Las 10 mareas del cambio de Juan Luis Sánchez

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Claves para entender las nuevas movilizaciones sociales contra el hundimiento del Estado de Bienestar y para la regeneración de la democracia.

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LAS 10 MAREAS DEL CAMBIOClaves para comprender los nuevos discursos so-cialesJuan Luis Sánchez

Educación, sanidad y feminismo. Transparencia, cultura libre y tecnopolí-tica. Desahucios, partidos, medios de comunicación y reformas del sis-tema. Las 10 mareas del cambio, del periodista Juan Luis Sánchez, es unlibro imprescindible para acercarse a los nuevos discursos sociales queestán cambiando la política en España. Para descubrir por qué todo se hatransformado aunque a veces parezca que todo sigue igual.

Las posibilidades revolucionarias de Internet y la inspiración del 15M handado lugar a nuevas formas y nuevas causas de participación ciudadana,desafiando la centralidad de los partidos, de los sindicatos y de los mediosde comunicación tradicionales.

Juan Luis Sánchez, que lleva observando de cerca esta evolución desde2011, resume en este texto divulgativo —que mezcla el reportaje, la en-trevista y el ensayo— las claves para entender la complejidad de las nue-vas movilizaciones sociales contra el hundimiento del estado debienestar y para la regeneración de la democracia. Interesante paraquienes crean que son de derechas; necesario para quienes se definande izquierdas.

ACERCA DEL AUTORJuan Luis Sánchez es periodista y especialista en nuevos medios. Essubdirector de eldiario.es y fue cofundador de Periodismo Humano, me-dios para los que ha cubierto el movimiento 15M desde su eclosión enmayo de 2011, lo que pronto le convirtió en una referencia informativa enredes sociales, para la prensa internacional y para el mundo académico.También ha sido reportero en las revueltas de Turquía, en el Sáhara, Ko-sovo o Marruecos. Es colaborador de la Cadena SER.

@juanlusanchez

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La playa

¿Tienes la sensación de que estás descolocado, de que altratar de recomponer el puzzle de tu mente política haypiezas que no encajan? ¿De que hay cosas que nuncacreerías que ibas a decir que ahora estás diciendo? ¿Quehay palabras que recuerdas haber pronunciado una yotra vez, hace tiempo, y que ahora te suenan ridículas?¿Que la crisis te ha hecho clac por dentro, que se te hanroto fibras, que has soltado ataduras, que todo es máscrudo, más duro, más rudo, pero más puro? No te preo-cupes. Es la marea.

¿Has creído siempre que nadabas a contracorriente,lento pero a tu aire, y ahora notas que todo va muyrápido, que avanzas con muchos más por una gran co-rriente furiosa? ¿Has intentado agarrarte a la arena conlas uñas de los pies, al filo de las rocas con las manos, hasmovido los brazos hacia atrás para frenar porque el es-cepticismo te hace sentir vértigo, lo racional no com-prende tanta entrega emocional? No te preocupes. Es lamarea.

¿Te has fijado en la compañía que llevas y has vistopeces de otros colores al tuyo? ¿Has escuchado agudoscantos desde las profundidades que te han sonado bien?¿Ves payasos donde antes veías tiburones, ves globos

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donde antes veías ballenas, ves plancton donde antes noveías nada? No te preocupes. Es la marea.

¿Ya no te ahogas cuando abres la boca? ¿Ya no picaslos mismos anzuelos? ¿Ya no te crees el cebo de siempre?¿Has descubierto qué resistencia, cuánto tiempo más delo que creías, eres capaz de aguantar la respiración? ¿Nosabes en qué criatura te estás convirtiendo? No te preo-cupes.

Es la marea, un cambio absoluto en cómo circula lapolítica por nuestras vidas, en cómo se agrupan los ciu-dadanos para vivirla, en cómo se dibujan los ejes ideoló-gicos, en dónde están los umbrales de la dignidad, de laincertidumbre y de la convicción. La peor época para vi-vir esta sociedad devorada por su propio Frankensteinestá siendo a la vez un momento extraordinario de revi-talización social, de repolitización y de compromiso.

Un terremoto en alta mar llamado 15M desató elcambio en todas direcciones. Una onda expansiva que re-compone el océano político en España, que redibuja co-rrientes, que ahoga líderes, que hace tambalear grandesbarcos y que pone una gran ola al servicio de causas quehasta ese momento iban a la deriva, después del enésimonaufragio. Una gran fuerza colectiva que, haciendo círcu-los concéntricos llega a las costas por oleadas y querompe contra el dique fortificado que las defiende paraproteger un mundo injusto y basado en la estafa que estápor caer pero no cae.

No cae pero la marea sigue su curso: baja, se recu-pera, aparenta calma y luego vuelve llena de fuerza con-tra el muro. Dicen que no consigue nada, dicen que nohace daño, dicen que allá tras el dique se ríen del sonidode las olas embistiendo y que hasta es agradable por lasnoches.

Pero del lado del agua están pasando cosas. Hay unagran marea política donde antes había una piscifactoría:

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hay libertad, movimiento, espacios infinitos grandes ypequeños donde surgen monstruos y maravillas, muta-ciones sin futuro y nuevas especies cuyos individuos yacoquetean para reproducirse. Hay una gran marea dondeantes solo había una granja de piscinas vigiladas para lacría de animales pequeños, previsibles y sosos, destina-dos no a vivir y enriquecer las corrientes submarinassino nacidos para consumir y ser consumidos.

Del lado del agua están pasando cosas. Se está for-mando una duna con lo que trae la marea, con el des-gaste de la roca del dique. El sedimento va formando unaplaya que antes no existía, un lugar de encuentro paratodo lo que trae la corriente. Un espacio nuevo para es-tar, para pensar, para refugiarse, para vivir, para disfru-tar, desde el que acercarse al muro cada día y buscar lasgrietas.

Una vez, una amiga me pegó esta cita en un hilo deFacebook: «Nos hemos acostumbrado a no pensar en in-finito y nuestra mente es infinita. Cualquier personapuede imaginar el infinito. ¿Qué es el infinito? Algo su-pergrande donde puede pasar cualquier cosa. Y la tele-visión y los medios de comunicación tienden a cerraresta infinidad y compartimentan las cosas y nos dicen loque está bien, lo que está mal, lo que está regular… ynuestro cerebro tiende a poner las cosas como “en or-den”. De pronto está bien que haya ficciones que crucenestos cajones de información, los destrocen, porque deesta manera el cerebro respira y ve fronteras más allá delo que contienen estos cajones». La cita es de Pep Gatell,director creativo de La Fura dels Baus.

Es terrible pensar en los periodistas como personasque nos dedicamos a contar al mundo qué es posible yqué no lo es. A cerrar el infinito y reducirlo a un puñado

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de opciones, a aplacar la imaginación humana y dar a en-tender que o A o B, y mira, si acaso C como utopía.¿Cómo sería un periodismo para la imaginación? ¿Cómoconservaríamos el rigor y a la vez la alegría donde todose puede?

Este libro no imagina, pero sí propone una hipótesis:esta sociedad herida está gestando un cambio social de-terminante que va a hacernos vivir un siglo apasionante.Ya ha empezado y no conviene perdérselo confundiendocoherencia con inmovilismo, aferrándose a ideas que noson prejuicios pero sí juicios que se quedan cortos,siendo valiente en lo que tantos otros han sido valientesantes y cobardes con lo nuevo.

España vive en fraude democrático. Los dos últimosgobiernos han tomado decisiones que van en contra de lavoluntad explícita y sostenida de los ciudadanos, han im-pulsado políticas contrarias a sus propios ideales y pro-gramas, han actuado como si fueran árbitros entre lagente y el poder en vez de los representantes de los pri-meros.

Pero no se trata solo de España. No se trata solo de lacrisis. Hemos visto en Turquía esa misma fórmula parala nueva participación ciudadana que vimos en Sol, conuna combinación explosiva entre Internet y la calle. He-mos visto en Brasil la misma inquietud en la política tra-dicional que vimos aquí, esa desconfianza de unos yotros contra quien no se presente con «soy de izquier-das» tatuado en la frente. Hemos visto en Nueva Yorkcómo la responsabilidad ya no apunta al poder políticosino al poder económico como último responsable.

La voz se democratiza, se desmonopoliza, se descen-traliza, queda realmente desintermediada gracias a Inter-net. Eso abre el campo de lo posible y abre bocas y orejasa una riqueza de palabras que ya no caben en la forma deinterpretar el mundo que nos habíamos dado para sim-

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plificar. La realidad tiene que ver cada vez menos con loque se define a grandes trazos y cada vez más con lo quese interactúa.

«Para los nuevos tiempos hacen falta nuevas metá-foras orgánicas, porque toda la política de siglo XX estállena de metáforas mecanicistas», dice Marta Malo, in-vestigadora social y activista. «Ahora más que nunca, elcuerpo social se parece a un cuerpo vivo». En ese sentido,el término marea «describe mucho más los movimientosque no son un grupo militante sino comunes, que no sepueden planificar mucho», dice Malo. «La marea sube ytú empujas, tú sumas, pero no puedes cambiar el ritmode la marea como te dé la gana». Eso solo tiene sentido«desde una perspectiva constructiva, inclusiva, no desdeuna idea bélica de la política, que es la política que nues-tros mayores nos han enseñado a hacer. Ahora estamosaprendiendo a saber qué es eso del 99%, que como ima-gen está muy bien pero que hay que ponerlo en prác-tica».

Por eso elegimos la palabra marea para contar losnuevos discursos sociales que se abren paso, que desafíanel liderazgo de la izquierda tradicional y que apelan tam-bién a personas a las que les habían dicho que eran de de-rechas. Elegimos la palabra marea porque dentro delagua hay redes, hay flujos y reflujos, hay pequeños orga-nismos cambiando su alrededor y no quedándose en élsino proyectando su ejemplo para que sea conocido co-rriente arriba o corriente abajo.

No decimos Las 10 mareas del cambio con ánimoacadémico. Por un lado, porque no son solo diez las cau-sas en activo que podrían listarse y, por otro, porque notodas las que aparecen probablemente encajen al 100%bajo la concepción del término marea que ya se tiene.

Podríamos hacer un requiebro conceptual y plantearuna diferencia entre mareas de causa y mareas de

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método. Unas defienden un bien común (sanidad, educa-ción, vivienda) y han surgido de la toma de conciencia delos profesionales de su gestión de que una alianza con laciudadanía es posible en esa defensa. Otras, defienden unmétodo, reclaman el derecho a una práctica (tecnopolí-tica, cultura libre, transparencia…) que se considera queestá en la base de la transformación democrática de la so-ciedad. En estos casos, no hay una alianza de profesiona-les y el resto de la sociedad sino que existe una verdaderapulsión ciudadana de la que nace la demanda. En todoslos casos, son movimientos abiertos que buscan sociali-zar su reivindicación, que en realidad están defendiendocausas que ya existían de una manera radicalmentenueva, que son complejos y no representables de manerainstitucional, directa. �

Pero, lo dicho, no hay ánimo teórico. Hay ánimo depresentar las mareas como fuerzas vivas de cambio, endiferentes formas y con diferentes magnitudes, de com-prender su contenido para pensar en su alcance, de zam-bullirse un rato en ellas a través de puntos de entradamuy diferentes. En este libro hay entrevistas, análisis,reportajes; pequeñas historias que no resumen pero sísimbolizan. Se rescatan reflexiones publicadas en el-diario.es para combinarlas con nuevas ideas.

Lo que se asoma a estas páginas es, como mínimo, elnacimiento de la sociedad civil en España, un país dondela política ha sido monopolio de los partidos y de los sin-dicatos, donde el asociacionismo ha sido muy débil ymuy ninguneado. Como sociedad civil entendemos esasorganizaciones que surgen para la política no desde elEstado o desde el mercado sino desde ese espacio inter-medio que son las asociaciones, colectivos, ONG, etc.

Como resume el experto en el tercer sector PabloNavajo en su blog Iniciativa Social, si había algo parecidoa la sociedad civil fraguándose después de la Transición,

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queda muy debilitado durante los 80, donde se extiendela sensación de que ya todo estaba ganado. Esto vacía decontenido y de personas a muchos colectivos y asociacio-nes mientras se da otro fenómeno que marcaría el fu-turo: comienza un trasvase hacia las administracionesrecién estrenadas. «Se creía que ‘tomar’ el poder produ-ciría una mayor influencia en los asuntos públicos, sinembargo, esta estrategia se muestra inadecuada ya quelas asociaciones pierden miembros valiosos y, a menudo,este cambio ‘de bando’ lleva consigo la ruptura con laasociación», se explica.

Las organizaciones empiezan a ocupar un segundoplano. Con la creación de un Estado de Bienestar «se ini-cia una progresiva desarticulación, ya que asumen, nosin una cierta ingenuidad, que los poderes públicos nosolo deben garantizar la satisfacción de la demanda so-cial, sino que deben asumir la gestión directa de la pro-tección y los servicios sociales para todos los ciudada-nos», se explica en Iniciativa Social.

Autores como el doctor en Sociología Tomás Alberichhablan de que la destrucción de la sociedad civil durantelos años ochenta se acelera cuando se trabaja solo por in-tereses políticos inmediatos, cuando «la politización seconvierte en partidismo» y cuando se asientan una «or-ganización y funcionamiento interno no participativos».

La sociedad civil se reduce en aquellos años al volun-tariado, al trabajo social en pequeños proyectos asisten-ciales, dejando el protagonismo político a las grandes or-ganizaciones políticas o sindicales, que forman suspropias organizaciones satélite. A finales de los 90 seproduce un repunte del asociacionismo, pero muy condi-cionado por datos de jóvenes que se apuntaban a organi-zaciones deportivas o artísticas.

El número de asociaciones y organizaciones políticasen España no es bajo, hasta la llegada de la crisis. El pro-

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blema es que su relación casi de dependencia con el Es-tado y con las fuerzas políticas, especialmente las de iz-quierda, les dificulta su labor de contrapoder. Muchísi-mas pequeñas ONG en España han vivido con dinero desubvenciones e incluso han sido meras subcontratas delEstado, que delegaba en ellas alguna función pública, queera desempeñada a menos coste que lo que supondríahacerlo con cuerpos públicos de empleo. Muchas ONGhan sido, qué paradoja, un método de precarización delos servicios públicos. En algunos casos, como el de CruzRoja, Cáritas o la ONCE, cubriendo con caridad un gastoy un trabajo que debería ser responsabilidad de los pre-supuestos gubernamentales. Para cerrar este círculo conun remate perverso, ha sido habitual escuchar a los polí-ticos más conservadores decir que las ONG no podíanrecibir tanta ayuda pública, para después proceder a re-cortarla; es decir: se han subcontratado servicios a ONGa las que luego se les ha eliminado la subvención parahacerlo. Otro logro más contra el Estado del Bienestar.

Por tanto, si hoy existe algo de tejido asociativo estámuy enfocado sobre el trabajo social de pequeña escala ysobre la solidaridad o la Cooperación Internacional, peroen ningún caso es comparable con la fuerza de la culturacomunitaria y asociativa en Estados Unidos, Alemania oFrancia y tiene muy pocos efectos sobre la vida social enEspaña. Hay muy pocas organizaciones que tengan de-partamentos de incidencia política como los de AmnistíaInternacional, Intermón Oxfam o Greenpeace, encarga-dos de hacer presión a los parlamentarios, puro lobby, enla defensa de sus causas.

España ha cambiado de fisonomía política, la cone-xión de dependencia entre el tejido asociativo y las ad-ministraciones se ha roto por culpa de los recortes y sehan revuelto las conciencias de medio país. En la educa-ción, en la sanidad, en el feminismo, en la transparencia,

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en la cultura, en la defensa de los derechos humanos sehan producido activaciones que pueden derivar en quetengamos, por fin, una sociedad civil con capacidad realde percusión, una cultura asociativa por la que los ciuda-danos no deleguemos cualquier tipo de atención a la co-munidad en el Estado sino que nos hagamos cargo de de-fender personalmente aquello en lo que creemos. Serápor las causas que aparecen en estas páginas o serán porotras, pero seguramente sí que con los métodos que apa-recen en la segunda mitad del libro y otros más por in-ventar.

Lo que ahora sucede es que hay grupos de ciudadanosmarcando el paso de la oposición política, aprendiendomuy rápido como funcionan las estructuras rutinariasdel poder y los medios, jugando siempre en la fronteraentre la precipitación y la eficacia espontánea. Ahora sonlas instituciones las que tienen que aprender un nuevolenguaje de participación que se ha inaugurado y fun-ciona fuera de ellas. Se ha invertido la carga de la respon-sabilidad: ahora es la política de siempre la que tiene queaprender a ganarse la confianza de la política de ahora.

Ese nuevo tejido empieza a estar formado por genteque huyendo de la política acabó encontrándose con lapolítica. El proceso había comenzado mucho antes. Conel Nunca Máis, luego con el No a la guerra, con el «que-remos votar sabiendo la verdad» del 13M de 2004, luegocon el movimiento V de Vivienda o de cultura libre…Una corriente generacional ajena a las estructuras políti-cas clásicas fue madurando mientras inventaba la tecno-logía y sus códigos.

Ese nuevo músculo digital pertenece fundamental-mente a «gente de entre veinte y treinta años que no ha-bía tenido experiencias de politización más allá del des-encanto de sus padres o de sus hermanos mayores en losaños noventa», nos explica en la primera revista Cuader-

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nos de eldiario.es Víctor Sampedro, catedrático de Opi-nión Pública de la Universidad Rey Juan Carlos. Comono encuentran espacios políticos propios, esos jóvenesdurante años «se refugian en la red, donde socializan susideas sin prejuicios o militancias concretas». Desde la redviven con intensidad fenómenos como Wikileaks,PRISM o tendencias regulatorias globales como las leyesSinde, Acta y Sopa. Esa ciudadanía en red no regula sutono social a través de manifestaciones recurrentes, aun-que puedan tirar de ellas alguna vez. Sus síntomas defractura social no podrán medirse solo en función de si lagente se concentra, acampa o se siente apelado por unaasamblea.

La crisis no nos va a devolver el país que teníamosporque no lo ha secuestrado, lo ha aniquilado. Lo quesalga de este crack, de esta Gran Convulsión, no será unaversión reducida de lo que conocemos. Porque lo que su-cede «no sólo es un cambio social o político», ha escritoAmador Fernández-Savater en eldiario.es, «sino tam-bién —y muy especialmente— una transformación cul-tural (o incluso estética): una modificación en la percep-ción (los umbrales de lo que se ve y lo que no se ve), enla sensibilidad (lo que consideramos compatible connuestra existencia o intolerable) y en la idea de lo posi-ble (“sí se puede”)».

Lo posible. De nuevo, lo posible. De nuevo, la eternalucha ciudadana contra los límites de lo posible, la pul-sión periodística por empaquetar la fuerza, por ponerlas cosas «en orden», por pensar desde lejos. Hagamosperiodismo del infinito, con rigor. No hay nada más ri-guroso que el infinito. Destrocemos los cajones y reorga-nicemos el cerebro. Escuchemos qué nos dice la espumade las olas, el canto de las profundidades y la gente queencontramos en la playa.

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Índice

La playa ............................................................................... 9

1. La marea verde (educación) ......................................... 192. Marea blanca (sanidad) ................................................ 353. Marea azul (agua)......................................................... 544. Marea feminista ........................................................... 685. Contra los desahucios .................................................. 826. Marea de la transparencia ........................................... 967. Marea de nuevos medios ............................................ 1128. Cultura libre ............................................................... 1379. La marea de la tecnopolítica ....................................... 15710. Marea constituyente .................................................. 177

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© Juan Luis Sánchez, 2013

Primera edición en este formato: septiembre de 2013

© de esta edición: Roca Editorial de Libros, S. L.Av. Marquès de l’Argentera, 17, pral.08003 [email protected]

www.eldiario.es

ISBN: 978-84-9918-676-4

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