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BOLETÍN 2013 9 LA VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE “ESPIRITUALIDAD DE COMUNIÓN EN EL SENO DE LA MADRE” Mons. Salvador Diez de Sollano y Ortega FORMACIÓN Y ESPIRITUALIDAD E l tiempo de la Navidad es tiempo propicio para ha- blar de la maternidad de María. La Virgen de Gua- dalupe es la única de las imágenes que en las apariciones de María se aparece como Madre embaraza- da. El vientre maternal de Santa María de Guadalupe es el ma- ravilloso lugar y símbolo más importante y central del Ayate, es el Santuario del Misterio de la unión divina-humana donde se inicia y crece toda vida que aspi- ra a la comunión de Dios con el hombre y del hombre con Dios. En la misión educadora prenatal de María, misteriosa comunión interactiva de la Madre y el Hijo, durante todo el proceso de la ges- tación desde la fecundación por el Espíritu Divino, es donde se inicia la Vida de la Mujer y del Hombre Nuevo, la Nueva Creación. La presencia misteriosa de Dios Padre, en la nube mística que ro- dea a la Virgen María en su imagen de Guadalupe, es el símbolo de la elección del Amor Divino que la acoge para llenarla de la Gracia del Espíritu Santo y fecundarla «La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con el que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres» (LG 65).

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LA VIRGEN SANTA MARÍA DE GUADALUPE

“ESPIRITUALIDAD DE COMUNIÓN EN EL SENO DE LA MADRE”

Mons. Salvador Diez de Sollano y Ortega

FORMACIÓN Y ESPIRITUALIDAD

El tiempo de la Navidad es tiempo propicio para ha-blar de la maternidad de María. La Virgen de Gua-

dalupe es la única de las imágenes que en las apariciones de María se aparece como Madre embaraza-da. El vientre maternal de Santa María de Guadalupe es el ma-ravilloso lugar y símbolo más importante y central del Ayate, es el Santuario del Misterio de la unión divina-humana donde se inicia y crece toda vida que aspi-ra a la comunión de Dios con el hombre y del hombre con Dios. En la misión educadora prenatal de María, misteriosa comunión interactiva de la Madre y el Hijo, durante todo el proceso de la ges-tación desde la fecundación por el Espíritu Divino, es donde se inicia la Vida de la Mujer y del Hombre Nuevo, la Nueva Creación.

La presencia misteriosa de Dios Padre, en la nube mística que ro-dea a la Virgen María en su imagen de Guadalupe, es el símbolo de la elección del Amor Divino que la acoge para llenarla de la Gracia del Espíritu Santo y fecundarla

«La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con el que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración

de los hombres» (LG 65).

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para iniciar en Ella la materni-dad divina en la encarnación del Hijo de Dios. En la dócil dispo-nibilidad de María se inicia en Ella la espiritualidad maternal de Comunión con la Trinidad Santa. En María de Guadalupe, María de Nazareth, tiene toda madre el mo-delo perfecto de la maternidad verdaderamente humana y es-piritual que engendra la vida y la hace crecer en plenitud, educándo-

íntimo hogar maternal del seno de su Madre; y preguntarle a María cómo fue su maravillosa relación con su Hijo en gestación y con el Espíritu Divino su Esposo en la interioridad de todo su ser. Las res-puestas las iremos recibiendo poco a poco a través de esta meditación y en las siguientes.

Juan Pablo II se expresa así: “Aun-que se realizó por obra del Espíritu Santo y de una Madre Virgen, la ge-neración de Jesús, como la de todos los hombres pasó por las fases de la concepción, la gestación y el parto. Además, la maternidad de María no se limitó exclusivamente al proceso biológico de la generación, sino que, al igual que sucede en el caso de cualquier otra madre, tam-bién contribuyó de forma esencial al crecimiento y desarrollo de su Hijo. No sólo es madre la mujer que da a luz un niño, sino también la que lo cría y lo educa (desde su seno ma-terno); más aún, podemos muy bien decir que la misión de educar es, según el plan divino, una prolon-gación natural de la procreación. María es Theotokos no sólo porque engendró y dio a luz al Hijo de Dios, sino también porque lo acompañó en su crecimiento hu-mano” (JUAN PABLO II, “María, Educadora del Hijo de Dios”, 4 dic.1996).

Los conocimientos expresados aquí acerca de la educación pre-natal que María lleva a cabo en su vientre, escuela natural y so-brenatural de virtudes, son con-firmados por los descubrimientos científicos recientes, y que de he-cho son milenarios. La importan-

la desde el embarazo la informa, la forma y la conforma bajo la acción del Espíritu Santo.

En este Misterio de Maternidad, habría que preguntarles, en el si-lencio de la meditación y en la presencia de la contemplación, al Espíritu Santo cómo fue su acción durante el embarazo en María; a Jesús el Hijo de Dios cómo sintió desarrollarse su encarnación en el

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cia de esta etapa prenatal era muy conocida en las antiguas civiliza-ciones: los Egipcios, los Indios de Asia y de América, los Celtas, los Africanos y otros, habían dado re-glas de vida para la madre, la pare-ja, la sociedad, que permitían que el niño se formara con las mejo-res condiciones. En cuanto a los Chinos, hace ya más de mil años, construyeron clínicas prenatales en donde las futuras madres vivían su embarazo con serenidad y rodea-das de belleza (cfr. “¿INFLUYE EL PERIODO PRENATAL EN NUESTRA VIDA?”. Conferencia de Marie-Andrée BERTIN, Fun-dadora y Presidenta de la Organi-zación Mundial de Asociaciones de Educación Prenatal, 4 de Abril del 2001).

Gracias a nuevas ciencias, tecnolo-gías médicas y psicopedagógicas,

a partir de los años sesenta y se-tenta del pasado siglo hasta nues-tros días, como son: la reciente y avanzada Psicología Intrauterina, la Fetología, la Neurología, la Fi-siología, la Nueva Biología, la Ge-nética Moderna, la Obstetricia, la Psicología Evolutiva, la Pediatría, las múltiples y rigurosas investi-gaciones pluridisciplinares de las ciencias de la Educación Prenatal Natural, la Psicología de la Perso-nalidad, la Psicología Profunda, la Gestalt, la Psicoterapia Clínica, la Psiquiatría, se nos demuestra lo importantísimo y esencial que es el período gestacional para la educación de sentimientos, ap-titudes, virtudes espirituales del hijo, así como de la salud inte-gral de la nueva persona.

Por ejemplo, el Dr. Thomas Verny (Médico Psiquiatra y fundador de

la Asociación Norteamericana de Psicología Pre y Peri Natal) resume así los resultados de sus trabajos y de los de sus colegas durante varias décadas: “El amor que la madre le da a su hijo en gestación, las ideas que se forman sobre él, la riqueza de la comunicación que mantiene con él, tienen una influencia determi-nante en el desarrollo del hijo y en su vida futura” (“LA VIDA SECRETA DEL NIÑO ANTES DE NACER”, Dr. Thomas Verny y John Kelly, Ed. Urano). La comunión y co-municación materno-fetal existe en varios niveles, del biológico al sicológico, del telepático al espi-ritual. El útero es la gran escuela de aprendizaje de virtudes, como bastantemente ejemplifica Thomas Verny en sus obras. Se comprue-ba científicamente que la madre, en simbiosis y armonía perfecta con el hijo, no sólo forma en su

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seno al hijo biológico sino que lo conforma psicológica y espi-ritualmente con su manera de pensar, sentir y actuar. Este subli-me misterio de vida y comunión madre-hijo está simbolizado en el vientre de nuestra preciosa Virgen Santa María de Guadalupe.

Llegada la plenitud de los tiempos (cfr. Gál 4,4-7), en María es inau-gurada la Mujer Nueva y por su maternidad en su vientre viene a la existencia el Hombre Nuevo en Cristo, por obra del Espíritu Santo: “Os daré un corazón nuevo, infundi-ré en vosotros un Espíritu nuevo”(Ez 36,26). En la experiencia o proce-

so de fecundación y gestación del Hijo de Dios hecho hombre, los protagonistas que son la Madre y el Esposo, el Espíritu Divino que la fecunda y la asiste, no sólo traen a la vida al Hijo, sino que modelan y transforman su organismo y com-portamiento, su ser entero, y ponen las bases de su personalidad futura. Y, por supuesto, también, como veremos, el mismo Hijo de Dios es protagonista en el seno y en el ser mismo de la Madre.

El niño in-útero es un ser sensiti-vo, extremadamente sensible, que reacciona sorprendentemente de manera creciente y progresiva des-de su concepción hasta el alum-bramiento, porque sus moléculas y sus células se informan al mismo tiempo que se forman, se impreg-nan, bajo la acción, la espirituali-dad, las virtudes, los afectos, senti-mientos y emociones de su madre y de su padre, así como del medio ambiente que se le proporciona. Es verdadera y esencialmente im-portante su rol en la transmisión de la calidad humana y espiritual de la vida de su hijo y sus conse-cuencias futuras. Los dos son edu-cadores y de manera fundamental desde la escuela del vientre mater-no. Podemos ciertamente esperar y constatar que seres gestados así ar-mónicamente, a la manera en que lo realiza María, traídos al mundo por la madre que los educa espiri-tualmente desde su seno con amor, diálogo y respeto, sean capaces de

construir un mundo más justo, más humano, más fraternal, en donde cada uno encuentre su lu-gar y pueda desarrollarse al servicio de todos. Esta maravillosa realidad la podemos contemplar simbólica y místicamente en el Hijo nacido de Santa María de Guadalupe por obra del Espíritu Santo. María de Guadalupe gesta en su vientre al Hombre perfecto, con un “cuer-po espiritual” que es al mismo tiempo “un espíritu corporal” en pleno sentido (cfr. Cor 15,44-49). La espiritualidad del hijo se constituye en gran medida desde la espiritualidad de la Madre, y la misma Madre es conformada en cierta medida espiritualmen-te por el Hijo desde es seno ma-terno, como nos lo harán consta-tar las numerosas investigaciones científicas.

La Espiritualidad de Comunión en la maternidad de María de Guada-lupe es respuesta y disponibilidad de Ella a la elección del Padre que la hace la tienda de su mística pre-sencia (símbolo de la sombra que la envuelve); a la comunión del Es-píritu Santo (la Luz que la invade y rebosa) y a la Gracia del Hijo de Dios que la habita (el nahui ollin que como flor de cuatro pétalos que está en su vientre). Se abre al Dios del Amor y de la Vida en favor de la salvación de la Humanidad, naciendo también en Ella, Santa María, la Iglesia Comunión de los Santos.

“El amor que la madre le da a su hijo en gestación, las ideas que se forman sobre Él, la riqueza de la comunicación que mantiene con Él, tienen una influencia determinante en el desarrollo

del hijo y en su vida futura”