Laidea de Transgresion en Bataille

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    La idea de transgresin en Bataille.

    Sergio Rojas

    El dato fundamental de la existencia humana es para Bataille la

    discontinuidad. Tanto la identidad del sujeto en la autoconciencia, como lasrelaciones de conocimiento conforme a la oposicin sujeto-objeto, implican

    la discontinuidad. De hecho, la autoconciencia es tambin una forma de

    auto conocimiento en los trminos de esa misma oposicin objetivante. Es

    desde la existencia discontinua que surge del afn por mantenerse vivo, por

    persistir el sujeto en la existencia con la angustia permanente de no saber

    si ello seguir siendo posible. Esto significa para Bataille obstinarse en la

    discontinuidad. No se nos plantea aqu el problema de cmo entender el

    afn por persistir en una existencia cuyo futuro incluso inmediato- essiempre incierto, pues precisamente porque tal es la ndole de la

    discontinuidad, la relacin con la existencia consiste esencialmente en

    querer durar, porque el sujeto sabe de su existencia como limitado siempre

    con el ahora del tiempo transcurrido, al que en s mismo le es ajeno un

    tiempo porvenir. Tiene, pues, la existencia discontinua una la existencia

    relacin externa con la temporalidad.

    De lo anterior se sigue la importancia fundamental de la muerte para

    la existencia discontinua. En un primer momento se podra pensar que la

    muerte es lo que viene a confirmar, de manera radical y definitiva, la

    discontinuidad de la existencia humana. Pero en realidad ocurre todo lo

    contrario. La muerte arranca a la existencia de su discontinuidad y la

    entrega a la continuidad. Lo ms violento para nosotros es la muerte que,

    precisamente, nos arranca de la obstinacin que tenemos en ver durar el

    ser discontinuo que somos.1 Por cierto, no se trata aqu de una experiencia

    metafsica de la muerte, sino de la manera en que el espectculo de la

    muerte afecta a los vivos, desde una mirada antropolgica. En este sentido,

    en la muerte en el muerto- asistimos a un acontecimiento que ha tocado

    de manera definitiva a la existencia. Este carcter definitivo no implica

    como ya los sugeramos- slo un tipo de temporalidad en oposicin a un

    tiempo de otra naturaleza, sino corresponde a la esencia misma del tiempo,

    1El Erotismo , p. 30.

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    penetrando y aniquilando la interioridad del ente discontinuo. En la

    continuidad, ya nada resiste al tiempo, el ser y el tiempo se han hecho uno

    solo (o, como el mismo Bataille lo seala, la existencia se ha abierto al ser).

    En el espectculo de la muerte misma aconteciendo en los cuerpos finitos,

    como corrupcin, los vivos asisten a ese acontecimiento maravilloso,enigmtico, terrible y seductor a la vez, en que un cuerpo hasta hace poco

    vivo se ha rendido al tiempo. El tiempo oficial es radicalmente alterado por

    eso proceso que no es de este mundo, es decir, un proceso que este mundo

    discontinuo del trabajo no puede admitir: Mientras el cuerpo del rey era

    entregado a una descomposicin agresiva, la violencia se apoderaba de la

    sociedad entera. () El retorno del difunto a la nitidez esqueltica pone, sin

    embargo, trmino en el tiempo a esa irrupcin informe de la licencia.2 La

    descomposicin es algo que contiene para los vivos el misterio del mundo,resulta ser una especie de metonimia del paso de la discontinuidad a la

    continuidad del tiempo.

    No se trata simplemente de un hecho irreversible en el muerto, sino

    de que con la muerte un sujeto es arrancado de su obstinacin, y entonces

    deja de haber para l un futuro de incertidumbre en esta vida. Bataille es

    necesario insistir en ello- no se refiere a la muerte del muerto, sino a la

    muerte en la vida discontinua. La angustia provocada por lo incierto dispone

    al hombre buscar la continuidad, pero sta slo se ofrece como eso perdido

    que se busca: Hay bsqueda de la continuidad, pero en principio solamente

    si la continuidad, que es lo nico que podra establecer definitivamente la

    muerte de los seres discontinuos, no vence. Se trata de introducir, dentro

    de un mundo fundado sobre la discontinuidad, toda la continuidad de la que

    este mundo es susceptible.3 La continuidad no vence, pero ha ingresado en

    el mundo de la existencia discontinua, porque es en el mundo de los vivos

    que acontece la muerte. En qu consiste toda la cont inuidad de la que

    este mundo es susceptible? Cmo es que el enigma de la muerte de la

    continuidad-, que compromete a toda la existencia (como aventura

    ininteligible), se establece entre los vivos? Si la discontinuidad es una nota

    esencial de la existencia humana, entonces sta comienza precisamente con

    la conciencia de la muerte como un enigma fundamental. Es el despertar de

    2Ibid., p. 95.

    3 Ibid., pp. 32-33.

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    la humanidad que Bataille localiza en Lascaux: el surgimiento el tiempo:

    () el hombre de Lascaux, por cerca que estuviese del polinesio actual,

    senta algo que aparentemente hoy no siente el polinesio: estaba agobiado

    por el futuro ms incierto y complejo.4 En efecto, el surgimiento del tiempo

    da cuenta de un mundo que no est terminado, un mundo cuya existenciatiene lugar ms ac del ser. Pero ya hemos sealado que esto no significa

    que el mundo est sujeto al devenir, sino a que el mundo no es del tiempo,

    que el tiempo le viene al mundo humano desde afuera, y en sentido

    estricto se podra decir que es por el hombre que el tiempo viene al mundo,

    y es tambin por ste que el tiempo no puede nunca terminar de ingresar

    en el mundo.

    Con el acaecer de la muerte en el horizonte de su existencia, e l

    hombre sale de la naturaleza (sale de su condicin de animal), en laconciencia angustiada del porvenir como experiencia de la nada.

    Relacionndose entre s, estos seres que hacan, que creaban objetos y

    que empleaban utensilios duraderos, comprendieron que moran, que haba

    algo en ellos que no resista, mientras que sus objetos s resistan el paso

    del tiempo.5 Esta comprensin seala el paso del Homo faber al Homo

    sapiens. Es decir, el hombre comprende que en ese acontecimiento que es

    la muerte, abandona el tiempo-espacio de los objetos, abandona la

    exterioridad, y se entrega al tiempo. Algo en l se rinde y se entrega, y esto

    le aterra y le fascina. Porque la nada (la nada de mundo que comienza

    con cada instante y siempre en este instante) le angustia, porque le hace

    presente su condicin de extrao en la existencia: en un sentido

    fundamental las cosas no se oponen entre s, sino que todo se opone a l,

    como la objetividad del mundo a su condicin de sujeto siempre recin

    llegado. Pero de la muerte slo recibe el espectculo de su acontecimiento,

    y la intil alteracin que le produce exige separarla de la existencia oficial,

    regulada y normalizada por las tareas del trabajo y la produccin de la vida.

    El hombre no puede prohibir el espectculo de la muerte, pero s aquello

    que le altera, que le emociona y seduce. No hay sentimiento que arroje a

    la exuberancia con ms fuerza que el de la nada. Pero la exuberancia no es

    en absoluto el aniquilamiento: es la superacin de la actitud aterrada, es la

    4Lascaux o el nacimiento delarte, p. 37.

    5Lascaux, p. 41.

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    transgresin.6 El sentido original de la prohibicin consistira en separar al

    hombre de la naturaleza, salvar su oposicin y, en eso, la discontinuidad

    que la hace posible. Se trata de impedir la seduccin por el retorno a la

    naturaleza, y entonces la salida del hombre desde el animal se bloquea

    mediante la prohibicin, pero sta a la vez opera su conservacin. El paso,como prohibicin, permanece dispuesto, y es precisamente lo que

    administra la religin. De aqu infiere Bataille la relacin que existira entre

    la muerte y el erotismo, relacin que se produce a partir de la prohibicin

    que separa la muerte de la vida oficial: [El hombre se desprendi de la

    animalidad primera] comprendiendo que mora y deslizando desde la

    sexualidad sin vergenza hacia la sexualidad v ergonzante, de la que el

    erotismo se desprendi.7 La sexualidad en tanto emocin intensamente

    alteradora, se separa mediante el interdicto de la vida normalizada por eltrabajo. En esa separacin, surge la dimensin del erotismo referida a un

    objeto perdido, y por lo tanto se trata de un objeto que el sujeto slo

    puede evocar erticamente identificndose con l, es decir, perdindose en

    su encuentro. La relacin con ese objeto perdido es la transgresin del

    interdicto, que se dirige hacia lo prohibido, que se constituy con la salida

    del hombre desde la naturaleza. El erotismo en la transgresin tiene, pues,

    un sentido, pero tiene en verdad una direccin? Hacia la naturaleza, por

    ejemplo? Al respecto, Bataille es explcito: la transgresin difier e de la

    vuelta a la naturaleza: levanta el interdicto sin suprimirlo. Ah se oculta el

    resorte del erotismo, ah se encuentra, al mismo tiempo, el resorte de las

    religiones.8 En la transgresin no se intenta, pues, suprimir el lmite para

    experimentar aquellos que se encontrara supuestamente ms all, sino que

    de lo que se trata es de experimentar el lmite mismo.

    Del lado de ac del lmite, sometido a la existencia discontinua, en la

    proximidad de la muerte se experimenta la angustia ante la nada al m odo

    de una experiencia negativa de la plenitud del ser. Pero en el lmite, en la

    transgresin, la angustia se transforma en intensidad interior, porque la

    relacin con lo prohibido es la relacin con el lmite desde donde extrae toda

    6El Erotismo , p. 98.

    7 Ibid., p. 47.8 Ibid., p. 53.La transgresin franquea y no deja de volvera franquearunalneaque, asu espalda,enseguidase cierra enunaola de poca memoria, retrocediendo de este modootra vez hasta el horizonte

    de lo infranqueable. M. Foucault: Prefacioala transgresin, enFilosofa y literatura, Paids, p. 167.

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    su potencia. En la transgresin, la potencia alteradora no proviene del

    contenido en ltimo trmino metafsico de lo prohibido, sino de la

    prohibicin misma: El paso del estado normal al de deseo ertico escribe

    Bataille- supone en nosotros la disolucin relativa del ser constituido en el

    orden discontinuo.9

    Esta disolucin relativa marca precisamente laimposibilidad de la continuidad en la existencia humana. Dicho de otra

    manera, en la transgresin el hombre no vuelve a un estado de naturaleza

    anterior al de la existencia del trabajo, sino que restituye la prohibicin

    primera y experimenta precisamente ese lmite que, a la vez, como se dijo,

    el paso.

    El hombre edific el mundo racional, pero siempre subsiste en l un

    fondo de violencia.10 Conocemos el viso nietzscheano de esta sentencia. El

    hombre es el producto de la supresin de una realidad con la cual sinembargo ha permanecido en contacto. Porque todo su mundo se debe a

    esa prohibicin. () la diferencia entre el animal y el hombre, tomada en

    conjunto, no tiene slo que ver con caracteres intelectuales o rasgos fsicos,

    sino con las prohibiciones a las que los hombres estn sujetos.11 La

    experiencia de la transgresin corresponde en este sentido a la experiencia

    del lmite de lo humano, no en cuanto de que el sujeto est prximo a

    entrar en relacin con algo no-humano (acaso demonaco) o simplemente

    pre-humano (acaso animal), sino en el sentido de que arriba a la instancia

    en que la humanidad exhibe otro rostro, en que la conciencia accede a una

    suerte de avidez por lo humano que constituye a la prohibicin, en cuanto

    que el mundo de lo discontinuo, del trabajo, se establece normalizando una

    fuerza insaciable.

    Sin el interdicto escribe Bataille-, sin el primado del interdicto, el

    hombre no hubiese podido llegar al estado de conciencia clara y distinta,

    sobre la cual la ciencia est fundamentada.12 El interdicto es la posibilidad

    de la unidad del mundo y de la conciencia que lo habita, y esta dualidad es

    la condicin de posibilidad de la ciencia. De ella da cuenta Kant en la

    monumental Crtica de la Razn Pura. Pero a esta conciencia racional, capaz

    de una radical autocomprensin categorial, se le escapa esa prohibicin

    9El Erotismo , p. 31.10 Ibid., p. 58.11

    Lascaux, p. 4312El Erotismo , p. 56.

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    originaria y fundante. La explicacin es clara: los interdictos, sobre los que

    descansa el mundo de la razn, no son, sin embargo, racionales.13 Y bien

    podra afirmarse entonces que el sentido de la prohibicin es precisamente

    el olvido de la misma, en el sentido de que no queda disponible en el

    tiempo cotidiano a la existencia humana, por eso que la transgresin es unhecho cuya posibilidad no encuentra explicacin en el tiempo discontinuo.

    La autocomprensin, la conciencia de s, tanto ps icolgica, moral, como

    trascendental, se debe a esa prohibicin y a su olvido. Por eso que la

    conciencia puede considerar la figura de la autoconciencia como una

    posibilidad que le espropia y esencial.

    Entonces, lo humano se ha limitado a s mismo 14, pero ello no ha sido

    simplemente obra de la razn, porque en la perspectiva de Bataille y

    parecer sin duda paradjico- la razn carece del poder de la prohibicin;es decir, carece de la fuerza que ejerce la prohibicin misma como tal.

    Dicho de una vez: la prohibicin no podra haber obtenido de la razn su

    poder sobre la existencia humana. La prohibicin es ante todo un

    sentimiento: si algn sentimiento violento negativo no hubiese hecho a la

    violencia horrible, para uso de todos, la razn sola no hubiese podido definir

    con bastante autoridad los lmites del deslizamiento. () Tal es la

    naturaleza del tab, que hace posible un mundo de la calma y de la razn,

    pero es l mismo, en su principio, un temblor que no se impone a la

    inteligencia, sino a la sensibilidad, como lo hace la misma violencia ().15

    Entonces, la prohibicin sanciona negativamente el paso entre lo humano

    y el animal, pero en eso conserva la fuerza de ese paso, no conserva la

    fuerza de lo animal, sino la fuerza aniquiladora de lo humano, disolvente

    de su principio de resistencia en la discontinuidad. La relacin con el lmite

    que se produce en la transgresin es lo que Bataille denomina propiamente

    experiencia interior, que correspondera a la mxima intensidad de la

    experiencia como entrega a la alteridad. Llamo experiencia a un viaje hasta

    el lmite de lo posible para el hombre. Cada cual puede no hacer este viaje,

    pero, si lo hace, esto supone negadas las autoridades y los valores

    13 Ibid., p. 90.14

    la realidad naturallimitaalanimal, pero enningn caso ste se limitaas mismo. Lascaux, p. 44.15El Erotismo , p. 91.

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    existentes, que limitan lo posible.16 Qu significa ir al extremo de lo

    posible?

    Habra que subrayar en lo anterior la idea de lo extremo, pues, en

    efecto, cmo se podra llegar al extremo de lo posible? Conforme a la

    concepcin clsica moderna, lo posible no se puede extremar, precisamenteporque carece de extremo, es ms bien el conjuro de todo extremo. Dicho

    de otra manera, lo posible sanciona el coto de toda relacin en un mundo

    (lo posible es en este concepto el lmite), y carece de sentido pensar una

    relacin con lo posible mismo. Ahora bien, en esto ltimo habra de consistir

    precisamente ir al extremo de lo posible, llegar a los lmites del mundo

    humano, pero no para experimentar all lo inhumano, sino para entrar en

    relacin con lo humano. Porque, en sentido estricto, el lmite no es lo

    inhumano, sino lo humano mismo. Tiene relacin con esto precisamente elhecho de que sea la propia razn la que deber conducirse hacia ese lmite

    en el que tiene lugar la experiencia: La experiencia interior est conducida

    por la razn discursiva. Slo la razn tiene el poder de deshacer su obra. La

    locura no es eficaz, pues deja subsistir los escombros, al perturbar, junto

    con la razn, la facultad de comunicarse (quiz es antes que nada ruptura

    de la comunicacin interior).17 Es decir, la experiencia interior implica la

    operacin de una subjetividad, y lo que aqu se denomina comunicacin

    interior consistira en una autoafeccin: un espectculo o representacin

    interior.

    Ser afectado por la propia aniquilacin, esta es la cuestin

    fundamental. Entonces lo esencial aqu no es simplemente la ausencia de

    sujeto, sino, por el contrario, la ausencia de objeto. Porque el objeto es la

    propia subjetividad que ha sido conducida al lmite. Es all en donde se

    produce el desdoblamiento que posibilita la comuni cacin interior, porque

    all en donde el sujeto se abisma en el lmite, all tambin el sujeto no

    puede sino, en un mismo acto, retroceder con espanto ante su propia

    fascinacin. [La muerte asociada a una idea libertina permite captar] la

    unidad del terreno ertico abierto a nosotros por un rechazo de la voluntad

    de repliegue sobre s. El erotismo abre a la muerte. La muerte abre a la

    negacin de la duracin individual. Podramos, sin violencia interior, asumir

    16La experiencia interior, p. 17.

    17 Ibid., p. 61.

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    una negacin que nos conduce al lmite de todo lo posible?18 La relacin

    con una idea libertina da un cuerpo esttico a la muerte, la hace ingresar en

    la dimensin de la representacin, incorporando la muerte a la escena del

    deseo, en la medida en que aquella no es una consecuencia externa de la

    realizacin del deseo. Pero esto implica subsumir la materialidad delhecho mismo de la muerte en la representacin, hacer ingresar ese

    acontecimiento (cuyo instante es por lo dems inaprensible) en el curso

    unitario de acontecimientos relacionados internamente por un curso de

    sentido cifrado, gobernado por la necesidad y la fatalidad. He aqu la

    importancia de la dramatizacin [Cf. Artaud y el concepto de drama

    esencial]. No se trata especialmente aqu del aspecto narrativo del drama,

    en que los acontecimientos se concatenan por una relacin de sentido, el

    cual se sigue en funcin de ciertas expectativas del sujeto espectador,pues una dramatizacin en que los hechos se disponen en funcin de

    conducirnos al lmite de lo posible debe en algn punto romper con la

    expectativa de sentido. Esto significa romper con el sentido de

    trascendencia, porque lo que Bataille muestra es que la cuestin del sentido

    se refiere esencialmente a la obsesin del sujeto por trascender mediante el

    saber. La dramatizacin es la puesta en obra del no saber, que es la salida y

    el abandono del s mismo. En toda religin la dramatizacin es esencial

    (), en el momento en que la vctima es inmolada, marca el punto ms

    intenso de una dramatizacin. Si no supisemos dramatizar, no sabramos

    salir de nosotros mismos. Viviramos aislados y aplastados. Pero una

    especie de ruptura en la angustia- nos deja al lmite de las lgrimas:

    entonces nos perdemos, nos olvidamos de nosotros mismos y nos

    comunicamos con un ms all inaprehensible.19 Cmo entender esta

    comunicacin sin sujeto, que surge de la aniquilacin del sujeto

    constitutivamente ensimismado? Por cierto, no podra tratarse de un

    estado al que se arriba o de una nueva condicin, pues se trata siempre de

    una transgresin, por eso la muerte es el punto ms intenso del no saber,

    y es en este sentido una relacin con la totalidad de la existencia, con el

    misterio de la vida (como aventura ininteligible). As podra definirse la

    experiencia interior: comunicacin con un ms all inaprehensible. Porque,

    18El Erotismo , p. 39.

    19La experiencia interior, p. 21.

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    como ya lo sealbamos, en Bataille la fuerza de la muerte surge de la

    prohibicin misma, lo excepcional de la muerte es la clave.

    La fascinacin por el abismo slo es posible respecto del movimiento

    inverso de repliegue sobre s (en esto consiste la violencia interior), de lo

    contrario se tratara simplemente de una fascinacin del sujeto. Por elcontrario, el erotismo no tiene un sujeto del deseo, porque no corresponde

    a una necesidad (no se deja comprender por el clculo), en sentido estricto

    tampoco tiene futuro, porque no est animado por el afn de posesin o de

    permanencia. Poco ms o menos, toda la experiencia interior dependi

    hasta ahora de la obsesin de la salvacin. La salvacin es la cumbre de

    todo proyecto posible y el colmo en materia de proyectos. Por el hecho

    mismo de que la salvacin es el colmo, es por otra parte negacin de los

    proyectos de inters momentneo.

    20

    La obsesin de la salvacin implica undilogo interior, en que el sujeto quiere trascender la materia, porque es

    precisamente con respecto a sta que tiene sentido la idea misma de

    salvacin. La subjetividad se pliega sobre su propia idealidad, o mejor

    dicho, se produce como idealidad al plegarse sobre s y extraarse de la

    materia que penetra su existencia. [El pecado]

    En este sentido, el cristianismo se entiende como la idea de una

    obsesin. La obsesin por la muerte que es, en lo esencial, la obsesin por

    la salvacin. En efecto, el cristianismo ve en la muerte el paso hacia la

    salvacin, hacia la trascendencia concebida como vida eterna. Pero esto

    significa la supresin del horror a la muerte. En cierto sentido, la salvacin

    es una salida, pero es una falsa salida, porque consiste en incorporar la

    alteridad a la vida discontinua. Dicho de otra manera, el sentido de la

    salvacin es la vida eterna como supresin de toda salida . La vida eterna

    es la verdad del ser en el cristianismo, y de all su esencial contraposicin a

    la nada. La nada en este caso no es simple ausencia o carencia, es la

    negatividad que afecta al ser, es la versin de la alteridad desde el reino del

    ser. De aqu tambin que la experiencia ms propia del ser en Bataille es el

    tedio: el ser no es ms que tedio, la fatalidad del tedio, donde nos

    encontramos finalmente encerrados por lmites infranqueables, y al interior

    de los cuales el aire se hace cada vez ms irrespirable.21 El concepto de la

    20La experiencia interior, p. 62.

    21 G. Bataille:Discusin sobre elpecado, Paradiso, Buenos Aires, 2005, p. 43.

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    pasaje de la bestia humana al ser separado que somos.24 Es decir, el

    hombre de Lascaux sabe que lo humano es el fruto de un repliegue sobre s

    provocado por el horror. Sabe del umbral, esto es, sabe de su no saber(es

    de donde nace la angustia); sabe entonces del lmite de lo humano con la

    radical alteridad, lmite olvidado en el encuentro del hombre consigo mismo,en la habitacin de la conciencia y su dilogo interior. Pero, debemos insistir

    en ello, lo humano no limita en sentido estricto con lo animal, es decir, lo

    otro que lo humano no es lo animal. Porque la relacin con lo otro, con la

    trascendencia inaprehensible, surge del no saber. Lo fundamental no es lo

    que est ms all, sino el umbral mismo, el lmite y lo que ste significa

    para lo humano. Dicho de otra manera: lo abismante es el hecho de que

    exista, en el borde interno del lmite del mundo, un pasaje hacia lo otro

    que lo humano (lo otro que uno mismo). El modo de existencia de esepasaje es la prohibicin.

    La experiencia de la prohibicin en la transgresin (el pasaje de la

    nada), es un exceso que no tiene nada de cuantitativo, que consiste en

    sentido estricto en el desborde de los lmites del sujeto. Experiencia, pues,

    que es esencialmente anterior al discurso teolgico del pecado, y que en la

    teora de Bataille su posibilidad sera co-originaria a la conciencia misma del

    ser humano. Es decir, tener conciencia de que se es humano, es

    esencialmente la conciencia de que se podra dejar de serlo. He aqu la

    consciencia de la nada; o, mejor dicho, lo humano es aquella criatura que

    podra dejar de ser, que est constituida por aquella posibilidad lmite que

    debe reprimir. El ser se adhiere en cada caso al modo de ser humano, en

    cuanto que la relacin ms propia con el ser es aquella que se dirige hacia

    lo que uno mismo es; es en uno mismo en donde el ser toma cuerpo e

    identidad. Entonces, la alteracin pecaminosa del ser, la relacin con el

    lmite en donde el sujeto comienza a des-hacerse, es portadora de angustia,

    pero tambin de una gran intensidad, que se da a experimentar en s

    misma.

    En la transgresin autntica la angustia es profunda, pero en la

    fiesta, la excitacin la supera y la suspende. La transgresin que aqu

    sealo es religiosa, vinculada a la sensibilidad exttica, que es la fuente del

    24Lascaux o el nacimiento delarte, p. 31.

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    xtasis y el fondo de la religin.25 La fiesta es el acontecimiento en donde

    el pasaje de la nada se dispone l mismo a la experiencia, como relacin

    con el plus de alteracin que es propio de la transgresin. La fiesta

    suspende la angustia en cuanto que suspende el paso de la nada en el paso

    mismo, en el instante de la disolucin de lo mismo, sin que ello signifiqueque se anuncia el ser de lo otro. Porque podra decirse que en ese instante

    el sujeto pone en obra su propia disolucin o cuestionamiento, es decir, el

    momento exttico coincide con el derroche de los recursos que es al mismo

    tiempo un derroche de subjetividad. Bataille localiza en la fiesta el origen

    del arte, en la medida en que el paso entre el ser y la nada no es

    simplemente algo que le ocurre al hombre, sino que ste hace, y el arte

    nace cuando ese paso se ha incorporado a la cultura: Las formas

    artsticas tienen por nico origen las fiestas de todas las pocas, y la fiesta,que es religiosa, se relaciona con el despliegue de todos los recursos del

    arte.26 La prohibicin est en el centro de la vida de la comunidad, y el

    arte, al cual el hombre es enviado buscando una salida, da cuerpo a la

    prohibicin, permite entrar en relacin con su fuerza. Porque no se trata, es

    necesario insistir en ello, de la fuerza de lo prohibido, sino de la

    prohibicin misma. Entonces, qu clase de salida es al arte?

    Decamos que la idea de la salvacin era una falsa salida; el

    pecado, en cambio, es en cierto sentido una salida, pero respecto del sujeto

    obsesionado con la salvacin, en una disolucin relativa. No se es sujeto del

    pecado. El problema consiste entonces en la posibilidad de que la relacin

    con la prohibicin, en tanto que lmite de este mundo, sea una obra del

    hombre, pero sin que su sentido sea puesto por el sujeto. He aqu la obra

    de arte, porque alterando las formas instituidas, no se dispone simplemente

    para una individualidad (que sera precisamente la forma del hombre como

    sujeto), sino para una comunidad. Por eso la fiesta. Porque sta no dice

    solamente alteracin, sino tambin comunidad. En este sentido, podra

    acaso conjeturarse una cierta objetividad en la obra, porque entrar en

    relacin con la prohibicin, es tambin entrar en relacin con su

    permanencia, con su carcter trascendente. La prohibicin tiene relacin

    negativa con la vida cotidiana del trabajo, la mantiene: las prohibiciones

    25Ibid., p. 52.

    26 Ibid., p. 53.

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    mantienen si se puede, y en la medida en que se pueda - el mundo

    organizado por el trabajo al abrigo de las perturbaciones introducidas sin

    cesar por la muerte y la sexualidad: esta durable animalidad que sin cesar

    introduce en nosotros, si requiere, la vida y la naturaleza, que son como el

    barro del que asomamos.27

    De lo contrario, slo se tratara de unaalteracin privada y sin sentido de la subjetividad (como ocurre con la

    simple anulacin de la conciencia mediante el uso de determinadas drogas).

    [Lacan: placer sin goce, porque el placer es la relacin con aquello de lo

    cual es imposible gozar]

    En efecto, la transgresin sera entonces posterior a la prohibicin,

    porque deba el hombre generar esa relacin con lo trascendente en ella.

    Tal vez la conciencia de la prohibicin, en tanto sea tambin la conciencia

    de la propia individualidad, como un fragmento respecto de la comunidad,como una particularidad cada, sin sentido, sea tambin una conciencia de

    la comunidad imposible de los hombres. Y el arte tendra entonces esencial

    relacin con esto: Sostenemos con fuerza que la transgresin, slo existe a

    partir del momento en que el arte se manifiesta, y que aproximadamente,

    el nacimiento del arte coincide en la Edad del Reno- con el tumulto de

    juego y de fiesta que anuncian, en el fondo de las cavernas, esas figuras en

    las que estalla la vida, que siempre se supera y que se realiza en el juego

    del nacimiento y la muerte.28 La fiesta es, pues, una alteracin de la

    determinacin de la individualidad, relacionada con la funcin del sujeto en

    el mundo del trabajo. La fiesta trae la gratuidad al mundo, el principio del

    gasto y del derroche. Pero, qu clase de exceso es el del derroche, el del

    sacrificio asociado a la fiesta? Ciertamente, no se pude resolver en los

    trminos de un cierto placer que se le depara al individuo, pues ste es

    precisamente el centro de la alteracin, en tanto se disemina relativamente

    en la comunidad que la economa del trabajo haba suprimido y olvidado.

    No hay dudas de que el arte escribe Bataille- no tiene

    esencialmente el sentido de la fiesta; pero justamente, tanto en el arte

    como en la fiesta, siempre se le ha reservado una parte a lo que parece

    opuesto al regocijo y al agrado. El arte se liber finalmente del servicio a la

    religin, pero mantiene esa servidumbre con respecto al horror; permanece

    27Ibid., p. 51.

    28 Ibid., p. 53.

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    abierto a la representacin de lo que repugna.29 El exceso de la fiesta

    tiene, pues, el sentido de lo que repugna en la representacin, acaso no

    slo porque confronta al individuo con el abismo que lo desborda y amenaza

    con disolverlo, sino ante todo con lo que en l mismo lo excede, con el

    exceso que el hombre mismo es y que el individuo ha necesitado olvidar enmedio de los objetos, de lo cotidiano, de las funciones y las formas

    establecidas. En la niez al sujeto se abra a ese exceso que se manifestaba

    en el modo de la desconfianza respecto del ser30, no slo en el sentido de

    que acaso el mundo verdadero no era ste que veamos, sino incluso la

    sospecha radical respecto de que acaso no haba mundo. Entindase que no

    se trata de una mera conjetura metafsica, sino de un abismamiento que

    nace desde el propio sujeto, cuando lo que nos rodea parece estar no en

    lugar de otro mundo al que encubre, sino en lugar de nada. Slo unpequeo nmero entre nosotros, en medio de los grandes logros de esta

    sociedad, se demoran en su reaccin verdaderamente pueril, se preguntan

    todava ingenuamente qu hacen en el planeta y qu farsa les estn

    representando. Quieren descifrar el cielo o los cuadros, pasar atrs de los

    fondos de estrellas y las telas pintadas, y como chicos buscando las

    hendiduras de una cerca, intentan mirar a travs de las fallas de este

    mundo. Una de esas fallas es la cruel costumbre del sacrificio.31 Qu

    significa en este caso desconfiar? No fiarse del mundo, no fiarse de la

    cercana domstica de los objetos. Desconfiar es, pues, pesar; pero se trata

    de un pensar inslito, espensar demasiado, porque se piensa sin objeto. Se

    piensa sin asunto (por eso el nio se reserva sus sospechas), pero en el

    sentido de que se proyecta ms all de todo asunto. Se piensa ms all del

    mundo. De pronto no existe objeto que pueda satisfacer al pensamiento, no

    hay naturaleza que pueda territorializar a la subjetividad como individuo, y

    literalmente atarearla de cosas.

    El sacrificio nunca est en el comienzo, est despus de todo, como

    para reestablecer el comienzo indistinto de todas las cosas. En este sentido,

    29Elarte, ejercicio de crueldad, enLa felicidad, el erotismo y la literatura . Ensayos 1944-1961,

    Adriana HidalgoEditora, Buenos Aires, 2001, p. 118.30

    De nios, todolo hemossospechado: tal vez furamos, agitndonos extraamente bajo el cielo,

    vctimas de una trampa, de una farsa cuyosecretoalgn da descubriramos. () pero comoadultos

    poseemos este mundo, disponemos de lsinlmites, est hecho de objetos inteligibles y disponibles.

    () Enuna palabra, hemos dejado de desconfiar. Loc. Cit.31 Ibid., pp. 118-119.

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    podra decirse que la esencia del pensamiento es el sacrificio, el derroche, la

    fiesta de la destruccin del mundo. Porque pensar es empinarse ms all de

    donde termina el mundo, o simplemente es hacer terminar el mundo, verlo

    como escenografa (despus de todo). Pensar es desde un comienzo

    desconfiar o sospechar, pensar es no-saber, desorientarse y dirigirse conciertas preguntas ms all del coto de lo posible, en donde surgen las

    respuestas en general. El pensamiento riguroso, la firme resolucin de

    pensar, es ya un desfallecimiento.32 La nada viene con el pensamiento,

    como vaciamiento del universo entero, nihilizacin del ser dado, porque el

    lugar que requiere el pensamiento es todo el lugar. Quiere el pensar

    suprimir toda distancia entre el sujeto y el objeto, porque en la lectura de

    Bataille el sujeto no quiere simplemente disolver el ser en su propia

    subjetividad (esto es lo horroroso), sino suprimir la diferencia. El sujetoquiere ser. Entonces, entretanto, el pensamiento potencia a la subjetividad,

    arrojada al tedio de lo mismo sin fin. El cierto sentido, el sujeto est

    separado del ser precisamente por el pensamiento, que no pude dejar de

    abismarse, de anonadarse. Pensar es demasiado. El pensamiento que no se

    realiza sino como desconfianza, es pura prdida. Podra decirse que en

    Bataille no se echa en falta el ser por carecer de l, sino que ms bien se

    carece de ser, porque se lo echa en falta. En esto consiste el pensamiento

    La prisin estrecha del ser separado, el ser separado como un objeto, le

    provoca [al nio] una sensacin opuesta de farsa, de exilio, de chistosa

    conjuracin en su contra.33 Esta es una clave de ingreso en el problema de

    la nada en Bataille: el pensamiento del nio, porque no se atiene a los

    objetos, porque no est en un mundo allanado y disponible tcnicamente a

    su soberana de sujeto de trabajo. Podra decirse que el nio habita en un

    mundo intil, gratuito, de derroche, del gasto, y es precisamente la fuerza

    de su pensamiento la que lo hace aparecer as. El pensamiento puede vaciar

    el mundo y traer la nada. La nada en este sentido no es para Bataille la

    negacin de Dios en el universo (algo as como la idea de que no existe

    nada ms que), sino que es la negacin que consiste en que nunca haya

    existido nada (), lo que se le mostrara a la hormiga si se apartara de s,

    32Elno-saber, enLa felicidad, el erotismo y la literatura, p. 246. En cuantoala esfera del

    pensamiento, es el horror. S, es el mismo horror. Ibid., p. 245.33Elarte, ejercicio de crueldad, Ibid., p. 122.

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    cosa que no puede hacer y que mi imaginacin me puede representar. 34

    Bataille imagina el aterrador despertar para sde la mosca (pensemos el

    mosquito de la fbula nietzscheana), ficciona su propio despertar a la

    finitud: lo primero sera despertar al mundo, a la nada de mundo. Despierta

    en la desesperacin de estar en un mundo de cosas excesivas , porquenada termina en l.

    2. El cuerpo del deseo.

    La fuerza que en la mitologa azteca sirve al movimiento cosmolgico

    de la muerte y el renacimiento de la naturaleza, adquiere en la novela de

    Aridjis un carcter eminentemente sexual. La naturaleza deviene una

    gigantesca orga, y entonces la sexualidad desborda los lmites humanos de

    la representacin, los cuerpos en la finitud de su deseo, de sus amores ycortejos, parecen ser slo el medio que sirve a la realizacin de una fuerza

    sobrehumana: Me siento como si me hallara en el vientre de una vaca

    le confi el novio. () Es como estar, como te dir, en una boca abierta, en

    tu boca abierta, si tu boca tuviera el tamao del vientre de una vaca. () l

    pareca ms un comensal que un amante, ella ms una criatura devorable

    que una objeto amado. () Dando ojos a la mscara, Juan de Gngora vio

    el pene y la vagina en el interior de ella, las lenguas unidas en la boca de l,

    los esqueletos abrazados debajo de la carne.35 Este pasaje exhibe dos

    notas que caracterizan la puesta en escena del cuerpo humano en la orga

    cosmolgica: el apetito sexual como hambre y el verosmil de la danza

    macabra medieval.

    Los hombres no son sujetos de su sexualidad, lo cual significa que el

    deseo sexual no corresponde a una necesidad humana, no viene a

    satisfacer una carencia o una falta localizada en el individuo, sino que

    manifiesta ms bien una energa rizomtica que pas a a travs de los

    cuerpos, que los conecta entre s como mquinas deseantes. El deseo no es

    humano. Ciertos pasajes sugieren narrativamente la idea de que criaturas

    fantsticas (fruto de una imaginacin que combina mitologa y ciencias

    34Elno-saber, Ibid., p. 250.35

    Ibd., p. 153. Unasituacin inversase describe al trmino de la primera parte de El ltimo Adn: S,

    ahora han cerradolosojos yasin prpados;se aprietan enun besosinlabios;se entregan totalmente as

    mismos, parasentirse enlosucesivo, tal vez, slo en elser. Inme0rsos enunsueo incorpreo en elque

    la carne no esotra cosaque una tristezaorgnica, que un despojo en el paisaje yerto. S, descarnadoslos

    cuerpos, sloqueda elamor. Op. cit., p. 17.

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    se proponan a las mujeres que encontraban en su camino y quer an

    arrastrarlas hacia las ruinas para hacerles clamor. Pero la cpula era

    irrealizable. Por ms que se montaban sobre sus grupas y las sujetaban de

    las orejas, no lograban introducirse en su interior.38 En este descontrol

    emerge el cuerpo humano como instrumento fallado del deseo, como si lasede del deseo no fuera ya el cuerpo, pues se ha roto el equilibrio que haca

    posible el deseo dentro de los lmites y la retrica del cuerpo. Ha sido

    aniquilada toda gracia del sujeto.

    Ms an, podra decirse que el cuerpo mismo aparece como retrica

    del deseo desbordante, y sera sta otra manera de leer lo que se denomina

    la insubordinacin del significante (y que en tal insubordinacin emerge

    precisamente alterando el cuerpo del signo). El cuerpo como disfraz, hecho

    de jirones, de restos, de lo que queda o de lo que apenas pudo llegar a ser,el cuerpo de los sobrevivientes: Por la calle de Moneda venan soldados

    espaoles, remedos fantasmales de aquellos que participaron en la

    conquista de Mxico. Venan viejos, cojos, mancos, con las armaduras

    melladas, las espadas rotas, las caras calavricas. En la noche se

    arremetan unos a otros, se hendan el corpazo espectral, se recomponan y

    tornaban a herirse, vctimas de una violencia recurrente.39 El disfraz

    comparece en escena como el cuerpo del cuerpo, esto es, que haca posible

    la aparicin del cuerpo, pero que ahora ha devenido resto. Porque la

    corriente del deseo ha estallado (como el torrente en una caera), y los

    cuerpos parecen entonces intiles prtesis que sirvie ron no slo al deseo

    como placentero instrumento de realizacin, sino al mismo sujeto que en

    ese cuerpo se reconoca como soberano de su deseo, en cuanto que dueo

    de su cuerpo. Pero la carnavalizacin dice que el deseo no tiene dueo, que

    el cuerpo no es de uno, y que la realidad metafsica de ideas tales como

    sujeto, conciencia, ser, no es sino el efecto de un cuerpo disimulado por la

    gracia de los modales gobernados por el sentido. Por qu el cuerpo, su

    gravedad, su peso inercial, su organismo, se restan al espesor retrico de

    las apariencias, como una realidad irreductible? El tzitzmitl[desafiado por

    Bernarda] se desvisti. Se quit la tilma, el maxtlatl, los huaraches, las

    patas. Se qued desjarretado, casi transparente. Exhibi su cuerpo lleno de

    38Ibd., p. 172.

    39 Ibd., p. 169.

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    desfiguraciones, mutilaciones, cicatrices. Cuando se hubo despojado de las

    caderas, el pecho, los ojos, la cabeza, no hubo nada.40 En una primera

    lectura se podra concluir de este pasaje que el cuerpo no es una realidad

    irreductible, sino que tiene la misma levedad del ropaje. Pero lo que aquel

    pasaje sugiere es ms bien que el cuerpo es precisamente el lmite de estemundo, que no hay conciencia ms all del cuerpo, porque despojarse del

    cuerpo es despojarse del mundo. Entonces, en la carnavalizacin del mundo

    (del tiempo oficial), el cuerpo tiene un protagonismo central porque se trata

    precisamente de actuar los lmites del mundo , desde donde ste deviene

    escenografa, remedo, recurso en cierto modo insuficiente, y la exhibicin

    grotesca del cuerpo corresponde a ese efecto buscado.

    Lo anterior se contrapone en cierto modo al cuerpo apariencial

    barroco. En efecto, en el carnaval barroco como recurso de la narrativahispanoamericana se reduce la diferencia temporal que hace posible la

    idea misma de historia (cuya matriz es la historia universal europea),

    ingresando todos los protagonistas en un mismo presente absoluto. El

    resultado es muy interesante, a la vez que curioso, pues responde a una

    lgica que parece estar ms all del propio motivo narrativo: suprimida la

    distancia entre las pocas, porque se ha llegado al final, los protagonistas

    de la historia devienen personajes. El advenimiento del final, no como

    desenlace, sino como trmino temporal e la historia (por ende, como

    interrupcin) contradice la naturaleza misma del presente y por lo tanto

    produce necesariamente una catstrofe en el curso ya acontecido de la

    historia. Ingresando en el tiempo vaco del puro curso cronolgico de los

    hechos, se disuelven las jornadas del sentido y ahora, expuestos en la

    intemperie de una escena sin guin, sus identidades han devenido ropajes,

    el cuerpo se hace uno con la identidad retrica del disfraz. El cuerpo es el

    disfraz, el rostro es la mscara.41

    El cuerpo desnudo es el cuerpo exhibiendo sus cicatrices y

    desfiguraciones, es el cuerpo como desvo, como inclinacin desde la gracia;

    40Ibd., p. 173.

    41El bosque parece seruna calle principalala hora de laafluencia, una terminal del metro, un estadio

    durante un juego y un carnavalal mismo tiempo. () En elgento desfilala historia y el hombre comn:

    Cristbal Coln, Dante Alighieri, Hernn Corts y La Malinche, William Shakespeare y Miguel de

    Cervantes () los hijos de la Coatlicue y vendedores callejeros, sacerdotes, locutores, elPie y la Mano.

    Espectculo del Ao Dos mil, enGran teatro del fin del mundo, Fondo de CulturaEconmica, Mxico,

    1994., p. 11.

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    esto es el cuerpo neobarroco: el cuerpo exhibiendo el peso invalidante de la

    retrica que lo constituye. El cuerpo como ruina, como resto de un

    agotamiento total, como festiva decadenc ia: Las carlotas, bailarinas

    septuagenarias, celebraban un aniversario ms de doa margarita Mendoza,

    la Miss Mxico de las Piernas de Oro de 1992.42

    En efecto, toda la novelapuede ser leda en clave carnavalesca, en el sentido de que el rostro

    grotesco y, a ratos, obsceno, de la decadencia corresponde a una esttica

    de lo secular abandonado a sus propias fuerzas. Perdido todo sentido

    trascendente, los significantes envejecen de puro cuerpo, y entonces,

    cados desde la gloria, permanecen como la ruina de un presente que nunca

    volver a ser un hoy. El cuerpo como significante decadente deviene

    necesariamente espectculo, porque deviene pura apariencia, apariencia

    desnuda. Es clave comprender que el cuerpo neobarroco es lo otro que lanaturaleza del cuerpo glorioso desnudo, que el cuerpo glorioso (pleno de

    fuerza y belleza) es un cuerpo vestido, y que, por lo tanto, en el cuerpo

    neobarroco la naturaleza se ha retirado, dejando en su lugar el espectculo

    de una obra de grosera sofisticacin: Volvi la msica de la orquesta, y la

    bailarina, con las piernas delanteras y traseras abiertas, se meci igual que

    si fuera a sentarse en el aire. Un chalequillo negro, atado con correas, le

    sujetaban los pechos. Su cara era una mscara. / () la bailarina de cuatro

    piernas, de espaldas al pblico, mostr sus hombros anchos, sus caderas

    enormes. Frente a Juan de Gngora se quit la mscara, le ense su cara

    de virgen barbuda.43

    Slo el mundo puede territorializar el pensamiento, porque el objeto

    en general es la determinacin del pensamiento, le da un mundo en donde

    hallarse. En esto consiste en entendimiento, el pensar que ha devenido

    saber, conocimiento. Que ha establecido la distancia, la separacin entre el

    sujeto y el objeto como condicin del dominio del mundo por parte del

    sujeto.

    La filosofa anterior a Hegel ha pretendido acotar el pensamiento

    desde s mismo; ha concebido la posibilidad de la determinacin del ser y

    al mismo pensamiento- como algo que le pertenece a la razn como

    42La leyenda de los soles, p. 74,

    43 Ibd., pp. 82-83.

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    sistema. Como si la finitud estuviese inscrita en el pensar mismo, en su

    relacin a la sensibilidad. La finitud es la separacin del sujeto y el objeto. Y

    podra decirse que Kant solucion los problemas que tal separacin

    implicaba (la relacin con lo trascendente como tal) con la idea de lo

    trascendental. Es decir, las relaciones a priori entre la razn y el sersolucionan la separacin sin suprimirla (porque la Cosa en s no es la

    alteridad radical).

    Bataille ve en la dialctica un movimiento de superacin sin

    supresin, y declara: no oculto que soy ms que cualquier otra cosa y sin

    serlo de cabo a rabo, un hegeliano.44 La dialctica es la lgica de la

    nihilizacin del ser dado, porque la subjetividad no permanece igual a s

    misma despus de la autoconciencia del fundamento de sus posiciones. La

    dialctica describe el movimiento histrico de la subjetividad comoconciencia que deviene autoconciencia. Esto significa que la autoconciencia

    no es pura negacin o nihilizacin de lo que hasta ahora operaba como

    fundamento de la relacin de la conciencia y el mundo, sino que tal figura

    superada es conservada, lo cual consiste en que la conciencia no vuelve

    simplemente a un estado anterior (por ejemplo, de ignorancia o de

    ingenuidad), sino que desarrolla una lucidez progresiva. Tal es su

    expansin (como espritu), hasta coincidir con los lmites del mundo. Este

    es el desenlace que interno del movimiento de la conciencia.

    44Discusin sobre elpecado, p. 75.

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    3. De la piedad.

    El sentido del Miserere es la piedad. Lo encontramos en el salmo

    bblico nmero 50 del Antiguo Testamento, escrito por David (luego de ser

    reprendido por cometer adulterio con Betsab) bajo el ttulo: Oh Dios, ten

    compasin de m. Por tu amor, oh Dios, ten compasin de m; por tu gran

    ternura, borra mis culpas. Lvame de mi maldad! Lmpiame de mi pecado!

    () En verdad, soy malo desde que nac; soy pecador desde el seno de mi

    madre. () No me apartes de tu presencia ni me quites tu santo espritu.

    Hazme sentir de nuevo el gozo de tu salvacin; sostenme con tu espritu

    generoso, para que yo ensee a los rebeldes tus caminos y los pecadores

    vuelvan a ti. El miserere comienza por asumir la indignidad del hombre,

    incapaz de sostenerse en la existencia sin el auxilio del espritu. En este

    sentido, el hombre pide compasin simplemente desde la fe en Dios, sino

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    ms bien desde la imposibilidad de no creer, en aqul que ha descendido a

    la materialidad de una existencia banal, desolada.

    No sera descaminado entonces considerar que el miserere es

    tambin un tipo de conciencia, la que resulta de un despertaren medio del

    abandono y la devastacin, una conciencia que nace de la culpa perotambin de la prdida, de una experien cia lmite que consiste en

    encontrarse abandonado. El miserere es, pues, la fe del desesperado, que

    no corresponde simplemente a la creencia del devoto y obediente; es una

    peculiar experiencia de la materia de la existencia antes que de la presencia

    de Dios en la tierra.

    La fatalidad penetra la materia de tal manera que slo queda la

    esperanza. Por lo tanto, la esperanza (precisamente en el sentido de que es

    lo ltimo que se pierde, es decir, algo que slo se pierde con la vidamisma) no es aqu una virtud, no es una cualidad del sujeto, no es algo que

    nace de la voluntad, la esperanza es aqu, sumido en el fondo, una pasin.

    Por esto decimos que el miserere es la esperanza del desesperado.

    Es una peculiar experiencia de la propia singularidad, la de indi viduo

    que ha cado desde la humanidad, mas no en el sentido del ser arrojado en

    la existencia, en medio de avatares y contingencias, sino ms bien que

    cado al fondo de la misma. Esto es muy importante para comprender el

    verdadero sentido del miserere. En efecto, quien pide compasin aqu no es

    aqul que a quien la vida lo ha maltratado, sino ms bien aqul que haba

    olvidado y que se encuentra ahora, como de repente, sumido en la ms

    brutal soledad. El sujeto del miserere no es Job puesto aprueba por Dios,

    apostando contra el diablo, sino aqul que fracas, que ha cado por lo

    tanto por debajo de la gracia de la providencia.

    El miserere implora a un Dios que no necesariamente escucha, pues,

    en efecto, no se trata de un dilogo, sino de una oracin desde la

    indignidad. La desesperacin, la culpa, la des-gracia han empujado al

    hombre hacia el lenguaje, contra el lenguaje, de modo que ahora el hombre

    no se comunica, sino que ms bien se expresa. Detengmonos un momento

    en esto para aproximarnos a entender la relacin entre el miserere y la

    representacin.

    El sentido del miserere no se sostiene si no es por la indignidad de

    una existencia que por definicin resiste la trascendencia total.

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    Originalmente, el miserere es anterior a la encarnacin de Dios, ste no ha

    pasado por la pasin de ser hombre. La encarnacin de Dios en la figura de

    Cristo dar nuevas formas expresivas al miserere, porque en cierto sentido

    es Dios mismo quien ha descendido a la materia y se ha hecho crucificar.

    Dios sufre, ha ingresado en la pattica de la existencia humana, y as haingresado en una dimensin que es en principio representable. A diferencia

    de lo que ocurre en el arte clsico, aqu es lo emprico mismo lo que opera

    como patrn de la representacin: Dios ha sido afectado. Pero el sentido de

    este sufrimiento de Dios es la redencin de los hombres (de la humanidad

    en su universalidad), y por lo tanto al encarnarse Dios se ha hecho

    representacin. Cristo en la cruz es Cristo en la representacin. En sentido

    estricto, el asunto de la representacin es la interioridad, cuenta con ella y a

    ella se dirige para hacerla ms intensa. En esto consiste propiamente latarea del artista en occidente, orientado a provocar en su destinatario un

    comportamiento subjetivo (conmoverse, interpretar, reflexionar, etc.).

    Slo que la interioridad cristiana de la redencin se constituye por el dolor,

    por lo que es necesario representar el cuerpo supliciado, sin embargo de lo

    que se trata, como ya lo hemos sealado, es de la escena de la interiori dad

    que se constituye al hacer la experiencia de la negatividad de la existencia.

    La interioridad cristiana requiere de lo escnico porque es una interioridad

    que surge de la agonstica. En este sentido es posible pensar que la

    representacin, avocndose en principio a lo aparente de la exterioridad

    corporal, tiene con la interioridad una relacin esencial, en la medida en que

    la interioridad tiene una relacin esencial con el dolor como instancia de su

    constitucin. Es lo esencial del dolor en el cristianismo lo que determina el

    momento tambin esencial del arte en el cristianismo.

    La cruz es por lo tanto lenguaje, es ante todo un signo. Pero se trata

    a la vez de un signo cuyo significado absoluto, desmesurado, misterioso,

    contrasta en cierto modo con la simpleza constructiva del signo, con la

    economa del signo que exhibe ejemplarmente la cruz en nuestra cultura. El

    cuerpo crucificado es el cuerpo sometido a la economa del signo (como

    sometimiento a la materia), la que sin embargo tiene como rendimiento una

    mxima expresividad. Esto requiere que el cuerpo permanezca en la cruz y

    en esa persistencia la trascendencia, como un misterio, penetra en el

  • 8/8/2019 Laidea de Transgresion en Bataille

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    mundo. Jess estar en agona hasta el fin del mundo se titula

    precisamente uno de los grabados de Rouault.

    El hombre torturado en su existencia clama piedad a un Dios que lo

    ha desatendido en el sufrimiento, porque el sufrimiento es aqu un

    fenmeno exclusivamente humano.