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La catedral de Sigüenza posee ocho magníficos tapices flamencos, que conforman la serie

“Las Alegorías de Palas Atenea”.

En ocho escenas, Palas Atenea enseña a un Príncipe las ventajas que tiene para su pueblo la

paz.

Han transcurrido ya 350 años desde que el día 30 de noviembre de 1664 estos tapices

fueron expuestos por primera vez en la catedral de Sigüenza, pero sus enseñanzas siguen

teniendo una máxima vigencia. Basta con ver las noticias que nos llegan de los pueblos en

guerra para darnos cuenta de que la violencia solamente genera desgracias y muerte,

mientras que en los pueblos en los que reina la diosa Paz, florece el bienestar y la cultura; y

las artes se desarrollan con todo su esplendor.

LAS ALEGORÍAS DE PALAS ATENEA

Los tapices flamencos de la catedral de Sigüenza

La catedral de Sigüenza posee dos series completas de ocho tapices flamencos, cada una, de

tema mitológico, Las Alegorías de Palas Atenea, y de motivo histórico-legendario La

Leyenda de Rómulo y Remo.

Los ocho tapices que componen la serie de Las Alegorías de Palas Atenea, regalo del obispo

Andrés Bravo de Salamanca a su catedral, fueron realizados entre 1653 y 1664 en los talleres

de Bruselas de Jean Le Clerc (tapices 2, 6, 7 y 8) y Daniel II Eggermans (tapices 1, 3, 4 y 5 ).

Todos ellos basados en cartones de un artista flamenco, seguidor del estilo del pintor francés

Charles Poerson (1609-1667). Sus fuentes literarias son la Iconología de Cesare Ripa y el libro

V de Las Metamorfosis de Ovidio, exclusivamente para el tapiz nº 6.

Como evidencian sus títulos, que aparecen en latín en cartelas insertas en la cenefa superior

de cada tapiz, las protagonistas principales de los mismos son Palas Atenea y Paz, dos hijas

de Júpiter. La primera, como diosa de la guerra, se nos muestra totalmente armada; en

época de paz, era la que impulsaba todas las artes, que aparecen representadas por las

diversas Musas. La segunda, la diosa Paz, se representa como una bella joven, ricamente

ataviada, que lleva en su mano una rama de olivo o un cuerno de la abundancia.

Estos ocho tapices flamencos nos hablan alegóricamente de las virtudes cívicas de Palas

Atenea, modelo del buen gobernante que, manteniendo la paz, impulsa el desarrollo de

todas las artes, premia a los esforzados, destierra a los perezosos y mantiene los ritos

religiosos, alcanzando así la máxima prosperidad en su reino.

Las Alegorías de Palas Atenea

En el año 2014 se restauró la colección de tapices flamencos Las Alegorías de Palas Atenea,

devolviéndoles el color y la magnificencia que el polvo de los siglos ocultaba.

Milagrosamente salvados de guerras y saqueos, se exponen en la catedral de Sigüenza para

el asombro de los visitantes. Son dignas de mención las orlas que rodean las escenas. Flores

y frutos parecen salir del tapiz en marcado relieve. Merecen ser observados con

detenimiento y admiración.

La calidad de estos tapices es tan extraordinaria que a pesar de encontrarse entonces

deteriorados y sucios por el paso de los años, fueron expuestos en la Exposición Universal

que se celebró en Barcelona el año 1929.

Mediante este maravilloso conjunto de ocho tapices, Palas Atenea, la diosa de la Sabiduría,

nos enseña que la paz lleva la prosperidad y el bienestar a los Pueblos de la Tierra, y es

misión del gobernante preservarla.

Marte huye, Júpiter se alegra por el

final de las armas obtenido por

Palas y la Paz

El dios Júpiter aparece sobre una nube en el fondo del tapiz, sostenido por un águila,

símbolo de su poder, señalando a sus dos hijas, Palas Atenea y Paz, que acaban de derrotar

al poderoso Marte.

El dios de la guerra devastadora, cuya fiereza recuerda el lobo que le acompaña, se nos

muestra en esta ocasión huyendo del campo de batalla.

Allí han quedado abandonados los pertrechos del combate que la diosa Paz está a punto de

quemar con la antorcha que porta en su mano derecha. Con su mano izquierda alza un ramo

de olivo, uno de los símbolos de la diosa Palas Atenea, que aparece completamente armada

con casco protegido por una esfinge, lanza y escudo.

Sobre sus hombros lleva la “égida”, coraza de piel de cabra regalo de su padre, sujeta por la

cabeza de la gorgona Medusa, el despiadado monstruo femenino que convertía en piedra a

quienes le miraban.

Significado | Los dioses se alegran cuando el buen gobernante, a imitación de Palas Atenea,

se opone a una guerra injusta y mantiene la paz.

La recompensa de las armas

(El botín de guerra)

En este tapiz una entronizada Palas Atenea entrega su recompensa a dos gobernantes muy

diferentes.

Al situado a su derecha, coronado de laurel tras vencer en la guerra, y rodeado de hombres

armados en posición de combate, la diosa le regala una bola de cristal, símbolo de la

inconstancia de la gloria obtenida por las armas.

Su Fama, representada por una mujer alada, que la proclama con dos trompetas, será fugaz.

La verdadera Victoria, representada igualmente por una mujer alada, que lleva una corona

de laurel en la mano, la obtiene el situado a su izquierda, al que rodean sus hombres con

armas rotas o en reposo, pues no han llegado a entrar en combate.

La diosa Paz le acompaña, abrazándole amorosamente, para recibir de Palas la corona de

oro que se entregaba a los emperadores triunfantes, y que premia sus esfuerzos por evitar la

guerra.

Significado | Efímera es la gloria del gobernante que practica la guerra. Mayor

reconocimiento obtendrá manteniendo la paz como Palas Atenea.

El triunfo y la gloria de Palas y la

Paz

La acumulación de armas en el fondo del tapiz nos anuncia el final de la guerra. La Victoria,

que aparece sentada sobre el escudo del vencido, porta la palma del triunfo y apoya su

mano en otro escudo que luce su nombre. En él también descansa la mano derecha de la

diosa Paz, que con la izquierda derrama los abundantes frutos de su cornucopia.

Palas Atenea las observa en un segundo plano, con su propio escudo en reposo, en el que

aparece la espeluznante cabeza de Medusa cuajada de serpientes.

La Gloria, representada por la joven que corona de laurel a la Victoria, se apoya en una

pirámide, símbolo de las magníficas obras que se pueden realizar cuando las guerras

terminan.

Significado | El buen gobernante, emulando a Palas Atenea, logrará los frutos benéficos de

la paz tras una victoria justa.

Los vagos y pusilánimes son puestos

en fuga por Palas

En este tapiz dos hombres se nos muestran en primer término a los pies de la diosa Palas,

que pisotea a uno y amenaza al otro. Ambos se acompañan de animales que por su lento

caminar simbolizan la pereza: el asno, sobre cuya piel se recuesta el pisoteado, y la tortuga,

a la que acaricia el hombre desnudo amenazado por Palas.

Ante el fiero ataque de la diosa, los cobardes huyen, como las dos mujeres que corren

despavoridas por el fondo.

Una liebre aparece sobre una de sus cabezas, símbolo de la cobardía y el miedo.

Significado | El buen gobernante, como Palas Atenea, combatirá la cobardía y la pereza.

PALAS Y LA PAZ CONDUCEN A LOS

TRABAJADORES AL TEMPLO DEL HONOR

Hércules, hijo de Júpiter y de la mortal Alcmena, es el protagonista del tapiz. Este héroe de la

Antigüedad, conocido por haber realizado con éxito doce complicados trabajos, ha sido

siempre ejemplo para los trabajadores de todas las épocas.

En la escena, por el esfuerzo en resolverlos, las diosas Palas Atenea y Paz le conducen hacia

el templo del honor, situado en la cima de una colina. La Fama porta la trompeta con la que

ha anunciado tal evento, mientras toca levemente un yelmo, símbolo de la fuerza y el valor,

sostenido por un amorcillo. Otro en primer término lleva el escudo y la lanza de Atenea.

Hércules aparece cubierto con la piel del león de Nemea, a quien venció en su primer trabajo

y con la clava o mazo de madera al hombro, con la que se defendió del mismo.

Significado | Cuando la paz triunfa, la gloria y la fama son para quienes se esfuerzan en sus

trabajos, como Hércules.

La gloria de las Musas estimuladas

por la Paz

En este tapiz el dios Apolo aparece rodeado de las nueve Musas, hijas de Zeus y Mnemósine,

adormiladas por el sonido de su lira. La escena nos muestra cómo van despertando poco a

poco tras la llegada de la diosa Paz, que les anuncia la victoria de Palas que les permitirá

desarrollar las artes que dominan.

La propia diosa de la paz despierta a Talía, musa de la comedia, como recuerdan las

máscaras colocadas a sus pies. A su lado aún duerme Euterpe, musa de la música, junto a su

flauta doble.

De espalda aparece Clío, musa de la historia, con su trompeta y su libro de consulta,

señalando la presencia de la diosa a Terpsícore, musa de la danza, que porta una lira. Y tras

ellas Erató, musa de la poesía lírica tocando un laúd. Sentadas junto al dios reconocemos a

Calíope, musa de la poesía épica con su corona de oro a los pies; a Urania, musa de la

Astronomía, con una esfera en la mano, y a Melpómene, la diosa de la tragedia,

representada con un rostro grave. Finalmente, recostada en el árbol, dormida o pensativa,

aparece Polimnia, la diosa de los cantos sagrados. La presencia al fondo del caballo alado

Pegaso nos confirma que la escena se desarrolla en el monte Helicón, morada de las musas,

donde hizo surgir con sus coces una famosa fuente.

Significado | Todas las artes se desarrollan cuando el buen gobernante, a imitación de Palas

Atenea, mantiene la paz en su reino.

Los sacrificios divinos son

restaurados por Palas y la Paz

En esta escena las diosas Paz y Palas Atenea alzan del suelo a la Religión, representada por

una joven velada, que porta en una mano un libro y en la otra una llama, la de la sabiduría

para interpretarlo.

Las tres aves que señala Paz nos indican que lo hacen en día de buen augurio. El tapiz se

completa con una segunda escena, que se desarrolla ante las ruinas de un monumental

templo. En ella vemos a tres sacerdotes velados llevando a cabo diversas ceremonias

rituales.

Mientras el primero comienza a incensar el altar ricamente labrado en el que arde la llama

sagrada; el segundo derrama con una patena su ofrenda sobre el ara donde se sacrificará el

toro que porta el tercero.

Significado | En tiempos de paz, el buen gobernante ayudará a mantener la religión y sus

ritos.

Palas, triunfante por la gloria de

las armas, acompañada por las

musas

En el siguiente tapiz, la diosa Palas Atenea aparece entronizada en un carro triunfal del que

tiran fogosos caballos. Le sobrevuela la Victoria.

Junto al carro, que pisotea los despojos de la guerra, camina la Concordia, con un haz en una

mano y en la otra una corona que parece mostrar a uno de los caballos, lo que significaría,

según Cesare Ripa, que solo con la fuerza (simbolizada por el caballo) de la unión (el haz) se

logra el triunfo (la corona de oro).

Delante de ella aparecen dos niños. Uno de ellos lleva la corona torreada de oro que se

entregaba al primero en trepar a lo alto de los muros enemigos. El otro niño lleva en su

mano derecha una palma y un ramo de laurel, que simbolizan la imposibilidad de lograr la

victoria sin lucha. Y en su mano izquierda porta dos coronas, una de laurel que reciben los

poetas y guerreros y otra de encina que se entrega a los virtuosos.

El sonido de la trompeta y la flauta de la fama y el honor, que llevan las dos mujeres que

sujetan las bridas, estimula, según Cesare Ripa, la competencia para alcanzar la gloria. Varias

de las Musas rodean el carro y las otras se nos muestran saliendo de un templo o ante él,

presididas por la Abundancia, que coronada de espigas derrama los frutos de su cornucopia.

Destaca en primer término Clío, la musa de la historia, apoyada en el globo terráqueo,

llevando en su mano derecha un rollo y en la izquierda el libro de Tucídides, el más famoso

historiador de la Antigüedad. Les acompañan, el dios Apolo con su lira, árbitro de las Musas,

y Mercurio, mensajero de los dioses y dios del comercio, reconocible por el pétaso, su

sombrero alado y por el caduceo igualmente alado, la vara de olivo, rodeada de dos

serpientes que lleva en su mano.

Significado | El gobernante que lucha por la paz logrará la prosperidad y el desarrollo del

comercio y de todas las artes.

D. Andrés Bravo de Salamanca.

Obispo de Sigüenza (1662-1668)

Bula papal del nombramiento de Don Andrés Bravo de Salamanca como obispo de Sigüenza

Esta página es un homenaje al obispo Don Andrés Bravo de Salamanca, el ilustre personaje

que donó la maravillosa colección de tapices a la catedral de Sigüenza.

También es un recuerdo a los sabios que en aquellos años hicieron progresar a la

Humanidad.

D. Andrés Bravo de Salamanca obispo de Sigüenza (1662-1668)

Nació en Martín Muñoz de las Posadas (Segovia) en 1584.

Fue canónigo en la catedral de Sigüenza y más tarde Dignidad de abad de Santa Coloma en la

misma catedral.

Después, Inquisidor de Mallorca y de Llerena (Badajoz).

Del año 1656 al año 1662 fue obispo de Cartagena.

Tomó posesión del obispado de Sigüenza el 30 de junio de 1662.

Donó a la Catedral 16 tapices flamencos (ocho que conforman la serie de Las Alegorías de

Palas Atenea y ocho de la serie La leyenda de Rómulo y Remo).

Repartió cuantiosas limosnas a los pobres.

Construyó con su dinero la Capilla del Santísimo Cristo de la Misericordia y la donó a la

catedral de Sigüenza. Pero la gran obra que ha inmortalizado su nombre en los anales de la

Iglesia de Sigüenza fue el soberbio retablo-altar de mármoles, blancos, negros y rojos, que

mandó construir en el trascoro de la catedral de Sigüenza.

Murió en el palacio-fortaleza de Sigüenza el 28 de agosto de 1668.

Está sepultado en la Capilla del Santo Cristo de la Misericordia en la catedral de Sigüenza.

Hechos científicos destacados (años 1662 a 1668)

(1662) Robert Boyle establece las leyes de los gases, relacionando volumen y presión.

(1662) Blas Pascal enuncia la isotropía de la presión.

(1664) Descartes apoya la teoría heliocéntrica de Copérnico.

(1665) Francesco Grimaldo expone su teoría ondulatoria de la luz.

(1665) Giovanni Cassini determina los periodos de rotación de Júpiter, Marte y Venus.

(1665) Muere el gran matemático Pierre de Fermat.

(1665) Anton van Leeuernhoek construye un microscopio y observa los vasos sanguíneos

capilares.

(1665) Robert Boyle descubre que el aire es necesario para la combustión.

(1666) Isaac Newton descubre la dispersión de la luz y su espectro.

(1666) Leibniz publica su Arte combinatoria.

(1667) Robert Hooke establece que la respiración altera la composición de la sangre en

los pulmones.

(1667) Jean-Babtiste Denys efectúa la primera transfusión de sangre a un ser humano.

(1668) Isaac Newton construye un telescopio de reflexión.

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