LADRILLOS DE SAL

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UNIVERSIDAD UNIACC / PET Sistemas Constructivos e Instalaciones Complejas / Alfredo Iturriaga LADRILLOS DE SAL Alumnos: Daniel Álvarez + Francisco Ojeda + Felipe Sandoval

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UNIVERSIDAD UNIACC / PETSistemas Constructivos e Instalaciones Complejas / Alfredo Iturriaga

LADRILLOS DE SAL

Alumnos: Daniel Álvarez + Francisco Ojeda + Felipe Sandoval

La sal que todos percibimos como un ingrediente cotidiano e insustituible de nuestra mesa ha tenido a lo largo del discurrir de los siglos una connotación mística y espiritual. Para los alquimistas significó en la antigüedad un símbolo de pureza e incorruptibilidad. En el cristianismo constituyó un mecanismo para la unión de Dios y su pueblo, en ocasiones se ha manifestado como el brazo ejecutor de la justicia divina, por todos es conocida la historia bíblica de Lot. Cuando este huyó de Sodoma y Gomorra con su mujer y sus hijas Dios les dijo que no mirasen hacia atras por que se convertirian es estatuas de sal, su mujer no resistió la curiosidad, miro para atrás y quedó petrificada bajo un manto de de sal.

En Europa, la antigua diosa lituana Gabija, era considerada como “la Señora del Fuego Sagrado” y le era ofrecida sal que se esparcía sobre los fuegos prendidos para adorarla. Este ritual pretendía devolverle a la Diosa una parte de la sabiduría y fuerza que ella ofrecía a los seres humanos. Así desde algunos ritos sintoístas, los incansables nómadas sadhus indios a Paracelso o los sherpas del Himalaya han dotado a este mineral de un componente purificador y liberador del alma. Un símbolo de redención. No extraña por tanto que algunos de los espectáculos naturales más sobrecogedores que ofrece el planeta tierra lo conformen las grandes salinas. La gran cordillera de los Andes esconde algunos de los más espectaculares de estos océanos blancos. Entre todos ellos uno brilla con fuerza, el Salar de Uyuni en Bolivia.

Oculto durante años al omnipresente ojo catalogador de Occidente la tranquilidad parece haberse acabado para la región de Uyuni. Mo-chileros curiosos como sabuesos en busca del último paraíso escondido, grandes empresas multinacionales que codician el litio boliviano para la industria electrónica, funcionarios del gobierno de Evo Morales que ven en este oro blanco la oportunidad de desterrar la miseria de Bolivia, belicosos indígenas cultivadores de Quinua, una legión de tour operadores… Uyuni y su Salar están últimamente por diversas ra-zones en primera plana del panorama mediático internacional. A pesar de ello pasear unas horas por la devastadora blancura de sus 12.000 kilómetros cuadrados continúa siendo una de las experiencia más impactantes que puede ofrecer ese cofre de las maravillas que es Bolivia.

Situada a cerca de 3.700 metros de altitud, Uyuni constituye una de las regiones más deprimidas de Bolivia, sus pocos habitantes perteneci-entes a la etnia quechua sobreviven gracias al cultivo de la quinua (cereal básico en la dieta boliviana) y a la explosión que ha vivido en la región el turismo durante los últimos años. Situado al Oeste de Uyuni el Salar se extiende como una inmensa planicie de un blanco cegador, un escenario polar en el centro de Bolivia. Mientras los jeeps lo cruzan a toda velocidad el boquiabierto viajero contempla una sucesión de escenarios irreales como la isla Inkawasi, una formación volcánica repleta de gigantescos cactus que se yergue como una nave fantasmal en pleno corazón del Salar. Lagunas de colores imposibles, desiertos volcánicos esculpidos por la erosión del discurrir de millares de años. Uyuni muestra generoso todas sus galas a todo aquel que pueda soportar unos días de incesante traqueteo y dolor de espalda.

En un ambiente tan repleto de hostilidad la arquitectura se muestra una vez más como un milagro. Uno de los principales atractivos de visitar el Salar es pasar una noche en el denominado Hotel de Sal. Iniciativa turística de gran originalidad creada para explotar al máximo las mara-villas turísticas de la región venciendo sus durísimas condiciones.En él todo está compuesto de sal; muros, pilares, su interior también sillas, mesas, tan sólo el techo es de paja. Como un palacio encantado, el edificio remite a novelas de Tolkien o C.S Lewis, paisajes polares que en algún momento han poblado todos nuestros sueños infantiles habitados por brujas malvadas, o príncipes hechizados que se transforman en osos polares.

El hotel fue construido en 1993 por un pequeño comerciante dedicado a la extracción de sal que observó como iba incrementándose el número de turistas que llegaba hasta ese alejado lugar. El procedimiento de construcción es simple, los bloque de sal han sido cortados en pequeños bloques a semejanza del tronco de un árbol, también como los troncos de los árboles cuando se abren los bloques de sal puede observar como ha sido el año anterior si de lluvia o sequía . Las paredes están hechas de bloques de sal pegados con un cemento hecho también usando sal y agua. Durante las estaciones lluviosas, las paredes se refuerzan con nuevos bloques. Los cimientos están reforzados con capas de hormigón al igual que algunos pilares que sostienen el edificio. Una maravilla de la arquitectura digna de visitar, un palacio de sal en las entrañas de un inmenso oceano blanco llamado Uyuni.