nombre que adoptó Alfonso XIII para
competir en las pistas ante sus adversarios, pues contra el Monarca no estaba casi nadie
dispuesto a competir.
La cuadra del Duque de Toledo llegó a cosechar numerosos trofeos y galardones
que pueblan las vitrinas en una sala dedicada al Monarca en el Palacio Real de
Aranjuez. En ella están presentes, desde la camisola morada con la cruz de Borgoña –
símbolo inequívoco de su identidad en el circuito hípico español–, pasando por una
figura del mítico caballo Ruban, favorito de la cuadra del Rey y que le dio muchas
alegrías en el esplendor de los circuitos hípicos, hasta cantidad de copas de diferentes
firmas; obviamente la Copa del Vecindario de Aranjuez es uno de los mayores
exponentes en la historia de esta disciplina deportiva del monarca.
Con la llegada de la Segunda República, y la salida del Monarca al exilio, la
ausencia de cuadras notables de aristócratas y nobleza, y fundamentalmente la del
anfitrión, el Hipódromo de Legamarejo siguió a duras penas. La ausencia del Rey por
motivos obvios hicieron que poco a poco el Hipódromo ribereño –junto a casi la
totalidad de las grandes pistas del
circuito español– cerrase sus
puertas. En el caso de Aranjuez en
1934, pues los defectos que fueron
presentándose lentamente por el
descuido de sus instalaciones era
una muestra palpable; ello, unido a
un motivo importantísimo que
afectaba sobremanera a la propia
existencia del Hipódromo, la dura
fiscalización de la Segunda
República sobre la Sociedad de
Fomento.
En el trienio de la República, que comprende desde 1931 hasta 1934, queda
constatado en la investigación histórica, que el pueblo ribereño, a través del
Ayuntamiento presidido por Doroteo Alonso Peral, también estuvo presente con el
citado trofeo, la Copa Vecindario de
Aranjuez. Así podemos comprobar que
en el año 1933 se destinó por parte de
la municipalidad para la suscripción
pública, 5.000 pesetas. En aquellos
días pasaron por sus instalaciones
políticos de primera fila del régimen
republicano, como por ejemplo:
Niceto Alcalá Zamora, Manuel Azaña,
Indalecio Prieto, Miguel Maura, y
Pedro Rico, Alcalde de Madrid, entre
otros personajes.
Los malos resultados económicos que se estaban produciendo en Legamarejo
desde la caída del régimen monárquico hicieron mella en aquellos encuentros hípicos,
de tal forma que el déficit se vieron finalmente aumentados en el año 1933. Por esta
razón, y no otra, Legamarejo se veía abocado a dar por concluida su existencia. En el
año 1935 se aprueba la adjudicación y reparto de las tierras arrendadas a pequeños
agricultores.
Con estos apuntes hemos querido dar cuenta de otro episodio histórico que
muchas controversias ha levantado, argumentándose que el cierre del Hipódromo de
Legamarejo fue debido a la interrupción por la Guerra Civil, nada más lejos de la
realidad histórica, pues el Hipódromo ribereño celebraba su última cita en 1934.
En la actualidad, cuando se ha llevado a cabo la reinauguración del Hipódromo
de la Zarzuela en Madrid el día 23 de octubre de 2003, y cuando ya a comienzos del año
2000 hubo intentos de volver a recuperar la citada pista de Lemus en Aranjuez, el
asentamiento de labradores con sus huertas en aquellas tierras históricas se antoja una
tarea casi imposible de conseguir.
José Luis Lindo Martínez