Labastida Munnoz - Grandeza Indio Americano

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  • 1Cuadernos del Archivo Histrico Universitario

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  • 3GOBIERNO DEL ESTADO DE PUEBLABENEMRITA UNIVERSIDAD AUTNOMA DE PUEBLA

    CUADERNOS DEL ARCHIVO HISTRICO UNIVERSITARIO

    LA GRANDEZA DEL INDIOMEXICANO

    a travs de Palafox y Mendozay Granados y Glvez

    HORACIO LABASTIDAMUOZ

  • 4 Benemrita Universidad Autnoma de PueblaArchivo Histrico Universitario

    4 Sur 104Centro HistricoTel: 2327479e-mail: [email protected]

    Impreso y hecho en MxicoPrinted and made in Mexico

    Gobernador Constitucional del Estado de Puebla,Melquiades Morales Flores

    Rector de la Benemrita Universidad Autnoma de Puebla,Enrique Doger Guerrero

    Director del Archivo Histrico Universitario,Alfonso Yez Delgado

    Fotografa de portada: Boletn Informativo de la Causa de la beatificacin ycanonizacin de la Venerable M. Dolores Medina (1860-1925), fundadorade las Hijas de la Pasin de Jesucristo y de Mara Dolorosa (Pasionistas).

  • 5INTRODUCCIN

    En el marco de la Biblioteca Mexicana de Escritores Polticos,editada por la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, hicepublicar dos obras que considero de enorme importancia parala cultura de nuestro pas, prologndolas a fin de exaltar susmuchas y excelentes aportaciones al enjuiciamiento crtico dela poltica real de los austrias y borbones espaoles en el mundovirreinal.

    Juan de Palafox y Medoza naci cuando reinaba enEspaa Felipe III (1598-1621) y muri en la poca de FelipeIV (1621-1665), fue durante su madurez, luego de sufrir unaincitante y pecadora juventud semejante a la que tanto angustia San Agustn, cuando redact las obras que forman su bibliotecaen las ediciones conocidas, la madrilea de 1762, a cargo deGabriel Ramrez y al cuidado de los carmelitas descalzos, y latambin madrilea (1659-1671), impresa por Pablo de Val, M.Alegre, Mara Quiones y Bernardo de Villadiego, entre lascuales obras contbanse dos muy sealadas el Manual de losestados y profesiones, que ofrece dictmenes al Alma de lasocuapaciones polticas de efta miferable vida; porque las luzesde la perfona no fe hallen fin inftruccin en los oficios, y elnotable texto De la naturaleza del indio, informe que el Vene-rable envi a Felipe IV, exaltando la dignidad de los nativos, suprudencia y talentos agudos, as como la excelsitud de lascualidades espirituales aborgenes reconocidas y defendidasdesde el siglo XVI por el nclito obispo chiapaneco Bartolom delas Casas (1474-1566); y precisamente estos son los libros del

  • 6Venerable que publiqu y comento en la ya mencionadaBiblioteca, segn las versiones que constan, del Manual delos estados y profesiones, en el tomo VII de la edicin dePablo de Val y otros, y en el tomo X de la publicacin de GabrielRamrez.

    La otra obra fue redactada por Jos Joaqun Granados yGlvez, lleva el largo ttulo de Tardes Americanas. Gobiernogentil y catlico: Breve y particular noticia de toda la historiaIndiana: Sucesos, casos notables, y cosas ignoradas, desdela entrada de la Gran Nacin Tolteca a esta tierra de Anhuac,hasta los presentes tiempos, segn las reflexiones que un indio yun espaol intercambian en los trminos que el sealado autoranota en el libro impreso por Felipe Ziga y Ontiveros hacia 1778,en la ciudad de Mxico. El dicho dilogo del indio y el espaolregistrado en 17 captulos llamados Tardes, apologticos y exaltantes,da cuenta de la noble ndole de los pueblos colonizados junto con lasoberbia cultura que forjaron en los siglos prehispnicos. Poco sesabe de Granados y Glvez: vio la luz primera en un villorrio mala-gueo (junio de 1734) bajo el reinado de Felipe V (1724-1746), ymuri al transcurrir las postrimeras de 1765, en la haciendaduranguea de Dolores, circundado por la atmsfera innovadoraque difunda Carlos III (1759-1788), en Espaa y sus dominios.Fue obispo de Sonora durante casi seis aos y su fallecimientoocurri al dejar esta dicesis para ocupar la de Durango, a dondenunca lleg. Casi todo lo conocido del autor de Tardes Americanasaparece en las noticias sobre los estados de Sonora, Sinaloa yDurango, escritas por Vicente de P. Andrade, y en la clebreBiblioteca Hispano-Americana Septentrional (1819), de MarianoBeristin y Souza.

    La injusticia con que fueron tratados los pueblos queconquist Hernn Corts y colonizaron los reyes castellanos,fue denunciada vigorosamente y sin temor alguno en los tressiglos de la Colonia. Fray Bartolom de las Casas (1474-1566)

  • 7lo hizo en el siglo XVI al entregar al mundo su Brevsima Relacinde la Destruccin de las Indias (1522); y en los siglos XVII yXVIII lo consumaron Palafox y Mendoza y Jos Granados y Glvez,de acuerdo con lo explicado antes. Ahora bien, como los tratosdiscriminatorios y cruentos han persistido y hasta la fecha hiereny turban a las comunidades ndigenas, excepto en el periodo dela administracin (1934-1940) del presidente Lzaro Crdenas,resulta obvio que los estudios del obispo de Puebla y del quefuera titular de la dicesis sonorense sean indispensables en nuestrotiempo si se desea comprender en su plena connotacin el perfilredentor del Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional (EZLN), yel movimiento que a partir del 1 de enero de 1994 ha desenmas-carado al presidencialismo autoritario civilista instituido duranteel gobierno de Miguel Alemn Valds (1946-1952). Se confirmaque no siempre los tiempos histricos coinciden con la cronologa,pues el humanismo liberador de aquellos ilustres obispos essustancialmente idntico al que en nuestros das enarbol el hastahace poco tiempo obispo chiapaneco Samuel Ruiz Garca,entrelazamiento ideolgico y humanista florecido igualmente enlos acuerdos sobre derechos indgenas y respeto a sus culturas,suscritos por el gobierno de la Repblica y el EZLN. Estas culturasy esos derechos fueron los defendidos por De las Casas, Palafoxy Mendoza y Granados y Glvez frente a la indiferencia y lastorpezas de las autoridades hispanas.

    Al entregar a la Benemrita Universidad Autnoma dePuebla, para su publicacin y debidamente revisadas, lasmeditaciones que escrib sobre Palafox y Granados, tengo laesperanza y el ardiente deseo de que tales textos provoquen enlos lectores una vehemente curiosidad por consultar directa-mente Las Virtudes del Indio y las Tardes Americanas: dosobras ricas en sabias enseanzas para mejor entender nuestraactual realidad social y uno de los grandes y vivos problemasnacionales, el indgena.

  • 8Sera imperdonable no mostrar mi gratitud a Jess Mrquezy Alfonso Yez, dos distinguidos miembros de la comunidaduniversitaria poblana. La dedicacin y persistencia de Yez meoblig a encontrar el tiempo necesario a la preparacin del presentetexto; y debo a Mrquez su valiossimo empeo en revisar ypreparar la publicacin que escrib sobre Palafox y Mendoza yGranados y Glvez. Otros antiguos discpulos en mis cursos deFilosofa del Derecho, hoy prominentes catedrticos en la univer-sidad, me insistieron en diversas ocasiones sobre la necesidad deeditar los trabajos que ahora presento al pblico; para ellos tambinmis profundos agradecimientos.

    Octubre de 2000

  • 9CAPTULO I

    JUAN DE PALAFOX Y MENDOZA

    Naci Juan de Palafox y Mendoza con el siglo, en 24 de juniode 1600, arrullado en las aguas sulfurosas de la pequesimavilla de Fitero, en cuna intencionalmente escondida por lasvergenzas de su bella, seductora, apuesta e inteligente madrequiz Isabel de nombre, cuya zaragozana dignidad acredi-taran los apelativos de Casa Nate y De Espes, con hidalguasbien reconocidas en aquellos aires aragoneses. Probablementeviuda, segn la referencia de Genaro Garca,1 treintaera yprogenitora de dos hijas legtimas cuando las flechas de Cupidola entregaron, en dulce himeneo, al hermano de Francisco dePalafox, primer marqus de Ariza por voluntad de Felipe III, eltemeroso sucesor de la grandeza de Carlos, de Gante, y FelipeII, el escorialense. Martn e Isabel fueron los padres de lainfortunada viuda, atormentada por culpas y arrepentimientoshasta en su refugio de las Carmelitas Descalzas, en la propiaZaragoza, hacia 1602, donde como

    Ana de la Madre de Dios..., muy pronto su vida ejemplar leconquist los puestos de Maestra Novicias y de Superiora;ms tarde fue Priora del monasterio de San Jos de Zaragoza yfund el de Santa Teresa de Jess ah mismo. Dio el alma a Dios,el jueves 25 de febrero de 1638, despus de haber castigado supasada flaqueza con 36 aos de una vida muy penitente.2

    1 Don Juan de Palafox y Mendoza. Librera de Bouret, Mxico, 1918, p. 13.2 Ibidem, p. 19.

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    Debi su bastarda Juan de Palafox y Mendoza a losmpetus de Pedro Jaime, el ya referido hermano del marqusde Ariza, quien por cierto, poco vivi con el ttulo, ostentadoluego por Pedro Jaime como segundo marqus de Ariza. Tuvotres vstagos, un varn, nacido en 1613, y dos agraciadas hijas.Ni atractivos de nobleza, ni los patrimoniales, unieron a PedroJaime e Isabel (?): slo el amor explica y justifica las cosas, apesar de los prejuicios, la estrechez religiosa y la crueldad delos remordimientos; y por esto trense a cuento, para la mejorcomprensin del alma humana y sus inclinaciones, las considera-ciones eruditas de Santos Lpez Pelegrn sobre los caprichosdel hijo de Afrodita, a saber:

    Hesiodo le llama hijo del Caos y de la Tierra; Simnedes, deMarte y Venus y de Celo; Sneca, de Venus y Vulcano. Segnotros la noche puso un huevo, le acloc bajo sus negras alasy el amor sali del huevo y despleg sus alas doradas a travsdel mundo naciente. Cicern dice que el amor era hijo de Jpitery de Venus, y Cupido de la noche y de Erebo. Los griegosestablecen tambin diferencia entre cupido y el amor. Al primerole llaman Imeros, Cupido; y al segundo Eros, Amor. El unodulce y moderado; el otro arrebatado y violento. A cupido sele representa bajo la forma de un nio atado, los ojos vendados,alijaba llena de flechas encendidas, un arco en la mano y algunasveces una antorcha. Se le atribuye un carcter maligno y cruel,y aunque nio, pasa por el ms poderoso de todos los dioses:se dice que reina en todos los corazones, que con una sonrisada la paz o la guerra, que se alegra de los males que causa, yque huella con sus pies las armas, los cetros y las coronas...3

    Quiz por su carcter, diramos que Cupido y no Eros, gemelosinseparables, fue el castigado por Afrodita al perder a Psiquisamor del amor, inmortalizada por Zeus en alada visin3 Panlxico, Vocabulario de la Fbula. Imprenta y Libreras de don IgnacioBoix, Madrid, 1845, p. 100.

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    mitolgica; pero en estas fantasas gurdanse certezas inevita-bles; quin no sabe que Eros es hijo de la Tierra, conforme aHesiodo, y tan poderoso que todo lo vence por ser la nicafuerza capaz de purgar a la hasta ahora inevitable muerte?Uno y otro, Cupido y Eros juntronse en el amor de Isabel yPedro Jaime. La pasin de la tierra eludi el pecado, en elBeato sin trono de santo en la capilla catedralicia que Osmaedific a su clebre obispo. En la Descripcin Histrica delObispado de Osma, que tan acusiosamente form Juan Lope-rrez Corvaln4 aparece la respectiva Cdula Real y sus tr-minos siguientes:

    Cdula del Sr. Rey D. Carlos III despachada en Madrid a 10 deDiciembre de 1781, por la que admite bajo su Real proteccin ypatronato instancia de su Confesor el Ilmo. D. Fr. Joaqun deEleta. Arzobispo de Tebas, la Capilla que se haba construdoen la Iglesia Catedral de Osma para colocar en ella el cuerpodel Venerable Don Juan de Palafox y Mendoza, luego quellege el caso de su Beatificacin, y asimismo la Nave, y adya-cente la misma Capilla. Se halla original en el Archivo de laSecretara del Real Patronato de Castilla.5

    Cdula esta que no deja de asombrar si tinese en cuenta quelos procedimientos de canonizacin del Venerable incoronse condecreto de la Sagrada Congregacin, en 11 de agosto de 1691,con anuencia de Su Santidad para que se pudiese tratar de lasignatura de la Comisin de la Causa, antes de pasar al Decenio,desde el da en que se haba hecho demostracin de el Pro-ceso,6 de acuerdo con las grandes virtudes, fama de santidad

    4 Imprenta Real, Madrid, 1788, reeditada en facsmil por Turner, Madrid,1978, nm. CCXI.5 Ibidem, t. III, pp. 505-510.6 Sosa, Francisco. El Episcopado Mexicano, Editores Hesiquio Iriarte y SantiagoHernndez, Mxico, 1887, pp. 92-93.

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    y milagros de tan maravilloso prelado...,7 y por cuanto quenumerosos organismos y altos dignatarios de la iglesia, el gobiernoy la sociedad juzgaron que urga la recoleccin de las informa-ciones necesarias, en Puebla y Osma, del expediente de santidad.Setenta aos despus, hacia 1761, en ocho pginas de tipo folioexpedirase el Decretum beatificationis de Juan Palafox yMendoza, publicado en Madrid y otra vez objetado por el abogadodel diablo, segn consta en la diligencias, hasta el presente, sinperjuicio de la confirmacin de beatitud, fechada en 16 deseptiembre de 1767, por virtud de la cual Palafox y Mendozaescal las alturas de la venerabilidad. No es lo mismo vener-able, beato o santo. Ttulo es el primero que se da a personas deconocida virtud; a los esclesisticos constituidos en dignidad; y alas personas muertas en olor de santidad, particularmente sihan obtenido este honor por decreto pontificio, como son aquellascuyas causas de canonizacin son admitidas en Roma; beatitudes el goce de los escogidos en el cielo por su unin con Dios; ypor ltimo, santo es quien recibe de la Iglesia el honor de losaltares y el culto pblico en toda la cristianidad; el beato, encambio, tiene culto limitado en ciertas iglesias, comunidades olugares.8 Hasta hoy, casi 300 aos despus de las informacionesprimas, no ocupa solio de santidad el beato de Fitero en la ciudadde Dios.

    Las vergenzas de Isabel (?) disimularon el alumbramientode Palafox y Mendoza en al antigua y mencionada villa deNavarra. En fuentes azufrosas, recomendadas por sus mgicosalivios, ocultarase su ausencia del solar zaragozano y el yainminente parto del fruto del amor. Naci pues, el Venerable, ensitio ajeno, de madre arrepentida y padre cauteloso, arrojado alfurioso cerbero, del que milagrosamente escap al no cumplirse

    7 Ibidem.8 Esta cita y las anteriores en Bernardo Sala, Manual de Erudicin Sagrada yEclesistica. Diccionario, Imprenta de Pablo Rieda, Barcelona, 1858.

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    mandamiento filicida.9 En el prlogo a Ideas Polticas de JuanPalafox y Mendoza, Jos Rojas Garcidueas apret la primeraluz del Venerable en contados renglones que no podran omitirseahora.

    A punto estuvo de morir el recin nacido, sacrificado en arasde esa honra, mximo valor en la vida social de la poca, tanvinculada a la conducta sexual femenina, precisamente por elambiente de represiones e inhibiciones que daba el tono y lanorma en el vivir espaol de los siglos de oro.10

    Y siguiendo muy probablemente el texto de Francisco Sosa11resea la intervencin milagrosa de Pedro y Mara Navarro alrecobrar, al nio, de los brazos de la moza que lo lanzara, porinstrucciones maternas, a las aguas del ro. Acogironle, los Navarro,como hijo propio hasta los diez aos, edad en la que fue reconocidopor sus padres: ella, desde su atricin conventual; y, l, msdesembozado, como marqus de Ariza. Cambiara entonces en el

    9 En su ya citado Panlxico (Ibidem, p. 165), Lpez Pelegrn anota que el infiernoes lugar subterrneo, a donde iban las almas a ser juzgadas por Minos, Eaco yRadamento. Plutn era Dios y rey de ellos. Aquel sitio comprenda el Trtaro, losCampos Elseos, el Cocito, el Aqueronte, el Leteo y el Flegetonte. El Trtaro erala morada de los infelices, y en los Campos Elseos estaban los que haban vividobien. Cerbero, perro de tres cabezas y de tres gargantas, estaba siempre a la puertade los infiernos, para impedir que los hombres entrasen y las almas saliesen.Antes de llegar a la corte de Plutn y al tribunal de Minos, era necesario pasar elro Aqueronte, en una barca gobernada por Carn, a quien las almas daban unamoneda por el pasaje.10 Biblioteca del Estudiante Universitario, nm. 64, UNAM, Mxico, 1946, p. VII.11 El Episcopado, Ibidem.

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    apellido Navarro, de sus salvadores, por el de su estirpe, la dePalafox y Mendoza.12

    Demos ahora algunas pinceladas en el paisaje local delfuturo obispo. Fitero es un pueblo del reino de Navarra, escribeAntonio Montpalau, en las mrgenes del ro Alhama; y perte-neci a la abada del antiguo monasterio de la orden del Cister:abundaba en aceites, camo, legumbres, pastos y trigales. Nohabla, Monpalau, de sus baos pero s de los 500 vecinos de lapoblacin y de la modesta iglesia parroquial en la fortalezacirterciense;13 y medio siglo adelante, M. Malt-Brun destaclos manantiales calientes de la villa, cuatro leguas al oriente deTudela y con una crecida poblacin de casi tres mil gentes.14Ms detalles de Ariza o Ariobriga y su marquesado, en Aragn,encuntranse en el Gran Diccionario Histrico de Luis Mo-reri.15 Por disposicin real el marqus de Ariza fue autoridadtemporal en la regin; la espiritual estuvo a cargo del obispoSigenza. Quinientos vecinos y unos cuantos nobles fueron su

    12 No es proclive Genaro Garca a la versin de los Navarro, que es la ofrecidapor Antonio Gonzlez de Rosende en su Vida del Ilustrsimo y ExcelentissimoSeor Don Jun de Palafox y Mendoza, imprenta de Gabriel Ramrez, Madrid,MDCCLXII, pp. 3 y 55. Es el vol. XV de las Obras editadas por los CarmelitasDescalzos. Garca atribuye la primera crianza del Venerable a Juan y CasildaFrancs. Vase Don Jun de Palafox op. cit., p. 16, nota 1.13 Diccionario Geogrfico Universal. Miguel Escribano, Madrid, 1783, 4a.ed., T. I, p. 446.14 Diccionario Geogrfico Universal. Librera de Mame y De launay-Valle,Pars, 1828.15 Edicin de los Hermanos de Tournes, de Lyon, y de Libreros Privilegiados,en Pars, 1753, T. I, pp. 713 y 714. En los datos de Ariza tuvironse en cuentalas informaciones de Gil Gonzlez Dvila, cronista del rey y autor, entreotras obras del Teatro Eclesistico de las iglesias Metropolitanas, y del TeatroEclesistico de la primitiva iglesia de las Indias Occidentales. Con base en lamemoria angelopolitana, que le fue remitida a Gonzlez Dvila desde Puebla,ste redact su Teatro de la iglesia de Puebla. La otra memoria, la oxomense,sirvi para la redaccin del citado Teatro de la primitiva, aparecido en1649-1655, en Madrid.

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    16 Ibidem.17 Genaro Garca lo atribuye a Felipe II, por grandes servicios, segn con-sulta de las relaciones de las Cosas sucedidas en la Corte de Espaa desde 1599hasta 1614, de Luis Cabrera de Crdova, Imprenta de Martn Alegra, Madrid,1857, p. 511, y en Rodrigo Mndez Sylva, Poblacin General de Espaa, JuanMartn Morineros, Madrid, 1675, f. 108 vuelta.

    poblacin, asistidos en las parroquias de Santa Mara la Mayor,de racioneros, San Pedro y Santo Toms, un hospital de fe,para peregrinos, y otros enfermos. Los reglares pertenecierona la orden franciscana. Moja el ro Xaln, agrega el Diccionario,

    una vega de tres mil fanegas de sembradura; su pesca es mu-cha, cgese mucho pan, centeno, cebada y avena, vinos blan-cos, y claretes, azafrn en abundancia; sus frutas sonexcelentes y sus melones los mejores de Espaa. Cra de muchoganado por los partos maravillosos que tiene. Fabricanse cor-dellates que se gastan en Castilla. Su jurisdiccin alcanza sietelugares, que los baan los ros Nafima y Envid. Uno de loslugares es Villahermosa; de ella fue natural S. Pasqual y Bayln;otro, Montreal, del cual fue natural Gonzalo Prez, secretariodel Emperador Carlos V, quien tradujo en verbo castellano laIliada de Homero. Otro hijo suyo, llamado Antonio Prez,secretario de Phelipe segundo, y muy favorecido, con quienanduvo al fin tan escasa fortuna, como provda en susprincipios. Se hizo famoso con sus escritos y fuga, y muri enPars amparado de los reyes Cristiansimos...16

    El arciprestazgo de Ariza comprendi cinco villas y seis aldeasy en su jurisdiccin fue la entrevista (1309) del infante Pedro yel rey de Aragn, para el arreglo de la tutora de Alonso delOnceno. Sobre el abolengo de los Palafox y Mendoza hay ricasanotaciones. De Francia o Catalua pas el apelativo: el viscon-dado de Cabrera conocise como Palafos, vocablo este deri-vado en Palafoix y luego en Palafox. Su barona, que tom lade Rebolledo, llamse siempre de Palafox. Fue otorgado elmarquesado de Ariza por Felipe IV 17 a Francisco Palafox, se-

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    or de la barona Calpe, Benisa, Tablada, Cotes y Altea, enValencia, y de la de Ariza, en Aragn, abuelo de FranciscoPalafox III, tambin marqus de Ariza, quien se cas con MaraFelipa de Cardona, hija del almirante de Aragn Ligni, cuyohijo Francisco de Palafox y Cardona, IV marqus, se desposcon Francisca Dvila y Ziga, viuda de Pie de Concha, y prohija Juan Antonio de Palafox Rebolledo y Cardona, V marqusde Ariza y de Guadalete. Celebr su matrimonio con FranciscaPaula Centurin-Crdova-Mendoza-Carrillo y Albornoz, IVmarquesa de Almua y de la Guardia, entre cuyos hijos contel VI marqus de Ariza, Joaqun de Palafox Rebolledo yCenturin, esposo de Rosa de Guzmn y Silva, hija de ManuelAlonso Claros Prez de Guzmn, el Bueno, XII duque de MedinaSidonia.18

    La celebridad de la familia no alivi la brusquedad moraldel nacimiento. Antonio Gonzlez de Rosende hizo por su ladoapretada resea del acontecimiento.19 Al hablar de Isabel (?), decalidad no... muy inferior a... las lneas paternas, considera quepor sus deberes, tanto recato, como en la sangre, fingi

    que tena necesidad de ir a los baos de Fitero, remitindole,por consejo de los Mdicos, a la experiencia de sus maravillaslos interese de su salud; mirando con este bien disfrazadorebozo a que no enfermaren con la publicidad los pundonoresde su obligacin. Supone en camino, acompaada de algunascriadas, de quien no era posible esconderse el secreto, quehaca preciso que las hubiese familiarizado la confidencia; y

    18 Vase Moreri, Ibidem, t. I, p. 714.19 Vida... op. cit., lib. 1, cap. 1, pp. 3 y 7. Ya se indic antes que este libro esel t. XV de las Obras de Palafox y Mendoza, segn la edicin de GabrielRamrez, Madrid, 1762, que estuvo al cuidado de los Carmelitas Descalzos.En cambio, en la edicin de Pablo de Val et al., Madrid, 1659-1671, fue al IXy ltimo de la coleccin.

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    es lo ms ordinario, que por medio de estos instrumentos haganruido los escndalos.20

    Y despus viene la referencia a los Navarro y los cuidados quededicaron al pequeo, sin olvidarse el paralelismo entre el caso delVenerable y el de Moiss y su salvacin en las profundas aguasdel Nilo,21 acontecimientos que hicieron escribir al Obispo lasdesgarradas frases que ahora transcribimos de su Vida Interior,22a saber: en el captulo Lgrimas, y Reconocimiento de este Pecadora Dios, hay sollozos y gracias de alma atribulada, pues

    no quera la humana naturaleza tener tan mal individuo (se refierea s mismo) entre los suyos; y as lo ahogaba al nacer..., las criaturasarrojaban la mortaja sobre m; pero Vos (Dios) la suspendas.Ellos me ofrecieron la muerte; Vos me dabais, y conservabais lavida. Los lienzos, que aguardan a los nios para consuelo alnacer, los hacan para m instrumento del morir. A todos aguardaen su nacimiento la piedad; pero a m la crueldad. A todos se lesdesea la vida, me librais de la muerte; y entre tantos enemigos,slo Vos defendais la vida. Nac embarazo, mi Dios, y me hicisteisbeneficio. Vuetra mano me cre, vuestra mano me ampar. Lasmanos humanas me perseguan; la mano divina me defenda.

    20 Ibidem, p. 3, pargrafo 5.21 Ibidem, p. 6, pargrafo 10.22 Las citas las tomamos de la Vida Interior del V. Siervo de Dios Don Juan dePalafox y Mendoza, Madrid, Imp. de Josef Doblado, 1772, cap. IV, p. 20 y ss.Hicironse dos manuscritos de estas memorias, como antes se dijo, el angelo-politano y el oxomense. Aparte de su aprovechamiento por Gil GonzlezDvila, para sus, teatros eclesisticos, el oxomense, segn carta de JaimePalafox el general de los carmelitas, sirvi para hacer las dos ediciones deFrancisco Foppens, Bruselas, 1682. Que imprimironse realmente en Sevilla.En cambio, la impresin de Doblado fue conforme al manuscrito angelopolitano.La edicin de A. Ferrer, Barcelona, 1684, es del manuscrito oxomense. En elt. V de las Obras, edicin de Val, aparece buena parte de la Vida Interior conel ttulo de Soliloquios Espirituales. En el t. I de la edicin de 1762 imprimisela Vida Interior. Los datos bibliogrficos de las versiones oxomense yangelopolitana en el prlogo de la Vida Interior, edicin de Josef Doblado.

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    Y en el mismo tenor de penuria humana y grandeza divina relatabrevemente, en el libro citado, como fue su vida hasta la edadde 28 aos despus de haber sido reconocido.

    Bautizado y casi muerto cobr la salud sin otro remedioalguno; al prearse su pilmama alimentse con lo que se ha-llaba a la mano, con cosas lquidas, y pan con vino, y crecien-do a tres aos aborreci el vino, y en cerca de sesenta no lobebi jams; durante su crianza aprendi los rudimentos delas letras, la fe y el pastoreo, al lado del padre adoptivo y dequienes lo rodearan cariosamente por su amable condicin;dueo de entraas pas, y ms para los pobres, de menos desiete aos salv a un nio de su desamparo, a pesar de lasmalicias que se adelantan a la inteligencia y la fe; Oh dolormayor que todo dolor! (exclama) que se anticipe a la razn laculpa y la sin razn! Colegial en San Gaudioso de Tarazona,entre los diez y los quince aos de edad; estudi gramtica enla escuela de la Compaa de Jess, con la que tantas dificultadestendr como obispo. Diego de Yepes, mitrado y confesor deSanta Teresa y Felipe II, presagi su dicha: Oh, que buenaventura tendrs, nio!; influyse de su ta Bernardina de Pala-fox; declarse proclive al pecado y reconoci la falta de limpiezade su alma en su interior, sus muchas y diversas culpas gravesnacidas de la mocedad.

    Y cayendo y levantando lleg a la edad de 17 aos, habiendoestado en dos universidades (Huesca y Alcal de Henares),aprovechando muy poco, y perdiendo mucho tiempo, aunquetuvo Maestro dentro, y fuera de su casa, por el gran cuidadoque siempre tuvo su Padre con su educacin.

    En el siguiente decenio, hasta los 28 de edad, caminpor todos los caminos de perdicin, ensay oficios profanos,pec y , sin embargo, escuch la palabra divina que lo condujo

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    poco a poco al arrepentimiento y la salvacin.23 Ocurrira latransfiguracin del Venerable entre los 28 y 38 aos de edad,despus de la inesperada curacin de su hermana Lucrecia dePalafox.

    Le sucedi, relata en la Vida Interior,24 que tena una hermanaa quin amaba mucho, Dama de la Reyna, y le dio unaenfermedad gravsima, y estuvo para morir: y estando un daeste pecador en los corredores de palacio, aguardando pormomentos nuevas de su muerte, se volvi a Dios, y le dijo, (ycreo que fue la primera vez que con afecto del alma habl aDios) que haca propsito (no se acuerda si fue voto) de novestirse de seda en toda su vida, si daba salud a su hermana.Mejor la enferma, y aunque con larga convalescencia, cur.Y este beneficio tambin le amans, y abland el alma. Cumpliel propsito, aunque no dejaba del todo sus pasiones, hartopeores que la seda, porque tenan hondas races en su torpe,y engaado corazn.

    Y a partir de esta y otras experiencias en el interior de sumundo religioso decidi tomar el sacramento de la orden luegode confesarse con Diego de San Joseph, franciscano de SanPedro de Alcntara, a fn de tomar con grandes veras el sal-varse, en aos en que era ya ministro. Lo asign Felipe IV ala fiscala del Consejo de Guerra, en 1626; hacia 1629, fuenombrado fiscal en el Consejo de Indias; y apartir de 1636,consejero de Indias, desempendose hbilmente, sin perjuiciode su vocacin sacerdotal. Con suavidad relata el propio Palafoxy Mendoza en sus confesiones que

    23 Conviene sealar la semejanza entre San Agustn y el Venerable en estasetapas de sus vidas, y al respecto considerar la posible lectura por parte dePalafox de las Confesiones del santo de Hipona, traducidas al espaol porPedro de Ribadeneyra, compaero de Loyola, segn la edicin madrilea de1596.24 Edicin de 1772, Ibidem, cap. XII, pp. 61 y 62.

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    ...ech de s toda vestidura preciosa, y se visti de pao debajo precio, y se desnud del lienzo, y visti tnica de gerga,y con unos calzones de lienzo, o paos menos de angeo, sinotra cosa: anduvo algunos aos con unas medidas cidas,que slo sirviesen a que no le pudiesen ver descalzo por lanota, siendo Ministro, y Consejero del Rey.25

    Gil Gonzlez Dvila informa que el Venerable cumpli sugestivoitinerario en las ordenaciones, a saber: lo de corona, a los doceaos de edad, por Diego de Yepes; de rdenes menores, epstolay evangelio, por Alonso Prez de Guzmn, patriarca de lasIndias;

    y le dio el Subdiaconado en la iglesia de las monjas de CorpusChristi de Madrid a 10 de marzo de 1629. De Misa le orden elmismo ao don Francisco de Mendoza, Obispo de Plascencia,Gobernador del Arzobispado de Toledo,26

    y de esta manera entregse a la vida religiosa, sufriendo variadoscilicios y acatando rigurosamente su propia Regla de PenitenciaVoluntaria, y Lgrimas de Contricin para un Pecador Enorme,que este mismo Pecador form para s al principio de su Vocacin,dispuesta en veinticinco mandamientos.27

    Propio es ahora aadir algunas reflexiones. Primero. Suorigen bastardo no roci el destino del Venerable. Una vezreconocido por Pedro Jaime viose, muy pronto, al cuidado, porprimognito, del marquesado de Ariza, as como en la tutorade su medio hermano, el heredero del ttulo nobiliario, y, conesas calidades, ocup sitial en las cortes de Monzn, convocadas(1626) por Felipe IV. Fue entonces muy estimado y reconocidopor el valido conde-duque de Olivares, quien lo llev a ocupar

    25 Ibidem, p. 66.26 Teatro, Ibid.27 La Regla fue inserta en la Vida Interior, ed. Madrid, 1772, Ibid, pp. 437-459.

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    fiscalas, consejos y distinciones, ya reseados, habida cuentade que Palafox, adems de sus estudios en Huesca y Alcalagreg la sapiencia salmantina en cnones y leyes civiles.Segundo. La sugerida identificacin del Venerable con SanAgustn en el sentido de la redencin salvadora del pecadocomo punto de partida en el espiral de santidad, viose comentadacon suavidad por Jos Rojas Garcidueas al atribuir a posiblesexageraciones del autor de la Vida Interior, en cuyo texto,dice, achacse

    muchas y graves faltas que llora y lamenta como si de cremenesse tratase, mas bien parece, por la consideracin de que gozaba,los honores que luego disfrut y por datos generales de su vidafamiliar y social, que las pasiones a que dice haberse entregadoy el desorden de que en s mismo recrimina, eran en realidad lasagitaciones y tropiezos naturales en toda juventud, y solamentesu criterio de moralista riguroso y el parangn con la santidadde vida a que aspiraba y luego alcanz, le llevaron a juicios quetan extremados parecen a quienes, por culpa y deficienciapropias, sentimos muy distante el plano exceso de virtudes enque se proyect la existencia del Venerable Palafox.28

    Muy probablemente acierta Rojas Garcidueas porque en elmedio religioso de la Espaa de principios del siglo XVII lastentaciones juveniles aparecan como maniobras del diablo ensus cosechas de almas perdidas; y muy seguro es que Palafoxy Mendoza pensara de este modo sobre su adolescencia, sanay vigorosa, al acogerse a su vocacin religiosa. Tercero. Muchosfueron los escritores, telogos, canonistas o filsofos e historia-dores que el obispo de Puebla y Osma ley y estudi con cuida-dosa reflexin, mas en sus confesiones menciona a quienesfuronle muy principales en los momentos de imploracin, asaber:28 Rojas Garcidueas, Ibidem, pp. VII y IX.

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    ... Le dio deseo de leer libros devotos, afirma, sin fatiga, ycomenz a leer los Opsculos del docto, y espiritual Belarmino,y las Confesiones de San Agustn, de que sac gran provecho,y la vida de Santa Teresa, y con esto se comenz a inclinar ahacer una confesin bien hecha; porque aunque las que habahecho nunca fueron callando culpas, pero volviendo tan breve-mente a incurrirlas, siempre tena contra s la sospecha demalas, e imperfectas, ya por falta de dolor, y contricin, o porla del santo propsito de enmienda.29

    El citado Belarmino es Roberto, que fuera cardenal yarzobispo de Capua, nacido en 1542, en Montepulciano, Toscanay muerto en 1621, a los 79 aos de edad: orador y autor muyconocido en Lovaina, catedrtico de teologa y hebreo y afanosodialctico, segn constancias de sus contemporneos. Significa-tivo es que Palafox diese a San Agustn especialsimo lugar ensus lecturas.

    Refiere el Venerable la lectura de la vida de Santa Teresa(1515-1582). Quiz se trate de la editada por Guillermo Foquel,Salamanca, 1588: La vida de la Madre Teresa de Jess, yAlgunas de las Mercedes que Dios le hizo, escritas porella misma por mandado de su Confessor a quien lo envay dirige, ansi. El texto original gurdase en la biblioteca delMonasterio del Escorial, desde que as lo mand Felipe II; obraesta de muchas peripecias y mltiples copias, intervenida porla inquisicin espaola y sospechosa de acoger infiltracionesdemoniacas en el alma de la santa; y cuya segunda redaccinla primera desapareci fue concluida por la monja hacia1572, en Toledo. El ttulo de la impresin prncipe no fue puestopor la autora, aunque le da diferentes nombres: El LibroGrande..., Mi Alma..., y ms al caso, escribiendo a D. Pedro

    29 Palafox y Mendoza, Vida Interior, Ibid., pp. 63 y 64.

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    de Castro y Nero, intitul este libro de Las misericordias deDios.30

    Formndose en esas lecturas muchas de las ideas dePalafox y Mendoza; y sin duda habra que adicionar el CnticoEspiritual de Juan de la Cruz (1542-1591) y otros autores querepresentan en conjunto las ms recias y fecundas semillas deun renacimiento hispano que nunca florecera de maneraplena.31

    Nada hay ms all. La Contrarreforma fue una murallade silencio en relacin con los avances de las ciencias, las tc-nicas, las manufacturas, el comercio y la nueva agricultura en laprimera mitad del siglo XVII. Independientemente del esplendorliterario de William Shakespeare (1564-1616) y Miguel de Cer-vantes de Saavedra (1547-1616) y de asombrosos desplieguesen otras artes, amplironse ms el conocimiento de la naturalezay los mtodos de produccin y comercializacin de la riqueza.La fundacin del banco de Amsterdam y los trabajos de TychoBrahe y Johann Kepler, en Praga; los avances de William Gil-bert en magnetismo y electricidad; la invencin del telescopio yla linterna mgica; la inglesa Compaa Oriental de la India; ymuchas otras cosas en el arranque de la decimosptima centuria,explican en parte la explosin demogrfica de Europa: Franciaalcanz los 16 millones de habitantes; Alemania, los catorce ymedio millones; Polonia, once; Espaa, ocho; Inglaterra e Irlandams de cinco; los dominios austriacos, cinco y medio; y Holanda,tres millones; fenmenos cuantitativos estos que nada tienen encomn con el cada vez ms lejano medioevo, aunque sus30 Las citas fueron tomadas de Santa Teresa de Jess, Obras Completas, BAC,Madrid, 1977, p. 25 y ss.31 Gonzlez de Rosende, Ibidem, pp. 33-45, hace una relacin de lospreliminares del Venerable hacia su vocacin religiosa.Vase tambin LudwingPfande, Cultura y Costumbres del Pueblo Espaol, de los siglos XVI y XVII.Introduccin al Estudio del Siglo de Oro, Editorial Araluce, Barcelona, 1929,cap. II, pp. 50-64 y cap. VIII, pp. 145-175.

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    rescoldos ardieron an el cuerpo de Giordano Bruno (1548-1600)por su cosmologa coprnica y las refutaciones al aritotelismo.Pero la historia acelerse en esos iluminantes: descbrense laspeculiaridades venosas por Fabricio d'Acuapendente; JohannesAlthusins (1557-1638) publica la Grmtica de Poltica; JohnWheeler lanza el Tratado de Comercio; Oliver Van Noort com-pleta el cuarto viaje alrededor del mundo, a contarbre el barium;Galileo entenda la gravitacin y la oscilacin; crece el nmerode los viajes comerciales en Java, las Molucas y el Japn; GaspardBauhin (1560-1624) abre la puerta de la anatoma moderna; LuisVez Torres navega entre Nueva Guinea y Australia; fndaseJamestown, primer establecimiento ingls en tierra firme ame-ricana; multiplcanse las finanzas entre ingleses, holandeses yfranceses, y los instrumentos de crdito y otros medios cambiariosque facilitan el comercio internacional; las colonias inglesas enAmrica aumentan; ms conocimientos cientficos y ms aplica-ciones tcnicas favorecen la produccin manufacturera y agrcola.En suma, el nacimiento de la Edad Moderna. El debilitamientodel poder espaol y vaticano es inevitable frente a Inglaterra,Francia, el norte de Italia, los Pases Bajos, los escandinavos y elrea germnica. Perdi la batalla Felipe II cuando la derrota dela Escuadra Invencible ante Isabel, y luego de sus sucesoresquebraron ms, en el siguiente siglo XVIII. Los conflictos dinsticosy el inevitable hundimiento acendraron el tradicionalismo que Juande Palafox y Mendoza reencontr en la obediencia al Conciliode Trento (1545-1563) y a la monarqua, representada entoncespor Felipe IV (1605-1665), rey desde 1621, y sus validos Gasparde Guzmn, conde-duque de Olivares, y Luis de Haro.

    Ciencias, tecnologas y visin mercantil del mundo no en-traron en el discurso de Palafox y Mendoza. Entregarase msbien a la defensa de los lineamientos clsicos del imperio espaoly sus alianzas episcopales; y, en consecuencia, contara en ellado de la defensa del rey y del Papa en los tiempos del ascenso

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    de las clases medias y la lenta suplantacin de la potestad divinade los reyes por la potestad soberana del dinero. Cuando FelipeIV lo design capelln y limosnero mayor de su hermana Mara,en la comitiva que la acompa a Viena para reunirse con suesposo Fernando, rey de Hungra e hijo de Fernando II deAlemania, el Venerable rompi sus limitaciones provincianas.Celebrarase este matrimonio principesco seis aos luego denegarse la unin de Mara con el primognito de Jacobo I, elestuardo ingls, quien

    a pesar de que fue recibido con desusada pompa, agasajadocon extraordinarios festejos y obsequiado con presentesmagnficos, tuvo que volver solo a sus lares, desfavorecido ylastimado. Muy caro pag Espaa el resentimiento de esteprncipe,

    segn la atinada observacin de Genaro Garca.32 En formaptima aprovech el capelln su viaje a Austria: recorri Italia,mezclse con la nobleza imperial, visit Alemania, destruidaentonces por la guerra, estuvo en Francia, en los aos de LuisXIII (1610-1643) y el cardenal Richelieu (1582-1642), y cuidsede estudiar la conducta y maneras de los ms hbiles polticoseuropeos en una era de agitadas ambiciones dinsticas entrelas coronas absolutistas. Vio de cerca los entretelones de lapoltica de Richelieu en lo que hace a la posicin de la noblezay por cuanto a los privilegios de los hugonotes; y en asuntosexteriores a apercibise pronto de la radical contradiccin deintereses entre borbones y habsburgos alemanes y espaoles.Slo el fortalecimiento de Felipe IV, muy debilitado en el occi-dente europeo, y su unidad con el Vaticano, salvaran del desastreel mando peninsular. Los hechos confirmaron el temor de lospensadores ms alertas de Espaa: la paz de los Pirineos (1659)

    32 Vase su Don Jun de Palafox, Ibidem, p. 46, n. 2.

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    marc el hundimiento hispano y el ascenso francs al nivel depotencia europea.

    Anotaciones apretadas hizo Lucas Alamn sobre losreinados de Felipe III y Felipe IV.33 La derrota espaola en laGuerra de Treinta Aos, que concluy con el Tratado de West-falia (1648) y el conflicto blico con Francia, ya mencionadopor lo que hace al Tratado de los Pirineos, la separacin dePortugal y la coronacin de Juan IV, el secesionismo andaluzde Gaspar Alonso de Guzmn, duque de Medina Sidonia, larebelin de los Pases Bajos, la guerra con Francia y Cataluay los sinsabores en los dominios italianos, prefiguraron eldefinitivo desastre habsburgo, consumado en 1700 con la muertede Carlos II y la coronacin de Felipe V, duque borbn de Anjouy nieto de Luis XVII. En el interior de la monarqua Habsburgo,los validos en el siglo XVII son prueba clarsima del profundodesmoronamiento del poder. Entreg Felipe III su autoridad aFrancisco de Sandoval y Rojas, marqus de Denia y Lerma; yFelipe IV, como ya sabemos, lo hizo en Gaspar de Guzmn,primero, y en Luis de Haro, despus. Lucas Alamn advirti elsignificado poltico de estos hechos.

    Todos los reyes de Espaa hasta Felipe II, escribi, habangobernado por s mismos. Pues aunque algunos hubiesen tenidofavorito, stos influan sobre su voluntad, pero no gobernabanpor ellos: los reyes mismos firmaban todas las rdenes ydespachos y a ellos se dirigan todas las comunicaciones. FelipeIII fue el primero que habiendo conferido el ministerio al duque deLerma, previno a todos los consejos y autoridades que cumpliesentodo lo que ste les mandase en su nombre, como si fuese firmadopor l mismo, y este puede decirse que fue el origen del poder

    33 Vanse, Obras de D. Lucas Alamn, Disertaciones sobre la Historia de Mxico,Imprenta de Aqueros, Mxico, 1900, t. III, pp. 209-253. La primera edicin delas Disertaciones fue impresa por, Jos Mariano Lara, Mgico.1844-1849, 3vols.

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    grande de los ministros que entonces se tuvo por un actoreprensible de desidia y abandono en los soberanos...34

    La duplicacin del poder y sus efectos entre la nobleza yel rey, implicados en la prctica de los validos, llevaron al conde-duque de Olivares a una estrategia de unidad nacional por la vade acabar con las autonomas regionales mediante un alarde defuerza combinado con negociaciones diplomticas, cede FelipeIV,35 lo que hizo explotar el castillo de naipes al provocarse lasviolentas reacciones de lites locales que hoy encubren susprivilegios en la invertebracin endmica del Estado espaol.

    Los agudos conflictos de jerarquas eclesiales y seoriales,y las luchas entre clericales y de esos con religiosos, o de orto-doxos y heterodoxos, se han resuelto por la va de un statusgestado a travs de largos y dificultosos siglos.36 Las reglas deljuego en la poca de Palafox y Mendoza lo colocaron en elvrtice de ciertos grandes temas de los siglos XVI y XVII. Elascenso y extensin de las corrientes reformadoras, iniciadaspor Martn Lutero (1483-1546) al fijar en el vestbulo deWittengerg, hacia 1517, las 95 tesis de crtica a la venta deindulgencias papales, y al predicar la salvacin por la fe y nopor las obras, repercutiran en la vida espaola de dos modos: oconciliando catlicos romanos y protestantes por una vuelta alevangelio, a la manera de Erasmo de Rotterdam (1466-1536),esta tesis favorecida por Carlos V (1500-1558) y Francisco34 Disertaciones, Ibidem, t. III, p. 226.35 Ramos Oliveira, Antonio. Historia de Espaa, Compaa General deEdiciones, Mxico, 1952, t. I, p. 547 y ss.36 La historia de los concilios religiosos es una excelente muestra de la complejidadde los problemas y soluciones que poco o mucho han contribuido al enten-dimiento, no siempre muy firme, de creyentes y sacerdotes. Por lo que hace a losviejos tiempos vale la pena consultar dos obras monumentales, la de M. FIeury,Histoire Ecclesiastique, Paris, 1750-1758, 37 ts. y la ms reciente de LudovicoPastor, Historia de los Papas, traduccin del alemn por Ramn Ruiz Amado,Gustavo Gile Herrero Hnos., Barcelona-Mxico, 1910-1911, 39 ts.

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    Jimnez de Cisneros (1436-1517); o segn la radicalidadortodoxa, cultivada en la Universidad de Salamanca y en laentonces recin fundada Compaa de Jess.37

    Esas diferencias y la urgencia de reformas en la conductade los prelados en la disciplina religiosa y en la imparticin sacra-mental decidieron, a peticin del emperador Carlos V, lacelebracin de un concilio general que estudiase y resolviese tanimportantes cuestiones. La bula de Pablo III, que por ciertoinsinuaba a Mantua como lugar de la reunin, destac la nece-sidad de purgar a la iglesia de las nuevas herejas y restablecerlaas en su dignidad; convocacin esta repugnada por la disidencia,que de ningn modo admiti participar en un concilio donde Papay Obispos desemperonse como jueces. Vicencio, Ratisbona yColonia estuvieron entre las posibles sedes; y, al fin, Trento, capitaldel Trentino italiano, fue elegida por las autoridades catlicas.Por bula de 1543 llam el arzobispo primado a la reunin solicitadams de seis aos antes por Carlos de Gante. A travs de unzigzagueo de suspensiones y reanudaciones el debate se prolon-gara hasta 1563. Fue presidido por cuatro mitrados: el ya citadoPablo III (Alejandro Farnese, 1534-1549), Julio III (Juan Maradel Monte, 1550-1555), Marcelo II (Marcelo Cervini, 1555), PauloIV (Juan Pedro Carafa, 1555-1559), y el conocido organizadorde las noches vaticanas, en las que reunanse sabios y literatosde la poca, Po IV (Juan ngel de Mdicis, 1559-1565). La

    37 En respuesta a la Frmula Instituti, redactada por Ignacio de Loyola en1539, el Papa Pablo III remiti en 27 de septiembre del ao siguiente, la bulaRegimini militantis eclesiae, por virtud de la cual aprobse la nueva reglajesuita.

  • 29

    reforma de la iglesia, ordenada por el concilio, fue obra deeminentes telogos, filsofos y polticos.38

    La idea de una reforma de la iglesia fue surco y semillaen la Compaa de Jess. As es la intencin de los EjerciciosEspirituales, redactados por Ignacio de Loyola, y del MtodoFcil que se Propone a los que Practican los EjerciciosEspirituales, glosa de la gracia, la docilidad y otros puntosteolgicos de la vida religiosa; obras de indudable relevanciaen la edad de oro de la Compaa, durante los generalatos deDiego Laines (1558-65), Francisco de Borja (1565-72), EverardoMercurian (1573-80), Claudio Aquaviva (1581-1615) y MutisVitelleschi (1615-45). Extindese la conciliacin tridentina conlos prepositorados de Ignacio Loyola (1541-56), Diego Lainesy Francisco Borja. En la sesin 24 del Concilio los jesuitascombatieron y echaron abajo la pretensin obispal de ostentarsu potestad por concesin inmediata de Dios y no del Papa,logrndose mantener as la verticalidad jerrquica; mas no pudie-ron, en cambio, eludir la autoridad diocesana en el otorgamiento,revisin e inclusive prohibicin de la predicacin o de su ejerciciosacramental, o la obligacin de exhibir las licencias o privilegiosconcedidos por los superiores o el Vaticano. Este lacerantepunto incendi los nimos en la dicesis angelopolitana al intentarPalafox y Mendoza, como su titular, disciplinar a los religiosos,principalmente jesuitas, a su dignidad episcopal. Desde el sigloV, en la IV sesin del Concilio de Calcedonia, celebrado contraeustiquianos y nestorianos, se recomienda el honor debido a

    38 Alfonso Salmern y Diego Laines, jesuitas; Domingo Soto y Pedro Soto,predicadores, al igual que Bartolom Carranza y Miranda; Alonso de Castro,de los menores observantes; Martn Prez de Ayala, segoviano; JernimoVelasco, telogo de Alcal; el jesuita alemn Pedro Canicio; el canonistaFrancisco Vargas Mega; Andrs Vega, salmantino; Luis Carbajal, de Alcal;Antonio de Ulloa; los jesuitas Martn Olave y Juan Covilln; FranciscoSancho, salmantino; y el conocido Melchor Cano, dominico.

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    los verdaderos Religiosos, y ordena que estn sometidos a suObispo, sin dejar el retiro de sus Monasterios, a menos queste no se lo mande para grandes urgencias,39 traslucindoseya, en aquel tiempo, el litigio de reglares y seculares que tantoinfluye en la historia de la iglesia.

    La justificacin por la fe pondra en grave predicamentoal monopolio sacramental de la iglesia. En la sesin sexta delConcilio Tridentino fue analizado el asunto con rigor e indudablehabilidad:40 no hay justificacin, se dijo, con slo la fe, sin lasobras, como lo pretendiera Lutero, puesto que una y las otrasconjntanse en la gracia de la justificacin, segn consta en latransicin del primer Adn, cado por el pecado, hacia el segundoAdn, Jess. En la pasin, suma de fe y acto, substncianse elperdn salvador; y en la sptima sesin 3 de marzo de 1549sancionse el decreto de los sacramentos y la excomunin dequienes mantengan o sugieran doctrinas distintas de la justificacin:el canon cuarto expulsa de la comunin a los que aseguren quepuede alcanzarse por la sola fe, la gracia de la justificacin...41

    Estaban echadas las cartas. Cierto que Carlos V contem-pl una posible armona con los evangelistas y se carte conErasmo, pero luego estuvo en favor del catolicismo y contra lareforma, foment la inquisicin, se interes por el gran Concilio ydesde el monasterio de Yuste envi a su hijo (Felipe II) instruc-ciones draconianas contra los heterodoxos de Valladolid y

    39 Diccionario Porttil de los Concilios, traduccin de Francisco Prez Pas-tor, Imprenta Real de la Gaceta, Madrid, 1771, t. I, p. 159.40 Consltese El Sacrosanto y Ecumnico Concilio de Trento, traduccincastellana de Ignacio Lpez de Ayala, Imprenta de Ramn Ruiz, Madrid,1798, p. 63 y ss. Se trata de la cuarta edicin bilinge, con base en el textolatino de la impresin romana de 1564. Encuntranse tambin la bulaBenedictus Deus et Pater, de Po IV, Roma, 26 de enero de 1563, de confir-macin, y la cdula de Felipe II, Madrid, 12 de julio de 1564, que mandaobediencia y cumplimiento del concilio.41 Ibidem, p. 89 y ss.

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    Sevilla.42 Ningn acuerdo germinara en los aos de Felipe II, ymenos despus del Concilio Tridentino: sus objetivos, estrategiasy tcticas resumironse en la siguiente forma:

    Lo que dio motivo a la celebracin de este concilio fue losiguiente. Los progresos rpidos de la herega de Luthero, deZuingle, y de Calvino, y la relaxacion de la disciplina, hicieronconocer a todo el mundo la necesidad de un concilio general,y solicitndolo el mismo Carlos V, por mucho tiempo...

    expidise la ya citada bula de 1537, en la que se declar

    que habiendo deseado siempre purificar la iglesia de lasnuevas heregas, y restablecer la antigua disciplina, no habahallado otro medio que el de convocar un concilio general, y almismo tiempo hizo notificar su bula (Paulo III) a todos losprncipes;

    y una vez que se echaron las bases de las reformaciones de lacatolicidad, suscribieron los documentos, en 3 de diciembre de1563, cuatro legados, dos cardenales, tres patriarcas, 25 arzo-bispos,168 obispos, 39 procuradores de ausentes, siete abadesy siete generales de rdenes. Primero se recibieron los decretosen Venecia y luego en Espaa, Portugal, Polonia, Flandes,Npoles y Sicilia. Fueron rechazados por los protestantesgermanos, y en Francia aceptronse como doctrina y dogma, ytambin en ciertos reglamentos, pero no en muchos aspectosde las disciplinas.43

    En los Apuntamientos Histricos de los Concilios Pro-vinciales Mexicanos y Privilegios de Amrica,44 Fortino Hiplito

    42 Ramos Oliveira, Antonio, Ibidem, p. 550.43 Las citas y datos son del ya mencionado Diccionario de los Concilios.Ibidem, t. II, pp. 151-152.44 Tipografa Guadalupana de Reyes Velasco, Mxico, 1893.

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    Vera dice que en 1565, diez aos despus del primer concilioprovincial (1555) de Nueva Espaa, convocado por Alonso deMontufar, sucesor del primer obispo Juan de Zumrraga, congre-gse el segundo concilio provincial, con el principal designio dejurar y recibir dicho sacrosanto Concilio de Trento, y decretar variascosas para el buen gobierno de la iglesia mexicana.45 Al primerconcilio, solemnizado luego de la ereccin del arzobispado deMxico (1542) asistieron, entre otros, el ya mencionado Alonso deMontufar, Vasco de Quiroga, obispo de Michoacn; Martn deHoja Castro, sucesor de Julin Garcs en el obispado de Tlaxcala;Toms Casillas, que sigui a Bartolom de las Casas en el obispadode Chiapas; Juan Lpez de Zrate, obispo de Oaxaca, muertodurante el acto, y Diego de Carbajal, con poder de FranciscoMarroqun, el fundador de la dicesis de Guatemala. Concurrierontambin oidores, fiscal y alguacil mayor, deanes de la iglesiametropolitana, Tlaxcala, Jalisco y Yucatn, priores y guardianesde monasterios y vicarios de la archidicesis, as como autoridadescitadinas y otros prominentes del clero.46 En el Concilio II,promovido igualmente por Montufar, estuvieron Toms Casillas,de Chiapas; Fernando de Villagmez, por Tlaxcala; Francisco deToral, por Yucatn; Pedro de Ayala, de Nueva Galicia; Bernardode Alburquerque, segundo obispo de Antequera; y, adems, unprocurador del obispo de Michoacn; el dean y cabildo de la iglesiametropolitana; Diego de Olarte, provincial de la orden de San Fran-cisco; Pedro de Feria, provincial de la orden de Santo Domingo;Diego de Bertanillo, provincial de la orden de San Agustn; losvicarios de la archidicesis; el visitador general Valderrama; yoidores, caballeros y regidores de la ciudad. Decretronse 28captulos, ajustados al tridentino; se presentaron peticiones a la

    45 Ibidem, p. 13.46 Al respecto consltese Lorenzana, Francisco Antonio. Concilios Provin-ciales, Imprenta del Superior Gobierno, del Bachiller Jofeph Antonio de Hogal,Mxico, 1769, 2 ts. Los decretos del primer concilio aparecen en t. I.

  • 33

    audiencia sobre puntos relativos al gobierno eclesistico y civil;solicitudes de proteccin a las tierras de los indgenas y los pagosde jornaleros ocupados en obras pblicas; y otras derivadas delconcierto de Trento, como fue el caso de las constitucionessinodales y estatutos de 1575, y hallndolos muy provechosos ycatlicos, conforme a los sagrados cnones... en 12 de diciembredel mismo ao ordenaron y mandaron que se guarden y cumplan,excepto en lo innovado en la reunin ecumnica. Sobre este ConcilioII observa Fortino Hiplito Vera lo siguiente:

    ...No lleg a publicarse en aquella poca. Promovido el Ilmo. yRmo. Sr. D. Pedro de Moya y Contreras, a la metropolitana deMxico, lo recibi S.S. Ilma. el mismo da de su consagracin,8 de diciembre de 1574. Agregado dicho original a las actas delConcilio III Mexicano, hallbase en el tomo III de estas, fojas160. Estaban estas actas.. en el archivo secreto del V. CabildoMetropolitano. Publicado el referido snodo en 1769 por elIlmo. y Rmo. Sr. D. Francisco Antonio Lorenzana, novsima-mente lo ha reproducido Tejada y Ramiro en su Coleccin deConcilios Espaoles.47

    Antes de los snodos provinciales celebrronse algunas jun-tas. Promovi la primera Martn de Valencia, cabeza de los francis-canos que desembarcaron en la Nueva Espaa y delegado apos-tlico. La reunin (fines de 1524, principios de 1525) fue en laparroquia de San Jos, con la asistencia de Hernn Corts, 19monjes, cinco clrigos y tres o cinco letrados; y discutironse lossacramentos de bautizo, confesin y matrimonio. Otra, la segunda(1539), acat instrucciones de Carlos V al virrey Antonio deMendoza. La presidi el obispo Juan de Zumrraga y acudieronJuan de Zrate, obispo de Oaxaca; Vasco de Quiroga, obispo deMichoacn; Juan de Granada, comisario franciscano; Pedro deDelgado, provincial dominico; Antonio de Rodrigo, franciscano;47 Apuntamientos, Ibidem, pp. 15 y 16.

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    Domingo Jimnez, provincial agustino; el entonces, prior deagustinos; Francisco Soto, guardin; Cristbal de Zamora,franciscano; Domingo de la Cruz, dominico; Nicols de Agreda,agustino; y muchos clrigos y representantes civiles. Aprobse elManual de Adultos, impreso en 1540; la administracin desacramentos conforme al derecho cannigo y las constitucionessinodales; la aplicacin de la bula Altitudo Divini Concilii, de1537, a bautizos y matrimonios; la eucarista a indgenas conversos,aceptndose as la racionalidad de los indgenas. Una tercera junta,en 1546, tuvo lugar conforme a instrucciones que de Espaa trajoel visitador Francisco Tello de Sandoval, a fin de mejorar lagobernacin diocesana y aplicar del mejor modo posible las lla-madas Nuevas leyes (1542), promovidas por Las Casas en favorde los indios, a esta junta, por cierto, asisti al lado de Zumrraga,Vasco de Quiroga, el ya clebre obispo de Chiapas.48

    El Concilio III (1585), bajo la presidencia de Pedro Moyade Contreras y con la asistencia de los prelados de Guatemala,Michoacn, Tlaxcala-Puebla, Yucatn, Nueva Galicia, Ante-quera, y de clrigos, monjes y civiles tuvo por objeto reordenar

    48 Vase el Proemio, sobre todo las pginas 38-41, de Robert Ricard. LaConquista Espiritual de Mxico, traduccin de ngel Mara Garibay, Jus-Polis, Mxico, 1947.

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    la vida eclesistica conforme a los textos tridentinos; y as fuehasta el IV Concilio, celebrado en 1771.49

    Apreciable fue la decisin de Felipe IV, aconsejada porel conde-duque de Olivares, en favor de Juan de Palafox yMendoza. Vacante hallbase el obispado de Puebla de los An-geles por el fallecimiento, en 9 de febrero de 1638, de GutierreBernardo de Quirs; y el regreso de Venerable a la corte, luegodel viaje por Europa, cre la gran oportunidad. Present sucandidatura Felipe IV al Papa Urbano VIII (Maffeo Barberini,1623-44) y no se hizo esperar la bula; consagrse en diciembrede 1639 y se embarc a Veracruz en el puerto de Santa Mara.Form parte, en embarcacin separada de los acompaantesdel nuevo Virrey Diego Lpez Pacheco Cabrera y Bobadilla,duque de Escalona, Grande de Espaa y dueo de muchosms ttulos y emblemas nobiliarios. Sustitua a Lpez Diez deArmendariz, marqus de Cadereyta quien, a su vez, sucedi aRodrigo Pacheco Osorio, marqus de Cerralvo, antecedido porDiego Carrillo Mendoza, marqus de Gelves, el de los tumultoscon el arzobispo Juan Prez de la Serna, ocurridos el 15 de

    49 La primera edicin del Concilio III, en latn, es de Juan Ruiz, Mxico, 1622;la segunda, Roma, 1696. A la vista tenemos las ediciones, en latn, de 1725,probablemente la quinta, segn Hiplito Vera, y la de Mariano Galvn Rivera,segunda bilinge en latn y castellano, Barcelona, 1870. En el CompendioHistrico del Concilio III Mexicano, de Fortino Hiplito Vera, imprenta delColegio Catlico, a cargo de Jernimo Olvera, Amecameca, 1879, aparece elapndice titulado Resea Histrica del Concilio IV Mexicano, que incluye lacoleccin documental del propio concilio, tomada del Tomo Regio, expedidoen San Ildefonso, 21 de agosto de 1769. Tambin se ha revisado la bellaedicin de la Summa Cociliorum et Pontificum, Apud Bernardum Turrifanum,Parisiis, 1555; libro este posiblemente consultado por los obispos novo-hispanos que alentaron las primeras juntas eclesisticas y conciliares.

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    enero de 1624, que tan prevenido tuvieron en todo momento aPalafox y Mendoza cuando los jesuitas.50

    El duque de Escalona fue una figura opuesta a la con-ciencia moral del obispo poblano. Adems de prelado, el Vene-rable reuni, como se recordar, un poder inigualado desdeentonces: visitador de audiencias y tribunales, juez de residenciade virreyes, virrey al fracaso de Escalona, que luego, ya enla corte, vengse con rabia cruel, y arzobispo de Mxico.Ttulos todos que le fueron concedidos porque sin duda era,para la corona y el Papa, el ms apropiado personaje en lasolucin de severos problemas de la poca.

    Desde las administraciones de Felipe II y Felipe III losingresos ahogaban los gastos de la hacienda real, a pesar delos crecientes recursos novohispanos, bien nutridos en tributosque jams satisficieron las muchas necesidades de los ejrcitoshispanos. Andrs Cavo seala la gravedad de las cargas delgobierno central sobre el Virreinato y de la corrupcin fiscal.51Necesitaba el rey un hombre de reconocida honestidad y buenavisin jurdica, capaz de sugerir medidas eficacsimas al mejora-miento del presupuesto pblico; y en parecidas tribulacioneshallbase el clero con respecto a las obliteraciones y estrecha-mientos que le imponan los tratos reglares, y muy peculiarmentela Compaa de Jess. Su ortodoxia y temple aricense harandel Venerable el ideal del funcionario en la puesta de las cosas

    50 Vase Cavo, Andrs. Historia de Mxico, paleografa de Ernesto J. Burrus,Ed. Patria, Mxico, 1949, p. 288 y ss. Carlos Ma. Bustamante edit lahistoria de Cavo en 1836, en cuatro tomos, de los cuales los dos ltimosredactados por el propio Bustamante completan las informaciones del periodocolonial. Hay una edicin jalapea impresa en 1870. El manuscrito pertenecia los documentos de Garca Helguera, cuya biblioteca fue vendida a launiversidad de Texas.51 Cavo, A., Ed. Patria, Ibid, pp. 249-250. Sobre la situacin prevaleciente enlos aos de Felipe IV y Carlos II, J. Vicens Vives. Historia de Espaa yAmrica, Barcelona, 1961, t. II, pp. 250-386 y 494-578.

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    en su lugar, conforme a mandamientos del tridentino y otrosdecretos y cdulas gubernamentales no acatadas por los monjes,en perjuicio de seculares y autoridades. Pero no fue todo. Ade-ms, tena que recobrarse el respeto de jerarquas civiles yeclesiales, debilitadas y en ocasiones burladas aun en los propioscrculos creyentes peninsulares e indianos. Palafox y Mendozasaba del modo espiritual y prctico de volverlos a sus humil-dades cristianas. Por estas causas, al momento de su instalacinen Puebla iniciara un decidido y enrgico peregrinar civil yreligioso.

    Cruzbanse los problemas por todos los caminos de lavida colonial, poco ms que centenaria pues cada vez agudiz-banse los contradictorios intereses entre las clases dominantesen la pennsula y sus asociados novohispanos. La generalizadacorrupcin explica los grandes y casi invencibles obstculosque opusironse a los nueve aos de influencia palafoxiana enel Virreinato (1640-1649).52 Sus acuerdos pusieron los diezdedos de la mano en las muchas llagas del cuerpo colonial. Lasrspidas relaciones de virreyes y obispos o de stos y los regulareshegemnicos en la vida cotidiana de la poblacin desde el arribode Martn Valencia y los franciscanos, agustinos, dominicos yjesuitas (1602), sujetos entonces al generalato de Francisco de

    52 Agustn Rivera hizo un amplio estudio de la corrupcin en los tres sigloscoloniales de la Nueva Espaa, en las reas poltica, civil y religiosa, que deberevisarse con el mayor cuidado. Vase Principios Crticos sobre el Virreinatode la Nueva Espaa, sobre la Revolucin de Independencia, Tipografa deJos Martn Hermosillo, San Juan de los Lagos, 1884-1887, 3 vols.

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    Borja,53 calentaron las pasiones al grado del estallido local yuniversal que registrarase con motivo del caoneo excomul-gatorio de jueces conservadores y provisores episcopales, situa-cin esta necesariamente inserta en el cuadro crtico generaldel imperio de Felipe IV. Sealaremos los acontecimientos msreveladores, a saber:

    1. Despus de Felipe III, en los decenios iniciales delXVII, era extremadamente difcil apuntalar ms el castillo denaipes de la unidad lusohispana. Con precisin evalu estoshechos Vicente Riva Palacio.54 En agosto de 1641, escribe:

    Lleg a Mxico la noticia del levantamiento de Portugal, y conella las instrucciones al virrey de como deba proceder contralos portugueses radicados en Nueva Espaa. En esa pocahaba en Mxico multitud de portugueses, y muchos de elloseran personas de gran caudal y muy bien relacionadas en lasociedad; quiz por esto o porque realmente el de Escalona(se refiere al virrey de entonces), como pariente del duque deBraganza, proclamado rey en Portugal, deseara favorecer a losportugueses, no comunic ni al visitador Palafox ni a la

    53 Independientemente de la rica informacin que en este captulo proporcionaFrancisco Javier Alegre, Historia de la Compaa de Jess en la Nueva Espaa,Mxico, 1841-42, 3 ts. Y Memorias para la Historia de la Provincia que tuvola Compaa de Jess en Nueva Espaa, J. Gijn y Caameo, Editor, Mxico(s.f.) 2 ts, cabe recordar lo relativo a la llegada de Pedro Snchez y sus compaerosDiego Lpez o Fonseca, Pedro Daz, Juan Curiel, Pedro Mercado, HernnSurez de la Concha, Francisco Bazn, alias Arana, Diego Lpez de Meza,Juan Snchez Baquero, Alonso Camargo, Pedro Lpez de la Parra, BartolomLarios, Martn Gonzlez, Martn Mantilla y Lpez Navarro, segn el documentolocalizado y estudiado por Francisco Gonzlez de Coso. Quiz, sugiereGonzlez de Coso, Pedro Daz, que fuera despus rector del Colegio Mximoen Mxico, escribi la Relacin Breve de la Venida de los de la Compaa deJess a la Nueva Espaa, 1602, se trata de un manuscrito annimo descubierto,paleografiado, prologado, anotado y adicionado por el mencionado bibligrafoe historiador en el Archivo Histrico de la Secretara de Hacienda. Hizo laedicin del manuscrito, Imprenta Universitaria, Mxico, 1945.54 Mxico a travs de los siglos, Mxico, 1884-89, t II, p. 599 y ss.

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    audiencia las rdenes que haba recibido del monarca y cuidde mantenerlas en secreto sin ponerlas en ejecucin.

    Pero como tal secreto no cupo en casa de cristal, enterronsetodos del grave acontecimiento que haca tambalearse conintensidad al decadente imperio espaol. Fueron muchas lasconsecuencias derivadas en el Virreinato. Acumulronse sos-pechas y dudas en Diego Lpez Pacheco, poco cuidadoso desu autoridad y atrado en mucho por placeres mundanos ypalaciegos. Ninguna medida adoptara en relacin con lospobladores lusitanos, ni cuid de despejar las murmuracionessobre su posible parentesco con el futuro Juan IV, de Portugal,ni propici actos de fidelidad a la corona ofendida por losrebeldes peninsulares, a pesar de su inocultable simpata haciala independencia. John Lynch observa que a pesar del afectohacia Espaa entre algunos elementos de la nobleza, el altoclero y los comerciantes (portugueses), no hubo ningunaoposicin real a la independencia, que fue recibida con positivoentusiasmo por la masa del pueblo.55 Pero transparentaraseel fondo. Cuando Felipe II logr la anexin de Portugal, hacia1580, cuid meticulosamente el respeto de los trminos de lascortes de Thomar; es decir, de la identidad cultural, administrativay econmica lusitana. Pedro Aguado Bleye subray la impor-tancia de este acontecimiento en la historia espaola:

    Con la conquista de Portugal se consegua, aparentemente, launidad espaola, tan deseada por los Reyes Catlicos, y se acre-centaba el imperio colonial castellano con las grandes coloniasportuguesas de frica, Asia y Amrica, cuya posesin ha sidomotivo de rivalidades entre los dos reinos vecinos. Procur FelipeII evitar a los portugueses todo motivo de disgusto, a fin de que,olvidada la guerra, la unin se afirmase. No nombr ni un slo

    55 Espaa Bajo los Austrias, Pennsula, tercera edicin, Barcelona, 1975, t. II,p. 159. La primera edicin inglesa fue de Basil Blackwell, 1969.

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    funcionario espaol, halag a la nobleza, recorri el pas, y desdel escriba a su hija Isabel Clara, la madrecita de sus hermanos,que cuidase de que el prncipe aprendiera la lengua portuguesa.Todo fue intil (agrega Pedro Aguado Bleye), la exitacin popularpersista y fue necesario poner guarniciones espaolas endeterminadas ciudades. La unin no lleg a durar 60 aos.56

    Cierto es, mas no del todo. Smense las torpes polticas de Lermay Olivares en los aos de la subversin. Contra la tctica felipense,los habsburgos del siglo XVII procuraron la subyugacin de loscuerpos polticos lusitanos y el sometimiento de su fisco a la seddel tesoro castellano. La Guerra de Treinta Aos, la insensatezen los Pases Bajos, el caso cataln y otras agitaciones de lapoca fueron ininteligibles a Olivares, ingenuamente inclinadohacia una neoimperialidad hispana.

    Al fin, Portugal encontr la coyuntura de su separacin:

    Las prdidas navales de la batalla de Las Dunas (octubre de1639) y de Pernambuco (enero de 1640) haban arruinado lasdefensas espaolas en el Atlntico y privado a Espaa de unarma naval contra Lisboa; fue entonces cuando la revuelta deCatalua inmoviliz los restos de sus fuerzas militares.Richelieu ya les haba prometido a los portugueses la ayudafrancesa en caso de rebelin, y aquellos esperaban tambinque los holandeses aliviaran la presin sobre su propioterritorio colonial si se declaraban independientes de Espaa.57

    La inconfiabilidad hzose mayor en Nueva Espaa aldifundirse lo relacionado con el extrao comportamiento de Guillnde Lampart y los proyectos liberadores del Virreinato. Estepersonaje que buscaba ceirse la corona de una nueva monarqua,

    56 Manual de Historia de Espaa, corregido por Cayetano Alczar, EspasaCalpe, S. A., Madrid, 1964, t. II, p. 660.57 Lynch, John, Ibid, t. II, pp. 158 y 159.

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    dueo de no pobres lecturas y hartas obsesiones, muri en lapicota de la inquisicin. Sin embargo, su vinculacin con Villenafue miembro de su servidumbre escandaliz ms y ms alas cortes de Madrid y Mxico, al extremo de ordenarse laseparacin y sustitucin por Juan de Palafox y Mendoza.58 CarlosMara Bustamante justific la conducta del Venerable al informar,a la corte, la intrigante conducta del duque de Escalona.59 Ladesignacin de Palafox como arzobispo de Mxico, caus granmalestar al Virrey; y, una vez en el cargo, prepar el golpe contraLpez Pacheco, en cumplimiento de las reservadas instruccionesde Madrid. Jams concordara el carcter firme del obispo conlos titubeos que le atribuye Manuel Orozco y Berra al poner enplanta los despachos, a pesar de la soberbia del marqus, puesnada hay en el hijo de Fitero que exhiba tibieza en el orden humano,a pesar de sus copiosos temores en el divino.60 Transcurrieronlos hechos as, segn el eptome del citado Orozco y Berra, asaber:

    58 Gonzlez Obregn, Luis. D. Guilln de Lampart. La Inquisicin y laIndependencia en el siglo XVII, Librera de la Viuda de Ch. Bouret, Pars-Mxico, 1908. Gabriel Mndez Plancarte y su hermano Alfonso dedicaronalgunas pginas de bside a estudios del caso y la obra de Lampart, cuyaspeculiaridades acucian hasta hoy a los investigadores. Vase Don Guilln deLampart y su Regio Salterio, segn el manuscrito latino de 1665, seleccionadoy traducido por Gabriel Mndez Plancarte, bside, Mxico, 1948.59 Vase el folleto de Bustamante titulado El Venerable Seor Don Juan dePalafox y Mendoza, Obispo de la Puebla de los Angeles, Justificado en elTribunal de la Razn, por haber remitido a Espaa y Separado del Virreinatode Mxico al Escmo. S. D. Diego Lpez Pacheco Duque de Escalona, Imprentadel Ciudadano Alejandro Valds, Mxico, 1831. Observa Genaro Garca quees el suplemento de la Voz de la Patria (5 de marzo de 1831).60 Orozco y Berra, Manuel. Historia de la Dominacin Espaola en Mxico,con una advertencia en Genaro Estrada, Biblioteca Histrica Mexicana deObras Inditas en la Antigua Librera Robledo, de Jos Porra e Hijos, nm.10, Mxico, 1938, t. III, p. 167.

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    En la noche del 9 (junio de 1642) hizo convocar secretamentea su casa (Palafox y Mendoza) a los individuos de la Audien-cia, y leyndoles su nombramiento y la deposicin del duque,les exigi el secreto en nombre del rey, y fue reconocido capitngeneral de la Nueva Espaa. Hizo lo mismo con el marqus deCadereyta que an estaba en la ciudad, y con l conferencilos pormenores de la ejecucin del plan.61

    Habl con Pedro de Oroz, alcalde de corte, y con otros perso-najes de importancia, Martn y Diego Rivera, Luis de Tovar,Antonio Urrutia, el militar Diego Astudillo; solicit la reunindel tribunal de la Inquisicin; se mand aviso a ciudadanosprominentes y a los dems tribunales; y despus de stas yotras medidas, entre las diez de la noche y las cinco de la maanadel siguiente da (10 de junio), abrironse las puertas de Palacio;sorprendieron los ejecutores dormido y en su recmara al Virrey,quien ya despierto y enterado de los acuerdos dijo: Fuertegolpe es ste!, ms en mis obligaciones, no puede dudarse laobediencia a su Magestad en cuanto mandare. Con toda surabia y orgullo el alto personaje asilse en el convento dieguinode Churubusco; luego, en San Martn Texmelucan; y de ah,por Veracruz, marchse, y la corte

    dio ante el rey sus descargos; parecieron tan buenos que sele dio por quito de la imputacin, se reconoci su inocencia,y para reintegrarlo en el concepto pblico se le nombr denuevo virrey de la Nueva Espaa, destino a que no vino porhaber pasado de virrey a Sicilia,

    segn la anotacin de Orozco y Berra con base en Cavo y Alegre.62Virrey, Palafox y Mendoza, durara slo cinco meses y

    medio, pues entreg el cetro a Garca Sarmiento de Sotomayor,

    61 Ibidem.62 Ibidem, pp. 168-169 y nota 118.

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    conde de Salvatierra, el 23 de noviembre de 1642; fue a juiciode Alegre,

    el mayor peso de autoridad que jams se haba visto en la Amrica,siendo al mismo tiempo Obispo de las Dicesis ms opulentasdel Reyno, Gobernador del Arzobispado de Mxico, electoArzobispo, Visitador y Virrey, a que se aada una comisin par-ticular para despojar de los curatos a las rdenes regulares (...):En esta forma, la Audiencia principal de Nueva Espaa, los dosprincipales cabildos eclesisticos y seculares, los tribunales todosfuera del de la inquisicin, las religiones, y todo aquel gran distritoa que se extendan tan diversas jurisdicciones, dependa delgobierno cuasi soberano y desptico de un slo hombre;63

    opiniones que revelan los amargos sentimientos que desataron susdisensiones con los jesuitas; y hay ms: al comentar Alegre cmose agreg en Puebla, a la Compaa, el establecimiento que fundarael obispo Ildefonso de la Mota, textualmente dice de Palafox yMendoza:

    Uno de sus sucesores (se refiere a De la Mota), bien conocidopor su desafecto y aversin a los jesuitas, procur persuadiral Rey y al pblico, que los religiosos de la Compaa habanabusado de la decrepitud del seor Mota y an la insensatezocasionada de la enfermedad, para hacerle firmar las escriturasy convertir en Colegio lo que el Ilmo. tena destinado parahospital. Basta para deshacer esta calumnia saber que muchosmeses antes de su muerte haba conferido este asunto con elVirrey marqus de Cerralvo, cuando pas por la Puebla; queen las mismas escrituras haca memoria de sus antiguos deseosde fundar un colegio; que su amor a la Compaa era constantedesde que fue obispo de la Nueva Galicia...; y finalmente, quel mismo pidi todos los sacramentos, y no slo responda alas oraciones, sino aun correga los leves defectos a que la

    63 Memorias para la Historia, Ibid, t. I, p. 254.

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    turbacin haca incurrir a sus capellanes, acciones todas, quenada menos prueban que decrepitud o insensatez.64

    Tiempo largo destin el obispo visitador a estudiar losasuntos universitarios, que le preocuparon desde siempre, yluego de analizarlos en sus distintas facetas propuso, para me-jorar la educacin nuevas constituciones, notificadas al claustroen octubre de 1645, aprobadas cuatro aos adelante por el reyy publicadas en 1688 con el ttulo de Estatutos y Constitucionesde la Imperial y Regia Universidad de Mxico, con prlogode Marcelino de Sols y Haro, cuya redaccin es la consideradaprimera y concisa historia, de la Universidad.65 Las constitu-ciones del Venerable fueron las que rigieron a la Real y PontificiaUniversidad por ms de siglo y medio.

    Treinta y seis ttulos componen este ordenamiento, escribeJimnez Rueda, todos ellos siguen el orden de las constitucionesanteriores. Despus del ndice se copian los captulos 1 y 15 delEvangelio de San Jun, el 22 del de San Lucas y el 9 del de SanMateo. En seguida el Rey se da por enterado de las diversascartas que le ha dirigido el Obispo Palafox informndole delresultado de la visita de la Universidad que le ha sidoencomendada. El propio Palafox pone en vigor las constitucionesque han revocado, todos los estatutos, constituciones yordenanzas con que antes se ordenaban, por haberse escogido

    64 Ibidem, p. 241.65 Jimnez Rueda, Julio. Historia Jurdica de la Universidad de Mxico,Facultad de Filosofa y Letras, UNAM, Mxico, 1955, pp. 115-117. Vasetambin Reales Cdulas de la Real y Pontificia Universidad de Mxico, de1551 a 1816, paleografa, introduccin, advertencia y notas de John TateLanning, estudio preliminar de Rafael Heliodoro Valle, Imprenta Universitaria,Mxico, 1946; y Sergio Mndez Arceo, La Real y Pontificia Universidad deMxico. Antecedentes, Tramitacin y Despacho de las Reales Cdulas deEreccin, Imprenta Universitaria, Mxico, 1952.

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    de ellas todo aquello que ms cumple al servicio de su Magestad,y bien de la Universidad, segn el estado presente de las cosas.66

    2. El mejor relato del Venerable como cabeza del episco-pado angelopolitano dbese a Francisco Antonio Lorenzana.67Pongamos prudente atencin. Una vez que Alfonso SalazarBarahona, chantre de la iglesia y personero de Palafox y Men-doza, transfiri a ste los brtulos de la dicesis advirtironsede inmediato las virtudes del flamante prelado. Su respeto de lajerarqua clerical era un claro reflejo de su adhesin al Vaticano.Nunca dud del apostolado encomendado a Pedro; y de la quecorresponde, por tanto, al sumo pontfice romano, mas en lainterioridad de sus jerarquas formales est el mstico que intuye,presiente y siente en s las iluminadas manifestaciones del ordencelestial. Miradores del ms all y sus misterios son para elBeato los intersticios del mundo inmediato. Arrobamientos oembelezamientos religiosos rompen con frecuencia convencio-nalismos y liturgias vacas en el seguimiento inspirador de la fe.Cobijado en la maestra de Agustn, ledo y meditado por elVenerable al redactar sus confesiones de acuerdo con unacontabilidad de pecados y misericordias sin saldos favorables,pudo someter al fin, al juicio superior, la ya mencionada VidaInterior, autobiografa espiritual que tambin titul Lgrimasde un pecador enormsimo por sus grandsimas culpas; enla que usa estas expresiones:

    proclamaciones y gemidos msticos; juicio de miserias y miseri-cordias contra un pecador enorme, que nunca tuvo juicio;conocimientos y reconocimientos a Dios de un pobre y mise-rable pecador; cuenta de culpas y beneficios de quien nuncatuvo cuenta con la cuenta; manual y memorial de miserias ymisericordias que llora y canta un pecador; aclamaciones del

    66 Ibidem, p. 116.67 Concilios provinciales..., Ibid, t. II, p. 251 y ss.

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    alma a la eterna misericordia, y suspiros y lgrimas por supropia miseria;

    y en este tenor la Vida Interior hllase harta de lgrimas, arrepenti-mientos, suspiros, contriciones y dolencias del hombre ante suCreador.

    Al lado de la prosa, fina y abundante, ech mano Palafoxy Mendoza de las musas para engarzar en la poesa delicadasrazones del corazn. Alfonso Mndez Plancarte recobr el valordel verso palafoxiano, condenado por Genaro Garca, su mayorestudioso moderno:

    ...apenas aludi a sus rimas, dice Mndez Plancarte, para fallarque no era poeta, ni mediano versificador y ya Fray JosephPalafox su editor y primo lamentaba hallarlas sin el alio ypeinado estilo que quisiera, como que nunca fueron para elSeor Obispo sino breve y honesta recreacin, o instrumentoapostlico dirigido al espiritual, que atiende al espritu y norepara en la letra, aunque agregando bella y exactamenteque a veces, como en los Grados del amor divino, culminacinde su lrica y su mstica, parece que el amor guiaba su pluma...Pero nosotros aun fuera de esa joya gozamos luz de poesaen muchos otros de sus versos...68

    Y luego vienen pruebas y conclusiones. Insiste Mndez Plan-carte en la gracia de su conceptismo tradicional, Sol y luna/entraje de montera; o en su estilo y gustos salmantinos, o de unHoracio ablandado por Lope; o en la santa audacia con quepara frasea los cantares; ora, sobre todo si son suyas, cual

    68 Mndez Plancarte, Alfonso. Poetas Novohispanos. Segundo siglo (1621-1721), Biblioteca del Estudiante Universitario, Universidad Nacional Aut-noma de Mxico, 1944, primera parte, p. XLV. La misma Biblioteca public,de Mndez Plancarte, dos estudios ms sobre poetas novohispanos, el dedicadoal siglo XVI y la segunda parte del citado libro.

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    creemos, las liras o las Transformaciones del Alma, conesa Noche Cristalina, obscura y flgida, descbrense uncastizo primor sabroso de refranero sagrado, segn el huertode Santillana y el Rabi de Carrin y la definitiva deduccindel silogismo literario: gran lrico, sin duda, afirma MndezPlancarte, de limpidez slo hermoseada por la amorosa ternura,los ms difanos smiles, y el encanto de su candor y esto,a mediados del XVII, al margen del gongorismo y aun casiabsolutamente del barroco, pues su poesa es cristalina ybella (como el adjetivo a la carne gloriosa), y su palacio estodo de cristales (como dijo de la verdad)...: un apacible llano,por donde entre azucenas cndidas discurre musical elarroyuelo con sus pies de plata, mas donde arde, en la zarzadel Horeb, la llamarada del amor que al cielo llega con suslenguas de oro.69

    La Biblioteca Palafoxiana, de Puebla, acredit la venalrica y mstica de Palafox y Mendoza con la edicin facsimilardel Varon de Desseos, cuyo manuscrito (1642) forma partede su rico acervo bibliogrfico.70 En la introduccin del libroEstela Galicia Domnguez, directora de la Biblioteca, anota queel manuscrito es la, obra ms antigua que se conserva de l enla Biblioteca Palafoxiana, seguramente inspirada en la PaDesideria del Hermano Hugn, jesuita este que ofreciera asus seguidores un mtodo seguro para llegar a Dios. El librocomprende tres das, dice Galicia Domnguez, que el almadebe recorrer para alcanzar su perfeccin, la purgativa, depurificacin; la iluminativa, de devocin y ejercicio de las virtudesmorales; y la unitiva o goce en la unin divina; y luego agregnseestas informaciones:

    69 Poetas Novohispanos..., Segundo Siglo, primera parte, op. cit.70 La edicin estuvo al cuidado de Pedro ngel Palou y Baraquiel Alatriste,consta de 200 ejemplares foliados y fue realizada por Gobierno del Estado dePuebla, en 30 de junio de 1981.

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    Fue terminada (la citada obra) el da 8 de noviembre de 1641 enla ciudad de Mxico y editada por primera vez en el ao de1642 con una dedicatoria a la reina Mara, Luz que alumbra elseptentrin, de quien Palafox se declara capelln y siervo.Fue editada en Madrid y Valencia en 1671 y en Madrid en1762, formando parte de las Obras de Don Juan de Palafox yMendoza. Por el tema del libro, el obispo fue comparado conSan Agustn, San Jernimo y San Cipriano. Se hallanreferencias a los msticos San Juan de la Cruz, San Pablo, elSanto Job, el Rey David, etctera.

    El manuscrito, mstico y lrico, lo repetimos, fue consideradolibro de oro en la predicacin apostlica.

    El mstico Palafox fue como Antonio, blanco continuode las tentaciones, y el evitarlas en favor de la ardiente caridadsalvadora, result en disciplinas que el Venerable, a pesar desu condicin de gusano de la tierra, criado en la miseria, ybasura de los vicios, y pecados71 adopt e impuso sobre smismo con devota y frrea devocin. Entre invocaciones impre-sionantes aplicse penitencias voluntarias en la observacin delos votos de castidad, obediencia, pobreza y humildad, absti-nencia, clausura, silencio y resignacin; pero sorprenden lasreglas de castidad por la complejidad psicolgica que exhibenen relacin con el origen bastardo y la pasin de su natividad yniez. Poco hase hecho en la personalidad profunda de Palafoxy Mendoza, y este vaco inclina a transcribir, para el lectorreflexivo las anotaciones del obispo sobre el particular, a saber:

    Para observar el voto que tiene hecho de castidad con toda pureza,y vigilancia posible, invoca a la Virgen Pursima, escogindolapara esta virtud principalmente por protectora. Primeramentepropone traher descubierta la cabeza en todos tiempos enreverencia de la Virgen, como si estuviera en su presencia; y esto

    71 Vida Interior, Ed. Madrid, 1772, p. 437 y ss.

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    se entiende en cualquiera parte por donde lo pudiere hacer sin sernotado, si otra cosa no le ordenare su confesor, por sus dolorescontinuos de cabeza. Que si viniere alguna persona a visitarle, ypor razn de urbanidad le obligase a estar cubierto, deba pedirmentalmente a la Virgen licencia para cubrirse. Que no puedanentrar mujeres en su cuarto aqu hay nota que dice: tampocolas tuvo en casa el Siervo de Dios, y cuando serva en losConsejos, cuidaba de disponer de la comida, y de la limpieza de laropa una doncella virtuosa, de edad provecta, y hbito muyhonesto; (era hija de Pedro Navarro el Viejo, el que le libr de lamuerte, cri al V. en su casa, y con sus hijos los primeros aos desu vida) y sta viva con una criada en una casa inmediata, yministraba lo que se ofreca por una ventana pequea, que caa ala del Venerable Ministro si no es que vengan a negocios, opleytos de su oficio; y entonces les hable brevemente, baxos losojos, abiertas las puertas, y con la posible brevedad, observandoesto con mucho rigor. Que no pueda visitar mujeres, sino que seallamado, o para cosas espirituales, y de mucha importancia; ypara negocios graves temporales pueda ir, pidiendo licencia a laVirgen, y comunicndolo primero con su Confesor. Que no puedaescribir a mugeres, sino a sus hermanas, y a personas espiritualesde cosas espirituales: slo pueda responder a cartas que leescriban, acortando razones, y correspondencias, y comuni-cndolo primero con su Confesor. Que no hable con mugeres, nilas mire a la cara advertidamente: no les haga cumplimiento, sinocuando pueda haber nota, o escndalo en no hacerse, y entoncessea esto con modestia. Que en hallndose en conversacin quese hable de mugeres, si se ve con bastante autoridad, la estorbe;y si esto no lo pudiere hacer, se retire de la conversacin, o seaparte, o haga otra diligencia para desviarla. Que siempre quevaya a visita de mugeres, se ponga una cruz de puntas arrimadaa las carnes, para acordarse de la pureza que tiene ofrecida a laVirgen. Que nunca vaya a semejantes visitas, sin encomendarseprimero a nuestra Seora muy afectuosamente, para que le tengade su santsima mano.72

    72 Ibidem, pp. 440-442.

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    Reconoce el Venerable, al final de la Vida Interior,73que no siempre cumpli el propsito de humildad, fe, esperanzay caridad, y muestra as, a los lectores, que la perfeccin escamino zigzagueante y no lineal; es decir, entretejimientoperturbador y asfixiante de incertidumbres, pecados, arrepenti-mientos y virtudes.

    An no haba defcanfado fu illma. de las fatigas de el camino,escribe el arzobispo Francisco Antonio Lorenzana en susConcilios provinciales, quando tom en s el cuidado de queprofiquiera hafta fu perfecta conclusin, como lo configuiprodiguiofamente con admiracin de todos, en poco ms denueve aos, la fumptuofa, magnfica, y primorofa Fbrica deefta Santa Iglefia (catedral de Puebla), que eftaba tan pocoadelantada, defpues de haber pafado ms de 90 aos defdeque fe le dio principio, que aunque fe procediera con efmero,fe necesitan a lo menos 20, y 5, o 30 para concluirla, fiendo tanexquifito, y anticipado fu defvelo, refpecto de efta obra tangrave, y necefaria, que traxo de prevencin una Cdula Realpara allanar las dificultades, que pudieran ofrecerfe, y fe dedica perfeccionar efte affunto con tal efmero, que aguftaba por fupropia Perfona los materiales necesarios para la Obra, fin quele firvieran de embarazo la multitud, y gravedad de negocios,que a ms de lo que le correfpondan por fu Dignidad, eftabana fu cuidado por Virrey, Gobernador, y Captn General de eftaNueva Efpaa, Prefidente de fu Real Audiencia, y Vifitador detodos fus Tribunales;74

    y a travs de este aplastante cmulo de cargos y quehaceresdescribe Lorenzana las copiosas actividades del prelado. Llega Puebla en 1640 y consagr su catedral en 18 de abril de1649, entre pompas, coros, multitudes sin igual. Hizo arrancarladrilleras de su casa obispal y completar as los apisonados73 Ibidem, p. 459 y ss.74 Ibidem, p. 251 y ss.

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    catedralicios; y esto, en sabanlo pueblo menudo y clases acomo-dadas, festejbanlo unos y censurbanlo otros por las manerasde concluir la fbrica. Por cierto, los mohnos con Palafox nocalman an sus pesares. Mariano Cuevas, jesuita, as lo muestraen su Historia de la Iglesia en Mxico.75 Aparte de menguarlas constituciones que introdujo en la Universidad por ser ferozenemigo de la Compaa y de ah el deseo de que rigieran sus'sabias' constituciones, y de advertir que si en verdad efectuampliaciones en el seminario de Puebla, no se queda corto enrestar importancia a la conclusin de la catedral,76 de la cualtranscribe el informe de Palafox, encontrado en el archivo dela embajada espaola ante el Vaticano.

    En 1618 suspendise la obra, dice Cuevas, hasta el ao de1640 en que volvi a emprenderse a las rdenes del ObispoPalafox, mas no como se dice, tomndola ste desde sucimiento, porque ya desde 1618 estaban los capiteles de lascolumnas de las naves laterales y por consiguiente de la central.Palafox puso ciertamente extraordinaria diligencia en que seconstruyese, como que se haca trabajar a los desgraciadosindios, de noche y a la luz de antorchas. Meti de sus fondosparticulares alguna cantidad que probablemente fueron menosde 12 mil pesos, puesto que el mayor donativo fue el delcabildo consistente en dicha cantidad. No es cierto que lahaya terminado antes de irse a Espaa, pues le faltaba unatorre y muchos otros complementos menores que posterior-mente se terminaron bajo plan de la escuela de Herrera y Gmez

    75 Tenemos a la vista la 3 edicin, 4 ts., Revista Catlica, El Paso, Texas,1928.76 Ibidem, t. III, p. 201.

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    de la Mora, aunque no se puede probar que esa influenciafuese personal de cualquiera de esos autores.77

    El celo apostlico del Venerable no tuvo fatigas. Patro-cin fundaciones y elabor estatutos. Lo anota Lorenzana as:hizo Reglas, y Ordenanzas para el Coro, y Constituciones parala Contadura de su catedral; fund el Convento de ReligiofasDominicas de Santa Ins de Monte Policiano, que juntaranseluego con las de religiosas descalzas; introdujo constitucionesen las comunidades religiosas y en el seminario de San Juan;erigi y reglament el colegio de Nias Vrgenes; arregl elhospital de San Pedro; ampli las enfermeras y los recursoscurativos; y entre tantos quehaceres, que resanse con breve-dad, destaca lo relacionado con Gutierre Bernardo de Quirs,cuando la aparicin (1631) del arcngel Miguel en la barrancade los Zopilotes, Nativitas, a Diego Lzaro de San Francisco,indio como el otro Diego guadalupano. Lorenzana dice que elarcngel orden a Diego que cavase hasta hallar una fuente deagua de la salud; y que

    oy el