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  “Acción e ideología” Psicología Social desde Centroamérica I, Capítulo 6 Las actitudes: Su concepto y valor. Ignacio Martín-Baró (Páginas 241 a la 298)

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  • Accin e ideologa Psicologa Social desde Centroamrica I,

    Captulo 6

    Las actitudes:

    Su concepto y valor.

    Ignacio Martn-Bar

    (Pginas 241 a la 298)

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

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    CAPTULO SEXTO

    LAS ACTITUDES: SU CONCEPTO Y VALOR

    1. INTRODUCCIN.

    El 29 de junio de 1976, la Asamblea Legislativa de El Salvador decretaba el "P r imer proyecto de

    Transformacin Agrar ia" , segn el cual una de las zonas ms productivas del pas sera

    expropiada para iniciar all un tmido plan de redistribucin de la tierra. El proyecto estableca

    que las propiedades en la zona no podan superar las 35 hectreas y conceda un poder decisivo al

    Instituto Salvadoreo de Transformacin Agraria (ISTA) para determinar las formas de

    expropiacin e indemnizacin. Sin embargo, el proyecto no tena nada de revolucionario, y el

    gobierno del Coronel Molina lo llam de "Transformacin Agraria" (TA) consciente de que una

    "Reforma Agrar ia" requera cambios ms profundos que los propuestos (Menjvar y Ruiz, 1976)

    Su objetivo explcito era aumentar el nmero de propietarios privados y propiciar la reactivacin de

    la economa nacional mediante el desarrollo de un merca do interno. En conjunto, el proyecto fue

    presentado como un "seguro de vida" para el futuro del capitalismo y de los mismos capitalistas

    en el pas (Zamora, 1976).

    A pesar del carcter reformista del proyecto y de los planteamientos ms que moderados del

    gobierno, la reaccin de terratenientes y empresarios privados salvadoreos fue inmediata y de gran

    violencia. Sorprendidos por la medida, los prop ietarios trataron de convencer al gobierno sobre la

    inconveniencia del proyecto entablando un debate pblico en trminos ideolgicos. El conflicto

    puso de manifiesto los distintos valo res en que unos y otros se apoyaban para justificar su diversa

    actitud ante la TA. As, el debate sobre la TA puede analizarse como un intento de parte de

    gobernantes y propietarios privados por hacer cambiar de actitud a sus oponentes (Martn -Bar,

    1977) Un anlisis de los documentos publicados durante el debate, permite dist inguir en l tres

    fases. En la primera, el gobierno expuso su actitud favorable a la TA como un primer paso para

    resolver la injusticia social existente en el pas y como un esfuerzo por salvar el sistema democrtico: por su

    lado, la empresa privada ignor sistemticamente el argumento de la injusticia social y bas su actitud de

    rechazo a la TA en el supuesto de que la "estatizacin" de las tierras llevara a la ineficiencia en la produccin

    y de que la TA constitua una medida "comunista", opuesta precisamente al sistema democrtico. Unos y

    otros mantenan, por tanto, una actitud radicalmente opuesta, al vincular el objeto de la actitud (la TA) con

    un valor distinto: en un caso, con la necesidad de combatir la injusticia social, en el otro con la necesidad de

    mantener la eficiencia productiva. Esta distinta perspectiva sobre la TA haca a unos considerarla como la

    tabla de salvacin para el sistema democrtico, y a los otros como un medio para su destruccin.

    En la segunda fase del debate, el gobierno mantuvo su actitud, aunque empez a prestar ms atencin al

    valor de la productividad esgrimido por los propietarios; por su parte, stos reforzaron su actitud de

    oposicin a la TA insistiendo en el argumento de que era una medida comunista, opuesta a la democ racia y a

    la voluntad popular. Desde ese momento poda preverse que el valor "democracia" y su relacin con la TA

    sera el pivote en que se basara la resolucin del debate. En la ltima fase, ambos contendientes se

    esforzaron por mostrar que su actitud era la que mejor corresponda a la defensa de la democracia, pero

    mientras el gobierno volvi a enfatizar la necesidad de eliminar la injusticia social, los empresarios y

    terratenientes esgrimieron el derecho "natural" a la propiedad privada. La Tabla 4 mues tra los valores en que

    ambos contendientes fundaron su actitud en las tres fases del debate, que culmin con la victoria de los

    empresarios y la abrogacin de la TA apenas tres meses despus de promulgado el Proyecto.

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    TABLA 4

    FRECUENCIAS RELATIVAS DE LOS VALORES UTILIZADOS

    EN EL DEBATE SOBRE LA TRANSFORMACION AGRARIA POR GRUPO Y FASE

    Fuente Martn-Bar, 1977, pg. 48

    Sera ingenuo pensar que fue el debate pblico el que llev a los empresarios y terratenientes salvadoreos a

    "doblarle el brazo" al gobierno e impedir la ejecucin del proyecto de TA (A sus rdenes, 1976). De hecho, ya a

    partir de la segunda fase del debate, junto a las razones ideolgicas los empresarios aplicaron una amplia gama de

    presiones al gobierno, desde el boicot econmico hasta el chantaje y la violencia. Los partidarios de la TA fueron

    insultados, hostigados, apaleados o simplemente asesinados, y junto a una costosa campaa de agresin verbal por

    los medios de comunicacin, empezaron a aparecer en el pas los famosos "escuadrones de la muerte" imponiendo la

    violencia y el terror. Ya fuera por los argumentos ideolgicos, ya fuera por las presiones materiales, el hecho es que

    el gobierno tuvo que dar marcha atrs y suprimir el proyecto de TA. Ahora bien, cambi realmente la actitud de

    quienes desde el gobierno haban propiciado la TA? La pregunta es importante, ya que muchos psiclogos suelen

    argumentar que, para que se produzcan cambios sociales significativos, deben cambiar antes las actitudes de las

    personas.

    Es difcil responder a esta pregunta. De hecho, los principales involucrados en el proyecto de TA abandonaron el

    gobierno tan pronto como se detuvo su ejecucin. Posiblemente, tampoco lo hicieron por conviccin, sino como

    resultado de su derrota. Sin embargo, no faltaron quienes permanecieron en el gobierno, empezando por el propio

    presidente, Coronel Molina, y mostraron un notorio cambio de actitud prctica respecto al valor e importancia de la

    TA, asumiendo el discurso ideolgico de los propietarios. Si realmente se produjo o no un cambio de actitud en

    ellos, es imposible afirmarlo desde fuera - t a n imposible como verificar hasta qu punto la actitud original en

    favor de la TA qued adecuadamente reflejada en los pronunciamientos pblicos. En todo caso, y aunque no

    hubiera habido actitud ni por consiguiente un verdadero cambio, el concepto de actitud habra sido til para

    analizar el conflicto y su resolucin desde su vertiente ideolgica, sin por ello incurrir en una reduccionismo

    psicologista o ignorar los lmites del anlisis psicosocial.

    S, como parece ser el caso, fueron las presiones polticas y econmicas ms que los argumentos ideolgicos los que

    produjeron el cambio en la actitud del gobierno hacia la TA o, por lo menos, el cambio en su comportamiento, este

    hecho resulta de importancia a la hora de evaluar la consistencia de las actitudes, su enraizamiento social, as como

    las posibilidades de su cambio. Precisamente el estudio contemporneo de las actitudes comenz con una inquietud

    despertada durante la Segunda Guerra Mundial, cuando todos los esfuerzos de los aliados fueron intiles para

    cambiar la actitud de los alemanes hacia Hitler o, al menos, su comportamiento prctico en el sentido de desertar o

    no seguir combatiendo con los nazis. La conclusin a que entonces se lleg fue que las personas son mucho ms

    Grupo Fase

    Gobierno Propietarios

    1 2 3 Tot. 1 2 3 Tot. Comunismo Nacionalismo - .04 .03 .03 2.0 .24 .19 .21

    Democracia (Constitucin) .24 .21 .29 .23 .19 .23 .34 .27

    Voluntad .15 .02 .09 .07 .03 .23 .14 .17

    Propiedad privada .12 .19 .04 .14 .10 .12 .20 .15

    Productividad .14 .19 .22 .18 .45 .15 .13 .18

    Justicia social .26 .23 .27 .25 .03 .03 - .02

    Distribucin de riqueza .09 .12 .06 .10 - - - -

    Total 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00 1.00

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    reacias a cambiar sus actitudes fundamentales, sobre todo aquellas de ms honda significacin social, de lo que se

    haba pensado o de lo que podran llevar a concluir ciertos estudios de laboratorio.

    Sobre la dificultad de cambiar las actitudes bsicas de la persona dan fe aquellos mtodos que desde 1951 se

    conocen con el nombre de "lavado cerebral", trmino con el que Edward Hunter (1951, 1956) traduca el

    trmino chino "hsi nao". Las tcnicas del "lavado cerebral" se hicieron famosas durante la Guerra de Corea,

    cuando los chinos trataron de cambiar la mentalidad de los prisioneros (ver Recuadro 20). A pe sar de lo

    extremo de la situacin en que se aplicaron las tcnicas y de los esfuerzos realizados, los resultados obtenidos

    fueron ms que magros: muy pocos prisioneros se plegaron a los cambios inducidos y menos an han

    mantenido la nueva actitud (ver Lifton, 1963; Schein, Schneier y Barker, 1971).

    En Guatemala recientemente se ha producido un hecho que ha vuelto a poner sobre el tapete la cuestin del

    lavado cerebral. El 9 de junio de 1981, el P. Eduardo Pellecer, un joven jesuita guatemalteco, era violen tamente

    secuestrado en plena calle por fuerzas de la polica. Su detencin fue negada por los cuerpos de seguridad, hasta

    que al fin compaeros, familiares y amigos lo dieron por muerto. Sin embargo, el 30 de sep tiembre, en un

    verdadero golpe teatral, el gobierno guatemalteco invit a una "conferencia de prensa", donde el P. Pellecer,

    como en los mejores tiempos de Corea, hizo su autoconfesin, incrimin a todos aquellos que anteriormente

    haban sido sus hermanos y colaboradores, y pidi pblicamente perdn por el mal cometido con su

    apostolado sacerdotal en beneficio de los pobres y oprimidos. Desde entonces, el P. Pellecer ha sido exhibido

    por televisin y en cuidadosas representaciones oficiales en diversos pases latinoamericanos, pero en ningn

    momento ha sido dejado en libertad ni ha podido abandonar la "proteccin" de los cuerpos de seguridad

    guatemaltecos.

    No cabe duda de que, en el caso de P. Pellecer, no se trata de una "conversin", al menos en el sentido de un

    cambio voluntario y profundo en las opciones de la persona; la duda est sobre si el cambio aparente de su actitud

    se debe explicar en virtud de alguna forma de lavado cerebral o basta para explicarlo el control total que la

    polica sigue ejerciendo sobre su vida. Su manera mecnica y compulsiva de hablar abona la tesis del lavado

    cerebral; el que los cuerpos de seguridad guatemaltecos sigan manteniendo aislado, oculto y bajo su control

    al P. Pellecer apoya la tesis del temor y la amenaza. Pero, cualquiera sea la razn y quizs los dos factores entren en juego el caso del P. Pellecer muestra lo difcil que resulta producir un camb io profundo de actitudes.

    Estos dos casos, el de un cambio de poltica y el de un cambio personal, muestran la importancia que tienen

    las actitudes en los procesos histricos o, al menos, el valor que puede tener el concepto de actitud para

    analizar los hechos psicosociales ms significativos en la vida de una sociedad. Como ya indicbamos antes,

    es muy comn la opinin de que para que se puedan producir cambios sociales significativos, primero tienen

    que darse cambios en la actitud de las personas. Un ejemplo concreto de esta postura lo constituye el librito de

    Fernando Durn, "Cambio de mentalidad, requisito del desarrollo integral de Amrica Latina" (1978). El autor, un

    psiclogo vinculado al Centro para el Desarrollo Econmico y Social de la Amrica Latina (DESAL), mantiene

    que es necesario transformar el "carcter latinoamericano", ya que sus rasgos actuales representan "un obstculo al

    desarrollo integral" (pg. 13) de las sociedades de Amrica Latina. El trabajo de Durn hace agua por varios lados, y

    no es el menor de sus fallos un psicologismo que no llega ni siquiera a weberiano. Con todo, no se puede ignorar lo

    que de verdad hay en posturas como la de Durn. Si no fuera por otra razn, los problemas de Cuba, donde a veinte

    aos de la revolucin castrista todava muchos miles de personas buscan el horizonte consumista de los Estados

    Unidos, nos obligan a pensar que, como afirmaba Wilhelm Reich (1933/1965), los regmenes sociales no se

    estabilizan mientras no se asienten en el carcter de la poblacin.

    2. EL CONCEPTO DE ACTITUD.

    El concepto de actitud est de tal manera arraigado en nuestra cultura, que resulta un trmino de uso casi cotidiano.

    Esto no quiere decir que siempre o en todas partes se emplee con la misma significacin, o que el sentido que le da el

    uso coloquial del trmino equivalga a su sentido tcnico. En general, el significado que se suele asignar al

    trmino es el que ofrece el diccionario, "disposicin de nimo". Afirmamos, por ejemplo, que nos

    encontramos en una actitud positiva hacia los cambios sociales o que hemos adoptado una actitud de severidad hacia

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    RECUADRO 20

    METODOS COERCITIVOS PARA LOGRAR LA

    SUMISION PERSONAL

    uno de nuestros hijos, que tenemos una actitud agresiva hacia los negocios o que hemos tomado una actitud

    crtica frente a lo que dicen los peridicos.

    Etimolgicamente, "actitud" es un trmino que surge en castellano a comienzos del siglo XVII y que

    proviene del italiano "attitudine". Con este trmino los crticos de arte italianos aludan a las posiciones que

    el artista daba al cuerpo de su estatua o de su representacin grfica y con las cuales pretenda evocar ciertas

    disposiciones anmicas de la persona representada. Actitud, por tanto, es una postura corporal en la que se

    materializa y expresa la postura del espritu. De hecho, los psicofisilogos mantienen que una actitud no puede ser

    separada de la postura que constituye su materia. Desde un punto de vista motor, actitud es una manera de

    mantener el cuerpo, ya que mientras una posicin se da, una postura es adoptada o mantenida. De ah la

    expresin de "adoptar una actitud". El sustrato postural de la actitud radica en una actividad particular de la

    musculatura llamada tnica. El tono (del griego "tonos", que significa tensin) es un estado de contradiccin

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    ligera y permanente de los minsculos estriados que asegura el equilibrio del cuerpo en reposo y el

    mantenimiento de las actitudes, y est controlado por centros cerebrales y del cerebelo. Cuando una persona

    se encuentra con la tensin y la fuerza adecuadas para la actividad, se dice que "est entonada".

    La actitud es, pues, desde una perspectiva corporal, una estructura preparatoria, una orientacin determinada del

    cuerpo que prepara al individuo para percibir y actuar de determinada manera. Por ello, la actitud corporal expresa y

    canaliza la actitud psicosocial, a la que sirve de sustento, pero sobre la cual tambin puede ejercer un influjo. Es

    bien sabido que cuando, por exigencias de su trabajo o de su rol social , una persona tiene que adoptar una

    actitud, as sea de fachada, el mantenimiento de ese esquema postural termina por influir su espritu y la

    persona acaba sintiendo aquello que slo finga.

    El carcter preparatorio de la actitud corporal constituye el correlato del carcter preparatorio que define a la actitud

    psicosocial. Segn la definicin clsica de Gordon W. Allport (1935, pg. 810), "una actitud es un estado de

    disposicin mental y nerviosa, organizado mediante la experiencia, que ejerce un influjo directivo o dinmico en la

    respuesta del individuo a toda clase de objetos y situaciones". La idea central es que la actitud supone una

    preparacin de la persona para a c t u a r de una u otra manera ante cada objeto y, por tanto, la transitoriedad de cada

    comportamiento queda anclada en la estabilidad de lo que son disposiciones de la persona. De este modo, con el

    concepto de actitud se pretende ofrecer una respuesta a la psicologa como ciencia cuando busca un principio

    unificador de la diversidad de conductas as como un principio que vincule lo individual con lo social, lo personal

    con lo grupal.

    La actitud como tal no es visible ni directamente observable. Se trata de una estructura hipottica, un

    estado considerado como propio de la persona, pero cuya existencia slo se puede verificar a travs de sus

    manifestaciones. Es difcil, por consiguiente, afirmar si alguien tiene realmente una actitud mientras no se observe

    su proceder. Por otro lado, para definir el carcter y naturaleza de las actitudes es neces ario actuar sobre

    ellas, lo que significa que slo cuando se logra producir un cambio de actitud en alguien puede deducirse en

    forma lgica lo que constituye la esencia de una actitud. La diversidad de teoras y modelos que se han formulado

    acerca de las actitudes proviene de los intentos prcticos que se han hecho por lograr cambiar las actitudes

    de grupos o personas en diferentes situaciones. Puede afirmarse que la conceptualizacin de lo que son las

    actitudes depende de la forma concreta como se ha conseguido o se ha credo conseguir el cambio de actitud de las

    personas.

    Tomando como punto de orientacin este esquema que va del cambio de las actitudes a la definicin de su

    naturaleza, podemos distinguir tres enfoques predominantes en la psicologa social: el enfoque de la comunicacin-

    aprendizaje, el enfoque funcional y el enfoque de la consistencia.

    2.1. El enfoque de la comunicacin-aprendizaje.

    Si tenemos la paciencia para sentarnos ante la televisin y con-

    templar alguno de los "enlatados" norteamericanos con que

    diariamente se nos obsequia, podremos ver a la hora de los anuncios

    alguna bella artista de cine recomendndonos usar un determinado

    jabn que a ella le ha ayudado a conservar "su cutis terso" o

    emplear un determinado "champ" que le permite mantener su pelo

    "limpio y sedoso". En tiempos electorales, no faltar algn

    conocido deportista o profesional que nos recomiende votar por tal o

    cual partido, por tal o cual candidato. El mecanismo es bien conocido:

    se trata de aprovechar el prestigio que la persona tiene en alguna rea

    determinada (la belleza, el ftbol, la medicina) para influir en nuestro

    nimo y convencernos de que compremos tal producto o votemos por

    tal partido, es decir, para despertar en nosotros una actitud positiva

    hacia ese producto comercial o ese partido poltico.

    La importancia que tiene la fuente informativa para lograr influir en

    las personas que reciben una informacin fue investigada sistemtica -mente por un grupo de psiclogos

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    sociales como parte de un programa ms amplio desarrollado en la Universidad de Yale bajo la direccin de Carl

    I. Hovland. As, por ejemplo, Hovland y Weiss (1951) probaron que una comunicacin que proviene de

    una fuente con mucha credibilidad para el auditorio es ms persuasiva que la misma comu nicacin

    transmitida por una fuente con poca credibilidad. Los investigadores utilizaran cuatro informaciones, y cada una

    de ellas la transmitieron a dos grupos, en un caso como procedente de una fuente muy creble, en el otro

    como procedente de una fuente poco creble. Las informaciones se referan a la necesidad de vender los

    antihistamnicos sin receta mdica, a la responsabilidad de la industria del acero en la escasez de este producto, al

    futuro del cine ante la aparicin de la televisin y a la conveniencia de construir submarinos atmicos. Los resultados

    indicaron que la informacin transmitida por la fuente creble produjo un cambio de opinin en 16.4% ms

    de personas que la transmitida por la fuente poco creble. Con todo, la diferencia del efecto entre unos y otros

    desapareci cuatro semanas ms tarde, disminuyendo el influjo sobre unos y aumentando sobre otros, lo

    que fue llamado "el efecto del durmiente " el influjo a mediano y largo plazo.

    Hovland consideraba que si una fuente creble produca ms cambio de opinin que una no creble era debido a

    su asociacin con refuerzos positivos, lo que incrementaba la probabilidad del aprendizaje (ver Hovland, Janis y

    Kelley, 1953). De hecho, Hovland estaba aplicando al campo de las actitudes la teora sobre el aprendizaje

    enunciada por Clark L. Hull: una actitud se cambiaba mediante un proceso de aprendizaje utilizando los debidos

    refuerzos.

    Hull (1943, 1952) consideraba que haba diversas variables que intervenan entre el estmulo y la respuesta. La

    ms importante de ellas es el potencial de reaccin, que se puede definir como la capacidad que posee un

    organismo en un momento determinado para responder de un modo u otro a un estmulo. El potencial de

    reaccin es una funcin multiplicativa de una pulsin y otros factores como la intensidad del estmulo o la

    magnitud del incentivo. Segn Hull, una pulsin es todo estmulo interno del organismo que dinamiza su conducta.

    Habra dos tipos de pulsiones: una pulsin general que produce un incremento general de la actividad, y

    estimulaciones especficas, que conducen a respuestas particulares, innatas o aprendidas. La fuente bsica de las

    pulsiones son, segn Hull, las necesidades primarias.

    Hovland aplic los conceptos de potencial de reaccin o pulsin a las actitudes, que defini como "aquellas

    respuestas implcitas" por las que el individuo tiende a acercarse o a alejarse de "un determinado objeto, persona,

    grupo o smbolo" (Hovland, Janis y Kelley, 1953, pg. 7). Las actitudes poseen un "valor pulsional" que les permite

    poner en marcha el comportamiento de las personas. Ahora bien, puesto que el ser humano es un organismo

    racional, las actitudes estn ntimamente ligadas con las opiniones, que Hovland define como "una amplia serie de

    anticipaciones expectativas". Tanto las opiniones como las actitudes son aprendidas: "las opiniones, como otros

    hbitos, tendern a conservarse a menos que el individuo tenga nuevas experiencias de aprendizaje" (Hovland, Janis

    y Kelley, 1953, pg. 10). Un cambio de opinin producir un cambio en la actitud correspondiente: "asumimos que

    la aceptacin depende de los incentivos y que, para cambiar una opinin, es necesario crear un incentivo ms grande

    para realizar la nueva respuesta implcita que para realizar la antigua" (pg. 11).

    Aunque el grupo de Yale conceba la actitud desde la perspectiva del aprendizaje, era tambin consciente del

    enraizamiento social de las actitudes y de que el aprendizaje de las actitudes tiene lugar en el grupo al que se

    pertenece. Las ideas de los individuos dependen en buena medida de su grupo, que les transmite ciertas creencias,

    opiniones y puntos de vista, as como les premia unas creencias mientras les castiga otras. Hovland y sus

    colaboradores utilizaron la concepcin de Kurt Lewin sobre la pertenencia de los grupos y la integraron a su

    esquema sobre las actitudes. De ah su nfasis en los procesos de comunicacin social como mbito peculiar para

    la formacin y el cambio de actitudes.

    A la luz del modelo de Hovland sobre las actitudes, se han realizado numerosas investigaciones orientadas a

    determinar las condiciones en que una comunicacin puede ser ms convincente y lograr un influjo mayor en la

    audiencia. En el Recuadro 21, se muestran algunas conclusiones sacadas de estos experimentos acerca de las

    caractersticas de quien transmite la informacin y la forma como la transmite. En sntesis se puede afirmar que

    para que una persona cambie su opinin y, por consiguiente, su actitud acerca de un objeto es necesario que atienda a

    la informacin que se le transmite, que comprenda el argumento y sus conclusiones, y que, al experimentar o

    anticipar los beneficios que van aparejados con el nuevo punto de vista, acepte cambiar su opinin y su actitud Para

    que me incline a comprar el jabn enunciado, primero tendr que prestar atencin a la figura de Michelle Pfeiffer o

    Ali McGraw en televisin, lo que no parece difcil supuesto el carcter de este medio de comunicacin. Ms

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    difcil ser que me convenza de que estas artistas conservan su belleza o "la tersura de su piel" utilizando el jabn

    de marras. Claro que todo es posible, y bien pudiera suceder que, en mi prxima visita al supermercado o a la

    droguera, al ver el jabn de esa marca me decida a comprarlo sin una conciencia clara de por qu.

    El grupo de Yale ha sido pionero en la investigacin sobre las actitudes. Basta ver los nombres de quienes, en uno u

    otro momento participaron en l (Carl I. Hovland, William J. McGuire, Irving L. Janis, Jack W. Brehm, Milton

    Rosenberg, Robert P. Abelson, Harold H. Kelley y otros), para comprender su carcter seminal respecto a la

    psicologa social contempornea. Pero por ello mismo ya en este trabajo se encuentran algunos de los principales

    defectos que aquejan a la corriente predominante en psicologa social, principalmente su ahistoricidad y ciertos

    presupuestos filosficos.

    La falta de sentido histrico en el modelo de la comunicacin-aprendizaje est ligada a su orientacin experimental.

    A pesar de que la inquietud que estaba a la raz del programa de investigacin haba brotado por los acontecimientos

    de la Segunda Guerra Mundial, el grupo de Yale consider que el manejo "cientfico" del problema requera del

    laboratorio y a sus coordenadas remiti su trabajo. No se trata de negar el valor del laboratorio en psicologa social ni

    de argumentar que su distanciamiento frente a la "realidad" quite validez a sus aportes. El problema es quiz ms

    sutil: el laboratorio constituye tambin una realidad, tiene una vida social con sus reglas y sus exigencias y, por tanto,

    una ideologa que canaliza unos intereses sociales y no pocas veces los distorsiona y hasta oculta. El paradigma del

    laboratorio presupone que el "control" de variables permite captar los fenmenos en su pureza, como si los

    fenmenos fueran realidades puras, abstractas de sus concomitantes histricos, particularmente de los sentidos que

    expresan y de las fuerzas que materializan. Por eso, los fenmenos estudiados en el laboratorio o son

    intranscendentes o tienden a trivializarse, sin que las ms de las veces pueda concluirse de ellos que, cuando sus

    resultados se apliquen a las reas sensibles de la vida humana como era el caso para los soldados alemanes luchando por su patria y su familia, van a tener vigencia las condiciones hipotticas verificadas. El laboratorio asume de hecho que el aqu y ahora de los fenmenos proporciona sus verdaderas dimensiones, olvidando que slo

    en su totalizacin, en sus ramificaciones totales, adquieren su pleno carcter, lo que es particularmente verdad de los

    fenmenos psquicos y sociales. El inmediatismo no es una simple exigencia de limitaciones presupuestarias, sino

    un requisito de la naturaleza misma del laboratorio.

    Uno de los puntos dbiles del modelo de la comunicacin-aprendizaje consiste en su imprecisin conceptual acerca

    de lo que es un refuerzo, imprecisin caracterstica a todas las teoras del aprendizaje. Por otro lado, concede una

    RECUADRO 21

    ALGUNOS FACTORES PARA EL CAMBIO DE OPINION

    1. Habr ms cambio de opinin en la direccin deseada si el comunicador tiene un alto grado de credibilidad que si tiene uno bajo.

    2. La credibilidad del persuasor influye menos en el cambio de opinin a largo plazo que inmediatamente despus del influjo.

    3. La efectividad de un comunicador aumenta si al principio expresa algn punto de vista compartido por su audiencia.

    4. Presente una cara del argumento cuando la audiencia sea fundamentalmente amistosa y cuando su posicin sea la nica que se va a presentar o cuando desee un cambio de opinin in-mediato, aunque

    temporal.

    5. Presente ambas caras del argumento cuando la audiencia se encuentre al principio en desacuerdo con usted o cuando la audiencia vaya a escuchar la otra cara del asunto de alguna otra fuente.

    6. Cuando dos puntos de vista se presentan seguidos, probable-mente el ltimo ser ms efectivo. El efecto de precedencia predomina cuando la segunda cara del asunto se expone inmediatamente,

    mientras que el efecto de inmediatez predomina cuando se mide la opinin tras la exposicin de la

    segunda cara del argumento:

    7. Probablemente se producir un cambio de opinin mayor en la direccin deseada si usted explicita las conclusiones en lugar de dejar que la audiencia las saque por s misma, a no ser que la audiencia sea

    muy inteligente, en cuyo caso es mejor dejarlas implcitas.

    Ver Zimbardo y Ebbesen, 1976, pgs. 181-182

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    gran importancia al aspecto cognoscitivo al considerar la opinin como el punto clave para la determinacin de una

    actitud; sin embargo, la conexin entre opinin y actitud no es suficientemente clarificada y no se ve de qu

    forma o por qu razn el cambio de opinin arrastra casi en forma automtica el cambio de actitud. Ms an,

    tampoco est claro en el modelo de la comunicacin-aprendizaje la conexin entre comprensin de un argumento

    y convencimiento: yo puede comprender las razones que se me exponen acerca de la bondad de un jabn, de un

    candidato poltico o de una medida legal y, sin embargo, discrepar con respecto a esas razones o simplemente no

    aceptarlas. Es frecuente incluso el caso en que una persona no tenga argumentos en contra de un determinado punto

    de vista y mucho menos pueda rebatir las razones que se le exponen y, sin embargo, no se decida a aceptar esos

    argumentos o a hacer suya esa opinin. En el fondo, el problema es que este modelo sobre las actitudes parte de una

    concepcin racionalista del ser humano y se presupone que la lgica formal arrastra la lgica psicolgica, lo que

    no es necesariamente cierto. La psicologa humana tiene su psico-lgica (Rosenberg), entre otras razones porque

    adems de razn el hombre es afecto, y adems de inteligencia tiene intereses, personales y sociales.

    2.2. El enfoque funcional.

    Si se tomara en serio el enfoque de la comunicacin-aprendizaje sobre el cambio de actitudes, antes de poner

    en marcha una importante medida poltica o social habra que desarrollar una amplia campaa de

    informacin que tendiera a cambiar las actitudes opuestas a esa medida poltica o social. As, por ejemplo,

    antes de iniciar la Transformacin Agraria, el entonces Coronel Molina debera haber iniciado una campaa

    sistemtica dirigida a los terratenientes y capitalistas salvadoreos a fin de cambiar su actitud de oposicin a ese

    tipo de reformas. Lo curioso es que el principio enunciado nos parece lgico y hasta evidente, pero el ejemplo nos

    lleva a mover la cabeza dubitativamente y a pensar que una tal campaa propagandstica con la oligarqua no

    hubiera conseguido muchos resultados. De hecho, los norteamericanos tienen ya alguna experiencia en este

    terreno tras muchos aos de intentar cambiar la actitud prejuiciada de la poblacin blanca hacia los negros. Uno tras

    otro, los esfuerzos masivos de modificar esa actitud por medios persuasivos han constituido un rotundo

    fracaso, y slo cuando se han impuesto medidas coercitivas de integracin legal las actitudes raciales ha

    empezado a ceder poco a poco.

    Hay muchas razones por las cuales se puede concluir que las personas no van a cambiar sus opiniones y actitudes

    ante una campaa de persuasin. El enfoque funcional expone una razn muy poderosa: las actitudes son tiles y

    cumplen funciones importantes para las personas. La utilidad de las actitudes reside sobre todo en que dan respuesta

    a necesidades individuales o de grupo. En este sentido, las actitudes seran la estructura psicolgica que

    materializa los intereses sociales ante los objetos de la realidad. Por tanto, mientras la persona siga

    experimentando las mismas necesidades y slo disponga para canalizarlas de determinadas actitudes, esas actitudes

    se mostrarn reacias a todo intento por cambiarlas. La actitud de los norteamericanos blancos ante sus compatriotas

    negros slo empez a cambiar cuando fueron desapareciendo las necesidades que la fundamentaban (por ejemplo, la

    competencia por puestos escasos de trabajo) o cuando el mantenimiento de la actitud racial produca ms daos que

    beneficios (por ejemplo, la persecucin legal). En el conflicto de la Transformacin Agraria antes descrito, la

    actitud de los terratenientes y propietarios se mantuvo inflexible ya que su oposicin se basaba en sus intereses

    econmicos y en la necesidad de mantener el control sobre el futuro del pas, necesidad que sentan amenazada por

    el proyecto de TA, por ms argumentos que se les diera sobre su conveniencia o sobre los beneficios que de l

    recibiran.

    Quiz la primera formulacin del modelo funcional de las actitudes la realizaron Brewster Smith, Jerome S. Bruner y

    Robert W. White (1956). Segn estos tres psiclogos, para cambiar una actitud har falta cambiar algunas de las

    funciones que realiza para la persona. Estas funciones son tres:

    (a) funcin evaluativa: mediante la actitud, la persona se orienta acerca del significado de un objeto en la realidad;

    (b) funcin adaptativa: las actitudes sirven para facilitar y mantener las relaciones sociales; (c) funcin expresiva: las actitudes protegen a la persona de tensiones y conflictos internos.

    No todas las actitudes sirven las tres funciones, pero segn la funcin predominante as ser el carcter de la actitud.

    "En la medida en que predomina la evaluacin del objeto, la persona tiende a actuar racionalmente... En la medida en

    que las actitudes de una persona estn enraizadas primariamente en una adaptacin social, estar menos orientada

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

    10

    hacia los hechos que hacia lo que piensan los dems... En la medida en que las actitudes de una persona sirvan

    para externar problemas internos y, por tanto, estn imbricadas en sus defensas contra tensiones oscuras y sin

    resolver, se puede esperar que sean rgidas y poco dctiles a razones y hechos o a manipulaciones sociales simples"

    (Smith, Bruner y White, 1956, pg. 277).

    A partir de esta visin, Smith, Bruner y White definen la actitud como "una predisposicin a experimentar, sentirse

    motivado y actuar de una manera predecible ante determinado tipo de objetos" (1956, pg. 39). Esta definicin

    resulta un tanto vaga y, de hecho, Smith y sus colegas no distinguen entre actitud y opinin.

    Daniel Katz (1960) ha desarrollado este mismo modelo funcional. Como se muestra en el Cuadro 12, para Katz las

    actitudes pueden cumplir cuatro funciones: una funcin utilitaria de adaptacin, una de defensa del yo contra los

    peligros externos y contra los conflictos internos, una funcin expresiva de los valores personales para afirmar la

    propia identidad, y una funcin cognoscitiva respecto al medio (ver, tambin, McGuire, 1969, pgs. 157-160). Las

    actitudes son definidas por Katz como un conjunto de creencias acerca de lo que es un determinado objeto y de

    sentimientos positivos o negativos sobre ese objeto.

    CUADRO 12

    ORIGEN, ACTIVACIN Y CAMBIO DE LAS ACTITUDES

    SEGUN SUS FUNCIONES

    Funcin Orgenes y dinmica Condiciones de activacin Condiciones de cambio

    Adaptacin Utilidad del objeto

    actitudinal para la

    satisfaccin de las

    necesidades.

    Maximizacin de

    premios externos y

    minimizacin de

    castigos

    1. Activacin de las necesidades.

    2. Visibilidad de las seales aso-

    ciadas con la satisfaccin de ne-

    cesidades.

    1. Insatisfaccin de la necesi-

    dad.

    2. Creacin de necesidades

    nuevas y de nuevos niveles de

    aspiracin.

    3. Cambios de premios y cas-

    tigos.

    4. nfasis en formas nuevas y

    mejores para satisfacer las

    necesidades.

    Defensa del Yo Proteccin contra

    conflictos internos y

    peligros externos.

    1. Aparicin de amenazas.

    2. Llamados al odio y a impulsos

    reprimidos.

    3. Aumento de frustraciones.

    4. Uso de sugerencia autoritaria.

    1. Desaparicin de amenazas.

    2. Catarsis.

    3. Desarrollo del conocimien-

    to de s mismo.

    Expresin de valores Mantenimiento de la

    propia identidad; me-

    jora de la propia ima-

    gen; autoexpresin y

    auto-determinacin.

    1. Visibilidad de seales asocia-

    das con los valores.

    2. Llamados a reafirmar la propia

    imagen individual.

    3. Ambigedades que amenazan

    al concepto de s mismo.

    1. Algn grado de insatisfac-

    cin con uno mismo.

    2. Mayor adecuacin de las

    nuevas actitudes hacia s

    mismo.

    3. Control de todos los apoyos

    ambientales para minar los

    viejos.

    Conocimiento Necesidad de enten-

    der, de una organiza-

    cin cognoscitiva, de

    consistencia y clari-

    dad.

    1. Restablecimiento de seales

    asociadas con el viejo problema o

    por el problema mismo.

    1. Ambigedad creada por la

    informacin nueva o por el

    cambio en el ambiente.

    2. Ms informacin significa-

    tiva sobre los problemas.

    Fuente: Katz, 1960, pg. 192

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

    11

    No hay muchos estudios empricos acerca del modelo funcional de las actitudes quiz porque, como en casi

    todas las teorizaciones influidas por el psicoanlisis, es difcil operativizar las hiptesis planteadas. En un

    experimento de Katz, McClintock y Sarnoff (1957), se trat de cambiar la actitud de prejuicio hacia los

    negros, que segn estos psiclogos cumpla una funcin de defensa del yo. Lo primero que hicieron fue

    medir el carcter ms o menos defensivo de las personas (131 muchachas universitarias) as como sus

    actitudes de prejuicio hacia los negros. Posteriormente, se les d io a leer un folleto acerca de los mecanismos

    de la represin y proyeccin (precisamente los mecanismos de defensa que se materializan en la actitud de

    prejuicio hacia los negros). Al final de la lectura del folleto y cinco semanas despus los experimentad ores

    verificaron que haba disminuido la actitud contra los negros, y atribuyeron este cambio a la disminucin en

    la necesidad de protegerse de las personas al adquirir un mejor conocimiento de s mismas.

    Aunque el modelo funcional sobre las actitudes parece muy coherente, su valor puede residir ms en

    iluminar el carcter instrumental de las actitudes que en ofrecer un esquema concreto para estudiar las

    actitudes o para intentar modificar alguna actitud en instancias concretas. En otras palabras, el model o

    funcional parece haber resultado ms valioso sobre el papel que en su aplicacin prctica. De hecho, son muy

    pocos los estudios en que se ha intentado aplicar este modelo y, por consiguiente, se carece de suficiente

    validacin o invalidacin emprica. Una de las dificultades para su aplicacin consiste en que, antes de

    modificar una determinada actitud, habra que examinar a qu funcin o funciones sirve y un fracaso en el

    intento por cambiar la actitud podra con razn atribuirse a un error en la definicin de la funcin servida o

    alegarse que una determinada actitud sirve diversas funciones al mismo tiempo. Esto es particularmente complejo

    en el caso de la funcin defensiva del yo entendida a la luz del psicoanlisis, donde por principio entran en

    juego unos mecanismos inconscientes (la represin y la proyeccin) y en sana lgica pueden entrar otros (por

    ejemplo, el desplazamiento o la formacin reactiva) que alteraran el carcter funcional de la actitud. En sntesis, el

    modelo funcional de las actitudes, a pesar de su plausibilidad, resulta poco operativo.

    El supuesto de funcionalidad de las actitudes constituye el punto ms valioso y, al mismo tiempo, el ms

    cuestionable de este modelo. Asumir que las actitudes cumplen una funcin es partir del supuesto de que las

    estructuras psicosociales tienen un sentido histrico que no se acaba en su formalidad. Para entender las actitudes,

    hay que remitirlas a lo que la persona que las mantiene es o hace y al medio que enfrenta en su vida y, en ese

    sentido, hay que referir cada actitud a una historia personal y/o social. Hasta donde llega nuestro conocimiento, este

    aspecto del modelo funcional no ha sido suficientemente apreciado por los psiclogos sociales.

    Ahora bien, es el mismo supuesto de funcionalidad el que presenta el mayor problema de este modelo. Tanto

    Smith y sus colegas como Katz asumen que las actitudes son tiles para la persona, es decir, que la funcionalidad

    consiste en responder las necesidades de quien mantiene las actitudes. Este punto resulta muy cuestionable. En la

    medida en que las personas son miembros de grupos sociales, no siempre ni en todos los casos las actitudes que

    los grupos transmiten y exigen a los individuos sern tiles para estos. La adaptacin del individuo a su grupo

    puede suponer su alienacin como persona autnoma. El caso es todava ms drstico cuando el mismo impone

    opiniones y formas de comportamiento contrarias a sus intereses reales. El individuo que incorpora las actitudes

    correspondientes a esas opiniones y formas de comportamiento no slo se est enajenando respecto a s mismo, sino

    que se est alienando como miembro de su grupo social. Por consiguiente, las actitudes pueden suponer la

    incorporacin de una contradiccin en las estructuras psquicas de la persona. La funcionalidad de esas

    actitudes no lo es para esa persona o su grupo, ya que no sirven a sus necesidades, sino para el grupo dominante

    que las impone, para aquellos que socialmente se benefician de ellas.

    2.3. El enfoque de la consistencia.

    Peridicamente, al pasar de un ao a otro, los peridicos nos informan sobre las predicciones que los magos

    y adivinos ms famosos del mundo entero hacen sobre lo que ocurrir en el ao por comenzar. Se nos dice

    as que habr alguna guerra en algn lugar, que morir alguien importante, que tendrn lugar ciertas

    tragedias. Por lo general, esas predicciones son de tal manera genrica, que casi cualquier hecho ocurrido en

    cualquier parte del mundo las puede "confirmar". Sin embargo, a veces entran en precisiones cuya validez la

    historia se encarga de rebatir. Lo curioso es que el ments que los hechos dan a las predicciones no parece

    afectar lo ms mnimo a quienes ao tras ao (cuando no mes tras mes o da tras da) vuelven a buscar y a

    confiar en las predicciones de sus adivinos favoritos.

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

    12

    El problema es de gran importancia para la psicologa social, pues significa que la evidencia no siempre sirve

    para refutar las creencias ni los hechos son capaces de alterar las ilusiones. Por el contrario, no es raro que

    cuantas ms pruebas se presenten sobre la falsedad de ciertas creencias, con ms fuerza se aferren a ellas las

    personas y con ms fanatismo las defiendan y propaguen.

    En un da de septiembre a comienzos de los aos 50, apareca en un peridico de una gran ciudad

    norteamericana (Chicago) la noticia de que, de acuerdo a las predicciones de una seora ("Marian Keech"),

    la ciudad sera arrasada la noche del 20 de diciembre por una gran inundacin del lago junto al que se

    extiende. La seora Keech afirmaba que ste era uno de una serie de mensajes que haba recibido de seres

    superiores procedentes del planeta "Clarion". La seora Keech haba informado sobre la trgica noticia a sus

    amigos y conocidos, y alrededor de ella se haba constituido un pequeo grupo de creyentes. La v spera de la

    esperada inundacin, los fieles se reunieron en casa de la vidente, pues se les haba dicho que, poco antes del

    desastre, un platillo volador vendra a recogerlos. Sin embargo, y a pesar de una espera prolongada, ningn

    platillo volador vino a recoger a los fieles ni la anunciada inundacin tuvo lugar. Los hechos contradecan

    palmariamente el mensaje principal de la seora Keech y mostraban la falsedad de las creencias sustentadas.

    Llevara esto al grupo de creyentes a abandonar esas creencias?

    Leon Festinger, un psiclogo social que por entonces trabajaba en la Universidad de Minnesota, haba ledo

    la noticia y vio en ella la oportunidad para verificar empricamente, con un "experimento natural", un modelo

    que estaba desarrollando sobre las actitudes y el cambio de actitudes. Junto con otros dos colegas, Henry W.

    Riecken y Stanley Schachter, Festinger predijo que, si se daban determinadas condiciones, el no

    cumplimiento de la prediccin en lugar de desanimar a los creyentes aumentara su fervor proselitista. Las

    condiciones eran las siguientes:

    1. Que la creencia fuera profunda e influyera en el comporta-miento del creyente; 2. Que el creyente se hubiera comprometido seriamente con las consecuencias de su creencia; 3. Que la creencia pudiera ser contradicha claramente por los hechos, es decir, que fuera concreta y precisa: 4. Que los hechos impugnaran con claridad la creencia y el individuo cayera en la cuenta de ellos; 5. Que el creyente contara con apoyo social. "No es probable que un creyente aislado pueda soportar el tipo de

    evidencia impugnadora que hemos especificado. Sin embargo, si el creyente es miembro de un grupo de

    personas convencidas que se apoyan entre s, esperaramos que mantenga la creencia y que los creyentes

    intenten ganar a su causa o persuadir a otras personas de que la creencia es verdadera" (Festinger, Riecken y

    Schachter, 1956. pg. 4).

    Para seguir de cerca el proceso, Festinger y sus colaboradores se in-filtraron en el grupo de creyentes y pudieron

    verificar el impacto de los hechos contrarios a la creencia en el grupo de creyentes. En un primer momento, el

    desnimo y aun desengao pareci apoderarse del grupo.

    Finalmente, pocas horas despus del momento en que deban haber ocurrido los hechos enunciados, la seora

    Keech se present de nuevo al grupo afirmando ser portadora de un nuevo mensaje: por mediacin de la

    vidente, los hombres haban sido eximidos de la tragedia y se les haba salvado. El mensaje salvfico produjo

    un gran alivio y gozo entre los creyentes, que a partir de ese momento se dedicaron a convencer a propios y

    extraos sobre la veracidad de las creencias transmitidas por la seora Keech.

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

    13

    Los equilibrios mentales de creyentes milenaristas o apocalpticos pueden parecer un tanto ridculos cuando

    se analizan a distancia o en fro. Sin embargo, un espectculo similar nos ofrecen da tras da personas que,

    en nuestro medio, manejan los recursos de los medios de comunicacin masiva y pretenden conjugar los

    principios democrticos con actitudes sociales y polticas represivas. Un editorialista de un diario de San

    Salvador haca verdaderos malabarismos lgicos para defender en 1982 la libertad de pensamiento y de

    prensa mientras aprobaba la censura impuesta por el estado de sitio a toda oposicin y defenda la nece sidad

    de suprimir aquellas voces "que atentan contra los sagrados principios de la democracia". Es tambin

    conocido el caso de quienes defienden a capa y espada su derecho a reunirse y asociarse como un principio

    fundamental del sistema democrtico, pero sostienen tambin la razonabilidad del mandato constitucional

    salvadoreo que prohbe la sindicalizacin de los campesinos. Es necesario un gran malabarismo mental para

    mantener, como afirma con sorna el dicho popular, que ante la ley todos somos iguales, " pero unos ms

    iguales que otros".

    Festinger mantiene con razn que es muy difcil cambiar las convicciones de las personas, es decir, aquellas

    creencias ms importantes para su vida. Su modelo, conocido como la disonancia cognoscitiva (Festinger,

    1957), sostiene que las actitudes de las personas se basan en sus creencias acerca de los diversos objetos, y que

    entre esas creencias tiene que darse un acuerdo o equilibrio (ver el Cuadro 13). El cambio de actitud no ser

    producido tanto por los refuerzos cuanto por la disonancia entre las creencias que tenga una misma persona.

    La disonancia produce malestar, lo que lleva a la persona a resolver esa contradiccin entre sus creencias. Si

    las personas realizan tantos equilibrios mentales para lograr conjugar sus cr eencias es porque la disonancia

    resulta intolerable; al producirse, entonces, una disonancia cognoscitiva se estar propiciando el cambio de

    la actitud personal.

    En un conocido experimento, Festinger y Carlsmith (1959) predijeron que, cuanto menor fuera l a

    justificacin para realizar una accin, mayor disonancia experimentaran las personas que la realizaran y, por

    consiguiente, mayor sera su tendencia a cambiar la actitud correspondiente. Festinger y Carlsmith hicieron

    que unos estudiantes realizaran una tarea muy aburrida durante una hora y, tras acabarla, les pidieron que

    introdujeran a otros estudiantes al experimento y les dijeron que el experimento era agradable y divertido. A

    unos estudiantes los experimentadores les ofrecieron una paga muy baja po r este encargo (1 dlar), y a otros

    les ofrecieron una buena paga (20 dlares). Como lo haban predicho los experimentadores, los estudiantes

    que recibieron una paga menor fueron los que ms cambiaron su actitud hacia la tarea que haban realizado.

    La explicacin ofrecida fue que lo exiguo del pago no ofreca justificacin suficiente para prestarse a

    engaar a otros sobre el carcter de la tarea experimental (decirles que era divertido lo que consideraban

    horriblemente aburrido) y, por tanto, la accin gener ms disonancia que en aquellos que tenan una

    justificacin extrnseca razonable (la paga elevada) para prestarse al engao.

    La teora de la disonancia cognoscitiva es el modelo ms popularizado y ms aplicado de un conjunto de

    enfoques sobre las actitudes y su cambio conocidos como las teoras de la "consistencia cognoscitiva" (ver

    Abelson y otros, 1968; Brown, 1972, pgs. 567-628). Como dice Theodore M. Newcomb (1968, pg. XV),

    estos modelos aparecieron "con diversos nombres, como balance, congruencia , simetra, disonancia, pero

    todos tenan en comn la nocin de que la persona trata de lograr la mayor consistencia interna posible en su

    sistema cognoscitivo y, por extensin, que los grupos tratan de lograr la mayor consistencia interna , posible

    en sus relaciones interpersonales".

    Como otros varios enfoques en la psicologa social contempornea (por ejemplo, la teora de la atribucin),

    los modelos sobre la consistencia se originan en el trabajo de Fritz Heider (1944, 1946, 1958; ver Jor dan,

    1968). El supuesto fundamental de Heider es que las personas tienen la tendencia psicolgica a organizar sus

    conocimientos sobre las cosas u otras personas en una forma armoniosa llamada estado balanceado. "El

    estado balanceado indica una situacin en la cual las unidades percibidas y los sentimientos experimentados

    coexisten sin tensin; por tanto no hay presin hacia el cambio ni en la organizacin cognoscitiva ni en el

    sentimiento" (Heider, 1958, pg. 176). El estado de balance entre los conocimientos es, por consi guiente, un

    estado estable, mientras que un estado desbalanceado entre los conocimientos de una persona es un estado

    inestable que empuja a la persona hacia el cambio.

    A partir de esta concepcin, varios psiclogos han ido formulando distintos modelos, po niendo el nfasis en

    unos aspectos u otros. Fuera del modelo de la disonancia cognoscitiva de Festinger, quiz el modelo ms

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

    14

    valioso sea el formulado por Milton J. Rosenberg. Segn Rosenberg (1965, 1966, 1968), las actitudes son

    estructuras radiales de conocimientos y afectos hacia un objeto o clase de objetos, donde los diversos cono -

    cimientos se encuentran ligados por vnculos instrumentales positivos o negativos. Las actitudes estables se

    caracterizan por la consistencia interna, es decir, hay "una relacin de consistencia entre una orientacin

    afectiva o evaluativa, relativamente estable, hacia algn objeto y las creencias personales acerca de cmo se

    relaciona ese objeto a otros objetos de significacin afectiva" (Rosenberg, 1968a, pg. 74).

    El cambio de actitud es una especie de proceso homeosttico que restablece la consistencia interna al producirse

    alguna inconsistencia importante afectivo-cognoscitiva. Por consiguiente, el cambio de actitud puede venir tanto por

    la modificacin de los componentes cognoscitivos como por la modificacin de los componentes afectivos de la

    actitud. Ahora bien, el cambio slo tiene lugar cuando la inconsistencia desborda un umbral de intolerancia

    personal respecto a la inconsistencia, aspecto particularmente significativo cuando la inconsistencia existente

    redunda en beneficio del individuo o, como dice Rosenberg, la actitud inconsistente tiene una instrumentalidad

    hednica para la persona.

    El modelo de la consistencia cognoscitivo-afectiva de Rosenberg fue utilizado para analizar el conflicto sobre la

    Transformacin Agraria que se mencion al comienzo de este captulo (ver Martn-Bar, 1977). Desde esa

    perspectiva, la actitud de los terratenientes y propietarios mostraba una mayor consistencia interna que la actitud del

    gobierno hacia la TA, pero, sobre todo, el margen de tolerancia para la inconsistencia en los propietarios era muy

    grande supuesto el beneficio que les ha reportado histricamente su actitud de intransigencias hacia cualquier tipo de

    cambio social.

    Los modelos sobre la consistencia han cado en desuso, no tanto por las abundantes crticas sobre su valor cuanto

    por una cierta saturacin de los psiclogos sociales con el modelo de las actitudes o un simple vaivn de la

    moda que ha dejado el estudio de las actitudes a un lado. Con todo, los mismos temas y casi los mismos trminos que

    CUADRO 13

    LA DISONANCIA COGNOSCITIVA

    Una cognicin es "cualquier conocimiento, opinin o creencia sobre el ambiente, uno mismo o la

    propia conducta" (Festinger, 1957, pg. 3).

    Dos cogniciones son disonantes si la una requiere la negacin de la otra (son incompatibles).

    Dos cogniciones son consonantes si la una requiere la afirmacin de la otra (son compatibles).

    Dos cogniciones no vienen al caso cuando ninguna de ellas requiere nada acerca de la otra

    1. La disonancia cognoscitiva es un estado nocivo. 2. En caso de disonancia cognoscitiva, el individuo intenta reducirla o eliminarla y trata de evitar aquellas

    cosas que la aumenten.

    3. En caso de consonancia, el individuo trata de evitar las cosas que puedan producir disonancia. 4. La fuerza o intensidad de la disonancia cognoscitiva vara con (a) la importancia de las cogniciones del

    caso y (b) el nmero relativo de cogniciones que se encuentran en relacin disonante.

    5. La fuerza de las tendencias enunciadas en (2) y (3) es funcin directa de la intensidad de la disonancia.

    6. La disonancia cognoscitiva puede reducirse o eliminarse solamente (a) aadiendo nuevas cogniciones o (b) cambiando las existentes.

    7. El aadir nuevas cogniciones reduce la disonancia si (a) las nuevas cogniciones aaden peso a un lado y as disminuye la proporcin de los elementos cognoscitivos disonantes, o (b) las nuevas cogniciones

    cambian la importancia de los elementos cognoscitivos que se encuentran en relacin disonante.

    8. El cambio de las cogniciones existentes reduce la disonancia si (a) su nuevo contenido las hace mutuamente menos contradictorias, o (b) se reduce su importancia.

    9. Si no se pueden aadir nuevas cogniciones o cambiar las existentes mediante un proceso pasivo, se buscarn conductas que tengan consecuencias cognoscitivas favorables a la consonancia. Un

    ejemplo de ese tipo de conductas es la bsqueda de nueva informacin.

    R. Zajonc, 1968

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

    15

    alimentaron los modelos actitudinales de la consistencia hoy se reencuentran en el estudio del anlisis de atribucin,

    lo que es coherente si se tiene en cuenta su raz comn en Heider.

    Hay algo de gran valor en el modelo de la disonancia cognoscitiva de Festinger y que aparece particularmente en

    sus estudios sobre las acciones en contra de la propia actitud. El punto central es que las ideas siguen a las acciones,

    la razn a la praxis. El individuo cambia su actitud para justificar aquellas acciones ya realizadas y para las que no

    cuenta con suficiente justificacin. En otras palabras, las actitudes surgen como producto ideolgico de los intereses

    generados por la praxis humana. En este sentido, es importante subrayar que una de las dos cogniciones que

    Festinger sita en el ncleo de su modelo siempre involucra a la propia persona.

    Ejemplos tpicos de disonancia cognoscitiva son el creer que fumar produce cncer y ser uno un fumador, o el de

    considerar que la libertad de expresin es un principio bsico de la democracia pero mantener que hay que impedir a

    la oposicin que se exprese pblicamente. En todos los casos hay un involucramiento personal del sujeto con

    respecto a la creencia, un compromiso equivalente al que el grupo de creyentes en la profeca de la seora Keech

    tena con respecto a la inminente destruccin de Chicago, y que les llev incluso a abandonar sus empleos para

    esperar el platillo volador que les salvara de la tragedia. Por eso Rosenberg cree que la disonancia cognoscitiva no

    es cualquier inconsistencia entre dos creencias, sino slo aquel dilema cognoscitivo que se produce cuando alguien

    ha realizado algn acto contra su creencia sin suficiente razn (Rosenberg, 1968b, pg. 831). Rosenberg considera

    que la disonancia cognoscitiva es un dilema moral, el dilema del desacuerdo entre lo que se dice y lo que se hace, el

    dilema de la inautenticidad (Rosenberg, 1970). Si esto es as, la disonancia no es ms que un nombre asptico para

    un concepto antiguo y una realidad todava ms antigua: el sentimiento de culpa (ver Kelman y Baron, 1968; Nel,

    Helmreich y Aronson, 1969). No se trata de que cualquier inconsistencia intelectual suponga un conflicto tico; se

    trata de que actuar contra las propias convicciones, por insignificantes que sean, supone una cierta deshonestidad,

    tanto mayor cuanto menor sea la justificacin para actuar de esa manera (para una crtica frontal de la disonancia

    cognoscitiva, ver Elms, 1972).

    Los modelos de la consistencia tienen el serio problema de su supuesto fundamental: la tendencia al equilibrio. Este

    principio homeosttico presupone la necesidad humana de-un estado de balance (Heider) representado en este caso

    por una coherencia entre los contenidos de las creencias o conocimientos personales. En esto, no slo se est sobre

    valorando el carcter gratificador y final del equilibrio, sino tambin el carcter racional del ser humano. Ahora

    bien, la experiencia cotidiana nos muestra la gran dosis de irracionalidad prevaleciente en la vida de los seres

    humanos, irracionalidad bien captada por Freud y que, cuando menos, nos lleva a la consecuencia de que las

    personas no nos guiamos tanto por la lgica cuanto por la "psicolgica", como el mismo Rosenberg ha sealado

    (Abelson y Rosenberg, 1958). Daryl J, Bem 0970, pg. 34) afirma que, en su opinin, la mayora de las personas

    vive la mayor parte de su vida con alguna inconsistencia. Segn Bem, esto se explica porque a menudo las

    creencias y actitudes de los individuos se componen de lo que Abelson llam "molculas de opinin", es decir,

    ideas invulnerables a argumentos o razones en contra ya que estn aisladas unas de otras. Ms a fondo, la psico-

    lgica echa races en los beneficios que de la inconsistencia pueden recibir las personas, o los intereses sociales que

    la incongruencia lgica o la inautenticidad moral pueden promover.

    2.4. Una comparacin entre los modelos sobre las actitudes.

    En el Cuadro 14 se presenta una comparacin entre los tres modelos analizados sobre las actitudes y el cambio

    de actitudes. El modelo que se tiene en cuenta en el apartado de la consistencia es el de Rosenberg ya que,

    aunque el modelo de la disonancia cognoscitiva de Festiger es ms conocido, el modelo de Rosenberg resulta

    ms representativo del enfoque general de los diversos autores.

    Los tres modelos conciben las actitudes como disposiciones internas hacia los objetos, pero definen de manera

    diferente su naturaleza: para el modelo del aprendizaje se trata de una respuesta implcita, intermedia entre el

    estmulo y la respuesta visible, para el modelo funcional se trata de una disposicin instrumental de la persona y,

    para el modelo de la consistencia, es una estructura de carcter cognoscitivo y afectivo. El modelo del aprendizaje se

    preocupa por la conexin entre la fuerza pulsional de la actitud y la activacin de una determinada respuesta,

    mientras que el modelo funcional se fija ms en la relacin entre la actitud y la necesidad a la qu e responde, y

    el modelo de la consistencia atiende primordialmente a la relacin entre los elementos propios de la actitud

    misma.

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

    16

    Las unidades bsicas en el modelo del aprendizaje son, por supuesto, el estmulo y la respuesta (E-R), en tanto que el

    modelo funcional ocupa esquemas teleolgicos, es decir, unidades que apuntan a objetivos o fines. El modelo de la

    consistencia utiliza en unos casos las cogniciones (Festinger), en otros casos las creencias y afectos (Rosenberg);

    pero su nfasis se centra siempre en las relaciones entre los elementos, ya sean creencias, afectos o unos y otros.

    La naturaleza de las actitudes para el modelo del aprendizaje as como las unidades bsicas utilizadas hacen de l un

    modelo orientado hacia el proceso, es decir, hacia el origen o cambio de las actitudes, mientras que el modelo

    funcional enfoca el objetivo o finalidad de las actitudes y el modelo de la consistencia atiende sobre todo al

    contenido, es decir, a aquello que se cree y se siente sobre el objeto de la actitud. Los tres modelos mantienen que las

    actitudes se aprenden, pero mientras el modelo del aprendizaje se fija en las condiciones y factores que intervienen

    en ese proceso, el modelo funcional enfatiza el aspecto motivacional, es decir, las necesidades y problemas que

    llevan a adquirir por aprendizaje una determinada actitud. Para el modelo del aprendizaje el cambio de las actitudes

    se produce mediante premios y castigos (refuerzos), cuyo control depende en lo fundamental de fuentes externas al

    individuo. El modelo funcional mantiene que el cambio de actitud se origina al surgir nuevas necesidades o nuevos

    objetivos, y este cambio puede ser desencadenado tanto por factores internos como por factores externos, segn sea

    la necesidad a la que la actitud responde (adaptativa o defensiva, por ejemplo). Finalmente, el modelo de la

    consistencia reconoce el papel que juegan los refuerzos en el cambio de actitudes, pero enfatiza el mecanismo

    interno de la inconsistencia: son los refuerzos externos los que inducen la inconsistencia en las actitudes, pero es la

    falta de balance estructural la que desencadena el cambio.

    CUADRO 14

    TRES MODELOS SOBRE EL CAMBIO DE ACTITUDES

    Aunque aparentemente se podran integrar estos tres enfoques en un solo modelo, con toda probabilidad se alteraran

    los presupuestos en que se basan. Quiz la diferencia ms grande entre ellos estribe en el carcter teleolgico

    que el modelo funcional atribuye a las actitudes, carcter incompatible con los principios del aprendizaje en que

    se basan tanto el modelo del aprendizaje como el modelo de la consistencia. No hay que olvidar que varios de los

    autores de este enfoque pertenecieron primero al grupo de Yale. Hull, en quien se inspira la comprensin del

    aprendizaje aplicada al campo de las actitudes, tuvo muy en cuenta el aspecto motivacional para explicar el

    carcter adaptativo de la conducta; sin embargo, siempre trat de evitar lo ms posible cualquier supuesto

    teleolgico en su perspectiva.

    El modelo del aprendizaje se orienta a los procesos formales de la adquisicin y cambio de actitudes, el modelo

    funcional se fija en las motivaciones y el modelo de la consistencia en los contenidos de las actitu des. Estos tres

    aspectos proceso, motivacin y contenido probablemente deban ser integrados para lograr una mejor comprensin de las actitudes, si es que se quiere seguir utilizando este instrumento de anlisis psicosocial. Pero

    ninguno de los tres modelos examinados permite realizar esta sntesis sin alterar en forma fundamental sus

    presupuestos.

    Modelo Naturaleza Unidades

    bsicas

    Orientacin Orgenes Cambio Dinmica del

    cambio

    Aprendizaje Respuesta

    mediadora

    E-R Proceso Aprendizaje Refuerzo Externa

    Funcional Disposicin

    instrumental

    Esquemas

    teleolgicos

    Objetivo Satisfaccin de

    necesidades

    Nuevas nece-

    sidades u

    objetivos

    Mixta

    Consistencia Gestalt

    cognoscitivo-

    afectiva

    Creencias

    Afectos

    Relaciones

    Contenido Aprendizaje Inconsistencia Interna

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

    17

    3. ESTRUCTURA Y MEDICION DE LAS ACTITUDES.

    Como se acaba de ver, cada uno de los modelos concibe de diversa forma la naturaleza de las actitudes. Para

    unos, la actitud es una respuesta implcita, para otros se trata de una estructura de conocimie ntos, para otros es

    un conjunto de afectos. Es importante reflexionar en los elementos que cada modelo considera como esenciales

    a una actitud, no solo para profundizar en la comprensin de lo que son las actitudes, sino tambin para

    examinar la forma como pueden ser medidas.

    3.1. Los componentes de una actitud.

    No hay un acuerdo entre los psiclogos sociales acerca de cules son los elementos esenciales de una actitud, es

    decir, aquellos factores necesarios y suficientes para que se pueda afirmar que una persona posee una

    determinada actitud. La diferencia fundamental est entre aquellos que conciben la actitud como una estructura

    unidimensional y aquellos que la conciben como una estructura multimensional y, de stos entre quienes postulan

    dos y quienes postulan tres dimensiones. En relacin con estas concepciones, iremos presentando algunas formas

    como se ha operativizado la medicin de las actitudes.

    3.1.1. La concepcin unidimensional de las actitudes.

    Aquellos psiclogos sociales que mantienen que las actitudes se componen de un solo elemento, por lo general

    lo identifican con el factor afectivo. Esta visin cuenta con una larga tradicin que se remonta a uno de los

    pioneros en la medicin de actitudes, Louis L. Thurstone.

    En 1928, Thurstone defina la actitud como "la suma total de inclinaciones y sentimientos, prejuicios o

    distorsiones, nociones preconcebidas, ideas, temores, amenazas y convicciones de un individuo acerca de

    cualquier asunto especfico" (Thurstone, 1928/1976, pg. 158). Esta definicin parecera que incluye tanto

    aspectos afectivos como aspectos cognoscitivos. Sin embargo, a la hora de especificar lo caracterstico de la

    actitud, Thurstone se queda nicamente con el factor afectivo: "actitud dice en otra parte es el afecto en favor o en contra de un objeto psicolgico

    " (Thurstone, 1931/1971, pg. 21). Como explica a continuacin,

    "actitud se usa aqu para describir la accin potencial hacia el objeto slo con respecto a la cuestin de si la

    accin potencial ser favorable o desfavorable hacia el objeto". Por tanto, lo que pretende explicar el concepto

    de actitud no es la accin en cuanto tal, sino el aspecto evaluativo-afectivo hacia un objeto. No se trata de que

    una actitud no su-ponga un determinado conocimiento acerca del objeto; el punto est en que lo especfico de la

    actitud no sera lo que se conoce sobre el objeto si-no lo que se siente acerca de l.

    Para medir las actitudes, Thurstone se sirve de las opiniones, que define como "la expresin verbal de la

    actitud." (1931/1971, pg. 158). En la medida en que una persona acepte o rechace una serie de opiniones acerca

    de determinado objeto estar mostrando su actitud al respecto. Por eso, Thurstone elabor una escala con varias

    opiniones sobre un objeto especfico, ordenadas de acuerdo a su evaluacin ms o menos favorable de ese objeto y

    separadas entre s por la misma distancia psicolgica (ver Recuadro 22).

    Aos ms tarde, Louis Guttman (1944/1976) dise una tcnica, en apariencia bastante parecida a la de Thurstone,

    que elimina el difcil presupuesto de que entre las opiniones hay la misma "distancia". Para Guttman, las opiniones

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

    18

    slo presentan una gradacin cualitativa, de tal modo que mostrar acuerdo con una opinin presupone aceptar

    tambin opiniones que expresaran un grado de aceptacin menor (Ver Re-cuadro 23).

    Podra afirmarse que el modelo de la disonancia cognoscitiva de Festinger es un modelo unidimensional. De hecho,

    Festinger analiza el carcter de las actitudes con un solo elemento: las cogniciones. Cualquiera sea la complejidad

    del objeto en cuestin o de la actitud en juego, Festinger considera que es posible representarla mediante una serie de

    cogniciones y, en general, por dos cogniciones, definidas como "cualquier conocimiento, opinin o creencia acerca

    del ambiente, de uno mismo o de la propia conducta" (Festinger, 1957, pg. 3). En este sentido, frente a la

    concepcin de las actitudes como el afecto hacia algn objeto, la postura de Festinger supondra concebir la actitud

    como el conocimiento o los conocimientos de un individuo sobre ese objeto.

    RECUADRO 22

    EL METODO DE THURSTONE DE LOS INTERVALOS SEMEJANTES

    La primera tcnica importante para medir las actitudes fue desarrollada por Thurstone en 1929, en su estudio de las

    actitudes hacia la religin. Thurstone supona que se podan obtener opiniones acerca de un tpico determinado y

    ordenarlas de acuerdo a una dimensin de aceptacin o rechazo. Adems, se podan ordenar las opiniones de tal

    modo que hubiera una distancia idntica entre las opiniones contiguas en un continuum. Sobre este supuesto, se

    pueden hacer juicios sobre el grado de discrepancia entre las actitudes de las diversas personas. Thurstone supona

    tambin que no haba correlacin entre las opiniones y que cada una representaba una postura independiente de las

    dems. Es decir, la aceptacin de una opinin no requera necesariamente la aceptacin del resto.

    Una escala de Thurstone se compone de unas veinte opiniones independientes sobre un determinado tpico. Cada

    opinin recibe un valor numrico en la escala, determinado por su presunta posicin promedio en el continuum. La

    actitud de una persona sobre el tpico se mide pidindole que marque todas las opiniones con las que est de

    acuerdo. Su resultado es el valor escalar medio de todos aquellos tems que ha marcado. El siguiente es un

    ejemplo de una versin abreviada de una escala de ese tipo:

    Rasgo: Actitud hacia la sindicalizacin campesina

    Valor Escalar Opinin

    Menos favorable 1.5 A. Hay que mantener la prohibicin total sobre la

    sindicalizacin campesina y hacerla cumplir estrictamente.

    3.0 B. Se podra permitir la sindicalizacin campesina en aquellas

    zonas con cultivos que no son para la exportacin.

    4.5 C. La prohibicin sobre sindicalizacin campesina debera

    aplicarse slo a los sindicatos con vnculos polticos.

    6.0 D. Habra que eliminar la prohibicin legal contra la

    sindicalizacin campesina.

    Ms favorable 7.5 E. Habra que estimular legalmente la sindicalizacin de los

    campesinos para la defensa de sus intereses.

    El sello caracterstico de una escala de Thurstone lo constituye el que los intervalos entre las opiniones sean

    aproximadamente iguales. Esta propiedad de la escala se logra por el mtodo con que se construye. El primer paso

    consiste en recoger un gran nmero de opiniones sobre un determinado tpico. Cualquier frase confusa, ambigua,

    oscura o que pueda ser aceptada por individuos con actitudes opuestas es descartada inmediatamente. Cada una de

    las frases restantes es incluida en una de once categoras por un grupo de jueces, de acuerdo con el grado de

    aceptacin o rechazo que exprese hacia el tpico en cuestin independientemente de la propia actitud de los jueces.

    Estas categoras forman as una escala que va de las opiniones muy favorables acerca del tpico hasta las menos

    favorables, pasando por las neutras. Tabulando las calificaciones de todos lo jueces, se puede calcular la

    posicin escalar numrica de cada opinin (su valor promedio), as como el grado en que los jueces

    concuerden en su ubicacin (la dispersin de las calificaciones). Para la escala final se seleccionan aquellas

    opiniones en las que hay un alto acuerdo entre los jueces y que caen en intervalos separados por distancias

    relativamente iguales a lo largo del continuum. As, la actitud de un sujeto sobre un determinado tpico se

    determina por sus respuestas a una serie final de tems escalonados.

    Tomado de Zimbardo y Ebbesen,

    1970, pgs. 123-125.

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

    19

    Ahora bien, el esquema de Festinger no queda reducido a las cogniciones sino que, como parte esencial, est la

    relacin de consonancia o disonancia entre esas cogniciones. La consonancia y la disonancia son concebidas por

    Festinger como relaciones psicolgicas de acuerdo o desacuerdo, que funcionan como estados de bienestar y

    satisfaccin (consonancia) o de pulsin y necesidad (disonancia). Considerar el modelo de Festinger como

    unidimensional o bidimensional depender de si estas relaciones motivacionales se incluyen o no como elementos

    esenciales de una actitud

    Segn el modelo unidimensional, la actitud hacia la reforma agraria en El Salvador estara configurada por los

    sentimientos o por las cogniciones de las personas sobre la realizacin de una reforma agraria. Los terratenientes que

    se opusieron al proyecto de Transformacin Agraria en 1976 habran mostrado una actitud de total rechazo, al

    sentirla como un atentado contra las bases del sistema democrtico, principalmente contra el derecho de propiedad

    privada; por su parte, sus propugnadores en el gobierno habran tenido una actitud favorable hacia ella al sentirla

    como un principio de solucin a la injusticia social y como una garanta para la estabilidad del sistema democrtico

    en el pas. Para Thurstone, la actitud hubiera estado en los correspondientes afectos de rechazo o acep tacin.

    Para Festinger, en cambio, la actitud hubiera estado en la consonancia de dos cogniciones: por un lado, "la TA atenta

    contra la democracia al violar la propiedad privada" (terratenientes y propietarios) o "la TA garantiza la

    supervivencia de la democracia al promover la justicia social" (sectores gubernamentales) y, por otro, el consiguiente

    "yo me opongo a la TA" (terratenientes y propietarios) o "yo favorezco la TA" (sectores gubernamentales).

    3.1.2. La concepcin bidimensional de las actitudes.

    Algunos psiclogos sociales consideran que las actitudes se componen de dos elementos esenciales: el

    cognoscitivo y el efectivo. El elemento cognoscitivo lo constituyen las ideas que la persona tiene acerca de un

    objeto: Las ideas pueden ser ms o menos objetivas y por eso se suele preferir hablar de creencias: lo que

    importa para entender una actitud es lo que la persona cree acerca de un objeto, tanto si esas creencias reflejan

    la realidad como si son puramente subjetivas. El elemento afectivo est formado por los sentimientos que

    tiene la persona acerca del objeto de la actitud. Estos sentimientos expresan la significacin positiva o negativa,

    el agrado o desagrado que el objeto despierta en el individuo, e impregnan sus creencias dndoles un carcter

    dinmico.

    El modelo de Rosenberg antes mencionado es un modelo bidimensional: las actitudes son estructuras radiales

    de conocimientos y afectos acerca de un determinado objeto (Rosenberg, 1956, 1960, 1968a). Sin embargo,

    se podra hacer al modelo de Rosenberg una observacin semejante a la hecha al modelo de Festinger: si las

    relaciones de consistencia entre los elementos afectivos y cognoscitivos son parte esencial del modelo, se

    tratara de un esquema tridimensional. Ahora bien, ms parece que la consistencia o la consonancia es un

    presupuesto de las actitudes y que la relacin slo empieza a ser importante de cara al cambio, es decir, al

    surgir la inconsistencia o disonancia.

    Para medir una actitud segn un modelo bidimensional como el de Rosenberg podra utilizarse la tcnica

    propuesta por Rennis A. Likert (Recuadro 24). La escala de Likert (1932/1976) surgi como un intento por

    simplificar las complejas exigencias para la construccin de la escala de Thurstone. Un cuestionario elaborado segn

    la escala de Likert presenta una serie de opiniones acerca de un objeto, y las personas indican en qu grado estn o

    no estn de acuerdo con esas opiniones. Por supuesto, la escala de Likert presupone que todos los tems pertenecen a

    una misma dimensin. Sin embargo, es posible incluir en un mismo cuestionario opiniones correspondientes a

    distintos aspectos sobre el mismo objeto. Por otro lado, al diferenciar la gradacin de aceptacin o rechazo respecto a

    cada una de las opiniones incluidas en un cuestionario, la escala de Likert presupone de hecho la posibilidad de que

    ciertos aspectos cognoscitivos (las opiniones sobre determinados aspectos del objeto) provoquen ms aceptacin o

    rechazo en la persona; de no ser as, idealmente bastara un solo tem u opinin para calibrar la actitud de la persona

    hacia determinado objeto, asumiendo que habra una correlacin perfecta con el resto de opiniones (lo que parece ser

    el supuesto original).

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

    20

    RECUADRO 23

    EL ESCALOGRAMA DE GUTTMAN Esta tcnica escalar se basa en el supuesto de que un rasgo simple, unidimensional, puede medirse mediante una

    serie de afirmaciones ordenadas a lo largo de un continuum de "dificultad de aceptacin". O sea, las afirmaciones van

    desde aquellas que la mayora de la gente acepta con facilidad hasta aquellas que pocas personas respaldan. Estos

    tems escalares son acumulativos, ya que la aceptacin de un tem supone que la persona acepta todos aquellos de menor magnitud (aquellos ms fciles de aceptar). En la medida en que esto es cierto, se puede predecir la actitud de

    una persona hacia otras afirmaciones conociendo cul es el tem ms difcil que aceptar. Un ejemplo de semejante

    escala podra ser el siguiente:

    Rasgo: Actitud hacia la sindicalizacin campesina

    Aceptabilidad Afirmacin

    Menos difcil de aceptare A. En general, las personas deberan ser libres para formar cualquier

    asociacin u organizacin.

    B. La ley no debera discriminar entre los tipos de personas que quieren

    formar asociaciones u organizaciones.

    C. La gente debera defender activamente el derecho a que todos

    puedan asociarse u organizarse como quieran.

    D. Deberan eliminarse las leyes que impiden la sindicalizacin

    campesina u otras organizaciones gremiales y populares.

    Ms difcil de aceptare E. Debera haber leyes que estimularan la sindicalizacin campesina y

    todo tipo de organizaciones gremiales y populares.

    Para obtener una escala que represente una sola dimensin, Guttman presenta a una muestra de sujetos un conjunto

    de tems con tipos de respuestas especficas. Estos tipos, a los que se llama tipos escalares, Siguen un orden gradual.

    El sujeto puede no aceptar ninguno de los items (puntuacin O), aceptar slo el tem A (puntuacin 1), aceptar slo

    los tems A y B (puntuacin 2), aceptar slo los tems A, B y C (puntuacin 3), etc. Si el sujeto proporciona un tipo

    de respuesta no escalar (por ejemplo, acepta solo el tem. C y no los de menor magnitud), se estima que ha cometido

    uno o ms errores en las respuestas. Analizando el nmero de errores en las respuestas, Guttman puede determinar el

    grado en que un conjunto inicial de tems refleja un atributo unidimensional (es decir, en qu grado se puede formar

    con ellos una escala). La escala final se obtiene eliminando los tems pobres y volviendo a pasar el test a muestras de

    sujetos hasta que se logra un conjunto de tems que pueden formar una escala.

    La actitud de una persona se mide hacindole marcar en la escala todas aquellas afirmaciones que son aceptables

    para ella. Su puntuacin es aquella del tipo de escala apropiado o (si ha dado un tipo de respuesta no escalar) la del

    tipo de la escala ms cercano a su respuesta. Como se sigue de este ltimo procedimiento de puntuacin, es casi

    imposible disear una escala unidimensional perfecta. Quiz esto se deba a que la gente responde no slo a la

    dimensin presupuesta, sino a otra diferente o a mltiples dimensiones.

    Tomado de Zimbardo y Ebbesen, 1970, pgs. 126-127

    En el estudio mencionado sobre la Transformacin Agraria (Martn-Bar, 1977), se midi la actitud de los

    contendientes mediante un anlisis del contenido de sus pronunciamientos pblicos (ver Berelson, 1954; De Sola,

    1959, 1970). En estos documentos se distingui entre los aspectos cognoscitivos (la identificacin de los valores

    puestos en juego por la TA) y los aspectos afectivos (el carcter positivo o negativo de esos valores para los

    contendientes o su diversa vinculacin con el objeto de la actitud, la TA). Como ya se vio, los valores vinculados

    con la TA eran en parte distintos y en parte los mismos, aunque relacionados de distinto modo por ambos

    contendientes con la TA.

    3.1.3. La concepcin tridimensional de las actitudes.

    El modelo ms complejo y quiz el que ha gozado de ms popularidad postula tres elementos esenciales en las

    actitudes: los conocimientos, los afectos y las tendencias conativas o a reaccionar (ver Krech. Crutch-field y

    Ballachey, 1965). En lo concerniente a las creencias y a los sentimientos, esta concepcin es semejante a los

    modelos bidimensionales. Su peculiaridad estriba en que esta concepcin incluye en la estructura de la actitud la

  • Accin e ideologa, Psicologa Social desde Centroamrica, Captulo 6

    21

    predeterminacin de un tipo particular de conducta: la tendencia a reaccionar de una manera formara parte de la

    actitud, de tal modo que la activacin de la actitud arrastrara la tendencia a realizar determinado comportamiento.

    En 1925, Emory S. Bogardus dise una escala para medir lo que l llam la "distancia social". Aunque Bogardus

    defini la distancia social como los "grados de comprensin y sentimientos que unas personas experimentan hacia

    otras", supona que esta escala explicaba buena parte de su interaccin y mostraba "el carcter de las relaciones

    sociales" (Bogardus, 1925/1967, pg. 71). En su escala, Bogardus presentaba una lista de 39 razas y preguntaba a

    las personas que indicaran su disposicin a aceptar a miembros de esas razas a diversos grados de proximidad

    social: a la intimidad del matrimonio, al propio club, como vecinos, como compaeros de trabajo, como ciudadanos

    de su pas, como visitantes en su pas, o simplemente los echaran de su pas. Es cuestionable si esta escala meda

    realmente el componente comportamental de la actitud de las personas encuestadas; con todo, la escala de Bogardus

    se dirige directamente al aspecto conativo de la actitud, es decir, a la tendencia a actuar de una u otra forma segn "la

    comprensin y sentimiento" experimentado hacia el objeto de la actitud, en este caso los miembros de diversos

    grupos raciales.

    Quienes mantienen la concepcin tridimensional de las actitudes sugieren que el carcter de la actitud puede variar

    segn la importancia relativa de los tres elementos. Daniel Katz y E. Stotland (1959) afirman que algunas

    actitudes son primariamente cognoscitivas, otras afectivas y otras tendenciales, punto de vista muy coherente con

    el modelo funcional de estos psiclogos, ya que las diversas funciones desempeadas por las actitudes requeriran

    unos y otros elementos. Una actitud cuya funcin consista en organizar el mundo de la persona (por ejemplo, su

    actitud religiosa) tendr un fuerte componente cognoscitivo, mientras que una actitud de tipo defensivo (la actitud

    RECUADRO 24

    EL METODO DE LIKERT DE CALIFICACIONES SUMADAS

    La escala de Likert se compone de una serie de opiniones acerca de algn tpico. A diferencia de la escala de

    Thurstone, se mide la actitud de una persona pidindole que indique el grado de su acuerdo o desacuerdo con cada

    tem., Esto se logra haciendo que la persona califique cada tem en una escala de cinco puntos (total-mente de

    acuerdo, de acuerdo, neutro, en desacuerdo, totalmente en desacuerdo). El resultado de la actitud de una persona lo

    constituye la suma de sus calificaciones individuales. Un ejemplo de un tem escalar es el siguiente:

    A. "Se debera legalizar la sindicalizacin campesina" Valor Calificativo

    1 a) Totalmente de acuerdo

    2 b) De acuerdo

    3 c) Neutro

    4 d) En desacuerdo

    5 e) Totalmente en desacuerdo

    Likert supone que cada frase empleada en la escala constituye una funcin lineal de la misma dimensin actitudinal.

    Sobre este supuesto, se suman los resultados individuales de una persona para obtener su calificacin final. Una

    consecuencia posterior es que los tems de una escala deben correlacionar fuertemente con un atributo comn y, por

    tanto, entre s, a diferencia de los tems en la escala de Thurstone, que son separados e independientes. Es