Las alianzas del APRA | Víctor García Toma

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“Belaunde, horas antes de conocerse los resultados, había dado rienda suelta a su tremendismo autoproclamándolos espontánea y directamente ante las cámaras de televisión como el nuevo Presidente del Perú. Al escuchar esto, sus simpatizantes salieron a las calles celebrando jubilosamente el “triunfo” de su preferido dando una clara muestra de provocación y concertación con los garantes del despotismo, la tiranía y la traición a las grandes causas populares. Conocidos los resultados electorales se produjo contra el PAP un doble ataque; de un lado, Belaúnde y la prensa oligárquica denunciaban la existencia de un fraude electoral; del otro, la Fuerza Armada comunicaba al Presidente Prado la existencia de un “veto militar” contra Haya de la Torre.” “Han sido generalmente voceros antiapristas quienes han vertido los mayores reparos sobre los alcances de la Coalición Nacional. Sin embargo, muchos de ellos, fueron aliados y comensales cotidianos del “festín represivo” de Odría entre 1948-1956. En efecto, las fuerzas de derecha y el comunismo instigaron y se refocilaron con la conducta sanguinaria de ese régimen. Igualmente, grupos políticos y personalidades políticas que se habían mantenido en el silencio y en el ostracismo durante el ochenio la atacan implacablemente. Otros que tampoco sufrieron los embates de la represión brutal la atacan y no le perdonan al PAP su condición de partido no proscrito. Es decir, los instigadores, los aliados de la represión, los sordos, ciegos y mudos del “ochenio” se yerguen como los mejores abanderados de la consecuencia política. Orquestados en la feroz campaña de asignarle al aprismo el papel de “mujer de Lot” querían que el PAP siguiera perseguido, que mirase al pasado y, agitando banderas de venganza, tiñera de odios el futuro de la república. Los adversarios del aprismo le demandaban cobrar antiguos resentimientos, auspiciaban pasiones enfermizas, planteaban entre los apristas comportamientos propios de los pobres de espíritu que desgraciadamente en la política nacional son muchos. Ellos, los que habían gozado o aceptado en silencio los padecimientos del PAP, ellos, los que pretendieron aprovecharse de su persecución; ellos, los que sólo habían esgrimido cobardía durante el “ochenio”, no querían que el PAP perdonara a su agresor de ayer, y al no conseguirlo, lo atacaban con aleve saña. Peruanos que habían visto padecer a peruanos, que habían oído hablar de McLean o Negreiros no como mártires del pueblo sino como delincuentes políticos, pedían ahora a gritos “ojo por ojo y muerto por muerto”. Pero el aprismo iba a dar una nueva lección histórica. Si antes enseñó el camino de los sacrificios sin límites ahora estaba dispuesto a mostrar su grandeza espiritual su magnanimidad; pues, como bien había afirmado Haya de la Torre en 1945 en todo Gólgota genuino hubo perdón para los que no sabían lo que hacían. Por más que se busque en la historia del Perú y de América no se podrá encontrar a un partido político con tantos títulos de persecución y martirio y calvario como el PAP. Nadie con más derecho que Haya de la Torre, nadie con más motivos que el pueblo aprista, para proclamar la venganza y el rencor eternos. Pero el pueblo aprista y Haya de la Torre con su grandeza proverbiales preferirían tomar la ruta del desprendimiento, de la magnanimidad y de la renuncia a la re

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9. LA COALICIONSi cultivas una raíz amarga en tu corazón no esperes cosechar un fruto dulce.

Anónimo

Lo peor fue que en esa acometida se le rompió la lanza a don Quijote. Es lo que pueden esos gigantes: rompemos las armas; pero no el corazón.

Unamuno

Para podernos referir a la coalición parlamentaria con la UNO en 1963 antes es menester remontarse a las elecciones generales de 1962 las que, en resumidas cuentas, dan origen a las circunstancias políticas de tan singular etapa histórica que vivió el país. En tal sentido, vamos a citar continuamente al Dr. Javier Ortiz de Zevallos para que, ubicado desde una trinchera distinta a la de los actores de aquel proceso político peruano, emita lo que consideramos una percepción histórica expresada sin concesiones ni componendas, dice: Así con referencia a las citadas elecciones generales cuando la historia juzgue el golpe militar del 18 de julio de 1962 señalará sin duda que ese día y con ese acto se infirió a la vida institucional de la República una de las más graves de sus múltiples heridas. La responsabilidad no es sólo del Comando Castrense de ese entonces. También son responsables todos aquellos que prepararon el ambiente para que se consumara el atropello y luego lo aplaudieron y ¡Cuán cierta es la vieja sentencia de que los dioses ciegan a quienes luego quiere perder! No fue el gobierno de Manuel Prado el principal

la coaliciónvíctor garcía toma

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agraviado; prácticamente había terminado su misión... el mayor agravio fue, evidentemente, contra el PAP que había alcanzado la primera votación en las elecciones... los órganos de prensa serios y respetables y los partidos políticos que presumían de su devoción democrática promocionaban a cual mejor el cuento del fraude electoral... lanzaban insultos y difundían especies falsas y más incitaban al pueblo a salir a las calles para sumarse a las protestas amañadas... el objetivo fue claro desde el primer momento: o pierde el Apra o las elecciones son fraudulentas y se anulan. Sobre la base de esta tesis se desarrollaron los sucesos que condujeron al desconocimiento de los legítimos resultados electorales. Fue la bandera del levantamiento militar.

En efecto, tal como describe Ortiz de Zevallos, el 10 de junio de 1962 Haya de la Torre obtenía la primera mayoría presidencial. Sin embargo, no pudo alcanzar el tercio constitucional por lo que era necesario que el Congreso de la República decidiera la elección entre los tres candidatos de mayor votación: Haya, Belaúnde y Odría.

Belaúnde, horas antes de conocerse los resultados, había dado rienda suelta a su tremendismo autoproclamándos espontánea y directamente ante las cámaras de televisión como el nuevo Presidente del Perú. Al escuchar esto, sus simpatizantes salieron a las calles celebrando jubilosamente el “triunfo” de su preferido dando una clara muestra de provocación y concertación con los garantes del despotismo, la tiranía y la traición a las grandes causas populares. Conocidos los resultados electorales se produjo contra el PAP un doble ataque; de un lado, Belaúnde y la prensa oligárquica denunciaban la existencia de un fraude electoral; del otro, la Fuerza Armada comunicaba al Presidente Prado la existencia de un “veto militar” contra Haya de la Torre.

Es el propio Prado quien le comunica a Haya de la Torre la existencia del veto militar y le expresa quedara salvar al futuro régimen constitucional, se hacía necesario que desistiera de su derecho ganado en las ánforas electorales con el apoyo del pueblo consciente del Perú.

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De inmediato Haya convocó a una Convención Extraordinaria. Una multitud dolida e indignada en acto de solidaridad exclamaba reiteradas veces ¡iremos a la lucha! ¡iremos a la lucha! y al conocer el veto militar expresaba ¡contigo hasta la muerte! Haya venciendo las circunstancias manifestó su posición personal ante la Convención, diciendo: El señor Presidente de la República me invitó a conversar con él. Sus palabras transmitieron el mensaje sustancial que significaba el pedido de mi apartamiento de la contienda electoral... yo ruego a los compañeros que me concedan la gracia de escucharme reprimiendo en lo posible sus emociones. Estoy hablando ahora más que al corazón al pensamiento de todos Uds. y no quiero agregar a la gravedad de estos instantes que vivimos nada que desvíe o desnaturalice la significación de este mensaje. Estamos en una hora de prueba, se ha esperado de nosotros la reacción pasional, la reacción primaria, la protesta explicable ante la injusticia; pero, ajeno estoy a ello ya que he fundado este partido que ha luchado intensamente para decirles que ahora más que nunca hay que ser serenos y tranquilos y acometer esta realidad en toda su dimensión, anteponiendo el nombre del Perú, su importancia, su designio y su libertad a cualquier otro interés’ incluso el mío... al recibir el mensaje del Sr. presidente, recibí asimismo algo que significaba mucho para el Perú: la oferta que mi apartamiento de la lucha electoral significaría la reparación y la reafirmación de todo el hoy amenazado ordenamiento democrático en el Perú... que este apartamiento significaría que todo lo obtenido por la voluntad popular por el sufragio libre de las recientes elecciones... que el parlamento elegido no sería impugnado y que el partido contaría con las más amplias garantías. Que la democracia se vería cabalmente estabilizada y que el partido quedaba en plena libertad para tratar políticamente la solución de este problema con quien juzgara pertinente.

Al hacer conocer su renuncia Haya de la Torre con la voz trémula por la emoción dice al partido que con tanta fe fundara: creo haber cumplido con mi deber de ciudadano al responder yo mismo y no por el partido, que cuando a un peruano se le exige sea cual fuere la razón el sacrificio de lo que le es más caro por el bien de la patria, que es su libertad, su derecho democrático, la razón

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de ser de su existencia, la defensa de sus instituciones basado en la validez del voto ciudadano nadie puede rehusar a darlo todo. En este caso yo he dejado para después discutir y pensar si la demanda de este sacrificio entraña justicia o injusticia pues solamente respondí afirmativamente a lo que se me pedía y dije de primera intención, por el Perú todo, por la democracia todo, por la libertad todo, porque he luchado 30 años para eso y aquí estoy una vez más listo para la inmolación (Haya, 1977, t. V:452).

Tales gestos y los hechos de un hombre que es capaz de desprenderse de todo en aras del bienestar de su pueblo. ¿Pero esta noble actitud sería entendida por aquellos a quienes la ambición más impúdica conduce a las mayores iniquidades? La historia de los hechos de 1962 parece darnos una respuesta positiva a tan mezquinas maquinaciones.

9.1 Las Conversaciones

Autodesistido de su legítimo derecho Haya se avocó a la tarea de dialogar con los otros candidatos constitucionalmente aptos para ser elegidos. El primero de ellos fue Fernando Belaunde Terry.

Ortiz de Zevallos (1976: 291 y 55) dice al respecto, Belaunde fue desde el primer momento el favorito, dependiendo sólo de su aceptación que la Presidencia de la República fuese suya por la legítima vía constitucional... tal como ocho años más tarde sucedió con Salvador Allende en Chile. Al mismo tiempo el propio Ortiz de Zevallos se pregunta por lo tanto, presumiendo, que en la Fuerza Armada existiese una corriente belaundista quedaría también ampliamente satisfecha... por qué entonces el golpe. ¿No importaba el prestigio del país? ¿No importaba las instituciones de la República?; ¡La historia juzgará y responderá a estas interrogantes!

Belaunde, en consecuencia, contando con el ofrecido respaldo aprista y las simpatías de la Fuerza Armada pudo haber sido el Presidente de la República y haber salvado a mismo tiempo las instituciones democráticas de la República.

De otro lado, dice Ortiz de Zevallos: un leal y cercano amigo de Belaunde, Francisco Miró Quesada Cantuarias, conversó

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con Andrés Echevarría Maúrtua, representante de Odría para tratar de unir sus votos parlamentarios. Se aseguraba que Odría veía con agrado la propuesta pero esta no prosperó por la oposición de numerosos dirigentes belaundistas. Francisco Miró Quesada que, aún no era militante de Acción Popular, actuó al parecer por sugerencias de los directivos de El Comercio que, como era natural, deseaban cerrar el paso a Haya de la Torre en el Congreso.

Por allí también, Belaunde pudo acceder a su capricho presidencial y, sin embargo, prefirió acogerse a la tesis golpista, tal como veremos más adelante.

Hecho curioso por aquellos días fue que encontrándose los Drs. Mujica Gallo y Hoyos Osores reunidos en Villa Mercedes con los dirigentes apristas discutiendo los acuerdos les llegó la noticia de que Belaunde había realizado un imprevisto viaje en avioneta a Arequipa declinando todo acuerdo y levantando barricadas en las calles de esa importante ciudad del sur de la república.

Ante la tesis golpista, Haya de la Torre no cejó un instante en su empeño de impedir la irrupción de una nueva gavilla militarista en Palacio de Gobierno. Dirigió entonces con hombría, dignidad, desprendimiento y entereza moral su atención sobre otro candidato, su antiguo adversario e implacable perseguidor, el General M. A. Odría.

Ortiz de Zevallos sigue comentando estos acontecimientos y dice ante el desprendimiento primero de Odría y luego de Haya de la Torre, no quedaba otra alternativa que la unión de éstos dos últimos. En acto patriótico que la historia reconocerá, olvidaron ambos su distanciamiento, su enconada animadversión de otrora se dieron la mano. Haya de la Torre, asilado por años en la Embajada de Colombia, víctima de todos los atropellos durante el gobierno de Odría, no vaciló ante las dolorosas circunstancias en otorgar su apoyo a su adversario de ayer. El destino de la patria estaba por encima de todo y, así como antes cediera a favor de Belaunde también estaba dispuesto a prestarle su respaldo para la presidencia.

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Recordemos el mensaje pronunciado en la Convención Extraordinaria de 1962; allí ante una multitud herida por la indignación, Haya, como antes a Leguía, Benavides y Prado, extendía su perdón a Odría, reiterándoles a sus simpatizantes que cuando hemos tendido la mano al adversario, como la he tendido la otra noche al General Odría, me he repetido: para las ofensas despiadadas y tremendas no tengo memoria.

Haya diría después: no podemos vivir del odio como no se puede vivir de memorias, cuando ante todo y sobre todo está el destino y los designios de la Patria... yo no vine al Perú a ser candidato para cobrar odios, yo no vine al Perú a aceptar el mandato del partido para enarbolar en nuestras banderas de lucha... lemas de venganza. Yo he repetido lo que dije en la Plaza San Martín el 8 de octubre de 1931 cuando declaré que en las banderas del aprismo no está escrita la palabra venganza sino la palabra justicia.

9.2. La Misiva del General

Con fecha 17 de julio de 1962 el General Odría le dirige a Haya la carta que a continuación transcribimos, que por su contenido merece ser recordada, pues no sólo refleja un estado de ánimo sino que por su trascendencia forma parte de la historia política del Perú.Sr. Dr.Víctor Raúl Haya de la TorreCiudad.-Muy estimado señor:

En mi poder el documento suscrito por Ud., por el que me hace conocer su decisión y el acuerdo del Partido Aprista Peruano y el de la Alianza Democrática. Le dirijo la presente para manifestarle que aprecio en todos sus alcances la finalidad que ha inspirado su actitud y el acuerdo que me hace conocer, cual es, como Ud. lo expresa en dicho documento, lograr la unidad nacional y la continuación del sistema constitucional y democrático del país.

Coincido con Ud. en la necesidad de realizar un Gobierno de unidad nacional para cumplir un programa de acción política que afirme nuestra nacionalidad, credo democrático y promesa de justicia social.

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Acojo su ofrecimiento y el de los dos partidos y, hago constar con mi aceptación, mi reconocimiento y el de la Unión Nacional Odriísta a su desinteresada y patriótica colaboración.

La historia juzgará su actitud con el ofrecimiento hecho y a la mía al aceptarlo, que no tiene otra finalidad que hacer con el bienestar de nuestro pueblo, el engrandecimiento de la patria.

De Ud. atentamenteMANUEL A. ODRIA

9.3 El Golpe

Lamentablemente los esfuerzos de Haya fueron infructuosos; el golpe contra el aprismo, con o sin su jefe en el poder, estaba decidido.

El golpe contó no sólo con el apoyo expreso de Acción Popular que emitió un Manifiesto a la Nación y envió una delegación a presentar sus saludos a los nuevos mandatarios, sino que el propio Arquitecto Belaunde fue quien denominó al golpe como un “acto de patriotismo”. Es así que, el 18 de julio de 1962, una Junta de Gobierno bajo la conducción del General Ricardo Pérez Godoy asumía el poder prometiendo que en el lapso de un año se llevarían a cabo nuevas elecciones generales.

9.4 La Coalición Parlamentaria

Al año siguiente se efectúa una nueva consulta al pueblo. Esta vez se presentan cuatro candidatos a la lucha electoral: Haya de la Torre (PAP), Belaúnde (Alianza AP-DC), Odría (UNO) y Samamé (Boggio (UPP).

Belaúnde en realidad contaba no sólo con el apoyo de la Democracia Cristiana sino, además, con los mejores auspicios de las fuerzas comunistas. El “cargamontón” no tenía otro objetivo que impedir el acceso al poder del PAP; cualquiera menos Haya de la Torre, fue la consigna.

En una nueva demostración de claudicación política y tratando de encubrir su turbia y nefasta maniobra antiaprista, el Partido

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Comunista Peruano llega a denominar a Belaunde como “el más digno representante de la burguesía nacional”, oponiéndolo como su candidato natural contra el “pro-imperialista” Haya de la Torre.

Los resultados electorales sirvieron para desvirtuar las propias versiones del populismo sobre el fraude del año 62. En efecto, Haya de la Torre, obtenía 66,000 mil votos más que al año anterior. Belaúnde obtenía el triunfo con el apoyo de los comunistas y de todas las fuerzas antiapristas.

Durante toda su campaña, Belaúnde dejó entrever al ciudadano independiente que votar por el PAP era votar por un nuevo veto militar.

Pero, si bien Belaunde había obtenido la Presidencia de la República no corrieron igual suerte sus listas de representantes para el Congreso. El PAP alcanzaba la primera mayoría la que, sin embargo, no era suficiente por sí misma para la formación de las Mesas Directivas de ambas Cámaras Legislativas.

Como ningún grupo político contaba con la mayoría constitucional requerida para instalar las Cámaras Legislativas era menester que los diversos grupos parlamentarios se vieran en la imperiosa necesidad de establecer alianzas o acuerdos entre ellos.

La primera en movilizarse fue la Alianza AP-DC, que buscó un entendimiento inmediato con la UNO a fin de apartar a su adversario de mayor peligro: el PAP. Los acuerdos no llegaron a concretarse dada la inaceptabilidad de las pretensiones planteadas por los grupos del oficialismo.

Es en estas circunstancias en que todas las fuerzas del parlamento se reúnen con la finalidad de alcanzar acuerdos multipartidarios. Estos eran de dos órdenes:

— La aprobación de un conjunto de leyes que el aprismo entendía de necesidad y urgencia social.

— La conformación e instalación de las Juntas Directivas de ambas Cámaras Legislativas.

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Sobre el primer punto hubo entendimientos recíprocos. Es en la conformación y conducción del poder parlamentario donde se presentarían serias incomprensiones.

Las razones que a nuestro criterio impidieron un entendimiento entre el PAP y la Alianza AP-DC pueden deberse a las siguientes causas:

La soberbia política de la Alianza AP-DC como consecuencia del triunfo electoral de su candidato presidencial. Estos sostenían su derecho a la conducción de ambas Cámaras Legislativas. Olvidaban los miembros de la Alianza que si bien era cierto que, a través de Belaúnde, ellos eran la primera fuerza electoral con referencia al Ejecutivo; no era menos cierto que habían sido derrotadas sus listas parlamentarias por el aprismo.

Renuentes a aceptar dicha derrota, los miembros de la Alianza exigían que era su derecho ocupar las dos presidencias, las dos secretarías y las dos tesorerías. Evidentemente, los argumentos expuestos por los miembros de la Alianza, así como sus insólitas exigencias fueron inaceptables, tanto para los apristas como para los odriístas.

La poca capacidad transaccional de sus delegados, durante el período de las conversaciones, no se debía a razones intelectuales, sino más bien a razones políticas.

El delegado acciopopulista de la Alianza AP-DC era Mario Villarán Rivera de conocida actuación filo-comunista y antiaprista acérrimo. Para Villarán el adversario mayor era el PAP y con él no estaba dispuesto a transigir.

No debe olvidarse que Villarán sería más tarde quien forjaría desde dentro de Acción Popular una facción filo-comunista que dio en llamarse Acción Popular Socialista.

El otro delegado de la Alianza fue Mario Polar Ugarteche, miembro de la democracia cristiana y, en consecuencia, socio privilegiado de dicha unión. En efecto, a despecho de sus escasos cincuenta mil votos endosados al acciopopulismo había obtenido de éste una recompensa desproporcionada: una serie de concesiones

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y prerrogativas políticas que no correspondían a su volumen electoral. A la DC le preocupaba la factibilidad de un entendimiento entre AP y el PAP. Siendo estas fuerzas las mayoritarias del país el apoyo electoral de la DC devenía insustancial. No era pues, Mario Polar Ugarteche, hábil y experimentado político, uno de los más preocupados en saldar un entendimiento de la Alianza con el PAP.

Aludiéndose a los beneficios políticos obtenidos por la diminuta acción política de la DC debe tomarse en consideración el inteligente razonamiento político de Ortiz de Zevallos, cuando dice: Héctor Cornejo Chávez difícilmente hubiese podido ser Senador por Lima de acuerdo con su votación presidencial de 1962 en la capital.

Los miembros de la Alianza AP-DC estaban seguros que los caminos del entendimiento político pasaban por sus puertas, por eso chantajeaban con ofertas inaceptables tanto a odriístas como a apristas; imaginaban que éstos envilecidos por rencores del pasado, no intentarían siguiera ponerse de acuerdo. Aferrados a la política del entendimiento bajo chantaje provocaron que primero la UNO y luego el PAP abandonaran la mesa de negociaciones. Según nos ha referido un viejo periodista, Mario Villarán no pudo dejar escapar una sonora carcajada para luego decir “ya regresarán, ya regresarán”.

En esta situación y rotas las esperanzas de entendimiento con las fuerzas de la Alianza AP-DC, los viejos adversarios —apristas y odriístas— quedaron frente a frente para un entendimiento a nivel parlamentario.

9.5 La Unión Nacional Odriísta

En octubre de 1948 M. A. Odría capturaba el poder reiniciando desde ese momento un nuevo régimen de terror contra el PAP. Para ello no sólo contó con el apoyo de una eficiente organización represiva, sino que tuvo durante sus primeros años (1948-1953) un valioso e insustituible apoyo por parte del Partido Comunista Peruano.

El PCP prosiguiendo con la misma táctica utilizada durante el primer régimen de Prado, al igual que nueve años atrás,

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se mantenía rezagado como partido de masas y sin mayor representación sindical; promovía y apoyaba la represión contra el PAP esperanzado de que destrozada la organización política aprista, detenidos y/o desterrados sus líderes, podrían ellos tener el control del movimiento popular.

En aquella época nuevamente aparecieron hombres como Juan P. Luna que aspiraba a crear al régimen una central obrera; Genaro Carnero Checa, blandiendo su antiaprismo en los pasquines financiados por el régimen; y Alberto Ruiz Eldrege “asesorando” al dictador para la entrega de Toquepala a los consorcios imperialistas. Será a partir de 1953 cuando la organización aprista parecía prácticamente destruida, que el PCP pasa a la oposición enarbolando banderas de lucha contra el dictador. La consigna comunista no fue unánimemente seguida y, a finales del régimen, militantes del PCP eran hospedados en las mismas ergástulas que los apristas venían ocupando desde hacía cinco años atrás. Por ironía del destino los detenidos comunistas obtendrían su libertad gracias a la amnistía que Prado decretó en 1956, por gestión del PAP.

Pero el régimen de Odría no sólo se caracterizó por su tenaz persecución al aprismo, sino que aprovechando una coyuntura económica, internacionalmente favorable, se dedicó a la fastuosa tarea de construir una serie de obras públicas.

Dicha labor confundió a un importante sector del pueblo haciendo de Odría, años más tarde, un candidato con respaldo popular. Su lema “Hechos y no palabras” había calado en sectores laborales electoralmente importantes sin militancia política conocida.

Al iniciarse la campaña electoral de 1962 fundó la UNO y “olvidando” su oscuro pasado intentó ganar mediante los votos lo que antes había obtenido con las botas, los tanques y la intromisión militarista. El otrora dictador ingresaba, de esta manera, a la vida democrática.

El odriísmo sorprendió en 1962 al convertirse en la primera fuerza electoral de Lima. Los barrios marginales desdeñando las opciones apristas, populistas, y comunistas habían preferido

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el partido del General. Con similar sustento popular consiguió ganar en el Callao, Piura y Tacna. Obtuvo también importantes segundas colocaciones en Moquegua, Arequipa, Junín, Huánuco y Amazonas.

En 1963 la UNO era aún una importante fuerza política de conducción oligárquica, pero con el apoyo popular de medio millón de peruanos humildes y sin fortuna.

9.6 Los Críticos

Han sido generalmente voceros antiapristas quienes han vertido los mayores reparos sobre los alcances de la Coalición Nacional. Sin embargo, muchos de ellos, fueron aliados y comensales cotidianos del “festín represivo” de Odría entre 1948-1956. En efecto, las fuerzas de derecha y el comunismo instigaron y se refocilaron con la conducta sanguinaria de ese régimen. Igualmente, grupos políticos y personalidades políticas que se habían mantenido en el silencio y en el ostracismo durante el ochenio la atacan implacablemente. Otros que tampoco sufrieron los embates de la represión brutal la atacan y no le perdonan al PAP su condición de partido no proscrito.

Es decir, los instigadores, los aliados de la represión, los sordos, ciegos y mudos del “ochenio” se yerguen como los mejores abanderados de la consecuencia política.

Orquestados en la feroz campaña de asignarle al aprismo el papel de “mujer de Lot” querían que el PAP siguiera perseguido, que mirase al pasado y, agitando banderas de venganza, tiñera de odios el futuro de la república. Los adversarios del aprismo le demandaban cobrar antiguos resentimientos, auspiciaban pasiones enfermizas, planteaban entre los apristas comportamientos propios de los pobres de espíritu que desgraciadamente en la política nacional son muchos.

Ellos, los que habían gozado o aceptado en silencio los padecimientos del PAP, ellos, los que pretendieron aprovecharse de su persecución; ellos, los que sólo habían esgrimido cobardía durante el “ochenio”, no querían que el PAP perdonara a su agresor de ayer, y al no conseguirlo, lo atacaban con aleve saña.

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Peruanos que habían visto padecer a peruanos, que habían oído hablar de McLean o Negreiros no como mártires del pueblo sino como delincuentes políticos, pedían ahora a gritos “ojo por ojo y muerto por muerto”.

Pero el aprismo iba a dar una nueva lección histórica. Si antes enseñó el camino de los sacrificios sin límites ahoraestaba dispuesto a mostrar su grandeza espiritual su magnanimidad; pues, como bien había afirmado Haya de la Torre en 1945 en todo Gólgota genuino hubo perdón para los que no sabían lo que hacían.

Por más que se busque en la historia del Perú y de América no se podrá encontrar a un partido político con tantos títulos de persecución y martirio y calvario como el PAP. Nadie con más derecho que Haya de la Torre, nadie con más motivos que el pueblo aprista, para proclamar la venganza y el rencor eternos. Pero el pueblo aprista y Haya de la Torre con su grandeza proverbiales preferirían tomar la ruta del desprendimiento, de la magnanimidad y de la renuncia a la revancha; pero nunca de la claudicación. En vez de responderle a Leguía, Benavides, Prado y Odría con los arrebatos del que odia, Haya les extendió los brazos leales y sinceros del adversario, que posponiendo el cobro de cuentas pendientes, se entendió con sus viejos enemigos demostrándoles a las futuras generaciones peruanas que la tolerancia la convivencia eran necesarias y posibles para la paz y la democracia del Perú.

9.7 El Convenio

Los acuerdos coalicionistas fueron los siguientes:

— En la imposibilidad de llegar a un entendimiento con los personeros de la Alianza AP-DC, por los motivos ya anotados y que son de conocimiento nacional, el Partido Aprista Peruano y la UNO convinieron en que por un período de dos años, que podía prorrogarse por acuerdo de las partes, sus fuerzas parlamentarias constituirían las Mesas Directivas de las Cámaras Legislativas, en la forma siguiente:

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Para el período Legislativo 1963-1964:

Cámara de Senadores:Presidente UNOPrimer Vice-Presidente APRASegundo Vice-Presidente APRAPrimer Secretario APRASegundo Secretario APRAPro-secretario UNOTesorero UNO

Cámara de Diputados:Presidente APRAPrimer Vice-Presidente UNOSegundo Vicc-Prcsidente APRAPrimer Secretario APRASegundo Secretario UNOProsecretario APRAPro secretario bibliotecario UNOTesorero APRA

Para el período legislativo 1964-1965:

Cámara de Senadores:Presidente APRAPrimer Vice-Presidente UNOSegundo Vice-Presidente APRAPrimer Secretario APRASegundo Secretario UNOPro-Secretario UNOTesorero APRA

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Cámara de Diputados:

Presidente UNOPrimer Vice-Presidente APRASegundo Vice-Presidente APRAPrimer Secretario UNOSegundo Secretario APRAPro-Secretario UNOPro-Secretario-bibliotecario APRATesorero UNO

— Las fuerzas parlamentarias de ambos partidos respaldarían la estabilidad de las Mesas Directivas así constituidas, en cada período parlamentario completo.

— Este acuerdo o compromiso independiente de la línea política de los partidos se concreta únicamente a la constitución de las Mesas Directivas del Senado y de la Cámara de Diputados y será cumplido por el Partido Aprista Peruano y la Unión Nacional Odriísta en forma inalterable o indeclinable, cualquiera que fuere la posición o actitud política que adoptasen en forma constante o eventual el PAP o la UNO, con plena independencia, oposición o colaboración respecto del Poder Ejecutivo.

— Asimismo sería cumplido por ambos partidos cualquiera que fuere el estado de las relaciones que guarden entre sí el PAP y la UNO en el curso de los períodos mencionados.

— Este acuerdo para la constitución de las Mesas Directivas de las dos Cámaras Legislativas fue un compromiso de honor y estuvo destinado a fortalecer el orden democrático y constitucional de la república y a garantizar la acción parlamentaria.

— Este documento formulado con la participación directa de los jefes de ambos movimientos, fue firmado en un ejemplar y tres copias por el Secretario General del Partido Aprista Peruano y el Presidente de la Unión Nacional Odriísta a los 26 días del mes de julio de 1963.

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Del estudio de dichos acuerdos se desprende que:

— Existió plena independencia política para ambas agrupaciones políticas.

— Salvaguardaba los planteamientos ideológicos, doctrinarios y programáticos de ambos partidos.

— Que los acuerdos sólo se circunscribían a constituir las Mesas Directivas de ambas Cámaras Legislativas.

— Estos acuerdos fueron consecuencia del fracaso de entendimientos con las fuerzas acciopopulistas y democristianas.

La independencia política del aprismo fue plena pudiéndose poner como ejemplo, que al momento de discutirse la ley de Reforma Agraria, el PAP y la UNO presentaron cada cual su propio proyecto. Los cuales lógicamente no sólo eran distintos sino diametralmente antagónicos.

No debe olvidarse que los lideres apristas Fernando León de Vivero y Carlos Malpica Rivarola no tuvieron reticencias en solicitar en enjundiosas intervenciones se abrieran sendos procesos investigatorios sobre los casos de enriquecimientos ilícitos acaecidos durante las dictaduras que sufriera el país antes del advenimiento democrático.

9.8 La Estrategia hacia 1969.

En 1928. Haya escribiría en su libro El antimperialismo y el Apra. ... no celebrar compromisos transitorios sería incurrir en infantilismos de izquierda; celebrar pactos permanentes como los sugeridos por las Ligas Antimperialistas en el Congreso de Bruselas serla caer en una política reaccionaria y suicida... producida la riña de los lobos hay que ponerse detrás del que ataque al más feroz. Cuando ellos con nuestra ayuda hayan destrozado el sanguinario mayor tendremos más posibilidades de acabar con los que quedan.

Independientemente, alejados de la negligente actitud acciopopulista, del carácter concreto y formal de los acuerdos coalicionistas, y también de la actitud aprista de no cobrar las

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“heridas de guerra” y extender más bien las manos en gesto magnánimo, el PAP continuaba su lucha por la conquista del poder. Como partido democrático sabía que en 1969 el pueblo regresaría a las urnas y ante ese hecho, debía iniciar con sus ocasionales adversarios una nueva y quizá definitiva batalla en el campo político electoral.

Las conquistas de la revolución aprista deberían comenzar por los comicios electorales. Quizá la sentencia de José Martí podría cumplirse en 1968: Cuando el sufragio es ley la revolución está en el sufragio.

Era indudablemente que “el lobo más feroz de la contienda era el acciopopulismo. Además, era importante tener en cuenta que las bases populares del odriísmo que representaban medio millón de votos era un factor, quizá decisivo para la contienda de 1969.

Es entonces que el aprismo se aboca a la tarea del desenmascaramiento de los grupos oficialistas. En un gobierno conocido por la inmoralidad, la improvisación y el incumplimiento a las promesas electorales, el aprismo conducía al pueblo peruano que había sido engañado, hacia la conquista de su destino auténtico y fecundo. Igualmente, el aprismo intensificaba su prédica ideológica en los sectores marginales que le habían dado a Odría un fuerte y considerable respaldo popular. En una tenaz labor de pedagogía política, se labraba la concientización de ingentes masas populares ávidas de protagonizar su momento histórico.

Era importante persuadir a ese gran sector de ciudadanos que las esperanzas del pueblo no podían convertirse en realidades con un partido de realizaciones providenciales, como otro sustentado en la demagogia, o con otro de inocultable inspiración totalitaria. El aprismo, por un lado, combatía al lobo más feroz de la contienda y, por otro, penetraba las bases sociales de sus propios adversarios.

Como bien ha expuesto L.A. Sánchez, Odría era un hombre que no tenía ya aparentemente ningún ‘jale’ y además estaba en decadencia (Sánchez - Oviedo, 2973:78).

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Sus bases populares mostraban también esta última característica. Por ello, al momento de elaborar listas conjuntas para los comicios municipales, el aprismo tuvo que presentarse sólo en sus tradicionales bastiones: La Libertad, Lambayeque, Ancash, etc. y se presentó coaligado en los tradicionales departamentos que eran adversos: Arequipa y Piura. La estrategia fue positiva ya que en 1956 el PAP coaligado derrotaba en la propia Arequipa al candidato de la Alianza AP-DC. Pero eso no es todo, en 1967, Lima empieza a decepcionarse de la alianza gobernante y acepta la alternativa del aprismo. Al efectuarse las elecciones complementarias para una diputación, Enrique Chirinos Soto derrota al candidato de la Alianza AP-DC, Carlos Cueto Fernandini.

A pocos meses del proceso electoral de 1969 “los lobos” estaban gravemente heridos. En efecto, Belaúnde habla arriado sus veleidosas banderas “izquierdizantes” y su partido se dividía entre “carlistas” y “termocéfalos”. Para colmo de la situación una de sus tendencias llega a expulsarlo del partido.

Nuestro temporal coaligado y permanente adversario también se encontraba desgarrado por la división; Odría y De la Piedra jaloneaban la UNO mientras su sustento popular tomaba distancias frente al conservadorismo que venían demostrando y que en la postre los sepultó políticamente.

El coaligado de Belaúnde, la Democracia Cristiana, se debatía en grave lucha de poder institucional entre cornejistas y bedoyistas.

A sólo un año del proceso y sin abdicar de sus banderas redentoras el PAP se convertía en la mejor alternativa popular democrática y revolucionaria que tenía el pueblo peruano para alcanzar una sociedad sin oprimidos ni explotadores donde imperarían la justicia con libertad y la fraternidad social entre todos los peruanos de buena voluntad.

Fuente:GARCÍA TOMA, Víctor. Las alianzas del APRA, Promciones Gráficas Imagen, Lima, Perú, 1982, pp. 125-146.

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