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  • LA VISIN DEL CRISTIANISMO

    JUAN MARTN VELASCO

    Telogo

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  • Juan Martn Velasco

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  • Con gusto acepto la invitacin que se me ha dirigido para responder a lapregunta del ttulo como portavoz del cristianismo. Lo hago convencido de lacapacidad de cristianismo para promover la paz, convencido de que la ha pro-movido a lo largo de la historia y de que es capaz de hacerlo y tiene la volun-tad de hacerlo en la actualidad. Este convencimiento no me impide ser cons-ciente tambin de la existencia en la historia del cristianismo de hechos queponen en cuestin esa contribucin. Por ltimo, mi convencimiento de que elcristianismo puede ser, ha sido y es factor de paz va acompaado de la con-viccin de que otras religiones y movimientos no religiosos e incluso contra-rios a las religiones han asumido ese mismo papel y lo han desarrollado congrados semejantes de fidelidad e infidelidad a sus nobles propsitos. De ah,que mis afirmaciones hayan de ser tomadas en sentido positivo, pero nuncaexclusivo. Intentar, adems, dar con el timbre peculiar de la voz cristiana enese concierto que es la bsqueda humana de la paz.

    RELIGIN Y PAZ

    Una mirada a la historia de las religiones y la consideracin de la natura-leza del fenmeno religioso que estas manifiestan muestran el lugar centralque la paz ocupa en el mensaje de todas ellas (G. Parrinder). La paz es con fre-cuencia el nombre para la mejor de sus promesas; forma parte de la nocin desalvacin que resume lo esencial de su funcin en las sociedades y en las per-sonas. Todas las religiones sistemas orientados a hacer realidad el: Gloriaa Dios en el cielo hacen suyo tambin, de una u otra forma, el segundomomento del anuncio de los ngeles: en la tierra, paz. Algunas religiones,como recuerda la inscripcin que preside un templo jainista, llegan a identifi-car religin y paz: la no violencia es la ms alta religin. Un estudioso delpapel de las religiones en las guerras expresaba el hecho al que acabamos dereferirnos en estos trminos: Existe una relacin estrecha entre religin y paz.Casi todas las religiones piden a sus adeptos, como parte de su mensaje tico,el compromiso y el trabajo por la paz; les ofrecen la paz como el mejor de susdones; les proponen la paz definitiva como representacin de la salvacin queles prometen. Hay que repetir que la dimensin religiosa en su esencia no tie-ne nada que ver con ese desencadenamiento de pasiones (el que ha originadolos conflictos y las guerras); que es lo opuesto a l; la religin no tiene nadaque ver con la guerra; religin significa debera significar paz.

    PRESENCIA EN LA HISTORIA DE CONFLICTOS LIGADOS A LAS RELIGIONES

    El inciso contenido en la ltima frase del texto anterior: debera signi-ficar delata las dificultades que introduce la historia en una consideracin

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  • que no quiera atenerse exclusivamente al terreno de los principios tericos.Por eso, no faltan, en estudios del problema que nos ocupa desde el punto devista histrico, afirmaciones que parecen poner radicalmente en cuestin laverdad de textos como el que acabamos de citar en el prrafo anterior. Losconflictos, en las religiones y entre las religiones, son la norma en la historia(G. Kehrer).Los hombres de religin han colaborado ms a la produccin deconflictos que a impedirlos (Badinter).Las religiones siempre estn en peli-gro de caer en la violencia y la intolerancia (M. Bertrand). La rotundidad detales afirmaciones se explica por la cantidad y la gravedad de los hechos enque se fundan. Esos hechos obligan a analizarlos y explicarlos, si no se quie-re que las afirmaciones de principio sobre las religiones y la paz aparezcancomo pura ideologa. Intentemos ese anlisis.

    CONNIVENCIA NECESARIA ENTRE RELIGIN Y VIOLENCIA?

    No faltan aspectos del complejo fenmeno religioso que parecen mostraruna secreta connivencia entre religin y violencia. Recordemos, por ejemplo,la presencia en numerossimas religiones de sacrificios de distinta naturalezaque parecen comportar un empleo ritualizado, sacralizado, de la violencia. Esposible que la funcin de tales ritos sacrificiales sea obtener, mediante elejercicio ritualizado de la violencia sobre las vctimas, la ruptura del crculo,de la espiral, de la violencia que, una vez desatada, pone en peligro la sub-sistencia de la sociedad (R. Girard). Pero esa explicacin no elimina el hechode que numerosas religiones comporten el ejercicio de la violencia sobreseres inocentes, humanos en algunos casos extremos, cuyo derecho a la vidaes conculcado en el interior de la religin y como parte del ejercicio de lamisma.

    La presencia del sacrificio remite, adems, a la representacin, presenteen no pocas formas religiosas sobre todo preaxiales (G. Baudler) de un Diosconcebido como poder violento y amenazador para el hombre y que suscita-ra el miedo como principal componente de la actitud religiosa y exigira delhombre el sacrificio como mecanismo expiatorio y compensatorio.

    Otro hecho que parece introducir en el ejercicio mismo de la religin eldesarrollo de algn tipo de violencia es la oposicin entre diferentes rdenesde realidad: espiritual-material; anmico-corporal; celestial-terreno, etc.,identificados con el bien y el mal, sobre todo en religiones dualistas, y lla-mados a una superacin que supone la eliminacin de los segundos en bene-ficio de los primeros.

    Nada pone tan radicalmente en cuestin la conexin entre religin y pazcomo la existencia en la historia de numerosos conflictos ligados de una uotra forma a la religin. Su elevado nmero y su variedad aconsejan proce-der a su clasificacin. Sealemos, as, los conflictos intrarreligiosos, interre-ligiosos y extrarreligiosos. Los primeros abarcan las frecuentes exclusionesde unos grupos por otros, las luchas de diferentes facciones en el seno de una

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  • misma religin. Los segundos estn representados por las guerras de religin,guerras santas, cruzadas de todo tipo y, ms generalmente, por las variadasformas de exclusin de los otros, por el simple hecho de que sean diferentesdesde el punto de vista religioso. Los conflictos extrarreligiosos consisten enla oposicin de una subcultura religiosa, en el seno de una sociedad, a sub-culturas formadas por grupos ideolgicos o religiosos diferentes. Recorde-mos, por ejemplo las violentas oposiciones de creyentes y no creyentes, lai-cos y religiosos, Iglesias y movimientos culturales hostiles a ellas, es decir,los diferentes tipos de Kulturkampf, de lucha por la cultura, tan frecuentes enla poca moderna en los pases occidentales.

    HACIA UNA EXPLICACIN DE LOS CONFLICTOS RELIGIOSOS

    No est histricamente comprobada la existencia de un solo caso en elque la religin y un conflicto puramente religioso fuesen la causa nica deuna guerra (G. Kehrer). La afirmacin puede parecer excesivamente rotun-da, pero parece justificada en la medida en que la norma suele ser que lo quese presenta como conflicto religioso sea en realidad conflicto entre socieda-des religiosas diferentes que se disputan un territorio o el poder sobre l, oconflictos de orden social, tnico, poltico o econmico, revestidos de inten-cionalidad, motivacin, o legitimacin religiosa. De ah, que para explicar losconflictos religiosos sea necesario explicar ese fenmeno de sobredimen-sionamiento religioso de conflictos de suyo no religiosos.

    Qu elementos especficamente religiosos favorecen el revestimientoreligioso de conflictos sociales o polticos? El primero es que una religinest estrechamente vinculada con la sociedad, la cultura, la raza, el sistemapoltico de un lugar o una poblacin. Tal conexin lleva con frecuencia a quelos conflictos desencadenados por motivos sociales, culturales, raciales opolticos adquieran una dimensin religiosa, convirtindose as en conflictosreligiosos. Este supuesto puede realizarse bajo dos formas principales, segnse trate de religiones nacionales o universales. En el primer caso, el suje-to de la religin es el grupo humano como tal, y cada persona, slo en cuan-to miembro de l. En las religiones nacionales se identifica, pues, religin ynacin, y los conflictos de la segunda pasan a convertirse automticamenteen conflictos tambin religiosos: los dioses de cada nacin luchan con ella ycomparten con ella sus victorias y derrotas, de las que se procurarn explica-ciones y justificaciones tambin religiosas. Sin embargo, en las religionesnacionales el carcter religioso del conflicto no lo ha agudizado ni suele inter-venir como factor determinante del mismo, ya que la condicin misma dereligin nacional comporta que cada nacin tenga su religin, y cada pueblo,sus dioses.

    En las religiones con pretensin universal el sujeto de la relacin reli-giosa es cada persona, independientemente del grupo humano: nacin, cultu-ra, raza a la que pertenezca. Por eso las religiones universales pueden exten-derse a sujetos de diferentes colectividades. Tales religiones, por principio,

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  • deberan estar al margen de los posibles conflictos entre los diferentes gruposen las que se hacen presentes. Pero sucede con frecuencia que tales religio-nes estn de hecho incardinadas en las unidades de otro orden en que hannacido o en las que se han extendido y con las que llegan a confundirse. Esohace que se tienda a atribuir a esas unidades la misma universalidad atribui-da a la religin universal y al Dios al que se reconoce en ellas, con lo que seterminar negando el derecho de los miembros de otros pueblos o culturas avivir en libertad su pertenencia a los mismos, y a imponer el paso a la colec-tividad con la que se ha confundido la religin de pretensin universal, comonica forma posible de realizacin de la pertenencia a